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Nueva York, 1945-1968: Pollock, Jacobs, Dylan

Luis Fernández-Galiano

Sofia Hurwitz

Los sentimientos experimentados después de la Segunda Guerra Mundial variaron

ampliamente según la ubicación geográfica, las circunstancias personales y las

experiencias individuales. Quizá en un inicio se sintió un gran alivio de que la guerra

había terminado, ya que la misma había causado sufrimiento, muerte y destrucción en

una escala masiva, y su fin representaba un respiro y la esperanza de un futuro mejor.

Pero no paso mucho tiempo para que se hicieran presentes los sentimientos de

perdida, duelo, culpa y responsabilidad, los cuales indudablemente moldearon lo que

sería el arte de la segunda mitad del siglo XX. El mismo experimentó una serie de

cambios significativos que reflejaban el impacto del conflicto en la sociedad y que

ayudaron a redefinir la pintura estadounidense al alejarse del realismo y centrarse en la

expresión emocional y gestual.

Es en este contexto en el que se desenvuelve Jackson Pollock, un influyente pintor

estadounidense conocido por su contribución al movimiento del expresionismo

abstracto. Pollock también es conocido por su técnica de "dripping" en la que arrojaba o

goteaba pintura sobre grandes lienzos colocados en el suelo. Esta técnica innovadora

le permitía crear composiciones abstractas y gestuales en las que la energía y el

movimiento eran fundamentales.


Se caracterizaba por la aplicación espontánea de la pintura en la superficie del lienzo,

lo que resultaba en obras de arte de abstracción gestual, en las que la emoción y el

movimiento eran más importantes que la representación figurativa. La acción y el

proceso de creación se volvían más importantes que la obra en sí. Era importante que

el espectador realizara sus propias intepretaciones de la obra, haciendo de la práctica

una experiencia subjetiva y personal.

El arte surge como un modo de catarsis, es a través de la pintura, que el hombre puede

liberar emociones reprimidas, procesar experiencias traumáticas o difíciles, y promover

la curación emocional. Tanto los artistas como el espectador pueden canalizar sus

sentimientos a través de su obra, lo que les permite procesar esas emociones de

manera creativa.

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