Está en la página 1de 3

Los escenarios de contacto; entre las identidades urbanas y la arqueología

Samahel Prada Cortes

Los procesos de contacto fueron aquellos sucesos que tuvieron gran repercusión en épocas de
descubrimientos y conquistas, trayendo consigo elementos como la transculturación o el contacto
intercultural, los cuales generaron nuevos modos de vida. Sin embargo, para entender estas dinámicas
es importante tener claro aquellos conceptos clave, como los mencionados anteriormente y otros que
surgen a partir de diversas lecturas de autores que se hacen referencia a lo urbano como espacios
también de contacto.

La transculturación y el contacto intercultural son elementos frecuentemente utilizados en los estudios


sobre el contacto en Latinoamérica, en especial, la transculturación entendida como la interacción entre
dos culturas, que puede ser voluntaria o forzada, pero que tiene como resultado la creación de nuevas
formas de cultura. Además de esto, el contacto cultural es entendido como el escenario en donde los
referentes culturales propios se hacen evidentes y hacen consiente la pertenencia a culturas diferentes,
es decir, se establece una relación, una interacción entre personas o grupos que tiene como
característica en común, la pertenencia a diferentes ámbitos culturales, lo que permite a su vez, el
intercambio de elementos culturales como tradiciones y materiales cultures.

De este modo, como fue mencionado anteriormente, el modo de vida, entendido como aquellos hábitos
que, en su experiencia diaria se transforman en el lenguaje con el que se define y se expresan
identidades en común. Por lo tanto, estas prácticas cotidianas se convierten en zonas de contacto que
según Pratt (1991), son estos espacios de los encuentros coloniales en los cuales, individuos divididos
por geografía e historia, insertados en dinámicas de contacto, estableciendo así, relaciones de poder
asimétricas y permanentes, y las cuales, en ciertos contextos, se construyeron relaciones de coerción,
desigualdad y conflicto.

Por lo tanto, este escrito tiene como objetivo analizar el papel de la arqueología en el entendimiento de
los espacios de contacto en la construcción de identidades urbanas y su influencia en las nociones de lo
público y lo privado, esto a partir de, el caso de estudio sobre la Penitenciaria de la ciudad de Tunja.

Continuando con los conceptos mencionados en la introducción, el texto elaborado por Therrien &
Jaramillo (2004) sobre los procesos de diferenciación social en Santafé durante los siglos XVI y XVII se
hace mención del papel de las ciudades, las cuales, según las autoras, se han caracterizado por organizar
los grupos humanos en concentraciones que dadas sus particularidades de planeación, ya sea prevista o
improvista, crean modos de vida propios y diferenciados;

Estos modos de vida se configuran continuamente en las relaciones entabladas entre los
habitantes y median en ellas sus creencias y costumbres, su comportamiento y sus condiciones
físicas, así como el acceso a recursos económicos y los mecanismos de poder que se despliegan
en el encuentro (Therrien & Jaramillo, 2006, p. 24)

Por consiguiente, el contacto entre individuos con diversas formas de vida ocurre en espacios
socialmente construidos y rodeados de materiales que materializan y reproducen las distintas relaciones
sociales, estableciendo así el significado cultural. Sin embargo, el énfasis en lo urbano en estos estudios
se realiza con el objetivo de entender las dinámicas que ocurren en los mismos a partir de la existencia
de diversos actores con características tanto comunes como diferentes, además, del análisis del
elementos como estructuras y/o espacios públicos, pero además de esto, considerar la evolución a
través del tiempo; “El caso de Santa Fe, la historia de las plazas, la catedral, ermitas y conventos se
acompañan de anécdotas que ratifican los argumentos por los cuales la arquitectura local y la cuadra
colonial contravinieron el orden ideal europeo” (Therrien & Jaramillo, 2006, p.26) Este dinamismo sobre
la transformación de los centros urbanos en términos de su materialización en la expansión del
territorio, se dio a causa del paso del tiempo y su expansión colonizadora; la urbanización delata ciclos
diferenciados que demandan jerarquías en diferentes épocas y regiones.

Sumado a esto, Munizaga (1999) en su texto sobre las ciudades y su historia define el urbanismo como
un método de análisis, el cual, en otras escuelas se centra en la acción sobre los elementos principales
de la estructura morfológica de la ciudad, abordando así, el cambio en las condiciones socio-
económicas, esto con el objetivo de analizar la organización física de la ciudad a través de un
instrumento esencial, el plan regulador, el cual; “Incluye los patrones de densidad y de constructibilidad,
de zonificación funcional o uso del suelo, la estructura vial básica, la red de infraestructura y las áreas
verdes requeridas” (Munizaga, 1999, p. 30).

Es de esta manera que, a partir de las particularidades con que se desarrollaron los procesos de
colonización e introducción a occidente en el Nuevo Mundo, resaltando la diversidad de una empresa
imperialista que buscaba homogeneizar a la población, por medio de la imposición de un sistema
político, económico y cultural, en donde el papel del arqueólogo es, según Rivera (2006) “(…) ampliar su
mirada y revaluar la manera en que aborda sus objetos de estudio, que con sus particularidades
específicas no está al margen del proceso expansionista de Occidente” (Rivera, 2006, p.139) De esta
manera, las investigaciones se han centrado en la observación de la vida cotidiana, la cual, se
contrapone a los modelos que las administraciones gubernamentales pretendieron implementar.

De esta manera, surgen nos nociones frente a las zonas de contacto; lo público y lo privado, en el que
son distintivos según Paramo & Cuervo (2006) como la caracterización del espacio urbano en el que el
espacio privado se manifiesta el interés particular, mientras que en el espacio público prima el interés
común.

Por lo tanto, y concluyendo con el cuestionamiento planteado en la introducción del presente ensayo, el
papel de la arqueología en el análisis de espacios de contacto, consiste en una construcción histórica, es
decir, el proceso no es de “revivir” el pasado, al contrario, el objetivo es construir desde una perspectiva
actual. Existen múltiples universos en los que el acercamiento es mínimo, por lo tanto, es más factible
acercarse a esas problemáticas más presentes. Esto quiere decir que estos espacios de contacto no
únicamente se refieren a estas áreas que se consolidaron en el pasado, al contrario, las dinámicas que
ocurrían aún se mantienen, con redes, actores y materialidad diferente, pero que a su vez, permite el
estudio desde una perspectiva actual.
Bibliografía

Haring, C. (1990) El imperio español en América. México D.F.: Alianza Editorial Mexicana. Pp 209-235.

Munizaga, G. (1999) Las ciudades y su historia. México D.F.: Alfaomega.

Páramo, P. y Cuervo, M. (2006) Historia social situada en el espacio público de Bogotá. Bogotá:
Universidad Pedagógica Nacional.

Pratt, M. L. (1991). Arts of the Contact Zone. Profession, 33–40.

Rivera, J. (2006) Sepulturas abiertas en la Nueva Granada. Reflexiones sobre una arqueología histórica
de la muerte. En Funari, P. y Brittez, F. (Comp.) Arqueología histórica en América Latina. Mar del
Plata: Ediciones Suárez. Pags: 139-162.

Therrien, M. y Jaramillo, L. (2004) “Mi casa no es tu casa”. Procesos de diferenciación social en Santafé,
siglos XVI y XVII. Bogotá: Instituto Distrital de Cultura y Turismo. Pp 23-42.

También podría gustarte