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JUAN José SOLAZABAL EctavaneiA, Las bases constitucionales del Estado Autondmico, Madrid: McGraw Hill, 1998 La publicaci6n de un libro que abor- da temas que inciden directamente en el nticleo material del Derecho Constitucional siempre debe ser motivo de alegria, no s6lo para los constitucionalistas, sino para los estudiosos del Derecho. Pero, para quienes de entre ellos nos hemos sentido, Y nos seguimos sintiendo, preocupados por el estudio del Estado autonémico, la aparicién del libro del Profesor SolozAbal, constituye, ademas, motivo de satisfaccién, Satisfacci6n que, en este caso, es part cularmente intensa, por un lado, dada Ia tra- yectoria del autor y su obra, especialmente dedicada al estudio, en palabras del mismo, cde las diversas ficetas de nuestra forma de organizaciOn territorial, a los problemas de su constituci6n y su funcionamientos, Io que no excluye la brillantez de los trabajos realizados cuando aborda otras materias; y por otro, al enfoque con que se affonta el trabajo objeto de comentario. Desde el primer aspecto, no podemos compartir la inicial preocupacion del Pro- fesor Solozabal respecto a la posible inco- herencia de la obra que presenta. El hecho de que el libro que comentamos retina varios trabajos referentes al estudio de la descentralizacion territorial, en general, y al Estado autonémico, en particular, que a través de un largo perfodo de tiempo han aparecido publicados en algunas de las més prestigiosas revistas cientificas del Derecho Politico y Constitucional, no sola- mente demuestra la constancia del autor, sino que ademés reflejan una total cohe- rencia en su pensamiento que se pone de manifiesto 2 lo largo de los distintos estu- dios que ahora se presentan publicados en tuna Ginica obra, cuya aparicion se produce en un tiempo en el que, lejos de haber per- dido actualidad, la construcci6n del Estado espafiol como Estado autonémico no es algo que esté concluido. A ello hay que iadir que uno de los temas que es espe- cialmente tratado en la obra, el nacionalis- mo, ha cobrado, en nuestros dias, un vigor tal (Vid. al respecto los datos de las dlkimas elecciones generales de 1996 recogidos por Pallares, F y Soler, J. -Las elecciones gene- rales de 1996 en Espaitae en Eliseo Aja (din), Informe sobre CCAA 1996, IDP, Bar- celona, 1996) -situacién que, en cierta medida, viene determinada por un periodo que podriamos calificar de crisis-, que su actuacién determina, en un importante grado, el funcionamiento general del Esta- do, y ello por varias razones, entre las que destaca el hecho de que los partidos bisa- gra que permiten la gobernabilidad sean UNED. Teorfa y Realidadl Constttuctonal, nim. 1, 1 semestre 1998, pp. 291-304 292 RECENSIONES Partidos que se autodefinen como nacio- nalistas los coloca en una posicién privile- giada para solicitar del poder central un trato preferente para sus respectivos terri- torios. Asi mismo, la propia indefinicién del Estado autonémico ha extendido la creencia de que la mejor defensa de la autonomia es la existencia de un partido nacionalista-regionalista (Aja, E- sIgualdad competencial y hecho diferenciale en Unti- formidad 0 diverstdad de las CCA, TEA, Barcelona, 1995), lo que determina el sur- gimiento de nuevos partidos nacionalistas (Vid. al respecto Lopez Aguilar, J.F~ -Esta- do autonémico y nuevos nacionalismoss en Claves de raz6n prictica, n.° 65, 1996). Por ello, las aportaciones que el Profesor Solo- zibal realiza en su libro bien debieran ser tomadas en consideraci6n por los cons- tructores tiltimos del Estado autonémico. Otro mérito, aftadido, tiene la publi- cacién en un tinico volumen de los diver- S08 trabajos que a la descentralizaci6n terri- torial ha dedicado el autor, y éste, desde un punto de vista mas egofsta, radica en la facilitacién del trabajo para los estudiosos del tema, que, ademés, serin més cons- cientes de la coherencia ideol6gica del autor y de la larga labor realizada, y, sin duda, podrin afrontar el conocimiento y estudio del Estado autonémico desde una perspectiva mas abierta y no solamente limitada a los aspectos normativos del Titu- lo VIM de la Constitucién espafola. En relacin a esto tiltimo, y desde el otro aspecto al que hacia referencia al prin- Gipio de este comentario, merece especial atencién el enfoque con que el Profesor Solozibal afronta su labor investigadora, caracterizada por lo que él califica como sidea institucional del Derecho Constitucio- nak, Desde esta perspectiva, la determina ci6n de las bases constitucionales del Estado autonémico se hace desde los postulados del Derecho Constitucional, pero no un Derecho Constitucional aséptico. Sin renunciar al aspecto normativo de nuestra Disciplina, pero huyendo exclusi- vamente de éste, el autor nos lleva al estu- dio de una materia que se abre a contextos culturales 0 espirituales, y ello no podria ser de otra forma, puesto que éstos con- textos son los que sustentan y dan conte- nido al propio Estado autonémico, Se pretende con ello huir, tanto de aquellas concepciones meramente raciona- les de la convivencia politica que subraya- ra Hegel, como de aquellas otras que, apa- rentemente, han negado todo enfoque valorativo al estudio cientifico del Derecho Constitucional, preconizadas por Kelsen, renunciando a una concepcién del Dere- cho aislado y ausente de un mundo en el que se desarrolla y que le sirve de cons- tante referencia. Con ello se aproxima 2 la dimensi6n valorativa de nuestra disciplina que, en su dia, ya indicara Alzaga Villaamil (Alzaga Villaamil, O; Gutiérrez Gutiérrez, I y Rodriguez Zapata, J. Derecho Politico espariol segiin la Constitucton de 1978, 1 Constitucién y fuentes, CERA, Madrid, 1997). A lo largo de los diversos trabajos que integran esta obra se puede observar una determinada consideracién del Derecho Constitucional que, aplicado al Estado autonémico, supone recurtir a diversas cuestiones de Teoria politica, Teoria cons- titucional y Derecho comparado, para hacer frente a las diversas cuestiones que suscita la realidad de la organizacion terri- torial del Estado espafiol, de forma tal que se acerca teorfa y realidad, de manera simi- lar a como propusiera Heller. Desde esta perspectiva es como hay que entender la obra del Profesor Soloza- bal, que dividida en cuatro partes, petfec- tamente diferenciadas, mantienen , no obs- tante, un adecuado hilo argumental, que muestra perfectamente la metodologia uti- lizada en la agrupacién de éstos trabajos - ssi entender y, en definitiva, interpretar, es comprender lo particular desde categorias generales, la referencia de nuestro sistema autonémico debe de ser el Estado federal. Si, como se afirma, el federalismo constituye una «comunidad formada por comunidades que se unen bajo un mismo [RECENSIONES 293 gobierno para algunos fines, pero que desean mantener sus peculiaridades, que surge como forma de gobierno aceptado ‘como una propuesta que es inferior a la ideal y después de haber renunciado al suefio de autodeterminaciény, es necesario destacar la necesidad de compromiso entre las opciones integradoras y desintegrado- ras, cuyo alcance, con respecto a éstas titi mas, es preciso conocer, y atemperar mediante un adecuado sistema de com- pensacién a sus pretensiones, que deberd tener en cuenta, no solamente la atribucion de competencia exclusivas, con la corres- pondiente dotacién econémica y capaci- dad de organizacion y administracién, sino también el reconocimiento de sus aspectos espirituales, de forma que la cultura politi ca del Estado integre la de sus partes para asi evitar el surgimiento de sentimientos de opresién cultural (Vid. 1a excelente obra Cultura, culturas y Constituctén. Prieto de Pedro, J, Congreso de los Diputados, CEC, Madrid, 1992) que puedan derivar en la ruptura del equilibrio conseguido y en el enaltecimiento de las tendencias naciona- listas, entendidas como vel sentimiento generalizado de una comunidad que pro- pugna para el propio grupo la consecucin de un Estado exclusive como forma ideal de organizacion politica, al que considera la expresi6n, la garantia y el impulso de su propio sentido de identidad, Desde un profundo estudio de los sis- temas federales de Canada y Suiza, y de la formacién y crisis del nacionalismo, cuyas reclamaciones se sitGan, tanto en un pro- ceso de autoconciencia de grupo, como de una crisis de legitimacién del sistema poli- tico en que se inserta, con especial inci- dencia en los nacionalismos quebequés y vasco, el autor se acerca al estudio de las formas de organizacin territorial del poder, huyendo de la clasica divisién entre Estado unitario- Estado federal, y asumien- do como criterio de clasificacién la capaci- dad de adoptar decisiones propias para la determinaci6n de la distincién entre Estado unitario no descentralizado, Estado descen- tralizado, unitario 0 federal y Confedera- ci6n. Ello supone excluir de este criterio de determinaci6n el de estatalidad 0 disposi- cién de poder politico originario, que subraya la clsica dualidad de Estado fede- ral frente al Estado unitario, Desde esta toma de postura se nos ‘muestra una cierta aproximacién entre las variantes Estado Federal-Estado autonmi- co, propiciada por un cierto debilitamiento de los elementos pluralistas del sistema federal y el reforzamiento de la dimensi6n unitaria, 1o que lejos de suponer una des- membraci6n federalista, obedece a la tras- formacién de su rendimiento funcional. Con esta perspectiva previa, especial- mente interesante resulta la segunda parte de la obra, en la que, a lo largo de seis Capitulos, se sientan las bases tedricas instutucionales del Estado autonémico ‘espaiiol, como variante del Estado nacional espaol, diseftado por la Constitucién espafola de 1978 en respuesta institucional a la crisis del Estado unitario. El Estado autonémico surge como necesidad de establecer un marco juridico que permitiera una descentralizacién gene- ralizable a cuantas regiones desearan ejer- cer cierta vocacién autonomista, al tiempo que garantizara a algunos pueblos, espe- cialmente celosos de sus peculiaridades, el respeto, defensa y desarrollo de su propia identidad, pero ello desde el respeto al principio de unidad del Estado, Para ello el constituyente realiza un disefto de la orga- nizaci6n territorial espafiola caracterizado por tres elementos determinantes. En pri- mer lugar la existencia de la Nacién espa- fiola se identifica con el pueblo espafiol en quien se hace residir con caracter de exclu~ sividad la soberania, Ello excluye que el poder constituyente pueda ser atribuido a luna parte del pueblo y solo lo pueda ejer- cet el pueblo como suma de todos los espafioles y no como suma de las comuni- dades étnico-culturales que la integran. En segundo lugar, el reconocimiento de Ia existencia de diversos pueblos que integran la nacién espafola , como criterio 294 RECENSIONES de Ia organizacion politica y su principio de legitimacién, pero que, como unidad, no ignora, sino, por el contrario, incorpora la diversidad de sus componentes, lo que determina que esté integrado por naciona- lidades y regiones, cuyo derecho a Ia auto- nomia y la solidaridad entre ellas, es reco- nocido y garantizado por la Constituci6n, Con ello, y con acierto, nuestro constitu- yente procede al reconocimiento de las nacionalidades, como -comunidades con conciencia de su especificidad histérico- cultural y dotadas de una cierta vocacién politica, como base fundamental del Esta- do autonémico espanol. Ia doble vertiente desde Ia que puede ser entendida la autonomia, esto es, como principio de organizacién y como derecho, debe desembocar en su concep- Gién como definicién de atribuciones pro- pias de autogobierno, y debe estar carac- terizada por la voluntariedad en su ejercicio; por la generalidad en su otorga- miento; por la progresividad en su alcan- ce; por la diversidad en su plasmacién, y por Ia igualdad en su contenido, Pero no una igualdad a ultranza, Como muy bien ha indicado el TC (STC 76/83 de 5 de Agosto), las Comunidades Auténomas son iguales en cuanto a su subordinacién al orden constitucional; en su posicién res- pecto a los 6rganos constitucionales o en cuanto a que las diferencias entre los dis- tintos Estatutos de autonomia no podrin implicar privilegios econémicos 0 sociales; pero pueden ser desiguales en la determi- nacién concreta del contenido autonémi- co. El régimen autonémico se debe carac- terizar por el equilibrio entre la homogeneidad y la diversidad, de forma que compatibilice las ideas de autonomia y de igualdad (STC 37/87 de 26 de marzo), ero una igualdad que es de posiciones juridicas y no de similitud total, puesto que esta concepci6n de igualdad, al no respetar las peculiaridades y diversidades propias de los territorios autonémicos, seria incompatible con Ia misma idea de autonomia. En tercer lugar, el eercicio de un derecho de autonomia considerado como un poder de autoorganizaci6n derivado y relativo que opera en el marco previo constitucional y no de un poder constitu- yente, determina la presencia en la regula~ ‘cién que sobre las Comunidades Auténo- mas hace el texto constitucional de elementos predominantes del carcter uni- tario de nuestro Estado, con los que convi- ven algunos rasgos federales. Lo que caracteriza, de acuerdo con la opinion del autor, a nuestro Estado auto- némico es Ia disposici6n en él de dos pla- nos, el de la organizacién politica central 0 general y el plano autonémico, cuya auto- nomfa se expresa en una vertiente institu- cional de autoorganizacién; en una ver- tiente competencial para intervenir en determinadas materias y en la produccién de un ordenamiento propio. Este tiltimo aspecto nos permite con- siderar el modelo auton6mico no solo como un sistema politico, o como un Esta- do compuesto 0 un complejo institucional en ef que coexisten dos niveles institucio- nales, sino también como un ordenamien- to complejo integrado por el derecho esta- tal y los ordenamientos territoriales, como manifestacién normativa del pluralismo del Estado autonémico. El reconocimiento constitucional de! derecho a la autonomia de las nacionali- dades y regiones, junto a constituir uno de los elementos esenciales de nuestro siste- ‘ma constitucional, tiene una repercusi6n fundamental en la ordenacion de fuentes, y ello, al menos desde un triple punto de vista (Pérez Royo, J.- Las fuentes del dere- cho, Tecnos, Madrid, 4.° Ed. 1988), pues- to que, ademds de introducir en el orde- namiento juridico espafol fuentes nuevas -Estatuto de autonomfa y leyes autonémi- cas- y de modificar la propia concepcién de las fuentes tradicionales, ley y regla- mento, incorpora, a través del articulo 150, unos tipos de leyes estatales al obje- to de perfilar el sistema de distribucién competencial. RECENSIONES 295 considera do por el autor, como norma cuasiconsti- tucional en el ordenamiento territorial y en el Derecho del Estado, no es sin embargo expresi6n, por la razones antes expuestas, de soberania, sino de autonomia, y se nos muestra subordinado y condicionado a la Constituci6n, En el tratamiento que se otor ga al Estatuto de autonomfa como norma a caballo entre el ordenamiento estatal, del que pasa a ser parte integrante y que se hace de acuerdo con sus previsiones, y en el orden juridico territorial, del que consti- tuye su norma institucional basica, merece especial atencidn el estudio de los distintos tipos de normas que lo integran, Junto a las normas que reconocen derechos e imponen obligaciones —normas precepti- vas~; a las normas organizativas; a las clau- sulas directivas que sefalan objetivos a los poderes pablicos y a las cléusulas definito- ras que determinan el sistema politico que establecen, van a ser las normas compe- tenciales, en virtud de las cuales se atribu- ye a las Comunidades Aut6nomas la facul tad de intervenir sobre determinadas materias, las que determinan, en gran medida, el alcance de autonomia del siste- ma de distribucién terrirorial del poder disefiado en Espafa. Sin embargo, no podemos olvidar que Ja dimensi6n funcional de la autonomia no depende s6lo del Estatuto de autonomia y de las previsiones explicitas constituciona- les, sino también de lo que el autor deno- ‘mina un complejo sistema de leyes inter- puestas, que integran el parmetro de constitucionalidad, que determinan el reparto competencial entre el Estado y las ‘Comunidades Auténomas. A través de las leyes de tasferencia, las leyes-marco y las leyes de armonizacién, reconocidas en el articulo 150 CE, se atribuyen nuevas com- petencias, o se modula el ejercicio de las ya asumidas. Frente a la regla general, consti- tuida por los articulos 148 y 149, y la asun- cin de competencias que se opera a través del Estansto, también se prevé, de acuerdo con las especificidades procedimentales ropias, que el sistema de atribucion de competencias se altere mediante la actua- in del legistador estatal, En los dos pri meros casos, 1a redefinicién competen se hace de modo favorable a las Comuni- dades Auténomas, mientras en el caso de las leyes de armonizaci6n la redefinicion de competencias restringe el poder de aqué- lias, Se trata de clausulas que manifiestan la condicion dindmica de nuesto ordena- miento autonémico en la medida en que permiten la apertura del mismo hacia desa- rrollos centrifugos favoreciendo el fortaleci- miento de sus rasgos autonomistas, y que han tenido su aplicacién prictica en los Pactos autonémicos a los que han legado Jos dos grandes partidos mayoritarios, (Para tuna critica a este sistema de ampliacién de competencias, vid. Rubio Llorente, F- Sobre Ja conveniencia de terminar la Constitucién (Antes de acometer su reforma), en Claves de razin practica, n2 25, 1992); 0 por él contrario refuerzan sus tendencias centripe- tas si las exigencias unitarias del conjunto impusieran una actuacién armonizadora Este complejo entramado de normas de atribucién competencial, con las conse- cuencias que de ello se deriva, y la confu- sa definicién constitucional del modelo autonomico ha hecho precisa la interven cién del TC, que en este punto adquiere la més amplia justificacién de su insercién para la delimitacién del reparto competen- ial en el Estado compuesto. La adopcién de un sistema competencial ambiguo, impreciso y confuso, tal vez con el objeto de ganar en elasticidad y capacidad de adaptaci6n a las circunstancias concretas de cada Comunidad Auténoma, 0 con el fin de no dejar atado el tema competencial, de forma que se permita un uso flexible de Ia autonomia politica, pero que no deja de ocasionar diversos problemas de atribu- cin e interpretacién, ha llevado, en algu- nna ocasin, al TC a la afirmacion de que ninguno de los dos entes poseen compe- tencias exclusivas, al ser éstas compartidas © concurrentes (STC 196/88 de 17 de octu- bre; STC 75/89 de 24 de abril). 296 RECENSIONES Pero el problema de reparto compe- tencial, que define el nivel de autonomia, lejos de haber sido resuelto, se ha visto afectado por un nuevo episodio en la vida politica espaftola. La integracion de Espaha en la Uni6n Europea, que el autor estudia desde el prisma constitucional en cuanto que el mismo esta previsto, posibilitado y limitado por nuestra Constituci6n, plantea el problema de establecer la compatibili- dad y articulacién entre los ordenamientos europeo, nacional y territoriales en Ja dis- tribucién competencial debido al orden de distribuci6n institucional de atribuciones que disefia el ordenamiento comunitario y que incide directamente en el régimen competencial asumido por las Comunida- des Auténomas. Y es en este punto donde, tal vez. cobre especial importancia el tercer gran principio que inspira el Estado autonémi- co. La autonomia politica se basa en dos pilares fundamentales: la unidad y la auto- nomia, sin embargo, como ha indicado el TC (STC 135/92 de 5 de octubre) es nece- sario el principio de solidaridad como ele- mento de equilibrio entre ellos. Pero no hablamos de una solidaridad concebida como lo han hecho algunos sectores doc- trinales, sino como la corresponsabilidad de todas las partes que integran un con- junto en los fines colectivos. Defando a un lado las vertientes coo- perativas y colaboradoras de la solidaridad, es la participacién de las Comunidades ‘Auténomas -solidaridad como participaci6n- en la formacién de la voluntad estatal uno de los elementos mds eficaces para la inte- gracion politica, puesto que favorece la compatibilidad ente la defensa de los inte- reses propios y concretos y los intereses generales. Y, sin duda, la forma de partici- pacién que mayor interés est despertando es el que se refiere a la formaci6n de ta voluntad del Estado en materia comunitaria ‘Alo largo de los ltimos aftos, los dis- tintos Estados descentralizados que son miembros de la Uni6n Europea han abor- dado un proceso de apertura de los meca~ nismos de participacién en la formaci6n de las decisiones comunitarias de los entes territoriales, puesto que se hace necesario que éstos participen, en el mayor grado posible, de la posicién nacional en los Grganos comunitarios. Como hemos afirmado en anteriores trabajos, la incorporacién espafola a la Unién Europea ha originado el problema que supone la recepcién de un nuevo orde- namiento juridico que se debe complemen- tar con el que ya ordenaba las relaciones entre el Estado y las Comunidades Auténo- mas, y que incide directamente en el siste- ma de distribucién competencial. Ello ha levado al TC (STC 165/94) a realizar una setie de afirmaciones que ponen de mani- fiesto la necesidad de articular mecanismos de participacién autonémica en la confor- macién de la voluntad popular, puesto que: las Comunidades Aut6nomas se hallan directamente interesadas en la actividad que se realiza en la Uni6n Europea, al ser titulares de autonomia politica para la ges- tién de sus intereses; las normas y actos de Ja Uni6n Europea pueden entraftar limites y restricciones al ejercicio de las competen- cias autonémicas, y a las Comunidades ‘Aut6nomas les puede coresponder, por raz6n de la materia, la ejecucién en su terri- torio de disposiciones comunitarias. Ello supone, desde luego, Ia necesi- dad de establecer modelos participativos que superen Ia eficacia que producen las Conferencias Sectoriales por las que ha optado nuestro sistema (Resolucién de 10 de marzo de 1995 de la Secretaria de esta- do para las Administraciones Territoriales, por la que se publica el Acuerdo sobre par- ticipacion interna de las Comunidades Autnomas en los asuntos comunitarios europeos a través de las Conferencias sec- toriales) (Vid. al respecto Rubio LLorente, F- «Las Comunidades Auténomas y la CE+ en Autonomies, n.° 20, 1995). En una con- cepcién de! Derecho Constitucional como derecho prictico y no ajeno a las necesi- dades y problemas que se plantean, el pro- fesor Solozabal apunta la necesidad de que RECENSIONES 297 ‘el Estado Central no solo asuma un com- promiso de autocontenci6n en el ejercicio de sus funciones de coordinacién, control y suplencia sobre el derecho autonémico, sino que establezca las adecuadas vias de compensacién para las Comunidades Aut6- nomas por esta remodelacién competen- cial que les permita el acceso a los érganos decisorios europeos, como por ejemplo, que a través del Senado, las Comunidades intervengan en la preparacion de la posi- cién a adoptar por los representantes del Gobierno espafiol en el Consejo de la Unién. Si, como estamos teniendo ocasion de ver, existe algo que caracteriza la obra del Profesor Solozabal es la unién entre norma y tealidad y el ofrecer soluciones a las dis- tintas cuestiones que afectan al funciona- miento y desarrollo del Estado autonémi- co, y directamente relacionado con la necesidad de convertir al Senado espafol en el foro en que se puedan hacer oft la voces de las Comunidades Aut6nomas, como Cémara de representacién territorial, asi calificada por la propia Constitucién, en la Tercera parte de la obra se oftece un profundo estudio sobre el Senado y se aportin algunas claves que permitan reconducir su actuacién funcional a su configuracion te6rica Desde dos enfoques distintos, aunque fntimamente relacionados, aborda el autor sus estudios sobre el Senado. Desde la perspectiva del Derecho Constitucional General y de la Teoria Juridica de! Estado, se realiza un estudio te6rico acerca de la representaci6n territorial y de la posicion de la Segunda Cimara. Se pretende con ello hacer una contribuci6n al estudio juri- dico de las bases del tratamiento institucio- nal en el Estado autonémico del pluralismo territorial, como manifestacién del pluralis- mo que la Constitucién establece, no como realidad, sino como valor a conseguir, y tecurtiendo para ello al estudio de los supuestos histéricos y conceptuales del pluralismo territorial, asi como del aleance juridico de la definicién constitucional del Senado como -Cémara de representacién territorial, que plantea diversos problemas heremeneitticos, y que posibilita interesan- tes desarrollos institucionales y normativos, y cuya regulacién en el ordenamiento debe comprenderse teniendo en cuenta la carac~ terizacién global que realiza la propia Norma Fundamental, Con una visién més critica y prictica, aunque sin renunciar a postulados te6ri- 0s, en el resto de los trabajos que integran esta parte, aborda el autor el estudio orgé- nico y funcional del Senado. ‘Tomando como punto de arranque la indeterminaci6n del modelo constitucional de Senado, fruto de la oscilaci6n del cons- tituyente entre acoger el significado que tradicionalmente se ha asignado al Senado como Cémara de segunda lectura, y asumir la idea de un Senado al estilo federal que fepresente a las partes integrantes de un Estado compuesto y que sirva de tribuna para la conformacién de Ja voluntad det Estado, que al mismo tiempo reconozca y respete el pluralismo territorial, se ofrece un profundo estudio sobre la organizacion y atribuciones del Senado, asi como de las recientes reformas introducidas en su Reglamento ~con especial atencién a la creacion de la Comisién General de Comu- nidades Auténomas-, que, teniendo por objeto mostrar las posibles disfunciones y diferencias que le hacen distanciarse del Congreso de los Diputados, sirvan de refle- xién para afrontar aquellas modificaciones © reformas necesarias para superar la vi ica que sobre esta Camara tiene no s6lo la clase politica, y la propia doctri- 1a, sino la misma opinién piblica. Con la objetividad que exige el no dejarse llevar por aquellas comrientes derro- listas y desesperanzadas que ven imposible tuna reforma que convierta al Senado en luna auténtica Camara territorial, y con una mayor serenidad frente a quienes se mues- tran més criticos con el funcionamiento de nuestra Segunda Cémara, para lo cual parte de realizar un balance de la posicién del Senado, no solo a través de las propias 298 RECENSIONES decisiones del constituyente, sino también de los resultados del desarrollo y practica constitucionales del Senado, el profesor Solozabal plantea el reto de una reforma constitucional que obedezca a Ia utilidad que una Segunda Camara debe cumplir en el Estado autonémico. Sin embargo no se ofrece, como han hecho distintos sectores de Ia doctrina, una reforma a cualquier precio. Admitida la necesidad de reforma constitucional, ésta no debe suponer una rectificacion de las lineas estructurales que establece la Cons- tituci6n, y deberd tener en consideracion la conexién légica entre los diversos precep- tos constitucionales. Una reforma que subraye la especializacion autonémica del Senado e incremente su funcionamiento como instrumento de articulacién del Esta- do autonémico, que acentie sus aspectos competenciales en relaci6n con la politica comunitaria europea, y que ponga fin, con carécter general, a la descompensacion exagerada de nuestro bicameralismo, pero sin que ello signifique su desconcexion respecto del Congreso, sino, al contrario, una interrelaci6n entre ambas Camaras. Se ofrece, en definitiva, una reforma que, teniendo en consideracién la experien- ia del constitucionalismo comparado, sea una reforma limitada, cerrada y obtenida por el consenso entre las fuerzas politicas En este ltimo punto, me atreveria a hacer extensivo el consenso, no sélo entre las fuerzas politicas relevantes, como propone el autor, sino, y siendo consciente de la difi- cultad que ello entrafa, entre aquellas otras, que sin alcanzar tal grado de relevancia, su articulaciOn es necesaria en la tarea de cons- twucci6n del Estado auton6mico. Quizis sea la Giltima parte de la obra la que mayores controversias pueda susci- tar, y ello tanto desde posturas radicales nacionalistas como centralistas. Aborda en la iltima parte el autor los problemas constitucionales de la autono- mia _vasca y su integracién en el Estado espafol. Tal vez, la raz6n venga constitui- da por la mayor radicalizacién de las pos- turas nacionalistas en esta Comunidad Autonoma, y a que se parte de una decla- racién institucional del Parlamento vasco, que no debe ser entendida mas que como declaracién de principios y aspiraciones. Partiendo de la complejidad de la cuestién vasca, cuya solucién precisa del suliciente acercamiento entre el subsistema vasco y la flexibilidad del propio sistema juridico-politico espanol, y mediante la revision de la versién nacionalista del pro- blema vasco, pero teniendo presente que Ja integracién del Estatuto vasco en el ordenamiento general tiene una gran importancia politica y juridica, aborda el profesor Solozibal dos aspectos de maxi- mo interés y actualidad: el reconocimiento constitucional de la foralidad y la proble- mitica del derecho de autodeterminacién, Respecto al primer problema, y a tra- vés del estudio de la Disposicién Adicional 1. y la Disposici6n Transitoria 24, el autor adopta posiciones contrarias a las mante- nidas por aquellos sectores que limitan el reconocimiento del foralismo a la admi- sin simbélica de cierta tradicién hist6rica (Particularmente intensa ha sido la postura defendida desde los primeros momentos de aprobacion de la Constituci6n, y man- tenida en Ia actualidad por Herrero de Mifton, Vid al respecto sus obras sLa gesta- cién del sistema autonémico: claves del sistema constituyente- en RVAP, n° 36, 2, 1993;

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