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Es una ley que dispone que los editores deben definir el precio de los libros que
publican y que ese precio debe respetarse por todos los vendedores -ya sean
librerías pequeñas, medianas, cadenas y grandes superficies.
Se trata además de una iniciativa que acordó y acompañó el sector del libro en su
conjunto, hasta su promulgación en 2001.
El espíritu de esta ley entiende que el libro no es solo una mercancía, sino un bien
cultural a través del cual se propagan las ideas, y el conocimiento, se genera cultura
e identidad, por lo que resulta indispensable para el desarrollo social e individual de
un país. En este sentido, el precio fijo favorece el fortalecimiento de una industria
editorial nacional sustentable y diversa
Se introducen, así, tres principios: primero, la función de que las librerías deben
desempeñar para garantizar que un bien cultural como el libro pueda llegar a
quienes lo demanden; segundo, el rol que la librería debe asumir en la defensa de la
singularidad de la cultura y de la industria que la promueve, y, tercero, el papel que
las librerías mipyme y pyme tiene como motor económico local.
Son muchos los países del mundo que cuentan con leyes que establecen el precio
fijo en la venta de libros, como Alemania, Francia, España, Dinamarca, Austria,
Grecia, Italia, Holanda, Portugal, Japón y Corea del Sur, entre otros. Estos países
cuentan con industrias editoriales fuertes y desarrolladas, con una gran población
lectora y velan por la preservación y desarrollo de las librerías pequeñas y
medianas. Así mismo podemos decir que la “Ley de pvp” es actualmente modelo
para otros países de nuestra región que están trabajando arduamente para
conseguir un logro semejante, (México, Chile o Colombia). Podemos además añadir
que en países como Inglaterra, luego que se derogó el acuerdo de precio fijo,
desaparecieron un tercio de las librerías independientes.
Esto se debe a que, al liberar el precio, aquellos vendedores que cuentan con mayor
capacidad de compra -cadenas, supermercados, distribuidoras- pueden reducir el
precio de venta asfixiando a los pequeños competidores, reduciendo sus ventas o el
margen de ganancia, lo que concluye indefectiblemente en la nula o escasa
rentabilidad para la pequeña o mediana librería y favorece un esquema de
concentración.