Está en la página 1de 3

A pie en París

Ante la estatua de Carlomagno, con la Dama al fondo, me sentí como quien no quiere
abandonar Europa para nunca jamás. El regreso a mi patria fue mezcla de sentimientos:
felicidad por el retorno y tristeza por lo poco que logré abarcar en esos extensos territorios que
algún día volveré a visitar.

Desde la literatura y el cine vemos a villanos, princesas, espías y héroes haciendo terribles
piruetas en sus persecuciones por los inclinados techos de los edificios de París, entrando y
saliendo por puertillas y ventanas y saltando de un edificio a otro hasta quedar bamboleándose
en las canoas. Son escenas emocionantes y escalofriantes, que uno desea repasar y porqué no,
emular aunque sea desde la imaginación.

Paradójicamente, en mi corta estadía en París ese 2016, el trajín turístico fue tan exigente, que
al llegar al hotel ni siquiera pude asomarme por una ventana para saborear visualmente ese
paisaje herrumbrado, atrayente y vertiginoso; al contrario, llegaba directo a cenar, bañarme,
frotarme los pies y a dormir para poder madrugar al día siguiente.

Este sueño queda pendiente para otro viaje, pues hasta tengo enlistadas algunas medidas de
precaución para un tour por los techos: 1. Mantenerse alejado de los tragaluces, pues su aspecto
engañoso puede ser fatal, solo los héroes de las películas caen en medio de fiestas, sobre mesas
repletas de manjares o en jardines interiores para seguir en su persecución o escape. Vale
también la precaución en el caso de chimeneas; 2. Llevar calzado apropiado para no ceder al
declive que tienen esos techos, pues no siempre se puede andar sobre la cumbrera, aunque uno ve
a los héroes con sus botas y zapatos de cuero corriendo como si nada en medio de la noche; 3.
Antes de saltar de un edificio a otro, cerciorarse de que la canoa del frente es suficientemente
resistente, pues siempre queda uno guindando de la misma.

Fuimos caminando desde el monumento a Carlomagno hasta la Torre Eiffel y de ahí al Museo
del Louvre, y yo sentía una atracción increíble en cada bocacalle. De seguro que con más tiempo,
tomaría un mapa y exploraría cada una de ellas e iría marcando en él para llevar el control.
Revisaría cada portal, cada placa, encontraría pistas. Incluso pensé seguir a alguna persona
interesante elegida al azar, ¡pero caminan muy rápido! y eso no daría oportunidad de ir viendo
las maravillas que te encontrás a cada paso. Se ve uno compelido a desistir de ello.
París, 30/09/2016,
Nos contentamos con comprar un sánguche y un refresco y nos sentamos en un parquecillo a
merendar, y qué lugar: La Torre Eiffel y el Obelisco al frente, inmersos en los Campos Elíseos, y
atrás, en el Hotel de Crillón, se escuchaba una educada algarabía de los líderes del mundo
inmersos en un Debate acerca de las Acciones en contra de la Contaminación Ambiental.

Sin embargo, antes de llegar al Louvre le dije a Gabi que nos metiéramos por una callecilla,
pese a perdernos de algo muy lindo que podría haber en la ruta que traíamos. Al llegar al Hotel
de La Marina, doblamos a la izquierda decididos a perdernos en esa calle, y de ahí todo fue un
coja para acá y coja para allá. Fue así como entre edificios de buen tamaño y aspecto fuimos a
salir de sopetón a la Plaza Vendôme con su monumento de bronce de Napoleón, las fachadas de
los edificios circundantes y las joyerías que caracterizan y super valoran el lugar.

O sea, que cualquier callejuela de París te lleva a lugares maravillosos y de un valor cultural e
histórico admirables. Sí, nuestro pequeño tour de a pie seguía rindiendo frutos a diestra y
siniestra.

En los viajes, recibimos un desgarro sentimental por la separación de los seres queridos que allá
quedan, pero al frente se nos abre un panorama extraordinario desde el mismo momento del
despegue del avión. Y ya cuando te sentís paladeando otras culturas, otros paisajes y
costumbres, entrás en un estado de ensoñación que luego no querés abandonar.

Además, escribir una novela de espionaje en este entorno es un tema del que me gustaría
ocuparme, pero estando a la altura (y hasta vivirlo); y como es al contrario, no gasto ni papel ni
lápiz en ello.
Gerardo E. Quesada Mayorga.

https://www.blogger.com/profile/04019392092150841170

https://www.academia.edu/109558584/A_PIE_EN_PARIS

También podría gustarte