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MÓDULO 2 - ANATOMÍA Y FISIOLOGÍA

HUMANA I

2.1. POSICIÓN Y PLANOS ANATÓMICOS


La anatomía humana es la ciencia que estudia la forma y la estructura del organismo vivo y las
relaciones entre sus partes. Este término proviene del griego y significa disección o descripción
anatómica. Respecto a su etimología, cabe distinguir los siguientes dos conceptos (RAE, 2020):

● “ana”, que hace referencia a arriba, con intensidad, del todo;


● “tomos”, que significa corte o incisión quirúrgica.

En este sentido, la disección de cadáveres es la base para el estudio anatómico, que se dedica a
investigar la estructura del ser humano vivo, tanto en su condición de sano como de enfermo.

Sin embargo, debido a que el individuo puede adoptar diversas posiciones corporales, se requirió
encontrar una que fuese universal y permitiese realizar todas las descripciones de un mismo
modo: la posición anatómica.

En esta posición, el cuerpo se encuentra de pie, con una postura erecta. La cabeza se mantiene
sin inclinación, la mirada se dirige hacia el horizonte, los brazos están extendidos, colgando a cada
lado del tronco, las palmas de las manos se orientan hacia delante, las piernas están extendidas y
juntas, los pies se sitúan paralelos y los talones casi juntos, tal y como muestra la siguiente figura:

Figura 1. Posición anatómica básica. Fuente: Evimeria Editorial.

A partir de la posición anatómica, se dibujan tres planos imaginarios, conocidos como planos
anatómicos. Estos dividen el cuerpo entero, aunque no se aplican a los órganos. A continuación,
se desgrana brevemente su clasificación, así como los ejes de movimiento que engloban

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(Izquierdo, 2008; Almagià y Lizana, 2012; Hansen, 2020):

● Plano coronal o frontal. Se traza a través de la línea longitudinal media, por lo que divide el
cuerpo en dos partes distintas, una anterior y una posterior. Pasa por la sutura coronal, una
articulación que separa el hueso frontal del hueso parietal del cráneo. De este modo, forma un
ángulo recto con el plano sagital o medio. El eje de movimiento que incorpora es el siguiente:
● Eje anteroposterior. Los movimientos en el plano frontal o coronal se producen sobre el
eje anteroposterior. Esto significa que los movimientos pueden producirse sobre un eje
que pase por una articulación (p. ej. una flexión lateral del tronco), por el centro del
cuerpo, localizado en su centro de masas (p. ej. una voltereta lateral), o bien por un punto
de contacto externo (p. ej. una voltereta lateral con apoyo).

● Plano medio o sagital. Es perpendicular al plano coronal y divide el cuerpo en dos partes
simétricas, la derecha y la izquierda. Todos los planos paralelos a esta línea se denominan
parasagitales. El eje de movimiento que incluye es el siguiente:
● Eje mediolateral. Los movimientos que tienen lugar en el plano sagital se producen
sobre un eje mediolateral. Dichos movimientos pueden ocurrir sobre un eje que pase por
una articulación (p.ej. una flexión y una extensión, doblando el tronco hacia delante y
hacia atrás), por el centro del cuerpo, localizado en su centro de masas (p.ej. un salto
mortal), o bien por un punto de contacto externo (p. ej. un volteado en una barra).
● Plano axial o transversal. Divide el cuerpo en la parte superior y la inferior. Además, forma
ángulos rectos con el plano sagital y el frontal. El eje de movimiento que comprende es el
siguiente:
● Eje longitudinal. Los movimientos en el plano transversal son, principalmente, las
rotaciones producidas sobre este eje longitudinal. Se trata de una línea imaginaria que
recorre verticalmente la articulación radioulnar, de cadera y de hombro, así como la
columna vertebral. Los movimientos también pueden producirse sobre un eje que pase
por una articulación (p. ej. una rotación de cadera), por el centro del cuerpo, localizado en
su centro de masas (p. ej. un giro en el aire), o bien por un punto de contacto externo (p.
ej. pivotar sobre un pie apoyado en el suelo, para cambiar de dirección).

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Figura 2. Planos anatómicos y sus ejes de movimiento. Fuente: Evimeria Editorial.

Respecto a la constitución del cuerpo humano, la célula es la unidad de la vida; de hecho, la


persona en sí misma es un aglomerado de unos 50 billones de células. Todas ellas comparten
unos elementos esenciales: el núcleo, el citoplasma y la membrana protectora.

Para realizar sus funciones, las células se organizan en tejidos, órganos, aparatos y sistemas. En
referencia a este último y más general concepto, los sistemas, en el cuerpo humano se
encuentran los siguientes: el esquelético y muscular, el tegumentario, el nervioso, el circulatorio,
el respiratorio, el digestivo, el urinario, el endocrino, el reproductor y el inmunitario.

En este sentido, tanto el resto de los apartados del presente capítulo como el siguiente, se
destinan a repasar, de forma breve, algunas de las nociones básicas de los sistemas más
representativos para el estudio de la naturopatía.

2.2. SISTEMA ESQUELÉTICO Y MUSCULAR


El sistema esquelético, según la bióloga y fisióloga Dee Unglaub Silverthorn (2008), se conforma
de huesos, cartílagos, ligamentos y articulaciones. Todos ellos actúan como puntos de soporte del

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cuerpo y de los órganos pasivos del movimiento. También ejercen como una herramienta de
protección en las zonas delicadas, por ejemplo, en el cráneo.

Por su parte, el sistema muscular está formado por los músculos esqueléticos, que son los
responsables del movimiento. Por esta razón, es habitual que ambos sistemas se conozcan como
sistema musculoesquelético, ya que se necesitan el uno al otro para sostener y mover el
cuerpo.

En conjunto, el sistema esquelético-muscular realiza una serie de actividades que inciden en la


estabilidad y en el mantenimiento fisiológico y funcional de todo el organismo. Estas funciones
son de sostén, de protección, de movimiento, de hematopoyesis y de reservorio, ya que
esta última permite almacenar, por ejemplo, sales minerales.

2.2.1. Fisiología y morfología ósea

El esqueleto humano es una estructura interna de soporte o un endoesqueleto conformado por


un conjunto de huesos, unidos por las articulaciones. Como se ha comentado recientemente, está
relacionado con los músculos, por lo que guarda cierta relación con el movimiento y la actividad
motora del individuo.

De este modo, además de posibilitar la función motora del sujeto, algunos huesos protegen a
ciertos órganos vitales, como el encéfalo, el corazón, los pulmones o el sistema nervioso.

Para ejercer todas sus funciones, el hueso debe mantener su calidad, su grado de mineralización,
su microarquitectura y su capacidad de restaurar las lesiones.

Ante este fin, especialmente en la médula ósea, se lleva a cabo un proceso conocido como
hematopoyesis, que consiste en la producción de células sanguíneas. Dichas células
proporcionan una gran reserva de sales minerales y se almacenan en la misma médula ósea.

En cuanto al número de huesos que tiene un humano, este disminuye con la edad. Es
decir, en el momento en el que una persona nace, tiene alrededor de 300 piezas óseas, que se
van fusionando. Como consecuencia, en la vejez, tiene aproximadamente unos 200 huesos.

En este sentido, para su estudio, el esqueleto humano suele dividirse en las siguientes dos partes
(Almagià y Lizana, 2012; Patiño, 2018; Latarjet, Ruíz-Liard y Pró, 2019; Saldaña, s.f.):

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● Esqueleto axial. Es el eje central del cuerpo y está constituido por unos 80 huesos. Es decir,
esta parte se estructura con los siguientes elementos:
● Cráneo. Destaca, entre otras funciones, por fijar estructuras nerviosas importantes. Así, se
compone de los siguientes huesos:
● Hueso hioides. Tiene forma de U. Se localiza en el cuello, por arriba de la laringe, al
nivel de la cuarta vértebra cervical.
● Huesos del cráneo. Protegen el encéfalo, los ojos y los oídos. Son 8 huesos: 1 frontal,
2 parietales, 2 temporales, 1 occipital, 1 etmoides y 1 esfenoides.
● Huesos de la cara. Se unen a los del cráneo para formar la cavidad craneal. Son un
total de 14 huesos: 2 nasales, 2 maxilares superiores, 2 palatinos, 2 cigomáticos
(malares), 2 lacrimales, 1 vómer, 2 cornetes inferiores y 1 maxilar inferior.
● Huesos del oído. Se localizan en el oído medio y son 6 huesos: 2 martillos, 2 yunques
y 2 estribos.
● Columna vertebral. Es una unidad flexible que sostiene el cráneo, fija las costillas,
protege la médula espinal y permite la inserción de un gran número de músculos. Está
compuesta por 26 vértebras (33 durante la niñez), que están separadas por los discos
intervertebrales. Vista en plano sagital, presenta 4 incurvaciones, 2 convexas y 2 cóncavas.
Las de concavidad anterior o cifosis se ubican en las regiones del torso y del sacro;
mientras que las de concavidad posterior o lordosis se localizan en las regiones cervical y
lumbar:
● Curvatura cervical. Está formada por 7 vértebras muy pequeñas y ligeras.
● Curvatura torácica. Se compone de 12 vértebras, de mayor tamaño que las
cervicales, sobre las que se articulan las 12 costillas.
● Curvatura lumbar. Cuenta con 5 vértebras (L1-L5), de un tamaño aún mayor que las
anteriores. Su función es sostener el peso del cuerpo, por ello, son las más grandes y
fuertes.
● Curvatura sacra. Se constituye de 5 vértebras, que se fusionan en la edad adulta y
conforman el hueso sacro.
● Cóccix. Comprende el hueso formado por la fusión de 4 vértebras en la edad adulta.
Se sitúa en la parte final de la columna.
● Tórax. Está formado por el esternón y por las 12 costillas situadas a cada lado de la
columna:
● Esternón. Dispone de tres partes: el manubrio o el superior, el cuerpo o la intermedia,
los apéndices xifoides o la parte inferior.
● Costillas. Se articulan posteriormente con las vértebras dorsales. Los 7 primeros pares
(las verdaderas) se unen al esternón a través de los cartílagos; los 3 pares siguientes
(las falsas) se unen a través del cartílago de las séptimas costillas; los 2 últimos pares
(las flotantes) no se unen al esternón.
● Esqueleto apendicular. Está constituido por los huesos de los miembros inferiores y
superiores. Es decir, esta parte se conforma de los siguientes componentes:
● Miembro superior. Engloba la cintura pectoral y los huesos de los miembros superiores:
● Cintura pectoral o escapular. Se compone de las clavículas en su parte anterior y
de las escápulas en su parte posterior. Estos huesos unen las extremidades superiores
al esqueleto axial a través de la articulación del hombro.
● Huesos de los miembros superiores. Son el húmero, el radio, el cúbito, los huesos
del carpo, los metacarpianos y las falanges.
● Miembro inferior. Incluye la cintura pelviana y los huesos de los miembros inferiores:
● Cintura pelviana o pélvica. Está formada por los 2 coxales. En su parte posterior se
articulan con el sacro, que se une por delante, y forman la sínfisis del pubis.
● Huesos de los miembros inferiores. Son el fémur, la tibia, el peroné, los huesos del
tarso, los metatarsianos y las falanges.

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Figura 3. Esqueleto humano apendicular (en azul) y esqueleto axial (en amarillo). Fuente:
Evimeria Editorial.

2.2.1.1. Composición y resistencia ósea

La composición del esqueleto se basa en un 85 % de hueso cortical y en un 15 % de hueso


esponjoso, siendo este último el más dependiente de los cambios hormonales que se
experimentan durante el periodo puberal.

Así, el tamaño del esqueleto y la densidad ósea son similares en niños y niñas de edad prepuberal.
En el comienzo de la adolescencia y en la edad adulta, la masa se duplica, con una ganancia del
25 % en los años de mayor velocidad de crecimiento.

Los niños mantienen, en términos generales, unos 2 años más de crecimiento que las niñas. Esta
diferencia hace que los niños terminen esta etapa con un 10 % más de altura y con un 25 % más
de masa ósea.

Respecto a la resistencia ósea, los huesos tienen las siguientes formas de reacción frente a una
fuerza externa (Almagià y Lizana, 2012):

● Fase elástica. Cuando la fuerza aplicada es menor, el hueso entra en la fase elástica, que
varía según la rigidez del hueso. De este modo, se deforma levemente y, conforme la fuerza
disminuye, va recuperando su estado natural.
● Fase plástica. Si la fuerza es mayor, el hueso entra en la fase plástica, en la cual se deforma
y tan solo se recupera parcialmente.

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● Fractura. Cuando la resistencia del tejido es inferior a la fuerza aplicada, se produce la
fractura.

2.2.1.2. Articulaciones

Las articulaciones forman la superficie de contacto entre dos huesos y contienen cartílagos.
Además, cuentan con una estructura y una disposición distinta entre ellas; ya que cada una está
especializada en una función.

Sin embargo, pueden presentar algunas características en común, que hace que se clasifiquen,
según su estructura, del siguiente modo (Pérez y Fernández, 2013):

● Articulación fibrosa. Los huesos están limitados y unidos por un tejido conjuntivo fibroso o
cartilaginoso. No permiten, prácticamente, ningún tipo de movimiento y se dividen en suturas
(huesos del cráneo) y sindesmosis (tibia-peroné).
● Articulación cartilaginosa. La unión de los huesos es mediante un cartílago hialino o
fibroso. Pueden dividirse en sincondrosis (con cartílago hialino), cuya unión es temporal; o en
sínfisis (con fibrocartílago), que permiten movimientos ligeros.
● Articulación sinovial. Este grupo engloba la mayoría de las articulaciones del cuerpo y son
las que tienen una mayor movilidad. Constan de un cartílago articular, una cápsula articular,
una membrana sinovial, una cavidad articular y los ligamentos. La mayoría permiten los
siguientes movimientos: flexión, extensión, aducción, rotación y circunducción. Algunas,
además, facilitan movimientos especiales, como: supinación, pronación, inversión, eversión,
protracción y retracción.

También cabe la posibilidad de diferenciarlas en base a la función que ejercen, como se


desgrana a continuación (Pérez y Fernández, 2013):

● Articulación sinartrosis. No hay movimiento. Por ejemplo, las suturas del cráneo.
● Articulación anfiartrosis. Tienen poco movimiento. Por ejemplo, la sínfisis del pubis.
● Articulación diartrosis. Poseen gran movilidad. Por ejemplo, la cadera o la rodilla.

2.2.2. Fisiología muscular

Un 75 % de la masa corporal es músculo. Por esta razón, una masa muscular saludable se asocia a
un buen funcionamiento de los sistemas cardiovascular, pulmonar y endocrino.

Los músculos son órganos que van unidos a los huesos y, mediante su contracción, junto con la
actividad de la articulación, provocan el movimiento en el cuerpo. Las contracciones suceden
a raíz de los estímulos que llegan por medio de los nervios raquídeos.

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Figura 4. Músculos del cuerpo humano. Fuente: Evimeria Editorial. Adaptado de Pérez y
Fernández (2013).

Respecto a su clasificación, los músculos pueden categorizarse según sus fibras, tal y como se
desgrana a continuación (Lorente et al., 2007; Saldaña, s.f.):

● Músculo liso. Forma parte de las paredes de los vasos y de las vísceras (esófago, intestinos)
y está inervado por el sistema nervioso autónomo. Este tipo de músculo produce movimientos
involuntarios, como son la vasoconstricción y la vasodilatación, además de los movimientos
del sistema digestivo.
● Músculo cardíaco. Constituye la pared muscular del corazón, llamada miocardio. Su
contracción se inicia a través de una interacción propia y modulada por el sistema nervioso
autónomo, que provoca la salida de la sangre del corazón hacia el organismo mediante las
arterias.
● Músculo estriado. Produce movimientos voluntarios. No obstante, algunas de sus acciones
son automáticas, como la contracción del diafragma. Este tipo de músculo está formado por
unidades contráctiles, denominadas sarcómera, cuyo aspecto es estriado. Además, forma
parte del aparato locomotor y, por tanto, mueve los huesos y provoca el movimiento en otras
estructuras (p. ej. en los ojos).

En lo concerniente a su función, los músculos pueden organizarse de la siguiente forma (Pérez y


Fernández, 2013):

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● Músculo agonista o movilizador principal. Realiza, en su contracción, un movimiento
determinado. Así, se mueve siguiendo un mismo patrón.
● Músculo antagonista u oponente. Se opone al movimiento efectuado por los músculos
agonistas. Tiene, por tanto, una función opuesta a estos.
● Músculo fijador. Estabiliza las articulaciones u otras partes del cuerpo, con el fin de
mantener la postura durante la actuación de los agonistas.
● Músculo sinérgico. Controla la posición de las articulaciones intermedias, para que los
músculos agonistas ejerzan sus funciones.

Si se establece como criterio distintivo su acción, los músculos se clasifican del siguiente modo
(Pérez y Fernández, 2013):

● Músculo flexor. Disminuye el ángulo de una articulación. Por ejemplo, el bíceps braquial.
● Músculo extensor. Aumenta el ángulo de una articulación. Por ejemplo, el tríceps braquial.
● Músculo elevador. Eleva una parte del cuerpo. Por ejemplo, el elevador de la escápula.
● Músculo depresor. Hace descender una parte del cuerpo. Por ejemplo, el depresor del labio
inferior.
● Músculo abductor o separador. Mueve un apéndice lejos de la línea media. Por ejemplo, el
deltoides.
● Músculo aductor o aproximador. Mueve un apéndice hacia la línea media. Por ejemplo, el
aductor mediano.
● Músculo rotador. Hace que un hueso gire sobre su eje longitudinal. Por ejemplo, el
esternocleidomastoideo.
● Músculo supinador corto. Rota, con la finalidad de que la palma de la mano mire hacia
delante.
● Músculo pronador redondo. Rota, con la finalidad de que la palma de la mano mire hacia
atrás.
● Músculo inversor. Dirige la planta del pie hacia dentro. Por ejemplo, el tibial anterior.
● Músculo eversor. Dirige la planta del pie hacia fuera. Por ejemplo, el peroneo anterior.

A pesar de que las clasificaciones expuestas suelen ser las más empleadas e importantes en el
campo que atañe al presente manual, también existen otros criterios, como la forma (trapecio,
romboide, etc.), la localización (pectoral, braquial, etc.), la posición relativa (lateral, externo, etc.)
o la orientación de las fibras de los músculos (recto, transverso, etc.).

2.2.3. Patologías más frecuentes del sistema


musculoesquelético

Las patologías más frecuentes del sistema musculoesquelético son las que se exponen a
continuación (Pérez y Fernández, 2013):

● Huesos. Pueden comportar enfermedades como las siguientes:


● Osteoporosis. Es un desequilibrio entre la destrucción y la formación del hueso. La masa
ósea se reduce, lo que conlleva una mayor fragilidad y un mayor riesgo de fracturas.
● Osteomalacia. Se trata de la disminución de la cantidad de calcio en los huesos. Esta se
produce en la edad adulta por un déficit de la vitamina D. En los niños, su carencia
produce raquitismo.
● Osteoesclerosis. Alude a una alteración opuesta a la osteoporosis. Esta consiste en que,
a causa de la formación, la reestructuración o la necrosis ósea, se produce un aumento de
la trabeculación y un engrosamiento de las estructuras del hueso.

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● Articulaciones. Pueden generar patologías como las siguientes:
● Artritis. Es una inflamación de las articulaciones, que puede ser aguda, de gran
intensidad y de corta duración, o crónica.
● Artrosis. Se basa en una enfermedad degenerativa que produce el pinzamiento del
cartílago hialino, debido a la degeneración de dicho cartílago.
● Hernia de disco. Corresponde a una protrusión del núcleo gelatinoso o del anillo fibroso
del disco intervertebral, que puede comprimir las raíces nerviosas.
● Músculos. Pueden provocar dolencias como las siguientes:
● Distrofias. Es una atrofia progresiva de los músculos sin que exista una lesión en la
médula espinal.
● Miopatía metabólica. Se trata de un trastorno muscular causado por una alteración en
el proceso en el que el músculo utiliza la glucosa y los ácidos grasos como fuentes
energéticas. Así, se produce un síndrome agudo de mialgia, de miólisis y de
mioglobinuria, junto a una debilidad crónica y progresiva e, incluso, calambres.

2.3. SISTEMA NERVIOSO


El sistema nervioso, tal y como explica la profesora y doctora en medicina Avelina Tortosa (s.f.;
b), controla y coordina las funciones de todo el cuerpo. A través de los órganos de los sentidos,
detecta, interpreta y responde a los estímulos externos. Por ello, se considera un sistema de
relación externa.

El organismo humano dispone de unos mecanismos de integración, regidos por el sistema


neuroendocrino, para el funcionamiento de todos los órganos. La unidad fundamental del sistema
nervioso es la neurona, que envía mensajes en forma de señales eléctricas: los impulsos.

2.3.1. Sistema nervioso central

El sistema nervioso central (SNC) es complejo, puesto que percibe los estímulos exteriores,
procesa su información y la transmite a los nervios y músculos del organismo. Este sistema está
formado por el encéfalo y la médula espinal.

El encéfalo configura el 2 % de la masa corporal, y en él se distinguen las siguientes tres partes:

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● Telencéfalo o cerebro. Se localiza en la parte superior de la masa encefálica y representa el
80 % de esta. Dicha porción contiene, en su parte más superficial, la corteza cerebral, y está
formada por dos capas: una superficial, llamada sustancia gris, y una profunda, llamada
sustancia blanca. El cerebro, además, se divide en dos hemisferios: el derecho, más conectado
a las señales no verbales, la imaginación, las emociones, la intuición, etc., y el izquierdo, más
ligado a las señales verbales, la lógica, el pensamiento lineal, etc. Ambos hemisferios están
unidos por un conjunto de fibras blancas: el cuerpo calloso. Cada hemisferio está divido, a su
vez, en los siguientes cinco lóbulos:
● Lóbulo frontal. Controla los movimientos voluntarios, los procesos intelectuales y la
comunicación verbal.
● Lóbulo parietal. Interpreta las sensaciones cutáneas y musculares, como el dolor, el
tacto, la temperatura, las distancias, los tamaños y las formas. Además, es el encargado
de la comprensión del lenguaje.
● Lóbulo temporal. Descifra las sensaciones auditivas y controla la memoria, tanto visual
como auditiva.
● Lóbulo occipital. Permite la interpretación de los estímulos visuales.
● Lóbulo insular. Está cubierto por el lóbulo temporal y se responsabiliza del control de la
memoria.
● Tronco encefálico. Se ubica en la base inferior del cerebro, a un nivel superior de la médula
espinal. Por este motivo, es la vía de comunicación que hay entre el cerebro, la médula espinal
y los nervios periféricos, por medio de los componentes que lo constituyen: el diencéfalo, el
mesencéfalo, la protuberancia y el bulbo raquídeo. De este modo, controla funciones
esenciales, como la respiración o el ritmo cardíaco.
● Cerebelo. Se sitúa en la parte posterior e inferior del cerebro y queda parcialmente cubierto
por él. Consta de dos laterales divididos y envueltos por una corteza cerebelosa. Además,
tiene sustancia gris en su exterior y sustancia blanca y fibras nerviosas en su interior. Su
función es integrar las vías sensitivas y las vías motoras.

La médula espinal, por su parte, se extiende desde el encéfalo (concretamente, desde el agujero
occipital) y pasa por el bulbo, hasta llegar a la primera vértebra lumbar por el interior del conducto
de la columna vertebral.

Su longitud es de unos 45 cm y presenta abultamientos, uno cervical y otro lumbar, que se


corresponden con las zonas donde emergen los nervios.

2.3.2. Sistema nervioso periférico

El sistema nervioso periférico (SNP) está formado por los nervios centrales y los nervios
espinales o raquídeos:

● Nervios centrales. Están compuestos por 12 pares de nervios, originados en la cara inferior
del encéfalo y conectados con las estructuras de la cabeza, el cuello y el tronco. Están
formados por fibras sensitivas, motoras y mixtas.
● Nervios espinales o raquídeos. Están formados por 31 pares de nervios, que se originan
en la médula espinal y salen de los orificios intervertebrales, excepto el primer nervio
cervical. Se distribuyen en la piel, los músculos esqueléticos y las mucosas.

2.3.3. Sistema nervioso autónomo o vegetativo

El sistema nervioso autónomo o vegetativo (SNA) está constituido por un conjunto de


neuronas y de vías nerviosas que controlan la función de los sistemas viscerales del organismo.

Este es el encargado de la función involuntaria del músculo cardíaco y del músculo liso de todos

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los órganos. Así, se encuentra en las vísceras, en los vasos sanguíneos y en las glándulas
endocrinas y exocrinas.

El SNA se divide en dos sistemas que cumplen funciones antagónicas, tal y como se explica a
continuación (Navarro, 2002):

● Sistema nervioso simpático. Estimula las actividades que son necesarias en un estado de
emergencia, es decir, actúa como un sistema de alerta. Se activa cuando, por ejemplo, el
individuo debe reaccionar para luchar o para huir, con la inyección de adrenalina en la sangre.
Esto aumenta el ritmo cardíaco y la presión arterial, contrae los bronquios, agita la
respiración, disminuye la actividad renal y la del aparato digestivo y seca la boca a causa de
la inhibición de las glándulas salivales. Por todo lo expuesto, genera un gasto de energía y, en
consecuencia, un desgaste intenso en el organismo. También produce tensión corporal y
estrés.
● Sistema nervioso parasimpático. Es el sistema ahorrador de energía, que relaja tanto la
mente como el cuerpo. Este estimula las glándulas salivales, disminuye la actividad cardíaca
y la presión arterial, relaja los bronquios e incrementa la actividad renal y la del aparato
digestivo. Las fibras nerviosas parasimpáticas inervan algunos nervios craneales y pélvicos
que surgen del plexo sacro.

2.3.4. Patologías más frecuentes del sistema nervioso

Según la Clasificación estadística internacional de enfermedades y problemas relacionados con la


salud (2003), que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la
Salud (OPS) publicaron por primera vez en 1992, las patologías más frecuentes del sistema
nervioso son las siguientes:

● Sistema nervioso central. Puede comportar enfermedades como las siguientes:


● Síndrome hemipléjico. Consiste en la imposibilidad de realizar movimientos voluntarios
en una mitad del cuerpo, debido a un fallo en la transmisión de un impulso nervioso que
no alcanza igual a todos los músculos.
● Epilepsia. Se trata de una afección encefálica que se caracteriza por la aparición
repetida de accesos con pérdida de conocimiento, convulsiones tónico-clónicas y
descargas neuronales.
● Cefalea. Es el conocido dolor de cabeza, una de las dolencias más extendidas. Puede ser
migraña o bien un síntoma de otra enfermedad.
● Enfermedad de Parkinson. Se basa en una afección crónica de carácter neurológico
que altera la postura, la talla, el temblor y los movimientos involuntarios.
● Enfermedad de Alzheimer. Corresponde a una alteración, producida por la destrucción
y la desaparición de las neuronas de la corteza cerebral, que desencadena una demencia
de carácter progresivo e irreversible.
● Sistema nervioso periférico. Puede comportar patologías como las siguientes:
● Neuralgia. Es un proceso de excitación e irritación dolorosa de los nervios sensitivos.
● Parálisis. Alude a la suspensión de la movilidad voluntaria de un músculo o de un grupo
muscular, que se produce a causa de una lesión en el centro nervioso o en un nervio
periférico.

RESUMEN
● La anatomía humana es la ciencia que estudia la forma y la estructura del organismo vivo y
las relaciones entre sus partes.

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● A partir de la posición anatómica se dibujan tres planos anatómicos del cuerpo entero y sus
ejes de movimiento: el plano coronal o frontal (con el eje anteroposterior), el plano medio o
sagital (con el eje mediolateral) y el plano axial o transversal (con el eje longitudinal).
● El sistema esquelético se conforma de huesos, cartílagos, ligamentos y articulaciones. Todos
ellos actúan como puntos de soporte del cuerpo y de los órganos pasivos del movimiento.
También ejercen como una herramienta de protección en las zonas delicadas.
● El sistema muscular está formado por los músculos esqueléticos, unos órganos unidos a los
huesos, que, con su contracción y la articulación, provocan el movimiento en el cuerpo. Por
ende, con el sistema esquelético, forman el sistema musculoesquelético.
● El sistema nervioso controla y coordina las funciones de todo el cuerpo. A través de los
órganos de los sentidos, detecta, interpreta y responde a los estímulos externos. Está
formado por el sistema nervioso central, el sistema nervioso periférico y el sistema autónomo
o vegetativo.

AUTOEVALUACIÓN
Contesta las siguientes preguntas y practica las bases teóricas de este capítulo. No olvides
analizar y responder de acuerdo a lo que entendiste.

1. Describe los tres planos anatómicos del cuerpo que se dibujan a partir de la posición
anatómica.
2. ¿Cuáles son las principales funciones que realiza, en conjunto, el sistema
esquelético-muscular?
3. Explica brevemente las dos partes que conforman el sistema nervioso central.
4. Diferencia los nervios centrales de los espinales o raquídeos.

SOLUCIONARIO
1. Describe los tres planos anatómicos del cuerpo que se dibujan a partir de la posición
anatómica.

A partir de la posición anatómica se dibujan los siguientes tres planos imaginarios del cuerpo,
conocidos como planos anatómicos:

● Plano coronal o frontal. Se traza a través de la línea longitudinal media, por lo que divide el
cuerpo en dos partes distintas, una anterior y una posterior. Pasa por la sutura coronal, una
articulación que separa el hueso frontal del hueso parietal del cráneo. De este modo, forma
un ángulo recto con el plano sagital o medio. El eje de movimiento que incorpora es el
anteroposterior.
● Plano medio o sagital. Es perpendicular al plano coronal y divide el cuerpo en dos partes
simétricas, la derecha y la izquierda. Todos los planos paralelos a esta línea se denominan
parasagitales. El eje de movimiento que incluye es el mediolateral.
● Plano axial o transversal. Divide el cuerpo en la parte superior y la inferior. Además, forma
ángulos rectos con el plano sagital y el frontal. El eje de movimiento que comprende es el
longitudinal.

2. ¿Cuáles son las principales funciones que realiza, en conjunto, el sistema


esquelético-muscular?

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En conjunto, el sistema musculoesquelético realiza una serie de actividades que inciden en la
estabilidad y en el mantenimiento fisiológico y funcional de todo el organismo. Estas funciones son
de sostén, de protección, de movimiento, de hematopoyesis y de reservorio, ya que esta última
permite almacenar, por ejemplo, sales minerales.

3. Explica brevemente las dos partes que conforman el sistema nervioso central.

El sistema nervioso central (SNC) está formado por el encéfalo, que configura el 2 % de la masa
corporal y, a su vez, se compone del telencéfalo o cerebro, el tronco encefálico y el cerebelo.

Por otro lado, está la médula espinal, que se extiende desde el encéfalo (concretamente, desde el
agujero occipital) y pasa por el bulbo, hasta llegar a la primera vértebra lumbar por el interior del
conducto de la columna vertebral. Su longitud es de unos 45 cm y presenta abultamientos, uno
cervical y otro lumbar, que se corresponden con las zonas donde emergen los nervios.

4. Diferencia los nervios centrales de los espinales o raquídeos.

El sistema nervioso periférico (SNP) está formado por los nervios centrales y los nervios espinales
o raquídeos:

● Nervios centrales. Están compuestos por 12 pares de nervios, originados en la cara inferior
del encéfalo y conectados con las estructuras de la cabeza, el cuello y el tronco. Están
formados por fibras sensitivas, motoras y mixtas.
● Nervios espinales o raquídeos. Están formados por 31 pares de nervios, que se originan en la
médula espinal y salen de los orificios intervertebrales, excepto el primer nervio cervical. Se
distribuyen en la piel, los músculos esqueléticos y las mucosas.

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