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El latido de un corazón
Un veintitantos de un mes otoñal o veraniego, hace algunos años, nací, originalmente Sebastián, talmbien Manuel,
terminaron poniendo en mi acta Rodrigo Bailón Martínez, Sebastián pensaron sería un mal nombre, Manuel ya
estaba ocupado.
El sonido de un motor
La carretera es lo que más escucho, si no era en casa con mis abuelos, estaba con mi tíos en la carretera dirección a
cualquier lugar turístico que ellos quisieran, en la casa se podía escuchar diario las ollas, sartenes, cucharas de
madera, la licuadora, un ruido que preludiaba una comida casera en la que me sentaba con mis abuelos.
La escuela siempre fue acompañada de un prólogo, me levantaba mi mamá, un desayuno, huevo, el alimento más
versátil y la verdad más universal, acompañado de un vaso de leche con polvo que le daba sabor, color y textura de
leche de chocolate, signifique lo que eso signifique.
La escuela se sintió por mucho tiempo un lugar fuera de este universo, nada que exista allá importa mucho, no sabía
en ese entonces que amistades que me marcan profundamente estarían ahí, nunca fui un buen estudiante.
Chicharra de escuela
Había revisión de mochila, no solo checaban a los que creían traer algo, también a los homólogos como yo que
carecían de un sentido del orden en sus mochilas, afortunadamente alguien estaba ahí para ayudar a organizarme,
podría haber sido cualquier amigo o Paola, la otra oveja negra de la familia y de la cual no comparto madre.
Leer sobre un submarino con un capitán excéntrico y misterioso, tecnología avanzada que ya estaba atrasada cuánto
abrí ese libro y monstruos de mar, ya sea un animal o un tornado marino básicamente, mi abuelo, de nombre
Manuel me introdujo al mundo de los relatos aptos de ciencia ficción, que incluyeron por alguna razón, un mundo
feliz y duna.
El sonido de claxons
No pensaría que la escuela sería tan mala en un punto, no deseaba más que escapar, estar atorado en el tráfico,
soportar a los profesores que no tenían interés por nada y no estar interesado en ellos fue un martirio.
Reemplace los sonidos de un aula con los de una plaza con un montón de videojuegos y personas para retar, a veces
amigos de la escuela se escapaban de las jaulas conmigo, pronto eso acabo y empezaría el arco más aburrido, entre
pandemias y exámenes para intentar salvar la escuela fue un lustro sin mas o sin menos, estasis lúcida.
El metro llegando
Un año, estaré ahí, seguro, me eh olvidado de los corazones rotos, los míos y de las personas que decepcione, y
entonces con un poco de esfuerzo, mucho tráfico vehicular y muchos verdades universales llegué a la universidad.
El metro yéndose
El sonido de carretera
Tan abrupto como el cambio de transportes comunes que tomo, muchas cosas cambiaron, personas se escurrieron
y llegaron a partes de mi corazón y vida que no creía alguien quisiera ser parte. Ahora aunque no estoy seguro a
dónde voy, estoy seguro de que voy hacia delante.
Rodrigo Bailón Martinez 2223067465