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Al igual que en los procesos previos, la cadena comienza con la llegada de la materia
prima y la alimentación de rollizos a la línea de producción. La máquina que produce la
materia prima es la “Debobinadora”. Esta realiza un corte longitudinal a lo largo del
rollizo, obteniendo una lámina continua de madera. Esta lámina pasa después por una
serie de máquinas que cortan y dimensionan las planchas individuales. Luego las
láminas se van a una zona de secado, para eliminar la humedad y obtener un tamaño
homogéneo en el espesor. Las láminas individuales ya secas pasan a una “Línea de
Composición”, donde se orientan y se dimensionan, según el tipo de tablero que se
quiera obtener. De este modo, se obtiene un prearmado del tablero, disponiendo de
manera definitiva las láminas que lo conformarán.
El conjunto de láminas luego pasa por una “Prensa Encoladora”, haciendo la unión
definitiva de las láminas y conformando el tablero.
Después, este tablero pasa por un escuadrado, donde se dimensiona y se deja totalmente
recto según las características que se busquen en particular. Posteriormente, el tablero
pasa por un proceso de Lijado, para dejar las caras lisas y sin astillas, otorgándole gran
valor y apariencia al tablero. Junto a este proceso, pueden observarse otros que le dan
distintas terminaciones al producto final.
Los más conocidos son el “Overlay” (capa transparente que da brillo e impermeabiliza),
“Rasurado”, “Decorado”, o incluso agregar una capa de melamina. Después de esto, el
tablero queda listo. Las etapas de almacenaje, empaque y despacho son similares a los
procesos previos.
La industria de tableros (tanto contrachapados y aglomerados) cuenta con procesos
altamente tecnologizados y casi todas las acciones son automáticas, manipuladas por
operadores de máquinas y computadores centrales. Nuevamente la mayor cantidad de
mano de obra, y menos calificada, se encuentra en las zonas de empaque y carga de
materiales.