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Teoría del apego

John Blowby comienza a cuestionar los supuestos teóricos del PSA y a desarrollar un
nuevo paradigma.
En un primer momento es convocado por la OMS para estudiar el lazo afectivo de los
niños huérfanos luego de la segunda guerra mundial. En la década del 30 ya se venían
realizando investigaciones acerca del vínculo afectivo como los experimentos de Harlow con
macacos donde los monos se apegaban a la madre de felpa y sólo recurrían a la madre
metálica cuando tenían hambre. También le interesaba el experimento de Lawrence sobre el
seguimiento de los patitos, donde apenas nacen se comienza a observar que los patitos siguen
a cualquier figura que tengan más grande que ellos, mientras le brinde protección y alimento.

Por lo tanto, todas estas investigaciones le sirven para crear otra alternativa de lo que
se venía sosteniendo hasta la época. Mientras que el PSA afirma que el vínculo con madre se
desprende de la necesidad de hambre, es decir, el el alimento sería lo primario y el vínculo
materno secundario. Bowlby plantea que es al revés, el vínculo afectivo es lo primero, la
necesidad de interactuar con el otro.

Por lo que, desarrolla su teoría del apego, entendida como la tendencia de los seres
humanos a crear fuertes lazos afectivos con determinadas personas en particular. Supone un
intento de explicar la amplia variedad de formas de dolor emocional y trastornos de la
personalidad, tales como la ansiedad, la ira, depresión, y el alejamiento emocional, que se
producen como consecuencia de la separación indeseada y de la pérdida afectiva.

La teoría del apego concierne a dos cuestiones:

a) Los SH tienden a establecer vínculos fuertes, selectivos y duraderos.


b) Y como la amenaza a estos vínculos puede causar fuertes emociones, y finalmente
psicopatologías.

La conducta de apego: es muy obvia en la primera infancia, pero puede observarse a lo largo
de todo el ciclo vital, y tiene como función biológica básica la protección.

Lo que importa es la intensidad que acompaña a la conducta de apego, es decir, si la


relación funciona bien, produce alegría y seguridad, sino surgen los celos, ansiedad, e ira.

Durante la infancia los lazos se producen con los padres en busca de protección,
consuelo y apoyo. Durante la adolescencia persisten, pero se complementan con nuevos
lazos.

Lo que es fundamental, es que la figura de apego sea accesible y sensible para darle
un sentimiento de seguridad al niño.
Considerando esto, Mary Ainsworth, desarrolló un experimento conocido como la situación
extraña: que consiste en una fase en donde el bebé y la madre están en una sala con juguetes.
En un momento entra un extraño, luego sale la madre y en un tiempo vuelve a ingresar.
Para mostrar la universalidad del apego, pero lo que encontró fueron individualidades
a la hora de relacionarse. Por lo tanto, distinguió tres tipos de apegos:

1) Apego seguro: son niños que sus padres serán accesibles, sensibles y colaboradores.
Procesan la información de manera cognitiva y afectiva, integrando ambas fuentes y
dando lugar a las representaciones y conductas más organizadas teniendo en cuenta
situaciones de estrés.

2) Apego evitante: el niño no confía en que cuando busque cuidado recibirá una
respuesta servicial, por lo que, intenta volverse autosuficiente. Es el resultado de un
rechazo del cuidador cuando el niño busca consuelo y protección. Son niños que
organizan su conducta de manera cognitiva, inhibiendo la manifestación del afecto y
mostrando lo que los padres desean.

3) Apego ambivalente: el niño está inseguro de si su cuidador será accesible o sensible.


Tiene una tendencia a la separación ansiosa, estará ansioso frente a la exploración del
mundo. Estos niños organizan su conducta a partir de lo emocional, es decir, que
aprendieron a exagerar sus estados de ánimo para llamar la atención de su figura de
apego.

Luego están los aportes de Crittenden que contribuye en decir que hay: que tener en cuenta el
contexto de estos tipos de apego y no solo el vínculo afectivo y a su vez, propone sustituir el
concepto de categoría por el de dimensiones que se ajuste a los procesos evolutivos y
situacionales.
A su vez, menciona que el determinante primario es la sensibilidad materna en todo tipo de
calidad de apego. Por lo tanto, las madres sensibles tienen hijos seguros, las madres
inconsistentes tienen hijos ambivalentes y las madres que interfieren y rechazan tienen hijos
que evitan.
Además al patrón ambivalente lo llama coercitivo ya que el niño mediante el control se
asegura su protección, es decir, captura la atención de su cuidador con expresiones
exageradas. En cambio el patrón evitante tienen una estrategia de rechazo o evitan el
contacto, es decir, el niño esconde lo que le pasa para molestar menos a sus padres y de esta
manera no ser rechazado.

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