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“Un poco”

”Un poco de levadura fermenta toda la masa.“


Gálatas 5:9 LBLA

Todos tenemos el deseo de agradar y glorificar a Dios, pero hay


áreas en nuestra vida que están siendo fermentadas por el pecado.

Estamos tan acostumbrados a comprar en el supermercado la


levadura para hacer pan que olvidamos que la levadura es un
hongo, compuesto de una sola célula que produce fermentación
mientras consume la fuente de la comida. Se multiplica tan
rápidamente que penetra toda la masa.

En el tiempo de Cristo, antes de hornear el pan, los judíos


guardaban un pedazo de la masa cruda para introducirla a la nueva
masa antes de hornear, para producir la fermentación. Este proceso
seguía sin quebrantarse hasta la pascua, donde Dios mandó a ellos
remover toda la levadura de su casa por 7 días (Éx. 12:15).

En los libros de Moisés hay 32 referencias de no usar la levadura en


las prácticas religiosas. Casi toda ofrenda al Señor tenía que ser sin
levadura, simbolizando la extirpación del pecado de nuestras vidas.

Las ofrendas por el pecado tenían que ser sin levadura porque
simbolizaban a Cristo, el único hombre sin pecado, que ofreció si
mismo para nuestra redención.

“Un poco” de pecado tiene efecto dominó, va a ir creciendo


contaminando todo.
“Un poco” de perder de vista a la Cruz, va a llevarnos a vivir para
nosotros mismos.
“Un poco” de algo, si es el ingrediente incorrecto va a arruinar la
comida.

Los grandes cambios y destrucciones comienzan con “un poco” y


nunca con algo notorio o llamativo; el pecado es así, permitimos su
entrada de manera sutil a nosotros. Nos dejamos llevar por una raíz
de amargura, decepción, falta de perdón, deseos desenfrenados,
mentiras sutiles, enseñanzas contrarias a la gracia, que con el
tiempo alimentamos hasta que es un árbol difícil de sacar.

Tengamos cuidado con esas pequeñas cantidades de cosas y


actividades (que hacemos y dejamos de hacer) porque van a
afectar nuestra vida de maneras que no imaginamos.

El contexto del versículo habla sobre “escuchar otras voces y


enseñanzas” que no sean las del evangelio. Las falsas enseñanzas
entran de “a poco” y corrompen lo que hemos aprendido.

✓ Tarea: reflexionemos sobre aquellas mentiras sutiles que


creemos (ejemplo: hacer algo para ganar el amor y favor de
Dios; este pecado y deseo no me va a afectar; hablar de mala
manera no tiene consecuencias; puedo jugar con el pecado, un
poco de chisme no va a dañarme ni a mi prójimo, gritarle a mis
hijos está bien, deshonrar a mi marido porque no me trata como
caso frágil es permitido, etc) e identificar donde estamos
fallando para arrepentirnos y creer que solo en Jesús hay perdon
y restauración.

✓ Testimonio: Una gran mentira que yo creía era que necesitaba


hacer más cosas (orar más, leer más, predicar más, evangelizar
más, obedecer más, honrar más a mis padres) para agradar a
Dios.
No son cosas malas, pero creía que podía comprar el amor de Dios
por medio de estas cosas. Actuaba como un legalista y no como
alguien amado, sino buscaba ganar y merecer su amor.

Creo que como individuos y comunidad nos hace falta volver a ver
el evangelio, porque nosotros no podemos impresionar a Dios, sino
que debemos dejar que Jesús lo impresione por nosotros.

De modo, que vivamos vidas como una ofrenda agradable. Yo sé


que todos deseamos agradar y glorificar a Dios:

✓ Si la gloria de Dios es todo aquello que lo hace único,


especial, distinto, atractivo, precioso, excelente y virtuoso.

✓ Glorificar a Dios no es otra cosa que poder apreciar su


belleza. Es estimar, atesorar y valorar quien es Dios muuuuy
por encima, no solo de cualquier cosa, sino de todas las cosas.

Para ello debemos identificar la levadura en nuestras vidas, todo


aquello que disminuye nuestro deseo por Dios, todo aquello que no
le agrada, todo aquello que impide que lo disfrutemos.

Vale la pena perderlo todo y tenerlo como basura por el


incomparable valor de conocer a Jesús (Fil. 3:7-11).

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