Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Jean-Luc Amalric
Universidad de Montpellier
Resumen
Partiendo de una génesis del concepto de identidad narrativa, este artículo intenta interpretar el proceso de
constitución de nuestras identidades narrativas a través de una revisión sistemática y sintética de las
principales aportaciones de la teoría ricœuriana de la imaginación, desde Libertad y naturaleza hasta Uno
mismo como otro. En su compleja constitución imaginativa, la identidad narrativa puede entonces
caracterizarse como una mezcla poético--práctica que media y pone en relación dialéctica dos funciones
distintas de la imaginación: una poética y o t r a práctica, que están a su vez animadas por una dialéctica y una
duplicación interna.
Resumen
Partiendo de una génesis del concepto de ʹidentidad narrativaʹ, este artículo pretende ʹinterpretar el proceso d e
constitución de nuestras identidades narrativas a partir de una reedición sistemática y sintética de l a s principales
aportaciones de la teoría ricœuriana de la ʹimaginación desde la Filosofía de la Voluntad hasta Soi--- même comme une
autre. En su compleja constitución imaginativa, la identidad narrativa puede caracterizarse entonces como una mezcla
poético-práctica que media y dialectiza dos funciones distintas de la imaginación: una poética y otra práctica, que a su
vez están dinamizadas por una dialéctica y una duplicación internas.
Esta revista está publicada por el Sistema de Bibliotecas Universitarias de la Universidad de Pittsburgh
como parte de su Programa de Publicación Digital D-Scribe, y está copatrocinada por la Imprenta de la
Universidad de Pittsburgh.
La imaginación poético-práctica e n l a identidad
narrativa
Jean-Luc Amalric
Universidad de
Montpellier
Aunque el objetivo de este artículo1 será intentar explicar la extremadamente compleja
constitución imaginativa del concepto de identidad narrativa de Ricoeur, me gustaría introducir
mis reflexiones haciendo una observación general sobre la filosofía de Ricoeur.
Ahora bien, en el pensamiento de estas "ʺmezclas imaginativas "ʺ que ha pasado sucesivamente
por una teoría del "ʺcorazón humano "ʺ como lugar de emergencia de la subjetividad concreta y por una
aproximación al símbolo, la metáfora y la narración, no cabe duda de que es el concepto de identidad
narrativa -esbozado en el tercer volumen de Tiempo y narración y plenamente desarrollado en el Sexto
estudio de Soi---même comme un autre- el que representa la mezcla más rica y elaborada. Esta
combinación de identidad narrativa no sólo condensa los principales resultados y cuestiones de la
teorización de Ricœur sobre la imaginación, sino que también conduce a una determinada concepción de
la subjetividad humana, al revelar una constitución poética y práctica del yo actuante y sufriente.
Sin embargo, lo que quisiera intentar aquí es precisamente una interpretación libre de este
concepto de identidad narrativa que no sólo tenga en cuenta los sucesivos cambios que Ricoeur ha
introducido en él, sino que también se base en una reelaboración sintética de los elementos de la
teoría de la imaginación que ha desarrollado constantemente a lo largo de su obra.
Desde este punto de vista, la tesis q u e trataré de defender es que la identidad narrativa puede
caracterizarse como una mezcla poético-práctica que media y dialectiza dos funciones distintas de l a
i m a g i n a c i ó n : p o r un lado, lo que yo llamaría una función poética de l a imaginación -es decir,
fundamentalmente una función de representación sustentada en la interpretación y el discurso- y por otro, lo
que yo llamaría, siguiendo a Ricoeur, una función práctica de la imaginación.
la imaginación, es decir, una función proyectiva de la imaginación capaz a la vez de iluminar, orientar y
dinamizar nuestra acción.4 En mi opinión, estas dos funciones imaginativas, si bien se articulan
dialécticamente entre sí en el seno de l a actividad de constitución de nuestras identidades narrativas,
manifiestan al mismo tiempo una estructura compleja, ya que implican también una duplicación dinámica
interna.
Para aclarar esta tesis e intentar demostrar su validez, primero esbozaré brevemente la
génesis del concepto ricœuriano de identidad narrativa, y después examinaré el trabajo dialéctico
de la imaginación poética implicado en la formación de nuestras identidades narrativas. Por
último, intentaré mostrar cómo la articulación dinámica de la imaginación poética y la
imaginación práctica constituye el núcleo generador de toda identidad narrativa.
Aquí hay dos cuestiones en juego: por un lado, quiero saber cuál es la naturaleza de la
complejísima actividad imaginativa movilizada por esta "mezcla imaginativa "ʺ por e x c e l e n c i a
q u e constituye la identidad narrativa, y p o r otro, quiero saber qué función y qué límites hay que
asignar a esta actividad poético-práctica de la imaginación en la constitución de nuestras
identidades.
Si evocamos en primer lugar los orígenes del concepto d e identidad narrativa, n o parece
discutible que constituye un revival y una extensión de la teoría del "ʺcorazón "ʺ y de la fragilidad afectiva5
que, en L'Homme faillible, debía dar cuenta de la constitución imaginativa y afectiva del yo humano.
En la antropología reflexiva que sirvió de base a la Filosofía de la voluntad, Ricœur caracterizó de
hecho el "ʺcorazón humano "ʺ como esta indefinida oscilación imaginativa entre bios y logos, esta
mezcla inestable de la que surgió un yo concreto. El filósofo no sólo hizo del "ʺcorazón "ʺ el lugar de
emergencia de un núcleo mítico---poético de la subjetividad concreta, sino que también vio en el
incesante proceso d e interiorización afectiva de las obras de la cultura la condición de posibilidad
para e l despliegue de una cierta historia del ser---hombre. No es menos cierto, sin embargo, que al
poner el acento principal en la discordia originaria o "ʺconflicto de heridas "ʺ que anima al yo humano,
la antropología de El hombre falible seguía quedándose corta ante la cuestión de la identidad personal,
es decir, ante la cuestión de una posible unificación de la historia de una vida, más allá incluso de la
ruptura del cogito.
En este contexto preciso, resulta entonces muy llamativo constatar que es una vez más en
términos de mezcla como el filósofo viene a caracterizar este "ʺrejeton fragile de l'histoire et de la
fiction "ʺ7 que constituye la identidad narrativa. A su juicio, en efecto, es precisamente porque l a
i d e n t i d a d n a r r a t i v a es el resultado de la producción imaginativa de una mezcla de historia y
ficción por lo que es capaz de darnos a pensar en una identidad dinámica que escape a las insolubles
antinomias especulativas que plantea el problema de l a identidad personal.8
Esta primera teorización del concepto de identidad narrativa en las "ʺConclusiones "ʺ de
Tiempo y narración adolece, sin embargo, d e una doble limitación: no sólo depende directamente de
la problemática ricœuriana de l a aporética de la temporalidad que atraviesa toda la obra, sino que
también sigue dependiendo de una teoría de los géneros literarios que pretende distinguir entre
narración histórica y narración de ficción para luego i n t e n t a r entrelazar sus referencias.
Así pues, es evidente que sólo en Soi---même comme un autre -es decir, en una obra que,
treinta años después de L'Homme faillible, propone una refundición sistemática d e la antropología
filosófica de Ricœur- la cuestión de la identidad narrativa pasa a o c u p a r una posición central y que su
definición, así como sus cuestiones específicas, se desarrollan y profundizan p l e n a m e n t e . Como se
desprende de los Estudios Quinto y Sexto d e l libro9 , Ricœur otorga ahora a la identidad narrativa un
papel central decisivo: por un lado, permite poner en práctica una dialéctica de ipseidad y mismidad
constitutiva de la identidad temporal del yo humano; por otro, inicia también una transición entre la
dimensión simplemente poética de la identidad personal y su dimensión propiamente ética.
En este sentido, mientras que el principal logro de Tiempo y narración consistía en sacar a la
luz la función decisiva del poder ficcional de la narración en la constitución de nuestras identidades
narrativas, la aportación esencial de Soi---même comme un autre -aparte del desarrollo innovador de
la dialéctica del idem y el ipse- reside en que este carácter ficcional de la autonarrativa se vincula ahora
al problema epistemológico y práctico de la atestación, para dotar a la identidad narrativa de un
auténtico anclaje ético y ontológico. En otras palabras, la configuración imaginativa de nuestra
identidad narrativa se asocia ahora a un posicionamiento práctico y ético cuyo modelo está constituido
por la promesa.
En este sentido, podemos decir que Soi---même comme un autre representa tanto una
profundización decisiva del papel absolutamente central de l a imaginación productiva en la
constitución de la identidad narrativa como una limitación de este poder de constitución imaginativa
por una atestación práctica y ética que es lo único capaz de estabilizar nuestra identidad personal y dar
un "ʺ coup d'arrêt "ʺ a las variaciones imaginativas del yo.
Fiel a su método de retomar constantemente las dificultades no resueltas en cada una de sus
obras, Ricoeur nunca dejó de reelaborar su concepto d e identidad narrativa, y a este respecto podemos
considerar que la fenomenología hermenéutica del ser humano capaz, desarrollada en Memoria, historia,
olvido y en El viaje del reconocimiento, representa un último intento de definir cada vez con mayor
precisión los límites de esta actividad imaginativa extremadamente compleja que constituye el corazón de
toda subjetividad humana. Para decirlo en pocas p a l a b r a s , el poder de narrar y de narrarse quedará
en adelante enmarcado, p o r un lado, por el p o d e r de recordar, guardián del polo de meme d e l a
ipséité, y, por otro, por el poder de prometer, como acto de lenguaje y compromiso ético garante de la
autoconservación de la ipséité.10 En esta redefinición última de la noción d e identidad narrativa, l a
atestación narrativa11 -es decir, la
creencia que adjuntamos a una determinada configuración imaginativa de nuestra identidad personal- ya no
es autosuficiente, sino que encuentra tanto apoyo como límite en la experiencia del memorial
"ʺreconocimiento---atestación "ʺ y en la atestación moral de la promesa.
Si tuviera que dar una caracterización general de este primer desdoblamiento de la actividad
imaginativa que opera en la constitución de nuestras identidades narrativas, diría que implica una cierta
dialéctica de poder y acto, que a su vez procede de un intercambio incesante entre lo que estaría
tentado de llamar una narratividad virtual13 llevada por una imaginación operativa y prerreflexiva y
una narratividad presente correspondiente a la actividad ficcional y reflexiva de configuración
narrativa de nuestras existencias individuales o colectivas.
Para empezar, c r e o que podemos resumir así la función esencial de la imaginación figurativa y
prerreflexiva en la identidad narrativa: nunca podríamos configurar narrativamente nuestras vidas si no
contáramos con una imaginación prerreflexiva y prenarrativa cuya actividad se manifiesta tanto en el plano
individual como en el social, en el plano del propio cuerpo y en el plano de la cultura.
Más allá de estos análisis de lo Voluntario y lo Involuntario, el mayor interés del Ensayo sobre
Freud18 reside en el hecho de que, esta vez, lleva a Ricoeur a sacar a la luz una función productiva de la
imaginación ligada al funcionamiento mismo del inconsciente y, en consecuencia, más original que la
imaginación reproductora anteriormente tratada. Esta función de l a imaginación, que corresponde a la
producción d e una expresión psíquica del impulso19 , Ricoeur la sitúa precisamente en la flexión de la
fuerza y del sentido. En su opinión, es lo que hace posible una manifestación original y prerrepresentativa
de nuestras tendencias e impulsos dentro de nuestra psique.20 Desde este punto de vista, no se trata de decir
que la fuerza de la pulsión pasa enteramente por el sentido, sino simplemente de reconocer la existencia de
una función figurativa original de la imaginación que permite que surja nuestro deseo y lo prepara para ser
dictado. Creo que es precisamente a esto a lo que se refiere Ricoeur cuando habla de la "cualidad ʺpre---
narrativa de la vida humana "ʺ21 , es decir, de esa cualidad que hace que la vida humana sea como un
relato e n estado naciente o una experiencia a la espera de ser narrada.
Sin embargo, nuestra comprensión del papel de esta imaginación prerreflexiva -productiva y
reproductiva- en la constitución de nuestras identidades narrativas seguiría siendo inadecuada si
considerásemos su función operativa únicamente a nivel de la vida individual y de la espontaneidad
asertiva del propio cuerpo. Como ponen de manifiesto los análisis d e l a identidad n a r r a t i v a en
Temps et Récit y Soi---même comme un autre, existe también una función social de la imaginación
que opera en el nivel colectivo de la cultura y desempeña un papel tan fundamental como la
imaginación individual en lo que he denominado la narratividad virtual que sirve d e base para la
constitución de nuestras identidades tanto individuales como colectivas.
Aquí, cerca de las tesis de Clifford Geertz24 , la concepción de Ricœur del imaginario social nos
invita así a reconocer la existencia d e una función imaginativa de la ideología cuya radicalidad es tal que
debe ser considerada como constitutiva de la realidad social misma. Dicho d e otro modo: el
reconocimiento del carácter originario e instituyente25 d e l a ideología implica
que reconozcamos al mismo tiempo el carácter ya simbólico de la vida social y de todas las
acciones que tienen lugar en ella.
Una vez caracterizadas las dos dimensiones individual y social de esta imaginación radical,
prerreflexiva y figurativa, resulta posible comprender cómo se constituye la configuración narrativa de
nuestra existencia, es decir, lo que he denominado narratividad real (por oposición a la narratividad
virtual). Si bien las potencias imaginativas corporales y culturales que operan en el nivel
antepredicativo de la vida humana nos preparan, como hemos visto, para una cierta narrativización de
nuestras vidas, no conducen, sin embargo, a la constitución de una genuina identidad narrativa, ya que
permanecen fuera del orden del discurso propiamente dicho y por debajo de la narratividad articulada
de nuestras vidas.
Lo que ahora voy a tratar de mostrar más sucintamente, porque este aspecto de la teoría de la
imaginación de Ricœur me parece más conocido por ser más explícito, es que el acto de contarse a sí
mismo presupone una imaginación reflexiva y representativa capaz de configurar creativamente la
historia de nuestro deseo d e ser a través de un determinado trabajo ficcional y lingüístico. En este
contexto preciso, el término ficción ya no debería referirse, en sentido estricto, a la oposición entre
narración ficcional y narración histórica, sino que me parece, por el contrario, que se refiere, en un
sentido mucho más amplio, a una actividad ficcional de la imaginación cuyo carácter semántico
constituye el núcleo productivo d e l a identidad narrativa.
Como señala Ricoeur en Soi---même comme un autre: "ʺEs precisamente por el carácter
evasivo de la vida real por lo que necesitamos la ayuda de la ficción para organizarla
retrospectivamente a posteriori, aunque ello suponga considerar revisable y provisional cualquier
recurso argumental tomado de la ficción o de la historia "ʺ.27
Entonces, ¿cuáles son las características de lo que bien podría llamarse una imaginación
ficticia?
a) Primera característica: como muestran claramente los análisis que Ricoeur dedica al pasaje
de la "ʺMimésis 1 "ʺ a la "ʺMimésis 2 "ʺ en Tiempo y narración I, es notable que la puesta en práctica de esta
imaginación ficcional presupone ante todo una actividad de neutralización capaz de poner a distancia
la prefiguración de nuestra existencia que resulta del trabajo individual y colectivo de la imaginación
figurativa pre--reflexiva.
implica un acto de juicio -similar en cierto sentido al juicio reflexivo kantiano- que consiste en
extraer una configuración de una sucesión. En este sentido, podemos decir que la ficción narrativa
es el producto de una actividad imaginativa que procede de un acto de juicio y da forma y
coherencia a una duración inicialmente informe y confusa.
c) Por último, la tercera característica, y sin duda la más fundamental, es que todo el
despliegue de esta imaginación ficcional -en su labor de sintetizar y urdir nuestra duración- depende
directamente del lenguaje: se trata de un acto de juicio que es indisociablemente un acto de discurso.
Para decirlo con más precisión, la imaginación ficticia que genera la ficción narrativa de nuestras vidas
individuales o colectivas es el producto de una imaginación productiva y verbal28 , cuyas
características son radicalmente distintas de las de la imaginación reproductiva, que procede de la
percepción y no del lenguaje.
Ricoeur definiría claramente esta diferencia en el Sexto Estudio del Soi---même comme
un autre, y no dejaría de acentuarla y profundizarla en sus obras posteriores. Yo diría, para resumirlo
en pocas palabras, que radica precisamente en el hecho de que la formación de una identidad narrativa
requiere, sobre una base constitutiva, la reinscripción de la actividad de la imaginación poética en la
acción devenida de nuestra existencia concreta.
Lo que caracteriza, pues, a esta nueva dialéctica de la imaginación narrativa es que consiste en
vincular la función representativa de la imaginación poética, de la que ya he hablado, con la función
proyectiva de una imaginación práctica capaz tanto de orientar como de dinamizar nuestra acción. Dicho
de otro modo: desde el momento en que la formación de nuestras identidades narrativas se entiende como
carnal y temporal, exige la p u e s t a e n p r á c t i c a d e una dialéctica poético-práctica de la
imaginación que constituye, en cierto modo, su núcleo dinámico y fundador.
Desde una perspectiva que pretendo exploratoria, me preguntaré primero: a) ¿en qué sentido
podemos decir que esta imaginación práctica integra y potencia la imaginación poética o
representativa q u e he tematizado en la segunda parte de mi exposición? A continuación: b ) para
concluir, plantearé la cuestión de cuáles son los límites de la actividad de autoafección que posibilita
esta dialéctica poético-práctica de la imaginación en la identidad narrativa.
Para ser más precisos, la imaginación práctica, tal como la concibe Ricoeur, tiene, p o r u n a
parte, una función representativa que consiste en figurar nuestro deseo, esquematizar nuestros proyectos y
desarrollar variaciones de nuestro poder-ser y, por otra parte, una función que propongo caracterizar
como función evaluadora, y que consiste en orientar y dinamizar nuestra acción esquematizando
afectivamente nuestras tendencias y nuestro poder-ser.
Lo que hace tan original la teoría de la ficción de Ricœur es que, una vez reinscrita en la
esfera práctica, la ficción narrativa adquiere la doble valencia de un modelo a la vez representativo y
práctico, retrospectivo y prospectivo.34 Si, en su carácter figurativo y mimético, la identidad narrativa
funciona como modelo de nuestra existencia pasada y presente, a la que simboliza interpretándola,
funciona al mismo t i e m p o , en su carácter práctico y proyectivo, como modelo de nuestra vida
futura. Al simbolizar lo que podría ser, lo que aspiro a ser pero aún no soy, adquiere el estatuto de
motivo de mi voluntad, de proyecto existencial, incluso de verdadera "ʺutopía p r á c t i c a "ʺ.
¿Por qué interpretar entonces esta integración en la esfera práctica como una verdadera
¿el potencial de la imaginación poética?
Ahora bien, como muestran esta vez los análisis reflexivos del "ʺcorazón "ʺ y del
sentimiento desarrollados en L'Homme faillible36, es precisamente porque esta imaginación
evaluadora y no representativa es capaz de generar sentimientos y afectos que son la traducción
dinámica de la esquematización de nuestras tendencias, por lo que adquiere un poder pulsional que
se une ahora al poder representativo de la imaginación poética. Pero, en verdad, no fue hasta el
Ensayo sobre Freud y la consideración del problema freudiano de la pulsión y el inconsciente
cuando Ricoeur captó plenamente el origen de esta función valorativa de la imaginación. En este
sentido, podemos aclarar el análisis de la constitución imaginativa del deseo ya esbozado en la
segunda parte de este trabajo: no basta con decir que el surgimiento de nuestro deseo depende de
una función figurativa originaria de la imaginación capaz de dar una traducción representativa a la
pulsión; debemos añadir que depende también de una función evaluadora originaria de la
imaginación capaz tanto de esquematizar nuestras pulsiones en afectos como de dinamizar la
fuerza motriz de nuestro deseo.
capaz d e orientar y dinamizar nuestra acción. En su constitución poético-práctica, parece pues que
la imaginación narrativa nos permite pensar y experimentar el devenir dialéctico de nuestra identidad
narrativa como figura en acto o como figura actuante.
Al término de esta reflexión, me parece que podemos afirmar que si la constitución autoafectiva de
nuestras identidades n a r r a t i v a s , en virtud de la doble valencia (prospectiva y retrospectiva) de su
carácter ficcional, no puede reducirse a una simple recapitulación de nuestra existencia pasada, no equivale
sin embargo a una autoproducción del yo. Como iniciativa receptiva, la constitución de nuestras
identidades narrativas debe concebirse, por el contrario, como una mezcla d e afecto y autoafecto. Como
he intentado mostrar aquí, el yo que emerge de esta configuración ficcional en c i e r n e s que es la
identidad narrativa se presenta, de hecho, como un yo doblemente afectado: por una espontaneidad
corporal cuya textura imaginativa precede, ilumina y nutre todo acto v o l u n t a r i o , y por un
imaginario social instituyente que siempre ha simbolizado ya nuestra relación con el mundo y con la
acción. Así pues, sólo consintiendo esta receptividad a las potencias imaginativas que la preceden puede el
yo esperar contribuir a la configuración creativa de su identidad personal.
Tomando nota de esta extrema fragilidad de la constitución de nuestras identidades narrativas, las
obras posteriores de Ricoeur darán una importancia creciente y decisiva a lo que va más allá de la
dimensión estrictamente imaginativa de la construcción de nuestras identidades, a saber, la memoria y la
promesa. Mientras que, por un lado, el reconocimiento-- atestación de la memoria marcará así con el
sello del reconocimiento l a actividad mimética duplicada de la imaginación narrativa, por otro, la
atestación moral de la promesa, como respuesta al requerimiento ético del otro, conferirá un estatuto moral
a la función práctica y proyectiva de la imaginación en la que se enraíza la constitución poético--práctica
de nuestras identidades narrativas.
1
Este artículo es la reelaboración y desarrollo d e una contribución propuesta en el Congreso
Latinoamericano sobre la obra de Paul Ricoeur celebrado en Río de Janeiro los días 29, 30 y 31 de
noviembre de 2011, que estuvo dedicado a los temas de ética, identidad y reconocimiento.
2
Cuando, en Réflexion faite. Autobiografía intelectual (París: Seuil, 1995, 69-70), Ricoeur hizo un r e p a s o d e
toda su carrera filosófica, desde los años cincuenta hasta 1995, y admitió que, desde La Symbolique du
mal hasta Temps et Récit, había dedicado efectivamente parte de su obra a desarrollar una "filosofía de
l a imaginación". Sobre esta cuestión d e l a teoría de la imaginación de Ricœur, véase también: Richard
Kearney, Poétique du possible: Phénoménologie herméneutique de la figuration (París: Beauchesne,
1984); Richard Kearney, "L'Imagination narrative, entre l'éthique et le poétique" en Paul Ricœur,
l'herméneutique à l'école de la phénoménologie (París: Beauchesne, 1995), 283-304; Alain Thomasset,
"L'Imagination dans la pensée de Paul Ricœur, fonction poétique du langage et transformation du sujet",
Etudes théologiques et religieuses 80 (2005): 525-541; George H. Taylor, "Ricoeur's Philosophy of
Imagination", Journal of French Philosophy 16 (2006): 93-104; Jean-Luc Amalric, Ricœur, Derrida: L'enjeu
de la métaphore (París: P.U.F, 2006), 137-152; Michaël Fœssel, "Introduction", en Paul Ricœur: Anthologie
(París: Seuil, 2007), 7-22.
3
Sin duda, la próxima publicación y traducción de las Conferencias sobre la imaginación pronunciadas por
Ricoeur en 1975 en la Universidad d e C h i c a g o , transcritas por George H. Taylor y que están siendo
editadas en colaboración con el Fonds Ricoeur, arrojarán una luz esencial sobre la teoría de la imaginación
de Ricoeur. Aunque estas lecturas arrojarán una luz decisiva sobre el modo en que Ricoeur interpreta la
teoría kantiana de la imaginación productiva, así como la concepción de la imaginación en la
fenomenología y la filosofía analítica, no abordan directamente la cuestión de la función práctica de la
imaginación, que es central en la teoría ricoeuriana.
4
En su esencial artículo de 1976 titulado "L'imagination dans le discours et dans l'action", publicado en Du
texte à l'action (París: Seuil, 1986, 213-236), Ricoeur utiliza la expresión "función de lo posible práctico"
(225) para designar esta dimensión práctica de la imaginación, y al mismo tiempo la caracteriza como una
"función proyectiva que pertenece al dinamismo mismo d e l a acción" (224).
5
Esta expresión de "fragilidad afectiva" da título al capítulo IV de L'Homme faillible, cuya teoría del "corazón
humano" representa la culminación de la antropología filosófica en la que se basa la Philosophie de la
volonté. Paul Ricœur, Philosophie de la volonté II: L'Homme faillible, (París: Aubier, 1960), 97-148.
6
Paul Ricœur, Temps et récit III, Le Temps raconté (París: Seuil, 1985), 352-359.
7
Ricœur, Tiempo y narración III, 355.
8
Para ser más precisos, es la constitución imaginativa de la identidad narrativa la que, según Ricœur, nos
permite escapar a la antinomia entre, por una parte, la afirmación de una pura identidad sustancial que
se niega a sufrir cualquier cambio y, por otra parte, la afirmación opuesta de una escisión del sujeto en
una pura multiplicidad que se niega a sufrir cualquier unidad. El concepto ricœuriano de identidad
narrativa propone
sustituir la tesis cartesiana de una unidad sustancial de la subjetividad por la idea de una unidad ficticia,
dinámica y no sustancial de la subjetividad humana.
9
Paul Ricoeur, Soi-même comme un autre (París: Seuil, 1990). Quinto estudio: "Identidad personal e identidad
narrativa", 137-166; Sexto estudio: "El yo y la identidad narrativa", 167-198.
10
Esta tesis se desarrolla claramente en los capítulos II ("Una fenomenología del hombre capaz") y III
("Memoria y promesa") de Parcours de la reconnaissance (París: Stock, 2004), 137-197.
11
Utilizo aquí una expresión de Jean Greisch que no es utilizada por Ricoeur pero que, en mi opinión,
permaneciendo fiel a los análisis de Ricoeur sobre la identidad narrativa, permite destacar la importancia
pero también los límites del papel de la imaginación en la constitución de nuestras identidades
personales. Jean Greisch, Paul Ricœur, L'itinérance du sens (París: Millon, 2001); capítulo 12: "Témoignage
et attestation" (véanse en particular las páginas 385 a 387).
12
Dada la riqueza y la complejidad de la teorización de Ricœur sobre l a imaginación, huelga decir que los
análisis que siguen no son más que un esbozo de lo que nos parece ser la arquitectura general de esta
filosofía de la imaginación. Basaremos nuestro análisis en un libro que publicará en 2013 Editions
Hermann, en el que hemos dedicado un análisis detallado y en profundidad a la génesis de la teoría de la
imaginación de Ricœur.
13 Por
lo que sabemos, Ricoeur utilizó la expresión " narratividad virtual" al menos una vez e n un artículo de
1994 titulado "La vie, un récit en quête de narrateur", publicado en Écrits et conférences 1, Autour de la
psychanalyse (París: Seuil, 2008), 257-276. En este texto posterior a Soi-même comme un autre, y en
respuesta a posibles objeciones a su tesis sobre la existencia de "estructuras prenarrativas de la
experiencia temporal" (o de lo que él sigue llamando una "cualidad prenarrativa de la experiencia
humana"), Ricoeur escribe en efecto: "A esta objeción opondría una serie de situaciones que, en mi
opinión, nos obligan a conceder ya a la experiencia como tal una narratividad virtual que no procede de la
proyección, como decimos, de la literatura sobre la vida, sino que constituye una auténtica exigencia de
narración" (271). Incluso más allá de esta instancia, nos parece que para poder identificarla con toda la
precisión requerida, la idea de narratividad virtual debe situarse en el contexto del análisis de la "Mimèsis
1", tal como se desarrolla en el primer volumen de Temps et récit (París: Seuil, 1983), 87-100. En este
contexto particular, es sólo en relación con la caracterización del "tercer rasgo" de la precomprensión del
mundo de la acción q u e opera en la " mimèsis 1 " que Ricoeur habla de "estructuras prenarrativas d e
l a experiencia temporal". En su opinión, sin embargo, estas estructuras prenarrativas presuponen a su
vez otros dos rasgos de nuestra precomprensión de la acción, a saber: a) una familiaridad previa con las
estructuras de inteligibilidad d e la acción; b) así c o m o una familiaridad con las mediaciones
simbólicas a través de las cuales nuestras acciones se encuentran siempre ya articuladas. En este sentido,
la distinción que proponemos entre narratividad virtual y narratividad real es una extensión de l a
distinción entre "simbolismo implícito e inmanente" y "simbolismo explícito y autónomo" sugerida por
Ricoeur en la página 92 de Tiempo y narración I (una distinción que es a su vez una repetición y corrección
de la distinción entre "simbolismo constitutivo" y "simbolismo representativo" hecha inicialmente por
Ricoeur).
propuesto por Ricoeur en un artículo de 1977 titulado "La structure symbolique de l'action", en
Symbolisme, Conférence internationale de sociologie religieuse, Estrasburgo: CISR, 1977, 29-50).
14
Si bien la categoría de lo " prerreflexivo" constituye una de las categorías decisivas en el análisis de Ricœur
sobre lo involuntario corporal -ya se trate de lo involuntario corporal que actúa en la motivación, de la
"espontaneidad corporal" implicada en el movimiento voluntario o de l a involuntariedad absoluta de la
vida-, es en Tiempo y narración I (capítulo 3: "Tiempo y narración, la triple mímesis", 85-129) donde
aparece por primera vez la categoría de "prenarrativo" para designar esta legibilidad previa de la acción
que resulta de nuestra precomprensión del mundo de la acción. Como subrayé en la nota anterior,
Ricoeur habla de " narratividad virtual" o "narratividad incoativa" (113) para expresar esta auténtica
exigencia de narración que procede de la vida misma y no de una segunda proyección de la literatura
sobre la vida. Si propongo aquí una distinción entre una imaginación prerreflexiva y prenarrativa y una
imaginación reflexiva y narrativa, es p o r q u e me parece que esta división entre lo prerreflexivo y lo
reflexivo, lo prenarrativo y lo narrativo, constituye también una de las divisiones esenciales en el análisis
que Ricœur hace del fenómeno extremadamente complejo de la imaginación productiva. Huelga decir, sin
embargo, que esta distinción, a la que me limitaré en el marco limitado de este artículo, sigue siendo muy
amplia (y, por tanto, demasiado general), y que habría que precisarla y afinarla para analizar
satisfactoriamente producciones imaginativas tan variadas como los símbolos, los mitos, las metáforas y
las narraciones.
15
En cierto sentido, el término " imaginación simbólica" también podría utilizarse para designar esta
imaginación figurativa y prerreflexiva, siempre q u e entendamos por "símbolos" la matriz y las figuras
originales a partir de las cuales accedemos a una determinada representación del mundo y de nosotros
mismos. Sin embargo, como la expresión "imaginación simbólica" sigue siendo equívoca, la preferiremos
aquí a "imaginación figurativa".
16
Desarrollaré lo q u e entiendo por imaginación figurativa prerreflexiva porque, como subrayé en mi
introducción, me parece que desde Tiempo y narración hasta Soi-même comme un autre, Ricoeur sólo ha
retomado y sistematizado muy parcialmente todas las aportaciones anteriores a su teorización de la
imaginación desde Filosofía de la voluntad. Me parece que es aquí d o n d e s e h a c e particularmente
necesaria una revisión sistemática.
17
Paul Ricœur, Philosophie de la volonté I, Le Volontaire et l'Involontaire, Parte I, Capítulo II:
"L'involontaire corporel et la motivation"; véanse en particular las páginas 85 a 100.
18
Paul Ricœur, De l'interprétation. Essai sur Freud (París: Seuil, 1965); Libro II, Parte 1, Capítulo 3, "Pulsion
et représentation dans les écrits de métapsychologie": véase en particular (2) "Présentation et
representation", 137-153.
19
Expresión psíquica de la pulsión que Freud denomina "Repräsentanz", distinguiéndola claramente de la
"Vorstellung".
20
Para señalar esto de pasada, me parece que el descubrimiento de esta actividad productiva original de la
imaginación, que trabaja en la frontera entre lo corpóreo y lo psíquico, es precisamente lo que conduce a
una clara diferenciación entre la concepción de Ricoeur d e l inconsciente y la concepción de lo físico.
Enfoque lacaniano. Para Ricoeur, no podemos limitarnos a una interpretación lingüística del inconsciente,
porque el inconsciente es el lugar d o n d e surgen imágenes y figuras que ya son esbozos de sentido y que
preceden al lenguaje o a la lingüística en sentido estricto. Como señala en la página
439 de L'Essai sur Freud: "La irreductibilidad del punto de vista económico a una simple tópica de las
representaciones atestigua que el inconsciente no es fundamentalmente lenguaje, sino un empuje
hacia el lenguaje". Sobre este tema, véase también el esencial artículo de 1978 titulado "Image et
langage en psychanalyse", publicado en: Paul Ricœur, Ecrits et conférences I, Autour de la
psychanalyse (París: Seuil, 2008), 105-138.
21
Sobre este tema, véanse en particular los artículos titulados "La vie: un récit en quête de narrateur" (257-
276) y "Le récit: sa place en psychanalyse" (277-289) publicados en Ecrits et conférences I, Autour de la
psychanalyse. Llama la atención que en estos dos artículos, que retoman y amplían los análisis de Temps
et récit I (113-114), Ricoeur interpreta precisamente el objetivo del tratamiento analítico como un intento
de pasar de "trozos de historias" incoherentes e insoportables a una historia de vida, a un relato de vida
más soportable y más inteligible. En este sentido, podríamos decir que la imaginación no sólo contribuye
al surgimiento de una experiencia temporal del deseo, sino que también da lugar a la demanda de una
narrativa que sea como l a expresión espontánea de nuestra búsqueda d e identidad personal. Puesto
que nuestra experiencia viva del tiempo es una experiencia en la que la discordancia supera a la
concordancia, surge en nosotros un deseo de concordancia que es un deseo de narración de sí mismo
impulsado por una exigencia ética. Para Ricoeur, existe por tanto una dimensión narrativa en el
tratamiento psicoanalítico que aboga a favor de la existencia de una narratividad virtual, y que al mismo
tiempo permite pensar la búsqueda de una identidad narrativa como el proceso deseante por el que se
asegura una cierta continuidad entre nuestra "historia potencial o virtual" y la "historia expresa" de la que
asumimos la responsabilidad.
22
Paul Ricœur, Ideología y utopía (París: Seuil, 1997).
23
Paul Ricœur, Du texte à l'action, Essais d'herméneutique II (París: Seuil, 1986); véanse en particular:
"L'imagination dans le discours et dans l'action" (213-236), "Science et idéologie" (303-331),
"Herméneutique et critique des idéologies" (333-377) y "L'idéologie et l'utopie: deux expressions de
l'imaginaire social" (379-392).
24
Ya sea en Ideología y utopía, Tiempo y narración o Del texto a la acción, las numerosas referencias de
Ricoeur a la obra de Clifford Geertz (y en particular la referencia a: The Interpretation of Cultures, Nueva
York: Basic Books, 1973) dan fe de la importancia central de las tesis geertzianas en el desarrollo de la
teoría del imaginario social de Ricœur.
25
Si me parece importante subrayar el carácter instituyente o constituyente del imaginario social de la
ideología, es porque creo que Ricoeur está aquí muy cerca d e l imaginario radical t a l c o m o l o define
Castoriadis. Por supuesto, Castoriadis adopta resueltamente el punto de vista de una ontología de la
creación para abordar la cuestión del imaginario, mientras que Ricoeur rechaza la vía corta de una
"ontología directa" como la vía corta de una filosofía general de la creación. Hay, pues, una diferencia de
enfoque, ya que Ricoeur sólo aborda la cuestión de la creatividad de la imaginación desde el punto de
vista de una "imaginación regulada" y desde el punto de vista de un imaginario que siempre está ya ahí.
Pero
Sin embargo, el análisis de Ricœur del imaginario social como un imaginario que siempre está ya ahí
conduce indirectamente al reconocimiento de un imaginario instituyente que, como en el caso de
Castoriadis, es radical y no derivativo.
26
Cabe preguntarse cómo es posible hablar de una función prerreflexiva y prenarrativa de la ideología en la
medida en que toda ideología parece estar asociada a una actividad de representación a través de la cual
un grupo social accede a una determinada concepción de su identidad. Nos parece, sin embargo, que la
concepción de Ricoeur del imaginario social nos invita a mantener unidas estas dos afirmaciones
aparentemente opuestas. Por un lado, Ricoeur admite que la función constitutiva de la ideología como
guardiana de la identidad d e u n grupo no puede operar plenamente al margen de un proceso reflexivo y
representativo; incluso añade que "difícilmente puede operar al margen del relevo de su segunda
función, la de justificar un sistema de orden o de poder, ni siquiera potencialmente al abrigo de la función
de distorsión que se injerta en la a n t e r i o r " (La Mémoire, l'histoire, l'oubli, Paris: Seuil, 2000, 100).
Pero, por otra p a r t e , el método d e análisis regresivo de los significados de la ideología desarrollado en
Ideología y utopía (que s e asemeja a una fenomenología genética de inspiración husserliana) implica
que nos remontemos a una dimensión inmediatamente simbólica de la praxis, que es una dimensión
imaginaria más primitiva, más implícita y más virtual que la de la representación expresa o explícita.
27
Ricœur, Soi-même comme un autre, 191.
28
Como señala Ricoeur en la página 106 de Tiempo y narración I, es p o s i b l e hablar de un
"esquematismo de la función narrativa" en la medida en que el acto de configuración narrativa
consiste en una innovación semántica que se basa a su vez en un determinado trabajo de la
imaginación productiva. Desde este punto de vista, es evidente que la teoría de la imaginación ficticia
de Ricœur constituye un renacimiento, una profundización y un desarrollo original de la teoría
kantiana de la imaginación productiva y del esquematismo que es su matriz significante. Si bien el
filósofo nunca dejó de afirmar su deuda con el avance decisivo que representaba para él la
concepción kantiana de la imaginación productiva, también se esforzó por enriquecerla,
repensándola a partir de las aportaciones esenciales de la poética, la retórica y la lingüística del
discurso. En nuestra opinión, esta renovación ricœuriana de la teoría kantiana de la imaginación
productiva no se limita a una simple teoría de la innovación semántica, sino que conduce también a
una nueva manera de pensar la función práctica de la imaginación. Si, siguiendo a Nabert, Ricoeur
denuncia el proyecto de Kant de construir la Crítica de la razón práctica sobre el modelo de la Crítica
de la razón pura (véanse a este respecto las páginas 249-250 del ensayo titulado "La razón práctica"
en Du Texte à l'action), es precisamente porque, en su opinión, este enfoque conduce a una
incomprensión de la especificidad de la acción humana; De la Filosofía de la Voluntad al Viaje del
Reconocimiento, la filosofía ricœuriana seguirá revisando la cuestión de la acción a la luz de una
teoría renovada de la imaginación productiva.
29
Para ser precisos, debemos subrayar el hecho de que la decisión de Ricoeur de adoptar una línea
bachelardiana y explorar el potencial específico de la imaginación del lenguaje está muy en consonancia
con su propio planteamiento.
Es antigua, porque ya está formulada en La Symbolique du mal, obra en la que el filósofo ya se refiere
directamente a la Poética del espacio de Bachelard (Gaston Bachelard, La Poétique de l'espace, París:
P.U.F, 1957). [Paul Ricœur, Philosophie de la volonté II, La Symbolique du mal (París: Aubier, 1960), 177].
Hay en esta referencia a Bachelard, fuertemente reiterada en el Sexto estudio de La Métaphore vive, un
posicionamiento crítico de Ricoeur con respecto al enfoque fenomenológico de la cuestión de la
imaginación. En Husserl, y más aún en Sartre, Ricoeur deplora la primacía no discutida de la percepción
sobre la imaginación, que conduce a un análisis de la imaginación reproductora en detrimento de una
verdadera exploración de la cuestión de la imaginación productiva. En su opinión, todo el mérito de la
Poética bachelardiana, a diferencia de L'Imaginaire de Sartre, reside en su apuesta decidida por una
problemática de la imaginación productiva, a partir no de la percepción sino de la creatividad lingüística.
30
Ciertamente es posible cuestionar la distinción ricœuriana entre narratividad y prenarratividad, y aquí nos
gustaría remitirnos a un artículo muy rico y estimulante de Johann Michel titulado "Narrativité, narration,
narratologie: du concept ricœurien d'identité narrative aux sciences sociales", Revue européenne des
sciences sociales XLI-125 /2003. Aunque no es el propósito de este a r t í c u l o entrar en esta discusión,
que requeriría d e m a s i a d o s desarrollos, nos parece que la distinción entre narratividad virtual y
narratividad real que hemos intentado defender aquí es quizá menos equívoca que la distinción entre
prenarratividad y narratividad, y que permite a la vez expresar y preservar ciertas cuestiones esenciales
de la teoría ricœuriana de la imaginación. En nuestra opinión, la noción de narratividad virtual permite,
e n primer lugar, preservar una cierta irreductibilidad del deseo con respecto al logos, así como una
cierta irreductibilidad de la imagen con respecto al lenguaje; permite también preservar el valor mimético
de la ficción luchando contra la violencia y la arbitrariedad radical que resultarían de una concepción de la
ficción como producción ex nihilo. Como mostrarán, en particular, los análisis posteriores de La Mémoire,
l'histoire, l'oubli (340-343), la ficción, siempre que se apoye en una narratividad virtual, puede concebirse
como una operación imaginativa a través de la cual se hace visible una legibilidad previa del mundo de la
acción. Por último, nos parece que la dialéctica tensional entre una imaginación figurativa, prerreflexiva y
prenarrativa y una imaginación ficcional, reflexiva y narrativa que hemos tratado de tematizar implica una
dialéctica d e imaginación virtual e imaginación real que se corresponde muy estrechamente con las
exigencias de esa ontología d e l acto y del poder que Ricoeur trató d e esbozar desde el Décimo Estudio
de Soi-même comme un autre.
31
En varias ocasiones, Ricoeur ha descrito el desarrollo general de su filosofía como una oscilación pendular:
partiendo de una reflexión sobre la acción humana, pasó luego a una exploración del lenguaje y sus
recursos para la innovación semántica, antes de volver finalmente a una meditación sobre la acción
humana. Esta evolución se evoca con especial claridad en la Lectio magistralis pronunciada por Ricoeur el
24 de abril de 2001 en la Universidad de Barcelona. Texto publicado en: Domenico Jervolino, Paul Ricœur,
Une herméneutique de la condition humaine (París: Ellipses, 2002), 75-91.
32
Para Ricoeur, es precisamente esta dialéctica del recuerdo y de la anticipación l a q u e explica en última
instancia el estatuto temporal mixto de la identidad narrativa, es decir, su capacidad para mediar estos
dos modos de permanencia en el tiempo, que son el mememe de la perseverancia del carácter y la ipséité
de la perseverancia de la promesa.
33
Es a este resultado de los análisis fenomenológicos de Le Volontaire et l'Involontaire al que de hecho se
refiere implícitamente el esencial artículo de Ricoeur de 1976 sobre el proyecto de una teoría general de
la imaginación en Du texte à l'action ( "La imaginación en el discurso y en la acción", 213-236).
34
Como se afirma explícitamente en las conclusiones de Ideología y utopía: "La identidad de una comunidad o
de un individuo es también una identidad prospectiva. La identidad está en suspenso. En
c o n s e c u e n c i a , el elemento utópico es un componente fundamental de la misma. Lo que llamamos
'nosotros mismos' es también lo que esperamos y lo que aún no somos" (408).
35
Lo esencial de la teorización de la función de este imaginario valorativo se expone en el capítulo 2 de la
primera parte de Le Volontaire et l'Involontaire, titulado "L'involontaire corporel et la motivation" (82-
128); pero también podemos considerar que buena parte de los análisis de l a segunda parte del libro,
dedicada al movimiento voluntario y a las potencias que moviliza, retoman y profundizan esta teorización.
36
Ricœur, L'Homme faillible, 97-148.