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La caza, una práctica ancestral arraigada en la historia humana, ha evolucionado desde

una necesidad primordial de subsistencia hasta una actividad recreativa y de


conservación. A lo largo de los milenios, la caza ha desempeñado un papel crucial en el
desarrollo de habilidades, la obtención de alimentos y la gestión de poblaciones
animales.

Los cazadores modernos a menudo participan en programas de gestión de la caza para


mantener un equilibrio ecológico saludable. Además, la caza sostenible y ética ha
ganado importancia, promoviendo prácticas que respetan la vida silvestre y contribuyen
a la preservación de hábitats naturales. La caza, en sus diversas formas, sigue siendo
una actividad multifacética que refleja la compleja relación entre los seres humanos y la
naturaleza.

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