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LOS OBJETOS ARQUEOLÓGICOS Y

LOS RELATOS SOBRE EL PASADO


DIFERENTES VISIONES SOBRE LOS
PETROGLIFOS DE TÁMESIS, ANTIOQUIA

POR:

SARA ORTEGA RAMÍREZ

ASESORA:

ALBA NELLY GÓMEZ GARCÍA


Antropóloga, con Doctorado en Estrategias de Investigación en Arqueología

TRABAJO DE GRADO PARA OBTENER


EL TÍTULO DE ANTROPÓLOGA

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS


DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGÍA
MEDELLÍN
2017
Resumen

Támesis, municipio del suroeste antioqueño, ha sido llamado santuario de arte rupestre porque
en su territorio se alzan más de 100 rocas con grabados antiguos. No sabemos hace cuánto
tiempo fueron realizados, ni por quiénes, ni qué significaban para ellos. Lo que sí podemos
asegurar, es que en los últimos años estas rocas han venido ganando visibilidad y valor dentro
del imaginario de los tamesinos hasta el punto de llegarlos a sentir y representar como parte de
su identidad local.

Para la arqueología estas rocas se conciben desde una perspectiva científica, pero para los
habitantes que comparten territorio con esta materialidad, su valor es diferente, no guarda
mucha relación con su relato sobre el pasado, incluso, su imaginario de pasado no tiene mucho
que ver con el mundo prehispánico o indígena. Presentamos aquí las perspectivas que se tejen
alrededor de un mismo objeto, y cómo el discurso científico puede tomarse como un
instrumento de lucha política.

Palabras claves: Támesis, petroglifos, identidad, patrimonio, comunidad

Keywords: Támesis, petroglyphs, identity, heritage, community

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Agradecimientos

A mis padres, soy gracias a ellos. A mi familia que son mi cimiento, especialmente a sus
mujeres y a mi madre: Victoria, que es la gran mujer en mi vida. A mi hermano, que soportó
tanta locura y malos textos. A mi abuela Ceci, por ser mi gran cazadora de noticias
arqueológicas en prensa. A la maestra Alba, por las enseñanzas, la confianza, el impulso, porque
sabe lanzarnos y sostenernos en el vuelo. A Juliana, que fuimos mutuo apoyo durante esta
experiencia de trabajo de campo. A las personas de Támesis, que son dignos habitantes de la
tierra del siempre volver, que estuvieron siempre dispuestos a colaborar en este proyecto y
compartieron sus pensamientos, sus historias, su tiempo; principalmente a Francisco Javier
Serna y aquellos que habitan la maravillosa Casa de la Cultura Hipólito J. Cárdenas.

Y a mi compañero de vidas: Juano, que enloqueció conmigo.

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TABLA DE CONTENIDO

INTRODUCCIÓN............................................................................................................................... 6
La pregunta de investigación, los objetivos y la metodología ................................................................ 7

PARTE I: OCCIDENTE

0. Nuestro punto cero: el “Descubrimiento” de América ................................................................. 12

1.1 EL PASADO SEGÚN OCCIDENTE....................................................................................... 14


El pasado como artefacto cultural ........................................................................................................ 14
De la importancia de la escritura y de la historia .................................................................................. 18

1.2 CONCEPTOS CONTEMPORÁNEOS .................................................................................... 26


La Estructura de la coyuntura ............................................................................................................... 26
Identidades híbridas – lo local y lo global ............................................................................................ 27
El uso público de la historia ................................................................................................................. 31

PARTE II: TÁMESIS

2.1 CONTEXTO INICIAL............................................................................................................... 33


2.1.1 Támesis: “La tierra del siempre volver” ...................................................................................... 33
2.1.2 El estudio del arte rupestre y los petroglifos de Támesis ............................................................. 36

2.2 EL INTERÉS SOBRE LOS PETROGLIFOS A TRAVÉS DEL TIEMPO ....................... 41


2.2.1 Siglo xix: el primer referente histórico sobre los petroglifos de Támesis .................................... 43
2.2.2 Siglo xx: los primeros trabajos desde la academia....................................................................... 48
2.2.3 El boom cultural, el boom de los petroglifos, década del noventa ............................................... 62
2.2.4 Comienza el siglo xxi: crisis y el rol de los petroglifos en la rehabilitación del municipio ......... 73

2.3 LEYENDO A LA POBLACIÓN ESTUDIANTIL ................................................................. 90


2.3.1 Hallazgos a modo general ........................................................................................................... 92
2.3.2 Su percepción sobre el pasado y el tiempo .................................................................................. 95
2.3.3 Relacionado con los petroglifos y otros objetos arqueológicos ................................................... 96

2.4 LEYENDO A LA GENTE EN GENERAL............................................................................. 98


2.4.1 La inquietud por descifrar las figuras .......................................................................................... 99
2.4.2 El sentido de los petroglifos para los tamesinos: identidad y territorio ...................................... 101
2.4.3 “Donde hay patrimonio, no hay minería” El concepto de Patrimonio como el punto de encuentro
entre academia y sociedad .................................................................................................................. 106
2.4.4 Ecoturismo y agroecología como propuestas de desarrollo locales frente a la propuesta
económica minera del gobierno nacional ........................................................................................... 109

4
2.4.5. Patrimonio para el turismo ....................................................................................................... 110
2.4.6 La mirada desde afuera .............................................................................................................. 111
2.4.7 Percepciones sobre el museo ..................................................................................................... 113
2.4.8 La concepción del tiempo .......................................................................................................... 115
2.4.9 La historia comienza con la fundación del municipio ................................................................ 117
2.4.10 Una mirada indígena sobre los petroglifos .............................................................................. 120
2.4.11 Historia Maestra de la vida ...................................................................................................... 123
2.4.12 La memoria y el olvido en la toponimia .................................................................................. 124

REFLEXIONES FINALES ............................................................................................................ 126


La resistencia a lo extranjero .............................................................................................................. 126
¿Seguiremos dejando al olvido nuestro pasado? ................................................................................ 126

BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................................. 131


COLABORADORES – ENTREVISTAS Y CONVERSACIONES (Támesis, Antioquia)…142

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INTRODUCCIÓN

“Donde hay un misterio siempre hay un poeta y donde hay una


tierra virgen no puede faltar el aventurero que ofrece su vida a
cambio de descubrirla. Lo que el hombre debe a la imaginación
de sus cuentistas no resulta fácil decirlo”
Fernando Benítez, 1948

Este trabajo surgió, primero, por un cuestionamiento personal sobre el desconocimiento y la


apatía que tenemos los colombianos por el pasado del territorio que habitamos, en especial por
aquel pasado prehispánico.

Nuestro proceso histórico ha sido uno desmembrado y replantado. Tiene mucho sentido y
coherencia nuestra falta de conciencia histórica, si tenemos en cuenta esta fragmentación que
nos hizo entre una mentalidad occidental europea dentro de unas tierras tropicales; tierras que
estaban ya bien habitadas ancestralmente. La arqueología nos demuestra esto, le otorga voz y
cuerpo al otro no occidental, nos demuestra que otras formas de organización social sí han sido
posibles.

Por otro lado, surgió la oportunidad de acercarme al municipio del suroeste antioqueño
Támesis, para trabajar allí alrededor del tema de los petroglifos (rocas con grabados) que se
remontan, al parecer, a tiempos prehispánicos. Este proceso fue guiado y asesorado por la
maestra arqueóloga Alba Nelly Gómez.

El hecho de enfrentarme a un contexto en el que precisamente se evidencia nuestra falta de


interés por conocer el pasado lejano, aun cuando en el paisaje y en la tierra perviven estas
huellas de asentamientos humanos pasados, como lo son los petroglifos, fue decisivo para
transformar y moldear mi perspectiva teórica.

El trabajo allí me permitió entender que alrededor de un mismo objeto se construyen y se usan
diferentes perspectivas y sentidos, pero también existen puntos en los que pueden encontrarse
las diferentes miradas y alimentarse entre sí. Iría asimilando así que la única forma de apreciar
esas rocas no es la del tipo científico, entendiéndolas como registro arqueológico, pero que esta

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perspectiva ha sido la autorizada como legítima en los últimos siglos, y en lugar de entenderse
esto como una relación hegemónica o dominante, puede ser aprovechada con tantos y tan
diversos fines desde los múltiples actores sociales, que puede ser incluso incorporada en un
pueblo de Antioquia, como arma de combate para la defensa de sus intereses locales.

En la primera parte de este texto están incluidas aquellas cuestiones teóricas, abstractas, que me
ayudaron a pensar las relaciones y significados de las nociones de historia, pasado y las
diferentes maneras de entender estos conceptos a través del tiempo occidental.

En la segunda parte se encuentra todo lo referente al caso de Támesis. Primero exponiendo unas
generalidades sobre el municipio y luego enseñando los resultados del trabajo de campo, que
fue de múltiples visitas, con estadías cortas, durante algo más de un año. Como resultado de
éste, figura primero un recorrido histórico que pretende reconstruir el interés sobre los
petroglifos desde la misma localidad; luego se presentan los hallazgos del trabajo realizado
durante un proyecto de sensibilización sobre arte rupestre de Támesis, ejecutado en convenio
del municipio con el Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia, donde se trabajó con
población estudiantil, y finalmente, se exponen los hallazgos durante todo este acercamiento al
municipio; lecturas y reflexiones que nacieron a partir de la observación, conversación e
interacción con la gente de Támesis. Muchas reflexiones fueron detonadas por las palabras
exactas de sus habitantes, por lo que se incluyen sus testimonios y palabras aquí.

Esas rocas dejaron de ser para mí -durante este trabajo-, registro arqueológico, para convertirse
en objetos de significación cultural para una comunidad. Por tanto, la perspectiva de este trabajo
es más de tipo social; no encontrará aquí el lector información técnica o científica alrededor de
este arte rupestre como materialidad. Se trata de una perspectiva que entiende esta materialidad
-los petroglifos-, como un objeto que permite reconstruir y exponer una trayectoria
sociocultural, no de los grupos humanos del pasado que hicieron estas obras, sino de los grupos
humanos del presente, que hoy se apropian y conviven con ellas.

La pregunta de investigación, los objetivos y la metodología

La pregunta general, abstracta, partía entonces de la afirmación de nuestro desconocimiento e


interés sobre el pasado prehispánico en Antioquia, y se formuló inicialmente así: ¿por qué no
incluimos el pasado prehispánico dentro de nuestro imaginario de historia, pese a que la

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arqueología nos da luces sobre éste? ¿Por qué no nos interesa acercamos a la historia, ni
contemporánea ni remota?

En el caso concreto de estudio de Támesis, la pregunta fue contextualizada: ¿Cómo es la


percepción y valoración de los tamesinos frente a su pasado histórico y cómo se ha venido
relacionando con el registro Arqueológico local? ¿Cuáles son las percepciones y significados
alrededor de los petroglifos?

De estas preguntas primordiales se desprendieron otras:

¿Conocen el proceso histórico prehispánico de la región? ¿Dónde comienza la historia para


ellos? ¿Cómo se enseña o cómo se transmite ese conocimiento histórico? ¿Cómo ha sido este
proceso de acercamiento y apropiación de los petroglifos? ¿Configuran su historia y/o su
cotidianidad a partir de éstos?

Luego el objetivo inicial quedó configurado así:

• Interpretar la percepción y valoración de la comunidad de Támesis frente a su pasado


histórico y analizar cómo es la relación entre ésta y los objetos y conocimientos
arqueológicos de la región, especialmente con los petroglifos.

Conforme me encontraba en trabajo de campo, apareció un objetivo secundario que fue


trascendental, se trataba de desarrollar ese objetivo inicial a través del tiempo, reconstruir el
interés sobre los petroglifos de Támesis a modo histórico, también surgía la necesidad de
trabajar bajo el concepto de patrimonio leyendo el contexto local.

El método que se siguió en este trabajo de investigación fue de documentación bibliográfica,


con lectura de fuentes históricas y teóricas, y la implementación del método propio de la
disciplina antropológica: la etnografía; entendida ésta como la “interpretación problematizada
del autor acerca de algún aspecto de la ‘realidad de la acción humana’” (Guber, 2002: 15),
resultado de articulación entre la elaboración teórica del investigador y el contacto con el
contexto a interpretar.

Lo que se expresa en estas páginas es, pues, el resultado de un intento de diálogo entre teoría y
práctica, presentando una interpretación, que trata de ser coherente, acerca de la percepción y
aplicación de los conceptos de historia, pasado y patrimonio de los habitantes de Támesis,

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intentando contextualizar este contexto dentro de un panorama cultural más amplio, que se trata
del sistema occidental.

9
PARTE I

OCCIDENTE

10
PARTE I: OCCIDENTE

“El hecho es que España conquistadora consideró a los indios


no cristianos, bestias y fue borrando la obra de esas bestias
hasta el extremo de que hoy, para rehacer lo que fue el
panorama americano anterior a la llegada de los europeos,
tenemos que acudir a los cacharros de tierra cocida que dejó
abandonados la codicia en los cementerios de indígenas”
Germán Arciniegas. América, tierra firme

Comenzaré aclarando que por Occidente nos referimos a un sistema ideológico amplio, con sus
raíces en Europa occidental, modelado por la tradición judeo-cristiana, y prolongado a gran
parte del mundo debido a la ola expansiva de sus colonizaciones, especialmente del siglo xvi y
xix.

La configuración de la lógica occidental actual, comenzó a tomar forma a partir de la


modernidad, entendida esta bajo el “paradigma planetario” de Dussel (1999) que se contrapone
al paradigma tradicional “eurocéntrico”, el cual entiende la modernidad como un fenómeno que
se origina y sucede exclusivamente en Europa, sin tener en cuenta lo que implicó América para
dicho grupo cultural, pues fue a partir de este proceso de colonización que emergió el primer y
único sistema-mundo en el cual vivimos hoy (Dussel 1999; Castro-Gómez, 2005).

Compartimos como sistema-mundo occidental, entre otras cosas, el modo de escritura, el modo
de contar el tiempo, el modo de concebir el arte, la tecnología, los medios de transporte, la
forma de consumo, el modo de trabajo. Pero aclaramos también, que en cada región existen
variaciones de este gran modo cultural, que sustentan la alta diversidad que siempre ha
caracterizado a los grupos humanos.

Las prácticas discursivas a las que nos referimos en este texto corresponden al ámbito discursivo
occidental, pero, al pensar y estudiar un caso concreto en una localidad -Támesis, Antioquia-
sabemos que dichas prácticas discursivas se expresan moldeadas, re-ensambladas por el
contexto local.

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0. Nuestro punto cero: el “Descubrimiento” de América

La historia de Colombia parece comenzar, al menos así nos la enseñan, finalizando el siglo xv,
cuando unos aventurados europeos atraviesan el Atlántico y encuentran sin proponérselo un
nuevo continente, unas tierras prístinas donde proyectar sus fantasías. La Atlántida, La Última
Tule, Cipango, El Dorado, la fuente de la eterna juventud. Todo esto es América para el otro
europeo: mito, utopía, el paraíso alguna vez perdido.

A partir de ese encuentro del siglo xvi entre América y Europa, se fragmenta nuestro relato
sobre el pasado. Nacimos como unos seres híbridos, desarraigados, perteneciendo y no
perteneciendo a la tierra donde crecíamos. ¿Acaso la historia se refiere al pasado del territorio
que habitamos en el presente, o al pasado de los sujetos a los que estamos ligados por sangre,
o se refiere más al origen, a la trayectoria, de una forma de pensamiento?

El proceso de conquista de América del siglo xvi fue un choque abrupto de dos fuerzas muy
diferentes. Como resultado, nos quedó en América una confusión entre todas esas posibles
formas de pensar el pasado: desde el territorio, la consanguinidad o el pensamiento. Porque a
diferencia de Europa, cada una de esas formas de pensar el pasado desde aquí, pertenece a
lugares muy diferentes y contrastantes entre sí, como si nuestros miembros estuvieran
desperdigados por el globo terráqueo. Por eso no sabemos hoy si nuestro pasado se encuentra
entre los indígenas nativos, o en los españoles, o en los africanos, o portugueses o británicos,
aunque decimos siempre que se encuentra en todos, en el mestizaje. (Pero asumir esto, es negar
el pasado indígena del territorio que habitamos, donde aún existen grupos nativos). La realidad
es que ni siquiera pensamos nuestro pasado. Repetimos (ya ni esto se hace) lo que los libros de
historia tradicional contienen, repetimos un discurso “oficial”, superficial, y aun cuando hay
tantas evidencias sobre los grupos humanos que habitaban este continente antes de la llegada
de los europeos, no concebimos el tiempo prehispánico como parte de nuestro relato histórico.
Nuestro punto cero sigue siendo “El descubrimiento de América”.

Así lo han nombrado y así lo enseñan los padres, las escuelas, los gobiernos y los museos. Que
ya no se hable tanto de “descubrimiento” como de “encuentro” es parte del intento de finales
del siglo xx por reivindicar el otro lado de la historia. Pero estos intentos se originan y se quedan

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dentro del círculo académico, y bien sabido es, que a veces parecieran habitar universos
diferentes el discurso de la academia y el de la sociedad “común”. Por tanto los padres, las
escuelas, el gobierno y los museos, siguen hablando del “Descubrimiento de América” y
grabando en la memoria, o al menos intentándolo, el 4 de octubre de 1492, el nombre de
Cristóbal Colón, La Pinta, La Niña y la Santamaría.

***
“En toda la historia, sólo se registra el nombre de Cristóbal Colón como descubridor de un
continente y aun ese descubrimiento fue hijo del azar y de la equivocación”
(Benítez 1948: 54)
***

Varios personajes -americanistas muchos, otros no exclusivamente- como Alfonso Reyes


(1997), Germán Arciniegas (1944), Edmundo O´Gorman (1995) y Tzvetan Todorov (1998),
nos han hablado ya del error de la palabra “descubrimiento” para referirse a lo que, en palabras
de ellos, se aproxima más a un “encubrimiento” de América (Arciniegas, 1944) o a una
“invención” de América (O´Gorman, 1995).

Dentro de la Arqueología, el término se usa, pero se refiere a aquellos que literalmente fueron
los primeros pobladores del continente americano, hace más de 20 mil años –la cifra se va
alejando cada vez más, conforme se hacen nuevos hallazgos-. Pero en realidad, el grueso de la
población tendrá en mente el fenómeno de 1492 al hablar del “descubrimiento de América” y
no aquél que se remonta a más de 15 mil años atrás.

13
1.1 EL PASADO SEGÚN OCCIDENTE

El pasado como artefacto cultural

“No se trata de establecer una verdad (lo que es


imposible) sino de aproximársele, de dar la
impresión de ella, y esta impresión será tanto
más fuerte cuanto más hábil sea el relato”

Tzevan Todorov

En la segunda mitad del siglo xx aparece una perspectiva teórica que cambiaría nuestra forma
de ver el mundo, incluida la forma en que se concebía la ciencia. Hoy es fácil y común creer
que todos los conceptos e ideas son parte de un proceso histórico y que, aunque la realidad es
una, existen diversas conceptualizaciones sobre ésta (Bate, 1998). No es un misterio dentro del
mundo académico decir, por ejemplo, que los elementos que dotan de identidad a un grupo
humano han sido socialmente construidos y transformados. “Las invenciones son la materia
prima de toda realidad cultural” (Hobsbawm y Ranger, 1989: 898). Sin embargo, en el mundo
fuera de la academia esto sí es un verdadero enigma, y afirmar que algo es inventado, es motivo
de desconfianza o deslegitimación, es un despojo de autenticidad. Dicen que es un principio
ontológico no desnudar la identidad (Friedman, 1992: 945). Hoy, desde ciertas posturas de las
Ciencias Sociales, se ha desnudado casi todo. Ha ocurrido un importante proceso de
deconstrucción de las verdades absolutas, que nos ha llevado a creer “ciegamente” en el
relativismo, o bien, en la historicidad de los conceptos (Koselleck, 1993). Incluso los conceptos
de bueno y malo se entienden hoy como construcciones sociales, históricas (Nietzsche, 2007),
ya nuestra mente es capaz de lanzar la tesis de que la cultura se reinventa todos los días (Sahlins,
1997), que las tradiciones también se inventan (Hobsbawm y Ranger, 1989). Pero esto dice la
academia, dicen los intelectuales, mas no son principios que se tengan en cuenta en la vida
práctica de los ciudadanos. La sociedad debe mantener el carácter inconsciente de la cultura.
Eso es en gran medida la cultura: inconsciencia.

Cuando decimos que algo es histórico, nos referimos a su condición cambiante en el tiempo y
a la vez sujeta al contexto en el que se desarrolla. Muchas veces (no siempre), podemos rastrear
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un origen, y podemos definir los cambios de una idea en ciertos períodos de tiempo. Reinhart
Koselleck (1993) nos ha legado la importancia de estudiar una historia de los conceptos para
comprender que los cambios y fenómenos responden a un contexto y a la compleja red de
relaciones que envuelve a la sociedad humana.

En vista de que muchos conceptos se han redefinido, incluso aquellos que se concebían como
estructurales, veremos que nuestra noción actual de historia en el ámbito académico e
intelectual se entiende como un ente plural y además socialmente construido (Kosellek, 1993).
El pasado es concebido como un “artefacto cultural” (Gnecco, 1999: ix), donde cada grupo
humano construye su pasado no solo en la forma de vivirlo, sino también en la forma de
expresarlo, en su relato (Sahlins, 1997). Al decir que el pasado es un artefacto, nos referimos a
que es un objeto-idea que creamos y del que hacemos uso; este uso determina no solo su
definición, sino su sentido social y hasta personal.

Una cosa es la recuperación del pasado y otra es su utilización (Todorov, 2000), cada grupo
humano tiene diversas formas de llevar a cabo ambos procedimientos. Podemos incluso utilizar
el pasado sin hacer mucho esfuerzo por recuperarlo. En la actualidad presenciamos muchos
casos de este tipo. Diremos que el caso de Támesis podría ser uno de éstos.

¿Cómo llegamos a esta concepción actual del pasado como “artefacto cultural”?

Para dar respuesta a esto nos ubicaremos entrando el siglo xx, donde aparece una ruptura en la
historiografía tradicional cuando la Escuela de los Annales inaugura otra forma de estudiar la
historia. La Historia habría sido por mucho tiempo la voz de la verdad de lo acontecido, pero
esta verdad era enunciada desde una postura política dominante, se trataba de la Historia oficial
de grandes acontecimientos y protagonistas, casi siempre políticos. Esta nueva Escuela trajo
consigo una cantidad de miradas y enfoques innovadores. Los historiadores no se centrarían ya
tanto en el acontecimiento político y el individuo como protagonistas, sino en preguntas sobre
procesos y estructuras sociales; de dirá que la historia se volvía más antropológica.

El elemento más relevante de este cambio fue la propuesta de estudiar la historia a partir de la
formulación de preguntas. La historia dejó de ser una “reproducción” de los hechos para
convertirse en una “interpretación” de éstos. Lucien Febvre –fundador de dicha Escuela-señaló

15
en la primera mitad del siglo xx que “el pasado es una reconstrucción de las sociedades y de los
seres humanos de antaño, hecha por hombres y para hombres comprometidos en la complicada
red de las realidades humanas de hoy en día” (citado en De Certau, 2006: 25). La historia se
trataba pues de un relato, construido en un tiempo presente y por tanto influenciado por su
contexto. Al afirmar que es un relato, implica que se concibe como una construcción humana,
desde el lenguaje, y por tanto no es siempre verídico ni absoluto, sino que está influenciado por
el sujeto historiador y su mundo.

Esta nueva perspectiva demostraba el punto de conciencia histórica al que estábamos llegando,
un punto tal, en que el mismo ojo del observador alteraba en cierto modo aquello que percibía.
El concepto de relatividad afectaba tanto a Ciencias Naturales como a las Sociales. Ya no se
concebía “el ojo fiel” como lo creyeron los primeros científicos modernos, sino que el ojo
también sesga.

Este cambio epistemológico indicaba, por supuesto, un cambio en el modo de pensar de la


época. El siglo xx es un periodo de fuertes rupturas. Aparece en sus inicios una amplia variedad
de vanguardias artísticas cansadas de la forma tradicional, de la metafísica romántica, de la
métrica. Aparece el grito destructor irreverente del dadaísmo, del surrealismo. La música no es
ya sentimiento sino sonidos, y el mundo atraviesa guerras que dejan como gran enseñanza que
la razón no es siempre un arma provechosa para el mismo hombre. Que la razón nos ha
destruido. Que hay que demoler, destruir ese viejo edificio y construir uno, tal vez cimentado
en los sueños, o en el arte, o en la nada. Que tal vez no hay nada por construir.

En la segunda mitad del siglo xx irrumpe un nuevo “movimiento” o una nueva actitud frente al
mundo, se trata de una fragmentación política y cultural a la que comúnmente se denomina
como “posmodernidad”. El desarrollo de la subjetividad llega al punto más alto en la historia
humana, se “mina la antigua confianza en que existen verdades universales, valores de
referencia, morales que respetar” (Hernando, 2002: 30), caen los valores totales. El mundo
humano explota en fragmentos que ya no volverían a encajar bien, el espejo se rompe.
Occidente se daba cuenta que no era la única forma de entender y vivir el mundo, que dentro
del mismo Occidente habitaban múltiples voces, no se trataba de un sistema culturalmente
homogéneo. La conciencia de historicidad –de reflexividad- llegaba a un punto extremo: todo

16
en el hombre es inventado o construido, los conceptos son “artefactos culturales”, constructos,
y por tanto podemos rastrear los diferentes sentidos y contextos a través del tiempo.

Aparece el feminismo, el neomarxismo, el indigenismo, el hipismo, en fin. Cada pedazo del


espejo roto, por más pequeño que sea, quiere hablar. Aquellos que habían sido históricamente
silenciados comienzan a hacerse notar; no todos desde sus propias bocas, sino inicialmente
desde los académicos, en especial desde los antropólogos, quienes propenden por visibilizar las
voces de estos marginados. Ahora se quieren incluir sus voces dentro de la dinámica social.
Muere el metarrelato, entra un coro polifónico. La “tolerancia” se convierte en una orden casi
dictatorial: hay que defender y propagar lo multicultural. Surge ese concepto de lo multicultural
en el mundo anglosajón, y luego tendrá su eco mundial, en Colombia se manifiesta en la Nueva
Constitución de 1991.

Cristóbal Gnecco (1999) llama a la concurrencia de esas voces que reclamaban ser escuchadas,
multivocalidad histórica. Aparecen trabajos antropológicos y arqueológicos bajo esta
metodología de multivocalidad, que implica la participación o el diálogo de la comunidad
dentro de la investigación científica. En Norteamérica aparece NAGPRA1, una ley federal que
reconoce la propiedad y el derecho de los grupos nativos sobre la materialidad del pasado.
Como dijera Eric Hobsbawm, el siglo xx fue de la “gente corriente” (2000).

Así sobresalen en esta década del noventa muchos trabajos sobre la invención de la etnicidad,
la invención de lo femenino, la invención de la sociedad primitiva, la invención del estado-
nación, en fin, nos enfrentamos a la asimilación del carácter histórico, cambiante, en todo lo
humano.

Es importante entender esta postura teórica desde la cual hoy se piensa y se escribe este trabajo.
Asumimos que los conceptos de historia y pasado han cambiado en el tiempo, y sus definiciones
y aplicaciones también son diversas actualmente según el lugar –no solo desde el ámbito físico
geográfico, sino también desde una geopolítica del conocimiento (Gnecco, 1999; Piazzini,
2011)- desde donde se le enuncia.

1
Native American Graves Protection and Repatriation Act

17
De la importancia de la escritura y de la historia

“Más longevo que la piedra o el bronce será el poema


recitado por cada hombre, de boca en boca, de tiempo
en tiempo, de pueblo en pueblo. Inmaterial, inalterable y
más sólido que una inscripción, el poema es una obra
original, encomendada a la memoria”
Alain Schnapp. 1996

Cada sistema cultural implicará un modo de pensar, valorar y habitar el mundo de una forma
particular, la cultura en este sentido trata de un marco referencial según el cual un grupo de
personas comprende el mundo y lo vive.

El tiempo y las múltiples y grandes migraciones humanas han hecho que un sistema cultural no
esté anclado a un único territorio, sino que se expanda, viaje con aquellos sujetos que exploran
y colonizan y ocurren en el encuentro transformaciones, se abandonan elementos, se toman
prestados otros, algunos se arrebatan y muchos se mezclan, también algunos sistemas
culturales-ideológicos llegan al ocaso frente a un encuentro fatal.

El sistema occidental es quizá, el sistema cultural más exitoso en cuanto número de “afiliados”
y a cantidad y variedad de regiones abarca en el mundo. Si bien es difícil establecer con
exactitud las causas de su grandeza o popularidad, trataremos algunos elementos que han sido
claves para la conformación y sostenimiento de este sistema. Se trata de los conceptos de pasado
e historia, y de la escritura como mecanismo de representación efectivo. Gracias a estos
elementos, Europa occidental logró auto-identificarse y redefinirse del resto de naciones,
logrando una posición hegemónica en todo el mundo (Friedman, 1992: 839). Las raíces
ancestrales “cultas” “nobles” que se anclaron en el mundo griego clásico por esta época,
configuraron un elemento trascendental en la emergencia de la identidad de “Europa”
(Friedman 1992: 839).

Nos referimos primero a la importancia concedida a la historia en Europa, “la historia entendida
como una práctica social que crea referentes temporales precisos sobre el pasado” (Gnecco,
2010:171). Esta importancia hace parte del pensamiento moderno, y la modernidad se refiere a

18
una nueva era en el sistema cultural occidental. Se trata de una reestucturación geopolítica,
económica, ideológica, cultural. Con la modernidad aparece el sistema-mundo occidental como
lo vivimos hoy, con la vasta expansión y colonización por parte de Europa occidental hacia
otros continentes, jugando un papel trascendental la expansión a América (Dussel, 1999,
Castro-Gómez 2005).

El sistema cultural (entendido como el modelo de sociedad) de la Europa occidental llegaba a


este “nuevo” continente, con el cristianismo, la lengua castellana, los nuevos cultivos, los
nuevos animales, también nuevas enfermedades, en fin, se trataba de un proceso de
colonización a una escala jamás imaginada antes, que significó “no solo la creación de una
nueva “economía-mundo” sino también la formación del primer gran “discurso” (en términos
de Said/Foucault) del mundo moderno” (Castro-Gómez, 2005: 54). América no se entendió
tanto como el contrario, la antítesis de Europa (a diferencia de Oriente), sino más bien como su
extensión (Castro-Gómez 2005). Siguiendo la tesis de Dussel (1999), con el descubrimiento y
el aprovechamiento de América por parte de la corona española, se abrirían las puertas a la
modernidad; convirtiéndose España en el primer Estado moderno -con Amerindia como su
primera periferia- y desplazando el centro del antiguo orden que se instalaba antes en el Oriente
Medio (Baghdad) a Europa occidental.

América significó el enfrentamiento de dos mundos muy diversos; en cuanto a perspectivas y


cosmogonías, aunque también en cuanto a geografías. Ese “viejo mundo” (con sus 4.500 años
de antigüedad) llegaba a otro completamente desconocido y diferente. América fue el “otro”,
significó el nacimiento del pensamiento antropológico como el estudio de la diversidad
humana, o la alteridad. En buena medida América contribuyó a la fragmentación sobre el
concepto del tiempo, la cual fue un elemento clave en este pensamiento moderno (Koselleck,
1993). Con la transformación en la forma de comprender y valorar el tiempo, aparecía también
una nueva forma de comprender y valorar el pasado y la historia.

La modernidad expresó el paso de un modelo teológico; que no solo dominaba el campo


espiritual de los sujetos, sino que regía el orden político y social, a un modelo secular;
sucediendo el poder de la Iglesia, al Estado. Si había sido Dios el centro del pensamiento

19
religioso cristiano, ahora, con la difusión de un pensamiento racional –impulsado por los
movimientos de La Ilustración-, debía encontrarse otra fuente, no metafísica, intramundana,
que les otorgara un cimiento fuerte a esas nuevas naciones. Ese nuevo cimiento fue la historia,
reconstruida como un pasado glorioso por ser antiguo. La historia podía conocerse y estudiarse
a través de la razón; pues es constituida por hechos reales que además han sido registrados,
entendía además la historia no ya como tiempo sagrado, sino como el tiempo histórico, es decir,
el tiempo producido específicamente por los hombres (Koselleck, 2003) y por tanto, susceptible
de ser controlado.

A partir de esta ruptura, el mundo y los individuos se piensan en función del devenir, el tiempo
deja de ser estático, sagrado, como lo había venido siendo en el pensamiento del medioevo
europeo (Hernando, 2002; Koselleck, 1993, De Certeau, 1993). Si se pensaba antes que el
tiempo natural era voluntad de Dios, con la modernidad el tiempo natural no sería de nadie,
sino de la naturaleza, y sólo una voluntad podría controlar otra clase de tiempo. Se trataba del
hombre que podría controlar el tiempo histórico. La oposición de los dos mundos “del terrenal
y del más allá” del pensamiento religioso, se reemplazaría por la oposición entre pasado y futuro
(Koselleck, 2003: 46). En las manos del hombre estaba ya lograr un estado mejor de las cosas,
la idea de progreso pasaba a conformarse como lema de la gran posibilidad humana.

La escritura comienza a fabricar la historia occidental (De Certeau, 2006:12), y desde entonces
están ligados de manera fatal historia y escritura como mecanismos infalibles del
“logocentrismo de occidente” como los denomina Carlo Emilio Piazzini (2011:18). La
importancia de la escritura radicó en la diferenciación que supuso entre lo “dado” y lo
“interpretado”, pues al crear ésta un “texto fijo” le daba la perspectiva de que era algo “original
y objetivo” (Olson, 2013: 206), diferente al significado que interpretaba cada lector. Esta fue
una “nueva distinción conceptual” de la modernidad, distinción que dio paso a la aparición del
pensamiento científico moderno, basado en “la distinción entre la observación y la inferencia,
siendo las observaciones confiables y objetivas, mientras que las inferencias sin
interpretaciones” (Olson, 2013: 211).

20
La historia tomó “el relevo de los mitos primitivos o de las teologías antiguas desde que la
civilización occidental dejó de ser religiosa” (De Certeau, 2006: 61). Apareció una “obsesión”
por lo antiguo, por encontrar las raíces culturales históricas y esto daría pie para que los objetos
del pasado fueran considerados como bienes valiosos y aparecieran espacios exclusivos para su
colección y exhibición como los gabinetes de curiosidades, gabinetes reales, los cuartos de
maravillas, y luego más tarde, los museos.

La figura de los anticuarios fue un síntoma previo a lo que serían luego los prehistoriadores, y
arqueólogos, como sujetos expertos en antigüedades, cuando las decisiones políticas del estado
moderno vieron la necesidad de sustentarse en un conocimiento empírico sobre las realidades
sociales y naturales. Así irían naciendo las ciencias sociales, como la posibilidad de estudiar y
comprender las reglas que gobernaban el cambio social para poder organizarlo y actuar sobre
él (Braudel, 2013). Las ciencias sociales, y en general la ciencia, nacieron como un apoyo a la
acción política, convirtiéndose en un instrumento de control político para la burguesía y así
mismo en el “sistema cognitivo más poderoso de Occidente” (Gnecco, 1999: 17).

Como vimos, a partir de la modernidad, desde el siglo xvi, la noción del tiempo pasaría de ser
sagrada a mundana y se uniría a la noción de progreso, lo que implicó un ordenamiento
jerarquizado de los pueblos a partir de esta idea. El “punto cero” desde el que se trataba de
observar y estudiar “objetivamente” o “racionalmente” la realidad, era la misma Europa
occidental que lo pensaba (Castro-Gómez, 2005). Este etnocentrismo seguro es inherente a todo
grupo social, lo que fue en este caso novedoso tiene que ver con las dimensiones globales sobre
las que esta forma de pensamiento occidental se estaba proyectando, también la forma en que
lo hacía, engullendo e ignorando esas otras formas de pensamiento de los territorios que estaba
colonizando. Jamás en la historia se había emprendido un proyecto de colonización de tal
envergadura. Todo un continente estaba siendo asimilado al sistema occidental.

Las nuevas naciones europeas eran el máximo modelo de civilización, con una historia
memorable, que les otorgaba unas raíces profundas. América sufrió un juicio deshonroso a
manos de muchos pensadores de La Ilustración europea que proponían la “tesis de la debilidad”
de América; iniciando con Buffon (Antonello, 1960), siguiéndole Cornelius de Pauw,

21
Guillaume Thomas Raynal y William Robertson entre otros, quienes veían a los nativos
americanos como recién trasplantados, débiles, infantes (Langebaek, 2003:37). Europa, ahora
centro del sistema occidental (Dussel, 1999), irradiaba su pensamiento y por tanto su forma de
ordenar y narrar el mundo a una escala casi planetaria.

En América del sur, como resultado de los nuevos asentamientos europeos, aparecían los
criollos, aquellos descendientes de europeos, pero nacidos en este “nuevo mundo”, y con ellos
comenzaba a aparecer una dualidad entre una tradición cultural europea, y el hecho de habitar
un continente “nuevo”. Debido a su natalidad americana, los criollos estuvieron en un comienzo
alejados de los cargos políticos más importantes, reservados a europeos de nacimiento. Surgía
así una tensión fuerte entre estos dos “tipos” sociales, que haría que los “criollos ilustrados”
(influenciados por el movimiento intelectual de La Ilustración) comenzaran a reivindicar su
condición de americanos pero con el objetivo individual de honrar su posición social y política.
Queriendo liberarse de ese colonialismo europeo, replicaron ellos un colonialismo interno
(Castro-Gómez, 2005; Piazzini, 2011; Gnecco, 2011), ignorando a otros grupos sociales -como
al indígena y al negro-, dentro del proceso de conformación de nación llevado a cabo luego de
la Independencia de la corona española, proceso en el cual se seguía reproduciendo el poder de
la escritura y de la historia que se le diera desde Europa a la identidad de cada pueblo (Piazzini
2011). Si el debate sobre la debilidad o la juventud de América se instauraba en Europa como
un debate académico, en América se trataba de un asunto político, los “criollos ilustrados”
debían buscar la reivindicación como sujetos igual de capaces que los nativos europeos.

El hecho de que los grupos prehispánicos no contaran –a excepción del caso de México- con
un mecanismo similar a la escritura occidental, para materializar su memoria, no significa que
no tuvieran ellos una conciencia histórica o algún modo de representar su realidad y de
transmitirla a otras generaciones. El cronista Fernández de Oviedo veía, por ejemplo, en los
cantos indígenas una “efigie de historia” (Piazzini, 2011: 136), resaltando el valor de la oralidad
dentro de estos grupos humanos, aceptando así, otros mecanismos para guardar memoria. Pero
fueron pocos los cronistas de la época (siglo xvi y xvii) que comprendieron esta diferencia. Aún
hoy no la comprendemos bien, incluso cuando sabemos que existen otras formas de significar
y representar el pasado, insistimos que nuestro modo de entender es el verdadero, sustentado
en lo escrito, en lo académico y científico.

22
Esos nuevos hijos, los criollos ilustrados, promovieron la independencia de la corona española,
y conformaron política e intelectualmente las bases de las nuevas naciones americanas. Como
buena nación se debía contar con una historia patria que respaldara la trayectoria de vida del
pueblo. En América, la historia indígena no fue incluida dentro de la historia patria si no se
trataba de una de carácter espectacular al estilo europeo (como el caso de México o Perú). Antes
de la Independencia no existía un “punto de vista unificador” (Piazzini, 2011: 142) que
implicara un interés compartido por construir una historia nacional. No existía una “comunidad
imaginada” (Anderson, 1993) que debiera construirse y alimentarse a sí misma. Pero a partir de
la conformación de las nuevas Repúblicas en América, cada nación debía contar ya con una
historia definida, propia, que no bebiera únicamente de la historia de la “madre” España, “Las
primeras historias nacionales son un comenzar de nuevo, como si la historia empezara con los
hechos de independencia, como si se quisiera borrar lo acontecido en los siglos anteriores”
(Piazzini, 2011: 143).

Aparecieron luego de la Independencia muchos intelectuales que escribieron lamentándose por


la labor destructiva de los primeros españoles conquistadores que llegaron al continente
arrasando con el mundo indígena. Aquí comenzó a tener valor el pasado indígena, y entre
finales del siglo xix y la primera mitad del siglo xx se quiso exaltar el pasado indígena como
uno loable, en el caso por ejemplo de los muiscas, o como una historia nostálgica, atropellada,
pero en todo caso distante, y superada. Apareció, por ejemplo, entre 1882 y 1883 en el Papel
Periódico Ilustrado una sección nombrada como El Dorado, dedicada a las antigüedades
indígenas y a la historia del descubrimiento y conquista del “Nuevo Reino de Granada” a partir
de la lectura de los cronistas de aquella época.

El pasado estaba siendo reconstruido solo a parir de las fuentes escritas, alimentando el poder
de la escritura dentro del sistema occidental y relegando los objetos indígenas que no pudieran
ser leídos a modo occidental, a un segundo plano, en lo que denomina Piazzini la “abyección
de las materialidades” lo que comenzó a crear la separación entre Arqueología e Historia en
estos países de Suramérica (Piazzini, 2011). Esto significaba que esa construcción de historia
patria no podía abarcar lo anterior a la llegada de los españoles, puesto que no hay escritura
sobre esto. Los vestigios de esos grupos indígenas que habitaban antes de la llegada de los

23
españoles fueron observados durante el siglo xix más como objetos curiosos, más no objetos de
estudio del pasado. Solo a partir de la llegada de extranjeros antropólogos y arqueólogos se dio
la institucionalización de las disciplinas en el país a mediados del siglo xx. Solo a partir de
entonces los objetos indígenas dejaron de ser únicamente objetos de mera contemplación y
exhibición para pasar a ser objetos que podían reconstruir algo del pasado. La materialidad
prehispánica pasaría a ser entendida como registro arqueológico, limitando la autoridad en el
tema a los practicantes de dicha disciplina (Londoño W., 2003).

Carlo Emilio Piazzini (2011) y Carl Langebaek (2003) realizan un interesante recorrido a través
del cambio de concepción y valoración de los objetos indígenas dentro del contexto
colombiano, en relación con el cambio de pensamiento occidental. La separación disciplinaria
entre historia y arqueología que se vive en el país –en general en América Latina- (Piazzini,
2011; Langebaek, 2003, 2004), ha hecho que dentro de los textos históricos no se tengan en
cuenta los trabajos arqueológicos que dan prueba de los grupos humanos que habitaban esta
masa continental antes de la conquista europea.

Así que la historia del territorio colombiano sigue comenzando -en muchos textos y en muchos
discursos- a partir de la llegada de los españoles, aunque algunos libros sí han incluido la
historia prehispánica en pequeños capítulos a modo de antecedente, en la mente de la mayoría
de los colombianos la historia inicia desde que fuimos “descubiertos” por la Europa Occidental,
porque este ha sido el relato reproducido por el gran mecanismo de la historia escrita. Por esto
el pasado prehispánico, es pasado, y no historia. Tiene mucho sentido que comience así nuestra
historia, pues es en definitiva el punto de inicio de la conformación de nuestra cosmovisión
actual, pues no podemos decir, al menos en el caso antioqueño, que predominó una cosmogonía
indígena. No, el aparato ideológico que predominó fue el europeo occidental, así existan
algunos grupos indígenas todavía, para quienes no aplicarán estas afirmaciones. Por tanto esa
ruptura que aparece reproducida en los textos históricos y escolares como lo prehispánico y lo
“posthispánico” se ve justificada porque en definitiva se trató de una ruptura.

Nombrar el pasado prehispánico como historia significaría que contamos con un relato
ordenado y sustentado empíricamente, lo cual no hemos logrado. Por esto también la
arqueología en este país no se concibe como un instrumento de la disciplina histórica -como sí

24
ocurre en Europa- sino más bien como subdisciplina o una más cercana a la antropología, que
estudia ese pasado indígena que es el otro no occidentalizado.

En Colombia seguimos pensando que el tiempo prehispánico es “un tiempo mítico, estático”,
homogéneo (Londoño E., 2003), como si todos los grupos indígenas hubiesen sido grupos
similares, aun cuando por los estudios de la arqueología y etnohistoria hemos adquirido una
mirada más profunda sobre esa complejidad social. La apuesta puede encaminarse por
transformar la visión y narración de nuestra historia, para incluir la del territorio y sus habitantes
pasados, pues relacionamos los procesos de interpretación y construcción histórica con los
procesos de construcción de identidad (Friedman, 1992), y éstos últimos, con proyectos sociales
más empoderados, críticos, responsables.

Se inserta en este trabajo de investigación una reflexión en el fondo sobre lo que hemos hecho
o dejado de hacer para cambiar esa visión –que sigue siendo eurocéntrica- de nuestra historia
como una desvinculada de la historia del territorio que habitamos, especialmente en el caso
campesino, como ocurre con Támesis. Se trata de reflexionar sobre las consecuencias actuales,
especialmente políticas, de seguir alimentando este modo de narrar nuestra historia.

25
1.2 CONCEPTOS CONTEMPORÁNEOS

La Estructura de la coyuntura

“La cultura funciona como una síntesis de la


estabilidad y el cambio, el pasado y el presente,
la diacronía y la sincronía”
Marshall Sahlins 1997

Esta propuesta de una estructura de la coyuntura de Marshall Sahlins (1997), ha sido


trascendental para el desarrollo de este trabajo que perseguía un diálogo entre teoría y práctica.
El aporte radica en la importancia que le otorga a las prácticas sociales como generadoras de
cambio, transformadoras de sentidos, lo cual analicé ocurría -a mi entender-, en Támesis.

La definición de dicha estructura se refiere a la “realización práctica de las categorías culturales


en un contexto histórico específico” (Sahlins, 1997: 14) y surge como propuesta alternativa a
la clásica concepción de estructura funcional o sociedades calientes (como las llamara Lévi-
Strauss), y estructura prescriptiva o sociedades frías. Según esta clásica definición de opuestos,
algunas sociedades tienden al cambio (las calientes) y otras al estatismo (las frías) (Sahlins
1997).

Esta postura estructuralista opone historia y estructura. Pero nuestra percepción actual –por
supuesto afectada históricamente- nos hace entender los fenómenos sociales no como opuestos
binarios o monocausales, sino más bien como una red de fenómenos más complejos,
multideterminados, donde incluso los actantes también son lo no-humano (ver la teoría del
actor-red de Bruno Latour). Sahlins propone así –respondiendo su propuesta teórica justamente
a un determinado contexto histórico- disolver esta “serie de oposiciones fosilizadas” para
proponer el carácter reversible entre prácticas y categorías, dándole relevancia a las
“permutaciones contextuales” dentro de las relaciones sociales (1997: 135)

Sostengo que este diálogo simbólico de la historia –diálogo entre las categorías reconocidas y
los contextos percibidos, entre el sentido cultural y la referencia práctica- pone en tela de
juicio toda una serie de oposiciones fosilizadas por las cuales habitualmente comprendemos la
historia y el orden cultural. (Sahlins 1997:135)

26
Según esta perspectiva teórica, la estructura, entendida como “las relaciones simbólicas del
orden cultural” (Sahlins, 1997: 9), es un objeto histórico y no uno inmutable y dominado
exclusivamente por las categorías conceptuales culturales. Los individuos o los grupos sociales
son también sujetos creadores y transformadores, y aunque Sahlins propone un nivel más
individual de esta facultad de transformación de los sentidos: “los signos son empleados por
intereses personales” (1997: 139), para este trabajo en concreto de Támesis, analizaré más que
los intereses personales, unos intereses locales o comunitarios.

Tomaré como categorías culturales, aquellas propuestas que vienen desde un contexto más
amplio que el territorio de Támesis, que serán propuestas estatales o de orden del sistema
occidental; y entenderé las prácticas sociales o el contexto, como aquello que ocurre en la
localidad. Este trabajo intentó así, al menos pretendía hacerlo, enmarcarse dentro del diálogo
que propone el autor, entre sentido cultural y referencia práctica, entre categorías y contextos,
lo que abajo llamaremos también lo “global y lo local”.

“La praxis es un riesgo del sentido de los signos” (Sahlins 1997:139)

Identidades híbridas – lo local y lo global

Entendemos que la construcción de la historia ha tomado un papel relevante para la


conformación de una identidad colectiva (Friedman 1992). También aceptamos el carácter
histórico de la estructura social (Sahlins 1997, García Canclini 1995), lo que implica aceptar
que no solo los discursos de las instituciones “dominantes”; como el estado o el mercado,
determinan nuestra forma de pensar y actuar, sino que también hay producción de sentidos en
las prácticas sociales cotidianas, locales.

“La cultura es un objeto histórico” dice Marshall Sahlins. Todo, casi todo, corresponde a su
época. ¿Qué caracteriza ésta, nuestra época?

Terminado el siglo xx aparecerá una reestructuración social importante en todos sus ámbitos
(económico, político, cultural, individual), debido al nuevo predominio del sistema económico:
el mercado como eje articulador de la sociedad, desbancando el monopolio del estado-nación,
y a un cambio sustancial en los medios de comunicación, a través de la masificación de internet
y otros medios de comunicación electrónicos (Hobsbawm, 2000).

27
Se trata de una época de alta industrialización y comercialización, que incluso toma la cultura
como uno de sus objetivos comerciales, emergiendo el concepto de industrias culturales, y la
cultura popular de masas. Es una época de alta integración supranacional y de libre comercio,
una época en la que a la par que aumentan las conexiones que podemos establecer a través de
diferentes regiones del globo terráqueo, también aumenta el nivel de individualidad. Se habla
de ciudadanos globales y al mismo tiempo locales (García Canclini, 1995). Globales en cuanto
a las conexiones a distancia que permiten los nuevos medios de comunicación y de transporte,
y locales porque seguirá siendo inevitable el habitar un territorio específico, y porque -como
veremos en este caso de investigación-, el territorio, en ciertos casos como lo es el de Támesis,
seguirá siendo un elemento vital.

Varios autores han hablado acerca de la tensión moderna entre lo local y lo global 2, algunos
hablan de este fenómeno actual como glocalidad. Desde nuestro ingreso en el siglo xvi al
imperio occidental, (sí, imperio) estas tensiones comenzaron a formar parte de nuestra realidad
nacional, y todo indica que a partir de final del siglo xx se agudizaron dichas tensiones, que
radican básicamente en la diferencia de intereses de cada “bando” -diferencias que no siempre
pueden conciliarse-, como también en el uso y apropiación del discurso del “otro” para luchar
por el interés propio. Incluso se hace difícil establecer cuál es la línea que nos separa del “otro”,
(qué es global, qué es local) en este mundo en el que hemos creado otro “espacio” virtual. Se
trata en fin de un escenario de relaciones complejas, donde no hay una relación causal única; lo
global no determina siempre lo local, ni viceversa.

Lejos de lo que se pudo pensar a finales del siglo xx en cuanto a los pronósticos de una
hegemonía cultural liderada por Norteamérica, lo que notamos es que la globalización ha
provocado más impulsos de deshomogenización llevando a la emergencia y fortalecimiento de
identidades locales. Lo global no reemplaza a lo local, esencialmente debido a que las prácticas
locales y cotidianas resignifican (Friedman 1992; García Canclini 1995; Gnecco 1999; Sahlins
1997).

Seguimos el pensamiento de García C., porque su propuesta es redefinir los roles de ciudadano
y consumidor, para entenderlos no como entes aislados, sino como estrechamente vinculados

2
Néstor García Canclini, Immanuel Wallerstein, Cristóbal Gnecco, Wilhelm Londoño, Enrique Dussel, entre
otros.

28
en el mundo contemporáneo. El consumo -no solo de los bienes materiales, sino de aquellos
simbólicos-, será el rol social preponderante, el nuevo proveedor de sentido del siglo xxi, el eje
alrededor del cual los sujetos se informan, se entretienen, se educan. Este consumo y mundo
del espectáculo, será una nueva y extendida forma de comprender y de vivir el mundo. Esto,
como veremos en nuestro caso de estudio, no ha afectado solo a las grandes ciudades de
Colombia, sino también a las localidades, municipios, incluso aquellos encallados en las más
oscilantes cordilleras andinas, como es el caso de Támesis Antioquia.

El consumo será entendido no como un acto banal, superfluo, sino como una nueva forma de
pensarnos, expresarnos, por tanto, de reconfigurar en gran medida nuestra identidad. No quiere
decir que antes no fuera así también, el hombre siempre ha sido productor y consumidor
finalmente, se trata más bien de algo diferente -de nuevo- debido a las nuevas dimensiones
alcanzadas. Cuando reconocemos que “al consumir también se piensa, se elige y reelabora el
sentido social” (García Canclini 1995: 27), estamos aceptando que las prácticas sociales son
modificadoras de sentido y significado. Lo que Sahlins llamara la “estructura de la coyuntura”
(1997: 14), que tiene en cuenta el “riesgo” del cambio de sentidos que la práctica conlleva.

No haciendo caso de la “preocupación metafísica por la “pérdida de la identidad”” (García


Canclini 1995: 32) de la que tantas personas hablan en conversaciones cotidianas al ser testigos
de esta compleja red híbrida de significados, de objetos, hallaremos que en ese sincretismo hay
también identidad. Que en lo “banal” del consumo, del espectáculo, hay identidad. La forma en
que las sociedades y los sujetos están dando valor a su mundo tiene que ver con la forma en que
se consume, lo cual está altamente influenciado por la red de comunicaciones global que hemos
creado, logrando acceder a contenidos de una gran parte del globo terráqueo sin necesidad de
desplazarnos.

La reestructuración social, implica también una reestructuración en cuanto a la identidad.


Aquella forma de entender la identidad como algo fijo, inmutable, esencialista, ha cambiado a
partir del siglo xx y se concibe ahora más como algo volátil, líquido; como Bauman expresara.
En este proceso, aparecerán también tensiones y hasta aparentes contradicciones. Se puede ser
campesino, aferrado a la tierra, y utilizar última tecnología en un teléfono móvil y ver las
últimas películas o seriados a través de un televisor inteligente. Como García Canclini insiste,

29
se trata de una hibridación entre lo local y lo global. No hay necesidad de opuestos binarios,
podemos hablar de elementos y fenómenos complementarios o adyacentes (Sahlins, 1997).

Un mismo objeto puede tener el mismo sentido, pero diferentes significados desde discursos
globales, nacionales o locales. Las identidades se construyen hoy con una mezcla de mensajes
y valores. “Las identidades modernas eran territoriales y casi siempre monolinguísticas (…) las
identidades posmodernas son transterritoriales y multilinguísticas” (García Canclini 1995: 30).
Aunque la propuesta de este trabajo es justamente demostrar que esas identidades
“posmodernas” o digamos mejor, contemporáneas, pueden ser también territoriales y
transterritoriales al tiempo.

Tres conceptos fundamentales rondan este trabajo: pasado, historia e identidad. Seguiremos los
planteamientos de Johnatan Friedman (1992, 2001) para hilar estos tres conceptos en el
contexto actual. Entenderemos que la historia es una forma de producir identidad, al crear una
relación entre lo que ocurrió (el pasado) y el presente, y este proceso de construcción histórica
(mediado en gran medida por políticas públicas) está relacionado con el proceso de
construcción de identidad.

Ya expusimos que este uso de la historia como creadora de identidad, ha sido un mecanismo
importante de la cultura occidental moderna, convirtiéndose en un argumento central para la
construcción de los estado-nación. Construir la historia, es construir un “universo de
acontecimientos y narraciones que es significativo” para un individuo o para una colectividad
(Friedman 2001: 185). Ese mecanismo de crear historia, está así ligado a la adquisición de
poder, “los pueblos sin historia son pueblos que se vieron impedidos de lograr una identidad
ante los otros” (Friedman 2001: 184). Esta narración de la historia ligada al poder, está
determinada por el modo en que lo concibe la cultura occidental, ligado irremediablemente a la
escritura y también, cada vez más, a políticas públicas.

El nivel de relaciones globales que alcanzamos hoy ha hecho, como hemos visto, que existan
mayores tensiones entre lo global y lo local, o si se prefiere expresado de otro modo, ha hecho
que las relaciones se complejicen. La construcción de identidad se ha visto por supuesto
también alterada por estas nuevas relaciones. El marco en el cual ocurre esa construcción y

30
práctica de identidad está formado por la interacción entre prácticas locales y la dinámica del
posicionamiento global (Friedman 2001). Es este un punto central para este trabajo presente,
pues trataremos de postular lo que ocurre en Támesis dentro de un contexto más amplio.

Friedman discute el enfrentamiento entre “las prácticas intelectuales occidentales de una


historia con valor de verdad y las prácticas de grupos o movimientos sociales que, al hacer
historia, se construyen a sí mismos” (2001: 185). Esta aparición de las prácticas sociales como
modificadoras de conceptos y sentidos que se enmarcan en el sistema ideológico de occidente,
es lo que permitirá interpretar y estudiar la forma en que en un contexto local, el de Támesis,
se han apropiado de un discurso académico –arqueológico- para lograr unos intereses propios,
que van en contravía de unas prácticas y de una visión estatal.

El uso público de la historia

Por uso público de la historia concebimos actualmente; bajo una definición amplia, el uso que
en la sociedad se haga de la historia desde los medios de comunicación de masas, desde el arte,
desde la escuela, desde museos, monumentos históricos, espacios urbanos, desde diferentes
asociaciones o instituciones, desde los políticos, programas de gobierno, hasta incluso los
trabajos científicos realizados que tienen un alto impacto en el público (Gallerano, 1990). Se
trata del impacto del relato de la historia en un círculo más amplio que el de especialistas que
la estudian, un impacto en la sociedad en general.

El uso público de la historia no siempre obedece a un uso político, pues también “hay
manifestaciones del uso público de la historia no tan intencionalmente planteadas, que ofrecen
puro entretenimiento o evasión; y, finalmente, hay usos del pasado que implican directamente
a la memoria, a identidades individuales y colectivas” (Gallerano, 2007: 88).

31
PARTE II

TÁMESIS

32
PARTE II: TÁMESIS

2.1 CONTEXTO INICIAL

2.1.1 Támesis: “La tierra del siempre volver”

En un ramal de la cordillera occidental de los andes colombianos, en lo que respecta al


departamento de Antioquia, al margen izquierdo del río Cauca, fueron a dar los fundadores del
municipio que hoy se denomina Támesis, a mediados del siglo xix, mientras huían de líos
políticos y un “agravio amoroso” (Velásquez, 2012).

Este hecho fundacional se inscribió dentro de la ola migratoria que se conoce como
colonización antioqueña, que implicó la apresurada fundación de varios pueblos entre 1840 y
1870, conformando la actual región del Suroeste, hoy considerada vital dentro de Antioquia, y
otrora concebida como la periferia de Medellín, vista con temor como una región selvática,
inhóspita (Vélez, 2002). La Comisión Corográfica sin embargo, manifestaba por ese entonces
las riquezas que esta región prometía, aunque aceptaba que las condiciones ambientales eran
difíciles y para conquistar estas tierras tendría que hacerse con tenacidad, “tumbando monte”.

Familias del norte y oriente de Antioquia se vieron impulsadas a colonizar nuevas tierras debido
las condiciones precarias en las que se encontraban, con el deseo ferviente de dejar de ser
simples trabajadores, conseguir sus propias tierras y hacer algo de riqueza (Velásquez, 2012).
Tumbando monte, haciendo caminos, trabajando las minas, trabajando la tierra, cultivando café,

33
también atraídos por las noticias de ricas sepulturas indígenas, fueron asentándose las familias,
poblando el Suroeste de Antioquia.

Ahí comienza la historia de Támesis -en 1858-, a pesar de que existen algunos datos sueltos en
los informes de arqueología, y de algún texto producto del interés de un historiador tamesino
(Velásquez, 2012), casi nada hay escrito sobre la gente que habitaba estas tierras antes de la
llegada de los “fundadores”. Todos en el pueblo lo confirman al preguntarles por los primeros
habitantes de esas tierras: fueron los fundadores, don Pedro y doña Rafaela. El primero
proveniente de Sonsón, junto con sus hermanos Orozco, y doña Rafaela Gómez oriunda de
Abejorral e instalada su familia en Nueva Caramanta desde 1830. La pareja se casó en Nueva
Caramanta, de donde tuvieron que huir después por líos políticos y un ““agravio amoroso””
(Velásquez, 2012: 23). La pareja se caracterizó por ser de postura política conservadora –lo que
les trajo problemas y enemistades- y muy devotos en la fe católica.

Sin embargo, tenemos que reconocer que el territorio estuvo poblado mucho tiempo antes de
que llegaran estos colonizadores antioqueños, incluso, mucho antes de que llegaran los
colonizadores europeos al continente americano y así lo demuestran los restos de ese pasado
que perduran con el tiempo, la huella más evidente son los petroglifos, pero también se
encuentran en estas tierras cantidades de tiestos, vasijas, restos de un camino antiguo y
enterramientos con ofrendas.

Por escasos referentes de cronistas, como Pedro de Cieza de León, visualizamos que la región
era habitada por lo que se conoce como los “Cartama”, gobernados por el cacique Cauroma,
cuyo territorio se extendía desde el sur del departamento del Valle hasta el Suroeste Antioqueño
(Trimborn 1949). Por estudios arqueológicos en jurisdicción del municipio (los cuales han sido
la mayoría de Arqueología Preventiva), se ha logrado conocer a través de dataciones
cronológicas que por lo menos desde el año 200 d.C., (Martínez 1997: 41) había gente habitando
y usando el territorio que hoy conocemos como Támesis.

Y es que esta región cuenta con una riqueza natural que atrae, y muy probablemente fue ésta
una de las razones para que esos grupos humanos del pasado también se establecieran en estas
generosas tierras, en este magnífico paisaje. Encallado en la montaña, a unos 1600 metros sobre
el nivel del mar, se emplaza el pueblo de Támesis, a modo de balcón hacia el oriente donde se
visualiza el valle del Cartama, con los dos farallones de la Pintada, y más atrás las montañas de

34
Aguadas, Caldas. Hacia el oeste, un paredón de montaña rocosa y selvática (parte de la Cuchilla
Jardín-Támesis), con fuentes de agua que caen, como la Quebrada La Peinada, y con una barriga
que sobresale a modo de torre -así se llamaba antes este cerro: La Torre, ahora, Cristo Rey-,
desde su cúspide la vista es dominante, se ven Valparaíso, Caramanta, La Pintada y Santa
Bárbara y dicen que en días de sol, se ve a lo lejos, el Nevado del Ruíz.

Cuentan con una tierra muy fértil y con diversidad de alturas, lo que les ha permitido tener una
variedad de cultivos. Se produce especialmente café, plátano, fríjol, cítricos, y en menor
medida, cacao, y panela. La ganadería ha sido muy importante, también el turismo ha venido
aportando a la economía del municipio y en los últimos años se han venido desarrollando varios
proyectos económicos agroecológicos y de economía solidaria (como el CESTA).

Sus principales ríos son el Cartama, que desemboca en el rio Cauca, y recoge el caudal de Río
Claro, Río Frío, Conde, San Antonio, y las quebradas Támesis, El Tren y San Isidro. En el
municipio se ha aprovechado esta riqueza hídrica para la instalación de microcentrales
hidroeléctricas en San Antonio y Rio Frio. Las rocas de Támesis son en su mayoría de origen
volcánico, haciendo parte del Batolito antioqueño. Es sobre estas rocas ígneas sobre las que se
encuentran los grabados indígenas.

Los tamesinos destacan de su tierra: la riqueza hídrica, sus montañas, su paisaje, la amabilidad
de su gente, los petroglifos, la tranquilidad. “Este es un pueblo raro” dicen algunos. Se respira
amabilidad, alegría, arte. Es un pueblo que ha sido cuna de grandes personajes. Músicos como
Hipólito J. Cárdenas, Gildardo Montoya, Bernardo Saldarriaga, escritores como José Libardo
Porras, Mario Escobar Velásquez, Everardo Rendón, deportistas como Marlon Pérez
(Velásquez 2012).

Cuentan con un grupo de caminantes ACATA que sobresalen en la labor de reconocer su


territorio y además luchar por su defensa ambiental. También funciona la organización
CODEATE como movimiento de defensa del territorio, iremos conociendo estas
organizaciones, su misión y su nacimiento en el recorrido histórico que se presentará después.

Al hablar con los habitantes del pueblo se nota que vibran con su región, se sienten muy
orgullosos de vivir allí, en un paisaje lleno de riquezas naturales e históricas; y siempre le
recuerdan al viajero “Támesis es la tierra del siempre volver”.

35
2.1.2 El estudio del arte rupestre y los petroglifos de Támesis

Hasta el momento se puede afirmar que en Támesis existen más de cien -deben ser muchas más
de cien- rocas con petroglifos que se asocian a épocas prehispánicas (Arcila 1956, Gómez
2015). Registrados en el libro Petroglifos Támesis-Antioquia. Inventario y evaluación aparecen
93 rocas (Gómez 2015), pero siguen apareciendo más, gracias a los informes de la comunidad.

Los petroglifos se consideran dentro de un ámbito de estudio que se denomina Arte rupestre, el
cual abarca grabados y pinturas que se encuentren en superficies rocosas. Éste no ha sido un
tema muy incluido dentro de los estudios arqueológicos debido a la alta dificultad para definir
un período temporal concreto a la realización de estas obras. Tampoco ha sido un tema central
de divulgación o de atractivo turístico en el caso colombiano, a excepción de San Agustín, pues
no contamos con la monumentalidad o la “exigencia” estética que nos sugiere el sistema cultural
occidental.

Caso contrario ha sido el de Europa, donde existen expertos en Arte prehistórico, o Arte
rupestre, y donde se han aprovechado las pinturas, especialmente de las cuevas y grutas de la
Cornisa cantábrica y la Dordoña francesa, tanto para ayudar en las reconstrucciones sobre el
pasado remoto, pero, sustancialmente, como objetos de estudios de arte, y atractivo turístico.
En nuestro caso, hasta hace muy poco tiempo se han multiplicado los esfuerzos por visibilizar
el arte rupestre. El grupo Gipri (Grupo de Investigación de Arte Rupestre Indígena) sobresale
como una organización que desde 1970 viene trabajando en este ámbito, relacionándose con
instancias internacionales como IFRAO, ICOMOS –CAR y AURA (sitio web Gipri) y
encargándose de hacer al menos un mínimo de presencia colombiana, en simposios, congresos
y publicaciones internacionales sobre arte rupestre; sin embargo, se trata de un esfuerzo que
prácticamente se queda en la región cundiboyacense.

36
Desde los trabajos producidos por la Comisión Corográfica, a mediados del siglo xix, se tiene
registro material de pictografías y grabados indígenas dentro del territorio colombiano.
Aparecieron por ese entonces también algunas pocas compilaciones y catálogos sobre las
“antigüedades” o “vestigios” indígenas, como lo hiciese Ezequiel Uricoechea con Memmoria
sobre las antigüedades neogranadinas, quien fue uno de los primeros en pretender una
“arqueología patria” y se dedicó así a escribir textos sobre estas antigüedades indígenas
(Piazzini, 2011: 152). Andrés Posada, Liborio Zerda y Vicente Restrepo también pusieron sus
ojos en estos objetos del pasado indígena como elementos valiosos para construir una identidad
patriótica, nacional. Sin embargo estos personajes no fueron exploradores ni excavadores,
fueron más bien coleccionistas y curiosos de esta materialidad indígena.

Miguel Triana publicó en 1924 el primer libro dedicado exclusivamente al arte rupestre; El
jeroglífico Chibcha (Arguello, 2004). Luego en 1941 aparece El Arte Rupestre en Colombia,
del arqueólogo español José Pérez de Barradas.

En cuanto a los aportes que estos vestigios de arte rupestre han hecho para el entendimiento del
pasado prehispánico en el territorio colombiano han sido casi nulos (Celis 2015: 28). Sin
embargo, sí abundan las miradas y los relatos de aficionados por el tema, que se preocupan
esencialmente por desvelar el contenido iconográfico. En el mundo son muchas las
publicaciones que se encuentran argumentando haber descifrado las pinturas o grabados
antiguos, algunos hablan de representaciones alienígenas, otros tratan de darles una explicación
chamánica, o mística. Para el caso de Támesis ya han salido también algunas interpretaciones
que manifiestan haber descifrado el significado de la iconografía de los petroglifos.

En Antioquia es muy poco lo que se ha trabajado el tema, salvo algunas “descripciones


esporádicas de algunas rocas encontradas al azar en varios lugares” (Arcila 1956: 9) como la
realizada por Alfredo Cock sobre un grabado en el municipio de Venecia, el artículo Los
petroglifos del Olivo de Juan Martínez y Eduardo Restrepo Maya, un esbozo de unos grabados
en la finca del Pital Dabeiba-Antioquia y en la Cancana, una descripción de la roca de Mombú
del alto Atrato realizada por Félix María Arango, y las Notas sobre Gliptografía de Emilio
Robledo, sobre los petroglifos de Venecia, La Pintada y Titiribí (Arcila, 1956: 9).

El primero en realizar este tipo de estudios con rigor científico para la región de Antioquia fue
el antropólogo Graciliano Arcila, haciendo un primer registro de estas manifestaciones en

37
municipios como Titiribí, Amalfi, Valparaíso, Támesis. En 1956 publica el primer estudio sobre
la “rupestría” de Támesis, declarando 40 rocas con petroglifos y registrando más
detalladamente 12 de ellas, todas ubicadas en la vereda El Rayo.

Específicamente sobre los petroglifos de Támesis se han escrito cinco estudios y trabajos desde
el ámbito académico, arqueológico. El primero, una publicación en el Boletín de Antropología
de la Universidad de Antioquia en 1956 de Graciliano Arcila, el segundo, un inventario (como
trabajo de grado de Antropología) en 1998 de Isabel Zapata y Alejandrino Tobón; en el 2009
se realiza otro trabajo de grado sobre una aproximación a la iconografía de los petroglifos de
Támesis (López & Velásquez, 2009) y en el 2012 se realizó otro estudio para contextualizar los
petroglifos dentro de este municipio (Gómez, Palacio y Martínez, 2012), finalmente el
inventario de Gómez (2015).

Graciliano Arcila, pionero de la antropología en Antioquia, y en la investigación que publica


sobre estas manifestaciones rupestres de Támesis, nos decía en 1956:

No entraremos todavía a establecer cronología de estas manifestaciones rupestres, pero como


quiera que es necesario hacer una hipótesis provisional, podemos afirmar que a juzgar por los
efectos de la erosión y los motivos expresados, ellos parecen pertenecer a épocas precolombina
unos y postcolombina otros. (Arcila, 1956:10)

Respecto a la sospecha de una asignación temporal precolombina, la arqueóloga Alba Nelly


Gómez, quien ha estudiado en profundidad el tema de los grupos prehispánicos del suroeste
antioqueño, menciona:

En la actualidad no es posible asociar certeramente los petroglifos a un grupo cultural en


particular, aunque su relación espacial con la mayor cantidad de evidencias arqueológicas que
se han reportado en el Municipio de Támesis apunta a que estos elementos culturales fueron
usados desde el período temprano (entre el siglo III antes de Cristo y el siglo X después de
Cristo), que corresponde con grupos agricultores asociados con el estilo cerámico Marrón inciso
y que hayan seguido siendo usados (periodo Tardío) por pobladores de este territorio hasta la
época de contacto con los conquistadores o incluso del período colonial. (2015: 198)

Así que aun hoy, después de más de 50 años de la primera investigación realizada por
Graciliano Arcila, no podemos asignarles con certeza una antigüedad a esas rocas grabadas que

38
abundan en Támesis. Habrá que esperar más investigaciones interdisciplinarias, como nos
sugería el mismo Graciliano.

Si no saben los “expertos” cuándo se hicieron estos grabados, entonces ¿quién lo sabe? En
ocasiones tendremos que resignarnos a dejar preguntas sin responder, a ser humildes y aceptar
que no todo el conocimiento se nos puede dar, pero, por otro lado, desde otra voz, otra
conciencia, la obstinación de la mente nos hace querer seguir intentando. Este es el reto del
pensamiento científico, curioso.

Hasta ahora podemos decir con certeza de los petroglifos de Támesis que son la mayor
manifestación en cuanto a concentración y cantidad de petroglifos en Antioquia. Que en su
mayoría están cerca de fuentes de agua (Zapata y Tobón, 1998; Gómez, 2015), que muchas se
encuentran sobre terrazas naturales (Gómez, 2015), que están realizados sobre bloques de
andesitas y se repiten muchas figuras como los denominados diábolos o baticas, cuadrados con
figuras concéntricas al interior, entre otros, lo que sugiere el uso de “representaciones
simbólicas que solo pueden ser entendidas desde un sistema de codificación cultural particular”
(Gómez, 2015: 197).

En cuanto al estado de conservación se hace un llamado por el alto deterioro que han sufrido
los petroglifos en las últimas dos décadas. Entre 1956 y 1998 al comparar los registros de
Graciliano y Zapata y Tobón no parece haber mayor deterioro que aquél por factores
ambientales debe presentarse. Pero entre el registro de 1998 y el último del 2015 la arqueóloga
Alba Nelly Gómez sí evidenció un alto deterioro en muchas rocas causado en gran medida por
acciones humanas (Teleantioquia noticias, 2015 [Archivo de video]). Han aparecido nuevos
rayados en las rocas, se observa el desprendimiento de fragmentos con grabados, algunas rocas
han sido tratadas por hidrolavados (como sucedió con la roca de la Institución Educativa San
Antonio de Padua) o se ha notado la aplicación de otros químicos para visualizar mejor las
figuras, entre otras prácticas. La Piedra del Pirú ha sido una de las más afectadas, además que
es una de las más grandes y con mayor contenido de grabados. Estas conductas se han visto
denunciadas no solo en la prensa local, a través por ejemplo del periódico El Petroglifo, sino
ha llegado incluso a ser noticia en prensa regional, como fue el caso del presente año 2017 con
una nota en el periódico El Colombiano, denunciando los actos vandálicos en la piedra del Pirú
(Publicación digital del primero de marzo de 2017).

39
Estos Sitios con Arte Rupestre (denominación propuesta por Martínez C., 2015), aun cuando
tienen un gran potencial para aportarnos ideas y conocimientos sobre los grupos humanos del
pasado, no está siendo del todo aprovechado como “objeto de ciencia”, pero sí ha estado siendo
aprovechado por las comunidades donde se emplazan (Martínez C., 2015), ya sea con objetivos
de consolidación identitaria, activación turística y/o como en el caso de Támesis, defensa del
territorio. Es decir, que estos sitios y estas manifestaciones rupestres antiguas, están siendo
apropiadas, resignificadas por los actores sociales con quienes comparten territorio, sin tener
un valor científico propiamente, sino tomando más bien un valor sociocultural dentro de las
dinámicas poblacionales actuales.

Ninguna disciplina científica –la arqueología sería la más calificada para esto- ha logrado darles
el contenido “objetivo” a estas rocas. No se sabe qué grupo humano las hizo, ni hace cuánto, ni
con qué fines. Lo que sí sabemos, es que la comunidad actual las entiende y las valora de una
manera, la cual iremos detallando en este texto, en lo que se refiere al caso de Támesis.

40
2.2 EL INTERÉS SOBRE LOS PETROGLIFOS A TRAVÉS DEL TIEMPO

“El pasado real está inscripto en piedra. El


pasado social –es decir, cómo interpretamos este
pasado real- está inscripto, como mucho, en
arcilla blanda”

Immanuel Wallerstein

Ya hemos visto que no siempre se ha considerado el pasado como un elemento tan valioso para
la conformación de las identidades nacionales o regionales como sucede desde hace un tiempo
en nuestro sistema cultural. Nuestra valoración de éste y los relatos que hemos construido que
llamamos historia, han respondido en buena medida al contexto en el que se inscribieron, y por
esto, no solo ha cambiado la forma en que relatamos esa historia, sino también el contenido, y
la perspectiva teórica.

Siguiendo la propuesta de una antropología global (Friedman, 2001), entenderemos que lo que
ocurre en una localidad –en este caso Támesis, Antioquia- puede leerse en clave de lo que
ocurre dentro de un sistema cultural más extenso: Colombia, como proyecto político de nación,
y el sistema occidental, como modelo económico e ideológico transnacional.

Hemos hablado a modo general de la compleja relación entre lo local y lo global en capítulos
anteriores. Este embrollo de relaciones lo evidenciamos en el caso de Támesis y lo notaremos
en el recorrido histórico que se realiza a continuación. La lógica de pensamiento local ha
respondido a una lógica occidental (global), pero también lleva implícita su respectiva visión
local con unos intereses propios que se contraponen al interés principal estatal, por ejemplo.

Adelantemos algo y digamos que desde el análisis al que llegamos en este trabajo, el interés del
municipio ha sido en esencia el mismo desde un comienzo: el bienestar y la defensa de su
territorio, pues se trata de la defensa de la calidad de vida de su gente. Pero a medida que el
municipio se ha ido acoplando a las exigencias o prácticas discursivas occidentales, ha tenido
que cambiar de instrumentos para lograr su objetivo principal.

Nuestro eje central serán los petroglifos, pero estos son solo un rasgo más, una ventana para
entender un contexto social más amplio. El cambio de percepción y valoración sobre los
petroglifos tendrá pues que ver con esa tensión entre la visión campesina, tradicional (local),

41
frente a la visión del orden cultural occidental (global), que busca hoy en día convertir todo en
mercancía y espectáculo (incluso a partir del discurso legislativo de patrimonio), porque como
hemos visto antes, nuestra forma de percibir y habitar el mundo está ampliamente mediada hoy
por estos dos elementos.

En medio de las relaciones tensas se emplaza el tema de la identidad, no solo como


cohesionador social, sino ahora también, como instrumento de lucha política3 de la comunidad.
Esta misma compleja relación local-global, es la que hace que para mí y para la disciplina
arqueológica, los petroglifos sean objetos arqueológicos; es decir, que tengan un sentido de
carácter informativo, científico, pero para los habitantes del municipio; quienes han convivido
con esas rocas desde “siempre”, éstas no representan el mismo sentido y valor, incluso, parece
ser que no representaban mayor cosa antes de que llegaran la academia y la alcaldía a recalcar
su valor histórico y cultural.

Se hace interesante y necesario acercarse a la mirada de los tamesinos sobre las rocas grabadas
que se encuentran en su mismo territorio, ya que éstas se convierten en objetos de múltiples
sentidos, bien sea para el investigador, el nativo, el político, el Estado, el mundo; pero
finalmente son ellos quienes comparten “hábitat” con ellas, por tanto son los directamente
implicados sobre cualquier acción política, empresarial, social o académica que se emprenda
en relación a éstas. “El problema es cómo se valora esa identidad conservadora de pueblo -muy
determinada por la tradición- más que por el consumo urbano y global” (A. Gómez,
comunicación personal, 5 de junio 2017). ¿Qué ha hecho que los tamesinos se sientan hoy tan
identificados con sus petroglifos? Es la pregunta que trataremos de vislumbrar en este recorrido
histórico.

Veremos cómo los petroglifos han venido ganando popularidad entre la comunidad tamesina
desde hace aproximadamente treinta años, y trataremos de emplazar y relacionar este fenómeno
en el contexto de la época en la que fue ocurriendo.

En un comienzo (siglo xix), no existían muchos registros que se refirieran a estas


manifestaciones rupestres, ni de Támesis, ni de Colombia. Luego –en la primera mitad del xx-
comenzaron a figurar en algunas publicaciones como rocas con grabados, piedras de indios o

3
La tesis de Maya (2016) da cuenta de este fenómeno específico: Los usos políticos de la identidad en Támesis y
Buriticá, Antioquia. Colombia. Respuestas locales a un proyecto extractivo estatal, 2010 -2015.

42
jeroglíficos y más tarde –a partir de la segunda mitad del siglo xx- aparecen por primera vez
como objetos de estudio arqueológico y se nombran como manifestaciones rupestres y
petroglifos. Notamos en el mero cambio de la forma de nombrar los objetos, cómo la academia
científica ha venido esparciendo su discurso, conforme al puesto de autoridad que ha venido
ganando en el mundo occidental. Esta autoridad, expresa el predominio del sistema ideológico
occidental-global, que cómo veremos, se cierne incluso sobre una “pequeña” población entre
montañas y ríos, pero que será apropiada de un modo particular.

La reconstrucción histórica se ha realizado por un rastreo bibliográfico de los antecedentes


expuestos en diferentes informes arqueológicos y textos históricos. Lo que concierne al
contexto local, en especial a partir de la década del noventa, se logró gracias a las
conversaciones y entrevistas semiestructuradas sostenidas con diferentes personajes claves:
profesores, líderes sociales, funcionarios de Cultura del municipio, operadores turísticos,
conocedores y actores activos del tema cultural del municipio4.

2.2.1 Siglo xix: el primer referente histórico sobre los petroglifos de Támesis

Ya hemos esbozado cómo el cambio que supuso la modernidad fue afectando la relación con
los objetos antiguos, el pasado y la historia, hasta el punto de llegar a una valoración de éstos
tan alta, que se llegaron a crear espacios dedicados a ellos, como colecciones privadas,
gabinetes, cuartos de maravillas, y finalmente, museos.

Durante el siglo xix, y a causa de la alta migración de antioqueños hacia el suroeste de la región,
la práctica de la guaquería se disparó y Antioquia se perfiló como una de las regiones más ricas,
gracias a la alta producción de café, y también a la cantidad de sepulturas indígenas encontradas.
Muchas piezas de orfebrería fueron fundidas por el valor del metal, las piezas cerámicas fueron
varias destruidas o desechadas, sin embargo, algunas fueron conservadas gracias a la existencia
de coleccionistas, anticuarios y estudiosos (élite intelectual criolla y europea), que quisieron
preservar estas joyas del pasado (Piazzini, 1993).

Fueron destacadas las colecciones de Don Leocadio María Arango, Andrés Posada Arango,
Vicente Restrepo, Luis Antonio Restrepo, Jesús María Restrepo, Manuel Uribe Ángel, y

4
Ver la lista completa de colaboradores al finalizar este trabajo.

43
Gregorio Gutiérrez González. Como es tradicional ya en nuestro país, estas colecciones fueron
presentadas y muy admiradas en Europa, mientras que en el territorio nacional no se gestaba
ninguna iniciativa oficial para preservar dichos objetos indígenas (Londoño W., 2003). Como
una muestra de esa “predisposición” colombiana a no valorar lo propio, recordemos el suceso
de 1892 que con motivo del Cuarto Centenario del Descubrimiento de América, el gobierno
colombiano envió una muestra importante de orfebrería y cerámica prehispánica a España, entre
la cual viajaba el famoso Tesoro Quimbaya, encontrado por guaqueros del Quindío. “Este se
quedó en España, como donación del gobierno colombiano a la Corona, en gratitud por labores
diplomáticas en los problemas limítrofes con Venezuela” (Piazzini, 1993: 27). Algo ha
cambiado de finales del siglo xix a la actualidad, que nos hace querer hoy devuelta este “tesoro”,
exigiendo a través de mecanismos legales la repatriación de éste y algunas estatuas de San
Agustín que se encuentran en Alemania actualmente.

A finales del siglo xix, cuando se emprendieron y consolidaron proyectos con intereses
políticos-científicos que se proponían registrar y conocer (para poder controlar) las diversas
condiciones del territorio nacional, apareció en 1885, Geografía general y compendio histórico
del Estado Antioqueño en Colombia, del médico e historiador envigadeño Manuel Uribe Ángel.
Él y otros historiadores antioqueños como Álvaro Restrepo Eusse y Tulio Ospina, fueron los
primeros en tratar el estudio de los grupos humanos precolombinos en la región de Antioquia
(Piazzini, 1993).

Este texto de Manuel Uribe es el primer referente escrito a los petroglifos de Támesis hasta
ahora encontrado y figura así: “Se dice que hay en el distrito de Támesis grandes rocas con
grabados que representan figuras humanas, obras atribuidas a los primitivos habitantes, pero
están ya tan confusas que con dificultad pueden ser percibidas” (1885: 405).

El libro de Manuel Uribe se considera además el primer compendio histórico de Antioquia y


manifestaba el nuevo interés del siglo xix por construir un relato histórico sólido, como un
elemento clave, que proporcionara profundidad temporal, y, por tanto, un buen cimiento para
la nación. En este siglo y en buena parte del xx, se trabajó (a nivel no solo de Colombia, sino
también en otros países de América y de Europa) por la construcción de las historias nacionales.

44
Me ha sorprendido ver que mientras las otras secciones de la Unión Colombiana abundan en
documentos para formar su historia especial, la de Antioquia no se halla sino esparcida acá y
allá, sin tener cuerpo compacto que pueda tomarse como base de perfección. (Uribe, 1885: xi)

El método científico empírico (positivista) comenzó a ser relevante en esta época: registrar,
describir, medir rigurosamente. La preocupación que expresa el autor en las páginas
preliminares de su compendio por carecer de esa técnica y lenguaje científico, nos indica el
poder que este tipo de discurso estaba ganando en el mundo, y en el país.

No he andado como sabio por el terreno que he recorrido; mi obra nada tiene de científica, y soy
el primero en reconocer que, tanto en la forma como en el fondo, es sumamente defectuosa. Es
defectuosa en la forma, porque carece de clasificación natural; y lo es en el fondo, porque está
escrita a la manera antigua, y no basada en principios exactos aplicados con buen criterio a todos
los ramos del saber que con la geografía y la historia se conexionan. (Uribe, 1885: xii)

En el siglo xix la ciencia adquiría un nivel de autoridad y validez indiscutible, se consolidaba


como un poderoso aparato cognitivo occidental (Gnecco 1999) condenando otras visiones
tradicionales como relatos míticos, por tanto, falsos o meramente especulativos (Hernando,
2002; Londoño W, 2003; Páramo, 2011).

El apartado que dedica al distrito de Támesis Manuel Uribe, se encuentra en el capítulo del
Departamento del Sudoeste, en la segunda parte del libro que se refiere a la “Geografía
descriptiva”, donde trata de todos los distritos de Antioquia. Comienza mencionando a sus
fundadores Juan Tomás Robledo, Mariano y Pedro Orozco en 1858 –el referente de los
fundadores irá cambiando con el tiempo, luego veremos cuál se tiene en la actualidad- y no
hablando más del tema histórico, pasa a una descripción detallada del territorio en cuanto a su
topografía, y fuentes hídricas. Escribe sobre las actividades económicas –en donde resalta la
alta producción del maíz, la panela, el tabaco y el café-, y define la industria agrícola y la
pecuaria como las bases de subsistencia. Menciona que en el distrito hay “numerosas y ricas
minas de oro y plata, pero la mayor parte de ellas no están en explotación” (1885: 406). Este
dato lo tendremos en cuenta para el momento en que hablemos de la lucha del municipio por la
defensa del territorio en contra de proyectos extractivistas mineros, pues uno de los argumentos
principales de esta lucha, radica precisamente en que el pueblo no tiene una tradición minera,
sino agraria.

45
Finaliza Manuel Uribe Ángel la sección del distrito de Támesis, con una observación –que es
interesante traerla aquí pues nos habla del contexto ideológico en el que fue escrito esto-: “Si
se exceptúan el vicio del juego, un poco generalizado, y la pasión política, muy exaltada, se
puede afirmar en tesis general que las costumbres de los habitantes del Distrito se conservan
puras” (1885: 407). El juicio moral–influenciado por la tradición judeo-cristiana- contra los
vicios y excesos, la creencia en la pureza de las razas, son todos síntomas de una época.
Extrañamente encontraremos hoy un texto que pretenda ser científico y a la vez emita este tipo
de juicios morales.

En cuanto a la concepción que podemos leer en el autor sobre las nociones de historia y pasado,
señalamos que la tercera parte del libro es dedicada a este tema, titulada Compendio histórico
del descubrimiento y conquista de Antioquia. Se trata de quince capítulos, y el solo título nos
enseña de antemano el límite temporal sobre el pasado que considera el autor como historia de
Antioquia. La mayor parte –por no decir todo- el compendio trata a partir de la Conquista
española. El capítulo primero, es el único que se refiere brevemente a la “historia probable” de
los indígenas que habitaban esas tierras antes de la llegada de los europeos (1885: 495). El
capítulo sobre este pasado indígena es breve y ligero en consideración a los otros catorce
capítulos que tratan de lo acontecido a partir del siglo xv –así sigue siendo la estructura de los
libros de historia del país- sin embargo, el autor declara que es necesaria esta “historia de los
sepulcros indígenas” pues

Los únicos documentos que nos pueden guiar para descubrir, con alguna esperanza de
buen éxito, lo relativo al estado social, moral y político de los aborígenes, son los
suministrados por los muebles de todo género hallados en la última morada de los
antiguos dueños de la tierra. (Uribe, 1885: 496)

He aquí otra particularidad de la época que notamos en el texto de Manuel Uribe Ángel. Se
refiere a la negación de continuidad cultural entre indígenas contemporáneos (vivos) y aquellos
anteriores a la conquista española, pues al afirmar que solo a través de los hallazgos en los
“sepulcros indígenas” podemos acercarnos a estos grupos humanos se hace evidente la paradoja
que emergió durante el proceso de conformación de la historia patria: “el período colonial fue
estigmatizado y eliminado, y los indígenas, despreciados y subyugados antes, fueron
glorificados en el pasado” (Gnecco, 2010: 56). Pero, únicamente en el tiempo pasado fueron

46
valorados los indígenas como seres capaces de grandes pensamientos y grandes materialidades.
Según esto, no podríamos tener noticias de esos grupos pasados a través del estudio de los
grupos contemporáneos (etnografía) porque, o bien no se trataban de los mismos grupos que
hubiesen dejado esos objetos bien elaborados y tumbas ricas en oro, o se trataba de una
degradación de esos pueblos, por lo que no podrían dar noticias de ese pasado esplendoroso
(Piazzini, 2011; Langebaek. 2003).

Lo indígena se entendió y se construyó como algo lejano, en tiempo y espacio (siguiendo el


concepto de alocronismo de J. Bastian [1983]) esa distancia fue necesaria para el proyecto
civilizador (Gnecco, 2010). Esa misma distancia había sido usada en el proceso de colonización
europea, al juzgar a los nativos como paganos y salvajes, fue usada luego por la élite criolla,
aquellos seres duales, que siendo descendientes de europeos habían tenido la “mala fortuna” de
haber nacido en América, y que durante los procesos de Independencia “acudieron a la
exaltación del pasado indígena con el fin de criticar las propuestas que imponían sobre los
neogranadinos la pesada carga de vivir en un medio que llevaba a la degeneración” (Langebaek,
2003: 210). Como lo mencionábamos en los primeros capítulos, se trataba más de una estrategia
política y con unos intereses concretos, que de una verdadera consciencia y aprecio por ese
pasado indígena.

Hoy conservamos ese imaginario de discontinuidad cultural indígena. Los colombianos


percibimos el pasado prehispánico como algo remoto, en tiempo y espacio, y además lo
concebimos como algo homogéneo, estático (Londoño W., 2003), negando o ignorando la
diversidad y complejidad que estas sociedades tenían, elementos que la arqueología ya nos ha
estado revelando.

Este capítulo de Manuel Uribe que trata de lo prehispánico, se sustenta únicamente por la
información que el “arte de la guaquería” podría arrojar; es el resultado de esta actividad lo que
considera el autor como la información arqueológica. Nos suena hoy paradójico que un texto
que pretende ser juicioso y objetivo, cuyo autor tiene en tan alto concepto la labor científica,
tome como fuente informativa aquella proporcionada por los guaqueros. Pero habrá que
recordar que la guaquería fue un modo de nacimiento de la arqueología antes de conformarse
esta como disciplina científica; y que el desprestigio lanzado sobre esta práctica desde el lente
académico y estatal, se produjo luego de la consolidación oficial de las ciencias sociales (con

47
la creación de las instituciones correspondientes) (Londoño W., 2003), lo cual en el caso
colombiano, ocurrió a mediados del siglo xx.

Este primer pequeño referente sobre la rupestría de Támesis apareció casi veinte años después
de que el pueblo fuera erigido como municipio en 1868. Manuel Uribe Ángel en este compendio
nos expresa varias ideas propias de su época, siglo xix: americanidad, patriotismo, raza,
cientificismo y progreso.

Supone este primer registro uno de los puntos de entrada de la ciencia a la región como discurso
legítimo de conocimiento; y expresaba la urgencia de conformar textos descriptivos de los
territorios que conformaban la nación, y dentro de ellos la necesidad de escribir sobre la historia.

2.2.2 Siglo xx: los primeros trabajos desde la academia

El siglo xx comienza con una acelerada industrialización y urbanización en el país. Se comienza


a consolidar más el discurso científico con la creación de diferentes instituciones académicas,
y con la aplicación de varias reformas en la educación, que buscaban conformar un Sistema
Educativo Nacional, siguiendo los parámetros de construcción de identidad nacional.

En 1903 se funda la Academia Colombiana de Historia y esto “significó un paso importante


para oficializar la actividad arqueológica y museística de la región” (Piazzini, 1993: 28). Uno
de sus objetivos fue precisamente el de estudiar las antigüedades indígenas que se empezaban
a percibir en el país ya bajo una mirada científica. En el Boletín de Historia y Antigüedades que
comenzaron a publicar, aparecieron frecuentemente textos sobre el tema arqueológico
(Piazzini, 2011). Además, continuaba la actividad de anticuarios antioqueños, como el caso de
Felix María Arango, quien prestó mucha atención a las piezas líticas, lo cual era una novedad
pues la mayor atención la recibían las piezas orfebres (Piazzini, 1993). Este interés por los
objetos precolombinos estaba también estrechamente vinculado con el trasfondo histórico que
se buscaba construir en aquella época para la joven República de Colombia.

Por la misma época -en 1904-, apareció en Támesis el primer colegio con el nombre de Colegio
de Varones, luego en 1906 se abrió el Colegio de San Antonio con educación secundaria,
continuando la labor del primer colegio y funcionando hasta 1951, cuando “por disposición del
Ministerio de Educación nacional, fue convertido en liceo, con aprobación del bachillerato”

48
(Martínez L. O., 1997: 51), y pasó a llamarse Liceo Alejandro Próspero Révérend 5,
posteriormente en 1966 su nombre fue Liceo Rafael J. Mejía, hasta que nuevamente, en el año
2003, pasó a nombrarse como hoy se conoce, Institución Educativa San Antonio de Padua (sitio
web de la Iesap).

En la primera mitad del siglo xx y con la llegada de la República Liberal surgieron en Colombia
(y América Latina) varios cambios que respondían al nuevo proceso de modernización. Éste
implicaba además de cambios técnicos y económicos, la formación del modelo de buen
ciudadano, el cual se traslapó con el modelo de buen cristiano (Herrera, Pinilla & Suaza, 2003).
Se trataba de cambios en miras del progreso de la nación.

En vista de ese proceso de modernización, que implicaba una alta industrialización y


urbanización, aparecerá por esta época una tensión más fuerte entre lo tradicional y lo moderno
(Herrera et al. 2003: 14). Indicaremos que lo tradicional estará entonces representado por la
localidad, es decir, Támesis, y lo moderno, estará configurado por el modelo occidental, que
pretende ser global, y que es en buena medida acogido o rechazado según la política nacional.
En el caso colombiano, el estado seguía las reglas de juego que la modernización le exigía.

En medio de esa necesidad por consolidar el proyecto de nación, las localidades también
manifestaron esta urgencia de proyecto de identidad colectiva. Támesis contaba ya en 1928 con
sus símbolos patrios: el Escudo, la Bandera y el Himno (Martínez, L.O., 1997). Estos eran
elementos muy importantes para la conformación de la identidad de una nación y de una entidad
política definida territorialmente, y se hacía referencia a éstos siempre que se fuera a realizar
una descripción o monografía de la región

La heráldica del Escudo, en la parte superior, muestra las montañas y la cascada del río San
Antonio, que simboliza la orografía e hidrografía de la región. Al lado izquierdo, en fondo rojo,
hay una rama de café, con fruto maduro, y un ejemplar vacuno, lo cual representa la industria y
la economía municipal. En el costado derecho, en fondo amarillo, está el hacha rupestre, que
significa el potencial indígena representado en las guacas y sepulcros aborígenes que aquí
existen: las piedras con petroglifos, la famosa Cueva de los Indios, la Piedra del Perú, y muchas

5
En honor al médico que atendió a Simón Bolívar en sus últimos momentos (Martínez L.O., 1997: 51). Retomamos
esta reflexión en cuanto al cambio de toponimia en un capítulo de este trabajo.

49
más, que demuestran que estas tierras eran habitadas por culturas indígenas mucho antes de su
fundación. (Martínez, L.O., 1997:87)

Támesis desde el momento de su fundación, se ha caracterizado por ser un pueblo con gente
muy religiosa y de tendencia política, inicialmente, conservadora. Los párrocos que han pasado
por el municipio han sido esenciales en el desarrollo de éste, y pasan a ser personajes de la
historia y de la memoria histórica, siendo en ocasiones más relevantes que un intelectual,
escritor o político.

El elemento insignia del municipio ha sido y sigue siendo el Cerro Cristo Rey, que antes se
llamaba Cerro La Torre. La instalación del monumento que le dio luego el nombre cristiano
comenzó a gestarse en 1938 a través de convites y del empeño de algunos tamesinos, que
lograron subir finalmente el monumento en 1956. La instalación de esta imagen en un punto
tan visible –debido a su altura- representaría una impronta fuerte que declaraba una postura
ideológica –religiosa y política- del pueblo

Estos eran caminos, entonces la gente llegaba y veía el Cristo, entonces decían "este
pueblo es godo”, de hecho, para usted pasar de un corregimiento a otro aquí en Támesis,
había en la década de la violencia un escapulario con la foto de Laureano Gómez por un
lado y por el otro el corazón de Jesús, para ir a San Pablo que era conservador. (C. M.
Velásquez, comunicación personal, 24 de octubre 2016)

La prensa y las monografías, primera mitad del siglo xx

En la primera mitad del siglo xx aparecieron varias monografías y publicaciones describiendo


y narrando la historia de las diferentes regiones de Colombia. Ya hemos mencionado que se
trataba de una época en la que se trabajó por construir una historia patria, la cual debía quedar
escrita. Buscando textos que hicieran referencia a la historia de Támesis, encontramos que en
1941 Cervecería Unión publicó una compilación de las transmisiones por radio que realizaron
durante varios años reseñando todos los municipios de Antioquia 6, cuya parte histórica fue
revisada por el historiador Gabriel Arango Mejía (1941: 1).

6
Este archivo se encontró en la biblioteca digital de la Universidad de Antioquia

50
En dicha monografía se presenta un esbozo histórico de Támesis como primer elemento de
descripción del municipio, seguido de 2) Geografía Física-Riquezas naturales, 3)
Generalidades, 4) Industrias, 5) Servicios públicos, 6) Asistencia social, 7) Educación Pública,
y 8) Necesidades. Esta estructura de contenido nos permite vislumbrar el enfoque del momento,
que se trata de una perspectiva orientada a describir las condiciones, detectar problemáticas y
necesidades para poder plantear una asistencia o mejoras para ubicar a Támesis “a la altura que
le corresponde por su categoría, riqueza y número de habitantes” (1941: 514). Dentro de las
necesidades todas se refieren a construcción o reforma de infraestructura, lo cual hacía parte
del movimiento modernizador de ese entonces que se vivía en el país. Movimiento del cual aún
somos presos.

Dentro de la historia se menciona a la tribu de los chamíes como “los primitivos pobladores de
los territorios ocupados hoy por el municipio de Támesis” (1941: 508) y se asocia la elaboración
de los petroglifos con este grupo: “Se conservan actualmente como un índice de la cultura de
esta raza inscripciones e imágenes talladas en piedra, muchas de ellas en las cercanías de la
cabecera” (1941: 508). Luego nos remite a la historia de la fundación del municipio por parte
de la familia Orozco, a quienes luego le seguirían otras familias como Ospina, Osorio,
Arroyave, Naranjo, Morales y Cardona.

En 1957 apareció otra Monografía, ya esta vez exclusiva de Támesis, a cargo de Salvador
Orozco García quien fue un personaje muy importante dentro de la historia regional, recordado
como gran pedagogo y escritor, creador de la letra del himno del municipio.

He hojeado muchos textos, revistas y artículos sobre indigenismo en mi intento de desentrañar


el remoto origen de los primeros pobladores de los terrenos en que hoy se asienta Támesis, y
quiero aprovechar hoy esta Monografía para dar a conocer mis ideas al respecto, a modo de
resumen, para que las personas especialmente tamesinas, interesadas en conocer algo acerca de
la prehistoria de su patria chica, las valoren y traten de hallar la verdad que he deseado imprimir
a estas deducciones. (Orozco, 1957: 1)

A diferencia del esbozo histórico presentado por Cervecería Unión en 1941, Don Salvador
Orozco argumenta que los pobladores primitivos de estas tierras no fueron los chamíes (en la
actualidad muchos tamesinos creen esto), y lo hace sobreponiendo el mecanismo de la escritura,
que es la “verdad” dentro de nuestro sistema cultural, al de la oralidad

51
En varias ocasiones he oído mencionar a los indios chamíes como los primitivos pobladores de
los terrenos que formaban el municipio de Támesis, pero esta opinión no tiene más base que la
denominación de una finca situada en los alrededores de la cabecera, cuyo propietario, imbuido
en las tradiciones vernáculas, muy en boga entre los primeros colonizadores que echaban los
cimientos a la nueva población, la bautizó con el nombre de El Chamí, posiblemente porque
sabía que en las remotas montañas del Chocó se asentaba la población indígena del mismo
nombre

No fueron, por lo tanto, los chamíes los aborígenes de Támesis, porque es reciente su entrada al
territorio antioqueño, en comparación con la época que debemos referirnos, cual es la de los
siglos xvi y xvii cuando Badillo, César y Robledo penetraron en nuestro departamento y
personalmente trataron con los naturales y dejaron las relaciones de sus culturas y modo de vivir.
(Orozco, 1957: 3-4)

Don Salvador fue el primero en escribir sobre los antiguos pobladores de las tierras de Támesis.
Se trataba de su tierra al fin de cuentas. Pero ese relato histórico se remite únicamente a la
información que le proveen las fuentes escritas. Sería más acertado –pensamos hoy- aceptar
que para desentrañar el origen de los “primeros pobladores” -como pretendía este autor-, tendría
que remontarse a un tiempo antes que la misma escritura, tendríamos que remitirnos a la
materialidad prehispánica que pervive en el espacio (por tanto, en el tiempo). Pero Don
Salvador solo concibe el “origen” a partir de la llegada de los europeos, y fue esto muy común
incluso en la práctica inicial de la arqueología en el país, “aun durante buena parte del siglo xx,
pues a menudo los hallazgos arqueológicos fueron interpretados a la luz de las noticias escritas
del siglo xvi” (Piazzini, 2011: 38).

Viendo la prioridad que le otorgaba Orozco a la escritura, prioridad de la lógica occidental,


entenderemos la razón por la cual no hace mención a los petroglifos en su monografía, incluso,
cuando su intención es hablar de ese remoto pasado indígena.

En la primera mitad del siglo xx Támesis tuvo mucho movimiento periodístico y literario,
contando con una imprenta propia se emitieron varios periódicos entre 1920 y 1950 (Velásquez
2016, C. A. Hincapie, entrevista, 18 de septiembre 2016), entre ellos "Sangre joven", "El

52
conservador" "El garrafón" y "La palabra"7.
Cuando el señor Luis Carlos Hincapié narra la
historia de cómo llegaron estos periódicos a sus
manos, entendemos las diferentes formas de valorar
y percibir los objetos desde la diferencia de
intereses de cada individuo

“La colección era de un particular, tenía todo guardado


en costales, guardando ratones y cucarachas, un sobrino
lo rescató -el arquitecto Jaime Vásquez-, él los recibió
de parte de ese tío. La señora de Jaime le preguntaba que
qué iba a hacer con toda esa basura y el señor insistía
que no era basura, sino historia de Támesis. Lo
mandaron a encuadernar. Y cuando cumplió 150 años
Támesis, Jaime de cortesía los donó a la Sociedad de
Mejoras Públicas, para que los conserven”. (Hincapié,
2016)

Entre estos periódicos hasta ahora solo se ha


encontrado una referencia a los petroglifos de la
región en el periódico Sangre joven del año 1947
(Ilustración 1) y se trata de un llamado a conocer y
a valorar la “maravillosa piedra repleta de
significativos grabados indígenas” que es el Pirú. El
llamado lo hace el autor de esta columna en vista
del abandono y la indiferencia tanto de habitantes
de la región, como de los gobiernos, que “no se
preocupan del estudio de esta clase de inscripciones
y grabados”.

Ilustración 1- Periódico Sangre Joven, julio 5 de


1947, página 2. Cortesía: Carlos Alberto Hincapié

7
Este archivo de periódicos se encuentra ahora en las cuidadosas manos del señor Carlos Alberto Hincapié
Naranjo, director de la Sociedad de Mejoras Públicas, quien se ha preocupado por organizar estos archivos y se
encuentra gestionando un proceso de digitalización.

53
La Piedra del Pirú es hoy en día una de las más reconocidas y visitadas debido a sus grandes
dimensiones, la cantidad de grabados que posee y al paisaje que se presencia desde allí. Si en
1947 esta piedra del Pirú protagonizaba –extrañamente- esta columna de prensa titulada
Bellezas de Támesis, donde se temía por la definitiva pérdida de los grabados debido al olvido,
a la indiferencia por estudiarla y recuperarla, en el 2014 sería también esta piedra protagonista
de una columna en una revista regional -Mirador del Suroeste-, pero esta vez el título expresaba
ya un cambio importante respecto a las valoración y prácticas con este tipo de manifestaciones
pasadas: La piedra del Pirú, en peligro, nos anunciaba la desafortunada suerte que corría por
cuenta de “algunos “animales intelectuales”, “inescrupulosos, irrespetuosos e inconscientes
humanoides” que “se atrevieron a rayar” la piedra con nombres y a repasar algunos grabados
(Galeano, 2014: 22). En este referente es claro ya el valor histórico que estas rocas habían
adquirido para cierto grupo de personas, y por tanto, el deber de respetarlos y protegerlos.

La ilusión de aquél casi anónimo autor de 1947, de que el sitio se convirtiera en “un lugar
excelente para ir a recrear la mente y recordar que al pie del Cartama existieron razas que ya
han desaparecido”, sería nada más que eso: una ilusión, un ideal romántico que esperaba una
actitud de valoración del pasado y de sus objetos que definitivamente no es innata, ni común en
nuestras sociedades. En el presente año -2017-, mientras transcurría la escritura de este trabajo
de investigación, saldría otra nota periodística –esta vez en algunas publicaciones de mayor
cobertura- donde El Pirú volvía a ser protagonista, y de nuevo, vulnerada. El título también nos
expresa lo esencial que acontece: Vándalos destruyen grabados ancestrales en piedra del Pirú,
en Támesis. El cambio de “belleza desconocida” en la década del cuarenta, a “piedra en peligro”
en época reciente, nos habla de los riesgos de la visibilización y de la promoción de los objetos
y sitios con valor histórico.

Habrá que señalar que, finalizada la Segunda Guerra Mundial en 1945, se creó la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la cual
representaba la creación de una institución transnacional, es decir, global, cuya “principal
misión fue proteger los bienes culturales en caso de conflicto armado y combatir el tráfico ilícito
de bienes culturales” (UNESCO, 2005: 25). De la idea de monumentos históricos, que
predominó en el siglo xix, se iba pasando en el siglo xx al concepto de bienes culturales y
patrimonio, que abarcarían la concepción de monumentos y otras expresiones culturales.

54
El primer estudio académico sobre la Rupestría de Támesis, mitad del siglo xx

Recordemos que a mediados del xx se configuran las ciencias sociales como disciplinas
académicas en el país. La profesionalización de éstas se desarrollaría a partir de la llegada de
intelectuales europeos que escapaban de la guerra desatada en sus países y gracias al apoyo que
la política liberal les brindó a éstos (Langebaek, 2003: 155) La llegada del antropólogo francés
Paul Rivet al país “significó la oficialización de la Antropología como ciencia social y de la
arqueología como una subdisciplina de ésta” (Piazzini, 1993: 30). En 1941 fundó el Instituto
Etnológico Nacional, del cual saldría la primera generación de antropólogos colombianos.

Esta asimilación y conformación de la institución científica europea dentro del país, supuso una
ruptura (otra más) con lo que habían venido realizando en el siglo pasado intelectuales,
aficionados y anticuarios criollos. Se institucionalizó el modelo científico europeo por encima
de las “especulaciones” de los “aficionados”, que se trataban de no profesionales (Piazzini
2011: 197). Hoy sigue siendo este el modelo que predomina: el académico es el poseedor de la
verdad. Lo notamos al conversar con los habitantes del municipio cuando se refieren a los
arqueólogos como los “expertos en el tema de petroglifos”. También se agudiza por este
entonces la gran separación disciplinaria entre arqueología e historia en nuestro país, al
encargarle a la primera el estudio de la materialidad de grupos indígenas prehispánicos,
situándola como una ciencia auxiliar de la antropología y no de la historia (Piazzini 2011: 215).

Las ciencias sociales en esta primera mitad del siglo xx fueron concebidas como estrategias
para fortalecer la identidad nacional (Herrera et al., 2003). La historia seguía siendo entendida
bajo el sentido de historia nacional, ordenada a modo de secuencia cronológica, con héroes
nacionales y fechas importantes para recordar, pretendiendo consolidar el proyecto de nación
liberal republicano. Esta historia estaba escindida de aquél pasado indígena pre-conquista. A
este pasado prehispánico se le comenzó a asignar una cronología temporal a partir de la
“introducción de los protocolos de campo y laboratorio, propios de una arqueología
prehistórica” europea (Piazzini 2011: 215). Se establecieron áreas culturales que refieren a una
distribución más espacial que temporal de los diferentes grupos indígenas, asociados a un
determinado “arte precolombino” y se presentaría esta información indígena dentro de la

55
historia nacional como una antesala o un antecedente dentro de los textos escolares y de
divulgación científica, expresando el distanciamiento que entre historia y arqueología ocurría
en el país.

Con algunas reformas de la década del treinta y del cuarenta, se buscó que dentro del contenido
de la historia no sólo se hiciera reconocimiento a los héroes nacionales, sino también se
estudiara “la importancia de la acción humana sobre la naturaleza” (Herrera et al., 2003: 63).
Esto era un indicio del cambio que se avecinaba en la concepción de la historia tradicional, por
una Nueva Historia.

En la década del cincuenta se comenzó a implementar en Támesis el Programa de Educación


Vocacional Agrícola -establecido en Colombia en 1941-, como respuesta a la necesidad de
tecnificar la explotación agropecuaria (Henao y Agudelo, 1995). En esta década y en la de los
setenta se crearon varias escuelas en las veredas del municipio (Martínez, L.O., 1995).

Los textos escolares implementados en el siglo xx para enseñar la historia, fragmentaron la


historia de Colombia en tres momentos –cosa que no ha cambiado aun- que son 1) El período
precolombino, 2) La conquista y la colonia y 3) La independencia y la República. El período
precolombino ha sido abordado desde una marcada postura eurocéntrica, según la cual, aunque
se reconocían algunas riquezas culturales de algunos grupos indígenas (el caso de Incas, Mayas
y Aztecas) (Guerrero, 2011) se consideraban los pueblos americanos como naciones inferiores
a las europeas, y se reproducía el imaginario -hasta nuestros días- de que Latinoamérica se
encuentra pasos atrás respecto a Europa o Norteamérica, de que somos países subdesarrollados
o en vía de desarrollo. Ya sabemos desde dónde y hacia dónde apunta este concepto de
desarrollo al que se refieren.

En los años sesenta aparece una crítica más fuerte a ese modelo de historia tradicional,
pidiéndose que se rompan los nexos políticos y que la disciplina se preocupe por temáticas más
incluyentes, heterogéneas, que se piense la historia desde las regiones, desde lo étnico (M. C.
Ospina, comunicación personal, 28 de septiembre 2016).

En 1959 aparece la ley 163 a partir de la cual la materialidad prehispánica quedó adjudicada
legal y legítimamente a la disciplina arqueológica, invalidando legalmente otras posibles
percepciones y acciones sobre dicha materialidad, como, por ejemplo, la guaquería (Londoño

56
W., 2003: 20). Esto representaba el respaldo jurídico-político a la potestad que la ciencia había
adquirido desde el siglo xix. Los objetos del pasado pasaron a ser propiedad del estado (bajo la
insignia “de todos”) a través del concepto de patrimonio, apoyándose en el carácter científico
de dicha materialidad. Así bajo dos grandes instituciones de Occidente: ciencia y ley, se formó
la noción de patrimonio arqueológico (Londoño W., 2003:16), relación que como Wilhelm
Londoño propone, habría que estudiar detenidamente.

Ya estando constituida la Antropología como disciplina científica en el país, Graciliano Arcila,


antropólogo pionero en Antioquia, fue el primer académico interesado en estudiar las
manifestaciones rupestres de la región. Luego de fundar el Instituto de Antropología de la
Universidad de Antioquia, realizó un estudio de la rupestría en Támesis entre 1953 y 1954,
refiriéndose al municipio como “zona extraordinaria de la rupestría en Colombia” (1956: 5).

Es este el primer estudio académico que se realiza sobre los petroglifos de Támesis, y fue
publicado en 1956 bajo el título Estudio preliminar de la cultura rupestre en Antioquia-
Támesis. Graciliano menciona en este trabajo lo poco que es estudiado en Colombia el tema
rupestre, aun cuando sea un fenómeno recurrente en “extensión e intensidad” (1956: 8).
También menciona las dificultades para establecer cronologías. Sin embargo, hay en el autor
una esperanza en el carácter acumulativo de la ciencia

Establecer una cronología sigue siendo en Colombia un problema difícil de resolver aunque no
imposible aun tratándose de los petroglifos. Tenemos que esperar a que las investigaciones
arqueológicas tanto rupestres como estratigráficas de excavaciones y espeleológicas, hechas con
intensidad en todo el país, nos digan con más sencillez y claridad por lo menos el antes y el
después de las ocurrencias arqueológicas. (Arcila, 1956:12)

En su estudio tiene en cuenta el antecedente escrito de Manuel Uribe Ángel, pero se trata el de
Graciliano del primer estudio detallado con el rigor científico en el cual revela 40 rocas con
grabados en Támesis, y presenta en detalle 12 en su texto de 1956. Midió cuidadosamente tanto
las dimensiones de la roca como de cada motivo grabado, también cuidadosamente registró en
esquemas y en fotografías los motivos. Por primera vez estas rocas recibían tanto cuidado y
minucia, tanto tiempo de estudio por parte de investigadores, una atención que iba más allá de
la mera contemplación.

57
El autor no establece cronología para estas manifestaciones rupestres pero, “como quiera que
es necesario hacer una hipótesis provisional, podemos afirmar que a juzgar por los efectos de
la erosión y los motivos expresados, ellos parecen pertenecer a épocas precolombina unos y
postcolombina otros” (Arcila, 1956: 10). Definió tres motivos de grabados para las rocas:
geométricos, zoomorfos y antropomorfos y acepta que las interpretaciones alrededor de estos
motivos pueden ser muchas y variadas.

Como se trataba de un trabajo científico, aparecen ya descripciones sobre las rocas


sedimentarias donde fueron elaborados los grabados, también tiene en cuenta los posibles
instrumentos de trabajo, que argumenta debían ser muy resistentes para labrar estas piedras
andesitas, proponiendo el bronce como un material que podría ser apropiado, sin embargo, no
podía afirmar su uso debido a la ausencia de pruebas de uso de éste material en la zona antes
de la llegada de los europeos. Sin embargo, menciona la posibilidad, que además le preocupa,
de que los grabados hubiesen sido realizados “después de la Conquista, utilizando hierro
adquirido de los conquistadores” (1956: 12).

Graciliano nombra como protohistoria a lo que se refiere a los últimos indígenas que habitaron
esas tierras, que dice pertenecían al grupo de los Chamí, (conocidos como Katío), y en cuanto
a los grupos indígenas que habitaban mucho antes de la llegada de los españoles, se refiere a
ellos como lo precolombino, y en ocasiones como lo prehistórico. Ya hemos hablado de esta
forma de concebir nuestra historia solo a partir de la llegada de la escritura y por tanto la
asociación de lo prehispánico con el concepto de lo prehistórico. La inserción del concepto de
prehistoria adquirió mucho potencial con la institucionalización de las ciencias sociales en el
país (Piazzini, 2011: 215).

A manera de epílogo Arcila nos señala que

En el departamento de Antioquia en Colombia, hemos encontrado más aspectos arqueológicos


de los que creímos encontrar al principio de nuestras investigaciones hace unos pocos años. Y
no hay que extrañarnos de ello puesto, que, como tantas veces lo hemo anotado de acuerdo con
autores americanistas, es esta una zona de contactor terrestres entre los pueblos de Centro y
Suramérica. (1956: 21)

La arqueología estaba revelando pruebas de asentamientos humanos de un pasado remoto. Esto


ayudaba a confrontar la idea de una América “infante” -joven, inmadura en su naturaleza y en

58
su población-, que tantos pensadores de siglos pasados sostendrían. Además, el territorio
colombiano se estaba concibiendo desde algunos académicos -especialmente por el antropólogo
Gerardo Reichel-Dolmatoff-, como un área de estudio importante debido a que se trataba
justamente de un Área intermedia (1997) entre las dos “grandes áreas de civilización aborigen”
de Mesoamérica y los Andes Centrales.

Los habitantes del municipio conocedores de la historia y quienes trabajan en el sector cultural
y educativo, recuerdan el nombre y el trabajo de Graciliano Arcila como el inicio de la
investigación en el tema de los petroglifos de Támesis.

Algunas menciones a las piedras de Támesis, segunda mitad del siglo xx

Támesis lleva mucho tiempo siendo un pueblo


con cierto movimiento turístico, visitado muy
especialmente por sus balnearios sobre el río
Cartama. Luis Ovidio Martínez Cano,
tamesino que fue corresponsal para el
periódico El Colombiano durante varios años,
realizó reseñas sobre el municipio y su
historia. En una de sus crónicas de interés
general, en 1969, hablaba justamente sobre las
cuevas y piedras de Támesis. Escribió
brevemente sobre la Piedra de El Perú (o El
Pirú), la Piedra del eco y la Cueva de los
indios.

Como nos interesa visualizar cómo se ha


percibido y representado la expresión rupestre
Fotografía 1- Piedra del Pirú. Fotografías: Juan David Ruiz
del municipio a través del tiempo, traemos el
texto completo –aprovechando que es breve- en el que se refiere a la roca de El Perú, que como
hemos visto, se trata de una de las rocas más reconocidas y referenciadas

Tenemos la famosa piedra de El Perú, que se encuentra en la finca de Don Guillermo Sierra, en
la vereda El Rayo, a la cual se llega a caballo, a una media hora de la cabecera municipal. Esta

59
piedra ha sido visitada por antropólogos de la Universidad de Antioquia, por científicos
europeos y por varios aficionados al arte rupestre. Allí se encuentran petroglifos y-según lo han
descifrado- era en este lugar en donde los indios chamíes y cartamas hacían sus holocaustos, por
lo cual es digna de conocerse. Por su magnitud, los entendidos la han asemejado a otras bellezas
naturales del mundo, entre las cuales se menciona la Piedra de El Peñol. (Martínez, L. O., 1997:
56)

De nuevo, insistimos en el predominio o la difusión del discurso científico por sobre otros
discursos, en este caso sobre el periodístico. La piedra es relevante porque ha sido visitada por
otros “expertos” o aficionados a un campo de estudio específico.

Respecto a La cueva de los indios menciona que también contiene petroglifos y

Según las leyendas, allí vivían los indios chamíes y cartamas. A pesar de que no les hemos dado
la importancia que merecen estos atractivos naturales, debemos hacer de ellos verdaderos
santuarios prehistóricos y mostrarlos a los demás como patrimonio turístico tamesino.
(Martínez, L. O., 1997: 57)

Aparecía ya en los albores de los setenta el concepto de “patrimonio” para Támesis, pero
tendrían que pasar algunas décadas más, para que el municipio comenzara a proyectarse
fuertemente bajo este concepto, ligándolo además al despliegue del turismo.

Mientras tanto, en el contexto internacional surgió en 1972 la Convención sobre la Protección


del Patrimonio Mundial Cultural y Natural de la UNESCO, donde justamente se definían las
características del patrimonio cultural y natural. En dicha Convención se habla del “valor
universal excepcional”

Lo invisible de los petroglifos durante casi


todo el siglo xx

Pasó casi todo el siglo xx sin que los


petroglifos fueran un tema central en el
municipio o en el país. Concluimos esto
primero por la falta de registros sobre el
Fotografía 2- Roca del Liceo, No. 9 (Gómez 2015) tema y gracias a la conversación con
varios adultos mayores de cuarenta años de Támesis que manifestaban no haber escuchado nada

60
de este tema durante su infancia, ni en la casa, ni en la escuela. La palabra petroglifo se vino a
escuchar y vino a cobrar mucho valor en tiempos muy recientes, admiten todos.

Carlos Alberto Hincapié Naranjo, quien ha sido un destacado conocedor de la historia del
municipio, recuerda que cuando estudiaba en el Liceo Rafael J. Mejía8, se subía con sus amigos
a la gran roca del liceo donde hay petroglifos (Fotografía 2) y cuenta cómo se sentaban encima
de ellos, jugaban encima de la piedra, sin prestarle mucha atención, ni cuidado, sin pensar en
que estaban “dañando” algo. A veces, recuerda, los rayaban con tiza para ver mejor las figuras,
y cuando el rector Adolfo Naranjo Giraldo -quien era además su abuelo y era un hombre muy
letrado- pasaba por allí, les decía a los jóvenes que cuidaran esas figuras, porque eran “vestigios
de los indígenas”, que algún día les hablaría de eso, pero dice él que finalmente nunca les
hablaron de esto formalmente.

“Viví en Támesis hasta los 16 años y no me acuerdo de haber conocido esas piedras. De pronto
se conocían como inscripciones indígenas, entonces se hablaba de que había una piedra en El
Rayo que se llamaba la Piedra del Pirú con algunas inscripciones indígenas (…) y se hablaba de
pronto de la Piedra del Eco (…). Las poquitas (piedras) que se conocían eran la del Pirú y la del
colegio y de pronto una de Otrabanda.” (Hincapié, 2016)

La señora Stella, quien también estudió en el Liceo Rafael J. Mejía -graduándose en 1983-,
igualmente dice que en su infancia jamás le hablaron del tema, y recuerda cómo jugaba encima
de la roca del liceo sin pensar en que esos grabados fueran algo valioso como para preservarlo,
sino más bien, aprovechando la roca como un elemento recreativo, “Allá pasábamos rico, nos
lisábamos por ella” (S. Paniagua, comunicación personal, 9 de julio 2017)

En síntesis, todo parece indicar que los petroglifos no tuvieron un gran significado histórico
para los habitantes de Támesis durante casi todo el siglo xx, no eran objetos que hubiese que
cuidar meticulosamente, ni estudiar. Algunas, como la roca de la IE San Antonio, sí fueron muy
bien aprovechadas para el juego, cuando aún no estaba diseminado el discurso académico -serio
y solemne-, alrededor de estas rocas.

8
Actual Institución Educativa San Antonio de Padua: Iesap.

61
2.2.3 El boom cultural, el boom de los petroglifos, década del noventa

El fin del siglo xx

La década del noventa marca definitivamente el fin de una época, no solo por el comienzo
cronológico de un nuevo siglo, sino por los grandes cambios estructurales –políticos,
económicos, culturales- que estaban ocurriendo. Para Eric Hobsbawm (2000) el siglo xx acaba
con el comienzo de la década del noventa, y se trató de un siglo corto.

Si desde el siglo xvi venían posicionándose los estados-nación como instituciones dominadoras,
que acaparaban casi todo lo que concernía a la sociedad, controlando desde lo legislativo, los
medios de coerción y hasta la economía, fue a partir de los años sesenta que el estado comenzó
a perder este monopolio sobre la sociedad, los ciudadanos comenzaron a estar “menos
dispuestos a obedecer las leyes del estado”, cosa que sí sucedía antes (Hobsbawm, 2000: 50).
Emergía un nuevo eje central que sería el mercado económico -altamente liberal, globalizado-.
La figura de consumidores comenzaría a ser tan relevante como aquella de ciudadanos, y en la
década del noventa se consumaría esto a partir de la crisis económica capitalista (Hobsbawm,
2000; García Canclini, 1995).

El derrumbamiento de las “ideologías totales” permitió que otros discursos locales, alternos,
surgieran y ganaran terreno en la “gestión de la cosa pública” (Hobsbawm, 2000: 56). A esto le
llamó Cristóbal Gnecco la multivocalidad histórica (1999). Basta recordar la cantidad de
movilizaciones sociales de los años sesenta y setenta para reafirmar que fue una época convulsa,
caracterizada por una “movilización de la gente desde abajo” (Hobsbawm, 2000: 55),
configurándose el siglo xx en palabras de Eric Hobsbawm, como el siglo de la “gente corriente”.

El territorio colombiano no podría ser ajeno a este escenario de fuertes cambios de las últimas
décadas del siglo xx. Con la apertura económica durante el gobierno de César Gaviria (1990-
1994), la Constitución del 91, la firma de acuerdos de paz con algunos grupos armados9, la
dramática caída de la participación del café en la economía nacional, el aumento de la
participación de la explotación de petróleo, el proceso 8.000 durante el gobierno de Ernesto
Samper (1994-1998), el auge del narcotráfico y de la violencia, en fin, que si para 1994, al
finalizar el gobierno de Gaviria el panorama se pintaba algo optimista con la apertura

9
M-19, EPL y Quintín Lame

62
económica, la sensación no duraría mucho, y al acercarse el fin de los años noventa, Colombia
caería, por primera vez, en una fuerte crisis económica, sumada a la gran crisis social que ya
venía sufriendo el país (Montenegro, 2006).

La Constitución del 91 al reconocer al país como uno pluriétnico y multicultural, estaba


expresando la nueva tendencia “mundial” del cambio de modelo de un estado monolítico, a uno
multicultural. El Estado reconocía ahora no solo los derechos a la igualdad, sino también los
derechos a la diferencia (García Canclini, 1995) 10. Además, en un esfuerzo por modernizar la
estructura político-administrativa del país, se consolidó con esta nueva Carta Constitucional la
descentralización administrativa y el principio de autonomía de las entidades territoriales. Para
finales de siglo, cada municipio debía presentar su Plan de Ordenamiento Territorial y dentro
de éste se tendría que concebir el estudio de impacto ambiental con el componente
arqueológico. Sin embargo, en la misma también se declaraba en el artículo 332 que “el Estado
es propietario del subsuelo y de los recursos naturales no renovables”.

La educación también sufrió algunas reformas orientadas a la apertura mundial que se


emprendía en ese entonces. Entre ellas recordaremos la eliminación de la cátedra de Historia
de los programas de educación básica. El infortunio sucedió, en palabras del historiador Jorge
Orlando Melo debido a un malentendido, por parte de la ministra de educación en ese entonces,
a una propuesta que el mismo Melo hiciera en los años setenta, cuando proponía que “cambiaran
la enseñanza de la historia, para convertirla en una enseñanza que incorporara los elementos de
las ciencias sociales” (citado en Flórez, Mora y Patiño, 2017: 2). La historia, de cara a la
apertura mundial, no podía seguir siendo concebida como aquella tradicional historia patria que
hablaba de héroes políticos, y batallas de independencia, con la Nueva Historia se proponía otro
enfoque de ésta. La realidad nacional ya se volvía más amplia que la patria; las ideas y los
productos traspasabanahora fronteras territoriales cada vez más fácil y rápido a través de nuevas
tecnologías. Así, al querer desmontar esta visión tradicional de la historia del sistema educativo
básico, se terminó desmontando todo el programa de historia, reemplazándola con una cátedra

10
Habrá que tener presente que este concepto de la multiculturalidad se ha convertido también en un “deber ser”
o en una ideología predominante, relacionada con la expansión económica e ideológica del capitalismo). Se
recomienda leer a Slavoj Žižek “Multiculturalismo, o la lógica cultural del capitalismo multinacional”

63
de Ciencias Sociales que pretendía reunir contenidos de antropología, historia, geografía y
política, en un solo curso.

Han sido muchas las quejas que han manifestado los profesores e historiadores11 refiriéndose a
este vacío tan grande que dejó la eliminación de la cátedra de historia dentro de la formación
de los jóvenes, pues estamos sufriendo de una “amnesia colectiva”, carecemos de conciencia
cívica, y esa apatía generalizada hacia el pasado del país desemboca en una apatía por el
acontecer político presente y por el devenir del mismo y como señalara el historiador Álvaro
Tirado Mejía “las sociedades que no tienen conciencia de lo que son tienen el riesgo de diluirse"
(citado en Anónimo, Semana, 2012). Respecto a este impase, la historiadora y docente
universitaria Marta Cecilia Ospina indica que tradicionalmente el Estado colombiano ha temido
que la formación histórica desarrolle un pensamiento crítico (lo cual no es conveniente para el
gobierno si queremos ciudadanos dormidos), pero menciona ella que esta relación no es así
siempre, en el caso europeo, ejemplifica ella, se propende por una formación histórica porque
les interesa formar ciudadanos que respeten sus instituciones (Ospina, 2016). Actualmente se ha
presentado un Proyecto de Ley para modificar esa Ley General de Educación de 1994 y que
pueda regresar la cátedra de historia,

La idea es que no volvamos a caer en la Historia Patria. Dejar esos iconos heroicos y más bien
buscar una historia que reconozca más la memoria, que reconozca nuestros procesos, otras
realidades, la diversidad étnica, la diversidad regional. (Ospina 2016).

En este escenario encontramos dos elementos claves que irían cobrando cada vez más fuerza:
el aumento de la participación ciudadana y el reconocimiento y valoración de la diversidad
cultural –tanto en grupos humanos vivos, como en manifestaciones materiales e inmateriales
de la cultura-. La cultura estaba pasando a ser un eje clave como dinamizador social y político,
se entendía en su expresión diversa como el “fundamento de la nacionalidad” colombiana según
la Constitución Política, y esta importancia pasaría a expresarse en la alta gestión de políticas y
proyectos culturales que seguiría en adelante.

11
Los arqueólogos poco se han manifestado públicamente. No es de extrañar si recordamos la separación que ha
operado en el país entre estas dos disciplinas y que Piazzini (2011), nos ha señalado.

64
Aparece un interés por los petroglifos desde la administración municipal

En Támesis se crea el 28 de agosto de 1977 por acuerdo Municipal la figura de Casa de la


Cultura Hipólito J. Cárdenas -compositor musical tamesino-. Sin embargo, no contaba aun con
un espacio concreto y funcionaba dentro de la biblioteca contigua al CAYCO (Centro de
Alfabetización y Ocupación Profesional) y es a finales de la década del ochenta, un 23 de abril
de 1989 que abre sus puertas en la sede actual, el edificio diseñado por el arquitecto belga
Agustín Goovarts, terminado en 1925 y pensado inicialmente para funcionar como cárcel.

En los años ochenta hubo un primer intento de realización de inventario de los petroglifos a
cargo del antropólogo Ignacio Soto, quien era un funcionario de la Dirección de Extensión
Cultural de la Gobernación de Antioquia, actual Instituto de Cultura y Patrimonio. En
conversación con Luis Fernando Hoyos, quien ha trabajado como funcionario público en el área
cultural de Támesis, recuerda que por esa época (años ochenta), mientras se desempeñaba como
Director de la Casa de la Cultura, acompañaba al antropólogo Ignacio Soto en sus visitas a los
diferentes petroglifos para realizar el registro fotográfico de éstos. Sin embargo, nunca quedó
el material para el municipio, ni tampoco dan razón de él en el Instituto de Cultura y Patrimonio
(solo albergan información a partir del 2011) ni en la Secretaría de Educación de la
Gobernación.

En ese entonces el tema de los petroglifos aún era algo lejano para la comunidad -recuerda
Fernando-, no existía la apropiación social que encontramos hoy, sin embargo, comenzaba ya
a asomarse el tema en la gestión pública.

Con él (Ignacio) yo salía a recorrer el territorio buscando dónde estaban las piedras que tienen
petroglifos. En esa época seguramente no existía el nivel de conciencia que hay hoy, sobre los
cuidados que se deben tener con las piedras. Entonces cuando llegábamos a una piedra, ¿qué
hacía Ignacio? Rayábamos el petroglifo con una tiza blanca para poder hacer el registro
fotográfico. (Luis Fernando Hoyos, comunicación personal, 5 de mayo 2017)

Nos detenemos un momento, para mencionar algo respecto a las variaciones en la percepción
sobre las prácticas implementadas para visualizar y registrar mejor los grabados. El antropólogo
Graciliano Arcila también repasaba las figuras de los petroglifos con tiza para poder resaltar las
figuras en la fotografía, él mismo lo cuenta en su texto de 1956. A partir de entonces, ha ocurrido
un cambio sustancial desde ciertas posturas académicas frente a estas prácticas. Algunos

65
habitantes de Támesis las dimensionan actualmente como prácticas nocivas y justifican su
implementación en el pasado, debido a la “ignorancia” en el tema.

El nivel de conciencia que se ha adquirido entonces es el de la conciencia científica. No


significa, sin embargo, que sea esta la única conciencia posible alrededor de los petroglifos.
Nos dice que ésta ha sido la visión que ha predominado como legítima y verdadera de las cosas,
sobrepasando incluso las visiones locales que se puedan tener, desde la mirada indígena o
campesina.

Esta práctica de rayar el petroglifo, hacer frotado, calcarlo o verterle agua, son bien vistas si las
realiza un “experto” en el tema. Las puede hacer el experto, porque su fin es de carácter
científico, y presupone una baja tasa de aplicación, es decir, no se trata de una práctica de
ejecución constante, como sí lo es en el caso del uso con fines turísticos o de “simple”
curiosidad. Habría que analizar más a fondo el tema de los intereses y los medios para
satisfacerlos y como lo hemos mencionado ya, se trata de la asimilación por parte de la
comunidad local –en especial desde la administración- del discurso científico (arqueológico),
según el cual, el cuidado de los grabados de la roca debe llegar a un punto en ocasiones de
extremo detalle y asepsia. La tendencia de estos últimos años involucra cada vez más la
adopción en la comunidad -al menos del casco urbano-, del discurso científico como el legítimo.
En algunas encuestas y conversaciones con estudiantes del casco urbano siempre apareció el
tema de las normas de cuidado que se deben tener con estos objetos, se repitió con frecuencia
la idea de “no pararse encima, no rayarlos, no repasarlos, no calcarlos”, algunos pocos
mencionaron no verterles agua, y solo una persona sugirió como método para cuidarlos la
educación a la comunidad. Sin embargo, aún es normal entre los jóvenes y también entre turistas
seguir realizando prácticas como el frotado, el calco y el vertimiento de agua, pues su interés
es poder apreciar bien las figuras cada que lo deseen.

Es entonces a partir de la década del noventa cuando se comienza a darle considerable


importancia a los petroglifos desde la administración municipal, y, por tanto, se comienza a
visibilizar y reproducir dentro de la comunidad con más fuerza. Así lo recuerdan varias personas
en Támesis y así lo constatamos a través de la aparición de diferentes registros y acciones en
torno al tema a partir de entonces. Se trataba de un cambio de percepción a modo nacional
también.

66
Con la Ley General de Cultura de 1997 se fortaleció la regulación del patrimonio cultural de la
nación, se recalcó el fomento a la cultura y se creó el Ministerio de Cultura como institución
máxima reguladora en este ámbito. Se planteó el régimen especial de protección del patrimonio
arqueológico y se plantearon sanciones para actos de destrucción o daño de los bienes de interés
cultural (Patiño, 2001). A partir de este año de 1997, se comenzó a hablar en el departamento
de “Planeación Cultural”. La institucionalización, la burocratización, le había llegado también
al ámbito artístico y cultural.

Esas piedras sobre las cuales jugaban los estudiantes del liceo comenzaban a dejar de ser
espacios recreativos para convertirse en Bienes de Interés Cultural, los cuales debían ser
protegidos, y se empezaron a considerar incluso como espacios sagrados, como luego veremos
que se comienza a promocionar Támesis a manera de “santuario de arte rupestre”.

Los nuevos ajustes en el escenario nacional dieron así pie para que a partir de la administración
municipal de Carlos Vallejo (1998-2000) se le comenzara a dar relevancia al tema cultural en
Támesis, creándose por ejemplo la figura administrativa de Dirección de Cultura. Los últimos
años de la década del noventa fueron así muy activos en cuanto a actividades culturales y
artísticas en el municipio. En la Casa de la Cultura Hipólito J. Cárdenas -ya ubicada en la sede
actual-, comenzaron a funcionar las monitorias en danza, teatro, música.

De pronto empezó a tener mayor presencia e importancia en la administración el tema de los


petroglifos cuando llega Carlos Vallejo a la alcaldía. Empezando porque en la finca del papá fue
donde encontraron un montón de objetos, entonces él es una persona que está sensibilizada con
el asunto, de hecho, él fue quien hizo la donación de buena parte de las piezas que hoy están en
el museo. Uno ve que este alcalde y el alcalde anterior, Juan Martin, son personas que tienen un
interés en el tema. (Hoyos, 2017)

--

Por allá en los noventa cuando se empezó a hacer la imagen de la casa, que es un petro, se
hablaba mucho del tema. Cuando luego por allá, cuando estaba un poco más fuerte la imagen
de los petroglifos, hubo un alcalde que se llama Carlos vallejo, que remodeló el parque y puso
los petroglifos que hay allí. Inclusive Vallejo en su campaña hablaba mucho sobre los
petroglifos, ya había una conexión más fuerte de los jóvenes con éstos y pues Carlos le apostó

67
mucho a que los jóvenes hicieran parte de esa revolución política y de que se apropiaran más
del territorio. (M. Peña, comunicación personal, 5 de mayo 2017)

En este alcalde -Vallejo-, encontramos dos elementos claves según los relatos tomados aquí. Se
trataba de una persona “sensible” a esos temas históricos, culturales y sumado a este ambiente
intelectual del personaje, aparece el hecho de haber vivido una experiencia personal de hallazgo
y excavación de una tumba indígena en su finca ubicada en la vereda La Mesa.

(…) nosotros estábamos construyendo una piscina, y


en el hueco apareció una piedra muy grande en el
centro, y empezaron a darle madana pa quebrarla y
se hundió, entonces empezaron a cavar. Mi papá
decía que la taparan porque estaban falseando la
piscina, pero como vivíamos en Medellín....Así
pasaron dos o tres meses, y cuando volvimos de

Ilustración 2 - Vasija que señaló Carlos Vallejo vacaciones en el año 64, el hueco ya estaba muy
encontró en su finca
profundo, entonces mi madre me dijo,
“aprovechemos y métase a ese hueco”. Me metí con el mayordomo, y barriendo bajo unas
piedras que estaban puestas allá muy grandes, que armaban como la entrada a una cueva, a una
caverna, debajo aparecieron unos elementos de oro. Eran varias cosas, entre ellos cinturón, unos
lingoticos, unas florecitas, unas narigueras, dos alfileres. En ese hueco encontré esta (Ilustración
2), que yo creo era como una urnita funeraria, muy pequeña. Empezaron a encontrar cosas allá.
Yo creo que los indígenas de acá eran más bien pobres. El oro de ellos era poquito, posiblemente
Cartama tenía un poquito, el resto se encuentra en el Cauca. Sí había mucha riqueza en vasijas.
Salieron varias hachuelas. No había restos de huesos, nada. Estaba muy húmedo, muy
encharcado, porque eso era una laguna. En la finca donde usted haga un hueco encuentra
“cuesquitos” de estos (tiestos), en todo Támesis están. (C. Vallejo, comunicación personal, 23
de octubre 2016)

Enfatizamos que cuando hablamos de la importancia y visibilización que se la ha otorgado a


los petroglifos, lo hacemos siguiendo las acciones y discursos emprendidos desde la
administración municipal y/o desde los centros educativos, puesto que son dos grandes
instituciones generadoras y propagadoras de sentidos y símbolos dentro de la comunidad. No
significa esto, que las rocas no hayan sido valiosas para la comunidad antes, ni que estuvieran
despojadas de significado (esto ya es muy difícil de rastrear), sino que no representaban un

68
elemento fuerte dentro del discurso local como para ser reproducido en diferentes
manifestaciones, como sí ocurre hoy, con la presencia de la iconografía de los petroglifos en
las fachadas, en marcas de productos artesanales, en marcas locales, dentro del discurso de la
comunidad y en textos académicos.

Carlos Vallejo fue visionario durante su administración pues promovía y hablaba de varios
temas, que finalmente hoy, son los que se están debatiendo y arraigando, como lo es el tema de
los petroglifos

Pero después me di cuenta, que antes de Juan (Martín), hubo alguien que pensaba efectivamente
en estas cosas que hoy se están viendo. Que se las proyectó de pronto en un grupo cerrado, o
que en su momento no surtieron el efecto que debían surtir, pero fue el alcalde y ya hoy escritor,
Carlos Vallejo; me parece que Vallejo en su momento se pensó muchas de las cosas por las
cuales estamos pasando hoy. (S. Ruiz, comunicación personal, 23 de octubre 2016)

En la década del noventa, cuando en Támesis (y Colombia) no teníamos las posibilidades


tecnológicas que hoy tenemos, “era posible convocar a muchos jóvenes y personas alrededor
de una tela blanca y un proyector de cine en el parque” (F. J. Serna, comunicación personal, 4
de mayo 2017), porque era la única forma de acceder a ese tipo de entretenimiento; la tecnología
propiciaba el encuentro social en espacios públicos

Recuerdo las famosas Vías Recreativas. Un espacio muy lúdico, recreativo, cultural, que se
hacía en el parque. Cada ocho días, los jueves, se cerraban las vías alrededor del parque y
quedaba peatonal, había presentaciones de los grupos de la Casa de la Cultura. No solo era
entonces un ejercicio formativo, sino de proyección de lo aprendido. Había música, teatro,
proyecciones de película. Teníamos un proyector de cine de 16mm, que todavía existe. Eso era
toda una odisea. Se pedían a Medellín las cintas, llegaban en el bus, había que cuidarlas mucho.
Se salía con el proyector al parque, no teníamos tantos medios en amplificación, pero se
consiguieron parlantes. Era muy traumático porque a veces la cinta estaba rota, y la cinta se
partía y todo el mundo gritaba, abucheaban y había mucha presión, pero se sentía el cine.
Proyectamos películas de Chaplin, cine mudo, algunas películas de formación. La pantalla era
una sábana, una tela. Luego en el año 92 consiguieron una pantalla y un videoproyector y eso
fue la maravilla total. Pasamos de los rollos al cd. (Serna 2017)

En esa época efervescente de los noventa, apareció también la arqueología en el municipio de


Támesis debido al auge de proyectos de Arqueología Preventiva. En 1997 la Corporación GAIA

69
de Medellín, realizó el estudio de impacto arqueológico para la firma Promotores S.A. para la
construcción de la parcelación Caminos del Cartama, en la vereda El Rayo. Llegaba así la
disciplina científica a Támesis marcando el inicio de una relación que se haría más estrecha con
los años venideros. La mirada de la arqueología implicaba advertir y valorar la importancia de
los asentamientos prehispánicos de la región; si para las personas en general los tiestos o los
artefactos en piedra no son importantes, para la arqueología sí que lo son y con este primer
acercamiento práctico de la arqueología en el municipio, esta perspectiva comenzaría a entrar
en el imaginario, en la realidad tamesina.

En este trabajo arqueológico a cargo de Luz Elena Martínez se localizaron veintidós


yacimientos arqueológicos, de los cuales once eran petroglifos y fueron registrados mediante la
técnica del frotado. Era la segunda vez que se realizaba un registro de éstos después del estudio
de Graciliano Arcila en 1956. Respecto a este arte rupestre, en el informe de 1997 aparece:

Es posible afirmar que en el municipio de Támesis existe la cultura del petroglifo. Sus habitantes
son conocedores de la existencia de grandes rocas con grabados, pues es usual entre ellos salir
a conocer, visitar y agregar nuevos elementos a los petroglifos. Entre los más populares están
La Piedra del Indio, El Pirú, El Encanto, entre muchas otras. La Casa de la Cultura promueve la
divulgación y preservación de éstos a través de visitas guiadas a las áreas donde se encuentran
(Martínez, 1997: 44)

Salieron así muchas evidencias que confirmaban la “presencia de sociedades agroalfareras


tempranas” en la región (Martínez, 1998: 307). Se consiguió la primera fecha por datación
radiocarbónica para el municipio, indicando presencia humana desde al menos el año 200 d.C.
(Martínez, 1998: 313). En el informe que presentó la arqueóloga se indicaba además, por
primera vez, una propuesta de cuidado especial para los petroglifos. Sugiriendo “No construir
sobre las rocas grabadas, no mover las rocas, levantar un techo de protección, Arborizar
alrededor de las rocas, esto los protege de la erosión causada por la lluvia y el viento” (1997:
54). Comenzaba a aparecer el tema de los petroglifos como un objeto de estudio científico,
también como un bien de interés cultural, motivo por el cual debía procurarse su preservación.

En un trabajo de grado de Antropología de la Universidad de Antioquia, titulado Adolescencia


e identidad en Támesis: una aproximación a la realidad sociocultural de Támesis (Antioquia)

70
(Agudelo y Henao 1995) se menciona también esta “apropiación” de la comunidad hacia los
petroglifos, entendida como la acción de visitar los petroglifos y de agregar nuevos elementos

Este patrimonio cultural ha sido apropiado por los adolescentes de manera singular al realizar
inscripciones y marcas propias en las que dejan de manera efectiva y material su huella para la
posteridad. Las incisiones que registran en las piedras se referencian a las personas y elementos
que tienen gran valor y significación para ellos como una manera de retenerlos y perpetuarlos
en el tiempo y en el espacio; convirtiéndose en constancia y prueba de que son y estuvieron en
Támesis. ¿No sería éste el objetivo y la intención que persiguieron los indígenas que
anteriormente habitaron esta localidad? (Agudelo y Henao, 1995: 92)

Es evidente que hoy cuando hablamos de apropiación hablamos más bien del conocimiento,
cuidado y protección que se debe tener con estas manifestaciones y no se consideran las nuevas
inscripciones como una forma de apropiarse de este patrimonio.

Según este trabajo, los petroglifos ya eran considerados por los tamesinos como patrimonio
cultural, los concebían ya como algo relevante, y mencionan que se había realizado en la
celebración de los diez años de la Casa de la Cultura una actividad destinada a “considerar la
importancia y cuidado que se debería tener con este bien de interés cultural” (Henao y Agudelo,
1995: 90).

En el trabajo de estas dos estudiantes manifestaban también el cambio que vivía el municipio,
con un proceso de “urbanización”, tanto en su infraestructura, como en la mentalidad de los
adolescentes, quienes idealizaban la ciudad y adoptaban modas –en música, ropa, alimentos-
de ésta. También en las formas arquitectónicas leían ellas ese proyecto modernizador,
sintiéndose el “desarraigo paulatino” hacia las formas tradicionales.

Otro trabajo de grado, también de Antropología de la Universidad de Antioquia, que relevante,


marcando para mucho el inicio del interés “exacerbado” por los petroglifos en Támesis, fue
aquél realizado por Isabel Cristina Zapata y Alejandrino Tobón en 1998. El trabajo se realizó
en el municipio, por ser de allí Isabel Cristina. Sin embargo, la idea de trabajar con los
petroglifos surgió de Alejandrino y no de Isabel, quien aun habiendo crecido en Támesis jamás
había siquiera escuchado sobre el tema

Durante mi infancia nunca escuché hablar de petroglifos. En las instituciones educativas no se


concebía. Inclusive tuvimos varios paseos, fuimos a algunas veredas donde hay petroglifos, pero

71
jamás se trataba de visibilizar ese patrimonio, esa riqueza arqueológica con la que el municipio
cuenta. (I. C. Zapata, comunicación personal, 30 de mayo 2017)

Tuvieron como antecedente académico el trabajo de Graciliano, localizaron las rocas que él
había mencionado y siguieron buscando más preguntándole a las personas por “piedras con
dibujos de los indios” (Zapata, 2017). Lograron un registro muy completo de 34 rocas con
petroglifos y 304 motivos. Plantearon la relación de cercanía de éstos con las fuentes de agua,
su emplazamiento en terrazas y la semejanza de algunas figuras con la iconografía Quimbaya.
El trabajo de campo de estos dos estudiantes coincidió con el estudio arqueológico de la
Parcelación Caminos del Cartama donde colaboraron con el registro de los petroglifos en la
zona de trabajo.

Este trabajo lo recuerdan hoy aquellos personajes activos en el tema cultural de Támesis como
un referente clave dentro del amplio despliegue que ha venido teniendo el trabajo con los
petroglifos; sumado al estudio de Graciliano Arcila, la labor de Rodrigo Echeverri y la
administración de Juan Martín Vásquez. En cuanto al último aspecto, lo abordaremos a su
debido tiempo, cuando lleguemos a la segunda década del siglo xxi. Respecto al personaje de
Rodrigo Echeverri, lo consideran un pionero, impulsor del potencial turístico del municipio,
entendiendo además el turismo desde una postura de respeto a la naturaleza, un turismo
especializado, “sensitivo” –como lo llama él-, ecológico. En el 2009 abandona el cargo de
director de Casa de la Cultura Hipólito J. Cárdenas, y decide enfocarse en su proyecto de
empresa turística Ecocartama (Serna, 2017), con la cual atiende hoy grupos -muchos
extranjeros-, de turistas con intereses específicos culturales y ambientales.

La presencia del componente arqueológico dentro del Esquema de Ordenamiento


Territorial

Finalizando la administración de Carlos Vallejo Rendón, se realizó el estudio para el Esquema


de Ordenamiento Territorial (EOT), donde se definieron los usos del suelo para las diferentes
zonas de los sectores rural y urbano, y se plantearon las propuestas complementarias para el
futuro desarrollo territorial del municipio.

El componente General del EOT contiene el desarrollo de cuatro políticas “estructurantes” para
el municipio: 1) Calidad de vida; 2) Espacio Público; 3) el Patrimonio Cultural y el Turismo; y
4) El Desarrollo. Aparece pues, el Patrimonio cultural en este documento legal, como un
72
componente importante dentro de la planeación municipal. Ya no sólo se contemplan como
“Áreas de protección” aquellas que tienen que ver con los recursos naturales, sino también
aquellas zonas con “interés antropológico”, como lo son los petroglifos y el resguardo indígena
(EOT 2000). Se plantea como objetivo de esa tercera línea del EOT “Promover al municipio
como centro turístico y cultural del suroeste antioqueño aprovechando la riqueza paisajística y
antropológica enfocada a la preservación de éstas”. Estaba claro que el municipio se perfilaba
para aprovechar sus ventajas comparativas apuntándole a un turismo cultural, aprovechando su
patrimonio arqueológico.

También respecto a la cuarta política se plantea que la idea de desarrollo del municipio deberá
estar en “armonía con el medio ambiente”. Lo cual sienta una base importante para establecer
la defensa del territorio frente a otro tipo de actividades extractivistas. Lucha por la cual es hoy
muy reconocido el municipio. Además, se plantea dentro de este documento la necesidad de
reordenar el sistema educativo y se proponen algunas estrategias y acciones para promover el
conocimiento de la historia local, proyectos que sólo se verían realizados algunos luego de casi
diez años.

Cierra pues el siglo xx para Támesis, con un Esquema de Ordenamiento Territorial que incluía
ya el Patrimonio cultural dentro de su formulación (lo cual era exigido por la ley), con un puesto
de Dirección de Cultura dentro de la gestión pública, con dos trabajos de registro y estudio
exclusivo de los petroglifos (Arcila 1956; Zapata y Tobón 1998), con un estudio arqueológico
en la vereda El Rayo (Martínez, 1997, 1999), y con una fuerte movida de grupos culturales.

2.2.4 Comienza el siglo xxi: crisis y el rol de los petroglifos en la rehabilitación del
municipio

La crisis económica y la amenaza de la minería

Comenzando el siglo xxi el municipio sufre un déficit monetario y entra en revisión fiscal y en
ley 550. Esto no solo ocurre en Támesis sino en varios, sino en todos, los municipios del
Suroeste Antioqueño (Puerta, 2011).

La deuda al parecer era enorme “como de 3.500 millones de pesos. De $100 que le entraban a
Támesis -fruto de esa ley- $70 tenían que ir para la deuda” (J. Torres, comunicación personal,

73
23 de octubre 2016). Sin embargo, esa crisis fue el detonante para que el municipio replanteara
cómo estaba haciendo las cosas “entendimos que debíamos creer en nosotros mismos, para que
los demás creyeran en nosotros” (Torres, 2016).

Esta crisis hizo que todo el dinero destinado a cultura se cortara, eliminando incluso la
Dirección de Cultura, lo cual creó un vacío cultural respecto al trabajo de formación artística
que se estaba realizando en el municipio desde la década del ochenta

Tú le hablas a una señora de 50 o 60 años de los petroglifos y no saben qué es. Porque hay un
bache de los 40 años hacia abajo, digamos que de los 25 a los 40 puede haber una identidad muy
clara con los petros, luego hay un bache porque se dejó de hablar de esto como por diez años.
Quizá por alcaldías que no le apostaron mucho al tema. (Peña, 2017)

El municipio ha sido de tradición agropecuaria, pero a partir del siglo xxi, muy seguramente a
raíz de esta crisis local, añadiendo la crisis nacional del café y del campo, y en coherencia con
el planteamiento del Esquema de Ordenamiento Territorial (2000) se comenzaba a plantear el
turismo como una actividad de desarrollo importante para el municipio.

En el Informe de Gestión de la Administración Municipal 2001-2003 de Francisco Ospina


Zapata, se expresaba la importancia del desarrollo de la vocación turística del municipio,
teniendo “la ruta de los petroglifos, la ruta de los paisajes, los recorridos urbanos y la visita a
miradores y cascadas”, como la oferta inicial de turismo, y donde se expresa el apoyo a la
creación de una página web con el fin de promover el turismo. Cosa que se vería realizada un
tiempo después.

La Institución Educativa San Antonio de Padua estaba funcionando desde la década del noventa
bajo la modalidad de media vocacional, con énfasis en Ciencias Naturales y Educación
Ambiental. En el año 2000, entró como rector Carlos Enrique Santacruz Caicedo (quien sigue
ejerciendo como rector), y propuso crear la mediatécnica en Informática, con el aval de la
Fundación Universitaria del Oriente, siguiendo los fenómenos coyunturales del momento. En
el 2001 comenzaron a realizar la lectura del territorio para definir la modalidad a seguir

En el 2000-2001 que se hizo la lectura del territorio, me encontré que estaba dormida la parte
del turismo y la mayor parte del atractivo turístico de Támesis eran atractivos naturales y poco
culturales en la zona urbana. Entonces la primera cohorte que montamos fue de guianza turística.
(C. Santacruz, comunicación personal, 5 de mayo 2017)

74
Así comenzó a funcionar en el 2003 la mediatécnica en Turismo en la IE San Antonio. A raíz
de una encuesta entre los estudiantes, se daban cuenta que éstos no conocían su territorio y
estructuraron así la actividad que se denomina “Toma del territorio”, la cual consiste en salidas
de campo para que los estudiantes identifiquen y conozcan las diferentes veredas del municipio
(Santacruz, 2017). A través de diferentes “rutas” que se plantean, como la de los petroglifos,
del café o de las flores, los estudiantes se proponen conocer su región para saber exponerla
dentro de su enfoque académico: turístico.

La IE San Antonio ha venido trabajando en los últimos años en convenio con el SENA (Servicio
Nacional de Aprendizaje) y desde allí se definen las áreas de énfasis que la institución asimila.
“Depende de cómo vaya el mercado, define el SENA las líneas. Según lo que pidan los usuarios.
Estamos ahora haciendo el estudio para montar Gastronomía” (Santacruz, 2017). No podríamos
encontrar un mejor ejemplo para expresar el enfoque que hemos dado en este trabajo al querer
bosquejar el cambio de mentalidad en el sistema occidental, que desde la década del noventa
del pasado siglo venía configurándose con el nuevo poder asumido por el mercado económico.
Incluso en las áreas rurales como lo evidenciamos en el caso de Támesis, la educación estaba
enfocándose a “producir” en buena medida lo que el mercado. Hay que anotar que existe otra
Institución Educativa en el casco urbano que tiene énfasis en el aprendizaje de las actividades
del campo, se trata de la Institución Educativa Agrícola Victor Manuel Orozco.

En el 2003 comenzaron los trabajos de exploración minera por la región a través de la llegada
sigilosa de algunos trabajadores de empresas transnacionales, lo que causó intriga en los
habitantes de Támesis, y sin saber muy bien en un comienzo el motivo de los estudios,
comenzaron a sentir una amenaza (Molano, 2017). Cuando comenzó a sobrevolar el helicóptero
por la región, la intriga creció, se corría el rumor de que se había descubierto oro (Molano,
2017). Las sospechas fueron luego justificadas cuando la

(…) Asociación Agropecuaria de Caramanta (ASAC) descubrió que la Ley 685 de 2001 había
autorizado en 2005 la concesión de 18.000 hectáreas de Támesis a la empresa B2Gold para la
exploración de yacimientos de oro, zinc y otros metales. Después entró la Kedahda, que hacía
lo mismo con nuevo nombre. (Molano, 2017: 9)

75
Dicha Ley 685 de 2001, publicada durante la presidencia de Andrés Pastrana Arango, expedía
el Código de Minas, el cual planteaba como objetivo de interés público de la nación “fomentar
la exploración técnica y la explotación de los recursos mineros”.

Durante la administración municipal de Margarita Moncada Zapata (2008-2011), se acercaron


a Támesis algunas empresas mineras que ya estaban trabajando en Caramanta y presentaron su
propuesta de actividad minera ante el Concejo de Támesis, donde se escuchó por primera vez
hablar del Cinturón de Oro (Molano, 2017); el cual establece que los Municipios de Caramanta,
Valparaíso, Támesis, Jericó, Tarso, Pueblorrico, Andes y Jardín, constituyen una zona con altas
similitudes para la explotación minera. En el 2008 llegaron “personas extrañas” a las veredas
La Alacena, Cedeño Alto, La Betania, Rio Frío y San Pablo, quienes luego fueron identificados
como representantes de la empresa canadiense Solvista Gold y quienes estaban visitando la
zona con el objetivo de “realizar pruebas geológicas para iniciar la fase de exploración”
(Cáceres y Torres, 2012: 24). El 12 de octubre de este mismo año, se realizó una jornada de
protesta contra la presencia de estas empresas mineras, provocando la salida de dicha compañía
del municipio (Cáceres y Torres, 2012: 24 ). Támesis comenzaba a dejar en claro su postura
ante la posible entrada de empresas mineras. Por otro lado, una postura diferente seguía
consolidándose en el gobierno nacional luego de expedido el Código de minas años atrás. En
el Plan Nacional de Desarrollo de Juan Manuel Santos (2010-2014) estaba definida ya la
“locomotora minero-energética” como la cuarta instancia de desarrollo económico del país.

Si desde la voz oficial; del Estado, se seguía optando por un modelo extractivista, esa misma
voz oficial, desde la década del noventa sentenciaba la necesidad de emprender programas de
protección del patrimonio histórico y cultural. A través de la exigencia legal de estudio del
componente arqueológico para obtener la licencia ambiental en proyectos de infraestructura, la
Arqueología Preventiva (o de rescate) comenzó a ser recurrente en el país. En el 2010 se
realizaron dos estudios de este tipo enmarcados en el proyecto hidroeléctrico en la cuenca de
Rio Frío (Castro, Tabares y Restrepo 2010; Yepes, Cardona y Jaramillo 2010). Estos trabajos
supusieron la ampliación del registro de los petroglifos de la región, encontrándose así cada vez
más los habitantes de Támesis con el conocimiento que la arqueología develaba sobre el pasado
de la región, demostrando ésta el gran potencial arqueológico de la región.

76
Al término de la administración de Margarita Moncada (2008-2011), ella firmaba la ley 550, lo
que significaba que el municipio estaba en quiebra y corría el riesgo de ser liquidado como ente
territorial. Pero en el 2012 llegó un alcalde que marcaría un antes y un después para el
municipio. Se trataba de Juan Martín Vásquez, el alcalde que recibió el municipio embargado
y con seis años de plazo para pagar su deuda, y logró saldarla en menos tiempo -en los cuatro
años que duró su gobierno-, y le entregó el municipio “saneado” al alcalde actual Alexander
Zuluaga.

La administración anterior con Juan Martín, me parece que puso un antes y un después, y es
cómo en medio de la dificultad económica, en medio de la dificultad sociopolítica del municipio,
la gente se juntó a pensarse efectivamente, más que desde el tema de partidos, en una solución
para Támesis. (Ruíz, 2016)

En ese año, con nueva administración, vuelven las empresas mineras a tocar puertas a Támesis,
pero esta vez -recuerdan muchos-, la negación de la comunidad fue mucho más abrupta. Los
estudiantes “se revolucionaron” y sacaron a tomatazos y a naranjazos a los empleados de estas
empresas.

Los años 2011 y 2012 serían trascendentales para el Suroeste Antioqueño pues la comunidad
comenzó a movilizarse y a organizarse para luchar contra la entrada de la megaminería en su
territorio. Se crearon el COA (Cinturón Occidental Ambiental) como una articulación de varios
municipios del Suroeste antioqueño y en Támesis el CODEATE (Comité por la Defensa del
Territorio). A través del lema del COA “Suroeste de Antioquia. Territorio sagrado para la vida”,
estaba claro que la región tenía un objetivo en común. Su lema de combate sería “Oro no, agua
sí” 12

Esta fuerte movilización social de organizaciones campesinas, indígenas, ambientales y


sociales, articuladas bajo los principios de “autonomía territorial y dignificación del
campesino” (sitio web COA) estaba dejando en claro que el concepto de desarrollo que estaba
manejando el estado, discrepaba del concepto de desarrollo que el municipio y la región tenían.
A partir de entonces, se entendió que la problemática no era solo de Támesis sino de la región
del Suroeste. Esta coyuntura cimentaría la futura alianza que se consolidaría en el 2016 con la

12
Existen varios trabajos de grado de estudiantes de la Universidad de Antioquia, respecto a esta lucha social
contra la minería en Támesis. Ver Cáceres & Torres (2012), Bedoya (2015), Hincapié (2015).

77
creación de la figura administrativa de la Provincia Cartama, instancia administrativa usada
por primera vez en la historia de Colombia y que surgió para fortalecer una alianza regional,
cuando “ya tenemos claro que entre más juntos estemos, y más sepamos para dónde vamos,
mejor” (Torres, 2016).

A partir del 2011 se han venido realizando foros, encuentros, cabildos abiertos y movilizaciones
en varios municipios del Suroeste antioqueño, con el fin de socializar y definir estrategias para
enfrentar el problema de la entrada de multinacionales mineras a la región. La preocupación y
negativa frente a la megaminería tiene que ver con que esta actividad afecta directamente la
calidad y cantidad de los recursos naturales de la región, esencialmente del agua, lo que
estropearía los recursos básicos que sustentan la vocación tradicional agrícola del municipio.
En varios foros y encuentros se ha contado con la presencia y el apoyo de instituciones
educativas, grupos de estudio y organizaciones nacionales e internacionales, con el fin de
integrar saberes para fortalecer el debate sobre las problemáticas socioambientales que implican
la minería a cielo abierto.

El CODEATE planteó incialmente algunas estrategias para “lograr el blindaje ante los
proyectos mineros y los daños ambientales” (Cáceres y Torres, 2012: 31). Citamos aquí las
estrategias que aparecen en el trabajo de Cáceres y Torres (2012: 31) donde se evidencia este
interés por tomar la producción y el uso del conocimiento científico como un instrumento de
combate en su lucha local

o Integrar al Suroeste bajo la concepción de eje cafetero, para ser cobijada por el concepto
de patrimonio de la humanidad.
o Impulsar el estudio investigativo del arte rupestre en la zona, para finalmente iniciar un
proceso de declaratoria de patrimonio tangible de la humanidad a los petroglifos de la
región.
o Estimular el estudio investigativo en ornitología y animales endémicos de la región,
aprovechando la presencia de especies propias de la zona y en vías de extinción.

La amenaza de la minería los merodeaba -a algunos los seducía-, la minería “les estaba
respirando en la nuca” recuerdan sus habitantes. Doña Stella, quien atiende un hotel y
restaurante en el caso urbano de Támesis, recuerda que por esta época a su restaurante iban a
comer unos ingenieros, de quienes no se tenía mucha certeza de lo que estaban haciendo en el

78
municipio. Cuando ella les preguntó si su trabajo estaba relacionado con la minería,
inmediatamente reaccionaron a la defensiva, aburridos, le increparon “¿usted también nos va a
cerrar las puertas, como el resto del pueblo?”. Ella les recomendó -cuenta entre risas-, que no
“se fueran a dejar pillar, porque los linchan en este pueblo”. Recuerda también que los
ingenieros le preguntaron “¿usted sabe cuánto pagamos nosotros por un día de trabajo?”, a lo
que ella les respondió “debe valer mucho, pero ¿para qué sirve? Si la plata es un ratico y ya,
cuando no haya qué hacer ¿qué vamos a hacer la gente?” y ellos insistían “lo que ganan en las
naranjeras no alcanza para nada, nosotros les pagamos mucho dinero, y se va a dar cuenta doña
Estela que con nosotros se acaba la naranjera, ese día vamos a ver quién gana” (S. Paniagua,
comunicación personal, 9 de julio 2017)

“Todo eso (la posible entrada de la minería) y el hecho de entrar en una ley que decía que
Támesis estaba en la quiebra, hizo que la gente de acá se sintiera que estaban haciendo las cosas
mal” (Torres, 2016). Algunos hoy recuerdan este momento de crisis como una señal que les
estaba avocando a unirse para defender su territorio. Lucía Restrepo, artesana y líder social
recuerda

El Circuito Solidario nació a la respuesta de una pregunta. Yo cogí a mis amiguitos de la mesa
disque ambiental. Los que disque trabajábamos con Corantioquia, y yo les decía "tenemos la
minería en la nuca ¿qué vamos a hacer?", cualquier día me dijo uno "venga pues, ¿qué vamos a
hacer?". Y yo le dije que no sabía qué, pero que teníamos que hacer algo. Juntarnos, hacer
manifestación, plantón. Nos sentamos con otros tres o cuatro y se nos ocurrió una Vigilia.
Contábamos con cien personas y nos vinieron tres mil, cuatro mil. Lo único que sé, es que fue
un trabajo tan lindo. Yo estuve ocho días deshidratada después de eso. Nos acompañaron
muchos, no sé bien quiénes, ni cuántos. Este pueblo se vio lleno. Eso fue como en el 2012.
Luego le hicimos “El abrazo a la montaña”, que nos juntamos con otros municipios, formamos
el COA. (comunicación personal, 9 de julio 2017)

La Vigilia por la Defensa del territorio se realizó entre el 20 y el 22 de julio del año 2012, y la
jornada consistió en el ascenso de 35 personas al Cerro Cristo Rey y en la realización de un
ayuno de 24 horas que “en palabras de Herman Vergara, representante de CODEATE, se hizo
en señal de rechazo por el consumismo que propone la política neoliberal” (Citado en Cáceres
y Torres 2012: 31). El Circuito Económico Solidario de Támesis (CESTA) nació también por
esta época como una estrategia local de desarrollo económico, siguiendo los principios de

79
soberanía sobre el territorio y dignidad campesina propuestos por el COA y del CODEATE. Se
trata de una estrategia que articula a las unidades productivas y culturales de la región para
promover los productos locales.

Nuestro nacimiento se dio en medio de la lucha por la vida digna, la defensa del territorio y la
permanencia en el mismo, ante la amenaza de la llegada y consolidación eventual del modelo
extractivista minero-energético, planteado por el neoliberalismo y sus falsa corrientes de
desarrollo para determinados países de la periferia económica. Fue en el resistir desde la
movilización, cuando nos dimos cuenta que además de estas estrategias debíamos oponer a las
multinacionales y al modelo que las respalda, otras formas de ver y hacer, frente a la tierra y el
agua, no como mercancía sino como valor de subsistencia en relación directa con nuestra
identidad. (Anónimo, 2015)

Estaba claro que la región debía sustentar “otras formas de ver y hacer” que les permitiera
mantener su vocación tradicional, en resistencia a la entrada de otras formas de actividad
económica. En vista del momento difícil que pasaban los tamesinos, entendieron que tendrían
que sacar adelante su municipio, dejaron a un lado las diferencias de partidos políticos, y se
unieron para trabajar por el municipio entre todos. Dicen por ahí que los esfuerzos humanos
más loables se logran cuando se encuentra un enemigo en común a quien combatir, Támesis
tenía dos: el déficit fiscal y la minería.

Entonces muchos partidos cuando nunca se unían, se unieron a decir ‘venga, juntémonos a ver
qué sale’ y efectivamente han salido cosas muy ricas y de hecho hoy siendo una administración
conservadora desde su alcalde, porque el partido es conservador, muchos partidos le
acompañamos no solamente en la aprobación de presupuestos y de proyectos, sino en la
consecución de recursos para el municipio. (Ruiz, 2016)

Si algo ha caracterizado la lucha de Támesis, y a los municipios que componen el COA contra
la entrada de la megaminería en sus territorios, ha sido el común acuerdo entre sociedad civil y
gobernantes. La administración municipal de Támesis se ha sostenido hasta ahora en esa actitud
de rechazo frente a la minería. Así que la fuerza de su lucha ha radicado en la unión de los
actores sociales.

Fueron dos las formas de resistencia económica e ideológica que el municipio adoptó frente a
este oscuro panorama. Una fue el fortalecimiento de la economía local, a través de la

80
articulación de diferentes proyectos productivos bajo los principios de “respeto al medio
ambiente, procesos asociativos, principios de cooperación y solidaridad” (Hincapie, 2015: 75),
cuyo ejemplo es el mencionado CESTA y la segunda estrategia se refirió a la movilización del
turismo. En el fondo ambas estrategias tenían implícito el objetivo de conservar el territorio con
sus riquezas naturales y culturales, conservando así la calidad de vida de los habitantes.

El 31 de Agosto de 2012 se había aprobado el Acuerdo Municipal 009, el cual declaraba como
zona de protección especial todo el territorio tamesino y prohibía la exploración y explotación
minera de metales. En la Octava consideración, aparecían “la identidad cultural” y el tema del
Patrimonio Histórico, como ejes relevantes por los cuales, entre otras razones, habría que
proteger el municipio frente a esas actividades externas.

En el 2013, con la Ley No. 1684, ya se incluía directamente el discurso arqueológico y se


mencionaba a los petroglifos como razones valiosas por las cuales se insistía en la necesidad de
declarar y proteger el territorio como Patrimonio Arqueológico Nacional “debido a la existencia
allí del mayor número de petroglifos prehispánicos del país y de caminos indígenas
precolombinos”, además de “proyectar la inclusión de Támesis dentro de la declaratoria del
Paisaje Cultural Cafetero de la Unesco” (Hincapie, 2015: 72).

El municipio acudía ya al concepto de patrimonio arqueológico porque éste se encuentra


respaldado por la ciencia y por la ley; dos grandes mecanismos de occidente, que se estaban
usando, en este escenario para defender unos intereses locales, en detrimento de unos intereses
estatales y del ideal generalizado de progreso del sistema occidental.

En el 2012 se realizó a través de un grupo de estudiantes de antropología de la Universidad de


Antioquia, en cabeza de los docentes Alba Nelly Gómez y Víctor Antonio Martínez, el proyecto
Intervenciones arqueológicas en la cuenca media del río San Antonio, municipio de Támesis
(Antioquia). La arqueóloga Alba ya se había acercado a Támesis, respondiendo a una invitación
que le hicieron en el 2006 mientras ella trabajaba en Jericó, para revisar un sitio en el cerro
Cristo Rey, pues se planeaba allí también construir un teleférico. El sitio presentó potencial
arqueológico y se sugirió un análisis detallado, sin embargo, al no consolidarse la construcción
del teleférico tampoco se consolidó la investigación arqueológica. En el mencionado proyecto
del 2012, se tuvo como objetivo “contextualizar los petroglifos reportados para la zona media
del municipio de Támesis (Antioquia), en la cuenca media del Río San Antonio, cuyo registro

81
inicial fue plasmado por autores como Graciliano Arcila Vélez (1956), y Zapata y Tobón
(1998)” (Gómez, Palacio y Martínez, 2012: 7). Se realizaron prospecciones y excavaciones
alrededor de las rocas con petroglifos y otras zonas con potencial arqueológico en la zona
occidental de la cabecera municipal, las veredas Otrabanda, San Luis y El Tacón cerca de Rio
Frío.

De este proyecto surgió un trabajo de grado en antropología sobre los enterramientos


prehispánicos en Támesis (Dick y Godoy, 2012). Y aparecieron luego otros trabajos de grado
también de antropología de la Universidad de Antioquia (incluyendo el mío). En el 2015 se
escribieron algunos en torno al tema de la movilización social contra la minería en el municipio
(Bedoya 2015, Hincapié 2015, López y Velásquez 2009, Maya 2016).

Hagamos un énfasis en el apoyo municipal que recibieron este grupo de estudiantes del 2012,
y del que también se vio beneficiado mi trabajo de campo, a diferencia de aquél emprendido en
los años noventa por Alejandrino Tobón e Isabel Cristina Zapata en el que no recibieron apoyo
económico o logístico municipal alguno. Se trata de un creciente interés en los últimos años de
apoyar estos trabajos de investigación por parte de la administración municipal.

La llegada a la Alcaldía de Juan Martín coincidió, pues, con varios fenómenos trascendentales.
La latente amenaza de la minería, la rotunda negativa del pueblo frente a esta actividad y la
ejecución de varios proyectos y estudios de arqueología y antropología. También coincidió esta
administración con la buena suerte de que la Gobernación de Antioquia, en cabeza de Sergio
Fajardo, le estaba apostando a la educación, la cultura y el turismo, así mismo con que un
tamesino, Juan Carlos Sánchez Restrepo, estuviera en la Dirección del Instituto de Cultura y
Patrimonio de Antioquia, y además con la celebración de los 150 años de fundación de Támesis
como municipio, lo que movilizó varias actividades en torno a pensar y divulgar su historia y
por tanto sus objetos del pasado, como lo son los petroglifos.

La mayoría de tamesinos recuerda hoy a Juan Martín como un alcalde ejemplar. Durante su
período de gobierno se reformó la Casa de Gobierno; lo cual le dio una buena cara a la
Administración, se elaboró la Cátedra Municipal de Historia –realizada por el historiador Carlos
Mario Velásquez-, se realizó el Primer Seminario Internacional sobre Arte Rupestre, se
inauguró el Parque Educativo Cartama, se presentó el proyecto Turis Lab Cartama en Francia,
y se abrieron las puertas del Museo Arqueológico Cartama.

82
Respecto al proyecto Turis Lab Cartama, se trataba de un proyecto que buscaba cooperación
internacional para promocionar a Támesis como un museo abierto. El proyecto fue presentado
en Francia y elegido miembro permanente del Consejo de Administración de LEILAC el 31 de
mayo de 2013, certificando al municipio como “Territorio del mañana” (Fundación Territories
of tomorrow). Con esta acción internacional el alcalde se catapultó como un buen embajador
del municipio, apuntándole definitivamente al turismo como una alternativa frente a la crisis de
la economía campesina, especialmente la del café (Administración municipal de Támesis [Juan
Martín] (1 de junio, 2013), declarando “queremos ser un municipio agroambientalmente
sostenible, pero ecoturístico también (…) nos hemos dado cuenta que es la única manera de
reventar ese círculo vicioso de no tener recursos y no general valores agregados” (2013). Este
alcalde le apostaba a lo turístico porque estaba ya familiarizado con el conocimiento científico
de diferentes áreas y hace uso de esto como discursos auténticos y válidos a nivel mundial.
Toma no solo el conocimiento arqueológico, sino también geológico, ambiental, biológico, para
sustentar las potencialidades del municipio en todas estas áreas. En el siguiente fragmento de
su discurso mientras presentaba el proyecto Turis Lab Cartama para Francia en el 2013
verificamos esto

(…) tenemos que conservar algo que no es solo un patrimonio nuestro sino que debe ser un
patrimonio de toda la humanidad (…) con una estrategia de turismo que sea de vínculo de
muchas personas, pero que tenemos que cuidar por la fragilidad de esos intangibles que hay ahí,
en unas rocas, en más de mil rocas en esos 80 kms2, un camino prehispánico milenario, vestigios
de tres asentamientos poblacionales identificados hasta el momento, desde el siglo iv de la era
cristiana, hay otros que posiblemente sean previos, una zona con un organal con agua; el más
grande que hay en el país, parece ser que tiene posibilidades supremamente grandes descubiertas
hace poco por espeleólogos cubanos, entonces es un municipio que tiene todas esas
potencialidades. ¿Cómo lo queremos articular? A través de las tecnologías de la información y
las comunicaciones poder compartir esas potencialidades del municipio con el mundo a través
de una georreferenciación de toda la zona arqueológica, establecer unas rutas virtuales, que
podamos tener un etiquetamiento electrónico de todas las rocas y de todos los lugares de interés
que puedan ser consultados en una página web, tamesis.travel en donde cualquier turista del
mundo pueda llegar al municipio y tomarle una fotografía con su teléfono inteligente a esa
etiqueta y va a tener toda la información, ojalá en varios idiomas (…)”

83
¿Por qué un municipio no puede emprender la defensa de su territorio por el “mero” hecho de
habitarlo, lo cual es ya un factor determinante? ¿por qué debe acudir a decir que tiene el organal
“más grande”, o “muchos” vestigios de sociedades milenarias?

Juan Martin Vásquez impulsó fuertemente los dos énfasis del municipio -lo agropecuario y el
turismo-, pensando ambos ejes con un enfoque de protección del territorio, en ser “amigables”
con el medioambiente. Lo agropecuario lo quiso impulsar como agroecológico, y el turismo
como ecoturismo. A través del turismo se movilizaría más la economía del municipio, al tiempo
que se podría proteger el territorio. Dentro de su propuesta de turismo, los petroglifos fueron
un tema clave, divulgándolos como patrimonio arqueológico, pues bajo este concepto estaría
amparada por la misma ley, la necesidad de proteger y conservar el territorio que los acoge.
Esta ha sido una carta maestra del municipio. Notamos en su discurso cómo es de importante
el objetivo de “conservar” el territorio. También con esta administración el municipio se lanzó
al exterior, con la asesoría de Alexander Rueda, con pretensiones de declararse como
patrimonio de la humanidad, seguramente, vislumbrando que una declaratoria mundial pesa
más que una regional o nacional. Para emprender esta lucha política del municipio, de soberanía
sobre su territorio, tendrían que reforzar siempre con la mirada y la validación de los otros

Cuando logramos traer algunas personas acá, que saben del valor arqueológico y lo que puede
significar esto para la humanidad, pensamos que esto hay que visibilizarlo y hay que llevarlo a
que muchas personas lo conozcan, pero desde el concepto ya de lo arqueológico, de lo científico
(Rodrigo Echeverri Restrepo en archivo de video Turis Lab Cartama, 2013)

De todo este proyecto de Turis Lab y su idea de museo abierto al mundo a través de las TIC, se
ha materializado hasta ahora la creación del sitio web tamesis.travel.com, sitio administrado
actualmente por el PIT (Punto de Información Turística). Lo que se hace evidente es que a partir
del 2012 el municipio comienza a proyectarse hacia afuera como un “santuario de arte rupestre”
y de recursos naturales.

Respecto a la celebración de los 150 años del municipio, aparecieron muchas actividades y
alusiones al tema de los petroglifos, entre ellas el seminario internacional sobre arte rupestre.
No solo desde la Alcaldía había un esfuerzo por visibilizar este patrimonio, la gente estaba
también asimilando este esfuerzo y propagándolo. Se pintaron fachadas del municipio con
figuras de petroglifos, también en el desfile la IE San Antonio de Padua apareció con varias

84
comparsas dedicadas a la cultura prehispánica Cartama, al cacique Cauroma y a los petroglifos.
El componente indígena, precolombino, se estaba manifestando en las prácticas cotidianas de
la gente.

Al final de este período administrativo se redactó el Plan Decenal de Cultura de Támesis 2015-
2025 con la asesoría de ÍTAKA –Silvia Arroyave, Germán Benjumea, Édgar Bolívar Rojas y
Silvana Tobón-. Además estaba publicándose el inventario Petroglifos. Támesis-Antioquia, de
la arqueóloga Alba Nelly Gómez García (2015), con apoyo de la Fundación Ferrocarril de
Antioquia, y tomando como antecedente el trabajo que se había realizado en el 2012 con el
grupo de estudiantes de antropología. Este inventario presenta un registro cuidadoso de 93 rocas
con 613 petroglifos hallados en nueve veredas y el casco urbano.

Gracias al acercamiento entre arqueología y funcionarios públicos de Támesis, el municipio


estaba adquiriendo esa profundidad temporal tan anhelada desde la modernidad. Los hallazgos
arqueológicos, entre ellos, los más evidentes: los petroglifos, hablaban de unos asentamientos
poblacionales incluso antes “de la era cristiana”. Las palabras de presentación del Inventario de
Petroglifos por parte del alcalde de ese momento Juan Martín (2015) son muy expresivas

En más de 80km2 de nuestra extensión se nos han presentado las manifestaciones artísticas de
aborígenes que nos quieren decir algo… que nos cuentan algo. Entretenidos, quizás, por otras
riquezas como la biodiversidad, el agua, el paisaje…, no hemos dado la mirada merecida a
aquellas máscaras que pétreamente miran a los nuevos transeúntes de piel extraña. ¡Es el
momento de hacer memoria para la conciencia colectiva!

(…) Sería un crimen que la minería que nos proponen desde Bogotá, como mejor futuro,
cambiara este paisaje y acabara hasta con nuestra historia para sentirnos vergonzantes del
presente.

Sea este inventario un buen inicio para corregir el descuido, para estimular el orgullo y fomentar
la responsabilidad social. (2015: 7)

El llamado era claro, y la postura frente a la minería también. El Patrimonio arqueológico era
un camino seguro para valorar y defender el territorio. Si bien “la “Ciencia” es una forma, entre
muchas, de conocer la realidad y construir conocimiento, y algunos la han entendido como una
herramienta de poder por la cual muchos sectores políticos intentan controlarla, se estaba

85
también dejando en claro que la ciencia podía trabajar en pro de la defensa del territorio, en pro
de los intereses de una comunidad.

¿Por qué resaltar el petroglifo en este momento? ¿Por qué antes no? Creo que antes los teníamos,
los conservábamos, hasta los maltratábamos, pero en este momento la lucha de la conservación,
no solo de los petroglifos sino del territorio entero, es para que nos nombren patrimonio cultural,
para espantar las moscas que se llaman mineros, que trae deforestación, que se lleva la flora, la
fauna, el agua, el subsuelo y todo lo que usted quiera. Porque no son beneficios sino maleficios
para el pueblo.

Los petroglifos son el escudo y estos productos transformados (de CESTA) son la espada para
demostrarle al mundo entero que Támesis ha sido agrícola. Que vivimos calmados y tranquilos
y no necesitamos que otros vengan y se lleven lo nuestro. No nos interesa que vengan a robarnos.
No nos interesa que vengan a saquearnos, que nos sigan maltratando y robándonos hasta la
imagen, robándonos el pensamiento y robándonos hasta los seres humanos. (Restrepo, 2017)

El Museo Arqueológico Cartama

El 10 de mayo de 2013 fue inaugurado el Museo Arqueológico Cartama - Huellas de la


memoria y el olvido, con sede en la Casa de la Cultura Hipólito J. Cárdenas.

El proyecto de museo fue propuesto y logrado en gran medida gracias al equipo de


Arqueolombia, conformado por tres arqueólogos: Dionalver Tabares Sanmartín, Julia Munkert
y Juan Carlos Restrepo Arteaga, quienes trabajaron en el municipio en el proyecto de la
Hidroeléctrica de Rio Frio y en la excavación de una tumba “tardía” en predios de los Vallejo.

Así lo recuerda quien fue por nueve años el Director de la Casa de la Cultura, Francisco Javier
Serna Zapata

Unos amigos que se acercan, estaban haciendo unos estudios de prospección arqueológica en la
microcentral de Rio Frio, estuvo ahí al frente un arqueólogo-antropólogo, que es Dionalver
Sanmartín, con Arqueolombia. Llegó un día a la Casa de la Cultura para que le prestara un
espacio para difundir lo que se estaba haciendo. Entonces surge una pregunta, aquí tenemos un
material cerámico, unas vasijas, que la comunidad misma ha entregado, entonces la propuesta
en ese momento fue presentar un proyecto para montar una exposición permanente y la
adecuación de un espacio (Serna, 2017)

86
Sembrada la inquietud, el grupo Arqueolombia redactó el proyecto que se postularía para la
convocatoria del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia en la Línea 6: Fortalecer los
museos, archivos, bibliotecas patrimoniales y/o centros de memoria a nivel local, finalmente
fue aprobado el proyecto, adjudicándole 30 millones de pesos. Durante el plan de gobierno
departamental de Sergio Fajardo Antioquia la más educada (2012-2015) se realizó una alta
gestión en museos municipales, desde montajes, guiones, renovaciones e inventarios. Otros
museos arqueológicos creados y beneficiados fueron los de Marinilla (40 millones), Fredonia
(casi 50 millones), Amalfi (36 millones), renovación sala Arqueológica en Sonsón (casi 47
millones), Museo MAJA en Jericó (40 millones), y también gracias a estos proyectos, se montó
la Sala de Antropología del Museo Universitario de la Universidad de Antioquia13

Se aprovecharon las piezas arqueológicas que ya poseía la Casa de la Cultura, se sumaron los
materiales hallados en el proyecto que la misma entidad -Arqueolombia- había ejecutado para
la central hidroeléctrica de Rio Frio, y otras piezas de coleccionistas privados (Carlos Vallejo
donó gran parte de lo que tiene el Museo). El arqueólogo Dionalver donó varios objetos
recuperados de su trabajo arqueológico en Santa Rosa de Cabal y el Cerro el Volador, debido a

Fotografía 3 – Piezas arqueológicas de colección privada. Fotografías suministradas por: Dionalver Tabares

13
Tomado de https://pt.slideshare.net/culturantioquia1/museos-para-contar-nuestra-historia-en-antioquia-la-ms-
educada

87
que ninguna otra entidad pudo responsabilizarse del almacenamiento de esas piezas (D.
Tabares, comunicación personal, 3 de julio 2017). Estos objetos se exhiben hoy allí, sin
especificar su procedencia. Esta es una de las falencias actuales del museo, la
descontextualización de los objetos presentados. También se contemplaba la idea de exhibir
unas piezas fruto de saqueo furtivo de tumbas en la vereda Rio Frío, donde recuerda Dionalver
que él mismo se había puesto en la labor de convencer a uno de los guaqueros -fueron dos- para
que donara unas piezas halladas al museo, argumentándole que al proceder éstas de un lugar
sagrado indígena no debieran ser valoradas comercialmente, sino más bien apreciadas por la
comunidad actual por su valor histórico, finalmente lo convenció, pero las piezas no se
exhibieron (Fotografías 5 y 6).

Diez años antes, un estudiante tamesino de Antropología de la Universidad de Antioquia, había


presentado como trabajo de grado un guion para crear un Museo arqueológico en Támesis, con
la propuesta de “hacer un recorrido histórico por los dos grupos humanos más sobresalientes
del Valle del Río Cartama, los Cartama y Caramanta” (Duque, 2003, resumen). Con la intención
de

(…) crear un espacio que ayude a la comunidad de Támesis a encontrar y valorar su pasado más
remoto y sus referentes materiales, y que el público pueda conocerlos y entrar en comunicación
con ellos. Y a través de su escenificación y ambientación, sean poseedores de mensajes (Duque,
2003, resumen)

En este trabajo se realizó la identificación y el registro (descripción y fotografía) de piezas


arqueológicas que se encontraban en la Casa de la Cultura y de algunos coleccionistas privados
“la mayor parte correspondiente a vasijas cerámicas, líticos, volantes de huso y gran cantidad
de fragmentos cerámicos” (Duque, 2003, resumen). Se realizó la identificación y registro de 45
piezas arqueológicas que pertenecían a la Casa de la Cultura Hipólito J. Cárdenas, se anexó
además el material arqueológico recuperado en el proyecto de Arqueología Preventiva realizado
por la Corporación GAIA para el proyecto de Parcelación Caminos del Cartama en la vereda
El Rayo, y se elaboró el registro de otras piezas de coleccionistas privados. En total se
obtuvieran 87 fichas, 22 se encuentran en el trabajo de grado, pero el resto de material no
aparece. Lo cual nos hace cuestionarnos por la distribución y circulación de los productos
académicos. Este trabajo no fue tenido en cuenta por la municipalidad en su época, tampoco se

88
encuentra una copia de este trabajo de grado en la Biblioteca. Esta iniciativa de museo
arqueológico habría de esperar diez años para que el encuentro de diferentes factores permitiera
que el municipio le apostara y creyera en este tipo de mecanismos culturales. Parece una
tendencia esto de plasmar ideas y proyectos en el papel y ejecutarlas al cabo de una década.

Fotografía 4 - Hallazgo arqueológico. Fotografías suministradas por: Dionalver Tabares

89
2.3 LEYENDO A LA POBLACIÓN ESTUDIANTIL

Como consecuencia del vínculo que se había estado alimentando con la Universidad de
Antioquia desde el 2012, y teniendo como precedente materializado el inventario de los
petroglifos realizado en 2015, fue también con la Universidad de Antioquia con quien el
municipio desarrolló en el 2016 el proyecto Formación sobre el patrimonio cultural de
Támesis, Antioquia - el arte rupestre, logrado gracias a la convocatoria de iniciativas de
patrimonio del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia en el año 2015. Gracias a la
arqueóloga Alba Nelly Gómez pude hacer parte de la ejecución de este proyecto donde
desarrollé también gran parte del trabajo de campo para esta investigación.

El proyecto quería seguir el camino emprendido por el municipio en cuanto al reconocimiento


y difusión sobre su patrimonio cultural, encaminado además a formular un Plan de Manejo
Arqueológico (PMA), el cual estaba siendo muy anhelado por parte de la administración
municipal.

Uno de los objetivos principales del proyecto fue la entrega del inventario de Petroglifos en las
instituciones educativas de las veredas allí registradas, por tanto, se definió que la población
más conveniente para trabajar el proyecto sería ésta, la población estudiantil del casco urbano
y de las nueve veredas donde se registraban hasta ahora petroglifos según la publicación del
último inventario (Gómez, 2015). Juliana Montoya y yo –ambas estudiantes de antropología,
en ejecución de trabajo de grado y asesoradas por Alba Nelly Gómez- fuimos las encargadas
de diseñar e implementar los talleres a realizar.

El proyecto se ejecutó en la segunda mitad del 2016 y contó con la participación de más de 280
niños y jóvenes de las diferentes instituciones educativas. Las veredas que se trabajaron, además
del Casco Urbano, fueron: El Rayo, San Luis, Pescadero, El Encanto, Otrabanda, El Líbano, El
Hacha, San Isidro, El Tabor. También trabajamos en la vereda Corozal, aun cuando en el
Inventario del 2015 no se encontraba registrada con petroglifos, el concejal Sergio Ruiz nos
mencionó el descubrimiento de unos petroglifos en dicha vereda, por lo cual quisimos incluirla
con un recorrido y charla con los estudiantes de allí.

90
Los talleres que realizamos los denominamos Jornadas Arqueológicas y buscábamos conversar
con los niños y jóvenes sobre lo que es la arqueología, el pasado, y sobre los petroglifos. La
metodología que decidimos seguir Juliana y yo, fue de diálogo de saberes, o bien, una
metodología constructiva. Estábamos muy interesadas en saber qué entendían, qué se
imaginaban los niños al hablarles del pasado, o de historia, y por supuesto, queríamos conocer
sus perspectivas sobre los petroglifos. Lejos de aparecer ante los estudiantes como “expertas”
en un tema, quisimos mostrarnos atentas y ansiosas por escuchar sus conocimientos y
pensamientos.

Inicialmente queríamos que las Jornadas Arqueológicas se realizaran en dos días para cada
institución educativa. Un día dedicado a conversar y dibujar, y otro día dedicado a recorrer el
territorio en torno a los petroglifos. Pero por cuestiones logísticas, solo pudimos trabajar un día
en cada institución educativa, y la propuesta de los recorridos fue anulada, pues se debía seguir
un proceso burocrático muy aparatoso.

La estructura del taller consistía en presentarnos, y simultáneamente preguntarles que creían


que era la antropología y la arqueología. Luego pasaríamos a realizar una actividad de dibujo
sobre cómo se imaginaban el pasado del territorio hace “muchos, muchos años”. Como opción
b, se proponía que realizaran un dibujo ubicando su escuela y su casa y referentes espaciales
para ellos. Queríamos primero escuchar y conocer qué ideas tenían los niños sobre el pasado,
para luego hablarles nosotras desde el discurso académico -sin ser muy académicas en el tono-
, expresarles lo que hace la disciplina arqueológica.

También teníamos una propuesta de juego que nombramos Descubriendo el tesoro. La


dinámica consistía en armar dos grupos, cada uno escondía un “tesoro” que nosotras les
entregábamos (se trataba de alguna réplica de cerámica indígena, una máscara pequeña, piedras,
y cosas por el estilo, envueltas en papel periódico), debían dejar unas pistas para que el otro
grupo buscara el tesoro. Algunos optaban por hacer un mapa, otros por escribir adivinanzas.
Tanto el juego, como la actividad del dibujo, fueron actividades muy bien recibidas por los
niños y jóvenes. Según el grupo con el que íbamos a trabajar, el orden y las actividades variaban
un poco.

Como material de este proyecto se elaboraron un vídeo y una cartilla (los cuales se anexan en
el disco) donde se quería plasmar el trabajo realizado con la comunidad, contando a la

91
comunidad acerca del proyecto, publicando algunas fotografías y hablando de algunos
conceptos básicos que se trataron con los estudiantes, además de tener en cuenta la visión de
ellos sobre estos conceptos.

En otra visita al municipio en el 2017, nos enteramos de que una profesora de la Institución
Educativa Víctor Manuel, había comenzado el programa de su curso –Artística- con el tema de
los petroglifos, y justamente hacía uso de la cartilla que habíamos realizado el año pasado.

Lo que sigue se trata de la lectura que a grandes rasgos realicé durante los talleres en los Centros
Educativos Rurales de Támesis, mientras realizábamos las Jornadas Arqueológicas, del
proyecto Formación en Arte rupestre – Támesis en el 2016.

Los Centros Educativos Rurales (CER), a excepción de El Rayo, donde hay un gran número de
estudiantes; aproximadamente 60, y de San Isidro, Pescadero y San Luis que cuentan con 30 y
38 estudiantes, tienen casi siempre grupos pequeños, con menos de 20 estudiantes, y algunos
cuentan con tan solo 10 estudiantes (El Tabor), por lo que un solo profesor es el encargado de
la enseñanza de todos los estudiantes, según el grado al que pertenezca. Es decir, debido a la
baja cantidad de estudiantes, en los CER todos los niños y jóvenes estudian en el mismo espacio,
pero según el grado al que pertenezca trabaja con la cartilla educativa de dicho grado y con los
contenidos y tareas respectivas. Es importante señalar esto porque implica una relación durante
este proceso de formación inicial entre niños muy pequeños y adolescentes.

2.3.1 Hallazgos a modo general

Fue curioso notar cómo por lo general, el espíritu del grupo de estudiantes respondía al espíritu
del docente. Por ejemplo, en el caso de Pescadero, la profesora Lucelly Pineda es una profesora
que además de llevar más de treinta años en la institución educativa, es muy activa, se le nota
el gusto por el trabajo con la comunidad, se interesa por sus estudiantes, tanto, que fue la única
profesora que extendió la invitación de las Jornadas que realizamos, a los padres de familia, y
también la única que pidió los trabajos de dibujo de sus estudiantes, para exhibirlos en la
cartelera de la institución. Así mismo, los estudiantes eran muy activos y atentos.

En realidad todos los niños y jóvenes son muy activos, a excepción de los adolescentes, que
parecen tan apáticos frente a casi todo.

92
En estos CER cuentan como guía educativa con los libros de Nueva Escuela, proporcionados
por el Ministerio de Educación Nacional, pero es finalmente el docente quien dirige y debe
contextualizar los contenidos allí plasmados. Al estar supeditado esto a la voluntad de una
persona –el docente- el resultado podrá variar mucho, y así, si un profesor tiene interés en el
tema histórico se podrá ver reflejado en su trabajo con los estudiantes, así mismo, la apatía
también se verá reflejada. Además varios profesores no son del municipio, algunos son de otro
departamento incluso, por tanto, esta labor de contextualizar los contenidos educativos, al
quedar en manos del mero docente, que no siempre es oriundo de la región, en ocasiones no
podrá llevarse del todo bien.

El programa Nueva Escuela según el Ministerio de Educación Nacional es

Un modelo educativo que permite ofrecer primaria completa en escuelas multigrado con uno o
dos maestros, integra de manera sistémica, estrategias curriculares, comunitarias, de
capacitación, seguimiento y administración donde se promueve el aprendizaje activo,
participativo y cooperativo y se fortalece la relación escuela – comunidad. (sitio web Ministerio
de Educación)

Dentro de la zona rural, no figura la historia como un tema de fuerte o mediano interés por parte
de los alumnos, porque tampoco lo es para los profesores. Por ejemplo, en conversación con
los profesores, notamos que en ninguna vereda utilizan la Cátedra Municipal de Historia como
un documento guía. Incluso el rector de la Institución Educativa San Antonio de Padua, el
señor Carlos Santacruz, nos decía que no consideraba que la Cátedra Municipal se trabajara
dentro del lineamiento educativo, pues terminarían necesitando una cátedra por cada grado,
decía él. El cree que la transversalidad la debe dar cada docente, pero contrario a esto, se insiste
en que más allá de la voluntad y el interés de un docente, deben existir mecanismos
institucionalizados, de largo alcance, que fomenten el aprendizaje y sobre todo la curiosidad de
los jóvenes por conocer ciertos temas, de índole histórica, por ejemplo, intereses que no nacen
espontáneamente en los niños.

Tanto el Centro Educativo Rural de Pescadero y el de San Luis, son apoyados por la Fundación
Fraternidad Medellín. Esto ha implicado que estos dos centros educativos tengan mucha
atención no solo por parte de esa Fundación, sino también de otras. Reciben visitas casi a diario,
lo que a veces dificulta que puedan desarrollar el programa educativo correspondiente. Este

93
apoyo de Fraternidad, también implicó un cambio en la infraestructura de las dos escuelas. Se
demolieron las dos casas antiguas –la de San Luis era una casa muy antigua, hecha en
bahareque, contó la profesora Sandra Guzmán- y se implantó una construcción de tipo moderno.
De hecho, la mayoría de las escuelas reformadas por esta fundación Fraternidad tienen el mismo
estilo de apariencia física.

Curiosamente, en estos dos Centros Educativos beneficiados por la Fundación Fraternidad, se


encuentran dos profesoras muy activas y entusiastas con los chicos. Son además, niños muy
activos también.

Este es un resumen de algunos puntos clave observados en el trabajo con los niños y jóvenes
de las instituciones educativas, tanto del casco urbano como de la zona veredal a modo general

• Hay marcadas diferencias entre la educación, la visión y los conocimientos en el casco


urbano y entre veredas. Por ejemplo, en las veredas no saben casi nada sobre los datos
de fundación del Municipio, datos que sí se los han recalcado a los estudiantes del casco
urbano y en general allí la gente tiene más nociones sobre este tema.
• No sabían qué era la antropología ni la arqueología. Para muchos, era la primera vez
que escuchaban los términos.
• En cada grupo encontraba uno o un par de niños que se interesan por temas poco
comunes, como biología, evolución, o civilizaciones antiguas.
• Les gusta mucho las imágenes, los dibujos, verlos y también hacerlos.
• El tema indígena es algo lejano para ellos, en tiempo y espacio. Muchos parecen no
saber o recordar que en el municipio hay un resguardo indígena.
• Da la impresión de que el mundo de los estudiantes de las zonas rurales está limitado
casi que a su vereda. Aunque en ocasiones van al casco urbano, notamos que muchos
no conocen por ejemplo la Casa de la Cultura del municipio, y al realizar dibujos sobre
sus lugares o espacios habituales, solo ubican la escuela y la casa, por supuesto está el
paisaje, con montañas y algún río.
• Los niños traslapan tiempos y espacios, además tienen muchas preguntas. ¿Existieron
realmente los dinosaurios? ¿Existieron los indígenas? ¿Existen los extraterrestres’

94
• El tema de los dinosaurios les llama mucho la atención. ¿Por qué les llama más esto la
atención que los indígenas, por ejemplo? Tal vez tenga que ver con que hay más
películas, juguetes, y referentes didácticos sobre este tema que sobre el indígena.
• Las películas y la televisión son un fuerte referente para ellos. Películas como La era de
hielo, o Tadeo el explorador, nos sirvieron como referentes para tratar con ellos el tema
del pasado.
• También al nombrar sus grupos para el juego o el dibujo, se notaba la influencia de la
televisión, como del programa El desafío, y de las últimas series que tratan el tema del
narcotráfico en el país, eligiendo nombres como Los narcos, La familia Escobar, Las
bandidas. También recurrían los niños a utilizar nombres de equipos de futbol o
referentes deportivos.
• En un taller vimos la película Los Croods, que trata de una familia prehistórica, fue muy
entretenida y productiva para los chicos. Se debe seguir explorando el trabajo con este
tipo de medios, como efectivos para despertar el interés por temas que naturalmente no
les atrae.

2.3.2 Su percepción sobre el pasado y el tiempo

• Hubo que especificar la noción de pasado para trabajar con ellos, pues no tenían una
percepción de profundidad temporal (propia de la arqueología), así que nos decidimos
por usar la expresión –cual inicio de cuento infantil- de “hace mucho mucho tiempo”.
• Al hablar del pasado lejano se remiten a indígenas y dinosaurios. En los dibujos sobre
ese Támesis de “hace mucho mucho tiempo” aparecieron frecuentemente la figura del
indígena, chozas, montañas, ríos, el cielo, también varios hicieron casas con la cruz
cristiana. Muchos dibujaron también petroglifos (Ver el anexo de la cartilla donde hay
algunas fotografías).
• El imaginario de indígena era casi el mismo en todos los estudiantes: de taparrabo,
flecha, tocado, con chozas de paja y asociados al fuego y a otros animales. Esto
demuestra la visión mítica, estática, invariante del indígena que imaginan, (Londoño W,
2003), imagen que de hecho se tiene en el país, al conglomerar todo el mundo indígena
precolombino en un solo paquete o etapa pre – conquista europea.

95
• Los niños no tienen un marco temporal muy amplio. Al hablar del pasado se imaginan
hace 100 años o menos. Para ellos “hace mucho tiempo” se refiere por lo general como
a mil novecientos algo. La cronología no es muy relevante para ellos.
• Los profesores aunque todos manifiestan que es importante conocer el pasado, para
poder saber quiénes somos, no se ve reflejado ese interés en los estudiantes. Aunque en
algunas veredas se ha hecho un trabajo de reconstrucción histórica de la vereda,
preguntándole a los mayores por esos relatos. La historia no va más allá de los abuelos,
en este sentido, solo es historia aquello que es memoria, definida ésta última como “el
recuerdo de un pasado vivido o imaginado” según Pierre Nora. Por esto lo indígena no
hace parte de la historia porque no están los indígenas vivos para relatarla.
• Un tema que está explicado en los libros de Nueva Escuela, y que es tan recurrente y
paradigmático dentro de la educación, como lo es el “descubrimiento de América”, en
las zonas rurales al preguntarles por este tema, decían no saber nada, muchos ni siquiera
habían escuchado el nombre de Cristóbal Colón.
• En una vereda especialmente, San Luis, en los dibujos sobre el pasado, apareció
frecuentemente la figura de los dinosaurios. Superponen períodos temporales, así
aparecen estos animales jurásicos conviviendo con indígenas por ejemplo.

2.3.3 Relacionado con los petroglifos y otros objetos arqueológicos

• Muchos han visto al menos un petroglifo en persona, y en algunas veredas como El


Rayo y Pescadero les han hablado mucho del tema y han realizado recorridos con los
profesores. Sin embargo, en algunas veredas como El Hacha, no tenían conocimiento
del tema (incluyendo al profesor), quien hasta la socialización de este proyecto realizada
en 2016 no sabía qué eran.
• En la mente de varios niños, sobre todo de la zona rural, está la idea de asociar los
petroglifos con oro o guacas.
• Tienen interiorizado en el casco urbano, y algunas otras veredas donde se ha tratado
mucho el tema de petroglifos, como El Rayo y Pescadero, el cuidado de los petroglifos,
pero como normas mecánicas. Nadie cuestiona el hecho de protegerlos tanto, aceptan
que esa es la norma y ya.

96
• Muchos, los más grandes, ven los petroglifos como un gancho turístico, en especial los
estudiantes del Casco urbano. Los de la vereda no hablan tanto de este objetivo.
• Casi todos los jóvenes han tenido contacto con material arqueológico, sin ellos ser muy
conscientes del valor histórico de esto. Han encontrado enterramientos, vasijas, etc.
Algunos lo que hacen al encontrar algo, es volver a enterrarlo. Cuentan estas anécdotas
con mucha naturalidad, y solo las cuentan si uno les pregunta si han encontrado cosas
de este tipo.
• En la mayoría de las veredas nunca habían recibido visita externa para hablarles sobre
los petroglifos. Muchos, los más pequeños, escuchaban por primera vez la palabra, y les
causaba mucha dificultad pronunciarla, terminando por decir: jeroglífico o petroglifico.
• Algunos relacionaban grabados contemporáneos, figuras como el escudo del nacional,
como si fueran petroglifos. Esto fue un choque conceptual, pues no sabía cómo
exponerles que aquello que fuera prehispánico tenía mas valor, por una mera obsesión
temporal, que lo contemporáneo.

97
2.4 LEYENDO A LA GENTE DE TÁMESIS

Se despliegan aquí las ideas y conceptos más representativos, producto del estudio del trabajo
de campo durante todo el acercamiento al municipio, ya no concibiendo únicamente -como en
capítulos anteriores- el trabajo realizado con la población estudiantil (capítulo 2.3), o las
conversaciones con personajes claves en el tema cultural del municipio (capítulo 2.2), sino
teniendo en cuenta todas estas percepciones sumadas a la percepción de los habitantes de
Támesis a un modo más general.

Se logró esto a través de observación participante, conversaciones y sondeos con personas


seleccionadas al azar, con la intención de preguntarles qué pensaban sobre los petroglifos, saber
si los conocían, hace cuánto creían que los habían realizado. También indagaba en ocasiones si
sabían la fecha de fundación del municipio y hace cuánto tiempo creían que habían llegado los
primeros pobladores a la región; tenía en cuenta
cuatro ejes fundamentales que guiaban la forma
de acercarme y entender las respuestas de la
comunidad (Figura 1) . Se realizó una encuesta
bajo dos modalidades o etapas. La primera se
trataba de una encuesta “larga” enfocada a
población estudiantil, profesores y funcionarios
públicos (Anexo 1). Finalmente, solo se
consiguieron 12 encuestas de estudiantes, 3 de
profesores, y 2 de funcionarios públicos. Por
esta razón se planteó una segunda opción de
encuesta más “breve” (Anexo 2) la cual fue
respondida por 17 personas entre jóvenes y
adultos que fueron escogidos al azar; también
Figura 1 – Indicadores para analizar en el trabajo de campo
algunas de las preguntas de estas encuestas
fueron realizadas en el sondeo que realizaba. En la figura 1 se sintetizan las preguntas que
orientaron las encuestas y los sondeos con el fin de analizar la relación entre el imaginario
colectivo de los tamesinos sobre el pasado, y los objetos arqueológicos -los petroglifos-.

98
2.4.1 La inquietud por descifrar las figuras

El interés por comprender el significado de imágenes antiguas es un interés generalizado,


diremos, popularizado. De las primeras preguntas que aparecen cuando llega un arqueólogo o
antropólogo de visita a Támesis para conocer sus petroglifos, es ¿qué significan esos grabados?
No hay respuesta certera para esto. Un baño de desencanto cae sobre el que pregunta, como
sobre el que responde. Por ahora -tal vez nunca-, sabremos qué querían decirnos exactamente
esos antiguos pobladores con esos grabados. Tampoco sabemos en qué momento o quiénes los
hicieron. Nuestra brecha no es solo una cuestión temporal, sino esencialmente, cultural.

Pero la imaginación de la gente ya ha definido ciertos significados para algunas figuras. Incluso
circula un trabajo audiovisual en el que se realiza una interpretación de la iconografía desde
una lectura cosmológica, argumentando que se trata de escritura en Senzar14. Además,
curiosamente afirma apoyarse en el libro de Petroglifos (Gómez, 2015) y contar con la
colaboración de la Facultad de Antropología de la Universidad de Antioquia, lo cual es un
síntoma de la necesidad de apoyo argumentativo desde el discurso científico y académico.

Volviendo a los significados comunes que se les han dado a algunos petroglifos, encontramos
que la espiral la asocian con la vida, y la maternidad –significado que ha sido difundido también
en algunos textos- aunque unos niños, en una vereda, la veían como una serpiente, otros, como
un caracol. Aquí notamos como la ausencia de referentes académicos hace que los niños lean
las figuras en un sentido diferente, de asimilación a la naturaleza, por ejemplo.

Para muchos, los símbolos que aparecen en los petroglifos significan fenómenos o elementos
naturales “Uno significa la maternidad, otro significa el ser humano, una espiral significa el
ombligo, otros significan el sol, la luna, las estaciones de la luna. Otros significan los animales,
la alimentación, las nubes, el agua” (Restrepo, comunicación personal, 2017)

14
Aparecen en la cuenta de Youtube de “Juan Guillermo Yepes” y este mismo material circula en un dvd titulado
“Petroglifos de Támesis. Análisis simbólico y cosmológico”

99
La representación de tres seres (figura 2) la refieren a la familia. Para otros, muchas de estas
figuras son representaciones de alienígenas, como la que se encuentra en la roca número 85 del
inventario de Petroglifos de 2015 (Figura 3), la cual fue además noticia en prensa digital,

Figura 3 - Roca No. 85 (Gómez 2015) Fotografía s Figura 3 – Roca No. 49 (Gómez 2015)
tomadas de: Zapata y Tobón, en rupestreweb.com
comenzando así “En una roca de El Rayo hay un
extraterrestre. Ha estado ahí por cientos de años,
tendido bocarriba, mirando el firmamento y en
este, tal vez un sitio en el indefinido donde, según
sus cálculos, debe quedar su casa” 15.

Otra figura de la cual han salido diversas


Figura 4 - Roca No. 15 (Gómez 2015)
interpretaciones se trata de la figura 4 aquí presentada. Varias personas afirman que se trata de
una representación de los ovarios de la mujer, por lo que la asocian con la maternidad, pero
también otros definieron su interpretación más como una planta de maíz. Hay que decir que esa
misma figura se encuentra representada en iconografía Quimbaya y que es ésta además la única
roca que se encuentra señalizada, aunque ya no se lee muy bien la información.

Lo que parece más recurrente, en especial en la zona rural, es la asociación de estas figuras a la
presencia de guacas o entierros indígenas, y alrededor de varias piedras de estas han cavado
estos buscadores de tesoros. De hecho, en algunas excavaciones que se han realizado cerca de
los petroglifos sí se han encontrado restos de tumbas indígenas. Algunos creen que las figuras
son mapas que llevan a tesoros, otros dicen que se trata de marcadores especiales, la mayoría

15
La nota se titula “Petroglifos de Támesis hablan de un pasado remoto” y fue publicada el 28 de agosto de 2016, en
www.elcolombiano.com

100
piensan que estas inscripciones eran la forma de comunicarse de los indígenas, que contaban
historias a través de ellas. Muy pocas personas asocian esto a ritos sagrados o al ámbito
religioso, de hecho, esta explicación no aparece nunca ni en los niños, ni en los jóvenes ni en el
ciudadano “de a pie”.

2.4.2 El sentido de los petroglifos para los tamesinos: identidad y territorio

En Támesis encontramos que la clase de personas “intelectuales” y “gestores culturales” es una


muy amplia y además activa. Diremos que esta clase está relacionada también con el sector
educativo y la administración pública y han sido estos actores culturales y políticos quienes han
tomado a los petroglifos como un blindaje en la lucha por la defensa del territorio. Afirmo esto
porque al preguntar casualmente a otros habitantes “de a pie” por el tema, no responden siempre
con el ímpetu del discurso con el que sí responde este grupo de personas líderes. Así que, en la
cotidianidad del campesino, puede que estas rocas sigan siendo rocas con dibujos, sin la
trascendencia del valor histórico o científico que desde la administración o desde movimientos
sociales se les está dando para emprender la lucha contra la minería.

¿Qué significan los petroglifos para usted?

LUCHA CONTRA LA MINERIA


TURISMO/VALORAN LOS DE AFUERA
RIQUEZA DEL MUNICIPIO
NO SON IMPORTANTES O NS
LEGADO DE LOS ANTEPASADOS
HACEN PARTE DE NUESTRO PASADO
CONOCER LA HISTORIA
FORMA DE EXPRESIÓN DE LOS ANTEPASADOS
ESPECIALES
HAY QUE CUIDARLOS
REPRESENTAN LA CULTURA INDIGENA
CUENTAN HISTORIAS DE LOS ANTEPASADOS/INDÍGENAS
POSIBILIDAD CONOCER EL PASADO
BONITO
ANTIGUO

n respuestas 0 2 4 6 8 10

Figura 5 – ¿Qué significan los petroglifos para usted? Resultados de la encuesta aplicada a personas al azar dentro del casco
urbano de Támesis y la vereda San Luis. La mayoría fueron estudiantes y la única respuesta que se refiere a la lucha contra
la minería fue de un integrante de CESTA.

101
En el casco urbano casi todo el mundo ha oído hablar sobre los petroglifos, y a modo general
piensan que se trata de algo bonito que dejaron los indígenas (a veces los mencionan como
antepasados, pero es algo más de discurso que de sentimiento), también manifiestan sentir amor
y cariño por los petroglifos, “Estoy en Támesis desde hace veinte años, y no hablaban tanto de
los petroglifos. Ya estamos enamorados de ellos” dice un transeúnte al que le pregunto por el
tema; no es común que salga el tema de la defensa del territorio a través de este patrimonio
arqueológico (Figura 5), a no ser, que se trate de personas allegadas a movimientos o grupos
sociales como caminantes ACATA, CESTA, o CODEATE. También noté que algunas personas
mayores de 40 años que no están involucradas en este tipo de grupos o actividades del
municipio, nunca han conocido en persona los petroglifos, aunque sí han oído sobre ellos y
hasta sienten que los quieren.

Comprobamos así grandes diferencias entre generaciones y formación educativa. Los jóvenes
hablan con más propiedad del tema y están influenciados por algo del discurso académico,
hablan por lo general del valor histórico, en cambio personas más adultas encuentran los
petroglifos como algo bonito, pero de lo que no conocen mucho, además muchos adultos
(mayores de 50) no utilizan casi la palabra petroglifo, sino más bien piedras o dibujos indígenas.

Se encontraron fuertes diferencias también entre la divulgación y la sensibilización que se ha


logrado en el sector urbano frente al sector rural. Dentro de este segundo ámbito, falta aún
mucho trabajo de divulgación. Y se aclara que la mayoría de estas observaciones, se inscriben
dentro del contexto del casco urbano, donde el tema ha cobrado tanta resonancia y popularidad.

Aparecen los petroglifos constantemente en el espacio público (Ilustración 3); en las fachadas
de las casas, en la decoración de locales comerciales, talladas en el cemento de las aceras, en el
parque, también se ha aprovechado su representación gráfica como imagen de productos
artesanales, en souvenires, joyería, ropa. Los petroglifos, desde hace unos años se han vuelto
omnipresentes, cada vez más aprovechan su iconografía, popularizándose como signo que se
repite, algunos dirán –incluso tamesinos- “sin mucho contenido” de fondo, sin entender
realmente su significado. Pero ¿acaso no es significativo el mero hecho de ser repetitivo, el
hecho de aparecer representado en tantos espacios y objetos?

102
Ilustración 3 - El uso constante de representaciones gráficas de petroglifos en el espacio público

103
“La gente lo pone en las fachadas, aun dentro de la casa, lo utilizan como un referente de
Támesis, pero sin saber el sentido del petroglifo. Sabemos que allá hay muchos petroglifos y
que Támesis se distingue por eso, pero no sabemos nada más” docente CER

--

“Pero me da mucha tristeza, porque usted va a una casa y ve el petro pintado en una casa y les
pregunta ¿qué significa esto? y resulta que nada. Lo hacen por el mero visaje. Lo mismo en los
restaurantes. Lleno de petros en la mesa, en manteles, pero les preguntas qué es eso y tampoco
saben. Entonces ¿por qué lo hacen? Por la maldita avaricia que quieren que el pueblo sea
turístico, entonces todo lo que tiene el pueblo lo quieren explotar, y me da rabia que quieran
explotarlo visualmente y no culturalmente. Eso me parece ilógico. La idea es que si viene gente
uno pueda hablarles con propiedad de qué son esos petroglifos. Me parece que debieron al
menos ponerle debajo de cada petro en las fachadas lo que creemos que significa”, Artesana.

--

“Cuando yo veía eso en las fachadas yo me decía "esta gente no debe saber qué es eso". Lo
ponen porque la administración municipal les da la pintura. Sí ponen esas figuras ahí, pero ¿qué
representan esas figuras? ¿Cuál es el valor simbólico”, Antropóloga.

Cuando algunos se lamentan por la ausencia de contenido o significado, se refieren a uno de


tipo científico. Pero nadie tiene, por el momento, el contenido “objetivo”, “verdadero” –
refiriéndose a aquél científico que se toma por “verdadero”- para llenar estos petroglifos. Ni
siquiera aquellos que se especializan en estos temas saben cuándo se hicieron, ni quiénes,
mucho menos qué querían decir exactamente con ellos. Pese al enigma que representan para
nosotros, no significa que no puedan ser apropiados, resignificados.

***

“Todos necesitamos puntos de agarre, así sean mentiras” Carlos Mario Velásquez

Se sintió durante el trabajo de campo una preocupación respecto a la juventud, se hablaba de


crisis por problemas de adicción a drogas, deserción escolar, embarazos a muy corta edad y
suicidios. Respecto a esta crisis, que algunas la nombran como falta de identidad otros como
identidad volátil, o líquida, debemos recordar que siempre el sujeto y la comunidad necesitan
de puntos de agarre, como lo menciona el historiador tamesino Carlos Mario, y los petroglifos

104
se han convertido en un punto de agarre fundamental para el municipio, especialmente para los
jóvenes; así no sepamos con certeza qué significaban originalmente (Velásquez, comunicación
personal, 2016), así parezca que carece de sentido la repetición de los signos en todas partes sin
aparente significado profundo, lo que encontramos es que los petroglifos han logrado fortalecer
vínculos de identidad y unidad con el territorio, también se ha convertido en un elemento que
los une e identifica como tamesinos

En la casa de Gobierno hay improntas, ya todo tiene que tener petroglifos, hay un rótulo, hasta
en botellas de agua sale un petroglifo, y eso en el imaginario el joven lo va codificando. De
hecho, los chicos cuando los poníamos a estampar camisetas todos querían petroglifos.
(Velásquez, 2016)

Nos referimos aquí a un punto teórico que ya tratamos al inicio de este texto 16, que se refiere a
la propuesta de Sahlins de la estructura de la coyuntura, según la cual asimilamos que hay un
carácter reversible entre las prácticas habituales y las formas sociales. Es decir que no solo la
forma social conlleva a unas prácticas: “los amigos hacen regalos”, sino que las prácticas
también crean y transforman las formas sociales: “los regalos hacen amigos” (1997: 12) .

En Támesis, la reproducción y repetición de un signo: los petroglifos, sería la práctica social, y


dicha práctica puede llegar entonces a crear la forma o el contenido social, que se trata
finalmente de la apropiación por el territorio, de afianzar los lazos de identidad de los habitantes
con la tierra.

“Una foto de un tamesino tiene un petroglifo, el Rio Frio o una cascada de Támesis o
el Cerro de Cristo Rey”. Concejal Sergio Ruiz

Por esto, considero valiosa esa apropiación de los petroglifos que ha surgido en el municipio,
así parezca una “moda superficial”, porque finalmente llega a -comprobamos que de hecho está
logrando- crear significados; que no serán los mismos que pretenda la academia, pero responde
a unas necesidades del contexto local, referidos a una lucha política, entablada en estas arenas
de mundo globalizado, en donde tienen que luchar por defender su territorio de esas otras
prácticas externas.

16
Una explicación más detallada se encuentra en el capítulo 1.2 “Conceptos contemporáneos”

105
El pasado, que es para la arqueología un objetivo de conocimiento, para los habitantes de
Támesis representa -pública y legalmente- la conexión con el territorio que habitan actualmente.
Los líderes sociales y funcionarios públicos encuentran en la arqueología un instrumento para
validar oficialmente, políticamente, su lucha por la defensa del territorio frente al Estado.

2.4.3 “Donde hay patrimonio, no hay minería” El concepto de Patrimonio como el punto
de encuentro entre academia y sociedad

“La gente ha entendido que tenemos algo muy importante en Támesis, y que tenemos que
proteger todos” Francisco Javier Serna

Los diferentes programas de Arqueología que se comenzaron a realizar en el municipio a partir


de la década del noventa, unido a la necesidad de salir adelante de una crisis –déficit fiscal- y
con una amenaza latente de entrada de la minería al municipio, fue la mezcla de factores que
propició la alianza ideal entre academia, administración y comunidad.

Es posible que la administración tenga un interés de construcción de identidad o de apropiación


territorial, que es un interés muy administrativo, y que desde la arqueología, o mi interés
particular como arqueóloga, es conocer sobre esos grupos humanos del pasado. Pueden ir por
líneas distintas, pero entendimos que podemos trabajar juntos. (Gómez, comunicación personal,
2017)

Tanto la Arqueología como la comunidad de Támesis encontraron que en los petroglifos


convergía un interés común: el de la protección y preservación. En este caso los petroglifos son
concebidos bajo el concepto de patrimonio, y es éste el que la comunidad de Támesis elige pues
es el más conveniente, por su poder legal, para seguir con su objetivo más urgente que es la
defensa del territorio contra la megaminería en la región.

Nos une el espacio donde está emplazada esta materialidad: el territorio. Los tamesinos
necesitan preservarlo para poder seguir con su modo de subsistencia, con su economía
campesina, a la arqueología le interesa preservarlo porque se trata de una huella de un contexto
social del pasado. Recordemos que esta perspectiva es especialmente asumida por aquellos
líderes de la resistencia frente a la minería; porque aun cuando todo el pueblo esté en contra de
la entrada de esta actividad “El que no esté contra la minería es que no es tamesino” (Paniagua,

106
2017), no todos tienen presente que los petroglifos, entendidos bajo el concepto de patrimonio,
pueden ser un arma valiosa para esta lucha.

Ha sido, entonces, la misma legislación la que ha permitido que este encuentro sea tan
productivo para ambos agentes: academia y comunidad (incluida aquí la administración
municipal) a través del concepto de Patrimonio.

El valor que el campesino o que los niños de antes les dieran a estas rocas, como “centros
recreativos” por ejemplo, no contaba con validez frente al discurso oficial, tampoco requería en
ese contexto tener validez o legitimidad frente a otro discurso o institución. Pero en el contexto
actual, de posible intervención externa en el territorio tamesino, se trata ya de una lucha política
y la Arqueología le ha dado a los tamesinos “argumentos no solamente sentimentales, sino
jurídicos y también técnicos” (Ruiz, 2016) para seguir en la lucha por la defensa del territorio.

La mirada desde la Arqueología ha sido importante porque es ésta una disciplina científica que
valora los objetos del pasado, y al ser una embajadora de la ciencia, es ella quien cuenta con
autoridad frente al estado, e incluso dentro del imaginario social (que cree en la ciencia, casi
como si fuera un dios). La arqueología le ha mostrado a los tamesinos que tienen en su territorio
una riqueza cultural, arqueológica, la disciplina científica les enseñó el “modo de valorar” en
estos tiempos modernos, les “enseñó” que esas rocas no son para secar café, ni para jugar, ni
son obstáculos que hay que dinamitar (esto sucedía frecuentemente antes), sino que son objetos
para “respetar, valorar y cuidar” (Mirador del Suroeste Septiembre 2014), son “sagrados”, al
igual que su territorio.

Pero si Támesis no hubiese pasado por ese momento de crisis por el que pasó comenzando el
siglo xxi, tal vez nadie le hubiera prestado atención a lo que la arqueología decía. Lo que
significa que no se trata de una autoridad de la ciencia porque sí, sin razón ni crítica por parte
de la comunidad, sino más bien de un encuentro afortunado, en el cual la arqueología, no tanto
en su contenido sino más bien como figura pública, ha sido aprovechada por los tamesinos
desde esta época de encuentros fatales (crisis económica y amenaza de minería), como un
instrumento para la lucha por la defensa del territorio.

Exponemos aquí algunos testimonios -otros fueron expuestos ya en el recorrido histórico- que
dan cuenta de esa intención que desde funcionarios públicos, trabajadores en el sector cultural,

107
artístico y educativo, líderes sociales, incluso desde las mismas empresas de turismo
(Turistámesis y Ecocartama) se viene manifestando, en cuanto a su apropiación y uso del
discurso arqueológico como un apoyo legal y legítimo para la lucha por la defensa del territorio
contra los proyectos de minería de metales.

(…) cómo el patrimonio también se convierte en una defensa del territorio, es clave con todo lo
que hoy estas grandes multinacionales intentan hacer con este territorio, no solamente en
Támesis, sino en el suroeste, y esa defensa hoy la entendemos así; cómo el pasado puede
proteger nuestro futuro”, Francisco Javier Serna Zapata, en ese momento Director de la Casa de
la Cultura Hipólito J. Cárdenas

--
Por medio del tema ambiental, el tema arqueológico nos permitirá entonces seguir poniendo
este territorio como un territorio no pertinente para la minería. Ahí también hay un interés, no
sólo de nosotros, sino también del alcalde, para que se agilice el tema de la reglamentación y
demás, para poder tener entonces más argumentos no solamente sentimentales y todo el cuento,
sino jurídicos y también técnicos. Sergio Ruiz, concejal

--

Como empresa queremos empezar a crear esa cultura en los muchachos en los colegios y en las
escuelas, para que ellos empiecen a visualizar, a visionarse en algo que va a ser muy importante,
el papel del rescate de nuestro territorio. Estas multinacionales mineras que quieren meterse
aquí y apoderarse de toda esa montaña que está llena de riqueza por dentro, que para nosotros
la riqueza está por fuera, entonces es lo que queremos hacer con ellos. Fredy Ramírez, director
Turistámesis

--

Creo que antes los teníamos, los conservábamos, hasta los maltratábamos, pero en este momento
la lucha de la conservación es no solo de los petroglifos sino del territorio entero, es para que
nos nombren patrimonio cultural, para espantar las moscas que se llaman mineros. Lucía
Restrepo, artesana.

108
2.4.4 Ecoturismo y agroecología como propuestas de desarrollo locales frente a la
propuesta económica minera del gobierno nacional

Son varios los textos que hablan de este tema como un conflicto, pero la relación no se trata
solo de conflicto entre dominado – dominante, sino que se trata de una relación compleja, donde
es cierto que se chocan diferentes intereses por parte de los actores: gobierno nacional y
habitantes de Támesis, sin embargo, es gracias a los mismos instrumentos que el Estado o el
Gobierno nacional establece; a través de las políticas culturales y la legislación concerniente al
patrimonio de la Nación, que los habitantes han podido establecer una lucha de resistencia que
es válida frente al mismo Estado.

El gobierno nacional concibe a Támesis dentro de su plan de desarrollo de explotación minera,


pero, al mismo tiempo el gobierno nacional admite que el territorio de Támesis cuenta con una
importante manifestación del patrimonio histórico, arqueológico. Así que el municipio se acoge
a este mismo discurso, que es validado por el gobierno y por entidades de carácter mundial
como la UNESCO, para emprender su debate contra el interés de desarrollo económico
nacional.

La visión de desarrollo de la política nacional difiere y además pone en riesgo aquella del
municipio que ha sido de tradición agropecuaria. En vista de la crisis del campo colombiano, al
municipio le ha tocado buscar otras salidas, una de éstas ha sido el turismo. Pero incluso este
enfoque turístico se refiere a uno ecológico, de preservación y cuidado del medio ambiente,
aparece esto en el discurso de las empresas turísticas y de la misma administración municipal.

Recordemos la propuesta17 del exalcalde Juan Martín Vásquez de fortalecer el enfoque


ecoturístico del municipio en vista de la crisis cafetera y del campo, y también seguirían
trabajando con el enfoque tradicional agropecuario, pero entendido ahora con nuevas
tendencias mundiales, como lo agroecológico, además de presentarse estrategias de economía
solidaria. Estos nuevos enfoques del municipio responden a una problemática seria que acusa
a la economía y a la realidad campesina colombiana. Se trata de un problema de autonomía y
soberanía sobre el territorio, en unos tiempos complejos, donde el límite territorial debe seguir
siendo cerrado para efectos políticos, pero para la economía y las comunicaciones (y con esto

17
En el capítulo del Recorrido histórico se encuentra también este tema, sección 2.2.4

109
todo lo que conlleva en las manifestaciones culturales) se diluyen o superan las fronteras
territoriales. El juego es peligroso, está lleno de trampas, de contradicciones. Una de ellas es
este caso que hemos expuesto aquí.

2.4.5. Patrimonio para el turismo

Queremos formar empresa en esta zona, sostenible para nosotros, que se genere un proyecto de
vida con dignidad para los habitantes de la región cafetera de Antioquia, y que esa vida digna
sea también disfrutada por turistas de todo el mundo que vengan a saborear los placeres que
brinda estar en esta región central en el país. (Juan Martín Vásquez, vídeo TurisLab Cartama,
2013)

Los petroglifos al ser valorados como patrimonio tienen la ventaja de que venden, al tiempo de
que protegen. No podemos desconocer que una sociedad necesita de una buena economía para
sostenerse, el hecho de poder aprovechar los petroglifos para el desarrollo económico de
Támesis no puede satanizarse a primera vista, sino tratar de entender que se trata de un proyecto,
de una necesidad de autosostenimiento a través de unos recursos propios, locales (en este caso
a través de su patrimonio arqueológico). Lo concibo más que como una mercantilización del
patrimonio, como una estrategia de resistencia cultural y económica para demostrar que no
necesitan otra actividad económica externa, y que no pueden darles la entrada a empresas
exctractivistas pues el sustento del pueblo es su mismo territorio.

(…) darles un uso a los petroglifos que represente un beneficio a las comunidades que siguen
habitando hoy estas tierras. ¿Cómo? a través por ejemplo de programas de desarrollo turístico,
que necesariamente tienen que estar ligados a la preservación de ese patrimonio. Así como hay
turistas que van a Roma a ver las ruinas del coliseo que tienen más de 2000 años y también
conserva una parte. Porque a la gente le fascina ver vestigios de cómo Vivian los humanos hace
2000 años” Luis Fernando Hoyos

Son dos las líneas de enfoque que se perfilan en esta actividad; turismo de naturaleza y deportes
extremos, y turismo arqueológico, haciendo mención siempre a su riqueza en petroglifos, y en
otros vestigios antiguos como un camino milenario.

Desde la administración, líderes sociales, culturales, y desde las mismas dos empresas turísticas
del municipio Ecocartama, y Turistámesis, se le apuesta a un turismo responsable y organizado,

110
un turismo de conciencia ecológica y cultural que quiere proteger y enseñarle a los otros, al
extranjero, sobre las tradiciones de la región, con proyectos por ejemplo de experiencias
cafeteras o campesinas.

“Esas dos líneas de turismo no son para el turista que quiere ir a Tolú o a Coveñas a
emborracharse y a comer prostitutas. Son dos líneas positivas creería yo. Delicadas, porque no
se puede llevar a todo el mundo a tirarse de quebrada La Peinada, no se puede llevar a todo el
mundo a la piedra del Pirú, pero son manejables y son muy pedagógicas. Aportan a las dinámicas
que tiene Támesis, que son el sentido de pertenencia, de cuidado de territorio, todo esto”. Líder
social.

Desde los operadores turísticos se ha hecho énfasis en las características “únicas” de ese Valle
del Cartama. Como hemos visto ya se trata de una región con alta riqueza hídrica, con un paisaje
y unos recursos naturales que invitan no solo a contemplarlo sino también a explorarlo, “hay
tierra, agua, paisaje, historia” (Video Támesis en helicóptero). Se promociona así Támesis
como un fuerte en “turismo de aventura”, “turismo natural” y “turismo arqueológico”. Tanto
en la misión de Ecocartama como Turistámesis está presente siempre la idea de la conciencia
en la preservación de los recursos naturales y culturales.

Saben que la promoción turística es un arma de doble filo, pues implica exponer más los objetos
al contacto con las personas, quienes no siempre valoran y cuidan las cosas. Mostrarle al mundo
el arte rupestre de Támesis, puede ser perjudicial para la región en tanto no se sepan controlar
las visitas a estos sitios, esto lo tienen claro al tener presente el cercano caso de Jericó y el
desorden y la inflación que el turismo religioso por la madre Laura les ha generado.

2.4.6 La mirada desde afuera

“Los de San Pablo y Palermo se quieren venir para Támesis, los de Támesis se quieren ir para
Medellín, y los de Medellín quiere irse para Estados Unidos o Europa. No pensamos que lo de
acá, lo de nosotros, es valioso. No nos importa el pasado. No valoramos lo propio, nos
enseñan siempre a mirar hacia otro lado” Jhonatan Torres, 2016

En la concepción “tradicional” de los tamesinos los petroglifos no representaban mayor cosa,


en cuanto no se pensaba en conservarlos o cuidarlos, sino que estaban ahí, ya haciendo parte de
su cotidianidad, del paisaje.

111
Los estudiosos o amantes de la historia nos sorprendemos -algunos enjuician- cuando
escuchamos que han edificado sobre estas rocas con petroglifos, o que secan el café sobre ellas,
o que las dinamitan por considerarse un obstáculo. Claudia Ocampo, quien junto a su esposo
Manuel y su hijo, dirigen una bella propuesta de vida nombrada Campamento Lechuga18 en el
predio donde se emplaza la roca No. 53 del Inventario de Gómez (2015) nos contó una historia
respecto a esto, lo cual nos atañe en este apartado para entender cómo estas rocas han sido más
valoradas desde familias que vienen de otros lugares de Colombia (como este caso), y personas
de afuera de Támesis en general. Cuando Claudia y Manuel decidieron comprar ese terreno,
les propuso alguien de la zona que podían dinamitar la roca inmensa que estaba allí pues
interrumpía el lindero de la propiedad. Ellos se opusieron, sin saber todavía que la roca contaba
con esos grabados antiguos, pero apreciando la roca solo por su imponente presencia. Por ese
entonces Claudia se encontraba en embarazo y quiso escalar la roca, y así lo hicieron. Cuando
llegaron a la superficie plana que es la parte de arriba de la roca descubrieron los grabados, y
un bello encuadre visual del valle. Curiosamente esta roca está llena de referentes gráficos que
se asocian a la maternidad, de hecho, así la conocen muchas personas; y se especula que pudo

Fotografías 5ª y 6b – Nuestra visita a la Roca


Fotografía 6 - Roca No. 53 (Gómez 2015). No. 53
Fuente: Gómez 2015: 122

18
Funciona allí un refugio de animales. Lo que ocasiona que la roca presente rasguños de los perros que habitan
allí y la escalan, algunos la llaman incluso el “perroglifo”. Este tema es importante considerarlo para futuros planes
de manejo arqueológico, pues se complejiza la relación entre lo público y lo privado, pasado y presente, y las
posturas puristas y aquellas más laxas frente a los cuidados de estos objetos del pasado.

112
ser un sitio donde se daba a luz; no solo por las figuras grabadas sino también por la misma
estructura y, por qué no, el paisaje en el que se instala esta roca (Fotografías 6 y 7). Así fue
salvada esta roca de ser dinamitada, gracias a esta pareja que por el simple hecho de apreciar
este objeto natural decidieron que no era necesario destruirla. Cobró mucho más significado
esta roca para ellos cuando descubrieron los grabados.

Otra familia que no es nativa de Támesis comentaba que se habían enamorado del pueblo y que
una de las razones por las que se habían decidido asentar allí fue justamente por la presencia de
petroglifos.

No solo por parte de familias provenientes de otros lugares encontramos que son quienes han
valorado profundamente los petroglifos, sino también desde el mismo discurso arqueológico
que llegó a “enseñarle” al municipio “esa riqueza cultural que tenemos y que nosotros aquí
desde lo local muchas veces, pasamos desapercibida” (Ruiz 2916). Se entiende ese discurso
como de un otro, externo. Al igual que la actividad del turismo y la búsqueda de declaración
patrimonial ansia el reconocimiento del otro de afuera.

Es muy común que en nuestros pueblos y ciudades no vibremos con lo local, porque tenemos
todo un mundo de signos y sentidos que desbordan el territorio que habitamos, pero en un
contexto como lo es el rural, donde el territorio sigue siendo un elemento vital, porque es la
fuente de sustento, vibrar con lo local sí se convierte en un elemento clave, del cual hay que
apropiarse y hay que defender.

2.4.7 Percepciones sobre el museo

Támesis es un municipio que se da “el lujo” de tener un museo arqueológico. Pero muchos
habitantes de allí ni siquiera saben que tienen un museo o no lo conocen. Sin embargo, para
aquellos que lo conocen, es un orgullo tenerlo, especialmente para los funcionarios públicos
representa un orgullo, y no son tan fuertes en la crítica que otros sí le hacen al museo

“Yo al principio no le veía la importancia a tener un museo en Támesis. Cuando uno ya empieza
a conocer eso que se tiene, y cuando a uno ya le dicen ‘venga, es que esto no todo el mundo lo
tiene’, entonces ya uno empieza a decir que es un tema específico de nuestro municipio, que es
un referente de la región, entonces uno empieza ya como a replantear el discurso”. (Sergio Ruiz,
2016)

113
El museo es más visitado por turistas y viajeros, dice Eduardo Echeverri quien tiene y atiende
el Café de la casa en la Casa de la Cultura Hipólito J. Cárdenas. Muchos visitantes dejan sus
impresiones en el libro de visitas que se localiza allí, donde se encuentran muchos mensajes
alentadores y positivos acerca de este espacio. Contraria a esa visión optimista del común
visitante, aparece la visión de los académicos o conocedores del tema museístico y de la
historia, quienes declaran que es un “mal museo”, pues sus piezas están descontextualizadas,
no hay información clara, es frío, estático, no hay ni un referente al grupo indígena Cartama –
aunque se tuvo en la propuesta del guion del museo inicialmente-.

Dejaremos aquí algunas opiniones, sentimientos y algunas ideas que algunos personajes tienen
respecto al Museo Cartama y sobre el papel de los museos en general, considerando que es un
espacio valioso, y que puede potencializarse mucho más, para seguir fortaleciendo vínculos
entre tamesinos y el territorio, a través del pasado.

“Hago una comparación con otros museos, el arqueológico que tiene Jericó, el museo de Jardín,
y creo que a éste le falta mucha vida”. Oscar, profesor vereda El Rayo

--

“Desde la experiencia con los muchachos, veo que el museo arqueológico lo ven como algo
lejano, viejo, oscuro, tedioso. Que no hay una relación cercana. Una cosa fría” Jhonatan Torres,
Coordinador de Juventud

--

“Tiene que ser más didáctico. Yo no puedo concebir que haya un televisor apagado hace cuatro
años, cinco, no sé. Es más ¿qué hace un televisor allá? Eso debería ser una caverna, algo bien
raro, un juego de sensaciones. Los museos deben ser algo místico, que haya contacto. Porque el
pelado toca todo. Cómo va a ver una roca sin poder tocarla. No podemos ser tan puristas con
eso”. Carlos Mario Velásquez, historiador y funcionario público

--

“Cuando estaba pequeño había un programa de televisión que se llamaba Revivamos nuestra
historia, y había una historia de Obando peleando, y a él le disparan y le pega la bala en el pecho
y tiene un Cristo, y el Cristo queda abrazando la bala. Yo vi eso muy pequeño, y cuando llegué

114
al museo Nacional y vi el Cristo de Obando, quedé muy asombrado por lo que estaba viendo.
El museo es memoria”, Eduardo Echeverri

Reiteramos esta última idea del “museo como memoria”, es el refuerzo de ésta, el refuerzo de
la historia. Enfrentarse a las vasijas, a los objetos de esos antiguos pobladores de Támesis puede
ser una actividad mucho más impactante si recreamos con otros medios, como televisión,
juegos, cartillas, imágenes, esa historia que queremos contar en el museo. En ese sentido estoy
de acuerdo en que al museo le falta vida, le falta sumergir más al visitante en esa experiencia
del pasado. Que puede hacerlo recreando, por ejemplo, una caverna como sugiere Carlos Mario,
o haciendo actividades que recreen actividades de pasado, pero no se trata solo de una labor del
museo, creo que en general debemos aprovechar todos los otros medios sí queremos de verdad
levantar al menos algo de curiosidad en los jóvenes y niños sobre nuestro pasado.

***

Una pequeña reflexión en cuanto a aprender a valorar lo “nuestro”, lo local, que terminan
enseñándonos los de afuera. Eduardo Echeverri, diseñador gráfico y artesano; radicado en
Támesis con su hija Luciana y su esposa Karen desde hace unos años, trabajó con el Museo
Nacional de Bogotá, y cuenta que estuvo en una capacitación impartida por el Museo del Louvre
de Francia, quienes “estaban aterrados. Porque nos decían que teníamos algo que nadie más
tenía. Que lo que teníamos era de nosotros. Lo del Museo de Louvre todo es robado”.

Así que Támesis tiene un inmenso potencial para reforzar los vínculos con su pasado y con el
territorio. La propuesta de que funcione como museo al aire libre es una propuesta interesante
siempre que se entienda que los primeros que deben reconocer y valorar esos objetos del pasado
son la misma comunidad tamesina.

2.4.8 La concepción del tiempo

¿Hace cuánto tiempo cree que fueron hechos los petroglifos? Era una pregunta que a veces
sorprendía a los tamesinos, desbordaba la capacidad de respuesta, de la imaginación. Por lo
general respondían que no sabían, o que fue hace “mucho mucho tiempo”. Es difícil lograr que
la gente lance cifras cuando se les pegunta por cosas del pasado. Los niños eran más arriesgados
que los adultos o los jóvenes y se aventuraban a decir que “hace como cien años”, o en “mil
novecientos algo”. En un colegio del casco urbano, en grados décimo y once con formación en
115
mediaténica de turismo, lanzaron fechas más lejanas, de mil años, pero se justifica porque el
tema de los petroglifos ha sido relevante en dicha formación, en tanto se trata de un patrimonio
arqueológico que puede movilizar el turismo, y esa relevancia al tema se nota en las respuestas
que dan, se evidencia cierta influencia de los discursos que desde la academia han ido colándose
en el municipio.

En cambio, en las instituciones educativas de las veredas, muchos ni siquiera habían escuchado
la palabra “petroglifo” y se les dificultaba pronunciarla, y aunque casi todos habían visto al
menos una roca con petroglifos en su vida, tampoco podían imaginar una fecha para la
elaboración de esos petroglifos, y a lo sumo les calculaban 100 años de antigüedad.

En una pequeña encuesta realizada a algunos habitantes escogidos al azar, al preguntarles


“¿Hace cuánto cree que llegaron las primeras personas a habitar estas tierras tamesinas?” la
mayoría respondió que entre 100 y 200 años. Es decir, que asocian el poblamiento de la región,
exclusivamente al proceso de fundación del municipio en el siglo xix, como si no hubiesen
existido los grupos humanos anteriores, de quienes, sin embargo, saben que son los autores de
los petroglifos, o los “dueños” de cosas de indios que se encuentran en la tierra. Ahí notamos
que existe una falta de noción temporal o de asociación de su pasado con aquél pasado indígena.

Ya ha sido mencionado por algunos personajes este hecho de la poca ubicación de los niños en
cuanto a cronologías y fechas específicas. Su marco temporal es corto, imaginarse un tiempo
más allá de cien años es complejo, sus abuelos son quizás lo más antiguo que conocen. Sin
embargo, sin tener cronologías en mente, asocian un tiempo pasado muchas veces con
dinosaurios, también con una naturaleza prístina, llena de árboles, naturaleza desbordante e
indígenas con taparrabos, tocados y flechas o hachas19.

Pero no solo con los niños ocurre este fenómeno de un marco temporal corto. Los adultos
también lo manifiestan con las respuestas de “no sé” o “hace muchísimo tiempo” o un
“inimaginable” que arrojan al preguntarles por fechas o periodos que nos obligan a pensar más
allá de nuestros referentes culturales tradicionales, que para algunos tienen que ver con la

19
Esta observación se realiza a partir de los dibujos realizados por los niños en las instituciones educativas, al
pedirles que se imaginaran a Támesis en el pasado, o hace mucho tiempo.

116
fundación del municipio en el xix y para otros, con la llegada de los españoles al continente
americano.

Las respuestas más frecuentes entre los estudiantes de la IE San Antonio de Padua fue entre
1000 y 2000 años. También la de algunos líderes sociales y funcionarios públicos. Se trata de
aquellos que han tenido contacto con el discurso arqueológico, a través de foros, charlas y
visitas a los petroglifos. También aparece el grupo de caminantes ACATA como un
multiplicador de este discurso arqueológico, pues varios integrantes de este grupo recuerdan
que les han hablado de estas fechas en algunos recorridos que hacen a las rocas.

Realicé el ejercicio, por puro fisgoneo, de preguntar, no solo en Támesis sino a conocidos y
familiares (alejados del estudio de las Ciencias Sociales), hace cuánto creían que habían llegado
las primeras personas al continente americano. En general, nadie va más allá de antes de Cristo,
de hecho, nadie se pregunta esto en su cotidianidad. Me empezaba a enfrentar al hecho de
comprender que el campo de estudio que me atañe no es uno de interés popular, que lo que está
detrás de toda esta problemática que yo concebía es algo que no solo tiene que ver con
desconocer nuestro pasado prehispánico, sino toda nuestra historia como especie humana, es
nuestra condición de desconocernos como seres históricos.

2.4.9 La historia comienza con la fundación del municipio

¿Qué responden hoy los habitantes de Támesis al preguntarles por su historia, por su pasado?
En la pregunta podemos ver como académicos una trampa: si pregunto por la historia, pensarán
que hablo de la Historia, aquélla oficial, de fechas y personajes heroicos o villanos. Así que
mejor anexarle también el pasado, puesto que detrás de la pregunta, asomaba el interés por
saber, no, asomaba el interés por corroborar que lo prehispánico no hacía parte de su imaginario
del pasado (lo cual no es una novedad para el caso colombiano). Pero la trampa, evidente para
el antropólogo, no se manifestaba para las personas. Daba igual si preguntaba por la historia o
por el pasado, la respuesta sería la misma.

Tal vez hubiese sido interesante utilizar en la pregunta las palabras más usuales en la
cotidianidad para hablar del pasado. Hubiese preguntado ¿quién descubrió a Támesis? Algo
tarde la ocurrencia, pero imagino que la respuesta hubiese sido igual: los fundadores en el siglo
xix. Además, porque el autor de la Cátedra Municipal de Támesis (teniendo como referencia la

117
lectura de la crónica de Cieza de León y a Trimborn) me incita a corroborar esto, y lanza otra
sentencia que la arqueología querrá corregir:

Así pues, sin ánimos de desvirtuar ni ofender las ideas que a otros historiadores los han llevado
a sostener que en el siglo xix fue cuando verdaderamente se descubrieron las tierras tamesinas,
en el año de 1538, después de varios meses adentrados en la selva, los conquistadores españoles
pisaron por vez primera lo que actualmente constituye las tierras de Támesis. Queda, entonces,
verificado que el descubrimiento de esta zona data del siglo xvi, resultando sus grandes
precursores Vadillo, su hueste y los capitanes Mendoza y Carvajal. (Velásquez20, 2012: 14).

Pero ¡qué mañosa esa palabra descubrir! Si se refiere a quienes encontraron por primera vez
estas tierras, tendríamos que remontarnos mucho más allá del inicio de la era cristiana. Para la
región del suroeste (debemos contextualizar a Támesis dentro de su marco regional), la
arqueóloga Silvia Helena Botero propone un primer período de poblamiento entre el 7.000 y el
2.000 a.C (2002). Los descubridores de esas tierras habrán sido pues, estos primeros grupos
agro-alfareros que ya tenían un alto manejo del entorno y no los fundadores antioqueños que
llegaron colonizando el suroeste en el siglo xix, ni las huestes españolas conquistando su último
descubrimiento extracontinental en el xvi.

Los habitantes de Támesis tienen a la pareja de esposos, Rafaela y Pedro, como los referentes
de los primeros pobladores del territorio tamesino (con la aclaración de que confunden los
apellidos y los nombres, diciendo Rafaela Orozco o Rafael Orozco). Preguntaba a las personas
por los “primeros pobladores” y ellos me respondían siempre con los “fundadores”.

Notamos algo curioso en este referente actual que aparece en los textos actuales sobre Támesis,
en el monumento del parque dedicado los fundadores, y en el imaginario de las personas, ¿en
qué momento apareció Rafaela como referente? En ningún texto del xix y xx sobre la historia
del Municipio aparecía el nombre de esta mujer. Pero en los textos del siglo xxi -en un mundo
donde a diario se lucha por lo que llaman “igualdad de género”- figura ya doña Rafaela incluso
como “la principal protagonista con respecto a la fundación del Municipio de Támesis”
(Velásquez, 2012: 20).

20
Quiero aclarar que el autor es un historiador muy destacado, y que en su Cátedra Municipal le otorga un papel
importante a los grupos prehispánicos de la región, los Cartama.

118
Para los tamesinos, aquí comienza su historia, con la llegada de los fundadores y se saben los
nombres de la pareja de fundadores, y tienen una idea de la fecha de fundación del municipio
pues en las encuestas y sondeos realizados muchos lo mencionan. Pero no aparece entre los
relatos de los tamesinos información alguna sobre la situación de la familia antes de llegar a
estas tierras, como si aparecieran de la nada, con la misión especial de fundar a Támesis, sin un
trasfondo histórico. Casi nadie habla de la llegada de los Orozco a tierras tamesinas como un
resultado casi azaroso, resultado de su desesperada huida de Caramanta a causa de líos
amorosos, además por riñas de partidos políticos (Velásquez 2012). De toda una historia tan
compleja, que se encuentra relatada en la Cátedra de Historia (Velásquez 2012), una historia
donde se ve reflejado lo que ocurría en el país con los conflictos bipartidistas, y los ideales de
progreso que alentaban las mentes de los nuevos colonizadores, no quedan en la memoria sino
unos nombres y una fecha mal recordados. Es nuestra realidad colombiana, nuestra indiferencia
a mirar nuestro pasado, a estudiarlo.

Muy pocas personas al preguntarles por el pasado de Támesis se referían a los habitantes
indígenas antes de la llegada de los españoles y aquellos que lo mencionaban, son quienes se
han relacionado de manera más estrecha con la academia, con la historia, con la antropología.
A muchas personas les pregunté “¿hace cuánto llegaron las primeras gentes a estas tierras
tamesinas” y en general me hacía referencia a los fundadores. Luego, cuando les preguntaba si
era que no había indígenas antes por allí, ahí si aparecían estos otros pobladores, pero
refiriéndose a ellos como en un pasado tan lejano, como si muchos no recordaran o supieran
que en el mismo Támesis existe un resguardo indígena actualmente, como si los indígenas, o al
menos los “auténticos”21, solo existieran en ese pasado nebuloso. Ya hemos hablado sobre este
alocronismo, que sitúa al otro en un tiempo y un espacio lejano, y ayuda a reforzar la diferencia
colonial (Castro-Gómez, 2005; Piazzini, 2011).

Resumimos diciendo que el mundo indígena prehispánico no hace parte de la historia de


Támesis, ni de su imaginario de pasado. Para llegar a lo prehispánico hay que mencionarles las

21
Persiste el referente de la condición de inferioridad o incluso de inexistencia del indígena contemporáneo. Se
concibe solo el indígena en el pasado o al menos éste como el auténtico indígena. Es un tema complejo e
interesante, puesto que es la continuación de una discusión del siglo xvi, es la visión extraña, exotizadora,
cosificadora del blanco occidental sobre el nativo americano.

119
piedras grabadas, o los tiestos, y entonces hablan algo sobre” los indios”. La historia de
Támesis, con ese nombre comienza con la fundación de 1858, y tiene esto mucho sentido.

Se acepta entonces sólo la historia reciente, o la historia de la gente que habita actualmente pero
no se tiene en cuenta la historia del territorio, en cuanto a sus pobladores indígenas anteriores.
Aunque al hablar de los petroglifos, sí asumen que los hicieron los indígenas antepasados, pero
se trata más de palabras que de convicciones, porque los antepasados que de verdad siente esta
comunidad, son aquellos arrieros y campesinos del siglo xix.

Muy pocos estudiantes, del casco urbano únicamente, tienen algún débil referente sobre los
Cartama (y eso que la Cátedra Municipal habla sobre este grupo indígena que habitaba la zona
al momento de la llegada de los españoles, pero ya hemos dicho que poca atención le brindan
a este valioso documento). En general, cuando se les habla de indígenas lo asocian con el
pasado, o como algo lejano; algunos no recuerdan que actualmente en Támesis hay un
resguardo indígena (en San Pablo, se llama “La Mirla”). Incluso algunas personas hablan de los
indígenas contemporáneos como si no fueran indígenas “auténticos”, por vestirse como
nosotros, o por llevar celular, o hablar español.

2.4.10 Una mirada indígena sobre los petroglifos

El resguardo Miguel Cérdiga Tascón es reconocido desde la década del noventa del siglo xx, y
está ubicado en la vereda La Mirla y conformado por población Emberá chamí. Habrá que
anotar que esta población no es nativa de esta región, sino que se trata de una población que ha
sido desplazada, en el siglo xvi por los conquistadores españoles, en el xix por los antioqueños.

Aquellos que hemos llamado “clase intelectual” o “cultural” afirman que no fue este grupo
indígena el que realizó los petroglifos, sin embargo, es común encontrar que la gente sí atribuya
su autoría a éstos, incluso algunos conciben a los integrantes de este resguardo como los
supervivientes de ese pasado indígena. También algunos comentan sobre las intenciones de
algunos indígenas de apropiarse de estas rocas y poder obtener beneficios económicos de ellas.
Alrededor de este tema se tejen complejas relaciones de poder, que no entraron bajo este estudio
pues abría demasiado el panorama, sin embargo, se quiere dejar un rastro de esa fricción que se
presenta en torno al tema de la autoría y por tanto los derechos sobre los petroglifos.

120
Ya me habían comentado sobre dos historias desde una mirada de los indígenas a estas rocas
con grabados. Una se refería a la visita de un mamo y otra, con un indígena norteamericano (M.
Bonnells, comunicación personal, 21 de octubre 2016). La historia del mamo fue en la roca de
la casa-finca de Manuel, que se trata de una gran roca -la del Campamento Lechuga que ya
mencionamos-, con muchas figuras grabadas alusivas a la maternidad. Contaba Manuel, que el
mamo se subió a la roca, se sentó solo, en una esquina, y comenzó a mambear. Luego, comenzó
a decir que la montaña estaba muy enferma, que la roca le había hablado y le había dicho su
nombre –el cual no recuerdan- . La otra historia del indígena norteamericano fue en El Pirú.
Esa se la contaron a Manuel, y alguien más hizo referencia a esta historia. Ya hemos visto en
varios momentos que esta roca del Pirú es muy famosa y eso ha implicado también que sea muy
agredida o alterada por nuevas inscripciones, rayones, en fin. Cuentan que el indígena en cuanto
vio los petroglifos y los rayones recientes, comenzó a llorar de una manera incontrolable, y
pedía a gritos que lo sacaran de allí.

Cristian Zapata, integrante del resguardo indígena de Támesis, es un líder social, un gran
artesano y el puente de comunicación y comercialización entre la cabecera municipal y el
resguardo. Tuvimos la oportunidad de conversar un día con él, y esta fue la historia que nos
relató, sobre una experiencia personal con la Piedra del Pirú. Escuchar su historia fue acercarnos
un poco a la cosmovisión indígena, que a diferencia de la nuestra, cree aun con fuerza en aquello
que no se ve, en el mundo espiritual, lo que hace además que sus lazos culturales con los grupos
indígenas pasados no se limiten a grupos de sangre o al mismo grupo cultural, sino que se refiere
a una historia compartida -la del despojo-, por lo que pueden sentir que sus antepasados
efectivamente fueron los Cartama o el grupo que haya grabado esas inscripciones en piedra,
porque entienden de manera diferente la idea de continuidad cultural, porque después del
exterminio, sienten a todos los grupos indígenas como el mismo, como hermanados (se quiso
ser muy fiel a las palabras de Cristian en la transcripción, porque en la manera es que nos
expresamos también hay claves de nuestra forma de entender el mundo)

Un proyecto que se ejecutó acá con el Instituto de Cultura de la Gobernación yo fui el


coordinador. Había una salida de campo a visitar los petroglifos, porque nosotros como
indígenas somos los que más nos duele que el petroglifo en este momento esté desprotegido,

121
porque nosotros todavía soñamos y sentimos que espiritualmente nuestros ancestros que
estuvieron allí, todavía existen, todavía están esas huellas de las manos, están los espíritus
conviviendo en el sitio y cuidando. Pero mucha gente que desconoce eso se suben a las piedras,
lo estregan con los zapatos, una cantidad de cosas, cada vez que uno va allá es invisible la huella
de los petroglifos porque está desprotegida. Desde que salimos de nuestra casa el médico
tradicional nos dijo "Ojo muchachos, vamos para un pueblo que ya no está físicamente, pero
espiritualmente está, con mucha cautela, vamos a llegar con respeto, porque si llegamos allá a
subirnos a las piedras, más de uno de nosotros llegaremos enfermos y hay que hacer un
tratamiento especial y va a ser costoso. Hagamos una armonización antes de llegar allá. Entonces
se lavan el cabello con plantas, si hay coca mastican coca o cargan tabaco".

Fuimos a la piedra del Pirú, y cuando íbamos llegando a 50 metros el médico nos detuvo y nos
calló y nos preguntó si sentimos algún ruido. Ninguno había sentido, pero él sí. Había también
blancos, mestizos. El médico hizo un chequeo circular a la piedra y nos dijo que nos contaba
mañana qué había pasado. Él nos dijo “mañana me cuentan qué soñaron de esta visita”. Ellos
son como los profesores. Como la tarea. Al otro día en una asamblea de todos, yo fui uno que
soñé cosas hermosas. Soñé hablando con indígenas de coronas de oro, que me alzaban unas
indígenas muy hermosas de cabello negro, trenzado con unas culebras delgaditas y me
preguntaban si yo era indígena y yo les decía que sí, y ellas me decían que no, que yo vestía
como extraño, que era gente extraña -ellos no dicen mestizo, ni blanco, sino que dicen "gente
extraña"-, me decían "usted no es indígena, usted no pinta como nosotros". Soñé ríos, soñé
piedras. Le conté al maestro lo que había soñado y él me preguntó si había sentido dolor, yo le
dije que no. Le preguntó a otros y luego nos dijo que como no éramos médicos tradicionales
solamente percibíamos por los sueños lo que pasaba espiritualmente. Lo que espiritualmente
habíamos visto. Pero el médico sí veía. Él nos dijo que si hubiéramos ido sin el acompañamiento
de médicos tradicionales habríamos podido enfermarnos, con diarrea, vómito, fiebre, hasta
podríamos morir. Porque alrededor de las piedras hay unos espíritus indígenas que cuidan.
Entonces ellos se identifican cuando ven otros indígenas. Cuando no son indígenas simplemente
dicen "extraños" y se esconden. Lo que pasó fue que cuando íbamos llegando, el ruido que sintió
el médico tradicional eran dos serpientes hermosas grandes, hembra y macho, uno se escondió
para la derecha y otro para la izquierda, tenían unas coronas, unas crestas como de hierro, metal,
como de oro. El médico que sí puede comunicarse, ellos dicen "Maestro" o "patrón" o "chacha"
que es la palabra en embera. Entonces ellos dijeron (habla en embera y luego traduce a español)
"Padre o maestro, yo estoy aquí cuidando mi territorio". "Como vi gente extraña, no creí que
fueran indígenas, como ustedes visten diferente, y nadie vino con la cara pintada, como nosotros,

122
entonces nos escondimos, y mi compañero se fue para la derecha y yo para la izquierda". Porque
el patrón de ellos los puso permanentemente a cuidar esas piedras, porque en la profundidad de
esa piedra, alrededor, hay una riqueza muy grande que es oro, o guaca. Y eso todavía existe, por
eso estuvieron escarbando por los lados y ellos mismos lo esconden, dicen que no lo van a sacar,
sino a la persona que nosotros queremos que saquen, pero es imposible entregar eso sin la
autorización de los ancestros. Eso fue lo que pasó. Así, de esa manera, hay mucha comunicación
con nuestros ancestros. Cristian Zapata

2.4.11 Historia Maestra de la vida

Al preguntar ¿por qué es importante conocer el pasado? Todos respondían con la frase típica, -
de cliché, afirmaban- “quien no conoce su pasado está condenado a repetirla”. Frase que se
refiere a la historia como Maestra de la vida (Magistrae Vitae). Expresaban que era necesario
“descubrir las raíces”, saber de dónde venimos, para saber quiénes somos, y por tanto, saber
para dónde vamos. Es decir que conocer la historia nos ubica y nos justifica. Sin embargo, pese
a ese poder aleccionador, a esa gran sabiduría de la historia, finalmente son pocos los que ponen
esto en práctica.

“Si uno no conoce el pasado, tampoco puede manejar el presente ni proyectar el futuro” , Carlos
Santacruz, rector Institución Educativa San Antonio de Padua.

--

“Conocer el pasado lo orienta a uno a descubrir las raíces, a encontrar las razones, el por qué,
de algunas manifestaciones de la gente. El comportamiento y la actitud tiene una razón de ser”
docente CER.

--

“Para cualquier pueblo es importante conocer su historia y su pasado. Desde ahí sabemos de
dónde venimos, qué es lo que estamos haciendo ahora y para dónde vamos”. Isabel Cristina
Zapata, antropóloga.

--

“Ese devenir en el tiempo, es lo que hace que hoy seamos lo que somos y las comunidades sean
lo que son, porque es el resultado del saber acumulado y el hacer acumulado en el tiempo” Luis
Fernando Hoyos, funcionario público.

123
--

“Es importante conocer la historia porque habla de cómo el territorio fue importante para otras
localidades, para un departamento, habla de que el territorio también tuvo y tiene muchas
fortalezas” Francisco Javier Serna, funcionario público en el ámbito cultural.

2.4.12 La memoria y el olvido en la toponimia

Varios espacios han cambiado de nombre varias veces en menos de 100 años. De Colegio San
Antonio a Liceo Alejandro Próspero Révérend, a Liceo Rafael J. Mejía, hasta el nombre actual,
Institución Educativa San Antonio de Padua. Algo nos dice este cambio tan constante en la
manera de nombrar los espacios, y más al tratarse de un centro educativo, que es un espacio
importante dentro de la sociedad.

En la entrada de la IE San Antonio hay una escultura en honor a Rafael J. Mejía, pero los
estudiantes no saben actualmente quién fue ese personaje, tampoco muchos saben quién fue el
Capitán Alberto Fernández, como se llama el Estadio de Támesis en honor a este capitán de
aviación, “Tenía sus méritos puesto que en su momento, hace 72 años, ser capitán de aviación
no es como ser ahora piloto” (Hincapié, 2016).

En cuanto al nombre de la casa de la cultura Hipólito J. Cárdenas en honor al compositor


musical, en los colegios muchos niños no saben quién es él, aunque fue un reconocido personaje
en la época y recordado por muchos adultos del municipio.

Puede que para el grueso de la población este tema de los nombres y lo que significa cambiarlos
no implique gran cosa, pues pueden seguir representando a la misma institución o al mismo
espacio, sin embargo, habla mucho de nuestra identidad cambiante, de nuestra poca conciencia
histórica que renueva referentes culturales como cambiar de aparato celular.

124
REFLEXIONES
FINALES

125
REFLEXIONES FINALES

La resistencia a lo extranjero

¿Qué es lo extranjero? Nos resistimos a lo extranjero cuando tiene que ver su presencia
directamente con la tierra, el territorio. ¿Por qué no nos resistimos a la prolífera entrada de
películas norteamericanas? ¿o al establecimiento del idioma inglés como obligatorio dentro de
la formación básica? ¿o a la entrada de aparatos tecnológicos fabricados en otros países? No
parecemos incómodos al adquirir y usar productos y otros bienes simbólicos fabricados o
emitidos desde otras latitudes. Nuestras mentes y cuerpos pueden ser tocados por lo extranjero.
Pero la tierra no. He aquí la gran paradoja contemporánea que nos lanza este caso de Támesis,
y resulta siendo un rasgo más entre tantas paradojas del actual sistema-mundo occidental, que
debido a las amplias dimensiones que abarca este sistema, encuentra cada vez más tensiones
entre los intereses locales y globales, o bien, locales pero de otra territorialidad.

¿Seguiremos dejando al olvido nuestro pasado?

Qué poco interés tenemos los antioqueños, los colombianos e incluso diré, los
latinoamericanos22, por hurgar en nuestro pasado. Qué cortas aparecen nuestras raíces
históricas, si es que alcanzamos a tener raíces. Y cuando hablo de raíces históricas no me refiero
a tener una lista de acontecimientos amontonados en un pasado lejano, tampoco a tener muchos
libros que hablen sobre dichos acontecimientos, me refiero más bien a tener conciencia del
devenir que somos, conciencia del paso del tiempo sobre nosotros y de nuestro paso por el
tiempo; comprender que no hemos sido los primeros en habitar estas tierras, ni seremos los
únicos.

Somos seres históricos, en tanto somos conscientes de que hacemos historia (Kosselleck, 1993).
Si no nos preocupa nuestro pasado, si no conocemos nada de él, si no lo asimilamos en nuestra
vida diaria, entonces no somos seres históricos; sino más bien seres mecánicos, del día a día.

22
Podría ser diferente el caso por ejemplo de México, Perú y Bolivia

126
Eso me parece que somos en este país: seres mecánicos. No pretendo emitir un juicio moral
sobre esto, y no le daría a esta condición gran importancia, si no creyera junto con otros que esa
falta de conciencia histórica ha sido en buena medida un factor importante en la conformación
del escenario absurdo del país del que a diario escuchamos-emitimos quejas. No tendría este
tema importancia alguna, si no nos viéramos enfrentados constantemente a tantas noticias
deplorables de esta “nación”.

Parece que el espíritu de los habitantes de este territorio de Suramérica llamado Colombia, sigue
sumido en un sueño de siglos, como Fernando González sentenciara 23, y ese letargo ha estado
cobrando a lo largo de muchos años, a lo largo de los siglos, unos efectos políticos, económicos,
culturales, en resumidas cuentas: sociales, que nos siguen ubicando en un contexto de
subyugación frente a otros países. No lo neguemos, nuestros modelos de individuo y de
sociedad están siempre afuera. Aunque es difícil hoy definir qué es el afuera y qué el adentro.

En el escenario actual, el conocimiento y apropiación del pasado son potentes constructores de


identidades (Sahlins, 1997, Friedman, 1992) y esto a su vez contribuye a la formación de sujetos
y/o regiones más críticas consigo mismas y por tanto más responsables con sus decisiones. Es
en este escenario contemporáneo, en el cual se inscribe esta preocupación por la poca
conciencia histórica del país. No porque sea ésta la única forma de ser buenos moradores en la
tierra, sino porque es un buen instrumento político actual, es parte de las reglas del juego
vigente.

Hay que decir que esta falta de interés de la comunidad por conocer el pasado remoto -como
todo-, se debe a varios factores relacionados entre sí. Diremos que el principal será el mismo
sistema cultural que llevamos en el país. Un modo de vida al que no le interesa formarnos una
conciencia histórica porque tenemos otros problemas a resolver más urgentes. Segundo, se debe
a la misma ausencia de información que tenemos sobre el pasado prehispánico de la región:
nuestro relato sobre el pasado aún no llega a ser uno medianamente sólido, o al menos, no ha

23
“¿Qué ha sucedido y qué sucede? Que todavía Europa, a través de nosotros, mulatos vanidosos,
gobierna a Suramérica; que somos completamente vanos. Los instintos americanos no se han
manifestado; nuestro pueblo está dormido en sueño de siglos” (Los Negroides, Fernando González).

127
estado bien narrado. La arqueología, disciplina científica que le correspondería en gran medida
completar ese relato, aún tiene mucho por hacer. Si desde el discurso científico -que hoy en día
cuenta con gran autoridad y credibilidad entre la gente- no hay un contenido bien construido
¿de qué relato del pasado va a apropiarse la gente?

Tampoco podemos decir que la culpa es de los arqueólogos o de los historiadores, sino que, de
nuevo, es una mezcla de factores. Para la región de Antioquia, no es mucha la evidencia
arqueológica estudiada y publicada debido básicamente a tres cuestiones. Primero, a causa de
las mismas condiciones históricas de la región: la forma de vida de esos habitantes
prehispánicos implicaba el uso de materiales de fácil degradación como la madera y el bejuco.
Luego vendría el despojo y la destrucción de la colonización española que arruinaría gran parte
de las obras materiales de esos habitantes. Segundo, la posición geográfica de la región y sus
condiciones ambientales de alta humedad y suelos muy ácidos, tampoco permiten una alta
perdurabilidad del registro material. Tercero, no tenemos una honda tradición en investigación,
no se destina casi presupuesto para esta labor y son pocos los trabajos arqueológicos que se han
elaborado para la región. La mayoría de los trabajos de investigación en Antioquia ni siquiera
se han publicado, los informes están desperdigados y son “resultado de muy disímiles prácticas
y motivaciones” (Botero, 2008: 208). Se encuentran y se siguen alimentando en el país el relato
débil o inexistente que hemos construido desde las ciencias sobre el pasado prehispánico y el
poco interés de la gente hacia éste.

Los objetos antiguos siempre han producido fascinación en el hombre; pirámides, jeroglíficos,
imponentes centros ceremoniales, estatuas en piedra, grandes y magníficas huellas del pasado.
Pero en los últimos años la valoración de estos objetos ha trascendido el campo estético o de
contemplación y ha llegado al campo de la lucha de identidades en la política, también al
económico. Esto ha permitido una revaloración de las huellas del pasado que solían
considerarse “insignificantes” al lado de otras grandes “maravillas”. Son varios los ejemplos de
comunidades -muchas de tipo étnico-, que actualmente apelan al discurso de disciplinas
científicas -como la arqueología-, para reconstruir su historia y así fortalecer su proyecto de
identidad local. En el contexto colombiano se encuentran las investigaciones de Rappaport en
Tierradentro, con los Yanaconas en el Macizo Colombiano de Carlos Zambrano y con los

128
grupos Nasa de Páez (Patiño y Forero, 2001: 15). Son pocos, sino es ninguno, los casos que se
han estudiado o difundido sobre este tema dentro de comunidades campesinas no indígenas,
como es el presente caso de Támesis.

Esta apropiación del discurso arqueológico por parte de las comunidades se ha logrado a través
de la difusión del concepto de patrimonio, puesto que hablar de patrimonio implica hablar de
una identidad colectiva, apunta a unos deberes y derechos que tenemos sobre ciertos bienes
materiales e inmateriales que son “de todos” y por tanto es responsabilidad de todos cuidar de
ello. Dos ideas claves cobijan este concepto de patrimonio: propiedad y preservación y son
claves cuando se trata especialmente (y como lo es en nuestro caso de estudio) de una
comunidad que necesita hacer valer sus derechos sobre cierto territorio.

Respondiendo a este contexto “patrimonializante” actual y además al contexto multivocal


(Gnecco, 1999), es importante entender cada vez más el vínculo entre el conocimiento
académico construido sobre el pasado, el discurso difundido a partir de ese conocimiento
académico desde las instituciones oficiales y el conocimiento que la comunidad finalmente
asimila y también (re)construye en torno al mismo objeto: el pasado. Esta “Economía política
de la Arqueología” como la denomina Gnecco (1999), nos permite una reflexión acerca del
quehacer de la disciplina en el país ubicándonos en un escenario que finalmente es político, ya
que el conocimiento construido pretende ser divulgado, público, siendo así susceptible de tener
un uso o varios usos. En definitiva entendemos hoy que el discurso de la ciencia no está
desligado de la sociedad, y que cada vez se habla más de apropiación social de la ciencia y del
conocimiento.

Las Ciencias Sociales deben procurar asimilar y reflexionar sobre el papel que su discurso juega
dentro de la sociedad. Seguro abundan los profesionales que iniciamos esta carrera profesional
de Antropología o Arqueología por placer propio, por querer aprender sobre el pasado, pero
finalizando la formación y enfrentándose al contexto social, no puede faltar la reflexión de
¿finalmente para quién producimos conocimiento? Sería ingenuo creer que el conocimiento
permanecerá solo para el investigador. La reconstrucción o representación del pasado, que
puede ser en síntesis la labor de la arqueología, es una labor que tiene consecuencias políticas

129
en tanto tiene efectos sobre las personas y el territorio del que se está reconstruyendo dicha
historia. El pasado no es una cuestión del mero pasado, es una cuestión actual, es un instrumento
político en tanto está relatado por y para actores sociales. Está claro que lo ocurrido no se puede
cambiar, pero sí se puede cambiar -de hecho, se hace a diario-, el relato sobre lo ocurrido y la
forma en qué valoramos y nos apropiamos de esto.

¿Seguiremos dejando que se nos vayan de las manos los vestigios materiales de las gentes que
habitaron estas tierras antes de la llegada de los europeos? ¿Seguiremos dejando que
desaparezca por completo la evidencia de que otras formas de vivir, de construir sociedades, sí
es posible? ¿Seguiremos dejando que sea el olvido, la amnesia, un puñal clavado por nosotros
mismos?

Dejar en manos de otros –incluso del olvido- la evidencia del pasado de este territorio, es dejar
en manos de otros el acontecer político y social del país.

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COLABORADORES – ENTREVISTAS Y CONVERSACIONES (Támesis, Antioquia)

Camila García, artesana

Carlos Alberto Hincapié, presidente de la Sociedad de Mejoras Públicas

Carlos Mario Velásquez, historiador, Área de Planeación de la Alcaldía de Támesis

Carlos Santacruz, rector de la Institución Educativa San Antonio de Padua (IESAP)

Carlos Vallejo, ex alcalde, escritor

Cristian Zapata, integrante del resguardo indígena Miguel Cértiga Tascón

Eduardo Echeverri, diseñador, artesano, Café de la Casa

Francisco Javier Serna, Funcionario público en el área cultural, gestor cultural

Freddy Ramírez, Director Turistámesis

Isabel Cristina Zapata, antropóloga, autora trabajo de grado “Petroglifos de Támesis”

Jhonatan Torres, Coordinador de Juventud

Lucía Restrepo, artesana, integrante de Circuito Económico Solidario de Támesis (CESTA)

Luis Fernando Galeano, caminantes ACATA

Luis Fernando Hoyos, funcionario público en el tema cultural y turístico

Mónica Peña, gestora cultural

Natali López, integrante de CESTA

Ronald Restrepo, estudiante

Salvador Ruíz, Sistema Comunitario de Medios de Comunicación de Támesis

Sergio Ruiz, concejal

Stella Paniagua, del hotel El Turismo

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Especial Agradecimiento a los docentes de los CER y del Casco urbano de Támesis

Carlos Acevedo, CER El Hacha

Edilson Porras, CER San Isidro

Edwin Alexander Villa, CER El Encanto

Irleny Cristina López, CER El Líbano

José Vidal Ortiz, CER El Tabor

Luz Edilia Saldarriaga y Oscar, CER El Rayo

Luz Eugenia Zapata, docente CER Corozal

Lucelly María Pineda, docente CER Pescadero

Patricia Patiño, Institución Educativa San Antonio de Padua

Sandra Guzmán, CER San Luis

Tatiana Alfonso, Institución Educativa Agrícola Victor Manuel Orozco

Zulieth Carvajal, CER Otrabanda

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