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El pequeño árbol que quería crecer

Había una vez tres arbolitos, uno de estos era diferente, no crecía
como los demás. Este pequeño árbol es llamado Damián que vivía en
un hermoso jardín. Damián era el más pequeño de todos los árboles
y soñaba con crecer alto y fuerte como sus vecinos.

Cada día, Damián observaba cómo los árboles más grandes se


balanceaban con gracia en el viento y ofrecían sombra y refugio a
los pájaros y las ardillas. Pero él se sentía triste y desanimado
porque no crecía tan rápido como ellos.

Un día, mientras Damián se lamentaba de su tamaño, una abuelita


amable llamada Samanta pasó junto a él. Samanta notó la tristeza
en los ojos de Damián y se acercó a él con una sonrisa.

"Pequeño árbol, no te desanimes", dijo Samanta. "Cada árbol tiene


su propio ritmo de crecimiento y su propia belleza. Lo importante es
no dejar de intentar".

Damián levantó la cabeza y miró a Samanta con curiosidad. " Pero


¿cómo puedo crecer más rápido?" preguntó.

Samanta tomó un pequeño puñado de semillas de flores y las mostró


a Damián. "Estas semillas pueden ayudarte a crecer, pero
necesitarás cuidarlas con amor y paciencia", explicó. "Debes
plantarlas en la tierra y regarlas todos los días".

Emocionado, Damián siguió los consejos de Samanta.


Cuidadosamente, plantó las semillas en la tierra y las regó con agua
fresca todos los días. También les hablaba con cariño y les daba
palabras de aliento.
Día tras día, Damián observaba cómo las semillas germinaban y
pequeñas flores comenzaban a brotar. Su jardín se llenó de color y
alegría. Damián se dio cuenta de que, aunque él no crecía tan alto
como los demás árboles, podía embellecer el mundo con sus flores.

Los animales del jardín y los otros arboles quedaron maravillados


con las hermosas flores de Damián. Los pájaros cantaban
alegremente entre las ramas, todo estaba lleno de color y Damián
estaba muy contento.

Damián aprendió que la belleza no solo está en el tamaño, sino en la


capacidad de alegrar la vida de los demás. Él descubrió que, incluso
siendo pequeño, podía hacer una gran diferencia en el mundo.

Desde ese día, Damián se llenó de confianza y felicidad. Continuó


cuidando de sus flores y compartiendo su belleza con todos. Se dio
cuenta de que su verdadero crecimiento no era en altura, sino en
amor y gratitud.

La historia de Damián se convirtió en inspiración para todos los


árboles y animales del jardín. Aprendieron que cada uno tiene un
propósito único y especial en este mundo, sin importar su tamaño o
forma.

Y así, Damián vivió una vida llena de felicidad y significado,


mostrando al mundo que todos podemos crecer y florecer a nuestro
propio ritmo.
Audios sacados por: A.D.A music

1) https://youtu.be/g7G_Os7bBDk

2) https://youtu.be/WSD_FltgPdo

Enlace de la animación en YouTube:

https://youtu.be/Ef8kxIp5Vvk

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