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Sentinel Claire Cullen
Sentinel Claire Cullen
Centinela
La Manada Perdida 3
Índice
Nota a los lectores
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Epílogo
Staff
Serie Manada Perdida
Acerca de la autora
Nota a los lectores
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Sinopsis
Los centinelas viven una vida solitaria, siempre al margen de la
manada, mirando hacia adentro.
Thorn quiere lo que otros alfas tienen, una pareja, cachorros propios,
pero nunca le pasará, no ahora. Cuanto más lejos se siente de su manada,
más se pregunta si ya no encaja. Hasta que rescata a un cachorro de un
árbol y se encuentra reacio a ser el guardián de un niño asustado.
Estaba pasando por la granja de los Becker cuando el viejo Sr. Becker
salió a la carretera y lo saludó. Bajó la ventanilla y detuvo el camión.
—Claro, ¿por qué no echo un vistazo? Puede que baje una vez que
tenga suficiente hambre, o tal vez necesite una mano amiga.
—¿Como un león?
—Un leopardo, tal vez. Es difícil estar seguro desde aquí abajo.
—No creo que alguien por aquí tenga grandes felinos de mascotas.
No he oído hablar de nadie que tuviera uno, de todos modos —dijo Arnold
con una sonrisa.
—¿Qué tal los niños desaparecidos? —Tal vez era solo un cachorro
que escapó de un santuario de vida silvestre, pero no lo creía así.
Bajó con cuidado, trabajando lentamente. Fue un alivio tener los pies
en el suelo otra vez. El cachorro estaba acurrucado debajo de su chaqueta y
no hizo ningún movimiento para salir.
—Greta Simons tiene una nieta pequeña, pero creo que es una liebre.
Saltó salpicando a través del río, corriendo río abajo a través del agua
helada con la esperanza que perdieran su aroma. Quizás esta vez, escaparían
para siempre. Trepando hacia la orilla, se sacudió el agua y corrió hacia la
cubierta de los árboles. No serviría de nada ocultar su aroma si los
exploradores de la manada veían su pelaje estampado en el crepúsculo.
No. Ahora estaban lejos de Sammy. Muy lejos. No había manera que
hubieran encontrado al cachorro. A menos que Sammy lo hubiera seguido...
El alfa dio un paso adelante, elevándose sobre él. Daniel sabía que no
tenía sentido retrasar lo inevitable. Dejó que el cambio lo cubriera,
terminando a cuatro patas en el suelo. Cuando intentó ponerse de pie, sus
piernas humanas temblaron debajo de él, apenas aguantando su peso.
Agotado, se dejó caer de rodillas y dejó caer la cabeza.
***
—Va la tercera —dijo el alfa, cerniéndose sobre él, sus ojos clavados
en los de Daniel—. Tres veces que intentaste escapar, tres veces que
intentaste quitarme a mi hijo. Pensé que habías aprendido tu lección
después de la última. Pero ahora veo que fui demasiado bueno contigo. No
me impresiona la profundidad de tu necedad.
—Está bien —le dijo Thorn—. Este es un lugar seguro para ti. Mucha
gente agradable, mantas cálidas y comida sabrosa. Debes tener hambre,
¿eh?
Pasó media hora sin apenas un murmullo del cachorro y sin ninguna
señal que estuviera aflojando su agarre. Alice trató de ayudar. Se sentó
junto a Thorn en el sofá, su voz suave tranquilizadora mientras intentaba
convencer al pequeño omega para que lo soltara. Thorn se dio cuenta que el
cachorro la estaba escuchando, pero cuando ella trató de tocarlo, siseó en
advertencia, con el pelo erizado. Ella retrocedió, moviéndose al otro lado de
la habitación, donde tuvieron una conversación silenciosa con Kira.
Pasó otra hora mientras Thorn hacía todo lo posible para alentar al
cachorro a que tomase un poco de comida o lamiera un poco de leche o
agua. Pero el pequeño omega tenía sus garras y nariz firmemente enterradas
en la camisa de Thorn.
—Pero se nos ocurrirá algo —le aseguró Kira con una pequeña
sonrisa—. Simplemente concéntrate en hacerlo sentir seguro. Las cosas
pronto se arreglarán.
***
—Vamos a acomodarnos y comer algo. ¿Cómo suena ese plan para ti?
—No sabía sobre el cachorro, pero estaba hambriento.
—Sé que no parece mucho —dijo Thorn—. Pero paso muchas horas
del día aquí. —Y más noches de las que podía contar. La mayoría de las
veces, se dejaba caer en el sofá del taller en lugar de en su cama.
—Rico, ¿eh?
—Hola, Brax.
—No voy a ninguna parte —le aseguró Thorn, bajando una mano y
dejando que el cachorro la olfatee.
Thorn cerró los ojos y trató de descansar. Sabía que no era probable
que le llegara el sueño. Era un centinela con un cachorro vulnerable a su
cuidado. Todos sus instintos le decían que protegiera a ese niño.
Capítulo 4
El roce del cerrojo a través de la puerta despertó a Daniel. Fingió
dormir, manteniendo los ojos cerrados y sin moverse.
—Despierta, idiota.
Sabiendo que el sonido del motor sería como un banderín rojo para un
toro, para los guardias, empujó el ciclomotor hacia afuera y a lo largo de la
línea de árboles mientras seguía el camino de entrada. Solo cuando cruzó la
puerta y salió a la vía pública, subió y encendió el motor. Con un poco de
suerte, los guardias lo suficientemente cerca como para escuchar asumirían
que estaba pasando tráfico.
***
—¿Escuchas eso? Esa es una lechuza común. Les gusta cazar ratones,
topillos y cosas así. Sin embargo, no cachorros, así que no tienes que
preocuparte.
Los ojos, las orejas y la nariz del cachorro eran visibles por encima de
la parte superior del canguro, y observaban todo mientras caminaban. La
inquietud de Thorn disminuyó cuando se aseguró que nada a lo largo de la
frontera había cambiado. Era lo mismo de siempre.
Thorn los acompañó hasta fuera lo más lejos posible de la puerta del
taller, dejándose caer pesadamente en el sofá una vez que se fueron.
***
Esa noche, mantuvieron su rutina y salieron al bosque. El cachorro
ahora estaba acostumbrado a su canguro y feliz de mirar el mundo desde el
punto de vista que le daba. Pero su parte favorita de sus aventuras siempre
era cuando Thorn lo depositaba en el suelo para que pudiera explorar. Thorn
elegía un lugar diferente cada vez, amando cómo el cachorro se volvía más
audaz en su curiosidad.
—Está bien —le dijo Thorn, relajándose para sentarse en el suelo con
las piernas cruzadas—. No hay prisa. Pero si tienes frío, tengo esta bonita
chaqueta aquí. Y podríamos ir a la cocina por un poco de cacao.
Estaba seguro que había cacao en los suministros que Alice había
dejado. Parecía inútil cuando estaba lidiando con un leopardo, pero ahora
que tenía un niño pequeño en sus manos, podía ver que ella podría haber
estado en algo.
Thorn lo miró por primera vez, desde su cabello rubio rizado y ojos
verdes, hasta el puñado de moretones moteados en su piel. En su mayoría
eran rodillas y codos, nada inesperado en un niño cambiaformas activo.
—Sammy.
—¿Adónde lo ha llevado?
—¿Quién?
—El bombero.
—Gracias. —Daniel no estaba seguro de qué hacer con todo eso, pero
estaba un paso más cerca de Sammy y dos pasos por delante de Harrison.
—Suéltame.
Brax prometió estar allí. Thorn escuchó la voz de Sammy y fue hacia
la puerta. Miró hacia atrás, preocupado por dejar solo al omega, pero no
había señales que fuese a despertar. Una situación complicada se había
vuelto aún más complicada.
La voz profunda del alfa atrajo sus ojos hacia la puerta. Observó con
horror cómo se acercaba.
—Está bien, lo prometo. Ahora mismo, tienes que preocuparte por ti.
—Por favor.
—Toma.
—Estoy seguro que estás ansioso por ver a Sammy. Pero trata de
comer algo. Brax dijo que parecía que podrías darle uso a algunas buenas
comidas. Ah, y esto. —Puso dos pastillas junto a un vaso de agua.
Daniel sabía que sus ojos debían ser tan grandes como platos.
¿Drogas?
—Alguien está aquí para verte, Sammy. ¿Vamos a ver quién es?
¿Mira si quieres saludar?
—¿Quién?
—¿Papi?
Su dolor fue olvidado cuando vio a su cachorro en los brazos del alfa.
Cuando trató de ponerse de pie nuevamente, Thorn le indicó que volviera a
bajar y dejó a Sammy en el suelo. El niño corrió hacia él.
Daniel lo levantó en sus brazos, consciente de sus costillas mientras
abrazaba a su pequeño con fuerza.
—¡Sammy!
—¡Papi!
Pero ahora era humano, feliz y sonriente. ¿Qué había pasado en los
pocos días que habían estado separados?
—Daniel, ¿verdad?
Asintió.
—¿Y Sammy es tu hijo?
—¿Cómo lo encontraste?
—Si hubiera sido por mí, no lo estaría. Pero esas pequeñas garras
suyas tienen algo de agarre. No tenía intención de soltarme.
Daniel lo sabía, por supuesto que sí. Pero no podía decir la verdad. La
gente no quería interferir con las manadas. Si se lo contaba, estaba seguro
que los enviarían de regreso. No podía dejar que eso sucediera. Pero si no
podía decir la verdad, ¿tal vez podría quedarse con una mentira creíble?
—No. Yo... se suponía que debía llevarlo a un lugar seguro. Pero todo
salió mal y nos estaban siguiendo. Tuve que volver para desviarlos de
nuestro camino.
—Creo que deberías quedarte aquí, por ahora. Necesitas sanar esas
costillas, y parece que Sammy podría estar mejor en un lugar seguro y
estable donde quedarse mientras te pones de pie.
Parecía demasiado bueno para ser verdad. Tenía que haber una
trampa. Pero era justo decir que, en ese momento, Daniel no estaba en
condiciones de regatear o correr. Sammy sonrió hacia él, luciendo tan feliz.
¿Realmente dolería quedarse aquí por un tiempo? ¿Por su bien?
—Ya has cuidado muy bien de Sammy y de mí. —Presionó una mano
contra sus costillas vendadas.
—Como dije, esta casa está conectada con la casa de los niños, y yo
también. Somos el refugio más cercano para un cachorro como Sammy.
—Le gustan mucho las rodajas de manzana —le dijo a Daniel una
tarde, mientras veía a Sammy demoler un tazón pequeño.
Daniel se congeló, el miedo cruzó por sus ojos, sus pies a medio
camino del suelo.
—No quiso decir en este momento. Solo... en los próximos días. Para
recuperar tu fuerza de nuevo.
—Es una gran idea. Sammy puede mostrarte todos sus lugares
favoritos.
Una vez más, había algo en la expresión de Daniel tan pronto como
escuchó eso. Puso a Thorn al límite. Daniel no estaba en condiciones de ir a
ninguna parte con Sammy, todavía no. ¿Y lo estaría llevando a un lugar
seguro o regresando de nuevo a cualquier peligro del que hubieran
escapado?
—Sí. Y no. Sabía que teníamos que irnos, pero supongo que estaba
más concentrado en la parte de alejarme que en nuestro destino. Lo siento,
sé que te molesta tenernos aquí.
—Te tiene más miedo ella a ti que tú a ella, amigo —le dijo a Sammy,
extendiendo la mano para revolver el cabello del niño.
***
El aire fresco de la noche lo hizo temblar, y una vez más se alegró que
su gruesa capa de piel lo mantuviera caliente. Siguió el rastro de Sammy
durante unos cuantos metros, preguntándose qué tan lejos podría estar el
cachorro, cuando escuchó un chillido familiar. Atraído por el sonido, se
apresuró hacia adelante, sin molestarse en rastrear el aroma de Sammy
cuando el sonido de su voz se transmitió tan claramente en el aire.
Daniel sintió una punzada de tristeza ante eso. Explicaba por qué
estaban en el bosque en medio de la noche. Sammy debía haber tenido una
pesadilla y despertó a Thorn, quien estaba haciendo todo lo posible para
cansarlo nuevamente.
—¿Qué piensas, Daniel? —preguntó Thorn de repente—. ¿Quieres
probar?
—De nada.
***
Thorn se sentó frente a ellos y dejó una taza de café junto a su propio
tazón.
—Lo siento —le dijo Daniel a Thorn—. Suele ser muy bueno a la
hora de comer.
—No creo que sea la comida —dijo el alfa—. Aunque los cereales no
es el desayuno más emocionante. Han pasado muchas cosas. Aquí, déjame
intentarlo.
Antes que Daniel pudiera decirle que no, Thorn bajó a Sammy en sus
brazos y lo dejó en su regazo. El cachorro se rió y se retorció, sentándose
con una sonrisa feliz.
Después del desayuno, Daniel intentó lavar los platos, pero Thorn los
echó de la cocina. El plan de Daniel para mantener a Sammy ocupado y
fuera de su vista salió mal casi de inmediato. El único lugar donde Sammy
quería jugar era en el taller. ¿Y dónde más pensaría Thorn pasar un día en
casa si no era en su taller?
—Lo siento —le dijo al alfa—. Fue por mi culpa. Debería haberlo
vigilado mejor. Tal vez si jugamos fuera o en la habitación de invitados...
Thorn hizo un gesto como para dar un paso hacia ellos y luego
cambió de opinión. Levantó las manos lentamente, con las palmas hacia
afuera.
—No se hizo daño —dijo en voz baja—. No hay nada en esta sala que
no pueda repararse o reemplazarse si se rompe.
—Yo...
—No deberías estar haciendo eso, te tensarás las costillas. —La voz
tranquila de Thorn cruzó la habitación cuando el alfa se acercó.
—¡Papi, mira!
Sammy le mostró a Daniel la peonza de madera que Thorn había
tallado para él.
—Le gustas.
—¿Eso te sorprende?
Esa fue la primera señal clara que Thorn había visto que Daniel no iba
a tomar a Sammy y escapar con él. Fue un alivio escucharlo.
—¿Juegas, papi?
***
—¿Ya comiste?
—No, nunca...
—Sammy quería jugar afuera. Además, tenía que hacer algo para
pagar toda tu amabilidad.
—¿Eh? —preguntó Thorn cansado, pasándose una mano por los ojos.
Parecía más dormido que despierto.
—¿Quieres un café?
—¿Hablar de qué?
—No necesito que alguien me cuide. Puedo hacer eso por mí mismo.
Así que deja de hacer esto, ¿de acuerdo? Para.
Ante el tono enojado del alfa, Daniel soltó el paño con el que había
estado fregando el suelo, asintiendo rápidamente.
Esperaba que el alfa estuviera de acuerdo sin dudarlo, pero hubo una
larga pausa antes que Thorn hablara.
—¿Sería tan malo dejar que te cuide? Solo mientras estoy aquí.
Cuidaste muy bien a Sammy. Y has sido bueno conmigo. No puedo pagarte,
en realidad no. Pero podría hacer eso.
—No quiero que friegues el suelo o que busques comida con las
costillas rotas. Si hay que limpiar, lo haré yo. Si necesitas ingredientes,
escríbeme una lista. Pero no diría que no a un poco de cocina casera, si, y
solo si, te apetece.
—Suena asombroso.
—Es mi especialidad.
Daniel rió.
—¿Por qué crees que me volví profesional? Pensé que podría obtener
algo de experiencia útil de mis muchos accidentes en la cocina.
Daniel siguió a Thorn de regreso a la casa. Se metió en la cocina,
decidiendo que probablemente podría hacer algo mejor que unas tostadas
con un poco de esfuerzo.
—Pensé que unas gachas de avena podrían ser más nutritiva. —Hizo
una pausa y preguntó—: ¿Te gusta la avena? Porque puedo hacer otra cosa.
—Luego haz una lista de todo lo que necesites. No solo para cocinar,
cualquier cosa que tú o Sammy necesiten mientras estáis aquí.
—Ya has sido demasiado bueno con nosotros. Y esa peonza que le
hiciste a Sammy es brillante.
Sammy tenía una fascinación con todas las cosas que se movían.
***
Thorn dejó que Daniel volviera a preparar la cena esa noche, pero
insistió en preparar todas las verduras. El alfa estuvo un poco distraído
durante la comida, incluso inquieto.
—Sí —dijo Thorn con fuerza—. Me iré unas horas. ¿Estarán bien los
dos?
—Estaremos bien. Estoy bastante cansado, y creo que correr toda esta
tarde significará que Sammy está listo para dormir temprano.
Podía ver que Thorn no quería hablar sobre lo que sea que estaba
haciendo. No era su lugar entrometerse.
—Adiós, Thorny.
Daniel se quedó quieto hasta que oyó cerrarse la puerta principal, con
el corazón martilleando en su pecho. Lo sabía. Sabía que esto era
demasiado bueno para ser verdad. Thorn había mentido. No era solo un
bombero alfa que trabajaba para un hogar infantil. Él era parte de una
manada. Viviendo tan lejos de la casa de la manada, solo podía ser una
cosa: un Centinela. El Centinela en la manada de Harrison era un alfa al que
se debía temer. Daniel se había asegurado de mantener la distancia.
Eso solo hizo que Sammy se aferrara más a Thorn, sus garras
excavando. Thorn pasó una mano suave por la piel del cachorro de
leopardo.
—Daniel, qué...
—Por favor, dámelo. No podemos quedarnos aquí. Tenemos que
irnos.
Daniel, con las manos extendidas, dio un paso más cerca de ellos.
—Míralo. ¿Crees que correr con Sammy ahora es lo mejor para él?
Llevémoslo de vuelta a la casa, lo tranquilizamos y hablamos de esto. No es
lo que piensas.
Vio el momento en que sus palabras llegaron a Daniel, los ojos del
omega se suavizaron mientras asimilaba la temblorosa forma de Sammy.
—Bueno.
—No sé qué has escuchado sobre las manadas, pero no hay nada qué
temer.
—Entonces, ¿por qué no me lo dijiste? ¿Por qué lo escondiste?
—No te creo.
—Nunca quise esto, nunca quise ser parte de una manada. Ahora veo
cómo me mira la gente. La forma en que me ven cuando piensan que no me
doy cuenta. Lo que dicen de mí cuando piensan que no puedo escuchar.
Daniel no parecía muy feliz por eso. Thorn pensó que entendía.
Daniel no se sintió bien al ver a su propio hijo correr hacia alguien más para
buscar protección, especialmente un alfa extraño de una manada y
potencialmente peligroso.
Thorn resopló.
—¿Proteges tu manada?
—Si quisieras irte, eso sería una cosa. Pero Sammy realmente está
saliendo de su caparazón aquí. No parece correcto moverlo de nuevo tan
pronto. Además, estoy disfrutando de la compañía. No me había dado
cuenta de lo enfermo que me estaba poniendo de mirar las mismas cuatro
paredes día tras día. Es bueno tener a alguien más con quien hablar.
—Podría cocinar más. —Solo había hecho una comida aquí y allá.
Daniel tragó saliva ante eso. No estaba seguro de estar listo para
encontrarse con el líder de la manada de Thorn. ¿Y si decidiera que quería a
Daniel para sí mismo? ¿O qué pasa si lo reconociese de alguna manera?
Harrison era amigo de otros líderes de manada. Nunca antes había
escuchado el nombre de Brax, pero eso no significaba que no se conocieran.
Daniel tampoco estaba seguro de esa última idea. Los otros cachorros
en la manada de Harrison siempre habían intimidado a Sammy. Cuando
Daniel intentó intervenir, Harrison lo detuvo. Le había dicho que era un
desarrollo de carácter. Daniel no lo creyó ni por un momento.
—Yo...
Tal vez sería mejor terminar todo de una vez. Y si fueran allí en lugar
que vinieran aquí, Sammy y él aún tendrían un refugio seguro en la casa de
Thorn.
—¿Estás seguro que no les importará que vayamos así? —le preguntó
Daniel mientras se acercaban. Thorn había considerado conducir, pero
decidió que el ejercicio podría ayudar a Daniel a aliviar parte de su ansiedad
por la visita.
—¿Qué?
—Menos como una casa grande y vieja y más como una... fortaleza.
Thorn estaba perplejo por eso, pero hizo todo lo posible por
explicarlo.
Oliver parpadeó ante eso, mirando a Thorn y luego otra vez a Daniel.
Daniel abrió la boca para hablar, con lo que Thorn supuso que sería
otro saludo rígidamente formal, pero Brax llegó primero.
Duke entró con Jack unos minutos más tarde, el niño corriendo para
unirse a los otros dos mientras los adultos hablaban sobre los planes para un
viaje a los establos de Cole más tarde esa semana. Siguió una conversación
ruidosa y entusiasta. Thorn se unió de vez en cuando, pero estaba distraído
mirando a Daniel y Sammy. Oliver y Josh se habían llevado a Daniel a un
lado, los tres hablando en una esquina de la habitación. Daniel permaneció
en silencio la mayor parte del tiempo, asimilando todo, aunque respondió
cualquier pregunta que le hicieron.
Casi dos horas después de su llegada, Thorn vio a Sammy cansado y
pudo ver que Daniel también estaba perdiendo fuerza. Le tocó el hombro.
Daniel se tensó ante eso, y Thorn se preguntó qué había dicho mal.
Pero el momento pasó y Daniel le sonrió.
—Eso es muy amable de su parte. ¿Tal vez podría cocinar algo para
llevar?
Daniel le sonrió.
—Actuar nunca fue algo que realmente disfruté. Vine aquí y conocí a
Cole y...
Eso era lo más importante. Los omegas apoyaban los roles que
jugaban los alfas.
—Oh. No me di cuenta.
—Justo.
—No creo que eso sea tan cierto ahora como solía ser —intervino
Oliver.
—Creo que alguien está listo para una siesta —dijo Daniel,
levantándolo en sus brazos y buscando su ropa desechada—. Debería
llevarlo de vuelta.
—Thorn —murmuró.
—No me di cuenta —le dijo al alfa en voz baja—. Nunca antes había
visto un cambiaformas alce. Eres magnífico.
***
Estaba frotando un filo liso cuando se dio cuenta que no estaba solo.
—No creo que fueras el problema. El entorno tiene mucho que ver
con eso, o eso me dice Kira. Y parece que las cosas no estaban tan bien
dónde estabas antes —insistió Thorn suavemente, sabiendo que Daniel se
callaría si empujaba demasiado fuerte.
Thorn esperó, esperando que el omega pudiera decir más, pero Daniel
guardó silencio. Entonces, Thorn le mostró lo que estaba haciendo.
—Me alegra que estés aquí y que los dos estén contentos. No pensé
que alguien pudiera seguir viviendo conmigo durante tanto tiempo. No me
llamo Thorn[1] sin motivo.
Daniel rió.
—Thorn te queda bien. Aunque no eres tan malo como todo eso.
[1] Espina.
Capítulo 18
Después de unos días de visitas cortas a la casa de la manada con
Sammy, a Daniel lo invitaron a pasar la mañana con Oliver, Josh y todos
sus cachorros. Los niños mayores estaban en la sala de juegos al lado con
Kira y Alice, y Sammy corrió ansiosamente para unirse a ellos. Durante un
primer momento, Daniel rondó ansiosamente cerca de la puerta,
manteniéndolo vigilado.
—Lo pondrás nervioso, dando vueltas por la puerta así —dijo Josh—.
Si él ve que estás feliz y relajado, él estará feliz y relajado.
Con una última mirada a su cachorro, Daniel fue a sentarse con los
demás.
—Es un poco diferente para Cole y yo, en los establos —dijo Josh—.
Pero solo tenemos tres, así que eso lo hace más fácil. Y permanecen juntos,
la mayoría de las veces.
Fue extraño escuchar cómo los dos omegas se hablaban entre sí. En la
manada de Harrison, se habían estado enfrentando constantemente,
haciendo todo lo posible para mostrar a los demás o llamar la atención de
los alfas. Daniel, por otro lado, había hecho todo lo posible por no ser
notado. Pero eso acabó por convertirlo en su objetivo. Cuando querían
sentirse mejor consigo mismos, era fácil molestarlo.
—No, nunca. Pero había muy poco tiempo y no podía dejar que...
Se obligó a callar.
Esa fue una de las razones por las que su familia se había negado a
dejar que Daniel se quedara con ellos y tuviera a Sammy, y por qué lo
habían enviado de regreso a Harrison. Los cachorros, omega o de otro tipo,
necesitaban a sus padres alfa.
—Algo como eso. Se quedó durante un tiempo, pero él... nunca quiso
ser padre.
—¿Te lastimó?
Nunca los perdonaría por eso. Habían visto los moretones, sabían lo
asustado que estaba y todavía llamaron a Harrison para que fuera a
buscarlo.
—Por supuesto que sí. Sin embargo, por el bien de Sammy, necesitas
algo de estabilidad. Eso no solo significa un lugar para quedarse y una
comida caliente, sino una presencia alfa constante en su vida. En este
momento, es Thorn. Si te vas de aquí, necesitarás a alguien más. Muchos de
los refugios tienen alfas que se ofrecen como voluntarios con los niños,
como hermanos mayores o abuelos. Eso debería llenar ese vacío para ti. Por
lo tanto, no necesitas apresurarte para encontrar otro compañero alfa.
Muchos omegas terminan teniendo problemas para hacer eso, porque
piensan que perderán a sus hijos a favor de los servicios sociales si no lo
hacen.
—Es muy bueno con Sammy. Gentil y amable, pero firme cuando lo
necesita. El padre de Sammy gritaba tanto, y Sammy no podía saber qué
había hecho mal. Nunca es así con Thorn.
Daniel levantó la vista hacia Oliver, sorprendido por las palabras del
omega.
Daniel sintió una chispa de calor ante eso, pero aun así...
—¿Quiénes seremos?
—Es por eso que estoy aquí. De eso es de lo que quería hablar.
—De Daniel.
Siempre había sido alguien solitario, rara vez pasaba más de una
noche con la misma persona, rara vez salía. Desde que se volvió parte de la
manada, incluso las aventuras de una noche se habían convertido en algo
del pasado. Si tenía un tipo hacía mucho que había olvidado cuál era.
—Me gusta. Mucho. Sammy también. Nunca pensé que era el tipo de
persona a la que le gustaría tener niños dando vueltas a su alrededor, pero
con Sammy, es... fácil.
Todo lo que sentía parecía real. Pero, ¿qué pasaría si Brax tuviera
razón, y solo fueran dos almas en mal estado enredadas de una manera que
solo terminaría lastimándolas?
—Sí, supongo que tienes razón. Solo han pasado unas pocas semanas,
y la mayor parte del tiempo Daniel apenas me miraba, y mucho menos me
hablaba. Gracias, Brax.
—¿Para qué son los amigos, si no para sacarte la cabeza de las nubes
de vez en cuando? Y para que conste, Thorn, realmente espero que esto
entre tú y Daniel funcione. Me gustaría verte feliz y asentado. Todos lo
hacemos. No es fácil ser nuestro Centinela, ahí fuera solo, cuidando
nuestras espaldas. También te respaldamos, ¿de acuerdo?
—Nunca lo dudé.
***
—¿Thorn?
—No. Solo pensé, ya que hace tanto frío y humedad, que querrás algo
que te calentase.
Se sentaron uno al lado del otro cuando Thorn abrió el termo y sirvió
un poco de sopa. Se la ofreció a Daniel primero.
—No quiero que tengas frío aquí afuera. ¿Por qué no te acompaño de
regreso a la casa?
—Porque sabía que estabas solo y quería estar cerca de ti para hacerte
compañía.
Besar a Daniel era todo lo que Thorn había querido desde que el
omega se había unido a él. Levantó la cabeza de Daniel y sostuvo su
mirada.
—Sí.
Capítulo 20
Daniel pensó que Thorn estaba bromeando cuando dijo que todo lo
que quería hacer era besarse. Pero el alfa parecía decidido a demostrar lo
serio que era. Durante la semana siguiente, cada vez que estaban solos, se
besaban mucho. Toneladas. Hectáreas. Fue, sin lugar a dudas, la mayor
cantidad de besos que Daniel hubo dado desde que había sido un
adolescente aburrido preguntándose por qué tanto alboroto. Con Thorn, era
diez veces mejor.
Esa tarde, mientras Sammy tenía una cita para jugar con Jack, Daniel
tomó a Thorn de la mano y lo guio hacia la puerta de su habitación.
—A la cama —le dijo Daniel, sin soltar el alfa. Pero cuando llegó a la
puerta de Thorn, todos sus músculos se bloquearon, y no pudo continuar.
—¿Daniel?
—Dame un minuto —dijo con los dientes apretados, casi llorando por
la frustración—. Quiero esto, Thorn. Lo prometo.
—¿Qué…?
—¿Demasiado?
Esperaba que ese día fuera pronto. El miedo que había sentido al
mirar la puerta se había desvanecido a un escaso destello.
***
Daniel esperó uno o dos días, acostando a Sammy una noche antes de
ir a buscar a Thorn. El alfa estaba en la sala de estar, sentado en el sofá,
absorto en un libro. Por lo general, Daniel no lo habría molestado, pero
pensó que Thorn disfrutaría de esta interrupción. Se coló en la habitación en
calcetines de lana, descalzo, y se arrodilló entre sus piernas, apoyando una
mano en el muslo de Thorn.
Hubo una pausa antes que bajara su libro y levantara una ceja.
—¿Daniel?
—Uh huh.
Liberó al alfa de los confines de su ropa, tragando con dificultad por
el tamaño de su polla. Ansioso por mostrarle lo bueno que podía ser, se
lanzó hacia adelante, separando los labios.
—Pero quiero. —Lo hacía, realmente lo hacía. El aroma del alfa era
tentador, y Daniel sintió un repentino impulso de saber cómo sabría Thorn
en su boca—. Estoy fuera de práctica.
Daniel asintió lentamente. Eso sería más fácil. No tendría que hacer
nada más que tomar lo que el alfa le daba. Esperaba un fuerte golpe en el
cabello, pero Thorn cambió de posición, se agachó más en su silla e instó a
Daniel a levantarse un poco más.
Daniel no entendió, pero hizo lo que le dijo, feliz que al menos podría
complacer a Thorn si lo hacía bien.
Daniel tragó saliva y miró hacia abajo. Separó sus labios nuevamente,
empujando hacia adelante para hacer lo que Thorn le pidió. La cabeza de la
polla del alfa se deslizó más allá de sus labios, y el suave apretón de los
dedos del alfa contra su mejilla le recordó que mirara hacia arriba.
—Tan increíble, tan bueno para mí. ¿Puedes tomar un poco más esta
vez?
Daniel asintió sin decir palabra, disfrutando de todos los elogios que
Thorn le había dado por lo que parecía tan poco.
—Una vez más. ¿Crees que puedes hacer eso por mí?
—Por favor.
Las manos del alfa volvieron a ahuecar su rostro y le dieron otro beso.
—Um. —Daniel parpadeó hacia él—. ¿Eso fue bueno para ti?
Luchó por creerlo. Harrison había dejado en claro que Daniel no era
muy bueno en la cama. Siempre había tenido que tomar el control, superar
sus barreras. Thorn no había hecho nada de eso, pero lo miraba como si
hubiera ganado un gran premio.
—Me gusta cómo pude mirarte a los ojos todo el tiempo. Y podía
saborearte, sentirte. Nunca fue así antes.
—Hubiera valido la pena darte placer —le dijo Daniel—. ¿No es eso
de lo que se trata cuando un alfa y un omega tienen relaciones sexuales? ¿El
omega está ahí para darle placer al alfa?
—Él, sí.
[1]El juego de palabras es con keep up, dando a entender que puede estar
erecto todo el día.
Capítulo 21
Thorn decidió que los turnos nocturnos eran infinitamente más fáciles
cuando tenías a alguien con quien volver a casa. Había algo en llegar a casa
después del amanecer con el olor a café en la cocina y el desayuno
calentándose en la parrilla. Sin mencionar la suave sonrisa en el rostro de
Daniel. Esta mañana fue diferente. No olía a café ni a comida, la cocina
estaba vacía. Preocupado, llamó.
—¿Daniel? ¿Sammy?
—¡Hola, Thorn!
—Estás en celo.
Thorn hizo una mueca al darse cuenta que esto podría ser por su
culpa. Algo así.
—Hueles increíble.
—Sobre los celos y las manadas y lo que eso podría significar para ti.
—¿O…?
Thorn pudo ver que Daniel estaba desesperado por información, por
tranquilidad. Simplemente no estaba seguro de por qué estaba preocupado
el omega. ¿Quizás de terminar embarazado y abandonado por otro
compañero?
—Lo quiero —prometió Thorn—. Si estás listo para ello. Si no, habrá
otras oportunidades.
—No. —Daniel parecía determinado—. Debería ser ahora.
Daniel hizo lo que le dijeron, haciendo una pausa para hacer una
pregunta.
—¿Por qué?
Thorn estaba tan perplejo por eso que dejó caer la mano y se quedó
allí en silencio durante un momento. Había furia en su voz cuando habló,
aunque la amortiguó lo mejor que pudo.
—No sé qué bastardo egoísta te dijo eso, pero no hay verdad en eso.
Los omegas tienen glándulas de apareamiento por una razón. Se encuentran
en el cuello porque eso las hace fácilmente accesibles para su compañero o
para ellos mismos durante los juegos previos. Es una señal para su cuerpo
de prepararse para aparearse y hacer bebés.
Thorn podía decir que Daniel estaba cerca por la forma en que sus
caderas se arqueaban contra él. Se relajó un poco, ganándose un grito
apagado mientras el omega empujó hacia atrás para acercarse.
Thorn sabía que Daniel no era el único en sentirse así. Brax y Cole le
habían dicho que sus dos compañeros omega habían dicho algo similar.
—Lo que sabías antes, era la mentira que la gente le dice a los
omegas para que no sueñen con algo mejor. Esta es la realidad. Esto es todo
lo que te mereces.
—¿Me lo merezco?
—¿Ver qué?
—A mí. Todo de mí. No estoy a la altura. Eso es lo que siempre decía
él. Si has estado con otros omegas, lo sabrás.
—No, lo deseo. Por favor. —Su calor era una insistencia en aumento,
una espiral de necesidad que tenía que ser satisfecha—. Pero tal vez, ¿así?
¿Entonces no tendrías que mirarme?
—Quiero ver tus ojos cuando hagamos el amor por primera vez. Eso
me haría muy feliz.
—Yo...
—Si no estás listo para esto, está bien. Habrá otras oportunidades.
Sabía que las acciones hablarían más que las palabras, así que se
apartó del alfa, tiró de la sábana enredada de su cuerpo y se recostó en la
cama, cerrando los ojos con fuerza. Ayudaba a no ver las expresiones
burlonas o el asco.
Thorn lo besó de nuevo, y Daniel se rindió ante él, sabiendo que había
lágrimas en su rostro.
—Simplemente perfecto.
Presionó dos dedos sobre la parte superior del muslo de Daniel y los
arrastró lentamente hacia abajo.
—Hermoso.
Los ojos de Thorn se clavaron en los suyos, la ira los llenó. Daniel
volvió a meterse en la cama con un gemido, y los ojos del alfa se
suavizaron.
Sabía que estaba mal comparar, pero había sido lo mismo con Jaxon.
El omega nunca se lo había dejado olvidar.
—Daniel, eres el omega más hermoso que he visto. Tú. Y estás aquí,
en mi cama, convirtiéndome en el alfa más afortunado del mundo.
—Sí —tarareó—. Por favor, Thorn. Estoy tan vacío. Yo... necesito
que me llenes.
—Sí. Lo deseo mucho —le dijo Daniel, dejando que sus dedos se
enredaran en el cabello del alfa.
—Eso es, Daniel. Tan bueno, tan hermoso, tomarme entero como si
no fuera nada.
Otro empuje, otra presión de los dedos del alfa contra su piel, y
Daniel se perdió. Su cuerpo se tensó alrededor de Thorn mientras el alfa se
corría, ola tras ola de placer atravesándolo. Su visión se nubló, gritó, y
Thorn se presionó íntimamente, su cuerpo cubriendo el de Daniel.
—Eso fue muy caliente, Danny. —Los dedos del alfa jugueteaban en
su cadera—. Eras hermoso, en serio.
—Se sintió tan bien —murmuró Daniel contra él—. Sin dolor. No
tenía miedo.
Los dedos de Thorn se detuvieron, y luego tomó la mejilla de Daniel
y lo besó ferozmente.
Daniel no estaba seguro de creer eso. Estaba cansado hasta los huesos
y adormilado, con los cálidos brazos de Thorn envueltos a su alrededor.
Sentía que podía dormir durante días.
Capítulo 23
Incluso días después que su celo hubiera terminado, Daniel todavía
sentía que estaba en un sueño feliz y brumoso. Le preparó un desayuno
temprano a Thorn, que tenía un turno en la estación de bomberos, y se sentó
a la mesa mirando al alfa comer.
—¿Aún nada?
Estaba hasta los codos en los platos del desayuno, mientras Sammy
jugaba en el piso cercano, cuando sonó el timbre. Se secó las manos en el
paño de cocina, se aseguró que Sammy estuviera ocupado y salió para ver
quién era.
—¿Puedo ayudarlo?
—Daniel.
Llevó a Sammy casi todo el camino hasta allí, sabiendo que el tiempo
era escaso y que necesitaría tanta ventaja como pudiera. Kira aceptó
fácilmente su excusa que necesitaba regresar a la casa y terminar de
preparar la cena. Daniel no podía hacer más que darle a Sammy un beso
rápido y un abrazo, no sin despertar sospechas. Una vez que estuvo fuera de
la vista de la casa de la manada, corrió todo el camino a casa, secándose las
lágrimas perdidas de sus mejillas. Encontró un bolígrafo y papel en los
cajones de la cocina y rápidamente escribió una nota. Fue lo más difícil que
tuvo que escribir, pero no tuvo tiempo de preocuparse por sus palabras.
Tenía que haberse ido mucho antes que Thorn llegara a casa.
—Sammy está aquí. Daniel lo dejó esta mañana, pero nunca regresó.
Cole fue a tu casa hace un momento, pero no está allí. Tampoco tu
motocicleta.
—¿Daniel?
—¡Thorny!
—¿Qué decía la nota? —preguntó Oliver tan pronto como los niños
se fueron.
—La carta de Daniel dice que le dirá a Harrison que dejó a Sammy
con su familia. —Thorn tragó saliva y agregó—: La única persona que
menciona por su nombre en esta carta es a Harrison. Harrison debe ser su
alfa y el padre de Sammy.
—Tal vez a los ciclos de celo no les importa mucho con que alfa estés
—sugirió Josh.
—Pero ese fue el primer celo de Daniel —dijo Oliver—. ¿No fue así?
—¿Quién sabe? —dijo Thorn con pesadumbre—. Mintió sobre todo
lo demás, ¿por qué no en eso?
Cole entró por la puerta mientras ella hablaba. Brax le contó lo que
sabían y lo que no.
Tal vez les había mentido y los había puesto en peligro, pero Thorn
sabía que había estado tratando de proteger a Sammy. Eso tenía que contar
para algo.
Nadie habló
—Verdad.
Vio que todos los ojos se volvían hacia él mientras descubrían a qué
se refería.
—Los militares quieren una manada, ¿verdad? Yo digo que les demos
una.
Capítulo 25
Daniel condujo hasta que la motocicleta se quedó sin gasolina, luego
la estacionó frente a una estación de policía e hizo autostop el resto del
camino. De esa manera, sabía que Thorn recuperaría su moto, pero no
podría seguirlo más allá de ese punto. Era entrada la noche cuando
finalmente llegó a las afueras del territorio de la manada. Se dirigió
directamente hacia la puerta, sabiendo que habría un guardia allí que estaría
más que feliz de escoltarlo al interior.
—Desnúdate.
Daniel se congeló.
No había nada que hacer más que seguirle el juego. Harrison no era el
único que tenía un papel que cumplir.
—Sí, alfa. Perdóname. Yo... yo era débil e indigno de tu amor.
Los ojos de Harrison brillaron con furia, pero parecía estar aceptando
su palabra.
Giró a Daniel hasta que le daba la espalda, con una mano pesada
sobre su hombro.
—Mientes, rata. ¿Crees que soy un tonto, que puedes batir tus
pestañas y disculparte mientras me pones una venda en los ojos?
Daniel estaba confundido por el cambio repentino en el
comportamiento de Harrison.
—Estás mintiendo.
—No lo estoy, por favor. Regresé a ti. Porque soy tuyo, tu omega, tal
como me dijiste cuando me trajiste aquí. No habría nadie más que tú,
nunca. Viviría y respiraría por ti, para obedecerte, someterme a ti.
—¿Te echó una vez que se enteró que estabas embarazado? ¿O fue
cuando se dio cuenta de lo inútil que eres en realidad?
Daniel cerró los ojos y rezó para que Harrison no estuviera haciendo
lo que temía que hiciera. Sintió la mano del alfa en su cadera, el toque casi
gentil.
—Ese ciclomotor que robó apareció hace solo un día, en una ciudad
que se hizo famosa recientemente por una cosa muy particular. Tiene una
manada viviendo en las afueras. Apuesto a que encontraremos al bastardo
que estamos buscando allí, ¿no es así, Daniel?
—Por favor, Harrison. Alfa. Por favor. Regresé a ti. Haré todo lo que
me pidas.
—¿Hay noticias?
—Demasiado pronto para eso. Kira hizo la cena. ¿Por qué no bajas y
comes? Voy a vigilar a Sammy.
Thorn no tenía hambre, pero bajó de todos modos. No sabía lo que iba
a pasar después. Necesitaba su fuerza y su ingenio sobre él. Lo que
significaba mantener una rutina lo más normal posible. Comía, dormía un
poco, se despertaba con Sammy a la mañana siguiente y continuaba con su
día. Cuando llegaran las noticias, decidiría qué hacer a continuación. Si eso
era luchar por Daniel o dejarlo a su suerte.
—Es como si hubiera dos versiones de mí. Una está furiosa. Me han
embaucado, me han engañado.
—No solo una vez —dijo Thorn, odiando lo cierto que era—. Una y
otra vez. El miedo estaba arraigado en él.
***
Ya era media mañana del día siguiente cuando escucharon algo,
Thorn paseaba ansioso mientras Brax hablaba con el oficial Greggs.
—¿Daniel?
—¿Tengo que tomar una decisión? Está con su manada, y ahora están
bajo control militar.
—¿Por qué no? —dijo Brax—. Greggs nos lo debe. Si no fuera por
nosotros, no tendría la manada que estaba ansioso por tener en sus manos.
La única razón por la que pudimos dársela fue por Daniel. ¿Seguramente
eso nos da algo de influencia?
Casi esperaba sentir los efectos de lo que fuera que había en las
píldoras, pero la mañana pasó y, aparte de un dolor persistente en su muslo,
no había evidencia que hubiera sido drogado. Se preguntó cuánto tiempo lo
mantendrían así. ¿Podrían dejarlo aquí indefinidamente? Era pacífico, les
reconocería eso. Infinitamente preferible a reunirse con Harrison. El alfa no
estaría de humor indulgente, no ahora.
Se giró y se fue.
—Hola, Daniel.
La cara del alfa era ilegible, una máscara en blanco que era casi más
aterradora que la ira. Al menos con ira, sabía lo que iba a obtener. Esta...
nada podría significar muchas cosas, todas muy malas.
—Sammy está bien. Está a salvo. Pero tú y yo... tenemos que hablar.
Daniel asintió solemnemente ante eso. Estaba más allá del rescate, lo
sabía. Pero tal vez había una oportunidad para Sammy y para los bebés que
gestaba.
Capítulo 28
Thorn se sintió aliviado al ver que Daniel parecía ileso. Pero a medida
que pasaban los minutos, comenzó a preguntarse si simplemente no estaba
viendo las lesiones. ¿Por qué otra razón el omega estaría tan aterrorizado
que no lo miraría?
Daniel asintió.
—Lamento que tenga que ser así —continuó—. Pero el riesgo que
Harrison viniera tras nuestra manada en represalia era demasiado alto. Esta
parecía la forma más limpia de mantener a todos a salvo.
Daniel levantó la cabeza y lo miró sorprendido.
—Gracias.
—Los... los bebés. Tus bebés. ¿Te los quedarás también? ¿Tan pronto
como nazcan? Harrison sabe que no son suyos. No estoy seguro de lo que
hará, pero si estuvieran contigo, al menos sabría que estaban a salvo.
—¿Estas embarazado?
—¿Cómo lo conociste?
Eso no tenía mucho sentido para Thorn, así que investigó un poco
más.
—¿Te secuestraron?
—Intenté escapar antes. Una vez incluso volví con mi familia, pero
estaba embarazado y no querían la responsabilidad. Llamaron a Harrison
para que me llevara de regreso.
Thorn cerró los ojos ante eso, respiró hondo y soltó el aire
lentamente. Daniel no merecía lidiar con su ira. No entendería que no
estaba dirigida a él.
Thorn había querido creer que había habido un verdadero amor entre
ellos, pero ahora podía ver que era una fantasía. Nunca tendría lo que Brax
y Cole tenían.
—Al principio sí. Pero si todo lo que quisiera fuera seguridad, hubiera
sido mejor dejar que Oliver me encontrara un lugar en un refugio o un
programa de trabajo, en un lugar tan lejano que Harrison nunca nos
encontraría.
Tan cerca de Daniel, podía percibir el dulce aroma del embarazo del
omega, la señal reveladora que lo había descubierto con Harrison. ¿Quién
sabía qué haría el alfa cuando le devolvieran a Daniel? Thorn haría todo lo
posible para evitar eso, lo que fuera necesario.
***
Se apresuró a alejarse.
—Sea como sea, Harrison afirma que Daniel y él han estado unidos
durante años, que tienen un hijo juntos y que le robaste el omega. Dijo que
Daniel escapó y volvió a casa con él.
—¿Daniel?
Oliver suspiró.
—No si Thorn tiene algo que decir al respecto. Por eso estamos aquí.
Le preguntamos a los militares acerca de permitirte regresar a nuestra
manada. Harrison afirma que eres suyo y, con Sammy, su afirmación tiene
tanto valor como la nuestra, si no más. Pero dado que residiste
recientemente con nosotros y estás embarazado de Thorn, también te hemos
reclamado.
Daniel sabía un poco sobre las leyes de la manada. Solo las reglas que
se aplicaban a él, según Harrison. Que muchas de esas reglas no parecían
existir en la manada de Thorn era algo de lo que se había estado
preguntado.
—En este momento, ambos tienen un reclamo por igual sobre ti.
Como estabas con la manada de Harrison cuando fueron detenidos, ahora
eres suyo. Pero Thorn ha desafiado el reclamo de Harrison sobre ti. Le da a
Harrison dos opciones. O te entrega a Thorn y cede su reclamo sobre ti, o
lucha contra Thorn para defender ese reclamo.
Daniel trató de consolarse con eso, pero era difícil pensar con los
latidos de su corazón en sus oídos. Siguió a Oliver a un gran gimnasio
abierto. Todo el equipo se había apilado contra las paredes, dejando un
círculo vacío en el centro. A un lado estaba Harrison, con un puñado de sus
compañeros de manada detrás de él, incluido Jaxon. Al otro lado estaba
Thorn, respaldado por Brax y Cole.
—Te amo.
¿Qué podría decir Daniel a eso? Había tanta emoción cruda en la voz
del alfa. Presionó sus manos contra las de Thorn y susurró su respuesta.
Harrison resopló.
—Tu chico no es rival para mí. Es un insulto tener que luchar contra
alguien tan lejos en el tótem. Pero bueno, si quieres deshacerte de él, estoy
feliz de hacerlo. Daniel necesita un recordatorio de lo que le sucede a las
personas que traicionan a nuestra manada.
—Me dijo que era especial. Que me eligió por una razón. Que estaba
destinado a darle un hijo alfa que algún día lideraría la manada.
—¿Le creíste?
—¿Y no lo son?
—Has vivido con nuestra manada durante un tiempo, has visto cómo
es la vida allí. ¿Qué piensas?
Sabía que el alfa no podía oírlo, pero Thorn sonrió y le guiñó un ojo,
volviendo su atención a Harrison.
Bailaron uno alrededor del otro, Harrison lanzó un ataque frontal más
por si acaso, por poco no fue rozado por las astas de Thorn. Y luego fintó a
la derecha, se movió a la izquierda y fue directo hacia las patas traseras de
Thorn. Si Thorn no hubiera sabido exactamente qué estaba haciendo
Harrison, podría haber funcionado. La advertencia susurrada de Daniel le
había dicho todo lo que necesitaba saber.
Saltó en el aire y se dio la vuelta, golpeando sus astas en el flanco
expuesto de Harrison. El alfa bramó, un rugido que sacudió la habitación,
pero todo lo que hizo fue atravesarlo más profundamente en los agudos
cuernos de Thorn.
Pero era todo emoción y ninguna estrategia, algo que había sido
entrenado en Thorn hace mucho tiempo. Todo lo que Thorn tuvo que hacer
fue inclinar la cabeza y esperar, atrapar al león fácilmente y arrojarlo al otro
lado de la habitación. Harrison se estrelló contra el suelo y se deslizó por él,
dejando un rastro de sangre a su paso. Cuando se detuvo, se quedó quieto.
Seguía vivo, su pecho se movía lentamente hacia arriba y hacia abajo, pero
no le quedaba fuerza para luchar. Hoy no. Thorn escuchó que la manada de
Harrison le gritaba que se levantara, pero el alfa no se movió. Thorn estuvo
tentado de acabar con él, no tomaría mucho tiempo, pero miró a Daniel y lo
pensó mejor. Harrison había mantenido cautivo a Daniel durante años y lo
había hecho sufrir. ¿No era justo que Harrison fuera el encarcelado,
obligado a someterse a las reglas de otra persona?
—¿Está…?
—Aún vive. Tendrá mucho tiempo para reflexionar sobre sus errores
mientras vive su vida detrás de muros demasiado altos para ver por encima.
—La ley de la manada dice que no tienen otra opción. Gané, justa y
limpiamente.
—Te pertenezco.
—Shh, lo sé. Pero no soy Harrison. Nunca podría ser él. Piensa en
todo lo que sabes sobre mí, Danny. En serio, piensa.
—Te amo. Te quiero por lo que eres, no por lo que me puedes dar.
Regresaste a Harrison para proteger a Sammy, a mí y a la manada. Eso no
fue traición, fue valentía y sacrificio. Eso fue poner a las personas que te
importan primero.
—Y gané. Por ti. Para que así Sammy y tú pudieran dormir tranquilos
por la noche, sabiendo que estabais a salvo, sabiendo que erais libres.
—¿Danny?
El omega lo miró con los ojos muy abiertos, pero no dejó de fregar.
Thorn suspiró.
—No lo hagas. Los últimos días han sido una pesadilla. Pero ahora
estás en casa y todo va a estar bien.
—Volvamos a la cama.
Daniel retrocedió medio paso, pero Thorn lo detuvo, tirando del
omega en un abrazo.
Puso tres platos sobre la mesa y se sentó frente a Daniel, que todavía
parecía preocupado.
—No se puede negar que como mucho mejor ahora que estás aquí.
Amo tu comida, Danny. Pero no te amo por tu comida. —Thorn necesitaba
saber que Daniel entendía la distinción.
—Lo estoy.
—Entonces, vamos.
Daniel miró por encima del hombro a Thorn, pero el alfa parecía tan
sorprendido por la fiesta como él.
—No estoy triste —le dijo Daniel, abrazando a Sammy con fuerza
contra él—. Estoy feliz.
Esa parecía ser la señal para que todos fueran en busca de comida y
pronto todas las sillas de la sala se llenaron mientras la gente charlaba, reía
y comía.
—Antes no lo entendía.
—¿Entender qué?
—Lo que realmente es una manada. Es como una familia solo... más
grande. Mejor.
—Podría ser. Tal vez algún día sea así —reflexionó Thorn.
—Eso sería algo digno de ver, ¿no? —Tal vez ese sería el mundo en
el que vivirían sus hijos.
Capítulo 34
Ahora que entendía mejor el origen de los temores de Daniel, Thorn
sabía que no era suficiente para él ser el alfa fuerte y silencioso que
esperaba. Daniel no se recuperaría de un trauma así fingiendo que nunca
sucedió. Entonces habló con Kira y Oliver, e hicieron algunas llamadas.
—Sí, estoy seguro. Y también lo está Kira. Oliver dice que Benn es
uno de los mejores terapeutas omega que ha conocido.
Desde que lo llevó a su casa, tuvo que evitar que Daniel corriera de
manera irregular tratando de ser el compañero "perfecto" para expiar lo que
él percibía como pecados. Thorn casi había perdido la cuenta de la cantidad
de veces que se había despertado en la noche para encontrar a Daniel
limpiando o cocinando. Como lo había hecho esa segunda noche, había
aceptado simplemente ir a por él, llevarlo de regreso a la cama y abrazarlo.
—Me alegra que estés aquí. Estoy preocupado por Daniel. Ha pasado
por muchas cosas.
—No hay nada como el olor del pan recién horneado para que la
cocina se sienta como un hogar —dijo Benn calurosamente. Dio un paso
adelante y estrechó la mano de Daniel, sin molestarse por la harina—. Me
quedaré un par de horas, ¿está bien? Estaré fuera de tu vista a la hora del
almuerzo. —Volvió a mirar a Thorn—. ¿Tienes planes para la mañana?
—¿Cómo te fue?
—Benn fue amable. Dijo algunas cosas que tenían mucho sentido.
Creo que esto realmente me ayudará.
—Me alegra escuchar eso, Danny. Pero recuerda, un día a la vez. Esta
no se va a arreglar de la noche a la mañana. Mejorará un poco cada día, y
algunos días incluso puede que empeores un poco.
—Lo sé. Desearía poder apurarlo, aunque solo sea porque los bebés
están llegando.
Thorn dejó las herramientas con las que estaba trabajando, prestando
toda su atención a Brax.
—¿Sobre?
—Sí. Pero ahora están haciendo algo. ¿Crees que Daniel hablaría con
ellos?
—Si pueden esperar podría ser mejor. Pero déjame hablar con Daniel
al respecto primero, ver qué dice.
—¿Qué les pasó? ¿Están bien? Harrison no estará feliz que estén
tratando de irse.
—Pero... pero mi familia dijo que la policía les dijo que me había
escapado. ¿Estás diciendo que lo sabían? ¿Todo este tiempo y la policía
sabía que me habían llevado?
—¿Daniel?
—¿Qué? ¿Dónde?
***
—¿Papi?
—No pueden hacer que nos vayamos. Esta es nuestra casa, nuestra
manada, nuestro ...
—Sí.
—¿Y no tenemos que ir con ellos?
—Oh.
—Así que creo que todos hemos notado nuestra racha de mala suerte
últimamente. Primero, los coches de Cole y Nathan son destrozados en la
ciudad. Entonces Kira derrapa en la carretera. Entonces Zane es atacado por
un grupo de matones alfa. Al mismo tiempo, los Servicios Sociales reciben
una serie de informes falsos, en su mayoría relacionados con Sammy, pero
también algunos sobre el resto de los cachorros.
***
Usaron a Nathan y Alice como cebo, enviándolos a la ciudad para
hacer un recado al día siguiente. Thorn y Brax los siguieron, vigilando las
caras que no reconocían. No fue difícil detectar a quienes buscaban.
Brax los llamó, explicando el plan mientras Thorn hacía otra llamada
telefónica, asegurándose que su respaldo estuviera en camino. Alice y
Nathan salieron de la tienda, Nathan entregó sus bolsas a Alice, quien
regresó al coche.
Nathan giró hacia una calle lateral más tranquila, y el camión gris
estacionó, los dos alfas salieron y lo siguieron a pie. Brax se detuvo. Thorn
saltó y corrió hacia la esquina, con Brax justo detrás de él. Esto terminaría
antes de comenzar.
—Si crees que esto nos va a asustar, tendrás que esforzarte más.
—Del tipo que está ansioso por tener en sus manos tu manada. ¿Listo
para vivir tus días como proyecto científico?
—Envié mis alfas aquí para observar tus movimientos. Parece que se
dejaron llevar un poco. Por eso, me disculpo. Pero estoy seguro que puedes
ver el problema.
—¿Por qué no nos lo explicas? —dijo Brax, con los brazos cruzados.
—¿Qué?
Jerrick se adelantó.
—…aún no.
—Bueno, eso será una agradable sorpresa para él. Lástima por
Harrison. Siempre estuvo un poco loco, pero tenía grandes aspiraciones.
Pensé que podría ser útil algún día. —Sus ojos se desviaron hacia Daniel—.
Me preguntaba sobre los omegas. Toda esa cuestión del servilismo... no es
realmente adecuada para una manada. Demasiado parecida a un culto.
—Harrison lo estaba.
Thorn nunca desanimó a Daniel de hablar sobre el alfa, incluso si a
veces era difícil escucharlo.
Daniel rió.
—Las chicas serían divertidas. Sería bueno tener al menos una, así
Grace no se sentiría tan superada en número. Pero los niños también serían
buenos. Alfa, beta, omega. Seré feliz mientras estén sanos.
Thorn había estado trabajando duro para preparar los muebles para la
guardería.
—No me lo perdería.
Después de muchos besos que a regañadientes no fueron a más,
Thorn ayudó a Daniel a ponerse de pie y fueron a visitar su taller. La cuna
estaba en una esquina, era de madera pulida y barnizada con intrincados
tallados. Un lado tenía un leopardo acechando a través de la hierba alta. En
el otro había un alce, de pie orgulloso con la luna detrás de él.
La guinda del pastel fue el móvil que Thorn había hecho. De cada
cuerda colgaba una pequeña talla de un animal diferente perteneciente a su
manada. Un lobo, un zorro, un erizo, un caballo, un oso y todos los demás.
Thorn había hecho una mesa para cambiar pañales y una cómoda,
pero la cuna había sido su foco, queriendo que fuera algo especial.
Thorn supo a la mañana siguiente que Daniel no estaba del todo bien.
El omega parecía, si era posible, más incómodo de lo que había estado los
días anteriores. Thorn le llevó el desayuno a la cama y le sugirió que
volviera a la forma de leopardo tan pronto como hubiera comido. Daniel
estuvo de acuerdo sin una palabra de queja, sentándose pesadamente en la
cama. Thorn decidió no ir muy lejos esa mañana, para vigilarlo de cerca. Le
dio el desayuno a Sammy, lo lavó y lo vistió, y se lo entregó a Josh para que
se uniera a los demás en la casa de la manada. Solo se habían ido unos
minutos cuando Daniel lo llamó.
—Es hora.
—Sí, así es. Tengo las maletas listas. Te ayudaré a subir al coche.
Tenía razón, y unos minutos más tarde era hora que Daniel empujara.
Thorn sostuvo su mano, presionó un paño frío contra su frente y ocultó su
frustración por no poder hacer más. Era un infierno ver a su compañero con
dolor, luchando y peleando tan duro, y no poder hacer nada más que ofrecer
palabras de aliento y secarle la frente.
—Eres tú a quien debo darle todas las gracias. Fui muy arrogante
acerca de "tener sexo, tener pareja y tener bebés”. Y tú eres el único que
hace todo el trabajo duro.
Oliver se echó a reír y palmeó la rodilla de Daniel.
Su hijo alfa era más grande que su hermana, pero no por mucho. El
pequeño cachorro bostezó ampliamente y abrió los ojos, mirándolos.
—Es hora de visitar la casa de la manada, Sammy. ¿Te has puesto los
zapatos?
—Ahí estás.
Thorn sabía que solo había una cosa que hacer. Le hizo cosquillas en
la barbilla a Sammy, y el cachorro se retorció y rodó, abriendo los ojos y
bostezando mientras se estiraba.
—Le prepararé una bolsa con ropa —sugirió Daniel—. En caso que
quiera cambiar mientras estamos allí.
La primera mitad de la fiesta era solo para ellos, pero más tarde esa
noche iban a recibir visitas. Algunos políticos, algunas personas de los
medios de comunicación, algunos líderes de la comunidad. Un mal
necesario, insistieron Josh y Oliver. En estos días, se necesitaban buenas
relaciones públicas para las manadas, y tenían suerte que su manada la
tuviera a mansalva.
—No dejes que Sammy escuche eso. Se pone celoso muy fácilmente
en estos días.
Hubo vítores a eso. Si había una cosa que todas las manadas
compartían, era un apetito saludable.
—¡Mejor juntos!
—Es bueno estar aquí —dijo Daniel de repente—. No creo que haya
un lugar en el mundo en el que prefiera estar.
Fin
Staff
Soñadora
Morihazna
Cazadora
Jose
Revisión y Diseño
Lelu
Serie Manada Perdida
1 – Defensor
Una misión que salió mal obliga al equipo alfa de Brax a convertirse en
algo más: una manada.
Oliver tiene todo lo que puede desear en la vida: una carrera exitosa, el
respeto de sus compañeros, un apartamento en la ciudad. Pero no hay un
alfa en su vida. Hubo uno, había tenido una relación duradera. Ningún
cambiaformas alfa con el que salga podría manejar el hecho de que, algunos
días, el trabajo de Oliver es lo primero. Cuando la muerte de sus padres, de
lo cuáles estaba distanciado, lo lleva de regreso a la casa de su infancia para
hacerse cargo de la Casa Omega que dirigían sus padres; conoce a Brax, el
médico guapo y problemático que podría ser la excepción a la reglas.
2 – Guardián
Cada manada necesita un Guardián, un omega para suavizar sus bordes
ásperos. Y Josh definitivamente no lo es.
Obligado a cuidar a un actor omega malcriado y deshonrado, Cole no es un
alfa feliz. Está decidido a despachar a Josh, cueste lo que cueste. Pero las
primeras impresiones no lo son todo.
Todo lo que Josh tiene que hacer es mantener la cabeza gacha y sobrevivir a
su mes de ‘voluntariado’. Es más fácil decirlo que hacerlo cuando el alfa
con el que se queda lo trata como una especie de Cenicienta. Hay algo
diferente en Cole y sus amigos. No son un club de lectura. De eso, está
seguro. Pero cuando una pelea con Cole revela un secreto que Josh nunca
quiso contar, se entera que hay más en el alfa que su ruda apariencia.
3 – Centinela
Los centinelas viven una vida solitaria, siempre al margen de la manada,
mirando hacia adentro.
Thorn quiere lo que otros alfas tienen, una pareja, cachorros propios, pero
nunca le pasará, no ahora. Cuanto más lejos se siente de su manada, más se
pregunta si ya no encaja. Hasta que rescata a un cachorro de un árbol y se
encuentra reacio a ser el guardián de un niño asustado.
Fin de la serie
Acerca de la autora
Claire Cullen es una autora y aspirante a panadera. Desde que era una niña,
le encantaba inventar historias. Conseguir que se escribieran en papel
resultó ser un desafío en los primeros años, cuando su medio preferido eran
los títeres de dedo. Pasó al lápiz y al papel, y más tarde al teclado, y desde
entonces no ha mirado atrás, excepto por ocasionales ataques de nostalgia.