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Pontificia Universidad Católica del Perú

Estudios Generales Letras


Literatura Actual (LIT 108)
Profesor Luis Landa

Ejercicios de análisis narrativo

Analice solo uno de los siguientes dos cuentos. Procure desarrollar sus ideas con una
redacción en párrafos. No use guiones ni esquemas. Desarrolle una redacción con orden y
buena ortografía. Guíese con los elementos que se han brindado en clase sobre la narrativa
para destacar lo más importante que aparece en cada cuento.

Texto 1: “La tela de Penélope o quién engaña a quién” (Augusto Monterroso)

Hace muchos años vivía en Grecia un hombre llamado Ulises (quien a pesar de ser
bastante sabio era muy astuto), casado con Penélope, mujer bella y singularmente dotada
cuyo único defecto era su desmedida afición a tejer, costumbre gracias a la cual pudo
pasar sola largas temporadas.
Dice la leyenda que en cada ocasión en que Ulises con su astucia observaba que a pesar
de sus prohibiciones ella se disponía una vez más a iniciar uno de sus interminables
tejidos, se le podía ver por las noches preparando a hurtadillas sus botas y una buena
barca, hasta que sin decirle nada se iba a recorrer el mundo y a buscarse a sí mismo.
De esta manera ella conseguía mantenerlo alejado mientras coqueteaba con sus
pretendientes, haciéndoles creer que tejía mientras Ulises viajaba y no que Ulises viajaba
mientras ella tejía, como pudo haber imaginado Homero, que, como se sabe, a veces
dormía y no se daba cuenta de nada.

Texto 2: “Continuidad de los parques” (Julio Cortázar)

Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes,
volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la
trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su
apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la
tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón
favorito, de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad
de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y
se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las
imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del
placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez
que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los
cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire
del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los
héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y
movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la
mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama.
Admirablemente restañaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no
había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo
de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la
libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de
serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que
enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban
abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido
olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su
empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para
que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.
Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta
de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se
volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en
los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que
llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a
esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre
galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul,
después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera
habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la
luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del
hombre en el sillón leyendo una novela.

Cuento elegido: Continuidad de los parques (Julio Cortázar)


Argumento:
Un hombre se dispone a leer un cuento en la tranquilidad de su hogar. El cuento que él lee
trata de un hombre, un amante, con objetivo homicida que es apaciguado por las caricias de
la mujer, su amante. Sus caricias son rechazadas, puesto que el objetivo homicida no tenía
relación con un acto carnal. Anochece y ambos toman caminos distintos, ella parece
retractarse y lo llama, sin embargo, él ni se inmuta. En el medio de la noche y el bosque se
encuentra una casa, quien pretende ser del lector. Ingresa a la casa sin llamar a la puerta y en
una de las habitaciones encuentra a un hombre leyendo en su cómodo sillón, quien sería el
lector.
Trama:
En este maravilloso cuento se muestra de manera implícita una conexión ficción-realidad.
Por un lado, el viaje del lector por medio del libro hacia el hombre ficticio y, por otro lado,
la paradoja búsqueda del hombre ficticio hacia el lector.
Elementos de la narrativa:
Personajes:
- El lector (protagonista/personaje principal) es él quien maneja la historia y quien
desarrolla el protagonismo buena parte inicial, sin embargo, luego comparte el
protagonismo con el amante, el hombre ficticio.
- El amante (protagonista/personaje principal) podría ser el villano principal, sin
embargo, considero que carece de maldad en su principal objetivo, ya que sabemos
que quiere matar a alguien, pero no sabemos a ciencia ciertas quién y por qué.
- La mujer (antagonista/personaje secundario) ella se opone a las intenciones
homicidas de su amante. Explícitamente nos muestra todo lo que hace para disuadirlo
o convencerlo que no realizar el objetivo que habían planeado.
Narrador:
Heterodiegético, omnisciente, en 3era persona
Discurso: Indirecto
Con polifonía, ya que, por medio del narrador, se nos muestra

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