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La sensibilidad romántica en la historia y el arte

Tema 1

Lucas Rodrigo Gárate Gómez


Los pensamientos y sensibilidades de los sujetos europeos de finales del siglo XVIII y
mitad del XIX rompen con una tradición bastante fuerte de interpretar la vida humana. Esta
ruptura en la forma de entender lo vivido penetra muy profundo en la historia,
manifestándose en múltiples escalas y dimensiones de la intelectualidad y la cotidianeidad.
En las artes se remarca un nuevo ideal que valora lo creativo y la figura del sujeto, elevando
la agencia humana por sobre el contenido mismo de la obra. Por otro lado, en la historia se
producen importantes cuestionamientos acerca de las formas, métodos y objetivos que
seguía la historia que sin duda son influidas por la “sensibilidad romántica”.

Resulta interesante abordar el tema de este ensayo a partir de lo que fue el romanticismo
especialmente en las artes y las ciencias, ya que la misma ambigüedad que implica el
concepto nos otorga información acerca de lo que involucraron las sensaciones y anhelos
de las personas de la época tanto en las artes como la historia. Al mismo tiempo lo
romántico nos entrega un foco de análisis accesible, abordable y no del todo reduccionista
para facilitar la reflexión histórica del periodo que abarca el tema de este ensayo. Esta
época representa un punto de quiebre en el desarrollo humano, el cual, quedará marcado
por un cambio de la naturaleza social e intelectual, que desde una respuesta a la ilustración
y una contraparte a lo clásico termina resaltando la individualidad, la imaginación y la
originalidad. Esto será lo que entenderemos como sensibilidad romántica en el ensayo.

Como nos señala Hugh la palabra romanticismo comprende un sinfín de comprensiones; se


ha aplicado como categoría artística, cronológica, estética, psicológica, como periodo
histórico, como emocionalidad e incluso como insulto o alabanza 1. Los románticos no
tenían un programa común detrás, ni un objetivo específico que los una, de hecho, eran
pocos quienes se autodenominaban como románticos. Esta ambigüedad se explica en parte
desde la caótica y poco clara irrupción de los ideales que había detrás del romanticismo, los
cuales responden a una nueva conciencia generada desde un cumulo de dudas, preguntas y
rechazos que se arrastraban desde los aires que dejaron las revoluciones y procesos
independentistas dieciochescos. Revoluciones que como señala Hobsbawm, reconfiguraron
la realidad de gran parte de la sociedad europea, tanto en un espacio mental como
material. Este espacio mental engloba una multiplicidad de sentires que se trasladan al arte
y a la historia de forma que rompen con una tradición.
1
Hugh Honour, El romanticismo (España: Alianza Editorial, 1989), 25.
¿Pero qué fue lo que valoraba el romanticismo? Si bien no existe una respuesta única, me
permitiré para objetivos de este ensayo hablar en términos generales específicamente para
el caso de las artes y la historia. La sacudida intelectual que provoco el cuestionamiento de
lo clásico, la reintegración del interés por lo previamente menospreciado, y los nuevos
valores exaltados en el individuo, socavaron las certezas que existían acerca de la historia y
modifico el entendimiento de las artes. En “Historia de dos ciudades” Dickens comienza
caracterizando la sensibilidad del periodo revolucionario: “Erase el mejor de los tiempos y
el más detestable de los tiempos: la época de la sabiduría y la época de la bobería; el
periodo de la fe y de la incredulidad; el de la luz y el de las tinieblas” 2. Resulta complejo
resumir el sentimiento que esta época saca a relucir. La sensibilidad fue variando
geográficamente, como se presenta en la novela de Dickens, fue variando en la cultura,
política, ciencias y el arte. Es imposible afirmar que el sentir de la sociedad fue tal o cual,
ya que este se expresa en un sinfín de corporalidades y sociedades, pero el romanticismo
marco un notable esfuerzo por separarse de lo ya conocido.

Por un lado, las artes acuñan en gran medida la idea de la figura del artista que se conserva
hasta el día de hoy; una especie de personaje tortuoso, incomprendido, aislado del mundo,
único, creativo y de gran talento. El artista bordea la locura, siendo capaz de hacer algo que
el resto no puede, el artista mira el mundo de otra manera valorando su soledad. No hay
nada más romántico que esta idea, la cual se construye a partir de una nueva sensibilidad
ante la libertad y la agencia individual, y que es aplicada en bastantes contextos
anacrónicamente, en lo que se refiere a valorar artistas previos y posteriores al
romanticismo.

La vocación y temperamento artístico fue capaz de guiar el camino propio del artista (sin
estorbos) para el desarrollo de su inconfundible sensibilidad individual. Por lo mismo
apareció un componente geográfico subjetivo en las obras románticas; como eran los
paisajes y la manifestación de la naturaleza. La escena o lugar romántico del paisaje estuvo
lejos de mantenerse estática ya que fue recibiendo diferentes sentidos según el autor y la
década; para Jean-Jeaques Rousseau fue el primitivismo bucólico, y para Ramdohr una
naturaleza de estructuras ordenadas, y aunque en casos pueda parecer contradictorio, es en

2
Charles Dickens, Historia de dos ciudades (Chile: Zig-Zag, 1969), 11
estas diferencias donde se encuentra el fundamento romántico 3. Lo que conmueve el genio
personal y la imaginación del artista, o sea su agencia, crea al mismo tiempo una exigencia
de creatividad y renovación que se refleja en una multiplicidad de apreciaciones artísticas.
La naturaleza toma un carácter subjetivo e interpretativo. El arte bajo este paradigma se va
separando de la concepción del artesano que predomino hasta antes de la ilustración y el
genio individual toma un protagonismo que hasta antes del romanticismo no nos parecía
lógico.

El romanticismo igualmente hace dudar a la historia ¿Está permitida la imaginación en


historia? Para las aspiraciones científicas que venía arrastrando la historia, la imaginación
quedaba fuera, pero el romanticismo nos permitió dudar de ello. El romanticismo tuvo la
facultad de clasificar y delimitar las corrientes históricas. Le entregó conciencia al
humanismo acerca de las creaciones de modos de pensamiento “lógicos” que cambiaron
fundamentalmente ante las revoluciones y la filosofía de Kant 4. También se interesó en la
literatura y en el periodo medieval, ambos aspectos muy menospreciados en la historia. El
romanticismo a mi parecer va creando un puente hacia la modernidad recorriendo el estilo
neoclásico, desde donde la historia logra transitar en dos maneras de sentir: lo subjetivo y
objetivo. La sensibilidad de la historia muestra un carácter de ida y vuelta en el sentido que
la misma historia intenta definir algo bajo sus parámetros, que al mismo tiempo la va
afectando. En este caso se manifiesta en el romanticismo, como pensamiento que se define
como una reacción del mundo de las ideas. Lo romántico, por ende, puede establecerse
como otro tipo de revolución en los términos que Hobsbawm dota a la “era de las
revoluciones”, definida en este caso especialmente para el arte y la historia. Los autores
toman relevancia en cuanto a los fines que persiguen, lo que es incluso más significante que
su obra. Ya que el contenido adquiere relevancia a partir de la figura del autor, una obra de
arte es en sí misma el punto de vista único de su creador, resaltando su individualidad.

Aun analizando la historia y el arte desde una concepción romanticista, no queda claro que
hay detrás de este movimiento. La historia por su parte trata de ser objetiva, pero consciente
de su propia subjetividad, lo que a mi parecer la encierra aún más en un laberinto sin
salida. ¿Es más histórico un relato que sigue las pautas de la razón o una novela histórica?

3
Hugh Honour, El romanticismo, 59-70.
4
Hugh Honour, El romanticismo, 12.
Al menos en los años donde emerge esta nueva sensibilidad romántica se instauran estas
dudas. La conciencia que toma la historia acerca de la necesidad de la imaginación en su
relato es influenciada por el romanticismo, sin embargo, existe mucha resistencia ante ello,
ya que esto rompe con la fuerte tradición Rankeana que alejo a la historia de ser una
categoría literaria, que sin embargo no dejan de tener mucho en común, esto nos remarcó el
romanticismo. Mas que levantar un paradigma por otro, en este caso objetivista de la
historia, el romanticismo llego para replantear dudas que se creían superadas, como suele
suceder en historia.

En la novela de Jane Austen, La Abadía de Northanger un diálogo entre Catherine y Henry


refleja esta diferenciación: “También me gustan la poesía, las obras dramáticas y, en
ocasiones, las narraciones de viajes, pero, en cambio, no siento interés alguno por las obras
esencialmente históricas” Esta frase a mi parecer refleja parte de la percepción que existe
hacia cierto tipo de relatos, y el cuestionamiento romántico acerca de un tipo de historia que
se aleja de la sensibilidad de la época. Esta idea se refuerza en el libro cuando nuevamente
Henry responde a Catherine que en las obras históricas no hay nada de interés “Me aburre
todo ello, al tiempo que me extraña, porque en la historia debe de haber muchas cosas que
son pura invención. Los dichos de los héroes y sus hazañas no deben de ser verdad, sino
imaginados, y lo que me interesa precisamente en otros libros es lo irreal 5. Quizás molesta
la negativa del historiador a aceptar su relato como imaginado, o simplemente la historia se
aleja del publico romántico por sus formas. Como sea, el romanticismo le recuerda al
historiador que la agencia propia influye mas de lo que se venía pensando hasta entonces, al
momento de escribir historia.

En rojo y negro Stendhal evidencia lo que era un tópico literario marcadamente romántico.
El autor por un lado fue de los pocos escritores y artistas que se consideraban romanticistas
como tal, además de utilizar una redacción esencialmente detallista e inmersa en las
personalidades de sus protagonistas. La capacidad Stendhal para retratar paisajes
emocionales lo colocan en un relato de estilo casi psicológico que resulta interesante y
atrapante para el lector. Su realismo nos entrega una ventana de inmersión a los
pensamientos y sensibilidades de la gente, fiel característica del estilo romántico. En esta
época la historia tendía a escapar del arte y de la literatura, construyendo sus cimientos
5
Jane Austen, La Abadía de Northanger (España: Freeditorial, 2007), 73.
científicos, pero desfigura otro componente a mi parecer igualmente crucial, que le costará
mucho trabajo recuperar. El romanticismo viene a remarcarnos esto. La imaginación es
parte de la historia y repelerla nos aleja de comprender el pasado en su totalidad. La historia
sirve a la vida, y en este periodo resultó útil su profesionalización. Esta permitió construir
los relatos de naciones, permitió justificar sus destinos y en muchos casos establecer un
orden político. Las naciones servían a la obra del progreso y civilización, aportando al
concierto de la humanidad6. La culminación de esta historia sería el establecimiento de las
nuevas naciones, con la capacidad de autodeterminarse territorial y moralmente bajo un
mismo orden, lo que fue apoyado por los relatos históricos. No es sorpresa que en esta
época surjan con una gran fuerza los relatos nacionales, que se divulgan a través de la
educación y las teorías históricas, adjudicando individualmente una identidad colectiva con
la capacidad de diferenciarse de un otro. Pero al mismo tiempo, el romanticismo llego
como mínimo a poner en duda este servicio que estaba entregando la historia en la vida. El
pasado tiene sentido estando al servicio de las sensibilidades presentes y a la historia le
acomodo este camino.

Si bien las ciencias vieron obligada su separación del arte romántico, el rol de la
individualidad, creatividad e imaginación igualmente penetra en ellas. La filosofía natural
siendo esencialmente especulativa e intuitiva toma relevancia al enfrentar a la razón. La
individualidad puede ser atacada por otra, tomando por ejemplo la filosofía natural en
Goethe para contradecir a Newton. En matemáticas igualmente surgen los conceptos de
números imaginarios con un apogeo posterior a la revolución 7. La criatura enigmática que
presenta Moretti sobre el burgués manifiesta igualmente esta dualidad entre el impulso
irracional (imaginativo) y su moderación racional 8. Sin adentrarme más en el análisis de
Moretti, me parece que su exposición del burgués personifica esta dicotomía en su
definición, que puede verse tanto en la literatura como también en el afán científico de la
histórica.

A modo de conclusión podemos entender el romanticismo como el camino hacia una nueva
sensibilidad que emerge en el siglo XVIII en respuesta a múltiples ideas. Esta sensibilidad

6
Álvaro Fernández, La invención de la Nación (Argentina: Manantial, 2003), 66.
7
Eric Hobsbawm, La era de la revolución 1789-1848 (Argentina: Grupo Editorial Planeta, 2006), 297.
8
Franco Moretti, El burgués (México: Fondo de Cultura Económica, 2014), 18-31.
es notoria en las artes como en las ciencias, creando necesidades nuevas, relativizando
algunas de sus técnicas y estimulando nuevos estilos. El romanticismo desafió las normas
establecidas y fomentó una mayor expresión emocional. Los artistas románticos buscaban
transmitir sus sentimientos más profundos a través de sus obras, lo que llevó a una mayor
apreciación de la belleza y la intensidad de las experiencias humanas. Esta nueva
sensibilidad se reflejó en la música, la pintura y la literatura, donde se exploraron temas
como el amor trágico, la soledad y la conexión con la naturaleza. Además, el romanticismo
influyó directamente en la historia, oponiéndose al positivismo, interesándose en nuevos
temas, cuestionado su enfoque narrativo, además de trasladar el foco al individuo, al mismo
tiempo que servía para fines nacionales. Una realidad que parece contradictoria, pero
adquiere sentido al analizarlo desde el surgimiento de una nueva sensibilidad romantica.

Bibliografía:

- Austen Jane. 2007. La Abadía de Northanger. España: Freeditorial.

-Dickens Charles. 1969. Historia de dos ciudades. Chile: Zig-Zag.

-Fernández Álvaro. 2003. La invención de la Nación. Argentina: Manantial.

-Hobsbawm Eric. 2006. La era de la revolución 1789-1848. Argentina: Grupo Editorial


Planeta.

-Honour Hugh. 1998. El romanticismo. España: Alianza Editorial.

-Moretti Franco. 2014. El burgués. México: Fondo de Cultura Económica.

-Sthendal. 1970. Rojo y Negro. Madrid: Alianza Editorial.

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