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SUBSIDIO PASTORAL

TIEMPO DE ADVIENTOY NAVIDAD


COMISIÓN DIOCESANA DE LITURGIA | RAFAELA
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 2

Introducción
Una vez más nos vamos acercando al comienzo del Adviento, y con él, al
comienzo de un nuevo año litúrgico. Es por esto que llegamos a ustedes con
un nuevo subsidio que nos ayude a prepararnos, formándonos, rezando y
esforzándonos por pensar lo adecuado para nuestra comunidad.

Este material está dividido en varias secciones que podrán servirnos a tales
fines:

I. El Adviento y la Navidad: su naturaleza, su sentido


teológico y litúrgico siempre actuales. 3

II. La presencia de María durante el Adviento y la Navidad. 8

III. Los signos litúrgicos del Adviento y la Navidad: una


llamada a redescubrirlos y proponerlos de manera
creativa. 13

IV. Algunas propuestas litúrgicas para acompañar la


preparación penitencial del Adviento. 23

V. Sobre la música litúrgica de estos tiempos fuertes. 28


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I. EL ADVIENTO Y LA NAVIDAD:
SU NATURALEZA, SU SENTIDO TEOLÓGICO
Y LITÚRGICO SIEMPRE ACTUALES.

Cada tiempo litúrgico es un momento de gracia especial que Dios, en su Hijo


Jesucristo, nos regala a cada uno de nosotros.

Cada uno de estos momentos nos vincula de manera íntima a un aspecto de la


salvación operada por Jesucristo por medio de la acción litúrgica. “En efecto en
ella se realiza la obra de nuestra redención” (S.C. 2).

Cada tiempo fuerte que nos ofrece la liturgia es momento especial de gracias
que anima y renueva nuestra vida espiritual. De hecho el año litúrgico cada día,
mes y año, nos hace avanzar más, hacia arriba y hacia delante en nuestro
caminar hacia el Padre. Cada año es distinto, es más profundo y cercano en el
encuentro con el Señor. El año litúrgico nos vehicula en la santidad; le da
sentido, hondura y espesor a nuestra vida espiritual. La oración litúrgica le da
sentido a nuestra acción; sin vida litúrgica, el anuncio del Evangelio, la
evangelización, sería solamente la acción de hombres buenos. Nuestra fe no
sería más que una simple ideología.

Hoy les ofrecemos este material para ayudarlos a celebrar el tiempo de


Adviento. Tiempo que de una manera particular nos invita a ponernos en
sintonía con el proyecto de Dios. Sí, ponernos en sintonía con el proyecto de
Dios, porque en algunos momentos de nuestras vidas, tenemos que reconocer
que hemos armado proyectos sin tenerlo en cuenta a él. Nos hemos puesto
fuera de sus vías. Nuestros proyectos tienen que ser proyectos de Dios,
proyectos que den cuenta de la voluntad del Señor.

Adviento es el tiempo que nos invita a


tomar conciencia de que nuestras vidas
tienen que ser un amén al proyecto del
Padre.
Adviento en su sentido original -
Adventus - marcaba el tiempo que se
ubicaba entre el anuncio de una visita
inspectiva hasta el momento en que ésta
comenzaba. De esta fácilmente se
deduce que Adviento es un tiempo de
espera activa, de espera creyente.
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Nuestro actual tiempo de Adviento inaugura el año litúrgico y tiene dos


dimensiones:
la que va desde el primer Domingo de Adviento hasta el 16 de diciembre, y
que nos invita a vivir un Adviento Escatológico, es decir, a la espera de la
segunda venida del Señor;
y la que va desde el 17 hasta el 24 de diciembre, un Adviento Natalicio, que
recuerda año tras año la primera venida de Jesucristo, nuestro Salvador.
Comenzamos el año litúrgico mirando la concreción de nuestra esperanza.

“El tiempo de Adviento tiene una doble índole: es el tiempo de preparación


para las solemnidades de Navidad, en las que se conmemora la primera
venida del Hijo de Dios a los hombres, y es a la vez el tiempo en el que por este
recuerdo se dirigen las mentes hacia la expectación de la segunda venida de
Cristo al fin de los tiempos. Por estas dos razones el Adviento se nos
manifiesta como tiempo de una expectación piadosa y alegre”.

Tiene como color litúrgico al morado, el cual nos recuerda la actitud de


penitencia y sacrificio que todos los cristianos debemos tener para prepararnos
a tan importante acontecimiento de Dios que vino, viene y vendrá:

VINO: Recordamos el pasado y celebramos - contemplamos el nacimiento de


Jesús en Belén, en el que Dios se hizo uno de nosotros para recuperar la
amistad herida por el pecado.

VIENE: en nuestro presente, en nosotros y por nosotros, está aquí en el mundo


como el Dios Vivo y resucitado que camina a nuestro lado, mientras germina el
Reino definitivo.

VENDRÁ: en la Parusía o segunda venida de Jesucristo en la "majestad de su


gloria", en la que se nos manifestará como Señor y como Juez de todas las
naciones, y abrirá la creación a un “nuevo cielo y una nueva tierra”

El Adviento es memoria del misterio de gracia del


nacimiento de Jesucristo.
Es memoria de la encarnación, es memoria de las
maravillas que Dios hace en favor de los hombres.
Es memoria de la primera venida del Señor.
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El adviento es historia viva


El Adviento es el tiempo de
la espera, ícono de la vida
como espera. El adviento es
el tiempo que se nos da para
que aprendamos a esperar,
para que aprendamos a vivir
esperando, para que no
pretendamos obtener
enseguida lo que queremos,
aunque se trate de Dios y de
la visión de su rostro; es el
tiempo del intervalo, de la
capacidad de hacer mientras tanto una pausa, una especie de suspensión de
nuestros reclamos y de la pretensión de obtener inmediatamente lo deseado.

Es un llamado a vivir el presente de nuestra vida cristiana comprometida y a


experimentar y testimoniar la presencia de Jesucristo entre nosotros, con
nosotros, por nosotros. El Adviento nos interpela a vivir siempre vigilantes. El
Adviento es presencia encarnada del cristiano, que cada vez que hace el bien,
reactualiza la encarnación y la natividad de Jesucristo.

Dice nuestro Papa Francisco en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium:

«Hay que reconocerse a sí mismo como marcado a fuego


por esa misión de iluminar, bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar.
Allí aparece la enfermera de alma, el docente de alma, el político de alma,
esos que han decidido a fondo ser con los demás y para los demás.
Pero si uno separa la tarea por una parte y la propia privacidad por otra,
todo se vuelve gris y estará permanentemente
buscando reconocimientos o defendiendo sus propias necesidades» (EG 273)

En el comienzo del Adviento, se abre la perspectiva global del sentido del


tiempo. Se nos invita a mirar desde los orígenes hasta la consumación.
Miramos lo que viene, que no es una cosa: es una persona, es alguien, es el
Señor.
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Desde el comienzo del Cristianismo, los discípulos del Señor se caracterizan


por vivir en la esperanza. Dice San Pablo a los Corintios, “Aguarden la
Manifestación de Nuestro Salvador Jesucristo” (1 Cor 1,7).

Nos reconocemos peregrinos, pero al mismo tiempo, responsables de la


transformación del mundo. En otras palabras tenemos que asumir la
Evangelización del Corazón de la ciudad, la Evangelización de la cultura:
anunciar al corazón del hombre el Evangelio de Jesucristo.

Vivir Adviento es reconocer que necesitamos adecuar nuestros proyectos a los


del Señor, optar por dejar que sea Cristo quien reine en nosotros. El primer
terreno a allanar y preparar para Jesucristo en este Adviento, es nuestra propia
vida.

En la segunda parte del Adviento la espera tiene otra característica: mira la


venida en la carne del Hijo de María, es la preparación a la celebración de la
Navidad, celebración que nos ayuda a contemplar la promesa y la misericordia
de Dios que se concretan en la encarnación de su Hijo. Esta segunda parte del
Adviento, Adviento natalicio, nos prepara a reconocer que el Señor cumple sus
promesas y las cumple con la cooperación del hombre: el sí de María, posibilita
el sí de la misericordia de Dios.

«Después de la celebración anual del misterio pascual,


nada tiene en mayor estima la Iglesia que la celebración
del Nacimiento del Señor y de sus primeras manifestaciones:
esto tiene lugar en el tiempo de Navidad»
(Normas Universales para el Año Litúrgico 32).

La Navidad es la fiesta litúrgica que se ha hecho más popular en las culturas


del mundo occidental. Todos sabemos que muchas de las figuras con que el
consumismo desenfrenado “celebra” la Navidad, vienen de la Navidad, pero
que se han “divorciado” de la liturgia y de la fe (el árbol de la Navidad, Papá
Noel, los regalos). Deberíamos estudiar este fenómeno desde la antropología,
la sicología y otras disciplinas humanas, porque arrasa con el sentido de la fe
cristiana, y no nos estamos dando cuenta de esto. Gracias a Dios, esta
desviación de la Navidad, es contrarrestada en buena parte por la hondura del
misterio que celebramos en la Navidad. Y es el de la Encarnación de Cristo,
misterio germinal de la Pascua, de la resurrección. En la debilidad y ternura del
Niño Dios del portal, se revela la paradójica grandeza de quien no dudó en
hacerse uno como nosotros (Flp 2,6-11), para compartir nuestra humanidad,
marcada por el pecado y la muerte, compartir nuestra suerte y salvarla desde
dentro, haciéndose carne (Jn 1,14).
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El tiempo de Navidad comienza con


las primeras vísperas de la fiesta de
Navidad y termina con el domingo
después de Epifanía, o después del
día 6 de enero. El Bautismo del
Señor es la fiesta que cierra el
tiempo de Navidad, y se celebra el
domingo posterior a la Epifanía, que
es la celebración de la manifestación
del Señor. La Epifanía se celebra el 6
de enero, o bien, donde no es día de
precepto, el domingo entre el 2 y el 8 Es el término de la infancia de Jesús,
de enero. para dar comienzo a su vida pública
(coincide con el comienzo del
La Epifanía está en íntima relación Tiempo Ordinario), en el que se
con la Navidad, pues se remonta a su despliegan los acontecimientos de la
mismo origen. El acontecimiento vida pública de Jesús: enseñanzas,
bíblico de la llegada de los magos de milagros y palabras, sin centrarse en
Oriente a Belén (Mt 2,1-12), adquiere algún aspecto particular hasta entrar
una dimensión universal, como la Cuaresma en el Miércoles de
manifestación de Jesús a las Ceniza.
naciones (representadas en los
sabios), y le da a la fiesta un carácter Este Adviento tiene que ser
ecuménico y misionero. renovación, quizás, un comenzar de
nuevo; este Adviento es ciertamente
La Epifanía del Señor, que se un inicio. Pero nunca partimos de
completa con la manifestación de cero, siempre partimos con la
Jesús a Israel en su bautismo, nos ganancia del amor y de la
recuerda que Jesús es la revelación misericordia de Dios.
de Dios, la manifestación del Padre La invitación del Bautista a preparar
mismo desde su nacimiento, hasta los caminos del Señor, nos estimula
su vida adulta. El Bautismo de Jesús a realizar una espera activa y eficaz.
nos recuerda que él inicia su vida No esperamos de brazos cruzados,
pública con su manifestación en el es preciso poner en juego todos
Jordán, a su pueblo Israel. Esta fiesta nuestros recursos, para preparar la
“completa” el ciclo de Navidad. venida del Señor.
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II. LA PRESENCIA DE MARÍA DURANTE EL


ADVIENTO Y LA NAVIDAD.
Adviento y Navidad... tiempos para contemplar a María

8 DE DICIEMBRE: INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA


María, la madre de Jesús, fue preservada de todo pecado desde su concepción,
por eso el 8 de diciembre de l854 se declara el dogma de fe de la Inmaculada
Concepción de María. Es día de precepto.

«...Para honra de la Santísima Trinidad, para la alegría de la Iglesia católica,


con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, con la de los Santos Apóstoles
Pedro y Pablo y con la nuestra: definimos, afirmamos y pronunciamos que la
doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune
de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción,
por singular privilegio y gracia de Dios Omnipotente, en atención a los méritos
de Cristo-Jesús, Salvador del género humano, ha sido revelada por Dios y por
tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles. Por lo cual,
si alguno tuviere la temeridad, lo cual Dios no permita, de dudar en su
corazón lo que por nos ha sido definido, sepa y entienda que su propio juicio
lo condena, que su fe ha naufragado y que ha caído de la unidad de la Iglesia
y que si además osaren manifestar de palabra o por escrito o de otra
cualquiera manera externa lo que sintieren en su corazón, por lo mismo
quedan sujetos a las penas establecidas por el derecho»
(Bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de l854)

12 DE DICIEMBRE: NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE,


COPATRONA DE LA DIÓCESIS DE RAFAELA
En 1531 la Virgen María se apareció al indio Juan Diego en la colina de Tepeyac
(México) y le expresó su deseo de que en el lugar se edificara un templo. El
obispo de México requirió un signo por el que se manifestase claramente la
voluntad de la Virgen. Entonces Nuestra Señora se volvió a aparecer a Juan
Diego y, sobre una roca árida y en pleno invierno, le hizo recoger rosas frescas
que el indio colocó en un pliegue de su capa o tilma. Al desplegarla ante el
obispo, a la sorpresa de las rosas fuera de estación se agregó el hecho de
aparecer grabada en la tilma una pintura de la Virgen, en la misma forma
como decía el indio haberla visto en la colina. Se levantó allí una capilla que
luego se convirtió en una monumental basílica, principal centro de
peregrinación mariana de América. En 1877 Nuestra Señora de Guadalupe fue
declarada Patrona de América Española y más tarde de toda América.
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MARÍA, MODELO DE CONTEMPLACIÓN


«La contemplación de Cristo tiene en María su modelo insuperable. El rostro
del Hijo le pertenece de un modo especial. Ha sido su vientre donde se ha
formado, tomando también Ella una semejanza humana que evoca una
intimidad espiritual ciertamente más grande aún. Nadie se ha dedicado con
la asiduidad de María la contemplación del rostro de Cristo. Los ojos del
corazón se concentran de algún modo en Él, ya en la Anunciación, cuando lo
concibe por obra del Espíritu Santo, en los meses sucesivos empieza a sentir
su presencia y a imaginar sus rasgos. Cuando por fin lo da a luz en Belén, sus
ojos se vuelven también tiernamente sobre el rostro del Hijo, cuando lo
“envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre”(Lc2,7)» (J. P. II, Rosarium
Virginis Mariae 10)

MARÍA, MODELO DE EVANGELIZACIÓN Y MISIÓN


«A la Madre del Evangelio viviente le pedimos que interceda para que esta
invitación a una nueva etapa evangelizadora sea acogida por toda la
comunidad eclesial. Ella es la mujer de fe, que vive y camina en la fe y «su
excepcional peregrinación de la fe representa un punto de referencia
constante para la Iglesia». Ella se dejó conducir por el Espíritu, en un itinerario
de fe, hacia un destino de servicio y fecundidad. Nosotros hoy fijamos en ella
la mirada, para que nos ayude a anunciar a todos el mensaje de salvación, y
para que los nuevos discípulos se conviertan en agentes evangelizadores»
(Francisco, Evangelii Gaudium 287)

MARÍA, LA MUJER QUE OYÓ, MEDITÓ Y VIVIÓ LA PALABRA


El que logró realmente ser pobre del Señor pudo percibir la manifestación y la
presencia salvadora de Dios en su vida. El Evangelio nos presenta a María, la
Madre de Jesús, como una mujer dichosa por haber creído, por haber
descubierto a Dios y por haberse sabido fiar de Él.

El Evangelio nos la muestra en un proceso de esa aceptación y de este


acercamiento al Dios que se le manifestaba. La Virgen escuchó meditó y vivió
el contenido de la Palabra o manifestación de Dios a través de su Hijo.

María escucha la Palabra. Y por esa razón fue dichosa. Tuvo estrecho contacto
con su Hijo en el hogar de Nazaret, en donde Cristo vivía los contenidos que
después, en los días de su vida pública, predicó; oyó atónita el mensaje del
ángel el día de la Anunciación; escuchó la profecía que Simeón le hacía.
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Pero en la aceptación de la Palabra y en su proceso de fe, María también siguió


el caminar corriente de todos los creyentes. Como no comprendía el sentido y
la proyección de lo que escuchaba como manifestación del querer y de los
planes de Dios, la Virgen meditaba y reflexionaba, guardaba en su corazón el
mensaje de Dios.

Y la grandeza de la Madre de la Iglesia consistió en


vivir el contenido de esa manifestación de Dios,
vivencia que no le fue fácil, sobre todo cuando veía la
marginación que se hacía de su Hijo en los días de su
vida pública, y más todavía cuando estaba de pie
junto a la cruz de su Hijo, asumiendo su rol y viviendo
su hora junto a Jesús Salvador. Así se constituyó en
madre de los creyentes y medianera del pueblo de
Dios.

Frente a la nueva manifestación de Jesucristo como Salvador, que


sacramentalmente celebramos en este Adviento, la Iglesia nos propone el
modelo bíblico de María para que nosotros también asumamos este ejemplo
de docilidad, docilidad que, en el itinerario de fe de la Virgen, no estuvo exenta
de dudas e incertidumbres, pero que supo apoyarse en la bondad infinita del
Dios que nos ama y que, por ese amor, nos salva en su Hijo.

Por esta razón, les acercamos una propuesta para meditar de un modo
especial el Misterio segundo del Santo Rosario: la Visitación de María a su
prima Isabel. Para esto, se puede elegir algún momento adecuado de la
semana, hacer una convocatoria en torno a la imagen de la Madre de Dios y
contemplar comunitariamente este misterio.
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Contemplando el segundo misterio gozoso: la visitación

Preparar un altarcito (si es posible con alguna imagen que ilustre el


misterio)
Invocación al Espíritu Santo, con cantos o espontáneamente.
Proclamación del texto (Lucas 1, 39-45). Se puede proclamar el texto al
modo como se proclama la Pasión, con tres lectores: Narrador – María –
Isabel
Después de la proclamación del evangelio, se invita a un momento de
silencio breve, después del cual el animador del momento, dice:

Miramos nuestra vida

El texto de hoy nos habla de la visita de


María a su prima Isabel. Las dos se
conocían bien; sin embargo en este
encuentro descubren entre ellas un
misterio que todavía no conocían y que
les llenó de inmensa alegría. Se trata
del misterio que ambas llevan en sus
entrañas y que es esencial para poner
en marcha el Plan Providente de Dios
para la salvación de la humanidad.
Isabel representa el Antiguo
Testamento que termina: María el
Nuevo que comienza. Ambas se
identifican por su gran fe en Dios.

Reflexión compartida: se invita a los participantes a compartir las


resonancias que el evangelio dejó en sus corazones. Este diálogo puede
estar motivado por las siguientes preguntas:

¿Tenemos nosotros como María e Isabel una fe inquebrantable en Dios?


¿Orientamos nuestra vida desde la fe y los valores que de ella derivan?
¿Hemos renovado nuestros vínculos con otras personas a través de la fe?

Meditamos
El animador del momento, u otra persona preparada con anterioridad, cierra
este momento de reflexión, mostrando cómo la visitación de María nos
presenta un modelo de misión, un modo de entender la vida cristiana como
vida de discípulo misionero lanzado a la evangelización. Para tal fin, puede
ayudar el cuadro que se encuentra más abajo.
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Lucas cuando narra esta visita de María a Isabel está enseñando a las
comunidades cristianas – a nosotros – lo que debemos hacer para transformar
la visita de Dios en servicio a los hermanos y hermanas.
Descubramos el itinerario espiritual que nos propone este pasaje del
Evangelio…

Rezamos: El animador propone concluir este momento de oración,


rezando juntos el misterio meditado: 1 Padre Nuestro – 10 Ave María – 1
Gloria

Con alegría le cantamos a María


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III. LOS SIGNOS LITÚRGICOS DEL ADVIENTO Y LA


NAVIDAD: UNA LLAMADA A REDESCUBRIRLOS
Y PROPONERLOS DE MANERA CREATIVA.

Como muchos de los signos que conocemos y realizamos provienen de la fe


del pueblo de Dios que a lo largo de las generaciones fue sosteniendo el
caminar creyente, nos parece bien comenzar esta sección con una síntesis de
algunos números del Directorio sobre la piedad popular y la liturgia:

94 «El Año litúrgico es la estructura temporal en la que la Iglesia celebra todo


el misterio de Cristo: "desde la Encarnación y la Navidad hasta la Ascensión, al
día de Pentecostés, y a la expectativa de la dichosa esperanza y venida del
Señor"»

97 «La piedad popular es sensible al tiempo de Adviento, sobre todo en


cuanto memoria de la preparación a la venida del Mesías. Está sólidamente
enraizada en el pueblo cristiano la conciencia de la larga espera que precedió
a la venida del Salvador. Los fieles saben que Dios mantenía, mediante las
profecías, la esperanza de Israel en la venida del Mesías. A la piedad popular
no se le escapa, es más, subraya llena de estupor, el acontecimiento
extraordinario por el que el Dios de la gloria se ha hecho niño en el seno de
una mujer virgen, pobre y humilde. Los fieles son especialmente sensibles a
las dificultades que la Virgen María tuvo que afrontar durante su embarazo y
se conmueven al pensar que en la posada no hubo un lugar para José ni para
María, que estaba a punto de dar a luz al Niño (cfr. Lc 2,7). Con referencia al
Adviento han surgido diversas expresiones de piedad popular, que alientan la
fe del pueblo cristiano y transmiten, de una generación a otra, la conciencia
de algunos valores de este tiempo litúrgico»

105 «La piedad popular, a causa de su comprensión intuitiva del misterio


cristiano, puede contribuir eficazmente a salvaguardar algunos de los valores
del Adviento, amenazados por la costumbre de convertir la preparación a la
Navidad en una "operación comercial", llena de propuestas vacías,
procedentes de una sociedad consumista. La piedad popular percibe que no
se puede celebrar el Nacimiento de Señor si no es en un clima de sobriedad y
de sencillez alegre, y con una actitud de solidaridad para con los pobres y
marginados; la espera del nacimiento del Salvador la hace sensible al valor
de la vida y al deber de respetarla y protegerla desde su concepción; intuye
también que no se puede celebrar con coherencia el nacimiento del que
"salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt 1,21) sin un esfuerzo para eliminar de
sí el mal del pecado, viviendo en la vigilante espera del que volverá al final de
los tiempos»
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Durante el Adviento y la Navidad encontramos diversos signos que pueden


ayudar a nuestro pueblo a prepararse en un auténtico camino espiritual para
celebrar el misterio del nacimiento de nuestro Salvador. De entre ellos,
elegimos algunos que por su tradición y significado siguen siendo opciones
válidas.

En cada uno de estos signos, haremos una breve explicación de su naturaleza,


tratando de brindar también opciones creativas para adaptarlas a cada
comunidad, según lo que el discernimiento comunitario crea oportuno.

La Corona de Adviento
La Corona de Adviento es un signo
tradicional que permite a la asamblea y a
la familia (cuando se arma en cada hogar)
ir preparando el corazón de manera
progresiva, para la venida del Salvador.
Si bien su origen la sitúa en el hemisferio
norte, nuestras comunidades no han visto
demasiada dificultad en adoptar este gesto simbólico e integrarlo a su
celebración.
La “corona de Adviento”, que se puede hacer en el templo o en nuestras casas,
como signo de la espera de Cristo, de nuestra preparación a celebrar la
Navidad, es de forma circular, porque indica la perfección o la eternidad, la
plenitud. El color de sus velas generalmente es morado, aunque nada dice que
no pueda ser de otro color. En ocasiones se suele ubicar una vela color rosa
como tercera de la serie, para significar el domingo Gaudete que,
litúrgicamente, nos invita a renovar la alegría de ver que el Señor cumple sus
promesas.
Se enciende una vela por semana, toda vez que nos reunamos en casa para
rezar o en la Iglesia para celebrar la eucaristía. Las luces, por su parte, nos
recuerdan que Cristo es la luz, que disipa nuestras tinieblas y triunfa sobre la
oscuridad del pecado y de la muerte, por su Misterio Pascual (Is 2,5; 9,1; 60,1-2).

Las características propias de este signo las podríamos resumir en las


siguientes:
La vida que se hace presente durante la espera (color verde de las ramas)
La luz que ilumina de a poco el camino del Adviento (velas)
La progresividad de la iluminación, marcando el ritmo semanal.

Estas notas de la Corona de Adviento nos dan pie para pensar otras
posibilidades. Igualmente fundadas en la biblia, tenemos algunos signos que
pueden ayudar a la comunidad a fortalecer la espera.
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TRONCO: durante el Adviento nos sale


al paso el profeta Isaías con su famosa
promesa de parte de Dios: “Saldrá un
vástago del tronco de Jesé, y un retoño
de sus raíces brotará” (Is. 11, 1), haciendo
alusión con estas palabras a la llegada
del Mesías que nacerá de la Virgen
María. Por esta razón, un tronco con un
pequeño pero evidente brote, puede
servir como contexto ornamental para
el encendido de las velas dominicales.
En este caso, una necesaria catequesis al comienzo del Adviento puede ayudar
a incorporar este signo sin problemas. Y sería bueno también que las oraciones
de cada domingo, haciendo referencia esencialmente a la luz de la esperanza
del pueblo creyente, haga también alusión a la promesa del profeta. La
progresividad, en este caso, no estaría sólo posibilitada por la cantidad de
luces, sino también por el aumento progresivo de follaje que adorne el tronco
que sigue “brotando”.

VENTANA O PUERTA QUE SE ABRE:


lo mismo podemos decir de estas
otras alternativas que permitirían
acentuar la espera como actitud
interior de preparación, por la cual
los cristianos, abren sus vidas al que
llega para que su luz los ilumine. Si a
esto sumamos la presencia de la
Palabra de Dios, nos permitiría
comprender el papel que la lectura y
meditación de la Palabra de Dios
juega en el camino del Adviento, que
nos lleva a celebrar el acontecimiento en el cual “la Palabra se hizo carne y
habitó entre nosotros” (Juan 1, 14)

FAROLES O LÁMPARAS: si, en cambio, se quisiera hacer


hincapié en la vigilancia y espera que exige el Adviento,
las lámparas de aceite o faroles podrían ayudarnos. Los
textos bíblicos que hacen referencia a esta actitud son
bien conocidos y claros y aportarían el espíritu atento y
penitencial que, sin ser de igual calibre que en la
cuaresma, no deja de estar presente en el Adviento. En
este caso, con mayor razón, las oraciones deberían hacer
referencia al permanecer atentos y despiertos, con las
lámparas encendidas, etc.
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MACETA SEMBRADA: especialmente


donde la presencia numerosa de niños lo
requiera como un signo fácil de
comprender. Un recipiente sembrado que
se riegue domingo a domingo bastaría en
su simpleza para hablarnos de aquello
que viene brotando y de la necesidad de
cuidar y regar el corazón con lo que en
cada domingo el Señor nos regale en la
liturgia. No faltan los textos bíblicos que
hagan referencia a la siembra, al
crecimiento, a los frutos y a las semillas
que el Señor planta en los corazones.

CAMINO: En lugar de la circularidad de


la corona, en este caso, vendría
presentado el tiempo más bien como
un camino progresivo que se dirige
hacia el lugar donde luego aparecería
el pesebre, o bien hacia el altar. De este
modo se podrían utilizar los escalones
que se encuentran en la mayoría de
nuestros presbiterios, formando con
ellos las diversas etapas del Adviento.
Este camino, en cada etapa, puede ser ayudado con algún signo que
permanezca a lo largo del tiempo de espera y que ayude a la memoria semana
a semana: por ejemplo, que la primer semana junto a la primer vela se ponga
un pequeño tronco brotado; la segunda vela acompañada por un reloj de
arena; la tercera semana acompañada por la Palabra de Dios y la cuarta vela
por una imagen de la Virgen María. Estos son sólo ejemplos de los muchos
signos que se pueden buscar a la hora de ilustrar el camino del Adviento. Cabe
agregar la conveniencia de que se agreguen oraciones con el encendido que
tengan que ver con el signo y que, sin “explicarlos”, pongan de manifiesto su
profundo simbolismo.

Más allá de la importancia del signo, sería bueno que no ocupe un lugar que
no le corresponde ya que, por ejemplo, sería una incoherencia que demos más
atención a un signo de la espera del Salvador que a la presencia real y actual
en medio de su pueblo (Palabra, Eucaristía, ministros, asamblea, oraciones,
etc.). Por esto mismo es bueno tener en cuenta algunos consejos prácticos:
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Que el lugar donde ubiquemos el signo del Adviento no reste importancia


al altar ni al ambón.

Que sea un lugar donde sea fácil de llegar, especialmente si queremos


hacer participar a niños, ancianos, discapacitados, etc.

Que el signo sea firme y seguro: sobre todo en lo que tiene que ver con el
fuego, el material que se utilice, asegurarse que la llama permanezca
encendida durante toda la celebración, la altura y la estabilidad del soporte.

Que cerca o integrando el signo, haya algún cartel con algún versículo que
ilumine el signo aun cuando no se lo está realizando (por ejemplo, cuando
se visita durante el día el templo). También sería oportuna una explicación
breve del signo adoptado para que sea más evidente su sentido.

Que mantenga su lugar hasta la víspera de la Navidad y, luego, que


desaparezca de escena, para que no haya visualmente una contradicción.

Que a la hora de elegir colores predominen los morados. Aunque, según


qué signo se elija, pueden acompañar también otros colores; en todo caso,
manteniendo siempre la sobriedad.

PESEBRE
Desde muy antiguo las Iglesias
adquirieron la venerable costumbre de
armar los “pesebres o nacimientos”
dentro de sus naves, para que las
imágenes ayudaran a los fieles a
acercarse sensiblemente al Misterio que
se celebraría. No siempre el pesebre ha
aparecido en forma de pequeñas
imágenes de material, sino también en
forma de pinturas.
En el año 1223 San Francisco de Asís dio
origen a los pesebres o nacimientos que
actualmente conocemos, popularizando
entre los laicos una costumbre que hasta
ese momento era sólo al interno de las
iglesias, haciéndola extra-litúrgica y
popular.
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La tradición de armar el pesebre en nuestras iglesias es una linda oportunidad


para catequizar con él a las familias que participan de nuestras celebraciones.
Por tanto, a la hora de su armado, tengamos en cuenta algunos tips que
pueden ayudarnos a recuperar el sentido de su presencia y su mejor
aprovechamiento:

¿Cuándo armar el pesebre?


No hay una respuesta única, porque depende de la costumbre de cada lugar y
del significado que se busque expresar. Ciertamente, en la mayoría de nuestras
casas la aparición del clima navideño en todos sus signos (pesebre, arbolito,
luces, etc.) tiene lugar el 8 de diciembre, que le agrega un ingrediente más a la
celebración de la Inmaculada Concepción. Pero tratándose de la Iglesia, lugar
donde los signos no deben entorpecer, sino ayudar, hay que analizar junto al
equipo de liturgia, cuál sería el momento oportuno. Además, agreguemos, la
presencia de la corona de Adviento (u otro signo fuerte) corre el riesgo de
comenzar a “competir” con el pesebre, si es que este aparece casi desde el
inicio del Adviento.

Para buscar un poco de luz desde la misma liturgia, es claro que las cuatro
semanas del Adviento no tienen todas el mismo sentido teológico: las dos
primeras hacen referencia más a la espera escatológica y final de nuestro
Señor, mientras que la tercera y cuarta semana miran más bien a la realización
de la espera del Mesías en su primera venida, es decir, la Encarnación de
Jesucristo, nacido entre los pobres para enriquecernos a todos. Además, si
hojeamos el misal y el leccionario, nos encontraremos con las llamadas “Ferias
de Adviento”, es decir, con lecturas especiales que se emplean desde el día 17
al 24 de diciembre.

Estos datos nos hacen pensar como posible y mejor – generalizando – la


opción de preparar el pesebre en el templo a partir del día 16 de diciembre, o
bien, por una cuestión pastoral, el domingo anterior.

¿Cuándo desarmarlo?
Tampoco encontramos una respuesta única posible. Nos vendrá bien buscar
en la liturgia una respuesta…

El ciclo litúrgico llamado Tiempo de Navidad, abarca desde el 25 de diciembre


hasta el Bautismo del Señor. La finalidad de este tiempo es celebrar con gozo
el Nacimiento del Señor, en Belén; su infancia y vida oculta, en Nazareth; y las
primeras y solemnes manifestaciones del mismo a los hombres.
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 19

Por su finalidad y extensión puede dividirse este tiempo, y, en la Liturgia, de


hecho se divide, en dos períodos:

a) Período de Navidad, propiamente dicho, que abarca los quince días


comprendidos entre esta fiesta y la de Epifanía (6 de enero); y
b) Período de Epifanía, que va hasta el Domingo del Bautismo del Señor.

El 1er. Período es una fiesta no interrumpida en torno a la cuna de Belén,


donde la Iglesia contempla y celebra embelesada los encantos y grandezas del
Divino Infante, y también las alegrías y excelencias de la Virgen Madre.

El 2° Período ensancha más el horizonte litúrgico y pone de relieve las


manifestaciones del Hijo de Dios principalmente en el misterio de la Adoración
de los Reyes, en el de su Bautismo, y en su primer milagro, en las bodas de
Caná.

Teniendo en cuenta estos datos, el desarmado del pesebre podría ser una
ayuda al cambio de perspectiva litúrgica: una vez celebrada la Epifanía, si bien
el tiempo de Navidad continúa, se puede desarmar el pesebre ya que la mirada
creyente no se posa sobre él, sino más bien en la vida escondida de Jesús en
Nazaret y en sus primeras manifestaciones públicas.

¿Qué lugar es conveniente?


Como es de intuir, no hay un lugar específico. Sí hay criterios que nos ayudarán
a encontrar el adecuado.

Por ejemplo, uno que ya dimos arriba, que el pesebre no “compita” con la
corona de Adviento o el signo elegido. Para esto no estaría de más pensar
cómo “integrar” las dos cosas, o pensar cómo cada una puede conservar su
lugar en el templo sin necesidad de “trasladar” la corona para poner el pesebre.
Respecto a la integración, se podría pensar especialmente en los signos
propuestos como alternativas a la corona, más fácilmente incorporables a la
escena del nacimiento. O bien, la integración se puede dar por la progresividad
con la que vayan apareciendo las imágenes de los personajes, mientras se
encienden las luces correspondientes del Adviento, acompañando esa entrada
o aparición con una oración preparada para la ocasión.

Otro criterio a tener en cuenta es que el pesebre no quite valor al ambón o al


altar, sino más bien que lleve la atención del fiel a lo que sucede sobre el altar y
no debajo de él.
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 20

Arbolito de Navidad
Tiene sus orígenes en la antigua
Alemania. En algunas casas, siguiendo
una costumbre pagana, se cortaban
algunas ramas y se lo decoraba con pan,
fruta y adornos brillantes para alegrar la
vida de los habitantes de la casa.

Se cuenta que un misionero inglés en


Alemania, en el siglo VII, comprendiendo
que era imposible arrancar de raíz esta
tradición pagana, la adoptó dándole un
sentido cristiano, haciendo que el árbol
adornado fuera también un símbolo del
nacimiento de Cristo.

Los primeros documentos que nos


hablan de la costumbre de colocar en
Navidad árboles en las casas son del siglo
XVII. En los países nórdicos, se empiezan
a reunir las familias en torno a un árbol
de Navidad. El día 24 los niños eran
llevados a pasear o de día de campo,
mientras los adultos colocaban y
decoraban con dulces y juguetes el árbol;
a su regreso los niños eran sorprendidos
con el árbol y así daba inicio la
celebración de la fiesta de Navidad. Esta
costumbre va cobrando fuerza y se
extiende por todo el mundo.

Ya en la Biblia aparece el árbol asociado


al plan que Dios tiene para salvar al
hombre. En primer lugar se asocia al
árbol de Navidad con el árbol de la vida,
que lucía en medio en medio del Jardín
del Edén y después de la caída
desaparece; la fruta y las decoraciones
nos recuerdan las gracias y dones que el
hombre tenía cuando vivía en el Paraíso
en completa amistad Dios.
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 21

Por el nacimiento de Cristo, los Las luces representan la luz de


hombres renacen y tienen acceso a Cristo en nuestra vida y la estrella
la plenitud de la vida. El árbol de que en algunas ocasiones se coloca
Navidad representa el haber en la punta representa a la estrella
recobrado dichos dones gracias al de Belén que anuncia la redención
sacrificio de Jesucristo. a la humanidad.

Los adornos del árbol y las luces que Como podemos ver, la historia y el
se encienden representan el nuevo sentido del árbol de Navidad nos
estado que el amor de Cristo nos permiten acogerlo como una
prepara. La presencia de Cristo oportunidad para evangelizar. A
responde al anhelo de la creación esto hace referencia también la
para ser liberada de la esclavitud y Congregación para el Culto Divino,
de la destrucción; mientras tanto se en el Directorio sobre Piedad
queja y sufre, tal como una mujer popular y Liturgia cuando nos dice:
en sus dolores de parto, como nos lo «Independientemente de su origen
describe San Pablo en la epístola a histórico, el árbol de Navidad es hoy
los Romanos. Por eso, el árbol de un signo fuertemente evocador,
Navidad representa esa naturaleza bastante extendido en los
restaurada y engalanada para ambientes cristianos; evoca tanto el
recibir a su redentor; el árbol árbol de la vida, plantado en el
perennemente verde quiere saludar jardín del Edén (cfr. Gn 2,9), como el
en nombre de la naturaleza árbol de la cruz, y adquiere así un
renovada a su Señor "Alégrense los significado cristológico: Cristo es el
cielos y la tierra, retumbe el mar y el verdadero árbol de la vida, nacido
mundo submarino. Salten de gozo de nuestro linaje, de la tierra virgen
el campo y cuanto encierra, Santa María, árbol siempre verde,
manifiesten los bosques regocijo" fecundo en frutos. El adorno
(Salmo 5). cristiano del árbol, según los
evangelizadores de los países
El árbol de Navidad también nórdicos, consta de manzanas y
representa ese árbol que nace y que dulces que cuelgan de sus ramos.
con el tiempo madurará en un gran Se pueden añadir otros "dones"; sin
árbol del cual saldrá la cruz, tal embargo, entre los regalos
como nos lo recuerda la liturgia del colocados bajo el árbol de Navidad
Viernes Santo: "Cruz amable y no deberían faltar los regalos para
redentora, árbol noble y espléndido, los pobres: ellos forman parte de
ningún árbol fue tan rico ni en toda familia cristiana»
frutos ni en flor". Podemos decir
entonces que de alguna manera el
árbol de Navidad nos recuerda la
redención.
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 22

Algunos ítems que ayuden a pensar esta


presencia también en nuestros templos:

El lugar donde colocar el árbol de Navidad: evitar en lo posible colocarlo en el


presbiterio, ya que puede entorpecer la visión o provocar más una carga que
una ayuda. Si se opta por un árbol pequeño, puede integrarse fácilmente al
pesebre. Si se eligió como signo de Adviento el Tronco, puede pensarse de tal
modo que, llegada la Navidad, se transforme con adornos y luces en el
tradicional árbol navideño. Sin embargo, preferentemente se puede ubicar el
árbol navideño a la entrada del templo, en el atrio.

Por costumbre, solemos pensar en pinos, pero ese es un dato más bien
histórico por el lugar y el tiempo del año (invierno) que responden a su historia.
Sería bueno que nos animemos a inculturar un poco esta tradición buscando
más bien algún árbol o arbusto propio de nuestra zona. Con mayor razón,
tengamos en cuenta que de ningún modo, este árbol puede estar adornado
con “nieve”… lo cual vuelve extraño el signo.

Atendiendo al simbolismo del árbol, se podría pensar en el equipo de liturgia o


en el Consejo pastoral, el modo catequético de presentar el árbol. Aquí sólo
sugerimos algunos de los tantos posibles:

Solidario: ir adornando progresivamente el árbol con obras


solidarias realizadas (para eso se necesitaría un cesto con
moños y una clara explicación cada domingo) que permita
a los fieles ir adornando el árbol no con buenos deseos sino
más bien con acciones solidarias realizadas, frutos de
conversión y de penitencia, etc.
De la Vida: que los adornos vayan expresando
compromisos en torno al cuidado de la vida de los más
débiles, niños por nacer, ancianos, enfermos de la
comunidad, etc.
De la Palabra: que en lugar de adornos esté repleto de
papeles con citas bíblicas que ayuden a la oración familiar,
invitando a los participantes de la misa a llevarse uno por
semana para rezar juntos en casa.
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 23

IV. ALGUNAS PROPUESTAS LITÚRGICAS PARA


ACOMPAÑAR LA PREPARACIÓN PENITENCIAL
DEL ADVIENTO.

Celebraciones penitenciales: ¿para quiénes?


La celebración penitencial no está pensada solo para aquellos hermanos que
no pueden celebrar el Sacramento de la Reconciliación, sino para todos.

Para los que pueden celebrar sacramentalmente la reconciliación, significará


una preparación a una confesión más serena, más sincera, más profunda. Para
aquellos que no pueden celebrar la reconciliación sacramental, significará una
posibilidad más de penitencia en el camino de perfección cristiana, al cual
todo bautizado está llamado.

En lugar de los textos bíblicos sugeridos, se pueden elegir esquemas de textos


penitenciales.

Los cantos - en los momentos sugeridos - podrían ser más bien de carácter
comunitario para el inicio, y el resto: de tono penitencial, bautismal y de
reconciliación.

Si no es posible que el ministerio de música anime la celebración con los


cantos, entonces la música grabada sería una buena alternativa.

Monición introductoria para cualquier celebración

Antes de celebrar la Navidad vamos preparar convenientemente la cuna en


que ha de nacer el Señor. Hoy no va a nacer en ningún Belén y en ningún
templo. Él sólo puede nacer en el corazón de los creyentes. Pero esto no es una
rutina, ni un teatro, ni una fiesta pasajera. Si Cristo realmente naciera en
nuestro corazón, todo sería distinto. Si Cristo naciera en nuestro corazón,
tendríamos que cambiar radicalmente. Es lo que llamamos Conversión.

Esta celebración penitencial quiere ser una preparación esperanzada y


cariñosa a la venida del Señor. ¿Cómo podemos recibir a Dios en nuestra casa
si hay algo que molesta su llegada? Dios quiere hacerse presente perdonado y
liberando. Fiesta de reconciliación y libertad, triunfo de la misericordia y del
amor.
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 24

CELEBRACIÓN I

Canto inicial
Señal de la cruz
Saludo de quien preside
Acto penitencial: Yo confieso...

Oración:
Dios nuestro,
acompaña con tu gracia el camino penitencial,
para que nuestra vida exprese con sinceridad
los frutos de un corazón renovado por tu presencia.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo...

Proclamación del Evangelio (Lc 15, 11-32 o bien Lc 19, 1-9)


Homilía o reflexión
Canto

Tropos penitenciales
Tú, que viniste al mundo para salvarnos. CRISTO, TEN PIEDAD.
Tú, que llevaste a la cruz nuestros pecados. CRISTO, TEN PIEDAD.
Tú, que nos invitas a una sincera conversión. CRISTO, TEN PIEDAD.
Tú, que conoces nuestros pensamientos. CRISTO, TEN PIEDAD.
Tú, que perdonas mucho a quien mucho ama. CRISTO, TEN PIEDAD.
Tú, que creas en nosotros un corazón nuevo. CRISTO, TEN PIEDAD.
Tú, que nos devuelves la alegría de la salvación. CRISTO, TEN PIEDAD.
Tú, que confiaste a la Iglesia el signo de tu perdón. CRISTO TEN PIEDAD.

Canto
Padrenuestro

Gesto:
Si el texto utilizado es el del Padre misericordioso, el gesto propuesto es el
abrazo: el ministro - o quien anima la celebración - ofrece a cada uno el abrazo
del Padre que nunca se cansa de esperar el regreso de su Hijo. Mientras tanto
se pueden cantar algunos cantos de reconciliación.

Si se utiliza el Evangelio con el relato de la conversión de Zaqueo, el gesto


sugerido es hacer la señal de la cruz sobre la frente de cada uno con agua
bendecida, recordando la primera vez que Jesús pasó por nuestra vida y nos
regaló el perdón a través del Bautismo. También aquí son oportunos los cantos
de reconciliación o de tono bautismal.
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 25

Oración final:
Dios y Padre bueno,
infunde el espíritu de arrepentimiento
sobre los que se inclinan ante tí,
para que merezcan conseguir, por tu misericordia,
los premios prometidos a los que hacen penitencia.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Bendición final: (si quien preside es sacerdote o diácono)


El Señor los anime a permanecer en la esperanza que no defrauda. Amén
Para que caminen en fraterna comunión con los hermanos, esperando con
alegría al Señor que viene con la salvación de sus Reino. Amén
Que derrame su gracias sobre ustedes, para que puedan actuar
repartiendo amor y alegría. Amén

Y que los bendiga Dios todopoderoso, Padre, + Hijo y Espíritu Santo. Amén

Envío
Canto de despedida

CELEBRACIÓN II

Canto inicial
Señal de la cruz
Saludo de quien preside
Acto penitencial: Yo confieso...

Oración:
Oremos al Señor, porque sólo él puede renovar nuestro corazón
y preparar nuestro espíritu a una sincera conversión
(Pausa)
Señor y Dios nuestro,
tú conoces mejor que nadie cuánto hemos de cambiar,
danos tu Luz para reconocer en lo que fallamos,
y sinceridad para iniciar animosos el camino que nos trazas.
Por Nuestro Señor Jesucristo…

Liturgia de la Palabra (Is. 40, 1-5; Sal. 50; Mt. 3, 1-6)


Homilía o reflexión
Canto
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 26

Tropos penitenciales
Pedimos al Señor su misericordia, respondiendo: Perdón, Señor.
Por nuestra pequeñísima fe.
Por nuestras dudas y miedos.
Por nuestra falta de compromiso y de testimonio.
Por nuestra rutina y desgana para orar.
Por nuestra débil esperanza:
Por nuestros desánimos y tristezas.
Por nuestras prisas e impaciencias.
Por nuestro olvido de la palabra de Dios.
Por nuestra tibia caridad:
Por nuestra insolidaridad e insensibilidad ante el sufrimiento de los demás.
Por nuestros gastos excesivos.
Por nuestra violencias, agresividades y rencores.
Por Nuestras mentiras e hipocresías.
Por Nuestro consumismo y deseos de tener.
Por Nuestras faltas generalizadas de prudencia.

Canto
Padrenuestro

Gesto:
Si la pila bautismal es movible, se la coloca en la mitad del pasillo central del
lugar. Si no se puede mover y el lugar donde se encuentra es cómodo, se
puede realizar el gesto directamente yendo a la pila bautismal.
Se invita a los presentes a que, imitando el deseo de conversión de quienes
escuchaban a Juan el Bautista, y como un modo de allanar los caminos al
Señor que viene, renovemos el Bautismo que nos ha hecho hijos de Dios,
miembros de una comunidad reconciliada con el Señor.
Mientras se entonan cantos adecuados, espontáneamente los fieles pueden
pasar a la pila bautismal a renovar la gracia del bautismo con un compromiso
serio de conversión, haciéndose él mismo la señal de la cruz en la frente con el
agua de la pila, previamente bendecida.

Oración final (todos juntos, para lo que se requerirán fotocopias):


Te entrego, Señor, mi vida; hacela fecunda.
Te entrego mi voluntad; hacela idéntica a la tuya.
Toma mis manos, hacelas acogedoras.
Toma mi corazón, hacelo ardiente.
Toma mis pies, hacelos incansables.
Toma mis ojos, hacelos transparentes.
Toma mis cansancios, hacelos tuyos.
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 27

Toma mis muertes, hacelas vidas.


Toma mi pobreza, hacela tu riqueza.
Toma mi nada, hacela lo que quieras.
Toma mis pecados, toma mis faltas de amor,
toma mis eternas desilusiones,
mis horas de amarguras...
Transformalo todo por tu misericordia.
Amén

Quien preside, concluye:


Señor, Padre de misericordia,
Tú que por Juan Bautista
nos has pedido que preparemos tu camino,
te pedimos esperar tu venida con alegría
y recibirte con un corazón generoso.
Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén

Saludo de la paz
Bendición final: (si quien preside es sacerdote o diácono)
El Señor los anime a permanecer en la esperanza que no defrauda. Amén
Para que caminen en fraterna comunión con los hermanos, esperando con
alegría al Señor que viene con la salvación de sus Reino. Amén
Que derrame su gracias sobre ustedes, para que puedan actuar
repartiendo amor y alegría. Amén

Y que los bendiga Dios todopoderoso, Padre, + Hijo y Espíritu Santo. Amén

Envío
Canto de despedida
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 28

V. SOBRE LA MÚSICA LITÚRGICA DE ESTOS


TIEMPOS FUERTES

En el Adviento

Es importante ayudar mediante el canto a resaltar este tiempo de conversión


y espera de la venida del Señor en la Navidad.

Tener en cuenta que cada domingo de adviento tiene un sentido especial del
camino que la Iglesia propone. Los cantos que elijamos, en lo posible, deberán
resaltar ese aspecto.

No se canta el Gloria, excepto en las festividades marianas de la Inmaculada


Concepción y de la Virgen de Guadalupe (8 y 12 de diciembre
respectivamente).

El aleluya se canta normalmente (esto lo diferencia de la cuaresma).

El carácter de la celebración, si bien dista de ser “penitencial” como en


cuaresma, debe ser austero e invitar a la conversión; por lo que se deberá
optar por un servicio más sobrio en lo que respecta a instrumentos para
resaltar luego el carácter festivo del tiempo de Navidad.

Los cantos procesionales propios del Adviento sólo se cantan durante este
tiempo; eso no significa que siempre tengamos que cantar los mismos cantos,
ya que se pueden enriquecer mucho las celebraciones con canciones nuevas
que resalten justamente el sentido y particularidad de cada domingo.

En caso de aprender cantos nuevos sería interesante planificar con tiempo,


aprendiendo uno o dos por año para que la comunidad pueda ir
aprendiéndolos, asimilándolos, tomándolos como propios. Asimismo habría
que tomarse un momento antes de la misa (según las posibilidades y tiempos
en cada comunidad) para ensayar con la gente estos cantos, es algo que ayuda
bastante a que toda la asamblea participe, celebre, rece con el canto.

Se han de evitar los cantos con motivo navideño explícito para no adelantarse
al tiempo litúrgico que vendrá.
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 29

Los villancicos (“Din, don, dan”, “Vamos pastorcitos”, etc), suelen ser cantados
en algunas comunidades en este tiempo y, sobre todo en Navidad. Al
momento de incluir estos cantos tengamos en cuenta, por un lado, lo señalado
en el punto anterior; por el otro que -si atendemos a criterios litúrgicos para la
selección de cantos- no siempre son los más apropiados para ser incluidos
dentro de la liturgia (o al menos muchos de ellos). Este último punto lo
veremos más adelante refiriéndonos más específicamente al tiempo de
Navidad, para ayudar a buscar cantos más adecuados.

En este camino de enriquecer el servicio al pueblo de Dios mediante el canto


en las celebraciones litúrgicas, les proponemos algunos enlaces que pueden
ser muy útiles para aprender nuevas canciones o comparar diferentes
versiones de algunas que ya hemos cantado. Más allá de estas páginas
sugeridas pueden enviarnos un mail consultando, pidiendo material,
compartiendo experiencias y podamos así seguir creciendo y
acompañándonos como iglesia diocesana.

Grupo Pueblo de Dios: tener en cuenta que aquí se ofrece el material de


muestra de un cd que contiene cantos tanto de Adviento como de Navidad.
http://www.grupopueblodedios.org/gpdmusica/gpdvertracks.php?id=48

Obispado de Gualeguaychú: se ofrecen las letras con acordes (son sólo una
propuesta, se pueden pensar otros) y en la mayoría, partituras y archivos midi
(es la melodía para quienes no leen música).
http://www.obispadogchu.org.ar/cancionero/05adviento/index.htm

Diócesis de 9 de Julio: dispone de letras que pueden servir para confrontar con
otras versiones y en algunos casos también partituras.
http://www.diocesis9dejulio.org.ar/cantos.html

Señor a Ti clamamos
Baguala de la conversión
Toda la tierra espera Algunas canciones para este
Ven a nuestro mundo
Arriba los corazones tiempo de Adviento:
Muéstranos tu misericordia
Despertemos, llega Cristo
El día llegará
Mirad las estrellas
Caminamos hacia el sol
María de la esperanza
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 30

En la Navidad

Luego del tiempo de Adviento, las Este tipo de cánticos de origen


celebraciones litúrgicas cambian popular, con varios intentos de
notablemente en muchos aspectos introducción en la liturgia con
y la música es uno de ellos, quizás diferentes características a lo largo
uno de los que más visible hace este de la historia, merecen una atención
cambio de “colorido” por el sentido especial - o al menos en este
de lo que se celebra. Este tiempo de material así lo proponemos - para
Navidad no se limita simplemente a pensar en la conveniencia de su
las misas de Nochebuena y Navidad, inclusión dentro de las
sino que es un período donde la celebraciones o no, y en qué
iglesia nos invita a adentrarnos en el situaciones pastorales puntuales, de
misterio del Hijo de Dios que acuerdo a la particularidad de
“siendo de condición divina… se nuestras comunidades.
anonadó a sí mismo, tomando la
condición de servidor y haciéndose No es fácil en el villancico conjugar
semejante a los hombres” (Fil 2, 6-7), la alegría juguetona y traviesa con la
que comprende desde las primeras profundidad teológica y mistérica.
vísperas de la Natividad del Señor, el Dentro de este grupo de cantos
24 de diciembre, hasta las segundas podemos nombrar, a modo de
vísperas del domingo en que se ejemplo: “El niño Dios ha nacido”,
celebra el Bautismo del Señor. “Vamos pastorcitos”, “Pastores de la
montaña (Gloria in excelsis Deo)”,,
En lo que refiere a la música, hay “Los peces en el río”, “Din-don-dan”,
una marcada impronta festiva que, “Mi burrito sabanero”, entre muchos
sin que vaya en detrimento de otros otros; inclusive puede que algunos
aspectos de la liturgia, deberán no sean estrictamente villancicos,
favorecer un clima de gozo, de sino cantos con motivo navideño
alegría por el misterio de Dios hecho compuestos o no para la liturgia. En
hombre para nuestra salvación. No cualquier caso, los criterios a
obstante - y ya centrándonos en la considerar son los mismos que para
selección de cantos- es muy común cualquier tipo de canto que se
escuchar/interpretar en este tiempo quiera introducir en las
muchas canciones que suelen ser celebraciones; de manera resumida
una “marca registrada” tanto de las podríamos preguntarnos si la letra
celebraciones eucarísticas como de la canción refleja el misterio que
también de otros ambientes o se celebra, es decir, la encarnación
prácticas populares que son los del Hijo de Dios, o sólo refiere a
llamados “villancicos”.
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 31

sentimientos o imágenes populares que no reflejan la profundidad del sentido


y el espíritu navideño (un criterio litúrgico).

En cuanto a aspectos musicales se habrá de favorecer el carácter festivo y


gozoso que suelen tener los villancicos, sin perder de vista el aspecto estético y
la delicadeza propia de la liturgia (criterio musical); y por último, más
relacionado al sentido común y a la realidad particular de cada comunidad, se
han de seleccionar cantos que puedan ser cantados por la asamblea, que
ayuden a vivir y adentrarse en el misterio que celebramos, que sean
especialmente significativos (o comiencen a serlo si se introducen cantos
nuevos) para la comunidad que camina con alegría al encuentro del Dios Niño
(criterio pastoral), considerando particularmente si se trata de una misa de
niños, de jóvenes, en un asilo de ancianos, en el templo parroquial, en un
centro comunitario o misional, o cualquier otro contexto.

Tiene una marcada diferencia en el


carácter de las celebraciones respecto al
Adviento. Este es un tiempo especialmente
de gozo, y la música deberá reflejar este
TIPS PARA EL TIEMPO DE
espíritu. NAVIDAD
Se vuelve a entonar el Gloria, por lo que, de
ser posible, se debería cantar en todas las
misas dominicales. No estaría mal que con
ocasión de este tiempo de “abstinencia” del
canto del Gloria, podamos ensayar nuevas
versiones litúrgicas del mismo.

Es conveniente, en caso de cantar villancicos, que se los pueda cantar en un


momento de saludo al niño, o como canto procesional de entrada o de
despedida. Siempre ha de considerarse su conveniencia o no de acuerdo a los
criterios anteriormente marcados, ya que cada momento en la celebración
tiene su impronta y no siempre un villancico navideño ayuda a acompañar ese
momento particular.

Hay cantos especialmente pensados para entrada o “Aleluya” con alusión a la


Navidad y otros para el gesto de saludo al Niño (como por ejemplo: “Cristianos
vayamos”, “Gloria in excelsis Deo”) que podrían acompañar especialmente
estos momentos.
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 32

Si se han de introducir cambios, nuevos cantos o reformar la manera en que se


suelen cantarlos, es conveniente no hacerlo “de golpe”, sino tomarse un
tiempo antes de las celebraciones para ir aprendiendo o ensayando los cantos
con la comunidad para asegurar su participación durante la misa.

Tener en cuenta que al ser cantos propios de un tiempo litúrgico particular,


esto hace que no todos se acuerden la letra de las canciones: habría que
facilitar un cancionero para que todo el pueblo participe.

En algunas comunidades se canta el pregón (Anuncio de Navidad). Es una


linda manera de comenzar la celebración en misa de Nochebuena, pero queda
a criterio del sacerdote que preside la pertinencia o no del canto.

Algunas páginas con recursos para este tiempo:


http://www.grupopueblodedios.org/gpdmusica/gpdvertracks.php?id=48

Cantos de Navidad (desde “Cristianos vayamos” en adelante)


http://www.obispadogchu.org.ar/cancionero/06navidad/index.htm

Cantos de Navidad, con acordes, partituras y midi


http://www.pastoraldemusica.org.ar/cancionero/

En el buscador avanzado pueden seleccionar el tiempo litúrgico “Navidad”.


Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 33

ANEXO
En este anexo podrán encontrar diversos elementos nombrados durante el
subsidio que se pueden utilizar convenientemente.

PREGÓN DE ADVIENTO

El primer domingo de Adviento, omitida la monición introductoria, se puede


incorporar este anuncio del Adviento. Una vez que el presidente de la
asamblea llega a la sede y termia el canto, el guía dice “Escuchemos con
atención este anuncio de la Iglesia”, y un recitador (o dos), desde el ambón o
desde otro lugar adecuado, recita:

(recitado)
Les anuncio que comienza el tiempo de Adviento.
Dense cuenta del momento.
Empezamos el tiempo litúrgico de Adviento,
y una vez más renace la esperanza.
En el horizonte: la Navidad.
Una Navidad sosegada, íntima, pacificada,
también superficial, desgarrada, violenta...
Pero siempre esposada con la esperanza.

Es Adviento, es esperanza,
esa niña esperanza, una llama temblorosa
que atraviesa el espesor de los tiempos,
una llama imposible de apagar al soplo de la muerte.

Con esta esperanza grita Isaías:


«Caminarán todos los pueblos hacia el monte del Señor».
Con esta esperanza pregona Juan Bautista:
«Conviértanse, porque está cerca el reino de Dios».

Con esta esperanza, con la esperanza


de todos los pobres de Israel,
con la esperanza de todos los pobres
del mundo, y de los siglos,
susurra María una palabra de acogida:
«Hágase en mí según tu Palabra».
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 34

Empieza el tiempo de Adviento.


Se empieza a preparar la Navidad.
Se aviva la alegría, la paz y la esperanza
en el corazón de la humanidad.

Con esa misma esperanza


grita, pregona, ora con el deseo
más profundo de tu existencia: ¡Viene Dios!
Y está ya a la puerta.

Opción II
(recitado)

Les anuncio que comienza el Adviento.


Alcen la vista, abran los ojos, miren el horizonte.
Agudicen el oído. Capten los gritos y susurros, el viento, la vida...

Empezamos el Adviento,
y una vez más renace la esperanza en el horizonte.
Al fondo, clareando ya, viene la Navidad.
Una Navidad sosegada, íntima, pacífica,
fraternal, solidaria, encarnada,
también superficial, desgarrada y violenta;
pero siempre esposada con la esperanza.

Es Adviento, es esa esperanza que todos llevamos,


sin saber cómo, en las entrañas;
una llama temblorosa, imposible de apagar,
que atraviesa el espesor de los tiempos;
un camino de solidaridad bien recorrido;
la alegría contenida en cada trayecto;
unas huellas que no engañan;
una gestación llena de vida;
anuncio contenido de buena nueva;
una ternura que se desborda...

Estén alerta y escuchen.


Lleno de esperanza grita Isaías:
«Caminemos a la luz del Señor».
Con esperanza pregona Juan Bautista:
«Conviértanse, porque llega el Reino de Dios».
Con la esperanza de todos los pobres de Israel,
de todos los pobres del mundo,
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 35

susurra María su palabra de acogida:


«Hágase en mí según tu palabra».

Alégrense, salten de júbilo.


Pónganse su mejor traje.
Perfúmense con los mejores aromas. ¡Que se note!
Viene Dios. Aviven la alegría, la paz y la esperanza.
Preparen el camino. Ya llega nuestro Salvador.
Viene Dios... y está a la puerta.
¡Despierten a la vida!

Opción III
(recitado)

Preparen sus corazones, y Dios los llenará con su alegría


Allanen sus caminos, y el Señor los conducirá hacia la verdad
Abran sus hogares, y Jesús, los inundará con su presencia
¡ES ADVIENTO!

Viene el Señor y, tal vez, no nos preguntamos


por qué, ni para qué viene
Aparecerá, el Señor, por y para los hombres de buena voluntad
Para todo aquel que, mirando hacia el cielo,
Desee nueva vida y un amor de infinito valor
¡ES ADVIENTO!

Dios y el hombre, por iniciativa del primero,


están llamados a fundirse en un Jesús humanado
Dios, en búsqueda del hombre,
desciende al encuentro de quien sabe esperarlo
¡ES ADVIENTO!

Y, sólo velando, meditando, reflexionando,


divisando el inmenso horizonte
podremos descubrir y añorar la llegada del Salvador.
Sólo estando atentos, sin distracciones
sin excusas… en permanente vigilancia
podremos comprender que, por más que tarde,
el Señor se presenta en la puerta
¡ES ADVIENTO!
Es Dios que llama al hombre a la LUZ.
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 36

Opción IV
(recitado)

Les anuncio una gran esperanza.


Quiero convencerlos de que hay que esperar.
Porque les anuncio que comienza un día nuevo,
que nos visitará el sol que nace de lo alto
.
Aunque casi no me atrevo, voy a pregonar… ¡viene Dios!
Tengo miedo a que no haya consecuencias,
ni de espanto ni de dicha y que se pase desapercibida la noticia.

Tengo miedo de anunciar: ¡llega Dios!


y que no haya consecuencias ni en mi alma ni en la ciudad,
que ni teman ni se alegren,
ni preparen lámparas que guarden copioso y claro el aceite.

Tengo miedo que le busquen en la dirección opuesta a su llegada.


Que nadie lo busque entre los pobres,
nadie lo acoja en el silencio,
nadie espere encontrarlo en el amor y en el trabajo.
Que nadie lo acoja en los pequeños.

Que no salgan presurosos a su encuentro,


que no sepan descubrir su rostro en medio del pueblo,
que lo piensen tan futuro y remoto que opinen
que ya DIOS no es de este nuestro tiempo.

Tengo miedo a pregonarlo y que no preparen la paz,


ni los enemigos se reconcilien entre ellos.
Que los cristianos se queden dormidos,
mientras los demás construyen a sus espaldas otra vez un mundo viejo.

Tengo miedo de anunciar que viene Dios y no abunde la alegría,


y que nos encuentre a todos con las esperanzas por los suelos.
O que venga, y nadie se haya dispuesto
a edificar la justicia entre los pueblos.

Pero mi deber es pregonar la esperanza que nace en cada Adviento.


Y cantar MARANATHÁ, ¡Ven, Señor Jesús!
Para que él escuche el vivo clamor de los pueblos
y vea claramente la necesidad de los pequeños.
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 37

Quiero pregonar el ADVIENTO


para que se creen comunidades de oración al servicio de su pueblo,
para que haya quien quiera sembrar su vida para que venga el Reino,
o perder por él su dinero y fama por vivir sirviendo.

Quiero pregonar,
para que se inventen y ejerciten nuevas virtudes para esperar lo nuevo;
para que hagan oraciones y entonen himnos de esperanza llenos;
para que desemboten la mente y levanten la cabeza,
aguarden su liberación y escuchen su Palabra
malos y buenos, vecinos y forasteros.
Para que las iglesias celebren alegres su Memorial
y esperen atentas su Regreso.

¡Prepárense! Llega el Adviento de nuestro Dios,


Dios que es siempre Futuro y Presente,
perenne acontecimiento de nuestro tiempo.
Para la Navidad ya habrá otro momento y muchos otros mensajeros.
De momento, les anuncio que comienza el Adviento.

PREGÓN DE NAVIDAD

(recitado)
Les anunciamos, hermanos, una buena noticia,
una gran alegría para todo el pueblo;
escúchenla con corazón gozoso.

Habían pasado miles de años


desde que, al principio, Dios creó el cielo y la tierra
e hizo al hombre a su imagen y semejanza;
y miles de años desde que cesó el diluvio
y el Altísimo hizo resplandecer el arco iris,
signo de alianza y de paz.

Cerca de dos mil años después de que Abrahán,


nuestro padre en la fe, dejó su patria;
1.250 años después de que los israelitas,
guiados por Moisés, salieran de Egipto;
mil años después de la unción de David como rey;
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 38

En el año 752 de la fundación de Roma;


en el año 42 del imperio de Octavio Augusto,
mientras sobre toda la tierra reinaba la paz,
hace más de 2.000 años,
en Belén de Judá, pueblo humilde de Israel,
ocupado entonces por los romanos,
en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada,

de María virgen, esposa de José,


de la casa y familia de David,
nació Jesús,
Dios eterno, Hijo del eterno Padre y hombre verdadero
llamado Mesías y Cristo,
que es el Salvador que la humanidad esperaba.

Hermanos, les anunciamos una gran alegría:


¡Hoy, como cada año, nos ha nacido el Salvador!

BENDICIÓN DE LA CORONA DE ADVIENTO

Monición introductoria

Hermanos: Al comenzar el nuevo año


litúrgico vamos a bendecir esta corona
con que inauguramos también el
tiempo de Adviento. Sus luces nos
recuerdan que Jesucristo es la luz del
mundo. Su color verde significa la vida
y la esperanza. La corona de Adviento
es, pues, un símbolo de que la luz y la
vida triunfarán sobre las tinieblas y la
muerte, porque el Hijo de Dios se ha
hecho hombre y nos ha dado la
verdadera vida. La acción de encender,
semana tras semana, las cuatro velas
de la corona debe significar nuestra
gradual preparación para recibir la luz
de la Navidad. Por eso hoy, primer
domingo de Adviento, bendecimos
esta corona.
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 39

Oración de bendición
El sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración de bendición.

La tierra, Señor, se alegra en estos días,


y tu Iglesia desborda de alegría ante tu Hijo, el Señor,
que se avecina como luz esplendorosa,
para iluminar a los que estamos en las tinieblas
de la ignorancia, del dolor y del pecado.
Lleno de esperanza en su venida,
tu pueblo ha preparado esta corona
y la ha adornado con luces.
Ahora, que vamos a empezar el tiempo de preparación
para la venida de tu Hijo,
te pedimos, Señor, que la bendigas + para que,
mientras se acrecienta cada día el esplendor de esta corona, con nuevas luces,
a nosotros nos ilumines con el esplendor de aquel que,
por ser la luz del mundo, iluminará todas las oscuridades.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.

A continuación se enciende uno de los cirios de la corona con la oración


correspondiente.

ORACIONES PARA EL ENCENDIDO DE LAS VELAS DE ADVIENTO

1º domingo de Adviento
Encendemos, Señor, esta luz
en este primer domingo de Adviento,
para mantenernos despiertos y en pie,
como centinelas avispados,
ante el Hijo del Hombre que viene,
el Futuro glorioso que nos aguarda,
a despertar nuestra débil y adormilada esperanza.
Despiértanos, Señor,
para avistar a los desesperados de la vida,
para poder ver a los que sólo esperan cosas menores que ellos mismos,
para entrever a los que no tienen
o perdieron la ilusión en Ti
para divisar a los que tienen su futuro cargado de dudas e increencia…
Señor, para que en nuestro entorno seamos testigos claros de tu luz
y motivos creíbles de esperanza,
¡Marana tha, ven, Señor, Jesús!
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 40

2° domingo de Adviento
Deseamos, Señor,
con esta segunda luz que encendemos,
que intensifiques el resplandor de tu rostro
para los que viven en tinieblas
y en sombras de muerte.
Que la Luz de tu presencia,
alumbrada en nuestras vidas,
nos haga percibir nuestras orgullosas altiveces
y nuestros abismos de pecado
Equilibra y allana nuestras vidas, Señor,
y haznos caminos de acceso hacia Ti
para los hombres en destierro,
alejados de Ti y de los hermanos.
Señor, para que seamos contigo
luz atrayente y seductora,
¡Marana tha, ven, Señor, Jesús!

3° domingo de Adviento
Encendemos ,Señor, esta tercera luz
más cercanos ya a la noche buena de la Luz Mayor
Queremos dar testimonio de tu Luz, Señor,
como hizo Juan el Bautista,
No somos nosotros la Luz, pero sí los testigos
de la Luz verdadera venida a este mundo
Deseamos, Señor,
con esta tercera luz que encendemos,
que el fuego de tu Espíritu encienda
nuestros corazones
y los convierta en luminarias para los demás.
Danos un corazón que vea
las necesidades de nuestro prójimo
para compartir con él lo mejor que somos y tenemos.
Quema en tu hoguera, Señor,
toda la paja de nuestras vidas
y reúne nuestros granos en pan comunitario
para renacer en Belén, la Casa del Pan.
Para que Te revelemos
como buena y gozosa Noticia para los hombres,
tan necesitados de reconocerse como hijos de Dios
en la Cuna comunitaria de Belén,
¡Marana tha, ven, Señor, Jesús!
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 41

4° domingo de Adviento
Encendemos, Señor, esta cuarta luz,
redoblando nuestro deseo de llegar,
limpios e irreprochables,
a tu gran Día sin ocaso.
Oh Dios, restáuranos;
que brille tu rostro y nos salve.
Te necesitamos, Cristo, a Ti,
Luz Viva y Verdadera,
para aclarar e iluminar los caminos
que nos conducen a Ti,
Camino de los caminos humanos.
Enciéndenos tú, Señor,
nuestras lámparas que te esperan,
cargadas del aceite de nuestras mejores obras.
Que Te alumbremos, como María,
Aurora del Sol naciente,
en nuestras palabras y obras
para luz del mundo y de los hermanos
Para que así sea, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
¡Marana tha, ven, Señor, Jesús!

ORACIÓN DE BENDICIÓN DEL ÁRBOL DE NAVIDAD

Oremos.
Alabado seas, Señor y Padre nuestro,
que nos concedes recordar con fe
en estos días de Navidad
los misterios del nacimiento de Jesucristo.
Concédenos, a quienes hemos adornado este árbol
y lo hemos embellecido con luces,
vivir también a la luz
de los ejemplos de la vida santa de tu Hijo
y ser enriquecidos con las virtudes
que resplandecen en su santa infancia.
Gloria a Él por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 42

TE DEUM PARA EL FIN DE UN AÑO Y EL COMIENZO DE OTRO

El día 31 de diciembre por la tarde/noche y el 1 de enero, celebramos la


Solemnidad de María, Madre de Dios. La misa cuenta con las oraciones y
lecturas propias de la solemnidad. Pero además, la presencia de María nos
hace celebrar agradecidos la finalización de un año y la llegada de otro nuevo.
Por tal motivo, como es costumbre en la Iglesia, se podría cantar o recitar el Te
Deum, antiguo himno de alabanza que la Iglesia eleva a Dios en momentos
significativos de su vida.

Proponemos realizarlo después de la oración post-comunión, antes de la


bendición final.

Para esto, sería conveniente que todos los participantes de la celebración


tengan el texto para poder recitarlo a dos coros.

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,


a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran


y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,Dios del universo;


llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,


la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,


Hijo eterno, unigénito de Dios,
Santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,


tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 43

Tú, para salvar al hombre,


tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,


como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor


de los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,


con tus santos y elegidos.

Salva a tu pueblo, Señor,


y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos


y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
guardamos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,


ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre


nosotros,
como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,


no quede yo nunca defraudado.
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 44

OTRAS CONSIDERACIONES A TENER EN CUENTA

Conviene repasar lo que nos dice la carta apostólica «Mysterii Paschalis»


(normas universales del año litúrgico o NUAL), sobre los tiempos de Adviento y
Navidad:

El tiempo de Navidad

32. En la Iglesia, la celebración más antigua después de la del Misterio Pascual


es la memoria del Nacimiento del Señor y sus primeras manifestaciones, que
se realiza en el tiempo de Navidad.

33. El tiempo de Navidad va desde las primeras vísperas de Navidad hasta el


domingo después de Epifanía, o después del 6 de enero, inclusive.

34. La Misa de la vigilia de Navidad se celebra en la tarde del 24 de diciembre,


antes o después de las primeras vísperas. El día de Navidad se pueden celebrar
tres Misas, según una antigua tradición de la Iglesia Romana, o sea en la noche,
en la aurora y en el día.

35. El día de Navidad tiene su octava propia dispuesta de la siguiente manera:


a) Domingo dentro de la octava, o en su defecto, el día 30 de diciembre: fiesta
de la Sagrada Familia.
b) El 26 de diciembre: fiesta de san Esteban, el primer mártir.
c) El 27 de diciembre: fiesta de san Juan, apóstol y evangelista.
d) El 28 de diciembre: fiesta de los santos Inocentes.
e) El 29, 30, 31 de diciembre son días «dentro de la octava».
f) El 1 de enero, octava de Navidad: solemnidad de santa María Madre de Dios,
en que se conmemora también la imposición del santo Nombre de Jesús.

36. El domingo entre el 2 y 5 de enero se llama Domingo 2° después de


Navidad.

37. La Epifanía del Señor se celebra el 6 de enero, a no ser que se transfiera -


donde no es de precepto- al domingo situado entre el 2 y el 8 de enero.

38. La fiesta del Bautismo del Señor se celebra el domingo siguiente al 6 de


enero.
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 45

El tiempo de Adviento

39. El tiempo de Adviento tiene dos características: es a la vez un tiempo de


preparación a las solemnidades de Navidad en que se conmemora la primera
Venida del Hijo de Dios entre los hombres, y un tiempo en el cual, mediante
esta celebración, el ánimo se dirige a esperar la segunda Venida de Cristo al fin
de los tiempos. Por estos dos motivos, el Adviento se presenta como un tiempo
de piadosa y alegre esperanza.

40. El tiempo de Adviento comienza con las primeras vísperas del domingo
que cae el 30 de noviembre, o más próximo a ese día, y concluye antes de las
primeras vísperas de Navidad.

41. Los domingos de este tiempo se llaman: primer, segundo, tercer y cuarto
domingo de Adviento.

42. Las ferias del 17 al 24 de diciembre, inclusive, se ordenan más directamente


a la preparación de la Navidad.

Además, en el Calendario Litúrgico 2015 para Argentina, leemos algunas notas


interesantes:

«El tiempo de Adviento, con el que se inicia el ciclo litúrgico de


Navidad y con el cual comienza un nuevo año litúrgico, el pueblo de
Dios que peregrina en el tiempo redescubre la tensión entre la
primera venida histórica de Jesucristo y la segunda, que
acontecerá, de modo glorioso, al fin de los tiempos.

La espiritualidad del Adviento encamina a los cristianos a


profundizar la perspectiva escatológica de la vida, a la vez que
prepara a la Iglesia para conmemorar la venida histórica del
redentor, celebrada en cada Navidad. El primer aspecto señalado,
con su carácter de fuerte llamada a vivir vigilantes y a prepararse
siempre, se destaca más claramente en los primeros días del
tiempo de Adviento, mientras que la consideración de los
acontecimientos históricos que rodearon el nacimiento de Jesús
quedan reservados para los últimos días, las llamadas “ferias
fuertes” de Adviento.
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 46

El trasfondo de este tiempo es el de la esperanza y la alegría


cristianas. Éstas se apoyan en la certeza de que “el que ha de venir”
ya llega, y con él, el advenimiento del cielo nuevo y de la tierra
nueva. Las dos expresiones más habituales de la esperanza
escatológica cristiana son la petición “venga a nosotros tu reino”
del Padrenuestro, y la aclamación “Ven, Señor Jesús” inmediata a la
consagración en la Plegaria Eucarística».

Y como indicaciones del mismo calendario encontramos lo siguiente:


Tiempo de Adviento

En el tiempo de Adviento, con el que la esperanza y la alegría cristianas.


se inicia el ciclo litúrgico de Navidad Éstas se apoyan en la certeza de que
y con el cual comienza un nuevo «el que ha de venir» ya llega, y con él,
año litúrgico, el pueblo de Dios que el advenimiento del cielo nuevo y de
peregrina en el tiempo redescubre la tierra nueva. Las dos expresiones
la tensión entre la primera venida más habituales de la esperanza
histórica de Jesucristo y la segunda escatológica cristiana son la petición
que acontecerá, de modo glorioso, al «venga a nosotros tu Reino» del
fin de los tiempos. Padrenuestro, y la aclamación «Ven,
Señor Jesús» inmediata a la
La espiritualidad del Adviento consagración en la Plegaria
encamina a los cristianos a eucarística.
profundizar la perspectiva
escatológica de la vida, a la vez que El Adviento comienza el domingo
prepara a la Iglesia para más próximo al 30 de noviembre, y
conmemorar la venida histórica del se extiende durante cuatro semanas;
Redentor, celebrada en cada la cuarta semana se interrumpe ante
Navidad. El primer aspecto la celebración de la Navidad que
señalado, con su carácter de fuerte tiene por fecha fija el 25 de
llamada a vivir vigilantes y a diciembre.
prepararse siempre, se destaca más
claramente en los primeros días del El Adviento es un tiempo de
tiempo de Adviento, mientras que la conversión y preparación. Por ello las
consideración de los características de las celebraciones
acontecimientos históricos que deben ser más sobrias que lo
rodearon el nacimiento de Jesús habitual; de ese modo quedarán
quedar reservados para los últimos resaltados los elementos festivos de
días, las llamadas «ferias fuertes» de la liturgia en el tiempo de Navidad, al
Adviento. cual el Adviento se encamina. En ese
sentido deben tenerse en cuenta las
El trasfondo de este tiempo es el de siguientes disposiciones:
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 47

El altar puede adornarse con flores y puede tocarse música con instrumentos,
pero ambas cosas, con mayor moderación que durante el resto del año (cf.
OGMR 305; Ceremonial 236).

Hasta el 16 de diciembre inclusive no se permiten las Misas para diversas


circunstancias, ni las votivas, ni las de difuntos llamadas "cotidianas", a no ser
por una necesidad o utilidad pastoral (cf. OGMR 376). En cambio, están
permitidas las Misas de las memorias que caen en esos mismos días según lo
indica OGMR 355. De elegir la Misa de la memoria, se tome la colecta propia y
el resto de las oraciones, si no hay propias, del común o de la feria de Adviento;
el prefacio se tome del tiempo o del común. Desde el día 17 hasta el 24 de
diciembre, se emplea el formulario propio del día; toda memoria que pueda
estar señalada para alguno de esos días, debe tomarse como libre y sólo se
hace conmemoración, diciéndose la oración colecta; todos los demás
elementos se toman del tiempo del Adviento.

Los domingos no se permiten las Misas de difuntos, tampoco la exequial (cf.


OGMR 380). Durante las ferias de todo el tiempo de Adviento pueden
celebrarse la Misa exequial y la Misa de difuntos después de haber recibido la
noticia de la muerte, y en el primer aniversario, pero ninguna otra.

El color de los ornamentos litúrgicos es el morado o violeta. El rosado puede


emplearse el tercer domingo de Adviento. En las memorias de los santos hasta
el 16 de diciembre, si se desea, puede utilizarse el color propio (blanco o rojo),
pero desde el 17 de diciembre hay que emplear el morado, aún en las
conmemoraciones.

La Corona de Adviento es un signo muy popular de este tiempo sin ser


litúrgico en sentido estricto, y no es obligatoria. Es costumbre que en esta
corona se coloquen cuatro cirios. Debe procurarse que la corona esté colocada
estéticamente pero en ningún caso puede resaltar más que el altar, el ambón
o la sede. Las velas de la corona de Adviento pueden encenderse
sucesivamente en cada uno de los cuatro domingos, ya sea al inicio de la Misa
dominical después del saludo inicial del sacerdote, o bien, donde se celebren,
antes de las Primeras Vísperas del Domingo. Durante la semana, tanto en la
Misa como en Laudes y Vísperas, pueden estar encendidos los respectivos
cirios iluminados los domingos anteriores.

Para la Misa: Leccionario dominical B


Para la Liturgia de las Horas: 1° volumen
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 48

TIEMPO DE NAVIDAD

La Navidad no es simplemente una


solemnidad sino un verdadero tiempo
litúrgico que se detiene en la
contemplación del "Dios con nosotros".
La solemnidad inicial de la Navidad
lleva a una consideración detenida del
"niño que se nos ha dado" y la liturgia
se destaca por la alegría y el regocijo
que produce su presencia. La fiesta de
la Epifanía completa la consideración
de este Misterio que no queda
reservado a los confines de Israel ni a
los límites del mesianismo temporal de
Jesús. Ese niño es "luz para alumbrar a
las naciones" y es el Dios verdadero
que los magos de Oriente adoran, y el
Padre confirma con la unción espiritual
en el Bautismo del río Jordán.

En el interior del tiempo navideño se


distinguen diversas etapas que tienen
variada intensidad festiva e incluso
características propias.

El tiempo de Navidad comienza con las


Vísperas de la solemnidad de la
Natividad del Señor y se extiende hasta
el domingo posterior a la solemnidad
de Epifanía inclusive, domingo llamado
«del Bautismo del Señor».

La solemnidad de la Navidad se
prolonga durante la Octava, es decir,
abarca ocho días que, aun con
características propias originadas en
distintas circunstancias de la historia
litúrgica, resuenan con fuerte
intensidad y apuntan a conservar el
espíritu de la gran fiesta navideña.
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 49

Los días posteriores a la Octava de Navidad ayudan a meditar en las


consecuencias del Misterio de la Encarnación del Verbo y tienen un tono
festivo menor, si bien deben distinguirse en el modo de celebrar, del Tiempo
durante el año.

Al proyectar y celebrar los días de este tiempo festivo conviene tener presente
que la solemnidad con que se puede celebrar las fiestas de Navidad no puede
igualar la que corresponde a las fiestas del Triduo Pascual y a la Cincuentena
posterior.

El día de Navidad (donde se celebren, antes o después de las primeras vísperas;


en las demás iglesias, antes de la misa de la noche) puede bendecirse la
imagen del Niño Jesús con el formulario propio que se halla en el Bendicional.

Dado que para la liturgia, los días de la octava forman como un gran día,
durante esos días se canta o dice el Gloria y se utilizan los elementos propios
del día de Navidad en las Plegarias eucarísticas. Asimismo deben tenerse en
cuenta las moniciones y partes variables de la Misa para que se destaque el
clima litúrgico de este tiempo.

Durante la octava de Navidad, todas las memorias son libres y solamente


pueden celebrarse a la manera de conmemoración, es decir, tomando
únicamente la oración colecta. En los días posteriores se siguen las reglas
generales.

Durante la octava de Navidad no se permiten las Misas para diversas


necesidades, ni las votivas, y tampoco las misas de difuntos a excepción de la
Misa exequial. En el resto del tiempo, la Misa exequial está permitida incluso los
domingos y en los demás días también puede celebrarse la Misa de difuntos
después de recibida la noticia de la muerte y en el primer aniversario, pero no
las Misas generales de difuntos.
Comisión Diocesana de Liturgia - Rafaela | 50

El color de los ornamentos litúrgicos es blanco. En la Octava de Navidad, en la


feria de los santos allí inscritos, se utiliza el color blanco o el rojo, según se
indica. En las memorias de los santos, a partir del 2 de enero, puede usarse el
color propio (blanco o rojo).

A todo esto, para el día de la Navidad, agreguemos, se pueden contar varias


misas con sus lecturas propias: Misa de la Noche (cerca de la medianoche) -
Misa de la Aurora - Misa del día (resto del día).

El Ordo nos aclara lo siguiente: «Todos los sacerdotes pueden celebrar o


concelebrar tres misas, con tal que la celebración tenga lugar a su debido
tiempo. Quien celebre una sola, elegirá la que corresponde a la hora que
celebre. Pero puede elegirse, según se considere más oportuno, cualquiera de
los tres formularios de lecturas». Y más adelante, vuelve a aclarar: «Está
permitido elegir las lecturas más adecuadas de cualquiera de las tres Misas,
teniendo en cuenta las necesidades pastorales».

En la Misa de la Vigilia y en todas las misas del 25, a las palabras del Credo: «se
encarnó…» todos se arrodillan, con una sola rodilla si se reza, con dos si se
canta.

“Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros.”

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