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Había una vez un pequeño zorro llamado Zorroso que vivía en el bosque.

Zorroso era muy curioso y siempre tenía preguntas sobre


el mundo que lo rodeaba. Un día, mientras caminaba por el bosque, vio a su amigo Lunita, el búho, mirando al cielo con gran
atención.
Zorroso se acercó y le preguntó: "Lunita, ¿qué estás mirando tan fijamente?" Lunita respondió: "Estoy observando el cielo porque
hoy ocurrirá algo muy especial: un eclipse solar".
Zorroso, con ojos brillantes de emoción, preguntó: "¿Un eclipse solar? ¿Qué es eso?" Lunita comenzó a contarle la fábula del
eclipse solar:
"Hace mucho tiempo, el Sol y la Luna eran grandes amigos que vivían en el cielo. Pasaban sus días jugando juntos y cuidando de la
Tierra. Pero a veces, el Sol se volvía un poco orgulloso y pensaba que era el más importante de los dos, ya que siempre brillaba con
luz propia. La Luna, más modesta, lo recordaba que cada uno tenía su momento de gloria.
Un día, el Sol decidió demostrar su poder y brilló tan intensamente que oscureció completamente la Tierra. La gente en la Tierra se
asustó y buscó refugio. La Luna, viendo la tristeza y el miedo en la Tierra, le pidió al Sol que se detuviera. El Sol se dio cuenta de su
error y permitió que la Luna lo cubriera durante un tiempo, creando así un eclipse solar.
Desde ese día, el Sol y la Luna entendieron que juntos podían crear belleza y maravilla en el cielo. Aprendieron a compartir su
brillo y a recordar que cada uno tenía su importancia".
Zorroso escuchó atentamente la fábula y comprendió la lección que encerraba. Desde entonces, siempre que veía un eclipse solar,
recordaba la importancia de compartir y trabajar juntos, al igual que el Sol y la Luna en el cielo.

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