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SERRAT
DESDE EL PATIO DE BUTACAS
© www.jmserrat.com 1999-2003
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Índice
INDICE
Maestro y seductor......................... 7
Las crónicas de las giras.................. 11
GIRA “CANSIONES”........................ 13
GIRA “VERSOS EN LA BOCA”........... 119
Agradecimientos............................. 285
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Prólogo
MAESTRO Y SEDUCTOR
Ni soy, ni puedo, ni quiero ser imparcial. Si lo hiciera, sería como
apostatar de mi apellido, avergonzarme de mi condición, escapar de mi
biografía. Camino ya de los cincuenta, durante más de las tres cuartas partes
de mi vida este personaje preside muchos de mis actos, pensamientos, gustos
e inquietudes. De un modo involuntario e inevitable, pero a la vez consentido
y plenamente justificado.
Serrat forma parte de mí, y punto. Lo digo sin presunción ni rubor
alguno. Tan dentro de mí como cualquiera de mis vísceras. Una unión que ha
resistido modas y momentos. Desde siempre y para siempre, tal como reza el
título de la página web que un día lancé en Internet como particular homenaje
a su figura y que hoy –para mi suerte- se ha convertido en obligado lugar de
encuentro para muchos serratianos ínter nautas.
Siempre había considerado mi debilidad por sus canciones como un
mero hecho individual e intransferible. Un sentimiento íntimo, místico, casi
secreto, aunque ello no me impidiera ejercer de propagandista de sus éxitos
para captar adeptos a la causa. Pero nunca me vi como un fan al uso. Nada
de grititos ni fotos ni autógrafos. Pensaba que podía minimizar su importancia
como músico y poeta si lo prendiera en la solapa como uno lleva la insignia de
su equipo de fútbol favorito (que tampoco la llevo). Sería como vulgarizarlo,
manosearlo casi.
Tenía mis propias reglas. Disfrutaba de sus discos de una manera
especial. Porque no me bastaba con escuchar las canciones. Necesitaba más.
Investigaba sus versos en busca de posibles mensajes ocultos y dobles
intenciones. Repasaba la métrica, valoraba acordes, fantaseaba con el devenir
de las historias que allí se contaban. Hasta me propuse aprender catalán para
no perderme en sus otras canciones, esas de sonoridad tan extraña para los
oídos de un andaluz y que sin embargo, fueron las que lograron que el
hechizo funcionara desde la primera vez que pude escuchar sus Paraules
d'amor. Mi pretendida Piedra Roseta llegó con forma de Gramática Catalana.
Bendito manual. Ya tenía las claves para encontrarme con ese muchacho que
me sonreía desde las portadas de los singles, armado de largas patillas y con
dos enigmáticos lunares, estratégicamente situados e imposibles de imitar.
Durante mucho tiempo, además de ser el artista que más sonaba en
mi tocadiscos, Joan Manuel aportaba soluciones a mis carencias. Allí estaba,
siempre dispuesto a aprovisionarme para aquellos casos que lo requerían:
estudiaba sus ademanes, copiaba sus peinados y camisas, robaba sus versos
para mis cartas de amor, y sobre todo, me hacía sentir la presencia del
hermano mayor que nunca tuve, y que ahora sé que tengo. El que dirigió mis
gustos, alimentó mis aficiones, participó de mis logros y alivió mis soledades.
El que con sus canciones me hizo mejor persona. Mi modelo de aprendizaje.
Mi maestro.
Fueron pasando los años. Y el fenómeno seguía intacto. La magia
funcionaba. Uno va cambiando, pero en eso no. Sigue donde estaba. Hoy día
cuando contemplo la estela que todo hombre deja a popa, aún rememoro
hechos vividos refiriéndome al título del LP publicado ese año: el primer amor
(Com ho fa el vent), el curso del Preu (Serrat 4), los estudios de medicina
(Miguel Hernández), mis heridas de amor (Per al meu amic), Serrat en
Ayamonte (Piel de manzana), mi boda con Charo (Tal com raja), apruebo las
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Prólogo
oposiciones (En tránsito), nacen mis hijas (Fa vint anys, Material sensible),
muere mi padre (Utopía), etc.
Y llegó ese día en que decido publicar la página web. Muchas veces he
comentado que mi vida cambió bruscamente a partir de esa fecha (Marzo de
1999). El contacto con otros seguidores, el intercambio de conocimientos y la
investigación de los distintos vericuetos que alberga el universo serratiano me
hicieron descubrir las verdaderas dimensiones del artista. Vislumbrar un
nuevo sentido en su obra. Serrat dejaba de ser para mí un asunto individual
para convertirse en un fenómeno sociológicamente universal e intemporal.
Mi buzón se iría llenando de centenares de vivencias envueltas en
mensajes, sentimientos de gentes de todos los mundos que transmitían sus
emociones y me hacían partícipe de su cariño hacia el que creo que es el
fenómeno artístico y cultural más importante de la cultura popular en España
y Latinoamérica de los últimos cuarenta años.
Suprimí entonces mis iniciales barreras y abrí las puertas. Aprendí a
verlo desde las ópticas de los demás serratianos. Ello me enriquecía
doblemente, pues me permitía profundizar en su obra y a la vez, alimentarme
con los sentimientos ajenos. Porque, por encima de todo, Serrat es alguien
fundamentalmente querido por su pueblo, por todos los pueblos.
Era inevitable que eso sucediera. El público siempre ha sabido
reconocer en Joan Manuel su autenticidad, su compromiso, su entrega. El
pueblo sabe separar el grano de la paja, huye de modas, desprecia
oportunistas serpientes de verano, triunfitos y nostálgicos revividos por el
más interesado de los marketing.
Hoy es un clásico en activo, un mito viviente, un lujo necesario, la
leyenda indiscutible, un referente musical y un icono de nuestra cultura. El
primero de los ecologistas, padrino de poetas olvidados, maestro de estilo de
vida, feroz defensor de los derechos humanos, martillo de corruptos y
dictadores.
Sus canciones las llevamos pegadas a la piel, inherentes a nuestra
condición de humanos. No hay duda de que forman parte de la banda sonora
de nuestras vidas. Droga bendita y necesaria, pan de cada día, elixir y
bálsamo cotidianos. Y sin antídoto posible. No lo hay para aquellos que
caímos en sus redes.
Pero pienso que por encima de todos los adjetivos, Serrat es un
aventajado seductor. Un mago sin chistera capaz de componer sus canciones
al más puro estilo prêt-à-porter. La gente se viste y se calza con ellas, las
estiran y recortan, las sube el dobladillo para la ocasión, las personaliza hasta
el punto de hacerlas suyas. Su primitivo origen ya no importa, todos sufrimos
a alguna Helena, amamos a nuestra particular Lucía, nos afligimos con las
tietas, Benitos y yunteros que encontramos en el camino. Serrat nos dio todo
hecho. Lo escribió y lo cantó todo.
Y sin embargo, todavía hoy sigue sorprendiendo y cautivando. Al
público llano y al más agudo. Al sencillo y al complicado. A las derechas y a
las izquierdas. A los del Sur y a los del Norte. La irrupción de sus canciones en
la vida de cada persona es como un rayo en la noche oscura, hierro que
marca a fuego, bautismo iniciador, verdadera seña de identidad.
Para demostrar su poder de seducción nada mejor que verlo desde el
patio de butacas o desde el mismísimo gallinero en un concierto. Ese tipo del
escenario se las arregla para hipnotizar al espectador de forma que queda
convencido que se encuentra sólo en el recinto, que Serrat únicamente está
cantando para él, y que lo demás no existe. Me gusta volver la cabeza cuando
voy a sus recitales. Miro a mi espalda, a los lados, a los palcos... En todas
partes veo rostros ensimismados, en tensión o del todo relajados. Fruncen
gestos, derraman lágrimas, sueltan suspiros, arrojan piropos (de todos los
tipos), se rompen las manos para aplaudir. Magia y seducción en estado puro.
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Prólogo
Paco Martín
www.jmserrat.com
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Las crónicas de las giras
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GIRA “Cansiones”
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Gira “Cansiones”
CALENDARIO
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Gira “Cansiones”
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Gira “Cansiones”
ESCENOGRAFÍA
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Gira “Cansiones”
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Gira “Cansiones”
Aparcada a un lado mi cara más serratina, les puedo decir que nuestro
Nano, como suele ser habitual, no decepcionó, o mejor dicho, Tarrés y Serrat
no decepcionaron. Porque todos aquellos que vayan a tener la oportunidad de
ver al maestro en uno de sus conciertos que tiene programados, pueden ir
preparándose para ver a dos artistas por el precio de uno.
Con tan sólo diez minutos de retraso, uno a uno los músicos van tomando
posiciones y calientan instrumentos para dar paso al Serrat más
latinoamericano, vestido de un escrupuloso negro. "Yo sé de una mujer" es la
canción elegida para empezar a doblegar a un público ya entregado de
antemano. Es el inicio del primer bloque del concierto en el que Serrat nos va
a ir presentando poco a poco a su compañero más noctámbulo, a su "alter
ego".
"En la vida todo es ir", "Sabana", "Fangal", "Tarrés", "Soy lo prohibido"..., una
a una, Serrat va desgranando cada una de las piezas que componen su último
trabajo, ante un público que disfruta fiel, pero que añora algún refresco en
forma de Mediterráneo o Cantares.
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Gira “Cansiones”
repasa su última discografía sin apenas utilizar sus temas más populares, y
cuando la temperatura ambiente empezaba a elevarse a sus cotas más altas,
llega la triste despedida a través de un Mediterráneo que nos deja con la miel
en los labios.
Hay que abusar de él todo lo que se pueda y Serrat nos regala tres bises
para poner la guinda a dos horas de las que se quedan grabadas, como dice el
propio Joan Manuel, en el disco duro y en el blando de nuestra memoria.
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Gira “Cansiones”
Nuestro entrañable y buen amigo, Paco Martín, nos había preparado y con
él habíamos hecho la cuenta atrás para adquirir el compacto (unos grandes
almacenes nos lo pusieron a la venta ya el 30 de septiembre), que hicimos
girar y girar hasta este esperado 20 de Octubre.
La prensa local, desde muy temprano, se había hecho eco del evento. El 19
de septiembre confirmó por sorpresa esta visita. Claro, que algo tuvo que ver
en la materialización de este concierto, “Paquito” el de la web y quienes
realizamos esta crónica (así se nos reconoció en una página de cultura del
diario regional de mayor tirada). En general, toda la prensa fue recíproca en
generosidad con este mito que transita nuestras calles, ciudades,
escenarios... y en el mejor de los sentidos “había caldeado el ambiente”.
Son las ocho y veinte, y decidimos que no podemos esperar más. Vamos
para allá. No necesitamos acomodador, tenemos las butacas, 1 y 3 de la
primera fila. En las 5 y 7 más amigos. Segunda fila de impares, más amigos.
Miramos a nuestra derecha y en los pares, identificamos a más serratianos.
Señalan y comentan sobre Mari Carmen: “mira, la que en el periódico hablaba
de Serrat...”
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Gira “Cansiones”
vivo llena dos copas de un denominación Rioja que luego tomarán Serrat y
Tarrés)
Aparece ahora el Nano, nuestro Nano, con "Romance del Curro el Palmo" en
versión diferente a cuantas le hayamos podido escuchar. Le sigue "Los
macarras de la moral" sin Ginesa pero con los coros y palmas de Juan Aguiar,
"Princesa", aquella otra de Gil de Biedma, algunas de Benedetti, "Los
fantasmas del Roxy" con "Cantares" todos cantamos, y así una hora más hasta
que aparece "Mediterráneo" y volvemos a cantarla con él. Y para nosotros aquí
llega la apoteosis, hace un tierno guiño a Mari Carmen y discretamente le
lanza un beso. A nuestro alrededor todos lo constatan. Mari Carmen, Mari
Carmen, te ha reconocido...
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Gira “Cansiones”
Decir que Serrat triunfó en Villena, regaló bises, saludó reiteradamente casi
parece una obviedad. El público, como me imagino que ocurre en casi todos
los lugares de esta gira, y de otras giras, mantiene una historia de amor a lo
largo de las dos horas que vino a durar el recital. Una historia de amor que
tendría sus momentos más dulces en los pasajes musicales más conocidos,
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Gira “Cansiones”
aquí entre otras cantó, el "Romance de Curro El Palmo", "Los fantasmas del
Roxy", "Pare”, "Umbrío por la pena", etc. En la primera parte, aunque el recital
se desarrolló de un "tirón", Serrat nos ofreció las canciones del nuevo disco,
tangos, vallenatos, boleros en promiscuidad rítmica y melódica. En mi álbum
de honor el tango "Fangal" de Discépolo y los Expósito, un tango que no se
por qué a mi me recuerda aquel "De cartón piedra" de hace treinta años, una
canción que siempre he pensado que era un tango a medio gas... También
colocaría el bolero ranchera de Cantoral, "De un mundo raro", transformado en
balada de aires minimalistas.
El recital tendría su punto final con "Paraules d'amor" coreada por el público,
"Cantares" y "Aquellas pequeñas cosas". Pasaban las diez de la noche y
quedaban más de noventa kilómetros para regresar a casa...
¹ Hay un error en la apreciación de Carles Gámez: Villena sí tiene una estación de tren.
VALIÓ LA PENA
El pasado viernes y habiéndome desplazado desde Valencia, asistí al
concierto que Serrat ofreció en Cartagena, y puedo afirmar como el titular de
esta crónica dice que realmente valió la pena el desplazamiento, aunque
después de muchos viajes siguiendo a Joan Manuel, debo decir que 'siempre
valió la pena'.
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Gira “Cansiones”
mucho, puesto que en estos días se cumplen treinta años desde que llevo
viendo actuaciones en directo de Serrat en multitud de lugares diferentes.
EL AMO DE LA PLAZA
Fin de semana en Caravaca de la Cruz con el objetivo de escuchar al Nano.
Vamos desde Málaga. Así que nos hemos dado prisa en acudir a la Plaza de
Toros. Estamos impacientes por escuchar lo que Serrat o Tarrés tienen que
cantarnos y contarnos de su nuevo trabajo. Una hora antes no hay mucho
ambiente y Serrat está ensayando, así que nos quedamos escuchándole.
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Gira “Cansiones”
Esta primera parte terminó con "La llamada". La gente pedía otra mientras
Serrat o Tarrés aclaraban que todavía había más.
Nos fuimos de La Habana y nos llevó Serrat a un viaje por el recuerdo para
hacer paradas en varias de sus canciones con "c". "Romance de Curro el
Palmo", "Umbrío por la pena" (de cuya interpretación me dio la impresión de
estar realmente satisfecho, como yo lo estaba de volver a escucharla), "Los
fantasmas del Roxy", entre otros, para terminar con "Mediterráneo".
CANSIONES Y CANCIONES
Ya desde el hall, la primera guiñada de Tarrés nos anunciaba que "El
espectáculo comienza puntualmente" ¡Puntualidad serratiana! Esto es algo
que va más o menos entre la media hora y los tres cuartos de atraso... Lo
justo para que las palmas marcadas como protesta se vuelvan aplauso
cerrado cuando se apagó la luz y entró Tarrés, ya con Kitflus en el escenario.
Serrat, que no Tarrés, nos da la bienvenida a este viaje de ida y vuelta, que
empieza con "Yo sé de una mujer". Sobrado de voz, cómodo, seguro, sin
sacarse la mano del bolsillo del pantalón. Hasta hubo unos amenazantes
pasos de baile, pero finalmente la única que bailó fue una silla que hizo girar
sobre una de sus patas. Bien respaldado por su nueva banda, compacta, a la
que el violín, la mandolina, y el bandoneón aportaron matices y color, sin
quitarle el sello inconfundible de Kitflus.
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Gira “Cansiones”
es Rivero pero que le alcanza y le sobra con ser Serrat. El largo camino entre
aquel "subí Gaita" de Troilo y este examen auto impuesto, no fue en vano.
Había cien tangos más fáciles y seguros y el "Gaita" decidió probarse a fondo.
Con "Che Pikasumi", la verdad es que no nos hace ningún favor a los
uruguayos, que vamos desde siempre por el mundo explicando que nuestra
capital no es Asunción. ¡Y a este no se le ocurre nada mejor que despistar un
poco más anteponiendo a su tema en guaraní, un relato de Galeano! Uruguay,
Paraguay... Miren, hasta a mí me entra la duda, aunque desde ya aclaro que
si los paraguayos quieren a Galeano, se lo cambiamos por Roa Bastos con
mucho gusto...
Y llega "El amor, amor", donde nos queda claro que no va a bailar nunca,
jamás y en ninguna circunstancia. Cosa que reafirma sentándose en el
momento en que era obvio que tenía que bailar. ¡Carlos Vives está a salvo! Y
la versión de Serrat se salva también por eso mismo, porque no se despega
un ápice de la esencia del intérprete.
Faltan "El cigarrito", "De un mundo raro", que casi parece haber sido escrita
por él y para él, y "La llamada". Y el único resbalón de la noche resulta ser el
candombe, sin tamboriles, y con esa percusión metálica que le es tan ajena.
Despojada de su esencia, "La llamada" no es nada. Pero Serrat, sustituye con
entrega y arte las carencias, y todo queda entre amigos que disimulan y
recompensan igualmente con el aplauso.
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Gira “Cansiones”
siempre nuevas aunque cargan con nuestras vidas desde hace tantos años, y
ese himno que es "Cantares" en el que casi no se oía la voz de Serrat.
"Por dignidad", que con sus virtudes no parece ser uno de los temas que se
ha ganado su lugar en el alma del público.
Las entradas para este día se pusieron en venta antes que las del jueves, y
todos pensamos que se trataría de la primera función de Tarrés en Buenos
Aires. Los fans que pasaron tres días en la Avenida Corrientes haciendo cola
en boletería compraron para esta función, igual que todos los que queríamos
la primicia.
El inicio formal del recital se demoró un buen rato, porque cuando apareció
Serrat y comenzó a juntar las cartas, flores y paquetes que ya le habían
dejado sobre el escenario, le acercaron otros muchos. Hubo tantas donaciones
para la “fundación del maestro Kitflus de ayuda a las muchachas
descarriadas” que tuvo que llevar una primera pila a la mesa del bar y seguir
juntando en el otro extremo del escenario, todo en medio de aplausos y
gritos.
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Gira “Cansiones”
El sol y las nubes habían librado una batalla desigual durante todo el día,
que sobre las ocho de la noche, no terminaba de resolverse. Para peor, la
organización en el Velódromo no era para recomendar a los amigos y mucha
gente peregrinaba en busca de sitios que no existían o encontraba a su doble
en el asiento que creía suyo... Parecía que los organizadores quisieron llevar
el juego de Tarrés y Serrat al extremo de que hasta las entradas tenían su
palíndromo.
Una hora de esto, en la que Serrat salió, empezó el show, y viendo que el
respetable no se calmaba, preguntó "¿Tenéis problemas?". Cuando constató
que sí, salió del escenario, anunciando que volvería cuando estuvieran
solucionados. Pocos minutos después, se anunció por los altavoces, que los
que no encontraron su asiento podrían reclamar el importe de la entrada y
que igualmente se podrían quedar, en otro sitio, claro, como invitados.
Joan Manuel Serrat lleva treinta y tantos años por esos escenarios de Dios,
y por los que no son de Dios también, según dice. Se le conoce como
cantautor, esto quiere decir algo que no alcanza a explicar su verdadero
oficio. Además de cantor y compositor, Serrat es un excepcional comunicador,
opinador y componedor de líos. Un alquimista que lo mismo transforma unas
nubes en estrellas, un guardia de seguridad en solícito recogedor de
correspondencia, y hasta logra que los jerarcas invitados, cedan sus asientos
de privilegio a los ciudadanos de a pie que habían pagado su entrada.
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Gira “Cansiones”
Con el último acorde de "Yo sé de una mujer", apareció la luna entre unas
nubes. Y no quedaba ni el recuerdo de las dificultades del comienzo. Arregló
todo, menos la eliminación del Barça. No se olvidó de celebrar que la fiesta
fuera en un velódromo, y recordó su afición al ciclismo.
El concierto estaba anunciado para las 21:00 horas y a las 21:05 Josep Mas
"Kitflus" (cada vez más sólido) se sentó sólo en el piano para comenzar sus
primeros acordes y Joan Manuel apareció sin ningún tipo de sorpresas en el
escenario. Un escenario que fue de lo más logrado en producción que le he
visto al Nano. Este simulaba ser un barrio de Latinoamérica, o del Poble Sec.
Pantalón negro, remera y saco del mismo tono, enfrentó a su público y dio
la mejor explicación de Tarrés-Serrat:
Así como hay gente que al regreso de sus viajes trae valijas llenas de
ceniceros, de cajitas de cerillas... o de esas horribles bolas de vidrio que
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Gira “Cansiones”
siempre tienen algún monumento local, ¿se fijaron?, y que cuando les das la
vuelta nieva... Pues Serrat y Tarrés se dedicaron a ir por ahí, recogiendo
canciones... Bueno, exactamente, cansiones... Cansiones, que forman lo que
podríamos llamar el disco blando de su memoria sentimental... utilizando un
término informal. Cansiones que gustan de gozar y de tocar con los amigos de
la mesa del fondo aquí presente (saluda a sus músicos que ya están todos en
el escenario) Cansiones que forman el néctar de sus vidas, de las de Tarrés y
Serrat. El perfume de sus maravillosas, intensas, y etílicas noches
compartidas..."
Esta primera parte a mi parecer fue muy lograda, me animaría a decir que
mejor que en la placa discográfica, no sé sí por sus explicaciones o por el
magnetismo propio de Joan Manuel.
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Gira “Cansiones”
UN AMOR RENOVADO
Era el día en que se conmemoraba la fundación de la ciudad, pero fue
laborable, los bolsillos, con la crisis económica, estaban bastante flacos y para
que el desafío fuera mayor, esa noche se jugaba también el partido
Argentina-Chile por las eliminatorias, y como en este país viven tantos
argentinos, que acostumbran en tales circunstancias a quedarse frente a
algún televisor viendo el partido, no sabíamos qué ocurriría con el público
serratiano.
Siempre tengo la idea de que nadie es capaz de amar tanto, ni ser tan fiel a
Serrat como yo, y aunque los hechos parecen indicar lo contrario siempre
mantengo esa ilusión, por eso en cada recital me sigo sorprendiendo… Ni el
partido, ni la desocupación que golpea a este país ni la falta de dinero que nos
aqueja a todos, impidieron que el Estadio estuviese absolutamente lleno.
No voy a hablar de los temas que cantó porque ya todos los conocen. La
escenografía me pareció lo mejor que he visto y creó un clima que a más de
una mujer (inmensa mayoría del auditorio) nos dieron ganas de subir a bailar
un tango con el Nano, la más osada se le animó y lo invitó desde la platea,
pero él con la caballerosidad de siempre contestó:
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Gira “Cansiones”
Abre el recital con "Yo sé de esa mujer". Seguro, tranquilo, con una mano
en el bolsillo. Intacta su voz. Luego viene "En la vida todo es ir", que conecta
perfecto con la mítica "Cantares", "Sabana", esa hermosa canción al terruño y
el tango "Fangal", aquí no le quito los binoculares de encima. "¡Caraaay...!".
En medio de "Fangal", una voz joven grita: "¡Viva el tango!" y me emociona.
A continuación, y después de cerrados aplausos, nos cuenta que Enrique
Santos Discépolo decía que el tango era un sentimiento que se baila... es,
entonces, cuando una señora muy resuelta le larga: "¡Yo quiero bailar con
vos!". Entre risueño y divertido, el Nano le contesta: "Pooobre infeliz...".
Estalla en risas el público otra vez. Serán muchas sus ocurrencias a lo largo
de la noche, y todas festejadas.
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Gira “Cansiones”
Tras la dulce "Che Pykasumi", suena "El amor, amor" y aquí el público
bailotea sentado y hace palmas. Serrat mismo se permite unos movimientos
pudorosamente sensuales y la concurrencia femenina se expresa con fervor.
Faltan "El cigarrito", "De un mundo raro", que me toca el corazón y me llena los
ojos de lágrimas, y "La llamada". Por allí había leído que el candombe en vivo
difería notablemente del compacto, por la imposibilidad de reemplazar la
participación de Hugo Fatorusso y La Calenda Barrio Sur. Pues no noto
absolutamente nada de eso. Y hasta lo actúa como lo había imaginado.
Disfrutamos a mil...
La segunda parte es, será... ¡sacramental!." Llegan esas gemas sin tiempo.
Serrat abre con "Romance de Curro el Palmo". De golpe, extraño la
introducción original, pero -en cambio- me enamoro de las inflexiones nuevas
que le imprime a las palabras en estos versos: "Ay! quien fuese abrigo, pa
andar contigo", "entre cantares por soleares"..., "canta sus males por
celestiales". Y después, esa desafortunada niña tan mimada por nosotros:
"Penélope". El público musita la letra como un suave coro, y, sobre el final,
delira, ocasionando un verdadero desbarajuste de aplausos y gritos.
Ahora, un descanso. Recibe una nota con el nombre de... ¡sus perros!. El
Nano, desconcertado. Aclara que el "chico" no se llama Damián, se llama
Demian... Demian Mastropiero (deduzco que le gustan Les Luthiers), y el otro
no se llama Brahms... se llama Gregorio Brahms. Nos lo dice por si tenemos
que escribirles... o cualquier cosa, para que les llegue la correspondencia.
Porque a ellos les gusta recibir cartas del extranjero, coleccionan sellos... son
filatélicos y les encanta..., ¡aunque luego se las coman! Aplausos, risas,
aplausos.
Siguen "Los fantasmas del Roxy" y "Dondequiera que estés"... sin echar al
fuego ni uno solo de los besos que me diste. Muchos aplausos, siempre
aplausos... Hay una chica que le ha estado gritando: "¡Mi pooollo!" toda la
noche. Tierna. Otra, seguramente más osada, le ha largado varios:
"¡Potrooo!". Ahora, empieza la clásica "Mediterráneo", esa que me hizo amar
un mar lejano sin conocerlo. Al concluirla, se escuchan incontables "¡Bravo,
Nano!". Silbidos. Los aplausos son sostenidos y estridentes. La ovación se
extiende, exactamente, tres minutos.
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Gira “Cansiones”
la pampa gringa. El Nano les besa la mano cual caballero, y ellas... mueren.
¡Grande, genio... maestro... genio!! Hay, por todos lados, alaridos de
felicidad, y el reclamo desesperado: "¡Otra, otra!".
Vuelve para regalarnos una canción -a su decir- bien veterana, que escribió
no sé en qué período de la historia de la Humanidad (otra fina humorada), y
que se titula "Cançó de matinada". Serrat saluda, acompañado de sus músicos,
y todo el público está de pie aplaudiendo. El recital ha terminado,
inexorablemente.
¹El Polaco — referido a Roberto Goyeneche, un bastión del tango con sentimiento.
Ante más de 15 mil personas, Joan Manuel Serrat demostró una vez más
por qué es uno de los artistas que siguen convocando a tanta gente.
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Gira “Cansiones”
dejó de citar a lo largo del concierto- el catalán comenzó su faena con "Yo sé
de una mujer". Gran interpretación de una bella canción de amor, dejando
entrever que la noche sería maravillosa.
Sentado en una mesa de cantina, con una copa de vino, Serrat o Tarrés
aseguró que la posibilidad de traer el bar al escenario era realmente "el sueño
del pibe", lo que generó un aplauso general del público, compuesto por varias
generaciones de serratianos que abarcaban desde chicos de 12 años junto a
sus padres, entonando las canciones de generaciones que crecieron con
aquello de "Mediterráneo", "Aquellas pequeñas cosas" y Penélope" a señoras
cuarentonas que no cesaron de piropearlo.
"La llamada" cerró la primera parte del show, un candombe maravilloso que
recrea los anuncios del Carnaval montevideano.
Para el final nos regalaría "Cantares" a dúo con el público, "Fiesta" y un bis
que no estaba previsto: cuando Serrat y sus músicos ya se habían despedido
y salido nuevamente dos veces a obsequiarnos sendos bises, ya casi al borde
de la escalera que los depositaría en los camarines, el Nano, en un gesto que
lo pinta de cuerpo entero, decidió volver sus pasos hacia el escenario para
ahora sí, cantar la última canción. "Cançó de matinada", una de sus primeras
composiciones, tema en catalán que el mismo se encargó de aclarar
irónicamente que todos los presentes la entenderían por ser rosarinos, pero
que el problema lo iban a tener los oriundos de la localidad de Las Parejas,
pueblo natal de Jorge Valdano, amigo del Nano. Luego de esta humorada,
pidió que escuchen la letra con los "oídos del corazón", que son los únicos que
no mienten.
Serrat paseó nuevamente su magia por Rosario. Quien estas líneas escribe,
no logró contener algunas lágrimas al escuchar a este verdadero juglar, un
tipo que podría ser tranquilamente nuestro vecino o un tío de esos de los que
te encariñas muy fácilmente.
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Gira “Cansiones”
ESTAR EN LA GLORIA
Córdoba está de fiesta. Se prestigia, se engalana la cartelera de
espectáculos de la ciudad mediterránea con la llegada del músico y poeta más
grande del mundo hispano: Joan Manuel Serrat. Ya tendrá Serrat, en algún
momento de la noche, palabras de agradecimiento por el cariño de los
cordobeses. ("¿saben? nuestro corazón está en esta ciudad..."), aunque no
dejará pasar por alto que no todas fueron rosas, que también ha habido
espinas ("los altibajos", las corridas, nuestros vengo-voy del pasado")¹
El día arranca temprano, con el diario local abierto de par en par sobre la
mesa: "Serrat presenta a su amigo Tarrés". Y el "Nano" cantando "Las moscas".
Acuerdo por teléfono cómo vamos a llegar hasta el Estadio Chateau Carreras
(construido para aquel olvidable Mundial de Fútbol 1978, situado a unos
kilómetros de la ciudad). "¡Vení!... pero no abrís la boca, ¿eeeh?" me intima
mi amiga Isabel. Lo que sucede es que, desde que llegué de Santa Fe, le he
estado pasando tantos detalles del recital que la pobre teme perder el don de
la sorpresa.
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Gira “Cansiones”
La segunda parte del recital es, seguramente, la más esperada por los
serratianos. Llegan esas historias sin tiempo, las incuestionables canciones de
siempre, esas que hemos atesorado, que nos gustan, y nos emocionan
tanto... que ya no reparamos en el sonido deficiente ni en la estafa de la que
hemos sido objeto por parte de los organizadores. Comenzando por "Romance
de Curro el Palmo", "Una mujer desnuda y en lo oscuro", "Cançó de matinada",
"Umbrío por la pena", "Los fantasmas del Roxy", "Dondequiera que estés",
"Mediterráneo" y, ante el reclamo desesperado, llegan los bises... "Princesa",
"Lucía", "Fiesta" para regodeo de todos. Aplausos a raudales.
El recital toca su fin. Este público, que lo ha consagrado a cada paso con su
admiración y cariño, lo ovaciona y quiere más. Sorpresivamente, Serrat -que
ya ha abandonado el escenario junto a sus músicos, y se está retirando del
estadio- vuelve sobre sus pasos, sube y se dispone a cantar una más, que sí
será la última. Es que es difícil no sentirse vulnerable ante una tribuna repleta
de gente eufórica que lo sigue con la mirada, no cesa de corear su apodo
cariñoso "¡Naaanooo... Naaanooo!" y lo saluda sacudiendo su diestra como si
la fuera a perder."
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Gira “Cansiones”
Nos vamos felices, más que reconfortados, procurando bajar del "setè cel"
(ése que hemos engendrado en nuestras cabezas)..., tratando de dejar la
gloria..., con las retinas y los oídos cargados de Serrat. Ahora, todo parece
haber concluido... ¿concluido?"
¹ — Se refiere al recital de junio del 95, fallido por la sobreventa de entradas. Al año siguiente, Serrat
ofreció un excelente recital gratuito.
2 — Ver crónica del concierto del pasado miércoles en Santa Fe de la Vera Cruz.
Empezando con "Yo sé de una mujer", para luego tomar asiento y seguir con
"En la vida todo es ir", "Soy lo prohibido", y tras el juego de palabras que
explican la doble identidad que todos llevamos, de cumplir con el sueño de
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Gira “Cansiones”
llevar el bar al escenario, tomarse un buen vino -justo en esta tierra donde se
elaboran los mejores vinos del país-, de mostrarnos ese lado lúdico, que se
despierta en la noche cuando él se duerme, le canta a "ese tal Tarrés", que él
considera imprescindible para su vida, porque "cuando él no está, se
atraganta el licor, los amigos se van y no me quiere mi amor". Cantar desde
la mesa del bar "El último organito" lo hace mejor en vivo que en la grabación.
El retorno a Chile en esdrújula con Violeta Parra y la "Mazúrquica modérnica".
Por eso, uno valora en toda su dimensión el sentido de las letras que está
por escuchar y él lo destaca otorgando a esta presentación exclusividad ya
que divide claramente el recital en dos partes, una para Tarrés y otra para el
Serrat clásico, incluso con escenografías diferentes.
Con "Romance de Curro El Palmo" abre paso a los temas más conocidos,
empezando a tejer en forma progresiva, lazos de unión afectiva con el
público, con un sentir cada vez más difícil de desprender.
En síntesis, una fiesta inolvidable que nos alimentó el alma y el oído, para
revivirla en las almohadas... que nos deja con mucha nostalgia hasta llegar al
próximo encuentro.
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Gira “Cansiones”
CANSIONES ATLÁNTICAS
Un recital de Serrat en un estadio es diferente. El sonido de un teatro es
lógicamente mejor, pero el clima de fiesta que se vive en una cancha es
incomparable.
Ya dentro del estadio, el mismo decorado de toda la gira, sólo que sin
superponer paños como en el escenario del teatro, y con dos pantallas a los
costados, que mediante tres cámaras compensaban con primeros planos a
aquellos que estaban más lejos. Los espectadores, según los distintos diarios
oscilaron entre 17.000 y 20.000.
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Gira “Cansiones”
Los aplausos estallaron antes de la repetición del último verso, pero Serrat,
después de repetirlo, hizo una señal de silencio mirando al bandoneón de
Mederos, que consiguió que el estadio completo escuchase hasta la última
nota para aplaudir recién después.
Más cansiones: “La maquinita” y “Che pykasumi” con las introducciones que
vienen acompañándolas en toda la gira, y “El amor, amor”, esta vez con
Marcela Morelo, en un dúo que no aportó demasiado, pero tampoco llegó a
molestar, quizás por el clima “festivo” de la canción.
Cerrando la primera parte, “El cigarrito”, “De un mundo raro” y “La llamada”.
“Se va, se va, pero nosotros nos quedamos”, dijeron Serrat y Tarrés. Sin
retirar la escenografía, a diferencia de los otros recitales y con la bonita
melodía de “No hago otra cosa que pensar en ti” como fondo, se dispusieron a
presentar a los amigos de la mesa del fondo, y a su invitado especial, Víctor
Heredia, otro de los bien recibidos por el público.
Esta canción la cantó Tarrés. Fue teñida de miradas de precaución cada vez
que era Heredia quien decía: “No hago otra cosa que pensar en ti” y, para
confirmar que era Tarrés quien cantaba, esta vez el vecino no hacía otra cosa
que rascarse la bragueta. Heredia usó un atril al que recurría para ayudar su
memoria. En ese momento sonó extraño, pero faltaba ver lo que vendría
después.
Esta justificación basada en el “éxito” dio paso a Diego Torres, que insistió
en desnaturalizar la canción, forzándola a ese tono monocorde que supo
imprimirle. Como si todo lo que temíamos fuese insuficiente, hasta se
equivocó en la letra.
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Gira “Cansiones”
Como un coro de más de quince mil voces no podía desafinar más que
Páez, “Cantares” fue interpretada casi íntegramente por el público. Durante la
mayor parte Serrat se limitó a dirigirlo, hasta tuvo compañía en el recitado.
Para terminar esta fiesta faltaba precisamente eso, “Fiesta”, cantada por
todos a coro y con los consabidos ¡NOOO! después de “se acabó” y “el sol nos
dice que llegó el final”. Había que respetar ese pedido, y para que ese no
fuese el final, hubo una más: “La saeta”.
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Gira “Cansiones”
LO ESCUCHAMOS CON
LOS OÍDOS DEL CORAZÓN
Joan Manuel Serrat se vistió de traje negro para enfrentar al numeroso
público que se dio cita en el León Coundou a quienes, por otra parte, ya los
tenía en el bolsillo desde antes de comenzar su espectáculo. Es interesante
observar que la gente que fue a verlo fue completamente variopinta, desde
adolescentes que le gritaban que cantara "Penélope", hasta aquellos que lo
escucharon y crecieron con él: nos referimos a esa franja que va de los
cuarenta a los sesenta.
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Gira “Cansiones”
Serrat es un artista que canta para el público, claro está, pero es de esos
casos singulares que en realidad canta para cada uno de los que están
sentados en la platea. Cada canción suya el espectador la lleva incorporada a
sus propios recuerdos. ¿Quién no ha entonado alguna vez una de sus
canciones? Desde "Lucía", un himno para ciertos enamorados, hasta las más
recientes como "Princesa" en donde se destila su acento narrativo. Porque
Serrat, en sus múltiples temas, nos está contando historias en donde destila
sinceridad y por ese motivo llegan mejor. Cuando un artista se da de esta
manera espontáneamente natural, pero con contenidos, es muy difícil que el
público lo ignore y lo olvide.
Serrat cantó una canción "Matinada" en catalán y como bien suponía que
muchos no lo entenderían pidió que escuchen la canción "con los oídos del
corazón".
Pero vayamos por el principio, es decir por la presentación de los temas que
Serrat recopiló del cancionero latinoamericano en su álbum "Cansiones" que
tituló con esa deliberada falta de ortografía como para indicar que son
canciones que recopiló en la noche, en la informalidad de las mesas
compartidas con amigos. Ninguna le pertenece, pero les imprimió su estilo y
adaptó algunas para que sonaran con su sello de balada, como el caso de
"Che Pykasumi", la canción más aplaudida, por jugar como local y por esa
singularidad de escuchar al "Nano" cantando en guaraní. Este tema resurgido
por la varita mágica de su fama, será, creo, un himno para defender ante los
estrados internacionales de la UNESCO que la cultura guaraní sea declarada
Patrimonio Intangible de la Humanidad.
A pesar del mal sonido que no permitía escuchar algunas de las anécdotas
que desgranaba preludiando cada canción, Serrat tenía "carta blanca" que da
el entusiasmo por volverlo a ver en un concierto, primero con las "Cansiones"
de su nuevo álbum, luego por un recorrido por sus temas emblemáticos como
"Mediterráneo", "Una mujer desnuda" cuya poesía pertenece a Mario Benedetti
o uno de los temas más recurrentes de su repertorio, "Retrato", cuya letra
pertenece al poeta español Antonio Machado.
En su recital Joan Manuel Serrat jugó con la idea del doble, ese reprimido
que todos llevamos dentro. Él, según parece, ha terminado por comprenderlo
hasta llegar a afirmar que "no sería nada sin él y él nada sin mí". "Todos
tenemos un doble -sostuvo el autor de "Tu nombre me sabe a hierba"-,
ustedes tienen el suyo, yo tengo a Tarrés". Ese tal Tarrés es su contracara, su
apellido al revés. "Hay palabras que se leen igual del derecho y del revés",
ese doble hace todo lo que Serrat como hombre serio no haría. Sale de
parranda, canta con sus amigos, molesta al vecindario, deja una mujer
desconsolada y cuentas sin pagar.
En un momento del recital Serrat se sentó en una mesa de bar y bebió una
copa de vino, dijo que se había sacado el gusto que quiso darse alguna vez:
llevar un bar al escenario. Pero claro, le echó la culpa de eso al tal Tarrés.
Cada canción de Serrat fue celebrada con estridentes aplausos. Se los
merecía y retribuyó el entusiasmo del público saliendo varias veces antes de
concluir su espectáculo.
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Gira “Cansiones”
público juvenil le pedía que cantara "Penélope" que es una canción que ha
prendido mucho en ellos gracias, entre otras cosas, a la versión de Diego
Torres, pero el "Nano" -como le llaman sus amigos- hizo oídos sordos, ¿habrá
sido por el mal sonido?
SOLO y UNO
Entre los tejados se escondía el sol, en ese color de espera larga que
barrunta besos y abrazos.
La Luna, camino de llena, Lucía con unos ojos de caramelo, dulce y terca,
frágil y severa, despidiendo perfumes de regaliz y gominolas.
Hoy hace frío, no se ven chicas riendo por la calle. En las escaleras del
circo donde el hombre que hace reír, llorar, y a un tiempo doma leones y hace
mortales sin red atrapando notas ya desconocidas, afina su sangre,
esperamos en un ritual que sólo nosotros comprendemos.
En la espera, una Candela que sólo con caminar baila, aunque él no esté, ni
tampoco su contrario.
Y una burla del destino, porque ahí dentro, mi Helena, -nuestra Helena,
Paco-, suena como una catedral de canciones que funde las teclas de los
pianos y arrasa las mejillas de dolor mientras temblamos al raso.
Y todo se dispone para este cantar de los cantares que será viento del
pueblo.
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Gira “Cansiones”
Viniste y no estuve, llegaste y me fui. No son nada sin ti, no eres nadie sin
ellos.
A la piel se nos agarran los besos que dimos ayer y que tal vez, jamás
comentaremos, guardándolos más por codicia que por estar prohibidos. Tu
cómica mímica de histriónico impúdico didácticamente arrastró las sílabas en
esa melódica y dérmica crítica. A las dos, quedamos todos en José Luis. No se
quedó sin voz el alma del suburbio y siguió cantando canciones. Todo esto
nos sucedía, sin saber cómo ni cuando, y su música seguía aliviándonos las
penas que nos estrujan el alma.
¹ SOLO y UNO — El título de la reseña es un verso del poema "Umbrío por la pena", ausente en la
versión grabada, y que quiere definir lo que es el concierto: Sólo Serrat, y uno, sin dobleces.
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Gira “Cansiones”
GRACIAS, SERRAT
No me considero demasiado imparcial para escribir una crónica sobre el tal
Serrat/Tarrés, pero ya que me lo ha pedido un amigo -Paco Martín, que
tampoco es imparcial- haré un intento.
El evento comenzó -como no podía ser menos- con algo de retraso, pero
no por culpa del anfitrión... es que es inevitable que haya que esperar a que
lleguen todos los que son y... se sienten... Detrás de nuestros asientos, Aute,
Forges y Candela; delante de nosotros Ricardo Miralles, nada más y nada
menos y para el que Serrat tuvo unas palabras de saludo. Casi dos horas de
concierto... ejecución musical perfecta -excepto el batería que en un par de
canciones se desmadró con los "beats" de caja-... ejecución vocal perfecta de
Joan Manuel... ¿Qué más se puede pedir?...
La segunda parte comenzaron las lágrimas, por lo menos las mías cuando
comenzó Cançó de matinada. Años hacía que no se la escuchábamos en un
escenario, y fue precioso remontarnos treinta y dos años antes.
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Gira “Cansiones”
fans nos gustaría tenerlo, con esa guitarra que no tiene agujero y cantando
Aquellas pequeñas cosas. Apoteosis final y además, mi mujer, Alicia, pidió a
Candela el programa que no teníamos y ella, muy amable y con una sonrisa,
se lo dio.
Si hay alguna cosa clara en esta vida de farándula, es que muy pocos
artistas sacrifican las grandes taquillas de las plazas de toros, pabellones de
deportes, etc... por las audiciones en sitios pequeños, y aunque tengamos que
pagar la localidad algo más cara, pero es que... a Joan Manuel SERRAT hay
que escucharle así... ¡Gracias!
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Gira “Cansiones”
Pero para mí, una vez interpretadas las clásicas del repertorio, lo mejor de
la noche fue la recuperación de la antigua "Cançó de bressol": "por la mañana,
rocío, al mediodía calor...", el homenaje a su madre. Nunca se la había oído
en directo. Vi y oí llorar de emoción a algunas personas que estaban a mi
lado, entre ellas a mi madre, que también es aragonesa. Creo que esa
canción resumió lo que significa Joan Manuel para muchas personas. Es el
amigo, el hermano, el hijo, el padre, el compañero de nuestros mejores y
peores momentos.
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Gira “Cansiones”
Una noche excelente en todos los sentidos. Creo que, una vez más, Serrat
nos ofreció algo más que un buen concierto.
Joan Manuel, gracias por tu música, tu poesía y por ser como eres.
Asistí al último de la tanda. Era domingo y como decía, llovía. En las calles
barcelonesas, detrás va la gente, comprando los últimos detalles para la cena
de Nochebuena. Los últimos regalos. ¿Acaso mejor regalo, -pensé para mis
adentros observando el trajín- que el concierto al cual me disponía a asistir?
La plaza del pueblo con el rótulo del Bar Tarrés estaba al descubierto hasta
que empiezan a salir músicos, vestidos de negro, con aire despreocupado,
lejos del rictus de otras actuaciones. Ello induce a pensar que
premeditadamente nos acercamos a la hora de la fiesta de Tarrés. Un grupo
excesivamente formal y salido de un conservatorio jamás acompañaría a
Tarrés. Nos atrae en especial, por sus aires desenfadados el músico Juan
Aguiar, violín, mandolina y voces.
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Gira “Cansiones”
Abajo nos quedamos con buen sabor de boca, pero tristes porque todo
había concluido. Todo, no. Espero ver Cansiones por segunda vez el 22 de
febrero en el Auditori Cultural de Sant Cugat del Vallés. Ya tengo entradas.
Estaremos en la fila tres, en esta ocasión. Ventajas de adquirir la entrada el
mismo día de su puesta a la venta.
"Yo sé de una mujer" fue su primera canción, y de ahí le siguió todo el disco
de "Cansiones", a mi gusto a destacar "Fangal", "Sabana" y sobre todo "En la
vida todo es ir".
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Gira “Cansiones”
Empezó con "Helena", ufff vaya empezar duro.... Una vez acabada la
canción no podía ni tragar la saliva que me ahogaba en la garganta, si eso era
el principio, ¿cómo sería lo que vendría después? Pues sin dar tiempo a
reponerse sonaron los primeros acordes de "Temps era temps". Le siguieron
"Per què la gent s’avorreix tant?" y una magistral "Pantalons llargs" que
transportó a los serratianos de pro a otro planeta...
Nada tengo contra estas cuatro canciones, pero a veces me pongo a pensar
qué debe estar pensando Juanito encima del escenario "30 años cantando,
más de 20 discos y todavía oigo que me piden las mismas canciones!!!!" Yo
creo que me volvería loca, pero por suerte él es más cuerdo que yo y decide
incluir un par o tres de ellas en cada concierto para que la gente salga
contenta.
Sigo pensando que si hubieran vendido las entradas para medio concierto,
el pobre Tarrés hubiera tenido un público bastante más pobre del que tuvo, y
eso, aunque le joda, tiene que agradecérselo a su tan odiado Serrat.
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Gira “Cansiones”
¿TARRÉS o SERRAT?
Son las 20,30 de jueves 8 de febrero, el ambiente serratiano ya se hace
sentir por los bares cercanos al auditorio, las caras de la gente denotan entre
una ansiedad y una alegría: una tremenda expectación por lo que va a
suceder allí aproximadamente en 30 minutos.
No es una tarde más, nuestro querido Nano está cerca, muy cerca de
nosotros, están próximas las 21 horas y la gente se aproxima hacia su
localidad. Hay cierto nerviosismo, veo en la fila siguiente a mi localidad a tres
chicas de no más de veintitantos, a mi izquierda una señora con los ojos
iluminados e ilusionados por lo que allí iba a ocurrir. Una señora que por su
edad bien podía ser la madre de esas veinteañeras, pero dos filas más atrás
puedo ver a una señora con su pelo blanco que también pensé, podría ser la
abuela de aquellas niñas.
Mi mente no hacía más que pensar: "¡qué suerte tengo de tener un ídolo
que guste a todas las generaciones!"..., pero atención, ¡sorpresa! aparece
Tarrés en escena, ¿dónde está Serrat?, me preguntaba.
La verdad es que son parecidos, por lo menos físicamente... ¡Ya está claro!
¡es su doble!... Con esto de la clonación todo puede ser, pero ¿cómo es
Tarrés? Bueno esto fue fácil, sólo me tuve que dejar llevar, todo comenzó
como un sueño de bellas palabras, no peores canciones y de una música que
acompañaba felizmente a ese tal Tarrés.
Pues sí, es tan divina la música, tan relajantes y hermosas sus canciones,
que por primera vez lo olvidé, pero Tarrés desapareció y llegó Serrat, sí el de
siempre, el de "Mediterráneo", el de "Penélope", o el de "Cantares", y volví a
sonreír, puesto que, ¡sí señores!, este tal Tarrés me llenaba y cuando
desapareció me sentí triste, además se iba ese segundo yo, esa otra persona
que todos llevamos dentro. Sí, el Tarrés hizo calar en el público y en el
corazón, pero ¿qué mejor que "Palabras de amor" o "Cantares" para hacer
olvidar a Tarrés?.
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Gira “Cansiones”
Al cuarto tema cambia el agua por una copa de vino del Penedés que
olfatea y cata con deleite. —"Este Tarrés tiene un vino cojonudo"— dice
chasqueando la lengua, mientras el respetable se parte de risa.
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Gira “Cansiones”
Al final, un detalle para los que aguardábamos algún tema en catalán. Una
versión un poco más melodiosa de lo habitual de "Cançó de matinada", que no
se molestó en traducir:
Las risas se oían hasta en Oviedo. ¡Qué viejo zorro se nos ha vuelto el
Tarrés éste!
Y así, entre canciones, lágrimas y risas fueron pasando las dos horas y
cuarto que duró el concierto. Con todo el auditorio de pie, hubo de sacar de la
butxaca tres bises para poder irse en paz: "Mediterráneo", "Cantares" y
finalmente, con un Kitflus acariciando delicadamente los teclados, se despidió
hasta la próxima con "Lucía".
¡MAESTRO BUENO!
Hubiera estado bien que yo supiera escribir, y así poder expresar con
palabras todas las emociones recibidas el domingo dia 18 de Febrero, en el
Teatro Calderón de Valladolid.
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Gira “Cansiones”
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Gira “Cansiones”
Inicia con "Romance del Curro el Palmo" en esa versión hecha para
interpretar con Alejandro Sanz. Le sigue "Me gusta todo de ti" del más que
reciente Sombras. Y la sorpresa "Penélope" acompañada con bandoneón y
violín, un derroche para el oído. "Umbrío por la pena" con especial recuerdo a
Miguel Hernández. "Los fantasmas del Roxy", aprovechando aquí para
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Gira “Cansiones”
¡GRACIAS, JUAN!
Otra vez Joan Manuel Serrat en Málaga ("vengo a Málaga desde el
pleistoceno y es por eso que mantengo con ustedes una especial
complicidad"). Pero esta vez no viene solo, viene a presentarnos a su alter
ego Tarrés; aquél que, en uno de sus viajes de ida y vuelta, se quedó allá
deambulando por nuestra América. Desde el Malecón a Montevideo, desde la
Boca a Barranquilla, desde Chihuahua al viejo San Juan.., llenando sus
maletas de ritmos y melodías.
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Gira “Cansiones”
El broche final con "La saeta" hizo que el público rompiera en un aplauso
unánime (y es que en Málaga, con gran espíritu cofrade, "La saeta" es más
que una canción, es un sentir).
Joan Manuel, sin él saberlo (¿o sí lo sabe?) forma parte de nuestra vida,
vive en casa y se siente a gusto con nosotros. (¡Son tantos años juntos!...
desde que venía a Málaga con discos BBB, (y ya ha llovido unas cuantas
veces).
Cuando oímos por primera el nuevo disco, la verdad... no nos llenó del
todo. Mucha música y poca letra. Para colmo, las versiones de tres únicas
canciones que conocíamos ("Mazúrquica modérnica", cantada por él mismo en
los recitales de los años 70 con un aire más parecido a la original de Violeta
Parra, "Soy lo prohibido" y "En un mundo raro") no eran muy satisfactorias.
Sin embargo, todo lo superaste ayer y la primera parte del recital (¡qué
maravilla de músicos!) nos supo a poco. Estuviste fantástico, genial, divertido
(sí, ya sé que todo es fruto de un buen guión, pero seguro que lo escribiste
tú). Fue... como estar de copas con un buen amigo. Una noche mágica que
uno quisiera que no terminara. Nadie quería marcharse y aplaudimos con
fuerza para que salieras una y otra vez... ¡y lo hiciste! Esta tierra te quiere y
espera impaciente tu próximo recital.
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Gira “Cansiones”
Gracias, amigo, por estar ahí, por ser lo que eres y hacer lo que haces.
Gracias por ser tan sencillo y humano. Gracias por cantar. Gracias por existir.
GRANADA ES SERRATISTA
La noche.
Este invierno hemos tenido días de este tipo; uno, llueve "a cantaros" -
sobrándonos agua por todos lados, porque Sierra Nevada (¡bendita sea!) está
decantada del lado de la ciudad, y toda su nieve y agua cae "a este lado"- y
se nos llenan los pantanos y nos proporciona un agua inmejorable, fresca y
dulce al abrir el grifo, como que al otro día sale un "sol que calienta el rostro"
y quema, y tienes que incluso protegerte con "crema".
Y ayer lo era; llovía, chispeaba. Caía esa lluvia que molesta a los que
tenemos gafas y que debemos ir limpiando su cristal a cada paso, porque las
gotitas llegan de costado, no de arriba. Pero no hacía frío. Ya se notaba que
nos queda poco, casi nada, para la primavera... al menos, "por aquí abajo del
mapa".
El lugar y la persona.
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Gira “Cansiones”
Pero ayer no; a tres filas de Joan Manuel y "en el lado derecho, abajo" ¡qué
bien le vi, coño!, y ¡con perdón! Puedo asegurar, que JOAN MANUEL SERRAT
es una persona de cuerpo humano, no una "imagen de televisión" o "software
moderno"... ¡no!, existe. Vive entre nosotros... y tiene manos, viste de negro,
le queda poco pelo, tiene coronilla, una sonrisa cabronamente atractiva, le
brillan los ojos, los dientes... las manos son blancas, sin manchas de
lunares... y salpica motitas de saliva cuando canta.... ¡ES UN SER HUMANO!,
¡QUÉ COÑO! -y con perdón. Un "tío exquisito", ¡vaya!
Dentro.
La fiesta.
¿Por qué será que dejan siempre el telón abierto? Es decir, cuando entras
ya estás viendo el decorado, y los útiles de los músicos... y ves la batería, y lo
que representa la función. ¿Por qué no cierran el cortinaje, apagan las luces, y
mientras se desplaza la tela, se va iluminando el escenario? ¡En fin!,
"peticiones minúsculas" aparte, os digo que ya se veía todo al entrar.
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Gira “Cansiones”
Explicó el por qué de "Che Pykasumi", que según recuerdo tiene que ver
con la "creación, y el sol..." de la naturaleza, y de cómo los guaraníes sienten
su "naturaleza" y la pretenden conservar... "algo que no hacemos los otros
guaraníes"... ¡Bonito!
Y así, llegamos al final... Serrat, con un gesto "amistoso" nos dice... "Ahora
vuelvo"... y sale. Los músicos tocan un "intermedio musical" tipo "jazzístico"
(marca Kitflus), van tapándose los "edificios de aquélla calle de nuestro barrio
de pueblecico iberoamericano"... todo el fondo se hace negro... y entra
SERRAT.
Tras el concierto.
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Gira “Cansiones”
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Gira “Cansiones”
la juerga, las deshoras y las borracheras, las deudas y todos los despropósitos
juntos, que a la mañana siguiente su inseparable Serrat le tocaba solventar.
Y como no hay pena que se quede sin cumplir ni deuda que se quede sin
pagar, Serrat, con su nuevo disco, ha cumplido con toda América y ha pagado
con su otro yo Tarrés, desnudándolo, girando un montón de letras a todo su
público, en una sola entrega a domicilio, las "Cansiones" de su disco. Ya lo
dijo alguien de la cola con tono grave y voz queda: "Tarrés, ¡otro jodío
catalán que se nos ha metido a todos en el bolsillo!..."
La voz de Serrat estaba bien, la orquesta estaba muy bien, pero juntos, no
tanto. Especialmente en temas como "La llamada". A lo mejor es el segundo
anfiteatro del Alfredo Kraus, no lo sé, el caso es que mi vecina de fila le decía
a su acompañante "No se le entiende" (y no sonaba entonces "Che Pykasumi",
que conste). La verdad es que los mejores momentos de la primera parte,
además de los monólogos intermedios, se lograron cuando los arreglos
musicales no tapaban al cantante, "Soy lo prohibido" o "El cigarrito", por
ejemplo.
La segunda parte fue distinta: la dificultad para oír / entender las letras se
reducía porque le tocaba el turno a los "clásicos" de las cuatro décadas, nada
más y nada menos, que Serrat lleva cantando. Comenzó con "Pueblo blanco".
Aunque la música volvió a "tapar" al cantautor en "Niño Silvestre" o "Lecciones
de urbanidad". La prueba de lo que digo fue "Pare" ("es bien sabido que en Las
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Gira “Cansiones”
Tal vez como hicieron sus coterráneos de Triclicle, nos gustaría a sus
seguidores -un sueño, un sueñecito- ver un espectáculo de Serrat a la carta
en el que pidiésemos además de estas canciones, otras como: "Helena", "De
cartón piedra", "Vagabundear", "Conillet de Vellut", "Mis gaviotas", "20 de Març"
(día que actuaba en Las Palmas, por cierto), o las de Salvat Papasseit, todas
las de Miguel Hernández, las del Encontre,... Un sueño, ya digo, un sueñecito.
Entre los convocados estuvo Joan Manuel Serrat. Hizo un espacio en la gira
por su país y, luego de un largo y cansador viaje, recaló en el estadio del Club
Ferrocarril Oeste de la Ciudad de Buenos Aires. El aporte de Joan Manuel
Serrat a esta noche del 23 de Marzo de 2001, noche de homenaje y
recordatorio a los 25 años transcurridos desde el aciago 24 de marzo de
1976, comienza con "Mediterráneo". Luego saluda al público: "Buenas noches.
Buenas y húmedas noches. Estoy francamente orgulloso de estar aquí esta
noche, y de compartirlo con las Madres y con el ejemplo ético que, a lo largo
de los últimos 25 años, han venido sembrando. Gracias a todos vosotros que
estáis aquí, compartiendo esta fiesta. Gracias por vuestra complicidad, por
vuestro coraje y por vuestra alegría".
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Gira “Cansiones”
Con los acordes iniciales de "Los fantasmas del Roxy" como fondo, Joan
Manuel Serrat desgrana: "La verdad... uno desearía tener cada noche un
público como vosotros; pero no siempre toca la lotería. Gracias una vez más,
en mi nombre y en el de los compañeros aquí presentes Juan Aguiar, Marcelo
Mercadante, Víctor Merlo, Miguel Rivera, Nan Mercader, José Romero y Josep
Mas (Kitflus). Apenas concluye "Los Fantasmas...", con los aplausos del
público rondando, se coloca unos anteojos de lectura: "Mi amigo... Presidente
del hogar "Pelota de trapo" de Avellaneda me ha pedido que os dé a conocer
una convocatoria para una marcha de La Quiaca a Buenos Aires, por el
derecho a la vida, que se está planteando entre el 7 y el 22 de mayo. La
convocatoria dice...". Joan Manuel lee la convocatoria ante el silencio del
público para entroncarla con "Niño silvestre".
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Gira “Cansiones”
21:10. Empiezan a atenuarse las luces, para avisar que la fiesta está a
punto de comenzar. Uno a uno, los músicos; una nota, después otra. Casi sin
darnos cuenta una melodía se apodera del recinto, nos envuelve y sobre todo
nos anuncia que falta muy poquito... Y apareció, saludó a sus músicos y nos
agradeció el estar allí y nosotros el que estuviese en casa.
Como era de esperar, la canción "En la vida todo es ir" fue el tema estrella
de esta primera parte: "En la vida, todo es ir a lo que el tiempo deshace, sabe
el hombre dónde nace y no dónde va a morir..." ¡Qué pronto se acostumbra
nuestro oído a oír cosas maravillosas! Pareciera que fuese cotidiano escuchar
a Serrat todos los días en directo.
Rescatar "Umbrío por la pena" ha sido una de las decisiones más acertadas
de esta gira, al menos para mí, pues siento especial predilección por la poesía
de Miguel Hernández.
....Y después llegaron "Me gusta todo de ti", "Penélope", "Los fantasmas del
Roxy", y... "Mediterráneo". Serrat nos calificó una vez a los algecireños de
"cómplices" en este tema, por aquello de "...de Algeciras a Estambul".
¡Ojalá que no tengamos que esperar tantos años para volver a tener en
casa a tan distinguido invitado!
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Gira “Cansiones”
EL FULGOR DE UN CLÁSICO
Serrat volvía a Cádiz, cada vez más lejana en el tiempo su primera
presentación en esta ciudad, un mes de agosto de 1969 en el desaparecido
Cortijo de los Rosales y con el disco de Antonio Machado bajo el brazo. Yo no
había nacido, pero las notas de la prensa local de la época dedicaban
numerosos titulares al primer recital de Serrat en la capital gaditana.
Como es habitual en esta gira abrió con "Yo sé de una mujer" y a partir de
aquí fue recorriendo el nuevo disco con sutileza, con desahogo, dejando fuera
"Sabana" y "El cigarrito". La magnífica acústica del Falla fue el marco idóneo
para que el espectáculo medido, equilibrado, de Serrat apuntara alto desde su
inicio. La perdurabilidad de Serrat es un milagro en estos tiempos que corren.
Ha sabido darle cuerpo y forma a los hallazgos cotidianos de la vida, ha
sabido mirar y mirarse en los espejos del camino, ha sabido reinventarse,
enriquecerse con los años y conservar perenne ese manejo escénico
envidiable, nunca mecánico, siempre desbordante y asombroso. Ha sabido
amoldarse al modelo de su maestro Jacques Brel que odiaba repetirse, y su
voz inteligente, lejos del academicismo impersonal, perecedero, está abierta a
todos los matices, es una voz que crea atmósferas diversas, que recrea cada
canción con una personalidad propia, refugiando las palabras en un tono
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Gira “Cansiones”
Luego vino el primer guiño a Sombras de la China con esa guajira cargada
de ironía que es "Me gusta todo de ti", un tema fresco que ejemplifica la
creatividad del anterior disco de Serrat. Y de repente estalló la inevitable
"Penélope" y el público, ya ganado para la causa desde el mismo inicio del
recital, clamó y aplaudió al identificar los compases de esta historia
desgarradora, triste, que Serrat cantó sobrado de voz, recorriendo primero el
escenario de un lado a otro y luego sentado en su taburete para dejar a
Penélope olvidada en ese andén, irreconocible, en una ausencia eterna que
sigue conmoviendo más de treinta años después de su composición.
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Gira “Cansiones”
Y sin tiempo para la tregua, Kitflus introdujo "Umbrío por la pena", esa
pequeña joya recuperada del disco de Miguel Hernández y llegó uno de los
mejores momentos de toda la noche. Este "Umbrío por la pena" donde la
música de Serrat se ajusta a la perfección al lacerante y sobrecogedor soneto
del poeta de Orihuela con ese crescendo final poderoso en el que Serrat alza
su voz y vivifica el lamento de estos versos heridos. En esta versión se
respetan los imponentes arreglos que en 1972 firmara Francesc Burrull con
ese epílogo musical pleno de lirismo, de sugerencias, mezclado con los
aplausos cerrados de un Teatro Falla ya entregado.
Y todo terminó con "Lucía", los recuerdos del amor perdido recorridos por
la voz cercana, emotiva, de Serrat que parecía mejor a cada momento que
avanzaba el recital. Nos la dejó ahí entre la almohada y la soledad, como un
recuerdo que lejos de doler acompaña y permanece. De nuevo el Falla
irrumpió en una ovación final clamorosa, volvieron las palmas por bulerías,
reconocibles siempre en esta tierra de honda raíz flamenca, palmas que
pusieron punto final a otro de esos recitales memorables del cantautor del
Poble Sec.
Luego, tras dos horas y cuarto de ensueños, sales a la Plaza del General
Fraguela donde está emplazado el Teatro Falla y contemplas la noche
estrellada y miras cómo la luna ilumina las azoteas, cómo la ciudad se abraza
a los sones del agua del mar, cómo todo parece reposado, distinto, mágico,
como si también de la ciudad se hubieran apoderado las canciones y el talante
de Serrat. Y tienes una sensación extraña y pones la vista ya en su próximo
recital, en su próxima gira, y deseas que siga por muchos años subiéndose a
un escenario, creando esas atmósferas imprevistas, latentes, que él sólo sabe
crear. Todo se acaba y hay que volver a la realidad del día a día. Durante las
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Gira “Cansiones”
PALINDROMÍA INSUPERABLE
Llegaba Tarrés a Sevilla en una fecha un tanto especial para las nuevas
apuestas. Con el incienso aún en las retinas y las casetas del Real de la Feria
prácticamente listas para en dos semanas convertirse en el mayor tablao del
mundo, Sevilla se balancea más que nunca en la eterna tradición que la hace
tan especial. Sin embargo, el Teatro de la Maestranza presentaba un lleno
indiscutible en la primera de las dos jornadas que Tarrés/Serrat iban a
disputarse en la capital hispalense.
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Gira “Cansiones”
concierto. Una primera parte en la que eché de menos "Sabana", pero, sobre
todo, "El cigarrito", mi preferida del último cedé.
El resultado fue una velada diferente a las que el cantautor nos tiene
acostumbrados, quizá embriagados por la estela de un Tarrés que estuvo, en
algunos momentos, más a la altura de las circunstancias que su palíndromo.
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Gira “Cansiones”
TITIRITERO ALEHOP!
De aldea en aldea el viento le lleva siguiendo el sendero...
"Yo sé de una mujer" nos ubicó en que el artista estaba un poco limitado de
voz, y hasta lo vimos disimular, muy profesionalmente, alguna tosesilla. La
guitarra, medio tono más bajo, confirmó que aunque las condiciones no
fueran las mejores, el hombre de los atardeceres rojos, venía dispuesto a dar
lo mejor. Se las arregló igualmente para bajarnos esa estrella que borra la
huella de un recuerdo amargo. Es que sigue siendo de aquella raza...
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Gira “Cansiones”
recuerdos de treinta años, que pasaron por ese "Mediterráneo", por esa
"Penélope" ahora tangueada por el bandoneón de Mercadante. "Lecciones de
urbanidad" también lució una puesta al día muy oportuna por parte de Kitflus,
que nos viene tangueando y jazzeando muy bien al maestro, llevándolo por
caminos más apartados de la tonadilla en la que le resulta tan fácil caer.
Faltó "Umbrío por la pena", y se sintió la falta, aunque hubo un "Pare" de los
más sentidos que me han tocado, que por sí mismo valió la noche. "La Saeta"
-en Sevilla- y justo después de tantas saetas oídas durante la semana santa,
fue el premio mayor. El premio con el que se conformaron los sevillanos. En el
Río de la Plata le habríamos arrancado cuatro o cinco bises más, pensé... y
me dediqué a arrancarle una promesa, una "Helena" ¡en Hospitalet! Y el
titiritero me dijo: "prometido". Ya caída la noche, y guardados los chismes en
el viejo coche, supe que nosotros también fuimos titiriteros, que por una
noche se produjo el milagro de que Sevilla no fuera solo de los sevillanos.
CATALÁ AL ATAC
Sí, es un palíndromo, uno más de los muchos que en este año hemos
aprendido. Hay que reconocer que estos conciertos de "Cansiones" han sido
de lo más cultos, y especialmente útiles si uno es aficionado a los crucigramas
o juegos de preguntas y respuestas. Uno se cruza con Alejo Carpentier, con
Eduardo Galeano y hasta con André Breton, aprende los aportes catalanes a
la cultura universal, como el "capicúa", la "peseta", el "ali-oli"... y casi termina
creyendo que también inventaron el tanto por ciento. Hay quien dice que el
cantautor, cada vez habla más y canta menos. Puede ser...
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Gira “Cansiones”
"Temps era temps", "Pare" y una auténtica sellada: "Pantalons llargs", "...
campaneta daurada del meu carret de fira...". Nunca la había oído en vivo. En
el Río de la Plata se nos juntó una dictadura con la salida de "Res no és
mesquí", y después nunca más.
Conclusiones: de Serrat se puede decir desde que bala como una oveja,
hasta que le tiembla el corazón en la garganta. No debe haber otro sujeto
capaz de perfumar a una mujer de brea, y que suene romántico. Te guste o
no, no tiene doble ni palíndromo, y si hay un sitio donde ésa es una verdad
incontrovertible, es en su Catalunya. Dios nos lo guarde muchos años...
Bastante puntual apareció en escena Tarrés, cabía pensar que el tipo iba a
fardar más que su palíndromo, pero no... Respetó el sobrio traje de Hugo
Boss y no perdonó la roñosa camiseta azul. Uno a estas alturas ya no sabe si
usa el traje de Boss para disimular la camiseta azul roñosa o usa la camiseta
para disimular el traje de Boss...
"Yo sé de una mujer" fue el preludio de todo el trabajo de Tarrés, esta vez
se guardó en el bolsillo "Sabana", "El cigarrito" (sorprendentemente reclamada
en un bis) y, por suerte, la introducción de Galeano en "Che Pykasumi", pero
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Gira “Cansiones”
Hoy fue el tan esperado día... hicimos planes disfrutar a Serrat al máximo
era la meta... y qué mejor que organizar una velada con todos los amigos
Serratianos y Serratistas de los Grupos... Los primeros en apuntarse, Rosy y
Felipe Granados de Laredo Tx., Jorge Aguilera de Torreón, Coah., Ildelfonso
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Gira “Cansiones”
Llegamos a la explanada del Auditorio una hora antes del concierto a fin de
poder adquirir algunos souvenirs, ya que en conciertos anteriores los han
vendido... llegamos y ¡sorpresa! No había ningún vendedor... Como a los 15
minutos se pusieron dos, solamente dos... ¿cuánto cuestan las camisetas?
¿Son unitalla? ¿Traen tazas?.... "las camisetas son unitalla y las tazas se
están vendiendo adentro del Auditorio..." Compramos unas camisetas... En
esto estábamos cuando llegaron Rosy y Felipe junto con unos familiares,
luego se nos unió Jorge Aguilera... pasamos al Auditorio, había algo de gente,
no mucha, aún era temprano.... "¿tienen tazas?..."
"Yo sé de una mujer" que mi alma nombra siempre con la más íntima
tristeza... ¡bravo!... "En la vida todo es ir" a lo que el tiempo deshace, sabe el
nombre donde nace y no donde va a morir... "Sabana", sabana con tu brisa de
mastranto, tus espejos de laguna.... Nos avienta una amena charla sobre los
palíndromos... sabemos que vendrá... ese tal "Tarrés" que camina pa'trás que
escribe del revés y nunca tiene prou... soy ese vicio de tu piel que ya no
puedes desprender, "Soy lo prohibido"... ¡bravo!...
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Gira “Cansiones”
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Gira “Cansiones”
¡Bendita Música! Que nos ha dado tanto... gracias amigos, por estar aquí...
gracias Serrat, por todo lo que nos has dado...
Así fue cantando sus cansiones: "Yo sé de una mujer", "En la vida todo es ir",
"Sabana", "Tarrés", "Me gusta todo de ti", "El último organito", y cuando cantó
la "Mazurquica modernica" todo el mundo se para a cantar y aplaudir. Un
Serrat maduro, jovial, buen orador, de buen humor, es decir todo lo que
soñamos de él, pues él estaba ahí.
Uno de los momentos culminantes fue cuando Serrat recordó que era el
Día del Niño : "No es por amargarles el día completo a nadie, pero hay que
recordar que miles de niños mueren por una enfermedad tan sencilla como lo
es el hambre, aunque usted no los quiera ver, los niños de las calles existen,
están ahí, pero las autoridades lo niegan, hay que hacer felices a esos niños,
porque los niños que por fortuna son de familias felices a esos, tenemos 365
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Gira “Cansiones”
Junto al maestro Josep Mas, Serrat comenzó a cantar "esas bellas palabras
de amor sencillas y tiernas". Yo -con un nudo en la garganta- cantaba a todo
pulmón en un inicio en catalán, después en español, pero esta fue mi gran
noche, mi canción favorita llegó al cierre del concierto.
La hora de la cita, las 8:30 PM del jueves 3 de mayo del año 2001. El
evento: Joan Manuel Serrat, quien llegó a estas tierras para presentarnos a
un tal Tarrés, del que sólo se sabe que es un bohemio, vividor y mujeriego, y
quien es capaz incluso de desafiar las leyes del inmaculado horóscopo; pues a
pesar de haber nacido un 27 de diciembre, no es capricornio como debiera
ser, sino Géminis.
Nadie supo explicar quién fue. Si Joan Manuel Serrat, o Tarrés -su "alter
ego"-, el que dejó relucir, el que cautivó al público que llenó el Teatro
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Gira “Cansiones”
"Así como hay gente que cuando regresa de los viajes trae cargadas las
maletas de objetos de lo más insólitos, nosotros cuando volvemos de los
viajes traemos las maletas llenas de canciones", comentó.
Y sin más preámbulo, levantó las anclas para surcar mares de la música de
un lado a otro del Atlántico. "Yo sé de una mujer", "En la vida todo es ir", entre
otros temas de su disco Cansiones, fueron el inicio de la travesía a su
memoria sentimental.
El canto que dedicó a su otro yo, "Tarrés", fue motivo de una extensa
disertación: "Tarrés y Serrat siempre viajan juntos, desde que nacieron.
Nacieron el mismo día y de la misma madre. A pesar de haber nacido el
mismo día, Serrat es Capricornio y Tarrés es Géminis. Siempre viajan juntos:
ambos componen, y se complementan", indicó.
Pero antes de que nos hablara de Tarrés, un acomedido mesero sirvió dos
copas de vino tinto, en una mesa que estaba a la derecha del escenario.
Serrat, ¿o habrá sido Tarrés? (todavía no conocíamos bien al segundo, y no se
había hecho su presentación "en sociedad") sin tardanza alguna procedió a
catar el delicioso elixir -asumo que de una buena cosecha francesa- y
comentó: "... bueno... con gusto les invitaría, pero ya saben, no se puede por
aquello de la escasez". Luego, tras catar de nueva cuenta el vino tinto dijo:
"siempre quise llevarme el bar al escenario... y miren, ahora con este tal
Tarrés, todo es posible.
Pero el primer gran aplauso de la noche fue cuando su orquesta tocó las
primeras notas de "Penélope", aún con el escenario del bar Tarrés como
carpeta de fondo. La nostalgia no pudo ser evitada, e interpretó temas como
"Los fantasmas del Roxy" (tema que aprovechó para presentar a la banda),
"Mediterráneo" y muchas más.
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Gira “Cansiones”
Parecía -ahora sí- que terminaría de una vez por todas, cuando de nueva
cuenta salió la banda encabezada por Serrat, y justo cuando yo lamentaba
que no hubiera habido una sola pieza en catalán, Serrat dijo: "Ahora habrán
de escuchar una vieja compañera de camino... está cantada en catalán, pero
no se preocupen; habla de un amanecer y un amanecer es igual en todas
partes, independientemente de que al fondo haya unos olivos o unos nopales.
Además en Jalisco se habla mucho el catalán... lo notamos desde que
llegamos. Ahora, si usted no es de Jalisco y por lo tanto no habla catalán... no
vaya a interrumpir a su compañero de al lado... sólo déjese llevar por los
oídos del corazón..." Y así fue como pudimos disfrutar "Cançó de matinada" en
un arreglo mucho más parecido al primero, al del sencillo que lleva ese
nombre de 1967, y que por supuesto aparece también en "Encontre", que al
que nos llegaría después en el álbum "Com ho fa el vent". ¡Espléndida!
Quedó muy claro que Tarrés es todo un buen tipo, y que tiene algo muy
importante que ver con todos los que asistimos al concierto... es esdrújulo...
es decir, mientras que Tarrés es "Palíndromo", nosotros somos "Público".
UN PALÍNDROME DE
'FA MÉS DE VINT ANYS'
Un violín solitario rompe el silencio de la noche. Sus acordes campean sin
empacho por la vieja calle de nuestros sueños. Las notas suaves del teclado
de Kitflus despiden al sol tras los balcones. Un anuncio de neón indica que se
abre el bar para los amigos; y se reserva la mesa del rincón al sabor de un
buen vino y de nuevas y añejas Cansiones. Uno a uno van llegando los
invitados y así, entre amigos, aparece Tarrés en el escenario...
"La gente trae consigo cosas insólitas de sus viajes. Nosotros traemos las
bolsas llenas de canciones que son delicias para cantarlas de noche con los
amigos". Y por fin trajo el verde mayo a Guadalajara. Las letras de Miguel
Hernández nos llegan por reminiscencia: "Al verlo venir se han puesto cintas
de amor las guitarras, celos de amor las clavijas, las cuerdas lazos de rabia, y
relinchan impacientes, por salir de serenata." Entonces fluyeron las canciones,
una a una, de ese tal Tarrés que es el otro yo del Serrat que conocemos y que
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Gira “Cansiones”
Pero luego llega el turno de Serrat. Cae un telón negro que cubre por
completo el Bar Tarrés y sus alrededores llenos de balcones y tendederos.
Serrat viene ahora a saldar las cuentas pendientes que dejó ese Tarrés
desmemoriado. Empiezan a salir como de una chistera sus clásicos temas de
amor y otros no tan clásicos, salpicados de ironía, de crítica social, de apuesta
por la humanidad con todo y sus chapuzas: "Me gusta todo de ti (pero tú no)",
"Una mujer desnuda y en lo oscuro", "Dondequiera que estés", "Romance de
Curro el Palmo", "Los fantasmas del Roxy", entre otras de su vasto repertorio.
Justo cuando Joan Manuel cantaba aquello de que "una mujer desnuda y
en lo oscuro es una vocación para las manos, para los labios es casi un
destino y para el corazón un despilfarro..." una persona del público se
desvaneció provocando un conato de histeria e incertidumbre colectivas. Pero
el Nano reaccionó rápido: "¡Para, para!", le pidió a Kitflus. "¡Den luz por
favor!" y ordenó a todos, con mucha suavidad pero con firmeza, no moverse
de sus asientos: "¡siéntense por favor, ayudarán más!". Pasado el
desasosiego, todos tranquilos, Serrat comenzó de nuevo "Una mujer desnuda y
en lo oscuro", que el público agradeció con un prolongado aplauso.
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Gira “Cansiones”
Acabó la fiesta, sin "La Fiesta". Ya en la calle algunos comentaban "cada día
está mejor Serrat" y otros respondían: "ya no es lo mismo". Alguno que
parecía más enterado sólo dijo: "me da la impresión que Serrat no encontró el
público que hubiera deseado, y que la mayoría de los asistentes a este
concierto hubieran querido ver al Serrat de sus años dorados."
20:30 horas, los aplausos arreciaban pidiendo la salida de "Juanito". Por fin
la música comienza y con ella la magia de ver a Serrat en Aguascalientes otra
vez después de 6 años.
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Gira “Cansiones”
Fue entonces cuando Serrat consideró que el fin del evento había llegado.
Aprovechando el alud de aplausos y la andanada de peticiones de "¡otra,
otra!" me acerqué lo más posible a ver a ese catalán de casi 60 años que ha
dado muchos momentos de alegría a mis 23 años, a aquél que había cantado
conmigo "Ara que tinc vint anys", "Ella em deixa" en un desamor, y tantas,
tantas otras canciones...
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Gira “Cansiones”
Y esta vez Tarrés con sus locuras hizo que el cansancio hiciera presa de
nuestro querido Nano y se lo llevó... cobijados ambos por un cúmulo de
aplausos que atestiguaban una noche simplemente... inolvidable.
INIGUALABLE... SERRAT
10 de Mayo, día de las madres en México... A eso de las 7:00 PM la gente
se empieza a dar cita en el Auditorio Nacional... Sí, efectivamente... Por fin,
Serrat de nuevo con nosotros. Después de una ausencia de casi tres años, el
maestro Serrat volvía a México a deleitarnos con su mágica poesía.
Los corazones de los ahí presentes latían con fuerza... era algo
extraordinario escuchar el nuevo material de Joan Manuel, además de que la
estenografía y la orquesta, sobra decirlo, era algo fabuloso.
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Gira “Cansiones”
Ahora sólo nos queda esperar unos años más... VUELVE PRONTO.
EL CONCIERTO 100
Es la primera vez que dispongo de un caudal de información muy completo
sobre las diferentes presentaciones realizadas en las giras de Serrat. Por eso,
cuando ocupé mi lugar en el Auditorio Nacional —la noche del viernes 11— ya
sabía más o menos el repertorio que nos esperaba a los 8 mil (¿o serían casi
9 mil?) esdrújulos ahí presentes. Pero siempre hay dudas. Finalmente, un
concierto de Serrat nunca es igual a otro, aunque éste haya sido ya el número
100 de las Cansiones. Yo quería escuchar, en especial, tres interpretaciones:
"El cigarrito", "Cançó de matinada" y "Umbrío por la pena". Cantó dos. Bueno,
dos de tres es un buen porcentaje de bateo para cualquiera. Los rumores
sobre el estado de su voz añadían incertidumbre a la noche.
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Gira “Cansiones”
Intimidad. Un violín. Luego Kitflus. Luego Serrat. "Yo sé de una mujer". Tal
vez el volumen estaba un poco bajo, lo que a la postre fue defecto y virtud del
concierto: no alcanzó la potencia de otras ocasiones pero por ello resultó más
delicado, más fino al oído, más cerca de los sentimientos de complicidad que
habitan en el susurro, en el guiño, en la lluvia mansa, en el bandoneón de
Merchante y el violín y la mandolina de Aguiar, en las percusiones de
Mercader y Blavia, en el contrabajo de Merlo, en las extraordinarias guitarras
de Romero y Rivera, en la sabiduría de un Kitflus que, alquimista, nos dio
arreglos extraordinarios sin desarmar los antiguos sonidos a los que estamos
acostumbrados.
Saludos al público. Oh, oh, su voz parece más cómoda al cantar que al
hablar (eso sólo le pasa a los cantantes, ¿o será travesura exclusiva de
Tarrés?). "En la vida todo es ir". "Sabana". "Tarrés". A veces la voz no le da
para emitir por completo las palabras. No, no, amigo, no te esfuerces
demasiado... "El último organito". De pronto baja el negro telón de fondo y
eclipsa la plaza colorida. Serrat lo justifica: "es que Tarrés no sabe que Serrat
también canta estas canciones". Y el público reconoce a "Penélope" y viene la
primera gran ovación de la noche. Su voz (siguen las paradojas) se acomoda
mucho mejor en los clímax. "Me gusta todo de ti". Risas. "Lucía". Termina el
eclipse de plaza. Las presentaciones entre canción y canción son más o menos
las del guión de los conciertos que otros esdrújulos han reseñado en la página
de Paco y en el buzón de los serratamigos. Quizá el maestro viene hoy un
poco menos abundante. Dos pantallas colocadas en los extremos del
escenario nos acercan los gestos de ese rostro tan expresivo, tan conocedor
del fenómeno de la comunicación, sustituyendo palabras por mímica.
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Gira “Cansiones”
EL MEJOR MOTIVO
PARA VER A LA FAMILIA
Uno de tantos méritos que tiene Serrat, es que es uno de los mejores
motivos para pasar un espléndido fin de semana con tu familia, y es que vivo
en Guanajuato desde hace un año y desde Diciembre no veía a mis padres,
fue una ocasión perfecta para ver a mis familiares. El mismo viernes en la
tarde me trasladé a la ciudad de México y llegué justo dos horas antes del
concierto al Auditorio Nacional. Como mis hermanos y mi padre tenían trabajo
hasta tarde, mi madre y yo fuimos los representantes de la familia Rodríguez
Ferado para este concierto.
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Gira “Cansiones”
Siguió con "Me gusta todo de ti", "Lecciones de urbanidad" (que nos recordó
algunas cosas que nos están haciendo estos tipos que nos salvan la vida a
costa de cortarnos el cuello), y la versión ya conocida al piano de "Lucía",
bellísima; regresó a dar lo poco que le quedaba a Tarrés con la "Mazúrquica
Modérnica" de Violética Párrica, "Soy lo prohibido", "El amor, amor", donde se
notó un público algo frío ya que solamente arriba se escuchaba el ruido de
fiesta, no se logró hacer fiesta completa con-los-bien-portaditos-de-abajo, y
se despidió Tarrés con "De un mundo raro" para dejar a Serrat cantando
"Tarrés" y la fiesta mayor ya se veía venir.
Siguieron "Los fantasmas del Roxy" para presentar a los músicos que le
acompañan en la gira -con un aplauso especial para el maestro "Kitflus"-,
continuar con una grata sorpresa como lo fue "Cançó de matinada" y
despedirse por primera vez; para regresar con "Una mujer desnuda y en lo
oscuro" del entrañable Benedetti y mientras de pie aplaudíamos, Serrat
volteaba a ver a "Kitflus" y con el índice en alto le decía: "Cantares..." y al
sonar las primeras notas se podía sentir caer el Auditorio, formidable. Terminó
la canción ¡y la gente se empezó a ir! en cinco conciertos que tengo el
privilegio de ver a Serrat con mis cortos 25 años no había visto tal frialdad en
alguna parte considerable del público, la verdad fue... no sé como definirlo
(bueno, sí sé, pero no puedo escribirlo, me censurarían...)
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Gira “Cansiones”
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Gira “Cansiones”
los corredores de fondo, de reservarse para aquellos temas que son clásicos y
que resulta imposible no premiar con minutos de aplausos y ovación.
De esa forma Serrat nos habló de él, de sus planes y de los que Tarrés
materializa, de sus sueños y de los que el otro despierta, de las deudas y
quien las paga, de los amores y de sus soluciones, todo entre estas cansiones
y esa pizca de humor que se crea después de tantos años de complicidad.
Los bis fueron tres, uno para "Cantares", el segundo para "Aquellas
pequeñas cosas" y un tercero y último que como era de esperar fue "Para la
libertad", rondaban las 11:30 de la noche y La Habana sintió como una
profunda inhalación, de aquellas gentes que salieron al aire puro de la
inmensa explanada de la Plaza, con un pedacito de alma entregada al hijo
pródigo.
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Serrat.
Lilia Vera regresó al teatro con temas de siempre, y como toda la vida, su
voz afinada y consistente, su seria actitud y su simpatía natural, le
devolvieron al lugar de preferencias que siempre ha tenido. Lástima que Lilia
a veces se "pierda" del escenario, que no sea vista con la frecuencia que un
artista como ella tanto merece.
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Gira “Cansiones”
EL SEGUNDO DÍA DE
UN CATALÁN EN CARACAS
El sitio, la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño, al cual había asistido
hace seis meses para ver a Emmanuel. Esta vez en unos asientos más
adelante, en el mismo balcón izquierdo. A las 8:15, comenzó Lilia Vera —a
quién había tenido el gusto de oír hace meses— que como dice un amigo, es
la mejor cantante folklórica de Venezuela. Después de siete canciones y
quince minutos más, se volvió a abrir el telón y apareció un violinista por un
lado y un pianista por el otro y finalmente Joan Manuel Serrat y una mesa con
dos sillas, dos copas y una botella de vino (creo). Para muchos de los que
había se notaba que ya lo habían visto alguna vez. Yo estaba entre los pocos
que no y con la facultad de ser uno de los más jóvenes y poder apreciar el
concierto como único, sin poderlo comparar con otros del pasado.
Volvió con "Tarrés", "De un mundo raro", "El amor, amor" (con leves intentos
de ponerse a bailar vallenato) y sentado en una butaca cerca de Josep Mas
Kitflus, "Soy lo prohibido" mientras un asistente trataba de sacarle una foto.
Luego se fue y dejó a sus excelentes músicos realizando un magnífico
Instrumental. Al contrario de lo que había leído de otros conciertos, donde
cantaba todo Cansiones, hasta aquí llegó para nosotros y de una vez les digo
que el disco me gustó mucho más en vivo.
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Gira “Cansiones”
Como era justicia, no podía irse sin cantar algo en catalán —aunque yo
hubiera querido que todo el concierto fuera en catalán— y nos tradujo la
canción, no sin antes aclarar que no hacía falta traducirla si todos en Caracas
entendemos catalán, pero por si alguien que no sea de Caracas y ya que los
caraqueños son tan hospitalarios: "Padre..." Así fue, la afortunada canción
catalana de la noche fue "Pare". Le siguió la canción donde mejor cantamos
todos, "Cantares" y se volvió a despedir.
Sólo me resta decir que me quedé con las ganas de oír mi "Helena" y digo
"mi" porque aunque sé que esta canción tiene muchos seguidores, yo tengo la
fortuna de haber tenido una: "de lluna plena/ la meva Helena/ la meva
Helena..."
UN RITO CERCA
DE LAS ESTRELLAS
Decía el viejo Zorro de "El Principito" que los ritos orientan el curso de
nuestras vidas. Preparamos nuestro espíritu para las ocasiones especiales y
acudimos sonrientes, peinados, con la cara lavada y un cuaderno nuevo en la
mano; como los niños a su primer día de colegio. Así acudí a una primera cita
aquel soleado diciembre de 1975: Bogotá; Piel de Manzana; se celebraba el
día del niño. Niño yo, a mis 12 años, y con los poros de la sensibilidad recién
abiertos, ¿cómo podría prever que ese primer viaje en "El Carrusel del Furo"
habría de marcarme para siempre? En la vida todo es ir, y así comenzó un
pacto de fidelidad al que, debes saber viejo Joan, mis buenos amigos y yo no
hemos faltado nunca.
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comienzo, a aire limpio, a amanecer de los sesenta. Este mago de Kitflus, ¡se
las sabe todas!
¹ El título de la crónica se inspira en un slogan de la Alcaldía: "Bogotá, 2.600 metros más cerca de las
estrellas".
DEFINITIVAMENTE, UN LUJO
PARA EL ALMA Y EL OIDO
Aproximadamente 3000 personas llenaron el Auditorio "Palacio de Los
Deportes" de Bogotá para ver nuevamente a Serrat, después de algo más de
dos años, cuando en este mismo escenario había presentado "Sombras de la
China".
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Gira “Cansiones”
Vuelve Tarrés, con los palíndromos y los esdrújulos, que sirven para la
presentación de "la canción de Violética Párrica... Mazúrquica modérnica", cuya
interpretación en vivo supera sin duda a la del disco. Llega después el bolero
"Soy lo prohibido", para dar paso a "El amor, amor", donde Serrat aclara que a
pesar de ser originalmente un vallenato, Tarrés lo ha llevado al terreno de la
rumba catalana, pero que "como al ajiaco no le pueden faltar las guascas, al
vallenato no le podía faltar su esencia, que es el acordeón...", y entonces
vuelve el "Cocha" Molina para acompañar con su acordeón esta canción, que
genera gran entusiasmo en el público, que acompaña con las palmas. Fue
éste un momento muy emotivo dentro del concierto. Cabe aclarar que el
ajiaco es el plato típico de Bogotá y alrededores, y las guascas unas hojas que
le dan su sabor característico.
Entonces, una joven del público se le acercó con un papelito, que Serrat,
después de leerlo mentalmente, guardó en su bolsillo. La misma joven, a
todas luces catalana, no cesaba de reclamar la interpretación de "Paraules
d'amor", petición a la que el maestro accedió de inmediato. Empezó diciendo
que haría una interpretación en catalán, y que "como en Bogotá todo el
mundo entendía el catalán, pues no habría ningún problema", a lo cual los
asistentes respondieron con sonoras carcajadas. Siguió diciendo que "si no
entienden, pues simplemente háganlo con los oídos del corazón... aunque así
tampoco van a entender nada, pero bueno, no importa...", y con su guitarra y
Kitflus al piano, comenzó a cantar la clásica canción.
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Después de dos horas exactas terminó este gran concierto; ahora empieza
la cuenta atrás para volver a ver a Serrat por estas tierras.
EL REENCUENTRO
CON UN VIEJO AMIGO
La cita se había concertado, viernes 8 de junio ocho de la noche, Teatro
Nacional. Una tarde muy lluviosa, típica de estos meses de invierno en Costa
Rica, pero que a la vez deparó una noche espléndida, donde muchos nos
íbamos a encontrar con un viejo amigo que nos visitaba, ni más ni menos...
Joan Manuel Serrat.
Y empieza el encuentro, uno a uno salen los músicos y entre ellos, él. De
rígido negro, impecable, despertando los aplausos la ovación de un público
que le es fiel y que siempre acude a la cita con este viejo amigo, porque eso
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Gira “Cansiones”
La última vez que se presentó Serrat en Costa Rica fue en febrero de 1999,
con su disco Sombras de la China, disco a mi juicio muy superior a Cansiones,
sin embargo este espectáculo es mil veces mejor. En Sombras de la China se
veía, para mi gusto, muy formal, poco natural. Sin embargo en éste, otra vez
hace algo que nos encanta, conversar con el público, improvisa, complace y
se nota feliz de este encuentro. Es una lástima que Serrat no grabe y haga
discos de los conciertos de sus giras porque las introducciones a sus
canciones son tan ricas como sus propias canciones. Realmente es un
espectáculo que merece verse y podríamos concluir compartiendo lo que gritó
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Gira “Cansiones”
una voz femenina oculta entre la penumbra del Teatro: "Serrat, sós como el
vino...", para luego ir a dormir llenos de una felicidad que solo produce el
encuentro con un entrañable amigo.
Brillante apertura del concierto con el tema "Yo sé de una mujer" al que le
siguieron "En la vida todo es ir", "Tarrés" y "El último organito" (magnífico, con
Tarrés sentado y arropado por las notas del bandoneón). Aparece Serrat para
regalarnos "Penélope" y "Lucía" y luego Tarrés para interpretar "Soy lo
prohibido" y "Mazúrquica Modérnica" previa una divertida introducción sobre
las esdrújulas y los palíndromos: "Menem es un palíndromo" (risas) "... y
podrá ser muchas otras cosas, pero también es un palíndromo". No faltaron
aquí un par de guiños a dos consumados "palindromistas": el argentino Julio
Cortázar y el guatemalteco Augusto Monterroso. Siguieron "Me gusta todo de
ti", "El amor, amor" y "De un mundo raro" (jamás pensé llegar a conmoverme
con una ranchera) con la que Tarrés se despidió.
Aún aturdido escucho "No hago otra cosa que pensar en ti" (presentación de
los músicos) y una magnífica "Una mujer desnuda y en lo oscuro", a la que
siguen "Dondequiera que estés" (sublime) y "Lecciones de urbanidad". Para
cerrar: "Mediterráneo" y tres bises de lujo: "Cantares", "Aquellas pequeñas
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Gira “Cansiones”
cosas" y "Fiesta", todas ellas cantadas a todo pulmón por el, según Serrat,
"esdrújulo" público.
La cálida noche salvadoreña nos invita a prescindir del taxi y caminar hacia
el hotel. Mañana emprenderemos el camino a casa acompañados por ese
sentimiento que nos embarga cada vez que asistimos a uno de sus
conciertos: lo afortunados que hemos sido al ser sus contemporáneos. Y es
que no podemos dejar de sentir algo de pena por todos aquellos que dentro
de tres o cuatro siglos deban conformarse con asistir a escuchar los recitales
de otros artistas interpretando sus inmortales canciones, cansiones y cançons.
Gracias Joan Manuel.
Luego que nuestro artista nacional Henry Mejía abriera el telón con un
breve repertorio con canciones de Joaquín Sabina, Miguel Bosé, Miguel Ríos y
otros, el público estalló de emoción y de locura. Marcaban las 8:30 p.m., el
escenario se vistió con calles de La Habana vieja. Se apagaron las luces y la
respuesta de un impaciente público no se hizo esperar, aparece el primer
músico (violinista), luego Kitflus al cual la gente lo recibió con cariño y
respeto.
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Gira “Cansiones”
discutir" comentaba el Nano para dar paso con "Tarrés": "Menem será lo que
sea, pero es un palíndromo" manifestaba Serrat cuando en ese instante
pasaban dos hermosas muchachas con su mamá con lo que Serrat les dijo:
"Bienvenidas, siéntanse como en su casa que esto apenas empieza..." (a la
vez apuñándoles en forma coqueta el ojo). "El último organito" a la vez dio
paso a la entrañable "Penélope", "Me gusta todo de ti", "Lucía" y "Mazurquica
Modernica".
Al final del tema "Soy lo prohibido", una admiradora del Nano se acercó
para regalarle un ramo de flores, "De un mundo raro" y "El amor, amor" canción
que por su ritmo contagioso, el público lo acompañaría con las palmas y un
grupo de hippies norteamericanos se pondrían a bailar. De esa forma Tarrés
se despediría con lo que Natalia me diría: "¿qué pasó con "El cigarrito" y "Che
Pykasumi" que realmente son de las favoritas de cansiones?".
"Dondequiera que estés", "La gente va muy bien" y "Mediterráneo" con la cual
finalizaría ante un público eufórico que no lo dejaba ir. Nos regaló "Cantares"
en el que sería opacada su voz con la del público que al finalizar le pedía
"¡otra, otra!". Serrat y sus músicos se marchaban mientras un gran coro de
"¡otra, otra... ole, ole, ole"!.
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Gira “Cansiones”
La nota que desentonó fue el sonido que pusieron. El Nano, como muchos
le llaman, según mi percepción estaba impacientándose porque sabía que no
era un buen sonido. No se entendía lo que hablaba ni lo que cantaba y si le
subía al volumen, distorsionaba. Por más que Serrat le decía, a través de
señas, que le regulara mejor el volumen, la intensidad, etc..., el sonidista no
lo hizo. No sé si no sabía hacerlo o el equipo de sonido era de tal mala calidad
que no podía hacer nada.
La experiencia no pasa por gusto. El manejo del escenario que tiene Serrat
es impresionante. Lo que más me gustó es su sentido del humor y los
arreglos musicales de las canciones. Los músicos francamente son fantásticos.
Unos genios.
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Gira “Cansiones”
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Gira “Cansiones”
pobre sonido, lo mismo pasó con aquellos que debieron ocupar las partes
exteriores (destechadas) del sitio.
EL AÑO PRÓXIMO
DISFRUTAREMOS MÁS
Habíamos llegado un poco retrasados, el área de parqueo de la "Casa de
España" estaba repleto, el establecimiento en cuyo campo de fútbol se
realizaba el concierto es amplísimo y está frente a las costas del Mar Caribe,
lo que le da un frescor salobre al entorno.
Nos bastaron dos o tres canciones más para darnos cuenta que un Serrat
parco -quizás molesto- era quien interpretaba al hilo los temas, de hecho,
contrario al día anterior, ni siquiera introdujo con entremeses y chistes
algunos temas como "Mazúrquiza Modérnica" o dedicó una canción en catalán
a la amplia representación de la colonia española que asistió a su encuentro.
Bajo la tarima, los que hemos vivido más de una vez sus conciertos
comentábamos la situación de la que quizás la mayoría no se daba por
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Gira “Cansiones”
De lo que estamos seguros es que la próxima vez que Serrat nos visité -lo
cual esperamos sea muy pronto- hará hincapié en que las condiciones
mínimas de fidelidad en los equipos y lugares que se contraten para sus
conciertos se vean superadas.
YO DE JOVEN QUISIERA
SER COMO ÉL...
Un concierto de Joan Manuel Serrat es siempre un encuentro obligado, más
que un encuentro es una convocatoria. De entrada reconoces caras, te
encuentras con viejos amigos que no ves hace tiempo y compruebas que
cuando Serrat vuelve a suelo boricúa, todo el mundo acude a la cita. El
pasado domingo 17 de junio, en el Centro de Bellas Artes no fue una
excepción (de hecho, la sala estaba llena de tope a tope, allí no cabía un alma
más).
Mucho ha pasado aquí desde la última vez que Serrat nos visitaba, y todos
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Gira “Cansiones”
El concierto tuvo dos notas discordantes que estoy seguro no tienen que
ver con Serrat ni su equipo -sé de su profesionalismo-, pero sí con cierto
manejador cuyo nombre no mencionaré y que aparentemente no contó con la
logística necesaria para comenzar todo a tiempo. Para cuando entramos a la
sala, las puertas estaban cerradas y los músicos estaban ensayando. Abrieron
las puertas de la sala a la hora en que se suponía empezara el concierto (5 de
la tarde) y comenzó media hora después. Por otro lado el sonido estuvo
pésimo. El micrófono de Serrat estaba muy bajo, y la banda muy alta y en
más de una ocasión se imponía a su voz (con todo, Serrat a menudo se
acercaba a su director musical Josep Mas Kitflus y le pedía que tocaran más
alto), solo cuando cantaba con poco acompañamiento se le escuchaba
claramente, y muchas veces cuando hablaba lo que se escuchaban eran
susurros, lo que le obligó a cantar y a hablar toda la función pegadísimo al
micro. Sabemos que la voz de Serrat no es la misma de antes, pero todavía
conserva intensidad y encanto aunque no se pudiera apreciar mucho por la ya
mencionada falla.
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Gira “Cansiones”
Siguió con "Me gusta todo de ti" de su anterior álbum "Sombras de la China"
que al igual que "Tarrés" me pareció muy desigual, pero con algunas
magníficas canciones, y ésta fue una de ellas, llena de un humor negro e
ironía romántica, puramente serratiana. Después Tarrés volvió por allí y
juntos nos interpretaron "Soy lo prohibido" y la siempre maravillosa
"Mazurquica modernica" de Violeta Parra, que a pesar de ser una de las más
desafortunadas versiones del disco, sonó muy bien en vivo. De ahí pasamos a
uno de los puntos más memorables de la velada.
El Nano comienza otro monólogo, esta vez sobre las particularidades de ser
catalán, lo que nos anuncia que tal vez la próxima canción sea en ese idioma,
(en medio de eso, suena un celular y su humor se manifiesta "por favor
conteste, que puede ser algo importante" dice, y esa es parte de su magia, el
poder manejar situaciones inesperadas como ésta con sentido del humor.
Sabemos que él sigue un libreto y que sus monólogos están escritos, pero en
situaciones inesperadas siempre muestra su ingenio y los monólogos van
variando, acorde con los países y ambientes en los que se presenta). Ya
estamos acostumbramos y muchos esperamos que cante siempre al menos
una canción en catalán. Pero la sorpresa real llegó cuando dijo "y cuando
pienso en Vieques..." lo cual le ganó la primera gran ovación de la noche.
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Gira “Cansiones”
Lee Tapia, a Roy Brown y a Danny Rivera y todos los desobedientes civiles
encarcelados, lo cual le mereció otra cerrada ovación.
"De cartón piedra" y "Umbrío por la pena", que las cantó en algunos puntos
de la gira tenía las esperanzas que las cantara aquí. También deseaba que
cantara las ya casi obligadas "Disculpe el señor", "Benito" y "Pueblo blanco",
tres de mis absolutas favoritas y que cantó aquí la mayoría de las veces, la
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Gira “Cansiones”
No puedo acabar mi crónica sin mencionar tal vez lo más importante para
mí de toda la velada. Al final, mucho después del concierto Serrat (sin Tarrés)
a punto de irse se tomó su tiempo y como siempre hace, compartió con
algunos de sus fieles fanáticos que lo esperábamos a la salida de los
camerinos. Firmó autógrafos personalizados, se retrató con algunos y abrazó
a otros. A mí me autografió su Cancionero y sin pedirle permiso le di un
abrazo el cual recibió sin problemas y sin palabras le dije: "Gracias, gracias
por todo".
EL MITO SE RETROALIMENTA
Faltan unos minutos para que empiece el concierto. Serrat se viste en su
camerino y mira algo sorprendido por la indiscreción de una puerta abierta.
Afuera, cerca del escenario, "Kitflus", el director musical, hojea relajado una
revista mientras el pabellón termina de llenarse. El calor se humedece. Son
algo más de las nueve. Serrat aparece y echa un vistazo. Lo de la última vez
ya está olvidado. La vida tiene esas cosas, dice entre bastidores. Sus manos
son suaves, alargadas, y estrechan con franqueza. El cuerpo, quizás algo más
leve que entonces, se cubre de ropas negras. La mirada, igual de risueña, con
las mismas ganas y las mismas fuerzas. Un esdrújulo público y la noche
esperan.
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Gira “Cansiones”
La brisa de la nostalgia.
Con Joan Manuel Serrat ocurre, como con otros, que los conciertos son
eso, y algo más, que tienen un valor añadido, una carga sentimental que
logra unificar un estado de ánimo dentro de una especie de círculo donde
todos comparten contraseña. Y a veces ocurre que la magia tiene su día y
todo lo redondea, y así el reencuentro del lunes en Palencia no pudo ser más
apropiado, más entrañable y redondeado. Público y artista se entendieron y
entablaron un diálogo que recuperó lazos y dejó un regusto tan dulce que
será difícil olvidarlo. Lo mismo que ocurrió veinte años atrás, en el mismo
sitio, y que no sucedió más tarde en otros conciertos. Pero ahora, sí. Todo
volvió a su natural estado, y no se hizo extraño el amigo que tanto echamos
de menos.
Entrega incondicional.
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Gira “Cansiones”
Al final del viaje, Serrat agradeció el cariño y las muestras de afecto con
que había sido acompañado durante toda la noche, y la terraza se volvió
playa y el "Mediterráneo" se llegó hasta las gargantas, y de pronto todas las
almas eran marineras.
Una ovación de varios minutos y el público en pie fue argumento más que
suficiente como para retener un momento más a los músicos y al cantante,
quien interpretó "Pare", en catalán, y el tema "Cantares" a medias con todos.
De nuevo los aplausos tiran de él y vuelve.
Ahora se queda solo en el escenario. Pero igual lo llena. Hace una seña a
sus técnicos de sonido. Una más. Toma su guitarra. Se entiende que es la
despedida, y hasta el calor se calla. Suena el arpegio de "Aquellas pequeñas
cosas", y la canción te hace cantar para adentro, y desgranar una vez más
cada frase, cada acorde. Apretar fuerte el nudo de ese momento y guardarlo
para siempre, como una cosa grande.
LA OBRA DE UN GENIO
Segovia, ciudad que Serrat recuerda con nostalgia, como una de las
ciudades que más recuerdos le traen, de esa memoria sentimental que tiene,
que no olvida, de los que le vieron nacer y aplaudieron. Serrat recuerda que
en Segovia, hace 15 años su hija durmió al abrigo de la funda de su
guitarra... Vuelve un año después de su exitosa gira "Sombras de la China" y
ya parece que le cogió gusto y regresa cada año.
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Gira “Cansiones”
Entonces comienza cantando las canciones "Yo sé de una mujer", "En la vida
todo es ir"... comenta las vidas que puede tener una persona, una, dos,
incluso tres,... pero añade que solo los políticos pueden tener tantas... dice
que Serrat es el que dice a dónde ir, pero que Tarrés se encarga de que
merezca la pena, todos ya presentimos que empieza a cantar "Tarrés".
Alguien que no solo canta, ni toca, sino que interpreta, para mí algo muy
loable es que después de los años que lleva tocando por estos mundos, cante
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Gira “Cansiones”
las canciones con la misma viveza y emoción que en sus inicios, Serrat es de
otro planeta, nació para ser artista, porque la poesía, el humanismo y la
solidaridad que nos muestra con su música es la obra de un genio.
¡Gracias, Serrat!
En fin...
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Gira “Cansiones”
público del Sant Jordi, y hasta hizo sus pinitos amb el català con Quico Pi de
la Serra.
¡Hay que ver, Paco! Por no cantarnos "Helena", tuvo que recurrir a la única
excusa posible, y entrar en los hospitales y en los algodones, como en las
azucenas.
Se nos sigue resistiendo, como una mujer fatal que sabe que cuanto más
larga es la espera, más profundo es el deseo. Estamos dispuestos a asumir
que no la gozaremos en esta vida, pero la próxima vez, Juan, ¡no nos des
estos sustos, coño!
Dos de los grandes — Josep Mas "Kitflus" y Ricard Miralles — junto a Paco y Manuel Moreno
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Gira “Versos en la boca”
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Gira “Versos en la boca”
CALENDARIO
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Gira “Versos en la boca”
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Gira “Versos en la boca”
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Gira “Versos en la boca”
EQUIPO TÉCNICO
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Gira “Versos en la boca”
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Gira “Versos en la boca”
Para iniciar la traca final nada mejor que hacerlo con una potente versión de
“Mediterráneo” acompañada por el saxo. El “Azar” no nos trajo a Noa, pero si
demostró que es caprichoso, como caprichoso era el amor hacia un maniquí...
“De cartón piedra”.
Y llegó “La mala racha”, que resultó no ser tan mala como se esperaba, ya
que es una canción que queda bien en directo.
“Dondequiera que estén", les digo que aquel “fue un gran día” (“Hoy puede
ser un gran día”), pero “Qué sería de mí”, si el broche final oficial no fuese
“Fiesta”.
Por supuesto ahí no podía quedar la cosa. Para los bises Serrat reservaba
uno de los mejores temas del último disco “El señor de la noche”, y por
supuesto, no podía faltar “Cantares”, canción que despertó las gargantas de
todas las almas que allí se congregaban. Por aquel entonces las piernas ya no
aguantaban quietas en los asientos y el público en pie, entregado por
completo, pidió un esfuerzo más al fatigado trovador. Era el primer día de la
gira y había que echar el resto con el magistral “Pueblo blanco”. Parecía que
era el final definitivo, pero Salamanca no se conformaba y un generoso
Serrat, volvió a echar mano de su chistera para ofrecer “Aquellas pequeñas
cosas” que nos dejan esas noches de rosas que se van apagando como la
lumbre de la hoguera. Una lumbre que entre sus brasas encontró el aliento
suficiente para dar paso a “La saeta”, con la que Serrat nos daba su último y
definitivo “Verso en la Boca”.
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Gira “Versos en la boca”
Se apagan las luces y con los aplausos se hace el silencio para verle
aparecer tranquilamente y entonando “Bendita música”. Sigue con “La bella y
el metro”, canción para lucimiento de los músicos. Y con los primeros acordes
de “Benito” saluda al público. Nos da la "bienvenida a nuestra carpa" y la
hospitalidad de Salamanca, donde le hemos tratado como en su casa cuando
se está bien.
Con “Los fantasmas del Roxy” hace la presentación de los músicos "por si
acaso más tarde con la borrachera de aplausos se le olvida".
Viene un trozo del recital alternando temas nuevos con otros viejos. “De
cuando estuve loco”, “Cançó del lladre”, “Mediterráneo”, que lógicamente puso a
la gente en pie, “Es caprichoso el azar”, sin Noa, a la que le hubiese gustado
estar, “De cartón piedra”, “La mala racha”, “Dondequiera que estés”, para acabar
con un apoteósico “Hoy puede ser un gran día”.
Nos parece que las dos horas han sido diez minutos y queremos más, pero
es el final de los finales.
Serrat magnífico. Sabemos que los años pesan, pero ahí sigue,
demostrando que es el mejor. Los músicos a la perfección. La acústica muy
buena aún tratándose de una carpa, y el público como siempre, entregado.
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Gira “Versos en la boca”
Trece minutos después de la hora prevista para el inicio, Joan Manuel -traje
negro y suéter granate- aparecía en el escenario sereno y relajado, junto a su
mucho más que excelente quinteto de músicos “bajo la rigurosa supervisión
del maestro, compañero y amigo, Ricard Miralles”, tal y como lo definió el
propio cantautor.
“Bendita música” fue el primer tema que voló sobre un escenario sencillo y
sobrio, del que destacaban unas columnas griegas que cobraban vida propia
gracias al magnífico juego de luces. Una atronadora ovación del respetable
había recibido antes a todo el equipo.
Glenn Ford, Rita Hayword, Lauren Bacall, Fred Astaire y Ginger Rogers,
irrumpieron por sorpresa en la “cola de la ventanilla dos” del Guerra. Eran
“Los fantasmas del Roxy”, tema muy bien acogido, que precedió al exquisito
“De cuando estuve loco”. El Nano continuó la faena, explicando su única perla
de la noche en catalán. “La cançó del lladre”. Y precisamente con esta canción
llegó la anécdota del concierto. Una inoportuna tos interrumpió el bello tema.
Pero Serrat lo resolvió como el maestro que todos conocemos. Ante los
abundantes aplausos, solicitó amablemente que cesaran “es mejor
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Gira “Versos en la boca”
Habían sido dos horas de concierto apoteósico, donde sólo los versos de su
última cosecha “África” y “Así en la guerra como en los celos”, se habían
quedado entre las bambalinas del teatro.
Y es que Serrat sigue dejando huella. Que sea por muchos años, Juanito.
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Gira “Versos en la boca”
Como dice la siguiente canción, “Benito”: “Tanto tienes, tanto vales y para
usted de contar”, según esta frase se hizo la distribución de las entradas del
concierto. Este asunto se lo comentaré al final, al fin y al cabo, estoy aquí
para narrarles la actuación de Serrat, pero estoy segura que a él no le
importará compartir página con mi protesta.
Siguió el espectáculo con “De cuando estuve loco” y “Cançó del lladre”. Para
esta segunda hizo un alto en el camino. Orihuela y toda la región de la Vega
Baja, aunque pertenezca a la Comunidad Valenciana es una zona totalmente
castellano parlante. La mayoría entendemos el valenciano y el catalán, pero
se marcó dos puntos haciendo la traducción al castellano y complaciéndonos
con sus comentarios de la tradicional Canción del ladrón, muy buenos y
ciertos.
Y uno de los momentos más graciosos fue cuando presentó “Es caprichoso
el azar”. Nos estuvo contando que esta canción la había grabado con Noa. Se
deshizo en elogios hacia su persona. Cuando dijo que estaba encantado de
presentarnos la canción, el público se pensó que iba a decir que estaba
encantado de presentarnos a Noa. Cuando se dio cuenta, estuvo bromeando,
diciéndonos que Noa tenía muchas ganas de venir a Orihuela, que le gustaba
mucho el arroz con costra (uno de los platos típicos de Orihuela y la zona)
pero que no había podido.
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Gira “Versos en la boca”
“La mala racha” fue la siguiente. Serrat estuvo acompañado a los coros del
guitarrista David Palau.
Y llega uno de los momentos más románticos de la noche, en los que todas
las señoras presentes en la sala se imaginaban solas en el teatro con Serrat y
“Dondequiera que estés”.
Y “Qué sería de mí” sin la música y las letras de Joan Manuel Serrat.
Tras la “sosísima” respuesta de las primeras filas del teatro, Serrat despide
a este triste “Pueblo blanco”. Orihuela, siempre correcta y diplomática despide
al artista de pie y con aplausos, de las últimas filas aún se oyen peticiones...
Para este concierto de Orihuela parece que han sacado algunas a la venta,
(en las últimas filas). Pero el día 3 de octubre cuando las sacaron a la venta,
ya colgaba el cartel de “Agotadas las entradas”. Muchas de las personas de la
cola que daba la vuelta al Teatro Circo se quedaron sin entradas, y ayer hubo
algunos huecos (no muchos) sin cubrir. Me indigna esto.
Sé que todo esto no tiene nada que ver con Serrat. Él se limita a hacer su
trabajo perfectamente como siempre, pero después de visitar millones de
teatros de todo el mundo, supongo que siente la respuesta del público. El
premio de un artista son los aplausos de su público, la compra de sus discos,
el cariño de la gente, los piropos de sus seguidores, la entonación de sus
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Gira “Versos en la boca”
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Gira “Versos en la boca”
través del bardo Joan Manuel, ese mago malabarista, directo a la memoria,
manejando como nadie “Los recuerdos”.
Y esos músicos que el maestro nos presenta. Ese retorno a los mejores
orígenes de aquel Serrat de los setenta (¿cómo éramos, que no me acuerdo,
Cartagena y yo treinta años atrás?), digo, bajo la supervisión y el alma del
gran Ricard Miralles. Un lujo, sin duda (y sin menoscabo del magnífico Kitflus)
para esta gira 2002 / 2003.
Y, a cuenta gotas, una escasa dosis (siempre se queda uno con ganas de
escuchar tres o cuatro más) de catalanismo musical, “La cançó del lladre”
(parece ser la elegida para esta gira), un nuevo regalo para los oídos, como
podría haber sido “La tieta” o “Pare”, por ejemplo.
Luego, son los acordes de “La mala racha”, bajo cinco conchas de luz
desdramatizando sombra y números.
Y como “Hoy puede ser un gran día”, pego un brinco en el asiento y pienso
en lo que aún resta por vivir de sueño y piel.
Porque, “Qué sería de mí” (de nosotros, digo) sin ese sueño y sin esa piel…
Y así como queriendo acabar, pero no, “Fiesta”. Y el otra, otra, del público
aplaudiendo.
Tan sólo queda el colofón de “Penélope”, ese trallazo de belleza trazado con
hierro y a fuego en las manos de quienes le brindamos el último aplauso de la
noche.
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Gira “Versos en la boca”
Sin darnos cuenta apareció “Benito” entre bastidores y con él, el gran actor
que Serrat lleva dentro.
Por fin se dirige al público, saludo a la afición, presentación del nuevo disco
y agradecimientos... a nosotros por compartir con él la noche (como un
señor).
“De cartón piedra”, “La mala racha”, “Dondequiera que estés”, “Hoy puede ser
un gran día”, aplausos y más aplausos, el pabellón se viene abajo, “Qué sería
de mí” (os lo cuento así seguido, porque aunque parezca mentira no medió
palabra alguna entre canción y canción).
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Gira “Versos en la boca”
De pronto Serrat toma su guitarra y se sitúa al lado del piano. Nos explica
que hay una canción muy antigua que habla de bandoleros, "sí, sí..." -nos
dice-, "antes había bandoleros, claro que éstos usaban un pañuelo para que
no los reconocieran, hoy en día... halaaaa..., andan así no más a cara
descubierta y hasta aparecen en la tele". Nos explicó esto porque la canción
era en catalán, aunque yo creo que la traducción estuvo de más pues aquí en
Andalucía somos ya pocos los que no sabemos hablar catalán...
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Gira “Versos en la boca”
Cuando Serrat va a mi tierra no puede irse luego de cantar tan solo dos
horas, no, no. Eso allá no le está permitido, nos gusta escucharlas todas y se
las pedimos a voces, y él nos da en el gusto. Incluso en su gira del disco
anterior, cuando ya Serrat estaba cansado, nos quedamos cantando con un
amigo suyo muchas horas, creo que su amigo se llama Tarrés.
EL SUEÑO DE
UNA NOCHE DE OTOÑO
Hacía días que imaginaba de qué manera empezaría a escribir la crónica del
recital. Tengo cincuenta y un años y desde los dieciséis que sigo su carrera
artística, y una cosa es ir a verlo en diferentes ciudades y, otra muy distinta,
que venga a tu “pueblo” -no llegamos a 5000 habitantes-.
Por “hobby” me muevo por el mundillo del teatro, los recitales poéticos, la
radio, etc., y pensé que tenía que hacer algo: me lo tomé como una
obligación para conmigo mismo aprovechando la oportunidad de que Serrat
venía a mi pueblo natal.
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Gira “Versos en la boca”
Todo estaba a punto para el día mágico, para tratar de inmortalizar cada
segundo del mismo. Luna llena, por lo cual antes de empezar el concierto
deambulaban por el escenario y por el ambiente del pabellón las fades
(hadas) y els follets (duendes), con los que el poeta comparte sentimientos y
sensibilidades entre su público. Su recital es como un juego de dar y recibir,
de soñar.
Diez y cuarto: se apagan las luces, salen a escena los músicos y, con unas
improvisadas notas del maestro Ricard Miralles, sale al escenario, sonriente y
saludando al público que le aplaude. Con una estenografía y una puesta en
escena muy sobrias comienza el recital. Empieza con “Cançó de bressol”, “La
bella y el metro”, “Benito” (¡qué interpretación!), “Matryuska”. Otro gran
acierto de Serrat son sus prólogos, como el que utiliza para introducir la
canción “Kubala”, y sus movimientos emulando al jugador. “El meu carrer”,
“Barcelona i jo”, “Los recuerdos”.
Nos dice que hay que saber con quien se pasa la noche o, al menos, saber
su nombre, y por eso nos presenta sus músicos ahora y no al final como lo
hacen otros colegas. La banda está formada por otra generación de músicos,
muy jóvenes, buenos, pero para mi gusto les faltan tablas (exceptuando al
gran maestro Miralles, sonido Serrat cien por cien).
“Los fantasmas del Roxy”, “De cuando estuve loco”, “La cançó del lladre” (qué
gustazo que la haya recuperado), “Mediterráneo”, “Es caprichoso el azar”, (con
la ingeniosa presentación de Noa, que luego resulta que no está), “La mala
racha”, “Pare” (antes de entrar con la canción, unas palabras para enviar un
abrazo muy caluroso a toda Galicia, por la tragedia que están sufriendo
gracias a la inoperancia de nuestros mandatarios). “Me'n vaig a peu”, “Qué
sería de mí” (no sé si será porque a mí me gusta mucho o que él le pone un
cariño especial: muy buena) y “Hoy puede ser un gran día”.
Otra: que de las seis y media hasta las nueve y cuarto tuve el privilegio de
poder ver los ensayos, primero de los músicos y, luego, el suyo. Qué
profesionalidad!
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Gira “Versos en la boca”
Todo pasa y todo queda pero lo nuestro es pasar…, y pasó, camino de Ejea
de los Caballeros donde actuará mañana, día 23, y al siguiente en Bilbao, y
así sucesivamente, dejando su simpatía y su corazón en todos los corazones.
VERSOS... Y UN BESO
La Selva del Camp, 4000 habitantes aproximadamente, comarca del Baix
Camp (Tarragona), 22 de Noviembre de 2002… a las 19 horas. A la entrada
de su flamante pabellón polideportivo (3 años), nada sino los carteles
anunciadores del recital colgados en sus puertas, hacia presagiar lo que allí
ocurriría a las 22 horas.
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Gira “Versos en la boca”
Con la boca aún húmeda nos pide -siempre en catalán-, que le permitamos
que pase a glosar como lo hacían los antiguos griegos… -eso me suena-…
exactamente, eso es. Tras unos jocosos comentarios sobre el Barcelona F.C. y
los “antiguos” trofeos y glorias del mismo… risas de los asistentes… cual
antiguo orador, nos anuncia el tema que habla de las excelencias de una
mítica figura culé, y en el piano comienzan las notas de “Kubala”, otra de mis
favoritas del L.P. “Material sensible” (1989)… me gustaría preguntarle si aún
sigue llevando su retrato en la cartera… Creo que este tema nunca ha sido
cantado en castellano, por lo menos nunca lo he escuchado en esa forma.
Sólo acabar el tema y tras una buena tanda de aplausos y algún silbido
“cariñoso” (la gente comienza ya a estar totalmente entregada y de la
emoción tengo hasta calor), se escuchan algunas notas de piano que hasta
que comienza a cantar el maestro no identifico: “El meu carrer”, del álbum
Serrat/4 del año 1970… vaya diferencia de orquestación… y cómo suena de
diferente respecto a como fue editado el tema… ¿cual prefieres?… se admiten
opiniones…
139
Gira “Versos en la boca”
Las siguientes notas van acompañadas del comentario del maestro, el cual
nos anuncia a bombo y platillo que quiere presentarnos nada más y nada
menos que a ¡Noa!… ¡mi tensión arterial!… ¡por Dios!… para luego decirnos
que una cosa es lo que se quiere y otra lo que se puede… risas… aplausos… a
estas alturas de concierto creo que todo el público había perdido ya el mundo
de vista… el mundo entero era ese pabellón y ese concierto… Comienza: “Es
caprichoso el azar”… sin Noa.
Estos acordes tan “eléctricos” no pueden ser otros que los de “La mala
racha”,… ¡menudos coros los de los músicos!
Creo que con solo dos notas podría identificar la siguiente canción: “Pare”.
Antes de comenzarla y con sus acordes como fondo, “El Noi” dice querer
dedicarla / mandarla a la otra punta del país, a los habitantes y ciudadanos de
Galicia que están sufriendo y padeciendo en estos días, la barbarie y la locura
de gobernantes, multinacionales y otros despropósitos similares… la sala se
viene abajo y en el transcurso de la actuación aparecen tímidamente algunos
mecheros… los catalanes somos gente muy seria… ya se sabe…
Unas breves notas de violín nos hacen retomar su último trabajo: “Versos
en la boca”. Se trata de “Qué sería de mí”, que también es recibida con nuevo
y sentido aplauso.
140
Gira “Versos en la boca”
Mi mujer que es una experta fan / detective le espera junto con otras
personas a las puertas del camerino… un autógrafo en el cd de “Versos en la
boca”, un beso y un abrazo son los mejores recuerdos que nos llevamos junto
con unas ganas locas de MÁS SERRAT.
COMO SIEMPRE…
Llamé al móvil de un amigo que suele acudir a este evento todos los años
con mi mujer y conmigo. Desgraciadamente no pudo acudir porque está en
Sevilla. No obstante pudimos comentar el último disco y como a él no le
gustara éste de los que más me reprendió a mí, que como siempre, me
pareciera de los mejores del artista, que lo mío rayaba en el fanatismo (yo sé
que lo suyo también). Hubiera jurado, aunque como siempre, que el disco era
el mejor de cuantos ha hecho Joan Manuel Serrat.
141
Gira “Versos en la boca”
“Bendita música”, “La bella y el metro”, “Benito” antes del saludo. La música
sonaba como nunca, como siempre, era de una claridad que en muchos
momentos mejoraba con mucho a la del disco. Los sentimientos ya estaban a
flor de piel, cuando en el saludo nos deseó que pasáramos “una noche única e
irrepetible de nuestra vida”, y como siempre volví a vivir una noche única e
irrepetible.
“No tendré piedad de ti”, “Muñeca Rusa”, “Llanto y coplas” Para entonces el
maestro debía de estar ebrio de afecto y de aplausos por que el calor se
notaba en el ambiente.
“Defender la alegría”, “Los recuerdos”, “Los fantasmas del Roxy”. Entre todas
esas bellezas de canciones iba desgranando las canciones de su nuevo disco
que para algunos era, como siempre, ya viejo. Una canción es vieja para uno,
cuando lleva asociada recuerdos, y emociones que se repiten una y otra vez
al escucharlas, y a medida que van sonando en el escenario, sencillo pero
acogedor, van produciendo recuerdos y emociones.
“De cuando estuve loco”, “Cançó del lladre”, “Mediterráneo”. Nunca le había
oído La Cançó del lladre y me pareció tan extraordinaria como el sentido
musical y artístico del cantautor. De Mediterráneo destacar que ha cambiado
un poco los arreglos y que como siempre ha mejorado.
“Es caprichoso el azar”, “De cartón piedra”, “La mala racha” continuaron
contribuyendo al éxito de la empresa que se había propuesto en un principio
(que pasáramos una noche irrepetible).
“Dondequiera que estés”, “Hoy puede ser un gran día”, “Qué sería de mí”. A
veces me ocurre, como siempre, que de repente redescubro una canción que
tenía olvidada, y la vuelvo a disfrutar durante una temporada como si fuera
nueva (Dondequiera que estés). Conservó la versión de Hoy puede ser un
gran día que cantaba con Víctor Manuel, Ana Belén y Miguel Ríos.
Acabó el concierto con “Fiesta”, como tantas veces le he visto acabar. Pero
el público estaba demasiado entregado, como siempre, como para rendirse y
el estruendo fue sonoro hasta que volvieron a aparecer a escena los músicos
y el maestro para cantar en primer lugar “Señor de la noche” y después
compartir escenario con el público al completo en “Cantares”. Esto era el
delirio y se volvió a marchar en tan mal momento que se requirió su
presencia con tanta insistencia que volvió a aparecer con Miralles para cantar
“Aquellas pequeñas cosas” y despedirse en Aragón con sones de Jota en
“Cançó de bressol”, ya recordaréis: “Por la mañana rocío…”
142
Gira “Versos en la boca”
ETERNO SERRAT
Esta noche el país se paraliza una vez más por el fútbol, el clásico Barcelona
– Real Madrid, y Joan Manuel como buen culé y hombre de principios no es
ajeno y retrasa el comienzo del concierto a las once de la noche. Solicita un
camerino con sofá, un televisor y la posibilidad de ver Vía Digital.
Tengo 31 años, soy un incondicional fan de Serrat desde que tengo uso de
razón, lo he seguido por toda la geografía española, más de treinta
conciertos, estuve presente en la primera gala de esta gira en Salamanca y
esa noche nos dejó un extraño sabor de boca porque el maestro evidenció
algún problema de voz, lo achacamos a un contratiempo temporal. Así que mi
mayor preocupación de esta noche era comprobar que fue algo irrisorio.
Por fin se apagan las luces lo que representa el primer aplauso, la gente
entregada. Aparecen los músicos dirigidos por el inconmensurable Ricard
Miralles, ocupan sus puestos, acarician sus instrumentos comprobando que
todo está bien. Miralles hace una mueca a la batería y éste da entrada al
violín que pone la primera piedra de la catedral musical recién inaugurada.
¡Bendito Serrat!, ¡“Bendita música”!. Joan Manuel sale al escenario, sonríe y
saluda, el público le responde con un sonoro aplauso. Ahora sólo nos queda
acomodarnos en la butaca y dejarnos llevar por el "primo de Barcelona", pues
es como de la familia para todos.
Una vez más hizo gala de su sutil sentido del humor, cercano a la gente,
uno más de casa: "voy a presentar a mis compañeros de la banda antes del
final porque uno nunca sabe si llegaremos al final y si no que se lo pregunten
a Suárez, ¿quién le iba a decir que no iba a acabar la sesión en el congreso
aquel día del intento de golpe de estado?...", risas generales pero destaca la
de una señora entre todas, "... no se ría tanto señora, que aquel día se nos
puso el culo así a todos", miraba su puño cerrado.
143
Gira “Versos en la boca”
144
Gira “Versos en la boca”
Las siguientes fueron “Es caprichoso el azar”, “De cartón piedra” y “La mala
racha”, en la que me llamó la atención que David Palau (guitarrista) también
cantara junto a Serrat alguna parte de la canción.
Y “Qué sería de mí” sin oír “Fiesta”, una de mis preferidas. Parece que va en
serio eso de que “se acabó la Fiesta”, ya que Serrat, después de una
145
Gira “Versos en la boca”
Hasta siempre, Juanito. Sólo te puedo decir que no cambies, sigue así. Va a
tener razón Ignacio Copani cuando dice que eres el “hermano mayor de todo
el que intenta hacer una canción”.
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Gira “Versos en la boca”
Y a partir de aquí 22 canciones que sin hacer comentarios sobre ellas paso a
citar en el orden que fueron interpretadas:
“Bendita Música”, “La Bella y el Metro”, “Benito”, "Sin piedad", “Muñeca rusa”,
“Llanto y coplas”, “Defensa de la alegría”, “Los recuerdos”, “Los fantasmas del
Roxy”, “De cuando estuve loco”, “La Cançó del Lladre”, “Mediterráneo”, “Es
caprichoso el azar”, “De cartón piedra”, “La mala racha”, “Dondequiera que
estés", “Hoy puede ser un gran día”, “Qué sería de mí”, “Fiesta”, “El señor de la
noche”, “Cantares” y "Lucía".
Este local, en el que los recuerdos traen a los oídos el martillear del acero,
el siseo de los sopletes, el ir y venir del puente grúa..., poco a poco se iba
"inundando de versos" y de recuerdos a una exitosa carrera de más de treinta
años que juntamente hemos recorrido con quien nos la ha escrito.
SINCERAMENTE NUESTRO,
SINCERAMENTE TUYOS…
Hacía mucho tiempo que esperaba este momento. Por diferentes motivos
no pude acudir a sus dos últimos conciertos. El día, soleado y cálido
presagiaba una gran noche. Hoy puede ser un gran día.
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Gira “Versos en la boca”
Continuó con “La bella y el Metro”, y no fue, sino hasta los primeros acordes
de “Benito” -que nos contó, más que cantó-, que escuchamos su ”Bona nit”.
Durante toda la noche, como de costumbre, se nos dirigió en catalán.
“Gracias por invertir”, -nos dijo- “por invertir no només calés, també una nit
de partit” -jugaba el Valencia CF, el Barça también-, por invertir una noche de
nuestra vida en compartirla con él y su banda, una nit irrepetible e
irrecuperable. Desde luego que lo fue, bendita inversión.
Gracias a ti, maestro, por invertir tu noche, tus palabras y tu vida en crear
para nosotros. El público agradeció sus frases con un cariñoso aplauso.
Continuó presentándonos su nuevo disco, con “Muñeca rusa”.
Nos presentó “La cançó del lladre”, una canción popular catalana, del
Roselló, del s. XVIII. “...debía de haber muchos bandoleros en aquella época,
por el gran número de canciones sobre este tema. Y ahora, no es que no haya
bandoleros. Proporcionalmente hay más, y además salen por la tele, sin
cubrirse la cara.”
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Gira “Versos en la boca”
faltar. Nada más reconocerla, el público, hasta ahora muy contenido, que no
frío, comienza a aplaudir.
Llega ahora “La mala racha”, pero volvemos inmediatamente atrás con otro
tema que no suele faltar en su repertorio. “Pare”, una de nuestras preferidas,
sin duda. Y seguimos en el pasado con “M’en vaig a peu”.
A continuación llegó nuestro, más que suyo ya, “Hoy puede ser un gran día”.
¿Quién de nosotros no la ha cantado con la intención de mejorar el propio
estado de ánimo? El público responde con uno de los grandes aplausos de la
noche.
Sigue “Qué sería de mí”. Enlaza con las notas que anuncian el final, “Fiesta”.
La gente a estas alturas está entregada, y al finalizar, en pie ovacionando al
artista y a la banda, nos encienden la luz. Todos sabemos que no llegó el
final, pero inexplicablemente veo no pocos espectadores abandonar su
asiento. No puede ser el final. Poco se hizo de rogar, no es de recibo, y volvió
con “El meu carrer” y “Cantares”, que el público coreó encendido.
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Gira “Versos en la boca”
SEÑOR DE LA ESCENA
A Serrat, como dijera hace algunos años el crítico musical Álvaro Feito, los
años le han deparado una suerte de virtuosismo que algunos nostálgicos de la
épica y la lírica de los años 70 quizá no advertirán pero que es algo plausible,
que se evidencia cada vez que quien esto escribe tiene la suerte de verlo en
escena.
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Gira “Versos en la boca”
una maestría indudable como “Los recuerdos”, una de las mejores canciones
que Serrat ha compuesto en toda su larga singladura, lo cual es decir mucho
porque todos sabemos cuántas gemas pueblan su denso y rico repertorio.
Más de dos horas de recital intenso, más de horas en las que Serrat
desplegó una vez más su expresividad en escena. Como de costumbre el
triunfo fue absoluto. La temperatura del recital se encaramó a lo más alto
desde sus primeros momentos. Baudelaire decía que no se podía ser sublime
sin interrupción. Las canciones, la interpretación de Serrat volvieron a
alcanzar esa sublimidad que es territorio y privilegio de muy pocos. Canciones
de ayer y de hoy que fueron desplegando su itinerario sentimental, su poética
de lo cotidiano, inspirada y certera.
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Gira “Versos en la boca”
De "Versos en la boca" cantó diez de las once canciones. Dejó fuera “Así en
la guerra como en los celos”, uno de los temas más endebles de su nuevo
disco. Las canciones de "Versos en la boca" mostraron sus calidades y fueron
ejemplarmente distribuidas a lo largo del recital. Serrat sabe controlar los
tiempos de cada recital, jugar con los temas, distribuirlos, dosificarlos, con
excelente criterio. La jazzística “Sin piedad” desprendió aroma a derrota y a
humo, a dolor y a desgarro reafirmando que es otro de los temas importantes
de su nuevo disco. Conmovió la ternura exquisita de “Es caprichoso el azar”,
otro momento cenital de "Versos en la boca", cantada por Serrat sin
preámbulos, sin alusiones a Noa que no andaba por allí, con la voz limpia,
transparente, llena de calidez y sin ninguna fisura.
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Gira “Versos en la boca”
“De cuando estuve loco” se reveló espléndida en directo con una musicalidad
que demuestra que Serrat sigue siendo capaz de ofrecer nuevas lecturas
melódicas de enormes sugerencias con la mirada sensitiva puesta en el sur
que tanto moviliza el alma de sus canciones. Aquí la guitarra de David Palau
se incorpora con maravillosos resultados.
NUESTRAS VIDAS EN
SUS “VERSOS EN LA BOCA”
“Ese hombre está embarazado de mucha gente.
La gente se le sale por los poros. Así los muestran,
en figuras de barro, los indios hepis de Nuevo Méjico:
el narrador, el que cuenta la memoria colectiva,
está todo brotado de personitas”
(Eduardo Galeano)
153
Gira “Versos en la boca”
sus canciones nos evocaban cosas distintas: para unos serían momentos
felices, para otros luchas del pasado, para algunos amores que ya se fueron,
para otros, amores que estaban naciendo... pero sin duda, todos
coincidiríamos en afirmar que Serrat supo ponerle música y palabra a
sentimientos que latían en nuestra mente y que no acertamos a explicar.
Por eso, desde el principio tuvimos la impresión de que Joan Manuel iba a ir
desgranando sobre el escenario, en sus sentimientos y sus canciones, las
experiencias y vivencias de todos los que estábamos de esta parte del
escenario. Y el concierto comenzó con una confesión en “Bendita Música” de
cúal iba a ser el hilo conductor de toda su narración, esa sucesión de notas
musicales (“mi, fa, mi, re, do, re, mi, fa”) en cuyos silencios nacería
suspirando nuestra vida.
El concierto tocaba a su fin, pero los que estábamos allí no queríamos dejar
de escuchar nuestra historia en sus labios. En varias ocasiones tuvo que
regresar al escenario con sus músicos para seguir con esa narración personal
que estaba haciendo de nuestras vidas. El piano de Ricard Miralles y su voz
impresionante concluyeron el concierto recordando muchas historias de amor
de mano de la inolvidable “Lucía”. Así, concluyeron cerca de dos horas y
media en la que se nos olvidó “que cada uno es cada cual”, porque todos
supimos de todos en la voz de Serrat.
154
Gira “Versos en la boca”
Digamos que la sarna aunque pique, sigue gustando igual. Uno, en fin... ya
se sabe... acude esperando alguna joyita descolgada como si tal cosa,
llevando cariños de la mano, compartiendo intimidades... Porque acudir solo a
un recital de Serrat es una práctica onanista que no se disfruta igual. Con los
años, gusto de acompañarme de oídos inmaculados, porque las loas son más
contundentes y parece que lo valorasen más. Dicen que las conversaciones de
los quirófanos mientras los médicos trabajan, rematarían al paciente. Algo así
sucede entre "eruditos" después de un concierto: sencillamente lo
destripamos. Bueno, forma parte del ritual.
Podría pensarse que es mucho más difícil que a Miralles se le vaya una nota
en “Cantares” que a Serrat le dé por cantar “Helena” estando Paco y yo
presentes. Pues bien, apuesta nuevamente perdida, porque sucedió lo
primero, pero no lo segundo. La eterna decepción, trae a veces sus
contrapartidas, porque tener a ese "peazo" músico a menos de cuatro metros,
y verle y oírle trabajar durante dos horas es un lujo que siempre compensa, y
más si interpreta a su modo, tal vez premeditadamente.
Pensaba yo titular la crónica "Nueva traición", "Seis días sin Elegía", o tal
vez "Helena va a costarte caro". Pero posteriores acontecimientos me hicieron
cambiar de opinión. No es que yo vaya ya a los conciertos a escuchar un sólo
tema... pero casi. Digamos que ha habido noches, muy contadas, que han
merecido la pena por una sola canción. Y por probabilidad, y además con
155
Gira “Versos en la boca”
petición de por medio, pensé que obraría el milagro. Y éste llegó, aunque no
en la forma esperada, sino con un clásico en el repertorio. Lo que durante
tantas noches durante años fue un “Pare” amigo y compañero pero previsible,
esta vez arrasó los rostros de los más duros.
El deseo es que ésta sea una buena noche para el artista y compañía, con
buenas vibraciones y con buena voz (virgencita, ¡ayúdale!), pero también
podría darse el caso de que fuera una noche de suspense por culpa de alguna
mala racha, que la gira es larga: una afonía, un quiero y no puedo, un uno ya
no es lo que era que los años pasan, y en la que nuestro Juanito deseará
llegar a la última canción con la satisfacción de haber complacido a su público.
No sufras Joan, si eso pasa te daremos cobijo, tu derrota será la nuestra,
nuestro tu quebranto, que tus versos ya están en nuestra boca, y de boca en
boca ya son versos liberados, buen final para unos versos que nos hablan del
amor hasta sus últimas consecuencias, de su búsqueda desesperada y de su
encuentro casual, de vivencias, de solidaridad, de deseos, de mujeres, de
hombres, de todos. Pero intuyo que esta va a ser otra noche inolvidable.
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Gira “Versos en la boca”
muchos días), esta noche asistiremos al segundo recital de esta gira que
Serrat ofrece en su ciudad natal, aunque será el primero con entradas a la
venta.
Y ya en su taburete nos deleita con “Qué sería de mí”, que suena más dulce
e íntima que en el disco, estoy sorprendido gratamente por su voz en perfecto
157
Gira “Versos en la boca”
estado que demuestra también con “Muñeca rusa” (cuanta ternura en “el viejo
osito de felpa que abraza para dormir”).
Nos presenta “De cuando estuve loco”, con ese silbido que ha recorrido
televisiones y emisoras de radio en la promoción del disco, espero que el gran
público también descubra los demás tesoros del disco que son muchos.
La rabia y la pena es general, nos canta “Plany al mar” que nos eriza la piel,
sobran palabras, se derraman algunas lágrimas. Y siguiendo con el mar llega
al “Mediterráneo”, con esa descarga de emoción extra, está brillante.
Con el público en pie y entre grandes aplausos llegan los bises, y empieza
con “Res no és mesquí” y “Cantares”, ya es la apoteosis.
La segunda tanda nos trae las novedades de “Así en la guerra como en los
celos” junto a “Sin piedad”.
A la tercera sale Serrat sólo con Miralles y nos hacen cómplices de “Paraules
d'amor”, el teatro entero es como siempre con esta canción una sola y
emotiva voz.
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Gira “Versos en la boca”
Vuelve a irse y ya por última vez y sin acompañamiento, nos canta con su
guitarra y con las luces encendidas en la sala disfrutamos de “Aquellas
pequeñas cosas”.
El público sigue insistiendo con sus aplausos, pero se acabó y una fan de
las de toda la vida grita “Visca el Poble Sec”. En total 25 canciones en dos
horas de concierto, con una acertada combinación entre clásicos y novedades
(excepto "África"), el orden de las canciones fue un juego, un reto a los
recuerdos de cada uno, para cada espectador habrá sido un concierto
diferente al de los demás según sus vivencias.
DESDE LA CARACOLA
DE LA ESQUINA
Quizá haya asistido a unos 20 conciertos de Serrat a lo largo de mi vida.
Todas estas asistencias han tenido en común el hecho de que, sin excepción,
han acaecido en su ciudad que es la mía: Barcelona. Quiero decir con esto
que carezco de la experiencia de ver al Nano en escenarios foráneos. Y
sospecho, a tenor de las crónicas de los corresponsales, que existen sutiles
diferencias de expresión -que no de profesionalidad, entrega y cariño
recíproco- con sus apariciones en Barcelona. Es algo que me he perdido e
intentaré corregir en el futuro.
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Gira “Versos en la boca”
El final, con los bises, “Paraules d´amor” cantada a coro con el público,
“Cantares” de Machado y “Aquellas pequeñas cosas”, fue realmente
emocionante e inolvidable.
Gracias por otra velada como ésta, Maestro (y van veintialgo). Fins Aviat.
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Gira “Versos en la boca”
necesita un par de canciones para calentar la voz. Pero “La bella y el metro”,
“Qué sería de mí” y “Matryshka” me confirmaron que no, que la mala suerte
me había colocado delante de Serrat en el día equivocado.
Sé lo que es estar afónico encima del escenario porque, aunque con menor
fortuna que Joan Manuel, también me dedico a cantar. Así que, además de
sufrir como serratófilo, lo hice como compañero de oficio, consciente de lo mal
que lo estaba pasando el Nano. Doble sufrimiento, pues. Reconozco, por otra
parte, que no pude evitar sentir envidia de la fortuna de Luis García y de los
que han presenciado el resto de la gira. En cualquier caso, y a pesar de todo,
me resigné a disfrutar del concierto.
“Cançó de matinada”, “Los fantasmas del Roxy” y la actitud del propio Serrat,
todo un maestro en los buenos y en los malos momentos, me reconciliaron
con la suerte y me hicieron pensar que, a pesar de todo, valía la pena estar
allí. Algo a lo que también contribuyó la categoría musical de Ricard Miralles,
Álex Hernández, Alejandro Terán, Paco García y David Palau, este último un
sensacional guitarrista con quien, por cierto, he tenido el gusto de trabajar.
Tras una nueva tanda de canciones del último disco, “Los recuerdos”, “Señor
de la noche” y “La mala racha”, Joan ironizó sobre el mal momento de su
Barça, que es el mío también, y echó mano de “Kubala”, una pieza de 1.989
que, con un aire a bossa-nova por obra y gracia del maestro Miralles, sonó
mucho mejor que trece años atrás. El Nano estaba driblando a su afonía con
una sonrisa en la boca y la maestría de los grandes, pero, con “De cuando
estuve loco”, no pudo más.
"Ahora voy rumbo al sur, a sentar plaza...", silencio inesperado, la voz dice
basta, cara de póquer en Miralles y en el resto de músicos, Serrat les manda
parar y se dirige al público: "Lo siento mucho, lo he intentado pero no he
podido. Si alguien se siente defraudado, tiene todo el derecho a reclamar el
importe de su entrada". Abandona el escenario y las luces se encienden, pero
nadie se atreve a levantarse de la butaca. Aplauso general que sirve para
reclamar el regreso de Joan Manuel, algo que no tarda en producirse. Más
calmado, después de haberse desfogado, tal como él mismo reconoce,
reemprende la actuación entre gritos de "cuídate", "te queremos" y "no pasa
nada".
Todos lloramos también por el mar de Galicia con “Plany al mar”, todos
viajamos de Algeciras a Estambul a través del “Mediterráneo”, todos hicimos
de Noa en “Es caprichoso el azar” (lo intentamos al menos), todos nos
sentimos orgullosos de nuestra ciudad con “Barcelona i jo”, todos tuvimos
claro que “Hoy puede ser un gran día”, todos dijimos juntos “Paraules d'amor” y
todos subimos y bajamos juntos la cuesta de aquella “Fiesta”.
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Gira “Versos en la boca”
¡BENDITO SERRAT!
Ante todo quiero pedir perdón por mi parcialidad a la hora de narrar esta
crónica.
Las canciones del Nano siempre están ahí cuando se las necesita seguro
que vosotros, “Serratinos” de verdad, me comprendéis.
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Gira “Versos en la boca”
Tras retomar “De cuando estuve loco”, llegó el momento de rendir homenaje
a las gentes del mar que sufren la peor de las pesadillas desde hace un mes y
tras agradecer a los miles de voluntarios que “nos limpien las playas y el alma
de alquitrán” canta su “Plany al mar” tan actual a pesar de haberla escrito en
1984, 13 años después de “Mediterráneo” que esta noche y en estas
circunstancias sirve de bálsamo ante tanto y tan negro dolor como aflige a el
norte de España.
Tras “Fiesta” (1970), “Pare” (1973) que canta con lágrimas en los ojos y
nos hace volver de nuevo la vista al Atlántico ennegrecido a causa de la
“soberbia y la incompetencia de la especie humana.”
De nuevo ante las puertas del teatro y frente a Radio Barcelona, una, que
pertenece a esa clase de gente que como cantó Sabina, “necesita su música
bendita más que comer”, no puede por menos recordar la canción de Ignacio
Copani y repetir una y mil veces “Bendito juglar, no apagues tu voz...”
Y VOLVIÓ SERRAT...
El viernes 13 de diciembre tuve el privilegio de ser uno de los asistentes al
retorno a la escena de Joan Manuel Serrat en el teatro Novedades de su
Barcelona natal. Y ciertamente fue un retorno en más de un sentido.
La ejecución de los temas del nuevo disco fue impecable, y a su vez clásicos
como “Mediterráneo”, “Cançó de Bressol”, “Cantares”, “Cançó de Matinada”, “Los
fantasmas del Roxy”, “Plany al Mar” y muchas otras canciones de toda la vida
(la de Serrat y la nuestra) volvieron a ser esas canciones de toda la vida. Y
sonaron como nos han gustado toda la vida. Como fueron paridas y como las
adoptamos en algún momento de nuestra existencia. Sucede que no es bueno
buscarle una quinta pata al gato a veces.
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Gira “Versos en la boca”
En fin..., que aquella noche a pesar de tener todos los presentes doce años
más encima, nos parecimos mucho más que nunca a los que fuimos, y
dejamos de ser, hace doce años.
“Sin piedad”... uaau... parecía que iría mejor... desde luego que sí. Serrat
sufre. Pero acierta cien por cien...
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Gira “Versos en la boca”
En mi opinión, ésta sería “La Bella y el Metro”, que es sin duda un homenaje
a una canción que le gusta mucho al Nano, y que se llama “Orly”, escrita e
interpretada por Jacques Brel, en su disco póstumo. “Orly” es una canción
muy poco conocida, que yo adoraba desde siempre. Años más tarde oí en una
entrevista a Serrat, que la calificaba como una de las mejores canciones de
amor, o de desamor, como son las que nos ocupan siempre...
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Gira “Versos en la boca”
"Me gustaría cantar siempre las canciones que me pedís, siempre que me
dejéis cantar las que me gustan a mí", dijo como al final.
CON EL CORAZÓN
EN LA GARGANTA
Ustedes saben, esto no es Barcelona ni El Poble Sec, pero sí, acá es local
por adopción y porque aquí tiene lumbre y vino y más...
Arranca con “Bendita música”, como para preparar su garganta, que está
muy bien, y que mejora canción tras canción. Luego “La bella y el Metro”, muy
expresiva, en su voz, cada palabra una pincelada. “Benito” fue recibida con
mucho entusiasmo por la gente.
Suceden “Los fantasmas del Roxy”, “De cuando estuve loco”, hermosa y
brillante, casi se confunden las viejas y las nuevas canciones y nos queda a
esta altura la sensación de que las nuevas pronto serán viejas más por el
placer de escucharlas que por paso del tiempo.
La banda a las ordenes del emblemático don Ricard -que hace pequeñas
señas a los músicos- suena más acústica, excelentes las guitarras, y hacen
entre todos el contorno apropiado para Serrat. Suenan más preparados y
166
Gira “Versos en la boca”
arreglados los temas nuevos. Será tal vez, porque la banda es prácticamente
la misma que hace poco grabó el cd.
Serrat ahora habla de los poetas que musicalizó. Recita unos versos de
"Elegía" (Hernández), pero nos quedamos con las ganas de escuchar esa
canción. Finalmente canta “Llanto y coplas” (Machado) y “Defensa de la
alegría” (Benedetti), una versión que mejora la original.
“Es caprichoso el azar”, sin Noa, "no es la primera vez que me deja una
mujer..." -nos dice-, y las mujeres no le creen. “La mala racha”, “Dondequiera
que estés”, “Hoy puede ser un gran día”, y le damos la razón a Sabina, porque
canta con el corazón en la garganta, se levantan todas las plateas, “Qué sería
de mí”, “Fiesta”, la que no queremos escuchar porque sabemos que ya todo
termina.
Se acerca el temido final, los bises, los pedidos de cada uno, todo es parte
de la despedida, aplausos y más aplausos, cartas en el escenario que levanta
una por una, y las guarda y tenemos la certeza que las leerá, porque es un
tipo de barrio y no traiciona a su barrio. Por suerte hay más: “Sin piedad”,
“Cantares”, “Pueblo Blanco”, pintura de la tierra Española, tan nuestra, y
bueno, el gol que todos soñamos hacer en el último minuto de un campeonato
mundial, el gol del triunfo: Serrat canta “Lucía”, entre suspiros, solos Serrat y
Miralles, y nos queda ese toque en el corazón.
Ahora lleva a Miralles de su brazo hasta el borde del escenario, recibe los
saludos y se va, pero algo de él nos queda por siempre y espero que nuestros
aplausos y nuestro afecto también permanezcan en su recuerdo.
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Gira “Versos en la boca”
SENTIMIENTOS EN LA BOCA
El teatro se pone en penumbras a las 21:45. Aparecen los músicos, una
breve introducción y allá entra Serrat. Las paredes se estremecen y arranca
con su “Bendita música”. Le sigue “La bella y el metro”. Saluda al público y nos
agradece que estemos allí. Le siguen “Benito”, “Sin piedad” y “Muñeca rusa”.
Con un sentido del humor a flor de piel, presenta a sus músicos. Cuando
saluda Miralles, el aplauso fue cerrado. Le seguirán “Los fantasmas del Roxy”,
“De cuando estuve loco”, “Llanto y coplas”, “Defensa de la alegría” (uno de los
momentos de mayor emotividad), “Los recuerdos”, “Señor de la noche”, una
hermosa canción en catalán del siglo XVIII “Canción del ladrón”, “Es
caprichoso el azar”, “Mala racha”, “Dondequiera que estés”.
Saluda, tira besos por doquier, pero su público, al grito del consabido "Una
más y no jodemos más...", lo invita a regresar. Él, complaciente y respetuoso
de su gente como siempre, accede una vez más. Le siguieron “Lucía”, “El
último organito”, “Pueblo blanco” y “Aquellas pequeñas cosas”. Ahora sí, con
todo el dolor, esta vez sí, lo dejamos ir después de disfrutar de 26
maravillosas canciones y dos horas y media de alegría compartida.
PERLITAS:
Fue una noche por demás calurosa. La temperatura rondaba los 30 grados.
El aire acondicionado no daba abasto. Todo era bueno para abanicarnos. Sin
embargo Serrat cantó todo el recital con su saco puesto. Asombroso.
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Gira “Versos en la boca”
Me acerqué hasta el garaje para verlo irse. Otras quince personas tuvieron
la misma idea. Me encontraba parada frente a la camioneta que lo trasladaría.
Cuando sale Serrat, estiro mi mano para estrechar la suya. LO CONSEGUÍ.
Eso sí, debí parecerme a los insectos que hay en las rutas, ya que terminé
prácticamente aplastada contra el parabrisas. No importa, valió la pena.
LA FIESTA, MI FIESTA
La fiesta, “mi fiesta”, comenzó hace ya tres meses, en el momento de
comprar las entradas. Tres meses de espera, de ansiedad y de alegría.
Por fin llega el día, teatro Gran Rex, son las 21.40 horas y ante la demora
de diez minutos, empezamos a reclamar ruidosamente la presencia del Nano.
Se enciende una luz sobre el lado derecho del escenario y ahí está él.
169
Gira “Versos en la boca”
Sobre la mitad del recital nos sorprende y nos conmueve (¡¡una vez más!!)
con dos perlas que hacía tanto tiempo que no le escuchábamos, “Coplas para
la muerte de Don Guido” y “Defensa de la alegría”. El sortilegio y la emoción nos
envuelven, nos contienen, no nos dan respiro.
Un párrafo especial para Ricard Miralles, ese maestro con el que los
serratianos de pura cepa hemos disfrutado tanto sus arreglos musicales de las
canciones del Nano. Bienaventurado sea el reencuentro.
Cuando llega “Fiesta”, nos damos cuenta que los códigos siguen intactos.
Serrat preparándose para despedirse y nosotros para pedirle más.
Se fue pero regresó, fueron siete veces que volvió para un último regalo:
“Cantares”, “Pueblo Blanco”, “África”, “Lucía”, “Penélope”, “Aquellas pequeñas
cosas”, y cuando casi ya empezábamos a resignarnos, canta “El último
organito”.
Nos vamos tan contentos y tan tristes a la vez... Felices por el privilegio de
haber estado allí, apenados porque deberemos esperar por lo menos un año
para que se repita el hechizo.
Una y otra vez vuelvo a pensar: "Nano, no sé que sería de nosotros sin ti"
BENDITA MÚSICA
Soy una de las muchas personas que el día jueves 16 de enero se hizo
presente en el Teatro Gran Rex de la ciudad de Bs. As. para presenciar el
nuevo espectáculo que SERRAT se encuentra presentando en Argentina y me
gustaría manifestar mi opinión sobre el mismo.
El show que presencié fue el último que JOAN MANUEL dio en Buenos
Aires, hasta su retorno en el mes de febrero. A pesar del gran calor reinante,
el Gran Rex estaba colmado por gente de todo tipo y todas las edades que
esperaban impacientes el recital, que empezó alrededor de las 21:45, cuando
hizo su aparición la orquesta, que comenzó a tocar una pequeña introducción.
Casi enseguida, y en medio de una ovación se hizo presente el catalán, saludó
y empezó con lo que sería un concierto impecable desde el punto de vista
musical.
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Gira “Versos en la boca”
hermosos colores de luces que van variando -con gran precisión- de acuerdo
al tema que se está interpretando y al momento que está atravesando el
show. En líneas generales creo que la puesta en escena supera a la que
utilizara SERRAT en su anterior espectáculo en el que presentara su disco
"Cansiones".
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Gira “Versos en la boca”
Han pasado más de treinta años, “febril la mirada” uno busca, en los
recuerdos, aquellos años primeros. Hurga en la memoria. Finalmente sopesa
aroma, color y cuerpo; antes de probar el sabor, compara. Como un buen
vino debidamente reposado, llega el momento de escanciarlo en las noches
calurosas de Buenos Aires. Es costumbre, entre los buenos catadores
porteños, elegir el Gran Rex como el recinto donde habrá de celebrarse la
ceremonia ritual. La gran sorpresa no es encontrar un mayoritario público
femenino dispuesto a probar el bouquet, se está acostumbrado a verlo; pero
cuando el degustador del buen vino también es un público más joven, llama la
atención. Si sumamos que lo aguardan fervores, ovaciones, afectos y una
gran avidez por su presencia, con seguridad, podemos aseverar que el tiempo
de añejamiento ha sido el necesario, que es hora de probar el resultado. Y, en
este ensayo de años (ensayo para la vida), Joan Manuel Serrat ha aprendido a
bordar el escenario, a dosificar fuerzas, a servirse de pequeños trucos y
artimañas (como lo confesara en la última conferencia de prensa) para que el
público pueda disfrutar de la fiesta.
Con Benito ya a merced de las aguas, Serrat ataca con “Muñeca rusa”.
Seguidamente, los acordes de “Los fantasmas del Roxy” como base de la
presentación de los músicos. Serrat apela a un largo y ameno monólogo: “Por
lo general el vocalista de la orquesta, en este caso un servidor de ustedes,
acostumbra a presentar a los componentes de la banda cuando el espectáculo
está próximo a finalizar, forma parte de alguna manera de la trama, yo no
quiero esperar. No es que… La verdad no es que tenga dudas acerca de
terminar el espectáculo, lo he conseguido siempre, a lo largo de muchos años,
no creo que hoy vaya a cambiar; pero, saben, por si acaso, ¿no? por lo que
puta pudiera, ¿no? Uno a medida que avanzan… yo me entrego y la
conmoción y el cariño del público, la borrachera de los aplausos… que, en fin,
que se me puede ir el santo al cielo; aunque la verdad es que no creo; no, no
creo que se me vaya el santo a ningún lado: hace años que se me fue el
santo. La verdad es que no lo echo de menos tampoco; es otra vida, distinta…
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Gira “Versos en la boca”
sin santo. O sea que no sé pa’ qué mierda lo celebro. Y, también, yo quiero
presentar a los compañeros pronto, porque en esta vida es bueno que todo el
mundo sepa con quién está pasando la noche o, como mínimo, cómo se
llama. O sea, respetable y estimado e imprescindible público, es para mi un
honor y privilegio compartir este escenario con…” Los aplausos para los
músicos fueron sostenidos y fervorosos; pero Ricard Miralles, como era de
suponer, se llevó el mayor estruendo.
Fue un set musical que alcanzó grandes momentos de emotividad, tanto por
los temas escogidos como por la interpretación de Serrat, quien entregó una
de las más sentidas interpretaciones de la noche en “Defensa de la alegría”:
Alguien del público le grita “genio, hace años que lo digo”; otro, “vamos,
maestro, vamos”; y luego el tan repetido “grande, Nano”... “Un gusto…
desahóguense. Todo lo que sea para bien de la salud, vale. Es muy
importante, no somos nada sin salud, con salud a veces tampoco. La “Cançó
del Lladre”, es la que sigue. “Canción del ladrón”. Es una canción popular
catalana de siglo XVIII, que los estudiosos agrupan dentro del conjunto
conocido como canciones de bandoleros. Todas, más o menos, a caballo entre
finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Todo esto se lo cuento porque
este concierto aspira a ser algo cultural ¿no? Algo que pueda contar cuando
salgan de aquí ¿no? Pues cantó una canción popular catalana del siglo XVIII.
Eso da dique, entienden. Es curioso ¿no? que hubiera tantos bandoleros en el
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Gira “Versos en la boca”
Y llegaron los bises: “Pueblo blanco” (esta vez, nadie cortó el clima final de
la canción, como ocurriera un par de días antes); “Lucía”, “Penélope”. Serrat
se retira del escenario para el repetido juego de la demanda: la gente de pie,
aplaudiendo y vivando durante un par de minutos, lo trae para que, a solas
con su guitarra, termine la noche con “Aquellas pequeñas cosas”.
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Gira “Versos en la boca”
La clásica butaca de la fila cinco al medio desde hace diez años, y qué lejos
quedaron los tiempos estudiantiles rebeldes en que el dinero solamente me
permitía sacar ese ticket barato donde podía ver a Joan desde muy lejos, pero
sentirlo tan cerca... aunque las ubicaciones cambien, la sensación es la
misma, pero he de confesar que los leales, los de siempre, están en las
gradas de atrás, en las que están más lejos, los que siempre saben sus letras
de memoria, los que nunca aplauden antes que termine una canción, los más
ingeniosos para decirle algo a los gritos, los que más gritan “nooo” cuando el
Nano canta “Fiesta”, los que más aplauden ó silban cuando se habla del norte,
en fin su gente, ellos nunca faltan... “esta noche voy a ver a Serrat”.
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Gira “Versos en la boca”
El concierto discurre con “Muñeca rusa”, “Los fantasmas del Roxy”, y una
deliciosa presentación de sus músicos -“Y por lo general, el vocalista de la
orquesta, es decir yo en este caso, acostumbra a presentar a los
componentes de la banda, es decir estos caballeros, cuando el espectáculo
está por finalizar, forma parte dijéramos de la traca final... yo prefiero no
esperar. No porque tenga desconfianza a mis posibilidades de llegar al final
del espectáculo, ni porque tema en la huida del público, mas bien se trata que
yo no quisiera que a medida que avanza la fiesta, pues yo envuelto en los
vapores de su cariño, ebrio de los aplausos del público, se me fuera el santo
al cielo. Aunque la verdad en mi caso, es difícil... digamos que es difícil que
mi santo se vaya a ningún lado. En verdad no sé por qué lo celebro el
veinticuatro de julio, ni por qué siempre lo tengo que celebrar, debido a que
él y yo hace muchos años disfrutamos de nuestras ausencias, pero en fin, es
una expresión. Y luego por otra parte también, debido al respeto que les
tengo, quisiera aclarar que en esta vida siempre es bueno saber con quien
uno esta pasando la noche, o como mínimo saber como se llama...”
Los nombra uno a uno y todos los aplausos todos, son para el maestro
Miralles. “Señor de la noche” es su próximo tema y vuelve a aparecer ese
problema de sonido del principio a mitad de la canción, cosa que motivó a
Serrat una vez finalizada la canción dirigirse a un ayudante de escenario no
con cara de buenos amigos. Reponiéndose recuerda a los poetas que
musicalizo para entonar “Llanto y coplas”, pero nuevamente tiene problemas
con el sonido. Muy molesto, el Nano se dirige hacia otro técnico de escenario
antes de proseguir con una versión renovada de “Defensa de la alegría”, “Los
Recuerdos” y nuevamente los problemas en el sonido, en ese momento
recurre a todo su profesionalismo termina la canción, toma su guitarra como
para tratar de reponerse y nos regala una versión de “De cuando estuve loco”
con un registro de voz mayor al que iba realizando, y una cadencia distinta a
la placa.
Explica de una manera muy rica y graciosa su próximo tema “La cançó del
lladre” y no vuelve a hablar en el resto del concierto para lograr la mayor
concentración posible después de los problemas y nos ataca
interrumpidamente con “Mediterráneo”, “Es caprichoso el azar”, “Disculpe el
señor”, “La mala racha”, “Dondequiera que estés”, una versión renovada de
“Hoy puede ser un gran día”, “Qué sería de mí” y “Fiesta”... a esta altura los
problemas de los primeros temas habían quedado muy atrás y estábamos
todos al borde del paroxismo. Es tiempo del bis, el público lo reclamaba al
grito de “otra, otra” y “ole, ole, ole, Nano, Nano”, y nos devuelve el reclamo
con “Sin piedad” y “Cantares”... en este último tema observé algo que me
estremeció muchísimo, una señora mayor de setenta años, con lágrimas en
los ojos, recitando “caminante son tus huellas el camino...”, ya con esto me
sentía más que satisfecho, era esa imagen del Nano y la señora desconocida
vibrando con esa canción. Pero siempre hay más, Serrat volvió nuevamente al
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Gira “Versos en la boca”
escenario con “Pueblo blanco”, para irse y ante un público que lo seguíamos
reclamando nos brindó “Lucía”, como antes, con Miralles y Serrat apoyado en
el piano.
Y cómo no habría de hacerlo, si hace más de tres años que esperaba este
momento...
Todo empezó con la “Bendita Música” que Ricard emanaba desde su piano
mientras el Nano deletreaba las notas con su voz.
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Gira “Versos en la boca”
Cuando se... acaba la “Fiesta” nos quedamos con ganas de más y así llegan
“Lucía”, “Pueblo Blanco”, para terminar en un coro de 6.000 voces con
“Aquellas pequeñas cosas”.
MENDOZA ES DE SERRAT
El comienzo del recital se produce con el escenario a oscuras y unas tiras de
colores que se van transformando, primero azul, luego rojo. La banda realiza
una larga introducción del tema “Bendita música” y en el preciso instante en
que comienza la letra, ingresa a escena Joan Manuel, que para la ocasión
vestía remera oscura, pantalón al tono y saco gris. Desde los primeros
acordes de su voz se denota un cansancio que no le permite desarrollar los
tonos a gusto, pero es mucha la voluntad que pone y el énfasis que se
disimula un poco.
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Gira “Versos en la boca”
A esta hora no podíamos dejar ir a Serrat, por lo que por más que se
despidió, lo hicimos volver para que nos dejase “Sin piedad”. El Nano trató
con “Cantares” hacer un nuevo intento de despedirse, pero no lo dejamos.
Aplaudimos tanto y pedimos por otra, que volvió con “Lucía”, saludó y se fue.
Como somos muy exigentes, y como sabemos que del artista obtendremos
lo mejor, gritamos por la última y como si fuese un deseo pedido al mago de
la lámpara mágica nos regaló “Penélope” y “Aquellas pequeñas cosas”.
Ambos sabíamos que llegaba el inevitable final, por eso miré al cielo y
agradecí a Dios la posibilidad de estar en esta magnifica noche junto a Joan
Manuel Serrat.
Tan solo fueron cinco minutos, ya que estaba por salir, pero se me
cumplieron dos sueños en un mismo día: conocerlo personalmente y
escucharlo cantar en mi provincia.
SERRAT EN CÓRDOBA:
CRÓNICA DE UNA NOCHE DE VERANO
El lugar.
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Gira “Versos en la boca”
La espera.
Veo apenas cinco personas esperando algún contacto con Serrat. Tres
señoras mayores, pacientemente sentadas en sillones. Dos muchachas
jóvenes, con libros y papeles. Me agrego yo, con mi libro de canciones, mi
cámara fotográfica y la carátula de un long play, año 1969.
Primero con las tres señoras mayores, que le hablan en catalán. Él sonríe,
las escucha, responde breve, y las abraza largamente a cada una.
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Gira “Versos en la boca”
Son las 19:35, hora de subir al automóvil que lo lleva al estadio; los
aplausos surgen espontáneos.
El recital.
Con unos minutos de demora (22:15) aparecieron los músicos, y luego él.
La ovación inicial nos emocionó; y cuando fue acallando, y los músicos
encararon los acordes que presagian primera estrofa, un grito femenino
atravesó todo el estadio: ¡¡¡¡¡¡¡ Te amoooooooooo !!!!!!!
Dos horas de una hermosa comunión con 10.000 personas que, cantaron
las conocidas y murmuraron las del último disco. Acompañaron cada gesto y
cada guiño, y humedecieron sus ojos con la canción que más les gusta...
Dos bises y salieron del escenario. Ovación. Dos más y salieron. Ovación.
Una más, con Miralles al piano, y salieron. Ovación más fuerte.
Lentamente salimos del estadio, con la piel y el alma sensibles, las palmas
enrojecidas, y sonriendo a quienes como nosotros, buscaban volver a casa.
INIGUALABLE MAGO DE OZ
La noche presagiaba dimensiones mitológicas, y Joan Manuel Serrat no
defraudó a las expectativas cordobesas, desplegando sobre un estadio que
ostentaba más de 10.000 personas “los sueños que forja en su andar tan
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Gira “Versos en la boca”
Pero hubo momentos épicos. Cuando Serrat cantó "Los recuerdos suelen
contarte mentiras...", el titiritero mostró su verdadero rostro, este magnífico
Mago de Oz dejó caer su careta, y confesó jugar con los recuerdos y
emociones de su público. Pero a renglón seguido hizo estallar el estadio
‘Chateau Carreras’ de Córdoba con los primeros acordes de “Penélope”. No
abdicaba de su labor mesiánica. Siguió jugando con nuestras emociones.
Esa noche de concierto a cielo y corazón abierto fue más que un ‘lujo para
el alma y el oído’, fue una liturgia de emociones sucedidas en forma de
canciones. Allí, la música y Serrat eran sólo la forma, eran sólo el cauce del
arte. Casi como una excusa para sentirse vivos, terriblemente aferrados a
esta existencia.
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Gira “Versos en la boca”
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Gira “Versos en la boca”
“No hago otra cosa que pensar en ti” y “Muñeca rusa” habilitaron el segundo
descanso, para las presentaciones: “Por lo general, por lo que uno tiene visto,
el vocalista de la orquesta -es decir yo en este caso- acostumbra a presentar
a los componentes de la banda -o sea estos caballeros- cuando el espectáculo
está próximo a finalizar. No se preocupen, este no es el caso. Yo prefiero
anticiparme. No porque tenga la menor duda de que el espectáculo va a llegar
brillantemente a su fin, sino más bien, porque... miren, yo soy de los que
creen que lo que está hecho, está hecho y no quisiera olvidarme de algo tan
importante como es presentar a mis compañeros. Es que a medida que esto
va avanzando, pues... uno, ¡qué quieren que les diga!, se va perdiendo en los
vapores de su cariño, en la borrachera de los aplausos... Bien pudiera ser que
se me fuera el santo al cielo. Aunque la verdad, a mí, el santo es difícil que se
me vaya a ningún la’o, porque hace mucho tiempo que no sé dónde lo perdí.
Y no obstante, quisiera decirles que esto lo hago, sobre todo, por una cuestión
de respeto, a Uds., porque siempre es bueno saber con quién está uno
pasando la noche, o como mínimo, saber como se llama”. Dicho esto, el clima
fue de absoluta intimidad.
Los acordes del piano del maestro Miralles -a quien calificara como quien los
sometía a un estricto control de calidad- nos llevaron hacia “Los fantasmas del
Roxy”.
Hizo aquí la mejor defensa de la alegría que he visto. Cantó con alma y
vida. Todo su cuerpo parecía apostar a esa defensa. Sumamente expresivo,
sus manos y su rostro especialmente, fueron la muestra cabal de lo que
estaba diciendo. Inmejorablemente apoyado por sus músicos y las columnas
luminosas.
Una escapada fuera del escenario (¿) permitió el deleite del grupo de
guitarra, saxo, batería, bajo y piano que lo acompaña y regresó anunciando
que cantaría en Catalán “Canción del Ladrón”. “Es una canción tradicional del
siglo XVIII y no quisiera que vayáis a pensar que narra una historia
contemporánea. Resulta que esta canción forma parte de todo un legado de
canciones que los musicólogos aglutinan en lo que llaman “Canciones de
bandoleros” todas ellas aparecidas a caballo de los Siglos XVIII y XIX. Parece
ser que era una época muy abundante del negocio del bandolerismo. Sí...,
ahora también..., está bien. Esto va con el ser humano -dijera Borges-. Pero
hay diferencias mire Ud., hay diferencias. Porque a los bandoleros del Siglo
XVIII el pueblo les escribía canciones, ahora como mucho les escriben
pintadas en las paredes. Y hay otra diferencia muy sustancial, que es que los
bandoleros del Siglo XVIII eran gente delicada, que tenían el buen gusto de
asaltar y desvalijar a la gente con la cara tapada, cosa que actualmente no
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Gira “Versos en la boca”
A esta altura parecía que “el maestro” había llegado al momento mejor,
pues casi sin interrupción alguna (salvo otra escapada fuera del escenario)
nos entregó “Mediterráneo”, “Es caprichoso el azar”, “Disculpe el señor”, “La
mala racha” (con coros de Paco García y de David Palau), “Dondequiera que
estés” -yo recordé a mi amiga Alicia-, “Hoy puede ser un gran día”, “Qué sería
de mí” (con solos de violín y bajo) y, como siempre, para marcar el final:
“Fiesta”.
Nadie iba a permitir que se fuera. Los osados de siempre que se arrimaron
al escenario le arrojaban vestimentas (abrigos, chalinas, etc.) y tomando
algunas para devolverlas inmediatamente a sus dueños, dijo “Hay que asumir
que uno se está poniendo viejo, antes me tiraban ropa interior”. Como por
arte de magia aparecieron una bombacha -con un mensaje escrito en ella que
leyó y contestó riendo con complicidad con un “yo también”- y un corpiño -
respecto al cual comentó al devolverlo “linda talla”-. Y pretendiendo finalizar
llegó “Sin piedad”. El bis insistente y el cerrado aplauso nos lo devolvieron,
con “Pueblo blanco” y “Lucía”.
Dos ingresos más ante un público que pese al frío de la noche no se iba,
nos permitió oírlo en “El cigarrito” y “para que la cosa no quede renga con una
canción chilena... voy a hacer para ustedes “El último organito”.
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Gira “Versos en la boca”
Los parlamentos que realizó fueron casi los mismos que ha hecho en otros
lugares, excepto por las palabras de elogio hacia la murga que actuó como
telonera, abriendo el acto, cosa que incluyo entre las variantes que tuvo la
función de Montevideo.
Coincido con otros amigos que antes que yo presenciaron el show, en que
las canciones cantadas con más fuerza fueron “Defensa de la alegría” y “Hoy
puede ser un gran día”. Del nuevo álbum, “De cuando estuve loco” y “Los
recuerdos” marcaron puntos altos.
Los bises fueron los mismos, ya reseñados por otros cronistas, algunos
cantados por el público. El Maestro recogió innumerables objetos (en su
mayoría cartas) que la gente iba dejando en el borde del escenario.
Ya saliendo me pareció que las estrellas de la Cruz del Sur titilaban de otra
manera, distinta a las demás estrellas del cielo. Desde ahora, cuando la mire,
recordaré que como durante miles de años guió a los hombres y mujeres de
este lado del mundo, desde hoy me devolverá a esta mágica noche.
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Gira “Versos en la boca”
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Gira “Versos en la boca”
Los aplausos, los gritos con todo tipo de propuestas desde la parte
femenina del público, los silbidos, los clásicos coritos hacen que vuelva, pero
esta vez solo con Miralles, para cantarnos la hermosa “Lucía” de parado con
una mano sobre el piano. Ahora sí, parece que todo termina.
Nosotros volvemos a aplaudir a rabiar, hasta que sale, agradece, llama a los
músicos y juntos nos dedican otra hermosa versión, esta vez de “Pueblo
blanco”, largamente aplaudida por todos, al comienzo y al final de cada
estrofa.
ENCANTADOR DE URUGUAYOS
Tomo como propias las palabras que encabezaron una crónica del diario El
País de Montevideo en una visita anterior del cantautor porque creo define
con precisión el vínculo casi mágico que existe entre Joan Manuel y los
uruguayos.
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Gira “Versos en la boca”
MUÑECA RUSA
Voy a incurrir en un lugar común: cuando una va a ver a Serrat, va
acompañada de todas las que fue, las dieciséis o dieciocho, tal vez veinte
veces anteriores. Desde la estudiante con acné que tampoco se sentía
extranjera en ningún lugar, a la casada y mayor de edad que hacía
malabarismos para acomodar horarios, papillas, y hacerle sitio al concierto.
Mientras la gente sigue entrando pasan por el recuerdo aquellos trajes de
terciopelo lila o las camisas con arabescos estampados de un lado solo que
lucía ese con quién sueña su hija, ese ladrón que os desvalija.
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Gira “Versos en la boca”
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Gira “Versos en la boca”
Pero llegando al día que aquí nos ocupa, fue el último de una semana que a
los porteños nos hizo sentir en el mismísimo “infierno” (¡como si ya
tuviéramos poco!). La sensación térmica llegó a los 44º C (creo que 42º C a la
21:00 horas), haciendo transpirar hasta al más friolento. Se buscaban con
desesperación ambientes con aire acondicionado, litros de cualquier líquido
que ayudara a calmar la sed y el calor, y al momento de salir de nuestras
casas, trabajos o donde estuviéramos para ir a disfrutar de esa “Bendita
música”, el consuelo era pensar que en el teatro iba a haber aire
acondicionado, lo que nos iba a permitir disfrutar totalmente de esos
“Cantares” que tanto nos maravillan. ¡Pero no!, el aire del teatro no
funcionaba, no alcanzaba o lo apagaron, con lo cual si bien OBVIAMENTE el
disfrute fue ABSOLUTO (siempre lo es), el calor también lo fue. Si hasta el
Nano cambió su atuendo después de un rato: la camisa negra de mangas
largas con la que salió al escenario, y que fue arremangada por su portador
en un primer intento de mitigar las altas temperaturas, fue reemplazada en
seguida por una remera de igual color pero con mangas cortas. ¡Y hasta
amenazó con quedar en musculosa!, a lo que una voz femenina perdida entre
la multitud contestó “¡Sacáte todo!” (ja, ja, ja).
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Gira “Versos en la boca”
“Cantares”, “Llanto y coplas”, “Canción del ladrón”, “Los fantasmas del Roxy”,
“Defender la alegría”, “Disculpe el señor”, “Hoy puede ser un gran día” (juro que
lo fue), “Fiesta” (qué rápido llega el principio del fin!), “Pueblo Blanco”,
“Lucía”, “Aquellas pequeñas cosas”... Estos últimos como “bises”, y luego del
conocido ritual de “olé, olé, olé, olé, Nano, Nano...”, o “una más y no jodemos
más” (que en realidad es una mentira, porque querríamos miles más), o “el
Nano no se va, el Nano no se va...”, y aplausos a rabiar, y ganas de que no
termine, y la sensación de que falta mucho para la próxima, y las ganas de
eternizar esas dos horas y pico, que se suman al bagaje de momentos
inolvidables que tantas veces no hizo vivir.
Demás está decir que el gran “Juanito” estuvo brillante: con la voz
impecable, la calidez de siempre, la ternura habitual y esa complicidad a las
que nos tiene acostumbrados. A pesar del calor sofocante.
Pero “todo pasa y todo queda”. Pasó, y habrá que esperar nuevamente con
ansias un nuevo CD, una nueva visita porque sí, para compartir, nuevas
noticias y otro recital cargado de emociones. Y también quedó. Quedó en el
alma, y las retinas, y la piel, y los corazones de los que tanto disfrutamos
cuando “vamos a ver a Serrat”.
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Gira “Versos en la boca”
arrancó la primera gran ovación, “Hoy puede ser un gran día”, “Disculpe el
señor”, “Qué sería de mí”, “Los recuerdos”, “Muñeca rusa”, y sobre todo los
clásicos como “Cantares”.
UN ABRAZO-SALVAVIDAS
Primero: es un dato de la realidad que estamos en el Titanic.
Y frente a esa realidad, el Nano salió a escena a las 22.00 del domingo 2 de
febrero en el Gran Rex. Fueron cinco o seis minutos de aplausos cerrados, con
el público de pie, sin palabras. Él con los brazos abiertos, recibiendo y dando
su abrazo, a modo de tibio salvavidas para el alma. Fue, así, de abrazo en
abrazo desgranando las primeras canciones y vino el comentario, el de la
lluviosa noche que nos convocaba en el teatro a la que precedieron días de 40
y 44 grados de sensación térmica en Buenos Aires.
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Gira “Versos en la boca”
Justo esta noche, justo este día, San Pedro descargó una torrencial lluvia
sobre la ciudad y a Serrat se le ocurrió decir...“nos han caga’o la fiesta...,
pero va bien, va bien...” A bordo del Titanic, hundiéndonos y mojados, la
cuestión es que aquí estamos. Y de verdad, va todo bien. Porque Serrat se
subió voluntariamente a este barco y ha elegido seguir, si se quiere e In
memoriam, el heroico ejemplo de los miembros de la orquesta. Y la orquesta
y su voz, sonaron como nunca.
Con la humildad que sólo tienen los grandes, el Nano se inclinó a recoger
las bolsas con regalos que el público puso a sus pies. Una mujer de unos
setenta y cinco años luchó hasta donde pudo por alcanzarle la bandera
catalana. No pudo. Pero se quedó ahí, de rodillas casi junto al escenario. Me
sorprendí a mí misma haciendo llegar desde la segunda fila mi voz sobre el
final de “Lucía” ("y tu sombra aún se acuesta en mi cama con la oscuridad...
entre mi almohada y mi soledad...") fuerte y clara “yo te acompaño, amor”,
provocando su risa.
¡Qué nos van a cagar la fiesta, Nano! La sala estaba inundada de amor, de
un soberano amor de ida y vuelta, de una felicidad profunda, auténtica,
rotunda; de ese abrazo tibio que funcionó a modo de salvavidas para cada
uno. La sala estaba repleta –al punto que no cabía un alfiler- de gente
aprendiendo a nadar. Si hasta David Palau emanaba felicidad con nada nota
que arrancaba de las cuerdas y no paró de sonreír de comienzo a fin. Si hasta
Serrat tocó solito su guitarra para cantar a medias con el público “Aquellas
pequeñas cosas”. Si se fue, volvió, se volvió a ir, volvió a venir, en un vaivén
emocionante. Qué nos van a cagar la fiesta...
Todo el público de pie para aplaudir, todos los que pudieron: arrodillados en
los pasillos entre las butacas, como en oración, para escuchar, para verlo un
centímetro más de cerca. Los había de setenta... pero también de quince.
Estoy segura que eso es lo que agradeció silenciosamente, a brazos abiertos,
con luces encendidas, mirando hacia arriba, donde los chicos se negaban a
moverse de sus sitios. “Una más y no jodemos más”. Él y nosotros sabíamos
que era mentira. Absolutamente mentira. Son treinta años escuchando lo
mismo en el mismo lugar. Nos hemos visto mutuamente crecer, sufrir, ser
felices, volvernos grandes. Ya no podemos engañarnos. Vimos como se
llevaron su guitarra. Pero aún seguimos reclamando. Vinieron los músicos por
sus instrumentos: señal de que ya no volvería. Sin embargo, a capelas, en
una respetuosa e inusual despedida, con la emoción a flor de piel, el público
solito cantó “La saeta”, de principio a fin, mientras los músicos emocionados
tiraban besos desde el escenario.
Con ese salvavidas para el alma, salimos a la calle y, aunque no sea parte
del recital, la fiesta continuó en los bares y pizzerías cercanas al teatro...
hasta que, poco a poco, salvavidas puesto, cada uno salió a su mar.
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Gira “Versos en la boca”
RECUERDOS LIMPIOS
DE NOSTALGIA
Al llegar a Santiago, Serrat señaló que no le interesaba cantar siempre las
mismas canciones. Se trata de que lo natural y sano en un artista es seguir
creciendo y en este caso, seguir escribiendo nuevas historias. Esto, que para
muchos nostálgicos no suena tan bien, es precisamente lo que ha dado
consistencia y ha hecho novedoso el trabajo del cantautor. Siempre hay una
discusión en torno a que las nuevas canciones de Serrat no han alcanzado la
inspiración de las de su primera época. Sin embargo, el concierto de esta
noche ha dejado claro que el talento y la perduración en el tiempo pasan por
relacionar el pasado, los recuerdos, con el presente.
Un segundo detalle consiste en ver en escena por primera vez, desde aquel
regreso, al maestro Miralles junto a Serrat.
A esa altura llegaron “Los Recuerdos” que limpios de nostalgia no sólo nos
conectan con la gran obra de Serrat sino también con las vidas de quienes
escuchábamos la canción.
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Gira “Versos en la boca”
Hay que consignar que Serrat se mostró en todo momento muy cercano y
con mucho sentido del humor. Es la demostración de una opción, la opción de
seguir apostando a pesar de tener tras de sí una gran obra en la que podría
descansar. Más bien siempre hay una apuesta, una apuesta en donde el
riesgo consiste en no dejarse atrapar por la solemnidad de una arquitectura
ya terminada. A esta arquitectura se le van agregando piezas, al continuar el
armado “nadie es perfecto”, se tiene una “utopía” llena de “sombras” y hay
también prestos a salir “versos en la boca”.
UN REENCUENTRO NECESARIO
Luego de más de dos años de ausencia, el cantautor catalán se reencontró con
el público chileno en un único concierto en el que presentó su nueva producción
"Versos en la Boca".
Mi hija Javiera, tiene doce años. Nació cuatro meses antes que Serrat
volviera nuevamente a Chile, después de diecisiete años de ausencia forzada.
Ella creció escuchando sus canciones y, casi sin quererlo, aprendió muchas de
sus letras y hoy las tararea conmigo. Hace algún tiempo me pidió que si
Serrat venía Chile, ella quería acompañarme. -Es un trato- le dije en ese
momento. Hoy cuando vamos juntos en el bus camino al estadio, pienso en
todas las barreras generacionales que ha superado este catalán. Le gustó a mi
padre y ahora, mi hija me acompaña al recital. Quizás mis nietos, si es que
los tengo, también lo escuchen, al menos, como un querido recuerdo de
familia.
Javiera sabe que debemos escribir una crónica, así que lleva una libreta en
la que anotará todas las cosas que parezcan interesantes. En el bus le cuento
nuevamente la historia tan conocida. Era el mes de septiembre del año 1988
y se había convocado a una multitudinaria manifestación de los adherentes
del NO, para el plebiscito del 5 de Octubre, ese que decidiría la suerte de
nuestro país. El invitado estelar para esa concentración era Joan Manuel
Serrat. Todos pensábamos que por la incipiente apertura que se producía en
ese tiempo, Serrat al fin podría ingresar a nuestro país. No fue así, con
lágrimas de emoción escuchamos su mensaje grabado desde el avión. Un
mensaje de solidaridad y amor por nuestro pueblo y por la causa de la
196
Gira “Versos en la boca”
Fue un ambiente de fiesta en el que no faltaron los regalos del público que
se acercó espontáneamente al escenario. Ante la insistencia de los asistentes,
Serrat, debió abrirlos en el mismo lugar. Destacaron un juego de ajedrez de
mármol y un típico poncho chileno. También fue un ambiente de intimidad y
de romance, especialmente cuando interpretó “Lucía”, “Dondequiera que estés”
y las canciones de su nuevo disco, “Qué sería de mí” y “Es caprichoso el azar”.
Serrat dejaba en este país a una nueva admiradora de doce años y a sus
viejos seguidores con una permanente sensación de pérdida. Es que Serrat en
Chile, nunca es suficiente. No hay que olvidar que nos deben diecisiete años
de ausencia.
NOCHE DE EMOCIONES
EN SANTIAGO
Salimos con Claudia, mi mujer, ansiosos rumbo al Court Central del Estadio
Nacional. Dos años han pasado desde la última visita de Joan Manuel, aquella
en la que jugó sobre este mismo escenario con su alter ego Tarrés y nos
entregó una actuación maravillosa.
El Court, repleto con seis mil personas, recibe con una ovación al maestro,
que luego de una breve introducción de sus músicos aparece desde un
costado de la sobria escenografía, en riguroso negro y chaqueta gris. Desde
197
Gira “Versos en la boca”
Abre con dos temas de "Versos en la boca" para luego intercalar sus nuevas
composiciones con otras de las antiguas, que como él mismo señaló a su
llegada a Santiago "se hilvanan bien en la temática". Así, nos interpreta
“Defensa de la alegría”, “Dondequiera que estés”, “No hago otra cosa que pensar
en ti”, (en la que aprovecho para besar a mi mujer; es nuestra canción,
digámoslo) “Penélope”, y las infaltables “Mediterráneo” y “Cantares”, en las
que se da el gusto del karaoke masivo.
Después del primer bis vuelve para sellar el momento más emotivo de la
noche: canta “El Cigarrito” de Víctor Jara, un verdadero himno chileno, con el
Court iluminado por un centenar de antorchas.
VERSOS DE UNA
NOCHE DE VERANO
Por más que me apuré en comprar las entradas, no logré la ansiada primera
fila que quería Natalia, mi mujer, así que a soportar sus regaños por la quinta
o sexta fila que nos tocó, y como la "mala racha" nos acompaña en estos
casos. Mi mujer es una "loca bajita", siempre hay cabezas que no dejan ver.
En fin...
198
Gira “Versos en la boca”
Los acordes de “Los fantasmas del Roxy” sirven de pie para presentar a los
músicos. Es aquí donde volvemos a agradecer el regreso de Miralles por la
frescura que logra imprimirle a cada tema. En estos momentos se hacen más
frecuentes unas carcajadas justo detrás de mí. Son de una señora de edad
que no deja de disfrutar con los diálogos y las ocurrencias poéticas de Serrat.
A las 22:30 Serrat nos cuenta “De cuando estuve loco”, para luego
interpretar entre todos ese clásico “Mediterráneo”. Luego de este tema un
pequeño percance, el micrófono no funciona, cosa que Serrat supera con
humor para luego explicar esa fantasía que tenía de joven de comenzar una
canción y dejar cantando al público mientras él se marcha al bar. Algo de eso
ocurre con los temas clásicos, que son coreados de punta a cabo, mientras el
se deja complacer.
“Hoy puede ser un gran día” es seguido por el íntimo “Dondequiera que
estés”, que nos sirve de excusa a los presentes para apretarnos y regalonear
a nuestras parejas.
“Fiesta”, a las 23:24 nos indica que el espectáculo se acerca a su fin, pero
nadie se mueve, son las 23:24 y el público quiere más, la viejecita de detrás
199
Gira “Versos en la boca”
Agradece, se retira, las luces del Court se encienden, pero nadie se mueve,
Serrat vuelve finalmente con su guitarra para cantar “Aquellas pequeñas
cosas”, con lo cual se cierra definitivamente el concierto. Como siempre, con
gusto a poco, son pasadas las 24:00 horas y el recital de más de dos horas
parece que hubiera durado un instante a pesar del recorrido por 25 canciones
del catalán. Un pequeño instante en las vidas de cada uno de los presentes en
que las emociones, la poesía, lo humano y divino se fundieron en una sola
hoguera, una sola luz que inundó la noche de Santiago.
UN CATALÁN EN LIMA
Esta era una noche muy especial, después de siete años interminables,
volvía el Nano a tierras peruanas, el motivo principal según sus propias
palabras fue el tener como opositores a los mismos gobernantes que de
alguna manera habían impedido en este tiempo el que los peruanos
pudiéramos gozar de su presencia. Ahora que gobierna una democracia
pudimos nuevamente gozar de sus versos y su música.
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Gira “Versos en la boca”
Continuó con “No hago otra cosa que pensar en ti” y “Muñeca rusa”. Se sentó
en su taburete y comenzó a contar que una de sus grandes pasiones es
musicalizar versos y tuvo la osadía de hacerlo con grandes poetas como
Antonio Machado… (aplausos), Mario Benedetti… (aplausos), Miguel
Hernández… (aplausos)… bueno si seguimos así nos podríamos pasar toda la
noche… (risas), a continuación nos deleitó con “Llanto y coplas” de Antonio
Machado y “Defender la alegría” de Mario Benedetti.
Acto seguido el público volvió a aplaudir con una ovación cerrada con la
melodía de “Penélope”, luego siguieron “Qué sería de mí", "Hoy puede ser un
gran día”.
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Gira “Versos en la boca”
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Gira “Versos en la boca”
sala, así como también los ojos, las manos y los corazones de cada uno de los
amigos -incluso los de Serrat y sus músicos-, hasta convertirse en el aire
común que todos a una respiraban. Entonces, y sólo en aquellos precisos
instantes, al hilo de cada poema, como junto al caprichoso compás del azar,
fue emergiendo sin querer esa otra verdad, donde quiera que ella esté, frágil,
vulnerable y limpia, para deslizarse hacia lo más profundo de cada uno de los
presentes. Parecía como que si todos hubiesen dado un paso hacia atrás y
volvieran a tocar la roca abrupta del misterio; como si, de repente, lo
absoluto estuviera ahí, en la pared, en el silencio, en cada uno y en todos,
radiante en su esplendor, en su eternidad, en su verdad por fin y para
siempre revelada... Sí, el artista, en su original singularidad, había estado
realizando lo suyo: poner de manifiesto la desnuda belleza intrínseca de la
más simple, silenciosa e inaprensible verdad, para aprender a verla, a
gozarla, a vivirla y a comunicarla, hasta llegar a alegrarse con ella incluso
cuando lo evocado fuera algo triste, banal o cruel. Sus cómplices, entre tanto,
se fueron encontrando con aquello que el poeta había instaurado: que las
mujeres y los hombres pueden habitar este país, complejo y plural -
seguramente como todos-, y también el mundo, como poetas.
Aquella noche se amó sin mentir y, entre bises y aplausos, Serrat concluyó
con un solo de piano, y un nudo en la garganta, la más bella historia de amor.
Sí, la poesía logró al fin cantar, en Lima, lo que la razón, en estos difíciles y
largos años de ausencia, fue sólo capaz de balbucear o simplemente de callar;
y al salir los amigos, con miradas cariñosas por el regalo recibido, se
detuvieron por algunos segundos frente al cielo abierto y ante una luna llena
que arañaba el mar… Mientras un rumor suave se iba apagando, en los
rincones de la ciudad, tal vez junto a una almohada, resonaban aún las voces
agradecidas al poeta y al amigo que nunca quiso ser trascendente.
P.D.: Han pasado varios meses desde aquella noche mágica; pero los
testigos, ahora felices y en paz consigo mismos, comentan que guardan en su
memoria, con mucho cuidado y esmero, cada uno de los detalles que vivieron
aquél 11 de febrero, pues ellos saben muy bien que el lenguaje es la casa de
todos, que en la vida existen esas horas bajas de existencia con mal de
amores y algo de mala racha, pero que al ser humano no le basta
simplemente con lo posible. Además, entre ellos susurran que prefieren estar
advertidos del riesgo que siempre acecha al existir humano: que otra vez se
decidan a atacar con su razón los cuerdos; los tramontanos, altivos y
vanidosos cuerdos... Y sospecho, junto con Serrat, que entre esos tipos y los
testigos hay algo personal.
203
Gira “Versos en la boca”
PROBLEMA
Haciendo literatura fácil se podría pensar que el mal tiempo (lluvia, frío,
mucha humedad), cosa rara en Alicante, presagiaba que las cosas iban a ser
más bien grises. En cualquier caso, así fue, sobre todo durante los primeros
cuarenta y cinco minutos. Un Serrat desangelado, con la voz muy mermada,
incómodo, inseguro (incluso en sus parlamentos y en sus chistes, cosa
asombrosa), que no paraba de meterse entre bambalinas a imprecar
(supongo, por lo que adiviné a entrever) a los técnicos de sonido.
Comentando las canciones, les diré que yo también echo de menos un poco
más de riesgo en el repertorio. Lleva desde hace mucho tiempo las mismas
“de las de siempre”, y los recitales así se hacen muy previsibles. En cuanto a
las nuevas, funcionaron las que funcionan en el disco: “De cuando estuve
loco”, “Qué sería de mí”, “La bella y el Metro”, “Es caprichoso el azar”, “Los
recuerdos” y “Señor de la noche”. Me resultó significativo que se olvidara de
“Así en la guerra como en los celos”, “Sin piedad” y “África”. ¿Se habrá dado
cuenta ya de lo flojitas que son? A la que no renuncia es a “La mala racha”,
que no cuaja pese a los esfuerzos de Palau en los coros (me gustó mucho
este guitarrista y el coraje que le ponía a todos los temas). También dejó
guardada “Muñeca rusa”, que me gusta bastante.
204
Gira “Versos en la boca”
Les dejo el orden del recital y espero impaciente que llegue la noche para
asistir al segundo de los conciertos previstos y ver si los problemas se han
solventado. Conociendo a Serrat, imagino que anoche más de uno se llevó un
broncazo, porque sé que él se dio cuenta que no estuvo nada bien el
espectáculo. Yo, como lo quiero tanto y sé lo que se sufre en un escenario
cuando las cosas no marchan, no conseguí relajarme ni disfrutar en todo el
concierto. Ay.
RESUELTO
Así sí. Tal como imaginaba, Serrat había arreglado los problemas de sonido
de ayer y el concierto de hoy fue casi como siempre. Aunque la voz no estaba
redonda, se escuchaba mucho mejor y la banda sonó con más contundencia,
con lo que las canciones que ayer me parecía que habían perdido gas, hoy
sonaron con la fuerza habitual y el plus de los preciosos arreglos de Miralles.
Otro momento colosal fue “Elegía”, donde Serrat echó el resto y nos
sobrecogió a todos con una de las mejores interpretaciones de una canción
que le he visto hacer nunca.
Las anécdotas serían las numerosas imprecaciones que recibió para que
hablara en castellano (iba alternando el castellano y el catalán, porque aquí
en Alicante capital no somos valenciano-hablantes, aunque lo entendemos
perfectamente); el hecho de que hubiera numerosos argentinos en la sala (el
mismo Serrat lo anunció durante el concierto); que Miralles iba por fin de
205
Gira “Versos en la boca”
Resumiendo, un concierto muy digno, donde por fin pude disfrutar después
del sufrimiento de ayer. Desgraciadamente para mí, no hizo lo acostumbrado
y repitió prácticamente el recital de ayer (otras veces siempre ha cambiado
dos o tres canciones), sólo variando el orden de los temas. Aquí os dejo el
orden de esta noche. Un saludo a todos.
SENCILLAMENTE GENIAL
Sobre un aforo de unas 1500 personas, todas fans incondicionales del
NANO, nos dispusimos a celebrar una noche mágica con su inigualable
música.
206
Gira “Versos en la boca”
Después retorna al pasado con “Barcelona i jo” y tras unas palabras donde
más o menos dice que en su carrera artística, los poetas tienen un papel
fundamental, nos habla de Machado, de Benedetti, de Hernández, y sobre
éste último nos deleita con “Elegía” donde el arte de Serrat se hace Universal.
Es algo difícil de narrar, pero tiene un calificativo: “apoteósico”.
Una ovación de gala, espectacular cierra esta canción a la que le sigue, “La
mala racha”, “Pare”, “Hoy puede ser un gran día”, “Qué sería de mí”, para volver
en el tiempo a 1967 y su “Me'n vaig a peu”. Y tras la canción “Fiesta” da por
finalizada su actuación, pero los constantes aplausos del público le hicieron
retornar con “Cantares” interpretada al unísono con el público, terminando
con su “Pueblo blanco”.
Con una cerrada ovación dio por finalizada la gala, y sólo me gustaría
añadir que a Joan Manuel Serrat le pasa como al vino, mejora con el tiempo.
GRACIAS JOAN.
Soy César, hace 20 años que tengo 20 años y de Serrat, más del 50 % de
mi vida. Me enganché con la recopilación cuádruple que editó Zafiro y si no
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Gira “Versos en la boca”
me falla la memoria, mi primer concierto, fue allá por 1979 en los Jardines de
Viveros de Valencia. Ya ha llovido.
He seguido con interés las crónicas que se han enviado sobre "Versos en la
boca", reconozco que hubiera preferido la sorpresa y no conocer previamente
el desarrollo de la actuación tan minuciosamente. Llevo el concierto
destripado gracias a vosotros.
Dejo "la previa" por hoy. El Valencia va perdiendo 0-3 y eso es bastante
duro. Se le queda a uno el ánimo bajo mínimos. ¡Estos romanos...!
No hay sorpresas, en segundo lugar: “La bella y el Metro”. Tras las primeras
estrofas ocurre algo irregular: se advierte un gesto de contrariedad en Serrat,
gestos de que algo no anda bien. Da órdenes para que continúe el grupo con
208
Gira “Versos en la boca”
Más canciones: “De cuando estuve loco", "Cançó de matinada", "Los fantasmas
del Roxy", "Los recuerdos”, presentación de la banda, ya sabéis: "siempre es
conveniente saber con quien va a pasar uno la noche..."
“Hoy puede ser un gran día” con arreglos musicales tipo "El gusto es
nuestro". Valga la redundancia, sobre gustos no hay nada escrito.
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Gira “Versos en la boca”
Como broche final “Aquellas pequeñas cosas” y una voz que pedía a gritos
descanso.
ALGO PERSONAL
Hace algún tiempo que veníamos fraguando unos cuantos serratianos de
Madrid, (Paco, Ana -y la rosa-, Chema, Luis, Domingo y Jose) desplazarnos a
alguna localidad donde en el concierto incluyera más de una canción en
catalán, que es lo que acostumbra a cantar aquí. Al final conseguimos
localidades para Xátiva (Valencia) para el sábado 1º de Marzo, en un sitio
privilegiado, la primera fila. Las localidades se agotaron a las dos horas de
salir a la venta. El marco, el GRAN TEATRE, por cierto muy bonito con las
paredes revestidas de madera.
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Gira “Versos en la boca”
Magistral estuvo JMS cuando precisó que cualquier acto que hacemos para
los demás, no es más que un acto egoísta que hacemos para nosotros
mismos. Mientras hablaba sonaban unas notas que creía conocer...
efectivamente: "Benito". Impecable. Triste fue oír entre el público ciertos
comentarios... "esta es nueva..." ¡No me lo creo!
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Gira “Versos en la boca”
Hace unos días, compré la entrada para asistir al concierto del martes: creo
que a un precio justo.
Dijo Serrat que a los bandoleros de antaño la gente les hacía canciones, que
iban con la cara tapada porque les daba vergüenza su oficio y no como a los
ladrones de ahora... Y eso nos lo dijo para presentar, con traducción incluida
para sordos, uno de los momentos más mágicos: "Cançó del Lladre".
Hace unos días, compré la entrada para asistir al concierto del martes:
francamente barata.
Hace unos días, compré la entrada para asistir al concierto del martes: a un
precio regalado.
Hace unos días, compré la entrada para asistir al concierto del martes...
aunque... no sé si la compré o fue un regalo del cielo.
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Gira “Versos en la boca”
Ya en casa decidí que tenía que contar lo que había ocurrido y cómo a pesar
de tantos conciertos el maestro había logrado una vez más emocionarme
como hacía mucho tiempo que no lo hacía.
P.D. Lo que habría dado yo, por oír entre bambalinas la conversación del
anciano con el maestro.
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Gira “Versos en la boca”
BENDITA MÚSICA
Marcaba el reloj las 20:45 cuando la luz se apagó, los músicos entraron en
escena y comenzaron a entonar una introducción, así pudimos comprobar que
esa noche iba a ser mágica. Nuestro admirado Serrat hizo su aparición al
tiempo que, tras una oleada de aplausos, sonaba una melodía conocida.
“Bendita música”, le sirvió al maestro para entrar en calor. Y a todos nosotros
para dejarnos llevar por su música (¡Bendita música!).
Una breve pausa que aprovechó Serrat para presentarnos a sus músicos, e
interpretar acto seguido “Los fantasmas del Roxy”. Siguió con “Los recuerdos”
y “Señor de la noche”.
El concierto continuó con unas aclamadas “De cuando estuve loco” y “Hoy
puede ser una gran día”.
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Gira “Versos en la boca”
Así terminó esta noche mágica. Como siempre, me hubiese quedado toda la
noche escuchando al maestro.
VERSOS EN LA BOCA,
PROSA PARA LA PAZ
“Música bendita, cabalgando entre el infierno y el cielo”, fue lo primero que
irrumpió en los oídos de los que tuvimos, una vez mÁs, la fortuna de estar
junto al Nano en otra noche mágica. Quizás presagiando y advirtiéndonos que
hay Serrat para rato.
Nuestro, también querido Maestro, Don Ricardo, oye una voz desde un
palco: “¡YA ERA HORA, MIRALLES!”, acariciando como sólo él es capaz de
hacerlo, un piano que anunciaba las primeras notas de los invasores
“Fantasmas del Roxy”. Hay que ver la de años de sequía que hemos padecido.
Menos mal que te volvemos a tener. ¡Gracias por volver! Estamos tan
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Gira “Versos en la boca”
Con “De cuando estuve loco” y “Señor de la noche”, continúa el paseo por su
trabajo más reciente para, seguir recordando a todos los poetas que musicó y
envidió. Los que ya “no se pueden defender, y los que aún viven y, por tanto,
tienen necesariamente que soportarme”, manos a la obra que hay que
“Defender la alegría”. Sobretodo porque aún existen muchos “Don Guidos”
modernos que deciden por nosotros y les importa tres pimientos los pesares y
padeceres de su pueblo. Machado y Benedetti fueron los elegidos para esta
escena.
“Noticias que fueron primeras páginas, no hace mucho tiempo. Con el pasar
de los días. Quien sabe si empujadas por la capacidad del ser humano de
cometer una barbaridad tras otra. Van siendo sustituidas, pero siguen siendo
tragedias sin resolver. Y que van quedando aparcadas en las páginas más
oscuras de los periódicos. Y ya no digamos de los otros medios de
comunicación.
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Gira “Versos en la boca”
No sé cuantos años hace que les oí por última vez solitos a Juan y Ricardo
cerrar juntos un concierto con “Lucía”, pero fue el último y uno de los más
emotivos momentos de la gala. A partir de ahora y perdónenme mi debilidad,
después de acontecimientos televisivos recientes, sería un placer gozar de un
trío afrontando esa magistral composición Ricardo, Juan y Pasión Vega. Amén.
La actitud y aptitud del noi del Poble Sec, impecable durante y tras el
concierto. Amablemente atendió a la gente que le esperábamos, y tuve la
oportunidad de obsequiarle con la obra completa de Atahualpa Yupanqui “El
payador perseguido”, a él y a Miralles, ya que en España no fue editada en su
día y yo la compré en París hace treinta años.
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Gira “Versos en la boca”
VERSOS EN TU BOCA
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Gira “Versos en la boca”
Saliste al escenario
con tu “Bendita Música”
y te dije al oído: “podías seguir así”,
pero me contestaste
que estaba allí mi hermano,
con su mujer “Lucía”,
y que quería escuchar “Mediterráneo”.
Y les pasé el testigo,
y les cantaste fiero,
con la misma frescura
de un último trabajo.
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Gira “Versos en la boca”
y tu voz ya se adelanta
a traducirnos tu “llanto
a ese mar” que nos desangra,
(ese mágico momento
de traslación de palabras
en que yo desearía
que siguieras traduciendo
o cantando en catalán todo el concierto.
-Dicen que la vida es sueño-).
Y se acabó…
tu voz nos dijo que llegó el final,
pero creo que nunca se olvidó
que cada uno es cada cual.
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Gira “Versos en la boca”
DECIR AMIGO
ES DECIR TERNURA
Así fuimos ayer al Teatro Cervantes de Málaga: a pasar dos horas con un
amigo entrañable al que hacía dos años que no veíamos, con un amigo que es
un lujo para el oído y un bálsamo para el alma, un cómplice para vivir y un
consuelo para el corazón.
Nos dio las gracias por pasar una noche con él, pero somos nosotros los que
tenemos que agradecerte tanta dicha, tantas canciones regaladas a lo largo
de estos años, tantas recetas infalibles para saborear la vida, tantos versos
que corren de boca en boca. Hasta muy pronto, amigo.
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Gira “Versos en la boca”
DE ANTOLOGÍA
Quien escribe estas líneas no está de vuelta, tampoco lo está el
heterogéneo público que Serrat supo congregar en el Teatro Falla de Cádiz
donde no hubo concesiones a la nostalgia, donde hubo un recital inolvidable a
salvo de los que siguen buscando el Serrat de otro tiempo en los viejos discos
de vinilo. Que sigan así, bebiendo sorbo a sorbo el vino dulce y melancólico de
lo que ya no vuelve. Serrat volvió a Cádiz con "Versos en la boca", sin
comerciar con la citada nostalgia y con una voz espléndida, clara, como pocas
veces he tenido la oportunidad de verle, una voz que parece sacudirse el peso
inapelable de los años y que llenó de sentimientos y estelas un recital
inolvidable. Uno quedó francamente empapado entre tanto fervor, entre
tantas muestras de afecto y devoción del público asistente. Cádiz fue especial,
fue tango y ternura, mar y lágrimas, seda y licor, lumbre y suspiro para el
cantautor. Uno trata de ser objetivo y busqué en los otros, en los que me
acompañaban, una opinión meditada para ver si la euforia podía restar
rigurosidad a mis palabras. Pero todos coincidían, todos se deshacían en
elogios y el cronista se queda sin palabras aunque haya que buscarlas para
salvar esta crónica.
Qué lejos queda este Serrat de aquel otro que a finales de los 60 cantaba
en el Cortijo de los Rosales o el que en 1970 pisaba el Teatro Andalucía con
camisa de lunares y fondo orquestal o el que en los años 80 dejaba cada
verano su sello portentoso en el Teatro José María Pemán en medio de una
acústica siempre deficiente, todavía más desdibujada por el viento de levante
que a veces aparecía como invitado inesperado. Pintan canas, el paisaje es
otro, las miradas también son otras porque los años van dejando el corazón
cansado, pasan factura, pero por arte de magia todos esos condicionantes se
evaporan cuando este hombre pisa el escenario y lo hace suyo. Sigue siendo
hermoso no encontrarse solo, ver tanta gente joven que le sigue y le aplaude,
que cantan a Antonio Machado cuando no habían nacido el año que Serrat
puso música al poeta sevillano mientras la cátedra -que hoy le rinde pleitesía-
se rasgaba las vestiduras. No hay en ellos amago de escepticismo, no hay
comparaciones entre el Serrat de hoy y el de ayer. El cantautor del Poble Sec
está afortunadamente en uno de sus muchos momentos dulces. Sigo
pensando que los años agigantan su figura, que el mito sigue intacto y sigue
marcando historia. El mejor medidor es el público que le sigue y le aclama en
cada uno de los conciertos. Lo que pasó en Cádiz rebasó en intensidad todo lo
previsible. Serrat es Serrat.
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Gira “Versos en la boca”
Todo sonó como debía sonar. Las luces se revelaron perfectas ofreciendo el
matiz que cada canción precisaba envolviendo a Serrat en diferentes tonos de
colores y sombras que ilustraban ejemplarmente el sentido expresivo de cada
uno de los temas. Los músicos volvieron a estar a la altura exigible con Ricard
Miralles y David Palau como pivotes de un conjunto espléndido,
perfectamente armonizado con las intenciones expresivas del cantautor.
Hasta el vestuario de Serrat ha recuperado la elegancia característica, los
tonos rigurosos y oscuros que hermanan el continente y el contenido. A Serrat
se le veía cómodo, controlando los tiempos, dominando el escenario, como es
costumbre.
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Gira “Versos en la boca”
flor de la fortuna que le acompaña: Cantando “Muñeca rusa” -una canción que
al igual que “La mala racha” volvió a dar mucho juego en directo- el micrófono
se le fue de las manos pero pudo retenerlo sin perder pie en ningún
momento. Esto quedó en mera anécdota en medio de un nuevo paseo
sentimental e histórico de Serrat por la memoria viva de sus canciones.
Estuvieron las de casi siempre -“Penélope”, “Mediterráneo”, “Hoy puede ser un
gran día”, “Fiesta”, la siempre coreada “Cantares” o “Lucía”, que fue la que
cerró el recital- y otras como “Bendita música”, “Benito”, la recuperada
“Disculpe el señor” o “Dondequiera que estés” que lo completaron. Todas
dejaron su huella porque Serrat está presente en cada una de sus creaciones
porque forman parte del itinerario que ha ido trazando a lo largo de su
dilatada trayectoria artística...
EL PLACER DE REINCIDIR
Volver a ver a Serrat, dos días después del recital en el Teatro Falla de
Cádiz, cantando las mismas canciones -sólo faltó "Lucía" ya que "Cantares"
fue la que puso punto final al recital- extrae nuevas lecciones altamente
positivas sobre este cantautor que no deja de sorprenderme cada vez que me
reencuentro con él en directo. Serrat no se repite y es capaz de provocar
nuevas emociones sobre lo ya conocido. El mismo recital, espléndido y
emotivo, pero distinto a su vez con otros matices y sugerencias como si
Serrat no aceptase duplicados mecánicos, como si se jugara la vida en cada
canción, como si fuera la última vez que fuera a interpretarlas.
Ese dejarse la piel, esa pasión que Serrat pone en cada verso, ese dominio
del escenario nunca puede dejar de admirarse. Alguien gritó en un momento
del recital algo así como “aunque te estés haciendo viejo vaya voz que
tienes”. Y ciertamente he podido disfrutar del mejor Serrat posible, pletórico
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Gira “Versos en la boca”
de voz y de condiciones, algo que en una gira tan larga no siempre puede ser
así porque habrá días mejores y peores.
El caso es que en Jerez llevó las riendas de otro de sus recitales modélicos.
El guión fue idéntico al concierto de Cádiz, quizá empezó dosificándose más,
midiendo más la voz, para poco a poco ir creciendo en todos los sentidos.
225
Gira “Versos en la boca”
• Años 80: Hoy puede ser un gran día (1981), Algo personal (1983), Plany
al mar (1984) y Defensa de la alegría (1985).
• Años 90: Disculpe el señor (1992), Bendita Música (1994), Benito (1994),
Dondequiera que estés (1998).
Tal vez sea su facilidad para manejar el lenguaje, para decir mucho con
pocas palabras, para abrir un horizonte de sugerencias con sólo un gesto, sea
una cosa u otra, o una mezcla de todas, el caso es que siempre tenemos la
impresión de que nos lleva con facilidad a su terreno, que nos mete poco a
poco en la faena para terminar entregados y salir del concierto con la
necesidad de volver a repetir la experiencia.
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Gira “Versos en la boca”
Su voz ha perdido fuerza, pero sus palabras siguen llegando con la misma
rotundidad y sus historias, lejos de hacerse viejas, cobran más actualidad
cada día que pasa.
“Algo personal” es una canción que compuso veinte años atrás y que
anoche, mientras la escuchábamos, parecía escrita el día antes. En ella, nos
habló de los políticos que se consideran salvadores del mundo, de aquellos
que "se arman hasta los dientes en el nombre de la paz y después van a
echar toda la mierda a casa de otra gente".
De las nuevas, destacó la interpretación que hizo del tema “Es caprichoso el
azar”, acompañado magistralmente por el piano de Ricard Miralles bajo un
juego de luces que le daban a la escena el ambiente adecuado.
Como suele ser habitual, el público acogió con gran interés las novedades,
pero la emoción se desató cuando llegaron los clásicos: “Penélope”,
“Mediterráneo”, “No hago otra cosa que pensar en tí”, “Cantares”, en la que
invitó al respetable a colaborar en el estribillo o “Lucía”, canción con la que
cerró una noche de grandes momentos que nos dejó el sabor de los trabajos
bien hechos.
227
Gira “Versos en la boca”
El recital continuó con “La bella y el Metro”, en la que las luces simulaban
los rayos de luz intermitentes que entran por las ventanillas en el hipotético
viaje que se nos narraba a través de túneles, deseos, personalidades y
motivaciones.
Dos canciones del último disco, “De cuando estuve loco” y “Señor de la
noche” se colaron entre aplausos, como suele ocurrir en los conciertos de este
señor, a veces parece que en lugar de seguir la tónica de aplausos entre
canciones se sigue la contraria para su fortuna y la de todos nosotros.
228
Gira “Versos en la boca”
Era la primera vez que acudía a un concierto de Serrat y debo confesar que
se me puso la carne de gallina en cuanto empezó el recital. Creo que como a
mí, le ocurrió al resto del público, porque la ovación que recibió al finalizar
esta canción fue enorme. Continuó con "La bella y el Metro". Al final de ella
aclaró: "Estoy encantado de encontrarme en la cuna de Cervantes, que
aunque algunos digan lo contrario estoy firmemente convencido de que nació
aquí, claro que si estuviese en Alcalá de Henares diría otra cosa, pero
supongo que entenderán mi postura..."
Seguidamente entonó "No hago otra cosa que pensar en ti". En esta canción
al llegar al punto "al techo no le iría mal otra mano de pintura" añadió
señalando al techo del teatro: "bueno, en este caso ya veo que no es
necesario, pero la canción lo dice así". Después vino "Para la libertad" y nada
más sonar los primeros acordes de esta canción el público estalló de nuevo en
aplausos y al finalizarla, la ovación fue aún mayor.
También interpretó "Benito", "Muñeca rusa", "Los fantasmas del Roxy", "De
cuando estuve loco", "Penélope", "La mala racha", "Algo personal" y "Señor de la
noche". Antes de comenzar una de estas canciones, no estoy muy segura de
que fuese realmente "Señor de la noche", tuvo un gesto que fue muy
aplaudido: sacó de su bolsillo una pegatina en la que se podía leer "no a la
guerra" y la pegó en su guitarra.
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Gira “Versos en la boca”
De "Cançó del lladre" hizo una presentación muy graciosa. Comentó que la
iba a traducir un poco al castellano, que los de Alcázar sí saben catalán pero
por si había alguien de fuera (claro está que esto lo hizo por mí y por otros
como yo, claro). Contó que iba de un bandolero de éstos de antes, de los que
se tapaban la cara. Que ahora también había ladrones pero que salían a cara
descubierta, los conoce todo el mundo y encima te los ponen en el telediario a
la hora de comer para que se te quiten las ganas de comer... La verdad es
que no conocía yo esta faceta humorística de Serrat.
Después de estas canciones de ayer, hoy y siempre y tras dos horas encima
del escenario dio por finalizado el recital. Pero con todo el auditorio en pie no
podía quedar ahí la cosa. Salió de nuevo y nos deleitó con "Vencidos", de
León Felipe. Según me han dicho, llevaba muchísimos años sin cantarla en
directo. La gente le pedía "La saeta" y "Lucía", pero dijo que estando en La
Mancha prefería cantar "Vencidos". Así hizo, que para algo es él quien tiene
que cantar.
Por mí y por otros tantos hubiésemos pasado toda la noche sin ningún
inconveniente escuchándole, pero claro, no sería justo. Como supongo que
ocurrirá en el resto de la gira y de todas las otras que haya hecho en estos
últimos años, las canciones más aplaudidas han sido sin duda las míticas,
aunque las nuevas no han pasado inadvertidas.
Aparte de que me guste Serrat, hay que reconocer que en los discos sus
canciones suenan bien, pero en directo son algo... inexplicable. No pensaba
yo que iba a sonar así de bien en directo. La voz la conserva estupendamente
a pesar de su conocida afición al tabaco. Como creo que ya he dicho antes,
era al primer concierto de este gran cantautor al que iba pero casi de seguro
os digo que no va a ser el último. En cuanto me sea posible repito.
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Gira “Versos en la boca”
Ya dentro conseguimos que uno de los encargados del Teatro nos diera el
póster más grande que anunciaba el "Versos en la boca". Serrat abrazaba a
su guitarra y hoy nos iba a abrazar a todos los manchegos.
SERRAT EMPIEZA.
Eran las 20:40 y los músicos, con Miralles incluido, hacían presencia con
una magnífica introducción, entre aplausos. Después los acordes de "Bendita
Música" y el maestro entraba en el escenario, a "parir música". "Es un placer
volver a estas tierras de la Mancha, y compartir con ustedes un manojo de
canciones...". Y para nosotros era un placer recibirlo. Y siguió con la primera
de "Versos en la boca", "La Bella y el Metro", para seguir con "No hago otra
cosa que pensar en ti", a cuya melodía contó algo en cuyo asunto "el santo se
le fue al cielo", "buf... mi santo al cielo..."
231
Gira “Versos en la boca”
"Hoy puede ser un gran día", con arreglos nuevos y mejores, parecidos a los
que sonaron con "El gusto es nuestro", me levantó del asiento, todos
aplaudiendo, pero yo sólo levantado (quizá porque ya me esperaba un final
que no deseaba), y me brindó un gesto, una larga mirada que nunca olvidaré.
A "Fiesta" le acompañamos con palmas, y en los bises "Cantares", cantada a
partes con la gente, y como no queríamos que se fuera, volvió con Miralles al
piano, para deleitarnos a toda Ciudad Real con "Lucía", a mi lado alguien
lloró... no fue la única.
DE ARGENTINA A PUERTOLLANO,
VIA NANO
Cuando uno empieza a descubrir la vida, ahí conocimos a Juan Manuel
Serrat, ("el Nano" para los íntimos). Es imposible no quererlo, cuando a
través de sus letras, no decía exactamente lo que pensábamos, o en los casos
en donde con tres estrofas nos abría la cabeza y nos hacía ver todo más claro.
El Nano nos formó, estuvo a nuestro lado desde los 16 años (hoy tenemos
47).
Eran las 20:45. Había cola en la puerta, pero gracias al orden de los
españoles, a las 21 estábamos sentados en nuestras dos localidades de la
primera fila del "patio de butacas", que aplaudió con frenesí (como si
232
Gira “Versos en la boca”
Creo que arrancó con "Bendita música", pasó por "Penélope", "La bella y el
Metro", "De cuando estuve loco", "Mediterráneo", "Para la libertad", "Los
fantasmas del Roxy"...
La verdad, no sé cuantas fueron ni en qué orden, pero cada una nos traía
un recuerdo distinto, todos muy cercanos a nuestra juventud, a esa época en
donde la sangre está más caliente, y las emociones a flor de piel. Será por
eso que a cada rato nos poníamos de pie, aplaudíamos, gritábamos. El
público, como en casi todos los espectáculos que vimos, es respetuoso del
artista, lo escuchaban atentamente y le retribuían el esfuerzo con aplausos
que parecían interminables. Pero nosotros estábamos en otro lado, ¿o es que
estábamos soñando?
233
Gira “Versos en la boca”
Venía por fin a mi pueblo, hacía cuatro años que lo vi en este mismo teatro
con SOMBRAS DE LA CHINA y desde entonces soñaba con su vuelta.
El teatro tiene 750 localidades, pero a las dos ya no quedaba ni una sola
aunque solo se vendían cuatro entradas por persona.
Después, toda la semana esperándolo, oyendo una y otra vez sus discos,
preparándome...
Cuando nos tradujo "Plany al mar" parecía escrita hace dos meses y de
repente, sentado en su taburete y con la guitarra colgando, empezó a hablar
del próximo tema mientras manipulaba un papel en la mano y no dijo nada
pero plantó su pegatina del "No a la guerra" sobre su guitarra y el teatro se
vino abajo por los aplausos.
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Gira “Versos en la boca”
La verdad es que en este pueblo somos muy serios, secos y callados como
nuestra tierra y por eso no se oyeron muchas voces, pero los aplausos nos
deshacían las manos.
Creo que todos podíamos cantar "Algo personal" como si fuera "Algo
personal nuestro".
En fin, la crónica del concierto supongo que la hará otro, pero para mí, ha
sido la mejor noche en mucho tiempo y aún no he dejado de soñar y de
escucharlo. Su despedida con "Lucía" al solo piano de Miralles aún resuena en
mis oídos y lo hará por mucho tiempo.
SENCILLAMENTE SERRAT
Después de un día tan esperado como lo fue el 7 de Octubre del 2002 en el
que se ponía a la venta una nueva joya “Versos en la boca”, pasaría un
tiempo hasta que supe que vendría a La Coruña. La fecha tardó en
confirmarse, pero al fin aparecía el día 24 de Abril como el día deseado. A
partir de ese momento tendría que estar atenta a la venta de localidades. Mi
idea era conseguir lo que consideraba fila y asiento ideal para estar
suficientemente cerca, de frente y sin que las cervicales sufrieran demasiado.
Esa fila era la cinco, escalera principal. Conseguí un asiento en dicha fila
aunque a cuatro butacas del pasillo. De esto hace 11 días.
Por fin llegó el día 24. El palacio de la Opera, se iba llenando poco a poco,
hasta ocuparse todo el aforo, unas 1700 localidades. El escenario era un
anticipo de lo que iba a ser una gran noche: elegante y sencillo, pero con una
fuerza representada en unas columnas que rodeaban sus señas de identidad:
su guitarra y su taburete. Era un reflejo del personaje al que iba a recibir, a
arropar, a engrandecer aún más si cabe. A las nueve y diez, los músicos van
apareciendo en el escenario a los que se les brindan los primeros aplausos.
Suenan los primeros compases y hace su aparición JOAN MANUEL SERRAT
(me gusta llamarlo así). Pantalón negro, camiseta negra y chaqueta gris,
sencillo, elegante, con fuerza, con poderío…
235
Gira “Versos en la boca”
que no lo fueron tanto, pero que “esperan algo a cambio” por el sacrificio. El
público ya estaba totalmente entregado.
Joan Manuel nos explica, lo extraño que les resulta a algunos, el hecho de
que habiendo nacido, crecido, educado, casado, con hijos anotados en el
registro civil, haciendo el amor aunque con más limitaciones en catalán…,
hable y cante en catalán. Pues eso, que nos explicó una vez más lo que quiso
expresar en “Plany al Mar” en esta ocasión con más rabia contenida debido al
desastre del Prestige. Al agradecerle desde la grada el apoyo, respondió que
él también era víctima del desastre y que no teníamos nada que agradecerle.
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Gira “Versos en la boca”
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Gira “Versos en la boca”
Le siguió "Hoy puede ser un gran día", una versión muy similar en los
arreglos a la que interpretaban en la gira "EL GUSTO ES NUESTRO", y OHHH!,
inevitablemente los acordes de "Fiesta", que a pesar de lo bonita que es la
canción, en los conciertos me produce la tristeza de saber "...que ya llegó el
final" y que sólo podemos esperar ya los bises que nos quiera regalar.
Después de retirarse del escenario, atendió nuestras peticiones (nadie estaba
dispuesto a irse así), firmó algunos discos que le acercaron al escenario, ý nos
regaló "Cantares" que en los estribillos nos ponía el micrófono para que
cantásemos con él, y "La saeta", después se marchó, pero ante nuestra
insistencia en los aplausos, nos regaló un "Lucía" inolvidable, interpretado ya
sólo con el piano de Ricard Miralles.
Para terminar, os diré que creo que nos tenía metidos en el bolsillo desde
que salió al escenario, por eso no puedo matizar que canciones fueron las
más aplaudidas, que él estuvo tan genial y entregado como siempre, es más,
al terminar el concierto comentaba con mi amiga BEGOÑA, a la que le mando
un saludo, que a Serrat le pasa como a los buenos vinos, que mejora con los
años y un chapó también para los músicos, a todo el mundo le llamó la
atención el guitarra, creo que se llamaba David, no sólo por lo bien que
tocaba, sino por la sensación de que estaba disfrutando tanto del concierto
como nosotros.
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Gira “Versos en la boca”
SOPLO NECESARIO
...Si en algún momento la INTOLERANCIA se disfrazase de músico, lo
INJUSTO se colocase detrás de un piano y lo ILEGITIMO se sentase en un
taburete, quizás un manojo de canciones les hiciese reflexionar y las cosas
serían distintas de lo que son.
Hizo una de sus habituales paradas, para ensalzar la labor de esos grandes
poetas a los que ha musicado, caso de Antonio Machado y Mario Benedetti,
pasando a cantar “Llanto y coplas por la muerte de don Guido” en homenaje al
primero y “Defensa de la alegría” del segundo.
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Gira “Versos en la boca”
...Y luego llegaron los bises, el postre que saboreas con deleite y que te
sabe a poco, que sabes que se termina y que quieres repetir. Sabes que la
noche concluye y sientes envidia (lo reconozco, insana tal vez) de que al día
siguiente otros estarán allí a las 8,30 y gozarán de este soplo necesario e
imprescindible que te ayuda a ser persona y a no olvidar lo que está pasando,
que es mucho.
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Gira “Versos en la boca”
Lleno hasta la bandera. Los nervios aumentan... una buena cita a las ocho y
media... y como las buenas citas, con nervios y con 10 minutos de retraso
aparecieron en la penumbra del escenario los músicos, con Miralles al frente
(otro veterano). Aplausos de la afición. Tras una breve introducción
instrumental aparece el Nano, mi amigo. Pantalón y camiseta negra,
americana gris, seguro de sí mismo, cómodo, decidido. Elegante y sencillo.
Saludos al respetable, que corresponde con grandes aplausos, mientras los
músicos esperan a que el maestro, con un sutil gesto, les permita comenzar
una función apta para todos los públicos con “Bendita música” y “La bella y el
Metro”. Este sexador de pollos nos da la bienvenida a casa, nos saluda
efusivamente y nos agradece la presencia esta noche (es ahora cuando uno
piensa que el gusto siempre será nuestro.) Le noto que aun no ha cogido el
tono, pero confío en que lo haga brevemente.
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Gira “Versos en la boca”
Tras salir del Teatro uno se queda con la idea de que le ha sabido a poco,
que se daría la vuelta y volvería a empezar ahora mismo. Cada vez que
escucho a este Ingeniero Agrícola me doy cuenta de su capacidad de
identificación e implicación con la gente de a pie, y me pregunto cómo coño
es capaz de contar cosas que parece que le pasan a uno mismo de una forma
tal y como él las cuenta; pero sobre todo cómo las comparte, con alegría pero
con crítica, con amistad y con simplicidad.
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Gira “Versos en la boca”
Al aire libre, a la luz de la luna (tingues a mà un pot amb aire de lluna per
quam t’ofeguis), con una salada brisa mediterránea acariciándonos la piel…
Observarle en aquel marco incomparable evolucionar en el plató, oírle
desgranar canción tras canción, muchas de ellas en catalán. Por aquel
entonces yo apenas conocía “mediterráneo”, "el titiritero” o “la mujer que yo
quiero”.
En definitiva, un concierto donde no sólo nos cantó, sino que también nos
contó historias como sólo él sabe hacer. Recuerdo entre otras aquella de “si
sabré yo cómo son los piratas…” al presentar el pedazo de canción del LP "En
tránsito".
Así fue mi primer concierto y contacto con Serrat. Así me enganché de este
encantador de serpientes. Al día siguiente había concierto en La Selva del Mar
y fuimos..., al siguiente a…, e hicimos varios conciertos en aquella zona, y en
los años sucesivos. Hasta hoy, más de cincuenta… He comprobado más tarde
que Serrat es un clásico en la programación veraniega de Peralada, aunque
nunca más le vi allí.
Por unas dos horas, El Nano desplazó a la Penya del Joventut, y con
exquisita puntualidad, 10 de noche, tras haber corrido el riesgo de mojarnos
en la larga espera que con habitual paciencia aguantamos a la entrada al
pabellón, ya que amenazaba tormenta, aparecieron en el escenario Palau,
García, Hernández, Terán y Miralles y tras la consabida y ya conocida
introducción donde apuntan un primer lucimiento, aparece el Maestro en
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Gira “Versos en la boca”
Primera sorpresa, a palo seco y sin avisar, “Cançó de bressol”, canción difícil
de interpretar donde las haya. La voz perfecta, el temple y todo lo necesario
para la interpretación, bien, bien, bien. Cómo se ha engranado esto desde
Salamanca. Fue tal la tormenta de aplausos, gritos de cariño y otras flores
que sin esperar más dio las buenas noches y dijo entre otras cosas que
estaba en su casa y que juntos pasaríamos una noche inolvidable.
Le siguieron “La bella y el Metro” y “No hago otra cosa que pensar en ti” y esa
maravilla que es “Cançó de matinada”, primera vez para mí en directo.
Más conversaciones con el público, con sus bromas, ahora para presentar a
aquellos con quienes estamos pasando la noche y con quien nos estamos
jugando los cuartos, los músicos, en medio de los acordes de “Los fantasmas
del Roxy”. Habréis adivinado que los monólogos van en catalán, y habréis
intuido también que ese idioma lo conozco tras compartir con Paco Martín la
Enciclopedia que él compró y que utilizamos para traducir sus canciones y los
monólogos citados.
Sin presentación previa y sin Noa canta “Es caprichoso el azar”, sencilla y
bonita canción. Y alguien gritó: Noa, Noa. Los primeros acordes de “Barcelona
i jo” son identificados por el público que rompe a aplaudir una vez más y que
particularmente yo no le escuchaba desde la gira de "Material Sensible".
En unas notitas que voy tomando observo que vamos por la canción
dieciocho, que esto ha ido muy rápido, que lo mejor sería es que se iniciarse
de nuevo. Hay que bajar de la nube. Pero este “Tío Juan” como alguien le
gritó por allí nos pone en nuestro sitio volviendo a su compromiso terrenal y
nos canta “Pare”. Qué deleite, qué gozada.
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Gira “Versos en la boca”
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Gira “Versos en la boca”
Alguien como yo, que ama Barcelona (“Barcelona i jo”) como capital del
Mediterráneo y a quien no le importa escoltar catalá (parlar em fa vergonya),
agradece el gesto de volver a escuchar “Cançó de bressol” (canción inicial del
concierto), “Plany al mar”, con sus alusiones al chapapote (nunca mais, seres
oscuros, nunca mais), “Pare” (ecológica canción de antología y compromiso),
la siempre fresca “Cançó de matinada”, “Una guitarra” (cuántos recuerdos
atravesados de nostalgia) o la siempre requerida (uno tiene sus debilidades)
“M´en vaig a peu”.
Gracias Joan, por ese regalo que nos has otorgado a quienes vinimos a
disfrutar de tu espectáculo. Gracias por ser como eres, todo un señor de la
noche. Y un gran abrazo siempre, en la música y la palabra, tanto a ti como a
tu banda (señor Miralles, qué estupenda dirección) y hasta la próxima,
maestro.
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Gira “Versos en la boca”
Yo, aquí, al filo de la madrugada (como siempre que sueño que vivo)
apurando el hielo del último güisqui y con la mano tendida al vacío, busco
inútilmente un blando perfil de muchacha, la emocionada y leve histeria de su
boca besando a Serrat en vivo o en papel fotográfico, para, de paso, quitarme
nieve de encima. Ah, camisa de Silvia, labios de luz, lágrimas de Carmen,
sangre y carmín criminal de distancia y números (no hay nada más bello que
lo que nunca tuve), rumor de púberes besos en la nuca… ¡adorable
adolescencia!
SEÑOR COMPAÑERO,
SEÑOR DE LA NOCHE
Noche primaveral en la bonita población de Lliçà d'Amunt. Noche especial
para mí por diversas razones:
A diferencia del concierto del Novedades, en este caso Serrat hizo una
propuesta más variada, no dando prioridad a las canciones de “Versos en la
boca” ya que interpretó solamente cinco de ellas: “La bella y el metro”, “Es
caprichoso el azar”, “Señor de la noche”, “De cuando estuve loco” y “Los
recuerdos”. Entre medio y sabiamente dosificadas, joyas de hoy y siempre:
“Plany al mar”, “Mediterráneo”, “Cançó de matinada”, “Cançó del lladre”,
“Barcelona i jo”, “Cançó de bressol”,”Los fantasmas del Roxi”, “Cantares”, “La
saeta” , “Men vaig a peu”, etc.
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Gira “Versos en la boca”
Otra noche mágica más, aunque ésta, por los motivos personales
expuestos, para mí será inolvidable. Fins Aviat.
En uno de los pasillos que conducen a los vestuarios del pabellón Nou
Congost de Manresa, el cantautor -a pregunta mía- reconoció que estaba
satisfecho del desarrollo de la gira y contento también porque se acercaba la
hora de hacer nuevamente el equipaje y viajar al continente que tanto quiere.
Parecía un concierto más. No llenó del todo el espacio. Éramos unas 1.700
almas. Se dice que la proximidad de actuaciones recientes podría ser la causa.
Serrat siempre llena. Lo hizo en el mismo pabellón colocando 3.500 personas
hace tres años y medio, en la presentación de "Sombras en la China". Ahora,
no, pero no importa porque las 1.700 personas que había nos entregamos
tanto, que no se echó de menos a nadie. Éramos los que queríamos estar. Y
esto basta. Hubo mucha comunión, entrega, complicidad...
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Gira “Versos en la boca”
Un Serrat en estado de gracia, con una voz perfecta que ya anunciaba que
antes de partir para América quería celebrar la victoria europea de su Barça
de baloncesto. Ello ocurriría 24 horas después y precisamente el cantautor
sería testigo directo: compartió opinión en el puesto de comentaristas de TV3
junto a Lluís Canut y Pau Gasol.
Ahora ya está en su América del Centro y del Sur. Pero sus versos y sus
melodías aún se escuchan en la falda de la montaña de Montserrat, en
Manresa.
SERRAT: EL MISMO
Hace 30 años, Joan Manuel Serrat impartió sus primeros recitales en
México, precisamente en el Palacio de las Bellas Artes, enclavado en el
corazón de la ciudad. Eso, al menos, es lo que me ha contado mi padre.
También cuenta que una de sus primeras citas amorosas con mi madre fue
precisamente un encuentro en esos lejanos recitales, hace ya tres décadas.
El concierto inició a las 8:15 PM, con "Bendita música", después de un largo
aplauso, con los asistentes de pie, cuando el Nano se asomó al escenario.
Siguió "La bella y el Metro", recibida con sorprendente calidez para ser uno de
los temas nuevos. Se combinaron canciones de antaño con las debutantes de
"Versos en la boca". "Benito", "Los fantasmas del Roxy" (presentando a los
músicos), "Hoy puede ser un gran día", "Disculpe el señor", el nuevo clásico
"Dondequiera que estés" y un apartado poético que incluyó "Llanto y coplas por
la muerte de Don Guido" y "Para la libertad" conformaron el corazón del primer
grupo. Prácticamente todo el nuevo disco conformó el segundo, a excepción
de "África". "Es caprichoso el azar" y "Señor de la noche" fueron recibidas con
un gusto particular.
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Gira “Versos en la boca”
entrañas (dentro de todo buen mexicano respira un tal José Alfredo): "Un
mundo raro". "Cuando te hablen de amor, y de ilusiones..."
Mis padres -que vivieron el concierto a mi lado- lo saben. Por eso, ellos y
yo, cantamos juntos, con una voz sin edad: "Y si quieren saber de mi
pasado..."
Gracias, Serrat.
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Gira “Versos en la boca”
A casi 40 años de sus primeras grabaciones, este viejo trovador con camisa
negra, pantalón del mismo color y saco gris, acompañado de su guitarra
acústica, sigue siendo un seductor. Se lo dicen esta noche las mujeres que le
declaran su amor a gritos desde las butacas oscuras. Pero lo que sorprende es
que, a pesar de la pleitesía, Joan Manuel Serrat siga siendo tan fresco en su
música y en sus presentaciones personales. Quizá él mismo no ha querido
olvidar a ese trovador de "zapatos agujereados" y "ropa llena de polvo" a
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Gira “Versos en la boca”
EL MAESTRO
EN EL DÍA DEL MAESTRO
Buena estrategia cronística, querido Javi. Permíteme imitarte un poco,
porque, si algo no debemos hacer nosotros es repetir noche tras noche el
relato de un espectáculo que, según tenemos leído en decenas de crónicas,
sólo cambia si el público es catalán. ¡Qué envidia le tengo a los que han
podido escuchar en un sólo concierto la "Cançó de bressol", el "Plany al mar",
la "Cançó de matinada" y otras tantas en la lengua paterna del maestro.
Para mí una de las pocas novedades que me deparaba el recital de esta gira
del maestro, que casualmente cayó el día en que se celebra al maestro en
México, fue ir acompañado por mi madre (66 años de edad). Ella fue quien
me trajo a Serrat a la familiaridad del hogar, desde siempre, para decirlo
rápido. Alguna vez, ya adolescente yo... y totalmente serratófilo, escuché a
mi madre cantar el final de las "Coplas a la muerte de don Guido" de la
siguiente manera: "Taaan fooor-maal... el caballero espaluz". Seguro que la
siguiente vez cantó, para enmendar: "el caballero andañol". Bueno, añejo
recuerdo, mientras cantábamos (en nuestro segundo piso, a mano izquierda,
mirando desde los ojos de Serrat) las coplas, mi madre y yo alzamos la voz al
llegar al final, y ambos lanzamos un retumbante: "Taaan fooor-maal... el
caballero espaluz". El respetable nos miró sin respeto de ahí hasta el final del
recital. Pero valió la pena. Reír a carcajadas con mi madre es algo que no me
pasa tan seguido como quisiera. Gracias, Juanito. Y gracias, Javi, ahora
también corearé aquello del "señor de seveste".
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Gira “Versos en la boca”
• El maestro suple las cuerdas vocales (hechas polvo... o vidrio molido, más
bien) con las cuerdas cordiales, intactas, emocionadas, truculentas (en el
mejor sentido de la palabra). Uno no puede disfrutar tanto ni entregarse a la
emoción cuando está tan preocupado por el estado físico de esa garganta...
pero a ratos se da la magia gracias a esas cuerdas cordiales.
• En "Fiesta", cambió la letra de modo que nos hizo reír grandemente: "el
hombre y el villano, el prohombre y EL MARRANO bailan y se dan la mano".
• Y no a la zaga le fueron "Hoy puede ser un gran día", "Los recuerdos" (¡a tu
salud, José, a tu salud, Monstruo!) y los... siete... sí, siete... encores o bises
que generosísimamente nos obsequió. Se caía de aplausos Bellas Artes. De
pie casi todos. La "segunda parte" del concierto (ya se sabe, es el guión, que
luego de "Fiesta" vendrá la fiesta) empezó con dos temas de un sólo golpe:
"Sin piedad" y "Cantares". No nos esforzamos mucho para que saliera de
nuevo a escena e interpretara "Lucía" (aplausos para Miralles, bien ganados).
Luego, "La saeta". Más aplausos, más seducción "que sí que no" y volvió con
un magnífico "Pueblo blanco". Ahí podría haber acabado todo. De hecho, creo
que Serrat así lo quería, pues fue evidentísimo su titubeo y luego su emoción
incontenible cuando decidió llamar a la banda de nuevo a escena,
contraviniendo su solicitud mímica de que nos fuéramos todos a dormir de
una buena vez. Cantó entonces, ya decidido a complacernos del todo, "Un
mundo raro". Se caía el Palacio de Bellas Artes (por eso se sigue hundiendo el
subsuelo de la zona, Javi, según informes sesudos de la ciencia). Nadie podía
creerlo, cuando el hombre salió otra vez a interpretar "Para la libertad".
Afortunadamente para todos, ya hizo oídos sordos a la petición "Se-ño-ra, se-
ño-ra, se-ño-ra". Que no se diga que no sabemos agradecer la generosidad.
Que no se diga que "nos dan la mano y nos tomamos el pie".
• Me sigue asombrando que jamás incluya canciones del álbum "1978" en sus
conciertos en México. Y ahora tampoco sacó canciones del baúl de 1973,
1974, 1975, 1977, 1980 y 1983. Es decir, cantó "lo más antiguo" y "lo más
nuevo". Dejó casi intacta la década de los 70. No fue novedad que
predominaran en el repertorio los Versos en la boca. A eso venía, pues, y nos
lanzó ocho temas. Y, como suele, los álbumes dominantes fueron
"Mediterráneo" (tres canciones), "Machado" (tres) y "En tránsito" (dos).
• Sin Noa, pierde bastantito "Es caprichoso el azar", para mi gusto, la mejor
canción de "Versos".
Bueno, basta por ahora. Espero no haberlos cansado. Ver a Serrat será
siempre memorable. El corazón lo agradece. Y hay que disfrutarlo mucho,
mucho, mientras se pueda porque mucho me temo que esa voz no aguantará,
como no sea con ayuda del bisturí.
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Gira “Versos en la boca”
Ya entrando hacia la segunda parte del concierto, que dicho sea de paso se
efectuó de un tirón, Serrat nos regaló una interpretación tanto vocal como
actuada de esa gran pieza que es "Disculpe el Señor" del disco "Utopía", que
con los nuevos arreglos de Ricard Miralles suena extraordinariamente
suculenta y a diez años de su aparición hizo vibrar a todo Bellas Artes con esa
gran frase con la que finaliza que es "...que Carlos Marx está muerto y
enterrado", recordándonos que las canciones de Serrat son tan vigentes hoy
como nunca. Fue memorable el encanto que le imprimió Serrat con "actuación
y gesticulación" de cada frase que va narrando la letra. Algo muy comentado
y valioso.
254
Gira “Versos en la boca”
Pero no finalizaba todo ahí, la ovación del público hizo que Serrat regresara
una, dos, tres, cuatro y cinco veces a cantar. En su primer encore o regreso,
nos deleitó con "Cantares" que fue interpretada por el público que conformaba
el lleno total de Bellas Artes y al voltear a ver los demás asistentes me di
cuenta que no era el único cantando con los ojos llorosos y emocionado. Esta
es una canción, junto con todas las demás que significa un recuerdo
importante. Siguió con "La Saeta" para en su segundo encore brindarnos "De
un mundo raro" de José Alfredo Jiménez. En sus demás salidas nos cantó
"Helena" y "Lucía". Finalmente salió por quinta y última ocasión, solo con su
guitarra, diciéndonos "qué chingones sois" y cantarnos "Que va a ser de ti".
Serrat eres único y lo sabes. Gracias por la tarde mágica que nos hiciste
pasar, especialmente a Montse y a mi. Hoy puede ser un gran día, duro con
él.
BENDITA MÚSICA
El regreso de Miralles, además de él, cuatro maravillosos músicos, un Serrat
dispuesto y entregado, una voz esforzada y puntual que cumplió... todo ello
para una velada estupenda. El escenario nos dio la bienvenida a las 8:20 PM,
diez minutos antes de la hora anunciada para el inicio de la función.
255
Gira “Versos en la boca”
Salen los músicos uno a uno: David Palau, Alex Hernández, Alejandro
Terán, Paco García, inmediatamente después Ricardo Miralles, que recibe una
ovación que sólo fue superada unos segundos después, cuando Joan Manuel
Serrat sale al escenario.
"De cuando estuve loco", donde se extrañaron las guitarras flamencas del
Niño Josele y Pedro Javier González, sin que David Palau dejara de hacer un
buen esfuerzo. "La bella y el metro”..."Muñeca Rusa"..." Los recuerdos".
Desde luego "Los fantasmas del Roxy" llegaron pronto, y con ellos, la
presentación de los músicos. "Más vale apurar esas cosas -dijo el maestro-
porque uno nunca sabe."
"Hoy puede ser un gran día" llegó con evocaciones de aquél maravilloso
álbum "En Tránsito" y en verdad que este fue un gran día para reencontrarse
con tantas y tantas canciones que han ido escribiendo el libro de nuestras
vidas.
Aquí vale la pena recordar toda la alegoría que hizo el maestro sobre el
"ladrón" que habla en la historia y cómo va narrando sus fechorías, para que
todo mundo entienda.
Quizá todo para esperar que nuestra nueva cita... dentro de dos años,
vuelva a ser cabalmente cumplida por todos los convocados.
¡¡BENDITA MÚSICA!!
256
Gira “Versos en la boca”
CON UN MANOJO DE
VERSOS EN LA BOCA
FADE IN A:
Los acordes del piano del profesor Miralles inundan el teatro. Desde aquel
lejano 1987, cuando nos trajo Bienaventurados, en el pletórico Cabañas, no
volvía con Serrat. Ahora viene con músicos nuevos, jóvenes, muy prendidos,
desconocidos para la fanaticada del Nano.
“Apoyó el arco suavemente entre las cuerdas y atacó con toda naturalidad,
Mi, Fa, Mi, Re, Do, Re, Mi, Fa...Y contagió a los cuatro vientos las risas y los
lamentos de la sangre puesta en pie Sol, La, Sol, Fa, Mi, Re, Do, Re". Serrat
abre su segunda noche en Guadalajara, como lo ha venido haciendo a lo largo
de toda la gira, con ese tema que a fuerza de escucharlo se ha vuelto
memorable: "Bendita música". Una de las joyas del álbum Nadie es Perfecto
de 1994.
Llegó otra vez en mayo, como el año pasado, con un “manojo de versos en
la boca”, y se encontró de nuevo con un público serio, circunspecto, exigente,
pero cariñoso a su modo. Nos encontró calurosos, eso sí, ansiosos de
escuchar su nuevo disco en vivo; también, de saber cómo andaba su salud y
su voz. Vimos a un Nano entero, jovial, travieso y bailador, que parecía
querer seducirnos con ese estribillo: “Déjalo todo y sígueme, trinaba mágica,
la voz del músico, pariendo música”. Por un momento nos olvidamos del jaleo
de las elecciones municipales, y nos decidimos a seguir a Serrat, a compartir
esa noche, “única e irrepetible”, con él, con su bendita música y con sus
músicos.
Luego vino "La bella y el Metro", tema del nuevo disco, donde pudo
acreditarse nuevamente el Serrat amante de los amores furtivos; el eterno
enamorado de los instantes misteriosos; de los enigmáticos personajes; y de
las pequeñas cosas que van haciendo la vida. Un Serrat ocurrente además,
que juega con las palabras y las colma de significado, como en el "Benito",
que siguió después, y que nos hizo recordar a esos personajes entrañables
que pueblan nuestras calles y que tanto le gustan a Joan Manuel.
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Gira “Versos en la boca”
Serrat confiesa que poner música a versos ajenos ha sido una tentación a la
que no ha podido escapar. Así lo ha hecho por años, con versos de Machado,
Hernández, Alberti y Benedetti. En el nuevo disco también “vence la tentación
sucumbiendo de lleno en sus brazos”, con la canción de "La mala racha", letra
de Eduardo Galeano, a quien no menciona, pero que canta con gran sabor.
258
Gira “Versos en la boca”
Tres encores al hilo: "Sin piedad", que casi nadie reconoció, pero que
anunciaba la canción esperada de toda la noche, "Cantares", la única que
Guadalajara canta al coro con Serrat y se desgañita, y el Nano se divierte,
cede el micrófono y la gente suspira. Y tras otra larga ovación, sale de nuevo.
Otra vez el público, pide a gritos que salga, que salga, otra, otra, otra.
Algunos escépticos e indecisos ya están inquietos en los pasillos. Detienen su
marcha cuando Joan Manuel Serrat aparece de nuevo, ya sin sus músicos,
sólo con su escudero, el profesor Ricardo Miralles. En privado, unplugged,
entonan la última de la noche, "Lucía", después de eso, inclina la cabeza,
saluda a su director y sale de las tablas. Sólo una había anunciado con el
dedo índice a su regreso, y ha sido sólo una. Afuera cantan los grillos y parece
que esta noche sí llueve.
FADE OUT.
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Gira “Versos en la boca”
DECIR SERRAT...
Decir Serrat es decir Tiempo, es decir Historia, es decir Sentimiento; es
saber que existe alguien que sabe o intuye lo que uno ha vivido, vive, y quizá
vivirá.
Fundidora cerró sus puertas hace más de quince años, pero nos quedó el
testimonio de su historia, que forma parte de la historia del Monterrey
moderno, en el aprovechamiento de su magnífico espacio, donde siguen de
pie los altos hornos, las imponentes naves industriales, ahora con una
orientación cultural y recreativa, en el mismo corazón de la ciudad. Ahí están
ahora, entre otras cosas, espacios como el Centro de las Artes, la Cineteca,
una pista de carreras, y un amplísimo Auditorio.
260
Gira “Versos en la boca”
Con toda esta carga emocional contamos en reversa las semanas, los días,
las horas, para que llegara la noche del concierto. Y ahí estuvimos, a pocas
filas de distancia (queríamos estar más cerca, como en otras ocasiones, pero
las primeras filas estaban reservadas de antemano). Mucha de la gente que
llegaba era cercana a nuestra edad, cuarentas y más, pero no en lo absoluto;
Serrat es valorado por mucha gente joven, como algunas compañeras de
trabajo a quienes tuvimos el gusto de encontrar.
Todos hemos sentido una cierta sensación cuando nos inyectan, más bien
antes. Hay un tiempo determinado, misterioso, entre los roces del algodón
empapado de alcohol y el piquete mismo; es un instante de incertidumbre, de
cierto miedo. Algo semejante, pero en el más absoluto sentido opuesto, es lo
que sucede en el concierto, el momento entre el que los músicos ejecutan la
obertura y el que aparecerá Serrat. No es sencillo de describir. Es un “ya está
aquí, pero todavía no”.
En la siguiente canción “No hago otra cosa que pensar en ti”, que por cierto
fue muy festejada desde los primeros acordes, cambió la palabra diciendo:
“... y me fugué, con una güera que andaba en bicicleta...”.
261
Gira “Versos en la boca”
Llegó el momento de venerar a sus poetas, la gente que “ha escrito lo que
yo hubiera querido decir”. El público aplaudió al escuchar los nombres de
Machado, Benedetti, Hernández, Papasseit. Y nos regaló dos joyas: “Llanto y
coplas” de Antonio Machado, y la hasta el momento más aplaudida “Para la
libertad”, de Miguel Hernández. Los recuerdos brotaron espontáneos; cuántas
veces precisamente esas dos canciones coronaron momentos de alegría y
fueron bandera de inquietudes juveniles.
Después tocó el turno a “La cançó del lladre” (La Canción del Ladrón), de la
cual hizo una muy divertida explicación, indicando que “el lunes, cuando
vuelvan a sus trabajos, digan que vinieron no sólo a un espectáculo, sino que
se llevaron algo de cultura”, lo cual fue muy festejado. Se escucha entre el
público el timbre de un teléfono celular, y haciendo gala de su buen humor,
dice: “dele recuerdos de nuestra parte”, el público ríe y aplaude.
Estábamos en una gran noche, y Serrat nos recordó que mañana también
puede ser un día grande, al cantar “Hoy puede ser un gran día”, muy festejada
por todos. Y un gran día, por lo tanto, siempre es una gran “Fiesta”, canción
en la que las luces a las que me referí hace un momento hicieron gala de
colores y de júbilo, en matices y en ritmo, a tono con la música. En esta
canción Serrat también nos habló en nuestro idioma, al cantar “... y con la
cruda a cuestas...”, en lugar de la resaca.
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Gira “Versos en la boca”
Con esta canción Serrat dio por concluido el concierto, sin embargo todos
de pie pedíamos “otra”, al tiempo que aplaudíamos y aplaudíamos sin cesar.
Se retiró del escenario, pero tal y como lo esperábamos, regresó con sus
músicos y nos brindó dos canciones más. Primero fue “África”, una pieza de
sentimiento y valor impresionantes; y después vino la imprescindible
“Cantares”, con la que muchos conocimos a Serrat en aquel tiempo. Él nos
invitaba a cantar y estábamos los casi cinco mil asistentes “golpe a golpe,
verso a verso”, sintiéndonos parte del concierto. Todos de pie aplaudiendo.
Serrat se retiró nuevamente.
Los acordes concluyeron, las luces se apagaron, uno a uno nos fuimos
retirando, y los altos hornos de la Fundidora de Monterrey, testigos de tantas
y tan diversas historias, ahora tienen una más. La bendita música y la bendita
poesía de Serrat están impregnadas en cada espacio, en cada rincón, desde
esta feliz noche del 24 de mayo de 2003.
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Gira “Versos en la boca”
Una por una, las canciones convirtieron todos los anuncios previos a la
llegada de Serrat, de una mera abstracción de prensa y radio a una
innegociable realidad. No hubo uno que no se sintiera parte y cómplice de esa
noche en que tantas cosas terribles fueron conjuradas por la belleza y verdad
que, desde el escenario, se regalaban a manos llenas ese 26 de mayo, como
flores.
No guardemos pena que... antes que lleguen los perros, Serrat contesta.
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Gira “Versos en la boca”
ser simple. Los que vivimos aquí venimos por lo general de muy lejos. Aun los
que aquí nacieron tienen sus orígenes en otro lado. Esa heterogeneidad, esa
pluralidad, no es común en un país como México, donde las tradiciones y
raíces son la norma de sus pueblos. Pegados a Estados Unidos somos lo
suficientemente tercos como para seguir siendo mexicanos de tiempo
completo.
Y llega a Tijuana Joan Manuel Serrat, luego de nueve años de no estar por
aquí. Se presenta en el único sitio donde se le puede acomodar, el Centro
Cultural Tijuana -el Cecut- para los de casa. No es un mal local, tiene buena
acústica y desde cualquier butaca puede apreciarse bien lo que pasa en
escena. Hace nueve años el concierto de Serrat fue una obra magníficamente
montada, bien pulida, que dejó a todos los que allí estuvimos con el encanto
de haber presenciado un espectáculo maravilloso. Quizás ahora, casi una
década más tarde, Serrat recordaba a un público que quedó asombrado luego
de oírlo.
Aún me zumban los oídos con las notas maravillosas de estos cinco músicos
que acompañaron al Maestro Serrat, hoy, nuevamente en el Centro de
265
Gira “Versos en la boca”
Convenciones de Puebla. Como hace dos y tres años atrás. Un foro, no lo más
adecuado para Serrat, pero bien al fin.
Sentados en tercera fila, centro, y con los boletos ya comprados desde hace
un mes. Mi esposa, mi hijo de 14 años con el pie escayolado, mi hijo de 9, y
un servidor. (A esa edad de mi hijo, me llevaba mi padre a Bellas Artes en
México a ver a Serrat). He perdido la cuenta de cuantas veces y en cuantos
lugares diferentes lo he visto.
Entramos todos a las 8.00 a tomar nuestros lugares. A las 8.45 se apagan
las luces y empiezan los cinco virtuosos a desgranar notas en una pequeña
introducción, para dar paso a la "Bendita música".
Siguió, "La muñeca rusa", "La bella y el Metro", "Los fantasmas del Roxy", para
presentar a los músicos (“antes que otra cosa sucediera”), y así fue
desgranando, canción por canción, el nuevo disco Versos en la boca,
mezclándolo con "Penélope", "Cantares", "La Fiesta", y pidió perdón a Machado
y Hernández por no poder aguantarse las tentaciones de musicar sus versos,
cantando "Llanto y coplas", y "Para la libertad".
Y luego "Mediterráneo", "No hago otra cosa que pensar en ti", "Hoy puede ser
un gran día", "Dondequiera que estés, "Disculpe el Señor", y en catalán "La
Cançó del lladre", con una magnífica introducción muy a lo Serrat, y tan sólo
acompañado de Miralles, y Terán, a la viola. "¡Cómo sonaba eso...!" y la voz
de Serrat excelente y aún para mucho tiempo.
"La mala racha" fue apoteósica, vinieron los bises, y terminó el recital.
Quedamos todos estaburnits en catalán y apendejados en mexicano, de este
regalo que nuevamente nos dio Joan Manuel.
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Gira “Versos en la boca”
TERNURA GRATUITA
Y OBLIGATORIA
El Zócalo de la Ciudad de México, plaza cuasi-permanentemente ocupada
por manifestantes. Este sábado, último día de mayo, no es la excepción. Los
profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación
(CNTE), en plantón desde hace varios días, aceptan reacomodarse hacia los
lados para dejar espacio a los asistentes al concierto. Ellos, los manifestantes,
disfrutan del concierto en posición privilegiada y reciben del Nano “un saludo
fraternal y solidario a los trabajadores de la docencia que están aquí
instalados”.
Hay gente esperando desde las cinco de la tarde. A las seis y media ya hay
una multitud que se extiende a lo largo, flanqueada por los campamentos de
los profesores en plantón. Al Zócalo (libre de manifestantes en plantón) le
caben más de cien mil personas, ¿cuántas habrá esta noche? La tarde
“anunciaba chaparrón”, surgen decenas de paraguas multicolores, el de los
impermeables de plásticos (¡de a diez, de a diez!) hace la gran venta, al igual
que el de los “telescopios” (periscopios, para que los chaparritos y los de
hasta atrás puedan ver), también ¡de a diez, de a diez!
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Gira “Versos en la boca”
La multitud, que debe ser impresionante vista desde arriba del escenario, lo
motiva y Serrat se nota sensiblemente emocionado y así canta. Pronto se
mete al público en el bolsillo, y ya en confianza empieza a hablarnos en
“mexicano”. Ante el exceso de humo en el escenario exclama: “¡hay un
chingo de humo!”, y pregunta: “¿ya es hora de escuchar algo de Machado,
no?”, antes de interpretar “Llanto y Coplas” para continuar con “Para la
Libertad” y hacer el Zócalo todo suyo. Sus monólogos son geniales, lo mismo
para presentarnos a los músicos “porque siempre es bueno saber con quién
está uno pasando la noche, por lo menos saber cómo se llaman”, que para
justificar la razón por la que canta en catalán “porque yo, modestia aparte,
soy catalán y los catalanes tenemos esa extraña costumbre de hablar en
catalán... habiendo tantos idiomas”. Pero como pasó en Bellas Artes nos
deleitó con “La cançó del lladre”, pero canta siempre sólo una en catalán. En
once años de conciertos sólo le escuchado cuatro canciones en catalán: ¡cómo
envidió a los que asisten a sus conciertos en Barcelona, en donde interpreta
—según las crónicas— hasta diez canciones en catalán!
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Gira “Versos en la boca”
fiesta y, como es natural, cuando canta aquello de “se acabó, el sol nos dice
que llegó el final”, recibe en respuesta un estruendoso: "¡noooooo!"
Y claro que no. Con “Cantares” parecen alcanzarse los decibelios más altos
de la noche. Esto no es un concierto, es un ritual colectivo de ternura gratuita
y obligatoria. La plaza atestada canta, Serrat deja de cantar y ofrece el
micrófono a la multitud abajo reunida. ¿Entonación? Eso dejémoslo a los coros
de las iglesias: esto es una fiesta, es una catarsis colectiva, aquí nadie canta,
todos gritamos: “¡golpe a golpe, verso a verso!”. Pero sólo parecía que eran
los decibelios más altos de la noche, porque todavía faltaba más.
Todavía hubo tres bises más. Serrat regresa a escena para cantar “Aquellas
pequeñas cosas”, las que uno se cree que las mató el tiempo y la ausencia,
pero su tren vendió boleto de ida y vuelta... Cuando termina, la multitud pide:
"¡Señora, Señora!". Una muchacha junto a mí queda afónica gritando:
"¡Poema de amor!".
Llama a los músicos y se discute con “La Saeta” coreada por todos. El
escenario queda vacío, pero ante la insistencia del público todavía hay más.
Sale de nuevo al escenario y haciendo ademanes de mimo nos dice que nos
vayamos, que quiere comer y dormir, pero no entendemos razones ¿quién
puede entenderlas en un momento así?
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Gira “Versos en la boca”
“Sólo una más, la del estribo”, sentencia. Vuelta a los gritos de: "¡Señora,
señora!" Pero no, de los músicos sólo regresa el maestro Miralles y Serrat se
sube a su taburete junto al piano, y suenan los inconfundibles acordes de
“Lucía”, la única canción en castellano acaso comparable a la catalana
“Helena”.
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Gira “Versos en la boca”
Bajo la plaza yacen los restos de la antigua ciudad de los Mexicas (Aztecas),
en ella se conmemora año tras año la fiesta de independencia (15 de
septiembre), la fiesta más importante para México.
Serrat saltó mirando al Sur y saludando al sur, hacía la América Latina que
tanto quiere a Serrat. A "Mediterráneo" le siguió “Me gusta todo de ti” y
“Muñeca rusa”.
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Gira “Versos en la boca”
E iniciaron los encores. Apareció una vez para cantar “Cantares”, después
“Un mundo raro”, “Aquellas pequeñas cosas”. Pero el público seguía pidiendo
"Señora". “La Saeta”, y se retiró, el público lo volvió a corear para pedir que
regresara. Serrat salió e hizo señas de que quería dormir y se volvió a meter.
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Gira “Versos en la boca”
Casi hasta atrás observaste como un señor de aspecto muy pobre, repetía
frase a frase “De cuando estuve loco”: "lalalailalailalia". Al final la locura
cuando escuchamos “La fiesta”, en la que Serrat cambia una frase: el
prohombre y el marrano. Cosa que causó risa aunque de gusanos y marranos
estamos llenos.
También tomó bastante agua que él clasificó como tequila light. El público
de México de la ciudad de la esperanza, enloqueció con los acordes de
“Cantares”, y repetían a todos sus pulmones: "golpe a golpe, verso a verso".
Pero el final se diluyó al decir que venía de un mundo raro, de cuando le
hablen de amor y de ilusiones. Montse y yo salimos bastante cansados, dimos
vuelta evitando el tumulto y seguíamos oyendo a la lejanía la canción de José
Alfredo.
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Gira “Versos en la boca”
Nos conectamos como público en una vibra que ya trasciende los años,
somos un público medianamente grande. Mi esposa y yo fuimos al primer piso
y desde ahí observamos y participamos del fenómeno Serrat. Nos canta los
versos en la boca, lo escuchamos con atención para reconocer sus novedades.
Se despide con “Un mundo raro” de José Alfredo y “La saeta” de Machado.
Queremos Las pequeñas cosas y Lucía, pero no llegan, Serrat ya se fue y el
teatro se empieza a vaciar.
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Gira “Versos en la boca”
Desde hace un mes reservé los boletos para esta gran noche, desde
entonces mi corazón empezó a impacientarse, contaba los días y las noches,
necesitaba y necesito purificar el alma, porque Serrat en su rico legado de
una amplia y exquisita banda sonora en dos lenguas hermanas (no existen
barreras lingüísticas cuando se escucha el Serrat en catalán cuando se
escucha con el corazón) son un filtro de pureza, de impecable belleza lírica,
que nos hace vibrar, que nos enamora más de la vida y por lo tanto hace que
seamos más tolerantes, más soberanos con nuestros hermanos caídos.
Pero ayer (martes 10) se cumplió mi sueño -¡por fin!- saludé personalmente
a Joan Manuel; antes había saludado a Ricardo Miralles y Alex Hernández. Me
encontraba atrás del teatro esperando que llegara Serrat, mientras tanto
entablamos amistad con un serratiano tan joven como yo (24 años y él 22
años), rato después llegó su amiga y empezamos a guardar paciencia, a
esperar a Serrat. En plática y de broma en broma estábamos cuando aparece
Joan Manuel. Él no pasó por desapercibida nuestra presencia, desde adentro
del carro nos sonrió -la juventud que lo sigue desde pequeño gracias a
nuestros padres, decíamos presente para saludarlo-, salió del vehículo y nos
saludó de nuevo. Se acercó sonriéndose y nos dijo: "¿cómo están,
muchachos?". Yo me quedé paralizado en ese momento, tenía al cantautor
que más admiro frente a mí, los breves instantes que nos atendió con mucha
sencillez y la humildad que se caracteriza, hizo que no nos sintiéramos
extraños, más bien, como amigos de siempre.
275
Gira “Versos en la boca”
Las puertas del teatro se abrieron a las 7:35 p.m., pasamos con mucha
paciencia a pesar de la larga fila. Ahí adentro se respiraba un aire de
complicidad, de armonía con la vida, el Teatro está lleno, su público decimos
presente jóvenes y adultos, esposos, padres, hijos, novios, estudiantes,
profesionales, etc. Primera y única llamada "se le ruega al público apagar sus
celulares, y terminantemente prohibido tomar fotos" yo me dije: -prohibido,
prohibir- . Las luces se apagan, el escenario sencillo pero confortador se torna
de un azul fosforescente, mi alma vibra de emoción. Sale el profesor Ricard
Miralles y uno a uno de sus músicos, los recibimos con un fuerte aplauso.
Iniciaron con una breve pero exquisita introducción, un par de minutos más
tarde aparece Joan Manuel, vestido totalmente de negro, sereno, sonriente, a
dar lo mejor de sí (y fue así), el público al verlo, gritó y lo ovacionamos por
unos largos segundos, él responde con una digna reverencia ¡bienvenido
maestro!
Continuó con “La bella y el metro”, se escucha mejor en directo, el Nano vive
cada letra de la canción, la expresa con una enorme sensibilidad. ¿Ahora cual
seguirá? ¿será Benito? ¿o No hago otra cosa que pensar en ti?, y suenan los
acordes de “No hago otra cosa que pensar en ti” , "Buenas noches ..." alguien
del público le grita, Serrat con un fino sentido del humor le responde
dirigiéndose en el lado de donde provenía la voz femenina "muchas gracias
por esas palabras llenas de estímulo" (risas de todos). "Sean todos
bienvenidos a esta casa, tan entrañable para mí, gracias por abrirnos sus
corazones y permitirnos entrar en ellos." (cerrada ovación). Procede con
“Muñeca Rusa” y “Los fantasmas del Roxy”; presenta (no vaya a ser que por la
borrachera de los aplausos y las emociones se le olvide) su grupo, sus cinco
excelentes músicos que lo acompañan encabezados por Ricardo Miralles.
Desde 1992 (cuando tenía 13 años) no escuchaba en vivo esta canción, una
de mis favoritas y con nuevos arreglos musicales muy superiores al disco de
Bienaventurados.
“De cuando estuve loco” sería el tercer corte de Versos en lo que iba la
mágica noche, en medio del silencio se escucha el inconfundible silbido, todos
lo reconocimos y aplaudimos emocionados, alguien grita "sííí, ésa es
buenísima", pese a que la cantó un poco lenta, no nos importó, mi papá me
dice "qué buena es esa canción". Continúa con el excelente tema de “Señor de
la noche”, sentado en su taburete la canta, mucho mejor que en el disco, su
voz estremece hasta los huesos. Llega uno de los momentos más esperados
de la noche, los versos de Machado... y esta vez quien será... ¿Benedetti?
¿Miguel Hernández? ¿León Felipe?, en lo personal deseaba escuchar los
poemas de Miguel Hernández e imprescindiblemente Elegía. "A lo largo de
todos estos años no he podido retener la tentación de musicalizar textos
bellísimos de Antonio Machado, Miguel Hernández, Joan Salvat Passaseit,
León Felipe, Josep Carner, Mario Benedetti..." (a cada uno de ellos
aplaudíamos) "... La verdad es que no recuerdo cuando fue la última vez que
que pude resistirme a una tentación (risas), más si ha sido carnal... (estalla la
risas de todos), para esta noche le hemos preparado uno de Antonio Machado
"Llanto y Coplas por la muerte de Don Guido" y el otro de Miguel Hernández
"Para la libertad". Gritamos eufóricos con las dos canciones, por primera vez
escucho “Llanto y coplas” en vivo, se nos puso la piel eriza al escucharla y
máximo con “Para la libertad”, prueba de fuego en la voz del Nano, la canción
es muy difícil por sus notas altas, pero Serrat la dominó con maestría y nos
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Gira “Versos en la boca”
demostró que todavía hay Serrat para rato. Lo aplaudimos hasta que las
manos nos ardieran, bien hecho Nano.
Otro nuevo corte de versos con “Los recuerdos”, y llegó otro momento
cumbre de la noche, la imprescindible “Penélope”, aplausos y gritos al
reconocer los acordes, todos la cantamos y al final otra cerrada ovación con
palabras de afecto "genio", "guapo", "te queremos", "Nano, eres único". "La
siguiente canción es una en catalán..." nos decía y nos introducía “La canción
del ladrón”, "Es una canción que fue escrita a finales del siglo XVIII y
principios del siglo XIX, por lo tanto no es mía la canción... no soy tan viejo,
todavía estoy joven", bromeaba siempre con su fino humor del cual nos
mantuvo entretenido las dos horas de concierto. Me quedé con las ganas de
escuchar "La Lluna" como en 1992, "Pare", "Cançó de Matinada", "Plany al
Mar", "La tieta", "Helena", seguiré esperando. "La cançó del lladre" estuvo
genial, sólo guitarra, violín, piano y la voz del maestro. Muy íntima y tierna.
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Gira “Versos en la boca”
“Cantares”, fue aquí que todos nos quedamos afónicos y sordos, porque la
cantamos a todo pulmón, cada verso, Serrat maravillado ante su público,
cedió el micrófono y al final nos guiñaba el ojo y nos regalaba besos,
especialmente al sector popular, en donde todos nos hermanábamos con un
coro y golpeábamos el piso eufóricos, una muchacha se le acercó a regalarle
una rosa, él le dio un beso y el público femenino empezó a gritar.
Con la ayuda de Dios, llegué al Gran Teatro Nacional a las 20:00 hrs., había
un grupo de artistas locales que se presentaron de 20:00 a 20:30 como una
antesala al magno evento: el encuentro con Joan Manuel que desde hacía tres
años no venía a nuestras tierras.
Al fin el esperado momento. Entran los músicos a sus lugares y toman sus
respectivos instrumentos, encabezados por el maestro Ricard Miralles, y luego
de una breve introducción las luces enfocan a una de las puertas del escenario
y aparece vestido totalmente de negro, canoso, y con el pelo largo, pudimos
apreciar en su físico sus 38 años de exitosa carrera artística. Todos
aplaudimos emocionados.
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Liberados los nervios se levanta el Telón y ahí está como siempre Serrat, el
único, una gran ovación y un abrazo inmenso a todos los asistentes desde su
lugar en el escenario y música, “Bendita música”... El público se le entrega al
primer momento.
Para la anécdota está que mientras cantó “La canción del ladrón” se sintió
un temblor en el teatro del cual no sé si Joan Manuel y sus músicos se
llegaron a percatar, pues los asistentes nos vimos las caras y un poco de
ronroneo en la sala que duró unos segundos nada más. Para culminar el
cuento alguien dos filas atrás comentó: “si muero, moriré feliz”. Por lo demás
la canción terminó, a Dios gracias, sin incidentes pues los del escenario
siguieron sin problemas ni interrupciones (los temblores son cosa común en
Guatemala).
Al final en el concierto fue como transitar una carretera que nos lleva del
presente a recuerdos pasados, uno muy atrás en la memoria y otros más
recientes, especial atención para “Los fantasmas de Roxy”, una muy querida
pero poco sonada por estos lares, que hizo que provocara una reacción
especial en la gente, aparte de las ya consentidas “Mediterráneo”, “Para la
libertad”, “De cuando estuve loco”, “Señor de la noche”, “Es caprichoso el azar” y
el recorrido de ida y vuelta sin parar de sentir toda la velada, hasta que llega
el “Hoy puede ser un gran día” y “La Fiesta” en donde la audiencia antes del fin
le pide que por favor éste no llegue nunca, y con la sonrisa a flor de piel, da
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VELADA SERRATIANA
Llegamos al recinto del concierto. Hacía bastante tiempo que no iba a ese
lugar. La última vez había sido para un concierto de Shakira al que tuvimos
que asistir porque era presentado por la empresa donde trabajaba mi esposo.
Se podrán imaginar la edad y condición de la mayoría de los asistentes de
entonces. Anoche la cosa era totalmente distinta. Llegamos al
estacionamiento y todo estaba muy tranquilito y ordenado, sin conductores
buscando colearse, sin jovencitos alborotados gritando por doquier. Mientras
hacíamos la fila para entrar al recinto, el amigo con quien estábamos miró a
su alrededor y dijo "esto está lleno de pavosaurios". Pues sí, les digo que yo a
mis 35 estaba en el segmento joven de los asistentes.
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Gira “Versos en la boca”
El escenario era hermosísimo: fondo negro con unos pilares luminosos que
iban cambiando de color. Todos vestían de negro. Deleite tras otro con cada
canción; las primeras eran de su último disco. Después de unas cinco
canciones, JMS presenta a sus músicos. Otra ronda de canciones y vuelve a
hablarle al público; cuenta con carisma pícaro cómo ha sucumbido a la
tentación de convertir poemas en canciones y cómo algunos poetas "han
sufrido en sus carnes literarias" su osadía. Anuncia que para la velada han
escogido dos piezas: “Llanto y coplas”, de Machado y “Para la libertad”, de
Miguel Hernández. El aplauso casi tumba el techo. Esa canción es uno de los
himnos utilizados por la oposición. ¿Casualidad? Difícilmente. Canta la de
Machado y cuando canta “Para la libertad” todo el público lo acompaña a pleno
gañote. Al terminar la canción, el público aplaude y grita "libertad”, "libertad"
sin parar. Serrat dice: "algunas canciones son para cantarlas a coro" [el
público delira] y agrega: "otras son para cantarlas a dos voces". Allí presenta
a una cantante venezolana llamada María Rivas y cantan a dúo de su último
disco, “Es caprichoso el azar”, una canción para enamorar hasta las estatuas.
Otras canciones más y viene “Disculpe el señor”. Como conozco yo muy bien
la letra de la canción, sé lo que se avecinaba y preparo mis palmas y mi
garganta para hacer lo que corresponde. Cuando Juanito llega al verso final
de la canción "que esos no se han enterado, que Carlos Marx está muerto y
enterrado" el público revienta de euforia. Si el diputadillo no se había
marchado aún, probablemente lo hizo en ese momento. Instinto de
supervivencia, le dicen algunos; para salvar el pellejo, dicen otros.
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Gira “Versos en la boca”
...De regreso a su amada patria y por último de nuevo por estos lados del
planeta para cerrar en Valencia... Venezuela... el escenario... la futura Aula
Magna de nuestra máxima Casa de Estudios... al igual que en casi todos los
“no sé cuántos” conciertos de la gira... la expectativa se apoderaba de todos
los presentes en la sala y aquel bullicioso ronroneo de pronto dio paso al
silencio cómplice...
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Gira “Versos en la boca”
gozo se retiró por unos instantes para regresar. Y a solas sin sus músicos,
contarnos con un dejo de tristeza lo que representa para él esta última
presentación de la gira... dar gracias a la vida a quien cariñosamente llamó
“Cabrona vida” que le permitió nuevamente compartir con todos nosotros, lo
que a él más le gusta hacer y agradeció nuevamente a todos los que con él se
suben al escenario para hacer posible este maravilloso trabajo, mención
especial a su representante aquí en Venezuela, señora María Gómez quien por
los últimos 30 años ha hecho posible estos íntimos encuentros entre Serrat y
su público.
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Agradecimientos
AGRADECIMIENTOS
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