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JOAN MANUEL

SERRAT
DESDE EL PATIO DE BUTACAS

© www.jmserrat.com 1999-2003

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Índice

INDICE

Maestro y seductor......................... 7
Las crónicas de las giras.................. 11
GIRA “CANSIONES”........................ 13
GIRA “VERSOS EN LA BOCA”........... 119
Agradecimientos............................. 285

Fotografía de Carlos Rauschert

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Prólogo

MAESTRO Y SEDUCTOR
Ni soy, ni puedo, ni quiero ser imparcial. Si lo hiciera, sería como
apostatar de mi apellido, avergonzarme de mi condición, escapar de mi
biografía. Camino ya de los cincuenta, durante más de las tres cuartas partes
de mi vida este personaje preside muchos de mis actos, pensamientos, gustos
e inquietudes. De un modo involuntario e inevitable, pero a la vez consentido
y plenamente justificado.
Serrat forma parte de mí, y punto. Lo digo sin presunción ni rubor
alguno. Tan dentro de mí como cualquiera de mis vísceras. Una unión que ha
resistido modas y momentos. Desde siempre y para siempre, tal como reza el
título de la página web que un día lancé en Internet como particular homenaje
a su figura y que hoy –para mi suerte- se ha convertido en obligado lugar de
encuentro para muchos serratianos ínter nautas.
Siempre había considerado mi debilidad por sus canciones como un
mero hecho individual e intransferible. Un sentimiento íntimo, místico, casi
secreto, aunque ello no me impidiera ejercer de propagandista de sus éxitos
para captar adeptos a la causa. Pero nunca me vi como un fan al uso. Nada
de grititos ni fotos ni autógrafos. Pensaba que podía minimizar su importancia
como músico y poeta si lo prendiera en la solapa como uno lleva la insignia de
su equipo de fútbol favorito (que tampoco la llevo). Sería como vulgarizarlo,
manosearlo casi.
Tenía mis propias reglas. Disfrutaba de sus discos de una manera
especial. Porque no me bastaba con escuchar las canciones. Necesitaba más.
Investigaba sus versos en busca de posibles mensajes ocultos y dobles
intenciones. Repasaba la métrica, valoraba acordes, fantaseaba con el devenir
de las historias que allí se contaban. Hasta me propuse aprender catalán para
no perderme en sus otras canciones, esas de sonoridad tan extraña para los
oídos de un andaluz y que sin embargo, fueron las que lograron que el
hechizo funcionara desde la primera vez que pude escuchar sus Paraules
d'amor. Mi pretendida Piedra Roseta llegó con forma de Gramática Catalana.
Bendito manual. Ya tenía las claves para encontrarme con ese muchacho que
me sonreía desde las portadas de los singles, armado de largas patillas y con
dos enigmáticos lunares, estratégicamente situados e imposibles de imitar.
Durante mucho tiempo, además de ser el artista que más sonaba en
mi tocadiscos, Joan Manuel aportaba soluciones a mis carencias. Allí estaba,
siempre dispuesto a aprovisionarme para aquellos casos que lo requerían:
estudiaba sus ademanes, copiaba sus peinados y camisas, robaba sus versos
para mis cartas de amor, y sobre todo, me hacía sentir la presencia del
hermano mayor que nunca tuve, y que ahora sé que tengo. El que dirigió mis
gustos, alimentó mis aficiones, participó de mis logros y alivió mis soledades.
El que con sus canciones me hizo mejor persona. Mi modelo de aprendizaje.
Mi maestro.
Fueron pasando los años. Y el fenómeno seguía intacto. La magia
funcionaba. Uno va cambiando, pero en eso no. Sigue donde estaba. Hoy día
cuando contemplo la estela que todo hombre deja a popa, aún rememoro
hechos vividos refiriéndome al título del LP publicado ese año: el primer amor
(Com ho fa el vent), el curso del Preu (Serrat 4), los estudios de medicina
(Miguel Hernández), mis heridas de amor (Per al meu amic), Serrat en
Ayamonte (Piel de manzana), mi boda con Charo (Tal com raja), apruebo las

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Prólogo

oposiciones (En tránsito), nacen mis hijas (Fa vint anys, Material sensible),
muere mi padre (Utopía), etc.
Y llegó ese día en que decido publicar la página web. Muchas veces he
comentado que mi vida cambió bruscamente a partir de esa fecha (Marzo de
1999). El contacto con otros seguidores, el intercambio de conocimientos y la
investigación de los distintos vericuetos que alberga el universo serratiano me
hicieron descubrir las verdaderas dimensiones del artista. Vislumbrar un
nuevo sentido en su obra. Serrat dejaba de ser para mí un asunto individual
para convertirse en un fenómeno sociológicamente universal e intemporal.
Mi buzón se iría llenando de centenares de vivencias envueltas en
mensajes, sentimientos de gentes de todos los mundos que transmitían sus
emociones y me hacían partícipe de su cariño hacia el que creo que es el
fenómeno artístico y cultural más importante de la cultura popular en España
y Latinoamérica de los últimos cuarenta años.
Suprimí entonces mis iniciales barreras y abrí las puertas. Aprendí a
verlo desde las ópticas de los demás serratianos. Ello me enriquecía
doblemente, pues me permitía profundizar en su obra y a la vez, alimentarme
con los sentimientos ajenos. Porque, por encima de todo, Serrat es alguien
fundamentalmente querido por su pueblo, por todos los pueblos.
Era inevitable que eso sucediera. El público siempre ha sabido
reconocer en Joan Manuel su autenticidad, su compromiso, su entrega. El
pueblo sabe separar el grano de la paja, huye de modas, desprecia
oportunistas serpientes de verano, triunfitos y nostálgicos revividos por el
más interesado de los marketing.
Hoy es un clásico en activo, un mito viviente, un lujo necesario, la
leyenda indiscutible, un referente musical y un icono de nuestra cultura. El
primero de los ecologistas, padrino de poetas olvidados, maestro de estilo de
vida, feroz defensor de los derechos humanos, martillo de corruptos y
dictadores.
Sus canciones las llevamos pegadas a la piel, inherentes a nuestra
condición de humanos. No hay duda de que forman parte de la banda sonora
de nuestras vidas. Droga bendita y necesaria, pan de cada día, elixir y
bálsamo cotidianos. Y sin antídoto posible. No lo hay para aquellos que
caímos en sus redes.
Pero pienso que por encima de todos los adjetivos, Serrat es un
aventajado seductor. Un mago sin chistera capaz de componer sus canciones
al más puro estilo prêt-à-porter. La gente se viste y se calza con ellas, las
estiran y recortan, las sube el dobladillo para la ocasión, las personaliza hasta
el punto de hacerlas suyas. Su primitivo origen ya no importa, todos sufrimos
a alguna Helena, amamos a nuestra particular Lucía, nos afligimos con las
tietas, Benitos y yunteros que encontramos en el camino. Serrat nos dio todo
hecho. Lo escribió y lo cantó todo.
Y sin embargo, todavía hoy sigue sorprendiendo y cautivando. Al
público llano y al más agudo. Al sencillo y al complicado. A las derechas y a
las izquierdas. A los del Sur y a los del Norte. La irrupción de sus canciones en
la vida de cada persona es como un rayo en la noche oscura, hierro que
marca a fuego, bautismo iniciador, verdadera seña de identidad.
Para demostrar su poder de seducción nada mejor que verlo desde el
patio de butacas o desde el mismísimo gallinero en un concierto. Ese tipo del
escenario se las arregla para hipnotizar al espectador de forma que queda
convencido que se encuentra sólo en el recinto, que Serrat únicamente está
cantando para él, y que lo demás no existe. Me gusta volver la cabeza cuando
voy a sus recitales. Miro a mi espalda, a los lados, a los palcos... En todas
partes veo rostros ensimismados, en tensión o del todo relajados. Fruncen
gestos, derraman lágrimas, sueltan suspiros, arrojan piropos (de todos los
tipos), se rompen las manos para aplaudir. Magia y seducción en estado puro.

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Prólogo

Esto no es un panegírico aunque lo parezca. Es tan sólo una


constatación de hechos, una prueba de autos, la inspección ocular, el
reconocimiento del terreno. Porque además de su faceta como artista, los que
lo conocemos sabemos de sus otras virtudes. Su extremada sencillez nos
permite mirarlo cara a cara, reconocer al amigo, al compañero. Su
humanidad, su coherencia, su pensamiento, su lucha por los desfavorecidos,
su solidaridad con los débiles. La voz que nunca calla ante la injusticia y que
nos proporciona un manual de comportamiento ciudadano.
Serrat siempre fue mucho más que todo eso. Lo sigue siendo. Amigo
de sus amigos y hermano de sus compañeros de profesión, que le tienen un
gran respeto y cariño. Centenares de artistas llevan en su equipaje su dosis
de influjo serratiano. Enseñó a cantar y a componer a muchos cantantes. A
presentar sus canciones y a comunicarse en el escenario. Dignificó el trabajo
del cantautor, les abrió caminos en otros mercados, luchó con discográficas y
monopolios en aras de una profesión en muchos casos vilipendiada por los
más oscuros intereses comerciales.
Ejemplo de bilingüismo, capaz de lograr la perfecta convivencia entre
dos idiomas complementarios e imprescindibles. Vencedor del debate
gramatical e impulsor del broche final a la nova cançó con su disco homenaje
de 1996. Y por si fuera poco, hasta ejerce de proselitista de culés –aunque en
eso no pudo conmigo-, convirtiéndose por derecho propio en el mejor
embajador de Cataluña en el mundo, como lo prueba el entusiasmo con el
que reciben sus canciones en lengua paterna al otro lado del charco o el
hecho de que su antigua casa de la calle del Poeta Cabanyes sea hoy un lugar
de peregrinaje obligado para los serratianos que visitan Barcelona.
El cocinero de nuestras emociones, comunicador de vivencias, notario
de sentimientos, poeta de lo cotidiano, buscador de la ética y de la estética,
espejo de generaciones y verdadera rosa de los vientos ante temporales.
Reivindicador de la copla, rescatador del tango, polifacético en
géneros, todoterreno de la canción, consumado prologuista, pionero e
innovador, capaz de narrar cuentos infantiles o travestirse de Radio con Botas
para repasar la historia de nuestro país.
Tienen mucha razón nuestros amigos latinoamericanos cuando afirman
que Serrat es como Gardel, que cada día canta mejor. O aquellos otros que
aseguran que podría vender un disco en el que tan sólo recitase la guía
telefónica. Son sus armas de seducción, su embrujo de mago, su indiscutible
impronta.
Su último trabajo consiste en vestir sus canciones de siempre con el
brillo que le aporta el manto de una orquesta sinfónica. Nos vale. Que cambie
el paisaje, el decorado. Tú no cambies, maestro. Sigue siendo tú. El seductor.

Paco Martín
www.jmserrat.com

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Las crónicas de las giras

LAS CRÓNICAS DE LAS GIRAS


Lo que sigue es la trascripción de las crónicas de los recitales de las
giras Cansiones y Versos en la boca que en los últimos cuatro años se han
venido publicando en la página www.jmserrat.com.
Desde su debut en Internet, centenares de serratianos amigos han ido
mandando sus impresiones de los conciertos –escritas desde el sentimiento y
la emoción-, nada convencionales, totalmente sentidas, que reflejan de forma
inequívoca su pasión por las canciones de Serrat y su entrega incondicional.
Son crónicas a veces apresuradas –la mayoría escritas pocas horas
después del concierto-, algunas demasiado minuciosas, otras de indiscutible
valor literario, pero en todas ellas se adivina un componente de sinceridad y
conocimiento de la obra del maestro que están muy lejos –por lo general- de
las frías reseñas que suelen publicar los diarios.
Ése es el único valor de estos relatos. Ni mucho ni poco. Y aquí están
reunidos para que sirvan como testigo del paso de Joan Manuel Serrat por las
ciudades y las vidas de sus autores, incluso de cuaderno de bitácora para el
propio cantautor.

Fotografía de Carlos Rauschert

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GIRA “Cansiones”

Fotografía de Juan Antonio Arrivi

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Gira “Cansiones”

CALENDARIO

Fecha Ciudad Lugar Crónicas Pág.


19 Oct 2000 Salamanca Palacio Congresos Víctor Esteban 19
20 Oct 2000 Vitoria Teatro Principal Antonio Ovejas 21
22 Oct 2000 Villena (Alicante) Teatro Chapí Carles Gámez 23
24 Oct 2000 León Teatro Emperador
26 Oct 2000 Lorca (Murcia) Teatro Guerra
27 Oct 2000 Cartagena (Murcia) Teatro Circo Miguel G. Vernetta 24
28 Oct 2000 Caravaca (Murcia) Plaza de Toros Miguel A. Cintas 25
Buenos Aires Alicia Oschendorf 26
2 al 6 Nov 2000 Teatro Gran Rex
(Argentina) Noemí Giovagnoli 28
Montevideo
8 Nov 2000
(Uruguay)
Velódromo Alicia Oschendorf 30
11 Nov 2000 La Plata (Arg) Teatro Argentino
13 Nov 2000 Mar del Plata (Arg) Polideportivo Oscar Carrizo 31
Patricia Hase 33
15 Nov 2000 Santa Fe (Arg) Polideportivo
Nicolás Ravetti 34
16 Nov 2000 Rosario (Arg) C. Rosario Central Darío Biselli 36
18 Nov 2000 Córdoba (Arg) E. Chateau Carreras Nicolás Ravetti 38
Mendoza Eduardo
20 Nov 2000
(Argentina)
Estadio Mundialista
Hernández
40
24 y 26 Nov 2000 Buenos Aires (Arg) Teatro Gran Rex
25 Nov 2000 Buenos Aires (Arg) Cancha de Atlanta Noemí Giovagnoli 42
Santiago 44
28 y 29 Nov 2000 Central Court Tenis Hernán Sepúlveda
(Chile)
Asunción
2 Dic 2000
(Paraguay)
P. León Coundou César González 45
Manuel Moreno 47
9 al 13 Dic 2000 Madrid Palacio Congresos
Javier Moreno 49
16 Dic 2000 Cáceres Gran Teatro
Albert Fibla 50
José L. Villanueva 51
19 al 24 Dic 2000 Barcelona Cine Coliseum
Francesc Serrat 52
Silvia Verdú 53
31 Ene 2001 Valls (Tarragona) Centro Cultural
2 y 3 Feb 2001 Palma de Mallorca Auditorio
7 Feb 2001 Sitges (Barcelona) Auditorio G. Sitges
8 y 9 Feb 2001 Zaragoza Auditorio Bartolomé Calle 55
10 Feb 2001 Tortosa (Tarragona) Teatro
11 Feb 2001 Vic (Barcelona) Teatro Atlántida
13 Feb 2001 Santiago (Coruña) Palacio Congresos
14 Feb 2001 Vigo (Pontevedra) C. Caixa Nova
15 Feb 2001 Oviedo Auditorio
16 Feb 2001 Santander Palacio de Festivales
17 Feb 2001 Gijón (Asturias) Teatro Jovellanos Joaquín Fernández 56
18 Feb 2001 Valladolid Teatro Calderón Oscar Cuervo 57

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Gira “Cansiones”

Fecha Ciudad Lugar Crónicas Pág.


19 Feb 2001 Bilbao Teatro Arriaga Mª Carmen Mtnez. 58
20 Feb 2001 San Sebastián Kursaal
21 y 22 Feb 2001 Sant Cugat (Bar.) Centro Cultural
24 y 25 Feb 2001 Valencia Palau de la Música
1 Mar 2001 Hellín (Albacete) Teatro Victoria
2 Mar 2001 Alcorcón (Madrid) Teatro Buero Vallejo
4 Mar 2001 Valdepeñas (C.Real) Auditorio Municipal
Juan A. Arrivi 60
5, 6 y 7 Mar 2001 Málaga Teatro Cervantes
Amalia Hernández 61
9 Mar 2001 Granada Palacio Congresos Manel F. Moreno 62
10 y 11 Mar 2001 Córdoba Gran Teatro Javier G. Vallecillo 65
12 y 13 Mar 2001 Murcia Teatro Romea
15 Mar 2001 Lugo Auditorio
16 Mar 2001 A Coruña Palacio Congresos
17 Mar 2001 Pontevedra Pazo de Cultura
18 Mar 2001 Orense Paco Paz
20 y 21 Mar 2001 Las Palmas Auditorio A. Krauss Antonio Aláiz 66
Buenos Aires
23 Mar 2001
(Argentina)
Cancha Ferrocarril Carlos Salerno 67
27 Mar 2001 Algeciras (Cádiz) Teatro Florida Fernando Calvillo 68
28 Mar 2001 Jerez (Cádiz) Teatro Villamarta
30 Mar 2001 Sant Celoni (Bar.) Pabellón Municipal
31 Mar 2001 Santa Coloma (Bar.) T. Josep Mª Segarra
1 Abr 2001 Vilanova (Bar.) Cinema Bosch
2 Abr 2001 Terrassa (Barcelona) Centro C. La Caixa
3 Abr 2001 Mataró (Barcelona) Teatro Monumental
5 Abr 2001 Viladecans (Bar.) Polideportivo
16 Abr 2001 Cádiz Teatro Falla Luis García 70
Carlos Hidalgo 73
17 y 18 Abr 2001 Sevilla Teatro Maestranza
Alicia Oschendorf 75
Hospitalet Alicia Oschendorf 76
21 Abr 2001 La Farga
(Barcelona) Silvia Verdú 77
22 Abr 2001 Huesca Pabellón
27 Abr 2001 Saltillo (México) Centro Convenciones
Monterrey
28 Abr 2001
(México)
Auditorio L. Elizondo Sonia Cisneros 78
30 Abr 2001 Culiacán (México) Teatro P.Villavicencio Jesús Guzmán 81
1 May 2001 Culiacán (México) Teatro P.Villavicencio
Guadalajara Sergio Bross 82
3 y 4 May 2001 Teatro Galerías
(México) Francisco de Anda 84
Aguascalientes
5 May 2001
(México)
Teatro del Pueblo Jorge L. Gómez 86
6 May 2001 Querétaro (México) Auditorio Josefa Ortiz
9 May 2001 Puebla (México) Centro Convenciones
Pablo Aznavurian 88
10 al 12 May 2001 México DF Auditorio Nacional Luis E. González 89
Víctor Rodríguez 91
18 May 2001 La Habana (Cuba) Teatro Nacional José Jesús Bu 93
Caracas Cristóbal Guerra 94
23 al 25 May 2001 Teatro Teresa Carreño
(Venezuela) Daniel Valencia 96
Maracaibo
26 May 2001 Lía Bermúdez
(Venezuela)

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Gira “Cansiones”

Fecha Ciudad Lugar Crónicas Pág.


Bogotá Santiago Zuleta 97
30 y 31 May 2001 Palacio de Deportes
(Colombia) Carlos Guevara 99
1 Jun 2001 Medellín (Colombia) Metropolitano
2 Jun 2001 Cali (Colombia) Teatro Jorge Isaacs
San José
7 y 8 Jun 2001
(Costa Rica)
Teatro Nacional Vilma Alpízar 101
Ernesto Alarcón 103
San Salvador Teatro Feria
11 Jun 2001
(El Salvador) Internacional
Mario Jule 104
Celia Morán 106
Santiago
14 Jun 2001
(R. Dominicana)
Centro Español Nelson Bautista 107
Santo Domingo
15 Jun 2001
(R. Dominicana)
Casa de España Nelson Bautista 108
San Juan
17 Jun 2001
(Puerto Rico)
Teatro Bellas Artes Chemi González 109
Talavera de la Reina
22 Jun 2001 Plaza de Toros
(Toledo)
25 Jun 2001 Palencia Pabellón Deportes José L. de Román 113
26 Jun 2001 Segovia Plaza de Toros Javier Herrero 115
Barcelona
28 Jun 2001
Homenaje a Bardagí
Palau Sant Jordi Manuel Moreno 117
30 Jun 2001 Logroño Estadio Las Gaunas

LOS MÚSICOS DE LA GIRA

Dirección Musical, Arreglos y Teclados: Josep Mas «Kitflus»


Bajo Eléctrico y Contrabajo: Víctor Merlo
Guitarras Acústicas, Eléctricas y Acordeón: José A. Romero
Guitarra Española: Miguel Ribera
Batería y Cajón: Roger Blavia
Percusiones: Nan Mercader
Violín, Mandolina y Voces: Juan Aguiar
Bandoneón: Marcelo Mercadante

ESCENOGRAFÍA

Idea: Tito Muñoz, Vicenç Alonso


Dibujo Original: Philip Stanton
Diseño Iluminación: Keith Yetton
Realización: Rosco España, S.A.
Asesor Escenografía: Francisco Fontanals

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Gira “Cansiones”

EQUIPO TÉCNICO JOAN MANUEL SERRAT

Sonido Sala: Luis E. Valenzuela


Sonido Escenario: Manuel Cervera
Tec. Iluminación Vari*Lite: Juan C. Menor
Tec. Vari*Lite: José Luis García
Tec. Back-Line: Rafael Meroño
Tec. Montaje Escenario: Esteve Ferrer
Asistente-camarero/actor: Xavi Ramírez
Road Manager: Andrés Seco
Diseño Gráfico: Altraforma S.A.
Producción General: Taller 83 S.A.

Fotografía de Mirtha S. Quattrochi

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Gira “Cansiones”

Concierto en el Palacio de Congresos de Salamanca


19 de Octubre de 2000
Texto de Víctor Esteban Sardiña (Ciudad Rodrigo)

TARRÉS SE ESTRENA EN SALAMANCA


Para poder realizar la crítica que mi buen amigo Paco Martín me encargó
hace unos días, sobre el que ha constituido el primer concierto de la Gira de
Tarrés-Serrat, no me queda más remedio que recurrir a mi doble; un tal
Rótciv, ya que mi versión original no haría más que babear y resultaría
ciertamente empalagoso para todos ustedes.

Aparcada a un lado mi cara más serratina, les puedo decir que nuestro
Nano, como suele ser habitual, no decepcionó, o mejor dicho, Tarrés y Serrat
no decepcionaron. Porque todos aquellos que vayan a tener la oportunidad de
ver al maestro en uno de sus conciertos que tiene programados, pueden ir
preparándose para ver a dos artistas por el precio de uno.

Eran las diez de la noche en la capital charra, cuando en un reducido, pero


acogedor, Palacio de Congresos y Exposiciones de Salamanca, se palpaba el
nerviosismo de lo que constituía el estreno y la presentación en directo de
Tarrés. (He tenido la oportunidad de ver en concierto a Joan Manuel al menos
10 veces, y todavía siento esa sensación de escalofrío en los instantes
previos).

Con tan sólo diez minutos de retraso, uno a uno los músicos van tomando
posiciones y calientan instrumentos para dar paso al Serrat más
latinoamericano, vestido de un escrupuloso negro. "Yo sé de una mujer" es la
canción elegida para empezar a doblegar a un público ya entregado de
antemano. Es el inicio del primer bloque del concierto en el que Serrat nos va
a ir presentando poco a poco a su compañero más noctámbulo, a su "alter
ego".

A través de él, Serrat va a hacer un esfuerzo por trasportarnos a toda


Sudamérica, recorriendo la Pampa, Cuba, México, Chile, etc. Para ello, se
apoya en un original y cuidado escenario que simula a la entrañable Habana.
A medida que va avanzando el concierto, Serrat va consiguiendo a fuego lento
su objetivo y nos va envolviendo en cada uno de sus nuevos temas gracias a
su habilidad y gusto en la introducción que realiza de cada una de sus
"cansiones", importadas del otro lado del charco.

"En la vida todo es ir", "Sabana", "Fangal", "Tarrés", "Soy lo prohibido"..., una
a una, Serrat va desgranando cada una de las piezas que componen su último
trabajo, ante un público que disfruta fiel, pero que añora algún refresco en
forma de Mediterráneo o Cantares.

Después de aproximadamente una hora comienza a amanecer en las calles


de La Habana y Tarrés se prepara para abandonarnos y dejarnos
temporalmente. Con "La Llamada" aparece el día y el escenario se trasforma
para dar la bienvenida al autentico Serrat, para lo cual, el Nano utiliza uno de
sus temas preferidos "Romance del Curro el Palmo" en una nueva versión.
Abandonando su repertorio más habitual, en esta parte del concierto, nos

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Gira “Cansiones”

repasa su última discografía sin apenas utilizar sus temas más populares, y
cuando la temperatura ambiente empezaba a elevarse a sus cotas más altas,
llega la triste despedida a través de un Mediterráneo que nos deja con la miel
en los labios.

Hay que abusar de él todo lo que se pueda y Serrat nos regala tres bises
para poner la guinda a dos horas de las que se quedan grabadas, como dice el
propio Joan Manuel, en el disco duro y en el blando de nuestra memoria.

Concluye el estreno de una gira en la que el maestro va a estar


acompañado por un excelente y completo grupo de músicos, del que se olvidó
presentarnos. La incorporación del violín y acordeones refuerza la sonoridad y
riqueza de su directo, aportando nuevos sonidos que se agradecen.

No voy a entrar en valorar el último disco "Cansiones", esta tarea se le da


muy bien a mi amigo Paco y además cada uno tendrá sus propias
conclusiones al respecto. Yo lo que les puedo decir es que Serrat, o Tarrés,
nunca decepcionan encima de un escenario. Que ustedes lo disfruten como yo
y hasta siempre.

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Gira “Cansiones”

Concierto en el Teatro Principal Antzokia de Vitoria-Gasteiz


20 de Octubre de 2000
Texto de Antonio Ovejas y Mari Carmen Martínez (Vitoria-Gasteiz)

Y ESA NOCHE, DISFRUTAMOS


CON TARRÉS Y SERRAT
La segunda actuación de la gira mundial de “ese tal Tarrés” batió récords de
público en su visita a la capital alavesa, presentando en el Teatro Principal su
último trabajo, ‘Cansiones’, en el que se recogen catorce temas, seguramente
los más latinoamericanos de cuantos hasta hoy hemos tenido la delicia de
escuchar. Tangos varios, Rumbas, Boleros, Vallenatos, Sones, alguna
Ranchera... Era uno de los espectáculos más esperados en el marco del XXV
Festival de Teatro, consiguiendo colgar el ‘no hay billetes’, cuando para otras
actuaciones del programa aún hay papel a la venta.

Nuestro entrañable y buen amigo, Paco Martín, nos había preparado y con
él habíamos hecho la cuenta atrás para adquirir el compacto (unos grandes
almacenes nos lo pusieron a la venta ya el 30 de septiembre), que hicimos
girar y girar hasta este esperado 20 de Octubre.

La prensa local, desde muy temprano, se había hecho eco del evento. El 19
de septiembre confirmó por sorpresa esta visita. Claro, que algo tuvo que ver
en la materialización de este concierto, “Paquito” el de la web y quienes
realizamos esta crónica (así se nos reconoció en una página de cultura del
diario regional de mayor tirada). En general, toda la prensa fue recíproca en
generosidad con este mito que transita nuestras calles, ciudades,
escenarios... y en el mejor de los sentidos “había caldeado el ambiente”.

Son casi las ocho de la tarde. Paladeamos un crianza en el bar de al lado,


donde coincidimos con un “plumilla” que nos cuenta cómo ha sido la rueda de
prensa previa al concierto. En lugar del Serrat sentado en una mesa alejada
de los periodistas, todos sentados en corro... Estábamos preparados, pero con
esto, lo que nos faltaba...

Son las ocho y veinte, y decidimos que no podemos esperar más. Vamos
para allá. No necesitamos acomodador, tenemos las butacas, 1 y 3 de la
primera fila. En las 5 y 7 más amigos. Segunda fila de impares, más amigos.
Miramos a nuestra derecha y en los pares, identificamos a más serratianos.
Señalan y comentan sobre Mari Carmen: “mira, la que en el periódico hablaba
de Serrat...”

A diferencia de otros conciertos, el telón está bajado. Ocho y treinta y cinco,


Tenuemente se hace la oscuridad. Nerviosos nos disponemos a descubrir lo
que puede dar de sí, lo que para nosotros, con la cuenta perdida, puede ser el
concierto cincuenta y...

Se alza el Telón, y en segundos nos encontramos apoyados en el malecón


contemplando la Habana que nos deslumbra (un precioso decorado donde no
falta el “Restaurante-Bar Tarrés”, con velador incluido, donde un camarero en

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Gira “Cansiones”

vivo llena dos copas de un denominación Rioja que luego tomarán Serrat y
Tarrés)

El silencio se corta. Avanzan a ocupar sus puestos los músicos. Rompe el


hielo José Antonio Romero (guitarra acústica y acordeón), le siguen Nan
Mercader y Roger Blavia (percusión y batería), Juan Aguiar (violín y coros),
Marcelo Mercadante (bandoneón), Miguel Ribera (guitarra española), Víctor
Merlo (contrabajo) y finalmente, Josep Mas “Kitflus” (piano, dirección musical
y todo lo demás). Los presentamos ahora, porque después nadie lo hará. Será
cosa del guión, o porque no necesiten que se les presente como lo
confirmarán con su exquisita forma de interpretar. Calientan instrumentos con
una breve introducción que nos anuncia "Yo sé de una mujer" que en medio de
los primeros aplausos comienza a interpretar quien la halló en el hondo
precipicio.

Tras esta, todas, las catorce del compacto. Aunque no en el orden en él


establecido. La última sí será "La Llamada". Todas tienen su magistral
presentación. El Serrat actor. El Tarrés trasnochador. El Serrat viajero. El
Tarrés parrandero. El Serrat mago. El Tarrés que le niega. El T...

Se ha sabido siempre bien acompañar. Tete, Miralles, Manel Camp, Bardagí,


Horacio, Cubero, Bonell, Clua, Rabassa, Duarte (no quisiéramos olvidar a
ninguno, pero la lista se nos puede hacer larga), pero es que lo de ahora...
Los que le acompañan junto con Kitflus, Víctor ó Roger, el violín y los coros,
las guitarras, el bandoneón o las acordeones, esa nueva percusión. Nos
negamos a valorar lo que nuestros oídos disfrutaron, sería un atrevimiento.
Aunque lógicamente nos reafirmamos en lo bien que sonaban y lo que nos
gustaron. Esperamos leer y leer crónicas de aquellos que saben...

Tarrés se va del escenario. Se van mudando los decorados mientras los


ocho maestros se emplean a fondo en una pieza mestiza con notas que nos
preparan a una segunda parte en la que la complicidad va a estar presente
hasta la conclusión.

Es ahora el decorado todo un fondo negro con el extraordinario juego de


luces del que hemos disfrutado en la primera parte, con el vestuario negro
con el que ya se habían presentado los músicos, o el impecable y siempre
elegante negro de Serrat.

Aparece ahora el Nano, nuestro Nano, con "Romance del Curro el Palmo" en
versión diferente a cuantas le hayamos podido escuchar. Le sigue "Los
macarras de la moral" sin Ginesa pero con los coros y palmas de Juan Aguiar,
"Princesa", aquella otra de Gil de Biedma, algunas de Benedetti, "Los
fantasmas del Roxy" con "Cantares" todos cantamos, y así una hora más hasta
que aparece "Mediterráneo" y volvemos a cantarla con él. Y para nosotros aquí
llega la apoteosis, hace un tierno guiño a Mari Carmen y discretamente le
lanza un beso. A nuestro alrededor todos lo constatan. Mari Carmen, Mari
Carmen, te ha reconocido...

Y el Nano se va. Y también sus músicos. Aplausos y más aplausos. Y vuelve.


Y también sus músicos. Desde todos los rincones aparecen peticiones, como si
esto fuera a la carta. Y el Nano cariñosamente dice “sigan, sigan que seguro
que aciertan”. "Una mujer desnuda y en lo oscuro" y dos más, una que no soy
capaz de recordar (no tomé ningún apunte) y un emocionante "Umbrío por la
pena". Y aquí abrazado a sus músicos en el borde del escenario se despidió en
lo que dábamos por definitivo. Pero los aplausos arreciaron y volvió
acompañado de su guitarra para despedirnos definitivamente con la siempre
bien acogida "Aquellas pequeñas cosas".

22
Gira “Cansiones”

Ciento treinta generosos e intensos minutos, a los que los serratianos


habéis de predisponeros a degustar.

Le esperamos a la salida. Le saludamos. Nos firmó el compacto y le


despedimos con unos crianzas y nos citamos para conciertos de ciudades
próximas.

Esto es lo que hemos sido capaces de preparar por encargo de nuestro


amigo Paco Martín, a quien esa misma noche, por teléfono, le dimos algunos
detalles de lo que habíamos disfrutado con Tarrés.

Concierto en el Teatro Chapí de Villena (Alicante)


22 de Octubre de 2000
Texto de Carles Gàmez (Valencia)

SERRAT, UN DOMINGO EN VILLENA


Joan Manuel Serrat de la mano de Tarrés pasó por tierras valencianas el
pasado domingo día 22 de octubre en el Teatro Chapí de Villena (Alicante).
Era su única cita por estos paisajes en esta primera parte de la gira de
"Serrat-Tarrés". Un teatro de "provincias" y una tarde otoñal en una ciudad
donde uno se imaginaba de un momento a otro ver paseando a Penélope por
una fría y solitaria estación de posguerra... Aclaremos de entrada que Villena
no cuenta con estación ferroviaria¹, de manera que nuestra Penélope, si la
hubiera, habría que conformarse con la estación de autobuses, un lugar
mucho menos poético que la calle mayor...

Cartel de no hay entradas, teatro a tope y tercera actuación de la gira. Hace


más de treinta años que asistí a un primer recital serratiano. Entonces tenía
diez u once años y la cita era en el Teatro Principal de Valencia. Serrat
presentaba las canciones machadianas y aquel sin duda estaba llamado a ser
el "concierto de mi vida". Me imagino y supongo por la edad que yo tenía
entonces, por ser mi primera noche teatral importante, mi primera velada
musical, y claro, Serrat: "La primera noche de Serrat en mi vida".

Han pasado años y conciertos, entre medio recitales felices, recitales


emotivos, recitales accidentados, recitales solidarios, etc. A pesar de que los
Reyes Magos hace tiempo que dejaron de venir de Oriente y que la vida -
como escribió el poeta Jaime Gil de Biedma- iba en serio, aunque uno lo
empieza a comprender más tarde, he de confesar que siempre que asisto a un
recital de Serrat me siento como aquel chiquillo, que desde el patio de
butacas miraba emocionado aquel soñador de pelo largo y grandes patillas.
Hay pocos artistas, pocos cantantes, con los que mantengo esta seducción
continua y estable. Marisol, por cuestiones sentimentales, Françoise Hardy,
por razones estéticas, y Serrat.

Decir que Serrat triunfó en Villena, regaló bises, saludó reiteradamente casi
parece una obviedad. El público, como me imagino que ocurre en casi todos
los lugares de esta gira, y de otras giras, mantiene una historia de amor a lo
largo de las dos horas que vino a durar el recital. Una historia de amor que
tendría sus momentos más dulces en los pasajes musicales más conocidos,

23
Gira “Cansiones”

aquí entre otras cantó, el "Romance de Curro El Palmo", "Los fantasmas del
Roxy", "Pare”, "Umbrío por la pena", etc. En la primera parte, aunque el recital
se desarrolló de un "tirón", Serrat nos ofreció las canciones del nuevo disco,
tangos, vallenatos, boleros en promiscuidad rítmica y melódica. En mi álbum
de honor el tango "Fangal" de Discépolo y los Expósito, un tango que no se
por qué a mi me recuerda aquel "De cartón piedra" de hace treinta años, una
canción que siempre he pensado que era un tango a medio gas... También
colocaría el bolero ranchera de Cantoral, "De un mundo raro", transformado en
balada de aires minimalistas.

El recital tendría su punto final con "Paraules d'amor" coreada por el público,
"Cantares" y "Aquellas pequeñas cosas". Pasaban las diez de la noche y
quedaban más de noventa kilómetros para regresar a casa...

¹ Hay un error en la apreciación de Carles Gámez: Villena sí tiene una estación de tren.

Concierto en el Teatro Circo de Cartagena (Murcia)


27 de Octubre de 2000
Texto de Miguel García Vernetta (Valencia)

VALIÓ LA PENA
El pasado viernes y habiéndome desplazado desde Valencia, asistí al
concierto que Serrat ofreció en Cartagena, y puedo afirmar como el titular de
esta crónica dice que realmente valió la pena el desplazamiento, aunque
después de muchos viajes siguiendo a Joan Manuel, debo decir que 'siempre
valió la pena'.

Esta vez fue la primera en que veía el nuevo montaje de "Cansiones" y la


impresión fue magnífica... El concierto se dividió en dos partes bien
diferenciadas; la primera, fue un recorrido por todos y cada uno de los temas
que componen el último disco "Cansiones" y debo decir, que las
interpretaciones de los temas en directo, mejoraban en muchos aspectos a las
del disco.

Con un montaje muy conseguido en cuanto a escenografía, al finalizar la


última canción de esta primera parte ("La Llamada"), se enciende el fondo del
escenario como si se hubiese hecho de día, haciendo los músicos en solitario
una maravillosa introducción instrumental de aproximadamente tres minutos,
durante la cual, tres cortinas negras tapan el fondo que anteriormente servía
para la primera parte.

A partir de ese momento, y arrancando con "Romance de Curro el Palmo"


comienza la segunda parte en la que nos encontramos con agradables
sorpresas que hacía muchísimos años no escuchábamos en directo y entre las
que destacaría la magnífica versión de "Umbrío por la pena".

El que suscribe, vio el primer recital de Joan Manuel, en octubre de 1.970


en el Teatro Principal de Valencia; como veis desde entonces ha llovido y

24
Gira “Cansiones”

mucho, puesto que en estos días se cumplen treinta años desde que llevo
viendo actuaciones en directo de Serrat en multitud de lugares diferentes.

Debo decir que a pesar de la enorme cantidad de conciertos vividos, el del


pasado viernes supuso una especial sorpresa, ya que puedo calificar el
conjunto de la actuación como de sobresaliente; destacaría principalmente, el
buen momento de voz de Joan Manuel, así como la magnífica formación de
músicos que le acompañan en esta gira, siendo especialmente relevante los
nuevos sonidos que aportan el bandoneón y el violín, incorporados este año al
grupo.

En suma, un concierto magnífico y que recomiendo vivamente a todos los


seguidores de Joan Manuel Serrat.

Concierto en la Plaza de Toros de Caravaca de la Cruz


28 de Octubre de 2000
Texto de Miguel Ángel Cintas e Inmaculada Fernández (Málaga)

EL AMO DE LA PLAZA
Fin de semana en Caravaca de la Cruz con el objetivo de escuchar al Nano.
Vamos desde Málaga. Así que nos hemos dado prisa en acudir a la Plaza de
Toros. Estamos impacientes por escuchar lo que Serrat o Tarrés tienen que
cantarnos y contarnos de su nuevo trabajo. Una hora antes no hay mucho
ambiente y Serrat está ensayando, así que nos quedamos escuchándole.

Abren las puertas de la Plaza de Toros, y conseguimos primera fila. Hace


bastante frío. El público acude poco a poco hasta llenar prácticamente el
aforo. Serrat iba a cantar para tres generaciones de gentes,
entremezclándose en el público familias enteras, desde la abuela hasta la
nieta. Se respiraba ese ambiente familiar que hay donde se conoce todo el
mundo y Serrat iba a ser uno más entre ellos. Una señora nos enseñó una
foto de Serrat con la letra de la canción "Manuel" que guardaba desde hace
casi treinta años y que iba a intentar que se la firmara. Su hija nos contaba
cómo le gustaba a su madre escuchar a Serrat.

Con diez minutos de retraso comienza el concierto. En el escenario, que


representaba La Habana, con el Bar Tarrés a un lado, sólo está Josep Más
"Kitflus" y aparece Serrat, con traje negro y camisa roja, entre los aplausos
del público. Serrat saluda y a la vez se excusa. Ha olvidado el auricular por lo
que se disculpa un momento. Reclama a los músicos que acudan a su puesto
y comienza con "Yo sé de una mujer".

Su concierto está estructurado en dos partes bien diferenciadas. En la


primera, a veces no sabes si canta Serrat o canta Tarrés, ya que incluso se
llevó el bar al escenario. "Era la ilusión de mi vida", dijo, mientras tomaba una
copa de vino después de cantar una de las "cansiones" de su nuevo disco. De
esta forma, Serrat, magnífico de voz, repasó uno por uno sus nuevos temas,
con algunas introducciones de las que hacen que éstos incluso ganen aún más
con el directo. Me gustaría destacar su interpretación de "Sabana", que a mi

25
Gira “Cansiones”

parecer aún no siendo suya, se adapta muy bien a su manera de cantar y


parece compuesta por él. El público escuchaba en silencio y aplaudía en el
momento justo, como si ya conociera todas las canciones.

Esta primera parte terminó con "La llamada". La gente pedía otra mientras
Serrat o Tarrés aclaraban que todavía había más.

Nos fuimos de La Habana y nos llevó Serrat a un viaje por el recuerdo para
hacer paradas en varias de sus canciones con "c". "Romance de Curro el
Palmo", "Umbrío por la pena" (de cuya interpretación me dio la impresión de
estar realmente satisfecho, como yo lo estaba de volver a escucharla), "Los
fantasmas del Roxy", entre otros, para terminar con "Mediterráneo".

El público pidió más y Serrat nos regaló "Princesa" y "Aquellas pequeñas


cosas". Alguien se acercó al escenario y le regaló una cruz de Caravaca. A mi
mujer, Inmaculada, por eso de la ubicación, el Nano le obsequió un clavel.

Concierto en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires


2 de Noviembre de 2000
Texto de Alicia Oschendorf (Montevideo)

CANSIONES Y CANCIONES
Ya desde el hall, la primera guiñada de Tarrés nos anunciaba que "El
espectáculo comienza puntualmente" ¡Puntualidad serratiana! Esto es algo
que va más o menos entre la media hora y los tres cuartos de atraso... Lo
justo para que las palmas marcadas como protesta se vuelvan aplauso
cerrado cuando se apagó la luz y entró Tarrés, ya con Kitflus en el escenario.

La escenografía, ese impresionante conventillo que puede ser andaluz o


rioplatense, con su restaurante Bar Tarrés, al que no le falta su mesa en la
vereda, sus copas y su botella de buen vino argentino, son el ambiente al que
van llegando los músicos, de a dos o de a tres, como amigos que entran a un
bar.

Serrat, que no Tarrés, nos da la bienvenida a este viaje de ida y vuelta, que
empieza con "Yo sé de una mujer". Sobrado de voz, cómodo, seguro, sin
sacarse la mano del bolsillo del pantalón. Hasta hubo unos amenazantes
pasos de baile, pero finalmente la única que bailó fue una silla que hizo girar
sobre una de sus patas. Bien respaldado por su nueva banda, compacta, a la
que el violín, la mandolina, y el bandoneón aportaron matices y color, sin
quitarle el sello inconfundible de Kitflus.

Luego vinieron "En la vida todo es ir", "Sabana", y la prueba de fuego,


"Fangal":

Uno de los mejores momentos del espectáculo. Se le notaba nervioso.


Apretaba un puño constantemente. Hizo una versión muy superior a la del
disco, en la que tal vez lo ayudó el ambiente de bar y no se ahorró algún
arriesgado dejo canyengue. Cuando llegaron los aplausos, lo que no le cabía a
Tarrés, era la sonrisa en la cara, y agradecía y agradecía. Estaba claro que no

26
Gira “Cansiones”

es Rivero pero que le alcanza y le sobra con ser Serrat. El largo camino entre
aquel "subí Gaita" de Troilo y este examen auto impuesto, no fue en vano.
Había cien tangos más fáciles y seguros y el "Gaita" decidió probarse a fondo.

Luego llegó "Tarrés", "Soy lo prohibido", La "Mazúrquica", con su


presentación esdrújula, con su breve clase de gramática y demostración de lo
bien aprendidos que se tiene los palíndromos, esas frases capicúas. En la
versión en vivo, el tema de Violeta Parra, no sufre nada ese pasaje violento
de la barricada en que la conociéramos al amable cafetín en que nos atiende
Tarrés.

Y llegamos al momento en que, ya más a sus anchas, y con el examen


aprobado, se sienta a la mesa del bar y nos confiesa, frente al Syrah de Finca
La Anita (buena elección aunque en Argentina siempre hay que preferir un
Malbec), su sueño cumplido de traerse el bar al escenario.

La afiatada, irreprochable versión de "El último organito", vale el trago y se


pone de pie para explicarnos "La maquinita", que sigue pita, pita y caminando,
aunque por el camino se le haya pegado algo de "Cada loco con su tema".

Con "Che Pikasumi", la verdad es que no nos hace ningún favor a los
uruguayos, que vamos desde siempre por el mundo explicando que nuestra
capital no es Asunción. ¡Y a este no se le ocurre nada mejor que despistar un
poco más anteponiendo a su tema en guaraní, un relato de Galeano! Uruguay,
Paraguay... Miren, hasta a mí me entra la duda, aunque desde ya aclaro que
si los paraguayos quieren a Galeano, se lo cambiamos por Roa Bastos con
mucho gusto...

Y llega "El amor, amor", donde nos queda claro que no va a bailar nunca,
jamás y en ninguna circunstancia. Cosa que reafirma sentándose en el
momento en que era obvio que tenía que bailar. ¡Carlos Vives está a salvo! Y
la versión de Serrat se salva también por eso mismo, porque no se despega
un ápice de la esencia del intérprete.

Faltan "El cigarrito", "De un mundo raro", que casi parece haber sido escrita
por él y para él, y "La llamada". Y el único resbalón de la noche resulta ser el
candombe, sin tamboriles, y con esa percusión metálica que le es tan ajena.
Despojada de su esencia, "La llamada" no es nada. Pero Serrat, sustituye con
entrega y arte las carencias, y todo queda entre amigos que disimulan y
recompensan igualmente con el aplauso.

La segunda parte, que no puede ser el doble o palíndromo de la primera,


porque acá llegan esas canciones que son desde hace tanto parte de la vida
de uno, que aunque Serrat las cante como siempre o mejor que siempre,
tienen el condimento de nuestras pasiones y nostalgias, de nuestras pequeñas
tragedias y felicidades.

Un "Curro el Palmo" un poco jazzeado, al que parece habérsele pegado algo


de la versión hecha con Alejandro Sanz, que está muy bien, está muy bien,
pero uno tiene tan pegada la otra en el alma, que no se resigna. La
entrañable "Los fantasmas del Roxy", sirve para hacer la presentación de sus
músicos. Se le ve muy propenso a los besos y abrazos, especialmente con
Kitflus.

"Una mujer desnuda y en lo oscuro", un recuperado e indescriptible "Umbrío


por la pena", que tal vez nos dio el momento de mayor comunidad entre
artista y público de la noche, "Los macarras...", "Dondequiera que estés",
"Mediterráneo" y "Aquellas pequeñas cosas", que reúnen el misterio de ser

27
Gira “Cansiones”

siempre nuevas aunque cargan con nuestras vidas desde hace tantos años, y
ese himno que es "Cantares" en el que casi no se oía la voz de Serrat.

"Por dignidad", que con sus virtudes no parece ser uno de los temas que se
ha ganado su lugar en el alma del público.

"Penélope" y "La saeta" son el resultado de una dura transacción entre el


artista y su público, después de varios minutos de "una más y no jodemos
más", él que si hay algo que no quiere es que su público no joda más, tanto
en el sentido rioplatense como español del término, otorga dos.

Y todo parece haber terminado, algunas señoras de un público que no es de


iniciados, se retiran. Pero las luces no se encienden y eso es un presagio. ¡No
hubo un tema en catalán! Y Serrat vuelve con Kitflus a saldar la deuda. Y nos
deja unas "Paraules" finales, para las que no hay adjetivos, y mucho menos
palíndromos.

Concierto en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires


3 de Noviembre de 2000
Texto de Noemí Gilda Giovagnoli (Buenos Aires)

OTRA FIESTA EN EL GRAN REX


Segunda noche en el Gran Rex. El mismo espectáculo, pero diferente por
los 3300 de la platea.

Las entradas para este día se pusieron en venta antes que las del jueves, y
todos pensamos que se trataría de la primera función de Tarrés en Buenos
Aires. Los fans que pasaron tres días en la Avenida Corrientes haciendo cola
en boletería compraron para esta función, igual que todos los que queríamos
la primicia.

El inicio formal del recital se demoró un buen rato, porque cuando apareció
Serrat y comenzó a juntar las cartas, flores y paquetes que ya le habían
dejado sobre el escenario, le acercaron otros muchos. Hubo tantas donaciones
para la “fundación del maestro Kitflus de ayuda a las muchachas
descarriadas” que tuvo que llevar una primera pila a la mesa del bar y seguir
juntando en el otro extremo del escenario, todo en medio de aplausos y
gritos.

Como el jueves, el set de cansiones de Tarrés-Serrat comenzó con una


breve introducción tras la cual se sucedieron “Yo sé de una mujer”, “En la vida
todo es ir” y “Sabana”.

Al igual que en su estreno porteño, se lo veía nervioso al arrancar con


“Fangal”, lo que confirmaron su sonrisa de oreja a oreja al recibir la
aprobación del público y su agradecimiento con un "muchas gracias" en el
micrófono, como sólo lo hace al despedirse en medio de los bises.

28
Gira “Cansiones”

Estas "cansiones" ganan en vivo. El ruedo mejora y pule, y ya hubo ensayos


y conciertos, pero lo principal es que en vivo se suman los gestos,
expresiones y el clima que quiso darle a cada tema.

Llegaron “Tarrés”, “Soy lo prohibido”, “Mazúrquica modérnica”, “El último


organito”, “La maquinita”, “Che pykasumi” (con una cita previa de Galeano), y
“El amor, amor”, uno de los momentos de mayor adhesión del público, que se
unió con palmas y festejó los pasos de baile que intentaba el Nano.
Completando el disco: “El cigarrito”, “De un mundo raro” y “La llamada”, con la
que Tarrés se va, se va… dando paso a Serrat.

Serrat nos trajo el “Romance de curro el Palmo”, con nuevos arreglos,


seguramente nacidos del dúo con Alejandro Sanz. No está mal, pero gusta
más el viejo Curro, ese que nos acompañó por un cuarto de siglo.

Siguieron “Los fantasmas del Roxy”, “Una mujer desnuda y en lo oscuro” y la


sorpresa de la noche: “Umbrío por la pena”, estreno para los que sólo pudimos
verlo en vivo a partir del 83.

A continuación “Los macarras de la moral”, saludos para Ana Belén, presente


en la sala, y “Dondequiera que estés”.

Primer coro de la noche con “Mediterráneo”. Esta vez con un bandoneón,


que va con la canción, tanto como que los 3300 nacidos junto al río color de
león, que en muchos casos ni conocen el Mediterráneo, griten al cantar el
estribillo que nacieron allí.

Durante “Princesa” algunos problemas técnicos, que se sucederán hasta el


final, molestándolo y provocando miradas furiosas hacia bambalinas.
“Paraules d'amor” con un siseo acompañándolo que hacía presumir que, si nos
hubiésemos animado, podríamos haber revivido una noche catalana
terminando la canción nosotros solos.

Ya con el final acercándose, más “platos fuertes”, “Fiesta” cantada de


principio a fin por el público y con los consabidos NOOOO después de “se
acabó” y “el sol nos dice que llegó el final”. Poniendo un poco de calma,
“Aquellas pequeñas cosas” y nuevamente coro completo con “Cantares”, con
los estribillos sólo a cargo del público. Como broche de oro, “La saeta”.

Con cansiones o canciones, con Serrat ganándole a Tarrés (o no), otra


fiesta serratiana en Buenos Aires.

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Gira “Cansiones”

Concierto en el Velódromo de Montevideo


8 de Noviembre de 2000
Texto de Alicia Oschendorf (Montevideo)

UN RECITAL ATÍPICO QUE SÓLO PUDO


SUCEDER EN MONTEVIDEO
Los que hayan visto "El cielo sobre Berlín", de Wim Wenders, están al
corriente de que algunos ángeles han decidido bajar y andan entre nosotros.
Que Columbo, aquel bizco y mugroso detective que hacía Peter Falk, es uno
de ellos. Anoche, sin dudas, en Montevideo nos encontramos con otro.

El sol y las nubes habían librado una batalla desigual durante todo el día,
que sobre las ocho de la noche, no terminaba de resolverse. Para peor, la
organización en el Velódromo no era para recomendar a los amigos y mucha
gente peregrinaba en busca de sitios que no existían o encontraba a su doble
en el asiento que creía suyo... Parecía que los organizadores quisieron llevar
el juego de Tarrés y Serrat al extremo de que hasta las entradas tenían su
palíndromo.

Una hora de esto, en la que Serrat salió, empezó el show, y viendo que el
respetable no se calmaba, preguntó "¿Tenéis problemas?". Cuando constató
que sí, salió del escenario, anunciando que volvería cuando estuvieran
solucionados. Pocos minutos después, se anunció por los altavoces, que los
que no encontraron su asiento podrían reclamar el importe de la entrada y
que igualmente se podrían quedar, en otro sitio, claro, como invitados.

Joan Manuel Serrat lleva treinta y tantos años por esos escenarios de Dios,
y por los que no son de Dios también, según dice. Se le conoce como
cantautor, esto quiere decir algo que no alcanza a explicar su verdadero
oficio. Además de cantor y compositor, Serrat es un excepcional comunicador,
opinador y componedor de líos. Un alquimista que lo mismo transforma unas
nubes en estrellas, un guardia de seguridad en solícito recogedor de
correspondencia, y hasta logra que los jerarcas invitados, cedan sus asientos
de privilegio a los ciudadanos de a pie que habían pagado su entrada.

Otros misterios cercanos a un milagro ocurrieron anoche. No hubo negros


en el escenario, pese a que estaba anunciada la presencia del Lobo Núñez, al
menos en la prensa. Así que podemos seguir teniendo por bueno que en los
conciertos de Serrat no hay músicos invitados, cosa que parece ser una
norma de la casa. Sin embargo algo pasó. Nan Mercader debe haber
aprovechado la tarde para hacerse una transfusión de sangre negra en alguna
esquina del barrio sur, porque "La Llamada" sonó mucho mejor que en Buenos
Aires. No era una cuerda de tambores, pero nunca una batería estuvo tan
cerca.

¡¡¡Y Serrat bailó!!! Festejó cuanto había para festejar, en un diálogo


permanente con el público, incluso interrumpiendo más de una canción para
aconsejar, conversar o gastar una broma. Se tiró al piso para alcanzar un vino
y alguna mano. Acunó un oso de peluche. Se envolvió en una bandera

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Gira “Cansiones”

uruguaya, y fueron transcurriendo los temas, más o menos en el mismo


orden que en Buenos Aires, un poco más conversado.

Con el último acorde de "Yo sé de una mujer", apareció la luna entre unas
nubes. Y no quedaba ni el recuerdo de las dificultades del comienzo. Arregló
todo, menos la eliminación del Barça. No se olvidó de celebrar que la fiesta
fuera en un velódromo, y recordó su afición al ciclismo.

Y si se me permite salir de la mera crónica, quiero meterme en el lío de


decir que hay un mito de acuerdo al cual, Serrat, es casi una creación de
Ricard Miralles, y que con Miralles se fueron las musas. Anoche oímos una
"Dondequiera que estés" a la altura de las mejores composiciones de los
mejores tiempos, que ya va haciéndose su sitio entre los clásicos, y a una
banda sólida, dirigida por un pianista de puta madre, a la que desde aquí le
digo: "¡Chapeau!". Músicos de primera, todos ellos, sustentando a un artista
que trabaja arreglos complejos, que no son para cualquiera, que es Serrat y
que no puede ser ningún otro, porque es irrepetible, se ponga como sea los
calcetines.

Concierto en el Polideportivo de Mar del Plata (Argentina)


13 de Noviembre de 2000
Texto de Oscar Carrizo

TARRÉS ACOMPAÑÓ A SERRAT


EN MAR DEL PLATA
Noche extraña en Mar del Plata, una primavera que no llega, una lluvia
molesta, y Joan Manuel Serrat cantando para unas 5.000 personas, nada
menos que un día lunes laboral en esta ciudad.

El concierto estaba anunciado para las 21:00 horas y a las 21:05 Josep Mas
"Kitflus" (cada vez más sólido) se sentó sólo en el piano para comenzar sus
primeros acordes y Joan Manuel apareció sin ningún tipo de sorpresas en el
escenario. Un escenario que fue de lo más logrado en producción que le he
visto al Nano. Este simulaba ser un barrio de Latinoamérica, o del Poble Sec.

Pantalón negro, remera y saco del mismo tono, enfrentó a su público y dio
la mejor explicación de Tarrés-Serrat:

"Muchas gracias, ¿cómo están, bien?. Buenas noches, bienvenidos todos a


este viaje, que como las canciones que van a escuchar, es también un viaje
de ida y vuelta... y gracias por acompañarnos, porque en estos dos, es
fundamental ir bien acompañado. Tener con quien compartir el pan, el vino, la
risa... y la música... Gracias por estar aquí... por eso es que Tarrés y Serrat
siempre viajan juntos, por la cosa de la compañía, porque solos... ¿cómo les
iría solos?... son sus mejores enemigos, también son imprescindibles el uno
para el otro en los viajes.

Así como hay gente que al regreso de sus viajes trae valijas llenas de
ceniceros, de cajitas de cerillas... o de esas horribles bolas de vidrio que

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Gira “Cansiones”

siempre tienen algún monumento local, ¿se fijaron?, y que cuando les das la
vuelta nieva... Pues Serrat y Tarrés se dedicaron a ir por ahí, recogiendo
canciones... Bueno, exactamente, cansiones... Cansiones, que forman lo que
podríamos llamar el disco blando de su memoria sentimental... utilizando un
término informal. Cansiones que gustan de gozar y de tocar con los amigos de
la mesa del fondo aquí presente (saluda a sus músicos que ya están todos en
el escenario) Cansiones que forman el néctar de sus vidas, de las de Tarrés y
Serrat. El perfume de sus maravillosas, intensas, y etílicas noches
compartidas..."

Y comienza el desfile de canciones que estarán divididas en dos partes, la


primera es íntegramente de "Cansiones" y la segunda una vuelta por sus
éxitos de siempre... y siempre nos quedaremos con las ganas de escuchar
alguna canción.

La primera parte estuvieron compuestas por: Yo sé de una mujer, En la vida


todo es ir, Fangal, Tarrés, Soy lo prohibido, Mazúrquica modérnica, El último
organito, La maquinita, Che pykasumi (con una hermosa introducción de un
poema de Eduardo Galeano "Memoria del fuego"), El amor, amor, El cigarrito,
De un mundo raro (una versión con un corte intimista inenarrable) y La
llamada.

Esta primera parte a mi parecer fue muy lograda, me animaría a decir que
mejor que en la placa discográfica, no sé sí por sus explicaciones o por el
magnetismo propio de Joan Manuel.

Llega el primer intervalo con la banda de ocho músicos a fondo, desaparece


la escenografía del conventillo para convertirse en el clásico fondo negro de
un concierto de Serrat.

Regresa el Nano al escenario y va desgranando una a una sus canciones


clásicas: Romance de Curro, "el Palmo", Penélope, Por dignidad, De cartón piedra,
Los fantasmas del Roxy (presentación de los músicos en medio), Dondequiera
que estés, Mediterráneo, Princesa... y los bises: Lucía, Cantares, Me gusta todo
de ti, y cerró con Aquellas pequeñas cosas... mientras se escuchaba en el
techo del micro estadio la lluvia que acompañaba a Serrat como sí estuviera
tocando en el living de nuestra casa.

En definitiva, un concierto prolijo y cuidado en todos sus aspectos. Para


terminar, lo más extraño, en los tantos vivos que vi de Serrat, no cantó
Fiesta... aunque Tarrés-Serrat sin duda fueron una fiesta.

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Gira “Cansiones”

Concierto en el Estadio Cubierto de Unión de Santa Fe (Argentina)


15 de Noviembre de 2000
Texto de Patricia Hase (Santa Fe - Argentina)

UN AMOR RENOVADO
Era el día en que se conmemoraba la fundación de la ciudad, pero fue
laborable, los bolsillos, con la crisis económica, estaban bastante flacos y para
que el desafío fuera mayor, esa noche se jugaba también el partido
Argentina-Chile por las eliminatorias, y como en este país viven tantos
argentinos, que acostumbran en tales circunstancias a quedarse frente a
algún televisor viendo el partido, no sabíamos qué ocurriría con el público
serratiano.

Siempre tengo la idea de que nadie es capaz de amar tanto, ni ser tan fiel a
Serrat como yo, y aunque los hechos parecen indicar lo contrario siempre
mantengo esa ilusión, por eso en cada recital me sigo sorprendiendo… Ni el
partido, ni la desocupación que golpea a este país ni la falta de dinero que nos
aqueja a todos, impidieron que el Estadio estuviese absolutamente lleno.

No voy a hablar de los temas que cantó porque ya todos los conocen. La
escenografía me pareció lo mejor que he visto y creó un clima que a más de
una mujer (inmensa mayoría del auditorio) nos dieron ganas de subir a bailar
un tango con el Nano, la más osada se le animó y lo invitó desde la platea,
pero él con la caballerosidad de siempre contestó:

"Sé que me pierdo de mucho, pero también me salgo de mucho... y, la


verdad es que al tango lo bailo como el culo..."

Fue un espectáculo no sólo de cansiones sino de muchas palabras, algo muy


disfrutado por todos, por mi parte creo que las introducciones que hace a sus
temas, merecen grabarse para poder escucharlas en casa.

Los músicos, excelentes, pasaron la gran prueba de acompañar a alguien


tan particular y de renovar los clásicos ante un público atento que, en su
mayoría conoce cada nota de los temas convertidos casi en himnos. Después
de tantos años de tener grabado en los oídos y en el alma el sonido de
Miralles, necesitamos tal vez algo de tiempo para adaptarnos al cambio. Pero,
Serrat no se equivocó, y a esta altura Kitflus ya tiene un lugar de honor en la
historia serratiana.

Lo mejor que puedo decir del espectáculo es lo que comentaba la gente a la


salida. A muchos, este año se les hizo muy difícil poder adquirir su entrada,
por eso tal vez lo que más se escuchó fue "valió la pena", y creo que esta
frase resume lo que fue esa noche, que no decepcionó a nadie: nos fuimos
llenos de Serrat, agradecidos, con nuestro romance intacto, con nuestro amor
renovado, y con ganas de llevarnos a casa a Tarrés, hasta que vuelva
(deseamos que sea pronto) "nuestro" Serrat.

33
Gira “Cansiones”

Concierto en el Estadio Cubierto de Unión de Santa Fe (Argentina)


15 de Noviembre de 2000
Texto de Nicolás Ernesto Ravetti (Santa Fe - Argentina)

EL RITO DE SIEMPRE, ESTA VEZ EN


SANTA FE DE LA VERA CRUZ
Otra cita obligada para la vasta feligresía serratiana que habita esta ciudad
de la llanura argentina, que -además- está de cumpleaños (427 años de la
fundación). Ya tendrá Serrat un saludo afectuoso para Santa Fe, a la que
calificará de hermosa y entrañable, y hasta bromeará sobre la fundación: dirá
que él no tiene la más mínima responsabilidad, a pesar de que tiene un vecino
suyo que se llama Juan de Garay, y que no cree que tenga algo que ver, que
es un buen tipo, muy cuidadoso con la familia, que manda los chicos al
colegio.

Hoy estamos -unas seis mil almas entusiasmadas, "entregadas de


antemano"- en el Estadio Cubierto Club Unión para conocer personalmente a
Tarrés, y vivar al Serrat de siempre. La emoción me embarga de entrada. Al
tener frente a mis ojos la deslumbrante escenografía... esa calle pintoresca de
La Habana (porque es -finalmente- La Habana, ¿no?)... balcones, ventanas,
columnas, carteles,... colores, colores.

A horario, Serrat hace su aparición sobre el escenario sin sorpresas. De


negro formal, nada de chalequitos ni bombines. El público -de pie- aplaude a
rabiar (lo hará en más ocasiones), y él nos da la bienvenida y nos invita a
emprender ese viaje de ida y vuelta que comprende las trece canciones
latinoamericanas más Tarrés. Ríe la gente con ganas cuando explica que
Serrat y Tarrés se dedicaron a recolectar canciones a diferencia de la gente
que vuelve con las maletas llenas de ceniceros, de cajitas con cerillas... o con
esas horribles bolas de vidrio que siempre contienen un monumento local y
que cuando les das vuelta nieva... les haces tuc, tuc... y siempre nieeeva.

Abre el recital con "Yo sé de esa mujer". Seguro, tranquilo, con una mano
en el bolsillo. Intacta su voz. Luego viene "En la vida todo es ir", que conecta
perfecto con la mítica "Cantares", "Sabana", esa hermosa canción al terruño y
el tango "Fangal", aquí no le quito los binoculares de encima. "¡Caraaay...!".
En medio de "Fangal", una voz joven grita: "¡Viva el tango!" y me emociona.
A continuación, y después de cerrados aplausos, nos cuenta que Enrique
Santos Discépolo decía que el tango era un sentimiento que se baila... es,
entonces, cuando una señora muy resuelta le larga: "¡Yo quiero bailar con
vos!". Entre risueño y divertido, el Nano le contesta: "Pooobre infeliz...".
Estalla en risas el público otra vez. Serán muchas sus ocurrencias a lo largo
de la noche, y todas festejadas.

Llega "Tarrés", para seguir retratando a ese bandido indeseable pero


indispensable, "Soy lo prohibido" y la destacada cansioncica "Mazúrquica
Modérnica" de Violeta Parra. Sentado ahora a la mesa del bar, previo jugarnos
el tierno chiste de que ha cumplido el sueño del pibe al traer el bar al
escenario, nos entrega su impecable versión de "El último organito". "¡Cuánto
sentimiento... si parece el polaco!"¹.

34
Gira “Cansiones”

Y llega el corrido "La Maquinita". En su prólogo, y por las características de


la letra, recomienda a la gente, a los espíritus sensibles que los hay, que
prudentemente se retiren de la sala y se desplacen a sus hogares... a la
casita, al hogaaar, la familia, la paz, el reposo... prendan la televisión... vean
"Crónica" (el más sensacionalista y temible de los noticieros argentinos).
Risas, muchas risas.

Tras la dulce "Che Pykasumi", suena "El amor, amor" y aquí el público
bailotea sentado y hace palmas. Serrat mismo se permite unos movimientos
pudorosamente sensuales y la concurrencia femenina se expresa con fervor.
Faltan "El cigarrito", "De un mundo raro", que me toca el corazón y me llena los
ojos de lágrimas, y "La llamada". Por allí había leído que el candombe en vivo
difería notablemente del compacto, por la imposibilidad de reemplazar la
participación de Hugo Fatorusso y La Calenda Barrio Sur. Pues no noto
absolutamente nada de eso. Y hasta lo actúa como lo había imaginado.
Disfrutamos a mil...

Se va Tarrés bajo una lluvia de aplausos. Se desarma la escenografía y,


mientras los músicos interpretan una música que me resulta una vieja
conocida, calmo a algunos a mi alrededor que -desesperados- creen que la
fiesta se termina.

La segunda parte es, será... ¡sacramental!." Llegan esas gemas sin tiempo.
Serrat abre con "Romance de Curro el Palmo". De golpe, extraño la
introducción original, pero -en cambio- me enamoro de las inflexiones nuevas
que le imprime a las palabras en estos versos: "Ay! quien fuese abrigo, pa
andar contigo", "entre cantares por soleares"..., "canta sus males por
celestiales". Y después, esa desafortunada niña tan mimada por nosotros:
"Penélope". El público musita la letra como un suave coro, y, sobre el final,
delira, ocasionando un verdadero desbarajuste de aplausos y gritos.

Ahora, un descanso. Recibe una nota con el nombre de... ¡sus perros!. El
Nano, desconcertado. Aclara que el "chico" no se llama Damián, se llama
Demian... Demian Mastropiero (deduzco que le gustan Les Luthiers), y el otro
no se llama Brahms... se llama Gregorio Brahms. Nos lo dice por si tenemos
que escribirles... o cualquier cosa, para que les llegue la correspondencia.
Porque a ellos les gusta recibir cartas del extranjero, coleccionan sellos... son
filatélicos y les encanta..., ¡aunque luego se las coman! Aplausos, risas,
aplausos.

Seguidamente, nos envuelve el especial romanticismo (¿o erotismo?) de


"Una mujer desnuda y en lo oscuro", esa bella poesía del querido Mario. A
continuación, Kitflus pone en marcha "Por Dignidad", pero Serrat -para mi
sorpresa- indica otra cosa. Y viene "Umbrío por la pena". Casi ni respiro. El
silencio se corta con cuchillo. No podría haber sido más grande la
recompensa, y éste es el momento cumbre para quien escribe esta crónica.

Siguen "Los fantasmas del Roxy" y "Dondequiera que estés"... sin echar al
fuego ni uno solo de los besos que me diste. Muchos aplausos, siempre
aplausos... Hay una chica que le ha estado gritando: "¡Mi pooollo!" toda la
noche. Tierna. Otra, seguramente más osada, le ha largado varios:
"¡Potrooo!". Ahora, empieza la clásica "Mediterráneo", esa que me hizo amar
un mar lejano sin conocerlo. Al concluirla, se escuchan incontables "¡Bravo,
Nano!". Silbidos. Los aplausos son sostenidos y estridentes. La ovación se
extiende, exactamente, tres minutos.

El primer bis es "Princesa". Ya abandoné mi butaca 3 en la fila 7 y estoy


agolpado contra el escenario, rodeado de mil y más hermosas muchachas de

35
Gira “Cansiones”

la pampa gringa. El Nano les besa la mano cual caballero, y ellas... mueren.
¡Grande, genio... maestro... genio!! Hay, por todos lados, alaridos de
felicidad, y el reclamo desesperado: "¡Otra, otra!".

Él se sienta en el taburete -que me parece otrora hizo de Benito- y, muy


cerca de Kitflus, nos acaricia con "Lucía". Y aquí, permítanme..., dejando de
lado cualquier tipo de objetividad, estamos escuchando la canción de amor
más bella que jamás haya sido escrita.

A todo esto, he disparado mi camarita, en un intento por retener estas


imágenes, queridas imágenes. La ovación es grande y, ahí nomás, llega
"Fiesta"... puro gozo, memoria, figuras de la poesía. Cantamos todos, casi
desaforadamente. "¡El Nano no se va... no se va... El Nano no se va!" grita el
Polideportivo entero.

Vuelve para regalarnos una canción -a su decir- bien veterana, que escribió
no sé en qué período de la historia de la Humanidad (otra fina humorada), y
que se titula "Cançó de matinada". Serrat saluda, acompañado de sus músicos,
y todo el público está de pie aplaudiendo. El recital ha terminado,
inexorablemente.

Me voy solito, entre transido y alegre, por esas calles de Santa Fe


haciéndome esa misma pregunta de siempre: ¿cómo es posible?... ¿cómo
puede un mismo hombre reunir tantas calidades... carisma, estilo, prestancia,
talento, inteligencia, agudeza, originalidad, sencillez, intuición...? Y su voz
seguirá resonando como singular e infinito eco en algún lugar de mi corazón,
aun cuando por hoy se haya apagado en su garganta la última nota de la
última canción.

¹El Polaco — referido a Roberto Goyeneche, un bastión del tango con sentimiento.

Concierto en la Cancha de Rosario Central (Argentina)


16 de Noviembre de 2000
Texto de Darío Biselli (Rosario)

UN LUJO PARA EL ALMA Y EL OÍDO


Con la excusa de presentar su último trabajo, "Cansiones", Joan Manuel
Serrat pasó por Rosario renovando el idilio con su público.

Ante más de 15 mil personas, Joan Manuel Serrat demostró una vez más
por qué es uno de los artistas que siguen convocando a tanta gente.

Con un espectáculo soberbio, fino y lleno de imágenes americanas, el


catalán renovó el idilio que mantiene con el público rosarino, y obviamente,
argentino.

El concierto se dividió en dos sets bien diferenciados. Luego de su aparición


sobre un escenario que intentaba reflejar un conventillo en el que se podía
apreciar claramente el Restaurante Bar Tarrés -álter ego del español que no

36
Gira “Cansiones”

dejó de citar a lo largo del concierto- el catalán comenzó su faena con "Yo sé
de una mujer". Gran interpretación de una bella canción de amor, dejando
entrever que la noche sería maravillosa.

Luego llegaría una seguidilla de temas pertenecientes a la última placa, en


la que sobresalieron "El último organito", "La maquinita", "El amor, amor", un
vallenato devenido en aires flamencos y "Che Pykasumi", una hermosa
canción, basada en una leyenda guaraní. Aquí Serrat citó previamente a
Eduardo Galeano y una de las páginas de su libro "Memorias del fuego".

Sentado en una mesa de cantina, con una copa de vino, Serrat o Tarrés
aseguró que la posibilidad de traer el bar al escenario era realmente "el sueño
del pibe", lo que generó un aplauso general del público, compuesto por varias
generaciones de serratianos que abarcaban desde chicos de 12 años junto a
sus padres, entonando las canciones de generaciones que crecieron con
aquello de "Mediterráneo", "Aquellas pequeñas cosas" y Penélope" a señoras
cuarentonas que no cesaron de piropearlo.

Haciendo constantes alusiones a su doble Tarrés, fue contando intimidades


de cómo era la convivencia con un tipo vago, noctámbulo, adepto a
trasnochar y mujeriego. Dejando en claro finalmente que era Serrat quién
debía soportar las resacas y las culpas de las correrías de Tarrés.

"La llamada" cerró la primera parte del show, un candombe maravilloso que
recrea los anuncios del Carnaval montevideano.

Luego de un pequeño intervalo, apareció nuevamente en escena para


deleitar con temas que sorprendieron a más de uno al no ser canciones que
Serrat acostumbra a interpretar en sus recitales. "Romance de Curro el Palmo",
"De cartón piedra" y "Penélope", las tres de brillante factura interpretativa y
las que más me conmovieron (perdón por el tinte personal que me permití en
esta parte de la crónica).

Más tarde llegarían "Lucía", "Aquellas pequeñas cosas", "Por dignidad",


"Dondequiera que estés", "Princesa" (estos dos temas quizá los regaló como
una pequeña disculpa por su ausencia involuntaria del año ‘98, cuando debió
suspender la función por una lluvia inoportuna).

Para el final nos regalaría "Cantares" a dúo con el público, "Fiesta" y un bis
que no estaba previsto: cuando Serrat y sus músicos ya se habían despedido
y salido nuevamente dos veces a obsequiarnos sendos bises, ya casi al borde
de la escalera que los depositaría en los camarines, el Nano, en un gesto que
lo pinta de cuerpo entero, decidió volver sus pasos hacia el escenario para
ahora sí, cantar la última canción. "Cançó de matinada", una de sus primeras
composiciones, tema en catalán que el mismo se encargó de aclarar
irónicamente que todos los presentes la entenderían por ser rosarinos, pero
que el problema lo iban a tener los oriundos de la localidad de Las Parejas,
pueblo natal de Jorge Valdano, amigo del Nano. Luego de esta humorada,
pidió que escuchen la letra con los "oídos del corazón", que son los únicos que
no mienten.

Serrat paseó nuevamente su magia por Rosario. Quien estas líneas escribe,
no logró contener algunas lágrimas al escuchar a este verdadero juglar, un
tipo que podría ser tranquilamente nuestro vecino o un tío de esos de los que
te encariñas muy fácilmente.

37
Gira “Cansiones”

Concierto en el Estadio Chateau Carreras de Córdoba (Argentina)


18 de Noviembre de 2000
Texto de Nicolás Ernesto Ravetti (Córdoba - Argentina)

ESTAR EN LA GLORIA
Córdoba está de fiesta. Se prestigia, se engalana la cartelera de
espectáculos de la ciudad mediterránea con la llegada del músico y poeta más
grande del mundo hispano: Joan Manuel Serrat. Ya tendrá Serrat, en algún
momento de la noche, palabras de agradecimiento por el cariño de los
cordobeses. ("¿saben? nuestro corazón está en esta ciudad..."), aunque no
dejará pasar por alto que no todas fueron rosas, que también ha habido
espinas ("los altibajos", las corridas, nuestros vengo-voy del pasado")¹

Hoy, unos cuantos miles de cordobeses estamos... en la gloria, no importa


que mañana el destino nos devuelva a la vida que nos tocó en suerte. A esa
cotidianeidad latinoamericana tan surrealista de la que nos hablará Serrat
esta noche, antes de cantar "La Maquinita".

El día arranca temprano, con el diario local abierto de par en par sobre la
mesa: "Serrat presenta a su amigo Tarrés". Y el "Nano" cantando "Las moscas".
Acuerdo por teléfono cómo vamos a llegar hasta el Estadio Chateau Carreras
(construido para aquel olvidable Mundial de Fútbol 1978, situado a unos
kilómetros de la ciudad). "¡Vení!... pero no abrís la boca, ¿eeeh?" me intima
mi amiga Isabel. Lo que sucede es que, desde que llegué de Santa Fe, le he
estado pasando tantos detalles del recital que la pobre teme perder el don de
la sorpresa.

A las ocho y media estoy en su casa y partimos. Bien temprano. Llegar al


estadio para un evento de estas características puede implicar una angustiosa
caravana de autos que se mueve a paso de hombre. Y a uno se le crispan los
nervios. La noche está calurosa y serena, y el Chateau -majestuosamente
iluminado, allá, adelante- semeja la araña de un salón imperial. En el camino,
me limito a decir todo el tiempo "Van a disfrutar muuucho"... y "¡Hoy canta el
Maestro!". Ese gramo de locura del que habla Serrat.

Ya estamos en la fila 2 del sector V.I.P. (horrorosa denominación). Falta un


rato todavía. Todo el trámite insumió menos de lo esperado. Charlamos y nos
tomamos fotos con la deslumbrante escenografía detrás. Isabel prueba mis
binoculares y exclama "¡Ay...oooh!, pero si es como si todo se me viniera
encima!". Nos reímos sanamente de una admiradora que está más allá -
parada sobre su silla-, que ha entablado conversación con otros y que a
cualquier pregunta responde... ¡con letras de Serrat!. Será insufrible esta
mujer durante el transcurso del recital. Se pondrá de pie cuando todos nos
sentemos y viceversa. De repente, recuerdo que es la misma que tuve a mi
lado hace dos años, y con la que tuve algunas palabras porque coreaba todo.
Una señorita cordial (de la tarjeta auspiciante) nos invita con gaseosa y yo no
puedo con mi genio "¡Lechón nos tendrían que invitar!", y aquí necesito
aclarar que por estas plateas hemos pagado impúdicos cien pesos (cien
dólares), siendo Córdoba el punto de la gira donde acude un espectador al
precio de dos.

38
Gira “Cansiones”

Se oscurece el estadio y se calientan las palmas. De golpe, en la popular


hay corridas que asustan. Los sectores que -podría pensarse- ocuparía el
público de la clase media están literalmente vacíos (metáfora viva de la
realidad argentina) y, entonces, la gente corre peligrosamente, tratando de
ganar algunos metros de cercanía. Cuando desde allí divisan a Serrat y los
músicos enfilando, en la penumbra, hacia el escenario, el murmullo deviene
en hermoso griterío. El recital está por comenzar y se palpa la emoción en el
aire. Hay fuego en mi alma. Serrat pone pie en el escenario. El público lo viva
con fervor, y él nos saluda con una reverencia. Viejo hechicero, que cruzas
todos los mares, que atraviesas todos los tiempos. Siempre tan artista y tan
digno.

Abre con "Yo sé de esa mujer", y luego se suceden, con prólogos y


aplausos, una a una, las otras trece canciones que integran "Cansiones" (2).
Esas que él ha definido como "unas pocas plantas aromáticas recolectadas en
el inmenso jardín que es Latinoamérica".

Entre una y otra canción, nos enseña qué es gramaticalmente un


palíndromo: "Amor a Roma", "Dábale arroz a la zorra el abad". Y se viene una
silbatina feroz cuando cita otros ejemplos menos simpáticos, tales como
"Menem", "Oro", "Soros"... El público disfruta con el juego y el Nano lo sabe.
También, por supuesto, nos explica quién es ése tal Tarrés. Nos cuenta que
cuando él lo define palíndromo, Tarrés lo mira cabrero, como si le hubiese
faltado a la madre, en cambio, sonríe contento cuando lo trata de
noctámbulo, alcohólico, caótico. Pero aclara que, en el fondo, Tarrés tiene un
corazón magnánimo, espléndido, simpático, romántico. Aunque parece que le
deja mucho trabajo: consolar a las mujeres que se dejaron engañar ("...eso
Serrat lo hace voluntariamente...") y cargar con la resaca porque "Tarrés
nunca tomó ni un Alka-Seltzer". Cierra dejando en claro que ambos se
necesitan simbióticamente, que sin el tal Tarrés esta maravillosa vida no
tendría absolutamente nada que valiera la pena ser vivido.

Una instancia graciosa. Durante la interpretación de "El cigarrito" -tan


simple y tan dulce- que generaría un momento impresionante en Santiago de
Chile por ser la tierra de Víctor Jara, nos reímos mucho, no de la canción -por
favor- sino de la ocurrencia de unas diez señoritas de la fila 3 que a cada "ay,
ay, ay me querís..." de Serrat gritan al unísono, en medio del silencio, un
atronador "¡Síííí!". Como para que no queden dudas.

La segunda parte del recital es, seguramente, la más esperada por los
serratianos. Llegan esas historias sin tiempo, las incuestionables canciones de
siempre, esas que hemos atesorado, que nos gustan, y nos emocionan
tanto... que ya no reparamos en el sonido deficiente ni en la estafa de la que
hemos sido objeto por parte de los organizadores. Comenzando por "Romance
de Curro el Palmo", "Una mujer desnuda y en lo oscuro", "Cançó de matinada",
"Umbrío por la pena", "Los fantasmas del Roxy", "Dondequiera que estés",
"Mediterráneo" y, ante el reclamo desesperado, llegan los bises... "Princesa",
"Lucía", "Fiesta" para regodeo de todos. Aplausos a raudales.

El recital toca su fin. Este público, que lo ha consagrado a cada paso con su
admiración y cariño, lo ovaciona y quiere más. Sorpresivamente, Serrat -que
ya ha abandonado el escenario junto a sus músicos, y se está retirando del
estadio- vuelve sobre sus pasos, sube y se dispone a cantar una más, que sí
será la última. Es que es difícil no sentirse vulnerable ante una tribuna repleta
de gente eufórica que lo sigue con la mirada, no cesa de corear su apodo
cariñoso "¡Naaanooo... Naaanooo!" y lo saluda sacudiendo su diestra como si
la fuera a perder."

39
Gira “Cansiones”

Y la última será esa pieza de antología, la contundente "Cantares". La alta


poesía de Machado inunda de voces el Chateau "... golpe a golpe, verso a
verso...". Todos cantamos eufóricos, emocionados... En la popular, muchos
prenden sus encendedores. Imborrable postal serratiana.

Nos vamos felices, más que reconfortados, procurando bajar del "setè cel"
(ése que hemos engendrado en nuestras cabezas)..., tratando de dejar la
gloria..., con las retinas y los oídos cargados de Serrat. Ahora, todo parece
haber concluido... ¿concluido?"

¹ — Se refiere al recital de junio del 95, fallido por la sobreventa de entradas. Al año siguiente, Serrat
ofreció un excelente recital gratuito.

2 — Ver crónica del concierto del pasado miércoles en Santa Fe de la Vera Cruz.

Concierto en el Estadio Mundialista "Malvinas Argentinas" –


Mendoza, 20 de Noviembre de 2000
Texto de Eduardo José Hernández (Mendoza)

UNA NOCHE INOLVIDABLE


Ha vuelto Serrat al magnífico escenario situado al pie de la imponente
cordillera de Los Andes, al Estadio Mundialista "Malvinas Argentinas" de la
provincia de Mendoza. El mismo lugar donde en 1984, por primera vez cantó
Joan Manuel Serrat ante mendocinos y miles de chilenos que cruzaron la
cordillera para poder escucharlo -nunca olvidaré aquella impresionante
interpretación que hizo de "Yo pisaré las calles nuevamente". También es el
mismo escenario donde estrenó "Utopía" en el año 92. Desde entonces nos ha
visitado seguido para el deleite de todos sus seguidores.

Este lunes 20 de noviembre se vivió una noche que quedará en el recuerdo


de las más de 10.000 personas integrantes de varias generaciones que se
dieron cita para renovar la benevolencia interior que su personalidad y su
canto nos provoca.

Todo contribuyó para alcanzar la excelencia en esta noche, desde lo


inmanejable por el hombre, cielo totalmente estrellado, sin viento,
temperatura ideal, pasando por la iluminación, escenario, sonidos y el calor
del público ansioso, alegremente preparado para recibir su poesía.

En mi opinión el espectáculo fue EXCELENTE. Con un recibimiento


largamente aplaudido nos invita a meternos en este "viaje de canciones de
ida y vuelta". La presentación introductoria que hace de Tarrés y de cada una
de sus canciones le da un valor agregado importantísimo para lograr convertir
con su magia, en algo muy agradable aquello que nos hubiera pasado
desapercibido en un primer momento.

Empezando con "Yo sé de una mujer", para luego tomar asiento y seguir con
"En la vida todo es ir", "Soy lo prohibido", y tras el juego de palabras que
explican la doble identidad que todos llevamos, de cumplir con el sueño de

40
Gira “Cansiones”

llevar el bar al escenario, tomarse un buen vino -justo en esta tierra donde se
elaboran los mejores vinos del país-, de mostrarnos ese lado lúdico, que se
despierta en la noche cuando él se duerme, le canta a "ese tal Tarrés", que él
considera imprescindible para su vida, porque "cuando él no está, se
atraganta el licor, los amigos se van y no me quiere mi amor". Cantar desde
la mesa del bar "El último organito" lo hace mejor en vivo que en la grabación.
El retorno a Chile en esdrújula con Violeta Parra y la "Mazúrquica modérnica".

Un clima especial de paz y meditación se alcanza al interpretar "Che


Pykasumi". Y así continúa con todos los temas, presentándolos sintiendo como
siempre cada verso, con simpatía ante un público que festeja y que a esa
altura está totalmente conquistado.

Por eso, uno valora en toda su dimensión el sentido de las letras que está
por escuchar y él lo destaca otorgando a esta presentación exclusividad ya
que divide claramente el recital en dos partes, una para Tarrés y otra para el
Serrat clásico, incluso con escenografías diferentes.

El acompañamiento musical fue excelente, la calidad de Kiflus quedó una


vez más demostrada, sobre todo con la incorporación del bandoneón, el
acordeón y la mandolina.

Con "Romance de Curro El Palmo" abre paso a los temas más conocidos,
empezando a tejer en forma progresiva, lazos de unión afectiva con el
público, con un sentir cada vez más difícil de desprender.

De manera que su entrega va cayendo poco a poco en una trampa sin


salida, de la cual no puede irse y fue condenado a salir nuevamente al
escenario por siete veces, convirtiendo el final en un delirio de "nunca tener
bastante".

Un momento de profunda emotividad y seriedad, fue cuando dedicó un


tema especialmente para los padres de Sebastián Bordón, adolescente que
durante un viaje de fin de curso año por la zona sur de nuestra provincia,
estuvo detenido en una comisaría de la cual "desapareció" y fue encontrado
muerto, después de varios días de búsqueda. A raíz de este hecho se
encuentran detenidos y están siendo juzgados varios miembros de la Policía
provincial. La canción dedicada fue "Niño Silvestre". Una vez más la
demostración de su coherencia y su compromiso con la justicia, las libertades
y los derechos humanos.

La canción mejor interpretada fue "Aquellas pequeñas cosas" sólo con


guitarra en uno de los bises.

En síntesis, una fiesta inolvidable que nos alimentó el alma y el oído, para
revivirla en las almohadas... que nos deja con mucha nostalgia hasta llegar al
próximo encuentro.

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Gira “Cansiones”

Concierto en el Estadio de Atlanta de Buenos Aires


25 de Noviembre de 2000
Texto de Noemí Gilda Giovagnoli (Buenos Aires)

CANSIONES ATLÁNTICAS
Un recital de Serrat en un estadio es diferente. El sonido de un teatro es
lógicamente mejor, pero el clima de fiesta que se vive en una cancha es
incomparable.

El día empieza temprano, con el campamento en las inmediaciones de la


Cancha. Todo es muy organizado: los primeros en llegar (en este caso a las 8
de la mañana) van armando una lista de la cola, que permite idas y venidas
respetando los turnos. Se lee el diario, se toma mate, se come como en un
picnic, y se cambian chismes. La cola también sirve como punto de encuentro
con viejos compañeros de espera, que comentan sus experiencias de esta
gira.

Ya dentro del estadio, el mismo decorado de toda la gira, sólo que sin
superponer paños como en el escenario del teatro, y con dos pantallas a los
costados, que mediante tres cámaras compensaban con primeros planos a
aquellos que estaban más lejos. Los espectadores, según los distintos diarios
oscilaron entre 17.000 y 20.000.

Como en toda la gira, la primera parte fue dedicada a presentar


“Cansiones”. Comienzo con “Yo sé de una mujer”, “En la vida todo es ir”,
“Sabana”, “Fangal” (ya confiado, después de un mes de cantarla en distintas
ciudades argentinas), y “Tarrés”.

Tal como se rumoreaba, en “Soy lo prohibido” apareció la primera invitada


de la noche, Adriana Varela, que no estuvo a la altura de los acontecimientos.
Más allá de una entrada a lo diva y el rechazo del público, su interpretación
no quedará en la historia. Al comienzo incluso fue difícil saber que estaba ahí,
y Serrat no llegó a presentarla ni antes ni después. Besos varios, pasos de
baile, ramo de flores al final, y Serrat preguntando si Tarrés había estado
bien.

Siguiendo con la rutina de Cansiones, “Mazúrquica modérnica” fue


precedida por la introducción en la que habla de palíndromos y esdrújulas.
Como novedad citó entre los palíndromos al ex presidente Menem,
provocando las esperadas reacciones del público que lo llevaron a cerrar el
griterío diciendo: “será lo que sea, pero es un palíndromo, eso es innegable”.

Había llegado la hora de un segundo invitado, esta vez aprobado por el


público. Después de mencionar el sueño cumplido de llevar el bar al
escenario, y ya sentado a la mesa, contó:

“He quedado aquí, con un ser humano que es especialmente sensible. Es lo


que diríamos, tanto artística como humanamente, un hombre en el mejor
sentido de la palabra, bueno. Bueno, la verdad es que del que es amigo, pero
amigo, amigo de verdad, es de Tarrés. ¡Siempre este cabrón escoge lo mejor!

42
Gira “Cansiones”

Tiene unos amigos envidiables. Y fue a Tarrés al que se le ocurrió la idea de


darle la responsabilidad de los arreglos cuando Serrat trató de cantar tangos.
Entonces dijo: “Si no te lo arregla Mederos no te lo arregla nadie”.

Entró Rodolfo Mederos, ovacionado, le sirvió su copita, “como si fuera el


programa de Dolina”, y asistimos a una magnífica versión, en bandoneón y
voz, de “El último organito”.

Los aplausos estallaron antes de la repetición del último verso, pero Serrat,
después de repetirlo, hizo una señal de silencio mirando al bandoneón de
Mederos, que consiguió que el estadio completo escuchase hasta la última
nota para aplaudir recién después.

Más cansiones: “La maquinita” y “Che pykasumi” con las introducciones que
vienen acompañándolas en toda la gira, y “El amor, amor”, esta vez con
Marcela Morelo, en un dúo que no aportó demasiado, pero tampoco llegó a
molestar, quizás por el clima “festivo” de la canción.

Cerrando la primera parte, “El cigarrito”, “De un mundo raro” y “La llamada”.
“Se va, se va, pero nosotros nos quedamos”, dijeron Serrat y Tarrés. Sin
retirar la escenografía, a diferencia de los otros recitales y con la bonita
melodía de “No hago otra cosa que pensar en ti” como fondo, se dispusieron a
presentar a los amigos de la mesa del fondo, y a su invitado especial, Víctor
Heredia, otro de los bien recibidos por el público.

Esta canción la cantó Tarrés. Fue teñida de miradas de precaución cada vez
que era Heredia quien decía: “No hago otra cosa que pensar en ti” y, para
confirmar que era Tarrés quien cantaba, esta vez el vecino no hacía otra cosa
que rascarse la bragueta. Heredia usó un atril al que recurría para ayudar su
memoria. En ese momento sonó extraño, pero faltaba ver lo que vendría
después.

Siguió “Romance de Curro El Palmo”, con el público cantando y


resistiéndose a los nuevos arreglos, y llegó el momento más temido de la
noche: “A ver, ¿quién sabe decirme cuál fue la primera canción que Serrat
cantó en América?” ¡Penélope! Esto hace unos cuantos años. La verdad es que
fue un éxito considerable. Lo que realmente es impresionante es que cerca de
30 años después esta canción volviera a tener un éxito importante y
prendiera en generaciones más jóvenes.

Esta justificación basada en el “éxito” dio paso a Diego Torres, que insistió
en desnaturalizar la canción, forzándola a ese tono monocorde que supo
imprimirle. Como si todo lo que temíamos fuese insuficiente, hasta se
equivocó en la letra.

Tratando de volver todo a su cauce, en medio de pedidos, y tras explicar


que sólo era necesario que coincidiese lo que nosotros pedíamos con lo que
ellos planeaban tocar, llegó “Lucía” y fue, como siempre, uno de los puntos
más altos del recital.

A continuación, otra de las que no estuvieron en todos los recitales de esta


gira, “Me gusta todo de ti”, y el siguiente invitado, precedido de una
adivinanza, rosarino, hincha de Central: Fito Páez.

Previniéndonos sobre lo que vendría, Páez le agradeció por enseñar a


escribir en castellano, y avisó: “Tú tienes una banda de borrachos y yo me
emborraché ahí atrás”. Sólo eso puede explicar la versión de “Aquellas
pequeñas cosas” que perpetró al piano y con su voz peor que nunca.

43
Gira “Cansiones”

Como un coro de más de quince mil voces no podía desafinar más que
Páez, “Cantares” fue interpretada casi íntegramente por el público. Durante la
mayor parte Serrat se limitó a dirigirlo, hasta tuvo compañía en el recitado.

Había que calmar un poco los ánimos, y eligió la intimidad de “Dondequiera


que estés”, para volver a otro pico del show con la última invitada, Ana Belén,
y “Mediterráneo”.

Ya en tren de bises siguieron “Princesa” y “Cançó de matinada”. En esta


última se le notó sorprendido porque el anuncio de una canción en catalán
fuese aplaudido desde las primeras líneas del campo, y repitió la ya habitual
explicación sobre los hábitos catalanes, que los llevan a hablar en catalán,
cantar en catalán, etc.

Para terminar esta fiesta faltaba precisamente eso, “Fiesta”, cantada por
todos a coro y con los consabidos ¡NOOO! después de “se acabó” y “el sol nos
dice que llegó el final”. Había que respetar ese pedido, y para que ese no
fuese el final, hubo una más: “La saeta”.

Al día siguiente lo esperaba todavía un Gran Rex (postergado por el paro


general), pero esta noche “atlántica” sonó a despedida. Fins aviat, Serrat!

Concierto en el Central Court de Tenis de Santiago de Chile


28 de Noviembre de 2000
Texto de Hernán Sepúlveda U. (Santiago)

SERRAT FUE VISTO EN UN BAR DE


SANTIAGO, JUNTO A TARRÉS Y UN
GRUPO DE MÚSICOS AMIGOS
Los catalanes conversaban y cantaban animadamente con algunos chilenos que
se integraron a la tertulia. Al final del encuentro, los chilenos congregados en
torno al cantante, hicieron un desaire, difícil de olvidar para el artista español, y se
quedaron cantando sólo con su amigo.

En un bar instalado en el medio de un estadio de tenis, en la ciudad de


Santiago, fue divisado el cantautor español Joan Manuel Serrat. En el lugar se
dieron cita, el artista, junto a un grupo de músicos y un extraño amigo
conocido como Tarrés.

En medio de la animada conversación, matizada con canciones


latinoamericanas, escogidas por Tarrés, un número significativo de lugareños
se fue sumando a la reunión. El bar era pequeño, por lo que el resto de los
contertulios se fue ubicando en las gradas del estadio. Así surgió este
encuentro íntimo entre los españoles y más de cinco mil chilenos que gozaron
de la conversación y las "cansiones".

El ambiente de complicidad y familiaridad sólo se vio alterado cuando


Kitflus, inició los acordes de "El cigarrito" del cantautor chileno Víctor Jara. Los

44
Gira “Cansiones”

cinco mil asistentes, luego de un emocionado silencio, comenzaron a entonar


la simple letra de la canción, prendiendo antorchas de fuego que dieron un
marco impresionante a la interpretación de Serrat. Al final un electrizante
aplauso del público (todos de pie), seguido de un emocionante aplauso de
Serrat mirando al cielo. No se aplaudían entre ellos. Los chilenos y el español
aplaudían a Víctor Jara, el cantor popular asesinado en el gobierno militar.
Fue un digno invitado a una tertulia que adquirió una gran solemnidad en ese
momento.

Posteriormente, Serrat y sus amigos ofrecieron al público chileno algunas


de sus canciones tradicionales. El bar fue reemplazado por un telón negro que
destacó la figura del cantante. "Mediterráneo", "Umbrío por la pena", "Lucía" y
"Princesa", entre otras, fueron las canciones del repertorio de la segunda
parte. Serrat quiso terminar su presentación con "Fiesta", pero el público
chileno no se lo permitió. Varias veces debió volver al escenario, para
entregar sus canciones más conocidas. Finalmente Serrat, pese a la
insistencia del público, no quiso salir de nuevo. Los asistentes contrariados al
no ver aparecer a su ídolo en el escenario, decidieron llamar a su amigo
Tarrés, coreando insistentemente su nombre. Serrat, desconcertado, volvió a
su Hotel y Tarrés, guitarra en mano, junto al piano de Kitflus se quedó con el
público hasta pasada la medianoche.

Mañana a la misma hora se juntará el grupo de amigos en el mismo bar


para seguir conversando y entonando canciones.

Concierto en el Polideportivo León Coundou de Asunción (Paraguay)


2 de Diciembre de 2000
Texto de César González Páez (Asunción)

LO ESCUCHAMOS CON
LOS OÍDOS DEL CORAZÓN
Joan Manuel Serrat se vistió de traje negro para enfrentar al numeroso
público que se dio cita en el León Coundou a quienes, por otra parte, ya los
tenía en el bolsillo desde antes de comenzar su espectáculo. Es interesante
observar que la gente que fue a verlo fue completamente variopinta, desde
adolescentes que le gritaban que cantara "Penélope", hasta aquellos que lo
escucharon y crecieron con él: nos referimos a esa franja que va de los
cuarenta a los sesenta.

Cuando Serrat apareció en el escenario lo primero que hizo fue advertir el


pésimo sonido del local. "Es tan difícil como cantar adentro de una cacerola",
se disculpó. Pero, de todos modos, ya estaba encendido el hechizo que genera
este hombre, que tiene un registro de voz que es su sello personal y por su
bien ganada fama de gran compositor.

Serrat enciende la fantasía de muchos espectadores -en especial de las


espectadoras, como debe ser, ya que era su público mayoritario-. Esto ocurre
por desgranar, más que todo, una sinceridad natural y un sentido del humor

45
Gira “Cansiones”

que puede abrevar en lo político, o en los aspectos cotidianos en los que


estamos sumergidos todos, y que van que desde los arrebatos o alegrías en el
amor hasta la tristeza saludable de los que sufren de melancolía.

Serrat es un artista que canta para el público, claro está, pero es de esos
casos singulares que en realidad canta para cada uno de los que están
sentados en la platea. Cada canción suya el espectador la lleva incorporada a
sus propios recuerdos. ¿Quién no ha entonado alguna vez una de sus
canciones? Desde "Lucía", un himno para ciertos enamorados, hasta las más
recientes como "Princesa" en donde se destila su acento narrativo. Porque
Serrat, en sus múltiples temas, nos está contando historias en donde destila
sinceridad y por ese motivo llegan mejor. Cuando un artista se da de esta
manera espontáneamente natural, pero con contenidos, es muy difícil que el
público lo ignore y lo olvide.

Serrat cantó una canción "Matinada" en catalán y como bien suponía que
muchos no lo entenderían pidió que escuchen la canción "con los oídos del
corazón".

Pero vayamos por el principio, es decir por la presentación de los temas que
Serrat recopiló del cancionero latinoamericano en su álbum "Cansiones" que
tituló con esa deliberada falta de ortografía como para indicar que son
canciones que recopiló en la noche, en la informalidad de las mesas
compartidas con amigos. Ninguna le pertenece, pero les imprimió su estilo y
adaptó algunas para que sonaran con su sello de balada, como el caso de
"Che Pykasumi", la canción más aplaudida, por jugar como local y por esa
singularidad de escuchar al "Nano" cantando en guaraní. Este tema resurgido
por la varita mágica de su fama, será, creo, un himno para defender ante los
estrados internacionales de la UNESCO que la cultura guaraní sea declarada
Patrimonio Intangible de la Humanidad.

A pesar del mal sonido que no permitía escuchar algunas de las anécdotas
que desgranaba preludiando cada canción, Serrat tenía "carta blanca" que da
el entusiasmo por volverlo a ver en un concierto, primero con las "Cansiones"
de su nuevo álbum, luego por un recorrido por sus temas emblemáticos como
"Mediterráneo", "Una mujer desnuda" cuya poesía pertenece a Mario Benedetti
o uno de los temas más recurrentes de su repertorio, "Retrato", cuya letra
pertenece al poeta español Antonio Machado.

En su recital Joan Manuel Serrat jugó con la idea del doble, ese reprimido
que todos llevamos dentro. Él, según parece, ha terminado por comprenderlo
hasta llegar a afirmar que "no sería nada sin él y él nada sin mí". "Todos
tenemos un doble -sostuvo el autor de "Tu nombre me sabe a hierba"-,
ustedes tienen el suyo, yo tengo a Tarrés". Ese tal Tarrés es su contracara, su
apellido al revés. "Hay palabras que se leen igual del derecho y del revés",
ese doble hace todo lo que Serrat como hombre serio no haría. Sale de
parranda, canta con sus amigos, molesta al vecindario, deja una mujer
desconsolada y cuentas sin pagar.

En un momento del recital Serrat se sentó en una mesa de bar y bebió una
copa de vino, dijo que se había sacado el gusto que quiso darse alguna vez:
llevar un bar al escenario. Pero claro, le echó la culpa de eso al tal Tarrés.
Cada canción de Serrat fue celebrada con estridentes aplausos. Se los
merecía y retribuyó el entusiasmo del público saliendo varias veces antes de
concluir su espectáculo.

Interesante y llamativo el fondo del escenario que reflejaba "una esquina


cualquiera", con el bar y las casas antiguas conviviendo con rascacielos. El

46
Gira “Cansiones”

público juvenil le pedía que cantara "Penélope" que es una canción que ha
prendido mucho en ellos gracias, entre otras cosas, a la versión de Diego
Torres, pero el "Nano" -como le llaman sus amigos- hizo oídos sordos, ¿habrá
sido por el mal sonido?

Concierto en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid


9 de Diciembre de 2000
Texto de Manuel Moreno (Madrid)

SOLO y UNO
Entre los tejados se escondía el sol, en ese color de espera larga que
barrunta besos y abrazos.

La Luna, camino de llena, Lucía con unos ojos de caramelo, dulce y terca,
frágil y severa, despidiendo perfumes de regaliz y gominolas.

Alguien acababa de volar a diez mil metros sobre el mar, pensando en


ellas, queriendo llegar.

Es tiempo de lluvia, cabellos mojados y un paraguas para tres en este


Madrid de sueños. Mañana, seguro, seguirá sorprendiéndonos.

Hoy hace frío, no se ven chicas riendo por la calle. En las escaleras del
circo donde el hombre que hace reír, llorar, y a un tiempo doma leones y hace
mortales sin red atrapando notas ya desconocidas, afina su sangre,
esperamos en un ritual que sólo nosotros comprendemos.

En la espera, una Candela que sólo con caminar baila, aunque él no esté, ni
tampoco su contrario.

Y una burla del destino, porque ahí dentro, mi Helena, -nuestra Helena,
Paco-, suena como una catedral de canciones que funde las teclas de los
pianos y arrasa las mejillas de dolor mientras temblamos al raso.

Menos mal que desde el Cono Sur llegan cariños telefónicos...

Y se abre la carpa de los milagros y todos entran ordenadamente y sólo


algunos vamos de acá para allá, preguntando, mirándonos, hablándonos
como si aquello fuera un parto, y la familia, y los amigos esperaran noticias
nuestras.

Y todo se dispone para este cantar de los cantares que será viento del
pueblo.

Empezaste nombrando con el alma a una mujer, yendo siempre a lo que ni


el tiempo ha podido deshacer.

47
Gira “Cansiones”

Mañana, cuando te vayas, nos dejarás tan solitos... y volveremos a la


mugre de vivir tiraos aunque hoy nos rompieras las penas.

Viniste y no estuve, llegaste y me fui. No son nada sin ti, no eres nadie sin
ellos.

A la piel se nos agarran los besos que dimos ayer y que tal vez, jamás
comentaremos, guardándolos más por codicia que por estar prohibidos. Tu
cómica mímica de histriónico impúdico didácticamente arrastró las sílabas en
esa melódica y dérmica crítica. A las dos, quedamos todos en José Luis. No se
quedó sin voz el alma del suburbio y siguió cantando canciones. Todo esto
nos sucedía, sin saber cómo ni cuando, y su música seguía aliviándonos las
penas que nos estrujan el alma.

Ni siquiera entonces nos acordamos de la muerte. Voy a hacerme un


cigarrito, y si te acuerdas de mí, no me menciones, sólo siente la llamada que
pasa y se va.

Y entonces sacó su animal a las tablas, y comprendí la esencia de su astuta


farsa, pues fue entonces cuando empezó a llovernos en el corazón, mientras
un sol de abril nos dolía en los ojos. Sí, llueve y hace sol, porque nos has
bordado en la boca la vida y la muerte, desbaratándola. Y si algunos nombran
a sus hijas con tus letras, yo me hice amigo de un gos d'atura, aunque de
pastor sólo tenga la pena. La pena, Miguel, tu desayuno, que este hombre
sublima hasta el hartazgo, haciéndome llorar tras romperme la garganta.

Y ya, después, nada me importa. Ni fachadas desplomadas en la acera, ni


tu alma de marinero, ni los besos que no echaste al fuego, ni siquiera la
Virgen subiendo al Cielo, porque a ti no te matan ni el tiempo ni la ausencia.
Hoy, el poeta peregrino de labios cantores, si ha tenido doble, habrá sido de
vino, pues él nada más es él, cuando está solo.

¹ SOLO y UNO — El título de la reseña es un verso del poema "Umbrío por la pena", ausente en la
versión grabada, y que quiere definir lo que es el concierto: Sólo Serrat, y uno, sin dobleces.

Sobre la pena duermo solo y uno,


pena es mi paz y pena mi batalla,
perro que ni me deja ni se halla,
siempre a su dueño fiel, pero importuno.

48
Gira “Cansiones”

Concierto en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid


12 de Diciembre de 2000
Texto de Javier Moreno (Madrid)

GRACIAS, SERRAT
No me considero demasiado imparcial para escribir una crónica sobre el tal
Serrat/Tarrés, pero ya que me lo ha pedido un amigo -Paco Martín, que
tampoco es imparcial- haré un intento.

El evento comenzó -como no podía ser menos- con algo de retraso, pero
no por culpa del anfitrión... es que es inevitable que haya que esperar a que
lleguen todos los que son y... se sienten... Detrás de nuestros asientos, Aute,
Forges y Candela; delante de nosotros Ricardo Miralles, nada más y nada
menos y para el que Serrat tuvo unas palabras de saludo. Casi dos horas de
concierto... ejecución musical perfecta -excepto el batería que en un par de
canciones se desmadró con los "beats" de caja-... ejecución vocal perfecta de
Joan Manuel... ¿Qué más se puede pedir?...

Pues... no lo sé, pero a mis amigos y a mí - casi todos de 47 para arriba - y


casi todos presentes también en el teatro Albéniz en 1999 cuando Serrat
presentaba Sombras de la China, nos pareció que la comparación dejaba un
pelín devaluado este concierto del año 2000. Quizás sea porque tenemos el
gran defecto de comparar lo que no se debe comparar, porque este último
trabajo del maestro sea un poco monocorde, porque no conocíamos
suficientemente las canciones que contiene, o porque para los puristas del
sonido, el Palacio de Congresos no tiene la acústica del Albéniz o del
Monumental o... yo qué sé..., pero el hecho final es que nos sigue gustando
más que nada y más que nadie.

La primera parte fue dedicada en exclusiva a su último trabajo Cansiones,


y fueron catorce, nada más y nada menos todo el CD. La voz de Serrat -como
nunca en estos últimos años- perfecta. Sabiendo que ha ganado en graves y
cuando tiene que cortar los agudos, es un placer oírle interpretar, decir,
bromear o tomarse casi una copita de vino de las dos que le puso el camarero
del bar Tarrés. ¿Nadie se atreve a tomarse la otra copa con él?... Yo estuve a
punto, pero me dio corte el tener que hablar si me preguntaba algo.

La segunda parte comenzaron las lágrimas, por lo menos las mías cuando
comenzó Cançó de matinada. Años hacía que no se la escuchábamos en un
escenario, y fue precioso remontarnos treinta y dos años antes.

Ya nos dimos cuenta enseguida de que el concierto de "las viejas" no iba a


ser el de siempre... Umbrío por la pena, Penélope, Romance de Curro El Palmo,
ésta en una versión algo diferente de la que nos tiene acostumbrados. Y al
final, cuando parecía que todo iba a terminar con Mediterráneo e incluso
Candela se iba, Joan Manuel sorprendió a todos con un tercer bis en el que se
quedó solo en el escenario a mano y en lo oscuro, que es como a todos sus

49
Gira “Cansiones”

fans nos gustaría tenerlo, con esa guitarra que no tiene agujero y cantando
Aquellas pequeñas cosas. Apoteosis final y además, mi mujer, Alicia, pidió a
Candela el programa que no teníamos y ella, muy amable y con una sonrisa,
se lo dio.

Si hay alguna cosa clara en esta vida de farándula, es que muy pocos
artistas sacrifican las grandes taquillas de las plazas de toros, pabellones de
deportes, etc... por las audiciones en sitios pequeños, y aunque tengamos que
pagar la localidad algo más cara, pero es que... a Joan Manuel SERRAT hay
que escucharle así... ¡Gracias!

Concierto en el Cine Coliseum de Barcelona


19 de Diciembre de 2000
Texto de Albert Fibla (Barcelona)

BONA NIT, TARRÉS


Seguro que fue Tarrés quien escogió el Coliseum. Debió recordarle a Serrat
lo bien que les fue en el 72, cuando presentaron en ese mismo escenario el
disco de Miguel Hernández. Al Nano le parecería bien la idea: no hay lugar
mejor para una digna presentación en sociedad de su 'otro yo' en la ciudad
que le vio nacer que el viejo teatro de la Gran Vía, que ha funcionado como
cine en los últimos años.

El caso es que allí estábamos otra vez Barcelona y él. Y su doble. Y yo


mismo. Y los músicos apareciendo a cuentagotas. Y mi piel de gallina cuando
sonaron las primeras de notas de "Yo sé de una mujer". Luego, desfilaron, por
este orden, "En la vida todo es ir", "Sabana", "Fangal", "Tarrés", "Soy lo
prohibido", "Mazúrquica Modérnica", "Che Pykasumi", "El último organito", "La
maquinita", "El amor, amor", "El cigarrito", "De un mundo raro" y "La llamada".
Colgadas de ese decorado que parecía continuar en las paredes del teatro, las
'cansiones' saludaron al público barcelonés juntitas, en la primera parte del
espectáculo. Y juntitas se ganaron su sitio en el repertorio serratiano.

Luego, llegó la hora de levantar a los recuerdos y al público de los asientos.


"Helena", esa obra maestra, abrió la segunda parte. Tras ella, "Temps era
temps", "Perqué la gent s'avorreix tant" y "Pantalons llargs", el poema de Salvat
Papasseit, para degustación de los muy serratófilos. El Nano, que un par de
días antes había anunciado que su próximo disco será en catalán, ofreció un
repertorio cargado de canciones en la lengua en la que empezó a cantar,
como siempre que juega en casa. Eso sí, antes de los bises, tres temazos en
castellano: "Los fantasmas del Roxy", "Dondequiera que estés" y "Mediterráneo".

"Pare", "Cantares", "Lucía" y "Paraules d'amor" terminaron de saciar el


hambre de 'lo mejor de Serrat' al respetable que, del mismo modo que
celebró cada nota de los clásicos, supo dar la bienvenida a la apuesta, tan
arriesgada como acertada, de las catorce nuevas 'cansiones' de Juanito.

50
Gira “Cansiones”

Concierto en el Cine Coliseum de Barcelona


22 de Diciembre de 2000
Texto de José Luís Villanueva (Barcelona)

ÉL PONE LA VOZ. NOSOTROS,


LA CARA DE SATISFACCIÓN
Ayer fui a ver a Tarrés. No lo conocía pero, una vez más, me sorprendió la
personalidad de Serrat como ser humano y como artista. No hace falta insistir
en lo que todos sabemos de él.

De entrada, poder disfrutar de su talento en un teatro-cine antiguo ya es un


privilegio. Luego enseguida te das cuenta que Joan Manuel estaba en su casa,
con sus amigos, sus vecinos...

Siempre he pensado que es uno más de mi familia, su voz ha sonado en mi


casa desde que era un crío (ahora tengo 40 años) y ayer era como si fuera mi
familia la que lo iba a visitar a él.

Curiosamente, este clima familiar se notaba nada más entrar al patio de


butacas.

La presentación escénica era preciosa. Las cansiones de Tarrés iban


sucediéndose con una fluidez inusual, teniendo en cuenta que son tan
recientes. Yo iba pensando en que se agradece la profesionalidad y el buen
hacer de la gente con quien se ha sabido rodear. Los músicos son excelentes,
los encargados de la estenografía, el sonido y la luz merecen la misma
consideración. Joan Manuel cantó muy bien, expresivo y en forma. La verdad
es que las cansiones son muy buenas y muestran la capacidad de este artista
para asimilar y transmitir una sensibilidad universal.

Cuando se hizo de día en el escenario y Tarrés se fue a dormir apareció


Serrat. Y empezó con "Helena", una de mis favoritas, y creo que una de las
más difíciles de interpretar en directo, como esa aria de las óperas que
siempre ponen a prueba el estado de forma del solista. Escogió pequeñas
joyas en catalán como "Per què la gent s'avorreix tant?" o "Pantalons llargs" de
Salvat Papasseit.

Pero para mí, una vez interpretadas las clásicas del repertorio, lo mejor de
la noche fue la recuperación de la antigua "Cançó de bressol": "por la mañana,
rocío, al mediodía calor...", el homenaje a su madre. Nunca se la había oído
en directo. Vi y oí llorar de emoción a algunas personas que estaban a mi
lado, entre ellas a mi madre, que también es aragonesa. Creo que esa
canción resumió lo que significa Joan Manuel para muchas personas. Es el
amigo, el hermano, el hijo, el padre, el compañero de nuestros mejores y
peores momentos.

Serrat fue generoso con el momento de la despedida. Ese momento que


nunca queremos que llegue en sus conciertos. Me pareció que a él también le
daba pena despedirse de nosotros.

51
Gira “Cansiones”

Una noche excelente en todos los sentidos. Creo que, una vez más, Serrat
nos ofreció algo más que un buen concierto.

Joan Manuel, gracias por tu música, tu poesía y por ser como eres.

Concierto en el Cine Coliseum de Barcelona


24 de Diciembre de 2000
Texto de Francesc Serrat (Barcelona)

CANSIONES POCO ANTES


DE LA CENA DE NAVIDAD
Era domingo y detrás de los cristales llovía y llovía. En realidad, estaba
lloviendo desde el lunes anterior en que Serrat, fuera de toda publicidad y
contratado por una firma automovilística había ofrecido el pre-estreno de sus
"Cansiones" en el Cine Coliseum de la Gran Vía de Barcelona, reconvertido en
teatro. Lo del pre-estreno, al que asistieron unos 1.300 agentes distribuidores
de Volkswagen trascendió por un anuncio de la propia firma aparecida en la
prensa con una foto de la fachada del teatro y un primer plano del nuevo
modelo presentado. Aunque no venga a cuento, lo cito para que serratistas o
serratianos sepan que no fueron seis sino siete los conciertos ofrecidos en
Barcelona.

Asistí al último de la tanda. Era domingo y como decía, llovía. En las calles
barcelonesas, detrás va la gente, comprando los últimos detalles para la cena
de Nochebuena. Los últimos regalos. ¿Acaso mejor regalo, -pensé para mis
adentros observando el trajín- que el concierto al cual me disponía a asistir?

En la platea, fila 14, se acariciaba la brisa de una imaginaria plaza de


pueblo grande (por los grandes edificios que asomaban detrás de las primeras
paredes de cartón o tela). La platea olía a fiesta y elevando la mirada hacia
los anfiteatros parecía una fiesta más juvenil, con más alegría, contrastando
un poco con la rigurosidad de los ocupantes de una platea tranquila, con una
media de edad rondando los 40 ó 45 años.

La plaza del pueblo con el rótulo del Bar Tarrés estaba al descubierto hasta
que empiezan a salir músicos, vestidos de negro, con aire despreocupado,
lejos del rictus de otras actuaciones. Ello induce a pensar que
premeditadamente nos acercamos a la hora de la fiesta de Tarrés. Un grupo
excesivamente formal y salido de un conservatorio jamás acompañaría a
Tarrés. Nos atrae en especial, por sus aires desenfadados el músico Juan
Aguiar, violín, mandolina y voces.

Sale Tarrés, saluda y copiando a Serrat, en su buena educación, desea


felices Navidades "no vaya a suceder que luego, con eso de las emociones, a
uno se le olvide..."

Pocas variaciones en el resto. Ya saben los lectores de esta página las


"cansiones" que componen la primera parte del concierto.

52
Gira “Cansiones”

En este punto he de confesar, muy subjetivamente que si bien es cierto que


soy de los que acepta Cansiones más por pertenecer a la factoría Tarrés-
Serrat que por su resultado, en su puesta en escena me cautivó totalmente.
Me rindo a las versiones, al guiño de Tarrés buscando publicidad, incluso en
aquellas "cansiones" que en disco se me antojan aburridas. Perdón.

La segunda mitad, interpretada a renglón seguido con la única separación


de una composición de Kitflus con iniciales referencias a temas de Serrat,
pero que luego siguió por otras inspiraciones jazz-rockeras. Al mismo tiempo
unas telas inmensas de color negro iban cubriendo todo el decorado anterior.
Y Serrat, que dejaría a Tarrés en el bar, atacó "Helena" y más canciones en
catalán, una de ellas rescatada de sus orígenes creativos: "Pantalons llargs".
Siguió con temas repetidos en la gira "Dondequiera que estés", "Los fantasmas
del Roxy", "Mediterráneo", "Fiesta" y "Paraules d'amor" ya en el desmadre
colectivo pidiendo más y más, hasta el extremo que temí por la vida de un
joven que aplaudía y gritaba con tanto entusiasmo desde el segundo
anfiteatro, primera línea, que pensé se vendría abajo.

Abajo nos quedamos con buen sabor de boca, pero tristes porque todo
había concluido. Todo, no. Espero ver Cansiones por segunda vez el 22 de
febrero en el Auditori Cultural de Sant Cugat del Vallés. Ya tengo entradas.
Estaremos en la fila tres, en esta ocasión. Ventajas de adquirir la entrada el
mismo día de su puesta a la venta.

Concierto en el Cine Coliseum de Barcelona


24 de Diciembre de 2000
Texto de Silvia Verdú 'Chinita' (Barcelona)

SERRAT GANA POR


LOS PELOS A TARRÉS
De riguroso negro sobre roñosa camiseta azul. Así decía una gran amiga
que se presentaba siempre a los conciertos, y una vez más, no falló.

Con un decorado colorido, representando la plaza de algún pueblo perdido


que cualquiera podría fácilmente identificar con el suyo y alejándonos de la
sobriedad a la que normalmente nos tiene acostumbrados (aunque ésta
saldría a relucir más tarde), se presentó Tarrés sobre el escenario. Tarrés
salió dispuesto a demostrar que no necesita apoyarse en Serrat para hacerlo
bien, y resultó.

Resultó gracias al ambiente familiar al que intentó hacernos entrar, aunque


sólo unos pocos lo logramos, el resto del público permaneció en sus asientos
aguantando "estoicamente" lo que para ellos parecía ser un tránsito
obligatorio antes que saliera el Serrat del "Mediterráneo", que no el de la
"Helena" o "Pantalons Llargs".

"Yo sé de una mujer" fue su primera canción, y de ahí le siguió todo el disco
de "Cansiones", a mi gusto a destacar "Fangal", "Sabana" y sobre todo "En la
vida todo es ir".

53
Gira “Cansiones”

Y llegó la segunda parte después de un paréntesis jazzístico sacado de la


manga del genial Kitflus, y ahí sale Serrat, dejando a Tarrés a buen seguro
degustando el vino que le sobró en la primera parte....

Y a partir de ahí el delirio, más de la mitad de la gente que llenaba el


teatro fue para ver única y exclusivamente esa mitad del concierto, sin dar ni
una duda razonable a la primera parte que fue de un sentimiento
estrangulador (el mismo Serrat se secó una lagrima en un par de canciones).

Empezó con "Helena", ufff vaya empezar duro.... Una vez acabada la
canción no podía ni tragar la saliva que me ahogaba en la garganta, si eso era
el principio, ¿cómo sería lo que vendría después? Pues sin dar tiempo a
reponerse sonaron los primeros acordes de "Temps era temps". Le siguieron
"Per què la gent s’avorreix tant?" y una magistral "Pantalons llargs" que
transportó a los serratianos de pro a otro planeta...

Sin apenas recuperar el aliento sonaron los primeros acordes de "Los


fantasmas del Roxy", donde presentó a toda la banda en mitad de la canción,
aunque una vez terminada ésta es cuando el concierto empezó a ir a la baja,
y no por él, sino por el público...

En general estuvo frío durante todo el concierto, frío en el sentido que no


coreó ninguna "cansión" de la primera parte, ni se animó más que con "El
amor, amor", pero en la segunda parte empezó a chillarle literalmente algunas
de sus canciones fetiche, y cómo no, los nombres que se oían era los
consabidos Mediterráneos, Penélopes, Lucías y Paraules d’amor.

Nada tengo contra estas cuatro canciones, pero a veces me pongo a pensar
qué debe estar pensando Juanito encima del escenario "30 años cantando,
más de 20 discos y todavía oigo que me piden las mismas canciones!!!!" Yo
creo que me volvería loca, pero por suerte él es más cuerdo que yo y decide
incluir un par o tres de ellas en cada concierto para que la gente salga
contenta.

Por supuesto remató con "Mediterráneo", "Pare" y "Paraules d’amor"


después de intentar despedir a la gente con "Fiesta".

Sigo pensando que si hubieran vendido las entradas para medio concierto,
el pobre Tarrés hubiera tenido un público bastante más pobre del que tuvo, y
eso, aunque le joda, tiene que agradecérselo a su tan odiado Serrat.

Como resumen, si sigue así, Tarrés tiene un muy buen futuro en la


canción, aunque no será nunca tan exitoso como el de su palíndromo, ya que
deberá enfrentarse a fantasmas como Mediterráneo y Lucía, y todo el mundo
sabe que no se puede luchar contra los fantasmas...

Si tengo que ser sincera, no sé qué me gusto más, si Juanito cantando o


los arreglos de Kitflus, que fueron perfectos. Éste seguía a Serrat con toda
tranquilidad, sin tener que esforzarse si Juanito hacía, decía o cantaba algo
que no tocaba, si entonaba bien o no, si lo hacía más alto o más bajo... sólo
se limitaba a seguirle cual sombra chinesca. Un gran acierto Kitflus, el mejor
que Serrat ha tenido en años, hace que las canciones de antes suenen como
nunca, realmente ese hombre hace magia con los dedos... A lo largo del
concierto Serrat estuvo divertido (y hasta mordaz) aunque, como siempre,
sobre guión.

¿Con qué me quedo de todo el concierto? Sin dudarlo: con "Helena".

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Gira “Cansiones”

Concierto en el Auditorio de Zaragoza


8 de Febrero de 2001
Texto de Bartolomé Calle (Zaragoza)

¿TARRÉS o SERRAT?
Son las 20,30 de jueves 8 de febrero, el ambiente serratiano ya se hace
sentir por los bares cercanos al auditorio, las caras de la gente denotan entre
una ansiedad y una alegría: una tremenda expectación por lo que va a
suceder allí aproximadamente en 30 minutos.

No es una tarde más, nuestro querido Nano está cerca, muy cerca de
nosotros, están próximas las 21 horas y la gente se aproxima hacia su
localidad. Hay cierto nerviosismo, veo en la fila siguiente a mi localidad a tres
chicas de no más de veintitantos, a mi izquierda una señora con los ojos
iluminados e ilusionados por lo que allí iba a ocurrir. Una señora que por su
edad bien podía ser la madre de esas veinteañeras, pero dos filas más atrás
puedo ver a una señora con su pelo blanco que también pensé, podría ser la
abuela de aquellas niñas.

Mi mente no hacía más que pensar: "¡qué suerte tengo de tener un ídolo
que guste a todas las generaciones!"..., pero atención, ¡sorpresa! aparece
Tarrés en escena, ¿dónde está Serrat?, me preguntaba.

La verdad es que son parecidos, por lo menos físicamente... ¡Ya está claro!
¡es su doble!... Con esto de la clonación todo puede ser, pero ¿cómo es
Tarrés? Bueno esto fue fácil, sólo me tuve que dejar llevar, todo comenzó
como un sueño de bellas palabras, no peores canciones y de una música que
acompañaba felizmente a ese tal Tarrés.

Poco a poco, tras este maravilloso espectáculo me surgió otra duda,


¿Tarrés o Serrat?, ¿Serrat o Tarrés? Hasta la última canción con la cual se
despide Tarrés te olvidas de que Serrat existe... ¿Qué barbaridad, verdad?

Pues sí, es tan divina la música, tan relajantes y hermosas sus canciones,
que por primera vez lo olvidé, pero Tarrés desapareció y llegó Serrat, sí el de
siempre, el de "Mediterráneo", el de "Penélope", o el de "Cantares", y volví a
sonreír, puesto que, ¡sí señores!, este tal Tarrés me llenaba y cuando
desapareció me sentí triste, además se iba ese segundo yo, esa otra persona
que todos llevamos dentro. Sí, el Tarrés hizo calar en el público y en el
corazón, pero ¿qué mejor que "Palabras de amor" o "Cantares" para hacer
olvidar a Tarrés?.

Y así, jóvenes, maduros y más maduros volvieron a pasar una noche


inolvidable con JOAN MANUEL SERRAT, y me gustaría cerrar esta crónica
diciéndoles que éste es el mejor concierto de nuestro artista, nunca hubo un
alarde tal de sentimientos, bonitas canciones, y dulces sonidos y solo por
último no pude más que acercarme al escenario y decirle: "¡Gracias por
existir!"...

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Gira “Cansiones”

Concierto en el Teatro Jovellanos de Gijón


17 de Febrero de 2001
Texto de Joaquín Fernández (Gijón)

OTRA VEZ, EL VIEJO ZORRO


Gijón tirita bajo un gélido viento racheado en esta tarde-noche del sábado
17 de febrero. Un ciento de ateridos madrugadores aguardan impertérritos a
la puerta del Teatro Jovellanos la llegada por tercer año consecutivo de su
ídolo; los más, sin embargo, prefieren esperar tomando algo caliente en el
adyacente café Dindurra que se muestra a esa hora bullicioso y sofocante.

El teatro está abarrotado hasta la bandera cuando se encienden los focos


mientras el violín de Juan Aguiar y los teclados de Josep Mas desgranan los
primeros compases que dan paso al escenario a este Serrat incombustible al
paso del tiempo -traje negro, muy repeinado y rostro terso del que acaba de
levantarse de la siesta- que entre el delirio del público inicia un monólogo
hablándonos de un viaje de ida y vuelta, de su palindrómica relación con su
"alter ego" Tarrés y también de su íntima comunión con la América de sus
amores, aquí representada por arte y magia de un decorado acertadísimo en
una crepuscular plaza colonial de vistoso colorido.

Bajo la batuta invisible de Kitflus, el sonido gana intensidad y allí de pie en


medio del escenario, "arregladito como pa' ir de boda" se arranca con ese
tema tan íntimo, rítmico y bellamente poético que es "Yo sé de una mujer". Tal
vez producto del frío, la voz le suena al principio un poco aguardentosa, pero
allí está el agua mineral de Gijón para aclarársela; y así, engarzadas como las
cuentas de un rosario van apareciendo las "cansiones" de su último trabajo
discográfico.

Al cuarto tema cambia el agua por una copa de vino del Penedés que
olfatea y cata con deleite. —"Este Tarrés tiene un vino cojonudo"— dice
chasqueando la lengua, mientras el respetable se parte de risa.

Un servidor, cuya pasión por el tango ya le llega a la categoría de vicio,


acepta de regular agrado estas transformaciones a baladas que ha hecho de
"Fangal" y "El último organito" y hubiera preferido que les hubiera dado el aire
y el ritmo porteño original; pero en fin, lo escrito, escrito está i prou!

También a un servidor le hubiera preferido que no se dejara en el tintero


una canción tan espléndida como "Sabana". Se la habría cambiado con gusto
por "Soy lo prohibido", ese bolerazo infumable de letra empalagosa y ñoña.

Llegados a este punto del concierto, hemos de resaltar la labor rítmica y


melódica del grupo acompañante liderado por Josep Mas 'Kitflus' que le arropa
magníficamente en todo momento. Sobresaliente para Marcelo Mercadante al
bandoneón. Las notas de su "fueye" son un regalo impagable para el oído. Las
percusiones, trastos y batería de Nan Mercader y Roger Blavia dan en todo
momento el ritmo y acompañamiento justo. Muy bien José Antonio Romero y
Miguel Rivera a las guitarras. Espléndidos Víctor Merlo al contrabajo y Juan
Aguiar al violín. Josep Mas 'Kitflus', alma del conjunto, está como siempre que
se sale.

56
Gira “Cansiones”

La segunda parte del concierto cambia repertorio y decorados. Con


bastante fortuna ataca una novedosa versión de "Romance de Curro El Palmo",
interpretada con delicada ternura que hizo que los asistentes se rompiesen las
manos aplaudiendo. A partir de ahí, el delirio. Con un público así, totalmente
rendido a sus pies, cualquiera sienta cátedra.

Delante de mí, una morena treintañera se sorbe las lágrimas extasiada y


manosea nerviosa un pañuelo mientras el noi de Poble Sec desgrana con su
voz los acordes del tema "De cartón piedra".

Y así, como si nada, fue repasando algunos de sus temas de hoy y de


siempre: "Penélope", "Por dignidad", "Dondequiera que estés" -
formidablemente interpretada- y esa narración tan plásticamente retratada
que es "Los fantasmas del Roxy".

Al final, un detalle para los que aguardábamos algún tema en catalán. Una
versión un poco más melodiosa de lo habitual de "Cançó de matinada", que no
se molestó en traducir:

— ¿Para qué voy a traducirla si ya lo he hecho hace dos años? Además, el


público de Gijón habla catalán perfectamente y no hace ninguna falta...

— ¿Y si hay alguien que no es de aquí?— le suelta uno con guasa desde la


segunda fila del patio de butacas.

— ¡Coño, pues que le pregunte a uno de Gijón!

Las risas se oían hasta en Oviedo. ¡Qué viejo zorro se nos ha vuelto el
Tarrés éste!

Y así, entre canciones, lágrimas y risas fueron pasando las dos horas y
cuarto que duró el concierto. Con todo el auditorio de pie, hubo de sacar de la
butxaca tres bises para poder irse en paz: "Mediterráneo", "Cantares" y
finalmente, con un Kitflus acariciando delicadamente los teclados, se despidió
hasta la próxima con "Lucía".

Afuera, el frío intenso del Paseo de Begoña nos devolvía a la realidad de no


tenerle hasta otro año por lo menos.

Concierto en el Teatro Calderón de Valladolid


18 de Febrero de 2001
Texto de Óscar Cuervo (Valladolid)

¡MAESTRO BUENO!
Hubiera estado bien que yo supiera escribir, y así poder expresar con
palabras todas las emociones recibidas el domingo dia 18 de Febrero, en el
Teatro Calderón de Valladolid.

El brillo en tus ojos "azabaches", Serrat/Tarrés; hacía trascender una


existencia feliz, ¿o eran dos? - Tarrés/Serrat -; vividas con alegría, con cariño,
con entrega y generosidad, con ilusión, con ternura. ...¡Maestro bueno!

57
Gira “Cansiones”

El Teatro Calderón lleno de devotos serratianos. El gesto cercano. El sonido


inmejorable, profesional. Los músicos; escogidos, amigos,... "lo mejor de
cada casa".

...¡Nómada! Ayer en Gijón, mañana en Bilbao. Hoy en Cuba (gracias


también por el trampantojo del escenario), ahora en Colombia, después
Méjico, Chile. Argentina, etc. De gira por el mundo, con tu arte a costa de tu
desgaste. ...¡Qué esfuerzo! ¡Y qué bien te conservas!

Palíndromo = capicúa. Clase gratuita de castellano en el Calderón de


Valladolid, impartida por un catalán. ... gracias!

Chascarrillos, buen humor y esdrújulo. Sabio cuentacuentos: "La muerte


usa gafas de sol..., para que no sepas dónde está mirando". Sentimientos,
dulzura, poesía. Divertido, socarrón. Artista; del drama a la tragedia y luego a
la comedia.

Tarrés/Serrat desde la libertad. ... y en carnaval.

"Curro el Palmo", "Penélope", personajes, historias de soledades, ternura,


ternura. Cantando mejor, comunicando mejor, interpretando mejor, siempre
mejor. "Por dignidad", "De cartón piedra", "Los Fantasmas del Roxy",
"Dondequiera que estés" ...¡mago!. "Mediterráneo" y "Cançó de matinada".
También especialmente queridas por mí. ...¡gracias! Clase gratuita de catalán
en el Calderón de Valladolid. Y una voz espontánea de entre el esdrújulo y
heterogéneo público: ..."you are unique".

...Enfebrecidos aplausos hacen presente a Don Antonio Machado en el


escenario, aunque yo ya le había vislumbrado antes, y siempre que te
escucho. Y los devotos cantamos contigo vuestros "Cantares".

"Lucía" en el piano del "Kitflus" y en la voz de quien es un poco el "alter


ego" de todos nosotros, nos deja el silencio. Meditando la memoria, la
presencia, la compañía de este viaje de ida y vuelta. Compartiendo la risa, el
pan, el vino, la música, las "cansiones".

¡Maestro bueno!: Gracias por estar en nuestras vidas.

Concierto en el Teatro Arriaga de Bilbao


19 de Febrero de 2001
Texto de Mari Carmen Martínez y Antonio Ovejas (Vitoria-Gasteiz)

DISFRUTAR Y DISFRUTAR CON TARRÉS


Y SERRAT, TODA UNA DELICIA
Regresaba al País Vasco "ese tal Tarrés" para deleitar a bilbaínos y
donostiarras (19 y 20 de Febrero, respectivamente) tras su paso por la capital
Alavesa el 20 de Octubre de 2000 en lo que entonces significó el segundo
concierto de esta gira de presentación de 'cansiones' (véase crónica de aquel
evento).

58
Gira “Cansiones”

Vamos desde Vitoria-Gasteiz, y en el corto trayecto que une a Vitoria con


Bilbao, apenas cuarenta minutos, repasamos canciones, anécdotas, vivencias
y otros encuentros con el "maestro".

Predispuestos y entregados de antemano a lo que puede suponer este


concierto, tratamos de imaginar las sorpresas que de él pueden derivarse.
Hace más de un mes que nos habíamos hecho con las localidades, fila dos,
butacas 12 y 14.

Ya en Bilbao, tras un tranquilo paseo de ida y vuelta por ambos márgenes


de la ría del Nervión, espléndidamente recuperados, con las postales del
Guggenheim, Palacio de Euskalduna, Puente de Calatrava, etc., al fondo, el
majestuoso Teatro Arriaga nos espera. Son casi las ocho de la tarde.

Desde la barra del clásico Bulevar, con un vino -acompañado de tapa-,


observamos la afluencia del personal a la cita. Y hacia allí nos vamos. No
menos de tres generaciones van tomando asiento. Abundan las damas.
También políticos, entre otros, el alcalde de la villa. Deportistas, divisamos a
Fabricio Oberto (Tau Cerámica-Baskonia) y a su novia Lorena, cordobeses de
la Argentina que aseguran han sido sus padres quienes les han hecho amar al
Nano, como nosotros, llegados desde Vitoria-Gasteiz (detrás del amor por
Serrat, está seguido nuestro Baskonia, con el que disfrutamos y sufrimos).

Sobre el escenario todo está preparado. El telón subido. El conventillo con


todo su colorido. Poco a poco en el patio de butacas se hace la oscuridad,
mientras el escenario deslumbra. Tocado con sombrero, aparece en solitario
Juan Aguiar (violín y coros), quien tras desmonterarse se marca un sólo de
violín. Se une a sus notas Josep Mas "Kitflus" (piano, dirección musical y todo
lo demás). El trío lo completa Joan Manuel Serrat que hace estallar en
aplausos al respetable, y mientras nos saluda, nos da la bienvenida y
presenta el espectáculo, el resto de su excelente banda ocupa sus lugares:
José Antonio Romero (guitarra acústica y acordeón), le siguen Nan Mercader y
Roger Blavia (percusión y batería), Marcelo Mercadante (bandoneón), Víctor
Merlo (contrabajo) y finalmente Miguel Ribera (guitarra española).

Tarrés, tras hablarnos de sus viajes, de nuestros viajes, de lo que de ellos


nos traemos, él dice haberse traído este manojo de canciones que comienza a
interpretar "Yo sé de una mujer", a la que seguirán doce piezas de este
'cansiones' con los consiguientes monólogos previos a algunas de ellas: "En la
vida todo es ir", "Fangal", "Tarrés", "Soy lo prohibido", "Mazurquica modérnica",
"La maquinita", "Che pykasumi", "El amor, amor", "El cigarrito", "El último
organito", "Un mundo raro", "Llamada de carnaval". En esta ocasión no
interpretó "Sabana".

La retirada de Tarrés del escenario nos indica el ecuador del concierto. Se


cambian los decorados mientras la banda pendiente de "Kitflus" juega a
interpretar una pieza jazzística de bella factura.

Un decorado negro. Extraordinario juego de luces. Riguroso vestuario


negro con el que ya se habían presentado los músicos. Impecable y siempre
elegante, de negro aparece Serrat. Nuestro Serrat, el Serrat de siempre entra
en escena.

Inicia con "Romance del Curro el Palmo" en esa versión hecha para
interpretar con Alejandro Sanz. Le sigue "Me gusta todo de ti" del más que
reciente Sombras. Y la sorpresa "Penélope" acompañada con bandoneón y
violín, un derroche para el oído. "Umbrío por la pena" con especial recuerdo a
Miguel Hernández. "Los fantasmas del Roxy", aprovechando aquí para

59
Gira “Cansiones”

presentar a sus músicos, "Dondequiera que estés", guiño de nuevo a Sombras.


Le sigue ahora, reventando la concurrencia, "Mediterráneo", en este momento
pone al borde del escenario a toda su banda, se despiden y se van.

Los aplausos arrecian y claman por su presencia. Aparece de nuevo y nos


ofrece dos canciones más, "Cançó de Matinada", a la que pide que escuchemos
con los oídos del corazón, por interpretarla en catalán y "Cantares" en la que
todos cantamos y cerramos el espectáculo.

Plagiando lo que un buen amigo nuestro ha escrito, hemos aparcado a un


lado nuestra cara más serratina, para asegurar que nuestro Nano -como suele
ser habitual- no decepcionó, o mejor dicho, Tarrés y Serrat no decepcionaron.
Porque todos aquellos que vayan a tener la oportunidad de ver al maestro en
uno de sus recitales que tiene programados, pueden ir preparándose para ver
a dos artistas por el precio de uno.

Como en otros conciertos, le esperamos a la salida. En esta ocasión


formamos un grupo de cuatro, Antonio, Fabricio, Lorena y yo misma, Mari
Carmen. Le saludamos. Nos dedicó su Cancionero. Nos hicimos fotos y le
despedimos con un reto: "una partida al mús". Para ello, fabricados en
Vitoria, le regalamos un juego de naipes Fournier, el reglamento y los
amarracos.

Por encargo de nuestro amigo Paco Martín, a quien, mientras hacíamos el


regreso a nuestra Vitoria-Gasteiz, le dimos algunos detalles por teléfono de lo
que habíamos disfrutado con Tarrés-sèrraT, hemos sido capaces de preparar lo
que antecede.

Concierto en el Teatro Cervantes de Málaga


5 de Marzo de 2001
Texto de Juan Antonio Arrivi (Málaga)

¡GRACIAS, JUAN!
Otra vez Joan Manuel Serrat en Málaga ("vengo a Málaga desde el
pleistoceno y es por eso que mantengo con ustedes una especial
complicidad"). Pero esta vez no viene solo, viene a presentarnos a su alter
ego Tarrés; aquél que, en uno de sus viajes de ida y vuelta, se quedó allá
deambulando por nuestra América. Desde el Malecón a Montevideo, desde la
Boca a Barranquilla, desde Chihuahua al viejo San Juan.., llenando sus
maletas de ritmos y melodías.

Canciones evocadoras, de fiesta y de diario, de amor y desamor, preñadas


de sentimientos que hoy compartimos con Tarrés ("el que nunca tiene prou").

En un escenario colorista y resultón que nos traslada a una plaza de barrio,


con ropa tendida, bar y café, Tarrés va sacando de su equipaje algunas de
esas cansiones atesoradas a lo largo de los años. Fue una auténtica lección
magistral salpicada de comentarios ingeniosos que servían de introducción a
cada una de las interpretaciones.

60
Gira “Cansiones”

Después de un breve intermedio musical, de excelente factura, a cargo de


la banda de Kitflus, aparece con escenario cambiado un Serrat más sobrio y
menos danzarín para llevarnos de paseo por sus canciones, que ya son
patrimonio de todos nosotros, haciendo que en el aire flotase la emoción.

"Curro el Palmo", "Lucía", "Penélope", "Mediterráneo", "Cantares"...


interpretadas con la maestría que da la experiencia, supliendo la mayor
potencia de voz de la juventud con el exquisito gusto de la madurez. Y en
esto el Nano es un auténtico maestro.

El broche final con "La saeta" hizo que el público rompiera en un aplauso
unánime (y es que en Málaga, con gran espíritu cofrade, "La saeta" es más
que una canción, es un sentir).

En uno de los silencios alguien gritó desde el Paraíso (nuestro "gallinero"):


"¡Gracias, Juan!".

Concierto en el Teatro Cervantes de Málaga


7 de Marzo de 2001
Texto de Amalia Hernández (Málaga)

CRÓNICA DE UN ÉXITO ANUNCIADO


Ayer no fue un día cualquiera. Fue un gran día ya que, después de más de
un año, volvíamos a ver y a oír a nuestro querido Juanito. Parece mentira que
aún tenga la capacidad de sorprendernos... pero es como los buenos vinos: se
supera a sí mismo con el paso del tiempo.

Joan Manuel, sin él saberlo (¿o sí lo sabe?) forma parte de nuestra vida,
vive en casa y se siente a gusto con nosotros. (¡Son tantos años juntos!...
desde que venía a Málaga con discos BBB, (y ya ha llovido unas cuantas
veces).

Contigo aprendimos palabras de amor sencillas y tiernas (gracias por


cantarla); vimos llover tras los cristales en otoño; en primavera cogimos la
escalera para subir al madero y en la noche de San Juan cada uno es cada
cual, porque... nosotros también nacimos en el Mediterráneo; para la libertad
y para decir amigo que, como todo el mundo sabe, es decir ternura.

Cuando oímos por primera el nuevo disco, la verdad... no nos llenó del
todo. Mucha música y poca letra. Para colmo, las versiones de tres únicas
canciones que conocíamos ("Mazúrquica modérnica", cantada por él mismo en
los recitales de los años 70 con un aire más parecido a la original de Violeta
Parra, "Soy lo prohibido" y "En un mundo raro") no eran muy satisfactorias.

Sin embargo, todo lo superaste ayer y la primera parte del recital (¡qué
maravilla de músicos!) nos supo a poco. Estuviste fantástico, genial, divertido
(sí, ya sé que todo es fruto de un buen guión, pero seguro que lo escribiste
tú). Fue... como estar de copas con un buen amigo. Una noche mágica que
uno quisiera que no terminara. Nadie quería marcharse y aplaudimos con
fuerza para que salieras una y otra vez... ¡y lo hiciste! Esta tierra te quiere y
espera impaciente tu próximo recital.

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Gira “Cansiones”

Gracias, amigo, por estar ahí, por ser lo que eres y hacer lo que haces.
Gracias por ser tan sencillo y humano. Gracias por cantar. Gracias por existir.

¡Quién fuera canción pa' andar contigo!

Concierto en el Palacio de Congresos de Granada


9 de Marzo de 2001
Texto de Manel F. Moreno (Granada)

GRANADA ES SERRATISTA

La noche.

Granada ayer estaba vestida de "final de invierno". Me explico: Granada


es, en cuanto a climatología, rara. En invierno, -estación en la que estamos-,
igual llega un día frío que crispa y corta la piel, como al día siguiente el día es
caluroso y te sobra ropaje. ¡En serio que sí!

Este invierno hemos tenido días de este tipo; uno, llueve "a cantaros" -
sobrándonos agua por todos lados, porque Sierra Nevada (¡bendita sea!) está
decantada del lado de la ciudad, y toda su nieve y agua cae "a este lado"- y
se nos llenan los pantanos y nos proporciona un agua inmejorable, fresca y
dulce al abrir el grifo, como que al otro día sale un "sol que calienta el rostro"
y quema, y tienes que incluso protegerte con "crema".

Clinton, el ex-americano, cuando vino a contemplar los amaneceres de la


Alhambra -y le quitaron para su visión todos los pararrayos de los tejados-,
ya señaló "ese hecho". Granada es así, "única".

Y ayer lo era; llovía, chispeaba. Caía esa lluvia que molesta a los que
tenemos gafas y que debemos ir limpiando su cristal a cada paso, porque las
gotitas llegan de costado, no de arriba. Pero no hacía frío. Ya se notaba que
nos queda poco, casi nada, para la primavera... al menos, "por aquí abajo del
mapa".

El lugar y la persona.

El Palacio de Congresos de Granada es, y siento ser "granadino en esto",


¡una joya! Lo tiene todo. Es un bello edificio de mármoles verdes en su
exterior, grandes ventanales transparentes, y recorrido por "ojos de buey"
enormes como grutas. Quizás peca de tener una entrada pequeña y "algo
molesta" pues parece escaso de acera. Eran las 21:00 cuando se abrieron las
puertas, y comenzamos a entrar.

Este año, me lo he permitido; por 4.500 pesetas me he sentado a "dos


pasos" de JOAN MANUEL. Otras veces, por torpeza y quizás "tardanza" acudía
algo tarde a adquirir mis entradas y "llegaba tarde". Tan tarde, que me
tocaba el anfiteatro, el antepalco, o "allá arriba" dónde uno se dice y
pregunta: Se le ve que está ahí, pero ¿es él?, ¿sonríe?, ¿qué hace?... incluso
¿qué ha dicho?... con lo cual pones en evidencia una leve falta de "acústica"

62
Gira “Cansiones”

que tienen todos estos edificios modernos y dedicados a "actos varios


culturales"... e incluso te viene una duda, de si "aquella figura humana" es el
cantante al que tanto quieres o admiras.

Pero ayer no; a tres filas de Joan Manuel y "en el lado derecho, abajo" ¡qué
bien le vi, coño!, y ¡con perdón! Puedo asegurar, que JOAN MANUEL SERRAT
es una persona de cuerpo humano, no una "imagen de televisión" o "software
moderno"... ¡no!, existe. Vive entre nosotros... y tiene manos, viste de negro,
le queda poco pelo, tiene coronilla, una sonrisa cabronamente atractiva, le
brillan los ojos, los dientes... las manos son blancas, sin manchas de
lunares... y salpica motitas de saliva cuando canta.... ¡ES UN SER HUMANO!,
¡QUÉ COÑO! -y con perdón. Un "tío exquisito", ¡vaya!

Dentro.

La Sala García Lorca es preciosa. Insisto, perdonadme, pero nuestro


Palacio de Congresos y Exposiciones es una maravilla. Serrat lo dijo ayer
noche -Paco es testigo-. Agradecía a la ciudad, y al Palacio el poder venir por
aquí cada año, y ofrecerles a sus músicos y a él mismo "esas condiciones". Y
es que debe ser un "gustazo" para un artista poder cantar ahí arriba y ver
esta sala repleta, llena de gente que quiere disfrutar del concierto, y hacer de
todo "una fiesta". A él se le notaba contento de que se les ofrezcan las
magníficas condiciones del "sitio", y poder brindar al público arte y cultura.

El interior es todo "color madera", butacas color vino, dividido en tres


zonas. Un segundo piso, de tres lados, y un último escalón de dos grandes
alerones. El techo está ornamentado de grandes cilindros áureos que
reverberan bien -no, muy bien-, la sonoridad del evento. Marco ideal, ¡vaya!

La fiesta.

¿Por qué será que dejan siempre el telón abierto? Es decir, cuando entras
ya estás viendo el decorado, y los útiles de los músicos... y ves la batería, y lo
que representa la función. ¿Por qué no cierran el cortinaje, apagan las luces, y
mientras se desplaza la tela, se va iluminando el escenario? ¡En fin!,
"peticiones minúsculas" aparte, os digo que ya se veía todo al entrar.

El escenario se reparte así: a la izquierda el piano-sintetizador y útiles


electrónicos de Kitflus. Al lado el guitarrista. Detrás de él, en alto, un músico
con "sonoridades varias", Nan Mercader. En esa misma altura, en el centro el
contrabajista Víctor Merlo, y a la derecha el batería Roger Blavia. Abajo de
éste, el bandoneonista (¿se diría así?), al lado el violinista... y quizás me dejo
algún músico, y no doy los nombres pues no los memoricé bien.

Curiosamente, en el lado derecho hay una mesa de mármol, tipo "café-


cubano", en la que figuran colocadas dos sillas recogidas, una sobre otra.
(Durante la primera parte, un actor-camarero irá apareciendo y le irá
colocando a TARRES un par de vasos de "¿vino blanco?" para que el
"palíndromo" de SERRAT, los beba y se emocione al son de las canciones.
Bonito detalle. Un toque de fiesta).

Se apaga todo. Se ilumina mínimamente el escenario, y los músicos


representan llegar, y encontrarse en una calle, barrio iberoamericano
(español, o sudamericano) de alguna de nuestras queridas ciudades. Entra
JOAN MANUEL, y "el aplauso es caluroso y amistoso". Saluda, y se explaya en
su "bienvenida amistosa...". Describe que "eso" que hay detrás es una ¿acera,
barrio, callejuela...? de un "pueblecico" que es "de todos esa noche" y en la
que se va a oír música... y ¡¡¡TODO ARRANCA!!!...

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Gira “Cansiones”

La primera parte es "CANSIONES", como todos sabemos. Escuché las


anécdotas de "André Bretón... y Méjico". Le oí decir la explicación del
"palabro" PALÍNDROMO. Le recogí varios de esos juegos de palabras... uno
era como que "son robos y sobornos", y otro como "se fue la zorra a dar arroz
al abad" -o algo así-... Perdonadme pero uno se pierde en el juego de seguir
esos palíndromos y memorizarlos... De esta primera parte, ¿qué más decir?.
Que abiertamente dedicó y mencionó los nombres de Violeta Parra en
"Mazúrquica...", y de Discépolo en "Fangal"... Que nos emociono a muchos, y
mucho, su "Soy lo prohibido"... pero no cantó "Sabana", ni "El cigarrito", si mal
no recuerdo... ¿quizás se le olvidase?. No sé... No me importa. Su último
disco en directo suena como en el CD, con "sonidos de directo"... Y, ¡ojo!, es
un disco muy bonito. A mí, personalmente se me va "metiendo cada vez más
y más"... ¡y me gusta mucho!

Explicó el por qué de "Che Pykasumi", que según recuerdo tiene que ver
con la "creación, y el sol..." de la naturaleza, y de cómo los guaraníes sienten
su "naturaleza" y la pretenden conservar... "algo que no hacemos los otros
guaraníes"... ¡Bonito!

Y así, llegamos al final... Serrat, con un gesto "amistoso" nos dice... "Ahora
vuelvo"... y sale. Los músicos tocan un "intermedio musical" tipo "jazzístico"
(marca Kitflus), van tapándose los "edificios de aquélla calle de nuestro barrio
de pueblecico iberoamericano"... todo el fondo se hace negro... y entra
SERRAT.

Y llegan entonces el "Romance de Curro el Palmo", el "Umbrío por la pena" de


Miguel Hernández, "Los Fantasmas del Roxy", "Me gusta todo de ti, pero tú no",
"Dondequiera que estés", el "Mediterráneo"... una emocionante y querida -y, en
mi caso, muy sentida- "Cançó de matinada", que me emocionó y me trajo mis
recuerdos catalanes de mis 16 años en Catalunya... ¡Qué bonita es la "Cançó
de Matinada!... bises,... aplausos... la gente en pie...

De nuevo sale SERRAT, coge a Kitflus, lo deja sólo para que le


"aplaudamos" y le agradezcamos su trabajo con SERRAT, éste se acerca a él
le dice "una última..." y canta "Lucía"... el Palacio se "infla rebosante"; todos
de pie, aplausos, emociones... alegría, felicitaciones... el Palacio iluminado...
todo es color marrón-madera... él saluda, besa manos de varias damas
emocionadas... algunos nos acercamos a saludarle y felicitarnos, y a todos
nos muestra su "sonrisa cumplidora"... y ¡¡fin!!

Tras el concierto.

Uno que ama la obra y la persona de JOAN MANUEL SERRAT, reflexiona y


piensa qué es un concierto como éste, cómo se gana el cariño de unos
espectadores, y cómo se alcanza el "lugar" -cual sea, para cada uno-, al que
ha llegado SERRAT.

GRANADA, la mía, la "particular" en la que entran estos "personajes" que


uno quiere colocar dentro de "mi ciudad", es SERRATISTA. Una vez más se lo
ha demostrado a SERRAT, y seguramente, ¡vaya que sí!, JOAN MANUEL
SERRAT vendrá el año que viene por "aquí abajo". O quizás en Abril, para el
homenaje-conmemoración del fallecimiento de Carlos Cano.

Entre el público, vi a Miguel Ríos -granadino-, e íntimo amigo de SERRAT,


al Alcalde,... diversas personalidades... vi un Palacio de Congresos,
abarrotado, y cariñoso con un artista-cantautor universal y muy querido.

64
Gira “Cansiones”

Enhorabuena a todos los amigos de esta página, y a sus ciudades por


recibir a tan encantador personaje, y persona, en todos los aspectos.
¡Disfrutaréis de su música y su obra!

Ayer estuvo en mi ciudad. Y le acogimos con respeto y cariño, y él nos


obsequio educación, profesionalidad, cortesía y sencillez.

GRANADA es "Serratista". GRANADA y SERRAT "son únicos". Uno para el


otro.

Concierto en el Gran Teatro de Córdoba


10 de Marzo de 2001
Texto de Javier G. Vallecillo (Córdoba)

COPLAS DE LAS "CANSIONES"


De nuevo por aquí. Serrat ha estado con nosotros una vez más y como no
podía ser de otra manera, nos ha vuelto a dejar un suculento postín de notas
y reflexiones con sombras muy largas. En esta ocasión no ha venido solo,
junto a su inseparable Kitflus, un proverbial elenco de buenos músicos ha
hecho de su espectáculo las delicias tonales y rítmicas más elocuentes, con
una alegre ambientación que Serrat viene cuidando con mayor primor desde
los últimos tiempos.

En esta ocasión, ha transcurrido el "viaje" de estas "cansiones", desde una


emotiva puesta en escena que le proyectaba desde la terraza de un bar-
restaurante de la plaza de un populoso barrio de vivos colores y amplios
espacios. Pero en este "viaje" no estábamos solos, Serrat y público hemos
contado con un tercer invitado, el cantante ha presentado en sociedad a su
inseparable alter ego, Tarrés, su otro yo, que según nos hizo saber, le ha
acompañado dentro y fuera de los escenarios desde siempre, igual que a
nosotros nos acompañó nuestro viajero inseparable del "otro yo".

Serrat, con un libreto de coplas y modismos de ida y vuelta, ha deleitado a


su incondicional público con ráfagas de testimonios variopintos, ya en forma
de rumba, tango, ranchera o corrido, nos ha transportado a la entrañable
América Latina, en la que sin duda es un tributo de respetuosa gratitud del
cantautor a la incondicional lealtad que durante más de treinta años, nuestro
comprometido Serrat ha granjeado a unos pueblos ansiosos de su consuelo
intelectual y espiritual que desde Chile a México ha ido desgranando a veces
en excepcionales dificultades.

Y esta vez ha estado risueño, sereno, tremendamente amistoso;


disfrutándose y disfrutándonos. Cuidadoso y visceral, ha echado al ruedo sus
temores más íntimos, nos ha contado los apretados compromisos en los que
le mete Tarrés y las salidas airosas unas y resignadas otras, que se ha visto
obligado a propinar; todo, especulando habitualmente con el "yo" intimista y
solitario que todos llevamos dentro, ése que pocas veces sacamos a la luz.

Expresivo y al socaire de nuestra propia critica crítica, jugando entre


palíndromos, versos y poemas, ha puesto en evidencia nuestra resignada
decadencia interior, cuando afirmaba que Tarrés es el Serrat de la farándula y

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Gira “Cansiones”

la juerga, las deshoras y las borracheras, las deudas y todos los despropósitos
juntos, que a la mañana siguiente su inseparable Serrat le tocaba solventar.

Y como no hay pena que se quede sin cumplir ni deuda que se quede sin
pagar, Serrat, con su nuevo disco, ha cumplido con toda América y ha pagado
con su otro yo Tarrés, desnudándolo, girando un montón de letras a todo su
público, en una sola entrega a domicilio, las "Cansiones" de su disco. Ya lo
dijo alguien de la cola con tono grave y voz queda: "Tarrés, ¡otro jodío
catalán que se nos ha metido a todos en el bolsillo!..."

Concierto en el Auditorio Alfredo Krauss


21 de Marzo de 2001
Texto de Antonio Aláiz (Las Palmas)

VOY A HACERME UN CIGARRITO


Llegué tarde. El monólogo de Serrat sobre Tarrés (¿o era al revés?) estaba
casi acabando, todavía alcancé a oír aquello de "Serrat es el que viaja y sale a
cantar y Tarrés es el que hace que merezca la pena". El decorado me
recordaba a una mezcla colorista de ópera criolla y cafetines de Buenos Aires,
que sólo he visto en fotos, y se prestaba a las confidencias que Tarrés iba
haciendo entre canción y canción.

Serrat aúna en esta gira el espectáculo musical y el "puro teatro", tan


adecuado para el tema del doble. Por el mismo precio (tres mil) pudimos ver
durante la primera parte al actor y al personaje. Dos sombras de la China. De
Serrat lo sabíamos casi todo, a Tarrés lo descubrimos en este espectáculo.
Tarrés es un criollo sentimental que no paga las facturas, pero sí las deudas
del corazón. Joan Manuel, ya en el año 74, expresaba su intención de elaborar
un disco recopilatorio del folclore hispanoamericano. Tarrés con Cansiones
cumple esa deuda de cariño treinta después: "un sueño hecho realidad, un
sueñecito", como el de poner, por fin, dentro del escenario su propio bar. La
atmósfera y la estética del espectáculo intentan ser íntimas y acogedoras, y lo
serían, si no fuera porque el cafetín es en realidad un auditorio y la orquesta
no es una orquesta de cafetín.

La voz de Serrat estaba bien, la orquesta estaba muy bien, pero juntos, no
tanto. Especialmente en temas como "La llamada". A lo mejor es el segundo
anfiteatro del Alfredo Kraus, no lo sé, el caso es que mi vecina de fila le decía
a su acompañante "No se le entiende" (y no sonaba entonces "Che Pykasumi",
que conste). La verdad es que los mejores momentos de la primera parte,
además de los monólogos intermedios, se lograron cuando los arreglos
musicales no tapaban al cantante, "Soy lo prohibido" o "El cigarrito", por
ejemplo.

La segunda parte fue distinta: la dificultad para oír / entender las letras se
reducía porque le tocaba el turno a los "clásicos" de las cuatro décadas, nada
más y nada menos, que Serrat lleva cantando. Comenzó con "Pueblo blanco".
Aunque la música volvió a "tapar" al cantautor en "Niño Silvestre" o "Lecciones
de urbanidad". La prueba de lo que digo fue "Pare" ("es bien sabido que en Las

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Gira “Cansiones”

Palmas de Gran Canaria hablan todos catalán, incluso el entrenador de la


Unión Deportiva, Kresic") o "Lucía" que sonaron muy bien gracias a la
ausencia de percusión. Bien con el acompañamiento de la guitarra de Miguel
Rivera o el hallazgo del violín de Juan Aguiar o los solos con el piano de
'Kitflus'. Y así, la segunda parte (hubiese preferido otra de Hernández como
prometía el programa de mano y no "Para la libertad") resultó muy breve, nos
dejó con ganas de más. Hubiésemos aceptado de buen grado otras tantas
canciones además de "Los fantasmas del Roxy", "Mediterráneo" y "Cantares".

El público pedía más. Gritaban: " ¡ Fiestaaa !, ¡ Penélopeee ! (¡ Pedrooo !-


pensaba yo-) ¡ Paraules de amooor !... ("me las sé casi todas", apostillaba el
Tarrés ¿o era Serrat?)

Tal vez como hicieron sus coterráneos de Triclicle, nos gustaría a sus
seguidores -un sueño, un sueñecito- ver un espectáculo de Serrat a la carta
en el que pidiésemos además de estas canciones, otras como: "Helena", "De
cartón piedra", "Vagabundear", "Conillet de Vellut", "Mis gaviotas", "20 de Març"
(día que actuaba en Las Palmas, por cierto), o las de Salvat Papasseit, todas
las de Miguel Hernández, las del Encontre,... Un sueño, ya digo, un sueñecito.

Concierto en la cancha de Ferrocarril Oeste de Buenos Aires


23 de Marzo de 2001
Texto de Carlos Salerno (Buenos Aires)

PORQUE... NO HA SALIDO EL SOL


No ha salido el sol en Buenos Aires, ni en América Latina, ni en muchos
lados oscuros de nuestro planeta. Hace veinticinco años que no sale el sol.
Quizás, para muchos, jamás salga. Pero, más peligroso que este eclipse
constante de esperanzas, es la desmemoria. Este encuentro no sólo se debió
a recaudar fondos para la compra de inmuebles. A la falta de memoria se la
combate de muchas maneras. Es de desear que la ceremonia de este viernes
lluvioso hasta el hartazgo haya calado en los asistentes y en la sociedad toda.

Entre los convocados estuvo Joan Manuel Serrat. Hizo un espacio en la gira
por su país y, luego de un largo y cansador viaje, recaló en el estadio del Club
Ferrocarril Oeste de la Ciudad de Buenos Aires. El aporte de Joan Manuel
Serrat a esta noche del 23 de Marzo de 2001, noche de homenaje y
recordatorio a los 25 años transcurridos desde el aciago 24 de marzo de
1976, comienza con "Mediterráneo". Luego saluda al público: "Buenas noches.
Buenas y húmedas noches. Estoy francamente orgulloso de estar aquí esta
noche, y de compartirlo con las Madres y con el ejemplo ético que, a lo largo
de los últimos 25 años, han venido sembrando. Gracias a todos vosotros que
estáis aquí, compartiendo esta fiesta. Gracias por vuestra complicidad, por
vuestro coraje y por vuestra alegría".

De a poco comienza a arreciar la lluvia, se suceden "Pueblo blanco",


"Lecciones de urbanidad" del álbum Bienaventurados. Otra vez se dirige al
público: "Buenas noches. Me presento, soy Serrat. Hasta ahora había hablado
Tarrés. Yo solamente quiero decir que pienso exactamente lo mismo que él:
estoy orgulloso de estar esta aquí esta noche y compartirla con ustedes.

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Gira “Cansiones”

Perdonen que me repita, pero no tengo otra posibilidad ya que en este


sentido, Tarrés como yo, coincidimos absolutamente". Comienzan los acordes
de "Tarrés". Luego, siguen "Fangal", "Mazúrquica modérnica" de Cansiones,
"Me gusta todo de ti (pero tú no)" de Sombras de la China.

Con los acordes iniciales de "Los fantasmas del Roxy" como fondo, Joan
Manuel Serrat desgrana: "La verdad... uno desearía tener cada noche un
público como vosotros; pero no siempre toca la lotería. Gracias una vez más,
en mi nombre y en el de los compañeros aquí presentes Juan Aguiar, Marcelo
Mercadante, Víctor Merlo, Miguel Rivera, Nan Mercader, José Romero y Josep
Mas (Kitflus). Apenas concluye "Los Fantasmas...", con los aplausos del
público rondando, se coloca unos anteojos de lectura: "Mi amigo... Presidente
del hogar "Pelota de trapo" de Avellaneda me ha pedido que os dé a conocer
una convocatoria para una marcha de La Quiaca a Buenos Aires, por el
derecho a la vida, que se está planteando entre el 7 y el 22 de mayo. La
convocatoria dice...". Joan Manuel lee la convocatoria ante el silencio del
público para entroncarla con "Niño silvestre".

No bien concluida la dura denuncia albergada en Nadie es perfecto, y


cuando aún no han terminado los aplausos, comienzan los primeros acordes
de "Para la libertad", himno que no podía faltar a una noche de compromiso y
memoria. Coreado con entusiasmo por los asistentes, dio paso a la entrega,
por parte de las Madres, de un recordatorio a Serrat. "Cantares" avisaba del
final de este tercer bloque que comenzara con Jaime Roos y siguiera con
Víctor Heredia. "Cantares" fue coreado por un público enfervorizado que,
aunque los locutores ya comenzaban a enumerar las adhesiones, pidió un bis
insistentemente: Josep Mas al piano y Serrat ofrecieron "Lucía" como broche
a la presentación.

Cuando concluyó el espacio de un Pablo Milanés visiblemente emocionado,


ya entrada la madrugada del 24 de marzo, todos los músicos que
participaron, más otros que se sumaron durante la noche, subieron al
escenario, junto a las Madres de Plaza de Mayo, y cantaron, conjuntamente,
"Todavía cantamos", el himno de Víctor Heredia .

Es indudable que todavía cantamos porque no ha salido el sol, y para la


libertad...

Concierto en el Teatro Municipal de Algeciras


27 de Marzo de 2001
Texto de Fernando Calvillo (Algeciras)

MUCHAS GRACIAS, JOAN MANUEL


Sobre las 20:00 horas, el ambiente en los alrededores del teatro fue
cambiando para dar paso a un ambiente festivo, mi pueblo es muy grande
pero en estos eventos casi siempre nos vemos las caras amigos y conocidos
que solo acertamos a vernos en estas circunstancias; o sea en una tarde de
fiesta.

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Gira “Cansiones”

A las 20:30 horas, se abren las puertas y comenzamos a entrar, nuestro


grupo de 12 personas se acomodó en la fila 8.

El patio de butacas y el anfiteatro del Teatro Florida, se fue llenando de


seguidores del maestro, expectante ante la vuelta a esta ciudad, después de 6
largos años. Entre los serratianos de pro, se notaba el nerviosismo propio que
experimentamos al acercarse el evento de poder ver, oír, sentir a Joan Manuel
en directo y en casa.

21:10. Empiezan a atenuarse las luces, para avisar que la fiesta está a
punto de comenzar. Uno a uno, los músicos; una nota, después otra. Casi sin
darnos cuenta una melodía se apodera del recinto, nos envuelve y sobre todo
nos anuncia que falta muy poquito... Y apareció, saludó a sus músicos y nos
agradeció el estar allí y nosotros el que estuviese en casa.

En la primera parte, nos presentó a su inseparable Tarrés y nos cantó


temas de su último trabajo: "Cansiones".

Como era de esperar, la canción "En la vida todo es ir" fue el tema estrella
de esta primera parte: "En la vida, todo es ir a lo que el tiempo deshace, sabe
el hombre dónde nace y no dónde va a morir..." ¡Qué pronto se acostumbra
nuestro oído a oír cosas maravillosas! Pareciera que fuese cotidiano escuchar
a Serrat todos los días en directo.

"Mazurquica modernica" nos recordó a Serrat en uno de sus conciertos en la


Plaza de toros (¿en la gira de Cada loco con su tema...?)

Nos explicó el surrealismo de México e introdujo "La maquinita", la relación


de Serrat/Tarrés antes de interpretar "Tarrés", "De un mundo raro", etc... etc...
Nos explicó el significado de la palabra palíndromo; toda la primera parte
estuvo marcada por las alusiones a Tarrés.

Tras un intermedio en el cual el decorado empieza a desaparecer para dar


paso a uno al cual no estábamos acostumbrados desde hace muchos años,
Serrat reaparece sobre las tablas para deleitarnos con sus temas de siempre.
Suenan unos acordes muy familiares. "Romance de Curro el Palmo" cantada de
una forma magistral, como nunca había oído.

Rescatar "Umbrío por la pena" ha sido una de las decisiones más acertadas
de esta gira, al menos para mí, pues siento especial predilección por la poesía
de Miguel Hernández.

....Y después llegaron "Me gusta todo de ti", "Penélope", "Los fantasmas del
Roxy", y... "Mediterráneo". Serrat nos calificó una vez a los algecireños de
"cómplices" en este tema, por aquello de "...de Algeciras a Estambul".

Y la complicidad se notó en cada gesto, se notó en el ambiente. Y los


gestos indescriptibles del respetable, cuando Serrat fue desgranando una a
una, "sin prisa pero sin pausa", las estrofas de "Cantares", "Dondequiera que
estés", "Cançó de matinada", para cerrar definitivamente con "Lucía".

Tengo que destacar de forma especial, la amabilidad de este hombre


durante todo el concierto, teniendo en cuenta que acababa de regresar de
Latinoamérica y que el cansancio era evidente. Después de dos horas y media
inolvidables, despedimos al maestro con una ovación de gala.

¡Ojalá que no tengamos que esperar tantos años para volver a tener en
casa a tan distinguido invitado!

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Gira “Cansiones”

Concierto en el Teatro Falla de Cádiz


16 de Abril de 2001
Texto de Luis García Gil (Cádiz)

EL FULGOR DE UN CLÁSICO
Serrat volvía a Cádiz, cada vez más lejana en el tiempo su primera
presentación en esta ciudad, un mes de agosto de 1969 en el desaparecido
Cortijo de los Rosales y con el disco de Antonio Machado bajo el brazo. Yo no
había nacido, pero las notas de la prensa local de la época dedicaban
numerosos titulares al primer recital de Serrat en la capital gaditana.

A mis 26 años y muy lejos de ser un compañero de quinta de Serrat he


encontrado en sus canciones el sendero emocional por el que tantas veces he
transitado, la expresividad en la forma de decir, de contar, y un desbordante
universo de emociones que siempre me ha parecido único e intemporal.
Serrat está lejos de ser producto de un tiempo o de unos condicionantes
determinados. Su trayectoria, lejos de anclarse, ha seguido evolucionando
hasta ser el clásico que es hoy, uniendo a distintas generaciones en sus
recitales, como demostró en su recital del Teatro Falla, un recital que como es
marca de la casa había agotado las localidades desde hacía semanas.

Venía Serrat desdoblado, dividido en dos, pero siempre dibujando la misma


serena impronta, la misma desnudez y riqueza en el matiz, en el gesto, en la
manera de hacerse con el escenario. Daba igual que el juego se presentase
así: Tarrés en la primera parte y Serrat en la segunda. Todos sabíamos con
certeza que desde el principio asomaba el Serrat de siempre, haciendo propio
un repertorio ajeno, saltando por diversas cadencias con idéntico aplomo, sin
dejar de ser el que siempre fue, con su timbre de voz particular que parece
rasgarse, pero que siempre deja esa huella profunda, sensible, reconocida ya
como algo nuestro. Cádiz aguardaba a Tarrés y a Serrat como uno sólo, y por
eso lo recibió con una ovación larga, surcada por tantas manos abrazadas al
espiral terso y eterno de sus canciones, una ovación que sonaba a inmenso
agradecimiento por haber sido el paisaje sentimental, lírico, de tantas vidas
que crecieron y se hicieron escuchando sus discos como vigías del camino,
como heraldos de tantas horas y momentos compartidos, de tantas dudas y
sinsabores.

Como es habitual en esta gira abrió con "Yo sé de una mujer" y a partir de
aquí fue recorriendo el nuevo disco con sutileza, con desahogo, dejando fuera
"Sabana" y "El cigarrito". La magnífica acústica del Falla fue el marco idóneo
para que el espectáculo medido, equilibrado, de Serrat apuntara alto desde su
inicio. La perdurabilidad de Serrat es un milagro en estos tiempos que corren.
Ha sabido darle cuerpo y forma a los hallazgos cotidianos de la vida, ha
sabido mirar y mirarse en los espejos del camino, ha sabido reinventarse,
enriquecerse con los años y conservar perenne ese manejo escénico
envidiable, nunca mecánico, siempre desbordante y asombroso. Ha sabido
amoldarse al modelo de su maestro Jacques Brel que odiaba repetirse, y su
voz inteligente, lejos del academicismo impersonal, perecedero, está abierta a
todos los matices, es una voz que crea atmósferas diversas, que recrea cada
canción con una personalidad propia, refugiando las palabras en un tono

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Gira “Cansiones”

íntimo, susurrante o liberándolas hacia el infinito cuando es preciso. Sus


manos también hablan, recorren el escenario y se balancean como una
corriente de luz que no se agota.

Todo eso lo volvió a demostrar en su recital gaditano, un recital que tuvo


una primera parte brillante, a pesar de saber que este disco no ha llegado a
calar en la memoria de sus seguidores. Tras "Yo sé de una mujer" cantó "En la
vida todo es ir". El micrófono, mal ajustado, le jugó una mala pasada durante
la interpretación de este tema, aunque salió airoso del contratiempo. A
continuación el micro fue cambiado y en ese intervalo de tiempo Serrat se
salió del guión y conversó con el público plagando su conversación de
ocurrencias diversas, salpicadas por el ir y venir de las carcajadas y los
aplausos del auditorio. Luego todo volvió a la normalidad, volvieron los
extensos y ricos monólogos -otra marca de la casa- con citas oportunas para
Eduardo Galeano y Alejo Carpentier. Y fue repasando gran parte de esas
canciones latinoamericanas que ha recreado a su manera en su último disco.

En la introducción de "La maquinita", por ejemplo, aprovechó para


comparar Cádiz con México porque Cádiz también tiene mucho de surrealista
y también acá André Breton, paradigma del surrealismo, terminaría siendo un
escritor costumbrista. Como ya se ha dicho en otras crónicas la propuesta
gana mucho en directo, la expresividad de Serrat en escena les da nueva vida
a estas cansiones que han marcado la memoria sentimental de Serrat como
sus canciones han marcado la nuestra. Sus versiones discurrieron con calma,
sin prisas, jugando con el matiz y la expresión, saltando con acierto del tango
-espléndida su interpretación de "El último organito"- al bolero, pasando por
todo un muestrario de ritmos y sonoridades. Destacó su interpretación de la
"Mazurquica Modernica", que parte del público demostró no saberse pues
aplaudió antes que la histórica canción de Violeta Parra terminase, y también
se sintió muy cómodo con "De un mundo raro", una de las canciones que más
ha llevado a su terreno, realizando una versión antológica. No faltó el
entusiasmo del público con "El amor, amor", el tema más festivo de toda la
noche y con "La llamada" que puso fin a la primera parte del recital.

De pronto la corrala se desvaneció y los músicos, excelentes toda la noche


y perfectamente compenetrados con Serrat que les recriminó, eso sí, en
alguna ocasión, varios desajustes en el sonido, marcaron un vibrante
preámbulo musical. Poco después emergió el Serrat reconocible y reconocido,
que en realidad nunca había dejado de estar, y Josep Mas Kitflus inició los
acordes de "Romance de Curro el Palmo". La interpretación de Serrat de este
clásico de su repertorio fue memorable. Los arreglos de Kitflus han
revitalizado este tema que oscila ahora en lo musical entre su estructura
original que limita con la copla, mucho más marcada en los arreglos de
Miralles, con los fraseos jazzísticos actuales. El tema se enriquece
notablemente, el lirismo no se pierde, la guitarra española de Miguel Ribera
irrumpe en momentos puntuales y la voz de Serrat nos llega matizada,
profunda, durante toda la canción.

Luego vino el primer guiño a Sombras de la China con esa guajira cargada
de ironía que es "Me gusta todo de ti", un tema fresco que ejemplifica la
creatividad del anterior disco de Serrat. Y de repente estalló la inevitable
"Penélope" y el público, ya ganado para la causa desde el mismo inicio del
recital, clamó y aplaudió al identificar los compases de esta historia
desgarradora, triste, que Serrat cantó sobrado de voz, recorriendo primero el
escenario de un lado a otro y luego sentado en su taburete para dejar a
Penélope olvidada en ese andén, irreconocible, en una ausencia eterna que
sigue conmoviendo más de treinta años después de su composición.

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Gira “Cansiones”

Y sin tiempo para la tregua, Kitflus introdujo "Umbrío por la pena", esa
pequeña joya recuperada del disco de Miguel Hernández y llegó uno de los
mejores momentos de toda la noche. Este "Umbrío por la pena" donde la
música de Serrat se ajusta a la perfección al lacerante y sobrecogedor soneto
del poeta de Orihuela con ese crescendo final poderoso en el que Serrat alza
su voz y vivifica el lamento de estos versos heridos. En esta versión se
respetan los imponentes arreglos que en 1972 firmara Francesc Burrull con
ese epílogo musical pleno de lirismo, de sugerencias, mezclado con los
aplausos cerrados de un Teatro Falla ya entregado.

Y vinieron en un orden parecido al de otros recitales de esta gira "Los


fantasmas del Roxy", "Dondequiera que estés" y "Mediterráneo", sucesión de
clásicos que iban ya al encuentro del final del recital. Un recital que dejaba ir
sus últimos fulgores por caminos más previsibles pero siempre intensos. Se
echó de menos alguna sorpresa, alguna recuperación fuera de guión de
algunas de esas canciones extraordinarias que hace tiempo que Serrat no
recupera. Pero no ocurrió así.

Llegó la "Cançó de matinada", resplandeciente siempre, vieja compañera de


equipaje de nuestro cantautor, pero siempre nueva, siempre viva, siempre
recién compuesta. El tiempo no altera lo que ya nació inquebrantable. Dijo
Serrat que esta canción había que escucharla con los oídos del corazón,
aunque a continuación ironizó y dijo que el corazón no tiene oídos y poco
íbamos a escucharla de esta manera. Dijo que, de todos modos, en Cádiz,
todo el mundo habla catalán, aunque ya a partir de Chiclana eso no sucede. Él
mismo puso un ejemplo de lo que acababa de decir: al llegar al Teatro Falla le
recibieron varias personas con un "Bona nit". Tras esta presentación vino la
"Cançó de matinada" en la que la compenetración de Serrat con todos sus
músicos resultó modélica. De nuevo nos entregó la lírica enorme de esta
canción y los hallazgos descriptivos, musicales, volvieron a llenar de
emociones inexplicables el auditorio con un tema eterno, el único en catalán
que nos regaló en un recital que ya se balanceaba hacia sus últimos suspiros.

Y éstos vinieron de la mano de "La Saeta", infaltable en los recitales de este


sur de añoranzas y esperanzas, de risas que ocultan las penas cotidianas,
este sur que olvida los versos de Antonio Machado y que sigue cantándole
más al Jesús crucificado que al que anduvo milagrosamente sobre las aguas.
"La Saeta" que Serrat coronó de matices, que alzó con fuerza en una
progresión vocal vibrante y ajustada que levantó al público de sus asientos.

Y todo terminó con "Lucía", los recuerdos del amor perdido recorridos por
la voz cercana, emotiva, de Serrat que parecía mejor a cada momento que
avanzaba el recital. Nos la dejó ahí entre la almohada y la soledad, como un
recuerdo que lejos de doler acompaña y permanece. De nuevo el Falla
irrumpió en una ovación final clamorosa, volvieron las palmas por bulerías,
reconocibles siempre en esta tierra de honda raíz flamenca, palmas que
pusieron punto final a otro de esos recitales memorables del cantautor del
Poble Sec.

Luego, tras dos horas y cuarto de ensueños, sales a la Plaza del General
Fraguela donde está emplazado el Teatro Falla y contemplas la noche
estrellada y miras cómo la luna ilumina las azoteas, cómo la ciudad se abraza
a los sones del agua del mar, cómo todo parece reposado, distinto, mágico,
como si también de la ciudad se hubieran apoderado las canciones y el talante
de Serrat. Y tienes una sensación extraña y pones la vista ya en su próximo
recital, en su próxima gira, y deseas que siga por muchos años subiéndose a
un escenario, creando esas atmósferas imprevistas, latentes, que él sólo sabe
crear. Todo se acaba y hay que volver a la realidad del día a día. Durante las

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Gira “Cansiones”

dos horas y cuarto del recital lo abandonamos todo y fuimos partícipes de


algo que por mucho que lo repitamos siempre nos parece como la primera
vez.

A Serrat siempre se le espera, y reencontrarse con él es reencontrarse con


ese viejo amigo al que uno se confía y al que uno se entrega sin remedio. Es
reencontrarse con parte de uno mismo, con parte de mi itinerario vital y
emocional, estético y ético, con parte de mis sentimientos más íntimos, desde
que en esas primeras soledades de la adolescencia supe arrimarme a su voz,
a sus canciones, en medio de noches desabridas, de pensamientos tristes, de
novias imposibles perdidas para siempre o en medio también de instantes de
felicidad, de optimismo o de entusiasmo. Y supe encontrar en sus canciones
ese amparo necesario, esa geografía de palabras y melodías que se
entrecruzan y en donde no puede concebirse el lamento ni la desdicha, donde
sólo cabe mirarse y encontrarse y ver que en cada canción estamos nosotros
mismos, porque formamos parte indisoluble de ellas como ellas forman parte
indisoluble de nosotros.

Concierto en el Teatro de La Maestranza de Sevilla


17 de Abril de 2001
Texto de Carlos Hidalgo (Sevilla)

PALINDROMÍA INSUPERABLE
Llegaba Tarrés a Sevilla en una fecha un tanto especial para las nuevas
apuestas. Con el incienso aún en las retinas y las casetas del Real de la Feria
prácticamente listas para en dos semanas convertirse en el mayor tablao del
mundo, Sevilla se balancea más que nunca en la eterna tradición que la hace
tan especial. Sin embargo, el Teatro de la Maestranza presentaba un lleno
indiscutible en la primera de las dos jornadas que Tarrés/Serrat iban a
disputarse en la capital hispalense.

Si bien el palíndromo tiene raras costumbres, como ponerse el zapato en el


pie incorrecto o caminar hacia atrás, hay que reconocer la virtud de su
puntualidad, porque con menos de cinco minutos de retraso, Tarrés hizo
aparición en el escenario, al son de una introducción a cargo de Kitflus y del
violinista, Juan Aguiar, a la que se iría uniendo el resto de la banda.

Tras el saludo de rigor y la explicación de Tarrés del por qué de su


antología de Cansiones, entonó la primera de la noche, "Yo sé de una mujer",
sin duda, la más bella canción de cuantas se han escrito a una prostituta. Sin
más preámbulos, Tarrés, sentado en una silla de su propio bar y al compás de
las palmas, cantó "En la vida todo es ir", uno de los mejores momentos que
recoge el último cedé de Tarrés/Serrat. Seguidamente, el punto en el que el
alter ego de Serrat quiso dejar claro que el listón, aquella noche, iba a estar
alto: "Fangal". Después llegaron "Tarrés" (magnífica interpretación en
directo), "Soy lo prohibido", "Mazúrquica modérnica" (una de las Cansiones
más celebradas por el público), "El último organito", "La maquinita", "Che
Pykasumi", "El amor, amor", "De un mundo raro" y "La llamada", ésta última,
una de las interpretaciones más esperadas de esta primera parte del

73
Gira “Cansiones”

concierto. Una primera parte en la que eché de menos "Sabana", pero, sobre
todo, "El cigarrito", mi preferida del último cedé.

La segunda parte fue un parto de nostalgia. Cuando Tarrés ya se había


despedido del público, la magnífica banda que le acompañaba tocó una bella
pieza instrumental antes de que apareciese Serrat y le tomase el relevo a su
palíndromo para cantar "Romance de Curro El Palmo". Una versión mucho más
latina y aflamencada de esta pequeña joya que tanto le gusta al propio
Serrat. Si me dan a elegir entre la versión convencional de 1974 y la nueva,
me quedo con esta última. Es un reflejo de que Serrat es consciente de que
los años que han pasado sobre algunos de sus temas hacen necesaria la
renovación de sus arreglos. Era el comienzo de un desfile de canciones a las
que el Nano nos tiene poco acostumbrados escuchar en directo.

Después cantó "Me gusta todo de ti (pero tú no)", en cuyos momentos


finales, comenzó a notarse que algo empezaba a no ir demasiado bien. Al
acabar la canción, el cantautor se dirigió con explícita ironía al público para
decirle que le había pedido antes de comenzar el concierto "a quien
corresponda" que por favor apagase el aire acondicionado de la sala, pero que
no le habían hecho «ni puto caso», por lo que «estaba muy jodido». El enfado
de Serrat era evidente y también quedó un tanto reflejado en la siguiente
canción que interpretó, "Penélope", en la que con grandes esfuerzos lograba
llegar a los tonos más altos. Después, llegaron un "Umbrío por la pena"
totalmente calcado del disco de 1972, "Los fantasmas del Roxy" (canción con
la que presentó a la banda), "Dondequiera que estés" (con una interpretación
incluso superior a la del disco Sombras de la China) y la canción protocolaria
de Serrat por excelencia: "Mediterráneo".

Pese a que muchos pensábamos que aquella noche el cantautor no se iba a


prodigar mucho en los bises, volvió al escenario para regalarnos el momento
más mágico y dulce de la noche: la recuperación de la mítica "Cançó de
matinada", por la que no parece que hayan pasado sus 35 años de existencia.
De nada importó que Serrat tuviera que comenzar la canción de nuevo al
quedarse sin voz en sus primeros versos. La insistencia del público logró que
Serrat saliese una vez más al escenario para recordar que Sevilla es cuna de
grandes poetas, interpretando "Cantares". Sin embargo, el público, con su
peculiar toque de palmas, pedía más y más, hasta que consiguió que Serrat
pusiese el broche de oro a la noche junto al piano de Kitflus al son de "Lucía".

El resultado fue una velada diferente a las que el cantautor nos tiene
acostumbrados, quizá embriagados por la estela de un Tarrés que estuvo, en
algunos momentos, más a la altura de las circunstancias que su palíndromo.

74
Gira “Cansiones”

Concierto en el Teatro de La Maestranza de Sevilla


18 de Abril de 2001
Texto de Alicia Oschendorf (Montevideo - Uruguay)

TITIRITERO ALEHOP!
De aldea en aldea el viento le lleva siguiendo el sendero...

Milagrosamente a tiempo llegó el Titiritero... o llegaron Serrat y Tarrés al


teatro de La Maestranza. Siguiendo el sendero, como si supieran que cinco
mosqueteros que habían tomado Sevilla desde hacía unas horas, aguardaban
impacientes. Casi dándose por enterados -Tarrés y Serrat- de la fiesta que se
producía en la primera fila, a sus espaldas y sin ningún lugar a dudas, a su
costo. Treinta años de Mediterráneo, tres a cero del Madrid, y el cantautor a
un palmo, aunque no fuera la gloria vestida de azul... ¿Qué más se podía
pedir? Entró -Tarrés... ¿o Serrat?- apenas detrás de Aguiar, que probaba su
violín, y de Kitflus, que ya lo controlaba todo. La banda se fue reuniendo en el
conventillo, dando el tono ideal a la corrala que ya todos conocemos, hasta
que llegó el consabido cuento de los recuerdos de viaje, los pueblecitos que
nievan aunque sean del Caribe, lo de siempre...

"Yo sé de una mujer" nos ubicó en que el artista estaba un poco limitado de
voz, y hasta lo vimos disimular, muy profesionalmente, alguna tosesilla. La
guitarra, medio tono más bajo, confirmó que aunque las condiciones no
fueran las mejores, el hombre de los atardeceres rojos, venía dispuesto a dar
lo mejor. Se las arregló igualmente para bajarnos esa estrella que borra la
huella de un recuerdo amargo. Es que sigue siendo de aquella raza...

Probablemente, para alguien, éste haya sido el concierto número ochenta y


tantos de una gira, y habrá justificado unas notas administrativas, unos
dividendos, que jamás podrán aquilatar lo que realmente se cocinó. Hay
conciertos a los que un artista llega en su plenitud y se encuentra un público
cálido y generoso que facilita todo, y hay conciertos en los que hay que
remontar un dolor de garganta, unos grados de fiebre, y un público poco
dispuesto al sacrificio. Cuando uno de estos últimos sale bien, es cuando
realmente se produce el milagro.

La primera parte transcurrió como se esperaba. Nos ahorró el recitado de


Galeano, por lo que le estaré eternamente agradecida, y también esa prueba
de su destreza para los idiomas que es "Che Pykasumi". Faltó también "El
cigarrito", que personalmente le habría cambiado pelo a pelo por "Sabana".
Los tangos le salieron magníficos, y casi podría decirse que su estado físico
colaboró para que "Fangal" luciera su mejor dejo canyengue. "De un mundo
raro", impecable, un Serrat de los mejores, lo mismo que "Tarrés", un tema
que antes no me gustaba mucho y que ha ido afiatando. Con "La llamada", la
banda hace lo que puede, especialmente la percusión de Nan Mercader, pero
ni Tarrés ni Serrat, por más que al tango lo borden, lograrán jamás un paso
de candombe.

Llegada la segunda parte, se retiró la corrala, y nos encontramos en casa,


en un concierto de Serrat de esos que nadie querría que terminara. De los de
siempre, y donde siempre uno asiste en presente pero cargando con los

75
Gira “Cansiones”

recuerdos de treinta años, que pasaron por ese "Mediterráneo", por esa
"Penélope" ahora tangueada por el bandoneón de Mercadante. "Lecciones de
urbanidad" también lució una puesta al día muy oportuna por parte de Kitflus,
que nos viene tangueando y jazzeando muy bien al maestro, llevándolo por
caminos más apartados de la tonadilla en la que le resulta tan fácil caer.

Faltó "Umbrío por la pena", y se sintió la falta, aunque hubo un "Pare" de los
más sentidos que me han tocado, que por sí mismo valió la noche. "La Saeta"
-en Sevilla- y justo después de tantas saetas oídas durante la semana santa,
fue el premio mayor. El premio con el que se conformaron los sevillanos. En el
Río de la Plata le habríamos arrancado cuatro o cinco bises más, pensé... y
me dediqué a arrancarle una promesa, una "Helena" ¡en Hospitalet! Y el
titiritero me dijo: "prometido". Ya caída la noche, y guardados los chismes en
el viejo coche, supe que nosotros también fuimos titiriteros, que por una
noche se produjo el milagro de que Sevilla no fuera solo de los sevillanos.

Concierto en La Farga de Hospitalet (Barcelona)


21 de Abril de 2001
Texto de Alicia Oschendorf (Montevideo - Uruguay)

CATALÁ AL ATAC
Sí, es un palíndromo, uno más de los muchos que en este año hemos
aprendido. Hay que reconocer que estos conciertos de "Cansiones" han sido
de lo más cultos, y especialmente útiles si uno es aficionado a los crucigramas
o juegos de preguntas y respuestas. Uno se cruza con Alejo Carpentier, con
Eduardo Galeano y hasta con André Breton, aprende los aportes catalanes a
la cultura universal, como el "capicúa", la "peseta", el "ali-oli"... y casi termina
creyendo que también inventaron el tanto por ciento. Hay quien dice que el
cantautor, cada vez habla más y canta menos. Puede ser...

Lo cierto es que para los que tuvimos la suerte de presenciar el concierto


del sábado 21 de abril en La Farga de L'Hospitalet, fue mucho, muchísimo
más. Serrat en casa, en su lengua. Toda una experiencia. El "viatje de anada
y tornada", fue más que una traducción. Serrat en su lengua gana en
autenticidad, se quita lo superfluo, ahorra adjetivos, recorta artilugios.

Todo comenzó cuando Aguiar se sacó el sombrero y comenzó a ambientar


la noche con su violín. Luego llegaron los demás. Serrat, en tercer lugar, ni el
primero ni el último, todo un detalle. Como siempre, "Yo sé de una mujer" fue
la que abrió el fuego, y empezó la recorrida. Esta vez las que faltaron fueron
"Sabana" y "El cigarrito", y aunque cantó "Che Pykasumi", nos perdonó la
introducción de Galeano. Tal vez por no traducirla, y la verdad es que me
hubiera gustado saber como queda la soberbia expresiva de Galeano, pasada
por el tamiz de esa forma eructiva del provenzal, que es el catalán, con todo
respeto... por el catalán.

Aunque no me quiero extender, tampoco puedo dejar de destacar que


"Fangal" y "El último organito", cada día los canta mejor.

76
Gira “Cansiones”

Un intervalo de puta madre, que ya presagiaba algo de lo que se venía, nos


introdujo en la segunda parte que abrió "Salam Rashid". No hizo falta la
dedicatoria a Bush, ni ninguna alusión a hechos de pública notoriedad. La
canción creció, en un arreglo sobrio y mejorado, y todo comentario estuvo de
más. Yo sabía que ahí se había esfumado mi "Helena", porque "Helena" sólo
podría haber abierto la segunda parte, no es una canción para un "bis", pero
valió la pena.

"Temps era temps", "Pare" y una auténtica sellada: "Pantalons llargs", "...
campaneta daurada del meu carret de fira...". Nunca la había oído en vivo. En
el Río de la Plata se nos juntó una dictadura con la salida de "Res no és
mesquí", y después nunca más.

"Los fantasmas del Roxy", abrió el breve bloque en castellano, muy


jazzeada y disfrutada por los músicos, sirvió para una rápida presentación. Le
siguió "Dondequiera que estés" y el infaltable "Mediterráneo". Los bises: "Cançó
de matinada", "Cantares", y finalmente una íntima "Paraules d'amor", ya sin los
músicos, sólo él y Kitflus en el escenario y todo el patio acompañando.

Conclusiones: de Serrat se puede decir desde que bala como una oveja,
hasta que le tiembla el corazón en la garganta. No debe haber otro sujeto
capaz de perfumar a una mujer de brea, y que suene romántico. Te guste o
no, no tiene doble ni palíndromo, y si hay un sitio donde ésa es una verdad
incontrovertible, es en su Catalunya. Dios nos lo guarde muchos años...

Concierto en La Farga de Hospitalet (Barcelona)


21 de Abril de 2001
Texto de Silvia Verdú 'Chinita' (Barcelona)

LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ


La promesa de "Helena", eso junto con la coleta de Kitflus fue lo que se
llevó el viento, pero por suerte nos dejó el sabor de oírle cantar cada vez
mejor los tangos acompañando al bandoneón de Mercadante, espléndido pese
a su juventud (hay que reconocer que el tipo está más que bien llevado de la
mano por Mederos y éste no pasea a cualquiera).

Bastante puntual apareció en escena Tarrés, cabía pensar que el tipo iba a
fardar más que su palíndromo, pero no... Respetó el sobrio traje de Hugo
Boss y no perdonó la roñosa camiseta azul. Uno a estas alturas ya no sabe si
usa el traje de Boss para disimular la camiseta azul roñosa o usa la camiseta
para disimular el traje de Boss...

Por suerte, el espectáculo no fue tan sobrio como su vestimenta y la


decoración del escenario donde cantó Serrat, el tipo supo torear con algún
que otro problema de sonido, no en vano son muuuuuchos años encima de un
escenario.

"Yo sé de una mujer" fue el preludio de todo el trabajo de Tarrés, esta vez
se guardó en el bolsillo "Sabana", "El cigarrito" (sorprendentemente reclamada
en un bis) y, por suerte, la introducción de Galeano en "Che Pykasumi", pero

77
Gira “Cansiones”

derrochó en "Fangal" y mejoró notablemente el candombe "La llamada", eso


sí, sin bailar, no vayan a pedirle peras al olmo...

Tarrés dejó paso a Serrat después de un intermedio jazzístico de Kitflus


impagable y éste empezó sorprendiendo a cuantos estábamos presentes
cuando sonaron los primeros acordes de "Salam Rashid", muy oportuna y muy
mejorada gracias a la soberbia mano de Kitflus. Le siguieron "Temps era
Temps", "Pare" (cada vez le suena mejor en directo!!), la "Cançó de matinada"
y "Pantalons llargs", repitió sorpresa como en el Coliseum, pero uno no se
cansaría de escucharla...

Aunque la oyera en el Coliseum, faltó "Helena", la promesa realizada en


plena Maestranza, pero "Salam Rashid" quedó bien a la altura. Eso sí, tengo
que deciros que no os podéis ni imaginar lo bien que suena "Helena" en
directo y con nuevos arreglos.

No faltaron la consabidas "Mediterraneo" y "Paraules d'amor" aunque nos


libró de "Penélope" y "Lucía". Se echó en falta alguna joya del baúl de los
recuerdos (¿volverá a cantar la "Cançó del lladre"?, ¡¡esperemos que si!!) ¿Y
"Malson per entregues"? (A ver si se decide a probar con ella en directo...) y la
promesa de un nuevo álbum en catalán.

En resumen, un buen concierto de ambos y una gran banda la que le


rodea, esperemos que el corte de coleta de Kitflus no sea premonitorio y le
vayan a fallar las fuerzas ahora..., con el bien que le ha hecho a Juanito!!!!!
Serrat sigue en forma, eso no se puede discutir, lo dejamos bien para que lo
reciban en México, pero acabado el concierto uno piensa que cada vez más el
espectáculo está detrás... de cero a diez la banda se merece un quince.

Concierto en el Auditorio Luis Elizondo de Monterrey (México)


28 de Abril de 2001
Texto de Sonia Cisneros de Treviño (Monterrey - México)

TARRES + SERRAT = NOCHE


INOLVIDABLE EN MONTERREY
Todo comenzó con un e-mail de Rosy, avisándonos que Ticket Master
estaba ofreciendo los boletos para una presentación de Joan Manuel Serrat el
28 de abril del 2001 a las 9:00 PM... se informó del costo... consiguió asientos
en primera fila, por supuesto previo pago de un cargo especial... ¡qué
importaba...! Al fin Tarrés estará en Monterrey... a las dos horas de haber
recibido el e-mail ya teníamos los boletos en la mano... chequeamos el plano
del Auditorio Luis Elizondo... efectivamente, primera fila, orquesta central...
magnífico... ¡tendríamos al noi del Poble Sec a menos de un metro!... aquí
comenzó la cuenta regresiva...

Hoy fue el tan esperado día... hicimos planes disfrutar a Serrat al máximo
era la meta... y qué mejor que organizar una velada con todos los amigos
Serratianos y Serratistas de los Grupos... Los primeros en apuntarse, Rosy y
Felipe Granados de Laredo Tx., Jorge Aguilera de Torreón, Coah., Ildelfonso

78
Gira “Cansiones”

de Chihuahua (doce horas de camino por tierra), Manuel Valencia y esposa de


Monterrey y por supuesto Juan Lauro y esposa... Todo estaba listo...

Llegamos a la explanada del Auditorio una hora antes del concierto a fin de
poder adquirir algunos souvenirs, ya que en conciertos anteriores los han
vendido... llegamos y ¡sorpresa! No había ningún vendedor... Como a los 15
minutos se pusieron dos, solamente dos... ¿cuánto cuestan las camisetas?
¿Son unitalla? ¿Traen tazas?.... "las camisetas son unitalla y las tazas se
están vendiendo adentro del Auditorio..." Compramos unas camisetas... En
esto estábamos cuando llegaron Rosy y Felipe junto con unos familiares,
luego se nos unió Jorge Aguilera... pasamos al Auditorio, había algo de gente,
no mucha, aún era temprano.... "¿tienen tazas?..."

A las 8:45 PM pasamos a la Sala a través de un extraño pasillo... y nos


recibió la escenografía de Tarrés, bastante alegre por cierto, mucho colorido,
ropa colgada en los balcones y ese maravilloso letrero de neón del Bar
Tarrés... tomamos nuestros asientos y tuvimos oportunidad de observar más
detenidamente la escenografía y los instrumentos de los músicos que
acompañarían a Serrat. Me dio la impresión de que la escenografía estaba
inspirada en la calle Poeta Cabanyes... teclados a mano izquierda... Kitflus -
maravilloso- podríamos verlo igual de cerca que a Serrat... percusiones...
guitarra española... bandoneón... batería... contrabajo... violín... bajo...

Segunda llamada... nunca oímos la primera, ahora que lo recuerdo ni puse


atención a la tercera... se apagan las luces poco a poco y de pronto aparece el
violinista con un sombrerito muy mono... toca algo... luego Kitflus y se
integra al violinista... la escenografía se vuelve en tercera dimensión... se ve
bien... a los pocos segundos aparece Serrat... impecablemente vestido
totalmente de negro, un traje con una caída perfecta... camisa o playera
negra sin cuello... perfectamente peinado hacia atrás... se escuchan
aplausos... el Auditorio está a su máxima capacidad... el amado Nano está
aquí nuevamente... hace una reverencia... saluda y comenzamos...

"Yo sé de una mujer" que mi alma nombra siempre con la más íntima
tristeza... ¡bravo!... "En la vida todo es ir" a lo que el tiempo deshace, sabe el
nombre donde nace y no donde va a morir... "Sabana", sabana con tu brisa de
mastranto, tus espejos de laguna.... Nos avienta una amena charla sobre los
palíndromos... sabemos que vendrá... ese tal "Tarrés" que camina pa'trás que
escribe del revés y nunca tiene prou... soy ese vicio de tu piel que ya no
puedes desprender, "Soy lo prohibido"... ¡bravo!...

Así iba transcurriendo... Tarrés feliz de la vida, se le veía contento... algo


cansado pero maravillosamente bien... bromea con una mujer que se acerca
al escenario y le entrega una carta "¿llegó el correo?"... ¡joder! Que le ha
entregado una carta y se la guarda en la bolsa interior de su saco... Juan
Lauro llevaba un gran sobre con una carta y unas portadas... nos había
ganado la oportunidad... ya vendrá otra... Tarrés sigue platicando a su
manera... se escuchan los acordes... ¿?... Tarrés cantando "Penélope"?... no
había llegado Serrat... el telón bajó y Tarrés quedó atrás... Penélope con su
bolso de piel marrón... ¡bravo!... "Me gusta todo de ti", tus ojos de fiera en
celo... Vuela esta canción para ti, "Lucía", la más bella historia de amor que
tuve y tendré...

Arriba el telón... de nuevo Tarrés... ya ambientado... aplausos y más


aplausos... las ruedas embarradas del "último organito"... luego se diría que
ésta ha sido la mejor interpretación, de hecho así lo creemos nosotros...
pobre del Rey Salomón con sus mil y más mujeres si yo con una que tengo

79
Gira “Cansiones”

me doy contra las paredes... risas... aplausos... cuando te hablen de amor y


de ilusiones y te ofrezcan un sol y un cielo entero...

Viene un breve intermedio... quizá Tarrés necesite tomar algo de aire... no


ha parado de cantar por más de una hora... Kitflus en los teclados... regresa
Serrat... el sacristán ha visto hacerse viejo al cura, el cura ha visto al cabo y
el cabo al sacristán y mi pueblo después vio morir a los tres... cultive buenas
maneras para sus malos ejemplos... Serrat habla de los niños de la calle, de
la hambruna, de los niños que mueren en los países pobres. La expresión de
su cara demuestra un dejo de tristeza... hijo del cerro presagio de mala
muerte, "Niño silvestre" que acechando la acera viene y va... se escuchan los
acordes de... sepan aquellos que no estén al corriente que el Roxy, del que
estoy hablando fue un cine de reestreno preferente... Serrat presenta a los
músicos que le acompañan... pero ahí fue donde a Lauren Bacall, Humphrey
Bogart le juró amor eterno... y también fue allí a donde nos llevaron Silvia y
Nany en nuestro inolvidable viaje a Barcelona...

"Con permiso, con permiso...", "no aguantó la vejiga...", "con permiso..."


bromeó con Jorge Aguilera, por supuesto que quien pedía permiso era Jorge y
Serrat el que dijo "no aguantó la vejiga..." Toma la guitarra y se escucha...
"Dondequiera que estés" te gustaría saber que por flaca que fuese la vereda no
malvendí tu pañuelo de seda... ¡bravo! ¡Te quiero!... y te acercas y te vas
después de besar mi aldea, jugando con la marea, te vas pensando en volver
eres como una mujer, perfumadita de brea... porque yo nací en el
"Mediterráneo"...

¡Es el final!!!!... se inclina agradeciendo... ¿? ... ¡agradecidos nosotros!...


Como siempre dio lo mejor de sí... quizá un poco cansado... pero cantando
mejor que la ocasión anterior... se acerca a saludar a una persona... ¡viene
hacia nosotros!... Juan Lauro le da la mano y él lo saluda... por vez primera
en 32 años, pasa rápidamente... le dan un ramo de flores... se regresa y se
para justo frente a nosotros... se vuelve a despedir... ¡ahora, ahora!... y le da
el sobre, él lo agarra... ¡otra! ¡otra!...... y Juan Lauro le grita "Cançó de
Matinada"... en los ojos de Serrat se ve una expresión extraña... diría yo que
de sorpresa, halago, quizá... no lo sé... Jorge lo secunda...

Dio la orden: "Cançó de Matinada" interpretada como sólo el Nano podría


hacerlo... y ahí estaba complaciendo a Juan después de 32 años... diría yo
que para un Serratista como Juan Lauro ha sido la mejor noche de su vida,
saludar de mano a ese ser tan especial y tan amado... entregarle con la
ilusión que sólo aquellos que tienen ese sentimiento por Serrat entenderán...
verlo tan de cerca... y como alguien bien dijo... ver que es tan humano como
ustéd, yo o el de enfrente, que cuando canta de vez en vez salen gotas de
saliva... ha sido maravillosa la experiencia... ¡otra! ¡otra!... el teatro completo
de pie... ¡otra! ¡otra!... Caminante no hay camino, se hace camino al andar, al
andar se hace camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha
de volver a pisar... ¡otra! ¡otra! ¡otra!... toma su guitarra... son "Aquellas
pequeñas cosas", que nos dejó un tiempo de rosas... no podía habernos dado
mejor hasta pronto... Serrat desapareció tras el telón... y nos ha dejado con
un sabor de boca bastante agradable... con ganas de más... de que pronto
vuelva...

Salimos lentamente del teatro... "¿tienen tazas?... ¿cuánto los vasos?..." Es


hora de irnos... llegamos al restaurante y nos dispusimos a esperar... fue
maravilloso haber disfrutado de Tarrés y luego compartir los comentarios con
todos los amigos del grupo... Ya en la mesa platicamos sobre el concierto y en
algo coincidimos: Manuel consiguió un autógrafo en el disco "El Sur también
existe"; Rosy, su autógrafo en una papeleta; Jorge, unas palabras dirigidas a

80
Gira “Cansiones”

él especialmente; Ildefonso, un autógrafo en su boleto de entrada; y Juan


Lauro, estrechar su mano, darle su carta con sus sueños e ilusiones y sentir
que fue complacido y cantada especialmente para él la Cançó de matinada...

¡Bendita Música! Que nos ha dado tanto... gracias amigos, por estar aquí...
gracias Serrat, por todo lo que nos has dado...

Concierto en el Teatro Pablo de Villavicencio de Culiacán (México)


30 de Abril de 2001
Texto de Jesús Alberto Guzmán Verdugo (Culiacán - México)

VUELVE A ENAMORAR A CULIACÁN


CON SUS PALABRAS DE AMOR
Todo comenzó en diciembre del 2000, el arquitecto Iñigo se me acercó en
el bar para decirme: "Serrat viene a México, hay que ir", yo le contesté: "pues
hay que conseguir los boletos, pero para el concierto de aquí, en Culiacán, me
acaban de confirmar la fecha..."

Después de esperar cuatro meses, con boletos en mano esperábamos


ansiosos a que el teatro abriera sus puertas. Fuimos los primeros en llegar y
los primeros en entrar. El concierto estaba programado para las 8:30 de la
noche, el teatro estaba a reventar, cuando se escucha la primera llamada, la
segunda y para las 8:45 es la tercera...

Yo me senté lo más cómodo en la butaca, estaba en la primera fila del


mesanine y el Arq. Iñigo en la quinta fila de abajo. Entra en primer lugar
tocando su instrumento Juan Aguiar y el teatro truena en aplausos, enseguida
llega el gran pianista Josep Mas y sigue el júbilo, y de repente aparece Serrat
en el escenario, parecía que el inmueble se iba a caer, todos de pie
aplaudiéndole a más no poder... Elegantemente vestido de negro, ¡allí estaba
cantando para nosotros!

Así fue cantando sus cansiones: "Yo sé de una mujer", "En la vida todo es ir",
"Sabana", "Tarrés", "Me gusta todo de ti", "El último organito", y cuando cantó
la "Mazurquica modernica" todo el mundo se para a cantar y aplaudir. Un
Serrat maduro, jovial, buen orador, de buen humor, es decir todo lo que
soñamos de él, pues él estaba ahí.

Cuando interpretó "Soy lo prohibido" y "De un mundo raro", todos sabíamos


que alguna vez las habíamos escuchado, pues son canciones mexicanas pero
éstas las estaba cantando Tarrés al ritmo de sus cansiones.

Uno de los momentos culminantes fue cuando Serrat recordó que era el
Día del Niño : "No es por amargarles el día completo a nadie, pero hay que
recordar que miles de niños mueren por una enfermedad tan sencilla como lo
es el hambre, aunque usted no los quiera ver, los niños de las calles existen,
están ahí, pero las autoridades lo niegan, hay que hacer felices a esos niños,
porque los niños que por fortuna son de familias felices a esos, tenemos 365

81
Gira “Cansiones”

días para celebrarlos..." Toda la gente se le rindió en un gran homenaje de


aplausos. Y Serrat simple y sencillamente comenzó a cantar "Niño silvestre".

Seguidamente Serrat nos transportó al "ayer olvidado". Cantó "Penélope",


"Mediterráneo", "Lucía", "Dondequiera que estés", "Los fantasmas del Roxy",
"Aquellas pequeñas cosas", "Cantares"...

Después de dos horas de música y canto, Serrat se despide pero la gente


lo vuelve a traer al escenario, 1400 gargantas pedían al unísono "La Fiesta".
Tan solo una voz se alzó desde el mezanine, y pidió "Palabras de amor", la luz
se prendía, y todos coreaban "La Fiesta", y una solitaria voz en la noche,
volvía a gritar: "¡Palabras de amor!"

Ya para ese instante Serrat miró al mezanine y dice: "¡ya te escuché, ya te


escuché!", "¡que soy yo, que soy!"; en eso llama al maestro Kitflus, y dice:
"esta canción es para la gente que recuerda los 15 años, yo la escribí a los
20". Y mirando al mezanine prosiguió: "Si alguien no conoce catalán, por
favor no se la soplen..."

Junto al maestro Josep Mas, Serrat comenzó a cantar "esas bellas palabras
de amor sencillas y tiernas". Yo -con un nudo en la garganta- cantaba a todo
pulmón en un inicio en catalán, después en español, pero esta fue mi gran
noche, mi canción favorita llegó al cierre del concierto.

Y después de 27 años de espera, Culiacán volvió a escuchar al oído


"Palabras de Amor" y de esa manera volvió el gran Serrat a enamorar a toda
una ciudad...

Concierto en el Teatro Galerías de Guadalajara (México)


3 de Mayo de 2001
Texto de Sergio Bross (Zapopan, Jalisco - México)

¿QUIÉN FASCINÓ MÁS?


¿SERRAT o TARRÉS?
Más de 1700 personas. Adultos en su mayoría... algunos muy adultos, se
fueron dando cita a "prudente" hora en el Teatro Galerías de Guadalajara,
Jalisco, México. Algunos vestidos de gala, perfumadas y perfumados, aunque
la gran mayoría en ropa informal, como quien va de visita a casa de un
amigo.

La hora de la cita, las 8:30 PM del jueves 3 de mayo del año 2001. El
evento: Joan Manuel Serrat, quien llegó a estas tierras para presentarnos a
un tal Tarrés, del que sólo se sabe que es un bohemio, vividor y mujeriego, y
quien es capaz incluso de desafiar las leyes del inmaculado horóscopo; pues a
pesar de haber nacido un 27 de diciembre, no es capricornio como debiera
ser, sino Géminis.

Nadie supo explicar quién fue. Si Joan Manuel Serrat, o Tarrés -su "alter
ego"-, el que dejó relucir, el que cautivó al público que llenó el Teatro

82
Gira “Cansiones”

Galerías, ayer por la noche en su primer concierto en Guadalajara, dentro de


su gira "Cansiones".

Callejuelas de una vieja ciudad y un bar, con el nombre Tarrés, era la


escenografía de la que se valió el cantautor catalán para introducir al aforo en
un viaje de ida y vuelta, como el mismo explicaría.

Vestido de traje negro informal, Serrat salió a escena alrededor de las


20:45 horas. "¿Qué tal la han pasado en estos dos años que llevo sin veros?",
dijo al saludar, "aquí estamos proponiéndoles un viaje de ida y vuelta, como
de ida y vuelta son las canciones que me conforman. Y en los viajes es muy
importante la compañía, así que gracias por haber venido, porque si no ¿con
quién iba a compartir las cosas?".

Haciendo uso de una retórica en la que cada palabra suena a poesía,


explicó el sentido de ese manojo de temas que trajo a su espectáculo.

"Así como hay gente que cuando regresa de los viajes trae cargadas las
maletas de objetos de lo más insólitos, nosotros cuando volvemos de los
viajes traemos las maletas llenas de canciones", comentó.

Y sin más preámbulo, levantó las anclas para surcar mares de la música de
un lado a otro del Atlántico. "Yo sé de una mujer", "En la vida todo es ir", entre
otros temas de su disco Cansiones, fueron el inicio de la travesía a su
memoria sentimental.

El canto que dedicó a su otro yo, "Tarrés", fue motivo de una extensa
disertación: "Tarrés y Serrat siempre viajan juntos, desde que nacieron.
Nacieron el mismo día y de la misma madre. A pesar de haber nacido el
mismo día, Serrat es Capricornio y Tarrés es Géminis. Siempre viajan juntos:
ambos componen, y se complementan", indicó.

Pero antes de que nos hablara de Tarrés, un acomedido mesero sirvió dos
copas de vino tinto, en una mesa que estaba a la derecha del escenario.
Serrat, ¿o habrá sido Tarrés? (todavía no conocíamos bien al segundo, y no se
había hecho su presentación "en sociedad") sin tardanza alguna procedió a
catar el delicioso elixir -asumo que de una buena cosecha francesa- y
comentó: "... bueno... con gusto les invitaría, pero ya saben, no se puede por
aquello de la escasez". Luego, tras catar de nueva cuenta el vino tinto dijo:
"siempre quise llevarme el bar al escenario... y miren, ahora con este tal
Tarrés, todo es posible.

Pero el primer gran aplauso de la noche fue cuando su orquesta tocó las
primeras notas de "Penélope", aún con el escenario del bar Tarrés como
carpeta de fondo. La nostalgia no pudo ser evitada, e interpretó temas como
"Los fantasmas del Roxy" (tema que aprovechó para presentar a la banda),
"Mediterráneo" y muchas más.

Todo parecía presagiar el final del concierto, pero en mi memoria aun


quedaba fresco el recuerdo del concierto de hace dos años, en el que se
"aventó" ocho encores, algunos incluso a solas con su guitarra, ya que la
banda no los traía preparados.

Serrat salió del escenario, algunas personas -ingenuas- lo hicieron del


teatro. Unos minutos después (habrán sido muy pocos, pero a mí me
parecieron muchos y largos) salió de nueva cuenta Serrat con sus músicos y
la ovación no se hizo esperar cuando sonaron provenientes del teclado de
"Kitflus" las primeras notas de "Cantares". Así, "todo pasa y todo queda" se

83
Gira “Cansiones”

convirtió en un himno que coreó la gente, primero como un murmullo y al


finalizar a todo pulmón.

Parecía -ahora sí- que terminaría de una vez por todas, cuando de nueva
cuenta salió la banda encabezada por Serrat, y justo cuando yo lamentaba
que no hubiera habido una sola pieza en catalán, Serrat dijo: "Ahora habrán
de escuchar una vieja compañera de camino... está cantada en catalán, pero
no se preocupen; habla de un amanecer y un amanecer es igual en todas
partes, independientemente de que al fondo haya unos olivos o unos nopales.
Además en Jalisco se habla mucho el catalán... lo notamos desde que
llegamos. Ahora, si usted no es de Jalisco y por lo tanto no habla catalán... no
vaya a interrumpir a su compañero de al lado... sólo déjese llevar por los
oídos del corazón..." Y así fue como pudimos disfrutar "Cançó de matinada" en
un arreglo mucho más parecido al primero, al del sencillo que lleva ese
nombre de 1967, y que por supuesto aparece también en "Encontre", que al
que nos llegaría después en el álbum "Com ho fa el vent". ¡Espléndida!

Tras despedirse, el público lo ovacionó de pie, provocando que postergara


su estadía en el escenario. Tras dos horas de concierto, concluyó con "Una
mujer desnuda y en lo oscuro" y "No hago otra cosa que pensar en ti". Sólo
cuatro encores en total.

Quedó muy claro que Tarrés es todo un buen tipo, y que tiene algo muy
importante que ver con todos los que asistimos al concierto... es esdrújulo...
es decir, mientras que Tarrés es "Palíndromo", nosotros somos "Público".

Serrat se fue, pero con la promesa que siempre ha cumplido de volver


"desde siempre y para siempre".

Concierto en el Teatro Galerías de Guadalajara (México)


4 de Mayo de 2001
Texto de Francisco de Anda (Guadalajara - México)

UN PALÍNDROME DE
'FA MÉS DE VINT ANYS'
Un violín solitario rompe el silencio de la noche. Sus acordes campean sin
empacho por la vieja calle de nuestros sueños. Las notas suaves del teclado
de Kitflus despiden al sol tras los balcones. Un anuncio de neón indica que se
abre el bar para los amigos; y se reserva la mesa del rincón al sabor de un
buen vino y de nuevas y añejas Cansiones. Uno a uno van llegando los
invitados y así, entre amigos, aparece Tarrés en el escenario...

"La gente trae consigo cosas insólitas de sus viajes. Nosotros traemos las
bolsas llenas de canciones que son delicias para cantarlas de noche con los
amigos". Y por fin trajo el verde mayo a Guadalajara. Las letras de Miguel
Hernández nos llegan por reminiscencia: "Al verlo venir se han puesto cintas
de amor las guitarras, celos de amor las clavijas, las cuerdas lazos de rabia, y
relinchan impacientes, por salir de serenata." Entonces fluyeron las canciones,
una a una, de ese tal Tarrés que es el otro yo del Serrat que conocemos y que

84
Gira “Cansiones”

ha acompañado a lo largo de la vida a quienes se han apropiado de sus letras,


dulces, poéticas, y a veces crudas instantáneas de lo cotidiano.

"En la vida todo es ir", de Corretjer y Brown; "Mazúrquica Modérnica", de


"Violética Párrica", "Sabana", de José Salazar; "Soy lo prohibido", de José
Cantoral; "De un mundo raro" de José Alfredo Jiménez; y hasta un vallenato
popular. Todos ellos, temas del repertorio latinoamericano incluidos en el
material Cansiones, fueron saliendo de las maletas de Tarrés Serrat junto a
una mesa, con un par de copas y vino tinto.

No sabemos con certeza quien carga el equipaje si Tarrés o Serrat, pero


escuchamos una íntima confesión: "Serrat dice a dónde vamos, pero Tarrés
hace que valga la pena." "A fin de cuentas Tarrés sabe que sin Serrat no
existiría, pero Serrat sabe que sin Tarrés, no valdría la pena existir."

Esta noche en el Teatro Galerías, campeó mayo amoroso; y Joan Manuel


Serrat, en su segundo encuentro con el público "esdrújulo" de Guadalajara -
un tanto flemático- le dejó el tablao por un rato, a ese atorrante
"irresponsable, alcohólico, pero simpático" llamado Tarrés, para que entonara
"Penélope", la historia de aquella mujer que sacrificó un día el reloj y la
memoria a la espera de su amado; y después "Lucía", aquélla que con sus
labios cantores lo hizo sabio en amores.

Pero luego llega el turno de Serrat. Cae un telón negro que cubre por
completo el Bar Tarrés y sus alrededores llenos de balcones y tendederos.
Serrat viene ahora a saldar las cuentas pendientes que dejó ese Tarrés
desmemoriado. Empiezan a salir como de una chistera sus clásicos temas de
amor y otros no tan clásicos, salpicados de ironía, de crítica social, de apuesta
por la humanidad con todo y sus chapuzas: "Me gusta todo de ti (pero tú no)",
"Una mujer desnuda y en lo oscuro", "Dondequiera que estés", "Romance de
Curro el Palmo", "Los fantasmas del Roxy", entre otras de su vasto repertorio.

Justo cuando Joan Manuel cantaba aquello de que "una mujer desnuda y
en lo oscuro es una vocación para las manos, para los labios es casi un
destino y para el corazón un despilfarro..." una persona del público se
desvaneció provocando un conato de histeria e incertidumbre colectivas. Pero
el Nano reaccionó rápido: "¡Para, para!", le pidió a Kitflus. "¡Den luz por
favor!" y ordenó a todos, con mucha suavidad pero con firmeza, no moverse
de sus asientos: "¡siéntense por favor, ayudarán más!". Pasado el
desasosiego, todos tranquilos, Serrat comenzó de nuevo "Una mujer desnuda y
en lo oscuro", que el público agradeció con un prolongado aplauso.

De vuelta Miguel Hernández, el poeta de Orihuela, salta al proscenio,


cuando el cantautor del Poble Sec, entona "Niño Silvestre". Viene con aquellos
versos del "Niño yuntero", escritos en 1937 y musicados por Serrat en 1972.
El catalán introduce esta nueva versión que revela las formas más modernas
y más sofisticadas de la explotación infantil.

"Quiero dedicar esta canción a los millones de niños explotados,


prostituidos, empujados al alcohol o al pegamento; a los millones de niños
que mueren por enfermedades por las que rara vez se mueren los del llamado
primer mundo". "No hace falta ir lejos para darse con ellos. Están a la vuelta
de la esquina, a la vuelta del desamparo y de la muerte; y para verlos sólo
falta que usted abra los ojos y que deje de pensar que estas cosas pasan en
el mundo porque tienen que pasar, porque eso es mentira." Joan Manuel
rubricó su arenga con un "muchas gracias". Esta vez el público tapatío no
quiso aplaudir.

85
Gira “Cansiones”

Quiso despedirse Serrat con "Mediterráneo", pero el público pedía


"Cantares" con insistencia, lo que mereció el sarcasmo de Joan Manuel:
"profundo conocimiento del repertorio", dijo, pero la cantó y dejó que sus
fans, de antes y después, la corearan. Después de todo, fue la única canción
que el público de Guadalajara supo o quiso cantar con Serrat.

Después de "Cantares", la emoción hizo presa de los corazones. Serrat y


sus músicos, tuvieron que volver en un par de ocasiones ante el aplauso
prolongado pero tardío del público. Los tapatíos se prendieron ya tarde. Volvió
el Nano, para culminar con "Pueblo blanco" y la versión en catalán de
"Palabras de amor". Un público francamente dividido: algunos querían más,
una tercera aparición; otros ya estaban muy cansados y comenzaron a
enfilarse hacia la salida.

Acabó la fiesta, sin "La Fiesta". Ya en la calle algunos comentaban "cada día
está mejor Serrat" y otros respondían: "ya no es lo mismo". Alguno que
parecía más enterado sólo dijo: "me da la impresión que Serrat no encontró el
público que hubiera deseado, y que la mayoría de los asistentes a este
concierto hubieran querido ver al Serrat de sus años dorados."

Pero... "ha de haber gente pa' todo"...

Concierto en el Teatro del Pueblo de Aguascalientes (México)


5 de Mayo de 2001
Texto de Jorge Luis Gómez Alvarado (Aguascalientes - México)

"SERRAT ELIGE HACIA DÓNDE IR Y


TARRÉS HACE QUE VALGA LA PENA..."
Casi 13.000 personas aguardando pacientemente, algunas llegadas desde
las 3:00 de la tarde para alcanzar las mejores localidades. El teatro del pueblo
presentaba esta vez algo diferente, algo fuera de los estereotipos de
cantantes actuales, y fuera también de las vocecillas de plástico
acostumbradas en la Feria Nacional de San Marcos, era "alguien" que quizás
no era un "niño bonito" pero sus canciones —a lo largo de 35 años— forman
parte ya de la memoria colectiva de España y toda Latinoamérica. ¿Su
nombre?, Joan Manuel Serrat.

20:30 horas, los aplausos arreciaban pidiendo la salida de "Juanito". Por fin
la música comienza y con ella la magia de ver a Serrat en Aguascalientes otra
vez después de 6 años.

Había una pregunta en el aire ¿quién es ese tal Tarrés? La respuesta es


muy simple: es el "alter ego" del que conocemos como Serrat, el mismo que
nos ha invitado a dar un viaje de ida y vuelta por Latinoamérica a través de
las canciones de países que van desde México hasta Argentina.

Las calles de Barcelona plasmadas en un mural formando la escenografía


fueron testigos de una noche mágica. Serrat se encargó de aclarar que Tarrés
era "el otro yo" de Serrat, era impredecible, a veces huraño, bohemio y

86
Gira “Cansiones”

voluntarioso, pero que a la hora de cantar era, simplemente maravilloso. "¿Su


otro yo? Pregunten a su psiquiatra, él les hablará de su otro yo. De hecho
todos tenemos un 'otro yo', algunos llegan a tener dos, y las personas
importantes hasta tres o más".

Y comenzó... "En la vida todo es ir a lo que el tiempo deshace / sabe el


hombre donde nace / y no donde va a morir". Una probada de la nueva
producción llamada CANSIONES, la cual fue una auténtica odisea, puesto que
Serrat proponía unas canciones y Serrat prefería las contrarias. Sin embargo
tanto Tarrés como Serrat eligieron unánimemente la canción de José Alfredo
Jiménez titulada "De un mundo raro": "Cuando te hablen de amor y de
ilusiones..."

La noche iba transcurriendo... Tarrés monopolizaba el escenario "pobre del


Rey Salomón con sus mil y más mujeres si yo con una que tengo me doy
contra las paredes..." y luego con la curiosa "Mazúrquica modérnica": "Me han
preguntádico varias persónicas si peligrósicas para las másicas son las
canciónicas agitadóricas. ¡ay que pregúntica más infantílica! Sólo un piñúflico
la formulárica, p'a mis adéntricos yo comentárica".

Y Tarrés, un poco aventurero orilló a Serrat a cantar "Lecciones de


urbanidad": "Muéstrese en público cordial, atento, considerado, cortés,
cumplido, educado, solícito y servicial. Y cuando la cague, haga el favor de
engalanar la boñiga. Que, admirado, el mundo diga: ¡Qué lindo caga el
señor!" escuchándose una voz que decía "para los de adelante", ¿acaso una
alusión a los políticos?

Y Serrat aparecía de vez en cuando: "Vuela esta canción para ti Lucía, la


más bella historia de amor que tuve y tendré..." "Cerca del mar porque yo,
nací en el Mediterráneo"...

Algo que comparten Tarrés y Serrat es su orgullo por su origen y su


lengua: el catalán. "Han de saber ustedes que en Barcelona saludamos a
nuestros hermanos en catalán, bautizamos a nuestros hijos en catalán,
enterramos a nuestros muertos en catalán y hacemos el amor... como todo el
mundo" y las risas estallaron.

En virtud de ello Serrat hizo honor a su lengua materna cantando "Pare",


desconocida para muchas de las personas (incluyendo a los honorables
miembros del gobierno del estado que tenían una cara de no entender nada)
excepto para los verdaderos serratianos como un servidor que entendíamos el
trasfondo de "Pare, digueu-me què, li han fet al riu, que ja no canta. Rellisca
com un barb mort sota un pam d'escuma blanca."

Y como lo sabemos todos los serratianos no podía faltar "Caminante no hay


camino, se hace camino al andar..." lo que arrancó los aplausos de la
concurrencia dado que "Cantares" es en México la canción más emblemática
de Joan Manuel Serrat.

Fue entonces cuando Serrat consideró que el fin del evento había llegado.
Aprovechando el alud de aplausos y la andanada de peticiones de "¡otra,
otra!" me acerqué lo más posible a ver a ese catalán de casi 60 años que ha
dado muchos momentos de alegría a mis 23 años, a aquél que había cantado
conmigo "Ara que tinc vint anys", "Ella em deixa" en un desamor, y tantas,
tantas otras canciones...

Insultado por los guardias de seguridad y humillado por un candidato


político logré tomar algunas fotos de cerca mientras Serrat cantaba "Niño
Silvestre" levantando su voz para defender a los infantes que son víctimas del

87
Gira “Cansiones”

odio, la indiferencia y la explotación a que son sometidos, todo esto, dada la


cercanía del 30 de abril.

No me fue posible estrechar su mano, darle un abrazo o conseguir un


autógrafo en el CD "Primeras Canciones" que llevaba para tal efecto, pero la
foto lograda no la cambio por nada.

Y esta vez Tarrés con sus locuras hizo que el cansancio hiciera presa de
nuestro querido Nano y se lo llevó... cobijados ambos por un cúmulo de
aplausos que atestiguaban una noche simplemente... inolvidable.

Concierto en el Auditorio Nacional de México D.F. (México)


10 de Mayo de 2001
Texto de Pablo Aznavurian Roure (México D.F.)

INIGUALABLE... SERRAT
10 de Mayo, día de las madres en México... A eso de las 7:00 PM la gente
se empieza a dar cita en el Auditorio Nacional... Sí, efectivamente... Por fin,
Serrat de nuevo con nosotros. Después de una ausencia de casi tres años, el
maestro Serrat volvía a México a deleitarnos con su mágica poesía.

A las 8:30 PM, puntualmente, se apagan las luces y se ilumina el


escenario... un escenario diferente al que nos había mostrado en años
anteriores... y es que en esta ocasión Serrat no vino solo... le acompaña el
gran Tarrés.

En medio de un torbellino de aplausos, aparece al frente ese hombre casi


mítico que durante toda la vida (en el caso de muchos de los que estábamos
ahí), nos ha acompañado platicándonos de su Mediterráneo, de aquella
muchacha.... con Piel de Manzana, de sus Gaviotas, engrandeciendo más aún
a poetas de la talla de Miguel Hernández, Rafael Alberti o Antonio Machado...

Así inicia Serrat (o Tarrés) esta noche su recital... entonando cansiones


(sí... canSiones) muy diferentes al Serrat que conocíamos, pero siempre con
su inigualable calidad. De esta manera escuchamos "Yo sé de una mujer", "Me
gusta todo de ti", "Sabana", "En la vida todo es ir", "El amor, amor", "Tarrés",
"Un mundo raro" de José Alfredo Jiménez y "Mazurquica Modernica".

Los corazones de los ahí presentes latían con fuerza... era algo
extraordinario escuchar el nuevo material de Joan Manuel, además de que la
estenografía y la orquesta, sobra decirlo, era algo fabuloso.

Definitivamente, Tarrés no le envidia el talento a Serrat... o viceversa.

Después de tres o cuatro cansiones (sí, nuevamente canSiones) se cubre el


escenario y aparece Serrat, deleitándonos con melodías inmortales como
"Penélope" o "Romance de Curro el Palmo", para ceder paso nuevamente al Sr.
Tarrés quien nos siguió mostrando su extraordinaria producción "Cansiones".

88
Gira “Cansiones”

Finalmente, Tarrés se retira... nos deja un hermoso sabor de boca... le deja


el campo libre a Serrat... sublime... "Mediterráneo", "Los fantasmas del Roxy",
"Dondequiera que estés", "Lecciones de Urbanidad", "Lucía", "Cançó de
matinada"... El público estallaba... queríamos más Serrat... mucho más Serrat.

Finalmente... desapareció... pero no por mucho tiempo... el insaciable


aplauso del público lo invitó a regresar... Cantó "Aquellas pequeñas cosas".
Así, dos veces más, la multitud no lo dejó partir... nos regaló "Cantares", "Una
mujer desnuda y en lo oscuro" y "La Fiesta"... no puede ser... se acabó Serrat
por esta temporada...

Durante quince minutos la gente aplaudía de pie... no te vayas, Joan.


¿Dónde está el Titiritero, La Saeta, Pueblo Blanco, Como un gorrión..., etc?
¡Quisiéramos tener siempre al poeta con nosotros!, pero se acabó por hoy...
"el sol nos dice que llegó el final".

Por los pasillos de salida se escuchaba tararear casi toda la discografía de


Serrat... Único, extraordinario, con el dominio del escenario y el cariño de su
gente, Joan Manuel Serrat dejó pasmada a la multitud con su recital...
definitivamente Joan... eres único.

Ahora sólo nos queda esperar unos años más... VUELVE PRONTO.

Concierto en el Auditorio Nacional de México D.F. (México)


11 de Mayo de 2001
Texto de Luis Ernesto González 'León Felipe' (México D.F.)

EL CONCIERTO 100
Es la primera vez que dispongo de un caudal de información muy completo
sobre las diferentes presentaciones realizadas en las giras de Serrat. Por eso,
cuando ocupé mi lugar en el Auditorio Nacional —la noche del viernes 11— ya
sabía más o menos el repertorio que nos esperaba a los 8 mil (¿o serían casi
9 mil?) esdrújulos ahí presentes. Pero siempre hay dudas. Finalmente, un
concierto de Serrat nunca es igual a otro, aunque éste haya sido ya el número
100 de las Cansiones. Yo quería escuchar, en especial, tres interpretaciones:
"El cigarrito", "Cançó de matinada" y "Umbrío por la pena". Cantó dos. Bueno,
dos de tres es un buen porcentaje de bateo para cualquiera. Los rumores
sobre el estado de su voz añadían incertidumbre a la noche.

El Paseo de la Reforma de la Ciudad de México —donde se localiza el


Auditorio— es símbolo y escenario de la vida de la capital. El emperador
Maximiliano (venturosamente efímero) lo llamó Paseo Miravalle y lo
embelleció para que por él se fueran sus ojos, cada mañana, desde el Castillo
de Chapultepec hasta la Alameda Central, y para que los reales carruajes de
su esposa Carlota transitaran en el regocijo de la sombra y la amplitud. Su
nombre cambió al actual para celebrar los esfuerzos de Benito Juárez y su
grupo por darle al fin una fisonomía propia a la joven nación. Porfirio Díaz
decidió erigir en una de sus glorietas (rotondas, le llaman en otros países) el
más querido de los monumentos nacionales: el llamado Ángel de la

89
Gira “Cansiones”

Independencia. Grande, señorial, el Paseo de la Reforma es algo así como


nuestro Champs Elysées.

Caía la noche cuando nos encontramos Javi y yo en la explanada de


entrada del hermosamente iluminado Auditorio, con ese estilo arquitectónico
que algunos quieren ver como heredero del mundo prehispánico. Un abrazo,
palabras atropelladas. La emoción previa. Fue sólo un pre-saludo. Más tarde
lo volvería a ver, ya con sus compañeros de aventura: su padre, su hermana,
un buen amigo y, claro, nuestra Arantza. Vi también a Eduardo, con Mary e
Ícar. Ícar iba bien preparado para la ocasión, con una herramienta por demás
necesaria, dadas las dimensiones del inmueble en cuestión: unos prismáticos
(catalejos, miralejos, gemelos...). Fue Ícar quien nos movilizó a todos para
ocupar nuestros lugares y dejar la charla. Yo iba acompañado por cinco de
mis más viejos amigos... A 26 filas y algo ladeado de la muy famosa plaza
donde se asienta el bar Tarrés, la experiencia comenzó. Bueno, comenzó para
todas las filas.

Intimidad. Un violín. Luego Kitflus. Luego Serrat. "Yo sé de una mujer". Tal
vez el volumen estaba un poco bajo, lo que a la postre fue defecto y virtud del
concierto: no alcanzó la potencia de otras ocasiones pero por ello resultó más
delicado, más fino al oído, más cerca de los sentimientos de complicidad que
habitan en el susurro, en el guiño, en la lluvia mansa, en el bandoneón de
Merchante y el violín y la mandolina de Aguiar, en las percusiones de
Mercader y Blavia, en el contrabajo de Merlo, en las extraordinarias guitarras
de Romero y Rivera, en la sabiduría de un Kitflus que, alquimista, nos dio
arreglos extraordinarios sin desarmar los antiguos sonidos a los que estamos
acostumbrados.

Saludos al público. Oh, oh, su voz parece más cómoda al cantar que al
hablar (eso sólo le pasa a los cantantes, ¿o será travesura exclusiva de
Tarrés?). "En la vida todo es ir". "Sabana". "Tarrés". A veces la voz no le da
para emitir por completo las palabras. No, no, amigo, no te esfuerces
demasiado... "El último organito". De pronto baja el negro telón de fondo y
eclipsa la plaza colorida. Serrat lo justifica: "es que Tarrés no sabe que Serrat
también canta estas canciones". Y el público reconoce a "Penélope" y viene la
primera gran ovación de la noche. Su voz (siguen las paradojas) se acomoda
mucho mejor en los clímax. "Me gusta todo de ti". Risas. "Lucía". Termina el
eclipse de plaza. Las presentaciones entre canción y canción son más o menos
las del guión de los conciertos que otros esdrújulos han reseñado en la página
de Paco y en el buzón de los serratamigos. Quizá el maestro viene hoy un
poco menos abundante. Dos pantallas colocadas en los extremos del
escenario nos acercan los gestos de ese rostro tan expresivo, tan conocedor
del fenómeno de la comunicación, sustituyendo palabras por mímica.

"Mazúrquica Modérnica" desata la risa. "Soy lo prohibido" (fuerte ovación).


"El amor, amor" (animación general, movimiento en las butacas). "Un mundo
raro..." Cantar a José Alfredo en México tiene un efecto inmediato: se "rompe
el hielo" entre la gente, circulan los comentarios entre los vecinos de asiento
que hasta hace una canción eran desconocidos; la gente trata de adaptar su
versión mariachi a ésta que propone el viejo sabio. Baja el telón de fondo,
esta vez de manera definitiva y Serrat sale de escena... Kitflus se da vuelo. Es
la señal del fin de la primera parte. ¡No cantó "El cigarrito"! Claro, de seguro
se lo fumó antes del concierto.

Llega el "Romance de Curro el Palmo". Lo esperaba. Mucho se ha escrito


sobre el arreglo que le hizo Kitflus. Me gustó. Y en el "ay, mi amor, sin ti mi
cama es ancha", la voz suena tremendamente conmovedora, poderosa,
entera. Magia pura. Luego llegan las "Lecciones de urbanidad", siempre

90
Gira “Cansiones”

adecuadas porque las cosas, maquillaje y elecciones democráticas aparte, no


cambian, no cambian. Con "Princesa" canta la jovencita que está a mi lado
izquierdo (a mi derecha están mis viejos amigos). Tendrá veinte años. ¿Qué
le dirá la canción? "Los Fantasmas del Roxy". Presentación de los músicos.
Aplausos vastos. "Dondequiera que estés..." ¡qué bien cantada, cuánta
intimidad logra! En círculos de luz, parece que hay hojitas otoñales, verdes,
azules, hojas de luz. "Mediterráneo" (griterío). Fin. ¿Fin? ¿Y la Cançó y el
Umbrío? ¿0 de 3 para mis canciones esperadas?

No. Los primeros bises son.... ¡Cançó de matinada en un arreglo magistral!


(queremos grabación) y "Cantares". Medio Auditorio canta. También la chica a
mi lado. Larga ovación. El maestro y sus músicos salen y demoran mucho
rato (subrayo el mucho; pesan 100 actuaciones). Saborean la noche de éxito.
Regresan y sorprenden a todos con "Una mujer desnuda y en lo oscuro". Y
luego "Aquellas pequeñas cosas", Serrat totalmente solo, con su guitarra. Se
despide de nuevo. Se encienden las luces, algunas personas comienzan a
buscar la salida. Los demás aplaudimos a rabiar. Otra vez pasa largo rato. Y
de pronto, de nuevo van todos los músicos a escena: "Fiesta". Un largo
"Noooo" contrapuntea la frase "Se acabó, el sol nos dice que llegó el final".
Fin. Ahora sí es el fin, piensa la mayoría. El Auditorio se ha vaciado casi a la
mitad cuando, gracias a la resistencia de las palmas ya enrojecidas de los más
fieles, Serrat aparece otra vez, llama a sus músicos y advierte: "De un poema
de Miguel Hernández..." Llegó. Llegó la canción más esperada por mí. Y así
fue. Cantó "Umbrío por la pena" y la mitad de los asistentes originales se la
perdieron. Hermoso arreglo, entrega total. La voz resistió. La iluminación,
exquisita. El ánimo, entregado.

La jovencita a mi lado me comenta: "Serrat canta desde mucho antes de


que yo naciera... (sonrisa maliciosa). No sé por qué me gusta tanto, pero lo
que dice es muy importante para mí". A la salida me esperaba todavía el
abrazo de Arantza y Javi. Ya no vimos a Eduardo y familia. Alcancé el añejo y
bello Paseo de la Reforma y me recibió con una lluvia mansa. El concierto de
intimidad continuaba.

Concierto en el Auditorio Nacional de México D.F. (México)


11 de Mayo de 2001
Texto de Víctor David Rodríguez Ferado (México D.F.)

EL MEJOR MOTIVO
PARA VER A LA FAMILIA
Uno de tantos méritos que tiene Serrat, es que es uno de los mejores
motivos para pasar un espléndido fin de semana con tu familia, y es que vivo
en Guanajuato desde hace un año y desde Diciembre no veía a mis padres,
fue una ocasión perfecta para ver a mis familiares. El mismo viernes en la
tarde me trasladé a la ciudad de México y llegué justo dos horas antes del
concierto al Auditorio Nacional. Como mis hermanos y mi padre tenían trabajo
hasta tarde, mi madre y yo fuimos los representantes de la familia Rodríguez
Ferado para este concierto.

91
Gira “Cansiones”

Serrat estuvo a la altura de siempre, después de presentarse y recordar


que estar en este país es como estar en su casa -como tantos países en el
mundo, principalmente en el continente americano-, inició con la cubanísima
"Yo sé de una mujer" y se notaba ya una voz cansada, después de tanto rodar
por tierras queridas. Tarrés ya cobraba la factura de tanto viaje y tanta cruda
que dejaba en Serrat, incluso Tarrés no aguantó tanto trote -posiblemente
pasó la noche anterior en Garibaldi para entonar con mariachi "Un mundo
raro"-, tanto así que después de "En la vida todo es ir", "Sabana" y "El último
organito" tuvo que tomar el toro por los cuernos Serrat y encender el
Auditorio de una bella aura cuando se escucharon los primeros acordes de
"Penélope"; aquí uno se da cuenta que el maestro "Kitflus" ha tenido una
retroalimentación de ideas con el -por supuesto- también maestro Serrat.
"Kitflus" ha tenido el tino exacto para retocar y darle una manita de gato a las
canciones de Serrat que, no es que suenen antiguas, sino le da más belleza
de la que ya tienen, es hermoso escuchar a Penélope con arreglos un poco
jazzeros que le dan un toque especial.

Siguió con "Me gusta todo de ti", "Lecciones de urbanidad" (que nos recordó
algunas cosas que nos están haciendo estos tipos que nos salvan la vida a
costa de cortarnos el cuello), y la versión ya conocida al piano de "Lucía",
bellísima; regresó a dar lo poco que le quedaba a Tarrés con la "Mazúrquica
Modérnica" de Violética Párrica, "Soy lo prohibido", "El amor, amor", donde se
notó un público algo frío ya que solamente arriba se escuchaba el ruido de
fiesta, no se logró hacer fiesta completa con-los-bien-portaditos-de-abajo, y
se despidió Tarrés con "De un mundo raro" para dejar a Serrat cantando
"Tarrés" y la fiesta mayor ya se veía venir.

Con un intermedio exquisito de los excelentes músicos que acompañan a


Serrat, llegaron las notas de una jazzera "Romance de Curro El Palmo" -
nuevamente la mano de "Kitflus"-, siguieron "Princesa", "Mediterráneo", la
sublime, hermosísima "Dondequiera que estés", que mientras Serrat
rasgueaba los primeros acordes alguien gritó: "Serrat, eres único", era una
mujer, claro, a lo que el amigo catalán contestó con una media sonrisa y un
ladeo de cabeza como diciendo: "Bueno... pues gracias..."; contraparte de lo
que pasó dos segundos después cuando alguien más del público que parecía
no estar muy contenta con el repertorio que ofrecía Joan Manuel gritó: "¿Qué
diablos es eso, Serrat?". Mi madre susurró: "no le contesto porque ya va a
empezar la primera línea". "Dondequiera que estés, te gustará saber..." y
varios de los que no conocían la canción se enamoraron inmediatamente de
ella, es un clásico instantáneo de Serrat.

Siguieron "Los fantasmas del Roxy" para presentar a los músicos que le
acompañan en la gira -con un aplauso especial para el maestro "Kitflus"-,
continuar con una grata sorpresa como lo fue "Cançó de matinada" y
despedirse por primera vez; para regresar con "Una mujer desnuda y en lo
oscuro" del entrañable Benedetti y mientras de pie aplaudíamos, Serrat
volteaba a ver a "Kitflus" y con el índice en alto le decía: "Cantares..." y al
sonar las primeras notas se podía sentir caer el Auditorio, formidable. Terminó
la canción ¡y la gente se empezó a ir! en cinco conciertos que tengo el
privilegio de ver a Serrat con mis cortos 25 años no había visto tal frialdad en
alguna parte considerable del público, la verdad fue... no sé como definirlo
(bueno, sí sé, pero no puedo escribirlo, me censurarían...)

Afortunadamente los gritos de los que quedábamos hicieron salir al amigo


quien tomó su guitarra e interpretó él solo "Aquellas pequeñas cosas", como le
gusta hacerlo últimamente; la gente se iba como en bloques, nuestros
aplausos y gritos hicieron salir nuevamente a Serrat a interpretar "Fiesta"
(aquí en México, como seguramente en muchos países donde ha cantado

92
Gira “Cansiones”

Serrat, "Penélope", "Cantares" y "Fiesta" son naturales del recital), y mientras


cantaba: "se acabó, el sol nos dice que llegó el final..." todos gritábamos
"¡noooooo!", pero ya era notorio el cansancio de Serrat y se fue; ya para
entonces quedaban dos terceras partes del Auditorio, que ofrecía el corazón
con aplausos y gritos -cabe decir que arriba nadie se movía, sólo abajo nos
íbamos quedando solos-, salió Serrat a saludarnos, o a despedirnos, qué más
da, salió y la emoción ya era intensa, volvió Serrat a salir del escenario pero
provocó más gritos, más aplausos, el grito de "¡Serrat! ¡Serrat!" realmente
conmovía, y sí, ¡salió Serrat!, mientras "Kitflus" iniciaba los acordes nuestro
amigo susurraba: "un poema de Miguel Hernández" y al grito de "¡Sí Serrat,
por Miguel!" inició el primer verso: "Umbrío por la pena, casi bruno...", no sé si
Serrat escuchó el grito, pero cantó con un sentimiento que enchinaba la piel,
definitivamente derramó todo lo que le quedaba y alguna lágrima no pudimos
evitar; no me había tocado ver a un Serrat tan motivado en alguna
interpretación, los que ahí estuvimos fuimos afortunados de presenciar tal
derroche de belleza interpretativa en el Maestro: Joan Manuel Serrat.

Se fue notoriamente conmovido a saborear tan bello momento mientras


nos escuchaba despedirlo con vítores, más aplausos, más gritos para poco a
poco de ya no poder, de quedar afónicos, salimos entre la lluvia que fue un
bálsamo de frescura después de tanta adrenalina.

En casa nos esperaba la familia que inmediatamente percibió la energía


que traíamos. Si es que alguna vez llegas a leer esto, amigo Serrat, de
corazón te escribo: gracias.

Concierto en el Teatro Nacional de La Habana (Cuba)


18 de Mayo de 2001
Texto de José de Jesús Bu Hernández (La Habana - Cuba)

EL REGRESO DEL HIJO PRÓDIGO


La noche se inició con un sólo de violín que automáticamente paralizó las
4000 almas reunidas, a como dio lugar, en la oscuridad de la Sala Avellaneda,
del Teatro Nacional de Cuba. Había llegado la noche del viernes 18 de mayo y
los habaneros, los que entraron, y los que quedaron fuera, volvían al
encuentro del hijo pródigo. La magia que encierra tres decenios de encuentros
y desencuentros, atiborraba cada una de las lunetas, pasillos y escaleras de
aquella sala que muy al fondo guardaba un pedazo de Barcelona o de Beltchis
o de cualquier lugar del mundo donde pueda existir un café, donde los
parroquianos se sienten a rumiar sus alegrías y tristezas, y que lleve por
nombre Tarrés.

Al principio el público fue descubriendo las nuevas canciones del último


trabajo discográfico, mientras el cantor explicaba y nos hacía querer de un
modo extraño cada uno de sus yos. Esto de presentar un disco siempre
provoca que el público se quede ensimismado, tratando de descifrar la nueva
propuesta, la gente casi no aplaude, meditando al cierre de cada tema la
metáfora alcanzada, la melodía sentida, es quizás como una manera, a la de

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Gira “Cansiones”

los corredores de fondo, de reservarse para aquellos temas que son clásicos y
que resulta imposible no premiar con minutos de aplausos y ovación.

De esa forma Serrat nos habló de él, de sus planes y de los que Tarrés
materializa, de sus sueños y de los que el otro despierta, de las deudas y
quien las paga, de los amores y de sus soluciones, todo entre estas cansiones
y esa pizca de humor que se crea después de tantos años de complicidad.

Quedaba claro desde el principio que el viaje contaría de lo nuevo y de las


cosas imprescindibles, y asi arrancó, transcurridos aproximadamente veinte
minutos de nuevas canciones, sonaron los primeros acordes de "Penélope" y
ya la sala nunca volvió a ser igual, el público se regaló con su canto y Serrat o
Tarrés o los dos, vieron maravillados, como toda una nueva generación, no
nacida por los albores de 1972, cantaba aquellas canciones y les eran tan
suyas como nuestras. Se acrecentaba el jubileo por saber de nuevo al hijo
pródigo en casa, él daba las gracias y confesaba sentirse satisfecho de volver
a estar en ella, su casa.

Después vinieron una ensarta de temas del ayer y se cantó "Lucía", y se


cantó "Pueblo Blanco", el placer desbordaba y el público pidió y pidió hasta la
saciedad, que fue la hora en que Joan Manuel confesó: " ... todo lo que
empieza, debe terminar" y las almas reunidas empezaron el proceso
psicológico del fin.

Los bis fueron tres, uno para "Cantares", el segundo para "Aquellas
pequeñas cosas" y un tercero y último que como era de esperar fue "Para la
libertad", rondaban las 11:30 de la noche y La Habana sintió como una
profunda inhalación, de aquellas gentes que salieron al aire puro de la
inmensa explanada de la Plaza, con un pedacito de alma entregada al hijo
pródigo.

La noche había terminado, la ciudad daba las gracias e iniciaba su cuenta


regresiva hasta volver a encontrarnos con ese Serrat desde siempre y para
siempre...

Conciertos en el Teatro Teresa Carreño de Caracas (Venezuela)


23, 24 y 25 de Mayo de 2001
Texto de Cristóbal Guerra (Caracas, Venezuela)

UN REPLETO TERESA CARREÑO


SE REENCONTRÓ CON EL JUGLAR
Serrat envolvió su canto en parlamentos en los que Tarrés, su "compañero" y
su doble, fue el centro del recital

Casas tradicionales que remiten a una calle de cualquier ciudad de América


Latina en los años 50, contrastan con el fondo, donde edificios que arañan el
cielo comienzan a vislumbrar las nuevas metrópolis del continente. Ese es el
escenario, en el que un bar, con el letrero Tarrés en su puerta, nos habla de
historias contadas alguna vez, y que ahora retornan en la voz de Joan Manuel

94
Gira “Cansiones”

Serrat.

El disco Cansiones con S es el "culpable" de la reminiscencia, que durante


miércoles, jueves y viernes ha sido posible en el Teresa Carreño que, con la
complicidad de siempre, se ha desbordado con el canto del trovador de
Cataluña.

Las emociones comienzan con "Yo sé de una mujer", danzón cubano, y


después de continuar con varias de estas composiciones tradicionales
contenidas en el Cd ("Soy lo prohibido", "De un mundo raro"), se toman de la
manos con algunas de aquellas compañeras de viaje que no podían faltar, que
la gente no iba perdonar si no estaban ahí en cada noche. Hablamos de
"Penélope", de "Lucía", de "Mediterráneo", de "Cantares" (entonada por todo el
público), y hasta de "Cançó de matinada", cantada en catalán.

En realidad se trata del concepto disco-recital que se vincula a aquellas


canciones que Serrat trae desde su adolescencia y juventud, y que tenía
guardadas y que al fin pudo verter en el proyecto que termina de enraizarlo
en un continente y en una cultura que desde hace tiempo le resulta propia.

En este ciclo serratiano vimos al trovador muy comunicativo, con su verbo


poético de toda la vida y también con un fino sentido del humor mostrado en
diversos pasajes de sus recitales. Particularmente recordamos una anécdota
del último concierto caraqueño, cuando en medio de uno de sus parlamentos,
sonó con insistencia el teléfono celular de un asistente. Serrat, sacando al tipo
del apuro, le dijo: "Hombre, tome el teléfono, mire que puede ser alguien
querido o su mujer..."

Además, Serrat desplegó un inteligente parlamento en el que Tarrés fue el


centro de la atención. Habló de sus relaciones con él, de sus cercanías y sus
desavenencias, pero terminó siempre con aquel "Serrat no es nada sin Tarrés,
y Tarrés sin Serrat no puede vivir".

Y, como siempre, hubo repeticiones y nuevas apariciones para complacer.


Dos, tres veces debió regresar a escena en cada presentación, la última de
ellas cuando, con la guitarra juglaresca como única compañera, cantó
"Aquellas pequeñas cosas" y "Palabras de amor", ésta en catalán y coreada en
castellano por un público totalmente entregado, y que pusieron fin a noches
que, como todas las noches serratianas, no terminan nunca porque se
prolongan en las percepciones y los sentimientos más íntimos y personales.

Lilia Vera por Venezuela

Lilia Vera regresó al teatro con temas de siempre, y como toda la vida, su
voz afinada y consistente, su seria actitud y su simpatía natural, le
devolvieron al lugar de preferencias que siempre ha tenido. Lástima que Lilia
a veces se "pierda" del escenario, que no sea vista con la frecuencia que un
artista como ella tanto merece.

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Gira “Cansiones”

Concierto en el Teatro Teresa Carreño de Caracas (Venezuela)


24 de Mayo de 2001
Texto de Daniel A. Valencia (Caracas, Venezuela)

EL SEGUNDO DÍA DE
UN CATALÁN EN CARACAS
El sitio, la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño, al cual había asistido
hace seis meses para ver a Emmanuel. Esta vez en unos asientos más
adelante, en el mismo balcón izquierdo. A las 8:15, comenzó Lilia Vera —a
quién había tenido el gusto de oír hace meses— que como dice un amigo, es
la mejor cantante folklórica de Venezuela. Después de siete canciones y
quince minutos más, se volvió a abrir el telón y apareció un violinista por un
lado y un pianista por el otro y finalmente Joan Manuel Serrat y una mesa con
dos sillas, dos copas y una botella de vino (creo). Para muchos de los que
había se notaba que ya lo habían visto alguna vez. Yo estaba entre los pocos
que no y con la facultad de ser uno de los más jóvenes y poder apreciar el
concierto como único, sin poderlo comparar con otros del pasado.

Comenzó desde el principio haciendo gala de uno de sus mejores dones: el


manejo de la palabra. Cuando ya todos los ocho músicos estaban listos: "Yo
sé de una mujer", "En la vida todo es ir", la anfitriona "Sabana", "Mazurquica
modernica" y "El último organito". Luego nos quitaron el fondo algo cubista de
una ciudad con el aviso colgante de TARRÉS.

Debo admitir que hasta el concierto, todo ese juego palindrómico de su


nombre no me había producido gracia, según las entrevistas que había podido
leer. Pero en vivo es otra cosa. El manejo de los matices, los silencios, en fin,
el poder de la palabra de Serrat hace que de verdad todo eso tome sentido. Y
por ahí se fue para decirnos que hace años Tarrés y Serrat componen juntos
cansiones como ésta: "Penélope", luego "Me gusta todo de ti" y la tan bien
interpretada "Lucía".

Volvió con "Tarrés", "De un mundo raro", "El amor, amor" (con leves intentos
de ponerse a bailar vallenato) y sentado en una butaca cerca de Josep Mas
Kitflus, "Soy lo prohibido" mientras un asistente trataba de sacarle una foto.
Luego se fue y dejó a sus excelentes músicos realizando un magnífico
Instrumental. Al contrario de lo que había leído de otros conciertos, donde
cantaba todo Cansiones, hasta aquí llegó para nosotros y de una vez les digo
que el disco me gustó mucho más en vivo.

Serrat retoma la renovada "Romance de Curro el Palmo". Luego "Princesa",


"Lecciones de urbanidad" con notables mejoras con respecto al disco aunque
también le faltaron algunos detalles musicales esenciales originales. Después
nos hizo la primer maldad de la noche —mientras cantaba "Los fantasmas del
Roxy"— diciendo que todo viaje llega a su fin. Presentó a los músicos con esta
canción como es costumbre y sin duda alguna Bienaventurados viene a ser el
disco rescatado de esta gira.

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Gira “Cansiones”

Aunque algunos faltos de imaginación se pararon y se fueron, los demás


nos quedamos aplaudiendo para que volviera con "Dondequiera que estés" y
"Mediterráneo". Y volvió a despedirse y se volvió a ir más gente. Pero muchos
seguimos aplaudiendo y Serrat volvió.

Como era justicia, no podía irse sin cantar algo en catalán —aunque yo
hubiera querido que todo el concierto fuera en catalán— y nos tradujo la
canción, no sin antes aclarar que no hacía falta traducirla si todos en Caracas
entendemos catalán, pero por si alguien que no sea de Caracas y ya que los
caraqueños son tan hospitalarios: "Padre..." Así fue, la afortunada canción
catalana de la noche fue "Pare". Le siguió la canción donde mejor cantamos
todos, "Cantares" y se volvió a despedir.

Los músicos no volvieron, pero Serrat regresó y tomó la guitarra y él sólo


nos cantó "Aquellas pequeñas cosas". Y se fue y esta vez los que habíamos
perseverado hasta el final sabíamos que era definitivo. Serrat se había ido
dejándonos la satisfacción de apreciarlo en un concierto excelente pero con la
tristeza de saber que tendremos que esperar por lo menos un año para poder
volver a verlo.

Sólo me resta decir que me quedé con las ganas de oír mi "Helena" y digo
"mi" porque aunque sé que esta canción tiene muchos seguidores, yo tengo la
fortuna de haber tenido una: "de lluna plena/ la meva Helena/ la meva
Helena..."

Concierto en el Palacio de los Deportes de Bogotá (Colombia)


30 de Mayo de 2001
Texto de Santiago Zuleta (Bogotá, Colombia)

UN RITO CERCA
DE LAS ESTRELLAS
Decía el viejo Zorro de "El Principito" que los ritos orientan el curso de
nuestras vidas. Preparamos nuestro espíritu para las ocasiones especiales y
acudimos sonrientes, peinados, con la cara lavada y un cuaderno nuevo en la
mano; como los niños a su primer día de colegio. Así acudí a una primera cita
aquel soleado diciembre de 1975: Bogotá; Piel de Manzana; se celebraba el
día del niño. Niño yo, a mis 12 años, y con los poros de la sensibilidad recién
abiertos, ¿cómo podría prever que ese primer viaje en "El Carrusel del Furo"
habría de marcarme para siempre? En la vida todo es ir, y así comenzó un
pacto de fidelidad al que, debes saber viejo Joan, mis buenos amigos y yo no
hemos faltado nunca.

Por eso fui anoche. No se asiste a un concierto de Serrat por un aviso en la


prensa o pensando en pasar el rato. No es un evento ni un asunto de
etiqueta. Se acude porque a los viejos amigos no se les falla ni se les "deja
plantados", como decimos en mi tierra. Venimos como un soldado a su cita;
conscientes de que en este mundo, que naufraga entre la frivolidad y la
barbarie, jamás podríamos permitirnos el abandono de una nave que ha

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Gira “Cansiones”

demostrado su fidelidad a toda prueba: un barco de papel que de Coulliure al


Paraguay, entre el testimonio y la ternura, ha mantenido firme la bandera de
nuestro credo.

Nueve de la noche. Impaciencia. ¿A dónde andará el viejo Kitflus? De


pronto suena un violín: virtuosismo mozartiano. Se le une el Kitflus desde su
piano, infundiéndonos una curiosa sensación de seguridad. Arropado por el
dueto, sale el Maestro a escena, relatando la anécdota de su viaje de 30 años
por tierras americanas; dispuesto a compartir, una a una, las notas de su
equipaje.

"Yo sé de una mujer", en métrica de soneto y aroma de atardecer cubano,


comienza el itinerario seguida por "En la vida todo es ir", esa fusión preciosa
del flamenco con el son de Puerto Rico, cuyos versos diáfanos nos traen un
sabor a poema de Martí. ¡Qué buen trabajo de palmas y guitarra! Vamos por
un buen camino que nos conduce a la etérea "Sabana", abierta por ese canto
solitario y evocador que, como colombiano, puedo dar fe de que refleja
maravillosamente el espíritu misterioso de los Llanos Orientales. Sí, maestro,
has captado perfectamente el duende de este aire, como decía un poeta
español.

Se presenta "Tarrés, descarado y sin tapujos para llevarnos de la mano al


arrabal donde suena "El último organito", magistral interpretación ayudada por
unos gestos manuales delicados y precisos. Y sale el doble de escena.

Vuelve Serrat con "Penélope", ante la enorme ovación de un público


incondicional, y nos propone una carta de navegación paralela a la iniciada
por su etílico alter ego: un camino al que su plena vigencia impediría bautizar
de "nostalgia". No. Es más bien reafirmación de principios vitales; y si hace
llorar es porque sabemos que los años nos pasan pero la verdad esencial de la
vida es inmutable, aunque parezca efímera. Así lo comprobó "Lucía", que
literalmente "dio una bofetada" a quienes afirman que "ya no es el mismo de
antes". ¡Qué lirismo en la voz, qué piano! ¡Mis respetos!

Reincidió "el otro" con "Mazúrquica Modérnica, alegre e irreverente, "Soy lo


prohibido" y "El amor, amor" en compañía del mismísimo y original Cocha
Molina. Nos habló de sus canciones preferidas a las 3 de la mañana y cantó
un ejemplo ilustrativo: "De un mundo raro". Creo que el buen José Alfredo
aceptaría gustoso esta versión, que transformada en su ropaje estilístico,
conserva intacto el espíritu.

Un interludio instrumental y de pronto una secuencia; un solo de piano.


¿Qué ocurre? "La vida y la muerte bordada en la boca...". No, viejo, ¡no
golpees así! ¿Es que no ves que ya tenemos el corazón en carne viva? Difícil
hablar de "cumbres" en esta exprimida emocional pero el "Romance de Curro
el Palmo" fue ¡demasiado! Espléndido. Siempre he pensado que pasaría sin
problemas en una antología de García Lorca. Y ya sabemos que los años te
han hecho malas jugadas en la voz pero no sufras; aquí te ayudamos desde la
butaca: "Ay, mi amor, que me desvela la verdad...", ¡dale, llegarás al agudo!

La sarcástica "Lecciones de urbanidad" dio su necesario golpe a los


politiquitos de siempre, dejando el ambiente limpio para Dondequiera que
estés", un fabuloso "Mediterráneo" y ese juguetón arreglo de "Cançó de
matinada": lindo motivo en el piano, guitarra, percusión sutil y sabor a

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Gira “Cansiones”

comienzo, a aire limpio, a amanecer de los sesenta. Este mago de Kitflus, ¡se
las sabe todas!

Y se acabó la fiesta, no sin un "Cantares", obligatorio, y una "Princesa" en


que el violín toma la parte de flauta; sentido y desgarrador. Todo "fuera de
programa". Otro bis, reclama el respetable, negándose a salir. Porque
tampoco nos vas a dejar "así a la francesa", ¿no?... Está bien: "Aquellas
pequeñas cosas"...

Se encendió la luz; inevitable. Nos quedó alimento espiritual para largo,


una tristeza dulce que nos acompañó a casa y una sóla pregunta en el tintero:
¿cuándo es la próxima?

¹ El título de la crónica se inspira en un slogan de la Alcaldía: "Bogotá, 2.600 metros más cerca de las
estrellas".

Concierto en el Palacio de los Deportes de Bogotá (Colombia)


31 de Mayo de 2001
Texto de Carlos Andrés Guevara (Bogotá, Colombia)

DEFINITIVAMENTE, UN LUJO
PARA EL ALMA Y EL OIDO
Aproximadamente 3000 personas llenaron el Auditorio "Palacio de Los
Deportes" de Bogotá para ver nuevamente a Serrat, después de algo más de
dos años, cuando en este mismo escenario había presentado "Sombras de la
China".

Hacia las 9 de la noche, para ambientar los ánimos de los asistentes, y


como antesala de Tarrés y Serrat, se presentó con su grupo vallenato el
acordeonero "Cocha" Molina, quien guarda una estrecha amistad con el
cantautor catalán y que participara con su acordeón en la grabación de "El
amor, amor".

A las 9:15 salió Juan Aguiar interpretando el violín; inmediatamente


después lo hizo Kitflus, los demás músicos y finalmente Serrat, para que los
aplausos se hicieran presentes. Después del saludo y de comentar que lo que
él se lleva de los viajes son canciones, o, para ser más exactos, "cansiones",
comenzó Tarrés interpretando "Yo sé de una mujer", para seguir con "En la vida
todo es ir", "El último organito", canción que interpretó después de tomarse un
vino al lado de una mesita colocada para darle ambiente familiar al escenario.

Luego vino un monólogo sobre la relación de Serrat y Tarrés, lo


imprescindibles que son el uno para el otro; nos recordó asimismo que todos
tenemos nuestro doble, y que hay algunos que tienen incluso más de uno,
"como los políticos", para provocar las risas entre los asistentes. Vino
"Tarrés", para mí, una de las mejores canciones de Serrat. Enseguida su

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Gira “Cansiones”

magnífica interpretación de "Sabana", demostrando el magnífico estado de su


voz al entonar esos altos al final de la melodía.

Desaparece la escenografía del barrio de cualquier ciudad iberoamericana


para que Serrat nos vuelva a hablar de su relación con su doble, "de la cual
han resultado muchas canciones, como ésta...", y empieza a sonar
"Penélope", para el entusiasmo general del público. A continuación suenan
"Me gusta todo de tí", "Lucía" y "Pueblo Blanco", canción ésta a la que ya nos
tiene acostumbrados en sus últimas presentaciones en Bogotá, y cuya
interpretación siempre es muy emotiva.

Vuelve Tarrés, con los palíndromos y los esdrújulos, que sirven para la
presentación de "la canción de Violética Párrica... Mazúrquica modérnica", cuya
interpretación en vivo supera sin duda a la del disco. Llega después el bolero
"Soy lo prohibido", para dar paso a "El amor, amor", donde Serrat aclara que a
pesar de ser originalmente un vallenato, Tarrés lo ha llevado al terreno de la
rumba catalana, pero que "como al ajiaco no le pueden faltar las guascas, al
vallenato no le podía faltar su esencia, que es el acordeón...", y entonces
vuelve el "Cocha" Molina para acompañar con su acordeón esta canción, que
genera gran entusiasmo en el público, que acompaña con las palmas. Fue
éste un momento muy emotivo dentro del concierto. Cabe aclarar que el
ajiaco es el plato típico de Bogotá y alrededores, y las guascas unas hojas que
le dan su sabor característico.

Para cerrar con Tarrés, viene la interpretación de "De un mundo raro",


canción que Serrat, según sus propias palabras "es de las que interpreto
después de las 4 de la mañana y después de varias copas"; canción también
muy recordada, y degustada, por el público.

Viene entonces una especie de intermedio, en el que los músicos realizan


una magnífica interpretación instrumental; Serrat reaparece para interpretar
"Los fantasmas del Roxy", canción que le sirve para presentar a sus músicos.
Luego viene un poema de Benedetti y musicalizado por Serrat, que, por cierto
nunca había escuchado en concierto, y que fue "Una mujer desnuda y en lo
oscuro". Realmente fue una interpretación excelente, que puso por momentos
los pelos de punta.

Entonces, una joven del público se le acercó con un papelito, que Serrat,
después de leerlo mentalmente, guardó en su bolsillo. La misma joven, a
todas luces catalana, no cesaba de reclamar la interpretación de "Paraules
d'amor", petición a la que el maestro accedió de inmediato. Empezó diciendo
que haría una interpretación en catalán, y que "como en Bogotá todo el
mundo entendía el catalán, pues no habría ningún problema", a lo cual los
asistentes respondieron con sonoras carcajadas. Siguió diciendo que "si no
entienden, pues simplemente háganlo con los oídos del corazón... aunque así
tampoco van a entender nada, pero bueno, no importa...", y con su guitarra y
Kitflus al piano, comenzó a cantar la clásica canción.

Luego vino "Mediterráneo", canción coreada por el público y con la que se


cerraba, en principio, el concierto. Todos los músicos hicieron sus venias,
junto con Serrat, al frente del escenario, pero claro, la gente quería más, y,
entonces nos regaló esa hermosa canción que es "Princesa", donde el violín
hizo las veces de la flauta original del disco. Todos desaparecieron del
escenario, pero el "otra, otra..." generalizado, hizo que todos retornaran para
interpretar la mítica "Cantares", pedida también por el público, y que todos
cantamos. Volvieron a irse Serrat y sus músicos, y algunos ya estaban
abandonando sus sillas cuando, ante las peticiones para que el espectáculo no
se acabara todavía, retornó en solitario Serrat para interpretar con su guitarra

100
Gira “Cansiones”

"Aquellas pequeñas cosas", algunos de cuyos versos dejó que fuera


únicamente el público quien que los cantara. Realmente fue un momento
hermoso, de plena comunión entre el artista y su público, lo que en definitiva
siempre logra Serrat. Parece que Serrat ya se despedía definitivamente, pero
la gente no se quería ir aún (y eso que eran ya las 11:10 PM). Todavía
muchos pedían "Para la Libertad", "Fiesta", "Tío Alberto"... Incluso una voz
dijo: "¡¡todas!!". Serrat no tuvo más remedio que salir de nuevo, con toda su
banda, para cerrar ahora sí el concierto cantando "Fiesta", canción también
entonada por buena parte de los asistentes, al tiempo que daba la mano a los
que se acercaron hasta la tarima.

Finalmente ya se retiraron todos, y Serrat se llevó flores, regalos y notas


que algunos de los presentes le llevaron. Me hubiera gustado escuchar las
interpretaciones de algunas de las canciones que había presentado en otros
conciertos de la gira, como "Umbrío por la pena" o "Cançó de matinada", pero
pedir más era imposible.

Después de dos horas exactas terminó este gran concierto; ahora empieza
la cuenta atrás para volver a ver a Serrat por estas tierras.

Concierto en el Teatro Nacional de San José (Costa Rica)


8 de Junio de 2001
Texto de Vilma Alpízar Matamoros (San José, Costa Rica)

EL REENCUENTRO
CON UN VIEJO AMIGO
La cita se había concertado, viernes 8 de junio ocho de la noche, Teatro
Nacional. Una tarde muy lluviosa, típica de estos meses de invierno en Costa
Rica, pero que a la vez deparó una noche espléndida, donde muchos nos
íbamos a encontrar con un viejo amigo que nos visitaba, ni más ni menos...
Joan Manuel Serrat.

Ya el jueves había hecho su primera presentación en el país con muy buen


suceso. Puntuales y más que puntuales, hora y media antes de que iniciara su
presentación, llegamos al Teatro donde ya había fila para ingresar, caras
conocidas, políticos, artistas, todos impacientes y emocionados, gente que
como yo creció oyendo y amando su música y los hijos de muchos de ellos
que han aprendido a quererlo y admirarlo producto de su constante presencia
en sus hogares.

A las ocho y diez minutos el público impaciente empieza a aplaudir


mostrándose ansioso, hasta que poco a poco las luces empiezan a disminuir y
se ilumina el escenario donde se muestra un pueblo,... ¿español o
latinoamericano? o quizá sea ese Pueblo Blanco que a todos nos parece tan
cercano y en que sobresale el rótulo Restaurante Bar Tarrés.

Y empieza el encuentro, uno a uno salen los músicos y entre ellos, él. De
rígido negro, impecable, despertando los aplausos la ovación de un público
que le es fiel y que siempre acude a la cita con este viejo amigo, porque eso

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Gira “Cansiones”

es y así lo siente la gente. Es imposible no sentir que el corazón late más


rápido o que la emoción se refleje en una lágrima que corre por nuestro
rostro, señal inequívoca de esos instantes únicos que se dan en la vida.

Un amigo me decía que es la misma sensación que produce el encontrarse


con un amigo al que se tiene tiempo de no ver y con el cual se recuerdan
viejas anécdotas, un amigo que a veces es locuaz y en otras reservado, a
veces de muy buen humor en otras no tanto, pero al fin y al cabo al que uno
se alegra de ver nuevamente y por el cual se siente un entrañable cariño.

Y se inicia el espectáculo invitándonos a un viaje de ida y vuelta y


diciéndonos que la gente cuando viaja se trae cajas de cerillos, toallas de los
hoteles, ceniceros y hasta esas bolas con un edificio famoso del lugar que al
darle vuelta cae nieve aunque sea un edificio de Cuba donde dice no cae nieve
desde el pleistoceno, y nos sigue diciendo que su maleta viene llena no de ese
tipo de recuerdos sino de canciones y empieza el recorrido con "Yo sé de una
mujer", "En la vida todo es ir", "Sabana" hasta llegar a "Tarrés" donde hace una
brillante explicación de la existencia del otro yo y una alusión a los políticos
que a veces cuentan con un tercer yo, lo cual arrancó aplausos entre el
público.

Brillante también, es la introducción que hace al tema "Mazurquica


modérnica" donde hace un juego de esdrújulas y señalándonos dice: "ustedes
son esdrújulos, sí, esdrújulos, pues son público y son espléndidos..."

"El amor, amor" motivó una reacción interesante en el público pues


definitivamente el vallenato es un ritmo contagioso y es imposible sustraerse
a él, las palmas y el coro de la gente no se hizo esperar.

En un momento dado, agradeció la presencia de un personaje cuya figura


es muy conocida en el mundo, por sus cualidades y por el trabajo que realiza,
el público pensó en el ex presidente de Costa Rica y Premio Nóbel de la Paz,
Oscar Arias Sánchez quien se encontraba entre el público y siempre ha
manifestado su admiración por Serrat, pero se refería a Joaquín Cortés quien
se presentaría el día siguiente en el mismo escenario.

Alegre, ameno, ocurrente, así se mostró Serrat. El concierto discurrió hasta


llegar a lo que siempre pide el público, "Pequeñas cosas" y "Cantares", ya
había interpretado la canción que nunca olvida, la que siempre lleva consigo,
"Lucía". Acompañado solo de una guitarra empezó a interpretar "Pequeñas
Cosas" la cual parte del público empezó a cantar tímidamente y otros a
callarlos, pues uno va a escuchar a Serrat y es casi un irrespeto el no hacerlo,
pero Serrat hizo una señal de seguir y todos terminamos cantándola completa
al igual que "Cantares" donde se oía con más fuerza el estribillo de "golpe a
golpe, verso a verso". La ovación del público de pie a igual que el día anterior,
hizo que saliera en dos ocasiones para regalarnos "Cançó de bressol"
recordando a su madre quien le cantaba de niño parte de esta canción de
cuna.

La última vez que se presentó Serrat en Costa Rica fue en febrero de 1999,
con su disco Sombras de la China, disco a mi juicio muy superior a Cansiones,
sin embargo este espectáculo es mil veces mejor. En Sombras de la China se
veía, para mi gusto, muy formal, poco natural. Sin embargo en éste, otra vez
hace algo que nos encanta, conversar con el público, improvisa, complace y
se nota feliz de este encuentro. Es una lástima que Serrat no grabe y haga
discos de los conciertos de sus giras porque las introducciones a sus
canciones son tan ricas como sus propias canciones. Realmente es un
espectáculo que merece verse y podríamos concluir compartiendo lo que gritó

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Gira “Cansiones”

una voz femenina oculta entre la penumbra del Teatro: "Serrat, sós como el
vino...", para luego ir a dormir llenos de una felicidad que solo produce el
encuentro con un entrañable amigo.

Concierto en el Anfiteatro Feria Internacional de San Salvador


11 de Junio de 2001
Texto de Ernesto Alarcón R. (Ciudad de Guatemala, Guatemala)

UNA CITA CON SERRAT,


SU DOBLE,... ¿Y SU TRIPLE?
Un inolvidable encuentro tuvimos la noche del pasado día once con Joan
Manuel Serrat y su doble "Tarrés", quienes presentaron su nueva propuesta
musical "Cansiones" en la capital salvadoreña. Las dificultades acústicas, así
como del equipo de amplificación, fueron ampliamente superadas tanto por la
magistral actuación y personalidad de Serrat como por la indiscutible calidad
de sus músicos encabezados por un "Kitflus" impecable. Mención especial
para Marcelo Mercadante y su bandoneón. Fue así como pudimos gozar de
ocho cortes del mencionado trabajo y de otras trece interpretaciones que
abarcaron 31 años de la incomparable obra serratiana.

Brillante apertura del concierto con el tema "Yo sé de una mujer" al que le
siguieron "En la vida todo es ir", "Tarrés" y "El último organito" (magnífico, con
Tarrés sentado y arropado por las notas del bandoneón). Aparece Serrat para
regalarnos "Penélope" y "Lucía" y luego Tarrés para interpretar "Soy lo
prohibido" y "Mazúrquica Modérnica" previa una divertida introducción sobre
las esdrújulas y los palíndromos: "Menem es un palíndromo" (risas) "... y
podrá ser muchas otras cosas, pero también es un palíndromo". No faltaron
aquí un par de guiños a dos consumados "palindromistas": el argentino Julio
Cortázar y el guatemalteco Augusto Monterroso. Siguieron "Me gusta todo de
ti", "El amor, amor" y "De un mundo raro" (jamás pensé llegar a conmoverme
con una ranchera) con la que Tarrés se despidió.

Después de un soberbio intermedio jazzístico, regresa Serrat para abrir la


segunda parte con "Pueblo blanco" al que le sigue la cúspide del concierto:
Serrat hace referencia a su origen catalán y a las "peculiaridades" de los
catalanes como comer, acostarse, dormir y hablar en catalán; luego la
traducción y finalmente se viene "Pare". Es como un gancho al estómago.
Quedo sin aliento. La forma en que se encadena la poesía con la música es
única e indescriptible. Su interpretación tan distinta a las anteriores. Ni
siquiera puedo aplaudir cuando termina. Acabas por comprender que no son
dos sino tres los personajes: Serrat el de las cançons, Tarrés el de las
cansiones y ¿Cerrat? el de las canciones.

Aún aturdido escucho "No hago otra cosa que pensar en ti" (presentación de
los músicos) y una magnífica "Una mujer desnuda y en lo oscuro", a la que
siguen "Dondequiera que estés" (sublime) y "Lecciones de urbanidad". Para
cerrar: "Mediterráneo" y tres bises de lujo: "Cantares", "Aquellas pequeñas

103
Gira “Cansiones”

cosas" y "Fiesta", todas ellas cantadas a todo pulmón por el, según Serrat,
"esdrújulo" público.

La cálida noche salvadoreña nos invita a prescindir del taxi y caminar hacia
el hotel. Mañana emprenderemos el camino a casa acompañados por ese
sentimiento que nos embarga cada vez que asistimos a uno de sus
conciertos: lo afortunados que hemos sido al ser sus contemporáneos. Y es
que no podemos dejar de sentir algo de pena por todos aquellos que dentro
de tres o cuatro siglos deban conformarse con asistir a escuchar los recitales
de otros artistas interpretando sus inmortales canciones, cansiones y cançons.
Gracias Joan Manuel.

Concierto en el Anfiteatro Feria Internacional de San Salvador


11 de Junio de 2001
Texto de Mario Jule Montoya (San Salvador, El Salvador)

UN VIAJE DE IDA Y VUELTA


La noche del 11 de junio se vistió de magia y fiesta, a eso de las 6:30 de la
tarde emprendía camino rumbo a la Feria Internacional junto a un par de
amigos que no pasábamos de los 22 años y nuestro catedrático de
humanística de la Universidad en la que estudiamos.

Llegamos apresurados ya que lejos se veía una larga fila de personas de


cuadra y media; nos adelantamos a ella y logramos entrar al anfiteatro. Dicho
lugar ya estaba abarrotado de seguidores de Serrat de todas las edades,
adolescentes de 14 años junto a sus padres, muchos jóvenes que no llegan ni
a los treinta y los seguidores veteranos de Serrat de arriba de 30. La verdad
era un público que cada minuto que pasaba se preparaba con ansias para
recibir con calor y cariño después de 9 largos años de ausencia del Nano. Me
remontaba aquel diciembre del 92 con la gira de "Utopía" a cuyo concierto
asistí junto a mi padre. Yo tenía apenas 13 años de edad. Cierta nostalgia
invadía mi corazón pero hoy me encontraba junto a mi grupo de amigos con
22 años de edad encima, para vivir esta armonía con la vida en la voz y las
letras de las canciones de Joan Manuel.

Luego que nuestro artista nacional Henry Mejía abriera el telón con un
breve repertorio con canciones de Joaquín Sabina, Miguel Bosé, Miguel Ríos y
otros, el público estalló de emoción y de locura. Marcaban las 8:30 p.m., el
escenario se vistió con calles de La Habana vieja. Se apagaron las luces y la
respuesta de un impaciente público no se hizo esperar, aparece el primer
músico (violinista), luego Kitflus al cual la gente lo recibió con cariño y
respeto.

Pocos segundos después aparecería Serrat vestido totalmente de negro,


una joven que se encuentra atrás de mí le dice a su amiga "ay, qué lindo se
ve" mientras tanto se escuchaban aplausos, gritos, una ovación total,
mientras los seis restantes músicos tomaban cada uno su lugar. "Yo sé de una
mujer" abriría el recital seguido por "En la vida todo es ir", "en los viajes como
en la vida es bueno tener con quien compartir el pan, el vino, las risas, incluso

104
Gira “Cansiones”

discutir" comentaba el Nano para dar paso con "Tarrés": "Menem será lo que
sea, pero es un palíndromo" manifestaba Serrat cuando en ese instante
pasaban dos hermosas muchachas con su mamá con lo que Serrat les dijo:
"Bienvenidas, siéntanse como en su casa que esto apenas empieza..." (a la
vez apuñándoles en forma coqueta el ojo). "El último organito" a la vez dio
paso a la entrañable "Penélope", "Me gusta todo de ti", "Lucía" y "Mazurquica
Modernica".

Al final del tema "Soy lo prohibido", una admiradora del Nano se acercó
para regalarle un ramo de flores, "De un mundo raro" y "El amor, amor" canción
que por su ritmo contagioso, el público lo acompañaría con las palmas y un
grupo de hippies norteamericanos se pondrían a bailar. De esa forma Tarrés
se despediría con lo que Natalia me diría: "¿qué pasó con "El cigarrito" y "Che
Pykasumi" que realmente son de las favoritas de cansiones?".

Los músicos de Serrat tendrían espacio para demostrar su primera clase en


su don, luego llegarían "Pueblo blanco", "No hago otra cosa que pensar en ti"
(presentación de músicos), "Una mujer desnuda" y "Lecciones de urbanidad".
Joan Manuel comenta: "Fíjense si los catalanes somos un pueblo curioso que
hablamos en catalán habiendo tantas lenguas en el mundo, hacemos el amor
como todos aspirando a más de lo que podemos..." para dar paso a "Pare".

"Dondequiera que estés", "La gente va muy bien" y "Mediterráneo" con la cual
finalizaría ante un público eufórico que no lo dejaba ir. Nos regaló "Cantares"
en el que sería opacada su voz con la del público que al finalizar le pedía
"¡otra, otra!". Serrat y sus músicos se marchaban mientras un gran coro de
"¡otra, otra... ole, ole, ole"!.

Aparecería Serrat solo con su guitarra, el público enloqueció. "Aquellas


pequeñas cosas" y al final nos daba un beso por medio del micrófono y se
escuchaba un grito femenino de un centenar de hermosas muchachas y
elegantes señoras salvadoreñas y extranjeras. Tres minutos nos quedamos
pidiendo una nueva canción, nadie se quería ir, se apagaron de nuevo las
luces. Una muchacha le decía a su novio: "mira, sube con sus músicos" y
todos corrimos al escenario. "Fiesta" sería para cerrar con broche de oro,
todos levantábamos las manos para saludar a Serrat quien nos daba la suya.
Yo estaba junto a Natalia que logró subir al escenario para darle un beso, y
así finalizó el recital.

Todos satisfechos en una noche que jamás olvidaremos en nuestras vidas.


Mientras, Natalia seguía en la luna al no creer que había dado un beso a su
ídolo y hoy más que nunca confirmamos la canción de Sabina cuando dice:
"yo de joven quisiera ser como es... mi primo Joan Manuel".

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Gira “Cansiones”

Concierto en el Anfiteatro Feria Internacional de San Salvador


(El Salvador)
11 de Junio de 2001
Texto de Celia Morán (El Salvador, Centroamérica)

EL DÍA DEL CONCIERTO


Desde tempranas horas, La Feria Internacional -lugar para el concierto de
Serrat/Tarrés-, se abarrotó. La mayoría del público era gente entre 30 y 40
años, aunque también había algunos jóvenes.

El concierto empezó con la participación nacional de Henry Mejía, un joven


que interpretó canciones de Miguel Bosé y Nino Bravo, entre otros.

Posteriormente, el escenario se puso oscuro, la gente como esperando el


desenlace de una novela de García Márquez guardó silencio. Entre sombras
salió primero Serrat y al unísono sonaron las palmas aplaudiéndole por un
buen rato.

Él empezó a hablar mientras sus músicos se colocaban y daba inicio formal


el concierto.

La nota que desentonó fue el sonido que pusieron. El Nano, como muchos
le llaman, según mi percepción estaba impacientándose porque sabía que no
era un buen sonido. No se entendía lo que hablaba ni lo que cantaba y si le
subía al volumen, distorsionaba. Por más que Serrat le decía, a través de
señas, que le regulara mejor el volumen, la intensidad, etc..., el sonidista no
lo hizo. No sé si no sabía hacerlo o el equipo de sonido era de tal mala calidad
que no podía hacer nada.

No sé cómo Serrat ha organizado el concierto de presentación de su nuevo


álbum. Sin embargo, me pareció que con base en estos problemas prefirió
cantar sus canciones más conocidas, empezando por "Penélope", "Aquellas
pequeñas cosas", "Pueblo blanco", "Lucía", "No hago otra cosa que pensar en ti"
y el poema de Benedetti "Una mujer desnuda y en lo oscuro", entre otras.

La experiencia no pasa por gusto. El manejo del escenario que tiene Serrat
es impresionante. Lo que más me gustó es su sentido del humor y los
arreglos musicales de las canciones. Los músicos francamente son fantásticos.
Unos genios.

Solventados o acostumbrado al problema del sonido, Serrat fue llevando al


público a una misma sintonía. La gente empezó a desbordarse de alegría y de
euforia en el concierto. Cuando se despidió, tuvo que salir nuevamente tres
veces ya que todos seguíamos aplaudiendo por largo rato. Él muy cordial salió
y cantó "Aquellas pequeñas cosas" y cerró al unísono con todo el público con
"La fiesta", pieza con la cual se despidió.

Cantó unos temas de su nuevo disco. No todos. Entre ellos estuvieron


"Tarrés", "Soy lo prohibido", "El último organito", "De un mundo raro".

106
Gira “Cansiones”

Al final, según mi opinión salvó el concierto su excelente presencia y la


admiración de los asistentes al recital. Yo creo que casi nadie se dio cuenta de
los problemas de sonido, pero, igual creo que fue una nota que desentonó en
un ambiente de alta calidad artística.

Como autocrítica a mi país, creo que se debiera haber presentado para


iniciar el concierto a algún cantautor y no repetir más de lo mismo, ya que
creo que a Serrat le hubiera gustado más conocer lo que estamos
produciendo los cantantes y cantautores en esta cinturita de América, El
Salvador.

Concierto en el Centro Español de Santiago de los Caballeros


14 de Junio de 2001
Texto de Nelson Bautista (Santo Domingo, República Dominicana)

A PESAR DE LOS PROBLEMAS


La noche del Jueves 14 prometía ser una de tantas de desborde de
emociones, acumuladas entre visita y visita de Joan Manuel por estas tierras
nuestras. Para ser justos, después de casi dos años de ausencia y juzgando el
hecho de que "Cansiones" ha sido apenas tímidamente difundido en las
estaciones de radio Locales (atiborradas de merengue, bachata y baladas
sosas de las que abundan por doquier). Era pues de esperar una respuesta
igual de tímida de los seguidores de la música del catalán universal: sin
embargo no fue así, una extraordinaria cantidad de personas colmó desde
temprano las locaciones del "Centro Español", prestos a destajar letra a letra,
tono a tono el concierto.

Siendo las nueve de la noche, la dominicana Sonia Silvestre subió al


escenario para dejar sentado que es una de nuestras mejores cantantes y por
ello se ha mantenidos varias décadas en la canción popular, su repertorio
conjugó amores íntimos con letras de Silvio Rodríguez, Víctor Víctor y Luís
Díaz, dejando al público alborozado luego de cantar al unísono las tonadas de
"Ojalá", tema universal del cubano Silvio Rodríguez y que popularizara por
estas tierras la propia Sonia hace ya bastante tiempo.

El escenario se aclaró, los instrumentos fueron dejados al descubierto y la


expectación simplemente aceleraba el latido: Tarrés se apersonaba a modo de
letrero iluminado en la parte superior izquierda de la preciosa escenografía.
Entonces ocurrió lo de siempre: una ovación que daba la bienvenida a quien
por más de tres décadas ha llevado la antorcha del juglar más representativo
de España, quien irrumpía con "Yo sé de una mujer" lo que sería la
reconfirmación de su aclamado amorío con la gente de Santiago de los
Caballeros.

No podemos sin embargo decir que el concierto fue de lo mejor. Desde la


presentación de Sonia se vislumbraron problemas de acústica, fruto del
diseño del lugar escogido para el concierto: un salón semiabierto con techo
cónico que no favorece para nada la apropiada difusión del sonido, por ello
hubo secciones enteras del repleto lugar que continuamente se quejaban del

107
Gira “Cansiones”

pobre sonido, lo mismo pasó con aquellos que debieron ocupar las partes
exteriores (destechadas) del sitio.

Consultados previamente, Serrat y Josep Mas "Kitflus" nos dejaron saber


su inconformidad con las condiciones del sitio, pero a la vez su intención de
subir al escenario y dar lo mejor de sí.

Lo cierto es que en sentido general un público satisfecho abandonó el


Centro Español tras las tonadas finales de "Aquellas pequeñas cosas", uno de
los bises concedidos a la multitud que ya había degustado todo un manojo de
temas que incluyeron: "Me gusta todo de ti", "El amor, amor", "Pueblo Blanco",
"Mazúrquica Modérnica", "Penélope", "En la vida todo es ir", "Mediterráneo", "De
un mundo raro", "Lecciones de Urbanidad", "Lucía", "Paraules de amor", entre
otras.

Concierto en la Casa de España de Santo Domingo (Rep. Dominicana)


15 de Junio de 2001
Texto de Nelson Bautista (Santo Domingo, República Dominicana)

EL AÑO PRÓXIMO
DISFRUTAREMOS MÁS
Habíamos llegado un poco retrasados, el área de parqueo de la "Casa de
España" estaba repleto, el establecimiento en cuyo campo de fútbol se
realizaba el concierto es amplísimo y está frente a las costas del Mar Caribe,
lo que le da un frescor salobre al entorno.

Hubimos de estacionarnos a casi un kilómetro del estadio y caminar hasta


la entrada. Para entonces Serrat interpretaba "Penélope", al aproximarnos a la
entrada uno de nuestros temores más ocultos se hacía evidente: algo andaba
mal, se escuchaba muy poco al exterior de un lugar donde hacía ya cuatro
años el concierto "El gusto es nuestro" había colmado hasta la saciedad las
expectativas de los miles de asistentes. Pero, pensé, quizás eso es normal.
Sin embargo, algunos incidentes de personas que salían disgustadas del
recinto confirmaban nuestra preocupación: al igual que el concierto del día
anterior el sonido desluciría el encuentro. La verdad es que en alguna parte
del montaje alguien erró los cálculos o dejó al azar lo referente a la calidad
del audio, la experiencia del día anterior no fue suficiente para tomar las
previsiones de lugar. Quizás se acumuló la creencia de que el local de la
noche anterior era el único responsable de la mala acústica, pero por segundo
día la historia se repetía.

Nos bastaron dos o tres canciones más para darnos cuenta que un Serrat
parco -quizás molesto- era quien interpretaba al hilo los temas, de hecho,
contrario al día anterior, ni siquiera introdujo con entremeses y chistes
algunos temas como "Mazúrquiza Modérnica" o dedicó una canción en catalán
a la amplia representación de la colonia española que asistió a su encuentro.

Bajo la tarima, los que hemos vivido más de una vez sus conciertos
comentábamos la situación de la que quizás la mayoría no se daba por

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Gira “Cansiones”

enterada: gozaban en lo posible de las canciones del Nano, no así algunos


técnicos de sonido que pululaban en derredor y que echaron chispas contra
los organizadores del evento.

Siendo evidente que Serrat sabía que no se escuchaba de lo mejor, trató


en lo posible de complacer al público que lo vitoreaba, muchas personas
seguían saliendo del estadio. Lamentablemente, entendemos que el equipo
que acompaña a Serrat en su gira -acostumbrado a llenar con creces las
exigencias del cantautor- se habrá llevado una ingrata experiencia de su paso
por nuestro país toda vez que las quejas podían escucharse en su entorno. Al
preguntarle a unos de los organizadores sobre el por qué de la situación se
limitó a decir que "algunas plantas se quemaron durante el Soundcheck",
ignoramos a qué tipo de plantas se refería, pero se apartó a atender un
imprevisto antes que se le cuestionara más.

Por lo demás, es justo decir que la gran mayoría de la gente disfrutamos


el concierto, cantamos a coro las mismas canciones de la noche anterior: la
única variación fue el cierre con "Fiesta" al final de los bises.

De lo que estamos seguros es que la próxima vez que Serrat nos visité -lo
cual esperamos sea muy pronto- hará hincapié en que las condiciones
mínimas de fidelidad en los equipos y lugares que se contraten para sus
conciertos se vean superadas.

Concierto en el Centro de Bellas Artes de San Juan (Puerto Rico)


17 de Junio de 2001
Texto de José Emilio "Chemi" González Matos (San Juan, Puerto Rico)

YO DE JOVEN QUISIERA
SER COMO ÉL...
Un concierto de Joan Manuel Serrat es siempre un encuentro obligado, más
que un encuentro es una convocatoria. De entrada reconoces caras, te
encuentras con viejos amigos que no ves hace tiempo y compruebas que
cuando Serrat vuelve a suelo boricúa, todo el mundo acude a la cita. El
pasado domingo 17 de junio, en el Centro de Bellas Artes no fue una
excepción (de hecho, la sala estaba llena de tope a tope, allí no cabía un alma
más).

Serrat no venía desde su gira anterior para promocionar su penúltimo disco


"Sombras de la China", eso fue en Enero del 99 y prácticamente abría su gira
latinoamericana aquí. Ahora vino para cerrar la gira americana de su último
disco "Cansiones". Lo que sabemos es que aunque abra o cierre sus giras
aquí, éste es un público importante y aunque no es tan multitudinario como
en otros países latinoamericanos o su natal España, sus fanáticos aquí somos
legión, y Serrat nos devuelve esa enorme devoción, con una apasionante
entrega.

Mucho ha pasado aquí desde la última vez que Serrat nos visitaba, y todos

109
Gira “Cansiones”

nos preguntábamos si él, un hombre que sabemos posee una inteligencia


sobrecogedora y muestra siempre una genuina preocupación por la
problemática de cuanto lugar visita y quiere, se expresaría en solidaridad con
la causa viequense: lo hizo. También su público estaba en espera de un
momento que de seguro sería memorable, cuando El Nano cantara "En la vida
todo es ir", el inmortal poema de nuestro poeta nacional Juan Antonio
Corretjer musicalizado por el también nuestro Roy Brown (que se encontraba
en la sala). Estos momentos los reseño más adelante, pero los menciono de
entrada.

El concierto tuvo dos notas discordantes que estoy seguro no tienen que
ver con Serrat ni su equipo -sé de su profesionalismo-, pero sí con cierto
manejador cuyo nombre no mencionaré y que aparentemente no contó con la
logística necesaria para comenzar todo a tiempo. Para cuando entramos a la
sala, las puertas estaban cerradas y los músicos estaban ensayando. Abrieron
las puertas de la sala a la hora en que se suponía empezara el concierto (5 de
la tarde) y comenzó media hora después. Por otro lado el sonido estuvo
pésimo. El micrófono de Serrat estaba muy bajo, y la banda muy alta y en
más de una ocasión se imponía a su voz (con todo, Serrat a menudo se
acercaba a su director musical Josep Mas Kitflus y le pedía que tocaran más
alto), solo cuando cantaba con poco acompañamiento se le escuchaba
claramente, y muchas veces cuando hablaba lo que se escuchaban eran
susurros, lo que le obligó a cantar y a hablar toda la función pegadísimo al
micro. Sabemos que la voz de Serrat no es la misma de antes, pero todavía
conserva intensidad y encanto aunque no se pudiera apreciar mucho por la ya
mencionada falla.

De apertura cantó cuatro temas la cantautora puertorriqueña Idale. No


estuvo mal, pero no a la altura para abrirle un concierto a Serrat. Le faltan
tablas y dominio y sus líricas carecen de madurez poética y definición propia.
Además no sé a quien se le ocurre que a Serrat hay que abrirle un concierto.
Él es uno de los pocos artistas que no necesitan acto de apertura, porque su
presencia es tan grande que no todo el mundo puede abrirle camino en una
presentación (sé que Sonia Silvestre le abrió el concierto en Santiago de los
Caballeros, Republica Dominicana, pero al hablar de Sonia Silvestre ya
hablamos de una artista probada y con la altura suficiente como para ser acto
de apertura).

El maestro abrió el concierto con un largo monólogo en el cual nos explica


que nos llevará de la mano a un viaje lleno de canciones que él y Tarrés han
ido recogiendo en sus viajes "porque eso es lo que nos gusta llevarnos",
explica que son canciones que canta pasadas las cuatro de la mañana y que si
las conserva es porque han sabido ser buenas compañeras. La hermosa
escenografía habanera del bar restaurante "Tarrés" resplandecía al fondo y
acompañaría la puesta en escena cuando se interpretaran canciones del disco
en cuestión. Después de esa ingeniosa introducción arrancó con "Yo sé de una
mujer", uno de mis temas favoritos del disco y que Serrat visiblemente
disfruta mucho interpretando. Luego se sucedieron "Sabana", canción
venezolana del gran Simón Díaz (la cual ni en el disco ni allí me pareció muy
afortunada en su voz, pero quizás es porque tengo en la mente la
interpretación magistral que Soledad Bravo hizo de ese tema hace algunos
años) y "Tarrés" y en medio de eso aprovechó y nos contó más acerca de su
doble y de la definición de lo que es un "Palíndromo". También bromeó acerca
de las confesiones a curas y a psiquiatras y de los varios dobles que parecen
tener muchos gobernantes.

Muy interesante y arrabalera fue su interpretación del tango "El último


organito", que sonó aún mejor que en el disco y que cantó sentado en una

110
Gira “Cansiones”

mesa, tomándose una copa de vino, su humor volvió a resaltar cuando


recalcó: "les invito, ahora les advierto que la única vez que alguien subió a
beber, tuvimos que cancelar la función; lo mejor es que lo dejemos así,
ustedes miran y yo bebo...". Un telón negro cubrió la escenografía de Tarrés,
lo cual nos anunciaba que por ahí venían las clásicas melodías de su
repertorio: "Penélope" se paseó por allí, luego llegó "Lucía" en la mejor
interpretación que le he escuchado a Serrat de esa canción, muy sentida, con
acompañamiento mínimo y directa al corazón, me hizo amar una canción que
generalmente no es una de mis favoritas de su repertorio.

Siguió con "Me gusta todo de ti" de su anterior álbum "Sombras de la China"
que al igual que "Tarrés" me pareció muy desigual, pero con algunas
magníficas canciones, y ésta fue una de ellas, llena de un humor negro e
ironía romántica, puramente serratiana. Después Tarrés volvió por allí y
juntos nos interpretaron "Soy lo prohibido" y la siempre maravillosa
"Mazurquica modernica" de Violeta Parra, que a pesar de ser una de las más
desafortunadas versiones del disco, sonó muy bien en vivo. De ahí pasamos a
uno de los puntos más memorables de la velada.

El Nano comienza otro monólogo, esta vez sobre las particularidades de ser
catalán, lo que nos anuncia que tal vez la próxima canción sea en ese idioma,
(en medio de eso, suena un celular y su humor se manifiesta "por favor
conteste, que puede ser algo importante" dice, y esa es parte de su magia, el
poder manejar situaciones inesperadas como ésta con sentido del humor.
Sabemos que él sigue un libreto y que sus monólogos están escritos, pero en
situaciones inesperadas siempre muestra su ingenio y los monólogos van
variando, acorde con los países y ambientes en los que se presenta). Ya
estamos acostumbramos y muchos esperamos que cante siempre al menos
una canción en catalán. Pero la sorpresa real llegó cuando dijo "y cuando
pienso en Vieques..." lo cual le ganó la primera gran ovación de la noche.

Con esa frase comenzó su discurso de solidaridad hacia el pueblo


puertorriqueño por su lucha por sacar a la marina de guerra estadounidense
de esa isla-municipio, y en su expresión se nota su preocupación genuina por
lo que ocurre, se nota que ha leído y ha seguido nuestra situación de cerca,
porque la comentó bastante a fondo. Yo le comentaba a una amiga al final si
fuera posible que en España llegaran mejor las noticias que aquí, el país
donde ocurre, y ella me respondió "seguro, no lo dudes", y si no llegan mejor
al menos llegan sin la mancha del filtro del sistema. Explicó que la canción
que iba a cantar la escogió con mucho cuidado para cantarla aquí (aunque ya
la había cantado algunas veces en esta gira por Latinoamérica) por que su
mensaje va muy a tono con esa situación. Serrat da en el clavo una vez más.
Primero la tradujo al español como es costumbre y después comenzó "Pare",
una de sus canciones más poderosas en catalán y de las más conocidas de su
repertorio. Es un canto a la vida, un lamento por la destrucción del ambiente
y una alerta para un planeta en peligro. La canción acaba con la frase
profética "padre, dejad de llorad, que nos han declarado la guerra". Y cuando
Serrat acabó de cantarla estoy seguro que sabía que le había dedicado otro
momento memorable al pueblo boricúa. Lágrimas corrieron por muchos ojos,
incluyendo los míos.

Después de ese emocional momento le siguió el excelente tratado de no-


inspiración "No hago otra cosa que pensar en ti" que ya se ha vuelto canción
obligada en sus presentaciones, y en medio del tema, presentó a sus músicos.
Refresa Tarrés al escenario y llega otro momento antológico para nosotros
"desde hace más de un año que empecé este proyecto, soñé con este día, en
que pudiera cantar esta canción aquí". Se trataba, claro, de "En la vida todo es
ir" la cual dedicó al espíritu de Juan Antonio Corretjer y de su viuda Consuelo

111
Gira “Cansiones”

Lee Tapia, a Roy Brown y a Danny Rivera y todos los desobedientes civiles
encarcelados, lo cual le mereció otra cerrada ovación.

Tras volver a exaltar nuestros sentimientos patrios interpretó "El amor,


amor", extraño mejunje entre vallenato y rumba catalana que aunque no me
parece muy afortunado, sí resultó muy divertido por ser la interpretación más
movida de todo el recital. Cerró la sección de Tarrés con "Un mundo raro" de
la cual pienso al igual que Paco Martín, que de todas las cansiones, ésta
gracias a su arreglo y melancolía, es la que más se parece a una canción
compuesta por Serrat, pero nunca nos olvidamos que la compuso el gran José
Alfredo Jiménez.

La banda tocó un breve intermedio musical jazzístico y Serrat volvió a


escena y me dejó sin respiración cuando reconocí la próxima canción:
"Romance de Curro El Palmo" una de mis favoritas de todos los tiempos.
Aunque algunos la aplaudieron, en la sala se escuchó un grito, fue el mío,
nunca lo había escuchado cantar esa canción en vivo ¡y de qué manera! con
un arreglo mucho mejor que el original (o al menos que apela más a mi
condición de joven de 19 años) y un sentimiento puro en cada palabra,
sacudió el corazón de todos los presentes. Otra cerrada ovación. Desde el
comienzo de la gira que me enteré que la incluyó en su repertorio deseé que
cuando nos llegara el día, Serrat la cantara, y cuando supe que en varios de
los últimos conciertos no la había cantado me asusté. Pero, ¡gracias por esa
telepatía involuntaria, Nano!

Siguió con "Lecciones de urbanidad", divertida canción rescatada de


"Bienaventurados" álbum al que parece Serrat le tiene mucho afecto (cantó la
canción-título en el concierto anterior del 99) que fue una sorpresa a pesar de
que sabía que la había cantado en algunos conciertos. Lo mismo sucedió con
el entrañable poema musicalizado de Benedetti "Una mujer desnuda y en lo
oscuro". Luego otra canción de "Sombras de la China", que no es de mis
favoritas aunque sí de mucha gente, "Dondequiera que estés". Con los acordes
de la siguiente canción sabíamos que el concierto estaba llegando a su fin. La
imprescindible "Mediterráneo", una de las canciones con las que Serrat
conquistó definitivamente a Latinoamérica hace 30 años.

Joan Manuel y su banda se despiden ante un mar de aplausos y todo el


público de pie. Al ver que no los dejaríamos ir se preparan de nuevo y Serrat
nos ofrece su himno "Cantares", quizás porque sabe que nunca saldría vivo de
allí si no la cantaba, que todos en algún momento la estábamos esperando.
Vuelven a despedirse, pero después de un rato Serrat vuelve solo con su
guitarra, eso solo podía significar "Aquellas pequeñas cosas", interpretación
que ya se ha convertido en su ritual de cierre. Abandonó definitivamente el
escenario y salimos de allí con la misma impresión, a pesar de los problemas
técnicos. Ver a Serrat siempre es una experiencia vital, necesaria.

Muchos se quejaron de que no cantó las ya obligadas "Fiesta", "Para la


libertad" y "Esos locos bajitos" (que fue quizás la que más hizo falta, por ser
día de los padres). En lo personal siempre estoy deseando que cante "Juan y
José", "La tieta", "La Abuelita de Kundera", "Por dignidad", "Algo personal",
"Balada de otoño", "El carrusel del Furo" (con la que abrió su concierto en el
teatro de la UPR en el 92), "Paraules d'amor", "Plany al mar" y "Qué va a ser de
ti".

"De cartón piedra" y "Umbrío por la pena", que las cantó en algunos puntos
de la gira tenía las esperanzas que las cantara aquí. También deseaba que
cantara las ya casi obligadas "Disculpe el señor", "Benito" y "Pueblo blanco",
tres de mis absolutas favoritas y que cantó aquí la mayoría de las veces, la

112
Gira “Cansiones”

última de ellas también tenía esperanzas que la cantara porque la cantó


bastante en la última etapa de esta gira. Sabia que también en muchas
ocasiones (sobre todo al principio de la gira) cantó todos los temas de
"Tarrés" y fue muy acertado que no lo hiciera ya que supo escoger y nos dejó
los más entrañables y no las versiones más desafortunadas como "Fangal" y
"El cigarrito" aunque hizo falta la deliciosa obra maestra de humor negro y
surrealismo mexicano "La maquinita". Pero en resumen su elección de
repertorio fue muy interesante y al final no importa lo que el Nano cante, sino
que el Nano nos haya cantado una vez más.

No puedo acabar mi crónica sin mencionar tal vez lo más importante para
mí de toda la velada. Al final, mucho después del concierto Serrat (sin Tarrés)
a punto de irse se tomó su tiempo y como siempre hace, compartió con
algunos de sus fieles fanáticos que lo esperábamos a la salida de los
camerinos. Firmó autógrafos personalizados, se retrató con algunos y abrazó
a otros. A mí me autografió su Cancionero y sin pedirle permiso le di un
abrazo el cual recibió sin problemas y sin palabras le dije: "Gracias, gracias
por todo".

En esos pocos segundos que estuve con él lo confirmé, Serrat es auténtico,


es lo que proyecta ser y aunque compartas con él sólo unos segundos tal
parece que lo conocieras de toda una vida. Artistas como él quedan pocos y
ésos son los que debemos seguir con todas nuestras fuerzas. Gracias Nano,
por todo lo que nos has dado, por ponerle una digna banda sonora a nuestras
vidas. Por permitirme ser un veterano serratiano que a los 19 años sigue tu
ejemplo de dignidad y buen gusto (y ya es un veterano de tus conciertos,
cuatro en 19 años; a propósito, gracias porque a través tuyo y de "El Gusto es
nuestro" conocí a la bella Ana Belén que sigo con locura) en fin gracias por ser
siempre genuino y maravilloso y así alegrarnos el alma.

Concierto en el Pabellón de Deportes de Palencia


25 de Junio de 2001
Texto de José Luis de Román (Palencia)

EL MITO SE RETROALIMENTA
Faltan unos minutos para que empiece el concierto. Serrat se viste en su
camerino y mira algo sorprendido por la indiscreción de una puerta abierta.
Afuera, cerca del escenario, "Kitflus", el director musical, hojea relajado una
revista mientras el pabellón termina de llenarse. El calor se humedece. Son
algo más de las nueve. Serrat aparece y echa un vistazo. Lo de la última vez
ya está olvidado. La vida tiene esas cosas, dice entre bastidores. Sus manos
son suaves, alargadas, y estrechan con franqueza. El cuerpo, quizás algo más
leve que entonces, se cubre de ropas negras. La mirada, igual de risueña, con
las mismas ganas y las mismas fuerzas. Un esdrújulo público y la noche
esperan.

Frente a lo que pudiera parecer, "El Nano" no cantó el lunes en Palencia.


Sí, se acercó hasta aquí, pero al cabo de un rato nos trasladó a otro lugar.
Casi sin darnos cuenta, nos condujo a su barrio, y allí, junto a la terraza del

113
Gira “Cansiones”

restaurante-bar "Tarrés", compartimos vino y melodías, y entre charleta y


canción volvimos a reencontrarnos con los recuerdos, con el amigo y sus
cosas, y también una bendita esquizofrenia que Serrat y Tarrés nos
contagiaron para bien.

Ahora el escenario es su sitio, su calle, su playa, y ya sin chaqueta, los


brazos desnudos se agitan, te cuentan, te traen y te llevan, y desde una silla,
como afirmando la palabra, te hablan de un viaje de ida y vuelta y de que "En
la vida todo es ir". Y también habla la voz, templada, en su justa e
inconfundible cadencia, y uno se deja arrastrar cuando se hilvana en las
notas, pero también cuando llega sin más vestimenta, y no te cansas de oír, y
la forma de decir y el decir mismo te alimentan, y parece que el tiempo no
transcurre en la terraza mientras el cantante y su otro yo se dedican a
interpretar las piezas de su última grabación, a las que trenzan con aquellos
temas que ya habitan en la memoria colectiva de la gente de más de...

La brisa de la nostalgia.

Entonces "Penélope" se vuelve a sentar en un banco en el andén y a


sobrecogernos con su historia de amor; y "Lucía" llega con la brisa suave de
la nostalgia en una carta, para conseguir en unos aplausos multiplicados el
reconocimiento a toda la carrera musical de ese hombre hoy vestido de negro,
a todo lo que ha transmitido y ha hecho sentir. Una especie de
agradecimiento condensado por su hacer y su talante, y por haberse acercado
una vez más para llevarnos con él.

Otra vez se ha sentado. Vuelve a saborear la copa de vino, y con ella


juegan Tarrés y Serrat, en su dualidad permanente, mientras explican con
humor su esencia palindrómica e invitan a contestar cuando un móvil suena a
lo lejos. Te dicen que Serrat es quien decide dónde se va, y Tarrés el que
hace que ir valga la pena. Y ya está. Y ya es de noche en el barrio, y al ritmo
de las palmas no nos acordamos de la muerte, y él lo canta, y entonces
pienso que nada objetivo podía salir de esta crónica, aunque apenas lo
intento.

Con Joan Manuel Serrat ocurre, como con otros, que los conciertos son
eso, y algo más, que tienen un valor añadido, una carga sentimental que
logra unificar un estado de ánimo dentro de una especie de círculo donde
todos comparten contraseña. Y a veces ocurre que la magia tiene su día y
todo lo redondea, y así el reencuentro del lunes en Palencia no pudo ser más
apropiado, más entrañable y redondeado. Público y artista se entendieron y
entablaron un diálogo que recuperó lazos y dejó un regusto tan dulce que
será difícil olvidarlo. Lo mismo que ocurrió veinte años atrás, en el mismo
sitio, y que no sucedió más tarde en otros conciertos. Pero ahora, sí. Todo
volvió a su natural estado, y no se hizo extraño el amigo que tanto echamos
de menos.

Entrega incondicional.

Serrat, acompañado por su inseparable "Kitflus" -también conocido como


Josep Mas-, de Víctor Merlo, José Antonio Romero, Miguel Ribera, Roger
Blavia, Juan Aguiar y Marcelo Mercadante, volvió a sonar espléndidamente en
un recinto que se llenó hasta la última grada. Los nuevos ritmos, los arreglos
nuevos a temas antiguos, la puesta en escena y la dinámica general del
espectáculo consiguen un equilibrio que sólo precisa de la entrega
incondicional de sus seguidores para conformar algo parecido. Los que lo
conocían no esperaban menos, y todos los que acudían a verlo por vez
primera, seguro que querrán repetir con un poco más de esto.

114
Gira “Cansiones”

Al final del viaje, Serrat agradeció el cariño y las muestras de afecto con
que había sido acompañado durante toda la noche, y la terraza se volvió
playa y el "Mediterráneo" se llegó hasta las gargantas, y de pronto todas las
almas eran marineras.

Una ovación de varios minutos y el público en pie fue argumento más que
suficiente como para retener un momento más a los músicos y al cantante,
quien interpretó "Pare", en catalán, y el tema "Cantares" a medias con todos.
De nuevo los aplausos tiran de él y vuelve.

Ahora se queda solo en el escenario. Pero igual lo llena. Hace una seña a
sus técnicos de sonido. Una más. Toma su guitarra. Se entiende que es la
despedida, y hasta el calor se calla. Suena el arpegio de "Aquellas pequeñas
cosas", y la canción te hace cantar para adentro, y desgranar una vez más
cada frase, cada acorde. Apretar fuerte el nudo de ese momento y guardarlo
para siempre, como una cosa grande.

Concierto en la Plaza de Toros de Segovia


26 de Junio de 2001
Texto de Javier Herrero (Segovia)

LA OBRA DE UN GENIO
Segovia, ciudad que Serrat recuerda con nostalgia, como una de las
ciudades que más recuerdos le traen, de esa memoria sentimental que tiene,
que no olvida, de los que le vieron nacer y aplaudieron. Serrat recuerda que
en Segovia, hace 15 años su hija durmió al abrigo de la funda de su
guitarra... Vuelve un año después de su exitosa gira "Sombras de la China" y
ya parece que le cogió gusto y regresa cada año.

Lo que más impacta a un universitario, el que les narra, es la poca


presencia por no decir nula de público joven al concierto, los que se atreven a
venir parecen obligados por sus padres o para huir del otro concierto que hoy
se celebra en Segovia... y yo intentando llevar a mi padre al concierto... Algo
que dice mucho de las aspiraciones políticas o culturales de la gente joven de
nuestros días, la cual seguro lo estará pasando muy bien en algún botellón del
parque de al lado. Por lo demás hay público muy variopinto, desde el
camarero de mi barrio, un ciego, grupos de señoras, de amigas, gente obrera,
novios, novias, vendedores de bebidas, bocadillos, mantas,... y algún que otro
trajeado, será del ayuntamiento o habrá entrado gratis, esa gente es así... no
cambian nunca.

El escenario simulaba el centro de una urbe, con sus ventanas, bares,


edificios,... y un cartel luminoso anunciando el local "Tarrés"... nos empieza a
narrar un viaje, nos comenta anécdotas sobre los souvenirs, los recuerdos, las
idas, las vueltas,... nos conduce a un viaje a través de las canciones
populares latinoamericanas que son la materia principal de su último disco...
hace alusión a las bolas de nieve con monumento dentro que venden como
souvenirs en todas las ciudades del mundo... incluso en La Habana, donde no
nieva desde el cuaternario...

115
Gira “Cansiones”

Entonces comienza cantando las canciones "Yo sé de una mujer", "En la vida
todo es ir"... comenta las vidas que puede tener una persona, una, dos,
incluso tres,... pero añade que solo los políticos pueden tener tantas... dice
que Serrat es el que dice a dónde ir, pero que Tarrés se encarga de que
merezca la pena, todos ya presentimos que empieza a cantar "Tarrés".

Continúa cantado temas de "Cansiones", como "El último organito"...


entonces empieza a hablar sentado en una mesa de bar, con una botella de
vino,... bebe,... y nos comenta que no hay alegoría en ello, una silla, una
mesa, vino, cantautor... todo normal...

Dentro de lo que él mismo denomina como la entretela sentimental de un


país, de las letras, de las canciones, eso que sientes con determinadas
canciones, con determinados artistas... un referente ya en nuestra historia y
nuestras vidas: Serrat.

Entonces el escenario, las gradas y la plaza entera entra en apoteosis, está


cantando "Penélope", continúa con "Me gusta todo de ti", "Lucía", el público
vibra, "Mazurquica Modernica", una canción aparentemente alegre, festiva,
que encierra una crítica social demoledora. Violeta Parra se siente... se viven
sus luchas...

Continúa hablando de los palíndromos, o sea, de las palabras que se leen


igual por delante que por detrás... Serrat y Tarrés por ejemplo,... Me quedo
con uno, "Sé verla al revés" que como el mismo Serrat dice, define al mismo
palíndromo.

Canta "Soy lo prohibido"... y el poema de Benedetti "Una mujer desnuda y en


lo oscuro". "No hago otra cosa que pensar en ti" y una desgarradora "Lecciones
de urbanidad", "De un mundo raro", "El amor, amor"... entonces el corazón
comienza a latir, de amargura, de pesar, de desaliento,... de nostalgia,...
"Romance de Curro el Palmo" y una canción que suena a solidaria en estos
tiempos de movimiento anti-globalización... "Los fantasmas del Roxy".
"Dondequiera que estés", poema, canción..., obra maestra, quien sabe...

Momento importante, recuerdos para muchos, pasión nueva para otros,


canción entre romántica, ecologista, optimista y referencia musical
"Mediterráneo"... ebullición, gritos,... y alboroto.

Entonces comienza el momento más emotivo de todo el concierto, una


canción, entre nana y poema de amor, "Cançó de bressol" ("Canción de
Cuna") la única canción que está en ambos idiomas,... canción según él
intraducible, que solo se puede intentar comprender buscando en nuestra
propia infancia, en nuestros recuerdos,... yo recuerdo... a mi madre...

Empiezan los bises, "Cantares" que tiñe alegóricamente el escenario de


rojo, también algunos corazones, aunque todo el que tararea esta canción, ya
lo tendrá un poco rojo... o pintado a brochazos...

Baja la luz, sale Serrat, coge su guitarra... "Aquellas pequeñas cosas"...


indescriptible...

Termina el concierto, nos vamos... llegas a casa, y te parece increíble


haber estado viendo, riendo, escuchando y sintiendo a un referente tanto
político como musical. Alguien admirado y querido, que cada vez que sale a
escena nos ofrece un concierto antagónico, espectacular y muy sentido.

Alguien que no solo canta, ni toca, sino que interpreta, para mí algo muy
loable es que después de los años que lleva tocando por estos mundos, cante

116
Gira “Cansiones”

las canciones con la misma viveza y emoción que en sus inicios, Serrat es de
otro planeta, nació para ser artista, porque la poesía, el humanismo y la
solidaridad que nos muestra con su música es la obra de un genio.

¡Gracias, Serrat!

Concierto en el Palau Sant Jordi de Barcelona


28 de Junio de 2001
Texto de Manuel Moreno (Madrid)

UN GAZPACHO SIN TOMATE


Esta crónica era de Paco, pero claro, ya se conocen los últimos
acontecimientos y ha dicho que verdes las han segao, que mucho pan pa' tan
poco jamón, y que me las apañe yo como pueda...

Antes de irnos a Barcelona, hago escala en Segovia. El cronista que me


precedió nos recordaba que allí, hace quince años, la hija de Serrat durmió al
abrigo de la funda de su guitarra... Allí se duerme muy bien, y con esa sábana
sospecho remotamente qué tipo de sueños han de tenerse. Allí también
ensayó las canciones que no cantó dos días después, allí interpretó una
"Cançó de Bressol" que se deshacía en la boca como un algodón amargo,
como un estertor final, tan dulce...

Allí alguien dio un beso que nunca podrá comentar y a mí me lloró el


cuerpo con todas las lágrimas que supo. "Dios y mi canto, saben a quien
nombro tanto".

En fin...

Un gazpacho sin tomate, que alguien haga un esfuerzo y se lo imagine. Al


final, uno se lo traga, pero como quien comulga con ruedas de molino.

Se trataba del homenaje a Bardagí, y había que estar. Algo huérfanos,


extraños, pero había que estar.

Escuchar a Kitflus y a Miralles juntos, aún sin el sacerdote, ya mereció la


pena, aunque uno se pregunta, por qué no tocaron todo lo previsto, sin voz,
si ya estábamos entregados de antemano al sacrificio. Lamentando con el
arreglista de "Paraules d'amor" la imposibilidad de verlos juntos de nuevo,
confesó: "no hemos podido tocar, pero ha habido reencuentro". Estaba feliz.

La noche, dadas las circunstancias, por un lado el herido, y por otro, el


carácter tan particular y genial del homenajeado, se prestaba a unas
improvisaciones y sorpresas que nunca llegaron.

El señor San José interpretó una versión "difícilmente superable" (?) de


"Aquellas pequeñas cosas". Por su parte, María Pilar Cuesta hizo una aseada
faena con el "Mediterráneo", y nuevamente los teclados y el piano dejaron
entrever que aquella noche hubiéramos visto a la Virgen subir al Cielo. El
primo Sabina, se comió casi todo el concierto, llegando con habilidad al

117
Gira “Cansiones”

público del Sant Jordi, y hasta hizo sus pinitos amb el català con Quico Pi de
la Serra.

Mención especial para Jofre Bardagí, de adolescente voz y dulce música. De


casta le viene al galgo. Y para su madre, que con naturalidad arrolladora le
soltó a Paco: "Así que tú eres el de la página... ¡hay que ver la matraca que
me dio con la dichosa página...!". Se refería al maestro Bardagí, su marido,
que incluso se escribía con Paco.

No puedo ni quiero olvidarme de la visita que hicimos al Pub


"Mediterráneo", local con magia donde los haya. En Balmes, casi en el cruce
con Roselló -"a la vora de la seva familia..."-, escucharéis canela fina, su
nombre no debe de ser casualidad. Si el jueves por la noche en el homenaje,
hubieran salido a cantar Albert Fibla -el viernes me fui sin decirte adiós y sin
pedirte que me apoyaras alguna canción con la guitarra-, Paco -el dueño del
local- , y el resto de amigos que allí conocimos, la ausencia del maestro nos
hubiera resultado mucho menos dolorosa. Aunque como nos dijo el impulsivo,
simpático y discreto Kitflus: "oye... estas cosas son como vienen... y así hay
que tomarlas".

¡Hay que ver, Paco! Por no cantarnos "Helena", tuvo que recurrir a la única
excusa posible, y entrar en los hospitales y en los algodones, como en las
azucenas.

Se nos sigue resistiendo, como una mujer fatal que sabe que cuanto más
larga es la espera, más profundo es el deseo. Estamos dispuestos a asumir
que no la gozaremos en esta vida, pero la próxima vez, Juan, ¡no nos des
estos sustos, coño!

Dos de los grandes — Josep Mas "Kitflus" y Ricard Miralles — junto a Paco y Manuel Moreno

118
Gira “Versos en la boca”

GIRA “Versos en la boca”

Fotomontaje de Juan Antonio Arrivi

119
Gira “Versos en la boca”

CALENDARIO

Fecha Ciudad Lugar Crónicas Pág.


Víctor Esteban 125
22 y 23 Oct 2002 Salamanca Carpa Caja Duero
Florentino Vallejo 127
25 Oct 2002 Lorca (Murcia) Teatro Guerra Paco Escámez 128
26 Oct 2002 Yecla (Murcia) Teatro Concha Segura
Orihuela
27 Oct 2002
(Alicante)
Teatro Circo Laura Andreu 129
Cartagena
28 Oct 2002
(Murcia)
Teatro Circo A. Marín Albalate 132
30 Oct 2002 Cáceres Auditorio
31 Oct 2002 Valladolid P. Huerta del Rey Maite Sanjuán 134
1 Nov 2002 León Auditorio
5 Nov 2002 Villarreal (Cast.) Auditorio
6 Nov 2002 Cornellá (Barcelona) Auditorio
9 Nov 2002 Baena (Córdoba) Polideportivo
10 Nov 2002 Jaén Auditorio Edmundo Córdova 135
14 Nov 2002 Badajoz Teatro Lope de Ayala
16 Nov 2002 Alcira (Valencia) Gran Teatro
19 Nov 2002 Andorra Pabellón Deportes
La Selva del Camp Josep Mª Puig 136
22 Nov 2002 Pabellón Deportes
(Tarragona) José R. Vicente 138
Ejea Caballeros Juan A. Lanz 141
23 Nov 2002 Pabellón
(Zaragoza) Carlos Plo 143
Álvaro Rodríguez 144
24 Nov 2002 Bilbao Euskalduna
Antonio Ovejas 146
del 27 al 30
Nov 2002
Valencia Palacio Congresos Marian Moreno 147
1 Dic 2002 Valencia Palacio Congresos
Luis García 150
3 al 8 Dic 2002 Madrid Teatro Albéniz Antonio F.Segovia 153
Manuel Moreno 155
Carlos G. Escarp 156
Francisco Hidalgo 159
Albert Fibla 160
11 al 15, 17 y 18
Dic 2002
Barcelona Teatro Novedades Charo Alvarado 162
Marcelo Ravelo 163
Oscar C. Bosch 164
Francesc Gómez 165
Marcelo Castro 166
Claudia Franco 168
Buenos Aires
13 al 16 Ene 2003
(Argentina)
Teatro Gran Rex Silvia Nora Ninin 169
Guillermo Soler 170
Carlos Salerno 171
Mar del Plata
17 Ene 2003
(Argentina)
Polideportivo Oscar Carrizo 175

121
Gira “Versos en la boca”

Fecha Ciudad Lugar Crónicas Pág.


Neuquén
19 Ene 2003
(Argentina)
Estadio Ruca-Che Juan C. Duarte 177
Mendoza
21 Ene 2003
(Argentina)
Estadio Godoy Cruz Sergio Garcés 178
Córdoba Enrique Orschanski 179
24 Ene 2003 Chateau Carreras
(Argentina) Matías Bailone 181
26 Ene 2003 Paraná (Argentina) Club Patronato Pilar Mestres 183
Daniel Martínez 186
Montevideo Santiago Rguez. 187
28 Ene 2003 Velódromo
(Uruguay) Edith Ferreira 188
Alicia Oschendorf 189
Buenos Aires
31 Ene 2003
(Argentina)
Teatro Gran Rex Victoria Ferreiro 191
Buenos Aires Agustín Borthiry 192
1 al 4 Feb 2003 Teatro Gran Rex
(Argentina) Marina Contardi 193
Jorge Fernández 195
Santiago Hernán Sepúlveda 196
6 Feb 2003 Central Court de Tenis
(Chile) Rubén Garrido 197
Esteban Troncoso 198
Lima Jesús Díaz 200
11 Feb 2003 Jockey Plaza
(Perú) Roberto Burns 202
Pablo Auladell 204
25 y 26 Feb 2003 Alicante Paraninfo
Manuel Guillén 206
27 Feb 2003 Aldaia (Valencia) Auditorio César Saiz 207
28 Feb 2003 Paterna (Valencia) T. Antonio Ferrándis
1 Mar 2003 Xátiva (Valencia) Teatro Auditorio Pepi Canelada 210
2 Mar 2003 Onda (Castellón) Teatro Mónaco
4 Mar 2003 Barcelona Teatro Tívoli Oscar C. Bosch 211
7 Mar 2003 Zaragoza Auditorio José Antonio Plo 213
8 Mar 2003 Santander Palacio Festivales David Gutiérrez 214
Paco Ranea 215
11 y 12 Mar 2003 Málaga Teatro Cervantes Rosa Ranea 218
Amalia Hernández 221
13 Mar 2003 Granada Palacio de Congresos
14 Mar 2003 Linares (Jaén) Teatro Cervantes
15 Mar 2003 Albacete Teatro Circo
18 Mar 2003 Cádiz Teatro Falla Luis García 222
20 Mar 2003 Jerez (Cádiz) Teatro Villamarta Luis García 224
Pozoblanco
21 Mar 2003 Caseta Municipal
(Córdoba)
22 y 23 Mar 2003 Almería Auditorio M. Padilla Eduardo del Pino 226
La Solana
25 Mar 2003 Teatro Municipal
(Ciudad Real)
Villarrobledo
26 Mar 2003 Gran Teatro
(Albacete)
28 y 29 Mar 2003 Córdoba Gran Teatro Antonio Barranco 228
30 Mar 2003 Marbella (Málaga) Teatro Ciudad
Alcázar de San Juan
1 Abr 2003
(Ciudad Real)
Teatro Auditorio Minerva Campos 229
2 Abr 2003 Ciudad Real Teatro Quijano Emilio J. García 231
Puertollano
4 Abr 2003
(Ciudad Real)
Auditorio Nicolás Speranza 232
Manzanares
5 Abr 2003
(Ciudad Real)
Gran Teatro María Fernández 234

122
Gira “Versos en la boca”

Fecha Ciudad Lugar Crónicas Pág.


22 Abr 2003 Vigo (Pontevedra) C.C. Caixa Nova
23 Abr 2003 Santiago Multiusos do Sar
Carmen Verdes 235
24 Abr 2003 A Coruña Palacio Ópera
Milagros Pérez 237
25 Abr 2003 Ourense Pazo Paco Paz
30 Abr 2003 Guadalajara Teatro Buero Vallejo
Gijón Rubén Siñeriz 239
2 y 3 May 2003 Teatro Jovellanos
(Asturias) Daniel Ferreiro 240
Sabadell
5 May 2003 Teatro Farándula
(Barcelona)
Badalona
6 May 2003
(Barcelona)
Pabellón Olímpico Antonio Ovejas 243
Elche
7 May 2003
(Alicante)
Gran Teatro A. Marín Albalate 246
Lliçà d'Amunt
9 May 2003
(Barcelona)
Pabellón Deportes Francisco Hidalgo 247
Manresa
10 May 2003
(Barcelona)
Pabellón Nou Congost Francesc Serrat 248
Vicente Haro 249
del 14 al 18 México DF Ignacio Pacheco 250
Palacio Bellas Artes
May 2003 (México) Luis E. González 252
José A. Zamora 254
Guadalajara Sergio Bross 255
20 y 21 May 2003 Teatro Galerías
(México) Francisco de Anda 257
Morelia
22 May 2003 Teatro Morelos
(México)
Monterrey
24 May 2003
(México)
Teatro Fundidora Gerardo Díaz 260
Hermosillo
26 May 2003
(México)
Auditorio Ricardo León 263
Tijuana
27 May 2003
(México)
C. Cultural (Cecut) Manuel F. Flores 264
Puebla
29 May 2003
(México)
C. Convenciones Jordi Ayguasenosa 265
Juan Arellanes 267
México DF
31 May 2003
(México)
Zócalo Edgard Ibarra 270
Alfredo Arrieta 272
Aguascalientes
2 Jun 2003 T. Aguascalientes
(México)
San Luis Potosí
5 Jun 2003
(México)
Teatro de la Paz Mariano Vildósola 273
Quito
7 Jun 2003 Casa de Cultura
(Ecuador)
San José
10 y 11 Jun 2003
(Costa Rica)
Teatro Nacional Mario Jule 275
Guatemala Moisés García 278
17 Jun 2003 Teatro Nacional
(Guatemala) Juan Morales 280
Santo Domingo
20 y 21 Jun 2003 Teatro Nacional
(R. Dominicana)
San Juan
25 Jun 2003 Bellas Artes
(Puerto Rico)
Caracas
27 Jun 2003
(Venezuela)
Poliedro Yadira de Cuttin 281
Valencia
28 Jun 2003
(Venezuela)
Universidad Francisco Vázquez 283

123
Gira “Versos en la boca”

LOS MÚSICOS DE LA GIRA

Dirección Musical, Arreglos y Piano: Ricard Miralles


Guitarras: David Palau
Batería: Paco García
Bajo Eléctrico y Contrabajo: Álex Hernández
Violín, Viola, Saxo y Clarinete: Alejandro Terán

EQUIPO TÉCNICO

Sonido de Sala: Fernando Díaz


Sonido de Escena: Manolo Cervera
Diseño Escénico: Giovanni de Schampheleire
Diseño de Iluminación: Ignace D'Haese
Operador de Iluminación: Óscar Gallardo
Back-Line: Rafael Meroño
Técnicos Iluminación: Emiliano Almeida y Óscar Yuste
Técnicos de Sonido: Ángel Magro y César Montesinos
Montaje Escenográfico: Miguel Rodríguez
Asistente del Sr. Serrat: Xavi Ramírez
Stage Manager: Andrés Seco
Sonido: Apogee-Sevilla
Iluminación: Hispa-Lite
Producción General: Taller 83 S.A. / Berry Producciones, S.L.

124
Gira “Versos en la boca”

Concierto en la Carpa Caja Duero de Salamanca


22 de Octubre de 2002
Texto de Víctor Esteban Sardiña (Ciudad Rodrigo)

...Y REGRESÓ SERRAT


La noche estaba fría y desapacible, de esas en las que Salamanca se vuelve
melancólica y triste, pero a la vez embaucadora. El invierno llamaba a las
puertas de la ciudad de las piedras y la cultura, pero tuvo que esperar su
turno. En una pequeña, pero acogedora carpa, se cocía el maravilloso
ungüento de la música más pura.

Eran las 9 y media cuando ya empezaba a sentir ese hormigueo


característico en el estómago, previo a los conciertos del Nano, como si fuera
yo el que tuviera que actuar. Pasaron veinte minutos hasta que los músicos y
posteriormente Serrat, sin ningún tipo de acompañamiento musical, saltara al
escenario para afrontar el inicio de su nueva gira, ante un público entregado
de antemano.

Y regresó Serrat; el Serrat de siempre, dejando en los camerinos a su


compañero de fatigas “Tarrés”. Quizá no fuera el Serrat de los mejores
recursos vocales, quizá su garganta tuviera una carga menos de decibelios,
pero ahí estaba de nuevo el encantador de serpientes, el trovador, el cronista
de la vida y de los sentimientos, el que es capaz de ponernos la carne de
gallina, los pelos de punta, y el que nos hace llorar y luego reír, para que
sepamos que se puede disfrutar tanto de una lágrima como de una sonrisa.

Sobre un escenario elegante y sencillo, sustentado por unas columnas que


simulaban al Partenón griego, Serrat construyó su particular Acrópolis donde
se desenvolvió como el Dios de la música, a la cual rendía pleitesía en el tema
con el que abría el concierto; “Bendita Música” la cual constituye ya un himno
a esta mágica forma de comunicación y expresión que no conoce fronteras.

Comenzó el repertorio de “Versos en la Boca”, con “La Bella y el Metro”, para


volver de nuevo al disco "Nadie es Perfecto" con la triste historia de “Benito”,
magníficamente interpretada desde el punto de vista gestual. Llevábamos tan
sólo tres temas y en la carpa ya ardía la lumbre a pleno pulmón. Era el
momento de bajar el fuego con otro de los nuevos temas: “Así en la guerra
como en los celos” para luego presentarnos a su “Muñeca rusa”. Tras la dosis
de “Versos...”, era el turno de la poesía pura, para lo cual el cantautor invitó a
Machado y a Benedetti, y de sus letras llegaron “Llanto y Coplas”
contrarrestados por una grandiosa “Defensa de la Alegría”.

Posteriormente la nostalgia se adueñaba de Salamanca con “Los recuerdos”


y “Los fantasmas del Roxy”.

Serrat empezaba a sentirse cansado, pero comenzaba a disfrutar. Delante


tenía un auditorio volcado y por detrás estaba arropado por un magnífico
quinteto de músicos, que destilaron sonidos puros, libres de mezclas y
sintetizadores y que estaba encabezado por la calidad y el calor que
desprende el piano de Miralles. Con él, el escenario se llena de una
complicidad contagiosa y contribuye a hacer que Serrat sea más Serrat.

125
Gira “Versos en la boca”

El refuerzo de los instrumentos de viento sirvió para enriquecer la


musicalidad del concierto gracias a un polifacético Alejandro Terán, que
también dominaba el violín. La guitarra de David Palau, no sólo acompañaba
sino que en muchos momentos adquiría un papel protagonista. El bajo de Alex
Hernández y la batería de Paco García se mostraron inmensos.

Tras la presentación de los músicos se retoma el concierto con “África”, un


buen tema que quizá encaja más para ser escuchado en el sofá de casa, que
en un concierto en directo. Después de recordarnos que el continente sureño
existe, el cantautor presentó “De cuando estuve loco”, al que, en comparación
con la versión del disco, le faltó el apoyo de alguna guitarra más.

Llegaba el turno del “canapé” en catalán y el maestro escogió para la


ocasión “La Cançó del Lladre”, envuelta en las explicaciones pertinentes para
todos aquellos no catalano hablantes. Yo particularmente hubiera preferido
“Helena” o “Cançó de matinada”, pero la elegida también resultó exquisita.

Para iniciar la traca final nada mejor que hacerlo con una potente versión de
“Mediterráneo” acompañada por el saxo. El “Azar” no nos trajo a Noa, pero si
demostró que es caprichoso, como caprichoso era el amor hacia un maniquí...
“De cartón piedra”.

Y llegó “La mala racha”, que resultó no ser tan mala como se esperaba, ya
que es una canción que queda bien en directo.

“Dondequiera que estén", les digo que aquel “fue un gran día” (“Hoy puede
ser un gran día”), pero “Qué sería de mí”, si el broche final oficial no fuese
“Fiesta”.

Por supuesto ahí no podía quedar la cosa. Para los bises Serrat reservaba
uno de los mejores temas del último disco “El señor de la noche”, y por
supuesto, no podía faltar “Cantares”, canción que despertó las gargantas de
todas las almas que allí se congregaban. Por aquel entonces las piernas ya no
aguantaban quietas en los asientos y el público en pie, entregado por
completo, pidió un esfuerzo más al fatigado trovador. Era el primer día de la
gira y había que echar el resto con el magistral “Pueblo blanco”. Parecía que
era el final definitivo, pero Salamanca no se conformaba y un generoso
Serrat, volvió a echar mano de su chistera para ofrecer “Aquellas pequeñas
cosas” que nos dejan esas noches de rosas que se van apagando como la
lumbre de la hoguera. Una lumbre que entre sus brasas encontró el aliento
suficiente para dar paso a “La saeta”, con la que Serrat nos daba su último y
definitivo “Verso en la Boca”.

Regresó Serrat; el Serrat pata negra. Que ustedes lo disfruten en el resto


de conciertos de la gira. Yo quedé colmado.

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Gira “Versos en la boca”

Concierto en la Carpa Caja Duero de Salamanca


23 de Octubre de 2002
Texto de Florentino Vallejo Martín (Salamanca)

Y SERRAT SIGUE HACIENDO


CAMINO AL CANTAR
El camino tenía que empezar a las nueve y treinta, pero se retrasó hasta un
cuarto de hora para colocar a todos. Los más de mil jóvenes de más de
cuarenta años, con algo menos de pelo y alguna cana más que allí
estábamos, teníamos ya ganas de ver a nuestro amigo aparecer.

Se apagan las luces y con los aplausos se hace el silencio para verle
aparecer tranquilamente y entonando “Bendita música”. Sigue con “La bella y
el metro”, canción para lucimiento de los músicos. Y con los primeros acordes
de “Benito” saluda al público. Nos da la "bienvenida a nuestra carpa" y la
hospitalidad de Salamanca, donde le hemos tratado como en su casa cuando
se está bien.

Continúa con dos canciones nuevas, “Sin piedad” y “Muñeca rusa”.

El ambiente es fenomenal y cosecha más ovaciones al interpretar “Elegía” y


“Defensa de la alegría” de Benedetti, donde el maestro Miralles tuvo mucho
que decir. Y ahí acaba con “Los recuerdos”, que parece que habla de lo
anterior.

Con “Los fantasmas del Roxy” hace la presentación de los músicos "por si
acaso más tarde con la borrachera de aplausos se le olvida".

Viene un trozo del recital alternando temas nuevos con otros viejos. “De
cuando estuve loco”, “Cançó del lladre”, “Mediterráneo”, que lógicamente puso a
la gente en pie, “Es caprichoso el azar”, sin Noa, a la que le hubiese gustado
estar, “De cartón piedra”, “La mala racha”, “Dondequiera que estés”, para acabar
con un apoteósico “Hoy puede ser un gran día”.

Ahora un momento de tranquilidad con “Qué sería de mí”.

Cierra el concierto con el clásico “Fiesta”. Todos sabemos que es el final,


pero el principio de lo mejor. Los regalos esta vez fueron “Señor de la noche",
“Cantares”, donde nos vuelve a hacer cómplices a todos y dos nombres de
mujer “Penélope” y “Lucía”. Se acabó la fiesta.

Nos parece que las dos horas han sido diez minutos y queremos más, pero
es el final de los finales.

Serrat magnífico. Sabemos que los años pesan, pero ahí sigue,
demostrando que es el mejor. Los músicos a la perfección. La acústica muy
buena aún tratándose de una carpa, y el público como siempre, entregado.

El camino termina confiando en que pronto lo volvamos a retomar. Hasta


siempre Nano.

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Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Teatro Guerra de Lorca (Murcia)


25 de Octubre de 2002
Texto de Paco Escámez Reverte (Águilas)

VERSOS DE MANANTIAL SERENO


Fue el teatro Guerra de Lorca el escenario del tercero de los conciertos de
Joan Manuel Serrat. Media hora antes de la 10 de la noche, la coqueta plaza
de la “Ciudad del Sol” era un hervidero. Un equipo del programa “Informe
Semanal” de TVE, entrevistaba a las personas que formaban la interminable
cola que atravesaba de punta a punta la plaza del teatro lorquino.

Dos años después, Serrat volvía a colgar en la monumental ciudad de


Lorca el “no hay billetes” el mismo día que se pusieron las entradas a la
venta.

Trece minutos después de la hora prevista para el inicio, Joan Manuel -traje
negro y suéter granate- aparecía en el escenario sereno y relajado, junto a su
mucho más que excelente quinteto de músicos “bajo la rigurosa supervisión
del maestro, compañero y amigo, Ricard Miralles”, tal y como lo definió el
propio cantautor.

“Bendita música” fue el primer tema que voló sobre un escenario sencillo y
sobrio, del que destacaban unas columnas griegas que cobraban vida propia
gracias al magnífico juego de luces. Una atronadora ovación del respetable
había recibido antes a todo el equipo.

Con la electrizante “La Bella y el Metro” y el entrañable “Benito”, el recital


ganaba enteros. Era el momento de dar las buenas noches y las gracias “por
estar esta noche con nosotros, una noche en la que tenemos un manojo de
versos que compartir”.

Sin duda, se trataba de una forma distinta de presentar sus flamantes


canciones a las que Serrat nos tiene acostumbrados. El “alquimista de las
emociones”, iba mezclando lo último de sus “Versos en la boca” con algunos
de sus temas más clásicos. “Sin piedad”, ponía un nudo en la garganta a los
emocionados espectadores. Nudo que se deshizo con una espléndida “Muñeca
rusa”. Fueron el preludio de la “Elegía” de Miguel Hernández y la refrescante
“Defensa de la alegría” de Benedetti.

Turno entonces, para la presentación del “pedazo” de músicos elegidos para


esta gira. Además del ya nombrado Miralles -inmenso toda la noche-,
Alejandro Terán, David Palau -extraordinario en su coro a Serrat en “La mala
racha”-, Alex Hernández y Paco García.

Glenn Ford, Rita Hayword, Lauren Bacall, Fred Astaire y Ginger Rogers,
irrumpieron por sorpresa en la “cola de la ventanilla dos” del Guerra. Eran
“Los fantasmas del Roxy”, tema muy bien acogido, que precedió al exquisito
“De cuando estuve loco”. El Nano continuó la faena, explicando su única perla
de la noche en catalán. “La cançó del lladre”. Y precisamente con esta canción
llegó la anécdota del concierto. Una inoportuna tos interrumpió el bello tema.
Pero Serrat lo resolvió como el maestro que todos conocemos. Ante los
abundantes aplausos, solicitó amablemente que cesaran “es mejor

128
Gira “Versos en la boca”

despreciarla -a la tos- para que no vuelva”. Y volvió al principio de la canción


para acabarla sin más contratiempo.

“Mediterráneo” levantó al personal de sus asientos y “Es caprichoso el azar”,


dejó claro que es una canción emocionante, aún sin la presencia de Noa.
Siguieron “De cartón piedra”, “La mala racha”, “Dondequiera que estés” y la
vitalista “Hoy puede ser un gran día”. Se llegaba casi al clímax del recital
cuando sonó la exquisita “Qué sería de mí”.

Tocaba ya despedida sin censuras, cantando en plata. “Fiesta”, fue ya el


delirio. Más de cuatro minutos de aplausos, con el público en pie, provocaron
el retorno al escenario con el “Señor de la noche”, de Luis García Montero.
Pero fue la machadiana “Cantares”, donde Serrat puso los “versos en la boca”
del público. Gritos de ¡torero, torero!, ¡guapo! y hasta ¡Visca el Barça!,
lograron que el Nano, a petición popular, retomara el escenario para echar el
telón con la solicitada desde la platea, “Penélope”.

Habían sido dos horas de concierto apoteósico, donde sólo los versos de su
última cosecha “África” y “Así en la guerra como en los celos”, se habían
quedado entre las bambalinas del teatro.

Y es que Serrat sigue dejando huella. Que sea por muchos años, Juanito.

Concierto en el Teatro Circo de Orihuela (Alicante)


27 de Octubre de 2002
Texto de Laura Andreu Mañogil (Alicante)

EN ORIHUELA, SU PUEBLO Y EL MÍO...


A las 20:35 se apagaron las luces de la sala, el público quedó en silencio y
fueron saliendo los músicos para colocarse en sus puestos.

La escenografía utilizada en esta gira brilla por su sencillez. Me parece muy


elegante y a la vez minimalista. El escenario se encuentra vestido con telas
negras y ocho columnas blancas de papel que para cada situación se iluminan
de un color. Arriba como cinco lámparas también de papel con más focos.

Un cañón de luz en el escenario dio paso a Serrat junto con un caluroso


aplauso de bienvenida. Sonaban los acordes Mi, Fa, Mi, Re, Do, Re, Mi, Fa...
de esa “Bendita música” a la que nos tiene acostumbrados. Siguió con la
“Bella y el Metro” de su último trabajo.

Llegó el momento de la presentación. Lo hizo con unas “buenas tardes”,


“buenas noches”, desde el público también le respondían “bona nit” y él
concluyó con un “buenas”. “Bienvenidos, gracias por estar aquí. Vengo a
ofrecerles un manojo de Versos en la boca y a compartirlos con ustedes”.
Cualquier silencio de Serrat era utilizado por el público para hacerle llegar
piropos y muestras de cariño. Casualmente todo eso venía de las últimas filas.
Serrat sonreía ante los piropos de las señoras, y a la vez que los agradecía,
decía “no me distraigan, que está uno aquí intentando medir las palabras...”.

129
Gira “Versos en la boca”

Concluyó su presentación comunicando su satisfacción por encontrarse en


“uno de los teatros más bonitos del mundo”.

Como dice la siguiente canción, “Benito”: “Tanto tienes, tanto vales y para
usted de contar”, según esta frase se hizo la distribución de las entradas del
concierto. Este asunto se lo comentaré al final, al fin y al cabo, estoy aquí
para narrarles la actuación de Serrat, pero estoy segura que a él no le
importará compartir página con mi protesta.

Sigue el espectáculo con “Así en la guerra como en los celos”.

Suenan los primeros ritmos de “Muñeca rusa” y el señor Serrat mirando a


sus músicos comienza a moverse con el ritmo que éstos marcan con sus
instrumentos y se desata en una excelente interpretación.

Serrat vuelve a dirigirse al público con esos comentarios que tanto


ansiamos. Llegó el momento de los poetas. Hace referencia a los nombres de
los poetas que ha musicado. Entre ellos se encuentra, cómo no, el poeta
oriolano, Miguel Hernández. Su mención arranca un merecido aplauso de sus
paisanos. A continuación presenta la “Elegía” de Miguel Hernández y “Defensa
de la alegría” de Mario Benedetti.

La "Elegía a Ramón Sijé" es uno de los poemas más bellos de Miguel


Hernández y una de las mejores músicas de Joan Manuel. Ha sido la primera
oportunidad que he tenido de escuchar a Serrat los versos en la tierra del
poeta. Era un momento que ansiaba y de hecho fue uno de los momentos
más especiales del concierto. Yo personalmente tenía como se suele decir “los
pelos de punta”.

Tras los versos de Miguel y Benedetti, volvemos a los Versos en la Boca de


Serrat. Esta vez con “Los Recuerdos”. Canción que aprovechó para presentar
a los músicos. Antes de dar paso a la presentación, estuvo bromeando con la
justificación de presentar a los músicos antes de que acabara el concierto.

Tras los recuerdos, el escenario se inunda de luz para rescatar a “Los


fantasmas del Roxy” de "Bienaventurados".

Siguió el espectáculo con “De cuando estuve loco” y “Cançó del lladre”. Para
esta segunda hizo un alto en el camino. Orihuela y toda la región de la Vega
Baja, aunque pertenezca a la Comunidad Valenciana es una zona totalmente
castellano parlante. La mayoría entendemos el valenciano y el catalán, pero
se marcó dos puntos haciendo la traducción al castellano y complaciéndonos
con sus comentarios de la tradicional Canción del ladrón, muy buenos y
ciertos.

Otro de los momentos por excelencia en los conciertos de Serrat, es el de


“Mediterráneo”. Junto con el aplauso a Miguel Hernández, este fue uno de los
aplausos más largos y calurosos de la velada.

Y uno de los momentos más graciosos fue cuando presentó “Es caprichoso
el azar”. Nos estuvo contando que esta canción la había grabado con Noa. Se
deshizo en elogios hacia su persona. Cuando dijo que estaba encantado de
presentarnos la canción, el público se pensó que iba a decir que estaba
encantado de presentarnos a Noa. Cuando se dio cuenta, estuvo bromeando,
diciéndonos que Noa tenía muchas ganas de venir a Orihuela, que le gustaba
mucho el arroz con costra (uno de los platos típicos de Orihuela y la zona)
pero que no había podido.

130
Gira “Versos en la boca”

Después de una de las canciones más bellas de su último trabajo, nos


fuimos a "Mi niñez" para presenciar una de sus mejores interpretaciones “De
cartón piedra”.

“La mala racha” fue la siguiente. Serrat estuvo acompañado a los coros del
guitarrista David Palau.

Y llega uno de los momentos más románticos de la noche, en los que todas
las señoras presentes en la sala se imaginaban solas en el teatro con Serrat y
“Dondequiera que estés”.

A lo largo de la noche el público se reiteraba en la petición de “Pare”,


pidiéndole “cántale algo al río”. Esta es una canción a la que los oriolanos y
vecinos de la zona le tienen un especial afecto. En otras ocasiones Serrat la
ha cantado y la ha dedicado al pobre Río Segura que ya no canta. Serrat
señaló que si no satisfacía las peticiones no era por desprecio, sino porque
ellos tienen un repertorio preparado y deben ceñirse a él.

Después de la aclaración, rescató una de las canciones más alentadoras de


uno de sus mejores discos: “Hoy puede ser un gran día” de "En tránsito".

Y “Qué sería de mí” sin la música y las letras de Joan Manuel Serrat.

Se presiente el final de la “Fiesta”, gente del público grita “no” cuando


Serrat dice “Se acabó, el sol nos dice que llegó el final”, pero todo tiene su fin.

Después de esta canción, Serrat y los músicos saludan, el público muy


correcto se pone en pie y aplaude y éste nos obsequia con “Señor de la noche”
y el obligado “Cantares”. “Golpe a golpe, verso a verso” se entona en las
últimas filas del teatro.

Tras la “sosísima” respuesta de las primeras filas del teatro, Serrat despide
a este triste “Pueblo blanco”. Orihuela, siempre correcta y diplomática despide
al artista de pie y con aplausos, de las últimas filas aún se oyen peticiones...

En fin señores, aquí queda la aportación que he querido compartir con


ustedes tras presenciar el concierto del señor Serrat en Orihuela. En los
párrafos anteriores he intentado hablar únicamente de la brillante actuación
del artista, que es de lo que se trataba, pero estos últimos quiero
aprovecharlos para ser Sinceramente tuya. Para ello quiero presentarme. Soy
una joven de 22 años que sigue a Serrat desde muy pequeña. En el año 98
con la gira de "Sombras en la China" tuve por primera vez la oportunidad de
ver a Serrat en un pueblo de la zona, un concierto maravilloso. Ese mismo
año Serrat visitaba Orihuela, intenté con gran empeño comprar la entrada,
pero el día que las sacaban a la venta, a la hora que abrían la oficina de la
sucursal de la entidad organizadora, no quedaban entradas. ¿Cómo es posible
esto?.

Para este concierto de Orihuela parece que han sacado algunas a la venta,
(en las últimas filas). Pero el día 3 de octubre cuando las sacaron a la venta,
ya colgaba el cartel de “Agotadas las entradas”. Muchas de las personas de la
cola que daba la vuelta al Teatro Circo se quedaron sin entradas, y ayer hubo
algunos huecos (no muchos) sin cubrir. Me indigna esto.

Sé que todo esto no tiene nada que ver con Serrat. Él se limita a hacer su
trabajo perfectamente como siempre, pero después de visitar millones de
teatros de todo el mundo, supongo que siente la respuesta del público. El
premio de un artista son los aplausos de su público, la compra de sus discos,
el cariño de la gente, los piropos de sus seguidores, la entonación de sus

131
Gira “Versos en la boca”

canciones, en fin, el reconocimiento a su trabajo. Todo esto ocurrió anoche,


pero se dio en las últimas filas del teatro, en las butacas que pudieron
conseguir. Yo me encontraba en la fila once, en la butaca once del patio de
butacas, me puedo llamar dichosa, vi el concierto perfectamente y no es que
pretendiera estar en la primera fila, yo fui a escuchar a mi artista y se oía
perfectamente en todo el teatro, pero ya es cuestión de solidaridad con el
señor Serrat. Si yo estuviera arriba del escenario, me hubiese gustado tener
más cerca a toda esa gente que le mostraba su cariño y entonaba sus
canciones y a toda aquella que se quedó en la cola sin poder entrar, y no al
público soso de Orihuela.

Esto es todo, he intentado ser clara y respetuosa en todo momento pero


sentía la necesidad de protestar ante estos hechos, de hecho soy seguidora
de Serrat, en el momento que mi voz y mi mano dejen de gritar y escribir lo
que piensan, será algo preocupante y ya no tendrá sentido que escuche la
música que escucho. Por el momento, no es el caso y doy miles de gracias a
Joan Manuel Serrat por seguir siendo único.

Concierto en el Teatro Circo de Cartagena (Murcia)


28 de Octubre de 2002
Texto de Antonio Marín Albalate (Cartagena)

LOS DIRECTOS DE UN DIRECTO


Forjadas con güisqui y violines, estas palabras de madrugada (instante y
sustancia que persigo) para la página de Paco Martín y Joan Manuel Serrat.
Palabras que vienen a ser, sobre todo y a modo de crónica, el cálido reflejo de
un concierto reciente. Palabras, acaso, para detener el tiempo (como dejó
dicho en su libro de Adonais, mi amiga Juana J.), en el umbral del sueño y a
cuatro pasos de noviembre.

Palabras sobre canciones de ahora y de siempre, testificando, “Bendita


música”, la voz de este juglar de toda una vida que fluye como un río de
potencia decibélica entre las ocho columnas del escenario, ese templo de
magia, directo a la imaginación, que se erige cada noche en distintos lugares
pero con idéntica alma en absoluta complicidad con quienes acudimos a
compartir el cancionero del maestro.

Así podemos dar fe de “La bella y el metro”, pasando a través de nuestros


ojos, como un torrente de contrastes. La bella esa, tan sagrada y sublime; el
metro, tan de metal y oscuro, tan de todos. El metro que deriva en cualquier
estación hacia personajes como el “Benito”, directo a la conciencia.

Por cierto, cuántos Benitos en la vida, para recordarnos la respiración de la


miseria más allá de la miseria misma.

“Así en la guerra como en los celos”, es la cuarta entrega de la noche. Frente


a nosotros, el mejor Serrat de siempre. Luego llegaría la “Muñeca rusa”
meciendo, entre el cielo y el infierno, el peluche del poeta. Y a continuación,
Hernández con su iluminada “Elegía” para dar a los pocos minutos con la
“Defensa de la alegría” del bueno de Benedetti. Ah, los poetas filtrándose a

132
Gira “Versos en la boca”

través del bardo Joan Manuel, ese mago malabarista, directo a la memoria,
manejando como nadie “Los recuerdos”.

Y esos músicos que el maestro nos presenta. Ese retorno a los mejores
orígenes de aquel Serrat de los setenta (¿cómo éramos, que no me acuerdo,
Cartagena y yo treinta años atrás?), digo, bajo la supervisión y el alma del
gran Ricard Miralles. Un lujo, sin duda (y sin menoscabo del magnífico Kitflus)
para esta gira 2002 / 2003.

Y una de fantasmas, “Los del Roxy”, ya se sabe, Bacall, Bogart, entre


nosotros y… ¡de cine esta noche! Y más canciones, “De cuando estuve loco”,
qué gran acierto, siempre, el tándem Joan Manuel Serrat / Tito Muñoz.

Y, a cuenta gotas, una escasa dosis (siempre se queda uno con ganas de
escuchar tres o cuatro más) de catalanismo musical, “La cançó del lladre”
(parece ser la elegida para esta gira), un nuevo regalo para los oídos, como
podría haber sido “La tieta” o “Pare”, por ejemplo.

Y el himno del agua toda, “Mediterráneo”, flotando en la atmósfera, esa


inmersión en la pura belleza donde anidan paisajes, materia y memoria.

Y ya sobrepasando el cenit del concierto, “Es caprichoso el azar”, mi hijo


Antonio J. (diez años de niño único entre tanto adulto) vencido por el
cansancio, que no se duerme. “De cartón piedra” podrían quedarse tal vez
otros niños, pero él no.

Luego, son los acordes de “La mala racha”, bajo cinco conchas de luz
desdramatizando sombra y números.

Y dando paso a “Dondequiera que estés” (canción de antología donde las


haya), por el aire, una diáfana y muy personal densidad de perfumada
melancolía acercándome el cálido recuerdo de cierta muchacha, otro directo
del maestro.

Y como “Hoy puede ser un gran día”, pego un brinco en el asiento y pienso
en lo que aún resta por vivir de sueño y piel.

Porque, “Qué sería de mí” (de nosotros, digo) sin ese sueño y sin esa piel…

Y así como queriendo acabar, pero no, “Fiesta”. Y el otra, otra, del público
aplaudiendo.

Y generoso como siempre, directo de nuevo al poema, esta vez García


Montero, con “Señor de la noche”, todo un regalo como preámbulo al tan
esperado “Cantares”, donde ya no cabe más hondura.

Tan sólo queda el colofón de “Penélope”, ese trallazo de belleza trazado con
hierro y a fuego en las manos de quienes le brindamos el último aplauso de la
noche.

Y todo ello añadido a la estatura humana de este irrepetible y singular


artista, a su poética del gesto y a su amistad, me apetece decirlo, con la que
me honro si le nombro.

Joan Manuel, maestro: a tu salud este güisqui de ahora, (tan de madrugada


ya) con el que te mando un abrazo, ahora el directo es mío, de hermano en el
agua y la palabra.

133
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Pabellón Huerta del Rey de Valladolid


31 de Octubre de 2002
Texto de Maite Sanjuán Antón (Valladolid)

¿QUÉ SERÍA DE MÍ SIN TI?


Pues eso, qué sería de todos los serratianos sin ese balón de oxígeno que
suponen sus discos y sus conciertos. En Valladolid la temperatura fue benigna
para aguantar la enorme cola formada para escucharle, los de siempre y
como siempre. Lleno absoluto. Gran expectación.

“Bendita música” abrió el programa. Seguidamente y sin mediar palabra,


nos presentó “La bella y el metro”.

Sin darnos cuenta apareció “Benito” entre bastidores y con él, el gran actor
que Serrat lleva dentro.

Por fin se dirige al público, saludo a la afición, presentación del nuevo disco
y agradecimientos... a nosotros por compartir con él la noche (como un
señor).

Presentación de los grandes músicos que le acompañan... "es bueno saber


con quien va a pasar uno la noche".

Y ya sabéis, llegado a este punto, todos y cada uno de nosotros pensamos


que solo canta para nosotros en individual... uno sólo y el maestro. “Así en la
guerra como en los celos”, “Muñeca rusa”... va desgranando sus canciones sin
hablar, está poco hablador el maestro y se echa de menos su gran espíritu
conversador.

Un recuerdo evocador de sus primeros trabajos y de los grandes poetas que


le han acompañado, Miguel Hernández, Mario Benedetti, Antonio Machado... Y
elige dos: “Llanto y coplas” (Machado) y “Defensa de la alegría” (Benedetti).

“Los recuerdos”, y ya guitarra en mano, aparecen “Los fantasmas del Roxy”,


“De cuando estuve loco”, “La cançó del lladre” ("la canción del ladrón"), con su
correspondiente comentario.

Y de repente y sin anestesia, “Mediterráneo”, que levanta las consabidas y


un poco nostálgicas ovaciones del respetable.

Noa no comparece a pesar de la tentación gastronómica que le ofrece


Valladolid (cordero lechal), pero Serrat puede con “Es caprichoso el azar” en
solitario.

“De cartón piedra”, “La mala racha”, “Dondequiera que estés”, “Hoy puede ser
un gran día”, aplausos y más aplausos, el pabellón se viene abajo, “Qué sería
de mí” (os lo cuento así seguido, porque aunque parezca mentira no medió
palabra alguna entre canción y canción).

Suenan los acordes de “Fiesta” y todos nos tememos lo peor... esto se


acaba, pero no. El público se entrega y Serrat generoso nos regala “Señor de
la noche”, pero no sólo uno sino hasta cinco regalos nos hace el maestro

134
Gira “Versos en la boca”

mientras el público le aclama: “Cantares”, “Aquellas pequeñas cosas”, y ya sin


músicos y a pelo con su guitarra, “Penélope” y “La Saeta”.

No tengo palabras... hay que verle.

Concierto en el Auditorio Municipal La Alameda de Jaén


10 de Noviembre de 2002
Texto de Edmundo Rodrigo Córdova Salas (Jaén)

“Y LA NOCHE SE LLENÓ DE VERSOS,


SÍ, SÍ, DE VERSOS EN LA BOCA”
"Hacía un frío que pelaba por aquellas calles" de Jaén capital aquél domingo
10 de Noviembre. Estaba todo listo y dispuesto. El sitio elegido, el Auditorio
Municipal de La Alameda.

A la estenografía escogida para la ocasión, se sumaba otra. Una natural,


que iluminaba un costado del escenario como un adorno más. Ahí estaba el
castillo y la cruz de Jaén imponentes, sirviéndole a Serrat de irrepetible
decorado para hacer la noche aún más mágica.

Y comenzó la noche. Serrat traía un cargamento de "Versos en la boca",


que quería compartir con nosotros. Algunos ya conocíamos sus últimas
canciones, pues nada más salir su último trabajo corrimos a comprarlo, por lo
tanto se escuchaban tibias letras recién aprendidas. “Bendita música” abrió los
fuegos, le siguieron “La bella y el metro”, “Así en la guerra como en los celos”,
“Muñera rusa”, “Defensa de la alegría”, “Los recuerdos”. Por ahí también
aparecieron “Los fantasmas del Roxy”.

De pronto, Serrat comienza a silbar con los primeros acordes de “Cuando


estuve loco”. A esa altura ya la noche era menos fría.

También nos contó la historia de “Benito” y su amigo, y recordé que ellos


también tenían frío. Continuó regalándonos versos en la boca, que alternaba
con más de una canción ya universal y así escuchamos “Hoy puede ser un gran
día”, “Penélope”, “Mediterráneo”.

De pronto Serrat toma su guitarra y se sitúa al lado del piano. Nos explica
que hay una canción muy antigua que habla de bandoleros, "sí, sí..." -nos
dice-, "antes había bandoleros, claro que éstos usaban un pañuelo para que
no los reconocieran, hoy en día... halaaaa..., andan así no más a cara
descubierta y hasta aparecen en la tele". Nos explicó esto porque la canción
era en catalán, aunque yo creo que la traducción estuvo de más pues aquí en
Andalucía somos ya pocos los que no sabemos hablar catalán...

Ya entrada la noche y luego de algunas despedidas se escuchó a un chileno


pedir “Aquellas pequeñas cosas”. Seguramente Serrat distinguió entre todos
los andaluces a este chileno y quizás por ello le dio en el gusto. Ahora bien,
¿por qué sé yo que era chileno?, porque conozco al que gritó como si fuera yo
mismo...

135
Gira “Versos en la boca”

He tenido la suerte de ir a muchos conciertos de Serrat. De donde yo


vengo, nada más Serrar pisar el escenario la gente se para a aplaudirlo y eso
puede durar varios minutos; sólo eso, ninguna nota musical, ninguna palabra,
tan sólo su presencia arriba del escenario provoca un estallido de aplausos.

Cuando Serrat va a mi tierra no puede irse luego de cantar tan solo dos
horas, no, no. Eso allá no le está permitido, nos gusta escucharlas todas y se
las pedimos a voces, y él nos da en el gusto. Incluso en su gira del disco
anterior, cuando ya Serrat estaba cansado, nos quedamos cantando con un
amigo suyo muchas horas, creo que su amigo se llama Tarrés.

Y la noche en su país, en su Mediterráneo, fue mágica como todas las


noches en que actúa Serrat. No asistir a este concierto es señal de que "algún
día estuviste loco".

Concierto en el Pabellón Deportes de La Selva del Camp (Tarragona)


22 de Noviembre de 2002
Texto de Josep Mª Puig i Baiget (La Selva del Camp)

EL SUEÑO DE
UNA NOCHE DE OTOÑO
Hacía días que imaginaba de qué manera empezaría a escribir la crónica del
recital. Tengo cincuenta y un años y desde los dieciséis que sigo su carrera
artística, y una cosa es ir a verlo en diferentes ciudades y, otra muy distinta,
que venga a tu “pueblo” -no llegamos a 5000 habitantes-.

Por “hobby” me muevo por el mundillo del teatro, los recitales poéticos, la
radio, etc., y pensé que tenía que hacer algo: me lo tomé como una
obligación para conmigo mismo aprovechando la oportunidad de que Serrat
venía a mi pueblo natal.

Empecé así a preparar un proyecto radiofónico con otros colaboradores. Un


proyecto serratista cien por cien, unos programas donde la música sería
lógicamente la protagonista, pero tenía que ser a la vez un programa variado:
tertulias, entrevistas, biografía, concursos… Todo para acercar un poco más la
figura de Joan Manuel a mis gentes, para que ese 22 de Noviembre, día del
recital, fuera un día especial para todos.

Título del programa: “SERRAT-SELVATÀ”. El pueblo se llama La Selva del


Camp, y “selvatans” somos sus habitantes. De esta manera quería que se
sintiera como en casa, como uno más de nosotros.

El 8 de Octubre empezamos el primer programa aprovechando que el día


anterior había sacado “Versos en la boca”. Los programas se fueron
desarrollando jueves tras jueves con éxito. Pudimos hacer entrevistas
excepcionales: Francesc Rabassa -batería durante diecisiete años de Serrat-,
Quim Soler –músico y amigo del cantautor-, o Paco Martín -creador de esta
página web-.

136
Gira “Versos en la boca”

Todo estaba a punto para el día mágico, para tratar de inmortalizar cada
segundo del mismo. Luna llena, por lo cual antes de empezar el concierto
deambulaban por el escenario y por el ambiente del pabellón las fades
(hadas) y els follets (duendes), con los que el poeta comparte sentimientos y
sensibilidades entre su público. Su recital es como un juego de dar y recibir,
de soñar.

Diez y cuarto: se apagan las luces, salen a escena los músicos y, con unas
improvisadas notas del maestro Ricard Miralles, sale al escenario, sonriente y
saludando al público que le aplaude. Con una estenografía y una puesta en
escena muy sobrias comienza el recital. Empieza con “Cançó de bressol”, “La
bella y el metro”, “Benito” (¡qué interpretación!), “Matryuska”. Otro gran
acierto de Serrat son sus prólogos, como el que utiliza para introducir la
canción “Kubala”, y sus movimientos emulando al jugador. “El meu carrer”,
“Barcelona i jo”, “Los recuerdos”.

Nos dice que hay que saber con quien se pasa la noche o, al menos, saber
su nombre, y por eso nos presenta sus músicos ahora y no al final como lo
hacen otros colegas. La banda está formada por otra generación de músicos,
muy jóvenes, buenos, pero para mi gusto les faltan tablas (exceptuando al
gran maestro Miralles, sonido Serrat cien por cien).

“Los fantasmas del Roxy”, “De cuando estuve loco”, “La cançó del lladre” (qué
gustazo que la haya recuperado), “Mediterráneo”, “Es caprichoso el azar”, (con
la ingeniosa presentación de Noa, que luego resulta que no está), “La mala
racha”, “Pare” (antes de entrar con la canción, unas palabras para enviar un
abrazo muy caluroso a toda Galicia, por la tragedia que están sufriendo
gracias a la inoperancia de nuestros mandatarios). “Me'n vaig a peu”, “Qué
sería de mí” (no sé si será porque a mí me gusta mucho o que él le pone un
cariño especial: muy buena) y “Hoy puede ser un gran día”.

Se retira por primera vez. El recital se da por terminado, pero no se hace


esperar y empiezan los bises: “Cantares”, con el público entregado cantando a
coro el “golpe a golpe, verso a verso” y, cómo no, “Paraules d'amor”. Otra
retirada y la traca final, “Fiesta”.

Dos mil personas de pie, aplaudiendo y coreando su nombre, pidiendo más


canciones. Pero Serrat da las gracias y nos dice adiós. Dos horas de recital
compartiendo su profesionalidad, su comunicación, su simpatía y el deseo de
que la gente disfrute con él igual que ellos disfrutan en el escenario.

Se apagan las luces y poco a poco, con nostalgia, vamos abandonando el


pabellón. Ha sido un deleite para todos, una noche mágica, como un sueño de
una noche de otoño.

Anécdotas: todo el equipo que hizo los programas de radio le pudimos


saludar personalmente: nos hicimos unas fotos con él, muy amable, muy
simpático, muy de casa, como si nos conociéramos de siempre. Y nosotros
encantados.

Otra: que de las seis y media hasta las nueve y cuarto tuve el privilegio de
poder ver los ensayos, primero de los músicos y, luego, el suyo. Qué
profesionalidad!

Sin duda, y tal como lo presentía, ese concierto va a dejar huella en el


pueblo. Serrat es de los grandes, y lo lleva siendo desde hace muchos años.
Se hace querer, sabe como hacerse suyo al público, sabe cuando tiene que

137
Gira “Versos en la boca”

hablar y cómo hacerlo. Son muchísimos años subiéndose a los escenarios y es


el gran maestro de todos.

Todo pasa y todo queda pero lo nuestro es pasar…, y pasó, camino de Ejea
de los Caballeros donde actuará mañana, día 23, y al siguiente en Bilbao, y
así sucesivamente, dejando su simpatía y su corazón en todos los corazones.

Serrat: ¡mucha suerte! Pero el titular de esta crónica es de una obra de


Shakespeare -un poco arreglada para la estación del año en que vivimos-, y
en lugar de mucha suerte te desearé, como las gentes de teatro, ¡mucha
mierda!

Sigue así, por favor, ¡te necesitamos!.. ¡Visca Serrat!

Concierto en el Pabellón Deportes de La Selva del Camp (Tarragona)


22 de Noviembre de 2002
Texto de José Ramón Vicente Bertomeu (Deltebre -Tarragona)

VERSOS... Y UN BESO
La Selva del Camp, 4000 habitantes aproximadamente, comarca del Baix
Camp (Tarragona), 22 de Noviembre de 2002… a las 19 horas. A la entrada
de su flamante pabellón polideportivo (3 años), nada sino los carteles
anunciadores del recital colgados en sus puertas, hacia presagiar lo que allí
ocurriría a las 22 horas.

A las 20'15 el maestro aparece en el escenario y durante una hora larga,


ensaya con sus músicos. Empezamos a pensar que nunca se retiraría del
escenario, pero a las 21’20 desaparece y nos permiten la entrada en el
pabellón. Algunas dificultades a la entrada impiden que el concierto comience
puntualmente a las 22 horas, ya que a partir de las 21’40 horas el jardín de
acceso se convierte en un río incesante de gente y la única puerta de acceso
no da abasto. Se habilita una segunda puerta y a las 22’15 cesa el goteo de
asistentes. Lleno absoluto (unas 3.000/3.500 personas aproximadamente) y
una excelente temperatura en el interior a pesar del fresco de la calle.

Cinco minutos después el maestro aparece en el escenario con su


americana oscura y con coderas y unos discretos vaqueros. Aplausos
generales y sin mediar palabra, y a diferencia de la mayoría de los últimos
conciertos cuyas reseñas he leído, comenzamos con sones de jota con “Cançó
de bressol” del año 1.967, estribillos en castellano y texto en catalán.

Precioso comienzo, pero sin solución de continuidad sentimos los rítmicos


sones de un tren y escuchamos “La bella y el metro” de su último trabajo.

La cosa comienza a calentarse y al terminar, rápidamente los músicos


desgranan unos acordes muy familiares… son los de su inseparable “Benito”
del “Nadie es perfecto”, uno de los álbumes que a mí personalmente más me
gustan; no obstante Juan Manuel a los pocos momentos, los interrumpe y en
catalán nos da su saludo, agradeciendo nuestra presencia, agradeciendo que
compartamos aquella noche con el y los suyos, nos cuenta que su mayor

138
Gira “Versos en la boca”

deseo es el de hacernos disfrutar y, textualmente nos da las gracias por


“invertir en esa noche en lo mejor en lo que podíamos hacerlo: en nuestra
vida”… corto aplauso de respuesta del público y comienza a desgranar
“Benito”, acompañándolo con una habitual, simpática y didáctica gesticulación
de cara y manos.

La animosa musiquilla final de Benito, deja al público en buena disposición


para que seguidamente y tras un corto aplauso se escuchen los sones de otro
nuevo tema: “Muñeca rusa”. Los aplausos finales suenan con gran fuerza y el
maestro los interrumpe dirigiéndose hacia el piano del “amigo” Miralles, y tras
coger un vaso de agua y sorberla, pronuncia un “¡salud!” dirigido a los
asistentes.

Con la boca aún húmeda nos pide -siempre en catalán-, que le permitamos
que pase a glosar como lo hacían los antiguos griegos… -eso me suena-…
exactamente, eso es. Tras unos jocosos comentarios sobre el Barcelona F.C. y
los “antiguos” trofeos y glorias del mismo… risas de los asistentes… cual
antiguo orador, nos anuncia el tema que habla de las excelencias de una
mítica figura culé, y en el piano comienzan las notas de “Kubala”, otra de mis
favoritas del L.P. “Material sensible” (1989)… me gustaría preguntarle si aún
sigue llevando su retrato en la cartera… Creo que este tema nunca ha sido
cantado en castellano, por lo menos nunca lo he escuchado en esa forma.

Sólo acabar el tema y tras una buena tanda de aplausos y algún silbido
“cariñoso” (la gente comienza ya a estar totalmente entregada y de la
emoción tengo hasta calor), se escuchan algunas notas de piano que hasta
que comienza a cantar el maestro no identifico: “El meu carrer”, del álbum
Serrat/4 del año 1970… vaya diferencia de orquestación… y cómo suena de
diferente respecto a como fue editado el tema… ¿cual prefieres?… se admiten
opiniones…

Los acordes de la siguiente canción en cambio, los identifico rápidamente,


son muy característicos. También en catalán y de su “Material sensible”
interpreta “Barcelona i jo”, personalmente pienso que es uno de sus mejores
momentos a nivel de composición.

El tema gusta muchísimo y los aplausos suenan fuertemente llenando todo


el local… Nuevamente suenan unos acordes en el piano del amigo Miralles y
me cuesta un poco identificar el último tema del "Versos en la boca": “Señor
de la noche”.

El concierto está “lanzado”, y sin solución de continuidad el maestro nos


deleita con otra nueva composición de su último trabajo: “Los recuerdos”.
Comienza a sonar una canción de la época que más me gusta, la identifico
rápidamente y según las crónicas es una de las habituales en los últimos
conciertos. Son “Los fantasmas del Roxy”, a las pocas notas “nuestro amigo”
las interrumpe para decirnos que aunque lo habitual en los conciertos es
presentar a “la banda” al final del mismo, él prefiere hacerlo entonces, no
porque no confíe en terminarlo, Dios le valga, si no porque piensa que cuando
varias personas pasan la noche juntos, es bueno, conocerse, o por lo menos
conocer el nombre de con quien se está… risas en la sala. Comienza la
presentación con un pequeño “solo” de cada uno de los “banderos”: Alex
Hernández, David Palau, Ricardo Teran, Francisco García, Alex Hernández y el
maestro Ricard Miralles… Las notas de fondo toman consistencia y comienza
“el Roxy”.

Aplausos, y tras 2/3 segundos de silencio, unos silbidos resuenan con


fuerza sobre la nada; son los silbidos del maestro en “De cuando estuve loco”,

139
Gira “Versos en la boca”

el primer trabajo de su último álbum. ¡Vaya armonía y cómo hace hablar al


piano el amigo Miralles!

Unos segundos de silencio en los que se aproxima al piano y tras coger un


taburete, guitarra en mano nos anuncia otra habitual de sus últimos
conciertos: “Cançó de bandolers”, canción originaria del siglo XVIII, y de la
región pirenaica del Rosellón. También y como en otras ocasiones nos
comenta la disyuntiva: bandoleros antiguos / bandoleros (ladrones) nuevos.
El público agradece los jocosos comentarios y se dispone a disfrutar de esa,
más o menos desconocida. Resulta ser una preciosa y trágica canción popular
catalana que nos deja a todos encandilados.

Rápidamente comienzan unas notas tremendamente conocidas y que al


escucharlas no puedo por menos que pensar que comienza la traca final, la
apoteosis y que por lo tanto es necesario apurar y disfrutar al máximo de lo
que resta de concierto. Son las notas de, casi “la abanderada” de nuestro
ídolo -en eso como en todo existen gustos- “Mediterráneo”, las palmas echan
chispas a las primeras notas de saxo y cuando el maestro comienza a cantar,
más aún, tan fuertes son las palmas, que la música deja de oírse en mi
pequeña grabadora. El aplauso final es récord de la noche -hasta ahora-.

Las siguientes notas van acompañadas del comentario del maestro, el cual
nos anuncia a bombo y platillo que quiere presentarnos nada más y nada
menos que a ¡Noa!… ¡mi tensión arterial!… ¡por Dios!… para luego decirnos
que una cosa es lo que se quiere y otra lo que se puede… risas… aplausos… a
estas alturas de concierto creo que todo el público había perdido ya el mundo
de vista… el mundo entero era ese pabellón y ese concierto… Comienza: “Es
caprichoso el azar”… sin Noa.

Estos acordes tan “eléctricos” no pueden ser otros que los de “La mala
racha”,… ¡menudos coros los de los músicos!

Creo que con solo dos notas podría identificar la siguiente canción: “Pare”.
Antes de comenzarla y con sus acordes como fondo, “El Noi” dice querer
dedicarla / mandarla a la otra punta del país, a los habitantes y ciudadanos de
Galicia que están sufriendo y padeciendo en estos días, la barbarie y la locura
de gobernantes, multinacionales y otros despropósitos similares… la sala se
viene abajo y en el transcurso de la actuación aparecen tímidamente algunos
mecheros… los catalanes somos gente muy seria… ya se sabe…

El aplausómetro vuelve a marcar nuevo récord, el público está entregado


totalmente y tras finalizar el largo aplauso comienza a sonar la sempiterna
“Me'n vaig apeu”, de su entonces vinilo “Cançó de matinada” (1967).

Unas breves notas de violín nos hacen retomar su último trabajo: “Versos
en la boca”. Se trata de “Qué sería de mí”, que también es recibida con nuevo
y sentido aplauso.

No tiene fin este tema, ya que al terminarla y tras un imperceptible cambio


de música el maestro comienza una nueva canción con… “Hoy puede ser un
gran día”, otra de mis favoritas… la única que canta del álbum “En Tránsito”
(1981), un desconocido que a mí me encanta… ¡hay madre que esto se está
acabando!…

El público se percata de ello, nos levantamos de los asientos, chillamos,


pitamos, aplaudimos a rabiar… larga e intensamente… y conseguimos que nos
deleite con el primero de los bises… en esta ocasión nos “endiña” nada más y
nada menos que “Cantares” la gente “pierde el respeto al artista” y comienza
a cantar en voz alta y a acompañarle haciendo coros…

140
Gira “Versos en la boca”

Vuelta a empezar… por pedir que no quede... el griterío y el “silberío” es


tremendo. Logramos que la banda salga nuevamente al escenario,
conscientes de que esta vez será la última… comienzan a sonar algunas notas
y alguien en la grada derecha grita en voz alta “¡guapo!”. El maestro nos
confiesa: "es de la familia, es prima hermana de mi señora…" ¡esto es la
leche!… las notas se hacen audibles y quedamos en compañía de, cómo no:
“Paraules d’amor”.

Serrat ya no canta, canta el público… el artista se percata de ello y


periódicamente calla para que el público tararee la canción. Creo que no
puede existir otra forma de comunicación y de éxito mayor para un artista
que el actuar para el público -ése es su trabajo- y que éste le responda
además, en primer lugar con su presencia y en segundo lugar sintiendo,
conociendo y cantando sus temas.

No cesamos en el empeño y tras aplaudir a rabiar pidiendo otro bis más,


suenan estas palabras: "gloria a Dios en las alturas…", efectivamente es
“Fiesta”. Con ella termina el maestro su concierto a las 00’13 minutos. Han
sido casi dos horas.

Mi mujer que es una experta fan / detective le espera junto con otras
personas a las puertas del camerino… un autógrafo en el cd de “Versos en la
boca”, un beso y un abrazo son los mejores recuerdos que nos llevamos junto
con unas ganas locas de MÁS SERRAT.

Concierto en el Pabellón de Ejea de los Caballeros (Zaragoza)


23 de Noviembre de 2002
Texto de Juan Andrés Lanz Areopagita (Tudela-Navarra)

COMO SIEMPRE…
Llamé al móvil de un amigo que suele acudir a este evento todos los años
con mi mujer y conmigo. Desgraciadamente no pudo acudir porque está en
Sevilla. No obstante pudimos comentar el último disco y como a él no le
gustara éste de los que más me reprendió a mí, que como siempre, me
pareciera de los mejores del artista, que lo mío rayaba en el fanatismo (yo sé
que lo suyo también). Hubiera jurado, aunque como siempre, que el disco era
el mejor de cuantos ha hecho Joan Manuel Serrat.

Así que como siempre acudimos puntuales a la cita, y para cuando


entrábamos en el polideportivo de Ejea a eso de las 10:45 estaba a punto de
llenarse.

Pasados unos minutos de las 11 de la noche (horario previsto para el inicio)


el público empezaba a impacientarse, síntoma inequívoco de que ya estaba
entregado, como siempre hasta antes de haber empezado a sonar los
primeros acordes.

En estas, después de una breve introducción musical salió el maestro,


despacio, como siempre, para satisfacción del respetable.

141
Gira “Versos en la boca”

“Bendita música”, “La bella y el metro”, “Benito” antes del saludo. La música
sonaba como nunca, como siempre, era de una claridad que en muchos
momentos mejoraba con mucho a la del disco. Los sentimientos ya estaban a
flor de piel, cuando en el saludo nos deseó que pasáramos “una noche única e
irrepetible de nuestra vida”, y como siempre volví a vivir una noche única e
irrepetible.

“No tendré piedad de ti”, “Muñeca Rusa”, “Llanto y coplas” Para entonces el
maestro debía de estar ebrio de afecto y de aplausos por que el calor se
notaba en el ambiente.

“Defender la alegría”, “Los recuerdos”, “Los fantasmas del Roxy”. Entre todas
esas bellezas de canciones iba desgranando las canciones de su nuevo disco
que para algunos era, como siempre, ya viejo. Una canción es vieja para uno,
cuando lleva asociada recuerdos, y emociones que se repiten una y otra vez
al escucharlas, y a medida que van sonando en el escenario, sencillo pero
acogedor, van produciendo recuerdos y emociones.

“De cuando estuve loco”, “Cançó del lladre”, “Mediterráneo”. Nunca le había
oído La Cançó del lladre y me pareció tan extraordinaria como el sentido
musical y artístico del cantautor. De Mediterráneo destacar que ha cambiado
un poco los arreglos y que como siempre ha mejorado.

“Es caprichoso el azar”, “De cartón piedra”, “La mala racha” continuaron
contribuyendo al éxito de la empresa que se había propuesto en un principio
(que pasáramos una noche irrepetible).

“Dondequiera que estés”, “Hoy puede ser un gran día”, “Qué sería de mí”. A
veces me ocurre, como siempre, que de repente redescubro una canción que
tenía olvidada, y la vuelvo a disfrutar durante una temporada como si fuera
nueva (Dondequiera que estés). Conservó la versión de Hoy puede ser un
gran día que cantaba con Víctor Manuel, Ana Belén y Miguel Ríos.

Acabó el concierto con “Fiesta”, como tantas veces le he visto acabar. Pero
el público estaba demasiado entregado, como siempre, como para rendirse y
el estruendo fue sonoro hasta que volvieron a aparecer a escena los músicos
y el maestro para cantar en primer lugar “Señor de la noche” y después
compartir escenario con el público al completo en “Cantares”. Esto era el
delirio y se volvió a marchar en tan mal momento que se requirió su
presencia con tanta insistencia que volvió a aparecer con Miralles para cantar
“Aquellas pequeñas cosas” y despedirse en Aragón con sones de Jota en
“Cançó de bressol”, ya recordaréis: “Por la mañana rocío…”

A la mañana siguiente, cuando acechaba el rocío, busqué entre los discos el


de Sombras de la China para poner la de “Dondequiera que estés”. Como
siempre.

142
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Pabellón de Ejea de los Caballeros (Zaragoza)


23 de Noviembre de 2002
Texto de Carlos Plo (Zaragoza)

ETERNO SERRAT
Esta noche el país se paraliza una vez más por el fútbol, el clásico Barcelona
– Real Madrid, y Joan Manuel como buen culé y hombre de principios no es
ajeno y retrasa el comienzo del concierto a las once de la noche. Solicita un
camerino con sofá, un televisor y la posibilidad de ver Vía Digital.

Tengo 31 años, soy un incondicional fan de Serrat desde que tengo uso de
razón, lo he seguido por toda la geografía española, más de treinta
conciertos, estuve presente en la primera gala de esta gira en Salamanca y
esa noche nos dejó un extraño sabor de boca porque el maestro evidenció
algún problema de voz, lo achacamos a un contratiempo temporal. Así que mi
mayor preocupación de esta noche era comprobar que fue algo irrisorio.

Con la alegría de poseer la fila uno de este precioso polideportivo,


disfrutamos del último cigarrito para matar el gusanillo que siempre precede a
un concierto de Serrat.

Por fin se apagan las luces lo que representa el primer aplauso, la gente
entregada. Aparecen los músicos dirigidos por el inconmensurable Ricard
Miralles, ocupan sus puestos, acarician sus instrumentos comprobando que
todo está bien. Miralles hace una mueca a la batería y éste da entrada al
violín que pone la primera piedra de la catedral musical recién inaugurada.
¡Bendito Serrat!, ¡“Bendita música”!. Joan Manuel sale al escenario, sonríe y
saluda, el público le responde con un sonoro aplauso. Ahora sólo nos queda
acomodarnos en la butaca y dejarnos llevar por el "primo de Barcelona", pues
es como de la familia para todos.

Siempre que he visto al maestro en poblaciones pequeñas lo he notado más


a gusto, más entregado si cabe y esta noche iba a ser una de ellas, una noche
que recordaba a sus primeros recitales. Las miradas cómplices a sus músicos
fueron constantes toda la noche, su rostro irradiaba la felicidad del que se
divierte con lo que hace.

Mi mayor alegría fue confirmar que los problemas de voz anteriormente


citados sin duda se debieron a algún resfriado o similar pues esta noche
teníamos frente a nosotros al mejor Serrat, el de siempre, sobrado en todos
los sentidos.

Una vez más hizo gala de su sutil sentido del humor, cercano a la gente,
uno más de casa: "voy a presentar a mis compañeros de la banda antes del
final porque uno nunca sabe si llegaremos al final y si no que se lo pregunten
a Suárez, ¿quién le iba a decir que no iba a acabar la sesión en el congreso
aquel día del intento de golpe de estado?...", risas generales pero destaca la
de una señora entre todas, "... no se ría tanto señora, que aquel día se nos
puso el culo así a todos", miraba su puño cerrado.

El momento más emotivo fue cuando cantó su última canción, “Cançó de


bressol”, se le veía emocionado recordando a su madre: "como alguno de

143
Gira “Versos en la boca”

ustedes sabrán, mi madre nació en Belchite...", (un pueblo de Zaragoza),


aplausos de gente encandilada, "...y esta canción la compuse pensando en
ella, es una jota que me cantaba para que me durmiese cuando era pequeño,
cuando era un poco más mayor me cantaba otras cosas para despertarme".

Al final del recital, Serrat y sus músicos se disponen a despedirse a pie de


escenario. Varias personas se acercan para pedirle autógrafos o darle la mano
y tres guardias de seguridad rápidamente se colocan delante de él con los
brazos cruzados. Al darse cuenta de esto, Joan Manuel demostrando sus
tablas se agacha y poniéndole cariñosamente la mano a uno de ellos en el
cuello le dice unas palabras al oído y los tres se retiran. La gente llegó hasta
él obsequiándole con flores, palabras, apretones de mano... una joven le dio
un sobre cerrado que guardó celosamente en su chaqueta... en fin, cariño.
Joan Manuel se hace querer allá donde va simplemente siendo tal como es.

Llegó la hora de irse y de recuperarse pausadamente de la embriaguez de


emociones pues después de ver a Serrat uno tiene la sensación de haber
estado en mil lugares, de haber compartido sentimientos y vivencias con el
noi del Poble Sec. Gracias Serrat, gracias por todo.

Concierto en el Palacio Euskalduna de Bilbao


24 de Noviembre de 2002
Texto de Álvaro Rodríguez Peñil (Santander)

¡QUÉ GRANDE ERES, SERRAT!


Llegamos desde Santander al Palacio Euskalduna en Bilbao. La verdad es
que el día no acompaña para nada, ya que es una noche fría y de tormenta,
pero aún y así yo no desespero. Sé que después de 100 Km. de carretera,
una tormenta no va a conseguir apagar mis ganas de ver a Serrat. En la
puerta del Palacio, el ambiente que se respira es el de gente de la
cincuentena, aunque realmente hay de todas las edades a partir de la
veintena, como el que suscribe.

En poco tiempo la sala se llena, aunque quedan algunos asientos vacíos


sueltos. Después de haber comprado mi entrada por teléfono me alegro
mucho al ver que estoy en la fila 1 del palco y que voy a poder ver a Serrat
desde un sitio privilegiado ya que no va a haber nadie entre él y yo. ¡Qué
suerte he tenido!

Ya es la segunda vez que veo a Serrat en un concierto, pero no importa,


estoy sintiendo esos nervios del niño pequeño que se levanta por la mañana a
ver qué le han traído los Reyes; como no apaguen ya las luces y empiece el
concierto parece que voy a reventar. Por fin se apagan las luces y comienzan
a aparecer los músicos, ¡que salga Joan por favor! La banda comienza a tocar
con Miralles a la cabeza, y ahí sale Serrat. A pesar de sus ya casi 60 años, la
expresión de su rostro como decía en una de sus primeras canciones es la de
quien hoy aún tiene fuerza, que no tiene el alma muerta y que se siente
hervir la sangre para seguir cantando. Después de la calurosa bienvenida en
forma de aplausos que le damos, se dirige hacia el borde del escenario y con

144
Gira “Versos en la boca”

su sencillez característica nos da las gracias. Y parece que se dispone a entrar


en materia.

Comienzan el violín a tocar, y tal como suena no es raro que la canción se


llame “Bendita Música”. No sé si es porque no hago más que oír que Serrat ya
no tiene la voz de antes, o porque con él no soy objetivo, pero me sorprende
que casi conserve intacta su buena voz de siempre.

Después suena la primera canción de "Versos en la boca" que es la historia


urbana de la “Bella y el Metro”, y qué bella debía ser para inspirar a nuestro
cantautor a hacer una canción tan bonita y a la vez sencilla. Le sigue, la
historia amarga de “Benito”, donde Serrat pone de manifiesto sus magníficas
dotes de interpretación. Sin darnos tiempo a quitarnos el mal sabor de boca
del triste final de esta canción oímos “Sin piedad de mí”, que es una de las
canciones que menos me han gustado del nuevo disco, aunque oyéndola en
directo ya me gustó más. Seguidamente Serrat no duda en mostrarnos a su
querida “Muñeca Rusa”.

Me doy cuenta de que en general el público de delante no está muy a la


altura ya que no se oyen casi ningún “bravo” u otros gritos que para mí se
agradecen. Aunque esta ausencia, queda salvada sobre todo por el público de
más atrás que no duda en elogiar al cantautor entre canción y canción.

Después de hablarnos un poco de los poetas que le han acompañado a lo


largo de su vida y carrera (Machado, Hernández, Benedetti, Goytisolo,
Alberti...) nos sorprende con el “Llanto y Coplas” de Machado y con ese
magnífico poema de Benedetti optimista en el que “Defiende a la Alegría”. Y
después de explicarnos por qué piensa que “Los Recuerdos” suelen contarnos
mentiras, procede a presentarnos a su banda, que van luciéndose uno a uno
mientras Serrat los nombra, aunque tiene que decirle con una nota de humor
al bajista A. Hernández que deje de lucirse, para así acabar con R. Miralles
que se llevó un aplauso mayor que el de los demás, si cabe.

Al acabar la presentación, Humphrey Bogart y Clark Gable, entre otros, nos


acompañan con “Los fantasmas del Roxy”. Y sin darles tiempo casi a irse, se
empieza a oír el silbido “De cuando estuve loco”, al cual el público respondió
con un fuerte aplauso antes de que empezara a cantarla. Y como es sabido
que todos sabemos catalán (yo seguro, porque he vivido 14 años en
Cataluña), hizo una muy mejorada versión respecto a la original de “La cançó
del lladre”, explicándonos lo curioso que es que en el siglo XVII los bandoleros
se tapaban la cara y cómo ahora los bandoleros (que son más que antes) van
sin ningún tipo de vergüenza con la cara al descubierto. Aún y así, habría
preferido antes que ésta "Paraules", "La tieta", "Saps"...

Y por fin llega el momento de que nos cuente su relación con el


“Mediterráneo”; el público estuvo a la altura ya que posiblemente los aplausos
se oyeron en Algeciras y Estambul. Sin comentarios.

Las siguientes fueron “Es caprichoso el azar”, “De cartón piedra” y “La mala
racha”, en la que me llamó la atención que David Palau (guitarrista) también
cantara junto a Serrat alguna parte de la canción.

Y es ahora cuando el Serrat querido por todas las mujeres, es decir, el


romántico, echa mano de su guitarra para deleitarnos con la letra de
“Dondequiera que estés”; para seguidamente recordarnos que “Hoy puede ser -
y es- un gran día”. ¿Cómo no lo va a ser con este trovador entre nosotros?

Y “Qué sería de mí” sin oír “Fiesta”, una de mis preferidas. Parece que va en
serio eso de que “se acabó la Fiesta”, ya que Serrat, después de una

145
Gira “Versos en la boca”

magnífica interpretación de esta canción abandona el escenario. Le


conseguimos hacer volver, y lo hace con L. G. Montero y su poema “Señor de
la noche”.

Y llega el tema que junto a "Mediterráneo" no puede faltar en un concierto


del Nano, es decir “Cantares”. Hasta los aburridos de las primeras filas no
resistieron a la tentación de cantar junto a él el “golpe a golpe, verso a
verso”, eso sí, tras la invitación de Serrat. Ahora sí que parece en serio, que
ya se acabó el concierto, pero no; vuelven Miralles y Serrat acompañados de
la siempre querida “Lucía”, que posiblemente por la poca insistencia del
público en los bises fue la última del concierto.

En fin, me ha encantado la actuación de Serrat, parece que pese a la angina


de pecho que le dio un susto hace poco está en muy buena forma, y confío en
que en poco tiempo nos sorprenda con otro nuevo disco. Aunque va a ser
difícil que supere a este último...

Hasta siempre, Juanito. Sólo te puedo decir que no cambies, sigue así. Va a
tener razón Ignacio Copani cuando dice que eres el “hermano mayor de todo
el que intenta hacer una canción”.

Concierto en el Palacio Euskalduna de Bilbao


24 de Noviembre de 2002
Texto de Antonio Ovejas y Mari Carmen Martínez (Vitoria-Gasteiz)

LOS "VERSOS" INUNDARON


EL EUSKALDUNA
Lluvia copiosa en Bilbao para recibir a Serrat, que regresaba casi dos años
después de su doble presentación de Tarres-serraT, febrero de 2001. Lo hizo
entonces en el Teatro Arriaga, que en tantas ocasiones llenó y le correspondió
con largas ovaciones.

Esta vez se presentaba en el Palacio Euskalduna. Auditorio de gran


capacidad levantado junto a la Ría, donde otrora hubiera un astillero de cuyo
vientre nacieron grandes buques que todavía hoy surcan los mares. Una gran
quilla embarrancada en el vestíbulo da cuenta de ello. Y de nuevo le esperaba
un público entregado, mayoritario del lugar, pero también venido de las
provincias vecinas, como es nuestro caso, al ser este el único concierto
previsto en la zona norte, que hacía días había agotado el papel.

Si bien habíamos tocado la gloria disfrutando en Salamanca de los dos


conciertos de comienzo de la gira, queríamos aquí deleitarnos,
incorporándonos a una tournée en pleno rodaje.

Y bien que lo conseguimos. Desde nuestra llegada a este marco


incomparable, todo fueron sorpresas agradables, buenas localidades,
extraordinaria visión, encuentros con, conocidos y conocidas serratianos, etc.

146
Gira “Versos en la boca”

Como siempre, la puntualidad. A las 8 de la tarde se oscureció la sala,


tomaron sus puestos Ricard Miralles, David Palau, Paco García, Álex
Hernández y Alejandro Terán. A diferencia de otros conciertos de esta misma
gira, que sin introducción alguna se iniciaba con estos más Serrat en el
escenario interpretando "bendita música", nos sorprendieron en esta ocasión
iniciando la sesión con una bonita introducción musical a buen seguro obra del
maestro Miralles.

Y a partir de aquí 22 canciones que sin hacer comentarios sobre ellas paso a
citar en el orden que fueron interpretadas:

“Bendita Música”, “La Bella y el Metro”, “Benito”, "Sin piedad", “Muñeca rusa”,
“Llanto y coplas”, “Defensa de la alegría”, “Los recuerdos”, “Los fantasmas del
Roxy”, “De cuando estuve loco”, “La Cançó del Lladre”, “Mediterráneo”, “Es
caprichoso el azar”, “De cartón piedra”, “La mala racha”, “Dondequiera que
estés", “Hoy puede ser un gran día”, “Qué sería de mí”, “Fiesta”, “El señor de la
noche”, “Cantares” y "Lucía".

Este local, en el que los recuerdos traen a los oídos el martillear del acero,
el siseo de los sopletes, el ir y venir del puente grúa..., poco a poco se iba
"inundando de versos" y de recuerdos a una exitosa carrera de más de treinta
años que juntamente hemos recorrido con quien nos la ha escrito.

No faltaron las presentaciones de las canciones, los recuerdos a los poetas,


la traducción del catalán para aquellos pocos que en la sala no lo conocen, el
humor de nuestro Serrat, hecho todo y calculado por el artista para conseguir
que todos termináramos encantados.

En estos tiempos que corren, encontrarte con la dignidad hecha música y


otros valores que reúnen mitos como este que hoy transita nuestros pueblos
es todo un milagro. Por eso hace tiempo que tomamos el compromiso
personal de no desperdiciar ocasión que se presente de escucharle sus
canciones y encontrarnos cerca de su entorno. Así que si nada lo impide,
volveremos a encontrarnos en el Albéniz.

Concierto en el Palacio de Congresos de Valencia


27 de Noviembre de 2002
Texto de Marian Moreno (Valencia)

SINCERAMENTE NUESTRO,
SINCERAMENTE TUYOS…
Hacía mucho tiempo que esperaba este momento. Por diferentes motivos
no pude acudir a sus dos últimos conciertos. El día, soleado y cálido
presagiaba una gran noche. Hoy puede ser un gran día.

El cartel de “no hay localidades” colgaba sobre una inmensa foto de la


portada de su último disco a las puertas del Palacio de Congresos. Un acierto,
esa foto de nuestro querido Serrat abrazando su guitarra, con inmensa
ternura desbordando sus ojos y expresión. Nos recibía esa foto, como digo, a

147
Gira “Versos en la boca”

los aproximadamente 1500 espectadores, fans acérrimos casi todos nosotros,


que llenamos el primero de los cinco conciertos en Valencia.

El escenario, sobrio y elegante. Sobre el fondo negro, unas columnas


blancas que cambiaban de color según la iluminación. Unas luces en el techo
envueltas en formas simulando conchas de mar.

Tras algo de desorden para acomodarnos, que hizo retrasarse el concierto


unos 20 minutos, y a las 21:20 se situaron los músicos en sus puestos, y
comenzaron las primeras notas, que recibimos en medio de un respetuosísimo
silencio. Silencio que se volvió ovación, tan pronto el maestro salió de entre
bambalinas, ceremonioso, sonriente. Sencillamente vestido, camiseta y
vaqueros, chaqueta negra.

Las primeras notas correspondían a “Cançó de bressol”, entrañable. Tras el


correspondiente aplauso, y sin mediar palabra, se inclinó ante su público fiel,
bajo el haz de un cañón de luz.

Tanto tiempo esperándole...

Continuó con “La bella y el Metro”, y no fue, sino hasta los primeros acordes
de “Benito” -que nos contó, más que cantó-, que escuchamos su ”Bona nit”.
Durante toda la noche, como de costumbre, se nos dirigió en catalán.

“Gracias por invertir”, -nos dijo- “por invertir no només calés, també una nit
de partit” -jugaba el Valencia CF, el Barça también-, por invertir una noche de
nuestra vida en compartirla con él y su banda, una nit irrepetible e
irrecuperable. Desde luego que lo fue, bendita inversión.

Gracias a ti, maestro, por invertir tu noche, tus palabras y tu vida en crear
para nosotros. El público agradeció sus frases con un cariñoso aplauso.
Continuó presentándonos su nuevo disco, con “Muñeca rusa”.

Seguidamente retrocedió hasta “Material Sensible”. Bromeando sobre el


Barça de hoy y con nostalgia de otros tiempos, nos entonó “Kubala”,
demostrando en cada gesto y nota la admiración que siente por el
desaparecido futbolista. Siguió con “Barcelona i jo”.

De vuelta a su nuevo disco, nos dedicó “Señor de la noche”, sentado en un


taburete junto al “mestre, amic i company” Ricard Miralles. Los recuerdos
llegaron inmediatamente después.

Viaje atrás a su “Bienaventurados” con el inconfundible “Los fantasmas del


Roxy”. Al son de las primeras notas, aprovechó para presentar a su banda,
una banda joven: el Sr. Miralles, David Palau, Alex Hernández, Alejandro
Terán y Paco García. “No es que no confiara en terminar la noche, pero
también Suárez pensó que la acabaría. Tampoco pensaba que se le fuera a ir
el santo al cielo”. Risas. Concluyó, que hay que saber con quien pasamos la
noche, o al menos su nombre. Después de “Los fantasmas del Roxy”, genial
elección, siguió con “De cuando estuve loco”.

Nos presentó “La cançó del lladre”, una canción popular catalana, del
Roselló, del s. XVIII. “...debía de haber muchos bandoleros en aquella época,
por el gran número de canciones sobre este tema. Y ahora, no es que no haya
bandoleros. Proporcionalmente hay más, y además salen por la tele, sin
cubrirse la cara.”

Llegados a este punto, de inflexión sin duda, empieza lo que yo entiendo


como la segunda parte. Para abrir, el sempiterno “Mediterráneo”. No puede

148
Gira “Versos en la boca”

faltar. Nada más reconocerla, el público, hasta ahora muy contenido, que no
frío, comienza a aplaudir.

Pretende presentarnos a Noa, “pero Noa no está, lamentablemente, pues


tiene mucha faena..., de lo que me alegro, ya que hay que alegrarse hasta de
que el enemigo tenga faena, eso sí, que cobre menos que uno..." “Es
caprichoso el azar”. Una canción adorable.

Llega ahora “La mala racha”, pero volvemos inmediatamente atrás con otro
tema que no suele faltar en su repertorio. “Pare”, una de nuestras preferidas,
sin duda. Y seguimos en el pasado con “M’en vaig a peu”.

A continuación llegó nuestro, más que suyo ya, “Hoy puede ser un gran día”.
¿Quién de nosotros no la ha cantado con la intención de mejorar el propio
estado de ánimo? El público responde con uno de los grandes aplausos de la
noche.

Sigue “Qué sería de mí”. Enlaza con las notas que anuncian el final, “Fiesta”.
La gente a estas alturas está entregada, y al finalizar, en pie ovacionando al
artista y a la banda, nos encienden la luz. Todos sabemos que no llegó el
final, pero inexplicablemente veo no pocos espectadores abandonar su
asiento. No puede ser el final. Poco se hizo de rogar, no es de recibo, y volvió
con “El meu carrer” y “Cantares”, que el público coreó encendido.

Se retiró de nuevo y tras nuestra insistencia, y diversas peticiones, regresó


con “Paraules d'amor”, era probablemente la más solicitada. El público cantó el
estribillo, callando las estrofas para disfrutar de la canción en directo.

A estas alturas, abandoné mi asiento. Me acerqué tanto como pude para


disfrutar de “Penélope”. Es la primera canción de Serrat que aprendí, bien
pequeña, y recuerdo cómo me la explicaban porque no la entendía. Ahora
significa tanto...

Unos minutos muy íntimos que no relataré, muy emocionante. Sé que


quienes me leéis, lo entendéis. Lamentablemente, tras retirarse de nuevo, los
espectadores no pidieron más. ¡Y quedaban tantas!

Hubiera querido escuchar “Lucía”, “De vez en cuando la vida” o


“Sinceramente tuyo”, pero como él mismo trató de reconfortarnos, y justificar
el no poder corresponder tantas peticiones, se trataba de una lotería. Cada
uno tenemos nuestra canción especial, sería imposible complacernos a todos.

Dos horas exactamente, 23 canciones, nueve de ellas en catalán. Todas las


de su último CD, a excepción de tres. Faltaron varias canciones de amor, a mi
juicio. No es una crítica, es una opinión. Son mis favoritas.

Ahora le esperan cuatro conciertos más, lleno asegurado, y en febrero


volverá muy cerquita de Valencia. Allí estaremos.

Para terminar, quiero agradeceros vuestra lectura. Especialmente a Paco


Martín por su trabajo, su esfuerzo, y su tiempo. Gracias a todos los que
colaboráis.

Y gracias a Joan Manuel Serrat, por todo lo que me ha entregado, por


tantos momentos especiales, por poner palabras a muchas cosas que sin él no
habríamos sabido expresar. Por existir.

149
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Teatro Albéniz de Madrid


3 de Diciembre de 2002
Texto de Luis García Gil (Cádiz)

SEÑOR DE LA ESCENA
A Serrat, como dijera hace algunos años el crítico musical Álvaro Feito, los
años le han deparado una suerte de virtuosismo que algunos nostálgicos de la
épica y la lírica de los años 70 quizá no advertirán pero que es algo plausible,
que se evidencia cada vez que quien esto escribe tiene la suerte de verlo en
escena.

El estreno de "Versos en la boca" en Madrid volvió a demostrar que la figura


de Serrat en escena sigue agigantándose, que parece que los años no
desgastan su presencia, que aunque los sesenta ya se aproximen en el
horizonte y el tiempo sea implacable y no deje de pasar y de hacer mella, su
voz, su forma de hacerse con el escenario, de comunicar, parezca no agotarse
y en cada nuevo reencuentro surjan nuevas revelaciones que parecían
imposibles.

Después de la ligera decepción de "Cansiones", disco que supuso un


paréntesis creativo, Serrat ha vuelto a la senda compositiva y lírica con
"Versos en la boca", disco encomiable que resume la madurez de contenidos
que su obra ha sabido alcanzar desde "Nadie es perfecto". Madurez, que una
vez más los nostálgicos de otros tiempos y otros espacios sentimentales no
sabrán advertir, pero que tiene que ver con la sabia evolución que Serrat ha
sabido emprender, con los naturales altibajos, desde "Tal com raja", allá por
1980.

Afortunadamente Serrat no ha vuelto a ningún punto de partida con su


último trabajo. "Versos en la boca" se ha vendido como una vuelta a las
raíces, algo que no es cierto porque Serrat nunca ha abandonado esas raíces
pero las ha sabido insertar en ese concepto de evolución que todo creador
importante debe asumir. Pensaba en estos días que mi disfrute del recital de
Serrat iba a ser completo porque no tengo ese problema de comparar cada
nueva obra con ese pasado pluscuamperfecto y advierto que Serrat tampoco
lo tiene porque compone sin mirar atrás, sin estancarse en fórmulas ya
exploradas, sin dejar de ser por ello fiel a su estilo, a su impronta.

Lo que sí ofrece "Versos en la boca" es la vuelta de Ricard Miralles, lo que sí


supone un retorno a ciertas fuentes, a cierto talante en la forma y en el fondo
de vestir las canciones, que a mí, una vez vista la propuesta en directo, me
ha resultado muy positiva, aunque soy de los que valora enormemente la
aportación de Kitflus en los últimos años. Pero no hay que olvidar que Miralles
viste las canciones siguiendo la pauta asentada en los años 80, años de
madurez en la sonoridad de los discos de Serrat, y por tanto no hay en ningún
caso una vuelta a los arreglos de los años 60 y 70, arreglos que en algún caso
han quedado algo anquilosados como ha reconocido el propio Serrat en
distintas ocasiones. ¿Por qué si no su voluntad de querer grabar algunas de
aquellas canciones de nuevo? Adiós a ayer, por lo tanto, y mirada felizmente
renovadora que sigue enriqueciendo el material clásico del cantautor
barcelonés, convenientemente mezclado con las nuevas canciones, algunas de

150
Gira “Versos en la boca”

una maestría indudable como “Los recuerdos”, una de las mejores canciones
que Serrat ha compuesto en toda su larga singladura, lo cual es decir mucho
porque todos sabemos cuántas gemas pueblan su denso y rico repertorio.

Más de dos horas de recital intenso, más de horas en las que Serrat
desplegó una vez más su expresividad en escena. Como de costumbre el
triunfo fue absoluto. La temperatura del recital se encaramó a lo más alto
desde sus primeros momentos. Baudelaire decía que no se podía ser sublime
sin interrupción. Las canciones, la interpretación de Serrat volvieron a
alcanzar esa sublimidad que es territorio y privilegio de muy pocos. Canciones
de ayer y de hoy que fueron desplegando su itinerario sentimental, su poética
de lo cotidiano, inspirada y certera.

El guión fue el esperado, el que más o menos ha ido trazando desde el


inicio de la gira en Salamanca. Abrió la delicada arquitectura de “Bendita
Música”, siguió la enérgica “La Bella y el Metro”, un magnífico tema de
ascendencia breliana en los crescendos, continuando con ese canto a los
desheredados, irónico y brutal a un tiempo que es “Benito”, otra de esas
canciones que ejemplifican las excelencias compositivas de las últimas
entregas de Serrat.

Así ha ido construyendo los primeros pasos de cada recital. El grupo de


músicos que le acompaña resulta magnífico sabiendo ser delicado e íntimo en
los momentos más sosegados y enormemente plástico y atrevido en
canciones de corte y ejecución vibrante como “Defensa de la alegría”, “Señor de
la noche”, “Hoy puede ser un gran día”, “Cantares” o “Fiesta”. Al margen de
Miralles hay que destacar la aportación espléndida de la guitarra de David
Palau que añade savia nueva y grandes dosis de frescura y espontaneidad a
muchos de los temas.

Serrat nunca ha sido un cantautor al uso, con guitarra, voz y escasa


inventiva melódica. Siempre ha tratado de huir de tratamientos melódicos
previsibles y reiterativos que aquejan a muchos cantautores y que tienen que
ver más con cierta herencia en la canción de autor que sigue pesando y
equivocando los conceptos y reduciendo el término cantautor a una serie de
tópicos formales en los que para nada ha entrado nunca Serrat, siempre más
cercano a Brel que a Brassens en sus maneras. La formación actual de
músicos de Serrat prolongan esa necesidad de abrirse a distintos niveles
expresivos que está prácticamente en el origen de la propia obra del
cantautor que nunca pretendió anclarse en un discurso en el que la letra
estuviera muy por encima de la música sirviendo esta de mera apoyatura, sin
matiz alguno.

En la gira de presentación de "Versos en la boca" hay ese clasicismo


inconfundible en las formas y en las instrumentaciones que es el que siempre
ha acompañado a Serrat pero también hay innovación, apuntes cercanos al
jazz, líneas acústicas pero también eléctricas en el tratamiento de algunos de
los temas, un exquisito talante en las baladas intimistas y ese aire de singular
mediterraneidad que no olvida tampoco otra serie de influencias sonoras que
vienen a sintetizarse y que se suman a la propia y caudalosa personalidad
interpretativa del cantautor catalán.

Había cierta preocupación por el estado de la voz de Serrat en algunos


recitales de arranque de la gira. Pero por lo visto en Madrid no hay motivos
para la preocupación. Serrat estuvo espléndido de voz, fue de menos a más
pero mantuvo un buen tono vocal a la hora de las dos horas largas de recital.
Habló menos de lo que acostumbra, abandonando el precepto de Aznavour y
prefirió ir al grano, a la médula de sus propias canciones. No somete Serrat a

151
Gira “Versos en la boca”

las canciones a mudanzas excesivas que traten de limar exigencias.


“Mediterráneo” sonó poderosa -como siempre- ahora matizada por el saxo de
Alejandro Terán. Impecable se reveló “Defensa de la alegría”, de lo mejor de
"El sur también existe", que ha sido recuperada con acierto por Serrat y
multiplica sus efectos en esta nueva revisión en directo. La voz de Serrat llegó
sobrada en una interpretación enormemente plástica del tema con todos los
músicos perfectamente compenetrados.

Sutil y emocionante fue la interpretación de “Llanto y coplas” destacando la


exquisita hondura que confiere a este tema el piano de Miralles. “Los
fantasmas del Roxy” -otro clásico indiscutible de su repertorio- sirvió de
presentación para los músicos y el recital siguió creciendo en intensidad, en
esa otra vuelta de tuerca que Serrat siempre sabe ofrecer en sus
presentaciones en directo, donde su espíritu siempre parece renovado en esa
dimensión atemporal que su obra y personalidad ha alcanzado.

En catalán cantó la tradicional “Cancó del Lladre” que cambia la forma de


interpretarla en relación con la gira de "Sombras de la China". Ahora Serrat
prende su guitarra, toma asiento en su histórico taburete, se acerca al piano
de Miralles y termina interpretando el tema acompañado también por las
delicadas notas del violín de Alejandro Terán con un tratamiento acústico,
preñado de sensibilidad y de buen gusto que reaparecerá en diversas partes
del recital...

De "Versos en la boca" cantó diez de las once canciones. Dejó fuera “Así en
la guerra como en los celos”, uno de los temas más endebles de su nuevo
disco. Las canciones de "Versos en la boca" mostraron sus calidades y fueron
ejemplarmente distribuidas a lo largo del recital. Serrat sabe controlar los
tiempos de cada recital, jugar con los temas, distribuirlos, dosificarlos, con
excelente criterio. La jazzística “Sin piedad” desprendió aroma a derrota y a
humo, a dolor y a desgarro reafirmando que es otro de los temas importantes
de su nuevo disco. Conmovió la ternura exquisita de “Es caprichoso el azar”,
otro momento cenital de "Versos en la boca", cantada por Serrat sin
preámbulos, sin alusiones a Noa que no andaba por allí, con la voz limpia,
transparente, llena de calidez y sin ninguna fisura.

“Los recuerdos” marcaron otro momento álgido, de extraordinaria


sensibilidad y ropaje musical hermosísimo. Y “Dondequiera que estés”, el guiño
necesario al imprescindible "Sombras de la China", llegó ahora con nuevos
matices gracias al piano de Miralles. “La mala racha” y “Muñeca rusa” pusieron
un justo contrapunto y volvieron a poner de manifiesto la capacidad
interpretativa de Serrat dominando el escenario de una punta a otra. “Qué
sería de mí” resultó bellísima en directo con esa capacidad de Serrat de
conmover con versos sencillos que siguen ejemplarmente las lecciones
machadianas de concisión y hondura. “África” fue quizá el momento más
discreto de todo el recital, un tema excesivamente largo y previsible que
Serrat tampoco cantó de la mejor forma.

La recta final fue, como siempre, memorable. “Señor de la noche” derramó


toda su intensa épica, canción dramática, impecablemente construida, donde
Serrat musicaliza con extraordinarios resultados el poema "Canción de
brujería" del gran poeta granadino Luis García Montero. “Señor de la noche”
es otra canción antológica, de desbordante imaginería expresiva donde
parecen latir los arreglos barrocos de otro tiempo. La interpretación de este
tema merecería un capítulo aparte. Serrat bordó la canción que cierra su
último disco y ya se sabe que Serrat suele situar al final de sus discos la
canción que más le gusta.

152
Gira “Versos en la boca”

“De cuando estuve loco” se reveló espléndida en directo con una musicalidad
que demuestra que Serrat sigue siendo capaz de ofrecer nuevas lecturas
melódicas de enormes sugerencias con la mirada sensitiva puesta en el sur
que tanto moviliza el alma de sus canciones. Aquí la guitarra de David Palau
se incorpora con maravillosos resultados.

La apoteosis llegó, como es norma y como establece el clímax de todo


recital, al final. Volví a echar en falta algo más de riesgo en la recuperación de
canciones clásicas. Lamentablemente faltó “De cartón piedra” que la lleva
incorporada en el repertorio de esta gira. Fueron infaltables “Hoy puede ser un
gran día”, “Cantares”, “Lucía” -de nuevo en esa comunión hermosa de la voz
de Serrat dialogando ejemplarmente con el piano de Miralles- y el cierre con
“Aquellas pequeñas cosas” con Serrat a solas con su guitarra en medio de una
marea de sentimientos agolpados que terminan estallando.

Mención especial vuelve a merecer la cuidadísima escenografía y la


iluminación que crean una atmósfera acertadísima en cada uno de los temas.
Forma y fondo que se entrelazan con primoroso efecto. Puede ser un detalle
de menor importancia pero el único punto gris habría que buscarlo en el
vestuario de Serrat que ha abandonado la elegancia de anteriores giras por
un terno poco favorecedor que ciertamente choca porque Serrat ha cuidado
en los últimos años su presencia en escena.

Recital, en definitiva, memorable donde Serrat volvió a demostrar que sigue


estando en primera línea en la canción que se hace en este país y que no es
pasado esplendoroso sino afortunadamente presente trocado en auroras que
citando a García Lorca parecen que no van a acabarse nunca. Y que sigan
fulgiendo esas auroras hechas canción y temblor por muchos años. Y que
nosotros, los de siempre y los que seguirán viniendo, lo podamos seguir
viendo.

Concierto en el Teatro Albéniz de Madrid


6 de Diciembre de 2002
Texto de Antonio Fernández Segovia (Madrid)

NUESTRAS VIDAS EN
SUS “VERSOS EN LA BOCA”
“Ese hombre está embarazado de mucha gente.
La gente se le sale por los poros. Así los muestran,
en figuras de barro, los indios hepis de Nuevo Méjico:
el narrador, el que cuenta la memoria colectiva,
está todo brotado de personitas”
(Eduardo Galeano)

El pasado viernes 6 de Diciembre, intentando esquivar el bullicio de las


calles madrileñas en estas fechas, nos sumergimos en la pequeña plazoletita
en la que se ubica el Teatro Albéniz, donde Serrat iba a ofrecer uno de sus
seis conciertos en esta ciudad. Sin duda, para todos los que esperábamos
sentados que las luces se apagaran y que apareciera el Nano, su persona y

153
Gira “Versos en la boca”

sus canciones nos evocaban cosas distintas: para unos serían momentos
felices, para otros luchas del pasado, para algunos amores que ya se fueron,
para otros, amores que estaban naciendo... pero sin duda, todos
coincidiríamos en afirmar que Serrat supo ponerle música y palabra a
sentimientos que latían en nuestra mente y que no acertamos a explicar.

Por eso, desde el principio tuvimos la impresión de que Joan Manuel iba a ir
desgranando sobre el escenario, en sus sentimientos y sus canciones, las
experiencias y vivencias de todos los que estábamos de esta parte del
escenario. Y el concierto comenzó con una confesión en “Bendita Música” de
cúal iba a ser el hilo conductor de toda su narración, esa sucesión de notas
musicales (“mi, fa, mi, re, do, re, mi, fa”) en cuyos silencios nacería
suspirando nuestra vida.

Y a partir de ese momento fueron brotando personajes, historias,


sentimientos: “Benito”, “Sin piedad”, “Los fantasmas del Roxy”, “Muñeca Rusa”,
“La Cançó del Lladre”, “Mediterráneo”, “La bella y el Metro”, “Qué sería de mí”,
“De cuando estuve loco”, “Defensa de la alegría”, “Llanto y coplas por la muerte
de D. Guido”... Machado, Benedetti, la pobreza de las grandes ciudades, los
sueños de la niñez, el anonimato del metro, la locura de amor, los lugares
entrañables de nuestra vida se fueron colgando de la garganta de Serrat y en
ella parecían cobrar vida (posiblemente por eso su garganta “late” de esa
forma).

Joan Manuel apenas recurrió a la palabra hablada en su concierto. Al


principio nos agradeció que le hubiéramos invitado a compartir ese rato y que
le hubiéramos permitido meterse en nuestra casa. Un poco después nos
presentó a los músicos y al maestro Miralles ("por si las efusiones del
momento hacían que lo olvidara al final y además nunca se sabe lo que puede
pasar -que se lo digan a Suarez-") y finalmente introdujo la “Cançó del lladre”
"...por si había alguien de fuera de Madrid que no supiera el catalán" (porque
en Madrid, según dijo, todos sabemos catalán). Sin embargo, aunque no
hablara demasiado, Serrat narró mucho.

Los sentimientos de los que escriben se supieron expresados en dos


canciones de las que nos ofreció nuestro buen Serrat: “Dondequiera que estés”
y “Es caprichoso el azar”. ¿Acaso estuvo Joan alguna vez en nuestra vida?
Entonces ¿de dónde esa claridad para expresar nuestra historia?

El tiempo fue pasando y parecía que no lo hacía, porque estaba cargado de


historias, de vidas, de sentimientos: “Africa”, “Hoy puede ser un gran día”, “Los
recuerdos”, “La mala racha”, “Señor de la Noche”, “Fiesta”...

El concierto tocaba a su fin, pero los que estábamos allí no queríamos dejar
de escuchar nuestra historia en sus labios. En varias ocasiones tuvo que
regresar al escenario con sus músicos para seguir con esa narración personal
que estaba haciendo de nuestras vidas. El piano de Ricard Miralles y su voz
impresionante concluyeron el concierto recordando muchas historias de amor
de mano de la inolvidable “Lucía”. Así, concluyeron cerca de dos horas y
media en la que se nos olvidó “que cada uno es cada cual”, porque todos
supimos de todos en la voz de Serrat.

Sin lugar a dudas fue una experiencia inolvidable. Para nosotros,


veinteañeros que no conocieron la “buena época” de Serrat, fue un concierto
mejor que el de "Cansiones", mucho más íntimo y personal; quizá porque en
esta ocasión también nosotros teníamos una historia que iba de la mano de
Joan Manuel y queríamos que nos la cantara.

154
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Teatro Albéniz de Madrid


8 de Diciembre de 2002
Texto de Manuel Moreno (Madrid)

“la lengua en corazón tengo bañada


y llevo al cuello un vendaval sonoro”
Llegados a este punto, podemos concluir que quien haya desvirgado su
inocencia musical y poética en un concierto de Serrat no precisa de cronistas
de tres al cuarto como yo que le intenten explicar lo inefable. Azuzado no
obstante por el bey de las bibliotecas serratianas y habiendo adquirido
tamaño compromiso ante numerosas personalidades, procederé a cubrir el
expediente, como un pequeño personajillo de Gulliver, sabedor de la altura de
la suela de los zapatos de Luis García.

No digo yo que mi enfermedad pueda acogerse a excusa alguna. De hecho,


tenía las entradas compradas casi dos meses antes... Pero esta vez me he
"pegao" una auténtica panzada: “6 conciertos 6” seguiditos como miuras
encastados. Y a 40 euros de vellón (o dólares, para que los del otro lado del
charco hagan mejor las cuentas y resuelvan disputas pecuniarias). No sé a
cuánto estará ya una asignatura de Farmacia, pero entre esto y los
remasterizados seguro que he pagado media, con prácticas incluidas.

Digamos que la sarna aunque pique, sigue gustando igual. Uno, en fin... ya
se sabe... acude esperando alguna joyita descolgada como si tal cosa,
llevando cariños de la mano, compartiendo intimidades... Porque acudir solo a
un recital de Serrat es una práctica onanista que no se disfruta igual. Con los
años, gusto de acompañarme de oídos inmaculados, porque las loas son más
contundentes y parece que lo valorasen más. Dicen que las conversaciones de
los quirófanos mientras los médicos trabajan, rematarían al paciente. Algo así
sucede entre "eruditos" después de un concierto: sencillamente lo
destripamos. Bueno, forma parte del ritual.

Poco puedo añadir a lo ya comentado por otros compañeros cronistas.


Dejadme exponer simplemente algunos hechos que acontecieron el domingo.

Podría pensarse que es mucho más difícil que a Miralles se le vaya una nota
en “Cantares” que a Serrat le dé por cantar “Helena” estando Paco y yo
presentes. Pues bien, apuesta nuevamente perdida, porque sucedió lo
primero, pero no lo segundo. La eterna decepción, trae a veces sus
contrapartidas, porque tener a ese "peazo" músico a menos de cuatro metros,
y verle y oírle trabajar durante dos horas es un lujo que siempre compensa, y
más si interpreta a su modo, tal vez premeditadamente.

Otra alegría añadida es que no sacó “África” al escenario. Por lo demás,


recalco las alabanzas de “Señor de la noche” y las recuperaciones magníficas
de “Defensa de la alegría” y “Hoy puede ser un gran día”.

Pensaba yo titular la crónica "Nueva traición", "Seis días sin Elegía", o tal
vez "Helena va a costarte caro". Pero posteriores acontecimientos me hicieron
cambiar de opinión. No es que yo vaya ya a los conciertos a escuchar un sólo
tema... pero casi. Digamos que ha habido noches, muy contadas, que han
merecido la pena por una sola canción. Y por probabilidad, y además con

155
Gira “Versos en la boca”

petición de por medio, pensé que obraría el milagro. Y éste llegó, aunque no
en la forma esperada, sino con un clásico en el repertorio. Lo que durante
tantas noches durante años fue un “Pare” amigo y compañero pero previsible,
esta vez arrasó los rostros de los más duros.

Comentábamos tomando unas cañitas a la salida, con Paco y el autocar de


Huelva que se trajo (las buenas compañías), que uno ya nunca sabe si el
último concierto al que asiste será el postrero. A juzgar por lo del domingo,
pareciera que eso fuera algo muy lejano. Derrochó voz templada y potente,
como hacía mucho tiempo. Y también sentimiento.

Porque emociona cuando yerra, cuando improvisa, cuando baña la lengua


en corazón... porque algunos notamos (no es jactancia sino constatación
humilde que sólo dan los años de seguirle y perseguirle) aún sin necesidad de
verle más de una vez en la misma gira, cuando lo que suelta está en el guión
o brota directamente de su pecho partido. El domingo, algunas mejillas sabían
a agua y sal, como el mar... y perfumaditas de brea.

Concierto en el Teatro Novedades de Barcelona


11 de Diciembre de 2002
Texto de Carlos Gracia Escarp (Sant Cugat del Vallès)

UNA NUEVA HISTORIA DE AMOR


Tomo un café frente al teatro mientras espero a mi amiga Carolina. Por fin
ha llegado la esperada noche, y uno no se cansa de repetir la experiencia una
vez más, es una historia conocida, y habrá como en cada concierto esa
expectación previa, ese ambiente especial, un escenario determinado, unos
músicos (¡qué bien se sabe acompañar!), una voz, la voz (¡ay, cómo estará
esta noche!), los gestos y comentarios a los que nos tiene acostumbrados el
artista, un orden en las canciones, tanto en las nuevas como en las de
siempre, una complicidad de su público, más o menos bises, y al final sólo
quedará su taburete vacío y los instrumentos calientes sobre el escenario,
nuestros recuerdos y mucho amor derramado, razones que nos hacen
reencontrarnos con él un año más.

El deseo es que ésta sea una buena noche para el artista y compañía, con
buenas vibraciones y con buena voz (virgencita, ¡ayúdale!), pero también
podría darse el caso de que fuera una noche de suspense por culpa de alguna
mala racha, que la gira es larga: una afonía, un quiero y no puedo, un uno ya
no es lo que era que los años pasan, y en la que nuestro Juanito deseará
llegar a la última canción con la satisfacción de haber complacido a su público.
No sufras Joan, si eso pasa te daremos cobijo, tu derrota será la nuestra,
nuestro tu quebranto, que tus versos ya están en nuestra boca, y de boca en
boca ya son versos liberados, buen final para unos versos que nos hablan del
amor hasta sus últimas consecuencias, de su búsqueda desesperada y de su
encuentro casual, de vivencias, de solidaridad, de deseos, de mujeres, de
hombres, de todos. Pero intuyo que esta va a ser otra noche inolvidable.

Introduciré el concierto diciendo que estamos en el Teatro Novedades de


Barcelona, 1.500 localidades (ocho conciertos y las entradas agotadas hace

156
Gira “Versos en la boca”

muchos días), esta noche asistiremos al segundo recital de esta gira que
Serrat ofrece en su ciudad natal, aunque será el primero con entradas a la
venta.

Nos encontramos en el vestíbulo y entramos en el patio de butacas por el


pasillo central, nos dirigimos a nuestra localidad en la fila 4 de platea, al
sentarnos y mirar por vez primera el escenario, sabemos que Serrat anda
cerca porque allí está su inseparable taburete, en un lugar protagonista de la
escena mezclado con los instrumentos de los músicos y su guitarra.

Como hemos llegado con tiempo, mientras espero detengo mi mirada y


observo el taburete alto, estilizado, con cuatro patas y la base de madera
fina, repaso sus adornos ondulados en estilo modernista, con un aro de metal
como refuerzo cerca de su base donde Serrat reposa su pie al cantar; tiene el
taburete el asiento acolchado tapizado en color grana, a simple vista diría que
es de terciopelo, con unos botones cosidos sobre la tela.

El famoso taburete se ha convertido en fetiche para todo buen melómano


serratiano y ha sido a golpe de conciertos vividos, ha viajado más que el
famoso baúl de la Piquer, tiene el recuerdo de cada escenario y de todos sus
públicos, la memoria de cada canción, de cada aplauso, es un instrumento
casi tan importante como su guitarra.

Qué sería de Serrat sin su taburete en el escenario, que sería de él sin su


guitarra, y sus músicos, por supuesto... pero mucho peor, que sería de
nosotros sin las canciones de Serrat, ¡ese manual de vida!, pues merecido es
devolverle con cariño todo lo que él nos da con su arte, que ahora nos viene a
demostrar una vez más con sus nuevas canciones, un bálsamo espiritual que
reconforta nuestros oídos y nuestros corazones con sus "Versos en la boca".
Así en las melodías como en los textos, creo que es un disco para quitarse el
sombrero, el amor empapa cada uno de los temas. En este nuevo disco,
Serrat y Miralles han conseguido una atmósfera musical sencilla para envolver
sin adornos superfluos los mensajes que nos quieren hacer llegar, y en verdad
que lo consiguen, especialmente en algunas canciones.

Por lo que respecta a la escenografía, es la de toda la gira hasta el


momento, ocho columnas blancas suspendidas del techo que rodean el templo
de la música y que cuando se encienden iluminan de colores el espectáculo a
través de haces de luz vertical con variable luminosidad y color, todo ello
sobre un fondo negro, y colgadas estratégicamente del techo cinco medias
caracolas tras unos focos efectistas que completan la atmósfera luminosa del
concierto.

Pero atención, es la hora, salen los músicos a escena y empiezan a tocar


con el maestro Ricard Miralles al piano, sale Serrat, gran ovación, empieza el
concierto para regalarnos cada una de sus nuevas joyas, mezcladas con las de
toda la vida:

Abre la noche acunándonos con su “Cançó de bressol”, y enseguida ataca el


nuevo disco con “La bella y el metro”, el Serrat observador y voyeur de lo
cotidiano y de sus musas, las mujeres.

Nos da la bienvenida en catalán, y lo hace de una manera como si nos


recibiera en la puerta de su casa (“Benvinguts a casa”), nos agradece que le
hayamos escogido a él para pasar juntos esta noche única e irrepetible.

Y ya en su taburete nos deleita con “Qué sería de mí”, que suena más dulce
e íntima que en el disco, estoy sorprendido gratamente por su voz en perfecto

157
Gira “Versos en la boca”

estado que demuestra también con “Muñeca rusa” (cuanta ternura en “el viejo
osito de felpa que abraza para dormir”).

Acto seguido con su guitarra nos ofrece “Cançó de matinada” rejuvenecida,


presenta a la banda y llegan “Los fantasmas del Roxy” y “el patio de butacas
aplaudió con frenesí”.

Ya caldeado el ambiente y con el público en el bolsillo reanuda la


presentación de las nuevas canciones, que por cierto ya me suenan casi como
las clásicas, “Los recuerdos” con una interpretación delicada y “Señor de la
noche” que gana en el directo, uno se convierte en cómplice con mucho
gusto, con la noche abierta a cada cual y su historia, el Nano está en plena
forma, con buena voz y toda su energía desplegada en el escenario.

Hace un inciso para ironizar sobre la situación actual de su Barça y llegan


como venidos del cielo “Kubala” y “La mala racha”, la primera en homenaje a
su ídolo fallecido este año y ejemplo del mejor fútbol, la segunda en
consonancia con el presente del club.

Nos presenta “De cuando estuve loco”, con ese silbido que ha recorrido
televisiones y emisoras de radio en la promoción del disco, espero que el gran
público también descubra los demás tesoros del disco que son muchos.

A continuación envía un abrazo fraternal por el desastre de la marea negra


a la gente de Galicia y del Cantábrico en general, se siente damnificado por la
codicia, la incompetencia y la ignorancia de los que convierten los mares en
cloacas y los sueños en pesadillas, según sus palabras. Como es natural se le
ve indignado, con la rabia en el rostro y en el alma, envía su gratitud a los
voluntarios que limpian playas y corazones de vergüenza y de fuel.

La rabia y la pena es general, nos canta “Plany al mar” que nos eriza la piel,
sobran palabras, se derraman algunas lágrimas. Y siguiendo con el mar llega
al “Mediterráneo”, con esa descarga de emoción extra, está brillante.

Estamos en el momento de mayor complicidad, el momento mágico del


concierto y suenan las notas de “Es caprichoso el azar”, se oyen suspiros
(también los míos) con esa melodía preciosa para soñar, la más bonita
canción que se pueda desear llega para cada uno en esta noche feliz, para mí
ésta es la elegida entre las nuevas, aunque en este concierto y debido a las
circunstancias el especial escalofrío se lo llevaron las dos canciones
anteriores.

Nos movemos entre emociones, de la tristeza y la rabia a la ternura y el


optimismo, y entonces hace un guiño a su ciudad y la mía con “Barcelona i jo”,
para proseguir con ese himno a la alegría que es “Hoy puede ser un gran día”.

Y actualizada pero conservando toda su belleza “Me'n vaig a peu”, para


finalizar con el ritmo de “Fiesta”.

Con el público en pie y entre grandes aplausos llegan los bises, y empieza
con “Res no és mesquí” y “Cantares”, ya es la apoteosis.

La segunda tanda nos trae las novedades de “Así en la guerra como en los
celos” junto a “Sin piedad”.

A la tercera sale Serrat sólo con Miralles y nos hacen cómplices de “Paraules
d'amor”, el teatro entero es como siempre con esta canción una sola y
emotiva voz.

158
Gira “Versos en la boca”

Vuelve a irse y ya por última vez y sin acompañamiento, nos canta con su
guitarra y con las luces encendidas en la sala disfrutamos de “Aquellas
pequeñas cosas”.

El público sigue insistiendo con sus aplausos, pero se acabó y una fan de
las de toda la vida grita “Visca el Poble Sec”. En total 25 canciones en dos
horas de concierto, con una acertada combinación entre clásicos y novedades
(excepto "África"), el orden de las canciones fue un juego, un reto a los
recuerdos de cada uno, para cada espectador habrá sido un concierto
diferente al de los demás según sus vivencias.

A lo largo del concierto el público ha recompensado la labor del trovador


con su cariño y sus aplausos por esta nueva satisfacción y por tantos años
recorridos juntos, y él con su mirada y su canto parece habernos dedicado
cada canción de manera íntima y personal, uno a uno, nos ha hablado una
vez más del ser humano en toda su extensión, así los que sabemos escuchar
y apreciar su filosofía de la vida nos sentimos reflejados, identificados, nos
emocionamos, interpretamos a nuestro gusto lo que más nos conviene y nos
sentimos en buenas manos.

El público abandona el teatro complacido y en el escenario permanece una


noche más su taburete, que esperará el próximo concierto para vivir otra
nueva historia de amor entre Serrat y su público, así sea por muchos años.
T'estimo, Joan.

Concierto en el Teatro Novedades de Barcelona


11 de Diciembre de 2002
Texto de Francisco Hidalgo Guerrero (Barcelona)

DESDE LA CARACOLA
DE LA ESQUINA
Quizá haya asistido a unos 20 conciertos de Serrat a lo largo de mi vida.
Todas estas asistencias han tenido en común el hecho de que, sin excepción,
han acaecido en su ciudad que es la mía: Barcelona. Quiero decir con esto
que carezco de la experiencia de ver al Nano en escenarios foráneos. Y
sospecho, a tenor de las crónicas de los corresponsales, que existen sutiles
diferencias de expresión -que no de profesionalidad, entrega y cariño
recíproco- con sus apariciones en Barcelona. Es algo que me he perdido e
intentaré corregir en el futuro.

En el caso que nos ocupa, concierto del 11 de diciembre en el Novedades:


poder de convocatoria, intacto; un público cómplice y entregado desde el
principio a un viaje entre nostálgico y novedoso. El escenario, sencillo, original
y acogedor. En primer plano, el taburete de la desaparecida discoteca
“BOCACCIO”, ya saben, la sede de reuniones de la “Gauche Divine” catalana
de los 70.

Repaso a todas las canciones de Versos en la boca excepto “Así en la guerra


como en los celos”. En el apartado de canciones en catalán, “Plany al mar” y

159
Gira “Versos en la boca”

“Mediterráneo” sin solución de continuidad, muy vigentes por el triste


momento que se está viviendo en nuestra entrañable Galicia. Por cierto, el
tema “Mediterráneo” escuchado en directo, siempre me asombra ya que
supera con nota la versión grabada de 1971. Un guiño simpático al mal
momento que vive el Barça para presentar “Kubala” y sobre todo, el placer de
escuchar de nuevo temas que hace mucho no le escuchábamos en directo:
“Cançó de bressol, “Res no es Mesqui”, “Barcelona i jo”, “Cançó de matinada”.

El acompañamiento musical con cinco músicos, escueto aunque sumamente


efectivo -el maestro Miralles arropa mucho y bien en el escenario-, nos
transportó a más de uno a alguna de aquellas lejanas e inolvidables noches de
agosto en la plaza del Sol -Fiesta Mayor del barrio de Gracia- donde algunos
andábamos en eso que llaman hacerse adultos, y de fondo la banda sonora de
sus canciones -nuestras canciones- más emblemáticas.

De las canciones del nuevo disco destaco la interpretación de “La bella y el


metro”, “Es caprichoso el azar”, “Señor de la noche” y el magnífico tema “De
cuando estuve loco”, insuperable en la grabación discográfica, muy bien
resuelto en directo.

El final, con los bises, “Paraules d´amor” cantada a coro con el público,
“Cantares” de Machado y “Aquellas pequeñas cosas”, fue realmente
emocionante e inolvidable.

Gracias por otra velada como ésta, Maestro (y van veintialgo). Fins Aviat.

Concierto en el Teatro Novedades de Barcelona


12 de Diciembre de 2002
Texto de Albert Fibla (Barcelona)

VERSOS DE BOCA EN BOCA


Llegué preocupado al Novedades. Le había prometido a Paco Martín que
escribiría algo para su página web sobre el segundo de los conciertos de
Serrat en Barcelona y, minutos antes de la hora prevista para el comienzo,
tenía serias dudas de si sería capaz de explicar algo que no se haya desvelado
ya en www.jmserrat.com sobre la gira de "Versos en la boca". ¿Qué más podría
decir?

Mientras se me ocurría que podría servirme el cambio de repertorio que


Joan Manuel acostumbra a practicar cada vez que canta en Catalunya,
respecto a cuando lo hace fuera del territorio de habla catalana, se cerraban
las luces del teatro. Muy pronto, mi preocupación fue otra.

"Por la mañana, rocío, al mediodía, calor...", la “Cançó de bressol” abrió el


concierto, tal como estaba previsto, igual que el día anterior, el del estreno de
la tanda de recitales en Barcelona. Y no tardé en acordarme de la impecable
crónica que había leído, aquí mismo, sobre el primero de los conciertos de
Madrid, firmada por Luis García, que hablaba de un Serrat espléndido de voz.
¿Por qué? Pues porque era evidente que la garganta del Nano no estaba bien.
Tuve la esperanza de que, quizás, a estas alturas del partido, rozando los 60,

160
Gira “Versos en la boca”

necesita un par de canciones para calentar la voz. Pero “La bella y el metro”,
“Qué sería de mí” y “Matryshka” me confirmaron que no, que la mala suerte
me había colocado delante de Serrat en el día equivocado.

Sé lo que es estar afónico encima del escenario porque, aunque con menor
fortuna que Joan Manuel, también me dedico a cantar. Así que, además de
sufrir como serratófilo, lo hice como compañero de oficio, consciente de lo mal
que lo estaba pasando el Nano. Doble sufrimiento, pues. Reconozco, por otra
parte, que no pude evitar sentir envidia de la fortuna de Luis García y de los
que han presenciado el resto de la gira. En cualquier caso, y a pesar de todo,
me resigné a disfrutar del concierto.

“Cançó de matinada”, “Los fantasmas del Roxy” y la actitud del propio Serrat,
todo un maestro en los buenos y en los malos momentos, me reconciliaron
con la suerte y me hicieron pensar que, a pesar de todo, valía la pena estar
allí. Algo a lo que también contribuyó la categoría musical de Ricard Miralles,
Álex Hernández, Alejandro Terán, Paco García y David Palau, este último un
sensacional guitarrista con quien, por cierto, he tenido el gusto de trabajar.

Tras una nueva tanda de canciones del último disco, “Los recuerdos”, “Señor
de la noche” y “La mala racha”, Joan ironizó sobre el mal momento de su
Barça, que es el mío también, y echó mano de “Kubala”, una pieza de 1.989
que, con un aire a bossa-nova por obra y gracia del maestro Miralles, sonó
mucho mejor que trece años atrás. El Nano estaba driblando a su afonía con
una sonrisa en la boca y la maestría de los grandes, pero, con “De cuando
estuve loco”, no pudo más.

"Ahora voy rumbo al sur, a sentar plaza...", silencio inesperado, la voz dice
basta, cara de póquer en Miralles y en el resto de músicos, Serrat les manda
parar y se dirige al público: "Lo siento mucho, lo he intentado pero no he
podido. Si alguien se siente defraudado, tiene todo el derecho a reclamar el
importe de su entrada". Abandona el escenario y las luces se encienden, pero
nadie se atreve a levantarse de la butaca. Aplauso general que sirve para
reclamar el regreso de Joan Manuel, algo que no tarda en producirse. Más
calmado, después de haberse desfogado, tal como él mismo reconoce,
reemprende la actuación entre gritos de "cuídate", "te queremos" y "no pasa
nada".

"Parezco Sabina, aunque no creo que importe demasiado, porque somos de


la misma familia". Serrat repite, desde la primera nota, 'De cuando estuve
loco' y emprende la recta final del concierto, sin perder el humor, con toda la
dignidad del mundo. "Voy a pedirles que me ayuden, que canten conmigo,
hoy les necesito más que nunca". Y donde no llegó su voz, llegó la voz de su
gente. Y sus versos fueron de boca en boca y, más que nunca, un concierto
de Joan Manuel Serrat fue un acto de ida y vuelta, un gesto de cariño
recíproco que terminó llenando de lágrimas los ojos del cantautor.

Todos lloramos también por el mar de Galicia con “Plany al mar”, todos
viajamos de Algeciras a Estambul a través del “Mediterráneo”, todos hicimos
de Noa en “Es caprichoso el azar” (lo intentamos al menos), todos nos
sentimos orgullosos de nuestra ciudad con “Barcelona i jo”, todos tuvimos
claro que “Hoy puede ser un gran día”, todos dijimos juntos “Paraules d'amor” y
todos subimos y bajamos juntos la cuesta de aquella “Fiesta”.

Sólo dos bises, “Pare” y “Cantares”, también cantados a medias con el


maestro, pusieron punto y final al concierto. Habían pasado casi dos horas,
"no puc més" ("no puedo más"), repetía Serrat mientras la gente le pedía otra
canción y antes de marcharse del escenario con una frase que resume

161
Gira “Versos en la boca”

perfectamente lo que sucedió el 12 de diciembre en el Teatro Novedades: "La


próxima vez que nos veamos, probablemente será una actuación mejor a
nivel musical, pero no más emotiva".

Jugaba en casa y eso es siempre una ventaja, pero no creo que me


equivoque si afirmo que le hubiera sucedido lo mismo en cualquier otro lugar.
Es lo que les pasa a los que son grandes de verdad.

Concierto en el Teatro Novedades de Barcelona


12 de Diciembre de 2002
Texto de Charo Alvarado (Barcelona)

¡BENDITO SERRAT!
Ante todo quiero pedir perdón por mi parcialidad a la hora de narrar esta
crónica.

Serrat es para mí algo más que mi cantante favorito, es mi poeta de


cabecera, en cada momento, en cada circunstancia de mi rutina diaria tiene
como fondo una canción del Nano: que la depre amenaza, “Hoy puede ser un
gran día”, que el día amanece lluvioso, “Balada de otoño”, que el PRESTIGE…
“Plany al mar”.

Las canciones del Nano siempre están ahí cuando se las necesita seguro
que vosotros, “Serratinos” de verdad, me comprendéis.

El jueves día 12 en la calle Caspe de Barcelona se unían el pasado y el


presente, el teatro Novedades, se encuentra justo en frente de la emisora de
Radio Barcelona, en la que un jovencísimo Serrat debutó como cantante allá
por el año 1964, y ahora 38 años después, un gran letrero luminoso nos
anuncia que Serrat sigue aquí más actual que nunca.

El concierto comienza puntualmente, el escenario, sencillamente decorado


se ilumina y él lo llena todo, con “Cançó de bresol” nos traslada al año 1967
cuando cantó por primera vez esta delicia de canción, dedicada a su madre en
el “Palau de la música catalana”. Después de “La bella y el metro” saluda, y da
la bienvenida para continuar con “Qué sería de mí” y “Muñeca rusa”… Y de
nuevo vuelta atrás en el tiempo 1967 con “Cançó de matinada”, desde 1987
nos llegan “Los fantasmas de Roxy” no sin antes presentar a los músicos que
le acompañan, liderados por el Maestro Miralles.

“Los recuerdos”, “El señor de la noche”……. y ya estamos en 1989,


rememorando tiempos mejores para el Barça con “Kubala”.

Como si de una premonición se tratase después de “La mala racha” sus


cuerdas vocales le juegan una mala pasada y tras explicar al respetable que
entendería que se fuera y reclamara el importe de la entrada, se retira. El
público, su público, no se resigna y a fuerza de aplausos le devuelve al
escenario para continuar con esta noche mágica.

162
Gira “Versos en la boca”

Tras retomar “De cuando estuve loco”, llegó el momento de rendir homenaje
a las gentes del mar que sufren la peor de las pesadillas desde hace un mes y
tras agradecer a los miles de voluntarios que “nos limpien las playas y el alma
de alquitrán” canta su “Plany al mar” tan actual a pesar de haberla escrito en
1984, 13 años después de “Mediterráneo” que esta noche y en estas
circunstancias sirve de bálsamo ante tanto y tan negro dolor como aflige a el
norte de España.

Después de “Es caprichoso el azar” retorno al pasado con “Barcelona i jo”


(1989), “Hoy puede ser un gran día” (1981) y la canción por antonomasia, esa
canción inevitable, inolvidable desde 1969, “Paraules d'amor”.

Tras “Fiesta” (1970), “Pare” (1973) que canta con lágrimas en los ojos y
nos hace volver de nuevo la vista al Atlántico ennegrecido a causa de la
“soberbia y la incompetencia de la especie humana.”

Y para finalizar, el inolvidable “Cantares” dedicado a Machado.

De nuevo ante las puertas del teatro y frente a Radio Barcelona, una, que
pertenece a esa clase de gente que como cantó Sabina, “necesita su música
bendita más que comer”, no puede por menos recordar la canción de Ignacio
Copani y repetir una y mil veces “Bendito juglar, no apagues tu voz...”

Concierto en el Teatro Novedades de Barcelona


13 de Diciembre de 2002
Texto de Marcelo Ravelo Troiano (Barcelona)

Y VOLVIÓ SERRAT...
El viernes 13 de diciembre tuve el privilegio de ser uno de los asistentes al
retorno a la escena de Joan Manuel Serrat en el teatro Novedades de su
Barcelona natal. Y ciertamente fue un retorno en más de un sentido.

Me refiero no sólo a que Serrat vuelve a estar de gira después de mucho


tiempo y de superar su problema de salud, sino a la actitud que se le vió en
escena. Relajado como nunca, disfrutó e hizo disfrutar a todos los asistentes;
y mucho en esto tiene que ver, a mi humilde criterio la vuelta de su
arreglador de toda la vida, el mítico Ricard Miralles.

La ejecución de los temas del nuevo disco fue impecable, y a su vez clásicos
como “Mediterráneo”, “Cançó de Bressol”, “Cantares”, “Cançó de Matinada”, “Los
fantasmas del Roxy”, “Plany al Mar” y muchas otras canciones de toda la vida
(la de Serrat y la nuestra) volvieron a ser esas canciones de toda la vida. Y
sonaron como nos han gustado toda la vida. Como fueron paridas y como las
adoptamos en algún momento de nuestra existencia. Sucede que no es bueno
buscarle una quinta pata al gato a veces.

La complicidad de estos dos señores es absoluta. Dan la sensación de estar


haciendo sobre el escenario literalmente lo que quieren, que no lo que
pueden. Y esto se evidencia tanto en los primeros acordes de “El meu carrer”
(que reemplazó a la maravillosa “Res no ès mesquí”); como al contar Serrat

163
Gira “Versos en la boca”

por casualidad una anécdota de una de sus primeras giras latinoamericanas;


o reconocer a su prima Rosita entre los asistentes e indicarle a micrófono
abierto a quien debía ver para que la condujeran a camarines.

En fin..., que aquella noche a pesar de tener todos los presentes doce años
más encima, nos parecimos mucho más que nunca a los que fuimos, y
dejamos de ser, hace doce años.

Y Serrat y sus canciones también.

Concierto en el Teatro Novedades de Barcelona


15 de Diciembre de 2002
Texto de Oscar Constantí Bosch (Mataró - Barcelona)

SERRAT QUEDÓ EN TABLAS


Había asistido, un servidor, al recital del viernes anterior en el mismo
escenario. Un escenario que Serrat controla y seduce a la perfección... y es
que Joan Manuel Serrat encima de él, demuestra que tiene tablas para dar y
vender. Y esas tablas precisamente fueron las que salvaron aquella actuación
que no estuvo a la altura. El viernes hubo "Plany al Mar" por partida doble: la
canción y el triste "Mediterráneo" que quizá, tal y como están las cosas por el
Norte, ya no besa nuestra aldea ni acompaña la voz de Serrat.

Así pues, el domingo repito con preocupación y espero “Mediterráneo”, mi


particular barómetro...

Sale Serrat. Aplausos. Más aplausos. “Cançó de Bressol” y “La bella y el


Metro”. Nos dio las gracias en su nombre y del señor Balañá e hijos...

“Sin piedad”... uaau... parecía que iría mejor... desde luego que sí. Serrat
sufre. Pero acierta cien por cien...

Sigue... “Cançó de matinada”.

Con “Los fantasmas del Roxy” al tiempo de presentar la banda nos


aseguraba que acabaría el recital... “Qué sería de mí”.

Se acercaba el momento. Serrat iba a cantar “Plany al Mar”, dedicada en


esta ocasión no solamente al pueblo gallego, sino también al asturiano y
cántabro, al vasco y a los navarros, portugueses y franceses. Empieza: "Quizá
porque mi niñez sigue jugando en tu playa (...) ¿Qué le voy a hacer si yo...
NACÍ EN EL MEDITERRANEO...?" ¡Sí! Desde luego el domingo renació en
"Mediterráneo"...

Sigue, creo que tanto él como yo más tranquilos, “Kubala” con la


estupendísima e irónica presentación, y “De cuando estuve loco”. Genial.

El momento estelar fue, sin duda, la aparición de Noa en el Teatro para


cantar "Es caprichoso el azar". Serrat, se dirige al respetable y suelta: "vaya
potra habéis tenido en venir hoy..." y desde luego, era verdad.

164
Gira “Versos en la boca”

“Barcelona i jo”, “Los Recuerdos”, “Señor de la noche”, “Me'n vaig a peu”,


“Fiesta” y “Paraules d'amor”.

Cantó también “Res no és mesquí” y tras largos y merecidos aplausos, llegó


“Penélope”. El del domingo salvó el recital del vienes. Serrat quedó en tablas.
Y es que tiene muchas.

Concierto en el Teatro Novedades de Barcelona


18 de Diciembre de 2002
Texto de Francesc Gómez Abaya (Barcelona)

EL ÚLTIMO DE ESTE AÑO


EN SU CIUDAD
Hace muchos años, temps era temps, justo enfrente del "Novedades", en el
"Tívoli" vi mi primer recital de Serrat. Yo tenía catorce años.

Algunas cosas no cambian, como el taburete de Bocaccio.

Yendo a la esencia de la crónica del último día, en principio dos novedades


de formato. Joan Manuel abandonó la fórmula de la presentación de sus dos
últimos trabajos, donde dedicaba una primera parte a las canciones nuevas y
una segunda a los temas "de siempre" de los que luego hablaré. Así se
intercalaron, sabiamente, ya sabemos: canción con ritmo, con balada -en eso
no hay cambios- nuevos y viejos temas.

Las canciones de la gira supongo que ya son un poco de dominio público, el


comienzo con “Cançó de Bressol”, y el final con “Penélope”, que nunca canta
en Barcelona y que ya parece ser pasando la ITV para el otro lado del Océano.

De las canciones de "Versos en la Boca", las que más conectaron con su


siempre fiel público, o su familia casi, fueron sin duda “De cuando estuve loco”,
“La Bella y el Metro”, “Qué sería de mí”, y sobre todas ellas, “La mala racha”. De
las cuales veremos con el paso del tiempo cuál entra en la categoría mítica de
ser una canción de las viejas.

En mi opinión, ésta sería “La Bella y el Metro”, que es sin duda un homenaje
a una canción que le gusta mucho al Nano, y que se llama “Orly”, escrita e
interpretada por Jacques Brel, en su disco póstumo. “Orly” es una canción
muy poco conocida, que yo adoraba desde siempre. Años más tarde oí en una
entrevista a Serrat, que la calificaba como una de las mejores canciones de
amor, o de desamor, como son las que nos ocupan siempre...

“Mediterráneo”, “Cantares”, “Los fantasmas...”, “Me'n vaig a peu”, una gloriosa


“Cançó de Matinada”, la conjugación de otras veces del “Plany al Mar” y
“Mediterráneo”, daban paso a otras menos de leyenda, como una
interpretación de “Kubala”, con una introducción genial, típicamente nuestra,
muy catalana, donde Joan se recreó un poco en los turbios momentos que
vivimos los que simpatizamos con el mismo club de fútbol que él, -para mí fue
benévolo en sus alusiones.

165
Gira “Versos en la boca”

"Me gustaría cantar siempre las canciones que me pedís, siempre que me
dejéis cantar las que me gustan a mí", dijo como al final.

No hace muchos días oí a Joan Manuel, en una entrevista de radio, algo


sobre darle un descanso a algunos clásicos. No sé yo si el tema tiene mucho
remedio. El problema es que a los incondicionales nos gustan todos los temas
antiguos, y por tanto darles un poco de cancha a algunos que están en el
banquillo, sin dar ejemplos.

Por tanto, al final el coro femenino del teatro Novedades tuvo la


satisfacción, de entonar “Paraules de Amor”. Si no, ¿no habría sido lo mismo,
no?

Concierto en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires (Argentina)


13 de Enero de 2003
Texto de Marcelo Castro (La Plata)

CON EL CORAZÓN
EN LA GARGANTA
Ustedes saben, esto no es Barcelona ni El Poble Sec, pero sí, acá es local
por adopción y porque aquí tiene lumbre y vino y más...

Antes de comenzar, gran parte de los espectadores de pie, llamándolo por


su apodo: “¡Nano, Nano!”

Sale sonriente y seguro, como quien simplemente se encontrara con amigos


que hace un tiempo que no ve.

Arranca con “Bendita música”, como para preparar su garganta, que está
muy bien, y que mejora canción tras canción. Luego “La bella y el Metro”, muy
expresiva, en su voz, cada palabra una pincelada. “Benito” fue recibida con
mucho entusiasmo por la gente.

Luego “Así en la guerra como en los celos”, deliberadamente interpretada


más lenta, como buscando otra sonoridad. “Muñeca rusa” y presenta a sus
músicos... "es bueno saber con quien se pasa la noche... o por lo menos
conocer sus nombres..." risas y claro el esperado momento de presentar al
reencontrado director. Elige las palabras de amigo, compañero y maestro para
el gran Ricard Miralles, que permanece detrás de su instrumento, un auténtico
piano de cola.

Suceden “Los fantasmas del Roxy”, “De cuando estuve loco”, hermosa y
brillante, casi se confunden las viejas y las nuevas canciones y nos queda a
esta altura la sensación de que las nuevas pronto serán viejas más por el
placer de escucharlas que por paso del tiempo.

La banda a las ordenes del emblemático don Ricard -que hace pequeñas
señas a los músicos- suena más acústica, excelentes las guitarras, y hacen
entre todos el contorno apropiado para Serrat. Suenan más preparados y

166
Gira “Versos en la boca”

arreglados los temas nuevos. Será tal vez, porque la banda es prácticamente
la misma que hace poco grabó el cd.

Serrat ahora habla de los poetas que musicalizó. Recita unos versos de
"Elegía" (Hernández), pero nos quedamos con las ganas de escuchar esa
canción. Finalmente canta “Llanto y coplas” (Machado) y “Defensa de la
alegría” (Benedetti), una versión que mejora la original.

Pasan “Los recuerdos” y “Señor de la noche”, y se detiene a hablar para


presentar el próximo tema, dice que los ladrones de antes tenían vergüenza...
por eso se tapaban su cara, ahora no es así, están a cara descubierta y en
todos lados, quizás antes tenían códigos y hasta la gente les hacía
canciones... Se escucha a un costado del escenario, “La Cançó del lladre”
como en el living de nuestra casa, solo tres instrumentos: guitarra acústica de
Serrat, violín, y piano de Miralles, y me alegro de conocer al otro Serrat, al
que canta en catalán, de esta manera está duplicado.

Estalla el público con “Mediterráneo” en la mejor versión que le he


escuchado y todos nacimos en el Mediterráneo y sus canciones son nuestras y
crecimos con ellas y las adoptamos por siempre, porque nos dan luz, alimento
y más...

“Es caprichoso el azar”, sin Noa, "no es la primera vez que me deja una
mujer..." -nos dice-, y las mujeres no le creen. “La mala racha”, “Dondequiera
que estés”, “Hoy puede ser un gran día”, y le damos la razón a Sabina, porque
canta con el corazón en la garganta, se levantan todas las plateas, “Qué sería
de mí”, “Fiesta”, la que no queremos escuchar porque sabemos que ya todo
termina.

Se acerca el temido final, los bises, los pedidos de cada uno, todo es parte
de la despedida, aplausos y más aplausos, cartas en el escenario que levanta
una por una, y las guarda y tenemos la certeza que las leerá, porque es un
tipo de barrio y no traiciona a su barrio. Por suerte hay más: “Sin piedad”,
“Cantares”, “Pueblo Blanco”, pintura de la tierra Española, tan nuestra, y
bueno, el gol que todos soñamos hacer en el último minuto de un campeonato
mundial, el gol del triunfo: Serrat canta “Lucía”, entre suspiros, solos Serrat y
Miralles, y nos queda ese toque en el corazón.

Ahora lleva a Miralles de su brazo hasta el borde del escenario, recibe los
saludos y se va, pero algo de él nos queda por siempre y espero que nuestros
aplausos y nuestro afecto también permanezcan en su recuerdo.

167
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires (Argentina)


14 de Enero de 2003
Texto de Claudia Franco (Buenos Aires)

SENTIMIENTOS EN LA BOCA
El teatro se pone en penumbras a las 21:45. Aparecen los músicos, una
breve introducción y allá entra Serrat. Las paredes se estremecen y arranca
con su “Bendita música”. Le sigue “La bella y el metro”. Saluda al público y nos
agradece que estemos allí. Le siguen “Benito”, “Sin piedad” y “Muñeca rusa”.

Con un sentido del humor a flor de piel, presenta a sus músicos. Cuando
saluda Miralles, el aplauso fue cerrado. Le seguirán “Los fantasmas del Roxy”,
“De cuando estuve loco”, “Llanto y coplas”, “Defensa de la alegría” (uno de los
momentos de mayor emotividad), “Los recuerdos”, “Señor de la noche”, una
hermosa canción en catalán del siglo XVIII “Canción del ladrón”, “Es
caprichoso el azar”, “Mala racha”, “Dondequiera que estés”.

A continuación despista al público con una particular introducción de “Hoy


puede ser un gran día”. Intenta cerrar el espectáculo con “Fiesta”, por
supuesto no lo dejamos. Regresa con “África” y después llega “Cantares”. Se
despide. No hay caso, cede ante nuestro reclamo y allí está de vuelta. Ahora
es el turno de “Penélope”.

Saluda, tira besos por doquier, pero su público, al grito del consabido "Una
más y no jodemos más...", lo invita a regresar. Él, complaciente y respetuoso
de su gente como siempre, accede una vez más. Le siguieron “Lucía”, “El
último organito”, “Pueblo blanco” y “Aquellas pequeñas cosas”. Ahora sí, con
todo el dolor, esta vez sí, lo dejamos ir después de disfrutar de 26
maravillosas canciones y dos horas y media de alegría compartida.

Capítulo aparte merece el excelente trabajo del iluminador Oscar Gallardo


que lograba siempre los climas adecuados en los momentos correctos.
También vale destacar la labor de los encargados del sonido: fue impecable a
lo largo de todo el concierto. En lo que se refiere a lo estrictamente musical la
dupla Serrat-Miralles es brillante. Volvimos a disfrutar del Serrat clásico con el
que crecimos. Me fui del teatro pensando que estuve disfrutando de las
canciones de Serrat en una reunión de amigos.

PERLITAS:

Mientras esperaba para entrar volví a comprobar la eficacia de lo que yo


llamaría “el embrujo del Serrat". Entre el público podían verse tres
generaciones (abuelas/os, madres/padres y nietas/os), hombres con trajes
impecables y mujeres con peinados de peluquería, gentes con reminiscencias
hippies, personas recién salidas de sus empleos, amas de casa, profesionales
y la lista podría seguir. Es poco frecuente ver este fenómeno con otros
artistas.

Fue una noche por demás calurosa. La temperatura rondaba los 30 grados.
El aire acondicionado no daba abasto. Todo era bueno para abanicarnos. Sin
embargo Serrat cantó todo el recital con su saco puesto. Asombroso.

168
Gira “Versos en la boca”

Como es habitual en cada una de sus presentaciones, la gente le acerca al


escenario cartas, flores, osos de peluche. Esta vez le acercaron una bolsa
plástica. Serrat la levanta, mira su contenido y se sorprende. Se pone de
espaldas al público y ahora mira con más detalle. De pronto gira y dice al
alguien del público: “¡Señora, que hay menores en la sala!”. Apoyó la bolsa
sobre el piano y siguió con el show. ¡Mi reino por saber que abría ahí dentro!

Alguien del público lo invita a quedarse a vivir en Argentina. Serrat no


escucha bien y pide que le repitan. Me pongo de pie y yo le grito que se
quede a vivir con nosotros. Su respuesta fue: “¿Entonces para que hacen
tanta cola para pedir el pasaporte?”. Una vez más logró el milagro: que yo
enmudeciera.

Me acerqué hasta el garaje para verlo irse. Otras quince personas tuvieron
la misma idea. Me encontraba parada frente a la camioneta que lo trasladaría.
Cuando sale Serrat, estiro mi mano para estrechar la suya. LO CONSEGUÍ.
Eso sí, debí parecerme a los insectos que hay en las rutas, ya que terminé
prácticamente aplastada contra el parabrisas. No importa, valió la pena.

No creo que a Serrat le queden dudas de cuanto lo amamos. Desde que


pisó nuestro aeropuerto de Ezeiza fueron innumerables las muestras de
cariño. Como ejemplo, fue conmovedor ver a un hombre de aproximadamente
la misma edad del Nano que le sale al cruce en el aeropuerto, lo abraza y le
dice: “¡Vos tenés que ser inmortal!”. Serrat entre agradecido y sorprendido le
responde con un argentinísimo: “¡No jodás!”. No hace falta.

Es cierto que tenemos muchos defectos como sociedad, pero evidentemente


hay uno que no tenemos: No nos olvidamos de aquel fiel y entrañable amigo
que nos abre su corazón y nos permite entrar en él.

Concierto en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires (Argentina)


15 de Enero de 2003
Texto de Silvia Nora Ninin (Buenos Aires)

LA FIESTA, MI FIESTA
La fiesta, “mi fiesta”, comenzó hace ya tres meses, en el momento de
comprar las entradas. Tres meses de espera, de ansiedad y de alegría.

Por fin llega el día, teatro Gran Rex, son las 21.40 horas y ante la demora
de diez minutos, empezamos a reclamar ruidosamente la presencia del Nano.
Se enciende una luz sobre el lado derecho del escenario y ahí está él.

¿Cómo describir lo que pasa en ese instante mágico? ¿Cómo expresar la


emoción del reencuentro con este amigo del alma? Porque nos conocemos
desde hace 34 años y cada nueva vez es igual y también distinta. Pero el
cariño, ese amor incondicional que le tenemos, ¡¡ es el mismo de siempre !!

En uno de nuestros principales diarios, “Clarín”, un periodista dijo del


espectáculo: “El mito estaba allí, intacto, frente a una multitud de feligreses
que ni siquiera le exigía la revalidación de sus milagros”. Exacta definición del
momento.

169
Gira “Versos en la boca”

Y ya desde el arranque nos regala “Bendita música”, y siguen las nuevas


canciones de "Versos en la boca" y las de siempre, sus “clásicos inoxidables”.

Sobre la mitad del recital nos sorprende y nos conmueve (¡¡una vez más!!)
con dos perlas que hacía tanto tiempo que no le escuchábamos, “Coplas para
la muerte de Don Guido” y “Defensa de la alegría”. El sortilegio y la emoción nos
envuelven, nos contienen, no nos dan respiro.

Un párrafo especial para Ricard Miralles, ese maestro con el que los
serratianos de pura cepa hemos disfrutado tanto sus arreglos musicales de las
canciones del Nano. Bienaventurado sea el reencuentro.

Cuando llega “Fiesta”, nos damos cuenta que los códigos siguen intactos.
Serrat preparándose para despedirse y nosotros para pedirle más.

Se fue pero regresó, fueron siete veces que volvió para un último regalo:
“Cantares”, “Pueblo Blanco”, “África”, “Lucía”, “Penélope”, “Aquellas pequeñas
cosas”, y cuando casi ya empezábamos a resignarnos, canta “El último
organito”.

Nos vamos tan contentos y tan tristes a la vez... Felices por el privilegio de
haber estado allí, apenados porque deberemos esperar por lo menos un año
para que se repita el hechizo.

Una y otra vez vuelvo a pensar: "Nano, no sé que sería de nosotros sin ti"

Concierto en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires (Argentina)


16 de Enero de 2003
Texto de Guillermo Soler (Buenos Aires)

BENDITA MÚSICA
Soy una de las muchas personas que el día jueves 16 de enero se hizo
presente en el Teatro Gran Rex de la ciudad de Bs. As. para presenciar el
nuevo espectáculo que SERRAT se encuentra presentando en Argentina y me
gustaría manifestar mi opinión sobre el mismo.

El show que presencié fue el último que JOAN MANUEL dio en Buenos
Aires, hasta su retorno en el mes de febrero. A pesar del gran calor reinante,
el Gran Rex estaba colmado por gente de todo tipo y todas las edades que
esperaban impacientes el recital, que empezó alrededor de las 21:45, cuando
hizo su aparición la orquesta, que comenzó a tocar una pequeña introducción.
Casi enseguida, y en medio de una ovación se hizo presente el catalán, saludó
y empezó con lo que sería un concierto impecable desde el punto de vista
musical.

En primer lugar, me gustaría referirme a la puesta en escena, austera pero


excelente. Los músicos se ubicaron en la parte de atrás del escenario, a
excepción del pianista Miralles, quien se encontraba a un costado. En torno al
escenario, había varias columnas, las cuales tomaban durante el concierto
diferentes tonalidades. Mención aparte merece la iluminación. Variados y

170
Gira “Versos en la boca”

hermosos colores de luces que van variando -con gran precisión- de acuerdo
al tema que se está interpretando y al momento que está atravesando el
show. En líneas generales creo que la puesta en escena supera a la que
utilizara SERRAT en su anterior espectáculo en el que presentara su disco
"Cansiones".

En segundo término, cabe destacar la gran labor de la banda que lo


acompaña. La misma sonaba realmente muy bien, desempeñando con eficacia
su papel, con arreglos sutiles, pero muy lindos, manteniéndose con dignidad
en su lugar de acompañante del cantante.

El repertorio estuvo bien elegido. Incluyó la mayoría de los temas de su


nuevo disco, entre ellos una excelente versión acústica de “De cuando estuve
loco”, “Muñeca rusa”, “La mala racha”, “Señor de la noche”, “Qué sería de mi”, y
la hermosa “Es caprichoso el azar”, cantada con mucho sentimiento.
Intercalados con éstos incluyó algunos de sus viejos éxitos como
“Mediterráneo”, “Hoy puede ser un gran día”, “Defensa de la alegría”, “Llanto y
coplas”, como así también otros temas más recientes, entre ellos,
“Dondequiera que estés”, “Bendita música” y “Benito”, a mi juicio una de las
mejores de todo el concierto.

La voz de SERRAT está en buen estado, y la maneja con mucho oficio. Su


carisma se encuentra intacto y mantiene en todo momento el control del
espectáculo y del público. Luego de tocar “Fiesta” llegó la hora de los bises.
Asi sonaron temas como “Cantares”, “Sin piedad”, “Lucía”, “Penélope”, y otra
de mis favoritas, “Pueblo Blanco”. Ante la insistencia de un público que seguía
aplaudiendo sin parar, regresó JOAN MANUEL, esta vez sólo, con su guitarra e
interpretó “Aquellas pequeñas cosas”, para luego retirarse en forma definitiva
en medio de una nueva ovación.

Después de un concierto de semejante nivel, no podemos menos que


esperar su regreso.

Concierto en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires (Argentina)


16 de Enero de 2003
Texto de Carlos Salerno (Buenos Aires)

COSECHA DICIEMBRE 1943:


BEBER CON ALEGRÍA
Cuando en 1972 realizaba sus tempranas presentaciones en los carnavales
porteños, Serrat no bordaba el escenario como hoy en día. Enfundado en sus
parcos trajes de terciopelo, caminaba unos pasos hasta el centro de los
improvisados escenarios; micrófono en mano, realizaba nueve o diez
canciones, prácticamente sin saludar al público, tanto en su entrada como en
la salida del recinto o estadio de turno. Ritmo al tempo del Rey Momo, de
dobles presentaciones en una misma noche. Época de crisis y saturación para
el joven cantautor.

171
Gira “Versos en la boca”

Han pasado más de treinta años, “febril la mirada” uno busca, en los
recuerdos, aquellos años primeros. Hurga en la memoria. Finalmente sopesa
aroma, color y cuerpo; antes de probar el sabor, compara. Como un buen
vino debidamente reposado, llega el momento de escanciarlo en las noches
calurosas de Buenos Aires. Es costumbre, entre los buenos catadores
porteños, elegir el Gran Rex como el recinto donde habrá de celebrarse la
ceremonia ritual. La gran sorpresa no es encontrar un mayoritario público
femenino dispuesto a probar el bouquet, se está acostumbrado a verlo; pero
cuando el degustador del buen vino también es un público más joven, llama la
atención. Si sumamos que lo aguardan fervores, ovaciones, afectos y una
gran avidez por su presencia, con seguridad, podemos aseverar que el tiempo
de añejamiento ha sido el necesario, que es hora de probar el resultado. Y, en
este ensayo de años (ensayo para la vida), Joan Manuel Serrat ha aprendido a
bordar el escenario, a dosificar fuerzas, a servirse de pequeños trucos y
artimañas (como lo confesara en la última conferencia de prensa) para que el
público pueda disfrutar de la fiesta.

“Ocupen su localidad y presten todos atención, a punto está de levantarse


el telón” (Joaquín Sabina)

Los telones no abundan en la carrera artística de Don Joan Manuel Serrat.


Seguramente prefiere ese golpe inefable que produce, en una noche de enero,
la brisa en el rostro. Brisa semejante a la “Bendita música” que prosiguió a la
introducción de Ricard Miralles y su especie de orquesta de cámara, como la
definiera Alex Hernández, uno de sus músicos.

Bendita música como un agradecimiento a la vida que, como bumerang, le


devuelve una nueva oportunidad de hacer aquello que más le gusta al
coherente catalán: hacer canciones y cantarlas. Le siguieron, “La Bella y el
metro” -en su condición de voyeur-. Luego, el saludo a su público: “Buenas
noches a todos, menos a uno… Buenas noches a todos y bienvenidos todos a
su casa, en nombre del Sr. Cordero y el nuestro propio les damos la
bienvenida a esta histórica sala del Gran Rex, donde tantos artistas de
renombre han pasado… Y, por encima de cualquier cosa, quede constancia de
nuestra gratitud, al Sr. Cordero, a los artistas que pisaron el escenario y a
todos ustedes que han decidido invertir esta noche de su vida, esta noche
única e irrepetible de sus vidas (“único sos vos”, una voz femenina replica
desde la platea) han decidido invertirla y compartirla con nosotros…” Saludo
que precedió a “Benito” para demostrar, por primera vez en la noche, cómo
debe bordarse el escenario. Tantas veces despojado de sus calcetines, otra
vez Benito se empeña, afortunadamente, en volver de la mano de un Serrat
histriónico, simpático y hasta cruel con esos pies que quedarán nuevamente
desnudos a merced del río que sigue creciendo…

Con Benito ya a merced de las aguas, Serrat ataca con “Muñeca rusa”.
Seguidamente, los acordes de “Los fantasmas del Roxy” como base de la
presentación de los músicos. Serrat apela a un largo y ameno monólogo: “Por
lo general el vocalista de la orquesta, en este caso un servidor de ustedes,
acostumbra a presentar a los componentes de la banda cuando el espectáculo
está próximo a finalizar, forma parte de alguna manera de la trama, yo no
quiero esperar. No es que… La verdad no es que tenga dudas acerca de
terminar el espectáculo, lo he conseguido siempre, a lo largo de muchos años,
no creo que hoy vaya a cambiar; pero, saben, por si acaso, ¿no? por lo que
puta pudiera, ¿no? Uno a medida que avanzan… yo me entrego y la
conmoción y el cariño del público, la borrachera de los aplausos… que, en fin,
que se me puede ir el santo al cielo; aunque la verdad es que no creo; no, no
creo que se me vaya el santo a ningún lado: hace años que se me fue el
santo. La verdad es que no lo echo de menos tampoco; es otra vida, distinta…

172
Gira “Versos en la boca”

sin santo. O sea que no sé pa’ qué mierda lo celebro. Y, también, yo quiero
presentar a los compañeros pronto, porque en esta vida es bueno que todo el
mundo sepa con quién está pasando la noche o, como mínimo, cómo se
llama. O sea, respetable y estimado e imprescindible público, es para mi un
honor y privilegio compartir este escenario con…” Los aplausos para los
músicos fueron sostenidos y fervorosos; pero Ricard Miralles, como era de
suponer, se llevó el mayor estruendo.

“De cuando estuve loco”, composición a la cual muchos atribuyen un estilo


“sabinero” en la letra, continuó en el programa. La guitarra electroacústica
reemplazó a aquélla de tinte flamenco que se escucha en la grabación de
“Versos en la boca”. Una precisa versión, donde “el vocalista de la orquesta”
presentó una voz más fresca que en la original de estudio.

Seguidamente, Serrat realiza dos invocaciones: un llamado a los orígenes,


a las fuentes que lo han enriquecido; y, en los versos de Benedetti, una
invocación a la vida.

Fue un set musical que alcanzó grandes momentos de emotividad, tanto por
los temas escogidos como por la interpretación de Serrat, quien entregó una
de las más sentidas interpretaciones de la noche en “Defensa de la alegría”:

“A lo largo de muchos años me dio siempre por poner música a algunos


versos ajenos, quiero decir que esto es una constante a lo largo de toda mi
producción discográfica; con mayor o menor fortuna, pues, musiqué algunos
versos de Machado, de Miguel Hernández, de Joan Salvador Papasseit, de
Mario Benedetti, y de muchos otros. Esta noche me gustaría, parafraseando
aquí los versos de Miguel Hernández, decir aquello de “a las aladas almas de
las rosas/ del almendro de nata te requiero”, y les requiero que vengan a
compartir este escenario como han compartido tantos magníficos años de este
oficio mío, ayudándome tanto en el camino. Para estos conciertos hemos
preparado un poema de Machado, “Llantos y coplas a la muerte de Don Guido”,
y otro poema de Mario Benedetti, la “Defensa de la alegría”. Muchas gracias.”

Fue en la interpretación del poema de Benedetti cuando Serrat descerrajó


su mensaje al público argentino: al borde del escenario, extendiendo los
brazos, cantando para la platea, levantando la vista hacia el pullman,
predicando la necesidad, la indispensable necesidad de defender, aún en estos
magros tiempos, la alegría.

Como un quiebre necesario, le siguió, quizás, la mejor composición de su


último trabajo: “Los recuerdos”. Si bien Serrat se mostró exultante en
“Defensa…” y emocionado a lo largo del show, no permitió que los aplausos lo
cobijaran, y se retiró brevemente entre bambalinas. El programa continuó con
“Señor de la noche”, otro de los grandes temas del álbum, donde Ricard
Miralles descolla en los arreglos y alcanzan su máximo logro.

Alguien del público le grita “genio, hace años que lo digo”; otro, “vamos,
maestro, vamos”; y luego el tan repetido “grande, Nano”... “Un gusto…
desahóguense. Todo lo que sea para bien de la salud, vale. Es muy
importante, no somos nada sin salud, con salud a veces tampoco. La “Cançó
del Lladre”, es la que sigue. “Canción del ladrón”. Es una canción popular
catalana de siglo XVIII, que los estudiosos agrupan dentro del conjunto
conocido como canciones de bandoleros. Todas, más o menos, a caballo entre
finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Todo esto se lo cuento porque
este concierto aspira a ser algo cultural ¿no? Algo que pueda contar cuando
salgan de aquí ¿no? Pues cantó una canción popular catalana del siglo XVIII.
Eso da dique, entienden. Es curioso ¿no? que hubiera tantos bandoleros en el

173
Gira “Versos en la boca”

XVIII; probablemente había, más o menos, como doscientos, quizás


proporcionalmente ahora más. Bueno, ahora porque nos afecta directamente
y seguramente porque son otro tipo de bandoleros. En primer lugar, a los
bandoleros del siglo XVIII el pueblo les escribió canciones, y, aparte, tenían la
delicadeza de desvalijar a la gente con la cara tapada, iban embozados, a
diferencia de nuestros contemporáneos que son muy pocos delicados en ese
sentido... La canción cuenta, en primera persona, la vida y prodigios de uno
de estos bandoleros, desde su tierna niñez hasta su final en el cadalso,
pasando por algunos momentos brillantes de su anecdotario; entre ellos, el
asalto a un mercader muy conocido, al cual desvalija - evidentemente para
eso lo asalta -, y también el robo a una muchacha; bueno, el robo de una
muchacha, a la cual, según sus propias palabras, roba con falsedades,
prometiéndole matrimonio. La verdad, dijéramos, como argumento se
sostiene poco ¿no? O bien la muchacha era un poco pelotuda, o era muy viva.
Hoy en día, esto la verdad no funciona. Bueno, respetable público, vamos a
cantar, que para eso estamos aquí…”. Si quien escribe tenía algunos
prejuicios sobre esta canción, debe confesar que el tratamiento que se le dio
fue brillante. La introducción de piano y violín fue realmente soberbia.

La noche continuó con “Mediterráneo”, una versión con apoyo de saxo. El


teatro estalló nuevamente en un fervoroso aplauso, y hasta volvió a
escucharse desde la platea “Dios”. Esta vez no hizo preámbulos mencionando
a Noa, y atacó directamente con “Es caprichoso el azar”. Le continuaron
“Disculpe el señor” (el día anterior había escogido “El último organito” en su
lugar), “La mala racha”, “Dondequiera que estés”, “Hoy puede ser un gran día”,
una versión diferente, donde hizo más lento tramo de los primeros versos,
para retomar el ritmo habitual de la canción inmediatamente; “Qué sería de
mí”, “Fiesta”, donde ya se anunciaba, como era de suponer, el principio del
final. Sentado en su taburete, brindó primero “Sin piedad” y luego “Cantares”,
donde permitió la complicidad del público en el estribillo.

Y llegaron los bises: “Pueblo blanco” (esta vez, nadie cortó el clima final de
la canción, como ocurriera un par de días antes); “Lucía”, “Penélope”. Serrat
se retira del escenario para el repetido juego de la demanda: la gente de pie,
aplaudiendo y vivando durante un par de minutos, lo trae para que, a solas
con su guitarra, termine la noche con “Aquellas pequeñas cosas”.

Una noche donde se vio a un Serrat visiblemente emocionado en algunos


momentos; entero, pese al cansancio; aclamado por un público enfervorizado
de manera; aplaudido y vivado hasta por algunos de sus músicos; sostenido
por Ricard Miralles por instantes; bien porteño en varios pasajes del recital.

Y el público, que previamente a “Aquellas pequeñas cosas” había prometido


la archiconocida “una más y no jodemos más”, volvió nuevamente a vivarlo, a
aplaudir durante minutos pidiendo su presencia, sólo para la despedida.

Ya sin su saco, se asomó y caminó unos pasos hacia un costado del


escenario, para brindar el saludo final, en la última noche de esta primera
etapa en Buenos Aires, para dar la puntada final al bordado que comenzara
algo más de dos horas antes. Porque Serrat no posee, por razones obvias, la
voz de antaño; porque debe esgrimir artimañas de zorro viejo para capear los
años, pero es indudable que cada día lo borda mejor, y sus cómplices lo
saben. La borrachera post recital es cosa de otro relato, más cuando el buen
vivo pasa la prueba de la catadura.

174
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Estadio Polideportivo de Mar del Plata (Argentina)


17 de Enero de 2003
Texto de Oscar Carrizo (Mar del Plata)

QUÉ SERÍA DE NOSOTROS SIN SERRAT


Y SUS VERSOS EN LA BOCA
Dos años, dos meses y cuatro días de la última vez que Joan Manuel estuvo
por mi casa, su casa, Mar del Plata. Estas líneas son previas al concierto que
nos regalara en algunas horas y que detallaré más adelante, pero quiero
referirme también a la ansiedad que envuelve al cuerpo ante el día
esperado... “esta noche voy a ver a Serrat”.

Con mi ticket comprado a principios de año, previendo que esto me iba a


traer muchas complicaciones por la falta de tiempo y el trabajo acumulado
que pasara a segundo plano sin medir consecuencias.

La clásica butaca de la fila cinco al medio desde hace diez años, y qué lejos
quedaron los tiempos estudiantiles rebeldes en que el dinero solamente me
permitía sacar ese ticket barato donde podía ver a Joan desde muy lejos, pero
sentirlo tan cerca... aunque las ubicaciones cambien, la sensación es la
misma, pero he de confesar que los leales, los de siempre, están en las
gradas de atrás, en las que están más lejos, los que siempre saben sus letras
de memoria, los que nunca aplauden antes que termine una canción, los más
ingeniosos para decirle algo a los gritos, los que más gritan “nooo” cuando el
Nano canta “Fiesta”, los que más aplauden ó silban cuando se habla del norte,
en fin su gente, ellos nunca faltan... “esta noche voy a ver a Serrat”.

Todavía recuerdo aquel concierto por el ’83 cuando presentaba después de


los años oscuros de la dictadura su famoso “en directo”, a metros de donde se
presentara hoy, era el estadio mundialista, no me olvido de sus
presentaciones en el súper domo en el verano del ’86 con seis funciones en
enero, otras tantas en febrero en las cuales asistí a todas, y a todas las que
siguieron en estos años... ya han pasado veinte años de mis diecisiete años
de entonces, ya han pasado veinte años de no faltar nunca a la cita, ya han
pasado veinte años de... “esta noche voy a ver a Serrat”...

Ya han pasado veinte años de... “esta noche vi a Serrat”.

La ansiedad en el recinto se hace cómplice entre el público impaciente, sólo


faltan quince minutos para la hora señalada, sólo quince minutos para que
salga a la arena ese torero que nos hará sentir vivos y el ole se transformara
en aplausos y gritos. Y quince minutos después de la hora prevista se apagan
las luces del recinto para encenderse tenuemente las ocho columnas
transparentes que adornan el escenario, salen sus músicos, comienza a sonar
ese piano que es maravilloso gracias a las manos de Ricard Miralles (Ricardo
aquí) y todo el resto del quinteto que acompañara al Nano en esta noche. En
la introducción aparece un sonido, conocido como acople, que hace que los
cinco músicos se miren desconcertados, pero siguen, no saben que es un
invitado no deseado que volverá luego.

175
Gira “Versos en la boca”

Es el momento esperado, Serrat sale al encuentro nuestro, pantalones


grises, remera negra al igual que sus zapatos y saco gris perla, ahí está el
Nano, comienza el show, comienza “Bendita música”. Prosigue con “La bella y
el metro”, los primeros acordes de “Benito” para acompañar sus primeras
palabras -“Buenas noches y bienvenidos todos a su casa y gracias por
invitarnos a pasar. Aquí estamos con un manojo de versos en la boca para
compartir con todos ustedes, y profundamente agradecidos porque ustedes
tomaron la decisión magnifica de invertir esta noche de sus vidas, una noche
única e irrepetible en sus vidas, la destinaron a compartir con nosotros... no
saben lo agradecidos que estamos. Esperamos estar al nivel de su
generosidad”.

El concierto discurre con “Muñeca rusa”, “Los fantasmas del Roxy”, y una
deliciosa presentación de sus músicos -“Y por lo general, el vocalista de la
orquesta, es decir yo en este caso, acostumbra a presentar a los
componentes de la banda, es decir estos caballeros, cuando el espectáculo
está por finalizar, forma parte dijéramos de la traca final... yo prefiero no
esperar. No porque tenga desconfianza a mis posibilidades de llegar al final
del espectáculo, ni porque tema en la huida del público, mas bien se trata que
yo no quisiera que a medida que avanza la fiesta, pues yo envuelto en los
vapores de su cariño, ebrio de los aplausos del público, se me fuera el santo
al cielo. Aunque la verdad en mi caso, es difícil... digamos que es difícil que
mi santo se vaya a ningún lado. En verdad no sé por qué lo celebro el
veinticuatro de julio, ni por qué siempre lo tengo que celebrar, debido a que
él y yo hace muchos años disfrutamos de nuestras ausencias, pero en fin, es
una expresión. Y luego por otra parte también, debido al respeto que les
tengo, quisiera aclarar que en esta vida siempre es bueno saber con quien
uno esta pasando la noche, o como mínimo saber como se llama...”

Los nombra uno a uno y todos los aplausos todos, son para el maestro
Miralles. “Señor de la noche” es su próximo tema y vuelve a aparecer ese
problema de sonido del principio a mitad de la canción, cosa que motivó a
Serrat una vez finalizada la canción dirigirse a un ayudante de escenario no
con cara de buenos amigos. Reponiéndose recuerda a los poetas que
musicalizo para entonar “Llanto y coplas”, pero nuevamente tiene problemas
con el sonido. Muy molesto, el Nano se dirige hacia otro técnico de escenario
antes de proseguir con una versión renovada de “Defensa de la alegría”, “Los
Recuerdos” y nuevamente los problemas en el sonido, en ese momento
recurre a todo su profesionalismo termina la canción, toma su guitarra como
para tratar de reponerse y nos regala una versión de “De cuando estuve loco”
con un registro de voz mayor al que iba realizando, y una cadencia distinta a
la placa.

Explica de una manera muy rica y graciosa su próximo tema “La cançó del
lladre” y no vuelve a hablar en el resto del concierto para lograr la mayor
concentración posible después de los problemas y nos ataca
interrumpidamente con “Mediterráneo”, “Es caprichoso el azar”, “Disculpe el
señor”, “La mala racha”, “Dondequiera que estés”, una versión renovada de
“Hoy puede ser un gran día”, “Qué sería de mí” y “Fiesta”... a esta altura los
problemas de los primeros temas habían quedado muy atrás y estábamos
todos al borde del paroxismo. Es tiempo del bis, el público lo reclamaba al
grito de “otra, otra” y “ole, ole, ole, Nano, Nano”, y nos devuelve el reclamo
con “Sin piedad” y “Cantares”... en este último tema observé algo que me
estremeció muchísimo, una señora mayor de setenta años, con lágrimas en
los ojos, recitando “caminante son tus huellas el camino...”, ya con esto me
sentía más que satisfecho, era esa imagen del Nano y la señora desconocida
vibrando con esa canción. Pero siempre hay más, Serrat volvió nuevamente al

176
Gira “Versos en la boca”

escenario con “Pueblo blanco”, para irse y ante un público que lo seguíamos
reclamando nos brindó “Lucía”, como antes, con Miralles y Serrat apoyado en
el piano.

Fueron veintitrés canciones, dos horas quince de regocijo para el espíritu.


Sepan disculpar lo extenso del comentario, pero no me quise quedar
solamente con lo que era el concierto, sino con esa ceremonia previa al
encuentro con Juanito, a esos días que parecen interminables, y que ya
pasaron. Y también compartir con ustedes, mis compañeros de ruta en esto
de seguir al natural de Barcelona desde hace muchos años, ya sea por una
placa o un concierto.

Salí caminando del recinto, fumándome un cigarro, tarareando “De cuando


estuve loco”, para repetir lo mismo que hace veinte años: “Esta noche vi a
Serrat”.

Concierto en el Estadio Ruca Che de Neuquén (Argentina)


19 de Enero de 2003
Texto de Juan Carlos Duarte (Neuquén)

EL NANO NOS DIO COBIJO


Soy uno de los miles que, “voluntariamente” concurrí al Estadio Ruca Che
(Casa de la gente en lengua mapuche, pueblo originario de esta tierra) de
Neuquén para compartir el concierto de Joan Manuel y sus “Versos en la
boca”.

Y cómo no habría de hacerlo, si hace más de tres años que esperaba este
momento...

Las estadísticas dicen que en Neuquén, una ciudad de trescientos mil


habitantes, la mayoría son mujeres. Lo que éstas omiten es que la mayoría de
ellas admiran a Serrat y ello se manifestó claramente en las tribunas del
Estadio e imagino que una a una fue, con el transcurrir del recital, renovando
su admiración y fidelidad.

Todo empezó con la “Bendita Música” que Ricard emanaba desde su piano
mientras el Nano deletreaba las notas con su voz.

Los “Versos...” se fueron mezclando con otras canciones de distintos


tiempos y musas.

Machado, Hernández, Benedetti, rondaron un escenario cálida y


cuidadosamente iluminado, generando un clima decididamente inolvidable.

Y Nano seguía agradeciendo nuestra “voluntaria” concurrencia a esta cita.

Y cómo no habríamos de hacerlo si fue una bocanada de aire puro a nuestra


realidad contaminada, si fue un susurro a nuestros oídos aturdidos, si fue una
caricia a nuestras almas doloridas.

177
Gira “Versos en la boca”

Cuando se... acaba la “Fiesta” nos quedamos con ganas de más y así llegan
“Lucía”, “Pueblo Blanco”, para terminar en un coro de 6.000 voces con
“Aquellas pequeñas cosas”.

Miles de manos se levantan con la intención de tocarlo, para convencerse


de que esto no es un sueño del que ya nos toca despertar mientras él reparte
besos al aire y agradece nuestra presencia.

Y cómo no habríamos de estar ahí si mientras “aquí abajo” dura la mala


racha... el Nano es nuestro cobijo.

Cómo no habríamos de hacerlo si ya estamos esperando su regreso.

Gracias Joan Manuel y hasta pronto.

Concierto en el Estadio Godoy Club de Mendoza (Argentina)


21 de Enero de 2003
Texto de Sergio Garcés (Mendoza)

MENDOZA ES DE SERRAT
El comienzo del recital se produce con el escenario a oscuras y unas tiras de
colores que se van transformando, primero azul, luego rojo. La banda realiza
una larga introducción del tema “Bendita música” y en el preciso instante en
que comienza la letra, ingresa a escena Joan Manuel, que para la ocasión
vestía remera oscura, pantalón al tono y saco gris. Desde los primeros
acordes de su voz se denota un cansancio que no le permite desarrollar los
tonos a gusto, pero es mucha la voluntad que pone y el énfasis que se
disimula un poco.

Luego se van encarrilando “La bella y el metro”, “Benito”, “Muñeca rusa” y el


ansiado saludo al público, pidiendo permiso para cantar en esta bella noche y
agradeciendo la presencia de cada uno a la fiesta (noche inolvidable fueron
sus palabras).

Tras un comienzo a todo ritmo le da paso a un momento de reflexión y


homenaje a dos grandes poetas como son Machado y Benedetti, cantando
“Llanto y coplas” y “Defensa de la alegría”. Termina con “Los recuerdos”.

Llega el momento de presentar a los músicos que lo acompañan y de tomar


la guitarra y entonar “Los fantasmas del Roxy”. Una vez finalizada se despide
la banda por un momento, para dar paso a “De cuando estuve loco” y volver
para salir con “Señor de la noche”.

Si bien en Mendoza se hizo mucha promoción de este recital con la


publicidad de los temas de "Versos en la boca", fue con “Mediterráneo” que se
produjo la explosión del público y la verdadera comunión con el artista. Pero
como la idea era presentar el nuevo disco, siguió con “Es caprichoso el azar”,
pero ya con una respuesta más enfervorizada del público.

178
Gira “Versos en la boca”

Se sucedieron luego “Disculpe el señor”, “La mala racha”, “Dondequiera que


estés” y “Hoy puede ser un gran día”. El clima ya era el ideal: bailes, gritos,
piropos por doquier y el final esperado: “Fiesta” para tirar la casa por la
ventana y aplaudir a más no poder.

A esta hora no podíamos dejar ir a Serrat, por lo que por más que se
despidió, lo hicimos volver para que nos dejase “Sin piedad”. El Nano trató
con “Cantares” hacer un nuevo intento de despedirse, pero no lo dejamos.
Aplaudimos tanto y pedimos por otra, que volvió con “Lucía”, saludó y se fue.

Como somos muy exigentes, y como sabemos que del artista obtendremos
lo mejor, gritamos por la última y como si fuese un deseo pedido al mago de
la lámpara mágica nos regaló “Penélope” y “Aquellas pequeñas cosas”.

Ambos sabíamos que llegaba el inevitable final, por eso miré al cielo y
agradecí a Dios la posibilidad de estar en esta magnifica noche junto a Joan
Manuel Serrat.

Me despido haciéndoles saber que tuve esta mañana la alegría de conocer a


Joan Manuel Serrat. Fue en una plaza del centro de mi ciudad, frente al hotel
donde se hospeda.

Tan solo fueron cinco minutos, ya que estaba por salir, pero se me
cumplieron dos sueños en un mismo día: conocerlo personalmente y
escucharlo cantar en mi provincia.

Concierto en el Estadio Chateau Carreras de Córdoba (Argentina)


24 de Enero de 2003
Texto de Enrique Orschanski (Córdoba)

SERRAT EN CÓRDOBA:
CRÓNICA DE UNA NOCHE DE VERANO
El lugar.

Serrat eligió cantar en Córdoba el día 24 de enero. Córdoba de Argentina,


Córdoba de la Nueva Andalucía, Córdoba de verano; para muchos, Córdoba
de vacaciones.

Rara situación la de Córdoba, y la de Argentina en general, que muestra a


un tiempo su más grave crisis económico-social y su mejor cara de verano:
miles de turistas, moviéndose de un punto a otro del país, buscando descanso
y diversión.

Córdoba es una provincia con innumerables centros turísticos, en sus valles


y en sus sierras. Son numerosos los festivales de música que se desarrollan
en ésta época en nuestro territorio.

Y en especial este verano Córdoba fue desbordada por visitantes locales,


de otras provincias y también de países limítrofes.

179
Gira “Versos en la boca”

Así recibió Córdoba a Serrat. Plena de gente, de sol, y de música en todos


los rincones.

El recital sería en el Estadio al aire libre. Viernes 24 de enero, 22:00 horas.

La espera.

Hall del hotel donde se aloja la delegación, 18:30 horas.

Veo apenas cinco personas esperando algún contacto con Serrat. Tres
señoras mayores, pacientemente sentadas en sillones. Dos muchachas
jóvenes, con libros y papeles. Me agrego yo, con mi libro de canciones, mi
cámara fotográfica y la carátula de un long play, año 1969.

De a uno van apareciendo los músicos: relajados, gentiles. A mi pedido,


uno de ellos me presenta al maestro Ricardo Miralles. Emocionante estrechar
la mano de tan querido y extrañado músico, principal cómplice de Serrat en
labrar nuestra memoria con tantas canciones. Se sorprende al ver el disco de
cartón; sonríe repasando los temas: “Como un gorrión”, “De cartón piedra...” y
firma “Cordialmente Ricard Miralles”, aumentando inmediatamente mi sonrisa,
y el valor de esta reliquia.

En pocos minutos salen del hotel rumbo al estadio, para “pruebas de


sonido”.

Se han sumado personas a la espera. Una familia de Frías, Santiago de


Estero, incondicionales. Un señor con un cancionero, lamentando no tener
cámara fotográfica, una familia cordobesa, aparentemente amigos personales
de Nano.

Rápidamente se establecen lazos serratianos. Superando el pudor inicial


comenzamos a hablar, y a mostrarnos nuestros “tesoros” bibliográficos. La
santiagueña ya tiene una foto con Serrat, del año pasado.

La empatía se extiende, y la espera se convierte en una pequeña comunión


de afecto. Solucionamos problemas: yo te saco esa foto con mi cámara; vos a
mí; yo cuido del disco; yo cuento mis anécdotas; vos mostrás tu admiración
desde tus 20 años; vos tu agradecimiento desde tus 57.

Otra obra de arte serratiano: unir personas desconocidas, que se abren a


partir de la confianza que inspira ser serratiano.

El hall del hotel se ha transformado ahora en la sala de la casa cualquiera


de nosotros; o en el bar de los amigos.

Siete y diez de la tarde; se abre el ascensor. Aparece Joan Manuel Serrat.


Con un tácito orden, sereno y respetuoso, se van dando los contactos.

Primero con las tres señoras mayores, que le hablan en catalán. Él sonríe,
las escucha, responde breve, y las abraza largamente a cada una.

A continuación, las dos muchachas, que pertenecen a la asociación HIJOS


(de desaparecidos por la dictadura militar argentina). Le entregan material
gráfico, y un libro sobre la vida del padre de una de ellas. Serrat las
contempla y suelta: "qué crecidas estáis..."; y besa y abraza a las dos,
conmoviendo el entorno.

Luego, varios fuimos los beneficiados con su gentileza: autógrafos, fotos,


saludos y agradecimientos. Varias generaciones unidas por este hombre;
sintiendo igual admiración y orgullo, por tanta poesía y tanta coherencia.

180
Gira “Versos en la boca”

Son las 19:35, hora de subir al automóvil que lo lleva al estadio; los
aplausos surgen espontáneos.

Quedamos en la vereda (acera), intentando prolongar el momento,


sonrientes. Sintiéndonos amigos de estos desconocidos, que compartieron la
espera.

El recital.

“Noche linda, noche cordobesa” dijo Serrat en su primer parlamento. Es que


no se podía iniciar algo sin citar la preciosa noche estrellada de verano que
enmarcó el recital.

Con unos minutos de demora (22:15) aparecieron los músicos, y luego él.
La ovación inicial nos emocionó; y cuando fue acallando, y los músicos
encararon los acordes que presagian primera estrofa, un grito femenino
atravesó todo el estadio: ¡¡¡¡¡¡¡ Te amoooooooooo !!!!!!!

Todos, incluyendo el maestro reímos, y aplaudimos la ocurrencia; no sólo


por lo gracioso sino porque de alguna manera, muchos se sintieron
representados.

El recital alcanzó una calidad inmejorable; Serrat estaba sereno, distendido,


sin problemas en la voz.

El sonido sublime; y la conjunción con los músicos se vio perfecta y original,


a pesar de saber que han repetido este espectáculo tantas veces...

Dos horas de una hermosa comunión con 10.000 personas que, cantaron
las conocidas y murmuraron las del último disco. Acompañaron cada gesto y
cada guiño, y humedecieron sus ojos con la canción que más les gusta...

Dos bises y salieron del escenario. Ovación. Dos más y salieron. Ovación.
Una más, con Miralles al piano, y salieron. Ovación más fuerte.

Y la joya final: “Aquellas pequeñas cosas”, sólo él con su guitarra, y un coro


de 10.000 serratianos, absolutamente agradecidos y felices...

Lentamente salimos del estadio, con la piel y el alma sensibles, las palmas
enrojecidas, y sonriendo a quienes como nosotros, buscaban volver a casa.

¿Qué más se le podía pedir a una noche cordobesa?

Concierto en el Estadio Chateau Carreras de Córdoba (Argentina)


24 de Enero de 2003
Texto de Matías Bailone (Córdoba)

INIGUALABLE MAGO DE OZ
La noche presagiaba dimensiones mitológicas, y Joan Manuel Serrat no
defraudó a las expectativas cordobesas, desplegando sobre un estadio que
ostentaba más de 10.000 personas “los sueños que forja en su andar tan

181
Gira “Versos en la boca”

largo”. Como un gran titiritero de emociones, no tuvo pudor en manejar a su


antojo 10.000 almas que hacían profesión de fe ante el poder catártico del
mundo serratiano. Con la compañía tan imprescindible de Ricard Miralles,
Joan Manuel Serrat interpretó aquella música bendita que la gente necesita
más que comer, como dice Sabina. Comenzó con “Bendita Música”, y siguió
alternando el cancionero clásico con el disco ‘Versos en la boca’, que es un
verdadero manjar de sonido y poesía, el que nos debía desde hace unos años
el querido Juanito, o ‘Nano’, como lo llamamos los argentinos.

Pero hubo momentos épicos. Cuando Serrat cantó "Los recuerdos suelen
contarte mentiras...", el titiritero mostró su verdadero rostro, este magnífico
Mago de Oz dejó caer su careta, y confesó jugar con los recuerdos y
emociones de su público. Pero a renglón seguido hizo estallar el estadio
‘Chateau Carreras’ de Córdoba con los primeros acordes de “Penélope”. No
abdicaba de su labor mesiánica. Siguió jugando con nuestras emociones.

Personalmente, no pude contener las lágrimas al escuchar “Pueblo Blanco”.


Lo mismo me había pasado al verlo hace cinco años en el Estadio Luna Park
de Buenos Aires, cuando hicieron ‘El Gusto es Nuestro’. Aquellos versos de
neto corte kafkiano, de un pueblo ‘colgado de un barranco’, de donde no se
puede salir, pero nunca se sabe qué fuerza ancestral nos ata a ese pedazo de
tierra maldita. Para mí es el punto más alto de la producción poética y musical
de Joan Manuel Serrat.

Llamó la atención, y gustaron mucho las nuevas versiones ‘a lo Miralles’ de


los temas que originalmente habían sido arreglados por Josep Mas ‘Kitflus’,
como “Disculpe el señor” y “Bendita Música”. Lo que nos hace esperar
fervientemente una nueva edición discográfica con estos temas retocados por
la mano de Ricard Miralles.

Lamentamos no haber podido escuchar más canciones catalanas, cuando


este muchacho del Poble Sec tan sólo interpretó la canción del ladrón
dieciochesca. Confieso que ni yo, ni la mayoría de los argentinos entendemos
el catalán, pero escuchar a Serrat cantar en su lengua nos hace sentirlo más
cerca. Quizá sea por aquel adagio que hablaba de ser profundamente local
para ser universal.

Esa noche de concierto a cielo y corazón abierto fue más que un ‘lujo para
el alma y el oído’, fue una liturgia de emociones sucedidas en forma de
canciones. Allí, la música y Serrat eran sólo la forma, eran sólo el cauce del
arte. Casi como una excusa para sentirse vivos, terriblemente aferrados a
esta existencia.

Tengo 22 años, y desde hace varios años escucho a Serrat. Se lo debo a mi


padre, que me transmitió esta noble pasión, con los primeros LP's. Este es
nuestro homenaje a Joan Manuel, al inigualable Mago de Oz que se oculta tras
la figura de un catalán maravilloso. Espero todavía poder escuchar varios
discos más; y de grande, ser como él.

182
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Club Patronato de Paraná (Argentina)


26 de Enero de 2003
Texto de María del Pilar Mestres (Paraná)

PARA QUIEN NACIÓ FRENTE AL MAR...


Paraná se había preparado intensamente durante tres meses para recibir
por primera vez a Serrat. Y toda ella estuvo “a punto” este domingo 26 de
enero para que el concierto fuera de lo mejor.

Amaneció un día de verano inimaginable: cielo límpido, temperatura


agradable, el río manso resaltaba la verdura de las barrancas de mi ciudad e
invitaba a navegarlo... Tal vez lo hiciera nuestro personaje, al menos eso me
pareció entenderle cuando dijo “para quien nació frente al mar, estar junto al
agua, junto a tanta agua, y tan bellos parajes, realmente ha sido un día de
fiesta que termina con una fiesta hermosa”.

Y llegó la noche, fresca y estrellada, complemento inmejorable del escenario


que se había levantado en la cancha de fútbol del Club Patronato, donde
estuvimos -sin dificultad alguna- las 7.000 personas que elegimos pasarla con
el catalán.

Anunciado para las 21 horas, los músicos ingresaron al escenario a las


21,15, comenzando los juegos de luces de colores en las ocho columnas que -
con un fondo negro que las resaltaba- fueron la compañía perfecta para las
melodías que íbamos a gozar. Minutos después, por la derecha, hace su
aparición Joan Manuel, con su “uniforme” de esta gira: pantalón y chomba
negra y saco gris claro.

Minutos antes el intendente le había entregado -fuera del escenario que es


solo suyo- la copia del Decreto Municipal número 28 por el cual se lo
designaba Huésped de honor de la ciudad.

“Bendita música” fue la pionera, pasando imperceptiblemente a “La bella y el


Metro”. Notábase la huella que ¿el tiempo?, ¿el cigarrillo?, ¿el alcohol? han
dejado en su voz, percibido tal vez solo por quienes lo hemos seguido desde
siempre, porque David Palau, Alejandro Terán, Francisco García, Alex
Hernández y Ricard Miralles supieron salvar la falla con habilidad, mostrando
su calidad e integración grupal.

Primer descanso. Saludos y agradecimientos iniciales, donde no faltó


aquello de: “...estamos muy contentos de estar en tierras entrerrianas, aquí
en Paraná -aplausos- No aplaudan. Eso lo decimos siempre. En todos los
conciertos yo siempre digo donde estamos, lo importante es acordarse de
dónde uno está, pues hay veces en que uno, pues... ¡si confundes el lugar es
terrible!”, lo que le acarreó muchos más aplausos.

Predispuesto a escuchar lo que el público le decía con silencios expectantes,


el concierto se encaminaba por un lugar especial. Serrat estaba como en las
mejores épocas, entregado al público. Parecía que había perdido por algún
lado ese mal humor con el que otras veces nos hizo sufrir.

183
Gira “Versos en la boca”

“No hago otra cosa que pensar en ti” y “Muñeca rusa” habilitaron el segundo
descanso, para las presentaciones: “Por lo general, por lo que uno tiene visto,
el vocalista de la orquesta -es decir yo en este caso- acostumbra a presentar
a los componentes de la banda -o sea estos caballeros- cuando el espectáculo
está próximo a finalizar. No se preocupen, este no es el caso. Yo prefiero
anticiparme. No porque tenga la menor duda de que el espectáculo va a llegar
brillantemente a su fin, sino más bien, porque... miren, yo soy de los que
creen que lo que está hecho, está hecho y no quisiera olvidarme de algo tan
importante como es presentar a mis compañeros. Es que a medida que esto
va avanzando, pues... uno, ¡qué quieren que les diga!, se va perdiendo en los
vapores de su cariño, en la borrachera de los aplausos... Bien pudiera ser que
se me fuera el santo al cielo. Aunque la verdad, a mí, el santo es difícil que se
me vaya a ningún la’o, porque hace mucho tiempo que no sé dónde lo perdí.
Y no obstante, quisiera decirles que esto lo hago, sobre todo, por una cuestión
de respeto, a Uds., porque siempre es bueno saber con quién está uno
pasando la noche, o como mínimo, saber como se llama”. Dicho esto, el clima
fue de absoluta intimidad.

Los acordes del piano del maestro Miralles -a quien calificara como quien los
sometía a un estricto control de calidad- nos llevaron hacia “Los fantasmas del
Roxy”.

Tomó su guitarra -acompañado solo de piano- y regaló “De cuando estuve


loco”. “Señor de la noche” lo mostró cansado y habilitó el tercer descanso.

“Ponerle música a poemas de otros me pareció desde que empecé a escribir


canciones, una manera hermosa de contar aquellas cosas que uno quería
contar y alguien lo había dicho con palabras tan hermosas. Así me animé y le
puse música a algunos versos de Machado, otros de Hernández, de Mario
Benedetti o un poema de León Felipe y algunos otros. En fin, con mayor o
menor fortuna, muchos han sido los intentos de convertir en canción
hermosos poemas. Esta noche hemos preparado para este concierto un
poema de Antonio Machado “Versos y coplas a la muerte de Don Guido” y otro
de Mario Benedetti “Defensa de la Alegría”.

Hizo aquí la mejor defensa de la alegría que he visto. Cantó con alma y
vida. Todo su cuerpo parecía apostar a esa defensa. Sumamente expresivo,
sus manos y su rostro especialmente, fueron la muestra cabal de lo que
estaba diciendo. Inmejorablemente apoyado por sus músicos y las columnas
luminosas.

Y después de tanto desgaste, el ritmo bajó para “Los recuerdos”


(acompañado con un solo de piano) y “Penélope”.

Una escapada fuera del escenario (¿) permitió el deleite del grupo de
guitarra, saxo, batería, bajo y piano que lo acompaña y regresó anunciando
que cantaría en Catalán “Canción del Ladrón”. “Es una canción tradicional del
siglo XVIII y no quisiera que vayáis a pensar que narra una historia
contemporánea. Resulta que esta canción forma parte de todo un legado de
canciones que los musicólogos aglutinan en lo que llaman “Canciones de
bandoleros” todas ellas aparecidas a caballo de los Siglos XVIII y XIX. Parece
ser que era una época muy abundante del negocio del bandolerismo. Sí...,
ahora también..., está bien. Esto va con el ser humano -dijera Borges-. Pero
hay diferencias mire Ud., hay diferencias. Porque a los bandoleros del Siglo
XVIII el pueblo les escribía canciones, ahora como mucho les escriben
pintadas en las paredes. Y hay otra diferencia muy sustancial, que es que los
bandoleros del Siglo XVIII eran gente delicada, que tenían el buen gusto de
asaltar y desvalijar a la gente con la cara tapada, cosa que actualmente no

184
Gira “Versos en la boca”

sucede, sino que reinciden y a cara descubierta”. Y explicó “de qué va la


historia” (muy pocos en Paraná saben Catalán), cantándola acompañado
magistralmente por Miralles y Terán al violín.

A esta altura parecía que “el maestro” había llegado al momento mejor,
pues casi sin interrupción alguna (salvo otra escapada fuera del escenario)
nos entregó “Mediterráneo”, “Es caprichoso el azar”, “Disculpe el señor”, “La
mala racha” (con coros de Paco García y de David Palau), “Dondequiera que
estés” -yo recordé a mi amiga Alicia-, “Hoy puede ser un gran día”, “Qué sería
de mí” (con solos de violín y bajo) y, como siempre, para marcar el final:
“Fiesta”.

Nadie iba a permitir que se fuera. Los osados de siempre que se arrimaron
al escenario le arrojaban vestimentas (abrigos, chalinas, etc.) y tomando
algunas para devolverlas inmediatamente a sus dueños, dijo “Hay que asumir
que uno se está poniendo viejo, antes me tiraban ropa interior”. Como por
arte de magia aparecieron una bombacha -con un mensaje escrito en ella que
leyó y contestó riendo con complicidad con un “yo también”- y un corpiño -
respecto al cual comentó al devolverlo “linda talla”-. Y pretendiendo finalizar
llegó “Sin piedad”. El bis insistente y el cerrado aplauso nos lo devolvieron,
con “Pueblo blanco” y “Lucía”.

Todo el estadio de pié y aplaudiendo durante minutos larguísimos, lo obligó


a regresar con nosotros. “Muchas gracias. Ya les dije cuando empezó el
concierto que esto iba a terminar en una fiesta maravillosa, sabía que Uds.
me iban a hacer disfrutar de esta noche y la verdad es que para mí la música
es mi oficio, pero es un oficio cargado de placeres y -como todos los placeres-
solamente es realmente gustoso, cuando es compartido. Yo quiero agradecer
que me hayan permitido disfrutar de mi trabajo cosa harto difícil en esta
vida”. Como para sostener el clima de intimidad lanzó: “Quiero agradecer
especialmente a la muchacha que arrojó las bombachas porque debe estar
pasando un poco de frío” y con “Aquellas pequeñas cosas” pareció querer
abrigarnos.

Dos ingresos más ante un público que pese al frío de la noche no se iba,
nos permitió oírlo en “El cigarrito” y “para que la cosa no quede renga con una
canción chilena... voy a hacer para ustedes “El último organito”.

Y fue la última. Pese al reclamo de otra y muchos más aplausos, no


regresó. Estuvo con nosotros durante dos horas y media.

Paraná se quedó con la presencia de Serrat en sus anales. Y yo con su voz


sonando en mis oídos...

185
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Velódromo de Montevideo (Uruguay)


28 de Enero de 2003
Texto de Daniel Martínez (Montevideo)

BAJO LA CRUZ DEL SUR


Ni bien ocupé mi asiento, en el medio de la platea al aire libre, ya tenía el
título para esta página. Y es que la constelación señalaba el escenario, en la
capital más austral del planeta, con precisión.

El espectáculo se desarrolló siguiendo el programa ya conocido, con dos o


tres variantes. Nos perdimos a “Benito”, pero en su lugar disfrutamos de
“Disculpe el señor”. También Serrat incluyó “No hago otra cosa que pensar en
ti”, en una versión muy parecida a la del disco.

Presentó “Llanto y coplas por la muerte de Don Guido” y “Defensa de la


alegría” diciendo que el poner música a poetas le atrajo desde el comienzo de
su vida musical, y que varios autores (citó a Machado, Hernández, Benedetti,
Papasseit, León Felipe y Cardenal) habían sufrido en carne propia, su
tentación.

Los parlamentos que realizó fueron casi los mismos que ha hecho en otros
lugares, excepto por las palabras de elogio hacia la murga que actuó como
telonera, abriendo el acto, cosa que incluyo entre las variantes que tuvo la
función de Montevideo.

Coincido con otros amigos que antes que yo presenciaron el show, en que
las canciones cantadas con más fuerza fueron “Defensa de la alegría” y “Hoy
puede ser un gran día”. Del nuevo álbum, “De cuando estuve loco” y “Los
recuerdos” marcaron puntos altos.

Los bises fueron los mismos, ya reseñados por otros cronistas, algunos
cantados por el público. El Maestro recogió innumerables objetos (en su
mayoría cartas) que la gente iba dejando en el borde del escenario.

Al final, después de la interpretación de “Aquellas pequeñas cosas”, se dio el


único momento discordante de la noche, cuando una mujer saltó al tablado.
Pero, antes de que alcanzara a su ídolo, éste, con ampulosos ademanes le
indicó que debía bajar. Se ve que su gesto infundió respeto a la fanática, que
retornó rápidamente a su lugar, sin lograr su objetivo.

Ya saliendo me pareció que las estrellas de la Cruz del Sur titilaban de otra
manera, distinta a las demás estrellas del cielo. Desde ahora, cuando la mire,
recordaré que como durante miles de años guió a los hombres y mujeres de
este lado del mundo, desde hoy me devolverá a esta mágica noche.

186
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Velódromo de Montevideo (Uruguay)


28 de Enero de 2003
Texto de Santiago Rodríguez (Montevideo)

“ESTA NOCHE SERÁ


ÚNICA E IRREPETIBLE”
Si bien estaba previsto para las 21:00 el comienzo del recital, la murga
invitada “Diez al toque” nos ofreció su actuación recién a las 21:30. Además
de interpretar viejos y nuevos temas murgueros que hicieron la espera del
público mucho más corta, “Diez al toque” interpretó una canción con la
música de ““Mediterráneo” y otra con un mensaje a favor de la preservación
del medio ambiente (algo tan reclamado por Serrat) con la de “Fiesta”.

La murga se despide con los merecidos aplausos de todos y cerca de las


22:00 el escenario se oscurece y empieza la magia: suben los músicos y
comienzan a tocar una introducción. Entre el juego de luces y sombras se
distingue la figura de Serrat entrando lentamente al escenario, el público
explota en un aplauso, él hace gestos de agradecimiento y canta “Bendita
música” (de una manera magistral), “La bella y el Metro” y “No hago otra cosa
que pensar en ti”; ahora sí, agradece con palabras.

Es la hora de compartir escenario con la “Muñeca rusa” y con “Los fantasmas


del Roxy” previa presentación de los músicos “con los que pasaremos la
noche”: Ricard Miralles, David Palau, Alex Hernández, Paco García y Alejandro
Terán.

Serrat ya tiene al público en el bolsillo, empieza a silbar y los primeros


acordes de “De cuando estuve loco” algo más lentos que en el disco copan el
Velódromo Municipal, sigue otra gran canción del último álbum: “Señor de la
noche”.

Es el turno de presentar a los poetas, Antonio Machado y... Mario Benedetti


-aplausos, vivas, gritos, etc- (cuando se juega de local...) cantó “Llanto y
coplas” y “Defensa de la alegría”, ambas versiones preciosas. La primera parte
finaliza con el público en silencio de misa escuchando “Los recuerdos”.

Se hace el silencio, sin la presencia de Serrat, los músicos se ponen de


acuerdo y arrancan una poderosa “Penélope” que se reconoce de inmediato
seguida por una íntima y tranquila “Dondequiera que estés” que tuvo su
incidente cuando Miralles tuvo que repetir la introducción porque Serrat no
acertaba a colocarse la guitarra correctamente “es como meter los dos brazos
en una sola manga”, comentó.

Sin muchos rodeos una portentosa versión de “Mediterráneo” arranca


aplausos de todos los asistentes. Otra versión tan novedosa como brillante fue
la de “Disculpe el señor” (personalmente, una de mis canciones preferidas).
Serrat nos abandona momentáneamente para reaparecer con “La mala racha”
otro punto alto del disco y de la noche.

187
Gira “Versos en la boca”

Luego interpreta en catalán la “Canción del ladrón” siguiendo con “Hoy


puede ser un gran día”, “Qué sería de mi” y el temido final: “Fiesta”.

El público delirando pide más canciones a lo que Serrat acude rápidamente


para intentar saciar las ganas (pero no lo consigue), se despacha con “África”
y “Cantares” y todos coreando los atemporales versos “¡caminante no hay
camino, se hace camino al andar!”. Se despide y se va.

Los aplausos, los gritos con todo tipo de propuestas desde la parte
femenina del público, los silbidos, los clásicos coritos hacen que vuelva, pero
esta vez solo con Miralles, para cantarnos la hermosa “Lucía” de parado con
una mano sobre el piano. Ahora sí, parece que todo termina.

Nosotros volvemos a aplaudir a rabiar, hasta que sale, agradece, llama a los
músicos y juntos nos dedican otra hermosa versión, esta vez de “Pueblo
blanco”, largamente aplaudida por todos, al comienzo y al final de cada
estrofa.

Se va, el escenario queda a oscuras, y todos nosotros sin movernos de


nuestros lugares, pidiendo más canciones, a lo que Serrat (como no podía ser
de otra manera) accede. Termina definitivamente el concierto con “Aquellas
pequeñas cosas” cantada íntegramente a dúo con cada uno de nosotros,
incluso se mandó una bromita: entre las dos estrofas cantó un “bidú-bidú-
bidú” que hizo carcajearnos a todos.

Luego sí, la despedida, los aplausos y la retirada con la convicción de que


era una inmensa verdad aquello que nos dijo Serrat cuando nos saludó al
comienzo del recital: “esta noche será única e irrepetible”.

Concierto en el Velódromo de Montevideo (Uruguay)


28 de Enero de 2003
Texto de Edith E. Ferreira (Montevideo)

ENCANTADOR DE URUGUAYOS
Tomo como propias las palabras que encabezaron una crónica del diario El
País de Montevideo en una visita anterior del cantautor porque creo define
con precisión el vínculo casi mágico que existe entre Joan Manuel y los
uruguayos.

Nuestro país es pequeño y conservamos algunas características de cuando


nuestra ciudad se llamaba San Felipe y Santiago de Montevideo; y la llegada
de Serrat constituye un acontecimiento.

El martes 28 de enero se presentaba como una agradable noche de verano,


el Velódromo Municipal estaba colmado. A las 21:30 horas aproximadamente
comenzó la actuación de una murga: "10 al toque". La murga es un género
carnavalesco típico que tuvo sus orígenes en los conjuntos de la ciudad de
Cádiz.

La gente estaba expectante, deseando el comienzo del show. A las 22 horas

188
Gira “Versos en la boca”

hizo su aparición en escena y de pie el público lo recibió con un aplauso


prolongado trasmitiéndole la bienvenida, el cariño, la admiración y el
agradecimiento por tenerlo nuevamente entre nosotros.

El primer tema interpretado fue “Bendita música”. A continuación nos invitó,


de la manera en que sólo él sabe hacerlo, con ese juego, mezcla de calidez,
inteligencia e ironía, a compartir esa noche, recordándonos que sería única e
irrepetible. Y todos aceptamos "encantados". Aceptación que en realidad
hemos realizado hace más de 30 años.

A partir de ese momento y durante dos horas y veinte minutos se desplegó


la música, la poesía, la magia, el encanto. Interpretó los temas nuevos de
"VERSOS EN LA BOCA" y por supuesto no faltaron los temas de siempre. Los
más aplaudidos fueron “Los recuerdos” y “Es caprichoso el azar”.

“Defensa a la alegría” podría señalarse como uno de los momentos


especiales del concierto. Otro al escucharse la “Cançó del lladre”, única
interpretada en catalán, renovándose ese intercambio único, inenarrable entre
Serrat y sus admiradores. Estableciendo un juego de paralelismo entre el siglo
XVIII y el XXI.

El final, la despedida tratamos de retrasarla. Con aplausos logramos que


volviera a escena cuatro veces.

Quedarán en nuestra memoria para siempre “Lucía” interpretada sólo con el


acompañamiento del maestro Ricard Miralles, “Aquellas pequeñas cosas”
cantadas a coro con el público. Y el final: “Pueblo blanco”.

En el día de hoy 29 de enero de 2003 fue declarado Ciudadano Ilustre de


Montevideo. Al recibir el nombramiento dijo Serrat sentirse sorprendido por
"recibir un premio por hacer lo que a uno le gusta" comparándolo con la
sensación que sentiría un niño si recibiera uno "por comer un helado a la
salida de la escuela".

Cuando Joan Manuel saludaba al terminar el recital se escuchó "volvé


pronto", creo que ese era y es el deseo de todos aquí en Uruguay.

Concierto en el Velódromo de Montevideo (Uruguay)


28 de Enero de 2003
Texto de Alicia Oschendorf (Montevideo)

MUÑECA RUSA
Voy a incurrir en un lugar común: cuando una va a ver a Serrat, va
acompañada de todas las que fue, las dieciséis o dieciocho, tal vez veinte
veces anteriores. Desde la estudiante con acné que tampoco se sentía
extranjera en ningún lugar, a la casada y mayor de edad que hacía
malabarismos para acomodar horarios, papillas, y hacerle sitio al concierto.
Mientras la gente sigue entrando pasan por el recuerdo aquellos trajes de
terciopelo lila o las camisas con arabescos estampados de un lado solo que
lucía ese con quién sueña su hija, ese ladrón que os desvalija.

189
Gira “Versos en la boca”

Pasan promotoras y acomodadores, camarógrafos, y también distintos


escenarios, y como en el metro una los ve: abiertos, cerrados, teatros,
Estadios Centenarios repletos y con encendedores que alumbraban noches sin
luna, Palacios Peñaroles donde más allá de la sexta fila no se entendía si
cantaba en catalán o en castellano; buenos y malos sonidos que no hicieron
mejores ni peores nuestros recuerdos. Pasan también los esfuerzos que una
hacía por relacionarse con ese panadero catalán que era la única posibilidad
de saber qué quería decir "Ella qui sap on és/ ella qui sap on para/ la vaig
perdre i mai més he tornat a trobarla..."

Una introducción murguera presagiando el febrero cercano acompañó la


entrada del público que fue lenta. Diez al toque, compuesta por ex integrantes
de Araca la cana y Contrafarsa, con la rara particularidad de contar con dos
mujeres entre sus integrantes, tuvo el dudoso honor devolver los teloneros a
los conciertos de Serrat. Creo que desde Camilo Sesto allá por el ’73, no
hubo. Buenísima la murga, pero el público no estaba en condiciones de
atender su arte y pasadas las dos primeras canciones la ansiedad se palpaba
en el aire.

Ocho columnas, cinco músicos, veinticinco canciones, y dentro de él se


esconde otro que es como él, pero no es, y en ese otro se oculta otro, que
esconde otro a su vez. El casi sexagenario cansado y con poca voz sabe sacar
de adentro al que sigue teniendo veinte años y aún se le dispara el corazón
por un instante de amar. Logra dejarnos ver debajo del elegante saco gris que
aún vive aquel que se vestía de barricada. Va del “Señor de la noche” a “Hoy
puede ser un gran día” y de “De cuando estuve loco” a “Aquellas pequeñas
cosas”.

Todo empezó pasadas las diez de la noche. En las primeras canciones le


notamos la voz opaca y un poco cansada. Luego vemos que como un
alquimista, mide, calcula y elige cuando lucir las reservas, como hace siempre
con esa contenida seducción que siempre llega al punto justo. Conmovedora
versión de “Llanto y coplas a la muerte de Don Guido”, que con Miralles luce tan
igual a sí misma. Solo le faltan las patillas aquellas. En “Defender la alegría”
olvida todas las opacidades y cansancios para lograr una versión que por su
fuerza renueva y mejora lo que dice el texto. “La mala racha”, gana muchísimo
en vivo y luce más arriesgada que en el disco.

Luego de “Los Recuerdos”, salió apuradamente del escenario (¿la próstata?)


para volver con “Penélope” que perdió los dejos tangueros del bandoneón de
Mercadante y se parece más a la de siempre. Habría que ver si ella nos
reconoce a nosotros o se queda sentada en su banco de pino verde.

El listado se conoce y remarcar las preferencias siempre es arbitrario. Así


que solo voy a señalar que una querría que cada canción tenga su doble,
como Tarrés. Echa en falta un reencuentro con “Cuando me vaya”, con
“Helena”, o “Amigo mío”, pero sabe que son inevitables y siempre
disfrutables “Mediterráneo”, “Lucía” o “Pueblo blanco”. “Mediterráneo” porque
siempre es igual y diferente a la vez y “Pueblo blanco” porque conserva más
que ninguna la identidad y el rigor del primer día.

Finalmente, destacar el violín de Alejandro Terán en “La cançó del lladre”, la


guitarra, el alma y el humor de David Palau, especialmente en “La mala
racha”, pero estuvo siempre al tope. Y también el contrabajo de Alex
Hernández y el renovado look del maestro Miralles que ya no se viste de
músico formal y agregó una parte de clarinete tan genial como sorprendente
a “Fiesta”. ¿Y qué hace Paco García detrás de ese biombo transparente?

190
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires (Argentina)


31 de Enero de 2003
Texto de Victoria M. Ferreiro (Buenos Aires)

UNA NOCHE “MÁS QUE CÁLIDA”


La inmensa emoción y alegría que sentimos quienes seguimos “al Nano”
cuando se aproxima un recital, no puede limitarse sólo a esas dos horas de
deleite y admiración, ni siquiera a ese único día en que desde que uno
despierta, espera la llegada de esa mágica cita como un niño espera a Papá
Noel: con ansiedad, felicidad, entusiasmo, regocijo y también una pizca de
prematura nostalgia, sabiendo que ese rato de maravilla se irá como agua
entre los dedos, dejando en cada uno el recuerdo (uno más) de otra noche
“única e irrepetible”. Y así, preparamos de a poquito el corazón para su
ausencia (es que se lo extraña mucho entre visita y visita!)

Personalmente la alegría comienza cuando llegan las noticias de una


cercana gira del Nano, y continúa con las posteriores averiguaciones sobre la
venta de entradas y las largas colas nocturnas sobre la calle Corrientes para
conseguir un buen lugar (¡es que uno querría una ubicación arriba del
escenario si esto fuera posible!). Y aunque en esta oportunidad la cosa no fue
tan así (¿las vacaciones?, ¿la crisis?, ¿la inseguridad?), ya que no se organizó
como otros años la lista de presentes y ausentes para guardar el lugar 48
horas antes de la venta de entradas, ni la mencionada fila donde abundaban
las rondas de mate, charlas varias y sueños entrecortados, de igual manera
se sintió la emoción de “estar cerca para sacar las primeras filas”.

Pero llegando al día que aquí nos ocupa, fue el último de una semana que a
los porteños nos hizo sentir en el mismísimo “infierno” (¡como si ya
tuviéramos poco!). La sensación térmica llegó a los 44º C (creo que 42º C a la
21:00 horas), haciendo transpirar hasta al más friolento. Se buscaban con
desesperación ambientes con aire acondicionado, litros de cualquier líquido
que ayudara a calmar la sed y el calor, y al momento de salir de nuestras
casas, trabajos o donde estuviéramos para ir a disfrutar de esa “Bendita
música”, el consuelo era pensar que en el teatro iba a haber aire
acondicionado, lo que nos iba a permitir disfrutar totalmente de esos
“Cantares” que tanto nos maravillan. ¡Pero no!, el aire del teatro no
funcionaba, no alcanzaba o lo apagaron, con lo cual si bien OBVIAMENTE el
disfrute fue ABSOLUTO (siempre lo es), el calor también lo fue. Si hasta el
Nano cambió su atuendo después de un rato: la camisa negra de mangas
largas con la que salió al escenario, y que fue arremangada por su portador
en un primer intento de mitigar las altas temperaturas, fue reemplazada en
seguida por una remera de igual color pero con mangas cortas. ¡Y hasta
amenazó con quedar en musculosa!, a lo que una voz femenina perdida entre
la multitud contestó “¡Sacáte todo!” (ja, ja, ja).

En relación con el espectáculo, no recuerdo exactamente el orden de las


canciones (me dispuse a disfrutarlo, no a hacer anotaciones), pero no varía
mucho de lo que otros amigos han contado: “Bendita música” lo inició, luego
de una introducción realizada por los músicos (que sonaron fantásticamente
bien todo el recital), y luego se intercalaron los “Versos en la Boca” con
algunos de los ya conocidos y queridos clásicos: “Mediterráneo”, “Penélope”,

191
Gira “Versos en la boca”

“Cantares”, “Llanto y coplas”, “Canción del ladrón”, “Los fantasmas del Roxy”,
“Defender la alegría”, “Disculpe el señor”, “Hoy puede ser un gran día” (juro que
lo fue), “Fiesta” (qué rápido llega el principio del fin!), “Pueblo Blanco”,
“Lucía”, “Aquellas pequeñas cosas”... Estos últimos como “bises”, y luego del
conocido ritual de “olé, olé, olé, olé, Nano, Nano...”, o “una más y no jodemos
más” (que en realidad es una mentira, porque querríamos miles más), o “el
Nano no se va, el Nano no se va...”, y aplausos a rabiar, y ganas de que no
termine, y la sensación de que falta mucho para la próxima, y las ganas de
eternizar esas dos horas y pico, que se suman al bagaje de momentos
inolvidables que tantas veces no hizo vivir.

Demás está decir que el gran “Juanito” estuvo brillante: con la voz
impecable, la calidez de siempre, la ternura habitual y esa complicidad a las
que nos tiene acostumbrados. A pesar del calor sofocante.

Pero “todo pasa y todo queda”. Pasó, y habrá que esperar nuevamente con
ansias un nuevo CD, una nueva visita porque sí, para compartir, nuevas
noticias y otro recital cargado de emociones. Y también quedó. Quedó en el
alma, y las retinas, y la piel, y los corazones de los que tanto disfrutamos
cuando “vamos a ver a Serrat”.

¡GRACIAS NANO, POR ESTA NOCHE MÁS QUE CÁLIDA!

Concierto en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires (Argentina)


1º de Febrero de 2003
Texto de Agustín Borthiry (Río Grande - Tierra del Fuego)

DELIRIO EN RAMA Y GENTE FELIZ


Me parece que es muy importante cuando un artista popular logra que la
gente sonría, se emocione, en definitiva sea feliz. Si a esto le agregamos que
este artista lo ha logrado en la Argentina, creo que es doblemente meritorio.
Y eso es lo yo creo que logró el Nano en el concierto de esta noche en el Gran
Rex.

Cuando uno llega al teatro se encuentra con un escenario, en donde


descansan los instrumentos y en donde hay ocho columnas distribuidas en
semicírculo, que luego en cada parte del espectáculo irán tomando distintas
tonalidades y colores acorde a las canciones que va interpretando Serrat. Un
escenario sencillo y muy austero.

El concierto comenzó a las 22 horas con la entrada del maestro y el saludo,


o intercambio de saludos con el público, que colmaba la capacidad del teatro.
Ahí fue cuando Joan Manuel tomó la guitarra, comenzó a tocarla y
empezamos a escuchar el silbido clásico de “De cuando estuve loco”, canción
con la que comenzó el recital. Una versión muy hermosa. Luego siguió con
“La bella y el Metro”, que fue muy aplaudida, y después, con una bella
interpretación de “Penélope”. El teatro reventaba de emoción y parecía
increíble tenerlo allí, tan cerca. Recorrió casi todas las canciones de su nuevo
trabajo, mechadas con varios de sus éxitos más notorios. “Mediterráneo” que

192
Gira “Versos en la boca”

arrancó la primera gran ovación, “Hoy puede ser un gran día”, “Disculpe el
señor”, “Qué sería de mí”, “Los recuerdos”, “Muñeca rusa”, y sobre todo los
clásicos como “Cantares”.

Dos espacios merecen destacarse ya que me parecieron muy importantes,


el primero cuando presentó “La canción del ladrón”, por su referencias hacia la
actualidad. Indicó que los ladrones antes tenían la delicadeza de taparse la
cara, y además el diálogo constante con su público, ya que una mujer en
cierto momento le gritó “robáme”. El otro momento fue el dedicado a los
poetas, nombró a Machado, Hernández, Papasseit y Benedetti, e interpretó
“Llanto y coplas” y “Defender la alegría”, y resultaron muy emotivas.

Luego comenzaron las despedidas, con “Fiesta” y el consabido “Nooooo” del


público, la presentación de los músicos, y los clásicos como “Lucía”, “Aquellas
pequeñas cosas” y “Pueblo blanco” en el final, luego de más de tres salidas
para saludar, ya que el público estaba tan entusiasmado que no aceptaban la
idea de que el espectáculo debía terminar.

A la salida, se podía observar a la gente muy feliz, y satisfecha por lo que


había visto.

Esta es mi simple crónica de lo que viví en este concierto. Aclaro que me


hubiera gustado verlo en la ciudad de Ushuaia, como estaba inicialmente
previsto, pero por esos imponderables cambió el itinerario de su gira y no
pudimos tenerlo en el sur de la Argentina. Pero igualmente estoy totalmente
satisfecho por todo lo que vi.

Concierto en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires (Argentina)


2 de Febrero de 2003
Texto de Marina Contardi (Buenos Aires)

UN ABRAZO-SALVAVIDAS
Primero: es un dato de la realidad que estamos en el Titanic.

Segundo: el capitán nos comunicó que ya chocamos con el iceberg.

Tercero: el primer oficial avisó que ya no hay más botes salvavidas.

Cuarto: el navegador advirtió que la temperatura del agua es gélida.

Quinto: el representante del armador nos notificó que se nos devolverá el


importe de los pasajes... en patacones...

Y frente a esa realidad, el Nano salió a escena a las 22.00 del domingo 2 de
febrero en el Gran Rex. Fueron cinco o seis minutos de aplausos cerrados, con
el público de pie, sin palabras. Él con los brazos abiertos, recibiendo y dando
su abrazo, a modo de tibio salvavidas para el alma. Fue, así, de abrazo en
abrazo desgranando las primeras canciones y vino el comentario, el de la
lluviosa noche que nos convocaba en el teatro a la que precedieron días de 40
y 44 grados de sensación térmica en Buenos Aires.

193
Gira “Versos en la boca”

Justo esta noche, justo este día, San Pedro descargó una torrencial lluvia
sobre la ciudad y a Serrat se le ocurrió decir...“nos han caga’o la fiesta...,
pero va bien, va bien...” A bordo del Titanic, hundiéndonos y mojados, la
cuestión es que aquí estamos. Y de verdad, va todo bien. Porque Serrat se
subió voluntariamente a este barco y ha elegido seguir, si se quiere e In
memoriam, el heroico ejemplo de los miembros de la orquesta. Y la orquesta
y su voz, sonaron como nunca.

Un poco de versos en la boca, un poco de nostalgia en los perennes e


inolvidables “himnos” de siempre, que en la Argentina suenan más veces que
el Himno Nacional. Mujeres de todas las edades le han confesado su amor a
como dio lugar. Hombres de todas las edades enrojecieron sus manos en
aplausos. Y los más jóvenes, desde la popular cantaron junto a la voz que
acunó sus sueños infantiles.

Con la humildad que sólo tienen los grandes, el Nano se inclinó a recoger
las bolsas con regalos que el público puso a sus pies. Una mujer de unos
setenta y cinco años luchó hasta donde pudo por alcanzarle la bandera
catalana. No pudo. Pero se quedó ahí, de rodillas casi junto al escenario. Me
sorprendí a mí misma haciendo llegar desde la segunda fila mi voz sobre el
final de “Lucía” ("y tu sombra aún se acuesta en mi cama con la oscuridad...
entre mi almohada y mi soledad...") fuerte y clara “yo te acompaño, amor”,
provocando su risa.

¡Qué nos van a cagar la fiesta, Nano! La sala estaba inundada de amor, de
un soberano amor de ida y vuelta, de una felicidad profunda, auténtica,
rotunda; de ese abrazo tibio que funcionó a modo de salvavidas para cada
uno. La sala estaba repleta –al punto que no cabía un alfiler- de gente
aprendiendo a nadar. Si hasta David Palau emanaba felicidad con nada nota
que arrancaba de las cuerdas y no paró de sonreír de comienzo a fin. Si hasta
Serrat tocó solito su guitarra para cantar a medias con el público “Aquellas
pequeñas cosas”. Si se fue, volvió, se volvió a ir, volvió a venir, en un vaivén
emocionante. Qué nos van a cagar la fiesta...

Todo el público de pie para aplaudir, todos los que pudieron: arrodillados en
los pasillos entre las butacas, como en oración, para escuchar, para verlo un
centímetro más de cerca. Los había de setenta... pero también de quince.
Estoy segura que eso es lo que agradeció silenciosamente, a brazos abiertos,
con luces encendidas, mirando hacia arriba, donde los chicos se negaban a
moverse de sus sitios. “Una más y no jodemos más”. Él y nosotros sabíamos
que era mentira. Absolutamente mentira. Son treinta años escuchando lo
mismo en el mismo lugar. Nos hemos visto mutuamente crecer, sufrir, ser
felices, volvernos grandes. Ya no podemos engañarnos. Vimos como se
llevaron su guitarra. Pero aún seguimos reclamando. Vinieron los músicos por
sus instrumentos: señal de que ya no volvería. Sin embargo, a capelas, en
una respetuosa e inusual despedida, con la emoción a flor de piel, el público
solito cantó “La saeta”, de principio a fin, mientras los músicos emocionados
tiraban besos desde el escenario.

Con ese salvavidas para el alma, salimos a la calle y, aunque no sea parte
del recital, la fiesta continuó en los bares y pizzerías cercanas al teatro...
hasta que, poco a poco, salvavidas puesto, cada uno salió a su mar.

194
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Central Court de Tenis de Santiago de Chile


6 de Febrero de 2003
Texto de Jorge Fernández (Santiago)

RECUERDOS LIMPIOS
DE NOSTALGIA
Al llegar a Santiago, Serrat señaló que no le interesaba cantar siempre las
mismas canciones. Se trata de que lo natural y sano en un artista es seguir
creciendo y en este caso, seguir escribiendo nuevas historias. Esto, que para
muchos nostálgicos no suena tan bien, es precisamente lo que ha dado
consistencia y ha hecho novedoso el trabajo del cantautor. Siempre hay una
discusión en torno a que las nuevas canciones de Serrat no han alcanzado la
inspiración de las de su primera época. Sin embargo, el concierto de esta
noche ha dejado claro que el talento y la perduración en el tiempo pasan por
relacionar el pasado, los recuerdos, con el presente.

Un primer dato de la noche fue que el Court Central se encontraba


completamente lleno. Es este el lugar que Serrat adoptó para la mayoría de
sus presentaciones luego de su regreso en los años 90.

Un segundo detalle consiste en ver en escena por primera vez, desde aquel
regreso, al maestro Miralles junto a Serrat.

El recital comenzó con “Bendita Música”, un tema que abre, en cierto


sentido, el espíritu de lo que será todo el concierto. Luego, “La Bella y el
Metro”, allí se despliega el talento del Nano para comunicar, por medio de
pequeños gestos las nuevas historias de los “Versos en la Boca”. Después,
“No hago otra cosa que pensar en ti”. Todos reconocimos la canción, fue el
primer puente de esta alquimia entre los recuerdos y el presente.

De allí la intensidad no se detuvo. Vinieron “Muñeca Rusa” y los versos de


Machado y Benedetti. Mención especial para “Defensa de la Alegría” que fue
uno de los puntos altos de la noche.

A esa altura llegaron “Los Recuerdos” que limpios de nostalgia no sólo nos
conectan con la gran obra de Serrat sino también con las vidas de quienes
escuchábamos la canción.

Luego vino la presentación de los músicos al son de “Los fantasmas del


Roxy”, se trata, por cierto, de una historia que no deja nunca de impresionar.

“Mediterráneo” fue otro gran momento, todos cantamos, y el cantautor


agradeció el gesto.

Con “Disculpe el Señor”, otro tema ya incorporado a los recuerdos, se


produjo una breve salida de Serrat para luego volver con esta relación ya
instalada, “La Mala Racha” conviviendo con “Penélope” y “Es caprichoso el
azar” al lado de “Fiesta”, en donde, dicho sea de paso, se anuncia el final.
Siguieron “Cantares”, “Señor de la Noche”, en fin, más o menos el repertorio
habitual que se ha consignado en las diversas crónicas de nuestra página.

Antes del final, “El Cigarrito” y “Aquellas Pequeñas Cosas”.

195
Gira “Versos en la boca”

El tiempo se fue muy rápido. Sin embargo la excelente puesta en escena, el


oficio de Serrat, su voz siempre firme y unos músicos impecables dieron un
resultado totalmente notable.

Hay que consignar que Serrat se mostró en todo momento muy cercano y
con mucho sentido del humor. Es la demostración de una opción, la opción de
seguir apostando a pesar de tener tras de sí una gran obra en la que podría
descansar. Más bien siempre hay una apuesta, una apuesta en donde el
riesgo consiste en no dejarse atrapar por la solemnidad de una arquitectura
ya terminada. A esta arquitectura se le van agregando piezas, al continuar el
armado “nadie es perfecto”, se tiene una “utopía” llena de “sombras” y hay
también prestos a salir “versos en la boca”.

Un público diverso en cuanto a lo generacional se retiró comentando lo


excelente del concierto y muchos dijeron al pasar que habían disfrutado las
canciones del nuevo disco cantadas en vivo.

Ese es el punto, se sigue andando en medio de recuerdos, recuerdos limpios


de nostalgia que nos hacen apreciar este presente lleno de nuevas historias.

Concierto en el Central Court de Tenis de Santiago de Chile


6 de Febrero de 2003
Texto de Hernán Sepúlveda (Santiago)

UN REENCUENTRO NECESARIO
Luego de más de dos años de ausencia, el cantautor catalán se reencontró con
el público chileno en un único concierto en el que presentó su nueva producción
"Versos en la Boca".

Mi hija Javiera, tiene doce años. Nació cuatro meses antes que Serrat
volviera nuevamente a Chile, después de diecisiete años de ausencia forzada.
Ella creció escuchando sus canciones y, casi sin quererlo, aprendió muchas de
sus letras y hoy las tararea conmigo. Hace algún tiempo me pidió que si
Serrat venía Chile, ella quería acompañarme. -Es un trato- le dije en ese
momento. Hoy cuando vamos juntos en el bus camino al estadio, pienso en
todas las barreras generacionales que ha superado este catalán. Le gustó a mi
padre y ahora, mi hija me acompaña al recital. Quizás mis nietos, si es que
los tengo, también lo escuchen, al menos, como un querido recuerdo de
familia.

Javiera sabe que debemos escribir una crónica, así que lleva una libreta en
la que anotará todas las cosas que parezcan interesantes. En el bus le cuento
nuevamente la historia tan conocida. Era el mes de septiembre del año 1988
y se había convocado a una multitudinaria manifestación de los adherentes
del NO, para el plebiscito del 5 de Octubre, ese que decidiría la suerte de
nuestro país. El invitado estelar para esa concentración era Joan Manuel
Serrat. Todos pensábamos que por la incipiente apertura que se producía en
ese tiempo, Serrat al fin podría ingresar a nuestro país. No fue así, con
lágrimas de emoción escuchamos su mensaje grabado desde el avión. Un
mensaje de solidaridad y amor por nuestro pueblo y por la causa de la

196
Gira “Versos en la boca”

libertad. Quizás si esta historia pueda explicar en parte, esa permanente


ansiedad que tenemos los chilenos cada vez que nos visita este cantante
español.

Llenos de estas sensaciones, llegamos al estadio con la suficiente


anticipación. Cuando faltaban quince minutos para las diez de la noche, el
maestro Miralles acompañado de sus músicos, dio inicio a los primeros
acordes. Segundos más tarde, con su tradicional vestimenta negra y chaqueta
gris, apareció Serrat en medio del emocionado aplauso de las cinco mil
personas que llenaron el Court Central de Tenis del Estadio Nacional.

El cantautor catalán abrió el recital con la canción “Bendita Música”,


posteriormente fue intercalando las canciones de su nueva producción con las
más tradicionales y conocidas por el público. Quizás la que más se extrañó del
nuevo disco, fue “Sin Piedad”. Como consuelo a esa ausencia, todo el estadio
cantó las conocidas y queridas, “Penélope”, “Mediterráneo” y “Cantares”.

Fue un ambiente de fiesta en el que no faltaron los regalos del público que
se acercó espontáneamente al escenario. Ante la insistencia de los asistentes,
Serrat, debió abrirlos en el mismo lugar. Destacaron un juego de ajedrez de
mármol y un típico poncho chileno. También fue un ambiente de intimidad y
de romance, especialmente cuando interpretó “Lucía”, “Dondequiera que estés”
y las canciones de su nuevo disco, “Qué sería de mí” y “Es caprichoso el azar”.

Cinco veces intentó Serrat, terminar su concierto, pero la presión del


público lo hizo volver. Luego de una emocionada ovación por la canción de
Víctor Jara, “El Cigarrito”, Serrat se despidió definitivamente de Chile. Su
última canción, junto al piano de Miralles, fue una íntima versión de “Aquellas
Pequeñas Cosas”. Un estadio iluminado con luces de fuego despedía una vez
más al ídolo.

Serrat dejaba en este país a una nueva admiradora de doce años y a sus
viejos seguidores con una permanente sensación de pérdida. Es que Serrat en
Chile, nunca es suficiente. No hay que olvidar que nos deben diecisiete años
de ausencia.

Concierto en el Central Court de Tenis de Santiago de Chile


6 de Febrero de 2003
Texto de Rubén Garrido (Santiago)

NOCHE DE EMOCIONES
EN SANTIAGO
Salimos con Claudia, mi mujer, ansiosos rumbo al Court Central del Estadio
Nacional. Dos años han pasado desde la última visita de Joan Manuel, aquella
en la que jugó sobre este mismo escenario con su alter ego Tarrés y nos
entregó una actuación maravillosa.

El Court, repleto con seis mil personas, recibe con una ovación al maestro,
que luego de una breve introducción de sus músicos aparece desde un
costado de la sobria escenografía, en riguroso negro y chaqueta gris. Desde

197
Gira “Versos en la boca”

los primeros acordes se confirma la calidad de la banda y se instala esa


atmósfera de complicidad que se genera siempre entre el Nano y nosotros.

Abre con dos temas de "Versos en la boca" para luego intercalar sus nuevas
composiciones con otras de las antiguas, que como él mismo señaló a su
llegada a Santiago "se hilvanan bien en la temática". Así, nos interpreta
“Defensa de la alegría”, “Dondequiera que estés”, “No hago otra cosa que pensar
en ti”, (en la que aprovecho para besar a mi mujer; es nuestra canción,
digámoslo) “Penélope”, y las infaltables “Mediterráneo” y “Cantares”, en las
que se da el gusto del karaoke masivo.

Como siempre, el maestro nos deleita con sabrosas anécdotas y demuestra


su buen humor cuando la platea le ofrece obsequios: "pensé que era una
pizza", dice en alusión a un ajedrez y un irónico "síiiiii, me lo voy a poner hoy
seis de febrero" en relación a un poncho de huaso y a la insistencia del
público para que se lo probara a pesar del calor reinante. Las mujeres más
maduras le gritan "mijito rico" y le tiran besos como quinceañeras. Él
responde: "muy pocas fantasías se me han cumplido".

Luego de este relajo nos ofrece una aplaudida interpretación de la nueva


“Qué sería de mí” y una sentida versión de “Lucía”, coreada por todo el Court.
Nos regala una "canción de bandoleros" en su querido catalán precedida de
una larga y exquisita introducción histórica.

Después del primer bis vuelve para sellar el momento más emotivo de la
noche: canta “El Cigarrito” de Víctor Jara, un verdadero himno chileno, con el
Court iluminado por un centenar de antorchas.

En el segundo bis interpreta “Fiesta”, con lo que se presume el cierre.

Vuelve luego de que los miles de presentes coreamos su nombre.


Solamente acompañado por su guitarra nos deleita con “Aquellas pequeñas
cosas”. Es el final, se prenden las luces del Court. Aplaudimos de pie. Claudia
me mira y me dice: "no vengo más a los conciertos de Serrat; siempre quedo
con gusto a poco".

Concierto en el Central Court de Tenis de Santiago de Chile


6 de Febrero de 2003
Texto de Esteban Troncoso (Santiago)

VERSOS DE UNA
NOCHE DE VERANO
Por más que me apuré en comprar las entradas, no logré la ansiada primera
fila que quería Natalia, mi mujer, así que a soportar sus regaños por la quinta
o sexta fila que nos tocó, y como la "mala racha" nos acompaña en estos
casos. Mi mujer es una "loca bajita", siempre hay cabezas que no dejan ver.
En fin...

198
Gira “Versos en la boca”

Lo primero que llama la atención es el escenario sobrio, pero que con un


adecuado juego de luces logra ir creando las atmósferas necesarias para cada
tema. A las 21:45 comienza el recital, con una acertada y juvenil introducción
musical del maestro Miralles y sus músicos. Imposible no recordar "En
Directo", LP fundamental en mi acercamiento al catalán.

Serrat ingresa al escenario y la incondicionalidad del público, que agotó las


entradas varios días antes, queda de manifiesta. Esta será una noche íntima.
Partimos con la delicada “Bendita Música”, para seguir con uno de los temas
altos de su último trabajo “La bella y el Metro”. El Nano saluda al público
agradeciendo la hermosa noche que corona el escenario, con una luna
menguada que parece guiñarle un ojo al cantante. Suenan los primeros
acordes de “No hago otra cosa que pensar en ti” y todo el estadio suspira con
una de las canciones históricas, que no será la única. Le sigue “Muñeca rusa”
y dos temas con textos de Machado y Benedetti, “Llanto y Coplas” y “Defensa
de la Alegría”. Remata esta primera parte con “Los Recuerdos”, en mi opinión
uno de los temas bajos del disco.

Los acordes de “Los fantasmas del Roxy” sirven de pie para presentar a los
músicos. Es aquí donde volvemos a agradecer el regreso de Miralles por la
frescura que logra imprimirle a cada tema. En estos momentos se hacen más
frecuentes unas carcajadas justo detrás de mí. Son de una señora de edad
que no deja de disfrutar con los diálogos y las ocurrencias poéticas de Serrat.

A las 22:30 Serrat nos cuenta “De cuando estuve loco”, para luego
interpretar entre todos ese clásico “Mediterráneo”. Luego de este tema un
pequeño percance, el micrófono no funciona, cosa que Serrat supera con
humor para luego explicar esa fantasía que tenía de joven de comenzar una
canción y dejar cantando al público mientras él se marcha al bar. Algo de eso
ocurre con los temas clásicos, que son coreados de punta a cabo, mientras el
se deja complacer.

Ahora es el turno de la intimidad, porque es con “Es caprichoso el azar”,


quizás el tema más importante de su última placa, que el público sabe
premiar con una rotunda ovación. Yo me quedé esperando el
acompañamiento femenino de alguna artista local, habría sido hermoso.
Luego Serrat nos recuerda las deudas pendientes con “Disculpe el Señor”,
para rematar con “La mala racha”, la señora de atrás goza a más no poder
este tema.

Un breve descanso sirve a Serrat para explicar el siguiente tema catalán


“Canción del ladrón”, y comparar de paso a los bandoleros antiguos con los
modernos (ahora sí que pienso que la señora detrás mío explotara de la risa).

El siguiente tema, “Penélope”, a eso de las 23:05, es interpretado


completamente por el público, es al final de este tema que las fans se
abalanzan contra el escenario llevándole los ya tradicionales regalos. Los
acordes de “Qué sería de mí” comienzan a sonar, pero el público grita "¡Que
los abra, que los abra!", así que ni modo. La música se detiene y Serrat abre
uno a uno los regalos encontrándose con un poncho (¿poncho en verano?) y
un juego de ajedrez.

“Hoy puede ser un gran día” es seguido por el íntimo “Dondequiera que
estés”, que nos sirve de excusa a los presentes para apretarnos y regalonear
a nuestras parejas.

“Fiesta”, a las 23:24 nos indica que el espectáculo se acerca a su fin, pero
nadie se mueve, son las 23:24 y el público quiere más, la viejecita de detrás

199
Gira “Versos en la boca”

de mí partió rauda hacia el escenario cual fan quinceañera. Serrat retorna al


escenario para cantar “Señor de la noche”, notable tema que sirve de excusa
para que ahora mi mujer se olvide de mí y parta al escenario justo cuando
Serrat arremete con su himno universal, “Cantares”.

Se retira nuevamente, parece definitivo. Pero la galería se encarga de


alentar al resto del recinto, surgen banderas catalanas y camisetas
azulgranas. Serrat vuelve, esta vez solo con Miralles, para interpretar “Lucía”.
El recinto explota de emoción, es necesario otro bis, esta vez con “El cigarrito”
de Víctor Jara, logrando el clímax en el recinto, ya copado de luces en el
público.

Agradece, se retira, las luces del Court se encienden, pero nadie se mueve,
Serrat vuelve finalmente con su guitarra para cantar “Aquellas pequeñas
cosas”, con lo cual se cierra definitivamente el concierto. Como siempre, con
gusto a poco, son pasadas las 24:00 horas y el recital de más de dos horas
parece que hubiera durado un instante a pesar del recorrido por 25 canciones
del catalán. Un pequeño instante en las vidas de cada uno de los presentes en
que las emociones, la poesía, lo humano y divino se fundieron en una sola
hoguera, una sola luz que inundó la noche de Santiago.

Concierto en el Centro de Convenciones del Jockey Plaza de Lima


11 de Febrero de 2003
Texto de Jesús Díaz Franco (Lima)

UN CATALÁN EN LIMA
Esta era una noche muy especial, después de siete años interminables,
volvía el Nano a tierras peruanas, el motivo principal según sus propias
palabras fue el tener como opositores a los mismos gobernantes que de
alguna manera habían impedido en este tiempo el que los peruanos
pudiéramos gozar de su presencia. Ahora que gobierna una democracia
pudimos nuevamente gozar de sus versos y su música.

La noche del martes 11 fue realmente muy especial, desde tempranas


horas el público fue colmando poco a poco las instalaciones del C.C. del
Jockey Plaza que tiene un aforo aproximado para 5.000 personas.

Yo personalmente asistí con mi esposa, llegando puntualmente a las 21


horas como estaba programado el concierto. Se escuchaba ya el entusiasmo
del público y a eso de las 21:15 se pudo sentir la impaciencia con aplausos
reiterados exigiendo la presencia del Maestro sin mayor demora. El ingreso de
los músicos y los primeros acordes de ensayo motivaron al auditorio hasta
que finalmente a las 21:30 apareció Serrat, siempre sobrio y decidido a
brindar todo lo mejor de sí. Vistiendo su tradicional conjunto negro y saco gris
aperturó la noche con los bellos acordes de “Bendita música” y el público se
sentó a escucharlo absorto y en silencio. Siguió “La bella y el Metro”, después
de lo cual se presentó... "bienvenidos a ésta su casa y gracias por dejarme
entrar para compartir esta noche que será irrepetible, gracias por dedicarme
esta noche de sus vidas..."

200
Gira “Versos en la boca”

Continuó con “No hago otra cosa que pensar en ti” y “Muñeca rusa”. Se sentó
en su taburete y comenzó a contar que una de sus grandes pasiones es
musicalizar versos y tuvo la osadía de hacerlo con grandes poetas como
Antonio Machado… (aplausos), Mario Benedetti… (aplausos), Miguel
Hernández… (aplausos)… bueno si seguimos así nos podríamos pasar toda la
noche… (risas), a continuación nos deleitó con “Llanto y coplas” de Antonio
Machado y “Defender la alegría” de Mario Benedetti.

A esto siguió “Los recuerdos” y vino la presentación de músicos: "...quiero


presentar a los músicos que me acompañan, aunque esto normalmente se
hace al final, pero quiero hacerlo antes no vaya a ser que me emborrache de
su cariño y se me olvide, porque a veces me sucede que el santo se me va al
cielo, aunque con él solo me veo una vez por año…"… "siempre es bueno
saber con quien pasa la noche uno,… por lo menos saber el nombre…" (risas y
aplausos).

Luego siguió un ramillete de bellas canciones: “Fantasmas del Roxy", "De


cuando estuve loco", "Mediterráneo”… (que arrancó una ovación cerrada), “Es
caprichoso el azar”… (bellísima canción)… “"Disculpe el señor", "La mala racha”.

Volvió a sentarse en su taburete y dijo que… "la canción que sigue es la


Canción del Ladrón, la cual nos cuenta la historia de bandoleros del siglo
XVIII, que son muy diferentes de los bandoleros actuales, ya que los del siglo
XVIII les hacían canciones, cuando robaban lo hacían con la cara tapada
porque les daba vergüenza, los actuales lo hacen con el rostro descubierto y
hasta aparecen en las primeras planas. El ladrón de la canción en realidad
robó el corazón de una chica y la robó con falsedad, bueno parece que en el
siglo XVIII sí funcionaba…" (risas). Junto al piano de Miralles y un violín
entonó en catalán esta bella canción.

Acto seguido el público volvió a aplaudir con una ovación cerrada con la
melodía de “Penélope”, luego siguieron “Qué sería de mí", "Hoy puede ser un
gran día”.

El público coreaba diversos nombres de canciones que deseaban escuchar,


a lo que el maestro contestó… "a nombre del señor Serrat agradezco el gran
conocimiento que tienen de su repertorio"… (risas y aplausos).

Siguió a esto “Dondequiera que estés” y “Fiesta”, con lo cual intentó


terminar el concierto… pero la audiencia enfervorizada lo hizo volver
nuevamente y cantó “Señor de la noche”… pero el público pedía más y tuvo
que entonar su himno “Cantares” que prácticamente fue cantado totalmente
por el público... Ante la despedida inminente la gente aún pedía más y luego
de breves minutos de oscuridad, volvió a salir por última vez a cantar su
inmortal “Lucía”, a dúo con Miralles... creo que fue el punto final a una noche
inolvidable.

Memorable concierto que lo llevaré en mi mente y mi corazón por mucho


tiempo. El día de ayer 12 se embarcó en Iberia, rumbo a Madrid, lucía un
tanto cansado, pero me las ingenié para que me firmara un autógrafo en mi
libro "Serrat" de Carles Gámez, y a la vez tomarme una foto con él
nuevamente, junto con mi esposa le agradecimos su presencia en nuestro
país deseándole buena suerte y esperándolo ver pronto. Así mismo le
entregamos una artesanía típica peruana que representa a un niño cuzqueño
vestido con su típica indumentaria, nos agradeció y se lo llevó en su mano
hasta subir en el avión.

201
Gira “Versos en la boca”

Nos quedamos a observar cómo se elevaba a las 21:30 horas rumbo a su


patria, quedándonos con la satisfacción de los momentos compartidos con él y
con el deseo que Dios lo proteja y nos permita volverlo a ver muy pronto.

Concierto en el Centro de Convenciones del Jockey Plaza de Lima


11 de Febrero de 2003
Texto de Roberto Burns, sj (Lima)

“CUANDO LA RAZÓN CALLA,


LA POESÍA CANTA...”
Lima, ciudad cotidianamente húmeda, calurosa en febrero durante el
verano, saturada de un aire pegajoso y pesado, pero liberada del invernal
cielo gris que opaca siempre el brillo del sol frente al mar del sur, cobijó por
algunas horas la luz fugaz del poeta, quien no le cantaba a sus amigos
durante siete acuartelados y perversos años. Fue un martes 11, a las 9 y 20
de la noche, cuando el Centro de Convenciones se convirtió, por un momento,
en el hogar donde confluyeron los perplejos ojos juveniles de los iniciados y
las amistosas canas de aquellos que, durante décadas, no perdieron jamás
una cita personal con Joan Manuel Serrat.

Como fue en el principio, oscuridad. De pronto, las columnas se


encendieron suavemente, una melodía sobrecogió a todos, y salió Serrat.
Durante largos minutos, las manos y los cuerpos de cada uno de los
presentes, aún habitados de sombras, se empinaron sobre ellas, llenos de
sueños, y simultáneamente, tanto los ojos como el gesto del poeta se
inundaron de estrellas para toda la noche. Comenzó un concierto
deliciosamente solemne.

Era el instante en que la verdad, aquélla que se encuentra atrapada por el


racionalismo de siglos y, al mismo tiempo, vivida diariamente por cualquiera,
se fue quedando silenciosa, muda; y la belleza desnuda -ese placer
desinteresado que tal vez no sea lo propio del arte pero, ¿qué valdría el arte
sin él?- comenzó a cobrar vida en la garganta del poeta, a través de los
versos que desgranaba con su boca, tanto los de hoy como también aquellos
de ayer. Así, la complicidad entre Serrat y sus amigos se estrechaba con cada
poema, abriéndose un finísimo hilo, casi sin advertirlo, hacia nuevos
horizontes de sensibilidad y de percepción. De esta forma, las cuerdas, los
vientos, la percusión y el piano, ajustados en una acústica armonía con la voz
de Serrat, tramaron un conjuro contra la razón, resquebrajándola sin
premeditación alguna, llevándose a pasear a sus cómplices amigos por los
diversos y múltiples recuerdos de aquellas pequeñas cosas, paisajes desnudos
de adornos, limpios de nostalgias, perceptibles sólo al libre juego corporal de
la fantasía y de la imaginación. Comenzaba así a insinuarse la genialidad del
artista, que no consiste en ayudar a la gente a ganar más tiempo (tal vez
como los inventores) sino en aprender a perderlo, para así salvarlo.

Poco a poco, las individualidades disociadas entre sí fueron


desvaneciéndose ante aquella desnuda belleza que llegó a impregnar toda la

202
Gira “Versos en la boca”

sala, así como también los ojos, las manos y los corazones de cada uno de los
amigos -incluso los de Serrat y sus músicos-, hasta convertirse en el aire
común que todos a una respiraban. Entonces, y sólo en aquellos precisos
instantes, al hilo de cada poema, como junto al caprichoso compás del azar,
fue emergiendo sin querer esa otra verdad, donde quiera que ella esté, frágil,
vulnerable y limpia, para deslizarse hacia lo más profundo de cada uno de los
presentes. Parecía como que si todos hubiesen dado un paso hacia atrás y
volvieran a tocar la roca abrupta del misterio; como si, de repente, lo
absoluto estuviera ahí, en la pared, en el silencio, en cada uno y en todos,
radiante en su esplendor, en su eternidad, en su verdad por fin y para
siempre revelada... Sí, el artista, en su original singularidad, había estado
realizando lo suyo: poner de manifiesto la desnuda belleza intrínseca de la
más simple, silenciosa e inaprensible verdad, para aprender a verla, a
gozarla, a vivirla y a comunicarla, hasta llegar a alegrarse con ella incluso
cuando lo evocado fuera algo triste, banal o cruel. Sus cómplices, entre tanto,
se fueron encontrando con aquello que el poeta había instaurado: que las
mujeres y los hombres pueden habitar este país, complejo y plural -
seguramente como todos-, y también el mundo, como poetas.

Aquella noche se amó sin mentir y, entre bises y aplausos, Serrat concluyó
con un solo de piano, y un nudo en la garganta, la más bella historia de amor.
Sí, la poesía logró al fin cantar, en Lima, lo que la razón, en estos difíciles y
largos años de ausencia, fue sólo capaz de balbucear o simplemente de callar;
y al salir los amigos, con miradas cariñosas por el regalo recibido, se
detuvieron por algunos segundos frente al cielo abierto y ante una luna llena
que arañaba el mar… Mientras un rumor suave se iba apagando, en los
rincones de la ciudad, tal vez junto a una almohada, resonaban aún las voces
agradecidas al poeta y al amigo que nunca quiso ser trascendente.

P.D.: Han pasado varios meses desde aquella noche mágica; pero los
testigos, ahora felices y en paz consigo mismos, comentan que guardan en su
memoria, con mucho cuidado y esmero, cada uno de los detalles que vivieron
aquél 11 de febrero, pues ellos saben muy bien que el lenguaje es la casa de
todos, que en la vida existen esas horas bajas de existencia con mal de
amores y algo de mala racha, pero que al ser humano no le basta
simplemente con lo posible. Además, entre ellos susurran que prefieren estar
advertidos del riesgo que siempre acecha al existir humano: que otra vez se
decidan a atacar con su razón los cuerdos; los tramontanos, altivos y
vanidosos cuerdos... Y sospecho, junto con Serrat, que entre esos tipos y los
testigos hay algo personal.

(Disculpen si me demoré un poco, ya tenía yo ganas de escribir esta crónica


-¿o, tal vez, una anticrónica?, ustedes sabrán juzgar mejor que yo- pero
varios incidentes me lo impidieron. Ahora, aquí la tienen y espero que la
disfruten; al fin y al cabo todo lo prometido con verdad no es más que una
deuda de gratitud).

203
Gira “Versos en la boca”

Conciertos en el Paraninfo de la Universidad de Alicante


25 y 26 de Febrero de 2003
Texto de Pablo Auladell (Alicante)

PROBLEMA
Haciendo literatura fácil se podría pensar que el mal tiempo (lluvia, frío,
mucha humedad), cosa rara en Alicante, presagiaba que las cosas iban a ser
más bien grises. En cualquier caso, así fue, sobre todo durante los primeros
cuarenta y cinco minutos. Un Serrat desangelado, con la voz muy mermada,
incómodo, inseguro (incluso en sus parlamentos y en sus chistes, cosa
asombrosa), que no paraba de meterse entre bambalinas a imprecar
(supongo, por lo que adiviné a entrever) a los técnicos de sonido.

Porque algo pasaba. He asistido ya a bastantes conciertos de Serrat y


siempre sonó impecable, contundente, monumental. La voz, pese a la edad,
siempre mantenía una potencia más que notable, y el sonido rozaba la
perfección. Pocos directos como los del Maestro. Pero ayer no fue así, para mi
estupefacción. El sonido no fue el de otras veces. La voz literalmente no se
escuchaba o se escuchaba apenas cuando la banda incrementaba su volumen
sonoro en determinados tramos de las canciones (esto, a mi modo de ver, fue
consecuencia de la ligera afonía que me pareció adivinarle, sumada a un
micrófono sonorizado deficientemente). Además, el grupo sonaba
deslavazado, como tocando a medio gas. Miralles ha arreglado esta vez las
canciones buscando un minimalismo y una elegancia al estilo de lo que hizo
en su gira con Alberto Cortez, y lo ha hecho muy bien. Lo que ocurre es que,
para mi gusto, algunas canciones han perdido fuerza (por ejemplo, “Fiesta”),
y esto, unido a la mala sonorización, hacía que pareciese que la banda estaba
tocando lejos del escenario, como en el piso de arriba o así.

No obstante, hubo momentos felices. “Mediterráneo” ha quedado magnífica


con los arreglos de saxo (¿por qué Serrat no ha incorporado un saxo a su
banda antes?) y “Elegía”, “Hoy puede ser un gran día” o “Barcelona i jo”, han
cobrado una nueva dimensión muy interesante. Resumiendo, se podría decir
que el concierto rozó el tedio en los primeros cuarenta y cinco minutos (jamás
pensé que me aburriría en un recital de Serrat, pero, créanme, el Maestro
estaba en otra cosa y cantaba sin convicción), para levantar un poco el vuelo
a partir de “Mediterráneo”, ya que después de esta canción Serrat empezó a
moverse un poco y a hacer sus habituales guiños, aunque los problemas de
sonido, sobre todo con la voz, siguieron más o menos presentes.

Comentando las canciones, les diré que yo también echo de menos un poco
más de riesgo en el repertorio. Lleva desde hace mucho tiempo las mismas
“de las de siempre”, y los recitales así se hacen muy previsibles. En cuanto a
las nuevas, funcionaron las que funcionan en el disco: “De cuando estuve
loco”, “Qué sería de mí”, “La bella y el Metro”, “Es caprichoso el azar”, “Los
recuerdos” y “Señor de la noche”. Me resultó significativo que se olvidara de
“Así en la guerra como en los celos”, “Sin piedad” y “África”. ¿Se habrá dado
cuenta ya de lo flojitas que son? A la que no renuncia es a “La mala racha”,
que no cuaja pese a los esfuerzos de Palau en los coros (me gustó mucho
este guitarrista y el coraje que le ponía a todos los temas). También dejó
guardada “Muñeca rusa”, que me gusta bastante.

204
Gira “Versos en la boca”

En fin, el recital fue un poco frustrante, de hecho el público no insistió en


los bises como otras veces (el recital acabó de forma muy extraña, después
de “Pueblo blanco”, el tercer bis, la gente se marchó sin reclamar por lo
menos la presencia de Serrat para un último saludo) y escuché comentarios a
la salida que en general coinciden con mi impresión. Una última cosa: el
precio de la entrada, 40 euros, muy caro para ser en la Universidad. El
público era mucho más maduro y homogéneo que otras veces, no había ni un
joven por allí. Ellos sabrán lo que hacen.

Y una anécdota: cuando dejé el coche en el aparcamiento, pasó por mi lado


Miralles discutiendo con otra persona sobre no sé qué de que buscaba a no sé
quién para que le trajera su ropa. Efectivamente, en el recital observé que
todos los músicos iban de negro excepto el gran Ricard, que iba con camisa
azul informal y vaqueros. La ropa se ve que no llegó a tiempo.

Les dejo el orden del recital y espero impaciente que llegue la noche para
asistir al segundo de los conciertos previstos y ver si los problemas se han
solventado. Conociendo a Serrat, imagino que anoche más de uno se llevó un
broncazo, porque sé que él se dio cuenta que no estuvo nada bien el
espectáculo. Yo, como lo quiero tanto y sé lo que se sufre en un escenario
cuando las cosas no marchan, no conseguí relajarme ni disfrutar en todo el
concierto. Ay.

Cançó de bressol, La bella y el metro, Benito, De cuando estuve loco, Cançó


de matinada, Los fantasmas del Roxy, Los recuerdos, Señor de la noche, La
cançó del lladre, Mediterráneo, Es caprichoso el azar, Barcelona i jo, Elegía, La
mala racha, Pare, Hoy puede ser un gran día, Qué sería de mí, Me'n vaig a
peu, Fiesta, Plany al mar, Cantares y Pueblo blanco.

RESUELTO
Así sí. Tal como imaginaba, Serrat había arreglado los problemas de sonido
de ayer y el concierto de hoy fue casi como siempre. Aunque la voz no estaba
redonda, se escuchaba mucho mejor y la banda sonó con más contundencia,
con lo que las canciones que ayer me parecía que habían perdido gas, hoy
sonaron con la fuerza habitual y el plus de los preciosos arreglos de Miralles.

Serrat estuvo lúcido, los chistes y parlamentos funcionaron como de


costumbre (emocionante especialmente fue la denuncia del desastre ecológico
del Prestige y la interpretación de “Plany al mar”) y se movió de nuevo por el
escenario haciéndolo suyo y no como ayer, que parecía perderse en él.

Otro momento colosal fue “Elegía”, donde Serrat echó el resto y nos
sobrecogió a todos con una de las mejores interpretaciones de una canción
que le he visto hacer nunca.

La gente hoy estaba mucho más entregada, y aplaudía a rabiar, y hacía


palmas en “Hoy puede ser un gran día” y en “Fiesta”, y recibió con aplausos y
suspiros (literalmente) “Es caprichoso el azar”.

Las anécdotas serían las numerosas imprecaciones que recibió para que
hablara en castellano (iba alternando el castellano y el catalán, porque aquí
en Alicante capital no somos valenciano-hablantes, aunque lo entendemos
perfectamente); el hecho de que hubiera numerosos argentinos en la sala (el
mismo Serrat lo anunció durante el concierto); que Miralles iba por fin de

205
Gira “Versos en la boca”

negro como los demás músicos; que me comentaron mis contactos de


mantenimiento que ayer Serrat se recluyó en su camerino al acabar el
concierto y no recibió a nadie; y las equivocaciones en la letra de las nuevas
canciones, sobre todo en “La bella y el Metro”, donde dijo: “el escritor ve
primos” en lugar de “los carteristas ven primos”, y ya le salió toda la estrofa
cambiada desembocando con “la bella, la bella...”, que es el final de la
canción, cuando los músicos iban por la mitad. Lo arregló con un soberano
encaje de bolillos, se puso algo nervioso mientras barajaba ya fuera de lugar
todos los versos hasta que retomó la repetición de la última estrofa. Quisiera
que hubierais visto cómo cerraba los ojos y se apretaba las sienes mientras
trataba de concentrarse, y cómo golpeó con rabia (casi ira) su mano derecha
con el puño cerrado de la izquierda al acabar la canción. Luego, en “Qué sería
de mí”, se le trabó la lengua en el verso “del verano sin siesta” y le salió algo
así como “del festamo fim festa”.

Resumiendo, un concierto muy digno, donde por fin pude disfrutar después
del sufrimiento de ayer. Desgraciadamente para mí, no hizo lo acostumbrado
y repitió prácticamente el recital de ayer (otras veces siempre ha cambiado
dos o tres canciones), sólo variando el orden de los temas. Aquí os dejo el
orden de esta noche. Un saludo a todos.

Cançó de bressol, La bella y el metro, Benito, De cuando estuve loco, Me'n


vaig a peu, Los fantasmas del Roxy, Los recuerdos, Señor de la noche, Plany
al mar, Mediterráneo, Es caprichoso el azar, Barcelona i jo, Elegía, La mala
racha, Pare, Hoy puede ser un gran día, Dondequiera que estés, Fiesta, Qué
sería de mí, Cantares y Paraules d'amor.

Concierto en el Paraninfo de la Universidad de Alicante


25 de Febrero de 2003
Texto de Manuel Guillén Tudela (Alicante)

SENCILLAMENTE GENIAL
Sobre un aforo de unas 1500 personas, todas fans incondicionales del
NANO, nos dispusimos a celebrar una noche mágica con su inigualable
música.

El escenario sobrio y elegante, sobre fondo negro, unas columnas blancas


que cambiaban de color según la iluminación, unas luces en el techo
envueltas en formas simulando conchas de mar.

Tras unos minutos de retraso, salieron los músicos, comenzando las


primeras notas, el silencio es absoluto. Sencillamente vestido, pantalón
vaquero, camiseta negra, chaqueta gris, con bolsillos negros, apareció el
maestro en el escenario bajo una atronadora ovación.

Nos empieza a deleitar con su “Cançó de Bressol” seguida de “La bella y el


Metro”. Con un gran aplauso se presenta con un "bona nit" a todos los
presentes; alguien del público le dice "¡guapo!" y él se da la vuelta mirando a

206
Gira “Versos en la boca”

su guitarrista, risas entre el público, entre lo escaso de mis conocimientos del


catalán, pude sacar que él de guapo, nada de nada.

Su canción siguiente “Benito” nos pone a todos la piel de gallina, seguirán


“De cuando estuve loco” de su álbum "Versos en la Boca", título en el que
estoy completamente de acuerdo. “Cançó de matinada” con su inseparable
guitarra. Hace un alto en el camino y nos presenta uno por uno a sus
músicos.

Llegan “Los fantasmas del Roxy”, “Los recuerdos”, “Señor de la noche”,


“Cançó del lladre”. Una preciosa canción (todas lo son) es la titulada “Es
caprichoso el azar”.

Después retorna al pasado con “Barcelona i jo” y tras unas palabras donde
más o menos dice que en su carrera artística, los poetas tienen un papel
fundamental, nos habla de Machado, de Benedetti, de Hernández, y sobre
éste último nos deleita con “Elegía” donde el arte de Serrat se hace Universal.
Es algo difícil de narrar, pero tiene un calificativo: “apoteósico”.

Una ovación de gala, espectacular cierra esta canción a la que le sigue, “La
mala racha”, “Pare”, “Hoy puede ser un gran día”, “Qué sería de mí”, para volver
en el tiempo a 1967 y su “Me'n vaig a peu”. Y tras la canción “Fiesta” da por
finalizada su actuación, pero los constantes aplausos del público le hicieron
retornar con “Cantares” interpretada al unísono con el público, terminando
con su “Pueblo blanco”.

Con una cerrada ovación dio por finalizada la gala, y sólo me gustaría
añadir que a Joan Manuel Serrat le pasa como al vino, mejora con el tiempo.

Mi sueño se hizo realidad, lo conocí en persona, todo en ÉL es alegría y


pude hacerme unas fotos con mi prometida y mi ídolo. Su calidad artística es
incuestionable, pero su calidad humana es sencillamente intachable.

GRACIAS JOAN.

Concierto en el Auditorio de Aldaia (Valencia)


27 de Febrero de 2003
Texto de César Saiz (Aldaia-Valencia)

ALDAIA, CONCIERTO Nº 57,


SUMA Y SIGUE
En primer lugar, ruego disculpas por mi torpe aliño ortográfico y enviarle
una sincera felicitación a Paco Martín por el contenido de la página web. Se
advierte el trabajo bien hecho y es de agradecer tanta inversión en tiempo
personal para que los demás disfrutemos de este vínculo.

Soy César, hace 20 años que tengo 20 años y de Serrat, más del 50 % de
mi vida. Me enganché con la recopilación cuádruple que editó Zafiro y si no

207
Gira “Versos en la boca”

me falla la memoria, mi primer concierto, fue allá por 1979 en los Jardines de
Viveros de Valencia. Ya ha llovido.

En esta ocasión, se trata de un recinto nuevo, el recientemente inaugurado


Teatre Auditori Municipal d' Aldaia (TAMA) y poseo unas discretas localidades
de penúltima fila, eso sí, del Patio de Butacas. El recinto es pequeño y creo
que disfrutaremos del recogimiento necesario.

Es increíble lo que cuesta conseguir una entrada para ver a Serrat en


Valencia. Cuando se trata de conciertos de tipo municipal o pseudoficial a uno
siempre le queda la duda si el aforo está previamente repartido y me parece
sospechoso que en las primeras filas estén las "fuerzas vivas". Bueno, es solo
un presentimiento pero seguro que más de uno coincidiréis conmigo.

Escribo estas líneas justo el día anterior al acontecimiento y tengo ya el


gusanillo en el estómago. Hace casi dos años que no acudo a escuchar al
maestro y estoy loco de contento. ¿Qué canción elegirá para comenzar?
¿“Cançó de Bressol”? ¿“Bendita Música”?

He seguido con interés las crónicas que se han enviado sobre "Versos en la
boca", reconozco que hubiera preferido la sorpresa y no conocer previamente
el desarrollo de la actuación tan minuciosamente. Llevo el concierto
destripado gracias a vosotros.

Hago un rápido cálculo y deben de ser más de 50 los conciertos de esta


gira. ¿Estará cansado? Acaba de llegar de América, dos días seguidos en
Alicante, mañana en Aldaia y pasado en Paterna. Uffff...! Definitivamente,
estará cansado.

Dejo "la previa" por hoy. El Valencia va perdiendo 0-3 y eso es bastante
duro. Se le queda a uno el ánimo bajo mínimos. ¡Estos romanos...!

27/02/2003 ( 20:00 h.)

Salgo para el concierto. Echaré de menos a Kiftlus, pero viene Miralles.


Anem a vore. Tengo escasos 1000 metros hasta el teatro y no hay prisa. Hoy
jugamos en casa. Luego nos vemos.

28/02/2003 ( 20:36 h.)

Transcurridas casi 24 horas del concierto de Serrat, os transcribo a


continuación lo que puede ser la crónica de anoche.

En primer lugar, apuntar una cierta desilusión con el resultado acústico.


Esperaba una sonorización más diáfana y contundente al tratarse de un teatro
de última generación y, se supone, dotado de los últimos medios al respecto.
Sobre el montaje escénico, poco puedo apuntar de nuevo. A pesar de su
sencillez la iluminación extremadamente cuidada y absolutamente efectiva.
Muy buena.

Con diez minutos de retraso, arranca Miralles y la banda, una breve


introducción musical, sale el Maestro y... ¡“Cançó de bressol”! Acertado en mi
opinión el tema de inicio. "Por la mañana rocío... Al medio día calor..." Bonita
forma de abrir los poros del alma y obligar al público a centrar su atención en
el escenario.

No hay sorpresas, en segundo lugar: “La bella y el Metro”. Tras las primeras
estrofas ocurre algo irregular: se advierte un gesto de contrariedad en Serrat,
gestos de que algo no anda bien. Da órdenes para que continúe el grupo con

208
Gira “Versos en la boca”

la interpretación musical y se retira del escenario, seguido por las miradas de


los músicos contrariados y un público que intuye que algo ocurre. Al cabo de
dos minutos reaparece con un manojo de papeles y gafas: ¡SE OLVIDÓ LA
LETRA! ¡Nano, trabajas demasiado!

Después de este ligero incidente, sigue desgranando canciones: “Benito”.


Parte del público interrumpe la parte final del tema creyendo que había
acabado. Error imperdonable. Sobre todo porque justo en ese fragmento, los
que conocemos la canción, estamos absolutamente extasiados y un día
tendremos un disgusto cardíaco. "BENITO" es un tema donde conocemos al
Serrat intérprete en toda su dimensión. Si bien la capacidad vocal tiene sus
limitaciones, aquí saca sus dotes de actor y crea una atmósfera
absolutamente deliciosa.

Más canciones: “De cuando estuve loco", "Cançó de matinada", "Los fantasmas
del Roxy", "Los recuerdos”, presentación de la banda, ya sabéis: "siempre es
conveniente saber con quien va a pasar uno la noche..."

“Señor de la noche”. A estas alturas el concierto va adquiriendo un tono


grisáceo que no me convence. Da la sensación de que el público se va
acomodando a un desgranar de temas y no existe la conexión de otras veces
ni la implicación del aforo.

“Plany al mar”, previamente reflexiona sobre el desastre del Prestige y la


irresponsabilidad de algunos con las cosas que nos dan de comer. Aplausos.

“Mediterráneo”. El concierto va tomando otro tono y superamos "el bajón".


A partir de aquí se entra en una dinámica más familiar. Los aplausos se
tornan más cálidos. Vamos en busca de la sintonización plena.

“Fue caprichoso el azar”. No existen referencias a la no-presencia de Noa.


Maravilloso tema en la línea de mis preferidos.

“M'en vaig a peu”. Aquí me gustaría hacer un comentario que supongo


muchos no compartiréis. Se trata del reencuentro con Ricard Miralles y la
dirección musical de esta gira. Es probable que, particularmente me hubiese
habituado a Kitflus y aún congratulándome de la vuelta del antiguo
colaborador, Kitflus interpreta a Serrat de manera magistral y en
determinados pasajes creo que incluso mejor. Es una opinión muy personal.

Una agradable sorpresa: “Pueblo blanco”. Serrat en estado puro y orgasmo


colectivo.

“La mala racha”. Ligero bajón en el respetable, afortunadamente resuelto


con rapidez. “La Tieta” ¿Tenéis una Tieta?

“Hoy puede ser un gran día” con arreglos musicales tipo "El gusto es
nuestro". Valga la redundancia, sobre gustos no hay nada escrito.

“Qué sería de mí” y “Cantares”: se percibe el fin de fiesta y empiezo a


encontrar la voz más forzada de lo que es habitual. Existen temas que son
una apuesta segura en Valencia (supongo que en el resto de sitios) y previo a
“Paraules d'amor” cuenta (mejor dicho, interpreta) una divertidísima anécdota
sobre un artista brasileiro y su particular forma de actuar. Nada nuevo sobre
la interpretación de esta canción, si acaso (otra apreciación personal) la
escasa disposición del público de Aldaia que en ningún momento llegó a
conectar con el concierto. El propio Joan Manuel advirtió este detalle y dio un
pequeño "tirón de orejas"

209
Gira “Versos en la boca”

Como broche final “Aquellas pequeñas cosas” y una voz que pedía a gritos
descanso.

Hasta aquí el resumen de lo que fue la actuación en Aldaia. No me atrevería


a decir decepcionante, pero sí con algún punto oscuro que impidió cuajar la
magia: la falta de complicidad con el público (¿exceso de fuerzas vivas en el
patio de butacas?) y la sospecha de que Joan Manuel Serrat prolonga
excesivamente las giras poniendo en peligro la frescura que en otros
momentos hemos disfrutado.

En todo caso el Maestro nunca defrauda y los 20 Euros de la entrada, han


sido una gran inversión. Hasta pronto.

Concierto en el Teatro Auditorio de Xátiva (Valencia)


1º de Marzo de 2003
Texto de Pepi Canelada Casanova (Fuenlabrada - Madrid)

ALGO PERSONAL
Hace algún tiempo que veníamos fraguando unos cuantos serratianos de
Madrid, (Paco, Ana -y la rosa-, Chema, Luis, Domingo y Jose) desplazarnos a
alguna localidad donde en el concierto incluyera más de una canción en
catalán, que es lo que acostumbra a cantar aquí. Al final conseguimos
localidades para Xátiva (Valencia) para el sábado 1º de Marzo, en un sitio
privilegiado, la primera fila. Las localidades se agotaron a las dos horas de
salir a la venta. El marco, el GRAN TEATRE, por cierto muy bonito con las
paredes revestidas de madera.

El concierto estaba previsto para las 22.30 y cinco minutos después


aparecieron los músicos haciendo la introducción para ir abriendo boca. Y
apareció Joan Manuel con un pantalón negro, camiseta también negra y una
chaqueta gris clara. Empezó con “Cançó de Bressol”, continuó con “La Bella y
el Metro” y “Benito”, nos dio las buenas noches “Bona nit” y las gracias por
invertir una noche de nuestras vidas única e irrepetible en estar allí (todo en
catalán).

Agarró su guitarra y se puso a silbar “De cuando estuve loco”, le siguieron


“Cançó de matinada” y “Los fantasmas del Roxy”) y en ese instante presentó a
la banda. Continuó con “Los recuerdos”, “Señor de la noche” y en este punto
del concierto nos comentó que como la actualidad va tan rápida y la memoria
es tan frágil, no quería que nadie olvidase lo que le pasaba al mar convertido
en una cloaca y recordó la tragedia que estaba viviendo Galicia, por culpa de
tanta incompetencia; así que le tocó el turno a “Plany al mar”, continuó con
“Mediterráneo”, “Es caprichoso el azar”, ”M´en vaig a peu”, “Pueblo Blanco”, “La
mala racha”, “La Tieta”, “Hoy puede ser un gran día”, “Pare” y “Fiesta”. Con esta
última ya se palpaba el final del concierto, pero no, todavía quedaba una
sorpresa.

Comentó que la canción que iba a cantar a continuación, la tenía jubilada


desde los tiempos de Reagan y Bresniev, pero que en vista de cómo estaban

210
Gira “Versos en la boca”

discurriendo los acontecimientos, la iba a recuperar y empezó a entonar:


"Probablemente en su pueblo se les recordará..." todos aplaudimos
fuertemente al reconocerla. Su título, “Algo personal”. Joan Manuel estuvo
muy simpático, pues como se le olvidaba alguna estrofa, lo arreglaba
repitiendo la anterior con una sonrisa picarona, al finalizarla se oyó una voz
que dijo “NO A LA GUERRA”, lo cual coreó la mayoría del público dando
palmas a la vez. Fue muy emotivo. A todo esto le siguió “Cantares”, y como
siempre cantamos el estribillo.

Y llegó el último “bis” y cogiendo su guitarra, dijo que si queríamos que


cantara otra teníamos que cantar con él, ya que años atrás conoció a un
cantante brasileño que en sus conciertos empezaba la primera canción, el
público se ponía a cantar, él se iba al bar y cuando regresaba todavía estaban
cantando y que pensó que cuando fuera mayor le gustaría ser como él. Por lo
tanto que él empezaría la canción y cuando nos hiciera un guiño siguiéramos
nosotros; y así fue como entre todos cantamos “Paraules d’amor”; a título
personal eso fue la guinda del pastel, pues es mi canción favorita y al ser mi
lengua materna el catalán me llenó de emoción y alegría poder cantarla con
él. Una vez más volvió a demostrar que es Único.

Y con todo ese cúmulo de sensaciones, nos fuimos a preparar el equipaje


para al día siguiente regresar a Madrid con la felicidad de haber cumplido un
sueño. (Fueron siete canciones en catalán).

Concierto en el Teatro Tívoli de Barcelona


4 de Marzo de 2003
Texto de Oscar Constantí Bosch (Mataró)

¿A QUÉ PRECIO SUENA SERRAT?


Hace unos días, compré la entrada para asistir al concierto del martes:
francamente cara.

Pasaban unos minutos de la hora prevista y empieza la fiesta en el Tívoli de


Barcelona. Como siempre: Miralles, David Palau, Álex Fernández, Alejandro
Terán, Paco García... bueno... ¿Cómo siempre? No.

El concierto de anoche era benéfico, a favor de la Fundación Clarós, que


lucha contra la sordera y por ese motivo un marcador electrónico mostraba
las letras de todas las canciones.

Introducción musical y salió espléndido Joan Manuel Serrat. Empezó con


"Cançó de bressol" a la que siguió "La bella y el Metro". Ahí Serrat saludó al
respetable, todo eso acompañado por un traductor al lenguaje de signos. Dio
las gracias a todos los que desinteresadamente hicieron posible el acto.

Magistral estuvo JMS cuando precisó que cualquier acto que hacemos para
los demás, no es más que un acto egoísta que hacemos para nosotros
mismos. Mientras hablaba sonaban unas notas que creía conocer...
efectivamente: "Benito". Impecable. Triste fue oír entre el público ciertos
comentarios... "esta es nueva..." ¡No me lo creo!

211
Gira “Versos en la boca”

E impecables, tras la presentación, aparecieron "Los fantasmas del Roxy".

Hace unos días, compré la entrada para asistir al concierto del martes: creo
que a un precio justo.

Siguió el concierto con muy pocas palabras y pocas canciones de "Versos en


la boca". Cantó "Los recuerdos" y "Señor de la noche". El público agradeció
enormemente "Cançó de matinada".

Dijo Serrat que a los bandoleros de antaño la gente les hacía canciones, que
iban con la cara tapada porque les daba vergüenza su oficio y no como a los
ladrones de ahora... Y eso nos lo dijo para presentar, con traducción incluida
para sordos, uno de los momentos más mágicos: "Cançó del Lladre".

Y después Serrat silbó. "De cuando estuve loco" sonó maravillosa,


espléndida como solo él logra y más lenta que en el disco y en definitiva,
perfecta.

Hace unos días, compré la entrada para asistir al concierto del martes:
francamente barata.

Si es o no el orden correcto, no lo sé, pero no sería capaz de juzgar cuál de


ellas cantó mejor, si "Me'n vaig a peu" o "Es caprichoso el azar", si "Hoy puede
ser un gran día" o "Plany al mar". ¿Quizá llenó más "Mediterráneo" que "La mala
racha"? No lo sé. Todas ellas fueron sensacionales.

Habiendo asistido a los últimos conciertos de Barcelona, me preguntaba si


la siguiente sería una canción de "Versos" o no... ¡No me lo creo!: "La
despertarà el vent..." ¡Hala! ¡Va el tío (con perdón) y nos regala nada más y
nada menos que la mismísima "Tieta"!

Hace unos días, compré la entrada para asistir al concierto del martes: a un
precio regalado.

Parecía que esa mágica noche estaba terminando cuando aparecieron


"Pare" y "Cantares". Más aún cuando se acabó la "Fiesta". No podían faltar las
"Paraules d'amor" como remate final. Ovación y más ovación. Vuelve a
aparecer para regalarnos la última... o el último: "El último organito".

Creo que el martes estuve en uno de los mejores espectáculos de Serrat.

Hace unos días, compré la entrada para asistir al concierto del martes...
aunque... no sé si la compré o fue un regalo del cielo.

212
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Auditorio de Zaragoza


7 de Marzo de 2003
Texto de José Antonio Plo (Zaragoza)

SERRAT SIEMPRE SERRAT


Eran las 19:45 (el concierto comenzaba a las nueve de la noche), estaba en
la ducha pensando si haría o no esta crónica, ya que pensaba que habría otro
serratiano que seguro la elaboraba mejor que yo. Finalmente decidí que no la
haría.

Ya llevo disfrutando entre 30 y 40 conciertos del maestro y reconozco que


ha habido de todo, estaba un poco preocupado por las últimas crónicas
recibidas en la página y acudí un tanto frío al concierto. Desde una afortunada
fila 1 centro, sentía que podría tocar casi con los dedos al maestro y
aprovechar hasta el último momento de la actuación.

Son las 21:15. Empieza el espectáculo, un Serrat soberbio como pocas


veces, sale al escenario, canta, baila, bromea y borda cada una de las
canciones como pocas veces he visto, alusión al Prestige con “Plany al mar” y
como no podía ser menos, otra a la guerra (con pegada de pegatina en la
guitarra y una gran ovación) cantando “Algo personal” (fantástica), estaba
cerca el final y ya en los bises una señora le recuerda que desde que estuvo
en la plaza de toros (hace ya bastantes años) no cantaba “Cançó de Bressol”.

En ese mismo momento un señor bastante mayor se acercó al escenario


diciendo: "Juan Manuel, Juan Manuel...", el maestro nada más reconocerlo se
le abrazó emocionado y diciendo: "no te vayas, espérame fuera...". Entonces
un Serrat al borde de las lágrimas nos dice: "voy a hacer una cosa que no he
hecho nunca, quiero dedicar esta canción a mi familia (su madre era de
Belchite, un pueblo cercano y muchos de sus familiares asistían al recital), a
los que están aquí y a los que no han podido venir, a los que ya no podrán
venir pero que están con nosotros, a todos ellos, que saben que aunque
pasamos más tiempo del deseado sin vernos, están en mi corazón como yo en
sus pensamientos...". Y nos cantó casi con lágrimas en los ojos (y durante
gran parte del tema sin poderlos abrir) esa maravillosa canción. Al final
apoteosis total.

Ya en casa decidí que tenía que contar lo que había ocurrido y cómo a pesar
de tantos conciertos el maestro había logrado una vez más emocionarme
como hacía mucho tiempo que no lo hacía.

Gracias, Juan Manuel

P.D. Lo que habría dado yo, por oír entre bambalinas la conversación del
anciano con el maestro.

213
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Palacio de Festivales de Santander


8 de Marzo de 2003
Texto de David Gutiérrez Rodríguez (Santander)

BENDITA MÚSICA
Marcaba el reloj las 20:45 cuando la luz se apagó, los músicos entraron en
escena y comenzaron a entonar una introducción, así pudimos comprobar que
esa noche iba a ser mágica. Nuestro admirado Serrat hizo su aparición al
tiempo que, tras una oleada de aplausos, sonaba una melodía conocida.
“Bendita música”, le sirvió al maestro para entrar en calor. Y a todos nosotros
para dejarnos llevar por su música (¡Bendita música!).

Continuó con “La bella y el metro”, “Benito” (excepcionalmente escenificada e


interpretada) y “Muñeca rusa”. En este primer bloque de canciones destacó,
como es habitual, “Benito” por su sencillez y belleza.

Una breve pausa que aprovechó Serrat para presentarnos a sus músicos, e
interpretar acto seguido “Los fantasmas del Roxy”. Siguió con “Los recuerdos”
y “Señor de la noche”.

Haciendo una corta explicación de lo que significa para él musicar poemas,


nos presentó “Llanto y coplas” y “Defensa de la alegría”. Se me hicieron cortas
y pocas. Debería, en mi modesta opinión, cantar alguna canción más, por
ejemplo algún poema de Miguel Hernández. Eso no impidió que, con la
magnifica interpretación de la última de ellas, la gente se emocionase y
ovacionara a Joan Manuel.

El concierto continuó con unas aclamadas “De cuando estuve loco” y “Hoy
puede ser una gran día”.

En este momento manifestó su solidaridad con Galicia, Asturias, País Vasco


y Cantabria por esta terrible catástrofe provocada por la irresponsabilidad de
muchos. Así lo piensa Serrat, y lo pensamos muchos. Nos dijo que, las
noticias de catástrofes y desgracias, dejan pronto de ser noticias, pero tardan
mucho en dejar de ser desgracias. Por ello nos manifestó su intención de
seguir cantando “Plany al mar” mientras este problema no esté solucionado
(cosa que, personalmente, veo muy complicado).

Pero la alegría volvió a nuestros corazones con “Mediterráneo”, “Es


caprichoso el azar”, “La mala racha” y “Dondequiera que estés”.

Puso la pegatina de “No a la guerra” en su guitarra y cantó “Algo personal”.


Parecía escrita para estos días. Esta canción está más de actualidad que
nunca. Se pudo comprobar con la cantidad de aplausos. Seguidamente, “Qué
sería de mí” y “Fiesta”.

La primera despedida de nuestro querido Nano dio paso a “África” (una


sorpresa sí, para aquellos del foro) y “Cantares”. Emoción del público en la
última. Serrat se despidió por segunda vez para volver y cantar, acompañado
únicamente por el piano, “Lucía”.

214
Gira “Versos en la boca”

Así terminó esta noche mágica. Como siempre, me hubiese quedado toda la
noche escuchando al maestro.

Concierto en el Teatro Cervantes de Málaga


11 de Marzo de 2003
Texto de Paco Ranea (Málaga)

VERSOS EN LA BOCA,
PROSA PARA LA PAZ
“Música bendita, cabalgando entre el infierno y el cielo”, fue lo primero que
irrumpió en los oídos de los que tuvimos, una vez mÁs, la fortuna de estar
junto al Nano en otra noche mágica. Quizás presagiando y advirtiéndonos que
hay Serrat para rato.

Con los acordes de “Benito” como fondo, recibimos su bienvenida: “Espero


que les sea leve, a los que por voluntad propia, en su mayoría, habéis
decidido compartir con nosotros y con nuestra música este rato, reciban mi
más profundo agradecimiento”.

Inicia la presentación de “Versos en la boca” con su metáfora sobre la


complejidad de la naturaleza humana visto desde el hombre hacia su
compañera, todos estamos frente a una “Muñeca rusa”, aún así todavía están
en flagrante desventaja ya que ellas, en muchos casos y por desgracia aún
están ante un “Muñeco norteamericano” y eso es bastante más grave.

Prefirió seguidamente entrar en el capítulo obligado de las presentaciones:


“...aunque los vocalistas de las orquestas suelen hacerlo siempre al final...
pero hoy en día, uno nunca sabe lo que puede pasar. Yo me acuerdo del
señor Suárez que creía aquel 23 de febrero de 1981 poder acabar la sesión
parlamentaria y llegó el señor del bigote. Yo no creo que vaya a pasar nada
esta noche. Ya todos somos demócratas. Pero puede ocurrir que entre el
fragor del público sufra una borrachera de éxito y se me vaya el santo al
cielo. Aunque, francamente, a mí el santo no se me va casi nunca, apenas si
viene. Por ello no quisiera quedar mal con unos seres a los que me une una
relación, aparte de cotidiana, cariñosa e incluso a veces amistosa. Y también,
cómo no, por respeto a ustedes. Porque en esta vida siempre es conveniente
saber con quién pasa uno la noche, o como mínimo saber cómo se llama.
David Palau, (guitarra), Alejandro Terán (viola, saxo y clarinete), Francisco
García (batería), Alex Hernández (contrabajo y bajo eléctrico) y nuestro
amado, respetado y agradecido maestro, nuestro querido amigo Ricardo
Miralles”.

Nuestro, también querido Maestro, Don Ricardo, oye una voz desde un
palco: “¡YA ERA HORA, MIRALLES!”, acariciando como sólo él es capaz de
hacerlo, un piano que anunciaba las primeras notas de los invasores
“Fantasmas del Roxy”. Hay que ver la de años de sequía que hemos padecido.
Menos mal que te volvemos a tener. ¡Gracias por volver! Estamos tan

215
Gira “Versos en la boca”

contentos como los británicos cuando vieron de nuevo a tu tocayo “Corazón


de León”.

Con “De cuando estuve loco” y “Señor de la noche”, continúa el paseo por su
trabajo más reciente para, seguir recordando a todos los poetas que musicó y
envidió. Los que ya “no se pueden defender, y los que aún viven y, por tanto,
tienen necesariamente que soportarme”, manos a la obra que hay que
“Defender la alegría”. Sobretodo porque aún existen muchos “Don Guidos”
modernos que deciden por nosotros y les importa tres pimientos los pesares y
padeceres de su pueblo. Machado y Benedetti fueron los elegidos para esta
escena.

El Serrat más intimista y ricardiano aparece con “Los recuerdos”


presentándonos una segunda entrega sobre uno de los más grandes de sus
temas, aquel que nunca “mató el tiempo y la ausencia”. Nuestra antigua
amiga “Penélope” nos demostró nuevamente que el público aún la quiere y la
tiene guardada en sus bolsos y carteras de piel marrón.

“Noticias que fueron primeras páginas, no hace mucho tiempo. Con el pasar
de los días. Quien sabe si empujadas por la capacidad del ser humano de
cometer una barbaridad tras otra. Van siendo sustituidas, pero siguen siendo
tragedias sin resolver. Y que van quedando aparcadas en las páginas más
oscuras de los periódicos. Y ya no digamos de los otros medios de
comunicación.

Yo no tengo ningún interés en desmemoriarme, ni capacidad para aceptar


con naturalidad la mierda acumulada. Hace meses que una marea negra está
llenando de vergüenza y de alquitrán el norte de nuestro país. Y sigue
llenándolo. Y sigue sin resolverse. Y mientras esto ocurra yo seguiré cantando
esta canción mientras tenga oportunidad de subirme a un escenario.

Cuna de vida/ camino de sueños/ puente de culturas/ ¡quién lo diría!/ que


eso era el mar... Un abrazo solidario a los que padecen directamente las
consecuencias de esta tragedia y mi indignación más profunda hacia aquellos
que han convertido el mar en una cloaca y nuestros sueños en una pesadilla”
y después sonó “Mediterráneo”, su hermana inseparable, la fotografía de lo
que podía haber sido y no fue.

Cuando en este sorprendente país, la palabra ecología era patrimonio de


una minoría intelectual, existía un hijo humilde que le decía respetuosamente
a su padre: “usted decía que donde no hay pinos, no habrán piñones ni
gusanos ni pájaros y si no hay peces por la contaminación del agua,
tendremos que quemar la barca si este invierno tenemos que combatir el
frío”. Nos declararon la guerra, padre, hace treinta años y esa guerra no para
de causar muerte, desolación y miseria. Hoy todo el mundo sabe el significado
del término ecología. Esperemos que no sea demasiado tarde el día en que
estemos dispuestos todos a defender, de verdad, nuestra casa. Casa que se
prolonga infinitamente más allá de la puerta de nuestra vivienda.

“Es caprichoso el azar”, totalmente identificado y de acuerdo con este título


que supone para mí una auténtica declaración de principios. No sólo en el
amor el azar es caprichoso sino en todos los aspectos de la vida, en contra de
lo que afirman la pitonisa Lola o Aramís Fuster, lo malo es que cuando la
gente se entere de esto, los personajes mencionados y tantos cuyo principal
aliado es la ignorancia estarán forrados. Puede que sea entonces cuando
empiecen a pegar en sus puertas aquellos que aún no se enteraron que
“Carlos Marx está muerto y enterrado”.

216
Gira “Versos en la boca”

Hay una persona actualmente, además de Serrat, a quien oírle supone


inmediatamente poner en atención los cinco sentidos. Hace unos meses la
periodista Monserrat Domínguez le entrevistaba en “La Mirada Crítica” y a
pesar de la cantidad de personajes ilustres, en el buen sentido, que han
desfilado por su programa, no podía salir de su asombro y perplejidad ante la
gran capacidad de elocuencia dialéctica y a la vez con la sencillez como
principal ingrediente de su lenguaje. Don Eduardo Galeano es para
descubrirse, precisamente por “La mala racha” que padecemos en estos
momentos.

Para mí una de las más hermosas canciones de amor o desamor jamás


escritas vino a enmendar la racha, “Dondequiera que estés”.

Posiblemente con el deseo de levantar un pelín el optimismo de los


congregados suenan las notas avisoras de que “Hoy puede ser un gran día” y
sobre todo mañana también. Vámonos de “Fiesta” con “prohombres y
marranos incluidos”. Y la gente responde, como decimos en esta tierra: “¡TE
VAS A IR ENSEGUÍA!”.

Le piden bises variopintos (Para la libertad, Palabras de amor, etc.), y en un


alarde reivindicativo y guerrero, se saca una pegatina de ¡NO A LA GUERRA! y
la planta en su guitarra. Probablemente los Sres. Busch y Aznar cuando eran
niños les daban de comer a las palomas pero en ese momento no había ni una
sola alma en todo el teatro que no tuviese “Algo personal” con esos dirigentes
de pacotilla. Luego nos recuerda que “hacer camino al andar” es tarea de
todos.

No sé cuantos años hace que les oí por última vez solitos a Juan y Ricardo
cerrar juntos un concierto con “Lucía”, pero fue el último y uno de los más
emotivos momentos de la gala. A partir de ahora y perdónenme mi debilidad,
después de acontecimientos televisivos recientes, sería un placer gozar de un
trío afrontando esa magistral composición Ricardo, Juan y Pasión Vega. Amén.

La actitud y aptitud del noi del Poble Sec, impecable durante y tras el
concierto. Amablemente atendió a la gente que le esperábamos, y tuve la
oportunidad de obsequiarle con la obra completa de Atahualpa Yupanqui “El
payador perseguido”, a él y a Miralles, ya que en España no fue editada en su
día y yo la compré en París hace treinta años.

Concluyendo y tratando de sacar algo mejorable, siempre desde la


subjetividad de quien suscribe, destacaría que en algunos momentos
sobraban vatios para este recinto y para mi gusto hubiese metido más temas
en catalán (solo “Plany al mar” pudimos oírle). De todas formas creo que
Serrat debiera ir pensando en llevar a cabo una gira con temas catalanes en
exclusiva. Aunque los traduzca y explique, pero esas joyas tienen que ser más
compartidas. Y quien vaya a oírle que sepa claramente dónde va. A mí me da
la impresión de que si no hiciera esto algún día, podría pasar a la historia de
la música, como gran desconocido para mucha gente. Su obra en catalán
debe ser más difundida, os lo dice un malagueño que estoy harto de oír
pitidos hacia ese idioma y nadie se rasga las vestiduras cuando una granadina
representa a España en el festival de Eurovisión cantando en inglés.

Un fuerte abrazo a todos los paco martinianos y hasta la próxima.

217
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Teatro Cervantes de Málaga


11 de Marzo de 2003
Poema de Rosa Ranea (Málaga)

VERSOS EN TU BOCA

“Ya no viene Serrat a la Malagueta”


decía mi hermano.
En Málaga, mi ciudad,
cambiaba escenario El Nano.

Ya no te miro desde mi balcón


ensayando la tarde del concierto,
ni adivino a los otros
si lucirás o no tu traje negro.

Ya no persigo matrículas con B


por los alrededores de la plaza
para verte venir (y no venías),
-claro que ya tampoco tengo yo
los años que tenía-.

Ahora te envuelven los palcos del Cervantes


y las alegorías de un pintor malagueño.
Todo parece más legalizado,
como admitido a un mundo reducido
a mil espectadores de teatro.

Pero ahí suena mejor la que te grita “¡guapo!”


y sus luces reflejan el brillo de los ojos
de un impávido público que se individualiza,
y te imagina docto de aliviar sus locuras,
y te cuenta en dos horas cómo le va la vida,
y tú con tus poemas
le enseñas que no siempre
lo bueno es la cordura.

Y además, tú te encargas de recordar quién eres,


a pesar del solemne teatro que te integra,
recogiendo mi ramo de gran sabor a “yerba”
y poniéndole nombre (y me explotan las sienes).

Y cuando todo acaba


con gesto de cansancio,
agradecido,
como siempre que estás,
sin compromiso,
como pez en el agua,
entre el gentío
de la puerta trasera del recinto,
dices a todos que has de estar tranquilo,
que la salud no siempre está a la altura.

218
Gira “Versos en la boca”

Pero cambian su solidaridad contigo


por su pasión por ti y no te escuchan.
Y mientras dices que quizá mañana…
fotos y bolis pasan por tus manos.
Y firmas sin mirar. Ya es madrugada.
(Acaso más cercano
que un director de banco).

Saliste al escenario
con tu “Bendita Música”
y te dije al oído: “podías seguir así”,
pero me contestaste
que estaba allí mi hermano,
con su mujer “Lucía”,
y que quería escuchar “Mediterráneo”.
Y les pasé el testigo,
y les cantaste fiero,
con la misma frescura
de un último trabajo.

A los poetas, un guiño.


En el disco de Machado
había más que “Saetas”,
(por fin te lo han perdonado)
y nos calmas con Don Guido
y nos exaltas con Mario
y “defiendes la alegría”
en estos días tan trágicos.
Y por si no fuera mucho
nos interpretas “Cantares”
para cantar con nosotros,
(aunque yo compartiría
la de “El Carrusel del Furo”).

Y responsabilidad que obliga


a traernos nuevos hijos
que son “Versos en la Boca”
(¿y cuándo no fueron versos?
¿y cuándo no fue en tu boca?).
Y los mimas, los presentas
a sus hermanos mayores,
a esos oídos que escuchan
con aires renovadores.

Y con respuesta de agrado


a los oídos renovados
los trasladas al pasado
desgarrando tu garganta
con “Penélope” en tus labios.
(¿y si mecieras un poco
al rock’n roll en tus brazos?.
Ya me callo.)

Recabas obras maestras


para estos temas tan serios
que son el mar y la guerra.
Y retrocede la música,

219
Gira “Versos en la boca”

y tu voz ya se adelanta
a traducirnos tu “llanto
a ese mar” que nos desangra,
(ese mágico momento
de traslación de palabras
en que yo desearía
que siguieras traduciendo
o cantando en catalán todo el concierto.
-Dicen que la vida es sueño-).

Pero “Hoy ha sido un gran día”,


y te has traído al “Benito”,
y a ese guapo “mayordomo”
que recuerda a los señores
que llevan en la cartera
junto a un carné que no nombro
la entrada pa’ tus canciones,
que habría que tener vergüenza.
No vi tanto esta noche
de esos rostros confusos
que miraban tu cara y el techo del teatro
como si fuesen ellos los que os redescubrieran
aunque nunca los encontré sentados
en sillas de madera
de mi plaza de toros.
Buscaba sus vergüenzas, pero no las tenían,
tan sólo pretendían confundirnos a todos.
Anoche no vi tantos de esos tipos duros
(con lo que hubiera dado por ver sus reacciones
cuando te despegaste el lema negro y rojo
y “Algo personal” surgía entre vosotros).

Y se acabó…
tu voz nos dijo que llegó el final,
pero creo que nunca se olvidó
que cada uno es cada cual.

“Dondequiera que estés”


te gustará saber…
QUE TE QUISE OLVIDAR
Y NO HE PODIDO.

220
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Teatro Cervantes de Málaga


11 de Marzo de 2003
Texto de Amalia Hernández (Málaga)

DECIR AMIGO
ES DECIR TERNURA
Así fuimos ayer al Teatro Cervantes de Málaga: a pasar dos horas con un
amigo entrañable al que hacía dos años que no veíamos, con un amigo que es
un lujo para el oído y un bálsamo para el alma, un cómplice para vivir y un
consuelo para el corazón.

El reencuentro, como siempre, fue cariñoso y tierno, amable y emotivo,


entrañable y fugaz... Sobre todo, fugaz.

Al igual que en otros conciertos, comenzamos hablando de música (¡bendita


música la tuya!), seguimos con la evocación de recuerdos, pasamos frío con
Benito, denunciamos y nos entristecimos con lo que ocurre en el mar, le
cantamos al Mediterráneo, le dimos un repaso a Machado y Benedetti,
paseamos con la muñeca rusa, rogamos al señor de la noche (¡Dios mío! ¡Qué
interpretación! ¡Qué maravilla de canción!), supimos de las jugadas del azar,
hablamos de Penélope, nos disculpamos por importunar al señor, paseamos
con la muñeca rusa, supimos de la locura, anduvimos por el metro,
superamos la mala racha, evocamos a los fantasmas del Roxy, escribimos a
una muchacha (dondequiera que estuviera), plantamos cara a la guerra (con
cuyos señores todos tenemos algo personal) y terminamos recordando a
Lucía. Las luces encendidas nos dicen que llegó el final y nos quedamos como
siempre que un amigo se va: tristes por la partida pero felices por el tiempo y
las vivencias compartidas, vacíos por la ausencia pero saboreando el tiempo
que hemos estado juntos y haciendo planes para el próximo reencuentro.

Nos dio las gracias por pasar una noche con él, pero somos nosotros los que
tenemos que agradecerte tanta dicha, tantas canciones regaladas a lo largo
de estos años, tantas recetas infalibles para saborear la vida, tantos versos
que corren de boca en boca. Hasta muy pronto, amigo.

P.D. Estas crónicas que aparecen en la página de Paco tienen un pequeño


defecto: como todos sabemos lo que ocurre en todos sitios, aceptamos lo que
hay y nos volvemos conformistas. Así, sólo salió una vez a los bises y cantó,
sin más peticiones, tres canciones del tirón (Algo personal, Cantares y Lucía).
Como todos sabíamos que Lucía era el cierre, nos conformamos y no
insistimos, cuando en otras actuaciones en tierras malagueñas hemos
conseguido, a base de aplausos, sacarlo hasta cinco veces a escena. Sirva
esto para los amigos de otras ciudades: no os conforméis y, con aplausos,
hacedle “salir con ella a escena”.

221
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Teatro Falla de Cádiz


18 de Marzo de 2003
Texto de Luis García (Cádiz)

DE ANTOLOGÍA
Quien escribe estas líneas no está de vuelta, tampoco lo está el
heterogéneo público que Serrat supo congregar en el Teatro Falla de Cádiz
donde no hubo concesiones a la nostalgia, donde hubo un recital inolvidable a
salvo de los que siguen buscando el Serrat de otro tiempo en los viejos discos
de vinilo. Que sigan así, bebiendo sorbo a sorbo el vino dulce y melancólico de
lo que ya no vuelve. Serrat volvió a Cádiz con "Versos en la boca", sin
comerciar con la citada nostalgia y con una voz espléndida, clara, como pocas
veces he tenido la oportunidad de verle, una voz que parece sacudirse el peso
inapelable de los años y que llenó de sentimientos y estelas un recital
inolvidable. Uno quedó francamente empapado entre tanto fervor, entre
tantas muestras de afecto y devoción del público asistente. Cádiz fue especial,
fue tango y ternura, mar y lágrimas, seda y licor, lumbre y suspiro para el
cantautor. Uno trata de ser objetivo y busqué en los otros, en los que me
acompañaban, una opinión meditada para ver si la euforia podía restar
rigurosidad a mis palabras. Pero todos coincidían, todos se deshacían en
elogios y el cronista se queda sin palabras aunque haya que buscarlas para
salvar esta crónica.

Qué lejos queda este Serrat de aquel otro que a finales de los 60 cantaba
en el Cortijo de los Rosales o el que en 1970 pisaba el Teatro Andalucía con
camisa de lunares y fondo orquestal o el que en los años 80 dejaba cada
verano su sello portentoso en el Teatro José María Pemán en medio de una
acústica siempre deficiente, todavía más desdibujada por el viento de levante
que a veces aparecía como invitado inesperado. Pintan canas, el paisaje es
otro, las miradas también son otras porque los años van dejando el corazón
cansado, pasan factura, pero por arte de magia todos esos condicionantes se
evaporan cuando este hombre pisa el escenario y lo hace suyo. Sigue siendo
hermoso no encontrarse solo, ver tanta gente joven que le sigue y le aplaude,
que cantan a Antonio Machado cuando no habían nacido el año que Serrat
puso música al poeta sevillano mientras la cátedra -que hoy le rinde pleitesía-
se rasgaba las vestiduras. No hay en ellos amago de escepticismo, no hay
comparaciones entre el Serrat de hoy y el de ayer. El cantautor del Poble Sec
está afortunadamente en uno de sus muchos momentos dulces. Sigo
pensando que los años agigantan su figura, que el mito sigue intacto y sigue
marcando historia. El mejor medidor es el público que le sigue y le aclama en
cada uno de los conciertos. Lo que pasó en Cádiz rebasó en intensidad todo lo
previsible. Serrat es Serrat.

El cantautor catalán desgranó sus espléndidos versos en la boca -lo último


de un creador es lo que siempre da la medida de su vitalidad y de sus deseos
de seguir aportando cosas nuevas- y los intercambió con sapiencia con el
ramillete de canciones de siempre, algunas compuestas en la década de los
años 90 donde Serrat ha seguido puntualmente sembrando el camino de
canciones memorables.

222
Gira “Versos en la boca”

Ocho canciones de "Versos en la boca" fueron dibujándose en el aire,


perfectamente distribuidas en el recital, siguiendo el esquema más o menos
conocido en los últimos recitales con la inclusión de la hermosísima “Plany al
mar” -traducida convenientemente "...por si algún gaditano despistado no
sabía catalán"- y de “Algo personal”, dos canciones que han vuelto a cobrar
actualidad en medio de las catástrofes cotidianas y de la desfachatez de los
gobernantes que nos han arrastrado a un nuevo conflicto bélico. Contundente,
magnífica, fue la interpretación de "Algo personal", sin panfletos ni
preámbulos innecesarios. Serrat siempre ha sabido derramar su mensaje sin
demagogias, lejos del espíritu de libelo de otros cantautores con el
compromiso puesto en la voz y en la música y con la pegatina del "No a la
guerra" prendida en la guitarra, esa guitarra a la que Serrat le dedicara una
de sus primeras canciones y que ha sido su poética arma de combate, desde
donde ha cincelado melodías magníficas, armonías eternas, amores y sueños
que ha ido deslizando sobre la piel del tiempo. Ese compromiso que Serrat
siempre ha tenido con todo lo humano volvió a ponerse de manifiesto en un
repertorio en el que Serrat fue mostrando las distintas paletas de su arte. El
hombre siempre delante, poblando el espíritu indómito de sus creaciones,
ejemplar lección posada en la voz de este trovador sin tiempo que sigue
siendo, de largo, el mejor cantautor que ha dado este país.

De "Versos en la boca" quedaron fuera “Sin piedad”, “Así en la guerra como


en los celos” y “África”, sin que tampoco se las echara en falta, aunque "Sin
piedad" no carece de elementos interesantes en su aproximación jazzística a
una pasión destructiva. Volvió a ser espléndida, cargada de fuerza dramática,
la interpretación de “Señor de la noche” que abriría paso a “Llanto y coplas” y
a “Defensa de la alegría” que volvieron a conformar uno de los momentos
fundamentales del concierto. El díptico poético que forman "Llanto y coplas" y
"Defensa de la alegría" volvió a ser admirable y perfectamente
complementario. "Llanto y coplas" es más llanto y coplas en este sur del que
Machado extrajo Don Guido y que ya sabe a primavera, a incienso en las
calles, a amores imprevistos y besos que salen de la retaguardia para
declararse. Del retrato machadiano hecho voz y música por Serrat a la
reivindicación de la alegría en revisión espléndida de un tema que
originalmente no poseía la fuerza que Serrat le confiere ahora en sus directos.
“La bella y el Metro”, pintura suburbana llena de crescendos y de imágenes
plásticas, “De cuando estuve loco”, musicalmente brillante, “Es caprichoso el
azar”, pura delicadeza amorosa o “Los recuerdos” son piezas maestras que
Serrat cantó de forma excelente. Mención especial volvió a merecerme "Los
recuerdos" que llenó de una atmósfera sutilísima el Teatro Falla. Canción que
ahonda en las memorias del ayer, en el tapiz de los recuerdos, de un modo
muy diferente a "Aquellas pequeñas cosas", canción con la que
equivocadamente se la ha relacionado.

Todo sonó como debía sonar. Las luces se revelaron perfectas ofreciendo el
matiz que cada canción precisaba envolviendo a Serrat en diferentes tonos de
colores y sombras que ilustraban ejemplarmente el sentido expresivo de cada
uno de los temas. Los músicos volvieron a estar a la altura exigible con Ricard
Miralles y David Palau como pivotes de un conjunto espléndido,
perfectamente armonizado con las intenciones expresivas del cantautor.
Hasta el vestuario de Serrat ha recuperado la elegancia característica, los
tonos rigurosos y oscuros que hermanan el continente y el contenido. A Serrat
se le veía cómodo, controlando los tiempos, dominando el escenario, como es
costumbre.

Aquí en Cádiz juega siempre en casa. Esta ciudad le quiere y le admira.


Hubo hasta algún pequeño incidente que sorteó Serrat con esa maravillosa

223
Gira “Versos en la boca”

flor de la fortuna que le acompaña: Cantando “Muñeca rusa” -una canción que
al igual que “La mala racha” volvió a dar mucho juego en directo- el micrófono
se le fue de las manos pero pudo retenerlo sin perder pie en ningún
momento. Esto quedó en mera anécdota en medio de un nuevo paseo
sentimental e histórico de Serrat por la memoria viva de sus canciones.
Estuvieron las de casi siempre -“Penélope”, “Mediterráneo”, “Hoy puede ser un
gran día”, “Fiesta”, la siempre coreada “Cantares” o “Lucía”, que fue la que
cerró el recital- y otras como “Bendita música”, “Benito”, la recuperada
“Disculpe el señor” o “Dondequiera que estés” que lo completaron. Todas
dejaron su huella porque Serrat está presente en cada una de sus creaciones
porque forman parte del itinerario que ha ido trazando a lo largo de su
dilatada trayectoria artística...

Recital, en definitiva, maravilloso, emocionante, donde no hubo altibajos,


donde Serrat no se dosificó como otras veces. Puedo decir que estuvo todavía
mejor que en el recital que tuve ocasión de disfrutar en Madrid el pasado mes
de diciembre.

En la apoteosis final de ovaciones, en el intenso y ritual pedido de bises -


donde muchos pidieron una "Saeta" que no llegó- Serrat se marcó unos pasos
flamencos mostrando ese vínculo que le une a esta tierra que no le es ajena y
que siente como propia. Es difícil explicar lo sentido, lo vivido esta noche.
Sólo dejo el apunte y la emoción de las palabras. Escribo con la madrugada
descifrando mis ojos. Dejo el último suspiro, la última gota de tinta en el
papel. Mañana será otro día. Quedará el recuerdo de otra noche memorable
donde Serrat volvió a ser el hacedor de ilusiones, el compañero de camino, el
dulce reflejo de la vida en el espejo de cada día, el fanal, el eco, el ancho mar
hecho verso y melodía, la voz inacabable que tantas veces hemos hecho
nuestra, ese torrente de canciones que nos hace, indudablemente, mejores.

Concierto en el Teatro Villamarta de Jerez (Cádiz)


20 de Marzo de 2003
Texto de Luis García (Cádiz)

EL PLACER DE REINCIDIR
Volver a ver a Serrat, dos días después del recital en el Teatro Falla de
Cádiz, cantando las mismas canciones -sólo faltó "Lucía" ya que "Cantares"
fue la que puso punto final al recital- extrae nuevas lecciones altamente
positivas sobre este cantautor que no deja de sorprenderme cada vez que me
reencuentro con él en directo. Serrat no se repite y es capaz de provocar
nuevas emociones sobre lo ya conocido. El mismo recital, espléndido y
emotivo, pero distinto a su vez con otros matices y sugerencias como si
Serrat no aceptase duplicados mecánicos, como si se jugara la vida en cada
canción, como si fuera la última vez que fuera a interpretarlas.

Ese dejarse la piel, esa pasión que Serrat pone en cada verso, ese dominio
del escenario nunca puede dejar de admirarse. Alguien gritó en un momento
del recital algo así como “aunque te estés haciendo viejo vaya voz que
tienes”. Y ciertamente he podido disfrutar del mejor Serrat posible, pletórico

224
Gira “Versos en la boca”

de voz y de condiciones, algo que en una gira tan larga no siempre puede ser
así porque habrá días mejores y peores.

El caso es que en Jerez llevó las riendas de otro de sus recitales modélicos.
El guión fue idéntico al concierto de Cádiz, quizá empezó dosificándose más,
midiendo más la voz, para poco a poco ir creciendo en todos los sentidos.

“Señor de la noche”, “Llanto y coplas” y “Defensa de la alegría” fueron


paseadas con infinita maestría. Otro engarce prodigioso fue el que produce la
conjunción de “Algo personal”, “Hoy puede ser un gran día” y “Fiesta”.
“Mediterráneo” y “Penélope” son inevitables en sus recitales, pero Serrat tiene
la virtud de presentarlas con nuevos acentos, con vueltas de tuerca en los
arreglos con lo que el resultado sigue siendo tan emocionante como siempre.

Empezó el público algo frío pero terminó entregado a un cantautor que


sigue cantando como si no fuera un consagrado, como si todavía tuviera que
demostrar algo, sin acomodarse, sin caer en recursos fáciles ni ganarse al
público de cualquier manera. Ese es el secreto de su vigencia en escena. Cada
canción, como antes he referido, es la última y Serrat se hace carne y
sentimiento para derramarla, para hacernos partícipe de sus historias, de su
poesía abrazada al colectivo, de su música donde volvió a ponerse de relieve
lo alejado que su propuesta está del estatismo de la canción de autor al uso.
Serrat tiene presencia y el escenario es su morada particular. Cada canción
vibra en su voz, cobra vida en la forma de interpretarla, de echarla a volar.

Es un lujo disfrutar del excelente quinteto que le acompaña que entiende


perfectamente lo que Serrat busca y quiere. Una formación en la que el jazz
se funde con otras propuestas igualmente sensitivas. David Palau vive cada
uno de los temas aportando grandes dosis de inventiva y frescura. Ricard
Miralles confirma recital a recital que es un acierto su vuelta y que su regreso
no es un recurso a la nostalgia porque como ocurre con Serrat, Miralles crece
y se reinventa y nos vuelve renovado. Muy interesante observar los nuevos
arreglos que imprime en canciones como “Bendita Música”, “Benito”, “Disculpe
el señor” o “Dondequiera que estés” que tuvieron un tratamiento distinto de la
mano de Kitflus.

Desgranando las canciones que Serrat ha llevado en sus últimos recitales de


Cádiz y Jerez podemos llegar a interesantes conclusiones. Para empezar
Serrat está muy lejos de mirarse en el pasado antológico de los años 60 y 70.
Su selección de canciones no deja lugar a la duda. Serrat huye del recurso del
pasado mítico y sabe que su obra hay que entenderla desde todas las épocas.
Quien no quiera verlo así no puede comprender su obra. Los paseos que
Serrat propone asumen todas las décadas, pero no hay un predominio ni
muchísimo menos de las canciones de los años 60 y 70. Serrat retorna a sus
canciones clásicas de aquellas décadas pero lo hace sin dejar de lado las
canciones de los años 80 y 90 porque un paseo antológico siempre ha de
cubrir todas las épocas porque en cada una de ellas se plasma la evolución
que Serrat ha tenido, su recorrido vital, compositivo y lírico desde la juventud
a la madurez más absoluta en el lenguaje y en las formas. Para mí esta forma
de entender su obra es un acierto y sobre todo una forma de romper con la
fórmula fácil del seguidor anclado en el pasado mítico.

A continuación incluyo -dejando al margen las canciones de "Versos en la


boca"- la relación de canciones que Serrat ha interpretado en Cádiz y Jerez y
las fechas en las que fueron editadas. Esto nos permite ratificar lo dicho:

• Años 60: Penélope (1969) Llanto y Coplas (1969), Cantares (1969)

• Años 70: Fiesta (1970), Mediterráneo (1971), Lucía (1971)

225
Gira “Versos en la boca”

• Años 80: Hoy puede ser un gran día (1981), Algo personal (1983), Plany
al mar (1984) y Defensa de la alegría (1985).

• Años 90: Disculpe el señor (1992), Bendita Música (1994), Benito (1994),
Dondequiera que estés (1998).

Como podemos observar el equilibrio es absoluto entre las distintas décadas


y es la demostración de cómo Serrat busca ofrecer un compendio de todas
sus épocas en sus recitales porque no hay otra forma de entender su obra y él
es el primero que lo sabe.

No sé qué nos deparará el futuro, siempre envuelto en una gasa de


incertidumbres, pero lo que está claro es que Serrat no detiene su camino.
Sigue ofreciendo lo mejor de sí mismo como si todo acabara de empezar con
la ilusión latente del primer día. Ese es el secreto, el gran secreto, de este
trovador incansable. Al margen de las modas Serrat permanece con canciones
que son ya parte de la historia y de la memoria. Y nos sigue dejando el
privilegio de sentirlo y vivirlo en directo.

Concierto en el Auditorio M. Padilla de Almería


22 de Marzo de 2003
Texto de Eduardo del Pino (Almería)

JOAN MANUEL SERRAT


Y SU MANOJO DE HISTORIAS
Dice Serrat que en estos tiempos que corren siempre es bueno saber con
quién pasa uno la noche, o como mínimo saber cómo se llama. Por eso
prefirió presentar a los músicos nada más comenzar, para que todo quedara
como en familia y propiciar ese ambiente de complicidad tan necesario para
transitar juntos durante dos horas de concierto y que todos nos sintiéramos
como en casa, y con la sensación de que el tiempo había corrido demasiado
deprisa.

Serrat regresaba cuatro años después, y como entonces, el Auditorio se


quedó pequeño. Esta vez han sido dos días de actuación en los que se ha
colgado el cartel de no hay billetes. Muchos se han quedado sin entradas
porque antes de salir a la venta ya estaban reservadas las primeras filas, por
aquello de los compromisos oficiales del ayuntamiento.

Lo de Serrat y Almería es un viejo idilio que va ya para treinta años. Desde


aquel joven veinteañero que debutó en la desaparecida Terraza del Imperial,
hasta el Serrat de anoche hay diferencias importantes, pero un trasfondo
común que sigue llenando de magia cada una de sus actuaciones.

Tal vez sea su facilidad para manejar el lenguaje, para decir mucho con
pocas palabras, para abrir un horizonte de sugerencias con sólo un gesto, sea
una cosa u otra, o una mezcla de todas, el caso es que siempre tenemos la
impresión de que nos lleva con facilidad a su terreno, que nos mete poco a
poco en la faena para terminar entregados y salir del concierto con la
necesidad de volver a repetir la experiencia.

226
Gira “Versos en la boca”

Su voz ha perdido fuerza, pero sus palabras siguen llegando con la misma
rotundidad y sus historias, lejos de hacerse viejas, cobran más actualidad
cada día que pasa.

“Algo personal” es una canción que compuso veinte años atrás y que
anoche, mientras la escuchábamos, parecía escrita el día antes. En ella, nos
habló de los políticos que se consideran salvadores del mundo, de aquellos
que "se arman hasta los dientes en el nombre de la paz y después van a
echar toda la mierda a casa de otra gente".

Fue uno de los momentos más emocionantes de la noche. Antes de


interpretarla, Serrat cogió su guitarra y le puso la pegatina de NO A LA
GUERRA. No tuvo que decir nada, un gesto fue suficiente para levantar al
público de sus asientos y que la voz de la gente sonara con fuerza en el
Auditorio.

Como artista comprometido, Serrat tampoco dejó escapar la ocasión para


invitarnos a volver a vista a las costas gallegas y a los pueblos que han
sufrido y están sufriendo en sus carnes la contaminación de chapapote. "Suele
pasar que una tragedia se echa en el olvido cuando llega otra", dijo, y "no es
bueno que esto suceda", comentó, antes de rescatar otra vieja historia, esta
vez en catalán, donde hacía un llanto a ese mar que nos da la vida y al que
los hombres desvalijan y envenenan continuamente.

El concierto fue un recorrido por toda su discografía a lo largo de dos horas,


con especial atención a las canciones que componen su último trabajo "Versos
en la boca".

De las nuevas, destacó la interpretación que hizo del tema “Es caprichoso el
azar”, acompañado magistralmente por el piano de Ricard Miralles bajo un
juego de luces que le daban a la escena el ambiente adecuado.

Recordó a los poetas Antonio Machado y Mario Benedetti en “Llanto y Coplas


por la muerte de Don Guido” y “Defensa de la alegría”, aunque se echó en falta
algún poema del disco a Miguel Hernández, uno de los más logrados de su
carrera.

Como suele ser habitual, el público acogió con gran interés las novedades,
pero la emoción se desató cuando llegaron los clásicos: “Penélope”,
“Mediterráneo”, “No hago otra cosa que pensar en tí”, “Cantares”, en la que
invitó al respetable a colaborar en el estribillo o “Lucía”, canción con la que
cerró una noche de grandes momentos que nos dejó el sabor de los trabajos
bien hechos.

227
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Gran Teatro de Córdoba


28 de Marzo de 2003
Texto de Antonio Barranco Esteban (Córdoba)

ALGO MUY PERSONAL


Este fue un día esperado por dos motivos, por el concierto del señor Serrat
que lógicamente es lo que nos ocupa, y por haber compartido el día con Paco
y hablado sobre muchas cosas presentes y futuras.

A algo más de las ocho de la tarde llegó el cantautor al teatro, al que


pudimos saludar muy rápidamente antes de que entrase a prepararse para el
gran concierto que ofrecería a las nueve de la noche y en el que en ningún
momento, pese a la dureza de la gira, exhibiría muestra alguna de desgaste o
cansancio, brindándonos una fantástica interpretación de todos sus temas.

El teatro de la ciudad es pequeño y a la italiana (en forma de herradura), da


una sensación acogedora y cómplice que se agradece, sobre todo en una
ocasión como la que nos ocupa, que muchos consideramos bastante íntima de
por sí.

Puntualmente fueron entrando los músicos ejecutando después la


introducción sonora. “Bendita música” fue la canción escogida para arrancar la
noche a la salida del cantautor. En la bienvenida se mostró agradecido a todos
los que por propia voluntad habíamos decidido compartir esas dos horas con
él, deseaba también a los que no fueron por propia voluntad que les fuera
leve, mostrando su deseo de que todos, cada uno en su circunstancia,
pasásemos la mejor noche posible.

El recital continuó con “La bella y el Metro”, en la que las luces simulaban
los rayos de luz intermitentes que entran por las ventanillas en el hipotético
viaje que se nos narraba a través de túneles, deseos, personalidades y
motivaciones.

“Benito” y “Muñeca rusa” continuaron el recital, en el que con los acordes de


“Los fantasmas del Roxy” se hizo una pausa para presentar a los excelentes
músicos que lo acompañaban, "por si acaso no llegábamos al final", aunque él
según nos aseguraba estaba casi convencido de que confiaba poder
terminarlo.

Dos canciones del último disco, “De cuando estuve loco” y “Señor de la
noche” se colaron entre aplausos, como suele ocurrir en los conciertos de este
señor, a veces parece que en lugar de seguir la tónica de aplausos entre
canciones se sigue la contraria para su fortuna y la de todos nosotros.

“Llanto y coplas”, “Defender la alegría”, “Los recuerdos” y “Penélope” fueron


las siguientes antes de que se nos contara una historia sobre bandoleros, de
cómo en épocas remotas se les hacían canciones, que tristemente no han
dejado de ser de actualidad ya que la figura aun existe entre nosotros aunque
bastante más desvergonzada y a cara descubierta según palabras del
maestro. Esta introducción sirvió para presentar y explicar la “Cançó del

228
Gira “Versos en la boca”

Lladre”, bastante renovada con arreglos más modernos que sorprendían un


poco y la hacían muy agradable.

“Mediterráneo”, “Es caprichoso el Azar”, la muy agradecida “Disculpe el


señor”, “La mala racha” y “Dondequiera que estés” fueron las siguientes. Ya se
vislumbraba el final del concierto cuando pegatina en guitarra sonaron los
acordes de “Algo personal”, dedicada con gran amabilidad a quienes todos
sabemos. Cualquier comentario era innecesario.

Realmente la impresión era correcta y el fin del recital se colaba por


nuestros oídos con el principio de “Fiesta”, de todos modos todos sabíamos
que ése no era realmente el fin de la noche, todavía nos serían regaladas
algunas más, “Qué sería de mí” fue la primera de ellas, seguidamente
“Cantares” fue coreada por todo el teatro y “Lucía”, con una iluminación
tenue, y al piano con Miralles, pusieron el mejor final posible a esa noche tan
esperada por muchos de nosotros.

Concierto en el Teatro Auditorio de Alcázar de San Juan (C. Real)


1º de Abril de 2003
Texto de Minerva Campos Rabadán (Belmonte)

ALCÁZAR A LOS PIES DE SERRAT


El recital estaba programado para las nueve de la noche, pero media hora
antes empezó a haber movimiento en la entrada del teatro. A la hora en
punto, ya con todo el mundo sentado e impaciente, comenzaron a sonar los
primeros acordes de "Bendita música".

Era la primera vez que acudía a un concierto de Serrat y debo confesar que
se me puso la carne de gallina en cuanto empezó el recital. Creo que como a
mí, le ocurrió al resto del público, porque la ovación que recibió al finalizar
esta canción fue enorme. Continuó con "La bella y el Metro". Al final de ella
aclaró: "Estoy encantado de encontrarme en la cuna de Cervantes, que
aunque algunos digan lo contrario estoy firmemente convencido de que nació
aquí, claro que si estuviese en Alcalá de Henares diría otra cosa, pero
supongo que entenderán mi postura..."

Seguidamente entonó "No hago otra cosa que pensar en ti". En esta canción
al llegar al punto "al techo no le iría mal otra mano de pintura" añadió
señalando al techo del teatro: "bueno, en este caso ya veo que no es
necesario, pero la canción lo dice así". Después vino "Para la libertad" y nada
más sonar los primeros acordes de esta canción el público estalló de nuevo en
aplausos y al finalizarla, la ovación fue aún mayor.

También interpretó "Benito", "Muñeca rusa", "Los fantasmas del Roxy", "De
cuando estuve loco", "Penélope", "La mala racha", "Algo personal" y "Señor de la
noche". Antes de comenzar una de estas canciones, no estoy muy segura de
que fuese realmente "Señor de la noche", tuvo un gesto que fue muy
aplaudido: sacó de su bolsillo una pegatina en la que se podía leer "no a la
guerra" y la pegó en su guitarra.

229
Gira “Versos en la boca”

El concierto continuó con "Mediterráneo", "Es caprichoso el azar", "Llanto y


coplas" y "Disculpe el señor". Creo recordar que fue entre dos de estas
canciones cuando un señor del público tosió prudentemente, pero aún así
Serrat se percató de ello y dijo: "tosan, tosan que es bueno, pero claro no lo
hagan en la nuca del que está delante, que por lo menos a mí cuando me
tosen en la nuca me dan unos escalofríos... en los conciertos y sitios así se
tose para los lados que suele ser donde están nuestros familiares o
conocidos".

De "Cançó del lladre" hizo una presentación muy graciosa. Comentó que la
iba a traducir un poco al castellano, que los de Alcázar sí saben catalán pero
por si había alguien de fuera (claro está que esto lo hizo por mí y por otros
como yo, claro). Contó que iba de un bandolero de éstos de antes, de los que
se tapaban la cara. Que ahora también había ladrones pero que salían a cara
descubierta, los conoce todo el mundo y encima te los ponen en el telediario a
la hora de comer para que se te quiten las ganas de comer... La verdad es
que no conocía yo esta faceta humorística de Serrat.

Después de estas canciones de ayer, hoy y siempre y tras dos horas encima
del escenario dio por finalizado el recital. Pero con todo el auditorio en pie no
podía quedar ahí la cosa. Salió de nuevo y nos deleitó con "Vencidos", de
León Felipe. Según me han dicho, llevaba muchísimos años sin cantarla en
directo. La gente le pedía "La saeta" y "Lucía", pero dijo que estando en La
Mancha prefería cantar "Vencidos". Así hizo, que para algo es él quien tiene
que cantar.

Siguió con "Cantares". No sé si será muy común en sus conciertos, pero al


menos en Alcázar al llegar a "caminante no hay camino...." y al decir "golpe a
golpe...." dejaba seguir la canción al público. Y claro, todos, bueno hablo por
mí, nos desgañitábamos cada vez que se dirigía a nosotros.

Al finalizar estas dos canciones nos pusimos de nuevo todos en pie a


aplaudir. Pero ahora sí que ya se había terminado el concierto del todo. Pero
como dice el refrán: la esperanza es lo último que se pierde. Por lo que de
nuevo todos en pie pedimos otra.

De nuevo apareció Joan Manuel en el escenario y los músicos volvieron a


colocarse en sus posiciones. Casi se me sale el corazón del pecho cuando noté
en el oído ese principio inmejorable de "La saeta". Por lo visto no fui yo sola la
que me emocioné con esa canción, porque él no pudo continuar con la
canción. A mitad de la canción tuvo que dejar de cantar y dejar continuar el
acompañamiento instrumental hasta el final.

Por mí y por otros tantos hubiésemos pasado toda la noche sin ningún
inconveniente escuchándole, pero claro, no sería justo. Como supongo que
ocurrirá en el resto de la gira y de todas las otras que haya hecho en estos
últimos años, las canciones más aplaudidas han sido sin duda las míticas,
aunque las nuevas no han pasado inadvertidas.

Aparte de que me guste Serrat, hay que reconocer que en los discos sus
canciones suenan bien, pero en directo son algo... inexplicable. No pensaba
yo que iba a sonar así de bien en directo. La voz la conserva estupendamente
a pesar de su conocida afición al tabaco. Como creo que ya he dicho antes,
era al primer concierto de este gran cantautor al que iba pero casi de seguro
os digo que no va a ser el último. En cuanto me sea posible repito.

230
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Teatro Quijano de Ciudad Real


2 de Abril de 2003
Texto de Emilio Javier García Mateos (Ciudad Real)

SERRAT ABRAZA A SU GUITARRA,


Y HOY ABRAZÓ A LA MANCHA
LA LLEGADA.

Eran las 20 horas y mi amiga y yo nos agolpábamos en la larga fila de


personas que esperaban entrar en el Teatro; cuando abrieron las puertas
pudimos ver el cartel de "Agotadas". Hoy iba a ser un gran día y un buen
recuerdo para toda la vida: a los 23 años veía cantar a Serrat en directo por
vez segunda.

Ya dentro conseguimos que uno de los encargados del Teatro nos diera el
póster más grande que anunciaba el "Versos en la boca". Serrat abrazaba a
su guitarra y hoy nos iba a abrazar a todos los manchegos.

SERRAT EMPIEZA.

Eran las 20:40 y los músicos, con Miralles incluido, hacían presencia con
una magnífica introducción, entre aplausos. Después los acordes de "Bendita
Música" y el maestro entraba en el escenario, a "parir música". "Es un placer
volver a estas tierras de la Mancha, y compartir con ustedes un manojo de
canciones...". Y para nosotros era un placer recibirlo. Y siguió con la primera
de "Versos en la boca", "La Bella y el Metro", para seguir con "No hago otra
cosa que pensar en ti", a cuya melodía contó algo en cuyo asunto "el santo se
le fue al cielo", "buf... mi santo al cielo..."

EL PÚBLICO SE CONVIERTE EN GENTES.

El silbido inconfundible de "De cuando estuve loco" arrancó los primeros


aplausos, me refiero a esos que ya muestran que el público va estando
cómodo con el cantante, y empieza a haber comunicación mutua entre el uno
y los otros. En directo empezaba todo a sonar no sólo distinto, sino
maravilloso, y es que "Señor de la noche" llevada al escenario dejó sin habla a
más de un asistente. La letra se suma a la música y la música a la letra, y las
luces, colores y juegos envuelven este temazo en vivo. Todos sabíamos que
escucharíamos algo de Machado o Hernández cuando dijo que en toda su
trayectoria le había puesto música a aquellos poemas que le hubiese gustado
haber escrito.

"Los Recuerdos" y "Penélope" seguían el repertorio del Nano, y cuando


finalizó ésta, una señora del público le dijo en catalán algo sobre que hiciera
una referencia al tristemente fallecido Terenci Moix. La señora sólo quería que
él hablara algo en catalán pues ella le dio las buenas noches en su lengua
paterna. La respuesta de Serrat fue "Ah, bueno, bona nit, lo que pasa es que
aquí no es bona nit, sino buenas noches". Y siguió un auténtico debate con el
público sobre si hablar en castellano o en catalán.

231
Gira “Versos en la boca”

Y llegó una de mis esperadas y favoritas, "Disculpe el Señor", con su


habitual escenificación, tan irónica como la realidad misma. La tan
directamente identificable de "La mala racha", "Dondequiera que estés" y "Algo
personal", que veinte años después de ser escrita sigue teniendo vigencia
tristemente. No la cantó sin colocarse antes la pegatina "antiguerra" en su
guitarra, al mismo tiempo la gente aplaudía y, totalmente en libertad,
gritábamos: ¡NO A LA GUERRA!

EL FINAL LLEGÓ, COMO SIEMPRE, DEMASIADO PRONTO.

"Hoy puede ser un gran día", con arreglos nuevos y mejores, parecidos a los
que sonaron con "El gusto es nuestro", me levantó del asiento, todos
aplaudiendo, pero yo sólo levantado (quizá porque ya me esperaba un final
que no deseaba), y me brindó un gesto, una larga mirada que nunca olvidaré.
A "Fiesta" le acompañamos con palmas, y en los bises "Cantares", cantada a
partes con la gente, y como no queríamos que se fuera, volvió con Miralles al
piano, para deleitarnos a toda Ciudad Real con "Lucía", a mi lado alguien
lloró... no fue la única.

Pero yo no podía acabar el recital sin verlo más de cerca. A la salida le


esperé y me regaló un par de autógrafos y un momento que siempre
mantendré en mi memoria.

Concierto en el Auditorio de Puertollano (Ciudad Real)


4 de Abril de 2003
Texto de María Angélica y Nicolás Speranza (Argentina)

DE ARGENTINA A PUERTOLLANO,
VIA NANO
Cuando uno empieza a descubrir la vida, ahí conocimos a Juan Manuel
Serrat, ("el Nano" para los íntimos). Es imposible no quererlo, cuando a
través de sus letras, no decía exactamente lo que pensábamos, o en los casos
en donde con tres estrofas nos abría la cabeza y nos hacía ver todo más claro.
El Nano nos formó, estuvo a nuestro lado desde los 16 años (hoy tenemos
47).

Por eso, este comentario, de ninguna manera va a relatar lo que pasó en el


escenario, ni en la platea, va reflejar lo que sentimos en nuestros corazones,
justo el mismo día que cumplíamos 25 años de casados.

Vinimos de Argentina, a festejar estas Bodas de Plata, y sabiendo que el día


4 iba a cantar en Puertollano, ajustamos los tiempos para poder estar
presentes. Llegamos a la ciudad con las entradas en la mano y con pocas
horas de anticipación, apenas para darnos un baño y correr al Auditorio
Municipal.

Eran las 20:45. Había cola en la puerta, pero gracias al orden de los
españoles, a las 21 estábamos sentados en nuestras dos localidades de la
primera fila del "patio de butacas", que aplaudió con frenesí (como si

232
Gira “Versos en la boca”

estuviéramos en el Roxy), cuando a las 21:15 apareció Joan, el Nano, el


Maestro, el Amigo.

Creo que arrancó con "Bendita música", pasó por "Penélope", "La bella y el
Metro", "De cuando estuve loco", "Mediterráneo", "Para la libertad", "Los
fantasmas del Roxy"...

La verdad, no sé cuantas fueron ni en qué orden, pero cada una nos traía
un recuerdo distinto, todos muy cercanos a nuestra juventud, a esa época en
donde la sangre está más caliente, y las emociones a flor de piel. Será por
eso que a cada rato nos poníamos de pie, aplaudíamos, gritábamos. El
público, como en casi todos los espectáculos que vimos, es respetuoso del
artista, lo escuchaban atentamente y le retribuían el esfuerzo con aplausos
que parecían interminables. Pero nosotros estábamos en otro lado, ¿o es que
estábamos soñando?

Sentimos que nos cantaba a los argentinos cuando representó "Disculpe el


señor", es que en nuestra querida patria, cada vez llegan más pobres y siguen
llegando, mientras que los poderosos custodios de las riquezas, siguen
rezándole a Santa Rita.

Explicó la canción dedicada al mar que canta en catalán, hizo alusión a la


locura de esta guerra de los "cachorros de buenas personas", con los que
todos tenemos "Algo personal".

Pero ya no podíamos más, la mujer que yo quiero (mi esposa), se levantó


de su butaca una vez más, se acercó al escenario y le entregó un tesoro muy
querido, mi primera camiseta de fútbol del seleccionado argentino. Una vez
más, como si nos conociera de años, se inclinó, la tomó de la cabeza, le
agradeció al oído, y le dio un beso. El personal de vigilancia, casi entendiendo
que lo que estaba ocurriendo no era un abuso sino un homenaje, se demoró
unos instantes y permitieron que el sueño se cumpliera. Cuando llegó a mi
lado, no pudimos decir nada, simplemente nos besamos.

A partir de allí, empezó otra "Fiesta", las gargantas se rompían


acompañándolo en "Cantares", y el Nano nos miraba, nos hacía cómplices de
sus canciones, y nos saludaba agitando nuestra celeste y blanca.

El espectáculo terminó, la gente se retiró ordenadamente y en silencio, solo


algunos sorprendidos nos preguntaban si éramos amigos o familiares de
Serrat, creo que les contestamos que no, pero nos equivocamos, el Nano es
como nuestro hermano mayor.

Hicimos tiempo para dejar macerar tantas emociones, y como frutilla de un


postre, nos invitaron a pasar para recibir su autógrafo. Corrimos con otras 10
personas, y cuando estuvimos frente a él, le dijimos que habíamos venido
solo para verlo. Como los argentinos tenemos fama de ser poco confiables en
nuestros dichos, nos atajó con un "sois unos embusteros", y por primera vez,
creo que el Nano, se equivocó. Le dijimos que nos criamos con él, que
estábamos festejando nuestros 25 años de casados y se alegró que sea en su
tierra. Nos fotografiamos los tres juntos, nos despedimos y empezamos a
despertarnos del sueño. (Como no podía ser de otra manera, y ya que los
sueños no se pueden fotografiar, días después, en un descuido, nos robaron
la cámara fotográfica, y con ella todos estos testimonios).

De todos modos, el sueño había terminado y el Nano ya había hecho de las


suyas, nos hizo realmente felices y eso, nos durará para toda la vida.

233
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Gran Teatro de Manzanares (Ciudad Real)


5 de Abril de 2003
Texto de María Fernández Pacheco (Manzanares - Ciudad Real)

TODAVIA ESTOY SOÑANDO


Creo que esta noche no he dormido, me la he pasado entera escuchando a
Joan; en realidad llevo dos semanas casi sin dormir, oyéndolo
constantemente en mi cabeza y preparándome para el gran momento.

Venía por fin a mi pueblo, hacía cuatro años que lo vi en este mismo teatro
con SOMBRAS DE LA CHINA y desde entonces soñaba con su vuelta.

El domingo pasado 2 de abril salían las entradas a la venta a las 12 de la


mañana y aquí la única forma de conseguirlas es estar en taquilla antes de
esa hora esperando. Así que apenas dormí: a pesar del cambio de hora me
levanté a las 7 y a las 7,30 llegaba a la plaza del "Gran Teatro" y para mi
desilusión me dijeron que era la quinta persona para la "cola". Habían venido
cuatro amigos de Madrid (saludos para ellos) que llevaban toda la noche
esperando en el coche por las entradas (alguno de ellos hará seguro una
crónica mejor de este concierto).

Afortunadamente sólo querían cinco entradas y como a la otra señora que


había le gustaba la fila 6, yo podría asegurarme la fila 1 central como hace
cuatro años.

Después siguió llegando gente y más gente, pero a mí nadie me quitaría mi


sitio. Fueron cuatro horas que, a pesar del frío y la lluvia que sufrimos, se
pasaron volando pues todos (la mayoría, todas) estuvimos charlando de
nuestras vivencias y recuerdos de "él". De cuando vino en el verano del 76 y
también lo vimos (éramos muy jóvenes), de sus primeros vinilos que
conservamos...

El teatro tiene 750 localidades, pero a las dos ya no quedaba ni una sola
aunque solo se vendían cuatro entradas por persona.

Después, toda la semana esperándolo, oyendo una y otra vez sus discos,
preparándome...

Anoche por fin, cuando empezó su "Bendita música", entré en éxtasis,


disfruté todas y cada una de sus canciones, más o menos las mismas de toda
la gira aunque siempre introduce variaciones, alternando sus "Versos en la
boca" con "Cantares", "Mediterráneo", "Don Guido", "Para la libertad", "Los
fantasmas del Roxy", "Disculpe el señor,", "Penélope"...

Cuando nos tradujo "Plany al mar" parecía escrita hace dos meses y de
repente, sentado en su taburete y con la guitarra colgando, empezó a hablar
del próximo tema mientras manipulaba un papel en la mano y no dijo nada
pero plantó su pegatina del "No a la guerra" sobre su guitarra y el teatro se
vino abajo por los aplausos.

234
Gira “Versos en la boca”

La verdad es que en este pueblo somos muy serios, secos y callados como
nuestra tierra y por eso no se oyeron muchas voces, pero los aplausos nos
deshacían las manos.

Creo que todos podíamos cantar "Algo personal" como si fuera "Algo
personal nuestro".

En fin, la crónica del concierto supongo que la hará otro, pero para mí, ha
sido la mejor noche en mucho tiempo y aún no he dejado de soñar y de
escucharlo. Su despedida con "Lucía" al solo piano de Miralles aún resuena en
mis oídos y lo hará por mucho tiempo.

Hasta el próximo, Joan.

Concierto en el Palacio de la Opera de La Coruña


24 de Abril de 2003
Texto de Carmen Verdes (La Coruña)

SENCILLAMENTE SERRAT
Después de un día tan esperado como lo fue el 7 de Octubre del 2002 en el
que se ponía a la venta una nueva joya “Versos en la boca”, pasaría un
tiempo hasta que supe que vendría a La Coruña. La fecha tardó en
confirmarse, pero al fin aparecía el día 24 de Abril como el día deseado. A
partir de ese momento tendría que estar atenta a la venta de localidades. Mi
idea era conseguir lo que consideraba fila y asiento ideal para estar
suficientemente cerca, de frente y sin que las cervicales sufrieran demasiado.
Esa fila era la cinco, escalera principal. Conseguí un asiento en dicha fila
aunque a cuatro butacas del pasillo. De esto hace 11 días.

Por fin llegó el día 24. El palacio de la Opera, se iba llenando poco a poco,
hasta ocuparse todo el aforo, unas 1700 localidades. El escenario era un
anticipo de lo que iba a ser una gran noche: elegante y sencillo, pero con una
fuerza representada en unas columnas que rodeaban sus señas de identidad:
su guitarra y su taburete. Era un reflejo del personaje al que iba a recibir, a
arropar, a engrandecer aún más si cabe. A las nueve y diez, los músicos van
apareciendo en el escenario a los que se les brindan los primeros aplausos.
Suenan los primeros compases y hace su aparición JOAN MANUEL SERRAT
(me gusta llamarlo así). Pantalón negro, camiseta negra y chaqueta gris,
sencillo, elegante, con fuerza, con poderío…

Un grandísimo recibimiento en forma de fuertes aplausos obligó que los


músicos tuvieran que esperar a que el maestro les hiciera un gesto y
comenzasen a sonar las maravillosas notas de “Bendita Música”. Después de
“La Bella y el Metro”, Joan Manuel da las buenas noches. Se produce entonces
esa magia, esa chispa de humor, de acercamiento, de genialidad con la que
nos obsequia en cada concierto. Mientras unos rezagados ocupan sus
asientos, Joan les da las buenas noches y añade que estaba verdaderamente
preocupado porque no sabía lo que les podía haber pasado. Carcajadas y
aplausos. Agradece por igual a los que fuimos a verle voluntariamente y a los

235
Gira “Versos en la boca”

que no lo fueron tanto, pero que “esperan algo a cambio” por el sacrificio. El
público ya estaba totalmente entregado.

Siguieron “Benito” y “Muñeca Rusa”, tras las cuales nos presentó a su


grupo, que fue recibido esta vez de uno en uno entre grandes aplausos y
como se merecen, por eso de que también supiesen con quienes iban a pasar
la noche. “De cuando estuve loco”, “Señor de la noche”, “Llanto y Coplas por la
muerte de Don Guindo”, “Defensa de la alegría”, “Los recuerdos” y “Penélope”
continúan el repertorio haciendo disfrutar todavía más al público que
respondía con aplausos, piropos, y muchos “bravos”.

Joan Manuel nos explica, lo extraño que les resulta a algunos, el hecho de
que habiendo nacido, crecido, educado, casado, con hijos anotados en el
registro civil, haciendo el amor aunque con más limitaciones en catalán…,
hable y cante en catalán. Pues eso, que nos explicó una vez más lo que quiso
expresar en “Plany al Mar” en esta ocasión con más rabia contenida debido al
desastre del Prestige. Al agradecerle desde la grada el apoyo, respondió que
él también era víctima del desastre y que no teníamos nada que agradecerle.

Continuó con “Mediterráneo”, “Es caprichoso el azar”, “Disculpe el Señor”, “La


mala racha”, “Dondequiera que estés”, “Algo personal”, momento en que saca la
pegatina de “No a la guerra”, la pega en su guitarra y expresa su sentir por
tal barbarie, sentir correspondido de igual manera por todo el público. “Hoy
puede ser un gran día” y “La fiesta” nos anuncian a las claras que el concierto
llegaba a su fin. Público en pie, aplausos y más aplausos, caras de satisfacción
y bises muy tímidos, a los que JOAN MANUEL SERRAT corresponde con
“Cantares” y no recuerdo cual otra.

De nuevo la gente en pie. Joan se retira, y un chico que tenía al lado, me


pregunta: ¿te atreves a pedir otra? Otra y las que hicieran falta, sino fuera
por no abusar. Y gritamos como locos. Joan Manuel volvió acompañado del
maestro Miralles y sonó lo que sería la última canción: “Lucía”.

Me había comprometido a hacer esta crónica aun sabiendo que me iba a


costar expresar por escrito lo que sería el concierto. Buscar los calificativos
apropiados es muy difícil porque cualquiera valdría y todos, aun sumándolos
se quedarían escasos. No soy muy objetiva, Joan Manuel hace años que me
conquistó, que me convenció por cómo escribe, por lo que dice, por cómo lo
dice, por cómo interpreta, por cómo canta. Ha ido pasando por diversas
etapas y no podría escoger ninguna. En castellano, en catalán, en gallego,
chino, ruso… daría exactamente lo mismo. Anoche estuvo magnífico, único,
insuperable o superable solo a sí mismo, seguro, cómodo. Todo funcionó.
Incluso el sonido con el que hace dos años no parecía estar cómodo. Creo que
el resultado ha sido espectacular.

Serrat es grande porque ya ha nacido grande y toda su carrera ha sido, es y


será la de un grande. Bendito día en el que su padre le regaló aquella
guitarra, gracias a los que hicieron posible que eligiese ese camino y no otro,
al señor Escamillas y a ese profesor al que Joan también agradece. No me
cabe duda que se ha perdido un genio en lo hubiese querido ser, pero para
nuestra fortuna hemos ganado con su elección. El gusto siempre será nuestro.
Vuelve a ésta tu casa al menos una vez al año, no es necesario que esperes a
sacar nuevos temas. Las puertas permanecen abiertas y si no te invitan, te
invitas tú y nosotros acudiremos. Muchas gracias Joan por ser como eres y
compartirlo con nosotros.

236
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Palacio de la Opera de La Coruña


24 de Abril de 2003
Texto de Milagros Pérez Meirás (La Coruña)

OTRA NOCHE INOLVIDABLE


Yo soy de Ferrol, y desde hace más de 20 años me dedico a "perseguir" a
nuestro ARTISTA, por todos los conciertos que ofrece cerca de mi ciudad, y
siempre en la fila uno, incluso en alguna Gira conseguí verlo un día en Coruña
y unos días más tarde en Santiago, porque siempre me queda la misma
sensación al terminar los conciertos, de que me sabe a poco, pasa la hora y
media aproximadamente que dura cada actuación, y a mí me parece que aún
estamos empezando. El día 24 me pasó lo mismo: cuando sonaban los
primeros acordes de "Fiesta" ya me empecé a preocupar porque sabía que
realmente se nos acababa la Fiesta.

El concierto comenzaba a las 21 horas, y pasaban aproximadamente cinco


minutos cuando subieron los músicos, precedidos por el maestro Miralles, al
escenario y comenzaron a tocar una magnífica introducción. El decorado que
sólo se basaba en los juegos de los focos de colores de la parte superior del
escenario, resultaba magnifico, muy acogedor. Sobre las nueve y diez, JOAN
MANUEL aparecía ya sobre el escenario, guapísimo e impecablemente vestido,
como siempre, y el público que abarrotábamos el Teatro lo recibimos con una
cerrada ovación. Sonaban entonces los acordes de "Bendita música". Bendita
música fue lo que nos ofreció durante esa noche, para mí mágica y pienso que
para la gran mayoría de los asistentes también. Con un repertorio creo que
muy acertado, en el que se entremezclaban magistralmente, las canciones de
siempre con las de su último y magnifico trabajo (a mi parecer) "VERSOS EN
LA BOCA".

A "Bendita música" le siguió "La bella y el Metro" como presentación del


disco, le siguieron: "Benito", "Muñeca Rusa", "Los fantasmas del Roxy", creo
recordar que más o menos entre estas dos últimas canciones hizo la
presentación de los músicos que le acompañaban en el tono familiar y
simpático, que le caracteriza, no lo dejó para el final "por si se le iba el Santo
al Cielo...". Enseguida empezamos a escuchar los silbidos del comienzo de "De
cuando estuve loco" y de nuevo una ovación del público como si se tratase de
uno de sus clásicos a pesar de ser un tema tan reciente, le siguió "Señor de la
noche", y a continuación un homenaje a sus poetas, para lo que eligió el
"Llanto y coplas" de Antonio Machado y el "Defender la alegría" de Mario
Benedetti, yo no se si a todo el mundo le pasaría lo mismo, pero a mí la
interpretación de este tema, me puso la carne de gallina, su entrega y
entusiasmo era total y tan contagioso que te daban ganas de gritarlo a ti
también, como si fuera una consigna, se te metía dentro..., no sé expresarlo
pero me hacía vivir la canción.

Después retomó el "VERSOS EN LA BOCA" con el tema "Los recuerdos”, a


continuación llegó ya el delirio cuando empezó a sonar "Penélope", y la
introducción de "Plany al mar" un tema que, por desgracia, y sobre todo por
mi tierra, nos sonaba a plena actualidad, al grito de una persona del público
de NUNCA MAIS, contestó que ojalá fuera NUNCA MAIS, pero que lo dudaba y
siguió dándonos un poco su opinión sobre los monocascos, le dimos las

237
Gira “Versos en la boca”

MOITAS GRACIAS, y en un gesto totalmente cómplice pidió que no se le


dieran las gracias porque él se sentía igualmente afectado por la desgracia del
PRESTIGE y dándole las gracias lo hacíamos sentir forastero, por supuesto el
teatro se vino abajo con los aplausos, primero nos lo recitó en castellano
(aunque yo creo que no era ni necesario). Los temas siguientes fueron:
"Mediterráneo", "Es caprichoso el azar", "Disculpe el señor", "La mala racha",
"Dondequiera que estés", y otro momento inolvidable, discretamente y sin
decir nada, sacó de su bolsillo una pegatina de NO A LA GUERRA, la pegó en
su guitarra, y nos dio su opinión tan correcta, precisa, inteligente y tan
compartida por todos, sobre la guerra de Irak, yo creo que no se podía
aplaudir con mayor intensidad, a esas alturas a mí particularmente, ya me
dolían las manos, y todo ello era la presentación a su "Algo personal", otro de
los temas con los que nos identificamos totalmente.

Le siguió "Hoy puede ser un gran día", una versión muy similar en los
arreglos a la que interpretaban en la gira "EL GUSTO ES NUESTRO", y OHHH!,
inevitablemente los acordes de "Fiesta", que a pesar de lo bonita que es la
canción, en los conciertos me produce la tristeza de saber "...que ya llegó el
final" y que sólo podemos esperar ya los bises que nos quiera regalar.
Después de retirarse del escenario, atendió nuestras peticiones (nadie estaba
dispuesto a irse así), firmó algunos discos que le acercaron al escenario, ý nos
regaló "Cantares" que en los estribillos nos ponía el micrófono para que
cantásemos con él, y "La saeta", después se marchó, pero ante nuestra
insistencia en los aplausos, nos regaló un "Lucía" inolvidable, interpretado ya
sólo con el piano de Ricard Miralles.

Y por desgracia se acabó, para mí duró un suspiro y no me quedará otro


remedio que esperar otro año para volver a vivir otra noche irrepetible como
esta. También tengo que decir que este año, me quedó un poco de mal sabor
de boca porque es el primer concierto que me vengo sin el disco firmado, me
imagino que tendría sus motivos, porque todos sabemos que es sumamente
amable a la hora de la salida, al atender a los incondicionales que siempre lo
estamos esperando a la salida del camerino, con el bolígrafo y la cámara de
fotos en la mano, pero este año, se nos escapó. Esperamos más de media
hora porque no creíamos que se nos fuera así, pero... Como dije antes, está
perdonado porque tenía que tener alguna razón.

Para terminar, os diré que creo que nos tenía metidos en el bolsillo desde
que salió al escenario, por eso no puedo matizar que canciones fueron las
más aplaudidas, que él estuvo tan genial y entregado como siempre, es más,
al terminar el concierto comentaba con mi amiga BEGOÑA, a la que le mando
un saludo, que a Serrat le pasa como a los buenos vinos, que mejora con los
años y un chapó también para los músicos, a todo el mundo le llamó la
atención el guitarra, creo que se llamaba David, no sólo por lo bien que
tocaba, sino por la sensación de que estaba disfrutando tanto del concierto
como nosotros.

Un besiño para todos, y mi recomendación de que a poco que os guste


Serrat, no perdáis la ocasión de verlo en directo si tenéis la suerte de que
pase por cerca de vuestra ciudad.

238
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Teatro Jovellanos de Gijón (Asturias)


2 de Mayo de 2003
Texto de Rubén Siñeriz (Gijón)

SOPLO NECESARIO
...Si en algún momento la INTOLERANCIA se disfrazase de músico, lo
INJUSTO se colocase detrás de un piano y lo ILEGITIMO se sentase en un
taburete, quizás un manojo de canciones les hiciese reflexionar y las cosas
serían distintas de lo que son.

A las 20,45 con la entrada de los músicos capitaneados por el maestro


Ricard Miralles, dio comienzo el concierto, apareciendo instantes más tarde
Serrat vestido con una camiseta y pantalón negro y americana gris, ante un
teatro lleno con un público donde se notaba la presencia de los serratianos de
toda la vida. El decorado sencillo, creando un ambiente de absoluta
complicidad e intimidad entre público y cantante para presentar su nuevo
disco. Con “Béndita música” se inició el espectáculo, siguiendo posteriormente
“La bella y el Metro”, primera de las canciones de su nuevo trabajo. A
continuación realizó la presentación: “Sean bienvenidos a ésta que es su casa,
y agradecemos la presencia de los que han venido voluntariamente y de
aquellos que se han visto obligados, claro que estos se supone recibirán algo
a cambio...”

La tercera canción, “Benito”, siempre presente en sus últimas giras, para


seguir con “Muñeca rusa”, antes de realizar la presentación de sus
compañeros, “...por aquello de que siempre es conveniente saber con quien
se va a pasar la noche o al menos su nombre, y que cuanto antes se haga
mejor, por que quizás el artista, lleno de éxito ante tanto aplauso, puede
llegar a olvidarse. Así que lo hecho, hecho está”. Ante los aplausos y risas de
la gente realizó la presentación de sus tres músicos, haciendo hincapié en el
cuarto, el maestro Ricard Miralles, que como todos sabemos vuelve con Serrat
años después.

De su nuevo trabajo a lo largo de las casi dos horas de recital fueron


apareciendo “De cuando estuve loco”, “Señor de la noche”, con una entrega
absoluta al finalizarla “...señor de la noche, reza por mi, reza por mi, reza por
mi”, “Es caprichoso el azar”, una de las mejores canciones compuesta por
Serrat en sus últimos trabajos, “La mala racha” y la intimista y puramente
serratiana “Los recuerdos”.

Hizo una de sus habituales paradas, para ensalzar la labor de esos grandes
poetas a los que ha musicado, caso de Antonio Machado y Mario Benedetti,
pasando a cantar “Llanto y coplas por la muerte de don Guido” en homenaje al
primero y “Defensa de la alegría” del segundo.

Precisamente el recuerdo llegó en forma de murmullo cuando empezaron a


sonar los acordes de algo que nos parece mítico, que siempre está ahí, que
nos suena cercano, que añoramos cada vez que nos encontramos con el
poeta: “Penélope” y “Mediterráneo”, dos joyas que no requieren presentación.
Antes de “Mediterráneo”, en uno de los momentos mágicos de la noche
mencionó al ser humano, “... ése que es capaz de cometer una atrocidad más

239
Gira “Versos en la boca”

grande aun que la anterior”, en referencia a los últimos acontecimientos


relacionados con los anteriores del Prestige. Con “Plany al mar” se mostró
desgarrador, mezcla de impotencia e indignación ante la muerte del mar,
fuente de riqueza y de culturas y que entre todos nos estamos encargados de
ahogar, “qué les voy a contar a ustedes si lo están viviendo en sus playas”.

Sentado sobre su taburete, y antes de “Algo personal”, colocó sobre su


guitarra una pegatina con el “NO A LA GUERRA”, ante los aplausos unánimes
de la concurrencia, preguntándose “dónde están las supuestas armas de
destrucción masiva, si ni siquiera han encontrado un petardo, y como en todo
en la vida, los que pagan son siempre los mismos”.

...Y luego llegaron los bises, el postre que saboreas con deleite y que te
sabe a poco, que sabes que se termina y que quieres repetir. Sabes que la
noche concluye y sientes envidia (lo reconozco, insana tal vez) de que al día
siguiente otros estarán allí a las 8,30 y gozarán de este soplo necesario e
imprescindible que te ayuda a ser persona y a no olvidar lo que está pasando,
que es mucho.

En esta época de misiles quisiera lanzar el más destructivo para la sinrazón,


al menos para mí, LA PALABRA: “...Sin consuelo alguno te sigo queriendo
cada amanecer”.

Concierto en el Teatro Jovellanos de Gijón (Asturias)


3 de Mayo de 2003
Texto de Daniel Ferreiro Rodríguez (Piedras Blancas - Asturias)

PUENTE DE MAYO ENTRE AMIGOS


Hace tan sólo unos meses que he llegado a esta preciosa tierra de Asturias
por motivos laborales. Buscándome el cocido a mis 26 años, como otros
muchos, he tenido que dejar mi Galicia para poder trabajar y poder así
pagarme los vicios como el que me di este puente de Mayo en Gijón. “Os
invito si queréis venir” a compartir este “manojo de instintos y placeres”, tal y
como algunos los compartieron conmigo.

Como os digo, tuve el placer de recibir la visita de mis amigos y amigas,


personas que desde mi infancia me han acompañado a lo largo de mi vida.
Venían desde Madrid, Valladolid, Galicia y Zaragoza a pasar unos días por
estos preciosos lares; pero hubo uno que hasta vino de Barcelona.

Tenía una cita con él (segunda de abono en Xixón) en el viejo Teatro


Jovellanos de Gijón, ciudad que casi no conocía. Eran las siete de la tarde de
un caluroso sábado y ya estaba impaciente por los alrededores del Paseo de
Begoña, que por cierto, anda en obras y estaba algo incómoda. A las ocho
abrieron el Teatro y ya con el nervio a flor de piel me dispuse a acomodarme
en el vetusto pero imponente Jovellanos. Me recibe un sencillo escenario,
compuesto por seis o siete columnas que le dan un mayor aire de solemnidad
a este abarrotado Teatro. Un piano y unos instrumentos en segundo plano, y
un taburete y una guitarra en primero me dejan claro que mi amigo anda ya
cerca.

240
Gira “Versos en la boca”

Lleno hasta la bandera. Los nervios aumentan... una buena cita a las ocho y
media... y como las buenas citas, con nervios y con 10 minutos de retraso
aparecieron en la penumbra del escenario los músicos, con Miralles al frente
(otro veterano). Aplausos de la afición. Tras una breve introducción
instrumental aparece el Nano, mi amigo. Pantalón y camiseta negra,
americana gris, seguro de sí mismo, cómodo, decidido. Elegante y sencillo.
Saludos al respetable, que corresponde con grandes aplausos, mientras los
músicos esperan a que el maestro, con un sutil gesto, les permita comenzar
una función apta para todos los públicos con “Bendita música” y “La bella y el
Metro”. Este sexador de pollos nos da la bienvenida a casa, nos saluda
efusivamente y nos agradece la presencia esta noche (es ahora cuando uno
piensa que el gusto siempre será nuestro.) Le noto que aun no ha cogido el
tono, pero confío en que lo haga brevemente.

Tras la introducción y el agradecimiento se rompe el hielo: “No hago otra


cosa que pensar en ti” nos adelanta que el maestro va a alternar y combinar
los viejos éxitos con las promesas de “Versos en la Boca”. De igual forma,
“Muñeca rusa”, nos advierte que también hay músicos detrás de Serrat. En
este caso Paco García, a la batería, me deja perplejo. Cada uno tendrá su
turno (¿qué sería de Joan Manuel sin ellos?) para sacar de sus instrumentos
los acordes precisos en el momento oportuno. Miralles... Miralles... lo hará en
todo momento!!!! No pienso entrar en el dichoso debate si a la derecha de
Joan Manuel Serrat tributa mejor Miralles o Kitflus; sólo propongo una
solución: uno a cada lado y ya me daréis la razón!!!! David Palau, a la
guitarra, parece animarnos y disfrutar aun más que nosotros en este
concierto. Pues eso, que “como ha de hacer un buen vocalista, nos presenta
al grupo, porque uno ha de saber con quien pasa la noche, o por lo menos,
como se llama”. (Al final del concierto los invitará a recibir nuestros merecidos
aplausos).

Risas del público y enseguida escuchamos los primeros acordes de “Los


fantasmas del Roxy”. Y algunos lloran con su demolición. Luego se empiezan a
escuchar los primeros silbidos del tema más representativo del disco: “De
cuando estuve loco”. Aplausos generosos de un público que casi identifica este
tema con un clásico. Notable también el esfuerzo (paseo por el escenario
incluido) y entusiasmo que pone Serrat con “El señor de la noche”. Le noto ya
mejor de voz cuando, tras beber agua, éste del Poble Sec se vuelve a dirigir al
público: nos cuenta que a “a lo largo de su trayectoria ha puesto música a
letra ajena, a diferentes personas o compañeros de viaje en esta vida; y así
pide perdón a Benedeti, a Machado (“el letrista de Serrat”, en palabras de
Pinochet), a Miguel Hernández (y a Salvat Pappaseit) por haber sufrido en sus
carnes el atrevimiento de su música”. En esta noche nos brinda el “Llanto y
Coplas a la muerte de don Guido” (canción que le escucho por primera vez en
directo) y “Para la libertad”. En una entrevista en La Voz de Galicia (11 de
Marzo de 2001) nos prometió no retirarse sin volver a atreverse a poner
música a poemas de otros escritores... ¿será su próxima sorpresa?...

Cambio de tercio con “Los recuerdos”, pieza de su último disco. A diferencia


de otras ocasiones y como os comenté antes, entremezcla hábilmente
canciones de siempre y piezas de “Versos en la Boca”. Y llega la primera
venida abajo del Jovellanos: “Penélope”. De verdad que es impresionante lo
que puede conmover esta canción. En mi opinión, junto con “Lucía” (con la
que despide el concierto con Miralles al piano) son las que más aplausos
arrancan en la gente; lo he observado en las cinco ocasiones que ya lo he
visto. Una voz femenina no se resiste a un “¡¡cada día estas mejor!!” desde
las primeras filas del escenario (¿se llamaría Penélope?)

241
Gira “Versos en la boca”

Vuelve a dirigirse al público para explicarnos la diferencia entre los


bandoleros del siglo XVIII (“aquellos que se tapaban la cara porque les daba
vergüenza atracar un banco”) y los de hoy en día (“que salen a cara
descubierta y te joden el telediario cada día a la hora de comer”.) Con esto,
Joan nos introduce en el Cancionero Tradicional Catalán con la “Cançó del
Lladre”, tema que ya le había escuchado en A Coruña hace un par de años.

Casi se cae el Jovellanos cuando la gente identifica una de sus canciones


más comerciales, más conocidas, un clásico: me refiero a un paradigma de la
descripción, en este caso de un mar cada vez más maltratado, que cuanto
más uno la escucha más le pone la carne de gallina; me refiero a
“Mediterráneo”. “Disculpe el Señor” (genial Miralles) y “Es caprichoso el azar”
(aunque sin Noa) nos advierten de que el final se esta acercando. “La mala
racha” muy bien adornada con las voces de David y Paco precede a
“Dondequiera que estés” (único tema de Sombras de la China) y al último
diálogo con el público: tras sacar una pegatina de NO A LA GUERRA y pegarla
en su guitarra nos da su opinión sobre la barbarie de Irak, sobre quienes la
apoyan y la fomentan, sobre los intereses... en resumen, que entre ellos
(¿“unos macarras de la moral” para los que corren “buenos tiempos”?) y
nosotros siempre habrá “Algo personal”. “Hoy puede ser un gran día”, “Fiesta”,
“Cantares” y “Lucía” constituyen la apoteosis final tras los bises que nos
brinda Juanito.

Tras salir del Teatro uno se queda con la idea de que le ha sabido a poco,
que se daría la vuelta y volvería a empezar ahora mismo. Cada vez que
escucho a este Ingeniero Agrícola me doy cuenta de su capacidad de
identificación e implicación con la gente de a pie, y me pregunto cómo coño
es capaz de contar cosas que parece que le pasan a uno mismo de una forma
tal y como él las cuenta; pero sobre todo cómo las comparte, con alegría pero
con crítica, con amistad y con simplicidad.

Creo que en las canciones de Serrat no sólo se pueden resumir algunas de


las experiencias que a una persona le suceden en la vida, sino las
experiencias que una generación (no sólo la de mis padres, si no también la
mía) vive, siente o comparte. Mi generación, que también conoció la ilusión,
el amor y la complicidad (que le pregunten a alguna que anda por ahí) a
través de sus canciones no es ajena a ello. Como tampoco lo es a sus
descripciones de la vida, a su crítica al pensamiento único, a la demagogia
que nos domina, al engaño y a esta sociedad global.

Más hablador que otras veces, pero menos interpretativo, sí me atrevo a


echar en falta un tema, sólo uno, de sus “rarezas” Canciones y una breve
mención al desastre del Prestige. Desconozco si el repertorio está o no
premeditado, pero me da igual. Lo que escribe, lo que dice, cómo lo dice y
cómo lo comparte creo que es algo que llevaré toda mi vida dentro de mí. Eso
que él, en una ocasión (El Semanal, 20/09/98) definió como lo que forma
parte de lo que uno piensa, siente, le da vueltas en la cabeza, le ilusiona y le
atormenta: sus canciones. Gracias y salud, Nano. No sé dónde, pero te espero
en la próxima.

242
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Palau Municipal d'Esports de Badalona (Barcelona)


6 de Mayo de 2003
Texto de Antonio Ovejas (Vitoria-Gasteiz)

…POR EL CORPUS SERPENTINAS…


"QUÉ BONITO ES BADALONA" CON SERRAT
Fue en el agosto del 82 cuando, en unas particulares vacaciones con
epicentro en Roses (Girona), de mis varias disfrutadas en toda la extensión de
la costa catalana, cuando escuché por vez primera a Joan Manuel Serrat en
directo.

Se trataba, ni más ni menos, de escucharle y verle a la vez reflejado en un


pequeño lago que por entonces existía en los jardines del Castillo de Peralada,
sobre el que se montaba el escenario.

Al aire libre, a la luz de la luna (tingues a mà un pot amb aire de lluna per
quam t’ofeguis), con una salada brisa mediterránea acariciándonos la piel…
Observarle en aquel marco incomparable evolucionar en el plató, oírle
desgranar canción tras canción, muchas de ellas en catalán. Por aquel
entonces yo apenas conocía “mediterráneo”, "el titiritero” o “la mujer que yo
quiero”.

Acompañado por aquellos musicazos que tantas veces vimos en giras


posteriores: el tan querido Bardagí, los Clua y Rabassa y el esperado y
reaparecido ahora, el maestro Miralles.

En definitiva, un concierto donde no sólo nos cantó, sino que también nos
contó historias como sólo él sabe hacer. Recuerdo entre otras aquella de “si
sabré yo cómo son los piratas…” al presentar el pedazo de canción del LP "En
tránsito".

Así fue mi primer concierto y contacto con Serrat. Así me enganché de este
encantador de serpientes. Al día siguiente había concierto en La Selva del Mar
y fuimos..., al siguiente a…, e hicimos varios conciertos en aquella zona, y en
los años sucesivos. Hasta hoy, más de cincuenta… He comprobado más tarde
que Serrat es un clásico en la programación veraniega de Peralada, aunque
nunca más le vi allí.

Cuento esto como introducción, para explicar el motivo de mi presencia en


el Olímpic de Badalona y es que desde el citado año 1982 no le había
escuchado en Cataluña, y tenía mono de escucharle en esa tierra tan querida
para mí.

Por unas dos horas, El Nano desplazó a la Penya del Joventut, y con
exquisita puntualidad, 10 de noche, tras haber corrido el riesgo de mojarnos
en la larga espera que con habitual paciencia aguantamos a la entrada al
pabellón, ya que amenazaba tormenta, aparecieron en el escenario Palau,
García, Hernández, Terán y Miralles y tras la consabida y ya conocida
introducción donde apuntan un primer lucimiento, aparece el Maestro en

243
Gira “Versos en la boca”

medio de un recibimiento apoteósico de éstos que por mucho tiempo y no por


esta sola noche son sus amigos.

Primera sorpresa, a palo seco y sin avisar, “Cançó de bressol”, canción difícil
de interpretar donde las haya. La voz perfecta, el temple y todo lo necesario
para la interpretación, bien, bien, bien. Cómo se ha engranado esto desde
Salamanca. Fue tal la tormenta de aplausos, gritos de cariño y otras flores
que sin esperar más dio las buenas noches y dijo entre otras cosas que
estaba en su casa y que juntos pasaríamos una noche inolvidable.

Le siguieron “La bella y el Metro” y “No hago otra cosa que pensar en ti” y esa
maravilla que es “Cançó de matinada”, primera vez para mí en directo.

Más conversaciones con el público, con sus bromas, ahora para presentar a
aquellos con quienes estamos pasando la noche y con quien nos estamos
jugando los cuartos, los músicos, en medio de los acordes de “Los fantasmas
del Roxy”. Habréis adivinado que los monólogos van en catalán, y habréis
intuido también que ese idioma lo conozco tras compartir con Paco Martín la
Enciclopedia que él compró y que utilizamos para traducir sus canciones y los
monólogos citados.

Avanti concherto, “Los recuerdos”, “El señor de la noche”, buenas ambas,


sobre todo la segunda y a continuación más historias, omito los comentarios
porque los habéis descrito perfectamente varios cronistas, aunque reiteraré
aquello tan real como aquellos que apareciendo en el telediario nos joden la
comida, sirve para presentar “La cançó del lladre”, canción que con acierto
desempolvó en la gira de "Sombras".

Otra agradable sorpresa, “Me'n vaig a peu”, con el permiso de los


compañeros de asiento inicié el tarareo y ellos me siguieron. Un suave silbido
nos anuncia “De cuando estuve loco” a la que sigue “La mala racha”.

Lo dice en su canción de "Sería fantastic", es una característica más de este


hombre, ir por la vida sin cumplidos, llamando a las cosas por su nombre. Y
tal cual lo que hemos de decir acerca del desastre del Prestige. Nos habla del
mar y nos canta dos cancines íntimamente ligadas, en la gira del 84 su orden
fue inverso, “Plany al mar” y “Mediterráneo”. También en Cataluña esta última
es la que arranca más y más espontáneos aplausos.

Sin presentación previa y sin Noa canta “Es caprichoso el azar”, sencilla y
bonita canción. Y alguien gritó: Noa, Noa. Los primeros acordes de “Barcelona
i jo” son identificados por el público que rompe a aplaudir una vez más y que
particularmente yo no le escuchaba desde la gira de "Material Sensible".

Sorpresón a la vista, con el violín en el hombro se acerca Terán a Miralles y


cuando yo intuía que llegaba "Bendita música", de forma magistral nos
introducen a “La tieta" y por si a alguien le ha colocado en posiciones de
nostalgia, nos invita a cantar a coro en el tono que esta canción tomó en el
gusto es nuestro, “Hoy puede ser un gran día”.

En unas notitas que voy tomando observo que vamos por la canción
dieciocho, que esto ha ido muy rápido, que lo mejor sería es que se iniciarse
de nuevo. Hay que bajar de la nube. Pero este “Tío Juan” como alguien le
gritó por allí nos pone en nuestro sitio volviendo a su compromiso terrenal y
nos canta “Pare”. Qué deleite, qué gozada.

La impronta percusión de Paco García nos convoca a gozar pero sabemos


que ya por poco, es la canción que tantas veces hemos cantado y

244
Gira “Versos en la boca”

acompañado con palmas “Fiesta”, primero se sube, luego se baja. Recuerdo


aquel concierto en La Selva del Mar, eran las fiestas.

Esto que viene a continuación sí lo sabemos. Con el pianista se sitúa al


borde del escenario, luego se suman el resto de compañeros. Las manos
rojas. Rotas diría yo de aplaudir. Cariño, mucho cariño de sus paisanos,
también mío. Y se van. Y la gente sigue. Es el guión, pero tiene su encanto.

Vuelve el Nano y llama al grupo. Ahora vamos todos juntos a participar. No


queremos el final, pero el concierto avanza con “Cantares”. Aplausos, muchos
aplausos, y hacen amago de marchar. En esto que nuestro Nano, el gran Joan
Manuel Serrat, en el borde del escenario, micrófono en mano, anuncia, cual si
de un director de banda festera se tratara: "a petición del respetable" "Qué
bonito es Badalona" y esta sí que fue para mí y seguro que para los
badaloneses la GRAN SORPRESA. De no haber sido en Badalona es de
suponer que nunca le hubiera yo escuchado pasodoble de semejante factura.

Ya me gustaría a mí disponer de una pluma que supiera transmitir cómo fue


interpretada, cómo sonaba en este pasodoble el saxo de Terán. El entusiasmo
del respetable. "Torero, torero", se le gritó y es que, aunque de salón, allí
hubo un pedazo de torero. Algo nos cuenta Albert Fibla en el Foro: "piel de
gallina cuando empezó a sonar 'Qué bonito es Badalona', serratianos, que fue
una gozada"

Se volvieron a marchar. Muchos aplausos y coros de un grupo mayoritario,


entre los que me encontraba, pidiendo "Paraules d'amor". Aunque se coreaban
muchas otras canciones, volvió con Miralles y tras un largo, larguísimo dialogo
con el público, en el que se mostró distendido, agradecido, simpático,
interpretativo, donde hubo momentos en que nos partimos de risa, nos
propuso cantarla a tramos conjuntamente. La verdad es que salió genial. Lo
pasamos fenomenal. Y dimos consensuadamente fin al concierto.

He asistido a siete conciertos en esta gira de "Versos" (Salamanca (2), Ejea,


Bilbao, Madrid y Zaragoza) y el del Olímpic de Badalona, sin duda, ha sido el
que más me ha entusiasmado. Porque el Nano estuvo genial. Su actitud con
el público fue de una complicidad indescriptible. Disfrutó como si estuviera
cantando en un corrillo de amigos, dando participación al público en paraules
y cantares, haciendo reiteradas bromas con el público. Sólo le faltó pasearse y
cantar entre el público (debiera de pensarlo). Y el repertorio elegido…, sólo él
pudo preparar algo así, somos conocedores antes del inicio de cada concierto
que serán 22 ó 24 canciones y estas son las que caben y para mi gusto no
sobra ninguna, en todo caso sigo esperando por “Helena”. Merecieron la perna
los casi mil doscientos kilómetros que me eché al cuerpo.

Termino de escribir esta crónica cuando sé que el Nano está dando su


último concierto de esta gira en Manresa (Barcelona). Espero una crónica de
este último lugar de algún buen serratiano, porque pudo haber sido este el
lugar donde yo hubiera despedido esta gira. La verdad es que deseaba un
concierto en Cataluña. El lunes partirá para Méjico. Nos queda, con la
paciencia que siempre nos caracterizó y con entusiasmo esperar a un nuevo
disco que yo deseo en catalán.

245
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Gran Teatro de Elche (Alicante)


7 de Mayo de 2003
Texto de Antonio Marín Albalate (Cartagena)

SERRAT: ESE SEÑOR DE LA NOCHE


Cargado de nubes y alcohol, me paro a pensar estas palabras que son ya
recuerdo de un concierto reciente, mientras vienen de nuevo los violines de la
lluvia a mi memoria, para inundarme de raíces de seda y piel.

A las 21, 20 de la noche, ya con un intenso baño de femenina y adolescente


belleza resbalando por el sur de mi sueño, saludo a Serrat ese “Señor de la
noche” o como Umbral, pero al contrario, ser de cercanías. Joan Manuel
Serrat, un personaje de indudable altura y, sin embargo, tan de a pie, que a
pesar de su fama (o tal vez por eso) y a medida que pasa el tiempo, gana en
humanidad. Alguien que se ha forjado a golpes de sol y de agua, como la
yerba ésa de su nombre.

Serrat, un vuelo brillante y permanente de poesía en el tiempo. Un poeta


que cohabita, junto a Rafael Alberti, Francisco Brines, Gil de Biedma, Cernuda
o García Montero, en la novísima “Antología prima de la poesía española”
publicada por Castalia, con su (tan de todos) "Mediterráneo". Joan Manuel, un
tipo genial, sin afectaciones, un ser claro y puro como sus canciones, una
leyenda viva. Un turbodiesel de gran cilindrada, nuestro Bob Dylan único y
particular, que nos cae al corazón como lluvia de violines, digo, cuando sale a
escena con su manojo diario de canciones, cambiando de repertorio si el lugar
así lo requiere. En Elx, pudimos comprobarlo anoche.

Alguien como yo, que ama Barcelona (“Barcelona i jo”) como capital del
Mediterráneo y a quien no le importa escoltar catalá (parlar em fa vergonya),
agradece el gesto de volver a escuchar “Cançó de bressol” (canción inicial del
concierto), “Plany al mar”, con sus alusiones al chapapote (nunca mais, seres
oscuros, nunca mais), “Pare” (ecológica canción de antología y compromiso),
la siempre fresca “Cançó de matinada”, “Una guitarra” (cuántos recuerdos
atravesados de nostalgia) o la siempre requerida (uno tiene sus debilidades)
“M´en vaig a peu”.

Y Machado siempre en el corazón con su “Llanto y coplas” y “Para la libertad”


con nuestro querido Miguel Hernández, de quien José Luis Ferris (otro genio
de la palabra y que interpreta como nadie a Serrat en los karaokes) ha hecho
la única biografía seria que conozco. Y otra vez don Antonio con sus
“Cantares” que todos coreamos y “La saeta”. Y las que confundo entre el
güisqui y ese grato “desconcierto” que supone la evocación de pasados
recitales en Cartagena o Murcia, por ejemplo. Y, cómo no, el bis de otra
nueva canción, y otra más, y otra, y al fin “Aquellas pequeñas cosas”, guitarra
en mano, junto a Ricard Miralles, como despedida de otro histórico concierto.

Gracias Joan, por ese regalo que nos has otorgado a quienes vinimos a
disfrutar de tu espectáculo. Gracias por ser como eres, todo un señor de la
noche. Y un gran abrazo siempre, en la música y la palabra, tanto a ti como a
tu banda (señor Miralles, qué estupenda dirección) y hasta la próxima,
maestro.

246
Gira “Versos en la boca”

Yo, aquí, al filo de la madrugada (como siempre que sueño que vivo)
apurando el hielo del último güisqui y con la mano tendida al vacío, busco
inútilmente un blando perfil de muchacha, la emocionada y leve histeria de su
boca besando a Serrat en vivo o en papel fotográfico, para, de paso, quitarme
nieve de encima. Ah, camisa de Silvia, labios de luz, lágrimas de Carmen,
sangre y carmín criminal de distancia y números (no hay nada más bello que
lo que nunca tuve), rumor de púberes besos en la nuca… ¡adorable
adolescencia!

Concierto en el Pabellón de deportes de Lliçà d'Amunt (Barcelona)


9 de Mayo de 2003
Texto de Francisco Hidalgo Guerrero (Palau Solità i Plegamans)

SEÑOR COMPAÑERO,
SEÑOR DE LA NOCHE
Noche primaveral en la bonita población de Lliçà d'Amunt. Noche especial
para mí por diversas razones:

En esta ocasión me acompañó mi hijo Jordi por vez primera a ver un


concierto del “Nano” y ha resultado ser un serratiano impenitente. Algo tengo
que ver yo en ello, imagino.

Conseguí por vez primera y después de veintitantas visitas, disfrutar del


concierto desde la fila tres, cosa difícil de conseguir en Barcelona. La ventaja
de las poblaciones pequeñas es la posibilidad de ubicarte de forma
privilegiada y además, sin aglomeraciones. El lleno no era total,
probablemente debido a que en la zona metropolitana de Barcelona ya hemos
asistido a los conciertos de esta gira casi todos los interesados, aunque
algunos repitamos (ver mi crónica del 11 de diciembre en el Novedades).

A diferencia del concierto del Novedades, en este caso Serrat hizo una
propuesta más variada, no dando prioridad a las canciones de “Versos en la
boca” ya que interpretó solamente cinco de ellas: “La bella y el metro”, “Es
caprichoso el azar”, “Señor de la noche”, “De cuando estuve loco” y “Los
recuerdos”. Entre medio y sabiamente dosificadas, joyas de hoy y siempre:
“Plany al mar”, “Mediterráneo”, “Cançó de matinada”, “Cançó del lladre”,
“Barcelona i jo”, “Cançó de bressol”,”Los fantasmas del Roxi”, “Cantares”, “La
saeta” , “Men vaig a peu”, etc.

Y, como no podía ser de otra manera, la gran ausente desde aquellos


tiempos en el entoldado de las fiestas del barrio de Gracia de Barcelona,
“Helena”. Algún día nos levantará el arresto, espero.

Los músicos, comandados por el Maestro Miralles, intachables; la voz del


“Noi”, en su punto de templado por la práctica acumulada en la gira y la
profesionalidad general, como siempre, cumpliendo las expectativas a que nos
tiene acostumbrados.

247
Gira “Versos en la boca”

Otra noche mágica más, aunque ésta, por los motivos personales
expuestos, para mí será inolvidable. Fins Aviat.

Concierto en el Palau Nou Congost de Manresa (Barcelona)


10 de Mayo de 2003
Texto de Francesc Serrat (Manresa)

ANTES DE VOLVER "A LAS AMÉRICAS":


FERVOR, ENTUSIASMO
Y “BUENA RACHA”
Los versos brotaron de una boca que se adivinaba satisfecha. Serrat
cumplía en Manresa el sábado 10 de mayo, su último compromiso en España
antes de partir, de nuevo, hacia América.

En uno de los pasillos que conducen a los vestuarios del pabellón Nou
Congost de Manresa, el cantautor -a pregunta mía- reconoció que estaba
satisfecho del desarrollo de la gira y contento también porque se acercaba la
hora de hacer nuevamente el equipaje y viajar al continente que tanto quiere.

Se le notaba animado, con ganas de vaciarse, de entregarse.

Parecía un concierto más. No llenó del todo el espacio. Éramos unas 1.700
almas. Se dice que la proximidad de actuaciones recientes podría ser la causa.
Serrat siempre llena. Lo hizo en el mismo pabellón colocando 3.500 personas
hace tres años y medio, en la presentación de "Sombras en la China". Ahora,
no, pero no importa porque las 1.700 personas que había nos entregamos
tanto, que no se echó de menos a nadie. Éramos los que queríamos estar. Y
esto basta. Hubo mucha comunión, entrega, complicidad...

Repertorio similar al de la gira por España con incorporación de nueve


temas en catalán (no estaba la preferida de Paco, "Helena") pero sí "Cançó de
bressol", "Barcelona i jo", "Cançó de matinada", "Cançó del lladre", "Me'n vaig a
peu", "Plany al mar", "Pare", "La tieta" y “Paraules d'amor", con la que cerró el
concierto.

Seis canciones del "Versos", además de "Fiesta", "Mediterráneo", "Hoy puede


ser un gran día"... y tres bises.

Los músicos en su punto, sonido perfecto aunque se trate de un pabellón y


efecto luminotécnico programado y estudiado meticulosamente, no para cada
canción sino para cada pasaje de cada canción, como ya nos tiene felizmente
acostumbrados.

En sus alocuciones se refirió a la visita del Papa, al Prestige y a los


bandoleros de este siglo que indigestan las comidas cuando aparecen a cara
descubierta en el telediario.

248
Gira “Versos en la boca”

Un Serrat en estado de gracia, con una voz perfecta que ya anunciaba que
antes de partir para América quería celebrar la victoria europea de su Barça
de baloncesto. Ello ocurriría 24 horas después y precisamente el cantautor
sería testigo directo: compartió opinión en el puesto de comentaristas de TV3
junto a Lluís Canut y Pau Gasol.

Ahora ya está en su América del Centro y del Sur. Pero sus versos y sus
melodías aún se escuchan en la falda de la montaña de Montserrat, en
Manresa.

Concierto en el Palacio Bellas Artes de México DF (México)


14 de Mayo de 2003
Texto de Vicente de Haro Romo (México DF)

SERRAT: EL MISMO
Hace 30 años, Joan Manuel Serrat impartió sus primeros recitales en
México, precisamente en el Palacio de las Bellas Artes, enclavado en el
corazón de la ciudad. Eso, al menos, es lo que me ha contado mi padre.
También cuenta que una de sus primeras citas amorosas con mi madre fue
precisamente un encuentro en esos lejanos recitales, hace ya tres décadas.

Por mi parte, presumo de quince años asistiendo religiosamente a estas


gozosas fiestas que ocurren cada vez que el Maestro pisa mi país. El festejo
es más que un recital. Es un encuentro, un re-encuentro, de afectos, de
memorias compartidas. Decía Agustín de Hipona que uno no busca lo que no
ha tenido nunca, ¿para qué añorar lo que no se conoce? Pues un repleto
Palacio de las Bellas Artes buscó y encontró en Serrat al amigo que no ha
perdido jamás.

El concierto inició a las 8:15 PM, con "Bendita música", después de un largo
aplauso, con los asistentes de pie, cuando el Nano se asomó al escenario.
Siguió "La bella y el Metro", recibida con sorprendente calidez para ser uno de
los temas nuevos. Se combinaron canciones de antaño con las debutantes de
"Versos en la boca". "Benito", "Los fantasmas del Roxy" (presentando a los
músicos), "Hoy puede ser un gran día", "Disculpe el señor", el nuevo clásico
"Dondequiera que estés" y un apartado poético que incluyó "Llanto y coplas por
la muerte de Don Guido" y "Para la libertad" conformaron el corazón del primer
grupo. Prácticamente todo el nuevo disco conformó el segundo, a excepción
de "África". "Es caprichoso el azar" y "Señor de la noche" fueron recibidas con
un gusto particular.

Apareció también la "Canción del Ladrón", en catalán. En México,


aplaudimos más fuerte cuando Serrat anuncia que cantará en su lengua
materna. Queremos que sepa de este enorme cariño.

Cinco encores, con el respetable de pie, coronaron el recital. Las señoras y


algunos piropos subidos de tono sonrojaron al vocalista, de buen humor.
"Lucía", "Qué sería de mí", "Cantares", "La saeta" fueron los temas con los que
Serrat nos regaló después de las sucesivas despedidas. El último regalo fue
especialmente conmovedor, pues traemos esa canción grabada en las

249
Gira “Versos en la boca”

entrañas (dentro de todo buen mexicano respira un tal José Alfredo): "Un
mundo raro". "Cuando te hablen de amor, y de ilusiones..."

De amor, y de ilusiones, de eso nos habló Serrat. Ha sido uno de los


mejores recitales de Serrat en México. Miralles al piano tiene en buena parte
la culpa, desde mi perspectiva. Influye también el buen humor del Nano, el
afecto compartido, y sobre todo ese maravilloso don de quien puede cantar
dos horas y media, sin un segundo de desperdicio sentimental: puro corazón.

De amor y de ilusiones. Serrat le cantó a un teatro repleto de gente y de


historias, y nos cantó a cada uno en lo particular. Alguna periodista ha dicho
en estos días que Serrat es el mismo de hace treinta años. Tiene razón. Los
que hemos envejecido somos nosotros. Pero eso tiene remedio: cantar a
Serrat, cantar con él, es la fuente de la eterna juventud.

Mis padres -que vivieron el concierto a mi lado- lo saben. Por eso, ellos y
yo, cantamos juntos, con una voz sin edad: "Y si quieren saber de mi
pasado..."

Gracias, Serrat.

Concierto en el Palacio Bellas Artes de México DF (México)


14 de Mayo de 2003
Texto de Ignacio Pacheco (México DF)

ARTE EN EL BELLAS ARTES


Joan Manuel Serrat se presentó en el Palacio de Bellas Artes, la noche de
ese miércoles 14 de mayo. Fue recibido por una lluvia de aplausos y de pie, el
público mexicano recibió al cantautor en el magno recinto cultural del país. En
un teatro lleno a toda su capacidad con mil 800 personas presentes, ése fue
el primero de cinco conciertos programados que ofrece en México del 14 al 18
de mayo.

En el Palacio de Bellas Artes Serrat interpretó lo más reciente de su


producción música hasta temas de antaño, lo mismo en catalán que en
español, empezó su seducción -de más de dos horas- con "Bendita música" del
álbum Nadie es perfecto (1994), un homenaje a su propia profesión: "Déjalo
todo y sígueme. Trinaba mágica. La voz del músico. Pariendo música...
Música, bendita música". De ahí siguió con "La bella y el metro", de su nuevo
disco Versos en la boca (2002), en que con sentido del humor narra su
encuentro con una bella que en el metro "se deja mirar mientras mira". A
continuación ofreció "Benito", esa saga agridulce de la muerte de un
abandonado urbano: "Tanto tienes, tanto vales. Y pare usted de contar. Hoy
respiramos, mañana dejamos de respirar".

La primera parte de su concierto la dedicó en buena medida a ofrecer piezas


de su repertorio más reciente, como "Muñeca rusa", "Señor de la noche", "Qué
será de mi" y "De cuando estuve loco" (aún me persigue la frase "Hacia donde
señalan tus pezones, voy a toda pastilla, dando gas a la moto"). En cada una
de estas piezas se aprecia la sensibilidad de este trovador que cumplirá 60

250
Gira “Versos en la boca”

años este próximo 27 de diciembre, pero que insiste en "conmoverse


conmoviendo". En las canciones que cuentan historias, como "Los fantasmas
del Roxy" de Bienaventurados (1987) o "Disculpe el señor" de Utopía (1992),
Serrat se convierte en un mimo que con sutiles gestos recrea lo que sucede,
lo cual le da un encanto todavía más especial a su actuación.

Después de unas cuantas canciones se apresura a presentar a sus músicos.


Dice que no quiere dejar esto hasta el final como ocurre en tantos conciertos
y explica: "En esta época es importante saber con quién está pasando uno la
noche". Entre los músicos se encuentra al piano Ricard Miralles al piano,
responsable de los arreglos y la dirección musical del nuevo disco, quien ha
regresado a trabajar con Serrat después de no hacerlo desde 1989.
Acompañado también por David Palau en las guitarras, Alex Hernández en el
contrabajo y bajo eléctrico, Alejandro Terán en la viola, saxo y clarinete, y
Paco García en la batería, para después interpretar "Los recuerdos", tema de
su nuevo fonograma.

Serrat sabe que su trabajo es promover su nuevo disco, el cual distribuye


BMG, y hace su trabajo concienzudamente al incluir en su presentación un
gran número de las canciones de Versos en la boca. Pero él conoce que el
momento culminante de cualquier concierto lo logra interpretando esas
canciones que le dieron fama y que hoy son un referente cultural para más de
una generación de hispanohablantes en todo el mundo. "Para la libertad" de
Miguel Hernández (1972), "Coplas a la muerte de Don Guido", "Penélope" (el
sencillo de 1969), "Mediterráneo" (del álbum homónimo de 1971) y "Fiesta"
(del álbum homónimo de 1970, que Serrat canta sin la censura a la letra que
le impuso originalmente el gobierno franquista) son coreadas por el público y
los ojos de muchos se llenan de lágrimas. Cada una de estas canciones es un
momento de la vida, un recuerdo para los miles reunidos en Bellas Artes. Pero
también sorprendió con un tema inédito punzando las cuerdas de su guitarra
para rescatar una obra del siglo XVIII denominada "Canción el ladrón", que
narra la vida de un tunante desde su infancia, hasta su posible final en el
patíbulo.

Como en todos sus conciertos, el trovador es generoso con su tiempo.


Después de la terminación formal del concierto sale, no una, ni dos, ni tres,
sino cuatro veces a agradecer el aplauso y ofrecer otras interpretaciones. Así
canta "Qué sería de mí" del nuevo disco y las clásicas "Cantares" y "La saeta",
ambas de Antonio Machado (1969). Serrat hizo vibrar -desde el piso hasta el
techo- el Palacio de mármol al momento en que pronunció "Hoy puede ser un
gran día", tema que anticipaba el final de la velada. Al unísono los asistentes
pedían más y fue cuando el cantautor regaló "Cantares". Al iniciar la primera
estrofa de la canción, la catarsis llegó a su clímax y de manera espontánea se
formó un coro; más de mil gargantas cantaban como una sola voz "caminante
no hay camino, se hace camino al andar".

El intento por despedirse se convirtió en un rosario de canciones, pues


Serrat y sus músicos tuvieron que regresar en cinco ocasiones al escenario
para contener los gritos del público que gritaba "otra, otra, otra". No faltaron
los espontáneos que subieron al escenario para felicitar al intérprete.

A casi 40 años de sus primeras grabaciones, este viejo trovador con camisa
negra, pantalón del mismo color y saco gris, acompañado de su guitarra
acústica, sigue siendo un seductor. Se lo dicen esta noche las mujeres que le
declaran su amor a gritos desde las butacas oscuras. Pero lo que sorprende es
que, a pesar de la pleitesía, Joan Manuel Serrat siga siendo tan fresco en su
música y en sus presentaciones personales. Quizá él mismo no ha querido
olvidar a ese trovador de "zapatos agujereados" y "ropa llena de polvo" a

251
Gira “Versos en la boca”

quien le rindió homenaje en 1967 en su "Balada per a un trobador" de su


disco Ara que tinc vint anys.

Los gritos de "guapo", "majo", "te quiero", no se hicieron esperar mientras


Serrat permanecía en el foro del Palacio de Bellas Artes y agradecía al público
mexicano la ovación que como cascada caía desde los generales hasta las
lunetas para llegar al escenario, donde acompañado de su banda, dijo, "voy a
cantar, ahora sí, la del estribo", y termina el concierto interpretando "De un
mundo raro" incluida en Cansiones Tarres/Serrat (2000): "Cuando te hablen
de amor y de ilusiones... / si te acuerdas de mí no me menciones/ porque vas
a sentir amor del bueno", siendo la locura pues así siente el público que hace
un reconocimiento a nuestra cultura al interpretar esta canción del más
grande cantautor mexicano, José Alfredo Jiménez.

Concierto en el Palacio Bellas Artes de México D.F. (México)


15 de Mayo de 2003
Texto de Luis Ernesto González "León Felipe" (México D.F.)

EL MAESTRO
EN EL DÍA DEL MAESTRO
Buena estrategia cronística, querido Javi. Permíteme imitarte un poco,
porque, si algo no debemos hacer nosotros es repetir noche tras noche el
relato de un espectáculo que, según tenemos leído en decenas de crónicas,
sólo cambia si el público es catalán. ¡Qué envidia le tengo a los que han
podido escuchar en un sólo concierto la "Cançó de bressol", el "Plany al mar",
la "Cançó de matinada" y otras tantas en la lengua paterna del maestro.

Nos decías, Javi, que tu hermana y tú escuchaban en un vinilo rayado


aquellas coplas a la muerte de don Guido. Y ahí estaba el “este señor de
sevesteseñor de sevesteseñor...”. Bueno, tengo una anécdota con esa misma
canción. Pero, por partes.

Para mí una de las pocas novedades que me deparaba el recital de esta gira
del maestro, que casualmente cayó el día en que se celebra al maestro en
México, fue ir acompañado por mi madre (66 años de edad). Ella fue quien
me trajo a Serrat a la familiaridad del hogar, desde siempre, para decirlo
rápido. Alguna vez, ya adolescente yo... y totalmente serratófilo, escuché a
mi madre cantar el final de las "Coplas a la muerte de don Guido" de la
siguiente manera: "Taaan fooor-maal... el caballero espaluz". Seguro que la
siguiente vez cantó, para enmendar: "el caballero andañol". Bueno, añejo
recuerdo, mientras cantábamos (en nuestro segundo piso, a mano izquierda,
mirando desde los ojos de Serrat) las coplas, mi madre y yo alzamos la voz al
llegar al final, y ambos lanzamos un retumbante: "Taaan fooor-maal... el
caballero espaluz". El respetable nos miró sin respeto de ahí hasta el final del
recital. Pero valió la pena. Reír a carcajadas con mi madre es algo que no me
pasa tan seguido como quisiera. Gracias, Juanito. Y gracias, Javi, ahora
también corearé aquello del "señor de seveste".

252
Gira “Versos en la boca”

Respecto a las otras novedades:

• Nunca había visto tanta parafernalia en materia de iluminación. Si se la


ahorrara, las entradas serían más económicas, creo. A la música de Serrat no
le hace ninguna falta tanta tramoya. Se veía bonito, eso sí.

• El maestro suple las cuerdas vocales (hechas polvo... o vidrio molido, más
bien) con las cuerdas cordiales, intactas, emocionadas, truculentas (en el
mejor sentido de la palabra). Uno no puede disfrutar tanto ni entregarse a la
emoción cuando está tan preocupado por el estado físico de esa garganta...
pero a ratos se da la magia gracias a esas cuerdas cordiales.

• En "Fiesta", cambió la letra de modo que nos hizo reír grandemente: "el
hombre y el villano, el prohombre y EL MARRANO bailan y se dan la mano".

• Pese a que no cuento el trabajo Serrat-Benedetti como lo que más me gusta


de la producción de JMS, confieso que anoche la canción que más me tocó fue
la "Defensa de la alegría". ¡Qué bien la cantó!

• Y no a la zaga le fueron "Hoy puede ser un gran día", "Los recuerdos" (¡a tu
salud, José, a tu salud, Monstruo!) y los... siete... sí, siete... encores o bises
que generosísimamente nos obsequió. Se caía de aplausos Bellas Artes. De
pie casi todos. La "segunda parte" del concierto (ya se sabe, es el guión, que
luego de "Fiesta" vendrá la fiesta) empezó con dos temas de un sólo golpe:
"Sin piedad" y "Cantares". No nos esforzamos mucho para que saliera de
nuevo a escena e interpretara "Lucía" (aplausos para Miralles, bien ganados).
Luego, "La saeta". Más aplausos, más seducción "que sí que no" y volvió con
un magnífico "Pueblo blanco". Ahí podría haber acabado todo. De hecho, creo
que Serrat así lo quería, pues fue evidentísimo su titubeo y luego su emoción
incontenible cuando decidió llamar a la banda de nuevo a escena,
contraviniendo su solicitud mímica de que nos fuéramos todos a dormir de
una buena vez. Cantó entonces, ya decidido a complacernos del todo, "Un
mundo raro". Se caía el Palacio de Bellas Artes (por eso se sigue hundiendo el
subsuelo de la zona, Javi, según informes sesudos de la ciencia). Nadie podía
creerlo, cuando el hombre salió otra vez a interpretar "Para la libertad".
Afortunadamente para todos, ya hizo oídos sordos a la petición "Se-ño-ra, se-
ño-ra, se-ño-ra". Que no se diga que no sabemos agradecer la generosidad.
Que no se diga que "nos dan la mano y nos tomamos el pie".

• Me sigue asombrando que jamás incluya canciones del álbum "1978" en sus
conciertos en México. Y ahora tampoco sacó canciones del baúl de 1973,
1974, 1975, 1977, 1980 y 1983. Es decir, cantó "lo más antiguo" y "lo más
nuevo". Dejó casi intacta la década de los 70. No fue novedad que
predominaran en el repertorio los Versos en la boca. A eso venía, pues, y nos
lanzó ocho temas. Y, como suele, los álbumes dominantes fueron
"Mediterráneo" (tres canciones), "Machado" (tres) y "En tránsito" (dos).

• Sin Noa, pierde bastantito "Es caprichoso el azar", para mi gusto, la mejor
canción de "Versos".

Bueno, basta por ahora. Espero no haberlos cansado. Ver a Serrat será
siempre memorable. El corazón lo agradece. Y hay que disfrutarlo mucho,
mucho, mientras se pueda porque mucho me temo que esa voz no aguantará,
como no sea con ayuda del bisturí.

253
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Palacio Bellas Artes de México D.F. (México)


18 de Mayo de 2003
Texto de José Antonio Zamora Cué (México D.F.)

SERRAT, ERES ÚNICO


Tras una larga espera, finalmente vuelve Serrat a México para presentarnos
"Versos en la Boca" y dar una gala de cinco conciertos en el Palacio de Bellas
Artes en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Como siempre, él fue
toda una fiesta y como era de esperarse, el público mexicano se le entregó sin
contratiempos, de la misma forma que él lo hizo al regresar en cinco
ocasiones en su última presentación del Domingo 18, cundo incluso, el último
regreso fue él solo con su adorada guitarra.

Antes del concierto reflexionaba con mi esposa Montserrat sobre el hecho


de que aún cuando Serrat tiene una trayectoria de 37 años, sigue siendo
jovial, fresco y propositivo con su trova. De cómo su poder de convocatoria es
fuerte y del hecho de que "Versos en la Boca" está entre los diez primeros
CD´s de venta en España y entre los primeros de México. Afortunadamente al
finalizar el concierto, corroboré lo dicho, Serrat es un catalán, ciudadano del
mundo, jovial, fresco y propositivo, que nunca nos dejará de sorprender.

Comenzó su concierto, en medio de una gran ovación de un público que le


sigue y seguirá siendo fiel, con "Bendita música" para continuar con "La bella y
el Metro" y así llevándonos, durante la primera parte del concierto, por un
viaje que ofrecía piezas de su disco más reciente, "Muñeca rusa", "De cuando
estuve loco", "Los recuerdos", "La mala racha" y "Señor de la noche", aunque
nos dejó con las ganas de escuchar "África", tema muy esperado por un
sector del público y francamente, por mi esposa y yo. Evidentemente también
nos deleitó con viejos temas como "Los fantasmas del Roxy" de su disco
"Bienaventurados".

Ya entrando hacia la segunda parte del concierto, que dicho sea de paso se
efectuó de un tirón, Serrat nos regaló una interpretación tanto vocal como
actuada de esa gran pieza que es "Disculpe el Señor" del disco "Utopía", que
con los nuevos arreglos de Ricard Miralles suena extraordinariamente
suculenta y a diez años de su aparición hizo vibrar a todo Bellas Artes con esa
gran frase con la que finaliza que es "...que Carlos Marx está muerto y
enterrado", recordándonos que las canciones de Serrat son tan vigentes hoy
como nunca. Fue memorable el encanto que le imprimió Serrat con "actuación
y gesticulación" de cada frase que va narrando la letra. Algo muy comentado
y valioso.

Hasta este momento Serrat nos tenía cautivados con su elocuente


interpretación de cada canción y con su gran sentido del humor, no sólo de
sus letras sino en cada anécdota que nos hacía reír. Cabe destacar su gran
ingenio para presentar a sus músicos. Por cierto, hay que destacar a tan
valioso quinteto que están más maduros musicalmente hablando y más
acoplados que nunca. Tengo que decirlo, jamás había escuchado a cinco
músicos tan sólidos, acompañando de forma tan precisa como éste dirigidos
por Ricard Miralles, que está como en los viejos tiempos; David Palau en la
guitarras; al bajo Álex Hernández; Alejandro Terán en la viola, saxo y

254
Gira “Versos en la boca”

clarinete y el baterista Paco García. Ellos le permitieron a Serrat ser


cantautor, narrador y poeta.

Continuando con el concierto, entramos a la parte pletórica del mismo,


cuando canta "Qué sería de mi" finalizando así su "Versos en la Boca" y
comienza a darnos aquellas viejas canciones que tanta alegría y reflexión nos
han dado, como son "Mediterráneo", "Penélope", "Hoy puede ser un gran día",
Cançó de bressol" para finalizar con "Fiesta".

Pero no finalizaba todo ahí, la ovación del público hizo que Serrat regresara
una, dos, tres, cuatro y cinco veces a cantar. En su primer encore o regreso,
nos deleitó con "Cantares" que fue interpretada por el público que conformaba
el lleno total de Bellas Artes y al voltear a ver los demás asistentes me di
cuenta que no era el único cantando con los ojos llorosos y emocionado. Esta
es una canción, junto con todas las demás que significa un recuerdo
importante. Siguió con "La Saeta" para en su segundo encore brindarnos "De
un mundo raro" de José Alfredo Jiménez. En sus demás salidas nos cantó
"Helena" y "Lucía". Finalmente salió por quinta y última ocasión, solo con su
guitarra, diciéndonos "qué chingones sois" y cantarnos "Que va a ser de ti".

Nuevamente Joan Manuel Serrat se brindó al máximo en México, un país


que "tanto lo quiere y que él tanto quiere" como él mismo dijo a su llegada.
Finalmente, como decimos en México, Serrat se pasó "como Juan (Joan) por
su casa".

Serrat eres único y lo sabes. Gracias por la tarde mágica que nos hiciste
pasar, especialmente a Montse y a mi. Hoy puede ser un gran día, duro con
él.

Concierto en el Teatro Galerías de Guadalajara (México)


20 de Mayo de 2003
Texto de Sergio Bross (Zapopan, Jalisco - México)

BENDITA MÚSICA
El regreso de Miralles, además de él, cuatro maravillosos músicos, un Serrat
dispuesto y entregado, una voz esforzada y puntual que cumplió... todo ello
para una velada estupenda. El escenario nos dio la bienvenida a las 8:20 PM,
diez minutos antes de la hora anunciada para el inicio de la función.

El piano de media cola, y la disposición de instrumentos acústicos, entre


ellos una viola, un saxofón, un clarinete... Todo "preludiando" un concierto
totalmente a la Miralles. Los sintetizadores de Kitflus, brillaron... por su
ausencia.

A las 8:30, apenas la "primera llamada". Un calor agobiante (de mayo) en


la ciudad, que el aire acondicionado del Teatro Galerías no terminaba de
paliar. Un calor intenso en el alma, por el reencuentro con el maestro.

Segunda llamada a las 8:35... a las 8:40... el esperado anuncio: tercera


llamada... tercera... comenzamos.

255
Gira “Versos en la boca”

Salen los músicos uno a uno: David Palau, Alex Hernández, Alejandro
Terán, Paco García, inmediatamente después Ricardo Miralles, que recibe una
ovación que sólo fue superada unos segundos después, cuando Joan Manuel
Serrat sale al escenario.

Mi ubicación, en la tercera fila al centro, me pone a muy pocos metros del


maestro, veo sus gestos, está dispuesto.

"Bendita música"... en una versión a la que la viola de Alejandro Terán,


junto el bajo "electroacústico" de Alex Hernández, da una vida maravillosa.

Las canciones del álbum de "Versos en la boca" se suceden, apenas y


alternadas con otras de álbumes pasados.

"De cuando estuve loco", donde se extrañaron las guitarras flamencas del
Niño Josele y Pedro Javier González, sin que David Palau dejara de hacer un
buen esfuerzo. "La bella y el metro”..."Muñeca Rusa"..." Los recuerdos".

Desde luego "Los fantasmas del Roxy" llegaron pronto, y con ellos, la
presentación de los músicos. "Más vale apurar esas cosas -dijo el maestro-
porque uno nunca sabe."

"Hoy puede ser un gran día" llegó con evocaciones de aquél maravilloso
álbum "En Tránsito" y en verdad que este fue un gran día para reencontrarse
con tantas y tantas canciones que han ido escribiendo el libro de nuestras
vidas.

"Disculpe el señor" con un arreglo completamente "Miralles" le dio una


frescura maravillosa a la canción que la hizo sonar distinta. "La Cançó del
lladre", única en catalán, fue interpretada íntimamente sólo con Miralles al
piano, Terán en la viola, y Serrat en la guitarra y voz... ¡maravillosa!

Aquí vale la pena recordar toda la alegoría que hizo el maestro sobre el
"ladrón" que habla en la historia y cómo va narrando sus fechorías, para que
todo mundo entienda.

El público serio y reservado, promediando los 50 años, en un Teatro a su


máxima capacidad, sólo gritó al final... para pedir los "bises"... los esperados
encores. Hubo tres: "Qué sería de mí" (a mi gusto una de las canciones menos
afortunadas de "Versos en la boca"), pero al final la apoteosis... "Cantares" y
"La Saeta"... nunca sabré si el maestro hubiera salido de nuevo...
Simplemente ya no se le requirió más.

Quizá todo para esperar que nuestra nueva cita... dentro de dos años,
vuelva a ser cabalmente cumplida por todos los convocados.

La butaca aún me retiene, me resisto a ponerme en pie y salir, los ecos de


cada una de las canciones siguen resonando en mis oídos... jamás
escucharlas en un disco es lo mismo que ver al maestro cantarlas... ¡cuántas
veces he pasado por esto mismo! Me resisto a contarlas... prefiero cantarlas...
desde aquel lejano 1971, cabalmente cumplida cada una de estas citas con
las canciones, las ideas, el maestro.

Finalmente aterrizo, es hora de regresar al mundo cotidiano, a las cosas del


trabajo, del amor, de la vida... aunque siempre con la convicción de que se
pueden ver y vivir a través del filtro del arte y la poesía.

¡¡BENDITA MÚSICA!!

256
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Teatro Galerías de Guadalajara (México)


21 de Mayo de 2003
Texto de Francisco de Anda Corral (Guadalajara, México)

CON UN MANOJO DE
VERSOS EN LA BOCA
FADE IN A:

INT. / TEATRO GALERIAS / NOCHE: PLANO ABIERTO. VOZ EN OFF:

“Respetable público... ésta es la tercera llamada, tercera llamada, les


suplicamos tomar su localidad...”

Los acordes del piano del profesor Miralles inundan el teatro. Desde aquel
lejano 1987, cuando nos trajo Bienaventurados, en el pletórico Cabañas, no
volvía con Serrat. Ahora viene con músicos nuevos, jóvenes, muy prendidos,
desconocidos para la fanaticada del Nano.

Se ilumina el proscenio y salta, entre aplausos nutridos, el Serrat


entrañable que estábamos esperando. Con más canas que hace dos años, y
un corazón que a pesar de las inevitables arrugas todavía “le tiembla en la
garganta”, como antaño.

“Apoyó el arco suavemente entre las cuerdas y atacó con toda naturalidad,
Mi, Fa, Mi, Re, Do, Re, Mi, Fa...Y contagió a los cuatro vientos las risas y los
lamentos de la sangre puesta en pie Sol, La, Sol, Fa, Mi, Re, Do, Re". Serrat
abre su segunda noche en Guadalajara, como lo ha venido haciendo a lo largo
de toda la gira, con ese tema que a fuerza de escucharlo se ha vuelto
memorable: "Bendita música". Una de las joyas del álbum Nadie es Perfecto
de 1994.

Llegó otra vez en mayo, como el año pasado, con un “manojo de versos en
la boca”, y se encontró de nuevo con un público serio, circunspecto, exigente,
pero cariñoso a su modo. Nos encontró calurosos, eso sí, ansiosos de
escuchar su nuevo disco en vivo; también, de saber cómo andaba su salud y
su voz. Vimos a un Nano entero, jovial, travieso y bailador, que parecía
querer seducirnos con ese estribillo: “Déjalo todo y sígueme, trinaba mágica,
la voz del músico, pariendo música”. Por un momento nos olvidamos del jaleo
de las elecciones municipales, y nos decidimos a seguir a Serrat, a compartir
esa noche, “única e irrepetible”, con él, con su bendita música y con sus
músicos.

Luego vino "La bella y el Metro", tema del nuevo disco, donde pudo
acreditarse nuevamente el Serrat amante de los amores furtivos; el eterno
enamorado de los instantes misteriosos; de los enigmáticos personajes; y de
las pequeñas cosas que van haciendo la vida. Un Serrat ocurrente además,
que juega con las palabras y las colma de significado, como en el "Benito",
que siguió después, y que nos hizo recordar a esos personajes entrañables
que pueblan nuestras calles y que tanto le gustan a Joan Manuel.

INT. / ESCENARIO EN PRIMER PLANO / ZOOM IN CON TRAVEL / NOCHE:

257
Gira “Versos en la boca”

Con "Los fantasmas de Roxy", del disco Bienaventurados, retocado por


Miralles, Joan Manuel Serrat presentó a sus acompañantes nuevos y jóvenes:
David Palau en las guitarras; Alejandro Terán en violín, viola, saxofón y
clarinete; Álex Hernández, contrabajo y bajo eléctrico; Paco García, como en
una pecera, con su batería; todos dirigidos por el veterano maestro Ricardo
Miralles, a quien el público reconoció de inmediato y le dedicó una de las
ovaciones de la noche.

Aparece con su "Muñeca rusa", con esa extraordinaria y genial estructura,


una revelación impecable y finísima de la naturaleza femenina, “una
estupenda metáfora”, reflexiona mi amiga La Güera que está a la siniestra.
También del nuevo disco escuchamos "Es caprichoso el azar", presentado en
una versión más austera, sin Noa. Se la extraña, pero el Nano se las ingenia y
le imprime ese toque íntimo, muy propio de las canciones de ese estilo.

INT. / CENTRO DEL ESCENARIO / PRIMERÍSIMO PLANO / NOCHE:

Serrat confiesa que poner música a versos ajenos ha sido una tentación a la
que no ha podido escapar. Así lo ha hecho por años, con versos de Machado,
Hernández, Alberti y Benedetti. En el nuevo disco también “vence la tentación
sucumbiendo de lleno en sus brazos”, con la canción de "La mala racha", letra
de Eduardo Galeano, a quien no menciona, pero que canta con gran sabor.

A mi derecha, un tío como de la edad de Serrat, que se entusiasma y canta


con sus manos cuando el Nano entona "Llanto y Coplas" de don Guido, viejo
tema de unos versos de Machado. Previamente Joan Manuel hizo un alto en la
introducción de estas letras clásicas, para hacer algo que pocos famosos
hacen con tanta naturalidad en un escenario: soltó el micrófono y se agachó
para amarrarse las agujetas del zapato izquierdo. Después de la pausa, las
canciones: la antedicha, y ligadita, "Para la libertad", con versos de Miguel
Hernández. Cantó con una fuerza inusitada, vibrante, como en sus mejores
años. Como en aquel disco En directo de 1984 que todos recordaremos. Era
un presagio, un conjuro: "Porque soy como el árbol talado que retoño y aún
tengo la vida, aún tengo la vida". El primer bloque concluyó con
"Mediterráneo", uno de los clásicos más añorados y aplaudidos por el público.
Muy a la Miralles, con ese redoble de batería del final, que hace que demos un
discreto brinco en nuestras butacas.

INT. / TEATRO / ILUMINACIÓN ABUNDANTE / PLANO ABIERTO / EFECTO DÍA:

El escenario se inunda de luces. La columnata, que recorta el proscenio, se


viste de colores brillantes, cual si fuera un carrusel. Las caracolas que penden
de los bastidores se tornan de un ámbar más intenso y las esferas irradian
haces de luz en forma de estrellas hacia todo los puntos del auditorio. ¡Qué
psicodélico!, exclama La Güera, al lado mío. Aquello parecía, en efecto, una
exhibición de pirotecnia. La guitarra de Palau, el clarinete de Terán y la
batería de Paco García se entusiasman en el preludio de "La mala racha".
Avanza el nuevo repertorio de Serrat, ahora entona "De cuando estuve loco",
sin dudar uno de los mejores temas de Versos en la boca. Las cuerdas y el
bombo enloquecen, Serrat está entregado a su público y canta como siempre,
y como nunca, a la vez.

INT. / TEATRO/ DISOLVENCIAS / NOCHE:

El último tercio del concierto fue un cóctel de recuerdos, célebres canciones


disueltas entre los temas nuevos. Se mezclan también entre los sucesos
curiosos de entre el público. Una mujer entrega a Joan Manuel un par de
gorras al tiempo que inicia "Disculpe el señor", un tema político, de principios
de los noventa, del álbum Utopía. Sigue luego "Dondequiera que estés",

258
Gira “Versos en la boca”

calificado como el nuevo clásico, apenas de 1998, del disco Sombras de la


China, sin embargo suena tan antiguo y tan familiar que el tío que cantaba
impaciente con sus manos al lado mío, se arrancó despacito con Aquellas
pequeñas cosas, cuando escuchó los primeros acordes de la melodía. La vena
catalana no quiso pasar inadvertida, Serrat reactualizó aquel viejo tema
"Cançó del lladre", que apareció en 1968 en Cançons Tradicionals. Estaba en el
prolegómeno de la historia, que si los ladrones del siglo XVII eran más
decentes que los de ahora y que si tal, cuando suena un teléfono celular que
interrumpe el monólogo. “Venga, conteste, conteste”, apuró Serrat con un
dejo de ironía, “... podría ser un ser muy querido”. Y luego llegó el "Señor de
la Noche" y después "Los Recuerdos", ambos del nuevo material, con ritmos
de jazz y bluseros. Es notorio que los jóvenes músicos tienen ese rasgo, por
ejemplo, David Palau, estuvo anteriormente en el grupo Guitarras Mestizas al
lado de Joan Vinyals, y de eso se sirve este extraordinario disco, que reúne el
talento y el punch de estos chavos y la experiencia inigualable de Miralles.

Vino el súper clásico "Penélope". Un ordenanza discretamente estira su


mano y coloca un vaso de agua junto al piano, para el maestro. Una chica
tapatía no se aguanta las ganas y grita voz en cuello, “¡Ven Juanito para
hacer el amor!”. Enseguida Serrat se desata con "Hoy puede ser un gran día",
no era el clásico de 1981 de En Tránsito, sino que nos obsequió la versión que
cantó al lado de sus amigos gachupines en El gusto es nuestro. "Qué seria de
mí", pasó sin pena ni gloria y apuró el fin de "La Fiesta", que se cantó sin
censura. Oímos claramente “manoseando a una muchacha” en lugar de
abrazando o magreando, que es, por lo demás, un término que no usamos en
México. Y el gusano se trocó en marrano, para festín de los presentes.
“Bajando la cuesta”, Serrat se despide por primera vez y sale del escenario.
La ovación de pie. Pidiendo la otra.

INT. /TEATRO / CLOSE UP / MUY NOCHE:

Tres encores al hilo: "Sin piedad", que casi nadie reconoció, pero que
anunciaba la canción esperada de toda la noche, "Cantares", la única que
Guadalajara canta al coro con Serrat y se desgañita, y el Nano se divierte,
cede el micrófono y la gente suspira. Y tras otra larga ovación, sale de nuevo.
Otra vez el público, pide a gritos que salga, que salga, otra, otra, otra.
Algunos escépticos e indecisos ya están inquietos en los pasillos. Detienen su
marcha cuando Joan Manuel Serrat aparece de nuevo, ya sin sus músicos,
sólo con su escudero, el profesor Ricardo Miralles. En privado, unplugged,
entonan la última de la noche, "Lucía", después de eso, inclina la cabeza,
saluda a su director y sale de las tablas. Sólo una había anunciado con el
dedo índice a su regreso, y ha sido sólo una. Afuera cantan los grillos y parece
que esta noche sí llueve.

FADE OUT.

259
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Teatro del Parque Fundidora de Monterrey (México)


24 de Mayo de 2003
Texto de Gerardo Díaz Treviño (Monterrey, México)

DECIR SERRAT...
Decir Serrat es decir Tiempo, es decir Historia, es decir Sentimiento; es
saber que existe alguien que sabe o intuye lo que uno ha vivido, vive, y quizá
vivirá.

Monterrey es una ciudad industrialmente importante, aquí se fabrica


prácticamente todo, y con un alto nivel de calidad; durante muchos años la
Fundidora Monterrey fue el icono más representativo de esta experiencia.
Crecimos viendo el fuego expulsado por los altos hornos, escuchando la sirena
que anunciaba cambios de turno, y en ocasiones las desgracias causadas por
los accidentes laborales.

Fundidora cerró sus puertas hace más de quince años, pero nos quedó el
testimonio de su historia, que forma parte de la historia del Monterrey
moderno, en el aprovechamiento de su magnífico espacio, donde siguen de
pie los altos hornos, las imponentes naves industriales, ahora con una
orientación cultural y recreativa, en el mismo corazón de la ciudad. Ahí están
ahora, entre otras cosas, espacios como el Centro de las Artes, la Cineteca,
una pista de carreras, y un amplísimo Auditorio.

Nos enteramos que en esta ocasión Joan Manuel Serrat se presentaría, no


donde habitualmente lo hace, en un excelente teatro local, sino en este
inmenso espacio, en el Auditorio del Parque Fundidora.

La noche del concierto del 24 de mayo representó para mi esposa y para


mí, el conjuntar dos historias que no podemos en modo alguno separar: la de
nuestra ciudad, simbolizada por el espacio de la Fundidora, y la propia, la
nuestra, desde hace casi 30 años en que hemos caminado con Serrat
andando al lado.

Como en cada oportunidad, siempre existe una cierta emoción previa, un


determinado síntoma que hace revivir las experiencias y la sensibilidad.
Serrat es un hombre que ha evolucionado, en toda la extensión de la palabra.
Me duele ver a tanta gente que se quedó en la maravilla de “Mediterráneo” y
que quiere ver al mismo cantautor de entonces. Serrat está en permanente
crecimiento, y así lo hemos sentido cada vez que surge un nuevo disco.

Tengo muy presente la primera vez que mi esposa y yo escuchamos


“Versos en la boca”. Fue un sentimiento común, no nos decíamos nada, sólo
escuchábamos, nos mirábamos a los ojos y compartíamos las lágrimas, que
brotaban de confirmar que Serrat nos sigue hablando al oído, igual que desde
los lejanos setentas. Los comentarios sobre el disco vinieron en días
posteriores, pero ese momento fue una comunión intensa con el hombre que
ha sido capaz ya de tocarle el corazón a nuestro hijo mayor. Él dice que “Es
caprichoso el azar” describe a la perfección una experiencia personal.

260
Gira “Versos en la boca”

Con toda esta carga emocional contamos en reversa las semanas, los días,
las horas, para que llegara la noche del concierto. Y ahí estuvimos, a pocas
filas de distancia (queríamos estar más cerca, como en otras ocasiones, pero
las primeras filas estaban reservadas de antemano). Mucha de la gente que
llegaba era cercana a nuestra edad, cuarentas y más, pero no en lo absoluto;
Serrat es valorado por mucha gente joven, como algunas compañeras de
trabajo a quienes tuvimos el gusto de encontrar.

A las nueve de la noche con diez minutos la gente comenzó a aplaudir


pidiendo la presencia de Serrat y sus músicos. Estos aparecieron unos
minutos después. Fue muy significativo ver otra vez al maestro Ricard Miralles
en la dirección musical y al piano, después de una larga ausencia. Y fueron
apareciendo uno a uno: Palau, García, Hernández, Terán. Fuertes aplausos.

Todos hemos sentido una cierta sensación cuando nos inyectan, más bien
antes. Hay un tiempo determinado, misterioso, entre los roces del algodón
empapado de alcohol y el piquete mismo; es un instante de incertidumbre, de
cierto miedo. Algo semejante, pero en el más absoluto sentido opuesto, es lo
que sucede en el concierto, el momento entre el que los músicos ejecutan la
obertura y el que aparecerá Serrat. No es sencillo de describir. Es un “ya está
aquí, pero todavía no”.

A las nueve con quince entra al escenario, como de costumbre, vestido de


negro, lo cual hace que su luminosidad resalte. Interminables aplausos,
somos cerca de cinco mil almas, y él siente que Monterrey lo quiere y lo
conoce. “Bendita música” abre el concierto, y a partir de entonces todo será
una bendición. En seguida viene “La bella y el Metro”, ya de su más reciente
disco (nunca me gusta decir ‘su último disco’, porque siempre tengo la
esperanza del siguiente).

Tuvo Serrat la deferencia de hablarnos a los regiomontanos en nuestro


idioma, al menos en tres ocasiones. Después de “La bella y el Metro”
agradece la presencia del público, y en una clara alusión a las características
climatológicas de nuestra tierra, dice: “gracias por esta, no templada, sino
más bien calurosa bienvenida regiomontana”. Aplaudimos con mucha fuerza.

Jamás pierde el buen humor, y le dice “no te apures, algo te llevarás a


cambio”, a aquél que haya ido al concierto a fuerzas, sólo por acompañar a su
pareja.

En la siguiente canción “No hago otra cosa que pensar en ti”, que por cierto
fue muy festejada desde los primeros acordes, cambió la palabra diciendo:
“... y me fugué, con una güera que andaba en bicicleta...”.

La siguiente fue la extraordinaria “Muñeca rusa”, también del nuevo disco,


con una gran calidad de interpretación musical. Y debido a que “uno nunca
sabe lo que puede pasar”, de una vez hizo la presentación de sus músicos,
con los acordes de “Los fantasmas del Roxy”.

La calidad de la ejecución musical es realmente extraordinaria. Llama la


atención que la música es “pura”, directa desde el propio instrumento, y en
esta ocasión las percusiones son ejecutadas por Francisco García, el baterista.
Los músicos se ven involucrados en la magia del concierto. Es una delicia
volver a ver al maestro Miralles jugando con el piano como si fuera un
instrumento inventado por él; particularmente David Palau disfruta el
concierto desde la guitarra y expresa la alegría y el sentimiento de cada
canción con sus expresiones. García, Terán y Hernández, virtuosos cada uno
desde su lugar. Es la bendita música.

261
Gira “Versos en la boca”

La siguiente fue una de las canciones del nuevo disco que a mí en lo


personal me parece excelente, “De cuando estuve loco”; ¡qué sentimiento el
de Serrat al interpretarla! Vino después otra ejecutada con una fuerza
maravillosa, que fue “Señor de la noche”, cargada de intensidad.

Llegó el momento de venerar a sus poetas, la gente que “ha escrito lo que
yo hubiera querido decir”. El público aplaudió al escuchar los nombres de
Machado, Benedetti, Hernández, Papasseit. Y nos regaló dos joyas: “Llanto y
coplas” de Antonio Machado, y la hasta el momento más aplaudida “Para la
libertad”, de Miguel Hernández. Los recuerdos brotaron espontáneos; cuántas
veces precisamente esas dos canciones coronaron momentos de alegría y
fueron bandera de inquietudes juveniles.

Y precisamente, “como si Serrat supiera”, siguió “Los recuerdos”, expresión


y síntesis de los grandes momentos de la vida.

Sale Serrat un instante del escenario y regresa a los acordes siempre


presentes en sus giras de “Mediterráneo”, la canción que es el homenaje a su
tierra, a su mar, del cual lleva su luz y su olor a donde quiera que vaya. Ahora
fue Monterrey.

Después tocó el turno a “La cançó del lladre” (La Canción del Ladrón), de la
cual hizo una muy divertida explicación, indicando que “el lunes, cuando
vuelvan a sus trabajos, digan que vinieron no sólo a un espectáculo, sino que
se llevaron algo de cultura”, lo cual fue muy festejado. Se escucha entre el
público el timbre de un teléfono celular, y haciendo gala de su buen humor,
dice: “dele recuerdos de nuestra parte”, el público ríe y aplaude.

“La mala racha” es interpretada con un derroche de alegría y fiesta, en


contraste a la letra de la canción, y la siguiente es “Dondequiera que estés”, de
una factura romántica y sensible magnífica. “Penélope”, que viene a
continuación, es de las más ovacionadas en cualquier concierto; esta vez se
presenta con un arreglo musical exquisito, sobre todo en la introducción.

“Es caprichoso el azar”, la canción que ya decía al principio que le habla al


oído a mi hijo, es interpretada con un sentimiento especial; es una canción
para vibrar y con la cual la piel se ponga “chinita”, como decimos acá. Ese
“tanto tiempo esperándote”, dice tanto con tan pocas palabras...

La escenografía jugó un papel fundamental; realmente la construcción es


relativamente elemental, ocho columnas de piso a techo que permiten
transparentar la luz que se les proyecta en determinados momentos. Tres
columnas de cada lado, y dos más al fondo, al centro. Las luces fueron
combinadas de manera inteligente y creativa, de modo que se integraban a la
canción del momento. En la interpretación siguiente, que fue “Disculpe el
señor”, hay un instante, un breve momento justo al término, en que queda
todo en absoluto oscuro, excepto la figura de Serrat, al momento que dice:
“... que Carlos Marx está muerto y enterrado”. Un momento brillante en la
oscuridad misma.

Estábamos en una gran noche, y Serrat nos recordó que mañana también
puede ser un día grande, al cantar “Hoy puede ser un gran día”, muy festejada
por todos. Y un gran día, por lo tanto, siempre es una gran “Fiesta”, canción
en la que las luces a las que me referí hace un momento hicieron gala de
colores y de júbilo, en matices y en ritmo, a tono con la música. En esta
canción Serrat también nos habló en nuestro idioma, al cantar “... y con la
cruda a cuestas...”, en lugar de la resaca.

262
Gira “Versos en la boca”

Con esta canción Serrat dio por concluido el concierto, sin embargo todos
de pie pedíamos “otra”, al tiempo que aplaudíamos y aplaudíamos sin cesar.
Se retiró del escenario, pero tal y como lo esperábamos, regresó con sus
músicos y nos brindó dos canciones más. Primero fue “África”, una pieza de
sentimiento y valor impresionantes; y después vino la imprescindible
“Cantares”, con la que muchos conocimos a Serrat en aquel tiempo. Él nos
invitaba a cantar y estábamos los casi cinco mil asistentes “golpe a golpe,
verso a verso”, sintiéndonos parte del concierto. Todos de pie aplaudiendo.
Serrat se retiró nuevamente.

Los aplausos seguían, y el encore aún no terminaba, volvieron ya solos los


maestros Serrat y Miralles. Cómo quisiera saber qué se decían el uno al otro
cuando estaban hablando en el escenario, antes de interpretar la bellísima
“Lucía”. Un piano magistral con una voz y un sentimiento sublimes.

Serrat se despidió a las once con cinco, y ya no regresó al escenario. Todos


nosotros fuimos bajando la cuesta, pero no se acabó la fiesta, por el
contrario, esta fue una experiencia nueva dentro de cada quien, cada cual a
su modo. La calurosa noche regiomontana pareciera haber captado la
expresión de Serrat, y nos regaló unas agradables ráfagas de viento fresco,
tan suave como la bendita música.

Los acordes concluyeron, las luces se apagaron, uno a uno nos fuimos
retirando, y los altos hornos de la Fundidora de Monterrey, testigos de tantas
y tan diversas historias, ahora tienen una más. La bendita música y la bendita
poesía de Serrat están impregnadas en cada espacio, en cada rincón, desde
esta feliz noche del 24 de mayo de 2003.

¡¡Dios guarde a Serrat por muchos años!!

Concierto en el Auditorio de Hermosillo (México)


26 de Mayo de 2003
Texto de Ricardo León (Hermosillo, México)

“...ANTES QUE LLEGUEN LOS PERROS”


...Después de las tradicionales primera y segunda llamadas, en las que una
voz femenina en off, además, advertía sobre la necesidad de apagar celulares,
comunicadores u otros dispositivos electrónicos (excepto marcapasos, por si
hubiera alguno demasiado atingente) uno a uno los músicos toman su sitio y
discreta y eficientemente utilizan algunos segundos para afinar. Alguna señal
es dada y el Coordinador General del evento para el Tec de Monterrey,
Campus Sonora Norte en su XX Aniversario, con mucha brevedad y a manera
de tercera llamada presenta al... "entrañable huésped. Un hombre cuyo
nombre significa tanto para tantos de nosotros, y al que sólo se puede
presentar de una manera: por su nombre... Joan Manuel Serrat".

El público estalla y a la mirada sonriente del maestro Miralles aquello


empieza a sonar a Serrat (como sucede siempre que Ricard da las pautas).

263
Gira “Versos en la boca”

Todavía fuera de escena, Serrat ya tarareaba y bamboleaba con la banda


mientras, sonriente, como siempre, me preguntaba de nuevo los nombres de
las ciudades vecinas de donde habían viajado para escucharlo: las
memorizó... todas.

Empujado por una mano invisible Serrat pasa a escena y el público, el


público...

Algo parecía haber hecho al grupo sentirse como en casa, allá, en


Hermosillo, Sonora, una ciudad situada al borde del desierto del noroeste
mexicano: sólo habían sido recibidos con inmensos cariño y respeto, y lo
notaron, y las notas que tocaban lo testimoniaban y Serrat... Serrat también.

Una por una, las canciones convirtieron todos los anuncios previos a la
llegada de Serrat, de una mera abstracción de prensa y radio a una
innegociable realidad. No hubo uno que no se sintiera parte y cómplice de esa
noche en que tantas cosas terribles fueron conjuradas por la belleza y verdad
que, desde el escenario, se regalaban a manos llenas ese 26 de mayo, como
flores.

Serrat le ha dado sentido a tantas cosas que rayaría en la codicia pedirle


más y sin embargo, codiciosos que somos, él no tiene más que regalarse.

Hermosillo tuvo su momento. Todos tuvimos nuestro momento. Pero, a


diferencia de otros muchos, los conciertos de Serrat, principian cuando
terminan y el backline se apaga y el inmenso bus de carga se retira de nuevo
a la carretera. Algo renace cada vez que lo escuchamos. En mí, alguna
especie de ira contra las cosas terribles se agiganta y pierde miedo. Sin
saberlo, un día, Serrat me salvó la vida con "Utopía", una canción que me
empujó de nuevo a lo que tantos... Me devolvió la paciencia que otros
perdieron y se abandonaron al mundo de... ¡yo no sé!

El vuelo regular Hermosillo-Tijuana del 27 se llevó a mi hermano y me lo


dejó para siempre. Ya no habrá más distancia entre él y yo. Ya no habrá más
transatlánticas separaciones inquebrantables. Serrat ya no es para mí un CD
atesorado y recurrido y recurrente. Ahora que escucho de nuevo Utopía, digo
que vi de cerca al hombre que me salvó la vida sin saberlo y puedo
agradecerle en cualquier momento, salvando las distancias... porque,
además... ¡me dio su teléfono!

No guardemos pena que... antes que lleguen los perros, Serrat contesta.

Concierto en el Cecut de Tijuana (México)


27 de Mayo de 2003
Texto de Manuel F. Flores Arce (Tijuana, Baja California)

TAN LEJOS, TAN CERCA


Tijuana es una ciudad difícil. No en el sentido salvaje que muchos creen y
que los medios amplifican para acrecentar sus ventas. Ninguna ciudad con un
poco más de 100 años de existencia y más de un millón de habitantes puede

264
Gira “Versos en la boca”

ser simple. Los que vivimos aquí venimos por lo general de muy lejos. Aun los
que aquí nacieron tienen sus orígenes en otro lado. Esa heterogeneidad, esa
pluralidad, no es común en un país como México, donde las tradiciones y
raíces son la norma de sus pueblos. Pegados a Estados Unidos somos lo
suficientemente tercos como para seguir siendo mexicanos de tiempo
completo.

Y llega a Tijuana Joan Manuel Serrat, luego de nueve años de no estar por
aquí. Se presenta en el único sitio donde se le puede acomodar, el Centro
Cultural Tijuana -el Cecut- para los de casa. No es un mal local, tiene buena
acústica y desde cualquier butaca puede apreciarse bien lo que pasa en
escena. Hace nueve años el concierto de Serrat fue una obra magníficamente
montada, bien pulida, que dejó a todos los que allí estuvimos con el encanto
de haber presenciado un espectáculo maravilloso. Quizás ahora, casi una
década más tarde, Serrat recordaba a un público que quedó asombrado luego
de oírlo.

Entró cantando “Bendita música” y se veía cansado. Hacía menos de 24


horas que estuvo en Hermosillo. A mí me pareció que hasta perdió un par de
notas. Y terminó la canción y el público, ese público heterogéneo y difícil se
entregó en un aplauso que nada tenía de azoro. Era el aplauso nacido del
corazón, dado sin ningún empacho. En un instante, Serrat entendió que el
concierto del 2003 no sería como aquel de 1994, que no acabaría siendo sólo
un espectáculo maravilloso para el público, sino que sería sin duda una
experiencia inolvidable para él mismo. Y cantó como nunca. Una tras otra.
Terminó y se vio obligado a salir una, dos, tres, cuatro veces más. Todos
estos difíciles tijuanenses de pie, sin querer que aquello terminara. El que
salió cansado a escena tampoco se quería ir.

Yo miraba hacia enfrente, hacia el escenario y no podía dejar de pensar que


a escasos 500 metros de la espalda de Serrat está la frontera más distal de
Latinoamérica. Allí donde empezamos también terminamos. Y 500 metros al
sur (El Sur también existe) un millar de almas estábamos unidos por un
instante alrededor de un genio de la lengua y literatura españolas, que no
sólo canta sino que puede unir aún a quienes venimos de tan lejos y somos
tan distintos.

Concierto en el Centro de Convenciones de Puebla (México)


29 de Mayo de 2003
Texto de Jordi Ayguasenosa (Puebla, México)

"SANTA RITA, RITA, RITA, ...


LO QUE SE DA NO SE QUITA."
"Disculpe el Señor, el Señor de la Noche... pero lo que me has dado, ya
nadie me lo quita."

Aún me zumban los oídos con las notas maravillosas de estos cinco músicos
que acompañaron al Maestro Serrat, hoy, nuevamente en el Centro de

265
Gira “Versos en la boca”

Convenciones de Puebla. Como hace dos y tres años atrás. Un foro, no lo más
adecuado para Serrat, pero bien al fin.

Sentados en tercera fila, centro, y con los boletos ya comprados desde hace
un mes. Mi esposa, mi hijo de 14 años con el pie escayolado, mi hijo de 9, y
un servidor. (A esa edad de mi hijo, me llevaba mi padre a Bellas Artes en
México a ver a Serrat). He perdido la cuenta de cuantas veces y en cuantos
lugares diferentes lo he visto.

El Concierto empezaba a las 8.30, pero estuvimos desde las 7.00 en la


puerta. "Aún no pueden pasar, pues están ensayando" y se oían las notas de
"Defensa de la Alegría".

Entramos todos a las 8.00 a tomar nuestros lugares. A las 8.45 se apagan
las luces y empiezan los cinco virtuosos a desgranar notas en una pequeña
introducción, para dar paso a la "Bendita música".

Serrat todo de negro, y sus músicos también. Un gran desborde de juegos


de luces, el sonido perfecto. Y empieza a correr el recital. Un piano,
solamente para Miralles, (no le hace falta más). Guitarras eléctricas y
acústicas para David Palau, otro genio. Un contrabajo y bajo eléctrico para
Alex González, una batería con una barrera de acrílicos transparentes al
frente para Paco García, y saxofón, violines, violas y clarinetes para Alejandro
Terán. Es increíble cómo suena esto.

Siguió, "La muñeca rusa", "La bella y el Metro", "Los fantasmas del Roxy", para
presentar a los músicos (“antes que otra cosa sucediera”), y así fue
desgranando, canción por canción, el nuevo disco Versos en la boca,
mezclándolo con "Penélope", "Cantares", "La Fiesta", y pidió perdón a Machado
y Hernández por no poder aguantarse las tentaciones de musicar sus versos,
cantando "Llanto y coplas", y "Para la libertad".

Y luego "Mediterráneo", "No hago otra cosa que pensar en ti", "Hoy puede ser
un gran día", "Dondequiera que estés, "Disculpe el Señor", y en catalán "La
Cançó del lladre", con una magnífica introducción muy a lo Serrat, y tan sólo
acompañado de Miralles, y Terán, a la viola. "¡Cómo sonaba eso...!" y la voz
de Serrat excelente y aún para mucho tiempo.

"La mala racha" fue apoteósica, vinieron los bises, y terminó el recital.
Quedamos todos estaburnits en catalán y apendejados en mexicano, de este
regalo que nuevamente nos dio Joan Manuel.

A desarmar todo y prepararse para el sábado en el Zócalo del DF y todo


Junio en Centroamérica y así está desde el 22 de Octubre de 2002. "Esto es
trabajar". Joan Manuel: sólo puedo decirte lo que te digo siempre: GRACIAS...
descansa, y regálanos pronto un disco en catalán. Pues ya toca, ¿no?

266
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Zócalo de México DF (México)


31 de Mayo de 2003
Texto de Juan Arellanes (México DF, México)

TERNURA GRATUITA
Y OBLIGATORIA
El Zócalo de la Ciudad de México, plaza cuasi-permanentemente ocupada
por manifestantes. Este sábado, último día de mayo, no es la excepción. Los
profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación
(CNTE), en plantón desde hace varios días, aceptan reacomodarse hacia los
lados para dejar espacio a los asistentes al concierto. Ellos, los manifestantes,
disfrutan del concierto en posición privilegiada y reciben del Nano “un saludo
fraternal y solidario a los trabajadores de la docencia que están aquí
instalados”.

El Zócalo de la Ciudad de México, la bandera tricolor en todo lo alto, el


Palacio Nacional con los murales de Diego Rivera, la majestuosa Catedral que
se hunde, la asamblea de representantes, la sede del gobierno de la ciudad,
en manos de un partido más populista que de verdadera izquierda, pero lo
más decente que hemos tenido en nuestra larga historia de alcaldes
impuestos.

El Zócalo de la Ciudad de México, ¿hay mejor escenario para esta noche


mágica? Serrat ya dio cinco conciertos en el Palacio de Bellas Artes, ya fue a
Monterrey, Guadalajara, Tijuana, Hermosillo, Puebla... pero regresa a esta
ciudad de México a dejar en claro que la ternura y la felicidad no sólo son
obligatorias, sino también (y esto es un milagro en despiadados tiempos
neoliberales) gratuitas. Porque gratuito es este derroche de poesía y música
que reúne a casi cincuenta mil personas en el Zócalo (que no es más la “Plaza
de la Constitución”, nombre oficialista que nunca me gustó, sino la “Plaza del
Pueblo” como fue bautizada esta noche por el Nano, con el consentimiento de
todos los asistentes).

Señoras y señores de la tercera edad, cincuentones, cuarentones,


treintañeros, veinteañeros, jóvenes, adolescentes y hasta niños. ¿Será cierto,
como afirman algunos, que la admiración por Serrat se lleva en la sangre, es
una cosa genética que pasa de generación en generación? Lo cierto es que
este genio catalán encanta a todos por igual.

Hay gente esperando desde las cinco de la tarde. A las seis y media ya hay
una multitud que se extiende a lo largo, flanqueada por los campamentos de
los profesores en plantón. Al Zócalo (libre de manifestantes en plantón) le
caben más de cien mil personas, ¿cuántas habrá esta noche? La tarde
“anunciaba chaparrón”, surgen decenas de paraguas multicolores, el de los
impermeables de plásticos (¡de a diez, de a diez!) hace la gran venta, al igual
que el de los “telescopios” (periscopios, para que los chaparritos y los de
hasta atrás puedan ver), también ¡de a diez, de a diez!

267
Gira “Versos en la boca”

Son las 8 de la noche y el concierto no empieza, pero la amenaza de lluvia


desaparece. La plaza está ocupada por completo, la multitud ya rodeó los
campamentos de maestros y se extiende incluso por la calle Veinte de
Noviembre. En los reacomodos, por acercarse más y más al escenario, la
multitud realiza extraños movimientos. Pierdo de vista a mi madre y a mis
hermanos.

A las 8: 30 la multitud estalla en aplausos y gritos cuando Serrat sale a


escena a interpretar “Mediterráneo”. No presenta el repertorio completo de la
gira (hay grandes ausencias en comparación con los recitales de Bellas Artes:
“Defender la Alegría”, “Bendita Música”, etcétera), pero a cambio sale a
cantar con una energía inaudita.

La multitud, que debe ser impresionante vista desde arriba del escenario, lo
motiva y Serrat se nota sensiblemente emocionado y así canta. Pronto se
mete al público en el bolsillo, y ya en confianza empieza a hablarnos en
“mexicano”. Ante el exceso de humo en el escenario exclama: “¡hay un
chingo de humo!”, y pregunta: “¿ya es hora de escuchar algo de Machado,
no?”, antes de interpretar “Llanto y Coplas” para continuar con “Para la
Libertad” y hacer el Zócalo todo suyo. Sus monólogos son geniales, lo mismo
para presentarnos a los músicos “porque siempre es bueno saber con quién
está uno pasando la noche, por lo menos saber cómo se llaman”, que para
justificar la razón por la que canta en catalán “porque yo, modestia aparte,
soy catalán y los catalanes tenemos esa extraña costumbre de hablar en
catalán... habiendo tantos idiomas”. Pero como pasó en Bellas Artes nos
deleitó con “La cançó del lladre”, pero canta siempre sólo una en catalán. En
once años de conciertos sólo le escuchado cuatro canciones en catalán: ¡cómo
envidió a los que asisten a sus conciertos en Barcelona, en donde interpreta
—según las crónicas— hasta diez canciones en catalán!

Cuando suenan los primeros e inconfundibles acordes de “Penélope” (la


inmortal “Penélope”) se emocionan coordinadamente miles de corazones.
Tiene al público en la palma de la mano, le canta al oído, puede hacer lo que
le plazca. “Mírame, soy tu amor regresé...” le canta a cientos de señoras que
suspiran. La única certeza posible en este manicomio es ésta: Serrat es
eterno. Pasan y pasan los años, pero el sigue ahí, igual que siempre. Por eso
cuando termina “Penélope” una señora le grita: "¡Nunca te mueras!"

La mayoría de la gente no conoce las nuevas, pero la multitud escucha en


un silencio respetuoso y mágico los preciosos “versos en la boca” que ha
venido a presentar. Cuando para finalizar “Señor de la Noche” canta con una
energía sin igual, un señor le grita: "¡Así se canta, chinga!". Y cuando en “Los
Recuerdos” canta aquello de “los recuerdos [...] son el esqueleto sobre el que
construimos todo lo que somos, aquello que fuimos y lo que quisimos y no
pudo ser”, se escuchan suspiros al por mayor, y una mujer a mi lado
exclama: "¡Me voy a cortar las venas!"

“Versos en la boca”, es un súper disco, y en lo personal yo ya puse a “De


cuando estuve loco” entre mis favoritas. Y en vivo le sale genial (salvo por los
chiflidos de entrada, que se le dificultan). Difícil es que una canción nueva
sobresalga entre más de 300 “viejitas”, pero posible. También lo hace “Es
caprichoso el azar”. Es posible.

El concierto agarra vuelo: “Disculpe el señor”, “Pueblo Blanco”, “Hoy puede


ser un gran día”. Después la batería anuncia el principio del fin: “¡Gloria a dios
en las alturas!, recogieron las basuras de mi calle ayer a oscuras...”. En plena
“Fiesta” le lanzan un sobrero, lo recoge y pasando el brazo por detrás de la
espalda lo lanza de regreso ante la ovación del respetable. “Fiesta” es una

268
Gira “Versos en la boca”

fiesta y, como es natural, cuando canta aquello de “se acabó, el sol nos dice
que llegó el final”, recibe en respuesta un estruendoso: "¡noooooo!"

Y claro que no. Con “Cantares” parecen alcanzarse los decibelios más altos
de la noche. Esto no es un concierto, es un ritual colectivo de ternura gratuita
y obligatoria. La plaza atestada canta, Serrat deja de cantar y ofrece el
micrófono a la multitud abajo reunida. ¿Entonación? Eso dejémoslo a los coros
de las iglesias: esto es una fiesta, es una catarsis colectiva, aquí nadie canta,
todos gritamos: “¡golpe a golpe, verso a verso!”. Pero sólo parecía que eran
los decibelios más altos de la noche, porque todavía faltaba más.

¿Cómo se manda a dormir a 50.000 personas después de dos horas de


emociones? ¿la multitud se va a marchar conforme así nomás? El Nano se ve
forzado a regresar y nos dice (ante las carcajadas del público) que, como el
viejo maestro de la canción, se encuentra: “muy agradecido, muy agradecido,
muy agradecido”, y quiere mostrar su gratitud a los organizadores, a todos
los asistentes y ¡a Tlaloc! (porque no descargó una furiosa lluvia sobre todos),
cantando una pieza única.

“Con todo nuestro corazón, desde lo más profundo de nuestro sentimiento,


no encontramos mejor manera de demostrar nuestra gratitud al pueblo de
México que con esta canción”. Y se arranca con aquella que dice: “Cuando te
hablen de amor y de ilusiones...”. El Zócalo parece derrumbarse. “De un
mundo raro”, del maestro José Alfredo Jiménez, coreada por todos, es
acompañada todo el tiempo por silbidos y gritos de “charros” dolidos: ¡¡Ay,
aaah, aaah, Aaaaahjjjaajaaaay!! “Y olvidando el rencor, no diré que tu amor
me volvió desgraciaaaaaadooo...”

Todavía hubo tres bises más. Serrat regresa a escena para cantar “Aquellas
pequeñas cosas”, las que uno se cree que las mató el tiempo y la ausencia,
pero su tren vendió boleto de ida y vuelta... Cuando termina, la multitud pide:
"¡Señora, Señora!". Una muchacha junto a mí queda afónica gritando:
"¡Poema de amor!".

Yo no pido ninguna canción, la que cante estará bien (además ya se cuáles


son las que trae preparadas: será “Lucía” o será “La Saeta”). Las posibilidades
de que cante “Salam Rashid”, “Vint de març”, “Cami Avall” o “Helena” son
nulas. Así que mejor dedico mis gritos a competir con otros veinteañeros
(¡venga!, que todavía soy veinteañero), que somos los más escandalosos y
desaforados, para ver quien le grita lo más ocurrente, lo más sentido, lo más
“neta”. Estamos contra la valla, queremos subir al escenario. Algunos alzando
el puño sólo gritan: "¡Serrat, Serrat!", otros, los más entregados, le gritamos:
"¡Maestro!, ¡Eres el mejor!, ¡Eres un chingón!, ¡Viva la madre que te parió!,
¡Te queremos!"

A unos metros de mí, un chavo que no deja de brincar le grita: "¡Contigo


aprendí todo, eres el mejor!". Como en esta “competencia” de gritos
generalizados nadie podrá atraer su atención, decido sacar mi as bajo la
manga. Extiendo y levanto una bandera catalana, las franjas amarillas y rojas
atraen su atención y Serrat voltea hacia mí. Me guiña el ojo y levanta la
mano. Ya puedo dormir feliz esta noche.

Llama a los músicos y se discute con “La Saeta” coreada por todos. El
escenario queda vacío, pero ante la insistencia del público todavía hay más.
Sale de nuevo al escenario y haciendo ademanes de mimo nos dice que nos
vayamos, que quiere comer y dormir, pero no entendemos razones ¿quién
puede entenderlas en un momento así?

269
Gira “Versos en la boca”

“Sólo una más, la del estribo”, sentencia. Vuelta a los gritos de: "¡Señora,
señora!" Pero no, de los músicos sólo regresa el maestro Miralles y Serrat se
sube a su taburete junto al piano, y suenan los inconfundibles acordes de
“Lucía”, la única canción en castellano acaso comparable a la catalana
“Helena”.

Aquí el asunto es con Serrat y nada más. Recuerdo que en el Palacio de


Bellas Artes, en la interpretación de “Lucía”, Serrat hizo todo para que se
luciera Miralles y el público no aplaudió sino hasta que Miralles terminó de
tocar el piano. Aquí no. Bien por Miralles, pero en este momento Serrat es el
único centro de atención: “es una carta de amor que se lleva el viento pintada
en mi voz, a ninguna parte, a ningún buzón...” En eso cae al escenario una
gorra estridente de color amarillo. Serrat hace una pausa y va recogerla.
Miralles deja de tocar el piano. En esas anda cuando cae al escenario algo
parecido a un suéter. Lo levanta, lo examina y, haciendo como que puede
armar el juego completo de ropa, pregunta “¿alguien trae algo de mezclilla?”.
Provoca una carcajada generalizada, lanza de regreso el suéter y se pone la
gorra ante la ovación generalizada. Y así terminó este concierto histórico, esta
noche única e irrepetible. Por el bien del mundo, de la humanidad, de la
esperanza, tendría que haber más seguido estos festines —gratuitos y
obligatorios— de ternura y felicidad. Gracias Serrat, gracias por todo, y vuelve
pronto a México.

Concierto en el Zócalo de México DF (México)


31 de Mayo de 2003
Texto de Edgar Ibarra (México DF)

SERRAT VIENDO AL SUR


A las 20:00 horas en punto en el centro de la Ciudad de México el cielo gris
presagiaba la posibilidad de lluvia y sin embargo la gente no se movía de la
Plaza de la Constitución, mejor conocida como el Zócalo.

La expectación de que el concierto iniciara crecía conforme avanzaba el


tiempo. A pesar de que los organizadores habían previsto (animaban al
público con música de Emmanuel, un cantante mexicano de baladas y pop) y
algunos en son de broma gritaban y aplaudían: “Emmanuel, Emmanuel”.

A las 20:10, las luces de la escenografía y empezaron a encenderse, así


como la Catedral Primada de México era iluminada por tonos rojos, amarillos
y violeta.

El escenario del concierto, compartía la plaza con un campamento. Días


antes trabajadores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la
Educación (el sindicato magisterial disidente) habían tomado el Zócalo
capitalino demandando la instalación de una mesa de diálogo nacional para
resolver sus problemas.

De esta forma la explanada se dividió en tres partes al este y oeste de la


plaza una serie de improvisadas tiendas de campaña instaladas con hule y

270
Gira “Versos en la boca”

palos en las que acampaban los miembros de la CNTE, y en el centro de la


explanada en un espacio de aproximadamente 30 x 100 metros los fanáticos
aplaudían y esperaban impacientes a Serrat, quienes ya habían invadido
hasta la calle de 20 de noviembre.

Finalmente, la Catedral sirvió como pantalla, y en ella se proyectaron las


sombras de gente caminando con instrumentos musicales. El concierto estaba
por empezar. A las 20:25 los acordes de “Mediterráneo” se escucharon y la
gente se estremeció.

Es importante mencionar la localización del Zócalo capitalino, es una plaza


rectangular donde residen algunos de los edificios históricos y las sedes de los
poderes de México. Al norte de la plaza está la Catedral Metropolitana de
México; al este el Palacio de Gobierno, sede del poder Ejecutivo Federal y al
sur del mismo la Suprema Corte de Justicia y al sur los dos edificios del
Gobierno del Distrito Federal, el gobierno local de la Ciudad de México.

Bajo la plaza yacen los restos de la antigua ciudad de los Mexicas (Aztecas),
en ella se conmemora año tras año la fiesta de independencia (15 de
septiembre), la fiesta más importante para México.

Es la misma plaza donde se han presentado grandes artistas mexicanos,


como Los Tigres del Norte y Juan Gabriel o aquellos internacionales como Luis
Eduardo Aute y Pablo Milanes.

Serrat saltó mirando al Sur y saludando al sur, hacía la América Latina que
tanto quiere a Serrat. A "Mediterráneo" le siguió “Me gusta todo de ti” y
“Muñeca rusa”.

Fue entonces cuando Serrat saludó a México, se dirigió al pueblo de México,


a la Plaza del pueblo (el Zócalo), saludó a los trabajadores de la educación
instalados en la plaza y a todo su público. “Salvo algunas excepciones que no
voy a nombrar... por chingar”.

Chingar es la palabra favorita de los mexicanos, es verbo, sustantivo,


adjetivo, y tiene acepciones incluso contradictorias. De la forma que la usó
Serrat quiere decir por molestar.

El concierto se siguió desarrollando. Sin lugar a dudas subió de intensidad


cuando dijo que cantaría algunas canciones de Machado y de Miguel
Hernández. Comentó que al leer a Machado y a Hernández no había resistido
la tentación de ponerle música a sus poemas y que el pocas veces se ha
resistido a una tentación, “es más, yo no recuerdo nunca haberme resistido a
una tentación”, dijo y entonces interpretó con maestría “Llanto y Coplas” y
“Para la Libertad”.

A las cuales le siguieron “Los recuerdos” y cuando llegó “Penélope”, sin


lugar a dudas la canción favorita de México, el concierto se tornaba muy
emotivo.

A lo largo del concierto la gente pedía a gritos dos canciones ("Cantares" y


"Señora"), pero Serrat parecía que nunca iba a complacer al público.

El concierto siguió con “Disculpe el señor”, “Pueblo Blanco”, “El cigarrito” y


cuando se oyeron los tamborazos de “La Fiesta”, la gente supo que el
concierto había llegado a su fin.

Al concluir de cantar "La Fiesta", Serrat agradeció al público que se


congregó en el Zócalo diciendo “Muy agradecido, muy agradecido, muy

271
Gira “Versos en la boca”

agradecido”, frase utilizada por uno de los cantantes populares mexicanos


más queridos: Pedro Vargas, el Samurai de la canción. Le dio las gracias a
Tlaloc, dios mexica de la lluvia, ya que el agua no cayó sobre la plancha del
Zócalo.

E iniciaron los encores. Apareció una vez para cantar “Cantares”, después
“Un mundo raro”, “Aquellas pequeñas cosas”. Pero el público seguía pidiendo
"Señora". “La Saeta”, y se retiró, el público lo volvió a corear para pedir que
regresara. Serrat salió e hizo señas de que quería dormir y se volvió a meter.

La gente lo exigió y salió, la gente seguía necia pidiendo "Señora" y Serrat


explicó que esa ya no la canta “le prometí a la Señora que no la volvería a
cantar cuando nacieron los nietos”.

Y cantó “Lucía”, canción que se vio interrumpida cuando un miembro del


público aventó un suéter gris a los pies de Serrat, a lo cual el Nano tomó la
prenda y preguntó: “¿no tendrán uno de mezclilla?”, en ese momento
lanzaron una gorra amarilla misma que se puso en la cabeza y concluyó la
canción y el concierto.

La gente llena de sueños se retiró después de escuchar un concierto de


Serrat emotivo, lleno de éxitos y canciones nuevas.

Concierto en el Zócalo de México DF (México)


31 de Mayo de 2003
Texto de Alfredo Arrieta Ortega (México DF)

VERSOS EN LAS BOCAS


DE TODOS LOS PRESENTES
Todo inició este día último de mayo, cuando nos apresuramos a asistir como
cada siempre a la cita con el apreciado cantor. Aproximadamente a las siete
de la noche, que aún es de día por cosas del horario de verano, salimos
Montserrat y yo, y comenzó el chubasco. No puede ser, ¿por qué
precisamente hoy?. Abordamos el metro en San Cosme y la gente en su
devenir a todos lados, se apachurraba en los vagones, tanto así que un
hombre dark golpeó a otro en un hombro al mismo tiempo que lo insultaba.

Bajamos en la estación Bellas Artes, y nuestro inmenso teatro lucía


flamante, caminamos por la avenida Madero que es la que te coloca en la
plaza monumental de México. La sorpresa fue de molestia porque cientos de
maestros de la disidencia acampaban en los extremos, se podía apreciar miles
de lonas de color verde, camiones que los trasportaban de sus estados
originales. Me aproximé a un policía de los bien vestidos y le espeté que por
qué no los desalojaron, contestándome que ellos no quisieron. Diste por
hecho el comentario, y sí, aquí es el surrealismo. A fondo y teniendo como
marco la catedral, se veía el escenario, pero se ocultaba la mayor parte por la
bandera monumental que esa noche tarde, no pudo bajarse a la hora
acostumbrada. La gente comenzó a llegar de todas partes sin embargo y
recordando el concierto de 99, no se sabía bien a bien cuantas gentes serían.

272
Gira “Versos en la boca”

En un pequeño comentario se dijo que aproximadamente serían cuarenta y


cinco mil almas. Nosotros estábamos impacientes porque esto empezara y su
inicio se retrasó más de 40 minutos, todos gritaban y chiflaban de distintos
modos. Me parece que los organizadores esperaban la noche plena para
prender al máximo sus pantallas que a decir verdad tenían una nitidez
asombrosa.

Empezó sin más ni más la música y todos nos emocionamos cuando


descubrimos las notas de “Mediterráneo”. Serrat saludó a los presentes en
esta plaza del pueblo, saludó cordialmente a los maestros y debido al
malestar que nos causaron se oyeron miles de mentadas a sus respectivas
madres. Nos dejó escuchar la “Muñeca rusa”, “Así en la guerra como en los
celos”, “Me gusta todo de ti”, tampoco podía faltar “Penélope”, presentó a los
muchachos que lo acompañan y al lujo que representa el maestro Ricard
Miralles. Para este momento les puedo decir que el sonido presentaba
grandes fallas, iba y venía y por ocasiones no escuchabas lo que decía Serrat.
Hizo un alto en el camino y se acordó de Machado y Hernández, agradeció al
Dios de los aztecas Tláloc, Dios de la lluvia, que no hubiera arrasado con
todos nosotros. Alguien le arrojó un sombrero, que Serrat devolvió como si de
un torero se tratase.

Casi hasta atrás observaste como un señor de aspecto muy pobre, repetía
frase a frase “De cuando estuve loco”: "lalalailalailalia". Al final la locura
cuando escuchamos “La fiesta”, en la que Serrat cambia una frase: el
prohombre y el marrano. Cosa que causó risa aunque de gusanos y marranos
estamos llenos.

También tomó bastante agua que él clasificó como tequila light. El público
de México de la ciudad de la esperanza, enloqueció con los acordes de
“Cantares”, y repetían a todos sus pulmones: "golpe a golpe, verso a verso".
Pero el final se diluyó al decir que venía de un mundo raro, de cuando le
hablen de amor y de ilusiones. Montse y yo salimos bastante cansados, dimos
vuelta evitando el tumulto y seguíamos oyendo a la lejanía la canción de José
Alfredo.

Concierto en el Teatro de la Paz de San Luis Potosí (México)


5 de Junio de 2003
Texto de Mariano Vildósola Dávila (San Luis Potosí, México)

AL CÉSAR LO DEL CÉSAR


Y A SERRAT LO DE SERRAT
A las 9:07 la tercera llamada hace que todos los que estamos en el Teatro
de la Paz pongamos nuestra atención a un escenario en el que se encuentran
los instrumentos del concierto.

Hace calor y tratamos de tomar aire con abanicos improvisados; Serrat


aparece con un saco gris y sus músicos vestidos de negro. Serrat en directo
sale al aire con “Mediterráneo”.

273
Gira “Versos en la boca”

Se presenta respetuoso, nos agradece por encontrarnos en esta noche y en


este lugar. Dedica el concierto a Lucha Villa y el teatro se vuelve a llenar de
aplausos, con cierto morbo la tratamos de identificar y ver cómo está.

Nos conectamos como público en una vibra que ya trasciende los años,
somos un público medianamente grande. Mi esposa y yo fuimos al primer piso
y desde ahí observamos y participamos del fenómeno Serrat. Nos canta los
versos en la boca, lo escuchamos con atención para reconocer sus novedades.

La piel se enciende con las viejitas del viejito Serrat, “Penélope” es un


himno. Nos presenta a sus músicos en el primer tercio, aplaudimos a cada
uno, somos cómplices del maestro. Una batería flanqueada por una misteriosa
barrera, un alegre guitarrista con cachucha cambia de la eléctrica a la
acústica haciéndola vibrar. El del bajo y contrabajo que por momentos se
convierte en una especie de chelo que da consistencia; Luego el saxo, violín y
adornos. Por último un piano negro que hablaba y traducía lo que el maestro
Miralles nos iba aconsejando para entender a Serrat.

Detrás de Serrat hay todo un equipo de luces y sonido que lo acompañan y


mueven, el escenario habla. Columnas de luces que hacen del concierto un
momento que nos marca.

El tiempo va pasando y las canciones e historias se suceden una tras otra,


las nuevas y las viejitas van haciendo todo un ambiente pasando por la
tradicional canción en catalán que siempre nos explica comparando a los
ladrones de antes y los de ahora. Las emociones no se pueden traducir, solo
pasan y fluyen por nuestras venas.

“La fiesta” es el preámbulo del final, el respetable se rebela y gritamos que


no, exigiendo que Serrat siga cantando, no importa que mañana tenga que
irse a Ecuador, estamos contentos con él y queremos que la fiesta no termine,
no queremos cargar con "la resaca a cuestas", aplaudimos y gritamos y
vuelve a salir un par de veces más. Serrat aparece y se desespera con una
fan mayor que agita los brazos y Serrat le hace la seña de que vaya con Dios
o sin él, pero vaya (se)...

Se despide con “Un mundo raro” de José Alfredo y “La saeta” de Machado.
Queremos Las pequeñas cosas y Lucía, pero no llegan, Serrat ya se fue y el
teatro se empieza a vaciar.

Sólo nos queda el remedio de comprar alguna camiseta o cachucha para


seguir recordándolo y sacar nuestros cd's y casettes para seguir disfrutando
de la droga. Regresamos a la realidad con un buen sabor de boca, gracias
Serrat, nos seguimos viendo y escuchando.

274
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Teatro Nacional de San José (Costa Rica)


11 de Junio de 2003
Texto de Mario Jule (San José, Costa Rica)

“...TANTO TIEMPO ESPERÁNDOTE”


Hoy se cumplen exactamente dos años de la última vez que vi al maestro, a
nuestro querido y admirado maestro. Pero qué cosas tiene la vida y "es
caprichoso el azar" que hace dos años disfruté de Serrat y un tal Tarrés en El
Salvador y esta vez, un puñado de "Versos en la boca" en Costa Rica.

Desde hace un mes reservé los boletos para esta gran noche, desde
entonces mi corazón empezó a impacientarse, contaba los días y las noches,
necesitaba y necesito purificar el alma, porque Serrat en su rico legado de
una amplia y exquisita banda sonora en dos lenguas hermanas (no existen
barreras lingüísticas cuando se escucha el Serrat en catalán cuando se
escucha con el corazón) son un filtro de pureza, de impecable belleza lírica,
que nos hace vibrar, que nos enamora más de la vida y por lo tanto hace que
seamos más tolerantes, más soberanos con nuestros hermanos caídos.

Mi profesor de lengua y literatura me decía la semana pasada "Serrat ha


sido y será un símbolo de libertad" yo le agradaba: "nosotros, los jóvenes,
vemos en Serrat una esperanza para sanar las heridas abiertas de tantas
represiones por parte del sistema que nos absorbe con su habitual
propaganda de consumismo que nos someten a una sociedad insensible,
materialista, que sólo nos valora por lo que tenemos y no por lo que uno es".

Pero ayer (martes 10) se cumplió mi sueño -¡por fin!- saludé personalmente
a Joan Manuel; antes había saludado a Ricardo Miralles y Alex Hernández. Me
encontraba atrás del teatro esperando que llegara Serrat, mientras tanto
entablamos amistad con un serratiano tan joven como yo (24 años y él 22
años), rato después llegó su amiga y empezamos a guardar paciencia, a
esperar a Serrat. En plática y de broma en broma estábamos cuando aparece
Joan Manuel. Él no pasó por desapercibida nuestra presencia, desde adentro
del carro nos sonrió -la juventud que lo sigue desde pequeño gracias a
nuestros padres, decíamos presente para saludarlo-, salió del vehículo y nos
saludó de nuevo. Se acercó sonriéndose y nos dijo: "¿cómo están,
muchachos?". Yo me quedé paralizado en ese momento, tenía al cantautor
que más admiro frente a mí, los breves instantes que nos atendió con mucha
sencillez y la humildad que se caracteriza, hizo que no nos sintiéramos
extraños, más bien, como amigos de siempre.

A la muchacha le guiñó el ojo y le dio un beso y luego me autografió el libro


de Carles Gámez. Con un buen sentido del humor se despidió y entró al teatro
acompañado de su representante y del empresario que lo trajo al país. Me
sentía muy feliz, no lo podía creer ¿estaba soñando? Claro que no, era
realidad, Serrat se tomó de su tiempo para atendernos.

Llegamos con mi papá al Teatro Nacional, recorrimos el Lobby mientras


esperábamos la hora de la gran cita. Cada minuto que pasaba preparaba mi
corazón y me impacientaba aun más.

275
Gira “Versos en la boca”

Las puertas del teatro se abrieron a las 7:35 p.m., pasamos con mucha
paciencia a pesar de la larga fila. Ahí adentro se respiraba un aire de
complicidad, de armonía con la vida, el Teatro está lleno, su público decimos
presente jóvenes y adultos, esposos, padres, hijos, novios, estudiantes,
profesionales, etc. Primera y única llamada "se le ruega al público apagar sus
celulares, y terminantemente prohibido tomar fotos" yo me dije: -prohibido,
prohibir- . Las luces se apagan, el escenario sencillo pero confortador se torna
de un azul fosforescente, mi alma vibra de emoción. Sale el profesor Ricard
Miralles y uno a uno de sus músicos, los recibimos con un fuerte aplauso.
Iniciaron con una breve pero exquisita introducción, un par de minutos más
tarde aparece Joan Manuel, vestido totalmente de negro, sereno, sonriente, a
dar lo mejor de sí (y fue así), el público al verlo, gritó y lo ovacionamos por
unos largos segundos, él responde con una digna reverencia ¡bienvenido
maestro!

Empieza con “Bendita música”, su voz está impecable, en plena forma, me


alegra mucho porque estaba un poco preocupado ya que venía escuchando
que a inicios de la gira había tenido unos percances.

Continuó con “La bella y el metro”, se escucha mejor en directo, el Nano vive
cada letra de la canción, la expresa con una enorme sensibilidad. ¿Ahora cual
seguirá? ¿será Benito? ¿o No hago otra cosa que pensar en ti?, y suenan los
acordes de “No hago otra cosa que pensar en ti” , "Buenas noches ..." alguien
del público le grita, Serrat con un fino sentido del humor le responde
dirigiéndose en el lado de donde provenía la voz femenina "muchas gracias
por esas palabras llenas de estímulo" (risas de todos). "Sean todos
bienvenidos a esta casa, tan entrañable para mí, gracias por abrirnos sus
corazones y permitirnos entrar en ellos." (cerrada ovación). Procede con
“Muñeca Rusa” y “Los fantasmas del Roxy”; presenta (no vaya a ser que por la
borrachera de los aplausos y las emociones se le olvide) su grupo, sus cinco
excelentes músicos que lo acompañan encabezados por Ricardo Miralles.
Desde 1992 (cuando tenía 13 años) no escuchaba en vivo esta canción, una
de mis favoritas y con nuevos arreglos musicales muy superiores al disco de
Bienaventurados.

“De cuando estuve loco” sería el tercer corte de Versos en lo que iba la
mágica noche, en medio del silencio se escucha el inconfundible silbido, todos
lo reconocimos y aplaudimos emocionados, alguien grita "sííí, ésa es
buenísima", pese a que la cantó un poco lenta, no nos importó, mi papá me
dice "qué buena es esa canción". Continúa con el excelente tema de “Señor de
la noche”, sentado en su taburete la canta, mucho mejor que en el disco, su
voz estremece hasta los huesos. Llega uno de los momentos más esperados
de la noche, los versos de Machado... y esta vez quien será... ¿Benedetti?
¿Miguel Hernández? ¿León Felipe?, en lo personal deseaba escuchar los
poemas de Miguel Hernández e imprescindiblemente Elegía. "A lo largo de
todos estos años no he podido retener la tentación de musicalizar textos
bellísimos de Antonio Machado, Miguel Hernández, Joan Salvat Passaseit,
León Felipe, Josep Carner, Mario Benedetti..." (a cada uno de ellos
aplaudíamos) "... La verdad es que no recuerdo cuando fue la última vez que
que pude resistirme a una tentación (risas), más si ha sido carnal... (estalla la
risas de todos), para esta noche le hemos preparado uno de Antonio Machado
"Llanto y Coplas por la muerte de Don Guido" y el otro de Miguel Hernández
"Para la libertad". Gritamos eufóricos con las dos canciones, por primera vez
escucho “Llanto y coplas” en vivo, se nos puso la piel eriza al escucharla y
máximo con “Para la libertad”, prueba de fuego en la voz del Nano, la canción
es muy difícil por sus notas altas, pero Serrat la dominó con maestría y nos

276
Gira “Versos en la boca”

demostró que todavía hay Serrat para rato. Lo aplaudimos hasta que las
manos nos ardieran, bien hecho Nano.

Otro nuevo corte de versos con “Los recuerdos”, y llegó otro momento
cumbre de la noche, la imprescindible “Penélope”, aplausos y gritos al
reconocer los acordes, todos la cantamos y al final otra cerrada ovación con
palabras de afecto "genio", "guapo", "te queremos", "Nano, eres único". "La
siguiente canción es una en catalán..." nos decía y nos introducía “La canción
del ladrón”, "Es una canción que fue escrita a finales del siglo XVIII y
principios del siglo XIX, por lo tanto no es mía la canción... no soy tan viejo,
todavía estoy joven", bromeaba siempre con su fino humor del cual nos
mantuvo entretenido las dos horas de concierto. Me quedé con las ganas de
escuchar "La Lluna" como en 1992, "Pare", "Cançó de Matinada", "Plany al
Mar", "La tieta", "Helena", seguiré esperando. "La cançó del lladre" estuvo
genial, sólo guitarra, violín, piano y la voz del maestro. Muy íntima y tierna.

El éxtasis estalla con “Mediterráneo”, qué genial se oye, en verdad Serrat ha


llevado a unos grandes músicos, la cantamos junto a él, porque sus canciones
forman parte de nosotros y nosotros formamos parte suya y de sus
canciones. Luego del delirio nos remata con el tierno tema “Es caprichoso el
azar”, sólo se escuchó el suspiro y grito del público femenino, la
murmuramos, ciertamente es un tema que renace la esperanza de encontrar
el amor de la vida de cada uno de nosotros.

Después de endulzarnos con "Es caprichoso el azar", empiezan unos


acordes desconocidos, pero mi corazón de decía "ésa es, ésa es" y así fue
“Disculpe el señor” al estilo de Miralles nos seguía deleitándonos, yo grité de
emoción y aplaudí, seguramente no les gustó a un pequeño sector del público
que el Nano haya interpretado esta canción. Pero su público se enloqueció,
también la cantamos, Serrat la teatralizó de una manera eficaz, en cada
pasaje de la canción. Seguidamente empezaron los acordes y un brillante
juego de luces a al compás de “La mala racha” que hizo retornar a Serrat al
escenario luego de un minuto, en lo personal esperaba esta canción, fue
sensacional escucharla en vivo, con algún que otro nuevo arreglo. Se lucieron
todos sus músicos pero principalmente David Palau y Paco García sumado con
los coros.

Le tocó el turno de “Dondequiera que estés” de Sombras de la china, se


acercaba el final con “Hoy puede ser un gran día” que hizo a todos levantarse
del asiento al reconocerla, algo parecido a El gusto es nuestro... En lo último
de la canción entró en complicidad con el público. Y llegó el temido final que
ya nos había anunciado dos canciones atrás, “Fiesta” cerraría el concierto y
quiero decir que fue una verdadera fiesta, la acompañamos con las palmas de
las manos, silbando y victoreando, qué momento tan hermoso. Pero llegó el
"y se acabó, el sol nos dice que llegó el final..." Todos gritamos un rotundo
"noooooooo", pero por una noche más (ayer y hoy) en la borrachera de la
magia de Serrat, se nos había olvidado que cada uno es cada cual. De aquí en
adelante de nuevo todo fue locura entre gritos y aplausos hasta más no
poder, aparecieron las peticiones, mientras el Nano se despedía con sus
músicos. Todos pedían "Lucía", "Aquellas pequeñas cosas", "La Saeta", yo
deseaba escuchar "Pueblo Blanco", "Paraules d'amor", "Vencidos", "Algo
Personal" y me sumaba a la petición de "La saeta".

Sin dejar el escenario, Serrat ordenaba a sus músicos regresar a sus


lugares para deleitarnos con le primer bis “Qué sería de mí”. Creo que éste fue
el momento para que esta canción me diera "gancho en el corazón" para que
forme parte de mis favoritas. ¡Qué hermosa canción! Me decía mi papá
totalmente emocionado y con lágrimas en los ojos. Le tocó el turno a

277
Gira “Versos en la boca”

“Cantares”, fue aquí que todos nos quedamos afónicos y sordos, porque la
cantamos a todo pulmón, cada verso, Serrat maravillado ante su público,
cedió el micrófono y al final nos guiñaba el ojo y nos regalaba besos,
especialmente al sector popular, en donde todos nos hermanábamos con un
coro y golpeábamos el piso eufóricos, una muchacha se le acercó a regalarle
una rosa, él le dio un beso y el público femenino empezó a gritar.

¡Qué energía pura caía sobre nosotros aquel momento!, se despedía de


nuevo luego de varios segundos de estar saludando agradecido. El "otra, otra"
no se hizo esperar. Apareció de nuevo Serrat y otra vez la locura, se dirigió
donde sus músicos y con el dedo índice señaló una. Las peticiones aparecían
de nuevo, ¡La saeta!, ¡Señora!, pero el público femenino persistía con "Lucia"
y así fue, solo Ricardo y Serrat en la intimidad del piano nos acariciaron con
“Lucía”, con el murmullo de todos. Se despidió de nuevo y pedimos otra, pero
ya no regresó. Me imagino que si hubiéramos persistido, hubiéramos logrado
que saliera de nuevo. Pero ya estaba hecho, Serrat nos había deleitado con
sus benditos versos. Mi papá me dice "siempre va a ser el gran Joan Manuel"
así es ¡Serrat siempre serás el único, te queremos!

Concierto en el Teatro Nacional de Guatemala (Guatemala)


17 de Junio de 2003
Texto de Moisés García (Guatemala)

“JOAN MANUEL, LOS GUATEMALTECOS


SOMOS TESTIGOS DE QUE ERES ÚNICO”
Los guatemalatecos fuimos testigos una vez más de la singularidad y de la
grandeza del Catalán de Oro. Juan Manuel Serrat. La noche del 17 de junio se
tornó lluviosa en la capital de Guatemala, había mucho tráfico lo que puso
ansiosos a todos los serratianos de estas tierras porque llegaba la hora del
concierto y parecía difícil llegar con puntualidad a tan esperada cita.

Con la ayuda de Dios, llegué al Gran Teatro Nacional a las 20:00 hrs., había
un grupo de artistas locales que se presentaron de 20:00 a 20:30 como una
antesala al magno evento: el encuentro con Joan Manuel que desde hacía tres
años no venía a nuestras tierras.

Al fin el esperado momento. Entran los músicos a sus lugares y toman sus
respectivos instrumentos, encabezados por el maestro Ricard Miralles, y luego
de una breve introducción las luces enfocan a una de las puertas del escenario
y aparece vestido totalmente de negro, canoso, y con el pelo largo, pudimos
apreciar en su físico sus 38 años de exitosa carrera artística. Todos
aplaudimos emocionados.

Inicia su recital con la bella poesía dedicada a la música: “Bendita Música” y


luego comienza el desfile de canciones de su nuevo disco "Versos de la Boca",
entona “La bella y el Metro”, “De cuando estuve loco”, “Muñeca rusa”, “La mala
racha”, “Es caprichoso el azar”, “Qué sería de mí”, “Señor de la noche”.

278
Gira “Versos en la boca”

Este hermoso ramillete de novedades lo alternó con clásicas canciones de


otros discos, fue impresionante la interpretación de “Penélope”, “Lucía”, “Hoy
puede ser un gran día”, “Cantares” (la cual fue acompañada por todo el público
presente), “Mediterráneo”, “Los fantasmas del Roxy”, “Disculpe el Señor”, “No
hago otra cosa más que pensar en ti”. También nos regaló “Llanto y coplas” y
“Para la libertad”, como el mismo Serrat dijo, "tengo que compartirles mis
tentaciones de poner música a versos ajenos, pero al fin, las tentaciones se
hicieron para caer en ellas", comentó en forma jocosa y divertida, nuestro
amigo Serrat.

También tuvimos el privilegio de escuchar “Canción del Ladrón” interpretada


en catalán. Como introducción a este precioso canto el Catalán de Oro elaboró
una comparación poética de los ladrones del siglo XVIII (la época en que fue
escrita la canción) y los ladrones de hoy. El lleno completo del Gran Teatro
Nacional quedó asombrado, y muerto de risa al escuchar la certera
comparación y diferenciación, uno de los más brillantes pensamientos fue "los
ladrones del siglo XVIII se cubrían el rostro para asaltar no porque la gente no
supiera quines eran, sino porque les daba vergüenza, hoy día los ladrones
salen en la prensa, en la televisión y se ríen...” En este punto del concierto
tuvimos una pequeña sorpresa de nuestra madre naturaleza quien a mitad de
canción nos sorprendió con un fuerte temblor (en Guatemala, en época de
invierno se activan las fallas tectónicas provocando fuertes temblores), el
público se asustó pero luego recobró la calma y continuó sumergido en las
bellas notas de la “Cançó del lladre”; yo en lo personal creo que la naturaleza
dijo: "Estoy presente en el concierto", sobre todo con este cantante y
trovador que tanto la ha defendido en sus poemas tales como "Plany al Mar" o
"Padre" (ambas en catalán).

Transcurridas cuatro canciones, presentó a sus músicos, en esta ocasión


dijo: "les presento a mis músicos al principio del concierto y no al final,
porque en estos tiempos tenemos que saber, o al menos el nombre, de con
quien pasamos la noche". Todo el público se rió con gusto y satisfacción de
esa idea tan jocosa y tan acertada.

Luego de repetidas ocasiones en que el público pidió otra intervención del


amigo Serrat, el Catalán de Oro y sus músicos se retiraron definitivamente a
las 23:00 hrs.

La lluvia aún continuaba, pero la vida es diferente cuando ha sido


refrescada por los versos y las notas de un trovador de tan singular y única
talla como nuestro gran amigo Joan Manuel Serrat.

279
Gira “Versos en la boca”

Concierto en el Teatro Nacional de Guatemala (Guatemala)


17 de Junio de 2003
Texto de Juan Morales (Guatemala )

ESTUVO TAN BUENO


QUE HASTA TEMBLÓ...
La cita fue en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, una lluvia pertinaz
caía sobre la ciudad de Guatemala, el trafico estuvo duro para llegar debido a
la lluvia, abrieron las puertas puntualmente (cosa que no sucede
normalmente en Guatemala), estuvo bueno para calmar un poco la ansiedad,
talonearon un grupo nacional nuevo pero de viejos cantantes que hicieron un
ensamble interesante con canciones populares y propias cantadas a capela y
algunas otras acompañadas solo por el piano.

Liberados los nervios se levanta el Telón y ahí está como siempre Serrat, el
único, una gran ovación y un abrazo inmenso a todos los asistentes desde su
lugar en el escenario y música, “Bendita música”... El público se le entrega al
primer momento.

De las canciones, su secuencia, no tenemos mucho que hablar ya que


según he leído no cambia mucho entre país y país durante la gira, de sus
monólogos verdaderamente hasta escuché palabras fuertes, que son las que
se usan normalmente en contra de los bandoleros modernos.

Para la anécdota está que mientras cantó “La canción del ladrón” se sintió
un temblor en el teatro del cual no sé si Joan Manuel y sus músicos se
llegaron a percatar, pues los asistentes nos vimos las caras y un poco de
ronroneo en la sala que duró unos segundos nada más. Para culminar el
cuento alguien dos filas atrás comentó: “si muero, moriré feliz”. Por lo demás
la canción terminó, a Dios gracias, sin incidentes pues los del escenario
siguieron sin problemas ni interrupciones (los temblores son cosa común en
Guatemala).

Volviendo al concierto causó una excelente impresión el grupo de músicos


encabezados por el maestro Miralles, a quien sin darme cuenta he extrañado
por el sonido que le da a las piezas de Joan Manuel, especialmente en
“Disculpe el Señor” en donde hace que un arreglo singularmente espectacular;
punto y aparte con Palau en la guitarra. Sobresaliente y es un show aparte,
sin desmérito del resto de personas.

Al final en el concierto fue como transitar una carretera que nos lleva del
presente a recuerdos pasados, uno muy atrás en la memoria y otros más
recientes, especial atención para “Los fantasmas de Roxy”, una muy querida
pero poco sonada por estos lares, que hizo que provocara una reacción
especial en la gente, aparte de las ya consentidas “Mediterráneo”, “Para la
libertad”, “De cuando estuve loco”, “Señor de la noche”, “Es caprichoso el azar” y
el recorrido de ida y vuelta sin parar de sentir toda la velada, hasta que llega
el “Hoy puede ser un gran día” y “La Fiesta” en donde la audiencia antes del fin
le pide que por favor éste no llegue nunca, y con la sonrisa a flor de piel, da

280
Gira “Versos en la boca”

un abrazo y se retira para regresar a cantar “Cantares” y “Pueblo Blanco”,


luego la gente insistió: "¡otra, otra!" para terminar con “Lucía”, creo que
como decimos a aquí: “nos faltó mosh” ya que creo que pudo haber salido
una vez más. De todas formas fue algo espectacular, un evento que en este
país no se repite con la frecuencia que quisiéramos (pues no es todos los
años).

Luego pudimos un grupo ir tras bambalinas en donde como siempre y de


buen ánimo nos saludó a todos (nos autografió las fotos del momento que
compartimos el día anterior) y se despidió con los aplausos de miembros de la
prensa y varios espontáneos que logramos colarnos, de momento cruzamos
palabras con Palau quien me pareció un tipazo y compartió algunas
experiencias y también con el maestro Miralles quien es un tipo bastante más
reservado.

Este es un breve relato de lo que fue mi experiencia en el concierto, del cual


uno nunca tiene suficiente.

Concierto en el Poliedro de Caracas (Venezuela)


27 de Junio de 2003
Texto de Yadira de Cuttin (Caracas)

VELADA SERRATIANA
Llegamos al recinto del concierto. Hacía bastante tiempo que no iba a ese
lugar. La última vez había sido para un concierto de Shakira al que tuvimos
que asistir porque era presentado por la empresa donde trabajaba mi esposo.
Se podrán imaginar la edad y condición de la mayoría de los asistentes de
entonces. Anoche la cosa era totalmente distinta. Llegamos al
estacionamiento y todo estaba muy tranquilito y ordenado, sin conductores
buscando colearse, sin jovencitos alborotados gritando por doquier. Mientras
hacíamos la fila para entrar al recinto, el amigo con quien estábamos miró a
su alrededor y dijo "esto está lleno de pavosaurios". Pues sí, les digo que yo a
mis 35 estaba en el segmento joven de los asistentes.

Empezó a llenarse el lugar y de repente hubo una algarabía en las butacas


inferiores. Alguien había reconocido entre los asistentes a un diputado del
partido de gobierno. La "pita" (pitada) se fue haciendo cada vez más general
y sonora, acompañada de gritos de "fuera", "vete ya" y otras consignas
políticas de actualidad. El estruendo era impresionante. Apagaron las luces del
lugar brevemente para tratar de apaciguarnos. No funcionó. Supongo que
todos los que gritábamos lo hacíamos porque la presencia del diputadillo nos
revivía la indignación que nos había causado el atentado que había sufrido esa
misma mañana una periodista aguerrida y opositora al gobierno. Hubo un
conato de trifulca cuando unas mujeres trataron de acercarse a darle una
muestra de 'afecto' al tipo. Intervino seguridad a tiempo, pero el griterío
seguía. Otra vez apagan un ratito las luces. En medio de los gritos yo pensaba
"carrizo, ojalá que por esto no cancelen el concierto; me muero."

281
Gira “Versos en la boca”

La única forma que encontraron de calmarnos fue dando inicio al concierto.


Entraron los músicos rápidamente al escenario, comenzaron a tocar y sin
preámbulo alguno salió el Juanito. Ahí sí nos callamos, aunque cuando se
acercó al micrófono, todavía se oyó uno que otro grito de insulto aislado.

El escenario era hermosísimo: fondo negro con unos pilares luminosos que
iban cambiando de color. Todos vestían de negro. Deleite tras otro con cada
canción; las primeras eran de su último disco. Después de unas cinco
canciones, JMS presenta a sus músicos. Otra ronda de canciones y vuelve a
hablarle al público; cuenta con carisma pícaro cómo ha sucumbido a la
tentación de convertir poemas en canciones y cómo algunos poetas "han
sufrido en sus carnes literarias" su osadía. Anuncia que para la velada han
escogido dos piezas: “Llanto y coplas”, de Machado y “Para la libertad”, de
Miguel Hernández. El aplauso casi tumba el techo. Esa canción es uno de los
himnos utilizados por la oposición. ¿Casualidad? Difícilmente. Canta la de
Machado y cuando canta “Para la libertad” todo el público lo acompaña a pleno
gañote. Al terminar la canción, el público aplaude y grita "libertad”, "libertad"
sin parar. Serrat dice: "algunas canciones son para cantarlas a coro" [el
público delira] y agrega: "otras son para cantarlas a dos voces". Allí presenta
a una cantante venezolana llamada María Rivas y cantan a dúo de su último
disco, “Es caprichoso el azar”, una canción para enamorar hasta las estatuas.

Continúa el éxtasis. Se me pone la piel de gallina al escuchar por enésima


vez “Penélope” y veo de reojo cómo mi esposo traga grueso, muy grueso, con
“Cantares”. Juanito canta “Fiesta” y hace amagos de despedirse. Tras unos
pocos gritos de "otra, otra", no se hace de rogar y vuelve para cantar
“Sabana”, una canción venezolana incluida en el disco “Cansiones” y cuya
música compuso Simón Díaz, el cantante y compositor más insigne de música
venezolana. A mitad de la pieza sale a acompañarlo el mismo Simón y el
público enloquece de emoción.

JMS vuelve a hablarle al público, con jocosidad, sobre el catalán y anuncia


que va a cantar “La cançó del lladre” en catalán y agrega que en español
significa "la canción del ladrón". Alguien en el público grita: "Eso es contigo,
Calixto" [así se llama el diputadillo en cuestión]. Serrat relata la historia de la
canción y hace algunas afirmaciones sobre la libertad, la tolerancia, el respeto
por el derecho que tiene el otro de disentir. Los vítores del público ahogaban
a ratos la voz de Serrat.

Otras canciones más y viene “Disculpe el señor”. Como conozco yo muy bien
la letra de la canción, sé lo que se avecinaba y preparo mis palmas y mi
garganta para hacer lo que corresponde. Cuando Juanito llega al verso final
de la canción "que esos no se han enterado, que Carlos Marx está muerto y
enterrado" el público revienta de euforia. Si el diputadillo no se había
marchado aún, probablemente lo hizo en ese momento. Instinto de
supervivencia, le dicen algunos; para salvar el pellejo, dicen otros.

Un par de canciones más; se acerca público al escenario y le entregan


papelitos, una camiseta con la bandera de Venezuela, una rosa roja y no sé
cuántas cosas más. Las agradece y se acerca al piano para cantar como cierre
otra de mis favoritas, “Lucía”. Se despide y sale del escenario. Coreamos
"otra, otra", pero sin mucha esperanza. Encienden todas las luces del lugar -
señal inequívoca de que el concierto llegó a su fin- y se oye un suspiro de
lamento colectivo. Empezamos a movernos para irnos, con el corazón algo
triste porque se acabó, pero rehenchido porque tan siquiera comenzó y
nosotros lo vivimos.

282
Gira “Versos en la boca”

Concierto en la Universidad de Valencia (Venezuela)


28 de Junio de 2003
Texto de Francisco Vázquez Trenard (Valencia)

Y TODO LO QUE COMIENZA...


TERMINA...
Aun frescos en la mente, los recuerdos del contador (en inexorable cuenta
regresiva) de esta bendita pagina señalando el comienzo de la gira “Versos en
la Boca”... corrían los primeros días del mes de Octubre del 2002 y nos
aprestábamos a descubrir la tan espera “nueva entrega” de “nuestro” querido
Joan Manuel... primero toda la geografía española... luego... nuestra querida
“tierra de gracia”.

...De regreso a su amada patria y por último de nuevo por estos lados del
planeta para cerrar en Valencia... Venezuela... el escenario... la futura Aula
Magna de nuestra máxima Casa de Estudios... al igual que en casi todos los
“no sé cuántos” conciertos de la gira... la expectativa se apoderaba de todos
los presentes en la sala y aquel bullicioso ronroneo de pronto dio paso al
silencio cómplice...

Entró el maestro y se dejan oír los acordes de “Bendita Música” (1994),


seguida de “La Bella y el Metro” (2002); aquí hace su primera pausa para
saludar a los asistentes, agradecernos “el haber escogido esa noche de
nuestras vidas para compartirla con el”... Y bueno, la respuesta no se hizo
esperar... una larga ovación llenó el ambiente para luego oír “No hago otra
cosa que pensar en ti” (1981), “Muñeca rusa” (2002) y “Los fantasmas del
Roxy” (1987)... Nuevamente hace un alto y ahora nos presenta uno a uno a
sus privilegiados músicos, -explicación de por medio- de por qué presentarlos
al principio y no al final como acostumbran otros: “ya saben, en estos tiempos
debe saber uno con quien va a compartir la noche” de seguidas, nos regaló
“De cuando estuve loco” y “Señor de la noche” (2002) para luego hablarnos de
las tentaciones y lo fácil que le ha sido a él sucumbir ante ellas para ponerle
música (y bien que lo ha hecho) a poemas de Antonio Machado, Miguel
Hernández o Mario Benedetti, entre otros. De Miguel Hernández nos regaló
“Para la Libertad”, cosa que nos recordó a los asistentes, lo preciada que
resulta ser ésta cuando se ve amenazada como está en estos tiempos-
seguida de “Los recuerdos” (2002) “Mediterráneo” (1971) y su primera
interpretación en catalán “Cancó del lladre” (1967)...

Breve pausa y se oyen los acordes de la querida “Penélope” (1969)


interpretada por todos los presentes que la hicieron suya... para luego dar
paso a que Serrat invitara a cantar a dúo a nuestra venezolanísima María
Rivas con “Es caprichoso el azar” (2002). Largos aplausos se hicieron oír
interrumpidos solos para escuchar “Dondequiera que estés” (1998) y bueno.
Comenzó la inexorable cuenta regresiva nuevamente, pero ahora... del
concierto final de esta larga gira en la que el Maestro nos regaló, como
siempre, sus mejores poemas e interpretaciones, de seguidas “Disculpe el
señor” (1992) y “Cantares” cantada a dúo con cada una de las dos mil y
tantas almas que de pie ovacionaron nuevamente al cantante que pleno de

283
Gira “Versos en la boca”

gozo se retiró por unos instantes para regresar. Y a solas sin sus músicos,
contarnos con un dejo de tristeza lo que representa para él esta última
presentación de la gira... dar gracias a la vida a quien cariñosamente llamó
“Cabrona vida” que le permitió nuevamente compartir con todos nosotros, lo
que a él más le gusta hacer y agradeció nuevamente a todos los que con él se
suben al escenario para hacer posible este maravilloso trabajo, mención
especial a su representante aquí en Venezuela, señora María Gómez quien por
los últimos 30 años ha hecho posible estos íntimos encuentros entre Serrat y
su público.

Dicho esto, apareció nuevamente el cómplice mayor Richard Miralles y se


dejó oír, acompañada por un impecable piano “Aquellas pequeñas cosas”
(1971) y nuevamente de pie todos para despedir a Joan Manuel quien
sucumbe a la tentación de complacernos y hace entrar nuevamente a sus
compañeros, quienes luego de darse todas las muestras posibles de cariño
entre ellos, dejando ver un gozo y una satisfacción única de quien, hace de lo
que le gusta su trabajo, se aprestan a regalarnos a modo de ñapa “La Saeta”
(1968)... las luces encendidas, todos de pie y un sólo aplauso acompañado de
todas las muestras posibles de cariño, solidaridad, entrega y complicidad con
quien por una noche nos dejó hacerle suyo, aun cuando nos quede claro que
nuestro querido Joan Manuel le pertenece a todo ese mundo de habla hispana
al que él se ha entregado a lo largo de estos últimos 40 años...

¡¡ Dios te bendiga, amigo, y que regreses pronto !!

284
Agradecimientos

AGRADECIMIENTOS

Este volumen no hubiera sido posible sin la desinteresada ayuda de todos


los autores de estas crónicas, mis queridos “corresponsales”:

Antonio Aláiz, Ernesto Alarcón, Laura Andreu, Vilma Alpízar, Charo


Alvarado, Francisco de Anda, Juan Arellanes, Alfredo Arrieta, Juan Antonio
Arrivi, Pablo Auladell, Jordi Ayguasenosa, Pablo Aznavurian, Matías Bailone,
Antonio Barranco, Nelson Bautista, Darío Biselli, Agustín Borthiry, Oscar C.
Bosch, Sergio Bross, José Jesús Bu, Roberto Burns, Bartolomé Calle, Fernando
Calvillo, Minerva Campos, Pepi Canelada, Oscar Carrizo, Marcelo Castro,
Miguel Angel Cintas, Sonia Cisneros, Marina Contardi, Edmundo Córdova,
Oscar Cuervo, Yadira de Cuttin, Gerardo Díaz, Jesús Díaz, Juan Carlos Duarte,
Paco Escámez, Víctor Esteban, Antonio Fernández Segovia, Joaquín
Fernández, Jorge Fernández, María Fernández, Edith Ferreira, Daniel Ferreiro,
Victoria Ferreiro , Albert Fibla, Manuel F. Flores, Claudia Franco, Carles
Gámez, Sergio Garcés, Luis García Gil, Emilio J. García Mateos, Miguel García
Vernetta, Moisés García, Rubén Garrido, Noemí Giovagnoli, Francesc Gómez,
Jorge Luis Gómez, César González, Chemi González, Luis Ernesto González,
Carlos Gracia Escarp, Carlos Guevara, Cristóbal Guerra, Manuel Guillén, David
Gutiérrez, Jesús Guzmán, Vicente Haro, Patricia Hase, Amalia Hernández,
Eduardo Hernández, Javier Herrero, Carlos Hidalgo, Francisco Hidalgo, Edgard
Ibarra, Mario Jule, Juan Andrés Lanz, Ricardo León, Antonio Marín Albalate,
Daniel Martínez, María del Carmen Martínez, María del Pilar Mestres, Juan
Morales, Celia Morán, Javier Moreno, Manel F. Moreno, Manuel Moreno, Marian
Moreno, Silvia Nora Ninin, Enrique Orschanski, Alicia Oschendorf, Antonio
Ovejas, Milagros Pérez, Eduardo del Pino, Carlos Plo, José Antonio Plo, Josep
Maria Puig, Paco Ranea, Rosa Ranea, Marcelo Ravelo, Nicolás Ravetti, Álvaro
Rodríguez, Santiago Rodríguez, Víctor Rodríguez, José Luis de Román, César
Saiz, Carlos Salerno, Maite Sanjuán, Hernán Sepúlveda, Francesc Serrat,
Rubén Siñeriz, Guillermo Soler, Nicolás Speranza, Esteban Troncoso, Daniel
Valencia, Javier G. Vallecillo, Florentino Vallejo, Francisco Vázquez, Carmen
Verdes, Silvia Verdú, José Ramón Vicente, Mariano Vildósola, José Luis
Villanueva, José Antonio Zamora y Santiago Zuleta.

A todos, muchísimas gracias por vuestra extraordinaria colaboración.

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