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La Bailarina de la Torre Encantada

En lo alto de una colina cubierta de niebla, se alzaba una torre antigua envuelta
en misterio. Se decía que estaba encantada y que solo aquellos de corazón puro
podrían desentrañar sus secretos. Entre los aldeanos, la historia de la "Bailarina
de la Torre Encantada" era susurrada alrededor de fogatas, creando escalofríos que
se deslizaban por la espina dorsal.

La leyenda hablaba de Isabella, una joven campesina con un don extraordinario para
la danza. Su gracia y habilidad eran tan sobresalientes que atrajeron la atención
de una hechicera malévola. Celosa de la belleza de Isabella, la hechicera la
encerró en la torre y lanzó un hechizo que la condenó a bailar eternamente.

Los aldeanos temían acercarse a la torre, pero cada noche, cuando la luna llena
iluminaba el cielo, escuchaban la música hipnótica de la bailarina. Nadie se
atrevía a investigar, hasta que un día llegó un forastero llamado Leo.

Leo había escuchado la historia y, en lugar de temor, sintió compasión por la


bailarina atrapada. Decidió ascender la colina y enfrentarse al hechizo que
mantenía prisionera a Isabella. Con cada paso que daba, la melodía melancólica se
intensificaba.

Al llegar a la cima, encontró la puerta de la torre entreabierta. La habitación


estaba cubierta de polvo y telarañas, pero en el centro, Isabella giraba en un
baile interminable. Sus ojos, llenos de tristeza, se encontraron con los de Leo.

Con ternura, Leo extendió la mano y la invitó a bailar. Al hacerlo, rompió el


hechizo. Isabella dejó de girar y, por primera vez en años, sus pies tocaron el
suelo. Agradecida, le contó a Leo sobre la maldición y cómo la música era su única
compañía.

Determinado a liberar completamente a Isabella, Leo la llevó a través de los


campos, compartiendo la danza con aldeanos y animales. Cada paso que daban
disipaba la magia oscura que aún la rodeaba. Finalmente, la bailarina recuperó su
libertad.

La torre, una vez un símbolo de temor, se llenó de luz y risas. Isabella y Leo se
convirtieron en leyenda, recordando a todos que el poder del amor y la compasión
puede romper incluso los hechizos más fuertes. La torre, ahora rebautizada como la
"Torre de la Liberación", se convirtió en un lugar de celebración, donde la gente
venía a bailar bajo la luna llena en honor a la valentía de Leo y la gracia de
Isabella.

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