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Fluyendo raudales de ternura

Sheila recibió un llamado de su hermana menor anunciándole que su


padre estaba grave, la noche anterior, se había descompensado y
empeoraba su salud. Ese fue el preciso momento en que ella supo que
su padre estaba a punto de morir y que sería ese día… En los últimos
seis meses, había estado varias veces internado, hasta por contagio
interhospitalario. Pero ella no logró percatarse que había llegado su
hora, esa fue la razón, por la que ahora, su muerte era inesperada.
Maldito el deseo que había tenido, de que comenzara un nuevo año.
Nunca más se aventuraría a desear con ansias el futuro. No nunca
más…
El día soleado, cálido y sereno ya se manifestaba con su danza de
muerte. Al llegar al hospital, la doctora le dijo: “Quiero que sepas, que
tu padre, esta vez, está muy mal; seguiremos intentando. ¡Pero está
muy grave!” Ella atinó a decirle que ya lo sabía y comenzó a llorar
amargamente...
En las horas siguientes esquivó prestar atención a la llegada de
familiares, ya que su padre los había esperado con ansias y no lo
visitaron asiduamente. ¡Cuánto dolor, le habían provocado esas vanas
esperas!
Alrededor de las tres de la tarde estaban unos cuantos, en la sala. Al
llegar su hermana mayor con varios sobrinos, unas lágrimas brotaron
de los ojos de su padre. Una de sus tías quiso ponerle el respirador
porque se agitaba mucho. Pero fue peor… en ese preciso momento dejó
de respirar… Y vieron que se moría…

Sheila comenzó entonces a acunarlo, con un poema de amor, entre la


vida y la muerte:

Perdón si tanto te insté quise vencer al enemigo.


La muerte marca tu hora ya, meciéndote igual que a un niño.
No vale, no quieres luchar, te dormirás… ¡Perdón si insisto…!
Perdón si tanto te insté, quise vencer y no he podido…

Mis ojos lloran de dolor, mi corazón ya lo ha sabido.


Las horas pasan sin parar, mi soledad busca tu abrigo.
En vano intentas alcanzar, raudales de ternura alrededor.
¿La vida te negó su saborear? ¿Llegaste así? ¿Y así te has ido?

El sol con brillo de ansiedad, nada es normal, tú has partido…


Tan suave dejas de respirar, el aire de tu soledad, que nos ha
unido,
tú sabes cómo la arrulle y hoy siento que no está conmigo;
la busco, la quiero tocar, tocarte a ti y ya has partido.

En vano intento derrochar raudales de ternura alrededor,


tu candidez ya se ha dormido…
Cuando me sienta sin ningún lugar ¿Quién me abrirá? Si tú te has
ido.
Descanso de mi adversidad; amparo en esta humanidad no
encontraré
si ya has partido.

Encuentro luz de eternidad, descansa ya, tus sueños hoy son pura
realidad.
No entres en cualquier lugar, mi casa allá será tu nido.
En mi jardín mil niños danzarán… Recuerda, diles que ese es tu
hogar, lo entenderán, con solo un guiño.
Al fin de este largo caminar sin tu mirar, me abrazarás gordito
mío.

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