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Análisis e Interpretación en
Arqueología

Si por un momento dejáramos de pensar en la investigación arqueológica en los


habituales términos narrativos, descriptivos y especulativos, nos daríamos cuenta de que
los temas de investigación sobre el pasado de la humanidad debieran expresarse en
términos de problemas a resolver, si es que la arqueología pretende llegar a ser
considerada una forma de investigación científica1. La arqueología es una ciencia social
y al mismo tiempo es una disciplina histórica; pero ni es la única ciencia social, ni la
única disciplina histórica. Por consiguiente no debemos pretender responder aquí y
ahora todos los problemas de la humanidad, sino resolver problemas concretos y
específicos que se refieran al tipo de datos que podemos llegar a manejar. Debemos huir
de trivialidades del tipo de: “¿Cómo vivía la gente en el pasado?” y centrarnos en:

¿Por qué estos observables


arqueológicos son como son, y
no de otra manera?

El objeto de estudio de la arqueología son las consecuencias materiales de la acción


humana en el pasado; esto es, del trabajo que hicieron mujeres y hombres. Como
resultado de nuestro trabajo, de nuestras relaciones con otras personas, producimos
objetos, transformamos cosas, ya sea de manera consciente, ya sea de manera
inconsciente. Algunas de esas consecuencias de lo que hacemos tienen una materialidad
que va más allá de su mera visibilidad. Por ejemplo, el lenguaje hablado es una
consecuencia de la actividad social, es perceptible, pero no tiene materialidad, a no ser
que lo escribamos sobre un soporte material. Por el contrario, un instrumento de trabajo
o la pata de pollo que me comí anoche, son también consecuencias observables de la
acción social, que además tienen la característica de ser analizables en su materialidad.

Otras disciplinas se encargan de otros aspectos no materiales de la vida social. Todo


arqueólogo o arqueóloga debiera saber lo suficiente de sociología, de economía, de
psicología social, etc. para entender la peculiar forma en que el presente se vincula al
pasado; pero aquí vamos a centrarnos en aquellos aspectos que sólo la investigación
arqueológica puede estudiar: aquello que se conserva de la acción social una vez que

1
Barceló, J.A., 2009, En defensa de una arqueología explícitamente científica. Complutum 20(1): 175-
181.
ésta ha concluido. Y lo que se conserva es, precisamente, un subconjunto de lo material.
Debemos estudiar cómo la acción social generó, a lo largo del tiempo, consecuencias
materiales y sus relaciones. Esto no significa que la causa de esa materialidad antigua
observable en el presente se reduzca a lo que se ha dado en llamar “economicismo” de
vía estrecha. No sólo la subsistencia genera consecuencias materiales, sino cualquier
acción social, tanto política, como económica, como ideológica.
Debemos resolver dos tipos o modalidades de problemas:
• qué tipos de acción social pueden ponerse en relación con
conjuntos específicos de observables. Es decir, qué efectos
materiales produce la acción social y de qué manera podemos
“reconstruirla” partiendo de la observación de esos efectos,
• por qué la acción social en cuestión se produce, cambia o
permanece estable. Es decir, por qué varían a lo largo del tiempo
y/o del espacio los efectos materiales de la acción social.

Resulta obvio que la resolución de problemas del primer tipo es una condición para la
resolución de los del segundo tipo. No quiere esto decir que la arqueología sea una
parienta pobre de la historia, ni que arqueólogas y arqueólogos no sean investigadoras o
investigadores de la historia, sino que antes de resolver un problema histórico (“¿por
qué pasó?”), debemos resolver el problema arqueológico (“¿qué pasó?”). Si no sabemos
qué acciones colectivas se produjeron en un momento y lugar, difícilmente
averiguaremos por qué cambiaron a través del tiempo, y por qué la acción colectiva
cristalizó en distintas formaciones sociales.

Dentro de las ciencias sociales, la arqueología aparece en realidad como una especie de
“ingeniería inversa”, cuyos resultados serán utilizados en investigaciones más abstractas
o interpretativas acerca de la naturaleza social. Partimos de la observación del efecto
(material arqueológico), y pretendemos averiguar la acción social que lo produjo.

¿Qué acción social (proceso de trabajo)


causó (determinó, condicionó, influyó)
el efecto material que puedo observar
en el yacimiento arqueológico?

Es en los distintos productos finales (materias primas, instrumentos, residuos y


desechos) donde quedan reflejados los procesos de trabajo. El estudio arqueológico de
los productos, de los desechos de producción y de los medios usados para producirlos
debiera permitirnos, entonces, identificar los lugares de producción y establecer cuáles
han sido los procesos de trabajo y las acciones de uso, consumo y/o distribución. La
arqueología analiza los objetos que son resultado del trabajo, que son producto de la
acción colectiva. Pero no los estudiamos porque ellos mismos sean importantes, por las
intenciones o motivaciones individuales de los agentes que los produjeron, sino porque
constituyen el aspecto “observable” de una parte de la acción colectiva; porque
constituyen el conjunto de elementos materiales que usó el grupo humano en el pasado
para subsistir y reproducirse. Los bienes producidos, ya sean destinados a ser comidos,
bebidos o para producir otros bienes, no son más que elementos naturales alterados por
el trabajo. Todo lo que ha sido modificado en su forma, en su tamaño, en su
composición, en su textura, en su localización, es pues un elemento del registro
arqueológico. Los animales salvajes, las piedras, la tierra, los bosques, los ríos, no son
artefactos, sino recursos; pero las carcasas animales, los bloques extraídos de mineral, la
tierra cultivada, el paisaje transformado, el agua que se va a beber o se va a utilizar para
regar son artefactos, ya que su materialidad ha sido alterada por acciones colectivas
como la caza, el despiece, el transporte, la repartición, cocción, fragmentación
intencional, cultivo, canalización, etc. Es un artefacto todo lo que ha sido modificado
por la acción colectiva, que explota y organiza sus recursos, que construye y/o destruye.
Si la acción colectiva modifica la naturaleza, entonces podemos utilizar las
modificaciones observables en la materialidad de las cosas para inferir las acciones
colectivas que se han realizado en determinado lugar. Es en este sentido, en el que todo
objeto socialmente producido funciona como símbolo o indicador de una realidad social
que está definida, precisamente por la acción colectiva, es decir, la capacidad del grupo
social para producir y reproducirse.

El primer paso en esa ingeniería inversa que pretende averiguar la causa partiendo de la
observación del efecto es, lógicamente, describir esa materialidad resultado de la acción
social. La materialidad puede estudiarse con arreglo a 6 propiedades básicas:

FORMA
TAMAÑO
COMPOSICION
MECANICIDAD
TEXTURA
LOCALIZACIÓN (en el tiempo y en el espacio)

A su vez, las causas sociales de esas propiedades observables en las consecuencias


materiales de la acción social pueden resumirse en tres grandes grupos:

PRODUCCIÓN
USO/CONSUMO
DISTRIBUCIÓN

Por descontado, en muchas ocasiones (a veces la mayoría) los materiales arqueológicos


tienen una forma o tamaño determinados debido a todo lo que pasó desde el momento
histórico de su depositación hasta la excavación arqueológica (PROCESO
POSTDEPOSICIONAL). Además, la propia acción excavadora, al extraer el artefacto
de su matriz sedimentaria, al manipular el objeto, al seleccionar unos y descartar otros,
introduce sesgos en la posibilidad de inferir la acción que dio origen en el pasado a un
artefacto con esa forma, con ese tamaño, con esa textura, con esa composición y en esa
localización en el presente. El elemento original que fue consecuencia de la acción
social pudo haberse roto, pudo haberse alterado en su composición química, pudo
haberse desplazado, su contenido en carbono 14 pudo haberse contaminado, etc.
Debemos pues añadir otros dos factores causales de la materialidad producida por los
seres humanos en el pasado:

ACCIONES POST-DEPOSITACIONALES
ACCIÓN INVESTIGADORA

El gráfico muestra cómo causas y efectos se interrelacionan:


PROCESOS POST-DEPOSICIONALES
PRODUCCION

Forma
Tamaño
Distribución Composición
Mecanicidad
Textura
Localización
USO

ACCION INVESTIGADORA

Por consiguiente, el primer problema arqueológico a resolver consistirá en averiguar


hasta qué punto lo que observamos es resultado de la actividad (o actividades) que
tuvieron lugar en el yacimiento arqueológico después que la acción social original se
produjera (incluyendo nuestra propia acción investigadora). Una vez que hayamos
podido resolver qué aspectos de la materialidad arqueológica no son una consecuencia
de todo aquello que sucedió en el yacimiento arqueológico después de su formación,
pasaremos a plantear el problema arqueológico propiamente dicho, que puede
esquematizarse de este modo:

TAMAÑO
PRODUCCION FORMA
Qué acción de USO es la causa de COMPOSICION
DISTRIBUCION MECANICIDAD
TEXTURA
LOCALIZACION

Pero no es tan sencillo como parece. El problema “¿Por qué este observable
arqueológico es como es?” muy pocas veces puede resolverse para elementos
arqueológicos individuales. ¿Por qué esta vasija tiene esta forma? Quizás porque es la
forma más apropiada para el uso al que se la destina, o bien por accidente, por capricho
de quien hizo esa cerámica, o por otras razones. Hay millones de causas posibles.
¿Quiere esto decir que los problemas arqueológicos son de resolución imposible?

En parte es así. La arqueología es una ciencia “imposible”; de ahí sus muchos fracasos
interpretativos. Pero existe una salvedad, que es precisamente la que justifica la
naturaleza “estadística” de la arqueología. Lo que no se puede resolver para un
elemento aislado, puede ser resuelto para un conjunto de elementos relacionados. Es
decir, si bien un objeto o evidencia aislada no puede explicarse porque las soluciones
posibles al problema arqueológico de la causalidad histórica de esa observación pueden
ser innumerables, si llegamos a observar distintos efectos materiales entre los cuales se
pudiese fijar un cierto grado de asociación, podríamos inferir que están “relacionados”
porque tienen una causa común. Por ejemplo, no podemos saber por qué un hacha
concreta tiene una longitud determinada, no obstante, sí que podemos comparar todas
las hachas de un conjunto determinado y averiguar si todas las que tienen determinada
característica funcionalmente relevante tienen igualmente la misma longitud, por
ejemplo. O bien, averiguar si todas las hachas encontradas en una misma localización
espacial tienen la misma anchura. Unas hachas pueden ser semejantes entre sí y distintas
de otras hachas que son también parecidas porque fueron fabricadas con propósitos
distintos.

No estudiamos la causa de la acción individual, sino que buscamos determinar la acción


colectiva, es decir, la repetitividad de las actividades de trabajo de los hombres y
mujeres, y el grado de regularidad que manifiestan las consecuencias materiales de
dichas actividades. Esa regularidad es la que nos permite afirmar que aquello que está
relacionado (o que es semejante) en el presente tuvo la misma causa en el pasado2.

Veamos otro ejemplo. Es muy difícil, a veces imposible, saber por qué una tumba en
particular tiene una abundante composición (cantidad/diversidad de ajuar), o es de gran
tamaño (destaca por su volumen). Puede que sea la tumba del cacique local, de un
chamán, de una persona pobre, pero con muchos amigos, de alguien odiado y temido,
de alguien que murió en circunstancias especiales, etc. No podemos conocer el
“significado” concreto de cada elemento arqueológico, porque resulta imposible
“reconstruir” las motivaciones de los agentes sociales que lo produjeron o lo utilizaron.
Pero sí podemos averiguar por qué hay diferencias de composición o tamaño en una
necrópolis. Las tumbas son distintas porque las causas que las generaron fueron
distintas. Aquellas tumbas que tienen la misma cantidad y diversidad de ajuar fueron el
resultado de un mismo ritual funerario, distinto del ritual funerario de aquellas tumbas
que tienen distinta composición. Pero, ¿por qué es diverso el rito funerario?
Probablemente, porque la personalidad social de la familia del fallecido fuese diferente.
Sin embargo, eso no puede afirmarse únicamente a partir del estudio de la variabilidad
observada. Necesitamos conocer previamente cómo cada uno de los observables
arqueológicos se relaciona con un mecanismo causal para poder resolver esa cuestión.
Si no podemos precisar la causa individual, sí podemos llegar a definir causas más
generales. Da igual si la persona enterrada fue una jefa, una chamán o una buena o mala
persona; lo que importa es que su tumba es distinta del resto, y el grado y la naturaleza
de esa diferencia puede medirse y estudiarse.
Por consiguiente, para explicar la dinámica de la acción colectiva, para explicar los
procesos históricos de creación y transformación de las formaciones sociales no es
necesario averiguar por qué cada uno de los artefactos arqueológicos (los productos del
trabajo realizado por un grupo de personas relacionadas, precisamente, en razón de ese
trabajo) son como son o aparecen donde aparecen, ya que ese estudio resulta, en la
práctica, imposible, además de sin sentido. Tampoco necesitamos modelos universales
de acción colectiva para poder interpretar los observables arqueológicos como sus
realizaciones particulares. Se trata simplemente de buscar, identificar y medir la
cantidad y naturaleza de la regularidad/irregularidad, de la semejanza/diferencia, de la
homogeneidad/heterogeneidad, de la continuidad/variación de las consecuencias
materiales de distintas acciones sociales.

2
Este principio general ha sido sistematizado por M. Leyton, 1992, Shape, Symmetry and Mind. The MIT
Press. Cambridge (MA).
El problema arqueológico se expresaría entonces de otro modo:

VARIACIONES
qué PRODUCCION
DIFERENCIAS son la causa de OBSERVADAS DE:
USO/CONSUMO TAMAÑO
en las acciones
de DISTRIBUCION FORMA
COMPOSICION
TEXTURA
LOCALIZACION

El estudio de las causas de las diferencias observadas, de la variabilidad de las


consecuencias materiales de la acción social, constituye el tema básico de investigación
en arqueología. Pero el estudio de la variabilidad, como el de la semejanza, o el de la
diferencia, y en realidad el análisis de cualquier tipo de comparación debe realizarse con
útiles lógicos muy específicos. Si no formalizamos estrictamente esta forma de pensar,
los resultados de la comparación que haga yo nada tendrán que ver con las
comparaciones que haga otro investigador o investigadora. El estudio de la variabilidad
sólo puede llevarse a cabo correctamente usando el lenguaje matemático y reglas
específicas de razonamiento que constituyen precisamente el núcleo de la estadística. En
realidad, la estadística es el análisis de la variabilidad realizado mediante las
herramientas aportadas por las matemáticas. Donde hay variabilidad, la estadística tiene
algo que decir.
Intentaremos argumentar estas ideas en multitud de ejemplos a lo largo de este libro.
Problemas históricos para los que es posible encontrar una solución por medio del
análisis estadístico de observables arqueológicos serían, por ejemplo:

 ¿Por qué ciertas puntas de lanza tienen formas distintas? ¿Se debe a procesos de
producción diferentes, a que son productos de distintos talleres, de diferentes
procedencias, o bien el uso al que se destinaban era diferente?

 ¿Por qué distintos tipos de vasijas tienen distinta decoración? La causa de la


variabilidad observada puede estar en el uso al que se destinaban esas cerámicas,
a la forma en que fueron producidas, a su procedencia, etc.

 ¿Por qué distintos contenedores cerámicos tienen una composición química o


mineralógica diferente en términos porcentuales? Asumiremos que si el proceso
de producción y/o el uso al que se destinó cada contenedor es el mismo,
entonces la composición química de la materia de la que están hechos será la
misma. Producción y/o intención de uso serán pues las causas de la variabilidad
observada en la composición.

 ¿Por qué los útiles líticos presentan diferencias en sus atributos visuales?
Asumimos que el uso de los útiles líticos (cortar madera, raspar piel, etc.)
modifica las características visuales de la superficie de ese útil. Son las llamadas
“huellas de uso”. El problema a resolver es entonces qué acción (de uso) explica
la variabilidad observada en la textura superficial de un conjunto de objetos
líticos. ¿Los útiles que sirvieron para cortar madera tienen la misma textura que
los que sirvieron para raspar piel fresca? ¿Es similar la textura superficial –
huellas de uso- de los útiles de sílex que sirvieron para cortar materias duras?
 ¿Por qué las puntas de proyectil de piedra aparecen fragmentadas de manera
distinta en distintos lugares? ¿Es posible que la abundancia de piezas enteras
muestre los lugares en los que las flechas se perdieron durante una cacería,
mientras que los lugares en donde abundan pedúnculos u hojas rotas indiquen
aquellas ubicaciones en las que las piedras se tallaban para avivar los filos?

 ¿Por qué el patrón de fragmentación de las diáfisis de los huesos largos de


cérvidos es diferente en diferentes localizaciones?¿Acaso esa fragmentación está
relacionada con la extracción de médula ósea? Si un grupo humano extrajera
médula ocasionalmente, ¿cuál sería el patrón de fragmentación esperado: pocos
fragmentos largos o muchos fragmentos irregulares?

 ¿Por qué aparecen huesos distintos de diversas especies animales en un


yacimiento arqueológico? Lo más lógico sería suponer que eso es así porque los
habitantes de este lugar explotaron especies distintas, y cada especie tiene una
anatomía diversa, lo que motiva que el uso del cuerpo del animal (despiece,
carnicería, aprovechamiento de partes no cárnicas, etc.) sea diferente, según sea
la especie. ¿Por qué aprovechaban de manera distinta las distintas partes del
animal? Por otro lado, ¿por qué aprovecharon especies distintas? Quizás porque
sólo cazaron las más abundantes en su entorno, o quizás sólo estaban interesados
en las que les eran más útiles, al margen de su abundancia o facilidad de
captura.

 ¿Por qué distintos tipos de materiales arqueológicos aparecen en localizaciones


distintas? La respuesta más sencilla sería porque las consecuencias materiales de
la acción de trabajo (los artefactos) aparecen allí donde la acción tuvo lugar. El
estudio de la variabilidad espacial consistirá, por tanto, en estudiar si la
localización espacial de distintos tipos de artefactos o evidencias es o no distinta,
y asociarla con las hipótesis acerca de qué es lo que se hizo en cada localización.
Por ejemplo, ¿por qué en distintos sectores de un yacimiento arqueológico las
muestras de carbón son distintas? Las explicaciones pueden ser varias, pero en
general se refieren a la adquisición y al aprovechamiento de la leña por la
sociedad en cuestión. Por ejemplo, porque esas eran las especies vegetales
leñosas disponibles en el entorno, o porque esas especies tienen un rendimiento
calórico más eficaz para cierta actividad de trabajo realizada en esa localización.

 ¿Por qué las tumbas de cierta necrópolis son diferentes? Uno de los temas de
investigación recurrentes en la llamada arqueología de la muerte es,
precisamente, el estudio de la variabilidad social, en términos de la variabilidad
observada en el registro arqueológico. En este caso, la variabilidad observada se
refiere a la variabilidad en la composición de dicho registro, es decir, las
diferencias en el contenido de las tumbas. Cabría añadir también las diferencias
en la forma y en el tamaño de las tumbas. La causa de esas diferencias, esto es,
la variabilidad social, se puede entender de dos maneras: variación horizontal
(diferencias de género, esto es, entre hombres y mujeres), y variación vertical
(diferencias de riqueza) dentro de cada una de las categorías horizontales.

 Si una serie de yacimientos arqueológicos fueron ocupados en el mismo


momento por la misma gente y se encuentran muy próximos unos de otros, ¿por
qué la presencia o ausencia de distintos tipos de materiales es diferente entre
ellos? Quizás porque las actividades que tuvieron lugar en cada uno de esos
sitios fue distinta, relacionada con la división social y espacial del trabajo en esa
sociedad.

Fijémonos que en todos los casos nos estamos limitando a inferir qué acciones o qué
actividades pasadas pueden inferirse de la observación en el presente de ciertos patrones
concretos de variabilidad. Documentamos la acción colectiva en el pasado, pero no la
interpretamos. No explicamos por qué determinado grupo humano colonizó
determinado territorio, por qué determinado conjunto de personas se impuso a otro
grupo de personas, etc. Este tipo de preguntas casuales de la acción social también
tienen solución, del mismo modo como tienen solución las preguntas acerca de la
ocurrencia de la acción partiendo de la observabilidad de su efecto. Pero su análisis no
es objeto de estudio en este libro.

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