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motricidad
ISSN:1646-107X
motricidade.hmf@gmail.com
Ediciones Desafio Singular
Portugal

Rocha, Helena A.; Marinho, Daniel AM; Jidovtseff, Boris; Silva, Antonio J.; Costa, Aldo.
METRO.

Influencia de la práctica regular de fútbol o natación en el desarrollo motor grueso en

infancia
Motricidade, vol. 12, núm. 4, 2016, págs. 33-43
Ediciones Desafío Singular
Vila Real, Portugal

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=273050665005

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motricidad © Ediciones Desafío Singular
2016, vol.12, n.4, págs.33-43 http://dx.doi.org/10.6063/motricidade.7477

Influencia de la práctica habitual de fútbol o natación en el desarrollo

motor grueso en la infancia

Helena A. Rocha1, Daniel A. Marinho1.2, Boris Jidovtseff3, Antonio J. Silva2.4, AldoM.

Costa1,2,5*
ARTÍCULO ORIGINAL

ABSTRACTO
El objetivo de este estudio fue analizar los cambios en el desarrollo motor grueso después de cinco (T5), diez (T10) y 30 (T30)
meses de práctica de natación o fútbol. La muestra del estudio estuvo compuesta por 33 niños en edad preescolar (4,8±0,5 años):
11 practicantes de fútbol; 11 practicantes de natación; 11 controles (sin práctica deportiva previa). La Prueba de Desarrollo Motor
Grueso – Segunda Edición se utilizó para evaluar las habilidades motoras gruesas comunes (locomoción, habilidades de control
de objetos). Ambos grupos experimentales mejoraron significativamente en su cociente motor grueso y en las puntuaciones
estándar de locomoción y habilidades de control de objetos entre T5 y T10. En T10, todos los practicantes de fútbol ya alcanzaron
la calificación descriptiva máxima para el cociente motor grueso. Entre T10 y T30, los practicantes de natación pudieron mejorar
las puntuaciones estándar en las habilidades de control de objetos. Los principales resultados mostraron un impacto positivo de
la participación en la natación y el fútbol en la competencia motora.

Palabras clave: Nadar; fútbol; desarrollo de motores; infancia.

INTRODUCCIÓN que la falta de una experiencia rica y diversa de

La infancia es una fase clave en la vida de un ser
humano para el desarrollo de habilidades físicas y la
adquisición psicomotora fundamental, lo que
permitirá, más adelante, la adquisición de un conjunto
de habilidades para influir en el desarrollo de
habilidades motoras más complejas (Gabbard, 2000 ).
El desarrollo motor grueso es el progreso cualitativo y
cuantitativo de las habilidades motoras a lo largo de la
vida (Gallahue & Ozmun, 2005). La experiencia de vida
de los niños y la estimulación que han recibido
representa la base para la adquisición de habilidades
motoras más específicas y críticas para las diferentes
actividades deportivas (Clark & Metcalfe, 2002; Hands,
Larkin, Parker, Straker, & Perry, 2009 ; Lubans,
Morgan, Cliff, Barnett y Okely, 2010). La fase
comprendida entre los tres y los diez años se
considera el período crítico en el camino del desarrollo
motor grueso y, posteriormente, existe un período de
madurez de las habilidades motoras adquiridas.
Gallahue y Ozmun (2005) afirman
los movimientos físicos puede comprometer el
aprendizaje de habilidades perceptivas, motoras
y cognitivas.
Durante la infancia, varios importante
se producen cambios en el desarrollo, estando bien
establecida la influencia positiva de la actividad
física para un crecimiento saludable (Boreham &
Riddoch, 2001; Eisenmann, 2003; Malina, 2007;
Steele, Brage, Corder, Wareham & Ekelund, 2008).
La competencia motora se ha relacionado con la
actividad física posterior (Barnett, Van Beurden,
Morgan, Brooks y Beard, 2009; Kambas et al., 2012).
La actividad física conduce al desarrollo de
habilidades motoras fundamentales (FMS) (Smith et
al., 2014), incluso en niños con dificultades de
coordinación (Kane & Staples, 2014). Por tanto, la
literatura parece asumir la existencia de una fuerte
relación sinérgica
entre física actividad y motor
desarrollo. En este contexto particular, debería

Manuscrito recibido el 18 de octubre.th2015; Aceptado el 20 de diciembreth2016

1Departamento de Ciencias del Deporte, Universidad de Beira Interior, Portugal

dos Centro de Investigación para el Deporte, la Salud y el Desarrollo Humano (CIDESD), Portugal;
3Departamento de Ciencias del Deporte y la Rehabilitación, Universidad de Lieja, Bélgica
4Departamento de Ciencias del Deporte, Ejercicio y Salud, Universidad de Trás-os-Montes y Alto Douro, Portugal
5Centro de Investigación en Ciencias de la Salud CICS-UBI, Universidad de Beira Interior;
* Autor correspondiente:Departamento de Deportes de la UBI, Convento de Santo António, 6201-001 Covilhã, Portugal.
Correo electrónico: amcosta@ubi.pt
34|HA Rocha, DA Marinho, B Jidovtseff, AJ Silva, AM Costa
Cabe señalar también que el desarrollo hacia una
competencia motora especializada depende de
experiencias motoras previas relevantes en un entorno
seguro y estimulante, apropiado para la edad
(Gallahue y Ozmun, 2005; Magill, 2000). Así, una
estimulación motora baja o inadecuada afectaría no
sólo al desarrollo motor del niño (Gallahue & Ozmun,
2005; Williams et al., 2008), sino también a su estado
cognitivo, afectivo y social (Busseri, Rose-Krasnor,
Willoughby, & Chalmers , 2006; Sibley y Etnier, 2003).
Asimismo, se supone que un desarrollo motor grueso
deficiente inhibirá a los niños de realizar actividades
físicas regulares (p. ej., Stodden et al., 2008; Williams et
al., 2008). A largo plazo, esto también puede
determinar una mayor probabilidad de volverse
sedentarios en la edad adulta (Huotari, Nupponen,
Mikkelsson, Laakso y Kujala, 2011). Por esa razón,
debemos considerar el supuesto de que la infancia no
es sólo un período crítico para la adquisición de
habilidades motoras fundamentales, sino también
para garantizar la participación en el deporte durante
toda la vida (Barnett et al., 2009; Stodden et al., 2008).
El periodo comprendido entre los cinco y diez años
de edad presenta una mejora considerable en la
coordinación motora general, permitiendo la
consecución de movimientos cada vez más complejos
(Gallahue & Ozmun, 2005; Massa & Ré, 2010). Durante
este período de rápido desarrollo neurológico y gran
plasticidad neuronal, el niño es capaz de comprender
las reglas del deporte y es capaz de participar en
programas estructurados de iniciación deportiva (Ré,
2011). Sin embargo, se sabe poco sobre los efectos de
la práctica deportiva organizada sobre el desarrollo
motor grueso. Esta es una laguna importante en la
literatura porque varios niños no se benefician de una
práctica deportiva estructurada en la escuela,
especialmente durante el preescolar. De hecho, la
práctica deportiva durante la infancia (especialmente
en las edades más tempranas) se debe muchas veces a
la iniciativa del niño y su familia. En este contexto, la
natación y el fútbol encabezan la lista de deportes más
populares en varios países.
A pesar de que los programas acuáticos pueden
diferir (Jorgensen, 2012), la metodología de enseñanza
suele buscar introducir a los niños en habilidades
acuáticas básicas (Gallahue & Ozmun, 2005). A
menudo se utilizan juegos y otras actividades
divertidas como herramienta metodológica adecuada.
recurso para lograr la preparación acuática (Rocha,
Marinho, Ferreira y Costa, 2014). Sin embargo, los
estudios sobre la efectividad de las intervenciones
acuáticas sobre el desarrollo motor grueso son escasos.
Los deportes acuáticos parecen proporcionar una
importante estimulación de la percepción corporal,
induciendo un efecto positivo en las capacidades
asociadas con la aprehensión y el equilibrio (Sigmundsson
& Hopkins, 2010). Un estudio reciente sugirió que los
niños con participación previa en programas de natación
(dentro del contexto educativo) demuestran un desarrollo
motor optimizado en varias pruebas de habilidades
motoras gruesas, pero particularmente en las habilidades
de control de objetos (Martins, Silva, Marinho y Costa,
2015).
Acerca de fútbol americano, el pedagógico
La intervención mejora el desarrollo de habilidades
individuales (por ejemplo, pases, regates, tiros y
control del balón), pero también la eficacia del equipo.
Se anima a los jugadores jóvenes a reconocer las
diferentes variables del juego (p. ej.: oponentes,
dimensiones del campo y de la portería) y a asumir un
comportamiento táctico colectivo (Costa, Garganta,
Greco, Mesquita y Maia, 2011). Por esa razón, los
modelos contemporáneos de enseñanza del fútbol se
sustentan en principios tácticos (Holt, Strean, &
Bengoechea, 2002). Sin embargo, no se sabe lo
suficiente sobre la efectividad de las medidas
específicas del fútbol adoptadas para mejorar el
desarrollo motor grueso. La mayoría de los estudios
han buscado determinar los efectos de las actividades
físicas comunitarias y escolares en las habilidades
motoras de los niños (por ejemplo, Erceg, Zagorac y
Katić, 2008). Hasta donde sabemos, solo un estudio se
centró en los efectos de programas específicos
(extracurriculares) de entrenamiento de fútbol en el
dominio de las habilidades motoras fundamentales de
los niños (Salaj, Krmpotic y Stamenkovic, 2016). Los
autores de este estudio observacional informaron que
los niños en edad preescolar inscritos en programas
de ejercicio organizado (fútbol o gimnasia rítmica)
tienden a lograr puntuaciones de desarrollo motor
general más altas que los niños que no hacen ejercicio
adicional. Parece importante
obtener una perspectiva longitudinal sobre el
impacto de intervenciones deportivas específicas en la capacidad
motora, particularmente porque, lamentablemente, algunos niños
nunca se benefician de ningún tipo de

actividad física estructurada (educación física en la
escuela).
Así, este artículo tiene como objetivo describir los
cambios longitudinales en el desarrollo motor grueso
después de cinco, diez y treinta meses de práctica de
natación o fútbol. Esperamos que ambas intervenciones
deportivas desempeñen un papel catalizador en el
desarrollo motor grueso. Anticipamos diferencias en el
nivel de adquisición y grado de dominio de algunas
habilidades motoras fundamentales.
MÉTODO
Participantes
Esta investigación utilizó una muestra de
conveniencia de niños pequeños que estaban
disponibles para participar en este estudio y que
tenían antecedentes conocidos de participación en
natación o fútbol. La muestra del estudio estuvo
formada por 33 niños en edad preescolar (4,8±0,5
años), todos residentes en el área metropolitana de
Lisboa (Portugal). Inicialmente se consideraron los
siguientes tres grupos: 11 niños (5,3±0,2 años) sin
participación previa en deportes ni ningún tipo de
actividad física estructurada (grupo control); 11 niños
(4,6±0,4 años) participan en clases de natación en nivel
principiante, con cinco meses de práctica (grupo de
natación); 11 niños (4,8±0,5 años) participaron en
clases de fútbol de nivel inicial, con cinco meses de
práctica (grupo de fútbol). Todas las enfermedades
físicas o psicológicas que pudieran haber impedido la
capacidad para realizar los ejercicios de entrenamiento
y las pruebas solicitados se consideraron criterios de
exclusión.
Los niños fueron evaluados en tres momentos:
basal, con 5 meses de práctica previa de natación o
fútbol (T5); 5 meses después del inicio, con 10 meses
de práctica de natación o fútbol (T10); 25 meses
después del inicio, con 30 meses de práctica de
natación o fútbol (T30). La naturaleza longitudinal de
esta investigación no permitió una evaluación del
grupo control después del momento T10; A partir de
esta época, la mayoría de los niños incluidos en este
grupo comenzaron a practicar deporte. Por razones
éticas obvias, los investigadores no impidieron que los
niños y/o tutores participaran en el deporte. Además,
no pudimos realizar ninguna evaluación de
seguimiento más allá de los 30 meses de práctica
porque muchos niños comenzaron a realizar otras
actividades deportivas.
Influencia de una práctica regular de natación |35
Todos los procedimientos y protocolos experimentales
estuvieron de acuerdo con la Declaración de Helsinki y
fueron aprobados previamente por la Autoridad de
Protección de Datos en Portugal, por los directores de las
escuelas locales de natación y fútbol involucradas en este
estudio y por el Comité de Ética de la Facultad de Ciencias
de la Salud de la Universidad de Beira Interior. Se
garantizó la confidencialidad de los datos y el anonimato
de los participantes.
Instrumentos y procedimientos
Evaluación del desarrollo motor grueso.
El “test de desarrollo motor grueso 2” (TGMD-2)
[Ulrich, 2000] se utilizó para evaluar la competencia de
los niños en las habilidades motoras fundamentales en
tres momentos distintos: después de cinco (T5), diez
(T10) y treinta (T30) meses. de la práctica deportiva. El
TGMD-2 es una medida referenciada por normas con
una buena calidad psicométrica para evaluar las
habilidades motoras gruesas que se desarrollan
temprano en la vida (Ulrich, 2000). Ha sido utilizado
por varios investigadores en diferentes países, incluso
para seguimiento longitudinal (Cliff, Okely, Smith y
McKeen, 2009; Cliff, Wilson, Okely, Mickle y Steele,
2007; Westendorp et al., 2014). Evalúa doce
habilidades motoras fundamentales que normalmente
se enseñan en educación física a niños de entre tres y
diez años (Wiart y Darrah, 2001). Las habilidades se
dividen en dos subpruebas: locomoción (correr,
galopar, brincar, saltar horizontalmente, saltar y
deslizarse) y control de objetos (golpe con dos manos,
rebote estacionario, atrapar, patear y lanzar por
encima de la cabeza). Cada habilidad definida por el
TGMD-2 consta de componentes que en conjunto
constituyen el desempeño maduro de esa habilidad.
Después de un calentamiento estándar, cada
habilidad se realizó tres veces y se midió con tres o cuatro
criterios observables basados en patrones de
movimiento típicos identificados en la literatura sobre
desarrollo motor y sugeridos por Ulrich (2000). Cada
criterio se calificó como cero (el criterio se observa en
menos de dos de los tres ensayos) o uno (el criterio es
observable en al menos dos de los tres ensayos). La
puntuación bruta total más alta para ambas subpruebas
es 48. Las puntuaciones brutas de las subpruebas se
convirtieron luego en puntuaciones estándar (que oscilan
entre uno y 20) para ambas subpruebas, considerando la
edad del niño en ese momento. Puntuaciones estándar de
las subpruebas (locomoción y objeciones).
36|HA Rocha, DA Marinho, B Jidovtseff, AJ Silva, AM Costa
control) luego se suman y convierten para
calcular el cociente de desarrollo motor grueso
de cada niño.
Según lo propuesto por el autor (Ulrich, 2000), todos
los participantes repitieron el TGMD-2 una semana
después (retest) en T5, T10 y en T30. Todas las
evaluaciones fueron realizadas por dos investigadores
familiarizados con la batería TGMD-2, incluidos los
criterios de evaluación para cada habilidad motora
fundamental. Se realizaron varias sesiones de formación
en nuestro laboratorio. También se realizó un pequeño
estudio piloto utilizando una muestra restringida de cinco
niños (4,9 ±0,5 años), no considerados en el análisis. Estos
cinco niños fueron evaluados dos veces en un período de
tiempo semanal. Los coeficientes de correlación intraclase
(como medida de confiabilidad) fueron muy altos para
todas las habilidades medidas (oscilaron entre 0,80 y
1,00).
Todas las evaluaciones fueron grabadas en
video (cámara Sony, modelo HDR-CX115) que se
utilizó únicamente para este estudio. Los dos
observadores analizaron las imágenes obtenidas y
revisaron el desempeño individual para cada
habilidad motora, según los criterios propuestos.
Luego, se dio la oportunidad de discutir cada
actuación y la respectiva partitura.
Se aplicaron pruebas y repruebas eficazmente en
T5, T10 y T30, siempre en las mismas condiciones
(cancha deportiva al aire libre), a la misma hora del día
y con condiciones climáticas similares (sin lluvia, brisa
ligera y temperatura del aire suave). Los participantes
vestían pantalones cortos y camisetas.
Práctica de natación y fútbol.
Los entrenamientos de natación y fútbol se realizaron
al mismo tiempo, dos veces por semana (entre las 6:00 y
las 6:45 pm). En ambos deportes, el programa de
intervención fue elemental y siguió principalmente un
concepto pedagógico mixto que utilizaba juegos para
animar a los niños a participar en actividades de
aprendizaje, pero también en algunas tareas motoras
analíticas individuales.
Las clases de natación se realizaron en piscina
profunda (más de 1,30m) con una temperatura del agua
de 31,5ºC (la temperatura del aire era de 29±1°C y la
humedad relativa del 65%). El programa acuático tenía
como objetivo mejorar la preparación acuática de los
niños enseñándoles habilidades acuáticas fundamentales.
Al principio todos los niños estaban en un estado
de incapacidad total para el medio acuático sin capacidad
para realizar las acciones propulsoras previstas. La
intervención pedagógica se basó en Langendorfer y Bruya
(1995) y Canossa, Fernandes, Carmo, Andrade y Soares
(2007). Se desarrollaron las siguientes habilidades
motrices acuáticas: entrada al agua; orientación del agua
y ajuste en posición vertical; control de la respiración:
inmersión de la cara y apertura de los ojos; flotabilidad
horizontal; posición del cuerpo en el deslizamiento
ventral; posición del cuerpo en el deslizamiento dorsal;
posición del cuerpo en rotación longitudinal en
deslizamiento; posición del cuerpo en saltos mortales
delanteros y traseros; patada con control de la respiración
en posición ventral del cuerpo, con tablas de aleteo y sin
ningún dispositivo de aleteo; patada en la pierna con
control de la respiración en posición dorsal del cuerpo con
tablas de aleteo y sin ningún dispositivo de aleteo;
entrada con los pies primero y la cabeza primero;
autónomo en piscina profunda (desplazamiento de
piernas y brazos); Flotabilidad vertical en aguas profundas
e inmersión en aguas profundas.
La práctica de fútbol se realizó en la cancha
deportiva al aire libre del colegio con pasto sintético.
Las sesiones se planificaron siguiendo un enfoque
pedagógico coherente con los últimos modelos de
enseñanza del fútbol (p. ej., Bunker & Thorpe, 1982;
Costa et al., 2011; Holt et al., 2002). El programa de
entrenamiento de fútbol buscó desarrollar tres
grandes capacidades: la capacidad de seleccionar
soluciones adecuadas ante diferentes problemas del
juego (toma de decisiones); la capacidad de
desempeñarse eficazmente (entrenamiento técnico
para mejorar el regate, el pase, el tiro, la definición y
también el pie débil para los jugadores de fútbol
juveniles) y la capacidad de jugar en equipo
(comunicarse y cooperar). De esta manera se
desarrollaron las habilidades técnicas específicas de
los niños (dominio del movimiento corporal con o sin
balón), pero también su conciencia táctica.
Análisis de los datos
La estadística descriptiva fue la media y la desviación
estándar. Se utilizó la prueba de Kolmogorov-Smirnov
para evaluar la normalidad de la distribución de las
variables. Se utilizó la prueba U de Mann-Whitney para
comparar las diferencias entre dos grupos
independientes. Kruskal Walli′La prueba de s se utilizó
para comparaciones de grupos múltiples. La diferencia
intragrupal entre los momentos de evaluación
 Influencia de una práctica regular de natación |37

se probó con la prueba de suma de rangos con signo de

Wilcoxon. Los análisis se ajustaron utilizando la corrección
= ;
secuencial de Bonferroni de Holm (Holm, 1979); De √
acuerdo con este procedimiento de prueba múltiple de
rechazo secuencial, el valor p ajustado para n donde Z es el estadístico Z, N el tamaño de la muestra (
comparaciones pareadas es: r<0,1 se consideró un efecto trivial, 0,1≤r<0,3 efecto
pequeño, 0,3≤r≤0,5 moderado yr>0,5 efecto grande). El
pBonferroni C = (C − i + 1)×p − valor; coeficiente de correlación intraclase (ICC) se utilizó
como medida de consistencia de las calificaciones a lo
donde C corresponde al número de comparaciones largo del tiempo. Para establecer significación
y i al rango del par en términos de grado de estadística se utilizó el criterio de p≤.05. Todos los
significancia. El tamaño del efecto no paramétrico datos se analizaron utilizando el software SPSS 22.0.
se obtuvo a partir de la siguiente ecuación
(Rosenthal, 1994):

tabla 1
Puntajes brutos y estándar (media ± desviación estándar) de las subpruebas de Control Locomotor y de Objetos y el respectivo cociente TGMD-2
para todos los grupos y momentos de evaluación.
TGMD-2
Locomotora de subprueba Subprueba de control de objetos
cociente
Puntuación bruta Puntuación estándar Puntuación bruta Puntuación estándar

T5 32,00±6,02 9,45±2,16 31,81±6,79El 10,00±2,41El 98,36±11,33El

T10 35,36±8,33El 10,45±3,39El 32,18±5,33El 9,27±1,85El 99,18±12,59El
Control S

comparaciones
Por parejas

T5=T10 T5=T10 T5=T10 T5=T10 T5=T1

(p=0,091, r=0,51; CCI=0,710) (p=.231, r=0.36; CCI=.579) (p=.0538, r=.19; CCI=.324) (p=.667, r=.13; CCI=.304) (p=1.000, r=0; CCI=.554)

T5 29,91±12,87 10,73±4,38 26,09±9,97a, b 9,91±3,27a, b 101,91±19,82El

T10 40,00±8,67a, b 14,09±4,25a, b 36,18±6,21a, b 12,18±2,14a, b 118,82±15,48a, b
grupo de natación

T30 46,36±1,96 14,73±1,68 46,18±2,08a, b 13,55±1,57a, b 124,81±7,83a, b

T5<T10 T5<T10 T5<T10 T5<T10 T5<T10
comparaciones

(p=.008, r=.86; CCI=.810) (p=.021, r=.81; CCI=.827) (p=.004, r=.86; CCI=.700) (p=.018, r=79; CCI=.737) (p=.012, r=.83; CCI=.817)
Por parejas

T10<T30 T10=T30 T10<T30 T10<T30 T10=T30

(p=.007, r=.81; CCI=.293) (p=.753, r=.09; CCI=.385) (p=.009, r=.89; CCI=.557) (p=.014, r=.74; CCI=.765) (p=.154, r=.43; CCI=.480)
T5<T30 T5<T30 T5<T30 T5<T30 T5<T30
(p=.009, r=.89; CCI=.229) (p=.018, r=.79; CCI=.337) (p=.009, r=.89; CCI=.293) (p=.021, r=.82; CCI=.586) (p=.015, r=.85; CCI=.393)

T5 34,09±7,27 12,45±2,98 36,55±4,08a, b 13,36±1,63a, b 117,45±11,60El

T10 46,73±3,13a, b 18,45±2,21a, b 45,82±1,40a, b 16,45±1,29a, b 144,73±6,36a, b
T30 48.00±.00 16,00±1,26 48.00±.000a, b 15,18±0,98a, b 133,55±6,67a, b
grupo de futbol

T5<T10 T5<T10 T5<T10 T5<T10 T5<T10

comparaciones

(p=.009, r=.89; CCI=.195) (p=.009, r=.89; CCI=.331) (p=.009, r=.89; CCI=.312) (p=.009, r=.90; CCI=.748) (p=.009, r=.89; CCI=.533)
Por parejas

T10=T30 T10>T30 T10<T30 T10>T30 T10>T30

(p=.180, r=.40, ¥) (p=.033, r=.64; CCI=.185) (p=.006, r=.83, ¥) (p=.011, r=.77; CCI=.538) (p=.008, r=.87; CCI=.575)
T5<T30 T5<T30 T5<T30 T5<T30 T5<T30
(p=.009, r=.89, ¥) (p=.024, r=.76; CCI=.115) (p=.009, r=.89, ¥) (p=.008, r=.86; CCI=.513) (p=.008, r=.81; CCI=.335)
Nota. Todos los valores de p se corrigieron según el procedimiento de Holm-Bonferroni. (a) = diferencias significativas (p<0,05) en la
competencia motora entre todos los grupos; (b) = diferencias significativas (p<0,05) en la competencia motora entre nadadores y
jugadores de fútbol; (¥) = El ICC no se calculó porque una de las variables componentes tiene varianza cero y se elimina de la escala.

RESULTADOS significativo mejora en este respecto.

La Tabla 1 presenta las puntuaciones de las Se encontraron diferencias significativas (p<0,05) entre los
subpruebas (puntuaciones brutas y estándar) y el cociente grupos en T5, T10 y T30 para la puntuación estándar de
motor grueso para todos los grupos y momentos de control de objetos y también para el cociente motor
evaluación por separado. Ambos grupos experimentales grueso. Las diferencias entre grupos también fueron
mostraron mejoras significativas entre T5 y T10 en el encontró entre nadadores y fútbol
cociente motor grueso y en las puntuaciones estándar de practicantes para la puntuación estándar locomotora
ambas subpruebas. El grupo control no mostró (en T10, p=0,009, r=0,79), para el control de objetos
38|HA Rocha, DA Marinho, B Jidovtseff, AJ Silva, AM Costa

puntuación estándar (T5, p=0,022, r=0,69; T10, Se puede observar en la tabla 2 una distribución de
p=0,000, r=1,11; T30, p=0,014, r=0,74) y para el participantes que tiende a niveles más altos de desarrollo
cociente motor grueso (T10, p=0,001, r=1,04; T30, motor con el tiempo. De hecho, en T10 y T30, la mayoría
p=0,022, r=0,69). de los participantes (nadadores y practicantes de fútbol)
se clasificaron por encima de los niveles promedio.
Tabla 2
Distribución de valoraciones descriptivas del cociente motor grueso.
Pobre Abajo Promedio Por encima del promedio Más alto muy superior
(70-79) Promedio (90-110) (111-120) (121-130) (>130)
(80-89)
T5 1 (9,1%) 1 (9,1%) 7 (63,6%) 2 (18,2%) 0 (0,0%) 0 (0,0%)
Controles de natación

T10 1 (9,1%) 2 (18,2%) 6 (54,5%) 2 (18,2%) 0 (0,0%) 0 (0,0%)

T5 2 (18,2%) 2 (18,2%) 4 (36,4%) 0 (0,0%) 3 (27,3%) 0 (0,0%)

grupo

T10 0 (0,0%) 0 (0,0%) 5 (45,5%) 1 (9,1%) 3 (27,3%) 2 (18,2%)

T30 0 (0,0%) 0 (0,0%) 0 (0,0%) 4 (36,4%) 5 (45,5%) 2 (18,2%)

T5 0 (0,0%) 0 (0,0%) 3 (27,3%) 2 (18,2%) 5 (45,5%) 1 (9,1%)

Fútbol
grupo

T10 0 (0,0%) 0 (0,0%) 0 (0,0%) 0 (0,0%) 0 (0,0%) 11 (100,0%)

T30 0 (0,0%) 0 (0,0%) 0 (0,0%) 0 (0,0%) 4 (36,4%) 7 (63,6%)
Nota. Los datos muestran el número relativo de sujetos (n) junto con su respectivo porcentaje (%).

Con respecto a los resultados para cada habilidad
locomotora fundamental (tabla 3), se identificaron
mejoras significativas (p<0,05) en la competencia de
carrera entre T5 y T10 en los participantes de control.
Durante este período, los practicantes de fútbol
mejoraron significativamente sus puntuaciones
estándar en salto. A su vez, los nadadores mostraron
mejoras (p<0,05) en correr, galopar y brincar pero no
en saltos, saltos horizontales y deslizamientos. Entre
T10 y T30, los jugadores de fútbol no mostraron
mejoras significativas en estas habilidades. Dentro de
un rango más largo (T5 versus T30), los nadadores
pudieron mejorar su habilidad motora al correr,
galopar y saltar. En cuanto a los futbolistas, las
habilidades locomotrices mejoraron significativamente
(p<0,05) entre T5 y T30 sólo para saltar. En T5, la
comparación entre grupos no mostró diferencias
significativas entre los grupos en estas habilidades. Sin
embargo, los grupos difieren entre sí en T10 (p <0,05)
en casi todas las habilidades locomotoras, siendo el
grupo de practicantes de fútbol más competente (p
<0,05) que los nadadores en salto (p =0,47, r=0,68).
Después de 30 meses de práctica deportiva no se
encontraron diferencias significativas (p >0,05) entre
ambos grupos experimentales.
Siguiendo la tendencia observada en el subtest
locomotor, entre T5 y T10 el grupo control no mostró
variaciones significativas en las habilidades de control
de objetos. Durante este período, los futbolistas
mostró aumentos de competencia en la mayoría de las
habilidades fundamentales evaluadas, excepto en rodar
hacia abajo y atrapar (el nivel de competencia en T5 para
la habilidad de atrapar ya era máximo). Sin embargo, los
nadadores pudieron mejorar su habilidad motora al
golpear una pelota estacionaria, en el regate estacionario
y también en el giro hacia abajo. Entre T10 y T30, no se
identificaron variaciones significativas en la competencia
motora del jugador de fútbol para ninguna habilidad de
control de objetos, debido al alto nivel ya alcanzado en
T10. A su vez, los nadadores mostraron una evolución
significativa en casi todas las habilidades evaluadas
durante este período. En una perspectiva a largo plazo (T5
vs. T30), ambos
experimental grupos presentado significativo
mejoras en la mayoría de las habilidades de control de
objetos. En T5 y T10, se encontraron diferencias
significativas (p<0,05) entre grupos, en la mayoría de
las habilidades de control de objetos, excepto en
golpear una pelota estacionaria (T5 y T10) y en
lanzamiento por encima de la cabeza (T5). De hecho,
en T5 y T10 el grupo de practicantes de fútbol fue
incluso más competente que los nadadores en regate
estacionario (T5, p=0,021, r=0,69; T10, p=0,002, r=0,95),
recepción (T5, p=0,002, r=0.95; T10, p=0.002, r=0.93),
patada (T5, p=0.010, r=0.78; T10, p=0.002, r=0.92) y
rodada por debajo (T5, p=0.001, r=1.05 ). En el T30,
siguiendo la tendencia del subconjunto anterior, no se
encontraron diferencias significativas entre los
practicantes de natación y fútbol.
 Influencia de una práctica regular de natación |39

Tabla 3
Puntuaciones estándar (media ± desviación estándar) para la subprueba locomotora
Correr Galope Brincar Salto Horizontal Deslizar

(0-8) (0-8) (0-10) (0-6) Saltar (0-8)

(0-8)
T5 5,00±3,07 3,73±3,10 6,36±2,34 5,00±1,18 4,55±2,98 7,36±0,92
Control S

T10 6,91±1,30El 4,18±2,89El 6,45±4,03El 4,36±1,75El 6,36±1,75 7,09±1,38El

Por parejas T5<T10 T5=T10 T5=T10 T5=T10 T5=T10 T5=T10
comparaciones (p=.039, r=.62) (p=.551, r=.18) (p=.932, r=.03) (p=.216, r=.37) (p=.105, r=.49) (p=.414, r=.25)
T5 5,73±1,79 4,18±3,16 4,27±4,15 5,18±1,60 4,91±3,05 5,64±2,54
T10 7,82±0,60El 6,73±1,85El 6,73±3,50a, b 5,45±1,81El 6,82±2,04 6,45±2,16El
grupo de natación

T30 8.00±.000 8.00±.000 9,09±1,64 6.00±.000 7,64±0,81 7,64±.081

Por parejas T5<T10 T5<T10 T5<T10 T5=T10 T5=T10 T5=T10
comparaciones (p=.018, r=.82) (p=.034, r=.72) (p=.014, r=.82) (p=.593, r=.16) (p=.051, r=.72) (p=.276, r=.33)
T10<T30 T10=T30 T10<T30 T10=T30 T10=T30 T10=T30
(p=.317, r=.30) (p=.059, r=.57) (p=.027, r=.67) (p=.634, r=.30) (p=.132, r=.56) (p=.082, r=.62)
T5<T30 T5<T30 T5<T30 T5=T30 T5=T30 T5=T30
(p=.014, r=.82) (p=.021, r=.81) (p=.009, r=.89) (p=.306, r=.49) (p=.051, r=.72) (p=.081, r=.67)
T5 4,45±3,62 6,00±2,79 3,55±1,04 5,45±1,29 7,00±1,61 7,64±0,67
T10 8.00±.000El 8.00±.000El 9,45±1,29a, b 6.00±.00El 7,27±1,85 8.00±.000El
T30 8.00±.000 8.00±.000 8.00±.000 6,00±0,000 8.00±.000 8.00±.000
grupo de futbol

Por parejas T5=T10 T5=T10 T5<T10 T5=T10 T5=T10 T5=T10

comparaciones (p=.051, r=.72) (p=.126, r=.61) (p=.006, r=.91) (p=.540, r=.40) (p=.684, r=.12) (p=.306, r=.49)
T10=T30 T10=T30 T10=T30 T10=T30 T10=T30 T10=T30
(p=1,00, r=,00) (p=1,00, r=,00) (p=.180, r=.40) (p=1,00, r=,00) (p=.360, r=.40) (p=1,00, r=,00)
T5=T30 T5=T30 T5<T30 T5=T30 T5=T30 T5=T30
(p=.051, r=.72) (p=.126, r=.61) (p=.006, r=.94) (p=.540, r=.40) (p=.198, r=.56) (p=.306, r=.49)
Nota. Todos los valores de p se corrigieron según el procedimiento de Holm-Bonferroni. (a) = diferencias significativas (p<0,05) en la competencia
motora entre todos los grupos; (b) = diferencias significativas (p<0,05) en la competencia motora entre nadadores y jugadores de fútbol.

Tabla 4
Puntajes estándar para la subprueba de Control de objetos
golpear un Estacionario Atrapar Patada por encima del hombro Solapado
estacionario regatear (0-6) (0-8) tirar rollo
pelota (0-8) (0-8) (0-8)
(0-10)
T5 7,09±2,59 4,55±3,24El 4,36±1,96El 6,73±2,05El 5,82±2,75 3,27±1,85El
Control S

T10 7,45±3,36 3,82±3,40El 4,27±1,10El 7,555±0,82El 4,55±2,84El 4,55±1,81El

Por parejas T5=T10 T5=T10 T5=T10 T5=T10 T5=T10 T5=T10
comparaciones (p=.722, r.11) (p=.496, r=.21) (p=.829, r=.07) (p=.279, r=.33) (p=.102, r=.49) (p=.102, r=.49)
T5 7,27±3,00 1,82±3,28a, b 3,27±2,00a, b 4,82±2,14a, b 5,55±2,88 3,36±2,20a, b
T10 9,27±1,35 4,27±2,80a, b 4,09±2,21a, b 5,82±2,14a, b 7,09±1,64El 5,64±1,50El
grupo de natación

T30 10.00±.000 7,64±0,81 5,64±0,81 7,64±0,81 7,64±0,81 7,64±0,81

Por parejas T5<T10 T5<T10 T5=T10 T5=T10 T5=T10 T5<T10
comparaciones (p=.027, r=.67) (p=.011, r=.76) (p=.230, r=.36) (p=.139, r=.45) (p=.078, r=.53) (p=.016, r=.72)
T10=T30 T10<T30 T10<T30 T10<T30 T10<T30 T10<T30
(p=.102, r=.49) (p=.007, r=.81) (p=.016, r=.73) (p=.016, r=.73) (p=.083, r=.52) (p=.005, r=.85)
T5<T30 T5<T30 T5<T30 T5<T30 T5<T30 T5<T30
(p=.017, r=.72) (p=.006, r=.83) (p=.007, r=.81) (p=.007, r=.81) (p=.026, r=.67) (p=.003, r=.90)
T5 5,91±1,30 4,18±1,47a, b 6,00±1,18a, b 7.09±.70a, b 6.45±.93 6.91±.70a, b
T10 9,45±1,29 7,64±0,81a, b 6.00±.000a, b 8.00±.000a, b 8.00±.000El 6,73±1,62El
T30 10.00±.000 8.00±.000 6.00±.000 8.00±.000 8.00±.000 8.00±.000
grupo de futbol

Por parejas T5<T10 T5<T10 T5=T10 T5<T10 T5<T10 T5=T10

comparaciones (p=.005, r=.85) (p=.003, r=.89) (p=.942, r=.02) (p=0,008, r=,80) (p=.006, r=.83) (p=.726, r=.11)
T10=T30 T10=T30 T10=T30 T10=T30 T10=T30 T10<T30
(p=.180, r=.40) (p=.157, r=.43) (p=1,00, r=,0) (p=1,00, r=,0) (p=1,00, r=,0) (p=0,38, r=0,62)
T5<T30 T5<T30 T5<T30 T5<T30 T5<T30 T5<T30
(p=.003, r=.90) (p=.003, r=.89) (p=942,r=.02) (p=.008, r=.80) (p=.006, r=.83) (p=.006, r=.83)
Nota. Todos los valores de p se corrigieron según el procedimiento de Holm-Bonferroni. (a) = diferencias significativas (p<0,05) en la competencia
motora entre todos los grupos; (b) = diferencias significativas (p<0,05) en la competencia motora entre nadadores y jugadores de fútbol.
40|HA Rocha, DA Marinho, B Jidovtseff, AJ Silva, AM Costa
DISCUSIÓN
Este estudio buscó describir los cambios
longitudinales en el desarrollo motor resultantes de la
práctica de natación o fútbol en la infancia. En general,
nuestros resultados mostraron un impacto positivo de
la participación de estos dos deportes en la
competencia motora.
Asumiendo el desarrollo como un sistema dinámico,
diferentes oportunidades de práctica e incluso pequeñas
diferencias en los estados iniciales pueden amplificar y
conducir a grandes diferencias individuales en el desarrollo
motor (Smith y Thelen, 2003). Por tanto, el rendimiento del
motor parece notablemente frágil y dependiente del
contexto. Ésta es una razón importante por la que debemos
comprender los procesos por los que se ven influenciadas las
actividades deportivas, lo que lleva a cambios en una escala
de tiempo más larga.
En primer lugar, queremos señalar que incluso en un
contexto de falta de participación deportiva (grupo de
control), cinco meses (entre T5 y T10) fueron suficientes
para inducir un impacto significativo en la capacidad de
carrera (p=0,039). Esto parece consistente con los
cambios cualitativos que a menudo siguen al crecimiento
del tamaño corporal, lo que lleva a mayores niveles de
fuerza y coordinación que inherentemente mejoran el
rendimiento en la carrera (Haywood y Getchell, 2004). De
hecho, se espera que las puntuaciones brutas de niños de
cinco, seis y siete años aumenten significativamente con
la edad (Afonso et al., 2009; Aponte, French y Sherrill,
1990; Ulrich, 2000). Sin embargo, cinco meses no fueron
suficientes para identificar variaciones significativas en las
otras once habilidades motoras fundamentales que
parecen más estables en el tiempo. De hecho, nuestros
resultados no mostraron disminuciones significativas en
las medias de puntuación para diversas habilidades,
incluida la puntuación media estándar para la subprueba
de control de objetos (consulte la tabla 4). Aunque hemos
controlado la participación en actividades deportivas, no
se evaluaron las circunstancias y las peculiaridades del
juego de los niños. Reconocemos que esto puede,
eventualmente, influir en los resultados, al igual que la
mayoría de los estudios en esta área. Sin embargo,
parece justificado señalar que la evolución esperada del
desarrollo motor con la edad no depende sólo del
crecimiento y maduración de los niños, sino que también
está muy influenciada por las condiciones ambientales
(prácticas diferentes
oportunidades) y la idoneidad de la estimulación
motora (por ejemplo, Clark, 2007; Gallahue &
Ozmun, 2005).
La rápida evolución de la competencia motora en los
primeros meses de práctica deportiva (entre T5 y T10)
parece ser otro punto importante a destacar en nuestros
resultados. De hecho, ambos grupos experimentales
mostraron mejoras significativas entre cinco y diez meses
de práctica en las puntuaciones brutas de control
locomotor y de objetos y también en el cociente de
desarrollo motor grueso (ver tabla 1). Entre T10 y T30, la
competencia motora mejora claramente menos en ambos
practicantes, pero particularmente en los practicantes de
fútbol. Esto se debe al hecho de que han alcanzado
niveles casi máximos de competencia en varias
habilidades motoras fundamentales en T10. De hecho,
encontramos que todos los practicantes de fútbol
alcanzan un índice descriptivo “muy superior” del
desarrollo motor grueso en T10. La batería TGMD-2 tiene
un alto grado de confiabilidad y un bajo error de prueba
(Wiart y Darrah, 2001), pero parece tener poca
sensibilidad a las mejoras relacionadas con la edad en
participantes con niveles altos o máximos de desarrollo
motor. En nuestra opinión, esta parece ser la razón más
plausible para la disminución en las puntuaciones
estándar de ambos subtest (y en el cociente motor
grueso), entre T10 y T30, cuando la puntuación bruta en
la mayoría de las habilidades motoras fundamentales
aumenta y alcanza valores máximos. (o casi eso). Esta
limitación de la puntuación en la parte superior de una
escala se denomina comúnmente “efecto techo” (Wang,
Zhang, McArdle y Salthouse, 2009).
Las diferencias entre grupos en la competencia motora
también son un resultado importante que debe destacarse.
Los resultados muestran diferencias intergrupales que son
más evidentes para las habilidades de control de objetos en
T5 y para las habilidades de locomoción en T10. Esto parece
significar que las habilidades de control de objetos son más
sensibles a los efectos de la práctica del fútbol que las
habilidades de locomoción, al menos en estas edades. De
hecho, en T5 no se observaron diferencias en las habilidades
de locomoción entre los grupos. A pesar de la dificultad de
comparar estos resultados debido a la falta de estudios sobre
este tema, la interpretación parece estar relacionada con la
comparabilidad de la estimulación del entrenamiento en
interacción con factores biológicos (Malina & Bouchard,
2002).

Las habilidades de control de objetos se desarrollan
claramente a través de estimulación que requiere
diferentes niveles de organización (p. ej., dos o más niños
para jugar y diferentes formas de jugar) y disponibilidad
de objetos. A su vez, las habilidades locomotrices tienden
a desarrollarse de manera más trivial, espontánea y
menos dependiente del entorno y de las diferencias de
género. Por esa razón, las puntuaciones brutas de la
subprueba de locomoción se convierten en puntuaciones
estándar, independientemente del género, y no ocurre lo
mismo con las habilidades de control de objetos.
Los resultados sobre la evolución continua en la
competencia en el control de objetos en nadadores
parecen consistentes con los datos presentados por
Martins et al. (2015). Estos autores demostraron que la
práctica previa de natación parece inducir un efecto
positivo en varias habilidades motoras gruesas, pero
particularmente en las habilidades de control de
objetos. Los juegos se utilizan, principalmente, como
un enfoque metodológico natural para enseñar la
preparación acuática, porque combinan motivación y
eficacia educativa y, a menudo, el manejo de varios
materiales didácticos con fines recreativos específicos
(Rocha et. al., 2014).
Sin embargo, para la relevancia de los presentes
resultados, cabe señalar que el presente estudio tiene
algunas limitaciones. En primer lugar, no se disponía de
información sobre los hábitos de juego de los niños y/o
los niveles y patrones de actividad física medidos
objetivamente; Estos datos serían muy útiles para explicar
los resultados, es decir, la capacidad motora aumenta con
la edad. En segundo lugar, no existen datos de referencia
sobre la competencia motora del participante antes de la
práctica deportiva; esto sería valioso para comprender los
efectos iniciales (primeros cinco meses) de la práctica de
ambos deportes.
Como mencionamos anteriormente, nos hemos
enfrentado a algunas limitaciones en el programa de
evaluación TGMD-2 a la hora de identificar mejoras en
la competencia motora cercanas o incluso superiores
a un nivel avanzado. Se necesita más investigación
para explorar posibles métodos para abordar este
efecto techo en los datos longitudinales de TGMD-2.
También consideramos un muy buen tema para
futuros estudios la elaboración de un conjunto claro
de factores para definir el desarrollo motor durante la
infancia, combinando aspectos físicos, contextos y
oportunidades de aprendizaje y programas de
estimulación. Esto traerá una guía importante
Influencia de una práctica regular de natación |41
en la definición de programas de natación
escolares y no escolares. Dado que el desarrollo
motor es cualitativo, secuencial e incluso
acumulativo, sería muy importante conocer
mejor la relación entre el progreso del dominio
motor en habilidades físicas fundamentales y el
progreso en la adquisición de habilidades
específicas en diferentes deportes, incluida la
natación. .
CONCLUSIÓN
En conclusión, el presente estudio demostró que la
práctica deportiva durante la infancia parece contribuir a
un mayor desarrollo motor. A pesar de la mejora en la
competencia motora de los practicantes de fútbol a corto
y largo plazo, los practicantes de natación muestran un
desarrollo motor continuo, particularmente en las
habilidades de control de objetos.
Expresiones de gratitud:
Nada que declarar.
Conflicto de intereses:
Nada que declarar.
Fondos:
Nada que declarar.
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