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Índice

Portada
Sinopsis
Portadilla
Introducción
Primera Parte. Me acaban de diagnosticar
Recibir el diagnóstico de endometriosis no es fácil...
1. ¿Qué es la endometriosis?
2. Cuáles son las causas de la endometriosis
3. El diagnóstico
4. Cuáles son los síntomas más comunes
5. ¿A qué profesionales debes acudir?
6. ¿Cuál es el tratamiento de la endometriosis?
Segunda Parte. Nutrición para combatir la endometriosis
7. Nutrientes
8. Vegetales y verduras
9. La dieta antiinflamatoria
10. Como elaborar tu menú
Tercera Parte. Otras cosas que puedes hacer para mejorar la endometriosis
11. Estrés y salud mental
12. Actividad física
13. Descanso y ritmo circadiano
14. Químicos y disruptores endocrinos
15. Suplementación nutricional
16. Remedios naturales para aliviar el dolor
17. «Hacer» tribu
Tu propio camino
Guía de asociaciones de afectadas por la endometriosis en España
Notas
Créditos
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Sinopsis

Recibir el diagnóstico de endometriosis no es fácil. Es posible que la


hayan descubierto por casualidad, en una revisión ginecológica
rutinaria, o quizá estabas intentando quedarte embarazada y no
podías, o es posible que tras años y años de búsqueda del
diagnóstico por fin hayan dado con él. Sea como sea, no desesperes,
porque hay muchas cosas que puedes hacer para aliviar los síntomas
de la endometriosis y recuperar tu energía y tu bienestar.
En este libro, Elena Serrano, dietista y paciente de endometriosis,
desvela las claves para comprender bien en qué consiste esta
dolencia, a qué profesionales puedes acudir para tratarla y qué más
puedes hacer para marcar la diferencia, empezando por la nutrición,
que es la pieza clave de todo este puzle y la mayor aliada para
mejorar tu calidad de vida.
¿POR QUÉ ME DUELE TANTO LA
REGLA?
Una guía para entender la endometriosis y aprender a
vivir con ella

Elena Serrano
Introducción

Tu vida transcurre tan normal hasta que un día tienes endometriosis. No sabes
ni por qué ni cómo, pero el caso es que ahí está y al fin tienes la explicación a
todo lo que has venido sufriendo este tiempo. Cómo te diagnostican esta
enfermedad es muy variado; a veces es por casualidad, a veces ya sabías lo
que pasaba años atrás, antes del diagnóstico.
Mi historia es muy similar a la de muchas. Una menarquia temprana,
muchos desajustes hormonales en la adolescencia, mucho dolor con la regla y
mucha incomprensión por todos lados. Sea como sea, aquí estamos y esto es
lo que nos ha tocado, así que vamos a hacer lo mejor posible para tener una
vida en condiciones.
Cuando iba al médico por el dolor tan intenso que sufría durante la regla,
la respuesta que recibí durante toda mi vida fue que ese dolor es normal, que
no pasa nada, que me tomara un antiinflamatorio y que continuase con mi
vida. Pero aquello no podía ser normal. El dolor era demasiado intenso y no
le pasaba al resto de mis compañeras, solo a mí.
Así que desde muy joven me pusieron un tratamiento hormonal tanto para
el dolor como para los desajustes que tenía. Y aunque eso pudo aliviar un
poco los síntomas que tenía en aquel momento, haber estado hormonada
desde tan joven ha traído consecuencias a mi vida muy difíciles de eliminar,
como, por ejemplo, que mi cuerpo ya no sabe funcionar sin hormonas
externas.
Mi vida marchaba más o menos bien hasta que, con veinte años, en una
revisión rutinaria de ginecología, me dijeron que tenía un endometrioma en
un ovario. No había escuchado esa palabra nunca, sonaba extraña. La
ginecóloga me dijo que no me preocupara, que no presentaba ningún tipo de
gravedad, era simplemente un quiste y que la única consecuencia que tenía
era que, en el caso de que quisiera tener hijos, me iba a resultar más difícil.
Así que con esta explicación me fui para casa tan contenta, sin saber las
consecuencias que esta enfermedad iba a tener sobre mí, que iban mucho más
allá de un simple quiste en un ovario.
Continué con el tratamiento hormonal unos cuantos años más, pero con el
paso del tiempo los síntomas iban empeorando a pesar del tratamiento. Ya no
era un simple dolor intenso durante la menstruación; el dolor empezaba a ser
incapacitante y me dejaba varios días postrada en la cama. Me impedía hacer
cualquier cosa, como trabajar o llevar una vida más o menos normal durante
esos días. Aun así, como el dolor de la regla era «normal», lo asumía y no le
daba demasiada importancia.
Además, no se pasaba con nada; daba igual qué combinación de
antiinflamatorios tomara: siempre estaba ahí, como si fuera provocado por
una entidad superior. Y aquí empezó a complicarse mi vida. Ya no se trataba
solo del dolor, pues los síntomas se desplazaron hacia el aparato digestivo.
Comencé a tener una tripa descomunalmente grande, como si estuviera
embarazada; de hecho, mucha gente me lo preguntaba, ya que desde fuera lo
parecía. Empecé a cambiar la ropa, nada me quedaba bien. Un pantalón que
el día anterior me sentaba bien, al siguiente no podía ni ponérmelo porque me
hacía un daño horrible en la tripa. Me acostumbré a llevar los vaqueros sin
subir la cremallera y a utilizar camisetas anchas para tapar mi enorme tripa.
Las molestias eran muy desagradables: digestiones pesadas que duraban
horas, gases muy dolorosos que no salían, pinchazos por toda la tripa,
alternancia de diarrea y estreñimiento...; a veces, la comida me sentaba bien y
otras veces me sentaba mal, pero no sabía por qué.
El problema es que estos síntomas digestivos aparecen tan poco a poco
que te da la sensación de que tú eres así, de que no te está pasando nada malo,
no te das cuenta de que tienes un problema. Te haces a la idea de que lo que
te está pasando es una nueva realidad y vas a tener que estar así siempre. Pero
no, los síntomas digestivos de la endometriosis son muy habituales y se
puede acabar con ellos.
El cansancio también estaba presente; de hecho, llevaba mucho tiempo
ahí, pero yo no me había dado cuenta. Inocentemente, pensaba que yo era así,
una persona con poca energía. Pensaba que era mi carácter, que yo era un
poco vaga, qué se le iba a hacer. Pero no, por desgracia era otro síntoma de la
endometriosis, que llevaba ahí mucho tiempo. Esto trajo consecuencias
negativas para mi autoestima, ya que me machacaba continuamente diciendo
«mira que eres vaga», «no haces nada», «siempre quieres estar sentada», «no
te esfuerzas». Los pensamientos negativos hacia mí misma eran muy
recurrentes y me martirizaban continuamente. Ahora ya puedo decir alto y
claro: «¡No soy yo, es la endometriosis!».
El cansancio en la endometriosis desespera. Te levantas por la mañana y
ya estás cansada, y piensas: «Pero ¿por qué? Si no he hecho nada, si me
acabo de levantar y ya quiero volver a acostarme otra vez». Y es que las
mujeres con endometriosis tenemos nuestra pila de energía a medio cargar.
Cuando la gente normal se levanta por la mañana, lo hace con las baterías
cargadas al cien por cien; nosotras nos levantamos con el 40 %.
¿Has planificado alguna vez las pocas cosas que vas a hacer en el día
porque sabes que no vas a poder con más? «Hoy voy a limpiar la casa, ir a la
compra, y por la tarde voy a estudiar un poco». Y ya, eso es todo lo que vas a
poder hacer, e incluso a media tarde ya estás con ganas de meterte en la
cama. Todo esto si tienes un día bueno; si es malo, seguramente no podrás
hacer absolutamente nada y tendrás que volver a acostarte a media mañana.
Otro síntoma del que yo no era consciente en aquel momento es la
depresión. Al principio no lo vi, pero con el tiempo me he dado cuenta de que
estaba relacionado con la endometriosis. Todo lo que conlleva esta
enfermedad se convierte en un círculo vicioso que cuesta mucho asumir. Vas
cayendo poco a poco en él sin darte cuenta y de repente tu vida se ha
convertido en algo muy diferente a lo que pensabas. Te das cuenta de que hay
muchas cosas que antes podías hacer y ahora ya no, te das cuenta de que te
resulta muy difícil hacer planes con amigos, practicar deporte, salir de fiesta,
planear las vacaciones, estudiar o trabajar. Y todo esto ha ido pasando poco a
poco... Tu vida se va apagando y todo ello te lleva a sentirte tremendamente
mal. Salir de este estado depresivo cuando tienes endometriosis es muy
difícil, ya que va a estar siempre ahí y tú tienes que seguir con tu vida. Más
adelante verás que este es un punto clave en el tratamiento de la
endometriosis: si no consigues salir de ahí, el resto va a ser mucho más
difícil.
Cuando coges todos estos elementos y los mezclas, el resultado es una
vida desastrosa. Te acostumbras a estar siempre mal, a no estar muy segura
de si vas a poder hacer tus planes o no, cancelar citas en el último momento
empieza a ser habitual para ti, y te sientes fatal porque quedas mal con tus
amigos. Hacer viajes largos puede ser una pesadilla, ya que simplemente
estar varias horas metida en un coche es tan agotador que debes estar un día
entero en la cama para recuperarte. Hacer deporte es algo que borras de tu
agenda: si ya te levantas cansada por la mañana, ¿cómo vas a meterte en el
gimnasio para cansarte aún más? Lo único que harías es fundir la poca
energía que te queda.
Además, es difícil hacer entender todo lo que te pasa a la gente que
convive contigo, porque tú por fuera estás bien, tienes buena cara y buen
aspecto, ¿Cómo le explicas a alguien que no puedes con tu vida? Cuando ve
que te levantas y no puedes hacer nada, muchas veces no se lo puede
explicar. El dolor también es muy difícil de entender, y aunque es verdad que
a veces puede verte retorciéndote de dolor, a la gente le cuesta entender que
no haya nada que lo solucione. Para los demás, lo normal es tomarse un
ibuprofeno y que el dolor se les pase, pero para ti no.
La incomprensión puede venir de muchas partes: puede ser de tu familia o
tu pareja, pero es más habitual que sean ciertos amigos los que no entiendan
qué te ocurre, y en el trabajo ni van a entenderlo ni van a querer saber por qué
no has acudido a trabajar. Pero la incomprensión que más duele es la de los
médicos. El médico, para ti, es la única esperanza, es la única persona que te
puede ayudar. Si vas al médico a contarle tu dolor y este no confía en lo que
le estás diciendo, la desesperación en la que caes es inenarrable.
La manera de describir el dolor cuando tienes endometriosis es de lo más
variopinta; cada una tiene una forma explicarlo. En mi mente, lo sentía como
si alguien estuviera agarrando todos mis órganos por dentro, apretándolos con
una fuerza terrible y retorciéndolos, como si se estuvieran deshaciendo en
pedazos. A la vez, sentía que trescientas agujas se estaban clavando en mi
vientre. Muchas veces este dolor se representa con un alambre de espino que
aprieta todos los órganos por dentro y los destroza. Esta es mi descripción del
dolor causado por la endometriosis, pero cada una tiene la suya propia y
resulta muy difícil de entender para alguien que no lo siente en sus propias
carnes.
Mi vida había llegado a un punto complicado; se acumularon muchos
factores negativos: una ruptura sentimental, la pérdida de mi trabajo, un
cambio de casa y la endometriosis que estaba por ahí rondando. Fue un
momento de búsqueda personal, y por casualidad me hablaron de una persona
que había conseguido solucionar un problema de miomas con una dieta
concreta. Pensé que yo también podría solucionar mis síntomas a través de
una dieta que eliminara los productos ultraprocesados y potenciara el
consumo de vegetales, y sin pensármelo dos veces, me lancé a ello
Estuve varios meses llevando una alimentación muy estricta, y
sorprendentemente todos mis síntomas se redujeron muchísimo. No solo eso,
sino que en la siguiente revisión ginecológica me dijeron que mi
endometrioma se había reducido varios centímetros. No me lo podía creer,
estaba tan contenta que se me abrieron las puertas a seguir investigando por
ese camino. Antes de continuar, quiero dejarte claro que la alimentación no
siempre reduce los quistes, a veces sí, pero no cuentes con ello. Mi caso es
personal y no es extrapolable al resto de personas.
Animada por los cambios que había visto en mi cuerpo, me lancé a leer y a
estudiar por mi cuenta sobre alimentación y endometriosis. Aprendí muchas
cosas que iba poniendo en práctica conmigo misma; cada vez, este campo iba
siendo más interesante para mí. ¡Cómo simplemente seleccionando ciertos
alimentos y evitando otros podía haber tantos cambios en una persona!
Me estaba apasionando tanto el mundo de la nutrición que tomé la
decisión de emprender estudios oficiales para dedicarme a ello
profesionalmente. Me saqué el título y me apunté a muchos cursos para
especializarme en aquello que más me interesaba: nutrición y sistema
digestivo, salud hormonal de la mujer, dieta antiinflamatoria y todos aquellos
ámbitos que me interesaban para tratar mi enfermedad. Años después de
todas las investigaciones y prácticas que he hecho conmigo misma, he
conseguido tener una vida de calidad, prácticamente sin dolor y con mucha
energía. Después de lograrlo, he querido compartir en mi consulta mi
experiencia y mis conocimientos con otras mujeres en la misma situación.
Ayudarlas y ver que ellas también obtienen los mismos resultados que yo es,
hoy en día, lo que más me llena en este mundo.
A pesar de que tengo controlados la mayoría de mis síntomas, no dejo de
cuidarme y de seguir investigando. La endometriosis va a estar siempre ahí,
obligándome a ir cada vez más allá, a mejorar como persona y a seguir
estudiando y aprendiendo cada vez más sobre ella.
Las conclusiones que he sacado después de años de padecer esta
enfermedad te sorprenderán. Aunque en un principio la endometriosis solo
trae sufrimiento y una vida muy desagradable, en el fondo no ha sido algo
malo. Con la endometriosis he aprendido a cuidarme, a respetar mi cuerpo y a
quererlo. De no ser por ella, nunca me habría cuidado tanto como ahora y
nunca habría estudiado ni me habría dedicado a algo tan bonito como ayudar
a los demás.
Si no hubiera sido por la endometriosis, no me habría ido a vivir a un sitio
más tranquilo, no habría cambiado de profesión y tampoco habría conocido a
todas las personas tan maravillosas que he conocido hasta ahora. Echando la
vista atrás, no siento más que agradecimiento por que haya llegado a mi vida.
Y aunque sigo lidiando día a día con ella, sé que el balance es positivo y me
siento contenta de ser tal como soy, con endometriosis incluida.
Aunque se atraviesan etapas muy duras cuando tienes esta enfermedad,
solo te puedo decir una cosa: no vas a vivir toda tu vida así, llegará un
momento en que aprenderás a convivir con la enfermedad. ¡Hay vida con
endometriosis!
En este libro he intentado ofrecerte los pasos clave que tienes que dar para
aprender a vivir con ella. En la primera parte verás que el tratamiento médico
es importante: tienes que acudir a las revisiones y estar en permanente
contacto con tus médicos, pero no te puedes quedar ahí, el resto de lo que
hagas es lo que va a marcar la diferencia, empezando por la nutrición, que es
la pieza clave de todo este puzle. Por eso, en la segunda parte verás con
detalle cómo alimentarte correctamente. En la tercera, analizaré otros
aspectos que igualmente influyen en tu vida y hacen que la enfermedad
empeore: préstales mucha atención, porque si lo haces, tienes muchas
posibilidades para empezar a estar mejor.
Y lo más importante de todo, es difícil que vayas a poder hacer todo esto
sola, es recomendable buscar profesionales que estén especializados en
endometriosis y que te puedan ayudar. Ya sé que al principio es tedioso ir
peregrinando de un profesional a otro, pero es necesario. Cuando domines
todos los aspectos de esta enfermedad y mires atrás, te darás cuenta del
camino tan enriquecedor que has hecho por ti misma.
¡Ánimo y a por ello!
Primera Parte
Me acaban de diagnosticar
Recibir el diagnóstico de endometriosis no es fácil. Es posible que la hayan
descubierto por casualidad, en una revisión ginecológica rutinaria, o quizá
estabas intentando quedarte embarazada y no podías, y al explorar de manera
más profunda han descubierto que tenías endometriosis, o puede que tras un
episodio de intenso dolor que te obligara a ir a urgencias hayan detectado la
endometriosis como su causa, o es posible que tras años y años de búsqueda
del diagnóstico por fin hayan dado con él. Una situación en la que es posible
que estés es que sospeches que tienes endometriosis porque padeces la
mayoría de los síntomas, pero los médicos no te la han diagnosticado aún.
El diagnóstico se recibe en un primer momento como un alivio, porque
por fin puedes poner nombre a lo que está pasando, pero también resulta una
condena, ya que estamos ante una enfermedad crónica muy complicada que
te va a obligar a estar años luchando con ella.
Sea como sea, esta es una enfermedad de largo recorrido; vas a atravesar
un sinfín de fases, muchas de ellas malas, pero te vas a llevar un gran
aprendizaje, vas a aprender mucho de ti, de tu vida, de tu cuerpo, y estoy
segura de que aprenderás a convivir completamente con esta enfermedad.
¿Qué es la endometriosis?

La endometriosis es una enfermedad en la que tejido similar al del


endometrio crece en otras partes del cuerpo, habitualmente en la zona
pélvica.
Muchas veces se confunde con una alteración del propio endometrio en sí,
pero no es así, el endometrio de las mujeres con endometriosis es
completamente normal, salvo algunas diferencias mínimas.
El endometrio es la capa de tejido que recubre el interior del útero, es el
lugar donde —en caso de gestación— se implantará el embrión para
desarrollarse. El endometrio va cambiando con el ciclo hormonal. Al
principio del ciclo será una capa delgada y a medida que vaya madurando el
óvulo y aumenten los estrógenos, esta capa se irá engrosando y llenando de
nutrientes para que un posible embrión pueda crecer en él. Si no hay
embarazo, el endometrio se desprenderá, dando lugar a la menstruación y
comenzando así un nuevo ciclo.
Por causas que aún no conocemos, este tejido se implanta en diferentes
lugares de la cavidad pélvica, habitualmente en ovarios, trompas, tabique
rectovaginal, vejiga, peritoneo, recto, etcétera. Aunque esto sea lo habitual, se
puede implantar en cualquier parte del cuerpo, ya que se han visto quistes
endometriósicos en los pulmones o el cerebro. Estos quistes crecen, se
vascularizan y tienen actividad hormonal propia, liberando estrógenos.
Además de los quistes, la endometriosis se caracteriza por el desarrollo de
adherencias en diferentes órganos. Estas adherencias inmovilizan y pegan
entre sí las partes de nuestro cuerpo. Por ejemplo, pueden pegar los ovarios
uno al otro, o pegar el útero al intestino o a la vejiga. Estas adherencias
impiden que los órganos tengan movilidad interna y generan un enorme
dolor.

La adenomiosis

Es una enfermedad muy similar a la endometriosis, pero en lugar de aparecer


quistes en la cavidad pélvica, en la adenomiosis, el propio tejido del endometrio se
infiltra en el miometrio, esto es, en la capa muscular del útero. Estos quistes pueden
ser localizados o difusos. Si son difusos, los quistes estarán distribuidos por todo el
músculo.
En caso de adenomiosis, no se puede operar para retirar los quistes, ya que estos
están implantados dentro del músculo. Si es muy grave, la solución suele ser retirar el
útero entero, es decir, una histerectomía.
Los quistes de la adenomiosis actúan igual que los de la endometriosis: se
engrosan durante el ciclo menstrual y provocan síntomas muy similares a los de la
endometriosis. No se sabe muy bien si es una enfermedad diferente o es parte de la
propia endometriosis. En todo caso, su tratamiento es parecido. Todo lo que vamos a
hablar en este libro sobre la endometriosis es aplicable también a la adenomiosis.

La definición de la endometriosis no describe ni por asomo lo que implica


para la mujer que la sufre. Quedarse en que son unos simples «implantes»
que crecen dentro de nuestro cuerpo es simplista y ha hecho creer a la
comunidad médica que con una sencilla extirpación de los quistes o del
aparato reproductor podíamos vencer esta enfermedad. Pero como se ha
visto, esto no es así, ya que desconocemos totalmente cuál es el origen de la
endometriosis, su tratamiento y cómo podemos acabar con ella. Por suerte,
cada vez hay más profesionales formados que proponen nuevas terapias para
tratar la enfermedad.
Tener endometriosis supone padecer dolores durante unos días al mes —
en el mejor de los casos— o todos los días —en el peor—. Y no solo
hablamos de dolores de tipo menstrual, sino que la endometriosis conlleva
una serie de padecimientos en otras partes del cuerpo; por ejemplo, es muy
frecuente padecer dolor lumbar o ciático asociados. Además, padecer
endometriosis también significa tener la tripa hinchada de continuo y muchos
problemas digestivos.
También significa que la mayoría de la gente no te cree, pues le resulta
inexplicable la cantidad de síntomas y su gravedad cuando físicamente se te
ve bien. Esto es terrible, pero muchas veces hasta la propia comunidad
médica relativiza la situación o actúa como si la paciente se lo estuviera
inventando o como si ese dolor estuviera solo en su cabeza. Esta
incomprensión agrava la situación de desamparo.
Sufrir endometriosis va más allá, afecta a tu vida, a tu entorno, a tu trabajo
y a tus sueños e ilusiones, ya que una vez que empiezas a padecerla, tu vida
deja de ser la misma. Padecer esta enfermedad significa adaptarse a un nuevo
estilo de vida.
No se conoce la cura de la endometriosis. Hasta el momento, podemos
decir que no existe y que se trata de una enfermedad crónica. Si alguien te ha
dicho que la endometriosis se cura una vez que te quedas embarazada, o por
una operación quirúrgica o cuando llegue la menopausia, desconfía de los
conocimientos de esa persona.
El embarazo interrumpe durante un tiempo el avance de la endometriosis,
ya que los altos niveles de progesterona que se producen durante esta etapa
contrarrestan los niveles de estrógeno y evitan que los quistes crezcan, pero
una vez que se vuelve al ciclo normal, los quistes siguen su curso.
Respecto a la menopausia, aunque sí es verdad que se atenúan los
síntomas al dejar de producir estrógenos, no siempre acaba con todos, ya que
las lesiones que han podido ocasionar los quistes y las adherencias pueden
seguir allí, y no dependen del nivel de estrógenos que tenga nuestro cuerpo.
Y lo mismo ocurre con la cirugía. Retirar los quistes no detiene la
sintomatología. Es posible que mejore y en algunas ocasiones se puede ver
una mejoría absoluta, pero, como hemos comentado, muchos de los síntomas
no son exclusivos de los quistes en sí, sino que son lesiones que se han ido
produciendo durante el transcurso de la enfermedad, y al retirar los quistes no
se acaba con ellos.
Otra característica de la endometriosis es que va empeorando con el paso
de los años. Cuando eres joven tienes algunos síntomas —sientes dolor con la
regla y algún día más al mes—, pero estos van empeorando poco a poco,
cada vez hay más días de dolor, cada vez los síntomas son más exacerbados y
los quistes van creciendo poco a poco. Por esta razón, muchas veces se
diagnostica la endometriosis a mujeres de más de cuarenta años; la
enfermedad estaba ahí y ha ido progresando a lo largo de los años, dando la
cara más tarde de lo habitual.
Algo que cuesta mucho asimilar es el porqué. Por qué razón. No conocer
la causa y el origen de esta enfermedad hace que te plantees muchas cosas.
Seguramente no hay una causa concreta, sino que sea un cúmulo de
consecuencias que unidas, hacen que se dispare la enfermedad. Ten en cuenta
que tú no tienes la culpa de estar así; has tenido la mala suerte de que te ha
tocado esta enfermedad y ahora te toca aprender a vivir con ella.

NO ES SOLO UNA ENFERMEDAD GINECOLÓGICA

La endometriosis no es solo una enfermedad ginecológica, sino que afecta a


gran parte de los sistemas del cuerpo y de la mente. Para empezar, el sistema
inmune está involucrado en su origen. Además, las mujeres con
endometriosis tenemos mayor probabilidad de sufrir una enfermedad
autoinmune, como, por ejemplo, la celiaquía o el hipotiroidismo.
El sistema gastrointestinal también está muy implicado en la
endometriosis. Es muy habitual que una mujer con endometriosis también
padezca muchas molestias digestivas. Su microbiota intestinal (es decir, el
conjunto de microorganismos presentes en el intestino) suele estar alterada,
provocando inflamación y una gran cantidad de molestias, como
estreñimiento o diarrea, hinchazón en el vientre (el famoso endo belly que
sufrimos la mayoría de las mujeres con endometriosis); también el cansancio,
la depresión, la ansiedad o la niebla mental están muy relacionadas con la
microbiota y con las alteraciones del sistema digestivo. La inflamación que
producen estas alteraciones repercute de manera muy negativa en la
endometriosis.
Asimismo, el sistema nervioso se ve muy implicado, ya que muchas veces
los implantes se van a situar en ciertos nervios, como el nervio pudendo o
cualquier otro que pase por la zona pélvica, generando un dolor desorbitado
que muchas veces se convierte en crónico, aunque se haya retirado el quiste,
ya que el daño sobre dicho nervio perdura.
Otra de las implicaciones más desagradables de la endometriosis son los
problemas de fertilidad, que muchas veces obligan a un largo peregrinaje por
centros de reproducción asistida y un sinfín de tratamientos hormonales. Si
bien, como veremos más adelante, existen herramientas a tu alcance para
lograr un embarazo, también es cierto que se trata de un proceso complejo
que te pondrá a prueba por completo.
La vida laboral de las mujeres con endometriosis se puede ver afectada, ya
que habitualmente tenemos que faltar muchos días al mes al trabajo. Puede
llegar un momento en que las empresas no estén interesadas en contar con
nosotras y la misma enfermedad puede ser la causante de un despido. Las
implicaciones que esto tiene en el plano psicológico son devastadoras.
La endometriosis afecta básicamente a todo: al trabajo, a la vida en pareja,
a la vida familiar, a los proyectos personales, a los planes de futuro... Todo
acaba siendo absorbido por esta enfermedad. Así que cuando te dicen que es
solo una enfermedad ginecológica, no se están aproximando ni un centímetro
a la cruda realidad que supone padecerla. Aceptarla, adaptarse a ella, cambiar
aspectos muy importantes de la vida anterior para poder convivir con la
enfermedad y levantarse cada día dentro de un cuerpo que no acompaña
supone un gran reto. Por eso, la ayuda en todos los aspectos, especialmente
psicológica, será la parte más importante del tratamiento de esta enfermedad.
2

Cuáles son las causas de la endometriosis

La endometriosis es una enfermedad singular y realmente no se sabe por qué


aparece ni cuál es su origen. Hay muchas teorías, pero ninguna explica
completamente lo que ocurre. 1 Así pues, buscar un tratamiento es difícil,
porque no conocemos los mecanismos de acción concretos que disparan la
endometriosis.
Con la información que tenemos podríamos establecer que la
endometriosis se genera a partir de varios factores que se dan
simultáneamente:

Desequilibrios hormonales: exceso de estrógeno y resistencia a la


progesterona.
Procesos inflamatorios asociados a una alteración inmunológica.
Desajuste metabólico de las propias células de la endometriosis.

Existen muchas teorías de cómo han llegado las células del endometrio a
una zona que no les corresponde. Una de las más aceptadas es la de la
menstruación retrógrada, que se produce cuando la sangre menstrual, en lugar
de salir del útero y ser eliminada por la vagina, sigue hacia las trompas de
Falopio y la cavidad pélvica (es decir, no se elimina por completo el tejido
endometrial a través del sangrado vaginal). Esta sangre contiene células del
endometrio, lo cual podría explicar cómo han llegado esas células ahí. El
problema es que la menstruación retrógrada se da en el 90 % de las mujeres,
pero solo el 10 % desarrolla endometriosis, así que parece que no explica
todo lo que ocurre. Existen otras teorías que indican que las células
endometriósicas pueden distribuirse a través del sistema linfático y vascular.
También se cree que puede haber células madre endometriósicas repartidas
por la cavidad pélvica que pueden convertirse en células del endometrio en
algún momento. Otra teoría la vincula a la metaplasia celómica. Según esta
teoría, una célula del peritoneo, el tejido que recubre la pared abdominal,
podría convertirse en una célula endometriósica a través de un estímulo
hormonal, ambiental o por procesos inflamatorios. Por ejemplo, los
disruptores endocrinos podrían disparar este mecanismo.
Sea como fuere, esto solo explicaría la presencia de células
endometriósicas fuera de su lugar; tenemos que averiguar por qué crecen
descontroladamente y por qué el sistema inmune no hace nada para
detenerlas.

DESEQUILIBRIOS HORMONALES

El estrógeno es una hormona que induce al crecimiento de los tejidos. Es, por
tanto, responsable de que las células endometriósicas se pongan a crecer de
manera descontrolada.
Dicho de otro modo: un exceso de estrógenos puede hacer que estas
células con receptores estrogénicos repartidas por el abdomen sean
impulsadas a crecer, a implantarse en el peritoneo y a eludir la acción del
sistema inmune. Este exceso de estrógenos puede ser ocasionado por
diferentes causas:

Una alta actividad de la enzima aromatasa.


Un exceso de xenoestrógenos: son un tipo de estrógenos sintéticos que
el cuerpo incorpora a través de tóxicos ambientales. Podemos encontrar
xenoestrógenos en productos químicos, cosméticos, plásticos, productos
de limpieza, etcétera. Los podemos ingerir, respirar o absorber a través
de la piel.
Un exceso de metabolitos de estrógenos, derivado de una mala
depuración de estos. El catecol o los hidroxiestrógenos circulan por el
cuerpo adhiriéndose a los receptores de las células y empeorando la
situación.
La resistencia a la progesterona: el estrógeno y la progesterona son las
dos hormonas dominantes en el ciclo menstrual, y ambas deben estar en
equilibrio para que todo marche. Pero los receptores de la progesterona
en las mujeres con endometriosis tienen la expresión reducida. Con lo
cual, partimos de una resistencia a la progesterona de base que crea un
desequilibrio hacia el exceso de estrógenos. Además, la progesterona es
una hormona antiinflamatoria, y al falta esta, la endometriosis empeora.

La exposición prolongada a los estrógenos también puede deberse a una


menarquia temprana, a ciclos cortos o al hecho de no haber tenido nunca
embarazos.

PROCESOS INFLAMATORIOS Y ALTERACIÓN INMUNOLÓGICA

Existen investigaciones que relacionan los procesos infecciosos tanto en la


vagina como en el endometrio con la endometriosis. Estos procesos
infecciosos pueden ser sintomáticos o no, pero igualmente desencadenan un
proceso inflamatorio que ocasionará un ambiente propicio para que se
desarrolle la enfermedad.
La inflamación crónica hace que se reduzca la capacidad de los
macrófagos, impidiéndoles hacer frente a los quistes, que crecen sin control.
Por otro lado, las prostaglandinas que se producen en la inflamación,
además de aumentar el dolor, hacen que se retroalimente el ciclo de los
estrógenos, generando a su vez un exceso en la producción de estos. Se sabe
que este ciclo de retroalimentación estrógenos-prostaglandinas promueve la
inflamación persistente, las respuestas inmunitarias, la angiogénesis y la
supervivencia del tejido endometriósico.
También se ha visto que las mujeres con endometriosis presentan una
mayor disbiosis intestinal (alteración de la flora), en especial de bacterias
proteolíticas.
Esta enfermedad está muy relacionada con un fallo en el sistema inmune;
por ejemplo, sabemos que las células natural killer (NK) y otras células
inmunitarias no atacan a los focos de endometriosis.

DESAJUSTE METABÓLICO

Otto Warburg fue el científico que descubrió en la década de 1930 que las
células cancerígenas tienen alterado su metabolismo debido a una mala
función de sus mitocondrias. Estas células no pueden obtener energía de la
oxidación de las grasas y la obtienen gracias a la fermentación anaerobia de
la glucosa, lo cual es tremendamente ineficiente para la célula y gasta grandes
cantidades de glucosa para obtener la misma energía que una célula normal.
No solo eso, sino que la mitocondria en condiciones normales regula la
apoptosis o muerte celular, es decir, si algo va mal, la célula muere por sí
misma. Esto no puede ocurrir en una célula que no tiene mitocondria. Así que
nos encontramos ante células inmortales que consumen grandes cantidades de
glucosa para sobrevivir. 2
Recientemente, varios estudios han descubierto que las células de la
endometriosis presentan la misma disfunción: 3 son células con la
mitocondria dañada que para sobrevivir necesitan un consumo exagerado de
glucosa. El metabolismo del cáncer y el de la endometriosis es el mismo.
Por otro lado, cuando tenemos un sistema inmune activado, como en el
caso de la endometriosis, también encontramos células inmunitarias que
consumen grandes cantidades de glucosa.
Dentro del sistema inmune tenemos un tipo de células que están más
especializadas en el ataque y la acción rápida, que son proinflamatorias y
sirven para luchar contra virus y bacterias y reparar tejidos. Este tipo de
células consumen glucosa para poder proliferar rápidamente. Existe otro tipo
de células inmunitarias, como los macrófagos M2, que son de carácter
antiinflamatorio y que utilizan grasa como sustrato energético.
Con la endometriosis, tenemos sobre todo macrófagos M2, pero al tratarse
de una enfermedad crónica inflamatoria, en vez de consumidores de grasa,
encontramos un tipo de macrófagos diferentes que sí son inflamatorios y que
consumen glucosa, como otras células del sistema inmune. Es un tipo de
macrófago implicado en el crecimiento de tumores.
Por lo tanto, tanto las propias células de la endometriosis como las del
sistema inmune implicado en la enfermedad son consumidoras de glucosa en
grandes cantidades. Una de las dianas terapéuticas que vamos a utilizar va a
ser modular la enfermedad a través del sustrato energético que predomina en
nuestro cuerpo. Veremos en la segunda parte, que trata sobre la nutrición,
cómo el consumo de glucosa y otros hidratos de carbono determinan, en gran
medida, el tratamiento de la endometriosis.

OTRAS POSIBLES CAUSAS

Hemos visto los mecanismos de acción más importantes que podrían explicar
la aparición de la endometriosis, pero existen otras muchas causas que
también van a influir en este proceso y que tienen mucho que ver con el
desarrollo de la enfermedad. Estas causas no explican la aparición de la
endometriosis en sí, pero sí el empeoramiento de esta.
Algunos son factores en los que podemos influir y que tendremos en
cuenta para modificar nuestro estilo de vida y mejorar los síntomas de la
endometriosis.

Factores genéticos. La endometriosis también se ha relacionado con


alteraciones genéticas en las células similares a las que se producen en el
cáncer. Se han encontrado alteraciones epigenéticas y en los micro-ARN
(pequeñas moléculas de ARN que regulan la expresión génica). Este
campo está actualmente en estudio y parece que hay muchos avances
que permitirían nuevas terapias en el futuro.
Estrés oxidativo. Es el desequilibrio entre los antioxidantes que tiene el
cuerpo y las especies reactivas de oxígeno (ROS, por sus siglas en
inglés). Para protegerse del daño de las ROS, las células utilizan
antioxidantes como el glutatión peroxidasa, pero las personas que
padecemos endometriosis tenemos un nivel reducido de estos
antioxidantes y no nos podemos defender contra el estrés oxidativo. Esto
provoca daño en las células y aún más inflamación en las zonas
dañadas.
Tóxicos ambientales y xenoestrógenos. Se ha demostrado que los
pesticidas organoclorados, las dioxinas, los compuestos químicos
tóxicos de la polución y cualquier otro compuesto químico artificial que
exista en el medioambiente tienen una acción negativa sobre la
endometriosis. De aquí la importancia de evitar cualquier tipo de tóxico,
utilizar productos naturales, alimentos ecológicos e intentar vivir en
zonas lo menos contaminadas posible. Todo esto va a ayudar o bien a
prevenir la enfermedad o a evitar que siga avanzando y empeorando.
Muchos de estos tóxicos, además, son disruptores endocrinos o
xenoestrógenos, un tipo de compuesto que va a empeorar el
hiperestrogenismo del cuerpo favoreciendo el crecimiento de los quistes.
Regulación del azúcar en sangre. Ante la situación de inflamación
crónica asociada a la endometriosis, se desarrollan diversos mecanismos
de protección, como la resistencia a la insulina. Este desajuste
metabólico podría empeorar el avance de la endometriosis, ya que —
como hemos visto— son células que junto con las inmunitarias van a
responder a un exceso de glucosa en la sangre.
Salud intestinal y disbiosis. Cualquier proceso disbiótico en nuestro
intestino va a poner en marcha diversos mecanismos por los que la
endometriosis podría empeorar. Por un lado, la misma inflamación
provocada en el intestino cuando la flora intestinal está en desequilibrio
va a afectar a ese estrés oxidativo en la zona pélvica que puede disparar
el avance de la enfermedad. Igualmente, esa disbiosis intestinal va a
propiciar que otras microbiotas del cuerpo se desequilibren, como, por
ejemplo, la microbiota vaginal, pudiendo causar una endometritis que
acabará afectando a la endometriosis. El estreñimiento o la malabsorción
de nutrientes que se producen con estos procesos tampoco ayudan a
mejorar.
Estrés. Es uno de los factores que intervienen en el avance de la
enfermedad, ya que las situaciones de estrés mantenidas en el tiempo
acarrean una serie de cambios bioquímicos que propician estados
inflamatorios. Tanto los cambios físicos como los cambios mentales que
produce el estrés hacen que el cuerpo no pueda volver a su estado
natural y se perpetúa la inflamación crónica.
Falta de sueño. La falta de descanso y la alteración de los ritmos
circadianos también promueven estados inflamatorios en el cuerpo.
Dieta. Es uno de los principales factores de inflamación de nuestra
cultura. Las dietas occidentales cargadas de grasa poco saludable, azúcar
y productos carentes de nutrientes promueven la inflamación de bajo
grado y la obesidad en la población. Reducir cualquier tipo de alimento
proinflamatorio ayudará a frenar el avance de la endometriosis
3

El diagnóstico

Si estás leyendo este libro, es casi seguro que ya te han diagnosticado


endometriosis. Puede que haya sido un diagnóstico casual en una revisión
rutinaria, o bien que lo hayas descubierto a raíz de la dificultad para quedarte
embarazada. Pero lo más seguro es que llevaras años sufriendo los síntomas
de esta enfermedad sin que nadie diera una respuesta a tus problemas.
El diagnóstico de la endometriosis suele retrasarse entre siete y diez años,
una situación totalmente inaceptable, ya que es una enfermedad que va
progresando con el tiempo y puede que, al localizarla, ya sea demasiado tarde
y esté descontrolada.
¿Por qué hay tanto retraso en el diagnóstico? Las razones pueden ser
varias, pero, principalmente, los síntomas de la endometriosis suelen pasarse
mucho por alto. Como ya sabemos, el principal síntoma es el dolor, y este
suele ser muy invisibilizado en la consulta ginecológica. ¿A cuántas os han
dicho «el dolor de la regla es normal»? Cuando una mujer acude con estos
síntomas a la consulta del médico, en lugar de intentar buscar la causa o
descartar que haya endometriosis, se subestima y normaliza ese dolor y se
recomienda tomar algún tipo de analgésico.
Uno de los grandes problemas es que es complicado detectar algunos tipos
de endometriosis a través de pruebas de imagen, así que diagnosticar la
enfermedad dentro de la consulta es complicado. También se puede confundir
con otras enfermedades, como, por ejemplo, colon irritable. Te derivan al
especialista en aparato digestivo, quien, tras infinidad de pruebas, no ve nada
y tu caso cae en saco roto.
Por todo ello, es importante que conozcan esta enfermedad tanto los
médicos como las posibles pacientes. Y si sospechas por los síntomas que
podría ser endometriosis, no hay que parar hasta lograr un diagnóstico o
descartar por completo esta enfermedad.
Si ya has sido diagnosticada, espero que este capítulo te sirva para orientar
a otras mujeres que están en tu misma situación. Entre todas podemos
difundir mucha información, para que nuestros casos no se repitan y las
mujeres que vengan detrás de nosotras sean diagnosticadas lo antes posible.
Lo habitual es que sea en la anamnesis —el interrogatorio que hace el
médico para conocer el historial clínico, los hábitos de vida y los
antecedentes familiares médicos de la paciente— cuando se sospeche por
primera vez de endometriosis, ya que hay una serie de síntomas típicos que
deberían hacer saltar las alarmas del facultativo:

Dolor menstrual, especialmente si es incapacitante.


Sangrados abundantes.
Dolor durante la penetración.
Síntomas digestivos.
Dolor al ir al baño.
Dificultad para lograr el embarazo.
Historial de endometriosis en la familia.

Si se presenta alguno de estos síntomas, se intentará confirmar el


diagnóstico de endometriosis con varias pruebas, que explico a continuación,
empezando por las menos invasivas.

Examen físico: en estadios poco avanzados de la enfermedad no se


apreciarán mucho, pero sí pueden palparse quistes implantados en la
zona vaginal. También se podrá valorar la movilidad de la zona. Una
zona pélvica con poca movilidad puede ser sospechosa de tener
adherencias en diferentes órganos. También se puede valorar el dolor
que existe en la zona vaginal.
Ecografía transvaginal: solo es útil para detectar endometriosis y
«quistes de chocolate». 1 Sin embargo, los pequeños implantes,
especialmente los que estén en otras zonas que no sean ovarios y útero,
no podrán verse. En la ecografía solo se verá el tamaño y la localización
del endometrioma. Es útil para conocer su evolución durante las
revisiones ginecológicas, y comprobar si el quiste crece o se mantiene
estable. Si tu médico no ha visto nada en la ecografía, no podemos
descartar la endometriosis, hay que seguir investigando.
Resonancia magnética: permite obtener imágenes detalladas de los
órganos dentro del cuerpo, por lo que podrán observarse la ubicación y
el tamaño de los quistes. Otras pruebas de imagen, como la tomografía
axial computarizada (TAC) no suelen estar aconsejadas para el
diagnóstico de la endometriosis.
Laparoscopia: es la prueba definitiva, ya que va a facilitar el diagnóstico
diferencial con otras patologías similares. A pesar de ello, es una prueba
que no se puede hacer así porque sí, ya que resulta tremendamente
invasiva y lesiva para la paciente. Normalmente, se realiza solo en el
caso de querer intervenir para retirar algún quiste. En ese momento, se
aprovecha para revisar que no haya implantes peritoneales y comprobar
el resto de la cavidad pélvica a simple vista. Muchos quistes son tan
pequeños que pueden pasarse por alto en las pruebas de imagen.

¿Qué es el marcador Ca-125?

Es un antígeno cancerígeno que se mide en sangre, cuyos niveles son elevados en


determinados tipos de cáncer, como el de ovario. Cuando tenemos una endometriosis
en estadios muy avanzados, esta sustancia se puede encontrar en grandes
cantidades, especialmente durante la menstruación. Sin embargo, en estadios más
leves de la endometriosis, su nivel puede ser elevado o no.
Por esta razón no sirve como método diagnóstico de la enfermedad. Se suele
utilizar para valorar el éxito de un tratamiento o de una intervención. Si después de
realizarlo el Ca-125 ha descendido, podemos concluir que la intervención ha obtenido
resultados positivos.

¿Sabías que...?

Es habitual que la endometriosis sea diagnosticada por casualidad a través de una


operación de apendicitis. Muchas mujeres sienten un dolor muy agudo en el vientre y
acuden a urgencias, donde se les diagnostica de apendicitis, pero al ir a operar,
¡sorpresa! No era apendicitis, sino endometriosis. El dolor que puede llegar a provocar
la endometriosis es tan agudo que esta puede confundirse con muchas otras
patologías.

¿QUÉ OCURRE SI NO ME DIAGNOSTICAN?

Obtener un diagnóstico es importantísimo para empezar cuanto antes con el


tratamiento e impedir el avance de la enfermedad. Cuanto antes sea
detectada, más probabilidades tendremos de impedir que llegue a estadios
avanzados. Con un diagnóstico temprano, será más probable evitar una futura
intervención quirúrgica.
Si tu médico habitual no consigue dar con el diagnóstico, deberás acudir a
una unidad especializada en endometriosis. Allí hay médicos con más
experiencia en esta enfermedad que podrán ayudarte. También te recomiendo
contactar con las asociaciones de endometriosis para que te informen de
cómo realizar este trámite. Al final del libro encontrarás un listado de las
asociaciones de endometriosis más importantes de España y otras webs de
interés.
Por otro lado, una vez diagnosticada, es de vital importancia someterse a
revisiones rutinarias, ya que la endometriosis es una enfermedad que va
empeorando con los años. Tenemos que revisar que los quistes no vayan
creciendo ni se reproduzcan en otros lugares del cuerpo.
Si tu médico te niega las revisiones, explícale la importancia que tienen
para ti. Si no logras fecha de revisión, solicita otro médico más familiarizado
con esta enfermedad.
4

Cuáles son los síntomas más comunes

De todos los años que llevo viendo a mujeres con endometriosis en mi


consulta, solo puedo sacar una conclusión: hay tantos tipos de endometriosis
como mujeres en este mundo. Aún no he encontrado dos endometriosis
iguales, cada una tiene unos síntomas y una forma de vivirla totalmente
diferente.
El síntoma por excelencia es el dolor, dolor en todo el cuerpo,
especialmente en la zona pélvica, pero puede desarrollarse en cualquier otra
parte. Este es nuestro síntoma, pero también nuestro lastre, ya que por culpa
de este dolor malentendido tardan en diagnosticarnos tanto tiempo.
Durante mucho tiempo se ha considerado que el dolor durante la
menstruación es normal y, por tanto, no necesita ser tratado. Pero esto no es
así, el dolor durante la menstruación no es normal y debe considerarse
patológico. No tiene por qué ser siempre endometriosis, pero si hay dolor
durante la regla, su causa debe ser investigada.
¡A cuántas nos han dicho: «Si te duele la regla, tómate un ibuprofeno y ya
está, no te quejes»! Entre todas, debemos ayudar a que esto se acabe:
debemos exigir que se nos trate con respeto y que se nos ayude si tenemos un
síntoma tan importante como el dolor.
Por otro lado, el dolor no es ni imaginario ni psicológico; las causas
pueden ser muchas, pero no nos lo estamos inventando: es real. Es importante
que lo tengas en cuenta; cada vez que alguien intente ponerlo en duda,
recuerda que tú no te estás inventando nada.
Aparte del dolor durante la menstruación, hay muchísimos otros síntomas
asociados a la endometriosis. Los más frecuentes son: dolor durante la
ovulación, dolor pélvico crónico, dolor durante las relaciones sexuales,
sangrados abundantes, sangrados fuera de la menstruación, dificultad para
lograr el embarazo, depresión, cansancio y falta de energía, dificultades para
dormir o descansar, dolor lumbar, dolor al ir al baño, vientre hinchado y
problemas intestinales.

LA INFLAMACIÓN

Es un proceso del sistema inmune para hacer frente a diferentes agresiones.


Es decir, la inflamación se produce como un sistema de defensa contra las
infecciones, frente a células cancerígenas, cuando hay un trauma o lesión y
contra la presencia de sustancias tóxicas. El sistema inmune también puede
generar problemas si se padece autoinmunidad, alergias o inflamación
crónica, como en el caso de la endometriosis. Es entonces cuando resulta un
problema para nosotras.
En el caso de la endometriosis, la inflamación aparece porque hay una
agresión continua del endometrioma o quiste que esté molestando en ese
momento. El sistema inmune no consigue solucionar esta agresión y la
inflamación no se resuelve nunca.
Además, cualquier otra inflamación que surja por cualquier otro motivo en
el cuerpo va a sostener y agravar los procesos inflamatorios ocasionados por
la endometriosis. Es decir, si tienes un proceso inflamatorio crónico
ocasionado por un endometrioma y aparece una inflamación en otra parte del
cuerpo, como, por ejemplo, el intestino, estas dos inflamaciones se potencian
y empeoran juntas. Así que debes cuidar todo el cuerpo para cuidar la
endometriosis en sí. Especialmente el sistema gastrointestinal, que, como
veremos más adelante, va a ser uno de los puntos débiles de las mujeres con
endometriosis.

¿Sabías que la enfermedad dental está relacionada con la endometriosis?

Se ha observado que las mujeres con endometriosis tienen un 57 % más de


probabilidades de sufrir periodontitis grave que las mujeres que no la tienen. 1 La
periodontitis es una enfermedad inflamatoria crónica de las encías, que consiste en la
destrucción de los tejidos blandos, el hueso alveolar y otras estructuras de soporte del
diente. La gingivitis es similar, pero menos grave y reversible.
La placa dental es el origen de la periodontitis, pues las bacterias activas que
abundan en la boca generan inflamación, citoquinas y actividad inflamatoria. Esta
inflamación aumenta el número de especies reactivas de oxígeno (ROS). El líquido
peritoneal de las mujeres con endometriosis también tiene gran cantidad de ROS, que
causa peroxidación lipídica y daño en el ADN de las células endometriales. Las
señales de estrés oxidativo que generan estas ROS causan inflamación y aumentan el
número de citoquinas (provocando más dolor) e inducen a la oxidación de las enzimas
que se encargan del crecimiento endotelial (la creación de nuevos tejidos como los
endometriomas). Por lo tanto, la acumulación de ROS hace que la endometriosis se
propague.
Ambas enfermedades, la endometriosis y la periodontitis, son un trastorno
inflamatorio crónico que genera una respuesta inmune alterada, y con ello, una
desregulación inmune global. Esto también explica por qué las mujeres con
endometriosis tenemos más probabilidad de sufrir enfermedades autoinmunes.
Ambas enfermedades tienen niveles alterados de inmunomoduladores, y las
lesiones endometriales consiguen disminuir el número de linfocitos natural killer contra
ellas, y también generan un aumento de las citoquinas y de las interleucinas, al igual
que ocurre en la periodontitis.
Puede parecer que la boca se encuentra muy alejada del abdomen, pero estas
enfermedades comparten un origen y una evolución similares. El estrés oxidativo que
se produce en cualquier lugar del cuerpo aumenta el estrés en la endometriosis.

La inflamación no es algo negativo, sino un proceso clave para la


supervivencia del ser humano. Aparece siempre que tenemos una lesión, un
virus o una bacteria que nos está atacando; esto quiere decir que la
inflamación aguda es necesaria para la supervivencia. En este caso, la
inflamación va a ir aumentando desde que se produce la agresión y cuando se
haya resuelto el problema que ha ocasionado la respuesta inflamatoria,
desaparecerá.
El proceso inflamatorio se inicia gracias a los ácidos grasos omega 6, entre
otras sustancias. Estos ácidos grasos van a hacer que la inflamación progrese
para que el sistema inmune resuelva la agresión que está sufriendo. Una vez
que se ha resuelto, se utilizan los ácidos grasos omega 3 para bajar la
inflamación y que todo quede como estaba en un principio. Por eso decimos
que los ácidos grasos omega 6 son proinflamatorios, y los omega 3,
antiinflamatorios, pero tanto unos como otros son necesarios en este proceso,
no hay «malos» ni «buenos». Lo que sí sabemos es que si tenemos un exceso
de omega 6 y muy poca cantidad de omega 3, al sistema inmune le va a
resultar muy complicado resolver el proceso inflamatorio.
Los ácidos grasos esenciales que participan en estos procesos son de
origen animal, como el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido
docosahexaenoico (DHA), que son dos tipos de omega 3 que encontramos
sobre todo en las grasas de los pescados. Estos dos tipos de grasas van a
facilitar que la inflamación se resuelva lo antes posible.
¿Qué ocurre en nuestro cuerpo cuando tenemos inflamación?

Resistencia a la insulina: cuando tenemos una inflamación, el cuerpo


prioriza la utilización de la glucosa para el sistema inmune y para que la
causa que la origina pueda resolverse cuanto antes. Si la inflamación es
crónica, se sigue dando prioridad al sistema inmune, pero de manera
continua, lo que puede ocasionar graves problemas en nuestro cuerpo,
como, por ejemplo, sensación de hambre continua, aumento de peso,
cansancio, aumento de la grasa visceral, hipertensión, infecciones
recurrentes o niveles altos de colesterol.
Aterosclerosis: cuando hay inflamación, los macrófagos que están en las
paredes vasculares captan las lipoproteínas de baja densidad (LDL, por
sus siglas en inglés) pequeñas y oxidadas, que pueden acumularse
formando una placa de ateroma que irá obstruyendo las arterias, lo cual
aumenta el riesgo de sufrir un infarto. Estas partículas de LDL pequeñas
se oxidan cuando vivimos en ambientes con muchos tóxicos, cuando
consumimos grandes cantidades de azúcar o cuando tenemos hábitos de
vida poco saludables, como el sedentarismo.
Hipercoagulación: cuando tenemos una inflamación aguda es normal
que la sangre se coagule con más facilidad, ya que tenemos que taponar
una herida o reparar un tejido; pero cuando la inflamación es crónica,
este hecho nos perjudica al aumentar en gran medida el riesgo
cardiovascular.
Cansancio y falta de sueño: cuando padeces una inflamación, el cuerpo
necesita reposo. Por eso los procesos fisiológicos hacen que te sientas
cansado, para inducirte a no moverte. También descansas peor, ya que
hay ciertas fases del sueño en las que se produce un elevado gasto
calórico y el cuerpo las desactiva para dar prioridad al sistema inmune.
Una de las consecuencias es que te vas a sentir cansada y vas a dormir
mucho peor por las noches; e incluso si duermes, te sientes muy
cansada.
Anemia: aunque se puede producir por muchas causas, la activación del
sistema inmune capta hierro del hígado a través del aumento de la
ferritina para su utilización, haciendo que disminuya el hierro que
necesitas para otros procesos, como la formación de glóbulos rojos. Al
tener una gran reserva de hierro en el hígado, se inhibe la absorción de
este a través del intestino, lo que hace que no se resuelva nunca la
anemia.
Disminución de las vitaminas D, A, B6 y C: las citoquinas inflamatorias
reducen la transformación de los rayos solares en vitamina D, por eso
tenemos una disminución de este nutriente en el cuerpo. Algo similar
ocurre con las vitaminas A, B6 y C. Por esta razón, cuando tenemos una
inflamación crónica nuestras necesidades de vitaminas y minerales
aumentan.
Disminución de masa muscular y riesgo de osteoporosis: el sistema
inmune necesita grandes cantidades de glucosa para funcionar, pero
también de glutamina, uno de los compuestos que necesita el músculo
para crecer. Al robarle tal cantidad de nutrientes al músculo, poco a poco
va disminuyendo nuestra masa muscular y, por tanto, somos cada vez
más débiles. Por otro lado, los leucocitos necesitan calcio y fósforo, que
acaban «robando» a los huesos, quedando estos débiles y con riesgo de
fractura.
Hipertensión: cuando hay inflamación, aumenta la actividad del sistema
nervioso simpático y, con ello, la producción de adrenalina. Esto hace
que se active el sistema que regula la presión sanguínea, provocando un
aumento de la retención de agua y sodio.
Aumento del riesgo de procesos tumorales: los leucocitos aumentan la
producción de sustancias inflamatorias cuando hay inflamación, como
las citoquinas, las enzimas inflamatorias y otras proteínas involucradas
en la proliferación, el crecimiento celular y la inhibición de la muerte
celular programada. Es decir, la propia inflamación podría estar
ayudando a que la endometriosis progrese.

Así que si estás cansada, si duermes mal, si no tienes ánimo para nada, si
te faltan fuerzas, si caes enferma con frecuencia..., recuerda que todo esto
puede ser por la inflamación. La endometriosis provoca inflamación, pero sus
síntomas se van a sentir en todo el cuerpo, así que podemos decir que esta no
es una enfermedad exclusivamente ginecológica, sino que tiene repercusión
global.
¿Cómo reducir la inflamación? Aunque lo trataremos con más detalle en
los próximos capítulos, te adelanto que la alimentación va a tener mucho que
ver, ya que si reducimos cualquier fuente de inflamación que llegue a través
de la comida, ayudaremos a no aumentar la propia. Además, hay muchos
alimentos que ayudan a bajar la inflamación que ya tenemos.
Aparte de la alimentación, otros hábitos —como el ejercicio físico, el
descanso, respetar los ritmos circadianos del cuerpo o conservar una buena
salud mental— van a lograr que podamos reducir esa inflamación que la
endometriosis genera.

EL DOLOR

El dolor es una sensación del sistema nervioso para protegernos de daños que
se producen en nuestro cuerpo. Por ejemplo, sentimos dolor cuando nos
lesionamos: si nos hemos torcido un tobillo, nuestro cerebro manda la señal
de dolor para que no movamos la zona, se pueda reparar y no se sigan
produciendo más lesiones. En este sentido, el dolor se vincula a la protección.
El problema surge cuando esta sensación es exagerada y se cronifica. El
cerebro calibra la gravedad de la lesión y, basándose en ella, «modula» el
dolor: si la lesión es grave, dolerá más; si la lesión no tiene mucha gravedad,
la sensación de dolor será mucho menor.
Además, el dolor no siempre responde a un daño. Es posible que ocurriera
un daño en el pasado, pero que el sistema nervioso siga identificándolo y
actúe para proteger esa zona y continúe mandando la señal de dolor, a pesar
de que el daño esté reparado ya hace tiempo. En este caso se considera un
error del sistema nervioso. Es lo que se denomina dolor neuropático.
Sentir este dolor «sin daño» no significa que te estés inventando o
imaginando el dolor; el dolor es real, está ahí y se está sintiendo, simplemente
responde a un error de nuestro cerebro. Hay que tratarlo igualmente, pero
desde esta otra perspectiva, reeducando al sistema nervioso para que se dé
cuenta de que la lesión ya está reparada.
En la endometriosis, distinguimos tres tipos de dolor.
El primero es el que corresponde a una lesión concreta, como el dolor
ocasionado por un quiste endometriósico. El cerebro interpreta que hay un
daño y manda la señal dolorosa.
El segundo es el ocasionado por la inflamación provocada por ese quiste.
Las sustancias que se producen durante la inflamación, como las
prostaglandinas y las citoquinas inflamatorias, también van a generar una
señal dolorosa.
Y el tercer tipo de dolor es el dolor neuropático. Como ya comentábamos,
se debe a un daño o disfunción en los nervios, la médula espinal o el cerebro
(es decir, no hace falta que exista una lesión para que esa zona duela). Suele
producirse cuando hemos tenido dolor durante mucho tiempo y el cerebro
interpreta que la causa que lo originaba no se ha curado. Este tipo de dolor se
debe tratar a través de rehabilitación y fisioterapia, haciéndole ver al cerebro
que la zona ya no está dañada y que podemos utilizarla de manera normal, sin
que vayamos a aumentar ese daño. Es el dolor más difícil de tratar.
Estos tres tipos de dolor conviven cuando tienes endometriosis. Por ello, el
tratamiento del dolor es tan difícil en esta enfermedad, ya no solo porque los
quistes a veces no se puedan retirar o la inflamación sea difícil de combatir,
sino porque muchas veces, al retirar los quistes de manera quirúrgica, el dolor
fruto de la cronicidad de las lesiones va a seguir, ya que el cerebro interpreta
que el daño todavía continúa.
Cuando tienes endometriosis pueden doler muchas partes del cuerpo, pero
la más habitual es la zona pélvica, ya sea en mayor o menor medida, o
durante más o menos tiempo dependiendo de cada caso. Este dolor no se
corresponde con la cantidad de lesiones endometriósicas o a la profundidad
de estas. Puedes tener un dolor muy intenso con una pequeña lesión, o apenas
dolor con una endometriosis extendida por toda la cavidad pélvica. El dolor
puede ser continuo, durante todos los días, o bien centrarse solo en los días de
la menstruación o en los días de la ovulación.
También va a variar el lugar donde duele. Es muy habitual que exista
dolor pélvico, al orinar o al defecar, al mantener relaciones sexuales, dolor
lumbar o en las piernas. El dolor también puede ser irradiado a otras partes
del cuerpo. Digamos que el dolor es el síntoma principal de la endometriosis,
así que, si sientes dolor en zonas alejadas de la pelvis, podría estar
relacionado con esta enfermedad.
El tratamiento del dolor es muy complicado en caso de endometriosis, ya
que los focos van a seguir ahí y el dolor neuropático es muy difícil de tratar.
Existen muchos tratamientos químicos que el médico te puede proporcionar.
Es importante que haya una buena comunicación con el profesional
facultativo y puedas dar con el tratamiento que mejor te va a ti. Ten en cuenta
que, si hay dolor, no debes aguantar por no tomar un producto químico: no se
puede aguantar el sufrimiento eternamente. Tenemos la suerte de disponer de
muchos medicamentos enfocados a tratar el dolor; si los necesitas, úsalos. Por
desgracia, nos ha tocado una enfermedad muy dolorosa y vamos a tener que
utilizar todos los métodos a nuestro alcance para poder llevar una vida
normal. Si sufres un dolor incapacitante, aceptar que tienes que emplear
medicamentos, aunque no quieras, va a ser algo que puede ayudarte.
Otras manera de combatir el dolor es reducir por todos los medios la
inflamación que los quistes generan o cualquier otra inflamación que
acontezca en el cuerpo, como iremos viendo poco a poco en este libro.
También va a ser importante todo el trabajo de rehabilitación que se haga a
través de fisioterapia, muy necesario para tratar el dolor neuropático.
Además, el tratamiento psicológico nos ayudará muchísimo con esta tarea. Es
decir, el tratamiento del dolor en la endometriosis debe ser multidisciplinar.

HIPERESTROGENISMO

El hiperestrogenismo o exceso de estrógenos es una condición que se da en


las mujeres con endometriosis. Responde a varias razones: o bien porque se
producen en exceso, o bien porque el cuerpo no es capaz de eliminarlos bien.
Normalmente, ambas situaciones se dan a la vez.
Los estrógenos son las hormonas que nos hacen ser mujeres, por lo tanto,
no son nuestras enemigas. Las hormonas son sustancias que llevan mensajes
a las células que tienen sus receptores. En el caso de los estrógenos, llevan el
mensaje «crece» a aquellas células que puedan escucharlo, es decir, todas las
células con receptores de estrógenos captarán esta señal y crecerán cuando se
una un estrógeno a su receptor. Por ejemplo, cuando se producen estrógenos
durante el ciclo menstrual y llegan al tejido del endometrio, hacen que ese
tejido empiece a crecer y se engrose para poder recibir a un embrión en él. El
problema es que si este estrógeno es captado por un quiste endometriósico,
también va a crecer y empezará a dar los problemas que ya sabemos:
inflamación y dolor.
Los estrógenos se crean a partir de una enzima llamada aromatasa que
convierte hormonas como la androstenediona y la testosterona en estrógenos.
Esta conversión puede darse en muchos tejidos, y normalmente se produce en
los ovarios, pero la aromatasa es muy activa también en las células grasas del
cuerpo, de ahí que tener un exceso de grasa corporal conlleve generar una alta
producción de estrógenos. Una prioridad en el tratamiento de la
endometriosis será reducir el exceso de grasa corporal.
Además de modular la producción de estrógenos, resulta de vital
importancia que estos se puedan desechar correctamente. Uno de los
problemas más habituales es que las vías de detoxificación de estrógenos en
el hígado funcionen de manera lenta, haciendo que los metabolitos de
estrógenos se acumulen en el cuerpo, y estos son aún más dañinos que los
estrógenos.

La detoxificación de estrógenos

Los estrógenos que deben ser desechados llegan al hígado para su eliminación. El
estrógeno es una molécula liposoluble, esto es, una molécula grasa. Para poder ser
desechado del cuerpo, necesita ser hidrosoluble, es decir, poder unirse al agua. Esta
es la función que va a realizar el hígado principalmente.
Es un proceso que hace en dos fases. En la primera, añade un grupo hidroxilo al
estrógeno, es decir, lo hace hidrosoluble. Esto convierte los estrógenos en
hidroxiestrógenos. Este tipo de estrógenos son mucho más fuertes que los normales,
por lo que el mensaje que transmiten no va a ser «crece», sino «cree mucho». El
problema es que esta primera fase de detoxificación se hace muy rápido y de manera
muy fácil, pero la segunda fase va a ser más lenta y, en muchos casos, puede estar
«atascada». Estos hidroxiestrógenos van a circular por el cuerpo a la espera de ser
«limpiados», generando muchos problemas. En su periplo, pueden adherirse a
receptores de estrógeno y mandar un mensaje mucho más fuerte, haciendo que esas
células crezcan de manera desmesurada, que los síntomas de un exceso de
estrógenos sean mayores y que los endometriomas puedan proliferar.
La segunda fase de detoxificación del hígado será la que coja esos metabolitos de
estrógeno y los prepare para ser expulsados a través del tubo digestivo. Existen varias
vías de detoxificación: sulfatación, metilación, glucuronidación y la vía del glutatión.
Para todas ellas necesitamos que existan los cofactores necesarios para que puedan
desarrollarse adecuadamente. Si tenemos déficit de ciertas vitaminas y minerales,
podremos tener algunas de estas vías comprometidas. De ahí que sea tan importante
llevar una alimentación rica en micronutrientes.
Por último, la eliminación de los estrógenos se hace a través del intestino y, si
nuestra microbiota está bien, serán expulsados a través de las heces.

Cuando hay un exceso de estrógenos, aparte de que los quistes


endometriósicos son más susceptibles de crecer, el cuerpo sufre una serie de
síntomas que hacen la vida un poco más difícil, si eso era posible aún:
síndrome premenstrual, sangrados muy abundantes durante la menstruación,
flujo vaginal excesivo, migrañas, cambios de humor, estreñimiento, mamas
fibroquísticas o hiperplasia endometrial.

¡Importante!

No solo puede haber un exceso de estrógenos por razones endógenas. Una de las
causas más comunes de hiperestrogenismo es la presencia de xenoestrógenos o
disruptores endocrinos. Son sustancias químicas que actúan igual que los estrógenos
dentro del cuerpo. Los encontramos principalmente en productos cosméticos, de
limpieza, en la contaminación del aire, en plásticos y en algunos químicos de los
alimentos.

El estroboloma

El estroboloma es esa parte de los genes microbianos que se encarga del


metabolismo de los estrógenos. Una vez que los estrógenos han salido del hígado
deberán atravesar el estroboloma para ser reabsorbidos o excretados.
El equilibrio de la microbiota desempeña un papel fundamental en todo este
proceso. Las bacterias productoras de enzimas como las beta-glucuronidasas, las
sulfatasas o las beta-glucosidasas pueden reactivar esos estrógenos y reintroducirlos
en la circulación.
En realidad, su función es buena, ya que es una forma estupenda de reconvertir
estrógenos y ahorrarnos su producción. Por ejemplo, durante la menopausia, este paso
es clave y se consigue igualmente con una microbiota en equilibrio.
Sin embargo, si este estroboloma está formado por un exceso de bacterias
proteolíticas como las enterobacterias, los estreptococos o la bacteria Escherichia coli,
se favorecerá la deconjugación de estrógenos en exceso, es decir, los estrógenos que
se habían conjugado bien en la segunda fase de detoxificación del hígado vuelven a
ser reintroducidos a la circulación, ocasionando un exceso de estrógenos.
Por ello es de vital importancia el tratamiento de la salud intestinal en cualquier
abordaje de la endometriosis.

PROBLEMAS DIGESTIVOS

Son los síntomas más ignorados de la endometriosis. Normalmente, no se les


da la importancia que realmente tienen. La inmensa mayoría de las mujeres
que sufrimos endometriosis también tenemos problemas en el sistema
gastrointestinal.
Estos problemas suelen ser de diversa naturaleza, pero todos tienen la
inflamación como nexo en común. Por ejemplo, es habitual encontrar
sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado (small intestinal bacterial
overgrowth, SIBO), disbiosis de la microbiota, permeabilidad intestinal,
diarrea o estreñimiento, abdomen hinchado, etcétera. Todas estas alteraciones
ocurren independientemente de que haya o no lesiones de endometriosis en el
intestino.
Cuando hay inflamación y permeabilidad intestinal se corre el riesgo de
que haya translocación de bacterias y metabolitos en la zona pélvica,
causando un ambiente de estrés oxidativo que puede propiciar la aparición o
el crecimiento de endometriomas.
La permeabilidad intestinal es el proceso por el cual las células del epitelio
intestinal, que en condiciones normales deberían estar estrechamente unidas
unas con otras, se separan creando espacio entre ellas, por donde puede
colarse cualquier tipo de sustancia, desde tóxicos a bacterias. Esta
permeabilidad puede darse por muchas causas: mala alimentación, alimentos
como el gluten, estrés, exceso de fármacos, etcétera. Una vez que tenemos
permeabilidad, el sistema inmune está alterado prácticamente de continuo, ya
que se encuentra justo detrás de esa capa epitelial del intestino, causando que
esté inflamado y en alerta cada vez que comemos algo. Esta situación resulta
peligrosa, ya que puede dar como resultado la aparición de enfermedades
autoinmunes.
Además de la permeabilidad intestinal, pueden aparecer diversos estados
de desequilibrio en la microbiota conocidos como disbiosis intestinal. El más
conocido de todos ellos es el llamado SIBO. Todas las mucosas albergan
bacterias que viven en simbiosis con nuestro cuerpo: nosotras les
proporcionamos un sitio donde vivir y comida, y ellas a cambio nos protegen
y nos dan ciertos compuestos que necesitamos.
Las poblaciones de bacterias normalmente se encuentran en equilibrio y
suponen un ecosistema donde conviven millones de microorganismos. Pero si
las condiciones de salud de la persona no son las óptimas, ese equilibrio se
puede alterar y dar lugar a un crecimiento de bacterias en lugares donde no
corresponde, como, por ejemplo, en este caso, en el intestino delgado.
Bacterias que normalmente crecen en el colon comienzan a proliferar de
manera exagerada en el intestino delgado, pudiendo llegar incluso al
estómago. Estas bacterias desarrollan su trabajo de fermentación en el lugar
equivocado, provocando gases muy dolorosos, hinchazón o distensión
abdominal y muchas otras molestias.
El SIBO es una afectación más habitual de lo que pudiéramos pensar, una
serie de factores como el estrés, el uso de ciertos medicamentos, una mala
alimentación o la inflamación de bajo grado pueden desencadenarla. Cuando
ocurre, veremos aparecer síntomas muy característicos:

Hinchazón abdominal (tienes la tripa como una embarazada).


Gases, a veces muy dolorosos.
Malestar y dolor abdominal.
Estreñimiento, diarrea o ambos.
Pérdida de peso y malabsorción de nutrientes.
Permeabilidad intestinal.
Te sientan mal algunos alimentos y síntomas de alergia.

Cuando tenemos endometriosis, el SIBO es habitual; de hecho, es la causa


más común del famoso endo belly. La inflamación que produce la
endometriosis hace que sea más fácil que las bacterias puedan establecerse en
el intestino delgado.

La dieta FODMAP

La dieta FODMAP fue creada en la Universidad Monash, en Australia. Es una dieta


en la que se restringen algunos hidratos de carbono altamente fermentables, que son
responsables del empeoramiento de los síntomas cuando tenemos SIBO. Esta dieta se
puede utilizar también en otras patologías, como la malabsorción de fructosa, las
disbiosis intestinal, cuando hay exceso de gases, enfermedad inflamatoria intestinal,
distensión abdominal, calambres, diarrea o estreñimiento, entre otras.
Lo que se hace es eliminar ciertos carbohidratos de cadena corta, como la fructosa,
la lactosa, los fructooligosacáridos, los galactooligosacáridos y los polialcoholes, que
pueden provocar una sobrealimentación de las bacterias intestinales y empeorar los
síntomas.
Normalmente, es una dieta que hacemos durante una o dos semanas para mejorar
los síntomas mientras solucionamos el problema del desajuste microbiano. Es habitual
que muchas mujeres con endometriosis sientan alivio al hacer esta dieta, pero
recomiendo que se realice siempre bajo la supervisión de un profesional, ya que una
dieta FODMAP prolongada en el tiempo puede traer una pérdida de variedad
microbiana.

Si sospechas que padeces alguna de estas alteraciones gastrointestinales,


es de vital importancia solucionarlas para mejorar el tratamiento de la
endometriosis, pues —como ves— están estrechamente relacionadas con ella
y pueden empeorar el progreso de la enfermedad. Un médico digestivo, un
dietista, un nutricionista o un terapeuta actualizados en el tratamiento de la
microbiota te ayudarán a mantener estos síntomas bajo control.
PROBLEMAS DE FERTILIDAD

Los problemas de fertilidad son una de las vías por las que más se reconoce la
endometriosis. De hecho, somos muchas mujeres a las que lo primero que
nos dicen tras el diagnóstico es: «Vas a tener problemas para quedarte
embarazada». Y no hay más, esta es toda la explicación que nos suelen dar
recién diagnosticadas. La realidad es bastante diferente, aunque puede haber
algún problema de fertilidad, no es lo que abandera esta enfermedad; la
endometriosis es mucho más, y la infertilidad es una de sus consecuencias.
Durante los últimos años, los problemas de fertilidad en la población son
cada vez más frecuentes; cada vez nos cuesta más quedarnos embarazadas,
tengamos o no endometriosis. La mala alimentación, el ritmo de vida que
llevamos, marcado por el estrés, el retraso de la maternidad a edades cercanas
a los cuarenta años, los productos químicos que intervienen en nuestras
hormonas y la precariedad económica son algunos de los problemas que
dificultan y retrasan la maternidad.
Es decir, este es un problema global, no solo de las mujeres con
endometriosis. En realidad, las tasas de infertilidad de las mujeres con
endometriosis son ligeramente superiores a las que no la tienen. Con esto,
quiero decir que no está realmente justificado afirmar que, por tener
endometriosis, vayas a ser infértil: estás más o menos en la misma situación
que cualquier otra mujer.
Realmente, no está demostrado que haya una asociación entre
endometriosis e infertilidad, aunque sí se sabe que las tasas de embarazo son
más bajas en mujeres con endometriosis. Sabemos que entre el 30 y el 50 %
de las mujeres con endometriosis tienen problemas para quedarse
embarazadas, esto no significa que sean estériles, sino que pueden presentar
dificultades, pero a través de diferentes tratamientos pueden lograr el
embarazo, como cualquier otra mujer.
Datos sobre fertilidad femenina

Los problemas de fertilidad son comunes en la actualidad: se estima que un 20 %


de las parejas tienen problemas para conseguir el embarazo.
Las causas que pueden afectar a la fertilidad de las mujeres son variadas.
Retrasamos el embarazo cada vez más y sabemos que a partir de los treinta y
cinco años la cantidad y la calidad de los óvulos va bajando, incluso aumenta la tasa
de anomalías genéticas dentro de los óvulos, especialmente en mujeres de más de
cuarenta y cuatro años.
Han aumentado mucho los problemas hormonales: cada vez es más frecuente que
haya problemas tiroideos, síndrome de ovario poliquístico, enfermedades autoinmunes
y otro tipo de dolencias que van a afectar a la fertilidad.
A ello se suman los problemas en el estilo de vida: mala alimentación, estrés,
mucha carga de trabajo, problemas en la pareja..., todo esto puede causar insuficiencia
ovárica precoz o ciclos anovulatorios.
Otras causas, como practicar ejercicio muy intenso, llevar dietas muy restrictivas, la
obesidad, el consumo de alcohol y tabaco..., hacen que la fertilidad caiga en picado.

QUÉ OCASIONA LA INFERTILIDAD EN LA ENDOMETRIOSIS

Como hemos comentado, la fertilidad debería ser similar en mujeres con y sin
endometriosis, pero hay ciertos aspectos que pueden dificultar un embarazo
en el primer caso; vamos a repasarlos. Ten en cuenta que la disminución de la
fertilidad es multifactorial y va a afectar a diferentes fases del proceso
reproductivo. 1

Anatomía pélvica alterada: la salida del óvulo, su captura por la trompa


uterina y su posterior transporte pueden estar comprometidos por el
estado de los órganos en la pelvis. Las adherencias pélvicas que provoca
la endometriosis pueden modificar la situación de los órganos, haciendo
que el óvulo no llegue a las trompas.
Función peritoneal alterada: la inflamación que acontece con la
endometriosis provoca una actividad inmunológica muy alta en la zona
peritoneal. Esto hace que aumenten los macrófagos activados, las
prostaglandinas y diferentes sustancias que intervienen en los procesos
inflamatorios. Todas estas sustancias impiden el embarazo, ya que un
entorno con un sistema inmune alterado no va a ser adecuado para que
se desarrolle el embrión. Esta suele ser la causa principal cuando la
endometriosis es leve o está en sus etapas iniciales. Por suerte, al reducir
esta inflamación a través de la alimentación y los hábitos de vida
ayudaremos mucho a que pueda producirse la fecundación.
Inmunidad celular alterada: es posible que haya un aumento de
linfocitos y anticuerpos en el endometrio. También se puede relacionar
con procesos de endometritis, muy habituales en endometriosis.
Anormalidades ovulatorias y endocrinas: el desequilibrio hormonal que
produce la endometriosis va a traer consecuencias en la ovulación y en
el desarrollo folicular. Así, nos podemos encontrar con el síndrome del
folículo luteinizado no roto, defectos en la fase lútea —como el
acortamiento de esta—, desarrollo folicular alterado o picos prematuros
de hormona luteinizante (LH). Los ciclos anovulatorios también pueden
ser frecuentes.
Implantación comprometida: durante la ventana de implantación puede
estar disminuida la expresión de las integrinas, unas moléculas que
facilitan adhesión del embrión al endometrio.
Calidad ovocitaria y embrionaria: en ocasiones, algunas mujeres con
endometriosis presentan ciertas anormalidades en la calidad de los
ovocitos y sus embriones, lo que conllevará menores tasas de
fecundación y embriones de «menor calidad» y, por tanto, menores tasas
de implantación. Esto ocurre especialmente cuando hay endometriomas
adheridos al ovario.
Reserva ovárica baja: los quistes adheridos a la corteza del ovario
pueden afectar a los folículos preantrales que están en esa zona,
reduciendo así la reserva ovárica de ese ovario.
Transporte uterotubárico anormal: en algunos estudios se ha visto que
las mujeres con endometriosis tenemos este transporte fisiológico
reducido. De esta manera, si al óvulo fecundado no le da tiempo a llegar
al endometrio, se desprenderá y el embrión no podrá implantarse a
tiempo. Puede deberse a adherencias o focos de endometriosis que
obstruyen las trompas.

La endometritis

La endometritis está causada por una infección en el útero, y es el resultado de un


proceso disbiótico en el endometrio que puede ser local, vaginal o intestinal. Esta
infección puede haber sido causada por alguna enfermedad o por un desequilibrio en
la microbiota vaginal. Es muy habitual que ocurra tras un parto complicado y largo, o
por una cesárea. Las enfermedades de transmisión sexual (ETS) pueden ser también
una causa de endometritis.
La endometritis es más común de lo que parece en mujeres con endometriosis:
alrededor de un 50 % de las mujeres con endometriosis presenta o ha presentado
endometritis en algún momento.
La endometritis puede provocar desde infertilidad hasta abortos de repetición.
Los síntomas de la endometritis son hinchazón abdominal, sangrado vaginal
distinto al habitual, molestias al ir al baño y estreñimiento, malestar general o dolor en
la parte baja del abdomen (dolor de regla). Como ves, son muy parecidos a los de la
endometriosis, así que en ocasiones es muy difícil distinguirlos. Además, la
endometritis puede ser asintomática y entonces solo podemos ser conscientes de ella
a través de una prueba médica.
Por esta razón, si estás buscando un embarazo, lo primero que has de descartar es
la endometritis, ya que, además de alteración de la flora uterina, más inflamación y
activación del sistema inmune, provoca infertilidad. 1

MÉTODOS NATURALES DE CONTROL DE LA FERTILIDAD

Si tu objetivo es quedarte embarazada en algún momento y tienes


endometriosis, hay muchas cosas que puedes hacer, no tiene por qué
representar un problema para ti. Y si llegado el momento supone un
problema, tenemos muchas herramientas a nuestro alcance para lograr este
bonito objetivo.
Antes de lanzarte a un tratamiento de fertilidad, el conocimiento de la
fertilidad natural de tu cuerpo te puede ayudar mucho a lograr el embarazo.
Muchas veces te mandan directamente a fecundación in vitro (FIV) por tener
endometriosis sin mirar nada más, pero a través de los métodos de
reconocimiento natural de la fertilidad es posible descartar muchos problemas
que son solucionables sin recurrir a la FIV.
Existen varios métodos naturales de reconocimiento de la fertilidad; todos
ellos se basan en observar signos y síntomas del cuerpo para determinar con
precisión el momento de la ovulación y la ventana de fertilidad. El método
que más resultados ofrece es el método sintotérmico: observa el flujo vaginal
y la temperatura basal de tu cuerpo, esto es, su temperatura más baja, tomada
justo antes de levantarte por la mañana. El método sintotérmico ayuda a
determinar las fases fértiles e infértiles del ciclo, y ayuda a conseguir o
retrasar un embarazo con mayor facilidad y de manera totalmente natural.
Si buscas quedarte embarazada, utilizando este método no solo puedes
determinar con exactitud la fecha de tu ovulación, sino que puedes detectar si
existen alteraciones asociadas al ciclo que lo están impidiendo.
Por otro lado, saber utilizar el método sintotérmico te ayudará a conocerte
a fondo, saber cómo es tu ciclo, cómo son tus niveles hormonales y detectar
cualquier irregularidad. Es una herramienta de poder para las mujeres: pasas
de ser un individuo pasivo a tener un total conocimiento sobre tu naturaleza
cíclica.
Además de la temperatura basal, el método sintotérmico implica observar
a diario el moco vaginal y, opcionalmente, la posición del cérvix para
conocer en qué momento del ciclo estás. Anota todos los datos en una
gráfica, estúdiala cada mes y mostrará tu evolución hormonal.
Este método no se puede utilizar si estás tomando pastillas
anticonceptivas, ya que entonces el ciclo está anulado químicamente.
Tampoco es recomendable si no eres constante o te levantas a horas muy
dispares. El método sintotérmico exige tener una rutina y tomárselo en serio,
ya que, si no, no será efectivo.

¿Conoces la naprotecnología?
Es una técnica de reproducción que respeta totalmente el ciclo natural de la mujer.
Se buscan las causas de la infertilidad en cualquier proceso patológico que esté
afectando a los dos miembros de la pareja. Una vez identificadas las causas, se busca
una solución y se ayuda a la fertilidad con todos los métodos naturales que están a
nuestro alcance. Antes de lanzarte a una FIV, infórmate sobre si tu caso es compatible
con la naprotecnología. Las tasas de éxito son bastante altas y te evitarán todos los
efectos secundarios de la hormonación que implica la FIV.

INSEMINACIÓN ARTIFICIAL

Si has probado a lograr el embarazo de manera natural y no has obtenido


resultados, la inseminación artificial suele ser la primera opción para mujeres
con endometriosis leve.
Esta técnica consiste en introducir una muestra de semen en el interior del
útero para ayudar a que los espermatozoides lleguen antes al óvulo y
aumentar las posibilidades de fecundación.
Lo bueno de esta técnica es que no se necesita extraer óvulos con
anterioridad, sino que se sigue el ciclo natural de la mujer y no tiene impacto
en tu salud hormonal.

FECUNDACIÓN IN VITRO

Si no ha funcionado ni el embarazo natural ni la inseminación, o tienes una


endometriosis grave, la FIV suele ser el tratamiento de elección.
Con este método, se realiza una extracción de varios óvulos previamente
estimulados y se hace una fecundación en el laboratorio. Posteriormente se
desarrollan los embriones y se seleccionan aquellos de mayor calidad.
Cuando la mujer se encuentra en el momento idóneo, se realiza la
transferencia del embrión y se espera a que se implante en el útero.
Aunque el proceso en sí es indoloro, la estimulación ovárica anterior a
todo el proceso puede ser contraproducente cuando tienes endometriosis, ya
que al suministrarte grandes dosis de estrógenos pueden empeorar tu
patología y hacer que crezcan de manera descontrolada los endometriomas.
Por esta razón es de suma importancia que elijas centros de FIV que estén
muy familiarizados con la endometriosis. En ocasiones, estos tratamientos
supondrán un agravante para la enfermedad. Existen nuevos tipos de
modalidades como la mini-FIV, con la que se utiliza menor carga
estrogénica.
El éxito de la FIV es igual para mujeres con y sin endometriosis: se
obtienen las mismas tasas de embarazo. Tampoco hay un riesgo de aborto
superior, excepto cuando tienes adenomiosis.
Las probabilidades de embarazo a través de la FIV también caen con la
edad. Las mujeres menores de treinta y cinco años tienen unas tasas de éxito
del 40 %, mientras que las mujeres de más de cuarenta años solo presentan
unas tasas de éxito del 15 %.

¿Sabías que...?

La adenomiosis está asociada a malos resultados en la reproducción asistida. Esto


puede deberse a la calidad del endometrio, al entorno inflamatorio, pero también a la
ventana de implantación, que, según se cree, está desplazada y reducida en la
adenomiosis. Son muchas las causas del bajo éxito de la FIV en adenomiosis, pero el
estudio del momento idóneo para la implantación del embrión podría hacer aumentar el
éxito en mujeres con adenomiosis.

OVODONACIÓN

Cuando tienes óvulos de muy mala calidad o no se están obteniendo


embriones que se puedan implantar, la ovodonación puede ser una solución.
En ocasiones llevas muchos ciclos de FIV fallidos y te pueden proponer la
ovodonación para intentar conseguir un resultado positivo. La ovodonación
también se utiliza cuando los quistes en el ovario impiden la punción para
extraer los óvulos necesarios para la fecundación.
CONGELACIÓN DE ÓVULOS

Es un método para conservar los óvulos y poder utilizarlos en el futuro. Los


óvulos se extraen de los ovarios, se mantienen a muy baja temperatura y en
un momento posterior serán fecundados e implantados en el útero.
Es interesante utilizar esta técnica cuando tienes muy dañados los ovarios
y quieres ser madre en el futuro. Debes considerarla especialmente si te vas a
someter a una cirugía que comprometa gran parte de tus ovarios.
También es recomendable hacerlo si estás segura de querer ser madre y
padeces una endometriosis muy severa; en este caso, cuanto antes se recojan
los óvulos, estos serán de mayor calidad y podrás tener mayores tasas de
éxito cuando desees el embarazo.
El riesgo de la congelación de óvulos es el mismo que el de la FIV: los
tratamientos para estimular la ovulación pueden empeorar la situación de la
endometriosis. Esto es algo que deberás valorar tú misma y consultárselo a tu
médico.

Fertilidad masculina

Que tengas endometriosis no quiere decir que recaiga sobre ti todo el peso de la
infertilidad. El embarazo es cosa de dos, y aunque tú tengas esta enfermedad, no
quiere decir que sea responsabilidad tuya que no lo logréis. La calidad del semen es
sumamente importante. Es decir: si tú te estás preocupando por cuidarte lo mejor
posible y por evitar todas las causas que te impiden quedarte embarazada, tu pareja
también debe intentar cuidarse al máximo para aumentar las posibilidades de
embarazo.
Aunque tengas endometriosis, hay que descartar que existan otras causas que
estén impidiendo este embarazo, ya que el factor masculino es la causa de la
infertilidad en el 35-40 % de los casos.
En los últimos cincuenta años, la calidad seminal ha disminuido un 50 %. Esto
quiere decir que parámetros como la concentración de espermatozoides, la motilidad,
la vitalidad o los espermatozoides con una morfología normal han disminuido y
presentan irregularidades. Los factores responsables son un estilo de vida poco
saludable y elementos ambientales, como los disruptores endocrinos y los tóxicos
ambientales.
Por otro lado, la calidad del semen disminuye también con la edad. Aunque el
hombre es fértil en todas las etapas de su vida, la producción de esperma es menor
según se van cumpliendo años. La motilidad espermática se empieza a reducir desde
los treinta y cinco años, y a partir de los cuarenta y cinco está bastante reducida.
También encontramos que la proporción de espermatozoides morfológicamente
anormales aumenta a partir de los cincuenta años. Además, la fertilidad masculina
también se ve afectada por un estilo de vida no saludable, como seguir la dieta
occidental, consumir alcohol o tabaco, hacer ejercicio físico en exceso o caer en el
sedentarismo.
Si a todo esto, que es común a todas las personas, añadimos la endometriosis,
estaremos sumando un plus de dificultad. Por eso, si estás buscando un embarazo, es
muy importante que tu pareja empiece a llevar una dieta antiinflamatoria, evite el
tabaco y el alcohol, y lleve una vida activa. Todos estos factores van a hacer que
aumente la calidad espermática y, por lo tanto, las posibilidades de embarazo.

NUTRICIÓN Y FERTILIDAD

La nutrición va a desempeñar un importante papel en todos los procesos de


fertilidad, tanto para mejorar la calidad de óvulos, espermatozoides y el
ambiente inflamatorio, y propiciar así la fecundación, como para mantener el
embarazo y que pueda llegar a término.
Las mujeres nacemos con todos los óvulos que vamos a tener durante
nuestra vida, pero la calidad de estos va a depender de cómo hagamos las
cosas los meses anteriores a su desarrollo. Tanto óvulos como
espermatozoides deben ser preparados unos tres meses antes de ser liberados.
Así que todo lo que hagas en estos tres meses anteriores a la concepción va a
mejorar su calidad y a favorecer la fecundación, o justo lo contrario.
Además de la calidad del ovocito, nuestro endometrio se nutre y crece
cada ciclo. La calidad del endometrio también va a representar un papel clave
en la implantación del embrión: cuanto mejores sean los nutrientes y la
calidad de estos, más probabilidades hay de que el embarazo pueda progresar.
Si estás intentando quedarte embarazada, además de seguir todos los
consejos que veremos en la segunda parte sobre nutrición, también puedes
estar pendiente de estos factores:

El estrés, el exceso de carga de trabajo, la falta de descanso..., todo esto


va a jugar siempre en tu contra, así que va a ser lo primero que debes
tener en orden. Ya sé que es más fácil decirlo que hacerlo, pero es
realmente importante.
Ni el sobrepeso ni un índice de masa corporal muy bajo ayudan a lograr
el embarazo. Si estás en uno de esos dos extremos, consulta con un
nutricionista para llegar a tu peso ideal.
Las alteraciones en la tiroides desempeñan un papel importante en la
reproducción, así que vigila que tu hormona estimulante de la tiroides
(TSH) esté en un rango saludable.
Hacer deporte de manera excesiva o llevar una vida muy sedentaria son
malos amigos de la fertilidad.
Evita cualquier tóxico en tu vida: tabaco, alcohol, drogas, pero también
cosméticos artificiales, plásticos, productos de limpieza del hogar,
ambientadores y cualquier otro producto que contenga disruptores
endocrinos.
Las vitaminas del grupo B, el zinc, el yodo y cualquier micronutriente
antioxidante, como la vitamina C o la coenzima Q10, serán importantes
para que haya una buena producción de gametos y una correcta función
de la fertilidad.

Lo que todas sabemos, pero de lo que nadie nos habla

En todas las parejas pueden existir roces ocasionados por la propia rutina de
la relación y por la vida en sí. El problema es que muchas veces esta rutina
conlleva un aburrimiento en la vida sexual.
Si unimos esta monotonía a los problemas hormonales, el déficit de
nutrientes y cierto desencanto con la vida por culpa de la enfermedad, es normal
que nuestra libido cada vez esté más baja.
Por otro lado, años y años de tomar la píldora anticonceptiva reducen el
deseo en todas las mujeres. La píldora paraliza la producción de estrógeno y
progesterona, de forma que se usa en el tratamiento de la endometriosis para
evitar que crezcan los quistes, pero, con ello, también se deja de producir
testosterona, por lo que empezaremos a notar una falta de apetito sexual.
Pueden pasar meses e incluso años hasta que la libido vuelva a la normalidad
después de dejar la píldora.
Teniendo en cuenta que puedes haber estado años con tratamiento
hormonal, incluso desde muy joven, es posible que no hayas sentido nunca
dicho apetito. Sentimientos de culpa y de baja autoestima pueden surgir en estos
momentos. Además, uno de los síntomas habituales de la endometriosis es la
dispareunia, es decir, el dolor durante la penetración.
Si unimos ambos problemas, se comprende que buscar un embarazo
requiera una gran energía por tu parte, ya que si no te apetece y si el acto en sí
es doloroso, las ganas de seguir probando van a ser muy pocas. Y precisamente
lo que nos falta a las enfermas de endometriosis es energía.
Si este es tu caso, lo primero que tienes que hacer es ponerte en contacto
con un sexólogo o sexóloga que te pueda aconsejar para recuperar la libido y,
por otro lado, buscar un o una fisioterapeuta que esté especializado en fertilidad
y suelo pélvico. De esta manera, podrás recuperar o aliviar en parte la
dispareunia.
5

¿A qué profesionales debes acudir?

La endometriosis es una enfermedad que se tiene que tratar en el ámbito


multidisciplinar. Un solo profesional no va a ser capaz de abarcar la
complejidad que presenta esta enfermedad. Además, abordarlo desde
diferentes ángulos te permitirá tratar las diferentes secuelas que padeces.
Esto también presenta problemas para ti, ya que tendrás que ir de un sitio a
otro buscando quién te puede ayudar. Actualmente, solo hay unos pocos
hospitales públicos que tienen un equipo multidisciplinar y la mayoría no
cuenta con todos los profesionales que realmente necesitas. Resulta una
increíble carga económica para todas las pacientes.
Una característica que debe cumplir todo aquel profesional que visites es
que tiene que entender a la perfección en qué consiste tu enfermedad. El
profesional debe ser un experto en la materia y tener experiencia clínica en el
campo de la endometriosis. Si acudes a alguien de cuya experiencia no estás
segura o de quien, por lo que te dice, sospechas que puede que no entienda
bien de qué está hablando, busca a otra persona para que te trate.
La inmensa mayoría de nosotras vamos a tener que pasar por estos cuatro
profesionales: ginecólogo, psicólogo, nutricionista y fisioterapeuta. Aparte de
ellos, puedes encontrar alguna terapia alternativa que te ayude a aliviar los
síntomas.
ÁMBITO DE LA MEDICINA

El médico ginecólogo va a ser el profesional de primera línea al que debes


acudir. Es el que va a plantear cómo encarar esta enfermedad, qué tipo de
tratamiento seguir y que va a revisar la evolución de la endometriosis. Es el
que está capacitado para proponerte un tratamiento hormonal si lo necesitas,
y quien van a poder hacer cualquier tipo de prueba para comprobar la
extensión de los implantes.
Es conveniente que busques aquellos médicos que sepas que entienden
perfectamente la enfermedad, que están actualizados y conocen de primera
mano los últimos tratamientos que se aplican contra la endometriosis.
También es bueno que acudas a un hospital de referencia, donde dispongan
de los medios técnicos necesarios para el diagnóstico de esta enfermedad.
Sería interesante si pudieras ser atendida por el médico de una unidad de
referencia o especializada en endometriosis, ya que son profesionales que se
dedican especialmente a esta enfermedad. No todas las ciudades cuentan con
una, pero te pueden derivar a un hospital de otra provincia. Para averiguar
cómo acudir a estas unidades de referencia, consulta con las asociaciones de
enfermas de endometriosis.
Las visitas al ginecólogo tienen como objetivo obtener un tratamiento y
comprobar la evolución de los quistes. Según tus síntomas y el crecimiento o
no de estos, se puede determinar si el tratamiento está funcionando. Es
importante que le comentes todas tus preocupaciones al médico; si tienes
efectos secundarios, díselo para discutir si hay otras opciones que no te
sienten tan mal. Los tratamientos para la endometriosis son muy variados, no
te tienes que cerrar solo a uno. Si el médico no te da opción de utilizar otros,
quizá puedas consultar a otros profesionales.
En el caso de que haya que operar, es bueno contar con un equipo
multidisciplinar. Muchas veces, la endometriosis no solo atañe al área
ginecológica, sino que puede haber implantes en la zona gastrointestinal y en
la zona urológica, por lo que debes contar con profesionales también de esas
áreas.
Los tratamientos habituales se basan en medicamentos hormonales,
antiinflamatorios o antiálgicos, enfocados en tratar la inflamación y el dolor;
sin embargo, otros tratamientos pueden englobarse en el área psiquiátrica.
Aparte, el médico también puede sugerir combatir la enfermedad de manera
quirúrgica.
Algunos médicos pueden introducir otros tratamientos basados en la
nutrición y el deporte, pero te recomiendo que acudas a profesionales
especializados en esas áreas, ya que no todos los médicos tienen un
conocimiento muy amplio de ellas.
Estas son algunas actitudes que pueden hacerte sospechar que tu
facultativo no entiende de endometriosis:

Insiste demasiado en que te quedes embarazada.


Te dice que el embarazo o la menopausia curan la endometriosis.
Comenta que el dolor de la regla es normal.
Menosprecia tu dolor o no se lo cree.
Su primera opción de tratamiento es la operación (puede haber algún
caso grave en que sí lo sea, pero si te lo recomienda, pide siempre una
segunda opinión).
Afirma que la nutrición no tiene efecto sobre la endometriosis.
No está de acuerdo con otras terapias, especialmente si son alternativas.
No te quiere cambiar el tratamiento a pesar de los efectos secundarios.

ÁMBITO DE LA PSICOLOGÍA

Junto con el médico, el psicólogo será tu otro profesional de referencia. Te va


a ayudar a atravesar muchas fases de esta enfermedad y lo que es más
importante, a entender este nuevo rumbo que ha tomado tu vida. Necesitas
aceptar que tendrás que convivir con una enfermedad crónica dolorosa. De
esta manera podrás encarar mucho mejor tu futuro y empezar a mirar hacia el
frente para no caer en un bucle de frustración.
El psicólogo también te proporcionará herramientas para los momentos
peores, para que cuando sientas que no puedes más sepas que siempre hay
algo que se puede hacer. Contar con recursos va a hacer que los días más
duros de esta enfermedad no se conviertan en un infierno.
Por otro lado, uno de los puntos claves en el control de la endometriosis es
la gestión del estrés. Es vital que sepas reconocer y manejar las situaciones de
estrés en tu vida, ya que esto va a impactar directamente en la endometriosis.
A mayor estrés, más dolor, más inflamación y, por lo tanto, un
empeoramiento de los síntomas.
Visitar al psicólogo no solo es necesario cuando atraviesas malos
momentos en la vida, también es imprescindible cuando tienes endometriosis.
A veces se suele retrasar este momento, pensando que solo hay que ir a
terapia cuando se está al borde de una situación psicológica extrema, pero
puedes ir incluso si mentalmente te encuentras bien, ya que las herramientas
que te va a ofrecer el psicólogo van más allá de salir de una depresión. Vas a
aprender cómo gestionar la enfermedad en ciertas circunstancias, lo que
supondrá un avance enorme en el tratamiento.
Si todavía no has empezado con la terapia, te animo a que lo hagas cuanto
antes.

Endometriosis y sexualidad

El impacto que tiene la endometriosis en la sexualidad es enorme. El síntoma más


llamativo que afecta a las pacientes de endometriosis es la dispareunia, que, como ya
hemos comentado, es el dolor que se siente durante la penetración. Además, es
posible tener muchos otros síntomas que afectan a las relaciones sexuales, como la
vulvodinia, el vaginismo o el dolor pélvico, todos ellos relacionados con la
endometriosis. Esto hará que tu vida sexual y en pareja se empobrezca mucho, y que
tu ansiedad para encarar la enfermedad sea desbordante.
Puedes empezar a sentir miedo a mantener relaciones sexuales y, por lo tanto, a
evitarlas. Esto genera un sentimiento de culpa que hará mella en tu autoestima y en tu
relación de pareja.
Si te encuentras en esta situación, es mejor encararla cuanto antes: tiene solución,
pero si lo dejas pasar, cada vez te va a resultar más difícil y las secuelas psicológicas
van a ser peores. Un sexólogo o sexóloga te ayudará a enfrentarte a estos síntomas, te
ofrecerá maneras de afrontar la sexualidad evitando el coitocentrismo y hará que te
sientas más cómoda en estas situaciones que te generan estrés.
El complemento perfecto para esta área es la fisioterapia, ya que —como veremos
— es imprescindible para el tratamiento de la dispareunia.

ÁMBITO DE LA NUTRICIÓN

Cuidar la alimentación será uno de los primeros pasos que has de dar para ver
cambios en tus síntomas. A través de la dieta podrás reducir buena parte de la
inflamación y eso repercutirá de manera positiva en la endometriosis.
La alimentación influye de manera directa en el cuerpo. Además de evitar
alimentos inflamatorios, debes dar a tu organismo los nutrientes necesarios
para un correcto funcionamiento. Teniendo en cuenta el desgaste que supone
para ti la endometriosis, las necesidades nutricionales son superiores.
A veces es complicado saber qué dieta debes seguir, ya que las
recomendaciones que encuentras por las redes son muy dispares. Esto se debe
a que hay poco consenso, además de que los estudios sobre alimentación y
endometriosis son escasos. No existe una dieta como tal para la
endometriosis, y tampoco hace falta que todas sigamos la misma. Lo único
que debes hacer es encontrar aquellos alimentos que te van mejor y peor. Este
es el papel del dietista o del nutricionista.
Cuando decides cambiar la dieta para reducir los síntomas, lo más
recomendable es comenzar estando bien asesorada por un profesional que
entienda la enfermedad y que tenga suficiente experiencia clínica como para
saber aconsejarte de manera adecuada. Si el profesional al que acudes no
conoce bien esta enfermedad, no va a poder ayudarte.
Huye de profesionales que te recomienden dietas estrictas que te cueste
seguir. Tu alimentación debe ser equilibrada, nutritiva y rica. Si no estás a
gusto con esa dieta, no podrás mantenerla en el tiempo, y la endometriosis va
a estar ahí siempre, por lo tanto, debe ser lo más variada posible.

ÁMBITO DE LA FISIOTERAPIA

Es otro de los profesionales que te puede ayudar muchísimo. La fisioterapia


va a movilizar la zona, mejorar el sistema nervioso y rehabilitar la
musculatura. A través de diferentes técnicas se mejora la musculatura del
suelo pélvico y vaginal, se eliminan las adherencias que van formándose o
mejoran la retención de líquido en la zona a través del drenaje linfático.
En la consulta de fisioterapia podrá valorarse el estado de tu zona pélvica
y aconsejarte qué técnicas serían adecuadas para ti. Los tratamientos ayudan a
reducir el dolor. Además, podrán orientarte para que puedas efectuar en casa
diferentes ejercicios que relajen la zona, como trabajar la musculatura del
suelo pélvico o hacer ejercicios hipopresivos.
Existen diferentes técnicas que puedes aplicar en casa tras el consejo del
fisio, por ejemplo, la aplicación de neuroestimulación eléctrica transcutánea
(TENS, por sus siglas en inglés) o la vibración aplicada a las zonas de dolor.
El fisio podrá orientarte sobre qué tipo de ejercicio físico te va mejor según el
alcance de tus lesiones.
Otro de los beneficios de la fisioterapia es que mejora la fertilidad, así que,
si estás buscando el embarazo, es un complemento perfecto para este fin. Y
como hemos comentado antes, el trabajo de fisioterapia mejora mucho el
dolor de la dispareunia.

¡Importante!

Tras una cirugía de endometriosis debes acudir a rehabilitación con un


fisioterapeuta especializado en este tipo de intervenciones. Evitarás que se generen
más adherencias y la zona podrá recuperarse mejor y más rápido.
MEDICINAS ALTERNATIVAS

Toda terapia que pueda ayudarte a reducir la inflamación y a mejorar el dolor


será bienvenida. La acupuntura, por ejemplo, puede ser una buena opción, ya
que hay muchas mujeres que notan alivio cuando hacen una sesión de
acupuntura. 1 En el último capítulo veremos más en profundidad algunas
terapias alternativas que ayudan a aliviar los síntomas de la endometriosis,
como la aplicación controlada de calor, el uso de aceites esenciales o la
fitoterapia.
Huye de aquellos que te vendan curas milagrosas: la endometriosis es
mucho más compleja que tomar un producto o hacer una determinada cosa,
sino que requiere un enfoque holístico.
6

¿Cuál es el tratamiento de la endometriosis?

El tratamiento de la endometriosis es complicado y no siempre efectivo. El


hecho de no conocer con exactitud las causas que provocan la endometriosis
hace que muchas veces no se logre frenar el avance de la enfermedad. Por
muchos tratamientos que sigamos, ya sean farmacológicos o quirúrgicos, la
endometriosis sigue creciendo y creciendo. Por otro lado, el tratamiento del
dolor tampoco es fácil, pues en muchas ocasiones, a pesar de administrar
fármacos muy fuertes, el dolor sigue ahí y no conseguimos acabar con él,
condenando a muchas pacientes a vivir en un dolor crónico insoportable.
Durante muchos años se ha pensado que la cirugía era el mejor
tratamiento, pero cada vez más se constata que no soluciona el problema y
que causa muchas consecuencias adversas. El tratamiento médico a veces
funciona, y a veces no. Resulta muy desesperante para la mayoría de las
pacientes.

ANALGÉSICOS

Aunque no frenan el avance de la enfermedad, ya que no actúan en el sistema


hormonal, los analgésicos pueden ayudarte a aliviar el dolor. Es cierto que
últimamente tienen mala fama, ya que su consumo continuado puede acarrear
efectos secundarios, especialmente daño al sistema digestivo. Sin embargo,
debes entender que bajar la inflamación y el dolor es necesario mientras estás
realizando otras terapias para estabilizar la endometriosis. Por lo tanto,
comenta con el médico tus inquietudes y tenle al día de los efectos
secundarios que te estén ocasionando, eso le ayudará a pautarte el mejor
tratamiento. Si en tu caso el dolor está totalmente cronificado, es posible que
los analgésicos pasen a formar parte de tu vida; mientras lo hagas bajo
seguimiento médico, es bueno aceptarlo y aprender a convivir con ellos.
Dentro del tratamiento analgésico se incluyen los antiinflamatorios no
esteroideos (AINES) y el paracetamol. Es recomendable que los uses solo
para momentos puntuales, no de manera crónica, siguiendo siempre las
recomendaciones de tu doctor.
Los antihiperalgésicos actúan en el sistema nervioso. Son, por ejemplo, los
antidepresivos tricíclicos, los inhibidores de la recaptación de la serotonina o
los anticomiciales. También es posible que te receten opioides débiles, como
el tramadol o la codeína. Otro tipo de opioides más fuertes se reservan para
casos más graves.
Será tu médico el que te recete unos u otros, déjate aconsejar y comenta
con él aquellos inconvenientes o problemas que veas en el tratamiento.
Recuerda que no es aconsejable que te automediques.

TRATAMIENTOS HORMONALES

El tratamiento hormonal intenta reducir el exceso de estrógenos que hace


crecer los quistes de la endometriosis. También se ha comprobado que, en
muchos casos, este tratamiento reduce los síntomas al parar el ciclo
menstrual. Si dejas de menstruar, en muchas ocasiones se va el dolor.
Sin embargo, en otras ocasiones, el tratamiento hormonal no funciona. Los
efectos secundarios de la píldora anticonceptiva son muy fuertes para muchas
mujeres, causándoles cambios de humor, depresión, aumento de peso,
descenso de la libido, dolores de cabeza o aumento de la probabilidad de
trombos, entre otros.
También sabemos que, a pesar de tomar la píldora, los quistes pueden
seguir creciendo; por tanto, no siempre es el tratamiento definitivo, por lo que
debes estar atenta y acudir a las revisiones de manera periódica.
El tratamiento hormonal solo va a ser efectivo en un porcentaje de
mujeres, el resto tendrá que buscar otras opciones, ya que no siempre va a
impedir el avance de la enfermedad ni la disminución de los síntomas.

TRATAMIENTO HORMONAL BASADO EN LA PROGESTERONA

Este sería, en principio, el tratamiento ideal, ya que la progesterona compensa


el exceso de estrógeno que acompaña a la endometriosis.
A pesar de que existen medicamentos basados en la progesterona natural,
no siempre son efectivos y en la mayoría de los casos se utiliza progesterona
sintética para el tratamiento. Se suele recetar para tomar de manera
ininterrumpida y evitar que se produzca la menstruación, aunque en muchas
ocasiones se pautan descansos en los que acontece un sangrado.
Existen diferentes tipos de presentación de la progesterona, y el médico te
recomendará el más indicado para ti.
Uno de los más utilizados en endometriosis es el dispositivo intrauterino
(DIU) Mirena. Este medicamento contiene dosis bajas de progesterona y,
aunque en muchas ocasiones es efectivo y va muy bien, en muchas otras
provoca efectos no deseados, como sangrados o dolor pélvico. Si es tu caso,
quizá sea conveniente retirar el DIU. Lo mejor es que lo hables con tu
ginecólogo.

TRATAMIENTO HORMONAL COMBINADO

Suele ser el primer tratamiento de elección para tratar la endometriosis. La


píldora anticonceptiva detiene el funcionamiento del ciclo, por lo que los
síntomas pueden verse solucionados.
En muchas ocasiones es así y muchas mujeres pueden reducir los síntomas
de la endometriosis gracias a este tipo de tratamiento. Pero, al igual que
pasaba con el tratamiento de progesterona, en muchos casos se producen
ciertos efectos secundarios o no se percibe ningún beneficio al seguir este
tipo de tratamiento.
Como en el resto de los casos, es importante seguir haciéndote las
revisiones, comprobar que los quistes no están creciendo y, sobre todo —lo
más importante—, si estás teniendo efectos secundarios y ves que este
tratamiento no va contigo, que hables con el ginecólogo para poder cambiar o
elegir otro.

ANTAGONISTAS DE LA HORMONA LIBERADORA DE LA GONADOTROPINA

La hormona liberadora de la gonadotropina (GnRH) se secreta en el


hipotálamo y estimula la liberación de la hormona foliculoestimulante (FSH)
en la pituitaria. Esta hormona será la encargada de hacer que los ovarios
empiecen a madurar un óvulo y a producir estrógenos. Si evitamos que esto
ocurra, la producción de estrógenos en el cuerpo será menor. Así que estos
fármacos están encaminados a paralizar el ciclo menstrual desde el
hipotálamo.
El tratamiento con este tipo de fármacos induce una menopausia temporal.
Esto hace que se frene el avance de la endometriosis, pero los efectos
secundarios que conlleva son bastante graves y la mayoría de las mujeres que
toman este tipo de fármacos no puede soportarlos.
Los efectos secundarios son muy similares a los de la menopausia:
sofocos, cambios de humor, insomnio, sudores nocturnos, irritabilidad,
pérdida de masa ósea, dolores de cabeza, cansancio, aumento de peso o
sequedad vaginal, entre otros.
Consejo

Pide a tu médico una densitometría ósea antes de empezar el tratamiento, así


podrás valorar si estás perdiendo masa ósea o no.

No es habitual mantenerlo durante más de seis meses, ya que los efectos


en el cuerpo pueden ser devastadores. Se suelen hacer dos ciclos de tres
meses después de una cirugía para frenar el avance de la enfermedad. Pero si
te han recetado este tipo de fármacos, infórmate bien de todas las opciones
que tienes y de los efectos secundarios, y consulta a tu médico antes de
repetir la dosis.

CIRUGÍA

La cirugía se debe usar en los casos en los que no haya ninguna otra opción,
por ejemplo, cuando los quistes taponan u obstruyen algún órgano. El
tratamiento clásico de la endometriosis pasaba por las operaciones
quirúrgicas la mayoría de las veces, pero cada vez más se está evitando este
tipo de tratamiento, ya que las consecuencias son aún peores que la lesión en
sí.
Cuantas menos intervenciones quirúrgicas se le practiquen a una mujer
con endometriosis, mucho mejor. Además, este tipo de operaciones deben
hacerse en centros que sean muy competentes en esta especialidad, con
médicos muy acostumbrados a tratar nuestra enfermedad. La mayoría de las
veces se requieren cirujanos de todo tipo, ya que, al estar extendida la
endometriosis por toda la pelvis, harán falta tanto urólogos como médicos
digestivos dentro del quirófano. Recuerda que la endometriosis no es solo
una enfermedad ginecológica, sino que comprende otras áreas del cuerpo.
Cuando se realiza una intervención quirúrgica, los médicos intentan retirar
la mayor cantidad de focos de endometriosis localizados; además, reducen las
adherencias y dejan la zona en el mejor estado posible. El problema es que
pueden quedar focos que no se hayan visto y esto dará lugar a que la
enfermedad vuelva a reproducirse. Además, la misma operación va a generar
adherencias en el futuro.
Cuando se decide optar por una operación, se procura hacer de la manera
más conservadora posible. Se intenta siempre salvar los ovarios o las
trompas. En los casos más radicales, se extirpan completamente el útero y los
ovarios. Esto provoca una menopausia quirúrgica. Antes de someterte a una
operación tan radical, consulta con todos los médicos que puedas, ve a todos
los especialistas y confirma que todos están de acuerdo en que esa es la
solución.
La operación quirúrgica no tiene por qué acabar con la endometriosis y el
dolor, solo va a quitar los focos, pero es posible que el resto de los síntomas
continúen ahí. Además, la enfermedad puede reproducirse de nuevo en
cualquier momento. Por lo tanto, no consideres la intervención quirúrgica
como la solución a tu enfermedad, porque no lo es. La operación solo debe
realizarse en caso de que sea completamente necesario y el médico vea que
no hay otra opción posible.
Como vimos en las causas de la endometriosis, una de las más importantes
es la propia inflamación, así que al abrir y realizar la operación se va a
producir más inflamación aún, lo que va a estimular que sigan generándose
quistes de endometriosis en el abdomen.
Esto no quiere decir que tengas que negarte rotundamente a una
intervención quirúrgica; habla con el médico y que te explique todas las
opciones. En muchos casos, la operación consigue reducir muchos síntomas y
volver a recuperar algunas funciones del cuerpo, como la función
reproductiva. Es decir: la operación no siempre conlleva consecuencias
negativas y en muchos casos puede ayudar. Toma siempre la decisión junto
con tu médico y pide todas las segundas opiniones que necesites para estar
segura de tu decisión.
En el caso de la adenomiosis difusa no hay posibilidad de operar, ya que
los quistes están dentro de la capa muscular del útero y es una zona a la que
no se puede acceder. En este caso, tanto los tratamientos hormonales como el
estilo de vida van a desempeñar un papel muy importante para frenar la
enfermedad y tener una buena calidad de vida.

ESTILO DE VIDA

Además de los fármacos y, cuando sea necesario, la cirugía, el tratamiento


más importante de la endometriosis es cuidar el estilo de vida. Lo veremos
con mucho más detalle en la tercera parte, pero quiero hacer aquí un breve
apunte para darle la importancia que tiene. El estilo de vida va a estar al
mismo nivel de importancia que los tratamientos médicos. Por lo tanto, si
tienes endometriosis, vas a tener que cuidar estos aspectos de tu vida.
En muchos casos, los cambios en el estilo de vida son tan decisivos que
solo con ellos podrás llegar a controlar la endometriosis. Eso sí, si vas a
llevar el tratamiento sin un control hormonal, asegúrate de que sea
consensuado con tu médico. Cada caso de endometriosis es diferente y no
todas respondemos igual a los diferentes tratamientos. Quizá haya mujeres
que con cambiar la alimentación y hacer ejercicio sean capaces de controlar
todos sus síntomas y el avance de la enfermedad, pero otras no y requerirán
de un control hormonal, o incluso, en un momento puntual, de cirugía.
Rodéate de buenos profesionales especializados en el tratamiento de la
endometriosis y déjate aconsejar por ellos, aunque recuerda que tú tienes la
última palabra en todo; sobre todo, escucha a tu cuerpo, y si no estás contenta
con un tratamiento en concreto, busca otra solución.
El tratamiento estrella de la endometriosis es la nutrición, a la cual dedico
la segunda parte de este libro, ya que es el ámbito más importante de todos
los hábitos de vida que puedes cambiar. El deporte va a ser otro de esos
cambios clave, así como la terapia psicológica, una buena higiene del sueño y
el control del estrés. Es muy posible que enfocarte en solucionar estos
problemas suponga un antes y un después en el manejo de tu enfermedad.
El estrés es uno de los mayores agravantes de la endometriosis: supondrá
más dolor, más inflamación y no poder avanzar ni ver resultados con otros
tratamientos. En ocasiones nos esforzamos mucho en seguir una dieta, en
llevar una vida ordenada y en descansar adecuadamente, pero si mantenemos
un nivel de estrés muy alto, ningún esfuerzo tendrá resultados.
Y, por último, pero no menos importante: rodéate de tu gente. Estar en
contacto con las personas que quieres y que te aportan beneficios personales
te va a ayudar a estar mejor. Tener apoyo, tener compañía y sentirse querido
es tan importante para el ser humano como comer o respirar. Para lidiar con
esta enfermedad, necesitarás mucha energía, y en ningún caso te conviene
tener focos de estrés provenientes de personas negativas, que te restan fuerzas
en tu día a día.
Segunda Parte
Nutrición para combatir la endometriosis
Ahora que sabes en qué consiste la endometriosis y adónde tienes que acudir
para tratarla, vamos a repasar uno de los aspectos más importantes que
puedes hacer para empezar a cuidarte y ver mejoras en los síntomas de la
endometriosis. Como ya hemos dicho, la nutrición es el primer paso y el más
importante para empezar a estar bien. Sin modificar tus hábitos alimenticios,
es difícil que empieces a notar mejoría; por eso, este capítulo es quizá el más
importante y al que más atención tienes que prestar.
Vamos a ver qué tipo de dieta tienes que seguir, a repasar cada
macronutriente para que sepas cómo tienes que alimentarte exactamente, a
ver qué alimentos son los que más te van a ayudar y, por último, cuáles son
esos alimentos que te producen inflamación y que empeoran los síntomas de
la endometriosis.
Es importante que sepas que, aunque todos estos consejos te van a ayudar,
son pautas generales; cada una de nosotras necesitará indicaciones más
específicas para su caso en concreto. Además, muchas veces será complicado
llevar a cabo algunas de las pautas, ya que implican mucho cambio en
nuestro estilo de vida o no sabemos muy bien cómo implementarlas. Si este
es tu caso, lo mejor es que contactes con una o un nutricionista especializado
en endometriosis para que te pueda ayudar a iniciar el camino de la nutrición
adecuada.
Por otro lado, no es necesario que todo lo que se plantea aquí lo hagas de
un día para otro. Léelo con calma, entiende los conceptos y poco a poco
incorpóralos a tu vida según lo vayas sintiendo. Ten en cuenta que este tipo
de dieta no es para hacer durante una temporada concreta, es una dieta que
tienes que llevar de por vida; por lo tanto, ve adaptándote poco a poco a ella.
Sobre todo, intenta que cambiar la alimentación no sea un foco de estrés más,
sino algo que estás haciendo por tu salud y para ayudarte a sentirte bien.
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Nutrientes

Al hablar de alimentación, hemos de distinguir entre macronutrientes y


micronutrientes. Los macronutrientes son esos grandes grupos que aportan la
mayor parte de la energía metabólica del cuerpo: proteínas, grasas e hidratos
de carbono, como veremos en los próximos apartados.
Los micronutrientes son compuestos que necesitamos para el correcto
desarrollo de nuestra vida. Los utilizamos en pequeñas dosis, pero la falta de
alguno de ellos puede acarrear problemas importantes para la salud. Son las
vitaminas y los minerales.
No es necesario controlar todos los micronutrientes, una dieta variada que
incluya una gran diversidad de alimentos hará que consumamos todos los
micronutrientes que el cuerpo necesita para tener una alimentación
equilibrada, con todos los recursos necesarios para hacer frente a la
endometriosis.
Además, no es adecuado centrarse en un alimento porque tenga este u otro
nutriente en concreto. El objetivo es llevar una dieta variada en la que se
incluyan todos los nutrientes que necesitamos. No comemos nutrientes,
comemos alimentos. Nuestro objetivo es aprender a alimentarnos, no contar a
diario macro y micronutrientes.
LAS PROTEÍNAS

Las proteínas son uno de los tres macronutrientes de nuestra alimentación,


junto con las grasas y los hidratos de carbono. Son moléculas constituidas por
cadenas de aminoácidos y forman parte de los tejidos de nuestro cuerpo.
Además, participan en la mayoría de los procesos biológicos, como, por
ejemplo, el transporte de sustancias a través de la sangre, o los relacionados
con el sistema inmune, las enzimas y las hormonas.
Las proteínas que consumimos pueden ser de origen animal, como las que
provienen de carnes y pescados, huevos, leche y productos lácteos. Estas
proteínas son completas y contienen todos los aminoácidos esenciales.
También pueden ser de origen vegetal, como las que proporcionan
legumbres, cereales y derivados, y frutas, verduras y hortalizas, si bien estas
últimas son pobres en proteínas. Las proteínas vegetales son incompletas,
pues no contienen todos los aminoácidos esenciales.

¿PARA QUÉ SIRVEN?

Las proteínas cumplen multitud de funciones en nuestro organismo. Una de


las más importantes es la de formar parte de las estructuras de nuestro cuerpo.
Casi una quinta parte de nuestra masa corporal está formada por proteínas. El
colágeno es una de las proteínas más importantes, ya que forma parte de
articulaciones y músculos. El movimiento y la contracción de los músculos
también se hace a través de proteínas como la actina y la miosina.
Los aminoácidos de las proteínas forman las enzimas, que son los
biocatalizadores de las reacciones químicas del metabolismo celular. Es
decir, que necesitamos disponer de los suficientes aminoácidos para que las
células endometriales estén sanas y no tengan la oportunidad de convertirse
en células endometriósicas.
También utilizamos las proteínas para fabricar algunas hormonas. Por
ejemplo, las hormonas que regulan la glucosa en la sangre, como la insulina o
el glucagón, son de naturaleza proteica, así como las hormonas que se
fabrican en la hipófisis y regulan funciones tan importantes como el
crecimiento o el metabolismo del calcio. Como veremos más adelante, estas
hormonas también tienen un papel importante en el control de la inflamación
del cuerpo.
Algunas proteínas mantienen el equilibrio homeostático del cuerpo. La
homeostasis es la capacidad de mantenernos en unas condiciones estables —
por ejemplo, en lo que respecta al control del pH, el equilibrio de electrolitos
y minerales, el control de los fluidos corporales, la regulación de la
temperatura o los niveles de azúcar en sangre—. Independientemente de las
condiciones externas, de nuestra dieta o de los cambios que se produzcan en
nuestro cuerpo, este tipo de variables deben permanecer estables para que la
vida pueda continuar. En todos estos procesos se ven implicadas diversas
proteínas que evitarán las reacciones de oxidación de las células
endometriósicas dañinas y mantendrán el equilibrio en nuestro cuerpo.
Otra de estas funciones importantes es la de transportar sustancias a través
de la sangre. Por ejemplo, la hemoglobina que transporta el oxígeno en la
sangre; la mioglobina, que lo hace en los músculos; o las lipoproteínas, que
transportan las grasas. También son transportadores de la sangre al interior de
las células a través de sus membranas, manteniendo las células sanas y bien
alimentadas.
Las proteínas participan en la regulación del sistema inmune, que como ya
sabes es una pieza clave en el control de la endometriosis. Por ejemplo, las
inmunoglobulinas actúan como anticuerpos; la trombina y el fibrinógeno
forman coágulos sanguíneos para evitar hemorragias, y las mucinas protegen
nuestras mucosas.
Como ves, las proteínas son unos macronutrientes con enorme relevancia
en los procesos vitales, por lo que no podemos descuidar su consumo ni la
calidad de estas.
El colágeno

Es la proteína más abundante del cuerpo humano: una cuarta parte de la proteína
corporal es colágeno. Lo encontramos principalmente en huesos, tendones, piel y
cartílago, y se encarga de aportar flexibilidad a los tejidos. Existen muchos tipos de
colágeno diferentes.
Aunque nutricionalmente es una proteína de muy baja calidad, ya que carece de los
aminoácidos más importantes, es muy rico en glicina, un aminoácido que no es
esencial, pero del que nuestro cuerpo suele tener carencias. La glicina participa en los
procesos de inflamación, reduciendo el número de citoquinas y acelerando la
desinflamación. También repara la pared intestinal, ayudando al sistema inmune y
mejorando la salud del sistema digestivo.
Se ha comprobado que la glicina tiene un efecto antioxidante en el cuerpo, lo que
nos ayudará con las lesiones endometriales y los radicales libres que estas producen.
Además, nuestro hígado necesita mucha glicina para sus funciones de detoxificación,
ya que su producción endógena es insuficiente para realizar esa función
correctamente, por lo que aumentar su consumo nos ayudará a detoxificar todos esos
estrógenos y tóxicos que nuestro cuerpo almacena.
Una manera estupenda de consumir colágeno es tomar caldo de huesos. El caldo
de huesos, además de ser un alimento muy agradecido, tiene gran cantidad de
minerales, como calcio y magnesio. Permite reparar la permeabilidad intestinal y
contiene un tipo de fibra, los carbohidratos accesibles a la microbiota (MAC, por sus
siglas en inglés), que es digerible por la microbiota intestinal y que aporta numerosos
beneficios, como aumentar la calidad y la diversidad de nuestra microbiota. 1
Puedes ver cómo preparar un caldo de huesos en el apartado «Recetas clave».

¿POR QUÉ SON IMPORTANTES?

Las proteínas están formadas por aminoácidos. A pesar de que existen


alrededor de doscientas cincuenta mil proteínas diferentes, solo hay veinte
aminoácidos. Con ellos podemos formar las proteínas que el cuerpo va
necesitando en cada momento. De estos veinte aminoácidos, nueve son
esenciales, es decir, nosotros podemos formar cualquier aminoácido excepto
esos nueve, que debemos consumir a través de la alimentación. Son la
histidina, la isoleucina, la leucina, la lisina, la metionina, la fenilalanina, la
treonina, el triptófano y la valina.
Es importante que nos aseguremos de consumir a diario todos los
aminoácidos esenciales que necesitamos, ya que sin ellos no podremos
formar tejidos sanos ni mantener al sistema inmune fuerte para combatir la
endometriosis. No es necesario que se consuman en una misma comida, pero
sí a lo largo del día.
Aunque la mayoría de los alimentos contienen una porción de
aminoácidos, muchos de ellos no son completos y hemos de complementar
estas proteínas con otros alimentos más completos.
Por ejemplo, los alimentos de origen animal contienen todos los
aminoácidos que necesitamos para el cuerpo; por ello, se conocen como
proteínas completas. En cambio, los alimentos de origen vegetal no contienen
todos los aminoácidos, por lo que serían proteínas incompletas. Esto no
quiere decir que sean peores, simplemente tendremos que complementar bien
las proteínas vegetales para obtener todos los aminoácidos.
La calidad de la proteína también es importante. Nos fijaremos en el valor
biológico de la proteína, es decir, en qué porción de la proteína que hemos
absorbido utilizamos. Las proteínas con mayor valor biológico son las del
huevo, la carne y el pescado, y el arroz integral.
Asegurarte de consumir las suficientes proteínas y de que estas sean de la
mejor calidad va a ser una de las herramientas más eficaces para lidiar con la
endometriosis y, en especial, para asegurarte de no estar cansada todo el día.
Uno de los principales síntomas de un consumo deficiente de proteínas es la
falta de energía.

El consumo de animales y las dietas veganas

Actualmente, el movimiento vegano ha cobrado mucha importancia y muchas nos


planteamos adoptar este tipo de vida y alimentación. Si padeces una enfermedad de
carácter inflamatorio, como la endometriosis, te pueden surgir dudas sobre si este tipo
de alimentación es adecuado o no.
La evidencia es clara en cuanto al ser humano: está demostrado que nuestros
antepasados pudieron desarrollarse adecuadamente gracias a que pasaron de ser
estrictamente vegetarianos a consumir una dieta basada casi exclusivamente en carne.
Gracias a ello, se desarrolló nuestro cerebro y se modificó el intestino. Se piensa que al
crecer de una manera tan exagerada, nuestro cuerpo no era capaz de mantener un
cerebro grande y un intestino largo.
La disposición de nuestro intestino es similar a la de un carnívoro estricto. Además,
los antropólogos han determinado que las poblaciones ancestrales se alimentaban
alrededor de un 50 % a base de animales (carne y pescado). Esto nos hace pensar
que son dietas mucho más cercanas a nuestra biología.
Además, hay una serie de nutrientes esenciales que son exclusivamente de origen
animal (y al contrario, no hay ningún nutriente que sea exclusivamente vegetal). Por lo
tanto, si quieres llegar a un estado de salud óptimo, comer carne y pescado va a
ayudarte mucho más que llevar una dieta exclusivamente vegetal.
La endometriosis es una enfermedad que exige llevar una alimentación muy
completa y con mucha densidad nutricional. Colesterol, ácidos grasos omega 3,
vitaminas como la B12, la D3 y la A, hierro hemo, taurina, carnosina o creatina son una
serie de nutrientes que solo vas a encontrar alimentándote de otros animales.
Si por convicción moral deseas llevar una dieta vegetariana o vegana, habrá
muchos nutrientes que vas a tener que suplementar, además de asegurarte de llevar
una alimentación muy equilibrada. Mi consejo es que, si realmente quieres estar bien,
lleves una dieta flexible: los productos de origen animal deberán formar parte de tu
dieta.

¿CUÁNTAS PROTEÍNAS TIENES QUE COMER?

Ahora que ya sabes que hay que consumir proteínas para que tu cuerpo tenga
las herramientas necesarias para combatir la endometriosis, vamos a ver
cómo hacerlo en la práctica. Puedes incluir una cantidad de proteínas de
calidad equivalente a entre el 50 y el 25 % de tu plato de comida. De esta
manera te estás asegurando que una parte importante de tu dieta está
compuesta por proteínas. Otra manera práctica de medir la cantidad de
proteínas que ingieres en cada comida es poner una cantidad equivalente a la
palma de la mano o algo más.
Es importante que las proteínas se distribuyan bien a lo largo del día. Es
decir, que no consumas proteínas en una sola comida, sino en todas. Intenta
que cada comida que hagas contenga una parte proteica: la cantidad de
proteínas que debes consumir al día es bastante elevada, por eso distribuirla
en tres o más comidas al día va a ser más eficiente.
Las proteínas son un alimento muy saciante, hacen que no nos entre
hambre enseguida. Por lo tanto, incluirlas en cada comida es muy adecuado
para no estar picando continuamente. También serán tus aliadas si estás
intentando perder peso, ya que te ayudarán a llevar una dieta más equilibrada
sin sentir hambre constantemente. Recuerda que el exceso de peso también
hace que el cuerpo genere más estrógenos y empeore la endometriosis.
No tengas miedo a comer «demasiadas» proteínas, es bastante difícil
pasarse cuando te basas en alimentos de origen natural. Como ya hemos
comentado, las proteínas son muy saciantes, por lo que tu cuerpo no va a
aceptar un exceso y te vas a sentir saciada antes. El cuerpo va a utilizar los
aminoácidos que necesite para sus reacciones metabólicas, aprovechará otra
parte como fuente de energía y expulsará con la orina el exceso de
aminoácidos. Solo debes preocuparte si tienes un problema de riñón y te han
pautado expresamente un consumo proteico bajo. El resto de las personas
podemos consumir proteínas sin ningún miedo.

FUENTES DE PROTEÍNAS: ¿CUÁLES SON MEJORES SI TIENES ENDOMETRIOSIS?

Vamos a repasar una a una las fuentes proteicas que están más indicadas si
tienes endometriosis; así podrás elegir las que más te convengan. Como vas a
descubrir, lo más importante a la hora de decantarse por unas proteínas u
otras va a ser el origen de estas, la alimentación y vida que hayan llevado los
animales de las que proceden.

Carne
El consumo de carne suele ser un tema controvertido cuando hablamos de
endometriosis. Está muy extendida la creencia de que la carne roja empeora
esta enfermedad. Antes de hablar sobre los tipos de carne más convenientes
en caso de endometriosis, vamos a hacer una breve apreciación.
La única carne recomendable cuando tienes endometriosis es aquella de
animales que han sido criados en libertad y alimentados con pastos
ecológicos. Partiendo de esta base, queda descartado cualquier animal criado
en granjas de ganadería intensiva. Estos animales no han podido moverse, no
han visto la luz del sol y su alimentación está basada en cereales y piensos
compuestos que se aleja mucho de la dieta que deberían llevar de manera
natural.
Los animales criados en la ganadería intensiva tienen carnes de menor
valor nutricional, bajas en antioxidantes y que resultan proinflamatorias
cuando las consumimos, ya que son ricas en omega 6 y no en omega 3. En
cambio, las carnes de animales criados en libertad y con pasto son de mejor
calidad, contienen mayor cantidad de vitaminas, y minerales como hierro y
zinc; también son más ricas en antioxidantes y sustancias anticancerígenas, y
tienen menos cantidad de omega 6 y más de omega 3.
Actualmente hay muchos proyectos en marcha de ganaderos que crían a
sus animales de una manera diferente, respetándolos y llevando a cabo una
ganadería regenerativa. Los animales que viven en libertad abonan la tierra,
limpian de maleza y esparcen las semillas por todo el territorio,
contribuyendo a la biodiversidad. Este tipo de ganadería es respetuosa con el
entorno y con los animales. Puedes encontrar buena parte de estos proyectos
en internet, y muchos de ellos sirven carne a domicilio. También puedes
preguntar por este tipo de proyectos en tu zona y apoyarlos para que puedan
seguir realizando su labor.
Respecto al tipo de carne que debes consumir, puede ser tanto blanca
como roja. Las carnes blancas son las de pollo, pavo y conejo. El cerdo se
puede considerar roja o blanca, depende de su cría o de la zona del corte; no
te preocupes por su clasificación, puedes incluirla en tu alimentación
igualmente.
La mayoría de las publicaciones sobre alimentación y endometriosis
consideran la carne roja dañina para la enfermedad. La razón es que algunos
estudios la vinculan directamente con el riesgo de sufrir endometriosis,
señalando que un consumo muy elevado de carne roja puede promover la
enfermedad, si bien también aseguran que un consumo bajo, una o dos veces
a la semana, no entraña ningún tipo de riesgo.
El consumo de carne roja tiene múltiples beneficios, ya que es una fuente
excelente de proteínas de alto valor biológico y contiene todos los
aminoácidos esenciales; además, es muy rica en hierro hemo, un tipo de
hierro que se absorbe mucho mejor y que es muy interesante cuando tienes
grandes pérdidas de sangre por menstruaciones abundantes. La carne roja es
rica en vitaminas del grupo B, especialmente la B12, difícil de encontrar en
alimentos de origen no animal.
Una de las preocupaciones cuando consumimos carne es el tema de las
hormonas. Desde hace años está prohibido hormonar a los animales de
consumo en la Unión Europea. Las hormonas solo se utilizan bajo estricto
control veterinario y con fines terapéuticos; además, el animal es controlado
antes de ser sacrificado. Las carnes y otros productos alimenticios están
sujetos a fuertes controles de calidad. En un estudio que se hizo en la Unión
Europea solo se encontraron hormonas en menos del 0,5 % de las muestras:
podemos estar tranquilas, ya que los animales que consumimos no están
hormonados de ninguna manera. De todas formas, si consumes animales
ecológicos, evitarás este tipo de problemas.
La carne sí puede contener hormonas del propio animal, en concreto 17-
beta-estradiol y sus metabolitos. Estos estrógenos se concentran en la grasa
del animal y es mucho mayor en animales adultos. Por lo tanto, te
recomiendo eliminar la grasa de las carnes que consumes y que elijas
animales más jóvenes, en vez de adultos, para asegurarte de que su contenido
en estrógenos es muy bajo.
La carne es rica en un compuesto llamado carnosina, que encontramos en
grandes cantidades en la proteína animal. La carnosina es un potente
antioxidante que, junto con las vitaminas E, C, el zinc y el selenio, protege
las membranas celulares; previene el estrés oxidativo que generan los
radicales libres que pueden generar, por ejemplo, los quistes de
endometriosis, y alargan la vida de las células del tejido conectivo. Además,
es un neuroprotector, ya que tiene un efecto que neutraliza la glicación —la
reacción entre la glucosa y los tejidos—, lo que hace que estas pierdan
funcionalidad y aumente el riesgo de muchas enfermedades degenerativas.

Pescados y mariscos
El pescado y los mariscos son una fuente de proteínas de muy alto valor
biológico y buena asimilación, muy similares a la carne en valores
nutricionales. Tienen gran cantidad de minerales, como el zinc, el yodo y el
selenio, difíciles de encontrar en los productos provenientes de animales. Los
pescados más grasos, como la sardina o la caballa, también son una fuente de
vitaminas A y D.
La característica más importante de los pescados, especialmente de los
azules, es que son la mayor fuente de EPA y DHA que encontramos en la
naturaleza. Son los ácidos grasos omega 3 que, entre otras cosas, intervienen
en los procesos de inflamación del cuerpo, por lo tanto, cobran especial
relevancia cuando hablamos de endometriosis.
En la siguiente tabla tienes una clasificación de los diferentes tipos de
pescados y mariscos:

Pescados Bonito, boquerón, anchoa, caballa o verdel, jurel


azules o chicharro, salmonete, sardina, salmón y trucha.
Pescados Bacaladilla, bacalao, besugo, cabracho, congrio, halibut, gallo, lenguado, merluza, mero,
blancos palometa, rape, anguila, carpa, lamprea, perca, dorada, lubina y rodaballo.
Mariscos Gamba, bogavante, langosta, langostino, buey de mar, percebe, camarón, cigala, centollo,
nécora, berberecho, vieira, ostra, almeja, mejillón, pulpo, sepia y calamar.

A la hora de elegir el pescado, tienes que consumir con más frecuencia el


azul para asegurarte la cantidad de omega 3 que necesitas, pero el resto de los
pescados y mariscos también son importantes.
Evita aquellos pescados que hayan sido criados en cautividad, es decir, en
piscifactorías. Estos animales no han podido moverse de su sitio, se han
alimentado a base de piensos compuestos y han llevado una vida de
cautiverio, con el consecuente estrés y malformaciones que conlleva, al
contrario que un pez que ha nacido en libertad, que ha podido migrar, cazar,
alimentarse de manera natural y vivir con el resto de sus compañeros de
especie. Esto hace que las carnes de los pescados capturados en el mar sean
de muchísima más calidad que los de piscifactoría; además, las grasas de los
pescados de piscifactoría contienen un mayor porcentaje de omega 6 y, por lo
tanto, son de carácter inflamatorio.
Para saber si un pescado es de piscifactoría o no, lo mejor es consultar su
etiquetado. Por ley, las pescaderías están obligadas a indicar de dónde
proviene el pescado que venden, así que puedes mirar las etiquetas de las
cajas o preguntar a tu pescadero. Otro indicio de que el pescado es salvaje
suele ser su precio, aunque no sea del todo determinante. Un pescado salvaje
duplicará o triplicará el precio de su homónimo de piscifactoría, o sea, que si
te dicen que un pescado es salvaje, pero tiene un precio muy bajo, desconfía.
El salmón es uno de los pescados que más apreciamos, pero, cuidado, ya
que es difícil encontrar salmón salvaje en España. Normalmente se
comercializa ultracongelado y su precio suele ser más alto que el habitual. El
salmón salvaje es un pescado azul que tiene muchas propiedades, pero no es
absolutamente necesario que se consuma. Si no puedes comprar salmón
salvaje, es mejor que reduzcas el consumo de este pescado, ya que el de
piscifactoría ha rebajado su contenido en omega 3 a la mitad en los últimos
cinco años, suele estar coloreado, posee un exceso de grasas saturadas y
contiene un exceso de disruptores endocrinos.
Otro problema añadido es que el mar está altamente contaminado por
metales pesados y otros compuestos químicos derivados de la producción
industrial. Los microplásticos son otro de los problemas que atañen al
consumo de pescado. Se encuentran en prácticamente todos los mares,
aunque parece que en la zona del Cantábrico y del Atlántico hay una menor
presencia de estos.
El mercurio es el metal pesado más problemático que se encuentra en el
pescado. El cuerpo solo puede «limpiar» el mercurio que consumimos en
pequeñas cantidades y el resto se acumula en el organismo. Cuando la
acumulación de mercurio es muy elevada, se producen daños en múltiples
órganos, especialmente en el cerebro, ya que atraviesa la barrera
hematoencefálica. También atraviesa la placenta, por lo que es especialmente
dañino cuando se consume en el embarazo.
Por el momento, lo único que podemos hacer es no consumir o consumir
en pequeñas cantidades pescados que sabemos que contienen más mercurio
que los demás. Estos son, habitualmente, pescados de gran tamaño, que se
alimentan de otros pequeños y asimilan el mercurio que estos tenían en su
cuerpo, así que a lo largo de su vida, estos animales almacenan grandes
cantidades de este metal. Consume solo de manera muy ocasional peces
como el atún, el emperador, el pez espada, el tiburón, la panga, el mero...

Huevo
Es uno de los alimentos más completos que existen. El huevo tiene una
calidad proteica óptima, con las proteínas de mejor asimilación. Su perfil de
aminoácidos es muy completo y con muy alto valor biológico; es decir, que
vamos a poder aprovechar al máximo las proteínas que consumimos del
huevo. Además, tiene una cantidad de vitaminas y minerales que difícilmente
hallamos en otros alimentos. Por eso, el huevo —como el hígado— es uno de
los alimentos multivitamínicos por excelencia que nos ofrece la naturaleza.
Consumiéndolo, te aseguras buena parte de las proteínas y los
micronutrientes que tu cuerpo necesita para hacer frente a la endometriosis.
Durante mucho tiempo se ha tenido miedo al huevo por su alto contenido
en grasa saturada y colesterol. Esta creencia ha sido totalmente desmontada
gracias a los numerosos estudios que demuestran que el consumo de huevo
no influye en la enfermedad cardiovascular, más bien al contrario: es un gran
protector frente a este tipo de dolencias. 1
El colesterol es una grasa totalmente necesaria para nuestro organismo,
forma parte de las paredes celulares y es la materia prima de muchas
hormonas, como los estrógenos, la testosterona y la progesterona —recuerda
que esta última es una hormona que las mujeres con endometriosis
necesitamos en especial, ya que nos va a permitir equilibrar el exceso de
estrógeno y evitar que los quistes endometriósicos sigan creciendo—.
También es necesario para la formación de vitamina D, para la digestión de
las grasas y forma parte de casi la mitad del sistema nervioso y de nuestro
cerebro. Podríamos afirmar que si no tuviéramos colesterol, no habría vida.
De hecho, es tan importante que si no lo consumimos, nuestro cuerpo lo
fabrica.
La mayor parte del colesterol que circula por nuestra sangre lo fabricamos
nosotros; solo una pequeña parte lo adquirimos a través de la dieta. Es más,
en la mayoría de los casos el colesterol dietético no altera el colesterol
sanguíneo.
Además de en una variedad enorme de vitaminas —como la A, la B2, la
B5, la B12, la K y la E—, el huevo es rico en minerales como el yodo, el
zinc, el hierro, el potasio, el selenio y el fósforo. Por otro lado, el huevo
contiene colina —en concreto, fosfatidilcolina y acetilcolina—, que es
imprescindible para mantener nuestro cerebro y las funciones cognitivas en
buen estado. También es importante para nuestra salud hepática, mejora la
función muscular, aporta energía y ayuda a la depuración de tóxicos y
productos químicos. Comiendo dos huevos al día, cubriríamos a los
requerimientos de colina que necesitamos.
El huevo contiene en su yema carotenoides, en concreto unas xantofilas
que se llaman luteína y zeaxantina. Son precursores de la vitamina A, ya que,
al ser liposolubles, se absorben mucho mejor cuando se consumen a través
del huevo y no de un alimento vegetal. Protegen el corazón, el cerebro, los
pulmones, los riñones..., mejoran la fertilidad y son unos antioxidantes de
carácter cardioprotector.
Consume huevos de gallinas que se hayan criado en libertad y que hayan
recibido luz natural, mejor si son ecológicos y camperos. Si vas a comprarlos
en un supermercado, busca que tengan el número 0 (producción ecológica) o
1 (gallinas camperas) en su etiqueta.

Legumbres
En este grupo se incluyen alimentos tan populares como las lentejas, los
garbanzos, las alubias o habas secas, los guisantes, los altramuces, la soja, el
cacahuete, o la algarroba. Las legumbres son las semillas de las leguminosas
y, aunque nutricionalmente son muy interesantes, hay aspectos que te
perjudican cuando tienes una enfermedad inflamatoria como la
endometriosis. Para protegerse, las semillas de las plantas utilizan diferentes
sustancias químicas: son los llamados antinutrientes, unas sustancias tóxicas
que las defienden de insectos y hongos.
Los antinutrientes pueden afectar al ser humano, especialmente cuando
padece una enfermedad autoinmune o inflamatoria. La sustancia más
preocupante es la lectina, una proteína presente en muchos alimentos,
especialmente en las legumbres, que son capaces de resistir el proceso
digestivo y las altas temperaturas. Las lectinas reducen la absorción de
minerales como el hierro, el calcio, el zinc o el fósforo. Además, se adhieren
a las células del epitelio intestinal y reducen la absorción de muchos
nutrientes. De hecho, permanecen adheridas durante bastante tiempo, lo que
va a resultar muy problemático en enfermedades inflamatorias y
autoinmunes. Las lectinas inhiben la reparación de la membrana plasmática,
por lo que son tóxicas para células que se encuentran dañadas.
Las lectinas son especialmente dañinas cuando no se ha hecho una buena
cocción. Por ejemplo, las harinas de legumbres, que ahora están muy de
moda, son la peor forma de consumir este alimento. Se han dado casos de
intoxicaciones severas por consumo de harinas de legumbres sin cocinar.
La mala tolerancia intestinal a las legumbres puede ser signo de
sensibilidad a las lectinas. Produce más inflamación y problemas
gastrointestinales importantes.
Por otro lado, las legumbres contienen fitatos, otro químico que impide la
absorción de los minerales. Los fitatos también interfieren con la pepsina, una
enzima implicada en la descomposición de las proteínas, empeorando
nuestras digestiones. A pesar de que las legumbres tienen una gran cantidad
de minerales, la presencia de fitatos va a hacer que apenas podamos
absorberlos.
Además de en estos antinutrientes, las legumbres son ricas en fibras
altamente fermentables. Como sabes, la endometriosis provoca muchos
problemas intestinales, como inflamación y poca tolerancia a muchos
nutrientes. Las fibras fermentables de las legumbres pueden empeorar todos
estos síntomas. Si tienes muchos gases, hinchazón intestinal y otros
problemas digestivos, es conveniente que no consumas legumbres en exceso,
e incluso que las elimines de tu alimentación.
Otra cosa que hay que tener en cuenta es que las legumbres son proteínas
de bajo valor biológico; es decir, su asimilación no es tan óptima como con
los productos de origen animal. Además, no contienen todos los aminoácidos
esenciales que necesitamos en nuestra dieta.
Si el consumo de legumbres no te genera ningún problema intestinal ni
ningún otro síntoma, te aconsejo que dejes en remojo las legumbres durante
bastante tiempo, un mínimo de veinticuatro horas, cambiando el agua varias
veces. Si el agua está templada y añades un poco de sal, mucho mejor, ya que
eliminarás antes estos antinutrientes. También es conveniente que cuezas las
legumbres a altas temperaturas durante bastante tiempo. El calor va a hacer
que se degraden algunos de los fitatos y lectinas. Aun siguiendo estas
recomendaciones, no te aconsejo que las legumbres formen parte de tu dieta
habitual, sino que hagas un consumo ocasional.

Frutos secos y semillas


Son una excelente fuente de proteínas y grasas saludables, pero al igual que
las legumbres y los cereales, los frutos secos y las semillas contienen
antinutrientes. 2 Lo bueno es que son de carácter menos inflamatorio que los
de las legumbres, por lo que puedes consumir frutos secos y semillas, aunque
no debes hacerlo en exceso si quieres mejorar los síntomas de la
endometriosis, ya que, además de los antinutrientes, poseen más cantidad de
omega 6 que de omega 3, y un consumo habitual empeoraría la inflamación.
Además, algunos contienen micotoxinas, unas sustancias tóxicas
producidas por los hongos que pueden afectar a nuestra salud por su carácter
neurotóxico e inflamatorio, y que pueden dañar el sistema inmune. Los frutos
secos con más micotoxinas son las nueces, los cacahuetes y los pistachos.
Puedes reducir la cantidad de antinutrientes remojando los frutos secos
antes de consumirlos. Por ejemplo, puedes dejarlos la noche anterior en agua
y escurrirlos antes de comértelos. De esta manera, la semilla piensa que va a
empezar a germinar y libera todos sus químicos. Es una forma de «engañar»
a la planta.
Independientemente de sus efectos negativos, los frutos secos tienen
muchas propiedades, ya que aparte de su elevada cantidad de proteínas y
grasas, tienen bastantes minerales y vitaminas. Así, por ejemplo, las pipas de
calabaza y los pistachos son ricos en magnesio, hierro y fósforo. Los
anacardos son ricos en vitamina K, y las nueces de Brasil contienen gran
cantidad de selenio y calcio.
Los frutos secos más recomendables si tienes endometriosis, por su mejor
ratio entre omega 6 y omega 3 y sus propiedades nutricionales, son las
almendras, las nueces de macadamia y las avellanas.
Puedes consumir frutos secos, ya que son un buen alimento con muchos
nutrientes, pero —como hemos comentado— intenta no hacerlo en exceso y
busca aquellos más recomendables. Un consumo excesivo de frutos secos y
semillas puede alterar la ratio entre omega 6 y omega 3, aumentando la
inflamación de tu cuerpo, así que utilízalos solo como snacks ocasionales a lo
largo del día o para acompañar algunas comidas. Si tienes endometriosis, más
de treinta gramos al día puede ser un consumo excesivo de frutos secos y
semillas. Es importante que lo tengas en cuenta a la hora de elaborar recetas
caseras, ya que muchas de ellas sustituyen harinas de cereal por harina de
frutos secos, y aunque no es mala elección, puedes acabar haciendo un
consumo excesivo de estos.
Un fruto seco que te desaconsejo son los cacahuetes, ya sea enteros o en
crema de cacahuetes, ya que tienen un alto porcentaje de omega 6 que te
puede afectar de manera negativa por su efecto inflamatorio en el intestino.

LAS GRASAS

La grasa es un macronutriente esencial para muchas de nuestras funciones


corporales, como la creación de hormonas o la obtención de vitaminas
liposolubles. Durante años, las grasas han sido culpadas de la mayoría de las
enfermedades de la sociedad moderna, pero actualmente se sabe que no es
así, y que son parte esencial de nuestra dieta, como el resto de los
macronutrientes. No podemos no comer grasas, nuestro cuerpo las necesita,
así que evitarlas es un error. Lo que debemos hacer es fijarnos en la calidad y
el origen de las grasas que consumimos, no en la cantidad.
Las grasas son un macronutriente esencialmente energético; nuestro
cuerpo las utiliza para conseguir energía. Son más eficientes que los hidratos
de carbono, ya que cada molécula de grasa tiene nueve kilocalorías, al
contrario que los carbohidratos, que solo tienen cuatro kilocalorías. Se
almacenan de forma óptima en depósitos para que el cuerpo pueda utilizarlas
en cualquier momento en que las necesite. Esto también juega en tu contra,
ya que si consumes demasiadas grasas o hidratos de carbono y no los
quemas, el exceso acumulado te traerá problemas de salud muy importantes.
Hay muchos tipos de grasas que se clasifican de diferentes maneras. Por
ejemplo, las grasas saturadas son aquellas que se mantienen sólidas a
temperatura ambiente; las solemos encontrar en los productos de origen
animal, pero también en algunos vegetales, y son muy estables a altas
temperaturas. Las grasas insaturadas son líquidas a temperatura ambiente,
suelen estar en semillas y animales de sangre fría, como los peces, son poco
estables a altas temperaturas y tienden a oxidarse con facilidad. Ambos tipos
de grasas son necesarias en nuestra alimentación, no son malas de por sí, solo
habrá que fijarse en cuál es su origen. No consumimos grasas saturadas o
insaturadas, consumimos alimentos.
Además, tenemos los ácidos grasos esenciales omega 3 y omega 6, los
cuales debemos ingerir a través de la alimentación, ya que nuestro cuerpo no
puede sintetizarlos. Estos ácidos grasos forman parte de las paredes celulares.
El DHA, un tipo de omega 3, es esencial para nuestro cerebro y para una
buena función neuronal, así como para la correcta función de nuestros ojos.
Los omega 3 y los omega 6 desempeñan un papel importantísimo en los
procesos de inflamación de nuestro cuerpo, y serán una pieza clave en el
tratamiento de la endometriosis.
Varios estudios apuntan a que los tóxicos contenidos en las grasas
animales afectan mucho a las mujeres con endometriosis, empeorando la
enfermedad. El problema es que necesitamos la grasa en nuestra dieta: como
hemos comentado antes, no podemos prescindir de ella. Así que lo
importante es asegurarnos de que las grasas que consumimos son de
excelente calidad y de un origen de confianza.
Si no puedes asegurarte alimentos de origen animal de calidad, lo mejor es
que consumas carnes magras y elimines cualquier parte grasa, incluida la
piel, que pueda contener el corte.
En la grasa de los animales, incluso en la de los humanos, se acumulan
productos tóxicos que nuestro cuerpo no puede limpiar. Son sustancias que se
encuentran en el lugar donde han vivido y en la comida que han ingerido,
como las dioxinas (compuestos químicos que se producen a partir de
procesos de combustión que implican el cloro), los pesticidas, los
fertilizantes, etcétera. Por esta razón, busca siempre carne de animales que
hayan vivido en libertad y que hayan llevado una alimentación ecológica o de
pasto.

El colesterol

Es una de las grasas más importantes en nuestro cuerpo, pero, por desgracia,
actualmente está demonizado, ya que durante años se ha relacionado de forma directa
con las enfermedades coronarias. La realidad es mucho más compleja, ya que la
enfermedad coronaria no depende de un solo factor, sino de la suma de muchos.
El colesterol es necesario para numerosas funciones en nuestro cuerpo. Una que
nos interesa especialmente es que es el precursor de las hormonas sexuales. Los
estrógenos y la progesterona se forman a partir del colesterol, así que si queremos
tener una buena salud hormonal, tendremos que cuidar el consumo de esta grasa.
También es responsable de la producción de hormonas tan importantes como el
cortisol o la aldosterona.
Asimismo, es imprescindible para sintetizar los rayos del sol en la piel y
transformarlos en vitamina D. Esta vitamina nos ayudará a mantener nuestro sistema
inmune fuerte para evitar el avance de la endometriosis, además de cuidar de nuestra
salud ósea.
El colesterol participa en la formación de los ácidos biliares, sin los cuales no
podríamos digerir las grasas ni sintetizar las vitaminas liposolubles necesarias para
mantener la salud intestinal.
El colesterol se encuentra solo en alimentos de origen animal, como los huevos, la
carne, las vísceras o el pescado. No tengas miedo a consumirlo, ya que es un gran
aliado para tu salud hormonal y la endometriosis.

FUENTES Y TIPOS DE GRASAS:


¿CUÁLES SON LOS MEJORES SI TIENES ENDOMETRIOSIS?

Como dijimos al principio de este capítulo, vamos a buscar grasas de buena


calidad y de un origen de confianza. Se trata de comer alimentos saludables
ricos en grasa. La grasa es uno de los alimentos más saciantes, así que una
comida rica en grasas, proteínas y fibra te saciará mucho más que una comida
rica en hidratos de carbono.
Vamos a repasar una a una las mejores grasas que puedes incluir en tu
dieta para mejorar los síntomas de tu endometriosis.
Aceite de oliva virgen extra
Es una de las grasas de mayor calidad de las que disponemos, no solo por sus
cualidades nutritivas, sino también por su resistencia a las altas temperaturas
y a la oxidación. Esto lo convierte en la mejor opción tanto para usar en frío
como para cocinar.
Elige siempre aceite de oliva virgen extra, mejor si es de primera presión
en frío y ecológico. Elige el que venga envasado en botella de cristal y
protégelo de la luz cuando llegues a casa; por ejemplo, puedes usar una
aceitera de acero inoxidable o de cristal opaco.

Consejo

Añade una rama de romero o romero en polvo a la aceitera, esto hará que mejore
su estabilidad oxidativa y, por lo tanto, que no se enrancie.

Las grasas calentadas se asocian con diferentes daños en nuestra salud, por
ejemplo: formación de compuestos cancerígenos, aumento del riesgo
cardiovascular, daño intestinal y hepático, resistencia a la insulina e
inflamación. Cuanto menos aceite utilices para cocinar, mejor: evita por
completo los fritos y utiliza aceites que sean estables a altas temperaturas,
como el aceite de oliva virgen extra o el de coco virgen.

Aceite de coco virgen


Está compuesto por un alto porcentaje de grasas saturadas. Recuerda que las
grasas saturadas no son malas en sí; los que son malos son los aceites de mala
calidad. El aceite de coco virgen o de primera presión es una grasa saludable
que se obtiene por el prensado de esta fruta. Su principal característica es que
es la grasa más estable a altas temperaturas, así que es una buena opción para
cocinar.
Además, el aceite de coco es rico en ácido láurico, un tipo de grasa que
favorece nuestro sistema inmune, ya que combate hongos, virus y bacterias.
Por otro lado, el consumo de aceite de coco promueve la pérdida de grasa al
acelerar el metabolismo.

Aguacate
Es la fruta de moda. Se puede utilizar en infinidad de recetas y queda bien
con todo. Su característica principal es que es rico en ácido oleico omega 9,
que, aunque no es un ácido graso esencial, es importante incluirlo en nuestra
alimentación, y no tiene carbohidratos, lo que lo convierte en la fruta ideal.
También es rico en vitaminas del grupo B y vitaminas liposolubles, como
la E y la K, y tiene magnesio y potasio.

Frutos secos y semillas


Los frutos secos son un alimento muy completo. Como ya vimos, tienen una
cantidad importante de proteínas y grasas de buena calidad. Entre el 50 y el
60 % de los frutos secos son grasas insaturadas. Esto hace que sean una
buena fuente de vitamina E y ácidos grasos omega 6 y omega 3.
Recuerda que debes vigilar su consumo, ya que contienen más omega 6
que omega 3, lo que favorece la inflamación. Utilízalos para complementar
tus ensaladas o tomar un puñadito en el desayuno o a media mañana.

Huevo
La grasa del huevo se encuentra en la yema. Además, como el aceite de oliva,
el huevo tiene más grasas monoinsaturadas que saturadas. Tiene una de las
mejores composiciones de grasa del mundo animal. Por esta razón, te animo
a que consumas el huevo entero, no deseches la yema.
Sobre su aporte en vitaminas y propiedades, revisa el apartado «Huevo»
del capítulo 7.

Pescado azul
Es otro alimento rico en proteínas y grasas saludables. Como ves, no
hablamos de nutrientes, hablamos de alimentos, ya que el pescado no es todo
grasa.

Consejo

Un truco para distinguir el pescado azul del blanco: el azul suele tener la cola en
forma de «V», mientras que el blanco la tienen en forma de abanico.

Los pescados se clasifican dependiendo de su contenido en grasa:

Pescados blancos: tienen menos de un 2,5 % de grasa.


Pescados semigrasos: entre un 2,4 y un 6 %.
Pescados azules: tienen más de un 6 % de grasa.

Algunos pescados pueden variar su composición grasa a lo largo del año,


en función de su momento de cría o del lugar donde han sido capturados.
El pescado y el marisco suelen tener más porcentaje de grasas
poliinsaturadas que saturadas. Es en estas grasas poliinsaturadas donde
encontramos el ansiado omega 3. Para asegurarnos el beneficio
antiinflamatorio del omega 3, es aconsejable consumir catorce gramos de
EPA + DHA a la semana; por ejemplo, puedes consumir cada tres o cuatro
días pescados pequeños como el jurel, la sardina, el boquerón, la anchoa o la
caballa. Evita pescados grandes como el atún o el emperador.

LOS HIDRATOS DE CARBONO

Son moléculas compuestas por carbono, hidrógeno y oxígeno. Se llaman


glúcidos, carbohidratos o hidratos de carbono.
Existen muchos tipos de hidratos de carbono, desde moléculas muy
simples a otras más complejas. Los más simples son los monosacáridos,
como la glucosa, la fructosa y la galactosa. Son los compuestos en los que
acaban divididos todos los hidratos de carbono que ingerimos después del
proceso de digestión. Así que, venga de donde venga el alimento rico en
carbohidratos, se acabará transformando en un monosacárido, normalmente
en glucosa. Es importante que recuerdes este dato, ya que no solo el consumo
de azúcar sube la glucosa de nuestro cuerpo, sino de cualquier hidrato de
carbono.
Los hidratos de carbono complejos son los polisacáridos, como el
almidón, el glucógeno y la fibra.

El almidón es la reserva energética de los vegetales, lo encontramos en


todos los vegetales, pero en mayor cantidad en cereales, legumbres y
tubérculos.
El glucógeno se halla en los productos de origen animal en cantidades
muy pequeñas.
La fibra es un tipo de carbohidrato que no podemos digerir. Algunos
tipos de fibra serán el alimento de nuestra microbiota.

Debemos tener en cuenta si los hidratos de carbono son o no fáciles de


digerir. Cuanto más simples sean, más rápido y sencillo será el proceso de
digestión y antes llegará la glucosa a la sangre. Por ejemplo, el azúcar, el pan
blanco o la miel se digieren de una manera rápida. Sin embargo, todos
aquellos alimentos que contengan fibra y grasa harán que la digestión de los
hidratos de carbono sea más lenta y progresiva.
Esto también es importante: si entra mucha glucosa de golpe en el torrente
sanguíneo, el cuerpo tendrá que librarse de ella rápidamente, ya que un nivel
alto es muy peligroso (la glucosa, en altas concentraciones, resulta tóxica
para el cuerpo). El páncreas producirá insulina para obligar a todas las células
del cuerpo a consumir glucosa y así poder sacarla de la circulación sanguínea.
Además, se irán rellenando todas las reservas de glucógenos que tenemos en
los músculos y en el hígado. Cuando ya estén las reservas llenas y nuestras
células no puedan seguir consumiendo glucosa, esta irá al hígado, donde se
transformará en grasa y será almacenada en nuestras células grasas.
Cuando consumimos hidratos de carbono de asimilación más lenta, es
decir, que no sean refinados y que contengan grasa y fibra, la glucosa se va
asimilando progresivamente, dando tiempo a las células del cuerpo para que
la utilicen como combustible. De este modo, habrá menor liberación de
insulina y menor acumulación de grasa corporal.

PARA QUÉ SIRVEN

Los hidratos de carbono tienen únicamente una función energética: sirven


para aportar energía a nuestras células. La mayoría de las células de nuestro
cuerpo pueden funcionar indistintamente con grasas o con glucosa;
dependiendo del momento o de la actividad que realicemos, utilizaremos una
fuente de energía u otra.

EFECTO WARBURG

Como ya vimos en el primer capítulo, el efecto Warburg está presente en las


células de la endometriosis, que se ven obligadas a consumir grandes
cantidades de glucosa por una alteración en sus mitocondrias. Además, las
células inmunitarias que acompañan la enfermedad también son dependientes
de la glucosa, por formar parte del entorno inflamatorio que caracteriza a la
endometriosis. 3
Esto ya te da una pista sobre la estrategia dietética que puedes seguir en
endometriosis, basada en una reducción drástica del consumo de hidratos de
carbono. Recuerda que cualquier tipo de hidrato de carbono, ya sea azúcar,
arroz, pan o quinoa, pasará a ser glucosa en la sangre y sobrealimentará los
quistes de endometriosis. ¿Cómo evitarlo? Realmente no se puede, ya vimos
que nuestro cuerpo es capaz de generar su propia glucosa a través de los
procesos de gluconeogénesis, pero sí que podemos hacer que no esté tan
disponible limitando su consumo. Cuanto menos sustrato tengan, menos
capacidad de proliferar, y viceversa.
El sustrato energético que damos a las células condiciona su actividad, por
lo tanto, vamos a promover que nuestro cuerpo funcione con grasas en vez de
con glucosa.

La dieta cetogénica

¿Alguna vez has oído que la dieta cetogénica está recomendada para la
endometriosis?
Esta afirmación se basa en lo que te acabo de contar: si eliminamos todos los
hidratos de carbono de nuestra dieta, tanto las células dependientes de la glucosa
como las de la endometriosis no tendrán un sustrato para alimentarse.
La dieta cetogénica es aquella en la que eliminamos todos los hidratos de carbono
de nuestra alimentación. Es decir, no se puede consumir ningún tipo de legumbre,
cereal o tubérculo, y se eliminan las frutas y verduras con más carbohidratos.
El objetivo de esta dieta es que nuestro cuerpo entre en un estado de cetosis. Esto
es, cuando no queda ninguna reserva de glucosa, nuestro hígado produce cuerpos
cetónicos a partir de las reservas de grasa. Estos cuerpos cetónicos pueden alimentar
a los órganos dependientes de glucosa, como el cerebro o el corazón.
Esto se consigue consumiendo un máximo de alrededor treinta gramos diarios de
hidratos de carbono, una cantidad moderada de proteínas y obteniendo la mayor
cantidad de calorías a través de alimentos grasos de calidad.
Las dietas cetogénicas bien planteadas son saludables, pero en la mayoría de los
casos son complicadas de seguir a largo plazo, ya que las restricciones que suponen
son bastante severas.
Antes de decidirte a hacer un tipo de dieta como esta, déjate asesorar por un
profesional de la nutrición.

¿QUÉ HIDRATOS DE CARBONO SON MEJORES SI TIENES ENDOMETRIOSIS?

En el caso de que quieras consumir una pequeña cantidad de hidratos de


carbono, veamos cuáles deberías elegir con preferencia.

Cereales
Constituyen un grupo muy amplio de alimentos. Para elegir cuáles consumir,
debes tener en cuenta dos cosas:

Contienen antinutrientes como el ácido fítico, las saponinas, los


inhibidores enzimáticos y las lectinas.
Algunos presentan ciertas proteínas que causan reacciones en personas
sensibles.

Por otro lado, los cereales tienen muy baja densidad nutricional, e incluir
grandes cantidades de este alimento en tu dieta no te va a aportar
prácticamente nada. Recuerda que cada vez que comes es una ventana de
oportunidad para llenar tu cuerpo de vitaminas, minerales, proteínas y ácidos
grasos esenciales.
Como veremos más adelante, los cereales que contienen gluten, como el
trigo, el centeno y la cebada, no son recomendables en mujeres con
endometriosis, especialmente el trigo, por la presencia de inhibidores
enzimáticos, que son unas sustancias que impiden que puedas digerirlos
correctamente.
Otros cereales, como la avena o el maíz, contienen ciertas proteínas que
provocan reacciones de inflamación similares al gluten en personas con
sensibilidad.
Sin embargo, el arroz, el mijo o el sorgo pueden ser buenas opciones para
incluir en tu dieta, siempre de manera ocasional y en pequeñas cantidades.

Pseudocereales
Son pseudocereales el trigo sarraceno o alforfón, la quinua, el teff o el
amaranto, entre otros. Botánicamente son diferentes a los cereales, pero son
muy similares nutricionalmente. Los pseudocereales no contienen gluten,
además, son más ricos en nutrientes que los cereales y, por lo tanto, más
interesantes.
Aun así, no dejan de ser alimentos ricos en hidratos de carbono, por lo que
no debes consumirlos en grandes cantidades.
Puedes utilizarlos tanto cocinados como en harina para hacer diferentes
preparaciones, como panes o pastas.
También presentan algunos antinutrientes, por lo que es conveniente que
los laves bien para eliminar las saponinas y que los cocines a altas
temperaturas y durante bastante tiempo para descartar las lectinas y otros
antinutrientes.

Legumbres
Como ya comentamos, las legumbres contienen gran cantidad de
antinutrientes, al igual que los cereales. Además, sus fibras altamente
fermentables pueden causar mucha inflamación en un intestino sensible.
Cómelas solo si realmente te sientan bien y, en todo caso, en pequeñas
cantidades. Las legumbres son ricas en proteínas, pero también en hidratos de
carbono, así que no es un alimento que interese consumir en caso de
endometriosis.

Tubérculos
No contienen tantos antinutrientes como los cereales, por lo que podemos
consumirlos con más frecuencia, pero sin abusar, ya que, como hemos visto,
aumentarán los niveles de glucosa en el cuerpo. Como punto en contra, los
tubérculos no contienen apenas fibra, pero sí permiten la creación de almidón
resistente, un alimento excelente para nuestras bacterias intestinales
beneficiosas.

Consejo

El almidón resistente es un tipo de fibra que se genera cuando se gelatiniza el


almidón. Para ello, solo hay que enfriar cualquier tipo de hidrato de carbono. Para
crearlo:
— Cocina cualquier tipo de hidrato de carbono.
— Déjalo en el frigorífico toda la noche.
— Consúmelo frío o recalentado, como prefieras.
Los tubérculos más habituales en nuestra alimentación son la patata, el
boniato y la yuca.

ALIMENTOS CON ALTA DENSIDAD NUTRICIONAL

La densidad nutricional es la cantidad de nutrientes que tiene un alimento por


cada caloría consumida. Cuando hablamos de nutrientes, nos referimos a
vitaminas y minerales, aminoácidos, ácidos grasos esenciales y polifenoles,
que son unos químicos que contienen las plantas muy beneficiosos para
quienes padecemos endometriosis.
Ante una enfermedad crónica como la nuestra, debemos centrarnos en
incluir una elevada cantidad de nutrientes, ya que nuestro cuerpo los va a
necesitar en mayor medida que una persona completamente sana.
Una dieta con una cantidad elevada de nutrientes permite a nuestro cuerpo
hacer frente a todas las reacciones químicas que necesita, incluida la lucha
contra la inflamación que provoca la endometriosis.
Los alimentos con mayor densidad nutricional son las verduras y los
productos proteicos. En las verduras vamos a encontrar la mayor cantidad de
vitaminas y minerales de todos los grupos de alimentos. Además, los
vegetales contienen una serie de sustancias químicas llamadas polifenoles
que son muy necesarias para mantener nuestra salud.
¿Cómo vas a incrementar la densidad nutricional de tus platos? Muy
sencillo, tu alimentación debe basarse mayoritariamente en las verduras y las
proteínas.

Consejo

Las verduras con más densidad nutricional son aquellas de hoja verde, como el
kale, la col china, el brócoli y las espinacas. Procura que nunca falten en tus platos.

Aquí tienes una lista de los alimentos con más densidad nutricional.
Procura que sean prioritarios en tu alimentación. 4

Kale Coles de Bruselas Tomate


Repollo Zanahorias Fresas
Berro Brócoli Calabacín
Acelga Coliflor Alcachofa
Col China Pimiento Arándanos
Espinaca Espárragos
Rúcula Champiñón

Veamos a continuación otros productos que también destacan por su


densidad nutricional.

Algas
Las algas son plantas talofíticas que contienen una cantidad muy alta de
minerales y que pueden aportar muchos nutrientes muy interesantes. Las
algas son ricas en yodo, magnesio, potasio, zinc, calcio, hierro..., minerales
que necesitas para que tu cuerpo funcione perfectamente. Debido a esta
concentración de minerales, no debes comerlas en grandes cantidades, sino
utilizarlas como complemento en algunas comidas y en pequeñas dosis.
Si tienes la enfermedad de Hashimoto, evita el consumo de algas, ya que
un exceso de yodo en tu dieta puede afectar de manera negativa a la tiroides.
Si nunca has comido algas, te animo a que empieces a incorporarlas a tu
dieta. Es posible que su sabor al principio te resulte un poco diferente, pero
enseguida puedes adaptarte a él.

Especias y hierbas aromáticas


Las especias son condimentos obtenidos de plantas que se utilizan para
aderezar la comida. Estas sustancias son ricas en polifenoles y muchas de
ellas tienen diversas propiedades curativas. Podríamos decir que las especias
y las plantas aromáticas son minimedicinas que podemos incorporar a nuestra
dieta, y que nos van a aportar muchos beneficios y a potenciar las
propiedades del resto de los alimentos que consumimos.
La mayoría de las especias tienen propiedades que te interesan; por lo
tanto, consume aquellas que más te gusten y que hagan tus comidas mucho
más apetecibles. Por ejemplo, la cúrcuma y el jengibre tienen propiedades
antiinflamatorias, pero, si no te gustan, no es necesario que los consumas, ya
que existen otras muchas especias que te van a aportar estos mismos
beneficios. 5
Del jengibre se aprovecha su raíz, que es donde tiene sus principios
activos, los gingeroles. Se puede utilizar la raíz fresca para añadir a los platos,
seca, como especia o en cápsulas, en aceite o en zumo. Tiene importantes
propiedades para el tracto digestivo y se recomienda cuando tenemos náuseas
o para mejorar las digestiones. La propiedad que más nos interesa son sus
efectos analgésicos y antiinflamatorios, que lo convierten en eficaz para tratar
el dolor menstrual.
La cúrcuma se extrae del rizoma de la planta curcuma longa. Otorga un
color amarillo intenso a las comidas y es uno de los componentes del curri.
Su principio activo es la curcumina, la cual tiene numerosas propiedades
beneficiosas para la salud. Sus efectos antiinflamatorios y antioxidantes están
más que probados. 6 La curcumina interviene en la regulación de varias
citoquinas inflamatorias y otras moléculas involucradas en los procesos
inflamatorios. Incluso varios estudios apuntan que puede tener efectos
antiproliferativos, antiinvasivos y antiangiogénicos, propiedades que hacen
de la cúrcuma uno de los grandes aliados de la endometriosis. El problema
que presenta esta especia es su baja biodisponibilidad, es decir, la baja
absorción de la cúrcuma por parte del organismo. Para mejorarla, debe
combinarse la cúrcuma con alguna sustancia grasa, ya que es una molécula
hidrofóbica. Otra opción para que la absorción de la cúrcuma sea mejor es
administrarla junto con piperina, principio activo de la pimienta negra.
Lo ideal es que añadas las especias al final de la cocción, ya que las altas
temperaturas pueden destruir sus propiedades. Experimenta y prueba
diferentes cantidades o mezclas hasta que des con la que más te guste.
Añadir especias a una comida es maximizar la cantidad de nutrientes y
beneficios que nos puede aportar cada plato.

Setas
Poseen una composición nutricional muy interesante. Son un alimento rico en
polifenoles con propiedades antitumorales y antibacterianas. También se sabe
que las setas tienen la propiedad de modular nuestro sistema hormonal. Son
una buena fuente de potasio, fósforo y selenio, y destacan por su contenido en
vitaminas del grupo B.
Las fibras que encontramos en las setas son muy beneficiosas para nuestra
microbiota, como los beta-glucanos, que tienen un efecto positivo en el
control de la glucemia y del colesterol, y en la modulación positiva de la
microbiota intestinal. Los beta-glucanos modulan el sistema inmunitario a
través del intestino.
8

Vegetales y verduras

Las verduras son la piedra angular de la alimentación si padeces


endometriosis. La mayor parte de tu tratamiento nutricional va a pasar por
aumentar el consumo de verduras. Y no solo aumentar su consumo, sino por
incluir una gran variedad de verduras en tu dieta. Necesitas obtener la
máxima cantidad de nutrientes para hacer frente a esta enfermedad. Además,
las verduras contienen una serie de fitoquímicos que nos van a ayudar a
combatir los procesos inflamatorios y a mejorar nuestro estado de salud en
general.
No en todos los casos es adecuado consumir un exceso de verduras. Si
tienes algún problema digestivo, como disbiosis, sobrecrecimiento
bacteriano, problemas de gases, estreñimiento, diarrea o hay algún tipo de
alimento vegetal que te produce digestiones molestas, es conveniente que
contactes con un profesional para solucionar el problema.

LA FIBRA

Las verduras son los alimentos que mayor cantidad de fibra aportan. La fibra
es un grupo de polímeros de carbohidratos que no se digieren ni se absorben
en el intestino humano. Entre otras funciones, constituye el sustrato del cual
se alimentan las bacterias de nuestra microbiota. Tener una microbiota sana
es una parte importante del tratamiento de la endometriosis. Así que
necesitarás consumir la suficiente fibra para que tu flora intestinal esté en
equilibrio.
Los microorganismos que albergamos necesitan alimentos «de verdad»
para su normal nutrición y funcionamiento. Dicho de otro modo: no les vale
cualquier tipo de fibra. La fibra será saludable siempre que proceda de
alimentos como verduras y frutas de calidad. La fibra añadida a alimentos
procesados no aporta ningún beneficio.
Piensa que todo aquello que ingerimos afecta a nuestras bacterias, y por lo
tanto a nosotras mismas, así que procuremos consumir siempre alimentos de
alta calidad.
Hay varios tipos de fibra, y todos ellos son necesarios para mantener una
buena salud. Repasemos aquí los más beneficiosos para la diversidad
microbiana.

Pectinas: se encuentran en todas las frutas y verduras, pero


especialmente en manzanas, zanahorias y cítricos. Al cocinarlas,
permitimos que la microbiota las aproveche mejor.
Mucílagos: aportan saciedad y son un sustrato fermentable para las
bacterias del colon, las cuales producen ácidos grasos de cadena corta.
Se encuentran en las semillas de lino, la chía, el plantago (psyllium) y en
las algas. Remójalos antes de consumirlos para que se hinchen y se
aprovechen mejor.
Fructanos: se dividen en los de tipo inulina y los de tipo
fructooligosacáridos (FOS). Favorecen el crecimiento de bifidobacterias
y lactobacilos. Previenen infecciones de Candida albicans. Los
encuentras en el ajo, la cebolla, los espárragos, la alcachofa y en las
legumbres.
Betaglucanos: mejoran el control de la glucemia y del colesterol,
modulan de manera positiva la microbiota intestinal y ayudan al sistema
inmune. Se hallan en hongos, levaduras, algas y en la avena.

La hidratación, un básico

No te olvides de la importancia de beber agua. Aunque se recomienda beber entre


litro y medio y dos litros de agua al día, la cantidad exacta no es fija, sino que depende
de muchos factores: temperatura, sudoración, ejercicio físico, alimentación,
metabolismo, peso corporal, etcétera. No podríamos poner una cifra, ya que todas
estas variables cambian diariamente.
¿Cuánta agua hay que beber entonces? Bebe cuando tengas sed. Si bebes poco,
fuérzate un poco al principio para ir retomando esta sensación natural. También es
bueno que tengas en cuenta otras recomendaciones:

- Intenta no beber agua durante las comidas, o por lo menos, no mucha, ya que el
estómago necesita su ácido para digerir la comida, y una gran cantidad de agua lo
diluye empeorando las digestiones.
- Si comes demasiado o tienes hambre durante todo el día, beber agua calmará un
poco esa ansiedad.
- Si no vives cerca de un manantial de agua pura, la mejor opción es que dispongas
de filtros de agua en casa para limpiar los tóxicos el agua del grifo. El agua
embotellada tampoco es recomendable: contamina el planeta, es muy cara, contiene
disruptores endocrinos y tiene un bajo contenido en minerales.
- Las bebidas también hidratan, pero evita totalmente las azucaradas y las
gaseosas. Si quieres darle un sabor a tu agua, toma infusiones o añade frutas a la
botella para darle sabor y no uses azúcar ni edulcorantes.
- Usa botellas de cristal, las de plástico no son recomendables, incluso las que no
contienen bisfenol A (BPA).

POLIFENOLES

Los polifenoles son unas sustancias químicas que contienen las plantas y que
generan diferentes efectos en el organismo. Los encontramos en multitud de
alimentos, tanto verduras y frutas como en otros productos de origen vegetal,
como el aceite de oliva, el cacao, las especias, los frutos secos, etcétera.
Hay gran variedad de polifenoles diferentes y cada uno tiene una
propiedad que nos van a ayudar a cuidar nuestra salud. Muchos de estos
polifenoles tienen propiedades antiinflamatorias, así que los vas a tener muy
en cuenta para incluirlos en tu alimentación y para que te ayuden con la
endometriosis. 1
Existen muchos polifenoles y todos son beneficiosos para la salud. A
continuación se incluyen algunos especialmente interesantes para la
endometriosis.

Quercetina: tiene propiedades antiinflamatorias, antioxidantes,


antisépticas y analgésicas, entre otras. Se encuentra en muchos
alimentos; en grandes cantidades, lo hallamos en la cebolla, la piel de la
manzana, el té verde, el cacao, las alcaparras o los frutos rojos.
Crisina: se encuentra en la miel, el propóleo y la pasiflora. Inhibe la
acción de la aromatasa y disminuye la producción de estrógenos en el
cuerpo. Además, tiene varios beneficios para la salud: es antioxidante,
antiinflamatoria, antialergénica, antidiabética y antibacteriana. La crisina
inhibe el crecimiento de procesos tumorales, y diversos estudios afirman
que suprime la proliferación de la endometriosis e induce la muerte
celular programada.
Resveratrol: tiene propiedades antiinflamatorias y mejora la salud
cardiovascular. Es uno de los mayores antioxidantes que conocemos.
También es modulador de la aromatasa y mejora la depuración de los
estrógenos en el hígado. Mejora la resistencia a la insulina. Se encuentra
en arándanos, fresas, grosellas y uvas.
Antocianina: es un pigmento que aporta color rojo, morado y azul a los
alimentos, por lo que te será fácil reconocerlo. Se halla en arándanos,
moras, uvas, cerezas, ciruelas, remolacha y col lombarda. La antocianina
es antioxidante y protege el sistema cardiovascular.

Una forma muy visual de saber qué tipo de polifenol tienen las verduras es
fijarte en su color. Por ejemplo, muchas verduras de color rojo contienen
licopeno, un polifenol con propiedades anticancerígenas. Los arándanos de
color azul contienen resveratrol y antocianina, que son polifenoles con
cualidades antioxidantes. Cada vez que vayas a hacer la compra, observa si
los vegetales que has comprado tienen una gran variedad de colores. Incluye
colores rojos, naranjas, amarillos, verdes, blancos y azules en tu
alimentación.

QUÉ TIPO DE VEGETALES INCLUIR EN LA DIETA

No existen vegetales buenos y malos: todos te van a aportar algún tipo de


beneficio; por lo tanto, es mejor que incluyas toda la variedad que puedas con
mucha rotación entre ellos. Como te comentaba en el apartado anterior, elige
diferentes colores, prueba cosas nuevas e innova en tu dieta.
Intenta no repetir continuamente las mismas verduras y «rótalas» en tu
menú mensual. Puede que el calabacín te guste mucho y quieras comerlo con
más frecuencia, pero esto va a hacer que no consumas otro tipo de alimentos.
Procura no repetir las mismas verduras dos semanas seguidas y, al ir a la
compra, busca un vegetal que no te guste mucho y que no suelas comer, así
conseguirás ampliar los beneficios que estos alimentos te procuran.
La cantidad de verduras que debes comer no está fijada en ningún sitio,
pero piensa que debe ser la parte principal de tu plato. Cuando nos preguntan
qué hemos comido, lo habitual es pensar en el elemento dominante. ¿Te han
preguntado qué comiste ayer, y dijiste pollo, o arroz, o pasta o pescado? A
partir de ahora, cuando te pregunten les dirás has comido acelgas, o
alcachofas, o judías verdes. Con esto quiero decir que la base de tu
alimentación deben ser las verduras; el resto de los alimentos van a ser un
complemento. Quiero que a partir de ahora tengas esa forma de pensar.
En este libro voy a hablar especialmente de dos tipos de verduras
diferentes. Por un lado, las crucíferas, que tienen grandes beneficios para la
endometriosis, y por otro lado, las solanáceas, que en algunos casos pueden
sentar mal. Además, hay mucho mito alrededor de las solanáceas y te voy a
explicar qué pasa con ellas.
CRUCÍFERAS

Las crucíferas poseen unas cualidades muy importantes que te van a ayudar a
luchar contra la endometriosis. Por un lado, y al igual que el resto de las
verduras, contienen un tipo de fibra interesante para alimentar la microbiota.
Por otro, y esto es lo que realmente nos interesa de las crucíferas, contienen
glucosinolatos, un compuesto natural del que se obtienen dos sustancias
especialmente beneficiosas para la endometriosis. Los glucosinolatos
presentes en las crucíferas son:

Sulforafano: tiene la capacidad de mejorar la limpieza del hígado. Es


decir, cuando tenemos alguna sustancia tóxica en nuestro cuerpo y debe
ser depurada por el hígado, el sulforafano hace que este proceso se
realice más rápido. No solo funciona frente a sustancias tóxicas, también
hace que el hígado sea capaz de limpiar el exceso de estrógenos de
nuestro cuerpo. Como ves, va a suponer una pieza clave en el
tratamiento de la endometriosis. Además, tiene propiedades
antiinflamatorias, anticancerígenas y antienvejecimiento.
Indol-3-carbinol: sus propiedades son similares a las del sulforafano,
pero tiene la capacidad específica de ayudar a eliminar y modular el
nivel de estrógenos. Posee propiedades anticancerígenas y
antiinflamatorias. 2

Verduras crucíferas
Berro de agua Colinabo
Berros Grelos
Bok choy Hojas de mostaza
Brócoli Kale
Col lombarda Nabo
Col rizada Rábano
Coles de Bruselas Repollo
Coliflor Rúcula
Para conseguir que el sulforafano y el indol-3-carbinol se conviertan en
compuestos activos, necesitamos triturar las verduras o masticarlas muy bien
en la boca. También puedes añadir semillas de mostaza a tus crucíferas para
aumentar la biodisponibilidad de estos compuestos. La biodisponibilidad de
un nutriente es la cantidad de este que puede ser aprovechada por el cuerpo: a
mayor biodisponibilidad, más absorción y aprovechamiento de esa sustancia.
La cocción de las crucíferas también es muy importante, ya que se sabe
que cocciones muy prolongadas van a destruir los compuestos activos. Evita
cocinar estas verduras durante más de cinco minutos, nunca las frías en aceite
ni las calientes en el microondas. Las altas temperaturas destruyen todos sus
beneficios.
La mejor manera de cocinar las crucíferas es al vapor, salteadas o con una
cocción muy corta. Otra opción interesante para consumirlas es fermentadas,
como sucede con el chucrut o el kimchi. De esta manera obtenemos sus
compuestos activos; además, los fermentados son muy interesantes para
mantener la microbiota intestinal.

Consejo

Puedes comer crucíferas las veces que quieras. Recuerda que un consumo de
entre tres y cinco veces por semana te va a ayudar a obtener la cantidad de
sulforafano que necesitas para que tenga el efecto deseado.

A pesar de que las crucíferas son muy beneficiosas, hay ciertos casos en
los que no podrás consumirlas:

Si padeces SIBO, deberás esperar a que se resuelva, ya que estas


verduras son muy fermentativas y pueden generar más gases y empeorar
sus síntomas.
Si tienes hipotiroidismo. En caso de que las consumas, debe ser bien
cocidas y desechando el caldo de cocción, por tanto, perderás la mayor
parte de las propiedades de las crucíferas.
SOLANÁCEAS

Las solanáceas son una familia de plantas entre las que encontramos
hortalizas como el tomate, el pimiento, la berenjena y la patata. Estos
vegetales llevan mucho tiempo en el punto de mira porque contienen un
alcaloide que se llama solanina y que se cree responsable de algunos
problemas para la salud. Seguro que no es la primera vez que has oído que no
debes tomar tomates si tienes endometriosis.
La solanina ha sido relacionada con algunos trastornos digestivos,
nerviosos e intestinales. Pero las concentraciones que presentan las hortalizas
destinadas al consumo son muy bajas. Por otro lado, a las solanáceas se le
atribuyen propiedades antioxidantes que podrían ser beneficiosas. También
presentan un alto contenido en histamina, por lo que serían desaconsejables si
tienes problemas con la degradación de la histamina; por ejemplo, si tienes
déficit de la enzima diamino oxidasa (DAO).
¿Son malas las solanáceas en caso de endometriosis? En principio no, pero
como cada mujer es diferente, dependerá de su situación personal:

Si tienes enfermedades autoinmunes o reumáticas, es mejor que no las


comas o que reduzcas su consumo.
Si padeces déficit de la enzima DAO, elimínalas de tu dieta hasta que
soluciones el problema.
Si tienes problemas de permeabilidad intestinal habitualmente
relacionados con desequilibrios de la microbiota y otras patologías
intestinales inflamatorias, es mejor que reduzcas su consumo.

Cada persona tiene una tolerancia distinta a las solanáceas: es importante


que te observes a ti misma y experimentes. Si notas que te sientan mal,
prueba a eliminarlas durante un tiempo. Incluso sin que impliquen un
problema de salud, hay personas que no toleran bien los pimientos o los
tomates.
En principio, no deberías eliminarlas de tu alimentación solo por tener
endometriosis. Estas hortalizas tienen muchas otras propiedades que te van a
ayudar con la inflamación. Pero dependiendo de tu situación personal,
podrías valorar evitarlas hasta que te encuentres mejor.
Sí te recomiendo que no te des atracones de solanáceas, ya que aumentarás
la cantidad de alcaloides consumidos. También puedes seguir estas sencillas
técnicas para reducir la cantidad de solanina:

Pelar las solanáceas; en especial, la patata y la berenjena.


Consúmelas bien maduras, evita los tomates y las patatas verdes.
Es importante que sean de temporada.
Tómalas cocinadas en vez de crudas.
9

La dieta antiinflamatoria

Hoy en día sigo encontrándome a mujeres que no saben que la dieta tiene una
gran influencia en la endometriosis. Por suerte, aquí estamos para remediarlo.
Pero lo más grave es que sigue habiendo profesionales de la salud que
niegan la influencia de la dieta en esta enfermedad. No todos los sanitarios
tienen que saber de todo, pero negar que la alimentación tiene un impacto en
nuestra salud es bastante grave. Cuidar tu alimentación debe ser una prioridad
en tu vida, tengas endometriosis severa o no.
No existe una dieta específica para la endometriosis, pero sí unas premisas
que debe cumplir tu alimentación:

Que no cause más inflamación. Evita alimentos que sean inflamatorios


de por sí o solo en tu caso (aquellos hacia los que muestres intolerancia
o que te sienten mal).
Que no aporte estrógenos o que impida su depuración. Productos como
los lácteos o la soja pueden aportar más estrógenos a tu organismo.
Evitar cualquier plástico que esté en contacto con la comida o utilizar
cosméticos naturales sin químicos va a ayudarte mucho. El mayor aporte
de estrógenos se produce a través de los disruptores endocrinos que hay
en las sustancias químicas.
Que cuide la microbiota. Es una parte esencial de la salud, y desempeña
un papel fundamental en la endometriosis.
Que sea muy nutritiva. La inflamación hace que se produzca un
consumo alto de recursos. Intenta dar a tu cuerpo alimentos con alta
densidad nutricional.

Llamaremos a esta forma de alimentarnos «dieta antiinflamatoria».


Consiste básicamente en comer productos que reducen la inflamación y evitar
aquellos que la provocan. Partiendo de esta premisa, puedes confeccionar tu
dieta como quieras. No hace falta que sigas una en concreto (dieta paleo,
vegana, macrobiótica, cetogénica...), todas son válidas si te aportan todo lo
que tu cuerpo necesita y evitan que te inflames más.
Una alimentación saludable, que evite los productos ultraprocesados, los
azúcares y los aceites refinados hará que te encuentres mejor en todos los
sentidos:

Reducirás la inflamación de tu cuerpo.


Tendrás un mejor estado de ánimo, ya que la alimentación influye en la
psicología.
Tu microbiota estará más sana, lo que implica que tu cuerpo va a
funcionar mucho mejor.
Potenciarás tu sistema inmune y estarás más protegida frente a
infecciones.
Tendrás más energía y tu cuerpo recibirá todos los micronutrientes que
necesita.
Prevendrás muchas otras enfermedades.

Sé que muchas veces no es fácil empezar. La «endo», como la llamamos


muchas de nosotras, acaba con las pocas fuerzas que nos quedan, pero te
aseguro que el cambio merece la pena.
Y aunque todavía hay mucha gente que parece no ver esta relación entre
alimentación y endometriosis, quiero decirte que cada vez hay más médicos
que confían en las pocas profesionales de la nutrición especializadas en
endometriosis que somos y recomiendan la terapia dietética a sus pacientes.

DESCUBRE QUÉ ALIMENTOS TE ESTÁN INFLAMANDO

Sabemos que para llevar una dieta antiinflamatoria no solo tenemos que
incorporar alimentos que nos desinflamen, sino que también debemos
eliminar todos aquellos que causen algún tipo de inflamación en el cuerpo.
En este libro hablaremos de los más comunes, pero es muy importante que
antes de iniciar tu dieta consultes con un profesional de la nutrición.
No siempre es necesario eliminar todos los alimentos de golpe, pero puede
ser recomendable hacerlo si tienes muchos síntomas. Cuanto más consigas
reducir los alimentos que vamos a mencionar a continuación, más notarás una
mejoría.

Consejo

Ve poco a poco, esto no es una competición ni una carrera de velocidad. Es una


carrera de fondo.

Tampoco te sientas mal si no consigues hacer la dieta perfecta ni ser


constante, porque la comida no implica solo nutrición, también afecta en el
plano psicológico y es un acto social. No podemos olvidar esto, ya que
muchas veces la comida no depende de si queremos comer o no un alimento:
nuestra mente, nuestro estado emocional y físico, la gente con la que
convivimos, nuestra familia y amigos estarán continuamente influyendo para
bien o para mal en nuestra alimentación.
A veces no encontramos en nuestro entorno todo el apoyo que
necesitamos. Lo mejor que puedes hacer es explicar a tu gente los motivos
por los que lo haces, cuéntales por qué no es bueno comer azúcar o por qué el
gluten te sienta mal. Diles que es importante para tu salud y que necesitas su
apoyo. Si aun así no consigues que te ayuden, busca el apoyo en amigos o en
otras mujeres que estén pasando por lo mismo.

AZÚCAR

El azúcar es uno de los productos más nocivos de nuestra sociedad. Provoca


infinidad de enfermedades, pero aun así seguimos consumiéndolo. Parte del
problema es que el azúcar es muy adictivo. Cuando lo consumimos,
liberamos grandes dosis de dopamina en el cerebro; esto hace que siempre
queramos más. Además, con el tiempo, vamos aumentando la tolerancia y
cada vez necesitamos más azúcar para sentirnos bien. El paladar se va
acostumbrando y nos parece imposible vivir sin él.
Si alguna vez has intentado dejar el azúcar, habrás visto lo difícil que
resulta. Pero si realmente quieres empezar a ver cambios en tus síntomas y a
sentirte bien, el azúcar es una de las primeras cosas que deberás evitar.

Cómo afecta el azúcar a las mujeres con endometriosis


Veamos cuáles son los principales efectos del azúcar en el organismo:

Picos de insulina: cada vez que tomamos azúcar, el cuerpo libera


insulina para regular el nivel de glucosa en sangre. Unos niveles muy
altos resultan muy peligrosos para el organismo.
Obesidad: cuando consumimos un exceso de glucosa, el hígado
comienza a transformarla en grasa y la manda a nuestros depósitos. En
la grasa corporal es donde más actúa la aromatasa, la enzima que
convierte los andrógenos en estrógenos. Cuanta más grasa corporal
tengamos, más exceso de estrógenos circulando y más peligro de
aumentar la endometriosis y sus síntomas.
Resistencia a la insulina: cuando la ingesta habitual de azúcar es alta y
se mantiene en el tiempo, las células dejan de «hacer caso» a la insulina
y no aceptan más glucosa dentro de ellas. El páncreas se ve obligado a
fabricar más insulina para hacerlas reaccionar. Esta situación se llama
resistencia a la insulina y tiene unas consecuencias desastrosas:
aumento del riesgo cardiovascular, diabetes, desequilibrios hormonales,
síndrome del ovario poliquístico, hipertensión, dislipemia, etcétera.
Hígado graso: cuando el hígado se ve obligado a convertir la glucosa en
grasa sin parar, esta grasa acaba acumulándose en el propio hígado,
desarrollando la enfermedad denominada hígado graso no alcohólico.
Puedes pensar que a ti no te va a pasar, pero es más común de lo que
parece.
Hipoglucemia: las subidas y bajadas bruscas de insulina que provoca el
azúcar desestabilizan tus niveles de energía durante el día, agotando tus
reservas y haciendo que te sientas cansada y baja de ánimo, hasta que
vuelves a tomar azúcar y te recuperas, entrando así en un círculo
vicioso. Cuando se produce la hipoglucemia sientes somnolencia,
cansancio, mal humor, desánimo, ansiedad e incluso mareos. El azúcar
también agota de la misma forma tu sistema adrenal y estimula la
liberación de las hormonas del estrés (cortisol).
Inflamación: la acumulación de grasas promovida por la resistencia a la
insulina hace que el cuerpo entre en un estado inflamatorio de bajo
grado. 1 Esto, sumado a la inflamación que provocan los quistes
endometriósicos, hace que nuestro cuerpo sea una bomba de relojería.
La inflamación crónica es una enfermedad en sí misma, que trae
complicaciones a todos los sistemas y funciones corporales. Una de las
peores consecuencias que tiene la inflamación es que aumenta
considerablemente el dolor, especialmente el que nos provoca la
endometriosis.
Disbiosis: la endometriosis y la salud intestinal van de la mano. Está
comprobado que ambas están interrelacionadas: si empeora una, lo hará
la otra, y viceversa. El azúcar hace que crezcan en el intestino bacterias
no favorables, alterando el equilibrio y causando muchos síntomas.
También provoca el crecimiento de levaduras y hongos, como la
Candida albicans. Cuidar tu intestino resulta imprescindible si tienes
endometriosis.
Otros efectos: el azúcar necesita minerales, vitaminas y enzimas para ser
metabolizado, así que el cuerpo usará sus reservas, robándote magnesio,
calcio y vitamina B1, entre otros elementos. Hace que no percibas bien
la sensación de hambre, ya que estropea los receptores de leptina.
Tampoco funcionarán correctamente los receptores de la progesterona,
creando un desequilibrio hormonal importante.

Las implicaciones del azúcar van mucho más allá, pero es mejor ver la
parte positiva de las cosas. Ahora que ya sabemos cómo nos perjudica el
consumo de azúcar, vamos a ver qué beneficios tiene dejar de tomarlo.

Mantendrás tu nivel de energía durante todo el día. Se acabaron esos


bajones a mitad de mañana o ese sueño irremediable después de comer.
Dejarás de sentir la necesidad imperiosa de comer algo dulce que
percibes como un agujero en el estómago y te produce mareos y niebla
mental.
Empezarás a apreciar el sabor real de las cosas. ¿Sabes si realmente te
gusta el café, o solo lo tomas porque está dulce? Te aseguro que serías
incapaz de beberte una Coca-Cola que no tuviera ni una gota de azúcar
(o sacarina).
Ayudarás a desinflamar tu cuerpo, reduciendo las consecuencias de la
endometriosis.
Protegerás tu sistema inmune, previniendo enfermedades infecciosas y
resfriados.
Mejorarás tu estado de ánimo. Vas a prevenir estados depresivos y
cambios de humor bruscos.
Ayudarás a tu flora intestinal.
Dejar el azúcar, paso a paso

1. Haz una limpieza en tu despensa, identifica qué alimentos tienen azúcar y piensa
si realmente los necesitas en tu vida.
2. Planifica tus comidas: elabora menús para tener tu dieta semanal bajo control y
prepara por la noche el almuerzo o la merienda si tienes que salir de casa. No dejes las
cosas a la improvisación o acabarás comiendo cualquier cosa poco saludable.
3. Compra en el mercado y empieza a cocinar en casa: los productos envasados y
ultraprocesados casi siempre llevan azúcar, tanto los dulces como los salados. Llena tu
despensa de comida de verdad: verduras, frutas, frutos secos, carne, pescado, huevos
ecológicos, legumbres, cereales integrales, etcétera.
4. Implica a tu familia: es difícil conseguirlo sola, explícale que necesitas hacer este
cambio por tu salud y pide que no dejen productos azucarados en casa.
5. Intenta no comer postre o cámbialo por fruta o una infusión; así evitarás tomar un
montón de azúcar.
6. Elimina las bebidas azucaradas: bebe agua, calmará tus ganas de comer dulce y
es mucho más saludable. Si tienes muchas ganas de dulce, prueba con una infusión
de regaliz o canela con hojas de estevia.

Y una mención muy importante: no vamos a sustituir un tipo de azúcar por


otro «más saludable». A lo que debemos aspirar es a acostumbrarnos a los
sabores naturales de las cosas sin ningún tipo de edulcorante. Debemos
habituar a nuestro cerebro y a nuestro paladar a los sabores menos dulces.
Cuando esto ocurra, las frutas serán tu fuente de azúcar.

Sustitutos
Los edulcorantes artificiales pueden usarse al principio, como transición a
una dieta sin azúcar, aunque realmente su uso está siendo muy cuestionado.
Están pensados para ayudar a bajar de peso, aunque la evidencia no es del
todo clara y se piensa que realmente no es así. Algunos estudios indican que
afectan al metabolismo de los carbohidratos en el cuerpo y que generan picos
de insulina (es decir, reducen la sensibilidad a la insulina). También sabemos
que afectan de manera negativa a la microbiota intestinal.
Además, utilizar edulcorantes artificiales va a hacer que tu cerebro siga
necesitando dulce para funcionar y que te lo siga pidiendo. Por lo tanto,
consumir edulcorantes puede perpetuar la adicción al azúcar.
Si no puedes dejar el azúcar de golpe, usa edulcorantes de manera
temporal u ocasional.

Cómo endulzar tu vida de forma natural


Prueba estas alternativas. Son deliciosas y mucho más sanas.

Frutas desecadas: dátiles, uvas pasas, orejones, ciruelas... Aunque


contienen fibra y son frutas, tienen una concentración de glucosa muy
alta. Controla la cantidad que consumes y hazlo solo en algunas
ocasiones. Úsalas en recetas de repostería, batidos o para endulzar
yogures vegetales.
Frutas: plátano, manzana, pera o cualquier fruta dulce. También se
pueden usar en repostería o en batidos.
Coco rallado: aporta un ligero dulzor.
Especias e infusiones: regaliz, canela, vainilla..., además de endulzar,
aportan muchas propiedades benéficas. Puedes usarlas solas o
combinándolas con alguna fruta.
Verduras: calabaza, boniato, remolacha, zanahoria... Se usan en muchas
recetas de cocina y repostería para añadir dulzor.

LÁCTEOS

La leche y los productos lácteos tienen un papel importante en la nutrición


humana actual, ya que representan el 14 % de la ingesta calórica de las
personas en los países desarrollados. Además, la leche puede modificarse
tecnológicamente para dar lugar a muchos productos diferentes, como
yogures, quesos, mantequillas, etcétera.
La leche siempre ha sido considerada un alimento esencial en la dieta,
pero desde hace ya años existen sospechas de que es un alimento
problemático, aunque la comunidad científica no acaba de ponerse de
acuerdo. Algunos estudios afirman que los lácteos son una causa importante
en el desarrollo de trastornos inflamatorios crónicos y enfermedades
autoinmunes. Sea como fuere, es importante que recuerdes que no existe
ningún alimento esencial en la dieta, no hay nada que tengas que comer sí o
sí para estar sano.
Por otro lado, la leche que consumimos hoy en día no tiene mucho que ver
con la que se consumía hace años. La pasteurización se utiliza para destruir
microorganismos y hacer que el producto sea más seguro, pero durante el
proceso también se destruyen algunas enzimas y vitaminas. La leche
esterilizada con el método de uperización (UHT) aún destruye más vitaminas,
perdiendo la leche parte de sus beneficios. Por otro lado, la homogeneización
de la grasa hace que sus partículas sean muy pequeñas, pudiendo atravesar las
paredes intestinales. Se ha mejorado el aspecto, el sabor y la calidad
microbiológica de la leche, pero a costa de disminuir su calidad nutricional.

Cómo afectan los lácteos a las mujeres con endometriosis


No todas las mujeres con endometriosis responden igual a cada grupo de
alimentos en concreto. Que los lácteos sienten bien o mal depende mucho de
la tolerancia de cada una a ellos y del conjunto de la dieta que estén llevando.
Aquí tienes un resumen de varios factores de los lácteos que podrían afectarte
negativamente:

1. HORMONAS DE LOS LÁCTEOS

La leche es el vehículo por el que se «traspasan» diferentes compuestos de la


madre hacia su cría. Es el caso de las hormonas. Dentro de la leche se han
observado muchas, como, por ejemplo, la prolactina, los glucocorticoides, los
andrógenos, la progesterona o los estrógenos. Además, muchas vacas siguen
siendo productoras de leche mientras están gestando, lo que aumenta el nivel
de hormonas secretado por estas.
Se considera que, en las dietas occidentales, alrededor del 60 o del 80 %
de los estrógenos que ingerimos en la alimentación provienen de la leche y de
los productos lácteos. Además, los estrógenos de los lácteos son altamente
biodisponibles, esto es, se absorben en el cuerpo incluso a dosis muy bajas y
pueden tener altos efectos biológicos. Después de ingerir lácteos, las
concentraciones de estrógenos en el cuerpo aumentan significativamente.
La endometriosis se caracteriza por el alto nivel de estrógenos generados
por los implantes endometriales. Si consumimos un producto que tiene altos
niveles de estrógenos, estaremos empeorando la situación.

2. SENSIBILIDAD A LA CASEÍNA

La caseína representa el 82 % de las proteínas de la leche. Existen diferentes


tipos de caseínas y dependiendo del mamífero o de su raza puede contener
unas u otras. En las vacas europeas, por ejemplo, encontramos una
concentración muy alta de beta-caseína A1 y, en menor medida, de beta-
caseína A2.
Las proteínas de caseína tienen un carácter antígeno, es decir, estimulan el
sistema inmune para generar anticuerpos. Estas proteínas a medio digerir
(péptidos) pueden atravesar la barrera intestinal y provocar reacciones en el
sistema inmunitario, que va a generar anticuerpos para combatir esta
sustancia, debilitándolo a la larga.
Diferentes estudios han demostrado que la beta-caseína A1 produce una
respuesta inflamatoria en el intestino, molestias y alteraciones intestinales. Se
sabe que reduce el glutatión, una importante molécula antioxidante y
antiinflamatoria de nuestro organismo. En cambio, la beta-caseína A2 no
produce estos efectos y es tolerada por más personas. La leche de mamíferos
pequeños, como la cabra o la oveja, solo contienen beta-caseína A2, por lo
que es más asimilable.
Muchas veces, la leche nos sienta mal y lo identificamos como
intolerancia a la lactosa, pero en realidad podemos tener sensibilidad a la
caseína (o ambas cosas a la vez).
3. INTOLERANCIA A LA LACTOSA

La intolerancia a la lactosa no es una enfermedad, es una adaptación natural


de nuestro cuerpo a la edad adulta. Cuando nacemos, nuestro intestino
delgado produce lactasa, una enzima imprescindible para degradar los
azúcares de la leche, es decir, la lactosa, ya que, a esa edad, la leche es
nuestro principal alimento. Cuando vamos creciendo, incorporamos otros
alimentos a nuestra dieta, consumiendo leche en muy pequeñas cantidades. El
intestino dejará entonces de fabricar lactasa, ya que no la vamos a necesitar.
Algunas personas no pierden esta capacidad de segregar lactasa, por lo que
pueden seguir degradando los azúcares de la leche y otros productos lácteos
sin problemas. Esto es debido a mutaciones genéticas producidas en algunos
individuos, especialmente en las poblaciones del norte de Europa. Otros
dejarán de producirla y la leche les empezará a resultar un alimento algo
indigesto, causándoles diarreas y malestar intestinal.
En España, la intolerancia a la lactosa tiene una prevalencia entre un 30 y
un 50 % de la población, por lo que resulta muy común. Si notas malestares
intestinales cuando consumes algún lácteo, es muy posible que tengas
intolerancia. Puedes salir de dudas haciéndote una sencilla prueba o bien
dejando de consumir lácteos para comprobar cómo te sientes.
La intolerancia a la lactosa tiene diferentes grados. Puede que tu cuerpo
aún fabrique un poco de lactasa, y en ese caso digerirás parcialmente la leche,
tendrás una intolerancia media y quizá tus síntomas pasen desapercibidos.
Aun así, se produce una pequeña irritación que genera inflamación intestinal.

4. INFLAMACIÓN

Los lácteos por sí mismos no son un alimento inflamatorio, depende de la


persona que la consuma. Individuos sanos sin alteraciones intestinales pueden
consumirlos sin ningún problema, e incluso en su caso se ha visto que tiene
un efecto antiinflamatorio.
La inflamación que provocan los lácteos responde normalmente a las
intolerancias que presenta cada uno. Por ejemplo, si tienes sensibilidad a la
caseína o intolerancia a la lactosa, como hemos visto, el consumo de lácteos
te causará inflamación y repercutirá negativamente en los síntomas de la
endometriosis.

5. DEFICIENCIA DE INMUNOGLOBULINA A

Una de cada ciento setenta personas en España tiene deficiencia de


inmunoglobulina A (IgA), una proteína que se encuentra en la sangre y que
protege contra las infecciones de las membranas mucosas que recubren la
boca, las vías respiratorias y el aparato digestivo. Aunque no la producen,
tienen otros tipos de inmunoglobulinas, por eso su salud no se resiente o solo
tienen enfermedades recurrentes leves, como infecciones gastrointestinales.
Si tienes deficiencia de IgA, puedes ser susceptible de padecer
enfermedades autoinmunes, alergias o asma. Además, los antígenos presentes
en los lácteos son más difíciles de combatir si tienes deficiencia de IgA, por
lo que al consumir lácteos estarás haciendo que tu cuerpo sea más propenso a
padecer infecciones.

6. HORMONA DEL CRECIMIENTO SIMILAR A LA INSULINA IGF—I

Esta hormona es semejante a la insulina, pero con efecto de crecimiento.


Provoca un gran pico de insulina después de su consumo, al estimular la
secreción de esta en el páncreas. De esta manera, estaremos contribuyendo a
la resistencia a la insulina, problema común en muchas mujeres con
endometriosis.
Se ha comprobado que esta hormona contribuye al desarrollo de diversos
cánceres, ya que está diseñada para el crecimiento del bebé. También está
involucrada en la maduración de células T en el timo, en el acné, la
aterosclerosis, la diabetes mellitus, la obesidad y las enfermedades
neurodegenerativas. Es decir, afecta a la mayoría de las enfermedades
crónicas de la sociedad occidental.

7. TÓXICOS

Todos los mamíferos excretamos por la leche sustancias nutritivas para


nuestras crías, pero también infinidad de tóxicos, como pesticidas,
antibióticos o productos químicos. Recuerda que los lácteos y la carne son la
mayor fuente de pesticidas de nuestra alimentación.

Consejo

Es habitual que muchas mujeres con endometriosis se pasen a la leche sin lactosa
pensando que así resolverán su problema, pero, como has visto, la lactosa supone uno
de los muchos inconvenientes que presenta este alimento. Así que tomar leche sin
lactosa no te va a ayudar en absoluto.

Alternativas a la leche
La leche es una gran fuente de calcio y vitamina D. En algunos estudios se ha
comprobado una mejoría de las pacientes con endometriosis que consumían
lácteos, pero se sospecha que esta mejoría sería causada por el consumo de
vitamina D y calcio.
Si buscas una alternativa, las leches vegetales pueden suplir la necesidad
psicológica de consumir leche y «mantener» la costumbre. Nutricionalmente,
no tienen ningún valor. Si quieres sustituir la leche por bebidas vegetales, te
recomiendo que las hagas en casa: son mucho más baratas y así sabrás
exactamente de qué están hechas.
Existen otros alimentos que son excelentes fuentes de calcio y que,
además, se absorben mejor que el de la leche. Algunos ejemplos son el
brócoli, las semillas de sésamo, la col, las almendras, etcétera. Por otro lado,
puedes obtener la vitamina D tomando el sol o a través de suplementos. Unos
huesos fuertes no solo se consiguen a base de consumir calcio, se necesita
también llevar una dieta sana, realizar ejercicio, sobre todo de fuerza, y estar
al aire libre.

Cómo hacer leche de almendras en casa

- 200 g de almendra cruda pelada


- 1 l de agua

Deja en remojo la noche anterior las almendras. A la mañana siguiente, enjuágalas


y límpialas bien. En un recipiente grande, pon las almendras y el agua. Pasa la
batidora hasta que las almendras se hayan triturado por completo. Con una tela fina,
un paño o una bolsa para colar leche vegetal, filtra la leche y escúrrela bien. Puedes
guardarla en el frigorífico durante tres días. No tires la almendra que ha sobrado,
puedes añadirla a ensaladas, cremas de verduras, salsas caseras o para hacer recetas
de repostería.

Conclusión
El consumo de leche y sus derivados no es imprescindible para disfrutar de
una alimentación completa y sana. Tienes muchos alimentos a tu disposición
que te aportarán los mismos nutrientes. La experiencia clínica apunta a que la
inmensa mayoría de las pacientes de endometriosis mejoran al dejar los
lácteos, pero lo mejor que puedes hacer es comprobarlo por ti misma.

¿Puedo desarrollar intolerancia a la lactosa si dejo de tomar lácteos?

La lactasa se deja de producir cuando no hay lactosa que digerir, así que, si estás
mucho tiempo sin tomar lácteos y no tienes la mutación genética que te permite
producir lactasa de por vida, acabarás dejando de producirla y, por lo tanto,
desarrollarás intolerancia a la lactosa en algún grado. Como ya hemos visto, no es
ninguna enfermedad, sino una adaptación natural del cuerpo que acaba produciéndose
con el paso de los años. No te preocupes por dejar los lácteos durante unos meses,
pues no tendrás ningún cambio significativo en la producción de lactasa. Y si al final
compruebas que la leche no te sienta bien, te interesa seguir evitándola.

GLUTEN
El gluten es una mezcla de proteínas que se encuentra en algunos cereales.
Aporta elasticidad y esponjosidad a alimentos como el pan o la bollería.
Por ello, desde hace años se han seleccionado genéticamente las semillas
de trigo para buscar aquellas que tengan una mayor cantidad de gluten y así
obtener panes mejores. Es decir, no se han seleccionado por su calidad
nutricional, sino por su capacidad de panificación. Esta selección genética ha
hecho que actualmente el gluten represente el 80 o el 90 % de las proteínas
del trigo, y quizá sea la causa del aumento de problemas relacionados con su
consumo.
El trigo contiene varias proteínas: albúminas, globulinas, prolaminas y
gluteninas. El gluten en sí lo componen estas últimas, las prolaminas y las
gluteninas. El consumo de gluteninas no presenta problemas, pero el de
prolaminas sí. Aunque las prolaminas se encuentran en todos los cereales,
solo son problemáticas en el trigo, la cebada, el centeno y a veces la avena.
Aunque el gluten resulta tóxico solo para los celíacos, provoca
permeabilidad intestinal y otros problemas en todas las personas por igual.

Dónde se encuentra el gluten


El gluten se encuentra en varios cereales; aquí tienes un breve listado:

Trigo: contiene la prolamina gliadina, que es su principal proteína junto


con las gluteninas. En la gliadina se encuentran la mayoría de los
productos tóxicos que nos causarán reacción. Otros tipos de trigo, como
la espelta o escanda, el kamut, el triticale —cruce de trigo y centeno— o
el trigo candeal, también contienen gluten.
Centeno: contiene secalina, una prolamina similar a la gliadina.
Cebada: contiene hordenina, también muy parecida a la gliadina. Tanto
el centeno como la cebada también contienen una pequeña porción de
gliadina.

¿Qué pasa con la avena? Contiene la prolamina avenina en cantidades


mucho más bajas que las prolaminas del trigo. Aunque algunos estudios han
determinado que no produce los mismos efectos que las anteriores
prolaminas, a muchas personas les provoca los mismos síntomas que el
gluten.
¿Y el maíz? Tampoco contiene gluten, pero sus prolaminas, las zeínas,
pueden provocar una respuesta inflamatoria en algunas pacientes de
endometriosis. Por lo tanto, no será un cereal que debas consumir de forma
habitual. Además, eleva mucho la glucemia en sangre, por lo que es
aconsejable consumirlo en pequeñas cantidades.

Por qué el gluten es problemático


La estructura cíclica de la gliadina del gluten dificulta mucho su digestión.
Los restos proteicos mal digeridos interactúan con la mucosa intestinal,
desencadenando la activación del sistema inmune y el proceso inflamatorio
en personas que sean susceptibles a ello.
Es decir, que estas prolaminas, en lugar de convertirse en aminoácidos y
absorberse sin más, como ocurre con otras proteínas presentes en los
alimentos, generan cadenas de aminoácidos que resultan tóxicas para las
células intestinales.
Las proteínas del gluten aumentan la producción intestinal de zonulina,
una proteína encargada de regular la permeabilidad intestinal. Cuando esto
ocurre, se rompen las uniones estrechas que unen las células intestinales. En
esta situación, entran sustancias directamente al torrente sanguíneo que no
deberían entrar, como toxinas, bacterias, gluten, alimentos sin digerir o
fármacos. Al sistema inmune le cuesta lidiar con tantas sustancias extrañas y
se generan una serie de efectos en el organismo, entre ellos, inflamación
sistémica, alergias, intolerancias, enfermedades autoinmunes, malabsorción
de nutrientes, etcétera. Cuando tenemos inflamación sistémica en el cuerpo,
aumenta el nivel de citoquinas proinflamatorias y nuestra respuesta al dolor
suele ser mayor.
La permeabilidad intestinal también puede producirse cuando se dan
ciertas condiciones, como estrés, alteración de la microbiota del intestino,
consumo de fármacos como los antiinflamatorios o consumo de alcohol u
otros tóxicos.

¡Importante!

El consumo de gluten aumenta la inflamación, el dolor y altera el sistema inmune.


Estos tres factores empeoran la endometriosis.

¿Qué pasa si dejo de comer gluten?


Nutricionalmente, el gluten es un alimento pobre, no tiene ningún
aminoácido esencial, excepto la lisina, es decir, no tiene nada que no
podamos obtener consumiendo otros alimentos. Además, contiene lisina en
muy baja proporción. Por lo tanto, si nuestra alimentación se basa en
productos derivados del trigo, estaremos manteniendo un perfil nutricional
muy pobre. Dejar de consumirlo no hace que tengas ninguna carencia de
nutrientes.
Por otro lado, actualmente, los productos derivados del trigo y otras
harinas con gluten monopolizan nuestros platos. Llevar una dieta sin gluten
basada en productos naturales y frescos mejorará notablemente tu
alimentación.
Los beneficios de dejar de consumir gluten son los siguientes:

Permitirás que la barrera intestinal se repare.


Se reducirá la inflamación crónica de tu cuerpo.
Mejorarán los síntomas de las enfermedades autoinmunes que puedas
padecer.
Mejorarán los síntomas de la endometriosis.
Se reducirá tu sensación de dolor global.
Tendrás una alimentación mucho más variada y nutritiva.
Evitarás tentaciones de alimentos ultraprocesados, como bollería, pizzas
o galletas.

¿Dejar de comer gluten causa intolerancia al gluten?


Algunas personas, después de haber llevado durante bastante tiempo una
dieta cien por cien libre de gluten, pueden sentir dificultades digestivas
cuando vuelven a reintroducirlo en sus menús. Esto se debe a que nuestra
microbiota se modifica cuando dejamos de comer gluten, eliminándose las
bacterias que se benefician del consumo de esta sustancia. Esto no es ni malo
ni bueno, solo deberás tenerlo en cuenta. No tiene por qué pasarte a ti ni
ocurre de la noche a la mañana, es un proceso paulatino que no implica
ninguna enfermedad, solo alguna molestia al principio si decides reintroducir
el gluten más adelante. Pero en ningún caso dejar de comer gluten te
provocará una futura intolerancia al gluten ni celiaquía. 2

Consejo

Es muy importante que descartes la enfermedad celíaca antes de llevar una dieta
cien por cien libre de gluten. Si eres celíaca y no lo sabes, pero consumes alguna traza
o haces alguna excepción en la dieta con el gluten, las consecuencias pueden ser
fatales. Además, si dejas el gluten y más adelante tienen que hacerte pruebas de
celiaquía, será difícil poder diagnosticarte. Habla con tu nutricionista y tu médico
digestivo antes de retirar por completo el gluten de tu alimentación.

Cómo llevar una dieta sin gluten


El problema suele ser que la mayor parte de nuestra alimentación es trigo; si
te fijas, lo incluimos en muchísimas comidas: pan, pasta, pizzas, croquetas,
galletas, bizcochos, cereales de desayuno, tostadas, picatostes, seitán,
cerveza, salsas, etcétera. Por esta razón resulta tan difícil hacer una dieta sin
gluten al principio: está en casi todo lo que comemos.
Una dieta sin gluten se basa en el consumo de frutas, verduras, legumbres,
carnes, pescados, huevos y cereales sin gluten. No es recomendable sustituir
lo que antes comíamos con gluten por las alternativas sin gluten que venden
en los supermercados, ya que así no obtendremos muchos de los beneficios
de esta dieta y estaremos consumiendo alimentos ultraprocesados de nuevo.
Cuando comas fuera de casa, intenta pedir comidas sin gluten; puedes
preguntarle al camarero: están obligados a informarte de ello. Si vas a casa de
algún familiar o amigo, explícale antes de ir que estás llevando una dieta sin
gluten para que pueda hacer la comida sin trigo, cebada o centeno. Puedes
llevar algún postre sin gluten para facilitarle el trabajo.
El secreto de la dieta sin gluten es habituarnos a llevar una alimentación
diferente y prescindir de aquellos alimentos que no nos aportan ningún
beneficio.

ULTRAPROCESADOS

El primer paso para mejorar los síntomas de la endometriosis es eliminar los


alimentos procesados de tu vida. Estamos totalmente habituadas a comprar
muchas cosas ya preparadas. El trabajo, la casa, los estudios, los hijos..., no
nos dejan tiempo para dedicarlo a la cocina y tenemos que echar mano de
alimentos ya preparados.
Esto no tiene por qué ser así, pues actualmente hay muchas técnicas que
ahorran tiempo, como el batch cooking, que te enseña a preparar toda la
comida saludable de una semana en un solo día y a no dedicarle más tiempo
del necesario. También tenemos recetas y aparatos como el microondas, la
olla exprés o la Thermomix que nos permiten elaborar menús muy completos
más rápido.
Quizá en un primer momento te pueda resultar difícil dejar de consumir
ciertos productos, pero tranquila, se trata de aprender a sacar partido a nuestra
cocina.
La mayoría de los alimentos actuales están procesados de alguna manera,
ya sea para alargar su tiempo de conservación, reducir su acidez, permitir su
producción a escala industrial, mejorar su presentación y su sabor, etcétera.
Todas estas preparaciones pueden causar algún efecto en la salud. Lo
importante es conocerlas y saber distinguir si esa comida procesada es
adecuada o no.
Existe una clasificación de alimentos que distingue varios grados de
procesamiento; vamos a verlos con detalle.

Grupo 1: alimentos sin procesar o mínimamente


procesados
Son alimentos naturales procedentes de las plantas (semillas, frutos, hojas,
tallos y raíces) o de animales (carne, huevos y leche), y también hongos,
algas y agua. Este debe ser el grupo en el que se base tu alimentación. Son los
más saludables y de los que vas a sacar más beneficios.
Los alimentos mínimamente procesados son aquellos modificados
ligeramente para eliminar partes no comestibles o no deseadas, o aquellos
sometidos a secado, trituración, molienda, fraccionamiento, filtrado, tostado,
pasteurización, refrigeración, congelación, envasado al vacío o fermentación
sin alcohol. Ninguno de estos procesos agrega sustancias como sal, azúcar,
aceites o grasas al producto original. Cuando se procesan estos alimentos, se
hace con el objetivo de alargar su vida útil o facilitar su preparación.
En este grupo se incluyen frutas frescas, exprimidas, refrigeradas,
congeladas o secas, verduras, granos como arroz integral o quinua, legumbres
de todo tipo, patatas, setas frescas o secas, carne, pollo, pescados y mariscos,
huevos, pasta, polenta, copos o sémolas, nueces y otras semillas oleaginosas
sin sal ni azúcar añadidos, especias y hierbas frescas o secas, té, café y agua
potable.
También consideramos alimentos mínimamente procesados aquellos
compuestos de dos o más artículos en este grupo, como la granola hecha de
cereales, nueces y frutas secas sin azúcar.
Algunas veces pueden llevar algún conservante, como los antioxidantes
que se añaden a las conservas de fruta y verdura al vacío.

Grupo 2: ingredientes culinarios procesados


En este grupo clasificamos los ingredientes usados en la cocina, que se
obtienen directamente de los alimentos del grupo 1 o de la naturaleza
mediante procesos tales como el prensado, el refinado, la molienda o el
secado.
Los usamos para preparar, sazonar y cocinar alimentos sin procesar y
hacer con ellos una variedad de platos agradables y sabrosos.
Estos alimentos rara vez se consumen por separado. En este grupo se
incluyen, por ejemplo, la sal, el azúcar, la melaza, la miel de abeja, los aceites
vegetales prensados en frío de aceitunas o semillas, la mantequilla, la
manteca de cerdo o los almidones extraídos del maíz y otras plantas.
También pertenecen a este grupo la combinación de varios ingredientes,
como la mantequilla salada o la sal yodada y algunos fermentados como el
vinagre de vino.
Pueden llevar algunos aditivos para su conservación, como los
antioxidantes agregados al aceite, la sal de cocina con antihumectantes o el
vinagre con conservantes agregados que evitan la proliferación de
microorganismos.
Los aditivos usados en los grupos 1 y el 2 no son especialmente
problemáticos para nosotras, ya que la mayoría de ellos son productos
naturales, como el ácido cítrico o la vitamina E, usada como antioxidante.
Con todo, priorizaremos aquellos alimentos sin aditivos.

Grupo 3: alimentos procesados


Los alimentos procesados son productos simples donde se mezclan azúcar,
aceite, sal u otras sustancias del grupo 2 con alimentos del grupo 1. Además,
se someten a un procesado, como la cocción o la fermentación, para
modificarlos. La mayoría tienen dos o tres ingredientes.
El objetivo principal de la fabricación de alimentos procesados es
aumentar la durabilidad de alimentos del grupo 1, mejorar sus cualidades
sensoriales, preservar sus propiedades originales o resistir la contaminación
microbiana.
Ejemplos típicos de alimentos procesados son los vegetales, las frutas y las
legumbres enlatados o en bote de cristal; las nueces y semillas saladas o
azucaradas; las carnes saladas, curadas o ahumadas; el pescado enlatado; los
quesos o los panes recién hechos sin envasar.
Las bebidas alcohólicas, como la cerveza, la sidra y el vino, se clasifican
en este grupo.

Grupo 4: alimentos ultraprocesados


Estos productos son formulaciones industriales con cinco o más ingredientes.
Muchos de ellos pertenecen al grupo 2 (azúcar, aceites, grasas, sal,
antioxidantes, estabilizadores y conservantes). También encontramos otros
ingredientes que no se usan comúnmente en la cocina y que se añaden para
mejorar el sabor o para disfrazar cualidades indeseables. Los alimentos sin
procesar que se utilizan en este grupo representan pequeñas porciones del
total o incluso están ausentes.
En el etiquetado de los alimentos ultraprocesados vemos extraños
ingredientes que se extraen de algunos alimentos, como la caseína, la lactosa,
el suero y el gluten, o bien ingredientes a los que se les realiza previamente
algún procesamiento, como aceites hidrogenados, proteínas hidrolizadas,
proteína aislada de soja, maltodextrina, azúcar invertido y jarabe de maíz alto
en fructosa. También encontramos muchos tipos de aditivos, como
colorantes, estabilizadores de color, potenciadores del sabor, edulcorantes sin
azúcar, agentes carbonatantes, antiespumantes, antiaglomerantes,
emulsionantes, secuestrantes y humectantes.
Además, los productos ultraprocesados se elaboran a través de procesos
industriales imposibles de replicar en casa, como la extrusión, el moldeo o el
preprocesamiento para freír.
El objetivo principal del ultraprocesamiento industrial es crear productos
que estén listos para comer, beber o calentar, pese a que la naturaleza ya nos
brinda este tipo de alimentos de rápido consumo, como las frutas, los frutos
secos o el agua.
Algo que caracteriza especialmente a estos alimentos es que son
hiperpalatables, esto es, que la combinación de sus componentes hace que
sean más sabrosos de lo que serían normalmente. Además, vienen en
atractivos paquetes, estudiados con técnicas de marketing hasta el mínimo
detalle, y se acompañan de llamativos anuncios publicitarios enfocados a
crear la necesidad de su consumo, resaltando sus propiedades saludables o su
increíble beneficio respecto a la competencia.
Son ejemplos de productos ultraprocesados típicos las bebidas
carbonatadas, los bocadillos envasados, los helados, las chocolatinas, los
productos de confitería, los panes y los bollos empaquetados, las galletas, los
bizcochos, los pasteles y las tartas, las barritas de cereales, las bebidas
energizantes, los batidos lácteos, los yogures de «frutas», los cubitos de carne
y pollo, los palitos de cangrejo, las salsas, las fórmulas infantiles, las leches
de continuación y otros productos «para bebés», o productos de «salud» y
«adelgazamiento», como los sustitutos de comidas. Hay, asimismo, muchos
productos listos para calentar, como empanadas, platos de pasta y pizza,
salchichas, hamburguesas, perritos calientes y otros productos cárnicos
reconstituidos, sopas, fideos y postres «instantáneos» envasados.
Algunos productos del grupo 3 pueden clasificarse en este grupo cuando
llevan aditivos intensificadores, como el yogur natural con edulcorantes
artificiales añadidos y panes con emulsionantes añadidas. También las
bebidas alcohólicas destiladas, como el whisky, la ginebra, el ron o el vodka
se clasifican en el grupo 4.
Ahora que ya sabes distinguir entre los productos sin procesar, los
procesados y los ultraprocesados, te resultará más sencillo distinguir entre un
alimento saludable y uno que no lo es.
La base de tu alimentación debe estar representada por alimentos del
grupo 1, sin procesar o mínimamente procesados. También puedes incluir sin
miedo condimentos del grupo 2.
Con los alimentos del grupo 3 debes tener más cuidado, ya que, bajo una
apariencia saludable, pueden estar incluidos algunos ingredientes que no son
adecuados para la endometriosis. Por ejemplo, debes estar muy atenta al
etiquetado y ver si entre los ingredientes se incluyen azúcares, lácteos, gluten,
grasas vegetales o aditivos sospechosos. Consume este tipo de alimentos con
moderación y en pequeñas cantidades: es preferible que los cocines tú en
casa; por ejemplo, puedes hacer tus propios panes, compotas, yogures,
etcétera.
Los alimentos ultraprocesados deben ser eliminados de tu alimentación.
Como has visto, es muy fácil distinguirlos, aunque muchas veces nos
engañan con mensajes saludables como «bio», «sano», «0 %», «light» o «sin
azúcares». Los alimentos sin procesar no llevan estos apellidos, así que si
lees algo parecido, puedes estar segura de que te hallas ante un
ultraprocesado de manual.
Este tipo de productos no los fabrican cocineros o artesanos, sino químicos
y técnicos alimentarios. Duran meses en nuestra despensa, gracias a los
envases de plástico y los conservantes que se añaden. Estos envases traspasan
sus tóxicos a los alimentos, resultando unos alimentos doblemente dañinos.
Puede que durante el tiempo de transición hacia una dieta sana consumas
algún alimento ultraprocesado. No te preocupes, es mejor adquirir nuevos
hábitos alimentarios poco a poco. Lo importante es que sepas reconocerlos y
que su consumo sea muy ocasional, con vistas a eliminarlos en un
determinado plazo de tiempo.

Aditivos

Y ya que hablamos de aditivos, este va a ser otro punto que tener en cuenta
en tu alimentación. Están muy relacionados con los alimentos
ultraprocesados, ya que solo encontrarás aditivos en este tipo de productos.
El problema es que muchos de ellos son nocivos para la salud. Por
ejemplo, los nitritos y los nitratos que se utilizan en las carnes procesadas son
sospechosos de causar cáncer colorrectal y de estómago.
Los sulfitos, que también se añaden a muchas carnes para aumentar su
tiempo de vida, resultan muy perjudiciales para ciertas personas con
sensibilidad. Encontrarás sulfitos también en bebidas como el vino y en frutas
desecadas.
Otro aditivo muy dañino presente en muchos productos ultraprocesados es
el glutamato monosódico, que hace que los alimentos sean más «sabrosos».
Esta sustancia, aunque puede tener un origen natural, causa daño neuronal;
además, hace que comas más cantidad de la cuenta, provoca dolor de cabeza
y congestión.
Aunque existen aditivos que no presentan ningún tipo de riesgo —como el
ácido ascórbico, que es vitamina C; el tocoferol, qué es vitamina E, o el ácido
cítrico, presente en las frutas cítricas—, no debes abusar de los alimentos que
lleven aditivos en su composición.
Si bien el consumo de aditivos está probado y estudiado, y conocemos sus
cantidades máximas o seguras, esto no hace que sean inocuos. Aunque
conocemos su relación con nuestra salud, no se conoce bien la interacción
que supone consumir en conjunto tanta cantidad de aditivos. Tampoco
sabemos si este cóctel puede tener alguna interacción con los fármacos que
tomamos o con los estados de salud de ciertas personas, como, por ejemplo,
de mujeres con endometriosis.
No se trata de tener miedo a los productos químicos, se trata de intentar
que la mayor parte de nuestra alimentación esté exenta de este tipo de
sustancias. No tienes que aprenderte cuáles son buenos y cuáles son malos:
intenta no comer nada que tenga aditivos, así no tendrás que preocuparte por
ellos. Y hacerlo es muy sencillo. Como ya hemos visto, los aditivos están en
los alimentos ultraprocesados, así que evitando este grupo de alimentos
eliminarás los aditivos de tu dieta.
Por eso, te recomiendo leer siempre los ingredientes de las etiquetas y
evitar este tipo de sustancias.

GRASAS INFLAMATORIAS

Durante mucho tiempo nos han dicho que las grasas vegetales eran mucho
más saludables que las animales. Y esta es una verdad a medias. Existe un
tipo de grasas vegetales que deberíamos evitar siempre en nuestra
alimentación.
Es el caso de los aceites vegetales refinados y las grasas trans, como la que
se encuentra en la margarina. Actualmente, sabemos que los aceites de
semillas y las grasas trans están detrás de muchos de los problemas más
importantes de salud actuales. Se asocian a enfermedades cardiovasculares,
inflamación, cáncer, envejecimiento prematuro y otros problemas
metabólicos.
Los aceites refinados de semillas son alimentos ultraprocesados, ya sean
de girasol, maíz, soja, canola, cacahuete... Son aceites muy alejados del
alimento original que da la naturaleza: no tiene nada que ver comer unas
pipas de girasol con consumir aceite de girasol que ha pasado por un sinfín de
etapas de refinamiento.
Las grasas trans son aceites vegetales poliinsaturados a los que se les
añade un grupo de hidrógenos para que permanezcan solidas a temperatura
ambiente. Se utilizan para dar consistencia y alargar la vida útil de algunos
productos como la bollería, pizzas, palomitas o la margarina. Las grasas trans
aumentan de manera muy significativa el riesgo de enfermedad
cardiovascular. También aumentan la resistencia a la insulina y la
inflamación sistémica del organismo, haciendo que la endometriosis pueda
aumentar y empeore nuestro estado de salud.
Cómo se refinan los aceites

Las semillas como el girasol, el maíz, la soja o la colza se pueden prensar para
extraer su aceite, pero la cantidad lograda es muy poca. Para aumentar su rentabilidad,
estas semillas se calientan a grandes temperaturas y se les añaden disolventes como
el hexano, un hidrocarburo derivado del petróleo, para extraer su aceite.
Posteriormente, se calienta a unos ciento cincuenta grados para evaporar este
disolvente, aunque suelen quedar residuos. También se puede añadir sosa cáustica o
ácido sulfúrico para corregir la acidez.
Después viene la verdadera refinación: se añade sosa cáustica para generar un
jabón donde se quedan las impurezas, aunque también se lleva los minerales y
fosfolípidos que tenía ese aceite de manera natural. A continuación, el aceite se
desodoriza y se blanquea añadiendo más productos químicos y calentándolo a unos
doscientos setenta grados. Con este último paso se eliminan los disolventes y las
sustancias químicas utilizados en el proceso, pero también cualquier otra propiedad
que pudiera tener ese aceite.
Aunque el resultado sea un producto apto para el consumo, durante el proceso se
han creado una serie de compuestos tóxicos, como grasas trans, aldehídos y 3-
monocloropropanodiol.

¡Importante!

Evita los fritos elaborados con este tipo de aceites de semillas. Al calentarse se
oxidan y crean compuestos cancerígenos.

Los aceites de semillas a altas temperaturas se oxidan y liberan una


sustancia que se llama acroleína, uno de los tóxicos que encontramos en el
tabaco. Como ya hemos comentado, es muy importante que los aceites que
utilicemos en la cocina no cambien su estructura al calentarse. Por ejemplo, el
aceite de coco o el de oliva sí se mantienen estables a altas temperaturas, por
lo que son los más recomendables.
También son ricos en omega 6. Como ya vimos, la ratio entre omega 3 y
omega 6 actúa sobre la inflamación. Esta ratio debe ser 1:1 o, como mucho,
1:3. Cuando prima el omega 6 —que es un ácido graso inestable—, este se
convierte en el principal elemento de nuestras paredes celulares; cuando entra
en contacto con grasas oxidadas, genera radicales libres que debilitan y crean
estrés oxidativo, envejeciendo y enfermando las células. Este proceso es
especialmente grave para ti, ya que las células de la endometriosis generan
estrés oxidativo por sí mismas, empeorando la situación.
Además de estrés oxidativo, la ratio alterada entre omega 3 y omega 6 va a
producir un exceso de inflamación. El metabolismo se verá afectado debido a
la pérdida en el transporte de nutrientes y el consumo de oxígeno, y las
células se inflamarán y enfermarán. Las células que conforman la
endometriosis tendrán, además, más posibilidades de crecer.
No solo tienes que evitar estos aceites en casa, sino que ten en cuenta que
en la mayoría de bares y restaurantes se utilizan para preparar casi cualquier
cosa. Evita pedir frituras o cualquier plato que sospeches que se ha preparado
con aceite refinado. Si tienes dudas, pregunta al responsable.

Consejo

La mayoría de los productos ultraprocesados llevan aceite de girasol. Antes de


comprar nada, revisa los ingredientes, y si tiene este tipo de aceites, no lo compres.

ALCOHOL

Hoy en día, las autoridades sanitarias todavía siguen recomendando un


consumo moderado de alcohol. Aún se escuchan mensajes como que el vino
tiene un efecto cardioprotector, que la cerveza no engorda y tiene minerales,
que una copita no te va a hacer daño..., cuando hay una evidencia
absolutamente aplastante de que el alcohol es una sustancia cancerígena.
Sabemos que el alcohol es causa directa de un gran número de cánceres y,
además, está involucrado en el desarrollo de muchos trastornos y
enfermedades. 3 Es una sustancia altamente adictiva (el alcoholismo es un
grave problema social), y aumenta la incidencia de la depresión y la ansiedad.
El problema del alcohol es que su consumo es esencialmente social: nos
reunimos, charlamos y compartimos con nuestras familias y amigos con una
copa de vino o una cerveza en la mano. Es muy complicado separarlo de
nuestras vidas y a las personas que están habituadas a beber de vez en cuando
les cuesta mucho iniciar una vida sin esta sustancia, no por el alcohol en sí,
sino por esas relaciones que se forman a su alrededor.
Se nos habla mucho de un consumo moderado, pero este es un término
muy complicado para mucha gente, porque ¿qué es moderado exactamente?
¿Un vaso de alcohol al día, a la semana, al mes? No lo sabemos bien. Lo que
sí sabemos es que desde la primera gota de alcohol que consumimos los
efectos tóxicos ya se producen en nuestro cuerpo. Por lo tanto, no existe
cantidad mínima inocua, tan solo un mililitro de alcohol ya produce efectos
nocivos.
Existen infinidad de estudios que nos dicen que el vino tiene un papel
cardioprotector o que la cerveza es fuente de vitaminas y minerales. Y no es
que no sea del todo cierto, pero para que estas sustancias tengan algún
beneficio en nuestro cuerpo habría que beber varios litros de vino o cerveza
al día. Además, esas mismas propiedades puedes conseguirlas consumiendo
cualquier alimento saludable. Los estudios que ensalzan las bondades del
alcohol suelen estar financiados por empresas que fabrican o distribuyen
estas bebidas, así que mucho cuidado con las noticias que afirmen que
cualquier bebida alcohólica es buena.

Cómo afecta el alcohol a la endometriosis

Aumenta los estrógenos del cuerpo: el alcohol satura el hígado,


haciendo que sea mucho más complicado depurar estrógenos y otros
tóxicos acumulados. Al no poder metabolizar bien los estrógenos, estos
se irán acumulando y empeorarán el hiperestrogenismo que produce la
endometriosis.
Reduce la cantidad de nutrientes: mientras el hígado limpia todo el
alcohol que has consumido, se limita la absorción de vitaminas,
minerales y otros nutrientes que necesita el cuerpo.
Promueve el aumento de peso: el alcohol aporta siete calorías por cada
gramo, casi como la grasa, pero no aporta ningún tipo de nutriente, por
lo que las consideramos calorías vacías. Además, reduce en más de un
73 % la oxidación lipídica, es decir, que mientras consumes alcohol tu
cuerpo no puede quemar la grasa que tiene.
Aumenta el riesgo de cáncer: para metabolizar el alcohol, el hígado lo
convierte en acetaldehído, una toxina que puede alterar el ADN y causar
mutaciones genéticas en las células. Cualquier sustancia que sea capaz
de generar una mutación en los genes va a promover el cáncer (esta no
es la causa única del cáncer, hay muchos otros factores que influyen en
la aparición de la enfermedad).
Es altamente oxidante: reduce en gran medida el glutatión, que es el
principal antioxidante del hígado. Además, el consumo de alcohol hace
que aumente la producción de especies reactivas de oxígeno, lo que,
acompañado de la disminución de nutrientes y de glutatión, promueve
un exceso de estrés oxidativo en las células corporales. El estrés
oxidativo es uno de los principales problemas de la endometriosis, ya
que permite la proliferación de los quistes endometriósicos.

¿Y qué pido en un bar?

Los bares son el sitio más complicado para una mujer con endometriosis: ¡no hay
nada para nosotras! Todo lleva alcohol, azúcar o cafeína, así que nuestras opciones se
reducen mucho.
Evita los refrescos carbonatados como los de cola o los que son del tipo té helado o
isotónicos. Incluso si son cero azúcar, pues ya vimos que los edulcorantes tampoco
eran recomendables para nosotras.
Los zumos naturales recién exprimidos parecen una opción saludable, pero
realmente su contenido de azúcar es alto, dejando de ser una opción adecuada. Podría
valer si es un batido de verduras con muy poca cantidad de fruta.
Aquí tienes algunas ideas saludables que puedes pedir en un bar: agua, con o sin
gas, con una rodajita de limón o con hierbabuena; infusiones frías o calientes,
kombucha, agua de coco natural.
OTROS ALIMENTOS QUE NO TE INTERESAN

Aparte de los alimentos que ya hemos visto, hay otros cuyo consumo debes
moderar o suprimir. Depende mucho de cada una en qué medida, pero es
bueno que los conozcas para que sepas elegir mejor.

CAFÉ

La mayoría de nosotras adoramos el café y es una de las cosas que más nos
cuesta dejar cuando nos empezamos a cuidar. Pero ¿por qué hay que dejarlo?
Seguro que tener una buena razón para hacerlo te hará más fácil suprimirlo de
tu dieta.
Recordemos la detoxificación de estrógenos. El cuerpo lo hace en dos
fases. En la primera, los estrógenos se hacen solubles en agua, esto es, se les
añade un grupo hidroxilo. El resultado de esta reacción son unos estrógenos
muy potentes conocidos como hidroxiestrógenos. Estos son mucho peores
que los estrógenos «normales», ya que multiplican la dominancia estrogénica
que padecemos con la endometriosis.
En la fase 2, los hidroxiestrógenos se preparan para ser expulsados del
cuerpo. El problema es que esta segunda fase es lenta. Y lo será aún más si
padeces procesos inflamatorios y déficit de minerales y vitaminas,
acumulándose así muchos metabolitos estrogénicos, que se quedan
estancados entre la fase 1 y 2, empeorando toda la situación.
Pues bien, por un lado, la cafeína acelera la fase 1 de detoxificación, por lo
que acumulas más hidroxiestrógenos de la cuenta. Por otro lado, la cafeína
inhibe la catecol O-metiltransferasa (COMT), la principal enzima de fase 2 de
desintoxicación. ¡Vamos, que estás impidiendo por todos los medios la
limpieza de estrógenos!
Mi recomendación es que no tomes café de manera habitual. Busca otro
tipo de bebidas que te gusten. El café no va a hacer que te mantengas
despierta toda la mañana, tu cuerpo puede hacerlo de manera natural gracias a
la ayuda del cortisol (cuida tus ritmos circadianos). Esto no quita que un día
te tomes una taza con una amiga, pero es mejor que busques otras
alternativas. Vamos a cuidarnos sin ser radicales.

SOJA

La soja es uno de los alimentos más controvertidos en caso de endometriosis.


Habitualmente, se suele recomendar que no se consuma por su elevada
cantidad de fitoestrógenos. Sin embargo, hay muchos autores que opinan lo
contrario, precisamente por esos mismos fitoestrógenos.
La soja es una legumbre y, por lo tanto, presenta todos los inconvenientes
que vimos con otras legumbres. Tiene una cantidad importante de
antinutrientes y un tipo de fibras altamente fermentables, por lo que ocasiona
problemas en un intestino delicado como el tuyo. De hecho, todas las
legumbres y otras semillas también tienen fitoestrógenos, aunque en una
proporción menor que la soja.
Partimos de la base de que los fitoestrógenos que consumimos a través de
la alimentación son difícilmente asimilables por el cuerpo, especialmente
para las mujeres occidentales, ya que no tenemos tanta costumbre de
consumir soja como la población oriental. Los pocos fitoestrógenos que
consiguen entrar al torrente sanguíneo tienen un efecto estrogénico débil.
Los estrógenos —los hay de muchos tipos— son hormonas que dan un
mensaje a las células que tienen receptores de estrógeno: «crece». Si estamos
ante un estrógeno débil, el mensaje será «crece un poco»; sin embargo, si este
estrógeno es fuerte —como los metabolitos de los estrógenos de los que
hablamos antes—, el mensaje será «crece mucho». Cuando un estrógeno
débil se adhiere al receptor, «quita» el sitio a un estrógeno fuerte.
Por lo tanto, si los fitoestrógenos actúan como estrógenos débiles en el
cuerpo, en parte podrían tener efectos positivos. El problema es que no dejan
de ser estrógenos, y en un cuerpo que ya tiene un exceso de estos no nos
interesa incluir más.
En la literatura científica hay bastante controversia. Existen estudios que
demuestran que los fitoestrógenos ayudan a regular la cantidad de estrógenos
en el cuerpo y otros que dicen que aumentan su nivel, ocasionando
hiperestrogenismo.
Mi opinión es que, por precaución, no deberíamos consumir este tipo de
alimentos, especialmente porque no es un alimento habitual en nuestra
cultura, así que no hay necesidad de incorporarlo para nada. Mi consejo es
que evites la soja todo lo que puedas, ya que no te aporta nada que no
encuentres en otros alimentos y se sospecha que empeora la endometriosis,
por lo tanto, no te interesa en absoluto. Esto es especialmente importante si
consumes soja como alternativa a la carne: un consumo excesivo de esta
legumbre sí que te va a acarrear problemas con la endometriosis.
La soja se encuentra en productos como el tofu, la soja texturizada, la
leche de soja, yogures de soja, el tempeh, el miso, el tamari o la salsa de soja.
No hay problema en consumirlos de manera ocasional, pero no los incluyas
en tu dieta habitual, especialmente la soja texturizada y la leche de soja.

CARNE PROCESADA

Aunque ya hemos hablado de los alimentos ultraprocesados, quería hacer un


inciso para hablar de este tipo de productos. La carne procesada es aquella
que ha sido sometida a algún proceso, como secado, adobo, fermentación o
cualquier otro para alargar su periodo de caducidad y mejorar su color, sabor,
olor y textura.
Dentro de este grupo encontramos los embutidos, las salchichas, las
hamburguesas, el beicon o los fiambres. Hay muchas diferencias,
dependiendo del origen y del procesamiento de estas carnes, pero en general
son productos que debes evitar.
Durante mucho tiempo se ha pensado que el consumo de carne roja
favorecía el cáncer y la inflamación, pero —como hemos visto— la carne
roja en sí no es mala, sino que depende de su origen y del tratamiento que se
le haya dado.
Hace tiempo, la Organización Mundial de la Salud publicó un metaanálisis
en el que comparaba el impacto de las carnes procesadas y de la carne roja en
la salud humana. 4 Quedó demostrado que las carnes procesadas eran
cancerígenas, tanto como el tabaco o el alcohol, ya que se clasificaron en el
mismo grupo de evidencia. Sin embargo, la carne roja solo tenía una
evidencia limitada de causar enfermedades, ya que el estudio se basó en
pruebas observacionales, es decir, que no pudo demostrar si es un factor
prevalente de cáncer o hay otros factores implicados.
Si quieres mejorar los síntomas de la endometriosis, evita cualquier tipo de
embutidos, como chorizo, salchichón, longaniza, fuet, jamón serrano, lomo
embuchado, cecina, fiambres de jamón, de pollo o de pavo, mortadela,
salchichas y hamburguesas preparadas.
Podrías hacer una excepción con aquellos embutidos que procedan de
carnes de animales que se hayan criado en libertad y alimentándose de pasto.
Dentro de estos, elige aquellos que tengan menos grasas, como el jamón, el
lomo o la cecina.

Consejo

Evita la carne picada que se vende en los supermercados. Si te fijas en su etiqueta,


no es cien por cien carne, ya que añaden otro tipo de ingredientes, como almidones,
harinas y aditivos.
10

Como elaborar tu menú

Empezar por diseñar un menú puede ayudarte a cambiar tu alimentación y te


va a dar una guía en la que apoyarte al principio. Intenta hacerlo a tu gusto,
con platos que te gusten. No te exijas mucho, pues el objetivo es hacerlo lo
mejor posible, no perfecto al cien por cien. Prueba cosas nuevas y mantén tu
mente abierta a nuevos sabores y nuevas experiencias... Así será más
divertido.
Para organizar las comidas y las cenas, puedes seguir estas pautas:

Elige las proteínas que vas a incluir durante la semana. No existe una
frecuencia establecida en las proteínas que tienes que comer, es decir,
que no es necesario que tomes pollo tantas veces a la semana o pescado
otras tantas. Lo importante es que vayas variando tus fuentes proteicas
para que no sean siempre las mismas. Elige cuántos días vas a comer
pollo, pavo, pescado blanco y azul, marisco y huevos, y distribuye las
proteínas a lo largo de la semana. Piensa también qué platos vas a dejar
ya preparados. Los pondrás seguidos dentro del menú para que no se
estropee la comida.
Elige las verduras de tu menú semanal. Acuérdate de incluir bastante
variedad. Por lo menos, tiene que haber cinco o seis diferentes, y puedes
combinar varias de ellas para confeccionar cada plato. Escoge qué
verduras comerás crudas y cuáles cocinadas. Puedes dejar preparadas las
verduras cocinadas el día que tengas libre. Por ejemplo, elaborar el
domingo crema de espinacas, brócoli al vapor, judías verdes o cualquier
otro plato de verdura que no requiera mucha preparación. No pasa nada
por repetir platos.
Elige qué hidratos de carbono comerás. Te adelanto que no van a ser
muchos, quizá puedes dejar preparados un poco de quinua y arroz
integral. Cocina unos boniatos y déjalos en el frigorífico, así podrás ir
sacándolos a lo largo de la semana. Además, al haber sido enfriados,
tendrán almidón resistente, una fibra buena para tu microbiota. Intenta
que los hidratos de carbono no sean mayoritarios en tu menú: no hace
falta que los comas todos los días, y si lo haces, que sea en porciones
pequeñas, como acompañamiento o guarnición.
Distribuye todos los ingredientes que has elegido a lo largo de la
semana. No pasa nada por repetir plato algunos días, lo que sí es
importante es que no repitas entre una semana y otra. Intenta que haya
bastante variedad tanto de vegetales como de fuentes proteicas a lo largo
del mes. Si incluyes en tu menú una gran cantidad de verduras de todos
los colores, obtendrás todos los nutrientes que necesitas.
A partir del menú que has preparado puedes confeccionar la lista de la
compra y ahorrar tiempo y trabajo cuando vayas al súper.

Aquí tienes un menú de ejemplo que te puede servir de inspiración para


hacer el tuyo propio:

Desayuno Comida Cena

Lunes Tostada de pan de trigo Ensalada de canónigos, Revuelto de setas y ajetes


sarraceno con tapenade (paté rúcula y aguacate
de aceitunas) Pollo asado a las finas
Manzana asada hierbas
Martes Pudin de chía con arándanos Judías verdes con zanahorias Caldo de huesos con
y un puñado de nueces de y vinagreta con orégano verduras
macadamia Conejo con arroz integral Caballa al horno

Miércoles Leche vegetal con cacao cien Crema de brócoli Pisto con huevos a la
por cien Espaguetis de calabacín con plancha
Cuenco de frutas variadas calamares y salsa de tomate
con anacardos y semillas casera
Jueves Infusión de pasiflora Fajitas sin gluten con pollo, Crema de brócoli
Tostada de trigo sarraceno cebolla, pimiento, Merluza al horno con
con huevos revueltos champiñones, rúcula y verduritas asadas
cúrcuma

Viernes Mandarina Ensalada de brotes con Tortilla de espinacas


Gachas de avena con leche de aguacate, semillas y
almendras arándanos
Taquitos de pavo con quinua
Sábado Caldo de huesos Crema de calabaza Pizza con masa de brócoli,
Tortilla con bonito Brocheta de langostinos al con rodajas de tomate,
Manzana curri a la plancha con arroz salmón salvaje y rúcula
de coliflor
Domingo Ensalada de canónigos con Ensalada de col con Tostada de trigo sarraceno
naranja, tomates cherri y guacamole con revuelto de huevo y
taquitos de salmón salvaje Sardinas asadas shiitake

Desayunos

Para organizar los desayunos, te aconsejo que elijas dos o tres que te gusten y que
sean saludables, no tiene por qué ser siempre el mismo. El desayuno es una comida
más y, por lo tanto, puede contener cualquier tipo de alimento, no hace falta que tomes
siempre tostadas y fruta. Prueba a incluir huevos, verduras, caldo de huesos o
cualquier otro alimento nutritivo y saludable.
Estamos acostumbrados a desayunos muy altos en hidratos de carbono, poco
nutritivos, de modo que al cabo de unas horas tenemos otra vez hambre. Intenta que tu
desayuno tenga una buena cantidad de proteínas, fibra vegetal —ya sea de fruta o de
verduras— y una buena cantidad de grasas saludables, como las del aceite de oliva o
los aguacates.

RECETAS CLAVE
En este epígrafe, te propongo unas sencillas recetas que te servirán para llevar
una alimentación antiinflamatoria, que como ya hemos visto es sumamente
beneficiosa para combatir la endometriosis, y que puedes hacer a lo largo de
todo el año.

CALDO DE HUESOS

Es una receta rica en colágeno, con muchos minerales y muy nutritiva, fácil
de hacer y de conservar.

Ingredientes

2 kg de huesos (rodilla, costilla o rabo de vaca, huesos de pollo, gallina


o cerdo...)
5 l de agua
2 cucharadas de vinagre de sidra de manzana
4 cucharaditas de sal marina
Vegetales al gusto: ajo, cebolla, puerros, zanahorias, nabos, apio...
Especias al gusto: laurel, tomillo, orégano, cúrcuma, jengibre...

Preparación
Dorar los huesos en el horno a ciento ochenta grados durante treinta minutos.
Puedes omitir este paso, pero el caldo tendrá menos sabor.
Añade los huesos a la olla con agua, con las verduras lavadas y peladas.
Deja que se cocine a fuego bajo durante un mínimo de doce horas.
Pasado este tiempo, filtra el caldo y guárdalo; lo puedes congelar en
botecitos e ir utilizándolo. Es habitual que al enfriarse quede sólido por el
colágeno.
Puedes tomarlo así o utilizarlo para preparar otros platos.
CREMA DE BRÓCOLI

El brócoli es una de las crucíferas más queridas, no suele provocar


digestiones especialmente pesadas y es muy versátil. Puedes hacer bastante
cantidad y tener preparado para toda la semana.

Ingredientes

1/2 cebolla pequeña


1 diente de ajo
1 brócoli grande o 2 pequeños
Aceite de oliva virgen
Sal
Especias al gusto: curri, comino, pimienta negra...

Preparación
Pica la cebolla y el ajo, y rehógalos con un poco de aceite de oliva virgen
extra. Cuando estén doraditos, añade el brócoli limpio cortado en arbolitos.
Cubre de agua y añade la sal. Deja que hierva durante diez minutos y retira
del fuego. Añade las especias y tritura con la batidora. Si hay demasiado
caldo, quita un poco antes de batirlo; si no, la crema quedará muy líquida.

PIZZA CON MASA VEGETAL

Puedes sustituir el calabacín de esta receta por diferentes verduras. Estas son
mis recomendaciones: berenjena, calabaza, brócoli o coliflor.

Ingredientes

2 calabacines rallados
1 huevo
1 ajo picado fino (opcional)
1 cucharada de almidón (harina de maíz, arrurruz, almidón de patata...)
Sal

Preparación
Secar bien el calabacín rallado para quitar el exceso de agua, mezclar todos
los ingredientes, colocarlo en una bandeja del horno sobre papel de hornear y
darle forma de pizza. Meter al horno a doscientos veinte grados hasta que esté
dorada. Sacar, colocar los ingredientes que quieras poner a la pizza y volver a
meter hasta que estén hechos. Puedes hacer la pizza sin queso perfectamente:
estará igual de rica, ¡palabra!

PATÉ DE OLIVAS Y PIPAS (TAPENADE)

Puedes utilizarlo para untar cualquier vegetal, como palitos de zanahoria o de


pepino. También sirve como salsa para platos de verduras o de pescado.

Ingredientes

125 g de olivas negras deshuesadas


1 diente de ajo
30 g de pipas de girasol sin cáscara
1 cucharada de alcaparras
2 cucharadas de aceite de oliva
Zumo de medio limón

Preparación
Tritura el ajo, las pipas y las alcaparras. Añade después las olivas, el aceite y
el zumo de limón. Tritúralo todo hasta obtener una pasta.

ARROZ DE COLIFLOR
Es una excelente opción para reducir la cantidad de hidratos de carbono de tu
dieta sin echarlos de menos.

Ingredientes

1 coliflor
Aceite de oliva virgen
Sal y pimienta

Preparación
Si tienes un procesador de alimentos, corta la coliflor en arbolitos y tritúrala
con las cuchillas. Vigila el tiempo, porque queremos que queden trocitos
pequeños tipo arroz o cuscús; si te pasas, quedará hecha puré.
Si no tienes procesador, puedes utilizar un rallador gordo o bien picarla
con un cuchillo hasta que queden taquitos pequeños.
Luego, en una sartén, añade un poco de aceite de oliva virgen extra y
cocina la coliflor con sal y pimienta durante diez minutos, hasta que esté
dorada.
Puedes preparar bastante cantidad y congelarla. Añade el arroz de coliflor
a tus platos como acompañamiento.
Tercera Parte
Otras cosas que puedes hacer para mejorar la
endometriosis
Ya hemos visto en qué consiste esta enfermedad, qué tratamientos hay, la
gran importancia de contar con un equipo de profesionales especializados
multidisciplinar y hemos repasado con detalle cómo debe ser tu alimentación
cuando tienes endometriosis. Podrás ir aplicando todo lo aprendido hasta
ahora poco a poco y verás cómo notas cambios en tu vida.
Pero, además, existen otros factores que deberás tener en cuenta para ir
aliviando paulatinamente los síntomas de la endometriosis.
Aunque los tratemos con menos detalle que la alimentación, son hábitos y
elementos que vas a tener que ir cambiando en tu vida si quieres que esta
enfermedad mejore. La alimentación es solo el primer paso.
Cuando realices todos estos cambios empezarás a notar la diferencia.
Recuerda que hay cosas que tú sola no vas a poder hacer y necesitarás la
ayuda de un profesional, pero espero que, en todo caso, lo que vas a leer a
continuación te pueda servir de inspiración para dar los primeros pasos hacia
la mejoría de tus síntomas.
Ahora, veamos qué otras cosas van a ayudarte a lidiar con la
endometriosis, además de la nutrición.
11

Estrés y salud mental

Aparte del estrés que podemos sentir por la vida diaria o por una situación en
concreto, las enfermedades crónicas inflamatorias afectan a nuestro eje
hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA). Este eje, entre otras muchas cosas, es
el encargado del control del cortisol, la hormona del estrés. Cuando estamos
estresadas, esta hormona se libera en grandes cantidades, haciendo que suba
el nivel de azúcar en sangre y bloqueando el sistema inmunológico. Cuando
la situación de estrés se mantiene a lo largo del tiempo, como sucede, por
ejemplo, con una enfermedad inflamatoria crónica como la endometriosis, el
eje HPA se ve modificado y es muy complicado que vuelva a su estado
normal. 1
El estrés puede afectar al sistema inmune haciendo que se produzcan más
células inflamatorias que contribuyen a aumentar el dolor crónico y la
inflamación. Por esta razón, el control del estrés va a ser una pieza clave en el
manejo de la endometriosis.
Cuando estamos inmersas en una sintomatología muy intensa, son
habituales los sentimientos de incertidumbre ante lo que va a ser de nuestra
vida. Esto genera un gran nivel de ansiedad y, en muchos casos, depresión. El
nivel de dolor que sentimos afecta directamente a nuestra salud mental y
emocional.
El sufrimiento psicológico se debe sobre todo a las sensaciones de dolor
que hacen que sintamos miedo y que anticipemos el sufrimiento que vamos a
padecer, lo que aumenta en gran medida nuestra preocupación. También
tenemos miedo a qué va a ser de nosotras en el futuro, si vamos a poder hacer
frente a los síntomas, si nuestra carrera laboral o nuestra vida en pareja se van
a ver afectadas, si podremos cumplir nuestros sueños y proyectos. Aumentan
los pensamientos pesimistas, la desesperanza y nos hacemos hipervigilantes
al dolor, esto es, estamos continuamente mirando hacia dentro, expectantes
de cuándo vendrá la próxima racha dolorosa.
El manejo del estrés no es nada fácil; como he comentado, la propia
enfermedad lo genera, así que, mientras sigamos manteniendo los síntomas
dolorosos de la endometriosis, el estrés va a seguir de fondo. Por esta razón
es tan importante que el tratamiento de la enfermedad contemple cómo
combatir el estrés, porque tanto una como el otro se retroalimentan.
Cobra vital importancia la figura del psicólogo o psicóloga para manejar
no solo los síntomas del estrés y de la ansiedad, sino cualquier otra barrera
emocional que afecte a nuestra vida. Así que mi recomendación es que el
primer paso lo des en esta dirección. El psicólogo es el gran aliado en el
tratamiento de la endometriosis.
También existen otras técnicas para reducir el estrés que puedes ir
aprendiendo y practicando tú misma. No existe una fórmula mágica para
librarse del estrés, tienes que buscar la que encaje más contigo. En ocasiones,
tendrás que emprender un cambio de vida. Imagina que vives en un lugar
ruidoso y contaminado; quizá mudarte pueda ayudarte a estar más tranquila.
O puede que el puesto de trabajo en el que estás actualmente te genere una
gran sensación de estrés a diario, ya sea porque no te gusta o porque implica
una gran responsabilidad. En este caso, buscar otro trabajo puede permitirte
manejar el estrés. Estas pueden parecer soluciones muy radicales, pero ten en
cuenta que estamos hablando de una enfermedad muy compleja que
seguramente te va a impulsar a realizar enormes cambios en tu vida para
adaptarte a ella, así que te sugiero que tengas la mente abierta y, sobre todo,
que te escuches mucho a ti misma.
Tú eres la que mejor sabe lo que necesitas.

TÉCNICAS DE RESPIRACIÓN

Son imprescindibles para calmar al sistema simpático de nuestro cuerpo. La


respiración conecta la mente con el cuerpo y nos permite anclarnos en el
momento presente. El control de la respiración se realiza en el tronco del
encéfalo, donde también se controlan otras funciones, como el ritmo
cardiaco. Las respiraciones largas y profundas cambian la actividad en la
corteza cerebral, afectando al resto de los parámetros que controla esta zona,
como, por ejemplo, el estrés.
Cuando nos hacemos adultos empezamos a respirar con la zona torácica,
moviendo mucho menos el diafragma, que es un músculo que libera
tensiones en el cuerpo. La respiración torácica es menos completa y provoca
que las células tengan menos oxígeno. Así que respirar de manera consciente
no solo va a relajar nuestro cuerpo, sino que va a oxigenar y alimentar todas
las células.
La respiración es la única función fisiológica que puedes regular de
manera consciente. Esto te da un poder enorme, ya que, regulando la
respiración, vas a poder controlar parámetros que están fuera de tu alcance.
No siempre vas a estar controlando la respiración, pero hacerlo durante
algunos minutos al día te va a reportar ya muchos beneficios.
Existen muchas técnicas de respiración, pero si te apetece profundizar en
este campo, te recomiendo que eches un vistazo a las técnicas de respiración
del yoga conocidas como pranayama. Hay muchas maneras de llevarlas a
cabo. Si estás interesada en profundizar más, puedes apuntarte a una escuela
de yoga. Recuerda que siempre que la practiques tienes que estar presente en
el momento y ser muy consciente de la respiración que estás llevando a cabo.
En el pranayama podemos distinguir cuatro fases: la inspiración, la
espiración, la retención con aire y la retención sin aire. La fase más
importante es la retención, que es cuando se equilibra el cuerpo.
Existen muchos ejercicios de respiración. Aquí tienes algunos:

Respiración completa. Haz tres respiraciones, primero llena de aire el


abdomen y luego vacíalo por completo, hasta quedarte sin nada de aire.
Después sigue el mismo procedimiento con el tórax y, por último, lleva
el aire hacia las clavículas. Lo puedes repetir varias veces para llenar de
oxígeno todo el cuerpo.
Respiración alterna. Sitúa la mano derecha con el dedo índice y el
pulgar sobre las fosas nasales. Empieza inspirando por la fosa nasal
izquierda, tapando la derecha con el pulgar, y espira por la fosa nasal
derecha, tapando la izquierda con el índice. A continuación, haz el
recorrido contrario, inspira por la derecha y espira por la izquierda. Es
una práctica que requiere concentración, pero que te ayudará a calmar la
mente y a serenarte.
Respiración 4-7-8. Además de ayudar a relajarte en un momento de gran
tensión, se ha comprobado que ayuda a dormir. Así que, si te cuesta
conciliar el sueño, practica esta técnica para dormir rápidamente. Para
realizarla toma aire durante cuatro segundos, retenlo en los pulmones
durante siete segundos y suéltalo lentamente durante ocho segundos.
Repite el ejercicio las veces que sea necesario.

MEDITACIÓN

La meditación es una técnica que pretende acallar la mente del parloteo


continuo. Si la tenemos ocupada constantemente por pensamientos es difícil
relajarse y vivir en el momento presente, ya que los pensamientos que
normalmente nos asaltan suelen pertenecer a momentos pasados o futuros,
momentos que no podemos controlar. La meditación fortalece la capacidad
de estar tranquila y vigilante a la vez. Practicarla nos llevará a un
conocimiento más profundo de nosotras mismas y de nuestro cuerpo. Incluso
hay técnicas de meditación orientadas a calmar el dolor.
Meditar no es alcanzar este objetivo en sí, sino practicar y disfrutar
mientras se llega. Está claro que acallar completamente la mente es
imposible, pero los momentos en los que estamos intentándolo nos aportarán
serenidad. Cuando empieces a meditar, no lo hagas con una expectativa,
simplemente disfruta de los momentos de práctica sin ningún tipo de
objetivo, los beneficios irán llegando con el tiempo.
Hay muchas técnicas de meditación, desde la simple relajación, hasta las
visualizaciones, la concentración, etcétera. Todas son válidas e igualmente
útiles. Cada persona suele preferir una u otra: busca aquella que te resulte
más cómoda.
A través de la meditación puedes controlar el dolor que sufres por la
endometriosis. Esto puede sonar un poco ridículo, ya que el dolor es tan
intenso que no parece verosímil que con unas simples técnicas de
concentración puedas hacer mucho. Pero ten en cuenta que los efectos de la
meditación solo se ven al cabo de bastante tiempo practicándola. Estos
beneficios se basan en el autoconocimiento que se adquiere del propio
cuerpo, de las sensaciones y de los propios procesos mentales. Cuando
aprendes todo esto, comienzas a ser capaz de controlar esas sensaciones
corporales, y aunque posiblemente no desaparezca el dolor, aprendes mejor a
lidiar con él. Y lo mejor de todo es que sus beneficios van más allá de calmar
el dolor.
El tiempo para empezar a ver beneficios con la meditación puede ser
largo. Se estima que al cabo de seis meses practicando diez minutos al día se
perciben cambios en el cerebro de las personas que meditan. Por eso esta
práctica requiere mucha constancia.
Hay muchos tipos de meditación. Te dejo aquí algunos ejemplos. Practica
diferentes técnicas hasta que des con la que más te gusta.
Meditación guiada: suele ser la más sencilla y por lo tanto la más
recomendable para empezar a practicar. En ella, una locución te va
marcando qué pasos seguir, solo tienes que concentrarte en lo que te está
diciendo.
Meditación vipassana: es uno de los tipos de meditación que se
practican en el yoga. Su objetivo es tener una mente y una visión claras.
Con esta meditación, te conviertes en una observadora neutra de tus
pensamientos, sin juzgarlos y sin retenerlos.
Meditación con mantras: se utiliza un sonido o una frase que se repite
continuamente, evitando así que tu mente pueda divagar; también se
puede realizar contando series de números. Es útil cuando estás
aprendiendo a meditar, ya que te centra en una actividad y no deja que tu
mente se vaya a otro lugar.
Mindfulness o atención plena: es una meditación adaptable a cualquier
entorno, ya sea en estado de reposo o mientras practicas otra actividad.
Trata de mantener la presencia y la conciencia sobre tus emociones, tus
pensamientos y tu estado físico. Su objetivo es que mientras estés
realizando la práctica seas consciente del momento y de ti en toda tu
extensión.

Puedes empezar por una meditación guiada que te guste; tienes muchas en
internet. Pero si quieres hacer algo por tu cuenta, aquí te dejo algunas ideas.
Lo primero es que te hagas con un temporizador. Hay muchas aplicaciones
que te pueden ayudar, como Meditation Timer. Programa el tiempo de
preparación y el tiempo de meditación, para no distraerte durante la práctica.
Empieza con pocos minutos y ve ampliándolos a lo largo de los días.
Para empezar a meditar busca un sitio cómodo donde te sientas segura;
debe ser un lugar donde no haga ni frío ni calor y no tengas interrupciones.
Elige una hora concreta del día en la que puedas reservarte esos minutos para
ti. La primera hora de la mañana suele ser la más propicia.
Haz la práctica sentada, con la espalda y la cabeza rectas. No se
recomienda meditar tumbada. Respira tres veces profundamente y comienza
con el ejercicio. Aquí tienes varias ideas para empezar:

Observa tu respiración. Presta mucha atención a cómo respiras, cómo


entra y cómo sale el aire, cómo se hincha y deshincha la tripa, la
sensación del aire en tus fosas nasales. No hace falta que fuerces la
respiración, solo observa cómo se desarrolla de manera natural.
Observa tu cuerpo. Haz un escáner de tu cuerpo, empieza por los pies y
las piernas, y sigue por las caderas, etcétera. Ve fijándote en todas las
partes de tu cuerpo. Observa si hay alguna incomodidad, si están
relajadas o no, nota el contacto de unas partes del cuerpo con otras,
etcétera.
Observa tus pensamientos. Concéntrate en qué estás pensando, espera
hasta que venga el próximo pensamiento y obsérvalo sin juzgar, deja
que se marche y aguarda el siguiente. Si algún pensamiento es más
fuerte o persistente que los demás, sé consciente de ello y déjalo
marchar. Retoma la práctica cuando uno de estos pensamientos te
absorba, no te preocupes, déjalo ir y sigue observando.
Cuenta las respiraciones. Mientras te concentras en tu respiración, ve
contando. Cada respiración es un número, cuenta hasta diez y vuelve a
empezar. Esta práctica ayuda a no perder el hilo y puede ser útil cuando
empiezas a meditar.
Concéntrate en un objeto. Puedes mirar un objeto concreto y
concentrarte en él. Si viene algún pensamiento, déjalo ir y sigue con ese
objeto. También puedes imaginarlo, por ejemplo, pensar en una bola en
tu mano, o concentrarte en un color. Las opciones son infinitas.

Además de las técnicas de respiración y meditación, puedes controlar el


estrés con cualquier actividad que te haga sentir bien. Por ejemplo, el
ejercicio físico es uno de los mejores liberadores de estrés que hay. Dar
paseos, estar con tus animales, en contacto con la naturaleza, hablar con
amigas, escuchar música o compartir momentos con tu pareja..., todas estas
cosas pueden servirte para liberar estrés. Busca aquellas que te gusten y con
las que te sientas bien y practícalas siempre que puedas.
12

Actividad física

Al hablar de actividad física pensamos en el deporte en general. Sin embargo,


debemos diferenciar dos conceptos relacionados: la actividad física y el
ejercicio físico. Es importante que ambos estén en nuestra vida, ya cada uno
tiene una función diferente.
La actividad física comprende aquellos movimientos que realizamos para
hacer todas las funciones de nuestro día a día: andar, moverse por casa, subir
y bajar escaleras, ir caminando a hacer los recados, cargar peso, limpiar y, en
general, todo lo que no sea estar sentada o tumbada. La actividad física es
uno de los factores que más influye en la salud humana. Está demostrado que
el sedentarismo es el responsable de la mayoría de las enfermedades actuales.
Si tu trabajo es muy sedentario, es decir, estás sentada la mayor parte del
día, intenta moverte lo máximo posible para contrarrestar esas horas que
permaneces inactiva. Por ejemplo, puedes ir andando al trabajo, o subir y
bajar las escaleras en vez de coger el ascensor. Tómate descansos cada poco
tiempo para levantarte a caminar un poco y estirar las piernas, y evita pasar
horas en el sofá, delante de la televisión.
Lo mejor que puedes hacer para tener una vida activa es pasear. Caminar
es la actividad que más beneficios le aporta al cuerpo. La cantidad de pasos
que damos al día es un marcador de salud. Y, aunque muchas veces el tiempo
no nos lo permite, intenta cada vez que tengas un rato ir a dar un paseo, es lo
mínimo que puedes hacer por tu salud.
El ejercicio físico alude a la práctica deportiva en sí; es ponerse durante un
tiempo determinado a realizar una actividad física intensa, que requiere
nuestra concentración e involucra varios grupos musculares. Existen
diferentes intensidades de ejercicio físico: no hace falta que vayas a lo más
difícil, si ahora mismo no te encuentras bien, puedes empezar por practicar
yoga o pilates, los beneficios que esta práctica te van a reportar son enormes.
Sabemos que el ejercicio físico es el mayor antiinflamatorio que existe,
tiene tantos beneficios que no hay ningún medicamento que pueda igualar los
efectos que produce en nuestra salud:

Reduce la inflamación y el dolor.


Aumenta la masa muscular y ósea.
Mejora la salud cardiovascular.
Regula el peso corporal.
Mejora la resistencia a la insulina.
Reduce el estrés y la depresión.
Ayuda a descansar mejor.
Mejora la composición de la microbiota.
Activa el sistema linfático.
Evita el estreñimiento.

A medida que te vayas sintiendo mejor, puedes ir buscando actividades


más intensas, como la natación, el aeróbic o la musculación. Intenta siempre
combinar ejercicios aeróbicos con ejercicios de fuerza para trabajar todos los
aspectos de tu cuerpo.
El cuerpo humano está pensado para moverse, no para estar quieto. Esto
quiere decir que tu cuerpo va a funcionar mejor si te mueves. Aunque no se
puede comparar al ser humano con una máquina, piensa en lo que le pasa a
un coche cuando está parado durante años: cuesta mucho volver a ponerlo en
marcha y posiblemente haya que reparar algunas de sus piezas. Si has estado
muchos años sin moverte, empezar a hacerlo te va a resultar difícil, ya que
hay que poner en marcha de nuevo toda la maquinaria.
El problema aparece cuando el nivel de cansancio, dolor e inflamación es
tan alto que el cuerpo nos impide realizar cualquier tipo de movimiento para
no malgastar la poca energía que tenemos. Además, cuando hay un dolor
excesivo, hacer pequeños movimientos supone un esfuerzo terrible. Y cuando
estamos tan agotadas que afrontar simplemente la vida diaria resulta
complicada, practicar deporte lo único que va a hacer es acrecentar ese
cansancio y malestar.
Si ahora mismo no puedes realizar ejercicio físico por la enorme cantidad
de síntomas asociados a la endometriosis que padeces, te animo a que
empieces con las otras estrategias que hemos visto en este libro
(alimentación, control del estrés, ayuda psicológica...) y con fisioterapia. En
cuanto empieces a ver mejoras, a sentirte menos cansada y a apaciguar un
poco al menos el dolor, comienza la práctica deportiva. Esta te dará el
impulso final para empezar a encontrarte bien.
Si eres una persona deportista, te felicito por ello y te animo a que
continúes. Pero si ahora no entrenas, no es necesario que te lances a hacer
deporte como una loca: adáptalo a tu nivel. Si hace mucho que no practicas,
empieza por ejercicios suaves y ve aumentando poco a poco la intensidad y la
frecuencia con que los haces. También es importante que hagas aquello que
te guste; si ir al gimnasio, por ejemplo, te cuesta mucho, déjalo y busca otra
cosa. Si no disfrutas, acabarás odiando el deporte y no practicándolo jamás.
Una buena idea es practicar ciertos deportes con amigas. El hecho de
quedar con alguien con quien estás a gusto y pasar un rato divertido te va a
ayudar a que esa actividad no sea tan poco apetecible. Puedes apuntarte a
clases de baile o jugar con tu familia o amigos.
Has de tener en cuenta que, dependiendo de dónde se sitúen tus quistes
endometriósicos, habrá ciertos ejercicios que no podrás realizar. Por ejemplo,
si tienes quistes en el peritoneo quizá un trabajo abdominal intenso no sea lo
más conveniente. Los ejercicios que tengan demasiado impacto sobre el suelo
pélvico, en ocasiones, pueden ser contraproducentes. Por esta razón es
importante que te valore un fisioterapeuta especializado en endometriosis que
te pueda recomendar qué tipos de ejercicios son los mejores para ti.
Si has decidido contratar a un entrenador deportivo para empezar a
ponerte en forma, asegúrate de que conoce en qué consiste esta enfermedad,
ya que es conveniente que los ejercicios que te proponga estén adaptados a tu
situación particular.

YOGA PARA COMBATIR LA ENDOMETRIOSIS

Existen ciertas posturas de yoga que ayudan a mejorar el entorno pélvico y,


por lo tanto, la endometriosis. 1 Te recomiendo que antes de practicarlas veas
en algún vídeo cómo se realizan o consultes a un profesor de yoga para que te
oriente. Si sientes alguna molestia al hacerlas, no continúes. Aparte de estas
que aquí te propongo, hay muchas otras posturas que te van a beneficiar. La
práctica del yoga, en general, ayuda mucho a controlar la endometriosis.
Cuando se practica yoga no es necesario hacer la postura completa tal
como te la muestran, sino que debes llegar hasta donde puedas, sin forzar.
Aunque al realizar la posición creas que la estás haciendo «mal», no pasa
nada, recibes su beneficio completo. No se trata de forzar, quizá algún día no
puedas realizarlas por el dolor o por las molestias. Ese día puedes hacer algún
ejercicio de respiración y ya continuarás con el yoga más adelante.

POSTURA DE LA COBRA (BHUJANGASANA)

Tumbada boca abajo, con las piernas estiradas y los pies juntos, eleva los
brazos levantando el tronco. Las manos quedan a la altura de los hombros.
Sube el torso hasta donde puedas, pero no fuerces si notas daño en la espalda.
Aguanta la postura entre treinta segundos y un minuto respirando normal, con
la concentración puesta en la columna dorsal.
Esta postura ayuda a combatir el cansancio, mejora la función intestinal,
fortalece el tren superior del cuerpo, alivia los calambres de la regla y mejora
el funcionamiento de los riñones.

POSTURA DEL ARCO (DHANURASANA)

Extendida en el suelo, boca abajo, con las piernas juntas, entrelaza las manos
en la espalda y estira los brazos hacia atrás, arquea el tronco hasta donde
puedas y eleva las piernas formando un arco con el cuerpo. Si te es posible,
agarra los tobillos con las manos por detrás de la espalda. Mantén una
respiración consciente y tu atención puesta en la espalda. Puedes mantener
esta postura entre veinte y cuarenta segundos, y repetirla dos o tres veces.
La postura ayuda a tonificar los músculos del pecho y la espalda, da
elasticidad a los hombros, mejora el tránsito intestinal, y estira el abdomen y
los órganos reproductivos.

POSTURA DE LA PALOMA (EKA PADA RAJAKAPOTASANA)

Empieza de rodillas, echa una pierna hacia atrás y la otra pásala por delante
de la que está estirada, con la planta del pie apoyada en el lateral exterior.
Ayúdate de las manos hasta llevar la ingle al suelo o por lo menos hasta
donde puedas, recuerda que la posición debe ser cómoda. Puedes dejar las
manos apoyadas en el suelo y mantener la espalda recta y la mirada al frente,
o poner las manos juntas a la altura del pecho.
Mantén la postura entre uno y tres minutos, y luego cambia de pierna.
Respira de manera atenta y pon tu atención en el coxis. Esta postura ayuda a
relajar la tensión de la pelvis y la parte baja de la espalda.
POSTURA DEL PUENTE (SETU BANDHA SARVANGASANA)

Partiendo de la posición tumbada boca arriba, dobla las rodillas y agarra los
tobillos con las manos si puedes. Si no llegas, mantén los brazos paralelos al
cuerpo con las palmas mirando hacia abajo. Las plantas de los pies están
apoyadas en el suelo. Eleva la cadera tanto como puedas, apoyando el peso
del cuerpo sobre los pies y los hombros. Si tienes alguna lesión en el cuello,
evita practicar esta postura. Céntrate en tu respiración mientras mantienes la
posición entre uno y tres minutos. Te ayudará a reducir los dolores de la regla
y a relajar la tensión en la zona pélvica.
13

Descanso y ritmo circadiano

Nuestro cuerpo necesita «relojes» para funcionar, no como los que usamos
normalmente, sino biológicos. Estos relojes deben trabajar en sincronía para
que todo el organismo se mantenga sano. Cuando se desregulan, empiezan a
surgir desarreglos hormonales, cansancio, dificultad para concentrarse, ganas
de comer a todas horas y finalmente, enfermedades.
Los relojes se sincronizan cada veinticuatro horas con elementos externos
a nosotras, como el sol, la oscuridad, la temperatura o la comida. En ausencia
de estos elementos, nuestros relojes se desajustan un poco cada día y se
«desincronizan» nuestros ritmos biológicos. Se ha comprobado que todas las
enfermedades crónicas se agravan cuando esto sucede.
Algo que ha marcado la existencia de la vida en este planeta es la
alternancia entre luz y oscuridad. La noche y el día han estado siempre
presentes en nuestras vidas y nuestra biología se ha organizado en torno a
ellas. Este ritmo se rompió el día que se inventó la luz artificial. Hemos
conseguido eliminar la oscuridad de nuestra vida, pero esto también ha traído
consecuencias sobre nuestro cuerpo, que ya no es capaz de organizar sus
ciclos basándose en los elementos externos que había usado de siempre.
El cerebro capta las señales lumínicas a través de los ojos. Cuando capta la
luz del día, entiende que hay que ponerse en marcha segregando cortisol, y
cuando capta la oscuridad, entiende que hay que descansar y segrega
melatonina. Un mundo de hormonas y procesos se mueven alrededor de estos
dos conceptos. Además, la luz del día tiene un espectro azul y es más
luminosa que cualquier luz artificial, esto hace que se inhiba la melatonina y
podamos realizar nuestras tareas diurnas.
Actualmente, pasamos la mayor parte del día en espacios cerrados con una
intensidad lumínica muy baja y, en casa, cuando llega la noche, tenemos
luces igual de brillantes que las diurnas, incluso luces de espectro azul, como
las de los dispositivos electrónicos y los las luces led.
Si sumas la endometriosis y el cansancio que provoca a todo esto,
entenderás por qué te cuesta tanto recuperar el ritmo de vida y de trabajo. Un
buen descanso que respete los ritmos circadianos del cuerpo hará que el
sistema inmune esté más fuerte para combatir la enfermedad; también
mejorará síntomas como el cansancio crónico, ya que te costará menos
dormir y vas a notar más energía durante el día.
Aquí tienes unas pautas para recuperarlo y descansar de manera más
adecuada:

Exponte a la luz del sol por la mañana. Puedes aprovechar para dar un
paseo y moverte un poco. Al recibir los rayos del sol, aunque esté
nublado, le estás diciendo a tu cuerpo que se ponga a funcionar,
reduciendo así el cansancio durante la mañana. Es mucho más efectivo
hacer esto que tomar un café. Intenta no utilizar gafas de sol para que tus
ojos puedan captar esta luz.
Evita la luz por la noche, especialmente la luz de espectro azul. Las
luces de led actuales tienen un espectro demasiado azul que impide que
produzcas melatonina por la noche: busca bombillas de tonos cálidos
para usar en casa. También debes reducir o evitar el uso de dispositivos
electrónicos por la noche, como la televisión, el ordenador, la tableta o
el móvil. Si no tienes más remedio que hacerlo, instala filtros de luz azul
en estos aparatos, o bien utiliza gafas especiales que bloqueen este
espectro. El uso de estos aparatos por la noche reduce hasta un 50 % la
producción de melatonina, por lo tanto, empeora la calidad del sueño.
Haz que tu habitación esté poco iluminada y fresca. Tu dormitorio tiene
que ser un lugar oscuro, como una cueva donde puedas refugiarte; así
pues, no dejes que entre la luz artificial de la calle y no la ilumines
demasiado. También es importante que no haga mucho calor, mantén la
habitación fresquita para poder descansar mejor. Recuerda que la
temperatura es otra de esas señales que utiliza el cuerpo para saber qué
hora del día es. Lo mejor es no tener televisión o el móvil en el
dormitorio.
Come durante el día. La comida es otra de las señales que indican al
cuerpo que es de día. El sistema digestivo es mucho más eficiente
durante las horas diurnas. Evita comer a última hora de la tarde o de la
noche, es mucho mejor si te alimentas solo en las horas centrales del día.
También resulta beneficioso hacer una ventana de alimentación más
pequeña, esto es, dejar más horas entre la cena y el desayuno de la
mañana siguiente.
14

Químicos y disruptores endocrinos

Los disruptores endocrinos son sustancias químicas que alteran el equilibrio


hormonal del cuerpo. Intervienen en aquellos procesos modulados por
hormonas. Por ejemplo, en caso de endometriosis, cuando entra en nuestro
cuerpo una sustancia que tiene el mismo efecto que un estrógeno, va a
adherirse a los receptores estrogénicos que hay en los quistes
endometriósicos y va a provocar que estos crezcan en mayor medida.
También sabemos que los disruptores endocrinos pueden estar detrás de la
aparición de la endometriosis y de muchos cánceres hormonales, como el
cáncer de mama, de ovario o de endometrio.
Los disruptores pueden tener un origen artificial o natural. Los más
comunes son los químicos, que están en el aire, en los plásticos, en la
alimentación y en los productos cosméticos o de limpieza. Muchos de estos
productos están detrás no solo de la endometriosis, sino de otros problemas
como el cáncer o la infertilidad.
Es imposible evitar por completo este tipo de sustancias, ya que se
encuentran en prácticamente todos los lados: en los objetos que utilizamos,
en la comida, en el agua y en el aire. Por esta razón no es bueno que te
obsesiones con evitarlas. Está bien que las conozcas y que elijas opciones
naturales siempre que sea posible, pero debemos asumir que van a estar ahí y
que poco podemos hacer para suprimirlas.
Existen numerosos disruptores endocrinos. Vamos a repasar los más
habituales y peligrosos.

DIOXINAS

Ya hablamos de ellas cuando repasamos las causas de la endometriosis. Las


células endometriales que están expuestas a dioxinas pueden alterar su
comportamiento, impidiéndose una muerte celular normal y generando
resistencia a la progesterona y anomalías genéticas que pueden afectar a la
fertilidad. Además, estos efectos genéticos pueden transmitirse de generación
en generación, y podemos haberlos heredado de nuestras madres o abuelas
que hayan estado expuestas a dioxinas.
Las dioxinas son unos contaminantes que se generan como resultado de
procesos industriales. Se originan en procesos de combustión e incineración
de residuos orgánicos en presencia de cloro, por ejemplo, en incineradores de
basuras, fábricas de producción de PVC, cementeras, fábricas de papel o de
pesticidas y herbicidas, calefacciones, etcétera; pero también se producen de
manera natural en incendios forestales o erupciones volcánicas. Son muy
persistentes y difíciles de degradar, por lo que se acumulan en el
medioambiente y pasan a la cadena alimentaria, pueden estar presentes
durante décadas y su eliminación es muy lenta.
Dentro del organismo, las dioxinas pueden perdurar entre siete y once
años. Se acumulan principalmente en las grasas, ya que son solubles en este
medio y son bioacumulables; esto es, cuando un animal come otro animal o
vegetal con dioxinas, acumula estas en su cuerpo y se suman a las que ya
tenía.
El 90 % de las dioxinas que llegan a nuestro cuerpo proceden de la
alimentación. La exposición crónica a estas se relaciona con alteraciones
inmunitarias del sistema nervioso, del sistema endocrino, del aparato
reproductor y con daños hepáticos; también se ha relacionado con algún tipo
de cáncer.
Las dioxinas se encuentran especialmente en los productos de origen
animal, pero también en cualquier alimento vegetal.

Consejo

Cocinar los alimentos reduce casi a la mitad la cantidad de dioxinas que contienen.
Compra siempre alimentos ecológicos y consume gran cantidad de antioxidantes y
polifenoles —presentes, por ejemplo, en frutas como los arándanos o el té verde—
para contrarrestar los efectos tóxicos de este compuesto (para más información,
consulta los capítulos sobre nutrición).

FTALATOS

Los ftalatos se utilizan para dar resistencia a los plásticos y para que las
fragancias sean más duraderas. Se encuentran en prácticamente todo, desde
materiales de construcción hasta textiles para el hogar, juguetes, materiales
médicos desechables, productos de higiene, pegamentos, embalajes de
alimentos, cosméticos y perfumes. Incluso si en la etiqueta de un producto
cosmético pone «natural», es muy probable que tenga ftalatos si uno de sus
ingredientes es una fragancia o perfume.
Las células endometriales normales que se exponen a los ftalatos muestran
signos de inflamación y de estrés oxidativo. Además, se vuelven más
invasivas y proliferativas. Se ha demostrado que los ftalatos causan daño
celular, disfunción inmunológica y problemas de fertilidad. 1
Cada vez que utilizas un producto químico con ftalatos, estos se van
acumulando en tu cuerpo. Las exposiciones múltiples a esta sustancia se van
acumulando rápidamente; de hecho, cada producto con ftalatos que uses
puede aumentar un 30 % el nivel del tóxico.
Otra de las fuentes de exposición más frecuentes es el plástico que está en
contacto con la comida. Los envases son una fuente de transmisión de
ftalatos. Así que tu objetivo será exponerte lo menos posible a estos
materiales.

Consejo

Evita alimentos envasados en plástico; especialmente, procura no exponerlos al


calor. Consume productos ecológicos, no uses perfumes y utiliza cosmética natural.

BISFENOL A

También conocido como BPA, se utiliza principalmente para fabricar


productos de plástico, en el revestimiento de latas de alimentos y bebidas, o
en el papel térmico de los tiques.
Se ha demostrado que la exposición de células del endometrio normales al
BPA reduce significativamente los receptores de progesterona, creando
células endometriales con estrógeno fuerte que crecen y proliferan sin parar.
El problema surge cuando el BPA se encuentra en plásticos que están en
contacto con alimentos, ya que parte de esta sustancia va a pasar a estos. Es
lo que ocurre con el agua embotellada en plástico, los alimentos guardados en
bolsas o cualquier cosa que vayamos a consumir que ha estado anteriormente
en contacto con plásticos. El BPA también forma parte de las resinas epoxi
que recubren las latas de conservas y refrescos. Por eso insisto tanto en la
importancia de no consumir alimentos envasados.
Existen otros tipos de plásticos, como el polipropileno (PP) y el tereftalato
de polietileno (PET, por sus siglas en inglés) que no contienen bisfenol.
También han surgido muchos envases de comida que se anuncian como libres
de BPA. Pero, aunque no presenten este compuesto tóxico, siguen teniendo
otra serie de sustancias químicas que afectan igualmente a nuestra salud. Por
eso mi recomendación es que evites en la medida de lo posible cualquier tipo
de alimento en contacto con plásticos.

Consejo

Utiliza envases de vidrio o de acero inoxidable para guardar la comida y la bebida


en tu casa, intenta comprar la comida en bolsas de papel y evita el plástico y las latas
de conserva o de refresco (mejor en envases de vidrio). Los tiques de compra de papel
térmico también contienen bisfenol: no los toques.

Además de estos disruptores endocrinos existen muchos otros: se han


detectado cerca de mil compuestos que afectan a nuestras hormonas. Otros
muy conocidos son los parabenos, utilizados en cosmética; el ácido
perfluorooctanoico (PFOA) —un disruptor endocrino presente en el teflón de
las sartenes y el hilo dental que fue prohibido en la Unión Europea en 2017—
y otros perfluorados utilizados en los antiadherentes de cocina; los pesticidas
organoclorados —muy relacionados con la endometriosis—; la benzofenona-
3 —que es un filtro solar químico—; o el triclosán —utilizado en productos
de higiene.
A pesar de su enorme impacto en tu enfermedad, en la sociedad actual es
muy complicado evitar este tipo de compuestos, ya que se encuentran en
absolutamente todo tipo de productos. No puedes obsesionarte con esto: la
mayoría de las veces va a ser imposible evitarlos. Simplemente es bueno que
lo sepas y lo tengas en cuenta. Intenta hacer lo que esté en tu mano para
evitarlos, sin tener miedo ni llegar a la obsesión.
Busca cosmética lo más natural posible, cambia los envases de almacenaje
de tu cocina por unos que no sean de plástico, compra comida ecológica y
evita los químicos en la medida de lo posible. Piensa que poco podemos
hacer nosotras ante la industria química y de los materiales de este mundo en
el que nos ha tocado vivir.
15

Suplementación nutricional

Lo ideal es conseguir todos los nutrientes a través de la alimentación, pero la


mayoría de las veces vas a necesitar suplementación para cubrir todos los
requerimientos nutricionales que el cuerpo necesita. Disponer de la cantidad
necesaria de vitaminas y minerales hará que tus sistemas funcionen de
manera óptima.
La suplementación que puede ayudar a combatir los síntomas de
endometriosis es muy extensa, incluye prácticamente cualquier tipo de
nutriente, vitamina, antioxidante o mineral extra que puedas dar a tu cuerpo.
Pero como no puedes tomarlo todo, es mejor que te ciñas a lo que realmente
necesitas.
Y aquí entramos en una cuestión compleja, ya que no todas las mujeres
con endometriosis necesitamos el mismo tipo de compuesto para estar mejor.
Unas, en un momento dado, necesitarán un aporte extra de algún tipo de
vitamina; otras, minerales para poder realizar las funciones fisiológicas
correctamente, y otras, algún tipo de regulador hormonal. El mundo de la
suplementación es complejo y, aunque alguien te haya dicho que le ha ido
muy bien tal suplemento, esto no quiere decir que a ti también te favorezca.
Lo mejor es que un profesional te aconseje, ya que se va a adaptar
específicamente a las necesidades que tengas en ese momento.
Aun así, aquí tienes los suplementos más típicos que se suelen utilizar en
caso de endometriosis, para que los conozcas, sepas para qué sirven y en qué
te pueden beneficiar.

OMEGA 3

Ya hablamos en el capítulo 4 de la importancia de los ácidos grasos


esenciales omega 3 y omega 6. Como recordarás, participan en los procesos
de inflamación de nuestro cuerpo. El omega 6 inicia la inflamación para que
el sistema inmune pueda reparar aquellos tejidos dañados, y el omega 3
ayuda a que se desinflamen una vez que todo está resuelto.
Actualmente, el omega 3 escasea en nuestra alimentación, por lo que es
habitual que nuestra ratio entre omega 3 y omega 6 tienda hacia las grasas
omega 6, con lo cual nuestro cuerpo va a estar más predispuesto a la
inflamación.
Esta es la razón por la que tomar omega 3 va a resultar beneficioso frente
a una enfermedad inflamatoria crónica como la endometriosis. Podrás
equilibrar la balanza de estos ácidos grasos esenciales para que sea tendente
hacia el omega 3 y facilitar así los procesos de desinflamación de tu sistema
inmune.
Además, el omega 3 puede reducir el dolor, no lo hará desaparecer, pero sí
puede mitigarlo un poco. Por lo tanto, todas las estrategias que incluyan el
uso de omega 3 van a ayudarte a sentir cada vez menos dolor.
El omega 3 que se utiliza para esta función debe ser del tipo EPA y DHA
(ver capítulo 4), que son los que están en nuestras paredes celulares. Este tipo
de grasas las encontramos exclusivamente en el mundo animal y en mayor
cantidad en los pescados azules. Así que a la hora de buscar un suplemento
de omega 3, elige aquellos que estén hechos de pescado y que especifiquen la
cantidad de EPA y DHA que contienen.
Es importante que sea un omega 3 de alta calidad, esto es, de pescados
libres de impurezas y metales pesados. Existen empresas que certifican su
pureza a través del certificado IFOS; otras veces, se incluye una analítica de
un laboratorio independiente. Presta mucha atención a la calidad del omega 3.
Las dosis suelen ser altas, de dos gramos diarios para arriba. Lo mejor es
que consultes con un profesional cuál es la cantidad que debes tomar, ya que
debes tener en cuenta el consumo de omega 3 que haces a través del pescado
azul de tu dieta.

MAGNESIO

El magnesio es un elemento químico imprescindible para numerosas


funciones vitales. Es un mineral que se encuentra siempre asociado a otros
compuestos: óxidos, sales o ácidos, entre otros.
El magnesio interviene en más de trescientas reacciones metabólicas en el
cuerpo, por lo que su consumo resulta imprescindible. Además, nosotras no
podemos fabricarlo y debemos ingerirlo a través de la dieta. Participa en la
salud cardiovascular, la presión arterial y el mantenimiento del ritmo
cardiaco, regula los niveles de azúcar en sangre, mejora la calidad del sueño
—ya que es un catalizador de la serotonina y otros neurotransmisores—, es
imprescindible para la formación del tejido óseo, interviene en la producción
de energía celular, reduce la inflamación crónica y participa en la
homeostasis de la vitamina D y el calcio, entre otras muchas cosas.
Se estima que gran parte de la población tiene déficit de este mineral. Los
síntomas que podemos sentir cuando nos falta son: cansancio, fatiga, falta de
energía, dolores de cabeza o migrañas, problemas de concentración y
memoria, depresión, ansiedad, nerviosismo o calambres en las piernas.
El déficit de magnesio puede deberse a que consumimos muy poca
cantidad de este mineral, a que no lo absorbemos bien o a que los riñones lo
excretan en gran cantidad. El consumo de algunos medicamentos, como los
inhibidores de la bomba de protones, como el omeprazol, o el alcoholismo
también disminuyen el nivel de magnesio.
El consumo de magnesio a través de la dieta es cada vez más escaso.
Ingerimos una cantidad excesiva de cereales refinados que apenas contienen
trazas de este mineral. Además, las prácticas agrícolas modernas y algunas
técnicas de cocción de los alimentos disminuyen su disponibilidad.
La absorción del magnesio de los alimentos es aproximadamente del 30 al
40 %, por lo que, aunque un alimento tenga alto contenido en magnesio, no
quiere decir que vayamos a aprovecharlo todo. Esto hace que muchas veces
no se consiga llegar a la cantidad diaria recomendada con la alimentación.
Incluso llegando a esta cantidad, si no lo absorbemos por problemas
intestinales, no estaremos haciendo nada. En estos casos es conveniente
suplementarlo.
La cantidad diaria recomendada es de unos trescientos cincuenta
miligramos, pero dependiendo de tus niveles de magnesio, puede que
necesites más. Además, existen muchas presentaciones de este suplemento, y
cada una tiene un uso diferente. Por estas razones es conveniente que la
suplementación con magnesio sea pautada por un profesional de la salud.

MELATONINA

La melatonina es una hormona que se sintetiza en la glándula pineal a partir


de la serotonina. Se produce en el cerebro, gracias a la influencia de la luz
que recibimos a través de los ojos. Cuando está oscureciendo, empezamos a
segregarla para ayudar a nuestro cuerpo a dormir. Influye en nuestros
sistemas nervioso, inmune y endocrino.
Es una hormona con un importante papel antioxidante. La melatonina
elimina los radicales libres y los metabolitos tóxicos que se producen durante
la función celular; también promueve la expresión y la actividad de enzimas
antioxidantes; y tiene una acción antiinflamatoria, ya que regula los niveles
de los mediadores de la inflamación.
Además, estimula el sistema inmune y la hormona del crecimiento,
protege el sistema cardiovascular, estabiliza los ritmos circadianos del cuerpo
y tiene una función en el proceso reproductivo. Aunque habitualmente se
utiliza para el tratamiento de los trastornos del sueño, sus beneficios van más
allá y existen varios estudios que demuestran que también es útil para tratar la
endometriosis. 1
Se sabe que la melatonina detiene el desarrollo de cánceres de mama
sensibles al estrógeno. Regula a la baja la aromatasa, que es esa enzima que
transforma los andrógenos en estrógenos. 2 De esta manera, reduce la
creación de nuevos estrógenos.
El propio endometrio y los endometriomas tienen receptores de
melatonina. La melatonina atenúa la proliferación de células endometriales en
todos estos tejidos. También disminuye el volumen de las lesiones y reduce la
sensación de dolor de las pacientes. Esto se traduce en una menor utilización
de analgésicos y antiinflamatorios.
Podríamos decir que la melatonina inhibe la acción del estrógeno y, al
tener los tejidos endometriósicos un receptor de melatonina, esta hormona
haría que el estrógeno no tuviera efecto en ellos. 3 No a todas las pacientes
nos afecta igual, ya que hay diferentes tipos de lesiones de endometriosis; por
lo tanto, solo se puede utilizar como un tratamiento coadyuvante, no como
tratamiento único frente a la endometriosis.
La melatonina también va a influir en la fertilidad. Se sabe que regula las
actividades reproductivas, los ritmos biológicos de los óvulos, los ovarios y
las tasas de fecundación. Reduce el daño al ADN y a las membranas
celulares. Que haya un buen equilibrio entre antioxidantes y radicales libres
dentro del folículo es imprescindible para que se produzca una buena
maduración de los óvulos y la formación del cuerpo lúteo, que será el órgano
endocrino que producirá la progesterona una vez que se haya liberado el
óvulo.
Es conveniente que la suplementación con melatonina se haga por la
noche, para simular la producción endógena. Aun así, consulta con un
profesional antes de empezar a tomarla, ya que la melatonina puede interferir
en el equilibrio hormonal.

PROBIÓTICOS

Ya hemos insistido en la importancia de una microbiota sana para el


tratamiento de la endometriosis. Los probióticos nos van a servir tanto para
mantener esta salud intestinal como para tratar posibles alteraciones de la
microbiota.
Dentro de todos los suplementos que podemos utilizar para ayudarnos con
los síntomas de la endometriosis, los probióticos van a ser una de las piezas
esenciales, ya que un intestino sano va a ser un intestino sin inflamación que
no produzca estrés oxidativo en la zona pélvica, lo que impide que la
endometriosis siga proliferando.
Existen muchos tipos de bacterias beneficiosas y no todas las pacientes
necesitamos exactamente las mismas, ya que, dependiendo de la composición
del microbioma, habrá una tendencia más hacia unas que hacia otras. Así que
deberá ser un profesional especializado en el tratamiento intestinal y de la
endometriosis el que te aconseje qué tipo de probiótico debes utilizar.
Existe un género bacteriano que es especialmente beneficioso en nuestro
caso y es al que voy a prestar más atención para que lo conozcas con detalle.
Estoy hablando de las bifidobacterias, un microorganismo que tenemos en el
intestino desde niños, y que nos traspasa nuestra madre a través de la
lactancia. Las bifidobacterias son un biomarcador de un intestino sano, por lo
tanto, tener un número adecuado de ellas es sinónimo de salud.
El problema es que las bifidobacterias se van reduciendo con la edad; de
pequeños casi el 95 % de la microbiota en nuestro intestino son
bifidobacterias, especialmente en aquellos niños que reciben lactancia
materna. En la adolescencia, se reduce al 40 % de nuestra microbiota, y una
vez que somos adultos solo representa el 5 % de las bacterias totales de
nuestro intestino. Esto quiere decir que, si no reponemos este tipo de
microorganismos, puede que tengamos ciertas dificultades en la edad adulta.
Las bifidobacterias son antagonistas de las bacterias proteolíticas, que son
aquellas que más problemas causan al intestino cuando están
sobrerrepresentadas. Las bacterias proteolíticas se relacionan con el
crecimiento de la endometriosis, ya que, cuando están en desequilibrio,
causan un exceso de estrés oxidativo en la zona pélvica. Evitar que esto
ocurra es el propósito de suplementar con bifidobacterias.
Podríamos pensar que el consumo de alimentos probióticos, es decir,
aquellos que ya vienen colonizados con bacterias vivas, como los productos
fermentados, podría ser suficiente para repoblar el intestino. Pero
normalmente esto solo sirve para mantener y alimentar la flora que ya
tenemos, no para aumentar el número de determinadas cepas. Se hace
imprescindible, entonces, el uso de probióticos encapsulados.
Los suplementos de probióticos vienen con ciertas cepas seleccionadas de
bacterias vivas que son capaces de resistir el medio ácido del estómago,
llegar al intestino y colonizarlo. De esta manera puedes seleccionar aquellas
cepas que nos resulten interesantes y aportarlas a través de la suplementación.
Cuando vayas a utilizar un probiótico, asegúrate de que sea
gastrorresistente, de que sean cepas humanas y de que se especifique qué
cepas contiene, ya que, dentro de una familia de bacterias, cada cepa va a
cumplir una función diferente.
No solo utilizamos los probióticos en el plano intestinal, sino que —como
ya vimos— la microbiota vaginal de las mujeres con endometriosis suele
estar alterada. Para mejorar su composición, utilizamos ciertas bacterias,
como los lactobacilos.
Otro de los aspectos que debemos tener en cuenta en las mujeres con
endometriosis es que se da con mucha frecuencia la cistitis de repetición. Este
problema está muy relacionado con la composición de la microbiota tanto
vaginal como intestinal; por lo tanto, mejorando el equilibrio intestinal y de la
vagina podemos evitar muchas cistitis que actualmente se abordan solo con
antibióticos.
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Remedios naturales para aliviar el dolor

Los remedios naturales para aliviar el dolor son efectivos hasta cierto punto.
No podemos compararlos con los efectos de un antiinflamatorio, pero es un
complemento para aquellos días en que tenemos bastante dolor. En caso de
que la endometriosis te produzca un dolor leve o moderado, te recomiendo
que pongas en práctica estos remedios para reducir, en la medida de lo
posible, la cantidad de antiinflamatorios que tomes.

CALOR

Siempre que apliques calor a la zona afectada vas a conseguir reducir un poco
la sensación de dolor. El calor puede provenir de cualquier fuente. Puedes
llevarte un saco de semillas para aliviar las molestias incluso cuando estés
fuera de casa.
Puedes aplicar calor local por diferentes medios:

Saco de semillas. Es la fuente de calor más recomendable, ya que es un


calor seco que se conserva bastante tiempo. Se calienta en el microondas
y lo aplicas en la zona de dolor. Venden sacos con forma de triángulo
especiales para la zona pélvica.
Manta eléctrica. Es otra fuente de calor recomendable y más cómoda, ya
que no tienes que estar calentándola cuando se enfría.
Bolsa de agua. Si no tienes saco de semillas, esta es una buena opción,
muy fácil de calentar y de utilizar.
Lámpara de infrarrojos. Proporciona un calor que penetra en el interior
de los tejidos. Es relativamente barata, ya que no hace falta que compres
una lámpara, puedes comprar la bombilla de infrarrojos y ponerla en un
flexo. Se colocan a unos sesenta centímetros de la zona a la que quieres
dar calor. Puedes utilizarla por la noche, antes de irte a dormir, durante
unos quince minutos.

ESTIMULADOR NERVIOSO ELÉCTRICO TRANSCUTÁNEO (TENS)

El TENS aplica una corriente eléctrica a través de unos electrodos pegados en


la piel para tratar el dolor, hiperestimula las fibras sensitivas y bloquea la
transmisión del impulso nervioso a la médula, impidiendo así la transmisión
del dolor. 1
No es efectivo en todos los casos. Cuando hablamos de dolores
neuropáticos no suele tener mucho efecto, pero para dolores puntuales como
el de la menstruación es muy efectivo. Es un método no invasivo que no tiene
ningún efecto secundario.
No es necesario que compres un TENS específico para la zona pélvica,
cualquiera te va a valer. Para saber dónde debes colocar los electrodos y qué
programa utilizar es conveniente que consultes con un fisioterapeuta y le
expliques exactamente cómo es tu dolor; de esta manera, podrá recomendarte
cómo utilizar el aparato.

VIBRACIÓN

Otra estrategia muy parecida al TENS es la vibración, que tiene un efecto


analgésico cuando se aplica en la zona de dolor. La vibración estimula los
receptores táctiles y disminuye el estímulo doloroso en la médula espinal.
Aunque tiene realmente este efecto fisiológico, también tiene un componente
placebo o de distracción del dolor que estás sintiendo. Sea por lo que sea, el
tratamiento del dolor con vibración es efectivo, sencillo y no tiene ningún
efecto secundario. Puedes usar cualquier tipo de aparato vibrador que te
guste.
Puedes aplicar la vibración de manera externa, en la zona donde te duela,
o de manera interna, en la vagina. Utilízalo el tiempo que sea necesario hasta
que notes una reducción del dolor. Además, puedes emplearlo todas las veces
que necesites.

FITOTERAPIA

Existen plantas con propiedades calmantes y antiinflamatorias que pueden


ayudarte con el resto del trabajo que estás haciendo para mejorar la
endometriosis. Las que más efectos probados tienen son el jengibre y la
cúrcuma. Ya hemos hablado de ellos en el capítulo de nutrición, así que
puedes volver al apartado «Especias y hierbas aromáticas» para revisar sus
propiedades.
Para conseguir los efectos analgésicos del jengibre es interesante tomar
unos quinientos miligramos al día. Si vas a utilizar la cúrcuma con este fin,
asegúrate de comprar un suplemento de cúrcuma liposomada, ya que se
absorbe mucho mejor. La curcumina, el principio activo de la cúrcuma, es
difícil de asimilar por el organismo. Si la consumes como especia, hazlo
siempre con alguna comida grasa y combínala siempre con pimienta negra
para mejorar su absorción.

ACEITES ESENCIALES

Los aceites esenciales tienen muchas propiedades beneficiosas para nuestro


cuerpo. Puedes utilizarlos para calmar el dolor y mejorar los síntomas de la
endometriosis. Elige siempre aceites de alta calidad y ecológicos.
Los aceites esenciales no se usan directamente sobre la piel, sino que se
añaden a un aceite base para masajear la zona dolorida. Puedes utilizar de
base aceite de almendra, manteca de karité, aceite de oliva virgen o aceite
jojoba.
Los aceites esenciales que puedes usar para el dolor son muchos. Te
recomiendo que te dejes aconsejar por expertos en la materia y vayas
probando cómo te sientan hasta que obtengas tus propias recetas.
Aquí te dejo una sugerencia:

ACEITE PARA CALMAR EL DOLOR

Diluir en treinta mililitros de aceite base y aplicar en la zona dolorida:


5 gotas de rosa (Rosa centifolia)
10 gotas de salvia romana (Salvia sclarea)
2 gotas de manzanilla romana (Anthemis nobilis)
10 gotas de geranio (Pelargonium graveolens)
8 gotas de lavanda (Lavandula angustifolia)

SUPLEMENTOS NATURALES PARA TRATAR


EL DOLOR

Como ya te hemos comentado, es conveniente que te paute la suplementación


un profesional también en estos casos:

Ácido alfa lipoico (ALA). Es un compuesto de origen natural que tiene


un efecto antioxidante potente; además de ayudarte a reducir la cantidad
de radicales libres que producen los quistes de la endometriosis, reduce
el dolor neuropático. Muchos suplementos enfocados a la endometriosis
traen este compuesto en su formulación. Consulta con un profesional
antes de iniciar la toma por tu cuenta.
Enzimas. Existen cierto tipo de enzimas que tiene efectos sobre el dolor,
ya que reducen la inflamación. Las más conocidas son la bromelina y la
tripsina. Al contrario que las enzimas que se toman para ayudar a la
digestión, si quieres conseguir el efecto antiinflamatorio debes
consumirlas cuando no hay comida en el aparato digestivo. También es
habitual encontrarlas en suplementos enfocados a tratar la
endometriosis.
CBD. Es uno de los cannabinoides de la planta Cannabis sativa. No
tiene ningún efecto psicoactivo y se puede tomar con tranquilidad. Se ha
comprobado que inhibe las señales nerviosas del dolor. Además, ayuda a
reducir la ansiedad y la inflamación, y favorece el sueño. Si decides
probarlo, busca uno de calidad, que te asegure que el porcentaje de CBD
que lleva es real. Si tu dolor es muy alto, deberás usar aceites con mucha
concentración, por ejemplo, del 30 % o el 40 %.
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«Hacer» tribu

Sentirse acompañada en este proceso es más importante de lo que parece. La


endometriosis, al ser una enfermedad femenina relacionada con el ciclo
menstrual, no suele ser algo que se comente en público. Normalmente, nadie
viene y te dice: «Tengo endometriosis»; es algo que te guardas para ti. Y no
debería ser así, lo suyo sería hablar tranquilamente, y comentarlo con amigos
y familiares sin ningún tipo de tapujo.
El mayor inconveniente al que nos enfrentamos es que es una enfermedad
muy desconocida. Cuando la gente oye hablar de ella por primera vez, lo
primero que dice es: «¿Endo... qué?». Por ello son de suma importancia las
tareas de divulgación e información sobre la enfermedad. Las campañas que
se hacen en marzo, mes de la endometriosis, los documentales sobre la
enfermedad, las entrevistas a médicos o pacientes en televisión o redes
sociales hacen más de lo que parece. Que la gente entienda que la
endometriosis no es un simple dolor menstrual nos ayudará mucho a que
nuestro entorno pueda empatizar con quienes la padecemos.
Por experiencia propia, te diré que causa bastante alivio conocer a otras
mujeres que están en tu situación, hablar con ellas de los mismos problemas
que sufres a diario y compartir tus preocupaciones.
Por esta razón, es muy importante que estés en contacto con otras
pacientes. Busca asociaciones de enfermas de endometriosis que estén en tu
zona o en el ámbito estatal. Suelen hacer eventos, reuniones o charlas que te
van a ayudar no solo a conocer a otras personas, sino también a entender
mejor tu enfermedad. Además, podrás ayudar a dar a conocer esta dolencia
cuando se organicen mesas informativas o campañas de concienciación.
Cuanto más se conozca la endometriosis, más beneficios obtendremos todas:
juntas somos más fuertes y nos haremos escuchar mejor.
Además, es necesario que la gente de tu alrededor te apoye para poder
afrontar esta enfermedad. Que tu familia, amigos y pareja te entiendan y
puedan ayudarte en los momentos en que más lo necesites va a facilitar
mucho tu recuperación. Para esto va a ser de vital importancia que les
expliques en qué consiste, qué implicaciones tiene y por qué es necesario su
apoyo; ahora ya tienes toda la información que necesitas para poder hacerlo.
Asimismo, puedes contactar con un profesional para que te apoye en esta
tarea y ayude a entender mejor a tus familiares y amigos en qué situación te
encuentras. También puedes prestarles este libro para que lo lean, ver
documentales sobre la endometriosis juntos o acudir a charlas para que estén
bien informados. Conseguir su comprensión te va a ayudar en muchos
aspectos.
La endometriosis es la enfermedad de la incomprensión. Por fuera no se
ve, ya que físicamente te encuentras bien, tienes buena cara, buen aspecto...,
pero por dentro estás destrozada. Esto hace que a los demás les resulte difícil
hacerse cargo del dolor por el que estás pasando.
Uno de los temas más difíciles de entender por tu entorno es la
alimentación. Como ya sabes, llevar una alimentación correcta es básico en el
tratamiento de la endometriosis, pero hacer este cambio no resulta fácil
cuando el resto de tu familia lleva una dieta diferente. Si estás intentando
dejar de comer dulces, pero tu casa está llena de ellos, te va a resultar muy
difícil decir que no. La fuerza de voluntad tiene un límite y tú ya estás muy
cansada con los síntomas que te produce la endometriosis. Otras veces, los
amigos te ponen las cosas difíciles cuando vais a comer fuera, te tachan de
«rarita» o cuestionan constantemente las restricciones de tu alimentación, ya
que no entienden la gravedad de la endometriosis y la importancia de llevar
una dieta concreta. De nuevo, necesitas que estén bien informados sobre tu
enfermedad.
Piensa, además, que siempre habrá gente con la que valga la pena hablar
de ello y otras personas con las que no. Ni que decir tiene que es mejor no
dedicar tu tiempo a gente poco comprensiva que cuestiona constantemente
tus actos. Rodéate solo de quienes aporten cosas positivas a tu vida.
Otra cosa que ayuda mucho es compartir tu experiencia en las redes.
Muchas chicas se abren una cuenta de Twitter o de Instagram para compartir
su día a día con los demás. Te puede ayudar a desahogarte y a encontrar
mujeres en una situación similar. También puedes escribir un diario o un blog
que te permita compartir tus sentimientos.
Recuerda siempre que «las penas compartidas saben a menos» y que
buscar apoyo nunca te hará más débil, sino más valiente.
Epílogo
Tu propio camino

Entender la complejidad de la endometriosis es una tarea difícil. La


experiencia que vive cada paciente es única y es tan peculiar que a veces
resulta muy complicado explicárselo con palabras a los demás. Mi propósito
al escribir este libro ha sido darte todas las herramientas que necesitas para
conocerla más profundamente. Comprender lo que te pasa es un arma muy
útil.
Cuando tienes síntomas como el dolor, el cansancio, los sangrados
abundantes y nadie logra darte una explicación, tu mente empieza a proyectar
escenarios terribles basados en la incertidumbre que genera el no saber lo que
te ocurre. Si ya estás mal hoy, ¿qué será de ti en el futuro? Pero este libro ya
te ha proporcionado un conocimiento básico. Aunque el origen de la
endometriosis no esté definido de manera concreta, sabes las causas que lo
acompañan; por lo tanto, conoces las dianas terapéuticas, y aunque no sepas
cómo aplicar los tratamientos directamente, sabes adónde acudir para que te
ayuden. Una endometriosis descontrolada empeorará con los años, pero ahora
ya sabes cómo controlarla. Poniendo los medios para que no avance, vas a
conseguir mejoras y lo más probable es que con el trabajo multidisciplinar
puedas frenar su avance.
Presta atención a los médicos que te tratan, elige a profesionales que
empaticen con tu situación, aquellos que realmente conocen la endometriosis
y tienen experiencia y buenos resultados. Estar bajo supervisión de un
médico que te entiende, te escucha y sabe lo que hace te aportará la confianza
que necesitas para bajar esa ansiedad de la que hemos hablado.
Ahora sabes que la endometriosis se ha de tratar de manera
multidisciplinar y que todo suma. Conoces la importancia de que un buen
fisioterapeuta te trate la zona para mejorar la movilidad, reducir las
adherencias y relajar el entorno pélvico. Así bajarás la inflamación y el dolor,
lo que hará que el resto de las terapias que lleves a cabo sean más efectivas.
Conoces también la importancia de una buena alimentación: en este libro
tienes una guía fantástica para llevar a cabo una dieta antiinflamatoria que
alivie tus síntomas y te ayude a estar mejor. Recuerda: no te obsesiones con
la dieta, solo tienes que hacerlo lo mejor que puedas.
El estrés va a ser el factor clave que impida que el resto de las terapias que
realices funcionen plenamente. Si estás haciendo de todo, esforzándote, pero
aun así no ves resultados, revisa tu gestión del estrés y la ansiedad, puede que
aquí encuentres la clave. En este sentido la terapia psicológica o las técnicas
de meditación y mindfulness cobran una importancia vital en el tratamiento
de la endometriosis. Recuerda que no es necesario acudir a terapia solo
cuando se está muy mal, sino que puedes ir en cualquier momento para
cuidar de tu salud mental. El psicólogo te puede enseñar a mantener la calma
en momentos de tensión, a gestionar los pensamientos negativos recurrentes o
ayudarte a dormir mejor. El estrés afecta a toda tu salud, pero es
especialmente dañino cuando tienes endometriosis; no dejes esta área de tu
vida sin atender.
La endometriosis te embarca en un viaje por diferentes ámbitos
terapéuticos. Es una aventura ardua, un camino que requiere perseverancia y
paciencia, porque a veces te frustrarás, pero con el paso del tiempo acabarás
obteniendo resultados y lograrás aprender a vivir con ella. Nunca abandones
la esperanza de verte otra vez bien. Tendrás que llamar a muchas puertas, y
algunas te traerán una mejoría, otras ninguna, pero no dejes de intentarlo,
porque es la única manera de llegar a estar bien.
Tu mayor herramienta contra la endometriosis es la información. Es un
trabajo que debes realizar tú misma: investiga, estudia, muévete, lee libros y
artículos sobre el tema, asiste a conferencias de buenos profesionales y sé
muy crítica con la información que aparece en las redes, ya que no toda se
ajusta a la realidad y existen muchos falsos profesionales que no harán más
que confundirte. Comprender la endometriosis es comprenderte a ti misma.
A mí no me gusta ver la endometriosis como una enfermedad, sino como
una condición de tu propio cuerpo que está pidiéndote ayuda. La
endometriosis no ha venido para hacerte daño, solo es tu cuerpo pidiendo que
lo escuches y que le proporciones los cambios que necesita. Reconcíliate con
tu cuerpo, no lo odies, no te está haciendo la vida imposible, solo te necesita.
Ama y quiere cada centímetro de tu cuerpo, dale el cariño y la atención que
requiere. La endometriosis se cura desde el amor, no desde la lucha. De ahí
que sea tan importante escucharte a ti misma, tanto tu propio cuerpo como tus
deseos y emociones. No luches contigo misma, rema en la misma dirección
que tu cuerpo.
Cada persona es única, y por eso cada una va a necesitar algo diferente. La
terapia que le funcionó a una quizá no le sirva a otra, porque todas somos
mujeres diferentes, con una vida y unos condicionamientos diferentes. Pero
podemos considerar la endometriosis como una oportunidad de encontrarnos
a nosotras mismas, de entendernos y reconciliarnos con nuestro cuerpo. Los
profesionales de la salud te daremos las herramientas, pero serás tú misma la
que construya el camino hacia la recuperación. Y esta recuperación existe y
llegarás a ella, no te rindas nunca, porque cuando menos te lo esperes llegará.
Te deseo todo lo mejor y ojalá encuentres tu camino cuanto antes.
Guía de asociaciones de afectadas por la endometriosis
en España

De ámbito nacional:

ADAEC, Asociación de Afectadas de Endometriosis:


<https://adaec.es/>.
AECENDOMETRIOSIS, Asociación Española contra la Endometriosis:
<https://aecendometriosis.wixsite.com/aecendometriosis>.
EndoSpain, Federación española de afectadas de Endometriosis:
<https://www.instagram.com/endospain/>.
MoviEndo, Asociación de Personas con Endometriosis, Ademnomiosis,
Dolor Crónico y patologías relacionadas:
<https://www.instagram.com/moviendo_spain>.

En Andalucía:

Asociación Endometriosis Andalucía:


<https://www.instagram.com/endometriosis_andalucia/>.

En Aragón:

ADAEZ, Asociación de Afectadas de Endometriosis de Zaragoza:


<https://adaez.org/>.

En Castilla y León:

AMEF Burgos, Endometriosis Burgos:


<https://www.instagram.com/amefburgos/>.

En Castilla La Mancha:

EndoReal, Asociación EndoReal: <https://endoreal.wordpress.com/>.

En Cataluña:

Endo&Cat, Asociación de Afectadas de Endometriosis de Cataluña:


<https://www.endometriosiscatalunya.com/>.

En Extremadura:

AEXAE, Asociación Extremeña de Afectadas de Endometriosis:


<https://www.instagram.com/aexaendo/>.

En Galicia:

querENDO, Mulleres con Endometriose: <https://querendo.eu/>.

En Madrid:

EndoMadrid, Asociación de Endometriosis de Madrid:


<https://www.endomadrid.org/>.

En Murcia:

Endo+, Asociación de afectadas de Endometriosis de la Región de


Murcia: <https://www.instagram.com/endomas_rm/>.

En el País Vasco:

EndoEuskadi, Asociación de Mujeres Enfermas de Endometriosis de


Euskadi: <www.endoeuskadi.es>.

En Valencia:
AAEV Valencia, Asociación de Afectadas de Endometriosis de
Valencia: <www.instagram.com/aendovalencia>.
El grito del silencio, Asociación por/para familiares y pacientes de
Endometriosis (y patologías relacionadas) de la provincia de Alicante:
<https://www.instagram.com/elgrito_delsilencio>.

Otras páginas de interés:

Endometriosis.org: <https://endometriosis.org/>.
Endoinformación–Endometriosis en español:
<http://endoinformacion.com/>.
Endoinfo.org: <https://www.endoinfo.org/>.
Hospital Clínico San Carlos, «Conoce la Endometriosis»:
<https://www.comunidad.madrid/hospital/clinicosancarlos/ciudadanos/conoce-
endometriosis>.
EndoVikinga: <https://www.endovikinga.com/>.
Clínicas Miriam Gine: <https://miriamginecologia.com/blog/>.
Notas
1. O. Burney, Richard, y Linda C. Giudice (2012). «Pathogenesis and pathophysiology of
endometriosis». Fertility and Sterility, vol. 98, n.º 3, págs. 511-519.
2. Alfonso Fernández (2012). Las causas del cáncer: el efecto Warburg (I). El metabolismo tumoral.
Cáncer Integral. Disponible en: <https://cancerintegral.com/las-causas-del-cancer-el-efecto-warburg-
i-el-metabolismo-tumoral>.
3. L. Hsu, Albert; Paige M. Twonsend, Sergio Oehninger, Frank J. Castora (2015). «Endometriosis
may be associated with mitochondrial dysfunction in cumulus cells from subjects undergoing in vitro
fertilization-intracytoplasmic sperm injection, as reflected by decreased adenosine triphosphate
production». Fertility and Sterility, vol. 103, n.º 2, págs. 347-352. Disponible en:
<https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0015028214023486>; J. Young, Vicky;
Jeremy K. Brown, Jacqueline Maybin, Philippa T. K. Saunders, W. Colin Duncan, Andrew W. Horne
(2014). «Transforming growth factor-β induced Warburg-like metabolic reprogramming may underpin
the development of peritoneal endometriosis». The Journal of Clinical Endocrinology &
Metabolism, vol. 99, n.º 9, págs. 3450-3459. Disponible en:
<https://academic.oup.com/jcem/article/99/9/3450/2538853>.
1. Los quistes de chocolate se denominan así por contener un fluido de sangre muy oscura (como el
chocolate) en su interior. En ocasiones, son el síntoma que apunta a una endometriosis pélvica
diseminada.
1. Kavoussi, Shahryar K.; Brady T. West, George W. Taylor y Dan I. Lebovic (2009). «Periodontal
disease and endometriosis: Analysis of the National Health and Nutrition Examination Survey».
Fertility and Sterility, vol. 91, n.º 2, págs. 335-342. Disponible en:
<https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2674278/>.
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2. Cuando hablamos de frutos secos nos estamos refiriendo a nueces, avellanas, almendras,
anacardos, pistachos, nueces de Brasil o de macadamia y a cacahuetes. Semillas serían las pipas de
girasol y de calabaza, y las semillas de sésamo, de chía o de cáñamo.
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¿Por qué me duele tanto la regla?
Elena Serrano

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Diseño de la portada, Planeta Arte & Diseño


De la ilustración de la cubierta, © Alina, Alina y © GoodStudio / Shutterstock
Fotografía de la autora, del archivo de la autora

© Elena Serrano del Pozo, 2023

© Editorial Planeta, S. A., 2023


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