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naturaleza
aturaleza del trabajo pastoral
por
Richard Bax
Baxter,
ter,
Traducción
Traducción por Manuel
Manuel Bento F
Falcón
alcón
****
****
Que Dios bendiga
bendi ga a todos los pastores que con su esfuerzo y
dedicación alimentan
ali mentan tantas
tant as almas.
almas. El alcance de su obra,
solo puede ser visto por el príncipe de los pastores (1 Pedro
5:4)
****
Tabla de contenidos
Dedicatoria
Nota introductoria
Capítulo
Capítu lo 1: Mirando por nosotros
nosotros mismos
Dedicatoria
A mis muy queridos hermanos, los ministros de Cristo en
Bretaña e Irlanda, gracia y paz en Jesucristo les sean
multiplicadas.
REVERENDOS HERMANOS
El asunto de este tratado nos concierne a nosotros y a las
iglesias encomendadas a nuestro cuidado de forma tan
cercana, que esto me infunde valor para encargarme de ello
a pesar de las imperfecciones que pueda cometer
com eter al hacerlo,
y de ser consciente de mi gran indignidad para ser su
monitor.
Antes de entrar a mi labor principal, daré los motivos para
realizar este trabajo y la libertad de expresión que he
empleado en el mismo, que puede no ser del agrado de
algunos. Una vez que el Señor hubo levantado a sus
ministros
min istros en el condado de Worcester
Worcestershire
shire y algunos lu
lugares
gares
próximos a un sentir de su deber en la obra de impartir
instrucción privada y catequesis a sus parroquianos
(siempre que estos no rechazaran su ayuda
obstinadamente), y después de haber suscrito un acuerdo
que contenía las resoluciones para el futuro desempeño de
esta labor, juzgaron que no era conveniente comenzar con
ella sin antes humillar solemnemente sus almas ante el
Señor por el largo tiempo en que habían descuidado un
deber tan necesario, y, por tanto, estuvieron de acuerdo en
reunirse en Worcester en Diciembre de 1655, y unirse en
humillación y fervorosa oración a Dios para que su
negligencia fuese perdonada, solicitando una ayuda y éxito
especiales entre las personas que se habían propuesto a
instruir. En ese tiempo, entre otros, desearon que yo
predicase, y, cumpliendo con sus deseos, preparé el
siguiente
siguient e discurso, e
ell cual, aun
aunque
que probó ser más largo de lo
que podría
intención de impartirse
comenzar enenaquella
uno ofecha,
dos sermones,
y hablar detenía la
aquello
que fuese más pertinente para la ocasión, reservando el
resto para otro tiempo. Sin embargo, antes de la reunión,
debido
debid o al auge de mi enfermedad y moles
molestias
tias ordinarias, me
vi incapacitado para acudir allí. Así pues, para recompensar
esta falta involuntaria, cedí a las peticiones de varios de los
hermanos para publicar las cosas que había preparado, de
forma que pudiesen
pud iesen leer aquello que nno
o pudi
pudiero
eronn oír
oír..
Si se eleva
eleva la objeción d
dee que no debería
d ebería haber hablado con
tanta aspereza y claridad contra los pecados del ministerio,
o que no debería haberlo publicado a la vista del mundo, o,
cuanto menos, que debería haberlo hecho de otra forma, y
no en los oídos de la gente vulgar, especialmente en un
tiempo en el que los cuáqueros y los papistas se están
esforzando para que el ministerio sea despreciado y el
pueblo
sugieren,está demasiado
confieso inclinado
que pensé en quea esta
escuchar lo sería
objeción que
digna
dig na de consideración. Pe
Pero
ro no prev
prevaleció
aleció hasta el pu
punto
nto de
alterar mi resolución, y esto se debe, entre otras, a las
siguientes
siguient es razones
razones::
1. La propuesta era a realizar una humillación solemne,
y estuvimos de acuerdo en ello. Este escrito fue
preparado con esa intención. Así pues ¿Cómo
habríamos de humillarnos sin hacer una clara
confesión de nuestro
nu estro peca
pecado?
do?
2. Principalmente, la confesión se ocupaba de nuestros
propios pecados; ¿Cómo podría ofendernos el confesar
nuestros propios pecados y aceptar la culpa y
vergüenza sobre nosotros mismos, si nuestras
conciencias mismas nos habían informado que era eso
lo que debíamos
debí amos hacer
hacer??
3. Habiendo preparado esto en la lengua inglesa, no
tuve disposición de tiempo para traducirlo al latín.
4.
en Cuando un pecado
vano tratar es abierto a tales
de esconderlo; ojos del mundo,solo
intentos es
agravarían y aumentarían nuestra vergüenza.
5. La confesión libre es una condición para la completa
remisión del pecado, y, cuando el pecado es público, la
confesión también debe serlo.
Si los ministros de Inglaterra hubieran pecado
solamente en latín, lo habría cambiado para
amonestarlos en latín, o no les habría dicho nada. Pero
si han pecado en inglés, deben escucharlo en inglés. El
pecado no perdonado nunca nos deja descansar o
prosperar, aunque seamos cuidadosos y hagamos
esfuerzos costosos por cubrirlo: nuestro pecado
acabará ciertamente encontrándonos, aunque nosotros
no lo encontremos a él. La obra de confesión tiene el
propósito
lib rementede
libremente la dar a conocer
vergüenza sobrenuestro pecado
nosotros
nosotros, y aceptar
, y si “aquel q
que
ue
confiese y abandone sus pecados tendrá misericordia”,
no es de maravillarse que “aquel que los encubre no
prosperará”. Si somos tan suaves con nosotros mismos,
y tanto aborrecemos confesar, Dios será menos suave,
y llevará a cabo nuestra confesión por nosotros. O bien
forzará nuestras conciencias a confesar, o bien sus
juicios
jui cios pro
proclamarán
clamarán nuestra ini
iniqui
quidad
dad al mund
mundo. o.
6. De los que han tomado la obra del ministerio, son
demasiados los que obstinadamente siguen en
búsqueda del provecho personal, en la negligencia, el
orgullo y otros pecados, y se ha vuelto nuestro
necesario deber amonestarlos.
Si vemos que alguien se reforma sin recibir reprensión,
gustosamente podemos desestimar la publicación de sus
faltas. Pero cuando las reprensiones mismas se muestran
ineficientes, y los sujetos se ofenden más por la reprensión
que por el pecado, y cuando preferirían que parasemos de
reprenderles antes que parar de pecar, creo que es el
momento de endurecer el remedio. Porque ¿qué más
habríamos de hacer? Abandonar a nuestros hermanos como
si fueran incurables sería crueldad si existen otros medios
que puedan
pu edan usars
usarse.
e.
No debemos aborrecerlos, pero sí reprenderlos claramente, y
no permitir que el pecado esté sobre ellos. Consentir los
vicios del ministerio es promover la ruina de la iglesia,
porque ¿existe una forma más rápida de corromper y
deshacer al pueblo que la depravación de aquellos que han
de guiarlo? ¿Y cómo podemos hacer más efectiva una
reforma sino esforzándonos por reformar a los líderes de la
Iglesia? Por mi parte, he hecho como me gustaría que
hiciesen conmigo; y esto es por la seguridad de la Iglesia y
en el tierno amor por los hermanos, a quienes me aventuro
a reprender,
disgusten, sinono para
para quelossemales
sanar vuelvan aborrecibles
que los o de
harían serlo, se
modo que ningún enemigo encuentre que esto es ocasión
de reproche entre nosotros. Pero, en especial, ya que
nuestros fieles esfuerzos son tan necesarios para la buena
marcha de la Iglesia y la salvación de las almas, no sería
amoroso con ninguna de ambas cosas el ser negligentes, o
ser cómplices silenciosos de la negligencia de otros. Si miles
de ustedes se encontrasen en un barco que tiene fugas de
agua, y aquellos que deberían echar el agua fuera o tapar
las fugas estuviesen ociosos o dormidos, o incluso ocupados
en sus propias labores para angustia de todos, ¿No les
despertarían para cumplir con su trabajo y clamarían a ellos
para que se pusieran manos a la obra como si les fuese la
vida en ello? Y si empleasen algo de aspereza e
importunidad con los perezosos, ¿Creerían ustedes que un
hombre que se enfadase y los acusase de orgullo, motivos
ocultos, falta de modales o de hablar con poca delicadeza a
un colega, está en su sano juicio? ¿O si este les dijese que lo
afrentan y disminuyen su reputación? Más bien dirían algo
como esto: “Ese trabajo ha de realizarse o todos estaremos
muertos, el barco se está hundiendo, ¿y me hablas de
reputación? ¿O es que prefieres arriesgar tu vida y la
nuestra antes de escuchar hablar de tu pereza?”. Este es
nuestro caso, hermanos. ¡La obra de Dios ha de realizarse!
No debemos guardar silencio mientras las personas se
apresuran a la perdición y la Iglesia es llevada a un mayor
peligro
pelig ro y confusión. ¡No debemos dejar de hacerlo por temor
a parecer demasiado incivilizados, de pocos modales, o a no
agradar
con sus apecados
sus almas impacientes!
como lo son conSilasfueran tan impacientes
reprensiones, no nos
escucharían hablar, ¡estaríamos de acuerdo! Sin embargo,
ni Dios ni los hombres buenos les dejarán es
estar
tar tranquil
tranquilos
os en
tales pecados. Si hubieran tomado otra vocación, y solo
pecaran para ustedes mismos y pereciesen solos, no
tendríamos tanta necesidad de molestarles como ahora
tenemos: Pero
la necesaria si entran alde
preservación oficio delnosotros,
todos ministerio,
deque es para
tal manera
que abandonarles
aband onarles sosolos
los a sus pecados suponga aband
abandonar
onar a
la Iglesia a la pérdida y al peligro, no nos culpen si les
hablamos de manera más libre de lo que les gustaría que lo
hiciéramos. Si sus cuerpos estuvieran enfermos, y
despreciasen el remedio, o si fuera su propia casa la que
estuviese en llamas, y ustedes estuvieran cantando o
discutiendo en las calles, yo podría soportarlo y dejarles
solos (y sin embargo, por caridad, no lo haría fácilmente),
sin embargo, si ustedes son los médicos de un hospital,
h ospital, o de
una ciudad que está toda ella infectada por una plaga, o son
los encargados de apagar todos los fuegos que puedan
prenderse en la ciudad, no se puede permitir su negligencia
por mucho que esto les desagrade. Tómenlo como quieran,
pero debemos decírselo; y si eso no sirve, les ha de ser dicho
de forma más clara. Aún si eso no sirve tampoco, si
finalmente son rechazados además de reprendidos, pueden
agradecérselo a ustedes mismos. Digo esto solamente a los
que son culpables.
Así pues, les he proporcionado las razones que me forzaron
a publicar en inglés llano tanto de los pecados del ministerio
como he hecho en este tratado. Y supongo que cuanto más
penitente y humilde sea cualquiera, y cuanto más desee la
verdadera
ve rdadera reforma
reforma de la Igl
Iglesia,
esia, co
con
nmmás
ás facilidad y plenitu
plenitudd
aprobará estas confesiones y reprensiones. Pero encuentro
que será imposible evitar ofender a aquellos que son al
mismo tiempo culpables e impenitentes, ya que no hay otra
forma de evitar eso que no sea nuestro silencio o su
paciencia. El silencio es imposible a causa de los
mandamientos de Dios, y la paciencia no brotará de su
culpabilidad e impenitencia. No obstante, los que hablan
claro siempre serán aprobados al final, y está cerca el
tiempo en el que ustedes confesarán que ellos fueron sus
mejores amigos. Sin embargo, mi ocupación principal aún
queda atrás. en
convertirme Ahora, hermanos,
su mentor en he de tener
lo que la osadía
respecta de
a estos
deberes necesarios de los que hablo en el discurso que
tienen entre manos. Si alguno de ustedes me acusa de
arrogancia o inmodestia por este intento, como si aquí les
hubiese acusado de negligencia o me hubiese juzgado a mí
mismo como suficiente para amonestarles, anhelo que
interpreten con amor mi audacia, asegurándoles que no
estoy obedeciendo en esto el consejo de mi carne, sino que
esto me desagrada tanto como a algunos de ustedes, y
preferiría tener el sosiego y paz del silencio si esto fuera
compatible con mi deber y el bien de la Iglesia. Es la simple
necesidad de las almas humanas, y mi deseo por su
salvación y la prosperidad de la Iglesia, lo que me fuerza a
esta arrogancia
arrogancia y falta de m modestia,
odestia, si es que ha de llllamarse
amarse
así. Porque, ¿Quién que tenga lengua puede guardar
silencio cuando
cuand o es por la honra de Dios, la prosper
prosperidad
idad d de
e su
Iglesia y la eterna felici
felicidad
dad de tan
tantas
tas almas?
El primer y principal punto que tengo que proponerles es
este: Si acaso
generalidad de losno ministros
es el incuestionable
de estas tres deber de el
naciones, la
dedicarse a la obra de discipular e instruir individualmente a
aquellos que están encomendados a su cuidado, ¿A quién
ha de persuadirse para que lo haga? No tengo necesidad de
probarlo en esta introducción, ya que lo he hecho de forma
suficiente en el discurso siguiente. ¿Pueden concebir que la
santa sabiduría contradijese esto? ¿Lo contradeciría el celo
por Dios, el deleite en su servicio o el amor por las almas
humanas?
1. Que se ha de
d e enseñar a las pers
personas
onas los principi
principios
os de
la fe, y los asuntos de mayor necesidad para la
salvación, es algo que para nosotros está más allá de
toda duda.
2. Que se les ha de enseñar de la manera más
ventajosa y edificante, es algo en lo que espero que
estemos todos de acuerdo.
3. Que la conversación, examen e instrucción personal
tienen muchas ventajas excelentes para hacerles bien,
es algo
algo qu
que
e tampoco tiene discusión.
4. Que la instrucción personal es algo que se nos
recomienda en las Escrituras, y que es practicado por
los siervos de Cristo, y aprobado por los piadosos de
todas las épocas, es, al menos por lo que he podido
hallar, algo sin contradicción.
5. Está más allá de toda duda que debemos llevar a
cabo este gran deber en todas las personas, o en tantas
como podamos, porque nuestro
nu estro amor y cuidado por sus
almas debe extenderse a todos. Si existen quinientas o
mil personas ignorantes en su parroquia o
congregación, el hablar solamente a algunos de vez en
cuando es un pobre desempeño de su deber, como lo
es dejarlos descansar en su ignorancia solos, si pueden
permiti rse el ayudarles
permitirse ayudarles..
6. No es menos cierto que un trabajo de tal magnitud
como lo es este consumirá una considerable parte de
su tiempo. Por último, es igualmente cierto que todos
los deberes han de ser atendidos en orden, tanto como
se pueda, y que por tanto deben tener sus tiempos
asignados. Y si nos ponemos de acuerdo en la práctica
conforme a estas verdades comúnmente reconocidas,
no tenemos necesidad de posponer el trabajo por
ninguna circunstancia dudosa.
Ahora, en nombre de Cristo y por el bien de su Iglesia y las
almas inmortales de los hombres, ruego a todos los fieles
ministros del Señor que se dediquen de forma efectiva a
esta obra. Combínense para realizarla de forma unánime,
para que así se procure la sumisión de su gente más
fácilmente. Debo por
este es el trabajo confesar que,
el cual, porpor
de experiencia, creo (que
la gracia de Dios que
obra a través de los medios), se debe hacer la reforma. Es la
obra que ha de expulsar nuestra común y prevalente
ignorancia, el trabajo que ha de inclinar el tozudo corazón
de los pecadores; el que debe contestar sus vanas
objeciones y eliminar sus prejuicios, el que ha de reconciliar
sus corazones con el de sus fieles ministros, y ayudar al
éxito de la predicación pública. Es el trabajo que ha de
convertir la verdadera piedad en algo más común de lo que
lo ha sido hasta ahora. Creo que nunca habíamos tomado el
mejor camino para demoler el reino de las tinieblas hasta
ahora. Me maravillo de mi mismo, de cómo me mantuve
alejado por tanto tiempo de un deber tan claro y excelente.
Pero lo que sucedió conmigo supongo que sucede también
con otros. Hace mucho que estaba convencido de ello, pero
mis reparos por las dificultades eran demasiado grandes, y
mi comprensión del deber demasiado pequeña, y así fui
durante largo tiempo impedido de llevarlo a cabo.
Imaginaba que la gente iba a despreciarlo, y que solo unos
pocos que tuviesen menos necesidad del mismo, se
someterían a ello. También pensaba que mis fuerzas no me
permitirían acabarlo, al tener tantas cargas sobre mí. De
este modo lo retrasé durante mucho tiempo, y ruego al
Señor de la misericordia que me perdone. Sin embargo, al
probarlo, encuentro que las dificultades son casi
inexistentes (salvo
(salvo so
solo
lo por lla
a ex
extraor
traordin
dinaria
aria debil
debilidad
idad de mi
cuerpo) en comparación con lo que había imaginado, y he
encontrado que los beneficios y consuelos del trabajo de
instrucción
desestimadopersonal son tantos,
ni por todas que del
las riquezas no desearía haberlo
mundo. Pasamos
los lunes y los martes, desde la mañana hasta casi la noche,
en esta obra. Tomamos unas quince o dieciséis familias por
semana, a fin de terminar con toda la parroquia (en la cual
existen más de ochocientas familias) en un año. Y todavía
no puedo decir que haya existido una familia que haya
rehusado acudir aque
pocas personas, mí, fueron
habiéndose excusado
cambiadas de solamente unas
turno. También
puedo decir
d ecir que encuentro más signsignos
os externos
externos de éx
éxito
ito con
la mayoría de los que vienen, que de toda mi predicación
pública hacia ellos. Si me dicen que no es así en la mayoría
de los lugares
lug ares,, res
responderé
ponderé que d dese
esearía
aría que la cu
culpa
lpa d
dee esto
no recayese demasiado sobre nosotros. Si, sin embargo,
algunos rechazan su ayuda, eso no les excusaría de
entregarla a aquellos que la aceptarían.
Si me preguntan de qué manera lo ordeno y lo llevo a cabo,
podría mencionar que para impartir el discipulado consulto
un listado de todas las personas de entendimiento de la
parroquia, y el ayudante
ayudante va una semana antes a cada fami familia
lia
para informarles de qué día venir y a qué hora (una familia
famili a a
las ocho, la siguiente
sigui ente a las nu
nuev
eve,
e, la próx
próxima
ima a las diez, etc.).
Me veo forzado por el número a tratar con una familia al
completo cada vez, pero normalmente no admito que esté
presente
prese nte nadi
nadiee que pertenezca a otra famili
familia.
a.
Hermanos ¿acaso les estoy invitando ahora a esta labor sin
la autoridad de Dios, sin el consentimiento de los antiguos,
de los teólogos reformados, o sin tener convicción de sus
propias conciencias? Vean lo que la Asamblea de
Westminster dice en el directorio en ocasiones, acerca de
visitar a los enfermos: “Es el deber del ministro no solo
enseñar a las personas encomendadas a su cuidado en
público, sino también en privado, y particularmente
amonestar, exhortar, reprobar y consolarles en los
momentos adecuados, siempre y cuando su tiempo,
fortaleza y seguridad personal lo permita. Han de recibir
amonestación en tiempo de salud para prepararlos para la
muerte. Y, para ese propósito, han de conversar con
frecuencia con su ministro acerca del estado de sus almas”
etc.
Vuelvan a leer esto y piensen en ello. Si desean tener paz
con Dios, presten atención a lo que Dios dice. Presten
atención a la conciencia, si quieren estar en paz con ella. He
tomado la resolución de tratar con ustedes claramente,
aunque esto pueda desagradarles. Es poco probable que un
hombre que no resuelva cumplir con un deber tan claro y
grande posea un corazón sinceramente dedicado a Dios. No
puedo concebir que nadie que tenga una chispa de gracia
salvadora, y, por tanto, el amor de Dios, y que se deleite en
hacer su voluntad, la cual está presente en todos los que
han sido santificados, pueda verse arrastrado a oponerse o
negarse acomo
tentación una obra como
aquella queesta,
sufriósalvo porque
Pedro, el negó
poderade una
Cristo.
O como en aquella ocasión en que trató de persuadirlo para
que no sufriese, y acabó escuchando una excomunión a
medias: “¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres
tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino
en las de los hombres” ( Mateo 16:23 ). Ustedes han
puesto la mano en el arado. Como cristianos y como
pastores, están dedicados doblemente a Él ¿Y se atreverán
después de esto a retirarse y negarse a su obra? Pueden ver
la obra de
muchas la reforma aen promoverla,
obligaciones pie, y están ¿y
comprometidos
se atreveránpor
a
descuidar los medios por los que debe llevarse a cabo?
¿Mostrarán sus rostros en una congregación cristiana como
ministros del evangelio y orarán por una reforma, por la
conversión y salvación de sus oyentes, por la prosperidad de
la iglesia, y cuando hayan terminado se negarán a emplear
los medios por los que esto debe realizarse? Sé bien que la
sabiduría carnal siempre presentará palabras y
razonamientos para contradecir la verdad y el deber que
aborrece.
aborrece. Es más fácil poner reparos a
acerca
cerca de un deber que
cump lir con él; p
cumplir pero
ero e
espere
speren
n al fin
final,
al, antes de pas
pasar
ar al juici
juicio.
o.
¿Podrán
¿Podrán entonces creer que tendrán una revisión cómoda de
esos descuidos, o podrán dar cuanta de ellos ante Dios con
tranquilidad?
Me atrevo a pronosticar, conociendo la naturaleza de la
gracia, que todos los ministros piadosos de Inglaterra
tomarán conciencia de este deber, y se dedicarán a él,
excepto aquellos que, por algún accidente extraordinario,
estén incapacitados, o los que estén bajo las tentaciones
antes mencionadas. No les persuado sin esperanza de ello,
sino que doy por hecho que se hará. Y si algún hipócrita
perezoso, celoso o malicioso tiene reparos con respecto a
esto o lo evita, el resto no lo hará, sino que tomarán la
oportunidad y no se resistirán a las advertencias del Señor.
Dios desvelará
para los hipócritas
tristeza suya, lo que esa tratarle
su tiempo,
con yligereza.
les hará ¡Ay
saber,
de
ellos cuando tengan que rendir cuentas por la sangre de las
almas! Las razones que les fueron suficientes para evitarles
el deber no serán suficientes entonces, sino que se
manifestará que estas razones fueron los efectos de su
necedad, y que procedieron de acuerdo a su corrupta
voluntad e interés carnal. Tampoco sus conciencias podrán
sostenerse en esas razones en la hora de su muerte, aunque
ahora lo hagan. Cuando revisen ese deber descuidado
sentirán, para
que para un su que
alma desgracia, que no
se marcha, tal yhay consuelo
como posible
sí lo hay para
aquellos que se han dedicado completamente al servicio del
Señor. Estoy seguro de que mis argumentos para este deber
parecerán
parecer án más fuertes al fi
final,
nal, cuando
cuand o sean vvistos
istos en la hora
de la muerte, en el día del juicio, y, especialmente, a la luz
de la eternidad.
Y ahora, hermanos, con ferv
fervor
or les ruego, en el nombre de
Dios y por el bien de las almas de sus rebaños, que no
tengan la más ligera negligencia con respecto a esta labor,
sino que la emprendan con vigor y con todas sus fuerzas, y
la conviertan en una gran y seria ocupación. Se requiere
mucho juicio para administrarla.
Por tanto, estudien de antemano cómo emprenderla, tal y
como estudian para sus sermones. Recuerdo lo serio que fui
con algunos del último parlamento para que estableciesen
catecismos en nuestras asambleas; pero en verdad no me
apena de que esto no tuviese efecto, salvo por unas pocas
de las congregaciones más grandes, ya que percibo que,
toda la vida de la obra en Dios yace en la administración
prudente y efectiva de la misma, en sondear el corazón de
los hombres y en establecer la verdad en sus conciencias, y
hasta el ministro más capaz es débil para esto, y pocos de
los de rango inferior
i nferior ser
serán
án competent
competentes
es para ello. P
Porque
orque no
temo nada más que muchos ministros, que predican bien,
serán halladospara
especialmente pocoadministrarla
cualificadosa para esta viejos,
pecadores obra,
ignorantes y de duro corazón. Y ciertamente, si la gente no
tiene reverencia por los ministros, y prefieren tomarlos a la
ligera y disputar con ellos en lugar de aprender a someterse
con humildad ¿Cuánto más lo harán con personas de rango
inferior?
Viendo pues que este trabajo nos ha sido encargado, y que
hemos de realizarlo o de lo contrario no se hará,
levantémonos y hagámoslo con todas nuestras fuerzas.
Cuando estén hablando con sus congregaciones, háganlo
con la mayor prudencia y seriedad, y sean tan serios con
ellos como lo son con la vida o la muerte. Empleen tanto
cuidado como lo hacen con sus exhortaciones públicas en el
púlpito. Vuelvo a decir que, aparte de la predicación pública,
este es para mí el trabajo de los que me he dedicado que
me produce mayor bienestar, porque en público hablo a
más personas, pero con menos provecho para cada
individuo. Y no dudo que ustedes también lo considerarán
así si emprenden esta obra
obra con fidelidad.
fidelid ad.
Mi segunda petición para los ministros en estos reinos es
que, sin más dilación, emprendan de forma unánime
aquellas partes de la disciplina de la Iglesia que son
incuestionablemente necesarias y forman parte de su
trabajo. Es un caso triste que hombres buenos descuiden
constantemente
grande. El clamor y durante
común es:tanto“Nuestra
tiempo gente
un deber tan
no está
preparada para ello, no lo soportarán”. ¿Pero acaso no es
más bien el problema que ustedes no soportarán las
dificultades y el odio que ocasionará? Si ciertamente
proclaman que nuestras iglesias son incapaces del orden y
gobierno de Cristo, ¿Qué están haciendo sino dejar la causa
a aquellos que se retiran de nosotros y animar a las
personas a buscar una mejor sociedad donde se pueda dar
esa disciplina? Porque aunque la predicación y los
sacramentos puedan omitirse en algunos casos hasta un
tiempo mejor, y de acuerdo a esto también pueda omitirse
la disciplina, es un caso complicado el estar en un descuido
constante durante tantos años como lo hemos hecho, a
menos que sea totalmente imposibl
i mposiblee realizar el trabajo. Y, si
fuese así por la incapacidad de nuestros recursos, esto nos
llamaría claramente a alterar nuestra constitución para
lograr que el trabajo fuera realizable. Acerca de esto he
hablado claramente después, y espero que lo consideren
concienzudamente. Por ahora solo les ruego, si han de
rendir cuentas con seguridad al príncipe de los Pastores, y
no quieren ser hallados infieles a la casa de Dios, que no
retrasen el establecer la disciplina por voluntad propia o por
negligencia, como si fuese algo innecesario, ni se rehúsen a
ello por el problema que pueda producir a la carne el
hacerlo; porque así como esto sería un triste síntoma de
hipocresía, también los deberes más costosos son
normalmente los que más bienestar producen, y pueden
estar seguros de que Cristo sustentará ese costo.
Mi última petición es que todos los fieles ministros de Cristo,
sin más demora, se unan y asocien para ayudarse los unos a
los otros a avanzar en la obra del Señor, y en el mantener la
unidad y concordia en sus iglesias. Que no descuiden sus
reuniones fraternales para cumplir con este fin, ni las
malgasten
edificación y sinla provecho,
realizaciónsino que de
efectiva las lamejoren para esa
obra. Lean su
excelente carga de Edmund Grindal, arzobispo de
Canterbury, a la reina Elizebeth, acerca de las reuniones y
ejercicios ministeriales. La encontrarán en la Historia de la
Iglesia de Ingl
Inglaterr
aterraa de Ful
Fuller
ler..
Hermanos, les ruego su perdón por los errores de esta
apelación, y, deseando fervientemente el éxito de sus
labores,, rogaré diariamente a Dios para qu
labores que e les persuada de
estos deberes
preserve que aquí
y prospere en les hecontra
ellos recomendado, y para
la serpentina que losy
sutileza
rabia que en estos días se dedica a oponérseles y
obstaculizarles.
15 de Abril 1656
Su indigno consiervo
RICHARD BAXTER
********
Nota introductoria
********
Sección
Secc ión 1 – La naturaleza de esta supervisión
Consideremos en qué consiste mirar por n
noso
osotros
tros mismos.
1. Miren que la obra de la gracia sasalvadora
lvadora hahaya
ya sido
llevada plenamente a sus prop
propias
ias almas.
Miren por ustedes mismos, no vaya a ser que no tengan la
gracia salvadora
extraños deefectiva
a la obra Dios que
deofrecen a los demás,
ese evangelio y sean
que predican.
No sea que, mientras proclaman al mundo la necesidad de
un Salvador, sus propios corazones la descuiden y se
pierdan del interés en Él y sus salvíficos beneficios. Miren
por ustedes, no vaya a ser que perezcan mientras llaman a
otros a cuidarse de perecer, y no sea que mueran hambre
mientras preparan alimento para ellos. Aunque existe una
promesa de resplandecer como el firmamento para aquellos
que enseñan justicia a la multitud ( Daniel 12:3 ), esta
supone
de forma quesimple,
primerosuse han enseñado
propia ellos.en
sinceridad Considerándolo
la fe es la
condición para su gloria, aunque sus grandes labores
ministeriales puedan ser una condición para la promesa de
una gloria mayor. Muchos han advertido a otros para evitar
que vayan al lugar de tormento mientras ellos mismos se
apresuraban hacia él. Muchos predicadores están ahora en
el infierno,
in fierno, habiend
habiendoo llamado
llam ado cientos de veces a ssus
us oye
oyentes
ntes
a tener el mayor cuidado y diligencia para escapar del
mismo.
¿Puede alguien razonable imaginar que Dios debería salvar
a las personas por ofrecer la salvación a otros mientras la
rechazan ellos mismos, y por decirle a otros esas verdades
que ellos mismos descuidan y abusan? Muchos sastres que
van en harapos elaboran ropas costosas para otros, y
muchos cocineros apenas se lamen sus dedos cuando han
cocinado los platos más caros para otras personas. Créanlo
hermanos, Dios nunca salvó a nadie por ser un predicador,
ni porque ser un predicador capaz, sino porque era una
persona justificada y santificada, y, consecuentemente, fiel
en la obra de su Maestro. Miren por tanto por ustedes
primeramente, de que sean aquello que persuaden a sus
oyentes a ser, y crean aquello que persuaden a sus oyentes
a creer. Tengan en el corazón a ese Salvador que ofrecen.
Aquel que les ordenó amar a su prójimo como a ustedes
mismos suponía que ustedes mismos se amarían, y que no
se aborrecerían y destruirían a ustedes mismos y a su
prójimo.
Es algo temible ser un creyente nominal sin estar
santificado, pero es más terrible ser un predicador no
santificado. ¿No les hace temblar cuando abren la Biblia el
hecho de que puedan estar leyendo la sentencia de su
propia condenación? Cuando escriben sus sermones, ¡Poco
se imaginan que están escribiendo acusaciones contra sus
propias
pecado, almas! ¡Que cuando
están agravando losestán
suyosargumentando
propios! ¡Quecontra
cuandoel
proclaman a sus oyentes las inescrutabl
inescrutables
es riquezas de Cristo
y su gracia, están publicando su propia iniquidad al
rechazarlas y su infelicidad al estar destituidos de ellas!
¿Qué pueden hacer al persuadir a las personas hacia Cristo,
al sacarlas del mundo, al instarlas a una vida de fe y
santidad si sus conciencias, de estar despiertas, les dirían
que todo esto que dicen es para su propia confusión? Si
hablan del infierno, están hablando de su propia herencia. Si
describen
desgracia, el
ya gozo deltienen
que no cielo, derecho
están describiendo su propia
a “la herencia de los
santos en luz” ( Colosenses 1:12 ). En su mayor parte,
pueden hablar de el
ello,
lo, pero será
será contra sus propias almas.
¡Oh, miserable vida la de un hombre que estudia y predica
contra sí mismo, y pasa sus
sus días de camino
cami no a la condenación
cond enación
propia! Un predicador sin experiencia y gracia es una de las
criaturas más infelices sobre la faz de la tierra, y aun así,
muchas veces es insensible a su infelicidad, porque ha
tenido tantas cuentas que parecen el oro de la gracia
salvadora, y tantas piedras preciosas espléndidas que
recuerdan a las joyas cristianas, que rara vez se ve
atribulado por pensamientos de su propia pobreza, sino que
piensa “soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa
tengo neces
n ecesidad”,
idad”, cuand
cuando,
o, en realidad es “un desv
desventurado,
enturado,
miserable, pobre, ciego y desnudo” ( Apocalipsis 3:17 ).
Está familiarizado con las sagradas Escrituras, se ha
ejercitado en los deberes santos, no vive en un pecado
desgraciado y abierto, sino que sirve en el altar de Dios.
Reprende las faltas de otras personas, y predica santidad
tanto de vida como de corazón, ¿Qué puede esta persona
elegir, sino ser santo? ¡Oh qué miseria tan grande es esta,
perecer en medio de muchos!, ¡Pasar hambre mientras
tienes el pan de vida en tus manos, mientras lo ofreces a
otros y les instas a tomarlo! ¡Qué miseria que esas
ordenanzas de Dios sean causa de nuestro engaño, cuando
han sido instituidas para ser los medios de nuestra
convicción y salvación! ¡Y todo ello mientras sostenemos el
espejo del evangelio para otros, para mostrarles el rostro y
aspecto de sus almas, mient
mientras
ras miramos la par parte
te de atrás,
atrás,
donde no vemos
vemos nada, o bien lo apartamos
apartamos para que no de
una mala imagen
i magen de nosotros mismos! Si u una
na perso
personana así de
miserable quiere tomar mi consejo, debería ponerse en pie,
y llamar a cuentas su corazón y su vida, haciendo recaer por
un tiempo la predicación sobre sí mismo, antes de seguir
predicando a otros. Que considere si
si la
l a comida en la
l a boca, la
que no ha entrado en el estómago, puede nutrir; que
considere si aquel que “nombra el nombre
nomb re de Cristo no debe
apartarse de la iniquidad” ( 2 Timoteo 2:19 ), que
considere si Dios escuchará sus oraciones si “en su corazón
mira a la iniquidad” ( Salmos 66:18 ), si servirá en el día de
rendir cuentas el decir: “Señor, Señor, en tu nombre
profetizamos”, cuando escuche aquellas terribles palabras
“Apartaos de mí, no os conozco” ( Mateo 7:22-23) , y que
considere qué consuelo sería para Judas, cuando se hubo ido id o
a su lugar, recordar que había predicado con los otros
apóstoles, o que se había sentado con Cristo y lo había
llamado “amigo”
“amigo”..
Cuando pensamientos como estos entren en sus almas, y
hayan obrado sobre sus conciencias, les aconsejaría
acercarse a su congregación y predicar el sermón de Origen
acerca de Salmos 50:16-17. “Pero al malo dijo Dios: ¿Qué
tienes tú que hablar de mis leyes, Y que tomar mi pacto en
tu boca? Pues tú aborreces la cor corrección
rección,, Y echas a tu
espalda mis palabras”. Y una vez hayan leído este texto,
sentarse, exponerlo y aplicarlo a sí mismos con lágrimas,
para después realizar una confesión libre y completa de su
pecado, y lamentar su caso ante toda la asamblea,
deseando sus oraciones a Dios solicitando su gracia
renovadora y de perdón, de manera que, de ahí en adelante
puedan
de lo quepredicar
p redicar
habl an,aelogiando
hablan, un Sal
Salvvador
las que conocen,
riquezas y ssentir
entir aquel
del evangelio aquello
desdelo
su propia ex
experiencia.
periencia.
Una calamidad y peligro común en la Iglesia es tener
pastores no regenerados y no experimentados; tener
muchos hombres que terminan siendo predicadores antes
que Cristianos, que están santificados por la dedicación al
altar como sacerdotes de Dios antes de ser santificados por
una dedicación
dedi cación del corazón como discípu
discípulos
los de Cristo, y que,
por tanto, adoran a un Dios desconocido, predican un Cristo
desconocido, y oran por medio de un Espíritu desconocido,
motivando a un estado de santidad y comunión con Dios , y
a una gloria y felicidad que les son desconocidas, y
probablemente lo seguirán siendo por siempre para ellos.
Aquel que no tiene al Cristo y la gracia que predica,
probablemente será un predicador sin corazón. ¡Oh si todos
los estudiantes en nuestras univers
universidades
idades consideraran bi bien
en
esto! ¡Qué mala ocupación es para ellos pasar su tiempo
adquiriendo
adqui riendo un poco de conocimient
conocimiento o de las obras de Dios, y
de algunos
algun os de es
esos
os nombres que las divididas lenguas de las
naciones les han impuesto, y no conocer a Dios mismo ni
exaltarle en sus corazones, ni estar familiarizados con esa
obra de renovación que debería hacerlos felices! Lo único
que hacen es andar en un sueño vano, y pasar sus vidas
soñando mientras ocupan su intelecto y lengua en una
abundancia de nombres e ideas, siendo extraños a Dios y la
vida de los santos. Si alguna vez Dios los despierta con su
gracia salvadora, tendrán meditaciones y ocupaciones más
serias que sus estudios y disputas no santificados, y
confesarán que no hacían otra cosa sino soñar. Construyen
un mundo de ocupaciones de la nada, mientras continúan
siendo extraños por voluntad propia al Ser primitivo,
independiente y necesario que lo es todo en todos. Nada se
puede conocer adecuadamente si no se conoce a Dios, ni
ningún estudio está bien llevado, ni tiene un gran propósito,
si no se estudia a Dios. Sabemos poco de las criaturas hasta
que las conocemos en la relación con el Creador: las letras
por sí solas, y las sílabas sin una composición, no dejan de
ser un sinsentido.
sinsentid o. El q
que
ue pasa por alto a aqu
aquel
el qu
quee es el ““Alfa
Alfa
y el Omega, el principio y el fin” y no ve en todo a aquel que
lo es todo en todos, no ve nada en absoluto. Todas las
criaturas, como tales, son sílabas rotas: no significan nada
separadas de Dios. Si de verdad se separaran de Él, dejarían
de existir y su separación equivaldría a su aniquilación.
Además, cuando nos separa
separamos
mos de ÉÉll en nu
nuestra
estrass fantasías,
no nos aprovechan nada. Una cosa es conocer las criaturas
como Aristóteles, y otra conocerlas como cristiano. Nadie
sino un cristiano es capaz de leer una línea de su física y
entenderla correctamente. Es una materia de estudio
excelente, y de mayor uso del que muchos pueden
comprender, pero lo quequ e Aristóteles puede enseñarnos no es
sino su parte más pequeña.
El hombre fue creado perfecto, y fue colocado en un mundo
perfecto en el que todas las cosas estaban en perfecto
orden, toda la creación era como el libro del ser humano, en
el que podía leer la naturaleza y voluntad de su gran
Creador. Todas las criaturas tenían el nombre de Dios
grabado de forma tan legible, que el hombre podía leerlo.
No podía abrir sus ojos sin ver alguna imagen de Dios, pero
en ningún lugar podía verla tan completa y con tanta vida
como en sí mismo. Por tanto, su trabajo era estudiar todo el
libro de la naturaleza, pero sobre todo, estudiarse a sí
mismo. Si el hombre hubiera seguido en este camino, habría
aumentado su conocimiento de Dios y de sí mismo, pero
cuando quiso conocer y amar a las criaturas y a sí mismo
siguiendo un camino separado de Dios, se perdió el
conocimiento tanto de las criaturas como del Creador, al
menos en aquello que podría ser de bendición y era digno
de ser llamado conocimiento; y, en lugar de ello, obtuvo el
infeliz conocimiento que deseaba, las ideas vacías y un
conocimiento
conocimient o fantasioso de las criaturas y de sí m
mismo,
ismo, y as
asíí
se separó. De esta manera, aquel que solía vivir para el
Creador y por Él, ahora vive para sí mismo y otras criaturas.
Por eso, “todo hombre en su mejor estado” (los ilustrados así
como los iletrados) es completamente vanidad. Ciertamente
todo hombre camina haciendo vana ostentación y pierde la
calma en vano. Y ha de observarse bien que, así como Dios
no apartó la relación como Creador al conve
convertirse
rtirse en nuestro
Redentor, sino que la obra de redención, en cierto modo,
está subordinada a la de creación, y la ley del Redentor a la
del Creador, del mismo modo nuestras obligaciones con
Dios como Creador no han cesado, sino que las que
debemos al Redentor, como tales, están subordinadas a las
primeras. La obra de Cristo es llevarnos de vuelta a Dios,
restaurándonos a la perfección de la santidad y la
obediencia, y, así como Él es el camino al Padre, también la
fe en Él es la manera en que volvemos a nuestro anterior
empleo y disfrute de Dios. Espero que puedan percibir lo
que intento expresar con esto: que ver a Dios en sus
criaturas, amarle y conversar con Él era la ocupación del ser
humano
dejar de en
ser su estadoocupación
nuestra no caído;ahora,
y quesino
estoque
está
la lejos
obra de
de
Cristo es llevarnos, por fe, de vuelta a esto. Por tanto, las
personas más santas son las mejores estudiantes de las
obras de Dios, y nadie sino alguien santo puede estudiarlas
y conocerlas como es debe. “Grandes son las obras del
Señor, Buscadas de todos los que las quieren” ( Salmos
111:2 ), pero no por ellas mismas, sino por Aquel que las
hizo. Los estudios de física y otras ciencias no valen nada si
no es a Dios a quien buscamos detrás de ellos. Ver, admirar,
reverenciar y adorar, amar y deleitarse en Dios tal y como se
muestra en sus obras, esa es la única y verdadera filosofía, y
lo contrario a esto es simple necedad, tal y como Dios
mismo lo llama una y otra vez. Esto es lo que santifica sus
estudios, el que estén dedicados a Dios, que Él sea el fin, el
objeto, y la vida en todos ellos.
Dicho seadedealguien
censura paso, me
tan aventuro a decirles
inadecuado (y perdonen
para hacerla, aunqueesta
la
necesidad del caso la ordena), que, en las academias
cristianas, es un enorme error con peligrosas consecuencias
el estudiar a la criatura antes que al Redentor, y el que los
estudiantes se apliquen a la física, metafísica y la
matemática antes de dedicarse a la teología, ya que no
existe persona que, sin entender lo vital de la teología, sea
capaz de llegar a algo más que ser un necio en filosofía. La
teología debe establecer el cimiento,
cimi ento, y abrir el camin
caminoo de los
demás estudios.
criaturas Si se ha buscar
(y no debemos de buscar a Dios al estudiar
un conocimiento las
de estas
apartado de Dios), entonces los tutores deben leer para sus
alumnos a Dios en todas las cosas, y la divinidad debe ser el
comienzo, el medio, el fin, y la vida de todos sus estudios.
Nuestra física y metafísica ha de resumirse en la teología, y
la naturaleza ha de ser leída como uno de los libros de Dios,
escrito por Él a propósito para revelarse a nosotros. Las
Sagradas Escrituras son el libro más fácil: cuando hayan
aprendido de ellas acerca de Dios y su voluntad, que es lo
más necesario,
necesario, aplíq
aplíquense
uense al estudi
estudioo de sus obras, y lean en
cada criatura de la manera en que lo hace un cristiano y un
teólogo. Si no se ven a sí mismos y a todo lo demás como
creaciones que viven, se mueven y tienen su ser en Dios, no
están viendo nada, a pesar de lo que creen que ven. Si no
perciben, en su estudio de las criaturas, que Dios es todo y
está en todo, y que de Él, por Él y para Él son todas las
cosas, podrán pensar quizás que saben algo, pero no saben
nada como debe saberse. No tengan una idea tan baja de la
física y las obras de Dios, como si solo fueran estudios de
preparación para muchachos. Buscar, contemp
contemplar,
lar, admirar y
amar al gran Creador en todas sus obras es una parte
elevada y noble de la santidad. El libro de Job y los salmos,
pueden mostrarnos que nuestros estudios de la naturaleza
no son algo tan minúsculo comparado con la teología como
algunos suponen.
Por tanto, en el celo por el bien de la iglesia y por su propio
éxito en las labores más necesarias, propongo que todos los
maestros piadosos consideren si no deberían, al igual que
hacen con cualquier otra ciencia, leer a sus alumnos
diligentemente y en el tiempo apropiado las partes más
importantes de la teología práctica (y, en realidad no existe
otra). ¿No deberían ambas cosas ir unidas desde el mismo
principio? Está bien que oigan sermones; pero eso no es
suficiente. Si los profesores convierten en su ocupación
principal
doctrina de hacer que sus
salvación, y sealumnos se porque
esfuerzan familiaricen con en
esta esté la
sus corazones, por hacer que todo lo valoren con respecto a
ella, si se esfuerzan por leer para sus corazones tanto como
leen para sus cabezas, y de esa forma continúan con el resto
de su instrucción de tal forma que todo les parezca algo
subordinado al evangelio y que los estudiantes puedan
sentir a qué se encaminan en todo, podrán enseñar toda la
filosofía “in habitu teológico”. Será un feliz medio para
construir una iglesia y un país también feliz. Pero cuando las
lenguas y la filosofía consumen la mayor parte de su tiempo
y diligencia, y, en lugar de leer filosofía como teólogos leen
teología como filósofos, como si no hubiera cosa más
importante que una lección de música o aritmética y no la
doctrina de la vida eterna, se dinamita a algunos desde el
principio, y se infecta la Iglesia con maestros no
santificados. Por eso es que tenemos a tantos mundanos
predicando de la felicidad invisible, y a tantos hombres
carnales declarando los misterios del Espíritu, y me gustaría
no poder decir que a tantos infieles predicando a Cristo, o a
tantos ateos predicando del Dios viviente. Cuando se les
enseña filosofía antes, o incluso sin religión, ¿Cómo nos
vamos a asombrar luego de que su filosofía sea el todo o la
mayorr parte de su relig
mayo religión?
ión?
Por tanto, me dirijo de nuevo a todos aquellos que tienen el
cargo de educar
preparando a la
para el juventud,Ustedes,
ministerio. especialmente
que sonsimaestros
los estány
tutores, comiencen y terminen con las cosas de Dios
Dios.. Hablen
diariamente a los corazones de sus estudiantes de aquellas
cosas que han de ser llevadas al corazón para que no sean
desechos. Permitan que salgan palabras punzantes de sus
bocas con frecuencia respecto a Dios, el estado de sus
almas, y sobre la vida por venir. No digan que son
demasiado jóvenes para entenderlas y meditarlas, porque
saben poco de la impresión que puedan causar. Por su celo y
diligencia,
pueden verseno solo el alma adebendecir
motivadas ese chico,
a sino
Dios.muchas
Sí, porotras
una
palabra así de oportuna. Ustedes tienen más ventaja que
otros para hacerles bien, los tienen antes de que crezcan
hacia la madurez, y ellos los escucharán a ustedes aunque
no escuchen a otros. Estos jóvenes están destinados al
ministerio, los están preparando para el servicio especial de
Dios, y ¿acaso no deben conocer primero a quién sirven?
¡Oh, piensen que cosa tan triste sería para sus propias
almas, y que mal para la iglesia de Dios, si dejan su
influencia teniendo corazones carnales y comunes para
realizar una obra tan santa y espiritual! De un centenar de
estudiantes en una de nuestras universidades, ¿Cuántos
puede haber que verdaderamente jóvenes serios,
experimentados y piadosos? Si envían la mitad de ellos a un
trabajo para el que no están preparados, ¡Qué trabajo tan
cruel realizarán para su iglesia o el país! Sin embargo, si
ustedes son el medio para su conversión y santificación
¿Cuántas almas los bendecirán y cómo de grande será el
bien que pueden hacer a la iglesia? Cuando sus corazones
sean
sea n afectados para ssalva
alvación
ción con llaa doctrina qque
ue estudian y
predican, la estudiarán y predicarán con más corazón: su
misma experiencia los llevará a elegir los temas más
adecuados, los adornará con sustancia, y avivará en ellos el
deseo de lograr que la conciencia de sus oyentes la
entienda. Cuídense por tanto de no trabajar para provocar
las quejas y lamentos de la iglesia,
ig lesia, ni para el atormentador y
asesino de almas.
2. No se contenten con estar en un estado de gracia
Tengan
Tengan cuidado tambitambién
én de que esta se manteng mantenga a
vigorosamente ejercitada, y predíquense a sí mismos los
sermones que estudien antes de predicarlos a otros. Si
hacen esto por ustedes mismos, no será trabajo perdido,
pero les digo esto teniendo en cuenta al público, para que lo
hagan por amor a la iglesia. Cuando sus mentes e están
stán e
en
n
una disposición santa y celestial, sus congregaciones
probablemente se beneficiarán de los frutos. Sus oraciones,
alabanzas y doctrina serán dulces y celestiales para ellos.
Podrán sentir cuando hayan estado mucho tiempo con Dios,
porque aquello que está más tiempo en sus corazones, es
probable que también esté más tiempo en sus oídos.
Confieso que digo esto desde una lamentable experiencia,
ya que (a veces) hago pública a mi rebaño la mala
disposición de mi propia alma. Cuando permito que mi
corazón se enfríe, mi predicación es fría; cuando mi corazón
está confundido, mi predicación es confusa, y así, a menudo
puedo observar en mis mejores oyentes, que cuando me he
vuelto frío en la predicación, ellos también se enfrían y las
siguientes oraciones que he escuchado de ellos han sido
muy parecidas a mi p predicación.
redicación.
Somos las matronas de los pequeñitos de Cristo. Si
descuidamos el alimentarnos nosotros mismos, haremos
que ellos se mueran de hambre. Pronto se podrá ver en su
delgadez y en el frío desempeño de sus distintas
obligaciones. Si permitimos que nuestro amor decline, no es
probable que podamos levantar el de ellos. Si disminuimos
nuestro santo cuidado y temor, se dejará ver en nuestra
predicación, y si el contenido no lo muestra, la manera en
que se predica lo mostrará. Si nos alimentamos de mala
comida, ya sea de errores o controversias sin fruto, es
probable que nuestros
Sin embargo, oyentes
si abundamos en se
fe,vuelvan
amor ypeores por ello.
celo ¡Cómo se
desbordará esto en refrigerios para nuestras
congregaciones, y cómo se dejará ver al aumentar las
mismas gracias en ellos! Oh hermanos, vigilen por tanto sus
propios corazones. Mantengan fuera los deseos
inapropiados, las pasiones, y las inclinaciones mundanas.
Guarden la vida de fe, amor y celo. Pasen mucho tiempo en
casa, y mucho con Dios. Si no es su ocupación diaria el
estudiar sus propios corazones, someter su corrupción y
caminar
que conque
tienen Dios, si no convierten
atender esto entodo
constantemente, una irá
ocupación
mal, y
harán que sus oyentes se mueran de hambre por la palabra.
Si su fervor se ve afectado, no pueden esperar que una
bendición lo acompañe desde el cielo. Por encima de todo,
pasen mucho tiempo orando en lo secreto y meditando. De
ahí harán descender el fuego celestial que debe encender
sus sacrificios:
sacrificios: recuerden, no pu
pueden
eden decli
declinar
nar o descuidar su
deber, no solo se dañarán a sí mismos, sino que muchos
perderán tanto como ustedes a causa de ello. Por tanto, por
amor a sus congregaciones, guarden sus corazones. Si un
arrebato de orgullo espiritual les sobreviene, y caen en
algún error peligroso esparciendo sus propias invenciones
para arrastrar discípulos, esto acabará siendo una herida
para la iglesia
ig lesia que d
deberían
eberían estar cuidando, y se conv
convertirán
ertirán
en una plaga para ellos en lugar de una bendición, y pueden
acabar deseando nunca haber visto sus rostros. Por esto,
presten atención a sus propios
p ropios juici
juicios
os y a
afectos.
fectos. La vvanidad
anidad y
el error se insinuarán astutamente, y se acercarán a menudo
sin grandes pretensiones: las grandes apostasías y
desórdenes con frecuencia han tenido pequeños comienzos.
El príncipe de las tinieblas se presenta con frecuencia como
ángel de luz, para atraer a los hijos de la luz de nuevo a las
tinieblas. ¡Cuán fácilmente también los desórdenes se
arrastran sobre nuestras emociones y nuestro primer amor,
el temor y el cuidado disminuyen! Vigilen por tanto, por el
bien de ustedes mimismos
smos y o otros.
tros.
Pero además de este curso general
general d dee vigilanci
vigilancia,
a, pienso qu
quee
un ministro debería esforzarse especialmente en cuanto a
su corazón, antes de ir a la congregación: si su corazón es
frío, ¿cómo podrá calentar el corazón de sus oyentes? Vayan
en especial a Dios para recibir vida: lean algún libro que
eleve y despierte, o mediten en la importancia del tema del
que van a hablar, y en la gran necesidad de las almas de su
gente, para que puedan acudir con el celo del Señor a su
casa. Mantengan,
ustedes, de esta
para que esta forma, en
sea visible la todos
vida de
sus gracia en
sermones
desde el púlpito, y para que todo el que venga frío a la
asambl
asamblea,
ea, re
reciba
ciba alg
algoo de calor antes de iirse
rse..
3. Cuídense de que su ejemplo no contradiga su
doctrina
Cuiden de que no sean piedra de tropiezo ante los ciegos y
pueda ser causa de su ruina, de que no desdigan con sus
vidas lo que dicen con sus lenguas y sean ustedes los
mayores obstáculos para el éxito de sus propias labores.
Obstaculiza mucho nuestro trabajo cuando otras personas
se dedican toda la semana a contradecir en privado aquello
que se ha compartido de la Palabra de Dios en público, ya
que no estamos cerca para exponer su necedad. Pero si
ustedes mismos se contradicen, eso dañará su trabajo
mucho más. Si sus acciones hacen que su lengua mienta, lo
que edifican en una hora o dos con sus bocas se derriba
durante toda la semana con sus manos. De esta forma las
personas piensan que la Palabra de Dios no es más que un
cuento para gente ociosa, y que predicar no es mejor que
parlotear. Aquel que de verdad tiene intención en lo que
dice, a buen seguro hará como dice. Una disputa
innecesaria, una palabra orgullosa, sensual, el enseñorearse
o un acto codicioso pueden cortarle la garganta a muchos
sermones, y destrozar el fruto de todo lo que han estado
haciendo. Díganme, hermanos, en el temor de Dios ¿les
importa tener éxito en sus labores o no? ¿Anhelan ver el
efecto sobre el alma de sus oyentes? Si no es así, ¿para qué
predican? ¿Para qué estudian? ¿Y para qué se llaman
ministros de Cristo? Pero si lo hacen, seguramente no
podrán permitir que sus corazones dañen su trabajo por
insignificancias. ¿Qué? ¿Les importa tener éxito en su labor,
y aun así, no son capaces de dar un poco a los pobres, ni
soportar una injuria o una mala palabra, ni se inclinarán lo
más mínimo,
señorío? ni son
¡No, no renunciarán a su
capaces de carruaje
hacerlo para de pasiones
ganar almas y
obtener el fin de sus labores! Ciertamente, poco valoran el
éxito si lo venden a un precio tan barato y hacen tan poco
para conseguirlo. Un error palpable de algunos ministros es
que muestran una gran desproporción entre lo que predican
y cómo viven. Estudian duro para predicar de manera
exacta, y estudian poco la forma de vivir correctamente. Una
semana entera les parece poco para estudiar cómo hablar
durante dos horas, y sin embargo una hora les parece
demasiado para estudiar
entera. Aborrecen decir unacómo vivir
palabra maldurante la semana
en sus sermones, o
ser culpables de algún error notable (y no les culpo, porque
la Palabra de Dios es un asunto santo y serio), pero no se
preocupan de equivocarse en sus emociones, palabras y
actos en el transcurso de sus vidas. ¡Oh, cuán
cuidadosamente he escuchado predicar a algunos hombres,
y cuán descuidadamente los he visto vivir! Han sido tan
precisos en la preparación de sus sermones, que la
predicación se mostró a veces como una virtud en ellos,
tanto que su lenguaje podría ser el más educado, y que,
para ayudarles a adornar su estilo (y las cuentas en sus
vestidos a menudo eran sus mayores adornos), utilizaron
todos los escritores de retórica que pudieron encontrar. Eran
tan buenos en escuchar a otros, que no les agradaba nadie
que hablase como pensaba, o que no ahogara sus
emociones, o que no les aburriera o destemplara el corazón
por las predominantes ideas de un fantástico ingenio. Y, sin
embargo, cuando se trataba de un asunto de práctica, y
salían de la iglesia, ¡Qué poco cuidadosos eran, y cuán poco
les importaba lo que habían dicho! o ¡qué poco cuidaban lo
que hacían para que no les deshonrase tan palpablemente!
Aquellos que predicaban con precisión, ¡no vivían con
precisión! ¿Qué diferencia había entre sus sermones en el
púlpito y su hablar habitual? Aquellos que se impacientaban
tanto por los barbarismos, solecismos y paralogismos en un
sermón,
conversa
conve podían
rsación
ción luego
cotidi anas.tolerarlos fácilmente en su vida y
cotidianas.
Ciertamente hermanos, tenemos grandes motivos para
prestar atención a lo que hacemos, así como a lo que
decimos: si hemos de ser en verdad los siervos de Cristo, no
hemos de serlo solo de lengua, sino servirlo con nuestros
actos, y ser hacedores de la obra para ser bendecidos en
ella. Al igual que nuestras congregaciones, hemos de ser
“hacedores de la palabra, y no solo oidores”, o “nos
engañaremos a nosotros mismos” ( Santiago 1:22 ). Una
doctrina práctica ha
h a de predicarse de forma
forma práctica. Hemos
de estudiar tan duro la manera de vivir bien, como la forma
de predicar bien. Hemos de pensar una y otra vez como
componer nuestras vidas de forma que influyan más para la
salvación de las personas, así como lo hacemos con nuestros
sermones..
Cuando estén estudiando lo que decir a su rebaño, si se
preocupan por sus almas, a menudo pensarán: “¿Cómo
consigo llegar a su interior? ¿Y qué diré que tenga más
probabilidad de convencerles, convertirles y avanzar su
salvación?” ¿No deberían estar pensando con la misma
diligencia: “Cómo he de vivir, qué debo hacer y cómo he de
disponer de todo lo que tengo para que tenga más
probabilidad de salvar el alma de las personas”? Hermanos,
si la salvación de las almas es su objetivo, ¡Ciertamente
deben buscarla fuera del púlpito tanto como dentro!
Permita que
qu e les ruegue entonces, hermanos, que, tal y como
hablan bien, hagan el bien. Sean “celosos de buenas obras”
( Tito 2:14 ). No escatimen en ningún costo si esto puede
avanzar la obra de su Maestro.
(1) Mantengan su inocencia y caminen sin ofensas. Que
sus vidas condenen el pecado y persuadan a otros a cumplir
con su obligación. ¿Permitirán que sus congregaciones
tengan más cuidado de sus almas que ustedes mismos? Si
quieren
Si que ellos
no quieren querediman su tiempo,
digan palabras no malgasten
vanas, cuídense el suyo.
ustedes
de hablar lo que pueda edificar, e inclínense a “ministrar
gracia a los oyentes”. Ordenen bien sus propias familias, si
quieren que ellos también lo hagan con las suyas. No sean
orgullosos ni se enseñoreen, si quieren que ellos sean
humildes.
No existen virtudes en las que su ejemplo consiga más
cosas, al menos en cuanto a rebajar los prejuicios de otras
personas, que la humildad, mansedumbre y la abnegación.
Perdonen las ofensas, “no sean vencidos por el mal, sino
venzan el mal con el bien” ( Romanos 12:21 ). Hagan
como nuestro Señor “quien cuando le maldecían, no
respondí
respondíaa con maldici ón” ( 1 Pedro 2:23 ). Si los pecadores
maldición”
son tozudos, resueltos y contenciosos, la sangre y la carne
querrán persuadirles a tomar sus mismas armas, y
dominarlos por medios carnales: Pero ese no es el camino
(más allá de lo que la necesaria preservación o el bien
público puedan requerirlo), sino vencerles con amabilidad,
paciencia y gentileza. Hacerlo carnalmente demostrará que
tienen más poder mundano que ellos (aunque normalmente
esto es difícil para los que son fieles), pero solo la humildad
y mansedumbre les dirá que los superan en excelencia
espiritual. Si creen que Cristo es más digno de imitación que
el César o Alejandro magno, y que hay más gloria en ser un
cristiano que en ser un conquistador, en ser un hombre que
en ser una bestia (que normalmente nos superan en fuerza),
contiendan con caridad, y no con violencia; combatan la
fuerza con mansedumbre, amor y paciencia, y no con más
fuerza.
Recuerden que tienen la obligación de ser siervos de todos.
“Asóciense con los humildes” ( Romanos 12:16 ). No sean
extraños a los pobres de su rebaño; ellos tienen tendencia a
tomar por desprecio el que los traten con distancia. La
familiaridad, mejorada con un objetivo santo, puede hacer
gran abundancia
irrespetuosa de bien.
a nadie, No hablen
sino con dureza
sean corteses cono de
losforma
más
humildes, como a un igual en Cristo. Tener una disposición
amable, que trata de ganarse a las personas, es una forma
de hacer bien que no cuesta.
(2) Permitan que les ruegue que abunden en obras de
caridad y benevolencia. Visiten a los pobres, y vean qué
necesitan. Muestren compasión a su alma y a su cuerpo.
Cómprenles un catecismo y otros libros pequeños que
puedan
a leerloshacerles bien, yyconsigan
con cuidado atención.que les prometan
Extiendan que van
su bolsillo lo
máximo posible, y hagan todo el bien que puedan. No
piensen en ser ricos, no busquen grandes cosas para
ustedes mismos o su posteridad. ¿Qué sucederá si se
empobrecen para hacer un bien mayor? ¿Será eso una
pérdida o una ganancia? Si creen que Dios es el mejor
cuidador de los bolsillos, y que gastar en su servicio es el
interés más grande, muestren a otros que lo creen. Sé bien
que la carne y la sangre argumentarán antes de perder su
presa, y nunca le faltarán cosas para decir en contra de este
deber, pues va contra sus intereses. Pero subrayen lo que
digo (y que el Señor lo haga entender a sus corazones),
aquel que tiene cualquier cosa en el mundo que es tan
querida para él que no puede dejarla por Cristo si él lo llama
a hacerlo, no es un verdadero cristiano. Y debido a que un
corazón carnal, cuando no es capaz de dejar algo, no creerá
que Cristo lo
l o esté llamando a hacerlo, todo esto se convierte
convierte
en un autoengaño. Diría más: aquella persona que no se
convence
conve nce de quque
e el deber es el deber porque no pu
puede
ede dejar
por Cristo aquello que ha de gastarse, no es un verdadero
cristiano, ya que un corazón falso corrompe el
entendimiento, y eso aumenta los engaños del corazón. Por
tanto, no consideren que es una pérdida el hacer amigos
con las riquezas injustas, y poner sus tesoros en el cielo
aunque
aunqu e dejen poco para sí mismos sobre la tierra. No
pierden ninguna
nuestro camino, ventaja
cuantos enmásel cielo pordeser
ligeros pobres.viajemos,
equipaje Al seguir
mejor.
Sé que cuando el corazón es carnal y codicioso, las palabras
no harán que salga dinero de las manos; pueden predicar
todo esto y más a otras personas, pero decirlo es una cosa y
creerlo es otra distinta. Sin embargo, creo que para aquellos
que son verdaderos creyentes, estas consideraciones
prevalecerán. ¡Oh, cuánta abundancia de bien pueden hacer
los buenos ministros, si aceptaran vivir despreciando el
mundo, sus riquezas y su gloria, y gastaran todo lo que
tienen en el servicio de su Maestro, si mortificaran su carne
para tener algo con lo que hacer bien! Esto abriría más
corazones a la recepción
recepción de su ddoctrina
octrina que toda su oratoria,
y sin esto, el centrarse solo en la religión no parecerá sino
hipocresía, y es probable que sea así. “Aquel que practica el
desinterés ora al Señor, aquel que arrebata a un hombre del
peligro ofrece un rico sacrificio; estos son nuestros
sacrificios, y son santos para Dios. Así pues, aquel que es
más devoto entre nosotros es el que es más se limpia a sí
mismo”, digo Minucio Félix. Aunque no es necesario que
hagamos lo que hacen los papistas, que se encierran en
monasterios y renuncian a sus propiedades, no hemos de
tener nada sino lo
l o que tenemos
t enemos para Dios
Dios..
Tengan
Tengan cuidad
cuidado oddee sí mismos, n
noo sea q
que
ue viv
vivan
an en aquellos
pecados contra
culpables los que
de aquello predican
que a otros,
diariamente y no sea¿Harán
condenan. que sean
de
su trabajo el magnificar a Dios, y cuando lo hayan hecho, lo
deshonrarán tanto como lo deshonran otros? ¿Proclamarán
el poder de Cristo para gobernar, y aun así lo condenarán y
se rebelarán ustedes mismos? ¿Predicarán sus leyes y las
quebrantarán a sabiendas? Si el pecado es malo, ¿Por qué
viven en él? Y si no lo es, ¿Por qué disuaden de él a las
personas? Si es peligroso ¿Cómo se atreven a aventurarse
en él? Si no lo es ¿Por qué le dicen a otros que sí? Si las
amenazas de Dios son ciertas, ¿Por
¿Por qué n
noo las temen? Si son
falsas ¿Para qué molestan innecesariamente a la gente con
ellas, y les infunden temor sin causa? ¿Conocen ustedes “el
juicio
jui cio de Dios, que aquellos que cometen estas cosacosass son
dignos de muerte”, y aun así las hacen ( Romanos 1:32 )?
“Tú que enseñas a otro, ¿No te enseñas a ti mismo?, tú que
dices que no se ha de adulterar”, o estar borracho, o ser
codicioso, eres eso tú mismo. “Tú que te jactas de la ley,
¿con infracción de la ley deshonras a Dios?” ( Romanos
2:23 ) ¿Cómo es posible? Ha de hablar mal la misma lengua
que habla contra el mal? ¿Han de censurar, calumniar y
apuñalar por la espalda a su prójimo esos labios que claman
contra estas cosas y otras similares en otros? Tengan
cuidado de sí mismos, no sea que clamen contra el pecado
y, sin embargo, no lo venzan, no vaya a ser que mientras
intentan derribarlo en otros, se inclinen ante él y se
conviertan en esclavos ustedes mismos: “Porque el que es
vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció”. “Si
os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois
esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para
muerte, o sea de la obediencia para justicia” ( Romanos
6:16 ). ¡Oh hermanos! Es más fácil reprender por los
pecados que vencerlos.
Finalmente, cuídense de no carecer de las cualificaciones
necesarias para su trabajo. El que enseña todas las
misteriosas
ser un niñocosas que son necesarias
en conocimiento. paracualificaciones
¡Oh, que salvación no debe
son
necesarias para un hombre que tiene sobre él el cargo que
tenemos nosotros! ¡Cuántas dificultades teológicas han de
resolverse! ¡Y también acerca de los aspectos
fundamentales de la religión! ¡Cuántos textos complicados
de las Escrituras a exponer! ¡Cuántos deberes a realizar, en
los que nosotros mismos y otros podemos equivocarnos si en
el asunto o en la forma, al final
fin al no estamos bien in
informados
formados!!
¡Cuántos pecados a evitar, lo cual no puede hacerse sin
entendimiento y previsión! ¡Qué gran número de astutas y
sutiles tentaciones existen, para las que hemos de ayudar a
escapar a nuestra gente abriéndoles los ojos! ¡Cuántos y
cuán importantes pero intrincados casos de conciencia
tenemos que resolver casi diariamente! ¿Y puede acaso
realizarse un trabajo tan complicado y de tal magnitud por
hombres simples y sin calificación? ¡Oh contra qué
fortalezas tenemos que pelear, y cuántas
cuántas de ell
ellas!
as! ¡Qué sutil
y obstinada resistencia hemos de esperar de cada corazón
con el que tratamos! El prejuicio ha bloqueado tanto nuestro
camino, que apenas podemos encontrar un solo oyente
paciente. No podemos hacer mella en sus esperanzas
infundadas y su paz carnal, mientras que ellos tienen veinte
giros y aparentes razones para volverla a tapar la brecha, y
veinte
ve inte enemigos di disfra
sfrazados
zados de ami
amigos
gos que están lilistos
stos para
ayudarlos.
ay udarlos. No disputamos con ellos en términos
términ os de iguald
igualdad.
ad.
Tenemos
Tenemos que razonar con niños que no pueden
entendernos. Tenemos que argumentar con hombres
distraídos (en cuanto a lo espiritual) que nos gritarán
sinsentidos con rabia. Hemos de tratar con personas
obstinadas y poco razonables, quienes, cuando guardan
silencio no es porque estén más convencidos, y que, cuando
no pueden ofrecernos ninguna razón, nos darán su
resolución; como aquel hombre con el que Salviano tuvo
que tratar
t ratar,, el cual
cual,, estando res
resuelto
uelto a d
dev
evorar
orar el
el sustento ddee
un pobre, y siendo instado a abstenerse de ello replicó “Que
no podía conceder esa petición, porque había jurado
arrebatárselo”, de tal forma que el predicador, a causa de
esta obra tan religiosamente malvada, estuvo deseoso de
marcharse. Además de disputar nuestro caso contra su
entendimiento, lo hacemos contra la voluntad y deseos de
los hombres, y estos no atienden ni escuchan razones. Sus
mejores argumentos son “No le creeré a usted ni a todos los
predicadores del mundo con respecto a tales cosas. No
cambiaré de opinión ni de vida; no dejaré mis pecados, ya
se
sinolo he dejado claro.
multitudes de Haga lo quearrebatadas
pasiones desee”. No tenemos una,
y enemigos
contradictorios contra los que pelear al mismo tiempo, en
cualquier lugar que tratemos con la conversión de un
pecador. Es como si un hombre tuviera que disputar en una
feria o en un tumulto, o en medio de una multitud de
violentos gritos. ¿Qué trato igualitario y qué éxito se puede
esperar? Sin embargo, ese es nuestro trabajo, y ha de
hacerse.
¡Oh hermanos! ¿Qué hombres debemos ser en habilidad,
resolución y diligencia sin descanso si tenemos que hacer
todo esto? ¿No clamó Pablo “Quién es suficiente para estas
cosas”? ¿Y hemos de ser orgullosos, descuidados o
perezosos como si fuéramos suficientes? Como Pedro dijo a
todos los cristianos en consideración al cambio que se nos
avecina “¡Cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa
manera de vivir!” ( 2 Pedro 3:11 ). Así, puedo decir a todo
ministro “Viendo todas estas cosas que se ponen en
nuestras manos, ¿Qué clase de personas hemos de ser en
nuestras santas ocupaciones y resoluciones para nuestro
trabajo? Esta carga no está hecha para los hombros de un
niño. ¡Qué capacidad requiere cada parte de nuestro
trabajo! ¡Y de cuánta importancia
i mportancia es cada una d dee las partes
partes!!
Creo que predicar un sermón no es lo más difícil, y aun así,
¡Qué capacidad se necesita para dejar clara la verdad, para
convencer
conve ncer a los oy
oyentes,
entes, par
para
a ilu
ilumin
minar
ar una luz irresis
irresistibl
tiblee en
sus conciencias y mantenerla allí, y hacerles entender! ¡Qué
capacidad se necesita para atornillar la verdad en sus
mentes, y engastar a Cristo en sus emociones, para
responder a cada objeción y resolverla claramente, para
llevar a los pecadores a un estrado y hacerles ver que no hay
esperanza, que deben ser inevitablemente convertidos o
condenados! Además, hacer todo esto, en lo que respecta al
lenguaje y las formas, como es adecuado a nuestro trabajo
y, aun así, de la forma más adecuada a la capacidad de los
que nosenescuchan.
hacerse Esto yya mucho
cada sermón, más requiere
buen seguro es lo que unahagran
de
cantidad de santa habilidad. Es tan grande el Dios cuyo
mensaje llevamos, que hemos de honrarlo cuando lo
entregamos. Es un caso lamentable que en un mensaje de
parte del Dios del cielo, un mensaje de eterna importancia
para las almas de los hombres, nos comportemos con tanta
debilidad,
debil idad, falta de formas, imp
imprudencia
rudencia y lig
ligereza
ereza que todo
el esfuerzo se malogre en nuestras manos y Dios y su obra
se vean deshonrados, endureciéndose los pecadores en
lugar de convertirse;
descuido! ¡Y todo
¡Cuán a menudo los por nuestra
oyentes debilidad
carnales o
se han
marchado burlándose de los palpables y deshonrosos fallos
del predicador! ¡Cuántos se duermen al escucharnos porque
nuestros corazones y lenguas les adormecen, y no nos
acompaña el suficiente celo y capacidad para despertarles!
Además, ¡Cuánta habilidad se necesita para defender la
verdad contra los que se oponen, y para tratar con los que
disputan de acuerdo a sus distintas cuestiones y
modalidades!
Y si fallamos por nuestra debil
debilidad,
idad, ¡Cuánto se regocijarán
contra nosotros! Y, sin embargo, eso es lo de menos
importancia, sino que ¿Quién sabe cuántas personas débiles
pueden verse pervertidas para su propia perdición y
tribulación de la iglesia? ¡Cuánta habilidad se necesita para
tratar en privado con una pobre alma ignorante para su
conversión!
percibir todo¡Oh hermanos!
este ¿No tiemblan
trabajo? ¿Acaso y se encogen
una medida al
común de
habilidad y capacidad santa, de prudencia y otras
cualificaciones, pueden servir para una tarea como esta? Sé
que la necesidad puede hacer que la iglesia tolere a los
débiles, pero ¡Ay de nosotros si toleramos y somos
indulgentes con nuestra propia debilidad! ¿Acaso no les
dicen su razón y su conciencia que si osan aventurarse en
un oficio tan elevado como este, no deben escatimar en
esfuerzos por estar bien calificados? Un teólogo sano y
capacitado no se produce con un poco de estudio ocioso de
vez en cuando. Sé bien que la pereza ha aprendido a
argumentar que todos nuestros estudios son vanos, y que es
el Espíritu el que debe capacitarnos y ayudarnos en nuestro
trabajo, ¡Como si Dios nos hubiera ordenado emplear
medios y luego nos hubiese concedido el descuidarlos!
¡Como si fuera su camino
cami no el h
hacernos
acernos ccrecer
recer e
en
n lla
a ociosidad,
y llevarnos al conocimiento por medio de sueños cuando
estamos dormidos, o llevarnos al cielo y mostrarnos su
consejo mientras no estamos pensando en ello, sino
gastando ociosamente nuestro tiempo sobre la tierra! ¡Oh,
como se atreven los hombres en su pereza a “apagar el
Espíritu”! ¡y luego pretenden que es el Espíritu quien los
lleva a hacerlo! ¡Qué acto tan vergonzoso, ofensivo y
antinatural! Dios nos ha exigido que no seamos “perezosos
en lo que requiere diligencia”, sino “fervientes en espíritu
sirviendo al Señor” ( Romanos 12:11 ). Así hemos de
provocar a ser a nuestros oyentes, y así hemos de ser
nosotros. Por tanto, oh hermanos, ¡No pierdan tiempo!
Estudien y oren, conferencien y practiquen, porque
haciendo estas cuatro cosas, sus habilidades aumentarán.
Tengan
T engan cuid
cuidado
ado d
dee ustedes m
mismos,
ismos, no va
vaya
ya a ser que sean
sean
débiles por su propia negligencia, y dañen la obra de Dios
por ella.
Por tanto,mismos
ustedes les concierne
así como comenzar
cuidan aporotros.
su casa, y cuidarse
La predicación
puede tener éxito a la hora de salvar a otros aún sin la
santidad de nu
nuestro
estross corazones y vidas. Aunque esto es algo
menos frecuente, es posible. Pero es imposible que les salve
a ustedes mismos “Muchos dirán en aquel día, Señor, Señor,
¿No hemos profetizado en tu nombre?” a lo que Él
contestará: “Nunca os conocí, apartaos de mí, hacedores de
maldad” ( Mateo 7:22-23 ). Oh Señores, ¿Cuántos han
predicado a Cristo y aun así han perecido por falta de
interesarse en Él para salvación? ¿Cuántos, que están ahora
en el infierno, les han hablado a su pueblo los tormentos del
mismo y les han advertid
advertido o que escapen de él? ¿¿Cuántos
Cuántos han
predicado la ira de Dios contra los pecadores y están ahora
soportándola? Oh, ¿Qué caso puede haber más triste en el
mundo que alguien que haya hecho de su oficio y llamado
proclamar la salvación, y ayudar a otros a llegar al cielo, y
después de todo estar apartado él mismo? ¡No puede ser
que tengamos tantos libros en nuestras bibliotecas que nos
hablen del
d el camin
caminoo al cielo, que hayamos pas
pasado
ado tantos años
leyéndolos y estudiando la doctrina de la vida eterna, y
después de todo la perdamos! ¡Que estudiemos tantos
sermones acerca de la salvación, y luego no la alcancemos!
¿Cómo podremos predicar tantos sermones acerca de la
condenación y caer en ella? Y todo porque predicamos
tantos sermones sobre Cristo, mientras lo descuidamos, del
Espíritu mientras lo resistimos, de la fe mientras no creemos
nosotros mismos, del arrepentimiento y la conversión
mientras continuamos en un estado impenitente y sin
conversión, y de la vida celestial mientras seguimos siendo
carnales y terrenales. Si solo somos teólogos de lengua y
título, y no tenemos la imagen divina sobre nuestras almas,
ni nos entregamos al divino honor y voluntad, no es de
extrañar que nos veamos separados de la divina presencia, y
se nos niegue para siempre el disfrute de Dios. Créanlo,
señores, Diossus
personas por nouniformes
respeta posiciones: Él un
o llamados, y nollamado
salva santo
a las
no salvará a un hombre impío. Llamarán en vano a las
puertas de la gloria si, mientras iluminan a otros para que
entren en el reino de gracia, no entran por la puerta.
Entonces hallarán que para haber tenido parte en la gloria
que predicaban, sus lámparas deberían haber tenido el
aceite de la gracia además de dones ministeriales, el de la
santidad además del de la doctrina. ¿Necesito decirles que
los predicadores del evangelio han de ser juzgados por el
evangelio,
sentenciadosy en
estar
los en pie términos
mismos en el mismo tribunal,
y tratados conser
la
misma severidad que cualquier otra persona? ¿Pueden
pensar en ser salvados por ser clérigos, y escapar por serlo
cuando hay deficiencias en su creer y vivir como cristianos?
¡No será así! Saben que no será así. Por tanto cuídense por
su propio bien, ya que tienen un alma que salvar o perder,
así como lo hacen con otras.
2. Tengan cuidado de sí mismos, porque su
naturaleza es depravada y sus inclinaciones
pecaminosas tanto como las de otros.
Si el inocente Adán tenía la necesidad de cuidarse, y se
perdió él mismo y a nosotros por no hacerlo, ¡Cuánta más
necesidad tenemos nosotros! El pecado habita en nosotros
aún cuando hemos predicado tanto en su contra, y un grado
de pecado prepara al corazón para otro, y cada pecado
tuerce más la mente. Si hay un ladrón en la casa, dará
entrada a los demás porque todos tienen la misma
disposición y propósito. Una chispa es el comienzo de una
llama, y una pequeña enfermedad puede ocasionar otra
mayor. Un hombre que sabe que es medio ciego, debe
prestar atención a sus pies. Tanto en nuestros corazones
como en los de nuestros oyentes existe una aversión a Dios,
una separación hacia Él, y pasiones irracionales que apenas
podemos gobernar. En el mejor de los casos, existen en
nosotros remanentes de orgullo, incredulidad, egoísmo,
hipocresía y los pecados más mortales y odiosos. ¿Y no ha
de preocuparnos el tener cuidado de nosotros mismos?
¿Acaso no queda mucho del fuego del infierno encendido al
comienzo en nosotros sin extinguir? Existen tantos traidores
en nuestros mismos corazones, ¿Y no es necesario que
tengamos cuidado? Apenas dejarían que sus hijos se valgan
por ellos mismos mientras son todavía débiles, sin
advertirles
adve rtirles que ttengan
engan cu
cuidado
idado d
dee no caerse
caerse,, y sin embargo,
¡Cuán débiles aquellos de nosotros que parecen ser tan
fuertes!
tan ¡Cuán nos
pequeños dispuestos
hacen a caer a cada
declinar y nospaso! ¡Qué
incitan asuntos
a cometer
necedades, o encienden nuestras pasiones y malos deseos,
pervirtiendo nuestro juicio, debilitando nuestras
resoluciones, enfriando nuestro celo y abatiendo nuestra
diligencia! Los ministros no son solo hijos de Adán, sino
pecadores contra la gracia de Cristo tanto como otros, y por
tanto han aumentando su pecado de raíz. Esos engañosos
corazones de ustedes, en un tiempo u otro, acabarán
engañándoles si no tienen cuidado. Esos pecados que
parecen yacer
yacer muertos rev
revivirán:
ivirán: su orgul
orgullo
lo y mu
mundanali
ndanalidad,
dad,
y muchas voces ruidosas, brotarán aunque hayan pensado
que habían sido cortadas de raíz. Es, por tanto, muy
necesario
necesa rio que p
pers
ersonas
onas tan débi
débiles
les como nosotros cuid
cuiden
en de
sí mismas, y supervisen sus propias almas.
3. Tengan cuidado de ustedes mismos, porque el
tentador
otros homb les
hombres. proveerá con tentaciones más que a
res.
Si ustedes han de ser líderes contra el príncipe de las
tinieblas, él no les va a dejar en paz más de lo que Dios lo
restrinja. Él reserva su mayor malicia para aquellos que
están comprometidos en hacerle el mayor es estorbo.
torbo. Así como
odió a Cristo más que a cualquiera de nosotros porque Él es
el General de campo y el Capitán de nuestra salvación, e
hizo más que todos los que le siguen en contra del reino de
Satanás, también odia más a los líderes que están bajo el
mandato de Cristo que a los soldados comunes: Él sabe la
derrota que puede producir en los soldados si los líderes
caen delante de sus ojos. Desde antiguo utiliza esa forma de
luchar, no la de atacar a los grandes o a los pequeños
igualmente,
igu almente, sino la de golpear a los pastores para e
esparcir
sparcir el
rebaño; y ha sido tan grande el éxito de esta estrategia, que
continuará siguiéndola tanto como pueda. Hermanos,
tengan cuidado, por tanto, porque el enemigo tiene el ojo
puesto sobre ustedes de forma especial. Recibirán sus más
sutiles insinuaciones,
violentos asaltos. Ya quesus
son incesantes solicitudes
sabios y entendidos, y sus
cuiden de
ustedes mismos, no seasea que él lo
l o sea más
más.. El d
diablo
iablo es mejor
erudito que ustedes, y más experto disputando. Puede
transformarse en ángel de luz para engañar, se introducirá
en ustedes y les pondrá cabeza abajo antes de que se den
cuenta. Hará malabarismos con ustedes sin que se den
cuenta, y les robará su fe o inocencia sin que sepan cuándo
la perdieron. Es más, incluso les hará creer que la han
aumentado o multiplicado, cuando en realidad está perdida.
No podrán ver el anzuelo ni el cordel, ni mucho menos al
sutil pescador, mientras este les ofrece su carnada. Y su
carnada estará tan bien ajustada a sus temperamentos y
disposiciones, que a buen seguro encontrará ventaja en el
interior y hará que sus propios principios e inclinaciones los
traicionen. Además, siempre que consiga arruinarles a
ustedes, los convertirá en instrumentos de ruina para otros.
¡Oh, qué gran victoria considerará él tener si puede hacer
que un ministro sea perezoso e infiel, si logra tentarle a la
codicia y el escándalo! Se gloriará contra la iglesia y dirá
“¡Estos son tus santos predicadores! Mira cuál es su
precisión, y lo que les acarrea”. Se gloriará contra Jesucristo
mismo y dirá: “¡Estos son tus campeones! Puedo lograr que
tus mejores siervos abusen de ti, y conseguir que los
administradores de tu casa sean infieles”. Si insultó a Dios
sobre una premisa falsa, y le dijo que podía conseguir que
Job le maldijera
maldi
consigue jera en su
prevalecer propia
contra cara
cara,, ¿Qué
ustedes? es loserá
Y, al final, que tanto
hará el
si
insulto que logrará de ustedes, que puede arrastrarles a ser
infieles a su gran confianza, y manchar su santa profesión y
rendirle un gran servicio a aquel que era su enemigo. ¡Oh,
no gratifiquen tanto a Satanás, no le hagan tanto el juego,
ni soporten que los use como los filisteos usaron a Sansón,
primero para privarles de su fuerza y luego para quitarles
sus ojos, y hacer de ustedes su triunfo y escarnio.
4. Tengan cuidado de sí mismos, porque hay muchos
ojos puestos sobre ustedes, y que observarán sus
caídas.
No pueden desca
d escarriars
rriarse
e sin qu
quee el mu
mundo
ndo se percate de ello.
Los eclipses de sol, cuando son de día, es raro que no
tengan testigos. Ya que se tienen por luz de las iglesias,
pueden esperar
ustedes. Si otros que los ojos
hombres de las
pueden personas
pecar sin ser estén sobre
observados,
ustedes no. Y deberían considerar con agradecimiento cuan
gran misericordia es esta, ya que tienen tantos ojos puestos
en ustedes, y tantas personas dispuestas a decirles sus
faltas, que eso supone una ayuda mayor que la que otros
tienen, al menos para evitarles el pecado. Aunque ellos
puedan hacerlo por malici
malicia,
a, ustedes obtienen vventaja.
entaja. ¡No
quiera Dios que seamos tan impúdicos como para hacer el
mal públicamente, y pequemos voluntariamente mientras el
mundo
duermen,nos
y loscontempla! “Los que
que se embriagan, duermen,
d e noche
de de noche(
se embriagan”
1 Tesalonicenses 5:7 ). Por tanto, consideren que siempre
están a la luz pública. Incluso la luz de su propia doctrina
expondrá el mal que hacen. Mientras sean luces asentadas
sobre un monte, no piensen en estar ocultos. Por tanto
tengan cuidado de sí mismos, y realicen su trabajo
recordando que el mundo les mira, y lo hace con el
perspicaz ojo de la malicia, listo para señalar lo peor de
todo, para encontrar la más pequeña falta allí donde esté, y
agravarla cuando la encuentre, para divulgarla y tomar
ventaja de ello para sus propios planes, y para poner faltas
allí donde no pueda encontrarlas. ¡Con cuanto cuidado
deberíamos caminar frente a tantos observadores
malintencionados!
5. Tengan cuidado de sí mismos, porque sus pecados
pueden
pued en tener peores consecuencias qu quee los de otros.
El rey Alfonso decía que un gran hombre no puede cometer
un pecado pequeño. Mucho más podemos decir que un
hombre instruido, un maestro de otros, no puede cometer
un pecado pequeño, o, cuanto menos, que el pecado
cometido por él es grande cuando el mismo pecado, en
otras personas, puede ser más pequeño.
(1) Son más propensos que otros a la hora de pecar
contra
que el conocimiento,
ellos. Como mínimo, porque
pecarántienen
contramás
una conocimiento
luz mayor, o
contra mejores medios de conocimiento. ¿Acaso no saben
que la codicia y el orgullo son pecados? ¿No saben lo que es
ser infieles a su confianza, y, por negligencia o egoísmo,
traicionar las almas de las personas? Ya conocen la voluntad
de su Señor, y, si no la hacen, serán golpeados con muchos
azotes. Es necesario que haya una mayor disposición donde
hay un mayor conocimiento.
(2) En la medida de cuánto hayan hablado en contra del
pecado, los suyos contienen más hipocresía que los de otros
hombres. ¡Oh que qu e horrible es el estudiar cómo acabar con el
pecado hasta el máximo, y cómo hacerlo odioso a los ojos de
nuestra congregación tanto como podamos, y cuando
hemos terminado, vivir en él, y en secreto atesorar aquello
que denostamos públicamente! ¡Qué hipocresía tan vil es
que hagamos de nuestro trabajo diario el clamar contra él, y
aun así guardarlo, decir públicamente que no tiene ningún
valor y privadamente convertirlo en nuestro camarada y
compañero de cama, el atar pesadas cargas sobre otros, y
no tocarlas nosotros ni con un dedo! ¿Qué podrán decir en
defensa de esto en el juicio? ¿De verdad pensaban que el
pecado era tan malo cuando hablaban o no? Si no lo hacían,
¿Por qué hablaban contra él con hipocresía? Si lo hacían
¿Por qué siguieron cometiéndolo? ¡Oh, no lleven esa
medalla de fariseo hipócrita, que “dicen y no hacen”!
Muchos ministros del evangelio quedarán confundidos y no
podrán levantar la vista por causa de esta pesada acusación
de hipocres
hi pocresía.
ía.
(3) Sus pecados tienen una perfidia mayor que los de
otros hombres en tanto que ustedes se han opuesto más a
ellos.
Aparte de todos sus compromisos comunes como cristianos,
tienen muchos
proclamado más como
la maldad ministros.
y peligro ¿Cuántas
del pecado y hanveces
llamadohan
a
los pecadores a apartarse? ¿Cuán a menudo han
denunciado contra el pecado los terrores del Señor? Todo
esto, ciertamente implicaba que ustedes habían renunciado
a ellos. Cada sermón que predicaron contra él, cada
exhortación y confesión de él en la congragación, ponía un
compromiso sobre ustedes para
para abandonarlo. Cada niñ
niño
o que
bautizaron, y cada administración de la cena del Señor
implicaba su propia renuncia del mundo y la carne, y su
compromiso
abiertamente hancon dado
Cristo. ¿Cuána la
testimonio a odiosa
menudo y cuán
y condenable
naturaleza del pecado? ¿Y aun así lo cometen, sin importar
todas estas profesiones y testimonios propios? ¡Qué gran
traición es hacer esas arengas contra el pecado en el
púlpito, y, después, consentirlo en el corazón y darle el sitio
que es debido a Dios, e incluso preferirlo antes que la gloria
de los santos!
6. Tengan cuidado de sí mismos, porque unas obras
tan grandes como las suyas requieren más gracia
que las de otros homb
hombres.
res.
Dones y gracias más débiles pu pueden
eden ser suficientes para que
alguien pueda atravesar la vida con menos obstáculos, sin
quedar expuestos a pruebas tan grandes. Puede que una
fuerza menor sirva para obras y cargas más ligeras. Pero si
se aventuran
aventuran en llas
as grandes labore
laboress del mi
ministerio,
nisterio, si han de
liderar las tropas de Cristo contra Satanás y sus seguidores,
si han de presentar batalla contra principados y potestades
y entes espirituales de maldad en lugares altos, si han de
emprender la obra de rescatar pecadores cautivos de las
garras del diablo, no piensen que un camino descuidado y
sin atención logrará una obra tan grande como esta. Si
creen que podrán pasar por estas cosas tan importantes con
un alma descuidada, deben esperar acabar con una mayor
vergüenza y heridas de conciencia más profundas que si
hubieran vivido una vida común. No es solo la obra la que
requiere atención, sino también el obrero, para que pueda
ser adecuado a un negocio de tanto peso. Hemos visto
muchas personas que vivían como cristianos laicos, que
tenían una buena reputación en cualidades y piedad, y que,
cuando tomaron el magisterio o el empleo militar donde el
trabajo a realizar estaba por encima de sus dones y las
tentaciones sobrepasaban sus fuerzas, acabaron cayendo en
el escándalo y la desgracia. Y hemos visto a algunos
cristianos laicos de buena estima quienes, al sobreestimar
sus cualidades y lanzarse al oficio ministerial, han mostrado
ser débiles y vacíos, convirtiéndose en una carga mayor para
la iglesia que algunos a los que nos hemos esforzado por
echar. Podrían haber hecho un mayor servicio a Dios en el
alto rango de personas laicas del que le prestan entre el
rango más bajo del ministerio. Así pues, si han de
aventurarse en medio de enemigos, y llevar el peso y el
calor del día, tengan cuidado de sí mismos.
7. Tengan cuidado de sí mismos porque la honra de
su Señor y Maestro, y de sus santos y verdaderos
caminos, descansa en ustedes más que en otros
hombres.
Tal
Tal y como pueden rendirle un mayo mayorr ser
servvicio a otros
otros,,
también pueden hacerles más perjuicio. Cuanto más cerca
de Dios está una persona, mayor deshonra tiene por sus
descarríos, y más serán imputados estos a Dios por los
necios. Los duros juicios que se ejecutaron sobre Elí y su
casa fueron porque hacían menospreciar los sacrificios y
ofrendas:
pecado de “Era,
l os jóv
los pues,
jóvenes; muy grande
enes; porque llos delante
os hombres del Señor el
menospreciaban
las ofrendas del Señor” ( 1 Samuel 2:17 ). Era la gravedad
de “hacer que los enemigos del Señor blasfemen” la que
hizo que Dios tratara con más dureza a David de lo que lo
habría hecho normalmente ( 2 Samuel 12:14 ).
Si de verdad
querida sonpropias
que sus cristianos, laCuídense
vidas. gloria depor
Dios les será
tanto de lo más
que
hacen en contra de ella, como se cuidarían de lo que hacen
contra sus vidas. ¿No heriría su corazón escuchar el nombre
y verdad de Dios siendo reprochada por causa de ustedes, el
ver a la gente apuntarles y decir “ahí va ese codicioso
sacerdote, ese que bebe a escondidas, ese hombre
escandaloso, predican ser estrictos mientras ellos viven tan
descuidadamente como otros, nos condenan con sus
sermones, y ellos se condenan con sus vidas. No importa
todo lo que¿Podrían
hermanos, hablen,sussoncorazones
tan malos como nosotros”?
soportar Oh,
escuchar cómo
esparcen la basura de sus iniquidades frente al santo Dios y
el evangeli
evangelio,
o, y fr
frente
ente a todos los que d
dese
esean
an temer al Señor?
¿No quebrantaría sus corazones el pensar en todos esos
cristianos piadosos alrededor suyo que sufrirían el reproche
por lo que ustedes hicieron mal? Si uno de ustedes que
lidera un rebaño cae solo una vez en la trampa de una falta
escandalosa,
esca ndalosa, de entre llos
os que estén alrededor
al rededor y lo escuchen,
apenas habrá un hombre o mujer que busque su salvación
con diligencia; pero además del dolor en el corazón de esas
personas por este pecado, probablemente habrá otros
impíos alrededor que se lo echarán a ellos en cara por
mucho que lo detesten y lo lamenten. El esposo impío se lo
contará a su esposa, y los padres impíos a sus hijos, y los
vecinos impíos y consiervos se lo contarán unos a otros
diciendo: “¡Estos son tus tan piadosos predicadores! ¿Qué
hay de todo lo que hablas? ¿En qué eres mejor que otros?
Todos
T odos ustedes son iguales”.
Esasescuchar
que serían llas
serían astodos
palabras que, por del
los piadosos causa de“Es
país. ustedes, tendrían
necesario que
vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene
el tropiezo!” ( Mateo 18:7 ) Oh, tengan cuidado hermanos,
porque en cada palabra que hablen, en cada paso que
pisen, están llevando el arca del Señor ¡Se les está
confiando su honra! Si ustedes “conocen su voluntad, e
instruidos
instruid os por la ley a
aprueban
prueban llo
o mejor, y confían en q
que
ue son
guías de los ciegos, luz de los que están en tinieblas,
instructores de los indoctos, maestro de niños” ( Romanos
2:18-20 ), si ustedes, digo, viven de forma contraria a su
doctrina y “con infracción de la ley deshonran a Dios y el
nombre de Dios es blasfemado” por causa de ustedes entre
los ign
ignorantes
orantes e imp íos ( Romanos 2:24 ), y no son ajenos
impíos
al decreto del cielo que
q ue dice “honraré a los que me honran, y
los que me desprecian serán tenidos en poco” ( 1 Samuel
2:30 ). Nunca un hombre deshonró a Dios sin que esto
probase ser una gran deshonra para sí mismo. Dios
encontrará formas suficientes de limpiar cualquier mancha
que se ponga sobre Él, pero ustedes no eliminarán tan
fácilmente
fácilment e la ve
vergüenza
rgüenza y tristeza de sí m
mismos.
ismos.
8. Finalmente, tengan cuidado de sí mismos, porque
el éxito de sus labores dependdepende e mucho de ello.
Dios acostumbra a adecuar a los hombres para grandes
obras antes de emplearlos como instrumentos suyos para
cumplirlas. Ahora bien, si la obra del Señor no se hace bien
sobre sus corazones, ¿Cómo pueden esperar que bendiga
las labores para hacerla en otros? Puede que Él lo haga si le
place, pero tienen un fuerte motivo para dudar de que sea
así. Aquel que quiera ser un medio de salvación para otros,
debe cuidarse él mismo, y Dios rara vez prospera las labores
de los que no se santifican. Mencionaré algunas razones que
puede que
q ue les satisfagan con respecto a esesto.
to.
(1) ¿Puede esperarse que Dios bendiga las labores de
un hombre (quiero decir, en comparación con otros
ministros) si este no trabaja para Dios, sino para sí mismo?
Este es el caso de todos los no santificados. Ninguno sino
solo los convertidos hacen de Dios su fin principal y hacen
todo de corazón para su honra; otros solo hacen del
ministerio un oficio mediante el cual vivir. Lo eligen antes
que otras vocaciones porque sus padres los destinaron a
ello, o porque les otorgaba un mantenimiento decente,
debido a que es un tipo de vida en el que tendrían más
oportunidad de adornar sus intelectos con todo tipo de
ciencia, o porque no es un oficio tan pesado para el cuerpo
para aquellos que tienen en mente cuidar de su carne.
También
También porque es u una
na ocupación que va acompañada con
algo de reverencia y respeto por parte de los hombres, y
porque creen que es algo deseable el ser líderes y maestros,
y que otros “reciban la ley de su boca”. Por fines como estos
se hacen ministros, y para esto predican, y si no fuere por
eso o por otras cosas similares, pronto abandonarían.
¿Podemos esperar entonces que Dios bendiga mucho las
labores de hombres así? ¿Acaso no predican para sí mismos
y para sus propias reputaciones o beneficio en lugar de para
Él? No es a Él, sino a sí mismos a quienes buscan servir, y,
por tanto, no es de maravillarse si Él los abandona para que
tengan su éxito, sus labores
labores no tienen mayor bendi
bendición
ción de lla
a
que ellos mismos pueden dar y la palabra no llega más allá
de lo que alcanza
alcanz a su propia fuerza.
(2) ¿Pueden pensar que una persona así tendrá la
misma probabilidad de éxito si no se encarga de su trabajo
de corazón y con fidelidad, y no cree lo que dice? ¿Si en
realidad no está
está habland
hablando o en se
serio
rio cuando par
parece
ece ser más
diligente? ¿Y puede pensar que una persona que no se
santifica puede estar dedicada de corazón y con seriedad a
la obra ministerial? Puede tener cierto tipo de seriedad,
como la que procede de una fe u opinión común de que la
Palabra es verdad, o puede estar actuando con un fervor
natural y con objetivos egoístas. Pero carece de la seriedad y
fidelidad de un creyente sano, de alguien que busca
finalmente la gloria de Dios y la salvación de los hombres.
Oh, Señores
S eñores,, toda su predicación y persuasión hacia otros no
será más que ensoñaciones y vil hipocresía hasta que la
obra sea hecha completamente
comp letamente sobre sus propios corazones
corazones..
¿Cómo pueden dedicarse día y noche a un trabajo al que
son contrarios sus corazones carnales? ¿Cómo pueden
llamar con serio fervor al arrepentimiento a los pobres
pecadores, a decirles que se vuelvan a Dios, si nunca se
arrepintieron ni se volvieron ustedes? ¿Cómo pueden
perseguir a los pobres pecadores con solicitudes
inoportunas para que se cuiden del pecado, y guiarlos a una
vida santa si nunca sintieron ustedes mismos la maldad del
pecado y el valor
valor de lla
a santidad?
Este tipo de cosas nunca se conocen bien hasta que se
experimentan,
poseen, y aquely que
nunca
no se
lasexperimentan biennohasta
siente él mismo que se
es probable
que las hable con sentimiento a otros, ni pueda ayudarlos a
sentirlas. ¿Cómo pueden perseguir a los pecadores con
compasión en sus corazones y lágrimas en sus ojos, y
rogarles, en el nombre del Señor, que abandonen su
camino, que
q ue regrese
regresenn y qu
quee viv
vivan,
an, y nunca haber tenid
tenidoo ese
tipo de compasión por sus propias almas para hacerlo
consigo mismos? ¿Cómo es posible? ¿Pueden amar a otros
más que a sí mismos? ¿Pueden apiadarse de ellos si no
tienen piedad de sí mismos? Señores, ¿Pueden creer que
alguien que no haya sido persuadido en su corazón de que
existe un infierno, puede ser de corazón diligente para
salvar a personas del infierno? ¿O para llevar gente al cielo,
si no cree de verdad que existe un cielo? Como dijo Calvino
sobre mi texto:
texto: “P
“Porque
orque un h hombre
ombre nunca tendrá
ten drá un cui
cuidado
dado
diligente por la salvación de otros si descuida su propia
salvación”. No se puede esperar de aquel que no tenga una
fuerte creencia en la Palabra de Dios y en la vida venidera, lo
suficiente como para aparta
apartarr su corazón de llas
as vanidades
vanidades de
este mundo y motivarlo a una santa diligencia para
salvación, que sea fiel a la hora de buscar la salvación para
otras personas. A buen seguro, aquel que se arriesga a
condenarse él mismo, se arriesgará a abandonar a otros en
el camino hacia la condenación; aquel que, como Judas,
vendería a su Maestro por plata, no tendrá reparos en hacer
mercancía con el rebaño; aquel que abandona su esperanza
de ir al cielo antes que abandonar sus deleites mundanos y
carnales, difícilmente los dejará para salvar a otros.
Podemos concebir naturalmente que aquel que es cruel
consigo mismo voluntariamente,
voluntariament e, no se
senti
ntirá
rá lástima por otros
y los venderá al diablo por los efímeros placeres del pecado.
Confieso que un hombre que no se guarda a sí mismo y es
descuidado con su salvación, jamás tendrá mi
consentimiento para tomar a cargo el alma de otros
hombres y supervisarlos para ser salvos, excepto que sea un
caso de absoluta necesidad y no se pudiera conseguir a
alguien
algui en mejor
mejor..
(3) ¿Creen que es probable que alguien que sirve a
Satanás luche contra él con todas sus fuerzas? ¿Hará algún
daño de consideración al reino de las tinieblas aquel que es
un miembro y súbdito de dicho reino? ¿Será fiel a Cristo
aquel que está en pacto con su enemigo? Este es el caso de
un hombre que no es santo, sea cual sea su rango y
profesión. Son siervos de Satanás y súbditos de su reino; es
él quien gobierna en sus corazones, y ¿es posible que sean
fieles a Cristo los que son gobernados por el diablo? ¿Qué
príncipe elegiría a los amigos y siervos de su enemigo para
dirigir sus ejércitos en guerra contra él? Esto es lo que ha
provocado que tantos predicadores sean enemigos de la
obra del evangelio que
qu e predican. ¡No es de mmarav
aravill
illars
arse
e si se
burlan de la santa obediencia de los que son fieles y,
mientras se ocupan en predicar una vida santa, hacen caer
reproches sobre aquellos que la practican! ¡Oh, cuántos de
estos traidores ha habido en todas las épocas de la iglesia,
que han hecho más contra ella bajo su techo de lo que
podrían haber hecho en campo abierto! Hablan bien de
Cristo y de la piedad en general, y aun así con sutilidad
hacen lo posible para hacerlos caer en desgracia, y hacer
creer que aquellos que se proponen buscar a Dios con todo
su corazón son solo una compañía de entusiastas e
hipócritas. Y cuando no pueden, por vergüenza, hablar de
esa forma en el púlpito, lo hacen en privado entre sus
conocidos. ¡Ay, cuántos de estos lobos han podido ser vistos
entre las ovejas! Si hubo un traidor entre los doce de la
familia de Cristo, no es de sorprenderse que haya tantos
ahora. No se puede esperar que un esclavo de Satanás “cuyo
dios es el vientre y que solo piensan en lo terrenal” sea
mejor que “un enemigo de la cruz de Cristo” ( Filipenses
3:18-19 ). ¿Qué importa que viva ordenadamente, predique
plausiblemente y mantenga una profesión externa de
religión? Puede ser igual de rápido en las trampas del diablo
por medio de la mundanalidad, orgullo, un secreto disgusto
por la santidad, o por un corazón dañado que no tenga sus
raíces en la fe ni esté dedicado a Cristo sin reservas, que
otros lo son por la ebriedad, impureza y pecados similares.
Los publicanos y las rameras entran antes al cielo que los
fariseos, porque se convencen más pronto de su pecado y
miseria.
Y aunque muchmuchos
os de estos hombres puedan parecer
excelentes predicadores, y puedan clamar contra el pecado
en voz tan alta como otros, no es sino un fervor fingido, y,
con demasiada frecuencia, un llanto inútil, porque aquel
que aprecia el pecado en su propio corazón nunca lo ataca
con seriedad en otros. Sé que ciertamente un hombre impío
puede estar más dispuesto a que otros se reformen que a
hacerlo él mismo, y que, por tanto, puede mostrar una
especie de fervor a la hora de disuadir a otros de sus malos
caminos, ya que puede predicar contra el pecado con más
facilidad que abandonarlo, y que el hecho de que otra
persona se reforme puede coexistir con la satisfacción de
sus propios malos deseos. Y, por tanto, muchos malos
ministros o padres pueden seriamente buscar corregir a sus
hijos o congregación, ya que no pierden el provecho de su
propio pecado o deleites cuando otros se reforman, ni esto
les llama a la abnegación que requieren de los suyos. Pero
aun con todo esto, no existe el celo, resolución y diligencia
que se encuentra en todos los que son fieles a Cristo. No se
posicionan contra el pecado como enemigo
enemig o de Cristo y como
aquello que pone en peligro las almas de las personas. Un
comandante traidor, que no dispara sino pólvora contra el
enemigo, puede conseguir que sus cañones hagan un gran
ruido o se parezcan a aquellos que están cargados con
balas, pero no dañan al enemigo. Así que uno de estos
hombres puede hablar igual de fuerte y hacerlo con
afectado fervor, pero rara vez realiza una gran ejecución
contra el pecado o Satanás. Nadie puede luchar bien sino
cuando aborrece o está muy enfadado con el enemigo, ni
mucho menos podrá luchar bien contra aquellos que ama
por encima de todo. Toda persona no convertida está tan
lejos de odiar el pecado a propósito, que en realidad es su
más querido
qu erido tesoro.
En esto pueden ver que, un hombre sin santidad, que ama
al enemigo, resulta muy inadecuado para ser un líder del
ejército de Cristo y llevar a otros a renunciar al mundo y a la
carne, ya que él mismo se aferra a ellos como su mayor
bien.
(4) No es probable que la gente tenga en mucha
consideración la doctrina de tales
tal es hombres cuando v vean
ean que
no viven como predican. Pensarán que no quieren decir lo
que dicen si no viven lo que hablan. Difícilmente creerán a
un hombre que no parece creerse a sí mismo. Si alguien les
dice que corran por sus vidas porque un oso o un enemigo
está a sus espaldas, y sin embargo no aligera su propio
ritmo,
no estarán
estarán
existe eltentados
t entados
peligro a del
pensar
quequeadvierte.
solo es un Cuando
bufón,
bu fón, y que
los
predicadores le cuentan a la gente acerca de la necesidad
de santidad, y que sin ella nadie verá al Señor, y, sin
embargo, continúan siendo tan impuros ellos mismos, la
gente pensará que lo único que hacen es hablar para pasar
el tiempo, y que tienen que decir algo para ganarse el
dinero, y sus palabras solo son rutinarias. Pueden levantar
su voz contra el pecado durante largo tiempo antes de que
las personas crean que existe algún mal o peligro como el
que se dice, cuando ven que el mismo hombre que lo
reprocha lo atesora en su seno, y hace de él su deleite. Más
bien los están tentando a pensar que existe algún bien
especial en el pecado, y que hablan mal de él como hacen
los glotones con un plato que les encanta, para poder
tenerlo ellos solos. Mientras los hombres tengan tanto ojos
como orejas, pensarán que pueden ver lo que quieres decir
tal como también lo oyen, y estarán más dispuestos para
creer a su vista que a su oído, ya que esta es el sentido más
perfecto de los dos. Todo lo que un ministro hace es una
especie de predicación, y si viven una vida codiciosa y
descuidada, están predicando esos pecados a su audiencia
mediante la práctica. Si beben, o juegan, o malgastan su
tiempo en vanos discursos, ellos lo tomarán como si dijeran
“Vecinos, esta es la vida que han de vivir, pueden ir por este
camino sin peligro”. Si ustedes son impíos, y no enseñan a
suscompañía
la familias el
contemor deestén,
la que Dios ninicontradicen los pecados
hacen cambiar el curso de
de
sus vanas palabras o tratan con ellos claramente acerca de
su salvación, lo tomarán como si estuvieran predicando que
estas cosas son innecesarias, y que pueden hacer igual que
ustedes sin temor. Es más, estarán haciéndolo peor que
esto, porque les enseñan a pensar mal de otros que son
mejores. ¿Cuántos ministros fieles y cristianos laicos son
odiados y reciben reproches por causa de los que son así?
¿Qué es lo que les dice la gente? “Eres muy detallado, y nos
cuentas mucho acerca del pecado y el deber, y causas
mucho revuelo con esos asuntos, mientras que tal y tal
ministro, que es tan buen erudito y predicador como tú,
estaría feliz de festejar con nosotros y dejarnos en paz, y
nunca nos importunaría con un discurso así. Nunca puedes
quedarte callado, sino que hablas más de lo necesario y te
encanta asustar a los hombres hablando de condenación
cuando otros religiosos sobrios, instruidos y pacíficos se
callan y viven con nosotros como otra persona cualquiera”.
Tales
Tales son los pensamientos y la forma de hablar que su
negligencia ocasiona en la gente. Les darán espacio para
predicar contra sus pecados y hablar a favor de la piedad
tanto como quieran en el púlpito, con tal de que los dejen
tranquilos después y sean amistosos y alegres con ellos
cuando hayan terminado, hablando como ellos lo hacen,
vivan como ellos viven y sean indiferentes en su
conversación. Esto es así porque consideran el púlpito un
escenario, un lugar en el que los predicadores han de
exhibirse y jugar su papel, donde tienen libertad durante
una hora para decir lo que quieran, y no les importa lo que
los predicadores dicen si no se lo dicen de forma personal a
la cara, haciendo v ver
er que hablaban en ser
serio
io y realmente
querían decir eso. ¿Es, por tanto, probable que haga mucho
bien o que esté capacitado para ser ministro de Cristo aquel
hombre que habla por Él una hora en el día de reposo, y
luego, con su vida predica contra Él toda la semana,
haciendo ver que sus palabras púbpúblicas
licas son mentira?
Y si algun
algunaa de esa
esass perso
personas
nas fuera sabia para no seguir los
ejemplos de tales hombres, lo aborrecible de sus vidas haría
que su doctrina fuera menos efectiva. Aunque sepan que la
carne es buena y sana, un estómago débil puede resentirse
de ella si el cocinero o el sirviente que la lleva la manipula
con manos leprosas o sucias. Tengan cuidado de sí mismos
si quieren
qui eren hacer bien a otros
otros..
Finalmente, consideren si el éxito de sus labores no depende
de la ayuda
prometido y bendición
Él dar su ayuda ydel Señor. aY hombres
bendición ¿En quéimpíos?
lugar ha
Si
Él promete bendecir a su iglesia incluso por medio de estos
hombres, a ellos no les promete ninguna bendición. A sus
fieles siervos promete que estará con ellos, que pondrá su
Espíritu sobre ellos y ssu
uppalabra
alabra en sus bocas, y que Satanás
caerá ante ellos como un relámpago del cielo. Pero ¿Dónde
hay una promesa como esta a los ministros impíos? No,
¿Acaso por su hipocresía y abuso de Dios no lo provocan a
abandonarles y destruir
destruir ttodas
odas sus obras
obras,, al menos
m enos en cuanto
a ellos mismos, aunque pueda bendecir a sus elegidos?
Porque no niego que Dios puede hacer mucho bien a su
iglesia por medio de hombres impíos, pero no lo hace de
manera tan frecuente ni eminente como lo haría por medio
de sus propios siervos. Y lo que he dicho de los impíos,
también es válido en parte para los piadosos mientras estos
estén envueltos en escándalos y caídas, en proporción a la
medida de su pecado.
******
conciencia más
conseguir que, por la necesidad
obreros, de la Iglesia
y, por tanto, debo no se pueden
hacer lo que
pueda en lugar
l ugar de dejar todo sin hacer por no poder hacerlo.
No obstante, los casos de inevitable necesidad no son
comunes en la Iglesia, o, cuanto menos, no es deseable que
lo sean. Oh, feliz es la iglesia de Cristo en la que los obreros
son capaces, fieles, y proporcionales en número al número
de almas, de tal forma que los pastores son tantos, o las
iglesias tan pequeñas, que podamos tener “cuidado de todo
el rebaño”
Habiendo hablado de estas cosas que han de presuponerse,
procedamos a considerar el deber que se recomienda en el
texto: Cuidar de todo el rebaño. Como pueden ver, se trata
de todo el rebaño, de cada miembro individual a nuestro
cargo. Con este
este fin es neces
necesario
ario que conozcamos a cada un uno
o
de ellos, porque ¿Cómo podremos cuidarlos si no los
conocemos? Hemos de esforzarnos por familiarizarnos no
solo con las personas, sino con el estado de toda nuestra
gente, con sus inclinaciones y conversaciones, saber de
cuáles pecados
están más estána descuidar,
incli nados
inclinados más en peligro,
así y qué
así como llas obligaciones
as tentaciones a
las que son más susceptibles, porque si no conocemos su
temperamento o enfermedad, no es probable que
q ue acabemos
teniendo éxito como médicos.
médi cos.
Así pues, estando familiarizados con todo el rebaño, luego
hemos de estaría
razonable cuidarlo. Podría pensarse
satisfecho con esto,que cualquier
y no hombre
necesitaría más
pruebas. ¿Acaso un pastor cuidadoso no cuida de cada una
de sus ovejas, y un buen maestro de cada uno de sus
alumnos? ¿Y un buen médico no cuida de cada uno de sus
pacientes? ¿Y un buen comandante de cada soldado
individual? ¿Por qué entonces los pastores, los maestros, los
médicos, los guías de las iglesias de Cristo, no toman
cuidado de cada miembro individual que está a su cargo?
Cristo mismo, el gran y buen pastor, que tenía que cuidar de
todo, cuidó
parábola, quede“deja
cadalasindividuo como
noventa y aquel
nueve en eldescrito
desierto,en la
y va
tras la que se perdió, hasta encontrarla” ( Lucas 15:4 ). Los
profetas con frecuencia fueron enviados a personas
individuales. Ezequiel se convirtió en atalaya sobre
individuos, y se le ordenó que dijera a los impíos
“Ciertamente morirás”. Pablo enseñó a sus oyentes no solo
públicamente, sino también de casa en casa, y en otra parte
nos dice “amonestaba a todo hombre, y enseñando a todo
hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en
Cristo Jesús a todo hombre” ( Colosenses 1:28 ). Muchos
otros pasajes de las Escrituras hacen evidente que es
nuestro deber prestar atención a cada individuo de nuestro
rebaño, y muchos en los antiguos concilios muestran
claramente que esto era una práctica en tiempos primitivos,
pero citaré solo uno de Ignacio: “Que las asambleas”, dice
él, “se reúnan
reúnan a mmenudo,
enudo, y pregunten ppor
or todos por nombre.
Que no se desprecie a los siervos o criadas”. Pueden ver que
entonces se consideraba un deber cuidar cada miembro del
rebaño por nombre, sin excluir ni al más humilde siervo o
criada.
Alguno podría objetar: “La congregación que tengo a cargo
es tan grande que me es imposible conocerlos a todos, ni
mucho menos tener cuidado de todos ellos de manera
individual”. A esto contesto “¿Este cargo le fue impuesto por
necesidad? Si no es así, está excusando un pecado con otro.
¿Por qué emprendió un trabajo que sabía que no sería capaz
de realizar, cuando no se vio forzado a ello? Pareciera que
tiene otro objetivo al tomar el cargo, y que nunca tuvo
intención
intenci ón de ser fiel a la confianz
confianzaa que se le depositó. P
Pero
ero si
si
cree que fue necesario tomarlo, le preguntaría: ¿No podía
haberse procurado ayuda para un cargo tan grande? ¿Ha
hecho todo lo posible entre sus amigos y vecinos para
conseguir financiar a otra persona que le ayude? ¿No tiene
suficiente financiación que pueda servir para usted y para
ayudarme, se podría
carne, podría lograr.
tener un Si viviera
ayudante. ¿Mecon poco yentonces
atreveré negara mia
dejar a mi gente vivir en esa ignorancia (que yo mismo les
he dicho que es condenatoria), en lugar de ponerme a mí
mismo y mi familia en un poco de necesidad?”
¿Acaso debo ir a mi Biblia para mostrarle a un predicador el
lugar donde está escrito que el alma de un hombre vale más
que un mundo, y por tanto, mucho más de cien libras al
año? ¿No valen aún mucho más si son muchas almas? ¿He
de mostrarles que lo que tenemos es de Dios, y debe
emplearse hasta el extremo para servirle? ¿O que es una
crueldad inhumana dejar que las almas vayan al infierno por
temor a que la esposa y los hijos, de alguna manera, tengan
una vida más dura o de estatus más bajo? Y esto, teniendo
en cuenta que, según la forma de actuar ordinaria de Dios
(que es la de trabajar por medios materiales), puedo hacer
mucho para evitar su miseria si simplemente no doy placer
a mi carne, la cual han crucificado todos los que están en
Cristo, junto con sus pasiones. Cada hombre ha de rendir a
Dios lo que es de Dios, y eso, recordemos, eso es lo que de
verdad poseemos y lo que somos. ¿Cómo se santifican todas
las cosas a nosotros, si no es al separarlas y dedicarlas para
Dios? ¿Acaso no son suyos todos los talentos y han de ser
empleados en su servicio? ¿No debería todo cristiano
preguntarse primero, en qué forma puede
pu ede honrar más a Dios
con lo que tiene? ¿Acaso no es esto lo que predicamos a
nuestra gente? ¿Es cierto para ellos y no para nosotros?
¿Acaso el sustento para la iglesia no se ha dedicar de
manera especial al servicio de Dios por la iglesia? ¿Y no
deberíamos entonces utilizarlo para el máximo provecho de
ese objetivo? Si un ministro que tiene doscientas libras al
año, puede probar que cien libras de ellas rinden más
servicio a Dios si se dedican a sí mismo, o a su esposa e
hijos, que si se usan para mantener a uno o dos asistentes
capaces para ayudar a avanzar la salvación del rebaño, no
me atrevería
probar, a reprobar sus
no justifiquemos estagastos; peroY si
práctica. esto noañadir
debería se puede
que
esta pobreza no es tan intolerable y peligrosa como se
pretende. Si tienen comida y vestido ¿no deberían estar
contentos? ¿Y qué deberían tener además de eso para
adecuarlos a la obra de Dios? Para este fin, no se necesita
“vestir de púrpura y de lino fino, y hacer cada día banquete
con esplendidez” ( Lucas 16:19 ). “La vida de un hombre
no consiste en la abundancia de cosas que posee” ( Lucas
12:15 ). Si sus vestidos son cálidos y su comida sana, están
igual de bien
tuvieran sustentados
la plena para de
satisfacción hacer servicioUn
su carne. a Dios que
abrigo si
con
remiendos puede ser cálido, y el pan y el agua son comida
sana. Al que no le falte esto, pobre excusa tiene para hacer
peligrar
pelig rar las a
almas
lmas a fin de poder comer golosinas.
No obstante, aunque es nuestro trabajo cuidar de todo el
rebaño, hemos de prestar especial
especial atenci
atención
ón a algunas
alg unas clases
de personas en particular. Muchos no entienden bien esto, y
por eso me extenderé un poco acerca de ello.
1. Hemos
conversión deque
de los esforzarnos de manera especial por la
no son conversos.
La obra de conversión es la primera y mayor en la que
debemos emplearnos. Hemos de trabajar en esto con todas
nuestras fuerzas. Es tan grande la miseria de los que no son
conversos, que clama por nuestra compasión en voz más
alta. Si un pecador que está verdaderamente convertido
cae, caerá en un pecado que será perdonado y no está en
peligro de ser condenado como otros. No es que Dios no
odie el pecado de esa persona tanto como el de otros, o que
lo vaya a llevar al cielo si siempre vive así de impíamente, ya
que el Espíritu que está en ellos no permitirá que vivan
impíamente ni que pequen como hacen los impíos. Pero con
los no convertidos el caso es muy diferente. Están “en hiel
de amargura y en prisión de maldad” ( Hechos 8:23 ) y no
tienen parte ni comunión en el perdón de sus pecados, ni
esperanza el
necesidad deque
gloria. Por tanto,
tenemos es un
con ellos, trabajo
“para abrirde
susmayor
ojos,
para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la
potestad de Satanás a Dios; para que reciban, perdón de
pecados y herencia entre los santificados” ( Hechos 26:18
). Aquel que ve a un hombre con una enfermedad mortal, y
a otro solo con un dolor de muelas, sentirá más compasión
hacia el primero que al último, y a buen seguro se
apresurará más a ayudarlo, aunque este sea un extraño y el
otro un hijo
hi jo o un hermano. Es un caso tan
tan tri
triste
ste v
ver
er pers
personas
onas
en unsiempre,
para es
estado
tado en
queelcreo
que,quesi murieran,
no deberíamos quedarían perdidos
ser capaces de
dejarles solos,
solos, ya ssea
ea en púpúbli
blico
co o en p
priva
rivado,
do, sin iimportar
mportar el
trabajo que tengamos que hacer. Confieso que con
frecuencia me veo forzado a descuidar el aumentar el
conocimiento de los piadosos a causa de la lamentable
necesidad de los que no n o son conv
convers
ersos.
os. ¿Quién pu
puedeede hablar
de controversias, o de puntos buenos pero innecesarios, o
incluso de verdades de un grado más bajo de necesidad, por
muy excelentes que sean, mientras ve a una compañía de
pecadores ignorantes, carnales y miserables ante sus ojos,
que han de cambi
cambiar ar o condenars
condenarse? e? Inclu
Incluso
so me parece v verles
erles
entrar a su condenación final. ¡Me parece estarles
escuchando pidiendo la más urgente ayuda! Su miseria
habla más alto, porque sus corazones no pueden pedir ellos
mismos. Muchas veces he tenido oyentes de fantasías más
elevadas, que buscaban rarezas y les gustaba despreciar mi
ministerio si no les contaba algo más que lo ordinario. Y, sin
embargo, no podía hallar en mi corazón el dar la espalda a
la necesidad de los impenitentes para contentar a estos
oidores, ni de dejar de hablar a los miserables pecadores
para su salvación, para hablarle a tales novelistas. Ni
siquiera encontraba tiempo para hablar (como debería
hacerse en otro caso) a los santos débiles para confirmarlos
y que aumenten en gracia. Creo que, como sucedía con
Pablo que “su espíritu se enardecía viendo la ciudad
entregada a la idolatría”
llevar al paroxismo ( Hechos
ver tantas 17:16
personas ) nos debería
en extremo peligro
de ser deshechos eternamente. Si por fe los viéramos de
verdad a un paso del infierno, esto desataría nuestras
lenguas con más eficacia que el peligro en que se encontró
Creso, y que dicen que desató la lengua de su hijo. Aquel
que deja que un pecador descienda al infierno por no
hablarle, se preocupa por las almas menos de lo que lo hizo
el Redentor de las almas, y se preocupa menos por su
prójimo de lo que la caridad común le obligaría a
preocuparse por alsuque
tanto, descuiden mayor
sea, enemigo.
pero no al ¡Oh,
más hermanos, por
miserable! Sea
quien sea el que pasen por alto, no olviden a las pobres
almas que están bajo la condenación y maldición de la ley, y
que estarán esperando cada hora la ejecución infernal si un
cambio rápido no lo evita. ¡Oh, clamen tras los
impenitentes, y atiendan esta gran obra de la conversión de
las almas, sea
sea lo qu
quee sea que dejen por hacer!
2. Hemos de estar preparados para aconsejar a los que
nos pregunten y acudan a nosotros co con
n casos de conciencia,
especialmente ese gran caso que los judíos presentaron a
Pedro y el carcelero a Pablo y Silas: “¿Qué he de hacer para
ser salvo?” Un ministro no ha de ser simplemente un
predicador público, sino que ha de ser conocido por sus
almas como un consejero, como un médico para sus
cuerpos, y como un abogado para sus haciendas, de tal
manera que toda pers
p ersona
ona que esté en apuros o dud
dudas
as pueda
llevar su caso ante él para ser resuelto; así como Nicodemo
vino a Cristo, y como era frecuente que las personas de la
antigüedad acudieran al sacerdote “cuyos labios guardan la
sabiduría y de su boca el pueblo buscará la ley, porque es
mensajero del Señor de los ejércitos” ( Malaquías 2:7 ).
Pero como la gente ha dejado de estar familiarizada con
este oficio del ministerio y con su propio deber y necesidad
a este respecto, nos corresponde a nosotros darlo a conocer,
y motivarlos
consejo públicamente
con respecto a las agrandes
que acudan a nosotros adepedir
preocupaciones sus
almas. No solo debemos estar dispuestos a tomar esos
problemas, sino que deberíamos llevarlos sobre nosotros
invitándoles a venir. ¡Qué abundancia de bien podríamos
hacer, si simplemente fuéramos capaces de llevarlos a esto!
Y, sin duda,
du da, se puede hacer mu
mucho
cho en llo
o que respecta a ello
si cumplimos con nuestro deber. ¡Qué pocos han motivado
de corazón a sus congregaciones para que cumplan con su
deber de esta forma! ¡Oh, es un caso triste que las almas se
vean heridasy yque
tan grande, en los
peligro por elapenas
ministros total descuido deélun
hablen de deber
y traten
de despertarles a ello. Si sus oyentes fueran sensibles como
corresponde a la necesidad e importancia de esto, llamarían
a sus puertas con más frecuencia, dándoles a conocer sus
tristes quejas y rogando su consejo. Les ruego por tanto
tant o que,
de aquí en adelante, los insten más a este deber, y que lo
lleven a cabo con cuidado cuando ellos busquen su ayuda.
Con este objeto, es muy necesario que estén bien
familiarizados con casos prácticos y especialmente que se
familiaricen con la naturaleza de la gracia salvadora, y que
sean capaces de ayudarles a comprobar su estado y resolver
la pregunta principal: la de su vida o muerte eterna. Una
palabra de consejo prudente y adecuada, dada por un
ministro a las personas que tienen necesidad, puede ser
más útil que muchos sermones. “La palabra a su tiempo”,
Salomón , “¡Cuán buena es!” ( Proverbios 15:23 ).
dice Salomón,
3. Hemos de estudiar para edificar a aquellos que ya
han sido realmente convertidos. Con respecto a esto,
nuestro trabajo es variado, según las diversas situaciones en
que se encuentran los cristianos.
(1) Hay muchos de nuestro rebaño que son jóvenes y
débiles en la fe, quienes, a pesar de que son antiguos,
todavía tienen poca fuerza o poco desempeño. Ciertamente,
esta es la condición más común entre los piadosos. La
mayoría de ellos se contentan con cantidades bajas de
gracia, y no es fácil llevarles a un lugar más alto. Llevarles a
opiniones más altivas y estrictas es fácil, es decir, llevarlos
de la verdad al error, ya sea a derecha o izquierda; pero
aumentar su conocimiento y sus dones no es fácil, e
incrementar sus gracias es lo más difícil de todo. Es algo
muy triste que los cristianos sean débiles, porque nos
expone a peligros, abate nuestro consuelo y deleite en Dios,
y arrebata la delicia del camino de la sabiduría; nos
convierte en gente menos servicial a Dios y a los hombres, y
nos
bienlleva
a losaque
honrar
nos menos
rodean.a También
nuestro Maestro
tenemosya hacer
poco menos
beneficio
al utilizar los medios de gracia. Jugamos con demasiada
facilidad con el cebo de la serpiente, y luego nos vemos
atrapados por sus astucias. Alguien seductor puede
fácilmente agitarnos, y hacer aparecer ante nosotros lo
bueno como malo, y el pecado como un deber; y también lo
contrario. Somos menos capaces de resistir y mantenernos
en pie en un encuentro, caemos más fácilmente y nos
levantamos con más dificultad, y estamos más dispuestos
para provocar
de fe. Cuandoescándalo y reproche
somos débiles, nossobre nuestra menos
conocemos profesión
a
nosotros mismos, y estamos más predispuestos a
equivocarnos en lo que respecta a nuestra propia situación,
sin ver cuando las corrupciones han tomado ventaja sobre
nosotros. Somos deshonrosos para el evangelio por nuestra
misma debilidad, y poco útiles para los que nos rodean. En
una palabra, aunque vivimos en una situación de poco
provecho para nosotros mismos y para otros, estamos
demasiado poco dispuestos
dispu estos a morir a ella.
Ahora bien, visto que la debilidad entre los convertidos es
tan triste, ¡cuán diligentes deberíamos ser en valorar y
aumentar su gracia! La fuerza de los cristianos es la honra
de la iglesia.
ig lesia. Cuando estamos inflamados por el amor a Dios,
Dios,
y vivimos por una fe viva y que obra, cuando valoramos en
poco el provecho y los honores del mundo y nos amamos
unos a otros fervientemente de corazón puro, cuando
podemos soportar y de corazón perdonar una ofensa, y sufrir
gozosamente por la causa de Cristo, estudiar para hacer
bien y caminar siendo inofensivos y sin hacer daño en el
mundo, y estamos dispuestos para ser siervos de todos los
hombres por su bien, cuando nos convertimos en todas las
cosas por los hombres para ganarlos para Cristo,
absteniéndonos de la apariencia de maldad y sazonando
todas las acciones con una buena mezcla de prudencia,
humildad, celo y mentalidad celestial… ¡Oh, de cuánta
honra son los que son así para su profesión! ¡Qué adorno
para la iglesia, y de cuánto servicio a Dios y a los hombres!
Las personas creerían mejor que el evangelio viene del cielo
si vieran más estos efectos sobre los corazones y las vidas de
aquellos que lo profesan. El mundo está mejor capacitado
para leer la naturaleza de la fe en la vida de una persona
que en la Biblia. “Los que no creen a la palabra, sean
ganados sin palabra por la conducta” de aquellos que son
eminentes por su piedad ( 1 Pedro 3:1 ). Por tanto, es una
parte muy importante de nuestro trabajo el esforzarnos más
en pulir y perfeccionar a los santos, para que puedan ser
fuertes en el Señor, y estar equipados para el servicio de su
Maestro.
(2) Otro tipo de convertidos que necesitan una ayuda
especial son aquellos que se esfuerzan bajo alguna
corrupción particular
que los convierten en que mantiene para
un problema ocultas sus
otros gracias,
y una cargay
para sí mismos. ¡Hay demasiados así! Algunos son
particularmente adictos al orgullo, otros a una mentalidad
mundana, otros a los deseos sensuales, y otros al enfado u
otras malas pasiones. Nuestro deber es ayudar a todos estos,
y en parte por disuasiones y exposiciones claras de lo
aborrecible que es el pecado, en parte por consejos
adecuados acerca del remedio, ayudarles a tener una
victoria más completa sobre sus corrupciones. Somos los
líderes del ejército de Cristo contra los poderes del infierno,
y hemos de resistir
resistir todas las obras de las tiniebl
tinieblas
as allí d
donde
onde
las hallemos, incluso si se encuentran en los hijos de la luz.
No hemos de consentir más los pecados de los piadosos de
lo que
qu e consentimos los de los imimpíos,
píos, ni fav
favorec
orecerlos
erlos o hacer
amistad con ellos. Cuanto más amemos a sus personas,
mucho más hemos de manifestarlo oponiéndonos a sus
pecados. Y aun así, hemos de esperar encontrar algunas
personas susceptibles, que, especialmente cuando la
iniquidad ha conseguido ventaja y ha hecho partido, y han
caído ya mucho en el amor a ella, serán igual de petulantes
e impacientes con los reproches que otras personas peores,
y quizás hasta afirmen que la piedad está involucrada en
sus faltas. Pero
Pero los ministros de Cristo han de cum
cumpli
plirr con su
deber, sin importar el mal humor de ellos, y no deben llegar
tan lejos en el odio a sus hermanos como para evitar
reprenderles o permitir que el pecado descanse sobre sus
almas. Sin duda, debe hacerse con mucha prudencia, pero
se ha de hacer.
(3) Otro
cristianos en grupo que
declive, losrequiere unahan
que o bien ayuda especial
caído son los
en un pecado
escandaloso, o han abatido su celo y diligencia dando
muestras de que han perdido su antiguo amor. Este caso es
muy triste, como el de aquellos que retroceden, así que
nuestra diligencia ha de ser muy grande para lograr su
recuperación. Es triste para ellos perder tanto de su vida,
paz y servicio a Dios, y convertirse en tan serviciales a
Satanás y su causa. También es triste para nosotros ver que
todo nuestro trabajo ha acabado en esto, y que, después de
habernos esforzado tanto con ellos y tenido tantas
esperanzas, todo se frustra. Lo más triste de ello es pensar
que Dios pueda verse deshonrado por aquellos que ha
amado tanto, y por los que tanto ha hecho, y que Cristo sea
herido en la casa de sus amigos. Además, una caída parcial
tiene la tendencia natural a convertirse en una apostasía
total, y en eso se convertirá si una gracia especial no lo
previene.
Ahora bien, cuanto más triste es el caso de estos cristianos,
más hemos de esforzarnos nosotros por su recuperación.
Hemos de “res“restaurar
taurar a los que h
han
an sido sorprendidos en u
una
na
falta con espíritu de mansedumbre” ( Gálatas 6:1 ), y
cuidar de que la herida esté completamente examinada y
sanada, que la articulación quede bien de nuevo, sea cual
sea el esfuerzo. Hemos de buscar especialmente honrar el
evangelio, y asegurarnos de que ellos dan tal evidencia de
verdadero arrepentimiento que realicen una confesión
completa y libre de su pecado. Cuiden de que hagan alguna
reparación a la iglesia y su santa profesión por la herida que
han provocado a la fe. Se requiere mucha habilidad para
restaurar
res taurar un alma así.
(4) El último grupo que haré notar que requiere nuestra
atención son los fuertes, porque ellos también tienen
necesidad de nuestra ayuda: En parte para preservar la
gracia que tienen, en parte para ayudarles a hacer más
progresos, y en parte
para el servicio para ydirigirles
a Cristo la ayuda a mejorar
de sus sus fuerzas
hermanos.
También para motivarles a perse
También perseve
verar
rar y que puedan recibir
la corona.
Todos
Todos estos son objeto del trabajo min
ministerial,
isterial, y en lo que
respecta a cada uno de ellos, hemos de “cuidar de todo el
rebaño”.
4. Hemos de poner nuestros ojos de forma especial
sobre las familias, para asegurarnos de que están bien
ordenadas y que se cumplen los deberes de cada relación.
La vida de la fe y el bienestar y gloria tanto de la iglesia
como del estado dependen mucho de los deberes y el
gobierno de la familia. Si nos permitimos descuidar esto,
desbarataremos todo. ¿Qué podremos hacer por la reforma
de una congregación si todo el trabajo recae solo sobre
nosotros, y los que son cabeza de familia descuidan el
necesario deber para con los suyos, mediante el cual nos
ayudan? Si queremos comenzar algún bien y ministrar a un
alma, una familia sin cuidado, sin oración y mundana
seguramente lo sofocará o lo obstaculizará en gran medida,
Sin embargo, si pueden conseguir que los que gobiernan las
familias presten ayuda cumpliendo con sus deberes y
tomando el trabajo allí donde ustedes lo dejen ¡Cuánta
abundancia de bien puede hacerse! Les ruego, por tanto,
que si desean la reforma y bienestar de su gente, hagan
todo olo que dejen
este objeto,
bjeto, puedanqu
queepor
lespromover
proponga la fe en la familia. Con
lo siguiente:
(1) Obtengan información de cómo está ordenada cada
familia, para que puedan saber cómo proceder en sus
esfuerzos
esfuer zos por h
hacer
acerles
les bi
bien.
en.
(2) Acudan a visitarlos ocasionalmente, cuando
probablemente estén más desocupados, y pregunten al
cabeza de la familia si está orando con ellos y leyendo las
Escrituras, o qué está haciendo. Esfuércense por
convencerlos de su pecado
tienen la oportunidad, oren sicon
están descuidando
ellos esto, y, si
antes de marcharse,
dándoles ejemplo de lo que querría que hicieran. Quizás
también conseguir que les prometan que serán más
concienzudos
concienzu dos con su deber e
en
n el futu
futuro.
ro.
(3) Si encuentran a alguno que sea incapaz de orar por su
ignorancia
sus propiasonecesidades
falta de práctica,
y que convénzanlo para
consiga afectar susque estudie
corazones
con ellas, y, mientras tanto, aconséjenle a utilizar alguna
forma de oración en lugar de no orar en absoluto. No
obstante, díganles que es un pecado y una vergüenza el
vivir de manera tan descuidada, sin estar familiarizados con
sus propias necesidades y sin hablar con Dios en oración,
mientras
mient ras que cualqui
cualquier
er pordiose
pordiosero
ro puede encontrar palabras
para pedir limosna. Digan que toda forma de oración no es
sino una necesidad, tal como una muleta lo es para un
tullido, de manera que no pueden desenvolverse bien sin
ella; que no han de contentarse con ello, sino aprender y
hacerlo mejor lo más rápidamente
rápidament e posible, ya que la oración
ha de salir de los sentimientos del corazón, y variar de
acuerdo a nuestra
nu estrass necesidades y circunstancias.
(4) Traten
Traten de que en cada fami
familia
lia hay
h aya
a algunos lilibros
bros útiles y
motivadores además de la Biblia. Si no hay ninguno,
convénzanl
convé nzanlos
os de comprar algunos. Si no p pueden
ueden comp
comprar
rarlos,
los,
denles algunos si es posible. Si no pueden hacerlo ustedes
mismos, consigan
dispuesta que algún
a las buenas obras caballero u otra
los compren. persona
Luego haganrica
quey
los lean por las noches, cuando tengan tiempo, y
especialmente en el día del
d el Señor
Señor..
(5) Guíenlos acerca de cómo pasar el día del Señor, a cómo
despachar sus negocios mundanos para evitar cargas y
distracciones. Y cuando hayan estado en la iglesia, a cómo
pasar el tiempo con sus familias. La vida de la fe depende
mucho de esto, porque la gente pobre no tiene otro tiempo
libre, y, por tanto, si pierden este tiempo, pierden todo,
permaneciendo embrutecidos e ignorantes. Convenzan al
señor de cada familia para que sus hijos y sirvientes le
repitan el catecismo cada día de reposo por la tarde, y que
le den alguna cuenta de lo que han escuchado en la iglesia
durante el día.
Les ruego
trabajo. que noque
Consigan descuiden esta de
los cabezas importante parte
cada familia de su
cumplan
con su obligación y esto no solo les evitará una gran
cantidad de trabajo, sino que avanzará mucho el éxito de
sus labores. Si un capitán puede conseguir que los oficiales
que tiene bajo su mando cumplan con su deber, puede
gobernar a los soldados con mucho menor problema que si
se echan todo sobre sus propios hombros. No es probable
que vean ninguna reforma general hasta que procuren la
reforma de la familia. Puede que haya algún poco de
religión aquí y allá, pero mientras esté confinada a personas
individuales, y no se promueva en las familias, no
prosperará,
prosper ará, ni ttendrá
endrá un futuro p
prometedor
rometedor..
5. Hemos de ser diligentes en las visitas a los enfermos,
ayudándoles a prepararse para una vida fructífera o una
muerte feliz. Aunque esto debería ser la ocupación de
nuestra vida y la de ellos, en una ocasión así requiere un
cuidado extraordinario tanto de ellos como nuestro. Cuando
el tiempo
ti empo casi se hay
haya
a terminado, y ellos deban reconcili
reconciliars
arse
e
con
esasDios ahora
horas o nunca,
nun ca,a¡Oh,
y aferrarse cómoeterna!
la vida les im
importará
portará apro
aprove
Y cuando vechar
char
veamos
que no tendremos más que unos pocos días u horas más
para hablarles por el bien de su bienestar eterno, ¿Quién
que no sea una roca o un infiel, no pasaría mucho tiempo
con ellos y haría todo lo que pudiera por su salvación en ese
corto espacio de tiempo? ¿No despertará a la compasión el
ver un hombre languideciendo y pensar que en unos pocos
días su alma estará en el cielo o en el infierno? Seguro que
esto probará la fe y seriedad de los ministros, ¡el pasar
tiempo con las
oportunidad de personas
discernir que están
si ellos muriendo!
mismos Ahí tendrán
son serios acerca
de los asuntos de la vida venidera. Es tan grande el cambio
que se produce por la muerte, que debe despertar en
nosotros la mayor sensibilidad por ver un hombre cerca de
ella, y debería motivarnos a los mayores esfuerzos
compasivos para cumplir con el oficio de ángeles menores
para el alma, antes de que esta parta del cuerpo. Hemos de
esforzarnos para que esta alma esté preparada para la
caravana de los ángeles superiores que se dirige a la
“herencia de los santos en luz” ( Colosenses 1:12 ).
Cuando una persona está casi al final de su viaje y el
siguiente
siguient e paso le lleva
llevará
rá al cielo o al in
infierno,
fierno, es e
ell m
momento
omento
para que nosotros le ayudemos en lo posible mientras aún
haya esperanza.
Y así como su necesidad debería motivar
m otivarnos
nos a aprov
aprovechar
echar la
oportunidad para su bien, también deberíamos tomar la
ventaja que el prospecto de la muerte y la enfermedad nos
proporciona. Incluso el más endurecido
endu recido de los pecadores nos
escuchará en su lecho de muerte, aunque nos haya
menospreciado antes. Aquellos que antes habían sido
leones intratables, abandonarán su furia y serán amables
como corderos. En mi parroquia, de entre diez de los más
obstinados y miserables menospreciadores, no he visto ni
uno que no haya parecido tener arrepentimiento, y decir
que, si se recuperase, reformaría su vida. Cipriano dijo a
aquellos que tienen salud: “Aquel que se recuerda a sí
mismo todos
t odos los días que está muriend
muriendo,
o, despre
desprecia
cia las cosas
presentes y se apresura a las cosas por venir. Mucho más
aún el que siente que está muriendo en ese mismo
momento”. ¡Oh cuán resueltamente parecen desechar sus
pecados y prometen reformarse, y clamarán de su necedad
y la vanidad de este mundo hasta los peores pecadores.
¡Cómo lo harán cuando vean que la muerte los acecha, y
que habrán de partir sin demora! Quizás me dirán que estos
cambios forzados
tenemos mucha no son de
esperanza sinceros,
que lesyhagan
que, ningún
por tanto, no
bien en
cuanto a la salvación. Confieso que es muy común que los
pecadores se asusten y hagan proposiciones sin efecto, pero
no es tan común convertirse al Salvador en esos momentos.
Agustín apunta “No puede morir mal aquel que vive bien, y
raramente morirá bien el que vive mal”. Sin embargo
“raramente” y “nunca” no son lo mismo. Esto debería
hacernos diligentes
dilig entes tanto a nosotro
nosotross como a ellos cuando no
tenemos salud, ya que se produce “raramente”, pero aun así
hemos de esforzarnos
esforzarnos en el em
empleo
pleo de llos
os mejores rremedios
emedios
cuando se acerca el final, porque no es algo que no suceda
nunca.
Ya
Ya que no es mi intenci
intención
ón reco
recopil
pilar
ar un directorio completo
del trabajo ministerial, no me detendré particularmente en
lo que se ha de hacer por las personas que están en sus
últimos momentos de vida; pero haré notar tres o cuatro
cosass dign
cosa dignas
as de nuestra atención.
(1) No esperen hasta que su fuerza y entendimiento se
hayan
haya n esfumado y el ttiempo
iempo sea tan corto que qu e apenas sesepan
pan
qué hacer, sino más bien acudan tan pronto como escuchen
que están enfermos, sin
sin imp
importar
ortar ssii los hacen llllamar
amar o no.
(2) Cuando el tiempo sea tan corto que no haya oportunidad
de instruirles en los principios de la fe ordenadamente,
asegúrense de exponer los puntos principales, y descansar
en esas verdades que están más calculadas para producir su
conversión, mostrándoles la gloria de la vida por venir, y el
camino por el que podemos obtenerla, así como el gran
pecado y necedad de haberla descuidado en tiempo de
salud. Muestren también la posibilidad que aún existe de
tener salvación si creen en Cristo, el único Salvador, y si se
arrepienten
arrepienten de sus pecados.
(3) Si llegan a recuperarse, asegúrense de recordarles las
promesas y resoluciones que hicieron durante la
enfermedad.
conciencias, yDiríjanse a ellos
siempre que para remisos,
los vean establecer esto en sus
recuérdenles lo
que decían cuando estaban postrados. Debido a que esto es
tan útil para aquellos que se recuperan y que ha sido el
medio de conversión de muchas almas, es muy necesario
que visiten tanto a aquellos cuya enfermedad no es mortal,
como a los que están moribundos. Así tendrán ventaja para
moverlos al arrepentimiento, y después tendrán sus
promesas para rogar contra sus pecados. Como el obispo de
Colonia respondió al Emperador Segismundo cuando este le
preguntó cuál era el camino para ser salvo: “Debe ser lo que
se propuso o prometió ser cuando se vio angustiado por la
piedra y la gota”.
6. Hemos de reprobar y amonestar a aquellos que viven
de manera ofensiva e impenitente. Antes de llevar estos
asuntos a la iglesia o a sus gobernantes, normalmente es
más adecuado para el ministro intentar en privado lo que
esté en su mano para inclinar al pecador al arrepentimiento,
especialmente si no se trata de un crimen público. Se
requiere mucha habilidad, y se ha de diferenciar según los
distintos temperamentos de los ofensores, pero con la
mayoría necesitaremos hablar con la mayor franqueza y
poder, para agitar sus descuidados corazones y hacerles ver
lo que es jugar con el pecado, que sepan la maldad del
mismo y sus tristes efectos en lo que respecta tanto a Dios
como a ellos mismos.
mi smos.
7. La última parte de nuestra supervisión que
mencionaré es el ejercicio de la disciplina de la iglesia. Esto
consiste en, después de haber realizado la reprensión en
privado mencionada anteriormente,
ant eriormente, rea
realiz
lizar
ar otra de carácter
más público, combinada con una exhortación al
arrepentimiento en oración por el ofensor, restaurando al
arrepentido, y excluyendo y evitando al que no se
arrepiente.
(1) En
E n el caso de ofens
ofensas
as públicas
públi cas e incluso aquellas que son
de una naturaleza más privada en las que el ofensor
continú a sin arrepentirse, es
continúa este
te ha de reprenderse ante todos
e invitarle de nuevo al arrepentimiento. No es que esto sea
menos nuestro deber porque hayamos tomado tan poca
conciencia de su práctica. No es solo un mandamiento de
Cristo el contarlo a la iglesia, sino que también el de Pablo
que dijo “reprendedlo delante de todos” ( 1 Timoteo 5:20
). La Iglesia lo practicaba constantemente, hasta que el
egoísmo y la formalidad los retrajo en este y en otros
deberes. No hay lugar a dudas de que este es nuestro deber,
así como no hay duda de que no hemos sido fieles en
llevarlo a cabo. Muchos de nosotros, que estarían
avergonzados de omitir el predicar o el orar la mitad de
veces, han considerado en poco el descuidar
voluntariamente esta obligación y otras partes de la
disciplina
Pensamos durante
poco en tanto
cómo tiempo
hemos como
llevadolo lahemos
culpa hecho.
de las
malas palabras, la ebriedad, la fornicación y otros crímenes
sobre nuestras cabezas al descuidar el empleo de los
medios que Dios ha dispuesto
di spuesto para la cura de los mismos.
Si alguno dijera que hay poca probabilidad de que una
reprensión pública les haga bien, y que más bien montarán
en ira por la vergüenz
vergüenzaa de la mi
misma,
sma, le res
respondo:
pondo:
[a] No le corresponde a una criatura juzgar que las
ordenanzas
Dios en lugardede
Dios son inútiles,
llevarlo a cabo, oy reprobar
poner suelsabiduría
servicio en
de
oposición a la de su Creador. Dios puede hacer que sus
propias ordenanzas sean útiles, de lo contrario, nunca las
hubiera dispuesto.
[b] La utilidad de la disciplina es aparente al avergonzar el
pecado y humillar al pecador, manifestando la santidad de
Cristo y la de su iglesia y doctrina, ante los ojos del mundo.
mund o.
[c] ¿Qué harán con tales pecadores? ¿Los abandonarán
como si fueran¿Emplearán
reprenderles. casos perdidos?
otros Eso sería más
medios? ¿Por cruel
qué? que
Se
supone que los demás medios han sido empleados sin éxito,
porque este es es el últi
último
mo remedio.
[d] La utilidad
utilid ad principal de la disciplina pública
p ública no es par
para
a el
ofensor en sí mismo, sino para la iglesia. Tiene mucha
util
utilidad
y poridad p
para
aramantiene
tanto disuadir aa otros de cometerycrímenes
la congregación similares,
su alabanza pura.
Séneca podría decir “El que excusa los males presentes los
transmite a la posteridad” y en otra parte dice “Aquel que
deja ir al culpable, hace daño a los buenos”.
(2) Junto con la reprensión hemos de exhortar al ofensor al
arrepentimiento y la expresión pública del mismo para la
satisfacción de la iglesia. Ya que la iglesia está obligada a
evitar la comunión con pecadores impenitentes
escandalosos, cuando han tenido evidencia de su pecado,
deben tener también alguna evidencia de su
arrepentimiento, porque no podemos saber si están
arrepentid
arre pentidos
os sin ev
evidenci
idencias,
as, ¿y qué evidencia p
puede
uede tener la
iglesia sino su profesión de arrepentimiento y después la
reforma? He de confesar que se ha de ejercitar mucha
prudencia en tales procedimientos, no vaya a ser que
hagamos más daño que bien, pero debe ser una prudencia
cristiana conforme a las obligaciones ordenadas, y que se
acomode a sus fines, no una prudencia carnal que las
debilite
hemos oconducirnos
las excluya.humildemente
Al llevar a cabo esta cuando
incluso obligación,
la
administramos más duramente, y mostrar que no proviene
de mala voluntad ni enseñoreándonos, ni tampoco como
venganza de una afrenta, sino del deber necesario que no
podemos descuidar conscientemente. Se puede tratar de
mostrar a la gente los mandamientos de Dios que nos
obligan a hacer lo que hacemos, con palabras como las
siguientes: ‘Hermanos, el pecado es tan aborrecible y
malvado a los ojos del Dios santísimo, y los pecadores
impenitentes se lo toman
los eternos tormentos tan a lapara
del infierno
in fierno ligera, que Él ha
el castigo delprovisto
m
mismo,
ismo,
y no hay medios que puedan prevenir ese castigo que sean
inferiores al sacrificio del Hijo de Dios, aplicado a aquellos
que verdaderamente
verdaderamente se arrarrepienten
epienten y abandonan el pecado.
Por tanto Dios, que llama a todos los hombres al
arrepentimiento, nos ordena “exhortaos los unos a los otros
cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de
vosotros se endurezca por el engaño del pecado” ( Hebreos
3:13 ) y que no aborrezcamos a nuestros hermanos en
nuestro corazón, sino que los reprendamos sabiamente y no
qu e el pecado esté sobre ellos ( Levítico 19:17
permitamos que
) y que si nuestro hermano nos ofende, le hagamos ver su
falta entre él y nosotros; si no nos escucha, llevemos dos o
tres más con nosotros y que si no los escucha, hemos de
decirle a la Iglesia, y si no escucha a la Iglesia, hemos de
tenerle
aquellospor
qu e gentil
que pecan,yhemos
publicano ( Mateo 18:15-17
de reprenderles ante todos,) para
y a
que teman ( 1 Timoteo 5:20 ) y hacerlo con toda
autoridad: ( Tito 2:15 ) sí, hasta si un apóstol de Cristo
pecara abiertamente, ha de ser reprendido en público, como
Pablo hizo con Pedro ( Gálatas 2:11, 14 ) y si no se
arrepiente, hemos de evitarle, y no comer con aquel ( 2
Tesalonicenses 3:6, 11, 12, 14, 1 Corintios 5:11-13 ).
‘Habiendo escuchado de la escandalosa conducta de A.B. de
esta iglesia, o parroquia, y habiendo recibido pruebas
suficientes
hemos tratadode quecon
ha cometido el aborrecible
él seriamente para pecado
llevarlode…,
al
arrepentimiento, pero, para dolor de nuestros corazones, no
percibimos un resultado satisfactorio de nuestros esfuerzos,
sino que parece permanecer impenitente (o sigue viviendo
en el mismo pecado a pesar de que profesa arrepentimiento
verbalmente). Por consiguiente, juzgamos nuestro deber
proceder al empleo de aquel remedio que Cristo nos ordenó,
y, por eso, le rogamos, en el nombre del Señor que, sin más
dilación, ponga en su corazón la grandeza de su pecado, el
mal que le ha hecho a Cristo y a sí mismo, y el escándalo y
dolor que ha causado a otros. Con fervor se lo ruego por
amor a su propia alma, para que considere qué es lo que
puede ganar por su pecado e impenitencia, y si compensa la
pérdida de la vida eterna. Cómo si permanece en este
impenitente estado, piensa permanecer en pie ante Dios el
día del juicio o estar ante el Señor Jesús, cuando la muerte
arrebate su alma del cuerpo. Como mensajero de Jesucristo,
se lo ruego por el bien de su propia alma. Le requiero, ya
que, de lo contrario, responderá
responderá ante el trib
tribunal
unal d
dee Dios, que
abandone su endurecimiento y la impenitencia de su
corazón, y confiese sin fingimientos lamentando sus
pecados ante Dios y la congregación. Este deseo lo hago
público, no por mala voluntad hacia su persona, como sabe
el Señor, sino por amor a su alma y en obediencia a Cristo,
quien ha hecho de esto mi deber, deseando que, si es
posible, sea salvado
de la eterna de suypecado
ira de Dios, pueda yreconciliarse
del poder decon
Satanás,
Él y suy
iglesia, y que, por tanto se vea humillado por un verdadero
arrepentimiento antes de ser humillado por una
condenación sin remedio’.
Así concibo que deban llevarse a cabo nuestras
admoniciones públicas, y, en algunos casos en los que el
pecador considere que su pecado es pequeño, puede ser
necesario apuntar a las consecuencias del mismo,
particularmente citando algunos pasajes de las Escrituras
que hablan de su maldad y peligro.
(3) Con estas reprensiones y exhortaciones, hemos de
unirnos a las oraciones de la congregación por el ofensor.
Esto es algo que debe hacerse en todo caso de disciplina,
pero particularmente si el ofensor no está presente para
recibir la admonición, o no da evidencia de arrepentimiento
ni muestra deseo de que la congregación ore por él. En tales
casos, especialmente, es adecuado que roguemos por las
oraciones de la congregación nosotros mismos, llevándoles
a considerary la
impenitente, temible
a sentir condición
lástima en la alma
por la pobre que que
estáestá
el
tan cegada por el pecado y Satanás que no puede sentir
lástima por ella misma. Hacerles pensar en lo que supone
presentarse ante el Dios viviente en un caso así, y, por tanto,
que se unan en ferviente oración a Dios para que abra sus
ojos, y ablande y humille su tozudo corazón, antes de que
esté en el infierno más allá de todo remedio. Y,
adecuadamente, oremos nosotros fervientemente por él,
para que la congregación pueda emocionarse
afectuosamente y unirse a nosotros; y ¿Quién sabe si Dios
escuchará nuestras oraciones, y el corazón del pecador
pueda ceder bajo ellas, más que bajo todas nuestras
exhortaciones?
A mi juicio, resulta muy encomiable el curso que toman
algunas iglesias. Estas desean que la congregación se una
en ferviente oración a fin de abrir los ojos del pecador
durante los tres días de reunión siguientes, pidiendo que su
corazón se ablande, y que la persona sea salva de su
impenitencia y muerte eterna. Si los ministros fuesen
concienzudos en realizar este deber completamente y con
abnegación, lograrían algo y podrían esperar bendición;
pero cuando nos encogemos de hombros ante todo lo que
resulta peligroso o poco gratificante en nuestra labor,
cuando evitamos todo lo que
qu e res
resulta
ulta costo
costoso
so o problemático,
no podemos esperar que se produzca un gran bien por un
uso tan carnal y parcial de los medios a nuestra disposición.
Aunque aquí y allá algunos se enderecen, no podemos
pretender que el evangelio corra y sea glorificado cuando
hacemos nuestro trabajo de manera tan parcial y
defectuosa.
(4) Hemos de restaurar a quien se arrepiente a la comunión
de la iglesia. Así como no hemos de dar muchas facilidades,
enseñando al ofensor a tomar la disciplina a la ligera,
tampoco debemos desanimarlo con una severidad excesiva.
Si de verdad
estar parece
arrepentido sentir de
a causa lo pecaminoso de suque
ella, procuremos conducta,
confiesey
su culpa, y que prometa apartarse de tales pecados de ahí
en adelante, vigilándolos más de cerca y caminando con
más cuidado para evitar la tentación. Procuremos que
desconfíe de sus propias fuerzas, apoyándose en la gracia
que es en Cristo Jesús.
Démosle seguridad con respecto a las riquezas del amor de
Dios, y la suficiencia de la sangre de Cristo para perdonar
sus pecados si cree y se arrepiente.
Hemos de asegurarnos que ruegue ser restaurado a la
comunión
comuni ón de lla
a igl
iglesia,
esia, y que desee sus or
oraciones
aciones a Dios por
su perdón y salvación.
Hemos de encargar a la iglesia que imiten a Cristo a la hora
de perdonar y retener a la persona que se arrepiente, o, si
fuere
debenexpulsada, restaurarla
reprocharle por sus apecados,
la comunión. Además, nunca
ni reprenderlos con
dureza, sino perdonarlos, tal como Cristo hace.
Finalmente, hemos de dar gracias a Dios por su
recuperación, y orar por su confirmación y futura
preservación.
(5) La última parte de la disciplina es excluir de la comunión
de la iglesia a aquellos que, después de presentarse
suficientes pruebas, continúan impenitentes.
La exclusión de la comunión de la iglesia, comúnmente
llamada excomunión, puede ser de distintos tipos o grados,
y estos no han de confundirse; pero aquella que se practica
con más frecuencia entre nosotros consiste solamente en
apartar al pecador impenitente de nuestra comunión, hasta
que al Señor le agrade concederle el arrepentimi
arrepentimiento.
ento.
En esta ex
exclusión
clusión o separ
separación,
ación, el mi
ministro
nistro o gobernantes de
la iglesia han de encargar a la congregación con autoridad y
en el nombre del Señor no tener comunión con la persona, y
pronunciar
iglesia
igl esia está de
está ella
oblig
obligadaque
ada esitar;
a ev unaes
evitar; deelaquellos
deber decuya
lla comunión la
a congregación
evitarla con cuidado, siempre y cuando la orden del pastor
no contradiga la Palabra de Dios. No obstante, hemos de
orar por el arrepentimiento y restauración incluso de los
excomulgados; y si Dios les concede el arrepentimiento,
hemos de recibirlos con agrado de nuevo a la comunión de
la iglesia.
Estamos satisfechos con el contenido y forma de esta
disciplina, ¡y deberíamos ser fieles en su práctica, en lugar
de acarrearle reprobación por nuestra negligencia a la vez
que escribimos y rogamos por ella con las mejores
recomendaciones! Es digno que consideremos que el asunto
ha de tener mucho peso ante el tribunal de Dios, ya sea por
aquellos que reprobaron y obstaculizaron la disciplina con
sus lenguas por no conocer su naturaleza y necesidad, o
porque la hayamos menospreciado tanto por nuestra
constante omisión, mientras nuestras bocas la ensalzaban.
Si la hipocresía no fuera pecado, o el conocimiento de la
voluntad de nuestro Amo no resultara en un agravamiento
de la desobediencia, entonces omitir la disciplina sería
menos grave que reprobarla; pero si estas cosas son grandes
males, estaremos mucho peor nosotros que aquellas
personas que condenan la disciplina en voz alta. No
aconsejaré
aconse jaré a los que celosamente mantienen la discipl
disciplina,
ina, ni
a los que obstinadamente la descuidan, que se desdigan de
todo lo que han dicho hasta que estén preparados para
hacer lo que dicen, ni tampoco que se arrepientan de
defender la disciplina hasta que de verdad tengan intención
de practicarla. Tampoco diré que quemen todos los libros
que han escrito acerca del tema, ni todos los registros de su
coste y peligros, hasta que se levanten en juicio para su
confusión. Pero sí los persuadiría, sin más demora, a
conformar su práctica
práctica a los testimonios propor
proporcionados,
cionados, no
vaya a ser que cuanto más se haya demostrado que
alabaron
condenadola a
disciplina,
sí mismos más
porsedescuidarla.
haya demostrado que sentido
En cierto se han
me ha sorprendido escuchar que algunos que tenía por
reverendos y piadosos teólogos, reprueban a los
sacramentarios y disciplinarios considerándolos una secta.
Cuando quise
q uise saber qué es lo que querían decir, contestar
contestaron
on
que se referían a aquellos que no dan el sacramento a toda
su parroquia y a los que hacen distinciones entre la gente
por medio de la disciplina. Pienso que el tentador obtiene
una gran victoria si consigue que un solo pastor piadoso
descuide la disciplina en una iglesia. Es tanto como si
hubiera logrado que descuidara la predicación, y mucho
más si consigue que se apruebe este descuido. Sin
embargo, parece que ha logrado que algunos desprecien a
aquellos que cumplen con la obligación que ellos mismos
descuidan. Estoy seguro
seguro de qu
quee si se entendiera bien cu
cuánto
ánto
del trabajo
iglesia, y la se
también autoridad pastoralque
podría discernir consiste encontra
estar en guiar de
a la
la
disciplina es algo cercano a ir en contra del ministerio, y
estar en
en contra d
del
el mi
ministerio
nisterio es pró
próx
ximo a ir en contra d
dee la
Iglesia; y estar contra la iglesia está próximo a estar contra
Cristo. No condenen la dureza de esta deducción hasta que
puedan evitarla, y liberarse del cargo que esto pone contra
ustedes ante el Señor.
********
1. El trabajo
solamente paraministerial ha de llevarse
Dios y la salvación a cabo
de las almas, no
con fines privados.
Un mal fin hace que todo el trabajo sea malo en cuanto a
nosotros, aunque pueda ser bueno en su propia naturaleza.
Si no llo
o hacemos por Dios, no estamos sirv
sirviendo
iendo a Dios, ssino
ino
a nosotros
como si se mismos. Los
tratara de unque se involucran
trabajo en el ministerio
común, convirtiéndolo en
un oficio
ofici o para sus
sustentarse
tentarse e
en
n el m
mund
undo,
o, podrán dars
darse
e cuenta
de que han encontrado un mal oficio aunque sea un buen
empleo. La abnegación es algo completamente
comp letamente nneces
ecesario
ario en
todo cristiano, pero doblemente necesario en un minim inistro,
stro, ya
que sin ella no puede dedicar a Dios ni siquiera una hora de
fiel servicio. Un duro estudio, una gran cantidad de
conocimiento, una predicación excelente, si los fines no son
los correctos, no son más que pecados gloriosamente
hipócritas.
hip ócritas. Es conocido el dich
dichoo de Bernard: ‘Algun
‘Algunos
os busca
buscan n
conocer solo por conocer, y esa curiosidad es una
vergüenza. Otros quieren saber por reputación, y esa
vanidad es una vergüenza. Pero existen algunos que desean
conocer para poder edificar a otros, y eso es algo digno de
alabanza. Además existen algunos que desean saber para
ser edificados ellos mismos, y eso es sabio’.
2. El trabajo ministerial ha de llevarse a cabo con
diligencia y laboriosidad, ya que tiene inexpresables
consecuencias para nosotros mismos y para otros.
consecuencias
Estamos buscando sostener al mundo y salvarlo de la
maldición de Dios, perfeccionar la creación, conseguir los
objetivos de la muerte de Cristo, salvarnos a nosotros
mismos y a otros de la condenación, vencer al diablo y
demoler su reino, establecer el reino para Cristo, y ganar y
ayudar a otros para el reino de gloria. ¿Y se han de realizar
todas estas cosas con una mente descuidada o una mano
perezosa? ¡Oh, cuídense entonces de realizar este trabajo
con todas sus fuerzas! Estudien duro, porque el pozo es
profundo y nuestros cerebros son superficiales, y, como dice
Casiodoro: ‘En esto el nivel común de conocimiento no ha
de ser el límite; aquí se demuestra la verdadera ambición:
cuanto más se busca un conocimiento
conocim iento p profundo,
rofundo, mayo
mayorr es el
honor de obtenerlo’. Pero especialmente, sean laboriosos en
la práctica y ejercicio de su conocimiento. Que las palabras
de Pablo estén constantemente en sus oídos: “me es
impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el
evangelio!” ( 1 Corintios 9:16 ). Piensen siempre lo que
tienen entre manos: ‘Si no me esfuerzo, Satanás podría
prevalecer, y la gente perecer eternamente, y su sangre ser
demandada de mis manos. Si evito el trabajo y el
sufrimiento, atraeré sobre
sobre mí m
milil ve
veces
ces más que aquello qque
ue
busco evitar, mientras que, por mi diligencia ahora, me
preparo para bendiciones futuras’. Ningún hombre ha salido
nunca perdiendo
p erdiendo por dedicarse a Dios
Dios..
3. El trabajo ministerial ha de realizarse con
prudencia y orden.
Se ha de comer la leche antes que la carne; se ha de poner
el fundamento antes de intentar levantar una estructura. No
hemos de tratar igual a los niños y a los hombres crecidos.
Las personas han de llevarse a un estado de gracia antes de
esperar ver la obra de la gracia. La obra de conversión y
arrepentimiento de obras muertas, y de fe en Cristo ha de
enseñarse
completamente. prioritariamente, con
Por lo general, no hemos frecuencia,
de ir más allá dey
la capacidad de las personas, ni enseñarles la perfección a
aquellos que no han aprendido los primeros principios de la
fe, porque, como decía Gregorio de Nicea: “No enseñamos a
los niños los secretos profundos de la ciencia, sino las
primeras letras, y luego las sílabas. Así, los líderes de la
iglesia primero proponen a sus oyentes ciertos documentos,
que son, por así decirlo, elementales, para luego abrirlos
gradualmente
gradualment e a asuntos más
m ás perfecto
perfectoss y misteriosos”.
misteriosos”. Así lla
a
iglesia se tomó muchas molestias con los catecúmenos,
antes de bautizarlos, y evitó colocar piedras sin pulir en el
edificio.
4. En nuestro ministerio hemos de insistir
principalmente sobre las verdades mayores, más
ciertas
cantidad y más
menor necesarias, ysto.
sobre el re
sobre e mplear un
emplear
resto. unaa frecuencia y
Si solo podemos enseñar
enseñar a Cristo a nuestra gente, hemos de
enseñarlo a todos. Si llegan bien al cielo, ya tendrán
suficiente conocimiento. Las verdades más grandes y
comúnmente reconocidas de la fe son aquellas por las que
se ha de vivir, y los mayores instrumentos para destruir los
pecados y elevar el corazón a Dios. Por tanto, hemos de
tener siempre a la vista las necesidades de nuestro rebaño.
Recordar la “única cosa necesaria” nos evitará montones de
adornos innecesarios y controversias sin provecho. Es
deseable conocer muchas otras cosas, pero es obligatorio
conocer esta, y si no se conoce, las personas quedan
desechas eternamente. Pienso que la NECESIDAD debería
ser lo que más indicase el curso de estudio y labor de un
ministro. Si fuéramos suficientes para todas las cosas,
podríamos intentarlo todo y abordar por orden la
enciclopedia al completo. Pero la vida es corta, somos
torpes, y las cosas eternas son necesarias. Las almas que
dependen
necesidad hadesido
nuestras enseñanzas
el conductor de mis son preciosas.
estudios La
y mi vida.
Elige qué libro debo leer, y me dice cuándo y por cuánto
tiempo. Elige mi texto, y elabora mi sermón, tanto en
contenido como en forma, siempre que pueda mantener mi
propia corrupción apartada. Aunque sé que la constante
expectativa de la muerte me ha motivado mucho, no veo
razón por la cual hasta el hombre más saludable no debería
asegurarse de realizar las cosas más necesarias primero,
teniendo en cuenta lo bbrev
reves
es e inciertas que son las vidas de
las personas. Jenofonte pensó: “no hubo nunca mejor
profesor que la necesidad, que enseña todo con mucha
diligencia”. ¿Quién puede mientras estudia, predica o
trabaja, hacer otras cosas si no aquello que DEBE hacerse?
¿Quién puede dedicarse a trivialidades o a la pereza si
siente las agudas espuelas de la necesidad? Como dijo el
soldado; “No se necesita una larga discusión cuando la
necesidad urge, sino una lucha fuerte y rápida”, mucho más
nosotros, ya que nuestro oficio es más importante. Sin duda
esta es la mejor forma de redimir el tiempo: ser capaces de
ver que no perdemos ni una hora cuando la dedicamos
solamente a cosas necesarias. Esta es la forma de ser más
provechoso que otros, aunque no siempre sea lo más
agradable o aplaudido, porque, debido a la fragilidad
humana, se cumple lo que dice Séneca: “Somos atraídos por
las novedades, más que por las cosas grandes”.
Los asuntos de necesidad son pocos, y es por este motivo
que un
u n predi
predicador
cador con frecuencia trata las mismas cosa
cosas.
s. No
debemos inventarnos necesidades, ni caer mucho en lo que
no es necesario para satisfacer a aquellos que buscan
novedades, aunque sí debemos revestir las mismas
verdades con una grata variedad en cuanto a la forma en
que las exponemos. Los enormes libros y tediosas
controversias que tanto nos preocupan y nos hacen perder
nuestro tiempo, normalmente están compuestas más por
opiniones que por verdades necesarias. Como dijo Ficino:
“La necesidad está encerrada en límites estrechos, pero no
pasa lo mismo con la opinión” y como Gregorio Nacianceno
y Séneca a menudo dicen: “Las cosas necesarias son
comunes y obvias, son las cosas superficiales las que
malgastan nuestro tiempo y labor y se quejan de que no las
logramos”. Por tanto, los ministros han de observar la
condición de sus rebaños, para conocer lo que es más
necesario para ellos, tanto en tema como en forma; y
normalmente el tema es lo primero que ha de tenerse en
cuenta,
han de ya
yaelegir
que es de másmismos
ustedes imp
importancia
ortancia
qué que las formas.
autores Si
leer, ¿no
preferirán tomar aquellos que les dicen lo que no saben, y
que les hablan de las verdades más necesarias de la forma
más clara, aunque estén haciéndolo en un lenguaje bárbaro
y tosco, que aquellos que les digan cosas falsas o huecas, y
con “mucho esfuerzo no digan nada”, aunque lo hagan de la
forma más instruida y elegante? Propongo seguir el consejo
de Agustín: “Demos el primer lugar al significado de la
Palabra, de forma que el alma reciba preferencia sobre el
cuerpo. De esto se deduce que busquemos los discursos
más verdaderos y aquellos con mayor discernimiento, tal y
como buscamos a los más sensibles, y los más atractivos,
para ser nuestros amigos”. Y ciertamente, al enseñar a otras
personas debo hacer como hago con los estudios para mi
propia edificación. Normalmente los hombres vacíos e
ignorantes,
con palabrasaquellos queson
y adornos, sonlos
demasiado curiosos
que carecen y solícitos
del grueso y la
sustancia del verdadero conocimiento, mientras que los
hombres ancianos, experimentados, y más instruidos
abundan en verdades sustanciales, revestidas con
frecuencia de formas más simples. Aristóteles razona que
las mujeres son más adictas al orgullo y la apariencia que
los hombres porque son conscientes del poco valor interior,
e intentan compensar con adornos externos. Así sucede con
los predicadores vacíos y sin valor, que tratan de ser
estimados por lo que no son, y no tienen otra manera de
procurar esa estima.
5. Toda nuestra enseñanza ha de ser tan llana y
simple como sea posib
posible.
le.
Esto es algo que encaja mejor con los objetivos de un
maestro. El que quiere que le entiendan, debe hablar
conforme a la capacidad de sus oyentes. La verdad ama la
luz, y es más hermosa cuando está más desnuda. Esconder
la verdad es síntoma de envidiosa enemistad, y hacerlo
mientras se pretende estar revelándola, es la obra del
hipócrita. Así sucede con los sermones maquillados en tonos
oscuros (como el vidrio pintado de una ventana que
mantiene afuera la luz). Con demasiada frecuencia son
síntoma de hipócritas maquillados. Si no quieres enseñar a
los hombres ¿qué haces en el púlpito? Si quieres, ¿por qué
no hablas de forma que seas entendido? Sé que la
complejidad del tema puede hacer que a alguien no se le
entienda cuando, en realidad, ha estado estudiando para
hacerlo tan claro como le sea posible; pero que una persona
a propósito emborrone el tema con palabras extrañas, y
esconda su mente de aquellos a quienes finge instruir, es
intentar que los necios admiren su profunda instrucción,
mientras que muestra a los sabios su necedad, orgullo e
hipocresía. Algunos esconden sus opiniones bajo la
pretensión de la necesidad, por los prejuicios y la falta de
preparación
verdad vencede la gentepor
el prejuicio para recibirluz
la simple la de
verdad. Pero la
la evidencia, y
no existe una forma mejor de hacer prevalecer una buena
causa que dejarla clara de fo
forma
rma tan genera
generall y completa
como podamos; esta es la luz que hará que una mente no
preparada esté dispuesta. Cuando alguien no es capaz de
exponer algo claramente a otros, es, en el mejor de los
casos, síntoma de que esa persona no ha podido
comprender bien el asunto. Con esto me refiero a exponerlo
tan claramente como la naturaleza el asunto lo permita en
comparación a la capacidad adquirida por las verdades que
actúan como requisito previo. Sé que ciertas personas no
pueden entender algunas verdades aun si las decimos con
las palabras más claras que las
l as ex
expresa
presan,
n, de la m
misma
isma forma
que un niño que está aprendiendo el alfabeto no puede
entender las más simples
simpl es reglas de gramática enseñadas de
la manera más clara.
6. Hemos de realizar nuestra labor con una gran
humildad.
Debemos comportarnos con mansedumbre y
condescendencia con todos, y de esta forma enseñar a otros,
así como estar preparados para aprender de cualquiera que
pueda enseñarnos, y de ese modo enseñar y aprender al
mismo tiempo, no aireando con orgullo nuestra presunción,
o desdeñando todo lo que de alguna forma la contradice,
como
y si hubiéramos
estuviéramos alcanzado
destinados la cúspide
a estar sentadosdel
enconocimiento
un trono con
los demás a nuestros pies. El orgullo es un vicio que
difícilmente encaja con aquellos que han de guiar a las
personas de forma humilde hacia el cielo. Por tanto,
cuidémonos, no vaya a ser que cuando hayamos llevado a
otros allí, la puerta sea demasiado estrecha para nosotros.
Como dijo Grocio, “El orgullo nace en el cielo, pero como si
no supiera que el camino desde ese lugar está cerrado, y es
imposible que regrese después”. Dios, que arrojó del cielo a
un
queángel orgulloso,
tamb ién
también llo no soportará
o es. Creo tener allí
que deberíamos rec a un predicador
recordar
ordar el títul
títuloo de
un Ministro, el cual, aunque los sacerdotes del papa
desprecian, nosotros no. Es el orgullo en la raíz lo que
alimenta el resto de nuestros pecados. De ahí viene la
envidia, la contención, la falta de paz de
d e los ministros; ahí es
donde se detiene toda reforma: todos quieren dirigir, y
pocos seguir o aunarse. De ahí proviene también la falta de
eficiencia de demasiados ministros, ya que son demasiado
orgullosos como para aprender. La humildad les enseñará
otra lección. Sobre los ministros puedo decir lo que Agustín
dijo a Jerónimo, y a los ancianos entre ellos: “Aunque es más
adecuado para alguien de edad enseñar que aprender, es
mucho
much o más adecuado aprender que ser ignorante”.
7. Debe existir una prudente mezcla de severidad y
suavidad tanto en la predicación como en la
disciplina.
La una ha de ser predominante sobre la otra de acuerdo al
carácter de la persona o el asunto que tengamos entre
manos. Si no hay severidad, nuestras reprensiones serán
menospreciadas. Si todo es severidad, seremos vistos como
usurpadores y dominadores, más que como personas que
tratan de persuadir a otros a la verdad.
8. Hemos de ser serios, fervientes y celosos en cada
parte de nuestra labor
labor..
Nuestro trabajo requiere una mayor capacidad, y
especialmente una vida y celo más elevado del que
cualquiera de nosotros pueda ponerle. No es poca cosa estar
en pie mirando la congregación y entregar un mensaje de
salvación o condenación como algo que proviene del Dios
viviente en el nombre del Redentor. No es fácil hablar con
claridad suficiente para que hasta el más ignorante pueda
entendernos, y con la seriedad suficiente para que los
corazones más muertos puedan sentirnos, ni hacerlo de
forma tan convincente que
qu e los contenciosos que contradicen
puedan ser silenciados. El peso de nuestro tema condena la
frialdad y el adormecido aburrimiento. Hemos de
asegurarnos de estar bien despiertos, y que nuestros
espíritus estén en tal condición que nos adecuen para
despertar a otros. Si nuestras palabras no están afiladas y no
hieren como clavos, difícilmente serán sentidas por los
corazones de piedra. Hablar con ligereza y frialdad de las
cosas celestiales es casi tan malo como no decir nada de
ellas en absoluto.
9. Todo nuestro ministerio ha de conducirse con
tierno amor por nuestro rebaño.
Hemos de hacerles ver que no queremos sino aquello que
les sea de provecho, y que lo que les hace bien a ellos
también nos lo hace a nosotros, que nada nos provoca más
molestia que cuando se hacen daño. Hemos de sentirnos
hacia nuestro pueblo como un padre se siente hacia sus
hijos y el más tierno amor de una madre no debería ser
mayor que el nuestro. Incluso tendremos que pasar dolores
en
verr el
ve queparto,
no hasta
n o nos que Cristo sea
preocupamos formado
por nada enno,
exter ellos.
externo, ni laDeberían
riqu
riqueza,
eza,
ni la libertad, ni el honor, ni la vida, en comparación con su
salvación, y que podríamos estar contentos, junto con
Moisés, incluso con que nuestros nombres fueran borrados
del libro de la vida, es decir, con ser quitados de entre los
vivientes,
viv
de ientes,
la vidaantes de ve
verr que
del cordero. ellos
ell os no seestar,
Deberíamos encuentran en el Juan,
como dice libro
lib ro
dispuestos a “poner nuestras vidas por los hermanos” ( 1
Juan 3:16 ), y, con Pablo a no contar nuestras vidas
preciosas para nosotros mismos, para “acabar nuestra
carrera con gozo, y el ministerio que recibimos del Señor
Jesús” ( Hechos 20:24 ). Cuando las personas vean que las
aman sin fingimiento, escucharán y soportarán lo que sea
de ustedes; como dijo Agusín: “Ama a Dios, y haz lo que
quieras”. Nosotros mismos tomaremos todo a bien de
alguien que un
Soportaremos sabemos quese nos
golpe que ama
nos dé completamente.
en amor antes que
una mala palabra que se nos diga con malicia o enfado. La
mayoría de las personas juzgan los consejos de acuerdo al
afecto de aquel que los da. Al menos en cuanto a
escucharlos con atención. Por tanto, busquen sentir en su
pecho un tierno amor por su gente, y dejen que se perciba
en sus discursos y se vea en su conducta. Permitan que vean
que gastan y se desgastan por amor a ellos, y que todo lo
que hacen es por ellos, y no por fines privados personales.
A este respecto, es necesario realizar obras de caridad tanto
como sus finanzas lo permitan, porque las simples palabras
difícilmente convencerán a las personas de que sienten un
gran amor por ellas. Pero si no pueden dar, muestren que
estarían dispuestos a dar si tuvieran, y hagan el bien que
puedan. No obstante, cuiden de que su amor no sea carnal,
fluyendo del orgullo, como el de alguien que se postula a sí
mismo y no a Cristo, y que, por tanto, ama porque es amado
y para ser amado. Cuídense, por tanto, de no tener
complicidad con loseso
del amor, porque pecados
seríade su pueblolabajo
contrariar la pretensión
naturaleza y el
objetivo del amor. La amistad ha de cimentarse con piedad.
Un hombre impío no puede ser un verdadero amigo, y si
hacen amistad con su impiedad, muestran que son impíos
ustedes mismos. No pretendan amarles si favorecen sus
pecados y no buscan
les mostrarán que su salvación.
ustedes son Alenemigos
favorecer sus
de pecados,
Dios, y,
entonces ¿Cómo podrán amar a su hermano? Si han de ser
sus mejores amigos, ayúdenles contra sus peores enemigos.
Y no piensen que toda ddureza
ureza es inconsistente con el amor:
los padres corrigen a sus hijos, y Dios mismo “disciplina a
todo el que recibe por hijo” ( Hebreos 12:6 ). Agustín dijo:
“Es mejor un amor acompañado de severidad que guiar mal
con un ex
exceso
ceso de amabilid
amabilidad”.
ad”.
10. Hemos de llevar a cabo nuestro trabajo con
paciencia.
Soportar muchos abusos y heridas de aquellos a los que
buscamos hacer el bien. Cuando hemos estudiado por ellos,
orado por ellos, les hemos exhortado, y les hemos rogado
con todo fervor y consideración, cuando les hemos dado lo
que podemos, y atendido como si fueran nuestros hijos,
podemos esperar
esperar que m
muchos
uchos de ell
ellos
os nos re
recompensen
compensen con
burla, odio y desprecio, y que nos tengan por enemigos
porque les “decimos la verdad”. Ahora bien, hemos de
soportar
sin todo esto
cansarnos, “conpacientemente,
mansedumbre ycorrigiendo
seguir haciendo el bien
a los que se
oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan
para conocer la verdad” (2 Timoteo 2:25). Hemos de tratar
con los que están distraídos, con aquellos que huirán en
presencia de su médico, pero que no deben descuidar su
cura. Aquel que se aparte de un paciente frenético por sus
malas palabras, no es digno de ser un médico. Sin embargo,
cuando los pecadores nos reprochan y calumnian por
nuestro amor, y están dispuestos a escupir nuestras caras
antes que agradecernos nuestros consejos, ¡Cómo se
enardecerá nuestro corazón, y cuánto lucharán los
remanentes del antiguo Adán (el orgullo y la ira) contra la
mansedumbre y paciencia del hombre nuevo! ¡Y cuán
tristemente muchos ministros se comportan bajo tales
pruebas!
con
que hacer y novez
Dios rara verbendice
fruto deelsu labor,de
trabajo también he observado
nadie tanto como el
de aquel cuyo corazón está puesto en el éxito del mismo.
Dejen que sea la parte de Judas el tener más preocupación
por la bolsa que por el trabajo. Este tipo de personas no se
preocupan mucho por lo que parecen preocuparse, y
piensan que si tienen sus salarios y el amor y felicitaciones
de su pueblo, ya tienen bastante con lo que contentarse. Sin
embargo, todos los que predican para Cristo y la salvación
de los hombres, no han de estar satisfechos hasta que
tengan aquello sipor
es indiferente lo loconsigue
que están predicando.
o no, y que noAquel al que le
se entristece
cuando no lo logra y se alegra al ver el resultado que desea,
nunca tuvo el objeti
objetivovo correcto
correcto de un predicador.
predicador. Cuando un
hombre solo estudia lo que decir y cómo pasar esa hora de
forma que reciba una felicitación, cuando no busca nada
más que conocer lo que la gente piensa de sus habilidades,
y continúa así un año tras otro, me hace pensar que predica
para sí mismo, y no para Cristo, aunque predique a Cristo y
parezca hacerlo con excelencia. Ningún doctor sabio o
caritativo se contenta con estar administrando su medicina
y no ver ningún avance entre sus pacientes, mientras los ve
a todos morir en sus manos: Tampoco ningún maestro que
sea sabio y honesto estará contento con enseñar a pesar de
que sus estudiantes no saquen provecho de su instrucción,
sino que ambos
amb os quedarían desgastados por su empleo.
Sé que un ministro fiel puede tener consuelo cuando carece
de éxito, que “aunque Israel no sea congregado, nuestra
recompensa está con el Señor” ( Isaías 49:4-5 ), y sé que
nuestra aceptación no es de acuerdo al fruto, sino de
acuerdo a nuestro trabajo. Pero el que no anhela el éxito de
sus labores no puede tener este consuelo, ya que no fue un
trabajador fiel. Lo que digo es solo para aquellos que tienen
sus ojos puestos en el objetivo, y que se entristecen si lo
fallan. Tampoco es este el consuelo completo que deseamos,
sino solo algo que nos calma aunque perdamos el resto. ¿Y
qué si Dios acepta a un médico aunque muera el paciente?
Sin importar eso, el médico ha de trabajar con compasión,
anhelar que su paciente mejore, y entristecerse si no lo
logra. No estamos trabajando solo para nuestra propia
recompensa, sino para la salvación de otros hombres.
Confieso por mi parte, que me maravillo de algunos
reverendos y hombres ancianos, que han vivido veinte,
treinta o cuarenta años con un pueblo sin provecho, entre el
cual apenas han podido discernir los frutos de su labor. Me
admira como pueden, con tanta paciencia, continuar entre
ellos. Si fuera mi caso, aunque no abandonaría la viña ni mi
llamado, sospecharía que la voluntad de Dios podría ser que
me marchara a otra parte, y permitir que alguien más
adecuado para ellos viniera en mi lugar. No me resultaría
fácil estar satisfecho con pasar mis días de esa manera.
14. Todo nuestro trabajo ha de llevarse a cabo bajo
un fuerte sentimiento de insuficiencia propia, y de
nuestra completa dependencia de Cristo.
Hemos de buscar luz, vida y fuerzas de aquel que nos envía
a realizar el trabajo. Y cuando sentimos que nuestra propia
fe es débil, y que nuestros corazones son torpes e
inadecuados para la gran obra que tenemos que hacer,
hemos de tener recurso en Él y decir: “Señor, ¿me enviará
enviaráss a
persuadir a otros para que crean con un corazón tan
incrédulo
acerca decomo el que
la vida tengo? ¿He
y muerte de rogar
eternas, a los pecadores
sin tener más fe o
sentimiento de estas cosas vitales yo mismo? ¡Oh, no me
envíes desnudo y desprovisto a la obra, sino que, ya que me
ordenas hacerla, vísteme con un espíritu adecuado para
ella”. La oración
oración ha dde
e contin
continuar
uar nuestro trabajo, as
asíí como la
la
predicación. No puede predicar con corazón a su gente el
que no ora fervorosamente por ellos. Si no prevalecemos con
Dios en darles fe y arrepentimiento, nunca prevaleceremos
con ellos para hacerles creer y arrepentirse. Cuando
nuestros propios
suyos también lo corazones están
están, si no tan desordenados,
prevalecemos con Dios ypara
los
arreglarlos y ayudarlos, es probable que nuestro trabajo no
tenga éx
éxito.
ito.
15. Hemos de vigilar mucho la unión y comunión
entre nosotros, y la unidad y paz de las iglesias que
supervisamos.
Habiéndoles hablado de estas cosas que acompañan al
trabajo ministerial, y que todo ministro ha de realizar,
permitan queque
nosotros, ya concluya con otra
somos pocos que es en
compañeros necesaria para
este trabajo;
hemos de ser sensibles a lo necesario que esto es para la
prosperidad del conjunto, la fortaleza de nuestra causa
común, el bien de los miembros particulares de nuestro
rebaño, y el futuro ensanchamiento del reino de Cristo. Por
esto, los ministros han de resentirse cuando la iglesia es
herida, y estar tan lejos de liderar divisiones, que han de
tomar como parte principal de su trabajo el prevenirlas y
sanarlas. Día y noche han de inclinar sus estudios a
encontrar medios para cerrar tales brechas. No deben solo
prestar oído a los movimientos por la unidad, sino
proponerlos y buscarlos; no han solo de recibir la paz
cuando se les ofrece, sino perseguirla cuando huye de ellos.
Por tanto, deben mantener la antigua simplicidad de la fe
cristiana, y el fundamento y centro de la unidad católica.
Han
nuevosde planes
aborrecer
paralasaquear
arrogancia de aquellos
y romper la iglesiaque
de trazan
Cristo
bajo la pretensión de evitar errores y mantener la verdad. La
suficiencia de las Escrituras ha de mantenerse, y no
imponerse nada más allá de la misma; y si los papistas, u
otros, nos llaman a cuentas por el estándar y regla de
nuestra fe, es la Bibli
Bibliaa lo que hemos de mostrarles,
mostrarles, en lugar
de la confesión de las igiglesias
lesias o escr
escritos
itos de h
hombres.
ombres. Hemos
de aprender a distinguir entre certezas e incertidumbres,
necesarios e innecesarios, verdades universales y opiniones
personales,
encima de loy primero,
poner elnoénfasis en la pazDebemos
de lo segundo. de la iglesia
evitarpor
la
confusión común de hablar de aquellos que no hacen
diferencia entre los errores verbales y los reales, y que odian
esa “locura que antes había entre los teólogos”, que dividen
a sus hermanos como si fueran herejes antes de
entenderlos. También hemos de aprender a ver el verdadero
estado de las controversias, y reducirlas al punto mismo en
que está la diferencia, sin agrandarlas. En lugar de pelear
con nuestros hermanos, hemos de combinarnos contra los
adversarios comunes, y todos los ministros deben asociarse
y mantener comunión, correspondencia, y reuniones
constantes para estos fines, sin que deban interrumpirnos
las pequeñas diferencias de juicio. Han de realizar tanto del
trabajo de Dios como puedan en unidad y concordia. Y este
es el uso de los sínodos: no gobernar los unos sobre los otros
y crear leyes, sino evitar los malos entendidos, consultarse
para la edificación mutua, mantener el amor y la comunión,
y marchar de forma unánime en la obra que Dios nos ha
ordenado ya. Si los ministros del evangelio hubieran sido
hombres de paz y de un espíritu universal en lugar de
creadores
creador es de facciones, la igl
iglesia
esia de Cristo no se habría visto
en la situación en que ahora está. Las naciones de
calvinistas y luteranos en el extranjero, y los distintos
partidos que existen aquí en nuestra tierra, no estarían
planeando rebelars
rebelarse
e un
unas
as contra las otras, ni p
permanecer
ermanecerían
ían
distanciadas
fortalecerían en
al una amargura
enemigo común sin ycaridad, ni tampoco
obstaculizarían la
edificación y prosperidad
prosperidad de
d e la iglesia como lo han hecho.
********
He terminado
mismo. Existencon los motivos
muchos más queque encuentro
pueden en del
reunirse el texto
resto
de esta exhortación del apóstol, pero no debemos continuar
aquí para tratarlo todo. Si el Señor hace llegar al corazón
aunque sean estos pocos motivos, no dudo que tendremos
razones para enmendar nuestro paso, y el cambio será tal
en nuestros corazones y ministerio que nosotros mismos y
nuestras congregaciones bendeciremos a Dios por ello. Sé
que no soy digno de ser su monitor,
monit or, per
pero
o han de tener un
uno,
o, y
es mejor para nosotros escuchar nuestro pecado de boca de
alguien, que no escucharlo de ninguno.
Reciban la admonición, y no encontrarán motivo en la
indignidad del monitor para arrepentirse. Pero si la
rechazan, hasta el mensajero más indigno presentará
testimonio contra
cont ra ustedes otr
otro
o día para
p ara confusión suy
suya.
a.
******
CAPÍTULO 3: APLICACIÓN
Sección
Secc ión 1 – El uso de la humillación
humillación
Reverendos y queridos hermanos, nuestra ocupación en el
día de hoy es humillar nuestras almas ante el Señor por
nuestra negligencia pasada, e implorar ayuda para el
trabajo en el tiempo que vendrá. Verdaderamente, apenas
podemos esperar lo último sin lo primero. Si Dios nos ayuda
en nuestras obligaciones futuras, primero nos humillará por
nuestros pecados pasados. Aquel que no tiene suficiente
noción de sus faltas como para lamentarlas sin fingimiento,
difícilmente tendrá más que lo motive a reformarse de ellas.
La tristeza del arrepentimiento puede existir sin un cambio
de vida y corazón, porque es más fácil despertar las
emociones que una verdadera conversión. Pero el cambio no
puede llevarse a cabo sin una buena medida de tristeza.
Ciertamente podemos
podem os comenzar nuestra confes
confesión
ión con esto:
es demasiado común para nosotros esperar de nuestra
gente lo que en poca o ninguna medida hacemos nosotros.
¡Cuántos esfuerzos hacemos porque sean humildes,
mientras nosotrospara
los exponemos no nos humillamos!
sacar de ellos¡Con cuántalágrimas
algunas dureza
penitentes, (y son pocas) mientras nuestros ojos están
secos!
secos! ¡Qué ejemplo de dureza de corazón damos
damos,, mient
mientras
ras
nos esforzamos con nuestras palabras por derretir y
ablandar los suyos! ¡Oh, si estudiáramos la mitad para
afectar
hacemosy con
corregir nuestros
los de propios
nuestros corazones
oyentes, de lo que
no estaríamos lo
como
estamos muchos de nosotros! Es muy poco lo que hacemos
por su humillación, pero me temo que es mucho menos lo
que algunos de nosotros hacemos por la nuestra.
Demasiados son los que hacen algo por las almas de otros
hombres, mientras parecen
parecen olvidar que ti
tienen
enen almas propias
de las que ocuparse. Se comportan como si su parte del
trabajo fuese llamar al arrepentimiento, y la de los oyentes
fuera arrepentirse, como si la suya fuera clamar contra el
pecado,
predicar y la
el dedeber
la gente
y abandonarlo,
los oyentescomo si tuviesenPero
practicarlo. que
encontramos que los líderes de la Iglesia en las Escrituras
confesaban sus propios pecados, así como los pecados del
pueblo. Esdras confesó los pecados de los sacerdotes, así
como los del pueblo, llorando y postrándose ante la casa de
Dios. Daniel confesó su propio pecado y también el del
pueblo. Creo, que si consideramos bien las obligaciones ya
enumeradas, y cuán imperfectamente las hemos realizado,
no tendremos necesidad de demorarnos preguntándonos si
existe
existe causa para la humillación.
humil lación.
Se ha de decir, aunque me condeno a mí mismo al decirlo,
que quien lea simplemente esta exhortación de Pablo a los
ancianos de la iglesia de Éfeso, y compare su vida con ella,
debe ser muy estúpido y duro de corazón si no se derrite al
sentir sus propios descuidos, y si no cae forzosamente ante
Dios en lamento por sus grandes omisiones, buscando
refugio en la sangre de Cristo y su gracia perdonadora.
Confío, hermanos, que ninguno de ustedes apruebe en su
juicio
jui
de cio la doctrina
confesión, llibertin
ibertina,
contrición a,yque afirma qque
humillación ue no h
para hay
elayperdón
nece
necesidad
sidad
del
pecado. ¿No es lamentable entonces que nuestros
corazones no sean tan ortodoxos como nuestras cabezas?
Puedo ver que hemos aprendido la lección a medias cuando
lo sabemos y podemos decirlo. Cuando lo hemos aprendido,
hay más actividad
emociones, nuestrospara enseñar
ojos, nuestrasnuestras voluntades
lenguas, nuestrasy
manos. Es triste que muchos de nosotros prediquemos a
nuestros oyentes mientras estos están dormidos, pero es
aún más triste si hemos estudiado y nos hemos predicado a
nosotros mismos dormidos, y hemos hablado durante tanto
tiempo en contra de la dureza del corazón, para acabar
endurecidos bajo el ruido de nuestros propios reproches. Y
para que puedan ver que no es una tristeza sin motivo la
que Dios requiere de nosotros, les llamo a recordar nuestros
much
muchosos pecados
pecados,
que podamos , y a una
hacer ponerlos
clara,delante
libre yde
fieln
noso
osotros,
tros, dede
confesión modo
los
mismos, y para que “Dios que es fiel y justo pueda
perdonarnos, y limpiarnos de toda maldad” ( 1 Juan 1:9 ).
En esto supongo que tengo su consentimiento de corazón, y
que estarán lejos de ofenderse conmigo, aunque desgracie
sus personas y las de otros en este oficio para que acepten
el cargo y se conviertan en humildes acusadores de sí
mismos; y estoy tan lejos de justificarme yo por medio de la
acusación a otros, que sin fingimiento pongo mi nombre el
primero en el acta de acusación. Porque ¿Cómo puede un
miserable pecador, alguien que está acusado por tantas
graves
graves transgres
transgresiones,
iones, presumir justifi
justificars
carse
e del
delante
ante dde
e Dios?
¿O cómo puede declararse inocente aquel cuya conciencia
tiene tanto que decir contra él? Si arrojo vergüenza sobre el
ministerio, no es sobre el oficio en sí, sino sobre nuestras
personas, exponiendo ese pecado que es nuestra vergüenza,
porque “el pecado es afrenta de las naciones” ( Proverbios
14:34 ), y sean pastores o naciones, solo son los que
“confiesan y se apartan de sus pecados los que alcanzan
misericordia” ( Proverbios 28:13 ), “Mas el que endurece
su corazón caerá en
en el mal .
necesidad de una
un a gracia especial.
Oh, por tanto, sean celosos consigo mismos, y, entre todos
sus estudios, asegúrense de estudiar la humildad. “El que se
enaltece será
será hum
humill
illado,
ado, y el qu
quee se humil
humilla
la será e
enaltecido”
naltecido”
( Mateo 23:12 ). Comúnmente observo que casi todos los
hombres,
aman a lossean buenos El
humildes. o malos,
orgullo aborrecen a losaorgullosos
se contradice sí mismo ay
tal extremo que, consciente de su propia deformidad, en
ocasiones pide prestado el hogareño vestido de la humildad.
Por ser un pecado tan profundamente enraizado en nuestra
naturaleza, y tan difícil de ser extirpado del alma, tenemos
motivos para ser más celosos de ello.
2. No nos entregamos a la obra del Señor tan
seriamente, sin reservas, y laboriosamente como
correspondería a hombres de nuestra profesión y
compromisos.
Bendigo al Señor de que haya tantos que hacen este trabajo
con todas sus fuerzas.
fu erzas. P
Pero,
ero, ¡v
¡vay
aya!
a! Cuán negli
negligentement
gentemente e lo
hacen la mayoría, incluso aquellos que tenemos por
ministros piadosos! ¡Cuán pocos de nosotros nos
comportamos en nuestro oficio como hombres que están
completamente entregados a ello, y que han consagrado
todo lo que tienen para ese objetivo! Y para que puedan ver
en qué me baso para esta confesión, mencionaré algunos
ejemplos de nuestra pecaminosa negligencia.
(1) Si nos dedicáramos debidamente a nuestro trabajo, no
seríamos tan negligentes en nuestros estudios. Pocos
hombres se esfuerzan como es necesario para informar
correctamente su entendimiento y adecuarse a su trabajo.
Algunos no tienen placer en sus estudios, sino que solo
toman una hora de vez en cuando, como una tarea
desagradable a la que se ven obligados a someterse, y se
alegran cuando no
n o están bajo ese y
yugo.
ugo. El deseo natural por
el conocimiento,
cosas divinas, laelconciencia
deseo espiritual por conocer
de nuestra a Dios y lasy
gran ignorancia
debilidad, el sentido de la importancia de nuestro trabajo
ministerial ¿Ninguna de estas cosas nos hará acercarnos a
nuestros estudios y hacernos más esforzados en la
búsqueda de la verdad? ¡Oh, qué abundancia de cosas son
las que un ministro
ignorantes debe entender!
de las mismas! ¡Qué grande
¡Cómo echaremos defecto
menoseseste
ser
conocimiento en nuestro trabajo! Muchos ministros
solamente estudian para componer sus sermones y poco
más, cuando existen tantos libros para leer, y tantos asuntos
con los que hemos de estar familiarizados. Incluso en el
estudio de nuestros sermones somos demasiado
negligentes, reuniendo solamente unas cuantas verdades
desnudas, sin considerar las expresiones más convincentes
mediante las cuales podamos hacerlas entender a la
conciencia y corazón de los hombres. Hemos de estudiar
cómo convencer e introducirnos en las personas, y cómo
hacer que cada verdad sea viva, sin dejar todo esto a
nuestra extemporánea prontitud, a menos que sea en casos
de necesidad. Ciertamente, hermanos, la experiencia nos
enseña que las personas no se vuelven instruidas o sabias
sin duros
du ros e
estudios
studios y una iincansable
ncansable labor y experiencia.
experiencia.
(2) Si nos dedicamos a nuestro trabajo de todo corazón, se
hará de manera más vigorosa y seria de lo que ahora lo
hacemos
todas suslafuerzas,
mayoría.o ¡Cuán
hablanpocos ministros
del eterno predican
gozo o de con
los
tormentos eternos de tal manera que hagan creer a los
hombres que hablan en serio! El ver a una compañía de
pecadores muertos y dor
dormid
midos
os atendiendo la p predicación
redicación de
un ministro y no escuchar una sola palabra que pueda
despertarlos o avivarlos quebranta el corazón. Hablamos de
manera tan adormecedora y suave, que los pecadores
somnolientos no pueden
pu eden escuchar
escuchar.. El g
golpe
olpe es tan liligero
gero que
los pecadores endurecidos no pueden sentirlo. La mayoría
de los ministros ni siquiera esforzarán su voz ni harán que
suene fervorosa. Pero si hablan en voz alta y con ganas,
daránsufre,
que gracias
les cuando
importales vayacomo
poco, bien;sipero si es otra
no fuera una parte la
pérdida
para la iglesia en absoluto. Aunque la suya sea la parcela
más pequeña, no poseedora de muchas naciones sobre la
tierra o ni siquiera de ciudades, están dispuestos a
considerarla como si fuera la Iglesia completa, y consideran
que cuando les va bien a ellos, le va bien a toda la Iglesia.
Clamamos contra el papa como anticristo por incluir toda la
iglesia bajo el palio romano, y eso es un cisma abominable
sin duda, pero ¡vaya! ¿Cuántos son los que van demasiado
lejos imitándolo
papistas endilganmientras lo reprueban?
la palabra “Romana” Ya asísu como
credo,los
y
convierten la iglesia católica en la iglesia católica romana,
como si no hubiera otros católicos y la iglesia no tuviera una
extensión mayor, también sucede con muchos otros y sus
diferentes facciones. Algunos la llamarían la iglesia católica
luterana, y otros la iglesia católica reformada; algunos la
iglesia católica anabaptista, y de igual forma otros. Si están
de acuerdo entre ellos mismos, les preocupa poco diferir de
otros aunque esos otros sean todo el mundo cristiano.
Consideran la paz de su facción como si fuera la paz de la
igl esia. No es de marav
iglesia. maravill
illars
arse,
e, por tanto, qu
quee no la
l a extiendan
más allá.
¡Cuán raro es encontrar a alguien que q ue se duela o sangre con
las heridas de la Iglesia, que las lleve en su corazón como si
fueran propias, o que siempre tenga pensamientos
dispuestos para sanarlas! No, sino que casi cada facción
piensa que la felicidad del resto consiste en volverse hacia
ellos, y,
y, como no piensan lo mimismo,
smo, claman ¡Abajo con ell ellos!
os!
Se alegran de escuchar de su caída, como si pensaran que
esa es la forma de levantar la Iglesia, es decir, la suya. ¡Cuán
pocos son los que entienden el verdadero estado de las
controversias entre las distintas partes, o que disciernan
bien las que son solo verbales y las que son reales! Y si
aquellosuna
tengan queinformación
las entienden las revelan
y acomodo a otros
correctos, para que
se considera
que están quitando gravedad al error, y que en su carne
están siendo complacientes con su pecado. Pocos son los
que se vuelven celosos por la paz antes de envejecer o tener
mucha experiencia acerca de los principios y el espíritu de
los hombres, siendo capaces de ver mejor el verdadero
estado de la Iglesia y las muchas diferencias, de lo que
antes lo hacían. Entonces, comienzan a escribir sus tratados
de paz, de los cuales existen muchos hoy día. Así como un
hombre jovenadecuado
consideraba en el calor de auditor
como su lujuria
de yfilosofía
pasión moral,
no se
encontramos jóvenes también, los cuales quizás sean
celosos por la paz y la unidad cuando crezcan y tengan más
experiencia, que son celosos por su facción contra otros
otros que andan en la juventud de su corazón. Así pues, los
pacificadores antes mencionados rara vez hacen un bien
mayor que el de acallar sus propias conciencias en la
descarga de tan gran deber, y moderar a algunos pocos,
salvándolos de una culpa mayor, dejando tras de ellos
cuando mueren un testimonio contra un mundo
voluntarioso, desapacible, y preocupado por sí mismo.
la mayoría
mientras dese
que ellos predican
sientan de lanada
sin hacer misma
y laydescuidan
hablan decomo
ella,
si no fuera digna de buscar. Leen y predican los textos que
ordenan “seguid la paz con todos” ( Hebreos 12:14 ) y “en
cuanto dependa de vosotros, estad en paz” ( Romanos
12:18 ) , y, sin embargo, están tan lejos de seguirla y de
hacer todo lo que pueden, que muchos gruñen y hablan mal
o censuran cualquier esfuerzo por promover la paz, como si
el celo por ella procediese de un abatimiento de nuestro
celo por la santidad, y como si la santidad y la paz
estuvieran tanSinseparadas
reconciliarlas. embargo, la quelarga
no experiencia
hubiera forma de
muestra
que la concordia es una amiga segura de la piedad, y que la
piedad siempre mueve hacia la concordia, mientras que, por
otra parte, los errores y herejías se alimentan con discordia,
y la discordia se cría y se alimenta con ellos. Hemos visto,
para tristeza nuestra, que donde los siervos de Dios
deberían haber vivido
vivido jjuntos
untos como un
unoo solo, co
con
n un corazón,
corazón,
una mente y unos mismos labios, promoviendo la fe y la
santidad los unos de los otros, amonestándose y
ayudándose mutuamente contra el pecado, y regocijándose
juntos
jun tos en la esperanza
esperanza de la gloria futura, tenemos, por el
otros.
quemamosAdemás, no llama,
en esta solo sino
somosquenosotros los aque
arrastramos nos
nuestra
gente y hacemos que se deleiten en ello, de forma que los
más piadosos en la nación han caído en distintas facciones,
y han convertido mucha de su antigua piedad en vanas
opiniones, disputas, envidias y enemistades. Sí, cuando se
ha considerado la marca de un miserable desgraciado el
burlarse de los piadosos, ¡Cuántos son ahora los que se
empeñan en secretamente burlarse y calumniar a aquellos
que no son de su misma opinión! Un hombre piadoso
favorable a los aprelados
con reverencia puede menospreciar
un presbiteriano, y calumniar
un presbiteriano a un
independiente, y un independiente a los dos anteriores. Y, lo
que es peor de todos, la gente ignorante común nota todo
esto, y no solo se burla de nosotros, si no que se endurecen
en contra de la fe. Así, cuando buscamos convencerlos para
la fe, ven tantas facciones que no saben a cuál unirse, y
creen que es igual de bueno no estar en ninguna, ya que no
hay certeza de quién tiene la razón. De esa forma miles
crecen con desprecio por toda forma de religión a causa de
nuestras divisiones, y muchos miserables y pobres carnales
nuestras divisiones, y muchos miserables y pobres carnales
comienzan a pensar que están en la mejor condición,
nin
ninguna
guna
estas d
dee esa
esasstomando
palabras facciones, no estoy
partido por habland
hablando
una de oestas
ni u
una
na sola de
partes, ni
contra otro, ni mucho menos con enfado contra ninguna
persona; pero si lo hiciera, en conciencia me habría callado
de decir todo esto por temor a ofender a aquellos a quienes
debo honrar. Sin embargo ¿qué soy sino un siervo de Cristo?
¿Y qué vale mi vida si no es para darle servicio? ¿Y qué favor
podría recompensarme por la ruina de la iglesia? ¿Y quién
puede permanecer callado mientras las almas quedan
deshechas? Por mi parte no, mientras Dios sea mi Señor y su
palabra
éxito
éxito de mi regla,
d e ella mientras
para salva
salvación
ción dsu
de obra
e las sea mi
almas, miobjetivo.
ocupación y el
¿Quién
puede reconciliarse con aquello que tan lamentablemente
se cruza en los intereses de su Señor y su principal objetivo
en la vida?
Tampoco
Tampoco habría hablado de nada de esto si hubi hubiera
era sido
solamente con respecto a mi propio cargo donde, bendigo a
Dios, la herida es pequeña en comparación con lo que es en
otros lugares. Pero el conocimiento de algunas
congregaciones vecinas y de otras más remotas, ha hecho
que haga estas obser
observa
vaciones.
ciones. Ciertamente p
podemos
odemos hablar
de paz todo el tiempo que vivamos, pero nunca la
******
PARTE I: MOTIVOS
MOTI VOS PARA ESTE DEBER
DEB ER
Bendigo al Señor por haber vivido para ver este día, y estar
presente en un compromiso tan solemne de tantos siervos
de Cristo con este trabajo. Bendigo al Señor por honrarles a
ustedes en este condado para ser los iniciadores y despertar
la nación a este deber
deber.. No es un p
punto
unto cont
controv
rovertido
ertido del que
las mentes exasperadas de los hombres puedan buscar
querellas con nosotros, ni es una invención nueva de modo
que lal a envidia pu
pueda
eda acusarnos de seserr inn
innov
ovadores
adores,, o que el
orgullo pueda despreciar seguir. No. Se trata de un deber
bien conocido. No es sino la administración más diligente y
efectiva de la obra ministerial. No se trata de una idea
nueva, sino simplemente de restaurar el antiguo trabajo
ministerial.
min isterial. Y y
ya
a que es algo tan cargado de ventajas para la
iglesia, enumeraré algunos de los beneficios particulares
que podemos esperar como resultado, para que cuando
busquen su excelencia estén aún más dispuestos y se
aborrezcan más a sí mismos por cualquier negligencia o
falta que
qu e pueda frustrar o destruir este trabajo. P Porque
orque aquel
que de verdad
verdad tiene llas
as intenciones de un m mini
inistro
stro de Cr
Cristo,
isto,
ciertamente se regocijará de cualquier esperanza futura de
lograr los fines de su ministerio, y nada puede ser más
bienvenido que lo que haga avanzar aquello a lo que dedicó
su vida. Ahora les mostraré más particularmente como este
trabajo
1. Seráestá calculado
calcul ado para cumpl
un esperanzador cumplir
medioir con
paratodo esto:
la conversión de
las almas,
Ya
Ya que reúne los grandes elementos que conducen a ese fin.
(1) En cuanto a su contenido, serán las cosas más
necesarias, los principios o elementos esenciales de la
fe cristiana.
(2) En cuanto a la forma: Será mediante discurso
privado, donde tendremos la oportunidad de dejar
claro a la conciencia y el corazón el contenido.
contenid o.
algo en el mundo que les pueda hacer bien es esto. Los que
no pueden entender un sermón, entenderán un discurso
familiar y tendrán más ayuda para aplicarlo a ellos mismos.
También
T ambién podremos escuchar sus objeciones y saber dónde
Satanás tiene más ventaja sobre ellos, lo que dará
oportunidad para mostrarles mejor sus errores y refutar sus
objeciones, convenciéndoles de manera más efectiva.
Podemos llevarlos al punto de que se comprometan a hacer
cosas en un futuro, y que prometan utilizar los medios y
reformarse, cuando de otra forma no podríamos. ¿Qué más
pruebas necesitamos que nuestra propia experiencia? Son
pocas las veces que trato con personas a propósito de esto
en una charla seria en privado, pero, aparentemente, se
marchan con convicciones y promesas de renovar su
obediencia, y, si no, con un remordimiento más profundo y
un sentir de su condición.
¡Oh hermanos, qué golpe daremos al reino de las tinieblas si
llevamos a cabo este trabajo fiel y habilmente! Por tanto, si
la salvación
salvación d
dee las almas, de mu
muchas
chas almas, de las almas de
sus vecinos, si salvarles de la miseria eterna es digno de su
trabajo, ¡pongan manos a la obra! Si han de ser padres de
muchos nacidos de nuevo y ver “el fruto de la aflicción de
sus almas” ( Isaías 53:11 ), y quieren poder decir al final
“He aquí, yo y los hij
hijos
os que me ddio
io el S eñor” ( Isaías 8:18 ),
Señor”
¡levántense
¡levá ntense y aplíqu
aplíquense
ense a es
esta
ta bendi
benditata obra!
Si les haría bien a sus corazones el ver a sus conversos entre
los santos en la gloria, alabando al Cordero ante el trono, si
se regocijarían de presentarlos inmaculados y sin mancha a
Cristo, dedíquense con diligencia y ardor a esta oportunidad
singular que se les ofrece. Si son en verdad ministros de
Cristo, anhelarán el perfeccionamiento de su cuerpo y la
reunión de sus elegidos, y pasarán “dolores de parto” (
Gálatas 4:19 Tomarán
de su gente. ) hasta que Cristo
estas sea formado conforme
oportunidades en las almas
su
tiempo lo permita, y como si fueran los días de sol en una
8. Es algo que
naturaleza de ayudará
ayu dará a nuestra
su obligación haciagente a entender
los que miran porla
ellos, y, consecuentemente, a desempeñarla mejor.
Ciertamente no tendría consecuencia si fuera solo por
nosotros, pero su propia salvación está implicada en ello.
Estoy convencido por la triste experiencia de que el hecho
de que la gente no entienda cuál es el trabajo de un
ministro, y cuál es su propia obligación hacia él, es uno de
los mayores impedimentos para la salvación de ellos y para
una verdadera reforma de la iglesia. Lo común es que
piensen que un ministro no tiene nada más que ver con
ellos que predicarles, administrarles los sacramentos, y
visitarles cuando están enfermos, y que si le escuchan y
reciben los sacramentos de él no le deben una obediencia
mayor, ni se les puede exigir más. Poco saben que un
ministro
min istro es e
en
n la iiglesia
glesia como un maestro en
en su escuela, que
está para enseñar y llevar cuenta de cada uno en particular,
y que todos los cristianos, de manera ordinaria, han de ser
discípulos o eruditos de una escuela así. No creen que un
ministro está en
ciudad, para quela todo
escuela como loacuda
el pueblo está un
a médico en una
él por consejo
personal en la cura de todas sus enfermedades, y que “los
generaciones.
La costumbre, como he dicho antes, inclina mucho a la
multitud, y aquel que rompe por primera vez una costumbre
destructiva
indignación.esAhora
el quebien,
ha de soportar
alguien la mayor
debe parte
hacerlo. de la
Si no lo
hacemos, es algo que recaerá sobre nuestros sucesores, y
¿cómo podemos esperar que ellos sean más resistentes,
resueltos y fieles de lo que lo somos nosotros? Somos
nosotross los que hemos visto los pesados juicios del Señor, y
nosotro
los que le hemos escuchado rogar a la tierra con fuego y
espada. Somos nosotros
nosotros mismos los qu
que
e hemos estado en el
horno y deberíamos ser los mejor refinados. Somos nosotros
los que estamos obligados en más profundidad mediante
pactos y juramentos,
experiencias mediante
y misericordias maravillosas
de todo tipo. Y si liberaciones,
aun así nos
retraemos y volvemos nuestra espalda demostrando
falsedad de corazón, ¿Por qué deberíamos esperar algo
mejor de ellos, que no han ssido
ido afligi
afligidos
dos con los mismos
azotes que nosotros, ni han sido arrastrados por tales
cuerdas? Sin embargo, si resultan ser mejores que nosotros,
el mismo odio y oposición que evitamos ahora habrá de
recaer sobre ellos después, e incluso incrementado. Y todo
por nuestra negligencia, ya que la gente les dirá que
nosotros, sus predecesores, no hicimos tales cosas. No
obstante, si somos nosotros los que rompemos el hielo para
los que vendrán detrás, sus almas nos bendecirán y nuestro
nu estross
nombres serán queridos para ellos, puesto que sentirán los
felices frutos de nuestra labor cada día cuando la gente
dispuestamente se someta a su instrucción, examen en
privado y a la disciplina. Todo porque nosotros ya los
habremos familiarizado con ello, eliminando el prejuicio y
quebrantando la maligna costumbre que nuestros
predecesores causaron. De esta forma podremos hacer
mucho por la salvación de muchos miles de almas en los
de
Unalasvezfamilias y a pasarque
que consigamos mejor
los el día dede
señores reposo.
las familias
examinen a sus hijos y siervos cada día del Señor y les
hagan repetir algo del catecismo y algunos pasajes de las
Escrituras, hallarán que esto es un empleo muy provechoso,
mientras que, de otra forma, quedarían ociosos o
emplearían mal el tiempo. Muchos cabezas de familia, que
tienen poco conocimiento, pueden ser dirigidos a hacer esto
por otros. De esta forma, incluso se enseñarán ellos mismos.
12. Esto haría bien a muchos min ministros,
istros, que tienen la
inclinación de estar ociosos y malgastar su tiempo
en discursos, negocios, viajes o recreaciones
innecesarios.
Les haría ver que no tienen tiempo que perder en tales
cosas, y, así, cuando estén realizando este trabajo tan
apremiante y elevado, se curarán de toda su ociosidad y
pérdida de tiempo. Además esto atajará el escándalo que
suele seguirle, ya
ya que la gente
g ente está predispuesta a decir que
tal ministro pasó su tiempo jugando a los bolos u otro
deporte, o realizando vanos discursos, así que ¿por qué no
van a hacer ellos lo mismo? Emprendamos diligentemente
esta parte de nuestro trabajo y luego veamos si podemos
hallar tiempo libre para vivir ociosamente, o de forma
volup
vo luptuosa
tuosa y mun
mundana.
dana.
13. Sería algo que produciría muchos beneficios
personales.
Ayudaría
Ay udaría a someter nuestras propias malas inclinclinaciones,
inaciones, así
como a ejercitar y aumentar nuestras gracias. Nos
concederá mucha paz en nuestras conciencias y nos
consolará cuando revisemos nuestra vida pasada.
esperanza. Pe
esperanza. Pero
ro cuando lllegó,
legó, no p
podían
odían sopor
soportarlo,
tarlo, sino que
lo aborrecían y no creían que fuera Él. Por eso lo
persiguieron y lo mataron, para confusión y maldición del
cuerpo principal de la nación. “Vendrá súbitamente a su
templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del
pacto, a quien deseáis vosotros. ¿Y quién podrá soportar el
tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él
se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como
jabón de lava
lavadores
dores.. Y se sentará para afinar y lim limpiar
piar la
plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a
oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia” (
Malaquías 3:1-3 ). Y la razón fue porque era otro tipo de
Cristo distinto al que los judíos estaban esperando. Estaban
esperando uno que les trajera riquezas y libertad, y hasta el
día de hoy profesan que nunca creerán en ninguno que no
sea así. Del mismo modo sucede con muchos acerca de la
reforma.
reforma. Esperaban una reforma que les trajera más riqueza
y honor del pueblo, que les diera poder para forzar a los
hombres a hacer lo que
qu e quisieran,
qui sieran, y lo qu
quee ve
ven
n ahora es una
reforma que los obliga a ser más condescendientes y pasar
más molestias de las que tenían antes. Pensaban en tener
bajo sus pies a los que se oponían a la piedad, pero ahora
ven que tienen que acercarse a ellos con humildes súplicas,
poner
y rogarlas manos bajo asus
mansamente pies sique
aquellos estoquerían
les hiciera algún
acabar conbien,
sus
vidas, convirtiendo en su tarea diaria el ganarlos por medio
de la amabilidad y del amor. ¡Oh, cuantas expectativas
carnales se ven truncadas!
ARTÍCULO 2: MOTIVOS POR LAS DIFICULTADES DEL
TRABAJO
Habiendo mencionado a ustedes el primer tipo de razones
que se extraen de los beneficios del trabajo, llegamos al
segundo tipo, por
tomaran estos quesi se extrae
solos, de ser
podrían lasmás
dificultades. Si en
bien motivos se
contra del trabajo; pero tomándolos junto con los anteriores
Dificultades
mismos comoencontraremos muchas,
en nuestra gente, tantoque
pero dado en son
nosotros
cosas
muy obvias y que no tendrán llugar
ugar a dud
dudas
as de ellas debido a
su experiencia, las mencionaré brevemente.
1. Permitan que haga notar las dificultades en nosotros
mismos.
(1) En nosotros existe mucha dureza y pereza, de tal
forma que no nos será fácil ser fieles en un trabajo tan duro.
Como el perezoso en una cama, que sabe que debería
levantarse
tiempo como y aun así se
pueda, asíretrasa
somos ycon
se las
queda acostado tanto
obligaciones a las
que nuestra corrupta naturaleza es adversa. Esto nos
obligará a emplear todas nuestras fuerzas. La pereza, por sí
sola, atará las manos de muchos.
(2) Tenemos de base una disposición a agradar a los
hombres, que hará que dejemos perecer a la gente antes de
perder su amor, permitiéndoles irse tranquilamente al
infierno para no enfadarles buscando su salvación. Además
estamos dispuestos a aventurarnos a desagradar a Dios y
arriesgar la miseria eterna de nuestro pueblo antes que
atraernos su mala voluntad. Hemos de resistir con diligencia
esta falta de disposición.
(3) Muchos de nosotros también tenemos una necia
timidez que nos hace retroceder a la hora de comenzar a
hablar claramente. Somos tan modestos que nos
sonrojamos al hablar por Cristo o contradecir al diablo, o al
salvar un alma, mientras que, al mismo tiempo, nos
avergüenza menos hacer trabajos que sí son vergonzosos.
(4) Somos tan carnales que nos vemos arrastrados a ser
infieles para la obra de Cristo por nuestros intereses
(1) Muchos
enseñados, de ellos se negarán
y menospreciarán obstinadamente
el acudir a nosotros como a ser
si
fueran demasiado buenos para enseñarles el catecismo, o
demasiado viejos para aprender. Esto será así a menos que
tratemos con ellos con sabiduría, tanto en público como en
privado, y que estudiemos, por la fuerza de la razón y el
poder del amor, para vencer su perversidad.
(2) Muchos de los que estén d dispuestos
ispuestos sserán
erán tan torpes
que apenas podrán aprenderse una hoja del catecismo en
mucho tiempo, y, debido a eso, se mantendrán apartados y
avergonzados de su ignorancia, a menos que seamos sabios
y diligentes
dili gentes para moti
motiv varles.
(3) Y, cuando vengan, es tan grande la ignorancia y la
incapacidad para entender de muchos de ellos, que
encontrarán que les será difícil hacerse entender. Así pues,
si no son poseedores del feliz arte de explicar las cosas con
sencillez, los
l os dejará
dejarán
n tan ign
ignorantes
orantes ccomo
omo antes.
(4) Y aún más difícil encontrarán llevar las cosas a sus
corazones,, y adentrarlas tanto en sus conciencias como para
corazones
producir un
u n camb
cambioio salva
salvador,
dor, que es nuestro gran objetiobjetiv
vo, y
sin el cual nuestra labor se pierde. ¡Oh, que bloque, que
roca es un corazón carnal y endurecido! ¡Con cuánta fuerza
resistirá las persuasiones más poderosas y escuchará hablar
de la vida y muerte eterna como si no fueran nada! Por
tanto, si no ejercen una
u na gran seriedad y ferv
fervor,
or, ssii n
noo usan un
contenido poderoso y una expresión adecuada ¿qué bien
pueden esperar? Y, cuando hayan hecho todo, el Espíritu de
gracia ha de realizar la obra. Pero así como Dios y los
hombres usualmente eligen instrumentos adecuados para la
naturaleza del trabajo o el objetivo que pretenden, el
Espíritu de sabiduría, vida y santidad normalmente no
1a. que
Ya
Y Es un deber
todo necesario
cristiano viv
vive para
e para la la gloria
gloria de de Dios.
Dios, tomamos
con agrado el curso que más efectivamente la promueva.
Porque ¿qué persona no se esfuerza por lograr su objetivo?
Oh, hermanos, si ponemos esta obra en marcha en todas las
parroquias de Inglaterra, y hacemos que nuestra gente se
someta a ella, y luego la buscamos con habilidad y celo
nosotros mismos, ¡Cuánta gloria sería para la nación, y
cuánta gloria, por medio de ella, redundaría en Dios! Si
nuestra común ignorancia fuera erradicada, y nuestra
vanidad y ociosidad se convirtieran al estudio del camino de
vida, y cada tienda y hogar estuvieran ocupados en
asignación
ase
asegurar quearán
gurar.. Estudi Dios
Estudiará hace de otros
n y predicarán mu chomedios
mucho nos
con poco puede
resultado
si descuidan este deber.
2. Este deber es necesario para el bienestar de
nuestra gente.
Hermanos ¿pueden mirar con fe a la miseria de su gente y
no percibir su llamado pidiendo ayuda? No existe un
pecador de cuyo caso no tendrían compasión para ayudarlo
a un precio mumucho
cho mayor que este. ¿Pueden soportar v verlos
erlos,,
como el hombre herido junto al camino, y pasar de largo sin
misericordia? ¿Pueden escucharlos clamar como el hombre
de Macedonia a Pablo en visiones “ven a ayudarnos” (
Hechos 16:9 ), y negarles la ayuda? Se les ha confiado el
cargo
car go de un hos
hospital
pital donde algui
alguien
en languidece en un rincón,
y otro gime en otro clamando “Oh, ayúdenme, tengan
piedad de mí por amor del Señor”, y donde aún un tercero
es un loco rabioso y se destruiría a sí mismo y a ustedes, ¿y
se sentarán
sentarán ustedes ssinin hacer
h acer nada negando su ay
ayuda?
uda? Si
S i de
alguien que no ayuda a las personas en cuanto a lo corporal
se puede decir
hermano tener“el que tiene ybienes
necesidad, cierradecontra
este mundo
él su ycorazón,
ve a su
¿cómo mora el amor de Dios en él?” ( 1 Juan 3:17 )
no
a esla posible
gente que no sintiese
desde lástima
el púlpito queporciertamente
él. ¿Pueden decirle
serán
condenadas si no se arrepienten, y aún así no tener lástima
de ellas cuando les han proclamado un peligro así? Y si sí
sienten lástima,
lástim a, ¿no harán este poco por su salva
salvación?
ción?
¡Cuántos alrededor de ustedes se están apresurando
ciegamente a la perdición, mientras su voz es el medio
asignado para despertarles y reclamarlos para Dios! El
médico no tiene excusa, porque está doblemente obligado a
aliviar al enfermo, ya que incluso un vecino tiene la
obligación de ayudarle. Hermanos ¿qué pasaría si
escucharan a los pecadores clamar detrás de ustedes en las
calles diciendo “Señor, tenga piedad de mí, ¡deme su
consejo!, temo la eterna ira de Dios. Sé que en breve he de
dejar este mundo, y tengo miedo
mi edo de qu
quee sea desgraciado en
el siguiente”. ¿Podrían negar su ayuda a pecadores así de
pobres? ¿Qué sucedería si acudieran a la puerta de su
estudio y clamaran pidiendo
pidi endo ay
ayuda,
uda, sin m
marchar
archarse
se hasta que
les hubieren contado acerca de cómo escapara a la ira de
Dios? ¿Podrían tener corazón para echarlos fuera sin darles
consejo? Confío en que no. ¡Escuchen! Esas personas son
menos desgraciadas que aquellos que no claman pidiendo
Y, ¿qué
¿ qué pecado es m más
ás aborrecible que el traicionar almas?
¿No les hace esa advertencia temblar: “Si tú no le
amonestares
amonestar es ni le h
hablares
ablares,, para que el im
impío
pío sea apercibido
de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su
maldad, pero su sangre demandaré de tu mano” ( Ezequiel
3:18 )? Me temo, o más bien no tengo ninguna duda, de
que el día está cercano en el que los ministros infieles
desearán
desea rán nun
nunca
ca haber conocido el cargo de ser re responsables
sponsables
de almas; pero aquellos que han sido más bien mineros,
barrenderos o caldereros antes que pastores del rebaño de
Cristo, además del resto de sus pecados
p ecados,, tendrá lla
a sangre de
muchas almas por la que responder. ¡Oh hermanos! Tanto
nuestra muerte como la de nuestras congregaciones están
próximas,
para y es tan
cualquiera. terribleobservamos
Cuando para un pastor
que infiel
hemoscomo lo es
de morir
sin remedio, que no existe ingenio, conocimiento ni aplauso
popular que pueda evitarlo o postergarlo, sino que nuestras
almas han de partir lo queramos o no hacia un mundo que
nunca vimos y en el que nuestras personas e intereses
mundanos no se respetarán, ¡Oh de cuánto valor es una
conciencia clara que pueda decir: “no viví para mí mismo
sino para Cristo, no escatimé en esfuerzos, no escondí mis
talentos, no oculté sus miserias a los hombres ni tampoco el
camino para
un tiempo recuperarse”!
mientras Oh, señores,
lo tenemos, tomemos
y trabajemos por tanto
mientras aún
es de día, “porque viene la noche donde nadie puede
trabajar” ( Juan 9:4 ). Este es nuestro día también, y,
haciendo bien
b ien a otros
otros,, nos haremos bien a nnoso
osotros
tros mismos.
Si se están preparando para una muerte cómoda, y para
tener mucha recompensa gloriosa, su cosecha está frente a
ustedes. Ciñan los lomos de su entendimiento, y pórtense
varonilmente, para que puedan terminar sus días con estas
palabras triunfantes: “He peleado la buena batalla, he
acabado mi carrera, he guardado la fe, por tanto, para mí
está reservada una corona de justicia que el Señor, el juez
justo, me dará en ese día” ( 2 Timoteo 4:7 ). Si quieren ser
nosotros
eran hemos para
demasiado pensado que nuestra
la salvación l os labor
de los y sufrimientos
hombres!
Ya
Ya que hemos tenido much muchosos días de hum humill
illación
ación en
Inglaterra por los pecados de la tierra y los juicios que han
recaído sobre nosotros, espero que estemos dispuestos a
escuchar que Dios humillará más plenamente el ministerio,
haciéndoles lamentar
lament ar sus propias fa
faltas
ltas y apar
apartando
tando alg
algunos
unos
días para ello, para que no piensen que es suficiente con
lamentar los pecados de otros mientras pasan por alto los
suyos propios. Espero que Dios no aborrezca nuestras
solemnes humillaciones nacionales por estar dirigidas por
guías sin humildad, y que podamos perseverar por un
perdón para nosotros mismos, de modo que podamos estar
más preparados para rogar por el perdón de otros.
¡Oh, si pudiéramos echar fuera el estiércol de nuestro
orgullo, contención, búsqueda de nuestros propios intereses
y ociosidad, para que Dios no arroje nuestros sacrificios
como estiércol en nuestros rostros, tal como ha hecho
recientemente con muchos otros para advertirnos a
nosotros.
enmendar Espero quepasos,
nuestros podamos resolver
antes de queen sintamos
concordia un
el
espoleo más a
agud
gudoo del que ya hemos ssentid
entido.
o.
La mieslosesexpoliadores
mucho mucha, los yobreroslos queson pocos;
ponen también son
obstáculos. Las
almas humanas son preciosas, la miseria de los pecadores
es grande, y la miseria eterna a la que se aproximan es aún
mayor. Los gozos del cielo son inconcebibles, el consuelo de
un ministro fiel no es pequeño, y el gozo de un éxito
extendido sería una recompensa plena. Ser colaboradores
de Dios y su Espíritu es un honor no pequeño, servir a la
sangre de Cristo por la salvación de los hombres no es algo
para tomar a ligera.
li gera. Dirigir llos
os ejércitos de Cristo a través de
lo más grueso
seguridad de las líneas
por el peligroso enemigas,
desierto, timonear guiarlos con
los barcos a
través de estas tempestades, rocas y arenas, y llevarlo
seguro al puerto del descanso no es algo que requiera una
habilidad y diligencia pequeñas. Los campos están blancos
para la siega, los preparativos que se han hecho por
nosotros son enormes, la temporada de siega es más
tranquila de lo que lo han sido la mayoría de los siglos
anteriores a nosotros. Ya hemos estado ociosos durante
mucho, el tiempo presente está pasando, y, mientras
andamos en trivialidades, las personas mueren; ¡Oh, con
qué velocidad pasan al otro mundo! ¿Y no hay nada en todo
esto que nos despierte a nuestro deber, nada para que
resolvamos ser diligentes con prontitud y sin cansancio?
¿Podemos pensar que alguien pueda tener demasiado
cuidado y esforzarse demasiado bajo estos motivos y
compromisos?¿O puede ser alguien un instrumento
adecuado para iluminar a otras personas, si él mismo está
tan ciego? ¿O para avivar a otros, si él mismo no siente
nada? ¡Señores
¡S eñores!! Ustedes que son homb
hombres
res de ssabidu
abiduría,
ría, que
no son tan cerrados como la gente común ¿Acaso
necesitamos amontonar un montón de palabras para
RESPUESTA:
(1) Este
E ste es un ruego de la carne por su propio iinterés.
nterés. El
perezoso dice “el león está en el camino” ( Proverbios
26:13
ningún ), y noque
deber toma el arado
requiera a causay del
abnegación frío. No
urgencia existe
que, si lo
consultamos con carne y sangre, no proporcione razones
sabias contra él. ¿Quién habría sido quemado por Cristo si
este razonamiento fuera válido? Es más ¿quién habría sido
cristiano siquiera?
(2) Podemos tomar tiempo para la recreación necesaria
y, aun así, atender este trabajo. Una caminata de media o
una hora antes de comer es toda la recreación necesaria
para que la mayoría
mayoría de los estudiantes débiles
débil es tengan salud.
Tengo
Tengo razón para saber algo de esto por una larga
experiencia. Aunque mi cuerpo ha languidecido bajo
grandes debilidades durante muchos años, y mis
enfermedades han sido tales que he necesitado tanto
ejercicio como casi cualquier persona en el mundo, y
aunque he encontrado que el ejercicio ha sido el medio
principal por el que me he mantenido hasta ahora y tengo
tantos motivos para abogar por él como cualquier hombre
que conozca, he hallado que la proporción mencionada ha
sido algo bendito para
más probablemente me preservarme, aunque
hubiera llevado a una sé quemayor.
salud hacer
Ciertamente no conozco a un ministro entre cien que
necesite tanto ejercicio como yo mismo. Conozco a un
número abundante de ministros que apenas hacen algún
ejercicio en absoluto, aunque no los estoy alabando por ello.
No dudo que es nuestro deber emplear tanto ejercicio como
sea necesario para la preservación de nuestra salud hasta
donde nuestro trabajo lo requiera; si no fuera así, por el
trabajo de un día perderíamos la oportunidad de muchos
días decon
trabajo trabajo.
el quePero se puede
nos hemos hacer esto y también el
comprometido.
RESPUESTA:
Ya
Ya he mostrado antes el peso de este deber, y cuán
claramente se nos ordena realizarlo. ¿Y piensan que Dios no
requiere que hagan todo el bien que les sea posible?
¿Quedarán de pie a un lado y observarán como los
pecadores jadean bajo los dolores de la muerte y dirán “Dios
no requiere que me convierte en un esclavo para salvarlos”?
¿Es esta la voz de la compasión cristiana o ministerial? ¿No
es más bien una voz de pereza sensual y crueldad
crueldad diabóli
diabólica?
ca?
Dios les asignó un trabajo que hacer, y ¿no creen que Él
quiera que ustedes lo hagan? ¿Es esta la voz de la
obediencia o la de la rebelión? Es equivalente a que su
carne prevaleciera para negarse a la obediencia y reconocer
el deber, y dijera claramente: “No obedeceré más allá de lo
que me agrade”, o como si esta hiciera que voluntariamente
rechacen la evidencia que habría de convencerles de que es
un deber, y les haga decir: “No creeré que es mi deber a
menos que me agrade”. El construir una religión para uno
mismo con las partes más fáciles del servicio a Dios,
aquellas
carnales que se pueden
y felicidad, mantener eljunto
y rechazar conporque
resto sus fines
es
inconsistente con los mismos, es el carácter de un hipócrita.
Y además de las palabras de la hipocre
hip ocresía,
sía, esta objeción
añade las palabras de una grave impiedad. ¡Porque es una
calumnia miserable contra el Altísimo Dios llamar a su
servicio esclavitud! ¿Qué pensamientos tienen tales
personas de su Maestro, su obra y su salario? ¿Son los
pensamientos de un creyente, o los de un infiel? ¿Han de
honrar a Dios y promover su servicio los hombres que tienen
pensamientos tan viles acerca de él? ¿Acaso se deleitan en
la santidad aquellos que la consideran un trabajo de
esclavos? ¿Creen de verdad en la miseria de los pecadores
OBJECCIÓN
más diligencia6: Los
que tiempos en que Las
los nuestros. vivióiglesias
Pablo requerían
estaban
comenzando a plantarse, los enemigos eran muchos, y la
persecución era grande. Pero ahora no es así.
RESPUESTA:
Este argumento tiene
t iene sabor a algui
alguien
en que está encer
encerrado
rado en
su estudio y no está familiarizado con el mundo. ¡Buen
Señor! ¿No existen a nuestro alrededor multitudes que no
saben si Cristo es Dios o hombre, que no saben si llevó su
cuerpo
hecho poral cielo o lo dejó en
su salvación, ni la tierra,en
aquello quelo no saben
que lo que
deben ha
confiar
para el perdón y la vida eterna? ¿No hay muchos miles a
nuestro alrededor que están inmersos en presunción,
seguridad y sensualidad, y que, cuando hemos hecho todo
lo que podemos en el púlpito, no nos sienten ni nos
entienden?? ¿No h
entienden hay
ay muchos borra
borrachos,
chos, mundanos,
mundan os, eegoístas,
goístas,
asaltantes, muchos que odian la vida santa, a los que no les
falta sino la muerte para convertirlos en casos sin remedio?
¿No hay muchos que dicen ser cristianos y son ignorantes,
insensibles y escandalosos, que son divisores, seductores y
que crean problemas a la iglesia? Y aun así ¿es la felicidad
de nuestros tiempos tan grande que podemos excusarnos
de la instrucción personal porque es menos necesaria hoy?
¿Qué se necesita para dar respuesta a esta esta objeción sino fe y
experiencia? Crean mejor en el interior y miren más al
exterior entre los miserables, y les garantizo que no verán
causa para evitar esfuerzos por falta de trabajo, o por
necesidades que los inviten. ¿Qué ministro consciente no
encuentra suficiente trabajo para hacer desde un extremo
del año a otro, sin tener siquiera cien almas de las que
proveerá hombres
escuela, que para ser sus tomarán
voluntariamente siervos ylaujieres
labor en
y su
se
regocijarán de emplearse en ello, considerando que la vida
más feliz es la que ustedes llaman enorme carga, y no la
cambiarán por toda su comodidad y placer carnal, sino que
por la salvación de las almas y la propagación del evangelio
de Cristo estarán contentos con soportar la carga y el calor
del día, y completar la medida de los sufrimientos de Cristo
en sus cuerpos. También estarán dispuestos a trabajar
mientras es de día, y hacer lo que hacen con todas sus
fuerzas, sino
mismos siendo siervos
a otros desutodos,
para no agradándose
edificación. a ellos
Se convertirán en
todo para todos los hombres para salvar a algunos, y para
soportar todas las cosas por amor a los elegidos, gastando y
desgastándose por otras criaturas, a pesar de que cuanto
más amen, menos serán amados, y aunque sean
considerados sus
sus enemig
enemigos
os por decirles la verdad.
Cristo proveerá para su pueblo pastores así, que sean
conforme a su corazón, que los “apacienten con ciencia y
con inteligencia” ( Jeremías 3:15
3 :15 ), como hombres que “no
miran lo suyo propio, sino lo de los otros” ( Filipenses 2:4
). ¿Qué? ¿Creen que Cristo no tendrá siervos si los que son
como ustedes se vuelven al mundo y le abandonan como
hizo
hiz o De
Demas?
mas?
Si les desagrada servirle, pueden buscar un sitio mejor, y
jactarse de su ganancia al final, pero n no
o amenacen a Cristo
con la pérdida de su servicio. Él es el que ha hecho las leyes
que llaman severas para todo el que será salvo así como
para sus ministros; porque todos los que han de ser sus
discípulos deben negarse a sí mismos y mortificar la carne,
ser crucificados al mundo, y tomar su cruz y seguirle. Y, sin
embargo, Cristo no quedará sin discípulos ni ocultará sus
costo de yantemano,
guaridas, las aves dely cielo
les nidos;
dirá que
mas“las zorras
el Hijo tienen
del hombre
no tiene
tien e donde recostar ssuu cabeza” ( Mateo 8:20 ). Les dirá
que no viene a darles paz mundana y prosperidad, sino que
los llama a “sufrir con Él para reinar con Él” ( 2 Timoteo
2:12) y a “con su paciencia ganar sus almas” ( Lucas
21:19 ), a vencer, para ser coronados y “sentarse con Él en
su trono” ( Apocalipsis 3:21 ). Y Él hará que sus elegidos
realicen todas estas cosas. Si llegan a ese paso con Cristo,
tal y como los israelitas estuvieron una vez con David y
dicen “¿Les
tiendas, oh dará el hijo
Israel!” y sidedicen
Isaí campos
“Ahora,y mira
viñas?por
¡Todos a sus
tu propia
casa, David” ( 1 Reyes 12:16 ), veránverán que Cristo mirará por
su propia casa; y ustedes mirarán por la suya tan bien como
puedan y a la hora de la muerte y el juicio, me dirán qué es
lo mejor, y si Cristo tiene más necesidad de ustedes, o
ustedes de Él.
En cuanto a los escrúpulos de conciencia o el temor a fallar,
que quede claro: En primer lugar no son sus imperfecciones
involuntarias las que Cristo tomará tan seriamente, sino la
infidelidad y la negligencia voluntaria. En segundo lugar, no
les servirá salir corriendo de la viña, o pretender escrúpulos
porque no pueden realizar el trabajo como deberían. Él
puede buscarles y sobrepasarles con tal tormenta que
queden postrados en “el seno del Seol” como hizo con Jonás
( Jonás 2:2 ). Abandonar el deber porque no pueden ser
fieles en la ejecución del mismo probará ser una pobre
excusa al final. Si desde un principio los seres humanos
hubieran reconocido bien la diferencia entre las cosas
temporales
por Cristo, yyhubieran
las eternas,
eternas, y louna
tenido qu
queefe
tienen que
que es “lag
ganar
anar o perder
convicción de
lo que no se ve” ( Hebreos 11:1 ), si hubieran vivido por fe
de niños, o, más
OBJECCIÓN bien,¿qué
8: Pero de hombres
propósitoque hantodo
tiene perdido
estoelcuando
juicio.
la mayoría de la gente no va a someterse? No acudirán a
nosotros para ser instruidos, y nos dirán que son demasiado
mayores para ir a la escuela. Por tanto, es mejor dejarlos
solos, ya que molestarlos a ellos y a nosotros mismos es un
despropósito.
RESPUESTA:
(1): No ha de negarse que demasiada gente está
obstinada
simpleza, los en burladores
su impiedad, que burlar,
desearán “los simples aman la
y los insensatos
aborrecerán la ciencia” ( Proverbios 1:22 ). Pero cuanto
peor son ellos, más triste es su caso,
caso, más dig
digno
no de lástima, y
más diligent
dil igentes
es deberíamos se
serr nosotro
nosotross por su recuperación.
(2) Desearía que no fuera culpa de los ministros que
gran parte de la gente sea tan obstinada y desdeñosa. Si
ardiéramos y brilláramos ante ellos como debemos, si
tuviéramos sermones y vidas convincentes, si hiciéramos
todo el bien que podemos sin importar lo que podría
costarnos, si fuéramos más mansos y humildes, más
amorosos y caritativos, y les hiciéramos ver que tomamos
con ligereza las cosas mundanas en comparación con su
salvación, podríamos hacer mucho más de lo que hacemos,
y acallaríamos las bocas de muchos. Y aunque los impíos
seguirían comportándose impíamente, serían más tratables,
y serían
serían menos número
núm ero y con más calma d de
e la qu
quee tienen. Si
me dicen que algunos de los ministros más piadosos y
capaces del país tienen tantos parroquianos intratables y
desdeñosos como otros,
capaces y piadosos respondería
han sido demasiadoque algunos extraños,
señoriales, hombres
y algunos de ellos demasiado mundanos y poco caritativos.
y, de esa forma,
labradores. Si nohanexistieran
puesto obstáculos al fruto de sus
estos impedimentos, la
experiencia nos dice que el éxito es mucho mayor, al menos
en lo que respecta a llevar a la gente a una mayor calma y
disposición para ser enseñada. Sin embargo, no podemos
esperar
esper ar que todos lllleguen
eguen a ser tan razonabl
razonables.
es.
(3) La disposición de la gente no nos excusa de nuestro
deber. Si no les ofrecemos nuestra ayuda, ¿cómo sabremos
quién la rechaza? Nuestra parte es ofrecerla, y la parte de
ellos es aceptarla. Si no la ofrecemos, les damos una excusa,
porque no la rechazan. SinSi n embargo, nosotros quedamos sin
excusa. Por el contrario, si rechazan nuestra ayuda cuando
es ofrecida, hemos hecho nuestra parte, y librado nuestra
propia alma.
(4) Si algunos rechazan nuestra ayuda, otros la
aceptarán, y el éxito con ellos puede recompensar toda
nuestra labor, e incluso más. No toda nuestra gente se
despierta cuando predicamos en público, y, aun así, no
debemos por eso abandonar la predicación como si fuera
algo sin prov
provecho.
echo.
OBJECCIÓN 9: Pero ¿qué probabilidad existe de que las
personas se conviertan por medio de este medio si no han
sido convertidas por medio de la predicación de la palabra?
La predicación es el principal mandamiento para esto, pues
“la fe viene por el oír, y el oír por la predicación de la
palabra” ( Romanos 10:17 ).
RESPUESTA:
(1): Ya he mostrado antes las ventajas de tomar este
camino, y, por tanto, no las repetiré. Solo diré, para que
ninguno piense que esto será obstáculo para predicar, que
será un medio excelente para ayudar a su predicación, lo
familiarizados
famili arizados
predicar. con las durante
El hablar situaciones
unade hora
su gente
consabrán
sabrá
un npecador
de qu
qué é
obstinado o ignorante
ig norante los equipará con temas útil
útiles
es para ssus
us
sermones tanto como una hora de estudio, porque sabrán
en qué es necesario insistir, o qué objeciones de ellos han
de repeler.
(2) Espero que nadie sea tan necio como para pensar
que la conversación privada con la gene no es predicar. ¿Es
que acaso se convierte en predicación por el número de
personas con las que estemos hablando? ¿O es que el hecho
de que haya interlocución lo anula? Ciertamente, se puede
predicar en serio a una persona tanto como a mil. Y, como
he dicho ya, si lo examinan, encontrarán que la mayoría de
las predicaciones registradas en el Nuevo Testamento fueron
mediante conferencias, y, con frecuencia, interlocutorias,
con una o dos, con unas pocas o más personas, según se
daba la oportunidad. Cristo mismo predicaba normalmente
de esa forma. Además, si nos importa el éxito de nuestro
trabajo, hemos de procurar que nuestra
nu estra gente aprenda.
Por
de latanto, norazón
bu ena
buena hay nada de parte
que nos de Dios, denuestro
haga cuestionar las Escrituras,
trabajo oo
que nos indisponga para él. Pero de parte del mundo, de la
carne y del diablo encontraremos muchos motivos, y quizás
más de los que anticipamos. Aun así, contra todas las
tentaciones, si tenemos recurso con Dios y miramos, por un
lado, nuestras grandes obligaciones y los esperanzadores
efectos, y por otro la bendita recompensa, veremos que
tenemos pocos motivos para echarnos atrás o desfallecer.
Por tanto, pongamos ante nosotros el patrón de nuestro
texto, y aprendamos de él nuestro deber. ¡Oh, que lección
hay aquí ante nosotros! Pero ¡qué mal es aprendida por
aquellos que
qu e todavía cuestionan si estas co
cosas
sas sson
on su deber!
Confieso que algunas de estas palabras de Pablo se han
presentado con tanta frecuencia ante mis ojos e
impresionado
convencido por mi ellasconciencia,
de mi deberque y mime he vistoY creo
negligencia. muy
que este único discurso merece más un estudio de doce
meses que la mayoría de las cosas en las que pasan su
tiempo los jóvenes estudiantes. ¡Oh hermanos! Escriban
esto en sus puertas de estudio, con letras mayúsculas, para
que siempre esté delante de sus ojos. Si pudiéramos
aprender dos o tres líneas de ello, ¡qué
¡qu é buenos predicadores
seríamos!
[a] Nuestra ocupación general – Serv
S ervir
ir al Señor con ttoda
oda
humildad de mente y muchas lágrimas.
[b] Nuestro trabajo especial – Mirar por nosotros y por
todo el rebaño.
[c] Nuestra doctrina – Arrepentimiento a Dios y fe hacia
nuestro Señor Jesucristo
Jesucristo..
[d] El lugar y forma de enseñanza – “Os he enseñado
públicamente
públ casas”” ( Hechos 20:20 ).
icamente y por las casas
[e] Su diligencia, seriedad y afecto – De noche y de día,
no he cesado
Hechos 20:31de amonestar
). Esto con ganará
es lo que lágrimas a cada unolas(
y preservará
almas.
[f] Su fidelidad - Nada que ffuese
uese útil he rehuido de
anunciaros y enseñaros, porque no he rehuido anunciaros
todo el consejo de Dios ( Hechos 20:20, 27 ).
[g] Su desinterés y abnegación por amor al evangelio -
Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado. Antes
vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y
a los que están
recordando conmigo,del
las palabras estas
Señor manos meque
Jesús, handijo:
servido,
Más
recibirr ( Hechos 20:33-35 ).
bienaventurado es dar que recibi
objetivo
retendráleesta
cueste lo que
lección: le cueste.
Sola Aunque
una cosa olvide otra
es necesaria: cosa,
buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia. Por eso dirá:
“me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el
evangelio!” ( 1 Corintios 9:16 ) Esto es lo que, con más
eficacia, hará que todas las labores sean fáciles y que todas
nuestras cargas sean ligeras, haciendo tolerables nuestros
sufrimientos y provocándonos a aventurarnos en cualquier
peligro si podemos con ello ganar almas para Cristo. Aquello
que una vez convertí en el lema de mis colores en otra
guerra, deseonoque
deseo
intenciones, es esté aún ante m
completamente mis
is ojos, lo cual,
diferente. según
Por un ladom
mis
is
“El
que salve su vida la perderá”, por el otro “No arruines la
les permiten
podrán recibir?que ustedes acudan a ellos ¿qué bien
2. Realizar el trabajo de tal forma que tienda lo más
posible hacia el éx
éxito.
ito.
ARTÍCULO 1:
Primero daré algunas directrices para conseguir que las
personas se sometan a este curso de catequesis e
instrucción.
1. El medio principal de todo es este, que el ministro
se conduzca en el curso general de su vida y
ministerio de forma que convenza a su pueblo de su
capacidad, sinceridad y amor no fingido por ellos.
Si ellos consideran que es ignorante, despreciarán su
enseñanza, pensándose igual de sabios que él. Y si piensan
que busca su propio provecho o es hipócrita, y que no dice
en serio lo que habla, sospecharán de todo lo que dice y
hace por ellos, y no lo considerarán. Sin embargo, si están
convencidos de que él entiende lo que hace, y tienen en alta
estima sus habilidades,
se inclinen ante su lo reverenciarán
consejo; además,y escuando
más fácilestén
que
persuadidos de su rectitud, sospecharán menos de sus
la ayuda que
podemos se les
perder ofrece. por
ninguna Un alma
falta es
detan preciosa
trabajo, queque
sino no
hemos de seguir tras ellas mientras exista alguna
responderían y sercampesinamente:
arrepentirse, “Arrepentirse
perdonado es ser perdonado”, es
o si pueden
decir “Es recibir perdón”, está bien. No obstante, no quiero
convencerles completamente de no utilizar tales preguntas.
Háganlo con cuidado, solo en caso de que tengan sospecha
de una grave ignorancia en el punto en cuestión,
especialmente acerca de Dios mismo.
(3) Hagan sus preguntas de forma que ellos puedan
percibir lo que quieren decir, que no se trata de realizar una
buena definición, sino que lo que esperan es una simple
solución. No miren
mi ren las palabras en sí, sino lo que expres
expresan,
an, e
incluso dejen que digan un simple “sí” o “no”, o que elijan
entre dos descripciones que ustedes
u stedes mismos propongan. Por
Y ahora, si
pecados, si Él
llos
os pecador
pecadores
es cre
perdonará creen
en en É
Éll y se
libremente arr
arrepienten
todo epienten
el pasado, de susy
santificará su corrupta naturaleza,
natu raleza, y
y,, a su ti
tiempo,
empo, los llllev
evará
ará
a su reino y gloria celestial. Pero si toman a la ligera sus
pecados y su misericordia, Él los condenará a la eterna
miseria en el infierno. Este es el Evangelio que Cristo,
habiéndose levantado de los muertos al tercer día, asignó a
sus ministros para predicar en todo el mundo; y, después de
haber dado esto como encargo a todos sus apóstoles,
ascendió al cielo ante sus rostros, y ahora está allí en gloria
jun
junto
to conÉlDios
mundo, Pa
Padre,
dre, de
vendrá en nuestra
nuevo naturaleza.
en nuestraY, naturaleza
al fin de este
y
levantará a los muertos de nuevo a la vida, trayéndoles ante
confundidos
eternas, en los puntos
le invitaría que implican
a ser honesto la vida
y decirme ¿Hay visto
la muerte
este
gran cambio sobre su propio corazón? ¿El Espíritu Santo, por
¡Oh, que
qu e buenas notici
noticias
as sson,
on, que aún existe
existe esperanza
esperanza para
estos pecadores perdidos, que tantos y tan grandes pecados
pueden ser perdonados, y que ese perdón es ofrecido a
todos
en este aquellos
mensaje quey lo aceptan!
oferta ¡Con cuánto
la persona agrado
convertida! Y, piensa
por el
tiempo que ha de venir, renuncia él mismo y a todo lo que
tiene por Cristo, para ser completamente suyo, y para que
este disponga de Él, para la eterna gloria que Él ha
prometido. Ahora tiene una visión del bendito estado de los
santos enen gl
gloria,
oria, tanto que desprecia todo este mund
mundo o como
hojarasca y estiércol en comparación de ello. Allí están su
felicidad y sus esperanzas, y considera todos sus asuntos en
esta vida solo como ayudas u obstáculos en el camino hacia
eso, de tal forma que su principal preocupación y ocupación
es ser feliz en la vida venidera. Este es el caso de todos los
que son verdaderamente convertidos y serán salvos. Ahora
¿es este tu caso, o no has experimentado un cambio así
sobre tu alm
alma?”
a?”
Si dice que espera haberlo hecho, entren en algunos
detalles y digan: “así pues, oro para que me conteste estas
dos o tres preguntas:
(1) ¿Puede
¿ Puede decir verdader
verdaderamente
amente que
qu e todos los pecados
conocidos de su vida
que ha sentido que pasada
mereceson la la tristezaeterna
miseria de su corazón,
por ellos?y
¿Puede decir que, bajo el sentimiento de esta pesada carga,
se ha sentido perdido y ha recibido con alegría las noticias
de un Salvador, y echado su alma solo sobre Cristo, para ser
perdonado por su sangre?
(2) ¿Puede decir de verdad que su corazón está tan
apartado del pecado que odia
odi a los pecados que una vez amó,
y ama la vida santa que antes no le había importado, y que
no vive ahora
conocido? en la práctica
¿No existe voluntaria
ningún pecado que de
no ningún pecado
esté dispuesto
Hagan entender
no llegan estaspoco
al corazón, cosas con especial
o nada seriedad,
lograrán, porque
y aquello si
que no
afecta se olvida pronto.
8. Concluyan todo con una exhortación práctica, que debe
contener dos partes, la primera, el deber de creer en Cristo,
y la segunda, de utilizar los medios externos de gracia para
el tiempo que vendrá, evitando los antiguos pecados. Por
ejemplo: “Amigo mío, siento en el corazón encontrarle en
una situación tan triste, pero debería estar más triste de
dejarle en ella, y, por tanto, permita que le invite, por el
amor del Señor y por amor a usted mismo, a tomar
consideración de lo que
qu e le diré con respecto a lo que vendrá.
Es la gran misericordia del Señor no haberle cortado de la
vida sin ser converso, y que aún tenga vida, tiempo, y exista
un remedio
remedi o prov
provisto
isto para usted en la sangre de Cristo, y que
el perdón, la santificación y la vida eterna le sean ofrecidas a
usted y a aotros.
pecadores Dios no hatotal
la destrucción abandonado
como ha ahecho
los hombres
con los
demonios, ni ha hecho ninguna excepción en el
ofrecimiento del perdón y la vida eterna contra usted en
particular.
Si aún tiene un corazón sangrante por el pecado, y puede
venir a Cristo en fe para restaurarse, entregándose a Él
como su Salvador y Señor, y ser un hombre nuevo para el
tiempo por venir, el Señor tendrá misericordia en el perdón
de sus pecados y la eterna salvación de su alma. Además
debo decirle que, como el concederle un corazón así debe
ser la gran obra de la gracia de Dios, si alguna vez tuvo la
intención de salvarle y perdonarle Él obrará este cambio
sobre usted; Él hará que sienta su pecado como la mayor
carga del mundo, como lo más odioso en sí mismo, y como
aquello que le ha hecho susceptible de su ira y maldición. Él
le hará ver que es una persona perdida, y que no hay nada
para usted sino la condenación eterna, a menos que sea
perdonado por la sangre de Cristo y santificado por su
Espíritu.
cómo toda Él le
su hará ver la ynecesidad
esperanza vida estáque
en tiene
Él; le de Cristo,
hará ver lay
vanidad de este mundo y todo lo que puede ofrecerle, y que
toda su felicidad está con Dios, esa vida eterna en el cielo
donde podrá, junto con los santos y ángeles, contemplar su
gloria y vivir en su amor, ocupándose en sus alabanzas.
Permita que le diga que, hasta que esta obra sea hecha
sobre usted, será un hombre miserable, y si muere antes de
que se produzca, se perderá para siempre. Ahora tiene
esperanza y ayuda delante de usted, pero entonces no
habrá ninguna.
Por eso, ya que ama su alma, deje que le invite en primer
lugar a no descansar en la condición en la que está ahora.
9. Al despedirles,
despedirles, hagan esta
estas
s dos cosas:
(1) Apacigüen sus mentes de nuevo con unas cuantas
palabras, desaprobando cualquier cosa que haya podido
resultar una ofensa. Por ejemplo: “Oro para que no se tome
a mal que lo haya hecho pasar por esto, o el que le haya
tratado con tanta libertad. Para mí es tan poco placentero
como para usted. Le habría evitado esto a usted y a mí
mismo si no supiera que estas cosas son ciertas y
necesarias; pero sé que estaremos aquí juntos durante
breve tiempo, y que tenemos un pie en el otro mundo; por
esto es tiempo de que miremos por nosotros y busquemos
estar preparados
preparados cuando Dios nos llllame”.
ame”.
(2)deYanuevo
hablar que con
es posible que personas,
las mismas no tenga establézcalas
oportunidad en
de
el camino de perfeccionamiento que han comenzado.
Comprometa al cabeza de cada familia para que convoque a
la suya
suya a re
repetir
petir cada día del S
Señor
eñor lo que han aprendido
aprendid o del
catecismo, y contin
continúen
úen con esta práctica hasta que lo h hay
ayan
an
aprendido perfectamente. Cuando lo hayan hecho, que
continúen recitándolo regularmente para no olvidarlo,
porque, incluso
incl uso para los más juiciosos
jui ciosos,, ay
ayudará
udará a tener en la
la
memoria el resumen de la fe cristiana en cuanto a
contenido, método
m étodo y palabras.
palabras.
En cuanto a los mismos cabezas de familia, o aquellos que
están sujetos a ellos y que no reciben ayuda, si solo han
aprendido alguna parte del catecismo, comprométanlos a
volver a verse cuando hayan aprendido el resto (pero hagan
esto antes del curso), o si no, que acudan a un vecino capaz
y experimentado para que se lo repitan. Tomen también la
ayuda de tales personas cuando no dispongan de tiempo
ustedes mismos.
10. Tengan los nombres de todos sus parroquianos
cerca de ustedes en un libro, y cuando vengan a
******