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La igualdad de

oportunidades y
la justicia social
en un mundo
globalizado
PID_00252428

Borja Barragué Calvo

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Índice

Introducción............................................................................................... 5

Objetivos....................................................................................................... 8

1. Igualdad de oportunidades: diversas nociones.......................... 9


1.1. La igualdad de oportunidades formal: la noción típicamente
liberal ........................................................................................... 10
1.2. La igualdad de oportunidades sustantiva o material: la
noción típicamente socialdemócrata .......................................... 11
1.3. La igualdad como igualdad de oportunidades: la noción
socialista ...................................................................................... 14
1.4. ¿Igualar o crear oportunidades? Una visión pragmática de la
igualdad de oportunidades ......................................................... 16

2. La justicia social como «crecer primero y (re)distribuir


después»................................................................................................. 21

3. La justicia social en un mundo globalizado............................... 26


3.1. Impulsar la eficiencia: la predistribución liberal ........................ 27
3.2. Impulsar la igualdad: la predistribución socialdemócrata .......... 29

Ejercicios de autoevaluación.................................................................. 35

Solucionario................................................................................................ 38

Bibliografía................................................................................................. 39
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Introducción

La igualdad de oportunidades es, a buen seguro, la noción más popular de la Referencia bibliográfica
justicia social. A todos nos parecería raro que alguien se opusiera a una política
La entrevista puede con-
cuyo objetivo fuera promover la igualdad de oportunidades. Su popularidad sultarse en: https://
llega hasta el punto de que, se sitúen a la derecha o la izquierda del espectro politica.elpais.com/politi-
ca/2013/12/08/actualidad/
político, la enorme mayoría de líderes políticos dicen perseguir esa noción de 1386520536_280805.html.
la justicia social. En España, en una entrevista de diciembre de 2013 y al ser
preguntado por el aumento de la desigualdad en España, el entonces presi-
dente del Gobierno Mariano Rajoy afirmó: «No hay en este momento unos
indicadores precisos ni en España ni en Europa sobre los datos de desigual-
dad, pero uno de los objetivos de cualquier Gobierno es que haya igualdad de
oportunidades».

Si hacemos abstracción de la primera parte de la frase, lo que dice Rajoy es


aproximadamente cierto. Al menos en el plano de la teoría, la economía y la
filosofía normativas han alcanzado un acuerdo en torno a las exigencias de la
justicia social, de acuerdo con el cual la desigualdad es justa cuando responde
a factores por los que la gente es responsable (esfuerzo), pero injusta cuando
se debe a circunstancias que escapan a su control. Para un lector compulsivo
de Karl Marx o para un fan de Edmund Burke, nuestras instituciones deben
reducir tanto como sea posible las desigualdades debidas a las loterías social –
los niveles de educación e ingresos de nuestros padres– y genética –nuestros
talentos innatos.

Sin embargo, este consenso en el plano abstracto de la filosofía política es


compatible con importantes diferencias en el terreno del diseño institucional.
Un liberal, alguien que se lee tres páginas de La riqueza de las naciones de A.
Smith antes de acostarse, no verá ningún problema en que la hija del CEO de
una de las mayores empresas del país gane cien veces más que la hija de un
obrero de la construcción, si resulta que la primera estudió Derecho y ADE y
luego cursó el MBA de ESADE, mientras que la segunda abandonó el colegio
a los catorce años. La desigualdad de salario, diría nuestro lector nocturno de
Smith, no es sino reflejo de un desigual esfuerzo.

Un socialdemócrata que se lee tres páginas del Chavs de Owen Jones antes de
acostarse, en cambio, se preguntará por qué la segunda abandonó temprana-
mente el colegio mientras que la primera estudió el doble grado primero y
el MBA después. Porque es posible que la decisión de la hija del obrero estu-
viera condicionada por la pésima educación que había recibido hasta enton-
ces, o porque tuvo que cuidar de sus hermanos pequeños, o porque su madre
(su padre se había vuelto a casar y apenas tenía ningún contacto con ellos)
se había quedado en paro más o menos por aquella época. Si (algo de) todo
esto tuvo (algún grado de) influencia en la decisión de la hija del obrero de
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dejar el colegio, alguien que cree que las circunstancias que no elegimos –la
longitud de nuestros apellidos, la calidad de nuestros genes, la agenda de con-
tactos de nuestros padres– no deberían afectar nuestras expectativas de vida
seguramente tenderá a pensar que, en el fondo, sí que hay algo de injusto en
que la hija del obrero gane cien veces menos trabajando como cajera en un
supermercado que la hija del CEO como consultora en una importante firma
de consultoría. ¿Por qué?

Porque, en realidad, la idea de que existe cierto consenso acerca de qué es o qué
exige la justicia social es ilusoria. Porque incluso si la gente a un lado y al otro
del espectro político coincidiera en que la justicia social demanda la igualdad
de oportunidades, ocurre que existen diversas concepciones de este ideal.

Ahora bien, si tuviéramos que apuntar una, seguramente la noción de la jus-


ticia social que más consenso ha generado en los últimos treinta o cuarenta
años es la de crecer primero y (re)distribuir después. Asumiendo que el objeti-
vo es una sociedad más igualitaria, en su versión más popular la igualdad de
oportunidades se resume en igualdad en el punto de salida –igualdad ex ante
o de oportunidades– y laissez faire a partir de ahí –desigualdad ex post o de
resultados. La que a buen seguro sea la visión más popular de la justicia social
nos exige, pues, que igualemos en la línea de salida de la carrera, de forma
que se excluya toda discriminación contraria a la igualdad ante la ley como
las basadas en el sexo o la raza. Habiendo igualado así en la salida, es justo
que unos corredores lleguen antes (la hija del CEO) y otros después (la hija del
obrero), porque no todo el mundo tiene las mismas preferencias ni la misma
capacidad de trabajo.

En el plano institucional, la justicia social como «crecer primero y (re)distribuir


después» se hace operativa mediante una división del trabajo entre mercados y
Estado de forma que los primeros se encargan de la producción y el segundo de
la distribución. ¿Por qué? Porque salvo que queramos acabar con un Gini muy
bajo pero los supermercados vacíos, no podemos prescindir de las señales que
envían los mercados (mediante, por ejemplo, el sistema de precios). Una vez
los mercados han hecho la tarta lo más grande posible (eficiencia), el Estado
se asegura de que los resultados no sean tan desiguales que alguien ni siquiera
alcance la meta (igualdad). Esta es la noción que encontramos en la idea de
«crecer primero y distribuir después». Llenemos primero los supermercados
y ya veremos luego cuál es el esfuerzo redistributivo que tiene que hacer el
Estado.

Sin embargo, hay quien sostiene que la noción de «crecer primero para
(re)distribuir después» se enfrenta desde hace algunos años a dos problemas.
Por el lado del gasto, esas restricciones se han traducido en una progresiva
focalización de los programas sociales hacia los más pobres. Las prestaciones
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sociales del bienestar ya no buscan tanto reducir la brecha entre ricos y pobres
como prestar ayuda a los grupos en situación de pobreza (extrema) y exclusión
social. Como veremos, esto tiene algunos problemas.

Por el lado de los ingresos, los Estados se enfrentan hoy a grandes limitaciones
recaudatorias. Desde mediados de la década de 1970, la combinación de una
serie de factores ha provocado que la noción de la justicia social como «cre-
cer primero y (re)distribuir después» se enfrente a varios problemas. En este
módulo nos centraremos en tres factores: la creciente relevancia en la esfera
pública del discurso libertariano, la presencia de fallos en los mercados y la
globalización.

Pero si la globalización, entre otras cosas, ha puesto bajo una enorme presión la
concepción de la justicia social como «crecer primero y (re)distribuir después»,
¿qué hay que hacer, entonces, si queremos reducir la desigualdad? Es aquí
donde entra en juego la idea de la predistribución. Dicho muy brevemente, la
predistribución se resume en el eslogan popular de que es mejor prevenir que
curar. Dicho de forma un poco más elaborada:

La predistribución evoca la idea de que si queremos reducir la desigual-


dad, no basta con atacar ex post sus consecuencias, sino que nos debe-
ríamos preocupar también ex ante por los factores que la generan.

El módulo se ordena de la siguiente manera. El primer apartado disecciona Referencias


analíticamente las diversas concepciones de la justicia social como igualdad de bibliográficas

oportunidades. El segundo apartado estudia la que, a buen seguro, constituye Entre los economistas que
la concepción más popular de la igualdad de oportunidades para los econo- han estudiado las cuestio-
nes distributivas, véase, entre
mistas que se han preocupado por las cuestiones distributivas: la idea de «cre- otros: A. Sen (1992; 2009),
Fleurbaey (1995; 2008), At-
cer primero y (re)distribuir después». Aquí se analiza la globalización como
kinson (2015), Atkinson y
uno de los límites de esa noción de la igualdad de oportunidades. El último otros (2011), Roemer (1998),
Roemer y Trannoy (2013).
apartado estudia algunas propuestas para repensar la igualdad de oportunida-
des en un mundo globalizado.
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Objetivos

Los objetivos de este módulo son los siguientes:

1. Analizar las diversas concepciones de la igualdad de oportunidades, a buen


seguro la noción más popular en nuestras sociedades contemporáneas de
la idea de igualdad.

2. Explicar la noción de la justicia social como «crecer primero y distribuir


después», seguramente la versión de la justicia social más popular entre
los economistas que se han preocupado por las cuestiones de justicia dis-
tributiva.

3. Examinar los límites a los que hoy se enfrenta la noción de la justicia


social como «crecer primero y distribuir después», con especial atención
a la globalización.

4. Discutir algunas ideas para una noción de la justicia social adaptada a las
exigencias de un mundo globalizado, con especial atención a la idea de
la predistribución.
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1. Igualdad de oportunidades: diversas nociones

En España está bastante extendida la idea de que es relativamente sencillo ac-


ceder a la universidad, de forma que el que quiere puede hacerlo. Supongamos
que retrocedemos unos años en la historia de la hija del CEO y del obrero. En
este punto de la historia, ambas tienen catorce años, están dotadas de unos
talentos innatos –una inteligencia, a estos efectos– similares y tienen además
una ambición aproximadamente igual por terminar siendo técnicos comercia-
les y economistas del Estado (TECO). Las dos jóvenes viven además en dos ba-
rrios de Barcelona separados por apenas diez kilómetros: la hija del CEO vive
con sus padres y sus cuatro hermanos en Pedralbes, en un piso junto a la plaza
del Mirall, mientras que la hija del obrero vive con su madre –recordemos que
su padre vive ahora con su otra pareja– y sus dos hermanos pequeños en Torre
Baró, en un piso cercano a la plaza de Eucaliptus. La madre de la segunda ha
tenido suerte, porque a pesar de que a raíz de la crisis la empresa de limpieza
para la que trabaja despidió al 50 % de la plantilla, ella conservó el empleo.
El padre de la primera (su madre nunca ha trabajado) es, como indicamos,
CEO de una de las mayores empresas del país. Pues bien, ¿es aproximadamen-
te igual de fácil para ambas ir a la universidad?

La mayoría de nosotros diríamos que si, como hemos estipulado, tienen una
inteligencia y una ambición similares, sí. ¿Es correcta esta intuición? De acuer-
do con los datos disponibles, no. Veamos la tabla 1 a continuación.

Tabla 1. Acceso a la educación terciaria y origen social

Estudian o han terminado la universidad (por clase social)

Profe- Directivos Adm. Autó- Obreros Agrarios (cuen- Agrarios (cuen- Total
sionales Com. nomos ta propia) ta ajena)

Nacidos 59,1 % 67,9 % 37,9 % 25,3 % 14,9 % 17,9 % 5,7 % 23,9�%


1969-1970

Nacidos 59,5 % 75,2 % 48,4 % 31,9 % 20,4 % 29,2 % 18,6 % 32,7�%


1970-1980

Nacidos 62,3 % 69,7 % 43 % 31,3 % 20,9 % 36,4 % 8,6 % 33,1�%


1983-1984

Nacidos 62,3 % 60,9 % 42,1 % 34,2 % 19,8 % 41,1 % 13,8 % 33,5�%


1986-1987

Nacidos 73,2 % 76,4 % 44,6 % 44,5 % 24,3 % 26,6 % 19,7 % 38,8�%


1992-1993

Fuente: CIS (2015)

Según un informe del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS, 2015), la


probabilidad de que alguien como la hija del obrero estudie en la universidad
es del 25 %. Para la hija del CEO la probabilidad es del 75 %. O sea, un 300
% superior. Supongamos que ambas cumplen la estadística, porque la hija del
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obrero deja el colegio al final del curso (o sea, a los catorce años) para trabajar
en una peluquería y cuidar (un poco) de sus hermanos, mientras que la hija
del CEO se matricula en la Facultad de Económicas de la Universitat Pompeu
Fabra tras terminar el colegio y a los veintiocho años se saca las oposiciones
de TECO. Algún estudiante seguramente pensará que hay algo «injusto» ahí,
que hay algo en el sistema educativo español que le está fallando a la hija del
obrero y, como a ella, a todas las personas que provienen de entornos sociales
empobrecidos. Un sistema en el que ciertas cosas que obviamente no están al
alcance de nuestra mano elegir, como los ingresos o el nivel educativo de nues-
tros padres, hacen que una persona tenga el triple de probabilidades que otra
de alcanzar la universidad, que es la puerta a las oportunidades (laborales), no
está garantizando adecuadamente la igualdad de oportunidades (educativas,
en este caso). En lo que resta de este primer apartado analizaremos la intuición
de que «hay�algo�en�el�sistema�que�no�está�funcionando�adecuadamente».

1.1. La igualdad de oportunidades formal: la noción típicamente


liberal

Como decíamos, la noción general de igualdad de oportunidades es una con-


cepción lo suficientemente popular y vaga como para haber sido aceptada por
gente de ideología muy distinta. Pensemos, por ejemplo, en la eliminación
de la discriminación racial de los sistemas de apartheid, en la supresión de los
privilegios del clero y la aristocracia, en el acceso de las mujeres al empleo o en Gráfico que ilustra algunos de los
principales elementos relacionados con
la ampliación del acceso a la educación primaria, secundaria y terciaria. Hoy la concepción formal de la igualdad de
oportunidades
prácticamente nadie discute esos cambios sociales, que han contribuido a im-
pulsar la igualdad de oportunidades. Probablemente por eso movimientos o
partidos no igualitarios o incluso antiigualitarios han tratado de integrar esta
idea en sus programas y hacerla inofensiva.

La concepción formal de la igualdad de oportunidades queda bien ilustrada


con el ejemplo de la carrera deportiva, en la que todos deben tomar la salida en
condiciones de igualdad para llegar desigualmente. El contenido esencial de la
versión más conservadora de esta concepción de la igualdad de oportunidades
implica únicamente que la raza, la religión o la orientación sexual de una per-
sona no deberían afectar a sus oportunidades educativas, o de ser contratada
por una empresa, o de ser ministra o secretaria de Estado en un gobierno. De
acuerdo con esta visión, lo que importa es que una persona demuestre tener
las capacidades suficientes para acceder a la etapa terciaria del sistema educa-
tivo de un país, o para ser ministra, o para ser contratada por un despacho de
abogados. Lo que importa es la competencia demostrada por ese candidato,
no su raza, su religión, ni su orientación sexual. ¿Qué hay, si es que hay algo,
de malo en esta visión de la igualdad de oportunidades?

Volvamos un segundo al ejemplo de las dos jóvenes. En España, el artículo 14


de la Constitución establece que los españoles son iguales ante la ley y prohíbe
las discriminaciones por razón de sexo, raza, nacimiento, religión o cualquier
otra condición social o personal. Sin embargo, lo que en el entorno de la hija
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del obrero es más bien excepcional, seguir estudiando en el nivel terciario,


en el entorno social de la hija del CEO es la norma. Dicho de otra forma:
en el ámbito de la educación terciaria existe una igualdad de oportunidades
formal, pero no real, porque las�desigualdades�socioeconómicas�provocan,
en�efecto,�un�acceso�desigual�a�la�educación�superior.

1.2. La igualdad de oportunidades sustantiva o material: la


noción típicamente socialdemócrata

Acaba de decirse que la versión formal de la igualdad de oportunidades queda


bien resumida (gráficamente) en la metáfora de la carrera deportiva. Pero tam-
bién acabamos de decir que ambas jóvenes cumplieron las estadísticas. ¿Qué
pudo haber ocurrido? ¿Qué es lo que explica que una persona como la hija del
CEO tenga un 300 % de probabilidades de acceder a la universidad cuando la
comparamos con la hija del obrero?

(1)
Una de las cosas que pudo fallar es que España es uno de los países más de- Véase: http://ec.europa.eu/
1 eurostat/statistics-explai-
siguales de la UE . Nos explicamos. Supongamos que, conociendo a la hija del ned/index.php/File:At-risk-of-
obrero desde pequeña y sabiendo que era, como mínimo, tan lista como su poverty_rate_and_threshold,_
2015_YB17.png.
propia hija, el padre de la hija del CEO organiza una cena con varios de los
compañeros de oposición de su hija para informarse sobre las razones por las
que solo los candidatos procedentes de las familias más acomodadas terminan
superando los exámenes. Los compañeros de la hija del CEO le sugieren la
siguiente explicación: España es un país con la suficiente desigualdad –en los
ingresos y, sobre todo, en el patrimonio– como para que solo las familias per-
tenecientes a, digamos, los dos quintiles superiores de la distribución pueden
llegar siquiera a plantearse que uno de sus hijos permanezca sin ningún ingre-
so primero durante los cuatro años de la carrera, y luego durante otros cuatro
o cinco o seis preparando la oposición. En efecto, el sistema de acceso a los
cuerpos superiores de la Administración no dispone de ningún programa de
becas para el periodo de oposición, por lo que solo las familias acomodadas
pueden garantizar el mantenimiento de los opositores durante esos cuatro,
cinco o seis años.

En una situación como esta, y aunque los puestos de los cuerpos superiores de
la Administración se adjudiquen efectivamente a los opositores con mejores
calificaciones en sus exámenes, las familias de los percentiles 1-60 podrían ob-
jetar que, salvo los miembros de las familias más ricas, nadie tiene una opor-
tunidad real o sustantiva de acceder a esas posiciones. Dicho de otra forma: el
problema de la concepción formal es que típicamente establece que todos los
ciudadanos son iguales ante la ley y prohíbe las discriminaciones por razón
de sexo, raza, nacimiento y religión, pero permite que nuestras oportunidades
educativas y/o laborales se vean injustamente influidas por factores que esca-
pan a nuestro control, como el estatus socioeconómico de nuestros padres –
es decir, instaura una igualdad de oportunidades formal, pero no real.
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(2)
Existen,�pues,�razones�para�cuestionar�la�noción�formal�de�la�igualdad�de «To this end [namely, to correct
the defects of formal equality of
oportunidades�y�elaborar�concepciones�alternativas. Uno de los que pen-
opportunity], fair equality of op-
saban que la versión formal era defectuosa era J. Rawls (1999; 2001). Acaba portunity is said to require not me-
rely that public offices and social
de decirse que la igualdad de oportunidades formal queda bien resumida en positions be open in the formal
la imagen de la carrera. Pues bien, para Rawls la justicia social no demanda sense, but that all should have a
fair chance to attain them» (Rawls,
exclusivamente que determinados cargos y posiciones sociales estén abiertos a 2001, pág. 43).
todos los que compitan por ellos, dados unos talentos, sino que completa esa
concepción formal con la idea de que nuestras instituciones deben garantizar
que tanto la hija del CEO como la hija del obrero tengan una oportunidad
«justa», dice Rawls, de ocupar esos cargos2. Pero, ¿qué significa que todos ten-
gan una oportunidad justa de alcanzar unos cargos abiertos a todos en condi-
ciones de justa igualdad de oportunidades?
Algunos elementos representativos de la
igualdad de oportunidades sustantiva o
material
Ante todo, esto significa que todos los que tienen unos talentos y una fuerza de
voluntad similares tengan unas oportunidades equivalentes de alcanzar una (3)
Es habitual referirse a esta con-
cepción de la igualdad de oportu-
determinada posición social con independencia del estatus socioeconómico
nidades como «levelling the playing
de su familia3. Si, de pequeñas, la hija del CEO y la hija del obrero tenían field»; véase Roemer (1998).

unos recursos internos y una ambición similares de ser TECO, pero la hija del
obrero nació en una familia en cuya casa no había más de veinte libros en
total, mientras que la hija del CEO nació en una familia en la que sus padres
se conocieron en la Facultad de Derecho de Harvard mientras cursaban un
LLM, la igualdad de oportunidades sustantiva solo se cumplirá en la medida
en que ambos tengan las mismas oportunidades de ser TECO. En efecto, esta
visión material de la igualdad de oportunidades articula la idea de Marx de la
sociedad sin clases. ¿Hay algún problema con ella?

(4)
A pesar de que mucha gente dice compartir esta concepción sustantiva de la Swift (2006, págs. 98 y sigs.),
aunque probablemente se refiera a
igualdad de oportunidades, hasta el punto de que hay quien ha llegado a ha-
«convencional» entre los filósofos
blar de ella como la concepción «convencional» de la igualdad de oportuni- políticos. Una excepción a esto se-
ría Nozick (1974).
dades, esto probablemente se debe a que la gente no comprende bien las im-
plicaciones de este ideal4.

En lo esencial, la igualdad de oportunidades sustantiva incorpora todas


las exigencias de la igualdad formal o ante la ley, pero incorporando
además para su realización cierto grado de movilidad social.

Esto suena razonable, al menos para una persona a la que le preocupa la de-
sigualdad. ¿Estamos seguros de entender las implicaciones de este ideal?

Volvamos al ejemplo de la hija del CEO y la hija del obrero. Pero ahora nos
vamos a valer de una parábola o historieta con propósitos didácticos. Supon-
gamos que, gracias a una auténtica revolución igualitarista, ambas jóvenes vi-
ven ahora en una España que ha implantado una igualdad de oportunidades
sustantiva. La nueva concepción de la igualdad de España requiere, por tanto,
igualar el terreno de juego haciendo que los conjuntos de oportunidades de
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todos los ciudadanos de España sean aproximadamente iguales y que, a partir


de ahí, sean las decisiones de los individuos las que provoquen desiguales re-
sultados (salario, etc.).

(5)
Como sabemos, los padres de la hija del CEO se conocieron mientras cursaban Existe una abundante literatu-
ra empírica que señala que los pa-
un LLM en Harvard, mientras que los padres de la hija del obrero apenas tenían
dres de un estatus socioeconómi-
veinte libros en el salón de casa. De forma que difícilmente nos sorprenderá co alto hablan a sus hijos más ho-
ras a la semana, de media, que los
saber que la hija del CEO obtuvo el curso pasado, de media, mejores notas padres de estatus socioeconómi-
co más bajos; véase Fernald y otros
en el colegio5. A esto seguramente ha contribuido, entre otras cosas, que la (2013).
madre de la hija del CEO siempre le ha leído todas las noches un rato antes
de acostarse. Últimamente, como la hija del CEO ya no tiene edad para que le
lean por las noches, su madre y ella ven alguna serie o algún documental antes
de acostarse. En los dos últimos meses han tenido que aumentar el ritmo de
visionado, hasta el punto de que han visto The Wire, Borgen y The West Wind
en menos de tres semanas. Pero, ¿por qué han tenido que aumentar el ritmo
de visionado de series y películas hasta ese punto?

(6)
Porque el partido que impulsó la revolución igualitarista en España sostiene En este mismo sentido, Arneson
(2015) afirma: «Equality of Oppor-
una visión sustantiva de la igualdad de oportunidades que considera que las
tunity can seem an inspiring ideal
desigualdades en la distribución de los talentos y las habilidades es arbitraria or nightmarish vision of reminis-
cent of George Orwell’s1984».
desde un punto de vista moral, ya que en lo fundamental es el resultado com-
binado de las loterías genética (o natural) y social (o familiar). Siendo cons-
cientes de que leerles cómics o novelas o ver series de televisión que contri-
buyen a la comprensión del funcionamiento del proceso democrático con los
hijos, les confiere a estos ciertas ventajas que les serán de ayuda en el futuro
–porque hay madres, como la de la hija del obrero, con menos recursos que
no tienen esa capacidad de inversión en el capital humano de sus hijos–, el
gobierno que llevó a cabo la revolución igualitarista ha elaborado una propo-
Cartel publicitario de la
sición de ley cuyo objetivo es prohibir el acceso privilegiado a la cultura a los película El viaje de Chihiro,
una de las obras maestras
de Hayao Miyazaki
menores de dieciséis años, porque sitúa a los niños provenientes de entornos
culturales privilegiados en una posición de ventaja con respecto a los niños
que no han tenido tanta suerte y ni les leen Moby Dick ni les ponen cine de
Miyazaki. De la misma forma, claro, quedan prohibidas actividades extracu-
rriculares que típicamente suelen asumir los progenitores de familias más bien
acomodadas como las clases de piano, ajedrez o inglés. Mucha gente parece
compartir esta visión «convencional» de la igualdad de oportunidades. Segu-
ramente porque mucha gente no ha pensado en las implicaciones que tiene. Y
es que la exigencia de que los orígenes sociales de una persona no afecten sus
expectativas vitales es casi imposible de lograr, o alcanzable solo a expensas
de restringir o incluso suprimir la institución de la familia6.
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1.3. La igualdad como igualdad de oportunidades: la noción


socialista

Hasta ahora hemos visto que la estructura institucional da acceso a posiciones


sociales superiores e inferiores –esto es, la jerarquía social–, si están abiertas
a todos sin que puedan darse exclusiones por motivos irrelevantes desde un
punto de vista moral, como la raza, la religión o la orientación sexual, y sin
que puedan darse exclusiones o desigualdades en las oportunidades reales de
acceder a esas posiciones por el estatus socioeconómico de nacimiento. Ahora
bien, si no nos parece justo que la hija del CEO y la hija del obrero disfruten de
oportunidades laborales, educativas o económicas distintas solo por el hecho
de haber nacido en entornos socioeconómicos distintos, ¿por qué nos parece
justo que tengan oportunidades laborales distintas solo por el hecho de tener
unas capacidades intelectuales distintas? O, en nuestro ejemplo, ¿por qué si
hubiéramos estipulado que la hija del CEO tiene más habilidades que la hija
del obrero, entonces el resultado del ejemplo no nos parece ya tan rechazable?
Al fin y al cabo, es una cuestión de mera suerte bruta exactamente igual que
haber nacido en una familia rica o pobre.

(7)
La diferencia entre las dos primeras nociones de la igualdad de oportunidades De acuerdo con la teoría de la
justicia social de Rawls (1999, pág.
y esta tercera es que mientras en aquellas la igualdad de oportunidades era un
72), las instituciones de una socie-
componente más dentro de una teoría de la justicia que toma las diferentes dad tienen que quedar organiza-
das de forma tal que las ventajas
posiciones sociales –en la que hay unas más deseables y otras menos– como económicas y sociales a) mejoren
algo dado, en�la�concepción�de�la�igualdad�de�oportunidades�típicamente la situación de quienes ocupan el
extremo inferior de la distribución
socialista,�el�acceso�a�esas�(diversas)�posiciones�sociales�constituye�el�ele- y b) vayan asociadas a cargos y po-
siciones abiertos a todos los indivi-
mento�nuclear�de�esa�teoría. Las nociones formal y material sostienen que las
duos en condiciones de justa igual-
posiciones sociales más deseables deberían ser accesibles para todos los miem- dad de oportunidades

bros de la comunidad de acuerdo con la regla de la igualdad de oportunidades,


pero no ofrecen ninguna razón por la que debería existir esa jerarquía social
en primer lugar. En�la�teoría�de�Rawls, que ha sido a menudo considerada
la defensa normativa más consistente del igualitarismo socialdemócrata, la�je-
rarquía�social�(las�diferencias�sociales�y�económicas)�se�justifica�en�la�me-
dida�que�maximice�la�posición�de�los�miembros�más�desaventajados�de�la
sociedad,�de�forma�que�esto�les�permita�participar�en�ella�como�miembros
plenamente�cooperativos�en�pie�de�igualdad7.

La igualdad de oportunidades del socialismo no busca responder a la Ilustración de la igualdad según diferentes
nociones, del reparto según las habilidades al
reparto según las necesidades
pregunta de bajo qué condiciones el acceso a las distintas posiciones
sociales es justo, sino a la de bajo qué condiciones la distribución de
bienes, libertades y oportunidades en una sociedad es justo.

Es decir, en su noción más robusta, la noción que aquí hemos llamado socia-
lista, la igualdad de oportunidades se ofrece como una respuesta a la pregunta
central de la justicia distributiva o social. Y la respuesta es que esa distribu-
© FUOC • PID_00252428 15 La igualdad de oportunidades y la justicia social en un mundo...

ción es justa cuando los recursos del Estado han neutralizado las desigualdades
provocadas por circunstancias que escapan al control del individuo (suerte) y
permitido las debidas a factores por los que somos responsables (esfuerzo).

El problema aquí es que si la versión material o socialdemócrata de la justa


igualdad de oportunidades exigía un nivel de intervención pública conside-
rable para su plena realización –probablemente implicaría restricciones en el
número de horas que los padres de la hija del CEO pueden dedicarle, cuando
no directamente la supresión de la institución familiar como tal–, la noción
de la igualdad de oportunidades más densa del socialismo lleva aún más lejos
ese nivel de intervención. Corregir solo las desigualdades que tienen su origen
en el entorno social y familiar de origen no produce una verdadera igualdad
de oportunidades –no sería suficiente con tener un funcionario del Estado tres
horas al día en casa, fiscalizando que los padres de un estatus socioeconómico
alto no lean tanto a sus hijos que ello provoque una desigualdad con respecto
a los hijos de las familias con menos recursos–, por lo que hay que redistribuir
también los talentos naturales. Solo cuando tanto las desigualdades genéticas
como las sociales hayan sido eliminadas podremos decir que se ha alcanzado
una verdadera igualdad de oportunidades, porque las desigualdades existen-
tes son el reflejo solo de nuestras elecciones y no de circunstancias arbitrarias
desde un punto de vista moral. ¿Qué podemos hacer para igualar el terreno de
juego con respecto a las desigualdades debidas a la lotería genética?

Supongamos que en la comunidad donde viven la hija del CEO y la del obrero
todo el mundo piensa que los talentos de la primera superan los de la segunda.
Como resultado de la pura suerte bruta, la hija del CEO tendrá una mejor sa-
lud, será más rica, más guapa, más sociable, más alta, vivirá más tiempo, ten-
drá más habilidades emocionales y para la gestión de grupos humanos, más
coordinación psicomotriz, un mejor trabajo, etc. Alguien que se autoubique a
la izquierda de la socialdemocracia –lo que aquí hemos llamado socialismo–
pensará que la situación es injusta porque la hija del CEO no ha hecho na-
da para merecer sus mejores expectativas educativas, laborales, de salud, etc.
Pensará que si algún día la ciencia desarrollara algo así como un paquete extra
de recursos internos por el que la gente pudiera pujar, o que se sorteara entre
los ciudadanos, este debería corresponderle a la hija del obrero y no a la hija
del CEO.

Pero como el Estado de la ciencia y la investigación médica no parecen per-


mitirnos pensar que esa inyección de talentos extra esté ni siquiera cerca de
ser desarrollada, ¿significa esto que no podemos hacer nada, que hemos lle-
gado a un callejón sin salida en el que todo lo que podemos hacer es decir
simplemente que la vida no es justa? Porque diseñar una política pública que
aspire a una mayor igualación de los recursos internos no a partir de la mejora
de los talentos de la hija del obrero, sino del empeoramiento de los de hija
del CEO –una intervención quirúrgica que, como en el Harrison Bergeron de
Kurt Vonnegut, limite sus capacidades mentales, o limite su estatura, o le deje
sorda de forma que no pueda desarrollar sus aptitudes musicales innatas– no
© FUOC • PID_00252428 16 La igualdad de oportunidades y la justicia social en un mundo...

es una opción. El próximo epígrafe estudia una visión pragmática de la igual-


dad de oportunidades centrada en maximizar los conjuntos de oportunidad
de los individuos, sobre todo los de aquellos que, como hija del obrero, tienen
menos oportunidades.

Harrison Bergeron

Harrison Bergeron es una obra distópica y satírica de ciencia ficción, escrita probablemente
como una crítica al comunismo y al socialismo, del conocidísimo escritor estadounidense
Kurt Vonnegut, publicada en 1961 en plena Guerra Fría.

Ilustración del Harrison Bergeron de Vonnegut

1.4. ¿Igualar o crear oportunidades? Una visión pragmática de la


igualdad de oportunidades

La concepción de la máxima pluralidad de oportunidades se la debemos a J.


Fishkin (2014). Dicho de forma resumida, la propuesta de Fishkin consiste
en rediseñar los conjuntos de oportunidades de los individuos para que estos
disfruten de tantas oportunidades como sea posible, en cada una de las etapas
del desarrollo, para perseguir sus planes de vida. El enfoque de la pluralidad
de oportunidades implica así un giro en la forma de entender la igualdad de
oportunidades, por lo que en lugar de centrarnos en igualar el conjunto de
oportunidades de la hija del obrero con respecto al de la hija del CEO, ahora
pasaremos a centrar el foco en cómo se crean, distribuyen y controlan esas
oportunidades.

Es decir, además de las cuestiones sobre discriminación y exclusión por


razones de pertenencia a determinado subconjunto de la población, la
concepción de la igualdad como máxima pluralidad de oportunidades
nos invita a preguntarnos cosas como por qué una sociedad permite
a sus ciudadanos perseguir ciertos proyectos solo en la medida en que
hayan superado determinados obstáculos o exámenes a cierta edad.
© FUOC • PID_00252428 17 La igualdad de oportunidades y la justicia social en un mundo...

Por ejemplo, ¿es razonable que dos jóvenes hijos de obreros, de diecisiete años
cada uno, no puedan acceder a la educación terciaria solo porque son real-
mente malos en matemáticas y el profesor de la asignatura de su instituto se
negó a que pudieran hacer el examen de Selectividad sin haber aprobado pre-
viamente su asignatura de matemáticas? O, ¿es razonable que la gente que
abandona la escuela de forma temprana quede, por ese motivo, excluida de
forma casi permanente de las mejores oportunidades de empleo? ¿No podría-
mos construir algo así como una rampa de acceso secundaria que mejorara sus
conjuntos de oportunidades y, por lo tanto, sus recursos de empleo?

Es probable que, aunque no podamos hacer que los conjuntos de oportunida-


des de las dos jóvenes de nuestros ejemplos sean exactamente iguales, sí que
podamos al menos aumentar el conjunto de oportunidades de la más desfa-
vorecida. En lugar de igualar los conjuntos de oportunidades nivelando el te-
rreno de juego, como quieren los igualitarios de la suerte, Fishkin nos acon-
seja que, dado que igualar milimétricamente las oportunidades de todos los
individuos no es posible ni seguramente tampoco deseable, centremos nuestra
estrategia en aumentar el tamaño de los conjuntos de oportunidades, ensan-
chando o incluso eliminando los cuellos de botella. El motivo de que debamos
centrar nuestra estrategia en aumentar los conjuntos de oportunidades es, al
menos en parte, la autonomía individual, pero «no en el sentido en que la
mayoría de filósofos emplean ese término» (Fishkin, 2014, pág. 196).

En el enfoque de Fishkin, la autonomía individual es inseparable de las inter-


acciones y las normas sociales que afectan a nuestros sistemas de valores y
creencias, dan forma a nuestra capacidad psicológica de decisión y delimitan
los conjuntos de oportunidades que conforman nuestros proyectos de vida.
La autonomía es así un ingrediente esencial del bienestar individual y, aunque
no supone ninguna garantía de éxito en la consecución de nuestros proyectos
vitales, proporciona las condiciones estructurales necesarias que permiten que
las personas se sientan responsables de cómo les va o les ha ido en la vida. Si
pensamos que las opciones acerca de la clase de vida que las personas creen
que vale la pena vivir –proyectos de vida, relaciones y compromisos sociales
y personales, actividades que nos parecen valiosas, etc.– determinan cómo de
buena o de plena es esa vida para ellas (Raz, 1986, págs. 119 y 289-290), enton-
ces la autonomía depende de cómo diseñemos los conjuntos de oportunidades
disponibles para los individuos. Cuanto más angostas sean las estructuras de
oportunidad, más tendrán que amoldarse los agentes para cumplir los requi-
sitos; cuanto más amplias sean, más oportunidades tendrán los ciudadanos de
perseguir un proyecto de vida en el que ellos hayan sido una parte autora.

De acuerdo, podemos pensar que Fishkin tiene razón en que no solo debería-
mos tratar de igualar, sino también de maximizar los conjuntos de oportuni-
dades de los individuos, sobre todo los de aquellos que menos oportunidades
tienen. Pero, ¿cómo se hace esto? ¿Qué ámbito de aplicación tiene el enfoque
de la pluralidad de oportunidades de Fishkin?
© FUOC • PID_00252428 18 La igualdad de oportunidades y la justicia social en un mundo...

Los�cuellos�de�botella�en�los�ámbitos�educativo,�económico�y�laboral

El objetivo de la teoría de la igualdad de oportunidades de Fishkin es


evitar que los individuos tengan que pasar, a lo largo de sus vidas, por
puntos en los que la estructura de oportunidades se estrecha extraordi-
nariamente para poder perseguir una serie de objetivos muy deseados.

Fishkin ilustra la parábola de la «sociedad del gran test», en la que existen di-
ferentes carreras abiertas a los talentos de la gente, pero en la que la posibilidad
de aspirar a cualquiera de ellas depende de superar un único test a los dieciséis
años. Aunque están persiguiendo objetivos muy diversos, todos los individuos
centrarán sus esfuerzos en superar el «gran test», porque las expectativas en la
vida de todos ellos dependen de que lo logren.

La mayoría de los ejemplos que Fishkin estudia en su libro pertenecen al ámbi-


to educativo. Esto no es casualidad, dice, porque una de las razones del interés
contemporáneo por la desigualdad y la educación se encuentra en «la percep-
ción de que a medida que la desigualdad económica ha aumentado en las últi-
mas décadas, las oportunidades se han vuelto también más desiguales» (Fish-
kin, 2014, pág. 199).

Junto a estos cuellos de botella en el ámbito educativo (qualification bottle-


necks), Fishkin identifica otros dos: los cuellos de botella generados por la te-
nencia o no de algún bien instrumental, como por ejemplo el dinero (instru-
mental-good bottleneck), y los generados por las posibilidades de desarrollar o
no en algún punto de nuestra vida las cualificaciones o habilidades que po-
seemos (developmental bottleneck). Tendríamos, así pues, tres tipos de cuello de
botella en los ámbitos educativo, económico e institucional. ¿Por qué preci-
samente esos tres ámbitos? Aunque es una idea que Fishkin no desarrolla, el
siguiente epígrafe sugiere que podemos incluir los determinantes de nuestras
oportunidades en la vida en esas tres categorías.

¿Qué�determina�las�oportunidades�de�una�persona�en�la�vida?

Portada del libro Bottlenecks de Jeremy Fishkin


Volvamos al ejemplo de la hija del CEO y la hija del obrero. Decíamos que, a
pesar de tener una ambición e inteligencia similares, la hija del CEO había ac-
cedido a estudios universitarios y la hija del obrero no, y que de haber tenido
un ambiente familiar adecuado, la hija del obrero probablemente podría ha-
ber terminado un grado sin demasiados problemas. ¿Qué es, entonces, lo que
determina las oportunidades en la vida de la gente? Básicamente un conjunto
de determinantes que podemos dividir en tres grandes grupos:

• Los recursos�internos. Aquí se incluyen la inteligencia, el carácter, la be-


lleza, el talento musical, la fuerza física, la salud, las habilidades, sociales,
© FUOC • PID_00252428 19 La igualdad de oportunidades y la justicia social en un mundo...

etc., así como la correspondiente ausencia de todo ello. Todas las personas
tenemos un «lote» de talentos naturales o recursos internos.

(8)
• Los recursos�externos. Aquí se incluyen todas nuestras fuentes de ingresos «External endowments […] in-
clude whatever usable external
y nuestro patrimonio, así como la correspondiente ausencia de todo ello
object in the broadest sense in-
–nuestro lote de recursos externos puede ser cero o incluso negativo, por dividuals receive access to. Such
material objects as factories and
razón de créditos no satisfechos, hipotecas, deudas de juego, etc. Algunos stamp collections, private hou-
autores incluyen también la riqueza heredada de las generaciones anterio- ses and public bridges, such im-
material objects as nursery rhy-
res, como las playas, los aeropuertos públicos o incluso la ética del trabajo8. mes and computer programs, the
work ethic and nuclear techno-
logy constitute external assets on a
• Los recursos�sociales o institucionales. Lo que podamos hacer con nues- par with beaches, pumpkins, and
parrots» (Parijs, 1995, pág. 101).
tros recursos internos y externos depende de la estructura social o institu-
cional en la que vivamos. Aquí se incluyen las leyes, las costumbres, la
cultura, las tradiciones y el desarrollo tecnológico y material –así como,
de nuevo, la ausencia de desarrollo tecnológico y prosperidad económica.
Todo aquello, en definitiva, que afecte al uso que podemos hacer de nues-
tros recursos externos e internos.

Volvamos de nuevo a la hija del CEO y la hija del obrero. Decíamos que pro-
bablemente mucha gente considere que «hay algo que no funciona correcta-
mente» en el sistema cuando nuestra clase social hace que sea relativamente
infrecuente que accedamos a la universidad si somos la hija del obrero (25
%), o sea más bien la norma cuando somos la hija del CEO (75 %). ¿Por qué
podríamos pensar que hay algo que no funciona correctamente? Nuestra in-
tuición podría deberse a que debido a factores que escapan a su control, como
la educación o los ingresos de sus padres, la hija del obrero no va a disfrutar
de cosas que mucha gente aprecia de la universidad, como las experiencias
sociales y educativas que ofrece, las becas Erasmus o el incremento en la capa-
cidad adquisitiva –prima salarial– que lleva aparejado. Supongamos que cree-
mos que, en efecto, hay «algo ahí que no está bien». ¿Qué podríamos hacer?

Alguien podría pensar que lo que, como sociedad, le debemos a la hija del
obrero es una compensación operada a partir de una transferencia en efectivo
a pagarle a la edad en que hubiera tenido que acabar la universidad. Pero hasta
ahora nadie ha propuesto nada semejante, y, si lo hiciera, probablemente se-
ría visto como una variante moderna de la «propuesta modesta» de Jonathan
Swift: es decir, como una sátira de la ineficacia de la actuación pública. Com-
pensar a la gente que, como la hija del obrero, ha abandonado de forma tem-
prana la educación –cerrándose así buena parte de las puertas a los empleos
de calidad–, no parece la actuación pública más eficaz.

Una propuesta modesta

En 1729 Jonathan Swift publicó una sátira titulada Una propuesta modesta para evitar que
los hijos de la gente pobre se conviertan en una carga para sus padres o para el país, y para
que sean útiles para el público, en la que sugiere que los irlandeses podrían aliviar sus
problemas económicos vendiendo sus hijos como comida para los ricos. El libro satiriza
© FUOC • PID_00252428 20 La igualdad de oportunidades y la justicia social en un mundo...

hiperbólicamente no solo las actitudes del público general hacia los pobres, sino también
la política del Gobierno inglés hacia Irlanda.

Portada del libro Una propuesta modesta de


Jonathan Swift

Aunque buena parte de la filosofía y economía normativas de los últi-


mos treinta o cuarenta años se ha centrado en cuestiones de justicia
distributiva, es probable que no se haya dedicado mucha atención a qué
hacer una vez hemos detectado un caso de injusticia. Seguramente por-
que se asumía que lo que demandaba la justicia, en todos los casos, era
compensar ex post. Y es que esta solución es la que se desprende de for-
ma más o menos directa de la concepción de la justicia social que han
defendido la mayoría de economistas (normativos) que se han preocu-
pado por las cuestiones distributivas: la justicia como «crecer primero
y (re)distribuir después».
© FUOC • PID_00252428 21 La igualdad de oportunidades y la justicia social en un mundo...

2. La justicia social como «crecer primero y


(re)distribuir después»

Si entráramos en un bar o en una cafetería y preguntáramos a la gente si está


de acuerdo con afirmaciones como «Todo el mundo debería tener lo suficien-
te para cubrir al menos sus necesidades más fundamentales», o «No es justo
que la gente esté en la calle pasando hambre», o incluso «A todo el mundo
debería concedérsele, como un derecho, una renta por encima del umbral de
la pobreza», muchos, quizá la mayoría, dirían que sí, que están de acuerdo.

Supongamos que esto fuera así. Es decir, supongamos que fuera verdad que en
2017 la mayoría de barceloneses o catalanes hubiesen estado muy de acuerdo
con la idea de que el Estado debería garantizar a todos los ciudadanos, como
un derecho, los recursos necesarios para hacer tres comidas al día. Incluso si
esto fuera así, existen muchas formas en que el Estado podría tratar de satisfa-
cer esa demanda. Una opción sería satisfacerla de forma directa implantando Viñeta escéptica con las trickle-down economics

un programa inspirado en los food stamps de los Estados Unidos. Otra sería
hacerlo de forma indirecta, adoptando una serie de medidas que favorezcan el
crecimiento económico, porque según algunos economistas los beneficios que
van a parar a las manos de los más ricos terminan por filtrarse (trickle-down)
hasta los más pobres. Si queremos mejorar la vida de los pobres, mejoremos
primero la de los ricos.

Como se ve, estar�de�acuerdo�en�los�objetivos�no�garantiza�estarlo�en�los


medios�para�alcanzarlos. La estrategia preferida por la mayoría de economis-
tas que han prestado atención a las cuestiones sobre justicia distributiva, se
resume en el eslogan «Crecer primero y distribuir después». La verdad es que,
como eslogan, resulta un tanto críptico, así que conviene alguna aclaración.

Hagamos un poco de historia. Durante los años de la Guerra Fría parecía ha-
ber dos «cosas» de casi todo. Dos estaciones espaciales internacionales, dos
genios del ajedrez como Fischer y Spassky, dos botones rojos que activaban el
infierno nuclear y…, claro, dos concepciones de la justicia social o distributiva:
la igualdad de resultados y la igualdad de oportunidades. La primera jugaba
en el bando soviético y la segunda en el bando occidental. ¿Por qué? Porque
se asumió que la noción marxista de la justicia social según la cual cada uno
ha de aportar al PIB de su país de acuerdo con sus talentos productivos y ha
de recibir en función de sus necesidades, exigía igualar al final de la carrera, y
no tanto cuando estamos en los tacos de salida.

La noción del bando occidental se acomodaba bien al ideal formal (liberal) de


igualdad de oportunidades que ya hemos visto y que, como sabemos, se limita
a garantizar que nadie sale cinco metros por delante ni cinco metros por de-
trás. Tras la caída del muro de Berlín, no es muy arriesgado decir que la Guerra
© FUOC • PID_00252428 22 La igualdad de oportunidades y la justicia social en un mundo...

Fría tuvo un vencedor más o menos claro, que fue el bando liberal-occidental9.
Así que no es de extrañar que la noción de la justicia social que acabó impo-
niéndose o interpretándose como la más correcta fuera la occidental. O sea, la
justicia social como igualdad de oportunidades formal, en la que el hecho que
unos corredores lleguen a la meta antes que otros es justo porque las diferen-
cias en la línea de llegada son el reflejo de nuestros gustos o nuestro esfuerzo.

(9)
En un conocidísimo ensayo titulado «El final de la historia», que posteriormente se
publicó como libro, Fukuyama (1989, pág. 4) afirma: «What we may be witnessing is not
just the end of the Cold War, or the passing of a particular period of post-war history,
but the end of history as such: that is, the end of point of mankind’s ideological evolu-
tion and the universalization of Western liberal democracy as the final form of human
government».

Si pasamos de la teoría a la práctica, en el plano institucional la igualdad


de oportunidades se hace operativa a través de una división del trabajo
entre mercados y Estado, de forma que los primeros se encargan de la
producción y el segundo de la distribución.

¿Por qué? Porque salvo que, como comentamos anteriormente, queramos aca-
bar teniendo un coeficiente de Gini bajísimo pero los supermercados vacíos,
no podemos prescindir de las señales que envían los mercados. Una vez los
mercados han hecho la tarta lo más grande posible (eficiencia), el Estado se
asegura de que los resultados no sean tan desiguales que alguien ni siquiera
alcance la meta (igualdad).

Esta es la noción que encontramos en la idea de crecer primero y distribuir


después. Llenemos primero los supermercados y ya veremos luego cuál es el
esfuerzo redistributivo que tiene que hacer el Estado. ¿Pero cómo se hace es-
to? Es decir, ¿cómo garantiza el Estado que todo el mundo pueda hacer tres
comidas al día?

El estado de bienestar que se construye después de la Segunda Guerra Mun-


dial es una máquina gigante de impuestos y transferencias. Justificado sobre
el principio de que tenemos buenas razones para igualar a los agentes en el
punto de salida, el gobierno recauda primero impuestos y luego ofrece una
serie de servicios y transferencias. Los impuestos a veces obedecen al principio
de capacidad de económica –y entonces incorporan una lógica redistributiva,
como ocurre con el IRPF–, y a veces no –como ocurre con el IVA, que obedece
al principio de proporcionalidad y no de progresividad. Con las transferencias
ocurre algo similar: a veces atienden al principio de universalidad –y enton-
ces tienen un impacto fuertemente redistributivo, como ocurre con las rentas
mínimas– y otras no –atienden más bien al principio de contribución previa,
como ocurre con las pensiones.
© FUOC • PID_00252428 23 La igualdad de oportunidades y la justicia social en un mundo...

Asumiendo que el objetivo es una sociedad más igualitaria, la estrategia


redistributiva se basa en la idea de que la mejor forma de lograr ese
objetivo no es interferir en el funcionamiento de los mercados, que son
un mecanismo razonablemente eficiente de asignación de recursos, sino
emplear los recursos del Estado para corregir sus resultados mediante la
transferencia de rentas de unos individuos a otros.

Esta estrategia dio muy buenos resultados en las tres décadas posteriores a la
Segunda Guerra Mundial por razones que se explican a continuación. Pero
desde hace algunos años se enfrenta a algunos problemas.

Los�límites�de�«crecer�primero�y�(re)distribuir�después»

Analizaremos tres límites de la noción de la justicia social como «crecer pri-


mero y distribuir después»:

• el cambio en el discurso sobre la redistribución


• el funcionamiento de los mercados
• la globalización

(10)
La idea de la redistribución necesita de los impuestos para ser operativa. Es Lo que es mucho menos co-
nocido es que esos tipos confisca-
sobradamente conocido que los tipos marginales en países como Francia, Ale-
torios no estaban tan generaliza-
mania, Reino Unido o EE. UU. eran muy elevados en las cuatro décadas que dos como podría parecer. En 1935
Franklin D. Roosevelt elevó el ti-
van de 1935 a 1975, alcanzando en algunos casos el 90 %10. Pues bien, en po hasta el 79 % (desde el 63 %)
e incrementó el tramo hasta los
«The rhetoric of redistribution», B. Jackson comienza diciendo que los logros cinco millones (desde el millón de
distributivos históricamente alcanzados por el estado de bienestar no son so- dólares). Pero como observaba B.
Bartlett (2009) en una columna de
lo el producto de la presión popular y el consejo de intelectuales favorables Forbes, en realidad ese tipo confis-
a esas medidas, sino también el resultado de un discurso proveniente de los catorio solo se aplicaba a una per-
sona en todos los EE. UU.: John D.
líderes políticos y dirigido a persuadir al electorado de los beneficios de esas Rockefeller.

medidas11. En los últimos años, sin embargo, añade Jackson, esta retórica en
(11)
favor de mejorar las condiciones de vida de los pobres y cerrar la brecha entre Véase Jackson (2009).

los (más) ricos y los (más) pobres ha estado ausente en el discurso de los líde-
res de los partidos que históricamente han sostenido el estado de bienestar. Si
algo nos enseña la historia política más reciente, concluye Jackson, es que el
discurso del libertarismo más extremo de hoy puede convertirse en la política
gubernamental de mañana12.
© FUOC • PID_00252428 24 La igualdad de oportunidades y la justicia social en un mundo...

(12)
En lo que aquí nos interesa, el discurso libertariano considera todo impuesto una for-
ma de robo institucionalizado. En un texto sobre los fundamentos normativos de la tri-
butación, uno de los principales exponentes del pensamiento libertariano, M. Rothbard
(1997, pág. 56), lo expresaba así: «We contend here […] that the model of government
is akin, not to the business firm, but to the criminal Organization, and indeed that the
State is the organization of robbery is systematized and writ large […] The State benefits
itself at the expense of its robbed victims. The State is, therefore, a centralized, regulari-
zed organization of theft».

(13)
En segundo lugar está la cuestión relativa al funcionamiento de los mercados. De acuerdo con Kumhof y otros
(2015, pág. 1.218): «The [2007]
La idea de dejar la producción a los mercados porque, al fin y al cabo, estos son
crisis is the ultimate result, after
un mecanismo razonablemente eficiente de asignación de recursos –y, en todo a period of decades, of a shock
to the relative bargaining powers
caso, más eficiente que el planificador omnisciente–, se basa en la presunción over income of two groups of hou-
del correcto funcionamiento de los mercados. Sin embargo, algunos análisis seholds, investors who represent
the top 5 % of the income distri-
(Kumhof y otros, 2015; Stiglitz, 2012) sugieren que una parte no desdeñable de bution, and whose bargaining po-
wer increases, and workers who re-
las desigualdades de hoy se debe a actividades de extracción de rentas y otros
present the bottom 95 % of the in-
fallos de mercado13. Si al menos una parte del incremento de la dispersión en come distribution».

las rentas primarias se debe a que los mercados no son competitivos, entonces
(14)
En el mismo sentido, véase Hac-
el margen para la intervención ex ante en el funcionamiento y diseño de los ker (2014).
mercados se amplía14.

En tercer y último lugar están las restricciones presupuestarias que enfrentan


hoy los gobiernos. De la mano de la globalización, desde 1950 el producto
mundial bruto –suma del producto nacional bruto de todos los países– se ha
multiplicado por siete, y la renta per cápita, por tres. En la dirección apuntada
por estos datos, en mayo de 2001 el Banco Mundial publicó su informe Glo-
balization, Growth and Poverty: Buildingan Inclusive World Economy, en el que
se destaca la siguiente conclusión: como resultado de los procesos asociados
a la globalización, la pobreza ha descendido en torno a los dos cientos millo-
nes de personas en el periodo comprendido entre 1980 y 1998, entendiendo
la pobreza como el consumo menor o igual a un dólar estadounidense. ¿Qué
hay de malo, entonces, en un proceso que seguramente ha sido la mayor arma
contra la pobreza de la historia?

B. Milanovic abre su último libro Global Inequality con una pregunta: «¿Quié-
nes son los ganadores de la globalización?».
© FUOC • PID_00252428 25 La igualdad de oportunidades y la justicia social en un mundo...

Las mayores ganancias las encontramos en dos grupos: los individuos


más ricos de los países más ricos (OCDE) y una nueva clase media global
emergente, compuesta fundamentalmente por las clases medias de los
países asiáticos –predominantemente China, pero también Tailandia,
Vietnam e Indonesia.

Pero la conocida «curva del elefante» de Milanovic que vimos en el módulo


«Tipología y dimensiones de la desigualdad» muestra que mientras que algu-
nos grupos de población han ganado con la globalización, a otros no les ha
ido tan bien. Este es el caso de las clases medias y medias-bajas de los países de
la OCDE. La globalización ha aumentado los ingresos de la población mundial
(en términos agregados), pero los estados de bienestar no han sido capaces Portada de una monografía que trata el aspecto
cultural de la globalización
de asegurar una (re)distribución de las ganancias que alcance a quienes han
perdido –o no han ganado– con ella.

No solo eso, sino�que�además�la�globalización�ha�impuesto�importantes


restricciones�presupuestarias�a�los�gobiernos. En un artículo titulado «How
globalization affects tax design», Hines y Summers (2009) sostienen que los
cambios económicos asociados a la globalización han intensificado las presio-
nes presupuestarias de las democracias industriales, ya que por un lado han au-
mentado la demanda de gasto público –los «perdedores de la globalización»–,
mientras que por el otro ha hecho más costoso para esos mismos gobiernos
recaudar los ingresos fiscales –por motivo de la mayor movilidad internacio-
nal de la actividad financiera. Esta circunstancia determina, concluyen Hines
y Summers, que en los próximos años los sistemas tributarios de las econo-
mías industriales probablemente evolucionarán aumentando la fracción de la
recaudación debida a los impuestos indirectos y disminuyendo la de los direc-
tos. De verificarse, esta evolución suscitará importantes retos distributivos pa-
ra estos gobiernos. Porque existe cierto consenso entre los economistas acerca
de que la tributación indirecta adolece de ciertas limitaciones a la hora de co-
rregir desigualdades. Dicho de otra forma: el IVA, el principal impuesto indi-
recto en las economías industriales, tiene muchas veces efectos regresivos.

Pero entonces, si por un lado es un hecho bien documentado que la desigual-


dad ha aumentado en muchas economías de la OCDE en las últimas tres o
cuatro décadas, por el otro la versión más popular de la justicia social se en-
cuentra con algunos problemas para actuar contra esas desigualdades. ¿Qué
hacemos? ¿Cómo podríamos actualizar esa noción de la justicia social para el
siglo XXI, para un mundo globalizado?
© FUOC • PID_00252428 26 La igualdad de oportunidades y la justicia social en un mundo...

3. La justicia social en un mundo globalizado

Existen muchas cosas que un gobierno preocupado por el incremento


de la desigualdad podría hacer. Pero de acuerdo con el premio Nobel de
economía J. Heckman (2012), en realidad podemos incluir todas esas
medidas en dos grandes estrategias: redistribuir y predistribuir.

De acuerdo con este enfoque, que tiende a ver ambas estrategias como alter-
nativas antes que como complementarias, las políticas redistributivas no re-
quieren demasiada explicación, porque son las que los países industrializados
han venido empleando y extendiendo desde el final de la Segunda Guerra
Mundial. Pero, como acabamos de ver, la justicia social como «crecer primero
y (re)distribuir después» se enfrenta desde hace tiempo a algunos problemas.

Es aquí donde surge la idea de la predistribución. Si el Estado se enfrenta a al-


gunas dificultades para contener los incrementos de la desigualdad corrigien-
do los resultados del mercado ex post, ¿por qué no intentar que el mercado
produzca resultados más igualitarios ex ante? Aquí lo primero que hay que de-
cir es que la idea es escasamente novedosa. Ya en la Crítica al Programa de Got-
ha, Marx (1979, pág. 19) afirma: «[…] es equivocado en general tomar como
esencial la llamada distribución y hacer hincapié en ella, como si fuera lo más
importante. La distribución de los medios de consumo es, en todo momen-
to, un corolario de la distribución de las propias condiciones de producción». Viñeta resumen de los elementos centrales de la
teoría marxista
Más aún, durante su etapa de expansión –es decir, en la época que se corres-
ponde aproximadamente con los Trente Glorieuses–, las políticas del estado de
bienestar tendieron a promover la intervención del Estado para reequilibrar el
equilibrio en el mercado y, por consiguiente, en los salarios, mediante políti-
cas de comprensión salarial (interviniendo el sistema de precios mediante la
legislación sobre salario mínimo) y el reforzamiento del poder de negociación
de los trabajadores (sindicatos). ¿Cuál es entonces el núcleo de las propuestas
predistributivas contemporáneas?

La fuente más inmediata cuando hablamos de predistribución es el politólogo


J. Hacker, concretamente su artículo «The institutional foundations of midd-
le-class democracy» (2011). Como en Winner-Take-All Politics (Hacker y Pier-
son, 2010), el punto de partida de Hacker es lo que él llama el «gran giro» (the
great reversal); es decir, si durante las tres o cuatro décadas que siguieron a la
Segunda Guerra Mundial la economía y los ingresos de todas las clases socia-
les aumentaron al mismo ritmo, a partir de la década de 1970 los frutos del
crecimiento pasan a concentrarse en el extremo superior de la distribución.
© FUOC • PID_00252428 27 La igualdad de oportunidades y la justicia social en un mundo...

La tentación es creer, dice Hacker, que este «gran giro» responde a fuer-
zas impersonales del mercado como el cambio tecnológico (Goldin y
Katz, 2008), cuando lo que en realidad provoca ese gran giro es, dice
Hacker (2011, pág. 33), «la�forma�en�que�han�cambiado�las�“reglas
del�juego”�de�la�economía�y�de�la�política».

Ahora bien, como decíamos, el economista J. Heckman –uno de los economis-


tas que han liderado la literatura empírica sobre los retornos de la inversión
en capital humano, sobre todo en los primeros años de la vida–, también se
ha ocupado de la predistribución en un número especial de la revista Boston
Review dedicado a la movilidad social (Heckman, 2012). En lo que resta de
apartado veremos que, refiriéndose a la misma noción de (justicia social co-
mo) predistribución, se trata de versiones o enfoques distintos de una misma
cuestión.

3.1. Impulsar la eficiencia: la predistribución liberal

(15)
Otros autores se han referido a
Seguramente la política que mejor realiza en el plano institucional la este enfoque como «inversión so-
cial». Tal y como lo vamos a carac-
noción de la justicia social del enfoque de la predistribución es la edu- terizar en este epígrafe, la versión
liberal de la predistribución y la in-
cación infantil en la etapa –sobre todo en la etapa de cero a tres años15.
versión social son dos enfoques
que presentan tantos solapamien-
tos que podríamos emplearlos de
forma prácticamente intercambia-
J. Heckman recibió el encargo de escribir el artículo principal en un número ble. Véase del Pino (2014).
de la revista estadounidense Boston Review dedicado a la movilidad social. El
artículo de Heckman descansa en dos constataciones:

• La circunstancia del nacimiento es la principal fuente de desigualdad hoy


en EE. UU. La sociedad americana está dividida entre gente con y sin for-
mación, y los orígenes de esa división se encuentran en las experiencias
de nuestra infancia más temprana.

• Existen bastantes estudios provenientes de experimentos que demuestran


que los programas de educación infantil tienen efectos sustanciales y po-
sitivos sobre el desempeño escolar, el desempeño laboral y el comporta-
miento social –efectos que además persisten mucho tiempo después de fi-
nalizados los programas.

El artículo se cierra con una recomendación: a pesar de las muchas llamadas a


que, en un contexto de bajo crecimiento y elevada desigualdad se incremente
el esfuerzo redistributivo, el policy maker haría bien desoyendo estas llamadas a
favor de la redistribución y apostando por la predistribución –«Predistribution,
Not Redistribution» es el título del apartado que hace las veces de conclusión
en el artículo de Heckman. ¿Por qué?
© FUOC • PID_00252428 28 La igualdad de oportunidades y la justicia social en un mundo...

En lo fundamental, por la razón de que la redistribución seguramente reduce la


desigualdad social en un momento dado, dice Heckman, pero no contribuye,
por sí misma, a mejorar los niveles de movilidad o inclusión social en el largo
plazo. Porque, como se muestra en el gráfico 1, el retorno de la inversión en
capital humano adopta la forma de una curva decreciente, de forma que cuan-
to más tardemos en hacer la inversión, menor será su eficacia (y viceversa).

Gráfico 1. Retorno de la inversión en educación

A pesar de lo sugerente del argumento de Heckman, en realidad la oposición


entre predistribución y redistribución que sugiere en su artículo está, analíti-
camente al menos, mal planteada. Fijémonos en el tipo de intervención fa-
vorito de Heckman: los programas de educación infantil tipo Perry Program.
Al contrario de lo que piensa Heckman, la educación infantil pública es una
estrategia predistributiva –por cuanto iguala el capital humano que luego re-
compensa el mercado laboral– y redistributiva –más redistributiva en las eta-
pas iniciales, en las que hay alumnos provenientes de todas las clases sociales.

A diferencia de lo que sostiene Heckman, lo contrario de predistribución


no es redistribución, sino lo que podríamos llamar «posdistribución», es
decir, la idea de que las políticas sociales llegan demasiado tarde, cuan-
do, por ejemplo, la exclusión social por un paro de largo duración es
ya un hecho.

La educación preescolar en la etapa de cero a tres años es una medida predis-


tributiva, pero también redistributiva, al menos cuando decidimos financiarla
sobre la base de un sistema tributario informado, entre otros, por el principio
de capacidad económica. En la tabla 2 podemos ver un resumen de las estra-
tegias distributivas.
© FUOC • PID_00252428 29 La igualdad de oportunidades y la justicia social en un mundo...

Tabla 2. Resumen de las estrategias distributivas (por medios y por fines) (16)
Visto desde el otro lado, una
forma aproximadamente igual de
Medios Objetivos
expresar lo mismo sería decir que
las medidas redistributivas impli-
Igualar oportunidades ex ante Igualar resultados ex post can gasto público, mientras que
las no redistributivas, por lo gene-
Financiación vía impuestos
16 Predistribución redistributiva Posdistribución redistributiva ral, no.
(ej.: guarderías públicas) (ej.: prestación de desempleo,
renta mínima de inserción)
(17)
Aunque precisamente las diver-
No financiación / no financia- Predistribución no redistributi- Posdistribución no redistribu- gencias a la hora de identificar los
ción vía impuestos va (ej.: negociación colectiva) tiva (ej.: dividendo social Alas- recursos externos que forman par-
17 te de la herencia común recibida
ka )
–y cuya explotación es, por tanto,
susceptible de ser gravada por la
Fuente: Barragué (2017)
comunidad para hacer política so-
cial con esa recaudación– es lo que
Las estrategias de redistribución tradicionales han tendido a auxiliar o rescatar da lugar a distintas políticas redis-
tributivas dentro del igualitarismo
a quienes han sufrido alguna desgracia, como el desempleo o un accidente de los recursos externos (asset ba-
sed egalitarianism), esta es la idea
que les impide obtener ingresos por sí mismos. Probablemente es cierto, como que subyace a las propuestas surgi-
afirma Heckman, que en muchos casos esa asistencia pública llega demasiado das en la década de 1990 de renta
básica de P. Van Parijs (1995) y de
tarde. Pero defender la vía predistributiva no significa que debamos abando- capital básico de B. Ackerman y A.
nar la vía redistributiva –porque no son estrategias alternativas, sino comple- Alstott (1999).

mentarias, como muestra el ejemplo de los programas de educación preescolar


tipo Perry–, ni tampoco que la inversión temprana en capital humano sea la
única forma de predistribuir. Con respecto a lo primero, es importante insistir
en que la idea central de la predistribución no está relacionada con cuánto
hay que gastar, sino con cuándo se hace. Desde la izquierda, algunos críticos
–asumiendo el planteamiento de Heckman– han señalado que, aunque bie-
nintencionados, los defensores del igualitarismo predistributivo seguramente
estamos dando argumentos a la derecha: elegir más predistribución es elegir
menos redistribución. Pero, como decíamos, este planteamiento, incluso en
los textos del propio Heckman, es analíticamente erróneo.

Un gobierno que aprueba un programa para universalizar progresiva-


mente la educación infantil en la etapa de cero a tres años está incre-
mentando la predistribución y la redistribución simultáneamente. Pre-
venir (intervenir ex ante) es necesario, pero no suficiente, porque a la
gente que sufre infortunios que le impiden obtener rentas por sí misma
hay que curarla (intervenir ex post).

3.2. Impulsar la igualdad: la predistribución socialdemócrata

Si la noción liberal de la predistribución descansa en la idea de dejar hacer a


los mercados y reducir la intervención de los poderes públicos en la economía,
porque los mercados, por lo general, funcionan bien, la concepción socialde-
mócrata sugiere abandonar la «fantasía del libre mercado» (Hacker, 2014) se-
gún la cual los mercados se crean solos, se regulan solos, se estabilizan solos
y se legitiman solos. Dado que los mercados (a veces) fallan, continúa el argu-
© FUOC • PID_00252428 30 La igualdad de oportunidades y la justicia social en un mundo...

mento, la noción socialdemócrata de la predistribución afirma que, en lugar


de contentarnos con corregir meramente sus resultados ex post, deberíamos
tratar de mejorar el funcionamiento de los mercados ex ante.

En La paradoja de la globalización, D. Rodrik (2011) cuenta que a finales del


siglo XVII Pierre Esprit Radisson y Médard Chouart des Groseilliers viajaron
desde el norte de Quebec –en lo que entonces se llamaba Nueva Francia– has-
ta Londres en búsqueda de patrocinadores para establecer una ruta marítima
que, partiendo desde Inglaterra, cruzara el Atlántico y llegara hasta la bahía de
Hudson para comerciar, inicialmente, con pieles de castor. En Londres, reca-
baron el patrocinio del príncipe Ruperto, sobrino de Carlos II de Inglaterra y,
como Radisson y Des Groseilliers, aventurero también. Tras pasar el invierno
de 1668 en Canadá, la embarcación Nonsuch regresó a Inglaterra en octubre
de 1669 con un buen cargamento de pieles de castor.

Tras demostrar que el plan de negocio funcionaba, Radisson y Des Groseilliers


intentaron obtener derechos de monopolio de los territorios de la bahía de
Hudson explorados –de acuerdo con la filosofía económica mercantilista del
momento, el comercio de pieles en Quebec estaba organizado como un mo-
nopolio destinado a generar los máximos beneficios a la Corona francesa. El
2 de mayo de 1670 la Corona de Inglaterra concedió al príncipe Ruperto, Ra-
disson y Des Groseilliers un privilegio por el que se establecía la Compañía
Compañía de la Bahía de Hudson en la
actualidad
de la Bahía de Hudson, que permitía a la empresa así creada «hacer guerras,
promulgar leyes y administrar justicia [y] en el siglo XIX, incluso llegó a emitir
su propio papel moneda, que se convirtió en moneda de curso legal en las
zonas que controlaba» (Rodrik, 2011; pág. 28).

Esta historia pretende mostrar que la idea verdaderamente revolucionaria de


que dejar hacer a los mercados y restringir la intervención del Estado a corregir
después, porque los mercados, por lo general, funcionan bien, surge más tarde,
como uno de los principales frutos de la Ilustración escocesa, porque durante
toda la etapa dominada por la filosofía económica mercantilista «la economía
era una herramienta de la política y viceversa» (Rodrik, 2011; pág. 30). Según
la narrativa del liberalismo económico escocés, los monopolios concedidos
por privilegio real eran un lastre, y es la competencia, más que la posición de
dominio, la fuente del crecimiento económico. La visión de los economistas
tiende hoy a acercarse menos a la de los mercantilistas y más a la de Adam
Smith, para quien la actividad del Estado debía ceñirse a la administración de
justicia, la defensa nacional y la protección del derecho de propiedad.

Algo más de dos siglos después de que Adam Smith publicara La riqueza de
las naciones (1776), Alan Greenspan, el presidente de la Reserva Federal de los
Estados Unidos entre 1987 y 2006, publicaba sus memorias, La era de las tur-
bulencias (2008). En ellas, Greenspan (2008, pág. 235) se declara «un republi-
cano libertario de toda la vida» y afirma que lo que le decidió a «implicarse» en
la campaña de Ronald Reagan fue el particular tipo de conservadurismo que
defendía éste: un conservadurismo que «consistía en decir que el amor con
© FUOC • PID_00252428 31 La igualdad de oportunidades y la justicia social en un mundo...

mano dura es bueno para el individuo y bueno para la sociedad […]. No es que
no hubiera comprensión para las personas que, sin tener la menor culpa, se
encontraban en apuros; tampoco se encontraría a nadie más deseoso de ayu-
dar en persona a los oprimidos que los libertarios; pero ese no era el papel del
Gobierno, según Reagan. El amor con mano dura, a la larga, es amor» (ibídem,
pág. 104).

El problema es que esta dicotomía entre mercados y estado sugerida primero


por el liberalismo económico de raigambre escocesa y enfatizada después por
el libertarismo de inspiración austriaca es errónea y confunde más de lo que
aclara.

Los mercados y los Estados no son sustitutivos, sino complementarios,


porque para que haya mercados –esto es, donde hay intercambio co-
mercial– tiene que haber reglas18. Pero no es solo que el Estado sea ne-
cesario para la existencia del mercado –visión del mal menor–, sino que
es probable que existan razones de legitimidad que apoyan esa comple-
mentariedad.

(18)
Como dice Rodrik (2011, pág. 35): «Pensemos en todas las cosas que damos por sen- Los partidarios del libertarismo se autodefinen
al margen de las opciones políticas de izquierda
tado que son absolutamente esenciales para que tenga lugar el comercio. Debe haber o derecha
alguna forma […] de reunir las dos partes para realizar la transacción. Debe haber un
mínimo de paz y seguridad para que puedan comprometerse en un comercio sin riesgos
para la vida y la libertad […]. En cualquier forma de intercambio que no sea el trueque,
debe existir un medio de intercambio fiable […]. El vendedor debe tener (y ser capaz de
demostrar) claros derechos de propiedad sobre los bienes que vende y debe tener capa-
cidad para transferir estos derechos al comprador. Debe haber un tribunal de justicia u
otro medio que garantice el cumplimiento del contrato que suscriban las dos partes […].
Debe existir protección frente a terceras partes que intenten bloquear el intercambio o
impedirlo. Podría seguir, pero seguramente la idea está ya clara».

(19)
En la mayoría de democracias industriales, el peso del sector público como En unos comentarios a su ar-
tículo realizados casi treinta años
porcentaje del PIB ronda el 45 %. Pero hace menos de cien años este porcentaje
después de su publicación, Came-
no alcanzaba el 20 %. ¿Qué motivó el incremento del tamaño de los gobiernos ron (2006, pág. 677) observa: «the
[1978] article started as a long pa-
de las democracias industriales en las tres o cuatro décadas posteriores al final per on distributional inequality
in the advanced capitalist socie-
de la Segunda Guerra Mundial? En un artículo clásico, D. Cameron (1978)19 ties […]. Using OECD data on the
encuentra una correlación positiva entre la apertura del país al comercio in- post-tax distribution of income in
12 countries, I found that […] the
ternacional y el tamaño del gobierno. extent of and growth in extracti-
ve capacity of the state, defined in
terms of the ratio of all public re-
Tabla 3. Importancia relativa de los determinantes económico, fiscal, político, institucional e in-
venues to GDP, and the extent of
ternacional en la expansión del sector público
and growth in the extractive capa-
city were closely associated with
Incremento total en los ingresos del Go-
the degree of distributional equa-
bierno como porcentaje del PIB (1960-1975)
lity». Cameron ha actualizado re-
cientemente su trabajo (Cameron
Correla- Coeficiente Coeficien- y Kim, 2006).
ción simple de regresión te beta*

Gasto público como porcentaje del PIB ,35 0,11 0,10


(1960) (0,46)

Fuente: Extraído de Cameron (1978)

*El coeficiente beta es el coeficiente de regresión estandarizado.


© FUOC • PID_00252428 32 La igualdad de oportunidades y la justicia social en un mundo...

Incremento total en los ingresos del Go-


bierno como porcentaje del PIB (1960-1975)

Correla- Coeficiente Coeficien-


ción simple de regresión te beta*

Porcentaje de incremento anual medio -,31 0,06 0,02


(1960-1975) (0,09)

Porcentaje del total de la recaudación pro- -,23 -0,06 -0,12


veniente de impuestos indirectos y contri- (0,68)
buciones a la Seguridad Social (1960)

Porcentaje de la base electoral del Go- ,60 0,07 0,34


bierno compuesta por partidos laboristas (1,75)
o socialdemócratas (1960-1975)

Porcentaje del total de la recaudación ,21 0,08 0,17


proveniente de la Administración central (0,97)
(1960)

Exportaciones e importaciones de bienes y ,78 0,13 0,58


servicios como porcentaje del PIB (1960) (3,22)

Fuente: Extraído de Cameron (1978)

*El coeficiente beta es el coeficiente de regresión estandarizado.

Como se muestra en la tabla 3, existen dos variables que se correlacionan sig-


nificativamente. Una es la existencia de partidos socialdemócratas o laboristas
en el Gobierno de los EE. UU. En efecto, el pacto socialdemócrata posterior
a la Segunda Guerra Mundial significó que los trabajadores iban a contribuir
a aumentar el tamaño del Gobierno mediante la vía tributaria –fundamental-
mente del IRPF–, pero que a cambio los Estados se encargaban de mantener el
pleno empleo y una red de seguridad (safety net) para aquellos que se quedaran
fuera de los mercados laborales. Pero aún más fuerte que esta es la correlación
entre tamaño del Gobierno y apertura al comercio exterior. ¿Por qué? ¿Qué
explica una correlación a priori tan extraña?

En efecto, esta es una correlación contraintuitiva si las nociones básicas sobre


economía que uno maneja las ha adquirido leyendo a los economistas de la
escuela austriaca. Pero no es necesario ser un nerd de las estadísticas para saber
que son las economías más avanzadas las que tienen gobiernos más grandes.
El análisis de Cameron identifica el efecto de esa correlación: la apertura al
comercio internacional. ¿Pero qué es lo que explica la existencia de la corre-
lación? ¿Qué causa su aparición?

Tomando como base un trabajo clásico de Ruggie (1982), Rodrik (1998) su-
giere que la razón más probable para esta relación positiva es que los países
más expuestos al «riesgo externo» demandan gobiernos más grandes como un
mecanismo de seguridad social. Cojamos el caso de Finlandia, por ejemplo.
Siendo un país pequeño, miembro de la UE y cuyos habitantes se manejan con
solvencia en la lingua franca que es el inglés, no es muy sorprendente que Fin-
landia esté muy abierta al comercio internacional. Y es también un país con
un gobierno (muy) grande. Los finlandeses –diríamos siguiendo el argumento
de Cameron y Rodrik– están de acuerdo con abrir su mercado al comercio in-
© FUOC • PID_00252428 33 La igualdad de oportunidades y la justicia social en un mundo...

ternacional, pero a cambio quieren una red extensa de protección social que
les proteja frente a los riesgos externos. A diferencia de lo que sostiene el dis-
curso libertario, el Estado no solo no socava la legitimidad del mercado, sino
que la fundamenta.

Así pues, mientras que la noción liberal de la predistribución propone


una intervención del Estado tendente a generar más mercado –sobre
todo mediante la inversión en capital humano a edades tempranas–,
la concepción�socialdemócrata�sostiene�que,�dado�que�la�existencia
del�mercado�implica�la�existencia�de�regulación�pública,�esta�debe-
ría�perseguir�«el�tipo�de�resultados�sociales�que�los�ciudadanos�va-
loran» (Hacker, 2014).

Para un socialdemócrata, uno de esos resultados es una distribución igualitaria


de las oportunidades educativas, laborales y económicas.

En definitiva, la forma habitual de presentar la redistribución –el conjunto de


políticas tendentes a igualar ex post resultados– y la predistribución –el con-
junto de políticas orientadas a igualar ex ante oportunidades– como estrategias
alternativas, es confusa, y analíticamente al menos las cosas son más compli-
cadas.

En realidad es posible distinguir una predistribución redistributiva –


cuando las políticas buscan igualar oportunidades ex ante y se financian
con impuestos, como la educación pública– de una no redistributiva –
cuando buscamos igualar oportunidades reconfigurando las relaciones
laborales mediante el BOE, aprobando una subida del salario mínimo
interprofesional, por ejemplo.

Una última advertencia al estudiante: es posible que en la utopía predistributi-


va no existiera ningún programa de bienestar posdistributivo, porque con una
predistribución fuerte no existiría la necesidad de «rescatar» ex post a nadie.
Pero dado que no vivimos en esa utopía, los estudiantes a los que les preocupa
el aumento de la desigualdad en las últimas décadas harían bien en dejar claro
que las guarderías deberían complementar las rentas mínimas de inserción,
no sustituirlas.
© FUOC • PID_00252428 35 La igualdad de oportunidades y la justicia social en un mundo...

Ejercicios de autoevaluación
1. En su libro titulado La riqueza de las naciones, Adam Smith sostiene una noción de la justicia
social esencialmente...

a) socialdemócrata.
b) conservadora.
c) liberal.
d) republicana.

2. Al menos en el plano de la teoría, la economía y la filosofía normativas han alcanzado un


consenso de acuerdo con el cual...

a) las desigualdades son justas si se deben a nuestro esfuerzo pero injustas si se deben a
circunstancias que escapan a nuestro control.
b) más allá de cierto umbral (cuando comienzan a tener externalidades negativas), toda de-
sigualdad es injusta.
c) no hay desigualdades injustas porque todas reflejan nuestro esfuerzo.
d) las desigualdades son injustas si se deben a nuestro esfuerzo pero justas si se deben a
circunstancias que escapan a nuestro control.

3. La versión formal de la igualdad de oportunidades...

a) significa que solo los cargos públicos deben ser asignados mediante un proceso público
y transparente.
b) asume que cierto grado de redistribución es esencial, como muestran las democracias
contemporáneas.
c) no tiene en cuenta las demandas de redistribución, como muestra el caso de los Estados
Unidos.
d) implica igualdad en el punto de salida y laissez faire a partir de ahí.

4. ¿Qué significa en el plano operativo, la idea de crecer primero y distribuir?

a) Impuestos y transferencias, porque es la idea de los partidos liberales que han gobernado
tanto tiempo en Europa.
b) Que el mercado queda muy restringido en primer lugar por las demandas de redistribución.
c) Las respuestas a y b son correctas.
d) Una división del trabajo entre mercado (producción) y Estado (distribución).

5. ¿Por qué afirma la teoría económica moderna, por lo general, que los mercados son esen-
ciales?

a) No podemos prescindir de las señales que envían (vía sistema de precios, por ejemplo).
b) Reflejan la pluralidad de las sociedades modernas.
c) Son una expresión de la libertad de las sociedades modernas.
d) Las respuestas b y c son correctas.

6. En España la universidad ha contribuido a cerrar enormemente el gap de oportunidades


entre las diversas clases sociales, de forma que hoy, a diferencia de lo que ocurría a finales
de los sesenta, es aproximadamente igual de fácil para todo el mundo cursar un grado uni-
versitario.

a) Verdadero
b) Falso

7. La noción formal de la igualdad de oportunidades queda bien resumida gráficamente me-


diante la imagen de...

a) una escalera (jerárquica).


b) el melting-pot (crisol) de las sociedades multiétnicas.
c) la carrera deportiva.
d) la sociedad de castas.
© FUOC • PID_00252428 36 La igualdad de oportunidades y la justicia social en un mundo...

8. España es hoy un país...

a) en la media de desigualdad de la UE.


b) menos desigual que la media de la UE.
c) más desigual que la media de la UE.
d) difícil de definir, porque no hay indicadores fiables de desigualdad.

9. Mucha gente ha tendido a ver en la teoría de la justicia social de John Rawls la defensa
normativa más consistente del estado de bienestar que se construye en las décadas posteriores
al final de la Segunda Guerra Mundial.

a) Verdadero
b) Falso

10. La idea de la justicia social material articula, en lo esencial...

a) la idea de Adam Smith de la mano invisible.


b) la idea de Milton Friedman de los mercados que se autorregulan.
c) la idea de Marx de la sociedad sin clases.
d) la idea de Murray Rothbard de que el Estado es una forma de robo institucionalizado.

11. Es tanta la gente que de forma más o menos consciente cree afirmarla, que algunos autores
hablan de ella como la noción convencional de la igualdad de oportunidades:

a) La noción formal o liberal.


b) La noción sustantiva o material.
c) La noción radical o socialista.
d) La noción pragmática.

12. Llevada hasta sus últimas consecuencias, ¿la noción sustantiva implicaría la práctica des-
aparición de qué?

a) La familia.
b) Los sistemas de impuestos y transferencias.
c) El estado de bienestar.
d) Las respuestas b y c son correctas.

13. Harrison Bergeron es una obra...

a) utópica, escrita por John Rawls.


b) utópica, escrita por Owen Jones.
c) distópica, escrita por Kurt Vonnegut.
d) utópica, escrita por Jacob Hacker.

14. Existe abundante literatura empírica que señala que los padres de un estatus socioeco-
nómico alto hablan a sus hijos más horas a la semana, de media, que los padres de estatus
socioeconómicos más bajos.

a) Verdadero
b) Falso

15. En su noción más robusta, la socialista, la igualdad de oportunidades se ofrece como...

a) pregunta central en la cuestión de la justicia distributiva.


b) respuesta a la pregunta central de la justicia distributiva.
c) respuesta parcial a la pregunta central de la justicia distributiva.
d) Las respuestas b y c son correctas.

16. La idea central del enfoque pragmático de Jeremy Fishkin busca igualar oportunidades
y no tanto aumentarlas.
© FUOC • PID_00252428 37 La igualdad de oportunidades y la justicia social en un mundo...

a) Verdadero
b) Falso

17. Fishkin identifica cuellos de botella en...

a) dos ámbitos, el laboral y el educativo.


b) dos ámbitos, el económico y el laboral.
c) tres ámbitos, el económico, el laboral y el educativo.
d) tres ámbitos, el educativo, el económico y el de la adquisición de habilidades.

18. Podemos dividir los determinantes de nuestras expectativas en la vida en...

a) recursos internos, externos y sociales.


b) recursos externos, económicos y sociales.
c) recursos externos, educativos y sociales.
d) recursos, habilidades y talentos.

19. En EE. UU. el tipo marginal superior del IRPF ha llegado a superar el 90 %.

a) Verdadero
b) Falso

20. Uno de los efectos más notables de la globalización ha sido la reducción de la pobreza.

a) Verdadero
b) Falso
© FUOC • PID_00252428 38 La igualdad de oportunidades y la justicia social en un mundo...

Solucionario
Ejercicios de autoevaluación

1.�c

2.�a

3.�d

4.�d

5.�a

6.�b

7.�c

8.�c

9.�a

10.�c

11.�b

12.�a

13.�c

14.�a

15.�b

16.�b

17.�d

18.�a

19.�a

20.�a
© FUOC • PID_00252428 39 La igualdad de oportunidades y la justicia social en un mundo...

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