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ROSARIO
CUARESMAL
INTRODUCCION AL ROSARIO CUARESMAL
El tiempo de la Cuaresma rememora los cuarenta años que el pueblo de Israel pasó en el desierto
mientras se encaminaba hacia la tierra prometida, con todo lo que implicó fatiga, lucha, hambre, sed
y cansancio, pero al fin el pueblo elegido gozó de esa tierra maravillosa, que destilaba miel y frutos
suculentos.
También para nosotros, como fue para los israelitas aquella travesía por el desierto, la Cuaresma es
el tiempo fuerte del año que nos prepara para la Pascua o Domingo de Resurrección del Señor, cima
del año litúrgico, donde celebramos la victoria de Cristo sobre el pecado, la muerte y el mal, y por lo
mismo, la Pascua es la fiesta de alegría porque Dios nos hizo pasar de las tinieblas a la luz, del
ayuno a la comida, de la tristeza al gozo profundo, de la muerte a la vida.
Juntos vamos a ofrecer este Santo Rosario a Nuestro Señor Jesucristo y a Nuestra Madre
Santísima, para que su luz descienda sobre esta humanidad, y vivamos este tiempo litúrgico
arrepintiéndonos de nuestros pecados en el sacramento de la Reconciliación, luchando por cambiar
día con día, y haciendo sacrificios y oración, meditando algunos medios que la Iglesia nos propone
para poder prepararnos adecuadamente para la celebración de los misterios centrales de nuestra fe.
ORACIÓN DE OFRECIMIENTO
Padre nuestro, que estás en el Cielo,
durante esta época de arrepentimiento,
ten misericordia de nosotros.
Con nuestra oración, nuestro ayuno y nuestras buenas obras,
transforma nuestro egoísmo en generosidad.
Abre nuestros corazones a tu Palabra,
sana nuestras heridas del pecado,
ayúdanos a hacer el bien en este mundo.
Que transformemos la obscuridad
y el dolor en vida y alegría.
Concédenos estas cosas por Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
CREDO
+Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo
invisible.
+Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no creado, de la misma
naturaleza del Padre por quien todo fue hecho, que por nosotros, los hombres, y por nuestra
salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo
hombre. Y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y
resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y
de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
+Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el
Padre y el Hijo, recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.
+Creo en la Iglesia, que es Una, Santa, Católica y Apostólica. Confieso que hay un solo Bautismo
para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser vos quien
sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos
ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de
vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia
que me fuere impuesta. Amén.
MISTERIOS
Hay dos medios que nos propone la Iglesia para este tiempo litúrgico de la Cuaresma, que nos
manifiestan claramente que la iniciativa parte de Dios-Amor. Por un lado se nos propone tener una
escucha atenta y reverente a la Palabra de Dios. Debemos tener durante esta Cuaresma un
constante contacto con la Palabra Divina. Dios mismo sale a nuestro encuentro y nos invita a
prepararnos nutriéndonos de su propia Palabra. Esta lectura de la Palabra de Dios, nos lleva a una
oración más intensa, y éste es el segundo medio. Debemos nutrirnos de la oración durante esta
Cuaresma, para no sucumbir y salir fortalecidos ante las tentaciones de Satanás. Esta oración debe
mostrar nuestra reconciliación con Dios que nos invita al amor.
Otro de los medios que se nos propone durante la Cuaresma es acudir a los sacramentos de la
reconciliación y de la Eucaristía. Es necesario acudir a la misericordia del Señor. Para convertirnos
debemos dejar todo pecado. Pero solos no podemos. Confiemos en el perdón que nos ofrece el
Señor. No hay pecado que Él no pueda perdonarnos. Y acudamos también al encuentro con el Hijo
de Santa María, realmente presente en la Eucaristía. Él mismo se ofrece por nosotros y se entrega
en el altar de la reconciliación.
Dos medios que nos ayudan a ir preparando mejor nuestro corazón. Debemos tomar conciencia de
la bendición que nos da el Señor. Muchos no se percatan de la importancia de esto. Cuántos de
nosotros sabemos del ayuno y abstinencia de todos los viernes de Cuaresma, como preparación. ¿Y
cuántos de nosotros realmente lo vivimos?
Muy importante es también la mortificación y la renuncia en algunas circunstancias ordinarias de
nuestra vida, ocasiones para acercarnos a la luz del Señor y conformarnos con Él, purificando
nuestros corazones.
El Señor nos invita a convertirnos a Él. Debemos llegar hasta el fondo de nosotros mismos, pues se
trata de morir a todo lo que es muerte para resucitar a una vida nueva en el Señor.
Confiemos en la misericordia de Dios. Escuchemos lo que Él mismo nos dice en la Escritura: (hacer
una pausa) «Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra
carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne».
Y todo este camino que hemos emprendido, lo hacemos en la compañía tierna y amorosa de nuestra
Santa Madre. Ella es guía segura en nuestro peregrinar hacia la plena configuración con su Hijo, el
Señor Jesús. Es Ella quien con su intercesión nos ayuda a cambiar nuestro corazón de piedra en un
corazón de carne. Acojámonos a su intercesión y confiémosle nuestros esfuerzos para vivir
intensamente este tiempo de conversión.
Ofrecemos las siguientes oraciones por las intenciones del Papa, las necesidades de la
Iglesia y conversión de la humanidad, en este tiempo litúrgico:
+ Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase
Señor tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan de cada día, perdona nuestras
ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en tentación
y líbranos de todo mal. Amén.
+ Dios te salve, María Santísima, hija de Dios Padre, Virgen Purísima y Castísima antes del parto, en
tus manos encomiendo mi Fe para que la alumbres, llena eres de gracia el Señor está contigo,
bendita eres entre todas la mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de
Dios, ruega Señora por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
+ Dios te salve María Madre de Dios Hijo, Virgen Purísima y Castísima en el parto, en tus manos
encomiendo mi esperanza para que la alientes, llena eres de gracia el Señor está contigo, bendita
eres entre todas la mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios,
ruega Señora por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
+ Dios te salve María esposa del Espíritu Santo, Virgen Purísima y Castísima después del parto, en
tus manos encomiendo mi caridad para que la inflames, llena eres de gracia el Señor está contigo,
bendita eres entre todas la mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de
Dios, ruega Señora por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
+ Dios te salve María, templo, trono y sagrario de la Santísima Trinidad, Virgen concebida sin la
culpa origina. Dios te salve Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios
te salve, a ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este
valle de lágrimas. Ea, pues, Señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh
clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Ruega por nosotros Santa Madre de Dios para que
seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
ORACIONES FINALES
ORACION 1. Buen Jesús, que te retiraste cuarenta días en el desierto para preparar tu misión entre
nosotros, permíteme que tu ejemplo sea un espejo donde verme reflejado durante esta cuaresma.
Yo también sé que debo prepararme para cada momento de mi vida, Sé que junto a Ti, puedo tomar
fuerza que necesito para vivir como quiere el Padre. Deseo vivir cada uno de estos días como un
prólogo para la Pascua. Que sean una preparación adecuada para poder resucitar contigo y dejar
atrás las cadenas del error que me esclavizan. Tu Pascua es signo de libertad; te pido que me
ayudes a lograrla, ya no estar atado a nada que no sea bueno. Que no me atrapen las redes del
consumismo, del prestigio social, del aparentar, del "no te metas", del egoísmo... Que cada día sea
un escalón más que me acerque a la verdadera felicidad que Tú me propones con tu vida y tu
mensaje. Amén.
ORACION 2. Oh Dios, cuyo unigénito hijo con su Vida, Muerte y Resurrección, nos alcanzó el
premio de la vida eterna, concedemos a los que recordamos estos misterios del Santo Rosario,
imitar lo que contienen y alcanzar lo que prometen, por el mismo Jesucristo nuestro Señor. AMEN.
JACULATORIAS FINALES