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Un soldado

para
Navidad
CJ Turner
Índice

Sinopsis

1. Aiden

2. Carter

3. Aiden

4. Carter

5. Aiden

6. Carter

7. Aiden

8. Carter

9. Aiden

10. Aiden y Carter

Epílogo

Mensaje de CJ
Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, negocios, lugares, eventos,
locales e incidentes son producto de la imaginación del autor o se utilizan de manera
ficticia. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, o con hechos reales es
pura coincidencia.
Sinopsis

Aiden
Actuar no está avanzando como esperaba. Pero se acercan las festividades y busco
una distracción. Un mercado navideño me reúne con un viejo amigo de la escuela
secundaria y quiero hacer un viaje a su Polo1 Norte.

Carter es intelectual, honesto y lo suficientemente sexi como para hacer sonar mis
campanas.

Pero, ¿puede esto ser algo más que una aventura navideña?

Carter
Siempre he encontrado más fácil trabajar con los ordenadores que con las personas.
Entonces, dejar el ejército para volver a la vida civil y hacer despegar un negocio se
siente como un verdadero cascanueces 2. Sin embargo, cuando mi perro me obliga a
hablar con el chico de quien estaba enamorado en la secundaria, estoy listo para bajar
por su chimenea.

Aiden es divertido, coqueto y parece no tener relleno en sus medias3.

¿Pero un experdedor de la escuela secundaria es realmente lo suficientemente bueno


para él?
1 Pole, también significa poste, palo, mástil.

2 Nutcracker, un rompe-nueces, en este caso sus nueces o bolas.

3 Referencia a las medias que se cuelgan en las chimeneas para poner regalos, no tiene relleno porque no finge
tener algo, bien sea en personalidad… o físico (como en sus pantalones).
Un soldado para Navidad es el primer libro de la serie “Para Navidad”. Estas
historias son dulces, apasionantes, breves y con un final feliz asegurado. Si te encanta la
Navidad, los opuestos que se atraen y calientes romances MM, te encantará este libro. Se
puede leer al 100% de forma independiente. Sin trampas, sin finales inciertos, y felices
para siempre garantizado.
Aiden

Aiden se enfrentó a una pared de cajas apiladas ordenadamente, una encima de la


otra, que llegaban desde el suelo hasta el techo. Cada una de las cajas estaba marcada
con un rotulador negro permanente y, por supuesto, la que necesitaba estaba en la parte
superior, etiquetada como “Osos” en la elegante letra cursiva de Jarec. Aiden desplegó la
escalera de mano que Jarec le había proporcionado y la apoyó contra las cajas del fondo.
Hizo un pequeño estirón: primero sus brazos, luego su espalda, antes de plantar sus
zapatos talla 43 en la escalera de tijera. Las patas de la desvencijada cosa se quejaron en
protesta mientras se hundían en la lujosa alfombra bajo su peso.

—¡Grosera! —regañó Aiden mientras alcanzaba la caja. Incluso con la escalera de


mano, tuvo que ponerse de puntillas para alcanzarla. Agarró los lados de la caja,
sorprendido por lo pesada que era. La escalera se tambaleó y volvió a quejarse. La
ignoró y tiró de la caja hacia él. Justo entonces, recibió una notificación. Metió su dedo
índice y su pulgar en el bolsillo de sus jeans ajustados y sacó su teléfono. Era una
publicación de Instagram; una foto de uno de sus buenos amigos con el que solía trabajar
de camarero. En la foto, su amigo estaba en su sala, descorchando champán para
celebrar que había conseguido un trabajo para la gran línea de cruceros Empire
Caribbean. Aiden chasqueó la lengua y puso los ojos en blanco al teléfono, pero de todas
formas tocó dos veces la foto. Un corazón rojo apareció sobre la cara radiante, y luego se
desvaneció.

—Champán, ¿en serio? Como si fuera Broadway —murmuró Aiden irritado.


Mientras lo hacía, una de las patas de la escalera cedió, derribando todo y
desequilibrando totalmente a Aiden. Gritó, aferrándose a la pared de cajas para
apoyarse y haciendo que la caja que intentaba recuperar se volcara y le cayera encima
una avalancha de osos de peluche mientras caía de espaldas.
Todo pareció suceder en cámara lenta y Aiden vio su vida pasar ante sus ojos.
Mientras volaba por el aire, recordó exactamente por qué no era el quien celebraba el
haber conseguido un trabajo para Empire Caribbean. Se había caído durante su
entrevista, como caía ahora, y aterrizó justo sobre su trasero. Aiden golpeó el suelo con
un ruido sordo. Su teléfono salió volando de sus manos y aterrizó en algún lugar de la
alfombra a su izquierda. Tuvo el tiempo justo para proteger su cara del torrente de
peluches que cayeron de la caja. Ni en un millón de años pensó que una escalera de
mano y una caja de peluches lo matarían. Tenía al menos la esperanza de haber ganado
un premio de la Academia o haber conquistado a un novio atractivo antes de su
prematura muerte. Vio de revés a un par de pies entrar por la puerta. Los pies llevaban
unos caros mocasines de cuero italiano hechos a mano que golpeteaban silenciosamente
en la alfombra con fingida impaciencia.

Aiden cerró los ojos, imaginando cómo debía verse para Jarec en este momento.
Volvió a abrir los ojos y extendió su mano hacia él.

—¡Ayuda, me he caído y no puedo levantarme! —exclamó Aiden.

Jarec levantó una ceja perfecta y puso los ojos en blanco detrás de sus gafas de
diseño negras. Descruzó sus brazos y caminó alrededor para ayudarlo a ponerse de pie.
Un vez que Aiden se puso de pie, inspeccionaron los daños. La mayoría de los juguetes
se habían caído de la caja y estaban esparcidos en el suelo con la escalera de mano
enterrada debajo. Jarec volvió a cruzar sus brazos y tuvo una idea.

—Tomemos un descanso —sugirió.

—De acuerdo —asintió Aiden.

—Y luego puedes limpiar eso —añadió Jarec antes de salir de la habitación.

—Mmm, ya veremos —respondió Aiden mientras lo seguía a la cocina.

—¿Quieres una taza de café? —preguntó Jarec. Aiden pensó en ello mientras se
sentaba en uno de los taburetes que daban a la isla de la cocina de Jarec.

—¿Tienes té?

—Descafeinado —respondió Jarec.


—Está bien —le aseguró Aiden agitando la mano y lo vio rebuscando en su
despensa las bolsitas de té y el azúcar.

—No te preocupes por la escalera de mano, era vieja. Tengo una nueva en el garaje
—le informó Jarec.

—No estaba preocupado —bromeó Aiden. Jarec sonrió mientras tomaba una taza
roja decorada con copos de nieve plateados, dejó caer una bolsita de té en ella antes de
colocarla en su Keurig4. La programó para agua caliente y la máquina comenzó a
funcionar. Mientras esperaban que el té de Aiden estuviera listo, Jarec cogió su taza de
café del mostrador y se apoyó en la isla frente a él. Observó cuidadosamente a Aiden
entre sorbos de café, y la forma en que lo miraba comenzaba a incomodarlo.

—¡¿Qué?! —preguntó.

—Mejor que no lo estropees —advirtió Jarec. Aiden levantó una ceja.

—¿Estropear qué? —preguntó distraídamente, viendo como el agua de la Keurig


comenzaba a hervir y humear.

Jarec dejó caer la taza de café con suficiente fuerza sobre la encimera de granito para
hacer un ruido seco y llamar la atención de Aiden.

—¡El mercado navideño! —exclamó Jarec. Aiden puso los ojos en blanco.

—Relájate, ¿tan difícil puede ser vender un montón de peluches?

Jarec tomó un sorbo de su taza y le lanzó una mirada sombría de reojo. El agua
hirviendo comenzó a caer en su taza y Aiden se levantó para recuperarla. Colocó la taza
en la mesa, luego volvió por el azúcar y la crema y los puso en la mesa antes de ponerse
detrás de Jarec. Le puso las manos sobre sus hombros y les dio un apretón.

—¡Jarec, no te preocupes! Sé que tu negocio es tu bebé y que estás confiándome a tu


bebé. Soy el tío divertido de tu negocio y nunca dejaría que le pasara nada a mi sobrino.

4 Keurig es un sistema de preparación de bebidas para uso doméstico y comercial. Las máquinas son
fabricadas por la empresa estadounidense Keurig Dr Pepper. Los principales productos de Keurig son: las
cápsulas K-Cup, que son envases de café de una sola porción; otras cápsulas de bebidas; y las máquinas
patentadas que elaboran las bebidas en estas cápsulas.
Jarec se rio, lo que satisfizo a Aiden, así que se sentó de nuevo.

—Confío en ti, es sólo que el mercado navideño es un gran evento y una gran parte
de los ingresos de mi negocio proviene de él. Mentiría si dijera que no estoy un poco
nervioso —explicó Jarec.

Aiden sumergió pensativamente la bolsita de té dentro y fuera del agua caliente.

—Lo entiendo, pero voy a demostrarte que no tienes que preocuparte —le aseguró.

—Es demasiado tarde para eso. Incluso estoy sopesando si realmente tengo que
asistir a la boda de mi hermana —reflexionó Jarec.

Aiden suspiró.

—¡Claro que sí! ¡Ella nunca te perdonaría!

—Lo sé, y aun así sigo indeciso. Estoy más enamorado de mi negocio de lo que ella
podría estar de su prometido. ¡Es broma, sólo bromeo! —Jarec y Aiden se rieron. La
bolsa de té se había empapado lo suficiente. Aiden comenzó a ponerle azúcar. Jarec se
levantó y puso su taza de café vacía en el fregadero.

—Voy a ir a buscarte la otra escalera de mano —anunció.

Aiden vertió un poco de la crema “Leche y Galletas de Santa” en su té


distraídamente, viendo como pasaba de un marrón oscuro a uno claro.

—También podrías bajar la caja de peluches y poner los que se cayeron...

—Absolutamente no. Te traeré la escalera directamente a ti para que no lo olvides —


le informó Jarec antes de salir de la cocina.

Aiden se rio, revolviendo su té por última vez antes de quitar la cuchara y la bolsita
de té para tomar su primer sorbo.

—Mmmm —dijo, cerrando los ojos y dejando que el té caliente recorriera su cuerpo
—. ¿De qué sabor es este té? —se preguntó en voz alta mientras se levantaba y se dirigía
al mostrador donde Jarec había dejado la caja de bolsitas de té—. Navidad en París.
Debería haberlo sabido —leyó riéndose. Justo entonces, Jarec volvió con la escalera de
mano. La apoyó en el taburete de Aiden antes de ponerse a mirarlo al otro lado de la
isla.

Jarec aplaudió de repente, sorprendiéndolo.

—¡Bueno, ponte a ello! ¡El mercado navideño espera! —Jarec hizo un gesto hacia la
escalera de mano y echó a Aiden de la habitación.

Aiden se levantó para poner su taza en el fregadero junto a la de Jarec antes de


tomar la escalera a regañadientes y volver a la habitación donde este guardaba toda su
mercancía. La pila de peluches yacía esparcida por el suelo esperando ser recogida.
Aiden acomodó la escalera y tímidamente la subió. Pensó en cómo Jarec vivía solo en
esta casa de lujo como una dama de gatos. Pero en lugar de gatos, tenía peluches. Como
Jarec, la vida amorosa de Aiden había quedado relegada a un segundo plano en su vida.
Siempre había pensado que la Navidad era una fiesta romántica, y sin su profesión para
distraerlo en esta temporada de fiestas, recordó lo solo que estaba. ¿Encontraría el amor
el soltero más guapo de Farmington, Connecticut, o moriría con talento, guapo y solo?
¡Sintoniza la próxima vez con los sueños de Aiden para averiguarlo!

Aiden se tiró al suelo alfombrado y empezó a arrojar osos a la caja. Su mente se


dirigió a lo anterior, cuando había estado navegando por los medios sociales. Le había
dado “me gusta” a la publicación de un amigo hoy, y felicitó a otro ayer por conseguir
buenas actuaciones. Estaba feliz por ellos, y orgulloso de conocerlos, pero había una
pequeña parte de sí que se preguntaba cuándo iba a ser su turno. ¿Sería alguna vez?

Antes de volver a Farmington, había hecho algunas audiciones para unos cuantos
trabajos de actuación, pero todos los papeles para Navidad ya habían sido elegidos en
octubre, y ahora que la temporada de fiestas había llegado, no había más audiciones
hasta después del Año Nuevo. Esperaba conseguir un trabajo como actor para Empire
Caribbean, pero cuando eso fracasó, no tenía otras perspectivas. No diría que su sueño
era trabajar en un crucero, pero al menos estaría haciendo lo que le gustaba. Al final,
cuando se enteró de que no lo iban a contratar, y que Jarec lo necesitaba para cubrirlo en
el mercado navideño, estaba más que dispuesto a ayudar a su viejo amigo. Aiden
recogió uno de los peluches y lo hizo hacer una de las complicadas rutinas de baile que
había tenido que aprender para la audición. Amargamente arrojó el último oso de
peluche a la caja.
—Vaya, ¿qué te hizo? —preguntó Jarec desde la puerta. Aiden fingió una mirada de
disgusto.

—No logró sorprenderme con su rutina de baile —respondió.

Jarec asintió.

—Bien. Así que, siguiendo adelante. Estaba pensando, ¿podríamos ir al mercado


navideño en mi coche, prepararlo todo y luego te dejo en casa? —sugirió.

Aiden se puso de pie, se ajustó los pantalones y se encogió de hombros.

—Me parece bien —respondió.

—¡Bien, genial! Adelante, pon esa última caja en el maletero y te veré en mi coche.
Aquí están mis llaves —dijo Jarec.

—Bien —dijo Aiden mientras Jarec le entregaba sus llaves. Las puso en el bolsillo de
su pantalón, luego tomó la caja y lo siguió afuera de la habitación.

A medida que la estación se acercaba al final del invierno, la noche llegaba cada vez
más temprano y la temperatura bajaba rápidamente. El sol se había ocultado hace
tiempo, y las luces de las calles estaban encendidas. Aiden agarró su abrigo del sofá
cuando salía por la puerta principal. El aire nocturno le quitó el aliento al salir al porche
de Jarec. Caminó enérgicamente por la acera con una sonrisa, su espíritu se calentó por
las luces de Navidad que decoraban las ventanas de Jarec, y los arbustos que se
alineaban en su acera.

Presionó el botón para abrir el maletero y depositó la caja dentro. Estaba cerrándolo
cuando una ráfaga de viento extraño y una sombra pasaron volando por delante de él.
Se asustó tanto que chilló y saltó a la hierba, sólo para ver que era Jarec corriendo hacia
su coche. Jarec abrió la puerta del conductor y saltó al asiento con un movimiento
enérgico. Hacía mucho frío. Aiden se rio mientras caminaba alrededor del coche y se
subió al asiento del pasajero. Una vez que estuvo adentro, Jarec lo encendió y subió la
calefacción, disponiéndose a conducir.
Carter

Carter era una montaña rusa de emociones en el avión de regreso a casa después del
despliegue con sus compañeros militares. Sobre todo estaba emocionado, emocionado
por estar de camino a casa, emocionado por ver a sus padres, y emocionado por ver a
algunos viejos amigos. Se pasó su gran mano sobre su erizado y corto cabello. También
estaba emocionado de que le creciera el cabello.

El lado oscuro de toda esa emoción era el miedo, miedo a que el avión se estrellara y
no llegara a casa, a no volver a ver a su familia y amigos, a no adaptarse a la vida civil, y
a que la empresa de software de juegos que estaba empezando con Ella 5 fracasara. Pensó
en todo esto mientras miraba por la ventana del pequeño avión. A su alrededor, la gente
celebraba el regreso a casa.

Carter bostezó, empezando a sentir sueño. Se había despertado a las tres de la


mañana para tomar este vuelo y, aunque no le era extraño madrugar, ya se había
mentalizado para salir del “modo trabajo”. Estaba en “modo hogareño”. Así que cuando
el sol empezó a deslizarse por el horizonte, y el avión se deslizó a través de las suaves y
esponjosas nubes, Carter dejó que sus pesados ojos se cerraran y la turbulencia lo hizo
dormir. Mientras dormía, soñó que estaba de vuelta en su pueblo natal, en el vestuario
del gimnasio de la antigua escuela secundaria. Desde entonces habían construido una
nueva escuela preparatoria y ahora usaban este edificio como la secundaria básica.

En el sueño, todavía llevaba su uniforme, pero por alguna razón, no le quedaba


bien, era demasiado grande. Llevaba sus viejas gafas cubiertas con cinta, gafas que no
había tenido en años y que no se atrevería a usar en público. Se las quitó y todo estaba
borroso, así que se las volvió a poner. ¿Qué había pasado con sus lentes de contacto?

5 Nombre propio de mujer.


Carter pasó por delante de un espejo y se sorprendió por su reflejo. Seguía pareciéndose
a sí mismo, pero diferente. Su cabello castaño oscuro era largo y desordenado. Todavía
tenía el característico hoyuelo en su barbilla, pero tenía aparatos en los dientes y acné
por toda la cara. Era huesudo y necesitaba desesperadamente una suscripción para el
gimnasio. Los altavoces de la escuela le devolvieron a la realidad, y Carter miró hacia las
esquinas del alto techo donde estaban los antiguos altavoces.

—Damas y caballeros —una voz masculina resonó por los altavoces—, estamos
comenzando nuestro descenso. Por favor, pongan las mesas de bandeja en posición
vertical y los cinturones de seguridad deben estar bien ajustados. ¡Gracias!

Carter sintió que una mano le sacudía suavemente el hombro y se despertó aún en
su asiento del avión. Miró hacia la mano que lo estaba tocando y vio que pertenecía a la
persona sentada a su lado, un compañero especialista en tecnología informática llamado
Edgar. Edgar y una azafata le sonreían a Carter y rápidamente se sintió incómodo bajo
su mirada.

—Señor, necesitamos que levante su mesa, por favor. Aterrizaremos pronto —dijo
ella. Carter asintió y tragó, quitando su portátil antes de cerrar la mesa. Edgar volvió al
libro que había estado leyendo pero la azafata siguió sonriendo a Carter expectante, así
que le ofreció una pequeña sonrisa a la que ella le guiñó un ojo y se alejó. Un
confundido Carter se dio la vuelta y miró por la ventana. Pudo ver el avión pasando
sobre el centro de Hartford y sintió que se le levantaba el ánimo. ¡Pronto estaría en casa!
Abajo, el río Connecticut transcurría por las tierras de cultivo como una serpiente azul.
El piloto habló por los altavoces para decir a las azafatas que se prepararan para el
aterrizaje y para que la tripulación se sentara, por favor. Luego anunció que el avión
aterrizaría en breve en el Aeropuerto Internacional Bradley, y repitió que los cinturones
de seguridad de los pasajeros debían estar abrochados.

Carter había usado su cinturón de seguridad durante todo el vuelo. No le gustaban


los aviones ni confiaba en ellos, los trataba como un mal necesario. La azafata de antes
bajó por el pasillo y se detuvo al lado de sus asientos. Miró a Edgar pero sus ojos se
posaron en Carter.

—¿Necesita ayuda con el cinturón de seguridad? —le preguntó. Carter se sintió en


un aprieto y rápidamente desvió su mirada.
—Um, no, estoy bien —le dijo.

—Esos cinturones de seguridad pueden ser difíciles. A veces se piensa que están
abrochados, pero a menos que escuche un clic, no lo están. Probablemente debería
comprobarlo —dijo ella, acercándose a él.

Carter, sintiendo que debería actuar rápido, se tiró del cinturón de seguridad. Se
mantuvo abrochado.

—No es necesario, ¿ve? ¡Está bien! —Ella asintió y retiró la mano, poniéndose de
pie. Sonrió antes de irse. Una vez que estaba fuera del alcance del oído, en voz baja,
Carter le dijo a Edgar—: Hay algo raro en esa azafata.

Edgar sonrió pero continuó leyendo su libro.

—Creo que le gustas, amigo —le dijo Edgar. La idea nunca había pasado por la
mente de Carter, y se sintió realmente sorprendido por ello. Edgar levantó la vista y se
rio de la expresión confusa de Carter—. Deberías conseguir su número.

Carter frunció el ceño ante la idea y sacudió la cabeza.

—¿Por qué debería de hacerlo?

Edgar sólo se rio y se encogió de hombros, volviendo su atención a su libro. Carter


volvió a mirar por la ventana para ver al avión descender a la pista.

Dio un suspiro de alivio. ¡Lo había logrado! Sacó su teléfono para enviarle a Ella un
mensaje rápido que decía: “Aterricé”.

Al cual, ella le envió un mensaje en respuesta. “¡Genial! Encuéntrame en D&D's6”.

Mientras desembarcaban, Carter se aseguró de evitar el contacto visual con la


azafata. Mientras esperaba a que su equipaje llegara por la cinta transportadora en la
recogida de equipajes, un militar que reconoció vagamente que trabajaba en
microsistemas se puso a su lado.

—Hola —dijo el tipo.

6 es.wikipedia.org/wiki/Dunkin'_Donuts
—Hola —respondió Carter, sin apartar la vista de la cinta transportadora.

—Trabajaste en tecnología informática, ¿verdad? —preguntó el tipo.

—Sí —respondió Carter distraídamente. El tipo asintió.

—Soy William, pero todos me llaman Billy —dijo.

—Soy Carter.

—Lo sé, te he visto por ahí pero nunca tuvimos la posibilidad de hablar. He querido
hablar contigo durante un tiempo pero nunca tuve la oportunidad, y me preguntaba si
podíamos intercambiar números —dijo Billy.

Esto tomó a Carter completamente desprevenido.

—¿Por qué? —preguntó Carter. Pero antes de que Billy pudiera responder, Carter
vio sus maletas y se dirigió a ellas—. ¡Tengo que irme! —le gritó a Billy sin mirar atrás.
Carter agarró sus maletas y salió apresuradamente de la recogida de equipajes sin
hablar con nadie más. Para evitar más distracciones, caminó rápidamente en dirección al
área de comidas.

El aeropuerto estaba decorado festivamente con guirnaldas en cascada que caían de


los techos altos y grandes árboles de Navidad reales, cubiertos de oropel y adornos. Una
vez que llegó al patio de comidas, buscó el Dunkin' Donuts y se dirigió hacia allí. Pudo
ver la parte posterior de la cabeza de Ella tan pronto como entró. No había duda de que
llevaba el mismo color de cabello rosa intenso desde el instituto. De espaldas a él, no lo
vio entrar. Carter sonrió mientras se le acercaba en silencio.

—¡Oh, Dios mío, me encanta tu cabello! —soltó dramáticamente.

—¡Gracias! Lo hice yo misma —dijo, dándose la vuelta en su asiento. Cuando vio


que era Carter, se levantó de un salto hacia sus brazos. Se abrazaron calurosamente y
Carter se sorprendió de lo feliz que estaba de verla.

Cuando se alejaron, Ella le apretó los brazos.


—¡Vaya, mírate! ¡Eres como una figura de acción de G.I. Joe 7! —Lo dejó ir y Carter se
rio tímidamente. Ella recogió una taza de la mesa y se la dio—. Te he conseguido un
café. —Tiene sabor a ponche de huevo. Carter le agradeció y tomó el café, sonriendo
nerviosamente bajo la intensa mirada de Ella.

—¿Qué? —le preguntó.

—Te ves muy bien. Como realmente bien. Si no me gustaran las chicas y no
fuéramos los mejores amigos...

Carter levantó su mano libre.

—Por favor, detente.

—¿Puedo tocar tus músculos una vez más? —le preguntó. Carter se rio, sintiéndose
incómodo, pero flexionó sus bíceps con buen humor para que Ella pudiera tocarlo—.
¡Oh Dios mío, son enormes! La última vez que te vi, eras una oruga, pero ahora, ¡eres
una maldita mariposa! ¡Musculoposa!

—Bien, es suficiente. ¿Podemos salir de aquí? —Carter, sonrojándose, tomó un sorbo


de café y salió del Dunkin' Donuts, ignorando las miradas de Ella.

—¿Cómo estuvo tu vuelo? —preguntó Ella mientras atravesaban el aeropuerto en


dirección al estacionamiento. El aeropuerto internacional Bradley era el segundo más
grande de Nueva Inglaterra, y uno de los más concurridos. Ella lo guio hacia el garaje
que se encontraba justo al lado de la entrada de la terminal. Carter la siguió mientras
buscaba su coche.

—Estuvo bien, aparte de la extraña asistente de vuelo y el tipo raro del área de
entrega de equipajes —dijo Carter.

—¿Cómo raros? —preguntó Ella mientras abría un sedán Cadillac que estaba
estacionado en un espacio para discapacitados. Sonrió—: Tomé prestado el coche de mi
abuela para poder estacionar cerca.

Carter sacudió la cabeza.

7 es.wikipedia.org/wiki/G.I._Joe
—Eres terrible —le dijo mientras tiraba sus bolsas en el maletero y luego subía al
asiento del copiloto del coche—. La azafata estuvo sonriéndome, guiñándome el ojo, y
simplemente siendo demasiado atenta, ¿como si no tuviera otros pasajeros que atender?
El tipo de la recogida de equipajes trabajaba en CTIM8 como yo, pero no nos conocíamos
realmente, así que me desconcertó cuando me pidió que intercambiáramos números.

Ella encendió el coche y condujo en dirección a la salida del estacionamiento.

—Probablemente querían meterse en tus pantalones —sugirió al entrar en la I-91


Sur.

Carter aún no podía hacerse a la idea.

—¡Eso es lo que Edgar dijo sobre la azafata! —exclamó con incredulidad.

—¿Por qué estás tan sorprendido? —preguntó Ella—. Probablemente echaron una
mirada a esa cara adorable y se desmayaron —se burló mientras le pellizcaba la mejilla.

Carter se apartó de su alcance y se alejó de ella para ocultar el hecho de que se


estaba sonrojando.

—¡Basta ya! —dijo Carter mientras se giraba para mirar a la ventana. Había visitado
su casa unas cuantas veces durante sus años de servicio activo, pero nunca se cansaba de
mirar el paisaje familiar.

—¡Tus padres se van a sorprender mucho de verte!

Carter sonrió, imaginando las miradas en sus rostros.

—Les dije que no podría volver a casa hasta después del Año Nuevo —explicó
Carter.

—Esa es buena.

Ella cambió de tema a la compañía de software de juegos que estaban empezando.


Ni siquiera tenía un nombre todavía, así que todavía tenían mucho trabajo por hacer

8 CTIM es el acrónimo que sirve para designar las disciplinas académicas de ciencia, tecnología, ingeniería y
matemáticas. Es el equivalente en español de STEM, un acrónimo en inglés de science, technology, engineering
y mathematics.
para ponerla en marcha. De camino al pueblo, pasaron por tierras de labranza inactivas
y árboles desnudos, habiendo perdido sus hojas hace meses. Cuando pasaron la escuela
secundaria básica, Carter recordó el sueño que había tenido y se preguntó qué
significaba. Ella condujo a través de los suburbios y hacia el tranquilo callejón sin salida
donde vivían los padres de Carter. El Tesla Model 3 9 blanco de su padre estaba
estacionado en la entrada de la casa del rancho. Carter alejó la mirada de la casa hacia
Ella mientras estacionaba al lado de la acera.

—¡Muchas gracias, Ella!

Ella sonrió y lo rechazó con la mano.

—Sabes que no es nada. Eres mi mejor amigo, prácticamente mi familia, y me alegro


de tenerte de vuelta en casa. Una vez que te hayas instalado, salgamos a comer, ¡yo
invito! Podemos discutir más sobre la empresa. —Carter comenzó a pensar en todos sus
restaurantes favoritos. Ahora que estaba en casa, podía ir a todos—. ¡Y sabes que
tenemos que ir al mercado navideño! —continuó Ella. Visitar el mercado navideño era
una de sus más antiguas tradiciones. Era un evento anual que duraba unas semanas y se
celebraba en la calle principal del pueblo. Ella y Carter siempre habían ido allí para
hacer sus compras de Navidad.

—Te llamaré —le dijo Carter antes de abrazarla. Salió del auto prestado de Ella y
recogió sus maletas del maletero antes de dirigirse a su casa. Sus padres ya deberían
estar levantados. Su padre probablemente estaba haciendo el desayuno mientras su
perro, Oliver, se sentaba al lado de su madre mientras ella leía el periódico local. Carter
despidió con la mano a Ella que lo estaba observando desde su auto. Ella se despidió de
vuelta mientras lo veía abrir la puerta principal. Oliver empezó a ladrar inmediatamente
y el corazón de Carter se llenó de alegría por la cara de sorpresa de su madre cuando le
vio entrar en la casa.

—¡Oh, Dios mío, cariño, es Carter!

9 es.wikipedia.org/wiki/Tesla_Model_3
Aiden

El centro de Farmington se había transformado en una escena de un libro de cuentos


de hadas. Las calles que conducían a y desde la plaza del pueblo habían sido cerradas al
tráfico. Los puestos rojos llenos de obsequios y golosinas de navidad hechos a mano y
artesanales estaban instalados con gente entrando y saliendo. El dulce olor de las nueces
tostadas mezclado con los olores de los dulces y la canela flotaba en el fresco aire
invernal. Cada puesto emitía un cálido resplandor, iluminado desde dentro, invitando a
los compradores a entrar. En el corazón de todo esto había un enorme árbol de Navidad
decorado con luces destellantes que se reflejaban en los brillantes y coloridos adornos.

Aiden se paró en el mostrador del puesto de Jarec, con estanterías desbordantes de


animales de peluche de diversos tamaños, colores y especies. Había puesto algunos de
los más lindos en el mostrador para exhibirlos: un reno, un pingüino y un hombre de
jengibre. Como la mayoría de la gente que trabajaba en los puestos, llevaba un sombrero
de Navidad. Había estado dejando crecer su Falso Mohawk 10, pero recientemente había
recortado sus puntas teñidas y dejándolo solo en un tono por si un agente lo llamaba
para una audición. Aiden había pasado los últimos meses perfeccionando su sombra de
las cinco11, y se acariciaba su barbilla ingeniosamente desaliñada con orgullo.

Hacía frio, pero el aire se sentía fresco y limpio. Aiden llevaba un grueso suéter de
tejido de punto de aguja color burdeos con jeans azul oscuro y zapatillas de gamuza. Al
lado estaba el puesto de Colby, donde vendía golosinas caseras para perros. Colby era

10 El mohawk falso o fauxhawk, contracción de faux (falso) y mohawk (mohicano), es un tipo de mohawk en el
que no se afeitan completamente las partes laterales de la cabeza, únicamente se crea una cresta definida que
pretende contrastar con el resto del cabello. Uno de sus más famosos portadores fue David Beckham, creando
una nueva tendencia en los peinados de principios del siglo XXI.

11Five-o’clock shadow, la ligera sombra en la cara de un hombre, causada por el crecimiento del pelo durante
el día.
un amigo en común de Jarec y Aiden, que había acordado ayudar a Aiden a “no
arruinar esto”. Colby vino con un tazón temático navideño lleno de golosinas caseras
para perros en una mano, y una pequeña pila de tarjetas de visita en la otra. Las colocó
ambas en el mostrador.

—Estas son gratis. Las golosinas para perros son una receta navideña de temporada.
Puedes repartirlas a personas con perros —explicó Colby, y luego añadió—tendré una
horrible fiesta de suéteres navideños más tarde. Deberías venir y traer una pareja —
Colby se inclinó y le susurró a Aiden con una sonrisa—. Parece que no te has acostado
con nadie en mucho tiempo. —Aiden suspiró, no porque no fuera verdad, sino porque
no se había dado cuenta de que era tan obvio.

Ambos miraron hacia abajo para ver a un husky rubio ceniza caminando y
olfateando el aire, con la cola moviéndose.

—¿Dónde está tu dueño? —le preguntó Aiden al perro, que no parecía llevar un
collar.

Colby puso sus manos en sus caderas, erguido con orgullo.

—¡Debe haber olido mis golosinas caseras! —El perro continuó olfateando el borde
del mostrador. Aiden fue a buscar un regalo para darle al perro cuando, de repente,
mordió una de las patas de los peluches de reno, arrastrándolo del mostrador, y se fue.

Aiden salió corriendo del puesto.

—Colby, ¡cuida las cosas! —dijo antes de seguir al husky.

No tuvo oportunidad de ver la expresión de descontento de Colby mientras se abría


paso entre la multitud, manteniendo los ojos en el perro. Casi choca con el perro cuando
se detuvo abruptamente fuera de un puesto donde se asaba carne de vaca y cerdo. Tanto
la boca de Aiden como la del perro se hicieron agua. El perro dejó caer el peluche en la
hierba y Aiden se agachó, sosteniendo al perro con una mano y agarrando el peluche
con la otra. Ambos miraron hacia arriba cuando la sombra de un hombre alto de cabello
oscuro que se les acercaba se proyectó sobre ellos.

—¡Oliver, ahí estás! —le dijo el hombre al husky. Luego a Aiden, le dijo—: Muchas
gracias por encontrarlo. ¡Se deslizó del nuevo collar que le compré y se escapó!
Aiden usó su mano para proteger sus ojos de la luz del sol que brillaba alrededor
del hombre mientras lo miraba. No podía ver los rasgos del hombre en las sombras,
excepto por un exquisito hoyuelo en su barbilla, mientras le sonreía.

—No me dejó muchas opciones —admitió Aiden, agitando el peluche.

—Mis disculpas, pagaré por ello si lo ha dañado —ofreció el hombre, agachándose


frente a su perro.

—No es necesario, está bien —le aseguró Aiden mientras veía al hombre trabajar
para volver a ponerle el collar al perro.

Las manos del hombre rozaron las de Aiden mientras deslizaba el collar por el
cuello peludo del perro, y pareció dejar su mano allí por un segundo más de lo
necesario, dejando que permaneciera en la de Aiden. Pensó que se lo imaginaba, pero
algo pasó entre ellos que calentó su mano en el punto donde su piel se tocó, enviando
un escalofrío por su columna. El hombre lo miró y sus ojos se fijaron uno en el otro.
Aiden entrecerró los ojos, mirándolo fijamente.

—Me resultas familiar —dijo Aiden. Frunció el ceño, ladeando la cabeza,


confundido—. Te conozco de alguna parte.

—Um... fuimos juntos al instituto —respondió el hombre tímidamente.

Aiden estaba intrigado porque, ahora que lo había visto bien, se dio cuenta de lo
guapo que era este tímido hombre. Miró pensativo al hombre mientras este se aferraba a
la correa del collar de Oliver y se ponía de pie. Se dio cuenta de que estaba a la altura de
su entrepierna y no pudo evitar preguntarse si su “aparato” era tan impresionante como
su cara. El hombre llevaba jeans, por lo que normalmente sería difícil de averiguar, pero
estos eran jeans ajustados y, por la forma en que lo abrazaban, tenían la cantidad justa
de estiramiento incluida.

Tal vez lo estaba imaginando, pero Aiden podría jurar que había un bulto en los
jeans que crecía en su dirección. Cuando se dio cuenta de que estaba mirando fijamente,
se levantó bruscamente.

—¿Cómo te llamas? —preguntó Aiden.


—Carter —respondió el hombre, extendiendo una gran mano. Aiden la tomó y las
sacudieron. La mano de Carter era fuerte, y no pudo evitar preguntarse cómo se sentiría
envuelta en otra cosa. Él se rio, devolviendo a Aiden a la realidad—. Diría que
encantado de conocerte, pero ya nos hemos visto antes.

—Bueno, el tiempo definitivamente ha sido bueno para ti —dijo Aiden. Carter se


sonrojó y miró a Oliver, aunque siguió sonriendo. Cuando miró hacia él de nuevo, sus
ojos brillaban. Aiden miró su musculoso cuerpo antes de continuar—: Apuesto a que
nadie se atrevería a tirarte leche ahora.

Cuando Carter finalmente levantó la vista, su cara estaba roja como la remolacha.
Sonrió nerviosamente.

—Entonces, ¿recuerdas eso?

Aiden le echó un vistazo.

—¿Cómo podría olvidar ese glorioso hoyuelo en la barbilla goteando blanca leche?

De alguna manera, el rubor de Carter se hizo más profundo.

—Nunca tuve la oportunidad de agradecerte adecuadamente por defenderme —


balbuceó. El momento se volvió serio repentinamente, pero la risa alegre de Carter lo
levantó de nuevo—. Empezaste una guerra de comida total.

De repente, con Carter frente a sí, el recuerdo de lo que pasó se hizo muy claro.
Carter había estado sentado en una mesa con otros miembros del club de informática de
la escuela. Tenía gafas y acné entonces y los músculos que poseía ahora no estaban a la
vista. Aiden se había sentado cerca con sus amigos de teatro, no es un símbolo de
popularidad de alto nivel para nadie, pero siempre había sido una mariposa social,
flotando entre diversos grupos sociales. El club de informática, por otro lado, era una
especie de tierra de nadie, no había vuelta atrás.

Aiden estaba distraído, pensando en sus líneas para una próxima obra y resulta que
estaba mirando en dirección a Carter. Vio al grupo de atletas del equipo universitario
caminando por la mesa del club de informática. Se estaban riendo, acallándose y
empujándose los brazos unos a otros para tranquilizarse, viendo como uno de los suyos
vertía su leche en la cabeza de Carter. Parte de ella probablemente se había metido en el
ordenador de aquel. Esto enfureció a Aiden. Además de ser un aspirante a actor, él
también lanzaba jabalina en el equipo de atletismo. Antes de que pudiera pensarlo dos
veces, había cogido la pizza de su amigo y la lanzó con fuerza en dirección al grupo de
deportistas infractores.

La pizza pareció volar en cámara lenta. Una vez que Aiden se dio cuenta de lo que
acababa de hacer, se sentó rápidamente. La pizza impactó justo con la cara de uno de los
deportistas, deslizándose y dejando un rastro de salsa de tomate a su paso antes de caer
al suelo. La caída fue lo único que todos escucharon porque la cafetería se volvió
silenciosa como la muerte. Carter y Aiden fijaron sus miradas. Y entonces alguien gritó:
“¡Pelea de comida!” y se desató el infierno. Más tarde, se conoció como la pelea de
comida Pizza Party. Hasta el día de hoy, sólo un puñado de personas sabían que Aiden
la había iniciado. Técnicamente, había sido culpa de ese deportista. Él sólo había estado,
después de todo, replicando a sus acciones. Si no hubiera derramado leche sobre Carter,
no habría pasado nada.

Justo entonces, una mujer se acercó, sobresaltando a Aiden de vuelta al presente.


Puso su mano en el bíceps de Carter para llamar su atención.

—Oye, me encanta el collar de tu perro, ¿dónde lo conseguiste? —preguntó,


sonriéndole a Carter.

—En realidad lo conseguí durante un viaje a Suecia —respondió.

Ella asintió y continuó sonriendo.

—Tal vez puedas llevarme a Suecia contigo algún día.

Carter levantó una ceja sonriendo incómodamente.

—Pero no te conozco. —La mujer se le acercó, mirando provocativamente.

—Bueno, me gustaría conocerte.

Carter se sonrojó profusamente y rápidamente le dijo a la mujer:

—No, gracias —antes de apartarse abruptamente de ella para mirar a Aiden. La


mujer regresó con sus amigos, quienes se rieron con ella mientras se alejaba.
Aiden se rio entre dientes, divertido con el incómodo encuentro.

—¿De qué iba eso? —le preguntó Aiden. Carter se encogió de hombros y sacudió la
cabeza—. Bueno, tengo que volver a mi puesto, pero estamos regalando golosinas para
perros si quieres una para Oliver —ofreció.

—¡Sí, gracias! —Carter y Oliver siguieron a Aiden mientras se dirigía de vuelta al


puesto. Mientras caminaba, Aiden empezó a sentirse cohibido, preguntándose si Carter
le miraba el trasero. Cuando llegaron al puesto, Colby se apoyaba en el mostrador
tratando de enmascarar su irritación con una sonrisa, pero Aiden se dio cuenta—.
¡Lamento haber tardado tanto! Gracias por cuidar el puesto por mí —le dijo Aiden,
sonriendo cálidamente. Colby continuó sonriendo pero puso los ojos en blanco. Sus
brazos estaban cruzados sobre su pecho mientras caminaba de regreso a su propio
puesto sin decir una palabra más. Aiden se acercó al mostrador, agarró una golosina, y
luego se agachó para dársela a Oliver.

Un par de tipos pasaron y uno le dijo a Carter:

—Lindo perro, lindo dueño.

Carter se sonrojó, sonriendo tímidamente. Aiden lo miró con curiosidad. ¿Era


realmente el chico escuálido con gafas que recordaba?

—¿Qué has estado haciendo desde el instituto? —le preguntó Carter.

Aiden metió sus manos en los bolsillos y se apoyó en una de las vigas que sostenían
el puesto.

—Estudié teatro en la universidad y ahora soy un actor, pero entre las actuaciones
trabajo de camarero —respondió Aiden de manera casual—. ¿Y tú?

Carter asintió comprensivamente.

—Acabo de llegar a casa de un despliegue militar.

Aiden parecía sorprendido.

—Vaya, ¿cómo fue eso? —preguntó.


—Fue genial. Pude viajar y pagar la universidad. Ahora estoy empezando una
empresa de software de juegos con una amiga.

Aiden estaba impresionado.

—¡Es increíble! Todavía estoy sorprendido por haberme encontrado contigo. Ha


pasado tanto tiempo y has cambiado tanto —dijo Aiden. Carter sonrió pero no le quitó
los ojos de encima—. Mi amigo Colby, quien estaba cuidando el puesto por mí mientras
yo jugaba a la caza con Oliver, va a dar una fiesta de Navidad esta noche. Deberías venir.

La sonrisa de Carter disminuyó.

—No sé... —dijo Carter, buscando una excusa.

—Bueno, como que no tienes elección —le dijo Aiden. Carter parecía confundido,
así que continuó—: Tu perro literalmente me robó. Tienen suerte de que no llame a la
policía.

La ceja de Carter se levantó.

—Oh, así que te debo una, ¿eh?

—Sí, lo haces. Además, ¡será divertido! ¡Al menos más divertido que pagar la fianza
de ese criminal en ciernes que tienes en tus manos! Vamos, anota mi número y te enviaré
un mensaje con los detalles —le dijo Aiden.

Aiden vio a Carter morderse el labio y sintió cómo subía su propia temperatura
corporal. ¡Carter estaba caliente ahora, y el hecho de que no lo supiera aún lo hacía
incluso más caliente! Carter sacó su teléfono y una vez que estuvo listo, Aiden le recitó
su número. Después de que guardara su número, devolvió el teléfono a su bolsillo
trasero. Aiden no pudo evitar mirar el redondo trasero del hombre.

—Te enviaré un mensaje de texto con la hora y la dirección —le dijo Aiden.

Carter asintió. Se miraron fijamente en silencio. Carter aclaró su garganta y sonrió.

—Bueno, voy a ir a buscar algo de comer. ¡Gracias por todo!

—¡De nada y te veré esta noche!


—Nos vemos esta noche —dijo Carter—. ¡Adiós! —Se despidió con la mano y luego
giró para irse, llevando a Oliver de vuelta en la dirección de dónde venían.

Aiden no podía apartar la vista de la amplia espalda y el tonificado trasero de Carter


mientras lo veía desaparecer entre la multitud. Una vez que estuvieron fuera de la vista,
suspiró y caminó detrás del mostrador. Su teléfono vibró en su bolsillo y lo sacó,
revisando la notificación de un nuevo mensaje de texto. Era un número que no
reconoció. “¡Hola, soy Carter!” Decía el mensaje. Aiden guardó la información de
contacto de Carter y dejó su teléfono. Cada vez que pensaba en su sonrisa, no podía
evitar sonreír también.

Suspiró, perdido en sus pensamientos que fueron rudamente interrumpidos por


Colby.

—¡Está fuera de tu alcance! —gritó desde el otro puesto.


Carter

Carter no pudo evitar sonreír mientras se alejaba de Aiden. Sintió los ojos en su
espalda y se concentró en caminar naturalmente mientras se preguntaba si le estaba
mirando el trasero. Estaba en un estado de incredulidad. No había manera de que todo
eso acabara de suceder, que tuviera el número de Aiden en su teléfono y fuera a
encontrarse con él en una fiesta más tarde. ¿Realmente iba a ir? Carter parecía flotar
entre la multitud, con la cabeza en las nubes, sin preocuparse realmente de adónde iba,
sólo siguiendo a Oliver.

Un aluvión de notificaciones apareció en la pantalla de su teléfono. Al principio,


esperaba que fueran de Aiden, pero en cambio, eran mensajes de texto de Ella, con quien
había venido al mercado navideño.

Carter abrió los mensajes que decían “¿Encontraste a Oliver?”, “¡¿Está bien?!”,
“¡Estoy hablando con la seguridad en el puesto de información!” ¡Se había olvidado de Ella!
¡Oliver había huido y Ella no sabía que Carter lo había encontrado! Presionó
inmediatamente el icono para llamarla y empezó a guiar a Oliver en dirección al puesto
de información. Lo habían pasado cuando entraron en el mercado.

Carter vio el cabello rosa intenso de Ella a media manzana de distancia. Estaba
hablando con el personal de seguridad del mercado navideño, que en realidad eran los
oficiales de policía fuera de servicio del pueblo. Oliver y él se dirigieron a ella, y cuando
se acercaron, ella levantó la mirada y los vio. Estaba visiblemente inundada de alivio
cuando vio a Oliver, lo que hizo que Carter se sintiera culpable por no haberla
informado antes. Corrió a encontrarse con ellos, cayendo de rodillas para abrazar al
perro.
—Oh, gracias a Dios —dijo Ella en el cuello peludo de Oliver. Miró a Carter sin
soltarlo—. ¿Adónde se fue?

—Robó un peluche del puesto de alguien y huyó, ¡pero nunca adivinarás de quién
es el puesto!

—¿De quién?

—¿Recuerdas a Aiden del instituto? Él estaba en el club de tea…

—Sí, estabas obsesionado con él.

Carter ladeó la cabeza y frunció el ceño, claramente confundido.

—No sé si diría obsesionado...

—Bueno, así es como se le llama —concluyó Ella, comprobando que el collar de


Oliver estaba realmente seguro esta vez antes de ponerse de pie.

Carter pensó en el instituto, una época en la que prefería no pensar mientras


pudiera evitarlo.

Carter había decidido asistir a la Academia Farmington porque era la única opción
que tenía sentido. Era una escuela secundaria magneto 12 que tenía uno de los mejores
programas CTIM13 del estado. La alternativa era la secundaria Farmington, que era una
basura. La elección no era una tontería, y Carter nunca había dudado de que entraría.
Ella y él habían planeado asistir a la Academia Farmington desde que empezaron la
secundaria básica. Cuando recibieron sus cartas de aceptación, estaban emocionados por
asistir juntos al instituto de sus sueños. Ambos estaban inscritos en el programa de
ingeniería de la escuela, pero pronto se dieron cuenta de que habían terminado en polos
opuestos del espectro social. La personalidad burbujeante y encantadora de Ella le
permitía más libertad para maniobrar en la escena social, mientras que la naturaleza

12 En el sistema educativo de EE. UU., Las escuelas magneto son escuelas públicas con cursos o planes de
estudio especializados. “Magneto” se refiere a cómo las escuelas atraen a los estudiantes de los límites
normales definidos por las autoridades (generalmente las juntas escolares) como sus zonas escolares. Asistir a
ellas es voluntario.

13 CTIM es el acrónimo que sirve para designar las disciplinas académicas de ciencia, tecnología, ingeniería y
matemáticas
más tímida, seria e introvertida de Carter, junto con sus intereses en la informática y el
mundo de la animación, sus gafas y su naturaleza escuálida, gritaba paria social.

A pesar de su estética, le gustaba a una chica llamada Makayla, que estaba en su


clase de informática. Carter nunca había experimentado eso antes y no lo habría notado
si Ella no lo hubiera señalado. Una vez que lo hizo, se sintió incómodo por ello por
alguna razón. Ella no entendía por qué a Carter no le gustaba la chica. Era linda y,
aunque Ella nunca lo admitiría, probablemente estaba fuera del alcance de Carter. Él la
estaba ayudando con su tarea de informática durante el almuerzo en ese fatídico día en
el que había recibido la injustificada ducha de leche. Esta le había pedido que revisara
su programa, aunque Carter sospechaba que era una excusa, ya que tenía la nota más
alta de su clase, pero él terminó aceptando hacerlo de todos modos.

Cuando Carter levantó la vista, con la leche goteando de su flequillo, sus gafas
cayeron sobre su regazo, y de alguna manera se quedó mirando a Aiden, su corazón se
acelerado en un latido. Todos los sentimientos que pensaba que debía tener por
Makayla, comenzaron a florecer por Aiden, y eso lo aterrorizó. Ya estaba siendo
intimidado. No quería pensar en lo que le harían si descubrían que también le gustaban
los chicos. Y la idea de estar en el armario no le gustaba mucho. Aiden definitivamente
no estaba en el armario. El club de teatro siempre estaban remezclando obras clásicas y
haciéndolas queer, era algo que les gustaba, y Aiden casi siempre hacía de estrella o por
lo menos, de interés amoroso.

Después de ese momento en la cafetería, Carter asistió religiosamente a cada obra


escolar en la que Aiden estaba. Un viernes por la noche, había arrastrado a Ella a la
primera fila del auditorio de la escuela para ver el programa de teatro la interpretación
de Romeo y Julieta: Romeo y Julio.

Ella continuó:

—Insististe en que llegáramos temprano para conseguir buenos asientos. Cuando


Aiden, alias Julio, bebió ese veneno, te agarraste el corazón y lloraste en silencio. Fue
entonces cuando me di cuenta de que estabas enamorado de él.

—¡No estaba enamorado de él! —exclamó indignado.

Ella levantó una ceja y puso sus manos en sus caderas.


—Entonces, ¿cómo lo llamarías?

Carter levantó las cejas, buscando una respuesta.

—Um, me conmovió hasta las lágrimas su obvio talento para la actuación.

—¡Sí, claro! —Ambos se rieron y empezaron a caminar de nuevo. Ella enlazó su


brazo a través del de Carter y continuaron caminando—. Esto mantendrá a las chicas
alejadas —explicó Ella.

Carter puso los ojos en blanco.

—¿Qué chicas?

De nuevo, Ella levantó la ceja con escepticismo.

—¿Las chicas que siempre se esfuerzan por hablar contigo?

—Yo no lo llamaría esforzarse...

—No llamarías a un montón de cosas por lo que son porque no conoces nada mejor.
Vamos a buscar galletas de jengibre —sugirió Ella, dirigiéndoles hacia un puesto que las
estaba vendiendo—. ¿Qué pasó después de que Oliver robara el peluche del puesto de
Aiden?

Carter sonrió.

—Ah, sí. Entonces Aiden lo persiguió y lo atrapó. Lo reconocí inmediatamente, por


supuesto. No creí que me recordara, pero lo hizo —dijo Carter emocionado, pero luego
en voz baja murmuró —también recordó la pelea de comida.

—Bueno, ¿quién podría olvidar eso? ¡Probablemente lo recordaré mientras viva!

Carter miró a Ella antes de continuar.

—Bueno, estuvimos hablando y terminó invitándome a una fiesta de Navidad esta


noche.

Ella dejó de caminar, obligando a Carter y Oliver a dejar de caminar también. Bajó la
cabeza y abrió los ojos dramáticamente en señal de incredulidad.
—¿Aiden te invitó a una fiesta de Navidad? ¿Esta noche? ¿Dónde?

—Uno de sus amigos también trabaja en el mercado. Vigilaba el puesto de Aiden


mientras este perseguía a Oliver. Creo que se llama Cootie o algo así, pero será en su
casa. Aiden dijo que me enviaría la dirección por mensaje de texto.

Ella soltó el brazo de Carter y se le cayó la mandíbula. Carter sonrió, contento de


que alguien más supiera lo increíblemente loco que era todo esto.

—Espera. ¿Tienes el número de Aiden? —preguntó. Carter se mordió el labio,


sonriendo, y asintió—. ¡Oh, Dios mio! ¡Cuéntame todo de nuevo desde el principio y no
escatimes en detalles! —la pareja enlazó los brazos de nuevo y siguió caminando. Carter
le contó a Ella todo lo que había pasado entre Aiden y él mientras se dirigían al puesto
de postres. Al llegar a la fila, Ella dijo con admiración—: Vaya, llevas cinco minutos en
casa después del ejército y ya tienes una cita.

Carter se ruborizó.

—No es una cita. ¿Verdad? —Ahora no estaba tan seguro.

—Oh, es totalmente una cita.

Los ojos de Carter se abrieron de par en par y pudo sentir como le recorría un sudor
frío. Se dio una palmada en la frente.

—¡Oh Dios mío, soy tan idiota! ¡Nunca he tenido una cita antes! No puedo hacer
esto. Es muy pronto. ¡Tengo que cancelarla! —Carter sintió que el pánico se extendía por
todo su cuerpo. Sacó su teléfono. Ella, alarmada, se lo arrancó de las manos—. ¡Oye!

Ella sacudió la cabeza con gravedad.

—No puedo dejarte hacer eso.

—¿Por qué no? —exigió Carter.

—No puedo dejar que canceles una cita con el chico del que estás enamorado desde
el noveno grado. No puedo y no lo haré —dijo cruzando los brazos. Avanzaron en la
fila. Sólo había una persona más delante de ellos.
—No estoy enamorado de él —le susurró Carter, mirando a su alrededor para
asegurarse de que nadie pudiera oírlos.

—Tienes que calmarte, Carter. ¿De qué tienes tanto miedo? —le preguntó Ella.

Carter la miró como si le acabara de preguntar por qué no era él quien andaba a
cuatro patas siendo paseado y no era Oliver el que llevaba la correa.

—¿De qué tengo miedo? Este súper talentoso actor por el que no siento
absolutamente nada me ha invitado a mí, el inadaptado social, a una fiesta. ¡ESTA
NOCHE! —explicó Carter. Era su turno de pedir, así que se acercaron a la caja
registradora.

—¿Podría darnos media docena de galletas de jengibre y dos sidras especiadas, por
favor? —pidió Ella, luego se volvió hacia Carter, sonrió y le dijo—: Tú también puedes
tomar una. —El teléfono de Carter sonó en la mano de Ella, haciéndoles saber que tenía
una nueva notificación. Ella miró la pantalla y sonrió maliciosamente antes de pasarle el
teléfono. Carter miró la pantalla y su corazón dio un vuelco en su pecho. Era un mensaje
de texto de Aiden.

—Son 12,68 dólares —les informó el cajero. Carter sacó su billetera de su bolsillo y
pagó. Una vez que tuvieron la bolsa de galletas calientes y vasos de sidra en la mano,
salieron de la fila para encontrar un lugar donde sentarse. Encontraron una mesa de
picnic vacía al lado del gran puesto. Carter y Ella se sentaron uno frente al otro.

—¿Pueden los perros comer galletas de jengibre? —le preguntó Carter. Ella frunció
el ceño, insegura. Sacó su teléfono para buscarlo mientras le daba un mordisco a una de
las galletas calientes. Carter decidió abrir primero el mensaje de Aiden.

—Según Google, el jengibre está bien, pero la nuez moscada es un gran no-no. Así
que yo diría que no, sólo para estar seguros.

—Oh no... —murmuró Carter al leer el mensaje.

—¿Qué pasa? ¿Ya le diste a Oliver una galleta? —preguntó Ella con una boca llena
de galleta de jengibre.

Carter la miró, angustiado.


—Es una fiesta de jerseys navideños feos.
Aiden

Aiden iba de camino a la fiesta cuando recibió una llamada de Colby pidiéndole que
pasara por la licorería. Colby pidió el licor de edición limitada Baileys Pumpkin Spice14
específicamente. Chasqueó la lengua mientras buscaba estacionamiento en el atestado
parking detrás de la licorería. Cuando finalmente encontró un lugar, se estacionó y salió
de su coche. Estaba cruzando el estacionamiento, cuando recibió otra notificación en su
teléfono, pero hacía demasiado frío para sacar las manos de sus bolsillos.

La noche ya había caído, y con ella, la temperatura también. Aiden llevaba un suéter
verde con un grupo de muñecos de nieve que decía “Rollin With the Snowmies”15, un par
de jeans azul oscuro desgastados, y su par favorito de botas de cuero marrón oscuro.
Probablemente debería haber usado un abrigo, pero era demasiado tarde para
preocuparse por eso ahora mientras corría hacia la entrada de la licorería.

Mientras Aiden entraba, sacó su teléfono para ver quién le había enviado un
mensaje. Se le revolvió el estómago cuando vio que era de Carter, quien estaba de
camino a casa de Colby.

“Cascanueces” —maldijo en voz baja.

Agarró una cesta de compra y buscó frenéticamente en los estantes del frigorífico.
Llenó la cesta con las botellas y se fue corriendo a la caja. Cuando vio la fila, gimió.
Había cinco personas delante de él. Mientras esperaba, le envió un mensaje a Carter:
“paré en la licorería, ¡pero estaré allí en breve!”

14 Crema de whisky con sabor a Dulce de Calabaza.

15 Tener un subidón o “divertirse” con los amigos. “Snowmies” también puede referirse a muñecos de nieve,
es decir que puede querer pasar un buen rato con muñecos, ya sea de nieve… o muy reales.
No era así como Aiden había previsto su primera vez juntos. Quería llegar antes que
él, pero ahora parecía que llegaría tarde. La ansiedad hizo que moviera su cuerpo sobre
sus pies y contara cuánto tiempo había pasado desde el último mensaje de Carter.
Cuando casi fue su turno, dejó las botellas en el mostrador antes de que la persona
frente a él terminara de pagar. Aiden recibió otro mensaje cuando el cajero empezó a
cobrarle. “Estoy aquí. ¿Cuánto falta para que llegues?”

El cajero le dio a Aiden su cambio y él lo metió en sus bolsillos sin molestarse en


contarlo.

Cuando le entregaron sus bolsas, las agarró rápidamente, haciendo que las botellas
chocaran entre sí.

—¡Gracias! —gritó mientras salía a toda prisa por la puerta. Aiden corrió a su coche,
sintiéndose sin aliento una vez que entró. Dejó las bolsas en el asiento del pasajero y le
envió a Carter un mensaje rápido diciendo que estaría allí en 15 minutos antes de
arrancar su coche.

Colby vivía en un ático del centro que daba a la calle principal y al árbol de Navidad
que servía de centro al mercado navideño. Todo lo que Aiden podía hacer era rezar para
encontrar un lugar para estacionar mientras giraba por la estrecha calle lateral del
edificio de Colby.

—¡Oh, gracias a Dios! —Aiden suspiró al ver un coche que salía junto a la entrada
del edificio de Colby. Se estacionó en paralelo y apagó su coche, agarrando las bolsas
antes de salir. Con frio, se acercó a la puerta principal del edificio, pulsando el número
del apartamento en el teclado junto a la puerta cerrada. La voz aburrida de Colby llegó
al altavoz.

—¿Nombre?

—¡Aiden! —respondió con impaciencia.

—Aiden. Tu amigo del mercado navideño está aquí esperándote.

—¡Ya lo sé! —La puerta zumbó y se desbloqueó, permitiéndole abrir una de las
pesadas puertas dobles. Aiden caminó directamente a los ascensores, pulsando el botón
de arriba con su pulgar. Una vez que las puertas del ascensor se abrieron, entró y subió
en silencio hasta el noveno piso, con la mente acelerada. En este punto, Carter había
estado solo en la fiesta durante media hora. Cuando las puertas del ascensor se abrieron,
corrió por el largo pasillo hasta el ático de Colby.

Podía oír a Mariah Carey cantando All I Want for Christmas 16 a través de la puerta.
Colby lo recibió con un suéter blanco que tenía imágenes de adornos navideños
colgando. Sobre los adornos estaban las palabras “Well Hung”17. Típico. Aiden no esperó
a que Colby hablara, sólo empujó las bolsas con botellas en sus brazos y pasó a su lado.
Rápidamente recorrió el ático, buscando a Carter. Cuando lo vio parado junto a una de
las ventanas de suelo a techo, el corazón comenzó a acelerársele y sintió que sus manos
comenzaban a sudar. Carter estaba mirando por la ventana a la calle de abajo mientras
sostenía un vaso de plástico rojo.

Llevaba un suéter rojo con un reno peludo sobre unos jeans de color azul oscuro.

—¿Qué estás bebiendo? —preguntó Aiden mientras se le acercaba. Carter ni siquiera


se molestó en levantar la mirada.

—Ponche de huevo —respondió bruscamente.

—Siento haber llegado tarde, no era mi intención hacerte esperar.

—No quería venir —le dijo Carter, y finalmente se giró para mirarlo.

Aiden sólo había visto a Carter enfadado una vez antes, que fue esa vez en la
cafetería. Odiaba saber que estaba haciéndolo sentir algo remotamente parecido a como
se había sentido ese día.

—¿Entonces por qué lo hiciste? —preguntó Aiden.

—No lo sé. No soy del tipo fiestero, pero no podía decirte que no —respondió
Carter.

—Bueno, me alegro de que estés aquí —dijo Aiden sonriendo.

16 Todo lo quiero para navidad.

17 Bien Colgado. Frase usada para decir que hombre tiene genitales grandes.
Carter finalmente le devolvió la sonrisa y el alivio llegó a Aiden como una ola de
calor. Se atrevió a extender la mano y pasó lentamente la palma sobre la suave piel de
imitación del reno.

—¿Qué reno es este? —Podía sentir los abdominales duros y ondulantes de Carter a
través del suéter. Dejó su mano descansar allí por un momento, imaginando cómo se
sentiría el estómago de Carter sin una capa de tela entre él y su mano. Mientras retiraba
la mano a regañadientes, los ojos de Carter parpadeaban y sonreía, sus blancos dientes
brillaban.

—Hmm, parece que no puedo recordar sus nombres en este momento —respondió
—. No puede ser Rudolph, sin nariz roja y todo eso. Al menos sé eso.

—Bueno, entonces lo llamaremos Ulysses —le dijo Aiden, acercándose—. ¿Crees


que Ulysses tiene algún poder especial?

Carter se encogió de hombros.

—Volar y tirar de un trineo alrededor del mundo entero en una noche son poderes
muy especiales si me preguntas.

Antes de que tuviera tiempo de pensarlo mejor, Aiden soltó:

—¿Puedes llevar mi trineo alrededor del mundo entero en una noche? —Mierda,
pensó. ¿Fue demasiado directo? ¿Lo asustó?

Al principio, Carter parecía un poco sorprendido, pero luego su cara se dividió con
una sonrisa.

—¿Sabes qué? Creo que podría —respondió, intentando guiñar el ojo.

Aiden se rio entre dientes, aliviado de que Carter fuera reciproco a su intento de
coquetear.

—Ah, así que sí sabes cómo coquetear —bromeó.

—Sólo cuando es descaradamente obvio. —Carter sonrió.


—Oh, eso ha quedado dolorosamente claro —se rio Aiden, inclinándose hacia el
suelo, acariciando a un perro invisible—. ¡Oh, qué bonito collar! ¿Dónde lo conseguiste?
—dijo en voz aguda, imitando a la chica que se había acercado a Carter en el mercado
esa mañana.

—¿Quieres decir que ella... pero yo... ella estaba tratando de coquetear? —
tartamudeó Carter.

—¡Hermoso y despistado! —Aiden empujó suavemente el hombro de Carter.

Carter, parecía nervioso.

—¿Crees que soy hermoso, Aiden? —Se estaba sonrojando ferozmente ahora.

—Siempre lo pensé—admitió Aiden, haciendo contacto visual directo. Escuchar a


Carter decir su nombre removió algo dentro de sí.

—Ahora sé que estás mintiendo —dijo Carter.

—No, en serio. Especialmente cuando tenías toda esa leche blanca corriendo por tu
cara —dijo en un tono suave, acercándose tanto a Carter que sus narices casi se tocaban.
Aiden levantó la mano y frotó su pulgar sobre el hoyuelo en la barbilla de Carter.
Escuchó la respiración entrecortada de Carter. Con sus caras tan juntas, Aiden sólo
podía pensar en besar al hombre guapo que tenía delante.

—Con toda honestidad, me horroricé cuando eso sucedió frente a ti —admitió


Carter.

—¿Por qué te importo que sucediera delante de mí? —preguntó Aiden.

Carter se pasó la mano por su cabello corto y sonrió. Qué espectáculo, pensó Aiden.

Él miró a Aiden con timidez.

—Estaba enamorado de ti en el instituto.

—Oh, ¿en serio? Bueno, ¿qué tal ahora? —le preguntó Aiden—. ¿Todavía estás
enamorado de mí?
Carter metió sus manos sudorosas en los bolsillos de sus jeans y dio un pequeño
paso atrás.

—No. No tengo tiempo para enamorarme de tipos que me dejan esperando.

Aiden se acercó a Carter, lo suficiente para oler el ponche de huevo en su aliento.

—Bueno, has esperado todos estos años, ¿no quieres reclamar tu premio? —Carter
sonrió y Aiden lo vio lamerse los labios—. Podría lamerlos por ti. —Carter se sonrojó y
desvió su mirada nerviosamente.

—Deberías probar el ponche de huevo. Es muy bueno —dijo Carter.

—¿Estás tratando de cambiar de tema? —le preguntó Aiden.

Carter se rio y le dio a Aiden su vaso. Aiden tomó un gran trago y puso una mueca.
Definitivamente había más licor que ponche de huevo en eso. Fortalecido por el coraje
del líquido, sugirió:

—Vamos arriba.

Carter asintió y siguió a Aiden por las escaleras.

El balcón del segundo piso daba a la sala de estar. No había nadie más ahí arriba, así
que les daba un poco más de privacidad. Los sonidos de los otros huéspedes riendo y
hablando abajo se escuchaban, haciendo eco en el techo alto. Carter tomó un sorbo de su
bebida y se apoyó en el balcón, mirando hacia abajo.

—Así que cuéntame más sobre este enamoramiento —dijo Aiden, mirándolo.

Carter sonrió y se ruborizó.

—Por favor, no me hagas hacer esto —suplicó.

—¡Ah, pero debes hacerlo! —insistió Aiden. Cada vez que los labios de Carter se
extendían lentamente en una sonrisa, no podía evitar preguntarse a qué sabían.

—Bueno, vi todas las obras que hiciste en el instituto —admitió finalmente Carter.

Aiden se sintió halagado.


—No puede ser.

—Sí.

—¿Cuál fue tu favorita? —preguntó.

Carter ni siquiera tuvo que pensarlo.

—Sueño de una noche de verano.

Esto sorprendió gratamente a Aiden.

—¿En serio? Fue mi favorita también, pero esperaba que dijeras Romeo y Julio.

—No. Tú moriste en Romeo y Julio. Esa fue la que menos me gustó.

Aiden puso su mano en su corazón. No quería nada más que besar a Carter en ese
momento, pero dudó. No quería asustarlo precipitando las cosas.

—¿Qué te hizo hacerlo? —preguntó Carter.

—¿Hacer qué? ¿Interpretar al Rey Titania? Quiero decir, ¿quién más podría haberlo
hecho? Tenía mi nombre escrito por todas partes —respondió Aiden como si fuera
obvio.

—No, eso no. ¿Qué te hizo tirarle la pizza a ese deportista? —preguntó Carter.

Aiden frunció el ceño.

—¿Qué más podría haber hecho? —preguntó confundido.

Carter se rio.

—Podrías no haber hecho nada como los demás.

Aiden sacudió la cabeza como si esa opción nunca se le hubiera ocurrido.

—No, estaba demasiado enfadado. No podía no hacer nada. No habría estado bien.

Intercambiaron miradas y Carter sonrió.


—Bueno, eso me causó una profunda impresión. Siempre me he preguntado cómo
podría pagarte.

Aiden sonrió con malicia.

—Se me ocurren algunas formas.

Carter sonrió y luego miró al techo y levantó las cejas. Aiden siguió su mirada para
ver una rama de muérdago colgando del techo. Ambos se inclinaron hacia adelante,
cerrando lentamente los ojos. Cuando los labios de Carter finalmente se encontraron con
los de Aiden, sus cuerpos suspiraron el uno contra el otro. Aiden podía sentir el anhelo
oculto de Carter detrás de sus suaves labios. Esto encendió su propia pasión, y le
devolvió el beso con ferocidad. Carter soltó un suave y bajo gemido desde el fondo de
su garganta pero se separó.

Ambos tuvieron que recuperar el aliento. Aiden miró a Carter directamente a los
ojos. Al diablo con la precaución. Deseaba demasiado a este hombre para esperar más
tiempo.

—Salgamos de aquí y veamos si podemos encontrar una forma de que me pagues.


Carter

Carter dejó que Aiden le sostuviera la mano mientras le llevaba abajo para unirse al
resto de la fiesta. Se sintió ligero como el aire, flotando detrás de Aiden como un globo.
No podía creer que le estaban tomado de la mano por primera vez entre todas las
personas, ¡y con Aiden! ¡Todo esto era tan surrealista! Sus manos se mantuvieron unidas
mientras pasaban por la cocina y Aiden robó una de las botellas de Baileys. No se
despidieron de nadie, sólo se deslizaron a través y fuera de la fiesta como un cuchillo
caliente a través de la mantequilla.

—Siempre he querido hacer esto —susurró Carter tan pronto como salieron,
empujando a Aiden contra la pared y besándolo. Se sintió tan vivo y en el momento,
saboreando la forma en que los labios de Aiden se sentían en los suyos, la forma en que
sus cuerpos se sentían enlazados juntos.

¿Cuántas veces se sentó entre el público de una de las obras de Aiden, imaginando
que era quien estaba en una escena romántica besándolo? Demasiado a menudo, sus
fantasías terminaban a solas en su dormitorio, laxo y jadeando con un calcetín pegajoso.
Tomó la cara de Aiden en sus manos para mirarlo. Quería recordar este momento,
recordar la forma en que lo miraba. ¡Carter no podía creer que fuera realmente Aiden
quien lo miraba así!

Carter miró los ojos color avellana de Aiden y deslizó sus manos detrás de su
espalda, acercando su cuerpo. Se frotaron uno contra el otro, las manos buscando y
acariciando. Aiden pasó sus manos sobre los fuertes brazos y espalda de Carter,
sintiendo los duros músculos a través de su suéter. Carter apretó a Aiden como si no
quisiera dejarlo ir nunca, inhalando el limpio y boscoso aroma de su piel y su cabello.
Se volvieron a besar, intensamente. Aiden deslizó su lengua en la boca de Carter, y
Carter tímidamente la exploró con la suya. Aiden gimió y deslizó su mano por la parte
delantera de los pantalones de Carter, agarrando y acariciando lo que ya estaba duro.
Carter jadeó, asombrado por lo que estaba ocurriendo. Necesitaba dejar de
sorprenderse, pero no podía evitarlo. El hombre, con quien había pasado más noches de
las que le gustaría contar fantaseando, ¡tenía la mano en sus pantalones! En ese
momento creía en los milagros, pero aun así agarró la mano de Aiden, deteniéndolo en
seco.

—Detente, me vas a hacer correr —advirtió.

Los ojos de Aiden brillaban con malicia. Le lamió el cuello a Carter y un escalofrío
recorrió le espina dorsal.

—Nada me gustaría más que hacerte correr —susurró Aiden al oído de Carter. La
sensación del cálido aliento de Aiden en el lóbulo de su oreja casi hizo que los ojos de
Carter se volvieran hacia atrás en su cabeza. Parecía disfrutar tentándolo sin parar, pero
también sonaba como si fuera en serio cada palabra que decía. Continuaron tomándose
de las manos mientras Carter arreglaba su erección con su mano libre. La mano libre de
Aiden recorría la pretina de los boxers de Carter, sintiendo las ondas que sólo una
estricta rutina de ejercicios militares podría crear.

—Voy a hacerte cumplir eso —advirtió Carter. Aiden se rio.

—Vamos —dijo, y empezaron a caminar de nuevo.

—¿A dónde vamos? —preguntó Carter.

—A la casa de mi amigo Jarec. Me quedo allí mientras me ocupo de su puesto en el


mercado navideño —explicó Aiden—. No está tan lejos de aquí, sólo unas pocas
manzanas más. Aiden levantó el brazo de Carter y lo envolvió alrededor de sus
hombros. Carter sonrió y miró hacia el cielo despejado, donde las estrellas les
tintineaban. La noche era fría, pero los dos tortolitos no se daban cuenta, calentados por
su pasión y el ponche de huevo que habían bebido. Ambos estaban excitados por el
potencial de la noche, todo lo que aún podía suceder.
Jarec vivía en una casa en las afueras del centro del pueblo. La pareja sólo se soltó
las manos para que Aiden pudiera abrir la puerta principal. Mientras este ponía la llave,
Carter lo abrazó por detrás, acariciándole el cuello con la nariz. Aiden giró la cabeza y se
besaron. Carter se estaba poniendo más duro cuanto más se presionaba contra su
espalda. Aiden abrió y empujó la puerta con sus labios todavía unidos a los de Carter. Se
dio vuelta para enfrentarlo, succionándole el labio inferior mientras deslizaba las manos
bajo su suéter de reno. Escasamente cerraron la puerta tras ellos antes de que empezaran
a quitarse la ropa.

Aiden parecía querer que Carter se quitara la camisa inmediatamente. Una vez que
sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, tiró de la horrible prenda sobre la cabeza de
Carter y dio un paso atrás para admirar su cuerpo.

—Guau —dijo Aiden, con asombro. Carter sonrió y envolvió cohibido los brazos
alrededor de su estómago, pero esto sólo hizo que sus bíceps fueran más pronunciados
—. Te ves increíble.

—Gracias —dijo Carter. En ese momento, intentó verse de la forma en que Aiden
probablemente lo veía. Su transformación era asombrosa, pero sentía que en el fondo
siempre sería ese huesudo friki de los ordenadores. Aiden acortó el espacio entre ellos.
Pasó sus manos por el pecho de Carter hasta que sus brazos se envolvieron alrededor de
su cuello. Plantó pequeños besos en su cara y cuello, y luego comenzó a bajar dejando
un rastro de besos. Carter dejó que su cabeza se cayera hacia atrás, disfrutando de la
sensación de los labios en su cuerpo. Aiden estaba desabrochando los pantalones de
Carter cuando su teléfono empezó a sonar en su bolsillo. Ambos escucharon mientras lo
dejaba sonar, pero luego quienquiera que fuera volvió a llamar. Aiden sacó el teléfono
de su bolsillo y revisó la pantalla.

Aiden se volvió hacia Carter.

—Aguanta ese impulso. Es Jarec. Seré rápido —le dijo de mala gana antes de poner
el teléfono en el altavoz.

—¿Hola?

—¿Aiden? ¡Un árbol cayó en mi puesto y se estrelló contra el techo! ¡Necesito que
vayas a revisar y hacer control de daños! —La voz de Jarec era frenética.
Aiden se tocó la cara.

—¡Tienes que estar bromeando!

—Ojalá fuera así, pero Colby lo vio con sus propios ojos desde su ventana —explicó
Jarec.

Entonces, ¿por qué no va Colby a comprobarlo?, pensó Carter, pero permaneció en


silencio.

—¿Puedo ir por la mañana? —preguntó, mirando el cuerpo sin camisa de Carter.

—¡No! Se supone que lloverá esta noche y si eso sucede, entonces todos mis
productos se mojarán y no podré venderlos. ¡Estaré arruinado! Entonces, ¿qué haré?
¡Necesito que vayas a ver ahora mismo! —Jarec estaba al borde de la histeria.

Aiden y Carter se quejaron. Lo último que Carter quería hacer era irse y
secretamente esperaba que Aiden le dijera a Jarec que no.

—Agh, vale, voy de camino. —Aiden puso los ojos en blanco antes de colgar.

Carter lo había estado observando atentamente todo el tiempo, percibiendo el


cambio en el ánimo de Aiden. Parecía tan decepcionado como se sentía él.

—Vale, pero cuando dices que hay que hacerlo, ¿te refieres a este momento? ¿O
dentro de veinte minutos? —preguntó Carter.

Aiden casi sonrió, pero luego su teléfono empezó a sonar de nuevo. El nombre de
Jarec apareció en la pantalla.

Carter se quejó.

—Vámonos.

Aiden asintió, conectando el altavoz del teléfono mientras seguía a Carter por la
puerta principal.

—Estoy saliendo de tu casa mientras hablamos —le aseguró a Jarec.


—Bien. Cuando llegues allí, necesito que tomes fotos de todo y me las envíes. Hazlo
lo antes posible —instó Jarec.

—Bueno, nosotros vamos caminando, así que dame unos diez minutos para llegar
allí.

—¿Nosotros? ¿Quiénes son nosotros? —preguntó Jarec. Carter y Aiden


intercambiaron una mirada mientras caminaban uno al lado del otro.

—Te lo diré más tarde.

—¡No estarás teniendo sexo con alguien en mi casa! —gritó Jarec tan fuerte que
Carter sintió vergüenza ajena por Aiden.

Aiden rápidamente quitó el altavoz del teléfono y susurró:

—¡No estábamos teniendo sexo! ¡Literalmente acabábamos de llegar cuando me


llamaste! —Aiden se pellizcó el puente de la nariz con frustración. Estaba callado
mientras escuchaba a Jarec. Carter le robó una mirada, tratando de no sonreír. Deseaba
poder escuchar lo que le estaba diciendo.

Aiden mordió su labio inferior pensativamente.

—Lo prometo.

Aiden metió su teléfono en su bolsillo. Carter se dio cuenta de lo mortificado que


parecía Aiden y le tomó la mano.

—Deberíamos follar en su casa de todos modos —bromeó Carter. Aiden lo miró con
malicia.

—Tenía los dedos cruzados cuando lo prometí.

Estaban pasando por el edificio de Colby ahora y podían ver el árbol de Navidad
gigante que se encontraba en el centro del mercado navideño. Entre los puestos había
árboles de Navidad más pequeños, de dos metros y medio de altura. Estaban decorados
con extensiones de luces, pero se apagaban cuando el mercado estaba cerrado. Los
puestos estaban hechos de madera, y la mayoría tenía grandes y pesados candados en
sus puertas. Carter y Aiden caminaron entre las silenciosas y cerradas casillas. El
mercado parecía pequeño y solitario por la noche.

Cuando llegaron al puesto de Jarec, vieron que un árbol había caído en el puesto
pero, afortunadamente, no se había abierto paso. Estaba apoyado contra las puertas,
haciendo imposible abrirlas. Tendrían que moverlo. Ahora que el ambiente estaba
arruinado, los dos hombres se dieron cuenta del frío que hacía y temblaron en sus
suéteres.

Al final del día, Carter se alegró de estar allí con Aiden. Además, les iba a costar a
ambos mover este árbol, que era largo y grueso. No iban a ser capaces de mantenerlo
erguido... eso tendría que ser un trabajo para otra persona. Alguien con una grúa. Todo
lo que podían hacer era quitarlo del puesto y tirarlo al suelo. Carter podía sentir a Aiden
mirándolo por el rabillo del ojo. El movimiento los hizo sudar a ambos, lo que causó que
el suéter de Carter se pegara a su cuerpo, delineando cada protuberancia.

Juntos, fueron capaces de empujar el árbol del puesto, y golpeó el suelo con un
ruido sordo, esparciendo agujas por todas partes. Aiden miró las palmas de sus manos
donde ya se estaban empezando a formar ampollas. Carter se acercó y le tomó las
manos en las suyas, besando lentamente cada una de las puntas de sus dedos. Fijaron
los ojos uno en el otro, y parecía que el mundo entero estaba en silencio. Estaban a
punto de abrazarse cuando el teléfono de Aiden comenzó a sonar una vez más. El
sonido resonó a través del aire silencioso de la noche, causando que ambos saltaran.
Carter asumió que debía ser Jarec. Aiden se apresuró a contestar el teléfono para poner
fin a su infernal sonido. Cuando vio el nombre en el teléfono, sus ojos se abrieron de par
en par.

—¡Es mi agente! —informó a Carter antes de contestar el teléfono. Para darle a


Aiden algo de privacidad, Carter se acercó al árbol que acababan de derribar e intentó
rodarlo fuera de la acera.

Mientras Aiden estaba al teléfono con su agente, Carter no pudo evitar pensar en la
promesa que este le había hecho a Jarec. No era como si hubiera planeado acostarse con
él, pero, ¡definitivamente le gustaba la idea! El frío no ayudaba pero Carter seguía
siendo optimista. Mientras miraba al cielo estrellado, creía que todo era posible. Al
recapitular el día, sonrió para sí. Cuando se despertó esa mañana, nunca se hubiera
imaginado que terminaría aquí con Aiden. Carter miró para ver a Aiden colgando el
teléfono con una sonrisa brillante. Guardó su teléfono y se acercó.

—¿Está todo bien? —preguntó Carter.

Aiden sonrió en respuesta.

—¡Mejor que bien! Justo era mi agente. Me ofrecieron un trabajo en un crucero.


Quería tanto este trabajo y me decepcioné mucho cuando no me contrataron, pero uno
de los otros artistas se retiró en el último minuto, ¡así que me van a dar el trabajo a mí!
—anunció Aiden, saltando de arriba a abajo con emoción. Viéndolo tan feliz, Carter no
pudo evitar sonreír con él. Su alegría era contagiosa, te hacía querer ser feliz también.
Esa era una de las razones por las que a Carter le gustaba tanto; estando cerca de él se
sentía bien.

—¡Felicidades, es increíble! —declaró Carter, abrazando a Aiden—. ¿Cuándo te vas?

—¡Mañana!
Aiden

Cuando Aiden le dijo a Carter que se iría mañana, notó que su cara cayó, aunque
sólo fuera por un segundo, antes de que pudiera forzar una sonrisa. Vio pequeñas nubes
salir de la boca de Carter cada vez que inhalaba. Su nariz y sus mejillas estaban rojas y
trataba de enmascarar el hecho de que estaba congelado.

—Voy a enviarle fotos a Jarec muy rápido y luego lo llamaré mientras caminamos
hacia los coches —dijo Aiden. Carter asintió y luego miró hacia otro lado. No pudo
evitar notar que la energía de Carter había cambiado, pero hacía demasiado frío para
pensar en ello. Sacó su teléfono y tomó algunas fotos del puesto y del árbol caído y se las
envió a Jarec.

—¿Dónde aparcaste? —le preguntó a Carter.

—Estoy estacionado justo al lado del edificio de Colby.

—Bien, he terminado aquí. Vamos —le dijo Aiden. Carter asintió y comenzaron a
caminar a paso ligero hacia la salida del mercado navideño. Aiden estaba a punto de
pulsar el icono de llamada junto al nombre de Jarec, ¡cuando él comenzó a llamarlo!

—Estaba a punto de llamarte —respondió Aiden.

—¡Muchas gracias, Aiden! Realmente aprecio que volvieras y te encargaras de eso


por mí —dijo Jarec. Sonaba como si estuviera de mejor humor ahora que sabía que su
puesto no había sido destruido.

Aiden sonrió y puso los ojos en blanco.


—No es que tuviera muchas opciones —respondió. Aiden se mordió el labio,
temiendo lo que iba a decir.

—¿Recuerdas el trabajo para el que hice la audición, el del crucero?

Hubo una pausa mientras Jarec pensaba en ello.

—Sí. ¿No te caíste durante la audición? —preguntó Jarec.

Aiden miró mal.

—Sí, y no conseguí el trabajo. Por eso pude venir y ayudar con el mercado navideño.
Pero mi agente acaba de llamar y me dijo que uno de los artistas se retiró y que el trabajo
es mío si lo quiero. —Hubo otra pausa más larga. Aiden podía sentir a Carter
escuchando en silencio y su estómago se tambaleaba. ¡No debería sentirse tan mal por
una oportunidad de trabajo!

—¿Bien? Entonces, ¿cuándo empezarías? —preguntó Jarec.

Aiden miró hacia el cielo y respiró profundamente.

—Mañana —dijo finalmente.

—¡¿Mañana?! —exclamó Jarec—. ¿Qué pasa con el mercado navideño? —Jarec fue
tan ruidoso que estaba seguro de que Carter podía oírlo. ¿Y eso era una sonrisa en la
cara de Carter?

—¿Estaba pensando que tal vez Colby podría hacerse cargo...? —preguntó Aiden. Se
sentía más intranquilo a cada momento. Escuchó a Jarec chasquear la lengua y luego
hubo silencio. Le tomó un par de minutos darse cuenta de que le había colgado. Le echó
un vistazo a Carter y vio que estaba sofocando la risa. Aiden lo miró con enojo.

—¿Qué es tan gracioso? —exigió.

Carter se encogió de hombros, pero tenía una mirada reivindicativa.

—Supongo que no soy el único que no quiere que te vayas.

Aiden se burló y cruzó los brazos sobre su pecho.


—¿Puedes sentarte en mi coche conmigo un rato? Quiero hablar contigo.

Carter asintió, con la cara en blanco.

—Seguro.

Cuando se acercaron al edificio de Colby, Aiden pudo ver su coche estacionado en la


esquina y presionó el botón de su llave para abrirlo. Tan pronto como estuvo en el coche,
inmediatamente encendió la calefacción a toda marcha. Carter ofreció una sonrisa
mientras miraba a Aiden frotarse las manos frías. Aiden le devolvió la sonrisa, pero fue
pequeña y hueca. Después de su conversación con Jarec, se sentía un poco irritado.

—Entonces, ¿no quieres que me vaya? —preguntó Aiden.

—¿Cuánto tiempo estarías fuera? —respondió Carter.

—Seis meses —respondió, pero luego añadió rápidamente—: Pero entonces estaría
en casa durante ocho semanas. —Aiden vio a Carter pensar en ello durante un minuto.

—Quiero decir, estabas tan emocionado por el trabajo, y honestamente odio que ya
no estés así de emocionado. Seis meses es mucho tiempo, pero estamos apenas
empezando a acercarnos, así que no tendría sentido que empezaras a cambiar tus planes
por mí. Si esto es lo que quieres, entonces deberías ir por ello. En última instancia,
quiero que seas feliz —le dijo Carter.

Aiden miró sus manos en su regazo.

—Pensé que esto era lo que quería, pero ahora no estoy tan seguro. Definitivamente
sería una gran oportunidad para trabajar en mi campo. No es el trabajo de mis sueños ni
mucho menos, pero definitivamente podría ser peor. He hecho cosas peores —admitió
Aiden. Luego suspiró—. Veo a todo el mundo a mí alrededor trabajando por sus sueños
y cuando no conseguí ninguna actuación para las festividades, fue un poco deprimente.
Ahora tengo esta oportunidad y...

—¿Y qué? —preguntó Carter, observando a Aiden expectante.

—Y creo que podría ser bueno para mí. Creo que debería aceptarlo —terminó
Aiden, mirando a Carter.
Esta respuesta pareció decepcionarlo, pero sonrió de todos modos.

—Bueno, entonces, apoyo tu decisión —dijo Carter. Fingió un bostezo y ambos


comprobaron la hora en el tablero. Era casi la una de la mañana—. Probablemente
ambos deberíamos ir a casa a descansar un poco.

Aiden no se lo creyó, pero de todas formas asintió.

—Te llamaré cuando me despierte —le dijo Aiden. Se dieron un beso de buenas
noches, pero sintió que Carter se estaba conteniendo. Tal vez Aiden también se estaba
conteniendo. Parecía que había una distancia creciente entre ellos que no sabía cómo
remediar.

—Buenas noches —dijo Carter.

—Buenas noches. —Aiden le dio una pequeña sonrisa y se despidió con la mano. El
aire frío se precipitó cuando Carter abrió la puerta para salir del coche.

Aiden se reclinó en el reposacabezas. ¡No le gustaba como se sentía ahora! ¡Debería


estar feliz! En menos de veinticuatro horas, estaría a bordo de un crucero camino a
King's Wharf, Bermudas.

Un jeep negro pasó por delante de su coche y, aunque Aiden no pudo ver al
conductor, algo le dijo que pertenecía a Carter. Observó el coche hasta que estuvo fuera
de la vista antes de salir de su lugar de estacionamiento.

La mente de Aiden se aceleraba mientras conducía. Encendió la radio para


distraerse. Eartha Kitt se oyó cantando “Santa Baby” y Aiden cantó tranquilamente. Se
imaginó cantando la sugerente canción a Carter y sonrió.

—Pero si me voy, no estaré aquí para Navidad —se recordó. De repente se sintió
miserable.

—¿Qué son estos sentimientos? —gritó. De alguna manera, había conducido hasta la
casa de sus padres sin siquiera saberlo. Sus padres seguramente estarían dormidos, pero
Aiden realmente necesitaba dormir en su propia cama esta noche. Las ventanas de la
gran casa colonial amarilla de dos pisos de su familia estaban todas oscuras excepto por
la luz de la cocina. Su madre solía dejar la luz del porche encendida si esperaba que uno
de sus hijos llegara tarde a casa, pero como no lo esperaba, el porche estaba oscuro.
Aiden era el más joven de tres, con dos hermanas mayores. Sus hermanas estaban
casadas y tenían hijos y ya no vivían en casa, así que cuando Aiden no estaba cerca, el
nido estaba vacío. A su padre no le importaba esto tanto como a su madre. Le encantaba
tener a sus hijos en casa, especialmente a su único hijo.

Aiden apagó su coche y salió, corriendo hacia la casa en el frío. El sol naciente hizo
que la casa amarilla pareciera brillante y alegre, y sintió que su humor mejoraba al
acercarse a ella. Su entusiasmo previo brillaba como una brasa encendida mientras
pensaba en cómo reaccionaría su madre a sus buenas noticias. Abrió la puerta principal
en silencio. La casa estaba caliente, así que entró y cerró rápidamente la puerta tras él
para que no entrara el frío. Mientras se daba la vuelta, la luz del vestíbulo se encendió.
Su madre estaba de pie con la mano en el interruptor de la luz, mirando a Aiden a través
de sus gafas. Era una mujer pequeña, y la camiseta y pantalones de pijama de su padre
la hacían parecer aún más pequeña. Llevaba el cabello recogido en una cola de caballo.

—¡Aidy! —dijo con una sonrisa, abriendo los brazos para abrazarlo. Tuvo que
ponerse de puntillas para besarlo en la mejilla—. ¡Oh, Dios mío, te estás congelando!
¿Dónde está tu abrigo?

Aiden sonrió radiante. Amaba mucho a su madre y estaba seguro de que ella era la
persona con la que debía hablar de todo lo que pasaba.

—Lo olvidé. Lo dejé en la casa de Jarec. ¿Qué haces levantada? —le preguntó. Se
dirigió a la cocina donde había estado bebiendo una taza de té y leyendo un libro en la
isla. Aiden recordó instantáneamente cuando estuvo bebiendo té con Jarec en su cocina.

—No podía dormir. ¿Qué te trae por aquí tan tarde? —le preguntó mientras se subía
a un taburete. Aiden se apoyó en la mesa frente a ella y se pasó una mano por la cara. De
repente se sintió cansado.

—Resulta que mi agente me llamó. ¿Recuerdas el trabajo con Empire Caribbean?

La cara de su madre se iluminó.

—¡Claro! ¡Estabas aprendiendo todas esas rutinas de baile para ello!

—Sí, entonces conseguí el trabajo, pero tendría que irme mañana.


Su madre frunció el ceño y ladeó la cabeza.

—¿Por cuánto tiempo? —preguntó.

Aiden se quejó de la terrible pregunta.

—Seis meses —respondió.

Los ojos de su madre se abrieron de par en par.

—Aiden, ¿qué pasa con la Navidad? —le exigió su madre. El estómago de Aiden se
retorció. Su madre nunca le llamaba Aiden—. Estaba esperando tener a todos en casa
para Navidad. ¿Qué hay del mercado navideño? ¿No te necesita Jarec? —Aiden sintió su
actitud agria. Su madre no estaba siendo muy comprensiva.

Aiden puso sus manos en sus caderas obstinadamente.

—Bueno, si hubiera conseguido el trabajo en primer lugar, no habría estado en casa


para Navidad de todos modos, y Jarec habría tenido que resolverlo.

—Pero no lo hiciste, y ahora tus obligaciones son diferentes.

—¿Lo son? —preguntó Aiden, desviando la mirada.

Su madre lo miró fijamente y cruzó los brazos sobre su pecho.

—Eso espero.

—Agh —se quejó Aiden, masajeando sus sienes con la punta de los dedos—. Tengo
mucho en lo que pensar.

La madre de Aiden se ablandó cuando vio lo estresado que se estaba poniendo. Se


levantó y se acercó, frotando su espalda en círculos.

—Confío en que tomarás la decisión correcta —le dijo. Aiden asintió y la besó en la
cabeza.

—Estoy cansado, voy a dormir un poco. Buenas noches, mamá.

—Buenas noches, Aidy. Te amo.


—Yo también te amo —dijo Aiden al salir de la cocina. Se dirigía arriba cuando
recibió un mensaje de Carter. Estaba lleno de temor. Como iba su noche, no esperaba
que Carter tuviera algo bueno que decir. Entró en su habitación y cerró la puerta. Fotos
suyas enmarcadas en diferentes obras de teatro a lo largo de los años colgaban en las
paredes.

Aiden se sentó en el borde de su cama y abrió el texto de Carter: “Hola Aiden. Odio la
forma en que dejamos las cosas. Sólo quería que supieras que me divertí mucho contigo esta
noche, y apoyo lo que te haga feliz. Me gustas mucho, y sé que todavía es muy pronto, pero quiero
que sepas que esto no es sólo una aventura para mí. Estaría dispuesto a hacer lo que sea para
pasar más tiempo contigo, incluso si eso significara dejarte en el aeropuerto mañana. Llámame
loco, pero si me lo dices, compraría un billete de crucero en cualquier momento y viajaría contigo.
No quiero perderte”.

Aiden sonrió y apretó el teléfono contra su corazón mientras caía de espaldas a la


cama. Sabía lo que tenía que hacer.
Carter

Esa noche, Carter soñó que estaba de vuelta en su antigua escuela secundaria.
Estaba en la cafetería, sentado en su vieja mesa. Un grupo de deportistas se acercaba, y
miró a uno de ellos. Era el que le había echado leche todos esos años atrás, y estaba a
punto de hacerlo de nuevo. Carter entró en pánico e intentó levantarse y correr, pero no
pudo moverse. La leche se derramó sobre su cabeza hasta que quedó completamente
empapado. Cuando miró al otro lado de la cafetería, Aiden no estaba allí.

Carter se despertó sobresaltado, limpiándose la leche imaginaria de su cara. Cuando


miró hacia abajo, sus brazos eran grandes y fuertes. Se tocó la cara y sintió la piel suave.
No llevaba gafas ni ortodoncia.

—¡Oh, gracias a Dios! —Carter respiró hondo. A pesar de que el sol brillaba con
fuerza a través de las persianas de su dormitorio, se sentía triste y vacío. Anoche, Aiden
no le había contestado, y le preocupaba haberlo asustado.

Se había ido a la cama preguntándose si quizás las cosas habrían sido mejores si
Aiden nunca lo hubiera defendido hace tantos años. El sueño del que acababa de
despertar tampoco le hizo sentir mejor. Cuando él lo defendió ese día, le devolvió su fe
en la humanidad. Si Aiden podía defender a un completo desconocido, entonces Carter
podía al menos defenderse a sí mismo. Después de ese día, nunca dejó que nadie lo
intimidara de nuevo. Querer ser valiente fue lo que lo inspiró a unirse al ejército.

Pero ahora Aiden se iba, y nada tenía sentido. Carter agarró su teléfono y se cubrió
la cabeza con sus fundas, bloqueando la luz. Cuando encendió la pantalla del teléfono,
tenía un mensaje de texto de Aiden.
Fue muy corto, considerando que fue en respuesta a que Carter abriera su corazón.
Todo lo que decía era: “¿Almuerzo? ¡Invito yo! ☺”. Esta no era la entusiasta profesión de
amor que esperaba.

Estaba cansado de la constante montaña rusa de emociones. Tal vez sería mejor si
dejara que Aiden se fuera. Tal vez ambos deberían seguir adelante. En vez de eso, le
respondió: “Claro, ¿a qué hora?”.

Aiden le envió un mensaje con el nombre de un restaurante y le dijo que se reuniera


con él allí a las once.

Carter se sentó en la cama y se estiró antes de ponerse las gafas. Se dio cuenta de
que la Navidad era en menos de un mes. Si se fuera en el crucero con Aiden, no estaría
en casa para eso. Incluso mientras estaba en el servicio activo en el ejército, había llegado
a casa para las fiestas. Esta sería la primera Navidad que no pasaría con sus padres. Era
hijo único; esto rompería sus corazones.

—Esto es una locura —se dijo Carter, sacudiendo la cabeza. Lo sabía, pero también
sabía que aun así se iría. Había querido a Aiden durante demasiado tiempo para dejarle
escapar de nuevo. ¡Esta podría ser su última oportunidad! Se duchó y se vistió.

Antes de salir de la casa se detuvo en la cocina, donde encontró a sus dos padres.
Para su sorpresa, su madre estaba preparando el desayuno para variar, y su padre fingía
no mirar ansiosamente desde la barra.

—Buenos días —dijo Carter. Ambos miraron hacia arriba desde lo que estaban
haciendo para sonreír a su hijo.

—¡Buenos días, cariño! Te ves bien. ¿Te vas a quedar a desayunar? —le preguntó su
madre.

—No, he quedado con un amigo para almorzar —les informó Carter.

—¿Quién, Ella? —preguntó su padre.

—No —respondió Carter, sin querer revelar más información. Este almuerzo
determinaría su próximo movimiento, pero hasta entonces, no había razón para
molestar a sus padres. Intercambiaron una mirada, y luego ambos le sonrieron.
—¿Esto es una cita? —preguntó su madre, sonriendo. Las cejas de Carter se
fruncieron con frustración.

—Los amo, chicos. Los veré cuando regrese —dijo Carter, girando en sus talones
para irse.

—Está bien, ¡diviértete! ¡Te amamos también! —le dijo su madre mientras se alejaba.

Una vez que estaba en su jeep, le envió un mensaje a Aiden diciendo que estaba en
camino. Con suerte este llegaría a tiempo hoy. El restaurante estaba a veinte minutos en
el siguiente pueblo, Wethersfield. Mientras conducía, se preocupó por el encuentro con
Aiden después de enviar ese arriesgado mensaje de texto.

Cuanto más se acercaba al restaurante, más nervioso se ponía, pero una vez que
llegó, no pudo evitar sonreír. Aiden había elegido un lugar de lujo frente al agua que
ofrecía asientos con calefacción al aire libre con vistas al río Connecticut. Era un lugar
romántico, lo que Carter tomó como una buena señal. Estacionó cerca de la entrada por
si tenía que hacer una escapada rápida.

Cuando entró en el restaurante, se impresionó por lo agradable que era. Los


muebles y los suelos estaban hechos de una madera brillante y oscura. Las paredes eran
blancas y reflejaban toda la luz natural que provenía de la pared sur, dominada por las
ventanas de suelo a techo. Pudo ver a Aiden sentado al lado de estas, de espaldas a él
mientras miraba el río. Carter fue recibido por un amable anfitrión que llevaba un
sombrero navideño.

—Hola, y bienvenido al River18. ¿Tiene una reserva? —preguntó el camarero,


mirando a Carter de arriba abajo con agrado.

Normalmente, Carter se habría sonrojado bajo la mirada del hombre, pero estaba
demasiado preocupado para notar que estaba siendo revisado.

—He quedado con alguien aquí. Puedo verlo cerca de las ventanas —dijo Carter,
señalando a Aiden.

Los ojos del camarero siguieron el dedo índice de Carter. Asintió y luego le sonrió.

18 Río.
—Por aquí.

Cuando Carter llegó a la mesa, Aiden levantó la mirada y le sonrió. Carter no quería
nada más que besarlo en ese momento, pero en vez de eso se quitó el abrigo y se sentó
frente a él. No pudo evitar devolverle a Aiden su sonrisa contagiosa, estaba realmente
feliz de verlo.

—Una bonita vista —señaló Carter.

—Tengo la mejor vista de la casa —dijo Aiden, mirando a Carter, quien sonrió y
puso los ojos en blanco.

Tomó su menú y lo revisó, aunque sólo fuera para hacer algo con sus manos
nerviosas.

—¿Ya has pedido? —preguntó Carter.

—No, estaba esperando a que llegaras.

—¿Has comido aquí antes? Todo en el menú se ve delicioso.

—No, Jarec me lo recomendó —respondió Aiden distraídamente. Carter lo miró


fijamente, confundido.

La última vez que lo vio, Jarec estaba tan enfadado con Aiden que le colgó, ¿ahora le
estaba dando recomendaciones de restaurantes?

—¿Así que Jarec y tú están bien de nuevo? —preguntó.

—Sí, estamos bien —respondió Aiden. Carter no quería presionar el tema, así que lo
dejó, pero seguía muy confundido—. ¿Sabes lo que quieres? —le preguntó Aiden.

La verdadera pregunta es, ¿lo haces tú? Pensó Carter, pero dijo en voz alta:

—El budín de pan de arce y salchichas me están llamando. ¿Y tu?

—Espera, no vi eso. Suena bien.

—¿No es así? Son tostadas francesas con jarabe de arce, salchichas y helado
derretido.
—Oh Dios mío, suena delicioso. Quiero eso.

Llegó un camarero e hicieron sus pedidos.

—Esperemos que esta cita termine mejor que la primera —dijo Carter, una vez que
estuvieron solos.

Aiden parecía sorprendido mientras tomaba un sorbo de su vaso de agua.

—¿No crees que las cosas terminaran bien anoche?

Carter respiró hondo. Esto era todo, su futuro con Aiden estaba a punto de
decidirse.

—No, no en particular —dijo, reuniendo todo su valor.

Los rasgos de Aiden se convirtieron en una expresión de preocupación.

—Bueno, mi noche terminó con ese hermoso texto tuyo. Me emocionó mucho.
¿Realmente tomarías un crucero por mí? —preguntó.

Carter se ruborizó.

—Por ti, Aiden, sí. Haría casi cualquier cosa —le dijo.

—No tienes que hacerlo.

—Bueno, ¿cuál es la alternativa? ¿Mirar cómo te vas? —Carter sintió que su tensión
subía. Aiden parecía confundido, lo que hizo que Carter sintiera lo mismo—. A menos
que no te sientas igual.

Aiden levantó la mirada, sorprendido.

—¡No, no es así en absoluto!

Carter sacudió la cabeza, pareciendo abatido. Su mente recordó el sueño que había
tenido en el avión de regreso a casa. Tal vez Aiden siempre lo vería como ese feo
perdedor.
—Sabía que todo esto era demasiado bueno para ser verdad. No tenías que
invitarme a un restaurante elegante para romper conmigo. Podrías haberme mandado
un mensaje de texto o evitarme como una persona normal.

Aiden extendió la mano a través de la mesa y la colocó encima de la de Carter.

—Carter, no estoy rompiendo nada. Me gustas mucho, y quiero seguir viéndote.


Nunca me he sentido así por nadie antes —suplicó Aiden.

Carter realmente quería creerle a Aiden. Las emociones estaban por las nubes, así
que cuando el camarero trajo su comida y bebida, ambos agradecieron la distracción. La
comida olía tan bien como parecía, y ambos empezaron a comer rápidamente. Todo lo
que se podía escuchar era el sonido de sus tenedores raspando sus platos.

Aiden tragó un bocado de comida y miró a Carter.

—Esta comida es deliciosa.

Carter tomó un sorbo de su bebida para bajar la comida, y asintió, sin saber qué
decir.

—Carter, ¿alguna vez has pensado que querías algo y cuando finalmente lo
consigues, te das cuenta de que ya no lo quieres porque lo que ya tienes es en realidad
mejor?

La mente de Carter recordó todas las noches que pasó viendo a Aiden en el
escenario del auditorio de la escuela, y aquí estaban en su segunda cita. Ahora que había
probado a Aiden, metafórica y literalmente, lo quería aún más. Frunció el ceño.

—No —respondió.

Aiden le sonrió.

—Hasta anoche, tampoco me había pasado a mí. Cuando no conseguí el trabajo para
el Empire Caribbean, quedé destrozado. Sentí que había fallado. Como si todos a mí
alrededor estuvieran obteniendo lo que querían excepto yo. Así que cuando mi agente
me llamó, sentí que me había ganado el derecho a ser egoísta. Pero cuando me enviaste
ese mensaje de texto anoche... bueno, me hizo darme cuenta de que era hora de dejar mi
ego a un lado y seguir a mi corazón.

Carter no estaba seguro acerca de hacia dónde iba esta conversación, pero se sentía
halagado de haber inspirado a Aiden y que estuviera siendo tan sincero con él. Carter se
aclaró la garganta.

—Cuando me dijiste que te ibas, me sentí como un niño al que le acababan de decir
que la Navidad se había cancelado. No quiero volver a sentirme así nunca más, y si eso
significa que tengo que ser honesto y franco acerca de mis sentimientos por ti, y que
tengo que seguirte por todo el mundo, entonces eso es lo que estoy dispuesto a hacer —
dijo Carter.

Aiden cerró los ojos y sacudió la cabeza.

—Nunca te pediría eso. Sé que nunca me pedirías que me quedara, y me encanta eso
de ti. Por eso he decidido hacerlo de todas formas. Esta mañana llamé a mi agente y le
dije que no aceptaré el trabajo.

Por un momento, Carter olvidó cómo respirar.


Aiden

La mirada en la cara de Carter cuando le dijo que se iba a quedar no tenía precio, y
le aseguró que había tomado la decisión correcta.

—¿Hablas en serio? —exigió Carter, dejando caer el tenedor sobre su plato con un
golpe, su mano tapó su boca con incredulidad.

—Mucho. No quiero estar lejos de ti, pero tampoco deberías dejar todo atrás. Sé que
no nos hemos visto mucho tiempo, pero... es difícil de describir... me siento diferente
cuando estoy cerca de ti, como si fuera una persona mejor. Nadie me ha hecho sentir así
antes. No arriesgaría lo que tenemos por nada. —La cara de Aiden se ruborizó. Nunca
había hablado con nadie de esta manera antes, pero le gustaba. Le encantaba quien era
con Carter. Carter se levantó y caminó alrededor de la pequeña mesa luchando contra
las lágrimas. Aiden tuvo que levantarse para abrazarlo, riéndose de lo sensible que era
—. ¿Estás llorando?

—¡No, tú estás llorando! —dijo Carter, ahuyentando las lágrimas antes de que
tuvieran oportunidad de caer. Los dos se sentaron y Carter trató de recomponerse—. Es
sólo que te he admirado durante tanto tiempo, y tenerte aquí conmigo ahora,
eligiéndome en lugar de tu trabajo soñado, me está estallando la cabeza. Casi no me lo
creo —explicó Carter. Aiden asintió, sintiendo que las lágrimas picaban en los rincones
de sus propios ojos. Los dos se inclinaron sobre la mesa, compartiendo un beso lleno de
esperanza y promesas de un nuevo amor.

—Voy a seguir llevando el puesto de Jarec en el mercado navideño por él, pero no
me voy a preocupar de eso hasta mañana. Hoy es todo para ti —dijo Aiden, cuando se
separaron.
Carter puso sus codos en la mesa y apoyó su cara en las palmas de sus manos,
mirando a Aiden con curiosidad.

—Entonces, ¿qué tienes planeado para nosotros a continuación? —le preguntó,


terminando el resto de su bebida. Se limpió la boca con la servilleta y la tiró en el plato
vacío.

—Bueno, he reservado una suite en la River Valley Inn19. ¿Has estado allí antes?

—¡No! —Carter se rio incrédulo,

—¡Es hermosa, te va a encantar! —exclamó Aiden, tomando un sorbo de su bebida


—. Mi hermana mayor, Bethany, se casó allí, y desde entonces siempre he querido
quedarme allí. Una vez que estés listo para irte, podemos prepararnos para nuestra
velada romántica.

—Me gusta cómo suena eso —reflexionó Carter.

El camarero regresó, luciendo decepcionado al ver a los dos hombres tomados de la


mano en la mesa, y Aiden le pidió la cuenta. Una vez que se fue, Aiden se inclinó sobre
la mesa para besar a Carter de nuevo, sin poder resistirse a él.

—Sólo intento mostrarte lo mucho que significas para mí —explicó Aiden.

Carter sonrió, mirando a Aiden con cariño.

—Tendré que ir a casa a preparar una bolsa de viaje —le informó Carter. Acordaron
reunirse en la posada en una hora. Eso le daba tiempo a Aiden para prepararse.

Los dos se levantaron y se abrazaron. Se sentía bien estar en los brazos de Carter.
Aiden podía sentir a la gente mirándolos, pero no le importó. ¡Déjalos que miren! Si
pudieran ver lo que había planeado para ellos esa tarde, estarían tomando notas
también.

Mientras Carter se fue a casa a recoger sus cosas, Aiden se dirigió a la posada para
instalarse. Nunca había hecho todo esto por nadie antes, pero confiaba en que Carter
apreciaría su esfuerzo. La posada era un edificio colonial histórico en la orilla del río

19 Posada del valle del río.


Connecticut. Detrás de la posada había un jardín encantador, cubierto de escarcha
blanca. Su suite tenía una cama tamaño king, una chimenea, un baño con una enorme
bañera y un balcón privado.

Cuando Carter llegó una hora más tarde, Aiden lo saludó en la puerta de su suite
con una rosa roja y un vaso de vino tinto. Un fuego cálido ardía en la chimenea,
manteniendo la habitación agradable y calentita. Los pétalos de rosa estaban esparcidos
por el piso que conducía de la puerta a la cama, donde más pétalos habían sido
meticulosamente dispuestos en forma de corazón. La habitación estaba oscura excepto
por el suave resplandor de la chimenea y las velas que Aiden había colocado por todo el
lugar.

—Aiden, esto es hermoso —dijo Carter entusiasmado. Parecía que estaba a punto de
llorar otra vez, y Aiden se sintió orgulloso. Su gesto romántico estaba funcionando
exactamente como esperaba.

Aiden levantó su copa para brindar.

—Por nosotros —declaró. Carter levantó su copa para chocar la de Aiden, y ambos
tomaron un sorbo de su vino.

En el baño, un dosel blanco transparente enmarcaba la gran bañera. Estaba llena de


agua caliente con aroma a rosas y burbujas. Más velas y pétalos de rosa decoraban los
bordes de la bañera y el suelo del baño. Carter le quitó el vaso de Aiden de las manos y
puso ambos sobre una mesa. Tomó la cara de Aiden entre sus manos, atrayéndolo para
un profundo y lento beso.

—Gracias —dijo, besándolo de nuevo.

Aiden sonrió con satisfacción. Deslizó sus manos bajo la camisa de Carter, sólo para
sentir su suave piel sin impedimentos mientras lo besaba en las mejillas, en la
mandíbula, y luego bajaba hasta el cuello. Levantó la camiseta de Carter y la pasó sobre
su cabeza, tirándola al suelo. Subió las manos por sus abdominales hasta su pecho,
besando su clavícula y mordiéndole suavemente los pezones.

—Eres tan hermoso —murmuró Aiden en la piel de Carter.


Carter enterró su cara en el cabello de Aiden mientras se acariciaban, saboreando
cada momento. Mientras se quitaban la ropa, se besaban y tocaban cada parte del
cuerpo del otro. Cuando Aiden finalmente vio a Carter completamente desnudo por
primera vez, quedó asombrado. Al igual que sus brazos, las piernas de Carter eran
gruesas y musculosas. Su trasero era apretado y redondo, y su grueso miembro ya
estaba rígido, tensándose ansiosamente en la dirección de Aiden.

Aiden se metió en la bañera primero, dejando que el agua lo cubriera hasta su


pecho. Vio a Carter entrar y pensó en lo delicioso que se veía. Decidió que quería
probarlo. Aiden impidió que se sentara y se puso de rodillas delante de él. Sin aviso, se
lo llevó a la boca. Carter gimió, casi perdiendo el equilibrio de pie en la bañera
resbaladiza. Movió sus manos a la parte posterior de la cabeza de Aiden, enterrando los
fuertes dedos en su cabello.

Aiden miró a los ojos de Carter mientras lo llevaba más al fondo de su boca, su nariz
ahora tocaba el abdomen de Carter. Sorbió y chupó mientras Carter le agarraba la
cabeza, presionando la ingle contra su cara. Aiden escuchó la respiración entrecortada
de Carter y supo que estaba a punto de correrse, y lo soltó. Carter tuvo que tomarse un
momento para recuperar el aliento. Se dejó caer, acunando la cara de Aiden en sus
manos, y lo besó con hambre. Mientras se besaban, el agua se deslizó perezosamente
contra las paredes de la bañera.

Carter se dio la vuelta y se recostó contra el pecho de Aiden. Aiden pudo sentir el
corazón de Carter latiendo salvajemente, y le rodeó con los brazos, descansando las
manos en sus pectorales musculosos. Se imaginó todas las cosas que había soñado para
sí mismo, las metas que esperaba lograr. Sólo que esta vez, cuando se imaginó
alcanzándolas, Carter estaba allí a su lado. Le acarició el cuello mientras él le acariciaba
los dedos.

—Te quiero dentro de mí —ronroneó Aiden en el oído de Carter mientras se


deslizaba por debajo de él.

Aiden se movió desde atrás de Carter para sentarse en su regazo, el agua aceitada
hacia brillar su piel. Carter agarró un condón del rincón y lo abrió, deslizándolo sobre su
dura longitud. Aiden tomó el control y lo guio hacia su apertura, burlándose del hombre
guapo al permitirle insertar solo la punta antes de dejarlo adentrarse completamente.
—¡Ah! —exclamó Aiden mientras Carter lo llenaba.

Ambos dejaron salir respiraciones que ni siquiera sabían que estaban conteniendo.
Carter acarició la espalda de Aiden y este se inclinó hacia él mientras apretaba las
caderas contra el. Las manos de Carter se dirigieron hacia abajo, agarrando la cintura de
Aiden para sujetarlo. Carter se incorporó, levantando a Aiden mientras lo inclinaba
sobre el borde de la bañera. Aiden gritó, frotando sus manos sobre su propio cuerpo en
éxtasis. Se tomó en su mano y se acarició, queriendo correrse, pero no así. A nadie le
permitía acabar hasta que él lo dijera.

Se alzó, saliéndose de Carter.

—Ve a acostarte boca abajo en la cama —ordenó Aiden roncamente.

Carter salió de la bañera. Aiden le palmeó el culo, viendo como la suave carne se
movia. Carter miró por encima de su hombro y le sonrió. Se inclinó seductoramente,
agarrando un par de toallas del calentador. Aiden se sentó, disfrutando del reluciente
físico de Carter. Se puso de pie cuando le entregó una de las toallas. Se envolvieron las
toallas calientes alrededor de la cintura mientras salían del baño.

Carter hizo lo que le dijeron y se acostó en la cama, su cuerpo dorado a la luz de las
velas. Aiden frotó aceite de coco entre sus palmas y las frotó por la espalda de Carter
hasta sus hombros.

Estaba duro, sentado sobre el trasero desnudo de Carter, sus manos masajeando el
aceite en los gruesos músculos.

Se inclinó hacia adelante y dio un suave beso en la nuca de Carter. Carter se dio la
vuelta sobre su espalda mientras que Aiden se puso a horcajadas sobre él. Pasó sus
grandes manos por el estómago tenso de Aiden.

Al principio se besaron, suave y dulcemente, pero a medida que sus cuerpos se


entrelazaban, sus besos se llenaron de un ferviente anhelo. Carter besó a Aiden como si
este tuviera todo el oxígeno del mundo entre sus labios.

Aiden alcanzó la mesa de noche y sacó otro condón. Carter lo agarró de su mano, lo
abrió con los dientes, y lo deslizó lentamente a lo largo de la dureza de Aiden. Entonces
Aiden se recostó sobre Carter, besándolo mientras sus manos buscaban y se guiaban
entre las piernas de este. Carter estaba apretado y resbaladizo. No estaba seguro de que
pudiera entrar. No quería herirlo, así que se deslizó adentro lentamente, besándolo
tiernamente, sus lenguas acariciándose. Sus jadeos y suspiros se mezclaron con el
sensual canto de la música de saxofón de fondo. Aiden se tomó su tiempo, deslizándose
en su interior completamente, y entonces volvía a salir en largos y lentos golpes
mientras Carter gemía, agarrándole la espalda. Cuando Aiden aceleró el ritmo, el agarre
de Carter se convirtió en arañazos, sus uñas rasguñándole la espalda.

La agresión excitó a Aiden, y gruñó, agarrando las manos de Carter y sujetándolas a


la cama, con los dedos entrelazados. Sus besos se volvieron más descuidados y húmedos
a medida que aumentaba su pasión.

Aiden se retiró de repente y giró a Carter sobre de rodillas, tomándolo por sorpresa.
Una vez más, se deslizó lentamente, pero esta vez más profundo. Aiden gimió, sintiendo
que se ponía incluso más duro. Llevó la mano alrededor de la cintura de Carter,
encontrándolo con la misma dureza, su pene húmedo de pre-semen. Aiden lo acarició,
su mano se mojó y se puso pegajosa. El sudor brillaba en la espalda de Carter. Aiden
agarró la garganta de Carter, empujándose en su interior con rudeza. Se inclinó y
susurró:

—Córrete para mí.

—¡Aiden! —gritó Carter, mientras se corría por toda la mano de Aiden. Aiden
gimió, llevando una mano al trasero de Carter, la otra todavía envuelta alrededor de su
garganta mientras bombeaba profundamente en él.

—¡Carter! —jadeó Aiden mientras estallaba profundamente dentro de él. Ambos se


desplomaron sobre la cama, jadeando y respirando con dificultad. Estaban nariz con
nariz, el sudor goteaba de sus caras. Los ojos cansados de Carter miraron a Aiden con
deseo. Se acercó tímidamente y lo besó suavemente en los labios. Aiden miró fijamente a
Carter, tomando la distinguida inclinación de la línea de su mandíbula y la forma en que
sus labios carnosos se fruncieron antes de revelar la sonrisa más deslumbrante. Su suave
mirada castaña calentó a Aiden desde el interior.

—Creo que me estoy enamorando de ti —dijo Aiden, su voz ahogada por las
maravillosas secuelas de su relación sexual.
Carter besó a Aiden y se acurrucó junto a él.

—Podemos enamorarnos juntos. —Desnudos, con sus cuerpos entrelazados, la


pareja se durmió. Afuera, comenzó a nevar.
Aiden y Carter

—La estrella tiene que estar aquí en alguna parte —murmuró Aiden para sí—.
¡Recuerdo claramente haberla comprado! —La mano de Aiden buscó a ciegas en el
interior de la caja de cartón. Sus dedos sintieron adornos sobrantes, espumillón y
guirnaldas de luz, pero ninguna estrella. Aiden se puso de puntillas, metiéndose más
profundamente en la caja.

De repente, el silencio de la habitación fue interrumpido por su teléfono sonando en


su bolsillo. Aiden chilló y saltó, derribando el taburete bajo sus pies.

—¡No otra vez! —gritó mientras sujetaba la caja como apoyo, solo para que se
cayera con él. Se preparó para golpear el piso de madera, pero en lugar de golpear el
suelo como lo había hecho en la casa de Jarec, sintió que unas manos fuertes lo
agarraban por detrás.

Aiden se reclinó en el firme cojín del poderoso pecho y brazos de Carter y dejó
escapar un suspiro de alivio. Se dio la vuelta en sus brazos para mirarle, envolviendo
sus brazos alrededor del cuello de Carter. Aiden lo besó en los labios.

—¡Mi héroe!

Los artículos dentro de la caja llovieron detrás de ellos, cayendo al suelo.

—¡Hey, ahí está la estrella!

Aiden exclamó mientras se inclinaba y la recogía.


Carter vio cómo el rostro de Aiden se iluminaba al ver la estrella y se sintió bien por
dentro. Siempre que estaba con él, se sentía plenamente en casa. Esto había hecho que
buscaran un lugar juntos.

No se sentían cómodos merodeando por las casas de sus padres y estaban cansados
de tener que reunirse en hoteles. La pareja decidió llevar su relación al siguiente nivel
mudándose a un lindo bungaló20.

El teléfono de Aiden comenzó a sonar de nuevo, y esta vez lo sacó y respondió. ¡Era
su agente!

—¿Hola? —respondió Aiden tentativamente. La última vez que había hablado con
su agente fue cuando le dijo que no iba a aceptar el puesto de Empire Caribbean.

Carter le tendió la mano y Aiden le entregó la estrella. Salió de la habitación para


darle a Aiden algo de privacidad.

Afuera, la nieve caía silenciosamente, cubriendo el paisaje nocturno. Carter sonrió


ante la idea de que una blanca Navidad fuera la primera festividad que celebrarían en
su nuevo hogar. Carter y Aiden habían pasado todo el día decorando y envolviendo
regalos. Mañana, todos sus amigos y familiares vendrían para celebrar el día de
Navidad con ellos. Colocó la estrella encima del árbol y se apartó para admirarla.

Ahora lucía perfecto.

—¡Carter! —gritó Aiden mientras salía corriendo de la habitación con su teléfono


todavía en la mano—. La obra Angels in America se presentará en el State Theater
durante doce semanas —gritó Aiden—, ¡y acabo de ser elegido como uno de los
personajes principales! —Aiden estaba temblando de emoción.

—¡Guau, Aiden, eso es fabuloso! ¡Esta es una gran noticia! ¡Felicidades! —vitoreó
Carter, aplaudiendo con entusiasmo.

Aiden se recompuso y se secó una lágrima.

20 es.wikipedia.org/wiki/Bungaló
—Esta es una gran oportunidad y puede traerme más trabajo. ¡Esta podría ser mi
gran oportunidad! No puedo creer que todo esto esté sucediendo. ¡Estoy tan feliz!

Carter abrió los brazos y lo envolvió con ellos, abrazándolo contra su pecho.

—He querido esto durante tanto tiempo —continuó Aiden.

—Te lo mereces —le dijo Carter.

—Este es el mejor regalo de Navidad de todos los tiempos.

Carter frunció el ceño.

—Bueno, todavía no has visto lo que te compré, así que todavía es demasiado
pronto para decirlo.

—No sé, ser el protagonista de una obra va a ser difícil de superar. —Aiden miró
hacia el árbol—. ¡Oh, la estrella se ve tan bien!

Carter dejó caer los brazos y se desplomó en el sofá. Recogió su portátil con
indiferencia, pero todavía estaba pensando en las noticias de Aiden.

—Entonces, ¿dónde vas a ensayar para la obra? —preguntó. No pudo evitar sentirse
un poco nervioso. ¿Y si Aiden necesitaba irse? Decidió en ese mismo momento que si
este tenía que irse, lo apoyaría y alentaría.

—Estaremos ensayando en el centro, así que no tienes que preocuparte —le aseguró
Aiden.

Carter se burló y agitó la mano.

—No estaba preocupado.

Aiden no parecía convencido. Se unió a Carter en el sofá, acurrucándose junto a él.


En la pantalla del ordenador de Carter, un pequeño personaje masculino en 3D que
empuñaba una espada corría por un bosque.

—¡Oh, Dios mío, esto está quedando increíble! —dijo Aiden efusivamente.
—Si. Ella y yo nos reuniremos con Pineapple la próxima semana para hablar sobre
su lanzamiento en su tienda de videojuegos.

Carter dijo.

—¡Oye, ese soy yo! —espetó Aiden, señalando la pantalla. Carter sonrió—. ¿Me
convertiste en un personaje de tu juego?

Carter asintió. Ambos vieron como Carter hacía que el personaje de Aiden alcanzara
a otro personaje.

—¡Ese eres tú! —Los dos personajes comenzaron a besarse—. Supongo que este
juego no es para menores de 13 años.

Carter dejó su ordenador portátil en la mesa de café y sentó a Aiden en su regazo.


Aiden apoyó la cabeza en el pecho de Carter.

—No puedo creer que realmente estemos viviendo juntos —murmuró.

—Todo esto ha sido un sueño hecho realidad. —Carter asintió de acuerdo. Levantó
el rostro de Aiden por la barbilla y lo besó.

—Si es un sueño, espero no despertar nunca.

—Está bien, está bien, ¡es hora de dormir! ¿Dejaste fuera la leche y las galletas? Santa
estará aquí pronto —dijo Carter.

Aiden señaló el asiento de la ventana donde esperaba un plato de galletas de azúcar


caseras navideñas y un vaso de leche. Bostezó y se desperezó. Estuvieron trabajando
duro todo el día para asegurar que todo estuviera bien para el día siguiente, y estaba
exhausto. Se acurrucó junto a Carter y lo miró con ojos saltones.

—¿Me llevas a la cama? —preguntó, haciendo pucheros.

Carter gimió mientras levantaba a Aiden del sofá. Lo llevó a su dormitorio y lo


arrojó en la cama.
—¡Oye! —se quejó Aiden. Carter se arrojó sobre la cama a su lado. Rodó sobre su
espalda y tiró de Aiden sobre su pecho. Carter bostezó. Apenas podía mantener los ojos
abiertos.

—Esta es mi canción favorita —susurró Aiden mientras escuchaba los latidos del
corazón de Carter. Carter lo besó en la frente. Sus dedos bailaron uno alrededor del otro
mientras cerraban los ojos.

—Te amo —murmuró Carter.

—Yo también te amo —le dijo Aiden. Se besaron somnolientos y se desearon buenas
noches.

A la mañana siguiente, Carter se despertó temprano como lo había hecho cada


Navidad desde que era un niño. Se sentó y se desperezó, emocionado ante el
pensamiento de que realmente Papá Noel se hubiera detenido la noche anterior. Y
cuando volvió la mirada hacia su amante dormido, sintió como si uno de sus mayores
regalos hubiera llegado temprano. Aiden se veía tan tranquilo, con una pequeña sonrisa
en su rostro, y Carter esperaba que estuviera teniendo dulces sueños.

Silenciosamente se levantó de la cama, con cuidado de no molestarlo. Aunque era


Navidad, aún quedaba mucho por hacer. Muy pronto, su nuevo hogar estaría lleno de
invitados, y Carter sabía que Aiden quería que todo fuera perfecto. Primero lo primero,
necesitaba terminar de instalar la cortina en el baño.

Aiden había atornillado con éxito el gancho, por lo que todo lo que quedaba por
hacer era colgar la cortina.

Carter terminó en el baño y se dirigió a la cocina para preparar el desayuno.

No era un gran chef. En la casa de sus padres, su padre solía cocinar mientras su
madre y él miraban. Siendo hijo único, sus padres siempre habían hecho que todo fuera
especial para él. Carter sabía lo importante que era la Navidad para Aiden, por lo que
quería que fuera lo más especial posible. Había encontrado una receta en internet para
lo que quería hacer y la siguió exactamente para descartar cualquier posibilidad de
error.
Normalmente se contentaría con un tazón de cereales, pero eso no sería suficiente
para la primera Navidad viviendo en pareja. Carter había decidido cocinar crepes con
un relleno de crema de queso dulce, cubiertos con mermelada de fresa casera. Cuando
terminó, les roció azúcar en polvo. Se veían demasiado buenos para comer. Aparte, hizo
huevos revueltos con queso; para aquellos no necesitaba una receta. Cuando terminó,
pusó todo en una bandeja junto con una jarra de sidra especiada. Carter caminó
lentamente de regreso a la habitación. Dejó la bandeja en la mesa de noche junto a Aiden
y luego abrió las cortinas y las persianas para dejar entrar la luz natural.

Había empezado a nevar de nuevo, y el césped delantero parecía el país de las


maravillas blanco. Carter saltó en la planta de sus pies con entusiasmo. Apenas podía
contener su alegría.

—Feliz Navidad, bebé —dijo Aiden, sentándose en la cama, frotándose los ojos.

—Feliz Navidad, dormilón. —Carter volvió a meterse en la cama junto a él y se


besaron.

—¿Preparaste el desayuno? ¡Que adorable! ¡Gracias bebé! —Aiden besó a Carter en


la mejilla. Los dos desayunaron mientras planeaban su día. Después, decidieron que
empezarían a cocinar la comida de Navidad temprano. Luego se ducharon juntos y se
vistieron.

Aiden estaba poniendo el álbum Merry Christmas de Mariah Carey cuando alguien
llamó a la puerta.

Las mariposas revoloteaban en su estómago. Nunca habían tenido la oportunidad


de celebrar una fiesta de inauguración. Como este era el primer evento que organizaban
en su nueva casa, ambos estaban nerviosos. Carter se adelantó a Aiden hacia la puerta y
la abrió, dejando entrar a sus padres. La mamá de Carter llevaba una caja que contenía
su famosa tarta de Navidad blanca, y su papá entró vestido con un disfraz de Santa
Claus con una bolsa de regalos.

Carter abrazó y besó a su madre, y Aiden también se acercó a saludarlos. Estaba a


punto de cerrar la puerta detrás de ellos, cuando vio el coche de los padres de Aiden
estacionando en el camino de entrada, seguido por Jarec, Colby y Ella. Todos vinieron
con regalos. No había suficiente espacio debajo del árbol de Navidad para todos los
regalos, pero había espacio más que suficiente en la casa para todo el amor.

Había comida en abundancia y todos llenaron sus platos con lonchas de jamón
glaseado, batatas confitadas, macarrones con queso al horno, pavo, salsa de arándanos,
bizcochos y puré de papas; Aiden y Carter habían trabajado como esclavos en la cocina
todo el día preparando un buffet para todos. Definitivamente habría suficientes sobras
para que les alcanzaran hasta el Año Nuevo. Para beber, había ponche de huevo, sidra,
cócteles y ponche navideño.

Aiden estaba comiendo un pedazo de tarta de Navidad de la mamá de Carter


cuando miró hacia arriba y vio a Carter riendo con su papá. Carter sintió que Aiden lo
miraba y levantó la vista, sus ojos brillaban con deleite.

—Te amo —le articuló con los labios.

—¡Oh, ustedes son tan lindos! —dijo Ella cuando lo vio.

—¿Vamos a abrir regalos o qué? —preguntó Jarec.

Carter se levantó y recuperó un gran regalo plano y rectangular de debajo del árbol
y se lo entregó a Aiden.

—Abre este primero —le dijo.

Aiden sonrió con curiosidad mientras desenvolvía el regalo. Cuando vio lo que era,
suspiró, las lágrimas brotaron de sus ojos. Era una fotografía ampliada y enmarcada de
un Aiden de noveno grado en el escenario de su antigua escuela secundaria vestido
como el Grinch.

—¡Había olvidado por completo que estuve en ¡Cómo el Grinch robó la Navidad!!

—Fue la primera obra en la que te vi. Siempre supe que serías una estrella —le dijo
Carter.

Aiden se secó las lágrimas de felicidad de sus mejillas y se puso de pie para abrazar
y besar a Carter. Todos vitorearon y exclamaron.
—¡Buscad una habitación! —gritó Colby. Aiden se rio y se apartaron para que Aiden
pudiera tomar el regalo que le había buscado para Carter de debajo del árbol. La caja de
regalo de Aiden era más pequeña que la de Carter, pero también rectangular y plana.
Carter desenvolvió su regalo para revelar una imagen brillante de un cielo nocturno
estrellado. Debajo de la imagen, la leyenda decía:

El Cielo Nocturno

19 de diciembre de 2010

Academia Farmington, Farmington, CT 06030 EE. UU.

Carter parecía confundido, al igual que todos los demás en la habitación, pero Aiden
lucía complacido consigo mismo.

—Es un mapa del cielo el día que nos vimos por primera vez en la cafetería —
explicó Aiden. Carter se quedó boquiabierto. No podía creerlo—. Si soy una estrella,
entonces tú eres mi cielo nocturno. —Se volvieron a besar para pesar de Colby y ante el
aplauso del resto de familiares y amigos. Tenerse el uno al otro y tener a sus seres
queridos allí con ellos fue el mejor regalo que pudieron haber recibido esa Navidad.
Epílogo

Las luces parpadearon mientras los fotógrafos tomaban fotografías de las estrellas
en ascenso, y Aiden estaba al frente y en el centro.

Posó frente a las cámaras con una amplia sonrisa. Su piel estaba recién bronceada,
sus dientes estaban recién blanqueados y se sentía tan fabuloso como parecía. Este era
su momento y se lo había ganado. Merecía estar en esta alfombra roja. La obra en la que
trabajaba había sido elegida por una importante cadena de televisión para adaptarla a
un programa. Los productores quedaron tan impresionados con la actuación de Aiden
que le pidieron que la protagonizara. Hasta ahora, su contrato era solo por una
temporada, pero confiaba en que incluso si el programa fuera cancelado, esto le
brindaría más oportunidades. ¡Era solo ascenso desde aquí!

Recordó cómo apenas podía conseguir un trabajo de actuación en un crucero, ¡y


ahora era la estrella de su propio programa! Su rostro cubría todas las promociones del
programa, las escenas que había hecho se convirtieron en comerciales, ¡incluso era un
meme! Finalmente había logrado el éxito de sus sueños. Ahora estaba disfrutando de
eso. Había llegado tan lejos y tenía a Carter a su lado en cada paso del camino.

Carter era el que se quedaba despierto hasta tarde con él ensayando sus líneas.
Carter era el que mantenía la casa cuando él estaba fuera trabajando horas extras día tras
día. Era su mayor admirador y sabía que Aiden sería una estrella desde el principio.
Aiden dio un pequeño giro y les hizo a todos un pequeño gesto por encima del hombro
antes de lanzar un beso a las cámaras. Se despidió de las cámaras antes decir hacia
donde Carter esperaba pacientemente.

Carter no se sentía tan cómodo frente a las cámaras como Aiden, pero como era su
pareja, había tenido que caminar por la alfombra roja con él. Habían pasado semanas
preparándose para este estreno, comprando la ropa perfecta, haciéndose manicuras,
pedicuras y cortes de pelo. Carter no estaba acostumbrado a todos estos arreglos, pero
tenía que admitir que le gustaba cómo se veía. Y mientras observaba a Aiden posar y
sonreír para las cámaras, no pudo evitar sentirse orgulloso de su hombre.

Carter tomó la mano de Aiden en la suya, y Aiden pensó que iban a comenzar a
entrar para ver el estreno. En cambio, Carter se dejó caer sobre una rodilla. Los ojos de
Aiden se agrandaron. No quería sacar conclusiones apresuradas, pero solo había una
razón por la que haría esto... Carter miró a los ojos de Aiden, sonriendo nerviosamente.
La mano libre de Aiden revoloteó hacia su pecho. Temía desmayarse.

Carter tragó saliva y se le secó la boca de repente. Había reunido suficiente coraje
para llegar a este punto, sería una lástima si no pudiera reunir suficiente saliva para
pronunciar las palabras. Los corazones de ambos palpitaron con anticipación, sus
estómagos se llenaron de mariposas. Los fotógrafos habían seguido adelante una vez
que Aiden se alejó, pero cuando vieron a Carter en su rodilla, volvieron su atención a la
pareja y ¡comenzaron a tomar fotos de ambos! Carter ni siquiera notó las cámaras. Solo
tenía ojos para Aiden.

—Aiden, verte convertirte en el hombre que eres hoy ha sido mi mayor bendición.
Usaría mi último aliento para animarte porque tu alegría es mía. Nada me encantaría
más que pasar mi vida manteniendo esa sonrisa en tu rostro. Entonces, te pido que me
des el honor de ser mi esposo.

Aiden había dejado de respirar y no sabía cómo estaba vivo, y mucho menos de pie.
Estaba abrumado por las emociones. No pudo hacer nada más que quedarse allí,
sosteniendo las manos de Carter y, de vez en cuando, recordar que necesitaba inhalar y
exhalar. Carter metió la mano en el bolsillo interior de su chaqueta y sacó una caja negra
de anillos.

Aiden jadeó, su mano fue desde su pecho hasta su boca.

—¡Oh, Carter! —gritó a través de sus dedos.

Los fotógrafos estaban tomando fotos como locos. Aiden y Carter mantuvieron sus
ojos fijos el uno en el otro, parpadeando para contener las lágrimas. Abrió la caja del
anillo y reveló un anillo de oro con incrustaciones de diamantes que brillaba y
centelleaba a la luz.
—¿Te casarías conmigo? —preguntó Carter.

Las lágrimas corrían por el rostro de Aiden mientras asentía, bajando la mano y una
sonrisa floreciendo en su rostro.

—Sí —dijo entre sollozos. Luego, más alto y con más entusiasmo, exclamó—: ¡Sí, sí,
sí! —Carter sacó el anillo de su caja y lo deslizó en el dedo anular de Aiden. Aiden miró
el anillo con incredulidad, luego sonrió a Carter. Carter le devolvió la sonrisa, se puso de
pie y lo tomó en sus brazos. Lo hizo girar y Aiden envolvió sus brazos alrededor del
cuello de Carter, besándolo una y otra vez. ¡Estaban comprometidos! Aiden extendió su
dedo anular para que las cámaras lo vieran.

—¡Me voy a casar! —gritó. Los fotógrafos continuaron tomando fotografías; algunos
incluso dejaron sus cámaras para aplaudir. De la mano, la joven pareja se dirigió al
interior del teatro donde se estrenaría el piloto del espectáculo. Algunas personas se
habían levantado de sus asientos para ver de qué se trataba toda esa conmoción.

Aiden extendió su dedo anular, sonriendo de oreja a oreja.

—¡Acabamos de comprometernos! —dijo efusivamente a cualquiera que quisiera


escuchar. La gente los aplaudió y felicitó mientras avanzaban por el pasillo. Se sentaron
en la primera fila. Aiden apoyó la cabeza en el hombro de Carter mientras las luces se
atenuaban. Él se sentía tan en paz, y a Carter le daba serenidad saberlo. Besó a Aiden en
la frente.

Ninguno de los dos pudo ocultar su éxtasis. Los fotógrafos de la casa siguieron
fotografiándolos, pero ellos se mostraron indiferentes. Los dos tortolitos estaban en su
propia burbuja; nadie más importaba. La audiencia se calló cuando comenzaron los
créditos iniciales.

—Te amo —susurró Aiden.

—Yo también te amo.


Mensaje de CJ

Querido lector,

Muchas gracias por leer Un Soldado para Navidad, el primer libro de la serie “Para
Navidad”.

Espero que te haya gustado leerlo tanto como a mí me gustó escribirlo.

Aquí hay un poco sobre mí, crecí en una granja en el norte del estado de Nueva
York.

Me mudé a la ciudad de Nueva York para ir a la universidad, donde estudié


fotografía. ¿Qué mejor manera de estar rodeada de modelos masculinos?

Tuve mi propio negocio fotográfico en Nueva York durante años.

Fui de vacaciones de verano a Lisboa, Portugal y acabé mudándome allí. Este es mi


segundo libro de romance MM y me lo pasé genial escribiéndolo.

Déjame saber lo que piensas.

Abrazos, CJ.

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