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Echeverría, Carlos E.
ISBN: 970-26-1495-3
Área: Filosofía. Universitarios
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Estimados estudiantes y docentes de UNITEC:
Fraternalmente
Román Valladares
Rector de UNITEC
A Vilma Mondragón, compañera en la vida y permanente
asesora profesional, por ser quien es; por sus sugerencias
oportunas en materia didáctica y por su diálogo filosófico.
Introducción xv
Capítulo 1
Mirando dentro de sí 1
Autoconocimiento 1
Ser en contexto 6
Lectura 7
Ejercicio 8
Capítulo 2
El sentido de la vida 13
Lectura 19
Ejercicio 23
Capítulo 3
Del conocer al conocimiento 27
La temprana necesidad del conocimiento 27
Lectura 35
Ejercicio 37
XII CONTENIDO
Capítulo 4
Filosofía, ciencia y método 39
El conocimiento científico 39
La filosofía y las ciencias 41
El método 42
Lectura 45
Ejercicio 48
Capítulo 5
El mundo de los valores 51
Los omnipresentes valores 51
La axiología 52
Naturaleza del valor 53
Origen del valor 54
Categorías y jerarquías del valor 57
El valor como criterio de selección y de acción 59
Coherencia y compromiso 60
Lectura 61
Ejercicio 63
Capítulo 6
Los valores y la cultura 65
Cultura y diversidad de valores 65
Dinámica social de los valores 67
Conflictos axiológicos interpersonales 69
Lecturas 72
ejercicio 75
Capítulo 7
De la moral a la ética 77
Moral y ética 77
Fundamentación de la moral 78
El acto moral y el juicio moral 80
Libertad 82
La conciencia moral 83
Problemática actual y relativismo moral 85
Lectura 87
Ejercicio 92
CONTENIDO XIII
Capítulo 8
Profesionalismo emprendedor 95
La profesión 95
El valor del trabajo 96
Ética profesional 97
Compromiso personal y comunitario 98
Formando emprendedores 99
El espíritu emprendedor 101
El liderazgo 103
El espíritu de servicio 103
Lectura 105
Ejercicio 107
Referencias 109
Introducción
Los últimos años del siglo XX y primeros del XXI han estado dominados por
el posmodernismo. Sin tratar de hacer un balance entre sus elementos, que
considero positivos (apertura hacia el pensamiento de otros, tolerancia, etc.)
y los negativos (relativismo moral, relativismo epistemológico, etc.) —tarea
en la que se involucraron en años recientes autores de todo el mundo (como
Camacho, 2002),1— es pertinente en el presente texto referirse al llamado
“desfondamiento de la racionalidad”. Esto equivale a cuestionar la validez
de la razón para llegar a una verdad aceptable y aprobada universalmente,
cual conviene a la ciencia, o, al menos, admisible y aceptada por amplios
colectivos que suscriben una visión similar del ser humano, el mundo y la
vida (por ejemplo, desde la filosofía) o que comparten una misma vivencia
cultural.
No es la primera vez que se pone en duda la capacidad racional, des-
de el escepticismo griego, pasando por otros escepticismos, relativismos y
antiintelectualismos de toda laya, ni será la última. Y como antes, también
ahora se debe enfrentar la paradoja de afirmar la inseguridad universal, con
la sola certeza de esta única afirmación.
Si la época reciente ha cuestionado de tal modo la racionalidad, mal
negocio es para la filosofía, que tiene en la actividad racional su princi-
pal herramienta creativa y su principal instrumento de crítica y de cambio.
No es de extrañar el poco aprecio que, junto con el abierto desprecio y la
mucha ignorancia en relación a ésta, se le ha otorgado hasta en la propia
“Desde que el hombre moderno se atrevió a pensar por su propia cuenta, nos
ha invitado ya a la ‘muerte de Dios‘, a la ‘muerte del capitalismo‘, a la ‘muerte
del socialismo‘, a la ‘muerte de la metafísica‘, a la ‘muerte de la filosofía‘, a
la ‘muerte del hombre‘, al ‘fin de las ideologías‘, al ‘fin de las utopías‘, al ‘fin de
los imperios‘, al ‘fin de los colonialismos‘, al ‘fin de la historia‘. No es necesario
ir muy lejos para tropezar con una procesión o con una iglesia llena de fieles
fervientes, para ver que Dios no ha muerto. Tampoco se necesita indagar muy
profundamente para toparse con ideologías, utopías y otros ‘difuntos vivos‘.”3
p. 428.
INTRODUCCIÓN XVII
Este libro pretende ser una reflexión acerca de uno mismo y de su entor-
no. Quiere ayudar a comprender al mundo y la vida, pero sobretodo a com-
prenderse y a comprometerse. Aunque está dirigido a jóvenes universitarios,
no tiene por qué ser necesariamente un libro de texto. No obstante, podría
servir a ese propósito con un sílabo o una guía didáctica adecuada.
En varios de los programas de educación secundaria en Centroamérica,
el curso de filosofía está dedicado a hacer un apretado cuento (mejor que
recuento) de la historia de la filosofía, y a pasar revista a las principales
disciplinas filosóficas. Aunque tales contenidos hayan sido bien manejados,
pudiesen objetarse, ya sea por su pretensión enciclopédica o por la distan-
cia que guardan con las realidades de nuestra sociedad. Pero su existencia
obliga a hacer otra cosa a nivel superior, por lo que parece oportuno recu-
perar el carácter cuestionador y formativo que un primer curso universitario
puede tener en la perspectiva de una formación general como parte consti-
tutiva, no divorciada, de la formación profesional.
No es vano recordar que el éxito de tal curso no se mide por una califi-
cación aprobatoria, sino por los conceptos, procedimientos y actitudes que
pudieren desde él ser generados, tanto más si no duran un periodo académi-
co sino que tienen un efecto residual durante muchos años.
Por cierto, no hay formación profesional integral sin formación humana.
No se entienda esto como esferas separadas, ni siquiera complementarias; el
profesional es una unidad que no se maneja de modo esquizoide; es decir,
por un lado, su ejercicio profesional y, por otro, su vida privada. Aunque
lo anterior no descarta que debe haber momentos en que lo uno no debe
interferir con lo otro, no es menos cierto que no puedo escindir lo que soy,
lo que creo, lo que pienso o lo que siento. Los diversos ámbitos en los que
actuamos reciben de nosotros el efecto de nuestra única personalidad.
Las personas que nunca se pudieron acercar al auténtico filosofar, o no
recuerdan con agrado la filosofía que alguna vez quizá mal estudiaron, tie-
nen muy consecuentemente una idea muy peregrina acerca del asunto. He
oído decir, por ejemplo, que la “filosofía” de tal entrenador de fútbol con-
siste en “ablandar” primero al adversario. También escuché recientemente a
un profesional mencionar que él no perdía tiempo “filosofando”, sino que
se dedicaba de lleno a la acción.
Espero que estos tales y otros prójimos que piensan o simplemente ha-
blan de esta suerte puedan entender —si es que llegan a leer y a interiorizar
todo esto— que la filosofía es una actividad muy digna y muy seria, abso-
lutamente vinculada con la vida y la cotidianidad (aunque, claro está, con
una gran capacidad para trascenderlas) y que puede llegar a ser apasionante
y, para algunos de nosotros, francamente adictiva. Vale la pena dedicarle
tiempo.
En Garabandal de la Ciénega,
Santa Lucía,
octubre de 2007.
C apít ulo
1 M irando
dentro de sí
Autoconocimiento
La primera tarea de la fi losofía, no en el orden de aparición
histórica sino en importancia —por lo que debería ser tam-
bién la primera al iniciarse en el fi losofar—, es la del propio
conocimiento. Se atribuye a Sócrates el haberlo planteado
en primer término:
Por supuesto, no hay una única ruta para realizar esta introspección, ni
propongo algo nuevo. Pero hay algunos temas que no se pueden soslayar,
independientemente del orden en que se aborden.
La pregunta ¿quién soy? puede ser desagregada en muchas otras: ¿en
qué o en quién creo?, ¿a qué le doy importancia?, ¿cuáles son mis principales
valores?, ¿cómo los jerarquizo?, ¿qué signi fi ca para mí la vida?, ¿qué espero
yo de ella?, ¿cuáles son mis mayores fortalezas?, ¿cuáles mis debilidades?, ¿a
quiénes quiero?, ¿qué signi fi cado tiene para mí la familia?, ¿qué quiero yo
para mi país?, ¿cómo quiero que sea mi vida profesional?, ¿por qué quisiera
ser recordado?, ¿qué representan para mí religión, política y dinero?, ¿cuáles
son mis principales metas a corto y largo plazos?, ¿qué cosas o situaciones me
gustan o me disgustan más? ¿Qué me haría profundamente feliz?
Y así el individuo podría seguirse preguntando y reaccionando ante la
respuesta con nuevos cuestionamientos. El hacerlas con un asesor especia-
lizado y respetuoso podría llevar a muchos a profundidades insospechadas
que, tal y como postulara Sócrates, nos darían, además del conocimiento
de nosotros mismos, la posibilidad de nuestro propio mejoramiento o supe-
ración. Por eso no nos sorprende que al hablar del humano como especie,
algunos lo defi nan como “ un ser de posibilidades” , tal como lo hicieran
existencialistas italianos (Abbagnano).
Al ahondar sobre la naturaleza humana destaca, en efecto, esa capacidad
—puede decirse que permanente— para la superación. Que se aproveche o
no, es otra historia. No se habla de posibilidad de cambio en el orden físico,
químico o biológico, natural en muchos seres, sino de superarse; entendiendo
por ello que se logran cambios positivos en lo esencial de la persona.
La superación no cabe en la agenda de Dios. Eres libre de creer en Él
o no, pero si crees, me parece que no crees en un dios devaluado, suscep-
tible de mejoras, sino en uno perfecto, todopoderoso y omnisciente. Por
otra parte, la superación o perfeccionamiento
esencial no es viable en el animal. A éste se le
puede amaestrar, lo que podría signi fi car una
degradación de su condición esencial. Pue-
de aprender trucos un caballo, un perro, un
mono, etc. Algunos animales interactúan con
los seres humanos en forma extraordinaria y
sorprendente, lo que nos hace decir que son
realmente inteligentes; pero la cuestión es si
ese aprendizaje representa o no un perfeccio-
namiento.
Recuerdo muy claramente cierta ocasión
en que cuando era niño fuimos toda la familia
al circo. Había un mono realmente encanta-
dor. Vestía pantalones vaqueros azules, una
camisa rojiza a cuadros, de manga larga, y un
sombrero de paja. Daba vueltas al escenario
4 FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O
Se trata pues de vivir a plenitud. Y para poderlo hacer hay que empezar
por conocerse, mirando hacia uno. No se crea que es reciente la invitación
a mirar dentro sí. El fi lósofo estoico Marco Aurelio —que también fue empe-
rador de Roma— proponía buscar allí la fuente del bien:
Por supuesto que la fi losofía tiene una compleja misión, fruto de su ac-
tivar a lo largo de los últimos 26 siglos. O, dicho de otro modo, tiene varias
misiones, por lo general interrelacionadas. Las más sobresalientes tienen
que ver con las áreas fundamentales que giran alrededor de tres problemas
básicos: el ser, el conocer y el actuar, a los que se refi eren la metafísica,
epistemología y ética, respectivamente.
La misión que aquí se reivindica para el fi losofar se ubica en el cuerpo
de las disciplinas éticas. Precisamente se enfatiza actualmente la llamada
Ética del desarrollo, que prefi ero denominar Ética de la superación o Ética
de realización; según la cual, el sentido moral no consiste únicamente en
evitar el mal y hacer el bien, sino también en desarrollar o realizar al máxi-
mo nuestras potencialides como individuos y como especie.
En este sentido, es misión de la fi losofía y, consecuentemente, es misión
del fi lósofo, apoyar a los demás en este esfuerzo de ver claro en su vida y
en su entorno. En el marco de la tradición socrática, así lo plantea Platón
como moraleja del “ Mito de la caverna” (Libro VII de La República). Y en la
actualidad se vuelve a insistir en esta tarea.8
Acostumbro exhortar a mis alumnos diciendo: “ piensa, que no due-
le” . No obstante, he tenido que cuestionarme últimamente este comenta-
rio, pues tengo la impresión de que para algunos individuos el pensar por
sí mismos representa un esfuerzo bastante grande, casi diríase doloroso.
Gente de mis años, y hasta de muchos menos, al descubrir en el espejo una
silueta francamente regordeta o constatar en la báscula esos kilos de más,
acuden presurosos al gimnasio más próximo, dispuestos a edi fi carse una
nueva imagen, volviendo al ejercicio con determinación y entusiasmo. Esa
noche, o al día siguiente, el dolor les recuerda la ubicación exacta hasta del
más discreto de sus músculos. ¿Será posible, de manera semejante, que por
falta de una gimnasia mental pueda dolerles el cerebro a estos no pensantes
arrepentidos? Sea como fuere, en este caso, como en el de la gimnasia física,
vale la pena sobreponerse y perseverar en el intento.
Para conocerse será necesario aprender a pensar. Y esto se consigue a
base de ejercicio, redescubriendo el porqué y el para qué del pensamiento y
estudiando el pensamiento de los grandes hombres y mujeres de la fi losofía,
las ciencias, las artes, la tecnología, etcétera.
7Marco Aurelio (2004),Coloquios con uno mismo, citado en Atlas Universal de Filosofía,
Océano, Barcelona, pp. 670-671.
8Cfr. Marinoff, Lou (2001), Más Platón y menos Prozac , Ediciones B, S.A., Barcelona.
6 FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O
Ser en contexto
La meditación que resulta del esfuerzo por tener conciencia de sí conduce
inexorablemente a una paradoja: soy, pero no soy solo, soy en contexto,
estoy en el mundo, en la historia, con los otros; soy “ yo y mi circunstancia” ,
como decía Ortega y Gasset.
Al identi fi carme me descubro como ser humano; es decir, un ser psico-
biosocial, compartiendo el reino de los vivos, con todo lo que ello signi fi ca
en términos físicos, químicos, biológicos y antropológicos.
Pero sobre todo, mi contexto es humano, con sus determinaciones his-
tóricas, temporales, geográfi cas y, especialmente, sociales.
“ No hay un yo sin tú. Una persona sola no existe como persona, porque
ni siquiera llegaría a reconocerse a sí misma como tal. El conocimiento de
la propia identidad, la conciencia de uno mismo, sólo se alcanza mediante la
intersubjetividad” .10
9Jiménez Guerrero, Antonio (1994), Enseñar a pensar, Colección Hacer Familia, Ediciones
LECT U RA
U na filosofía propia
Marinoff, L.11
Todo el mundo tiene una fi losofía de la vida, pero pocos gozamos del pri-
vilegio o el tiempo libre necesario para sentarnos a esclarecer sutilezas.
Tendemos a irlo haciendo sobre la marcha. La experiencia es una gran
maestra, pero también precisamos refl exionar sobre nuestras experiencias.
Necesitamos pensar con una postura crítica, buscando pautas de conducta
y situándolo todo en un contexto general para abrimos camino en la vida.
Comprender nuestra propia fi losofía puede ayudarnos a evitar, resolver o
abordar muchos problemas. Nuestra fi losofía también puede ser el origen
de los problemas que padecemos, de modo que debemos evaluar las ideas
que sostenemos para modelar un punto de vista que obre en favor nuestro,
no en contra.
[…]Pese a la fama que ostenta, la fi losofía no tiene por qué resultar
intimidante, aburrida o incomprensible. Gran parte de lo que se ha escrito
sobre el tema a lo largo de los años sin duda encaja en una o más de esas
categorías pero, en el fondo, la fi losofía investiga cuestiones que todos nos
preguntamos: ¿Qué es una buena vida? ¿Qué es el bien? ¿En qué consiste
la vida? ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué debería obrar correctamente? No
son preguntas fáciles, y sus respuestas tampoco lo son; de lo contrario no
seguiríamos dándoles vuelta una y otra vez. Dos personas distintas nunca
llegarán automáticamente a las mismas respuestas. No obstante, todos con-
tamos con un conjunto de principios como puntos de partida, tanto si somos
conscientes de ellos y podemos enumerarlos como si no.
Lo mejor de disponer de miles de años de pensamiento en los que ins-
pirarse, es que muchas de las mentes más sabias de la historia han profundi-
zado en estos asuntos y nos han cedido un legado de ideas y directrices que
cabe aprovechar. Ahora bien, la fi losofía también es algo personal; usted
también es fi lósofo. Tome cuanto pueda aprender de otras fuentes, pero si
lo que quiere es encontrar una forma de ver el mundo que le dé resultado,
tendrá que tomarse la molestia de pensar por su cuenta. La buena noticia es
que, con el debido incentivo, usted es perfectamente capaz de pensar por
sí mismo.
EJERCICIO
O bjetivo
Conocerse a sí mismo.
Propuesta
Contesta con la mayor honestidad, y sin palabras complicadas, por lo menos
15 de las siguientes preguntas. Es correcto dar una primera respuesta provi-
sional, y después mejorarla hasta obtener la definitiva. Para mayor precisión
se requiere que todo el ejercicio se haga por escrito.
Sugerencia
Compar te tus respuestas con tu maestro, un familiar, un amigo, un filósofo,
un profesional de las ciencias conductuales, siempre que sea una persona
que te inspire confianza y que no pretenda forzar te a pensar como él o ella
quisieran que lo hicieras.
Preguntas
1. ¿Q uién soy y qué soy?
7. ¿Q ué espero de ella?
2 El sentido
de la vida
En el Popol Vuh los formadores crearon a los hombres para tener quien les
rindiera culto y sumisión:
México, p. 57.
13Ibidem , p. 60.
14Garibay, A. (1979), La literatura de los aztecas, Editorial Joaquín Mortiz, p. 57.
15Ibidem , p. 53.
16Recinos, A. (1969), [Traducción, introducción y notas] Popol Vuh (1544), FCE, p. 28.
FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O 15
[…]ya no se acordaban del Corazón del Cielo y por eso cayeron en desgracia.
Fue solamente un ensayo un intento de hacer hombres…
En seguida fueron aniquilados, destruidos y deshechos los muñecos de palo
y recibieron la muerte.17
De tzité se hizo la carne del hombre, pero cuando la mujer fue labrada por el
Creador y el Formador, se hizo de espadaña. [ … ] Pero no pensaban, no habla-
ban con su Creador y su Formador, que los habían hecho, que los habían crea-
do. Y por esta razón fueron muertos, fueron anegados.18
Se ve claro el sentido del vivir propuesto por los sabios para del pueblo
maya-quiché: llevar una vida conforme a la voluntad de su Creador, darle
gracias y rendirle culto. Pero también la vida tiene una fi nalidad en el cono-
cer y en el socializar.
En la literatura incaica encontramos elementos análogos:
En los siglos antiguos toda esta región de tierra que ves, eran unos grandes mon-
tes y breñales, y las gentes en aquellos tiempos vivían como fieras y animales
brutos, sin religión ni policía. [ … ] Nuestro padre el Sol, viendo los hombres tales,
se apiadó y hubo lástima de ellos y envió del cielo a la tierra un hijo y una hija
de los suyos, para que los doctrinasen en el conocimiento de nuestro padre el
Sol, para que lo adorasen y tuviesen por su dios, y para que les diesen preceptos
y leyes en que viviesen como hombres en razón y urbanidad, y viviesen como
hombres racionales y no como bestias.20
17Ibidem , p.30.
18Ibidem , p.30. (El tzité es el fríjol de las vainas rojas del árbol de pito; la espadaña es una
planta herbácea que se usa para tejer petates.)
19Ibidem , pp. 104-106.
20De la Vega (Inca) G. (1606), “ Comentarios reales” , citado en Tradiciones peruanas
BHAVAGAD GITA: Es mejor cumplir con nuestro deber, por defectuoso que
pueda ser, que cumplir con el deber de otro, por bien que uno lo pueda hacer.
THOMAS CARLYLE: Todo trabajo es noble; una vida de ocio no está hecha para
ningún hombre, ni hace ningún bien.
GOTTFRIED LEIBNIZ: Ningún hecho puede ser cierto y existir, ni ninguna afir-
mación verdadera, sin una razón suficiente para que sea así y no de otro modo;
aunque con mucha frecuencia estas razones permanecen ocultas para noso-
tros.
PLATÓN: El más alto objeto del conocimiento es la naturaleza esencial del Bien,
de donde procede todo el valor que otorgamos a todo lo bueno y correcto.
JEAN PAUL SARTRE: El hombre no es más que lo que hace de sí mismo. Éste es
el primer principio del existencialismo.
JUAN PABLO II: Muchas personas avanzan por la vida dando traspiés al borde
del abismo sin saber adónde van. A veces esto ocurre porque aquellos cuya
vocación es conferir una expresión cultural a su pensamiento ya no miran a la
verdad, puesto que prefieren el éxito fácil a la labor de investigar pacientemente
lo que hace que la vida merezca la pena.
ALBERT EINSTEIN: Sólo es digna de vivirse una vida consagrada a los demás.
Las diversas opiniones de los fi lósofos son otras tantas propuestas para cada
uno de quienes refl exionan sobre este tema. Nos indican posibles respuestas
para crear la propia y que íntimamente nos convence. Se puede coincidir
con grandes pensadores, o bien se puede
inaugurar una nueva respuesta. Lo que sí
queda claro es que el encontrarla nos per-
mite dar orientación a nuestra existencia.
En el lenguaje coloquial, más cercano a
nosotros, antes que ser ingenieros, empresa-
rios, médicos, astronautas, pedagogos, etc.,
somos hombres y mujeres que nos inquieta-
mos —desde nuestra infancia— por nuestra
misión en el mundo, por el sentido de nues-
tra vida.
El sentido de la vida no es independien-
te de los contextos en los que cada uno de
nosotros llega a la vida, crece y se desen-
vuelve laboralmente. La mayoría de las fa-
milias en el mundo entero proponen algu-
nas respuestas a sus hijos desde el ámbito
de sus más caros valores. La sociedad en la
que vivimos nos presenta la vida cargada
de signi fi cados desde la interpretación de
su propia cultura. Lo mismo proponen las
iglesias y las asociaciones a que se pertene-
ce. Y, por supuesto, las organizaciones en
las que se trabaja contribuyen al proponer
misión, visión, valores y principios organi-
zacionales. No es menos cierto que cada
quien debe decidir y conservar un equilibro
sano, con coherencia e integridad, entre lo
que el entorno quiere, sugiere y demanda, y
las propias convicciones. Lo que no se vale,
es pasar por la vida sin cuestionarse al respecto, sin hacer la respectiva elec-
ción, o sin proponerse vivir en consecuencia.
FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O 19
LECT U RA
La vida humana total, (es) el bien moral por excelencia. […] ¿Cuál es la rea-
lidad trascendente, ese ideal, ese bien último que sustenta todos los bienes
inmediatos? Nosotros creemos que es la vida personal. La máxima aspiración
del ser humano, en cualquier época, cultura y religión, consiste en vivir. La
vida es aquello que todos defendemos por encima de cualquier cosa.
Ahora bien, ¿qué entendemos por vida? […] La vida humana es una vida
racional, la vida de un ser personal, con un sentido de realización singular
en un mundo de valores espirituales, con unas aspiraciones trascendentes,
con un deseo de felicidad total y de inmortalidad, con una conciencia de
fraternidad universal. La vida fi siológica, el bienestar material, y la salud
física, son apenas una dimensión del vivir humano en plenitud.
[…] La vida así entendida, como realización plena de todas las dimen-
siones que constituyen al ser humano en cuanto tal, es el máximo bien a que
podemos aspirar. A ella están subordinados todos los valores. […] Algunos
bienes son prioritarios para garantizar una vida digna, como son los bienes
que aseguran la subsistencia. Para quien no tiene asegurado el pan cotidia-
no, el pan constituye una aspiración prioritaria, aunque en sí mismo no sea
un bien muy elevado. A un pueblo que se debate por subsistir en medio de
la miseria, de poco sirve que le prediquen elevados ideales de vida.
El resultado de una vida plena es la felicidad. Si queremos alcanzarla,
tenemos que aprender a vivir como personas. ¿Cuáles son las posibilidades
y también las exigencias de una vida personalizada? […] Se hace necesario
intentar una descripción de la vida del ser humano en cuanto persona. La ri-
queza de facetas que presenta nuestra vida hace difícil cualquier intento de
describirla. Pero de su clari fi cación depende el que encontremos el camino
para la realización personal y para la liberación y el desarrollo social.
El ser humano se mani fi esta como una potencialidad de orden superior
al nivel orgánico animal, producida por un mayor desarrollo y complejidad
del cerebro. Cada uno de nosotros percibimos esa potencialidad como un
núcleo de conciencia profunda que se autoposesiona y se responsabiliza de
todos nuestros actos. Dicho núcleo de conciencia, por denominarlo de algu-
na forma, se prolonga en diversas direcciones que constituyen las dimensio-
21González, Luis José (2002), Ética, Editorial El Búho, Bogotá, pp. 78-80 y 85-99.
20 FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O
Interioridad
Nuestra vida […] está dotada de una dimensión de profundidad que nos
permite ser conscientes no sólo de nuestros propios actos, sino de nuestro
mismo ser. No somos cosas, objetos que están ahí sin más, a merced de las
fuerzas y presiones de la naturaleza o la sociedad. Somos sujetos dotados
de una vida interior que nos invita a recogernos y renovar las fuerzas en la
interioridad del ser. Mientras el hombre viva perdido entre las cosas, total-
mente distraído, alienado, sin vida interior, su existencia será inauténtica. La
perfección de la vida personal crece a medida que el hombre se diferencia
del medio y se recoge sobre sí mismo para autoimprimirse una vida de
conciencia y de autodominio. La meditación es el motor que impulsa el
desarrollo de esta dimensión profunda. Ella enriquece su mundo interior de
valores, ideales y consagraciones que se convierten en fuente de vitalidad
hacia el exterior.
Corporeidad
Comunicación
Afrontamiento
Libertad
Trascendencia
Acción
EJERCICIO
O bjetivo
Ayudarte a hacer un esfuerzo de refl exión muy personal para determinar
qué signi fi cado o razón le encuentras tú a la vida en general y, en particular,
cuál es el sentido de tu propia existencia.
Propuesta
Contesta con la mayor honestidad, y sin palabras complicadas, a por lo me-
nos siete de las siguientes preguntas, respetando preferiblemente el orden
en que se plantean. Es correcto dar una primera respuesta provisional, y des-
pués mejorarla hasta obtener la defi nitiva. Para mayor precisión se requiere
que todo el ejercicio se haga por escrito.
Sugerencia
Comparte tus respuestas con tu maestro, un familiar, un amigo, un fi lósofo,
un profesional de las ciencias conductuales, siempre que sea una persona
que te inspire confi anza y que no pretenda forzarte a pensar como él o ella
quisieran que lo hicieras.
Preguntas
4. Si tuvieras que asociar tres valores muy impor tantes al estilo de vida
que llevas, ¿cuáles serían?
3 D el conocer
al conocimiento
tico del mito, aunque no exento de cierta lógica. Así, el fuego del volcán
era explicado por un ser que atizaba una enorme fragua en las entrañas de
la Tierra. Una deidad, con su carro de fuego, aparecía todas las albas por
el Este, y se retiraba al ocaso por el Oeste, dando lugar al ciclo del día y
de la noche. No obstante, el mito tiene en el fondo el mismo propósito de
la ciencia, pues trata de explicar cómo funciona el mundo natural al igual
que el social. En efecto, hay mitos de conducta, que al mostrar los castigos a
que fueron sometidos quienes se apartaron del orden social prescrito, o las
recompensas obtenidas por quienes lo siguieron, indicaban claramente un
camino moral al pueblo.
Una simple mirada a la historia antigua muestra con claridad cómo, en distintas
partes de la Tierra marcadas por culturas diferentes, brotan al mismo tiempo
las preguntas de fondo que caracterizan el recorrido de la existencia humana:
¿quién soy?, ¿de dónde vengo y a dónde voy?, ¿por qué existe el mal?, ¿qué hay
después de esta vida? Estas mismas peguntas las encontramos en los escritos
sagrados de Israel, pero aparecen también en los Veda y en los Avesta; las en-
contramos en los escritos de Confucio y Lao-Tse y en la predicación de los Tir-
thankara y de Buda; asimismo, se encuentran en los poemas de Homero y en las
tragedias de Eurípides y Sófocles, así como en los tratados fi losófi cos de Platón
y de Aristóteles. Son preguntas que tienen su origen en la necesidad de sentido
que desde siempre acucia el corazón del hombre. De la respuesta que se dé a
tales preguntas, en efecto, depende la orientación que se dé a la existencia.
La Iglesia, por su parte, aprecia el esfuerzo de la razón por alcanzar los
objetivos que hagan cada vez más digna la existencia personal. Ella ve en la
fi losofía el camino para conocer verdades fundamentales relativas a la exis-
tencia del hombre. Al mismo tiempo, considera a la fi losofía como una ayuda
indispensable para profundizar la inteligencia de la fe y comunicar la verdad del
Evangelio a cuantos aún no la conocen.24
Creo que mucho yerra Lienhart […]por creer que la necesaria refl exión elabo-
rada y sistemática sobre el pensamiento mismo no pudo haberse realizado a
falta de un método para conservar los pensamientos, refl exiones, demostraciones
de verdad y falsedad, etc., a través de una larga lista de pensadores; es decir,
a falta de escritura. A prima facie no hay nada en las civilizaciones primitivas
que impida las tentativas de reformulación fi losófi ca. Existen en ellas individuos
de temperamento fi losófi co, las lenguas son adecuadas, la estructura social no
pone obstáculos en el camino. Dado que los pueblos aborígenes no conocían la
escritura, toda la información se recogía oralmente. Y personas extrañas —mi-
sioneros, viajeros, etnógrafos— indujeron a los indígenas a proporcionarla (y la
pusieron por escrito).26
Una segunda cuestión que ha interesado a los fi lósofos de todos los tiempos
fue acerca del origen del conocimiento. O lo que es lo mismo: ¿dónde co-
mienza?, ¿qué es lo que lo desencadena?, o ¿ acaso son las ideas eternas? Se
tuvo claro que en todo esto la razón y los sentidos deberían de desempeñar
algún papel importante.
Se han dado numerosas respuestas, según se resume:28
APRIORISMO (Kant). El conocimiento surge por síntesis entre los datos aporta-
dos por la experiencia y la estructura a priori del sujeto.
No. Los tiempos no han llegado a la mayoría de edad. Precisamente no, porque
las dos cosas que parecían condición sufi ciente (la ciencia desarrollada y la
abundancia en la producción) no han logrado eliminar los disparates sociales
que día a día nos toca sufrir. Las matanzas entre los pueblos, las hambrunas ac-
tuales en lugares precisos del planeta, cuando todos sabemos que hay alimentos
sufi cientes, son sólo dos ejemplos, entre otros, que dan fe de esta situación. Y,
sin embargo, estamos hoy, a pesar de estos horrores, más cerca de las etapas
soñadas que hace 200 años. Aunque sólo sea porque el mundo malgré lui, ha
generado relaciones, dimensiones, riqueza, posibilidades inéditas, que podrían
servir de cimiento sobre el quehacer, lo que hasta ahora sólo soñado: que haya
pan, paz y justicia de verdad, esto es, simplemente para todos.30
30Serrano, Augusto (1995), La aventura del conocimiento , Colección LOGOS, Ed. BCH,
LECT U RA
El sentido común
Wartofsky, M. (1968)31
Gran parte de nuestro conocimiento es saber práctico: se refi ere, con los
pies muy en el suelo, a cómo hay que hacer las cosas, cómo se alcanzan
los objetivos y cómo hay que actuar en situaciones corrientes. Este conoci-
miento “ de sentido común” es común porque es de esperar que cualquiera
lo posea, y constituye, por tanto, un cuerpo de verdades familiares y ubicuas
que apenas se articulan con vistas a la refl exión crítica por lo frecuentes que
son y lo bien atrincheradas que se encuentran en el comportamiento y en el
lenguaje práctico. Es cierto que gran parte de él se expresa en la literatura
de un pueblo, así como en su acervo de máximas y técnicas. […] Pero el
contenido de sentido común de este patrimonio se asimila de tal manera
que pasa a formar parte del entendimiento tácito: sus “ verdades” son obvias,
se dan por sentadas y sobre ellas no se refl exiona, aunque se encuentren in-
corporadas en forma lingüística y se expresen en el lenguaje ordinario de los
hombres como dichos proverbiales, giros lingüísticos o remedios caseros.
Lo característico de tal conocimiento de sentido común es que no es ni
explícitamente sistemático ni explícitamente crítico. […] Es a grandes rasgos
completo y se encuentra listo para su utilización inmediata, como corres-
ponde a la propiedad común de una cultura, al conjunto de previsiones
certeras referentes a lo que todo el mundo debiera saber de las actividades
corrientes y básicas de la vida cotidiana, y en consecuencia proporciona
previsiones seguras en materia de actividad humana. Las funciones que des-
empeña posibilitando del trabajo ordinario y la vida social, y delimitando la
aleatoriedad y el peligro en la acción, son de importancia inapreciable.
El sentido común no es ni tan invariable ni tan universal como para no
cambiar según los entornos y periodos históricos. El sentido común de una
generación resulta ser, a veces, el sin sentido de la generación siguiente; en
otros tiempos era de sentido común cerrar las ventanas al pernicioso aire
nocturno; actualmente es de sentido común mantener las habitaciones bien
ventiladas por la noche.
[…] En defensa del sentido común cabe decir que se forma lenta y
cuidadosamente, que se ensaya de modo efi caz en áreas de la más amplia
Madrid.
36 FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O
EJERCICIO
O bjetivo
Profundizar críticamente la capacidad de pensar y el desarrollo del conoci-
miento, valorando su función, sus límites y di fi cultades.
Propuesta
Contesta con la mayor honestidad y sin palabras complicadas a por lo me-
nos siete de las siguientes preguntas. Es correcto dar una primera respuesta
provisional, y después mejorarla hasta obtener la defi nitiva. Para mayor pre-
cisión se requiere que todo el ejercicio se haga por escrito.
Sugerencia
Comparte tus respuestas con un maestro, un familiar, un amigo, un fi lósofo,
o una persona que te inspire confi anza y que no pretenda forzarte a pensar
como él o ella quisieran que lo hicieras.
Preguntas
1. ¿H as dudado de tu capacidad de pensar?
4 Filosofía, ciencia
y método
La obra de la ciencia no
es nunca definitiva.
E. Cassirer
El conocimiento científico
Desde la antigüedad diversos pueblos y culturas aprendieron
tempranamente la diferencia entre el saber común y el cono-
cimiento científi co, lo cual no quiere decir que todo lo que
la antigüedad consideró ciencia deba hoy ser considerado
como tal. La ciencia, como todo producto humano, es fruto
de un proceso de perfeccionamiento. Si
bien en varias épocas se ha creído ha-
ber llegado a decirlo todo en un campo
determinado (“ el fi n de la física” , “ el
fi n de la historia” ), se acepta hoy como
algo lógico y necesario la temporalidad
o, por decirlo de una mejor manera, la
transitoriedad y provisionalidad de los
paradigmas científi cos.
Por “ ciencia” entendemos un co-
nocimiento riguroso, posible gracias a
una metodología que ha de seguirse
estrictamente y que se expresa en con-
ceptos y leyes científi cas, o, como sue-
39
40 FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O
le decirse, en teoría científi ca. Los griegos distinguieron bien entre la “ d óxa”
(δóχα) —la opinión— y la “ epistéme” (επιστη′με) —conocimiento concep-
tual—. No es menos cierto que se trata de una generalización, pues en
estricto sentido, con independencia del idioma utilizado, no hay “ ciencia” ,
sino “ ciencias” . Cada ciencia es un abordaje especializado a un segmento
de la realidad. La fi losofía en cambio mira la generalidad, es decir, lo común
de todas ellas, su raíz o fundamento, por lo que desarrolla una fi losofi a de
la ciencia. Examinemos esto más detenidamente.
Grandes aportes han hecho a la fi losofía de la ciencia pensadores de la
talla de Popper, con su teoría de la falsación; o de Kuhn, con la provisiona-
lidad de los paradigmas científi cos, abonando con ello el pensamiento crí-
tico y precaviendo en contra de los dogmatismos en las ciencias. Tal parece
que a partir de estos postulados los fi lósofos podrían tener cada vez menos
trabajo. Pero,
El método
Vale la pena recordar las dos raíces griegas de esta palabra para descubrir su
función: metá (μετά) “ a través” y odós (οδός) “ camino” . En efecto, el méto-
do es el camino a través del cual llegamos a una conclusión, o para decirlo
mejor, a la verdad, pues tal ha de ser la pretensión tanto del científi co como
del fi lósofo.
En el método científi co se encuentra precisamente la garantía de que
llegamos a comprobaciones ciertas, con tal de que haya sido seguido fi el-
mente. De la variedad de objetos científi cos se deriva la diversidad en la
naturaleza de las ciencias y, por tanto, los distintos métodos científi cos que
le convienen a cada una de ellas. Podemos hablar de métodos matemáticos
de naturaleza diferente a los de la biología, y más distantes aún de los con-
cernientes a la psicología, medicina o derecho. Otro tanto ocurrirá con los
diferentes métodos que usan o han usado los fi lósofos.
No obstante, es posible determinar algunos elementos comunes, aun-
que no siempre son aplicados integralmente o en el mismo orden en las di-
FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O 43
La hipótesis no es más que una salida tentativa de aclaración entre dos varia-
bles y que es posible comprobarla a nivel de la experiencia. Es una solución
provisional, posible, ante el problema que se ha planteado. Para ello habrá que
mostrar la verdad o falsedad de dichas hipótesis. […] La hipótesis es siempre
un “ supuesto” , premisas que se utilizan con una gran probabilidad de explicar
adecuadamente un fenómeno o problema; sólo el proceso demostrativo o de
veri fi cación nos dirá si eran objetivas o estaban mal planteadas.35
34Barragán L., Hernando (1977), Epistemología, Universidad Santo Tomás de Aquino, Bo-
gotá, p. 98.
35Barragán L., Hernando (1977), op. cit ., p. 104.
44 FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O
36Serrano,
Augusto (2002), De las ciencias y de sus métodos, Paraninfo, año XI, núms.
20-21, pp. 147-148.
FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O 45
LECT U RA
González, A. (1991)37
les que en las ciencias humanas y sociales. Dados una serie de datos, por
ejemplo, sobre los movimientos de los planetas en el sistema solar, podemos
predecir con gran precisión el momento en que se producirá un eclipse de
Sol. En otras ciencias, como la economía o la sociología, que trabajan con
fenómenos humanos, es más difícil la formulación de leyes tan rigurosas:
no es fácil predecir una crisis económica o una revolución social. Pero no
cabe duda de que, a pesar de tales limitaciones, la intención de los cientí-
fi cos sociales es también la de descubrir las leyes que rigen los fenómenos
humanos; y el acierto en un buen número de sus pronósticos atestigua que
tal descubrimiento se logra, al menos parcialmente.
La fi losofía no pertenece a las ciencias positivas de la naturaleza o del
hombre, sino a las ciencias críticas. Esto no quiere decir que el fi lósofo
puede prescindir en su trabajo del conocimiento de las leyes que descubren
las ciencias positivas. Una fi losofía que no tenga en cuenta los datos de
las ciencias se convierte inmediatamente en una mera especulación vacía.
Muchos fi lósofos, al tratar, por ejemplo, del mundo natural, cometieron ver-
daderos disparates, fruto de su ignorancia del estado de las ciencias en su
época: la fi losofía de la naturaleza de Hegel es un buen testimonio de ello.
Pero una fi losofía que quiere tener bien anclados sus pies en la tierra ha de
tener muy en cuenta esa fuente inagotable de conocimientos sobre el mun-
do real que las ciencias positivas representan. Ahora bien, la fi losofía, por
su carácter crítico, aunque debe tener muy en cuenta los datos y leyes de
la ciencia positiva, se diferencia muy notablemente de aquéllas: la fi losofía
tiene unos caracteres —radicalidad, desenmascaramiento y voluntad eman-
cipadora— que la diferencia notablemente de las ciencias positivas.
La fi losofía, como saber racional, comienza justamente donde terminan
las ciencias positivas. El fi lósofo es alguien que se pregunta justamente por
la raíz misma de las ciencias. Éstas nos pueden describir con gran exactitud
un gran número de leyes que rigen el mundo físico. Pero la pregunta fi losó-
fi ca va más allá del mero descubrimiento de esas leyes; puede preguntarse,
por ejemplo, qué es una ley. Y esto es algo que las ciencias positivas ya no
pueden responder. […] La cuestión fi losófi ca es más radical y comienza
cuando nos preguntamos, por ejemplo, cómo es posible que una ley que
está solamente en nuestra cabeza describa con tanta precisión lo que suce-
de a distancias enormes de nuestro planeta: ¿será que la naturaleza tiene
escrita en sí misma estas leyes, de modo que no están solamente en nuestra
cabeza, sino también en las cosas? Y entonces, ¿cómo está hecha nuestra
mente para que tenga esa capacidad de refl ejar con tanta precisión las leyes
que están fuera de ella en el mundo natural?
Las preguntas fi losófi cas son por esto mucho más radicales que las cien-
tífi cas, y no pueden responderse de una forma meramente científi ca. Una
ley no responde a las grandes interrogantes de la fi losofía, justamente por-
que la fi losofía se puede preguntar por el sentido mismo de las leyes. La
radicalidad del fi lósofo puede llegar hasta el punto de cuestionarse, como
lo hizo Leibniz, por qué hay algo en lugar de nada.
FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O 47
EJERCICIO
O bjetivo
Ayudarte a hacer un esfuerzo de refl exión personal para que puedas au-
toevaluar hasta qué punto comprendes la naturaleza de las ciencias y el
papel diferente de la fi losofía en la sociedad.
Propuesta
Contesta con la mayor honestidad, y sin palabras complicadas, a por lo me-
nos siete de las siguientes preguntas, respetando preferiblemente el orden
en que se plantean. Es correcto dar una primera respuesta provisional, y des-
pués mejorarla hasta obtener la defi nitiva. Para mayor precisión se requiere
que todo el ejercicio se haga por escrito.
Sugerencia
Comparte tus respuestas con tu maestro, un familiar, un amigo, un fi lósofo,
un profesional de las ciencias conductuales, siempre que sea una persona
que te inspire confi anza y que no pretenda forzarte a pensar como él o ella
quisieran que lo hicieras.
Preguntas
1. ¿A qué se llama ciencia?
5. ¿Cuáles crees que son las cualidades que debe tener un buen científico?
6. ¿Cuáles crees que son las cualidades que debe tener un buen filósofo?
10. ¿H asta qué punto crees que nuestro país puede dar contribuciones
científicas y filosóficas a la humanidad?
C apít ulo
5 El mundo de
los valores
32
32Versión corregida de Echeverría C. (1995), Axiología, filosofía de los valores para el pro-
51
52 FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O
La axiología
Del vocablo griego “ áxios” (αξιος), que signi fi ca tanto valor como lo que
tiene valor, se acuñó el término de axiología, que se defi ne como la teoría o,
mejor aún, la fi losofía de los valores. Aunque desde la fi losofía griega está
presente el tema de los valores, aumentó su auge con los grandes fi lósofos
áticos, de tal forma que la fi losofía de los valores data del siglo XIX y propia-
mente reconocida como axiología tan sólo desde principios del siglo XX.
Es en Alemania donde se habría de desarrollar primero el interés por la
fi losofía de los valores con F. Nietzsche, F. Lange, R. Lotze, H. Rickert y W.
Windelband. Entre los principales fi lósofos que han dedicado su atención
a la axiología destacan de manera relevante los también alemanes Scheler
y Hartmann.
Max Scheler (1874-1928), fenomenólogo, propone la ética material de
los valores, opuesta al formalismo de la ética de la ley y el deber de Kant.
Los valores son para él cualidades especiales de los seres, los cuales se cap-
tan a través de la intuición emocional.
Como las cualidades no se pueden subsistir por sí mismas, los valores pertene-
cen a los objetos que Husserl llama “ no independientes” , es decir, que no tienen
sustantividad. Esta propiedad, aparentemente sencilla, es una nota fundamental
de los valores. […] Por ser cualidades, los valores son entes parasitarios —que
no pueden vivir sin apoyarse en objetos reales— y de frágil existencia, al menos
en tanto que adjetivos de los “ bienes” .35
35Frondizi, Riseri (1995), ¿Qué son los valores?, Colección Breviarios, FCE, México, p. 17.
54 FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O
El tema del origen del valor ha sido profusamente tratado por los axiólogos,
quizá aún más que otro que me parece de mayor importancia: el confl icto
de valores. Esto tiene su razón de ser, pues dependiendo del origen teó-
ricamente establecido de los valores, van surgiendo las distintas escuelas
axiológicas. De modo semejante, del origen concreto que tengan los valores
de un individuo dependerá en gran medida su manera de ver el mundo y
encarar la vida y, por supuesto, su conducta a nivel personal o en contexto
colectivo.
El origen del valor ha sido colocado por algunos autores en el objeto,
o lo que es lo mismo: el valor se considera algo objetivo, una característica o
incluso una emanación del objeto. En palabras sencillas, lo que se quiere
decir es que todo valor depende del objeto. Se dirá que el valor de la rosa,
que es tanto como la resultante de su perfume, la belleza de su forma, el
color y la textura de sus pétalos, está en la rosa, no en quien la aprecia. De
igual modo se hablará del valor nutritivo de la espinaca, que existe en las
sustancias que contiene, independientemente de eso que llamamos gusto
y que no debe de ser confundido con el valor —aunque el valor guste y el
gusto tenga su valor—.
En sentido opuesto, otros teóricos establecen el origen del valor en
el sujeto, o lo que es lo mismo: el valor se considera algo subjetivo, una
creación o incluso una proyección del sujeto. Quienes identi fi can al valor
con el gusto —en el caso de las espinacas— se ubican en este enfoque.
Pero aun escapando a tal confusión, se expresa que el valor depende del
sujeto. Se pondrá de ejemplo la belleza de una mujer, que es apreciada
por unos, mas no por otros. Consideremos el valor de dos estampillas,
de igual tamaño, que aparecen juntas en una misma emisión y en cuya
producción se ha invertido igual cantidad de dinero, ¿por qué una vale 25
centavos, mientras que la otra vale 90? Y si reparamos en las diferencias
culturales, veremos que para un pueblo hay gran valor en determinada
FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O 55
Este orden bien puede ser una jerarquía, es decir un orden —no de ne-
cesidad, ni de temporalidad ni siquiera de elección— sino de preferencia.
Otro ordenamiento señalaría, por supuesto, una jerarquía diversa. En todo
caso, es importante que cada quien refl exione acerca de la propia, la impor-
tancia de estabilizarse en ella y de conducir su vida congruentemente.
Coherencia y compromiso
LECT U RA
situación concreta. O, más bien, de las condiciones que deben reunir los
criterios para tener validez.
Otra concepción tradicional que hay que descartar es la del valor o bien
supremo. Como la jerarquía del valor depende de los tres factores señala-
dos, sujeto, objeto y situación, no puede haber un bien supremo común a
toda la humanidad. Para cada individuo o comunidad será distinto, porque
distinta es la vocación y capacidad de los hombres y la situación en que se
hallan. Para unos el arte es la expresión máxima de su personalidad, para
otros la ciencia, la fi losofía o la reforma social. En cada caso, la acción es-
pecífi ca se orientará por cauces concretos, porque arte, ciencia y fi losofía
también son abstracciones.
El problema de la jerarquía depende, como es natural, de la concepción
que se tenga del valor. Si éste es a priori, la jerarquía será también a priori;
si el valor se reduce a agrado, deseo o interés, el mayor valor equivaldrá a
mayor agrado, deseo o interés. A su vez, si es una cualidad estructural que
surge de la relación de un sujeto con un objeto dentro de una situación, la
jerarquía del valor dependerá de todos estos factores. Por otra parte, tam-
bién ” mejor” , en términos abstractos, carece de sentido; siempre es “ mejor”
para un sujeto en una determinada circunstancia. El sujeto puede ser indi-
vidual o colectivo.
En la vida diaria rara vez se produce un confl icto entre dos valores ais-
lados, sino entre dos constelaciones de valores que adquieren signi fi cado
distinto según el “ fondo” axiológico de cada cual. El valor que fi gura como
fondo modi fi ca el otro. Así, el valor de la pintura, por ejemplo, disminuye
si el que le sirve de fondo es meramente económico. Pintar cuadros para
vender tiene menos valor que pintar por razones estéticas, religiosas o so-
ciales.
FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O 63
EJERCICIO
O bjetivo
Ayudarte a comprender mejor la naturaleza de los valores y favorecer tu
compromiso personal.
Propuesta
Realiza todas las tareas que se te piden a continuación. Es correcto escribir
una primera respuesta provisional para luego mejorarla hasta obtener la de-
fi nitiva. Para mayor precisión se requiere que todo el ejercicio se haga por
escrito.
Sugerencia
Comparte tus resultados en grupo, con tu maestro, un familiar, un amigo, un
fi lósofo, un profesional de las ciencias conductuales, siempre que se trate
de una persona que te inspire confi anza y que no pretenda forzarte a pensar
como él o ella qisieran que lo hicieras.
Actividades
1. H az una lista de los 12 valores más comentados en tu entorno familiar
o de trabajo.
2. H az un lista de los seis antivalores más repudiados en tu entorno fami-
liar o de trabajo.
3. Revisa los grupos de valor propuestos por Louis Lavelle y enumera al
menos dos valores nuevos para cada grupo.
4. Toma de nuevo los grupos de valor de Lavelle y ordénalos según su
mayor impor tancia.
5. Luego explica la razón de tu jerarquización.
C apít ulo
6 Los valores
y la cultura
sonales que marcan, tan frecuentemente, las relaciones entre los seres hu-
manos.
Pocos conceptos tienen una gama tan amplia de defi niciones como
el concepto de cultura. Sin pretender zanjar una polémica aún abierta, y
aprovechando coincidencias entre los especialistas, entendemos por cultura
como un conjunto de ideas, valores, símbolos y relaciones sociales que
identi fi can a un conglomerado humano.
Desde el punto de vista sociológico, en la cultura están implícitos ins-
trumentos de comunicación y pensamiento, un determinado acervo común
de conocimientos y técnicas, cierta jearquización de valores, orientación de
las conductas colectivas y expresión artística.
Son muy variadas las expresiones culturales, desde las más fáciles de
adquirir y reproducir, como la lengua, el arte popular, la cocina autóctona,
etc., hasta las más complejas y elaboradas, consideradas por muchos inade-
cuadamente como las únicas expresiones cultas, tales como el arte refi nado,
el pensamiento fi losófi co, las ciencias y tecnologías que en ese marco se
cultivan.
En no pocos casos, la religión está ligada muy estrechamente a cierta
cultura, como sucede con el shintoísmo y la cultura japonesa. En contextos
católicos se ha desarrollado recientemente el concepto de “ inculturación del
evangelio” , dando a entender la necesidad pastoral de tomar en cuenta las
variables culturales para predicar y vivir el mensaje evangélico. También se
propone la infl uencia inversa denominada “ evangelización de la cultura” .
217-218.
FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O 67
40Arévalo, Juan José (1946), La filosofía de los valores en la pedagogía, Tipografía Nacio-
nal, Guatemala.
68 FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O
LECT U RA
N eutralidad y beligerancia
Jaume Trilla Bernet (2006)41
EJERCICIO
O bjetivo
Proponerte hacer una refl exión personal para valorar y comprender las dis-
cusiones y confl ictos que se dan cuando los valores se expresan activamente
en un marco cultural dado.
Propuesta
Atiende con diligencia la ejecución de actividades que aquí se indican. Se
vale dar una primera respuesta provisional para luego mejorarla hasta ob-
tener la defi nitiva. Para mayor precisión se requiere que todo el ejercicio se
haga por escrito.
Sugerencia
Comparte tus respuestas con tu maestro, con un familiar, con un amigo,
con un fi lósofo, con un profesional de las ciencias conductuales, siempre
que sea una persona que te inspire confi anza y que no pretenda forzarte a
pensar como él o ella quisieran que lo hicieras.
Actividades
1. Enumera por lo menos 10 valores que caracterizan tu entorno cultural
y prepárate a explicar con propiedad cómo se manifiestan.
76 FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O
7 D e la moral
a la ética
D os cosas me inclinan a la
reverencia: el cielo estrellado por
encima de mí y la ley
moral dentro de mí.
Kant
Moral y ética
Aunque sinónimos en el habla diaria, moral y ética se
diferencian en el vocabulario técnico, propio de la fi -
losofía. La moral es un conjunto de valores, principios,
criterios y normas que determinan el comportamiento
humano, individual o colectivo aceptable en una socie-
dad determinada. La ética es el estudio sistemático de
las morales y —por extensión— es el modo habitual
de comportarse que puede ser racionalmente explica-
do. Toda persona responsable debería querer compor-
tarse conforme a la moral y, de hecho, la mayoría de
las personas en el mundo entero viven de conformidad
a códigos morales, aunque éstos puedan ser muy dife-
rentes. Aun así, siempre habrá quienes, pese a conocer
la dimensión moral, deciden ir en contra, ya sea por
debilidad de carácter o por perversión del mismo.
Una señora de nuestros mercados, de escasas a nin-
gunas letras, que vende vegetales y frutas diariamente,
la vemos con frecuencia acompañada de dos y hasta
tres hijos pequeños a quienes educa, a su modo, para
77
78 FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O
que sean el día de mañana adultos con moral. A ella no le exigiremos éti-
ca, es decir, no le pediremos que dé cuenta por qué hay que comportarse
así y no de otra manera. No se le demandará que fundamente o explique
comportamientos. Pero a quienes se han profesionalizado y tienen algo más
que educación elemental sí les podemos demandar ética, es decir, refl exión
sistemática acerca de su comportamiento moral y de los demás. Por ello, se
invita a transitar desde la moral hasta la ética. Pese a todo, el saber ético no
garantiza en absoluto el comportamiento moral.
Es, pues, la moral el objeto de estudio de la ética y ésta es parte consti-
tutiva de cualquier fi losofar que se precie de integral.
Fundamentación de la moral
Toda moral está fundamentada, aunque no siempre se conoce a cabalidad
esta fundamentación. Largo y prolijo —probablemente imposible— sería
enumerar las diversas razones y justi fi caciones que diversa gente de todos
los pueblos han dado a lo largo de la historia. Pero es bueno detenerse en
algunas que nos son más cercanas y que, por ello mismo, quizá hayamos
escuchado más.
Por que así nos han enseñado, es una razón que a primera vista parece
dictada por pereza mental. Puede ser que así sea, pero para muchos éste es
un fundamento no sólo cierto sino hasta sagrado. Se trata de seguir la tradi-
ción, el comportamiento de los padres y los abuelos que debe ser adoptado
por las personas sensatas que han madurado y han superado las violaciones
de conducta propias de la adolescencia.
Por la necesidad de convivencia social, ya que muchas personas, aun-
que pudieran eventualmente tener diferencias por razones de religión y de
cultura, se dan cuenta que deben vivir en comunidad y que esto supone un
compromiso, un entendimiento entre todos. Esto se aplica tanto en la comu-
nidad familiar, en donde hay diferencias generacionales, como en el mundo
laboral, donde hay diferencias de formación, educación y mentalidad, al
igual que en comunidades mayores.
Por que es lo que conviene a la naturaleza humana, si se da una res-
puesta de naturaleza fi losófi ca, psicológica o sociológica. Quienes aducen
este fundamento al comportamiento moral obviamente demuestran tener
cierto nivel formativo que les permite analizar la situación con herramientas
propias de las ciencias humanas.
Por estar legalmente establecido, fundamentación harto frecuente y pese
a ello bastante débil, pues tiende a confundir la norma moral con la norma
jurídica, siendo que la primera es más bien el fundamento de la segunda y
ésta aparece con frecuencia cuando aquélla es violada. La ética se distingue
bien del derecho, aunque el estudio de éste es de suma importancia para
quienes profundizan más en los estudios del comportamiento humano. De
hecho, psicología, sociología y derecho son las ciencias capaces de ayudar-
nos a entender mejor el comportamiento moral humano.
FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O 79
1. Visión del acto como posible. Es decir, el acto tiene que verse como
realizable, al alcance de las capacidades y fuerzas de quien va a ac-
tuar. Todo acto moral es un acto humano, por lo que debe poder ser
efectuado por la persona en circunstancias ordinarias o con los auxilios
proporcionales. Nadie se tiraría de un avión pretendiendo volar o sin el
auxilio de un buen paracaídas; tampoco lo sustituiría por un paraguas,
ya que entonces habría que hablar no de deporte, sino de suicidio. Tam-
poco saldríamos de vacaciones dejando la administración de la casa y
el cuidado de su hermanita menor a un niño de cuatro años, pues esto
supera sus posibilidades reales.
FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O 81
Como puede inferirse, sólo los actos que se relacionan con la bondad
de la conducta, libremente escogida, pueden ser objetos de la moral.
82 FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O
Libertad
La conciencia moral
45Bernardo, Juan D. (1993), Ética de los negocios, Ediciones Macchi, Buenos Aires, p. 11.
FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O 85
LECT U RA
La conciencia
Martínez-Huerta, M. (2007)46
No hay nadie, ni aun el peor bribón, que, si está habituado a usar de su razón,
no sienta, al oír referencias de ejemplos notables de rectitud en los fines, de
firmeza en seguir buenas máximas, de compasión y universal benevolencia
(unidas estas virtudes a grandes sacrificios de provecho y bienestar), no sienta,
digo, el deseo de tener también él esos buenos sentimientos. Pero no puede
conseguirlo, a causa de sus inclinaciones y apetitos, y, sin embargo, desea
verse libre de las tales inclinaciones, que a él mismo le pesan (Kant).
En ética no existen respuestas fi jas y seguras para todo lo concerniente
al universo moral. Los principios son generales y abstractos, y no responden
necesariamente a los confl ictos en que puede encontrarse el ser humano.
Queda siempre un margen de ambigüedad: en él se juega el hombre su pro-
pia decisión. El propósito del presente escrito es mostrar que la verdadera
fuente normativa de los actos humanos es la misma persona en su realidad
concreta inmersa en su devenir.
El hombre es un ser moral porque debe construirse a sí mismo. Y la con-
ciencia moral es la facultad por medio de la cual el hombre descubre este
“ deber ser” , esta llamada a hacerse una persona, y es también la facultad
por la que tiende activamente a llevarla a la práctica. En otras palabras: es
preciso entender la conciencia moral como la facultad, como la capacidad
a través de la cual el hombre puede llegar a conocer lo que es bueno y lo
que es malo. Se trata, pues, de un juicio del entendimiento o razón que nos
permite reconocer el valor moral de un acto concreto que pensamos reali-
zar, estamos realizando o hemos realizado.
El juicio valorativo de la conciencia moral abarca tres niveles: antes del
acto, durante su ejecución y después de ella.
Antes del acto, la conciencia actúa como consejero, por la apreciación
que el entendimiento hace del valor moral de las varias alternativas que se le
ofrecen. Así, por ejemplo, Marco Aurelio se convierte en nuestra conciencia
cuando nos pregunta: “ ¿Cómo te has portado hasta ahora con los dioses,
con tus padres, hermanos, mujer, hijos, maestros, ayos, amigos, familiares,
criados? ¿Observaste hasta ahora con todos ellos el precepto de ‘no hacer ni
decir nada malo a nadie’?” .
EJERCICIO
O bjetivo
Ayudarte a hacer una refl exión personal sobre tu comportamiento moral, para
que puedas autoevaluar hasta qué punto comprendes sus alcances y puedas
orientar mejor tus compromisos para contigo mismo y tu sociedad.
Propuesta
Contesta con la mayor honestidad y sin palabras complicadas a por lo me-
nos siete de las siguientes preguntas, respetando preferiblemente el orden
en que se plantean. Es correcta dar una primera respuesta provisional para
después afi narla hasta obtener la defi nitiva. Para mayor precisión se requiere
que todo el ejercicio se haga por escrito.
Sugerencia
Comparte tus respuestas con tu maestro, un familiar, un amigo, un fi lósofo,
un profesional de las ciencias conductuales, siempre que sea una persona
que te inspire confi anza y que no pretenda forzarte a pensar como él o ella
quisieran que lo hicieras.
Preguntas
1. ¿Por qué se te propone transitar de la moral a la ética?
8. ¿D e los grados de conciencia, cuál crees que debe ser el que más de-
bes trabajar para desarrollarlo?
8 Profesionalismo
emprendedor
La profesión
La profesión universitaria es un trabajo altamente cali fi cado,
producto de una preparación teórica, de carácter científi co,
y un entrenamiento práctico, de carácter tecnológico. Toda
profesión es un trabajo socialmente diferenciado, cuya fi -
nalidad es satisfacer alguna de las múltiples
necesidades de la sociedad, a la vez que po-
sibilita la realización personal.
D esde esta perspectiva, la profesión
modi fi ca profundamente al ser humano
que la ejerce, pues el proceso formativo,
primero, y la experiencia en el actuar pro-
fesional, luego, cultivan su personalidad
con conocimientos, destrezas y valores, al
punto de imprimir en él un verdadero ca-
rácter.
La profesión implica cultivar los valores
del trabajo, la ciencia, la tecnología y la so-
ciedad. Bajo el enfoque formativo que se ha
propuesto, nuestro profesional evidencia los
95
96 FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O
Ética profesional
dría aceptarse que todo ser humano tiene alguna moral. No ocurre lo mismo
con la ética.
La ética es el análisis fi losófi co de las morales, con auxilio de las cien-
cias que estudian directa o indirectamente la conducta humana. Se trata
pues de una refl exión acerca de la legitimidad y el sentido de los actos que
realizamos.
Se denomina aquí principio a un valor importante que está siempre
presente al momento de fundamentar u orientar acciones humanas. El acto
moral se basa en tales principios.
Criterio es una regla que permite juzgar, discernir o evaluar el alcance
y la naturaleza de los actos humanos. Sirve de metro o medida ya sea para
determinar los actos aceptables (buenos), como los que no lo son (malos).
La norma moral es un precepto que un grupo social impone con carác-
ter de obligatoriedad a sus individuos. Por esta razón, las normas morales
deberían estar siempre en la base de las normas jurídicas.
La moral de un grupo social puede tener diverso origen o fundamento:
la cultura, una fi losofía, ideología, religión, etc. En base a estos orígenes
diversos, a veces muy dispares, se constata la presencia de numerosos có-
digos morales, a lo ancho y largo de la geografía y de la historia humana.
En nuestro medio es usual que los gremios profesionales se doten de su
respectivo código moral.
48González A., José Luis (2002), Ética, editorial El Búho, Bogotá, pp. 287 y 289.
FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O 99
Formando emprendedores
Toda universidad debe constituirse en institución pionera en la formación
de emprendedores, entendidos como profesionales independientes, capa-
ces de irradiar energía de trabajo, tomar oportunas y acertadas decisiones,
encarando riesgos calculados, con sed de realización personal y haciendo
partícipes a cuantos les rodean de su compromiso solidario en las metas
comunes.
Para lograrlo, la universidad debe aprovechar al máximo y con respon-
sabilidad la triple dimensión del activar académico universitario: investiga-
ción, extensión y docencia. Las dos primeras, al tiempo que le mantienen en
contacto con la dinámica nacional, permiten generar una docencia actuali-
zada y profundamente contextualizada.
El rigor del método científi co identi fi ca la forma de hacer las cosas en el
nivel superior, sin por ello sacri fi car las grandes realizaciones prácticas. Se
concibe, en efecto, la ciencia y la tecnología como poderosas herramientas
teóricas y prácticas al servicio del mejoramiento de la calidad de vida de los
100 FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O
México, p. 15.
FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O 101
El espíritu emprendedor
El espíritu emprendedor se ha defi nido como una fuerza interior que nos
impulsa a realizar aquellos retos que imaginamos posibles de lograr. Y es
que emprender una ruta o una aventura, al igual que iniciar cualquier em-
presa, signi fi ca no únicamente comenzarla, sino, lo que es más importante y
apasionante, perseverar en ello, poner entusiasmo, vida y corazón, “ echarle
ganas” hasta alcanzar la anhelada meta.
Si en el camino surgen di fi cultades o incluso serias adversidades, el
espíritu emprendedor nos hace levantarnos para volverlo a intentar con per-
severancia. Esto supone cierto carácter o temple que se adquiere con deci-
sión y mucha práctica. También exige una formación de calidad para saber
correr riesgos que razonablemente podemos asumir.
La tenacidad y perseverancia deben acompañarse de una elevada moti-
vación al logro y. deseo de superación. Bastante mediocridad y conformismo
nos han envuelto durante mucho tiempo. Los emprendedores rompen el
círculo vicioso al buscar fuentes de inspiración dentro y fuera de sí mismos.
El optimismo y la autoconfi anza son valores que se cultivan en el in-
terior de uno mismo. Para lograrlo hay que deponer la actitud cómoda de
culpar siempre a otros por lo que no resultó como se esperaba y creer que
nuestra participación fue decisiva en lo que salió bien. Se trata de asumir su
propia responsabilidad, en las buenas y en las malas y, a partir de allí, saber
que dependemos en grandísima medida de nuestro propio esfuerzo.
Se hace necesario abandonar las actitudes lacrimales o de lamentación
y encarar el porvenir con optimismo. Si de niño no fue alguien inducido a
la autoconfi anza y a la automotivación, puede aprenderlo de adulto, a costa
de un gran esfuerzo, sobre todo cuando se es todavía joven.
La mayoría de los especialistas consultados opinan que no hay empren-
dedor sin creatividad e innovación. La creatividad, hermana diligente y pro-
ductiva de la imaginación, nos induce a construir algo donde antes no había
102 FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O
nada. Creativo es el artista que mancha el blanco lienzo hasta refl ejar en él
un pedazo de su alma; creativa es la ejecutiva que decide formar su propia
empresa; creativo es el alcalde que se las ingenia para brindar servicios con
los exiguos fondos del tesoro edilicio.
La creatividad se acompaña bien si viene junto con la innovación, que
es el arte de producir lo nuevo. Innovador es el fi lósofo o el científi co
que propone un nuevo modelo conceptual para mejor interpretar la reali-
dad; innovador es el industrial que lanza un producto nuevo para atender
alguna vieja necesidad; innovador es el mercadotecnólogo que pone al des-
cubierto un nuevo mercado; innovador es el especialista en sistemas que
programa un software más amigable.
El espíritu emprendedor exige que además de producir lo que se espera
de cada uno de nosotros, en virtud de la formación que tiene, elevemos la
productividad, esto es, que rindamos al máximo, como trabajadores, por
supuesto, pero ¿no sería válido decir que también como seres humanos?
Como si fuera poco se pide que nuestra productividad sea con efectivi-
dad. Ya existe tradición en la exigencia de calidad, entendida como efi cien-
cia; la nueva tradición que se está gestando es la de la efectividad. Esto im-
plica que nuestro actuar sea trascendente, deje huellas positivas y duraderas
en el marco social donde nos desempeñamos. Efi ciencia, si cumplimos las
metas y seguimos los procedimientos, efi ciencia o efectividad, si alcanza-
mos los objetivos y la misión propuestos.
La efectividad supone excelencia en el desempeño. Y la excelencia par-
te de la calidad de lo que hacemos, pero va más allá, pues crea en nosotros
un compromiso, tanto con nosotros mismos, como con la comunidad en la
que estamos insertos. Excelencia es deseo y logro de las metas más altas.
Excelencia es crecer como profesionales y como seres humanos. Excelencia
es no contentarse con lo justo para los demás, sino llegar a identi fi carse con
ellos; es no aceptar simplemente lo bueno, sino aspirar siempre a lo mejor;
es no conformarse con obtener las actuales metas, sino en perseguir las
metas del mañana; es no caminar con el prójimo hasta la salida del pueblo,
sino acompañarle hasta el próximo.
Desde el punto de vista fi losófi co, puede decirse que el espíritu em-
prendedor es una determinada actitud frente al mundo y la vida, y que
puede convertirse en una forma de apropiación de la realidad, implícita
en el profesional de cara al inicio del siglo XXI. Este espíritu no nace, aun-
que hay aptitudes y condiciones que, por supuesto, favorecen su temprana
aparición: los valores de seguridad, responsabilidad, esfuerzo y entusiasmo
forjados en la niñez, están propiciando el surgimiento del emprendedor en
su temprana juventud.
La universidad deberá, por tanto, hacer lo suyo para procurar formar
los emprendedores que el mundo profesional y el desarrollo de la sociedad
reclaman.
FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O 103
El liderazgo
Más allá de la pluralidad de defi niciones y la variedad de actividades huma-
nas donde ejercer el liderazgo, se destacan tres características constantes en
todo líder: su visión del futuro, su capacidad de infl uir positivamente en sus
semejantes y su relación democrática con las personas con quienes trabaja,
emprende, lucha o simplemente convive.
En efecto, al líder no le interesa —como al caudillo— mirar hacia atrás
para contar el número de seguidores; su mirada está puesta al frente, literal
y fi guradamente, ve más allá de su nariz. Otea el futuro auscultando los
signos premonitorios de cualquier tendencia o de cualquier cambio; analiza
el presente y saca lecciones del pasado para construir de una mejor manera
su futuro.
Por esa capacidad analítico-prospectiva, el líder entusiasma y su acción
y su palabra son sufi cientemente convincentes para que otros vean la con-
veniencia de coincidir con él en el camino a recorrer. Aparentes seguidores,
las personas que reconocen al líder se convierten en los mejores compañe-
ros de viaje. Desarrollan la capacidad de crecer juntos, son positivamente
infl uenciados por él, mas no manipulados.
El manipulador no respeta a sus semejantes; se sirve de ellos. Al líder le
interesa y le conviene rodearse de gente capaz, talentosa o esforzada, pues
las empresas en solitario suelen convertirse en hermosos sueños, pero con
mucha frecuencia condenadas al fracaso. El verdadero líder se enorgullece
de sus compañeros.
Warren Bennis y Bun Nanus (Líderes, Enciclopedia Gerencial del Eje-
cutivo Moderno) consideran mitos, contra los que hay que luchar, los si-
guientes:
El espíritu de servicio
Durante su formación profesional, y como parte
esencial de ella, el universitario debe escuchar men-
sajes alusivos y tener la oportunidad de ir cimen-
tando en él un sólido espíritu de servicio. El análisis
teórico, las acciones de vinculación universitaria, el
trabajo voluntario, la práctica profesional orientada
y el servicio social son las herramientas preferentes
para su crecimiento.
104 FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O
LECT U RA
Una invitación muy especial: únete a la gran familia del éxito emprende-
dor.
[…] Todos poseemos espíritu emprendedor. El potencial está en noso-
tros mismos, es inherente al ser humano, pero necesitamos despertarlo, pero
con saltos, no a pasos.
[...] El ser emprendedor, entonces, se convierte en una fi losofía de la
vida que obliga al hombre a tomar muy en cuenta sus deseos y los toma
en obligación hacia su medio. Esta fuerza interior le dará orientación a sus
acciones llevándolo a soñar lo grande que de la vida quiere lograr, ense-
ñándole a ser más soñador, más perceptivo y calculando cada vez más sus
acciones. El emprendedor será un gestor de su propio destino.
[...] Todo aquel que hace posible la aparición de una empresa es un
emprendedor; aquí radica la esencia de su misión, esta es la raíz que le
da la vida, y acción a su quehacer. Es la fi losofía que lo mueve al pensar y
actuar.
El emprendedor del futuro deberá ser el gestor de una acción creativa
inicial, deberá ser el centro en quien reside la responsabilidad de la empre-
sa; teniendo una orientación marcadamente tecnológica, siendo un inventor
y un descubridor de oportunidades aprovechadas por la empresa mediante
su propia acción y destreza personal.
Este emprendedor deberá estar dotado de talentos y cualidades que ad-
quiere e incorpora a la empresa dándole uso y aprovechamiento real.
Él establecerá las políticas y directrices generales concernientes a la
marcha de su organización. Será el miembro más importante de las juntas y
de las funciones a realizar.
El emprendedor deberá fi jar metas y apuntar a la empresa hacia ellas
con un ordenamiento estable y fl exible. Su efi ciencia, residirá en la capaci-
dad constante de desarrollar la empresa en su gestación, planeación, crea-
ción, implantación, operación y desarrollo.
Su función de dirigir estará en decidir acerca de las políticas que de-
ben guiar la marcha de su empresa: trabajando sobre objetivos concretos,
51Anzola, Sérvulo (1995), “ Misión del emprendedor del siglo XXI” , en el V Congreso Lati-
noamericano sobre el espíritu empresarial, México.
106 FILO SO FAR, PARA SEGU IR CRECIEN D O
EJERCICIO
O bjetivo
Analizar y valorar las responsabilidades profesionales para contribuir a la
realización colectiva, mediante la iniciativa personal.
Propuesta
Investiga con precisión al menos dos de los temas que aquí se proponen. Es
correcto dar una primera respuesta provisional, y después mejorarla hasta
obtener la defi nitiva. Para mayor precisión se requiere que todo el ejercicio
se haga por escrito.
Sugerencia
Comparte tus conclusiones con tu maestro, un familiar, un amigo, un fi -
lósofo, un profesional de las ciencias empresariales, siempre que sea una
persona que te inspire confi anza y que no pretenda forzarte a pensar como
él o ella quisieran que lo hicieras.
Actividades
1. Averigua cuáles son las competencias profesionales generales que tu
universidad se ha propuesto formar en sus graduados.
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