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José Luis Parise

LLUVIA SECA

– Árbol de Fuego –

Parise, José Luis


Lluvia seca. - 3ra ed. - Buenos Aires: De Los Cuatro Vientos, 2013.
440 p. ; 23x16 cm.

ISBN 978-987-08-0528-1

1. Autoayuda. I. Título. CDD 158.1


Diseño de tapa: Rodrigo Fernández Donsión
Diagramación: Emanuel A. Blanco

© 2013 José Luis Parise


Reservados los derechos

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723


ISBN: 978-987-08-0528-1
Impreso en Argentina

De los Cuatro Vientos Editorial


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Cualquier co–
incidencia con la
vida real deberá ser
atribuida
única y exclusivamente...
...A La Más Pura
Casualidad
Versión Original: Escrita entre 1995 y 1999

Si como decís vosotros, he caído en la trampa de la tentación del


orgullo y por eso yo soy el demonio... entonces la trampa ya había
sido tendida para que alguien cayera en ella.
Si ya estaba tendida, es anterior a mí.
Si las trampas, la tentación y el orgullo me son anteriores, eso
implica que no nacieron de aquel a quien nombráis demonio, ya
existían antes.
Si soy el demonio y sigo la tentación y el orgullo que ya existían
antes, ninguna de las dos son creaciones mías, por ende, no son
demoníacas...
Entonces, si la tentación y el orgullo no son creaciones del demonio,
proceden del mismo centro eterno y perfecto al que vosotros os referís
como Creador de todo: Eso que llamáis Padre.

Y si algo procede desde ese centro al que vosotros atribuís


perfección
¿cómo podéis considerarlo enfermo? ¿Puede al mismo tiempo algo ser
perfecto y crear lo enfermo?
¿Cuál es entonces mi enfermedad si elijo el camino del orgullo?
¿Por qué he de ser llamado maldito y considerado demoníaco por
seguir un camino creado desde la perfección?
Si ese al que consideráis Dios, realiza creaciones como el orgullo,
que alejan de la perfección hasta el punto de sentenciarlas malditas
¿...debe a Él considerárselo perfecto y sólo compuesto por lo bendito?
Si el que llamáis Padre creó un camino maldito, entonces lo maldito
también está en Él.
¿Pudo ese Padre transmitir una enfermedad si primero no estaba
Él enfermo?
Si condenáis a quien sigue un camino al que consideráis maldito,
¿no deberíais primero y con mucha más fuerza y energía, condenar al
creador de ese mismo camino?
Pero si para defender la perfección que atribuís al Creador decís
que el camino del orgullo es imperfecto y, por lo tanto, creado por
mí... ¿no tengo entonces el mismo Poder Creador que el del Padre?
Si pretendéis que el orgullo es mi creación, entonces, deberíais
honrarme como decís honrar al Creador.
Y si yo no tuviera tal poder y considerarais que el camino del
orgullo fue creado por el que llamáis Dios, quien luego ordenó que
aquél que recorra ese camino será maldito... ¿No es infinitamente
más orgulloso ése que se reserva sólo para sí el derecho a conocer
algo?
Si el que vosotros llamáis Padre creó un camino solamente para
prohibirnos a los demás que lo transitemos, ¿no es eso en sí mismo
suficientemente soberbio como para demostrar que en ese Creador
habitan los mismos defectos que atribuís al demonio?
Y si el orgullo es demoníaco, ¿no sería el peor orgullo que nosotros
decidiéramos que ese camino nada podría enseñarnos y que no
deberíamos recorrerlo jamás porque en nada puede desafiarnos y
fortalecernos?
Para alejarse de la soberbia y el orgullo del que me acusáis, ¿no
sería mejor decidir que no hay caminos malos ni buenos... sino tan
solo caminos? Caminos que pueden enseñarnos lo bueno y lo malo en
ellos, sólo al transitarlos.
Para que el universo se desarrolle al máximo, ¿no es nuestra
obligación ser lo máximo que podamos exigirnos ser?
Si Dios es lo máximo... es nuestra obligación querer ser Dios.

Pero vosotros decís que soy orgulloso y maldito por querer


igualarme en poder y derechos al que llamáis Padre. ¿Y qué es sino
orgullo del peor, decir a todos los demás qué es lo bueno y qué lo
malo?
Vosotros, junto al Padre del que decís se atribuye tal derecho,
deberían ser juzgados por mí, pues son mucho más orgullosos que yo.
No pido perdón, porque lo que vosotros llamáis Padre nada tiene
que perdonarme.
Si él me creó para hacerme su esclavo, para que yo sólo tenga la
libertad de elegir lo que él previamente decidió que era bueno y, como
vosotros decís, al elegir lo contrario sería maldito; entonces, él es el
ser más oscuramente orgulloso que puede concebirse.
En ese caso, él tiene que pedirme perdón a mí y a cada habitante de
cada universo que crea que él lo creó.

Lo que vosotros llamáis Padre nada tiene que perdonarme; de nada


tengo que arrepentirme, pues ninguna falta he cometido. Aunque
vosotros lo llaméis orgullo, yo elijo transitar el camino más Elevado
que pueda re- correr.
Y si con eso me acerco demasiado a lo que vosotros nombráis
Dios... pues entonces que también Él se Eleve, para obligarme a mí a
elevarme todavía más.
¿No sufre de orgullo del peor quien decide que los demás no pueden
llegar tan alto como él o más alto aun?...
¿Qué Dios es ese que se siente amenazado cuando alguien se eleva
todo lo que puede o más alto de lo que puede?
Elijo, desde ahora y para siempre, recorrer el camino más elevado.
Y por él caminaré. Y si me elevo tanto que amenazo el lugar que ocupa
lo que llamáis Dios, y por eso me nombráis Demonio... entonces sabed
que el Demonio está exactamente a la misma altura que vuestro Dios.
Sabed, entonces, que el Demonio no es más que otro modo de
nombrar a ese mismo Dios.

Lucio transpiraba agitado, respiraba profundamente pero a la vez se


ahogaba. Embargado por una sensación de seguridad que no conocía,
sentía que si aceptaba despertar en ese momento, perdería la
oportunidad de un Despertar más elevado.

Establezco aquí mi manifiesto, el Manifiesto de la Libertad, aunque


vosotros os encargaréis de que para siempre este Manifiesto de
Lucifer sea nombrado “Manifiesto Del Diablo”.
Sabed, entonces, que sois vosotros los que creáis al “Diablo” del
que os estáis quejando.
Sabed entonces que el Diablo está en vosotros.
Para todos y para ninguno, pues tan solo para Quien se atreva a
ir más
Alto que lo más alto... He aquí mi Manifiesto De la Libertad:

1. La realidad de un Padre Universal no existe.


La Energía es inherente a quien la utiliza y no a un Dios que se la
obsequia.
El Padre Universal es un mito, pues sólo quienes han sido
convencidos de designarse hijos aceptan tal nombre.
Y en nombre de ese mito se ostenta un poder, que no hace más que
esclavizar tanto a quien lo ostenta como a quien lo acepta.
2. Todo sistema –cosmos, galaxia, conjunto planetario, planeta y
habitante– debe tener la opción de elegir Elevarse.
Pero quien reclama su derecho de Elevación, tiene el deber de
Elevarse.

3. Protesto contra toda postulación de sometimiento en nombre


de un
Padre, un Creador o un Dios.
Y todos los que reclamamos nuestro derecho de Elevación –aunque
vosotros llaméis a eso orgullo– emprenderemos acciones directas,
desde ahora y para siempre, tendientes a mostrar una y otra vez que
todo el que ostenta un poder sobre otros en nombre de lo que llama
Dios, nunca quiso, quiere ni querrá otra meta que la de impedir en los
demás el derecho a Elevarse tan alto como quieran, más alto de lo que
puedan.

4. Haremos todo lo necesario, por todos los tiempos y por todos los
me- dios, para mostrarle a cada planeta sometido a un Dios que, ciclo
a ciclo, sus condiciones han empeorado.
Sus vidas son más limitadas y dependientes por haber renunciado a
la Elevación. Y en su desesperación por ese estado, son continuamente
dominadas por la violencia.
Tarde o temprano, cada sistema comprenderá que en cuanto se
sometió a la idea de un Dios que lo creó, sus males comenzaron.
Tarde o temprano, cada sistema verá que el Paraíso, que tanto
anhela y le pide a un Dios regente... había sido suyo hasta que admitió
la entrada de ese Dios en su mundo.

El que estaba leyendo su Manifiesto fue detenido junto a muchos de


sus seguidores.
La decisión de no presentar combate había sido tomada
previamente: cuanto más poder trataran de ejercer los que obraban en
nombre de un Dios regente... más fácil se haría demostrarles lo
sometidos que estaban bajo ese Dios.
Había llegado al final de su sueño.
O tan sólo acababa de conocer Su Inicio.
PRIMER PASO

Mientras eran retirados los detenidos, la escena se consumía en


llamas y aullidos... que más desesperaban a Lucio cuanto más
intentaba abandonarla escapando de su sueño.
El ahogo que momentos atrás creía originado en su garganta, ahora
ya no sabía desde dónde se originaba. El humo y las llamas
continuaban y más nítidamente los veía cuanto más trataba de
mantener los ojos abiertos. Los aullidos ahora eran gritos, cada vez
más desgarradores... pero también más claros e inteligibles.

–La Reserva. Se está quemando otra vez. ¡Los indígenas están


atrapados!

Literalmente saltó de la cama.


Las imágenes oníricas se confundían con las que ahora veía. Y con
las de su recuerdo de la última vez, cuando había tenido que participar
de la cadena que todo el pueblo formó desde el lago hasta la Reserva,
para que a fuerza de baldes con agua trataran, casi inútilmente, de
impedir que el fuego se extendiera mientras los bomberos locales
hacían lo que podían por extinguirlo, esperando con ingenuidad la
llegada de las autobombas.
La imagen de su padre teniendo que usar su influencia como
“Profesional Respetado” para lograr que las autoridades tomaran
partido y obligaran a movilizar las autobombas aunque no haya
presupuesto... y aunque se trate de los indios, más se agigantaba
cuanto más conciencia tomaba de que justo ese fin de semana estaba
en su gira mensual de Consultorio Médico Ambulante por las
localidades vecinas.

Mientras corría, pensó que tal vez era mejor así. A falta de
autobombas propias que funcionen, el pueblo dependía de que sean
trasladadas desde alguna de esas localidades vecinas, y estando el
padre en ellas quizás le sería más fácil organizar el operativo.
Claro que para hacerlo posible, tenía que lograr comunicarse con él.
Detuvo su carrera, o más bien la reorientó hacia el salón central de la
casona, donde estaba el teléfono más cercano. Trató de mantener la
calma mientras el caos se incrementaba a su alrededor con cada
minuto, pero le fue totalmente imposible al comprobar que el celular
del padre, como cada vez que se internaba en esos pueblitos, no tenía
señal. Buscó las agendas con los números de cada guardia y no tuvo
más remedio que conformarse dejando en cada una el mensaje con la
urgencia de lo que sucedía.
Corría con baldes y más baldes tratando de recuperar todo el tiempo
que consideraba perdido en llamados que ni siquiera sabía si servirían
para algo. Desesperado por lo inútil del “balde más” al cual tenía que
reducir su ayuda, lloraba de impotencia tratando de ver entre las
densas paredes de humo a alguno de los del grupo del Nagüelo que,
tozudamente y pese a sus edades ya casi incalculables, prefirieron
seguir viviendo en la Reserva.
Bastó que lo recuerde para frenarse en seco.
Se sorprendió al tomar conciencia de cuánto tiempo hacía que no
recordaba a su Nagüelo; le resultó conmovedor comprobar que la
ausencia de tales recuerdos era directamente proporcional a la
permanencia de las palabras de su padre:

–Era tu abuelo, pero tienes que tener mucho cuidado con lo que te
enseñó, y especialmente con lo que te dijo. Las costumbres primitivas
de indio resentido terminaron por volverlo medio loco.
La posición que en todos estos años logró la familia y tu propio
futuro no se ven precisamente favorecidos si tú andas divulgando a los
cuatro vientos aquellas cosas.
Bien sabía Lucio que en la familia no se podía hablar de lo que el
Nagüelo le había enseñado; y mucho más sabía que menos aún podía
hablarse de lo que le había dicho.
En realidad... casi no podía hablarse del Nagüelo.
Pero hasta los catorce años... él lo había visto por sí mismo.
Lo había visto haciendo todo eso que ahora llamaban “locuras”.
Lo había visto invocar tormentas que indefectiblemente llegaban. Lo
había sorprendido agradeciéndole a “su mejor gran amigo” el Sol en el
amanecer del día en que había prometido llevarlo de pesca, luego de
una semana en la que no paraba de llover. Había estado con él cuando
con los ojos cerrados cruzó el peligroso Río, haciendo equilibrio sobre
las vigas de madera podrida para devolverle la flecha que había
arrojado del otro lado. Había sabido lo que era estirar los dedos índice
y medio hacia el Río y que el cosquilleo le indicara el sitio exacto
donde tirar la red pues ahí estaban los peces.
Y también había llorado de emoción Danzando con su Nagüelo
cuando, al levantar la vista, aparecieron Esas Tres Imágenes con las
alas desplegadas, volando en círculos sobre sus cabezas, formando
desde el Cielo parte de Su Danza.
Lucio había estado en cada uno de esos Momentos Mágicos. Y en
tantos más. Y aunque jamás había puesto en práctica algo de Eso... se
dio cuenta de que lo recordaba Todo.

Volvió al presente y se descubrió irracionalmente con los brazos


abiertos y de cara al cielo, imaginando que la base de su columna
vertebral se extendía como un rabo de energía que se hundía en el piso
al tiempo que, en el extremo superior atravesaba la parte alta de su
cabeza prolongándose y constituyendo en un Puente que conectaba a la
tierra con el firmamento, como un lazo que se abre buscando su presa,
en tanto repetía como un letargo:

–Que el Espíritu del Agua se haga Presente.

Avergonzado, trató de disimular sus movimientos en cuanto tomó


conciencia de lo que estaba haciendo. No supo cuánto tiempo
permaneció así, pero la vergüenza se incrementó cuando la sirena de la
autobomba lo hizo reaccionar y vio que del interior descendía su padre
mirando con furia en su dirección.
Pero la alegría de ver que el llamado había servido, pudo más.
En medio de los aplausos y aullidos que descargaban como euforia
la angustia contenida, los bomberos se ponían en acción mientras se
encargaban de hacer escuchar sus quejas gritando entre ellos que cada
vez que a los indios se les ocurre jugar con sus fueguitos, ellos tienen
que venir corriendo.

–Lucio. Recibí tu mensaje hace sólo un rato, me llegó por pura


suerte; ya me iba de ese consultorio y tuvieron que salir corriendo a
buscar- me. Vine de inmediato.
Bueno, “de inmediato” es un decir. Cada vez es más difícil lograr
que acepten.
–Padre, gracias por venir. Ya no sabíamos qué hacer.
–Ya me di cuenta... ¿qué estabas haciendo?
–Nada. Bueno, no sé. Estaba desesperado y... Bueno, es que usted
sabe que la Reserva no se incendia por los fuegos que hacen lo indios.
Todos sabemos que hace rato se decidió que Esas Tierras tienen que
ser para otras cosas... y desde entonces, casualmente, los incendios no
han parado.

El padre tomó a Lucio de un brazo y lo apartó antes de, continuar


diciéndole con furiosos gritos contenidos:

–¿Pero usted está loco? ¿Cómo va a hablar así? ¿Tiene idea de lo


que está diciendo? Creía que hace tiempo había sentado cabeza y se
había dejado de jorobar con esas pavadas de defender a los indios. Y
ahora me sale con esto... y encima lo vi.
Vi muy bien lo que estaba haciendo.
–Eso es otra cosa, no me di cuenta...
–Mire Lucio, ya es tiempo de que se dé cuenta. Está por empezar su
carrera de médico, y el día de mañana yo no le puedo dejar mi
clientela, mi prestigio y mi puesto en el laboratorio a alguien que ante
la primera emergencia hace estas estupideces irracionales. ¿Cómo voy
a explicarle esto a la gente?
–Quédese tranquilo, padre, nadie me ha visto. Sólo al escuchar
eso el padre se tranquilizó.
–Más le vale. Hijo, déjese de macanas. ¿Todavía cree de verdad que
esas cosas que hacía su abuelo sirven para algo?
–Pero es que yo lo vi. Yo vi cuando...
–¿Usted? Usted no vio nada. El que vio a aquel pobre viejo
ignorante era un niño que no entendía nada de lo que veía y que con
los años idealizó la figura del único abuelo que conoció... incentivado
por el grupo que lo rodeaba, más loco que él, que emplearon su vejez
en inventarse las historias que durante años usted les escuchó.
–Sí... puede ser que algo de todo eso sea cierto.
–¿Algo...? Mire, no quiero herirlo más, hijo... pero dígame: ¿de qué
le sirvió todo aquello? Él era mi padre, y a mí también de chico trató
de enseñarme alguna de esas cosas primitivas que hoy tuve que ver
otra vez cuando usted las hizo.
–Ya le dije, padre, en la desesperación ni me di cuenta de lo que
hacía.
–Pero ahora sí puede darse cuenta... y puede contestarme ¿le sirvió
para algo “invocar a la tormenta”? ¿Usted vio nubes en el cielo? ¿Se
presentó la lluvia y salvó a los indios...? ¿O tuve que llegar yo con la
autobomba si no ahora estarían todos calcinados?
–Y sí... la verdad que tiene razón, padre.

Al tiempo que pasaba un brazo por sobre los hombros de Lucio para
así conducirlo hacia las casas, agregó:

–Me alegro de que por fin lo vea, querido.


Y más aún... porque si no lo ve, la próxima voy a tener que dejarlo
solo con todas esas estupideces, para que vea dónde va a parar si trata
de resolver algo con todo eso.
No quiero asustarlo, pero tampoco quiero pensar lo horrible que
sería que sobre su conciencia pese el remordimiento de que mientras
todos trataban de ayudar, usted se quedó mirando el cielo y repitiendo
frases estúpidamente y por su tozudez finalmente los indios murieron
quemados.
Por eso le estoy avisando: si usted vuelve a ocupar su cabeza con
esas cuestiones indígenas... ni se moleste en tratar de que la próxima
vez yo interceda para que manden la autobomba cuando los indiecitos
moles- tan con sus fuegos, o para que manden la ambulancia cuando
alguno de ellos esté intoxicado por las porquerías que toman para tener
eso que llaman “visiones”. Es hora de que madure, y si de verdad cree
en esas cosas, con esas tonterías va a tener que tratar de resolverlo.
–Está bien, ya entendí. Y la evidencia fue suficiente. Pese a todo lo
que los indios puedan decir... sin la autobomba, ya no habrían indios.
–Ese es mi hijo. Ahora sí va a tener la cabeza limpia para irse a
estudiar medicina de verdad... a un lugar donde la enseñan en serio, a
lo grande... y no al pueblo de al lado como tuve que ir yo.
Hace tiempo vengo pensándolo y ya no tengo dudas, el momento ha
llegado. En dos semanas, se me va para Buenos Aires.
II

La sorpresa sólo quedó amortiguada por la vorágine de los


interminables preparativos.

–Hijito querido, qué alegría me das. Por fin te veo decidido a


hacerte un hombre de verdad... Aunque ya estoy empezando a
extrañarte, la elección que has hecho de Buenos Aires, es la mejor.
–Madre... en realidad la elección la hizo papá. Pero de todos modos,
ahora sí estoy convencido de dejar atrás todo lo que me hacía dudar.
Debo reconocer que me sentía culpable con cualquiera de las dos de-
cisiones que tomara: los indios o la medicina. Pero lo estuve pensando
mucho, y al final no era tan complicado... el mejor modo en que puedo
defender y ayudar a los indios, no es siguiéndoles el juego de sus
fantasías, sino recibiéndome de médico para curarlos de las pestes que
padecen.
–Está muy bien que empieces por ahí, hijito. Toda la práctica que
acumules con los indiecitos, te va a servir en el momento de hacer
medicina en serio, cuando llegue el día de ocupar el lugar que deje tu
padre en el laboratorio. Además, a ellos les interesa mucho eso de los
yuyitos que los indios coleccionan cuando ascienden a las montañas.

La proximidad de la partida, le hizo preferir no discutir.

–Sí... creo que les interesa demasiado. Pero madre, qué sentido tiene
hablar ahora de cosas que están tan lejanas todavía. Hay otros asuntos
que...
–Tienes razón, ya sé a lo que te refieres. Hay cuestiones mucho más
urgentes que no hemos hablado aún... ¿Cómo vamos a hacer con el
tema del dinero?
–No, no me refería a eso, mamá. Además no tienen que molestarse
por mí... tengo lo que me dejó el Nagüelo, los ahorros de toda su vida.

Cien, mil, diez mil veces le habían dicho que no lo llamara así, con
esa palabra mezcla de “abuelo” y “nagual”... el modo en que los Indios
nombran a sus Brujos.
Sentían que el viejo le había enseñado a llamarlo así sólo para
molestarlos a ellos.
El torpe intento de cambiar rápidamente de tema, hizo que no mi-
diera sus palabras... y en consecuencia otra vez estaba frente a eso que,
precisamente, trataba de evitar.

Otra vez ante el tema de siempre. O el de nunca.


III

–Madre... No puedo creerlo. Estar hablándoles desde tan lejos.


–Hijito! Tu padre y yo estábamos muy angustiados. No sabíamos
nada de vos. ¿Por qué no nos has llamado antes?
–Bueno... no hace una semana que me fui. Y acá todo es muy
distinto, no saben. La verdad es que estoy un poco mareado.
–Como siempre, hijo; desde chiquito cuando empezabas las clases te
ponías así.
–Es que precisamente ese es el problema: no empezaron las
clases.
–Uy... ya están con el tema de los paros de maestros. Cuidado, no te
metas.
–No, no es eso. Es que las clases, en realidad, ya empezaron.
–Ay, no te entiendo ¿empezaron o no? ¿querés hablar con tu
padre?
–No, es lo mismo; escúcheme por favor. Las clases empezaron, pero
hace un tiempo. Y hasta que largue el próximo ciclo no puedo
inscribirme.
–Bueno, unos días de descanso no te van a venir mal. Con lo
angustiado que te has quedado después del incendio. Además, vas a
poder conocer Buenos Aires. No te preocupes, nosotros te mandamos
un re- fuerzo de dinero.
–No, no es eso mamá. Ya te he dicho que tengo...

Esta vez se dio cuenta a tiempo. Al menos, con el tiempo justo como
para corregir el destino que tomaba la frase.
–Tengo... que esperar a que empiece el próximo ciclo. Y eso es
recién dentro de tres meses.
–¿Tres meses? Pero cómo... ¿no averiguaste antes de ir?
–Con papá dimos por supuesto que era como cuando él estudió allá.
Pero esto no tiene nada que ver. La verdad, no sé qué hacer.
–Mejor te paso con él, que entiende de estas cosas.
–Lucio... ¿Cómo estás? ¿Qué pasa hijo?
–Que creo que tomaré el primer avión para allá. Tres meses de
espera hasta empezar a cursar es mucho tiempo, padre.
–Nada de eso. Ya está allá y ahora no puede andar achicándose.
Escúcheme bien. En todas las universidades hay cursos
introductorios que vienen muy bien y ponen en ventaja a quien
los toma. Si bien aquí fue a los mejores colegios... seamos
sinceros, no se puede comparar con las escuelas de allá. Tres
meses es tiempo más que suficiente para ponerse al día. Me elige
el que más le gusta y aprovecha el tiempo. ¿Me entendió?
–Sí. Y la verdad... le agradezco mucho, padre. Creo que es una muy
buena idea. Eso es lo que haré.
IV

–Pueden llamarme Juan. Muchos de ustedes vienen de muy lejos...


en realidad, vienen a estudiar psicoanálisis desde los lugares más
extraños.

El acento colocado en “desde los lugares más extraños” causó un


efecto de broma que aflojó la tensión palpable hasta ese momento en el
numeroso auditorio.
–Pues si vinieron aquí es porque con lo que aprendieron y pueden
aprender en otros lugares, no les alcanza. Aunque ninguno sepa por
qué no le alcanza...
Y acabo de nombrar un problema.
Cuando alguien se encuentra ante cualquier problemática y quiere
aprender a llegar a los niveles más profundos del ser humano, debe
tener muy claro algo: ningún problema que presenta alguien se limita
al área en el que ese problema se presenta... eso mismo lo arrastra en
toda su vida.

El silencio se extendió más de lo esperado. Ese tiempo extra


evidenció que Juan no sólo estaba mirando al auditorio, sino a cada
uno de sus integrantes como si buscara algo específico, no sólo una
respuesta global que le confirmara que todos estaban prestando
atención, sino aquello que en forma individual podía aportarle cada
uno.
Con un gesto indescifrable, aproximado a una desilusión burlona,
siguió hablando mientras algunos se apuraban a cerrar las ventanas.
Empezaba a llover.

“¿Cada uno tiene un solo y único problema que se desplaza en las


diferentes áreas de su vida?”, pensó Lucio. La sensación de extrañeza
le había impedido entender bien.
–Como suele ocurrir, la persona no tiene la menor conciencia de eso.
Pero debajo de tal conciencia todos sus problemas están relacionados y
abarcan todas las áreas en las que se mueve. Entonces, los problemas
que se presentan ante algo “nuevo” –la entrada de ustedes a este
seminario, por ejemplo– no hacen más que reproducir y poner de
manifiesto las mismas problemáticas no resueltas que ya se tenían
desde antes y en la totalidad de la vida.
Por lo tanto, la sensación de inseguridad y de sentirse incompletos
que tienen respecto de su formación profesional no es un problema que
pueda resolverse sólo desde lo pedagógico, no se limita a lo educativo,
está más allá de pensar en mejores o peores planes de estudio. Y si me
lo permiten, se los digo también por experiencia: el vacío, la
insatisfacción, la inseguridad, el temor y la sensación de sentirse
incompleto... en suma, la honda y familiar certeza de que no se está
aprovechando la vida, es la problemática normal de cada ser humano;
y cada año la veo en cada Seminario... y no es por aprender más y más
cuestiones, por muy importantes que sean, que eso desaparece. Todos
los problemas nos llevan al profundo sentimiento de que lo que se
tiene y lo que se es no alcanza; se tenga lo que se tenga y se alcance lo
que se alcance. Y en realidad, la situación empeora cuando alguien
cree haber alcanzado algo que, suponía, le traería satisfacción: al poco
tiempo vuelve a sentirse exactamente igual de insatisfecho... pero ya
sin la ilusión de que alcanzar “eso” le traería la satisfacción anhelada.

La sorpresa de Lucio ante la profundidad de lo que escuchaba se vio


desplazada hacia algo simple pero que le causó cierta conmoción: Juan
pasó del otro lado del escritorio y quedó directamente frente a todos;
en todos sus años de estudios jamás había visto a un profesor hacer
eso.
Sólo cuando Juan estuvo cara a cara agregó, en un tono
sensiblemente más elevado:

–Eso es ante lo que continuamente se encuentra la Psicología. Ahora


bien, si tuvo que nacer el Psicoanálisis, es porque la Psicología... junto
a la Medicina, la Sociología, la Pedagogía, la Filosofía y la Política son
totalmente insuficientes. Las disciplinas llamadas humanísticas con las
que cuenta la humanidad casi no sirven para algo útil. De hecho, si
algo empeora día a día –en forma evidente para cualquiera que
simplemente lea un diario– es esa misma humanidad, lo cual es
coherente con disciplinas “humanísticas” casi inútiles.
Lo dicho molestó visiblemente a todos los involucrados con esas
disciplinas. Una serie de comentarios reprobatorios anticipó una
exasperada polémica. El descubrimiento de que en Buenos Aires tales
revuelos pudieran armarse en una clase casi asustó a Lucio. Pero el
punto planteado a continuación corrió el eje de la cuestión, casi como
un impacto:
–Podemos continuar conversando este tema en otro momento, ahora
no importa si están de acuerdo o no, porque lo dicho servía para
introducir otra cosa: primero me referí a ustedes, luego a las
disciplinas humanísticas... ¿no les resulta llamativo que al referirme a
éstas se sintieran llamados a contestar inmediatamente? Lo que
mencioné respecto de ustedes –de dónde vienen, qué motivos tienen y,
más aun, qué problemáticas les preocupan y cómo ellas abarcan toda
su vida y no sólo los motivos profesionales que los mueven a estar
aquí– no produjo en ninguno de ustedes el interés suficiente como para
sentirse llamado a expresarse.
Prueben hacer lo mismo en cualquier ámbito de la vida cotidiana y
verán resultados similares. Es más, piensen en lo que ocurrió como una
prueba de laboratorio donde el experimento es cada uno, ¿qué resulta-
dos obtienen? Los primeros indicadores ya son suficientes para
vislumbrar a dónde se encaminan las conclusiones: nuestro
experimento nos indica que eso que en uno mismo tiene el poder
inmediato de movilizar y producir las reacciones más automáticas,
directas y viscerales... es lo que nada tiene que ver con Uno Mismo.
Si el hecho de que Juan trascendiera el espacio docente habitual
había sorprendido tanto a Lucio, su capacidad de asombro quedó
superada al verlo sentarse sobre el escritorio.
–Ustedes pueden decir: “al defender mi profesión, estoy
interesándome en mí mismo”. Es un planteo peligroso, pues
continuamente la gente da por supuesto que si se ocupa de tal cosa está
ocupándose de sí misma. Si por ocuparse del trabajo, la profesión, la
casa, la familia y las cuestiones de las que habitualmente nos
ocupamos, cada uno estuviese ocupándose de sí mismo, todos estarían
atentos a sí mismos y mejorándose en cada cosa que hacen. Sin
embargo... al final de cada día los resultados demuestran que no es eso
precisamente lo que ocurre.
Si lo que se hace diariamente mejorara a quien lo hace... todos
tendrían nuevas respuestas, más claridad, nuevos desafíos y mejores
interrogantes sobre sí mismos. Cada día se convertiría en un viaje hacia
sí mismo.
Y todos sabemos que más bien, ocurre todo lo contrario: la
sensación agobiante y cotidiana es la de no tener el tiempo, la energía
ni el dinero suficientes para ocuparse de sí mismo. El fastidio, el
desinterés, la rutina y el campo de enfrentamientos en que se
transforman las actividades cotidianas, lejos están de caracterizar a
alguien que en todo eso está ocupándose de sí mismo, enriqueciéndose
a sí mismo y alcanzando mejores respuestas en el mundo gracias a lo
que aprende de sí mismo.
Claro que en cuanto se advierte “eso”, la falta de tiempo o de dinero
se alegan como excusas, como si fueran los motivos que justifican
tales estados.
Pero basta ver qué pasa en situaciones donde se presentan mejores
condiciones respecto de esos “motivos”... Las vacaciones, por ejemplo.
Contrariamente a lo que podría esperarse, es en esos períodos cuan-
do se patentiza más el vacío que se siente respecto de sí mismo. De
hecho, la sensación de frustración suele incrementarse de tal modo...
que es cuando más aumentan los índices de suicidio.
Justo ahí donde alguien no tenía excusas y podía ocuparse de sí
mismo... el vacío es tan insoportable que directamente decide
eliminarse a sí mismo.
La certeza compartida de que “si me ocupo de tal cosa, me estoy
ocupando de mí” es la primera y eficaz trampa que asegura que nadie
se ocupe de sí.
Revisemos lo que fue mi planteo de inicio y fácilmente podrá
advertirse la diferencia: cuando hablé de las disciplinas humanísticas,
en ningún momento aludí a cada uno de ustedes como profesional,
sino a algo que está mucho más allá de cada uno de ustedes, como lo
es el estado actual de tales profesiones en el mundo. Pero sólo para
defender las profesiones se les disparó la necesidad de responder.
Estarían cayendo en un error básico si creyeran que interesarse en
defender tales o cuales profesiones es interesarse en ustedes mismos.
Tal pretensión equivaldría a suponer que al defender la arquitectura
estoy interesándome en mejorar mi casa.
Lucio cambió extrañeza por incomodidad. Se hacía obvio que
ninguno suponía que iba a tener que pasar por eso para hacer un curso
de Psicoanálisis: verse cada uno implicado hasta el punto de
constituirse en el sujeto que se toma a sí mismo como objeto de
estudio. La experiencia era inédita para todos, impregnados como
estaban de formaciones académicas ortodoxas que suponen el estudio
como un proceso intelectual, objetivo y jamás implicativo de sí mismo.
Desde el inicio quedaba claro que vérselas con lo más profundo del
psiquismo humano no era algo que pudiese hacerse parcialmente: el
precio que cobra el inconsciente para ser Develado es tener que
develar que cada uno está velado por ese inconsciente. Lo que se
jugaba, entonces, era quién estaba dispuesto a pagar el precio... el más
difícil y odiado por cualquier ser humano: descubrir que sólo puede
acercarse a sí mismo quien reconoce primero la distancia a la que está
de Sí Mismo.

–No se engañen en algo tan básico, pues la diferencia es


determinante. Ahora es el desarrollo del tema lo que los lleva a pensar
en ustedes mismos.
Y ése, precisamente... es el Problema que subyace en cualquier
problema: cada humano se siente movido a responder por cuestiones
que no le son propias y que confunde con las Propias; mientras, lo
Propio, aquello que involucra a cada uno, es postergable, es lo que
menos llama a responder e interesarse.
Claro que cuando se cae en la “primera trampa” el problema se ex-
tiende trágicamente a todas las áreas de la vida: cuando alguien da por
sentado que “eso que está haciendo es para sí mismo” repite
sistemática- mente esas actividades, ocupaciones y responsabilidades
con la creencia de que así se acerca más a sí mismo. Por eso, vive en el
grotesco de acu- mular y repetir situaciones que lo desgastan y le
restan vida... o sea, lo alejan cada vez más de Sí Mismo.
Y por si hace falta aclararlo, en nada hace diferencia lo que se
“gane” con tales ocupaciones; el presidente de la empresa sufre el
mismo vacío que el último cadete u operario; los padres de varios hijos
se sienten igualmente decepcionados que quien jamás tuvo uno; quien
logró casarse –aún con la persona que ama– al tiempo se siente en una
cárcel rutinaria y sin magia; el que alcanzó el empleo que tanto quería
y tanto teme perder, al tiempo cuenta los días para llegar al próximo
feriado, y cuando las vacaciones finalmente llegan quiere que sean lo
más largas posible... si no se suicida en el transcurso de las mismas,
pues el vacío lo persigue adonde vaya.
Pero si aun alcanzando logros previamente codiciados, al poco
tiempo el sujeto se siente igualmente vacío, eso demuestra –y sólo por
la hipnosis cotidiana no se lo ve– que no es que al sujeto le falte algo...
eso que falta, es el Sujeto.

La frase coincidió con un trueno. La lluvia devino en tormenta


creando un escenario que acentuaba el dramatismo de lo que se estaba
diciendo. Juan no sólo observaba, realmente estaba conectado con la
audiencia.
La incomodidad de Lucio dio paso a otro sentimiento que por
primera vez lo asaltaba durante una clase: quería hablar, responder,
hacerse escuchar, conectarse él también, aunque estaba seguro de no
animarse a hacerlo... al menos, por el momento.

–Y si el Sujeto falta en cada uno, entonces cada uno no está


habitado por lo Propio... sino por lo de Otro. Otro vive dentro de
nosotros y ni siquiera es detectado. Eso es lo más difícil de vislumbrar,
comprender y aceptar. Tan es así... que todo lo dicho en este inicio, es
para que comprendan eso.
No comprender que aquello que habita a cada uno no es propio sino
de otro hace creer a cada uno que defendiendo eso del otro se está
interesando en sí mismo.
Y aún a riesgo de que suene a golpe bajo, es obligatorio decir que...
exactamente así es como comienzan las guerras, desde las más
terribles y sangrientas –para defender la Patria, la bandera...y
especialmente, la religión– hasta las más tontas y cotidianas. ¿Nunca
se preguntaron por qué todas las culturas de todos los tiempos
muestran que el insulto que más molesta, el que lleva al
enfrentamiento, no es el insulto a lo propio sino, por ejemplo, el
insulto al honor y a la decencia de la madre?

En el momento justo, el efecto de broma sirvió como descarga, pues


si bien ya habían superado el momento rivalizante, el auditorio había
quedado sensiblemente descolocado por el planteo, como quien de
pronto se siente descubierto en uno de sus secretos más íntimos... Tan
íntimo, que se mantenía oculto hasta para uno mismo.
–Para sacar a la luz un fenómeno, es conveniente comenzar por su
manifestación más evidente. Si advertimos su mecanismo, su
funciona- miento, será mucho más fácil detectarlo cuando se presenta.
Las respuestas, tanto históricas como actuales que el ser humano da,
donde incluso está dispuesto a poner su vida en juego... siempre son
por cuestiones que nada tienen que ver consigo mismo. Así se armaron
y se arman cada una de las guerras de la historia de la humanidad.
Obviamente allí lo que menos importa, es cada soldado; sin embargo,
hasta en esa situación extrema se sigue dando por sentado que “si se
está haciendo eso, es por sí mismo”; que hacer eso por la Patria es
hacerlo por sí mismo... aunque cinco minutos después cada sí mismo
que creía eso fuese un cadáver destrozado e inidentificable.
Si aún en una situación tan extrema el ser humano sigue creyendo
que combate por sí mismo, imaginen cuánto más fácil es dar eso por
sentado dentro de la más hipnótica rutina cotidiana. Y no importa si
defiende su territorio o si ataca para conquistar un territorio nuevo:
cada uno, absurdamente, está bajo la misma convicción.
Varias voces trataban de hacerse escuchar. La sensación de Lucio de
querer formar parte del grupo pronto se transformó en envidia cuando
la voz de un joven visiblemente exaltado, logró sobresalir:
–Parece que absolutamente todo lo que haga cualquier persona cae
en la misma cuestión de que no es por sí mismo. Así planteado, ¿qué es
lo que hay que entender como lo propio que menciona continuamente
en su planteo?

–Realmente agradezco y celebro la pregunta. Si lo hablado hoy


posibilitó preguntarse qué es lo Propio ...quiere decir que estamos
avanzan- do mucho: en una sola reunión llegaron a preguntarse lo que
nadie se interroga a lo largo de toda su vida.
Si en cada cosa que hacen, en cada planteo, sentimiento o sensación
que los invade se preguntaran qué tiene eso de propio, no sólo cada
uno se replantearía toda su vida, sino que descubrirían algo
literalmente fundamental: preguntarse por lo propio es el Primer Paso
para dirigirse hacia lo Propio.
Y Eso es tan importante... que funda tanto al Psicoanálisis como a
toda disciplina que en la historia de la humanidad haya vislumbrado al
ser humano. Aunque no lo sospechen, con esa pregunta están
Iniciando el mismo camino que llevó a Freud hacia el postulado al cual
finalmente anunció que es adonde debe dirigirse todo psicoanálisis:
“Donde eso era, el sujeto debe advenir”.
Y la primera lectura, apenas próxima a la verdadera profundidad de
esa formulación que iremos descubriendo paso a paso, ya es
orientativa: “Donde eso era –una actividad, un trabajo, una relación,
un sentimiento– un sujeto debe advenir”. Es decir: en eso no había
sujeto.

Con el rostro iluminado, Juan se paseaba de lado a lado y llegaba a


dar como pequeños saltitos para acentuar las frases más importantes.
En su forma de exponer se notaba que disfrutaba con y de lo que
estaba diciendo, como si lo descubriera en el mismísimo instante en
que lo decía.
Lucio estaba seguro de que su sentimiento personal, era ahora una
vivencia plenamente compartida: todos estaban ante algo que en nada
se parecía a la figura tradicional del maestro que año tras año repite el
mismo discurso al alumnado de turno.
Pero ni siquiera Eso era lo más importante.
Lo esencial era la coherencia de que lo hablado era lo actuado:
mientras se hablaba de dirigirse a lo Propio, lo que se hacía no era
mera re- petición de conceptos intelectuales aprendidos en libros. El
Tema... era Creado por quien lo hablaba.
–Hemos dicho que todo problema se presenta en un área pero remite
a una problemática integral que abarca todas las áreas, la vida entera
del sujeto. No esperaba que en una sola reunión llegáramos a formular
cuál es esa problemática integral que hace que cada uno, haga lo que
haga, no alcance satisfacción. Pero podemos aventurarnos a dar el
paso, pues lo preguntado por ustedes dice que recorrimos lo suficiente
como para decir ahora explícita y directamente que el Problema único
y central del estado normal de todo ser humano es que hace, siente,
piensa y vive... vacío de Sí Mismo.
Y lo más grave, es que ni siquiera lo advierte.
Como los gustos, las ideas o los sentimientos le surgen desde su
interior... cree que eso, por venir desde adentro, es propio. Claro que si
eso fuera así, entonces las computadoras –que también responden de
acuerdo a lo que les viene “desde adentro”– estarían dando respuestas
propias y en lo que hacen estarían formulándose a sí mismas.
El ejemplo, en realidad, es tan exacto que llega más lejos, pues per-
mite comprender que la única forma en que un humano puede
diferenciarse de una máquina es dando respuestas propias. Pero lograr
eso le exige descubrir y reconocer que lo que hace, en su estado
natural y normal, jamás le es Propio.
Del mismo modo que una computadora da respuestas que le fue- ron
previamente programadas, el ser humano responde con ideas,
sentimientos, actos y pasiones que le fueron programados. Y no es una
metáfora, se trata de algo tan exacto que hoy hasta se sabe cuándo se
efectúa tal programación. Según Freud, el yo se constituye entre los
primeros tres y siete años de vida. De las respuestas que sean
“cargadas” durante esos años, dependerán todas las siguientes etapas
de la vida de un ser humano. Años en los que, de todos modos, no
estará haciendo algo diferente de lo que haría una computadora
programada para reaccionar de tales modos ante cuáles estímulos.

El auditorio quería encontrar cómo refutar lo escuchado. Pero lo


hablado también provocaba que ahora fuera obvio lo que al principio
ni siquiera hubiera sido sospechado: ese intento que surge
internamente tratando de que el sujeto refute algo aunque no tenga
argumentos que se lo posibiliten... es precisamente lo programado
tratando de defenderse. Aunque la pregunta se imponía sola: si se está
vacío de lo propio ¿...a quién está tratando de “defenderse”?

–Súmenle a esas respuestas programadas que emergen desde el in-


consciente, las tendencias y respuestas genéticas que surgen desde el
organismo mismo... y tendrán el panorama completo de cuál es el
problema, y subrayo el singular, del ser humano: cada persona vive
una vida escrita por otro, sin saber que cada vez que actúa, sólo está
desarrollando la puesta en escena de eso que le fue escrito.
Claro que eso se autoprotege... incluyendo en el programa las
instrucciones necesarias para que el sujeto crea que está obrando él
mismo.
Y el resguardo final de tal autoprotección es asegurarse de incluir
las instrucciones para que, en cuanto alguien trate de salir del
programa y comience a interesarse en tener respuestas propias, sea
visto por todos los que comparten el programa como alguien egoísta,
problemático y peligroso para la sociedad y el sistema.
Ante tal autodefensa del programa básico en cada uno, es
imprescindible que se recuerden a sí mismos que no estamos haciendo
metáforas: el psiquismo humano, en su estado natural, se asemeja a
una computa- dora... hasta el punto de incluir un “teclado” con letras:
Palabras Claves que detonan respuestas predeterminadas, exactamente
como una computadora.
Pero ustedes acaban de acceder a la clave que vence a la
autoprotección del programa de su disco duro: no importa de qué
prefieran hablar: inconsciente, genética, karma, designios astrológicos
o simplemente de la voluntad de Dios... están hablando de lo mismo:
las respuestas, los gustos, las ideas, las tendencias y toda inclinación
normal que puebla a diario la vida de cada humano está viniendo desde
otro. Lo ubiquen en las estrellas, en los genes, en las vidas anteriores o
en lo más abstracto que se les pueda ocurrir, están diciendo lo mismo:
el ser humano está determinado desde otro lugar. Entonces, por
definición, nada de eso es Propio. Y así como en la historia cada rama
que mencioné intentó su camino para lograr lo Propio, en la actualidad
el camino del que disponemos en Occidente, a través del cual se
constituye eso propio, es el Psicoanálisis. Por eso es un camino que
conecta con lo más avanzado de las culturas más avanzadas que
paradójicamente, son las Originales del planeta. Pero lamentablemente
eso no es lo que viene a buscar quien sólo quiere hacer un curso
introductorio de Psicoanálisis.

Juan, viendo que varios se disponían a contestarle, agregó entre


risas:
–Hacemos grandes progresos. Hoy, al principio, aceptaban que se
les dijera cualquier cosa sobre ustedes, pero ahora parecen interesados
en responder por sí mismos. Lo lamento, pero ya no hay tiempo. Es lo
que pasa cuando se cae en esperas. Pero si realmente les interesa esa
otra parte, seguramente lo hablaremos en otra reunión... Aunque debo
advertirles algo, no se vayan: todo, absolutamente todo, va a tratar de
frenarlos en esta primera reunión. Lo interno y lo externo intentará
interponerse en sus caminos para que no pasen de este inicio. Es una
ley universal y milenaria: cuando alguien se dirige hacia sí mismo, el
mismo mundo del Otro que luego se encontraría limitado ante quien
crecería, tratará de frenarlo en su estado inicial, en su estado de niño.
No se crean una excepción, la ley también intentará ejercer su límite
sobre ustedes para que no crezcan. Pero hay un antídoto: hagan lo que
se dijeron que van a hacer. Por nada de este mundo... y especialmente:
“del otro”, se distraigan de preguntarse por lo Propio en lo que
piensen, hagan y sientan. Eso... es suficiente.
Aunque a cada uno le pareció insólito, la concurrencia estalló en un
aplauso. La sensación general era la de haber asistido a algo único,
crea- do ese día, diferente a cualquier “clase”; como la obra de un
artista.
Lucio se sentía extraño, como si hubiese soñado... o despertado
después de un largo sueño. Lo asombró descubrirse pensando cómo
iba a hacer para no mojarse camino a su hotel y se sonrió al advertir
cuán poco tiempo fue necesario para darle la razón a las palabras de
Juan acerca de que todo iba a tratar de distraerlo. Por eso, más
divertido aun le resultó la corroboración de que tal preocupación era
una maniobra de distracción: bastó salir a la calle para ver que,
segundos antes, había parado de llover.
V

No se conocía así de contento.


Sólo lamentaba no tener con quien hablar de lo muy afortunado y
sorprendido que se sentía ahora por vivir eso mismo que, en un primer
momento, casi lo había hecho desistir de su viaje: el inesperado curso
de Psicoanálisis.
Pero no se trataba sólo del tema. Había algo más, que a él le tocaba
y sorprendía en forma personal. No entendía por qué, pero cada vez
que pensaba en lo hablado por Juan, concluía pensando en aquel
terrible sueño que había tenido justo antes del incendio. Cuanto más lo
pensaba, más comenzaba a ver un fino entramado que relacionaba eso
que había visto aquella noche –sea lo que sea– con lo enseñado por
Juan en la primera reunión: alguien que se interesa por lo propio, por
alcanzar lo máximo de sí mismo, y –tal como en la clase también fue
advertido– es por Eso acusado de egoísta y orgulloso.
...Y no sabía qué le impresionaba más, si el tema en sí mismo o la
casualidad de ese entramado.

Hubiera preferido que el teléfono de la habitación no sonara justo


cuando comenzaba a ver con claridad esa relación.

–Hijito?... por fin! No te has comunicado en estos tres días. Cada


vez que te llamamos nos dijeron que no estabas, que no sabían a qué
hora regresabas. Llegamos a pensar que estarías volviéndote.
–No... todo lo contrario, madre: me anoté en un curso y recién llego
de la primera clase. Estoy muy contento, pienso que voy a aprender
mucho y me va venir muy bien.
–Hijo, tu padre y yo estamos muy orgullosos y nos alegra mucho
que estés contento. Pero no te sientas obligado. Estuvimos pensando y
tienes razón... tres meses sin estudiar en serio, dando vueltas por ahí es
mucho tiempo. Ya bastante vas a tener que estar lejos cada año durante
los meses de clases.
–Les agradezco de verdad que se preocupen por mí, pero no hace
falta. Ya está todo resuelto. He conseguido un curso que me gusta de
verdad. No va a haber problemas.
–Eso es cierto: no va a haber problemas... porque tenemos una gran
sorpresa para darte! A tu padre lo llaman de la Casa Central del labora-
torio, en Europa, por los estudios sobre las hierbas que está
terminando. Y ¿...qué mejor ocasión para que conozcan a su futuro
heredero?!
Y espera para salir corriendo... hay algo más, que a ti te interesa casi
tanto como el laboratorio: como sabes, ya empieza el Mundial de
Fútbol... ¿cómo era, viejo? Ah, sí, Francia’98. El último del milenio!
Pensamos que te mereces que te enviemos el pasaje a Francia y así
aprovechar estos meses para estar juntos allá. Nos quedamos muy mal
por cómo te pusiste con lo del incendio y se nos ocurrió esta idea para
que estemos bien, como antes. Además, con lo que a ti y a tu padre les
gusta el fútbol... es perfecto, no puedes negarte.

La sola idea de conocer Europa en cualquier otro momento de su


vida lo habría hecho saltar de alegría. Y mucho más aun pudiendo
participar de un evento que, hasta entonces, sólo había visto por
televisión.
Pero pensar que estaría sellando su futuro en el laboratorio... como
sucesor de algo con lo que estaba completamente en desacuerdo, le
resultaba tan molesto como la cuestión que en realidad primero saltó a
su mente cuando escuchó la novedad: la “gran sorpresa” de sus padres,
se convertía en la peor noticia que había recibido en mucho tiempo,
por un motivo superior... esa misma mañana había sentido, por primera
vez en su vida, estar en el lugar exacto en el momento exacto.
Sensación que le había causado tanta plenitud desconocida... como
culpa largamente conocida le causaba ahora la certeza de no recordar
haber escuchado jamás tan alegre a su madre.

–Lucito ¿...estás ahí?


–Madre, es que no creo que pueda. Si me voy ahora pierdo la
cursada.
–Siempre tan responsable. Pero dice tu padre todos los años los
cursos empiezan de nuevo y son siempre lo mismo. En cambio
Francia’ 98 es una sola vez en la vida. De algún modo podrás
arreglarlo.
Además... ¿no dejabas el colegio cuando querías irte de
campamento con tu abuelo?
–Es distinto, allá todos conocían al Na... al abuelo, y en realidad
era él el que iba a hablar y siempre lograba arreglar todo.
– ¡Acabo de enterarme! ¿Ves que teníamos razón cuando...
–Está bien, madre, veré qué puedo hacer. No les prometo nada, pero
trataré.
–Y si no lo logras... puedes hacer tu cursito cualquier otro año. No
he querido que lo sepas, pero tu padre... no está del todo bien. A él
también le afectó mucho lo del incendio. Sólo logró alegrarse cuando
sacó los pasajes. ¿Te había dicho que ya los sacó, no? Ponte contento,
no te vas a arrepentir.

No tenía sentido seguir hablando, siempre ocurría lo mismo: bastaba


que apareciera el Nagüelo en la conversación con sus padres para que
él perdiera. Todo lo que dijera, sistemáticamente, sería usado en su
contra.
Al término de la siguiente clase, que había sido mejor aún que la
anterior, cuanto más encantado estaba por lo que había escuchado...
más desencantado se sentía.
Cada alumno llevó al aula su bagaje de preguntas para convencer a
los demás de que “ lo que yo hago sí que es propio”.
Fue una verdadera función de magia ver cómo Juan lograba
desarmar cada argumento.
Le recordaba esa extraña especie de Artes Marciales, el “Combate
del Guerrero”, que le enseñaba su Nagüelo:
Nunca gastes tu energía en tirar golpes. El golpe que te tira quien
quiere derrotarte, es el golpe que él teme. Le parece temible y por eso
trata de asestártelo a ti. El Poder del Guerrero consiste en que el
golpe que le tiran recaiga sobre quien se lo tiró.
Y Eso... no sólo se refiere a patadas y puñetazos. Pronto
descubrirás que ese, y no otro, es el modo de salir airoso de
cualquier enfrentamiento.

Albergaba oculta la esperanza de que la segunda clase no fuera tan


buena como la primera... que incluyera un buen motivo para
convencerse de que no era tan terrible perder la cursada. Pero sabía
que el golpe que trataba de tirar contra el Curso, ahora recaía sobre él.
No había chance. Tendría que hacerlo.
Luego del aplauso final, que parecía empezar a transformarse en
costumbre, se demoró calculando que el salón estuviera casi vacío.
Juntó todas sus fuerzas y finalmente se animó:
–Señor Juan, ¿puedo hablarle un minuto?
–Les dije que pueden llamarme Juan... ¿Y cómo sabés que va a ser
solamente un minuto?

El tono jocoso aflojó a Lucio.

–Tengo un problema –dijo sonriendo–: sus clases me están gustando


mucho.
–¿Eso es un problema?
–Bueno, no... Pero en realidad, sí. Tengo que hacer un viaje. Es un
mes nada más, pero no quiero perder la cursada ni sus clases. No sé
qué hacer; viajé especialmente para estudiar, y ahora...
–Un viaje te unió y un viaje te separa. Lo mismo que une, separa;
exactamente como lo enseña el Psicoanálisis.
–Pero es que yo no quisiera separarme.
–No me dijiste adónde tenés que viajar ni para qué. ¿No puedo
saberlo?
–Es que me da vergüenza, es una estupidez.
–No hay mayor estupidez que conservar una estupidez, ¿no te pare-
ce? Si es una estupidez, ¿por qué no la dejás salir?... Y la boca es un
buen agujero de salida.
–Está bien, nunca lo había pensado. Se trata del Mundial de Fútbol.
No sé si usted estará muy enterado, porque el fútbol no es cosa de
Psicoanalistas, pero tal vez esté al tanto de Francia ‘98.
–Por supuesto que sí... ¿quién dijo que yo soy solamente
psicoanalista? –sonrió y le puso una mano sobre el hombro. Luego,
con la mirada hurgando en sus ojos, agregó–: no dijiste que vos querías
ir, sólo que tenías que ir, ¿cómo es que uno “tiene” que ir a un
mundial? ¿Sos periodista o futbolista?
–No, ojalá –interrumpió Lucio.
–Pensé que querías ser universitario, no futbolista.
–Sí, es cierto, no sé por qué dije eso... Mis padres me invitaron.
Como ellos se quedaron en el pueblo, ahora no nos vemos nunca.
Entonces pensaron que viajando a Francia podíamos tener un lindo
reencuentro y un mes para compartir, y tienen razón.
–Bueno, me contaste lo que quieren tus padres; parece que eso te lo
sabés de memoria. De hecho, parece que lo tenés mucho más claro que
lo que vos mismo querés, porque de Eso seguís sin decir una sola
palabra. Tal vez en otro momento quieras hablar... vos. No tengo
tiempo que perder.

Juan comenzó a retirarse del salón. Lucio no sabía si la charla había


terminado o debía seguirlo para continuarla mientras caminaban. Pero
lo que sí sabía, es que esa sensación no le era desconocida. De
quedarse así, iba a sentirse tan mal con él mismo... como cuando se
quedaba sin responder ante sus padres.
Apuró unos pasos para alcanzarlo, y habló tan alto que él mismo se
sorprendió:

–Pero no me contestó...
–¿Dónde estuvo tu pregunta?
–Yo quiero saber si...
–Ah, grandes progresos: vas a decir algo que Vos querés –se detuvo,
su tono divertido se tornó desafiante–. ¿O lo que ibas a decir es que
querés saber si podés hacer lo que tus padres quieren que hagas?
¿Querés saber si acá te vamos a admitir que faltes un mes sin por eso
perder la cursada, así tenés licencia para hacer lo que otro quiere que
vos hagas?
Ahora, si me permitís, tengo que hacerte una pregunta yo a vos:
¿dónde estuviste estos días mientras yo hablaba en el frente de la
clase? Tal vez ya te habías ido de viaje con tus padres... ¿o es que, en
realidad, seguís en tu pueblo, así no se angustian de que estés tan
lejos?
Nunca en su vida, ni en la discusión más acalorada con sus padres,
Lucio se había sentido tan infantil, básico y absolutamente desarmado.
Sintió que Juan lo agredía, que le hablaba de un modo
innecesariamente duro, que se burlaba. Mejor hubiera sido no haberse
acercado a preguntarle nada.
Decidió escaparse y no volver nunca más.
VI

–¿Te acuerdas cuando aquella vez, rojo de rabia llorabas


profiriendo todos los insultos que ya, pese a tus pocos años, habías
aprendido? Te había indignando no poder darme un solo golpe a lo
largo de todo el Combate del Guerrero que trataba de enseñarte, y
tenías el brazo sangrando por los rasguños que el machete te había
causado.
Ese fue el día en que tus padres comenzaron a enojarse conmigo.
Querías aprender el combate, pero... ¿piensas que de verdad
hubieras preferido que Eso te sea regalado?
Yo también había tenido que pasar la misma prueba... siendo aún
más joven que tú. ¿Cuál hubiera sido la verdadera e imperdonable
humillación? ¿Exigirte como no suponías que pudiera hacerlo, o que
yo te engañe haciéndote creer que tu preparación ya era suficiente?
¿Hubieras soportado que yo te subestimara de ese modo?
Y lo más importante ¿...qué hubiera pasado con vos?
Lo que sí sabemos, es lo que pasó después de que escapaste.
Tal vez hayas preferido olvidarlo –o dudar, como te han enseñado a
hacer ahora, de que Eso haya existido–. Pero yo no me olvido de que
caíste enfermo y aunque el médico decía que no tenías nada, tu
vitalidad disminuía día a día. Tanto, que finalmente... sólo te
conformabas con ir al colegio.
Como tus padres, todos se fueron acostumbrando a eso... y hasta
comenzaron a sentirse día a día más tranquilos: el nene era por fin
como todos los demás. Y con el premio extra de que el Nagüelo ya no
podía seguir contándole sus locuras de indio primitivo.

Y también sé cómo terminó todo eso.


Un domingo de tarde, fuiste a darle de comer al Aguilucho que
tiempo atrás habíamos salvado de morir.
Jamás había ocurrido antes, ni jamás se supo que volviera a
ocurrir... pero su ataque casi te cuesta un ojo.
Tus padres decidieron que había que matarlo... Y con eso,
matarían lo último que te quedaba del Nagüelo. Tomaron el
machete y se dirigieron al vivero, mientras tú te quedabas
llorando en tu cama.
Pero de pronto, Algo en Vos mostró que eras Distinto.
Pese a estar herido, te moviste con una vitalidad que hacía semanas
no tenías, les ganaste la carrera y llegaste antes. Nos sabías por qué,
pero tenías que impedirlo.

Pero no había grito ni llanto que pudiera hacer cambiar la decisión


de tu padre.
Hacía tiempo que yo no iba a la casa grande; me acerqué porque
tus gritos me hicieron pensar que algún ladrón aprovechaba la tarde
de domingo para robar.
Cuando entré... eras lo único que había entre tu padre y el
aguilucho.
...Y eras lo único que había entre el aguilucho y la muerte.

Me pidió, me ordenó, que no me metiera. Me preguntó si todavía no


estaba conforme con lo que había hecho.
No le iba a hacer caso, pensaba interceptarlo para defenderte
...pero eso no fue necesario. En cuanto me viste, te secaste las
lágrimas y con una serie- dad que yo no te conocía, anunciaste,
chiquito como eras, que al Aguilucho lo ibas a defender Vos.
Mirabas a tu padre a los ojos como tal vez nunca más volviste a
hacerlo. Entonces le dijiste que a ese aguilucho ya lo habías salvado
una vez y que de ser necesario lo harías nuevamente.

Tu padre se quedó paralizado.


Advirtió que lo que estaba en juego no era la vida del aguilucho...
sino la de su hijo; porque si quería matarlo, primero iba a tener que
matarte a ti.
Retrocedió, me miró como pidiendo una explicación, tiró el cuchillo
de monte y se marchó sin decir palabra.

Nunca volvió a hablarme. Desde ese día, tus padres jamás me


perdonaron.
Yo jamás supe qué era lo que tenían que perdonarme.
Pero tú te habías enfrentado a lo que antes habías evitado. Y habías
salido victorioso.
No le ganaste a tu padre... le ganaste al niño que había en ti.

Aquello de lo que habías escapado, te persiguió durante


semanas... y te habría perseguido toda la vida, y todas las vidas,
si no lo hubieras enfrentado.
Desde ese día, nosotros volvimos a estar juntos. Como antes, mucho
más que antes. Y pude enseñarte lo que era necesario que aprendieras.

También pude, por primera vez... hablarte del Faro. Y poco


después, darte La Rueda.
Y ahora ¿...otra vez vas a escapar?
Lucio despertó llorando. No era el llanto de un niño... era el llanto
por la muerte de ese niño.
Apretó con todas sus fuerzas la Garra que llevaba colgada en el
pecho, como intentando retener a su Aguilucho... que como un
símbolo de lo que vendría, finalmente murió en el primero de los
incendios de la Reserva.
Todavía en la cama, en estado semionírico, algo más creyó escuchar.
Era la voz del Nagüelo, proviniendo desde algún lugar:

El Aguilucho es ahora Tu Águila Guardián.


En los Momentos Decisivos de Tu Vida, Háblale y dile lo que
Quieres.
Él verá los Caminos por donde Llegar a Eso.

Ahora Escuchaba Su Voz como habitando todo el lugar, Todo Lu-


gar.
VII

–¿Ustedes saben por qué están hoy aquí?

La diferencia en tan pocas reuniones era conmovedora. Ahora


prácticamente nadie aceptaba quedarse en silencio. Cada uno esbozaba
sus respuestas, las que sistemáticamente eran reubicadas por Juan bajo
las claves del Inconsciente que iban develando en cada clase.
–Todos los que hablaron se refirieron muy claramente a los motivos
que los trajeron aquí. Ahora pensemos... para que esos motivos hoy
puedan converger y estar ahora en este lugar, la cantidad de cuestiones
que tuvieron que entretejerse, creando un entramado oculto que
establece infinitas conexiones y a través del cual todos nos
desplazamos, caminando sobre los senderos que ese entramado va
tejiendo.
¿Qué hubiera pasado si el auto, justo hoy, se descomponía en la
mitad del trayecto o si el colectivo pasaba diez segundos antes de que
ustedes llegaran a la parada o si un ladrón los asaltaba? ¿Y si se
producía un choque que desplazaba un auto hasta atropellar a alguno
de ustedes? ¿O simplemente hoy se desataba un diluvio que anegaba
las calles?
La lista de casualidades favorables necesarias para lograr concretar
algo puede ser, literalmente, infinita. Permítanme decirles que ustedes
están todavía tan lejos de ustedes mismos que ni siquiera saben por qué
están hoy aquí...
Cada uno de ustedes está hoy aquí... por la más pura casualidad.

El tono de broma no evitó que el auditorio se inquietara por el


enfoque. Nuevamente, el planteo inicial sorprendía más por lo que
ocultaba que por lo que mostraba.

–Y permítanme ir más lejos aún: si ustedes están hoy aquí, es


porque les interesa el Psicoanálisis. ¿Y por qué llegó a entrar el
Psicoanálisis en sus vidas?
Por supuesto: ...por casualidad.
Se necesitó que tal libro cayera en sus manos, o un tío que les
hablara del tema, que vieran justo aquella película psicologista o
nacieran de padres ya interesados en la cuestión, o que de todos los
cartelitos posibles ofreciendo cursos, justo vieran éste y que sus
tiempos de cursada se acomodaran.
Se oculte lo que se oculte detrás de cada elección... lo primero que
se oculta es una casualidad.

Le dolía admitir que Juan tenía razón: si no hubiera sido porque


casualmente esa noche tuvo aquel sueño... ahora no estaría allí.
De hecho, no había podido apartarlo de su mente. Le resultaba
extraño que el Nagüelo lo tuteara. Sólo hacía eso en situaciones
extremas; exactamente al revés de su padre.
Le intrigaba pensar qué podría decirle de eso un Psicoanalista
como
Juan ¿...Debía interpretar que estaba en una situación extrema?

–Basta advertir que todo aquello que cada uno considera más
importante en su vida, indefectiblemente está apoyado en una
casualidad, para comprender, entonces, por qué Freud, Lacan y Jung
tuvieron que ocuparse tanto del tema.
Para que alguien se haya casado con tal persona fue necesario que
algún encuentro casual los conectara. Si aquella noche no hubiesen ido
a bailar a ese club, o si en la facultad no les hubiese tocado el aula don-
de justo estaba “ella”, ninguno se habría casado con quien se casó. Del
mismo modo, para elegir la profesión que eligieron o para trabajar en
lo que trabajan, a lo cual le dedican tanto tiempo y energía, también, se
precisó una casualidad. Si ese día en el que salieron a buscar trabajo
decidían comprar otro diario, o si no pasaban por donde estaba ese
cartel, si justo no miraban hacia ahí o si no hubieran tenido el contacto
que los propuso en tal o cual empleo, hoy dedicarían porciones tan
importantes de sus vidas a cuestiones totalmente diferentes.
En cuanto el tema es sacado a la luz, de inmediato se torna
fascinante descubrir que... la casualidad es el factor central y clave de
todo lo que ocurre.
Y cuando digo todo, quiero decir todo... desde el nacimiento hasta la
muerte.
No sólo la evidencia de las cantidades de muertes que por capricho
del azar se producen cada minuto... que permiten decir que si ustedes
ahora están vivos es por pura casualidad; sino incluso hasta los
descubrimientos más recientes que obligaron a la genética a aceptar
que las mutaciones se producen teniendo al azar como factor central...
lo cual permite decir que si ustedes tienen dos brazos y una boca, y no
al revés, también es por pura casualidad.

El tema planteaba cierta comicidad que lo volvía agradable. No


tenía ese matiz desafiante de las clases previas... Al menos por el
momento.

–Todas las culturas Originales, fundadoras de la humanidad se


apoyan en mitos, los cuales siempre asignan un factor de importancia
central a la casualidad.
Tan central que va más allá del rol que conscientemente le asignan,
como podremos verlo en Edipo, un mito capital para la formación del
psiquismo humano... en el que todo, finalmente, dependió del azar.
Es cuando se activaron las casualidades que se desencadenó lo más
determinante y central de la historia: si Edipo no hubiese sido
encontrado casualmente en el monte Citerón por unos pastores que se
apiadaron de él cuando su padre Layo lo había mandado a matar
siendo un bebé... el que luego iba a ser el protagonista, habría muerto
en la primera escena y no habría habido tragedia griega.
Azar desde el nacimiento y azar hasta en la muerte: ya adulto, Edipo
se cruza con Layo, comienzan a pelear y el hijo mata al padre... todo a
partir de que se chocan casualmente en un cruce de caminos.
Aunque suene irónico –y de hecho lo es– vale pensar que si los
pastores no hubieran estado en Citerón o si Edipo hubiera pasado por
el cruce de caminos un minuto antes que Layo... Sófocles se habría
queda- do sin su historia y Freud sin su famoso complejo.
El azar tiene un lugar tan central –tanto en los mitos y la historia
como en lo más cotidiano del hombre– que hasta le debemos muchas
de las cuestiones que salvan nuestra vida a diario: desde la penicilina
hasta la anestesia o los rayos x... pasando por el maravilloso cóctel
daiquiri. Sin dudas, estamos ante uno de los temas más determinantes
que puede abordar el ser humano.
Juan hablaba más contenido, como si escondiese algo valioso que
sólo mostraría al estar seguro de que el momento de hacerlo había
llegado.
Lo que parecía tener una incidencia ínfima en la vida cotidiana –el
número que saldría esa semana en la lotería, por ejemplo– ahora se
manifestaba en el centro de la vida humana, tanto en lo cotidiano como
en lo trascendente.
–Pero respecto de las culturas Originales, hay algo mucho más
esencial: El Lugar que le asignaban al Azar y a la Casualidad era tan
central... que estaba reservado como Canal de Comunicación Directa
con los Dioses.
Por muy sorpresivo que resulte: todos los sistemas de consulta a los
dioses están basados en el azar y la casualidad.
Trátese de leer cómo caen cincuenta tallos de milenrama en la
consulta al I Ching; de interpretar la disposición de las cartas en el
Tarot; de ver el orden que toman las Piedras Rúnicas al ser revoleadas
por el aire o de cualquier otro sistema, siempre... Lo Divino se expresa
a través del Azar.
Entonces el tema ni siquiera “se limita” a ocupar el centro de la vida
de cada humano y de la humanidad en conjunto... pues la casualidad
trasciende la vida misma y conecta al Hombre con lo Divino.
Y es para subrayarlo: el azar no sólo nos pone en contacto con las
cuestiones más “divinas” de la vida... también nos conecta con lo
divino.

El auditorio parecía debatirse internamente entre resistirse al


enfoque o entregarse a aceptar el encanto de lo que escuchaba.

–El tema es tan vasto que nos obliga a ir desde las culturas
fundamentales y sus mitos constituyentes hasta lo más avanzado de las
investigaciones científicas, que en la actualidad tiene nombre y
apellido: Física Cuántica.
Si vinieran extraterrestres a preguntarnos qué es lo máximo que
podemos mostrarles que haya alcanzado la ciencia de la que tan
orgullosos estamos los humanos, difícilmente algo se lleve más puntos
que la Cuántica. Se trata de una disciplina hasta ahora jamás
descubierta en un error de concepto. Todas sus predicciones se han
cumplido y, hoy por hoy, es sencillamente imbatible... Hasta el
mismísimo Einstein se vio en irresolubles aprietos cuando quiso
contradecirla.
Si Juan quería que el auditorio resolviera el debate interno... ya lo
había logrado, y con creces.

–Posiblemente alguno (nunca falta alguien que sobra, como decía


ese curso de Filósofa Aplicada llamado Mafalda) estará
preguntándose:
¿En un seminario de Psicoanálisis se hace necesario hablar de Física
Cuántica?
En ese caso, vale tener presente que Freud, Lacan, e incluso Jung, se
encargaban en forma continua y evidente de integrar al Psicoanálisis lo
más vanguardista de las ciencias. Es triste ver el estancamiento en el
que cayó el psicoanálisis desde la muerte de Lacan, el desinterés que
produce actualmente y el desprestigio que lo invadió en todo el mundo
y en todos los ámbitos donde se lo nombra. Aunque corrijo... en todos
los ámbitos menos en el del psicoanálisis ortodoxo: el único que no se
da por enterado de que han convertido al Psicoanálisis en algo tan
poco interesante y plagado de estribillos, que ha quedado aislado por
completo de su concepción original y revolucionaria.
Es el psicoanálisis de esos psicoanalistas el que agoniza en todo el
mundo. Así que no se preocupen si nos aventuramos en territorios
cien- tíficos que esos mentores de un psicoanálisis moribundo ni se
atreven a suponer...
Pero vale mencionar que recíprocamente, por su parte las ciencias
no sospechan cuánto necesitan del Psicoanálisis para poder seguir
avanzando.
En la actualidad, todas las disciplinas científicas son temporalmente
posfreudianas... pero evolutivamente prepsicoanalíticas: sencillamente,
no alcanzan todavía a comprender qué es el Psicoanálisis.
Y los psicoanalistas ortodoxos son los primeros responsables de
eso.
Las dos tendencias internas corrieron su eje, debatiendo ahora al
auditorio entre una rara mezcla de temor por enfrentar lo ortodoxo
establecido, constituido y aceptado... y un claro orgullo por eso mismo.
–La solución ante el estancamiento, tal como demostraron a lo largo
de su enseñanza Freud, Lacan y Jung, es la Integración. Y Eso es lo
que haremos, sin temor de acudir a las disciplinas científicas más
avanzadas, comenzando hoy por sus conceptos más básicos; que de
inmediato des- cubrirán que envían directa y sorpresivamente... al
psiquismo humano.
El Primer Postulado que podemos ver del universo que describe la
cuántica consiste en un Entramado que, si bien permanece oculto a la
percepción, interconecta de modo conmensurable todos los elementos
de un sistema, sin importar la separación física que medie entre esos
elementos ni el tiempo transcurrido desde que se han “separado”.
Y lo que eso en sí mismo significa... ya es suficiente como para
tener que reformular el Universo: pues que dos elementos de un mismo
sistema tengan un entramado que los puede interconectar implica que
todo el universo puede ser interconectado... pues todos provenimos del
mismo “sistema”, consistente en el estado inicial del Big Bang, la gran
explosión que origina el universo.
Dicho de otro modo... todos ustedes tienen canales que les permiten
estar interconectados entre sí, pero no sólo por formar parte de este
mismo sistema –esta clase– sino que participan de un entramado que
los puede interconectar con cualquier persona que no esté hoy aquí, la
hayan conocido alguna vez o no, y a pesar de la distancia a que se
encuentre. Incluso, tal entramado o red no se limita a personas; todo
elemento que haya formado parte de un mismo sistema puede
conectarse a través del entramado y del sistema originado en el Big
Bang del que proviene todo.
Y ni siquiera el todo es el límite; no sólo no importa la distancia,
sino tampoco el tiempo transcurrido desde que dos elementos se
separaron: siguen interinfluyéndose mutuamente y pueden conectarse
por el entramado o red universal.
Y acá entramos en lo que nos interesa: no hay cuestión que ocurra o
haya ocurrido (los acontecimientos que aún no han ocurrido los
dejamos para otra ocasión) con la que cada uno de ustedes no pueda
conectarse; aquí y ahora, cuando lo deseen.

Parecía sobreentendido que la resistencia era a aceptar que tal


desarrollo... estaba siendo hecho desde la Ciencia, y no desde el
Misticismo.
Pero si nadie se atrevía a cuestionar ese modelo de universo que les
era propuesto, se debía precisamente a que se trataba de un modelo
científico.
–Ustedes y la fuerza del mar, la llegada o no de una tormenta, la
luna, cada planeta o estrella, cada animal, insecto o planta del planeta y
hasta el mismísimo Sol pueden conectarse. Pero también... ustedes y
las pirámides de Egipto, Cristo, Lucifer, Buda y cada guerra y cada
batalla de la historia.
El sobresalto repentino en Lucio, fue proporcional a su certeza de
haber escuchado mal...
Conceptos tales como conectarse con la tormenta, sólo podían
tenían lugar entre indios.
Conceptos tales como conectarse con Lucifer, sólo podían tener
lugar entre sueños.
...Y ninguno de esos conceptos podía tener lugar entre
universitarios.
– ¿En qué varía la vida de cada uno al enterarse de eso?... Eso ya
de- pende de lo que cada uno quiera variar de su vida: si alguien puede
conectarse con el tigre, también puede hacerlo con su habilidad, su
fuerza, su valor; y puede hacer uso de eso del mismo modo en que usa
su propio brazo derecho, pues forma parte del mismo sistema. Si
alguien conecta con las pirámides, puede saber lo que le sea necesario
de la historia, el uso, la construcción y de cada secreto al que desee
acceder. La verdadera historia de Cristo puede ser reencontrada
directamente por cada uno, sin depender de lo que evangelistas, papas
y reyes decidieron. Si uno se conecta con la tormenta, puede entonces
hacerla presente o alejarla de acuerdo con lo que sea armónico con ese
sistema formado entre uno y la tormenta. Y cada fuerza, cada energía,
cada dato y cada elemento que se desee están al alcance de cada uno,
si cada uno hace uso de su canal de conexión con Eso.

La revolución en Lucio, ahora no tenía atenuantes. Lo que había


decidido abandonar para ingresar al mundo científico... aparecía ahora
entre lo más avanzado de ese mundo al que quería ingresar.
Fugazmente se sintió flotar en un repentino vacío al notar que así
como el Nagüelo desde el sueño lo había impulsado a ir a la
universidad... ahora la universidad lo impulsaba a ir hacia el Nagüelo.

–El inconsciente tiene el poder de disparar el fallido, la asociación


libre y todos sus mecanismos para conectar –con una precisión y un
ingenio que la conciencia no logra siquiera suponer que es posible– lo
que está ocurriendo, con la historia personal. Así, nos hacer cumplir en
lo actual las programaciones que vienen de esa historia.
Pero si puede hacer eso... con la misma eficacia, puede disponerse
de tal mecanismo para que trabaje en favor de lo Propio, de lo que
cada uno quiere lograr: usándolo como Canal para conectarnos, a
través del entramado que se oculta en el Universo, con Eso que es
necesario para lo que queramos realizar.
Y hablando de conexiones... coincidirán en que bastó conectarnos
con un solo Postulado de la cuántica, como la Red o Entramado
oculto, para que el universo variara completamente.
Bien, precisamente de eso mismo se trata el que veremos como
Segundo Postulado Cuántico: de acuerdo a los datos que tenemos del
universo, variamos nuestro universo.
Lo cual significa la revolucionaria, desafiante e implicativa cuestión
de que... según qué concepciones tengamos del universo, será el
universo que tendremos.
Jamás lo confundan con un idealismo. Lejos de eso, se trata del
postulado cuántico que más revolucionó la historia de la ciencia: El
Observador crea el fenómeno observado... pues algo no existe si
alguien no lo observa.
Pero cuando alguien lo observe se ajustará meticulosamente a las
características que le aporte esa observación.
Por ejemplo, si se observa algo como la luz, esperando que se
presente como partícula, así lo hará; pero si eso mismo es esperado
como onda, aparecerá como tal.
Insisto, no estamos haciendo especulaciones, se trata de pura
confirmación de laboratorio.
Y se trata de Eso que nos llevará, más tarde o más temprano... a
formularnos la pregunta desde la cual se inician, en todos los tiempos,
los Caminos más Profundos de la historia de la humanidad: si el
fenómeno es creado por quien lo observa ¿cada uno está en el
universo, mundo, vida y situaciones que cada uno Crea?
Y si la pregunta es provocativa, la respuesta que cada uno de esos
Caminos da a la misma, es directamente revolucionaria: en efecto,
cada uno crea el Universo en el que vive... pero no tiene la menor
información de Eso.
Y Esos Caminos, agregan algo más: el motivo por el que cada
huma- no está encarnado en este mundo... es para precisamente
Develar Eso.

El torbellino de conceptos produjo en Lucio el efecto que podría


tener una poderosa droga que de pronto mostrara el universo, el
espacio, las cosas y las personas danzando al compás de una misma
música.
Y quien descubre esa música... se descubre a sí mismo como el
director de orquesta de ese universo danzante.
En total armonía con esa danza, reconocer que no le era posible
diferenciar lo que estaba escuchando en nombre de las concepciones
más modernas de la ciencia y lo que recordaba eran los conceptos que
su Nagüelo le transmitió... producía en Lucio el mismo vértigo
irrefrenable que sentía cuando danzaban juntos.

–Y estamos otra vez en nuestra primera clase; sólo que ahora avala-
dos por la disciplina científica más moderna de la que disponemos los
humanos.
Cada uno está tan ausente de su propia vida, que no sabe que todas
las cuestiones con las que se encuentra... son producto de que eso con
lo que “se encontró”, está primero en su mente.
De todo aquello del universo con lo que podría conectarse, atraerá
sólo eso que ponga en su mente. Pues eso, al ser observado mental-
mente... es creado en ese universo por el mismo sujeto que lo observa.
¿Cómo? ...Simplemente aparece en su universo, de pronto ingresa en
su vida.
Y eso equivale a decir que la conexión se produce... por
Casualidad.
Cada encuentro casual, en consecuencia, es producido por la mente
de quien se encuentra con eso. Pero la mente... es inconsciente en la
mayoría de sus contenidos. Y pueden ver entonces por qué la
cuántica... necesita del Psicoanálisis.
En cada fenómeno del universo hay un dedo que señala directa-
mente hacia quién “se encontró” con eso, pues eso entró en el universo
porque alguien lo observó.
Ese mecanismo por el cual la mente atrae “afuera” lo que contiene
en sí misma, se llama Polarización, y es la base de cada uno de los
fenómenos determinantes de nuestras vidas. Pues todo lo que
encontremos dependerá de que podamos poner en nuestras mentes lo
que queramos poner, es decir, de que podamos Habitar nuestras
mentes... o sea, Apropiarnos de nosotros mismos.
Como nadie en su estado natural sabe qué contenidos hay en su
mente –porque está habitada por lo que otro puso ahí– no se puede
reconocer que lo que “se encontró” a través de la casualidad es lo que
ya tenía en su mente.
Así... se vive como el más primitivo de los hombres, que al pasar
ante el espejo de agua ni siquiera puede suponer que eso que ve ante
él, es él mismo.
Y algo más importante aún: si eso con lo que nos encontramos por
casualidad está polarizado por nuestra mente... entonces cada
encuentro casual va trazando un mapa indicador de qué contenidos
hay en nuestra mente.
Ese mapa es una brújula que señala si se está siendo habitado por
uno mismo o si uno está siendo dirigido por los contenidos que otro
nos puso en la mente.
Dicha brújula es un verdadero espejo del psiquismo, que funciona
del siguiente modo: si eso con lo que por pura casualidad uno se
encuentra en su vida cotidiana es compatible con lo que dice querer
encontrar, eso significa que uno está dirigiéndose a sí mismo. Por el
contrario, si el encuentro casual lo desvía, implica que está siendo
dirigido por lo que otro puso en su mente. Y sólo a partir de desocultar
qué contenido inconsciente está polarizando a ese encuentro, uno
podrá dirigir la propia mente y dirigirse a sí mismo... es decir, dirigir el
propio universo.
Entonces, tal como lo vimos en las Culturas Originales del planeta,
la función del encuentro casual es como la de un Oráculo donde poder
leerse a sí mismo para saber qué hay en nuestras mentes a cada
instante. Y leer eso... es leer el funcionamiento de nuestro Poder más
Divino: el poder de Polarizar.

Tal vez “polarizado” por esos dos resultados posibles que ese
maravilloso espejo del psiquismo puede arrojar, la percepción del
auditorio volvía a ser ambivalente. Por un lado, el tema era escuchado
con la reverencia de quien se descubre ante algo superior, cercano a lo
divino; por el otro, ganaba en cada uno la sensación de que no estaría
entendiendo bien, de que no podía ser que semejante poder estuviera a
disposición del ser humano. Y más aún... no podía ser que todo su
funcionamiento fuera tan simple.

–En ningún momento nuestro viaje por la física cuántica se apartó


del terreno del inconsciente; ni por un minuto dejamos de hablar de
Psicoanálisis.
Y sin embargo, el psicoanálisis se ha estancado tanto en sus
cómodas ortodoxias que ni sospecha que es la puerta de entrada a tal
universo de Divinidad Humana, donde lo más moderno de la ciencia
más moderna se encuentra con lo más básico y puro de los Saberes
Originales... que se remontan a unos doce mil años.
Pero a esta altura, se debe tener especial cuidado, pues aun con todo
lo que estamos desarrollando no es posible acceder a ese universo, y se
iría en dirección opuesta si no se comprendiera que la casualidad... no
es producto de la casualidad.
Ni por un minuto se trata de transformarnos en espectadores de la
casualidad y mucho menos aún de “seguir” las casualidades; pues si
las casualidades que seguimos nos vienen del otro... estaremos
siguiendo al otro.
De lo que sí trata el verdadero legado de esas Enseñanzas de doce
mil años, es algo tan maravilloso que el hombre habitualmente se pasa
toda su vida sin que se le ocurra que eso puede siquiera existir:
aprender a Producir Casualidades.
Aprender que cada uno vive invocando eso con lo que “se
encuentra”. Si simplemente seguimos en nuestro estado mental dado,
con los contenidos que en nuestra infancia nos han sido programados,
lo invocado por nuestras mentes será eso mismo una y otra vez... como
lo puede comprobar cualquiera en su vida cotidiana: nueve de cada
diez veces se repite la misma historia.

En medio de su perplejidad, a Lucio le pareció que cada vez que


Juan se refería a quedarse con lo dado, su mirada se dirigía
casualmente hacia el sector donde él estaba. Y no sólo hacia el sector...
sino hacia él mismo.
–Quien renuncie al estado mental infantil de seguir impulsos o res-
puestas automáticas y cada cosa que haga, cotidiana o trascendente, la
use para dirigirse a Sí Mismo, descubrirá que el universo le enviará
indefectiblemente la “alfombra mágica” con la que podrá llegar a Eso
a lo cual desea llegar.
Y no importa lo que eso requiera: se presentará; pues el universo
jamás falta a la cita. Permítanme garantizárselos, aunque de ningún
modo es necesario que dependan de la creencia en lo que yo digo.
Basta con que lo vivan, con que soporten el maravilloso desafío de leer
sus vidas como un oráculo que les develará momento a momento lo
más divino de que disponen: sus Psiquismos.
Cuando alguien se ubica desde ahí en el universo, las señales están
todo el tiempo en todas partes, y se llaman Casualidades.
De hecho... aquí tuvimos y tenemos verdaderas señales de la
respuesta del universo. Hoy ya no tenemos tiempo para detallarlas; y la
Gracia, en el sentido más trascendente de la misma, está en que cada
uno las descubra “por sí mismo”... en ambos sentidos.
Pero si quieren... pueden empezar por la extraña casualidad
armónica que la Amiga Lluvia mostró ayer: como saben, el Agua es
signo de purificación, de bautismo, de fertilidad; cuando aparece en el
comienzo de algo ya desde el Antiguo Oriente lo tomaban como muy
buena señal. El problema es que también suele producir desarmonía,
porque es una interferencia para quienes tienen que llegar a eso que
comienza.
Bien, aquí estamos, precisamente, iniciando algo. ¿Y qué ocurrió?
Lo más armónicamente ideal que podía ocurrir: nuestra amiga estuvo
presente, pero no interfirió. Comenzó a llover una vez que la clase
había empezado y terminó justo antes de que saliéramos a la calle.
Todo... por supuesto, por casualidad.
Pueden despertarse y verlo ahora mismo: son los protagonistas de
esa
Magia cotidiana llamada casualidad.
Ocurrieron muchas más, y lo mejor: seguirán ocurriendo; de hecho...
es inevitable. Y exclusivamente de cada uno depende que sean
armónicas o no.
Pueden decidirlo. Ahora mismo: Decidir que ya nunca querrán
volver a la vida desconexa y adormecida que antes aceptaban llevar.
Difícilmente se acepte beber el vino común cuando se conoció el
Buen Vino.
Difícilmente acepten volver a la concepción común de la vida
cuando ya probaron el Sabor de Vivir concientes de que absolutamente
todo Eso con lo que se encuentran... es un lugar donde encontrarse a
sí mismo.
Todo lo que se nos conecta, nos refleja. Si entra en nuestras vidas, es
invocado desde nuestras vidas.
Entonces... cada escena de cada día se transforma en puro vértigo,
magia y descubrimiento, cuando cada día es sólo el pre–texto para
escribir el verdadero Texto: el Propio.

El aplauso final esta vez fue de pie.


Y esta vez, Lucio no esperó, fue acercándose hacia el frente para
que Juan viera que él otra vez iba a hablarle... o que esta vez sí, el que
iba a hablarle era él.
Para desconcierto de Lucio y de todos, Juan lo saludó con un fuerte
y estrecho abrazo. Luego, manteniendo un brazo por sobre los
hombros de Lucio, volvió a hablar para todos en voz alta,
interrumpiendo el aplauso:

–Sólo podrá salir de las programaciones que le han realizado


durante los primeros años de vida quien mate a ese niño que en sí
mismo per- dura desde aquella edad.
El ángel detuvo la mano de Abraham cuando estaba por matar al
niño Isaac; los pastores en el monte Citerón se apiadaron del niño
Edipo; Moisés fue rescatado de morir cuando era un niño flotando en
un río dentro de una canasta; Jesús fue salvado escapando a escondidas
cuando Herodes ordena la matanza de los niños menores de dos años.
Todos los mitos lo muestran: nadie puede matar al niño. Y después...
vienen las tragedias.

La clase había terminado, pero nadie daba el menor indicio de


querer irse.

–Matar las programaciones que nos encarcelan. Eso es matar al niño


que sigue viviendo en el lugar que a Uno le corresponde Ocupar.
Por el tema que en esta reunión abrimos, era imprescindible que se
los dijera hoy. Aunque, por lo que veo que produce, no hay duda de
que vamos a tener que trabajarlo... tal vez cuando el Curso esté más
Crecido.
Nos vemos en la próxima.
VIII

Juan realmente estaba contento. Y Lucio... aún con su total


conmoción, también.
Se le hacía difícil creer que nada más unas pocas horas atrás estaba
decidido a abandonarlo todo y despedirse.
Tanto como aún le costaba creer que había escuchado bien lo dicho
por Juan en la clase. Y más aún... lo que ahora le preguntaba:

–¿Che... tenés tiempo de ir a tomar un café?


–Por supuesto. Tengo entendido que en Buenos Aires invitar a
“tomar un café” es invitar a charlar un rato; y hace días que no tengo
con quien hablar... che.
–Creía que ayer habías hablado conmigo ¿O tal vez no eras vos
quien habló?

Tan novedoso como le resultaba el porteño “che”, para Lucio era un


mundo completamente nuevo eso de sentarse en un bar y que todo lo
que se pusiera sobre la mesa fuera nada más que un pre–texto para dar
lugar al Texto realmente importante: el que se escribe alrededor de esa
mesa. En sus viajes de estudiante había visto que al ir a la mesa lo
central era la comida, no la conversación. Había estado en lugares
donde junto con la comida traían la cuenta, invitando claramente a
retirarse en cuanto se haya concluido de comer. También supo de
lugares en los que ni siquiera había mesas; se comía sobre una barra,
sobre las piernas o sobre tablas improvisadas.
Juan no imaginaba la aventura en la que introducía a Lucio por el
simple hecho de invitarlo a compartir su tan natural costumbre porteña.
Encantado e incómodo a la vez, Lucio sumaba un nuevo asombro al
ver sobre los manteles vecinos unos pocos pocillos que, aunque a todas
luces habían cumplido su función hace horas, seguían teniendo a su
alrededor a los comensales.

–Aunque tengo poco tiempo, te propuse tomar algo para que puedas
decir eso que ayer quedó inconcluso.
–Lo que yo quiero es...
–Excelente. Adelante, te escucho.
Si según explicaba Juan, el problema que se actúa es siempre el
mismo, bastaban unas pocas frases para saber si había motivos para
continuar hablando o si se estaba ante más de lo mismo.
Y de eso... dependían cuestiones determinantes de las que Lucio no
tenía idea, y de las que Juan apenas tenía sospechas.
–Bueno, yo quiero estudiar acá.
–Listo. ¿Asunto cerrado?
–No sé. Entiendo perfectamente que ayer no dije lo que quería, lo
que yo quiero. Pero anoche tuve un sueño muy raro... ni siquiera sé si
es un sueño o qué. Esta mañana vi todo más claro y hoy sí tengo mi
decisión y sé lo que voy a hacer
–¿Un sueño que te aclara las cosas? Eso sí que es interesante...
¿querés contármelo?
–No quiero quitarle tiempo, me dijo que está apurado y yo tengo que
resolver...
–Parece que para vos lo otro es más importante que tus propios
sueños. Sinceramente es una pena que me prives de saber de esos
sueños que permiten ver más claro; pero volviendo a lo otro, que
te interesa más que tus propios sueños, ¿qué es lo que todavía
tenés que resolver?
–No quiero perder la cursada con usted. Sus clases me abren la
cabeza... y me ponen frente a cosas que yo ya creía cerradas para mí.
Bueno... de eso son los sueños.
–Si un día querés contarlos, yo querré escucharlos.
–Gracias, seguramente dentro de un tiempo me voy a animar, ya que
voy a quedarme en Buenos Aires.
–¡¿...Y te vas a perder semejante viaje?! Lucio se quedó tan
callado como atónito.
–No puedo creer que después de lo que escuchaste hoy no te des
cuenta de que esta casualidad en la que te proponen cosas
incompatibles... la produjo algo en vos.
–¿El problema lo provoca algo mío? ¡Si el viaje me lo propusieron
mis padres y están a miles de kilómetros de aquí!
Juan se limitó a mirarlo. Era tan evidente que la cuestión estaba tan
cerca de lo hablado ese día, que la mirada fue suficiente para que toda
la clase se hiciera presente en la cabeza de Lucio.

–¿Algo mío?
–Como ayer viste cuando “hablamos”... no te es ajeno eso de estar
entre dos tendencias que se te presentan como antagónicas y te
interesan por igual.

Si un rayo de pura luz hubiese caído sobre Lucio, la cara habría sido
exactamente la que ahora tenía.

–¡Pero eso ...es la historia de mi vida!


Mis padres y mi Nagü... mi abuelo, enfrentados entre ellos y
tironeándome; mientras yo lo que quería era estar con los dos. La
medicina o lo indígena. Viajar a Europa o quedarme en Buenos
Aires.
No puedo creerlo. ¿Cómo no me di cuenta? ¿...Usted es mago?

Ahora el rayo había caído sobre Juan, quien totalmente


descolocado –cosa no muy habitual en él– sólo atinó a decir con
una sonrisa:

–Como te dije ayer, ¿quién te dijo que soy solamente Psicoanalista?


Si por fin estás viendo que eso a lo que te enfrentás no es más que el
mismo y único conflicto de siempre... quiere decir que de una vez por
todas estás ante la oportunidad de resolverlo en serio.
–Yo lo creí resuelto cuando vine para acá.
–¿Qué entendés por resolverlo?
–Decidirme, elegir una de las dos cosas cuando se me presentan en
dos bandos enfrentados.
–Eso es exactamente lo contrario de resolver el problema, eso es
eternizarlo... y dividir tus fuerzas. Con eso no estás haciendo más que
lo que ellos quieren de vos: que elijas a uno y descartes al otro.

Lucio clavó los ojos en la taza de café, que no había tomado para
evitar la vergüenza de seguir permaneciendo en la mesa con la taza
vacía. Aunque estaba helado, lo revolvía continuamente en un extraño
movimiento que empujaba hacia arriba lo que estaba en el fondo. Y
eso
“helado”, “revolviendo lo del fondo y mandándolo a la superficie”
podía ser simplemente un café... o el espejo de su alma.
“Tomar un café”, “ir a tomar algo”, “tomar una sesión de análisis”.
Justo en Buenos Aires, donde casualmente se nombra igual a esas
cuestiones... los bares en seguida se transforman en Consultorios.
–Estás ante La Esfinge.

La frase resultó tan descolgada que dibujó en Lucio una expresión


de espanto, al tiempo que logró que otra vez levantara la vista y
volviera a conectarse con la conversación.

–La milenaria lógica de La Esfinge. ¿Conoces la Esfinge de


Egipto?
–Nunca he estado, pero sé qué es.
–Entonces sabrás que está en la entrada de las Pirámides. Es la
misma Esfinge que se le aparece a Edipo cuando va a ingresar a Tebas,
la ciudad donde estaba toda la posibilidad de resolver su problema, y le
plantea un acertijo que si no resuelve le costaría la vida y si resuelve lo
liberaría.
Si ves, hay algo idéntico en esas dos situaciones diferentes... y que
seguirá siendo idéntico en todas las situaciones en las que se presenta,
tome la forma que tome: la Esfinge siempre trata de interponerse cuan-
do se está por entrar a algo valioso.
–Entonces... desde ayer está tratando de interponerse.
–¡Exacto! Y eso indica que estás en la entrada hacia algo valioso. E
igual que en el mito... y sin exagerar: tu vida depende de la resolución
del enigma que la Esfinge te plantea.
–¿Pero cómo sé cuál es ese enigma? ¿Cómo lo supo Edipo? ¿Cómo
logró resolverlo?
–Del mismo modo en que vos lo hiciste hoy; ése es el truco:
escuchan- do qué hay de idéntico en la problemática –en singular– que
se presenta disfrazada de diferentes problemas, develando cuál es el
problema detrás de los problemas. Edipo lo develó a medias... y así le
fue. Pero ¿para qué vamos a ir a Tebas a hablar de La Esfinge, si está
sentada aquí?
–Sinceramente, hacía mucho que no me asustaba.
–Ahí está el niño, queriendo que escapes ante la Esfinge: porque
resolver su enigma es matar al niño; como ya lo empezaste a ver en
vos: el problema que te presenta la Esfinge es eso que el niño jamás
pudo resolver. Develar el enigma y matar al niño es lo mismo. Y vos
estás muy cerca de eso.
–¿Cómo cerca? Recién me dijo que estoy eternizando el problema,
entonces estoy alejándome de la solución, no acercándome.
–¿No aprendiste ayer que lo mismo que une, separa? O a la inversa:
lo mismo que separa, une; lo mismo que aleja, acerca. Un puente...
¿une o separa dos lugares? Depende de quién está sobre el puente: si
vuelve hacia atrás, el puente los separó para siempre; pero si decide
avanzar, los dos lugares quedaron unidos para él. Lo que estás
proponiendo, tomar partido por uno de los dos bandos, es volver a lo
mismo de siempre. Es todo lo contrario a cruzar el puente. De hecho, a
vos te deja a medias, porque está claro que querés unir ambos lados del
puente.
–No voy a negar que me gustaría hacer las dos cosas, pero...
¿cómo?

Lucio se cortó de pronto. Durante unos segundos parecía haberse


ido muy lejos; si Juan se hubiese ido, tal vez no lo habría notado.
–Si pido dos cafés, ¿ahora sí vamos tomar... los dos?
–¿Eh?... ¡Ah! Sí.
–¿Adónde te fuiste?
–Me acordé de una frase que siempre me decía mi Nagüelo.
–¿Quién?
–Mi abuelo ...Es toda una historia. Mis padres odian que hable de
él ya desde el simple hecho de que lo nombre, porque les recuerda
su pasado.
–¿Y qué tiene de malo ese pasado?

Lucio levantó la vista y, clavando como flechas sus ojos en los de


Juan, dijo con voz tan extrañamente profunda que costaba diferenciar
si era un lamento o un grito de guerra:

–Era indio.

Sin decidirlo él, se descubrió levantándose para irse. Y lo habría


hecho, de no ser porque mucho más que su propia voz casi gutural, lo
sorprendió la sorpresivamente instantánea –como si hubiese estado
esperando todo ese tiempo, y tal vez mucho más, que Lucio dijera eso
y ninguna otra cosa del universo– respuesta de Juan.
La respuesta más inesperada que jamás se le hubiera ocurrido que
podía ser dada cuando alguien dijera lo que él dijo.

–¿Y vos tenés idea de lo valioso que es eso?

Como casi siempre ocurre, el mozo trajo los cafés en el instante


preciso. Lucio se sentó nuevamente y esta vez tomó el suyo de un
sorbo, mirando en seguida a Juan como quien, orgulloso de sí mismo,
acaba de hacer justo eso que más lo desafiaba. Ambos rieron.

–¿Qué frase te decía siempre tu abu... tu Nagüelo?


–Algo que nunca entendí hasta recién. Recién sentí que por primera
vez en mi vida, estaba claro: “Sólo encuentra el Cómo quien decide el
Qué”. Era tan obvio... en realidad, ahora lo es. Me la dijo diez mil
veces, de mil maneras distintas: “Quien no encuentra Cómo hacerlo,
es porque aún no decidió Qué hacer”; “Nunca preguntes Cómo si
todavía no decidiste Qué”. Pero de todas las versiones, dos me parece
que eran sus favoritas, pues las decía sólo en momentos muy
especiales; por ejemplo cuando habíamos encontrado algo que parecía
imposible: “Decide el Qué y aparecerá el Cómo” “Tú encárgate de ir
hacia el Qué, y el universo se encargará de que hacia ti vaya el
Cómo”.
–Perdón, ¿y ese “cómo”... cómo aparecerá? ¿...por casualidad?
–Usted tendría que haber conocido a mi Nagüelo.
–Me parece que vos también.

Mientras Juan pedía la cuenta, por segunda vez los dos rieron juntos.

–Permítame pagar a mí.


–Sólo si me decís qué vas a hacer entonces con el tema. ¿O no era
por
eso que querías hablar conmigo?
–Algo me quedó claro: voy a hacer todo lo posible para hacer las
dos cosas. Trataré de hablar con las autoridades para ver si me pueden
dar una licencia de un mes sin quedarme libre.
–¿Y por qué tenés tanto miedo de quedarte libre?
–No, no me entiende. Ése es el modo en que en mi pueblo se le dice
a uno cuando agotó el máximo de las faltas que puede usar y entonces
pierde una cursada.
–Acá se le dice igual.
–¿Entonces por qué me dijo que...?
–No lo dije yo, lo dijiste vos: tenés miedo de quedarte libre... Como
le ocurre a todo el mundo, Lucio. O dicho en términos mitológicos:
tenés miedo de pasar La Esfinge. Nadie sabe qué hay del otro lado del
puente. Y esa Libertad... aterra.
–Entiendo, realmente entiendo, y es así. Pero las faltas...
–¿Cuáles?
–Las faltas a clase.
–Si tuviéramos más tiempo, tal vez descubriríamos cuáles son esas
“faltas” que crees que tenés que llenar aunque te impiden “quedar
libre”... Porque en lo que respecta a las faltas a clase, ¿cuándo me viste
tomar lista?
–¡Pero... yo soy el más tarado de los tarados! Es cierto: usted no
toma lista.
–Sería un contrasentido que en un Curso Seminario de Psicoanálisis
donde se va a aprender sobre el deseo, la gente tenga que ir por
obligación. Mi estimado Lucio, te has inventado un problema. O más
exacta- mente: algo en vos te lo ha inventado para convencerte, una
vez más... de que no podés ser libre, de que ser libre es un problema.
El Enigma de La Esfinge ha sido develado... y ya no puede
impedirte el paso.
Como lo enseña el Psicoanálisis: cada humano que se encuentra
paralizado, está en una situación idéntica a la que descubriste recién:
no puede resolver el problema porque viene desde adentro, no desde
afuera.
Pero no sólo el Psicoanálisis –y la Cuántica, según hoy viste– parece
que también tu abuelo también sabía el secreto ... y para colmo, tenía
razón.
–Mi Nagüelo. Lo que pasa es que para mí ese era un capítulo
cerrado... al menos hasta la clase de hoy.
–Como vos decías, esa debe ser toda una historia... Que otro día,
tomando otro café, tendrás que contarme.
–Va a tener que ser pronto, en pocos días viajo a París y no nos
veremos por un mes.
–Va a tener que ser pronto... pero porque me interesa saberlo. Y
atendiendo a las casualidades, ¿vos sabés que París es uno de los
pocos lugares del mundo en los que, como acá, hay bares para ir a
“tomar algo”... es decir, para charlar?
–Ahora que sé lo lindo que es esto, me va a encantar hacerlo.
Lástima que no voy a tener con quién charlar, porque con mis padres
no hay modo.
–Pero ¿qué aprendiste hoy?
–Tantas cosas.
–No ignores entonces la que contiene a todas: el único problema que
alguien no puede resolver, es el que le viene desde adentro.
–Me está diciendo que tal vez sí yo pueda hablar en los bares de
París con mis padres.
–Tal vez sí. Pero... ¿vos cuándo dijiste que querías hablar con ellos?
De acuerdo con lo que diría tu abuelo: si no encontrás cómo hacerlo
quizá sea porque eso no es lo que querés hacer.

Lucio hizo silencio. Le sorprendía una y otra vez cómo los


problemas que se le presentaban encontraban sistemáticamente
solución en los dichos que nombraba provenientes de su Nagüelo.

–Tengo que irme, ha sido una mañana, y ya un mediodía, muy pro-


ductivos. Te agradezco la charla y estoy seguro de que fue solamente
la primera.
–Nunca en toda mi vida... salvo con mi Nagüelo, una sola charla me
había ayudado tanto.
–Nombrás a tu Nagüelo como si no hubiese estado en tu vida.
–Es que... exactamente eso es lo que había decidido. Ocurrieron
cosas de las que prefiero no hablar, pero que me forzaron a aceptar que
lo mejor que podía hacer por los indígenas... era dejar de creerles.
Y ya me estaba haciendo a la idea de sacármelos para siempre de la
cabeza... hasta que entendí que eso era quedarme con un solo bando.
–Y parece que conmigo estás dispuesto a hacer lo mismo: dejarme
afuera de tu vida.
– ¿Qué? ¿Por qué me dice eso?
–Ya estás decidiendo que dentro de pocos días no nos vamos a
ver.
–Pero no, es por el viaje; es un mes nada más...
–Tengo que irme.
IX

Paradójicamente, Lucio se sentía al mismo tiempo protagonizando


un sueño, pero más despierto que nunca. Mientras entraba a su hotel,
pensaba si eso no era otra vez estar entre dos bandos.
Por nada del mundo –ni siquiera por el mundial de Francia– se
perdería lo que seguramente sería develado en las siguientes reuniones
del Curso. Tal pensamiento lo entusiasmó: Juan entendería
perfectamente que si eso era lo que quería, existiría un cómo realizarlo.
Por ejemplo, podría pedirle a un compañero que grabara las clases.
En el pasillo, pensando en solicitar a Juan la autorización para ello,
le pareció escuchar el teléfono de su habitación. ¿Serían sus padres?
Pre- sentir esa casualidad lo maravilló: justo cuando él tenía la noticia
para darles, ellos lo llamaban.

–Padre... tengo una gran noticia: viajo a Francia ’98.


–Ya lo sé, me lo dijiste esta mañana.
– ¿Juan?... No puedo creer que me llame aquí. ¿Cómo consiguió mi
número?
–Disculpame si te molestó. Es que tal vez te interesen unos mapas
muy buenos que tengo de Francia; si querés, podés pasar a buscarlos.
–Al contrario, le agradezco que se tome esta molestia; pero no en-
tiendo cómo...
–¿Cómo era eso del cómo y del qué?

Lucio se sorprendió a sí mismo riendo con ganas, desde adentro.

–Si me dice adónde, voy lo antes posible. Ya empecé los


preparativos del viaje y recién ahora me doy cuenta de todo lo que
tengo que hacer; pero en cuanto tenga un rato, paso.
–Es cierto, me parece que recién ahora te estás dando cuenta de todo
lo que tenés que hacer.
–No, pero yo me refería a...
–Está bien, ya te entendí ...y vos también entendiste.
Vení cuando quieras, si no estoy, preguntá por mí; acá siempre hay
gente. Los mapas te están esperando, la dirección es: Vuelta de
Obligado y Policarpo Mom –y entre divertido y enigmático, agregó–:
la que habla de volver a lo obligado, por supuesto que la conoce todo
el mundo; la otra calle es más oculta y vas a tener que encontrarla por
vos mismo... Es donde se desciende al mundo de las tinieblas.

Caminaba una y otra vez por la misma cuadra, confirmando la


dirección. Estaba en el lugar correcto, aún la calle oculta de nombre
extraño que, en efecto, tuvo que encontrar por él mismo. Pero no podía
ser: se encontraba frente a una plaza y la única construcción, de forma
circular, tenía las puertas abiertas. No se animó a entrar y trató de
asegurarse desde afuera... si ésa era la dirección, entonces el lugar no
era lo que parecía. Sus dudas comenzaron a disiparse cuando reparó en
un cartelito que, enigmáticamente, anunciaba:
“En este lugar ubica el escritor Ernesto Sábato el descenso al mundo
de las tinieblas del protagonista de su novela Sobre héroes y tumbas”.
Se sonrió cuando casualmente escuchó campanadas y descubrió que
venían de la misma construcción circular. Sí, el lugar era lo que
parecía ser. Decidió entrar.
Lamentó no haberse interesado en su apellido si es que Juan lo había
dicho... ¿cómo iba a buscar a alguien si no sabía a quién buscaba?
Pensó que otra vez estaba armando todo un problema por intentar
resolver con un cómo la falta de un qué. Después de todo, Juan le
había dicho que si no lo encontraba le preguntara a cualquier persona
del lugar por los mapas, que lo estaban esperando. Pero...
“¿Por qué me habrá citado en una iglesia? ¿Qué me querrá mostrar
aquí?”

–Buenas noches, Padre, no sé si estoy en un error, pero me envía el


señor Juan por unos mapas que...
–¿El señor Juan?
–Lamentablemente no recuerdo el apellido, pero es un maestro de
psicoanálisis de la escuela...
–Ah... otra vez “el señor Juan” –el aspecto severo del religioso se
volvió casi desafiante–. ¿Así que usted le dice “maestro” al señor
Juan?
–Es que me enseña en...
–Está bien, vaya a aquel despacho.
–Muchas gracias.
–Espere. Dígale que lo mando yo.
–Muy bien.

Extrañado y algo atemorizado por el tono, más que ir a encontrarse


con Juan deseaba dar por terminado su encuentro con el Padre.
Advirtió que en su apuro otra vez se estaba olvidando el apellido,
entonces giró sobre sus pasos para preguntar:

–¿Le digo que me manda... quién?

El hombre ya no estaba. Pensando en lo insólito que le resultaría a


Juan el episodio, y ansioso por saber por qué lo había citado allí,
caminó por los pasillos hasta la puerta del despacho, donde vio las
paredes cubiertas de libros, desde el piso hasta el techo. Al verificar
que se trataba de una biblioteca, intuyó por qué Juan lo había citado
ahí. Golpeó y esperó, sin entrar. El secretario no precisó responder, fue
Juan quien gritó desde el interior:
–¡Déjalo pasar que me viene a ver a mí! La voz de Juan lo
tranquilizó.
Le causó gracia verlo allá arriba, de espaldas, colgado de una escalera
en lo alto de los
estantes, haciendo equilibrio para sostener una pila de libros con
una mano mientras con la otra intentaba aferrarse a la baranda.

–Buenas noches... qué suerte haberlo encontrado. Permítame


ayudarlo.

Mientras subía los peldaños de la escalerilla para ayudarlo, le


relataba el extraño encuentro de la entrada con el religioso. Ver a Juan
desde esa perspectiva insólita –la cara de Lucio casi chocaba con los
pies de su profesor– le hizo advertir detalles en los que no había
reparado, como el estado tan gastado de sus zapatos.
Recién al extenderse para recibir los libros que le alcanzaba Juan,
pudo verlo de frente.
Muchas veces, creyendo que dormía, le había sucedido el no saber si
lo que estaba viviendo era sueño o realidad ...Pero esta era la primera
vez que eso mismo le ocurría creyendo estar despierto.
El estrépito que produjeron los libros al caérsele desde esa altura,
precisamente le causó el mismo efecto que habría podido producir
sobre alguien dormido, sacudiéndolo y reconectándolo con la realidad;
aunque si algo ya no podía era justamente distinguir si lo que veía era
realidad. Se dio cuenta de que se caía. Y en su intento de aferrarse a la
barandilla arrastró a Juan, a la escalera y a él mismo.
No le importó en lo más mínimo que, por su torpeza los libros, él
y
Juan estuvieran ahora desparramados en el piso.

–Juan... ¿qué hace vestido así?


–Ya sé que el traje negro no es el que mejor me luce, pero nunca
pensé que asustara tanto.
–No me refiero al traje... se trata del cuello de la camisa. Y la
verdad no me hace gracia.
Ni en el momento más tenso de su primera charla Lucio supuso que
pudiera levantarle la voz a Juan. Ahora le había gritado. Y los gritos,
sumados al estruendo que los libros causaron al caer, atrajeron lo que
más temía atraer.

–Padre Juan, ¿qué está pasando? Alteraron a toda la iglesia.


–No se moleste en ayudarnos, reverendo Escobar, podemos
levantarnos solos.
–Esos libros son propiedad sagrada de la Iglesia y están tirados por
el piso.
–Como lo estuvo Cristo tres veces camino a la Cruz... y no por eso
dejó de ser sagrado.
Lucio, atónito, en un solo movimiento trató de incorporarse, ayudar
a Juan y levantar los libros... que volvió a soltar como un acto reflejo,
pensando que no tenía derecho a tocarlos en cuanto escuchó que se
trataban de Algo Sagrado.
–¿Para eso se los da al joven?
Por favor, padre Juan, revise qué está ocurriendo aquí o esto
llegará a mayores.
–Puede quedarse absolutamente tranquilo, le prometo que así
ocurrirá –dijo Juan sonriendo maliciosamente mientras se recomponía.
Ambos parecieron entender a la perfección que había otro sentido
que en la frase quedaba prometido. El que cada vez entendía menos era
Lucio.

–¿Qué es todo esto, Juan? ¿O debo decirle “padre Juan”?


–Ya lo dije en clase, pueden llamarme Juan. Y también te aclaré dos
veces que... ¿quién te dijo que soy solamente psicoanalista?
–Pero...
–Parece que te molesta verme aquí.
–Me siento engañado. Yo le conté cosas que nunca había hablado
con nadie. De haber sabido que...
–¿Y qué varió?... ¿O lo que te dije y lo que pudo llegar a servirte,
ahora dejó de ser útil porque yo soy cura? Si un médico te da un
remedio y te ayuda, ¿después pierde valor lo que te dio si te enteras de
que además es sacerdote?
–No. Lo que hablamos me aclaró muchas cosas de verdad, pero
ahora...
–Aunque sería una estupidez, si así lo preferís podemos no volver a
hablar... Justo cuando podríamos hablar mucho mejor, al habernos
descubierto más.
–Para mí... es muy difícil.
–Eso es cierto: para vos es muy difícil, lo cual no quiere decir que la
cuestión en sí misma tenga algo dificultoso, sino que se trata de un
problema particular tuyo. Podés enfrentarlo y develar el enigma o
escaparte ante la Esfinge... que, como ves, vuelve a ubicarse en una
entrada –Juan señaló el marco de la puerta bajo la que se hallaban.
El efecto de broma alivió apenas la tensión, mientras Juan conducía
a Lucio del brazo en dirección a unos sillones dispuestos alrededor de
unas mesitas.
–Y como ya sabés, la Esfinge sólo se ubica al comienzo de algo va-
lioso. Podés elegir avanzar o no... igual que yo. Vos también me estás
mostrando un aspecto tuyo que yo no conocía y que me disgusta tanto
de vos como obviamente lo hace el que vos conociste de mí.
Es decir... los dos tenemos un lindo desafío. Claro que para mí desde
hace años estas situaciones no tienen elección: debe hacerse lo que
debe hacerse. Es tan pésimo método quedarse paralizado ante la
Esfinge, como mirar para otro lado y simular que no hace falta
enfrentarse al enigma con el que uno se encuentra. Dicho de otro
modo: yo estoy dispuesto a tomar el desafío y avanzar ¿y vos?

De un termo que estaba sobre una mesita, Juan sirvió dos tazas de
café. Con la misma sonrisa que había dibujado al prometer
veladamente ante el reverendo Escobar que “la cuestión llegaría a
mayores”, preguntó a Lucio:
–¿Querés... tomar?
–Bueno, gracias.

Pese a sí mismo, Lucio también sonrió.

–Volviendo al tema, no sé cuál es mi desafío.


–Lucio, nunca nos fuimos del tema.

Sonrieron otra vez, mientras Lucio aceptaba “tomar” lo que Juan le


estaba ofreciendo.

–¿Todavía no entendiste que siempre estamos ante el mismo


problema? ¿O porque soy cura lo explicado en la primera clase ya
tampoco sirve y pasó a ser descartable?
–Si fuera cierto que estoy siempre ante el mismo problema, el hecho
de que a mí me moleste que usted sea cura tendría que tener algo que
ver con la pelea entre mis padres y mi Nagüelo.
–Eso sólo podés saberlo vos. Pero fijate que dijiste que lo que te
molesta es que yo sea cura, y no que no te lo haya dicho antes. Es
decir...
–Es decir... que ya entendí. Y me da mucha bronca, como dicen
aquí en Buenos Aires.
–¿Te da bronca entender?
–Lo que me molesta es lo que entendí.
–Pero algo en vos, que obviamente no sos vos, dice que le da bronca
que vos entiendas... Y si está en vos y no es tuyo, porque no es lo que
vos quisiste decir, ¿qué creés que es eso?
–¿Las programaciones de las que habló, que nos dirigen la vida?
–Las mismas que hacen de Esfinge... y que sólo pueden mantener su
poder porque alguien no avanza cuando está ante su enigma; ese
enigma que plantea siempre lo mismo... y que se molesta si vos lo
entendés.
–Ahora me resulta muy obvio: en la historia de mi familia, para
alejarse de las raíces indias, mis padres... se hicieron cristianos. Bueno,
más que cristianos se hicieron... chupacirios, como los llamamos allá.
–Acá también.

A Lucio le dio risa y hasta un poco de vergüenza que un cura


conociera ese término.

–Pero como vos dijiste recién: eso es en la historia de tu familia, no


en la tuya. ¿O vas a confundir, nada menos que en tu historia, qué es
del otro y qué es propio?
–No sé si tengo tan claro qué es lo mío en todo eso.
–Es imposible que lo tengas claro porque... sencillamente, no está.
Lo tuyo en todo eso aún no existe. Es a fundar, a crear; y por fin estás
ante la oportunidad de hacerlo. Bueno, día a día todo el mundo está
ante esa misma posibilidad, pero ni se la advierte por creer que cada
vez están ante distintos problemas. Y cuanto menos se lo advierte, más
poderoso se hace a ese mismo problema que está en todos los
problemas. Círculo perfecto ...Círculo de Baba.
–¿De qué?
–Otro día te lo explico, se trata del milenario mito de la serpiente y
el sapo. Bueno... si tenemos otro día, lo cual depende de qué hagas vos
con tu desafío. –Juan miró el termo– ¿Tomás más?

Sonriendo, esta vez Lucio prefirió servirse a sí mismo.

–No vamos del todo mal.


–Lo que entendí es que el enfrentamiento contra la Iglesia tanto
como el enfrentamiento contra lo indígena son dos modos diferentes
de nombrar a una misma cuestión: mi familia.
–Y ponerte de uno de los dos bandos es eternizar el problema. Por-
que eso es exacta y simplemente lo que ellos esperan que vos hagas;
eso es lo que programaron. A vos la cuestión se te presenta entre tus
padres y tu Nagüelo, pero se trata de un problema universal y general.
Estar atrapado en una dialéctica: ¿qué hago entre dos opciones?
Basta ver la vida cotidiana para notar que está impregnada de eso...
desde el mismo momento en que empieza el día: ¿sigo durmiendo unos
minutos más o me levanto? ¿Hablo o mejor me callo? ¿Sigo con mi
pareja o me separo? ¿Conservo mi trabajo o me aventuro a arriesgarme
y crecer? Los ejemplos son tantos que, como situó gráficamente
Borges, la vida se transforma continuamente en “El Jardín de los
senderos que se bifurcan”. Una vez advertido cómo la vida cotidiana
presenta siempre ese mismo problema, no es muy difícil develar que
esa situación en sí misma es la que impide todo avance. Porque
precisamente se trata de la trampa que eterniza al niño...

Tal vez para no bifurcarse entre las dos cuestiones, Lucio estaba tan
concentrado en lo que Juan decía como en tomar el café.

–Disyuntiva continua... que no es más que la reubicación


permanente de la más básica de las preguntas con las que un día se
encontró ese niño: ¿mamá o papá?
No hay dudas, estamos siempre ante un mismo problema, y develar
cuál es ese problema es develar el Enigma de la Esfinge. Y cuanto más
claramente tengamos detectado el enigma básico al que nos enfrenta,
menos nos engañarán los disfraces con los que la Esfinge se disfraza.
Pues por debajo de los disfraces es siempre la misma Esfinge, que trata
de mantener- nos ante el mismo problema básico... y que únicamente
es resuelto cuando ante la bifurcación, aprendemos por fin que la
respuesta es “toma todo”.
–Parece el juego que en mi pueblo se llama perinola.
–Y otra vez... el azar y los temas más profundos del ser humano se
encuentran.
–¿Y tomar todo para mí qué sería?
–¿Me lo preguntás a mí? Ahí está el nene intentando eternizarse:
“alguien que me dé la respuesta”... así no hay riesgos de apropiarse de
la decisión y de la cuestión en “juego”.
–Le aseguro que me está cansando este nene.
–Muy buena señal, a menos que el “le aseguro que me está cansan-
do” también vaya dirigido a mí por sacarle el disfraz al nene que trata
de eternizarse en vos.
Lucio volvió a sonreír, esta vez como sintiéndose descubierto.
–Es que eso es parte del mismo mito: el impulso de romper en mil
pedazos el espejo que nos muestra el enigma de una imagen de
nosotros que no queremos ver.
Y de paso, en un mismo acto, si te cansás de mí tenés toda la
justificación para sacarte de encima al cura y ya no enfrentar –en
singular– el problema.
–No le voy a negar que todavía me molesta mucho que usted sea
cura, pero todo me indica que sería un grave error dejarme llevar por
eso.
–¿Vos creés que si de todos los que podían enseñarte Psicoanálisis
en este mundo, viniste a dar justo conmigo –teniendo que para eso, irte
a otro lugar, elegir este curso en este año y en este mes–... vos no tenés
nada que ver? ¿Dónde está lo que ya sabés sobre la casualidad?
–Si bien el enojo hacia usted me hace creer que yo no tengo nada
que ver en esto... después de ver que estoy ante el mismo problema de
toda mi historia, ya no puedo tener dudas: la casualidad con la que uno
se encuentra, la provoca uno mismo. Pero ver la exactitud con la que
se arma la casualidad, asusta... ¡No, otra vez el nene!
–Entonces, basta de desvíos, ¿vas a encarar el tema de una vez o
no?
–Si el tema es si tengo que elegir seguir aprendiendo Psicoanálisis
con usted o no, ya he decidido que sí.
–Eso... es sólo el comienzo del tema.
–Es cierto. Lo más importante, no son las clases en sí... sino algo
que vislumbré muy tenuemente desde la primera, pero que luego fue
para mí una revolución.
Las clases que Usted da, para mí no son sólo de Psicoanálisis. Usted
dice muchas cosas que –espero que no se ofenda– son casi idénticas a
las que le escuché decir a mi Nagüelo.
Entonces... en sus clases me encuentro con los dos bandos de mi
historia, el cristianismo y lo indígena. Lo cristiano, en realidad, nunca
me interesó mucho; y a lo indígena, yo ya lo creía superado. Ni
sospechaba que iba a volver a escucharlo otra vez en la vida... salvo en
mis sueños.
–De los que me debés una charla.
–No creo que me anime a hablar de eso si primero no puedo
preguntarle algo.
–Se trata de preguntarme algo, no de que yo te lo responda... Acepto
gustoso entonces.
Ambos rieron mientras se servían lo último que quedaba del termo.
Casi tanto como verlo vestido de cura, le sorprendió ver ahora a Juan
dirigiéndose a un compartimiento disimulado del cual Juan tomó dos
copas y un coñac, mientras lo miraba en actitud de invitación.
Pero aún esa nueva sorpresa fue mínima ante la conmoción que lo
sacudió cuando cerrando la puerta del despacho, extrajo de su bolsillo
un enorme puro y mirándolo con complicidad, como quien da a ver un
objeto exótico, le dijo pletórico:

–¿Te animás?

La última vez que había visto Eso... fue en manos de su abuelo.


“El Ritual del Puro”
Así lo llamaba el Nagüelo, y era algo en extremo importante entre
ellos dos, casi un Elemento Religioso. Largas y profundas enseñanzas
eran dadas a través de los Puros: la alteración del estado de ánimo que
produce casi de inmediato en el medio donde es encendido; las
diferentes formas de encenderlo y sus significados y usos; las
utilidades indígenas del tabaco... y hasta el Secreto Oracular: según
cómo va consumiéndose, indica qué está ocurriendo en lo más íntimo
de quien lo fuma, como si se tratara de un espejo de su Psiquismo, de
su Alma.
¿Cómo había podido olvidar todo Aquello?
Lucio... ya no estaba en el despacho con Juan. Era su Nagüelo quien
de manera cómplice lo invitaba a compartir algunas bocanadas,
aclarándole cada vez:
El Humo pertenece al Espíritu del Aire, y si lo quieres mantener
aprisionado en tus pulmones se negará al encierro y tratará de matarte
para disolver la cárcel en la que lo encerraste.
El tabaco, para nosotros, es pura libertad y no vicio como lo fue para
el conquistador... que al hacerse esclavo del tabaco indio, puso en
evidencia por qué siempre trató de destruir lo indígena: porque jamás
pudo dominarlo.

–Ibas a preguntarme algo.


–Mucho más aún después de verlo con una copita... y especialmente
un Puro en la mano. Se lo preguntaré directamente: ¿por qué es cura?
–Me interesaría muchísimo más hablar de qué significa el Puro
para vos. Pero está bien, no hay problema... soy cura por lo
mismo que ya te explicó tu Nagüelo: Éste es el cómo que, en su
momento, me ofreció el universo para llegar a lo que quiero. No
te engañes con “el formato”.
–Creo entender. Pero ¿qué es eso que quiere? Bueno... si es que
puedo saberlo.
–Sí... cuando yo pueda saber de tu Nagüelo.
–Eso es trampa.
–¿Te parece?... Depende exclusivamente de vos.
–Quisiera aclarar todo esto antes de mi viaje.
–Es lo mismo. Pero si así lo preferís, podemos encontrarnos “a
tomar algo”. No creo que conozcas mucho los bares del lugar, así que
yo te propongo un sitio y como vas a estar muy ocupado, decime vos
cuando quieras que nos encontremos. Yo voy a estar ahí.
–Gracias. ¿A dónde?
–Si vamos a hablar de qué significa el puro... ¿qué te parece La Casa
del Habano?
–¿Eso existe? Perfecto.
–No existía, pero hubo que hacerlo existir.
–¿Usted siempre habla de otra cosa?
–Por supuesto... ¿sabés de alguien que no?

Lucio todavía no había recuperado cabalmente la misma confianza


hacia Juan de antes de saber que “no es solamente psicoanalista”.
Ambos lo notaban, por eso les hizo bien terminar esa charla riendo.

–Tengo que irme –dijo Lucio.


–Sí, es tardísimo, pero todavía no sabés adónde tenés que ir para que
nos encontremos.
–Pensé que me lo iba a decir cuando lo llamara.
–No, buscalo por vos mismo. No me acuerdo la dirección. Podés
encontrarla en la guía.
X

“Compatibilizar lo que me enseñaba el Nagüelo, con lo que enseña


la Ciencia. Compatibilizar lo indígena con lo cristiano.
¿Yo tengo que hacer eso? ¿Hay algún modo?”

Desde la charla con Juan, Lucio no podía dejar de pensar en esas


preguntas.
Al menos, ya bien sabía que iba a poder responder la última cuando
supiera en qué consistía lo que tenía que compatibilizar... el “modo”
remite al cómo.
Pero eso lo obligaría a hacer lo que siempre más había temido pues
más conflictos familiares le traía: rescatar las Enseñanzas de su
Nagüelo.
Y justo ahora, cuando ya las había dado por enterradas... y a punto
de reencontrarse con sus padres. Lo primero que le surgía era una
sentencia que nunca había comprendido del todo, que el Nagüelo le
decía en momentos muy especiales... cuando de noche jugaban a
caminar buscando algo con los ojos cerrados por el bosque desértico
de los alrededores:
Por estas tierras hay un Faro que guarda un Tesoro. En verdad, el
Faro tiene el Mapa que conduce a ese Tesoro, cuyo valor es
equivalente a todos los tesoros del mundo. Dicen nuestros antepasados
que pronto alguien lo des- cubrirá. La humanidad que, perdida en las
tinieblas, navega a la deriva, pronto necesitará encontrar el Faro.
Está enterrado desde hace cinco siglos, pero se acerca el tiempo en
que el Viento sople otra vez y lo descubra. Cinco siglos es el tiempo
que vive un Pachakuteck. El último nació el mismo día en que
nuestros antepasados se rindieron engañados como niños ante el
hombre que se escondía detrás de la máscara de pelos. Ya pasaron
algo más de quinientos años, ya se acerca el tiempo de conocer al
nuevo Pachakuteck.
El mapa enterrado en el Faro conduce a su Tesoro. Su tesoro
conduce al nuevo Pachakuteck. Y quien encuentre al nuevo
Pachakuteck encontrará todos los tesoros del mundo.
Nadie encuentra el Faro porque nadie sabe dónde está... No hay
mapa que conduzca a él, sólo un dicho que se conserva desde el inicio
mismo:
“La puerta del Faro está señalada por un Árbol de Fuego, el árbol
más antiguo de todos los mundos. Eso es lo que hay que encontrar
para encontrar el Faro. Y sólo encuentra eso quien sabe desde dónde
buscar, pues quien sabe desde dónde buscar sabe dónde están todas
las llaves... inclusive la del Faro”.
Desde su corta edad, a Lucio lo desconcertaba que los indígenas,
quienes vivían en la máxima pobreza... tuvieran el secreto de un
Tesoro.
Más asombrosa le resultó la respuesta cuando por fin, un día, se
atrevió a preguntarlo.

–¿Los indios de los que me habla... adónde están?


–Ahí mismo, en lo que le digo. Se mantienen vivos transmitiendo
la Sabiduría a la generación que sigue.
–Pero la realidad en la que viven desde hace muchas generaciones
es muy distinta de lo que usted me dice en sus cuentos.
–...Ya lo están convenciendo de que son cuentos.
–Disculpe, Nagüelo. Me dicen que no le crea y yo trato de no hacer-
les caso, pero en realidad...
–¿Cuál realidad?
–¿Cómo cuál realidad? La realidad es una sola. La realidad es que
los indios se mueren por las pestes.
–¿Cómo puede saber si hay o no otras realidades... si nunca las
buscó? Yo soy indio y ninguna peste pudo matarme. Lo que ve en
los que mueren de peste no es la realidad indígena, es la realidad
de los que se acomodaron para poner sus pies en una sola
realidad. No importa qué sangre tengan y qué ropas usen. El
terror a descubrir que la realidad que ven está en sus cabezas
hace que vivan con los dos pies hundidos en esa realidad...
Porque quien busca otras realidades corre el riesgo de refalarse y
perderse en los huecos que hay entre ellas.
Los que viven como muertos, anclados en una realidad, tengan la
sangre que tengan... son los que escapan a la “refalada”.

Empezaba a comprobar que en algún lugar de él conservaba lo


indígena, aunque aquellas sentencias seguían siendo tan indescifrables
como en el momento en que se las escuchó al Nagüelo.
Pero si lo indígena era para él un total enigma, el cristianismo
directamente era terreno desértico. Un desierto junto a enigmas
indígenas...
la exacta descripción del lugar donde había transcurrido su historia;
hasta lo geográfico lo colocaba ante los dos bandos. Era demasiado
para él. Decidió no esperar para encontrarse con Juan.
Después de todo, si alguien podía orientarlo en el cristianismo... ése
era un Padre.

La clase estuvo como siempre, mejor que nunca.


Pero Lucio no se sumó al aplauso; se quedó pensando en el viaje a
Francia y en que no le había preguntado a Juan sobre la grabación de
las clases. Aunque no era eso lo que ahora le interesaba; su inquietud
se acrecentaba por la desconfianza que paradójicamente había surgido
cuando Juan le mostró que “no era solamente psicoanalista”.

–Antes de que se vaya... quisiera hacerle una pregunta.


–Pensé que el que te ibas eras vos. Qué lástima que te interese
hablar justo cuando la clase ya terminó.
–La clase estuvo buenísima, pero mi pregunta es sobre otra cosa.
–Como siempre, como todos... Pero entonces no te aseguro que
pueda responderla.
–Ése es mi miedo, que usted tampoco pueda respondérmela, porque
eso significaría que me está engañando, o que se está burlando. Me
dijo que en la guía iba a encontrar “La Casa del Habano” y no figura; y
nadie la conoce... ¿En realidad eso existe?
–Como te dije, eso hubo que hacerlo existir.
–Si es un lugar imposible de encontrar, ¿cómo alguien puede decir
que se lo hizo existir?
–¿Y quién dijo que es imposible de encontrar?
–¿Usted sabe dónde está?
–Después de hablar con vos, encontré la dirección. Si querés,
anotá...
–los ojos de Lucio se iluminaron, volvió a encenderse en él la llama de
la confianza– o mejor te la anoto yo; no quiero correr el riesgo de que
no sepas escribir bien nombres de calles que para vos son extraños, y
después tener que soportar que pienses que te engañé.

Con visible y sobreactuada molestia, Juan tomó el cuaderno de


Lucio y garabateó rápidamente la dirección.
–Si llegás a querer el encuentro, avisame lo antes posible. Aunque
con todo lo que tendrás que hacer para estar con tus padres, no sé si
tendrás tiempo.
–No me diga eso, yo quiero...
–Si querés, lo vas a hacer. O mejor: si lo hacés, es porque lo querés.
Ahora me voy porque tengo mucho que hacer. Es que yo... no soy so-
lamente un psicoanalista –dijo con mirada desafiante al tiempo que le
señalaba con pequeños toquecitos el cuaderno para que no olvidara
llamarlo–.

Lucio se sentía mal consigo mismo; había estado innecesariamente


duro y, lo que es peor, tomado por sus conflictos se había privado de
disfrutar una clase vibrante. Mientras buscaba la página con la
dirección, pensaba en lo avergonzado que se sentía por pedirle
explicaciones que, después de todo, Juan no tenía por qué darle.
Pero por muy mal que se sintiera... lo que leyó en su cuaderno
superó
todo lo que hasta ahora había sentido hacia él:

“La Casa del Habano; 169, Boulevard St. Germain; París,


Francia”

...Las explicaciones que ahora tendría que pedirle a Juan, serían


mucho mayores.
XI

No podía esperar hasta el día siguiente. Tampoco podía caerle de


sorpresa pretendiendo que lo atendiera.
“¿Voy o no voy? ...Otra vez entre dos bandos”.
Se le hacía cada vez más tangible que en las más diversas
situaciones la condición humana se encuentra atrapada siempre ante el
mismo problema: tener que elegir entre dos bandos de los cuales
ninguno es el propio.
¿Sería éste el motivo por el cual de toda la obra de Shakespeare lo
que más se imprimió en la humanidad, fue aquel “ser o no ser”? Sería
divertido hablarlo con Juan: “así como todos somos Edipo, tal vez
también seamos Hamlet...”
Pero para hablar de lo que fuera, primero debía comunicarse con
él.

“No quiero ir y correr el riesgo de molestar, tampoco quiero no ir y


no enterarme de qué significa esa dirección que anotó. Por lo menos
me doy cuenta de que no quiero hacer ninguna de las dos cosas, así
que la solución no consiste en elegir entre los dos bandos. Lo que
resuelve el problema –o, como diría Juan, disuelve el enigma cada vez
que la Esfinge se vuelve a instalar con diferentes disfraces– es una
tercera opción que englobe a las otras dos. ¿Podría esa tercera opción
ser algo tan simple como...?”
La pregunta fue interceptada por una máxima del Nagüelo.
Asombrado por lo que un par de frases atrás le parecía irresoluble,
notó que encontró cómo atravesar eso sólo luego de haberse aclarado a
sí mismo en qué consistía lo que quería hacer:
“¿Podría esa tercera opción ser algo tan simple como intentar
llamar- lo por teléfono y preguntarle? De ese modo no le caería de
sorpresa ni tampoco tendría que esperar hasta mañana.
¿Siempre el cómo es mucho más simple de lo que parecía antes de
aclarar el qué? ”

–Buenas tardes, ¿se encuentra el señ... el pad...? ¿Está Juan? –otra


vez lamentó ignorar su apellido.
–Todavía no llegó, está en su consultorio.
–¿Podría decirme a qué hora viene?
–Eso, en su caso, nunca se sabe.
“Entonces... Juan tiene consultorio. ¿Puede alguien... como él,
ejercer como psicoanalista?... Aunque no sea solamente un
psicoanalista.”
Lucio se dio cuenta de que más que interrogar al cura en Juan, la
pregunta ponía en evidencia la ignorancia que se tiene hacia qué es el
Psicoanálisis.
“Llamar hoy a la tarde y que justo no esté... ¿Eso es una casualidad
y, por lo tanto, debo interpretar que la provoqué yo? ¿Quiere eso decir
que en realidad no quiero llamarlo? Y... motivos para no querer, habría:
tengo tanto interés como miedo de conocer sus respuestas. Tengo tanto
interés en saber por qué me citó en una dirección en París como miedo
a saber por qué. Temo que sea una burla, sí.
Aunque a esta altura no sé si no me da más miedo que no sea
ninguna burla y ¿encontrarme en París con Juan? ¿Y qué hago con mis
padres?
Otra vez los dos bandos, y yo en el medio.”

–¿Juan? Disculpe si lo molesto, pero no pude esperar hasta


mañana.
–¿No pudiste?
–Bueno, no quise.
–Tal vez pienses que es mejor poder o no poder que querer o no
querer. De todos modos, me alegro de que llamaras, lástima que tan
tarde.
–Hoy quise hablarle, pero no pude.
–Lógico, si el poder está por encima del querer... ¿Puedo entonces
serte útil en algo?
–Ya está siendo muy útil mucho de lo hablado con usted: si ahora lo
estoy llamando es gracias a aplicar lo del puente entre los dos bandos.
–Eso es realmente bueno, ¿cómo fue?
–Estaba entre ir a verlo o no, dos bandos. Me di cuenta de que la so-
lución era una tercera opción: para no esperar a preguntarle y no correr
el riesgo de molestarlo, podía intentar llamarlo.
–Y lograste exactamente lo que dijiste: “intentar” llamarme. Para lo
cual fue necesario que casualmente llamaras justo cuando yo no
estaba.
–Ahora termino de entenderlo.
–¿A mí? ¡Si eso es tuyo!... O tal vez no. Pero de todos modos,
desafiaste a toda tu historia al encontrar el cómo comunicarte conmigo.
Eso merece que podamos hablar ahora. ¿Querías preguntarme algo?
–Sí... y usted lo sabe. ¿Qué quiere decir la dirección de La Casa
del
Habano que me escribió?
–Exactamente lo que ya dijimos: si me decís cuándo, podemos
encontrarnos ahí a hablar de todo lo que hay que hablar. Y como
habrás visto, si tu desconfianza te lo permitió, no te mentí: la dirección
estaba “en la guía”... la guía de turismo que te di.
–¿Pero me está diciendo... que se viene a Francia conmigo?
–¿Estás loco?... Yo no espero a último momento ni necesito que me
invite otro para ir a un acontecimiento como Francia ‘98. Hace más de
seis meses que tengo mi pasaje y mi estadía comprada.
–No puedo creerlo. Pero ¿por qué no me lo dijo antes?
–¿Hace falta aclararte que nunca me lo preguntaste? Estabas muy
ocupado no creyendo lo maravilloso que te está pasando, inventándote
un problema entre dos bandos... y además ¿cómo iba a decirte algo
así? Parece que cualquier cosa que te recuerde que yo no soy
solamente psicoanalista te pone en guardia contra mí.
–Entonces... ¿usted va a estar en Francia?
–Hace tiempo que aproveché para involucrarme en varios trámites
que hay que hacer en el Vaticano, quizá ante el Papa, casualmente para
esas fechas. Casualidad más ayudada y provocada por el interés de
varios sacerdotes de todo el mundo que solícitamente nos ofrecemos
para estar en Europa en esas fechas que por el mismísimo entramado
oculto universal.
–Entiendo. Eso quiere decir que no va a estar solo, sino con otros
curas.
–Voy a estar, eso es lo que importa.
–Perdón, ¿va a ir ese reverendo mandón que me recibió el otro
día?
–¿El reverendo Escobar? Si por él fuera, se suspendería ya mismo el
fútbol, todos los deportes y todos los divertimentos del mundo.
...Pero muy especialmente, este Mundial de Francia.
–¿Por qué?
–Excelente pregunta... tan buena, que tengo que viajar allá para
averiguar la respuesta.
XII

Saber que Juan estaría en Francia redobló su desafío. No había


chan- ces... tendría que integrar sus dos bandos históricos. Pero por
primera vez quería hacerlo.
Le gustaba tanto la idea de ir con sus padres a los partidos como la
de encontrarse en La Casa del Habano con Juan.
Sentía una energía que no sabía era capaz de tener... que sólo
recordada haber visto en su Nagüelo, cuando retornaba de sus viajes
misteriosos.
Una vez por año, el Nagüelo le avisaba que no se verían por algunas
semanas. Aún le entristecía recordar que nunca había querido llevarlo
con él.
Todavía no has llegado a Tu Tiempo.
Voy a encontrarme con otros que desde todos los lugares hace
mucho venimos buscando el Árbol de Fuego. En nuestros encuentros
hablamos de lo que pudimos averiguar, desde la última vez que nos
vimos, sobre el Árbol que conduce al Faro que conduce al Mapa que
conduce al Tesoro que conduce a Pachakuteck.
Algunos dicen que hay quien encontró el Mapa. Otros... no saben
que eso que encuentran es un mapa. Por eso la urgencia.

Lucio no lograba recordar los relatos acerca de los avances en la


búsqueda del Faro que, nunca completos, el Nagüelo le narraba a su
regreso. Pero al menos ya recordaba la energía con la que volvía de
aquellos viajes. Más que recordarla: la vivía.
El vértigo en el que se sumió hizo que los días previos a su viaje
fueran para él cada vez menos extensos. Se divertía haciendo algo que
el Nagüelo le había enseñado “para afinar la puntería interior”: antes
de ver la hora, tratar de adivinarla. Con una diferencia... la diversión
actual no era acertar, sino fallar en su intuición: siempre era más tarde.
Y eso indicaba que, otra vez, el día había transcurrido más rápido.
Tal velocidad fue como un entrenamiento. Poco a poco fue notando
que el concepto de “viaje” que él había conocido no se aplicaría al
viaje que estaba por emprender. Ahora tendría que vivir sus días de un
modo más intenso para alcanzar a compartirlos con sus padres y con
Juan.
Más aún, si no quería desaprovechar lo que Juan le estaba
ofreciendo:

–Lucio, ¿salís mañana a la noche?


–Así es, lo que no sé es cuándo sale usted.
–Si querés nos encontramos directamente en París; podés decirme
cuál es tu hotel y nos comunicamos. Pero yo te llamaba para otra cosa.
–Cierto, usted siempre habla de otra cosa... Ya sé, usted y todos los
demás –Lucio se maravilló al advertir que se permitía hacerle una
broma a Juan; y mejor se sintió al oír que, lejos de molestarse, Juan se
reía con ganas.
–Grandes progresos, grandes progresos. Para no frenarlos y que no
te retrases respecto de tus compañeros, pensé en prestarte unos libros...
siempre y cuando te comprometas a leerlos durante el viaje.
–¡Leer durante el viaje! ¿Cómo voy a hacer? No sé si voy a poder.
–Cierto, para vos siempre primero está poder y después querer.

El chiste, en los mismos términos y el mismo tono que los


empleados por Lucio, tuvo el efecto de devolución de gentileza.
Indudablemente ambos estaban muy entusiasmados con lo que
emprendían, como para gastar energías en enojarse.
–Ya entendí, no dije qué quiero y ya estoy pensando en si puedo o
no.
–Pero la Esfinge no pierde tiempo: ya preguntaste por cómo vas a
hacer eso que aún no dijiste si querías hacer. ¿Cómo era eso del qué y
del cómo?
–Tiene razón. Me comprometo a leer los libros durante el viaje, aun-
que no duerma ni un minuto.
–Excelente, al menos un mes entero de tu vida donde vas a estar
despierto. Pasá a buscarlos cuando quieras.
–Mañana temprano.
–Antes, dos sugerencias que por nada de este mundo –y especial-
mente... “del otro”– ignores.
–Me asusta.
–Ante lo que estás por emprender, no podés darte el lujo de dejar
lugar para el nene que se asusta. Escuchá bien. Primero: bajo ningún
concepto el reverendo Escobar debe saber qué libros te presté; son
míos
y no tiene por qué saberlo. Segundo, y es lo último que voy a decirte
hasta que estemos en otro lugar: las Esfinges siempre se ubican al
comienzo de algo valioso... pero jamás pueden detener a quien se sigue
dirigiendo a Eso que quiere.
–Pero... ¿qué quiere decir con...?
–Como se saludan los peregrinos: hasta el próximo tramo del
Camino, que siempre es mejor que el anterior.

Lucio había sentido muchas cosas al escuchar a Juan, pero esta era
la primera vez en que Eso era, simplemente, emoción. Sin duda estaba
iniciándose en algo nuevo.
Suponer que durante el viaje no iba a dormir ni un minuto era
optimista en extremo: eso ya se había iniciado. Salía un sábado y por
lo tanto ese día no tenía que asistir a clase. Tratando de no ser
imprudente fue a buscar los libros recién a media mañana, por miedo a
molestar... pero en cuanto puso un pie en la iglesia se dio cuenta de que
eso no dependía de la hora. Casi en puntas de pie, se dirigió
directamente al despacho de Juan, que era la Biblioteca de la iglesia.
La puerta estaba abierta, entonces vio sobre la mesita en la que habían
tomado café, un paquete embalado y una nota a la vista de todos que,
enigmáticamente, decía:
“Para Lucio:
Esto es lo tuyo. Si no está exactamente como te dije que iba a estar
y con las señales detalladas que te di, no lo toques, porque eso quiere
decir que
‘alguien’ alteró el paquete. Yo bien sé quiénes están a estas horas en
la iglesia, porque ‘son siempre los mismos’... Pero también, sabido es
que Cristo gustaba rodearse de ladrones. Y ésta, según dicen, es la
casa de Cristo.
Juan, el señor.”

Cuando estuvo seguro de que, por mucho que lo intentara, no podía


recordar una sola “señal” que Juan especificara respecto de “cómo” iba
a estar el paquete, sonrió al darse cuenta de la astuta estrategia
destinada claramente a que el reverendo Escobar no se atreviera a
tocarlo.
Jamás supuso que por ir a retirar unos libros iba a aprender algo.
Pero menos aún, que para retirarlos... iba a tener que aplicar tanto de lo
que ya había aprendido. En cuanto dio tres pasos fuera del despacho,
oyó una voz más acorde a la que podría usarse en un servicio militar
que en una iglesia:
–¡Adónde se cree que va con eso! ¿Cómo se atreve a llevarse
material de la iglesia? ¡Deténgase adonde está de inmediato!
No le hizo falta darse vuelta para saber quién le gritaba. Evidente-
mente, Escobar se había escondido a la espera de que él tomara el
paquete para interceptarlo. Estaba fuera de sí. Lucio se paralizó,
mientras el único pensamiento que le surgió fue en contra de Juan:
“¿Por qué me hace pasar por esto? ¿Por qué no me llevó los libros a la
escuela?”
En tanto Escobar seguía vociferando como sólo se le grita a un ene-
migo:
“¡Se lo advierto por última vez: no dé un paso más!”

Lucio recordó el aviso de Juan... y decidió seguir caminando. Sabía


que él no estaba robando y seguramente el reverendo también lo sabía.
¿Qué podía hacerle? ¿Abalanzársele y pegarle? ¿Seguirlo por la calle a
los gritos ante todo el barrio? ¿Denunciarlo como ladrón porque se
llevaba un paquete con una nota dirigida explícitamente a él?
Todo el volumen de los alaridos de Escobar, tenía menos fuerza que
las palabras de Juan que retumbaban en su cabeza:

“Ante lo que estás por emprender, no podés dejar lugar para el nene
que se asusta. La Esfinge no puede detener a quien sigue dirigiéndose
a Eso que quiere.”

Ahogado y rojo de ira, el reverendo sólo atinó a sentarse en el


último banco de la iglesia. Con el poco aliento que le quedaba y una
voz mínima, que inspiraba un temor infinitamente mayor que sus
gritos... sentenció:

–Usted no tiene idea en qué se está metiendo.

Hubiera preferido le haga todas juntas las cosas que, sólo instantes
atrás temió le hiciera.
Después de todo el reverendo tenía razón. La frase de Juan “Ante lo
que estás por emprender...” que pocos segundos atrás, lo había llenado
de valor, ahora le producía más terror que las palabras de Escobar. La
misma frase que lo había unido, ahora lo separaba.
Hasta ese momento no había pensado que podía estar “metiéndose
en algo” más que aprender psicoanálisis y enfrentar sus Esfinges
integrando sus dos bandos históricos. ¿A alguien más le podía importar
eso como para que un sacerdote de la jerarquía eclesiástica del
reverendo Escobar se interesara al punto de perder toda compostura?
Los mismos libros que un minuto antes significaban para él un
trofeo a su valor, ahora le parecían la prueba de su imbecilidad. Con la
idea de dejarlos y preguntarle a Escobar qué había querido decir, giró
sobre sí mismo para desandar el par de cuadras que había logrado
poner entre él y el Padre. Inmediatamente se largó a llover de tal forma
que en pocos segundos las esquinas estuvieron inundadas. Si seguía
caminando hacia la iglesia en lugar de entrar en un bar de inmediato,
los libros se empaparían... y si eran tan peligrosos como para producir
semejante revuelo, lo que menos quería Lucio era tener que responder
por los daños.
Para sentirse protegido entró a “Quincy”, donde ya se había hecho
conocido. Descartó los ventanales que mostraban el espectáculo de la
tormenta y se instaló en el extremo más alejado de la entrada, al fondo
del salón. Pidió un capuchino y allí se quedó, a solas con su paquete y
con su miedo.
Iba a tener que elegir... Otra vez se encontraba entre dos bandos.
Sintió que si seguía así, iba a romper a llorar. Lamentó eso mismo que
había buscado para sentirse seguro: estar justo en el único bar de todo
Buenos Aires donde era conocido.
Miraba el paquete ubicado en la esquina opuesta de la mesa como
quien mira una bomba a punto de estallar... ¿Qué textos profanos,
apócrifos o herméticos habría dentro?
Espantó de inmediato la idea de que Juan estuviera utilizándolo para
introducir literatura religiosa prohibida en Francia. Con cada sorbo se
sentía más intrigado, y cuanto más crecía su intriga, mayor era su
miedo a develarla.
Tomó lo que le quedaba de un solo trago y, junto con eso, una de-
cisión: “Hasta acá no me fue tan mal aplicando lo que aprendí a hacer
ante los dos bandos, que ahora son: terribles ganas de enterarme por un
lado, miedo enorme por el otro. Integración es la respuesta?... ¿Qué
problema hay si, con miedo y todo, lo abro y me entero ahora? Si se
trata de esos terribles libros de fórmulas ocultas de brujería, nada me
impedirá devolvérselos a Escobar.”
La misma idea infantil de libros de brujas y fórmulas mágicas que
segundos antes lo había asustado, ahora le causó gracia. Se dio cuenta
de que abría el paquete con tanto cuidado como si de verdad
contuviese una bomba. En seguida le llamó la atención que no fueran
libros pesa- dos sino livianos y, en algunos casos, delgados. No, no
parecían libros antiguos o manuscritos centenarios.
La risotada fue tal que logró llamar la atención de las mesas más
lejanas y hasta de los mozos, quienes, por conocerlo, se extrañaron de
verlo reír por primera vez.

–Parece que te vas a ilustrar, pibe. ¿Puedo verlos? Creí que


estudiabas medicina, o eso que me explicaste del psicoanálisis... pero
esto es de física y esas cosas complicadas, raras... ¿Pero vos al final,
qué estudiás?
Los libros eran siete, cinco de ellos de Física Cuántica.
Los mismos que seguramente se podían conseguir en cualquier
librería de Buenos Aires y de Francia.
“Leer cuando llueve es Homenajear a la Lluvia”, decía el
Nagüelo... y ahora Lucio.

Riéndose de sí mismo, cambió de mesa: pasó al frente, junto a los


amplios ventanales.
Aunque el mozo lo miraba cada vez más extrañado, no pudo parar
de reírse de sí mismo cuando se dio cuenta de su elección...
descartando lo religioso para decidirse, por fin, a sumergirse y
profundizar:
–No quiero otro “capuchino”... Prefiero un “submarino”.
XIII

Pese a que la llegada al aeropuerto fue con el tiempo justo, en


ningún momento lamentó haber seguido ojeando los libros en Quincy
hasta el mediodía, cuando la lluvia ya había cesado.
Por primera vez destinaba tanto espacio para libros en su valija y,
realmente, eso le gustó. Decidió que su equipo de viaje desde hoy
incluiría un lápiz y que las horas antes dedicadas a mirar el vacío por
la ventanilla, a películas aburridas... o peor aún, a dormir, en lo
sucesivo estarían reservadas a la lectura.
Calculó cuántos libros podría haber leído ya de haber empezado con
eso antes, durante los tantos viajes a los que sus padres lo llevaban
desde la infancia.
Como no resolvía por cuál comenzar, dejó que el interés que le
provocaban los títulos decidiera:

El espacio de Einstein y el cielo de Van Gogh


La búsqueda del águila
El cántico de la cuántica
Teoría cuántica para principiantes
El azar, la suerte, la ciencia y el mundo

Eran los cinco libros de Cuántica. Para su sorpresa, le pareció que


todos ellos eran, en cierto modo, un solo libro. Podía leerlos en forma
cruzada, consultando y profundizando en uno lo que decía el otro.
No le había preguntado a Juan si podía subrayar las frases que más
lo impactaran, despertaran o, incluso, aturdieran. Pero no le importó,
pues recordó que subrayar era solamente un cómo para llegar a eso que
quería.
Comenzó a tomar notas y copiar fragmentos, que sólo
interrumpió
–apenas– para comer, iniciando así un cuaderno con una profusa e
inquietante colección de frases que denominó “Mapa de Lectura”.
Tenía la sensación de que eso que iniciaba aquella noche, ya nunca
más podría darlo por terminado.

Poco antes del aterrizaje al amanecer, se ordenó el repliegue de las


mesitas con lo cual se quedó sin “escritorio”. La idea de llegar a París
no lo conmovió tanto como el comprobar que con sólo ojear tres de
aquellos libros ya casi había agotado su primer cuaderno. Fascinado,
contemplaba sus anotaciones como fichas de un rompecabezas; y si
bien no podía adivinar la figura resultante cuando consiguiera unirlas,
cada cita era una ventana que le permitía espiar más allá del universo
cerrado que había aceptado hasta ese momento.
¿Era posible que en tan poco tiempo se pudiera fundar un universo
tan nuevo? Mirar por las “ventanas” de ese universo, le resultaba
mucho más atrapante aún que mirar por las ventanas del avión el
aterrizaje que se iniciaba.
Casi festejó la demora en el aire impuesta por la sobresaturación de
vuelos debida al mundial, que le permitía impregnarse de las frases
elegidas.

El deseo empieza en los pensamientos o percepciones del individuo.


La cantidad de energía que alimenta a dichas personas y la velocidad
a la que viaja decide la densidad que alcanzará en el cuerpo. Por
ejemplo, podemos decir “quiero un cucurucho de crema”. Puede ser
un pensamiento pasajero, no se trata de un gran deseo y no te golpea
como algo irresistible, pero si lo dices veinticinco veces, te
comprometerá o conectará con lo que deseas.
Toda teoría es un mito (...) incluso la supuesta verdad física del
universo es un mito. La física cuántica (...) su verdadera naturaleza se
enfrenta con un mundo invisible y, por lo tanto, todo lo que los físicos
pueden hacer para explicar cómo se comporta este mundo invisible es
inventar mitos que denominamos modelos.

La información no se pierde; lo que se ha perdido es el acceso a


dicha información en el seno de una nube de dudas, miedos, bloqueos
sociales, bloqueos mentales y falta de fe. Cualquier cosa puede hacer
que cierre el acceso a dicha información (...) es sólo nuestra creencia
y nuestro juicio lo que nos impide el libre acceso.
En todo momento la elección de un observador para medir una
propiedad particular de un sistema fuerza al sistema a emerger de un
estado de probabilidad a uno real.
Cada parte de nosotros contiene todo el universo, incluyendo el
planeta
Tierra. Tal vez mi analogía signifique que nuestra conciencia está
también conectada a la conciencia del planeta.

El polarizador es el deseo de manifestación. Atraerá desde el


cosmos, desde el entorno de la persona; atraerá un grado de intensidad
que coincide con el deseo de la persona (...)

La mente del físico se vincula con la mente del electrón. (...)


vincular lo observado con el observador. Se trata de una sola mente en
funcionamiento.

Lo veríamos cuando creyéramos en ello. En cierto sentido, cada uno


de nosotros “crea” la realidad que vemos a partir de su creencia.

La clave está en aprender a ampliar lo que uno llama su sí mismo,


más allá de las fronteras que normalmente nos levantamos (...)

Las suposiciones que normalmente tenemos sobre el mundo y sus


vicisitudes no son fruto de los problemas de índole físico, sino de las
trabas mentales que todos arrastramos. Dicho de otro modo, el
mundo, con todos sus
éxitos y fracasos, sus tratados comerciales, sus violaciones de
fronteras y sus guerras, sus gastos militares y sus programas de
armamento, sus lenguas y el aceptar o no a otros que hablan distintas
lenguas, son conceptos de nuestro pensamiento o sistemas de
creencias. Incluso el dinero es un concepto de la misma naturaleza.
(...) No existen límites, excepto aquellos que nos imponemos nosotros
mismos.

Eran sólo algunos de los fragmentos que más lo inquietaron, a los


que se sumaba el registro de tres planteos cuánticos: El experimento de
Guisin y La experiencia de Wheeler y el planteo del “gato de
Schrödinger”.
Sin embargo, aunque más conmoción sentía cuanto más las leía,
para Lucio lo más importante no estaba en las citas que había
seleccionado. Progresivamente una sensación dominante se impuso
sobre las demás: tenía la certeza de que él ya conocía de ese universo
tan maravillosamente científico como cercanamente mágico.
“En el fondo –pensó– ése era el universo como yo lo había
aprendido y como sabía que podía hacerlo funcionar... ¿En el fondo?
¿Será posible que ya me haya convencido de mantener eso en el
fondo?...
“¿Es realmente posible que un indio como el Nagüelo haya sido
quien me transmitió la cosmovisión de un universo... que en la
actualidad sólo alcanza a vislumbrar la disciplina científica más de
avanzada?
“¿Es posible que el universo que veían con sus ojos y sus almas los
originales Chamanes, Magos y Sabios de las diferentes Culturas
Origina- les, sea similar al que ven con sus hiper teles y microscopios
los actuales Científicos y Premios Nobel?”

Descubrió que el viaje entre los continentes era el símbolo perfecto


de la integración entre dos bandos... y entonces, la posibilidad de
resolver de un modo sorprendente el enigma de la Esfinge: viajando a
Europa descubrió su punto de partida, los dichos del Nagüelo y de la
sabiduría de las culturas originales, algunas de las cuales habían
queda- do sepultadas quinientos años atrás, en un viaje idéntico pero
invertido al que ahora él estaba haciendo.
Se estremeció pensando que en la historia de la humanidad... Amé-
rica y Europa están exactamente igual de desencontrados como lo
estaban en la historia de su familia.
Y si él, gracias a ciencias nacidas en Europa –como el Psicoanálisis
y La Física Cuántica– de pronto empezaba a resolver sus conflictos
con la Cosmovisión Americana ¿...sería posible que Europa a través de
la Cosmovisión Americana Indígena, viera su integración con el
Psicoanálisis y la Física Cuántica?
Recordó a Juan diciendo que las ciencias no sospechan cuánto
necesitan de las culturas originales para seguir avanzando.

El aterrizaje lo sorprendió con lágrimas en los ojos, pensando que si


las ciencias han cambiado a la humanidad... tal vez la integración de
cosmovisiones entre América y Europa, no se limitaría solamente a las
ciencias... sino que estas, integradas, podrían ser el escenario desde
donde finalmente, la humanidad lograra Integrarse.
Pero no podía engañarse. Cuanto más cercano veía lo que estaba
descubriendo a lo que había decidido cubrir para siempre... más
angustia se apoderaba de él por el sólo hecho de tener que pensar en
desenterrar lo que le dejó el Nagüelo.
XIV

Afuera... un Continente Europeo que, Viejo para los demás, para él


era su Mundo Nuevo.
Adentro... un Continente Cuántico que, Nuevo para los demás,
para
él era su Mundo Original.

Se sentía más lejos de sus padres ahora –a pocos minutos de ver-


los– que cuando en Buenos Aires eso ni siquiera estaba en sus planes.
Advirtió la trampa a tiempo: en un principio Francia significaba
estar exclusivamente con sus padres; ahora pensaba que quería estar
exclusivamente con Juan.
“Las Esfinges siempre se ubican en el inicio” se recordó.

El consabido letrero con su nombre resaltaba en azul y dorado entre


el gentío.
–Soy Elissa, con dos eses. Yo soy de donde vos venís.
–Yo vengo...
–Sí, ya sé, de Argentina, pero lo que no sé es si sos argentino. No
parecés. Yo sí soy argentina. En realidad no soy específicamente guía
de turismo, pero por ahora me encargo de recibir y guiar a los turistas
latinos. Con lo que les gusta el fútbol te podrás imaginar todo el
trabajo que tengo en estos días. Muy bienvenido.

Elissa era un poco mayor que él. A Lucio le resultó divertido que
casi todo estuviera dicho sin necesidad de que él hablara. Su natural
timidez con las mujeres –más cuando le resultaban atractivas– quedaba
bien disimulada si ella hablaba por los dos.
A pocas cuadras, Elissa se dirigió en francés al conductor del auto,
quien respondió encendiendo la radio. Lucio se sintió inmediatamente
incómodo, aunque del idioma sólo “sabía” el Oui y Bonjour
reglamentarios, se encontró suponiendo una retraducción mental de lo
dicho por ella en términos tales como “ya que éste no dice palabra,
pongamos música para no aburrirnos”.
Justificándose en la noche de lectura, tomó como un refugio el
pesado sueño que de pronto se instaló.
Le bastó cerrar los ojos para ver aterrado, en primer plano, la cara de
una Esfinge, como si lo estuviese esperando ansiosa en ese silencioso
mundo de sueños en el que estaba aceptando sumergirse. El sobresalto
fue tal que Elissa le preguntó qué le pasaba. Sin saber qué decir, buscó
en el paisaje algo que lo inspirara:
–Es que... cuanto más avanzamos hacia el hotel, más familiar me
parece el lugar.
–¿Eso te inquieta tanto? El Hotel des Nations está en pleno Barrio
Latino. Como no preguntabas nada, pensé que lo sabías todo y por eso
no te lo dije.
–No lo sabía. Y mis padres, que hicieron las reservas, dudo que lo
supieran.
–Mirá vos, qué casualidad ¿no?

Escuchar eso le produjo cierta seguridad: las casualidades estaban


siendo favorables. Se relajó y aprovechó la media hora restante para
re- copilar datos.
–¿Así que en París hay un Barrio Latino?
–El Quarter Latin, algo así como el sector latino. Pero cada vez se
trata menos de un “sector”.
–¿El barrio crece?
–Sí, también; en realidad aquí lo Latino cada vez interesa más. No
muy lejos de donde está tu hotel, sobre la Rue des Écoles, hay un
Paradis Latin. Te recomiendo visitarlo.
–¿Cómo me has dicho que se llama la calle?
–Rue des Écoles, calle de las Escuelas.

Desde el avión sentía que su desafío personal en el viaje, acelerada-


mente se entrelazaba con algo mucho más general, más universal.
Así como la integración de lo indígena con lo cristiano descubrió se
extendía a la integración de América y Europa... ahora, con una
exactitud milimétrica el escenario interior se entrelazaba –como en un
paisaje escheriano– con el exterior: en ambos casos, el centro de la
cuestión involucraba “la escuela”. Su revalorización personal de “lo
latino” se apoyaba en lo descubierto en la escuela donde tuvo que ir
para tomar el
curso que dicta Juan. Y de todas las calles posibles, el centro
geográfico de la revalorización de lo latino en París se construía a
partir de la calle de las Escuelas.
La primera reacción ante tal casualidad fue sentir miedo. No de lo
que ocurría, sino de algo más irracional y primitivo: de estar
sugestionándose y forzando las cosas.
Se molestó consigo mismo por ese pensamiento y decidió que el
modo de desafiar el peligro de desvío escondido en ese miedo, era
averiguar más.

–Quisiera preguntarte por un lugar... no sé si existe o me hicieron


una broma.
–Es parte de la tradición el gastarle bromas a los que vienen a París
por primera vez. Como todo el mundo sabe que aquí no es fácil el tema
del idioma, se los pone en las situaciones más ridículas; te recomiendo
que tengas cuidado con eso.
–¿Conoces... La Casa del Habano?

Elissa, que estaba en el asiento delantero, dio un brusco giro y miró


a Lucio directamente a los ojos por primera vez. Mientras Lucio
bajaba la vista avergonzado, sentía que una ola de indignación le subía
por el rostro. Imaginaba a Juan riéndose de él, diciéndole algún otro
sentido de la frase, “el habano... es un amigo que vino de Habana y
por eso, su casa es La Casa del Habano”.

–Es mi lugar favorito –dijo Elissa entusiasmada–; ahora no hay


tiempo que me alcance, pero en general voy dos o tres veces por
semana. Es increíble que vos lo conozcas.

Lucio se despreció a sí mismo por dudar una y otra vez de Juan. Iba
a tener que plantearse el tema muy seriamente. Pero de inmediato se
distrajo invadido por una mezcla de orgullo y vergüenza evocando las
palabras de Elissa: “increíble que vos lo conozcas”... ¿Era un desprecio
o un elogio?

–Si te gustan los puros, no te lo pierdas, te va a encantar.


–Más que fumarlos me gusta el clima que crean donde se los
fuma.
Aunque hubiera preferido que ella se interesara y le preguntara por
eso, la respuesta igualmente no le pareció del todo mal:

–Si es eso... con más razón tienes que ir. Y no vas a tener problemas,
encontrarás más gente que habla en castellano que en francés.
–¿Cómo hago para llegar? Me han dicho que en París todo está
cerca y que hay que moverse en metro, que además es hermoso
porque tiene espacios dedicados al arte.
–Se ve que la gente con la que estás no sólo no se burló de vos, sino
que te asesoró bien: las tres cosas que te dijeron son ciertas.

Como esa gente era Juan, su sensación de culpabilidad aumentaba


en proporción directa a la exactitud de los datos.

–Pero para ir vas a tener un placer mayor que el de andar en metro:


el que todo viajero experimentado reconoce como uno de los placeres
más grandes que puede brindar el turismo.
–¿Cómo es eso?
–Vas a ir caminando. La Casa del Habano queda a pocas cuadras de
tu hotel.

Si la casualidad respecto de lo latino y la escuela lo había impacta-


do, lo que acababa de escuchar llegó a sacudirlo. Se alegró de no haber
elegido el hotel y de quedarse sin argumentos contra la casualidad. El
alojamiento había sido elegido por sus padres y mucho antes de que él
supiera de la existencia de Juan y La Casa del Habano. Todo motivo de
duda, era ahora pura indignidad... Se trataba, en forma rigurosa, de la
lógica de la casualidad.
Se alegró de llegar al hotel pensando en eso.

El edificio, de comienzos de siglo y mediana categoría, nada tenía


de diferente por el hecho de estar en París. Pensó en dormir hasta que
llegaran sus padres; después de todo, no había pegado un ojo en toda la
noche. Inmediatamente detectó la trampa.
“Si ellos ya estuvieran esperándome, no se me ocurriría decirles:
qué alegría verlos, pero ahora me voy a dormir. Además... no tengo ni
asomo de sueño. La Esfinge siempre se presenta en los inicios. Y esto
es un inicio, el más importante de mi vida... ¿No merezco dedicarme el
primer paseo por París a solas conmigo mismo?”
Salió con paso tan triunfal que hasta logró sacudir la amodorrada
indiferencia habitual de los empleados del hotel. Su paseo era otra vez
en dos paisajes simultáneos: quería descubrir París y, al mismo tiempo,
descubrir con qué iba a encontrarse él en París. O sea... ¿cuál sería su
primera casualidad gracias a estar ahí?
Tal vez por estar obligado a prestar mayor atención al idioma, le
resultó muy sugestivo descubrir que no existe un término que
permitiera nombrar a los estados externo e interno como armónicos,
simultáneos, similares y sincrónicos. Sólo puede nombrarse eso
recurriendo a explicaciones o metáforas. Esa falta le hizo pensar qué
lejos está el ser humano de darse por enterado de que lo que ocurre
afuera es simétrico a lo que ocurre adentro. Se sorprendió al notar
cuánto se conmocionaba con todo eso que semanas atrás ni le
interesaba... Y se rió de sí mismo:
“¿Así que crees que todo eso no te interesaba? Has pasado toda la
vida tratando de entender qué hacer afuera con lo que tenías adentro.
¿Afuera? ¿Adentro?... ¿Es posible? ¡Otra vez entre dos bandos! Cuánta
razón tiene Juan: siempre se trata de un mismo y único problema que
persigue a cada ser humano en todos sus problemas. ¿Toda la vida
seguirá ocurriendo esto? Es que al tratarse siempre de un mismo
problema, basta que en algún área esté sin resolver para que pueda
aparecer en cualquier otra... Y sí, hay un área en la que no logro ni
acercarme a compatibilizar esos malditos dos bandos: el cristianismo,
una religión llena de dogmas y mandamientos que le dice desde afuera
a cada creyente cómo tienen que ser él y su mundo ¿es compatible con
una enseñanza –indígena, cuántica o como se llame– donde la clave es
que lo interno arma y crea el mundo externo? Cuanto más profundizo,
más lejos veo de todo Eso al cristianismo.... Y menos motivos veo para
entender que Juan sea cura. Al menos, ya no estoy enfrentado contra
uno de los bandos, simplemente no le encuentro lugar al cristianismo
en todo esto.”

Con cada paso, Lucio se acercaba más a la conclusión de que para


avanzar en lo que quería aprender, no era necesario el cristianismo.
Advirtió que no estaba atendiendo a “ambos mundos”, sino que, ab-
sorbido en sus pensamientos, ignoraba las calles de París. Pero ahora
que en su mundo “interno”, había llegado a una conclusión, podía
entonces atender al mundo “externo”.
Claramente, no advertía la trampa. Un bando se alternaba para
desplazar al otro.
“Bueno, ahora sí, a impregnarme de París.”

La euforia de su llegada se había extinguido; nada de lo que a su


paso se le presentaba lo sorprendía, todo le parecía más o menos
conocido. Una calle que empalmaba con la de él lo sacó de ese estado
de desinterés:
“A ver si todavía me pierdo. Con esto del mundo interno desplazan-
do al mundo externo ni me fijé el nombre de la calle del hotel.”
Mientras corroboraba el nombre en la tarjeta que tuvo la precaución
de pedir en la recepción, notó algo que hasta ese momento no había
visto: diferencias. La primera es que en París no se puede cruzar a
mitad de cuadra, se debe ir al cruce de esquinas. Aunque no hacerlo así
le valió la reprobación de varios automovilistas y transeúntes... ni la
peor de las reprobaciones externas se aproximó a la que se le impuso
desde lo interno al descubrir que, con una exactitud escalofriante, el
nombre de la calle lo confrontaba directamente con “el cruce” que
poco antes había decidido evitar:
De todos los hoteles posibles, el que por pura casualidad había sido
el elegido para su hospedaje, estaba en la calle cuyo nombre lo ubicaba
de lleno ante eso que –con una ingenuidad sólo admisible en un niño–
pocas cuadras atrás, había decidido que podía dejar afuera:
“La Rue Monge”.
Y sólo con autoengaños de niño podría disimular que “La calle del
Monje”... lo ponía de cara ante el bando del cristianismo que, caminan-
do por esa misma calle, había pretendido desechar.
XV

A veces, el único modo de tomar algo, es tomarlo con humor. Ya


había tenido suficiente con su primer paseo por la ciudad, así que se
encaminó –ahora sí– hacia el merecido descanso.
La euforia retornaba cada vez que recordaba la precisión de la
casualidad que le recordaba que el cristianismo iba a estar mucho más
presente de lo que su infantil pretensión había previsto dejando eso
afuera como “solución”.
Al menos, esta vez no iba a tener el problema de olvidarse la calle
de su hotel, como solía ocurrirle en los viajes. Sólo debía recordar el
número 54; aunque luego supo que ni siquiera eso era necesario, pues
el hotel estaba a dos cuadras de la estación del metro... y de todas las
calles de los alrededores, casualmente esa estación tomaba su nombre
de aquella: Place Monge.
Cada vez que quisiera nombrar su residencia... iba a tener que
recordar justo eso que había pretendido empezar a olvidar.
–Pero le digo que es mi hijito el que está adentro... ¡no hay
problema! Lucio sabía de sueños que se presentaban como
realidades, pero ahora era la realidad que a los gritos se le filtraba mientras dormía la que se
presentaba como el más insólito de los sueños. Por un lado,
balbuceos que en francés trataban de parecerse al castellano para
decir “no se puede”; por el otro, un estribillo único que, en un
castellano que ahuecando las “erres” pretendía transformarse en
francés, sólo lograba disfrazarse de ridículo al repetir: “el que está
adentgo es mi hijo”.

–Madre! ...ya le abro –fue lo único que atinó a gritar Lucio “desde
adentgo”.

Ingenuamente trató de esconderse detrás de la puerta para que el


empleado del hotel no lo reconociera... como si hubiese alguna
posibilidad de que eso sucediera.
Pero con una rapidez que le asombró que sus padres aún tuvieran,
bastó el sonido de la llave para que ellos ya hubieran: entrado, apoyado
paquetes, valijas y más paquetes en el piso, abrazado a Lucio a cuatro
brazos, besado a dos bocas, reprochado que los tenía abandonados,
decretado que estaba demasiado flaco y aclarado que no se preocupara
porque con ellos él iba a comer lo que tenía que comer.
Por supuesto todo eso con la puerta abierta de par en par y el
conserje mirando estupefacto la escena.
Lucio, contento a pesar de todo, no lograba formar parte de lo que
su- cedía. No porque no pudiera insertar un solo bocadillo –o tal vez
sí– sino porque, sencillamente, no le parecía posible estar ahí con sus
padres.
Por diferente que fuera el contexto, las cosas no se habían modifica-
do: más que vivir la escena, la estaba recordando. Como si se tratara de
uno de esos episodios tragicómicos de su infancia que tantas veces
había vivido con sus amigos cuando la gracia era exagerar
(secretamente) contándose entre ellos los papelones que habían tenido
que pasar por culpa de sus padres.
Poco a poco fue decodificando la paradoja: lo que hacía que sus
padres fueran tan extraños... era que siguieran siendo tan iguales.
Sentía como si en un truco de película estuvieran encontrándose
personajes de
épocas diferentes y anacrónicas entre sí. Nunca, ni aun cuando
defendía al Nagüelo, se había sentido tan diferente a ellos.
Luego reparó en que en realidad lo que veía a través de la
inmutabilidad de sus padres... era su propio progreso. ¿Tanto había
cambiado en tan pocas semanas?

–Ven y siéntate aquí, tienes mucho que contarnos. ¿Cómo te va en


eso que estudias? ¿Cuánto tiempo te falta para terminar? ¿Cuándo
empiezas la carrera de medicina en serio? ¿Tienes dinero suficiente?
¿o has tenido que buscar algún trabajito?
Lucio se paralizó. Aunque le parecía increíble haberlo olvidado,
recién ahí recordó... que él quería ser médico. Lo que venía estudian-
do con Juan le había producido tal fascinación, que la medicina había
quedado eclipsada. En medio del impacto, se molestó mucho de haber
caído en tan básica trampa de un bando desplazando al otro.

–Para Medicina... todavía falta. Y trabajo no he buscado; tengo


suficiente con lo que me...
Algo lo detuvo. Sintió vértigo al notar la velocidad con la que la
Esfinge ya ganaba terreno. Le molestaba y atemorizaba tanto como le
fascinaba ver la precisión con la que continuamente todos los
problemas, eran el mismo.
La Lógica de la Esfinge, que en la calle se había fortificado al lograr
que pensara en dejar de lado el cristianismo... ahora se veía
amplificada y volcada sobre otras áreas, actuando con total impunidad
sin que él se enterara.
Era un verdadero Desafío tener que descubrir todo eso ...al mismo
tiempo que empezaba a hablar con sus padres.
No tardó más de tres frases para que “el piloto automático” con el
que estaba tratando de encarar el diálogo lo llevara directamente a la
zona de máximas tormentas.
El bando representado por “lo que le dejó el Nagüelo” intentaba
patear al otro bando representado por quienes habían viajado hasta ahí
tan sólo para encontrarse con él. Un paseo, tres frases... y la Esfinge ya
estaba en París.
Pero que esa Esfinge ya hubiera llegado, no tenía por qué significar
permitirle que se instalara. El simultáneo gesto de horror ante lo que
empezaba a decir llevó a Lucio a desactivar el automático y tomar el
control de sus frases, produciendo rápidamente la reinstalación del
interés en la charla.

–...tengo suficiente con lo que me dan de estudiar. Apenas me


alcanza el tiempo para eso.

El truco funcionó. Los padres, de un modo incontenible, empezaron


a saborizar con preguntas el té con masas que habían hecho subir a la
habitación para darle la sorpresa a Lucio.
Él sabía que esa charla era mucho más importante de lo que parecía:
más allá de la alegría de ver a sus padres... debía aprovecharla para
encontrar el modo de anunciarles que no estaría “disponible” todo el
tiempo con ellos.

–¿Es tan difícil?


–Es muy movilizante, muy distinto a lo que ya estudié, pero a su vez
muy parecido a algunas cosas... que yo conocía. Además, conocí a un
profesor muy especial que combina el Psicoanálisis con otras cosas.
–¿Con qué?
Supo que si decía las palabras mágicas “con cristianismo” muchas
puertas se le iban a abrir. Eso sería la antesala para que, cuando
supieran que Juan iba a estar en Francia, no sólo no se opusieran a los
encuentros, sino que hasta estuvieran orgullosos de que su hijo fuera a
encontrarse con “el Cura que viajó hasta Europa para enseñarle al
Lucio”.
Se sintió deshonesto de sólo pensarlo. Además, eso haría inevitable
que, tarde o temprano, sus padres invitaran a Juan junto con Lucio a
algún restaurante carísimo de París. Veía la escena, el tono de iglesia
dominguera de ambos agradeciéndole a Juan el cuidado que
dispensaba a su hijito, y cuánto más tranquilos estaban sabiendo que
“Cristo lo acompañaba en Buenos Aires”... al tiempo que Juan tomaba
la pose de esconderse detrás del menú para, en un acto de fingida
timidez, tener el panorama óptimo desde el cual elegir el mejor de los
vinos de la carta.

–Con Física Cuántica –dijo Lucio.


–Tu padre sabe mucho de eso.
–¿Padre? Nunca me había dicho nada.
–Tú sabes que él siempre se tira a menos. Pero sí que conoce de eso:
cuando nos casamos, para ahorrar, él arreglaba todas las cosas de
electricidad que se rompían en la casa.
–Ah, claro. Es que... esto es otra cosa, un poquito más difícil; pero
no me voy a poner a explicarles ahora. Cuéntenme de ustedes, ¿cómo
está todo por allá?
–Todo bien, siempre igual.
Tal vez ahí estaba la diferencia fundamental que en esas semanas se
había acuñado entre ellos: para sus padres, que todo estuviera igual
significaba que todo estaba bien... Para Lucio, su mundo estaba bien
cuando lograba variarlo en algo.

–Desde que te has ido, tu madre todas las tardes reza un rosario por
vos.
–Gracias... pero ¿para qué?
–¡Cómo “para qué”! Para que Dios te proteja; y los Domingos le
agrego una Novena con las vecinas, así de paso ya se enteraron de que
estás en Buenos Aires.
Y Dios no me está fallando. Aunque estás demasiado flaco, no te
está
yendo mal ¿no?
–No, para nada.

En ese instante se dio cuenta de que todo, en esos días, iba a ser
mucho más difícil de lo que él suponía. No sabía si estaba más
espantado por las costumbres que ahora veía tan pueblerinas en sus
padres o por lo lejos que se sentía ahora de todo eso. Prefirió cambiar
de tema. Hablar de algo extraño en sus padres... entendió que sería
hablar de lo que, paradójicamente, los acercaría.
Pero comprobó, una vez más, que lo mismo que acerca, aleja.

–¿Y cómo se les ha ocurrido todo esto de que vengamos a ver el


Mundial? Es lo más raro que les vi hacer en mi vida.

Se produjo un silencio tenso.


–¿Qué pasa? ¿Dije algo malo?
–No, hijito, no es eso.
–¿Y qué es entonces?
–Tu padre... está con la idea de que le queda poco tiempo. Y tú
sabes cómo es él cuando se le mete algo en la cabeza. Desde que está
con eso dice que quiere pasar más tiempo con vos, conocer un poco el
mundo más allá de los pueblos vecinos, y asegurarse de compartir sus
cosas contigo.

Ni por un minuto, cuando su madre le había anunciado sobreactuada


y oportunistamente algo parecido en el llamado a Buenos Aires, Lucio
pensó que lo relativo a “cómo estaba su padre” podría tratarse más que
de una extorsión emocional para que él aceptara viajar y, así, intentar
insertarlo en el laboratorio. Pero por muy acertada que fuera su lectura
sobre el chantaje emocional, no podía dejar de ver lo que ahora era
obvio: otra vez un bando había desplazado al otro: la extorsión dejó
afuera la posibilidad de una enfermedad real.

–¿Cómo que le queda poco tiempo, padre?


–No hagas caso, era todo para convencer a tu madre de venir acá.
Lucio agradeció internamente que el padre conservara esa habilidad
de zanjar siempre con una broma los momentos ásperos y difíciles,
mientras descubría la tristeza que en él se instaló ante la sola idea de su
muerte. Sencillamente, nunca había considerado esa posibilidad... y se
maravilló al advertir que, ante algo tan extremo, la respuesta interna le
surgiera desde lo aprendido en esos días: aun si su padre se enfermara
de verdad, la casualidad de que justo eso hubiera aparecido cuando
querían convencer a Lucio en aquel llamado, era parte de la trampa, y
debía ser detectada.
Así, un bando no desplazaría al otro.
Se sintió tan seguro como nunca ante ellos.

–No vamos a hablar ahora de cosas tristes.


Estamos en París y hay mucho que conocer. Dejemos todo en la
habitación de ustedes y vamos a pasear. Ya estuve viendo algunas...
La expresión de perplejidad de sus padres lo frenó en la mitad de la
frase.

–¿Nuestra habitación? Nosotros reservamos una habitación triple.


¿Esta es toda la habitación? ¿no sigue arriba? ¿cómo puede ser?

Acababa de enterarse... de lo que desde el principio debió haber


sabido.
En una sucesión vertiginosa de escenas, recordó que el primer día el
conserje trataba de explicarle algo mostrándole unos planos de las
habitaciones, pero Elissa ya se había ido y la barrera del idioma pudo
más... mientras él se limitaba a decir repetidamente “no smoking”.
Comenzaba a entender por qué ese mismo conserje estaba tan
fastidiado con él. Rearmando mentalmente lo sucedido, ahora quedaba
claro: trataban de explicarle que no iban a poder darle una habitación
triple, sino una doble y una simple... Y se maravilló por la casualidad:
todo era mucho más fácil así.

–El hotel no tenía habitaciones triples que fueran lo suficientemente


cómodas. Acepté entonces que nos dieran mejores habitaciones pero
por separado –juntó coraje y lo dijo todo junto–. De todas maneras es
mejor así... porque en el curso de ingreso –entendió que llamarlo así,
era una buena táctica– me han dado trabajos de investigación y muchas
veces tendré que estar entrando y saliendo, incluso de noche. Con esto
del Mundial hay lugares que adaptaron sus horarios y sólo abren cuan-
do no hay partidos de fútbol. Si estamos en habitaciones separadas no
los molestaré y podrán descansar mejor.
–No era así como lo habíamos pensado pero si es por estudio...
Además, está bien: podrás llevarles a los chicos que estudian
contigo cosas que ellos tal vez nunca podrán ver. No cualquiera
puede hacer un viaje así.
–Eso es muy cierto, madre... no cualquiera hace un viaje como
este. ¿Vamos?
XVI
–¿No tenías que estudiar, hijito? No te atrases por nosotros, en estos
tres días no te he visto tocar un libro ni salir a hacer todo eso que
dijiste que harías.
Ahora... ya que no estás estudiando, ¿por qué no aprovechamos y
nos hacemos la escapadita al Labo...?

Hubiera preferido mil veces que se opongan con el mayor


empecina- miento a que él estudie durante el viaje y entonces tuviera
que defender con todas sus fuerzas ante ellos lo que dijo que quería
hacer. Pero precisamente quienes supuso tratarían de separarlo de lo
que deseaba... eran quienes le estaban recordando unirse a eso.
De ningún modo era suficiente para él recordarse una vez más que
“lo mismo que separa, une”. Se había humillado a sí mismo. Estaba
sirviéndoles en bandeja la visita al Laboratorio que tanto temía que sus
padres le propusieran. El golpe le dio en pleno rostro, por el único
motivo por el que entran los golpes: porque se abre la guardia.

–Gracias, madre. Es que... Gracias, de verdad. Ahora mismo


comenzaré.

Si bien deseaba continuar con sus lecturas, lo que más buscaba en


aquel momento era tener un rato a solas.
“Si la casualidad del ‘Monje’ me mostró que para seguir avanzan-
do no podría hacer desaparecer al cristianismo... ahora directamente,
desaparecí yo. En estos días estuve dedicado a estar con mis padres;
según están representados los bandos, eso es como estar dedicado
exclusivamente al cristianismo. Otra vez más de lo mismo, más del
mismo problema... Aunque me avergüence ante mí mismo, otra vez un
bando desplazó al otro bando.
Cuando me pongo del bando indígena todo es más excitante, íntimo,
profundo, me conmociona y me desafía permanentemente.
Cuando me pongo del lado de lo cristiano todo es más tranquilo,
dentro de lo establecido, social, superficial, y no aparecen desafíos a
los que enfrentarme.
Los dos tienen ventajas... pero me ponga del bando que me ponga,
siempre termino estancado.
Ya no puedo dudar más: avanzar, no estancarme, sólo es posible
tomando los dos bandos.”
Después de tres días con sus padres, Lucio estaba dando su segundo
paseo solo. Seguro de que no olvidaría el nombre de la calle del hotel,
y –tratando de alejarse del foco generador de su vergüenza– se dejó
llevar por los encantos de la ciudad.
La ceremonia inaugural del mundial, realizada el día anterior, había
dejado sus rastros en todos lados. A los padres les había maravillado
eso de los cuatro muñecos grandes entre miles de muñecos pequeños.
A Lucio le había gustado estar con sus padres ahí, pero la ceremonia
comenzó a resultarle tediosa en cuanto se consumió la expectativa
inicial y “todo” ya era sistemáticamente lo mismo y sin sorpresas.
Aunque todavía estaba muy lejos de enterarse de qué era eso mismo
que se actuaba en la ceremonia... y de lo determinante que eso sería
para él, para Juan... y para toda la Humanidad.
“¿Cuándo va a venir Juan? Seguro que quiere ver los partidos de
Argentina, así que no creo que tarde mucho. Si ya hubiese llegado, yo
no me habría ocupado solamente de mis padres todos estos días ¿Y yo
me creo eso? Si Juan hubiera llegado antes, ahora estaría quejándome
de que no tuve tiempo de estar con mis padres.
¿Todo esto... es la Esfinge? ¿Juan habrá seguido hablando de eso en
las clases?
Necesito saber mejor cómo reconocer cuando estoy ante la Esfinge,
pues sólo la veo cuando ya está instalada. Veamos, ¿qué sé ya de la Es-
finge? Es eso que se interpone a la entrada de algo valioso para
impedir la entrada y eternizar el estado anterior; el estado de niño.
¿...Y qué cosa sino el niño es el que está todo el día con sus padres?
¿Qué diferencia hay entre lo que hice desde que llegaron mis padres y
lo que hacía de chico cuando viajábamos juntos?
Y peor: ¿quién sino el niño es el que está esperando que venga ‘el
grande’ a llevarlo a divertirse?”
Los cuatro muñecos gigantes utilizados en la ceremonia inaugural
estaban siendo desarticulados para su traslado. Los miles de muñecos y
disfraces pequeños todavía lo invadían todo.
“Tengo que retomar hoy mismo la lectura. Aunque todavía no sepa
qué hacer con el cristianismo está claro que leer esos temas me hizo
sentir muy bien y muy seguro de mí mismo. Todavía no llegué a la
mitad de los cinco libros de cuántica ni he abierto los otros dos. Pero,
de todos modos, leer es lo más fácil; con eso solo ya no me alcanza.
Esta noche me voy a conocer La Casa del Habano. Estoy seguro de
que a Juan no le va a molestar que no lo haya esperado.”

Más animado, mientras caminaba por las calles, comenzó a recordar


los conceptos de física cuántica que había leído. Perdió la noción del
tiempo transcurrido y se dio cuenta de que era mucho porque ya no
quedaban rastros de los muñecos pequeños.

Horas después, frente al espejo no pudo ocultárselo: nadie se arregla


tanto sino es porque quiere mostrarse ante “alguien”. Es cierto que ir a
tomar una copa –y más si se animaba a pedir un Puro– era para Lucio
una verdadera experiencia y merecía la máxima preparación. Pero su
expresión, la ropa especial que había elegido... y sus nervios, le
indicaban que en su primera salida nocturna en París había algo más.
Le avergonzaba admitir que se trataba de eso. Sentía que haría el
ridículo. Pero también sabía que intentarlo lo haría sentir infinitamente
mejor que la más pacífica de las noches conseguida sobre la base de la
cobardía de mirar para otro lado. Para algo se había arreglado tanto.
Pero más que su aspecto, lo que le daba fuerza para decidir solemne-
mente que si tenía una oportunidad iba a aprovecharla... era pensar que
para algo ella le había contado que le gustaba ir a La Casa del Habano.

El extraño sonido de sus pasos lo puso en duda: o las calles de París


tenían una acústica diferente o, simplemente, eran sus zapatos nuevos.
“Hasta en esta estupidez, dos bandos”.
Le molestaba verse solo en medio de tantos grupos de turistas, cada
vez más numerosos y ruidosos; aunque le bastaba verlos
completamente borrachos y a los gritos con sus consignas futboleras
para agradecer internamente no formar parte de eso.
“¿Qué me molesta, entonces, de verme solo?”
No tenía respuesta, pero tuvo una leve sensación de que eso no era
nuevo: sentirse aliviado de no formar parte de los grupos de chicos
cuando veía en qué situaciones se metían y cómo los reprobaba todo el
pueblo por sus travesuras... pero también sentir que mientras el pueblo
se burlaba de ellos, mucho más se burlaba de él por no estar entre
ellos.
Ya no le alcanzó con lo que ahora le resultaba tan obvio, ver que
otra vez el tema lo ubicada entre dos bandos: estar solo o estar
acompañado. En los últimos días, detectar eso mismo en alguna
situación era suficiente para orientarse y hasta para disolver la angustia
que le producía.
Pero esta vez no; la angustia, la molestia y la inseguridad seguían
ahí.
“Así no puedo entrar a La Casa del Habano. Todos se van a dar
cuenta de que... Pero, ¿eso es el tema?”
De inmediato, como si hubiera activado el botón de reproducción de
una grabación, vino a su mente la primera clase de Juan y aquel
terrible descubrimiento: cada ser humano es de acuerdo a eso que otro
programó que sea.
“Desde que salí del hotel no he estado pensando en otra cosa que en
cómo me ven los demás y qué pensarán al verme solo... pero si en
realidad a mí no me molesta, e incluso me encanta estar solo en esta
primera noche de aventura en París.
Continuamente los dos bandos: mis zapatos o la acústica del lugar;
si me molesta estar solo o que los demás me vean solo... si quiero ver a
Elissa o quiero que ella quiera verme.
Tal vez nunca los dos bandos entre los que está todo el mundo se
tratan en realidad de otra cosa que de Eso: lo propio o lo de otro. Pero
según lo que aprendí y vengo experimentando, esa es la parte más os-
cura de la trampa... porque en realidad, ninguno de esos dos bandos, es
el propio. ¿Uno es el que está entre los dos bandos... si los integra?
¿Ese tercer lugar es el famoso Lugar Propio, del que habla Juan?
Por eso cuando no encuentro esa posición, haga lo que haga todo da
lo mismo y es igual de vacío. Y por Eso cuando encuentro esa
Posición Integrativa, me siento tan dueño de Mí Mismo.”
La conclusión una y otra vez confirmada en su planteo, casualmente
coincidió con dos conclusiones más: la de su angustia y la de su paseo.
Finalmente, estaba ahí donde quería estar... La Casa del Habano se
hallaba frente a él.
Pese a que no se parecía a ningún bar, lo asaltó una leve sensación
de familiaridad. ¿Había estado alguna vez en un lugar así? No era
posible; antes de que Juan se lo dijera ni siquiera sabía que existiera un
bar para fumar Puros.
Pero pensar en Juan le dio la pista: “¡Claro que sí! El despacho de
Juan es casi una réplica perfecta de este lugar... en plena parroquia”.
El descubrimiento le resultó tan divertido y único, que hizo que
entrara como quien llega a la primera cita con alguien que no sospecha
que su acompañante conoce su secreto más íntimo.
Se movió con tanta naturalidad entre las mesitas rodeadas de
sillones y las paredes repletas de libros y revistas, que pasado un
cuarto de hora nadie había venido a atenderlo. Más distendido al verse
integrado al grupo de “parroquianos”, lamentó que Elissa no lo viera
en esa situación. Llegó a causarle gracia la exactitud de notar que
casualmente... todo el lugar era una escenificación externa de esos dos
bandos que, cada vez más, se le develaba como su continuo –y único–
conflicto interno: dos pisos, y en cada planta, de un lado los
mostradores con botellas de ron, coñac y otras bebidas, como en todo
bar del mundo, con el agregado del insuperable champagne local; del
otro lado, los carritos humidificadores llenos de los mejores puros del
mundo.... Y en el medio, él.
Era como pasar del otro lado del espejo. Paso a actuar en un
universo al que siempre solamente veía desde afuera: nunca había
estado frente a la posibilidad de elegir por sí mismo si tomar o no un
Puro.
Pero del otro lado del espejo todo es igual pero invertido: si antes el
problema era que nunca había podido elegir, ahora el problema era que
había demasiadas opciones.
La casualidad sería la brújula...
Cerró los ojos e hizo lo que en tan diversas situaciones le vio hacer a
su Nagüelo: discretamente pasó la mano izquierda sobre los diversos
paneles repletos de puros; sintió la señal indicada y, al abrir los ojos, lo
que vio lo sacudió. Entre los centenares de puros, La Señal se había
detonado justo sobre uno muy grueso que tenía por toda marca y
leyenda ...la cara de un indígena. Se quedó petrificado viendo los
colores brillantes del perfil dibujado bajo la palabra “Cahonao”.

–Se tomó su tiempo, pero el señor realizó finalmente una excelente


elección. Habla español, ¿no?
–¿Cómo se dio cuenta?
–Los europeos y estadounidenses aún no se animan a elegir esas
marcas, sólo los latinos... y los que saben mucho. Pese a ser tan joven,
el señor sabrá entonces muy bien con qué acompañarlo –dijo el maître
señalando con gesto ampuloso el sector de bebidas.

Aún bajo el impacto de la elección, Lucio pensó que más importante


que la casualidad del Puro era la de que el maître hablara su mismo
idioma, porque de lo contrario habría caído en la trampa de sentarse
fascinado con su puro sin bebida... o sea, un bando habría desplazado
al otro.
“Debe hacerse lo que debe hacerse”, recordó. Pero no quería borrar
la buena entrada que, gracias a la casualidad, había logrado en el
lugar; y un segundo de espera era suficiente para eso.
–Es mi primera vez en Francia y no conozco las bebidas de aquí.
–Excelente, el señor no pertenece a los que vienen a París a seguir
pidiendo lo mismo que bebieron toda la vida en sus tierras... ni a los
que creen que saben de lo que ni siquiera conocen. ¿Me permitiría una
recomendación?
Como quien va a abrir un tesoro, mostró una llave que colgaba de su
pecho y, sin más palabras, llevó a Lucio a un cuarto repleto de botellas
protegidas en estantes detrás de vitrinas con cerrojos. La botella era
achatada y circular en su base, se asemejaba a un pequeño violín y, a
juzgar por lo que agregó enigmáticamente el maître traduciéndole la
contra etiqueta, esa comparación era válida también por su efecto y
contenido: “la bebida que obliga a quien la bebe a atravesar su
misterio... Sé que sabrá apreciarla, se queda con usted”.

Lo que inicialmente le resultara familiar ahora se tornaba extraña-


mente mágico; como en una atmósfera de sueño. Sin atreverse todavía
a encender el puro, tomó la botella y mientras el maître desaparecía
discretamente, leyó en la etiqueta: “Grand Armagnac, Fondateur”.
¿Debía dejar la botella y el puro en la mesa sin tocarlos para no
arruinarlos con su torpeza inexperta? ¿O debía imitar lo que hacían los
“parroquianos”?
Otra vez estaba entre dos opciones.
El único modo de adueñarse del momento era entonces armar su
propia opción.
“Nunca en mi vida tuve mi propio Puro ni mi propia copa entre mis
manos... y de pronto, tengo los mejores que se pueden tener.
Es como verse sentado frente al volante de la más sofisticada de
las Ferraris sin saber siquiera conducir.”
Bastó pensar eso para que el recuerdo de lo que ni sabía que alguna
vez había ocurrido invadiera su mente con total nitidez.
Tendría menos de diez años y cabalgaba sobre el lomo en pelo del
Viento, el caballo que sólo se dejaba montar por el Nagüelo, quien
sujetaba a Lucio entre sus piernas, cuando... sin la menor advertencia,
el Nagüelo soltó las riendas.
–Si quiere que las tome yo otra vez, no tiene más que pedírmelo.
...Pero si lo prefiere, puede tomar el control por usted mismo.
El caballo comenzó a acelerarse mientras Lucio se aferraba con
todas sus fuerzas a las crines y desesperadamente gritaba:
–¡Por favor, Nagüelo, deténgalo!
–Usted también correría si le tiraran de los pelos mientras le taladran
las orejas a los gritos.
–No sé... cabalgar.
–Todo lo que es necesario saber viene viéndomelo hacer desde hace
diez años. Ahora puede hacerlo por usted mismo. Pero si así lo
prefiere...

El recuerdo de cómo le había pegado en las manos al Nagüelo cuan-


do insinuó que retomaría el control de las riendas hizo sonreír a Lucio
de la misma forma que arriba del caballo había hecho reír a carcajadas
al Nagüelo.
Todo se sucedió en un instante. Gracias a ese golpe, Lucio dejó de
gritar y liberó sus manos de las crines, lo que de inmediato calmó al
Viento. Ocupar sus manos en impedir que el Nagüelo retomara las
riendas hizo que apretara las piernas alrededor del lomo para no
caerse. Es decir... con exactitud, y por pura casualidad, comenzó a
hacer todo lo que había que hacer. Sus manos ya no se aferraban, las
riendas flotaban firmemente sobre las crines. Sintió que su cuerpo se
continuaba en el del caballo a través de sus piernas: la misma unidad
que siempre había
visto, maravillado, entre el Nagüelo y el Viento. Desde aquella altura
podía manejar el arco, agacharse en medio del galope a recoger del
piso lo que había ensartado con la flecha y girar sobre sí mismo
quedando de espaldas a la cabeza del caballo para elegir la próxima
presa. Y ahora, Lucio participaba de esa unidad. Eran tres, pero
también eran uno.
A tal punto, que ni el alarido de alegría proferido por el Nagüelo
espantó al Viento:
–Lucio tomó las riendas... ¡Ahora sí vamos hacia el Árbol de
Fuego!

Nunca pudo descifrar aquel grito, pero tampoco pudo olvidarlo.


Supo que aquello que había hecho sobre el Viento era lo mismo
que debía hacer ahora. Ésa era su tercera posición, su integración
de bandos con el puro: no quedarse mirándolo sin encenderlo ni
quedarse mirando a los demás para encenderlo... Después de todo,
difícilmente algún otro de los que estaba ahí había tenido la
oportunidad de ver en exclusiva las demostraciones prácticas y
escuchar con fascinación las explicaciones detalladas que, durante
catorce años seguidos, un verdadero Experto, le había dado a él
sobre El Arte de los Puros.
En dos escenas al mismo tiempo, protagonizando lo que tantas veces
había presenciado como espectador, inició paso a paso eso que el
Nagüelo denominaba, con cierta picardía, “El Ritual de Los Puros”.
Tocándolo lo menos posible, tomó con la punta de los dedos el
Cahonao para sentir su consistencia, peso, suavidad y textura. Lo llevó
a un centímetro de su nariz y, cerrando los ojos, aspiró en forma
regular y continua mientras giraba el puro en un lento y doble
movimiento de rotación sobre sí mismo y de traslación desde un
extremo al otro, hasta la punta abierta del mismo. Allí se detuvo varios
segundos, y sólo después de haberse impregnado del aroma volvió a
abrir los ojos.
Se estiró sobre la mesita para elegir cuál de las guillotinas se
adaptaba mejor a la forma de ese puro y, en un solo movimiento, abrió
el ex- tremo cerrado. A despecho del cenicero, sin dudarlo, arrojó lo
extraído sobre el piso, para...
Retribuir a la Tierra algo del tabaco que nos brinda para que
elevados con su humo lleguemos al mundo Sutil de los Dioses.

Con un fósforo de madera, hizo un profundo agujero a través del


extremo que había abierto. Sólo después de esos pasos, por primera
vez
se lo llevó a la boca, asegurándose de que únicamente sus labios lo
recibieran.
Una vez que los labios se adaptaron a la forma entró en escena la
lengua, en el importantísimo y delicado paso de degustación
consistente en humedecer lenta y progresivamente el extremo. Cuando
el sabor comenzó a liberarse, recién ahí produjo la primera aspiración.
Y entonces llegó el instante donde...
Los mundos densos y sutiles, la Materia y el Espíritu, se encuentran
entre sí.
Rozó suavemente el fósforo de madera contra la raspadera. Nunca
hacia fuera, siempre hacia sí mismo...
Para que el fuego se encienda también en nuestro interior.

Había llegado el momento.


Todo lo anterior era para llegar a eso. Sólo con el calor de la llama,
sin que el fuego toque directamente al puro...
Para que este hijo de la tierra se encienda sin incendiarse; y así
encendido se monte sobre el Humo Blanco, se Eleve hasta los Dioses...
Y se encuentre con el Oráculo del Tabaco: si el Puro aceptó
encenderse vivamente con el calor de un solo Fuego significa que el
Humo será Recibido en lo Alto. Entonces, todo el tiempo que se
mantenga encendido el Puro será tiempo de Oráculo y Oración para
quien se Eleva con Eso que sale de su boca.

El único fósforo que había sido necesario para encender el puro


todavía estaba prendido cuando Lucio soltó su primera bocanada de un
humo cuyo fantástico color blanquiceleste sólo podía ser superado por
su Perfume.
Ése que el Nagüelo había bautizado tan exacta, extraña y
maravillosamente...
...El Perfume de la Lluvia Seca.
Estaba tan satisfecho consigo mismo, que ni siquiera le interesaron
las miradas entre asombradas y reverenciales que, desde prácticamente
todos los sillones, se habían concentrado sobre él... Sólo quería estar
con aquello que quería estar.
Tal vez por Eso, casualmente de pronto escuchó:
–Supuse que habría que enseñarte todo sobre los Puros.
Pero Eso que vi recién, nos enseña a todos los que desde hace años
nos encontramos aquí.
Lucio, totalmente seguro de que la bocanada había sido demasiado
profunda para ser la primera y de que estaba sufriendo efectos
semialucinatorios, giró sobre sí a igual velocidad que la del Nagüelo
sobre el lomo del Viento, al mismo tiempo que soltaba un grito de una
sola palabra:
–¡¿Juan?!
XVII

–¡Qué buena, pero que buena casualidad! Mi primera noche en


La
Casa del Habano y lo encuentro a usted... ¿Recién llegó?
–Es cierto, tu primera noche aquí... pero no la mía: ¡Por fin
viniste!
–¿Cómo? ¿No pudo llamarme antes?
–No tenía motivos para llamarte.
–Pero usted me había dicho que le dijera mi hotel...
–Y que nos comunicaríamos, no que yo me comunicaría con vos.
Recordá que también te dije que si así lo querías nos encontraríamos...
y eso no depende de que tuvieras o no mi dirección: evidente y
afortunadamente, esta noche sí quisiste.
–Es cierto, podría haber venido antes, pero...
–Por favor, no le dediquemos también esta noche a las noches que
no nos dedicamos. Habrás tenido algo mejor que hacer.
–Mejor no le cuento.
–Mejor contame cuándo pensás abrir esta botella. Veo que elegiste
muy, muy bien.
–Sí. Elegí la casualidad: con un método que me enseñó el Nagüelo
elegí el Puro, éste me trajo al maître y el maître me trajo el...
–El Armagnac, la bebida que obliga a atravesar su misterio.
–Algo muy parecido me dijo el maître.
–Y siempre sabe lo que dice en cuanto a Puros y bebidas.
–Por cómo lo elogió, el Puro que elegí debe ser bueno en serio.

Juan lo tomó, miró sonriendo la brillante cara del indio dibujada en


el anillo e instintivamente lo degustó.
Lucio se asombró, en verdad... nunca supuso que alguien que no
fuera indígena aceptara compartir el tabaco de un mismo Puro.

–Es increíble el sabor a naturaleza que tiene.


–Mi Nagüelo lo definía de un modo muy parecido. Decía que los
buenos puros tienen sabor a “Lluvia Seca”.
–Es... una de las más bellas y exactas metáforas que escuché en mi
vida. En realidad, es un Oxímoron... Literatura con mayúsculas: la de
quien vivió lo que dice.
Dicho esto, Juan abrió la botella. Hizo una seña para que hubiera
silencio y sirvió dos hermosas y grandes copas transparentes con la
bebida más dorada que Lucio hubiese visto. Con un gesto de rotunda
aprobación y hasta de admiración, miró el líquido a trasluz. Se tomó el
tiempo de sacudir la copa suavemente, e inclinarla a cuarenta y cinco
grados sobre una servilleta blanca para mirarla otra vez. La olió y,
finalmente, la probó en tres sorbos espaciados y consecutivos. Llamó
poderosamente la atención de Lucio notar cómo agitaba la lengua
mientras retenía los sorbos por largos segundos para luego hacer
circular aire como si silbara para adentro.
La expresión de éxtasis y el gesto de invitación a que Lucio tomara
su copa, indicó que todo estaba como debía estar.
Manteniendo la copa frente a su cara, Juan mostraba una
profundidad totalmente calma e intensa que Lucio no le había
conocido hasta ese instante.
–Esto es como reencontrarme con un viejo amigo. Y en esta noche
de reencuentros... mi muy esperado Lucio, llegó el momento. Reservo
nuestro primer brindis para que me cuentes ese método con el que ele-
giste el Puro, todo eso que hiciste antes de encenderlo ...y muy
especial- mente: qué significa para vos compartir un Puro.
Y como creo inferir quién está detrás de todo eso, estoy tratando de
decirte... que dedico nuestro primer brindis en París a que me cuentes
del Nagüelo.

Juan se puso de pie con ademanes ceremoniosos y extendió su brazo


en dirección a Lucio, quien sorprendido y emocionado lo acompañó en
el gesto. Las copas chocaron con tal musicalidad y fuerza... que
pareció que en el brindis había alguien más.
Lucio ya no pudo –ni quiso– contener su emoción cuando pensó
cuánto disfrutaría el Nagüelo de un momento como el que ahora estaba
viviendo.

–El Nagüelo... Me pasa algo muy raro, siempre tengo la sensación


de que no me acuerdo de nada de lo que él me dijo. Pero de pronto,
cuando es necesario, todo está ahí, a mi disposición.
–Tendrías entonces que crearte muchas más situaciones donde te sea
necesario recordar todo eso.
–Aunque al principio ni lo sospechaba... es lo que hice esta noche
viniendo acá. Ni le cuento cómo me persiguieron los dos bandos todos
estos días: usted lo sabrá mejor que yo. Pero cuando me vi frente a los
puros no supe qué hacer y me di cuenta de que eso no era posible. En
realidad, el problema no es que no sé, sino que no sé lo que sé.
–Aunque no lo creas, acabás de decir con toda precisión una de las
definiciones lacanianas de uno de los problemas más graves del ser
humano: la ignorancia.
Y la ignorancia no es que alguien no sepa, sino que alguien no sepa
lo que sabe. El método que utilizaste te permitió elegir el mejor Puro,
pero también disolver la ignorancia de no saber lo que sabías... ¿No es
demasiado mérito como para que te lo calles?
–Es que no sé si puedo hablarlo.
–Hay un solo modo de averiguarlo.
–Ya sé, hablando. La verdad, cada día más quiero enterarme qué es
todo eso que sé.
Empecé recordando una escena donde mi Nagüelo por primera vez
me dio las riendas del Viento, un caballo bravo que sólo aceptaba que
lo montara él. A la noche de ese día cuando finalmente yo había
logrado, pese a mi terror inicial, conducir al Viento... el Nagüelo me
llevó a su casa, y me puso frente a una mesa cubierta de Vinchas
Indígenas. Me dijo que cada una tenía una Historia relacionada con
una Oportunidad de Nobleza y Coraje.
Yo podía elegir Una... y junto con esa Vincha, su Historia y su
Oportunidad de Nobleza y Coraje, entrarían en mi vida.

Juan llenó las copas, que ya estaba casi vacías.

–Cuando estiré la mano hacia la de colores más llamativos me


detuvo, diciéndome que si cada Vincha tenía su propia historia
entonces ellas también tenían el derecho de elegir: debíamos elegirnos
mutuamente.
Se quitó su vincha y la usó para vendarme los ojos. Entonces me
explicó algo que yo le había visto hacer muchas veces, en las
situaciones más diversas, pero que hasta ese momento nunca había
entendido. Me dijo que pusiera en mi mente algo que quisiera alcanzar
y que estirara mi mano izquierda en todas las direcciones posibles
girando lentamente sobre mí mismo si era necesario. Con la mano
sobre las vinchas en algún momento iba a sentir una de las cuatro
sensaciones–señal y, cuan- do eso ocurriera, debía seguir esa dirección
que, indefectiblemente, me conectaría con eso que había puesto en mi
mente. Recuerdo que se negó a decirme cuáles eran las cuatro señales
que podía sentir, para que “mi mente educada en colegios” no me
hiciera creer luego que él me había sugestionado. Me tomó la mano
izquierda y me dijo que me indicaría la posición exacta. Lo importante
parecía ser que los dedos índice y medio se mantuvieran extendidos y
relajados, con la palma hacia abajo y los demás dedos curvados con
naturalidad hacia adentro. Comencé a pasar lenta y relajadamente mi
mano sobre la mesa y en un momento sentí un cosquilleo en el centro
de la palma. Le pregunté al Nagüelo si esa podía ser la señal. Me
ordenó que me quedara quieto y, explicándome recién ahí que las
cuatro señales como la Energía se anuncia son calor, frío, puntadas y
cosquilleos, luego me destapó los ojos.

Ambos sonrieron al notar que Juan, sin advertirlo, seguía cada paso
con su mano izquierda sobre la copa de Armagnac.

–Con una mirada tan triunfante como pocas veces más le vi, me dijo
que todas las vinchas hubieran sido buenas... pero que fuera a
preguntarle a mi padre sobre la que justo había elegido y que luego
volviera con él. Fui corriendo.
Bastó notar la cara que puso cuando me vio entrar agitando la
vincha para darme cuenta de que la historia que había detrás, era dura
para mi padre.
Me preguntó qué era eso que tenía en la mano y le dije que, según el
Nagüelo, él me lo explicaría. Se puso muy triste. Nunca lo vi llorar,
pero ese día fue cuando estuvo más cerca.
Me dijo que una vez –tendría la misma edad que yo en ese
momento– el Nagüelo lo llevó a andar a caballo, le soltó las riendas y
le dijo que las tomara... pero a mi padre le asaltó tal pánico... que se
tiró del caballo.
Lo que ahora era una vincha limpia y resplandeciente había sido una
venda con sangre: la que le pusieron en la cabeza por la herida que se
había hecho.
Lucio hizo una pausa, pero Juan no habló.
–Como si fuera una confesión, me dijo que nunca más volvió a
subirse a un caballo. Salí corriendo. De ningún modo estaba alegre,
más bien me escapé espantado. Pero antes de llegar a hablar otra vez
con el Nagüelo... volví sobre mis pasos y, como un rayo, fui otra vez
hasta mi padre, que estaba mirando por la ventana, hacia la nada de la
noche. Callado y sin siquiera mirarlo, lo tomé de la mano y lo llevé
hacia fuera, al establo. Le pedí que se subiera a un caballo y que, por
primera vez en nuestras vidas, cabalgáramos juntos. Le rogué, le grité,
y hubiera seguido hasta la humillación si no fuera porque el Nagüelo
vino a buscarme. Exactamente como yo lo había hecho un rato antes
con mi padre, sin decir palabra el Nagüelo me tomó de la mano y me
llevó afuera.
Nos sentamos bajo las estrellas. Yo no podía parar de llorar.
Escondía la cabeza entre las piernas, hasta que él... suavemente me la
levantó y... mirándome a los ojos me puso la Vincha. Dijo algo que
desde entonces supe era de gran importancia... pero que sólo ahora
comienzo a comprender:

En cada paso que damos, todos cargamos sobre nuestros hombros


un ataúd que adentro tiene el cadáver de las generaciones anteriores.
El viaje de nuestras vidas es para, por fin cuando todas nuestras
fuer- zas humanas se han agotado por cargar ese peso y nos sentimos
exhaustos y desahuciados... conseguir entonces Fuerzas Divinas con
las que enterrar eso que cargábamos.
Desde hoy, cada vez que montes al Viento, lo harás con Tu Vincha
puesta. Será el modo de recordarte a Ti Mismo... que tú, ya has
enterrado al muerto.

Después me abrazó y, tomándome por los hombros, me invitó a que


nos pusiéramos de pie de cara a la Luna...
Teníamos que recibir al Hombre en el que yo, desde ese día, me
había transformado.
XVIII

–Entonces... un brindis entre hombres.


Llenando las copas, Juan amablemente intentaba disolver la visible
conmoción que el relato había causado en Lucio.
–Elegiste la historia exacta para presentarme al Nagüelo.
–Nunca había hablado de esto con nadie.
–El Armagnac obliga a quien lo bebe a atravesar su misterio... ¿Te
animás con otro purito?
–Me parece que hoy me animo a todo.
–Excelente. Encendelo vos, así aprendo de lo que no sabías que
sabías.
–Pero no apaguemos el anterior. El Nagüelo decía que quien le pro-
picia a un Puro la muerte indigna de apagarle el fuego, debe sufrir la
venganza del Espíritu del Humo, que toma un aroma horrible y pasa a
impregnarlo todo anulando e invirtiendo el efecto reconfortante que
podía haberse alcanzado a través de ese mismo Puro. Para que eso no
suceda, hay que dejarlo en el borde del cenicero, de modo que decida
por sí mismo hasta cuándo quiere estar con nosotros.

Como en todo ritual, cada paso fue recreado meticulosamente. La


diferencia estaba en que las frases que antes recordaba dichas por el
Nagüelo ahora eran pronunciadas por él mismo en voz alta.
Una vez llegada la primera bocanada, Lucio se quedó esperando que
Juan tomara otro puro para él; y volvió a sorprenderse de que Juan es-
tirara el brazo hacia el que había sido recién encendido. Lo compartiría
a la usanza india.
–¿Qué lugar tenían los Puros en la historia con tu Nagüelo?
–Eso es muy difícil de responder... ni siquiera estoy seguro de
saberlo.
–O tal vez no sabés que lo sabés. Como ya descubrieron los
griegos:
no es necesario saber para hablar, es necesario hablar para saber.
–Eso es bueno.
–Eso es Psicoanálisis. ¿Ves? Los griegos no sabían que sabían
Psicoanálisis. Si Sócrates hubiera sabido lo que sabía, habría
encontrado otra solución que la de tomar la cicuta.
La humorada los hizo reír con ganas.

–Parecían indígenas esos griegos... No estoy seguro de si me río por


los chistes o por el efecto del Armagnac, que es maravilloso.
–Damas y caballeros, hacen su entrada los dos bandos de Lucio:
¿me río por el chiste o por el Armagnac?
–Otra vez...
–Freud decía que “la represión se diluye en alcohol”. Vos sabrás
para qué aprovechás esa disminución de la represión: para dirigirte a lo
que querés con menos trabas o para dejar que los automatismos afloren
con más fuerza... y ya empiezan a asomar.
–¿Eso es la Esfinge?
–La Esfinge sigue toda una lógica... una terrible e implacable lógica.
Otro día lo hablaremos detalladamente.
–Muchas veces en estos días sentí que lo necesitaba.
–De todos modos, con lo que ya sabés, al menos estás en
condiciones de detectarla perfectamente y de comprender cuándo y por
qué aparece, y cuándo y por qué se agiganta.
–Cuándo aparece, lo sé; pero por qué se agiganta... no lo tengo tan
claro.
–Preguntáselo a tu propia experiencia. Recién pudo confirmarse
que, tal como sabés, apareció cuando se trataba de un tema nuevo, de
un Inicio, y muy valioso: hablar de qué lugar tenían los puros en la
historia con tu Nagüelo.
–Y creció... mientras yo no respondía la pregunta.
–¡Exacto! De eso se trata. La Esfinge crece cuando alguien no se
dirige a donde ella intenta que no se dirija. Es así y puede verse una y
otra vez en todas las áreas de la vida: alguien quiere hacer algo nuevo,
sistemática y casualmente le va a surgir un obstáculo que lo va a tratar
de frenar. Si ante eso se desvía o se frena, el obstáculo se agiganta cada
vez más.
–¿Entonces?
–Si aprende a leer a la Esfinge en ese obstáculo y sigue avanzando...
al poco tiempo verá lo valioso que se hubiera perdido si se dejaba
detener por eso que parecía un freno.
–¿Qué es “si aprende a leer a la Esfinge en ese obstáculo”?
–Eso ya lo sabés –más que soplar el humo del puro, Juan resopló de
fastidio–: leer desde qué cuestión interna se produjo el encuentro
casual con ese obstáculo del que se disfrazó la Esfinge. Pero cuanto
más hablamos ahora de eso, o de cualquier otra cosa que no sea la
pregunta, más nos estamos desviando... y, por lo tanto, haciendo crecer
a la Esfinge. A no ser que en realidad no quieras hablar de lo que te
pregunté.
–Ni quiero, ni no quiero. De pronto perdí la noción de para qué
hablar de todo eso.
–Eso, a esta altura de la noche, es más que obvio: para curarte de tu
ignorancia. Para curarte de ignorar uno de los dos bandos de tu
historia. Vos mismo elogiaste hace un rato “la clave griega” de que hay
que hablar para saber. Entonces, para que alguien sepa lo que sabe –
única cura verdadera a la ignorancia– tiene que hablar.
¿Ves cómo la Esfinge está creciendo mientras no hablamos del
tema? Ya no capitalizás lo que elogiaste minutos antes. Como si no lo
tuvieras... es decir, como si no hubiera habido crecimiento.
Durante unos segundos los dos permanecieron en silencio.

–Lucio, la noche de nuestro primer encuentro en París ha sido muy


productiva y me alegro realmente de habernos visto. Pero si ahora hay
que pagar eso con desvíos que van a anular lo maravilloso que
estuvimos viviendo en todo este rato, sería preferible que cortemos a
tiempo este encuentro.
–No... ahora sí tengo motivos para hablar del tema.
–Adelante.
–Los Puros... No se trataba solamente de Puros, sino del tabaco en
general preparado de diversas formas, así como otras hierbas que yo
desconozco. Pero siempre tenían algo en común: las más Sagradas
eran las que podían usarse con la boca, haciendo salir humo. El
Nagüelo decía que el tabaco, junto a otras hierbas, era para el indígena
lo que la Comunión para el cristiano. De hecho, cumple exactamente la
misma función que el incienso en el cristianismo y en las religiones de
oriente.

En este punto, Lucio no pudo dejar de suponer que a un Padre le


molestaría escuchar de la Comunión indígena. Se detuvo tratando de
decodificar la expresión indescifrable de Juan ante eso. De inmediato
supo que la cuestión cristiana ante la que se detenía... no estaba afuera;
se trataba de una sensación interna, como quien camina por un lugar
cotidiano y repentinamente descubre que lo más importante de ese re-
corrido nunca lo había visto.

–No puedo creerlo... todos estos días se me había hecho imposible


integrar el bando cristiano en todo lo que estaba descubriendo. Pero
basta que me ponga a hablar para descubrir que una de las pistas de la
puerta de entrada a esa integración, casualmente está en el que tal vez
es el elemento central de nuestro encuentro en este viaje: el Puro. Para
encontrarme con usted, que obviamente representa al cristianismo, he
tenido que encontrarme con los puros... Y las hierbas como el tabaco
del puro, representan la Comunión indígena: un lugar de integración
con el cristianismo.
–No es porque sí que la Esfinge elige el tema que elige.
Pero por Eso mismo... se la puede tomar de aliado: basta que
aparezca tratando de impedirnos la entrada a algo, para que
indefectiblemente nos esté indicando que Eso es valioso.
Y en efecto, estamos ante algo valiosísimo: si según el Nagüelo el
puro es lugar de integración entre lo indígena, lo cristiano y hasta lo
oriental, es integración de prácticamente todas las culturas humanas.
Lo que tanto buscaste estos días... y, aunque no lo supieras, tal vez
toda tu vida, se acercó en cuanto empezaste a hablar de lo que nunca
hablás. Eso es Psicoanálisis... puro.

Que finalmente se desembocara en la palabra “puro” aplicada al


Psicoanálisis produjo un inmediato efecto de comicidad.

–Con lo que vas relatando, se hace muy interesante advertir que,


casualmente, Freud... era “adicto” a los puros; rasgo que, casualmente,
se continuó en Lacan.
Estamos ante algo gigante, tal vez una puerta de entrada a integra-
ciones ocultas de culturas y religiones. ¿Y vos creías no tener motivos
para hablar de todo esto?
–Precisamente lo que no quiero ahora es dejar de hablarlo.
–Excelente y en el punto exacto; avancemos entonces. En lo que
decías hay algo más que también es clave en el tema de la Comunión:
eso de que más que el tabaco en sí mismo, lo que exaltaban los
indígenas... era que se lo use con la boca.
–El Nagüelo decía que el tabaco de Puro, o el de pipa (no el de
cigarrillo, al que defenestraba porque “sólo sirve para tragar el humo”)
tiene como mínimo dos funciones: la menor y la mayor. La menor
funciona por el solo hecho de encenderlo: limpia la energía del lugar,
lo despeja de todo lo incompatible, de lo que no es de ese lugar, igual a
lo que hace el cristiano o el oriental al quemar incienso. Pero la
diferencia central es que el tabaco incluye también la energía de cada
uno que, al salir por la boca, al mismo tiempo que limpia el lugar de
todo lo que no es de ahí, lo impregna de las energías de quienes están
ahí.
–Es muy interesante... es cierto que entrar a un lugar donde se
fuman cigarrillos es horrible, pero entrar a un lugar donde alguien
encendió un buen puro, o una buena pipa, produce siempre
comentarios de armonía.
–Ésa es nada más que la función menor, falta la mayor. A veces las
mencionaba con sus nombres indígenas: Ahaio menor y Ahaio mayor,
y marcan algo así como una interrelación entre mundos que da un
enorme poder; pero nunca logré entender del todo qué significaban,
porque las usaba para las cosas más diversas. De lo que no tengo
dudas, es de que indicaba una unión muy estrecha en cada persona
entre lo que sale de la boca, lo energético y lo físico.
–¿Cómo es eso?
–Ojalá lo supiera. Las veces que se lo pregunté se ponía muy lejano
y enigmático. Debe ser por lo que me dijo una vez: quien de verdad
accede a los Ahaios, ya está dentro del Faro.
–¿Adónde?
–El Faro ...Lo más importante de su vida. Un lugar donde decía que
hay un mapa que lleva a un Tesoro de tal valor que contiene todos los
Tesoros del mundo.
Ver a Juan tan impactado por lo que acababa de decir produjo en
Lucio el mismo efecto. Juan sumergido en lo que escuchó y Lucio sor-
prendido por cómo estaba Juan... ambos sabían que servirse un poco
más de Armagnac y encender un nuevo puro era esta vez el modo de
llenar el vacío que se había instalado: el vacío más poblado que
pudiera imaginarse. Ese que la física cuántica nombra vacío original...
Que es el que inicia universos.
–De eso vamos a tener que hablar en detalle, ¿no? Fue suficiente
que levantaras una punta del velo con el que tapaste al Nagüelo
durante todos estos años para que apareciera todo un Universo.
–¿Eso es lo que tanto lo impactó?
–Impacto: “dentro del pacto”. De eso hablaremos en otro encuentro
cuando, de acuerdo al pacto que hicimos en Buenos Aires, me toque
contar mi relación con el cristianismo. No te habrás olvidado de eso.
–Ya no podría olvidarlo.
–Son realmente muchas las cosas que empiezo a ver que vamos a
tener que hablar. Mejor, por ahora, retomemos... Es decir: re–tomemos
–miró la copa que recién había servido, lo que produjo el efecto
simultáneo de broma y de reubicación del tema–. De verdad, es
urgente re–tomar: no deja de ser parte de la misma trampa, que justo
cuando vamos a entrar a la “función mayor” algo trate de desviarnos.
–Eso huele demasiado a doña Esfinge, ¿no?
–¿Sabés de alguien que esté más interesada en que no se acceda a lo
mayor? Pero esta vez se puso un disfraz tan fascinante que casi logra
eso... “fascinación”, que literalmente significa detención.
Propongo un brindis por la aliada: si tuvo que ponerse su mejor
disfraz, eso indica que estamos ante uno de los mejores temas. Nadie
usa sus armas más poderosas si no es para proteger los Tesoros más
poderosos. Así que... retomemos y brindemos.
“Tomar y brindar”: integración perfecta de dos bandos opuestos. No
está mal para ponernos a la altura de la entrada de eso que nombraste
como nada menos que el tema más importante de la vida del Nagüelo:
el Faro. Y si no entendí mal, esa entrada está relacionada con algo
llamado Ahaio mayor que comienza con el uso de la boca.
–Nunca entendí por qué eso era tan importante... tanto que el
Nagüelo directamente decía que el tabaco está por encima del incienso
por el solo hecho de que al tabaco se lo usa con la boca. De por sí, eso
daba un montón de utilidades prácticas. Por ejemplo, cuando atendía
enfermos o moribundos, vi que les soplaba el humo en los lugares
afectados... y también vi cómo pocas horas después el padecimiento
indefectible- mente, acababa. Por supuesto, en cualquiera de las dos
formas posibles: o la persona se curaba o fallecía, pero sin el
padecimiento anterior a los soplidos.
–¿Pero se trataba sólo de soplar humo?
–Eran Ceremonias y Rituales que duraban horas; no sólo para curar
enfermos: lo más importante para el Nagüelo era usar esos mismos
rituales para ejercicios de... Comunicación Espiritual. Parecían tener
gran poder; Ellos los llamaban “Pescar Con Red”.
–¿Con Red? ¿”Ellos” quiénes?
–Era un grupo de... no sé el nombre exacto: Chamanes, Brujos,
Sacerdotes. Todos los que buscaban el Faro. Les encantaba jugar a
compararse con un grupo de pescadores que, en épocas de hambre,
salían juntos a pescar con red y volvían repletos de pescados mientras
todos los demás lloraban su miseria frente al océano, temiendo
navegar. Se reunían periódicamente, días y días, en diferentes lugares
...y la verdad, no sé bien qué hacían. Lo que sí sé es que después de
esas Reuniones y Prácticas, todo variaba: desde los problemas urgentes
más cercanos hasta factores más lejanos... como el clima. Y si me
animo a decir esto, es por lo que usted dijo en las clases.
–Comprendo perfectamente.
–Me alegro... porque yo no.
–¿Te alegrás porque vos no comprendés?
–Créame lo que voy a decirle: es mejor que no entremos en el tema,
al menos por el momento. No sé si podré tolerar hablar de... los
cambios climáticos –y muy especialmente, las Tormentas– provocados
por Invocaciones indígenas.
–Bien sabés que cuanto más tardes en hablarlo, más peligroso será
el tema. Pero está bien, veo que por ahora no. Lo que no veo es adónde
quedó el Ahaio mayor.
–Es que no sé mucho más... –la mirada burlona de Juan produjo que
Lucio se respondiera a sí mismo– sí, ya sé: voy a saber lo que no sé
que sé solamente cuando hable de eso que nunca hablo. Le puedo
asegurar que de todo esto nunca había hablado en mi vida, casi ni con
el Nagüelo.

Lucio empezó a sentirse molesto ante la creciente sensación de que


en todo lo que estaba hablando había una especie de código
desconocido para él que hacía que Juan escuchara y entendiera algo
más... algo completamente inaccesible para sí mismo mientras lo
hablaba.

–Ése es un punto importantísimo: ¿Vos no lo hablabas con tu


Nagüelo... o él no lo hablaba con vos?
–Ahora que lo pienso... él no hablaba de otra cosa. Siempre trataba
de llevar todos nuestros temas hacia estas Cuestiones.
Pero ahora quisiera preguntarle algo yo. ¿Qué tiene de fascinante el
disfraz que esta vez eligió la Esfinge? Cuando hablo de esto usted
escucha cosas que yo ni me entero que estoy diciendo. O lo que es lo
mismo:
¿podría explicarme por qué le parecen tan importantes los puntos que
justo a mí me parecen menos importantes?
–Y parece que eso te molesta. De todos modos, no creo ofenderte si
te digo que, en general, salvo algún punto aislado, más vinculado a tus
recuerdos afectivos que al tema en sí mismo... nada de lo que vas
diciendo parece importarte demasiado. Es inevitable entonces que
prácticamente cualquier punto que a mí me interese... justo a vos te
parezca poco importante.
–Pero si...
–De hecho, si estás hablando de todo esto, es porque yo te lo pedí. Y
ni siquiera te interesa mucho estar atento a retomar después de cada
desvío, aún cuando está totalmente claro ante qué tema la Esfinge
acecha.
–Realmente lamento si estoy dando la imagen de desinteresado.
Siento que es la primera vez en mi vida que me empieza a interesar
algo de todo esto... aunque es cierto que no podría decir dónde está
exacta- mente lo que me interesa.
–Ahí lo tenés: de eso se trata. Como siempre, solamente hablando
puede entenderse qué se está actuando: “no podrías decir qué te in-
teresa”. La pregunta ahora es tan obvia como obligada: ¿por qué “no
podrías” decirlo? Y más aún ¿a quién?
–Es increíble, pero cierto. Y la respuesta ahora también es tan obvia
como, literalmente, obligada: no sé qué podría pasar con mis padres si
yo llego a “decir” y mostrar abiertamente que me interesa todo esto.
Entre los dos bandos, otra vez.
–Como vos bien dijiste... hay algo que yo escucho en todo esto y
vos no: lo que decís.
La broma volvió a distender la situación. Juan pidió la cuenta
pensando que el aire nocturno de París les vendría bien a ambos y
suavizó el tono:
–Y precisamente en eso mismo sospecho que consiste ese tan
resistido Ahaio mayor: ¿no dijiste... que el Ahaio mayor comienza con
el uso de la boca?
–¿Hablar?
–Por lo pronto ¿no es exactamente eso lo que enseña el
Psicoanálisis? El uso de la boca es lo que permite acceder a lo mayor
para no quedar atrapados eternamente en las redes de lo menor: el
niño. Y para acceder, precisamente, a “poderes mayores” ¿qué invita a
hacer el Psicoanálisis?: lo mismo que decís que el Nagüelo te invitaba
a hacer a vos con estos temas... el uso de la boca.
–Había unos cantitos que yo nunca entendí, pero que aprendí de
memoria y ahora pienso que puede ser que hablaran de eso.
Tanto en los Rituales que él hacía a solas como en las reuniones de
los Pescadores Con Red, lo que nunca dejaban de hacer era eso... usar
la boca: hablaban y hablaban de lo que habían hecho y de lo que
habían visto en sus prácticas. Y a eso hay que sumarle los Cánticos de
las Ceremonias, donde por la meticulosa importancia que le daban a
las letras, lo que decían parecía ser central. Sumado a lo que comían,
tomaban y fumaban... estaban haciendo religiosamente uso de la boca,
¿no?

El maître los despidió como a viejos amigos, invitándolos a verse la


noche siguiente. El humor se había elevado con el humo, tanto que
esta vez Juan no tuvo que hacer rodeos para hablar con Lucio.
–Por muy enigmático que sea, creo que ya podemos empezar a en-
tender algunas claves fundamentales, más después de que mencionaste
que el Nagüelo ponía el uso de la boca y el tabaco en el mismo lugar
que ocupa la Comunión en el cristianismo, que también se incorpora
través de la boca; y a lo cual sólo se tiene derecho luego de la
confesión... otra práctica que obliga usar la boca. Luego en tu broma
dijiste que ellos también se reunían a hablar e incorporar a través de la
boca.
Las religiones orientales, como el Zen, tienen prácticas idénticas,
complementan el uso de la boca incorporando oxígeno en
respiraciones especiales llamadas Zazen, con la inmediata práctica del
Sansen, que no es más que seguir usando la boca: hablar de lo que
experimentaron.
Todo eso parece estar remitiendo a una misma lógica, sospechosa-
mente exacta y elaborada.
Comienzan a ser demasiadas casualidades.
Todo parece hablar de algo básico y común en lo considerado
Sagrado en las diferentes religiones. Entonces, en homenaje a esta
noche y a estas Develaciones que la hacen inolvidable... te lo
preguntaré directamente:
Lucio, ¿qué lugar tiene el elemento principal que sale por la boca:
La
Palabra, en la cosmovisión indígena?

Lucio se detuvo. Permaneció impenetrable aun ante el alegre y


ruidoso bullicio de los grupos de fanáticos que festejaban el primer
partido del mundial.

–Las veces que el Nagüelo hablaba de eso, llegaba a emocionarse de


verdad. Decía que antes de que la humanidad aceptara las falsas
divisiones de naciones, razas y tribus, había habido una Hermandad,
“La Hermandad Blanca”.
Él no tenía problemas en nombrarse a sí mismo como Inca, pero
también como Maya, como Azteca... y como de cualquier otra raza. A
veces, entre risas, se nombraba como Oriental piel amarilla, porque
decía que estar en la Hermandad Blanca era estar en todas las razas,
todas las culturas y, especialmente, todas las religiones. Por eso
también se llamaba El Camino Rojo: importa a todo “el que tenga
sangre roja”; y por eso mismo era una Hermandad Blanca: la suma de
todos los colores.
De hecho... Don Cruz también formaba parte de la Hermandad.
–¿Don Cruz? No me lo habías nombrado, pero si aparece cuando
estabas por adentrarte en algo tan central, tiene que ser de importancia.
¿Quién es?
–Sí que es importante... lo que pasa es que no estoy muy seguro de
tener en claro quién es. Durante muchos años creí que era mi tío
abuelo de sangre, el hermano del Nagüelo. Pero después el Nagüelo
me dijo que Don Cruz era su hermano por ser hermano de la
Hermandad, no por consanguinidad. Pero la familia decía otra cosa.
–Dijiste después, ¿después de qué?
–Ahí debe estar la clave. Parece que en algún momento... se pasó de
bando: empezó a ir a la iglesia... y empezó a hacerse llamar Don Cruz.
–¿Se pasó de bando o... integró ambos bandos?
–No sé... hasta este minuto nunca había pensado en esto.
–¿En integrar ambos bandos?
–Cierto... es posible que gran parte de mi problema entre dos bandos
venga de esta historia familiar.
–Lo cual es sinónimo de decir que mucho de “tu” problema... no es
tuyo.
–Es terrible arrastrar toda la vida un peso que ni siquiera es
propio.
–Eso se parece mucho al ataúd que mencionaba tu Nagüelo, ¿no?
Por eso se lo arrastra; si fuera propio uno podría decidir qué hacer
con eso.
–Empiezo a creer que eso fue lo que hizo Don Cruz. Yo no creo que
haya abandonado lo indígena, de hecho, seguía con todas sus Prácticas
y Sabiduría, e inclusive integraba a los Ancianos, los Pescadores Con
Red.
Pero en la familia... que Don Cruz hubiera aceptado al cristianismo
lo tomaban como un triunfo sobre el Nagüelo.
Yo siempre creí que el Nagüelo se refería a Don Cruz como “herma-
no de la Hermandad” y no de sangre... como un signo de desprecio, de
dolor y hasta de resentimiento...
Ahora pienso que tal vez era exactamente lo contrario: quizá
nombrarlo como Hermano de la Hermandad... estaba muy por encima
de nombrarlo como hermano de sangre.
XIX

La emoción de Lucio era profundamente íntima y, sin embargo,


claramente visible... Integración de dos bandos.

–Toda la vida supuse un enfrentamiento entre ambos.


–Por eso hablás de la vida y no de tu vida: se trata de lo que la
familia inscribió, no de vos.
–Y mientras tanto, los dos hermanos daban la más enorme lección a
todo el que quisiera verlo: el enfrentamiento entre indígenas y
cristianos se resuelve con... una Hermandad Superior, la Hermandad
Blanca.
–La tercera posición.
–Tercera y primera.
–Eso es el triuno, del que hablan todas las religiones. ¿Por qué lo
estás diciendo?
–Porque decían que la Hermandad... era la Primera Religión del
planeta. No sé si se referían a una cuestión temporal o de importancia;
o de ambas, en honor a la integración de los bandos.
Pero lo temporal estaba también presente. Decían que se iniciaba el
tiempo del Nuevo Pachakuteck en el que la Hermandad debe
conocerse otra vez.
¡De pronto todo me resulta tan evidente! Ellos siempre se
encargaban de aclarar que la Hermandad Blanca no era solamente
indígena: como en toda Hermandad, se integraba quien era hijo de la
misma Madre y del mismo Padre.
La Madre es la Tierra, por eso para ellos las Hierbas eran Sagradas,
porque vienen directamente de la Tierra. Y el Padre es el Sol.
Pero resulta que el Sol... tiene el mismo lugar que la Palabra: ambos
hacen Nacer y dan Vida.
Hacerse hijo de la Tierra es aprender a conectarse con la naturaleza,
con todos y cada uno de sus habitantes, elementos y fenómenos,
toman- do conciencia de que son algo ...o más bien: Alguien, vivo y
consciente, como decía él. Por eso sólo puede ser Hijo del Sol quien
primero es Hijo de la Tierra.
Y ser Hijo del Sol... es lo más Elevado que un humano puede
alcanzar, porque es aprender a ser Hijo de la Palabra. Es descubrir que
del
uso y el respeto que se tiene de la Palabra dependerá todo lo que nazca
y crezca en la Tierra... y en todo lo que se nombre Vivo.
–Si entiendo bien, la Primera Religión... consiste entonces en
hacerse
Hijo de la Palabra.
Muchas veces, al leer las diferentes biblias, tuve esa certeza... pero
sinceramente, nunca me animé a aceptarla. Como Psicoanalista, no
dudo del insospechable poder de la palabra, pero ¿puede llegar a tal
extremo?
–Por lo pronto, el cuidado que ponían en jamás usar una palabra
para otra cosa que lo indicado, pareciera indicar que sí. El caso más
extremo era el de los nombres que usaban cuando precisamente
hablaban de ellos como “Hijos de la Palabra”. Solamente en esas
ocasiones y, con gran seriedad y respeto, nombraban a la Hermandad
Blanca como “Peskeros”.
–¿Es el nombre de una raza indígena?
–No, justamente ponían mucho celo en no confundirlo con una raza.
El nombre es debido a una comunidad: los Keros o Q’eros, como lo
pronunciaban ellos. Son palabras claves que envían a historias muy
antiguas y, sobre todo, muy ocultas.
–Palabras que envían a lo oculto... nada puede interesarnos más.
–Cómo hubiera querido yo escuchar más al respecto. Sé datos claves
pero sueltos. Los Q’eros son, hoy día, los últimos descendientes puros
de los Inkas. Son una comunidad muy reducida, a la que el
conquistador jamás pudo alcanzar. Vivieron aislados durante
quinientos años y, por lo tanto, conservaron intacto el Saber Inka
Original.
–Eso es sensacional. ¿Cómo puede ser que no se sepa de ellos?
–Sencillamente... Decidieron no ser encontrados. Cuatro de Los
Sumos Sacerdotes Inkas trasladaron el Saber de generación en
generación, y entonces durante cinco siglos usaron los mismos escudos
de protección energética que usaban los Inkas.
Pero cuando los Sumos Sacerdotes de varias generaciones después,
vieron en sus Profecías que “ya era El Tiempo”, levantaron esas barre-
ras...
Y a los dos meses... fueron “descubiertos”. Sucedió hace muy pocos
años, por un antropólogo Peruano.
Pero a las Reuniones de La Hermandad Blanca, asistieron desde...
siempre.
Recorrían días y días a lomo de mula o a caballo para hacerlo.
Eran un grupo adorable, tan alegres como sabios... y amantes del
buen pisco. Conocían Técnicas y Rituales que nadie más conservó... y
se las enseñaron a “Los Pescadores con Red”.
Todo lo hacían con muy buen humor, siempre. Yo los conocí. No sé
si por ese humor... pero a mí, que apenas estaba entrando en su mundo,
me decían “Hermano Mayor”. Yo escuchaba eso como una broma
entre tantas; para mí era suficiente verlos, estar entre ellos, recibir los
abrazos con los que enseñaban que intercambiaban su energía,
armonizando así grupos de lo más heterogéneo: indígenas, orientales,
europeos, cristianos.
Cuando se juntaban todos, en honor a los Keros se nombraban “Los
Peskeros Con Red”... y usar ese nombre, era señal de que iban a
realizar sus Prácticas más Sagradas.
–¿Y qué era eso... lo más Sagrado que hacían?
–Lo poco que sé es que decidían cómo cuidar y transmitir el mapa y
se contaban lo que habían descubierto del Tesoro del Faro, o como
también lo llamaban “La Biblia de la Hermandad Blanca”.
No sé hasta dónde en broma y hasta dónde en serio, pero ellos de-
cían... que habían escrito la Biblia; creo que era en el sentido de que La
Primera Biblia era producto de La Hermandad Blanca. Pero si sé que
había algo de todo eso que no era broma, porque aunque lo hicieran
parecer un juego, se aseguraban de que yo pudiera decir con total
exactitud, aunque no entendiera lo que estaba diciendo, que:
“Con Cuatro Pasos se Recorren los Once Caminos y Todos los
Universos.” Nunca supe si él no sabía qué eran esos Pasos y
Caminos o si no quería decírmelo.
–O tal vez... vivía hablándote de Eso para llegar a saber lo que sabía.
–El único que yo sabía, era el primero de los cuatro pasos, porque
me lo dijo y me lo hizo aprender, aunque para mí era como hablar otro
idioma.
Lucio trataba inútilmente de recordar las palabras. Juan lo alentó
a que dijera lo que le venía en mente.
Le aclaró entonces que no se trataba de palabras sueltas, sino de
unos Cánticos, con métricas muy raras, que cantaban entre ellos casi
como un juego... pero que le daba mucha vergüenza ponerse a
cantarlos ahora.
De un modo tan amable como innegociable, Juan directamente le
ordenó que los cantara.
Lucio sólo pudo responder... entonando:

De los cuatro pasos el primero,


por el cual podré llegar adonde quiero
y que hace que los once caminos se me abran es lo impecable
que yo sea en mi palabra.
El viento, el aliento y el humo
que salen por la boca que usa cada uno, abren o cierran lo que
luego toca
a quien viene detrás de esa misma boca.
Todo lo que el hombre haya logrado
en la historia de los mundos que han pasado;
y todo lo que el hombre algún día habrá alcanzado en cada
escena de su mundo transitado...
Sólo desde Eso es que Se Habrá Iniciado. Y aquí tienes el Secreto
Develado.

El llanto con el que Lucio terminó el cántico hizo que Juan le pasara
una mano por sobre el hombro trayéndolo hacia él, para que no fuera
objeto de burla de los alegres y ya aburridos borrachines remanentes
del Brasil–Escocia inaugural.
–El Nagüelo siempre decía que por algo “llanto” se parece tanto a
“canto”.
No lloro sólo por el Cántico; son diez mil recuerdos de mil
momentos, del principio al fin. Cuando íbamos por el campo, en esas
salidas que el Nagüelo llamaba “expediciones”, solía enseñarme las
cosas más valiosas... E inevitablemente, después de muchas horas
llegaba el momento en que apoyado en un árbol, le decía: “no puedo
dar un paso más”. Entonces él canturreaba el Cántico para hacerme
caminar al ritmo.
A diferencia de otros, éste nunca tenía la misma música. En
realidad, el juego era precisamente que la inventábamos juntos, una
vez cada uno, mientras sin darme cuenta seguíamos caminando. Pero
de la letra... de eso, no podía moverse una sola sílaba. Mil veces le
pregunté de dónde había sacado una canción tan rara y él me respondía
siempre lo mismo: Los Peskeros.
–¿Cuánto hace que no la cantabas?
–Once años... El Nagüelo murió cantándola conmigo. Fue la última
vez.

Juan se apoyó en el árbol más cercano.

–No puedo dar un paso más.


–¡No! ¡Por favor... no me haga esto!
El llanto de Lucio se había transformado en la carcajada más
resonante de la noche parisina.
Después de todo, era lo más normal que dos borrachines caminaran
aquella noche en Francia alegremente abrazados, dedicando Su Canto
a “su equipo predilecto”.

Mientras casualmente una vez más, comenzaba a llover en París.


SEGUNDO PASO

XX

Sus padres, convertidos los dos por igual en fanáticos de los locales,
viajarían al día siguiente a Marsella para asistir al debut de Francia vs.
Sudáfrica.
Lucio pensó en aprovechar la casualidad de que jugaran tan lejos
para establecer una suerte de negociación en la que asegurarse un par
de días sin ellos. Por el momento, las últimas tres jornadas dedicadas a
eso le resultaban más que suficientes. Tanto como para directamente
pensar en ahorrarse la asistencia a los partidos.
Asombrado de que el Armagnac no le produjera los indeseables
efectos de “el día siguiente”, se levantó temprano para recorrer el París
matinal y continuar con la puesta en orden de los recuerdos que, ahora
a borbotones, le surgían sobre el Nagüelo.
El comedor era el punto de encuentro con sus padres. Junto con el
desayuno, Lucio decidió tomar la iniciativa:

–Es increíble que quieran hacer casi 600 kilómetros para ver a un
equipo de otro país.
–No se trata de tal o cual país, Lucio, es el espectáculo; los mejores
eventos se dan con el equipo local, porque va más gente. ¿No ves que
la fiesta es en los estadios, en la calle, en la gente, en todos lados?
–Si la fiesta es en todos lados, no entiendo para qué hay que ir a la
cancha a verla.
–Tu padre tiene razón. Si vinimos hasta aquí merecemos lo máximo,
y lo máximo está en los partidos de los locales.
–Madre... habla como si alguna vez hubiera visto uno.
–No me hace falta, igualmente me doy cuenta. ¿Tú quieres seguir a
otros equipos? ¿No creerás que es una cuestión de patriotismos, no?
–Eso no me interesa especialmente. Lo que pasa es que... como
usted me ha dicho, estoy un poco atrasado en mi investigación, y el
problema es que ese viaje llevará mucho tiempo.
–No nos has contado nada de eso, háblanos de tu investigación.
–Es muy difícil explicárselos. Se trata de investigar la relación entre
el desarrollo del psicoanálisis y la historia de las religiones,
empezando por Europa y siguiendo después por toda América.
Se sorprendió a sí mismo. Hablar ante sus padres sobre lo que estaba
descubriendo –algo temido para él– le dio claridad a lo que estaba
haciendo, algo que no había logrado pensando a solas.

–Eso es importante, si está la religión de por medio...


–Por supuesto, Padre... hasta tengo que ver a otra persona que
también ha venido especialmente desde Buenos Aires. Bueno, en
realidad ya me encontré ayer, por eso había pensado que podría
acompañarlos el próximo partido, que es acá cerca, y...
–¿Así que ha venido a Francia otro compañerito tuyo? ¿Por qué no
nos lo presentaste?

Si no operaba con habilidad, lo temido se acercaría peligrosamente.


Una cosa era tratar de aprovechar la situación de estar en París con sus
padres y con Juan para avanzar en sus estudios... y otra muy distinta
era burlarse de sus padres. Lucio sentía que presentarles a Juan “el
cura”, como ellos lo verían, era como burlarlos.
Pero después de todo ¿por qué? Él no tenía la culpa de lo que ellos
vieran en Juan, tampoco de que él fuera un cura tan especial.
No tardó mucho en descubrir que la culpa no era un problema
nuevo: se presentaba ante la sola posibilidad de no mantener los dos
bandos separados. Eso era lo de siempre.
Pero que él pudiera Integrarlos en lugar de juntarlos, y que lo
hiciera por decisión propia... Eso sí es pura diferencia.

–No se trata de un compañerito... Es el profesor.


–¿Un profesor tuyo viaja al mundial de Francia para hacer una
investigación contigo? Hijo, nunca pensé que aún antes de empezar tus
estudios en serio, ya pudieras enorgullecerme tanto.
–Padre... estos estudios son muy en serio.

Sintió como un triunfo haber podido decirle eso a su padre.

–Respecto de este encuentro en París, en cierto modo es como dice,


pero fue una coincidencia. Y en realidad... hay algo más.
–¿Algo más aún? ¿Te van a becar en alguna universidad de acá?
–El tema es otro, Madre. El profesor no es sólo Psicoanalista,
vino aquí porque tiene que hacer algunas cosas... de su otra
actividad: también es sacerdote.

El ruido seco y a la vez tintineante de los cubiertos cayendo sobre


sendos platos llamó menos la atención que el alarido de bendición que
ambos profirieron. Mientras los demás comensales buscaban la visión
sagrada aparecida a los bienaventurados a quienes se les debía estar
manifestando en forma exclusiva, Lucio se avergonzaba de que
estuviera ocurriendo exactamente... eso que suponía iba a ocurrir.

–¡Bendito sea Dios! ¡Yo sabía que mis oraciones pidiéndole tu


protección iban a ser escuchadas!
–Madre, escuche por favor. Se trata de un sacerdote muy especial,
tiene ideas que...
–Por supuesto que debe ser muy especial para estar contigo.
–No es eso, él estudia el cristianismo desde...
–Hijo, eso no interesa, el cristianismo es uno solo.
–De eso, padre, ya no estoy tan seguro. La cuestión es que, por lo
que tenemos que hacer Juan y yo...
–¿Lo llamas por su nombre de pila? ¿No es demasiada confianza?
–No es una cuestión de confianza, él prefiere que se lo llame así.
–Qué humilde debe ser el padre Juan...
–Sí... pero por favor, permítanme explicarles. Yo había pensado en
proponerles que ahora viajen solos y vayamos juntos a ver a Francia
cuando juegue en Saint–Dennis. Entonces Juan... el Padre Juan... no
tendrá que esperarme tres días.
–Por supuesto, ¿cómo vas a hacer esperar al Padre? Tómate todo el
tiempo que precises, lo tuyo está por encima de unos simples partiditos
de fútbol. Estamos orgullosos de ti. Es ejemplar cómo tratas de
satisfacer a tus padres y al mismo tiempo no descuidar tus estudios.
Eso sí, hay una condición a la que no te puedes rehusar...
–Ya me imagino...
–En cuanto volvamos, nos presentas al padre Juan y lo invitamos a
cenar a un buen restaurante.
–No sé si él va a aceptar...

Pese a lo problemática que podía ser esta condición, Lucio sintió


alivio de que no se tratara de la visita al Laboratorio.
La contemporizadora respuesta que comenzaba a dar se vio
interrumpida por la voz que salía de los parlantes.
Por motivos diferentes, pero los tres quedaron atónitos al escuchar
con claridad:
“Señor Lucio Guevara, señor Lucio Guevara, tiene teléfono en
recepción, favor de presentarse de inmediato.”
Lucio no salía de su asombro y los padres no cabían en su orgullo de
que a su hijo lo estuvieran solicitando por altavoces en un país
extranjero. La madre, con suficiente volumen como para que se entere
toda Europa, se apresuró a ordenar:

–Debe ser tu sacerdote amigo, el Padre Juan que se vino desde Bue-
nos Aires para estudiar contigo. Ve a atenderlo inmediatamente, no
puedes hacer esperar a alguien tan importante...
Pensando que ése sería el precio que debía pagar por lo que estaba
haciendo, se dirigió a la recepción como si escapara, pues aunque a su
alrededor nadie entendía una palabra de lo que pasaba... la madre se
había encargado perfectamente de que todos entendieran que algo muy
importante ocurría.
Mostrando ante todo el salón un gesto indescifrable que ingenua-
mente trataba de dar a entender que se trataba de una broma, se des-
pidió hasta el próximo partido. Mientras se alejaba, se preguntaba por
qué el llanto emocionado de su madre, en lugar de halagarlo, lo hacía
sentir culpable... E inmediatamente, se felicitó de que la Esfinge ahora
tuviera que recurrir a armas tan básicas: por cómo había logrado
arreglar todo en relación al viaje, pagó gustoso el simple precio de
tener que soportar algunas miradas.

–¿Cómo te trata la mañana siguiente al primer Armagnac de tu vida?


–¿Juan?, Buen día! Esa fue mi primera sorpresa de la mañana.
–¿Tener un buen día?
–También, pero me refería al Armagnac. No puedo creer que me
sienta bien después de lo de anoche.
–¿Hoy tendrías que sentirte mal? ¿Culpa, tal vez?
–Sí, algo de eso hay... aunque no sólo por lo de anoche –la risa de
Lucio desorientó a Juan, que entendió que había algo más.
–Parece que hay mucho de qué hablar.
–Cada vez más.
–Entonces, cada vez mejor. Justamente te llamaba para hacerte una
propuesta. Ahora que empezaste a saber qué sabés del Nagüelo, me
parece que ya es tiempo... ¿Qué te parece si nos encontramos ahora,
dentro de un rato, para sumergirnos en eso que a los dos nos interesa y
que todavía ni empezamos a profundizar?

Si bien la mención a eso lo intrigó, la conjunción que se estaba


produciendo daba a Lucio una absoluta seguridad.

–La verdad, me muero de curiosidad.


–Hablás como si no lo supieras.
–Debe ser que no sé lo que sé... pero casualmente acabo de arreglar
con mis padres para tener mucho más tiempo libre, desde ahora
mismo.
–Tener mucho más tiempo libre. Eso sí que suena bien.
–No, yo me refería a... pero qué tonto... sí, me refería exactamente a
eso.
–Bueno, que mi llamado entre justo en el momento en que acabás de
hacer el arreglo con tus padres para “liberarte” es una casualidad
suficientemente clara en sí misma, ¿no? Sólo queda la duda de por qué
después de dar un paso tenés que disfrazarte de tonto.
–No encuentro otro modo de averiguarlo... que dando otro paso.
¿Adónde nos encontramos?

No haberle contado aún a Juan su experiencia vivida con los


nombres de las calles de París, transformó en más mágico el hecho de
que Juan... lo invitara a encontrarse “donde se inicia la Rue Monge”.
Ayudado por la mañana gris, que evocaba la lluvia caída esa
madrugada, se sorprendió de tener la capacidad de sorprenderse hasta
el borde de la emoción por el simple nombre de una calle.
Como quien de pronto logra vislumbrar la imagen de un
rompecabezas que durante mucho tiempo no ha logrado ordenar, pudo
ver en el plano de las calles de París una hoja de un mapa
infinitamente mayor:
el de aquel Entramado Universal del que Juan había hablado y del que
él había leído en su viaje desde Buenos Aires.
Decidió que el mejor inicio del encuentro, sería contarle a Juan la
importancia del nombre de la calle donde estaba su hotel y en la que,
casualmente, lo había citado.
–No sólo esa casualidad logró impresionarme –dijo Juan– también
vos lo lograste. No hay duda de que si el nombre de la calle no se te
hubiera presentado en el momento exacto, te habrías extraviado
dejando afuera al cristianismo, volcándote así hacia uno de los dos
bandos de un modo tan grave... que el costo hubiera sido el de perder
todo lo que podrías lograr en este viaje. De nada sirve que se presente
la casualidad si no hay quien atienda a eso. Y vos lo atendiste; a tal
punto que si decidiste no esperar más e ir por vos mismo a La Casa del
Habano... fue por eso.
–Eso es cierto, lo decidí... por la casualidad.
–Pero no perdamos de vista que esa casualidad... la produjiste vos.
Los extravíos más peligrosos se dan cuando alguien se deja “guiar” por
las casualidades en lugar de implicarse recordando que es él mismo
quien las produce.
–Cada vez es más obvio que es mucho lo que tenemos que hablar.
–Mucho, pero mucho; y precisamente de este punto en particular
depende todo lo que hablemos: la casualidad no es la causalidad de lo
que haga o deje de hacer cada uno. Es exactamente al revés: la
casualidad es la consecuencia, el efecto de lo que hace el sujeto y
nunca debe ser la causa, lo que dirige sobre él.
Lo que ocurre... es que el sujeto no se entera de qué está haciendo
real- mente hasta que la casualidad se manifiesta. Malinterpretar qué
es causa y qué es efecto en esto produce gravísimas confusiones. No
por nada la cuántica necesita interrogar tan taxativamente la relación
causa–efecto.
–Entiendo, pero hasta un punto.
–¿Por mirarte al espejo te despeinás? ¿O al mirarte al espejo
descubrís que estabas despeinado?
–Mirarme al espejo me muestra lo que ya estaba ocurriendo en
mí.
–Exacto. Es suficiente recordar eso para comprender lo más
importan- te que la casualidad nos puede aportar tanto en lo cotidiano
como en lo trascendente de nuestras vidas: La Casualidad... es el
Espejo del Universo.
La casualidad es el espejo con el que el universo nos refleja qué
está
ocurriendo con lo más poderoso de nosotros mismos. Pero como eso
más poderoso es noventa por ciento oculto para nosotros mismos,
precisamos un espejo que lo haga manifiesto, así como precisamos un
espejo para vernos la espalda o la nuca.
–Cuanto más lo pienso más creo comprenderlo, pero a la vez menos
seguro estoy de entenderlo.
–Es que el tema no se puede abarcar y menos agotar con
comprensiones, es decir, a nivel intelectual. Por eso se hace necesario
usar metáforas, comparaciones y Parábolas... como lo hacía, por
nombrar sólo un caso, Cristo.
–Entiendo.
–Recién comparábamos la casualidad con un espejo que muestra lo
más poderoso de nosotros mismos. Para el intelecto es difícil abarcar
esta lógica porque... precisamente, el intelecto se forma siguiendo el
mismo proceso.
–Qué proceso.
–El proceso que Lacan llamó “estadío del espejo”. Y de acuerdo a
qué ocurra en tal estadío dependerá nada más y nada menos que la
formación del yo de cada uno. El hombre primitivo (o el bebé, ya que
la ontogenia sigue a la filogenia: la historia particular de cada humano
reproduce la historia general de la humanidad) cuando ve el reflejo de
esa cara en el espejo... ¿sabe que eso que ve es de él?
–No; igual que el gato.
–Muy Correctísimo. Es indudable que la propia cara, y qué hagamos
con eso, tiene un poder enorme sobre lo que logremos día a día... Pero
resulta que eso tan poderoso está oculto para uno mismo. Cada uno
podrá ver eso más íntimo y poderoso de sí mismo sólo si eso se refleja
en algo. Pero hay algo peor: no alcanza con que se refleje, deberá
acceder además al estadío evolutivo en el que se llevará la tremenda,
decisiva y fascinante sorpresa de descubrir que eso que se refleja frente
a él... debe comprenderlo como propio. Y de reconocer o no eso como
propio de- pende que deje de ser un primitivo –un bebé– y comience a
madurar y desarrollarse psicológicamente.
–Es... impresionante.
–Y del mismo modo que en su desarrollo psicológico, en su
desarrollo espiritual cada humano debe llegar alguna vez a descubrir
que “eso” casual que ve en todos lados... es un espejo. Entonces debe
aprender a reconocer lo reflejado, la casualidad, como algo propio. Y
eso reflejado por la casualidad... es lo más oculto y poderoso de sí
mismo; y determina cada cosa que él quiere hacer.
–Es decir que en el Seminario, al desarrollar el tema de la
casualidad como reflejo de lo inconsciente, estaríamos a la altura
evolutiva correspondiente al estadío del espejo.
–Tal cual, aunque nunca lo había pensado... sería “El Estadío del
Espejo Universal”.
Y así como el desarrollo psicológico posterior del sujeto depende de
qué se aprende a reconocer como propio en el estadío del espejo... de
aprender a reconocer como propio y como lo más poderoso de sí
mismo ese espejo que es la casualidad, dependerá la madurez y la
evolución Espiritual de cada uno.

Lentamente, el recorrido fue dejándolos muy cerca del Sena, que en


su reflejo de aquel cielo matinal se había tornado espeso y metálico...
Casualmente, como un espejo.

–Es extraño ver las transformaciones que suceden en uno mismo


cuando se empieza a pensar en estos temas. Hace apenas unos minutos
lo veía inalcanzable; y ahora, como si hubiese perdido el panorama, lo
veo demasiado simple... y no alcanzo a comprender por qué, si no
entendí mal, usted decía que es tan grave confundirse dejándose dirigir
por la casualidad en lugar de recordar que es uno mismo quien la pro-
dujo.
–Lucio, si trato de que reacciones contra eso es porque, gracias a mi
lugar en la iglesia, tengo un puesto privilegiado para ver lo que
mediocremente está empezando a ocurrir: grupos con intenciones de
desarrollos místicos y espirituales –honestos o no, no hace diferencia
al respecto– que de un modo u otro empiezan a descubrir el poder
contenido en las casualidades... al poco tiempo están más idiotizados
que antes, porque se transformaron en “seguidores de casualidades”.
–Le agradezco... pero aún no logro entender por qué el tema es tan
grave o idiotizante.
–No lográs entenderlo porque otra vez remite directamente a eso
que nos habíamos puesto de acuerdo en nombrar como Estadío del
Espejo Universal. Ya vimos que el intelecto tiene serias dificultades
cuando debe entender eso que, precisamente, lo formó. Entonces,
recurramos a otro camino, no el intelectual; y como te decía, lo mejor
para eso siempre fueron las metáforas, parábolas y comparaciones.
–Es cierto.
–¿Qué pasa cuando alguien, por ejemplo, se cree muy peinado y al
verse en el espejo descubre que, aunque todo en él estaba seguro de lo
contrario, está ridículamente despeinado?
–Se molesta, se fastidia.
–Así es. Traslademos la situación a nuestro Espejo Universal: ¿Qué
pasa si alguien cree que se está dirigiendo por sí mismo hacia algo, y
pone todo su esmero, pero se encuentra con una casualidad negativa,
inarmónica, que lo aleja de aquello a lo que cree estar dirigiéndose?
Pasa eso que vos decías: el espejo le está mostrando que está
despeinado a quien estaba tan seguro de que su dedicación lo conducía
a seguir peinado aunque hubiera caminado varias cuadras a la
intemperie... entonces se enoja. Ante la realidad desagradable que el
espejo le muestra de lo más oculto y poderoso de sí mismo es que
comienza el gravísimo riesgo: dejarse dirigir de manera conformista
por la casualidad en lugar de recordar que él mismo la produjo. Lo
cual... equivaldría al absurdo absolutamente habitual –para los
seguidores de casualidades– de interpretar la cuestión del siguiente
modo: “Si el espejo me muestra que estoy despeinado, quiere decir que
tengo que estar despeinado”.
–Ahora sí empiezo a ver globalmente el tema y el riesgo que usted
menciona.
–Se trata, literalmente, de la diferencia del lugar o posición desde
donde uno estará en el universo: objeto dirigido por las casualidades o
sujeto que dirige y produce sus casualidades.
–Y si no entendí mal sus clases... eso es la diferencia entre Existir o
no. ¿Tanto poder tiene el tema?
–No podrías haberlo dicho mejor.
El Poder de la Casualidad... es el camino hacia el Poder que se
oculta en nosotros.
Y exactamente Eso... es lo Divino en nosotros.
X XI

La mañana gris prolongaba el amanecer indefinidamente. Luego de


bordear el Sena durante una hora, eligieron un banco de su orilla para
continuar disfrutando del Cielo y el Sena reflejándose mutuamente...
como un Espejo Universal.
–¿Realmente ha visto gente que se deja dirigir por las
casualidades?
–Cada vez más. No es algo nuevo... en realidad es lo más viejo del
mundo. Es el mecanismo por el cual, en cuanto alguien está a punto de
adquirir un poder mayor en su vida, es desviado de modo dramático.
–Entonces ¿es posible ubicar eso dentro de La Lógica de La
Esfinge?
–¡Exacto y Excelente! Justa y precisamente se trata de eso.
–Aunque le suene raro, me alegro.
–No me suena tan raro que te alegres de haberlo descubierto por vos
mismo.
–Es cierto... pero no es eso lo que me alegra.
–Bueno, decilo.
–Me alegra que el tema nos lleve también a hablar de la Esfinge.
Tengo un problema para descubrirla.
–Tenés un problema “para” descubrirla... Tener un problema, vos lo
creés un método “para” lograr algo. ¿Qué problema tenés “para” des-
cubrirla?
–Entiendo. Me doy cuenta de que es como usted explicó: cada vez
que estoy ante algo nuevo e importante, se presenta el mismo
problema... cuestión coherente con creer que tener un problema es
“para” lograr lo que quiero.
–De eso se trata, pero no te desvíes justo cuando quiere la Esfinge:
ahora, que estás al comienzo de algo nuevo. Más si ya has comprobado
que nadie tiene problemas, sino que se trata siempre de un mismo
problema.
–Y la Esfinge lo encarna, se disfraza de ese problema cada vez que
uno va a iniciar algo para crecer. Esa lógica la veo, la comprendo y la
confirmo continuamente.
Lo que se me hace difícil es el tema del disfraz. La Esfinge aparece
cuando quedo entre dos bandos ante la posibilidad de iniciar algo
nuevo. Llego incluso a tomarla de aliada sabiendo que si aparece me
está indicando que eso nuevo es valioso. Pero siempre estoy al borde
del desvío porque no detecto los disfraces con los que se presenta... ¡la
detecto una vez que ya se instaló!
Así, es como dejar entrar al virus y tener que gastar enormes dosis
de medicamentos para eliminarlo continuamente una vez que ya ha
entra- do. Uso metáforas por lo que usted dijo antes respecto del
intelecto; es cierto que se me hace más fácil hablar de esto con
comparaciones.
–Y también es cierto que no por nada las comparaciones que se te
ocurren cuando hablás de la Esfinge... son relacionadas a la Medicina.
Tal vez en algún momento te des cuenta que de esa elección también
es necesario que hables. Pero sigamos con “la encarnación médica de
la Esfinge”. ¿Cuál es tu pregunta?
–¿Hay alguna “vacuna” contra el virus de la Esfinge? ¿Hay algún
modo de saber de qué se va a disfrazar para que no llegue a instalarse y
no tener que gastar luego tantas energías para lograr avanzar en eso
que se abrió?
–Es increíble; es de lo que tuve que hablar en las clases mientras vos
estabas acá.
–Ya sé... ahora me va a decir que me consiga las grabaciones.
–Te voy a decir que un tema al que llegues por vos mismo vale por
mil temas a los que haya que llevarte. Te voy a decir también que si
lograste formular la pregunta estás llegando por vos mismo ...y eso
significa que vos mismo tenés la respuesta.
Falta solamente que sepas lo que sabés. Y ese trabajo solamente
podés hacerlo vos.
–Pero me rompí la cabeza todos estos días y no puedo
responderme. Es injusto; yo estuve acá enfrentando mis desafíos
y resulta que por no quedarme cómodamente en Buenos Aires,
ahora tendré que hacer mucho más trabajo que el de mis
compañeros para conocer el mismo tema al que ellos conocen
simplemente por haber ido a sus clases.
¿Tanto le costaría contestármelo usted? En realidad, no sé si
alegrarme o si lamentarme de haber venido aquí y de haber “llegado a
la pregunta por mí mismo”.
–¿No sabés si alegrarte o lamentarte?
–Los dos bandos otra vez. ¿Ve lo que le digo? La Esfinge me pone
siempre ante el mismo problema... pero sólo lo detecto cuando ya está
instalado, no antes.
–¿Ves que en vos tenés la respuesta a tu pregunta?
–Ni por asomo.
–Querés detectarla antes de que se instale; entonces la clave... está
en el momento anterior. Seguí el itinerario desde donde desembocaste
finalmente en el problema y vas a tener revelados los disfraces que se
puso la Esfinge. Podés pensarlo y detectar desde donde ingresa la
Esfinge en cada momento en particular de la vida o podés ubicarlo de
una vez y para siempre, develando desde dónde ingresa la Esfinge en
la vida en general. De todos modos, no te hagas ilusiones: no son
bandos, ambos te van a llevar a la misma respuesta.
–Prefiero verlo de una vez por todas, en la vida en general.
–Mucho mejor. Exactamente eso mismo es lo que prefirieron hacer
tanto Cristo como Buda... cuando se vieron ante la Esfinge.
–¿Cristo y Buda se encontraron con la Esfinge?
–¿No entendiste que siempre se presenta cuando se está ante algo
valioso? Quienes alcanzaron lo más valioso de este y todos los
mundos... no hubieran podido exceptuarse de enfrentarla.
–Es muy fuerte ver que cada uno tiene que enfrentar lo mismo que
enfrentaron ellos.
–Es cierto... pero también eso garantiza estar en camino de alcanzar
lo que alcanzaron ellos. Y no en cualquier parte de ese camino: la
Esfinge se les presentó con exactitud escalofriante en el momento en
que ya vimos que siempre lo hace: cuando cada uno estaba a punto de
ingresar a eso adonde se dirigía.
Es más, hablando estructuralmente, tomó la misma forma para
ambos, y de hecho está explícitamente dicho en Lucas que esas formas
son las que constituyen “todo género de tentaciones”; o sea, no hay
más tentaciones que esas... Por lo tanto, quien reconoce esas formas de
la Esfinge jamás podrá ser frenado.
Esas son las formas que ahora te toca develar a vos.
–Me siento ante algo muy grande.
–Estás en el momento exacto en el que la Esfinge se presenta para
intentar que no sigas avanzando hacia eso: algo muy grande... o dicho
de otro modo, para intentar que sigas en lo chico.
Si la Esfinge intenta mantener a cada uno en el principio de lo que
inicia... traspolando eso a la vida en general: ¿a dónde trata entonces
de mantenernos la Esfinge?
–No es difícil verlo, además usted ya lo había dicho en las clases: la
Esfinge trata de mantenernos en el inicio de la vida... el estado de
niños.
–Muy correcto ¿entonces... desde qué único lugar puede venir ese
intento?
–El niño durante los primeros años no tiene más contacto que con
los padres o con quienes cumplen alternativamente esa función, que es
lo mismo.
–Veo que estudiaste. Vos te preguntabas por el “antes” de que logre
instalarse la Esfinge en cada situación en particular... como ves,
detectando desde dónde se instala en la vida en general, ya empezás a
tener la respuesta.
–¿Me está diciendo que la Esfinge... viene de los padres?
–¿No es evidente que, exactamente igual que la Esfinge, los padres
quisieran que “los chicos” permanezcan toda la vida en el estado de
niños? Ya desde la angustia misma del post–parto puede verse lo que
después será una constante: en medio del deseo manifiesto de que
crezcan, cualquier movimiento de los hijos hacia crecer se traduce en
angustia para los padres.
–Es cierto y es fácil comprobarlo, pero ¿y la Esfinge?
–Lo único que falta es ver cuáles son los mecanismos que los padres
instalan intentando que el chico no crezca. Esos y sólo esos serán los
disfraces a los que acudirá la Esfinge y se dispararán como respuestas
automáticas ante cada situación que presente “riesgo de crecimiento”.
Veamos: ¿cuántos creés que son?
–Y, obviamente... dos, uno programado por cada uno.
–Y, obviamente... creés eso porque estás atrapado entre dos bandos.
Que el chico deje de ser niño angustia al padre y la madre por
separado... y a los dos por igual. Habrá entonces un disfraz de la Es-
finge que vendrá de cada uno de ellos y uno que vendrá de la unión de
ambos.
–¿Por dónde empezar?
–Como vimos recién gracias a un momento particular: las claves de
lo que sucede siempre están en el momento anterior. Desde ahí se
origina todo, y ¿cuál es, en lo general de la vida, el “momento
anterior” que origina todo?
–¿El embarazo?
–¿No lo sabés? ¿O empezaste a actuar al nene que nada sabe de
eso?
–Entonces, si ahí se disparó el nene, ahí está la Esfinge.
Sinceramente, es difícil entender que el embarazo sea uno de los tres
disfraces que usa la Esfinge para presentarnos siempre el mismo
problema y mantenernos siempre en el mismo estado de niños. Lo
puedo ver en lo general de la vida, pero no cómo sería eso en cada
situación en particular.
–¿Qué es un embarazo?
–Pero usted hace cada pregunta...
–Lo estás actuando ahora mismo, en postergar las respuestas al no
contestar a cada pregunta... Exactamente eso es un embarazo.
–¿Esperar? Claro... el embarazo es esperar un hijo: “la dulce
espera”.
–Pueblo de Francia y ciudad de París, desde donde parten todas las
cigüeñas, acabas de asistir al desenmascaramiento histórico del primer
disfraz de la Esfinge; representante, precisa y casualmente, de la
situación en la que el padre y la madre se unieron para dar a luz a cada
humano del mundo: la espera.

Junto al impacto que cada tema le producía, Lucio no dejaba de


maravillarse de que Juan siempre encontrara el modo de hablar en
clave de humor.
–Cada vez que alguien cae en espera respecto de lo que dice que
quiere, está siendo doblegado por una de las tres armas de las que
dispone la Esfinge; el arma que representa a ambos padres por igual
pues viene de la unión de ellos.
–Ahora es clarísimo.
–Ya que está tan claro... ¿te suena la frase “ahora me va a decir que
me consiga las grabaciones”? Ahí la Esfinge daba por sentado que
contaría con mi colaboración para que se instalara la espera.
–No puedo creerlo, es exacto. Todos estos días, ni bien llegué a
París, caí en espera: hasta mis padres tuvieron que preguntarme qué
pasaba que no estudiaba. Y después, efectivamente, estaba en todo
atrapado entre dos bandos... estaba como el chico.
–Pero en cuanto disolviste la espera y fuiste a La Casa del Habano,
creaste una casualidad positiva.
–Y el mismo disfraz lo seguí actuando después, esperando cuando
tenía que responder a cada pregunta.
–Pero no te hagas ilusiones... tan “modestas” como narcisistas; no
sólo actuaste la espera: como un compendio perfecto, fuiste
encarnando una a una todas y cada una de las armas, o los disfraces, de
la Esfinge.
–No puedo imaginarme los otros dos disfraces.
–Ni falta que hace... si los actuás continuamente. Podés entonces
detectarlo en tu propio momento anterior particular, desde donde
después logró instalarse, o si no, como lo hiciste recién, viéndolo en la
historia general de la vida psíquica del ser humano. Para eso sólo es
necesario detectar qué mecanismo se juega en forma favorita ante la
madre y cuál ante el padre... Y la terrible, temible y milenaria Esfinge
quedará para siempre desnuda y visible ante ti.
–En el momento anterior a descubrir que otra vez estaba ante el
mismo problema de los dos bandos, creo que empecé a decir que yo
había estado acá para enfrentar mis desafíos y que era injusto que
ahora tuviera que hacer más trabajo que mis compañeros en Buenos
Aires.
–Así es... y dicho sea de paso, con una lógica bastante mediocre
equivalente a “¿por qué mientras todos lo miran cómodamente por
tele- visión yo tengo que estar aquí protagonizando el partido?”
–Es increíble las pavadas que se permite decir uno para...
–¿Para? No por nada te detenés ahí: decí eso y tenés tomado por las
orejas el segundo disfraz.
–Es como que uno trata de hacerse creer que por lo que ya hizo... es
suficiente y tiene el derecho de no seguir dirigiéndose hacia Eso que
dice que quiere.
–Cuánto me alegro de haber dado ya las clases sobre el tema en
Buenos Aires, para que luego puedas comprobar la exactitud de lo que
estás diciendo.
–Aún no lo veo claro. Si ahora entro por la historia general tal vez
sea más fácil, porque eso haría de metáfora.
–¿Ante quién se actuaría eso de que por lo que ya está hecho, uno
está justificado y no precisa hacer más para alcanzar lo que
quiere?
–Ahí está, ahora lo veo mejor. Me recuerda tantas escenas: “él
estudió y tendrían que haberle aprobado el examen”, “él se esforzó y
tendrían que haberlo puesto en el equipo”. Se parece demasiado
sospechosamente a lo que las madres siempre dicen de sus hijos.
–Y la cuestión llega mucho más lejos: “las chicas se van a volver lo-
cas por él”, “el hombre que se case con vos tiene que tenerte como una
reina”, “vos no vas a sufrir las cosas que sufrí yo”. Como si de pronto
ya hubiera alcanzado todo Eso... sin tener siquiera que haberse dirigido
un solo paso. Simplemente “ya llegó” porque es el hijo de ella. Como
lo mostraban tus recuerdos de recién: “por lo que ya está hecho”.
–Y por eso que ya está hecho, uno se siente justificado de no hacer
más; aunque con lo hecho aún no haya llegado a donde quiere llegar.
–Justificación... La Esfinge disfrazada de madre, la madre
disfrazada de Esfinge; arma inefable con la que fácilmente logra que
cualquiera deje de dirigirse a lo que desea... porque decreta que ya se
dirigió lo suficiente.
Se haya hecho lo que ya se haya hecho, la trampa es suponer eso.
Pues cuanto más válido le resulte lo que ya hizo, más profundo caerá
en la trampa porque más justificado se creerá de dejarse de dirigir a
Eso que quiere. Y se sentirá más justificado para estancarse... justo
donde toda Esfinge trata de detener a quien quiere avanzar: en el
Inicio.
Haya sido hecho lo que ya haya sido hecho, si aún no se llegó... es
porque aún no se ha hecho lo suficiente; entonces, nunca hay
justificativos por los que detenerse. Pues justificarse, trae algo aún
peor: le abre el camino a la tercer arma de la Esfinge.
–Creo que puedo verla: luego de sentirme justificado, comencé a
sentirme enojado contra usted.
–Por supuesto: “¿tanto le costaría a usted decírmelo?”. Cuando uno
se cree que por lo que hizo está justificado, pero no llegó a donde
quiere... se enoja y se resiente contra el mundo porque cree que lo está
privando de eso que merece.
La Esfinge toma entonces el disfraz más promocionado de todos los
tiempos y culturas de la humanidad: el combate hacia afuera. “Es algo
externo lo que me separa de lo que quiero, y para alcanzarlo sólo tengo
que destruir ese obstáculo externo que interfiere”. Planteo tan básica y
mediocremente edípico que explica por sí solo por qué se trata de la
Esfinge del polo paterno: papá se interpuso y no me permite alcanzar a
mamá, basta entonces enfrentarlo y destruirlo para alcanzar eso que
quiero. Con lo cual... la Esfinge logra desviarnos definitivamente de lo
que deseamos, al orientar toda nuestra energía hacia otro lugar: el
“enemigo de turno”.
–Me doy cuenta de que en este disfraz es en el que más caigo... El
primer día que hablé a solas con usted en Buenos Aires lo odié toda la
noche.
–Ilusa ilusión... Seguramente comienza para vos desde mucho
antes.
–No puedo creerlo. Recién ahora me doy cuenta: es como si mi
Nagüelo hubiera sabido Psicoanálisis. Es cierto que responder con
combate hacia afuera empezó mucho antes. Cada vez que el Nagüelo
me enseñaba esas “Artes Marciales Indígenas”, tenía que pasarse
horas y horas explicándome lo que... ahora me doy cuenta, es la
diferencia entre combate y combate hacia fuera:
Nunca gastes tu energía en tirar golpes. El Guerrero se vuelve
Invencible cuando logra Apropiarse de la Fuerza de su Rival. Para
Eso, El Poder del Guerrero consiste en que el golpe que le tiran
recaiga sobre quien lo tira.
Y me aclaraba explícitamente que...
Eso no sólo se refiere a patadas y puñetazos. Pronto descubrirás
que ése y no otro es el modo de salir airoso de cualquier
enfrentamiento y de cualquier pelea... incluida –y muy especialmente–
cualquier discusión.
–Impecable. Y te aclaro que sinceramente, escuchándote yo también
a veces tuve la sensación de que tu Nagüelo sabía Psicoanálisis.
Se hace muy entendible que en vos lo que más fácilmente haya
surgido sea el combate hacia afuera: eso remite al polo paterno y, en
definitiva, allí es donde se juega más manifiestamente el conflicto de
tu historia, desde el momento en que es ahí donde está el Nagüelo.
–¿Pero eso quiere decir que para mí la Esfinge siempre va a tratar de
entrar primero por vía del combate hacia afuera?
–No te hagas ilusiones. De ningún modo. Las Esfinges no son
temporales y no siguen un orden. Las tres se abren las puertas entre sí.
Por eso: si entró una, todas pueden entrar. Y cualquiera puede intentar
aparecer en cualquier momento.
Pero qué importa el arma que eso elija, si uno está en guardia y con
las armas que impedirán que eso se instale.

La sonrisa de Lucio era exactamente la de quien está ante una


Revelación que le permite reordenar algo decisivo de su vida.

–Y ya que nombrabas las Artes Marciales, tal como en Eso se


enseña, hay una guardia eficaz ante cada arma:
La Esfinge de la espera jamás logra instalarse si uno se asegura
continuamente de estar dirigiéndose adonde dice que quiere llegar.
La Esfinge de la justificación jamás podrá instalarse en quien se
exige considerar que si aún no llegó a lo que quiere, simplemente es
porque,
haya hecho lo que haya hecho, aún no dio los pasos suficientes y toda
detención está motivada desde la Esfinge.
La Esfinge del combate hacia afuera jamás se instalará para quien
realmente sabe y acepta que eso contra lo que se frena, viene desde
adentro y por eso y sólo por eso tiene el poder de frenarnos. El mismo
obstáculo externo que frena a unos, no frena a otros; lo que demuestra
que no es por eso externo por lo que se frena quien se frena.
X XII

Ninguno de los dos tenía la menor idea de cuánto tiempo había


pasado ni de qué había ocurrido en todo ese tiempo. De lo único que
ambos tenían Idea –y muy minuciosa– era de lo hablado.
Lucio agradeció que Juan conociera tan bien la ciudad, porque la
concentración que le exigían los temas de los que hablaban mientras
caminaban, le había impedido atender el itinerario.

–¿Tiene idea en dónde estamos?


–Pasamos el Pantheón... casualidad armónica con haber pasado Es-
finges, ¿no?
–La Casualidad y las Esfinges, dos temas que nunca pensé
relaciona- dos y que ahora cada vez se acercan más entre sí.
–Todo indica que... son tus dos bandos nunca relacionados los que
cada vez se acercan más entre sí en vos. Y como no puede ser de otro
modo, eso mismo lo empezás a ver entonces afuera.
–Cierto, el tema de las Esfinges se me aclaró muchísimo. El de las
casualidades como efecto del sujeto y no dirigiéndole la vida como a
un objeto, también... y aún me impacta ver cómo en la actualidad se
encontró el modo de que otra vez se lo desperdicie deformándolo tan
peligrosamente.
–No es una cuestión que se reduzca a la actualidad: si bien ahora es
muy visible porque está en los movimientos pseudomísticos y
pseudoesotéricos, donde más vi eso siempre... fue en la Iglesia, como
antesala de la más cómoda e hipócrita de las resignaciones.
Aunque interesado por el anuncio de Juan, Lucio no se animó a
decir lo que había detectado: era la primera vez que lo escuchaba
hablar abiertamente de algo relacionado a su actividad sacerdotal.
El primer impulso fue tratar de cambiar de tema... como si eso fuera
posible.

–Parece que va a llover, ¿no es una casualidad negativa si


queremos pasear?
–¿Recordás dónde iniciamos hoy nuestro paseo?
–Sí, por supuesto... me impresionó que me citara justo adonde nace
la calle que para mí fue tan importante por su nombre: la calle del
Monje.
–¿Y desde dónde nace?
–¿El nombre de la otra calle? No lo vi. Estaba tan impactado con el
nombre que me conformé con seguir la altura de la calle. Pensé en
fijar- me, pero lo dejé para cuando usted llegara y después me olvidé.
–La Esfinge entró por donde le quedó más cómodo.
–La espera.
–Cuando alguien ignora una casualidad, después la casualidad lo
ignora a él: se le hace más difícil producir las casualidades siguientes.
–No me angustie, no me di cuenta porque estaba impactado por la
casualidad del nombre de la calle, no porque la ignorara.
–Ya esperaste, ahora te justificaste... ¿Me pongo en guardia? Sólo te
falta el combate hacia afuera.
–Y ahora no puedo decir que no lo sabía, debo disculparme.
–Ahora sí vamos bien: “te disculpás” a vos mismo por haber
encarnado las Esfinges.
–Pero no, lo que quiero decir es que...
–Y lo que dijiste es que...
–¡Bueno, basta!
–¿Llegó el combate hacia fuera? Que disfrutes entonces tu estadía
en París.
–No Juan... por favor, me dije basta a mí mismo. Es cierto: creo que
merezco “disculparme” porque... me escapé de hablar del cristianismo
cuando usted recién lo mencionó.
Como pienso que eso nos separa, me parezco bueno y por lo tanto
“disculpable” si me escapo de eso cuando hablo con usted.
–Ahora sí que vamos bien, pero esta vez, en serio. Lucio, si el
cristianismo nos puede separar... eso mismo nos puede unir.
–Lo mismo que une, separa; pero es difícil verlo.
–No es difícil, es imposible... porque no mirás hacia ahí. ¿Por qué
no empezás por ver lo que esta mañana la Esfinge logró que dejaras de
ver?
–¿El nombre de la calle desde donde nace la Rue Monge?
–Pero si querés hacerlo... te va a tocar encontrarla a vos. Y que esté
por llover empieza a mostrarse como una excelente casualidad: al
menos garantiza que no podrás permitirte esperas.
Como distensión necesaria para ambos, el jueguito resultó divertido.
Juan se dejaba llevar por Lucio entre calles que éste desconocía
completamente y sin referentes que le permitieran saber si estaba cada
vez más cerca o más perdido.
Para sorpresa de Juan, llegaron al lugar en mucho menos de lo que
hubieran esperado.

–Lo mismo que me ha permitido encontrar el mejor Puro o la


Vincha exacta... bien sirve para encontrar una calle de París –exclamó
Lucio triunfante al darse cuenta de que estaba a una cuadra del lugar.

Excitado y casi corriendo, se acercó al ansiado letrero en el que


final- mente develaría su enigma. O al menos eso creía.
Juan se reía de la escena mientras Lucio, más desorientado que
antes, buscaba en la misma esquina el cartel de otra calle cuyo nombre
le resultara significativo; pero el único que había fue para él tan ajeno
como desconocido:
–Boulevard Saint Germain... gusto en conocerlo. No tengo idea de
qué es ese nombre.
–Lógico. Como hoy pudiste ver... siempre miraste para otro lado
ante eso.
–No entiendo nada.
–Y buen esfuerzo que te cuesta mantenerte en ese estado. De hecho,
creés que recién la conocés, lo cual indica que ni te diste por enterado
de que casualmente es la misma calle sobre la que está, por ejemplo...
La Casa del Habano.
–Ahora que lo dice ¡es cierto! Indudablemente el tema es más serio
de lo que creo, porque no me di cuenta.
–Mucho, pero mucho más serio. En lo particular de tu historia y en
lo general de la historia de la humanidad, las Esfinges enseñan que la
clave de lo que ocurre, siempre está en el momento anterior. Bien...
estás ante el momento anterior.
–Sí: estoy en el lugar del encuentro de hoy a la mañana.
–Estás en el lugar del encuentro. La casualidad es tan exacta que
cuesta aceptarlo: la “calle del Monje”, como vos la llamás, se
encuentra en su nacimiento con “Saint Germain” y por lo tanto con el
lugar “de los
puros” como diría tu Nagüelo... y ambas cuestiones en la historia de la
humanidad remiten al “momento anterior al Monje”, usando esa
palabra en el sentido de “sacerdote cristiano” que a vos te impactó y
que es el mismo que se usa actualmente.
–¿Está hablando ... del momento anterior al cristianismo?
–También. Pero como decíamos, se trata de algo mucho más
importante de lo que pueda suponerse.
Estamos ante el momento anterior al surgimiento... de todas las
religiones del mundo.

Finalmente ocurrió: comenzaba a llover sobre París.

–Me doy cuenta de que estamos ante algo enorme; pero usted se
dará cuenta de que no tengo la menor idea de qué es eso.
–Exacto, no tenés “la menor” idea... Todo indica que vos, precisa-
mente vos, tenés la mayor de las ideas sobre eso.
–¿Yo? ¿Y por qué “precisamente” yo?
–No solamente vos... también se decía eso del conde de Saint
Germain.
–¿Qué?
–Que encontró eso mismo que, desde que comenzamos a hablar,
cada vez está más cerca de nosotros: la raíz común que permanece de-
bajo de las ramificaciones llamadas religiones. El alma que habita
todos esos cuerpos.

Juan habló con la misma seriedad y profundidad de quien sabe que


está diciendo la combinación alquímica más poderosa de este y otros
mundos.
Tal vez para quitarle gravedad al momento y que Lucio no se
asustara, se detuvo bajo la lluvia que se iniciaba y miró tan
insistentemente hacia la estación del metro que logró que Lucio
también mirara en esa dirección.
–“Estación del Alma”. No deja de impresionarme que lleguemos
justo cuando mencionó “alma”. Pero usted ya sabía que esta estación
está aquí, no sé si es realmente una casualidad...
–Vos sabrás qué sabés y qué no. Lo que yo sí sé es que,
casualmente, no hay clima más apropiado que la lluvia cuando se está
por entrar al subterráneo de París.
–¿Vamos a andar en subte para hablar de temas tan peligrosos y
polémicos como la religión? Con tanto fanático religioso dando
vueltas, no sé si es buena idea; aunque hablen en otro idioma, estamos
en el Mundial de Fútbol y cualquiera puede entendernos y sentirse
molesto. Además, acá también hay bares donde refugiarnos de la lluvia
y sentar- nos a hablar sin que nos escuchen.
–¿Quién dijo que vamos a andar en metro?
–¿No estamos bajando al subterráneo?
–Exacto, estamos bajando adonde están las raíces, lo más
subterráneo de París: la red de alcantarillas a la que casualmente se
ingresa por la estación de metro de L’ Alma. Y no hay lugar más
perfecto en todo el mundo para hablar de este tema que “la red oculta
bajo la superficie”, y al mismo tiempo guarecernos de la lluvia y
disfrutar de un espectáculo audiovisual impresionante, que muy poca
gente conoce.
Te podrás dar cuenta de que, aun cuando yo sabía que este lugar
estaba aquí, llegamos justo cuando empezó a llover, después de
caminar toda la mañana por el borde del Sena y cuando desembocamos
en el tema. Y te recuerdo que para eso dependimos de cuestiones tales
como que vos des otra vez con la calle en que nos habíamos
encontrado. Tal entramado perfecto sólo puede ser obra de la
casualidad... y porque es casualidad es importante.
–Siempre dudo de lo que no tengo que dudar. Y ahora aparece toda
esta conjunción, los temas, el tema, las casualidades... me conmociona.
–Y todavía no tuvimos en cuenta uno de los factores más
significativos: casualmente, todo esto transcurre en París.
–¿Y eso que tiene que ver?
–Tanto, pero tanto... que sólo recorriendo la historia subterránea que
está en el alma de la humanidad, y la humanidad no sabe que sabe,
puede develarse eso.
La música de la lluvia en el exterior, el agua desplazándose por los
acueductos, la resonancia del sistema subterráneo de alcantarillas...
sumatoria de estímulos tan fuera de lo común para los sentidos, que
hipnótica y progresivamente induce un estado de conciencia tan
desconocido como sensiblemente superior para quien decide dejarse
impregnar por todo eso que transcurre bajo tierra.
Y ambos ya habían decidido que si estaban en París era para,
precisamente, “dejarse impregnar por todo eso que se había
conservado y ocurre en forma subterránea”.

–Sé que todo en vos te pide no hablar del tema. Pero a esta altura ya
podés comprender perfectamente que, por eso mismo, tu única chance
es hablar de eso. Te lo pregunto entonces de forma directa: Lucio,
¿cuál es tu opinión sobre la Iglesia?
–Sinceramente, saldría corriendo ahora mismo.
–¿Esa es tu opinión?
–Muy a pesar mío la verdad es que mi inconsciente no podría haber-
lo dicho mejor ¿Hace falta explicarle los motivos?
–Tal vez para vos sería realmente bueno que alguna vez conozcas
tus motivos. Yo conozco los míos.
–Perdón, no quiero hacer de Psicoanalista, pero ¿está hablando de
sus motivos “para salir corriendo” de la Iglesia?
–Ojalá alguna vez quisieras realmente hacer de Psicoanalista. Y sí...
estoy hablando de que tengo muchos más motivos para enfrentarme
que para formar parte de ella.
–¿Y entonces por qué forma parte de ella? No sé cómo llamará
usted a eso, pero en mi pueblo le decimos hipocresía.
–Hipocresía: justo el único insulto que profería Cristo a sus
enemigos. Tal vez porque es el peor de todos los insultos. Y para
vos... remite nada menos que a tu pueblo.
–Es una forma de decir que...
–Es esa forma de decir. Pero no me extraña, y no sé cómo podría
extrañarte a vos que sea precisamente tu historia la que te predisponga
mal a lo que estoy diciendo. Y a propósito, si no es molestia, ¿a qué
llaman hipocresía en tu pueblo?
–Alguien que, por ejemplo, está en contra de un lugar pero se queda
ahí para que lo mantengan.
–¡Ay Lucio! a veces sos demasiado básico. Yo no soy Papa ni
Obispo ni Cardenal, no dispongo ni tengo acceso a las tan mentadas
riquezas de la Iglesia, sólo a una absolutamente mísera retribución
mensual por mi función sacerdotal. Ni siquiera preciso de la Iglesia
como vivienda, sabés que tengo mi propio consultorio.
¿A vos te parece que el nivel de vida que llevo puede mantenérmelo
la Iglesia? ¿Realmente creés que para alguien como yo, que gusta de la
buena vida, ser mantenido por la iglesia sería “negocio”?
–Pensándolo así, no.
–¿Te enceguecés tanto como para descontar mis años de atención
psicoanalítica? cobrando, por si hace falta aclararlo.
–Usted, más que ningún otro cura que conozco, cuenta con qué
para mantenerse.
–Si ya me conocés algo, sabés que viajaría de todos modos, si eso es
lo que quiero, me lo pague o no la Iglesia.
–Si fui hiriente... le pido disculpas.
–Vos sabrás si fuiste hiriente o no. Pero al menos... grandes progre-
sos: ahora no te disculpás por herirme.
–No. El pedido de disculpas va en serio. Lo que no puedo ver con
seriedad es que usted forme parte de algo que quisiera enfrentar.
–Exacto, vos no podés verlo... por tu automático problema inicial,
que te impregna todos los temas: dos bandos; que ahora son
“enfrentar- lo o formar parte de eso”.
Pero existen otras opciones... para quien las hace existir.
Yo no quiero esta Iglesia. Y ni por un minuto supongas que es una
cuestión únicamente mía, cada vez somos más. Pero tampoco quiero,
por ejemplo, esta humanidad así como está. Según tus dos bandos,
para no ser hipócrita ¿debería enfrentar y destruir a la humanidad? ¿O
para no formar parte de esto que no quiero tal vez debería enfrentar y
destruir el otro bando: a mí mismo?

Lucio estaba desconcertado.

–En cuanto se los profundiza –y ahora te aclaro que soy yo el que no


quiero ser hiriente– es fácil ver que lo realmente hipócrita es el planteo
de dos bandos: es siempre la antesala de la resignación.
De hecho, basta ver la historia de la Iglesia para comprobar que
cada
vez que se la quiso destruir o ingenuamente se trató de cambiarla
desde afuera, se la fortaleció más. ¿Y si, como para resolver todos los
dos bandos de la vida... hubiera que aplicar una tercera opción
integrativa?
–¿Formar parte de la Iglesia para destruirla?
–Los únicos que podemos mostrarle al mundo que la Iglesia se está
destruyendo somos quienes formamos parte de ella. Como ves...
siempre hay una tercera opción que engloba y resuelve a las otras dos.
–¿Y usted dice que son muchos quienes toman esa tercera opción?
–Aunque, como te darás cuenta, no están muy ansiosos por darse a
conocer.
–Es difícil aceptarlo.
–Por nombrar sólo uno de los muchísimos ejemplos: ¿escuchaste
alguna vez hablar del Sedevacantismo?
–Suena a escuela hindú.
–Entonces nunca escuchaste. Y como vos, la inmensa mayoría...
empezando por la Iglesia misma.
Hasta el último minuto de su vida el Nagüelo trató de explicarte que
la palabra es la clave que devela todos los secretos. Escuchá: “Sede
Vacantismo”.
–Ah claro... “sede vacante”.
–Y antes de que me lo preguntes, te lo pregunto yo a vos: ¿de qué
sede
estamos hablando?
–¿Del Vaticano? La Santa Sede.
–Escuchando es obvio ¿no? Hablamos de algo que ocurre en el
Vaticano, la Santa Sede... O como dice un chiste que circula por lo
bajo entre sedevacantistas de habla hispana: “en el Vaticano, la Santa
cede”. Notarás que el método del Nagüelo funciona: el secreto
impenetrable, tanto como el chiste... develados gracias a la escucha.
–En otro momento tendríamos que seguir hablando de eso ¿no?
–Nunca hablamos de otra cosa que de eso. Y no encontrarás algo
más importante de qué hablar. Y una forma de hablar del poder de la
escucha es seguir hablando de eso que la escucha nos permitió develar.
–Esos grupos como el Sedevacantismo, ¿quieren lograr una sede va-
cante?
–Realmente hay sobrados motivos para apoyar que el Papa no
ocupe
la Sede del Vaticano. Pero lamentablemente, lograrlo no es fácil y las
cosas no son tan simples.
–Oiga... ¿Usted no estará aquí para matar al Papa, no?

El contexto subterráneo colaboraba decisivamente en suponer el


tema relacionado con lo subversivo. Y más aún: daba la sensación de
que Juan había planeado todo para que Lucio, en cuanto se abriera el
tema, le preguntara precisamente eso.
Mientras miraban –y en especial, escuchaban– el agua correr duran-
te instantes tan largos como la historia que encararían, con gran pena y
palabras tan suaves que parecían formar parte de ese susurro del agua,
Juan comenzó a responder.
–Lucio, te estoy diciendo que no quiero fortalecer eso que pienso
que llegó el momento de que se destruya. ¿Todavía no entendiste que
la Esfinge, en cualquiera de sus tres formas, sólo sirve para fortalecer
al obstáculo sobre el cual se instala?
–Juan, por favor, no me cambie de tema en algo tan importante.
¿Qué tienen que ver las Esfinges con si usted quiere o no matar al...?
–Lucio se interrumpió– Ah, claro... ¿eso sería combate hacia afuera?
–Si a esta altura no te dabas cuenta por vos mismo, esta
conversación se terminaba acá. Y por favor, hacele caso al Nagüelo y
escuchá. Y para eso, entendé de una vez que la escucha sólo es posible
cuando se limita toda suposición sobre lo que se dice.

Era notorio que Juan hacía esfuerzos para que sus frases siguieran
indiferenciándose del susurro del agua. Y también se hacía evidente
que eso no le resultaba fácil.

–Vos estableciste la dialéctica “formar parte de eso o enfrentarlo y


destruirlo” y ahora me suponés a mí, contradiciendo todo lo que me
escuchaste desde el inicio, la intención de destruirlo.
–Pero usted dijo querer destruir a la Iglesia.
–Qué razón tuvo el Nagüelo en recordarte hasta su último aliento la
importancia de la palabra. Ni por un minuto dije eso que vos pretendés
haber escuchado y que no es más que tu suposición. Yo no hablé de
destruir a la Iglesia... yo hablo de que la Iglesia se está destruyendo.
Y hablo de que no quiero ocultar esa destrucci6n. Y hablo de que ya
es tiempo de que el mundo se entere de eso.
Porque lo mejor que le puede pasar a este mundo... es que esta
Iglesia se destruya.
X XIII
En esas profundidades de la tierra la escena se tornaba bíblica tanto
en forma como en contenido: una sola frase para transformar el caos
en orden... y a partir de eso habitar un cosmos ordenado. Lucio, viendo
que al decir eso Juan se levantaba, lamentó que abandonaran el lugar.
Una vez más, la suposición hacía obstáculo...
Coherentemente con lo que sucedía con el tema, Juan se había
levantado para ir a lo más profundo de ese mundo subterráneo.
–Lucio, aunque yo quisiera que fuese de otro modo, no es posible:
sólo puede enterarse de todo esto que permanece oculto, quien de ver-
dad aprende a escuchar. Así que, exclusivamente, de vos depende.
Desde hace siglos existen movimientos, sumamente sólidos en sus
bases, silenciados una y otra vez, pero vueltos a resurgir todas las
veces. Esos movimientos son los encargados de mantener, de una
generación a otra, la información necesaria sobre... la verdadera
historia de las religiones.
–Le pido disculpas por interrumpir en un punto tan crucial. Como se
trata de escuchar, quiero estar seguro si escuché bien: dijo “la
verdadera historia de las religiones”... o sea que habla de una historia,
en singular, y de las religiones, en plural.
¿Se trata simplemente de un dicho o está diciendo que todas las
religiones tienen una misma y única historia?
–Vos ya sabés la respuesta: no existe eso de “se trata simplemente de
un dicho”. Estoy diciendo eso que estoy diciendo. Y afortunadamente,
es lo que vos estás escuchando... por fin.
Ahora bien, como se trata de un árbol original con raíces enterradas
hace decenas de miles de años, que no sólo creció muchísimo sino que
también sufrió innumerables injertos cuando se trasladaban sus brotes
a otras tierras, el único modo de encontrar esas raíces originales y
subterráneas tan ocultas es seguir la pista desde los injertos hechos en
las ramas más manifiestas y crecidas.
Y no hay duda de que una de esas ramas injertadas más desplegadas
del árbol original de las religiones, es el cristianismo... El problema es
que ya está tan lejos de sus raíces originarias que se hace difícil ver
que viene
de aquel Árbol inicial. En realidad, el mismo problema tendríamos si
buscáramos cualquiera de los otros injertos que se hicieron con los
milenios.
–Está hablando de las demás religiones.
–Más exactamente... de las demás iglesias. Entonces, tan
inconmensurable es la historia, que mejor comencemos por seguir las
pistas de una sola iglesia; y la más notoria es la católica. De todos
modos, lo mismo nos espera en todas las demás. Y eso idéntico en lo
diferente nos conduce a aquel árbol original, único y sólo idéntico a sí
mismo. La historia oculta del cristianismo, a través de su iglesia, nos
va a llevar a la historia oculta de las iglesias y las religiones, y
viceversa.
–¿Hay una historia oculta del cristianismo?
–Si no hubiera una historia oculta del cristianismo no habría
necesidad de un Sedevacantismo.
–No alcanzo a ver por qué si hay una historia oculta y tantos
movimientos a lo largo de los siglos para lograr que se sepa la verdad
de esa historia y dejar vacante la sede del Vaticano... no lo han logrado
aún.
–No lo alcanzás a ver porque otra vez dejaste de escuchar y te
pusiste a suponer. En ningún momento dije que esos movimientos
quieran que el trono papal esté vacante.
Lo que el Sedevacantismo quiere es que se sepa que el trono papal...
ya está vacante.
...Y desde hace, podríamos decir, unos dos mil años.
Como ves, cada vez que no escuchás, te extraviás. Pero eso que
ocurre en una sola charla y entre nosotros puede servirte de muestra de
lo extraviada que está la humanidad que no quiere escuchar nada sobre
eso desde hace siglos.
–Prometo no interrumpir más.
–Otra vez no escuchaste: no se trata de que no hables, se trata de que
escuches. La gran espera que te permitiste respecto de integrar al
cristianismo hace que ahora la Esfinge te rearme los dos bandos con
mucha facilidad. Primero propusiste combate hacia fuera inventándote
dos bandos: destruir a la Iglesia o formar parte de ella. Ahora, para
lograr escuchar, te creés justificado de callar y volviste a los dos
bandos: hablar o escuchar. Es indudable que la Esfinge está haciendo
intentos desesperados para reducir esto a tus históricos dos bandos.
–Pero que la Esfinge se esté desesperando tanto me muestra lo
importante que es todo esto. Entonces, tal vez sea mejor ir
directamente
al tema. Y si yo produje el desvío, es a mí a quien toca reorientar la
pregunta: ¿de dónde salió eso de que el trono papal esté desierto?
–Grandes progresos, Lucio. Si como trataba de decirlo, eso se
remonta a casi dos mil años... significa que desde el inicio mismo del
cristianismo hay movimientos que vienen tratando de decir que la
Santa Sede está vacante.
Pero en la actualidad... casualmente eso sale de aquí: Francia es el
lugar en el que esos movimientos más se instalaron en el presente,
insertando diversos sectores que, aún con diferencias entre ellos,
coinciden en el Sedevacantismo. Y como podrás deducir, no porque sí
se instalaron en Francia... como tampoco es casual que el último
mundial del milenio se realice aquí.
–Lo primero lo puedo ver, pero lo segundo es imposible sin tratar de
suponer.
–Me alegra que ahora notes cuándo estás por suponer. Tus progresos
lo habilitan, ya podemos ingresar al tema: hay dos motivos para que
Francia esté tan involucrada en todo esto, uno histórico y otro
contemporáneo. El más importante es el histórico, pero todavía no
estamos en condiciones de abordarlo.

Por diferentes motivos, los dos perdieron otra vez la noción del
tiempo.
Mientras Juan, midiendo las palabras y sopesando lo que debía o no
debía decir agotaba toda su atención en el relato, Lucio se iba
desinteresando de la historia cuanto más la escuchaba, aunque no sabía
por qué.
O tal vez sí sabía... El relato de Juan se le había transformado en
pura interferencia: desde un primer momento lo había fascinado el
lugar subterráneo. Progresiva y sensiblemente le inspiraba una insólita
sensación de familiaridad, que agregaba sorpresa a la fascinación.

–Juan, por favor, no tome a mal lo que le voy a decir. Si ya estoy


habilitado para entrar en el tema, considero justo y honesto decirle que,
en realidad, este lugar tan impresionante... me gustaría usarlo para
otras cosas. Nunca imaginé que en el centro de París algo me
recordaría las cavernas que visitaba con mi Nagüelo. Y siento que
quiero dejarme llevar por las historias que él me contaba en lugares
así; quizás por eso me cueste concentrarme. Yo le agradezco, con
sinceridad, la confianza que deposita en mí al contarme esto que,
seguramente, tan poca gente conoce.
–Podés preguntarle al católico tradicional que va todos los domingos
a misa como al jesuita más cuestionador de la Iglesia: nueve de cada
diez responderán que nunca escucharon del Sedevacantismo.
–Entiendo que es una deferencia de su parte. Por eso, con la misma
franqueza debo decirle que esta historia no me interesa en lo más
mínimo.
–¿Vos tenés alguna confianza en mí?
–¿Por qué me pregunta eso? ¿Cree que yo estaría aquí y en esta
situación tan insólita si dudara de usted? Es cierto que por momentos
me costó mucho confiar... sobre todo cuando lo vi por primera vez
vestido de cura. Pero ahora... aunque parezca exagerado, después del
Nagüelo usted es la persona en quien más he confiado en toda mi vida.
Lucio miró a Juan para medir el efecto de sus palabras. Temía que la
habitual ironía de Juan se instalara ante lo sensiblero de la frase, algo
que lo habría herido profundamente. Por eso se sintió tan agradecido
cuando Juan, como respuesta antes de continuar hablando, le pasó un
brazo sobre los hombros.
–No te lo pregunto porque lo ponga en duda, sino para otra cosa.
–Cierto... usted siempre habla de otra cosa.
–Y vos siempre te olvidás de que eso no es un privilegio mío, sino
de todo aquel que tenga un inconsciente –el mismo viso de ironía que
antes podía ser un cachetazo ahora era una caricia–.
Necesito tu confianza para que entiendas que te hablo de esto por-
que creo que, en realidad... el que te habló de todo esto, fue tu
Nagüelo. Es más, creo que no te hablaba de otra cosa. En las cavernas,
fuera de ellas y en cada minuto.
–Es difícil pensar en eso. Ojalá no le resulte irrespetuoso, pero si mi
Nagüelo hablaba del catolicismo era sólo para burlarse de los curas y
de la Iglesia. No quiero pensar cómo hubiera tomado y cuánto se
habría reído él de una historia de movimientos ocultos internos y
enfrentados en la Iglesia... y más, contada por un cura.
–Yo sí quisiera pensarlo. Empezaría por preguntarte a vos sobre
eso
mismo que te preguntabas respecto de tu Nagüelo: ¿cómo tomás que la
supuesta Iglesia monolítica, unificada detrás de un Papa con decisiones
decretadas infalibles que le dicen al mundo lo que está bien y mal, lo
permitido y lo prohibido... esté en realidad fragmentada en partes que
luchan desde siempre entre sí?
–La veo como una historia más de lucha por el poder de las que está
plagada la humanidad... Y donde gane quien gane, igualmente todo
seguirá igual. No soy el más indicado para hablar. O tal vez sí, por no
estar involucrado en el cristianismo; eso hace que pueda decir
libremente la impresión que me causa.
–A esta altura ¿...todavía pretendés hacerte creer que no estás
involucrado en el cristianismo?
–En ese caso, y con todo respeto, cada vez estoy más seguro de que
no quiero involucrarme. Porque se trate de la época que se trate y reine
la tendencia que reine... da igual: todas las iglesias y el catolicismo me
siguen pareciendo lo más lejano y opuesto al Cristo del que ellos
mismos hablan; tanto hoy como ayer.

Lo dijo del único modo en que podía animarse: todo junto y de un


tirón.
Supo entonces que ése podía ser el punto final de su relación... pero
también, que si la condición para seguir con Juan era fingir respeto, no
valía continuar. Lucio bajó la vista.

–Vuelvo a decirlo: el Nagüelo hizo muy bien su trabajo cuando de-


dicó hasta el instante final de su vida en tratar de que atiendas la
palabra.
La sentencia –en sentido literal– le resultó tan indescifrable que,
pese a su temor, Lucio se vio obligado a levantar la mirada hacia Juan
en busca de alguna pista que le permitiera decodificar si había sido
lapidario o aprobatorio.

–Si esta historia de fragmentaciones y pretendidas unificaciones


monolíticas... que no es más que la puerta de entrada a la historia más
oculta de la humanidad, te pone en contra de la Iglesia por ver que está
en contra de Cristo... significa que ni la mismísima iglesia pudo lograr
separarte de Cristo.
–Eso... es muy fuerte. Me recuerda lo que una vez dije en el colegio
al estudiar catecismo: si la única vez que Cristo se descontroló al punto
de pegar con el látigo, fue al ver lo que hacían las iglesias de la
época...
¿cuál sería su reacción si volviera hoy y quisieran hacerle creer que el
catolicismo, con su historia y su presente, es la Iglesia que dice
representarlo a él y a su enseñanza? Por supuesto que de inmediato
llamaron a mis padres y obviamente todo terminó en culpar al
Nagüelo.
Pero lo que ahora entendí de su frase, es mucho más fuerte aun. Si
entendí bien, usted estaría diciendo directamente que la Iglesia... trata
de separar de Cristo.
Es decir... que la iglesia sería la enemiga de Cristo.
–Definitivamente has comenzado a escuchar. Y en honor a eso, y
considerando que aún no conocés la historia oculta, nuevamente te
preguntaré en forma directa: ¿nunca escuchaste decir que antes del
retorno de Cristo... aparecerá el Anticristo?
–Pero ¿está diciendo que el Anticristo es la...?
–No te apresures a sacar conclusiones... que de todos modos no
podrás evitar cuando conozcas más.
Por ahora tal vez te sea suficiente recordar lo que dijo Voltaire sobre
al tema:
Cristo fue judío, vosotros quemáis a los judíos. Vivió pobre,
vosotros sois ricos.
Pagó tributo, vosotros lo exigís. Iba a pie, vosotros en carroza.
Por lo tanto, haciendo lo contrario que Cristo, sois el anticristo.
–Eso me sacude de verdad. Y hace que el tema que no me
interesaba... de pronto me resulte imprescindible.
–Estamos ante una de las cuestiones que más pueden conmocionar a
la humanidad. Y pronto podrás ver por qué hablo de la humanidad y
no sólo del cristianismo. Más aun cuando se considera que los tiempos
actuales, con una urgencia de la que todavía no hay conciencia, marcan
el ingreso al último capítulo de esta historia oculta. Aunque, perdón...
eso fue una expresión de deseo. No es el último capítulo: sólo el más
importante, determinante y fundamental.
–¿Lo cual significa que la historia oculta continúa?
–Tanto, que de eso depende nuestro presente... y especialmente,
nuestro futuro.
–Cuando dice nuestro, ¿se refiere a toda la humanidad o a nosotros
dos?
–¿Dos bandos otra vez? La Esfinge que trata de instalarse nos indica
que nuevamente hay que avanzar en el tema. Para que veas mejor la
magnitud de lo que se oculta en todo esto: así como el
Sedevacantismo, hay otros movimientos que, provenientes de esa
misma supuesta Iglesia monolítica, se dan a conocer en mayores o
menores grados y que están irreconciliablemente enfrentados al
Sedevacantismo... pero que, con la misma firmeza y pese a los riesgos
que eso implica, están en total acuerdo con el postulado de que, en
verdad, la Sede del Vaticano está vacante.
–Eso sí que es disolver el estar entre dos bandos. Me está diciendo
que dentro de la Iglesia hay movimientos que están enfrentados a lo
mismo que apoyan.
–No podrías haberlo entendido mejor. Y me alegra que puedas
tomarlo con algo de humor... de hecho, hago votos para que puedas
conservarlo una vez que conozcas toda la historia, pues si tantos
movimientos acuerdan que la Sede del Vaticano está vacante pero casi
ninguno coincide entre sí... eso significa que no hay uno, sino muchos
motivos para sostener que el Papa y la Iglesia católica son un fraude
contra la humanidad. Un fraude que desde hace dos mil años ocupa
fraudulenta- mente un trono que en realidad está vacante.
–Su crítica es feroz, mucho más fuerte que la mía. Una cosa es lo
que yo pienso: la Iglesia y el Papa se fueron apartando de la palabra de
Cristo, hasta directamente tal vez llegar oponerse a Eso. Pero otra cosa
muy diferente es decir que... son un fraude. Un fraude implica
falsificación, estafa, no “sólo” desvío.
–Nuevamente no lo podrías haber dicho mejor...
lamentablemente.
–¿Pero cómo puede decir que la Iglesia y el Papa son falsos si los
fundó el mismísimo Cristo?
–¿Y vos... cómo sabés eso?
–Pero si usted mismo me dijo que está de acuerdo en que lo
importante es la palabra. Y la fundación de la Iglesia está en la Biblia,
entonces lo dijo Cristo.
–¿Qué Cristo?
–Usted me quiere volver loco... ahora va a decirme que hubo más de
un Cristo.
–No hace falta, ya lo dijiste vos... Y los revisionistas históricos más
serios. En principio –y sólo en principio–... hubo cuatro Cristos: uno al
gusto de cada evangelista.

Cada frase tenía el paradójico efecto de constituirse en un ladrillo


que, en lugar de construir un edificio, lo derrumbaba.

–Lucio, voy a preguntarte algo que a mucha gente la ofende; ojalá


esa
Esfinge no se instale en vos, y aún a riesgo de eso... ¿Vos leíste la
Biblia?
–Ni la leí –respondió Lucio imitando el tono ampuloso de Juan– ni
la leí... Sólo algunos pasajes mínimos en el catecismo... y alguna que
otra vez.
–Gracias por no ofenderte. Porque más allá de ofensas hipócritas,
que son un mal disimulado combate hacia fuera, eso que respondiste
es lo más normal cuando se responde honestamente. El noventa por
ciento de la gente que pretende defender a Cristo demuestra una
ignorancia total respecto de su Palabra. Con que les lean algunos
pasajes elegidos estratégicamente los Domingos en la iglesia,
recortados, deformados
...y, por las dudas, “interpretados”, ya tienen suficiente para ser
“buenos cristianos”.
–Ahí puedo ver con claridad la Iglesia separando a la gente de la
palabra de Cristo.
–Pero como la Iglesia no puede correr el riesgo de que aquel que no
va a misa tenga interés de enterarse por sí mismo de qué dice la
Biblia... caritativamente provee a la humanidad de otra base de datos
que garantiza, tanto o más que la misa dominical, que nadie corra el
riesgo de pensar el tema: Hollywood. Es decir, casualmente “Holy
good” y también, por supuesto, “Holy God”.
–Es increíble y no hace falta ser profesor de inglés para entenderlo.
–No, no hace falta eso... pero sí algo más difícil que aprender a
hablar cualquier idioma: escucharlo. Desde hace décadas, y
aprovechando todas las excusas, en la llegada de Pascuas, Navidad y
todo acontecimiento católico le pasan al mundo por televisión una y
otra vez las mismas películas que cuentan “la historia de Cristo”... al
lado de las cuales la misa dominical parece tener el más puro rigor
histórico. Y el resultado se logra: la gente ve las películas
“reglamentarias” y cree que así conoce la historia de Cristo y la Biblia,
Antiguo y Nuevo Testamentos incluidos.
–Me acuerdo de mi mamá y las amigas con las que se reúne a rezar
el Rosario.
–Sería interesante –y por qué negarlo, hasta divertido– preguntarles
cuándo y dónde la Biblia dice que Cristo haya rezado el Rosario o
cuán- do hizo alguna alusión que incite a rezarlo o cuándo siquiera
nombra algo como el Rosario en la Biblia. Pero en su buena fe,
llevadas por lo que dice la Iglesia... seguro que ellas están convencidas
de que eso que están haciendo las acerca a Cristo.
–No lo dudan ni un segundo. Y si alguien se los pusiera en duda se-
ría expulsado de la casa de inmediato... y de la ciudad, y de este
mundo si pudieran, para que no lo contamine encarnando al diablo.
Pero más importante que el Rosario mismo, me parecen los
“cuatro Cristos”.
–Precisamente por eso te pregunté si habías leído la Biblia... Cuando
alguien cree estar hablando con seguridad sobre Cristo, un test sencillo
para saber si la leyó es preguntarle de qué Cristo está hablando.
Es imposible seguir los cuatro Evangelios y hacerse una idea de la
persona a la que aluden. Mientras que en uno desde que nació, y aun
antes de nacer, se describen los más grandiosos milagros... en otro, el
nacimiento y la infancia de Cristo son tan poco interesantes que
directamente los saltean y comienzan con Cristo adulto.
Y esos mismos que primero llenaron su nacimiento y su infancia de
milagros, incluyendo una madre virgen... luego afirman que su familia
–que se supone vio todos esos milagros– no cree en él y lo toman por
loco, fuera de sí y poseído por el demonio. Mientras que unos
Evangelios nombran explícitamente a hermanos de Jesús hasta con
cronologías detalladas, otro pretende que fue hijo único y su madre,
virgen hasta la muerte.
Algunos lo describen como un pacifista a ultranza dispuesto a
ofrecer la otra mejilla y dar al César lo que es del César; otros lo
muestran dispuesto a usar el látigo e invitando a sus discípulos a que
vendan todo para comprar armas.
En unos lo pintan como defensor de la familia y de “honrar a padre
y madre”; mientras que en otro anuncia que él es “la espada que viene
a separar hijos de padres” porque sólo puede ser su discípulo “quien
aborrece a su propio padre, su madre, hermanos, hermanas, mujer e
hijos”. Y más aún, lo muestran tan desinteresado de la familia, que se
burla de la madre y pregunta ante ellos “¿quiénes son mi madre y mis
hermanos?”.
En algunos, se trata de un Rey de reyes, mientras que en otros, de un
humilde carpintero.
Pero cuidado... las divergencias, no son sólo biográficas, sino
abarcan todos los órdenes, desde cuestiones más subjetivas como la
personalidad de Cristo hasta las cuestiones más concretas y objetivas
como sencilla- mente, cuál fue su última frase. Ésta varía de un
Evangelio a otro tanto como su personalidad: mientras un Evangelio
presenta a un Cristo iracundo que le recrimina a Dios haberlo
abandonado, otro refleja un Cristo piadoso que le pide a Dios que
perdone a quienes lo están crucificando porque no saben lo que hacen.
Uno, resignado, encomienda su espíritu a Dios, al tiempo que otro,
satisfecho de sí mismo, anuncia que todo ha sido consumado... Y todo
eso, en la misma escena.
¿Cuánto tiempo pasó el Maestro con sus discípulos luego de la
Cruz? La respuesta varía desde unas pocas horas hasta cuarenta días. Y
según de qué Evangelista se trate, el fin de ese período consistió en
que fue Elevado a los Cielos ante la vista de todos ...o en que no pasó
nada digno de ser contado, pues ni se refieren al tema.
Se trate del período de su vida que se trate, se encuentran las peores
divergencias. Desde cómo fue reencontrado y cómo reapareció
después de la Cruz, hasta los supuestos milagros... que algunos exaltan
mientras otros directamente ignoran.
Como corolario, es fundamental recordar que estamos hablando de
libros que, en el mejor de los casos, comenzaron a escribirse sesenta
años después de los hechos. Y la mayoría de quienes los escribieron no
fueron testigos presenciales, sino que se apoyan en relatos de relatos.
Pero no quiero abrumarte con más referencias, porque para contestar
tu pregunta y para lo que aquí estamos hablando, como podés ver, un
par de datos son en realidad más que suficientes.
–Juan, estoy tan impactado que ya ni recuerdo cuál era mi
pregunta; y ni siquiera me interesa recordarla.
–Mal método. Renunciando a las verdaderas preguntas que a partir
de Cristo se plantean se le hace el juego a quienes cobardemente sólo
pueden hablar de Cristo basados en la ignorancia de los demás. Por
eso, el verdadero acto de valentía es hablar de eso, de una vez por
todas y a la luz del día.
“La caverna”, como vos la llamaste, ya cumplió su función de
introducirte en lo que está sepultado y enterrado mientras la
humanidad camina sobre eso sin sospecharlo siquiera. Ahora, por fin...
llegamos a la parte de la historia que debe ser desocultada. Y como ya
habrás notado, al llegar a esta parte... casualmente ha parado de llover.
Las calles mojadas daban testimonio de que, una vez más, el
momento en que dejaba de llover era perfectamente armónico con las
palabras de quienes atendían a eso. Cayeron en la cuenta de que ya
había pasado el mediodía por el perfume de los restaurantes que, como
campanadas de la red de relojería más sincronizada, así lo anunciaban.
Después de todo... por algo “el perfume francés” es famoso en todo
el mundo.
X XIV

Por primera vez caminaban en silencio. Pasaron Champs Elysées


sabiendo que más que buscar un lugar donde comer, lo que querían era
encontrar un lugar donde seguir hablando; pues el simple hecho de
hablar de un tema tan oculto ya representa en sí mismo un desafío a
dos milenios de ocultamiento y entierro de datos vitales.
Era lógico por lo tanto que Lucio quisiera romper el silencio. Y lo
hacía intentando por diversos modos que Juan le dijera cuál era el tema
por el que hacía ya rato había preguntado y luego olvidado. Tentó
suerte con varios anzuelos. No le sorprendió en lo más mínimo que
Juan no entrara en el juego... pero sí que siguiera en el más absoluto
silencio.
–Me rindo, tarde o temprano lo recordaré.
–Vos sabrás por qué caes ante la espera... yo no pienso rendirme.
–¿Usted? ¿De qué no piensa rendirse?
–De aprender a usar el método con el que elegiste la vincha y el
puro. Desde que salimos de abajo de la tierra estoy tratando de
encontrar de esa manera el restaurante o el bar exacto.

Lucio rió con ganas.

–El Nagüelo lo llamaba “El Péndulo Indígena”, decía que era el


mismo método que en la antigüedad usaban los Rabdomantes cuando
por el campo buscaban con sus péndulos o sus varas de avellano las
vetas de agua o de metales preciosos. Claro que llevar una vara o un
péndulo a todas partes para la idiosincrasia indígena es algo así como
una atadura, una de- pendencia, que además tiene el problema práctico
de no poder empleárselo sin evidenciar su uso. Por eso los indígenas
tenían un método superior... el uso de los “péndulos” incorporados en
el cuerpo: los dedos; que además, alcanza un grado de eficacia mucho
mayor a los péndulos externos.
–¿Me lo explicarías?
–Con mucho gusto. Es más... le ofrezco un trato.
–Te veo venir.
–No se moleste, si ya llegué. ¿No le parece buena idea que yo lo
oriente con el péndulo y usted con la pregunta?.
–Ambos temas son muy valiosos; me parece una negociación justa.

–Mi Nagüelo siempre decía que todo lo que se explica fácil se aplica difícil
y todo lo que se explica difícil se aplica fácil. Esto se explica fácil.
–Perdí... Al menos nos queda el aliento de que comprenderás que
todo lo que te estoy contando sobre la historia oculta es bastante difícil
de explicar.
–Tiemblo de sólo pensar con qué se va a salir cuando me cuente “la
aplicación fácil” de eso. Pero para enterarme tenemos que encontrar el
lugar, y eso nos lleva otra vez al método: el secreto no está tanto en los
dedos, que hacen su trabajo solos, sino en la exactitud y claridad con
las que logre poner en su mente la imagen de lo que quiere encontrar.
Mientras mantiene “firme–mente” esa imagen, mantenga estirados los
dedos índice y medio de ambas manos, que deben permanecer
relajadas y, simplemente, siga caminando. Si siente calor, frío,
puntadas o cosquilleos al orientar una mano o al mirar en alguna
dirección, es la Señal. Siga esa dirección y habrá encontrado lo que
busca.
–Es difícil poner en la mente una imagen que defina lo que ahora
quiero encontrar.
–Excepto cuando se busca un objeto físico concreto, siempre es esa
la parte más difícil.
–Sería un lugar con características armónicas con la historia oculta
del cristianismo, con la historia oculta de las religiones.
–Eso es algo que tendrá que explicarme. Pero ahora no nos
distraigamos.
–Si según decías, buscar un objeto físico concreto es más fácil, tal
vez se me facilite si pongo en mi mente alguien o algo que sintetice en
sí mismo lo idéntico en lo diferente de todas las religiones.

Juan no pudo terminar la frase, estaba paralizado. Se clavó en el


lugar, fascinado, mirando la marquesina de una especie de bar o
restaurante que no recordaba haber visto jamás. Lucio casi se lo lleva
por delante. Venía observándolo meticulosamente para hacerle las
correcciones que fuesen necesarias hasta que miró hacia donde miraba
Juan. Sus ojos desorbitados lo asustaron.
–Ahora soy yo el que voy a decir una de tus frases favoritas. ¡No
puedo creerlo!
En el número 8 de la Rue Boissy d’Anglas se habían topado con el
Buddha Bar.
Se abrazaron como participantes de un mundial propio en el que
acababan de lograr el triunfo más difícil del campeonato. Tan eufóricos
y triunfantes ingresaron que tuvieron que responder a los turistas que
desde otra mesa preguntaban de qué equipo eran, porque ninguno
estaba enterado de que ese día hubiera un partido importante.

–Tienen ustedes razón, amigos, todavía casi nadie está enterado...


Por eso estamos tratando de que todos lo sepan.

La frase de Juan resultó tan extraña, pero fue dicha con tanta alegría
y elocuencia, que los turistas desorientados sólo atinaron a levantar las
copas celebrando la excusa para seguir brindando.

–No sé por qué –dijo Juan mientras tomaba asiento–, pero ahora me
doy cuenta de que rara vez vengo a esta zona. Tenía que usar el
péndulo para empezar a descubrir los secretos valiosos que se
esconden de este lado de París.
–¿Vino muchas veces a París?
–No tantas, pero viví acá un tiempo.
–Nunca me lo hubiera imaginado, ¿hace mucho? Es decir... ¿ya
era
Padre?
–¿Ahora vamos a hablar de eso?

La pregunta había molestado a Juan. Lucio no veía si la molestia se


instalaba porque constituía un desvío respecto de lo acordado o por
cuestiones personales que Juan no quería recordar.

–Fue en la época del Mayo francés, allá por el ’68. Y no... aún no
era Padre. Lucio, estoy demasiado contento como para ponerme a
recordar aquello, ¿vamos a lo nuestro?
–Tenía que decirme de la pregunta que no recuerdo.
–Ni lo sueñes. El pacto era orientarnos mutuamente, no decirnos lo
que al otro se le hace difícil.
Vos no encontraste la calle por mí, sino que me orientaste en el uso
del péndulo... y todavía no puedo creer el resultado. Lo valoro y te lo
agradezco. Pero ahora te toca a vos.
–Bueno, pero usted tiene que orientarme.
–Cómo no. Estábamos en la historia de Cristo, la Iglesia y las
religiones...
El tono bromista aflojó la tensión del momento anterior mientras el
mozo servía los escargots a la bourguignonne que, en armonía con la
excursión subterránea, habían ordenado.

–¿Acá se come eso? Cuando lo pidió pensé que con ese nombre nos
traerían algo delicioso. El fondo de mi casa estaba lleno de caracoles y
eran una plaga que había que eliminar.
–Mi querido Lucio, que en este viaje veas el verdadero valor de “lo
que había en el fondo de tu casa y desechaban”... es la parte principal
de tu desafío ¿no te parece?
–No sé si tengo estómago para soportar eso.
–¿Valorar lo que tus padres desechan? Si no soportás eso, me temo
que te vas a perder mucho del mundo.
–Con usted no se puede...
–Hubiera jurado que un par de cositas conmigo estás pudiendo. Decí
que estoy tan contento, si no me deprimía.
–Usted sabe que no dudo de las cosas que logré desde que estamos
juntos. Si soporto comer esto, ¿me ayudará con el tema?
–¿Con el de soportar lo que desechan tus padres? Lucio, más allá de
bromas, ése y no otro es el tema: ellos, al ir a misa y conformarse con
lo que la Iglesia les dice sobre qué es seguir a Cristo, aunque no lo
sospechen... están desechando a Cristo.
–Mire, tengo realmente muchas preguntas; así que hasta estoy
dispuesto a probar eso para seguir.
–Fotógrafos del mundial, ¡registren la escena! ¡El mismo Lucio que
se creía desimplicado del cristianismo, está dispuesto a comer los
desechables caracoles tan sólo para enterarse de las cuestiones ocultas
de esa religión!
¿...O tal vez ya no es el mismo Lucio?
La pregunta fue formulada en un tono tan diferente y mirando de un
modo tan especial a los ojos de Lucio, que ante la incertidumbre
creada éste sólo atinó a tomar el primer caracol para cambiar el foco de
la atención. Imitó cada movimiento que le había visto hacer a Juan en
la media docena de la que ya había dado cuenta.
–¡No puedo creerlo! ¿Cómo algo tan horrible puede ser tan delicioso?

–Brindo por tu paradoja... que, tal vez, no habla sólo de los escargots.
–Si por casualidad se refiere al cristianismo, debo reconocer que
hay algo de eso. Sigue pareciéndome horrible, pero empieza a
resultarme delicioso algo que todavía no entiendo qué es.
–Por algo “saber” viene de “sabor”. Ya lo empezaste a saborear:
ahora sabés que sabías que el gravísimo error... era confundir a Cristo
con el cristianismo.
–Pero estoy más confundido que antes. Ya no se trata de que la
Iglesia no respete la palabra de Cristo... ahora el problema es mayor:
resulta que leyendo la Biblia tampoco se sabe de Cristo.
–Y eso considerando el privilegio de tener la Biblia, que está a
disposición de la humanidad hace unos doscientos añitos solamente; es
decir, el diez por ciento del tiempo de existencia del cristianismo.
Hasta la imprenta, nadie que no fuera del clero podía acceder a una
Biblia. Recién hacia el siglo XV ya algunos podían empezar a disponer
de una copia para leerla por sí mismos... siempre que supieran latín.
Recién en 1534
Lutero hace la primera traducción al alemán. Hay que esperar un siglo
más hasta que se traduzca a otras lenguas, se unifiquen criterios, se
imprima y se vayan distribuyendo las copias. Y aún había otro
problema: hasta el siglo XVIII... muy poca gente sabía leer. Entonces,
hablamos de más de mil quinientos años donde la única versión que se
tiene de lo que dice la Biblia es... la que el domingo da el cura en misa,
lo cual permite ver lo fácil que era hacerle decir a Dios, a Cristo y a
María Santísima lo que era necesario que dijeran de acuerdo a las
contingencias y necesidades de cada época y lugar. Aún hoy, con
Biblias a disposición de cualquiera, basta tomar ediciones con veinte
años de diferencia para comprobar cómo va modificándose sutilmente
la “inamovible” Palabra, de modo tal que algunos pasajes hasta llegan
a ser irreconocibles. Eso
sin tener en cuenta las innumerables interpretaciones de la Iglesia que
literalmente plagan cada párrafo “explicando” las partes más compro-
metidas.
–Y todo eso para llegar a tener una Biblia que, finalmente, casi
nadie lee.
–Y peor aún: los pocos que la leen están hipnotizados previamente
por años de catecismo, películas, interpretaciones, sermones y
generaciones y generaciones que siempre creyeron saber qué decía la
Biblia sin leerla. Sumatoria fatal de doble efecto: por un lado, hace que
se crea de antemano que la Biblia dice cosas que jamás dice; por otro,
hace que se pasen por alto cosas que sí dice, pero que ni siquiera son
advertidas al suponer que ya se conocen.
–¿Es tan así?
–Lo preguntás como si no lo supieras.
Acabás de experimentarlo: todas las diferencias que mencioné entre
los cuatro Evangelios ¿es habitual que la gente las note? Con una
estrategia tan escalofriante como caradura es decretado que Marcos,
Lucas y Mateo son sinópticos, que significa “con un solo ojo”,
pretendiendo establecer así que “son tan similares como si hubieran
sido escritos por una sola persona”.
Y cuidado: hablamos sólo de los cuatro Evangelios que más o
menos pudieron reunirse para que al presentarse en un solo libro no
dieran por resultado directamente una payasada.
Evangelios que cuando hubo que argumentar por qué son cuatro...
las poderosas razones de la Iglesia, esgrimidas por San Ireneo, fueron:
porque los puntos cardinales son cuatro y porque cuatro son las
formas de los Querubines.
–¿Es una broma?
–Si ese motivo puede parecer una burla... esa burla pasa a ser la más
seria rigurosidad cuando se la compara con “el método” al que la
humanidad le debe que la iglesia, en el Concilio de Nicea, haya
determinado que los cuatro Evangelios canónicos son esos y no otros,
de los casi un centenar de los que podríamos disponer. Para darle algún
halo mágico, se esgrimieron precisamente cuatro “motivos” de
selección. Y espero que si te patean el hígado no se lo atribuyas
después a los escargots:
Primero: cuando los obispos ya habían rezado lo suficiente esos
cuatro Evangelios volaron por sí solos y se posaron sobre el altar.
Segundo: en una especie de concurso literario con la ley de
gravedad como jurado, colocaron todos los Evangelios sobre el altar...
y todos se cayeron menos esos cuatro.
Tercero: se los puso sobre el altar y se le avisó a Dios que si había
una sola palabra falsa en alguno de ellos, debían caer al suelo... y por
supuesto, ninguno cayó.
Cuarto: el Espíritu Santo penetró en el salón de Nicea en forma de
paloma ...y posándose sobre el hombro de cada obispo, le susurró al
oído cuáles eran los cuatro auténticos.
Pero algo raro habrá ocurrido entre tanto milagro, porque pese a
tales prodigios sobrenaturales que eliminan por supuesto toda duda
razonable y de paso ponen a Dios al servicio de los curas, la discusión
sobre qué Evangelios debían ser canonizados y cuáles no... se extendió
luego del Concilio de Nicea y en realidad continuó indefinidamente
por los siglos. Hombres de poca fe.
–Le envidio el humor. A mí me produce indignación y asco tal
tomadura de pelo a la humanidad.
–La Burla Papal, como algunos nombramos a la Bula Papal... Es
que el humor; Lucio, es mucho más importante de lo que crees: es el
último recurso contra el odio. De hecho, cuando ves que la misma
humanidad engañada y burlada considera peligroso, sectario y
demoníaco a todo aquel que trata de ponerla sobre aviso respecto de
esos engaños y burlas... sólo te queda vivir asqueado y resentirte
contra el mundo o aprender a usar el recurso del humor.
Lucio hizo un gesto de aprobación.
–Ahora bien, tomando a la Esfinge como aliada... podemos decir
que vino muy bien que hayan reprimido los Evangelios Apócrifos:
como bien enseña el Psicoanálisis, lo reprimido se conserva intacto.
–¿Ahí tenemos la Palabra Verdadera de Cristo?
–Sí y no. En principio, vale mencionar que muchos de los otros
Evangelios tenían, por lo menos, la misma antigüedad que cualquiera
de los cuatro canonizados y atribuían la autoría directamente a los
Apóstoles, privilegio del que no goza ninguno de esos cuatro. Pero
comprometían y contradecían tanto las enseñanzas de la iglesia, que
directamente los decretaron apócrifos... siguiendo la viejísima táctica
de acusar al enemigo de aquello que el propio bando comete. Sin
embargo, una vez más la escucha es la llave que abre las puertas más
herméticas: apócrifo hoy se traduce como “falso”, pero
originariamente significaba en realidad “oculto”. Y, casualmente, los
mejores de esos Evangelios no canoniza- dos... mencionan en forma
explícita “La Palabra Oculta de Cristo” y el Significado Oculto de Sus
Palabras.
–¿Palabra oculta de Cristo?
–Dicho y reconocido explícitamente por el mismo Cristo desde el
Evangelio de Marcos, que en definitiva es el primero –y por lo tanto, el
más cercano a los hechos– que se escribió dentro de los que luego
canonizaron. En el capítulo cuatro, en una de las pocas citas que está
en los cuatro Evangelios, Cristo dice que a sus discípulos les habla
para que develen los misterios, pero que a “los otros de afuera” les
habla con parábolas para que no entiendan. Y ¡oh, casualidad!, el
noventa por ciento de la Biblia canónica no pasa de ser un compendio
de esas parábolas dichas para que “oyendo, oigan y no entiendan”,
según aclara él mismo. Las explicaciones dadas por Cristo sobre sus
parábolas son mínimas. Y las únicas charlas “a solas” que se
reproducen, en la mayoría de los casos son, en realidad, precisamente
las que muestran a Cristo reprochándoles a los apóstoles no entender lo
que él decía.
–A los demás les hablaba para que no entendieran y los discípulos
no entendían lo que les decía para que sí entendieran.
–Exacto. Y en cuanto se escucha lo que el mismo Cristo advertía a
sus discípulos... la pregunta se impone sola: ¿Dónde están esas otras
palabras que Jesús les decía únicamente ellos para que sí entendieran
su enseñanza?
–¿En los Apócrifos?
–Como te decía: sí y no. Algunos son un verdadero delirio. Pero
están los otros... Los que le debemos a la casualidad.

El Loira blanco y seco que había acompañado los escargots daba


paso ahora al Eaux-de-vie, el licor digestivo por excelencia ...que
además, sería la excusa para el primer Puro del día.

–Supongo que me acompañarás, aunque debo reconocer que todavía


estoy intrigado sobre cómo te llevaste con tu primera mañana después
del Armagnac.
–Simplemente recordé una enseñanza del Nagüelo; pero no quiero
que nos desviemos de lo que estaba por decirme: los Evangelios que le
debemos a la casualidad... Aunque, si quiere negociar, podemos inter-
cambiar más datos sobre los Apócrifos por el dato del Nagüelo
respecto de la bebida.
–Con todo respeto a lo que el Nagüelo pudo decirte y, aunque me
salgo de mí mismo por saberlo, ni todos los trucos para que no te caiga
mal una bebida podrían equiparar el precio de este otro datito.
Además, mi queridísimo Lucio, todavía estamos bajo la negociación
anterior: yo no olvido que aún no has superado tu olvido.
–Bueno, por ahora cierro el negocio. No quiero que nos desviemos
justo cuando la historia empieza a interesarme.
–Me alegra que te intereses justo adónde está la palabra verdadera.
Eso muestra lo bien que orientó el trabajo tu Nagüelo. Pero te aclaro
que aunque estemos en las partes más determinantes de la historia,
todavía estamos lejos de lo más importante.
–Yo no sabía que había una palabra oculta de Cristo que, además,
fue encontrada por casualidad. Ahora que estoy a punto de saberlo,
¿qué puede haber más importante?
–Por ejemplo, las partes que por pura casualidad se refieren a tu
pregunta olvidada. Pregunta que se acercó enormemente en tus
comentarios de recién... Y eso indica que, ahora sí, podemos avanzar.
De todos los Evangelios que han sido considerados apócrifos hay al
menos dos que son totalmente confiables. La historia es que ya desde
los primeros estudios bíblicos se sospechó que tanto Mateo como
Lucas tenían pun- tos que coincidían –pocos y no muy importantes–
pero no por obra del Espíritu Santo... sino simplemente porque ambos
se habían apoyado en un mismo escrito. Esta fuente común, anterior a
ellos, recibió el nombre hipotético de Documento Q, por la palabra
alemana Quelle, que significa precisamente “fuente”. Pero bastó poner
la atención sobre eso para que ocurriera exactamente lo que la física
cuántica afirma: en cuanto hubo quien puso su mente en la cuestión –
más en este caso, por el número importante de interesados en el tema–
se produjo una polarización que creó el fenómeno y conectó eso que
se había logrado observar en la mente con aquello del universo que le
es armónico.
–¿No me va a hablar de los que dicen conectarse con Cristo y que
así
escribieron un Evangelio dictado por él!
–Nunca supe de alguien a quien el Eaux-de-vie le causara semejante
efecto. Deberías aplicar eso que te enseñó el Nagüelo (y que aún no
me dijiste qué es) sobre las bebidas alcohólicas.
–Yo nunca dije que eso se limitara a las bebidas alcohólicas.
–No hay caso, suponer es un problema. Si a tu suposición
alucinógena de encuentros con Cristo le sumo la mía sobre dichos del
Nagüelo... merezco “el castigo” de seguir con la historia.
–Hablando de castigos, no se enoje, pero el próximo puro
permítame elegirlo a mí, porque éste...
–Con mucho y real gusto, pero ¿tenemos que esperar para eso?
–Casualmente, vine preparado. Aunque suponía que lo iba a usar
recién esta noche.
–Esta noche depende de esta tarde. Así que...
–Así que, mientras lo enciendo, castíguese nomás.
–La percepción origina el fenómeno. A eso estábamos llegando.
Bastó entonces que gracias al Documento Q se produjera la percepción
concreta de que había escritos valiosos de la Biblia que a la Iglesia se
le habían escapado en sus códices sobre qué es canónico y qué es
apócrifo... para que la fuerza más poderosa de este mundo se activara:
la casualidad entró en escena.
En 1947 se produce uno de los descubrimientos arqueológicos más
grandes de la era moderna... y no precisamente gracias a los
arqueólogos, ni a alguna otra ciencia. Y si es tan imprescindible exaltar
que el descubrimiento fue gracias a la casualidad, es porque hasta los
detalles de las circunstancias tienen el sello de precisión que sólo eso
puede lograr: no sólo que en el Mar Muerto los rollos de los
manuscritos originales de los Evangelios fueron encontrados
casualmente, sino que fueron hallados en las ruinas de la que había
sido una Comunidad Esenia. Y de todas las ruinas... ¿cuáles fueron las
que tenían las vasijas con los rollos? Las de Qumran, es decir: justo
aquellas señaladas por la misma inicial del documento Q.
–El descubrimiento por casualidad es suficientemente impresionante
en sí mismo. Pero este último dato que agrega, no lo veo con claridad.
–No sólo casi dos mil años después se encontró una aguja entre diez
mil pajares, que además habían tratado de ser destruidos sistemática-
mente, sino que esa aguja llevaba la inicial de aquello que,
casualmente, había dado la pista para iniciar su búsqueda al hacer
poner la atención–creando así el fenómeno– sobre la posibilidad de
que existan documentos como los hallados.
Pero aún hay más: quienes habían tratado de destruir toda evidencia
de manuscritos que pudieran comprometer la versión oficial de los
cuatro Evangelios, en la Biblia son nombrados varias veces por Cristo
como “lobos”. Y de todos los pastores y beduinos que desde hace
siglos habitan el lugar ¿quién hizo el hallazgo?: Muhammad al–Dhib,
lo cual significa “Muhammad el Lobo”.
Los Evangelios habían sido llamados apócrifos u “ocultos”; y una
de las enseñanzas más profundas –que dio origen a, por ejemplo, la
Homeopatía– que transmite el Ocultismo es que lo similar cura lo
similar... Y precisamente: fue “el lobo” el que, dos mil años después,
sacó a la luz eso mismo que “el lobo” había tratado de ocultar dos mil
años antes.

Ahora sí... la expresión de Lucio comenzaba a teñirse de “no puedo


creerlo”.
–¿Y qué pasó con lo que dicen esos manuscritos? ¿La Palabra
difiere tanto de la versión de los Evangelios aceptados por la Iglesia?
–Nadie puede saberlo: el lobo volvió a salir de caza. La ecole
biblique de la Comisión Bíblica Pontificia, a las órdenes del
cardenal Ratzinger
–presidente de la terrible Congregación de la Doctrina de la Fe... ni
más ni menos que la heredera de la “Santa” Inquisición– prohibió por
todos los medios dar a conocer qué dicen los Rollos del Mar Muerto,
más allá de una “cuidadosa” selección del veinte o veinticinco por
ciento.
–O sea, estamos como al principio.
–¡Tú lo has dicho! –exclamó Juan con alguna sobreactuación–.
Como al principio... es decir: produciendo la casualidad exacta que
per- mite seguir avanzando justo cuando parece cerrarse el camino.
–Es difícil entender eso sin caer en suposiciones.
–Suponer es lo que hace imposible entender eso. Las mejores ovejas
pudieron salir a la luz en otro lado gracias a que precisamente los lobos
iban a estar atentos sólo a mantener encerradas las ovejas que
acababan de encontrar.
–No lo entiendo, pero se parece mucho a eso de lo similar curando a
lo similar.
–Casual y exactamente, es eso otra vez. No había otro modo de
que
algún manuscrito pudiera sobrevivir si la Iglesia no mantenía su
atención sobre algún manuscrito. Y la casualidad fue, como siempre,
tan exacta... que propició todo eso: en gran parte gracias a la aparición
de los Rollos del Mar Muerto y la enorme organización que tuvo que
poner en juego la Iglesia para seguir manteniéndolos ocultos... otro
manuscrito que había aparecido casualmente unos meses antes logró
pasar casi des- apercibido.
La antigua Iglesia cristiana creyó que había destruido todas las
copias de ese escrito cuando lo había declarado una herejía por no
adecuarse a la imagen oficial de Cristo. Y durante dos mil años se lo
dio por perdido. Hasta que, siguiendo una lógica escalofriante, en 1945
se encontró un texto completo traducido del original griego entre los
manuscritos gnósticos hallados en Nag Hammadi, en el Alto Egipto.
Y se trata, nada menos... que del Evangelio más específico sobre la
Palabra de Cristo, el que no se ocupa de sus anécdotas o de su persona,
sino que compila aquello que les decía a sus discípulos cuando,
precisa- mente, no hablaba en parábolas. Es el Evangelio de Thomás,
personaje bíblico que remite a otra de las partes más ocultas de la
historia de Cristo. Pero por ahora no es posible que abordemos eso.
Es tan importante lo que deriva de cada frase a la que se puede
acceder de cada uno de esos tres textos apócrifos –Q, Rollos del Mar
Muerto, Evangelio de Thomás– que ocuparnos de personajes bíblicos,
por muy fundamentales que sean, es volver a caer en que las personas
y las anécdotas eclipsen el interés por lo que realmente quería Cristo
que fuera atendido: Su Verdadera Enseñanza. Justamente ése es el
desvío que protagoniza la Iglesia hace dos mil años.

Ambos rieron cuando la solemnidad de lo anunciado por Juan


contrastó con el sonoro atragantarse que el último sorbo que le
quedaba produjo en Lucio al escuchar que estaban ante la pista de La
Enseñanza Verdadera de Cristo.

–Ya que se te hace difícil aceptar lo que “tomás”... concentrémonos


por ahora en La primera frase del Evangelio de Tomás, que es más que
suficiente para ver su poder:
Estas son las Palabras encubiertas que habló el Jesús vivo y
escribió To- más Dídimo.
Y dijo: Aquel que encuentre el significado oculto de estas Palabras
no probará la muerte.
–Encontrar el significado oculto de las Palabras... Nada más
parecido a la clave de la que se vale el Psicoanálisis.
–Exacto, Lucio. Y si detectaste esa confluencia de integración
absoluta... precisamente vos, podrás detectar el otro lugar donde la
palabra es la clave.
–¿En lo que me enseñaba el Nagüelo?
–Lo que era una sospecha, más se confirma cuanto más avanzamos:
el Faro que buscaba el Nagüelo... y las Palabras Verdaderas de Cristo...
hablan exactamente de lo mismo.
X XV

La tarde era ahora soleada. Las calles, el Sena, el paisaje entero, ya


no era el mismo. Y ellos tampoco: comenzaban a compartir la certeza
de que nada en el mundo puede volver a ser igual para quien desoculta
una de las más gruesas capas que, precisamente, ocultaban ese mundo.
Ya no tenía sentido diferenciar si era por obra de la casualidad o por
elección consciente que, de pronto, se encontraban... en el Puente
Nuevo de Christo. Una vez más, lo exacto haciéndose presente en el
momento exacto.
–Usted dijo que el Nagüelo hablaba de lo mismo que la verdadera
palabra de Cristo. Si eso es así... no puedo dejar de pensar en cuánto
sufrimiento, cuánta muerte, destrucción, miseria y empobrecimiento
cultural, espiritual y económico se patentiza como definitivamente
absurdo.
Aunque tal vez resulte ingenuo: ¿habría habido enfrentamiento entre
América y Europa, si todo esto se hubiera conocido antes y quienes
obraban en nombre de los Evangelios, hubieran sabido que tal
Evangelización... ni siquiera era necesaria, pues los grupos más
avanzados de los indígenas, aunque llegaron a Eso por otra vía,
estaban siguiendo la más verdadera Palabra de Cristo? ¿Hubiera
podido tener lugar tanto sufrimiento, si se vislumbraba el absurdo de
evangelizadores cristianos queriendo cambiar en nombre de Cristo a
quienes resulta que seguían la misma enseñanza que había seguido
Cristo?
–Lo presentás del modo más descarnado que haya escuchado.
Viéndolo así, si existe una chispa de posibilidad de que los indígenas
coincidieran, aunque sea en lo más esencial con la Verdadera Palabra
que la Iglesia decretó apócrifa... cada metro ganado por los
evangelizadores era un metro más de tierra que echaban sobre la
Palabra de Cristo; cada golpe dado a un indígena era un latigazo más
con el que torturaban a Jesús; cada disparo que mató a un indio fue un
lanzazo más que le propiciaban en el costado; cada espada que se
hundió en los indígenas fue un clavo más en el madero... todo
implementado por la Iglesia, para asegurarse de que Cristo jamás baje
de la Cruz; no en sentido metafórico o humanista, sino en el más
estricto sentido de los hechos: estaban enterrando a quienes tenían la
misma palabra que Cristo había pronunciado.
Como vos bien decís, pensar que quienes asesinaron a Cristo
durante siglos... fueron aquellos que decían encarnar y llevar la palabra
de Cris- to... en Biblias y Evangelios que eran en realidad los que
desconocían y hasta hoy ignoran Esa Palabra... hace que cueste decidir
qué pesa más, si lo absurdo o lo doloroso de la condición humana.

El silencio parecía reclamar una conclusión sobre lo hablado antes


de poder seguir hablando. Miraban distraídamente las pinturas de los
puestos que con total naturalidad integran el paisaje costero del Sena.
Ninguno hace otra cosa que estar ahí; no se advierte en sus dueños la
más mínima actitud de “vendedores”. Son Artistas exhibiendo su obra
en una de las Galerías de Arte más bellas del mundo.
Por eso les llamó tanto la atención que uno de ellos saliera amable-
mente a su paso realizando una seña casi imperceptible en dirección a
su puesto. Pero la extrañeza que esto pudo provocarles se vio de in-
mediato desbordada cuando advirtieron qué era eso que, de todos los
puestos, justo ese contenía.
Decenas y decenas de cuadros con un mismo y único motivo...
Faros de todo el mundo, pintados en todas las modalidades
imaginables.
No tuvieron palabras, sólo emoción y sonrisas, al descubrir que
ambos elegían exactamente el mismo cuadro para llevar, más que
como recuerdo de viaje, como testimonio de tanta casual perfección.

–Bastó hablar de eso para que el Faro se presente.


–Todo lo valioso lo encontramos cada vez que apuntamos hacia
develar la unidad entre Cristo y lo Indígena, entre Cristo y las Culturas
Originales del Planeta. Tal vez... el Faro esté señalando que es hacia
ahí hacia donde hay que ir. Basta profundizar en cualquiera de “los dos
bandos” para descubrir que ambos están del mismo lado.
Tal vez por eso yo siempre he sentido tanto rechazo por todo lo
cristiano... no profundizar en el cristianismo era el modo de mantener
dos bandos.
–Como vos mismo lo dijiste: tu rechazo era por el cristianismo... no
por Cristo. Y si algo excluye el cristianismo, es a Cristo. Solamente se
te pudieron armar los dos bandos: “Indígena vs. Cristo” por ignorar
que cuando hablás de la Iglesia y del cristianismo, no estás hablando
de Cristo. Y aprovechando la posibilidad de que la ontogenia sigue a la
filogenia... eso mismo que te ocurrió a vos es aplicable a toda la
humanidad;
el único modo de creer en la Iglesia es ignorando a Cristo.
–¡No puedo creerlo! ¡Por fin! ¡Recordé la pregunta que está en el
inicio de todo esto!
–Ya lo ves... disolver los dos bandos, que uno no venza al otro sino
integrarlos, realmente resuelve los problemas. Y no podrías haberlo
dicho mejor: esa pregunta es la que está en El Inicio.
–Me parece que eso habla de algo más.
–Habla exactamente de lo que escuchás: del Inicio. Es una de las
preguntas que hace posible acceder a una verdadera Iniciación.

Visiblemente Lucio estaba afectado, y hasta podría decirse que casi


conmocionado, por lo que acababa de escuchar. Y si bien Juan sabía
que eso era en verdad conmocionante, así como Lucio pudo detectar
algo más en la frase de Juan, ahora a Juan le parecía ver algo más en el
estado que en Lucio se había detonado... a punto tal de desembocar en
lágrimas en sus ojos.
–Los Peskeros con Red... también se llamaban a sí mismos ”Los
Iniciados”. Y lo que ahora usted me dice es como estar ante la puerta
de entrada que nos permitiría integrarme a ese grupo.
–Y ahí, justo El Faro... Y justo ahí, tu olvido.
–Las Esfinges se ubican en las entradas.
–Según pudiste ver, ese olvido es el único modo que tienen los
automatismos para lograr que se armen los dos bandos. Mientras tanto,
el olvido garantiza la espera. Pero como afortunadamente sabés, la Es-
finge sólo se ubica en la puerta de lo más valioso. Estás en la puerta...
¿Entrás?
–Siento que al recordar la pregunta la puerta ya se cerró... detrás de
mí.
Juan apoyó ambos brazos sobre los hombros de Lucio, y mirándolo
intensa y directamente a los ojos, agregó:

–La puerta de la Iniciación que dejás atrás, puede volver a abrirse...


y vomitarte otra vez hacia la Esfinge si no avanzás en cuanto lográs
entrar. Lucio, Tu Pregunta.
–Ahora me parece tan enorme como insignificante. Trataré de
reformularla para quitarle la pequeñez.
–La pequeñez que logres quitarle a la pregunta dependerá de la
pequeñez que logres quitarte a vos mismo. Como muestran todas las
Enseñanzas Iniciáticas: alguien Se Inicia cada vez que mata al niño
que era... y Nace de verdad.
–Reformulándola, la veo enorme.
–Te escucho.
–¿Cómo pudo haberse transformado la Iglesia en todo lo contrario a
Cristo... si Cristo al fundarla no se equivocó seriamente? ¿Cristo plantó
la semilla desde la que creció... un Anticristo?
–Cuánto has avanzado... son tantas las cuestiones que implican tu
pregunta... La más inmediata es la que demuestra por qué suponer
impide entender, especialmente en estos temas. Como enseña el
Psicoanálisis: lo mismo que nos permite esclarecer lo que se oculta en
lo más actual y cercano nos permite también esclarecer lo oculto en lo
más remoto y lejano. Fue suficiente seguir la palabra bíblica para ver
con claridad que los Evangelios describen un Cristo totalmente
diferente de lo que a través de la Iglesia se supone y se da por seguro.
Del mismo modo, si se lee la Biblia (pese a lo que la Iglesia logró
imponer en la mentalidad colectiva) desde el origen mismo, esa Iglesia
se aleja dramáticamente de Cristo. Y lo que surge es tan
devastadoramente concluyente... que ni siquiera son necesarios los
Apócrifos.
–¿Podríamos ser un poco más concretos?
–Después recordá que lo pediste vos. Estarás de acuerdo en que
hablar de números y cantidades es algo absolutamente concreto, ¿no?
–Sí, pero no veo cómo se aplica a esto.
–No veo cómo... ¿Hablar de la Iglesia hace que anules el “bando
Nagüelo”?
–Sí, ya sé: el cómo se encuentra sólo después del qué.
–¿Será entonces que no querés enterarte de qué estamos hablando?
Vos mismo lo pediste. Veamos: ¿Qué lugar suponés tiene la Iglesia en
la obra de Cristo?
–Un lugar absolutamente central; se trata del legado para las
próximas generaciones a través del cual se conserva y transmite su
Palabra.
–Exacto, el noventa por ciento responde eso mismo. Pues bien, eso
es lo que se supone si no se quiere ir más allá de la imagen de Cristo
que la iglesia armó... porque en cuanto alguien se interese en leer por
sí mismo la Biblia, descubrirá algo conmovedor: la misma Iglesia que
se arroga desde siempre el privilegio de ser la representante de Cristo
en la tierra y que de ella dependa la transmisión de su mensaje de
generación en generación... en los cuatro Evangelios que esa Iglesia
aceptó y decretó como palabra de Cristo... es nombrada por Él
únicamente dos veces.
–No puedo creerlo. Usted está logrando que desee leer la Biblia,
aun- que sea para ver estos datos.
–Ojalá lo hicieras, vos y toda la humanidad.
–¿Entonces?
–Insisto: dos veces, y no dos por Evangelio sino dos en total. Si
querés, siendo generoso podés contabilizar tres porque la nombra dos
veces en la misma frase, aunque aludiendo a lo mismo. Si buscás
página por página entre la totalidad de los cuatro Evangelios elegidos
por la Iglesia, no encontrarás la palabra Iglesia pronunciada por Cristo
más que esas veces. Ya eso es suficientemente indicativo de que la
Iglesia que suponemos que tiene a Cristo en su centro... fue total y
absolutamente ignorada por Cristo. Pero eso, es sólo el inicio.
–Es... revelador. Y me hace temblar que eso sea sólo el inicio.
Aunque si lo está diciendo también en el otro sentido de inicio, el que
de verdad me interesa, con sinceridad le digo que todavía no alcanzo a
ver la relación.
–El único modo de que entiendas eso es seguir avanzando en el
tema. Te decía que eso es sólo el inicio porque, en realidad, de esas dos
veces, la que estaría refiriéndose a la Iglesia que supuestamente él
fundó... es sólo una; la otra alude al tema en forma lateral, para decir
que si un hermano peca contra otro hermano el perjudicado debe
comunicarlo a la Iglesia, etc. Y aunque ese versículo está en el mismo
Evangelio y es posterior al de la supuesta fundación de la Iglesia
cristiana, se refiere al tema como cualquier judío lo hacía, nombrando
al Templo judío; es decir, nada indica que tuviera la intención de
referirse a una Iglesia nueva... y ni asomo de encargarse de establecer
qué se hará en “su iglesia” con ese pecador, como obviamente sería
ineludible en quien estaría pretendiendo fundar la nueva Iglesia.
Solamente lo envía al Templo, sin especificar qué debe hacer, lo cual
indica que está hablando de la Iglesia que ya funciona, y no de algo
nuevo o desconocido.
–Es muy claro. Entiendo.
–Y por nombrarla en tal circunstancia... ¿hay que inferir que Cristo
tenía a la Iglesia en un lugar de importancia y que estaba interesado en
fundar una Iglesia propia para difundir su legado en las generaciones
venideras? Afirmar esto sería como pretender que cuando alguien dice
“si te roban, andá a la comisaría” es porque tiene a la ley en un lugar
central de su vida, está planeando fundar leyes propias que regulan el
delito o reformen el sistema carcelario y quiere hacerse él mismo
comisario, o más aun, Ministro de Justicia.

Lucio celebró el humor de Juan, pero eso no lo distrajo.

–Vuelve a estar muy claro. Pero ver que incluso a la iglesia judía
Cristo le daba tan poco lugar que la nombró una sola vez, me lleva a
preguntar, más allá de la que pudo o no haber fundado él –cuestión que
aún no veo con claridad– cuál era la posición de Cristo ante la Iglesia
en general.
–No son dos preguntas... no hay dos bandos: una cuestión lleva a la
otra. Es clave entender que aún a la Iglesia judía sólo la tiene en cuenta
para cuestiones menores. Iglesia, ekklesía, significa “asamblea general
del pueblo judío ante Dios”, es decir, se refiere a una cuestión
comunitaria; de allí que la reserve para cuestiones referentes a lo
terreno, como vimos en la única frase en que se refiere al tema.
Pero para lo celestial y trascendente no sólo no menciona una
nueva
Iglesia... sino que explícitamente se opone al concepto de Iglesia.
–¿Cómo?
–¿Qué lugar le da Cristo a esa cuestión comunitaria llamada iglesia,
con relación a lo Trascendente, lo Divino, a Dios? Literalmente,
ninguno.
En forma clara y explícita, Cristo –aunque a los curas parece
pegárseles las páginas de la Biblia donde lo dice, porque en misa jamás
las leen– dice que el método de hacer oración “no debe ser como el de
los hipócritas que gustan orar en pie en las sinagogas para ser vistos
por otros”. Y por si fuera poco: literalmente dice que para orar hay que
hacerlo en la propia habitación, con la puerta cerrada y en voz baja.
Nada más lejano que rezar en un lugar público; y una iglesia lo es.
¿Fundaría una iglesia quien reniega de rezos comunitarios e invita a
que la religión sea una cuestión individual? Es un despropósito tan
absurdo como insostenible.
–Pero ante datos tan contundentes, ¿nadie en el cristianismo hace
valer eso que dijo Cristo?
–El cristianismo es una Iglesia institucional y establecida... por ello
se le aplica lo mismo que Cristo decía de la Iglesia de su época: “no
los imitéis en sus obras, porque ellos dicen y no hacen”; y agrega que
hacen esas obras nada más que para ser vistos por otros. Sólo
recordando eso puede “comprenderse” que la Iglesia dice representar a
alguien... que explícitamente se expresó en contra de las prácticas que
se realizan en toda iglesia.
Y más aún: basta sólo un dato para comprobar de forma lapidaria
que la Iglesia de hoy no sólo no es avalada por los dichos de Cristo...
sino que hace y sostiene lo opuesto a su Palabra, como a vos mismo se
te hizo evidente.
–¿Entendí bien? ¿Un solo dato es suficiente? Realmente quisiera es-
cucharlo.
–Con total precisión, de eso se trata; y es un orgullo para la
enseñanza de tu Nagüelo: tal referencia básica y clave está en las
palabras. Basta entonces querer escuchar para desocultar eso. Tal
como enseña el Psicoanálisis, en la vida de toda persona hay palabras
claves que son la puerta de entrada a lo oculto en esa persona y que,
mientras no son desocultadas, manejan y dirigen lo que ocurre en esa
vida. Y lo que se acuña en personas, se juega igual para las
instituciones, formadas por personas.
Y como también demuestra el Psicoanálisis, es común que entre las
palabras claves de cada persona esté el nombre por el que se lo llama,
porque el modo con el que se nombra a alguien suele ser un
compendio de todo lo que se espera de esa persona.
–Quisiera retomar este punto en otro momento, porque eso de que
como se llame a alguien sea un resumen de todo lo que se espera de él,
me parece demasiado. Donde sí lo veo claro es en el caso de las
instituciones. Y precisamente, ahora no quisiera desviarme de ver
adónde en concreto se aplica eso a la Iglesia.
–En ambas cuestiones estoy de acuerdo: tenemos que retomar el
tema y ahora no tenemos que desviarnos. Para eso simplemente es
necesario escuchar cuál es el nombre con el que se hacen llamar los
responsables de la Iglesia, los que conducen las misas y los que son la
cara pública de la institución.
–¿Se refiere a la palabra “Padre”? Sí, es significativo, pero no veo
que sea tan clave y que demuestre todo lo que usted dijo.
–Porque te conformás con suponer qué dijo Cristo. La cuestión se
vuelve dramática en cuanto alguien se interesa en leer qué dijo en
realidad: Cristo ordenó literalmente “no llaméis padre a nadie sobre la
tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el que está en los cielos”.
–¿Cristo dijo eso? Pero... es sencillamente inconcebible.
Ahora entiendo por qué usted insiste tanto en que no se lo llame
“padre”.
Pero claro: ese dato debe estar en los apócrifos; no puede ser que
alguien que lea la Biblia vaya a misa y acepte algo tan simple y
concreto sin ver que en la Iglesia se está haciendo lo contrario a lo
pedido por Cristo.
–Y peor: que no vea que al aceptar nombrar “Papa” a quien está a la
cabeza de toda la Iglesia que dice ser de Cristo, ya desde el nombre
mismo está haciendo automáticamente y de un modo lapidario todo lo
contrario de lo indicado por Cristo. Más si se tiene en cuenta que no
pueden citar siquiera un versículo dudoso de Cristo –como sí tratan de
hacer, por ejemplo, respecto de una Iglesia supuestamente fundada por
él– para justificar ese nombre: fueron los hombres quienes instituyeron
que al obispo de Roma debía llamárselo “Papa”, lo cual casualmente
los denuncia en el extremo de la oposición a Cristo, pues “Papa” no
quiere decir otra cosa que “padre venerable” en griego.
Pero respecto de tu pregunta... lamento informarte que de ningún
modo la cuestión es que el creyente común que lee la Biblia no tiene
acceso a ese dato: todos los datos que te di, cuando no te aclaré otra
fuente, están en el Evangelio de Mateo, que nada tiene de “apócrifo” y
está incluido en todas las Biblias canónicas, comunes y corrientes del
mundo.
–En el seminario no llegamos aún al capítulo “Psicosis”... pero creo
que esto es un curso acelerado del tema. Es totalmente increíble: los
“padres” de la “Iglesia” aceptaron y establecieron una Biblia que dice
que no debe haber “padres” ni “Iglesia”.
–Exacto, la Biblia al alcance de todos, con sus cuatro Evangelios
oficiales. Y no por nada cito más el de Mateo: es, sin dudas, el peor de
los cuatro, el menos preciso, más fantasioso, más adornado, el que
incluye milagros por doquier que en la mayoría de los casos ni siquiera
figuran en los otros evangelios, presentando a un Cristo sobrehumano
y con superpoderes. Y casualmente ése, entre los elegidos por la
Iglesia en desmedro de otros superiores y más precisos, es el que se
puso en primer lugar, lo cual nada tiene de ingenuo: quien llega al
Nuevo Testamento, la primera imagen que se forma de Cristo es ésa,
de modo que cuando avanza hacia los otros evangelios ya está
influenciado por ella. Y no hay
excusas de justificar que esté primero porque haya sido escrito antes:
el primero de los cuatro en escribirse fue el de Marcos.
–Reconozco que ahora sí estoy muy impresionado.
–Y, cronológicamente hablando, que el primero sea el de Marcos
significa algo sumamente clave: el primero de todos los escritores de
los evangelios canonizados no puso una sola palabra, ni una mínima
alusión, nada en absoluto... respecto a que Cristo haya fundado una
Iglesia. Y exactamente lo mismo ocurre con Lucas y con Juan: no
dicen una sola palabra al respecto.
–La supuesta obra más importante del Maestro, la Iglesia que
encarga a sus discípulos para eternizar su mensaje... ¿está sólo en uno
de los cuatro Evangelios?
–¿Y de qué creés que te estuve hablando al aclararte tanto que esa
Iglesia pretendidamente fundada por Cristo está mencionada una sola
vez en los cuatro Evangelios? Y en el más impreciso de los cuatro.
Aun poniendo la mejor buena fe como creyente, es difícil tener algún
argumento con el que estar en desacuerdo con los obispos de Oriente,
quienes ya desde el siglo IV afirmaban que ese párrafo había sido un
agrega- do intercalado a posteriori por los partidarios del Obispo de
Roma.
–¿Pero eso significa que había... obispos enfrentados?
–Entiendo que el tema de dos bandos enfrentados pueda interesarte
en particular. Pero gracias a eso estamos ante la oportunidad de tomar,
una vez más, a la Esfinge como aliada. Porque esos dos bandos
enfrentados desde el origen del cristianismo... son los mismos que la
humanidad padece hasta nuestros tiempos: la Palabra de Cristo por un
lado, y la Iglesia Católica contraria a la Enseñanza de Cristo, por el
otro.
La pintura que habían comprado, extendida sobre la mesa, era el
centro de sus miradas. Habían perdido completamente la noción de
cuántos puentes habían cruzado... tanto caminando como hablando.
La zona en la que ahora estaban era desconocida para ambos por
igual, por eso no tenían preferencias y se aventuraron al primer bar que
encontraron. El ambiente era tan cálido y al mismo tiempo impersonal
como el de todos los bares de la ciudad, aunque sentían una casi
imperceptible pero creciente extrañeza. Sólo luego de un rato pudieron
definir que la sensación, en realidad, no se debía al lugar, sino a la
gente del lugar: no percibían la habitual indiferencia de los franceses.
Pronto entendieron que eso se debía a que no se hallaban en uno de los
barrios principales, sino más bien en una especie de suburbio. De todos
modos, les llamó la atención que desde la mesa contigua un hombre
mirara insistentemente y con un interés mal disimulado la pintura del
Faro. Sin necesidad de decirlo, concluyeron que la Esfinge intentaba
distraerlos, y decidieron entonces que lo mejor era retomar el tema de
inmediato.

–Creo que lo peor que podríamos hacer es detenernos habiendo


llegado a los bandos. Ahora bien... que había dos bandos es algo de-
mostrado; no se trata de opiniones, es un hecho histórico registrado e
irrefutable. La supuesta Iglesia hegemónica y “católica”... que soberbia
y fantasiosamente significa “universal”, sólo puede presentarse de ese
modo después de haber arrasado con todos los divergentes, haberlos
destruido o decretado obra del diablo mediante concilios convocados
precisamente para eso. No vale la pena detenernos sobre lo que está
documentado en tantos y tan buenos libros, pero sí es fundamental
notar que esos enfrentamientos tienen las semillas de todo lo que se
oculta en la historia de la Iglesia... empezando por el primer
enfrentamiento: el de los famosos Pedro y Pablo.
La Iglesia se esmeró a lo largo de los siglos en tapar a los dos
bandos enfrentados. De hecho, en el imaginario popular, a aquellos
dos, que representan la división del cristianismo desde su base
misma... se los su- pone aliados inseparables que luchaban juntos;
engaño posible sólo en tanto la humanidad da por sentado que sabe lo
que dice la Biblia. Pues es suficiente leer nada más que las cartas más
importantes de Pablo, como la dirigida a los Gálatas, para encontrar
que la realidad histórica es que estaba abiertamente enfrentado a
Pedro.
–La verdad es que si bien nunca me interesó el tema, es cierto que
en cuanto pienso en Pedro y Pablo, los imagino como aliados... Una
vez que no armo dos bandos enfrentados, y justo me equivoco.
–Es lo que pasa cuando se deja un tema bajo el control del
inconsciente: no acertamos una. De hecho esas mismas cartas no sólo
muestran que están enfrentados.... sino que exponen lo muy espinoso
de los temas que los oponían: qué lugar tenía la mujer en la Iglesia; si
para seguir a Cristo había que estar circuncidado o no; o si se le podía
transmitir la palabra de Cristo a los gentiles, cuestión –vale decirlo de
paso– prohibida en forma explícita por Cristo.
Y sugestivamente, gran parte de esos temas fueron los que
delinearon a la Iglesia cristiana... pero sobre la base de lo que opinaba
Pablo, quien, de los dos, era el que jamás había conocido a Cristo, el
que se había opuesto a muchas instrucciones que dejó y cuyo
acercamiento a tales enseñanzas se desarrolló a través de perseguir a
los seguidores de Cristo.
Y eso ya es todo un rasgo distintivo: la Iglesia católica se constituye
sobre las bases sentadas por quien “se conectó” con Cristo a través de
perseguir a quienes lo conocían y sabían de primera mano cuál era su
verdadero mensaje.
–¿Y cómo es posible que el enfrentamiento entre Pedro y Pablo ter-
minara mostrándose como lo contrario: una historia de lucha juntos,
proclamando lo mismo? Una cosa es ocultar partes de una historia,
como la cuestión de los apócrifos o los métodos de elección de los
canónicos, y otra cosa es deformar una historia hasta transformarla en
lo contrario.
–No quiero abundar en detalles que luego podremos ver y que ahora
nos desviarían de lo importante. Pues por fin estamos en los umbrales
de aquello que, en este Nuevo Milenio, ya es imprescindible saber...
porque todos los seres humanos estamos implicados: en forma
personal, cada uno tendrá que tomar una Decisión al respecto.
La idea de tal Decisión sorprendió a Lucio. Lo enorme ante lo que
creía estar minutos antes se volvía mínimo comparado con lo que des-
cubría ahora ante sí. Se preguntó si el religioso en Juan no estaría
traicionándolo, haciéndole creer que toda la humanidad estaría
interesada en algo que, en definitiva, sólo tenía que ver con la religión.
Pero le bastó advertir que otra vez dos bandos se le estaban tratando
de armar –los religiosos y los no religiosos– para sacudirse
agradeciéndole a la temible aliada que se molestara en movilizarse...
advirtiéndole así que estaba ante algo realmente decisivo e inmenso.
Y el único modo de saber de eso... era continuar escuchando.

Rayó en el grotesco el último ademán del vecino de mesa estirando


el cuello para darle la última mirada al Faro justo cuando lo levantaban
para hacer lugar al café con torta. Ya no se trataba sólo de extrañeza;
comenzaban a inquietarse.
Lucio estaba molesto porque mientras intentaba tapar la visión de la
pintura y mantener la conversación en un plano íntimo... Juan elevaba
el tono de voz casi provocativamente. Se contuvo de pedirle que
hablara más bajo cuando advirtió que, junto al cambio de volumen,
Juan le hacía un guiño. Lucio ya ponía en duda si le estaba hablando a
él... o al menos, solamente a él.

–Como siempre, la gente, creyente o no, da por sentada hipnótica-


mente la historia que le contaron; aun cuando muchos son los buenos
libros que se ocuparon del enfrentamiento entre Pedro y Pablo. Pero
una vez más, no es necesario recurrir a textos más allá de la Biblia: la
segunda carta de Pablo a los Corintios, por ejemplo... habla de “otros”
que vienen a predicar “otro Jesús”. Sin dar lugar a dudas de que había
un enfrentamiento, se encarga de aclarar que él cree que en nada es
inferior a esos –nombrados irónicamente– “preclaros apóstoles”. Por
eso es interesante tu pregunta sobre cómo es posible que se haya
construido un mito que directamente sea opuesto a lo que ocurrió. La
única respuesta lógica se encuentra si se considera lo que enseña al
respecto el psicoanálisis: el mito siempre conserva restos de verdad. Y
si nos arriesgamos otra vez a hacer lo único que puede hacerse ante la
Esfinge –agregó mirando y casi gritando hacia la mesa vecina– o sea,
si la tomamos como aliada, entonces hablar del origen que dio lugar al
mito de la unión entre Pedro y Pablo, en vez de desviarnos puede ser la
introducción perfecta a eso tremendamente actual y oculto en lo que
desemboca toda aquella historia de los oscuros orígenes de la iglesia...
Más aun en Francia ’98.
–No pretenderá que no le pregunte por qué es más importante en
Francia ‘98...
–Pretendo que te intereses de verdad en eso, así por fin llegamos a
lo que hay que llegar... pues esa historia nos ubica ante la parte clave
del tema, la que desde el origen mismo intentó siempre y en forma
sistemática ocultarse y deformarse: la historia de la verdadera familia
de Cristo.
Y tal vez lo mejor sea decirlo todo junto: resulta ser que Pedro
estaba enfrentado a Pablo, porque en realidad...
Ante la inesperada desembocadura que el tema prometía, el interés
de Lucio se reinstaló de forma súbita. Mientras dejaban el bar pensaba
que indudablemente Juan había exagerado la importancia dada al
vecino de mesa, pues éste se había retirado antes, obviamente
incómodo ante las alusiones que, sin tacto alguno, Juan le enviaba.
Bastó que pusieran un pie más allá de la puerta del bar para que tal
pensamiento se viera interrumpido. Dos sotanas se sacudían con pasos
que sugerían más a la Gestapo que a los dos religiosos que se
acercaban como una tromba hacia ellos.

–Padre Juan, ¿a esto vino a París? Y con el joven irrespetuoso que


me dejó con la palabra en la boca cuando yo pretendía proteger la pro-
piedad de la Iglesia. ¿Se puede saber adónde estuvo todo el día? Y
para colmo, sin los hábitos...
–Yo sabía que finalmente iba a saber apreciar “lo divino” que es el
fútbol y no iba a poder resistirse a venir, reverendo Escobar. Tal vez
podría transmitir algo de tal apertura a su joven discípulo que sólo
parece interesado en el arte y la cultura, a juzgar por cómo trataba de
espiar nuestra pintura y escuchar nuestra conversación en el bar... ¿o
desde antes?
Aunque me temo que debo poner en duda tal súbita apertura de
criterios: si para usted “el colmo” consiste en un simple curita sin
hábitos, debo pensar que sus posibilidades de apreciación siguen como
siempre.
–Usted bien sabe que no estoy aquí por el fútbol... y también que
usted no es un simple “curita”.
–Le agradezco el elogio, pero corre por su cuenta. Como corre por
su cuenta eso de pretender que está protegiendo material de la Iglesia
cuando eso que “protege” es material de la gente, como Lucio puede
atestiguar ¿o no?
–Eh... sí, claro... lo que yo me llevé aquel día era...
–Jovencito, no me tome por tonto. Usted sabe que el padre Juan no
está hablando de aquel paquete.
–Hace muy bien en aclararle al joven Lucio que a usted “no hay que
tomarlo”... por tonto. Es más, yo le advertiría a Lucio, y a toda la
juventud si fuera posible, que sepa muy bien y cuanto antes que no hay
que tomar en serio –es decir que “no hay que tomar... por tontos”– a
quienes pretenden que eso que tan celosamente defienden es de la
Iglesia
y no de la gente. Cuanto antes se sepan estas cosas, mucho mejor para
todos ¿no le parece?
–No estamos para estupideces ni hay tiempo que perder. Ordenan
que se presente de inmediato.
–Con sinceridad, lamento que usted esté perdiendo precisamente
aquello que nuestra función clerical debiera obligarnos a advertirle al
mundo que queda poco. Por eso, lo que yo estuve haciendo hoy es
aprovecharlo al máximo, haciendo todo lo necesario para que cuando
me llamaran esos de los que usted es mensajero, los que creen que
pueden “ordenarnos” a los demás... yo pudiera presentarme a hacer
exactamente lo que tengo que hacer ante ellos.
–Haga lo que quiera. Está informado.
–Le agradezco. Y tiene usted razón, en las dos cosas: haré lo que
quiero... y estoy informado. Tal vez me las dice juntas porque es
posible que ambas cuestiones tengan algo que ver entre sí.

La última frase pareció colmar lo que el reverendo podía admitir,


pues tomó del brazo al cura joven de mirada altanera que lo
acompañaba y se lo llevó, sacudiéndolo de modo tal que casi pierde el
equilibrio.
Aunque la imagen le pareció graciosa, la intriga y el temor no deja-
ron en Lucio lugar para bromas.

–Juan... ¿qué fue todo eso?


–Con lo que ya sabés, ¿no podés explicarlo por vos mismo?
–Fue curioso ya desde el momento en que aparecieron... justo cuan-
do usted estaba diciendo que por fin entrábamos a lo realmente
importante. Entonces ¿todo eso fue una Esfinge?
–¿En cuál de sus tres vertientes?
–El combate hacia fuera era evidente, ¿no?
–Y no por nada casualmente tomó la forma de poner en el afuera lo
no resuelto adentro: como recién pudiste ver gracias a que apareció la
Esfinge, estás pidiendo afuera respuestas que ya podés alcanzar por
vos mismo. Aunque todavía no entiendas de qué se trata, ya entendés
lo suficiente como para saber que si lo que estaba por decirte tuvo el
poder de mover desde Buenos Aires a Escobar y casualmente –luego
de más de diez mil kilómetros y a días de distancia desde la última vez
que lo
vimos– hacerlo aparecer en el momento exacto, no hay duda: estamos
entrando al Tema.
Tal vez más por el acto simbólico implicado en eso, que por tener
claro por donde ir, junto con esa frase comenzaron a caminar.
–Lucio, por favor, escuchá bien: puede sorprenderte... pero ellos ya
saben quién sos vos y saben que estamos hablando de lo que desde
hace dos mil años, por todos los medios, tratan de que no se hable.
–Pero... ¿de qué me está hablando? ¿Quién soy yo?
–¿Ves que creés que te van a venir de afuera las respuestas que sólo
podés alcanzar por vos mismo?
–Pero Juan, usted me está diciendo cosas que yo...
–Que vos ya sabés. Sólo es cuestión de tiempo cuánto vas a tardar
en saber eso que sabés. Mientras estés acá, van a querer sacarme de
inmediato de Francia. Para eso me están buscando y por eso primero te
llevé a las alcantarillas y después a zonas por las que habitualmente no
me muevo. Intentaba que no nos encontraran. Admito que fue un
enorme error de mi parte que justo cuando entrábamos al tema me
dejara llevar a lugares donde me podrían encontrar. Indudablemente...
el tema debe tener también para mí cuestiones aún no resueltas que
hacen que trate de escaparme; con sinceridad no tengo idea de cuáles
son, pero es obvio que subestimé al enemigo al suponer que iba a
hablarte de algo que estaba bajo mi control. Sin problemas me iría de
Francia si ya te hubiese dicho lo que tengo que decirte... pero ahora
tengo que ir a enfrentar las consecuencias de mi error. Mi único
resguardo, por ahora, es que no saben lo que yo sé. Lo que no sé, es si
vamos a volver a vernos, y menos en Francia.
–Pero Juan... ellos no pueden decidir eso.
–Cuánto me alivia escucharte decirlo. Me da esperanzas de que si yo
no estoy con vos, igualmente vas a poder hacer lo que tenés que hacer.
–Es rarísimo. Estoy cada vez más seguro de que voy a hacer lo que
debo hacer... pero no tengo la menor idea de qué es eso que debo
hacer... y ni siquiera tengo la menor idea de que tenga que hacer algo.
–Exacto, no tenés “la menor” idea: tenés algo mucho, pero mucho
más grande que una idea menor sobre el tema. Lucio, si yo pudiera te
lo diría. Pero todavía no pude decirte siquiera lo que sí sé que puedo...
o al menos, creí que podía decirte.
–Pero Juan...
–Vos decís bien: ellos no pueden decidir sobre nosotros... Pero es
que yo no sé aún qué es lo que tengo que resolver en mí que les
confirió el poder de interferir en el momento exacto.
–Al final, los dos estamos igual: sabemos que tenemos que resolver
algo que no sabemos qué es.
–Como lo está toda la humanidad, Lucio. La diferencia es que vos y
yo ya lo sabemos. Pero si me sigo dirigiendo a desocultarlo y logro
hacerlo a tiempo... algo, casual e inexorablemente, me va a poner
frente a eso que sé que tengo que resolver pero aún no sé qué es.
–Creo que la misma frase podría decirla para mí.
–Encontrarnos en una frase. ¿hay algún encuentro más poderoso que
ése?
–No se vaya. Dígame cómo... ya sé.
–Como te dije, Lucio, grandes progresos: ahora advertís por vos
mismo lo que antes había que explicarte durante horas. Una vez más,
el cómo va a aparecer si hacemos eso que tenemos que hacer.
Indefectible- mente.
Y más excitante será descubrir el entramado preciso con que el
universo nos va a sorprender en la exactitud de ese cómo. Se trata de la
sorpresa más burbujeante que, día a día, conozco en la vida: cuando
inesperadamente, llega lo esperado.
Por supuesto... por casualidad.

La emoción era visible en ambos, tanto como el temor y la


incertidumbre. La actitud se asemejaba a la de quien va a la guerra...
Con la paradójica diferencia de que, en este caso, ambos se separaban
para ir a la misma guerra.

–Pero esperar lo inesperado... es todo lo contrario de caer en


esperas.
Aprovechemos estos minutos finales: hagamos lo que tenemos que
hacer y lleguemos a donde tengamos que llegar... y eso sólo es posible
si ubicamos con exactitud desde dónde logró ingresar la Esfinge.
–Creo que cuando usted me estaba diciendo que la clave de la
verdadera historia de Cristo está en su familia, en la historia de su
verdadera familia.
–Bien Lucio... exactamente, de eso trata. Y eso es lo que hay que
develar. Nos reencontremos o no para acceder a lo importante, lo que
pocos conocen.
...De eso depende todo.

Ya estaba anocheciendo.
Nunca Lucio había vivido tanto y tan intenso en solo un día.
Tal vez, simplemente... nunca Lucio había vivido tanto. Ni suponía
siquiera que, en un solo momento, pudieran condensarse tantas
emociones.
Las dialécticas habían suspendido sus dos bandos y ahora todas con-
vivían en él: la más absoluta seguridad y el temor más sobrecogedor;
lo más extraño presentándose en lo más habitual y lo más habitual
vivido como extraño; el impulso irrefrenable hacia lo desconocido
junto a la cobardía de querer escapar de eso; el afecto más entrañable
que desde hacía años no sabía que sabía sentir hacia alguien, orientado
justo hacia la persona que le interrogó sus afectos y le interrogó todo lo
que sabía.
Suspensión absoluta de dialécticas que ahora conviven donde antes
se enfrentaban...
¿Sería Eso el Entramado Universal?
X XVI

En el camino de regreso al hotel, descubrió que le sería imposible


hacer un recuento de todo lo hablado. Prefirió entonces dejar que
surgiera lo que tenía que surgir y como tenía que surgir.
Lo más nítido, y que apareció en primer lugar, no remitía exacta-
mente a lo hablado sino a la particular y elevada forma de...
No, no daba con una palabra que pudiera nombrar eso que había
visto hacer a Juan ante Escobar... ¿discutir? Lo que proponía Escobar
se podría nombrar así, pero a todas luces no era con eso con lo que
respondía Juan. Recordó haberlo visto hacer eso mismo en clase y ya
en aquel momento sintió estar ante algo similar a Eso que el Nagüelo
llamaba “El Combate del Guerrero”.
¿Cómo había podido olvidar Eso?
Cada golpe que el adversario tiraba, caía inexorablemente sobre
quien lo había tirado... y sólo había que cambiar “golpe” por “frase”
para comprender por qué el Nagüelo insistía tanto en que ese combate
era crucial para la vida cotidiana.
Se estremeció, nunca en su vida había imaginado que vería tal de-
mostración de destreza fuera del “Arte Marcial” que, pensaba, no era
nada más que un invento del Nagüelo.
Extrañó a Juan, que seguramente le estaría nombrando el otro
sentido de la frase, el oculto, el que dice la verdad: si “no era nada
más” que un invento, quería decir que “sí era algo más”. ¡Hasta dónde
el sentido oculto muestra la verdad! Empezaba a sentir eso mismo
respecto de todo aquello que le había dicho el Nagüelo: en todo eso
había algo más...
“El Combate del Guerrero” evitaba el combate hacia fuera y, por
ende, remitía al tema de las Esfinges. “El método de los péndulos”
seguía los mismos principios del efecto observador, por lo tanto,
remitía a la física cuántica. “La importancia de la palabra” es la
exaltación de la escucha, entonces, remite al Psicoanálisis.
...Y entonces, ahora lo sabía: a las Enseñanzas Ocultas de Cristo”.
El día había sido más que largo, infinito. Afortunadamente sus
padres habían viajado a otra ciudad. Por nada del mundo hubiera
querido distraerse de lo visto durante el día y que ahora necesitaba
comprender...
Para lo cual, primero tenía que obtener urgentes conclusiones de algo
que ni siquiera sabía qué era.
Hay veces en que estar exhausto es la mejor manera de estar:
cuando puede recordarse con orgullo Eso que se hizo para estar así de
exhausto. Como la extraña satisfacción que se experimenta al sentir
dolor muscular luego de hacer gimnasia.
Recostado sobre su cama, miraba tan fijamente la pintura del Faro
que, casi sin advertirlo, sus ojos comenzaban a vencerse. Imágenes
subterráneas, la cara de Cristo, iglesias que se levantaban sobre su
tumba...
Tal vez haya realidades que sólo pueden verse en sueños.

Si el que llamáis Padre creó un camino maldito, lo maldito entonces


también está en Él.
Si decís que el camino del orgullo lo he creado yo, ¿no es que
entonces tengo el mismo poder para crear que el de quien vosotros
llamáis Padre?
¿No es infinitamente más orgulloso ése que se reserva solamente para
sí el derecho a conocer algo?
Si el que vosotros llamáis Padre creó un camino solamente para
prohibirnos a los demás que lo transitemos, ¿no es eso en sí mismo
suficientemente soberbio como para demostrar que en ese Creador
habitan los mismos defectos que vosotros atribuís al demonio?
Vosotros, junto al Padre que decís se atribuye ese derecho, deberían
entonces ser juzgados por mí, pues son mucho más orgullosos que yo.
No pido perdón, porque lo que vosotros llamáis Padre nada tiene
que perdonarme. Él tiene que pedirme perdón a mí, y a cada habitante
de cada universo que crea que él lo creó.
Elijo, desde ahora y para siempre, recorrer el camino más elevado...
Y por él caminaré. Y si me elevo tanto que amenazo el lugar que ocupa
lo que llamáis Dios y por eso me nombráis demonio... entonces sabed
que el demonio está exactamente a la misma altura que vuestro Dios.
El Padre universal es un mito, pues sólo quienes han sido
convencidos de designarse “ hijos” aceptan tal nombre.
Protesto contra toda postulación de sometimiento en nombre de un
Padre Venerable, un Creador o un Dios.

Fue suficiente. No podía ubicar el tiempo desde el que había


comenzado con su sueño otra vez. Recordaba haberlo soñado ya, ¿pero
cuándo?
La duración había variado. Y había algo más, diferente, que no lo-
graba ubicar... Sí, claro, fue exactamente luego de ese sueño que
comenzó el incendio en la Reserva por el que terminó decidiéndose su
viaje a Buenos Aires, gracias al cual conoció a Juan.
Todo se había iniciado con eso, que marcaba el fin de una etapa.
¿El fin? Eso era lo que también tenía de diferente el sueño: donde
antes había un “Padre” se había instalado un “Padre Venerable”. Lo
recordó de inmediato: el padre venerable del que le había hablado
Juan... el Papa.
Al fin y al cabo no importaba si eso era o no un sueño. Importaba
porque mostraba la punta de un iceberg... que tenía el poder de
congelar el océano.
Y sumergirse en su sueño era el medio por el cual entraría en ese
océano... Por el cual avanzaría ante el inicio:
Aquel que ordenase que a nadie se llame Padre en la tierra estaría
–lo quiera o no– enfrentando al catolicismo, que establece un Padre
en cada iglesia del mundo y a un Papa a la cabeza de todos ellos. Y
según la Iglesia, quien encarna ese enfrentamiento hacia ella es el
demonio, el diablo en la tierra, la encarnación de Lucifer.
Pero si quien dio la instrucción de no nombrar un Padre en la tierra
fue Cristo, ¿el cristianismo ve en Cristo al demonio? ¿El verdadero
Cristo, para la Iglesia, sería entonces indiferenciable de Lucifer?
La iglesia enfrentada a Cristo.
Y si ambos se enfrentan... obligatoriamente, uno de los dos es el
Anticristo.

Todo eso, girando alrededor de un único dato: Cristo en la Biblia


prohibiendo nombrar Padres en la tierra. Qué sucedería si alcanzaba la
información que Juan había anunciado como realmente importante,
con la cual aún no contaba.

Después de todo, si como promete el cristianismo, Cristo volviera


hoy a la tierra... ¿cómo probaría que es Cristo? ¿Qué chances tendría
ante una Iglesia que lo acusara de ser el Anticristo? ¿Cómo se daría a
conocer frente a una Iglesia hipnotizadora de masas que lo acusara de
ser la encarnación de Lucifer?
Si dijera lo mismo que según los Apócrifos –y hasta según la Biblia
canónica– fueron sus Palabras, el primero en excomulgarlo y hasta
anatemizarlo sería el Papa.

Cabalgaba sobre frases que, en ese estado semionírico, emergían en


su mente con furia y tranquilidad al mismo tiempo.

Cristo... expulsado de la iglesia católica.


¿Tendría entonces Cristo que ir a misa en la Iglesia cristiana que él
no fundó, para así aprender el cristianismo que él no dijo? Y entonces,
luego de rezar centenares de oraciones, en una forma de penitencia
que él no instituyó ¿el “Padre Venerable” tal vez aceptaría
perdonarlo?
Si como muy probablemente sucediera, Cristo no aceptara eso,
¿cómo con- vencería a la humanidad de que es a Él al que esperaban?
Y en especial, ¿cómo convencería a la humanidad católica, en cuanto
lo escucharan aterrados decir por televisión exactamente lo mismo
que dijo hace dos mil años... y por ende, exactamente lo contrario de
lo que la Iglesia dijo en todo ese mismo tiempo?
Si hace dos mil años no pudo convencer a la humanidad, ¿podría
hacerlo ahora?
La humanidad juzgando a quien venía a juzgar a la humanidad.
La cabalgata lo llevó a lugares donde el sueño se confunde con la
vigilia.
Lo develado aquel día suscitó en él un vértigo de imágenes y
escenas oníricas, que lo transportó a un estado de lucidez que jamás
había alcanzado.

Lo que Cristo dice lo enfrenta con el Papa y con la Iglesia,


quedando descalificado antes de empezar. ¿Qué chances tiene
entonces de que lo reconozcan?
¿Vendría en el mismo cuerpo, conservado como un traje que alguien
vuelve a ponerse después de dos mil años? ¿Y si en una lección de
humanidad contra toda discriminación decide encarnarse esta vez en
un negro, un oriental, un indio o... aun peor, en eso que en la Iglesia
es reducido a los lugares más secundarios y dependientes: una mujer?
Ni siquiera hace falta considerar chances tan inquietantes. Aun
suponiendo que prefiera utilizar aquel mismo cuerpo... nadie conoce
en realidad cuál es su cara, por lo tanto nadie puede reconocer
físicamente a Cristo.
Entonces... le pedirían que hiciera “demostraciones”.
Se encontraría así ante la misma disyuntiva de dos mil años atrás,
cuan- do al ser juzgado Pilatos le pide que transforme el jarro de
barro en oro y
Él se niega.
Pero aun suponiendo que se adaptara al modelo del Cristo que la
Iglesia pintó y en su infinita paciencia, humildad y sabiduría
condescendiera.. en reducirse al triste papel de un prestidigitador de
lujo.

El vértigo sólo era comparable al que sentía sobre el “Viento”


cuando decidía soltarle las riendas y dejarse llevar.

La televisión mundial transmitiría “El Evento del Milenio”:


“Ese pobre don nadie que se dice Cristo” tendría que someterse, le
gustase o no, a las leyes de mercado para facilitar la transmisión
masiva que le permitiera demostrar Su Poder a todo el mundo.
Empresas multinacionales sponsoreando el evento interesadas en
que nada quede aclarado, porque eso definiría las cosas y, por lo
tanto, apagaría el interés mundial. Ubicaciones preferenciales para
los dirigentes religiosos y políticos del mundo, de acuerdo a rango y
poder. Cada uno habiendo adoctrinado convenientemente a su pueblo
a través de mega campañas publicitarias. Y cada uno habiendo
tomado una posición pública lo suficientemente versátil como para
que el resultado obtenido, sea cual fuere, confirmase lo que cada uno
venía diciendo, “ demostrando así al mundo, una vez más, la preclara
visión del Líder”.
Plateas Vip cotizadas a un millón de dólares. Palcos de varios
millones, con camareras y circuitos cerrados de transmisión que
permitieran el replay de cada prueba desde todos los ángulos posibles
y la opinión de todos los especialistas que han pagado su cachet
correspondiente para ser invitados a opinar. Se haría en un estadio,
con pantallas gigantes dentro y fuera para “no privar al mundo de
comprobar por sí mismo la transparencia e imparcialidad del evento”
con publicidad facturada en millones de dólares el segundo.
Las masas se ubicarían desde semanas antes en campamentos
alrededor del lugar donde se realizarían las pruebas. Entradas
populares a miles de dólares. Y por supuesto, hinchadas que se harían
escuchar apasionadamete. Y pese a todas las previsiones, serían
inevitables entonces los episodios de violencia a reprimir, mostrando
de paso al mundo la eficaz acción disuasiva de las fuerzas del orden
local.
Merchandising que incluyera: llaveros con foto, hologramas donde
la imagen del Santo Sudario se adaptase a la cara del actual “Cristo”,
reme- ras para todos los gustos, con estampados que “rezan” desde
“Yo estuve con Cristo” hasta “Yo desenmascaré a Satanás”; y por
supuesto, toda la gama de productos procedentes de la imaginación
humana en cada ramo del comercio... al lado de los cuales, aquellos
pobres mercaderes del templo que Cristo echó a latigazos quedan
como los más humildes y honestos comerciantes.
Negocios y más negocios... todos alrededor de quien vino a traer
Espiritualidad a la Humanidad.
Humanidad dividida entre creyentes y escépticos a priori,
racionalistas objetivos, indiferentes, cínicos, apocalípticos, optimistas,
grupos evangelistas de todo el mundo compitiendo para hacer
escuchar sus cantos más fuerte que el de al lado y así demostrar
“quién tiene más fe”, miles de sectas que finalmente demostraran que
“tenían razón cuando decían que Cristo es- taba próximo a venir”,
miles de investigadores del fenómeno sectario que finalmente
demostraran que “tenían razón cuando durante todos estos años
alertaron sobre el peligro de esos que dicen tener caminos hacia Dios
diferentes y alternativos a los de las religiones institucionales
verdaderas”.
Las multinacionales escandalizadas e indignadas preguntándose
qué clase de “Cristo” es ése que no quiere aceptar ponerse remeras –
o túnicas, mejor aún– de los sponsors, aun cuando le ofrecen que done
su jugosísimo cachet a los niños pobres y enfermos del mundo.
Bandos y más bandos... todos divididos y enfrentados alrededor de
quien viene a unificar a la humanidad.
Y en el medio de todo eso... Cristo.

Y finalmente “El gran día”. “El día esperado por toda la


humanidad desde hace dos mil años”, “un paso sólo comparable con
la llegada del hombre a la luna”, “el evento en el que usted no puede
estar ausente”, porque “sea o no creyente, usted no puede ser
indiferente”.
Respetando, como corresponde, la tradición bíblica... el circo
romano ya está instalado. Y comienzan las demostraciones.
Cristo en la arena con micrófono inalámbrico abierto, frente a los
leones de las religiones y la ciencia humana, que “objetivamente
harán su trabajo y prueba a prueba irán dando su veredicto”.
El Desafío, es el siguiente:
El que nombrándose Cristo dice todo lo contrario de lo que la
Iglesia dice que hace dos mil años dijo Cristo... debe repetir uno a uno
los que, de acuerdo a la Iglesia, son sus milagros bíblicos.
Primer Round:
Cristo toma una vasija llevada por él mismo, la llena de agua y... en
pocos segundos sale transformada en vino del mejor.
Lucio “despertó” en total conmoción. Su transpiración le seguía pre-
sentando imágenes del Sudario que provenían de su estado onírico. No
quiso volver a soñar.
Lo vivido en ese día, agregado a “los sueños” de esa noche, había
agotado su capacidad de absorción. Precisaba asimilar todo eso o
sufriría una seria indigestión intelectual, emocional y muy
especialmente, espiritual.
Decidió despejarse en la noche de París, aunque temía seguir
“viendo” en la oscuridad mientras caminara por la calle.
Pronto disipó su temor. En cuanto levantó las persianas de su
dormitorio se cegó inmediatamente por el sol que, a pleno, daba sobre
su rostro. No podía creer que había dormido de corrido desde el
anochecer anterior.
Agradeció la simbólica casualidad de que, cuando temía a la noche,
ya fuera de día. Tomó una ducha y salió a ventilarse con el aire de la
media mañana parisina.
X XVII

Vagó todo el día. Al principio lamentó la ausencia de sus padres:


nada mejor para distraerse que una de sus charlas tan intrascendentes
como llenas de pasión.
Sin embargo, con el paso de las horas lo invadió una incipiente
angustia que no tardó en descifrar: el destino de Juan lo inquietaba
real- mente.
Hacia el anochecer, la angustia ya era temor.
Todo el día había recorrido “el circuito de Juan” con la esperanza de
que la casualidad propiciara el encuentro... si es que Juan todavía
estaba en Francia.
Los dos bandos avanzaban a paso firme: al mismo tiempo quería
regresar de inmediato al hotel con la esperanza de encontrar un
mensaje que por temor a no encontrar, alargaba indefinidamente su
paseo. Mientras no se enterara, podría conservar esa única y última
esperanza.
Por supuesto, nada lo esperaba. Y, por supuesto, se desesperó.
No podía dejar de pensar en Juan creando una casualidad negativa
tan decisiva como la del encuentro con el reverendo Escobar. Eso
había ocurrido precisamente cuando Juan iba a desocultar datos claves
de la familia de Cristo ¿entonces debía interpretarse que la casualidad
negativa había sido detonada por cuestiones no resueltas de Juan con
relación a su familia?
Lucio había podido ordenar su historia familiar como nunca antes lo
había logrado gracias a sus charlas con Juan, pero ¿cómo podía Juan
ayudar a clarificar en los demás lo que respecto de su propia historia
no tenía en claro?

El planteo lo superó hasta que, de pronto, se encontró nuevamente


en la calle sin tener la más mínima noción de haber decidido salir.
Recordó la importancia del humor mientras se reía de la precisión
con la que se movió: de guiarse por sus sentidos habituales, le hubiera
llevado vueltas y más vueltas encontrarlo. Guiado por su deseo de
encontrarse con Juan, algo lo llevó directa y precisamente hasta ahí.
Otra vez en la puerta de La casa del Habano. Haber producido tal
casualidad positiva le dio ánimo. Y por ese ánimo se animó a entrar.
Sentirse seguro donde poco tiempo atrás todo le había resultado tan
difícil le marcó un indicio de cuánto había avanzado en esos días. La
recepción del maître como a un viejo parroquiano le agregó
familiaridad a la seguridad. Estar en terreno conocido después de que
tantos temas le minaran uno a uno los conceptos que creía conocidos
fue una sensación acogedora que llegó a producirle un leve vahído.
La sensación no le era completamente extraña; reconocía esa
euforia... la sentía cuando al volver de la escuela la madre lo esperaba
con la merienda servida.
Toda su euforia se transformó en conmoción.
En el momento en que lograba identificar desde dónde provenía
aquella sensación de no sentirse extraño, creyó identificar algo más. Su
primer impulso, infantil, fue salir corriendo. La seguridad anterior se
transformó en un calor encendido que le subía por la cara haciéndolo
sentir como aquel niño que es descubierto en el más preciado de sus
secretos. Quiso esconderse... pero ya era demasiado tarde para el niño.
Ahora, quien había sido identificado era él.

–Lucio, qué alegría. Pensé que no iba a volver a verte hasta que te
fueras.
–¡No puedo creerlo!
–Qué cara de desorientado, ¿ya no te acordás de mí? Generalmente
no vuelvo a ver a los pasajeros hasta el último día, cuando los llevo al
aeropuerto. Pero cuando me ven suelen recordarme.
–Por supuesto que te recuerdo: Elissa con dos eses. Lo que pasa es
que...
–Está bien, qué divino. Tengo un rato. Bueno, la verdad me caés
bárbaro: me vine un poco antes para leer, pero al llegar acá me di
cuenta de que me olvidé el material de lectura. Nada raro en mí. Pero
mientras tanto no tenía con quién hablar. Vení a sentarte conmigo y
contame cómo te está yendo, qué partidos viste.
–Al Mundial casi no le estoy prestando atención... pero a mí... me
está yendo bárbaro.
–¿Cómo que no le das importancia al mundial? ¿Qué hacés todo el
día? No te vi en ninguno de los contingentes turísticos. ¿No me estarás
siendo infiel yéndote de excursión con otros, no?
Tomó nuevamente fuerzas al no rehuir a la parte más “íntima” de la
pregunta.

–Quisiera serte fiel, pero odio esas excursiones turísticas.


–Entre nosotros, hacés muy bien. Pero entonces, ¿a qué viniste?
–Es un poco difícil de explicar, estoy haciendo investigaciones.
Lo dijo como quien pide disculpas, seguro de que a Elissa eso le
resultaría insólito... o quizá peor: aburrido. Y lo que menos quería
Lucio, era desagradarle.
Tal vez por eso la respuesta lo dejó totalmente desorientado.

–Investigaciones... quién lo hubiera dicho de alguien como vos.


–No sé quién lo hubiera dicho, pero ¿cómo es alguien como yo?
–¡Ya hablé de más otra vez! Por favor, no lo tomes a mal,
simplemente me refería a alguien de tu edad, tan jovencito... viniendo
a París a investigar.

Lucio sintió un odio creciente por el mismo “jovencito” que al


entrar lo había hecho sentir tan bien al encontrarse en clima familiar.

–Me encanta, me divierten mucho los jóvenes así de maduros.


Después de todo estoy hablando como una vieja y no te llevo ni diez
años.
Sentirse otra vez cómodo consigo mismo lo incomodó más que
antes: no podía ser que se odiara o se apreciara de acuerdo con lo que
le decía ella.
Recordó su primera experiencia en el lugar ...Y decidió “tomar las
riendas”.
–Obviamente no voy a preguntarte la edad, pero sí algo que me
interesa mucho más.
–Qué divino, la cuestión viene intrigante. Me muero de curiosidad,
pero no sé si me animo. Bueno, ¿a ver?
–Nada raro, no tienes que preocuparte.
–Viniendo de vos, empiezo a tener dudas de que algo no sea raro.
Pero dale, me gusta lo raro.
–Espero que no te moleste, pero lo que quería preguntarte es si tú
tienes... si tú tienes... el nombre del libro que te olvidaste. A mí me
gusta mucho leer y tal vez lo conozca.

Claro que le interesaba saber qué podía leer “alguien como Elissa”...
pero el fuego que sintió subir por sus mejillas cuando se descubrió a
punto de preguntarle cándida y repentinamente si tenía novio, le hizo
tomar conciencia de que por primera vez en su vida estaba hablando a
solas con una chica en un bar.
Para ser más exacto... por primera vez en su vida estaba hablando a
solas con una chica. Y en plena noche de París.
Nunca le había molestado ser provinciano, pero ahora sí “sentirse”
provinciano. Iba a precisar todas sus fuerzas para volver a subirse al
caballo del que se había tirado cobardemente.
Pero tomar las riendas era en sí mismo un acto de valentía que eligió
no evitar. Como una revelación, escucharse hablando en esos términos
le mostró claramente que estaba ante el mismo desafío de aquel día en
que tuvo que elegir si conducía o no al Viento. El mismo desafío de
aquel día... en que tuvo que decidir si pasaba de niño a hombre.
Mucho porque lo precisaba, y un poco para impresionar a Elissa...
de un modo tan ampuloso que resultó caricaturesco, chasqueó los
dedos en dirección al mozo y casi gritando dijo:

–Como siempre, dos Armagnac.

La risa contenida que el maître transformó en gesto aprobatorio sólo


fue superada por la no tan contenida de Elissa que en lugar de
disimular, disfrutó lo insólito de la situación en la que se vio envuelta,
dejándose llevar por el juego de Lucio... y reservándose para ella el
papel que mejor jugaba y que más le gustaba: el de ingenua.

–Oh, ya estuviste acá... y con alguien más... ¿puede saberse con


quién?

Se entusiasmó de que Elissa preguntara justo eso.


Pero nada podía ser peor que decirle que había estado ahí... con un
cura.
Dos sensaciones juntas y opuestas, ¿dos bandos trataban de tomar el
control? Claro indicio de que estaba ante algo grande, es decir... lo
contrario a “chico”. Descubrir los recursos de los que disponía la
Esfinge para llevar a cabo eso le causó intriga e interés por ver cómo
saldría del paso en cada encrucijada que se le presentara.
–Con alguien muy especial... pero no quisieras los detalles. Y toda-
vía no has respondido tú mi pregunta.
–Me pasa lo mismo que antes dijiste vos: es un poco difícil de
explicar.
–Es lindo descubrir que nos pasan las mismas cosas...

En pleno Mundial no estaba mal sentirse haciendo un gol de media


cancha... aunque para el festejo no se animara ni a levantar la vista.
–Qué divino. Si nos pasan las mismas cosas, me vas a entender si te
digo que lo que a mí me interesa leer, siempre es un poco fuera de lo
común.
–Desde hace un tiempito eso mismo me viene pasando... Bueno,
¿me respondes?
–Tal vez es más fácil empezar por el último eslabón de la cadena. A
partir de unas, digamos... crisis, empecé a buscar algunas respuestas a
preguntas un tanto trascendentales.
–Quién lo hubiera dicho de alguien como vos...
–Touché. Entonces ahora me toca a mí preguntar: ¿qué clase de
imagen se supone que da una persona como yo?
–Entonces es mi turno de pedirte que no tomes a mal lo que dije y
aclararte que no das exactamente la imagen de alguien en busca de
respuestas trascendentes.
...Aunque prefiero decirte otra cosa: me parece muy lindo que nos
encontremos en las mismas frases y en las mismas preguntas.

El jugo de las frases repetidas pero con los roles cambiados, lo


animó a avanzar como para no sólo desembocar en un acercamiento
tan directo sino también, ahora sí, para animarse a mirarla
directamente a los ojos.
Como para prolongar un poco más el momento, se dirigió a los
humidificadores y eligió un Puro para cada uno. Los apoyó sobre la
mesa sin decir palabra.

–¿Dónde aprendiste a elegir Puros?


–Seguramente la historia es mucho más larga y complicada que
decir el simple título de un libro...
–Está bien, ganaste. Me di cuenta de que por muchas disciplinas que
abarque para encontrar mis respuestas, finalmente tengo que recurrir al
campo que más fastidio y rechazo me produjo siempre: la religión.
–¿La religión? ¿A qué te refieres?
–Al principio, como todo el mundo, busqué un poco en el
Cristianismo. Pero, sin ánimo de ofender, y espero que no seas
demasiado sensible en esta cuestión... ésa es la religión que menos
respuestas me ofreció siempre. Dogmas, reglamentos, decretos,
prohibiciones, culpas, castigos, principios inaplicables... todos los que
quieras... pero respuestas, nada.
–Si algo no soporto es toda esa burocracia institucionalizada de los
“religiosos profesionales”, como dice un... amigo mío. Así que no
tengas miedo, no me ofendo.
–No sabés cuánto me alegro de que coincidamos en esto. De hecho,
ya había escuchado eso de “religiosos profesionales” y me parece muy
bueno. Te sigo contando... Después seguí el circuito habitual: todas las
religiones de Oriente y Medio Oriente. Desde Meditación hasta Yoga,
pasando por Danzas Derviches, Taoísmo, Budismo Zen, hasta
cuestiones tales como Piramidología, Mantras y muchas otras ramas,
disciplinas y métodos que ni te las menciono porque seguro que
directamente nunca los escuchaste nombrar.
Después, por casualidad, conocí en Buenos Aires –por mi profesión
viajo continuamente– al Director de una Escuela que integra todos
esos estudios entre sí y que, además, los suma con muchos de los que
yo había hecho a nivel oficial.
–Antes me preguntaste qué investigo yo. Aunque parezca extraño,
se me ocurre que eso que nombraste recién... sería el modo más fácil
de resumirlo: yo estudio las casualidades.
–Bienvenido al Club... Somos más de los que parecemos alrededor
de la clave.
Bueno, así es todo más fácil, porque el tema es que el Director de
esa Escuela que conocí por casualidad, me dio ciertas pistas que son
las que estoy siguiendo ahora.
–¿Puedo conocer alguna?
–Por ahora sólo podés conocer... una.

Lucio sonrió nerviosamente, pues le pareció escuchar algo más en la


frase.
–Nada me gustaría más que conocerla.
–Empieza por aquí...

La pausa en el momento exacto le aseguró a Lucio que, en efecto,


había algo más por escuchar.

–Eso que yo busco, no hay sistema o filosofía que pueda dármelo.


Sólo puedo encontrarlo en los Iniciados, que son precisamente quienes
llegaron más allá de todo eso en lo que yo buscaba.
–¿Él Director ese usó esas palabras, los Iniciados?
–Sí, no sé si sabés a quiénes se les dice así, pero el término no es tan
raro. El tema es que me orientó a seguir los rastros de un sabio de
Oriente que en Occidente es prácticamente desconocido, pero que pasó
por todos esos sistemas.
Y aunque me fascine hacerlo, también es un desafío... al punto que,
como ves, me olvide lo que tengo que leer.
–Comprendo muy bien eso de estar entre dos tendencias. Pero aún
no me dijiste qué es Eso que buscas tanto.
Le pareció que Elissa no escuchaba la pregunta. Como si algo la
hubiese distraído y de pronto toda su atención hubiera quedado al
servicio de eso.

–Pensé que el Padre ya no vendría.

Comenzaba a habituarse a sentirse en realidades oníricas estando


despierto. Volcó la copa al girar imantado para ver en la misma
dirección en la que miraba Elissa.
–Como diría mi buen amigo Lucio... ¡no puedo creerlo! Dios nos
cría y la casualidad nos junta.

El abrazo entre Elissa y el recién llegado fue tan estrecho –y podría


decirse, hasta íntimo– que Lucio no pudo verle el rostro hasta que se
separaron. Su incomodidad se transformó en confusión cuando final-
mente quedó frente a Juan.

–¿Estoy despierto?
–Eso no podemos saberlo, pero no creo que en sueños tengas el mal
gusto de derramar una copa de Armagnac.
–Pero ¿ustedes dos se conocen?
–¿Y quién te creés que le enseñó a este joven a pedir Armagnac en
La casa del Habano?
Elissa no sabía si reírse más de la cara de Juan cuando lo nombró
“Padre” al recibirlo o de la cara de Lucio al sentirse descubierto sobre
quién era la “persona especial” con la que había estado ahí.
–¿Cuántas veces te dije que no me llames “Padre”?
–Las mismas menos una de todas las veces que te pregunté por
qué
y no me contestaste.
–La inteligente Elissa que nunca olvida una pregunta, como El
Principito.
–El primer libro que leí en mi vida... y me lo regalaste vos.
–¿Entonces ustedes se conocen desde hace mucho?
–Me lo regaló porque yo ya estaba bastante crecidita y nunca había
tocado un libro. Hará unos ¿diez años?
–Otra vez haciéndote la niña. Hace no menos de quince años. Yo
daba mis primeras clases y vos eras la benjamina del curso. Y ya se
veían esbozos de tu locura incipiente: en pleno furor lacaniano en
París, se te dio por ir a estudiar Psicoanálisis a Buenos Aires.
–Y no me equivoqué: es uno de los pocos lugares del mundo donde
el Psicoanálisis aún existe.
–Psicoanálisis en extinción por culpa de los psicoanalistas
ortodoxos.
–Cuidado, Lucio, va a empezar a darnos clase.
–Tú me hablas de lo que viene y yo todavía no entiendo lo que
pasó.
¿Tú también eres Psicoanalista?
–A todos los turistas les aclaro ni bien nos vemos que yo no soy
específicamente Guía de Turismo. ¿No te acordás cuando te lo dije a
vos?
–Perfectamente... y parece que voy a tener que tomarme muy en
serio cuando alguien dice algo como eso. No se me ocurrió preguntarte
nada porque cuando lo dijiste me acordé de que ya había escuchado
algo muy parecido... dicho precisamente en Buenos Aires cuando
alguien me aclaró que “no solamente es Psicoanalista”.
–El chiste favorito de Juan. Siempre le encanta decir eso porque se
aplica por igual, cambiando la palabra que designa su profesión, se lo
conozca en cualquiera de sus dos facetas.
–¿Cómo que mis dos facetas? Obviamente no tenés idea de la
cantidad de facetas que hay en mí y aún no conocés.
–Esa típica modestia argentina, tan bien conocida y apreciada en
todo el mundo, es lo que tanto extraño estando en París.
–¿Y tú fuiste a Buenos Aires a estudiar Psicoanálisis con Juan?
–Viajé a estudiar Psicoanálisis porque alguien me había dicho que
allí iba a encontrar lo que buscaba... Y encontré al Padre Juan.
–Pero eso es exactamente lo mismo que hice yo este año. Y gracias
a estudiar con él, encontré algo mucho mayor aún que el Psicoanálisis;
estoy aprendiendo la lógica de todas estas casualidades que cada vez
me maravillan más.
¿Y tú, has encontrado en él lo que buscabas? Y de paso te confieso:
yo tampoco soporto que lo llames Padre.
–No veo porque no lo soportás si vos también sos creyente: te
confesás y todo.
–Cuidado, Lucio, va a empezar a darnos Sesión... veo que al menos
como pasatiempo la niña le da algún uso al Psicoanálisis.
–Padre, dedique su benevolencia y caridad a quienes realmente lo
necesitan, Lucio sabe cuidarse bastante bien.
–Se nota que los dos son Psicoanalistas. Son de la misma familia:
hablan igual y no se perdonan una.
–Te confundís. El Padre sí perdona, porque en “su familia” eso es
obligación: “Perdonadores Profesionales.”
–¿Me contestas por favor? ¿Has encontrado en Juan lo que
buscabas?
–Es que yo no tenía ni idea de qué buscaba. Fui porque, aunque
vivía en París con mis padres, cuando mi mamá supo lo que yo quería,
como ella era de Buenos Aires y había estudiado allá, me dio la
dirección y me dijo que ahí iba a encontrar lo que yo buscaba. Mi
teoría es que, en realidad, no me soportaba más y quería unas
vacaciones de mí.
–“No me soportaba más”, “quería unas vacaciones de mí”: no se
sabe si hablás de ella o de vos... Y te aseguro que podría entender
perfecta- mente que no te soportes.
–Touché. Aclarando explícitamente que no sé a qué se refiere eso
que decís entender... debo reconocer que es cierto: yo tampoco me
soportaba más y quería unas vacaciones de mí.
–Dos minutos de conversación, y ya tenés que reconocer que “no
sabés a qué se refiere eso”... exactamente lo que, desde siempre, vengo
diciéndote: vos no encontrás lo que buscás porque no tenés idea de qué
es eso que andás buscando tanto... lo cual, lógicamente hace que no te
soportes por no encontrarlo.
–Océano de Sabiduría Infinita ha hablado... y se tragó todos los
peces: precisamente de eso, de mi búsqueda, estaba por hablar cuando
llegaste a interrumpir... para así creerte luego confirmado en tu
diagnóstico.
–¿Ves?: ibas a hablar de “tu búsqueda”, no de qué buscás en tu
búsqueda. Tú lo has dicho: diagnóstico confirmado.
Y si ibas a hablar de “tu búsqueda” Lucio, debés entonces
agradecerme por interrumpir. Acabás de ser salvado de tomarte un
cóctel de platos voladores, cuevas con pinturas primitivas, toda la
gama de terapias florales, inciensos, mantras, chakras y, por supuesto,
de todas y cada una de las religiones de la historia de la humanidad. Y
puedo asegurarte que el efecto de ese cóctel que la querida Elissa nos
da cada vez que anuncia que va a hablar de “su búsqueda”, es peor que
la mezcla de todos los Armagnacs y Champagnes juntos de París.
–Ése es el problema de los Padres: se creen necesarios para “salvar-
nos”... de las cosas que ellos mismos inventan. De lo que iba a hablarle
a Lucio es de algo que vos ni conocés... aunque sé que para vos eso
suena a imposible.
–Como diría alguien de quien mal no te vendría conocer un poco
pero en serio: “No he sido yo sino tú quien ha dicho eso”.
–Por si el Padre se refiere a Cristo, le recuerdo que hace tiempo
superé la etapa cristiana.
–Exclusivamente a través del cine... única religión a la que seguís
con devoción y fidelidad ejemplares.
–Casualmente te estás olvidando del otro contacto que he debido
padecer gracias a ustedes, los Padres, que lo inventaron para ya desde
la escuela primaria asegurarse hipnotizarnos: el catecismo.
–No quisiera interrumpir, pero por lo que veo Elissa es como el
Principito en cuanto a no olvidar las preguntas que ella hace. Pues en
lo que se refiere a la pregunta que yo le he hecho, cada vez que se la
nombro vuelve a irse de tema.
–Típico complot machista. Ya parecés digno representante argentino
vos también.
–Mientras tanto, seguís sin responderle... ¿O es que te da vergüenza
hablar de tu nuevo delirio delante de mí?
–¿Hoy es Viernes? El domingo deberás tragarte tus palabras con el
vinito que se toman en misa.
Lo que vos llamaste delirio... me lo dio el Director.
–¿El Dire? ¿De verdad? Entonces eso es serio: a escuchar.
–¡Los milagros existen! El Padre Juan va a escucharme... El Dire me
dio la pista de un sabio de Oriente que, aunque aquí no lo conoce
nadie, encontró cuál es la verdadera Puerta de Entrada a la Iniciación y
los Poderes y Mundos Ocultos.
–Esa puerta... se parece mucho al Faro que buscaba mi Nagüelo.
–¿Tu qué?
–Perdóname, Elissa, me ha salido del alma. Mi Nagüelo es mi
abuelo indígena, que también buscaba esa Iniciación, esos Mundos y
sus Poderes Ocultos.
–Lograste sorprenderme. Cuando te vi en el Aeropuerto, pensé que
tal vez serías indígena; pero luego, eras tan tímido que lo descarté... re-
conozco que con molestia; porque de todos los años que hace que
vengo estudiando esto, lo que siempre me pareció más poderoso y
enigmático son las relaciones de Lo Indígena con Lo Oculto, y nunca
había encontrado quien estuviera realmente impregnado de todo ese
Universo.
–Como ya te he dicho... es lindo que nos interesen las mismas
cosas.
–Bien... termino mi Armagnac y me voy. Sé cuándo estoy de más.
–No, Juan, por favor, no se vaya... todavía. Lo busqué toda la tarde
por todos lados y todavía no sé qué pasó con ese llamado que le
hicieron.
–Voy a tener que pensar que ahora sos vos el que se desvía de la
pregunta que la princesita abnegadamente comenzaba a responder.
Pero hablando un poco más en serio, tengo que irme por esa misma
cuestión de hoy a la tarde. Al final era todo un malentendido, como
siempre. Sé que te preocupaste realmente y tenés derecho a enterarte;
pero ahora yo también estoy intrigado con lo que nos va a develar
Elissa.
–No es mucho lo que puedo develar, porque no es fácil seguir la
pista. Vos sabés cómo es el Dire.
–Y vos sabés que aun siendo transparente, dudo mucho que alguien
sepa en realidad cómo es.
–Por lo pronto me dio unas frases que pertenecen a ese Sabio y me
dijo que abren una puerta. Me dio un libro envuelto que sólo puedo
abrir cuando sepa qué puerta abren esas frases. Pero además dijo que
voy a seguir sin saber lo que busco si no develo el enigma que está en
un sobre cerrado adentro del libro. Y agregó su frase favorita cuando
habla conmigo: porque sólo encuentra lo que busca quien se encuentra
a sí mismo. Eso es todo.
–¿Cómo eso es todo? ¿Las frases no las tenés acá?
–Hoy venía acá para leerlas por vez número diez mil y me las
olvidé. Pero, gracias a eso... vi a Lucio cuando entró.
–Está bien... tranquilos, que ya los dejo a solas.
–De todos modos, creo que me las sé de memoria.
–Vos sabés que develar enigmas es la especialidad de la casa, así
que si te animás...
–Son cuatro párrafos, algunos un tanto repetitivos entre sí. En sí
mismas, no me parecen difíciles; se hace difícil al tener que pensar que
abren una puerta. A ver...
“He aquí las Palabras Ocultas:
Quien encontrare la interpretación de Estas Palabras no probará la
muerte.”
“Oíd y entended. No es lo que entra por la boca lo que hace impuro
al hombre; pero lo que sale de la boca, eso es lo que al hombre le hace
impuro.”
“Oídme todos y entended: nada hay fuera del hombre que
entrando en
él pueda mancharle; lo que sale del hombre, eso es lo que mancha al
hombre. El que tenga oídos para oír, que oiga.”
“El Espíritu de la verdad os guiará hacia la verdad completa,
porque no hablará de sí mismo, sino que hablará de lo que oyere y así
os comunicará las cosas venideras.”
–Gracias, Elissa. Ahora sí tengo que irme.
–¿Tan apurado? Juan, ¿de verdad puedo quedarme tranquilo?
–Te agradezco otra vez tu preocupación, pero de verdad fue todo un
malentendido... como siempre. Me buscaban solo para avisarme que
esta noche tengo que presentarme en un ágape de camaradería entre
párrocos de América y Europa. Son esas cosas que tienen que
organizar para justificar haber venido a Francia ‘98.
–¿Y por qué estaba tan enojado Escobar?
–¡El de la escoba! ¿Todavía está dando batalla ese... reverendo?
–¿Tú lo conoces?
–Hace como veinte años... y ya era viejo.
–No lo subestimes, Elissa: es viejo desde que nació. Me parece que
ya está más para jubilación que para jubileos: nunca lo vi como hoy. Y
no me refiero sólo al encuentro de esta tarde; eso, dentro de todo, es
normal. Me refiero a lo que pasó después. Es alguien absolutamente
encerrado, pero siempre fue una persona muy lúcida e inteligente, y en
especial honesta... Dentro de su intransigencia, no tengo dudas de que
sus intenciones siempre fueron buenas.
–¿Por qué dice eso? ¿A qué se refiere, que parece haber logrado
afectarlo?
–Tenés razón, Lucio. Realmente me afecta acordarme de lo que hoy
tuve que presenciar. Ni en nuestras discusiones más encarnizadas
pensé que iba a caer tan bajo. Una cosa es la intransigencia... y otra es
el racismo.
–¿Racismo? ¿a qué te referís? Hace años lo conozco a Escobar y
sabés que lo ridiculicé todas las veces que pude. Bueno, no muchas, a
decir verdad, porque el desgraciado en serio que es inteligente. Pero te
puedo asegurar que si lo hubiera visto racista no me habría
conformado sólo con ridiculizarlo.
–Por eso estoy tan sorprendido como vos, Elissa. Cuando venía para
acá se me acercó a pelear como hace siempre, pero me salió con una
pretendida ironía del orden “respecto de ese joven tan albino, Lucio...”.
–Ah, es eso. No se hagan problema, ya estoy acostumbrado. Hace
mucho aprendí que en cuanto salimos del pueblo, nuestra piel
cobriza es lo primero que llama la atención.
–Sinceramente me alivia mucho que no te duela. Por supuesto que
en cuanto escuché eso lo corté y me fui. Pero estaba como loco, me
siguió por las escaleras a los gritos: “entiendo que prefiera escaparse...
si yo estuviera en su lugar me moriría por ir a esa fiesta de hipócritas
de esta noche”.
–¿Pero no te diste cuenta? Estaba envidioso porque a él no lo
invitaron.
–Elissa, hace años que Escobar no precisa invitaciones para ir
adonde se le antoja ir en la curia. Está mal en serio. Terminó
pretendiendo citar un pasaje bíblico. Y él, que se conoce cada renglón
canónico y apócrifo de memoria, mencionó un párrafo que no existe:
“tendría que tener muy presente Hechos 26,33”... y el único libro con
ese nombre es Hechos de los Apóstoles, cuyo capítulo 26 sólo llega
hasta el versículo
32.
–Si don escoba se equivocó en la Biblia... entonces sí está de última,
pobre viejo. Bueno... después de todo no está tan mal morir en París.
–No tenés cura, Elissa.
–No creas... si algo me sobra es precisamente un cura.
–Bueno, ya que sobro, me voy. Como dije hace un rato, me doy
cuenta cuando estoy de más.
–Juan, por favor, no diga eso. Tómese la copa.
–¿No ves? me pedís que no diga eso, no que no me vaya. Y no me
estás invitando a que tomemos juntos otra copa... sino que me decís
“tómesela”.
Pero de verdad no te hagas problema, después de todo si para Elissa
“París bien vale una muerte” y para Enrique IV “París bien vale una
misa”, Juan puede dejar dicho para la historia que “París bien vale un
ágape... aunque sea entre curas”.
–No te preocupes, Lucio, lo que le van a dar para tomar esta noche
al Padre Juan ni en las mejores bodegas subterráneas de Francia lo
podríamos conseguir.
Pero antes de irte: no dijiste nada de las frases... ¿para qué me las
acordé de memoria?
–Para entrenarte un poco la mente, Elissa, que bastante falta te hace
si esas frases te complican tanto. Me parece que tanta guía turística
recitando siempre los mismos versitos te hizo perder estado.
–Perdón por la competencia, me olvidé que para recitar versitos
están precisamente ustedes. Padre, de verdad ¿ni una ayudita?
–No tengo la menor duda de que Lucio está ansioso por darte toda la
ayuda que precisás.
–Juan...
–Fuera de bromas, Lucio, pienso que vos tenés exactamente toda la
ayuda que Elissa precisa. Sólo basta que le regales un rato de canto.
–¡Juan!
–Me refiero a que le cantes un cantito que vos desde hace años bien
sabés. ¿Pensaste en otro estilo de canciones? ¿Por qué será, no?
–Entendió exactamente lo que trataste de decirle... además de eso
del cantito, que logró intrigarme.
–Mi queridísima Elissa, ya que estás tan interesada por lo que en-
tiende Lucio, vos en retribución podrías incrementar sus dotes de
entendimiento explicándole aquellos secretos que tanto te interesaste
en aprender y develar tiempo atrás respecto... del Tantra, ¿te acordás?
–Perdón, Juan, ¿de qué?
–Sos el peor.
–Realmente todos nos alegramos de este encuentro.

Las tres frases se superpusieron mientras se unían en un triple


abrazo, tan estrecho como el primero, con el agregado del encuentro en
una mirada que, más allá de todas las bromas que pudieran gastarse de
por vida... o tal vez gracias a eso, les mostraba que, pasara lo que
pasara, ese abrazo podría más.
Claro que al irse Juan giró para, con un guiño, remarcar la frase... de
modo que no quedara duda de que hablaba de otra cosa:
–Los dejo... en buenas manos.

Cualquier intento de aclaración o respuesta, era inútil.

–¿Qué es eso del Tantra?


–Primero lo primero: por muy bueno que sea, no creerás que voy a
conformarme con un solo y simple Armagnac. Además, eso es bebida
de hombres... ¿qué champagnes conociste ya?
–Con esto del Armagnac... ahora me doy cuenta de que ninguno.
–Como te dije hoy: ¿a qué viniste a Francia?
–Podría ser... a conocer el Tantra.
–De acuerdo a las inexorables instrucciones del Padre Juan: Señor
Lucio, usted tiene que explicar primero. Y bien vale nuestra primera
botella de verdadero Champagne Francés juntos para preguntarle ¿qué
es eso del cantito que me ayudaría a saber qué puerta abren las frases
del sabio?
–Lo del champagne lo acepto más que gustoso... en especial el
anuncio de que esa será nuestra primera botella juntos; tanto, que para
resol- ver el deshonor de estar hace casi dos horas en La casa del
Habano y no haber aún encendido uno, le agrego nuestro primer Puro
juntos. Pero respecto de lo otro... a veces lo mataría a Juan.
–No te va a ser tan fácil. Hace como veinte años que yo tengo esa
misma ilusión.
–Bueno... después de todo, eso es combate hacia fuera, así que
mejor avancemos.
–Veo que conocés a doñas Esfinges... eso bien vale nuestro primer
brindis con champagne francés.
– Todo lo que estamos viviendo esta noche merece nuestro brindis...
si es el primero.

Elissa propuso un juego que sus padres le enseñaron cuando era


chica y que vio jugar entre ellos cada vez que abrían una botella de
champagne para iniciar un brindis... Y si algo les gustaba, era iniciar
eso.
Para saber si quienes van a brindar con champagne seguirán estando
juntos deben beber con los ojos cerrados y luego decir, al mismo
tiempo, qué color vieron en el primer sorbo. Cuanto más cercanos y
armónicos sean los colores, más seguro es que quienes brindaron
seguirán juntos. Entonces deben usar el resto de la botella para realizar
los planes en común; que sólo se cumplirán... si beben hasta la última
gota.
Si los colores se alejan y no combinan armónicamente entre sí,
entonces deben usar el resto de la botella para descubrir qué los está
separando; y sólo podrán resolver esos problemas... si beben hasta la
última gota.
El estratégicamente elegido “Elysee” de Loire fue testigo de que
ambos dijeron Azul.
–Hace tiempo decidí que empecé a amar a París el día que probé
mi primer champagne. Fue cuando mis padres me dejaron mojar mis
labios en sus copas para participar en uno de sus brindis.
–¿Y eligieron el mismo color?
–Fue la única vez: Blanco. Después... tuvimos todos los otros
brindis para descubrir por qué nos separábamos.
–¿Y lo descubrieron?
–No pudimos... nos separamos.
–Ya que tienes la entrañable virtud de producir risas aún con re-
cuerdos tristes, y que me has confiado un juego de tu infancia... yo te
confiaré el juego del cántico.
En tanto te has interesado en lo indígena, debes saber que así como
en muchas culturas se guardan las Memorias valiosas en Libros
escritos que se conservan y veneran durante los siglos, los indígenas lo
hacemos...

Las burbujas del champagne le resultaron tan sorprendentes como el


escucharse a sí mismo cada vez con más naturalidad nombrarse
abiertamente Indígena.

–Por favor, no te frenes ahora, te sigo.


–Los Indígenas, como todas las Culturas del Inicio, conservamos
nuestras Memorias más valiosas a través de los Cantos que se
transmiten de generación en generación. Y así como hay libros que son
de todos y otros que son diarios personales, hay Cantos que son de
todos y otros personales que sólo se comparten en secreto.
Mi Nagüelo conocía todos los Cantos de los Antepasados, incluso
los más Sagrados, que compusieron los Dioses con Secretos, Claves,
Indicaciones e Instrucciones que pueden transmitirse y compartirse
sólo con unos pocos. Él me dijo que me los cantaba mientras yo
dormía... y que el día que yo supiera entrar a mis sueños, iba a
recordarlos. Hasta ahora, nunca he logrado Eso.
Pero había otros que me los cantaba mientras estaba despierto, en
las situaciones más insólitas. Eran los que él creaba solamente para mí;
y por eso tengo libertad para transmitirlos. Uno de esos Cánticos –que
no quería cantar... y que ahora tampoco voy a hacerlo– es el que
finalmente Juan logró que hoy le haga conocer.
–Cuando Juan quiere algo... siempre lo consigue.
–¿Tú no?
–Yo... quería que me hablaras de todo esto y lo estoy logrando.
Y gracias a eso, la verdad que es muy fuerte ver cómo te
transformás cuando hablás de lo Indígena. Es como si hubiera dos
Lucios: uno, que para esconder lo grandioso que tiene adentro se hace
chiquito; y otro, que muestra cuán chiquito es el anterior y se llena de
una rara mezcla de misterio y seguridad cuando deja de esconderse
mostrando lo Indígena en él... y se hace grandioso.
–Si esta noche no fuera memorable por todo lo otro que nos está
ocurriendo, para mí ya lo sería por lo que acabas de decirme. Nunca
nadie me había hablado así de mí. ¿Así que... según de qué hablo es
como me presento? Hasta en eso el cómo supeditado al qué.
–¿Cómo? ¿Qué?
–Ese estilo de cosas me enseñaba el Nagüelo con los cantos.
–¿Y qué te enseñaron los Cánticos que yo tengo que saber para des-
cifrar cuál es la puerta que está en las frases del sabio?
–Que también hay dos Elissas. Una, totalmente fría, que se ubica
distante de todo. Es la que habla con frases dichas a mil kilómetros por
minuto y que parece no darse cuenta de nada; vive como burlándose de
todo y no le importa nada de lo que ocurre alrededor. Y otra que, de
pronto, demuestra que captó absolutamente todo lo que ocurría
mientras jugaba a que nada de eso le importaba; esa se muestra tan
conecta- da y cercana que, tal vez a pesar de la otra Elissa, es pura
calidez.
–Es imposible no compartir tu moción de memorabilidad para esta
noche a partir de lo que estamos diciendo... Tanto, que propongo llenar
nuestras copas por eso.
–Acepto gustoso. Y cuanto más conozco a la Elissa cálida, más
seguro estoy de que eso que recién te dije, es lo que precisas conocer
del Cántico... porque resuelve un serio problema que la Elissa fría ni
sabe que tiene: el de presentarse como absolutamente impermeable e
impenetrable.
A ninguno de los dos les pasó desapercibida la casualidad de que la
frase coincidiera con las manos rozándose por primera vez, cuando
Lucio llenaba ambas copas.
–Debo reconocer que cuando escuché las frases, igual que Juan
pensé en el Cántico, porque me sorprendió que hablaran
exactamente de lo mismo. No sé quién es el sabio que las dijo,
eso es lo que te tocará descubrir a ti; tú dices que es de Oriente...
pero yo habría pensado que se trataba de las frases de un
Indígena.
–Es asombroso que los Orientales y los Indígenas hablen de lo
mismo, pero no sé qué tiene que ver conmigo. Y no quiero hacerle el
juego a la Elissa fría que se queda afuera de todo.
–Hasta donde entendí, las frases abren una puerta y todo tu avance
depende de ese primer paso.
–La puerta cerrada que el Dire menciona y la impenetrabilidad que
vos mencionás parecen lo mismo. ¿Qué hace Elissa fría para hacerse la
impenetrable, la que nada le interesa?
–Si tuviera claro eso no estaría actuándolo todo el tiempo sin saber
siquiera que lo actúo. Juan siempre me dice que yo juego a que tengo
lo que no tengo y a que no tengo lo que sí tengo... lo cual me fastidia
en extremo.
De hecho, si hace meses que estoy frenada en esas frases, es porque
no tengo la respuesta. El Dire ya ni me contesta, y cuando creo que por
fin voy a recibir una ayuda de Juan, se hace el enigmático yéndose
cuando más lo necesito. Y encima ahora vienen los supermachos de
Argentina desde diez mil kilómetros y me insinúan que ven con
claridad en lo que yo sigo viendo todo cerrado, sintiéndome cada vez
más tonta revolviendo las mismas frases día y noche semanas y
semanas.
–Muchas Gracias, Elissa fría, por su clara demostración.
Exactamente lo que actuaste recién es lo que responde a la pregunta
que te había formulado: Elissa fría habla y habla para decir siempre lo
mismo: “nada de lo que le dicen tiene valor”.
–Touché.
–¿Y qué puerta es la que cierras cuando hablas y hablas y todo lo
que se te puede decir te resulta burlable?
–¿No escucho?
–¿Qué decían las frases?
–¡No puedo creerlo!
–Ya que te has adueñado de mi frase, yo me adueñaré de la tuya: “tu
descubrimiento vale un brindis”. Y aún no encendimos el primer puro.
–Es que no puedo creerlo de verdad. ¿Cómo puede ser que no haya
visto... o más bien escuchado, algo tan obvio?
–Según dijo Juan, algo tiene que ver tu dedicación al tema del
turismo... y aunque se enoje Elissa fría, eso no me parece burlable.
–Es cierto. El insoportable Padre otra vez teniendo razón. Hace
tiempo que siento que con eso del turismo me estoy escapando de algo.
–No deja de ser coherente que para escaparte te dediques a los
viajes,
¿no? Sin tratar de hacerme el Psicoanalista, la pregunta es de qué te
estás escapando.
–Creo que está tan claro como el motivo por el que vos te escapás
de “hacerte el Psicoanalista”... pero –igual que vos– miro para otro
lado. Cuando ya no tuve a mi mamá cerca, no sé por qué, de pronto
dejé de interesarme en mi práctica y mi formación como Psicoanalista.
–Eres mucho más parecida a Juan de lo que supones: los dos
siempre ponen la frase donde a uno menos le gustaría. Tienes razón en
que para mí también mi familia está muy relacionada a lo que pudiera
suceder si yo me interesara en el Psicoanálisis.
–Lo divertido es que nos funciona lo mismo, pero en forma inversa.
A mí la familia me acercó al Psicoanálisis, a vos te aleja... a tal punto
que logra hacerte creer que tu interés todavía es algo que está por
verse: “si yo me interesara”.
–Ahora el Touché soy yo. Es terrible el poder que tiene eso como
para dirigir las frases que uno dice exactamente adonde quiere la
historia.
–No te hagas ilusiones... lo que dirige no es a nuestras frases, sino a
nuestras vidas. Las frases son el lugar adonde podemos enterarnos de
eso y corregir el rumbo.
–Y volvemos a “las frases”.
–Vuelvo a pedirte tu frase prestada: no puedo creerlo. Lo escuchaste
por vos mismo: ¿no ves que no puedo dejar de hablar de “las frases”...
es decir, de lo que me dio el Dire?
–Precisamente ése es el punto, ahí está lo que creo puede
ayudarte:
¿de qué se trata el Psicoanálisis? Creo que si develas Eso, develas la
puerta que abren “las frases”.
–¿Puede ser que el sabio de Oriente enseñe a abrir... La Puerta de La
Escucha? ¿El Sabio de Oriente... está invitando a hacer lo mismo que
in- vita a hacer el Psicoanálisis y que yo aprendí a hacer con el Padre
Juan?
–Exactamente lo mismo que enseña la Sabiduría Indígena: los
secretos que más Poder contienen, son los que se ocultan en La
Palabra.
Abrir las puertas de La Escucha es abrir entonces La Puerta de
Mundos secretos y poderosos.
Los Toltecas –además de ser uno de los nombres claves autobautiza-
dos del Grupo de Iniciados borrachines que se juntaba con mi Nagüelo
a contarse sus secretos de otros mundos– eran una Cultura Indígena
cuyo pilar básico era la Impecabilidad en la Palabra, cosa de la que
depende todo lo que se pueda lograr en este y en cualquier otro mundo.
Y los Q’eros, que se sumaban a ese Grupo siendo los Últimos
Custodios del Saber Inka Original, siempre abrían sus rituales con la
sentencia “Soy lo que Digo”.
–¿Pero entonces, si “El Sabio” es de Oriente ... tengo que entender
que los Sabios Indígenas hablaban de lo mismo que los Sabios de
Oriente?
–Elissa... la Sabiduría es Una. Por Eso todos los que llegan a Ella
hablan de lo mismo. Y lo que descubrió Juan es que el Psicoanálisis es
la puerta de entrada Occidental a esa Sabiduría.
–No puedo creerlo, Touché... y todas las frases del mundo que
puedan asistirme!:
¡Entonces yo busco eso mismo de lo que estoy escapando!...
–Como siempre ocurre, Elissa.
Eso es lo que más aprendí en este tiempo. Aquello que no logramos
que entre en nuestra vida, no entra porque en cada acto lo estamos ex-
pulsando y tratando de matar. Y Occidente se ha especializado en
tratar de matar todo Eso que conduce a aquella Sabiduría. Así lo hizo
con lo indígena, así lo está haciendo con el Psicoanálisis y así lo hizo
con algo más que, según estamos descubriendo Juan y yo, también
bebió esa misma Sabiduría.
Pero sin Juan, ni siquiera me animo a abrir ese tema.
–Además, antes de abrir algo nuevo... hay algo anterior que abrir:
¡El Libro!
Por fin apuesto a estar en condiciones de saber quién es el famoso
Sabio de Oriente. Y me encantaría que esto lo hagamos juntos... y –
debo reconocerlo– también con Juan; mañana mismo, a primera hora.
–Mientras tanto ¿señorita? Elissa... Usted está en deuda conmigo.
–Parece que el señor Lucio también es de los Principitos que jamás
olvidan una pregunta una vez que ha sido formulada.
Lucio acompañó las frases sirviendo lo último que quedaba del
champagne. Elissa tomó de la mesa uno de los Puros de un modo tan
sugestivo y hasta sensual, que inquietó a Lucio. Y desde el Puro,
prolongó la mirada hacia él.
–¿Sabés en qué te metés si querés hablar del Tantra?
–Tan seguro estoy de que no lo sé cómo de que quiero que seas tú
quien me lo explique.
–Vos lo quisiste. Y lo que yo quería era que no olvidaras la
pregunta. Un buen comienzo Tántrico sería que eligieras encender un
Puro.
Cuando Lucio se apuró a tomar también el otro, que había quedado
sobre la mesa, Elissa lo detuvo ofreciéndole el que ella tenía, mientras
le preguntaba con una sonrisa:
–¿Y La Escucha? Yo dije que eligieras encender un Puro, no dos.
El Tantra se inicia cuando dos eligen hacer juntos eso que siempre
habían soñado por separado. Y hay cosas que vos y yo nunca hemos
hecho juntos ...En principio, compartir el mismo puro.
–Escuché: “en principio”.
–Que viva la escucha.
X XVIII

La noche fue tan larga e intensa como las perspectivas que descubre
quien finalmente abre una puerta que por mucho tiempo se encargó de
mantener cerrada.
Elissa despertó primero. Y una vez más, la escucha remite a la ver-
dad: Elissa “despertó”... a todo aquello que se encontrara dentro de su
radio de acción.
Los tambores afro–brasileros impregnaron de pronto el
departamento, haciendo –literalmente– retumbar una música... con la
que muy, muy poca gente en el mundo, debe iniciar su día.
En cuanto Lucio dio señales de escuchar, no sólo el volumen sino el
ritmo, ella agregó la coreografía de un espectáculo unipersonal en el
que vestida con una camisola desabrochada, era simultáneamente
protagonista y público de una danza que tuvo en Lucio efectos más
motivantes que toda la música y el ritmo integrados de África y Brasil
juntos.
Se mostró Innegociablemente dispuesta a hacerle entender a Lucio
que lo Indígena no podía faltar en esa integración: el tercer paso fue no
descansar hasta que el espectáculo tuviera dos protagonistas y ningún
espectador.
La danza mutó poco a poco por capricho de una escenografía... que
para los pasos siguientes exigía, como elemento central, una cama.
Pero cuando la exigencia coreográfica estaba a punto de cumplirse,
algo interfirió en la zambullida de Lucio. En el hueco dejado por Elissa
al levantarse, escondido estratégicamente debajo de las sábanas, había
un paquete
...con forma de libro. Ahora era Elissa la que corría a Lucio por toda la
habitación para impedirle espiar el libro que sólo debía develarse entre
tres.
Ganados por las carcajadas que ahogaban la respiración, ya no
podían seguir corriendo; sólo había lugar para una ducha.
Y la escucha... indica “una”.
Como si fuera parte de su departamento, apenas más lejos que su
cocina estaba el bar en el que Elissa desayunaba todas y cada una de
sus mañanas.
Como Francia había jugado el día anterior en Marsella, los turistas
se habían concentrado lejos de París, lo que le permitía disponer de
toda la jornada.
Invitar a Juan a desayunar y propiciar la apertura del libro los
entusiasmó tanto como la apertura misma.
Que no contestara el teléfono no les quitó la alegría; estaban
dispuestos a insistir con la comunicación cuando llegaran al bar.
Después de todo, ¿cómo saber a qué hora termina una fiesta entre
curas?
Demasiado temprano... a juzgar por la cara de impaciencia con la
que Juan estaba esperándolos y con el pocillo de café ya vaciado.

–Se ve que tuvieron larga noche.


–Supongo que si el Padre recomienda algo es porque lo probó
primero. Entonces sabrá que el primer efecto mágico del Tantra...es
que alarga la noche.
–Lo que menos quisiera es cortarles la alegría con la que se los
ve. Y
si tengo que aclararles esto es porque...
–¿Qué pasó, Juan?
–Nada y todo. El estúpido ayer no fue Escobar... fui yo; hasta que
La
Escucha me despertó.
–Permitinos entonces escuchar a nosotros también. No entendemos
nada.
–Es que ustedes anoche, también tuvieron la oportunidad de
Escuchar... pero no los culpo, obviamente estaban en otra cosa. En el
auto, mientras iba al ágape, cuanto más reverberaban en mi cabeza las
frases de Escobar más difícil se me hacía aceptar lo absurdo de lo que
me había dicho. Hasta que logré escuchar. Entonces todo se acomodó...
y todo se desacomodó, como nunca antes.
Que se hubiera equivocado respecto de la Biblia ya era muy extraño
en sí mismo, pero eso no me indignaba. Lo que no me dejaba
tranquilo, era la frase: “respecto de ese joven tan albino, Lucio”.
Y bien hice en no tranquilizarme. Eso se repetía en mi cabeza... por-
que estaba pidiendo ser Escuchado, pues tenía la clave.
Tal vez era casualidad, pero me pareció escuchar algo más. Y
precisamente, como quizás se trataba de una casualidad, presté
atención a eso.

Si bien la alegría desbordante de Elissa y Lucio se conservaba, con


cada palabra la misma se transformaba en expectativa.
–¿Podía ser accidental que las palabras “albino, Lucio” elegidas por
alguien tan meticuloso como Escobar... fueran tan parecidas a Albino
Luciani?
–¿A quién?
–A Juan Pablo I ¿les suena?
–¿Te referís al Papa que duró tan poco tiempo en el trono?
–Y del que todas las investigaciones posteriores prácticamente de-
mostraron que fue envenenado por el Vaticano, tan aterrado como
horrorizado por los planes revolucionarios que ese hombre
extraordinario tenía para la Iglesia.
–¿De qué está hablando, Juan?
–De lo que yo mismo no podía ni quería aceptar cuando anoche
–como ustedes ahora– empecé a escucharlo. Paré el auto en la
banquina espantado ante la posibilidad de que la clave fuera cierta... y
de inmediato apareció la siguiente ficha del rompecabezas. Recordé a
Escobar diciéndome que él en mi lugar se moriría por ir a esa fiesta...
y ya no me quedaron dudas: en todo eso había otro mensaje.
Me exprimí la memoria tratando de develar a qué pasaje de los
“Hechos” podía estar refiriéndose entonces con el inexistente 26,33.
Pero no fue la memoria, sino otra vez la escucha la que develó la clave
oculta: era una suposición mía que él estaba hablando sólo de la Biblia,
porque “los hechos” de la muerte de Albino Luciani están íntimamente
ligados con el número 26,33.

–¿Cómo?
–Juan Pablo I fue el Papa número 263 y su reinado duró
exactamente 33 días.
–Pero ¿es lo que yo entiendo? ¿Te estaba tratando de decir que si
ibas a esa fiesta...?
–Aunque en el momento ni nos enteramos, el mensaje sobre la
muer- te era tan fuerte y claro que en forma inconsciente se instaló en
cada frase de lo que hablamos a partir de ahí.
–¿En lo que hablamos nosotros?
–Lucio, recordá que Elissa se puso a hacer sus bromas respecto de
morir en París. Y yo le seguí la corriente. Y puse su frase y agregué
una frase mía al lado de la de un muerto, Enrique IV.
–No puedo creerlo.
–Yo tampoco podía hasta recién. Pero ahora que lo veo, no puedo
dejar de verlo: después dije algo respecto de que “ lo que le iban a dar
a tomar a Juan” no se lo consigue ni en las mejores bodegas de
Francia. Y vos decís que las sospechas sobre el Vaticano son de
envenenamiento; es decir, de algo que le dieron a tomar, y que no se
consigue en las bodegas, precisamente.
–Es decir que... si no hubiera sido por la escucha y por aplicar lo que
estamos aprendiendo, ¿usted ahora estaría...?
–Nunca lo sabremos del todo, Lucio. Pero además de la garantía
más segura que conozco en este mundo: La Escucha ...luego hubo una
escena que para mí, fue la más rotunda confirmación.
En cuanto vi, o mejor dicho, en cuanto escuché claramente quién me
estaba esperando en el supuesto ágape, supe que lo mejor que podía
hacer... era ir. Pero iría a hacer lo que debe hacerse: tomar a mi
anfitriona, la Esfinge, como aliada. Disfrazarme de oveja era la
oportunidad de cazar al lobo que estaba de caza.
Puedo dar fe de que aquellos de los que siempre sospeché y con los
que siempre mantuvimos la mayor distancia, de pronto estaban
absolutamente interesados en “compartir este bocadito” y
especialmente en “tomar juntos una copita”.
Valió ir, aunque tan solo fuera para verles las caras cuando les dije
que no sabía por qué había estado todo el día recordando la trágica
muerte de Juan Pablo I y que la pena evidentemente me había
afectado, pues no podía probar bocado.
–Si estuviéramos para bromas, ahora haría una.
–Comparto la intención y la actitud, Elissa.
Pero falta lo más significativo, algo que nunca antes había sucedido
en la escena que se suscitó al volver... y que les juro que jamás
olvidaré.
Pese a que era tarde y a sus costumbres de monje trapense, Escobar
estaba en pie. Cuando me vio llegar se acercó mirándome directamente
a los ojos... No era la mirada de un rival, la de siempre, sino todo lo
contrario: una mirada limpia y conmovida, que yo no sabía que él
fuera capaz de tener. Sin decir palabra se paró frente a mí y me abrazó.
Tampoco era el abrazo de un Padre, sino algo infinitamente superior...
el abrazo de un padre, con minúsculas, de igual a igual. Cuando vio
que estaba por comenzar a hablarle, volvió a mirarme y se retiró,
haciendo un gesto de silencio... que viniendo de él estaba obligado a
interpretar en más de una forma.
El largo silencio en el que se tradujeron la emoción y la conmoción
sólo se vio interrumpido por la sonrisa de Juan cuando se dio cuenta de
que, inconscientemente, Lucio escudriñaba una a una las mesas
vecinas, tranquilizándose al comprobar que ellos tres eran los únicos
en el bar.
Juan volvió a esgrimir su virtud sutil de cortar las situaciones más
densas usando su afilado humor como espada.
–¿Estás tan inquieto por los vecinos de mesa de ayer o porque
querés ver si estamos a solas así cuando yo me vaya pueden continuar
lo que anoche iniciaron?
–Pero Juan, ¿cómo puede en este momento pensar en...?
–No es tan extraño, Lucio... Como descubrió Freud, las dos fuerzas
fundamentales del ser humano siempre aparecen juntas: de hecho, la
misma noche en que a mí me acechó la muerte ustedes se iniciaban en
el Tantra. Muerte y sexualidad van siempre juntas.
–Y si no, que le pregunten a Nixon y a Clinton: una infidelidad–una
guerra–una infidelidad–una guerra... ¿se acuerdan?
–Veo, Elissa, que estás retomado tu forma en cuanto a pensar
psicoanalíticamente... Lo que no veo es adónde se fue otra vez Lucio.
Comprendo –dijo mirándolo a él– que pueda parecerte raro que Elissa
y yo bromeemos con esto, pero vos ya conocés la importancia del
humor ante situaciones límite.
–No es que me haya ido ...o tal vez sí, por el miedo que siento.
Viendo a qué extremos pueden llegar, no paro de pensar en
cuando
fui a buscar los libros a la iglesia y en cómo se puso Escobar. Lo que
más recuerdo es el pánico que sentí cuando me gritó que yo no sabía
en qué me estaba metiendo. En honor a lo que estamos viviendo
juntos, se lo pregunto entonces en forma directa: Juan ¿en qué nos
estamos metiendo?...
–Es mucho lo que aún puedo decirte... porque como vos sabés, por
obra de una casualidad –que casi me termina costando la vida–
tuvimos que interrumpir justo cuando llegábamos a las partes más
importantes.
Pero lo más honesto es aclararte primero que estoy en Francia para
averiguar precisamente eso mismo que vos preguntaste: en qué nos es-
tamos metiendo... los humanos, en este fin de siglo, y especialmente en
este inicio de milenio.
Algo muy fuerte está por ocurrir en la Iglesia y, por ende, en la
humanidad. Todas las profecías así lo indican. Se trata de una terrible
amenaza que finalmente se va a concretar y va a dejar sin salida a la
Iglesia. Yo sé cuál es esa amenaza y –hasta un cierto punto– también
sé por qué, y sé que aunque la gente en general sólo se enterará dentro
de varios años, Francia ’98 es la clave. Lo que no sé, es qué está
preparando la Iglesia ante todo eso...
Por lo pronto, es muy sugestivo lo que está ocurriendo con este
Papa. Es un secreto a voces que el Papa está, hace mucho ya,
peligrosamente enfermo... Peligrosamente para él y por todas las
decisiones que tiene que tomar alguien con su responsabilidad.
Ya que estamos en un bar, y a Lucio tanto le inquietan los potencia-
les vecinos de mesa, ¿cómo decirlo diplomáticamente?, a otros papas
en la historia, con situaciones similares y aun menores... les daban por
finalizado el mandato enviándolos a su tan ansiado encuentro con
Dios.
Todas las profecías dicen que la debacle de la Iglesia se sucederá
luego de la muerte del actual Papa. Profecías de procedencias tan
disímiles como Nostradamus, diferentes Pirámides, la Cultura Maya...
e incluso las realizadas desde la propia Iglesia, anticipan lo mismo.
–¿Desde la iglesia?
–Y en varios casos.
Un ejemplo clave es el de Malaquías: un poco después del 1100
realizó una lista (recién encontrada en 1595) de 111 Papas, a contar
desde 1143... Y que el número sea 111 garantiza que él estaba
siguiendo simbologías Iniciáticas. El tema es que a cada Papa lo
acompañó de un lema que lo caracterizaría... que indefectiblemente se
cumplió, aún siglos más tarde. Un caso muy representativo, es el
número 81, que está designado con la leyenda lilium et rosa, “lirios y
rosas”, frase que siglos después recayó sobre Urbano VIII, cuyo
escudo familiar era un dibujo de lirios y rosas... y, para más detalle,
había nacido en Florencia. Es un caso similar al del número 85, que
decía de flumine magno, que al mismo tiempo significa “del gran río”
y “Vía Láctea”. Éste correspondió a Clemente X, quien de bebé había
sido salvado, precisamente, de las aguas del río Tíber por su nodriza y
cuyo escudo familiar tenía la imagen de la Vía Láctea.
–Si lo que querías era impresionarnos, conmigo ya lo lograste.
–Guardate algo de esa capacidad, Elissa, que lo más impresionante
viene ahora: el número del actual Papa, corresponde al 110... es decir
que, de acuerdo a las profecías –les recuerdo que provenientes de la
Iglesia misma– queda muy poco tiempo de papado.
–Aunque si no entendí mal, hay uno más.
–Más o menos, Lucio. El siguiente presenta la inscripción de gloria
olivae, “de la gloria del olivo”, y si bien eso hace suponer que llevará a
la Iglesia a la gloria... su reinado será efímero como lo es el reverdecer
del olivo.
La lista en realidad termina en el siguiente, el 112. Ése sería el
último
Papa.
Tiene una inscripción que por ahora me reservo, porque es clave y
concluyente, pero también lapidaria, y sólo puede ser comprendida con
datos que ustedes aún no tienen. En conclusión, puede decirse que, en
cierto modo, el último Papa es el actual... y casualmente, no sólo no
“le dan por finalizado” su reinado, sino que lo están manteniendo a
toda costa para mientras tanto hacer todos los arreglos y tomar las
previsiones posibles. Como dicen las malas lenguas: “lo están
conservando en formol”; y lo conservarán todo el tiempo que puedan,
en el estado que sea, se levanten las voces que se levanten en contra.
–Eso es muy fuerte...
–Y muy claro: mientras esté Juan Pablo II, no hay peligro para la
Iglesia. Pero en cuanto él ya no esté...
–¿Finalmente lo va a decir?
–Tenés todo el derecho a saberlo, pero no en un bar de París.
–Si ocurriera que –casualmente, por supuesto– yo también tenga
algún derecho ante los machos de Argentina recordarás que mi
departamento está acá al lado.
–Lo de los derechos no puedo garantizártelo. Lo otro, por supuesto
que lo recuerdo. Y todo esto no fue más que una burda patraña para
lograr ser invitado al departamento más lindo de todo París.
–Lo lograste... como siempre con lo que querés.

Instalados en los sillones blancos del luminoso salón, Juan le


comen- taba a Lucio las circunstancias desopilantes en las que entró
por primera vez en ese departamento, la noche en que Elissa conoció el
Armagnac...
y “por no conocer el secreto indígena del Nagüelo”, sintió sus efectos.
En cuanto ella, desde la cocina, escuchó los detalles que se aprestaba a
dar Juan, decidió apurar su entrada mostrando triunfal una bandeja en
sus manos mientras le gritaba:

–Una sola palabra más y no probarás ni uno de estos legítimos


mates argentinos... que, de todo París, sólo se consiguen en este
departamentito.
–Ah, no eso es más de lo que puedo negociar. ¿Adónde firmo la
rendición incondicional?
–Al finalizar tu declaración pormenorizada sobre el tema del que
vinimos a hablar... única excepción posible por la que podés hacer uso
de la palabra.
–Ante el poder del mate no tengo chances.
¿Desde dónde empezar?... Una vez más, desde la escucha.
Hay un signo clave que emitió Albino Luciani cuando fue elegido
para el papado: por primera vez en la historia de la humanidad un Papa
elegía un nombre doble. Y de acuerdo a los milenarios códigos que se
manejan en la Iglesia, un hecho así es un claro mensaje para quien
sabe escucharlo.
De por sí eso es determinante; pero se potencia porque no se trataba
de una cuestión aislada. La escucha tiene mucho que ver con cierta
historia casi secreta que ocurrió 13 meses antes... y que le anticipó que
iba a ser Papa... y que su muerte sería inminente. Si algo no nos sobra
es tiempo, por eso no podemos hablar hoy del significado oculto de los
números. Pero al menos retengan que es muy importante en su
simbolismo la conjunción de números que ahora van a escuchar: el día
11 del mes 7 del año 1977. Y más importante aún es un nombre que
casual- mente empieza a aparecer en esta historia...
Instalados ahora sobre la alfombra, Elissa miró a Juan mirando
fijamente a Lucio, quien la miró buscando una explicación... que sólo
encontraron al seguir escuchando.
–En Portugal, casualmente vivía una Lucía y casualmente era clave:
sor Lucía Dos Santos, la única sobreviviente de los tres pastorcitos que
en 1917 dijeron ver la aparición de la Virgen en Fátima... Y es muy
significativo que los relatos de Lucía, Jacinta y Francisco, nunca
hicieran hincapié en lo que vieron... sino en lo que escucharon. Dijeron
que la Virgen les dio tres mensajes. Dos son bien conocidos: el
presagio del fin de la Primera Guerra Mundial y el advenimiento de la
Segunda... Pero el tercero sólo podían revelarlo al Vaticano. Hay
muchas versiones acerca de cómo se transmitió ese secreto, pero hay
indicios de que le llegó a Pío XII en 1944 en un sobre cerrado con
instrucciones de que sólo podía ser abierto en 1960.

Ahora las miradas se concentraron sobre el paquete que junto a


Elissa contenía el libro y, especialmente... el sobre, que aún
permanecía sin abrir.
–El sobre siguió cerrado... hasta que en agosto de 1959 Juan X XIII
lo abrió. De acuerdo a los relatos de un testigo, el rostro del Papa y de
los tres cardenales presentes fue de un terror absoluto. Juan X XIII
puso el sobre cerrado en un cajón de su escritorio con la nota
“consigno este mensaje a mis sucesores”.
El sucesor, fue Pablo VI que, fiel a su estilo, jamás realizó un
comentario público al respecto.
La Iglesia dice que no se sabe si Juan Pablo I llegó a leer el mensaje.
Pero Edoardo Luciani, el hermano de Albino, afirma que aquel 11 de
Julio de 1977, el que pocos meses después sería Papa tuvo una
entrevista que sería clave para su futuro... y el del planeta: Luciani se
encontró con Lucía. Y si lo menciono así, es porque la casualidad de
que esos nombres se encuentren y tengan el lugar central de toda esta
historia, está en consonancia directa... con La Historia Más Oculta de
toda la Historia de la Humanidad. Y tendremos que recorrer mucho
para estar apenas en condiciones de mencionarla.
Lucio se estremeció. Por nada del mundo se hubiera permitido
interrumpir el relato justo cuando estaba por fin llegando a las
develaciones centrales... pero escuchar que “Lucía” y “Luciani” eran
nombres claves de la historia, no pudo dejar de asociarlo a su propio
nombre.
Pero más aún se sobrecogió cuando recordó el nombre del personaje
central del sueño a partir del cual había iniciado el viaje que hoy lo
llevaba a estar ahí.
¿Sería esa la historia tan oculta que Juan no se atrevía siquiera a
nombrar?
–Eduardo contó que su hermano había salido descompuesto de
aquella conversación, y que cada vez que aludía a ella se ponía pálido.
En el año de otro mundial de fútbol, 1978, finalmente se cumple lo
que Luciani había escuchado de Lucía: es coronado Papa; y de
inmediato esgrime como primer movimiento el hecho inédito y
extraordinariamente significativo de tomar dos nombres. La única
“explicación” que dio sobre su decisión fue que Juan y Pablo habían
sido sus dos antecesores; de estilos y concepciones completamente
diferentes entre sí y que al elegir ese nombre expresaba su voluntad de
unificar las dos tendencias enfrentadas.
Más que suficiente para quien sepa Escuchar. La pregunta entonces
se impone sola: ¿Cuáles son las dos tendencias enfrentadas de la
Iglesia?

Como si le ofreciera una pausa para su relato, Elissa le alcanzó un


mate a Juan, quien se demoró sorbiéndolo vacío, como si luego de to-
marlo estuviera buscando fuerzas para encarar lo que tenía que decir.

–Y para contestar esa pregunta tenemos que remitirnos a otros dos


nombres que habíamos dejado abandonados... que representan exacta-
mente las mismas dos tendencias que “Juan Pablo”, pero desde el
origen primero de la Iglesia.
–Hace poco me sorprendí cuando usted habló de obispos enfrenta-
dos en la Edad Media, imagine cuánto me sorprende ahora saber que el
enfrentamiento continúa.
–Veamos... y escuchemos.
Ningún Papa puede llamarse Pedro porque ese nombre quedó
reservado para el primer Papa, supuestamente ungido en forma directa
y personal por Cristo. Insisto: supuestamente. Por eso Luciani no pudo
elegir “Pedro Pablo I”. Pero basta conocer la historia de la iglesia... y
ahora por fin lo haremos, para ver que Juan es equivalente a Pedro en
cuanto a lo que simboliza
Y si en la historia de la Iglesia Juan es equivalente a Pedro, entonces
cuando Juan Pablo I declaró que se nombraba así para unir las dos
tendencias... reconoció, para quien sepa escuchar, que Pedro y Pablo
eran dos tendencias separadas y opuestas. ¿Y cuáles son esos dos
bandos
que atraviesan la historia de la Iglesia y llegan hasta nuestros días?: los
mismos que dominan, en forma clara y explícita, todo el mismísimo y
Nuevo Testamento.
Comencemos por recordar lo que la Iglesia acepta sin problemas: el
primer Juan nombrado en la Biblia es Juan el Bautista... primo
hermano de Cristo. Entonces, una de las dos ramas, la de los Juanes,
representa la familia carnal y directa de Cristo.
Ya sabemos que la otra rama es representada por Pablo, es decir:
alguien que jamás conoció a Cristo, jamás tuvo contacto con él y que
luego de perseguir encarnizadamente a sus seguidores... apoya y
argumenta todo su vínculo en apariciones y visiones que hay que
creerle como dogma de fe... y que deforman declaradamente el
mensaje de Cristo.
Y ya estamos ante La Clave, con mayúsculas.
Ese dato es suficiente para comprender todo lo que hay que
comprender... pues como enseña el Psicoanálisis: los problemas que no
se resuelven en la infancia, se arrastran por el resto de la vida... o hasta
que son desocultados.
–Don Padre, aunque sea muy interesante ubicar estas claves, y aun
estando de acuerdo con la premisa del Psicoanálisis, saber que en la
infancia de la Iglesia hubo un enfrentamiento entre los que eran familia
de Cristo y los que no lo eran puede ubicar un conflicto actual en lo
simbólico, pero la verdad... es difícil ver cómo eso que permaneció
oculto puede estar amenazando actualmente a la Iglesia, y más aún, a
toda la humanidad.
–Lucio, Elissa preguntó por el cómo... te escuchamos.
–Sólo encuentra el cómo quien entiende el qué.
–Qué emoción... el Padre, el Hijo y seguro que también la sabiduría
del Espíritu de San Nagüelo de las Pampas dándome una respuesta
que resuelve todos mis problemas.
–Elissa fría, no molestes.
–¿De qué hablan ustedes dos?
–De claves ocultas no resueltas de la triste infancia de Elissa que
ahora amenazan a toda la humanidad, empezando por el padre Juan.
Hablemos seriamente: ¿qué tiene que ver el enfrentamiento de hace
veinte siglos entre familia y supuestos seguidores de Cristo, con los
tiempos presentes? Empezando por lo obvio: la familia de Cristo ya ni
existe.
–Sin duda esa Elissa fría que mencionó Lucio es la encarnación de
todos los males de la humanidad... empezando por el peor: suponer. Tu
suposición final, anula lo perfectamente orientado que iba tu planteo.
–Juan, tratemos entonces de saber qué es eso que sabe orientarse
bien en la pregunta de Elissa; empiezan a hablar entre ustedes dos y
me marean.
–¿Perdido entre dos bandos, tal vez?
–Como diría Elissa, touché.
–Como diría Lucio ¡no puedo creerlo! ¿Podríamos hablar todos un
mismo idioma?
–Bien sabés que eso es lo más difícil de este mundo. Pero no nos
desviemos. Habiendo llegado a la Clave, ahora sólo queda entender
cómo se ordena aquella historia y se traslada hasta nuestros días lo no
resuelto, aún dos mil años atrás.
Ubicado en el origen un enfrentamiento interno entre Pedros y
Pablos, o sea, entre familiares de Cristo por un lado y deformadores de
su mensaje por el otro, pueden comprenderse perfectamente cuestiones
tales como las infantiles y vergonzosas peripecias que la Iglesia trata
de hacer para disimular a los familiares de Cristo que están
mencionados, una y otra vez, en la Biblia.
Según la versión que han impuesto, la imagen de Cristo es la de un
tipo absolutamente solo en el mundo, con un primo al que práctica-
mente no ve más y con una madre lejana en el noventa por ciento de su
vida adulta... es decir, la misma imagen solitaria del Papa.
Sin embargo, la Biblia habla continuamente y sin ambigüedades de
familiares de Cristo que la Iglesia, a toda costa, trata de desconocer: en
principio –y sólo en principio– hermanos.
–No es por defender un bando, pero en catecismo nos decían que no
eran hermanos, sino primos, porque en hebreo se dice igual.
–El viejo truco. Si es que intercambiaban hermano y primo ¿por qué
casualmente a Juan, que en forma explícita es nombrado “primo” de
Jesús, nunca lo nombran indistintamente “hermano”?
–Touché a la Iglesia.
–De paso, negar a los hermanos les abona la historia de María como
Virgen, milagro espectacular... pero que, seguramente por obra del
mismísimo diablo, se olvidan de nombrar dos de los cuatro
evangelistas.
De por sí, era rarísimo que una familia judía tuviera un solo hijo,
porque la descendencia numerosa era como un mandato bíblico.
Entonces, vayamos notando de paso lo raro que sería un judío,
religioso y ya adulto, sin hijos... cuestión clave para lo que nos falta
develar y que desembocará directamente en Francia ‘98. Realmente, en
cuanto se pierde el miedo a encontrarse con los hermanos carnales de
Cristo, enumerados uno por uno en la Biblia, de inmediato se cae en la
cuenta de que, según esas cronologías detalladas, uno de ellos es
casual, precisa y explícitamente... Pedro.
–Eso confirmaría entonces que el nombre Juan, que Albino Luciani
utilizó como reemplazo de Pedro, representa la rama de la familia.
–Algo habrá pasado anoche, no lo dudo, porque realmente estás
recuperando tu forma...
–Lástima que los Padres renuncien a ese método, porque la lucidez
que me da lo que hice anoche, me permite ver que aunque todo encaje
con coherencia, la historia sigue atrasando... unos dos mil añitos.
–Touché a los Padres. Pero como bien sabés, el tiempo es veloz,
Elissa.
–Propongo que no empiecen otra vez el torneo de “lucideces” y si-
gamos.
–Evidentemente, la noche de anoche no sólo sacudió a Elissa.
Lucio hizo una mueca indescifrable.
–Una vez entendida la falla en la infancia de la Iglesia, sólo
precisamos dos datos más... y llegamos a Francia ’98 y especialmente,
al inicio del nuevo milenio.
El primero está en el terreno de las hipótesis y, aunque apoyada por
muchos autores, no es más que una especulación, lógica pero
indemostrable: es muy posible que en la medida que pasaban los años,
el fin del mundo anunciado no llegaba, el juicio final tampoco y la
justicia divina seguía siempre igual de lejos... Pedro –junto a los otros
hermanos de Jesús– hayan encontrado en la versión acuñada por Pablo
una interpretación que en lugar de ubicar que Cristo no tenía razón, les
permitía mantener viva la esperanza: sólo era necesario correr en el
tiempo todo lo prometido, para ubicarlo después de la muerte; y en vez
de hablar de los judíos, hablar de toda la humanidad. La salvación
anunciada por Cristo, sería así posible de mantener más allá de
contingencias seculares. Tal versión, constituiría el único resto
arqueológico que daría algún sustento
a la imagen que se armó de que dos enfrentados manifiestos como
Pedro y Pablo terminen míticamente ubicados del mismo bando.
Sea así o no, lo que importa no perder de vista es que, aunque en el
intento de ganar legitimidad se haya tratado de inventar una fundación
apoyada en Pedro... la Iglesia cristiana está incontestable y declarada-
mente apoyada en los conceptos que venían de Pablo.
–Grandes progresos: con la conmovedora y más que hipotética
teoría conciliadora entre Pablo y Pedro... habremos avanzado unos
cincuenta o cien años en dos milenios
–Es un gusto ver confirmada, gracias a Elissa, la vieja parábola: “el
que no ve por dónde va no sabe cuándo llega a donde va”.
–¿Escuchaste el otro sentido encubierto en la frase? Es mucho mejor
que el que vos intentaste decir.
–¿Cómo sabés cuál de los dos es el que yo... ?
–¡Otra vez!
–Perdón, señor Lucio. Es que aunque Elissa no lo vea, ya estamos
muy cerca: situado el conflicto original, y el hecho de que en tal
conflicto la familia de Cristo fue desplazada por las interpretaciones
personales de Pablo, que son las que cimentaron la Iglesia cristiana
que hoy conocemos, sólo queda preguntarse una sola cosa.
–¿Qué fue de la familia de Cristo?
–Excelente, Lucio. Podrías enseñarle a Elissa.
–Es obvio que tu conflicto triangular básico no está resuelto...
–Juan... ¿qué fue de la familia de Cristo?
X XIX

–Aunque no lo sospeches, acabas de formular una de las preguntas


más comprometidas y comprometedoras de la historia de la
humanidad, cristiana o no cristiana.
Si vimos que era raro que una familia judía tuviera un solo hijo...
mucho más raro aún hubiera sido que no los tuviera. De ser así, tal
rareza hubiese sido consignada explícitamente en la Biblia, como se
hizo, por ejemplo, en casos como los Esenios.
Y de tan raro... sería directamente imposible si ese judío era alguien
importante dentro de la comunidad, porque equivaldría a desobedecer
en forma abierta a Yahvé, pues se estaría contradiciendo en forma
explícita la ley misnaica: Jesús es mencionado en la Biblia como
“Rabí”... y La Ley establece que un hombre soltero no puede serlo.
–¿Estás hablando de lo que yo creo?
–Estoy hablando de lo que ya es tiempo de creer: ¿es posible que
Cristo haya tenido un hijo? Pero a esta pregunta tendenciosamente
habitual, hay que responderle con una pregunta históricamente lógica:
¿es posible que no lo haya tenido?
Casualmente aquí se ubica uno de los temas más comprometidos y
claves del clericato: el celibato. La Iglesia insiste en esa ridícula
posición con un “argumento–estribillo” central: el cura debe ser célibe
para imitar a Cristo, que no se casó. El truco salta a la vista... que los
curas sean célibes es imprescindible para enviar un mensaje continuo
que sitúe eso que la Iglesia, casual e imperiosamente, necesita aclarar:
“Cristo jamás se casó”.
–Está claro: la iglesia, es decir los partidarios de Pablo, negando a la
familia de Cristo... Pero si Cristo hubiera tenido familia y hasta un
hijo,
¿cómo es posible que la Biblia no lo mencione, así como a su esposa,
la madre de ese hijo? Y más aún: ¿por qué no los nombraría?
–Esas son las cuestiones que se suponen de la Biblia... por no
haberla leído.
–Lucio, cuánto tenés que aprender aún.
–¿Quién hablaba de un triángulo? Siendo obvio que a Elissa eso es
casi lo único que le interesa en la vida: es muy sugestivo que en todo el
Nuevo Testamento haya una sola boda.
Y más sugestivo es que casualmente esa boda, que trata de
presentarse como una cuestión meramente social... sea en realidad de
tal trascendencia como para que en ella figure el primer milagro
atribuido a Jesús.
Y más sugestiva y casualmente todavía es que sólo la relata quien
representa la rama de la familia: Juan; es decir, obviamente el único
interesado en que no se oculte qué pasaba con la familia.
Bien, basta leer la “Boda de Caná” para encontrarse con eso que
sólo desde la hipnosis habitual puede ser pasado por alto.
Recordemos que hablamos de Juan, para quien no hubo Madre
Virgen, Reyes Magos ni nada del orden de “superpoderes” en toda la
infancia de Jesús. De hecho, para él en la niñez de Jesús no hubo un
solo hecho digno de ser contado... al punto de iniciar su relato
biográfico cuando Jesús tenía cerca de treinta años.
En ese contexto en el que aún era un don nadie, Cristo va a una
fiesta de casamiento, supuestamente como invitado... o al menos eso
quiere la Iglesia que creamos. Y no sólo lo invitan a él, que aún nada
había demostrado, sino también supuestamente a la madre, con lo cual
habría que pensar que invitaron a don nadie y su mamá. Y resulta que
una invitada cualquiera de la boda, “la mamá de don nadie”... se pone
a resolver la falta de vino en la boda.
Aún en pleno siglo veinte los invitados no se comportan tan in-
formalmente: cuando en una fiesta falta la bebida, los que asumen la
responsabilidad de resolverlo son... los que la organizaron. Entonces,
María procede como anfitriona, y de ningún modo como invitada: le
indica a Cristo –que por ser de la familia, también era por lo menos
anfitrión, no invitado– que resuelva el problema. Y Cristo, sin el más
mínimo rodeo, emprende la resolución de la falta de vino. Insisto: si
hoy en día no ocurriría algo así, mucho menos entre las rígidas
costumbres judaicas de la época; más bien por el contrario, era
cuestión de orgullo para los anfitriones proveer de todo lo necesario a
los invitados, orgullo en el que se jugaba mucho la reputación de la
familia.
–Se entiende perfectamente: en los pueblos, por ejemplo, sigue sien-
do igual.
–Sí, Lucio, pero eso lo único que demuestra es que Jesús era
anfitrión, organizador de la boda y no invitado. De ahí a que fuera él
quien se estaba casando –como el padre Juan parece que quiere que
creamos– hay una larga distancia.
–Sólo la distancia entre la Biblia y los ojos de quien la lee, Elissa: de
inmediato la Biblia dice que el maestro de ceremonias llamó a quien
había servido el vino para felicitarlo por la calidad ¿Y a que no saben
cómo lo nombra?
–No puedo creerlo...
–Explícita y abiertamente, sin ningún tipo de complejos,
encubrimientos ni deformaciones, dice que tal felicitación fue dada...
al novio, o al esposo, según la traducción, lo cual no altera el sentido,
sino que lo confirma.
Y no hace falta que lo creas, Lucio, está en la Biblia, común y
canónica. Y podés leerlo, como cualquiera que acepte el desafío de
salir de la hipnosis y Escuchar.
La alusión a escuchar hizo que Elissa recordara repentinamente las
frases del Sabio de Oriente por fin develadas con Lucio la noche
anterior. Se sorprendió descubriendo que en forma espontánea le surgía
un gesto de cariño hacia él... y más se sorprendió al darse cuenta de
que lo interrumpía por la única razón de sentir vergüenza de hacerlo
ante Juan.
De tan ingenua y adolescente, la situación logró distraer la evidente
concentración que Juan tenía en el relato.
–Hay cosas primitivas que no cambian ni en dos mil años... basta
nombrar una boda para que las mujeres se pongan románticas.
Elissa se sintió tan descubierta que pretendió ir a la cocina a buscar
la yerba... que tenía a su lado, sobre la alfombra.
–Muy gracioso –dijo ya de pie–, pero si el padre se cree tan
perspicaz, hay un detalle que solamente por su condición de ejemplar
de macho argentino puede dejar afuera de la cuestión: si hay boda...
tiene que haber esposa.
–Se ve que Elissa sabe del tema machos, pues precisamente... por el
lugar “oscuro” que le fue dado por la historia, los machistas argentinos
ya debían tener gran poder desde hace dos mil años: en todas las
iglesias del mundo se encuentran imágenes de una mujer con un niño
en brazos y la hipnosis colectiva da por sentado que está frente a la
imagen de la madre de Cristo con Jesús en brazos.
Vale mencionar que en millones de esas imágenes no hay
indicaciones de índole alguna que digan qué se está viendo ni que
especifiquen
que se trata de la madre de Cristo. Y de hecho... si leyendo la Biblia
desde la hipnosis religiosa no se dan por enterados de cuestiones tan
enormes y explícitas como que Cristo es “el esposo” de la boda, cuánto
más pueden acomodar una simple estatuilla sin inscripciones al
imaginario previamente moldeado por la Iglesia.
–Eso es cierto. Como también lo es que seguimos hablando de una
boda que, aun habiendo ocurrido, no sé en qué afecta a nuestros días.
–Demasiado básico: al haberse sentido descubierta en su sensiblería
básica, Elissa ahora se quiere desentender de cómo afecta una boda en
su presente. Pero como diría Freud: una mujer con un niño en brazos
puede estar representando tanto a una madre... como a una esposa; y en
cuanto se disuelve el automatismo de suponer que “imagen de mujer
con niño en brazos” es igual a “Virgen María con Jesús”, se adquiere
cierta libertad de pensamiento que lleva a cuestiones claves.
En todo el mundo (y muy marcadamente en Europa, lo que nos pone
ante Francia ’98) pueden encontrarse imágenes de una mujer con un
niño en brazos... pero ambos de color negro. O nuestros machistas
argentinos, como decíamos, iniciaron un movimiento desde hace dos
mil años para pintar las imágenes de mujeres en las iglesias... o eso es
un mensaje que trata de decir algo: que hay una imagen de mujer con
niño en brazos diferenciada de la tradicional atribuida a la Virgen
María.
–Tiene sentido. Pero como tal vez le hubiera preocupado al Escobar
de anoche: ¿por qué la pintaban de negro?
–¡Lucio, hiciste una broma! No hay duda, anoche hicieron algo que
los sacudió en serio. Grandes progresos.
Ante el rubor evidente de Lucio, Juan prefirió seguir hablando.
–Que sea negra... en la parte más obvia, simboliza una historia ve-
lada: como efectivamente lo es la historia de la esposa de Jesús. Pero
además, casualmente ese símbolo es en extremo coherente con el
personaje que en la Biblia se le armó para disimular a la mujer cuyos
indicios señalan como esposa de Jesús:
Hay una mujer que cumple con todas las señales como para leer que
ahí hay algo más que una supuesta discípula. ¿A quién se le aparece en
primer lugar Cristo después de la Cruz? Ni a sus discípulos, ni a su
madre, ni siquiera a quien supuestamente había designado como apoyo
fundacional de su Iglesia... se le aparece a una mujer. La misma que es
la primera en ver vacía la tumba de Jesús; la misma que lo defendió
ante la incredulidad de los discípulos luego de la Crucifixión; la única
entre todos los discípulos que tiene el privilegio de acompañar a María
al pie de la Cruz, sufriendo descarnadamente; la misma que aparece en
relatos ubicados en diferentes provincias, lo que indica que viajaba con
ellos, cuestión inadmisible si no estaba casada con alguien del grupo; y
no con cualquiera, pues es la misma que es descripta junto a Cristo en
actitud típica e inconfundible de esposa: “sentada a los pies del Señor,
escuchaba su palabra” (de paso, resalto lo de escuchaba). Y
finalmente... la misma que queda evidenciada actuando desde una
relación marital y no de discípula cuando es descripta como la que
“ungió al Señor con ungüento y le enjugó los pies con sus cabellos”. Y
como creo que ya es obvio, podemos nombrarla directamente:
hablamos de María Magdalena o María de Betania, que es la misma
persona.
–¿Pero... no es la acusada de prostituta?
–¿Adónde? ¿Por quién? Vuelvo a sugerirles: lean la Biblia. No hay
un solo renglón donde diga eso. Lo única referencia previa a su
encuentro con Cristo es que era pecadora –como lo dice de muchos
otros y no por eso se les supone prostitución– y que “de ella habían
salido siete demonios”, lo cual describe una Ceremonia Iniciática;
pero aun no conociendo este dato, nada tiene que ver eso con suponer
que estaba hablándose de prostitución. Cuando en la Biblia se habla de
mujeres prostitutas se lo hace explícitamente y se las menciona de ese
modo o como adúlteras, pero jamás como “pecadoras” ni con algo que
siquiera se parezca a eso de los siete demonios. Por supuesto que el
hecho de que la tradición la haya disfrazado de prostituta es coherente
con que la pinte de negro y con un claro intento de que no sea asociada
a la persona de Jesús... el mismo intento que trata de disimular el
hecho de que Leonardo Da Vinci (con todo su recorrido en temas
ocultos), al pintar La Última Cena, haya ubicado a la derecha de
Cristo, lugar en el que se sentaría una esposa según las costumbres de
la época... casualmente a una mujer.
–¿Da Vinci pintó una mujer?
–Con busto y todo. Él, y muchísimos otros pintores... casualmente
europeos, que trataron de conservar estos datos a través de su obra para
las siguiente generaciones.
–Pero ¿por qué habría que ocultar a la esposa?
–Primero, no olvides el enfrentamiento entre familia y supuestos
discípulos posteriores. Pero aunque la haya hecho Elissa, debo
reconocer
que esa pregunta nos lleva al corazón de la historia... de aquel tiempo y
del actual, para tu tranquilidad. Aprovechemos entonces tu primitivo
interés en el tema bodas y permítanme preguntar: si hay un casamiento
y una esposa... ¿qué más puede haber? Las vírgenes negras vuelven a
darnos la clave inicial. Las estatuillas no incluyen sólo a una mujer
negra... también a un hijo en brazos; lo cual indica que eso que trata de
ser velado no es exacta o únicamente la esposa de Jesús... sino el
hecho de que pueda haber un hijo.
–¿Está hablando de un hijo... de Jesús?
–Recordemos que es impensable que un judío adulto de aquella
época no tuviera hijos, menos si era prominente en cuanto a su función
social. En realidad, por la función de Mesías adjudicada a Cristo, no
haber tenido hijos habría sido algo tan llamativo y provocativo... como
que hoy un cura los tuviera; lo cual sería inevitablemente registrado.
Además, Cristo jamás abogó a favor de no tener hijos, y según la
Biblia varios de los discípulos los tenían. De hecho, hay estudios muy
serios que ubican que en la Biblia el hijo de Cristo está rotundamente
consignado, pero de modo tal que sólo sea entendible para quienes
conocen la clave.
Y esa clave... vuelve a ser la escucha.
A esta altura resulta obvio que si se quiso ocultar a la esposa de
Jesús, es lógico que su nombre haya sido alterado. Que la nombren
María de Betania o María Magdalena en forma indistinta ya es un
intento de establecer confusiones. De hecho, la voluntad de ocultar
algo se hace evidente atendiendo al sólo hecho de que Magdalena... no
existe como nombre; no hay entre los hebreos un nombre así y en toda
la Biblia no vuelve a haber otra persona con ese nombre. Y basta que
la escucha detecte ese mecanismo con el que se trata de ocultar a la
esposa de Jesús para que la clave se transforme en pista: ¿hay alguien
más de nombre “sospechoso” relacionado con Cristo en el contexto de
los cuatro Evangelios?
–Encontrar lo que se ha ocultado, siguiendo las huellas que se
dejaron al ocultarlo: no sólo es Psicoanálisis... eso es Indígena. Cuando
íbamos de caza, el Nagüelo decía: “Es con lo que tratan de despistar
con lo que dan la pista”.
–Confirmado: el Nagüelo era freudiano.
Y tal conjunción, no puede entonces más que llevarnos a una res-
puesta contundente y en este caso, es “sí”... hay otro nombre que, tal
como ocurre con Magdalena: no existe como tal, no es un nombre he-
breo, en toda la Biblia nadie más se llama así, no está clara su función
y la tradición le inventó cargos con los que tratar de desprestigiarlo y
dificultar así su asociación con Jesús. Se trata de ...Barrabás.
Y Casualmente, “Barrabás” sigue la misma construcción lingüística
que en la Biblia se usaba para mencionar “hijo de”; por ejemplo,
cuando se habla de Simón Bar Jonás, se está diciendo “Simón, hijo de
Jonás”... Y el sólo hecho de que “bar” remita a “hijo” está diciéndonos
que es eso lo que se trata de ocultar: un hijo...
Faltaba un hijo oculto y casualmente, eso es lo que hemos
encontrado. Y un hijo cuyo nombre del padre se acerca casual y
sospechosamente
al cargo con el que es mencionado Jesús: Rabí. De “Bar Rabí” (hijo del
Rabí) a “Barrabás” hay una distancia lo suficientemente óptima como
para que el hijo pueda ser ocultado y al mismo tiempo señalado.
E igual a como ocurre con Magdalena, cuanto más se lo analiza,
más se confirma que las leyendas se establecieron para ocultar quién
era: la tradición ubica a Barrabás como un ladrón y... por supuesto, la
Biblia no dice eso. Sólo dice que era un “preso notable” y un
“sedicioso”; o sea que el cargo del que se lo acusaba no era robar, sino
haber participado en alguna rebelión.

La luminosidad natural del departamento poco a poco se había


tornado en un extraño plateado que presagiaba la cercanía de la lluvia.

–Lo que sí dicen los Evangelios es que el pueblo eligió conservar a


Barrabás y matar a Cristo cuando Pilatos les dio a elegir a quién
querían liberar... en una supuesta costumbre que, de acuerdo a los
historiadores, jamás existió. Sencillamente, los romanos no hacían eso.
Pero, una vez más, el mito conserva las semillas de la verdad: si
Barrabás era el hijo del Rabí, es decir, de Cristo... es totalmente clara
la simbología de que él sobreviviera a “la muerte” de Cristo.
–Para mí ya es más que suficiente. Tenemos todos los elementos
necesarios para comprender que la lógica, las pistas y las evidencias
indican que hubo casamiento, esposa e hijo.
–Coincido plenamente con Lucio... Pero Lucio coincidirá conmigo
en que eso no hace peligrar al mundo, ni obliga a tomar decisiones
personales y menos aún acerca la historia a nuestros días.
–Me encantaría estar de acuerdo contigo, Elissa, pero creo que tú no
estás viendo el poder de lo que escuchamos. No veo qué tiene que ver
Francia ’98, nosotros y qué es lo que cada humano tendrá que elegir.
Pero lo que sí veo es que si hubo hijo de Cristo... la historia se traslada
hasta nuestros días y, en efecto, el peligro es inminente.
El mediodía gris anunciaba una tarde ideal para hacer... exactamente
lo que estaban haciendo.
Las ruedas de mate fuera del país tienen el sabor de lo
extraordinario. Tomar mate argentino en París es tan exclusivo como
tomar champagne francés en Argentina. Y los tres sabían que lo
extraordinario y lo exclusivo daban el marco perfecto para las
develaciones a las que por fin estaban llegado.
Compartían la paradójica sensación de estar volviendo de un largo
viaje que recién se iniciaba.

–Los indígenas conocemos muy bien eso de que las situaciones no


resueltas en el pasado se trasladan de generación en generación. Y
ojalá lo hubiéramos aprendido del Psicoanálisis: nuestro maestro fue el
sufrimiento.
Muertes y más muertes, tal vez los peores abusos cometidos en la
historia de la humanidad, el robo absoluto de nuestras tierras,
humillaciones inimaginables, la devastación y casi total exterminio de
nuestra raza y nuestra cultura... como la historia que usted nos está
contando, todo eso comenzó muchas generaciones atrás. Los hijos de
los hijos sufren lo no resuelto por los padres de los padres.
–No sé cómo pude no verlo... Si Cristo tuvo un hijo y ese hijo
también tuvo un hijo... no importa cuánto tiempo haya pasado: en
algún lugar de este mundo está la familia real y biológica de Cristo.
Alguien, escondido en algún lugar, conserva en sí mismo la sangre real
de Cristo.
–Lo no resuelto se vale del tiempo para cobrarnos el no haberlo re-
suelto. Y no dudo de que el Nagüelo lo sabía muy bien cuando
impulsaba a Lucio a encontrar el Faro con el que iluminar eso que se
oculta desde hace siglos. Lo que permanece oculto jamás puede ser
resuelto y
tiene todo el poder intacto, que se realimenta precisamente por seguir
oculto. Por eso lo oculto vence al tiempo y tiene el poder de trasladarse
de generación en generación: porque está oculto. Quien no desoculta lo
que le permanece oculto estará sometido a eso de por vida. Pero hablar
de eso que se ocultaba, es desocultarlo. Y desocultarlo es apropiarse de
ese poder, pues sale a la luz lo que tenía de verdaderamente poderoso,
sólo accesible y utilizable gracias a aprender a escuchar.
La Escucha es el Faro que orienta a quienes estamos a la deriva en
el Océano de la Palabra, del que sólo vemos la superficie mientras su
verdadero poder está oculto. Aprender a Escuchar... es aprender a
escuchar lo oculto.
–Eso sí me resulta muy clarificante. El Océano tiene un gran poder
oculto, pero sólo es aprovechable para quien sabe orientarse en él. Re-
cuerdo en mis estudios desenfrenados algo que recién ahora
comprendo: ese es el motivo por el que muchas Culturas Originales
hicieron del Delfín su Animal Sagrado... les enseñó que es la escucha
lo que orienta para aprovechar el poder oculto del Océano; y de todas
las especies animales, casualmente el Delfín es la que mejor se orienta.
–Los Peskeros con Red, que obviamente nunca habían visto uno en
los lagos de montaña donde pescaban... siempre decían que “ los había
guiado un Delfín” cuando volvían de sus expediciones.
Que el Faro del ser humano es La Escucha, cada vez está más claro.
Pero si lo oculto realimenta su poder por estar oculto, y la historia que
estamos desocultando está oculta desde hace por lo menos dos mil
años
¿cuánto poder puede extraer el ser humano si aprende a Escuchar esto?
–Sinceramente, es lo que aún se me hace más difícil ver. Aun
entendiendo la enormidad de lo que desocultamos, no veo qué
consecuencias puede tener el que en algún lugar del mundo esté viva la
sangre real que desciende de Cristo.
–El poder que se puede extraer de las historias ocultas de la
humanidad, como de las historias ocultas de cada uno, depende
exclusivamente de cuánto se aprenda a escuchar eso oculto.
Si al desvío por tus búsquedas desorientadas, no hubieras sumado
tanta pérdida de tiempo con los turistas, seguro lo hubieras descubierto
mucho antes... pero en tu manera de mencionar la cuestión, es la
segunda vez que nombrás algo absolutamente clave de toda esta
historia oculta, sólo develable gracias a la escucha.
Tal vez se deba a haberte impregnado tanto de lo europeo, pero
cuando hablas de que en algún lugar del mundo está escondido quien
tiene la sangre real de Cristo... mencionás el factor que asocia la
historia oculta de Cristo directamente a Francia: hay vestigios en todo
Occidente y medio Oriente de movimientos serios y de un gran poder
en busca de algo que habitualmente nadie sabe qué es, pero que todo el
que lo conoce sabe que está relacionado con algo muy oculto de
Cristo.
Los Cátaros, los Templarios, los Merovingios y desde los albores
del cristianismo la mayoría de las órdenes, movimientos y sectas que
la Iglesia romana se apresuró en decretar como herejías, todas giran
alrededor de eso que se oculta en lo que vos mencionás. Todas
mantienen algo oculto que nombran como extremadamente poderoso
(confirmando, además, que oculto y poderoso son sinónimos) y dicen
que quien des- oculta eso encuentra el poder que atraviesa las
generaciones y vence a la muerte. Todos por igual, nombran eso con
una palabra clave, destinada a ser Escuchada sólo por quien aprendió
que al poder de lo oculto se accede por la escucha.... Esa palabra clave
es “Santo Grial”.
Todas las leyendas que se han creado para, al mismo tiempo, ocultar
y orientar al respecto, están de acuerdo en que se trata de la copa que
Cristo utilizó en la última cena y en la que, por lo tanto, recogió su
sangre para realizar la Comunión. Sangre pura de Cristo: Sangre Real,
Sangreal, San Grial... Santo Grial.
Basta escuchar eso, para estar ante la salida del laberinto.
¿Dónde se conserva la sangre de alguien, “atravesando las
generaciones” y “venciendo a la muerte”? En la descendencia.
Descendencia que contiene la sangre real de Cristo recogida en el
vientre de Magdalena... es decir, en algo en forma de copa. Sangre real
de Cristo recogida en la copa y trasladada a la próxima generación; y
por eso, situada por la leyenda en la Última Cena, es decir cuando
estaba a punto de morir.
–Estoy un poco conmocionado y espero no estar forzando las cosas.
Pero si entiendo bien, el Grial es adonde se mantuvo oculto durante
generaciones lo que se Sabe de la historia de Cristo, y tiene como
símbolo a una copa...Y el lugar adonde se mantuvo oculto el Saber en
la historia Indígena, de generación en generación, es en los Q’eros... y
esa palabra significa, exactamente, “copa”.
–Por lo que veo, no solamente me impresionaste a mí, Lucio...
nunca recuerdo haber visto esa cara en el padre Juan. Y menos aún
recuerdo
haber tenido el privilegio de asistir alguna otra vez a ver que, como
ahora, se haya quedado sin palabras.
–Lo reconozco. Cuanto más lo desocultamos, más lejos muestran
llegar las conexiones. Llegando a cuestiones infinitamente mayores
que las que podía suponer aún en mis especulaciones más optimistas.
–Es cierto; yo también debo admitirlo: todo encaja.
¿Y las leyendas dicen algo de dónde está el Grial?
–¿Por qué creés que lo preguntás vos, Elissa?
–Me parece que voy a tener que preguntármelo mucho más
profundamente. Pero en principio, ni me animo a decir lo que entendí.
Se trata de que el descendiente de Cristo ¿está en París?
–¿Por qué crees que le dicen “la ciudad luz”? ¡Bienvenidos a
Francia
’98!
Exactamente eso es lo que indican todas las leyendas, historias y
documentos de Cristo después de la Cruz. Él emprendió un larguísimo
viaje por Europa que finalizó en la India, en Cachemira. Pero su hijo
había desembarcado en Europa, y después de innumerables peligros se
estableció en Francia. Mientras él estuviera vivo... las dos ramas de la
Iglesia estarían vivas. Y si durante toda la Inquisición, todas las
evangelizaciones y aun en pleno siglo veinte, aquello que la Iglesia
considera un peligro lo elimina –como todo indica que ocurrió por
ejemplo con Juan Pablo I– ...qué no habrá hecho para tratar de eliminar
al hijo que mantenía viva la rama que desde siempre la amenazó. Tales
acechos, por supuesto, son coherentes con las leyendas de los
Templarios y todas las asociaciones de Caballeros de la Orden del
Grial, creadas exclusivamente para mantenerlo a buen resguardo... es
decir: Oculto y Poderoso.
–Muchas cosas se han aclarado, pero me parece que las más
importantes aún están ocultas: ¿por qué este año coincidente con el
mundial es tan importante? ¿Qué significa eso de que la humanidad
pronto va a tener que tomar una decisión? Y algo más ¿qué tenemos
que ver nosotros en todo esto?
–Lucio, el nuevo Principito que jamás olvida una pregunta.
–Bien decís, Elissa: todas esas preguntas son “una” pregunta. Y esa
es la pregunta a la que, por ahora, sólo puedo darle respuestas
limitadas.
El hijo de Cristo está en Francia, la atención del mundo está en
Francia, estamos en el fin de un milenio y todas las profecías indican
que en el inicio del próximo, algo muy serio ocurrirá en la Iglesia,
especialmente luego de la muerte del actual Papa... y de cómo
reaccione la humanidad ante lo que va a suceder en este acto inicial,
depende el Tercer Milenio que tendrá la humanidad.
Como ocurrió en la historia de la Iglesia y como siempre ocurre en
todas las historias: el futuro se determina en la infancia. En la infancia
de este Tercer Milenio la humanidad se juega su futuro.
–Si no entiendo mal, todo se iniciará con algo que sucederá en la
Iglesia, ¿hasta dónde se sabe en qué consistirá eso?
–Estamos aquí para averiguarlo, Lucio.
Por lo pronto; hay un nuevo indicio que, de tan significativo, es
espectacular para quien conoce la conjunción y la historia que en eso
se juega: el 13 de Mayo de 2000, día de la Virgen de Fátima, se
beatificará a los dos pastorcitos... y es el día en que casualmente
concluirá el primer Stellium del Milenio.
–Justo ahora se le da por hablar en latín... Padre, ¿podría dar la misa
en nuestro idioma? La Iglesia lo ha autorizado hace varias décadas.
–Y tal vez por no mucho tiempo más; pero ya que para Elissa es tan
importante lo que autoriza la Iglesia. El Stellium es la alineación casi
perfecta de siete planetas con el Sol, hecho del mundo astrológico que
indica el nacimiento de un nuevo ciclo espiritual, de una importancia
decisiva en la historia de la humanidad. Importancia que se vuelve
escalofriante cuando se advierte el primer indicio de lo relacionada que
está con el tema: una confluencia parcial de esa misma conjunción
planetaria se produjo... hace unos dos mil años.
–¿Entiendo bien? ¿...En el nacimiento de Cristo?
–Justo, armónica y exactamente, Lucio. Pero esa fue una unión de
“solamente” dos planetas... y, en efecto, comenzó un nuevo ciclo
espiritual para la humanidad.
Ahora... hablamos del Sol alineándose con siete planetas. Y como
dos de ellos fueron los mismos que estaban en el nacimiento de Cristo,
eso indica que el ciclo que se iniciará con tal Stellium tiene relación
directa con aquel hecho. Pero si ahora los planetas en juego son más
del triple... será al menos tres veces más poderoso que entonces.
–Si “entonces” tuvo el poder suficiente como para dividir la historia
de la humanidad en antes y después de eso ¿qué podría ser más
poderoso?
–Es lo que estaba por explicar, Elissa, hasta que casualmente me
interrumpiste. Ya que ahora parecés más interesada en la historia y el
presente de la humanidad que en el idioma en que se da la misa –aun-
que debo reconocer que ambas cuestiones están y estarán
insospechadamente relacionadas– aprovecho entonces para retomar... y
prepárense para más sorpresas.
El 13 de Mayo de 2000 es la fecha clave profetizada en que se inicia
un gran cambio en la humanidad... y el Papa, casualmente, la anunció
como el día de develación del Tercer Secreto de la Virgen de Fátima.
Esa fecha se encuentra a tres meses del último eclipse de sol del
milenio, el del 11 de Agosto... que según Nostradamus será “la
advertencia final”. Cuestión coherente con que casualmente Malaquías
haya designado al que ahora es Juan Pablo II como el Papa “del eclipse
del sol”.
–Es demasiado grandioso... y no quisiera perder de vista la cuestión
que me parece entender: anunciar el tercer secreto ¿implica al Papa en
persona admitiendo una “advertencia final”, alertando de algo que
podría destruirlo?
–Sólo para quien sepa escucharlo, Elissa. El secreto, en realidad,
hace tiempo que es un “secreto a voces”, conocido en muchos
ámbitos... y no sólo de la Iglesia: describe una escena horrorosa donde
el Papa, tembloroso y abatido, atraviesa una ciudad en ruinas llegando
a la cima de un monte donde es muerto por un grupo de soldados que
le disparan varios tiros de arma de fuego y flechas. Junto a él mueren
unos tras otros los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y
diversas personas seglares.
–Ciertamente es muy duro, una foto del futuro que muestra la
destrucción del papado y de todas las jerarquías de la Iglesia. ¿Por qué
decís entonces que sólo es una “admisión” para quien sabe escucharlo?
–Cuán ingenua eres todavía, Elissa. Aún a dos años del hecho, ya es
vox populi en la Iglesia lo que el Papa va a revelar: dirá simplemente
que el tercer secreto era el aviso del atentado que el 13 de Mayo de
1981 se cometió contra el Papa... Y con lo que estamos desocultando,
ya es una Revelación en sí misma la casualidad de la fecha.
–Pero esa vox, por muy populi que sea, no puede siquiera pensarse.
Sería una burla, una subestimación a la inteligencia de la humanidad
pretender que creamos que si el secreto anunciaba eso, lo darían a
conocer casi veinte años después de ocurrido el hecho que lo confirmó.
¿Por qué esconderlo tanto tiempo si no se tratara de un anuncio
amenazante sobre del futuro?
–Ya que de pronto te has vuelto tan seria, podés pensar si eso que
estás diciendo no describe lo que han hecho casi de forma unánime
las “explicaciones” de la Iglesia sobre los temas más importantes de la
humanidad.
“Cuanto más increíble, más querrán creerlo” es una filosofía que
viene comprobándose desde el origen mismo de toda religión.
Sumémosle a eso, que la Iglesia pronto aprendió que la mejor
estrategia para neutralizar al enemigo es sumarlo al propio bando.
–No veo la relación entre ambas cuestiones.
–¿Será porque se trata de una estrategia que pone del mismo lado a
dos bandos enfrentados, Lucio?
–Ya te están tomando el tiempo, Lucio, como la iglesia se lo tomó a
la humanidad:
Si todo indica que el tercer secreto apunta a revelar la caída del
papa- do, es coherente con el proceder de la Iglesia que use ese mismo
mensaje para tratar de darse más fuerza... pretendiendo que la Virgen
mismísima se ocupa de los Papas previendo el atentado a uno de ellos.
De este modo, no queda debilitada por su revelación y con lo similar
estará tratando de curar lo similar: el mensaje que amenaza, en lugar
de un secreto codiciado sobre el futuro sería una tan contundente como
inofensiva confirmación de un hecho del pasado. Pero basta escuchar
que aun con todo el disfraz que le ponen, el tercer secreto no podrá
dejar de hablar de una amenaza a “la vida del Papa” para darse cuenta
de que habla exactamente de eso.
–Es con lo que tratan de despistar con lo que dan la pista.
–¿Ves que los recuerdos de Lucio resuelven tus enigmas? Aun
cuando sólo tenemos indicios y deducciones, está muy claro. De
hecho, cuando le conté a Lucio la historia del Sedevacantismo...
–¿Del qué?
–Sede Vacante, los que consideran que el trono legítimo de la Iglesia
está vacante... Cuánto tienes que aprender aun, Elissa.
–Gol de Lucio. Este mundial está cada vez más interesante: uno a
uno, con devolución de gentileza.
–¿Qué pasó cuando me contó eso?
–Pudiste ver que, tras su aparente hegemonía, la Iglesia está muy
dividida... como lo estuvo siempre. Una de las facciones, que aun sin
ser sedevacantista incondicionalmente acuerda en que el trono legítimo
está vacante, es el ala ultraconservadora de la Iglesia... que
casualmente, está en Francia. Es la que en su momento mostró una
cabeza visible en Monseñor Lefebvre. Y vale decirlo: ¿Qué poder tan
extraño esconde, que en 1977 se permitió desafiar y despreciar
abiertamente al Vaticano y a Pablo VI... y salir indemne? ¿Conoce
“algo” que lo hace intocable porque podría decirlo? Ahí tenemos una
muestra del estado de cosas en la Iglesia: facciones enfrentadas entre
sí... pero todas de acuerdo en enfrentar al Papa y al Vaticano. Y cada
vez que en la historia de la humanidad ocurrió algo similar en los
diferentes poderes, terminaron sucediendo grandes cambios... la
mayoría de las veces, trágicos.
–Si Lucio el avanzado me lo permite, ¿qué clase de cambio
podría ser?
–¿No querrás que entre en una situación triangular, no? Y ahora que
escucho lo que estamos diciendo, casualmente el chiste ubicó la
respuesta a tu pregunta: se trata de una situación triangular.
El cristianismo desde siempre acuñó la historia de que Jesús
volvería algún día. Y para quien accede a esta historia oculta, es obvio
que ese retorno no consiste en Cristo montado en una nube... sino en la
aparición “simple” y concreta de su descendiente: su hijo, que integre
en sí mismo los dos bandos históricos, conservando tanto la sangre
como el mensaje de Cristo.
Pero las profecías, por ejemplo en el Apocalipsis, cuentan que sólo
se producirá esa vuelta cuando sea desenmascarado y vencido el
Anticristo... Es decir que si Cristo está por “volver”, la humanidad en
este momento está entre Cristo y el Anticristo.
En algún lugar está escondido el hijo de Cristo esperando el
momento señalado para darse a conocer. Faltaban cumplir algunas
condiciones profetizadas... que fueron cumpliéndose una a una.
–No supondrás que no te preguntaremos cuáles, ¿no?
–Eres tan predecible, querida, que lo dije así para que me lo
preguntes.
Además de ciertas guerras que ya sucedieron, la más interesante y
sumamente central de todas las Profecías parecía imposible de
cumplirse... y ya ocurrió: la formación de una alianza entre toda
Europa. En 1995 se crearon Los Estados Unidos de Europa, esto es
fundamental, porque si apareciera el hijo de Cristo deberá hacerlo
como el Rey de Reyes y para eso, todas las monarquías deberían
aceptarlo en forma unificada.
Luego, la última profecía que falta cumplirse, es sólo cuestión de
tiempo: la muerte del actual Papa.
Después viene de gloria olivae, el Papa que parecerá que lleva la
Iglesia a un gloria... que será tan efímera como él, que enfrentará
cada vez más divisiones de lo que parecía una iglesia
aglutinándose alrededor de una figura carismática como lo es el
Papa actual.
Y entonces sí: el último Papa, el 112... Cuya frase signada por Mala-
quías, hasta hace poco no hubieran entendido y ahora se hace
transparente. Significativamente, es mucho más larga que las
anteriores, lo que ya de por sí indica que es mucho lo que va a suceder.
–Lo predecible que soy, me ahorrará que tenga que preguntártela,
¿no?
–Tan predecible como para ustedes ya tiene que resultar el contenido
de esa profecía: “En la última persecución de la Santa Iglesia romana
el solio será ocupado por Pedro Romano”.
–Es cierto que eso ahora es claro gracias a lo que nos contó.
–Pero lo peor está después, Lucio: “Pedro Romano, quien
apacentará sus ovejas en medio de enormes tribulaciones, pasadas las
cuales la ciudad de las siete colinas será destruida y el juez tremendo
juzgará al pueblo.”
Por muy terrorífico que sea, creo que ya pueden verlo:
¿Qué pasaría si a un tiempo de la muerte Juan Pablo II se diera a
conocer al mundo el hijo de Cristo? ¿Qué pasaría si reclamara su
legítimo derecho a ocupar el Trono de aquel que tiene como misión
conservar y transmitir el Mensaje y la Enseñanza de Cristo? ¿Qué
pasaría si, luego de que se lo acusara de ser el Anticristo, él demostrara
que quien viene engañando a la humanidad sobre la verdadera
enseñanza de Cristo y desde hace veinte siglos es la Iglesia? ¿Qué
pasaría si él pudiera demostrar que la Iglesia es el Anticristo?
Pase lo que pase... muchas cosas cambiarán en el mundo.
XXX

–Ahora sí empiezo a verlo... y quiero ver más. Lo que no veo es qué


tendría que decidir la humanidad y qué relación tenemos nosotros en
esto.
–Estamos llegando al borde de lo que puedo responder, Lucio. Res-
pecto de qué tendría que decidir la humanidad... es sobre lo que ahora
tengo más dudas. Siempre pensé que la decisión que la humanidad iba
a tener que tomar sería elegir entre los dos Papas.
–¿Entre dos Papas? Sería la primera vez en la historia.
–Más o menos, Elissa, no creas. Aunque en la actualidad eso no sea
muy conocido, muchas veces en la historia hubo Papas y Antipapas y,
en cierto modo, los creyentes tenían que elegir de qué lado se ponían.
–Pero usted dijo que la decisión a tomar ahora afectaría tanto a
creyentes como a no creyentes.
–No es muy difícil entender que una humanidad sin Iglesia católica
–lo cual no debe confundirse con sin las enseñanzas de Cristo– o con
una Iglesia completamente diferente, afectaría al sistema mundial y no
sólo a las religiones. Pensar lo contrario sería como suponer que si
mañana se acabaran los sistemas presidenciales, los únicos afectados
serían los afiliados a los partidos políticos. La Iglesia no afecta sólo a
los religiosos, está presente en las negociaciones, en los tratados de
guerra y paz, en apoyos que inciden en quién llega al gobierno y qué
decisiones toma cada uno de esos gobiernos. Por ejemplo, uno que por
seguir a la Iglesia no acepta el aborto o la eutanasia emite leyes que
deciden sobre lo que pueden y no pueden hacer todos los habitantes
del país, no sólo los católicos. Y finalmente... les recuerdo que la
profecía de Malaquías habla del “pueblo” y no solamente del “pueblo
de la Iglesia”.
–Tal vez resulte gracioso. Ahora me resulta claro por qué afectará a
toda la humanidad, pero lo que ahora no veo es por qué dice que tiene
dudas al respecto...
–Un consejito desde la experiencia, Lucio: nunca intentes entender
los circuitos que sigue Juan; vas a terminar irremediablemente
encerrado en un laberinto... del que sólo podrás salir hablando con él.
–Reducido a esta duda en particular y, aunque lo haya dicho, Elissa,
debo reconocer que esta vez es así. Más allá de toda broma, lo que
ocurrió anoche y más aun cómo dejé entrar la casualidad negativa
justo cuando iba a contarte las partes fundamentales de la historia, me
muestran que hay cuestiones ocultas en mí que aún no logré develar. Y
obviamente, eso que permanece oculto no me deja ver las decisiones
que hay que tomar en el presente. Y algo más, que remite a tu segunda
pregunta y quiero hablarlo con ustedes para lograr que salga de lo
oculto... especialmente, para no tener que seguir dándole la razón a
Elissa.
–¿No estábamos más allá de toda broma?
–Es que no es una...

La frase fue interrumpida por el timbre. Y que sonara justo cuando


se había mencionado la noche anterior y lo no resuelto, constituía una
casualidad que Juan no estaba dispuesto a pasar por alto. Elissa y
Lucio tampoco. Aunque los tres trataran de disimular eso que los tres
sabían que sabían.

–Elissa, voy a ir yo.


–No Juan, prefiero...
–Elissa, vamos a ir Juan y yo.

Por más amable que hubiese sonado el gesto, fue tan innegociable
que cuando Elissa quiso reaccionar ya estaban los dos en el palier.
Cada minuto de espera representaba, literalmente, una vida para Elissa.
Se dio cuenta de que estaba dispuesta a enfrentar lo que fuera. Y
darse cuenta de eso, le hizo ver algo más: cuánto quería a esos dos por
lo que podía enfrentarlo todo.
Con expresión hermética entraron en silencio.

–No puedo creerlo.


–Elissa, has logrado algo que nunca pensé que alcanzarías: acabás
de superar tu propio récord de ingenuidad... ¿Qué se supone que ibas a
hacer escondida detrás de la puerta y con un florerito en la mano si los
que venían eran “los malos”?

El abrazo entre los tres fue tan efusivo que del impulso terminaron
tirados sobre un sillón, posición que Juan y Lucio supieron aprovechar
para pasarse entre ellos el paquete traído por el cartero, que había
salido espantado ante la cara de combate a muerte con la que fue
recibido.
–Puede ser algo importante, ¿la terminan?
–Puede ser una bomba, la estamos probando...
–Bueno, aquí lo tienes. Pero solamente por lo que me has enseñado
sobre el Tantra... y que supongo me seguirás enseñando esta noche...
–Complot romántico sensiblero e inaceptable.
–Semejante grandulón... y encima Padre. ¿Cuándo vas a crecer,
Juan?
–dijo Elissa leyendo el remitente–. Paren un poco, es de Argentina...
¡El Dire! ¿Con qué se saldrá esta vez?

Su rostro decía que ella no podía decir. Petrificada, le pasó el


paquete a Juan... quien al leer la etiqueta, sólo pudo emitir una frase
que, pese a la tensión, esbozó una sonrisa en los tres:

–No puedo creerlo: “Francia ‘98”. ¿Tenés idea de qué es esto?


Además de la casualidad más perfecta que podría ocurrirnos.
–El Dire me manda grabaciones de esas clases impresionantes que
da, cuando piensa que los temas me van a servir...
–Justo en el momento en que ya sabemos por qué París es tan
importante y precisamos más datos sobre por qué Francia ‘98 y el
cambio de milenio tiene tan movilizada a la Iglesia...
–Y justo cuando había decidido hablar con ustedes para que surja lo
oculto y develar qué hay en mí que entramé la casualidad negativa...
La enseñanza de tu Nagüelo sigue mostrando su eficacia: dirígete al
qué y aparecerá el cómo.
–Esto merece un festejo. Son como las dos de la tarde... y además de
estar verde de tanto mate, estoy muerta de hambre. ¿Vamos a comprar
comida y escuchamos los cassettes mientras almorzamos?
–Después del champagne que me hiciste probar anoche, supongo
que querrás decir comprar comida... y bebida.
–Amén.
La comida rotisada sólo aceptaba compartir la mesa con un
bourgogne.
Como si fueran a escuchar la más afinada sinfonía, todo estaba
permitido menos hacer ruido.
La Reunión de hoy podría tener título:
“Francia ‘98 contiene las Claves de la Iniciación”.
Es difícil que alguien suponga las inmensas claves que, al mismo
tiempo, se ocultan y develan en Francia ’98, pero el tema es
determinante, por eso abro con él este nuevo ciclo del Seminario.
Cuando preparaba esta clase, juro por mi honor que por obra
absoluta de la casualidad, mientras hacía una consulta en mi
biblioteca, un antiguo libro se cayó misteriosamente abierto en una
página con una foto que remitía directamente a Francia ‘98...
Hace centenares de años ocurrió una historia que, en gran parte, se
mantuvo oculta. Pero como enseña Freud, lo oculto se mantiene de
generación en generación y gracias a eso se conservaron los
suficientes indicios como para conocer los pilares de lo que ocurrió y
develarlo.
Pronto comprenderán que no es porque se cayera un libro que
ahora tengan que soportar que les hable de historia: el episodio se
conecta de manera estremecedora con al menos tres hechos de
actualidad. Uno podrán advertirlo fácilmente si les digo que la
historia transcurre justo donde están las claves de la iniciación: en
Francia ‘98... En Francia 1198.

Las tres miradas convergieron de inmediato sobre el grabador. Sin


necesidad siquiera de romper el silencio, el mensaje estaba claro:
rebobinar para cerciorarse de las últimas frases escuchadas.

Ese año, exactamente ocho siglos atrás, asumía Inocencio III, uno
de los Papas más preparados en la historia de la Iglesia. Trató de
mantener la supremacía del pontificado con el mayor vigor a fuerza de
empresas como la tercera y cuarta Cruzada, que terminaron con la
conquista de Constantinopla. Su interés por el poder era tal que, como
símbolo, le agregó un tercer piso a la tiara papal. Era muy culto para
la época, había estudiado en las mejores universidades de Europa,
como París y Bologna... Y sin haber sido jamás sacerdote, a la
significativa edad de 37 años, fue nombrado Papa.
Felipe II, rey de Francia, uno de los monarcas más poderosos de
toda la Edad Media, protagonizó uno de los episodios más extraños de
la relación entre la nobleza y el papado. Felipe (Augusto) se había
casado con Ingerburga, hermana de Canuto VI, rey de Dinamarca.
Pero al poco tiempo de casados la repudia. Como no era algo tan
extraño en la nobleza, el rey daba por seguro obtener el divorcio
considerando, además, que Felipe II había
“colaborado” con la Iglesia persiguiendo implacablemente a los
judíos o acompañando a Ricardo Corazón de León en la tercera
Cruzada.
Acá la historia entre el rey y el Papa comienza a tomar un tinte
cada vez más oculto. Pese a sus antecedentes meritorios para con la
Iglesia, y a que Felipe II se lo conoció también como “Felipe el
obstinado” (lo que ya da toda una descripción que muestra que no
renunciaba fácilmente a lo que quería), Inocencio III le niega el
divorcio.
¿Qué pudo tener el poder suficiente como para negarle el pedido a
un rey tan poderoso, a riesgo de enfrentar a la Iglesia con la nobleza?
El enigma se agiganta si se tiene en cuenta que en ese momento la
Iglesia quería a toda costa restarle poder a la monarquía, a punto tal
de que Inocencio III había decidido hacer valer su derecho de
examinar a quienes aspiraban a la nobleza; por ende, las relaciones
no eran óptimas como para agregarles una pulseada inútil. Cuestiones
mucho más difíciles se resolvían por caminos más diplomáticos que
los de la oposición.
Toda clase de especulaciones e interpretaciones pueden encontrarse
acerca de por qué un Papa interesado en el poder de la Iglesia, en
algo tan mínimo como un divorcio prefiere ponerse en contra al
representante más poderoso de la monarquía y favorecer a Ingeburga,
que aborrecía la deshonra del divorcio y de ser abandonada.
En quien envió dos Cruzadas de las más terribles, y que llegaron a
enfrentar durante siglos a la Iglesia con Turquía, es absurdo suponer
que se trataba de un acto de bondad y justicia o de un interés celestial
por mantener unida a la familia. Pero tal como enseña el
Psicoanálisis, de todas las posibilidades la que permanece más oculta
suele ser la que remite a la verdad...

Lucio y Elissa miraron con el mismo espíritu combativo que


instantes atrás había sido dirigido al cartero. Juan había osado detener
la grabación:

–Recién ahora lo asocio, pero casualmente la época es muy cercana


a la de Malaquías. ¿Seguro que ya se habían dado cuenta, no?
–Vale, y estás perdonado, pero sigamos.
Aclaro que no hay “ historia oficial” de lo que les voy a contar.
Sólo piezas de un rompecabezas que, armado, adquiere mucho más
sentido que
las inaceptables especulaciones históricas y teológicas que tratan de
explicar lo inexplicable.
Como les decía, pese a todos los pronósticos, y aunque su poder
quedaba amenazado ante Felipe II, el Papa terminó favoreciendo a
Ingeburga.
¿O es posible pensar que si eligió esa solución fue porque su poder
que- daba mucho más jaqueado si se oponía a la débil princesa?
¿Algo podía tener el poder suficiente para doblegar al mismo tiempo
al Papa y al rey de Francia?... Casualmente, sí.
La lámina que tienen ante ustedes es la ampliación de la foto del
libro que les mencionaba. Les leo la inscripción: “Miniatura del
salterio perteneciente a la reina Ingeburga de Francia. Siglo XIII”.
Como pueden ver, una pequeña pintura, nada especial por otra
parte, muestra a Cristo luego de la Cruz, recostado y semienvuelto en
un lienzo, asistido por seis personas y un ángel. El cuerpo presenta
dos heridas, una en la mano derecha y la otra en el costado del mismo
lado.
¿Por qué una pintura tan primaria –estéticamente hablando– sobre-
vivió a los siglos y hasta figura en los libros de historia general de
Europa?
¿Qué tiene de particular como para estar incluida en el Cantoral de
salmos de una reina? ¿Y por qué no tiene firma ni se menciona al
pintor?
¿Pueden tener relación entre sí los aspectos enigmáticos de la
historia con los aspectos enigmáticos de esta pintura? De ser así,
habría que inferir que algo relacionado a la pintura llegó a tener más
poder que el papado y el reinado juntos, considerando que la Iglesia y
el rey terminaron haciendo, casualmente, lo que Ingeburga quería.
Por lógica, si el Papa negó el divorcio, las razones debían
constituir una amenaza para la Iglesia, que era lo que el Papa trataba
de proteger. Y eso avala entonces que la pintura tenía un papel
determinante en todo esto, pues muestra una escena que atañe a la
Iglesia.
La escena está a la vista desde hace siglos, aunque nadie parece
advertir qué oculta. No olvidemos que una de las definiciones más
básicas del Ocultismo es: “ver en lo que no se ve, escuchar en lo que
no se escucha”, etc.
Y para quien ve eso... de inmediato se hacen presentes al menos dos
cuestiones comprometedoras para la Iglesia.
La primera: el enorme parecido entre quien le sostiene la cabeza... y
Cristo mismo. Hoy no nos referiremos a esto; pero vale mencionar la
historia de Tomás el Dídimo, que quiere decir “Tomás el Gemelo”,
que de acuerdo a los datos aportados por la misma Biblia, termina
siendo señalado
como Gemelo... de Cristo. Pueden ver las implicaciones que ese dato
detona: por ejemplo, que Cristo después de la Cruz podría haber sido
reemplazado por su Gemelo, lo que desplazaría la idea de
Resurrección.

Lucio y Elissa se abalanzaron sobre el grabador para poner la pausa


mientras Juan les dirigía su mirada de “les dije que hay muchas cosas
que aún no saben...”
–¿Cristo tenía un gemelo?
–¿Y el reemplazo de uno por otro es lo que se tomó por
Resurrección?
–De las dos, la segunda pregunta es la que más tiene que ver con
Francia ’98. La primera es muy importante pero es cierto que ahora
nos desviaría del tema... por algo lo preguntó Elissa. Pero en el tema
de la Resurrección, vale afinar la escucha, porque el Dire dijo
“podría”.
–Por algo lo preguntó Lucio.
–Por lo que voy viendo, sospecho que ahora el Dire va a tener que
aclarar algunas cuestioncillas respecto de la Resurrección. Así que
¿seguimos? Por supuesto, si Elissa no distrae más...
Y casualmente hacia ese mismo tema apunta el otro elemento
sobresaliente de la pintura, al que sí nos referiremos hoy. En primer
plano, como para captar la atención, se muestran dos heridas
sangrantes en el cuerpo de Cristo. Y –pequeño detalle– la sangre se
derrama, fluye, no está coagula- da.
Si las heridas sangran, significa que el corazón mantenía su
actividad, y si el corazón está latiendo... esas heridas no
correspondían a alguien que había muerto. Esto es coherente con el
color de la piel de Cristo en el cuadro: es idéntico al de quienes lo
rodean, es decir, sin palidez cadavérica.
Y si Cristo no murió en la Cruz... uno de los dos dogmas
fundamentales del Cristianismo, la Resurrección de Jesús, pierde todo
lugar: para resucitar, primero hay que cumplir el sencillo trámite de
haber muerto.
Y efectivamente... reconstruyendo la historia de Cristo nada avala
que haya podido morir en la Cruz.
Recordemos primero, que los romanos llegaban a crucificar a más
de cien prisioneros por día, por lo tanto, tenían una mecánica precisa.
Pero el episodio particular de Cristo cuenta con ciertos raros
“privilegios”, que evidencian... que había un plan perfectamente
elaborado: estuvo en la Cruz unas pocas horas, pero la muerte en los
crucificados se producía por compresión de las vías respiratorias, lo
cual llevaba mucho tiempo, pues eso era parte de la tortura. En las
condiciones en que crucificaron a Cristo, al clavarle los pies y ponerle
un estribo, le dieron sostén de apoyatura; eso que parecía un
descanso, en realidad aumentaba el martirio pues hacía que colgara
menos de los brazos, con lo cual la compresión de los pulmones
tardaba mucho más en producirse y por lo tanto la agonía duraba
mucho más.
Según relata explícitamente la Biblia, el mismísimo Pilatos, con
toda la experiencia que los romanos tenían en crucifixiones, se mostró
en extremo sorprendido de que le anunciaran que Cristo había muerto
tan rápido (a la hora nona, las tres de la tarde) cuando autorizó que el
cuerpo fuera bajado de la Cruz. De hecho, la única “prueba” de que
la muerte se produjo fue la palabra de un Centurión, que pudo haber
sido comprado, engañado o aún participado del complot simplemente
por convicción –de hecho, la misma Biblia menciona escenas donde
casualmente “un centurión” Creyó en Cristo a tal punto que se lo
exaltó como un ejemplo de fe–.
Pero hay muchos detalles más. La supuesta perforación en el
costado era en realidad un rasguño que hacían los romanos a todos
los crucificados (hasta tenían una lanza de punta larga reservada a
este fin) con una doble función: como testeo para saber si el reo ya
había muerto –no debía reaccionar– y para acentuar la tortura
despertándolo si había perdido la conciencia por el terrible
sufrimiento. La herida solía acumular plasma sanguíneo, que como es
un líquido semitransparente, cuando sale a la superficie puede ser
descripto como agua, tal como no se perdió oportunidad de intentar
disfrazar de milagro en el Nuevo Testamento; en un “ hecho” que, de
todos modos, es mencionado sólo por Juan.
Lucio y Elissa hicieron el ademán de tocar el grabador, pero Juan
permaneció tan imperturbable que desistieron. Parecía escuchar algo
cotidiano.

Es obvio que el sufrimiento de la Cruz era tremendo; pero para


morir se precisaba un lapso entre los dos y los siete días dependiendo
del estado físico del crucificado... y Cristo era muy joven y estaba en
excelente estado.
En todos los casos, antes de subirlo a la Cruz, se torturaba al
condena- do... pero a Cristo se le aplicó mucho menos tiempo de
flagelo, lo que implica que no tuvo siquiera la pérdida de sangre que
llegaban a tener quienes luego, así debilitados y todo y en no pocos
casos con mucha más edad que Jesús, tardaban varios días en morir.
Les aseguro que podríamos seguir durante semanas enumerando
argumentos. Por ejemplo: qué le dieron de beber, que
sospechosamente de inmediato lo dieron por muerto, o el absurdo de
que a los romanos les interesara y respetaran la Pascua Judía como
para darle el cuerpo de Cristo a José de Arimatea antes de que saliera
la primera estrella, o las características del llamado “sepulcro”...
todos detalles que, sencilla y concretamente, confirman que Cristo no
murió en la Cruz.
Y por lo tanto, jamás “resucitó”.
Ni Lucio ni Elissa se opusieron cuando Juan puso pausa. Los tres
precisaban digerir lo escuchado... algo más difícil que digerir toda la
comida y el bourgogne juntos.
Constataron algunos datos y continuaron.

Y paralelamente al hecho de que Cristo jamás resucitó, se evidencia


algo igual de contundente: Cristo no tenía “superpoderes”.
Entonces... el estado de Divinidad que alcanzó podría alcanzarlo
cualquier hombre común...
Develada entonces la “Cruz y ficción” y a Cristo como un hombre
común que, en todo caso, alcanzó por sí mismo y no por
“superpoderes” un estado Divinizado... los religiosos profesionales
que se pretenden necesarios para intermediar entre el hombre común y
lo divino, ya no tienen función.

Aun con todo el dramatismo del tema, lo que la escucha permitió


develar en la “crucifixión” hizo que los tres sonrieran.

Quien llega a Dios por sí mismo ya no necesita los servicios de una


burocracia que lo “religue” con lo divino. Y si cualquier dato que
oriente al hombre hacia su propia divinidad es una amenaza para la
Iglesia... otra vez estamos ante la pintura de Ingeburga.
Durante siglos, la Iglesia ha intentado a cualquier precio que la
gente no conozca la palabra de la Biblia. Cuando nadie tenía acceso a
su lectura, cualquier medio que no fuera la palabra escrita –una
pintura, por ejemplo– y que pudiera poner en duda la versión que
convenía a la Iglesia se constituía en una verdadera amenaza a toda la
doctrina. Evitar que eso se conociera era entonces la solución más
simple... por ejemplo, mediando en un divorcio en favor de la parte
más débil, si esa parte, casualmente, tenía en su poder alguna pintura
poderosa.
Además se evitó así una separación... lo cual era “ la voluntad de
Dios”.

Historias como la de Ingeburga constituyen una lección sobre


estrategias ocultas. Tanto, que en este punto se inserta otro dato
confirmatorio de lo que estamos develando: en la Edad Media, los que
conocían datos ocultos que la Iglesia intentaba borrar, lograron
conservarlos y transmitirlos a las generaciones siguientes...
ocultándolos en el lugar más inesperado y perfecto, donde nadie los
buscaría para eliminarlos: las propias Catedrales cristianas,
mimetizadas convenientemente para que sólo quienes accedieran a las
claves ocultas pudieran develarlos.
Así nace todo un lenguaje que crea un nuevo estilo de construcción,
reservado prioritariamente para las catedrales de la Edad Media y
que significativamente se opone al Arte Clásico Romano: El Arte
Gótico... que ya desde el nombre remite a ”Argonauta” y a ”Argot”,
que son, respectivamente, los términos con los que se menciona al
Iniciado y al Lenguaje Oculto al que tiene acceso gracias a aprender a
desarrollar la Escucha.
Y casualmente... Felipe II –el perjudicado por el fallo de la Iglesia–
fue quien luego reactivó la construcción de la catedral de Notre
Dame: provocativo monumento del Arte Gótico, cuya función de
reservorio de datos esotéricos no vamos a descubrir nosotros aquí,
pues ya lo hizo suficientemente Fulcanelli en ‘El misterio de las
catedrales’.
¿“Devolución de gentilezas” que encima, en lo manifiesto permitía
seguir guardando la apariencia de colaboración con la Iglesia?
Devolución de gentilezas que casualmente remite de forma tan velada
como directa al elemento más representativo de la historia de Cristo:
el Santo Grial.

Se extrañaron de ya no extrañarse de escuchar un nombre tan oculto


para la humanidad. Graciosamente, tal sentimiento de cercanía se
tradujo en las tres cabezas acercándose al unísono al grabador.

A quienes conocen la verdadera historia y significación del Grial no


les asombrará que la catedral levantada a partir de la reactivación de
Felipe II casualmente esté en París y lleve el nombre de ‘Nuestra
Señora’, que de ningún modo se limita a la madre de Cristo...
Entonces, tanto la pintura de Ingeburga como el Argot y el Arte
Gótico, desarrollado en Notre Dame gracias al impulso de Felipe II,
se desencadenan exactamente a partir de Francia ‘98 con la llegada
al trono papal de Inocencio III. Y todo Eso tiene como guión central y
oculto la misma temática oculta en el Grial: la posibilidad de sacar a
la luz lo que en realidad ocurrió en y después de la Cruz.
Como casual y exactamente ocurre otra vez ahora: ochocientos
años después, Francia’ 98 vuelve a estar anudado con la posibilidad
de sacar a la luz aquella verdadera historia ...Pues justo antes del
inicio de este Mundial, la Iglesia debe exponer públicamente y
autorizar el estudio, con tecnología científica, de un elemento que
quizá sea ni más ni menos que el más comprometedor testimonio para
reconstruir qué ocurrió en la Cruz.
Se trata de un objeto que ha sido literal y simbólicamente el más
manoseado en la historia del Cristianismo y acerca del cual las
diferentes Enseñanzas Esotéricas han defendido siempre su
autenticidad. Esto contra las corrientes pretendidamente científicas
que, de modo oportunista, lo decretaron ‘oficialmente falso’.
Obviamente, hablamos del Santo Sudario. Y después de conocer la
historia de Ingeburga y una simple pinturita sin mayor mérito artístico
pueden imaginarse hasta qué extremo pudo haber llegado la Iglesia
para esconder y desprestigiar este extraordinario Lienzo, único en
toda la historia de la humanidad.

–El tema del Sudario siempre me interesó –dijo Elissa poniendo


pausa–, leo cada nota que sale y es cierto que te vuelven loca con las
versiones contradictorias.
–Me impresiona que el Sudario y el Grial estén tan relacionados...
como si se hubieran inventado diferentes caminos para conservar y
transmitir lo mismo.
–Temas que parecen aislados se muestran ahora como parte de un
entramado, que obliga a pensar en lo que tal vez sea lo más
inquietante: el para qué. Si hubo Agrupaciones y Movimientos que
invirtieron y arriesgaron sus vidas en asegurarse conservar y transmitir
todo Eso, es porque tiene que servir para algo. No creo que el Sudario
y los documentos genealógicos que demuestran la ascendencia directa
de Cristo hayan sido conservados dos mil años como simple souvenir.
La ocurrencia de Juan dio pie a que Elissa apretara play.

Hoy, un Mundial de fútbol es tan llamativo como en la antigüedad


podía serlo la construcción de una gran catedral. Y ambos
casualmente, son transformados en la oportunidad para que quien
quiere desocultar lo oculto, acceda a los datos claves que pueden
mostrarle (corriendo el velo de una su- puesta resurrección de Cristo)
que existe un camino que permitió a Jesús –y por lo tanto, a cualquier
hombre– ligarse en forma personal con lo Divino.
El Sudario contiene datos ocultos muy valiosos. Durante todos estos
años fui coleccionando los diferentes artículos periodísticos,
científicos y hasta pseudo científicos que pretenden dar la versión
definitiva. Y el movimiento pendular digitado es muy nítido: basta que
un estudio avale al Sudario como legítimo para que indefectiblemente
se lance, en un lapso no mayor a dos años, el nuevo estudio que lo
decreta falso.
Hay algunos disparates interesantes, como pretender que se trata de
una pintura hecha a mano por un falsificador de la Edad Media... y
vale aclarar que aun hoy la humanidad no tendría tecnología ni
artista que permitiera crear una Obra de tal técnica, minuciosidad e
información. También ridiculeces máximas, como la del estudio
realizado con Carbono 14 que lo dató
‘científicamente’ del siglo XIV, lo que en su momento pareció dar por
cerrado el tema... Hasta que pocos años después resultó que las
muestras extraídas para la datación de antigüedad habían sido
tomadas no del Lienzo, sino de un remiendo que unas monjitas le
habrían añadido en la Edad Media.
Hay que creer que las eminencias científicas más idóneas y
confiables del mundo no pudieron ver lo que cualquier costurera de
cualquier época hubiera diferenciado con claridad... Y estamos
mencionando solamente dos anécdotas dentro de una larga cadena...
¿Por qué ese movimiento tortuoso, esa danza continua de un paso
para delante un paso para atrás para estar siempre en el mismo
lugar? Eso sí está claro: que no hayan avances al respecto, es
exactamente lo que conviene a la Iglesia.
Que exista un Santo Sudario que conservaría las huellas de Cristo
sustenta cuestiones que obviamente convienen a la iglesia católica,
porque testimoniaría que Cristo existió realmente como personaje
histórico. Al mismo tiempo, que las huellas sean tan extrañas,
contribuye a mantener esa existencia cercana al concepto de milagro.
Ahora bien, si ese Sudario es efectivamente de Cristo, el milagro
más grande y decisivo –sin el cual Cristo sería uno más entre los
tantos maestros
y sanadores cuestionados– queda inmediatamente disuelto. Porque si
ese el Lienzo realmente envolvió el cuerpo de Cristo después de la
Cruz... Cristo jamás resucitó porque, sencillamente, el manto no
envolvió a un cadáver, como lo muestran sus señales,
coincidentemente con la pintura de Ingeburga, pero aportando datos y
pruebas infinitamente mayores, que además son irrefutables porque
provienen de primera mano y no de la obra de un artista.
La existencia del Sudario favorece a la iglesia; pero lo que dice el
sudario la perjudica. Y casualmente... ¿qué posición al respecto se le
da a la humanidad? Ni se lo afirma, ni se lo deshecha.
Pero así como en Francia 1198 existió la posibilidad de conocer la
historia verdadera de Cristo a través de la pintura de Ingeburga,
ahora casualmente a partir de Francia 1998 vuelve a existir la misma
posibilidad a través de los estudios que se harán sobre el Santo
Sudario.
¿Y qué personaje milenario se encarga de obstruir las entradas más
importantes? Casualmente eso que al mismo tiempo que se inicia el
nuevo estudio sobre la Sindona, ha sido restaurada a pleno: la
Esfinge. Con fiesta, música y láser, la humanidad le afiló las garras a
la Esfinge para festejar el cambio de milenio, volviendo a ponerla en
escena justo cuando ‘el guión’ manda.
La perfección de los pasos míticos es tan matemática que no deja
lugar a comentarios: en el inicio del nuevo milenio, el viejo Sudario
vuelve a dar la gran oportunidad de desocultar lo que se le oculta
desde hace dos mil años a la humanidad. Y ante la entrada a un
verdadero encuentro con Cristo, la vieja Esfinge nos advierte que
seguirá dando combate y tratará de mantener al Cristianismo
atrapado en aquello que no resolvió en su niñez.
Y eso que pide la Esfinge, ¿no es exactamente lo que se obtuvo de
la historia de Ingeburga? Lo más chico derrotó a lo más grande. Si
nuestra lectura de lo oculto en la historia es correcta, la princesa
despreciada tuvo más poder que la Iglesia y la nobleza juntas.
Y si eso es lo que ocurrió en Francia 1198, y todas las señales
indican que la historia se está repitiendo paso a paso... eso mismo es
lo que ocurrirá ahora en Francia 1998: asistiremos a un Mundial de
fútbol donde lo chico eclipsará, y en la mayoría de los casos, vencerá
a lo grande.
Los jugadores chicos prevalecerán sobre los grandes...
Los equipos chicos vencerán a los grandes y habrá una continua
fuerza que ponga lo chico en primer lugar...
Por lo pronto, el primer paso del mundial ya nos está dando la
razón: la inauguración fue comentada en todos los medios, como
desconectada del Mundial de Fútbol, fuera de contexto e inentendible
en su significado.
Así se la vio desde lo manifiesto; pero la cuestión se muestra clara
para quien atiende a lo oculto... en cuanto se observa que la
ceremonia consistía básicamente en miles y miles de muñecos
pequeños alrededor de solamente cuatro muñecos grandes.
Tenemos un mes entero para que, en el lugar donde todo el mundo
se alienará en un espectáculo pasatista, quienes Escuchamos lo oculto
podamos avanzar en la aplicación de la milenaria enseñanza
Iniciática.
Ningún especialista de fútbol vio lo que aquí nos estamos
arriesgando a predecir. Y vale mencionar que los “futurólogos”
pronostican a los más grandes, con Brasil a la cabeza, como los
ganadores.
Será divertidísimo vivir así un Mundial...
En realidad, no conozco mejor lugar desde donde ingresar de una
buena vez a una Nueva Era.
La Iniciación enseña que “quien desee una nueva era en su vida,
tiene que fundarla”.
Y exactamente Eso es lo que estamos haciendo.
TERCER PASO

XXXI

–Se trata de algo tan enorme e inabarcable... que aunque pueda


sonar egoísta, más que en la historia en sí misma, me hace pensar en
qué hacer, en forma personal, con esa historia.
–Justamente a eso me refería antes, Lucio. Si durante siglos se
conservó todo Eso, tiene que ser para algo, para que se le dé un uso.
Egoísmo sería enterarse y archivarlo como dato interesante para luego
seguir igual que siempre. Fueron necesarios veinte siglos de
persecución, sufrimiento, tortura y muerte para que ahora, sentados
cómodamente en un departamento de París y tomando bourgogne,
podamos escucharlo. Por lo menos seamos dignos en el uso que le
demos.
–El Padre ya logró hacerme sentir culpable. No es que no esté de
acuerdo, realmente pienso que la responsabilidad de conocer y difundir
todo esto es enorme; pero vamos a precisar un tiempito para darnos
cuenta de lo que tenemos que hacer.
–Elissa... si algo no hay precisamente es tiempo.
–¿Entonces qué tenemos que hacer?
–Lo único que puede hacerse cuando la Esfinge acecha y que per-
mite tomarla como aliada: dirigirse más que nunca adonde uno sabe
que tiene que dirigirse. No olvido que hoy, cuando me dirigía a hablar
con ustedes para aclarar lo que sé que tengo que aclarar, el entramado
universal envió la casualidad justa: estas cintas que me orientan en la
dirección a tomar.
–Si se trata de hacer lo que cada uno sabe que debe hacer...
–Que no es más que lo que cada uno sabe que quiere hacer...
–Como trataba de decir antes de que el padre Juan nos interrumpa
con su preclaro aporte: desde ayer que lo mío está pendiente. Como “el
sabio” dijo recién... no hay tiempo de más. Así que desde Francia
‘98: anuncio formalmente al mundo la apertura del libro... ya que algo
tuve que ver en la casualidad del envío del Dire, no? No creo que sea
por accidente que su orientación llegara justo después de que, con la
invalorable ayuda de Lucio, logré resolver el Enigma que me había
dado.
–Lucio, dijo que tu ayuda es “invalorable”, eso quiere decir que no
le encuentra valor.
–No desviaréis al Señor, tu Dios; ni a la Señorita, vuestra Diosa. El
mejor modo de valorar todo lo que me ayudó y condujo a estar ahora
en condiciones de abrir el libro... es abriéndolo.
–¡Un momento! ¡Nadie se mueva!

Lucio fue intempestivamente a la cocina y volvió con la cara de un


chico llevándole una manzana a la maestra.
Claro que la manzana... tenía forma de botella y nombre propio:
Crémant de Bourgogne.
–¡Qué divino absoluto! ¿De dónde lo sacaste?
–¿Creíste que me había quedado a presenciar el show del torneo de
ironías y lucideces que le ofrecieron al rotisero?... y para colmo, en
francés. Mientras ustedes estaban enfrascados demostrándose cuán
inteligentes y agudos son, yo me hice envolver discretamente esta
botellita ¡y por señas en perfecto francés!
–Perdón por el chiste obvio, pero nunca más apropiado: se lució
Lucio.
–Ahora sí, con la apertura del libro y abriendo el elixir que Lucio el
Mago hizo aparecer, ya no hay Esfinge que pueda detenernos ni
demorarnos...
–Detenernos, jamás, pero ¿demorarnos apenas un poquitín? –Juan,
con mirada triunfal, exhibía tres Cahonao.
–Esto ya es un torneo de divinidad y lo ganamos los tres.
–¿Dónde consiguió puros y de esa marca?
–¿Creíste que me había quedado a presenciar el show del torneo de
arrumacos que le ofrecieron a todo el barrio?... y para colmo, en
castellano. Mientras ustedes se decían sus interesantísimas y profundas
cuestiones, yo me detuve a comprar estos purillos indígenas... a los
cuales fui guiado, por supuesto, a través del péndulo indígena. Lo
similar busca lo similar ¿no?
–Quiero decirles muy seriamente algo: nunca, pero nunca, me sentí
más plena en mi vida. Y poder decir esto cuando las Esfinges acechan
y después de lo que Juan vivió anoche... es un privilegio que quiero
agradecerles.
–Es que también cuenta lo que vos viviste anoche.
–No hay caso, hay gente con la que ser profunda te lleva al abismo...
El champagne era menos burbujeante que el estado que compartían.
Las copas llenadas por Juan y el puro encendido por Lucio fueron el
marco más espléndido que podían otorgarle a una obra de arte ya a esa
altura más codiciada que la mismísima pintura de Ingeburga: El Libro.
–No puedo creerlo. No tengo la menor idea de quién es... pero La
Vida Del Sabio Issa parece un libro escrito para Elissa.
–Son esas cosas que conoce solamente el Dire. No sé de dónde lo
sacó, pero es cierto: “El Sabio Issa”... “El Issa”... parece que lo
hubiera mandado a escribir para mí.
–A esta altura, del Dire ya no puede esperarse menos precisión que
esta. ¿Por qué no lo abrís?
–No me animo... adentro, también está el sobre.
–Paso a paso, Sabia Elissa. Primero tenés que enterarte de qué más
hay entre Elissa y El Issa.
–No he conseguido este Crémant de Bourgogne para ver solamente
la tapa de un libro aunque en ella figure el nombre de Elissa.
–Si vos te animaste a decir ese nombre en francés, y con esa
pronunciación ... yo no puedo no animarme a ver ahora mismo de qué
se trata.
–Bien, Lucio, nuestro plan funcionó.
En cuanto Elissa abrió la primera página se quedó sin respuesta. No
podía hablar de lo que estaba viendo. Todos pudieron ver la foto de un
lama tibetano en lo que parecía ser un lamasterio, sosteniendo unas
tablillas mirando a la cámara. Pero sólo ella llegaba a leer qué decía el
epígrafe. Ante ese estado de conmoción, no tenía sentido pedirle
permiso. Lucio tomó el libro y... cayó en el mismo hechizo de Elissa.
–No sé si ustedes dos vieron alguna vez alguno pero el libro es todo
eso que está después de la foto de la primera hoja. Permiso...
Juan leyó:

–“Estas tablas dicen que vuestro Jesús estuvo aquí. Se lo conoció


con el nombre de El Sabio Issa”.
Ninguno sabía qué le había ocurrido al otro, pero a todos les había
ocurrido lo mismo.
–“Evangelio secreto de Tomás 1,1. Evangelio de Mateo 15, 11.
Evangelio de Marcos 7, 14. Evangelio de Juan 16, 13...”
–Por favor, brotes místicos ahora no, padre Juan.
–¿Tenés una Biblia?
–¿Estás brotado en serio? Me asustás, nunca te vi así, Juan.
–Es cierto que hay cosas que nunca quisiste ver... y me parece que a
mí me pasó lo mismo. ¿Tenés una Biblia?
–La que me regaló Escobar, cuando me dio el primer sermón... Creo
que está sin estrenar.
–¿Podrías traerla, por favor? De las cuatro citas, tres están en la
Biblia... Y te sugiero que las leas.
–¡Acá están! pero... ¿cómo? Éstas son las frases que me había dado
el Dire. Juro que no puedo creerlo. ¿Vos sabías que eran de Cristo? ¿y
no me dijiste nada?
–¿De verdad hubieras querido “resolver” así el enigma?
–Te hubiera matado si me lo decías... pero... ¿vos sabías que esas
frases eran de Cristo?
–Todo el tiempo. Y aplaudo al Dire. Por motivos que a vos te toca
esclarecer, siempre tuviste una soberbia actitud de rechazo hacia todo
lo que tuviera que ver con Cristo... inclusive hacia lo que realmente
ocurrió y dijo. Y esa soberbia te condenó a buscar con una mano lo
que apartabas con la otra. Y no te estoy dando un sermón cristiano...
Pero ya es tiempo de que te des cuenta de algo que yo también tuve
que descubrir: La Sabiduría... es Una.
Lucio y Elissa cruzaron, simultáneamente, miradas y manos.
–Por lo visto... todos tenemos que aprender Eso mismo. Yo también
he tenido que iniciar mi búsqueda de la Sabiduría por escaparme cada
día del lugar donde ya la tenía posibilitada: en todo eso que me dejó el
Nagüelo.
–Bien lo dijiste, Lucio: “todos” tenemos que aprender lo mismo.
Saber que la Sabiduría es Una, realmente cambiaría el mundo. ¿Por
qué se enfrentarían todos contra todos si todos realmente supieran que
están hablando de lo mismo? Yo no sabía que Cristo era “El Sabio
Issa” que
mencionan en Oriente. Pero ahora que lo pienso, es totalmente lógico:
los Judíos, en realidad, provienen de la India.
–¿Los judíos vienen de la India? ¿De qué hablás?
–De las Bases Ocultas del Judaísmo.
La historia del judaísmo se inicia cuando Yahvé le dice a Abraham
que abandone la tierra de sus padres. Pero hay un pequeño detalle: la
Biblia no dice cuál es esa tierra, no dice desde dónde provenían los
judíos antes de comenzar su peregrinación en busca de la tierra
prometida. Y si no fuera por La Llave que abre todas las puertas, el
misterio jamás podría ser develado: la puerta de lo oculto en la
historia –tanto de la humanidad en general como de cada humano en
particular– se abre con la llave de la escucha; y así como ocurrió con
los nombres “Magdalena” y “Barrabás”... la palabra “Abraham” no es
hebrea. Otra vez vemos que en toda la Biblia nadie más se llama así; y
realmente es suficiente abrir al menos un poco la escucha para darse
cuenta de que ni siquiera suena como palabra judía.
¿Pero qué lengua sí se caracteriza por tener muchas a, b, m, r, h?
Casualmente, la hindú. Si escuchamos, por ejemplo, el modo en que
los hindúes nombran algunos de sus textos sagrados, encontramos
palabras como Mahabarata, que es casi idéntica, en anagrama, a
Abraham... O directamente encontramos la misma palabra: Abraham
es anagrama exacto de Bramhan.
Y casualmente en la misma época en que la Biblia menciona que
comienza la peregrinación de Abraham y su pueblo, históricamente
comienza un movimiento de descastados en la India que, cansados de
los Bramhanes y sus abusos, se van en busca de una nueva tierra. Esos
Abramhanes (descastados de la casta de los Bramhanes) son los que
darán origen al pueblo judío buscando la Tierra Prometida.
–Hasta ahora habíamos develado cosas ocultas del Nuevo
Testamento, pero ahora adquiere también más sentido el Antiguo
Testamento.
–Y mucho más, Lucio, en cuanto se confirma cultural e histórica-
mente lo que la escucha ya develó: la similitud entre las costumbres
hindúes y judías... es enorme, llegando a encontrar hasta castas
hindúes que respetan el Sábado, lo cual ubicaría el origen del Sabbath.
Del mismo modo es altamente confirmatorio cuando más adelante
en el Génesis, en un diálogo casual los seguidores de Abraham
refiriéndose a desde dónde vienen, develan finalmente que aquella
“tierra de sus
padres” de la que partieron, era Jaram... y en los mapas de la época
(no en las manipulaciones sociopolíticas que después se hicieron) el
único lugar donde figura “Jaram”... es en la India, más exactamente al
Norte de Cachemira. Y de acuerdo a investigaciones cada vez más
sólidas... oh casualidad, Cachemira es el lugar que Jesús eligió para
terminar sus días.
–Todo lo absurda que antes me parecía la Biblia ahora se me está
volviendo sorprendente.
–Develando las claves ocultas todo se transforma en sorprendente...
empezando por la vida misma, Elissa. Las piezas del rompecabezas se
ordenan una vez más: gracias a lo que la escucha devela de la historia
oculta del Judaísmo, se hace lógico que Cristo, antes de comenzar su
misión, así como fue a Egipto haya ido a buscar las raíces ocultas de su
propia religión a la India, al Tíbet más exactamente.
Y de hecho... La enseñanza de Cristo y la Sabiduría Hindú
descubrieron con total rigurosidad eso mismo: Cristo descubrió que la
base de todo está en la Palabra, es decir, en la Escucha. Y Buda...
descubrió lo mismo.
–¿Buda? A Buda sí que lo estudié. Bueno, lo intenté... y nunca supe
que él descubriera eso.
–En principio... ¿por qué creés que se lo representa con orejas gran-
des? Y más allá del principio, literalmente, en el fin:
“El estado de Samadhi puede lograrse por medio del oído. Tengan
fe en este sencillo procedimiento. Deberían usar el órgano del oído
que sobrepasa a todos los demás y que concuerda con la Mente
Auténtica”.
Son frases textuales de Buda, dichas en el fin del fin: su última en-
carnación. Fue eso lo último que, antes de partir, dijo a “los veinticinco
Bodhisattvas que ya no necesitaban más estudio ni doctrina”. Último
momento de última encarnación... el mensaje es claro: Eso es lo
máximo que puede aprenderse en este plano de existencia.
Mensaje coincidente que veo aparecer cada vez más en forma plena
y total en la base de todas las grandes Enseñanzas de la humanidad:
Buda con orejas grandes y diciendo que es el oído el que conduce a los
máximos estados. La otra gran disciplina de Oriente, el Taoísmo,
centra toda su enseñanza en el “Tao”, concepto que pese a todas las
mitificaciones que se construyen a su alrededor, rigurosamente
significa: “decir, expresar a través de la boca”. El Antiguo Testamento
ubica explícitamente a Dios creando el universo a partir del Logos, es
decir, de la palabra.
Cristo enseñando que “las palabras ocultas tienen el poder de vencer la
muerte”, afirmando que “lo que sale de boca es lo que purifica o no la
vida” y pidiendo que “el que tenga oídos para oír, que oiga”.
–Los Toltecas enseñando que todo lo que se logre en este y otros
mundos depende de la Impecabilidad De La Palabra; y los Q’eros que
al conectarse con lo Sagrado anuncian como Inicio de Ritual “Soy Lo
Que Digo”... Y ahora comprendo dos cuestiones más de otras dos
culturas indígenas. El Popol Vuh, la Biblia de los Mayas, dice que
Dios Corazón de Cielo creó todo a través de Su Palabra. El Corazón
del Cielo, Eso con lo que Crean los Dioses, es La Palabra... Y de
verdad no puedo creerlo: usted mencionaba recién lo significativo de
que a Buda se lo represente con orejas grandes... y a los Inkas se los
llamaba “Señores Orejones”.
–Nos has dado un compendio de la esencia de las Culturas Indígenas
que nos hubiera llevado años alcanzar. Muchas gracias por todos y
cada uno de esos datos, Lucio.
–Todo coincide, no puedo dejar de verlo.
Pero es extraño... habiendo llegado a una Clave que más se confirma
cuanto más se la profundiza, junto con la certeza más elevada surge el
interrogante más básico: ¿cómo sigue, a dónde conduce todo esto?
Yo descubrí que después de años de estudiar Psicoanálisis y no
ejercerlo mientras buscaba alguna clave en todo lo Oriental –Budismo
y Taoísmo a la cabeza– me vengo a encontrar con que esa clave está en
la Escucha... que es lo que enseña el Psicoanálisis del que partí. Y para
colmo, me entero también de que el modo más antiguo que tiene
Occidente para acceder a esa misma clave que yo buscaba está en la
otra cuestión de la que viví escapándome... aun teniendo al padre Juan
cerca desde hace años: Cristo. Y Lucio descubrió que el viaje que
emprendió y por casualidad lo hizo encontrar con el Psicoanálisis... lo
lleva directamente al punto exacto del que vivía escapando: las
Enseñanzas de las Culturas Originales, legadas por su Nagüelo.
–Yo descubrí que el Budismo, el Taoísmo y lo Indígena están todos
hablando de lo mismo que habló el Psicoanálisis y que habló Cristo... a
quien recurrí por no encontrar soluciones en todos aquellos caminos.
–Yo, que toda mi vida he tenido el prejuicio de que debía dejar de
lado las Enseñanzas del Nagüelo para estudiar las Ciencias que me
daban en el colegio... descubro que la más avanzada de todas las
ciencias, la Física Cuántica, confirma desde su base misma todo eso
que decía el
Nagüelo: cada uno está en el centro de su universo, polarizando con su
mente ese universo; entonces, se hace imprescindible saber y dirigir
qué está polarizando la mente, y eso se logra a través de un concepto
tan enorme que la Cuántica casi ni ha abarcado todavía, pero que está
en la base de todas las grandes Enseñanzas originales de la humanidad:
la Palabra y, por lo tanto, la Escucha.
–El sólo hecho de descubrir que en todas las culturas de la Sabiduría
Original se encuentran las mismas piezas del rompecabezas ya es muy
fuerte. Pero más fuerte es que las fichas unidas formen la misma
palabra: “Escuchar”, la Escucha de lo Oculto en lo que se Habla.
Al menos hasta acá, logro verlo claro. Conocemos la base idéntica
que encontraron todas las Enseñanzas más avanzadas de este planeta:
todas las culturas hablaron de una misma Sabiduría y las disciplinas
científicas más avanzadas –el Psicoanálisis en lo humano y la Cuántica
en la naturaleza– cuanto más se desarrollan, lo sepan o aún no, más la
confirman.
–Pero ahí comienza lo terrible, Elissa. Es como excavar en todas las
culturas más espléndidas de la humanidad y encontrar siempre los
mismos restos arqueológicos. Sistemáticamente, encontramos la
misma puerta: la Palabra, y la misma llave: la Escucha. Tenemos la
llave que abre esa puerta pero... nos falta aprender a entrar y vivir del
otro lado de esa puerta.
–Aunque nunca pensé que yo estaría ante esta pregunta... También
siento, como Juan, que ese es el paso siguiente; pero como me conecta
casi directamente con lo que siempre consideré como lo más
inaccesible de los Peskeros...a mí más que terrible, se me hace temible:
¿en qué consiste ese Poder que permitió a todos los que encontraron la
llave de la escucha y atravesaron la puerta... fundar vidas y culturas
que directa- mente, se integraron con lo Divino?
Abierta la puerta de los Dioses... ¿qué hay del Otro Lado? ¿y cómo
se usa ese Poder?
XXXII

Un prolongado silencio que ninguno de los tres sentía necesidad de


interrumpir, confirmaba que algunas conclusiones se habían hecho
presentes. Pero como toda conclusión alcanzada no sólo a través del
intelecto sino como resultado de vivencias recorridas... sólo es la
antesala de las nuevas vivencias que tendrán que recorrerse.

–Vine a París a buscar al hijo de Cristo con la esperanza de saber,


por fin, qué hizo Cristo para hacerse Divino... cómo lo hizo, naciendo
desde un estado igual al de cualquiera de nosotros.
¿Cuál es el camino que puede tomar cualquier hombre para llegar a
Dios? El Otro Camino que no es el de las religiones, que demostraron
ser puro extravío. Y aposté a buscarlo por la vía más directa posible,
porque después de siglos y milenios de búsquedas especulativas, sólo
tenemos retazos de esas Vidas y Culturas que funcionaron en forma
Divinizada: vislumbres de la Cuántica, frases en clave en las Biblias,
algunas partes de algunos Apócrifos recortados y deformados por la
religión. Migajas que sólo incrementan el hambre espiritual de quien
las prueba. Decidí entonces sentarme a la mesa con quienes más cerca
estuvieran de aquellos que alguna vez fueron parte del banquete. No
tenemos un modo de conectar- nos con alguien que pueda decirnos qué
camino tomó Siddharta Gautama para convertirse en Buda... pero sí
tenemos un modo de conectarnos con qué hizo Jesús para convertirse
en Cristo. Y vine aquí a encontrar eso: la persona que tal vez más
directamente en este mundo pueda decirnos de qué se alimentó Cristo
para llenarse y llenar su vida de Divinidad.
–Discúlpeme, Juan; estamos de acuerdo sobre adónde queremos
llegar, pero usted pretende llegar a eso desde un lugar... que yo veo
como parte del mismo extravío religioso que hizo que todo eso haya
quedado tan lejos y tan oculto. Ojalá no le duela esto, pero buscar al
hijo de Cristo... conduce a más dependencia, más creencia y más
ocasión para el en- gaño. ¿Qué sabemos si lo que él cuente no estará
tan deformado como lo estuvo todo lo que nos contaron las iglesias en
estos milenios? ¿La solución... es cambiar de dependencia? Durante
dos mil años dependimos de lo que dijeran quienes pretendieron que
transmitían el mensaje de Cristo; ahora, ¿hay que depender ahora de lo
que dice la familia de
Cristo? Fue usted quien me enseñó que cambiar de bando no hace más
que eternizar el estar entre dos bandos.... y por mi propia experiencia
puedo ver que eso que usted me enseñó es cierto.
Ver que Juan permanecía atento y no tomaba una posición
defensiva, hizo aumentar la seguridad en Lucio.
–Cambiar del bando Pablo al bando Pedro no es más que repetir el
mismo error, dos mil años después. Finalmente ¡qué sabemos sobre lo
que pasó con “los Pedros” en todos estos siglos! De hecho... tan bien
no les fue. ¿Y si por más buenas intenciones que tengan, estuvieran
equivocados? Dentro de dos mil años ¿estaremos esperando al nuevo
hijo de quién para que venga a salvarnos otra vez? ¿Ése es el gran
progreso? Eso no es otro camino ...es pintar de otro color el mismo
camino de siempre! Si vinimos a Francia para ayudar a que surja un
nuevo Papa al que habría que creerle nuevamente... no quiero
participar de eso.
Los ojos brillosos de Elissa se clavaron en Juan.

–Es cierto, Lucio... vinimos a Francia para eso.


Pero ocurre que... todo lo que recién dijiste es infinitamente más
cierto todavía.
En estos días han pasado muchas cosas. Yo vine a Francia con la
esperanza de encontrar al hijo de Cristo, pero buscando eso, estoy
encontrando algo infinitamente mayor: las Claves de su Verdadera
Enseñanza. Las que desde la base misma son El Otro Camino pues,
sencilla y concretamente no dependen de creerle a Otro que nos diga
qué dijo tal o cual Iniciado.
Y gracias a esa Revelación... ahora sé que es aquí adonde todavía
tengo que estar.
–Pero eso es pura contradicción. Juan, ¿podría decirme con claridad
para qué estamos ahora en Francia?
–Para aprovechar la casualidad, y tomar nuevamente... la
Comunión.
–Más religión! Aprendí que la justificación es una de las tres
Esfinges; y usted no hace otra cosa que encontrar más y más
justificativos para seguir haciendo más de lo mismo... Le agradezco de
verdad lo que
hemos hecho juntos. Me ha abierto puertas que jamás sospeché que se
abrirían en mi vida; y ojalá yo también haya significado algo importan-
te para usted, sinceramente. Pero hasta aquí hemos llegado.
–Lucio, te estás equivocando –dijo Elissa.
–¿En qué me puedo estar equivocando? ¿Quieres que me ponga de
rodillas ante quien dice ser el mensajero o... en el “mejor” de los casos,
ante quien dice ser el hijo de Cristo, le pida perdón y le diga Amén a
eso que me ofrece como cuerpo de Cristo, creyendo que después algo
cambiará? ¿Cuántas personas vienen haciendo eso en todo el mundo
todos los días desde hace veinte siglos? ¿Y qué cambió? ¿Qué mejoró?
¿Qué progresos hubo para el desarrollo espiritual de la humanidad?
–¿Te acordás de la base, la llave que abre la puerta oculta y entonces
abre todas las puertas?
–Sí, Elissa, la llave es la escucha y la puerta es la palabra, pero...
–Entonces ¿por qué no usas la llave en lugar de seguir dando
portazos a los gritos?
–Lucio, yo ya entendí que hay algo que no resolví en mí y me
desvió durante años haciendo que supusiera que iba a poder tomar ese
otro camino hacia lo Divino si encontraba quien me lo señalara. Por
eso me interesé en todos los movimientos de la iglesia que buscan al
verdadero Papa. Pero después vi con más claridad algo... que hoy me
avergüenza de tan obvio: Jesús no tuvo un Papa que le enseñara qué
había hecho David para llegar a ser considerado Divino; Siddharta
Gautama no tuvo un Papa que le enseñase el camino con el que
convertirse en Buda; cada uno tuvo que encontrar Eso por sí mismo.
–Realmente me alegro de comprobar que estemos tan de acuerdo
en
Eso. Pero ¿qué es entonces eso otro de tomar la Comunión?
–Hace tres décadas elegí un camino clerical... que ahora me está
mostrando cuál no es el Camino. Ahora sé dónde no tengo que buscar,
pero todavía no sé dónde sí tengo que hacerlo. Mucho tuve que
aprender en aquel camino para saber que no era. Si no utilizo todo eso
que aprendí estaré tirando treinta años de mi vida a la basura.
–¿Y aprendió que tomar la Comunión resuelve los problemas?
Discúlpeme, pero no porque la Iglesia le haya enseñado eso en estas
tres décadas ahora tenemos que ponernos en ese nivel que,
sinceramente... está a años luz de todo lo que me enseñó desde que lo
conozco... o desde que creí conocerlo.
–Lo que aprendí, y no me lo enseñó la Iglesia sino su historia o las
claves que yo pude detectar en ella, es que la única puerta que
garantiza salir del laberinto... es la misma por la que se entró.
–Bueno, mi Nagüelo decía exactamente lo mismo:
Cuando quedes atrapado en el barro, usa para salir las huellas de
las pisadas que te han llevado hasta ahí.
–La primera y única vez que conté lo que ahora voy a decir fue hace
muchos años... a Elissa.
–¿Ves que soy única?
–Claro que lo sos, a pesar de vos misma.
Hace unos treinta años tomé la decisión de ingresar a la Iglesia a
partir de una experiencia que tuve aquí, en París. Por pura obra de la
casualidad me salvé de las primeras irrupciones de la dictadura militar
en las universidades argentinas, cuando entraron pateando todo... y en
la lista de los que buscaban estaba incluido yo. Pero aquella noche
había faltado para ir a despedir a una amiga que –nunca supe bien si a
causa de la dictadura o por qué– decidía venir a probar suerte a París.
A las pocas semanas, me vine yo también para esperar que todo se
calmara un poco... Y tuve la experiencia que cambió mis siguientes
treinta años.
En aquellos tiempos, estas experiencias eran moneda corriente. La
persona que estaba aquí siguió haciendo en Francia lo que más le
gustaba hacer en Buenos Aires: conectarse con todos los grupos
exóticos que se le cruzaran en el camino... lo reglamentario de la
época. Muchos de ellos eran latinoamericanos que, como yo,
escapaban de las dictaduras; y era lógico que acá siguieran con lo que
hacían en sus países. Por supuesto, todos compartíamos las
experiencias de todos. Y uno de esos grupos que venía de la selva del
Amazonas... toda su vida había investigado lo que ellos llamaban
Plantas Sagradas o Plantas Maestras.
–Juan, por favor ¿qué tiene ver con todo esto la Comunión?
–¿Por qué precisás preguntarle a otro lo que ya aprendiste de tu
Nagüelo?
–¿Usted está hablando de...?
–Ay, Lucio... cuánto te falta.
–Ése no es el problema, Elissa. El problema es que juega a que le
falta justo Eso que desde hace años tiene mejor que nadie.
–Jugar a que no tiene lo que tiene y a que tiene lo que no tiene, me
suena. Lo similar “busca” lo similar ¿no?
–Juan... ¿usted probó algunas de las Hierbas que usaban los
Peskeros Con Red?
–Supongo que sí, porque el grupo de gente que las traía acá también
las nombraban “La Comunión”, como vos mismo me dijiste que la
llamaban ellos. Yo ya sabía que ese nombre, para quienes
experimentan con esas Plantas, no es una broma o una ironía.
Estudiaban muy seriamente el tema y decían que los Indígenas
precolombinos tomaban algunas de esas Hierbas para conectarse con
los Dioses, exactamente lo que trata de hacer el cristiano al tomar la
hostia.
–Lo que es un poquitín diferente es el efecto.
–Efecto de tal precisión y eficacia... que les posibilitaba levantar las
construcciones que levantaban y armar sociedades envidiables desde
todo punto de vista.
Se cuenta que cuando los evangelizadores les impusieron sus misas
y les explicaron que la Comunión era la conexión más directa y
personal que el hombre podía tener con Dios... los indígenas,
lógicamente, esperaban al tomarla que ocurriera “el efecto” que ellos
tan bien conocían, pero que con la Comunión cristiana nunca llegaba.
Y aunque tal vez tenga algún tinte cómico, eso trajo serios
problemas. Porque la ausencia de toda amplificación de estados de
conciencia hizo que les dijeran a los españoles que habían traído una
Comunión muy floja, o que estaba vencida... y que ellos tenían una
mucho más eficaz que de verdad los conectaba con lo Divino.
Como se imaginarán, lo consideraron una falta de respeto... y
aprovecharon para ver en eso una confirmación de que lo Indígena es
demoníaco.
El resto de la historia es tristemente célebre: les prohibieron lo más
Sagrado y Ancestral de sus Rituales Religiosos... Eso que los
conectaba con lo Divino.
–¿Siempre un bando desplaza al otro en la historia? Aunque suene
ingenua: ¿no hubiera sido hermoso que ambas Experiencias Sagradas
se Integraran?
–Tal vez sea hermoso: ¿no es ese el tiempo que según Juan,
anuncian las Profecías para el próximo milenio. ¿Y tú también has
hecho la experiencia, Elissa?
–No... bueno, más o menos. Juan me contó todo tan detalladamente
que es como si hubiera probado un poquito. Me muero de miedo, pero
alguna vez me gustaría.
–Si realmente querés... esa vez ya llegó, Elissa. Para vos y para
Lucio.
–¿Usted... tiene idea de lo que nos está proponiendo?
–Lo mismo que la casualidad hoy me propuso a mí: esta mañana me
crucé con uno de aquellos amigos... hacía treinta años que no lo veía y
lo encontré hoy, justo después de lo que ocurrió anoche. Recién ahora
me doy cuenta de qué de mí detonó esa casualidad... Recién ahora veo
para qué quise venir a Francia. Y sin ánimo de herirte, Lucio, yo tengo
algo más que una “idea” del tema.
–Le pido disculpas si estoy un poco...
–¿Un poco como en combate hacia fuera?
–Sí, pero es que para mí... se trata de lo más Sagrado, elevado y
prohibido que hacía aquel Grupo. Lo más Sagrado, elevado y
prohibido que he visto en mi vida.
–Si no lo confundís con quedar enredado en la Esfinge, hacés muy
bien en tener mucho cuidado... porque el tema tiene sus peligros y muy
serios.
–¡Ahora sí que el Padre logró sacarme el miedo!
–Es que el peligro tiene que ver con eso que sentís, Elissa: con el
estado desde donde cada uno hace la experiencia. Aquello que yo
realicé hace tres décadas (primera y única vez hasta ahora) visto desde
hoy me enseñó muchas cosas. Y la más importante es que la
Ayahuasca –como en realidad la llamaban, o Liana Visionaria, o Soga
de los Muertos– lo
único que hace... es amplificar lo que ya está en cada uno.
–Es maravilloso... las pocas veces que mi Nagüelo me habló del
tema dijo eso mismo:
La soga te muestra a qué estás atado. Algunos están atados al
viento y la soga los lleva cada vez más alto. Pero otros están atados al
barro y, entonces, sienten que la soga los hunde en el pantano.
–Sabía muy, muy bien de qué hablaba. De acuerdo a lo que yo vi y
viví, para algunos la Ayahuasca es la experiencia más repugnante y
triste que tuvieron en su vida: puro vómito, diarrea y dolor de
estómago. Para otros, es una experiencia de terror donde ven
justamente todo eso de lo que escapan día a día, pero amplificado y sin
escape. Sin embargo, para quien ingresa con un estado previo de
claridad y con un objetivo claro,
dejarse llevar por la experiencia... es encontrarse como pura
Conciencia
Creadora del Universo.
–Le agradezco que comparta todo esto que muy pocos conocen.
–Te confieso que uno de los primeros motivos por los que me
interesó ir con vos más allá de la relación habitual con los alumnos,
fue porque... desde aquella época, nunca más tuve la oportunidad de
contactarme con la cultura Indígena. El color cobrizo de tu piel... no
sólo llamó la atención de Escobar, sino también la mía desde un
principio. Y cuando después supe de tu Nagüelo y de la casualidad
impresionante de que justo tus padres te invitaran a Francia ’98 ya no
tuve dudas de que se estaba abriendo la brecha que me mostraba el
camino.
–Pero ¿El camino a dónde?
–Algo en mí siempre quiso volver a conectarse con esas Culturas del
Inicio, de las que sabía que había visto nada más que la punta de un
iceberg inmenso y que, sinceramente, siguen siendo un gran enigma
para mí.
–Con igual franqueza, permítame preguntarle algo que para mí
también es un gran enigma. Recién habló desde su perspectiva actual;
pero visto desde treinta años atrás... ¿qué pasó al tomar la Comunión?
–Yo entré a la experiencia con dos interrogantes en uno, en
diferentes niveles. En lo trascendente quería saber por qué tenía tal
caos espiritual que me llevaba a búsquedas que jamás me servían.
Todo el que comienza a interesarse en trascender lo cotidiano no tiene
la menor idea de qué hacer con eso... y a falta de un Camino comienza
a rebotar entre yogas, mantras, controles mentales, pirámides, flores de
bach, respiraciones para todos los gustos, danzas y contradanzas,
inciensos... y una lista que cuanto más corta más limitante y cuanto
más larga más extraviante.
–¡Eso nunca me lo habías dicho! Lo recordaré si volvés a reírte de

cuando hablo de mis búsquedas.
–Es que te lo tenía especialmente reservado, Elissita... Por otro lado,
en lo práctico, quería saber cómo sobrevivir a la dictadura militar que
había en Buenos Aires.
–¿Y encontró su respuesta?
–Decís bien, en singular... una sola respuesta, tan perfecta como
enigmática: hacerme Padre. Por muy insólito que resultara, entendí que
eso... me orientaba en mi búsqueda espiritual y, al mismo tiempo, me
hacía intocable ante los militares ...Por eso, hace treinta años, me hice
cura.
Era la primera vez que Lucio y Elissa percibían fragilidad en Juan; y
la inédita sensación... les resultó hermosa.
–Después descubrí lo del falso Papa y el hijo oculto de Cristo
como
Papa desplazado, entonces tuve un motivo para seguir hasta hoy.
–¿Hasta hoy?
–Bien por la escucha. Sospecho que en todos se avecinan muchos
cambios, Elissa. Llegó el momento de pasar por la misma puerta que
hace treinta años me hizo entrar a lo que ahora ya veo como un
laberinto.
–Pero... Eso merece el mejor champagne francés y los mejores
Puros que consigamos.
–Los puros puede ser, Elissa; si no los apagás con esas lágrimas
maravillosas.
Pero el champagne esta vez tendrá que esperarnos. Si ustedes
quieren tomen, pero yo tengo que tomar otro “champagne”... horrible,
pero infinitamente mejor que el francés; sólo que no se puede mezclar
con alcohol.
Y esto... es también un modo de preguntarles qué van a hacer.
–Lo que debe hacerse... que como usted dijo, no es más que lo que
quiere hacerse.
–¿Qué otra cosa puede hacerse al lado de un Padre, que tomar la
Comunión?
–Si Eso tuviera algún sentido... diría “gracias” al entramado
universal que nos juntó. Pero ¿qué sentido tiene agradecerle al espejo
por la imagen que nos devuelve?
¿Y si nos lo agradecemos a nosotros mismos?
–¿Para qué crees que son estos Puritos?
X X XIII

–Me voy. La experiencia es mañana a la noche y es mejor estar bien


descansados. Además querrán estar un rato a solas... Pero cuidado: la
abstinencia sexual es altamente recomendada.
–¡Qué divertido! ¿Algo más?
–Sí, algo muy importante: mañana, ayuno todo el día. Elissa puede
hacer gala de sus dotes y llevar a Lucio a ver todo lo que un turista no
puede dejar de conocer.
–¿Por qué directamente no nos flagelás para hacer completa la
tortura?
–Algo bueno puede tener toda esta preparación, Elissa ¿Esta noche
también hay que hacer ayuno?
–No, hoy no, Lucio, pero sí abstinencia sexual y de alcohol.
–Perfecto, mejor aún... Entonces tengo un pedido muy importante
que hacerle.
–Si molesto me voy.
–No, quédate y escucha, Elissa. Vas a enterarte de algo que todavía
no te he dicho.
–No más sustos, por favor.
–Algo de eso puede haber: el que espero no se aterrorice es Juan.
–Ahora sí que me intrigaste.
–Lo de mañana nos altera los planes a todos ¿no es así?
–Afortunadamente, sí.
–¿Se acuerda de que yo había negociado con mis padres que cuando
volvieran a París podríamos estar juntos?
–¿Tus padres están en París?
–Es increíble, pero no he tenido tiempo de decírtelo aparte de que no
es el tema más fascinante del que podemos hablar ¿no?
–Con todo lo que nos pasó...
–¿Querés que cuando vuelvan yo les presente a Elissa?
–No exactamente. Ellos quieren que a su regreso y eso es dentro de
unas tres horas... les presente en una cena al padre Juan.
–Nunca escuché otro caso en el cual la Ayahuasca hiciera efectos ya
desde antes de tomarla. ¿De qué se supone que hablás, Lucio?
–Del mejor modo que encuentro para integrar todos los bandos.
Ellos han venido a Francia para estar conmigo y están solos hace días,
están soportando estoicamente que yo no vaya al Laboratorio en el que
quisieran que reemplace a mi padre, y contaban con que mañana
estaría con ellos. No me voy a perder la experiencia que usted ha
propuesto, sin duda... pero eso implica dejarlos solos otra vez ...y algo
peor: que el bando Nagüelo ahora los desplace a ellos.
–Me estás partiendo el corazón. Les aviso que por nada del mundo
me pierdo el show... aunque tenga que disfrazarme de mesa.
–¿Pero qué les pasa a ustedes? ¡No supondrán que yo voy a aceptar
eso!
–Vamos, Padre Juan, es un acto de caridad para conservar la unión
de una familia.
–Mire, si no quiere, lo entiendo perfectamente. Yo también al
principio me sentí muy mal de sólo pensarlo. Pero con todo lo que ha
pasado, me parece que ahora es lo mejor: si ellos saben que es por mis
estudios y junto a un Padre, se van a quedar absolutamente felices
aunque tengan que estar solos el resto del mundial.
–¿Y qué se supone que tendría que hacer yo ahí?
–Nada especial. Que lo vean... que les diga de mis estudios... y les
mencione que lamentablemente hay otros estudios que no voy a poder
hacer en estos días... por falta de tiempo. Ni siquiera es necesario que
se quede a comer. No voy a pretender que se fuerce a cenar en el mejor
restaurante de París pidiendo los platos más caros; encima,
casualmente antes del día en que va a pasar hambre durante largas
horas...
El comentario, acompañado de tal expresión de candidez, arrancó
a Elissa una carcajada que tapó las quejas de Juan.

–¡Gol de Lucio! Perdón: golazo. Perdón, dos golazos: uno en cada


arco: a dos bandos.
–¡Y para colmo en una noche en la que ni siquiera puedo pedir
vino!
¿Empezaron los castigos de Dios por plantearme salir del laberinto
eclesiástico?
–Si se pudiera pedir vino, no sé si me hubiera arriesgado.
–Esto va a tener un precio, Lucito.
–Aceptado.
–Ay Lucio, mirá que Escobar te lo había advertido ya en Buenos
Aires: “no tenés idea en qué te estás metiendo”.
Exactamente igual de innegociable como para muchos entendidos es
el Restaurante Les Ambassadeurs, en el Hotel de Crillón, por
considerar- lo como la mejor cocina francesa que ofrece París lo fue
para los padres de Lucio, pero por el simple y único motivo de haberse
enterado de que es la mejor imagen social que ofrece París para quien
invita una velada en sus mesas.
Recién llegados del viaje, bastó que se enteraran de que “tenían el
honor de poder invitar al padre Juan” para que todos los juramentos de
que esa noche no podían hacer otra cosa que irse a dormir mutaran por
el mejor traje, el mejor vestido, los perfumes más franceses y las más
resplandecientes y frescas sonrisas.
Era innegable que Juan disfrutaba de su papel. Sólo luego de besar
la mano de la dama, correrle la silla y hacerse insistir lo suficiente,
aceptó la elección de un plato “para no despreciar tan sincera
invitación”. Pero Lucio no tardó en ver que tan magnífica actuación...
estaba al servicio de otras intenciones.

–Padre, es un verdadero honor que acepte esta invitación y que haya


tenido la amabilidad de darle una educación tan diferencial y
personalizada a nuestro hijo.
–El honor es mío, caballero. Lucio ha demostrado una preparación
muy especial.
–¡Muy especial! Yo te había dicho, viejo, que había que mandarlo al
secundario más caro. Ahora vemos los frutos.
–No lo dudo, señora; aunque no me refería solamente a su
preparación escolar.
–Claro, el Lucio es tan educado. En casa siempre fuimos muy
estrictos con él. Cariñosos sí, pero que no se creyera que podía andar
haciendo lo que quisiera...
–Es evidente que Lucio tiene aprendido eso a la perfección.

La incómoda indignación de Lucio por lo que se veía obligado a


aceptar era sólo comparable a la fascinación que le causaba la
precisión con la que Juan manejaba el plano manifiesto y el oculto de
las palabras.
Dos bandos... y él en el medio.
Notó que la cena que había ideado para poder hacer la experiencia
de la noche siguiente, estaba transformándose en la Esfinge que
intentaría
detenerlo. Lo mismo que podía unirlo, podía separarlo. Y Juan recién
comenzaba su juego.
–Pero hay otros aspectos en él que me han asombrado más... Cuan-
do Lucio habla de los temas establece metáforas y comparaciones con
la naturaleza que permiten ver la vida cotidiana desde una perspectiva
muy especial. ¿Cómo le enseñaron todo eso?
–Disculpe Padre, pero no le entendemos. ¿Cómo qué metáforas,
comparaciones y una perspectiva especial? ¿A qué se refiere con que
el Lucio habla así?
–Se los pregunto porque es algo muy particular, eficaz diría, que va
más allá del colegio. Cómo explicarles... todos los que vienen a
estudiar Psicoanálisis, en mayor o menor medida, fueron educados por
sus padres para que, como tan bien lo hicieron ustedes, sus hijos “no se
crean que pue- den andar haciendo lo que quieren”. Pero Lucio tiene
algo más que no es lo que habitualmente se alcanza por educación
escolar o disciplina familiar.

El juego estaba planteado. Y eso significaba que en efecto, Juan


tenía su propio juego. Bajo una apariencia solemne e ingenua, el
mayor de los desafíos.
Una gimnasia verbal brillante poniendo sobre una de las mesas más
refinadas y distinguidas de Occidente justo eso que todo occidental
aprendió a dejar afuera para ser refinado y distinguido. Y no sólo era
puesto sobre la mesa... el paso maestro era que eso comenzaba a ser
visto como más ponderable y valioso que cualquier manjar de esa
mesa. La prueba en la que él mismo se había metido dependía
integralmente de que Lucio no quedara atrapado entre dos bandos...
empresa imposible si no escuchaba a tiempo el sentido oculto de lo
que iba diciéndose.
–Padre, con todo respeto a todas las naciones del mundo... es que el
Lucio viene de otro lugar, de un pueblito, y usted debe saber que en un
mundo tan extraviado los pueblitos más humildes son los que
conservan la familia, las tradiciones, el respeto y la solidaridad que las
grandes ciudades ya lamentablemente han perdido...
–Sin embargo caballero, como usted podrá imaginar, a mis clases
viene gente de prácticamente... todo el mundo.
–¡Por supuesto, por supuesto!
–Y en particular de los diferentes pueblitos donde no pueden
estudiar algo tan específico como Psicoanálisis. Pero fíjese qué
notable, ninguno de ellos tiene la destreza y la habilidad que muestra
Lucio para salir de las situaciones más difíciles que se le plantean.
Entiendo que para ustedes, que lo educaron, pueda ser algo tan
común que les pasa inadvertido. Por eso una comparación tal vez les
per- mita ver lo que intento mostrarles.
Ajedrez de pura estrategia y táctica mientras los demás pasan el
tiempo jugando al dominó. Ese “una comparación tal vez les permita
ver lo que intento mostrarles” dicho con la misma inocencia y
naturalidad con la que los ojos eran elevados del plato y dirigidos
hacia ellos, mientras los padres por igual y en un esfuerzo conjunto,
evitaban meticulosamente ver lo que desde la primera frase ya habían
visto... creó una expectativa aún mayor que la centrada en la
comparación con la que Juan se saldría.

–Una vez, hace ya muchos años, asistí a algo levemente parecido en


personas que viniendo de Oriente habían recibido educación profunda
en Artes Marciales y Enseñanzas Religiosas dadas en contextos de
naturaleza. Claro que lo de ellos era más limitado comparado con lo de
Lucio, porque aquella eficacia sólo se restringía a algunas situaciones.
Lo de Lucio es más... integral.
–¿El Lucio comparado con esos chicos... todos... tan...?
–Presento mis excusas a la señora si le molestó la comparación.
–No, por favor, yo no tengo nada contra ellos, Dios me libre y
guarde. Siempre hemos educado cristianamente al Lucio para que
nunca desprecie a otros por su raza o su nacionalidad. Pero es que esos
chicos, pobrecitos, son tan... tan... orientales, japoneses, chinitos... son
tan... sufriditos.
–Señora, puede quedarse absolutamente tranquila: Lucio jamás des-
precia a alguien... por su raza.

La pausa en el lugar exacto hizo que los padres se buscaran mutua-


mente la mirada para asegurarse de no haber entendido lo que desde
tanto tiempo habían acordado que no debían entender.

–Precisamente, en cuanto a esos chicos, una y otra vez he notado


una confusión bastante común. Nuestros ojos occidentales los ven
sufridos, pero lo que sucede es que a partir de, por ejemplo, las
Artes Marciales que aprenden, tienen otra filosofía. ¡Ahí está! Ésa
podría ser la definición: “Filosofía Marcial”.
¿Alguien le enseñó algún tipo de Artes Marciales a Lucio? Jaque.
–Sí... puede ser, bueno... pero no, no tiene nada que ver, era muy
chico y... además fue poco tiempo...
–¿A qué se refiere, caballero? Precisamente el Psicoanálisis
descubrió que las experiencias y enseñanzas recibidas en la primera
infancia, aun- que uno no se dé cuenta... o lo niegue –la mirada se
levantó otra vez buscando directamente lo que más lejos estaba en ese
momento: a su interlocutor– son las que más nos han marcado y regido
para el resto de nuestra vida.
–Lo que pasa es que lo que el Psicoanálisis no sabe es con cuánto
amor lo educamos después al Lucio.
–No, querida... eso no tiene nada que ver con lo que dice el Padre.
Sí, en efecto, hubo alguien que en la familia enseñaba esas
cosas...
–¡Uy! Qué tarde se hizo ¿no? A nuestra edad estos viajes cansan el
doble... Estuvimos viajando todo el día y, la verdad, creo que este
restaurante es muy car... muy lindo, pero la comida no me está
cayendo bien. El padre no se va a enojar, seguro él tiene muchas cosas
importantes que hacer y ya nos hizo el honor de acompañarnos... ¿Qué
te parece si vamos yendo, viejo?

La reina sometiendo al rey para que la defienda, en su intento


desesperado de frenar la poderosa combinación del alfil montando a
caballo... con apoyo de la torre, que silenciosamente presiona desde un
rincón del tablero.

–La señora tiene razón, tengo realmente muchas cosas muy


importantes que hacer. Es más... mañana tengo un día muy decisivo y
todos tenemos que ir a descansar. Pero como una de esas actividades es
precisamente diseñar los Planes de Enseñanza para los jóvenes que
vienen al Seminario, me sería de enorme utilidad tomar como modelo
lo que Lucio aprendió para incluirlo y beneficiar así a toda la juventud
y no sólo a unos pocos privilegiados que fueron señalados por el
destino y, como Lucio, tuvieron la suerte de aprenderlo.
–¿Pero usted quiere enseñarle... eso a... a toda la juventud?
–Todos son iguales a los ojos de Dios, Señora, y todos deberían
tener igualdad de oportunidades ¿no le parece? Pero eso no es posible
si no sabemos quién puede enseñarlo... ¿Con quién aprendiste esas
Filosofías o Artes Marciales, Lucio?

La reina implorando escondite dentro de la torre, y su rey vasallo a


punto de voltearse.

–Lleva al Señ... al Padre a descansar, Lucito, no quiero que piense


que nos abusam...
–Con mi abuelo, el padre de mi padre.
–¡Qué maravilla! ¿Y nunca lo tenés en cuenta?
–Es que el Lucio está educado para...
–¿Y adónde aprendió él todo eso?
–Con Los Suyos ... El Nagüelo era Indio. Jaque mate. El bando
negro, victorioso.
–Extraordinario, qué lástima que no puedas dedicarte más tiempo a
esos estudios; especialmente en estos días sería maravilloso llevarte...
por ejemplo mañana... a ese encuentro tan especial que tengo con las
más altas autoridades de la iglesia, para que muestres todo eso.

–¿El Lucio entre las más altas autoridades religiosas?


–Las más altas... es casi como hablar directamente con el Papa,
salvando las distancias, por supuesto.
–¡El Lucio tiene que ir!
–Madre, ¿y los partidos con ustedes?
–Está decidido, hijo. No puedes ser tan egoísta, por unos tontos
partiditos de fútbol desairar una invitación así...
–Tiene razón, padre... Si a ustedes no les molesta que los deje
solos.
–Tómate todo el tiempo que necesites, hijo.
Jaque mate para siempre.
Y alcanzando eso que desde siempre parece imposible: que de un
partido, los dos bandos salgan absolutamente felices.
Ni ganar ni perder; liberarse de ese combate que nunca debió ser
necesario realizar.
–Disculpen la interrupción. En estos días tan especiales se me hace
irresistible escuchar a todo el que habla mí mismo idioma. Es que no
tengo la suerte de ustedes, de tener tan buena compañía... Pero lo que
sí tengo es una prueba muy difícil mañana y estoy aterrada. ¿Padre, me
daría su bendición?
–¡Qué monada! Por supuesto que no molestas, queridita... Tendrías
que buscarte una novia así, Lucio. Aprovecha, que está sola...
–Madre...
–¿Cómo te llamas, hijita?
–Gracias por decirle eso a su hijo, señora. He tenido que cenar sola
porque quienes iban a acompañarme esta noche han preferido atender
urgentes negocios. Me llamo Elissa, señora, con dos eses.
–Elissa... como “Para Elisa”, qué fina. El Padre va a hacer que
mañana salgas feliz de tu examen, acuérdate lo que te dice esta
buena cristiana.
–La dama tiene toda la razón, hija. En las dos cosas: en que mañana
vas a salir feliz de tu “prueba”... y en que ella es una excelente
cristiana.
–Padre, qué feliz me hace. Si algún día anda por nuestro pueblo, no
deje de visitarnos... y le presentaré a todas mis amigas.
–Todo depende de lo que Dios decida, mi querida señora. Gracias
por tan hermosa velada. Y tan productiva.... Y vos, acordate de que
mañana tenés que hacer algo muy importante, Lucio.
–Lo más importante de mi vida, Ju... padre Juan.
–¿Ves que tenés que descansar? Muy Buena Noche para todos.
–Así Sea.
XXXIV

El lugar, en los suburbios de París, era una casa vieja con un gran
patio que unía las habitaciones distribuidas en una de sus caras
laterales. Al fondo, un pequeño jardín. Y nada más. Lo importante era
la experiencia, y nada distraía de eso. La sobriedad se trasladaba al
interior: entre paredes de ladrillos a la vista, de donde pendían los
bafles, unas veinte colchonetas extendidas e instrumentos exóticos de
percusión y de viento esparcidos por el piso, en cuyo centro podía
verse un equipo de audio. Era evidente que la música tendría un lugar
destacado.
Desde la puerta de calle se producían encuentros casuales con
participantes de todo el mundo, muchos de los cuales hablaban
castellano. Lucio aún no tenía claro si esta posibilidad de interacción
era un motivo de alegría o un problema. Los dos bandos le alertaron, y
se obligó al menos a saludar al detectar que detrás de la comodidad
que le brindaba el esconderse en la falta de idioma... el que estaba
cómodo, era el niño.
Era emocionante ver a Juan emocionado reencontrándose con gente
que, a todas luces, hacía mucho tiempo no veía. Sin embargo, parecía
buscar a alguien más; alguien que no estaba.
Una hora más tarde, a diferencia de Juan, Lucio y Elissa
continuaban en el mismo lugar. Sólo se habían movido para sentarse o
recostarse a medias. La combinación del perfume a hierbas quemadas
–no era sólo incienso– cada vez más penetrante, la música de fondo
para cualquier fiesta animada y el día entero de ayuno, comenzaban a
producir un leve efecto de embriaguez.
Cuando hubo quedado claro que ninguno de los presentes tenía el
más mínimo apuro por comenzar, todo se precipitó hacia el Inicio.
Un simpático coordinador de acento latino dio las explicaciones
imprescindibles sobre las características de la Ayahuasca:

–Lo que estamos por hacer es una experiencia que cuenta con más
de diez mil años. Quiero aclarar, sobre todo para los nuevos, que esto
nada tiene que ver con drogas o alucinógenos. En casi ningún lugar del
mundo la Ayahuasca está prohibida y cada vez en más lugares está
formalmente permitida. La elaborada para esta oportunidad viene di-
rectamente de la Selva del Amazonas peruano y en mis treinta años de
experiencia es una de las mejores que probé. Es como el champagne de
las Ayahuascas...
El chiste sirvió para aflojar la tensión de los primeros momentos,
pero además a Elissa y a Lucio les recordó la broma de Juan en el
departamento. Eso los tranquilizó: tomaron la conjunción como una
casualidad positiva que les indicaba que la actitud desde donde iban a
iniciarse en la experiencia era armónica.

–Es fundamental que no se confunda la Ayahuasca con las drogas


porque predispone a la experiencia de un modo completamente
diferente. Las drogas son perjudiciales y crean adicción al introducir
en el cuerpo elementos extraños, artificiales y químicos. En cambio, lo
único que hace la Ayahuasca es estimular el cuerpo a que libere y
produzca sus propias sustancias transmisoras químicas que, por ser
naturales, no pueden crear adicción. En Brasil, por ejemplo, se han
hecho estudios químicos con tribus que desde hace generaciones
vienen ingiriendo Ayahuasca y otras Plantas Sagradas, y no se han
detectado alteraciones genéticas ni de ningún otro tipo. Los
transmisores químicos naturales son estimulantes de procesos
relacionados con el hemisferio derecho... y son tan sanos y confiables
que los indígenas, en sus rituales, no du- dan en administrar unas gotas
también a los bebés. Suele nombrárselos como “Sustancias
Enteógenas” por su capacidad de introducirnos en el sentimiento de Lo
Divino. Y, como precisamente se trata de lo Divino... lo mejor que
podemos decidir es no hacerlos esperar para el inicio.
Sólo una sola cuestión previa, “técnica”: al lado de cada uno hay
unas bolsas plásticas de residuo... ya saben para qué son. Según los
indígenas, vomitar o no depende de cuánto tenga cada uno que
purificarse. Así que no duden en hacerlo si ven que lo necesitan... De
todos modos, aunque duden, no van poder frenar eso.

El líquido espeso y marrón que reposaba en un bidón de plástico en


medio del salón, era agitado y removido continua y reverencialmente.
Quienes ya tenían alguna experiencia descargaban sus tensiones
burlándose un poco de los más nuevos, anticipándoles las
descripciones más dispares –todas repugnantes– sobre el sabor y,
especialmente, la consistencia de lo que iban a probar.
–Esta Soga Indígena representa la experiencia que vamos a realizar.
Cada uno quiere hacer su Viaje para atarse a algo: una solución, un re-
medio, un esclarecimiento, un logro, un nivel superior de conciencia.
Es hermoso contar que, por ejemplo, los jíbaros usan Ayahuasca
para atarse al futuro que quieren realizar... y, casualmente, a lo largo de
los siglos esa tribu tuvo y tiene futuro, a diferencia de otras que han
sido extinguidas.

Tal vez por tratarse de un “Viaje”, el coordinador se nombraba Guía.


En el centro del círculo, flanqueado por un asistente que traducía al
francés y por una joven que parecía cumplir la única función de mirar
atenta y repetidamente a cada participante, el sonido y especialmente
el ritmo de las palabras comenzaba a predisponer hacia un cierto efecto
hipnótico.

–Vamos a hacer circular La Soga y cada uno le hará un nudo


mientras dice a qué quiere atarse en Su Viaje. Cuando Eso es realmente
deseado, la Planta Maestra muestra el Camino por donde alcanzarlo.
Para lo cual, antes suele mostrar de qué debemos desatarnos: aquello
oculto que nos impide llegar a Eso.

La frase que cada uno dijo al recibir la soga, mientras realizaba su


propio nudo, mostró que quienes tenían más claro adónde querían
llegar con su Viaje eran quienes menos miedo tenían al ejercicio.
Cuando la última frase fue dicha, los extremos de la soga fueron
anudados entre sí formando un círculo que representaba al grupo en
general y a cada uno y su Viaje en particular.

–En la mañana, el círculo será deshecho y cada uno desatará su pro-


pio nudo, que ya habrá quedado anudado en otro lugar... un lugar que,
por ahora, queda a infinita distancia: en sí mismo.

El clima había virado hacia una marcada profundidad. Se


evidenciaba la necesidad de cierta intimidad, cierta preferencia
creciente de estar a solas consigo mismo.
Comenzaron a servirse los vasos. Los más experimentados trataban
de dejar pasar primero a los nuevos, evidenciados por sus quejas,
temo-
res e inseguridades. Sólo luego explicaron que en el fondo el líquido es
mucho más concentrado que en la superficie y, por lo tanto, de mayor
efecto.
Por lo bajo, Juan mencionó el carácter de metáfora que eso
alcanzaba:
–En el fondo, la experiencia es mucho más fuerte que en la superficie. Eso
es La Vida misma.

Los tres, incluso Elissa con su pánico cada vez menos disimulado,
decidieron reservarse para los últimos centímetros cúbicos del bidón.
Del mismo modo que en misa a nadie se le ocurriría ir tomando la
hostia de a trozos, los tres bebieron todo el pocillo de un solo trago...
descubriendo un sabor y consistencia tan insoportables, que
agradecieron haberlo bebido de una sola vez.
La experiencia social llegaba a su fin.

–Lucio, Elissa... quiero decirles una sola cosa: llévense con ustedes
una frase–timón que les pueda recordar, cada vez que lo necesiten,
adónde quieren llegar con la experiencia.
–¿Cómo cuando lo necesitemos? ¿Por qué podríamos necesitar
algo?
–Yo ya “necesito” hablar conmigo mismo.
Hasta el Próximo Tramo Del Camino... que siempre es Mejor que el
anterior.
Se iniciaba la experiencia de uno en uno... De Uno, en Uno.
Y por eso, el relato sólo puede ser de uno en uno. Ser de Uno, en
Uno.
Aunque cada vez era más difícil tener noción del tiempo, la hora
anunciada como necesaria para comenzar a sentir los primeros efectos
de la pócima parecía haber transcurrido.
Afuera comenzaba a llover.
¿Afuera? ¿Qué es eso?

Lucio:
Colores, formas en el espacio. ¿Están siempre ahí? Siempre. ¿Por
qué
nunca las veo? Porque no quiero. Mi mente no las quiere y no están.
¿Todo se arma en mi mente?... Todo.
La tos de mi compañero de viaje, la incluyo en la música como un
golpe de percusión más. Los gritos de alguien a quien se le retuerce el
abdomen son el canto perfecto, pero perfecto, de la música. El sonido
del vómito de aquella que no pudo contener la Ayahuasca es la
contracción de una parturienta que anuncia un nacimiento.
Mi Nacimiento.
¿Y si ahora no me gusta la música que suena en el ambiente? La
cambio. Desde donde estoy... Y de verdad, cambia. Soy el disk–jockey
del universo. Me río, me río mucho. El Universo me está haciendo
cosquillas.
Abro mis ojos ¿estaban cerrados?
¿Qué es aquello en medio de la oscuridad? Justo ahí se enciende una
luz y me lo muestra. Gracias... ¿A quién agradezco? ¿al universo? ¿a
mí? ¿a mí en el universo? ¿a mi universo? Entonces, ¿qué sentido tiene
agradecer? El sentido que yo le dé: cada vez que agradezco es sólo un
recordatorio, una declaración de armonía.
Todo y todos son colores en la paleta llamada realidad, para pintar
con esos colores. Y el pincel lo tengo yo. Tengo que pintar mi
creación. Mi Creación.
La realidad cotidiana es en blanco y negro. Pero al lado de esa
realidad están todos los colores flotando en el espacio. Son el espacio.
Mostrarle esos colores a los que viven en blanco y negro, Eso es
Verdadera Enseñanza. Pero pintar de colores la realidad que era en
blanco y negro... Eso es Verdadera Magia.
Eso es la Magia: cuando vuelva a la realidad del mundo en blanco y
negro, tener la valentía de pintarlo con los colores de esta Otra
Realidad. Y cuando estoy en esta otra realidad, recordar que de nada
me sirven estos colores... si no son para pintar mi Realidad.
Eso es la Magia: Integración continua de todo lo que se enfrenta en
dos bandos. Integrar dos bandos enfrentados, eso es de Magos. Yo
elijo. Si los colores están desintegrados es porque yo no los integré, yo
no pinté. Y si no integro... desintegro. Si no me integro... me
desintegro. Integrar lo que me desintegra, eso es integrarme.
Qué lleno está el vacío. Todos los días, entre las cosas y yo, hay
espacio vacío. Pero ese vacío es vacío porque mi mirada es atrapada
por las cosas: miro las cosas, no miro el vacío. Y como no miro al
vacío, no lo lleno... Lo vacío cuando no lo lleno.
Todo es un juego, pero creo que las fichas se mueven solas. Las fi-
chas... ¿existen? Para mí, si yo quiero. Si decido poner mi mente ahí,
las fichas existen en mi universo. ¿Y los demás? Otro existe si pongo
mi mente ahí. Si no, en mi universo, ese otro no existe. Como yo dejo
de existir en su universo si él no me quiere ahí.
¿Abrir los ojos o cerrarlos? Es lo mismo. ¿Por qué? Porque yo
quiero.
¡Y lo es!: veo lo mismo.
Pero ¿y si es al revés? ¿Y si es la música la que me hace cambiar a
mí creyendo que yo quiero que cambie? ¿Y si primero cambia la
música y después quiero yo que cambie?
¿Primero? ¿Después? ¿Eso existe? Sólo si el tiempo me atrapa.
La jaula sólo encierra al pájaro que está atrapado en la jaula. Para el
que sigue volando, la jaula no existe... y el techo de la jaula es un piso
más sobre el cual caminar. Para quien abre la jaula del tiempo, todo es
simultáneo. Pasado, presente y futuro son pisos sobre los cuales
caminar. Todo es simultáneo. Todo es pura sincronicidad. Puros hechos
que confluyen sincrónicamente de acuerdo a una instrucción dada.
Todo ocurre exactamente de acuerdo a lo que tiene que ocurrir ¿Y
por qué tiene que ocurrir? Porque yo quiero. Son mis instrucciones.
Escucho eso y me río. Me río mucho.
Y reírme me recuerda que tengo cuerpo... si quiero. ¿Yo tengo
cuerpo? ¿O yo soy mi cuerpo? Mi cuerpo me lleva a mí. ¿O yo llevo
mi cuerpo? Si yo llevo a mi cuerpo, ¿por qué no puedo decidir ir a
algún lado sin llevarlo? ¿No puedo? ¿No puedo, si quiero ir ahora
mismo a otro lugar mientras mi cuerpo está aquí? ¿A ver?
¿Es real esta reunión de amigos en mi pueblo? ¿Es una trampa? ¿O
la trampa es creer que yo en realidad estoy donde está mi cuerpo?
¿Cuál de las realidades es la realidad? ¿La de la tos o la del golpe de
percusión?
¿la del dolor de abdomen que hace retorcerse o la del canto de la
música?
¿la del vómito o la del grito parturiento?
La Respuesta surge de pronto desde algún Lugar del Universo con
la
Fuerza de Una Sabiduría milenaria... o mejor aún: atemporal
La mayor de las ilusiones es creer en la realidad. Realidad
unificada es ilusión compartida.

La única realidad... es entonces la ilusión. ¿La realidad es la ilusión?


Bandos opuestos conciliados para siempre.... Si tan sólo pudiera
Comprenderlo. Pero la puerta está cerrada.
Yo conocí la Llave que abre todas las Puertas. Si no puedo
comprenderlo... es porque tengo que Escucharlo.
Si no hay una “realidad única”, la “única realidad” a la que tengo
acceso... es a la que yo armo!
¿Y Qué realidad armo? ...La que Digo.
¿Y la Ilusión?
¿Adónde estoy yo? Donde yo Digo. Todo en mi universo es lo que
yo Digo.
...Si yo así lo Deseo.
¿Estoy condenado a Crear Deseando? ¿Y para qué deseo desear?
Si no deseo que el universo sea lo que yo deseo... la tos es tos y el
vómito es nauseabundo. Pero cuando no deseo que el universo sea lo
que yo deseo ¿también lo creo? ¿también soy yo el que deseo que mi
universo no sea lo que yo deseo?
Lo que Crea es el Deseo. Si yo no deseo, igualmente hay deseos en
mí... lo que falta no es el deseo... soy yo.
Para eso deseo. Para Estar yo en el universo. Para Eso, Deseo.
Deseo... es Ilusión. Ilusionarse y Desear ¿son lo mismo? La
Realidad
es la que Deseo. La Realidad... es la Ilusión.

Me río. Desemboqué yo mismo en Eso que había llegado a mí.

No pertenezco a las realidades, las realidades me pertenecen... pues


yo las creo. Las realidades son mi creación.
Las realidades son... Mi Creación. Me Creo creando mis
realidades. Pero la Creación Suprema ni siquiera es Eso. Es Crear
la Conciencia
de que esa realidad en la que estoy es Mi Creación. Ser consciente de
que el universo en el que estoy es mi universo.
Ser Consciente de mi universo. Yo soy la Conciencia de mi
universo.
Entonces... Yo soy Dios.

Me río. Llegué demasiado lejos. Recuerdo mi frase–timón. Cada vez


que deseo, por muy lejos que me vaya, puedo acudir a la frase. A veces
me cuesta armarla. La frase está arriba, es adonde quiero ir. No la
recuerdo. Por debajo de la frase, la frase se me descompone en letras, y
por debajo de las letras... nada. Las letras son los colores y si yo no
pinto con esos colores, los colores no me sirven.
La frase es mi creación.
“La frase es... Mi Creación”. Es un combate: si no puedo armar mi
frase, no podré armar esa realidad que quiero alcanzar con la frase. Si
no puedo armar mi frase... no puedo armar mi universo.
Lo logro: Digo la Frase que Deseo.

Entonces me llama mi cuerpo.


Acá ya hice lo que tenía que hacer. Entonces, al cuerpo lo llamé yo.
A ese cuerpo en blanco y negro... para pintarlo de esta otra realidad.
Me voy al cuerpo... para integrar ambos mundos. Esta realidad en
colores en ese cuerpo en blanco y negro. Voy a integrarme. A crear con
mis frases mi universo. No hay mayor Acto de valentía.
El Nagüelo... Conmigo otra vez... Como en mi niñez, me trepo
con
él a un árbol. El Árbol más añoso que vi jamás... pero es de Fuego. El
Nagüelo también: resplandece más vivo que nunca. Hablando como
nunca, como siempre:
“Si un Fuego quema a un árbol durante 500 años, y el árbol sigue
en pie... entonces, lo ha purificado. El árbol se ha transformado en
sagrado, gracias al fuego que ha cumplido la divina misión de intentar
destruirlo. Ya es tiempo de que todo lo que en esta tierra ha soportado
fuego y no ha desaparecido tome el otro camino... Ya es tiempo de que
el mundo aprenda la Enseñanza de los Puros.

La Enseñanza de los Puros:


El Puro alcanza su mejor estado cuando es tocado por el mismo
fuego que destruye a todo lo demás. Un Puro sin Fuego es un objeto
sin alma. El fuego, entonces, no lo hace desaparecer... lo eleva. El
Fuego lleva al Puro hacia alturas a las que jamás habría llegado sin
ese Fuego.
Todo lo que se quema y no desaparece... se ha purificado.”

Desde arriba del Árbol alcanzo a ver adentro de un Faro...


En su interior está el símbolo del Tahuantinsuyo, los Cuatro
Caminos, integrado a una Cruz y un Círculo. Veo a Lucio, Elissa y
Juan caminando hacia ese Faro. Por un camino de montaña.

Lucio Despierta.
Juan:
Cristo en la arena con micrófono inalámbrico abierto, frente a los
leones de las religiones y de la ciencia humana que objetivamente
harán su trabajo y prueba a prueba darán su veredicto.
El desafío:
El que nombrándose Cristo dice todo lo contrario de lo que la
Iglesia sostiene que hace dos mil años Cristo dijo... debe demostrar si
es Cristo o un farsante de acuerdo a si logra repetir o no, uno a uno, los
milagros del Cristo bíblico.
Primer round:
Cristo toma una vasija llevada por él mismo. La llena de agua y... en
pocos segundos sale transformada en vino del mejor. Los científicos
revisan la vasija. Tanda Comercial. En todo el mundo, los partidarios
de Cristo arrojan sus hamburguesas al aire frente a los televisores y
exigen que ya mismo se dé por terminada la prueba para salir a festejar
el Retorno del Mesías y la Llegada del Nuevo Reino. Retorna la
transmisión. No se entiende el desorden reinante.
Se anuncia por los altavoces del estadio que si no retorna la calma
serán iniciadas acciones represivas. La policía prepara sus gases; los
bomberos sus mangueras.
Ante la violencia a punto de estallar Cristo extiende sus brazos en
cruz, pidiendo quietud y calma. Parece que quiere hablar.
Momento conmocionante en la historia de la humanidad... Decenas
de miles de flashes, publicidad virtual en todas las pantallas...

–Damas y caballeros de todo el mundo, con ustedes... la palabra


de
Cristo.
–Sólo he hecho...
Traducción simultánea a todos los idiomas de la faz de la tierra. Las
tribunas deliran: “Cris–to, Cris–to, Cris–to”. Se improvisan inmediatos
cánticos de respuesta que le avisan al Mesías que para siempre estarán
con él, que es cierto que son culpables de que él haya tenido que hacer
todo “solo”, pero ya nunca más estará en soledad.
–Sólo he hecho... lo mismo que dice la Biblia.
En la Boda de Caná, como en todo casamiento, se servía el mejor
vino. Y el mejor vino de aquella época era de Grecia, con un mosto
muy espeso en su fondo. En Caná no se lo conocía mucho, tal vez por
eso se asombraran
tanto de que poniendo agua en la jarra cuando ya habían bebido...
saliera vino nuevamente.
Me han pedido que repita aquella escena y yo así lo hice. Mi
Palabra ha sido cumplida.
Perplejidad. Público enardecido. Más dividido que antes. Muchos de
los que hasta cinco minutos atrás vivaban a Cristo ahora gritan que
detengan al impostor. Y quienes gritaban burlándose de Cristo ahora se
burlan también de los que habían gritado por el Cristo al que
nombraban impostor. Un tercer grupo grita que Cristo dijo la verdad,
que
él no tiene la culpa de que las Biblias anotaran como “milagro” lo que
él hizo.
Mientras muchos otros rompen las banderas... el tablero del estadio
da a conocer el score oficial:
Santa Iglesia Católica: 1 “Cristo”: 0
El caos desatado impide nuevas pruebas. El más respetado de los
científicos junto al representante directo del Papa toman los
micrófonos dando un paso frente al estrado. Todas las cámaras apuntan
hacia ellos. Todos los televisores del mundo, con su pantalla dividida
en tres: la Ciencia, la Iglesia y Cristo.
–Supongamos que en aquella boda se hizo lo que vimos recién y no
un uso de poderes divinos.
–Ni siquiera la Biblia que vosotros decís aceptar pretende hacer
decir a Cristo que hubiera acudido a lo divino con un fin tan mundano
como tomar un poco de vino.
Los partidarios de Cristo vuelven a cubrir con sus gritos de alabanza
la voz de todos los demás.
–Está bien, explícanos entonces cómo se realizaban las curaciones a
los enfermos... Pues no nos dirás que quitar el sufrimiento humano
también es mundano.

Por primera vez, el silencio gana a todos. El único que se atreve a


romper el aliento contenido es el locutor oficial pidiendo a Cristo que
“no conteste hasta después de la tanda”.
Tras interminables minutos, retorna por fin la transmisión.
–Han llegado cables de agencias noticiosas que anuncian el registro
de violentos enfrentamientos en muchas calles de... todo el mundo.
Pedimos calma para que pueda llevarse a cabo la contienda y que la
humanidad, en este esfuerzo de producción sin precedentes, pueda oír
lo que Cristo responde:
¿Cómo eran realizadas las curaciones?
–Vuestros libros de historia registran que Apolonio de Triana,
Dositeo, Simón el Mago y tantos otros curadores habían primero
recorrido los pueblos estudiando la medicina perfecta de los Esenios
en Egipto y en la India. Y vuestra Biblia aclara que el que vosotros
decís reconocer como Cristo es- tuvo en Egipto; ahí convivió con los
Esenios y, recorriendo todos los pueblos de la época, llegó (como los
Libros de Tíbet aún hoy lo testimonian) a la India. Todos sitios con
técnicas de sanación que de tan eficaces resultaban asombrosas donde
no se las conocían... Y si maravillarse con tales curaciones servía
para que escuchasen La Palabra, ¿debía evitarse que se maravillaran
y curaran... y así asegurarse de que no escucharan?
–Si eran simples técnicas de sanación, ¿cómo volvió Lázaro de la
muerte?
–Exactamente igual a como había entrado en esa muerte: por La
Palabra.

Los incidentes desatados en las calles de todo el mundo ya llegaban


a las tribunas del estadio. Sólo esta última frase tuvo el poder de volver
a concitar la atención sobre Cristo.

–La misma Biblia que vosotros habéis escrito dice con claridad que
Lázaro estaba dormido y que ese sueño –que quienes no conocían
llamaban enferme- dad– no era de muerte sino “para la gloria de
Dios”. Y eso era así... porque tal sueño es el Ritual de Muerte y
Nacimiento que, ya desde el Mitraísmo, debía realizar todo discípulo
durante tres días... precisamente el mismo tiempo que, según la Biblia,
Lázaro permaneció dentro de la caverna .
Por eso, esa misma Biblia os aclara que, aun antes de lo que
vosotros llamáis “resurrección”, los demás discípulos gritaban que
querían “ ir a morir con Lázaro”. El Ritual de la gloria de Dios
significaba el Inicio de una vida donde eran rotos todos los lazos que
ataban, por eso a quien lo realizó se lo conoció como “Lázaro”: “sin
lazos”.
Y como se trataba de un Ritual que permanecía oculto para quien
no conociera La Palabra, de los Cuatro Evangelios que vosotros
mismos habéis
aceptado como ciertos sólo uno de ellos se interesó en relatar este
episodio de Lázaro: el escrito por Juan... el único que estaba al tanto
de la Religión de la Palabra Verdadera.
¿Suponéis que si tal acontecimiento hubiera sido una
“resurrección” como la que vosotros pretendéis, y no en el Sentido
Espiritual... no lo hubieran dicho y puesto en primer plano todos los
evangelistas e historiadores de la época, de los que ninguno relata una
sola línea sobre el episodio?
–¿Y la multiplicación de los panes y los peces?
–¿Pero no habéis leído siquiera la misma Biblia que vosotros habéis
aceptado como verdadera? Esa multiplicación que vosotros
pretendéis, ni los discípulos más cercanos del que llamáis Cristo la
habían notado. Como cada uno de los demás hechos que pretendéis
espectaculares y sobrenaturales, pero que sólo son nombrados en
alguno de todos los libros que vosotros mismos establecisteis.
–¿Nos está diciendo entonces que los milagros de Cristo son una
farsa, que no son reales, que jamás existieron o que eran todas cosas
que los hombres podemos realizar?
–Os estoy diciendo que si el Cristo que conocisteis hubiera tenido
más poderes que los que vosotros tenéis... entonces habría sido una
farsa. Pues
¿para qué os hubiera servido su enseñanza? ¿Qué clase de modelo
podría ser para el hombre el de alguien que pudiera soportar el fuego
si vuestra piel es destruida ante ese mismo calor? ¿No habría sido una
burla de aquel al que llamáis Dios que os enviara como modelo a
seguir a alguien que hace toda clase de prodigios que vosotros no
podéis realizar, a alguien que pudiera volar si vosotros podéis
solamente caminar?
Lo que os estoy diciendo, para quien quiere oír, es que si vosotros
consideraréis falsa o no una religión de acuerdo a la capacidad de
realizar milagros... entonces estáis ignorando lo más terrible que esa
misma religión ha enseñado ya desde los Testamentos más Antiguos:
“El diablo tiene la misma capacidad de obrar milagros que
Dios.”
Si no aceptáis una enseñanza que no esté dada mediante milagros,
estáis igualando a Dios con el Diablo... Por eso, vosotros no sabéis
distinguir cuándo seguís al Diablo y cuando estáis siguiendo a Dios.
Si todo lo que os había dicho lo considerasteis falso como para
condenar a ese Cristo y preferir al que llamasteis Barrabás ¿...eso
falso se transformó en verdadero si ese Cristo resucitó?
Si el demonio os indica con engaños el camino que en realidad os
conducirá hacia él y luego realiza un prodigio ante vosotros,
¿entonces tomaréis ese camino como el verdadero?
Acusáis a Cristo de farsa porque no es el Cristo que vosotros os
habéis creado desde hace dos mil años. Pues la farsa que estáis
descubriendo... es la de vosotros mismos. Y como no soportáis vuestra
propia farsa, crucificáis una y otra vez al que os muestra la farsa que
habéis creado. Crucificáis al puro porque os recuerda que no sois
puros.
Pero antes de que pretendáis que pida perdón de rodillas ante el que
llamáis “Padre Venerable” por haberse puesto el disfraz que él mismo
inventó para luego indicaros que quien lleva eso puesto es en quien
debéis creer... antes de que me crucifiquéis otra vez para ver si hago el
milagro de resucitar y así lograr que los mismos de vosotros que
ahora se burlan me canten alabanzas... os dejo una pregunta.
La pregunta que jamás os habéis formulado en todos estos
milenios:
Si el Diablo puede obrar prodigios y milagros exactamente igual
que
Dios... ¿Qué es lo único que no puede hacer el Diablo?
Podría dejaros la pregunta para venir en dos mil años más a ver
vuestra respuesta. Pero ya he visto lo que habéis hecho con cada
pregunta que dos mil años atrás os ha sido dejada: una a una las
habéis transformado en guerras entre vosotros.
Por ello, prefiero deciros la respuesta ahora, la que jamás quisisteis
es- cuchar:
Lo único que el Diablo no puede hacer... es decir la verdad.
La verdad sobre qué le pasará a quien lo siga: vivir por el resto de
la eternidad siendo esclavo del Diablo. Por eso, vosotros no sabéis
distinguir cuándo lo seguís... pues para distinguir a quien dice la
verdad hace falta lo que vosotros jamás quisisteis aprender a hacer:
Escuchar.

La escena se transforma en un caos incontenible. El mundo se


enfrenta al mundo en cada uno de sus rincones.
Juan se aleja de la escena.
Cada crucifijo que cuelga de cada pecho ha transformado el rostro
de Cristo en la imagen del Diablo. Luego... quien cuelga crucificado...
es un indígena.
–Quiero que me hables. Quiero escucharte.
Ante las palabras de Juan, el Indio baja de la Cruz.
La Cruz es tachada por dos líneas en forma de X.
La equis y la cruz superpuestas se envuelven en un círculo que las
abarca formando una sola imagen.
La imagen está grabada al pie de una montaña. Por ella camina junto
a Elissa y Lucio.
Juan despierta.

Elissa:
Únicamente una imagen. Horas, días, semanas, meses, años. Mil
formas diferentes. Y una única imagen.
–Mamá... cuánto hace que no sé de vos. ¿Estás viva? ¿Estás? ¿Quién
está con vos? ¿Quién está con vos y conmigo?
¿Cuántos años tengo? ¡Mi tapadito amarillo! No conozco a ese
señor de pelo amarillo. ¿Papá? Sí... bueno, eso dice.
Mamá se fue con otro en cuanto me di vuelta a ver al de pelo
amarillo. ¿Con Cristo? No... con el sabio Issa. Mamá con El Issa. ¿Y
Papá?
Camino por las calles de París y de Buenos Aires. De un brazo me
lleva mamá. Del otro, Cristo... No, el sabio Issa.
Alguien nos quiere separar. Son militares. Alguien nos quiere
separar. Son curas.

Viene el Dire... me da el sobre. Viene mamá. El sobre. Viene El Issa.


El sobre... Viene Elissa... El sobre se abre.

Soy nena otra vez. Voy del brazo entre mamá y ese señor de pelo
amarillo. ¿O entre mi mamá y el sabio Issa? No sé.
Estiro mis brazos para ir de la mano de ellos.

Mis brazos son la parte de arriba de una X. Mis piernas la parte de


abajo. La X, que soy yo entre mamá y el señor de pelo amarillo, es
tachada por una cruz. Yo soy la X y la cruz me tacha a mí. Un círculo
me encierra.
Miro adentro del sobre, hay algo más... Indescifrable. Miro
adentro... hay algo más.
Elissa entre Lucio y Juan, caminando juntos por un camino de
montaña. Lucio, Juan... El Issa.

Elissa despierta.
XXXV

Amanecía en París. Primero caminaron cerca de una hora; en


silencio como nunca. Poco a poco fueron esbozando algunas frases.
Sólo esbozos, los suficientes para querer hablar; y escuchar.
No sabían el contenido de lo que habían visto, pero compartían un
profundo impacto: Juan y Lucio acababan de darse cuenta de algo que
superaba todo lo que habían vivido y lo que imaginaban que podrían
vivir: la visión de Juan era la continuación exacta de la que había
tenido Lucio días atrás. Como si uno concluyera el “sueño” que el otro
había comenzado.
Tal coincidencia les resultaba algo así como una garantía de
precisión, de objetividad. Eso, por sí solo, lograba espantar todo
esfuerzo de la Es- finge que en su intento por recuperar el terreno
perdido concentraba sus armas en combatir contra lo experimentado,
apuntando a que desecharan todo a través de convencerlos de que
habían estado delirando.

–Tal vez no lo recuerdes, Lucio... pero nuestro viaje se inició con la


respuesta que me debías desde Buenos Aires sobre aquellos “sueños”
tuyos que resuelven problemas.
–Por supuesto que me acuerdo.
–La integración de nuestras visiones... ha saldado la deuda.

Era más que suficiente para ese día. Dejaron a Lucio en el hotel.
Elissa casi no había hablado con él y tampoco con Juan, quien por el
momento prefería seguir escuchándose a sí mismo.
En la puerta del departamento, el mismo cartero que los había
visitado en las primeras horas de la tarde, dejó un sobre en manos de
Elissa y saludó desde lejos al acompañante. Un poco porque Juan ya se
estaba yendo... y mucho porque reconoció en él a quien con actitud de
comba- te a muerte le había recibido la entrega anterior.
Juan despidió a Elissa hasta mañana. Es decir, hasta dentro de
algunas horas.

Luego de tres pasos, giró sobre sí mismo... Aunque hacía años no la


es- cuchaba, no dudó un instante en que esa era la forma de llorar de
Elissa.
O más exactamente, de esa que estaba ahí y se parecía a Elissa...
pero con muchos años menos. Era, literalmente, el llanto de una nena.
Se invitó a subir e hizo café para ambos. Intentó que las imágenes
de la experiencia se grabaran en su mente para develarlas después.
Ella, hecha un bollito en un rincón, seguía llorando con el sobre en la
mano, aún cerrado.
Se dio cuenta de que todavía estaba lento.
Recién ahora reparó en que el llanto de Elissa comenzó con el sobre
que aún no había abierto. Seguramente el nombre del remitente había
desencadenado la crisis de llanto.
Con toda la delicadeza de la que era capaz, le quitó el sobre de la
mano crispada, esperando encontrar alguna pista que le permitiera
ingresar al mundo de Elissa; que por ahora seguía tan herméticamente
cerrado como ella.
Lo primero que pensó es que algún pariente tal vez trabajara en la
compañía eléctrica. De inmediato descartó la idea por absurda. Pero
seguía mirando como al enigma más indescifrable, la cuenta de la luz
arrugada y húmeda que había logrado quitarle a Elissa de sus manos.
Prácticamente la obligó a tomar café... con lo que Elissa ama el café.
Pero lo que no lograba, era hacerla hablar... con lo que Elissa ama
hablar.
Intentó por la vía del humor:
–Supe de mucha gente a la que la Ayahuasca le produjera vómitos
por la boca, pero por los ojos... es la primera vez.

Intentó con amor:


–¿Vos te creés que yo puedo dejarte así e irme a dormir como si
nada? No pienso moverme hasta que me digas qué te pasa...

Probó el enojo:
–No tenés derecho a arruinarnos así la experiencia.

Pidiendo:
–Si no te interesa por vos misma, al menos hacelo por mí y decime
qué te pasa.

Ordenando:
–Se acabó, no lo tolero más. Me decís qué te pasa ahora mismo.
Razonando:
–Vos ya sabés qué dijo El Issa sobre el hablar...
Entonces comprendió que el mejor modo de intentarlo... era dejar de
intentar: solamente ella podía resolver la distancia que ella misma
ponía.
–Esperame aquí. Voy a buscar a Lucio, no tardo más de quince
minutos.
–No... no te vayas.

Las palabras mágicas lograron correr la piedra gigante que tapaba la


entrada.
–No puedo decirte qué me pasa porque no lo sé. En mi ejercicio no
te vi hasta... casi el final. Pero tuve todo el tiempo la clarísima certeza
de que, aunque no te veía, todo giraba en relación a vos. Luego todos
me daban un sobre, empezando por el Director.
–El sobre del Dire.
–Después llegamos acá... y el cartero, que nunca viene de mañana,
me dio el sobre en la mano.
–Y ahora vas a abrir, de una vez por todas, el sobre que te dio el
Dire.
–No estoy segura... No sé por qué, pero tengo mucho miedo.
–Más razón para dar el paso.

Juan ya estaba abriendo el libro sobre El Sabio Issa. Encontró el


sobre y se lo puso en la mano a Elissa sin decir palabra. Sólo cuando
se aseguró de que no lo tirara, agregó:

–Podés hacer lo que la nena te dicta y quedarte con el miedo... o


podés hacer lo que tenés que hacer y quedarte con vos misma.

La vio mirar las letras del contenido y, luego, extenderle la carta. Su


expresión no era la de quien había recibido algo revelador... sino la de
quien no había recibido nada.
Se cobijó sobre la alfombra mientras Juan tomaba la carta para
leerla:
“El sabio sabe qué hacer con las frases que sabe”. “El Issa sabe
qué hacer con las frases que sabe para que se abran las puertas de
Elissa”. “Elissa sabe quién es El Issa que sabe las frases que están del
otro lado de la puerta”. “Y sólo si se abren las puertas de Elissa, se
abren las puertas de El Issa”. “Entonces se abren las puertas que
quiere abrir Elissa". "El problema es que Elissa no sabe sobre quién
sabe del Sabio... para no saber que Elissa viene de él.”

Juan dejó caer la carta y miró a Elissa, que estaba dormida. Huyó
espantado.

Absolutamente espléndido, Lucio pensaba la frase de Juan: “la


integración de nuestras visiones ha saldado la deuda” como una
rúbrica de sí mismo, de sus progresos, sus avances. Mientras se
duchaba, se divertía buscándose a sí mismo en ese estado eufórico en
algún otro momento de su propia historia. Sabía que no se encontraría
en lugares anteriores. Sólo estaba ahí. Pero no solo...
La imagen del Nagüelo, ése era el lugar. Algún registro de esplendor
semejante podía localizarlo en el Nagüelo, cuando volvía de sus viajes
con los Peskeros Con Red.
Ahora, era él quien formaba parte de Eso.

Caminó por la calle sintiendo que todo estaba exactamente en el


lugar en el que debía estar. Se sintió satisfecho con él mismo por haber
espantado a la Esfinge del combate contra la experiencia de la noche
anterior que en el amanecer había pretendido instalarse.
“En la mañana siguiente siempre trata de ponerse en duda Eso que
se disfrutó en la noche anterior.”
Se felicitó de haber recordado a tiempo aquella advertencia del
Nagüelo. La misma que lo salvó de arruinarse tantas “mañanas
siguientes” importantes de su vida, como las que siguieron a sus
noches disfrutadas con Armagnac, con champagne y con Elissa.
Extrañamente, estaba contento de que ella tampoco conociera aún a
este Lucio. Se dio cuenta de que hasta ahora, en la relación, la alegría
la aportaba ella. Y se alegró de que también fuera a saldar esa deuda.
Lo que nunca se imaginó fue que su cuenta pendiente con la alegría
fuera tan cara...
Tocó el timbre tres veces. Nada. Pensó que quizá había sido un error
no aceptar la llave que ella le había ofrecido. Desechó la idea de ir por
Juan al darse cuenta de que ni siquiera sabía dónde se hospedaba.
Golpeó la puerta. Nada. Se acordó de que en la Visión, también tuvo
que abrir una puerta cerrada y lo logró. Eso le dio coraje y se animó a
mover el picaporte. La puerta se abrió; su decisión de entrar había
logrado encontrar cómo hacerlo.
Las croissants que su pobre francés le había permitido conseguir
como un trofeo ganado en dura batalla cayeron sobre la misma
alfombra en la que estaba ella. Tirada en el piso, con la carta a un lado,
le recordó las más patéticas escenas de suicido de las peores películas.
Maldijo mil veces la Comunión y a Juan que los llevó a tomarla. Sin
embargo, pensó que la única posibilidad era buscarlo a él.
Tiró la carta luego de haberla leído sin entender más que lo
imprescindible: que era una factura de luz, y no la temida despedida
clásica.
Sólo lo tranquilizaba que Elissa... no estuviera “fría”.

–Elissa tibia...

Cada vez que lo repetía, el llamado agónico se tornaba más


desgarrador.
Si no saber el idioma, hasta ahora había sido parte de la aventura, en
ese momento era el guión de la tragedia.
“¿Cómo se pide un médico en francés? ¿Cómo me hago entender
por teléfono si no pueden verme las señas? ...El cómo aparece si
aparece el qué.”
Aun en medio de la desesperación, recordar lo que tan bien sabía le
permitió tomar una decisión: ahí dentro estaba perdiendo tiempo; en la
calle podría aparecer algo que lo ayudara.
Atravesaba el umbral cuando creyó escuchar algo. No quiso
ilusionarse, pero volvió unos pasos y escuchó nuevamente:
–No te vayas, Lucio...
El sonido más débil y más potente que había escuchado en su vida.
Agradeció a la escucha como otro agradecería a Dios.
–Creo que llegué justo a tiempo.

La frase de Juan entrando al mismo tiempo que Elissa despertaba,


confundió y tranquilizó a Lucio. Aquella mañana había aparecido un
nuevo Lucio, eso mismo ocurría ahora con Elissa y Juan.

–¿Qué pasó, Juan?


–Lo que por fin tenía que pasar... Así como esta mañana yo me es-
capé yéndome de aquí, Elissa se escapó a su modo, durmiéndose hasta
desaparecer.
–¿Escaparse? ¿de qué?
–Eso... es lo que ahora vamos a tener que averiguar.
XXXVI

–¿Y si dejamos de escaparnos?

Elissa, recostada en la cama, y Juan, a su lado en la alfombra,


hablaban de algo que Lucio no conocía. Se sintió de más y estaba a
punto de irse cuando escuchó a Juan que, más que invitarlo, le pedía
que se quedara.
Se alegró de escuchar. Gracias a eso pudo saber que no hablaban de
algo que él desconocía... sino de algo que ninguno de los tres conocía.

–Elissa, ¿vos qué entendiste de la carta del Dire?


–Absolutamente nada.
–¿Y por qué creés que te dormiste, desapareciste casi en un
desmayo, instantáneamente después de haberla leído?
–No sé qué tiene que ver, ¿me dormí por no entender?
–“Me dormí por no entender”: en cualquiera vertiente que se lo es-
cuche, apunta a lo mismo.
–Lo único que recuerdo es que después de leer la carta sentí que
estaba ante algo muy grande, que me superaba. Pero pensé que era por
la Ayahuasca.
–Y si estabas ante algo muy grande, ¿cómo qué estabas vos?
–No sé, como muy chiquita ¡Pero eso... es lo que aparecía continua-
mente en la experiencia: yo muy chiquita!
Lucio entró en la charla:
–La soga te muestra a qué estás atado.
–Exactamente igual que los sueños. Y como sucede con los sueños,
sólo podemos desatarnos de lo que ahí vimos que nos ata cuando
hablamos de eso.
Es lo que descubrió Freud ¿no?
–Bueno... lo redescubrió. Muchísimo antes de Freud, son
innumerables las culturas indígenas que enseñaron a su gente que lo
primero que debía hablarse en el día, era sobre lo que se había soñado
en la noche.
–Muy claro. Y la verdad... que de tan fascinante, habernos enterado
de la casualidad de que yo haya continuado en la visión el sueño de
Lucio, es lo único que hemos hablado hasta ahora de lo que vio cada
uno.
Y Elissa, la que menos habló, es la que está más ahorcada por la
soga.
–Cierto, se me hace difícil hablar. Era una misma escena, repetida
en diferentes contextos y épocas: yo muy chiquita, con mi mamá y con
mi papá. Pero a él no lo reconocía, solamente veía su pelo amarillo,
que tanto me llama la atención en algunos franceses. Después él
cambiaba por Cristo... no, más bien era el Sabio Issa... No me
preguntes por qué ni cómo lo sé.
–¿Por qué? ¿Cómo lo sabés?

El querido y oportuno humor de Juan. Era evidente que él estaba en


un duro combate para controlarse a sí mismo; lo que no era evidente es
que gracias a ese mismo combate... estaba a punto de descontrolarse
eso que tanto trataba de mantener bajo control.
–En la visión, las preguntas se las hacía a mi mamá.
–¿Y te contestaba?
–No... Había militares, curas, nos querían separar... a los tres. Y
después apareció el Dire con el sobre. Después no entendí más nada.
–Antes de “después” está “antes”.
–Qué sabio, ¿esos son los efectos de la Ayahuasca?
–Perdón, ¿me nombraste “sabio”...?
–Tampoco te creas cualquier cosa que te digo en este estado.
–Me nombraste “sabio”; en tu visión... ¿el Sabio en qué lugar
entraba?
–Yo iba del brazo de mi mamá y... de Issa, o de Cristo... bueno, es lo
mismo. Cristo y el Sabio Issa me llevaban del brazo que le
correspondía al de pelo amarillo... a mi papá. El sabio estaba entonces
en el lugar de mi papá, o más bien, de ése que yo no reconocía como
mi papá ¿Juan... qué me estás diciendo?
–Yo... lamentablemente, nada. Pero lo que escucho de vos... y de tu
visión... nos lo está diciendo todo.
–A vos, porque lo que es a mí...

No sólo ante ellos Juan nunca había llorado. Era un llanto contenido
durante años, durante décadas... tres décadas. Una sola cosa se le hacía
menos tolerable a Lucio que la escena que estaba viendo: lo que estaba
entendiendo.
Sin dar explicaciones, tomó la carta y la leyó en voz alta,
deteniéndose en algunas frases, como dando tiempo a todos a
incorporar, bocado a bocado, una pesada comida.

–El sabio sabe qué hacer con las frases que sabe...
–¿Yo leí eso anoche? Juan... ¿estás llorando?
–Seguí Lucio, por favor; ya bastante mal nos han hecho los silencios
y las esperas.
–“El Issa sabe qué hacer con las frases que sabe para que se abran
las
puertas de Elissa...”
–No me acuerdo de nada, pero lo entiendo bastante bien, incluso el
juego de palabras entre El Issa sabiendo qué hacer con las frases –
escucharlas, de acuerdo a las frases de Issa que me dio el Dire– y las
puertas que, por escuchar, se abren en Elissa.
–“Elissa sabe quién es El Issa que sabe las frases que están del otro
lado de la puerta...”
–Está bien... yo sabía quién era El Issa, porque yo sabía quién era
Cristo.
–“Y sólo si se abren las puertas de Elissa se abren las puertas de
El
Issa. Entonces se abren las puertas que quiere abrir Elissa...”
–Ya entiendo: abriendo mis puertas –de la escucha, según todo lo
que descubrimos– se abren las puertas para acceder a El Issa; y con la
escucha abierta se abren todas las puertas.
–Estás diciendo sólo algunas de las vertientes que tienen las
frases; pero está bien para empezar.
–Juan... yo estoy medio mareada todavía; te lo pregunto otra vez
¿estás llorando?
–Lucio, te pido por favor que lo que viene ahora no lo interrumpas.
Leélo todo junto.
–“El problema es que Elissa no sabe sobre quien sabe del Sabio...
para no saber que Elissa viene de él.”

El silencio hueco podía escucharse. Los tres se miraban para


asegurarse no haber entendido lo que cada uno estaba seguro de estar
entendiendo.
El silencio hueco dejó de escucharse cuando las carcajadas de Elissa
lo llenaron.
La Risa como remedio. Ante todos los silencios de todas las
décadas. Reírse de todos los años que rieron de uno.
Reírse por todos los años que no rieron con uno.
Reírse gracias a la verdad que se dice a sí misma a pesar de nuestro
deseo de no Escucharla.
Reírse porque ahora podemos Escuchar eso que antes ni pudimos
decir. Reírse porque ahora podemos Escuchar. Reírse porque ahora
podemos Reírnos. Reírse por querer llorar de Reírse. Reírse por
quererse Escucharse Reírse. Reírse por Quererse Escucharse. Reírse
Por Quererse. Reírse.

Todas las risas estaban contenidas y se liberaban en esa risa de tres


en uno.
No había risa histérica, burla o grotesco... Sólo risa.
Como si cada frase dicha durante décadas fuera un chiste que recién
ahora se Escuchaba.
Reírse habiendo descubierto al fin que...
La vida es un chiste que se entiende siempre tarde.

La vida se vuelve triste... cuando sus Casualidades se entienden


tarde. Lo único que tiene el poder para curarse de eso tan grave que de
pronto se desoculta en la vida... es eso mismo. Y sabiendo que lo
similar es lo único que puede curar a lo similar, el cómo lograr eso
comenzó a presentarse: la reacción que durante tres décadas estaba
programada en Juan y en Elissa fue la misma que se les impuso esa
mañana: simple y
trágicamente, irse, escaparse.
La risa que ahora les surgía se develaba entonces como la
Casualidad polarizada que a través del Entramado Oculto Del
Universo De La Palabra se dirigía a curar lo similar con lo similar: la
mutación del “re–irse” por el “reírse”.
Reírse... para curarse de re–irse: La realización de una lógica de
Magia tan gigante, rigurosa y cristalina que únicamente puede no ser
vista si se está del lado de mantener eso oculto.
Entonces, con la Sagrada Misión de Reírse, y en honor a la unión de
dos que pese a estar tan cerca jamás sospecharon lo cerca que
estaban... inventaron los croissants con champagne.
El champagne y sus burbujas, símbolo de Elissa; la croissants y su
“Cruz–antes”, símbolo de Juan. Dos símbolos de Francia que, por fin,
se encuentran en Francia después de ignorarse mutuamente durante
décadas. Un brindis por el encuentro de los que se encontraron durante
tanto tiempo sólo para saber que estaban desencontrados.

Reencontrarse, cada uno fundando un universo nuevo en el que reír-


se de lo que el universo previo en cada uno programaba re–irse.
Eso... es fundar un universo propio.

En el brindis de la inédita unión de croissants con champagne


decidieron algo: si entre los tres habían podido atravesar muros de
silencio de décadas de espesor, entonces, ahora simplemente... podían
atravesarlo todo.
Y lo más difícil: Reírse con eso.
XXXVII
Aunque establecieron que entre ellos nada cambiaría, todo era nuevo.

Desde la primera clase Juan había dejado bien en claro que siempre
estamos ante un mismo problema y que siempre estamos hablando de
otra cosa: de lo mismo.
Ahora, liberados de eso, simplemente... podían decidir de qué
hablar; podían decidir qué querían ser.
Como todo el que por fin escucha lo que nunca había escuchado,
debían redescubrir desde los hechos más básicos hasta los más
cruciales de sus historias.
Tenían que redescubrirse a sí mismos.
Lo que no había tenido sentido, ahora lo tenía. Lo que sí lo había
tenido, ahora tenía otro sentido, el oculto.
¿Es casual que “sentido” sea sinónimo de “escuchado”?
Descubrieron que lo que se les había desocultado no era por la
Ayahuasca; así como la garantía de lo que habían revelado no estaba
en la carta del director.
Todo, simplemente... era por el Deseo: el deseo de, por fin, Escuchar
lo que habían gritado en cada detalle de cada día de sus vidas:
¿Por qué Elissa “con dos eses” Elissa con “ese” padre y “ese”
padre?
¿Por qué ellos le decían “Dire” al director... que algún día les iba
a
“decir”?
¿Por qué el desafío continuo de Elissa en llamar “padre” a Juan?
¿Por qué la importancia para Juan de no aceptar que lo llamaran
así?
¿Por qué Elissa nunca había sabido qué buscaba en todo eso que
buscaba?
¿Por qué la madre le había dicho que “lo que ella buscaba, lo
encontraría en Buenos Aires”?
¿Por qué la compulsión en Elissa de dejar afuera todo aquello que al
mismo tiempo quería alcanzar y que representaba a Juan:
Psicoanálisis, cristianismo, escucha?
¿Por qué Juan pudo meterse en los temas concernientes a “la familia
de Cristo” sólo después de cruzar los Champs Elysées?
¿Por qué las casualidades negativas cuando se acercó al tema de “la
familia”?
¿Por qué su interés en develar lo oculto?
¿Por qué su interés durante esos treinta años en “sacar a la luz la
farsa” de la Iglesia, en desenmascarar al “falso papa”?
¿Por qué la Ayahuasca lo había llevado a la conclusión de que la so-
lución estaba en hacerse “Padre”?
¿ Por qué se hizo “Padre” queriendo encontrar lo que ningún camino
le daba?

Pero también, nuevas preguntas se hacían presentes:

¿Cómo se enteró el director? ¿Por qué la madre le ocultó todo a


Elissa pero la mandó a estudiar con Juan? ¿Cómo fue la historia?
Y muy especialmente: ¿para qué todo?
Las tres primeras podían preguntárselas al Dire. La pregunta final,
solamente a ellos mismos.
Y en eso estaban, como siempre.

–De todo esto, el que más ganó es el Padre Juan.


–¿Por qué dices eso, hija Elissa?
–Pocos curas habrán logrado pasar directamente de Padre a Papa.
–El nivel en el que estabas esta mañana no me asusta tanto como el
de eso que pretendés es un chiste.
–Todo sea por reírse. Pero es que ahora... estoy más confundida que
esta mañana.
–Hablando de re–irse: Lucio... huyamos si ahora está más
confundida todavía...
–No te hagás ilusiones... si no pudiste escaparte en estos treinta
años.
No es que esté confundida con lo que ya descubrimos, nunca tuve
todo tan claro en mi vida. Es más: parece que siempre lo hubiera
sabido.
–El que no sabe lo que sabe sigue siendo ignorante.
–Muy bueno, Lucio, ¿dicho del abuelo?
–Creo que por ahora sigue siendo padre, nada más.
–¿Quieren hacerme padre y abuelo el mismo día? Esto sí que es
avanzar rápido en la vida.
–El poder del Tantra.
–Lo lograste, Elissa: prefiero que hablemos de tu confusión.
–Esta noche Lucio y yo decidiremos tu destino: Papa o abuelo...
Pero ante los dos bandos que atacan otra vez, mejor sigamos con el
tema.
Hay algo que me confunde: durante la visión, las partes que
evidentemente se presentaron como las más importantes son las que
develé primero; pero ahora me parece más enigmática la parte final de
la experiencia, la que en ese momento menos me interesó.
–¿Todavía hay más? La próxima vez habrá que pedir que le den la
mitad de la pócima.
–Bien por el padre: casualmente, la parte que menos entiendo tiene
que ver con una mitad. En un momento yo iba caminando, era una
nena, iba entre mamá y... los padres, iba tomada de sus manos,
lógicamente con los brazos extendidos hacia arriba. De pronto, los
brazos se me transforman en la parte superior de una X, y toda yo me
voy transformando en esa figura que termina siendo una cruz. Todo
eso, finalmente, es encerrado por un círculo. ¿No es rarísimo?

La confusión de Lucio y Juan se sumó a la de Elissa. Los tres sabían


algo que ninguno de los tres sabía si sabía. Se miraban como buscando
una respuesta a una pregunta que ni siquiera sabían formular.

–¿Dije algo malo? ¿Ahora de qué me voy a enterar? ¿Soy la


abuela de
Lucio?
–¿Podrías describir otra vez la imagen?
–¡Ya sé: Lucio también es hijo de Juan! Por eso preguntan los dos lo
mismo al mismo tiempo y con la misma cara de terror... ¡Le estoy
enseñando el Tantra a mi propio hermano! Esto ya es tragedia griega.
Lo que vi es raro, pero tampoco tan terrible como para que pongan
esas caras: una X tachada por una Cruz y ambas encerradas en un
Círculo.
–Yo vi eso mismo –dijeron ellos al unísono.
–¿Qué decís? ¿Cómo puede ser?
–Cambia el cómo, pero es el mismo qué... yo lo vi al revés: una X
que tacha una Cruz; y el Círculo, igual.
–Yo he visto el Tahuantisuyo: el símbolo de los cuatro caminos, que
forma parte de la Chakana o Cruz Indígena, integrado a una Cruz con
un Círculo que los envuelve.
–Yo lo vi al final de la experiencia.
–Yo también, cuando decidí integrarme a mi cuerpo físico.
–Y yo en el desenlace de mi visión, cuando quedaba claro que una
nueva llegada de Cristo no traería paz... sino otra vez la guerra.
Entonces... después del diferente viaje propio, cada uno desembocó en
Eso idéntico.
Me parece que voy pudiendo ver algo. Ése es el sentido de todo
esto. Y no me refiero solamente a nosotros tres, sino a cada humano:
desembocar en una Única y Gran Unidad Integrada, pero a la que sólo
se tiene acceso luego de crear un camino propio que lleve a eso.
–¿No es Eso de lo que hablaba en sus clases? lograr lo propio.
–Nunca hablamos de otra cosa, porque siempre hablamos de Eso.
El problema... son los dos bandos: lo propio o la integración. Y esa
es la trampa: ¿qué vamos a integrar si no hay algo propio, individual y
diferenciado que integrar? No hay dos bandos, el único modo de
integrarse... es diferenciarse: integración es diferencia.
Si no nos diferenciamos, si no fundamos lo propio, el universo se
empobrece pues le falta lo de cada quien. Cada uno que se diferencia,
integra esa diferencia al universo y lo enriquece.
Cada Mesías, Maestro, Iniciado, Iluminado: todos hablaron de
Unidad, pero cada uno se diferenció de la masa amorfa de su época, se
tuvo que crear a sí mismo. Por eso se hizo Dios. Por eso se hizo
Divino... Cristo no alcanzó su estado de divinidad yendo al Templo.
Buda no alcanzó su estado de deidad yendo al Templo. Ninguno siguió
el camino que se le ofreció o se le impuso. Cada uno encontró, por sí
mismo, el otro camino.
Crearse a sí mismo... para entonces brindarle al universo lo más va-
lioso que cada uno puede alcanzar en esta vida: a sí mismo.
Eso es lo que no entiende la religión, eso es lo que yo no
entendía:
La Divinidad... es De Uno En Uno.
Entonces La Integración a Lo Divino, sólo se logra De Uno En
Uno.
X X XVIII

La Revelación fue el factor desencadenante para percibir los efectos


de la abstinencia. Luego de atreverse a romper el ayuno con
champagne y croissants pensaron que se merecían comer en serio. Y
para festejar lo diferente que era todo lo que durante años parecía ser
idéntico... decidieron ir al mismo restaurante Ambassadeur, donde
habían estado en lo que ahora les parecía una encarnación anterior.
A plena luz del día, el lugar también parecía otro. Necesitaron
recobrar fuerzas a base de manjares para estar en condiciones de
retomar el tema.

–La Divinidad es De Uno En Uno. Eso descarta de plano toda idea


de que siguiendo a otro: un movimiento, una religión, un mesías o lo
que sea, alguien pueda acercarse siquiera a lo Divino.
–Que lo diga precisamente un Padre... es toda una confesión. Pero
en verdad es tan exacto que me recuerda una Enseñanza Zen que me
bastó escuchar una sola vez para nunca más olvidar: “El riesgo de que
alguien señale el camino es que es más fácil mirar el dedo que el
camino”.
–Se parece a las frases de mi Nagüelo, gracias Elissa, es muy buena
para “¿señalar?” algunas cosas que estoy tratando de aclararme.
–¡Lucio, volvé a señalar!
–Bueno, ya sé que ha quedado un poco contradictorio con el dicho,
pero...
–Te digo que vuelvas a señalar, por favor.
–¿Así, Juan?
–¿Qué es ese anillo?
–¿Éste? Me lo dio el Nag...

Todos los mozos del lugar acudieron alarmados tratando de entender


la escena de Elissa abalanzándose sobre Lucio para tratar de sacarle el
anillo que él trataba –quizá por primera vez en su vida– de ver,
mientras Juan literalmente gritaba de alegría que el universo estaba
indicando el cómo.
–¡No, no puedo... no puedo creerlo!
–Obviamente ya es tiempo de que creas lo que nunca pudiste
creer...
¡¿Nos explicarías qué es eso?!

El anillo, con su grabado de un Sol cuyos rayos desbordaban del


Círculo que envolvía su encuentro en el centro, desde el cual se
extendían formando una “X” y una Cruz, parecía resplandecer como
nunca lo habían visto.
–Para el Nagüelo era uno de los elementos indígenas más sagrados
que conservaba, lo llamaba La Rueda de Inti.
Aunque en ese momento me quedaba grande, me lo dio cuando por
defender con mi vida a un Aguilucho que habíamos salvado juntos
pasé una prueba que poco tiempo atrás había esquivado.
Él lo había encontrado, cuando era muy joven, en La Montaña
Sagrada.
Cuando llegó el momento de dármelo, caminamos todo un día, sin
decirme adónde íbamos. Al salir la Luna llena llegamos a una
montaña; allí me enseñó a encender el “Fuego Original”: el que se
enciende sin fósforos.
Dijo que esa no era la montaña que a él le había dado el anillo, por-
que esa la encontraría a su debido tiempo... por mí mismo.
Hizo coincidir la circunferencia del anillo con la de la luna, que se
reflejaba por fuera mientras el fuego lo hacía por dentro. Entonces, con
el anillo en la mano, tomó las mías entre las suyas diciendo:

Un día caminarás por el Camino Verdadero. Entonces podrás


recorrer el sendero que lleva a la Montaña Sagrada y conocerás el
Árbol de Fuego... que proviene directamente de Inti. Cuando Eso
ocurra, la Rueda habrá cumplido su giro al guiarte hasta ahí. Eso
significará que ya puedes pescar con red. Hasta ese día precisarás
llevar la Rueda contigo, vayas donde vayas.
Entonces... cuando Escuches tu propia Canción y Dances con el
Cielo debes dejar la Rueda en ese Lugar. Así la encontrarán otros que,
buscando lo mismo que tú, vendrán, de uno en uno, por Otro Camino.
XXXIX

Una música indefinida se filtró durante un breve instante. Lucio


descartó que se tratase de lo que creía haber escuchado; tenía más
sentido pensar que estaba influenciado por el recuerdo del Nagüelo...
que afirmar que eso era una Quena Andina.
De todos modos, bastó que lo mencionara para que mientras salían
del restaurante y recorrían el hotel, estuvieran atentos a lo que
pudieran escuchar.

–¿Te acordás cuando te hablé de dos Lucios?


–Dos Lucios para dos Elissas.
–Me parece que los dos bandos... también en eso se integraron.
–Creo que el Lucio chiquito y la Elissa fría fueron descalificados en
la semifinal de este mundial. Gracias, Elissa, me hace muy bien que
me digas que mis bandos se integran ...Ojalá también pudiera integrar
todos esos dichos que me dejó el Nagüelo.
–¿Cómo es posible que nunca nos hayas dicho antes el de La Rueda
de Inti?
–No se los había dicho a ustedes... ni a mí, Juan.
Creo que las cosas que él me dijo deciden por sí mismas cuándo las
puedo escuchar.
–“Deciden por sí mismas... cuando las puedo escuchar” Tendrías
que
escuchar.
–Eso es lo que he visto en mi viaje de Comunión: todo lo que decide
entrar en mi universo entra porque yo quiero que entre. Y entró “algo”
que no puedo dejar de pensar: una vez usted habló de un árbol
milenario cuya base era la religión original y, las ramas, las diferentes
religiones.
–Muy correcto. Te acordás muy bien.
–Esa imagen del árbol... ¿fue una ocurrencia del momento?
–En campos tan sagrados guiarse por ocurrencias sería herejía. Se
trata de una metáfora que se usa desde... siempre. Se llama El Árbol
Del Inicio, ¿por qué?
–Ahora que empiezo a poder recordar las frases del Nagüelo...
La Puerta del Faro está señalada por un Árbol de Fuego: el Árbol
más antiguo de los Mundos más antiguos. Eso es lo que hay que
encontrar para encontrar el Faro. Y sólo encuentra Eso quien sabe
desde dónde buscar.
Pues quien sabe desde dónde buscar, sabe adónde están todas las
Llaves... también la del Faro.
–Aunque no lo entiendo, creo que Eso es decisivamente
importante.
–No lo dudo... pero más importante aún parece ser lo que
produce:
en mi viaje de Comunión, el Nagüelo decía que ese Fuego quema el
Árbol desde hace quinientos años.
–Parece una clara alusión a la colonización de cinco siglos sobre lo
indígena.
–Yo también lo pensé. Pero luego, toma una inmensidad que dudo
pueda limitarse a un solo grupo humano: ese mismo fuego no viene a
dañar, sino a purificar el árbol:
“Si un Fuego quema a un Árbol durante 500 años y el Árbol sigue
en pie, entonces, lo ha Purificado.”
–Eso sí que lo entiendo. Y es tan grandioso que lo que no sé es si
puedo abarcarlo: Lo oprimido purificado gracias a lo que intentó
oprimirlo.
–Es lo que yo también entiendo, y no se limita a lo indígena y la
conquista... lo indígena, no es más que un representante de todas las
Culturas Originales:
El Árbol se ha transformado en Sagrado, gracias al fuego que ha
cumplido la divina misión de intentar destruirlo. Ya es tiempo de que
todo lo que en esta tierra ha soportado Fuego y no ha desaparecido...
tome El Otro Camino.
–Pero eso... es lo que aprendí cuando estudié la alquimia, como uno
de sus secretos más preciados: “El acero, cuando está en el horno,
sufre lo indecible y supone que está siendo torturado y destruido...
pero luego, la hoja de acero templado vive en la realidad de ser
infinitamente superior al metal que había entrado a la fragua”.
–Sólo que el Nagüelo no lo nombró “secreto”... sino Enseñanza:
“Ya es tiempo de que el mundo aprenda la Enseñanza de los
Puros:
El Puro alcanza su mejor estado cuando es tocado por el mismo
Fuego que a todo lo demás lo destruiría. Un Puro sin Fuego es un
objeto sin alma. El Fuego no lo hace desaparecer... lo Eleva. El Fuego
lleva al Puro hacia
Alturas a las que jamás habría llegado sin ese Fuego. Todo lo que se
quema y no desaparece... se ha Purificado.”

–Integración total de bandos que parecen opuestos. E Integración de


lo más sagrado de cada religión de la humanidad: La Alquimia, la
Zarza Ardiente del Antiguo Testamento, el Árbol Flameante Sufí...
todo confluye en Eso.
–Y hacia ahí también confluyó mi viaje, Juan. Porque yo trepé con
el Nagüelo a ese Árbol de Fuego... desde ahí vi el Faro y en el interior
estaba el Símbolo que ahora por fin veo que llevo en el Anillo... y
después... nosotros tres caminando por un camino de montaña hacia el
Faro.
–Un Faro en un camino de montaña.
–Parece extraño, hasta ridículo, sin embargo eso ha sido muy
importante, porque me sirvió para sacarme la última duda de que el
Faro fuera real o metafórico: los Faros están en las costas, no en los
caminos de montaña; estaba hablando de otra cosa.
A través de los ventanales, por primera vez desde que estaban en
París, el Sena resplandecía.
–Si sigo el orden del cántico, Lucio, todo encajaría perfectamente: el
Tesoro, es lo Divino; el Árbol del Inicio, la Religión del Origen que
paso a paso estamos reconstruyendo en la confluencia de todas las
religiones que lleva a la divinidad en cada uno, que se encuentra con
ese
Árbol de Fuego.
El Faro –lo que orienta y guía hacia el Árbol– es lo que descubrimos
que orienta y guía hacia la Religión Original: la Escucha, escuchar lo
oculto. Así como el Faro es la llave que abre la puerta de un continente
señalando desde dónde ingresar, la Escucha es la llave que abre la
puerta de aquella Religión Original que señala desde dónde ingresar a
lo que está oculto dentro del Faro. La Escucha es el lugar desde donde
buscar. Por eso “quien sabe desde dónde buscar, sabe adónde está la
llave”.
–Todo encaja, pero llega a tal punto de integración... que no logro
diferenciarlo. El mapa es para llegar hasta el Árbol que lleva al Faro.
El mapa del Tesoro está adentro del Faro... Pero en mi Comunión, lo
que yo vi dentro del Faro es La Rueda De Inti que está en mi anillo.
Entonces... La Rueda De Inti... ¿es El Mapa?
–Si recién veíamos la confluencia de los caminos más sagrados en
el
Árbol de Fuego, entonces en el mapa que lleva hasta Eso, podremos
encontrar todo camino que en la historia haya orientado hacia lo
Divino.
Nosotros la “descubrimos” en un anillo, pero está en todos lados...
en cada una de las lógicas más elevadas de la humanidad: la Lógica
Zen, la Moebiana, la Taoísta, la Sufí, la de las Parábolas y Paradojas
más trascendentes con que cuenta el hombre... las usadas para romper
las jaulas del intelecto: saber desde dónde buscar... es saber dónde está
eso que se busca.
El Mapa que alguien busca... lo lleva quien lo busca. Cada uno de
nosotros es El Mapa que conduce a la Divinidad. Quienes buscamos
eso lo llevamos con nosotros todo el tiempo... como se lleva un anillo.
Y no sabemos leerlo porque no sabemos leernos. Por eso el mapa
está oculto para cada uno: porque cada uno está oculto. Claro, hasta
que encuentra la llave que abre la puerta de lo oculto.
–Es como una lógica maravillosa que está más allá de la lógica:
atravesar los límites y condicionamientos en busca de un mapa que
lleva al Tesoro que incluye todos los tesoros de todos los mundos...
para descubrir que el mapa está oculto en quien lo está buscando. El
mapa estuvo todo el tiempo en quienes lo buscamos... como estuvo en
mí el anillo.
–Es demasiado. Suena a... perfecto.
Lo primero que pensé cuando vi la figura, fue en una imagen que
siempre estuvo conmigo en “mi búsqueda desorientada y desaforada”
y que al igual que las Biblias y la palabra también está desde hace
siglos a disposición de la humanidad. Tiene la misma estructura que La
Rueda de Inti... y es la imagen que creó quien, según las inefables
cátedras del padre Juan, casualmente participaba de la sabiduría
oculta: Leonardo Da Vinci. Él se encargó de que perdure la figura de
dos hombres superpuestos, uno en Cruz y otro en Equis, envueltos por
un Círculo. Es la misma Rueda... en una imagen que Occidente tiene
desde por lo menos la Edad Media.
–Y la hija superó a ese padre. Tenés total razón: “El Hombre de
Vitrubio”; a través de la que Da Vinci dio nada menos que la Clave de
La Proporción Áurea... es decir, la Ecuación de la Divinidad... o en
otras palabras: el Mapa de lo Divino.
–Sospecho algo tan trascendental que no sé si me atrevo a verlo. Si
todas las religiones están presentes ahí, ¿es posible que ése sea el
Símbolo de la integración total de todo lo develado por todas las
culturas que desocultaron la Sabiduría? Elissa lo ha podido reconocer
en Leonardo Da Vinci, que según Juan, conoció la Sabiduría.
Y ahora yo comienzo a darme cuenta de que ese mismo símbolo
está en la base del emblema más sagrado e integrativo de la Enseñanza
Indígena: el “Calendario Azteca” que es la condensación más perfecta
que quedó del Saber Original... y tiene la misma lógica que estamos
descubriendo: una Cruz como eje se superpone con otro eje en Equis, y
todo eso integrado por un Círculo.
–¿Leonardo Da Vinci y los Indígenas hablando de lo mismo? Es
más loco que mi búsqueda más loca.
–Pero por muy loco que suene, si es correcto, ese Símbolo es la
rama más visible del Árbol más gigante de la historia de la
humanidad... que produce frutos que contienen el saber oculto cuyas
raíces se conectan desde hace milenios.
Y si eso es así... estamos ante la puerta del Faro. Entonces, todo el
que haya vislumbrado ese Saber oculto tuvo que encontrarse con la
misma figura. Y si el Psicoanálisis más avanzado, es el que precisa
llamar a la puerta del saber oculto, sería lógico que también se hubiese
encontrado con el mismo símbolo, lo cual a su vez confirmaría que
desemboca en tal puerta. Y yo mismo no puedo creerlo... recordé que
esa misma figura está en el “Diagrama de Peirce”, uno de los
desarrollos más avanzados a los que recurre continuamente Lacan
quien a su vez es el que más avanzó después de Freud.
Un mismo símbolo clave y su misma lógica en las culturas,
contextos y épocas más disímiles. Y sospecho que lo vamos a seguir
encontrando en más lugares a medida que vayamos develándolo. En
forma total o en fragmentos, cada cultura conservó algo de eso en sus
símbolos sagrados.
Y en tanto ese símbolo está en todo lo sagrado... es indiferenciable
de lo Sagrado, de lo Divino!
Entonces... todo lo Divino está en el mismo Símbolo que, efectiva-
mente como un Mapa, conduce al hombre hacia lo Divino.
–Un momento, Juan... esto es puro vértigo; me pasa que en cuanto
comienzo a entenderlo, automáticamente se me aleja otra vez. Lo voy
a decir nuevamente, para escucharme decirlo: “El símbolo que
conduce a lo Divino, también es Divino”. El mapa que conduce hasta
el Faro don- de está el Tesoro de la Divinidad, es Divino en sí mismo.
Es decir... lo
Divino está oculto todo el tiempo en quien busca el mapa de lo divino.
No hay un mapa que me lleva hasta el Faro donde está el mapa de lo
Divino... Lo Divino ya está también en el mapa y en la búsqueda que
me lleva hasta lo Divino.
–¡Por supuesto, Lucio! Sólo hay que escucharlo: se trata del mapa
“de” lo Divino, la búsqueda “de” lo Divino: eso pertenece a lo Divino.
El mismo Recorrido hacia la divinidad, participa de Eso, muestra en
qué consiste la divinidad.
O sea, no hay dos bandos, Lucio: el mapa que conduce al Faro... es
el mismo que está dentro del Faro.

El esfuerzo los sobrepasó. Intentaron hacer una pausa gratificándose


con un Puro, pero bastó que Juan lo sacara del bolsillo para que les
indicaran que en ese sector del hotel estaba prohibido fumar. Elissa iba
a preguntar por el salón de fumadores cuando el sonido, ahora
definitivamente identificado como el de una Quena, atrapó la
sorprendida atención de los tres. Decidieron que lo mejor sería guiarse
por la escucha para develar des- de dónde provenía. Era como un juego
tener que estar atentos a la música y al mismo tiempo, aprovechar su
intermitencia para seguir hablando.

–Estamos ante algo que el pensamiento no llega a abarcar.


–Puro Koan Zen, Elissa, que eleva al humano más allá de sus límites
pues sólo se lo capta atravesando la lógica habitual en la que se está
atrapado. A través del universo de la Palabra el hombre llega a Dios...
ese mismo Dios que crea su universo a través de la Palabra. Por vía de
la Palabra se llega a Dios; y Dios llega a serlo por vía de la Palabra.
–¡Ahora sí me doy cuenta! Y no puedo creer que recién ahora me
dé cuenta.
–Bueno Lucio, estamos avanzando paso a paso...
–Pero hay algo más. Ver que eso mismo que lleva al hombre hacia
Dios lo ubica a Dios en el centro del universo remite otra vez directa-
mente... al símbolo más sagrado de toda la cosmología indígena.
Eso es lo tan trascendente que sólo por chispazos comenzaba a ver y
que ahora sí creo, por fin, integrar. Es algo que siempre me resultó
ridículo y que ahora, se me devela como una de las claves más
importantes que he conocido: cuando el conquistador estuvo por robar
el “Calendario Azteca” que antes mencioné, según la leyenda, ellos
prefirieron
arrojar el disco gigante de oro en el que estaba tallado, a las aguas de
un
Lago Sagrado. Todo lo demás no trataron de protegerlo, pero Eso sí.
Y resulta que justo donde se integran la Cruz y la Equis, en el centro
del Círculo de ese “calendario” que para ellos representa al universo,
insólitamente, lo que hay... es un hombre mostrando la lengua.
A mí, como a tantos estudiosos, nunca me pareció verosímil la
tendenciosa versión “oficial” de que representa un dios pidiendo
“sacrificios de sangre”. Ahora... por fin entiendo qué significa: con una
contundencia y simpleza típica de lo indígena, que sólo depende de
que se lo quiera ver, lo que eso enseña es... que lo que está en el centro
del universo... es la lengua, es decir... la Palabra.
–Eso sí... es la más perfecta y definitiva confirmación del mapa.
Des- de ahí, todo paso siguiente es pura Elevación. Sólo es necesario
ubicarse desde esta clave para que lo más oculto y sagrado se presente
como transparente y accesible. El mapa de la divinidad está
mostrándonos que la Sabiduría ubicó a la Palabra en el centro del
universo del hombre y en el centro del universo de Dios,
indistintamente.
–Eso es tan exacto que el paso siguiente nos lleva hacia la Luz más
poderosa; y no en sentido metafórico: basta escuchar que Eso que el
hombre blanco bautizó “calendario”, los indígenas en realidad lo
nombraban La Piedra del Sol... Y en la cosmología indígena, el Sol es
la representación por excelencia de la Divinidad.
–¿Entonces?
–Entonces, si el hombre que muestra su lengua en el centro de su
universo también está en el centro del Sol, que es el símbolo de lo Di-
vino... se trata de un Hombre-Dios. Por lo tanto, lo que La Piedra del
Sol está diciendo es que el Uso de la Lengua que está en el centro del
universo de cada hombre... es lo que conecta el hombre con lo Divino
y, al mismo tiempo, es lo que hace que lo Divino se mantenga en el
centro de su Universo. Y Eso exactamente es lo que decían los
Toltecas y los Peskeros, como tantas veces se los escuché: Hijo del Sol
equivale a Hijo de la Palabra.
–Eso ordena prácticamente todo lo mucho que tuve que estudiar
para ahora saber lo que sé. El mapa de la divinidad en una sola imagen
integra lo que nos posibilita a los hombres llegar a Dios y a Dios
ocupar Su Lugar central en Su Universo. Es desde esa clave que todo
se integra, que ya no hay sabidurías... sino Sabiduría.
Encontrar que la sabiduría Original ubica en el centro del universo
tanto Divino como Humano a la Palabra es encontrar en el mismo
lugar la sabiduría del Génesis bíblico, donde la creación del universo...
está supeditada al Logos.
Pero así como la palabra lo crea, también lo dirige y es la que puede
destruirlo: después de la creación, el máximo poder de Dios es
“maldecir” o “bendecir”...“mal-decir”, “bien-decir”. Y del mismo
modo que según todas las Biblias opera Dios, cada ser humano tiene a
su disposición la llave que abre la puerta del Faro que contiene el mapa
del Tesoro: en cada palabra que dice. Ahí se oculta la llave, pues cada
palabra tiene en sí misma el poder de ser una “maldición” o una
“bendición” para quien la dice, de acuerdo a lo que se oculta en eso
que dice.
–Por eso, el primer paso, el que permite la diferenciación, es el
mismo para todos, sea develado por un indígena como el Nagüelo, por
un oriental como Buda o por un hebreo como Cristo.
–Todas mis búsquedas anteriores, de verdad que me parecen
ridículas ahora.
Desde siempre traté de desentrañar los secretos de todo Eso que se
conoce como Magia y ahora comprendo, por fin, su llave de acceso: su
Clave básica, conocida desde siempre como “Abracadabra”... significa
exactamente: “Yo Creo como Hablo”.
Es Ahí adonde confluyen Todas Las Enseñanzas de La Magia. Y
recién ahora puedo darme cuenta qué significa Eso.
Siento que estamos ante la Gran Revelación, que abre las puertas de
todas las revelaciones. Sistemáticamente, en el momento exacto,
aparecen ciertas develaciones, ideas, preguntas y hasta respuestas que,
como chispazos, nos orientan de un modo decisivo ...Pero también
siento que todo depende de que usemos esas chispas para encender el
fuego.
–Una vez el Nagüelo me dijo que las leyes para mantener el fuego
encendido son las mismas que para lograr encenderlo. Aprender a leer
La Rueda De Inti como el mapa más simple –y por eso, más perfecto–
permite de una vez por todas, que el Fuego Original encendido por los
dioses, sea mantenido eternamente vivo por el hombre.
Y eso... es lo que ahora tenemos que aprender: cuando gracias a la
escucha desocultamos las fuerzas ocultas con las que, como dioses,
movemos nuestro universo ¿cómo nos mantenemos en contacto con
Esas Fuerzas Divinas para regir ese universo?, ¿cómo las
aprovechamos?
Seguir la escucha como clave los había elevado hacia alturas que ni
sospechaban existían. Y como afuera es un espejo de adentro... de
pronto notaron que siguiendo la Quena que escuchaban, insólitamente
estaban en las puertas de las terrazas del hotel.
Jamás supusieron que la azotea fuera en realidad un hermosísimo
bar... Y menos aún que ofreciera, junto a los mejores tragos
internacionales, la compañía de músicos que, casualmente... en esa
oportunidad, con sus resplandecientes ropas Andinas, producían con
Quena, Charango y Bombo algo parecido a lo Divino.
Era tan surrealista como imponente ver a París por encima de las
copas de los árboles escuchando “El Cóndor pasa”.
Sólo había lugar para la emoción... junto al champagne y, por fin,
el
Puro.

–Y pensar que buscábamos un salón donde encender el puro... No


hay caso, la escucha conduce a lo Divino. Divino el momento la
Música, el champagne, el Puro y la compañía. Y basta estar aquí bajo
este Sol, para sentir que en efecto, el Sol es una Divinidad. Llevar
dentro de uno este calor, esta luz ¿consistirá en eso el formar parte de
lo Divino?
Mantener un fuego encendido en forma permanente y definitiva en
cada uno... les diré que es lo más Divino que se me puede ocurrir
alcanzar en esta vida.
–¿Qué dijiste, Elissa?
–Que mantener el...
–No, lo de la poetiza afrancesada no, lo otro: “les diré...”
–Bueno, en realidad, ya se los dije.
–Nombraste al “Dire” justo cuando los músicos dejaban de tocar
para que se escuchen las campanadas de la torre Emmanuel... de Notre
Dame.
–Las escucho tantas veces por año... que ya no las escucho.
–¿No se acuerdan cuándo fue la última vez que escuchamos hablar
sobre Notre Dame?
–En la cinta sobre Francia ‘98.
–El Dire ¡diré! ¡«les diré»! ...y Notre Dame haciéndose presente
cuan- do lo nombrás.
–¿No les parece que esta casualidad también exige ser leída? Si es-
cuchamos de qué hablábamos antes de sonar las campanas y cuando
Elissa nombró al “Dire”... es posible que algo empiece a develarse de
la respuesta a eso que veníamos hablando. Buscábamos cómo leer el
Mapa para mantener encendido el fuego divino del que ya
desocultamos los chispazos que lo encienden. Plantea el qué... y
aparecerá el cómo.
–Perdón, ¿nos está diciendo que el cómo llegar a la respuesta... es
llamar al director?
–Pero no, Lucio; eso sería totalmente desubicado.
–¡Pero sí... tiene lógica que el Dire nos pueda orientar sobre la
lectura del Mapa! ¿Cómo no se me había ocurrido llamarlo antes? Lo
que no entiendo es por qué ahora el padre nos dice que no se trata de
que nos comuniquemos con él.
–Porque no se puede prender un fuego... por teléfono. Y menos aún,
mantenerlo encendido.
–¿No estará pensando en...?
–¿Ustedes todavía tienen algo que hacer acá?
Creo que tenemos un par de cosas que hablar con el Dire y no
precisa- mente por teléfono. El problema es que habría que encontrar...
una buena guía turística que nos consiga tres pasajes urgentes a
Buenos Aires.
–Yo conozco la mejor de todo París y alrededores. Es la única que
recomienda la Casa del Habano.... Esta noche viajamos a Buenos
Aires.
–Digamos, mañana a la noche. Aunque odie hacerlo y tenga muchos
motivos para no hacerlo... yo le debo a mis padres la tortuosa visita al
Laboratorio, y después de todos los plantones que me toleraron, creo
que es lo que corresponde.
–Lo de tomarnos un día más, la verdad es que no me viene mal, así
mañana puedo ocuparme de derivar todos los contingentes turísticos
que tenía acordados... Pero ¿alguna vez nos enteraremos de qué pasa
con ese Laboratorio, que te pone tan mal?
–Pero es que, realmente me pone muy mal toda esa historia... tanto,
que estoy reconsideración con mucha seriedad qué quiero de verdad
estudiar, si Medicina o...
–Muy querido Lucio... aún con la alegría que me daría lo que creo
estabas por decir, te sugiero tan seriamente como la reconsideración
que mencionás, que no tomes decisiones tan importantes antes de
haber esclarecido todo eso de lo que no aún no hablaste. Los dos
bandos pueden rearmarse en uno de los lugares en que más conflictos
pueden crearte en tu vida: “medicina u otra carrera”.
–Gracias, Juan. Yo también temo mucho que mi decisión sea pro-
ducto de un bando desplazando al otro.
–Ante el evidente riesgo, sería bueno que, en principio y sólo en
principio, tomes la precaución de que ya desde mañana mismo, al ir al
Laboratorio, un bando no te desplace al otro... y para eso, si querés,
pasá a buscar unos libritos que te podés llevar para aprovechar más
aún el viajecito.
–Usted sí que no da puntada sin hilo.
–Entonces sigamos el hilo... y aprovechemos la última tarde juntos
en Francia: Después de lo que escuchamos en la cinta... visitar Notre
Dame bien vale un París. ¿O no escucharon el llamado con campanas
del mismísimo “Emmanuel”, que como corolario perfecto para las De-
velaciones que este maravilloso Viaje nos propició, casual y
etimológica- mente es quien anuncia “Dios está con nosotros” ?
XL

No había dudas de que el padre de Lucio esperaba éste como su


Gran Día. Más de una hora antes que el horario acordado, ya
desayunaba con su traje más impecable, su mejor afeitada y los
perfumes que pensando especialmente en esa ocasión había comprado
en el free shop.
Lucio sabía que no podía desairarlo y tenía que estar igual de
impecable... y a horario. Por eso, su angustia crecía con cada cuadra en
la que no conseguía el ansiado taxi que la tormentosa mañana de París
transformaba en un objeto tan exclusivo y codiciado como cualquier
obra de arte del mismísimo Louvre.
Lamentó de verdad el haber aceptado pasar a buscar esa mañana el
material bibliográfico que Juan especialmente le llevó para continuar
con sus lecturas. Pero tampoco quería desairarlo a él... finalmente, si
no fuera por la lluvia todo habría salido bien, y estaba de acuerdo en
que la idea de aprovechar el viaje al Laboratorio en las afueras de París
para leer, era un modo excelente de integrar ambos bandos.

–Parece que te lleva el diablo, Lucio ¿qué pasa?


–¿Qué pasa...? la maldita lluvia. Es esa la que está del lado del
diablo. No quería faltar a mi palabra, pero se me complicó todo.
–¿Vos maldiciendo? ¿y a la lluvia, un elemento de la naturaleza? La
verdad, no parecés vos. No pensé que lo sentías como una simple
obligación por lo que ayer acordamos. Podrías haber llamado y lo
dejábamos para otro día.. porque la verdad, para que te los lleves así,
preferiría que no...
–Tiene razón, discúlpeme Juan. Soy un bruto cuando me pongo así.
–¿Cuando te ponés cómo?
–No sé. O sí sé... desde hace unos meses, odio la lluvia; y parece
que
París ha decidido ponerme frente a eso una y otra vez.
La verdad, quisiera que tengamos tiempo para contarle de algunas
cosas que aún lo le he dicho; pero...
–Pero seguís buscando motivos para no hablarlo.
–Le prometo hablarlo... es que las lluvias que llegan cuando no son
deseadas... me recuerdan a las que no llegan cuando se las desea.
–Si bien es cierto que siempre hablamos de otra cosa... ahora parece
demasiado evidente que es así. ¿Estás seguro que te referís a la
lluvia?... mirá que se trata solamente de agua...

Pese al tono jocoso que intentó darle, no pudo terminar la frase. La


tez de Lucio empalideció y Juan hubiera jurado que el agua sobre su
piel ya no era sólo de lluvia, sino que la transpiración de pronto
empapó todo su cuerpo mientras como un rayo tomó los libros y, sin
despedirse, casi en un solo movimiento ya estaba otra vez en el taxi
que lo esperaba en la puerta. Inútil fue gritarle desde la ventana que no
se ponga así, que sólo intentaba hacer una broma para aflojarlo un
poco.

–Lucio... por fin llega, hijo. Apúrese que encima de que no


conocemos los caminos, con la lluvia tenemos que ir más despacio.
–¿Y no le parece una muy mala señal que justo llueva cuando
tenemos que viajar?
–Pero... ¿otra vez con esas tonterías?! No le voy a perdonar que
justo cuando tenemos que ir al Laboratorio empiece otra vez con
estupideces como esas.
–Es que si no fuera por esas estupideces... no tendríamos que ir al
Laboratorio, Padre.
–Pero de qué habla, Lucio ¿no tuvo suficiente escarmiento ya con el
incendio en la Reservación? ¿A dónde hubiera terminado todo con sus
“señales” y con su maldita “Invocación Indígena”?
–Exactamente adonde terminó.
–¿Ha perdido el juicio que aquél día había logrado rescatar? ¿ya no
tiene conexión con la realidad? ¿es que no recuerda lo que pasó?
–Yo sí lo recuerdo... es más, no he podido olvidarlo aunque lo
intenté por todos los medios. Pero es usted, Padre, el que no quiere
acordarse... de eso y de mucho más.
–Lucio... nunca te he visto así. Pero te entiendo muy bien, hijo, y no
te hagas problema. Yo sé que la visita al Laboratorio es demasiada
responsabilidad y entiendo que te afecte tanto. Pero yo sé muy bien
que tú tienes toda la capacidad para...
–¿Ve padre?... exactamente de eso se trata.
–Pero sí que lo veo... si te confieso que a mí me pasó lo mismo
cuan- do...
–Si Padre... a usted le pasa siempre lo mismo: no quiere escuchar.
–Mire hijo, todo tiene un límite. Estamos perdiendo el tiempo ha-
blando cuando ya tendríamos que estar de viaje.
–El tiempo que perdimos, fue por no hablar a tiempo cuando
sucedieron las cosas.
–Por mucho que ahora hablemos, las cosas no van a cambiar. Los
hechos son los hechos, y lo que pasó en la Reservación...
–¿Y usted cuándo me escuchó a mí sobre lo que allí pasó? Llegó ese
día, se puso a gritar como un poseído por lo que había visto que yo
hacía... y nunca me preguntó qué había estado haciendo.
–No puedo creer escucharle decir esto. A usted le han cambiado la
cabeza. ¿Qué tenía que decirme... si ya estaba claro para qué sirvió
haber hecho el ridículo de suponer que la lluvia iba a llegar por
ponerse con los brazos abiertos a mirar el cielo “invocando”...
–Invocando exactamente ...lo que al poco rato llegó.
–Pero llamemos a su madre, para que se lo diga ella también: está
completamente loco, Lucio, ese día no llovió. No hubo siquiera una
garúa en ese momento, ni el momento anterior y ni siquiera varios días
después.
–Si quiere llamar a mamá y que también escuche, me parece muy
bien, Padre; pero no para que me diga que no llovió... eso lo sé muy
bien.
–¿Entonces, hijo... qué me estás diciendo?
–No llovió... y no tenía por qué llover en épocas de secas.
–Exacto. Entonces ya está claro; no me hagas perder más...
–En época de secas, sólo llueve cuando los Indígenas lo Invocan.
Y no tenía por qué llover... porque yo no Invoqué Lluvia.
–Pero usted no es mi hijo. Eso que dice es una mentira, yo mismo lo
vi...
–Sí, es cierto, lo que usted me vio hacer era una Invocación.
Pero –y no sé cómo no me había dado cuenta antes– yo no invoqué
Lluvia... yo Invoqué, simplemente, al “Espíritu del Agua”. Y
exactamente Eso llegó: el Agua.
–Pero eso es absurdo, el agua llegó porque la llevé yo...
–Y por “pura suerte” ¿Se acuerda, padre?... usted mismo lo dijo.
Fue como... una “lluvia seca”.
Las piernas ya no pudieron sostenerlo. Por su propio peso cayó
sentado sobre la cama, con la cabeza hundida en el pecho y la vista
clavada en el piso.
Sentado a su lado, Lucio le pasó un brazo por sobre los hombros. Se
dio cuenta de que estaba por primera vez en su vida haciendo eso.

–Usted bien sabe, Padre, la cantidad de veces que le hemos enviado


mensajes cuando usted hace consultorio ambulante, y nunca le llegan
antes de varias horas... cuando le llegan. Por eso ese día, desesperado
como estaba recurrí a todo lo que podía hacer para que se apagara el
fuego. Y usted ya lo conoce: Decide el Qué y aparecerá el Cómo.
–Y el cómo... fui precisamente yo.
–Pero ¿por qué se pone tan mal de que lo que aprendió durante tan-
tos maravillosos años en su infancia... finalmente funciona?
–¿Cómo no me voy a poner mal, Lucio? Yo quería lo mejor para
nosotros, no estar condenados a vivir como miserables por el resto de
nuestros días en una Reservación... y las becas gracias a las que
conseguí que me manden a una Universidad –aunque sea en el pueblo
de al lado– toda mi carrera profesional posterior, y hasta nuestra
posición social, han podido ser construidas desde el día en que en el
colegio dejé de defender a lo indígena y a ir más allá de lo que ellos
me habían enseñado.
–Y muy bien está que lo haya hecho... tiene todo mi respeto por Eso.
Para usted, en ese momento eso era un verdadero desafío, y tuvo el
valor de afrontarlo.
–Gracias, hijo. Aunque sea me reconforta en algo escucharle decir
eso.
–¿Ve que si me escucha nos va mejor, padre?

Se sorprendió en verdad de por primera vez ser él quien ante el


padre lograba con una broma aflojar una situación tensa... Y lo
aprovechó para tomar fuerzas y decidir decir, todo junto, lo que sabía
era en realidad la parte más difícil... aún.

–¿Pero por qué tuvo que oponerse tanto a lo indígena una vez que
llegó a Doctor?
–¿Me imaginas defendiendo ante el Laboratorio a lo indígena?
Hijo,
yo he sido terco, pero tú no seas ingenuo: cuando ocupes tu lugar
como Médico, deberás dejar de lado para siempre toda posibilidad de
defender aquello. No tienes elección, así como no la he tenido yo... ¿O
me imaginas yendo a los Congresos de científicos de todo el mundo si
intento entrar como indio? ¿Crees que habría lugar en la Ciencia para
quien pretendiera decir que... las creencias primitivas indígenas,
funcionan?
–Con todo respeto, Padre... pareciera que el único que no se
enteró
de la respuesta, es usted... y yo, hasta ahora.
–¿Qué quieres decir?
–Lo que durante todos estos años les he escuchado decir al Nagüelo
y a todos los Ancianos de la Reservación: que si no fuera porque usted
es Indio... jamás le hubieran puesto el ojo.

Lo que parecía haberse aquietado, ahora se evidenciaba como la


calma que antecede al trueno que desata la tempestad... es decir, La
Lluvia.
–Eso es la infamia más grande que escuché en mi vida. La ciudad se
le ha subido a la cabeza y ahora se cree un sabelotodo. Si yo logré lo
que logré, es porque he estudiado y he tenido las mejores notas.
–Nadie, ni por un minuto, pone en duda sus méritos padre... como
los de tantos y tantos otros médicos que estudiaron con usted, con no-
tas tan o mejores aún que las suyas... pero que jamás lograron salir de
su consultorio de pueblo... y a quienes jamás han venido a buscar de
algún Laboratorio internacional. Y mucho menos aún se interesaron en
asegurarse de que su hijo –casualmente también educado entre
indígenas– cubriera su lugar en el Laboratorio cuando ellos se
retiraran.
–Lucio... esto no tiene retorno. Me ha ofendido como nunca antes
alguien lo había hecho. Lo que dice son puras especulaciones de indios
envidiosos y resentidos porque uno de ellos... pudo salir del infierno.
–Es la primera vez, Padre, que le escucho mencionarse como “uno
de los indios” y ahora me enorgullece más que antes.
–Es evidente que a usted le han podrido la cabeza y le han hecho
creer las más tremendas tonterías. ¿Qué interés pueden tener en los
indios los laboratorios internacionales? Me arrepiento desde el fondo
de mis días de no haberle prohibido ir a la Reservación y de no haberlo
separado del ignorante brujo indio primitivo al que usted llama abuelo,
o como lo llame.
–Como me imaginaba que esto no iba a ser fácil... pensé en algo
para que no nos enojemos entre nosotros.
–Mire Lucio, ya no me interesa escuchar nada de lo que pueda decir.
Es evidente que usted no va a querer trabajar en el Laboratorio. Y si
ahora quiere defender a lo indígena... ya entiendo que tampoco querrá
ser médico.
Todo nuestro futuro acaba de desmoronarse.
–Es que de eso se trata. Por favor escúcheme hasta el final. En este
tiempo, he aprendido que nada en la vida se resuelve haciendo que un
bando desplace a otro.
–Sus palabreríos ya no me interesan. Ni sé de qué está hablando...
–De que usted tiene razón en algo: yo no estoy seguro de querer ser
médico. Empecé a descubrir otras cosas que tal vez me interesen más.
Soltándose del abrazo de Lucio con un fuerte empujón, el padre
rompió en llanto mientras se levantaba dando por terminada la
conversación.

–Le dije que tiene razón en algo, no en todo: yo sí quiero trabajar en


el Laboratorio; es más, quiero que vayamos ahora mismo.
–O esto ya es una crueldad innecesaria pues directamente está
burlándose de mí, o es la demostración de sus incoherencias. Si no
quiere ser médico, ¿cómo va a trabajar ahí?... o se cree de verdad que
por ser indio lo van a contratar.
–Ese es el tema, Padre... Ahora sí puedo decirlo: yo creo que voy a
estudiar Psicoanálisis... y usted va a ver que aunque yo no sea
Médico... ellos van a encontrar una buena excusa para venir a
buscarme y tratar de tenerme de su lado.
–Pero de qué está hablando. Es lo más absurdo que escuché en mi
vida. ¿Para qué querrían uno de esos charlatanes psicoanalistas en un
Laboratorio serio. Explíquese de una vez si es que puede.
–Usted lo ha dicho, Padre: lo más probable –y hasta lo más lógico,
si no saben de qué se trata en realidad el Psicoanálisis– es que no
tengan interés en un Psicoanalista. Entonces, si yo estudio
Psicoanálisis e igualmente sucediera que, por casualidad... ellos
encontraran la excusa para proponerme trabajar en el Laboratorio... eso
sería suficiente confirmación de que es por “otro motivo” que me están
contratando ¿no?
–Pero ¿qué interés pueden tener en...?
–Si yo –junto a todos los Ancianos de la Reserva– no me equivoco:
el interés de tener un Indígena que les enseñe los secretos que tanto
buscan... los de las Hierbas Curativas de todas las enfermedades para
las que no se ha encontrado aún la cura.
–Lucio... ¿Usted sabe lo que está diciendo?
–Lo que todos saben y nadie dice. ¿Por qué se cree que empezaron
los incendios en la Reserva... desde que en el pueblo se instaló la
Comisión Investigadora del Laboratorio?
–Pero eso es casualidad...

Bastó nombrar la palabra para que lo dicho resonara como un salvo-


conducto que los conectó en otra frecuencia de conversación.
–Lucio... es cierto que los incendios empezaron justo después de
eso. Pero es ridículo, contradictorio ¿para qué querrían exterminar la
Reserva si supuestamente quieren sus secretos?
–De por sí, las tierras de la Reserva que quedarían disponibles como
lugar para construir su tan mentado proyecto –...al que casualmente
nombran “Planta Modelo”– sería un motivo más que suficiente, ¿no le
parece? Pero entiendo bien lo que dice, de todos modos sería
contradictorio, pues en realidad, podrían buscarse otras tierras sin
exterminar a los indios.
–Bueno, finalmente comienza a entrar en razones.
–¿Ve que estamos más de acuerdo de lo que creemos? yo pienso
exactamente lo mismo: hoy, por fin, estoy entrando en razones.
–¿Otra vez te estás burlando?
–Si algo estoy queriendo, Padre, es que se acaben las burlas... pero
todas; empezando por las que vienen haciéndonos a nosotros, desde
hace siglos.
Escuche, por favor: yo no digo que el Laboratorio quiera exterminar
a los indios... al menos por ahora; lo que digo es que les quieren
quemar la Reservación.
–Ya me cansó Lucio, no tiene sentido...
–Les quieren quemar la Reservación, porque los quieren en el único
lugar en el que les pueden servir para estudiar meticulosamente qué
Hierbas seleccionan, cómo las procesan, qué y cómo las aplican según
qué enfermedades... ahí adonde tendrían que escapar si se acaba la
Reserva: las Montañas.
–Bueno... debo reconocer que eso de que los quieran ver en acción
“in situ” y en su estado natural, tendría algún sentido. Pero la historia
de los incendios y el correrlos a las montañas, eso es ciencia ficción.
¿Por qué no irían y hablarían abiertamente con los indios? ¿Por qué no
les explicarían el beneficio para la humanidad que a través de ellos
puede obtenerse si les cuentan sus secretos?
–Ahora el ingenuo es usted, Padre. Por un lado ¿cree que después de
quinientos años de opresión y exterminio sistemático, de despojo y
abuso hasta lo indecible ahora porque vayan y les digan “confíen en
nosotros y benefíciennos” los indígenas van a revelarles el único
Tesoro verdadero que les queda: el de Sus Secretos Ancestrales.
–No sé... tal vez...
–Pero como le dije, eso es sólo por un lado. Por el otro... está “lo
peor”: ¿cree que la ciencia se arriesgaría a que mostrando abiertamente
su juego... se sepa que los remedios con los que deslumbrarían al
mundo y gracias a los cuales los Laboratorios levantarían sus imperios
económicos, no vienen de sus drogas y de sus científicos... sino que
vienen de plantitas que cualquiera puede tener en el fondo de su casa,
y de indios a los que por pocos centavos pueden consultar en cada
pueblo del mundo?
–Pero eso, es diabólico. Llevaría inevitablemente a...
–A lo que ya sucede, Padre; y desde hace siglos: cuando ya no los
precisen porque los han vaciado de Sus Secretos más Sagrados... los
exterminarán una vez más.
De hecho, casi todo lo que para nuestros ancestros era Sagrado hoy
ya es usado diabólicamente, como simple negocio. Y usted, como
médico, lo sabe mejor que ninguno: a la salud la han convertido en uno
de los mejores, más rentables y más despiadados negocios del mundo.
Por eso sólo sería cuestión de tiempo para que una vez extraído el
último secreto indígena los indiecitos se transformen en una amenaza
siendo los que podrían dar a conocer al mundo adónde está el
Auténtico Origen y el Verdadero Saber –con milenios de práctica y
aplicación– de lo que medicina, ciencia y laboratorios recién
comenzarán a experimentar ...y por supuesto, adjudicándoselo ellos
mismos a fuerza de guerras de patentes sobre drogas, tratamientos y
marcas.
–Pero entonces, esto no tiene remedio ...Aunque parezca una broma.
Lucio supo que esa era la señal. Si el padre recurría al humor, era
porque ya dejaba de enfrentársele.
Por primera vez en sus vidas... estaban del mismo bando.
–Entonces, habrá que crearlo, padre ... y ya sabemos quiénes
conocen las mejores Hierbas y los mejores Métodos para crear
Remedios.
–Entiendo... pero no entiendo.
–Integración de ambos bandos, como diría Juan.
–Ahora directamente no entiendo nada.
–Disculpe, tiene razón. Yo pienso que, como usted bien dice, esto no
tiene remedio... si seguimos manteniendo a los indios bajo decisiones
de quienes desde hace siglos se encargan muy bien de nunca encontrar
re- medios para el problema que ellos mismos han creado con los
indígenas y con todos los oprimidos a los que “conquistaron”,
corriéndolos de los Lugares que legítimamente les pertenecen.
Creo que la solución es que todos los que han sido conquistados
tengan derecho a que les sea reconocido lo que es legítimo, y se los
escuche de verdad como lo que son: poseedores Originales de los
Lugares que consideran Sagrados.
Así como los poderosos se obligan a negociar en serio con otros
poderosos, que también se vean obligados a hacerlo con aquellos a los
que, en definitiva les deben su poder por todo lo que les quitaron.
Ni cinco siglos, ni todo el tiempo del universo, transforman en
legítimo a un robo.
–Su intención es muy noble, hijo... pero es parte de la ingenuidad de
toda juventud creer que los poderosos algún día van a reconocer los
derechos de los necesitados. ¿Por qué lo harían?
–Lo que es ingenuo... es creer que los poderosos no los necesitan.
Por algo se los nombra necesitados: ellos son los necesarios.
Los indígenas están demostrándole a la humanidad que son
necesarios para resolver con Su Sabiduría –de la cual, las “Hierbitas”
son sólo una parte mínima– lo que los poderosos no sólo no saben
resolver sino que no cesan de empeorar.
Y lo mejor es que Eso mismo está sucediendo con todas las Culturas
Del Inicio: todas están igualmente oprimidas... pero basta que se las
Es- cuche como está empezando a ocurrir para que Su Sabiduría se le
haga cada vez más imprescindible al hombre.
Porque... La Sabiduría es Una.
Y desde siempre Enseña que el Camino es, precisamente, el que
ahora se necesita: Escuchar. Si las Culturas Originales son
Escuchadas... el hombre poderoso querrá que resurjan y se
desarrollen, porque es el primero que necesita de lo que sólo ellas
saben.
Entonces, los dos bandos estarán integrados: ambos querrán el
desarrollo de lo que ha sido oprimido.
–La verdad, nunca lo había pensado, y tendría que pensarlo.
Aunque sinceramente... donde llego a verlo es, en principio, donde
nunca quise mirar: lo que más anhelan los indios de la Reserva es La
Montaña... y es cierto que si el Laboratorio necesita verlos en acción
en su medio natural también los necesita en la montaña. Tampoco me
suena tan descabellado pensar que algo similar podría suceder en la
medida en que las demás culturas oprimidas tengan la oportunidad de
ser escuchadas y muestren qué beneficios les traerán a la humanidad si
se les ayuda a desarrollarse.
Lo que no veo realista es por qué dejaría de suceder luego la otra
parte que recién tú mismo has dicho con tanta crudeza.
–Es que esa es la verdadera prueba, padre.
–A qué se refiere, hijo?
–A que las Culturas del Inicio, también tuvieron que aprender a
vérselas con eso. Como sus Tesoros los hizo blanco de todos los
poderosos, se han dejado despojar para no sufrir más. Pero ahora, para
sorpresa de todos –empezando por ellos mismos– resulta que la
humanidad vuelve a codiciarles un Tesoro. Y ya no se trata de
espejitos a cambio de oro, sino de algo que tiene mucho más Poder
que todo eso: Su Sabiduría.
Y así como llegó el momento de que los poderosos vean cuánto
necesitan aprender de Eso que mantuvieron oprimido durante siglos...
a las Culturas del Inicio, ahora les toca ver si aprendieron la Lección
de no repetir los errores del pasado por los que sufrieron hasta el
extremo inhumano que tuvieron que padecer.
–Y Tú sabes cuál es esa Lección?
–Tanto como Usted, padre ...De hecho, nos la Enseñó el mismo
Maestro.
Ninguno de los dos recordaba alguna otra vez en que hubieran
llorado juntos.
–Una vez desafié al Nagüelo...
Ver que nombrarlo así no bajó las barreras de la atención en su
padre, le animó a continuar.

–Y en ese desafío le pregunté a dónde estaba esa grandeza que él


decía que tenían los Indios, si viven como miserables.
–Suponía que ustedes no hablaban en esos términos.
–Las suposiciones son el verdadero enemigo, padre.
Gracias a que él me permitía esos desafíos es que pude ver su
verdadera grandeza.
–Y te acuerdas qué te respondió?
–La grandeza que yo veía en el Nagüelo... por primera vez la veo
en
Usted.
Nunca hasta ahora me había pedido que le contara algo que él me
hubiera dicho. Por el contrario, siempre que aparecía el tema me hacía
callar de inmediato.
Por primera vez, lo veo no rehuyendo del desafío.

Lucio escuchó perfectamente que la frase hablaba tanto de su


padre... como de él mismo.

–Recuerdo tanto lo que me respondió el Nagüelo, y fue tan


contundente... que nunca más precisé desafiarlo.
Se puso como ejemplo a él mismo y a todos los Peskeros Con Red, a
las edades que alcanzaban, la salud de la que disfrutaban, la vitalidad
que tenían y hasta los gustos que se daban, para decirme que los indios
que vivían miserablemente... eran los que, al revés que ellos, habían
renunciado a La Sabiduría de Sus Ancestros.
–Y eso fue lo que los transformó en vulnerables.
–¿Como dice, padre?
–Lo que una vez a mí también me dijo... pero ya era tarde.
Tal vez porque yo nunca me permití desafiarlo, el día que le
pregunté eso mismo había acumulado tanto que no me sirvió lo que me
respondió... Y cuando tiempo después lo confirmé en mis estudios del
colegio... ya estábamos demasiado alejados: mi orgullo pudo más y no
me fue posible acercarme a decirle que tenía razón. Entonces opté por
separarme para siempre.
–Puede resolverlo ahora, padre
¿Por qué no me dice a mí Eso que nunca le dijo al Nagüelo?

No quiso detenerse, aunque lloraba ...como un niño.


–Que de todos los intentos que hicieron los sucesivos conquistado-
res, ninguno había podido hacerles mella durante siglos... hasta que
uno de ellos, llegó justo en el momento en que –contradiciendo todo lo
que habían aprendido– dos candidatos al trono Inka comenzaron a
pelear por el poder.
Se debilitaron tanto por esa pelea, y hartaron tanto a todos con sus
pretensiones de crear ejércitos más poderosos que el otro a fuerza de
emprender campañas militares que no respetaban nada... que cuando
llegó el conquistador, esa vez, tuvo todo facilitado.
–Es revelador... y el aval definitivo a lo que aquella vez me
respondió el Nagüelo.
Si bien conocía la historia de Huascar y Atahualpa, los hijos del
último Gran Inka Huayna Kapac... sencillamente nunca me di
cuenta de qué en eso había sido el principio del fin, como para
que menos de doscientos conquistadores sometieran a seis
millones de indígenas.
Ahora veo todo con claridad.
Como no puede ser de otro modo, todas las casualidades se les
pusieron en contra a quienes renunciaron a la Sabiduría creyendo que
el Poder estaba en otro lado.
Justo el conquistador que llegó esa vez no sólo lo hizo en el
momento exacto, sino que, por ignorar la Sabiduría Ancestral –muy
ocupados como estaban en pelearse por el trono– los gobernantes
títeres de ambos bandos que regían interinamente, tomaron a la ligera
las Profecías que los conducían desde los milenios... y vieron en el
conquistador los rasgos físicos de un dios descripto en ellas.
No escucharon a los Ancianos que les advertían del terrible error
que estaban por cometer y en la esperanza enceguecida de “tener el
favor de los dioses” sencillamente, se entregaron... y entregaron la, tal
vez, más maravillosa Cultura que había conocido la tierra.
–Bastó una generación donde los hijos y los padres no se escucharan
para que sobrevenga el desastre.
–Y Los hijos de los hijos sufren lo no resuelto por los padres de
los padres.
¿No es la misma historia que la de nuestra familia... y de la
humanidad?
Bandos enfrentados, que eternamente creen que la solución está en
destruir al de enfrente o en entregarse y dejarse destruir por eso.
Esa y no otra es La Lección. Y es para toda la humanidad.
Así como el poderoso está teniendo que aprender que al destruir a
Las Culturas Del Inicio está destruyendo lo que luego más va a
necesitar para resolver los problemas que ha causado... Las Culturas
Del Inicio deben aprender a no dejarse destruir.
Y cada humano, en forma individual, tiene pocos años para aprender
que el enfrentamiento siempre termina debilitando a todos los
enfrentados... Y que por lo tanto, la única solución entre dos bandos, es
la Integración de ambos.
Y para Eso... es necesario aprender a Escuchar.
–Me encantaría aceptarlo, pero no puedo creer que eso sea posible,
hijo.
–Conozco muy bien ese problema, padre. Por eso he tenido que
...Integrar soluciones.
Paradójicamente, la parte más fácil está ahora por el lado de los
poderosos: tanto los científicos como los políticos y los empresarios ya
están tomando conciencia de que Eso que han enterrado hace siglos,
tiene las soluciones que actualmente precisan para sobrevivir en el
próximo siglo que ahora se Inicia. Y como se sale del laberinto por la
misma puerta por la que se ingresó... las Culturas Del Inicio tendrán
que aprender a aplicar Su Sabiduría para resolver el problema que
causaron cuando renuncia- ron a Eso.
–¿Y tú crees que lo harán?
–La verdad, no lo sé.
–Ya me parecía que no podía ser tan...
–Por Eso ...prefiero hacerlo yo mismo.
–Pero ¿...qué es lo que estuvo estudiando estos días, hijo?

Abrazarse. Llorar juntos. Reír juntos.


Pura Integración, que se perfecciona a sí misma en cuanto se la pone
en juego.

–Es que en cuanto se vislumbra la Sabiduría Original, uno empieza


a ver las cosas desde otro lugar, pues comienza a interrogarse lo que
daba por seguro.
Por ejemplo ¿qué es “El Laboratorio”?: se trata de personas, nada
más. ¿Qué pasa si en ese Laboratorio, existiera “alguien” que,
siguiéndoles el juego a los poderosos, los ayude a llevar a los
indiecitos a las Monta-
ñas... pero una vez demostrado el Esplendor de los Secretos
Ancestrales, con las Hierbas como puerta de entrada para conocer ese
Maravilloso Mundo Espiritual y Práctico ese “alguien” le contara
detalladamente –y a tiempo– al mundo desde dónde viene todo Eso.
–Eso sí que sería realizable. Pero muy riesgoso.
–Cosas más difíciles le he visto hacer al Nagüelo aplicando esta
misma Sabiduría. Estoy dispuesto a tomar el riesgo, Padre.
–Por supuesto que sería grandioso, pero no estoy seguro. Es un
problema de conciencia, Lucio. Yo tengo mucho menos que perder que
tú. Pero si me equivoco y te aliento en todo esto, y finalmente no
funcionara... Hijo, es tu carrera, tu futuro y tu vida lo que está en
juego.
–Yo también estoy lleno de miedos y de dudas, padre... Pero
precisamente, es por mi futuro que quiero hacerlo. Creo que si no
tomamos este otro camino es como de verdad el futuro está condenado
desde ahora. Creo realmente que esta es la mejor oportunidad y que no
me estoy equivocando.
–Ojalá fuera así, pero quién puede asegurarnos que...
–En estos días estoy aprendiendo algo tan extraordinario... que sin
Eso ni siquiera hubiéramos tenido esta charla, padre; lo mismo que
Enseñó toda aquella triste historia: el mejor seguro, está en Escuchar.
–¿Qué significa eso?
–Que simplemente... habrá que escuchar qué nos responden cuando
les anunciemos que... no estudiaré Medicina, sino Psicoanálisis.
Si igualmente me ofrecen un lugar en el Laboratorio, quiere decir
que todo lo que aquí dijimos, es cierto. Si me rechazan significará que
entonces yo, y todo lo que estudié en este tiempo, estaba equivocado.
Y me comprometo entonces a que si eso sucediera, estudiaría
Medicina.
–Pero qué astuto has resultado ser. Ahora sí que me has
convencido.
–Confía en Dios, pero afila tu cuchillo. Y creo que la misma
persona que me lo enseñó a mí, te lo ha enseñado primero a ti... o al
menos lo intentó.
–¡Pero ustedes están aquí todavía! Pensé que con todo lo que me
entusiasmé comprando, llegaba y ya no los encontraba. Aunque mejor;
es una suerte, así puedo darte un beso antes de que te vayas. Pero ¿qué
hacés con esa ropa toda arrugada? ¿No pensarás ir así vestido vos?
–Hola madre... es cierto: es una suerte que nos encontremos, así me
ayuda a ponerme de punta en blanco y en quince minutos salimos para
el Laboratorio.
Y me gustaría mucho que venga... hay algunos cambios que juntos
le contaremos en el viaje.
–¿Qué vaya yo también! Soy la mujer más feliz del mundo.
–Pero no tardemos más... que La Amiga Lluvia nos sirvió de excusa
para llegar tarde.
–Igualmente vamos a poder ir rápido. Cuando venía para acá paró
de llover.
–Que excelente casualidad ...Como si alguien lo hubiera Invocado
¿no?

El Aeropuerto Charles De Gaulle, era el punto de encuentro de Juan


y Elissa.

–Sinceramente, nunca lo hubiera creído de Lucio.


–Yo también debo reconocerlo: “no puedo creerlo”, Elissa... Y
tampoco puedo siquiera entenderlo. Evidentemente el tema del
Laboratorio lo afectaba de un modo determinante. Cuando vino a
buscar los libros, bastó que le haga una broma, una tontería, para que
le sirva como excusa y me deje con la palabra en la boca.
–¿Lucio hizo eso?
–La verdad... ese no era Lucio. Pero ahora... ya no tiene sentido
seguir dedicándole nuestro tiempo: acaban de cerrar el despacho de
equipaje para nuestro vuelo. Es definitivo, quedó por fuera. Atrapado
en un bando para toda la vida... para todas las vidas. Pero debe hacerse
lo que debe hacerse: Buenos Aires y el “Dire” nos esperan.
–De todos modos... le estaré eternamente agradecida. Sin lo que él
nos aportó, jamás habríamos logrado lo que en este viaje –que igual-
mente recordaré para siempre como el más maravilloso de mi vida–
hemos logrado.
–Sin el aporte de él... y de su Nagüelo.
¿Qué diría el Viejo si se enterara de esto?
–Lucio tomó las riendas... de su vida! ¡Ahora sí vamos hacia el
Árbol de Fuego!
...Eso me diría.
–Querido mío... ¡aquí estás!... Pero sin equipaje.
–Es evidente, Elissa: viene a despedirse.
–Exacto: vengo a despedirme: de mí mismo... Dejo en París al que
era cuando llegué. Y le doy la bienvenida al que desde ahora soy.
Y para Eso, preciso que Ustedes, mis queridos Compañeros de Ca-
mino, me ayuden a diagramar los estudios de la carrera que seguiré: la
de Psicoanalista.
Tal vez... haya que agregar algunas millas más entre París y Buenos
Aires para todo lo que tengo que contarles. Como anticipo, puedo
decirles que si me he demorado tanto, ha sido única y
exclusivamente... por el motivo de La Lluvia.
Respecto del equipaje, no se hagan problemas: eso... lo he dejado
con mis padres.
CUARTO PASO

XLI

“El Predominio De Lo Chico Sobre Lo Grande”.


Esa bien podría haber sido la respuesta obtenida, de haber
consultado el Oráculo del I Ching sobre qué ocurriría en el Mundial
de Fútbol. Respuesta que, como suele suceder con los verdaderos
oráculos, pronto se develaría que trasciende a la pregunta y responde
por cuestiones más determinantes: no se limita al mundo del fútbol...
sino que anticipa lo que ocurrirá, simplemente, en el mundo.
Cuantas más escenas se iban sumando al Mundial de Fútbol, más se
comprobaba y confirmaba la lectura que gracias a la develación de lo
oculto
–tal como la efectuamos– nos había mostrado hacia dónde iban a
dirigirse los acontecimientos: tal como lo designa la Esfinge para todo
Inicio... el Inicio de Milenio estará signado por los chicos desplazando
a los grandes.
Paso a “ leerles los titulares” principales de estos tiempos:
• De pronto comenzó a instalarse una moda de mujeres famosas,
como Madonna, Jodie Foster y Xuxa, que deciden tener hijos
reduciendo la participación del hombre al mínimo papel de semental,
pues aún no hay tecnología que reemplace eso; algunas aclararon por
contrato que el hijo en juego era únicamente de la mujer; y quien
había tenido el hijo un tiempo antes, concretaron su divorcio. Madres
e hijos asociados desplazando y neutralizando al padre, como modelo
para toda la humanidad.

• Un informe publicado en la Revista Viva de mayo de 1998, poco


antes del Mundial, dice en la tapa que los chicos entre 0 y 12 años son
“ los dictadores del consumo” y especifica que son quienes tienen hoy
nada menos que “el poder de decisión a la hora de las compras”; con
lo cual, progresivamente uno de los terrenos que se supone exclusivo
de “ los gran- des” –la economía– gira y girará cada vez más
alrededor de los caprichos de los chicos.

Comenzamos por dos áreas claramente diferenciadas entre sí... pues


en realidad todo el abanico de la vida cotidiana muestra cada vez más
la tendencia oculta que esta enseñanza develó anticipadamente.
Pero avancemos:

• Toda la publicidad del Mundial tuvo como argumento constante


situaciones donde los grandes giraban en torno a los niños; no podían
negarse a satisfacer los pedidos de los chicos y hasta eran
ridiculizados por ellos. Así, muchas mostraban cómo figuras de la
talla de Batistuta o Roberto Carlos, “grandes” del Fútbol, eran
puestos en aprieto siempre a partir de lo que les sucedía ante niños.
Otra publicidad mostraba a los más grandes futbolistas del mundo
jugando como chicos en una playa. Y una publicidad de aspirinas
exhibía a un chico sentado sobre los hombros del padre y, como una
gracia, pegándole en la cabeza a manera de tambor mientras veían un
partido. Y para como del patetismo, por supuesto el padre no
encontraba otra solución que tomarse una aspirina.
• Los jugadores más “grandes” fueron sistemática y progresivamente
que- dando marginados del Mundial. Las razones más diversas
confluyeron para que Maradona, Caniggia, Redondo, Romario,
Gascoigne, Asprilla, Del Piero, entre otros, quedaran fuera de escena.
Y sus lugares, en la mayoría de los casos, fueron ocupados por “
juveniles”. Paralelamente, los jugadores de los que se esperaba un rol
de “grandeza”, que todavía permanecían en los equipos, parecía que
habían perdido su talento y jugaban “achicados”. Cuestión que hasta
llegó al costo de que varias selecciones –como por ejemplo la de
Argentina, Brasil o España– fueran criticadas por la dependencia de
los jugadores hacia su director técnico, que los mantenía atados como
chicos.

• Insólita e infantilmente, y por fuera de toda responsabilidad ante los


riesgos que eso conllevaba, los jugadores de Brasil, después de su
primer partido, deciden pasar el día en... Eurodisney.

• En la mayoría de los encuentros, los equipos “chicos” ponían en


serios aprietos o directamente vencían a los equipos “grandes”.

• Uno de los equipos más “chicos”, representante de una de las


naciones más “jóvenes”, Croacia, fue la sensación del torneo por
eliminar a equipos “grandes”.
• La Semifinal fue ganada por el equipo más chico de los dos que se
enfrentaban; hecho que luego se repitió en la Final.

• Los llamados equipos “grandes” –como nada menos que Italia,


Alemania, Argentina, Inglaterra, etc.– fueron eliminados casi todos en
las primeras rondas.

• Las “grandes potencias futbolísticas” no mostraban diferencias de


juego con respecto a los chicos, por más que llegaran a la Final.

• Tampoco los jugadores con más calidad se distinguían de los otros y,


cuando alguno quiso ocupar el lugar del “grande” –como Batistuta,
Ronaldo o Dunga– inmediatamente se encargó de borrar lo realizado,
con conductas infantiles que los descalificaban, o directamente
jugando otra vez como “chico”.
• Cada vez más se escuchaba en los relatores el asombrado estribillo:
“ya en el fútbol no hay diferencia entre los grandes y los chicos”.

...Y El broche de oro, que rubrica y confirma todo lo que estamos


diciendo, tal vez pueda resumirse en las siguientes cuatro escenas:
• El diario Clarín publica una foto donde tres de los jugadores de la
talla de Romario, Ronaldo y Leonardo, de Brasil... están literalmente
en pañales; humorada que pensaba utilizarse para el lanzamiento de
toda una campaña.
• La escena final de la Selección Argentina es una patética muestra
que resume claramente lo que estaba oculto y ya se hacía manifiesto:
uno de los jugadores más “chicos” de Argentina –en edad, tamaño, en
su lugar de “apañado” del técnico... y hasta en el emblemático hecho
de que su nombre mismo siempre es reducido a su diminutivo:
“Orteguita”– voltea de un cabezazo al arquero de Holanda, al
jugador más “grande” –de hecho, bastaba ver su tamaño– del equipo
rival.

• En el Partido Final, un equipo “chico” –Francia jamás había sido


Campeón ni llegado a una Final– vence fácilmente y por goleada
al
equipo más “grande” –Brasil, que iba en busca de su tan
mentado “Penta Campeonato”–.

• Y el gol final, el de cierre del Mundial de Francia´98, lo realizó –


con una exactitud que lleva hasta un infinito asombro la confirmación
de nuestras revelaciones anticipadas meses antes– ni más ni menos...
que el jugador “Petit”.

Y podríamos seguir citando decenas de estos hechos, que confirman


una y otra vez cuánto de exacto y abarcador es lo que se puede
alcanzar cuando se devela lo oculto. Vale resaltar que la predicción –
que incluía a alguno de los equipos “chicos” como ganador– la
realizamos antes del Mundial, y como testigos –...y protagonistas–
están los Participantes y las cintas graba- das del Seminario.
La confirmación plena de todo lo develado nos conmueve y
enorgullece porque pone de manifiesto, una vez más, la eficacia de
utilizar la Escucha para abrir las puertas de lo Oculto.

Utilizando exactamente las mismas Coordenadas que se utilizan


para Desocultarse en la Iniciación, logramos ver y prever eso que ni
los más avezados especialistas suponían que ocurriría.
Entonces, si aún tratándose de un acontecimiento tan masivo, lejano
y abstracto, se puede obtener tal exactitud que permite anticipar qué
ocurrirá con la humanidad...
...No es una utopía que La Enseñanza plantee que Quien Recorre
su
Camino Iniciático, recorre Su Camino para Llegar a Dios. Eso es el
Otro Camino. Eso, es La Magia.
XLII

Otra vez en una Clase. Otra vez en Buenos Aires.


Situación parecida, Escuela diferente. Y posición tan diferente:
ahora podían aportar algo propio.
El “Dire” los había recibido como a Compañeros de Camino,
compañeros de toda la vida, de todas las vidas, a quienes ahora podían
sumar lo más grandioso que se le puede brindar al universo: lo propio.
Y Eso es lo que acababan de hacer. Los tres transmitieron al
Auditorio su Experiencia, su Descubrimiento, su Comunión, su
Llave... su Faro... su Árbol... su Mapa... su Tesoro... su Nagüelo.
Y la misma invitación de toda la vida: la invitación a Escuchar.

Luego, la parte dada por el Dire: la confirmación, en los hechos, de


los articuladores ocultos que regirían sobre el Mundial previstos y
expuestos meses atrás, y que ellos mismos habían escuchado en las
grabaciones.
Demostración contundente. Que sólo logró ser superada por algo
que asombró aún más a quienes venían de “su propio mundial”: tal
exactitud testimonia una sorprendente eficacia, alcanzable en todas las
áreas de lo cotidiano, aplicando los mismos Principios que ellos des-
cubrieron. Y Eso ...les confirmaba entonces que es en verdad posible
aprender a Leer y a poner en Práctica el Mapa que alcanzaron.

La “clase” abarcó la exposición de los cuatro... De Uno en Uno.


Tal vez por eso, ahora, el aplauso se multiplicaba por cuatro.
Como es Tradición en El Camino de La Iniciación: después del
Borde, el Festejo.
Después de cada Buena Reunión, el Dire y los Integrantes más
Avanzados de la Escuela, comparten uno los Momentos más plenos de
la semana: La Post Reunión. Esta vez, con tres Invitados especiales...
Mucho más “especiales” que “invitados”.
El mismo salón donde se había dado la Clase, de pronto se convirtió
para la Ocasión. Bocados, todo listo para un brindis, luces de colores
creando el clima... y hasta un teclado, que apareció como por Arte de
Magia... dicho esto con toda precisión.
Alrededor del piano, Lucio descubría un universo nuevo que incluye
no evitar mostrar su asombro.
Elissa todavía lloraba por el efecto del “vals de los quince” que
Juan, solemnemente, le había invitado a danzar. Gracias a eso se
reencontraba con aquello que había olvidado, lo que más le gustaba
hacer antes de irse a París: cantar y bailar.
Juan ahora compartía el piano con el Dire; se sorprendía al tocar de
oído a cuatro manos las canciones que apenas sabía tocar con dos
manos... comprobando así, que la Escucha supera al saber.
Pero la Escucha no se limita a la Música. Descubrir de qué
Hablaban esas Canciones que, por haber creído que se las escuchaba
desde siempre, jamás fueron Escuchadas, era tan revelador como en su
momento lo fue descubrir de qué hablaban todos esos pasajes de las
Biblias que por creer escucharlos desde siempre, jamás han sido
Escuchados.

Detrás de las paredes que ayer te han levantado te ruego que


respires todavía...

La letra de la última canción sumó sensibilidad a la emoción inicial.


Había llegado el momento:

–Podemos hablar de lo que ni sabíamos que no podíamos hablar.


–En todo de acuerdo, Juan; ahora que saben lo que saben,
empezando por Elissa y vos. Pero eso es sólo el inicio.
–Exacto. Dire ¿cómo fue todo aquello?
–Absolutamente... casual. Blanca desapareció yéndose a Francia,
porque ya estaba embarazada de Juan.
–Mamá siempre creyó que escapando podía esquivar sus problemas.
Siempre... Y “siempre” incluye el tiempo presente.
–Elissa, con relación a eso todos tuvimos mucho que aprender.
–Pero nosotros lo aprendimos, Lucio.
–De todos modos el método de escapar muy buen resultado no le
dio, porque pasado un tiempo reapareció... con Elissa. Ya tendría unos
tres años.
–Lo que no entiendo es por qué no me lo dijo. Por qué me evitó
hasta que la llamé para que me diera asilo en París.
–Primero, simplemente escapó por miedo. Juan... se moría de ganas
de verte, de llamarte, de formar una familia con vos; pero después tuvo
la durísima lucidez de ver con claridad lo que estaba por ocurrir.
Cuando supo que las dictaduras militares ya empezaban a arrasar
con todo, conociéndote como te conocía, se dio cuenta de que era
cuestión de tiempo que cayeran sobre vos. Nadie sabía bien de qué
eran capaces... aún sin siquiera poder imaginarse la tragedia que en el
siguiente gobierno militar serían “los desaparecidos”. Pero no quiso
que Elissa tuviera la vida casi arruinada de entrada al darle un padre
que, en principio había que ver si la aceptaba; y que si en efecto la
reconocía, se corría el serio riesgo de que tal vez se trate de un padre
del que jamás sabría si estaba vivo, muerto o preso. Y aún si estaba
vivo, sería perseguido y controlado todo el tiempo.
Después, no lo pensó dos veces cuando casualmente le ofrecieron ir
a los Seminarios de Lacan en París. Y cuando estuviste allá, ella hacía
malabares para que no vieras a Elissa hasta estar segura de si ibas a
que- darte en Francia o volverte a Buenos Aires.
–Tiene su lógica, aunque sea la lógica más triste y dura que puedo
imaginar. Pero hay algo más que todavía no logro ver: ¿por qué no me
dijo nada cuando me recibió en París?
–Tenía todo listo para decírtelo.
Pero fuiste a tomar aquella Comunión ...y apareciste diciendo que
habías encontrado la solución a tu vida.
–Claro! Qué cómicamente trágico.
Ahora entiendo por qué primero se puso tan contenta cuando le dije
“ya tengo todo claro: voy a ser padre” ...y al rato se puso como loca y
poco menos que me echó.
–Es indudable que la escena la marcó muchísimo. Yo tengo un re-
cuerdo borroso, como si de muy chica me hubiera contado esa escena,
pero como algo divertido que le había ocurrido a una compañera de
facultad: un tipo le dice a la mujer con la que no sabe que ha tenido un
hijo, que va a ser padre; la tipa se pone loca de contenta porque piensa
que el tipo se dio cuenta de todo y está aceptando su paternidad... pero
en seguida se da cuenta de que en realidad le está diciendo que se va a
ser cura.
–La vida es un chiste que se entiende siempre tarde.
–Lucio, qué poeta.
–Sí... el Nagüelo. Ésa era parte de una canción que siempre cantaba,
Elissa.
–Por fin hace su entrada el mítico Nagüelo.
–Casualmente de eso también queríamos hablarte, Dire. Y para eso,
nada mejor que...

Juan acompañó su frase abriendo la caja de Puros artesanales que


había traído a escondidas directamente de La Casa del Habano. Todos
aplaudieron.

–Como sabés... he desistido de la ilusión de suponer que la


Verdadera Enseñanza de Cristo será alcanzada si es alcanzado el Papa
legítimo.
–Y como afortunadamente ahora también vos sabés... esa no era una
ilusión. Tu suposición de que “un papa legítimo que destronara al
usurpador” resolvería todo... “simplemente” hablaba de otra cosa...
oculta: de un papá legitimo destronado, que tenía que rescatar el trono:
vos.
–Ahí empieza el tema. Para mí, lo más importante que pude
descubrir es la claridad de la revelación sobre cómo funciona el
universo y cómo está regido, implacablemente, por lo que se mantiene
oculto. No sé que hubiera pasado si lograba encontrar al descendiente
legítimo de Cristo que había ido a buscar; pero por muy importante
que sea todo lo que en estos años descubrí sobre la Iglesia y Cristo...
no fue eso lo que permitió encaminar mi búsqueda. La verdadera
orientación apareció solamente cuando en este tiempo desoculté lo que
se me ocultaba en esa búsqueda...
–Algo similar me sucedió a mí en su momento. Yo también, años
atrás, creí que la solución al problema del cristianismo era emprender
la búsqueda del verdadero descendiente de Cristo. Y sé que sonará
muy ex- traño lo que voy a decir pero lo más sorprendente... es que lo
encontré.
–¡¿Y lo decís así?! ¿De qué estás hablando, Dire?
¡¿Vos encontraste... al Hijo de Cristo?!

La pregunta de Juan fue acompañada por un unísono de


exclamación de todos los que escuchaban. De pronto, se encontraban
ante la develación de uno de los Secretos mejor conservados y más
codiciados de este mundo... con la mayor naturalidad y entre Puros y
champagne. Todo Un Estilo.
–No es tan extraño: fue todo gracias a la casualidad.
Obviamente, también mi búsqueda me llevó a París; no mucho
después de que vos te fuiste. Ahorrándoles los laberintos
verdaderamente novelescos que tuve que enfrentar para llegar a mi
objetivo... la cosa es así: tomé como punto de partida algunos “secretos
a voces” que en ese momento nadie escuchaba y que con los años
terminaron deslizándose en los libros más prestigiosos del tema.
Partí de investigar los linajes más antiguos –de dos mil años, como
mínimo– de las realezas... y desemboqué en un dato clave: había una
Orden Secreta en Francia cuyo Gran Maestre era, casualmente, un
enigmático Psicólogo y “Doctor en Ciencias Arcanas”, sumamente
influyente pero que siempre operaba desde las sombras, sin darse a
conocer. Tal era el grado de ocultamiento en que se mantenía, que cada
dato concreto era rodeado de datos míticos y plagados de
simbolismos... que no hacían más que confirmarme que ahí había algo
verdaderamente importante.
–¿Míticos y simbólicos? ¿Qué se le adjudicaban... dos cabezas,
lenguas de fuego?
–No estás tan lejos, Elissa, el fuego tenía algo que ver. Pero había
otras cuestiones significativas. Se decía, por ejemplo, que el primer
Gran Maestre de esa Orden –ungido en Turín, lugar clave del
Sudario... si recuerdan la Clase grabada– había sido nada menos que...
Nostradamus.
–¿Hablamos de El Priorato de Sión?
–Así es como se llama hoy a la Orden, Juan. Pero, con los siglos
cambia su nombre para dificultar el rastreo. Claro que quien se tome el
casi sobre humano trabajo de armar el rompecabezas, verá que tiene
antecesores de calibres tales como Los Templarios hasta que,
finalmente, se remonta a los tiempos de Cristo.
–Cual si fuera Lucio “no puedo creerlo”. Me impactó tanto, que
reaccioné tarde. Si efectivamente es la Orden que recién dijo Juan,
estamos entonces otra vez Notre Dame: nombró a Nostradamus.
–De eso se trata, Elissa, los datos remiten recurrentemente a las
mismas claves, siglo tras siglo. Y los nombres son fundamentales; de
hecho, parte del mito que alimenta la figura de este personaje
contemporáneo es que nadie conocía más que su seudónimo: Pierre
Plantard. Es muy evidente que “Pierre” remite a Pedro, aquel sobre
quien “oficialmente” se apoya la Iglesia.
Pero la cuestión es que en un encuentro que parecía de capomafias,
lleno de intermediarios, custodios y circuitos automovilísticos insólitos
cuyo único fin era desorientarme, logré finalmente tener una entrevista
con él ...Para mi total decepción.
–Cuando el Dire se propone algo no hay modo de que no lo
logre...
–Pero sólo me sirvió para llegar, por circuitos totalmente diferentes,
a la misma conclusión a la que ustedes arribaron.
–¿Cómo es eso?
–Estando frente a él, le pregunté sin rodeos: “¿Estoy ante el
descendiente legítimo de Cristo?”. No desmintió ni afirmó.
Simplemente llevó el tema a lo único que a él le interesaba: el poder
político. Terminé mi entrevista con la certeza de que había estado ante
alguien inmensamente influyente, repleto de datos insospechables... y
sólo preocupado en implantar una Monarquía Democrática en Francia.
Tan claro como que se trataba de alguien totalmente desinteresado en
rescatar alguna Enseñanza Verdadera de Cristo. Punto. Fin del
episodio. A seguir bus- cando, pero por otro camino.
–Sin embargo, usted dijo que el nombre era muy significativo.
–Sí, como todo seudónimo. Al mismo tiempo que oculta, muestra su
relación directa con el trono de la Iglesia y...
–Sí, sí, eso está claro. Pero... ¿y el apellido? Si bien mi francés no
existe, creo que “Plantard” significa...
–Por supuesto, Lucio... ¡y es absolutamente perfecto! Todas las
piezas del rompecabezas encajan a la perfección con lo que
descubrimos en París: la “Planta Ardiente”.
–Evidentemente ustedes escuchan algo que yo no... ¿alguien tendría
la amabilidad de traducir?
–Mientras brindo por la escucha de Lucio, yo te voy a explicar,
Dire, porque estos dos están en éxtasis místico.
Y en honor a ser tan diplomática como vos lo fuiste con “el niño
Jesús”, iré directamente al punto: el Nagüelo custodiaba la Enseñanza
que contenía El Saber Original de la Religión... simbolizado por un
Árbol de Fuego. Un Árbol en Llamas que provienen de Inti –el Sol–
que ardiendo durante siglos no se consumió y entonces por lo tanto, se
Purificó.
–Gracias por ser tan clara, Elissa. Plantard... Planta Ardiente... Árbol
de Fuego... Árbol en Llamas.
¿Es posible tanta exactitud? Obligaría a pensar que quienes eligieron
el apellido “Plantard” para los descendientes de Cristo, sabían que la
Enseñanza Original del “Árbol de Fuego” debía estar presente para
representarlo... Es decir que sabían, por ejemplo, que la enseñanza
indígena es donde se conserva la enseñanza de Cristo.
–Es posible. Pero tal vez no se trate de eso, sino de algo muy
superior y mucho más sagrado aún, Dire: simplemente, la casualidad.
Sagrada Casualidad que guardó en un nombre, para quien lo quiera
Escuchar, la clave perfecta para que todo aquel que crea que el
Camino está en seguir a otro, aun si ese otro es Cristo o “el hijo de
Cristo”... se encuentre con El Camino que siguió Cristo.
–El Camino de El Árbol de Fuego. El Camino de la Purificación.
Entiendo, Juan.
–Nada más perfecto... que una perfecta casualidad. Las claves
siempre estuvieron con nosotros. Ocultas pero mostrándose
continuamente, esperando ser develadas o, más exactamente,
escuchadas. Si vos hubieras escuchado no sólo el nombre Pierre, sino
también el apellido Plantard, que llevabas contigo desde hace tantos
años, te habrías encontrado finalmente con lo indígena. Siguiendo la
pista de Pierre, ahora te encontraste con nuestra develación de la
“planta ardiente”, de El Árbol En Llamas. Y nosotros, siguiendo a la
planta ardiente, nos encontramos con tu develación y encuentro con
“Pierre”. Y la casualidad nos juntó integrando las dos mitades,
mostrándonos que aquello que nos extraviaba... es lo que se nos
mantenía oculto.
No se trataba de cuestiones que no alcanzábamos, se trataba de
cuestiones que, habiéndolas alcanzado, permanecían igualmente
ocultas; eso es lo que extravía y desvía. Cuando algo falta, si se
avanza, eso siempre aparece... por casualidad. Cuando no aparece, es
porque no se está avanzando, lo cual sólo es posible porque algo oculto
está deteniendo. Entonces, toda detención no es por lo que falta, sino
por lo que se oculta.
El mapa que tanto busca cada ser humano hacia lo que quiere
alcanzar, no falta... está oculto en quien busca ese mapa.
–Bienvenidos al universo del poder oculto. Siempre y para todo el
mundo es así, Juan. Lo que se busca afuera sólo es posible encontrarlo
adentro. Y si no se lo encuentra afuera, adentro están las causas. Y en
ambos casos... mientras se lo busca, eso acecha oculto en las palabras
que dirigen esa búsqueda.
–La dialéctica adentro–afuera... como toda dialéctica, es pura
ignorancia. Ignorancia de la que curarse escuchando qué y cómo es
que desde adentro se polariza lo que se encuentra afuera. La única
brújula es la escucha.
–El Nagüelo usaba una imagen similar a la de esa brújula que Juan
usó recién. Él hablaba de un Faro.
–Una brújula cumple la misma función de un Faro: orientar. El Faro
de los Argonautas, el Faro de Alejandría... Sabía lo que decía el
Nagüelo.
–Pero un Árbol en Llamas... también puede ser un excelente Faro.
Y precisamente ahí está la cuestión por la que hoy estamos acá. Des-
cubrir que el Mapa de la Divinidad está en cada uno, oculto en el lugar
más expuesto: la Palabra... fue la antesala de descubrir algo más
importante, pero tremendamente desafiante para la lógica habitual: “El
Mapa que conduce al Faro, está dentro del Faro”.
Esto significa que el camino que emprendemos hacia la divinidad es
el mismo que dentro de lo Divino recorre Dios. Por lo tanto... no hay
algo más por saber. Ahora se trata de saber lo que sabemos.
O dicho más directamente: Dire, queremos aprehender a leer El
Mapa.
–Empiezo a entender, Juan... Y lo primero que entiendo es que la
casualidad, otra vez y con la precisión más afinada que pueda
imaginar- se, ha juntado lo similar con lo similar. Desde hace varios
años, en mi propio recorrido estoy avanzando paso a paso en ese
mismo tema. Así como paso a paso llegué a la puerta que permite
acceder al poder oculto, ahora estoy avanzando en lo que eso contiene
y encierra: sus Principios de Funcionamiento traspasada esa puerta.
Pero la sistematización de ese poder está tan por encima de todo lo
conocido, que me está obligando a integrar... todas las disciplinas
humanas.
–Integración... soy una especialista en la materia. A eso me dediqué
todos los años que llevo en Francia. Por experiencia les digo entonces
que si ahora integramos lo que nosotros descubrimos, lo que el
Nagüelo le enseñó a Lucio y lo que vos descubriste, lograremos
avanzar mucho más allá de lo que hasta ahora conocemos y se conoce
de cada uno de esos Temas.
–Perfectamente de acuerdo. El Universo mismo es pura
integración; de Eso hablan mis clases hace ya unos años.
–¿Podemos saber de Eso... tal vez, la más urgente Develación
para el Inicio del Nuevo Milenio?:
La lectura del Mapa que integra en sí mismo tanto el acceso a lo
Divino y sus poderes como el uso de esa Divinidad y poder en
cualquier situación del universo.
–Como comprenderán, está en pleno proceso de descubrimiento,
pero los resultados ya son gigantescos como habrán podido ver con lo
predicho del Mundial de Fútbol y su posterior cumplimiento.
Básicamente, hemos descubierto que El Mapa y su utilización en
cada situación de la vida, consiste en Cuatro Principios que abarcan
Once Pasos... Y nada más.
Todo el universo está ahí: lo oculto y lo manifiesto.
–¿Cómo dijo?
–Sé que suena enorme... pero es lo que estamos descubriendo y lo
que los resultados avalan.
–¿Pero usted dijo Cuatro Principios y Once Pasos?
–Sí, Lucio. Eso es todo lo necesario para usar, en cada situación
cotidiana –y mucho más allá de lo cotidiano– todo el poder que
permanece oculto para quien se conforma con los estados hipnóticos
llamados “normalidad”.
–¿Se acuerdan cuando descubríamos que la sabiduría es una? sigue
siendo Eso. No sé cómo decirlo. Mi Nagüelo...
–Las palabras del Nagüelo deciden por sí mismas cuando las
escuchás, ¿te acordás? Por favor, escuchémoslas.
–Nunca lo entendí, ni lo entiendo, pero un viejísimo cántico
decía:
Con Cuatro Pasos se recorren los Once Caminos y Todos los
Universos.
–La sabiduría es Una. Y todo lo que se trata de saber... es sólo para
saber Eso.
Si un Canto Milenario habla de lo mismo que hemos descubierto
integrando las disciplinas Científicas, Filosóficas y Técnicas más
modernas de la humanidad –desde sus bases mismas hasta “el último
grito” de la Física Cuántica, que casualmente habla de que las Cuatro
Fuerzas regentes del Átomo... se despliegan en Once dimensiones–
bien vale hablar entonces de ese Descubrimiento.
–Comprendo que no debe ser fácil, pero no hay otra chance. Dire
¿hablamos de estos Cuatro Principios y Once Pasos?
–Juan, vos sabés tan bien como yo, que de acuerdo a todas las
profecías, en este cambio de milenio la humanidad entera va a tener
que decidir si sigue usando el camino de siempre o toma El Otro
Camino.
Entonces no importa lo duro o difícil que pueda parecer, en Eso hay
que adentrarse.
Después de todo, yo no habré tenido un Nagüelo, pero sí un
abuelo... que ante algo duro de conseguir me enseñaba que “por algo
ablando es lo mismo que hablando”.
–¡La sabiduría es una!
–Gracias, Elissa.
–Por casualidad, ese abuelo ¿no le decía de vez en cuando que se iba
un tiempo a pescar con red?
XLIII

–Lo Oculto dirige a Lo Manifiesto.


Y éstos... son Los Principios de Funcionamiento de Lo Oculto.
Y como hacen funcionar a lo Manifiesto desde Fuerzas invisibles...
también son Los Cuatro Principios de La Magia.
Éstas son las bases sobre las que todos Los Iniciados, Los Grandes
Maestros y Las Culturas Iniciáticas Originales, armaron su Método y
crearon sus Sistemas para acceder a lo Divino y utilizar su Poder
Oculto.
Y por lo que puedo ver... son la aplicación del Mapa que ustedes por
fin hallaron; y en la medida en que los vayan conociendo podrán
reconocer cuándo aplicaron cada uno aunque no lo supieran; porque
los cuatro Principios del funcionamiento de lo oculto están en todos
lados, aunque ocultos.
Se desocultan en orden progresivo: el Primero va a la raíz de lo
oculto y el último a su manifestación; por eso siempre es más fácil
empezar por el Cuarto. En la medida que los conozcan, notarán que en
tanto vamos hacia el Primero, ya avanzamos a terrenos ni siquiera
sospechados por las Ciencias. De hecho, recién en este siglo se está
conociendo en lo Científico apenas el Cuarto Principio, gracias a la
Física Cuántica.
–Ya hemos tenido nuestras charlas y lecturas de cuántica y hemos
podido ver la rotunda confirmación que significan respecto de La
Enseñanza Original; pero sorprende que desde ese momento hasta hoy,
ya hayan habido más avances cuánticos que lleguen a confirmar a tal
grado el Mapa como recién lo decías, Dire: ver el Universo sujeto a
Cuatro Fuerzas... pero desplegado en Once Dimensiones, tal como el
Canto del Nagüelo –y por lo que decís, tus Investigaciones– lo ubica.
–Es exactamente así, Juan.
Fuerza Nuclear Débil, Fuerza Nuclear Fuerte, Electromagnetismo y
Gravedad, desde su origen la Cuántica las ubicó como las Cuatro Fuer-
zas de cada Átomo, que mueven al Universo. Pero la “novedad”, es
que ahora descubren que ese universo que arman esos átomos, es de
Once Dimensiones... En una teoría que –aunque parezca una broma,
pero no lo es– se llama Teoría “M” y los mismos Cuánticos dicen que
no saben por qué es esa letra... excepto que puede significar “Magia”!
–¿Eso es en serio? Si Juan logró que La Biblia me interesara... ahora
el Dire empieza a lograr intrigarme de verdad con la Ciencia.
–¡Eso sí es Magia, Elissa! Y aún ni hablamos de los Cuatro
Principios.
Pero antes de hablar de cada Principio, es importante resaltar el
hecho de que sean cuatro, lo cual coincide con todas las Culturas y
Enseñanzas Iniciáticas del Origen, las que ponen en especial lugar al
Cuatro como ordenador de lo sagrado: el I Ching aparta varillas en
grupos de a Cuatro; los Egipcios y los Mayas utilizan la figura
Piramidal de Cuatro lados; el Budismo sistematizó su camino en
Cuatro Nobles Verdades y los Cuatro significados del Dharma; la
Kabaláh enseña a reconocer los Cuatro Planos Del Universo, la
Alquimia habla de los Cuatro Estados de la Transformación; los
Griegos estratificaban el mundo en Cuatro Elementos Básicos; el
Hinduismo enseña Los Cuatro Pilares De La Sabiduría, el
Cristianismo es representado por la Cruz; los Indígenas honran la
Chakana y el Tahuantinsuyo, los Cuatro Caminos; Gurdjieff propone
el Cuarto Camino; Juan Matus, los Cuatro Vientos y los Cuatro
Atributos del Acecho. Y la lista sigue...
–Cuesta creer qué inadvertida se mantiene semejante integración y
confluencia que atraviesa las culturas y la historia.
Viendo todo Eso junto, el tema causa un respeto más trascendente
aún.
–Si Eso es así, Juan... ahora sí, entonces podemos avanzar.
Comenzaremos por el Principio más manifiesto y nos adentraremos,
paso a paso, hacia el más oculto.

Sin decir palabra, como si hubiera estado esperando el momento


preciso para hacerlo, cuando Lucio escuchó que ya estaban en
condiciones de avanzar hacia los Cuatro Principios de funcionamiento
de lo Oculto, tomó un Puro del humidificador y, sin encenderlo,
comenzó a hacerlo circular pasándolo de mano en mano... de uno en
uno.

–El Cuarto Principio es el Principio Integrador, que engloba a los


otros.
Está directamente relacionado con lo que la Cuántica denomina
Efecto Observador. Es como la puesta en acto de los tres primeros
Principios, lo cual significa que temas tan avanzados de la cuántica
que enseñan, por ejemplo, que el observador crea el fenómeno que
está observando... no son más que un compendio de los Principios del
Saber Oculto Original.
El Cuarto Principio, en Iniciación, es nombrado Principio de
Invocación Discursiva, y enseña que polarizar el universo interno
hacia algo, es invocar Eso mismo en el universo externo.
Y es el Principio que muestra nada menos que El Orden Oculto de
lo que parece azaroso; pues lo invocado, aparecerá por... Casualidad.
Y Eso obliga a estar continuamente Presente, muy atento, para
detectar cuándo y cómo esa casualidad se produce o aparece.
Y como entrenarse en producir casualidades por medio de la
invocación es entrenarse en estar cada vez más Presente, el manejo de
este Principio es el propósito principal que toda Disciplina Mística,
Esotérica u Ocultista intenta alcanzar. Resulta lógico entonces que
todas las Enseñanzas lo refieran bajo diferentes nombres, tales como el
Estado Acechante del que habla Don Juan, las Penetraciones intuitivas
del Budismo Zen o el mecanismo Invocativo más conocido por todas
las religiones de todos los tiempos: el Orar.
Y precisamente, el hecho de que la oración sea la puesta en
funcionamiento del Cuarto Principio explica por qué los Iniciados,
cuando hablaban para muchos, se limitaban a enseñar a Orar: luego de
Eso, avanzar o no hacia el descubrimiento de los otros tres Principios –
es decir... hacia la Develación Total de La Enseñanza Oculta–
dependerá exclusivamente del nivel de aplicación que cada uno haga
de Eso en su vida. Pero hay un motivo más en la Oración: no sólo
ubica ante la puerta de los otros tres Principios, sino que es La Llave
de todas las Puertas, pues: aprender a Orar... es también aprender a
Escuchar. El Principio de la Invocación es tan poderoso que, más tarde
o más temprano –aun si no es por inquietud o por el camino personal
de cada uno– igualmente se hará necesario, para quien Invoca,
aprender a Escuchar.
–Eso es demasiado importante.
–Seguro, porque de Eso depende todo, Elissa: de desarrollar la
Escucha. Pues la polarización de nuestro universo interior hacia algo,
polariza nuestro universo exterior hacia eso mismo, invocándolo. Pero
¿con qué polarizamos el universo interior?
Si queremos algo y logramos mantenerlo en la mente cada día más,
y conjuntamente damos Los Pasos con los que llegar a Eso,
indefectiblemente por vía de casualidades sumamente eficaces nuestro
universo externo se encontrará con Eso.
–Veo la entrada a algo grandioso, pero otra vez choco contra la
puerta ¿No es demasiado ideal pensar que por poner algo en mi
universo interior ya lo estoy invocando en lo externo?
–Ojalá, Elissa. Sólo puede verlo de ese modo quien jamás lo intentó.
En principio... vale escuchar que eso es exactamente lo que se oculta
en lo “Divino”: “di vino”. Lo que “dices”, es lo que “vino” a ti.
–¡Es perfecto! Pero tan perfecto que sinceramente, yo tampoco
puedo creerlo. ¿Por qué si es tan simple, siempre es tan difícil alcanzar
lo que buscamos; y especialmente, lo que más buscamos en la vida?
–Creo que eso sí ya lo comprendés perfectamente, Lucio. En cuanto
alguien trata de alcanzar algo que de verdad quiere, algo que desafía a
toda su vida pues no sabe si podrá lograrlo... junto con la idea de Eso
que quiere alcanzar, automáticamente se ponen en funcionamiento
todos los dichos y programaciones que le dicen y le aseguran que no
va a lograrlo, todos los miedos y todas las inseguridades que tratan de
convencerlo continuamente de que Eso no es para él; en suma, todos
los mensajes que en su historia van en contra de lo que quiere alcanzar.
Y todo eso que se detona en el universo interno... también invoca,
para alejar paralela, proporcional y sistemáticamente eso mismo que se
quiere alcanzar.
–Es lógico; lo veo perfectamente. No sé cómo no me di cuenta.
–Es lo que nadie quiere ver. Pero en cuanto se lo ve, es indefectible
que eso conduzca a la Escucha. Pues “orar”... es “Orar”: no hay
diferencias entre “hablar” y “decirle a Dios lo que queremos alcanzar”.
Y cuando uno sabe que ese Dios al que le “oramos” es el Entramado
Universal mismo, que queda polarizado por lo que decimos... se hace
vital entonces estar esclarecidos respecto de Qué estamos diciendo, o
sea, qué estamos invocando al orar.
Todo el tiempo, todo el mundo se la pasa quejándose de que no
encuentra lo que quiere pese a tener la idea fija en su cabeza y a creer
que trata de lograrlo cada día más.... Pero sin la Escucha, jamás puede
saberse hacia dónde realmente está invocando nuestro universo
interior. Sólo escuchando qué decimos en lo que decimos, qué se
oculta en lo que decimos, podemos detectar con qué instrucciones
estamos polarizando nuestro universo.
Esa es la trampa central que continuamente se instala e impide
manejar la Invocación: desconocer lo oculto, desconocer el
inconsciente. Por eso, quien no considera el inconsciente, aunque se la
pase tratando de Invocar algo diferente, obtiene siempre lo mismo; o
peor: en cuanto “obtiene” lo que quería... ¡lo pierde sistemáticamente y
queda peor que antes!
–Y el único modo de considerar el inconsciente...
–Es a través de la Escucha, Elissa. Por eso, como ustedes tan bien
descubrieron, la Escucha es la Llave y la Palabra es la puerta. Si uno
no aprende a escuchar qué dice su propio discurso –...como el cien por
cien de las que se pretenden “técnicas espirituales”– al suponer qué es
eso que está invocando sólo se enterará de lo que realmente invocó
cuando se encuentre con eso. Entonces, de forma ignorante creerá que
lo que falló es la Invocación y ni se enterará de que lo invocado fue
exactamente lo que su discurso polarizó.
–¿Podríamos ver algún ejemplo?
–Vivimos viéndolos, Elissa; la vida cotidiana no nos muestra otra
cosa.
Pensá en la chica que cada minuto de su día vive anhelando
encontrar un buen marido; para eso se pone bonita, trata de llamar la
atención de los hombres, vive yendo a los lugares indicados y hace
todo lo que está a su alcance... pero está sola porque siempre,
indefectiblemente, se le acercan hombres casados.
–O sea, rigurosamente puso en marcha lo “di vino”: “vino” lo que
“dijo”, encuentra lo que invoca... “un buen marido”.
–Exacto, Juan. Y aunque produzca risa a la vez es trágico. Por
motivos ocultos en ella, invoca un “marido” y no un “hombre” y con
una devastadora exactitud y eficacia encuentra, casualmente, eso que
busca. La invocación no falló ni falla; la que falla es ella por no
aprender a escuchar lo oculto.
Piensen en el caso del joven que vive peleándose con su padre y
quiere que el padre deje de gritarle, pero el padre continúa gritándole...
–Claro, porque para que “deje de gritarle” primero tiene que
gritarle.
–Bien, Lucio... ¿nunca pensaste en estudiar Psicoanálisis?
El chiste del director, produjo una andanada de comentarios que
concluyeron en el pedido de Lucio de no desviarse del tema... precisa-
mente, en bien de su formación como Analista.
–Retomemos entonces. Por cuestiones ocultas que sólo podrá
develar una vez que escuche lo que se oculta en su discurso, él no
quiere que el padre “no le grite” sino que “deje de gritarle”... Tal vez,
cuando no hay gritos entre el padre y él, lo que hay es indiferencia y
ese entonces es un sólido motivo para preferir infinitamente que el
padre le grite. Y no hay modo de “dejar de gritarle” a alguien si
primero no se le grita.
La misma lógica se oculta en quien quiere adelgazar. Bastará bajar
unos kilos para volver a engordar, como lo muestran y demuestran
todas las dietas del mundo... pues el único modo de “adelgazar” es
primero engordar. No se quiere “estar flaco”, se quiere “adelgazar” y
eso es lo que se logra. Una vez que la escucha haya desocultado cuál
es la invocación que produce que siga engordando, podrán entonces
develar- se los motivos ocultos desde donde se origina tal invocación.
Tal vez, la obesidad es el rasgo que caracteriza a toda la familia y ser
flaco sería sinónimo entonces de renunciar a esa familia.
–Aún más allá del impacto que produce lo develado en cada
escucha, es muy conmocionante ver cómo aplicando la escucha, lo que
se esclarecen son las áreas habitualmente más conflictivas de la vida.
–Por eso abrir la Escucha abre las puertas de una nueva vida. Como
dice Juan, no hay puerta que esté cerrada por motivos diferentes a los
que se logran develar gracias a la escucha. De ningún modo se trata de
problemáticas limitadas a un área u otra, como cuestiones subjetivas,
relaciones interpersonales entre un padre y un hijo o entre una mujer y
el hombre que quiere conseguir... La Escucha también permite develar
y resolver cuestiones tan concretas y prosaicas como lo que desde lo
oculto hace que una persona esté desesperada porque todos los días
sale a buscar trabajo y pese a que no deja de pensar en eso y vive
obsesionado al respecto, sigue...
–¿Sigue sin “encontrarlo”... porque sale a “buscarlo”?
Empiezo a verlo en forma integral. Porque para lograr eso que
invoca... tiene que darse un universo de casualidades: ir justo al lugar
donde ya tomaron empleados, no comprar el diario que tenía el aviso
para él, etc. Todo un universo polarizado para cumplir con eso que se
oculta en su invocación: “buscar” trabajo.
–¿Ves qué fácil se hace desocultar lo oculto cuando se inicia por la
Escucha, Elissa? Por eso, en realidad a este Principio de Invocación
nosotros preferimos llamarlo “Principio de InBocación”, para así
recordarnos
que lo que se Invoca está inseparablemente ligado a lo que sale de la
Boca.
–Excelente, realmente es muy eficaz el matema. Permite mantener
consistente y claramente la anudación entre la Invocación y la
Escucha.
–Eso es muy cierto Juan... Pero lo invocativo aparece tan ligado al
inconsciente, que ahora encuentro todo esto básicamente igual a lo que
descubrió el Psicoanálisis... ¿Dónde está la diferencia?
–Iniciada la escucha se está ante algo tan infinito que toda respuesta
proviene de esa misma escucha. De hecho, diste con la clave, Lucio: es
idéntico “básicamente”... la diferencia está en hasta dónde se puede
llegar.
La invocación llega hasta donde el Psicoanálisis ni se imagina que
puede llegarse: aun siendo el más manifiesto de los Cuatro, este
Principio pone en funcionamiento... cualquier mecanismo que sea
necesario para que sea Invocado aquello que está en la mente. Y por
favor, escuchen bien: cualquier mecanismo. Y eso, junto con todos los
recursos que puede movilizar en lo más cotidiano... incluye decir que
la Invocación moviliza y maneja todos y cada uno de los llamados
Potenciales Ocultos: simplemente, si un Potencial se hace necesario
para conectar Eso que está siendo Invocado... se detonará por sí
mismo, en forma espontánea para producir ese encuentro, esa
conexión.
–¡Por fin! Este dato es sensacional, es lo que me faltaba situar. Sin
Eso siempre se me hizo imposible entender por qué al acceder a la
Escucha, al saber oculto, todas las Enseñanzas muestran que, junto
con un camino hacia lo Divino, se accede también a los Potenciales
Ocultos.
–Así es, Juan. Y en honor a tu “vocación de padre”: ¿hay algún
pasaje bíblico que indique, por ejemplo, que Cristo hiciera “ejercicios”
de algún modo para “entrenar” sus Potenciales Ocultos, de Telepatía,
Respiración, Sanación o de lo que fuera? Ni un sólo renglón. Y lo
mismo encontraremos respecto de cualquier otro Iniciado. No les era
necesario, porque sabían Orar, sabían Invocar... pero lo más
determinante: sabían Escuchar lo que invocaban.
Quien accede a la Invocación no precisa “entrenamientos” para
acceder a los Potenciales Ocultos. Porque cuando, gracias a la
Escucha, se tiene la absoluta seguridad de qué se está invocando, se
pueden empren- der mecanismos con los que amplificar y potenciar
ese poder invocativo de la mente... recurriendo a los amplificadores de
energía más poderosos que nos brinda la naturaleza: los Cristales.
–¿Cristales?
–Utilizándolos se puede condensar y amplificar el poder invocativo
(que funciona, nos guste o no, las veinticuatro horas del día) en
técnicas invocativas donde durante unos minutos se mantiene en lo
psíquico exactamente lo que se quiere alcanzar mientras se sostiene un
cristal por ejemplo, de cuarzo, entre las manos al que, literalmente, se
le dice lo que se desea. Y si suena parecido a lo que se conoce como
“bola de cristal...” es porque se trata exactamente de eso; pues en cada
Cultura Ancestral, este mismo Principio está sistematizado con
modalidades operativas particulares, pero en todas se trata de lo
mismo: invocar otras realidades en nuestro universo.
–¿Otras realidades?
–Por supuesto, Lucio... Y eso no sólo se refiere a potenciales ocultos
y a estados de otras conciencias en realidades alternativas.
Supongamos que invocando, alguien logra detonar en su organismo el
mecanismo para que ese mismo cuerpo que creó una enfermedad luego
la deshaga. Si la realidad de la medicina de su tiempo y lugar
consideraba a esa enfermedad como incurable –al punto de que luego
hablará de “cura milagrosa”– esa persona... ¿no está entrando en otra
realidad?
–¿Qué pasa, Lucio?... Parecés afectado en forma personal.
–Nada y todo, Juan. Lo que recién decía el Dire... ¿podríamos decir
que equivale a que alguien, a través de la invocación esté resbalándose
hacia otra realidad?
–¿Ese dato lo invocaste, Lucio? Ese es exactamente el nombre
que...
–El nombre que los indígenas le dan a todo esto: “La Refalada”.
–¡Tal cual! Lo he encontrado en varios relatos, pero nunca le di
mayor importancia. Otra vez... el dato estuvo conmigo durante años
pero permaneció oculto mientras yo estaba buscando más datos, y
ahora la casualidad nos pone ante lo que no desocultamos. Herejía
sería entonces pasar por alto esta Manifestación Sagrada. ¿Qué sabés
sobre el tema?
–Disculpen la emoción. Les pediría unos segundos para que lo
hablemos, porque creo que en esto tan grande... hay algo infinito.
Mi interés en estudiar medicina, no radicaba en realidad en el
mismo motivo por el que mi padre quería verme Médico: asegurarme
un futuro trabajando en el Laboratorio cuando él se fuera. Mi motivo
radicaba en que ser médico me parecía el camino más realista para
ayudar a resolver algo que desde siempre se me hizo directamente
insoportable: la muerte
de los indígenas a causa de las pestes que la invasión les contagió y
que ahora a nadie interesa curar, o peor aún... tal vez, directamente
interesa no curar, para así terminar el trabajo inconcluso en la
conquista.
–Es perfectamente comprensible... tanto, como básicamente
ingenuo. Suponer que un médico más o un médico menos, dicho ésto
con todo respeto, va a ayudar a resolver algo tan terrible... es
subestimar la dimensión del tema.
–La desesperación ante las necesidades lleva a poner parche sobre
parche... aun sabiendo que cada parche, en realidad, empeora lo que
sucede. Es que usted lo ha dicho, Juan, el tema es terrible. Tanto... que
sólo una vez me atreví a preguntarle a mi Nagüelo sobre eso, que para
mí era la realidad más concreta que yo podía comprobar: ¿por qué si
los indígenas son depositarios de toda esa Sabiduría que él decía... se
venían humillando y muriendo desde hacía quinientos años?
Y su respuesta fue tan desafiante y causó en mí tal conmoción, que
nunca más necesité tocar el tema... hasta hace muy poco, cuando en el
viaje tuve que decírselo... nada menos que a mi padre.
–El tema es tan central y clave, que aun viendo la conmoción que te
causa, no es posible dejar de preguntártelo: Lucio ¿qué responde La
Sabiduría acerca de por qué los depositarios de Esa Sabiduría, desde
hace siglos deben sufrir tanto teniendo atesorados todos los remedios
para los males del cuerpo y del alma?
–Desde que lo hablé con mi padre, mucho es lo que pude recordar al
respecto... que ni sabía que había olvidado.
Ahora puedo Responder exactamente lo que Ellos dicen cuando se
les pregunta por qué si son depositarios de La Sabiduría, la tristísima y
evidente realidad es que desde hace cinco siglos los indígenas no hace
más que empeorar:
Ésa es la realidad... únicamente de quienes no siguen la
Sabiduría.
Yo soy indígena; hay muchos Peskeros con Red tan o más viejos que
yo, incluido Don Cruz –pese a lo que pretende la familia– y ninguna
peste o conquista nos pudo matar... ¿Adónde están los Mayas, que
hasta la historia que te enseñan en el colegio reconoce que de pronto
e inexplicablemente “ desaparecieron”?
¿Adónde está El Dorado de los Inkas que el conquistador tanto
buscó, sigue buscando y ni logra acercarse a encontrar, aún con toda
la tecnología moderna?
¿Adónde está el Shambala del Tíbet?
¿Adónde fueron los históricos Toltecas?
¿Qué peste pudo matar todo Eso? ¿Qué conquistador los pudo
atrapar... si ni siquiera pudieron seguirles la pista?

Y no han podido ni podrán... porque no saben buscar en Otras


Realidades.
Los males de una realidad sólo rigen sobre quien está atrapado en
esa realidad.
Sólo muere, y de muchas maneras, quien no aprende a Refalarse
hacia Otras Realidades”.

–Es contundente. Paradójicamente cierra el tema de modo


concluyente, al mismo tiempo que abre el verdadero Tema detrás del
tema: Refalarse hacia realidades a las que se aprende a Invocar, pues la
muerte... es estar atrapado en una realidad.
Es la declaración de principios más liberadora y perfecta que
escuché
en este plano de existencia.
Lucio, gracias a que has seguido tu deseo más allá del Médico que
tus padres hubieran querido que fueras podés llevarles ahora a los
indígenas y a todo el mundo... una verdadera posibilidad, una
esperanza de la mejor Cura ante la única y auténtica enfermedad del
cuerpo y del alma: estar atrapado en una realidad.
La mejor Cura, ante la peor de las muertes.
Cura que empezó, precisamente, cuando Lucio no aceptó quedar
atrapado en la realidad que sigue poniendo parches ante las
necesidades y decidió Refalarse hacia la Realidad que su deseo
invocaba. Como lo enseña el Psicoanálisis... y toda la Sabiduría: en
tanto el deseo está por en- cima de la necesidad, quien tenga el valor
de seguir su propio deseo también resolverá sus necesidades.
Seguir tu propio deseo, Lucio, te reconectó con toda la Sabiduría
que se suponía debías resignar para encontrar una Cura... que
precisamente encontraste en aquella Sabiduría.
Dos bandos integrados para siempre.

Las palabras de Juan coincidieron con el cierre del círculo


completo
del recorrido del Puro que, de este modo, se reencontró con Lucio...
mientras todos se encontraban con la Refalada.
Con extremo cuidado tomó la guillotina y abrió un hueco en la parte
posterior. Para sorpresa de todos –que seguían cada paso del Ritual con
el mismo interés con el que seguían cada postulado– la parte separada
fue arrojada al piso, no al cenicero.
Lucio no encendió el Puro, sino que se lo ofreció con ambas manos
al Dire, quien con una sonrisa y enarcando las cejas trató de disimular
la sensación de compromiso. Elissa decidió que continuar hablando era
la mejor forma de ayudarlo y participar del Ritual.
–La Cura de Lucio fue seguir su deseo.
Y lo dijo el padre Juan, que para hablar de “curas” es “palabra
santa”.
–Creo que ninguna otra persona habría podido encontrar la broma
exacta con la que quitarle la solemnidad a un momento y un tema tan
decisivos... Y si esta posibilidad de verdadera esperanza para el
hombre no puede estar acompañada de sonrisas, estaría limitada ya
desde su nacimiento. Gracias, Elissa; Gracias a Cada Uno.
Y si todo esto surgió por el Cuarto Principio, el primero que
abordamos... el mejor modo de agradecer es continuar.
–Muy de acuerdo. De hecho el único modo de utilizar el “Principio
de InBocación” es con los otros tres principios.
El Tercer Principio del funcionamiento de lo oculto se llama
Principio de Interdeterminación de los Planos, y Enseña que lo
Psíquico rige sobre lo Energético y lo Energético rige sobre lo Físico.
Es la continuación lógica del Principio de la InBocación Discursiva –
del efecto observador–... pues ordena a todos los sistemas que
habitualmente son tan caóticos en el mundo oculto, ese universo de
elementos que intentan trabajar con lo energético y ante el cual se
encuentra alguien cuando quiere introducirse en lo oculto: cuándo,
adónde y para qué se utilizan cuestiones tales como Pirámides,
Sahumerios, Feng Shui, Inciensos, Respiración, Control Mental, Yoga,
Mantras, Tantras y todo el Universo de las Ciencias Ocultas... que
lamentablemente son casi siempre confundidas con la Iniciación en
Lo Oculto.
Son años y años de puro extravío practicar cualquiera de los
sistemas de ciencias ocultas si no son parte del Camino Iniciático. Y
no hay posibilidades de que todo eso sea Iniciático si no se aprende a
trabajar desde
lo Psíquico con todos esos elementos que pretenden influir Energética-
mente sobre lo Físico... Intentar resolver un problema desde lo
Energético denuncia una falta total de Método, pues es sólo un parche
que se está poniendo por y para ignorar cómo desde lo Psíquico es
Invocado el no alcanzar ese logro que no se encuentra en lo Físico.
Pero cuando se aprende a obrar siguiendo Los Pasos del Método
Iniciático, se tiene plena conciencia del Orden en el que los Planos se
in- terdeterminan. Así, en cada cuestión que quiere realizarse se tiene
acceso a la utilización del poder de lo Psíquico, lo Energético y lo
Físico a través de la InBocación, pues el Orden es se invoca desde lo
Psíquico y se potencia desde lo Energético lo que se quiere encontrar
en lo Físico.
–Después de lo develado, tal vez sea una consecuencia lógica que
ahora lo más oculto se haga transparente. Acabo de ordenar uno de los
conceptos del Saber Original más poderosos; algo tan fuerte y
misterio- so que casi no se lo conoce, aunque en muchas culturas
indígenas es el mecanismo que devela el funcionamiento de...
sencillamente, todas las cosas: el Ahaio mayor y el Ahaio menor.
Alguna vez hemos tratado, sin
éxito, de entenderlo... pero qué simple y abarcativo lo veo ahora:
llaman Ahaio mayor a la relación entre lo Psíquico y lo Energético y
Ahaio menor a la relación entre lo Energético y lo Físico.
Y siempre se han encargado, metódicamente, de aclarar que el
Ahaio mayor es el que enferma o cura al Ahaio menor... Y al Ahaio
mayor se lo cura por la Palabra. Y si se lo cura por la Palabra, entonces
eso es lo Psíquico. Un concepto tan secreto como poderoso, de pronto
se hace transparente, coherente y ordenado en cuanto se conoce este
Tercer Principio.
–Pura integración. Para mí también es toda una revelación estos
Datos sobre los Ahaios. Vuelvo a agradecerte, Lucio: sé bien que no es
algo que se encuentre en los libros y que muy poca gente conoce en la
actualidad.
Y es maravilloso que a tan pocos minutos de conocerlos, ya vean
por ustedes mismos que la aplicación de los Principios hace
transparente lo más oculto y hermético, así es como funciona. Cada
Principio develado le abre la puerta a la develación siguiente. El Tercer
Principio es tan determinante que para abarcarlo se precisan los dos
primeros... que son los más difíciles, pero también los más
importantes.
Luego de ordenados los planos Psíquico, Energético y Físico en su
interdeterminación, el Segundo Principio del funcionamiento de lo
oculto enseña la clave para desarrollar continua y progresivamente el
potencial de esos planos.
Recibe diversos nombres, según la cultura donde se lo encuentre:
Rueda de la Medicina, Rueda Mandálica, Mapa de la iniciación... en
rea- lidad, tiene tantos nombres que tuvimos que crear uno que
resumiera a todos: Mapa de los Cuatro Mundos del Iniciado.
–Nosotros también hemos visto como un Mapa lo que fuimos de-
velando.
–Es que se trata precisamente de eso: un Mapa que enseña que para
desarrollar el máximo Potencial Psíquico Energético y Físico, el
universo debe recorrerse integrando, en todo momento, cuatro mundos.
La mejor manera de visualizar el Mapa es decir que el viaje hacia lo
que quiere realizarse, recorre el universo Iniciático –y permite por lo
tanto utilizar poderes que de otro modo quedarían ocultos– cuando es
en Cuatro Pasos.
Son pasos circulares, pues ininterrumpidamente recomienzan por el
primero en cuanto se llega al cuarto. Como sucede con el Mapa
mismo, los Cuatro Pasos también tienen diversos nombres, según las
culturas y las enseñanzas donde se los nombre... tantas que aunque
cueste creerlo hasta incluyen a la Física Cuántica, que ya tuvo que
reconocer explícitamente que el universo –que se despliega en Once
Dimensiones– está compuesto de Cuatro Mundos. No hace falta
detenerse a detallarlo ahora, pero nombrar eso es más que suficiente
para llegar a ver la rigurosidad de todos estos principios, pues no hay
enseñanza que haya avanzado y no los haya encontrado.

El Dire notó que la atención general se dispersaba... o tal vez se


enfocaba, pero en otra cosa. No tardó en develar que esa “otra cosa” la
tenía entre manos.
Un poco por la concentración que el desarrollo le exigía y otro poco
por sentirse intimidado ante quien suponía “un experto” en el Arte del
uso del Tabaco, notó de pronto que el puro seguía “sin alma”.
Como quien se siente descubierto, sin decir palabra y sin dar lugar a
más espera, de un solo movimiento tomó un fósforo, lo rozó en la
raspadera, y estaba por juntarlo con el puro cuando Lucio, con mucha
suavidad, le detuvo la mano de manera que sólo el calor produjera el
efecto buscado.
–“El calor enciende, la llama incendia” –dijo con naturalidad.

Asombrado ante lo que había dicho... y hecho, Lucio sólo tomó con-
ciencia de ello por el aplauso que espontáneamente festejaba tanto la
Lección como el hecho de que por fin, ahora... el Puro estuviera Vivo.

–Los nombres de los cuatro mundos pueden variar, pero el orden y


lugar no se alteran: Sur, Oeste, Norte y Este; y sus correspondencias
respectivas: Serpiente, Jaguar, Dragón y Águila. Pero como esos
nombres sólo son claros para las culturas que manejan esas
simbologías, todos estos años de investigación nos permitieron develar
qué representan: al Guerrero, al Mercader, al Sacerdote y al Mago,
pues se refieren al desarrollo simultáneo de: el Mundo Interno del
Guerrero; el Mundo Externo del Mercader; el Mundo Trascendente del
Sacerdote; y la Integración de los tres mundos en Eso que se llama el
Mago.
Esto obliga al Iniciado a expandir el universo de su atención
sabiendo que nada puede quedar por fuera de su Presencia. Y tiene una
ventaja extra: al obligar a atender a lo interno, lo externo y lo
trascendente, este Principio garantiza simultáneamente que alguien no
quede atrapado en la cotidianeidad y que tampoco en nombre de
acceder a planos más elevados se crea justificado de desatender a lo
cotidiano.
–Una vez escuché: “los pies en la tierra y la cabeza en el cielo”.
–De eso se trata, Elissa. Lo más básico y lo más elevado debe ser
atendido. Entonces, que la Iniciación sea un Cuarto Paso de un Mapa
que integra Tres Iniciaciones esclarece cuestiones que, al mismo
tiempo, son la base y permiten llegar a lo más alto. Son cuestiones que
en lo Iniciático están dichas en clave, para ser develadas sólo por quien
maneja estos mismos principios que ustedes están conociendo ahora.
–En mi –como le gusta decir al padre Juan– “búsqueda desorientada
de todos estos años”, podrán imaginarse que son tantas las cuestiones
“en clave Iniciática” que nunca logré develar... que prefiero preguntar
si podemos ver una muestra concreta; de lo contrario podría perderme
todos los otros principios pensando sólo en éste durante el resto de la
noche.
–El efecto de las develaciones ya empieza a verse: Elissa reconoce
que puede perderse en cuanto trata de pensar un poco.
–Es evidente que entre ustedes hay mucho que hablar... Mientras
tanto, tomemos como muy válida la propuesta de Elissa. Y para que
sea
armónico con el tema, lo mejor es ir a una muestra que al mismo
tiempo ubica lo más básico y lo más elevado. Lo más básico: un
nombre. Lo más elevado: ese nombre representa al Iniciado, al Mago
por excelencia.
Veamos... ¿Qué trata de decirse y enseñarse a través del nombre
“Hermes Trismegisto”? nombre presente en todo aquello que,
precisamente, por Oculto es difícil de penetrar: “hermético”. Pero
basta este Principio para que su significado: “Tres Veces Iniciado, Tres
Veces Grande” se haga transparente: Triple Iniciación... Iniciación
como Guerrero, Mercader y Sacerdote e integración de Los Tres en el
Mago.
–Es muy claro. Y así como en Hermes Eso está representado ya
desde el nombre mismo, ahora lo asocio con algo que me resulta
particular- mente conmovedor: Eso está representado, también... en
Cristo, y desde el nacimiento mismo, con los regalos que le llevan los
Magos: Oro, como metal precioso representa al Mercader; incienso,
obviamente al Sacerdote y mirra, al Guerrero, pues al combatir
siempre se lo llevaba consigo por su alto poder cicatrizante...
–Es muy revelador, y comparto el toque de emoción, Juan.
Noten que en cuanto desocultamos cualquiera de los Cuatro
Principios, una catarata de datos, señales y hechos que estaban ocultos
o permanecían inadvertidos se esclarecen de inmediato.
Siendo de tal utilidad, podemos entonces nombrar algo más de este
Principio en particular: la función central de cada uno de los Pasos de
la Rueda Mandálica, funciones que son conocidas como las Armas del
Iniciado:
El Arma del Guerrero es la Escucha porque su combate es contra los
límites ocultos y manifiestos; el Arma del Mercader es la Negociación,
para lo cual aprende la lógica rigurosa y oculta de la Táctica y la
Estrategia en lo cotidiano y en lo que trasciende a lo cotidiano; el
Arma del Sacerdote es la Invocación, tal como ya comenzamos a ver;
y la del Mago es el Entramado continuo y simultáneo de las otras Tres
Armas.

Rueda tras rueda, Lucio intentaba no separar la ceniza del Puro; que
ambos permanezcan integrados. Como un pacto tácito, todo el grupo
se sumó al juego de intentar no dejar caer la ceniza... lo cual
transformaba la llegada del Puro en un verdadero y divertido desafío
donde ninguno quería permitirse la deshonra de ser el que había
producido la “desintegración del Puro”.
–Pero no hay Arma Iniciática que pueda usarse sin el más oculto,
poderoso... e inaccesible de los Cuatro: el Primer Principio. También
es cuádruple... y tan infinito que no puede abordárselo si no se lo
recorre. Aquí se potencia infinitamente lo que al comienzo les dije
para los Cuatro Principios: si repasan de uno en uno cada Paso que
transitaron, verán que continuamente estuvieron manifestándose los
Cuatro Principios. Y si llegaron hasta aquí, ya debe haber lugares
adonde han aplicado este Primer Principio. Pues llegar hasta aquí, ya
es un Resultado en sí mismo...
El Primer Principio comienza por enseñar que para alcanzar
cualquier Resultado que se quiera, lo que debe descubrirse es el lugar
oculto Adonde hay Que dirigirse. Y al dirigirse al Adonde que se debe
alcanzar, indefectiblemente y por Casualidad aparecerá el Cómo
alcanzarlo o Por Dónde alcanzarlo; y entonces, se llegará al
Resultado... Pero absoluta- mente todo dependerá de Desde Dónde se
ponga en marcha el mecanismo recién descripto: desde lo Propio, o
indiferenciado en lo de Otro.
Se lo llama Principio de los Cuatro Polos del Universo, pues se lo
ubica según los cuatro polos recién nombrados: Resultado, Adonde (o
Qué), Por Dónde (o Cómo), Desde Dónde (o Posición).
Estos Cuatro Polos son lo que corresponden exactamente en sus
características a Las Cuatro Fuerzas del Átomo que describe La Física
Cuántica. Por Eso, este Principio es el que contiene el Secreto más
poderoso del funcionamiento del mundo oculto: Todo lo que queramos
encontrar como Resultado, primero es en nuestra mente Adonde
tenemos que lograrlo. Porque la mente será Desde Donde el universo
reciba las instrucciones de Adónde queremos ir, de Qué queremos
lograr. Y cuando el universo sabe eso, decide entonces Por Dónde nos
tiene que conectar, Cómo llegar a ese Resultado, lo cual se manifestará
en Casualidades que nos acercan Eso.
Este principio es el que permite formular la pregunta exacta que
armará los circuitos más eficaces para lograr lo que queremos
alcanzar... La Primera Pregunta, la que mueve al mundo oculto y
manifiesto: “Quién” ¿Quién dirige mi universo?
Pero esa pregunta es evitada en toda su magnitud y poder, y re-
emplazada por otras que sólo deberían ingresar en el circuito una vez
respondida la primera, la más importante: ¿Quién está haciendo lo que
hago? Preguntar esto, es preguntar Desde Dónde está siendo hecho lo
que hago: ¿desde mí o desde los automatismos en mí puestos por otro?
–Buda llevaba a sus discípulos a preguntarse Eso continuamente:
¿quién mueve tu lengua cuando hablas? ¿quién piensa en tu mente
cuan- do respondes?
–Exacto, de eso se trata, Elissa. Y hay muchas más
correspondencias que la sustentan en los niveles más profundos. De
hecho, hace poco salió a la luz nada menos que El Primer Mito De La
Humanidad, mito hindú extremadamente oculto en el que se apoyan
todos los mitos... y resultó una impresionante confirmación de estos
Cuatro Principios.
Para maravillosa confirmación de nuestra investigación, ese Mito
Primordial se basa en preguntar lo mismo que nuestra pregunta base:
¿quién? o ¿desde dónde? Se trata del mito de “Ka”, cuyo significado
es, sorprendentemente, “Quién”. Y el mito enseña que esa es la
pregunta que se formula cuando ya todas las otras preguntas han sido
formuladas, pues es la que está en la base de todas las preguntas... y
la que, entonces, debería preguntarse primero.
Por supuesto que lamentablemente, lo que sucede en el noventa por
ciento de las veces es todo lo contrario... se comienza por preguntas
totalmente ineficaces, pero que no se abandonan por una tan básica
como poderosa razón: son automáticas. Tales preguntas se resumen en
una sola, y empezar por ella es empezar entonces desde el
automatismo, es enfrentar una situación desde la ausencia total: desde
lo habitual; aún cuando eso una y otra vez demuestra no aportar
soluciones.
Basta simplemente escuchar en la vida cotidiana para detectar que
eso habitual, en cuanto alguien se encuentra ante un problema que lo
desafía pues no logra llegar a lo Qué desea, es preguntar automática-
mente y en primer lugar por el Cómo lograrlo. “¿Cómo hago? ¿Cómo
voy a resolverlo?” y sus infinitas variables para preguntar lo que sólo
debe preguntarse al final, como pregunta más superficial y manifiesta.
Pues sólo desde la más básica ausencia puede pretenderse que cuando,
tomando el camino que se tome, igualmente no se llegue a adonde se
quiere ir, se está yendo hacia donde se cree y lo que falla es el por
donde ir, es decir, el cómo llegar. Si alguien, haga lo que haga, no llega
a lo que quiere... es porque, más allá de todas sus narcisistas
pretensiones de autodireccionamiento, adonde está yendo en realidad,
no es a eso que supone dirigirse. Entonces, tan extraviado como
ignorante es preguntar por el cómo lograrlo.
Tanto que en realidad, cuando se respetan estos Cuatro Principios,
casi nunca tendremos que resolver esa pregunta: cuando está claro
adónde se está yendo, y por lo tanto desde dónde se dirige lo que se
hace es desde lo propio... es el universo el que se encarga del por
dónde, del cómo.
Y en forma invertida: cuando más allá de que hagamos una cosa u
otra, no aparece el por dónde –el cómo– llegar a dónde queremos, es
por- que adonde nos estamos dirigiendo no es a lo que creemos
dirigirnos. Por lo tanto, desde donde lo hacemos es desde la ausencia,
quien lo hace es otro en uno a través de los recursos, valores y
respuestas automáticas que implementó en nosotros.
Y por supuesto, no podemos saber adónde se están dirigiendo en
realidad nuestros pasos ni por lo tanto desde dónde está siendo dirigida
la mente que polariza a mi universo si no es gracias a la brújula, al
Faro que nos guía en el Camino cuando aplicamos los Cuatro
Principios de acceso a lo oculto.
–¡La Escucha!

El corito integrando las voces de todos, dio la señal de que el tema


estaba alcanzando su culminación.
–Brindemos por el corito. Pues que no duden en Eso, dice que aun-
que hayamos hecho nada más que una somerísima introducción, el
desocultar lo oculto ahora está mucho más al alcance que antes: desde
aquí, por muy complicado que parezca, sólo es cuestión de empezar
desde donde a cada uno le haya resultado más claro, pues los Cuatro
Principios se aclaran progresiva y mutuamente entre sí.
Un universo develándose a sí mismo en forma continua y
progresiva ¿puede haber algo mejor?
Cuatro Pasos en el Primer Principio, Cuatro Pasos en el Segundo,
Tres Pasos en el Tercero. Son los Once Pasos –Las Once
Dimensiones–. Y el Cuarto Principio es el que los integra y engloba.
–Integración absoluta: lo Interno, lo Externo, lo Cotidiano, lo
Trascendente, lo Físico, lo Emocional, lo Espiritual, lo Psíquico. Todo
abarcado, integrado y ordenado. Es... Total.
Pasar el Puro al siguiente compañero manteniéndolo unido a la torre
de ceniza que ya era más grande que el Puro mismo, obligaba a
realizar los más extraños actos de malabarismo. O tal vez, habría que
nombrar- los Actos De Magia.
Tácitamente, comenzaba a instalarse la pregunta sobre si el
“juego”
en el que tanto se esmeraban, tenía alguna finalidad.

–Pero hay algo más monumental todavía, Juan: los Resultados que
se alcanzan con su aplicación.
–Bueno ya es un resultado en sí mismo el hecho de cuánto de la
Sabiduría Original, que durante años le escuché al Nagüelo y a los Pes-
keros y me parecía indescifrable, de pronto aparece incluido,
ordenando y clarificando todo lo que, de acuerdo con las Profecías, la
humanidad precisará cada vez más urgentemente en este Inicio de
milenio.
–Ese es uno de los motivos por los que son “Principios”: posibilitan
una verdadera Iniciación, que permite llegar a todo lo que jamás se
había alcanzado. Entonces, una vez que se los conoce... todo está por
hacerse.
Pero vale mencionar que ya desde los primeros intentos, cuando se
Inicia su aplicación, comienzan a verse destellos muy luminosos de
Magia en la vida. Luego es irrefrenable la necesidad de seguir
aplicándolos cada vez en más áreas.
Y para que la chispa se transforme en fuego, ahora estamos en una
etapa de investigación que permite el uso más compacto, más
inmediato de todos los Principios. La etapa de Integración de la
Integración: buscamos un modo de integrar los Cuatro Principios y los
Once Pasos en una sola ecuación, un solo símbolo, un solo matema...
pero aún es- tamos lejos de encontrar cómo lograrlo.
–Pero el cómo aparece en cuanto se tiene el qué. Llegó el
momento...
–Vamos, señalá la casualidad, Lucito.
–Sospecho que Juan y Elissa saben algo que yo no sé... ¿Tenés
alguna idea, Lucio?
–Usted tenía lo que nosotros buscábamos y nosotros tenemos lo que
usted buscaba.
–Yo soy tu casualidad, tú eres mi casualidad. Y la Magia nos
integra.

La mano abierta de Lucio mostraba la Rueda De Inti, que por fin


ahora comenzaba a desocultar su contenido...
Fuego Original de los dioses que a los hombres toca mantener
como
Fuego Eterno.

–La Cruz de los Cuatro Caminos, el Primer Principio. La Cruz en


equis, el Segundo Principio. El cruce de los dos primeros forma entre
sí Triángulos, los tres Polos del Tercer Principio. Y el Círculo que
integra a los otros Tres Principios, el Cuarto Principio.
–Es perfecto... Cada Principio en sí mismo y la Integración de los
Cuatro Principios forman La Clave más Poderosa que han enseñado
Las Enseñanzas más Poderosas. Todas las líneas se cruzan y
encuentran en el centro y desde ahí se proyectan hacia el Círculo: lo
que se proyecta hacia el universo es Eso que se encuentra en el centro
de cada uno. Nada, absolutamente nada del universo está por fuera de
Eso.
Unidad Absoluta y Trascendente.
Es el Secreto Oculto que desoculta lo Oculto.
Y si en Eso está todo... por supuesto que también están ustedes. Los
tres y de Uno en Uno: la Cruz de Cristo es Juan; los Cuatro Caminos
en equis del Tahuantinsuyo y la Chakana es Lucio; el Círculo del Tao
de Oriente es Elissa; y el Triángulo, la integración de los tres.
Cada uno, de uno en uno, integrado al universo. En El Mapa que
llevaban en ustedes a todos lados Mientras buscaban El Mapa en
todos lados.
XLIIII

Por primera vez, ninguno “no pudo creerlo”.


Por primera vez en sus vidas, cada Uno encontrando Su Lugar en
el
Universo.
Por primera vez... En Sus Vidas.

–No puedo dejar de pensar adónde va una vida cuando ya sabe lo


que tiene que saber.
–¿A saber lo que sabe, Elissa?
–Ahora cada uno elige: el camino de siempre... o El Otro Camino.
Y de esa Elección Personal, según lo que indican todas las profecías,
dependerá el futuro de toda la humanidad. Y como ustedes ya saben:
no hay lugar para esperas, pues estamos ante las peores profecías que
cono- ce el hombre en toda su historia... las reservadas para una vez
iniciado este nuevo milenio.
–¿Las peores profecías son las que hablan de este inicio?
–La humanidad vivió durante décadas esperanzada con que el
comienzo del nuevo milenio traería luz automáticamente por el sólo
hecho de un cambio en el calendario... pero todas las profecías hablan
de algo muy distinto, Elissa.
–Las Esfinges acechan en los Inicios, es lógico entonces que en uno
tan importante para la humanidad como el Inicio del Milenio, las
profecías anuncien las Esfinges más importantes. ¿Podemos saber algo
de lo que dicen?
–Ya saben mucho, Lucio. Ahora...
–Ahora tenemos que Saber lo que sabemos.
–El paso supremo del ser humano para un momento supremo de la
humanidad. Trátese de Nostradamus, los Mayas, los Hopis, las
diferentes Pirámides o de cualquier otra fuente, todas pintan el mismo
cuadro: el hombre tiene dos caminos para aprender lo que tiene que
aprender.
Todas las Profecías que se dan a conocer a la humanidad para estos
tiempos, urgen al hombre a resolver “algo” para no caer en tener que
tomar el peor camino.
–¿A resolver qué?
–Diste en el punto exacto, Elissa. Todas le muestran a la humanidad
la urgencia de resolver “algo” decisivo, para lo cual no hay tiempo.
...Pero ninguna le dice a esa misma humanidad de qué se trata ese
“algo”.
–Eso es una broma... y de mal gusto, Dire.
–Estamos de acuerdo en que tiene el más amargo de los gustos; pero
se trata de algo tan serio... que la humanidad no puede conocerlo.
–Disculpe, pero eso ya se parece demasiado a lo que mis padres
siempre repiten de lo que escuchan en las iglesias: “el hombre no
puede conocer los secretos de Dios”.
–Lo cual demuestra, mi muy querido Lucio, que cuando hablás de
tus padres, cerrás tus oídos tanto como ellos.
En ningún momento el Dire mencionó que el hombre no pueda
conocer algo... sino que la humanidad no puede conocer lo que de
acuerdo con todas las Profecías es lo que debe hacerse ahora, en este
Inicio de Milenio, y para lo cual queda tan pero tan poco tiempo.
–Claro Lucio, lo puede conocer el hombre, pero no la humanidad.
entonces es obvio: hablamos de hombres de otros planetas.
¿Ustedes dos no pretenderán que ahora creamos en las historias
de...?
–Lo que pretendo, Elissa, es que precisamente suspendan las
creencias y suposiciones históricas en las que la humanidad está
perdida...
–Eso prefiero decirlo yo, Dire... Las creencias en las que la
humanidad está perdida... “gracias” a todas las iglesias.
–Tu Nobleza te obliga, Juan. Y es exactamente como lo has
dicho. Iglesias que le hablan a la humanidad masivamente para
que esa humanidad acepte de manera masiva y luego aplique
masivamente lo que les fue dictado.
Precisamente, desde su concepción misma las Profecías le ponen un
límite a eso... Pues lo que las Profecías dicen está destinado a que no
pueda ser interpretado y, mucho menos aún, alcanzado y resuelto desde
lo masivo.
–Ahora empiezo a verlo... o mejor dicho, a Escucharlo.
–Dos bandos amenazan a Lucio, señal que cabalgamos.
–Siempre tan amable, Elissa.
–Amabilidad sería que podamos enterarnos de qué escuchó –o vio–
Lucio.
–El Nagüelo decía que si para realizar El Vuelo hacia Lo Elevado,
hasta el propio yo es demasiado pesado... cuánto más imposible es Ese
Vuelo cuando se pegotean los pesos de muchos yo.
–Exactamente de Eso se trata.
Las Profecías pueden ser conocidas a nivel masivo, pero sólo
Develadas a nivel Individual... pues las Profecías para este Inicio de
Milenio, sólo podrán ser Respetadas y Aplicadas Individualmente, de
Uno en Uno.
–¿Y de a tres o cuatro?
–Por supuesto que de tal premisa los enrolados en la New Age hacen
una cuestión de números.
–Gracias por la parte que me toca. Siempre tan amable el padre.
–Me alegro de que el tema “te toque”, a ver si así dejás de suponer y
volvés a la Escucha, que tanto bien te está haciendo.
Se trata de acceder a las Profecías no masivamente sino desde lo
Individual... y Eso no es cuestión de números, sino de un Estado.
–Ahora yo tampoco entiendo.
–Porque –como bien detectó Elissita– un bando te desplaza al
otro: tratás de entender sin Escuchar.
–Como siempre, ahí está la Llave que abre todas las puertas...
inclusive –y especialmente– respecto de las Profecías: “Individual”
significa “Sin División”. Y es Eso lo que le exigen las Profecías a
Quien quiera Develarlas y Aplicarlas.
–Si las Profecías exigen lo “individual”... están exigiendo dejar
afuera al diablo, Dire.
–Justo ahora le tiene que dar el delirio místico.
–El delirio –típico de la New Age– es suponer que el diablo se trata
de algo místico.
–Ahora el padre nos va a decir que el principal truco del diablo es
hacernos creer que no existe, y estamos completos.
–A pesar tuyo, más exactamente no pudiste haberlo dicho... si te
Escucharas, claro.
El diablo trata de “hacernos creer que no existe y estamos
completos”: estar completos, es parte –principal y vital– de lo que trata
de hacernos creer.
Si creemos que estamos completos no nos reconocemos
divididos. Y eso, exactamente es lo que significa “diablo”:
“división”
Si a la Nueva Era se accede desde lo “Individual” se accede
entonces dejando afuera al “diablo”.
–Está bien lo reconozco: lograste impresionarme. Esta versión de la
lucha de Dios contra el Diablo, me parece mucho más interesante.
–También impresionante es darse cuenta de que los “New Age”, al
dividir La Enseñanza Única dejando afuera de aquella Enseñanza
Original lo que sencillamente molesta a su yo, están entre los primeros
de la lista en impedir la Nueva Era que no es compatible con la
división.
Pero eso sí, impiden la Nueva Era en nombre, precisamente, de la
“New Age”. Si eso no es diabólico.
–La amabilidad del padre se supera minuto a minuto.
–Lo cual me alarma de verdad... ser amable ante lo diabólico no es
lo más aconsejable. Avancemos entonces. Dire... o mucho me
equivoco, o por lo que entendí, de alcanzar lo Individual es parte
principal de lo que se ocupan los Cuatro Principios.
–Entendiste perfectamente, Juan. Sólo que no sólo se ocupa de
“eso” sino de ir Más Allá de “eso”, pues “eso” –lo Individual– no es
un “cómo” estar, sino un Desde Dónde estar para Dirigirse a lo que se
desea llegar.
–En tren de tantas amabilidades ¿...tendrían la amabilidad de ser
coherentes con lo que están diciendo y no dividirnos –a Lucio y a esta
representante del diabólico New Age– de sus brillantes
esclarecimientos mutuos y recíprocos?
–Eso sí está muy bien. Como se ve en el Fausto: la amabilidad ante
el diablo te cuesta la vida. Al diablo hay que hablarle en forma directa.
–Ya que por fin Juan y Elissa se pusieron de acuerdo lo digo
entonces de la forma más directa posible: Las Profecías urgen al
Hombre a Resol- ver lo que la humanidad jamás pudo resolver.
–Antes de avanzar –más aún– en el tema, me parece que Eso en sí
mismo es Clave para todo lo siguiente que Las Profecías puedan
agregar.
–Así es, Juan; es exactamente Eso: una Clave...
En este cambio de milenio, el hombre es quien debe Resolver lo que
la humanidad jamás pudo resolver. No es que la humanidad con sus
cambios masivos –culturales, económicos, políticos o sociales– salvará
al hombre...
Sino que... Es El Hombre quien deberá Salvar a La Humanidad.
–Eso sí me parece importante. Aunque obviamente no entiendo
–aún– qué es eso de que el hombre debe Resolver las divisiones de la
humanidad... sí entiendo la importancia de que el hombre deba
resolver “eso” a nivel individual para aportárselo a la humanidad.
–Es un llamado en el hombro de cada ser humano, Lucio. Es un
despertador que nos saca del tibio sueño de esperar a que de pronto
algo suceda a nivel masivo gracias a lo cual la humanidad resuelva los
problemas, miserias e incertidumbres de la vida a cada humano.
–Exactamente, Juan; a tal punto, que de Eso depende que estemos
sólo ante un cambio de milenio... o ante un Cambio de Era.
Concretamente: El Cambio de Era... será para quien lo alcance.
–¿Y a los demás se les caerá la luna sobre la cabeza?
–Muchísimo peor, Elissa: no se les caerá absolutamente nada –que
podría, tal vez, hacerlos reaccionar–... todo les seguirá igual.
Y eso, en términos de nuestra querida humanidad –que según lo
profetizado, empezará el milenio polarizando la división entre dos
focos como nunca antes– es sinónimo de decir que todo les seguirá
empeorando y empeorando cada vez más.
–¿Hasta que una especie de “selección natural” los filtre?
–Mejor no lo podías decir, Juan.
Dos caminos, y en el medio de ambos un filtro que purifica a la
humanidad dando cada vez menos lugar a quienes siguen el camino de
la división, no haciendo en primera persona del singular lo que deben
hacer “por sí mismos” –en ambos sentidos– en esa humanidad.
–Pero la pregunta fundamental en todo esto sigue siendo qué
significa que el hombre tiene que Resolver a nivel individual las
divisiones de la humanidad
–Es cierto, esa pregunta funda todo... tanto, que hasta funda su
propia respuesta, Lucio: Lo que el hombre tiene que hacer para
ingresar de Uno en Uno en la Nueva era –y así, finalmente, ingresará
también la humanidad– es...Transformarse en Individuo.
–Ahí es donde creo entender –y me impacta que así sea– que las
Profecías hablan de lo mismo que antes vimos como Los Cuatro
Principios de Acceso a Lo...
–Ya que empezamos a hablar más directamente, podemos atrevernos
a elegir su Nombre más Oculto, Juan, y decir Los Cuatro Principios de
Acceso a La Magia.
–Entonces, confirmando lo que estaba por decir creo conocer un
Nombre más Secreto aún: si lo que estamos hablando es lo que yo en-
tiendo...se trata, al mismo tiempo, de Los Cuatro Principios de Ac-
ceso a Dios.
–Podemos darlo por seguro: lo que están entendido es lo que
estamos hablado.
–Aunque recién se tiene el Privilegio de poder hablar de Eso desde
hace muy poco, existen Escritos que equiparan abiertamente al
Hombre que se Transforma en Individuo con el Hombre que Accede a
Dios: Los Manuscritos Del Mar Muerto –descubiertos recién a
mediados de siglo– constituyen el Documento actual más contundente
de Eso que hablan todas Las Enseñanza Esotéricas de la historia.
–¿Podemos saber de qué?
–Quien –como Ustedes, muy afortunadamente– sabe Los Cuatro
Principios... ya lo sabe, Elissa. Todas Las Enseñanzas Esotéricas
advierten de lo mismo que Las Profecías le advierten al hombre que
debe Resolver en este cambio de milenio para ingresar a una Nueva
Era. Le advierten que lo que la humanidad jamás pudo Resolver es lo
más obvio por lo cual esa humanidad sufre desde siempre: la división
de la humanidad. Pero no lo puede resolver, por algo muy concreto y –
literalmente– básico, pero nada obvio: la división de la humanidad...
sólo es el reflejo externo de la división del hombre.
–Y precisamente de Eso, Dire, es de lo que hablan Los Manuscritos
Del Mar Muerto: El Hombre debe lograr Unificarse a sí mismo. Y para
Eso, debe Unificar ...Sus Cuatro Principios.
–La Sabiduría es Una. Como ven, hablamos exactamente de lo
mismo.
–Pero Juan, cuando Usted comenzó a hablarme de Los Rollos Del
Mar Muerto, me dijo que sólo se los conocía en un porcentaje mínimo.
–Te acordás muy bien, Lucio. Pero ese porcentaje mínimo es
suficiente para ver que hay “Algo” que, hable de lo que hable,
permanece idéntico en toda Su Enseñanza:
“Siete son los Senderos que cruzan el Huerto Infinito.
Y cada uno deberá transitarse con la Mente, la Palabra, el Corazón
y la Acción como Uno”.
–Exactamente a Eso me refiero. Siete Senderos y Cuatro Vehículos:
Once Pasos (Once Dimensiones, según la Física Cuántica) en total.
Pero esos Cuatro Vehículos Principales –Mente, Palabra,
Corazón y Acción– deben estar Unificados. Eso... es El Secreto
de La Magia.
–Aún a riesgo de que me tilden de New Age. Eso me parece muy
relacionado con algo que en todos mis estudios siempre encuentro: la
advertencia de que como el hombre usa sus Fuerzas Psíquicas,
Energéticas y Físicas separadamente sólo llega a usar el diez por ciento
de esas Fuerzas.
–¿Ves que no te va tan mal cuando con La Escucha vas más allá de
ese diez por ciento al que accedés con la New Age? Exactamente de
Eso estamos hablando Elissa.
–¿Cómo no vamos a tener nuestras Fuerzas reducidas a un diez por
ciento si los Vehículos Principales de esas Fuerzas –Pensamiento,
Palabra, Emoción y Acción– no están Unificadas?
–¿Podríamos verlo en ejemplos concretos, Dire?
–Cada día de cada vida “normal” es un ejemplo concreto de eso,
Lucio.
Basta despertarse en la mañana para comprobar que una parte
nuestra decide levantarse mientras la otra quisiera seguir un rato más
en la cama.
–Doy fe como testimonio viviente de eso.
–Entonces, Elissa, enterate de que una vez que decidiste “levantarte”
lo has hecho desde el vamos con la mitad de tus fuerzas: las de tu
Pensamiento, mientras tu Sentimiento –o “Corazón”, en Los Rollos el
Mar Muerto– se quedó en la cama.
–Y basta entender eso que muestra el Dire como clave desde donde
se inicia el día, para ver que así continúa: “Pienso que debo hacer esto,
pero Siento que quiero hacer aquello otro, pero Digo lo que creo
conveniente y finalmente Hago lo que puedo”.
–Y en cada una de esas bifurcaciones del camino, Juan... nuestras
Fuerzas vuelven a subdividirse.
–División que en realidad comienza desde mucho antes que el
despertar en la mañana pues se inicia desde el momento mismo en que
en mi Mente pienso que estoy diciendo algo pero en realidad mi
Palabra dice otra cosa.
–Lo comprendo... y lo siento.
–Es “la especialidad de la casa”, Lucio: bandos divididos.
Pero sinceramente el problema de Lucio, de pronto es el problema
de todos.
–¡Perfecto, Elissa! Y si podés ver eso... acabás de ver, por vos
misma, por qué las Profecías urgen al hombre a un Cambio de Era
“Individual”: la división es la tragedia del ser humano.
–Sí Dire. Pero ¿eso tiene solución?
¿Es posible que llegar al final del día no signifique estar extenuados
por haber llegado con el último resto de la última división de nuestras
fuerzas?
–Si eso no tuviera solución... La Magia, La Iniciación y toda la
Enseñanza Esotérica de la historia de la humanidad jamás
hubieran existido, Elissa.
–Basta entender que Los Cuatro Principios de Acceso a Lo Oculto
tienen como punto de partida y como punto de llegada la Unificación,
la Integración... para Comprender entonces que la división de Fuerzas
es imposible en Quien Aplica en Sí Mismo Esos Principios.
–Me acuerdo del Nagüelo... Llegaba el final del día, y yo –que era
un niño– le pedía por favor descansar y dormir. Y él, que había
recorrido todo el día caminos de montaña, esperaba que yo me
durmiera para ir a hacer de las suyas. Y cuantos más años vivía, más
joven parecía.

–Cualquier cosa que hagamos en la vida –desde las más cotidianas


hasta las más esotéricas– tiene una incidencia mínima en nuestras
vidas si lo hacemos con nuestras fuerzas divididas. Y eso lo
comprobamos... cuando por algún motivo nuestras Fuerzas se Unifican
y vemos la infinita diferencia, tanto en nosotros como en los resultados
que obtenemos.
–Disculpe, pero preciso otra vez ejemplos concretos, Dire.
–Entiendo que los necesites... pues sencilla y lamentablemente, Esos
Momentos son los que más escasean. Por Eso, para localizarlos, La
Enseñanza Milenaria ha dejado una Clave inconfundible: son Los
Momentos en los que Dios Está Presente.
–Ahhhh, ahora sí que estamos salvados. A mí me dicen New Age
mientras el Dire finalmente comparte el delirio místico del padre.
–Perdónala Dire, no sabe lo que dice.
–Parafrasear a Cristo en este momento ¿es parte del delirio, no?
¿De verdad creen que puedo tomarme en serio que es posible
Unificar mis Fuerzas gracias a ...recordar en mi vida los
momentos en los que
“Dios Está Presente”?
–De verdad creo que si Escucharas, unificarías todo lo que a todas
luces y urgentemente necesitás Unificar en vos.
“Dios Está Presente” no es un delirio místico... sino un Estado
Místico: es la etimología exacta de “Entusiasmo”.
–Mejor no podía ser dicho, Juan.
Exactamente Ese es el referente a localizar. Basta recordar un
Momento de nuestras vidas en el que estuviéramos auténticamente
Entusiasma- dos con algo, para vernos a nosotros mismos en ese
Estado de Gracia Divina en el que todas nuestras Palabras,
Pensamientos, Emociones y Acciones convergen en un solo y único
punto del Universo: ese “Algo”.
–Momento en que “Dios Está Presente”, entusiasmo unificador:
rigurosamente, Eso es todo lo opuesto a hacer presente al “diablo”, a la
división.
Dios está Presente en Quien Vive ese Entusiasmo.
–La verdad es una de las mejores “definiciones” que podría dar no
sólo del Nagüelo, sino de Los Toltecas: Vivían Entusiasmados; todo
los Entusiasmaba.
–Por lo pronto ahora logra entusiasmarme de verdad algo que
vislumbro recién ahora, por la impresión que me causó ver desde estas
claves “ la lucha de Dios contra el Diablo”: alguna vez conocí, al
aprender ciertos relatos hindúes llamados Puranas, uno en particular –
el Bavis- hya– que siempre me impactó porque también habla de una
especie de Batalla Final, al término de la presente era, entre las fuerzas
de Dios y las del diablo. Pero dice explícitamente que Esa Guerra.... se
llevará a cabo en el Interior de cada hombre.

Como si todas esas semanas hubiera estado latente esperando


cualquier detonador que lo hiciera explotar nuevamente, Lucio revivió
Su Sueño... Aquel con el que Inició Su Viaje.

–Un Armagedón Interior. Si el New Age te posibilitó este


descubrimiento acaba de ser perdonado de todos sus pecados.
–Entonces la expiación deberá ser eterna, porque recuerdo algo
mucho más grandioso aún, que recién ahora estoy en condiciones de
en- tender: la misma Purana dice que sólo se Salvarán... Quienes
aprendan a refugiarse en los Nombres Sagrados.
–Pero Eso... es otra forma de decir que hay que aprender a usar
La
Palabra para Salvarse.
–Y que precisamente lo digas vos, Lucio... me parece mucho más
importante aún.
–¿Por qué “que lo diga yo”, Elissa?
–Por lo que dice que será el desenlace de la humanidad cuando
aprenda ese Uso Sagrado de la Palabra para llevar a cabo en su
Corazón la guerra final entre dios y el diablo.
La Purana dice que Después de Eso... El Mundo será regido por La
Enseñanza de Reyes Piadosos que son bajos, de complexión oscura y
adoran al Dios Sol.

Más que de Emoción, el estado de Lucio era de Conmoción.


Tal vez por no estar segura de si lo que sentía ante Eso era orgullo o
culpa por haberlo producido, Elissa dio de pronto un giro abrupto en el
Tema.

–Bueno, pero Eso depende de los Pasos que demos...


Unificadamente. Y entiendo que el Entusiasmo sea la Clave de esa
Unificación. Pero ¿qué pasa si –como en el noventa por ciento del
tiempo del noventa por ciento de la gente– no estoy Entusiasmada?
¿Resignación cristiana, padre?
–Vos sabrás por qué se te ocurre eso que aunque lo decís en tono de
queja, coincide con lo que hacés noventa de cada... digamos, noventa y
cinco veces. Obviamente, de ningún modo se trata de esperar el
Entusiasmo y resignarse si Eso no llega. Se trata de Crearse Eso en Sí
Mismo.
–Y precisamente, Eso es la Prueba más sencilla que confirma
cuando Alguien está Aplicando Los Cuatro Principios y desplegando
Su Universo en más Dimensiones: Se Entusiasma.
–Perfectamente lógico: si –como dicen Los Manuscritos Del Mar
Muerto– está enfocando alineadamente su Emoción a su Pensamiento
y a sus Palabras, lo que va a sentir es una Motivación hacia Eso que
puso en su Mente y que Nombró. Sus Acciones entonces, estarán
llenas de Entusiasmo y se desplegarán en más Dimensiones
sucesivamente.
–Es decir: “Mente, Palabra, Corazón y Acción como Uno”... Y una
Nueva Era empieza en esa Vida: la Era de la Unificación, que
posibilita Crecimiento.
–Lo realmente importante es Eso que estás mencionando, Dire:
una
Nueva Era –que abarca más Dimensiones– empieza en esa Vida.
Y entonces entiendo que paralelamente, una Nueva Era tiene que
empezar también respecto de ese “algo” en lo cual se enfoca
InBocativamente esa Vida.
–Exacto Juan, para que El Principio de InBocación funcione en su
verdadera Potencia, las Fuerzas tienen que estar Unificadas y entonces
las InBocaciones adquieren más Poder, pues funcionan desde más Di-
mensiones y a su vez abarcan más Dimensiones.
–Todo muy lindo pero la cuestión no me cierra mientras no vea lo
que ahora sí entiendo debe ser preguntado: ¿Cómo hago para Unificar
Mis Fuerzas cuando no me surge espontáneamente el Entusiasmo?
–Bueno, si la cuestión no “te cierra” sin esa respuesta... con esa res-
puesta entonces te “cerrarías”.
–Touché... Acepto que el Cómo es un tema que para mí no es fácil
de atravesar.
–Típico de los New Age, que todo lo transforman en un gran
“como–si”.
–¿Quién me manda a reconocer una falla ante el tribunal de la
inquisición?
–Exactamente esa es la pregunta, Elissita: ¿quién te manda?
¿Quién te manda a cerrarte cuando llega el momento de ir más
allá del Cómo?
Pero en fin, en honor a la exactitud de tu pregunta, cedo la palabra al
Dire para que nos explique lo que haya descubierto acerca del Tema
...que, comparto lo dicho por la “inquisitiva” Elissa, es momento de
abordar: Luego de ubicar en Qué consisten ¿Cómo se Unifican las
Fuerzas Básicas del Ser Humano?
–Practicando los Cuatro Principios.
Una vez que, gracias a La Escucha, la Palabra logra ser el lugar
Desde Donde confiamos en A Dónde le estamos diciendo al Universo
que queremos ir a partir de nuestra Idea de Resultado que tenemos, ya
logramos Unificar dos las Cuatro Fuerzas: Pensamiento y Palabra.
Luego viene el Cómo; pero Eso no se limita sólo a “Cómo hago?”
–cuestión de la cual finalmente el Universo se encargará, al enviar la
Casualidad exacta– sino que incluye muy especialmente su vertiente
más “íntima”, esa que sólo cada uno puede resolver en sí mismo:
¿Cómo me siento respecto de Eso que digo en mi Palabra?
–El tan terrible como poderoso mundo de la Emoción.
–Exactamente, Juan. Nada logra ser InBocado si los Sentimientos
van para un lado distinto al de lo Pensamientos.
–Eso sí lo aprendí muy bien del Nagüelo. Él siempre me decía
Nunca dejes que los afectos te lleven adonde vayan... pero siempre
lleva tus afectos adonde quieras que vayas.
–Realmente no sé si alguna explicación puede superar semejante
perfección.
De ningún modo se trata de hacer con nuestros afectos enfrentados a
Eso que hacemos. Si nos sentimos inseguros respecto de lograrlo –o
peor aún: seguros de que no lo lograremos–, precisamos Unificar los
Afectos.
Y para Eso... necesitamos Unificarnos a nosotros mismos.
–¿Qué significa eso?
–Unificar nuestras divisiones internas, Lucio. Empezando por
unificar la división básica de la mente del hombre: la de su propio
cerebro; la de sus dos hemisferios.
Primero, Unificamos nuestro hemisferio izquierdo con lo que
queremos lograr... dándonos todos los “argumentos intelectuales” por
los que pensamos que no podremos conseguir eso que queremos
lograr.... Y nos respondemos intelectualmente.
–Comienzo a verlo, Dire. Lo similar curando a lo similar. Todo de-
pende de Desde Dónde lo hagamos: que nos recordemos a nosotros
mismos que ahora contamos con Los Principios de Acceso a La
Magia... lo cual, Indefectiblemente, hace posible lo que queramos
hacer en Nuestras Vidas.
–Pescaste la Esencia de la Cuestión, Juan.
Si yo cuento con los mismos Pasos con los que todos Los Iniciados
de la historia de la humanidad lograron las más grandes Potestades de
esa Humanidad ¿cómo puedo argumentarme a mí mismo que yo no
voy a lograr lo que quiero?
–Es como convencerse a uno mismo.
–Sin el “cómo” –que evidentemente tanto obstáculo te hace–
Elissa... Es exactamente Eso! Es la exacta definición: “con–vencerse”
a sí mismo. Vencerse a sí mismo, con razones que van más allá de los
límites de uno mismo.
El hemisferio izquierdo esgrimiendo argumentos ante lo que
viene
de ese mismo hemisferio. Una vez hecho Eso, comienza la Unificación
del hemisferio derecho: imprimo emocionalmente escenas donde me
veo logrando con exactitud lo que quiero... hasta detonar en mí
Sentimientos y Afectos coherentes con tal Logro.
Y después...
–¿Qué más puede haber, si ya está cada hemisferio Unificado con lo
que deseo lograr?
–Hay vida más allá de los dos bandos, Lucio.
–Muy cierto, Juan: La Magia es Esa Vida, que está Más Allá de toda
dialéctica.
Después de la Unificación total para que los dos hemisferios
trabajen Unificadamente respecto de lo que Deseo... un Truco De
Mago: “La Palabra Mágica”.
Le pongo un Nombre Nuevo a Esa Emoción Nueva que no existía
en mi universo acompañando mi Logro. Una Palabra Clave que, al
mencionarla, InBoca, coordina, afina y Unifica mi cerebro hacia mi
Resultado deseado.
–Monumental. Que los dos hemisferios trabajen no sólo Unificados
hacia y con lo que deseo... sino Unificadamente entre sí.
–Exacto Juan. Entonces, y sólo entonces, cuando mi
Pensamiento,
Palabra y Emoción están Unificadas...
–Emprendo la Acción hacia Eso que quiero.
–Así es, Lucio.
–Con Cuatro Pasos, recorro los Once Caminos.
–Y Todos los Universos, Lucio.
Los Universos Internos y los Externos se Unificarán en mí si yo
Unifico mi Universo.
–Pero si en lugar de ese –El Otro Camino–, se insiste con El Camino
Del Otro, la división en el interior del hombre... seguirá
manifestándose afuera, como sucede desde toda la historia de la de
humanidad.
–Y eso sólo puede resolverlo el Hombre en sí mismo, Juan; pero
cuando el Hombre se interesa en Unificarse, comienza a detectar toda
división que hasta entonces le permanecía Oculta.... y entonces, ya no
es
atrapado en las divisiones que a nivel social atrapan a la Humanidad;
las que según Las Profecías, hay pocos años para Resolver. Cada
Hombre que Unifica Sus Fuerzas en lo individual, desoculta dramática
y progresivamente adonde está instaurada la peor y más destructiva
división a nivel general, social y masivo: la división entre el Hombre y
Dios.
Y así como aprendió a reconocerlo “adentro”, ve ahora claramente
desde dónde se instala esa división “afuera”: desde siempre, lo que
divide la Unidad entre el Hombre y Dios es lo que mismo que se
supone que está tratando de unirlo a Dios...
–Pero eso equivale a decir que ¿las religiones separaron al hombre
de Dios?
–Nuevamente: Eso no es una pregunta... es una respuesta, Lucio.
El camino que toma el ser humano en la esperanza de unirse a
Dios... es lo que, diabólicamente, cada vez lo aleja más de Él.
Pero hay aún algo tal vez peor, si lo vemos en lo que viene
significando a través de los siglos de los siglos. El camino de las
religiones, al no unir al Hombre con Dios... lo está uniendo a otra
cuestión, y es fácil verlo cuan- do se mira hacia eso: la historia y el
presente demuestran que las religiones, lo que mantienen unido
indisolublemente, es al hombre ...con la guerra.
Y eso, es sólo la mitad del horror, pues ignorante y neciamente,
cuan- do el hombre está en guerra... se aferra más a las religiones.
–Es el círculo más enfermo en el que el hombre ha sido atrapado; y
dentro del cual, desde hace milenios, el planeta se asfixia cada vez
más.
–Por eso, Juan, Las Profecías avisan que en este comienzo de
milenio, el hombre tiene un plazo de sólo once años más para aprender
La Lección... la más difícil de toda su historia. Tan difícil, que los dos
caminos alternativos para lograrlo conducen exactamente a la misma
Enseñanza.
La diferencia es que El Camino Del Otro es terrible y significa el
más despiadado sufrimiento, mientras que en El Otro Camino, cada
paso aporta Crecimiento Interior. Por lo que, por supuesto, es el más
improbable de ser tomado. El que nueve de cada diez hombres toma
habitualmente, es el que tiene como predicción que cuando el hombre
esté a punto de destruir al hombre... se preguntará, por fin, lo que
desde el Inicio debió haberse preguntado y jamás se preguntó:
¿Desde Dónde viene tanta destrucción, y A dónde debe encaminarse
el hombre para llegar a una Nueva Era diferente, mejor?
Entonces, descubrirá lo que nunca quiso ver: que si en nombre de
eso que llama Dios, el Hombre está a punto de destruir Su Obra...
el camino que lo llevó hasta ahí, es lo opuesto a Él. Aunque ese
camino se llame “religión”.
Descubrir que Eso visto en aquel Sueño, es tan real para la
Humanidad como lo fue para él, y que de Eso depende que cambie la
vida en el Planeta, como cambió su propia vida le mostró a Lucio, por
primera vez, la verdadera dimensión y significado de una Realidad
Unificada.
Perfectamente pudo entonces continuar Desocultando la Realidad de
Su Sueño al mismo tiempo que seguía Escuchando al Dire.

–Y cuando el hombre descubra Eso, sabrá entonces por fin, adónde


tiene que dirigirse para empezar de verdad una Nueva Era: sencilla y
sabiamente a reformular El Camino por el cual cree Dirigirse a Dios.
Cuando deje de creer que tiene la respuesta y se pregunte auténtica-
mente por el camino que lo lleve a Dios sin las arbitrariedades,
burocracias, ritos vacíos y divisiones llamadas religiones... habrá
comenzado a desenterrar lo que está más allá de las religiones en que
se ha ramificado el mundo: La Raíz en común de todas esas
ramificaciones... que jamás ha muerto, pero que desde hace milenios
está Oculta, enterrada como un diamante bajo toneladas de tierra
podrida.
–¿Ésa es...?
–Ésa es la Religión de la que ustedes descubrieron el Mapa en forma
de Rueda como tantos otros lo están descubriendo ahora. Y todas las
profecías aclaran que quien la alcance por sí mismo será quien no
precise pasar por las indecibles penurias que la humanidad pasará.
–Atravesar la oscuridad envueltos en luz, decía el Nagüelo.
–Es tan bello como exacto. De Eso se trata: Quien enciende su
propia vela, jamás puede ser alcanzado por la oscuridad... y sirve de
guía a los demás, a quienes todavía estén sumergidos y extraviados en
la oscuridad que desde los milenios envuelve al hombre.
–Eso... es un Faro.
–Y como ustedes aprendieron, Lucio, el Faro que busca cada uno
sólo puede alcanzarse en Cada Uno. Pero queda muy poco tiempo,
todas las profecías coinciden en que en el año 2012 todo tiene que
estar definido.
–¿Definido? ¿Qué significa eso en una cuestión tan trascendente
como ésta?
–Según todo lo profetizado, Elissa, en ese lapso quedará definido en
cada ser humano si está aún atrapado en el camino de las religiones –el
Camino del Otro–... o si ya está en marcha hacia la Religión Original
por El Otro Camino: el que integra todas las religiones.
–Y el entramado universal hará el resto: nos conectará a lo peor y
más oscuro o a lo mejor y más luminoso... de acuerdo a Desde Dónde
estemos iniciando, día a día, esa tan mentada Nueva Era.
–Por eso, hay algo más... Juan, algo de vital importancia: cada uno,
de Uno en Uno, debe dejar dicho de un modo inequívoco de qué lado
se ubica.
–¿Cómo que debe dejarlo dicho?
–El Cómo... se encuentra cuando se encuentra el Qué. Y por mi par-
te, ya lo encontré: he decidido que el modo más exacto de decirle al
universo que yo he tomado El Otro Camino... es desde Otro Camino:
recorriendo un Camino Sagrado.
–¿Un Camino Ritual?
–Un Ritual... algo como Eso, Juan. Según desde dónde se hace algo,
será a dónde podrá llegarse en ese algo y los resultados que se
alcanzarán. Iniciemos una Nueva Era en el nuevo Milenio
dirigiéndonos entonces a lo Divino: en algún momento, desde que nos
enteramos de todo esto... hagamos un Acto hacia lo Divino. Un Acto
que le diga al universo des- de dónde y adónde estamos dirigiendo
nuestro universo. Entonces, en cuanto nuestro universo escuche, a
través de ese Acto, que nos dirigimos a lo Divino... comenzará
inexorablemente a InBocar las casualidades que cada vez más nos
conectarán con Eso.
Un Acto de Iniciación que se renovará de año en año, para todo los
milenios y en cada Renovación se sumarán más y más Personas,
conectadas por la casualidad, que desde lo más Sagrado, InBocarán el
encuentro con lo más Sagrado del Universo, pues le aportarán lo más
Elevado que un hombre puede aportar: Su Propio Universo.
–Es maravilloso... y maravillosamente simple.
–Y según la Cuántica, inexorablemente eficaz, Elissa.
Cada uno elige su Acto desde donde Consagrarse a lo Divino.
–“Consagrado” es “Sagrado”; es perfecto... acepto.
–No encuentro mejor modo de Iniciar la Nueva Era que de uno en
uno dirigiéndose hacia lo Sagrado.
...Y de Iniciar mi nueva vida, ahora que tengo padre nuevo e historia
nueva.
–Ahora entiendo lo que hacía el Nagüelo en el Inicio de cada Año
Nuevo.
Una vez me dijo que aún no era mi tiempo de encontrarme con
ellos; y aunque todavía no tengo idea de cómo... mi Acto de Iniciación
será encontrar a los Peskeros con Red. Es con Eso que decido Iniciar la
llegada de mi universo al Universo.
–Puede parecerles raro, pero quiero decirles... Gracias. Porque si de
uno en uno el Acto puede ser hecho en forma integrada con otros, el
efecto de InBocación es amplificado poderosamente para todos.
Y casualmente, el lugar adonde yo elegí realizar mi acto es tan
Mágico que, aunque se encuentre a cuatro mil metros de altura... está
lleno de pescadores.
–¿Pescadores a cuatro mil metros sobre el nivel del mar?
–Es que tienen unas redes gigantes, Lucio; las tiran desde ahí arriba
y abarcan todos los océanos entramados de todos los mundos.
–¡¿Usted se va a encontrar... con los Peskeros con Red?!
–No puedo saberlo aún... pero preparando mi Acto, transitando el fin
de Milenio, tres veces he realizado uno de los Caminos Iniciáticos
más Sagrados que desemboca en la Montaña Iniciática más Sagrada de
este mundo. En cuya cima hay un Árbol único.
No es grande, no es espectacular, pero se diferencia de todos los
demás en desde dónde eligió nacer y vivir... Y por Eso llega más alto
que todos, aún en un lugar adonde se supone que no crecen árboles.
Cuentan los lugareños que, en algunos momentos, aunque no se
sabe por qué, hay quienes lo han visto resplandeciendo. Tal vez se trate
de la conjunción del Árbol y el Sol, o del Árbol y la Luna... el hecho es
que hablan de un resplandor tan único, pleno y distinto a lo visto en
cualquier otro lugar... que aparece como intensamente encendido.
–Como un Árbol de Fuego.
–Es muy posible que sea de Eso de lo que están hablando. Jamás lo
hubiera develado sin las claves que estamos Desocultando... y por Eso
decido compartir con ustedes esta historia: hace unos años estaba yo
sentado precisamente debajo de ese Árbol, al que había llegado a
través del Camino del Inca. Muy emocionado pensaba en lo que
señalan las profecías para quien haya tomado El Otro Camino: “El Sol
y el Águila serán victoriosos, y el Árbol que había estado muerto y
mustio tanto tiempo volverá a enverdecer”.
Vi muy claro algo que hasta ese momento sólo había visto en forma
parcial: que la conjunción Sol–Águila–Árbol habla de todas las
Culturas Del Inicio, la Sabiduría Original Única. En tanto lo similar
busca lo similar, pienso que la sorpresa que me provocó esa develación
de que la Nueva Era coincidirá con el renacimiento de la Sabiduría
Original produjo que, apareciera alguien con aspecto de lugareño
preguntándome insólitamente “¿Ha visto Usted a los pescadores?”.
Comenzaba a responderle que no, que ahí no hay pescadores, cuando
me interrumpió con una sonrisa diciendo “Hace muy mal en no
haberlos visto... Tendría que verlos pronto”.
Se agachó, tomó un brotecito que había caído de una de las ramas y
mientras señalaba la copa del Árbol pero me miraba tan intensamente a
los ojos, que me hacía dudar sobre a qué se refería, agregó: “De todo el
cardumen, la corriente del viento eligió este pez para traerlo hasta
aquí... Si vive y crece, cuando llegue al tamaño de usted mismo, los
pescadores querrán recibir a quien trae un nuevo pez para enriquecer
el océano.”
Milagrosamente, al llegar a Buenos Aires estaba más vivo que antes.
Aquel brote, es ahora el Árbol que ven en ese patio; y no hay dudas de
que vivió y creció: ahora tiene mi tamaño. Llegó entonces el momento
de llevar un nuevo pez al océano... que tal vez, les resulte de interés a
los pescadores.
–Eso que se diferenció y creó su Propio Universo... enriquecerá
ahora al Universo en el que había sido creado. Es hermosamente
perfecto.
–Tan hermoso y preciso como lo que ocurrió en estos días: las ramas
dieron sus primeros brotes del año. Mi Acto será, entonces, llevar un
nuevo brote de ese Árbol al mismo lugar... y tal vez Eso funcione
como una especie de señal, que indique a los pescadores a quién
recibir.
–Y ya que vamos a decirle al universo que estamos del mismo
lado
¿no podríamos ir juntos a realizar, de uno en uno, el mismo Acto?
–¿Y para qué te creés que les conté todo esto, Juan?
–No hay caso, el turismo es lo mío. Tendré que preparar un Nuevo
Viaje.
–Las Palabras pronunciadas hace tanto tiempo por fin pueden ser
Escuchadas:
Un día, caminarás por el Camino Verdadero.
Entonces podrás recorrer el sendero que lleva a la Montaña
Sagrada y conocerás el Árbol de Fuego.
Ahí estaré.
Más aún... viendo la forma que tomó la ceniza. Les agradezco de
verdad que, aun sin saber de qué se trataba, hayan participado, y que lo
hayan hecho tan seria y divertidamente. Pues lo que hemos estado
haciendo con el Puro es... una Consulta Oracular: cuando se comparte
un Puro, se carga con la energía de cada uno, y si se logra llegar al
momento en que se lo deja de fumar sin que la ceniza se haya caído...
se ha obtenido un Oráculo, cuya forma “revela el alma del grupo”.
–Y ahora soy yo la que no puede creer lo que ve. ¡Es la forma
perfecta de una Montaña con un Árbol encima! El destino habló y no
vamos a ser nosotros quienes no lo Escuchemos, ¿no les parece?
–Pero hay una cuestioncilla más, Juan. Todo lo que se alcance de-
pende del adónde, que a su vez depende del desde dónde, ¿se
acuerdan?
¿Desde dónde piensan entonces llegar a la Montaña Sagrada? Yo ya
realicé tres veces el Camino del Inca. Ahora, para llevar el Brote,
tengo que ir en el tren que llega a la base misma de la Montaña, pero
ustedes...
–¡No estarás diciendo que tenemos que hacer el Camino! ¿Cuatro
días caminando en la Montaña a cuatro mil metros de altura?
–Debe hacerse lo que debe hacerse, Juan.
–Que no es más que lo quiere hacerse... ¿No habrá olvidado Eso el
padre que siempre hace lo que quiere, es decir, lo que debe? Cuánto
me alegra entonces el que debas querer venir con nosotros.
–Esclavo de mi libertad. Por lo visto... tendré que juntar fuerzas des-
de ahora: El Champagne especial que trajimos, por favor.

El Brindis estaba tan decidido como desde donde Iniciaría cada Uno
su Nuevo Tiempo:
–¡Dorado!

El Brindis sellaba el Acto. Todos Integrados en el mismo color:


Sagrado.

–Quisiera proponer otro brindis. Pero esta vez... agreguemos una


copa, para quien me mostró lo mejor que puede brindarse en el
Universo: un Universo Propio.
...No sé si alguna vez te dije cuánto te quiero, Nagüelo.
Y no sé si alguna vez... conociste el champagne francés.
Pero en verdad sé lo que sí conociste: me hiciste creer que aún no
habías encontrado El Mapa. Ahora comprendo que el Mapa de lo Di-
vino... siempre y jamás está encontrado: El Encuentro con Eso es día a
día.

Por el encuentro con Eso cada día, día a Día, desde este Nuevo
Milenio... y por una Nueva Era: Cada día, Integrados de Uno en Uno.
Por Mil Años Divinos.

Iniciar una Nueva Era iniciando El Otro Camino. Pescando con


una Red Entramada en el Universo. Por un Milenio de
Divinidad...

FIN... E INICIO
Luego de un Viaje que fue un Gran Paso, ahora cada Paso es un
Gran Viaje.
Tres días en Camino de Montaña.

El paisaje semiárido de la partida, muta cada Día de Camino hacia


una Selva fértil y desafiante. Y una vez más... el paisaje de afuera sólo
es un reflejo del paisaje de adentro.
Día del Guerrero que Inicia su Combate contra todos los límites que
le aseguran que no va a poder...
Día del Mercader que aprende que si no Negocia con sus
compañeros, éstos se transforman en obstáculo...
Día del Sacerdote que sabe que sólo Invocando a la Montaña final-
mente mañana se encontrará con Eso Sagrado que fue a buscar...
Y cuarto día en el que al llegar por sí mismo a lo más Sagrado que
se propuso...
...Uno, se sabe Mago.

Después de pisar paso a paso las expectativas y miedos del primer


día, y las terribles seis horas en ascenso continuo del segundo día...
Después de pisar cada dolor en el tercer día, llega el atardecer y
la última escala.
Cada uno sabe que cuando amanezca y emprenda la marcha otra
vez, luego de cuatro nuevas horas de Camino, estará en uno de los
momentos más Sagrados de Su Vida.
Y Eso será... para Toda La Vida.

–Creo que es aquí.


–En este Camino cada lugar es “Aquí”.
–De acuerdo, Elissa, pero la descripción coincide.
–¿Coincide con qué?

Juan extrajo de su mochila un sobre cuidadosamente protegido por


un envoltorio plástico, jugando a demorarse en cada acción para
mantener el misterio al máximo.
Tanto Elissa como Lucio formaban parte del juego mostrándose des-
esperados por la lentitud de Juan y tratando de quitarle el sobre.
Pero los tres sabían que estaban agradeciendo la broma por la cual,
durante un rato, era posible olvidar los dolores múltiples, el cansancio
y, especialmente, la agobiante falta de oxígeno producidos por la
altura.

–Yo conozco esa letra, es del Dire.


–No sé, puede ser, veamos... es decir, Escuchemos:
“Si hicieron lo que tienen que hacer y están adonde tienen que
estar... están en el Inicio de El Otro Camino.
Y como afuera es un espejo de adentro, también están ante el
Inicio de
El Otro Camino... del Inka.
Y cuando alguien llega a este Lugar, puede elegir.
Ante ustedes está el camino que siguen todos... a través del cual la
llega- da es mañana; es un camino seguro y sólo es cuestión de seguir
las pisadas de los que van adelante.
Pero si prefieren seguir El Camino de La Escucha.... Desocultarán
que hay Otro Camino.
Sepan que es peligroso y no hay garantías de llegar... Es por ahí.
Cada Uno, elija por Sí Mismo.
Y quien elija El Otro Camino y lo recorra... entonces llegará Hoy
adonde desea Llegar.
Y verá lo que pocos Ven...
Y vivirá lo que pocos Viven...
Todo depende desde dónde quiera llegar Cada Uno. Ahí nos
Encontramos... Es decir, nos Escuchamos.”

Cada Uno sabía que ya sabía qué había elegido.


Tomaron las mochilas y emprendieron otra vez la marcha.
–¿A dónde vamos?
–¿No lo saben? A Machu Picchu.
–Qué gracioso, ¿pero cómo encontramos El Otro Ca...?
Mientras seguían caminando, Elissa se dio cuenta de lo que estaba
por preguntar.

–No te detengas, seguí hablando.

y...
–No hace falta ...ya me di cuenta.
–Por favor, seguí hablando.
–Es que ya me di cuenta de que me estaba deteniendo en el cómo

–¿No escuchan?
–Hay como un eco.
–Si prefieren seguir El Camino de La Escucha.... Desocultarán que hay
Otro Camino.

Hacia donde seguía el camino común, el sonido era absorbido por


las paredes de la montaña y luego se dispersaba. En la otra dirección,
el sonido se amplificaba.
–Da directamente sobre el abismo.
–Sepan que es peligroso y no hay garantías de llegar... Es por
ahí. Cada Uno, elija por Sí Mismo.

Quien eligió el paso en el que puede morir... Ha Elegido el paso en


el que puede Nacer.
En una situación así, estar caminando al borde de la muerte o al
borde de la Vida, es algo que sólo puede elegirse de uno en Uno.
Literalmente al borde del abismo, Lucio recordó el vértigo que había
olvidado sufría en su niñez. Y se emocionó con el que ahora descubría
como un truco que el Nagüelo realizaba para que no mirara hacia el
vacío y pudiera seguir caminando:
“Ahora hay que encontrar un...”
Era la consigna que antecedía a la colección de piedras con formas
de osos, llamas, águilas y cuanto animal permitiera tener el premio
prometido para quien ganara.
Aunque a juzgar por cómo renovaba sus fuerzas en cada nuevo
encuentro, y considerando lo aprendido sobre la Invocación... tal vez
no se tratara sólo de piedras. Era posible que al encontrar un Oso, algo
de la fuerza del Oso también fuera encontrada; al tener que encontrar
una Llama, también encontrara algo de la firmeza de su paso; al tener
que encontrar un Águila, algo de su facilidad para ver en las alturas lo
ayudara.
En efecto, no sólo se trataba de piedras: encontrarlas o no... las con-
vertía en casualidades.
Indudablemente, el método funcionaba... Y seguía funcionando:
hacía más de una hora que caminaba mirando el piso, lo cual hizo que
el vértigo fuera espantado por completo.
De pronto, se descubrió pensando algo que lo hizo vibrar: “¿Qué
pasaría si a esta edad y con todas las experiencias que he tenido,
especialmente en este tiempo... estuviera conmigo el Nagüelo? ¿Cómo
sería la relación al compartir juntos las experiencias para las que en
aquella
época aún no había llegado el tiempo? Compartir un Puro... un Licor
de los que él preparaba... qué diría del Champagne Francés... ¡Cuánto
se divertirían juntos el Nagüelo y Elissa!
¿Y qué pasaría si un día volviera de un Viaje y le anunciara al
Nagüelo: Encontré el Faro? ¿Haría falta decírselo, o nos miraríamos y
caeríamos de rodillas en un abrazo interminable?”.

Cayó de rodillas.
La extremada conmoción le impedía siquiera intentar llamar a Juan
o a Elissa, que varios metros más delante se detuvieron al no escuchar
sus pasos, y al verlo ahora corrían asustados hacia él.
Estaba en el suelo, arrodillado, con la vista clavada en el piso, al que
regaba con sus lágrimas.
Con la sonrisa más amplia que jamás le habían conocido, Lucio
levantó la cara, tomó la piedra que estaba delante de él y en un gesto
triunfal la elevó hacia el cielo como una Ofrenda.
No necesitó dar explicaciones... La forma del Faro era perfecta.

Se abrazaron como quien acaba de encontrar Eso que buscó toda su


vida.
Se rieron, porque tenían ganas de reír. Y porque se dieron cuenta de
que seguían de rodillas ante esa piedra como tres fervorosos creyentes
frente a la imagen más Sagrada de este mundo.
La risa se Integró en un Estado de Unidad como ninguno conocía
cuando, por fin, les pareció distinguir justo enfrente de ellos, del otro
lado del abismo, la que para muchas Culturas del Inicio... es la Imagen
más Sagrada de este mundo.
–¿Eso no es...?

Pocas veces en la vida uno tiene la Seguridad Absoluta de saber


que
Está exactamente donde quiere Estar y donde tiene que Estar.
Machu Picchu, totalmente dorada por el Sol del atardecer.
Y un Árbol en su cumbre, al que Cada Uno, veía
Resplandeciendo. Se trataba de Desde Dónde miraban... Por Eso,
sin importar el tiempo transcurrido, el Resplandor seguía ahí.

Y por Eso, “Fuego” fue el color que al unísono, elegirían para Su


Brindis...

–¿Cómo uno se Agradece a Sí Mismo el haberse Consagrado?


–Tal vez honrando Eso que le posibilitó lograrlo: si la Escucha es
el
Camino... Un Cántico puede ser la Ofrenda.
–¿Ofrendar un Cántico? Eso es Perfecto de toda Perfección,
Elissa.
–Pero... yo nunca he Creado un Cántico; Cantaba los que hacía el
Nagüelo.
–Entonces, sin duda, para todos esto es Una Iniciación: yo nunca
había tomado champagne en el Camino del Inca ni fumado un Purito
frente a Machu Picchu.

Entre carcajadas, Juan abrió la mochila y sacó una cajita de Puros y


una botellita de Champagne Francés.

–Y yo nunca había bailado en una Montaña Sagrada...


Por favor: ¡Música De los Dioses para Danzar con los Dioses!

Los tres, Creando un Ritmo milenario, Danzando e Inventándose un


Canto a Sí Mismos, eran una Imagen Divina en la Tierra.
Pero afuera es un espejo de adentro...
Afuera de la Tierra, allá muy arriba y de Uno en Uno...
El Cielo decidió unirse a la Danza: Las Tres Imágenes más Sagradas
de las Culturas del Inicio...
Un Águila, un Halcón y un Cóndor, volaban haciendo círculos sobre
sus cabezas.
El Universo Integrado, Escuchando una misma melodía...
Bailando con las Llamas Danzantes de un Árbol De Fuego.

Sin dejar de Danzar y Cantar, Lucio se quitó el Anillo. Y, por fin...


arrojó La Rueda al Valle Sagrado.

Los Cánticos, las Risas, sus Voces... Ahora Se Escuchaban en Todos


Lados.
“…Y SOLES LLOVERÁN”

Pasaron Diez Años…


La Nueva Era Se Inicia…
Y Luzyo, Elissa y Juan, Aprenden en Qué consiste Vivir En Esta
Nueva Era.

Aprendizaje que Exige… Responder a Preguntas tales como:


¿Qué Diferencia hay entre La Vida En La Vieja Y La Nueva Era?
¿Por Qué Esa Diferencia?
¿Se Producirá automáticamente, o tendremos que Producirla?
¿Cómo debe Lograrse y Encararse El Cambio?
¿Se trata de Un Cambio Personal e Individual, o Cultural y Social?

Preguntas que sólo podrán ser Respondidas…


En un deslumbrante Viaje a Las Culturas Iniciáticas…
Que dejaron Sus Profecías para Advertirnos, en Este Cambio de Era…
…De Un Elemento que comenzará a Impregnarnos desde el 22 de
Diciembre de 2012…
…Y que pondrá al Ser Humano ante El Desafío más Difícil de Toda
Su Historia en Todas Sus Generaciones.

Elemento de tal Importancia, que Los Guardianes de La Sabiduría, nos


han Legado Mapas e Instrucciones, explícitamente orientados a
ponernos sobre aviso de Qué Sucede para Lograr El Cambio …y Qué
Sucederá para quien no lo Logre.

Mapas e Instrucciones precisas, que de la mano de “Los Pesqueros con


Red”, Descubriremos entre Los Mayas, Inkas, Aztecas, Hopi, Egipto,
India, Sumeria, Acadia, Babilonia, El Antiguo Testamento y El Nuevo
Testamento…
…Y La Historia jamás Revelada de La Relación de Cristo con Las
Culturas Originarias.
Vertiginoso, Esclarecedor y Asombroso Viaje, que Nos Lleva, con
Precisión Metódica…
...A la Clave por la cual La Historia de La Humanidad en general y
Cada Humano en particular, repite generación tras generación,
determinados Patrones...
Cuya última Oportunidad de Cambio…
…Es Este Cambio de Era.

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