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E D G A R C A y C e Sobre Canalizando Su
E D G A R C A y C e Sobre Canalizando Su
EDGAR
CAY CE
─────── SOBRE ───────
CANALI ZANDO
──────── SU ────────
YO SUPERI OR
▬▬▬
POR H EN RY REED
BAJO LA D I RECCI ON D E
CH ARLES TH OM AS CAYCE
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ED GAR
CAY CE
SOBRE
CAN ALI ZAN D O
SU
YO SUPERI OR
POR H EN RY REED
BAJO LA DI RECCI ÓN DE
CH ARLES TH OM AS CAYCE
1993
Edit or ia l M ir a ch , S.A.
Villa viciosa de Odón , 2 8 6 7 0 M AD RI D ( Espa ña )
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Tít ulo del original en I ngles:
“ EDGAR CAYCE ON CHANNELI NG YOUR HI GHER SELF”
Aut or: Henry Reed, baj o la dirección de Charles Thom as Cayce
Est a edición ha sido publicada por cont rat o con:
Warner Books, I nc., New York
© Mundial para países de habla cast ellana: Edit orial MI RACH, S.A. Prim era edición 1993
Traducido por: Sonia Dupuy
© de la t raducción: Edit orial MI RACH, SA.
I SBN: 84- 87476- 45- 7
Depósit o legal: B- 3361- 1993
Reservados t odos los derechos. Ninguna part e de est e libro puede ser reproducida en
cualquier form a o por cualquier m edio, elect rónico o m ecánico, incluyendo
fot ocopiadoras, casset t es, et c., sin perm iso escrit o de la edit orial.
I m preso por Edit orial Hum anit as, S.L. — Cent ro I ndust rial Sant iga
08210 Barbera del Valles — Barcelona — ESPAÑA
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TABLA DE CONTENI DOS
I n t r odu cción 7
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I nt roducción
La canalización const it uye un m ist erio fascinant e que ha caut ivado a m uchas
personas a lo largo de m iles de años, perm it iéndoles experim ent ar ciert as cosas que
t ranscienden las lim it aciones de la vida física sobre la Tierra. En est os últ im os años la
canalización ha cobrado un significado part icular que, si bien result a fascinant e para
algunas personas, es aun m ás m ist erioso para la m ayoría.
La era de la elect rónica ha puest o la canalización sobre el t apet e a nivel nacional.
Gracias a la t elevisión ha sido posible, com o nunca ant es, la difusión de la m agia de la
canalización. Con independencia de la act it ud que el suj et o m uest re con relación a la
canalización, observarla en funcionam ient o produce una reacción.
El nom bre de Edgar Cayce se ha ligado con t ant a frecuencia a su condición de
canal que result a adecuado revisar la gran cant idad de m at erial canalizado, propiedad
de Cayce. Se m e ha encom endado la t area de present ar sus ideas. El result ado de t al
m uest ra de confianza es est e libro.
He escrit o ot ros dos libros que ponen de relieve las enseñanzas de Cayce:
Awakening Your Psychic Powers ( Despert ando Tus Poderes Psíquicos) y Myst eries of
t he Mind ( Los Mist erios de la Ment e) . No se han realizado m uchas invest igaciones
cient íficas direct am ent e relacionadas con el fenóm eno de la canalización, a diferencia
de lo sucedido con la Percepción Ext rasensorial ( ESP) , o con los efect os de la
visualización en el funcionam ient o del cuerpo. Ello no se debe a que dicha cuest ión no
haya sido est udiada suficient em ent e. La razón es que la canalización es m ás bien una
perspect iva, una form a de ver la nat uraleza de la realidad, y no un fenóm eno aislado
que precise una validación. Cayce dice que la realidad de los espírit us que hablan a
t ravés de las personas vivas no puede validarse cient íficam ent e, y la ciencia coincide
con dicha est im ación.
El aspect o psíquico de la canalización t al vez sea el m ej or docum ent ado, pero por
psíquico se ent iende capaz de recoger inform ación, no de com prenderla, ni de sugerir
lo que hay que hacer con ella. Ahora bien Cayce, en su condición de canal en t rance,
no sólo era capaz de ver cóm o funcionaban los cuerpos a cient os de m illas, sino que
t am bién com prendía aquello que veía, podía describírselo a ot ros, y sabía lo que debía
sugerir para m ej orar la salud de esos cuerpos que veía. Daba m uest ras de poseer una
sabiduría que t ranscendía el sim ple conocim ient o de las cosas.
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La inspiración y la creat ividad son asim ism o aspect os de la canalización, y t am bién
lo son la capacidad para elevar a ot ros a est ados de conciencia superiores, y sacar a la
luz lo m ej or de las personas. La canalización no consist e exclusivam ent e en hablar con
la voz de un espírit u separado de su cuerpo, present a m uchas ot ras facet as. Edgar
Cayce ha puest o de m anifiest o t odos est os aspect os. Cayce nos ha hecho ver la
canalización desde una perspect iva que m uest ra cóm o t odas est as facet as est án
int errelacionadas. Est e punt o de vist a t e ayudará a com prender qué significado t ienen
en t u vida t odos los aspect os de la canalización. Su form a de enfocarla, y el sist em a de
valores que t iene en consideración, queda reflej ado en el t érm ino, yo superior, que
form a part e del t ít ulo de est e libro y es uno de los m ot ivos fundam ent ales de est a
obra.
He cont ado con una gran ayuda para escribir est e libro, y lo agradezco. Muchos
ant es que yo han t rat ado de explicar los concept os de Cayce y algunos de los enigm as
de la canalización. Gracias a su t rabaj o, m i labor ha sido m ás sencilla. Una de las
m uchas personas que m e han apoyado direct am ent e es Henry Bolduc, a quien expreso
m i agradecim ient o. Las sesiones de hipnosis a las que m e som et ió m e ayudaron a
hallar m i propio cam ino para la canalización en t rance. Tam bién he de dar las gracias a
Daniel Clay, Al Minor, y Ray St anford por haberse m ost rado dispuest os a com part ir
conm igo las experiencias que t uvieron al desarrollar el canal del t rance. Asim ism o,
debo dar las gracias al cardenal del roble por haber supervisado m uchas de las
sesiones de dict ado que t uvieron lugar en el t raspat io, y haberm e inspirado ciert os
pensam ient os. Tam bién expreso m i grat it ud al sirvient e im aginario del sm oking,
siem pre dispuest o a seleccionar el libro adecuado de la bibliot eca et érea para que yo lo
leyera durant e las sesiones de dict ado, le doy las gracias aun cuando no siem pre haya
escrit o lo que allí leí.
Valoro la excelent e labor de Rob Grant , quien realizó la t ranscripción de las
grabaciones que t enían m is dict ados, y aprecio su generosa ayuda para adent rarm e en
ciert os pasaj es poco conocidos de la obra escrit a de Cayce. Muy especialm ent e quiero
dar las gracias a m i m uj er, Verónica, t rabaj ó incansablem ent e en la redacción de m is
escrit os y m e v a preparar las ilust raciones, y t am bién le agradezco los esfuerzos
realizados por conservar m i espírit u int act o, y sobre t odo por enseñarm e qué significa
canalizar desde el corazón.
Todos los que acabo de cit ar m e han ayudado a poner en claro la perspect iva de
Cayce sobre la canalización. Lo han hecho porque, al igual que Cayce, saben que
det rás del confuso m undo de los fenóm enos de canalización, exist e algo m uy valioso e
im port ant e. Espero que est e libro const it uya una pequeña aport ación encam inada al
descubrim ient o por part e del lect or de la canalización de su yo superior.
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CAPI TULO UNO
¿Qu é Es Ca n a liza r ?
—Edga r Ca yce , 2 6 2 - 3
“ Cuando da result ado, es com o... ¡la libert ad! De repent e em piezan a
salir cosas de t i. Cont rolas, pero no cont rolas. Los personaj es vienen a
t ravés de t i... ¡Hay que canalizar y esperar la llam ada! ”
—Robin W ilila m s
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En una Sit uación Difícil
Tal vez ust ed es uno de los m illones de t elevident es que han vist o a Shirley
MacLaine int erpret ar su propia vida en una m iniserie aut obiográfica, Al observarla en
una sit uación difícil, los t elevident es penet raron con ella en el ext raño dom inio de la
m et afísica. Vim os cóm o se alegraba por la llegada a su hogar del canal Kevin Ryerson.
Fue para m uchos de los t elevident es la prim era experiencia de canalización en t rance.
Kevin inform ó a Shirley de que hast a cuat ro ent idades diferent es hablaban a
t ravés de él. ¿Acaso quiso decir con eso que él era el port avoz que t ransm it ía
m ensaj es en nom bre de ot ros? No, lo que quiso decir es que est as personas
lit eralm ent e hablaban a t ravés de él. Est as ent idades eran espírit us, personas carent es
de cuerpo, que ut ilizaban el cuerpo de Kevin para com unicarse.
Kevin, com o si fuera a m archarse, le dij o a Shirley: “ Te veré dent ro de un rat o” .
Vim os al igual que Shirley cóm o Kevin se quit aba el abrigo, se afloj aba el nudo de la
corbat a, cerraba los oj os y ent raba en lo que él llam ó un t rance. Poco t iem po después,
la cabeza de Kevin giró hacia at rás, su cuerpo em pezó a m overse espasm ódicam ent e,
y de su boca salió ot ra voz, una voz susurrant e, que anunció: “ Por favor, ident ifíquese
y com unique la finalidad de la reunión” .
Le reacción de Shirley dio a ent ender que en esos m om ent os se com unicaba con
una persona dist int a de Kevin, alguien que t al vez est aba m uy lej os. Alzó los oj os,
com o si est uviera m irando un m onit or de t elevisión que proyect aba una t ransm isión
por sat élit e procedent e del espacio ext erior, y se present ó a sí m ism a diciendo: “ Le
hablo desde Sant a Mónica” .
La voz se refería a sí m ism a m ediant e el pronom bre “ Nosot ros” . Shirley quiso
saber la ident idad de ese “ Nosot ros” . Fue inform ada de que se t rat aba de un espírit u,
un guía. La voz explicó que t odos t enem os unos guías com o ése. Tam bién le indicó que
los seres hum anos son m ás que cuerpos, que t enem os un espírit u que debem os
reconocer a t ravés de un m edio diferent e de nuest ros sent idos.
Shirley reaccionó dando m uest ras de escept icism o y pregunt ó: “ ¿En qué basa est a
inform ación?” Ent onces la voz dio a Shirley una lección de m et afísica. Dij o que los
Regist ros Akáshicos eran una dim ensión invisible, una Galería de Regist ros, donde
t odos los pensam ient os y experiencias se hallan alm acenados. Que era posible acceder
a la inform ación allí acum ulada por procedim ient os psíquicos. Com o si quisiera
convencerla de su habilidad para conocer cosas, le pregunt ó acerca de un suceso
ext raño que había t enido lugar en la playa, Shirley quedó m uy sorprendida al ver que
conocía ese suceso. La voz señaló que podía leer la m ent e de Shirley.
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De repent e, la voz anunció: ” Siiencio, una ent idad desea hablar” . Con los oj os
t odavía cerrados, Kevin m ovió bruscam ent e la cabeza, se aclaró la gargant a y a
cont inuación ot ra voz, dist int a, con un m arcado acent o irlandés, anunció: “ Soy
McPherson. ¿Qué t al est án?”
Shirley not ó que realm ent e podía sent ir la presencia de ot ra personalidad.
McPherson pidió que le vendaran los oj os para que la luz no pudiera alcanzar los oj os
del inst rum ent o, refiriéndose a Kevin. Aparent em ent e, era necesario refrescar la boca
del inst rum ent o y McPherson pidió una bebida. Cuando Shirley se ofreció a t raerla, dij o
que lo haría él m ism o. Est e ext raño que con los oj os vendados est aba en casa de
Shirley se acercó a una est ant ería con libros, descubrió una palanca, la m ovió, e hizo
aparecer el bar que est aba escondido. Shirley quedó sorprendidísim a ant e est a
dem ost ración de habilidad psíquica. Pero iban a pasar m ás cosas.
En la breve conversación que sost uvieron, McPherson se refirió a una declaración
que hace t iem po le había hecho a Shirley un am igo. Shirley no había hablado con
nadie de ello. Ent onces, McPherson le dio el nom bre del am igo y explicó algunos de los
elem ent os psicológicos de su relación. Act uó com o consej ero y dem ost ró t ener
conocim ient o de los fact ores m ás im port ant es.
Tan repent inam ent e com o había aparecido en escena, la abandonó, dej ando que
la voz susurrant e dij era adiós. Kevin echó la cabeza a un lado, alzó las m anos y se
frot ó los oj os com o si despert ara de un sueño profundo. Luego abrió los oj os y
pregunt ó: “ ¿Qué t al ha ido?” Shirley le cont ó que la ent idad McPherson había
encont rado el bar que est aba escondido det rás de la bibliot eca. Kevin pareció
sorprenderse ant e el hecho de que la ent idad dom inara hast a t al punt o su cuerpo, pero
por lo dem ás m ost ró una gran indiferencia ant e lo que había sucedido. Se despidió y
dej ó a Shirley y al público m edit ando sobre lo acont ecido.
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los com ent arios fueron m ás bien j ocosos. Johnny Carson encont ró m ucho m at erial
hum oríst ico en las revelaciones de Shirley. Los com ent arios y los chist es pusieron de
m anifiest o la audacia de Shirley. El hum or servía para hacer frent e a las em ociones
que suscit aba su espect áculo. Llevó al escenario algo que no podía sim plem ent e
pasarse por alt o. Exigía una explicación.
A t al fin est uvieron dirigiendo t ert ulias y m agazines t elevisivos. No hacían sino
expresar la curiosidad que sent ía la gent e por t ales fenóm enos. Muchos locut ores de
t elevisión m uy conocidos se ent revist aron con diversos canales e invest igaron a las
ent idades desconocidas que hablaban por t ales canales.
Así, por ej em plo, en el Espect áculo de Merv Griffin el act or Michael York y su
esposa present aron a Jack Pursel, quien canaliza a la ent idad denom inada Lazaris. Aun
cuando no t enían m ucho que decir sobre Jack, en cam bio hablaron ext ensam ent e
sobre Lazaris, a quien consideraban un am igo m uy valioso. A diferencia de Tom
McPherson, quien ya sabem os que habla a t ravés de Kevin Ryerson y afirm a ser el
espírit u de una persona real que vivió en el pasado, Lazaris no es m ás que un espírit u,
y j am ás ha sido un ser hum ano de carne y hueso.
Jack pront o cerró los oj os y ent ró en t rance. Sus oj os perm anecieron cerrados
m ient ras una voz, que no se diferenciaba de la suya, habló y saludó a los York y a
Merv llam ándolos por su nom bre. Tras una referencia hum oríst ica a su voz j adeant e,
invit ó a Merv a form ularle una pregunt a. Merv pidió a Lazaris que explicara por qué
había venido, al igual que ot ras ent idades sim ilares. La pregunt a sin duda daba a
ent ender que habían llegado ciert os seres ext raños procedent es de un lugar rem ot o.
La respuest a dada por Lazaris no negó est a im plicación. De hecho, señaló cuat ro
razones fundam ent ales para su venida.
En prim er lugar, nos aseguró que ni él ni ot ras ent idades sim ilares a él habían
venido para salvar nuest ro planet a, que nosot ros podíam os hacerlo por nosot ros
m ism os, con t al que nos acordáram os de que t enem os poder y facult ades para ello. Su
m isión es recordarnos que t enem os poder. Su segundo obj et ivo es recordarnos que
som os nosot ros los que cream os nuest ra propia realidad, a t ravés del am or, la
posibilidad de elegir, y la capacidad para cam biar. El t ercer m ot ivo es recordarnos que
hem os de descubrir que som os am ados profunda y t ot alm ent e, y que som os capaces
de am ar profundam ent e. Finalm ent e, nos recordó que hem os de soñar, recordar
nuest ros sueños y valorarlos, en t ant o en cuant o t ienen poder creat ivo. Merv no dij o
nada en respuest a al m ensaj e de Lazaris.
En el espect áculo “ Ent ert ainm ent Tonight ” ( “ Noche de Ent ret enim ient o” ) , la
present adora Mary Hart cit ó m uchos ej em plos de canales. Para invest igar est e
fenóm eno m ás en profundidad, ent revist ó a Daryl Anka, que canaliza a una ent idad
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procedent e del espacio ext erior llam ada Beshar. Anka explicó que la canalización es de
hecho un proceso norm al en el cual t odos part icipam os. Ent endía por canalización
cualquier t ipo de expresión creat iva ( una idea que analizarem os con m ás det alle en un
capít ulo post erior) . Al est ablecer cont act o con Beshar, Mary pregunt ó: “ ¿Cóm o
sabem os que eres quién dices ser?” La respuest a de Beshar fue t oda una provocación:
“ No lo sabes, y ése no es el obj et ivo perseguido en est os m om ent os. No se t rat a
de que nosot ros probem os que som os quiénes decim os ser. De hecho, preferiríam os
que no t e preocuparas por saber quiénes som os, nos gust aría que cent raras t u
at ención en la inform ación en sí. Si la inform ación t e sirve, ut ilízala. Si no t e sirve, no
la uses” .
Después, ot ro present ador pregunt ó a Mary Hart si no había sent ido nada durant e
la ent revist a. Mary com ent ó que cuando em pezó la ent revist a se había m ost rado m uy
escépt ica, pero que ahora reconocía que la presencia de Beshar era sum am ent e
convincent e.
Ot ra ent idad m uy convincent e que pasó por t elevisión fue Ram t ha. Así, por
ej em plo, en el program a “ Good Morning Am erica” ( “ Buenos Días Am érica” ) , Joan
Lunden present ó una serie de clips de los sem inarios didáct icos de Ram t ha y de la
opulent a vida privada de su canal, J. Z. Knight . Los t elevident es vieron a la Sra. Knight
cerrar los oj os por unos m om ent os, y luego abrirlos, levant arse y t ransform arse en
Ram t ha, un guerrero que vivió hace 35.000 años. A diferencia de ot ras ent idades, ést a
se m ost ró m uy act iva en escena. El corresponsal ent revist ó a una m uj er del público
que dij o que est e sem inario era el cuart o al que asist ía, habiendo pagado cuat rocient os
dólares para ello. El cám ara de t elevisión post eriorm ent e m ost ró la cara de est a m uj er
con la boca abiert a esbozando una sonrisa m ás bien alelada, m ient ras el com ent ador
decía que la creencia en est as cuest iones venía sim plem ent e m ot ivada por la ganas de
hallar respuest as fáciles a las dificult ades de la vida. Daba la im presión de que est a
m uj er era un poco t ont a.
Dos expert os aparecieron en escena a fin de pronunciarse sobre Ram t ha y el
fenóm eno de la canalización en general. Cada uno cont ó con un m inut o,
aproxim adam ent e, para explicar est e desconcert ant e fenóm eno. Ninguno de ellos creía
en la exist encia de Ram t ha y dij eron que la canalización era una cuest ión ya pasada.
Uno de est os expert os, Gerald Larue, profesor de hist oria bíblica ya ret irado, y
expert o en el est udio cient ífico de las religiones, nos dio t res opciones: ( 1) Ram t ha es
un espírit u aut ént ico, lo cual t endría una gran im port ancia; ( 2) J. Z. Knight ha sido
engañada; ( 3) J. Z. Knight es una im post ora. Concluyó que est a señora había t enido
una alucinación que post eriorm ent e le había result ado m uy rent able.
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El ot ro expert o, el psicólogo Larry LeShan, un acredit ado invest igador y aut or de
obras sobre fenóm enos paranorm ales, dij o que lo que t enía 35.000 años de ant igüedad
era el propio fenóm eno de la canalización. No es nuevo. Los cient íficos que com o él lo
han est udiado han vist o cient os de casos com o ést e.
A cont inuación el Dr. LeShan realizó una declaración int eresant e por sus
im plicaciones. Observó que hay canalizadores buenos y m alos. Los buenos desean
hacer algo út il con ese fenóm eno, por lo que se consagran a la ciencia, y es posible
que no se vuelva a oír hablar de ellos. Los m alos, indicó, se t ransform an en personaj es
públicos. Dicho de ot ro m odo, si t e encuent ras a alguien que canaliza ant e un público,
lo probable es que sea m alo. Por t ant o Lezna, indirect am ent e, rest ó validez a t odo
aquello que habíam os vist o,
No obst ant e, las palabras de LeShan encierran ot ro m ensaj e. Si son buenas, ¿en
qué lo son exact am ent e? Nos hacen pensar m ás profundam ent e en nosot ros m ism os,
observó. Aun cuando cont ent ó a los escépt icos en t ant o en cuant o desest im ó est e
fenóm eno, t am bién lanzó una indirect a al observador at ent o, en el sent ido de que est e
fenóm eno encierra algo válido y m erecedor de nuest ra at ención. ¿Qué debem os
pensar? Parece com o si no nos hubieran cont ado t odo.
Algunas de las ent idades que llegan hast a nosot ros a t ravés de las personas que
canalizan, afirm an ser ext rat errest res. ¿Acaso los ovnis est án est ableciendo cont act os
t elepát icos con nuest ro planet a? El program a de t elevisión de Shirley MacLaine nos lo
sugiere. La gent e siem pre ha sospechado que los ovnis exist en, si bien los gobiernos
ocult an los hechos. ¿Acaso el fenóm eno de la canalización es un sist em a que sirve para
sort ear los canales inform at ivos habit uales y hablar direct am ent e a la gent e? ¿Es eso
lo que aprenden los cient íficos en secret o cuando est udian la canalización?
Una de las afirm aciones realizadas por el Dr. LeShan con relación a la canalización
es que era m uy popular en la Alem ania de los años t reint a, lo cual const it uye una
declaración inquiet ant e. Podem os ligar est a observación a ciert as not icias, no m enos
inquiet ant es, en el sent ido de que los cult os sat ánicos y la posesión dem oníaca son
cada vez m ás corrient es. ¿Acaso la canalización es una especie de influencia nefast a
que act úa sobre la m ent e de las personas sin que ést as lo sospechen?
Cuando Robin William s dij o brom eando que est aba canalizando su com edia,
¿acaso quiso dar a ent ender que est á poseído, que los espírit us hablan a t ravés de él?
¿O est e chist e const it uye un m ensaj e sut il que nos dice que est e t ipo de com edia
donde prim a la im provisación es una form a de canalización que se parece m ucho a la
definición dada por Beshar, la ent idad de Daryl Anka?
Todo ello es bast ant e confuso y los expert os no ayudan necesariam ent e, sobre
t odo cuando part icipan en las breves ent revist as que aparecen en los m edios de
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com unicación. Cuando los canales de t elevisión canalizan a los canalizadores que
canalizan, el m édium es el m ensaj e: “ Observen est e canal para ver el canal” . La
posibilidad de que exist an espírit us y de que est os hablen a t ravés de canalizadores
im pone m ás que cualquier m ensaj e que los espírit us vayan a t ransm it ir. La posibilidad
de cont act ar con un espírit u rápidam ent e es rechazada y los m ensaj es, com o el
consej o de Beshar, no son escuchados. La t ert ulia t elevisada result aría m uy ext raña si
el com ent ador analizara el m ensaj e —en lugar de hacerlo el m édium —, sobre t odo
t eniendo en cuent a que, t al com o ha señalado el Dr. LeShan, el m ensaj e parece ser el
m ism o aun cuando provenga de diversas fuent es. En vez de sugerir que se t rat a de las
t ont erías de siem pre, en ot ras palabras, que no es nada digno de ser cont ado, podría
decirse que t odo apunt a al m ism o m ensaj e y que ese m ensaj e es una not icia
im port ant e.
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considerar la experiencia de Jesús que t uvo Saúl en el cam ino a Dam asco fue una
experiencia de canalización. Pensem os en el suceso de Pent ecost és, el descenso del
Espírit u Sant o hast a los seguidores de Jesús significa el inicio de una secuencia de
acont ecim ient os hist óricos en los que se producen canalizaciones — los seguidores de
Jesús em piezan a hablar en dist int as lenguas —, que se prolonga hast a nuest ros días.
Tal vez, el ej em plo m ás not able de canalización que aparece en la Biblia sea la
Revelación de Juan, el Am ado.
En la Edad Media, aunque la I glesia Crist iana desaprobó la canalización, ciert os
m íst icos sin em bargo est uvieron en com unión con seres divinos. Sant a Teresa de Ávila
describe sus experiencias en el Cast illo I nt erior y San Juan de la Cruz las narra por
escrit o en La Subida al Mont e Carm elo y en La Noche Oscura del Alm a.
Ciert as experiencias de canalización han dado origen a nuevas sect as crist ianas.
Así, por ej em plo, en la I nglat erra del siglo XVI I , la visión de George Fox pasó a ser el
fundam ent o de la Sociedad de Am igos, o cuáqueros. A com ienzos del siglo XI X. La
visión del Ángel Moroni por Joseph Sm it h conduj o a la com posición del Libro de los
Morm ones. Es ent onces cuando nace, t am bién en Am érica, el espirit ism o.
Exam inarem os ese período de la hist oria de la canalización en el Capít ulo Nueve.
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est os canales, es que t odos som os canalizadores, t érm ino que Cayce a m enudo ut ilizó
para referirse a sí m ism o cuando est aba en t rance.
“ Al aplicar las fuerzas físicas, t al com o ést as se m anifiest an en el m undo
m at erial, los individuos con frecuencia no t ienen present e el hecho de que
t oda fuerza, según se m anifiest a en el m undo m at erial, em ana de esa
fuent e que dio el ser al m undo. Com o m uchas de las cosas est án
aparent em ent e al alcance del individuo, se at ribuyen al t alent o del
individuo, o a su falt a de habilidad, o se piensa que son obra del hom bre
exclusivam ent e, en lugar de pensar que ese hom bre, esos hom bres, o esas
circunst ancias no son m ás que los canales a t ravés de los cuales se
m anifiest a esa Fuerza Única que les dio el ser” .
Edgar Cayce 13.2
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El fenóm eno de la canalización parece t ransm it irnos hoy en día un doble m ensaj e.
Por una part e, las voces que provienen del canalizador se present an a sí m ism as com o
espírit us separados del cuerpo. Su m ensaj e parece ser que la presencia de t ales
espírit us o ent idades prueba que som os algo m ás que sim ples cuerpos, que nosot ros
m ism os som os espírit us. Por ot ra part e, est as voces nos dicen que pasem os por alt o
quiénes son y nos cent rem os en su m ensaj e. Pero com o nosot ros basam os su m ensaj e
en su afirm ación de que son espírit us, nos hallam os m et idos en un buen lío.
Nat uralm ent e, cent ram os nuest ra at ención en la nat uraleza de est os espírit us
separados del cuerpo. Los espírit us nos m aravillan y hacen que su m ensaj e nos result e
int eresant e. Ahora bien, afirm an que son espírit us pero no podem os verificarlo, y por
t ant o no sabernos si debem os o no creernos el m ensaj e que nos t ransm it en,
Est a difícil sit uación t iene una salida. Si est udiam os el m ensaj e cuidadosam ent e,
vem os que t am bién nos dicen ( y Edgar Cayce dice lo m ism o) : “ No m e creas cuando
digo que eres un espírit u, descúbrelo por t i m ism o. No creas que t ú eres un alm a
porque lo dicen t odas las religiones del m undo, no has de depender de lo que cuent an
los m íst icos al haberlo experim ent ado. Descúbrelo por t i m ism o. Hast a que no hayas
experim ent ado la realidad del espírit u por t i m ism o, no será m ás que un concept o, una
de t ant as ideas” .
El hecho de aprender que t ú, t am bién, eres un canal del espírit u puede ser un
m edio para despert ar espirit ualm ent e. Cayce ha m anifest ado que la percepción
psíquica m ás elevada es que Dios habla direct am ent e con los seres hum anos. Una
percepción que m uchos de nosot ros ya hem os t enido. Según una encuest a Gallup
recient e, el 50% de los am ericanos ha experim ent ado cóm o Dios ha hablado con ellos,
a t ravés de una sensación o im presión int erna.
¿Que es Canalizar?
Probablem ent e nadie ut ilizaría la palabra canalizar para describir las diversas
m odalidades de inspiración, profecía y m inist erio, de no ser por Edgar Cayce. Es j ust o
y verdadero decir que fue Edgar Cayce quien por prim era vez ut ilizó la palabra canal
para describir al ser hum ano com o fuent e de t ransm isión psíquica y espirit ual. Fue un
gran visionario al em plear est a palabra de form as t an sugest ivas, y la grabó en la
im aginación de quienes lo siguieron.
Cayce no rest ringió el uso de est e t érm ino a la descripción de los cont act os ent re
vivos y difunt os, o ent re la personalidad física y los dom inios de la m ent e infinit a. No lo
ut ilizó exclusivam ent e para referirse a los individuos cuyos poderes psíquicos est án en
plena act ividad. I ndicó que t odas las personas son un canal, en t ant o en cuant o son
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una m anifest ación de energía divina. La cuest ión es qué quiere canalizar la persona y
con qué fin.
Lo que int eresaba fundam ent alm ent e a Cayce era si se t rat aba de un canal
const ruct ivo. Para com prender la canalización y hacer de ello un proceso const ruct ivo
dent ro de nuest ra vida, Cayce considera necesario com prenderlo en prim er lugar en su
sent ido m ás am plio.
He aquí una analogía. Un niño pregunt a a sus padres: “ ¿Qué es un deport e?” Da la
casualidad que en esos m om ent os est án t ransm it iendo un part ido de fút bol —un
deport e m uy im port ant e en la act ualidad— en la t elevisión. Los padres del niño le
dicen: " ¡m ira la pant alla del t elevisor! " Lo que allí ves es un deport e” .
El niño observa el part ido de fút bol durant e un rat o. Ve cóm o j uegan en el cam po,
m ira a la gent e de las gradas, escucha a los com ent adores. Ent onces el niño se vuelve,
m ira a sus padres y les pregunt a: “ ¿El deport e es pelearse por una pelot a? Los
j ugadores se golpean unos a ot ros, t rat an de quit arse la pelot a, la lanzan. Unos
derriban a ot ros. Muchas personas est án m uy excit adas y chillan. Algunos est án m uy
felices, ot ros parecen realm ent e enfadados. ¿El deport e es eso? ¿Es com o una gran
pelea?” .
Los padres est arán de acuerdo en que a veces es así, pero saben que el deport e
es m ucho m ás que eso. Teniendo present e ese significado m ucho m ás am plio de la
palabra deport e, vem os cóm o el fút bol es un ej em plo de deport e. Podem os
com prender qué es lo que t enem os que buscar para saber valorar en qué m edida el
fút bol ej em plifica el concept o de deport e y hast a qué punt o la indust ria del fút bol
puede acabar con la deport ividad.
Lo m ism o sucede con la canalización. A t ravés del t elevisor nos llega una im agen
m uy lim it ada de la canalización y su significado. Parece com o si consist iera únicam ent e
en cerrar los oj os y hablar con una voz m uy ext raña, t rat ando de ser alguien dist int o,
posiblem ent e el port avoz de un espírit u. Da la im presión de que es una form a de
capt ar la at ención de un público que de ot ro m odo no escucharía, o un t ruco para
ganar m ucho dinero.
Pocos de nosot ros desearíam os hablar en sueños con un gran grupo de personas.
Pero la canalización no consist e exclusivam ent e en que una persona en est ado
inconscient e realice discursos inspirados. Ello no es m ás que un aspect o de un
panoram a m ucho m ás ext enso.
En sent ido general, un canal es un m edio de t ransm isión. Recibe una inform ación
y la pasa. Así, por ej em plo, cuando se nos ocurre una idea, y se la com unicam os a ot ra
persona, canalizam os dicha idea. Cuando t e acercas a un am igo y lo abrazas, eres un
canal de am or.
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El canalizador recibe algo que sin él los dem ás no verían, lo t ransform a para
hacerlo t ransm isible, y se lo present a a los dem ás. Nosot ros, por ej em plo, con nuest ra
vida hacem os visibles nuest ros pensam ient os y m ot ivaciones.
Un canal asim ism o im plica una aplicación específica. Podem os experim ent ar
nuest ro am or por una persona en form a de buenos sent im ient os. Sin em bargo, cuando
canalizam os, esos sent im ient os pueden m anifest arse de una form a m uy concret a, una
de t ales m anifest aciones puede ser por ej em plo preparar la com ida a la persona
am ada, o ayudarla a resolver un problem a.
Canalizar t iene una im plicación específica que consist e en t ransm it ir algo ext erno.
El canalizador aport a una inform ación que no form a part e de sus conocim ient os o
experiencias. Exist en en la canalización unos com ponent es psíquicos o creat ivos, una
dim ensión espirit ual e inspirada que t ransciende las habilidades o conocim ient os
ordinarios del canalizador. A veces el canalizador sirve com o oráculo de la sabiduría.
Los m ensaj es que recibe el canalizador pueden proceder de un espírit u separado
del cuerpo, de Dios, de un ángel, o de plant as o anim ales. Puede t rat arse de una
int uición. Ent onces, el canalizador t ransm it irá lo recibido, por vía oral, por escrit o,
realizando un dibuj o o cualquier ot ro t rabaj o art íst ico, a t ravés de una acción,
m ediant e alguna labor com unit aria, o por m edio de una sonrisa. El canalizador puede
est ar dorm ido, m edit ando, en t rance, o despiert o m ient ras t iene lugar la canalización.
Analizado desde la perspect iva que nos proporciona el m at erial aport ado por
Cayce, el t ipo de canalización que hoy en día est á de m oda, la m odalidad que aparece
en t elevisión, no es m ás que un caso concret o de un fenóm eno m ucho m ás general.
Hablar con la voz de un espírit u no es m ás que un ej em plo de canalización. Una
m odalidad que Cayce em pleó m uy poco. Aunque Cayce m ost ró una alt eración de la
conciencia siem pre que realizó sus lect uras, no fue ést a su única m odalidad de
canalización. Tam bién fue un m édium y un inspirador, est ando despiert o.
Todos los días, en un sinfín de form as, t ú y yo som os canales de espírit us, ideas y
recursos cuya procedencia sobrepasa nuest ra personalidad conscient e. Nuest ra
capacidad de canalización t iene un profundo im pact o en nuest ra propia vida y en la
vida de quienes nos rodean. Nos es posible llegar a concienciam os de est o. Podem os
llegar a dam os cuent a de que som os canalizadores y det erm inar cuáles son los t ipos
de canalización que deseam os perfeccionar y ut ilizar. Cayce señaló que hay t ant os
t ipos de canalización com o individuos. En lugar de canalizar sin ser conscient es de lo
que hacem os, podem os desem peñar un papel m ás dinám ico y creat ivo. Al hacerlo,
asum im os lo que nos corresponde por nacim ient o, la m isión que t enem os en est a vida,
llegar a ser un canal de vent aj as y beneficios para los dem ás por nuest ra form a de
canalizar las energías.
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PARTE I
Canalizando en
La Vida Cot idiana
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CAPI TULO DOS
Escucha a Tu I nt uición:
El Canal De
Tu Ángel de la Guarda
“ Lo divino est á en el int erior del yo. Escucha la voz de dent ro, no al
t ent ador que habla desde fuera.
—Edga r Ca yce , 5 0 1 8 .1
“ … las fuerzas int uit ivas que surgen para una m ayor seguridad y cordura,
con m enos propensión a recurrir a fuerzas procedent es del ext erior... Por lo
t ant o, la fuerza de la int uición es m ej or, pues en ella exist e una m ayor
unión del espírit u de la verdad con la Energía Creat iva; así t e será m ost rada
la respuest a... de cualquier m anera o en cualquier form a... hay m uchos
canales, m uchas m aneras...” .
—Edga r Ca yce , 2 6 1 - 1 5
¿Alguna vez t e ha dado la im presión de que sabías algo sobre una persona en el
m om ent o m ism o de conocerla? Hay algunas personas en las que uno confía de form a
inst int iva, y en cam bio ot ras en las que uno desconfía. ¿Alguna vez t e ha dicho
alguien: “ confía en m í” y t ú has sent ido que no debías hacerlo? ¿Has lam ent ado haber
confiado en esa persona?
A veces sent im os cosas que sencillam ent e no nos podem os explicar. Puede darse
el caso de que desees com prar un coche usado, que encuent res uno que realm ent e t e
gust e y cuyo precio sea adecuado, y que, sin em bargo, t engas una sensación im posible
de explicar, com o si una voz dent ro de t i est uviera diciendo: “ No, no lo com pres, aquí
pasa algo raro” . ¿Alguna vez has hecho caso om iso de esa sensación y post eriorm ent e
has deseado no haber act uado de ese m odo?
Tales sensaciones son com o present im ient os. No conozco a nadie que no haya
t enido algún present im ient o. Tam poco conozco a nadie que no haya t enido que
lam ent ar el no haber hecho caso de un present im ient o. Los present im ient os con
frecuencia dan en el clavo, aun cuando m uchas veces no t engan sent ido. Algunas
veces experim ent am os una sensación que no som os capaces de explicar en base a lo
que hem os aprendido. Est a idea parece provenir de nuest ro int erior. Por m uy ext raño
que parezca, t al idea suele ser exact a.
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Por supuest o, est oy refiriéndom e a la int uición. Con frecuencia se define com o un
saber que no se sirve de los sent idos ni t am poco de la razón. Ent re ot ras razones
porque son conocim ient os direct os. Est án sencillam ent e allí. Se t rat a de unos
conocim ient os m ist eriosos, salidos de la nada, que t e salen al paso y t e piden que los
acept es, aún cuando no encuent res ninguna explicación para ello.
El t érm ino int uición es una palabra corrient e. Sin em bargo encierra un m ist erio. La
int uición siem pre ha represent ado un desafío para los pensadores. Hace pensar en una
realidad que sea com o fuere es diferent e o escapa a la percepción sensorial y a la
razón.
Cuando int uyes algo, posiblem ent e t e pregunt es en qué t e basas para saber eso.
Tal vez, t u int uición t e ayude t am bién a com prender la idea de Cayce de que el ser
hum ano es por nat uraleza un canal. Algunas de las ideas result ant es de la exploración
de la canalización represent arán un ret o para t u razón. Por m ucho que yo t rat e de
explicar las cosas con claridad y lógica, necesit arás hacer uso de t u int uición para ver
lo que la razón no puede capt ar.
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Ot ras veces, sin t ener ninguna idea preconcebida, de repent e sient o un vivo deseo de
acudir a det erm inada organización, Al llegar m e t ropiezo con alguien que m e dice;
¡Qué coincidencia, j ust am ent e est aba pensando en t i! . Esa persona t iene que discut ir
un proyect o y m i presencia se hace necesaria.
Ciert am ent e no soy la única persona que encuent ra que la int uición es út il para las
cuest iones em presariales. Años at rás, Douglas Dean y sus com pañeros de la Escuela
de I ngeniería de Nueva Jersey publicaron Execut ive ESP ( La Percepción Ext rasensorial
de los Ej ecut ivos) . Sus invest igaciones dem ost raron que las sociedades que t enían
m ej ores result ados desde el punt o de vist a económ ico eran aquellas cuyos direct ores
obt enían punt uaciones m ás alt as en los t est s de Percepción Ext rasensorial. Esos
ej ecut ivos se m ost raban bast ant e deseosos de m anifest ar que creían en la Percepción
Ext rasensorial y adm it ían que se fiaban m ucho de su int uición a la hora de t om ar una
decisión. Hoy en día, a j uzgar por la gran cant idad de libros sobre la int uición que
figuran en las secciones de las librerías dedicadas al com ercio y los negocios, podem os
decir que est á en alza el m ercado de libros sobre cóm o aprender a ut ilizar la int uición.
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t em ores t an ext raños. No obst ant e, consiguió convencer a sus padres para que dej aran
por un rat o la t ienda y se fueran con ella a alm orzar. Mient ras ellos salían por la part e
de at rás de la t ienda, un coche se est relló cont ra el escaparat e, aplast ando las sillas
donde habían est ando sent ados sus padres.
Posiblem ent e t e habrán cont ado alguna hist oria parecida a ést a. Hay m uchas
hist orias sobre viaj es pospuest os o cancelados sin ot ro m ot ivo que el haber t enido una
prem onición. Es decir, en t ales casos hast a m ucho después no se veía ningún m ot ivo
para hacerlo. Un est udio m uy int eresant e sugiere que exist e una sabiduría m ist eriosa e
int uit iva que act úa cuando el hom bre viaj a.
W. E. Cox ha invest igado los accident es ferroviarios, com parando el núm ero de
pasaj eros que viaj an en los t renes cuando se producen los accident es con el núm ero
de pasaj eros que viaj an en los ot ros días. A veces, la diferencia es m uy acusada. En el
Georgian, por ej em plo, sólo viaj aban nueve personas cuando t uvo lugar el accident e
( el 15 de j unio, 1952) . En cam bio, el día ant erior habían viaj ado en ese t ren 68
pasaj eros, y el día ant erior a ést e 60. Todos los días de esa sem ana, except uando el
día del accident e, el Georgian había t ransport ado a unos 60 pasaj eros por t érm ino
m edio. Habit ualm ent e, en ese día no viaj aban pocos pasaj eros. Ese día de la sem ana,
en las cuat ro sem anas ant eriores al accident e, habían viaj ado en dicho t ren 35, 55, 53
y 54 pasaj eros. Las est adíst icas confirm aron lo que W. E. Cox present ía, que los t renes
que van a sufrir un accident e llevan m uchos m enos pasaj eros que en circunst ancias
norm ales. Las personas t ienen una int uición especial para evit ar los accident es.
Cox llam ó “ prem onición sublim inal” a la fuent e de t al efect o. Lo que quiere decir
que la int uición con frecuencia guía nuest ras acciones sin que nosot ros lo sepam os. La
int uición frecuent em ent e opera por un canal de orient ación de caráct er sublim inal.
Com o quiera que definam os o expliquem os la int uición, su m ano invisible parece
guiar nuest ras acciones. Podem os est arle agradecidos por ello, aun cuando no
logrem os com prenderlo. Edgar Cayce, no obst ant e, nos enseña un sist em a para
com prender qué es la int uición y poder cult ivar est e canal de orient ación de uso
cot idiano en beneficio nuest ro. Asim ism o su enfoque confiere a la int uición una
finalidad m ás elevada dent ro de nuest ra vida, para ayudam os a realizar algo aún m ás
im port ant e.
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Para Cayce int uir es saber desde dent ro. Para aprender a int uir hem os de
cent ram os en nuest ro int erior, m irar dent ro de nosot ros m ism os y percibir la
inform ación que de ahí proviene. Dos son las piedras angulares de las enseñanzas de
Cayce: saber que t odos los conocim ient os est án dent ro de nosot ros y aprender a m irar
dent ro de nosot ros m ism os. El hecho de com prender qué es la int uición y desarrollarla
nos conduce al aprendizaj e de esas dos lecciones t an im port ant es.
Tal vez, ya habrás capt ado int uit ivam ent e qué es lo que posibilit a la int uición. Mi
prim era experiencia en relación con la com prensión int uit iva de lo que es la int uición
proviene del libro t it ulado Zen in t he Art of Archery ( El Zen en el Art e del Tiro con
Arco) , escrit o por Eugen Herrigel.
Su aut or, un filósofo alem án viaj ó a Japón para adquirir conocim ient os sobre el
Zen, Los m aest ros del Zen no querían nada con él, pues suponían que su int erés era
exclusivam ent e int elect ual. No obst ant e, t ras probar una y ot ra vez que era sincero,
finalm ent e pudo em pezar a recibir las enseñanzas correspondient es de m anos del
Maest ro Kenzo Awa, el venerado arquero.
Herrigel se dedicó durant e cuat ro años a t rat ar de aprender a t irar del rígido y
largo arco j aponés, t odo un ret o. Y t odavía le result aba m ás difícil disparar la flecha
con suavidad. Al igual que sucede con el ballet , el t iro con arco Zen requiere la
realización de un t rem endo esfuerzo físico y de elegant es m ovim ient os inhabit uales y
difíciles. Tuvo que dej ar de hacerlo a su m anera y perm it ir que los m ovim ient os
fluyeran, t odo lo cual const it uía un m ist erioso secret o. Tam bién había que som et er el
proceso respirat orio a una disciplina. Aprendió que el t iro con arco Zen es una form a
de m edit ación.
Durant e t odo est e t iem po, no disparó a ninguna diana. Aprendió que la diana est á
dent ro de la persona, se t rat a de un est ado de ánim o. Para aprender a t irar bien del
arco y a solt arlo correct am ent e, era preciso alcanzar ese est ado de ánim o. En verdad
se t rat aba de una disciplina espirit ual.
Finalm ent e, al quint o año, el m aest ro sacó una diana y le m ost ró cóm o disparaba
al blanco, Herrigel pudo ver cóm o su m aest ro podía dar en el blanco una y ot ra vez,
aparent em ent e, sin apunt ar al m ism o. Lo observó m uy de cerca y com probó que
efect ivam ent e los oj os de su m aest ro apenas est aban abiert os y que no apunt aba.
Herriger dij o brom eando que su m aest ro había aprendido a disparar m ient ras dorm ía.
De result as de est a observación, Herrig fue invit ado a volver aquella noche al
est udio del m aest ro. Ent onces el m aest ro le reveló un sorprendent e secret o en relación
con el art e Zen de t iro con arco. En plena oscuridad, el m aest ro rápidam ent e disparó
una flecha, y luego ot ra, hallándose la diana a unos sesent a pies de dist ancia.
Ent onces Herriger se aproxim ó a la diana y descubrió que la prim era flecha había dado
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en el cent ro. Y que ¡la segunda flecha se había clavado en el cent ro de la prim era,
dividiéndola en dos!
Herriger se pregunt ó cóm o era posible que una persona diera en el blanco si no
podía ver la diana. La prim era flecha podía deberse a una com binación de suert e y
experiencia, pero ¿y la segunda?
El m aest ro explicó que creem os necesit ar nuest ros oj os para ver porque creem os
que el m undo est á ahí fuera. Y si uno se separa de la diana, t iene que aprender el
t ruco adecuado para poder dar en el blanco. Me inform ó de que el art e consist ía en
llegar a form ar una unidad con la diana, dej ando que la flecha ret ornara a su dest ino
nat ural.
Dij o que el arquero que apunt a a la diana y dirige la flecha a la m ism a, ut iliza un
t ruco. El arquero que se conviert e en diana va cam ino de cum plir el gran Secret o del
Zen.
Los años que el fut uro arquero dedica a pract icar el art e Zen, no hace sino
aprender cóm o dej ar que ello se lance. El arquero pasa a ser sim plem ent e el canal por
el cual el art e del t iro con arco m anifiest a el espírit u del Zen.
Al igual que el arquero Zen, Cayce sabía dar en el blanco m irando dent ro de sí
m ism o para cont act ar la fuent e del saber. Al igual que el Maest ro de Zen que enseñó a
Herrigel, Cayce nos enseña cóm o m irar dent ro de nosot ros m ism os para dar en la
diana que represent a nuest ra vida. Al igual que Herrigel, aprenderem os de Cayce a no
disparar ut ilizando t rucos
Ahora bien, el arquero em plea unos concept os ext raídos del budism o Zen, y, en
cam bio, las enseñanzas de Cayce se basan en concept os bíblicos. Nos recuerda que
Jesús dij o que el Reino de Dios est á dent ro de nosot ros. Si Dios est á dent ro de
nosot ros, ent onces t odo est á dent ro de nosot ros. Cayce nos aconsej a que sigam os el
principio cont enido en la Biblia, que busquem os prim ero el Reino que est á dent ro de
nosot ros. Todo lo dem ás vendrá por añadidura.
En cuant o a la acción de la int uición, Cayce la aborda del m ism o m odo que el
m aest ro de Zen enfoca el t iro con arco. El m aest ro no pract ica para conseguir t irar
bien, lo hace porque es el cam ino que lleva hast a la verdad. No has de desarrollar la
int uición con el fin de producir unos buenos result ados, com o podría ser el llegar a ser
un m édium . Sigue la senda de la int uición porque conduce hast a nuest ra aut ént ica
nat uraleza, el ser Uno con Dios. Para Cayce, est e descubrim ient o, al igual que el gran
Secret o del Zen, es el verdadero prem io, y el principal beneficio que se consigue al
desarrollar la int uición.
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El Secret o de a Unidad Unit aria
La idea que Cayce t iene sobre la int uición nos ayuda a ent ender cóm o opera la
int uición y qué la hace posible. La int uición no es una creación de la m ent e conscient e.
La m ent e conscient e nos separa de las dem ás facet as de la vida con el fin de que
podam os analizar la vida con nuest ros sent idos. La m ent e conscient e, que razona
basándose en nuest ros sent idos, asum e que los conocim ient os provienen de fuera. Tal
suposición result a evident e para la m ent e conscient e. En cam bio, la int uición opera
basándose en ot ra suposición. La int uición presupone que exist e una unidad
subyacent e en t odo aquello que t iene vida. Hast a hace poco, est a apreciación int uit iva
de la unidad solía est ar lim it ada a la conciencia m íst ica. Sin em bargo, m ient ras nuest ro
siglo llega a su final, la propia ciencia est á em pezando a adopt ar un punt o de vist a
sim ilar.
La ciencia es la expresión últ im a del punt o de vist a de la m ent e conscient e, que
ut iliza su int elect o para perfeccionar un m ét odo de adquisición de conocim ient os. No
obst ant e, la ciencia ha descubiert o en la práct ica las lim it aciones fundam ent ales de sus
m ét odos favorit os. Si echas un vist azo a la sección de la Nueva Era de la librería de t u
barrio o localidad, encont rarás una gran variedad de libros de recient e aparición sobre
la nueva ciencia que est á surgiendo. Libros com o Sym pat het ic Vibrat ions ( Vibraciones
Sim pat ét icas) , The Tao of Physics ( El Tao de la Física) , y The Dancing Wu Wei Mast ers
( Los Maest ros de Baile Wu Wei) , explican cóm o los m odernos concept os cient íficos
const it uyen un enfoque del m undo m uy cercano al m ist icism o. He aquí un brevísim o
resum en de la hist oria de esa nueva ciencia.
La ciencia t radicional nos dice que el m undo se com pone de át om os separados,
ent re los cuales exist e ciert o espacio. Suponem os que es necesario que se produzca
una reacción en cadena, que un át om o t ropiece con ot ro y así sucesivam ent e, para
t ransm it ir un efect o a t ravés de un espacio.
Ahora bien, cuando la física m oderna exam inó el át om o desde m uy cerca,
descubrió que ést e se desvanecía. Al parecer, se t rat a m ás bien de energía.
Consideram os que el át om o se parece a una cosa, pero en realidad se parece m ás a un
suceso. Adem ás, da la im presión de que ent re los át om os- sucesos exist e una conexión
inst ant ánea, com o si ent re los m ism os no hubiera ni t iem po ni espacio. Est a conexión
aparent em ent e im posible t am bién es válida para la m ent e que los observa. La energía
at óm ica es t an ext raña que incluso reacciona art e la conciencia del observador, De
t odo ello puede ext raerse la conclusión de que m ent e y m at eria const it uyen un t odo
unit ario e indivisible, Piensa que la m ent e y la m at eria son un baile de energía unido,
único e indivisible.
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El t érm ino que Cayce ut iliza para aquello que la ciencia m oderna est á llegando a
acept ar es Unidad. Exist e un espírit u, o energía, que une t oda la Creación. I m pregna
t odo. Une t odos los át om os del universo. Pone en conexión a t odos los seres hum anos,
unos con ot ros y con t odos los dem ás elem ent os de la creación, Aún cuando nos
parezca que som os seres separados y desconect ados, cada uno de nosot ros es una
ext ensión del espírit u del Creador. Lo que le sucede a uno de nosot ros nos afect a a
t odos. Hay una ecología psíquica unificada ent re t odos los sucesos de la creación,
Cayce explicó que Dios creó las alm as hum anas a part ir del propio ser del Creador.
Cada alm a es una proyección de Dios, del m ism o m odo que nuest ros pensam ient os e
im ágenes son una proyección de nuest ra m ent e. Aunque cada alm a t iene su
individualidad, t odas las alm as son un espírit u.
Adem ás, cada alm a es reflej o de t oda la creación. Cada alm a es un universo en
m iniat ura, m odelo de un universo m ás grande. Cayce dij o que el alm a era igual a una
got a de agua del océano, La got a es un océano en m iniat ura y t iene t odos las
ingredient es de ese océano. Por t ant o, dent ro de cada persona est á el conocim ient o
ínt im o de t oda la creación.
Cuando Cayce afirm a que cada uno de nosot ros es un m odelo en m iniat ura del
universo no hace sino repet ir una ant igua enseñanza m íst ica. Asim ism o, est a
afirm ación se est á convirt iendo en un t em a recurrent e de la nueva ciencia En est e
nuevo lenguaj e se afirm a que la creación es holonónica, t érm ino basado en las
propiedades del hologram a de láser. Es ést a una form a de pensar en la unidad de la
vida. La m ayoría de los libros cient íficos de la Nueva Era incluyen com ent arios sobre
est e t em a.
El desarrollo de la holografía con láser ha hecho que ciert os concept os, t ales com o
las enseñanzas de Cayce en relación con la unidad, result en m ás vit ales y excit ant es, y
al m ism o t iem po m enos filosóficos o m íst icos. La unidad es algo real, si bien t odavía
result a difícil de capt ar o cuest a creer en ello.
Cuando un rayo láser es proyect ado sobre una lám ina holográfica, rebot a y
proyect a en el espacio una figura t ridim ensional. Es posible cam inar alrededor de est a
figura y ver desde t odos los ángulos el obj et o, que parece sólido y m uy real.
La propiedad holonóm ica del hológrafo queda pat ent e si uno coge la lám ina y la
rom pe en m uchos t rocit os. Todos los t rocit os, incluso el m ás pequeño, recrearán en el
espacio la t ot alidad de la figura t ridim ensional. Mist eriosam ent e, cada pedacit o de la
lám ina holográfica cont iene la t ot alidad de la im agen.
Según las palabras de Cayce, un alm a es un pedazo del hologram a com plet o, que
llam am os creación o Dios. Cada alm a conoce el t odo. Por eso, explica Cayce, el ser
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vident e es un at ribut o del alm a, nat ural e inherent e, La int uición se inspira en est e
conocim ient o universal que est á psíquicam ent e al alcance del alm a.
La Ment e Superconscient e
Evident em ent e, com o puede deducirse a part ir de est a descripción del alm a,
nuest ra m ent e debe de ser m ás de lo que parece ser a los oj os de nuest ra conciencia.
En el m odelo de la m ent e que nos present a Cayce, la m ent e conscient e es la m ent e
inferior. La m ent e conscient e observa los det alles con una gran precisión, com o si
fuera un rat ón, pero su vist a no alcanza m uy lej os, no es com o la del águila. Ahora
bien, exist e una m ent e que ve com o las águilas. No es la m ent e conscient e, sino lo que
Cayce llam ó m ent e superconscient e.
Una vez Cayce t uvo un sueño en el que la m ent e aparecía represent ada por un
em budo. Su ext rem o abiert o descendía desde el infinit o y se ext endía hacia abaj o
hast a form ar una pequeña m ent e separada ( Figura 1) . Esa pequeña m ent e es la m ent e
conscient e, lo que el alm a em plea para cent rarse en la realidad física. En ot ra ocasión,
im aginó que la m ent e era una est rella con m uchas punt as, cada una de las cuales era
un em budo que se desarrollaba a part ir de la m ent e universal hast a convert irse en la
punt a de la m ent e conscient e del alm a ( Figura 2) .
Hacia el infinit o
Figur a 1
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Relación ent re las Ment es Conscient es I ndividuales y la m ent e Universal
Figur a 2
La idea que Cayce t iene de la m ent e present a unas caract eríst icas sorprendent es.
En prim er lugar, sólo hay una m ent e. Est a realidad única y viva es la m ent e universal
t enem os en com ún. Es un concept o difícil de capt ar. En t érm inos m odernos se
denom ina m ent e t ranspersonal. Est a expresión viene a significar que a excepción de la
m ent e conscient e, la m ent e no es algo personal, sino algo com part ido por t odos. La
m ent e es igual que el aire que com part im os.
Aún cuando cada uno de nosot ros t iene unos pulm ones individuales para t ocar
dicho aire, solam ent e hay un aire.
En segundo lugar, la m ent e recuerda t odo. Cayce llam a a est e aspect o de la
m ent e Regist ro Akáshico, o Galería de Regist ros. Todo aquello que la hum anidad ha
experim ent ado est á grabado en el Regist ro Akáshico.
En t ercer lugar, ent re el nivel de la m ent e universal y el de la m ent e individual
conscient e est á el área de la m ent e subconscient e. Todos t enem os nuest ra propia
porción de m ent e subconscient e, pero no exist en front eras en est e área. Todas las
m ent es subconscient es, t ant o las de los vivos com o las de los m uert os, est án en
cont act o. Aprenderem os m ás sobre las im plicaciones de un hecho t an asom broso.
En cuart o lugar por m uy im port ant e que sea la m ent e conscient e para hacer frent e
a t odo lo relacionado con est e m undo, ést a no es m ás que la punt a de la t ot alidad de
la m ent e. La m ent e conscient e se cent ra y especializa fundam ent alm ent e en las
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sensaciones relacionadas con el m undo físico, y t iene unos lím it es m uy bien definidos.
En la m ent e conscient e, cada uno de nosot ros aparece claram ent e separado de los
dem ás.
Finalm ent e, hem os de decir que est os niveles de la m ent e const an de sus propios
canales de inform ación ( Figura 3) . La m ent e conscient e es un canal de inform ación
sensorial. Obt iene la inform ación del ext erior de la persona. La m ent e subconscient e es
un canal de inform ación t elepát ica. Ext rae inform ación de los pensam ient os y
experiencias de ot ras personas. La m ent e superconscient e es un canal de clarividencia,
o saber universal. Obt iene la inform ación direct am ent e a part ir de la unidad de t odo lo
que t iene vida.
La int uición es un super- canal que aprovecha t oda la inform ación que llega hast a
nosot ros por los dem ás canales. Cuando la int uición em plea la im aginación com o
m edio de expresión, habla a t ravés de visiones y expresiones sim bólicas, Cuando se
sirve de las sensaciones y em ociones, habla a t ravés de im pulsos o pront os. Cuando
ut iliza pensam ient os, puede hablar a t ravés de una voz que oím os en nuest ro int erior.
Al explorar los cam inos por los cuales es posible canalizar la inform ación psíquica,
la sabiduría y la orient ación, nos rem it irem os a lo que acabam os de decir sobre la
m ent e, Part iendo de esas prem isas básicas sobre la m ent e, Cayce nos ha
proporcionado una vía para com prender qué hay de m ist erioso y desconcert ant e en el
fenóm eno de la canalización.
Figur a 3
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Desarrollando la I nt uición
Las experiencias int uit ivas nos han venido a la m ayoría de nosot ros de form a
espont ánea. Se han producido inesperadam ent e. No obst ant e, Cayce nos anim a a
aprender a desarrollar nuest ra capacidad int uit iva. Para ello, sugiere que recordem os
est os principios fundam ent ales:
1) La int uición exist e gracias a nuest ra unidad esencial con la creación. Cuando
uno llega a ser conscient e de que form a una unidad con la vida, t om a m ayor
conciencia de su int uición,
2) La int uición surge al arm onizar sim pat ét icam ent e con el obj et o de la m ism a. La
em pat ía es una form a de arm onía. El am or es la m odalidad de arm onía m ás elevada.
3) La necesidad de conocer una cosa, norm alm ent e para prot egernos u
orient arnos, est im ula la int uición.
4) Los conocim ient os de caráct er int uit ivo provienen de nuest ro int erior La
int uición se busca dent ro de la persona.
5) La int uición requiere la acept ación de aquello que proviene espont áneam ent e
de nuest ro int erior, Suele ser nuest ro prim er pensam ient o, sensación o im agen.
6) La aut ént ica int uición es consecuent e con nuest ros valores o ideales m ás
elevados.
7) La m ej or form a de hacer honor a nuest ras int uiciones es act uar de acuerdo con
ellas.
Cayce aborda el desarrollo de la int uición en base a est a secuencia: necesidad,
sint onización, y aplicación. La int uición nos guía. Para que la int uición nos proporcione
una inform ación, es preciso que ést a t enga una finalidad. La ut ilidad de la inform ación
de nat uraleza int uit iva, su aplicación, es part e im port ant e del proceso de desarrollo de
la percepción int uit iva.
Has de im aginar que t u canal de int uición es com o un pararrayos. El rayo que
brilla en el cielo es la int eligencia infinit a, la energía que busca un m edio de expresión
cuando se necesit a. Tú puedes querer que descienda un rayo desde el cielo. Ahora
bien, si no consigues una t om a de t ierra, una conexión con la t ierra, el rayo no
descenderá hast a t u canal. El hecho de est ar preparado para aplicar la int uición
const it uye una base suficient e.
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la conciencia de las personas hast a la percepción de Dios y de su relación con t odo
aquello que t iene vida. Se han hecho est udios sobre experiencias religiosas
espont áneas, en los que la nat uraleza aparece com o el t em plo núm ero uno en el que
t ienen lugar t ales revelaciones.
En su libro, Ecst asy ( Éxt asis) , Marghanit a Laski nos ofrece num erosos ej em plos de
relat os de experiencias especiales inducidas por la nat uraleza. Uno de los casos
expuest os es el de una j oven que sum ida en una depresión profunda paró para
descansar en un m erendero que había j unt o a la carret era. Nada m ás salir del coche
un arrendaj o azul baj ó volando j ust o delant e de ella. Sus insist ent es llam adas
consiguieron capt ar la at ención de la j oven. Cuando ést a se fij ó en el arrendaj o azul,
ést e em pezó a alej arse dando salt os, se paraba y luego m iraba para at rás, com o si
quisiera que la m uj er lo siguiera. Y eso hizo ella, siguió al páj aro bast ant e rat o hast a
llegar a un claro donde se veía una herm osa vist a del Mont e Hood. La visión de esa
m ont aña cubiert a de nieve le t ocó la fibra sensible, y se sint ió reconfort ada. Rom pió a
llorar y pront o se había librado de la depresión. Ent onces volvió a oír las llam adas del
arrendaj o azul. Nuevam ent e siguió al páj aro, que la conduj o de nuevo al coche.
Cuando se m archó, era una m uj er diferent e.
La hist oria de est a m uj er nos t rae a la m ent e una de esas viej as frases que
describen qué es la int uición: “ Un paj arit o m e ha dicho” . Los páj aros son un sím bolo
ut ilizado com únm ent e para represent ar m ensaj es int uit ivos y t elepát icos. Los páj aros
son expresión del espírit u del alm a. En la Biblia, el Espírit u Sant o aparece en form a de
palom a. En ot ras religiones, hay im ágenes de páj aros posados en la copa de un árbol,
el lugar de la percepción superconscient e ( Figura 4) . El sim bolism o de los páj aros no
es sino uno de los m uchos ej em plos de la percepción int uit iva de los canales de
com unicación exist ent es ent re la nat uraleza y los seres hum anos.
Ron Carey es el canal de The St arseed Transm issions ( Las Transm isiones
Sem bradas de Est rellas) y Ret urn of t he Bird Tribes ( El Ret orno de las Tribus de Aves) .
Narra una hist oria int eresant e, cuent a cóm o llegó a ser el canal de una fuent e
inspiradora. Se t rasladó con su fam ilia a un lugar donde vivió durant e siet e años en
cont act o con la nat uraleza. Al vivir en arm onía con los elem ent os, y sin t elevisión ni
periódicos que lo dist raj eran, Carey se hizo m uy sensible a las vibraciones de la
nat uraleza. La resonancia int uit iva exist ent e en él con respect o a la nat uraleza se
t ransform ó en una com unión con los niveles m ás elevados de la int eligencia. Le
llegaron oleadas de conocim ient os y Carey perm it ió que t ales sent im ient os florecieran
espont áneam ent e
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El Árbol Azt eca de la Vida ( Plant a de Maíz)
Páj aro ( Super Conscient e) Sent ado en la Copa
Figur a 4
I nt uición Es Em pat ía
En la descripción de la experiencia de Ron Carey, aparecen algunas de las
palabras que expresan el concept o que Cayce t iene de la unidad: arm onía, resonancia
y com unión. Cayce nos enseña que la int uición, al igual que la habilidad psíquica,
opera a t ravés de esas expresiones de unidad, I nt uir no consist e en conocer a t ravés
de los sent idos o del análisis, sino en hacerlo a t ravés de las vibraciones sim pat ét icas
de em pat ía.
La palabra que Cayce em plea con m ayor frecuencia es sint onización. Siem pre que
arm onizam os o sint onizam os con una cosa pasam os a form ar una unidad con ello. A
t ravés de una afinidad de vibraciones sim pat ét icas, resonam os con los conocim ient os
que deseam os obt ener, Esos conocim ient os se conviert en en nosot ros.
¿Qué es conocer int uit ivam ent e una rosa? Puedes m irar la rosa, observar sus
part es, analizarlas, Eso t e dará una idea obj et iva de la m ism a. Si m edit as sobre la
rosa, podrás fundirt e em pát icam ent e con ella para convert irt e t ú m ism o en una rosa.
Em pezarás a sent ir del m ism o m odo que sient e una rosa. De t u int erior, surgirán
im ágenes que expresarán t u afinidad con la rosa, De ese m odo, pasarás a conocer la
rosa int uit ivam ent e,
Las pregunt as t am bién t ienen sus propias vibraciones y cont ienen la sem illa de su
respuest a. Aprenderás que cuando t e haces una pregunt a a t i m ism o, puedes llegar a
ser conscient e de una respuest a que se present ará int uit ivam ent e desde t u int erior.
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Cayce nos recuerda: “ Pregunt ad y recibiréis” . Desarrollad el art e de las pregunt as
hast a t ransform arlo en el art e de la arm onización, de la em pat ía con el núcleo de
vuest ro ser, y aprenderéis que la respuest a es una reacción espont ánea que t iene
lugar en vuest ro int erior.
Oyendo Voces
Sócrat es, el ant iguo filósofo griego, t enía una voz que le hablaba. La llam aba su
Daim on, era una voz divina. Observó que nunca le decía lo que t enía que hacer, pero
que frecuent em ent e le aconsej aba que no hiciera algo que est aba a punt o de hacer.
Aprendió a hacer caso de sus advert encias.
Las int uiciones con frecuencia se present an com o sensaciones, y a veces com o
voces. Ent re los casos docum ent ados est á el que nos narra el Dr. Bart let t : Una m uj er
conducía un coche cuando oyó una voz m asculina m uy pot ent e que le grit ó al oído:
“ ¡Para! ” Se quedó t an sorprendida que dio un frenazo. Descubrió que est aba en un
cruce. Aunque el sem áforo est aba en verde para ella, un coche en esos m om ent os se
salt aba un sem áforo en roj o y pasaba a t oda velocidad por delant e de ella.
Pat Rodergast es el canal de una fuent e que se llam a a sí m ism a Enm anuel
Describe su experiencia com o algo parecido a la int uición. Un saber int erno. Conserva
un est ado norm al de la conciencia. Se encierra en sí m ism a y oye la voz de Em m anuel
que habla.
Eso de escuchar voces parece que es algo que les sucede a los enferm os
m ent ales. Es vent ad que escuchar voces puede ser un t rast orno psicológico que
padecen algunas personas, pero no lo es siem pre. Podríam os decir que hay voces
buenas y voces m alas.
En su libro t it ulado The Nat ural Dept h in Man ( La Hondura Nat ural del Hom bre) ,
Wilson Van Dusen nos cuent a que se dedicó a asesorar a enferm os de diferent es
hospit ales que oían voces. Esas personas le cont aron que oían diferent es voces, voces
que hablaban de diversas cosas y en t onos dist int os. Algunas voces eran m uy crít icas y
decían cosas t erribles. Wiison preparó a esas personas para que cont est aran a esas
voces y les dij eran que se callaran. Tam bién oían voces que decían cosas am ables y
alent adoras. Y Wilson les ayudó a aprender a escuchar esas voces. Est os ayudant es
int ernos podían dar consej os relacionados con la recuperación del enferm o, Cuando el
enferm o recobraba la salud m ent al, las voces m alas desaparecían, y las buenas
cont inuaban act uando corno ayudant es y guías.
Oír voces puede ser un sínt om a de locura o un canal de int uición. Cayce señala
que la persona que oye voces puede est ar m ás cerca de lo universal que la que se
m ant iene al m argen de los com ent arios, ahora bien cuando se produce un desequilibrio
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las voces no ayudan. He aquí uno de los m uchos ej em plos que vam os a ver en est e
libro en relación con lo que es bueno y m alo, por lo que a la canalización se refiere.
La exploración de la gam a de canales de que disponem os const it uye un riesgo
para nosot ros. Podem os salir ganando al aprender a ser canales act ivos, pero t am bién
nos enfrent am os a una serie de peligros. Ahora bien, Cayce puede ayudarnos m ucho
en est o, pues nos enseña a anclar nuest ra capacidad de canalizar a ciert os ideales y
fines. Con él aprendem os que al basar nuest ras exploraciones en unos niveles de
excelencia, en unos ideales, dirigim os la recept ividad de nuest ro canal. Al pret ender
sat isfacer una necesidad real, dirigim os const ruct ivam ent e la part e act iva de nuest ro
canal.
Aprenderem os que la m ent e subconscient e es com o una fuert e cont racorrient e
que t enem os que at ravesar nadando hacia arriba hast a alcanzar la m ent e
superconscient e. Siem pre que t e enfrent es a la m ent e subconscient e, has de est ar
preparado t ant o para lo bueno com o paca lo m alo. Los fines e ideales nos ayudan a
filt rar t odo aquello que nos t rae la cont racorrient e del subconscient e. Asim ism o nos
ayudan a alcanzar la m ent e superconscient e de nuest ro yo superior. Nuest ros ideales
nos ayudan a sint onizar con la fuent e de orient ación m ás elevada.
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pensam ient os hipot ét icos no est im ulan la capacidad int uit iva, pues la int uición t iende
m ás a lo práct ico.
Cayce sugiere que a cont inuación t e sient es y t e t ranquilices lo m ás que puedas.
En est a et apa t iene lugar la sint onización o arm onización. Cént rat e en los sent im ient os
evocados por t us ideales y t us valores m ás elevados. Cuando llegues a alcanzar un
est ado de ánim o en el cual t us ideales resuenen dent ro de t i, has de pregunt art e si t u
decisión es buena. Est a pregunt a quedará cont est ada en t u int erior con un “ Sí o un
“ No” , Esa respuest a vendrá dada por la voz de la int uición. La experim ent arás en
form a de voz, sensación o pensam ient o. Allí est ará la respuest a. Suele ser la prim era
cosa que nos viene a la m ent e.
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y no de sim ples hábit os de evaluación. La conciencia int uit iva es com o un am igo que t e
quiere, porque en lugar de crit icart e o condenarle sencilla m ent e, ve los m ot ivos
subyacent es y t e ayuda a enfrent art e a t i m ism o. ¡Más vale que le prest es at ención!
El Ángel de la Guarda
La int uición nos guía y nos guarda. Nos inspira. Nos proporciona experiencias con
un significado espirit ual. A veces nos habla com o una voz int erna, a veces engendra
sent im ient os o deseos dent ro de nosot ros. A veces sencillam ent e nos da una especie
de codazo y nos guía sin que nosot ros seam os conscient es de ello. Sus est ím ulos son a
veces sut iles, ot ras evident es. Const it uye una cara del yo superior.
La int uición prest a t odos los servicios que esperaríam os de nuest ro ángel de la
guarda. De hecho, Cayce nos dice que en cada uno de nosot ros hay un ángel de la
guarda.
Cayce explica que nuest ro ángel de la guarda reside en aquel punt o donde nuest ra
porción de la m ent e superconscient e se conviert e en la m ent e universal, en el uno.
Cayce dice que el ángel de la guarda es esa part e de nosot ros que no ha olvidado que
form am os una unidad con Dios, que no conoce separación con Dios. Así pues, el ángel
de la guarda no dispone de libre albedrío, sino que act úa según la volunt ad de Dios.
Las act uaciones de nuest ra int uición no son la respuest a de nuest ro libre albedrío.
Son las respuest as involunt arias y espont áneas de nuest ro ángel de la guarda, que
cada vez nos acercan m ás a la experiencia de la unidad. El ángel de la guarda es una
de las im ágenes que pueden represent ar a “ nuest ro yo superior”
De día, m ient ras est am os despiert os, experim ent am os a nuest ro ángel de la
guarda a t ravés de la int uición. Según Cayce, de noche, cuando dorm im os, dej am os de
ser conscient es de nuest ra separación y sint onizam os m ás con la conciencia propia del
est ado del ángel de la guarda. Mient ras dorm im os, nos convert im os en int uición pura.
A part ir de ese est ado de conciencia, engendram os sueños, un canal noct urno del yo
superior.
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CAPI TULO TRES
Los Sueños:
El Canal Noct urno del
Yo Superior
“ Los sueños que llegan al cuerpo son de dist int a nat uraleza, dependiendo
del canal por el cual son conducidos a la conciencia física” .
—Edga r Ca yce , 9 0 3 - 5
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Tam bién halló rest os de pelo y fibras orgánicas en el int erior de las piedras de las
pirám ides, lo cual sólo puede darse en piedras fabricadas por el hom bre.
Y ¿qué hay de m i sueño? ¿Est aba desvelando los secret os de los egipcios o acaso
preveía un fascinant e descubrim ient o cient ífico? Edgar Cayce a veces exploraba el
pasado al t iem po que profet izaba acont ecim ient os fut uros. Ese sueño t an inusual que
t uve, hubo de const it uir uno de esos dos t ipos de canalización.
Cayce nos m uest ra que los sueños son posiblem ent e los canales m ás profundos de
que dispone una persona norm al y corrient e. En su libro t it ulado Dream s: Tonight ” s
Answers for Tom orrow” s Quest ions ( Los Sueños: Las Respuest as de Est a Noche a las
Pregunt as de Mañana) , Mark Thurst on explica que Cayce ha dem ost rado de seis
form as que los sueños funcionan com o canales.
( 1) Son por sí m ism os experiencias reales con una dim ensión espirit ual. ( 2)
Proporcionan lect uras sobre nuest ra vida cot idiana. 3) Son una form a de cont act ar con
Dios. ( 4) Son inspiradores, nos dan lecciones. ( 5) Son creat ivos, nos present an
soluciones para nuest ros problem as. ( 6) Son psíquicos, ven el fut uro.
De hecho, los sueños ext raordinarios const it uyen frecuent e m ent e nuest ro prim er
encuent ro con algo que da a ent ender que exist e una int eligencia m ás grande que
act úa en el int erior de nuest ra m ent e,
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cam paña de su hij o. Est o ocurrió durant e la Segunda Guerra Mundial, cuando su hij o
se hallaba en las I slas del Pacífico. Se despert ó asust ada, llam ando a su hij o a voz en
grit o. Mient ras ella t enía est e sueño, su hij o dorm ía en una t ienda. Est e se despert ó y
pensó que su m adre lo llam aba a voces. Salió de su t ienda y m iró alrededor. Mient ras
lo hacía, una palm era cayó sobre su t ienda y aplast ó su cam a de cam paña.
Tengo una am iga que gracias a un sueño se salvó de t oparse con un ladrón en su
casa. Mient ras se echaba una siest a por la t arde en el sofá del cuart o de est ar de su
casa, soñó que un hom bre se int roducía por la vent ana. El ladrón perm anecía de pie
delant e de m i am iga, m ient ras ella est aba allí t um bada. Mi am iga lo m iró, y se
despert ó. Ese sueño la inquiet ó, así que decidió pasar la noche en casa de unos
am igos. Cuando regresó a su casa al día siguient e, descubrió que habían ent rado a
robar, y que el ladrón había ent rado por la m ism a vent ana que en el sueño. La policía
capt uró al ladrón, que era aut or de varios robos y violaciones, y cuando ella fue a
ident ificar sus bienes robados, se dio cuent a de que el hom bre que la policía había
arrest ado era el hom bre que aparecía en su sueño, vest ido con la m ism a ropa.
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cam bio, las personas t enían unos sueños m ás corrient es, que requerían una
int erpret ación. En t ales casos, un encargado del t em plo int erpret aba los sueños con el
fin de idear la form a de t rat ar la enferm edad. Así pues, los sueños seguían t eniendo
ciert o valor en t ant o en cuant o ayudaban a realizar el diagnóst ico y la prescripción,
pero ya no const it uían experiencias curat ivas por sí m ism os.
El m ist erio sigue lat ent e, no obst ant e. En respuest a a una encuest a sobre los
sueños inspiradores, recibí una cart a de Calvin Hall, un em inent e invest igador de
sueños de la Universidad de California, Sant a Cruz. Me dij o que en una ocasión había
visit ado a Carl Meier, el psiquiat ra suizo cuyo libro Ancient I ncubat ion ( I ncubación
Ant igua) reúne una serie de docum ent os sobre la m edicina del t em plo de Esculapio. El
Dr, Hafi confesaba su escept icism o ant e a posibilidad de que hubiera sueños curat ivos,
Sin em bargo, poco después de esa visit a, soñó que un perro le m ordía un hom bro.
Cuando despert ó, not ó que uno de sus hom bros, que norm alm ent e est aba rígido y
dolía debido a una bursit is crónica, habla dej ado de dolerle. Añadió que j am ás había
vuelt o a m olest arle. No obst ant e él cont inuaba m ost rándose escépt ico, pero est aba
encant ado de haberse librado del dolor.
Hoy en día sabem os, gracias a los t rabaj os de invest igación realizados, que la
m ent e puede afect ar al cuerpo, sobre t odo por m edio de las visualizaciones. Tal vez,
algún sueño especialm ent e poderoso haya podido t ener efect os curat ivos. Ernest Rossi
en su libro, The Psychobiology of Mind- Body Healing ( La Psicobiología de la Curación
Ment e- Cuerpo) reúne una serie de dat os que m uest ran que durant e el sueño el cuerpo
es recept or de nuevas program aciones. La sínt esis de m oléculas nuevas de ADN que se
produce al soñar podría provocar una inversión en la evolución de la enferm edad.
Puede que pront o veam os un resurgir de la m edicina del t em plo.
Ent ret ant o, los sueños son valiosos por los consej os que cont ienen sobre
cuest iones sanit arias. El propio Cayce fue bast ant e preciso a la hora de realizar
diagnóst icos. Afirm aba que nosot ros lo podíam os hacer igual de bien si est udiabam os
nuest ros sueños. Muchos de los sueños que int erpret ó para ot ras personas claram ent e
cont enían inform ación sobre la salud y el funcionam ient o del cuerpo del soñador. Loan
Windsor, consult ora profesional y vident e, cuent a en su libro t it ulado The I nner Eye:
Your Dream s Can Make You Psychic ( El Oj o int erno: Tus Sueños Pueden Convert irt e en
Vident e) , cóm o se ent eró en sueños de que exist ía ot ra alt ernat iva para t rat ar un
quist e. A consecuencia de est e sueño, est udió las int erpret aciones de Cayce y analizó
m ás a fondo sus sueños con el fin de desarrollar sus facult ades psíquicas. Su libro
cont iene num erosos ej em plos de personas que han recibido asesoram ient o m édico en
sueños.
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Los Sueños, Canal de Muchos Mist erios
Nom bra cualquier facult ad psíquica, y verás cóm o es fácil encont rar a alguien que
la haya canalizado en sueños. Los libros de consult a que he m encionado est án llenos
de ej em plos al respect o. En cuant o a cualquier ot ra habilidad profunda que relaciones
con la canalización, encont rarás un ej em plo en Our Dream ing Mind: Hist ory and
Psychology ( Nuest ra Ment e Soñadora: Hist oria y Psicología) , escrit o por Bob Van de
Cast le, de la Facult ad de Medicina de la Universidad de Virginia. Est e libro es una
enciclopedia que cont iene casos docum ent ados de sueños m aravillosos que han
det erm inado el curso de la hist oria.
Las experiencias religiosas son el ej em plo m ás im port ant e. Las principales
religiones han nacido o han sido prefiguradas en sueños. Los sueños alert aron a los
Reyes Magos, y t am bién a María y a José, sobre el nacim ient o de Jesús. La m adre de
Buda se ent eró en un sueño de la gran im port ancia del hij o que daría a luz. Mahom a
experim ent ó la llam ada religiosa m ient ras soñaba. Desde los com ienzos de la hist oria,
las personas han vislum brado la nat uraleza espirit ual de la realidad a t ravés de los
sueños. En la Biblia, abundan los ej em plos de cóm o Dios habla con las personas
cuando sueñan.
Ot ro ej em plo es la inspiración creat iva. La base de num erosas obras art íst icas y
lit erarias est á en los sueños. Algunos m úsicos han com puest o en sueños obras que han
quedado list as para ser t ranscrit as al despert ar. Los sueños han sido t am bién el canal
de num erosos descubrim ient os cient íficos e invenciones t ecnológicas. I ncluso la polít ica
se ha vist o influida por los sueños.
No son sólo los individuos ilust res de un pasado dist ant e los que han t enido
sueños psíquicos, religiosos o inspiradores. Edgar Cayce ha int erpret ado cient os de
sueños que han t enido personas norm ales y corrient es, Los sueños y sus
int erpret aciones est án cont enidos en dos t om os que llevan el t ít ulo de Dream s and
Dream ing ( Sueños y Soñar) . Muchos de est os sueños m uest ran el m ism o t ipo de
canalización ext raordinaria que aparece en aquellos sueños que han influido en el
desarrollo de la hist oria.
Cayce dej a claro que sólo algunos sueños pueden considerarse t riviales, son los
sueños causados por una indigest ión u ot ras fuent es de est im ulación banales. Adm it e
que ciert os sueños son result ado de sugerencias no int encionadas que el yo conscient e
hace a la m ent e subconscient e. Asim ism o, m uchos sueños expresan los t em ores y
deseos subconscient es del suj et o. Sin em bargo, hace not ar que, t ant o si los
recordam os com o si no, t odas las noches t am bién t enem os sueños que proceden de la
m ent e superconscient e. Son obra del yo superior.
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Encuent ro Con el Yo Superior
¿Has t enido alguna vez un sueño en el que t e encont rabas con alguien que t enía
poderes m ágicos, alguien que parecía m uy sabio, un profesor t al vez? Posiblem ent e
t ales personas sean represent ant es sim bólicos de t u yo superior. Siem pre recordaré m i
prim er encuent ro en sueños con m i yo superior.
En m i sueño est oy acam pando en un sant uario sit uado en un bosque sagrado. Me
encuent ro de pie frent e al vigilant e del sant uario. Es un anciano poco at ract ivo, pero
sient o su presencia, es com o si em anara de él una t rem enda energía. Me sient o m uy
feliz de est ar con él en ese lugar.
Veo una bot ella de vino vacía en las proxim idades. Deduzco que debe de haber
algún borracho que ent ra furt ivam ent e en el sant uario y se em borracha allí. Se lo
indico al vigilant e. Me m uest ro m uy indignado. Le digo: “ Hem os de encont rarlo y
deshacernos de él. No podem os perm it ir que esa persona ent re en un lugar sagrado” .
Com o respuest a a m i arranque de indignación, el anciano dice: “ Henry, conozco a
ese t ipo. Le he dicho que venga aquí. Es m i invit ado, Lo ciert o es que lleva aquí m ás
t iem po que t ú. Yo soy el que t raigo el vino aquí, con el fin de at raer a est e hom bre y
darle de beber” .
La declaración del anciano m e dej a desconcert ado. ¿Por qué anim a a beber a un
borracho? Miró al anciano t rat ando de encont rar una explicación. Sus oj os se
encuent ran con los m íos, parece conocerm e profundam ent e. En sus oj os m e veo
j uzgando y crit icando al borracho. Me sient o avergonzado de t ener esos sent im ient os
t an a flor de piel. ¿Quién soy yo para condenar a un borracho? Est aba claro que el
anciano lo am aba y se preocupaba por él. Pero ¿qué plan t enía? ¿Con qué obj et o
anim aba a ese t ipo a beber?
El sueño se refería a m Em pecé a beber a los dieciocho años, y llegué a ser un
alcohólico. Cuando t uve est e sueño, llevaba varios años bebiendo. Había t rat ado de
dej arlo varias veces y m e at orm ent aba un t rem endo sent im ient o de culpabilidad.
Ahora bien, m i encuent ro con el anciano m e llevó a revisar drást icam ent e m i act it ud
con relación al alcoholism o. No com prendía qué obj et o t enía est a enferm edad. Pero
podía t rat ar de adopt ar la m ism a act it ud com pasiva que el anciano m ost raba hacia el
borracho. El obj et ivo se hizo pat ent e post eriorm ent e.
No lo supe en esos m om ent os, pero t al es el im pact o que puede t ener un
encuent ro con el yo superior. Conduce al suj et o, cor m edio de unos viraj es
sorprendent es una com prensión m ás profunda del significado de sus problem as.
¿Quién es el Yo Superior?
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El anciano de m i sueño result ó ser una facet a de m i yo superior. Esa m ism a fuent e
de sabiduría, orient ación y espirit ualidad puede aparecer en un curandero am ericano,
un m aest ro de Zen, un m édico, un profesor, un j ardinero o un am igo m uy apreciado.
El yo superior se present a de m uchas form as. Es algo que procede de m i int erior y
posee una act it ud, una sabiduría y unos conocim ient os m ucho m ás am plios y
t rascendent es que los de m i ego conscient e. Com prende que t odo t iene un fin.
Mient ras que nosot ros odiarnos los obst áculos, crit icam os nuest ros fallos, y
lam ent am os nuest ras debilidades, el yo superior considera t ales experiencias com o
oport unidades para crecer y aprender.
Cuant o m ás t rabaj é con m is sueños, m ás m e di cuent a de que exist ía una
int eligencia superior que dirigía m i vida. Es com o si yo fuera el conduct or del coche,
pero no su dueño. Y en cualquier m om ent o puedo oír una voz det rás de m í que m e
dice: “ ¡Aquí gira a la derecha, Henry! ” En t ales ocasiones, m e acuerdo de que en
realidad soy sólo el conduct or. Aunque t engo que girar el volant e y apret ar el freno, el
aut ént ico am o del vehículo est á sent ado en el asient o de at rás. La ident idad del yo
superior es uno de esos m ist erios que hace que sigam os buscando.
El psiquiat ra Carl Jung, que ha est udiado las religiones y m it ologías del m undo, y
los sueños y visiones de m uchas personas, ha descubiert o que en la experiencia
hum ana exist e un m odelo universal que consist e en el encuent ro, dent ro de nosot ros
m ism os, con una part e m ás sabía de nuest ra persona. Ese Yo m ás grande, t al com o él
lo denom ina, aparece sim bolizado de m uchas m aneras. Puede ser una persona o un
sím bolo abst ract o, las abst racciones m ás com unes son el círculo, que represent a la
t ot alidad, y la cruz, que represent a la percepción conscient e de dicha t ot alidad. Jung
sost iene, al igual que Cayce, que la cruz represent a la Conciencia de Crist o com o
sím bolo últ im o del yo superior. Sim boliza la int egración conscient e, en un ser, de una
vida física y espirit ual. Es la aut orrealización de la divinidad de Dios que vive en
nuest ro int erior.
Cayce cree que el yo superior es com o los oj os del alm a. El yo superior es la
aut opercepción del alm a, la percepción de que el alm a es nuest ra verdadera ident idad.
Mark Thurst on, un est udioso de las lect uras de Cayce, m e explicó que para él el alm a
es com o la casa en su t ot alidad, la vida com plet a de la persona. El yo superior reside
en la casa. El yo superior conoce t ot alm ent e a la persona —su cuerpo, su m ent e, y su
espírit u— no se lim it a a conocer lo que el ego piensa de sí m ism o.
Si bien el ego ut iliza la m ent e conscient e, el yo superior t iene acceso a la m ent e
subconscient e y superconscient e. La explicación que Cayce nos da sobre lo que sucede
en los sueños da a ent ender que, t ant o si el yo superior aparece específicam ent e com o
si no lo hace, en cualquier caso est á opera en m uchos sueños.
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Cayce Explica Qué Es un Sueño
¿Qué es un sueño? ¿Cóm o pueden ser los sueños una fuent e t an elevada de
int eligencia infinit a, de sabiduría, de creat ividad, y de ot ras facult ades? ¿De dónde
proceden los sueños, si no es de nuest ra m ent e?
Cayce t iene respuest as para est as pregunt as. Su form a de ver lo que sucede
cuando nos dorm im os, y la nat uraleza de nuest ros sueños, result a bast ant e curiosa.
Cayce explica que cuando nos dorm im os, nuest ro cuerpo se relaj a y nuest ra
m ent e conscient e se nubia. La inform ación de nat uraleza sensorial en la que se basa la
m ent e conscient e para perm anecer despiert a pasa a ser inaudible. Al t iem po que la
m ent e conscient e se em paña, la m ent e subconscient e pasa a ocupar su lugar, y
nosot ros nos quedam os ensim ism ados.
I r a la deriva, em pañarse, caer... est as palabras represent an en ciert a m edida lo
que le sucede a la m ent e conscient e cuando conciliam os el sueño. I m agina que una
got a de agua cae de nuevo en el océano y es absorbida por las aguas. Así describe
Cayce el sueño, com o la som bra de la m uert e. Es un avance de lo que es la m uert e.
Cuando nos dorm im os, nuest ra int uición, nuest ro sext o sent ido, no se lim it a a
perm anecer despiert o, sino que se expande. Todo nuest ro cuerpo, t odo nuest ro ser,
em pieza a funcionar com o un oído que escucha int uit ivam ent e. Nos fundim os con la
creación y resonam os con t odo aquello que oím os. No percibim os un yo separado. Sólo
som os un sueño profundo, silencioso, int uición pura, pura unidad psíquica. ( Figura 5)
Figur a 5
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Trat a de im aginar qué pasa cuando est ás profundam ent e dorm ido y no sueñas. Si
t e disuelves en el universo ¿cóm o vuelves a ser t ú m ism o por la m añana?
Afort unadam ent e, cuando est am os sum idos en est e sueño profundo, es cuando m ej or
sint onizam os con la conciencia de nuest ro ángel de la guarda. Est e nos cust odia
m ient ras est am os dorm idos, prot ege nuest ra individualidad. Y nos devuelve a nosot ros
m ism os int act os.
Nuest ra alm a despiert a de ese oscuro y profundo sueño de pura int uición. Esa
part e de nuest ro ser que conoce su propia individualidad y, sin em bargo, es conscient e
de su conexión con su creador, despiert a y exam ina nuest ra vida. Evalúa lo que
cont em pla desde la perspect iva de su percepción superconscient e.
Aunque nosot ros de ordinario evaluam os nuest ra vida t eniendo en cuent a nuest ras
esperanzas y t em ores, el alm a evalúa nuest ras experiencias desde ot ro punt o de vist a.
El alm a configura su exam en en base a sus ideales, a sus recuerdos de vidas
ant eriores, de experiencias y lecciones aprendidas, y a los fines que persigue en est a
vida, con est e cuerpo y est a personalidad. El alm a com para lo que est am os
experim ent ando en est a vida con una visión m ucho m ás am plia.
Se parece en ciert a m edida a lo que sucede cuando vem os una película: Vem os
cóm o los personaj es se m ueven inm ersos en el dram a, pero som os conscient es de m ás
cosas que ellos. Sabem os quién puede est ar chiflado, o dónde puede conducir una
cosa. Los personaj es de la película no se dan m ucha cuent a de lo que nosot ros
sabem os, pero en cam bio nosot ros est am os en m ej or sit uación para apreciar las cosas.
Eso es lo que pasa con el alm a cuando exam ina nuest ra vida.
Nosot ros recordam os com o un sueño lo que el alm a experim ent a m ient ras
dorm im os. Cuando despert am os, recordam os un sueño, y no los ahs, ni los uhs ohs
que el alm a experim ent ó. El alm a experim ent a algo, la m ent e subconscient e reflej a
esa experiencia sim bólicam ent e, y nosot ros llam am os sueño a lo que recordam os de
t odo ello.
El que nuest ros sueños sean o no un claro reflej o de la experiencia del alm a
dependerá del nivel de desarrollo personal que hayam os alcanzado. Cayce asegura que
cuant o m ás t rabaj em os nuest ro yo, cuant o m ás t rat em os de conect ar y colaborar con
el alm a de nuest ro ser, viviendo de acuerdo con un ideal, t ant o m ás claros llegarán a
ser nuest ros sueños.
La descripción que hace del papel que j uega el alm a en los sueños, nos aclara por
qué los sueños son un canal de int eligencia e inspiración t an t rascendent al. El alm a
puede acceder a la m ent e superconscient e, donde t odos los conocim ient os est án a
nuest ra disposición. El alm a exist e en la dim ensión de la et ernidad, donde no exist e el
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t iem po ni el espacio. Así pues, no debería sorprendernos el encont rar con frecuencia
en les sueños rest os o huellas que const it uyen claves en ot ro orden de realidad.
Una de las afirm aciones m ás sorprendent es que Cayce realizó con relación a los
sueños es que en los sueños podem os encont rar, sin correr ningún peligro, t odo
aquello que deseem os saber o experim ent ar. Podem os experim ent ar qué pasa después
de la m uert e. Podem os exam inar las caract eríst icas de ot ro planet a. Podem os explorar
la m ent e superconscient e. Podem os prever acont ecim ient os fut uros o ent erarnos de las
int enciones o los obj et ivos de nuest ra alm a. Cualquier ot ro m ét odo que ut ilicem os para
canalizar los secret os del universo ent raña riesgos, sin em bargo los sueños no.
Cayce señala que no es necesario esperar a t ener un sueño que nos ayude.
Podem os buscarlo act ivam ent e. De hecho el t ener un fin para soñar es un sist em a
excelent e para aprender a com prender los sueños que t engam os.
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Com o part e de un proyect o de invest igación, ideé un rit ual m odernizado de
incubación de sueños. Est uve invest igando durant e varios años en el cam pam ent o de
verano de la Asociación para la I nvest igación e ilust ración, sit uado en las m ont añas del
suroest e de Virginia Ut ilicé esos dos sím bolos para crear en los soñadores una
sit uación m ent al det erm inada sim ilar a la que podía haber exist ido ent re los peregrinos
que acudían a los ant iguos cent ros de incubación de sueños.
Figur a 6
Ut ilicé una t ienda de cam paña redonda con una cúpula que hacía las veces de
“ pizarra en blanco” en la cual el soñador creaba su sant uario. Esa persona la decoraba
de t al form a que se asem ej ara a su lugar especial. Est e podía ser un lugar sant o
nat ural: bien la cim a de una m ont aña, un océano, la ribera de un río, o t al vez una
cueva. Se t rat aba de represent ar allí el lugar que esa persona considerara m ás
sagrado y poderoso. Post eriorm ent e, el suj et o t enía que pasar allí un día ent ero,
aislado en el lugar sagrado im aginario, pensando en el obj et ivo para el cual iba a
incubar un sueño.
El soñador t am bién elegía a una persona para que fuera su benefact or. Había de
ser la persona que m ás se aproxim ara a su ideal m ás elevado, alguien que le pudiera
proporcionar la ayuda necesaria. Est a persona podía ser una figura hist órica com o
Jesús, un personaj e de ficción com o Superm án, o alguna persona especial que hubiera
aparecido en algún sueño ant erior. Había de hacer las veces de sím bolo del yo superior
del soñador. El soñador t enía que fabricarse una m áscara de la cara de esa persona
para usarla en la cerem onia de incubación.
Al anochecer yo m e reunía con el soñador en el sant uario. Allí represent ábam os un
dram a visionario cuyo t em a era la búsqueda y obt ención de asesoram ient o procedent e
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del venerado benefact or. En est e sket ch sim bólico, el suj et o represent aba el papel de
peregrino y, con la m áscara puest a, el de yo superior benefact or.
Hacer de yo superior era com o un ej ercicio de canalización. Al act uar com o el yo
superior, el suj et o adopt aba una act it ud m ent al sabía y am orosa. Daba ideas en
relación con la nat uraleza del problem a y proporcionaba un est ím ulo sum am ent e út il.
Ello requería que esa persona fingiera y ut ilizara su im aginación, pero no obst ant e
result aba realm ent e inspirador. A propósit o, est e ej ercicio es el prim ero de una serie
que irás encont rando en est e libro conform e vayas aprendiendo m ás cosas sobre la
ut ilidad de la int erpret ación de papeles ( role playing) y del em pleo de la im aginación,
com o m odalidad de canalización.
Al finalizar la cerem onia el soñador se com prom et ía a llevar a la práct ica algún
aspect o del consej o que había recibido a t ravés del personaj e que hacía las veces de
yo superior. Est a prom esa servía para m anifest ar su sinceridad a la hora de t rat ar de
resolver el problem a. Asim ism o, pone de m anifiest o la sabiduría de Cayce en t ant o en
cuant o la int ención de aplicar lo que uno ya sabe es la sem illa de la inspiración
post erior.
Y ya había llegado la hora de que el suj et o se fuera a dorm ir. Los sueños surgen a
part ir de lo que est á present e en la m ent e en el m om ent o de conciliar el sueño, así que
yo ayudaba al soñador a cont inuar cent rado de la form a deseada m ediant e sugerencias
previas. La persona im aginaba que est aba dorm ida en el sant uario sagrado y que su
benefact or se hallaba en las proxim idades. Tam bién im aginaba que se despert aba por
la m añana y recordaba un sueño m uy út il provenient e de su benefact or.
A la m añana siguient e, yo regresaba a la t ienda sant uario para escuchar el sueño.
Recuerdo, por ej em plo, a un chico de cat orce años, m uy brillant e, que encont raba m uy
aburrido el colegio y abusaba de las drogas. Fue a la t ienda de los sueños buscando
una form a nueva de ver la vida.
En su sueño, cam inaba por una carret era larga y polvorient a. Junt o a ella había un
espeso bosque. Decidió abandonar la carret era y adent rarse en el bosque. Pront o se
perdió en la espesura. Durant e ciert o t iem po fue presa de una gran desesperación,
luego decidió subirse a un árbol. Desde la copa vio un hacha en la dist ancia. Baj ó del
árbol, cogió el hacha, y fue abriéndose cam ino por el bosque.
Cuando analizam os est e sueño, se dio cuent a de que su significado est aba m uy
claro. Había descubiert o que ir por la vida andando por una carret era preparada por
ot ras personas era m uy poco int eresant e. Había t rat ado de buscar un significado m ás
profundo ut ilizando para ello drogas, pero se había perdido en la espesura de la m ent e.
Al adopt ar una post ura m ás elevada, podía cont em plar el m undo sin perder de vist a
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sus ideales. Allí podría encont rar el m edio de descubrir su verdad, sus dot es
part iculares, ello le ayudaría a encont rar su cam ino.
Ese ot oño consiguió, con el apoyo de sus padres, crear su propio program a de
est udios. Dej ó las drogas. Con el t iem po ha llegado a ser un fam oso direct or de t eat ro,
así com o un escrit or de obras t eat rales que ha recibido m uchos prem ios. Escribe y
dirige sus propias obras.
La hist oria de est e niño es m ucho m ás que un ej em plo de lo que se consigue con
la incubación de sueños, es adem ás un t est im onio del valor que t ienen los, sueños, y
t am bién significa m ucho para m í a nivel personal. Ant es de em pezar a t rabaj ar con m is
sueños, m e sent ía condenado a elegir cosas preparadas y envasadas por los dem ás. En
cuant o em pecé a t rabaj ar con m is sueños, encont ré los m edios para abrir m i propio
cam ino. Los sueños nos ayudan a ser nosot ros m ism os, a crear nuest ra propia vida.
La t ienda de los sueños ( Figura 7) , nos dio m uchas soluciones del est ilo de ést a. Y
sucedió ot ra cosa t am bién. Algunas personas t uvieron experiencias que recordaban el
m ist erio original de la incubación de sueños. Se t rat aba de sueños sobre cosas que
ocurrieron en la propia t ienda- sant uario.
Figur a 7
Así, por ej em plo, una m uj er relat ó por la m añana una experiencia m uy ext raña
que había t enido la noche que había perm anecido en la t ienda. Dij o que se había
despert ado en plena noche descubriendo que la t ienda había volado. Soplaba un vient o
m uy fuert e y ella est aba asust ada. Ent onces oyó que una voz la llam aba por su
nom bre. Una anciana m uy m enuda salt ó ágilm ent e desde det rás de unos arbust os,
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riéndose y diciendo: ¡Dej a que t e enseñe! Cogió a la niña de la m ano, em pezaron a
flot ar y subieron al cielo. La m uj er señaló una t abla enorm e donde aparecían escrit os
t odos los sucesos de sus vidas pasadas y de su vida act ual. Su fut uro t am bién est aba
escrit o allí, pero no lo pudo leer. Ent onces se despert ó nuevam ent e. La t ienda seguía
est ando allí com o era de esperar, pero soplaba un fuert e vient o.
Est a m uj er había t enido un sueño visionario e inspirador que había sucedido
j ust am ent e en el lugar donde dorm ía, t al com o sucedió en la ant igüedad en las
visiones del t em plo de Esculapio. Su experiencia, al igual que ot ras parecidas que
t uvieron lugar durant e est a invest igación, puso de m anifiest o que los sueños t odavía
poseen esa cualidad visionaria. Si los suj et os reciben una preparación adecuada, los
sueños cont inuarán siendo un canal profundo de inspiración espirit ual.
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ellos. Una de las t écnicas que enseño se denom ina “ Cart a a los Sueños” . Has de
escribir una cart a a t us sueños pidiéndoles asesoram ient o. En t u cart a, debes resum ir
lo que ya sabes sobre t u problem a, y lo que vas a hacer al respect o. Pide a t us sueños
que t e m uest ren un cam ino m ej or. Pon la cart a debaj o de t u alm ohada cuando t e
acuest es esa noche. Al dorm irt e, im agina que vas siguiendo t u propio plan.
Una vez puse a prueba est e m ét odo con personas que asist ían a una conferencia
sobre la orient ación psíquica, organizada por la Asociación para la I nvest igación e
I lust ración. Present aron una serie de pregunt as a dos m édium s profesionales y les
pidieron consej o. Y t am bién em plearon la t écnica de la cart a baj o la alm ohada para
encont rar en sueños la respuest a a una de sus pregunt as. Después, valoraron esas
fuent es de orient ación t eniendo en cuent a su ut ilidad para responder a las pregunt as.
Cuando pasam os a analizar la part e del est udio correspondient e a la cart a baj o la
alm ohada, sólo el 40% de los part icipant es se acordaban del sueño que habían t enido.
De esas personas, dos de cada cinco consideraron que el sueño que habían t enido era
por lo m enos t an út il com o las lect uras de los m édium s. No esperábam os que los
sueños alcanzaran casi la m ism a valoración que los m édium s profesionales, y nos
sorprendió la elevada proporción de personas relat ivam ent e inexpert as que pensaban
que sus propios sueños eran por lo m enos t an út iles com o los m édium s.
Con un esfuerzo m ínim o, t ú t am bién puedes canalizar una orient ación út il a part ir
de t us propios sueños. Pide a t us sueños, y recibirás, si es que no los olvidas.
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Cuando soñam os, nuest ros cuerpos est án paralizados. Post eriorm ent e, siem pre que
nos m ovem os, borram os part e de los sueños recordados, Por ello, es m uy im port ant e
que no m uevas el cuerpo cuando t e despiert es por la m añana, bast a haber recordado
el sueño que has t enido. Luego puedes dar una vuelt a y t al vez recordarás ot ro sueño
en esa ot ra post ura.
Lo que sucede m ient ras est ás quiet o en la cam a, t rat ando de recordar un sueño,
es que realizas un buen ej ercicio de canalización. Tu m ent e no est á en blanco, pero
t am poco alberga unas im ágenes claras y diferenciadas. Posiblem ent e experim ent es
unas sensaciones sut iles, y t ardarás en dej ar que se conviert an en im ágenes o
recuerdos. He descubiert o que hay que t ener confianza, que es en ciert o m odo
avent urado perm it irse conocer los sueños. La inform ación est á allí en t u present e
est ado, sencillam ent e hay que dej ar que salga. Por ello es un buen ej ercicio práct ico
de canalización.
He descubiert o que para m uchas personas lo difícil no es recordar el proceso, sino
dedicar ciert o t iem po cada m añana a dej ar que los recuerdos del sueño se m anifiest en.
Pescar sueños exige paciencia, hay que esperar hast a sent ir que se acerca el pez,
echarle el anzuelo, y sacarlo a la superficie.
Si t e t om as en serio lo de aprender a recordar t us sueños, convendría que llevaras
a cabo est e experim ent o para ver si pasas la prueba de la paciencia: Prom ét et e a t i
m ism o que durant e una sem ana, t odas las m añanas cuando t e despiert es, ant es de
levant art e de la cam a, vas a llenar una página con t us pensam ient os. No im port a si se
t rat a o no de un sueño, escribe t odo lo que t e venga a la m ent e, sea lo que fuere.
Todas las personas que conozco que han realizado est a prueba, ya habían logrado
escribir sueños ant es de que finalizara la sem ana.
Est e experim ent o garant iza que vas a dedicar suficient e t iem po a la anot ación de
t us sueños. Tam bién confirm a la cuest ión de la aplicación práct ica, que es im port ant e
en t oda clase de canalización. Lo vem os en el rit ual de la incubación de sueños, en el
m ét odo de la cart a baj o la alm ohada, y en ot ras t écnicas de canalización aprendidas.
La canalización no em pieza a t ener efect o ha que el suj et o no se esfuerza por lograr el
obj et ivo que espera conseguir a t ravés de la canalización
Asim ism o, uno de los principios de Cayce es que es preciso que est és dispuest o a
aplicar lo que canalizas, ant es de que puedas esperar canalizarlo. Si deseas aprende a
recordar t us sueños, pon de m anifiest o que est ás dispuest o a dedicar el t iem po
necesario a escribirlos.
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Canalizando Sueños y Pasando a Acción
El hij o de Edgar Cayce, Hugh Lynn, solía decir: “ La m ej or int erpret ación de un
sueño es la que aplicas” . Es m uy acert ada est a declaración t an provocat iva. Ha dicho
con ot ras palabras lo que a m i m e gust a llam ar la “ Ley de Cayce” , a saber, “ en la
aplicación est á la percepción” . Para com prender algo, hay que llevarlo a la práct ica, y
esa experiencia servirá para com prenderlo realm ent e. La Ley de Cayce present a
im plicaciones sorprendent es en relación con la int erpret ación de los sueños.
Cayce ha sido la prim era persona que ha declarado públicam ent e que cualquiera
puede aprender a int erpret ar sus propios sueños. Act ualm ent e, exist en m uchos libros
m uy buenos que t e ayudarán a aprender est a t écnica. No exist ían en la época de
Cayce, pero, de t odas form as, él pensaba que no eran realm ent e necesarios. Tal com o
dij o Hugh Lynn: El m ej or libro sobre los sueños es el que t ú t e escribes a t i m ism o. Se
refería al sencillo secret o de Cayce para int erpret ar los sueños,
En prim er lugar, has de t ener un obj et ivo para soñar y debes t om ar not a de él por
escrit o. Eso hará que t odo lo dem ás sea m ás fácil. En segundo lugar, cuando recuerdes
un sueño escríbelo. En t ercer lugar, encuent ra algo en el sueño —cualquier cosa, no
im port a lo que sea— que creas puede ser una pist a relacionada con el obj et ivo de t u
sueño. En cuart o lugar, piensa en alguna form a de probar que dicha pist a es válida, o
que la com prendes, aplicándola en la práct ica. Dicho de ot ro m odo, descubre alguna
idea en t u sueño. Y luego haz algo const ruct ivo al respect o. Tom a not a de los
result ados de t u experim ent o y com páralos con t us propios crit erios. Cayce prom et e
que si ut ilizas t u capacidad de com prensión, aunque la idea que t engas del sueño no
sea la definit iva, recibirás un sueño com plem ent ario, que corregirá cualquier error de
int erpret ación. A t ravés de est e plant eam ient o basado en la prueba y la corrección de
errores, t us sueños t e enseñarán a com prenderlos. Es un m ét odo sencillo que, sin
em bargo, present a unas im plicaciones profundas. Nuest ro yo superior realm ent e
quiere colaborar con nosot ros con t al que est em os dispuest os a m ost rar nuest ros
deseos de cum plir con nuest ro deber.
Ese es el principio que Cayce con m ayor frecuencia nos enseña en relación con la
búsqueda de orient ación. Es por ot ra part e un principio que se sigue dem asiado poco.
Los sueños, al igual que cualquier m odalidad de canalización, funcionan m ej or cuando
hacem os nuest ros deberes y t om am os m edidas para aplicar nuest ras ideas.
Tuve la oport unidad de poner a prueba esa idea de Cayce con un grupo de
doscient os m iem bros de la Asociación para la I nvest igación y la I lust ración, que ut ilizó
m i cuaderno de t rabaj o Dream Quest Workbook para la realización de un experim ent o
especial. Durant e veint iocho días, ut ilizaron est e cuaderno de t rabaj o en casa y
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t om aron not a de algunos de sus hábit os cot idianos. Concret am ent e, anot aron si habían
m edit ado o no cada día. Asim ism o, describieron m inuciosam ent e sus sueños.
Evaluaron su capacidad para recordarlos, así com o la claridad con que se les
present aban y si eran o no fáciles de com prender.
Al finalizar el m es, recibí sus anot aciones y las analicé est adíst icam ent e. Descubrí,
al igual que en ant eriores invest igaciones, que cuando las personas m edit aban,
recordaban m ej or sus sueños al día siguient e y, m ás concret am ent e, que cuando
aplicaban una idea obt enida en un sueño, el sueño que t enían al día siguient e era m ás
claro y fácil de com prender. Nuest ros sueños responden a nuest ros esfuerzos por
com prenderlos. Y, sobre t odo, responden a la puest a en práct ica de lo que creem os
com prender en ellos.
Aun cuando j am ás hayas recordado ningún sueño, ni hayas t rat ado de
int erpret arlo, he aquí un m ét odo sencillo que t e iniciará. Es un m ét odo que se enseña
a los niños que van al cam pam ent o de la Asociación para la I nvest igación y la
I lust ración. Prim ero, t om a not a de uno de t us sueños. Si no t e acuerdas de ninguno,
escribe t odo lo que t e venga a la m ent e cuando t e despiert es. En segundo lugar, t rat a
de descubrir algo en t u sueño, o en los pensam ient os que has anot ado, que puedas
convert ir en realidad en ese día. Y luego ¡hazlo realidad! Puede ser una cosa m uy
sencilla. Por ej em plo, si el color roj o aparece en t u sueño, pont e algo de color roj o ese
día. Es t an sencillo com o un j uego de niños, y sin em bargo t e conducirá hast a algo
grande.
Los sueños son experiencias de nuest ro yo superior, creaciones de nuest ra alm a.
Para com enzar a canalizar e int roducir en nuest ra vida la sabiduría de nuest ro
superior, present e en nuest ros sueños, hem os de dar un prim er paso. El hacer en la
vida real algo basado en un sueño es un buen prim er paso. Sacar fuera algo de
nuest ra experiencia int erna e int roducirlo en nuest ra vida cierra un circuit o de energía.
Para llegar a ser un canal hay que aprender a com plet ar t ales circuit os.
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CAPI TULO CUATRO
“ Del m ism o m odo que el sexo es el canal por el cual la creación produce en
el m undo m at erial aquello que es de la creación, igualm ent e son los
órganos, los cent ros a t ravés de los cuales t odas las energías creat ivas,
m ent ales o espirit uales, hayan su inicio en el m undo m at erial para su
expresión” .
—Edga r Ca yce , 9 1 1 - 2
“ … aquellos que piensan en la form a com o pueden llegar a ser canales por
los que ent ren las alm as, est án asiendo la propia Fuerza Divina...” .
—Edga r Ca yce , 2 8 1 - 5 5
Si alguna vez t e has sent ido inquiet o, sabes bien que no es una sensación
cóm oda. En t ales casos experim ent as una energía que no sabes cóm o canalizar.
Ser un canal es m ás que ser una persona int uit iva, ser un vident e, o est ar
inspirado. I m plica recept ividad, por supuest o, pero t iene asim ism o su lado act ivo.
Adem ás de recibir un “ input ” , t am bién se produce un “ out put ” .
Cuando est am os int ranquilos, nos ponem os nerviosos y nos sent im os incóm odos
porque no podem os dar salida a nuest ra energía. ¿Dónde est á el problem a? No t e
apet ece hacer nada en part icular, pero t am poco t e apet ece est ar sin hacer nada. No
eres capaz de quedart e ahí sent ado y relaj ado. Necesit as algo, pero nada t e sat isface.
¿Cóm o se resuelve la inquiet ud? I m aginam os diversos proyect os, cosas que
podríam os hacer, que deberíam os hacer, incluso que disfrut am os haciendo. Nuest ra
m ent e alberga una serie de im ágenes de act ividades que son una m uest ra de las
posibles experiencias. La psicología de la inquiet ud sugiere que la energía surge de un
deseo, ahora bien se t rat a de un deseo que no logram os ident ificar bien. Así, por
ej em plo, a veces parece que nos apet ece hacer una cosa, pero creem os que debem os
hacer ot ra. Y llegam os a un punt o m uert o que es la inquiet ud. No obst ant e, poco a
poco, según vam os reflexionando sobre nuest ras opciones, uno de nuest ros
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pensam ient os em pieza a im ponerse en ciert a m edida sobre los ot ros. Y pront o nos
vem os envuelt os en ciert a act ividad. Nuest ra inquiet ud ha quedado absorbida. Hem os
hallado una form a de canalizar nuest ra energía.
Vivim os la vida com o canales de energía. Todos los días desem peñam os est e
papel. Elegim os cóm o canalizar nuest ra fuerza vit al e inyect arla en acciones.
Trabaj am os y j ugam os, nos ocupam os de nuest ra casa, int eract uam os con nuest ros
am igos y socios, nos divert im os, y t am bién hacem os frent e a las em ergencias.
Hacem os lo que t enem os que hacer y, ot ras veces, pensam os en lo que t enem os que
hacer. No hay nada de m ist erioso en ser t ales canales en nuest ra vida cot idiana. Por lo
m enos, no lo hay aparent em ent e.
Tres son los com ponent es que int ervienen en la exist encia de ese canal que
llam am os ser hum ano. Del lado del input est á la energía que proviene del hecho de
est ar vivos, el aire que respiram os, la com ida que com em os. Es lo dado. Al decir dado,
ponem os de relieve un hecho im port ant e: La energía no es nuest ra para que la
poseam os, porque pert enece a la propia vida, sino que es nuest ra para que la
ut ilicem os, para que la canalicem os.
En el lado del out put de est e canal, est án las experiencias que llevam os a cabo
para nosot ros m ism os, nuest ras acciones o com port am ient o, las cosas que hacem os.
Canalizam os y t ransform am os la energía vit al inyect ándola en nuest ro cuerpo físico y
en lo que hacem os con él.
En el cent ro, ent re el input y el out put , est á la psicología de la m ent e. Tenem os
ciert as ideas sobre cóm o gast ar nuest ras energías y ciert as valoraciones de lo que
m erece la pena. Realizam os elecciones. Hacem os uso de nuest ra volunt ad. Con la
m ent e, dam os form a a nuest ros canales, regulam os la energía ent rant e y la dirigim os
hacia la act ividad salient e que hem os elegido.
Por m uy sim ple y habit ual que pueda ser est a im agen del canal, no obst ant e
indica una creat ividad que es básica en nuest ra vida. El m ist erio de la vida nos ha
creado de carne y hueso. En respuest a, nosot ros cream os nuest ra vida hum ana e
influim os en la vida de los que nos rodean. Cayce quería que com prendiéram os que en
t ant o en cuant o som os unos canales de energía vit al, t enem os un im port ant e papel
que desem peñar en la hist oria cont inuada de la creación.
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La elect ricidad es ot ra clase de energía. Si cream os las piezas adecuadas y las
ensam blam os, la elect ricidad hará que un reloj m arque la hora, o que una est ación de
t elevisión t ransm it a sonido e im ágenes al recept or de t elevisión que t ienes en t u casa.
Tam bién puede elect rocut ar a un crim inal.
Las fuerzas que m ant ienen unido al át om o const it uyen ot ra fuent e de energía.
Dependiendo de cóm o liberes esa energía, podrás generar suficient e energía eléct rica
para abast ecer un área m et ropolit ana, o volar un pedazo del m undo.
La energía es energía. Es puro pot encial. Una fuerza neut ral. Su efect o viene
det erm inado por la form a com o se canaliza. Se canaliza según los m odelos a t ravés de
los cuales se aplica. La energía com binada con un m odelo de aplicación crea el efect o.
Se t rat a de un proceso básico y habit ual en la nat uraleza, en la ingeniería, y en la vida
cot idiana. Según Cayce es el proceso fundam ent al de la creación. Se origina con el
Creador. Así es com o el Creador, Dios, el canalizador suprem o, creó lo que exist e.
El am or de Dios, o el Espírit u, es la única fuerza del universo, la energía básica de
la creación. No hay ot ra fuent e de energía. Para poner de m anifiest o las diversas
form as de la nat uraleza, Dios m odeló est a única energía. Muchos de m odelos surgieron
de la m ent e de Dios y canalizaron esa energía única en las form as de la nat uraleza.
Podem os apreciar la com plej a belleza, los m odelos recurrent es y ent relazados, y
las int errelaciones, increíblem ent e int eligent es, que exist en ent re las form as de vida.
Hem os rendido t ribut o a la m ent e de Dios, com o m at em át ico divino, m úsico divino y
arquit ect o divino. I ncluso los cient íficos que afirm an ser at eos deben adm it ir que el
universo es obra de una int eligencia genial. Puede que los seres hum anos hayan sido
capaces de m ej orar la nat uraleza, pero sólo en zonas m uy reducidas. Por ot ra part e,
est as m ej oras al final suelen producir efect os secundarios no previst os. El diseño
original del universo, sea cual fuere su fuent e, abarca t odos los aspect os de la
nat uraleza en una obra m aest ra en la que t odo est á ent relazado. Est a int eligencia
superior que lo diseñó es lo que m uchas personas llam an Dios Creador.
Cayce lo expresa de est e m odo: “ El Espírit u es la Vida, la Ment e es el Const ruct or,
y lo Físico es el Result ado” . Es la fórm ula que Cayce ut iliza para la creación, y el
proceso de canalización básico.
Tal vez, no exist a una form a m ej or de visualizar est a fórm ula que la analogía que
Herbert B. Puryear y Mark Thurst on nos present an en su libro t it ulado Medit at ion and
t he Mind of Man ( La Medit ación y la Ment e del Hom bre) . Para explicar la fórm ula de
Cayce hacen referencia a un proyect or de cine ( Figura 8) .
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La Energía Aním ica El Dibuj o o la I m agen m ent al La Manifest ación
Física
La Form ula de la Creación
Figur a 8
La bom billa del proyect or es la fuent e de energía. Brilla con una luz neut ra y es
com o el espírit u. Si se pone el rollo de película en el proyect or, las figuras que
aparecen en la película dan form a a la luz neut ra y la colorean. La película es com o la
m ent e, pues la m ent e es la fuent e de los dibuj os y m odelos. El result ado son las
figuras que aparecen en pant alla. La m anifest ación física, lo que experim ent am os,
result a de dar form a a la luz y colorearla.
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sí m ism as y llegan a ser reales en el m undo físico. Est e hecho es un aspect o
fundam ent al de la creat ividad que im plica la canalización.
¿Cóm o pueden las ideas crear una realidad? Mi libro ant erior de est a serie,
Myst eries of The Mind ( Mist erios de la Ment e) , est udia la explicación que Cayce da al
respect o, y la analiza desde las perspect ivas filosófica y cient ífica. He aquí lo que dice,
en m uy pocas palabras.
Lo que asum im os que es la realidad const it uye una experiencia subj et iva.
Nuest ras expect at ivas y act it udes personales influyen en la form a com o
experim ent am os los acont ecim ient os. Las t eorías cient íficas conform an la observación
e int erpret ación de los dat os realizadas en un laborat orio. En am bos casos, las ideas
present es en la m ent e del observador j uegan un papel en relación con lo que ést e ve.
Básicam ent e, las ideas son reales. Est án m ás cerca de las causas originales que
los efect os de la experiencia. Cayce dice que “ los pensam ient os son cosas” , dando a
ent ender que son reales e influyen en el m undo visible. Dice que la m ej or form a de
com prender la cuart a dim ensión es pensar en lo que son las ideas. Ot ros han vist o la
cuart a dim ensión de form a m uy parecida.
El psiquiat ra Carl Jung, por ej em plo, t ras haber analizado los sueños de sus
pacient es y haber est udiado la m it ología y la lit erat ura religiosa de nuest ro m undo,
concluye que deben de exist ir ciert os m odelos psíquicos universales denom inados
arquet ipos. Dice que est os arquet ipos exist en dent ro de una m ent e universal, o
inconscient e colect ivo, t al com o lo llam a. Según Jung, est os m odelos arquet ípicos rigen
t ant o las form as de la nat uraleza con las experiencias y com port am ient os de los seres
hum anos.
El biólogo Rupert Sheldrake, en sus libros New Science of Life ( Nueva Ciencia de la
Vida) y Tit e Presence of t he Past ( La Presencia del Pasado) , expone un razonam ient o
sim ilar sobre est e t em a. Present a num erosas pruebas que m uest ran cóm o las form as y
las leyes de la nat uraleza result an de la conform ación de la energía vit al por obra de
cam pos de fuerza invisibles. Al igual que las ideas que exist en en ot ra dim ensión, est os
cam pos de fuerza m orfogenét icos, t al com o los llam a Sheldrake, son la causa de que
una plant a o anim al det erm inados adopt en una form a dada y m uest ren un
com port am ient o o unas caract eríst icas part iculares.
Est as t eorías t an influyent es, form uladas por un psiquiat ra y un biólogo, t ienen en
com ún lo siguient e: Am bos afirm an que las ideas son reales en sí m ism as, Las ideas
exist en en ot ra dim ensión. Son la realidad subyacent e que llega a ser la causa original
de lo que experim ent am os en el m undo físico y visible. Las ideas producen su efect o a
t ravés de su m odelo. Las ideas crean la realidad física.
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Las ideas de Cayce sobre la exist encia de una m ent e universal, en la que las
ideas, o m odelos, rigen el m undo visible, no son, por t ant o, t an inusuales. El
pensam ient o int elect ual se m ueve en la dirección presagiada por la fuent e canalizada
de Cayce. Evident em ent e, sus concept os, si hem os de adm it ir el relat o psíquico de
Cayce, provenían direct am ent e de esa m ent e universal, y no de la especulación y la
observación. Así pues Cayce nos present a la versión que nos da la propia m ent e sobre
su papel en la creación. Aparent em ent e, deberíam os escuchar lo que la m ent e t iene
que decirnos.
Norm alm ent e creem os que las ideas son algo que nos aport a la experiencia. Sin
em bargo, Cayce quiere que com prendam os que las ideas exist en en ot ra dim ensión,
que exist en fuera del espacio y del t iem po. Nosot ros sint onizam os con las ideas.
Cuando sint onizam os con una idea det erm inada, ést a em pieza a conform ar nuest ra
experiencia. En t odo m om ent o act uam os com o canales de energía y m oldeam os los
acont ecim ient os de acuerdo con nuest ras ideas.
La fórm ula de la creación de Cayce ha dado origen al “ slogan” de la Nueva Era que
ahora es t an popular: “ Tú creas t u propia realidad” . Est e siogan, aunque ciert o, puede
no obst ant e inducir a error. Cuando Cayce afirm a que la m ent e es la que const ruye,
quiere decir que son las ideas, los m odelos de la m ent e, lo que crea la realidad. Las
ideas no nos pert enecen sino que exist en en el int erior de la m ent e universal. No las
poseem os. No podem os sent irnos responsables de las ideas en sí m ism as, ni de sus
consecuencias. Nuest ro com et ido consist e en escoger qué ideas o m odelos vam os a
albergar en nuest ra m ent e. Es m ás exact o decir que nuest ras elecciones det erm inan
qué ideas crearán nuest ra realidad. Som os responsables de lo que elegim os.
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aproxim an a dicho ideal, pero ninguno de ellos es exact o y perfect o. Una línea
t ot alm ent e rect a es un ideal. En la nat uraleza no hay líneas t ot alm ent e rect as, sólo
exist en aproxim aciones. Dicho de ot ro m odo, la búsqueda del “ Diez” , ese num eral que
figuraba en el t ít ulo de una conocida película para sim bolizar la perfección, es una
búsqueda guiada por un ideal, pero en la que sólo será posible hallar aproxim aciones
cada vez m ás parecidas a ese ideal de perfección que se nos escapa. Lo perfect o sólo
exist e en el área superconscient e de la m ent e com o form a espirit ual idealizada.
Podem os im aginarnos algunas de sus cualidades, pero nunca podrem os encont rarlo
perfect am ent e realizado en una form a física.
Cuando Cayce nos pide que desarrollem os un concept o de nuest ro ideal, lo que
quiere decir es que hem os de concebir nuest ro valor m ás elevado en su form a m ás
perfect a. Es un ej ercicio que consist e en elevar la conciencia hast a la m ent e
superconscient e. El ideal t iene com o obj et ivo fom ent ar la em ulación y guiar nuest ras
acciones, pero no dam os esperanzas de alcanzar un com plet o éxit o.
Así, por ej em plo, los t ej edores de alfom bras navaj os, aunque guiados por un ideal
de perfección a la hora de realizar ese esm erado t rabaj o, deliberadam ent e com et en
una falt a. Se dan cuent a de que la perfección es cosa de dioses, no de seres hum anos.
Los ideales son los padres de las ideas. Los ideales son m odelos inalcanzables de
perfección superconscient e. Cuando un ideal se filt ra en m odelos m ás t angibles de las
zonas subconscient es de la m ent e, pierde algunas de sus cualidades ideales en los
det alles específicos de las ideas que genera.
Cayce nos adviert e que no confundam os los ideales con su progenie, las ideas.
Para saber si se t rat a de un ideal o de una idea hay que pensar en si es posible o no su
realización. Si lo que m ás valoras es alcanzable, se t rat a sólo de una idea y no es
realm ent e un ideal. Así, por ej em plo, algunas personas valoran por encim a de t odo la
riqueza. Pero la riqueza es algo alcanzable. La riqueza es una idea específica generada
por el ideal de los recursos infinit os y la ausencia de lim it aciones. Ot ras personas
valoran sobre t odo la felicidad. Pero la felicidad puede lograrse, así que no es un ideal.
La felicidad es una idea específica generada por el ideal del paraíso espirit ual, un
est ado de alegría o dicha sin lím it es. El am or perfect o, la arm onía o la paz est án m ás
cerca de ser unos ideales. Represent an ideas de perfección que pueden proporcionar
una inspiración const ant e dirigida hacia una realización et ernam ent e perfect a.
La riqueza y la felicidad son m aravillosas. Así que ¿pasa algo si no son unos
ideales? ¿Qué m ás da que sea un ideal o una idea aquello que t ú valoras?
Una vez m at erializadas, observó Cayce, las ideas m ueren. Dej an de m ot ivar.
Cuánt as personas que han alcanzado la riqueza se han pregunt ado a cont inuación: “ ¿Y
ahora qué?” Una vez que logram os aquello que t ant o valoram os y que nos esforzam os
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por conseguir, nos sent im os un poco decepcionados. Las expect at ivas son part e de la
em oción, nos m ot ivan y nos anim an. Sólo aquellos valores que est án basados en un
ideal nos m ant ienen, sólo los ideales son const ant em ent e fuent e de inspiración.
Vale la pena que dediques ciert o t iem po a decidir cuál es t u ideal en est os
m om ent os y a desarrollar unos sent im ient os en relación con él. ¿Qué valoras por
encim a de t odo? ¿Con qué t alant e t e gust aría vivir? Tal vez, sirva para expresarlo una
sola palabra, o una im agen. En los siguient es capít ulos, encont rarás unos m ét odos
adicionales para expresar t u ideal. Aprender a expresar nuest ro ideal es efect ivam ent e
una form a de canalizar nuest ro yo superior.
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El ant ídot o del m iedo es el am or, y el ant ídot o de experim ent ar una sensación de
separación es cent rarnos en nuest ra unidad. Si t e sient es solo, olvídat e de t i m ism o y
ent régat e a alguien por am or. Ese es el espírit u de la Conciencia de Crist o.
La Conciencia de Crist o es un ideal que puede ser fuent e de inspiración cont inua
durant e t oda la vida. Es casi m ás una form a de ver la vida que una religión. Tal com o
señala Joseph Cam pbell en su análisis de la m it ología, The Masks of God ( Las Máscaras
de Dios) , el ideal de Crist o es un m ot ivo sim bólico universal. Lo que m ej or lo sim boliza
es la cruz. La cruz en que Jesús fue crucificado, la cruz en la que m urió el dios nórdico
0din, quien t am bién volvió a nacer. La cruz represent a la aparent e cont radicción y el
aut ént ico conflict o exist ent e ent re el hecho de est ar lim it ado por un cuerpo físico y
t ener un espírit u infinit o, ent re ser al m ism o t iem po hum ano y divino, ent re ser
individuos únicos y, sin em bargo, ser t odos nosot ros el m ism o ser, Dios.
Morir en la cruz para volver a nacer significa dej ar que la personalidad del ego
renuncie al t rono para que nuest ra verdadera individualidad pueda vivir con el ego
com o servidor. Cayce dice que nuest ra personalidad es com o una m áscara que
llevam os puest a, fabricada para agradar y apaciguar a los dem ás, para parecer bueno
a los oj os de los dem ás. La personalidad es una creación social. Nuest ra individualidad,
sin em bargo, es lo que som os realm ent e baj o nuest ra personalidad. Cada uno de
nosot ros es un alm a, un alm a con vida et erna, capaz de una creat ividad infinit a, y que
expresa al Dios Uno de una form a absolut am ent e única.
Aunque Cayce em plea una t erm inología específicam ent e crist iana y ut iliza el
sim bolism o de la Biblia, habla desde la perspect iva de la conciencia universal.
Desgraciadam ent e, los t érm inos bíblicos com o Dios, Jesús, Crist o, resurrección,
salvación, y pecado, por cit ar unos cuant os, han desarrollado diversos significados a
nivel em ocional para m uchos de nosot ros. Para quienes creen en el Crist ianism o, la
int erpret ación que Cayce hace de la Biblia es radical. Para quienes han sido dañados, o
se han sent ido culpables o avergonzados por no poder vivir de acuerdo con la
int erpret ación t radicional del crist ianism o, o no “ creen” , porque no t ienen fe,
m encionar cualquier cosa relacionada con el Crist ianism o es perj udicial.
A Cayce le preocupan m enos las creencias, lo que él llam ó “ ism os,” que la
conciencia. Le im port a m ucho m ás la fuerza del am or que la fuerza aparent e de un
conj unt o de palabras. Si encuent ras que el t érm ino Conciencia de Crist o no es el m ás
indicado, busca en t u int erior el verdadero sent ido de t u ideal. Lo im port ant e es que
busques dent ro de t i y que t e conciencies de lo que hay en t u int erior, que t u propia
int uición t e guíe hast a aquel ideal que t u escogerías para que rigiera el espírit u
present e en t u vida.
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Canalizando los I deales del Yo Superior
Al llegar a est e punt o, ya podem os analizar la form a que Cayce t iene de abordar el
t em a de la canalización del yo superior. Se t rat a de sint onizar con un ideal, y
post eriorm ent e hacerse a un lado para que el ideal pueda expresarse por sí m ism o.
Los ideales son una ext ensión del yo superior. El ideal que t e pongas a t i m ism o
será lo que det erm ine las cualidades del yo superior que experim ent es.
Est e libro present a m uchos casos en los que aparece el m odelo de canalización del
yo superior que Cayce nos ha dado. Est e m odelo t iene dos part es que parecen
oponerse ent re sí. Una es una est ruct ura, un punt o fij o, un pat rón. Se t rat a del ideal.
La ot ra es un proceso que se desarrolla librem ent e, espont áneam ent e, los deseos de
dej arse llevar. No pierdas de vist a t u ideal y déj at e llevar.
Cayce no es el único que t iene est e m odelo de canalización del yo superior. San
Pablo, que dij o: “ Muero t odos los días para que Crist o pueda vivir en m í,” expresa est e
m ism o m odelo. Se t rat a de m oldear el funcionam ient o de la int uición, el arquero Zen
nos enseñó que debíam os llegar a form ar una unidad con la diana, y luego solt ar la
flecha. San Agust ín t am bién repit e el m odelo de Cayce cuando aconsej a: “ Am ad y
haced lo que queráis” .
Fij a un ideal, y luego sé espont áneo. Si t e has m arcado un ideal, puedes confiar
en el discurrir de las cosas. Em pieza a canalizar el ideal de t u yo superior.
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conscient e de la expresión sexual. Pide a las personas que sean ellos m ism os los que
j uzguen. Sobre t odo, les pide que exam inen sus ideales y sus fines. ¿Qué ideal o qué
fin se alcanza con un com port am ient o sexual det erm inado? Por lo que se refiere a est e
vivo deseo de la persona —del que él m ism o se había ocupado en vidas pasadas—
Cayce era al m ism o t iem po realist a e idealist a, pues lo consideraba una form a m uy
herm osa de expresar el am or y la creat ividad del ser hum ano.
Lo que al parecer daña m ás a la persona es alej ar a la criat ura de Dios, al ser
hum ano, de la percepción de sus orígenes y de su unidad con Dios y cent rarla sólo en
su yo. Y lo m ism o sucede con el sexo. Tal vez, es en esos m om ent os cuando m ás cerca
est am os de ser unos creadores, cuando canalizam os la propia fuerza creat iva. Ningún
act o sexual, ninguna relación sexual es m ala en sí m ism a. Lo que det erm ina su valor
es el fin o el deseo que el act o sexual expresa. De hecho t enem os dos t ipos de
vocabulario para referirnos al sexo, por una part e hablam os de hacer el am or y por
ot ra part e lo describim os con unos t érm inos m ás físicos. La sexualidad cuyo único fin
es darnos gust o a nosot ros m ism os es, según las lect uras de Cayce, dest ruct iva y
genera confusión, hace que est em os apegados a nuest ros apet it os en lugar de
guiam os hast a la percepción de Dios y de la divinidad del ot ro.
Est e m ism o principio se aplica a ot ras form as de canalización. Si el ent rar en
t rance y decir cosas m uy sabias viene m ot ivado por los deseos de alcanzar el éxit o a
nivel personal o de darse gust o, con t oda probabilidad ello engendrará confusión. En
cam bio, si el suj et o ent ra en t rance para canalizar algo valioso que pueda ser ut ilizado,
ya sea para crecer y evolucionar, o para que lo use ot ra persona, es m ás probable que
la experiencia sea valiosa.
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Cayce no sólo da una gran im port ancia a la preparación física de la m adre,
t am bién considera esencial la preparación espirit ual y m ent al de los padres, previa a la
concepción física.
Es im port ant e que lleguen a un acuerdo en relación con su ideal, que est én
cent rados en un obj et ivo com ún. El rezar j unt os sobre los fines que persiguen t rayendo
un hij o al m undo t am bién ayuda a cent rar sus esfuerzos canalizadores.
Norm alm ent e, podem os asum ir que la personalidad del niño, los genes que hereda
del padre y de la m adre, o la ident idad de su alm a, quedan fuera de nuest ro cont rol.
No obst ant e, Cayce dice que influim os m ucho en la conform ación de aquello que ent ra
por el canal parent al com binado. La ley que rige la canalización parent al —así com o la
canalización de los espírit us ( Capít ulo Nueve) — es “ la at racción de iguales” . Lo que
am an los padres, el ent orno m ent al y espirit ual que crean, y el grado de conciencia
sobre la exist encia de un fin, t odo ello at raerá a un alm a de m ent alidad parecida. Los
Doct ores William y Gladys McGarey, en su libro There Will Your Heart Be Also: Edgar
Cayce” s Reodings about Hom e and Marriage ( Allí Est ará Tam bién Tu Corazón: Lect uras
de Edgar Cayce sobre el Hogar y el Mat rim onio) , ofrecen m uchos ej em plos a est e
respect o. Cayce pide una pat ernidad conscient e, los padres han de ser act ivos y
responsables, preparándose para llegar a ser canales de un alm a que va a ent rar en
una form a física.
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Relat ions ( Const ruyendo Relaciones Saludables) . Est os relat os t ienen en com ún la
valoración de las cosas pequeñas.
Pensem os en el com pañerism o, por ej em plo. El deseo de que exist iera un
com pañerism o im pulsó a Dios a crear las alm as, el com pañerism o es una cualidad
esencial del hogar ideal. Si evocas los m om ent os en que ha habido m uest ras de
com pañerism o en t u hogar, t us m om ent os preferidos, est arás de acuerdo en que se
t rat a m ás bien de pequeñas cosas de la vida cot idiana, com o com part ir la com ida, que
de grandes acont ecim ient os.
Los placeres del com pañerism o en el hogar y en la fam ilia se dan fácilm ent e por
hecho, no se aprecian en su j ust o valor, hast a que uno se queda sin iograr o sin
fam ilia. Nos result a fácil equiparar la canalización a los oráculos espect aculares. Ahora
bien, acordarnos de los placeres celest iales del com pañerism o en el hogar es no olvidar
que algunos de los m om ent os m ás herm osos de la canalización nos los proporciona el
hacerle sit io a ot ra persona para que com part a nuest ra vida.
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esperanza, y si hay esperanza, hay alguna posibilidad, y si exist e alguna posibilidad, el
am or la dirigirá m ej or que el odio.
Adem ás de est os concept os sobre el am or que t an fam iliares nos result an, Cayce
nos recuerda una cosa en relación con el am or que m uchas veces no t enem os en
cuent a. El am or es una ley en sí m ism o. El am or es un canal de m ilagros porque puede
t rascender la ley de la causa y el efect o. Puede quebrant ar las reglas.
Con frecuencia leem os, o vem os en t elevisión, hist orias m uy sugest ivas sobre el
poder del am or. El am or duradero de un individuo es capaz de vencer obst áculos
insuperables para salvar una vida, o producir un cam bio im posible en una sit uación
desesperada. Probablem ent e, t e vendrá a la m ent e alguna experiencia personal. Hace
poco, se est renó una película t it ulada St and and Deliver, que pone de m anifiest o hast a
qué punt o es poderoso el am or de un profesor. Jaim e Escalant e, creyendo en sus
alum nos, am ándolos, pudo ayudarlos no sólo a aum ent ar su aut oest im a sino t am bién a
conseguir éxit os académ icos, y de ese m odo em pezar una nueva vida.
De t odas form as, no necesit am os m uest ras de am or t an heroicas para darnos
cuent a que el am or puede rom per el vínculo causa- efect o. Todos nos hem os sent ido
dañados, de innum erables form as, por acciones inexcusables de ot ra persona. Su
acción insensible o dañina ha m ot ivado nuest ro enfado. Exist e una relación causa-
efect o, y ello proseguirá, con el efect o dom inó, hast a producirse un final inevit able. Sin
em bargo, si perdonas, si acept as lo ocurrido y perdonas a esa persona, puedes rom per
la cadena de acont ecim ient os. Perdonar no es siem pre fácil. Hay cosas que son difíciles
de acept ar. Sin em bargo, en nuest ro int erior sabem os que ciert am ent e perdonar t iene
un efect o curat ivo. Produce un cam bio. El am or t iene la capacidad creat iva de obrar
m ilagros. Casi t odos los días de nuest ra vida t enem os la oport unidad de obrar t ales
m ilagros.
Cada día, cada m om ent o de nuest ra vida, nos ent regam os a un obj et ivo. Cada vez
que lat e nuest ro corazón, canalizam os am or. Y llegam os a ser o a experim ent ar
aquello en lo que ponem os nuest ro corazón, aquello en lo que piensa nuest ra m ent e.
Cont inuam ent e canalizam os nuest ra energía, nuest ro am or, nuest ras ideas, nuest ros
ideales, nuest ras acciones, creando vida a nuest ro m odo. Se t rat a del proceso de
canalización m ás cot idiano —ordinario y m ilagroso al m ism o t iem po— que llevam os a
cabo.
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PARTE I I I
Técnicas Básicas
De
Canalización
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CAPI TULO QUI NTO
La Medit ación:
El Canal del Espírit u
“ Medit ar es vaciarse de t odo aquello que im pide que las fuerzas creadoras
asciendan por los canales nat urales del hom bre físico para quedar
disem inadas por aquellos cent ros y fuent es que dan origen a las act ividades
del hom bre físico, m ent al, y espirit ual” .
—Edga r Ca yce , 2 8 1 - 1 3
“ Si est udias para com prender cóm o se abren los canales o cent ros que
sirven para m edit ar profundam ent e, experim ent arás un despert ar espirit ual
y psíquico. Pero no dej es que est o t e dom ine hast a haber com prendido
cóm o y por qué se abren cent ros al m edit ar” .
—Edga r Ca yce , 1 5 5 2 - 1
Jack Pursel era un vendedor sin conocim ient os de m et afísica hast a que decidió
dedicarse a la m edit ación. No sabía m ucho de eso, pero t rat ó de perm anecer sent ado y
quiet o, y de t ranquilizar su m ent e. Solía dorm irse cuando lo hacía, pero seguía
pract icando. Un día cuando despert ó de sus ej ercicios de m edit ación, su m uj er le dio
una not icia sorprendent e. Había est ado hablando durant e el ej ercicio de m edit ación. El
no era en absolut o conscient e de ello. Pero ella había t om ado not as y le enseñó lo que
había dicho. Allí em pezaron sus experiencias com o canal de Lazaris.
Pat Rodergast est aba sent ada m edit ando cuando t uvo una visión que la pert urbó.
Durant e ciert o t iem po se resist ió a verlo, pero finalm ent e decidió dej arlo est ar allí.
Ent onces vio a alguien rodeado de una luz dorada. Cuando pregunt ó quién era, la
respuest a fue: “ Soy Em m anuel” . Durant e algún t iem po se lim it ó a perm anecer sent ada
con Em m anuel. Poco a poco, fue dej ando que Em m anuel le hablara, y luego cont ó a
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ot ros lo que Em m anuel le decía. De ese m odo, Pat se convirt ió en el canal de
Em m anuel´ s Book ( El Libro de Em m anuel) .
Est os dos conocidos canalizadores creen que la m edit ación fue com o el út ero que
espont áneam ent e dio origen a sus práct icas de canalización. Muchos canalizadores han
pasado por experiencias sim ilares. Ello viene a confirm ar lo que Cayce opina, en el
sent ido de que para cont act ar conscient e e int encionadam ent e con las dim ensiones
superiores, hay que em pezar por m edit ar.
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cont rolar la respiración m ient ras perm aneces ahí sent ado observando cóm o respiras?
No, por supuest o que no. Tenlo present e y ut ilízalo para t ranquilizart e m ient ras t rat as
nuevam ent e de observar cóm o respiras sin influir en ello.
Una indicación. Reláj at e m ient ras suelt as el aire, luego dej a que la siguient e
respiración se produzca librem ent e, a su m anera. Haz la prueba. Dej a que la
respiración t e suceda. Piensa para t i: “ Me respira” .
Tal vez, yo pueda m ot ivart e a seguir pract icando de est e m odo si t e revelo que lo
que est ás haciendo es un t ipo de m edit ación. La t radición budist a Zen lo denom ina
m edit ación sobre la respiración. Las inst rucciones para poner en práct ica est e t ipo de
m edit ación son bast ant e sencillas. Cént rat e en t u proceso respirat orio, obsérvalo, dej a
que se produzca.
El observar el propio proceso respirat orio no es sólo una ant igua form a de
m edit ación, t am bién es una im port ant e vía para llegar a ser un canal, un canal de
inspiración. Est ás dej ando que el soplo vit al —el espírit u— fluya por t i.
Todas las t radiciones religiosas han asociado la respiración con el espírit u. Las
lect uras de Cayce no son una excepción. Todos dependem os de ese m ot or invisible que
es el aire para vivir. El aire t oca t odo aquello que vive. La palabra, inspiración, reflej a
la com prensión de est a relación. Exist e un nexo ent re el proceso respirat orio y el ser
est im ulado por el espírit u, anim ado por el genio, o despert ado por la int eligencia
creat iva que procede de una fuent e que queda fuera del alcance de nuest ra volunt ad
individual. Al m edit ar podem os experim ent ar cóm o la respiración const it uye un canal
de inspiración igualm ent e m aravilloso.
Al relaj art e, em piezas a sent ir cóm o el aire llega hast a t i por sí solo. Si consigues
abandonar t us propios hábit os y confiar en la llegada de la inspiración, verás cóm o
sucede. Cada inspiración t e parecerá un regalo que viene de dent ro y, sin em bargo, su
espont aneidad t e indicará que no es obra t uya. Te parecerá est ar en un est ado de
gracia, t ranquilidad, paz, y experim ent arás una gran grat it ud. El pensam ient o: “ Me
respira,” puede result ar m uy t ranquilizador.
Cuando est ás t ranquilo, puedes ser un canal de inspiración, no t ienes m ás que
perm it írt elo. No es necesario que pienses en cuándo has de respirar ni que t e
preocupes pensando si vas a respirar. Sim plem ent e, adm it e que va a producirse una
inspiración, experim ént alo, dej a que suceda. El abandonar los hábit os, hacerse a un
lado y observar el propio proceso respirat orio equivale a convert irse en un canal de
inspiración. Dado que por est e canal pueden venir t ant os conocim ient os com o por
cualquier ot ro, has de pract icar est a m odalidad de m edit ación al t iem po que seguim os
est udiando, y sabrás apreciar m ej or su valor.
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Llegando a Ser un Canal de Percepción
A veces nos disgust am os t ant o, que apenas podem os pensar con claridad. Si una
crisis nos coge por sorpresa, experim ent am os una gran preocupación y nuest ra m ent e
se pone a pensar a t oda velocidad. Cient os de posibilidades dist int as, cosas que
podríam os hacer, cosas que podrían suceder, se nos present an de repent e. Es difícil
reunir t odas nuest ras ideas e idear un plan.
En t ales ocasiones, sé que para dom inarm e y t ranquilizarm e necesit o relaj arm e y
despej ar m i m ent e, para al cabo de unos m inut os poder ver la sit uación desde ot ra
perspect iva. Según m e voy calm ando, puedo pensar con m ás claridad y ver las cosas
de ot ro m odo. Lo que al principio era un t raum a que abrum aba m i m ent e se conviert e
en un conj unt o de fact ores que hay que t ener en cuent a para encont rar una solución.
Em piezo a fij ar prioridades en relación con lo que valoro y necesit o. Est oy seguro de
que habrás t enido alguna experiencia igual a ést a. Te habrás dado cuent a de que
cuando t e t ranquilizas ves las cosas desde una perspect iva m ás adecuada y puedes
pensar con m ás claridad.
Si t e t ranquilizas t odavía m ás, ves las cosas t odavía m ás claras. Y si consigues
est ar absolut am ent e t ranquilo, cabe esperar que verás las cosas desde una perspect iva
absolut am ent e correct a. Hay en inglés un dicho que podría t raducirse de est e m odo:
“ Cuando el cielo est á despej ado, siem pre se ve” . Y los m aest ros Zen dicen:
“ Cuando las aguas est án t ranquilas, puede verse el fondo” . En el lenguaj e de la nueva
ciencia de la holografía, se habla de la coherencia del rayo láser, la uniform idad de los
dibuj os de sus ondas, que dan al láser poderes m ágicos.
Al m edit ar, com o nos calm am os y t ranquilizam os nuest ra m ent e, llegam os a ser
m ás coherent es y podem os explot ar una int eligencia m ás poderosa. Es com o si nos
eleváram os sobre el t um ult o para convert irnos en aves silenciosas que flot an en lo alt o
del cielo. Accedem os a una percepción m ucho m ayor, vem os las cosas desde una
perspect iva m ás am plia, poseem os la sabiduría que cabría esperar.
Con ayuda de un pequeño ej ercicio puedo ponert e en cont act o con t u canal de
m ayor percepción. Después, será cosa t uya el m ant ener dicho canal abiert o.
Escoge una palabra o una im agen sencilla que t e result e cóm odo t ener en la
m ent e. Cuando hayas opt ado por un foco, quiero que t e cent res en él, y sólo en él. Por
ej em plo, si has elegido la palabra, “ feliz” , has de pensar exclusivam ent e en esa
palabra, una y ot ra vez. Si has escogido la im agen de un globo, im agínat elo
sim plem ent e, m íralo fij am ent e, no hagas nada m ás que eso.
Una vez que hayas hecho eso durant e unos m inut os, t e darás cuent a de que no es
t an sencillo. Ot ros pensam ient os e im ágenes t e vendrán a la m ent e. Tu m ent e se
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dist rae fácilm ent e. Bueno, sigue probando. Siem pre que descubras que est ás
pensando en ot ra cosa, vuelve a cent rar la at ención en t u foco. Vuelve a int ent arlo
durant e un m inut o m ás o m enos, para experim ent ar qué se sient e al volver a
cent rarse en el foco elegido.
Ahora reflexiona sobre lo ocurrido. Has cent rado la at ención en el foco repet idas
veces. De vez en cuando, has percibido ot ros pensam ient os e im ágenes. Parecían
surgir de ot ra m ent e, con independencia de t us deseos de seguir cent rado. Has vuelt o
a dirigir la at ención al foco y t us pensam ient os han desert ado, volviendo a alej art e del
m ism o. Era casi com o el j uego de la cuerda.
Según voy describiendo est e proceso, podrás dart e cuent a de lo que digo. Has
sido conscient e de t us esfuerzos por cont inuar cent rado, y de la persist ent e
int erferencia de ciert os pensam ient os con la consiguient e frust ración. Puede que
t am bién hayas percibido los com ent arios surgidos en t u m ent e en relación con el
cit ado proceso.
Al reflexionar sobre ello, t e das cuent a de que eras conscient e de t odo conform e
iba produciéndose. Asim ism o, percibes que en algún punt o, en lo m ás recóndit o de t u
m ent e, había un t est igo. Se t rat aba de un t est igo silencioso. Se lim it aba a observar.
Aunque t u incapacidad para cent rart e haya podido producir en t i un sent im ient o de
frust ración, el t est igo no ha experim ent ado esa em oción; se ha lim it ado a observar
t odo. No ha t om ado part ido en la cont ienda, no ha realizado ningún com ent ario; no ha
hecho m ás que darse cuent a de t odo.
¿Te result a en ciert o m odo fam iliar lo que has not ado? ¿Acaso no ha est ado esa
idea siem pre present e en lo m ás recóndit o de t u m ent e? ¿No ha est ado cont igo desde
que eras niño? No solem os dedicar una gran at ención a su presencia en lo m ás
recóndit o de nuest ra m ent e. Est am os m uy ocupados haciendo est o, pensando en
aquello... Nuest ro sent ido del “ yo” , de quién som os, se crea a part ir de nuest ras
experiencias de pensam ient o y obra. Y, sin em bargo, ése es un yo en m inúscula
com parado con el YO soy que est á en últ im o plano. De hecho, est e t est igo silencioso
con frecuencia se denom ina la conciencia del yo soy. Se t rat a del prim er nivel de
conciencia del yo superior. Nos abre las puert as para experim ent ar la verdad de la
m ist eriosa afirm ación bíblica: “ Est ad t ranquilos y silenciosos y sabed yo soy, Dios” .
La m edit ación nos abre las puert as para que t engam os acceso a est os
conocim ient os, se t rat a del cam ino que conduce a est e canal de percepción. El ej ercicio
que acabas de realizar es, en realidad, un proceso básico de m edit ación. Al realizar un
ej ercicio de m edit ación ha de haber un foco de at ención, que puede ser un sonido, una
palabra, una frase, una im agen, la respiración, o incluso sim plem ent e los propios
pensam ient os y su discurrir. Hay que cent rarse en el foco y siem pre que se desvíe la
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at ención, volver al m ism o. La int ención de seguir cent rado se opone suavem ent e a la
t endencia nat ural de la m ent e a divert irse act uando espont áneam ent e. Est as dos
fuerzas se encuent ran y gradualm ent e se anulan m ut uam ent e, dej ando que la
presencia de la conciencia del yo soy se revele al fondo. La conciencia es, de por sí, el
canal de una conciencia m ucho m ás grande.
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t ient as hacia dent ro, y t u conciencia ya no est á cent rada en la cabeza, sino en la part e
superior del t ronco. Algunas personas lo describen diciendo que ven con el corazón.
Y ¿qué pasa si al llegar a est e punt o elevas t u conciencia? Sent irás que
inm ediat am ent e t iendes a ascender a la part e superior del cráneo, pero si lo haces,
not arás que al poco t iem po t e habrás elevado por encim a de t u cabeza. Y habrás
dej ado de est ar dent ro de t i.
Cuando hayas ret ornado a t u int erior, t rat a de hacerlo de ot ra m anera. Al est ar
silencioso, descubrirás que est ar callado es m ás liviano que pensar en cosas
preocupant es, que const it uyen una carga. Tales son los t érm inos del lenguaj e de la
conciencia psíquica, en el cual las vibraciones se describen com o superiores/ inferiores,
pesadas/ ligeras, sut iles/ bruscas. Por t ant o, seguir la senda de la t ranquilidad en busca
de vibraciones m ás elevadas es un enfoque m ucho m ás fruct ífero.
Al t iem po que t e relaj as det rás de t us pensam ient os y vas en busca de un nuevo
silencio, em pieza a percibir la presencia de esa conciencia de fondo que llam am os
t est igo silencioso. Parece m uy, m uy liviano. Percibe los sut iles niveles de conciencia
que exist en en su int erior. Se t rat a de un espacio int uit ivo, en cuyo int erior hay un
enorm e universo. Del int erior de est a espaciosa conciencia surge la posibilidad de
elevar t u conciencia sin salir de t i m ism o.
En el int erior de est e universo has de buscar t u ideal, “ La Paz que excede t oda
capacidad de com prensión” . Se t rat a de una vibración part icularm ent e fina.
I nm ediat am ent e después, sent irás que t e elevas dent ro de t i. Est á claro que la
ascensión se refiere a un est ado de la conciencia, no a un lugar.
Est e pequeño viaj e por la m ent e t e ayudará a dar los prim eros pasos para hallar
t u form a de elevar t u conciencia sin salir de si m ism o.
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m ej or solución posible y luego com prom et ert e a ponerla en práct ica. Luego habrás de
ponert e a m edit ar y aguardar una respuest a “ sí” o “ no” en relación con t u plan.
Est e m ism o plant eam ient o puede hacerse ext ensivo a la recepción de ayuda y
orient ación en la m edit ación. El sent ir la necesidad de conocer y t ener la int ención de
aplicar los conocim ient os ayuda a conseguir la orient ación necesaria. Tam bién ayuda a
seguir el adagio: “ El Señor ayuda a quienes se ayudan a sí m ism os” . Dicho de ot ro
m odo, haz t odo lo que est é en t us m anos para obt ener una respuest a por t i m ism o,
pues ello cont ribuirá a facilit ar la canalización de orient ación durant e la m edit ación,
porque ya habrás sacado el m áxim o part ido de t us recursos nat urales.
A veces cuest a dar los prim eros pasos. Ot ras veces preferim os ir por un at aj o, o
no confiam os de ent rada en la solución o respuest a que nosot ros m ism os hem os dado.
Sin em bargo, sé por propia experiencia que si m e com prom et o a dar una respuest a
inicial, t al vez, plasm ándola en un papel o diciéndola en voz alt a, realm ent e habré
puest o en m archa el proceso de canalización, que desbloqueará m i m ent e, elim inará
las ideas preconcebidas, e iniciará de ese m odo una corrient e de conocim ient os. Tras
haber realizado esa afirm ación inicial, em pezaré a m edit ar con un t alant e m ás
recept ivo.
Hoy, por ej em plo, ant es de em pezar a t rabaj ar, he planeado lo que iba a hacer
durant e el día. Deseo sobre t odo dedicar un t iem po precioso a escribir. He hecho una
list a de las cosas que necesit o hacer hoy, y he preparado un horario provisional. He
t rat ado de analizar sinceram ent e m i act it ud ant e el t rabaj o que he de realizar. Me
sient o cansado. Me doy a m í m ism o el consej o de no cent rarm e en la cant idad de
t rabaj o que t engo sino en lo que m e gust a de él. Disfrut a con el proceso, ése es el
consej o que m e doy a m í m ism o en el día de hoy.
A cont inuación em piezo el ej ercicio de m edit ación, Mient ras voy t ranquilizando m i
m ent e, soy conscient e de los m últ iples niveles de pensam ient o. Casi los escucho, ya
han adopt ado form a verbal. Det rás de ellos, hay unos pensam ient os m ás im plícit os
que no est án expresados verbalm ent e, hast a que m e cent ro en ellos. Y ahondando
m ás t odavía, en lo m ás recóndit o de m i m ent e, percibo una conciencia cuyo silencio
indica la posesión de unos conocim ient os superiores. Deseo un asesoram ient o que
proceda de una fuent e m uy profunda, lo m ás honda posible. Quiero que exprese m i
ideal act ual, que es el am or.
Cont inúo cent rado en el sent im ient o am oroso. Mi m ent e se alej a, por supuest o, y
yo suavem ent e vuelvo a cent rarm e en el am or. Ahora es m enos una idea y m ás un
sent im ient o, y post eriorm ent e pasa a ser una experiencia t ot al. Lo absorbo e
int roduzco dent ro de m i cuerpo, y m e relaj o.
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Al cabo de veint e m inut os, un t im brazo indica que es hora de regresar. Vuelvo a
m i est ado de ánim o caract erizado por la t ranquilidad y el am or, y m e pregunt o a m í
m ism o: " ¿pasará hoy?” De ese t alant e t ranquilo y am oroso surge un m urm ullo lej ano.
Aguardo su llegada y pront o sient o que una voz m e habla. Es com o un pensam ient o
pero acom pañado de sent im ient os que m e recuerdan un t ono de voz. Dice que
necesit o reorganizar m is planes pera poder hacer ej ercicio físico, que ant es que nada
he de ir a dar un paseo. Percibo que algo va a pasar hoy que im pedirá que dé m i paseo
si espero hast a la t arde.
Ent onces im agino, o veo, que alguien se m e acerca. Me veo est rechar su m ano.
Esa persona est á pidiendo algo. Veo cóm o saco una m ano de uno de m is bolsillos, la
envío a algún punt o de la vida de est a persona, y le propongo que m e siga. La
int erpret ación es que les ayudaré m ás si les m uest ro cóm o pueden conseguirlo por sí
m ism os. Doy las gracias a m i guía int erno por est a im agen y vuelvo a m edit ar sobre el
am or, para ver si hubiera alguna inform ación adicional para m Í .
Veo el t rabaj o escrit o que he de realizar. Me cent ro en el am or que sient o por est e
t rabaj o y de repent e m e encuent ro pensando algo nuevo sobre el t em a que he de
abordar por escrit o. Me doy cuent a de que m e ent usiasm a. He recibido la inspiración
necesaria para volver a em pezar. De nuevo doy gracias a m i guía int erior.
Me levant o, doy un paseo, y analizo la idea inspirada. Al regresar, t engo ya las
prim eras frases list as para plasm arlas por escrit o. Pront o est oy absort o en m i t rabaj o.
Me int errum pe la llam ada de alguien que quiere que le ayude en un proyect o. Mient ras
hablam os sobre ello, sugiero un enfoque alt ernat ivo, para el que esa persona ya t iene
una solución. Doy las gracias a m i guía int erno por haberm e preparado. Más t arde,
debido a una em ergencia en relación con m i fam ilia, m e veo obligado a irm e de viaj e,
le doy las gracias por haberm e aconsej ado que m e diera un paseo al em pezar el día,
pues esa t arde no habría t enido t iem po. La orient ación que m e ha proporcionado la
m edit ación ciert am ent e ha result ado de lo m ás út il.
Se necesit a práct ica para que la m edit ación t e proporcione sem ej ant e orient ación.
Asim ism o, es im port ant e aplicar esos consej os, t rat ar de ponerlos en práct ica, con el
fin de desarrollar est e canal. Los capít ulos que figuran a cont inuación t rat an sobre la
im aginación y los t ext os inspirados, y t e proporcionarán ot ras herram ient as, que
podrás ut ilizar para canalizar consej os a t ravés de la m edit ación. El hecho de t rabaj ar
con t ales opciones cont ribuirá a que el canal de la m edit ación est é m ás a t u alcance.
La m edit ación es una guía fácilm ent e t ransport able que viaj a cont igo a t odas
part es. Cuando hayas adquirido ciert a experiencia, descubrirás que puedes encont rar
rápidam ent e la orient ación adecuada, bast ará para ello que dediques un m om ent it o a
sint onizar con el sent im ient o de t u ideal.
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La Medit ación sobre un I deal
La gent e hizo pregunt as a Cayce en relación con num erosas experiencias de
diversa índole que habían t enido al m edit ar.
Algunas personas oían sonidos, ot ras veían visiones, ot ras percibían arom as, ot ras
sent ían ciert o frescor o que les at ravesaba una corrient e de aire frío. Ot ras personas
sent ían dolor, cosquillas, u ot ras sensaciones corporales com o t em blores, vibraciones,
o dist int as em ociones, Cayce explicó que cuando uno m edit a, pasan m ás cosas de las
que cabe esperar.
La m edit ación no es un período en el que el suj et o no hace nada, un período en el
que no sucede nada. Es un t iem po en el que ot ras dim ensiones, ot ros niveles de la
realidad, vibraciones, influyen en la persona. Durant e la m edit ación, la persona se
conviert e en un canal recept or de la energía de m uchas influencias invisibles.
Cuando est am os despiert os, explica Cayce, som os suscept ibles de recibir
influencias psíquicas sublim inales. Efect ivam ent e, las invest igaciones confirm an esa
afirm ación. Durant e la m edit ación, adviert e Cayce, llegam os a ser aun m ás
suscept ibles a t ales influencias. Y t am bién en est e caso las invest igaciones confirm an
cóm o la m edit ación m ej ora la sensibilidad psíquica.
Cayce explica las experiencias que det erm inadas personas han t enido en relación
con la m edit ación diciendo que ciert as m ent es, incluidas las de los m uert os, y ot ras
form as de energía espirit ual, pueden conect ar m ás fácilm ent e con nosot ros cuando
m edit am os. A diferencia de lo que sucede cuando dorm im os y cuando soñam os,
est ados en los cuales est am os aut om át icam ent e prot egidos, cuando m edit am os la
prot ección no es aut om át ica. Ello se debe a que en la m edit ación nos abrim os
volunt aria e int encionadam ent e.
No es aconsej able que nos aproxim em os a la m edit ación m ovidos por la
curiosidad, ni que dej em os de est ar a la defensiva en relación con lo que pueda venir.
En cam bio, hem os de enfocar la m edit ación com o sint onización del yo con lo m ás
elevado que hay en nuest ro int erior.
Recuerda los dos sím bolos de la t radición de la incubación de sueños: el sant uario
prot egido y la llegada del benefact or. Las enseñanzas de Cayce sobre la m edit ación
present an un enfoque sim ilar.
Tal vez, hayas oído a gent e decir que cuando m edit an “ se rodean de luz” . Algunas
personas de hecho im aginan una burbuj a circular, en form a de huevo, de luz blanca
que los envuelve m ient ras m edit an. Esa im agen no hace sino expresar la int ención del
suj et o que se dispone a m edit ar.
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Es com o vest irse de gala para asist ir a un acont ecim ient o especial. Nuest ro t raj e
cont ribuye a m ej orar nuest ro est ado de ánim o y hace que dej em os al m argen nuest ras
preocupaciones ordinarias. Asim ism o sirve para est ablecer unos lím it es que nos
separan y prot egen de t odo lo que no est aría en consonancia con nuest ras int enciones.
Dent ro del sant uario prot egido que represent a la finalidad de nuest ra m edit ación,
podem os abrim os a t odo aquello que recibam os. Dent ro de est e espacio m ent al
sagrado, m edit am os cent rados en un foco, sea cual fuere nuest ro m ét odo.
Cayce quería que hiciéram os de nuest ro ideal nuest ro foco de at ención. Así, por
ej em plo, m edit ar sobre la respiración es cent ram os en el ideal de la libre circulación
del espírit u en nuest ro int erior. Cayce quería que escogiéram os nuest ro ideal cuidadosa
m ent e, había de ser algo que por lo m enos fuera t an universal com o la Conciencia de
Crist o. Elio se debe a que, sea cual fuere el foco, es com o si la m ent e sint onizara con
ese canal en concret o. Recibes las energías de esa longit ud de onda en una form a pura
y concent rada.
Cayce com para la claridad m ent al que logram os al m edit ar con la sint onización
con una única vibración. Ot ros lo han llam ado coherencia, queriendo con ello decir que
es com o cuando una onda m uest ra una única frecuencia, com o si un rayo láser
est uviera concent rado por un rubí. Al sint onizar con nuest ro ideal, nosot ros y nuest ro
ideal nos fundim os en un único canal coherent e de energía. Cuando m edit am os sobre
nuest ro ideal, la energía cont enida en el m ism o nos afect a realm ent e. Cuant o m ás
perfect a sea la sint onización, m ayor será su efect o.
Cuando m edit am os —m ás que en ninguna ot ra ocasión—, llegam os a ser canales
para que la energía espirit ual influya en nuest ro ser de acuerdo con el m odelo de
nuest ro ideal. Es com o preparar una casa para que const it uya un canal de energía
solar, a fin de que el sol, al brillar, calient e la casa. Medit ar es una form a de alinear la
m ent e para recibir t oda la energía de nuest ro ideal.
Cayce nos revela que al m edit ar cent ram os realm ent e la energía de la creación y
m odelam os la influencia que t iene sobre nosot ros. Cada célula de nuest ro cuerpo
em pieza a alinearse de acuerdo con ese m odelo. La energía espirit ual, m odelada por el
ideal que t enem os en nuest ra m ent e, penet ra en nosot ros y se conviert e en
int eligencia física dent ro de nuest ro cuerpo. La pregunt a de cóm o dicha energía queda
codificada en la conciencia celular de nuest ro cuerpo nos lleva a ot ro capít ulo de las
enseñanzas de Cayce sobre la m edit ación y la canalización.
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im port ant e sobre el cuerpo hum ano. Post eriorm ent e, unos colegas de Cayce le pidieron
que aclarara esos com ent arios t an int rigant es. Y ello dio pie a una im port ant e serie de
int erpret aciones psíquicas de la sim bología de est e enigm át ico t ext o bíblico. Es posible
encont rar est as int erpret aciones en el Tom o 2 de las lect uras de Edgar Cayce,
Medit at ion, Part I : Healing, Prayer and Tit e Revelat ion ( Medit ación, Part e 1: Curación,
Oración y Revelación) . En su obra t it ulada I nt erpret ing t it e Revelat ion wit h Edgar
Cayce ( I nt erpret ando la Revelación con Edgar Cayce) , J. Everet t I rion nos present a
una explicación global de lo que posiblem ent e sea la idea profét ica de Cayce que m ás
ha validado la ciencia.
El Libro de la Revelación, según Cayce, es una descripción sim bólica de lo que
sucede en el cuerpo del que m edit a. Más concret am ent e, describe lo que sucede en el
sist em a endocrino, o conj unt o de glándulas de nuest ro cuerpo. Cayce int erpret a el
sim bolism o de la visión de San Juan diciendo que el sist em a endocrino es com o un
cerebro. Las diversas glándulas se hallan int erconect adas por m edio del sist em a
nervioso y la circulación sanguínea, así com o a t ravés de una serie de m edios que la
ciencia no ha descubiert o aún.
Lo que sí ha descubiert o la ciencia es que Cayce ya ent onces describió con t odo
det alle en qué consist ía la psico- neuroinm unología. Al describir cóm o las act it udes y las
em ociones influyen en el sist em a inm une del cuerpo, Cayce fue un aut ént ico profet a.
Dij o que el sist em a endocrino funciona com o un t ransduct or de energía, que
t ransform a la energía. El sist em a endocrino t ransform a m odelos de energía psíquica y
m ent al en m odelos físicos del cuerpo, y a la inversa. El cuerpo y la m ent e no se
fusionan en el cerebro, sino en el sist em a endocrino.
Cayce explica que lo que le sucedió a San Juan en el m om ent o de la revelación
predice lo que le sucede a t odo aquel que m edit a. Concret am ent e, com o San Juan se
cent ró al m edit ar en el ideal de la Conciencia de Crist o, el m odelo de la energía
psíquica de ese ideal em pezó a operar en el sist em a endocrino de San Juan para crear
det erm inados efect os físicos.
Uno de t ales efect os es la est im ulación de la energía Kundalini. El t érm ino,
Kundalini, es una ant igua palabra hindú ut ilizada para la energía del cuerpo. Su
sím bolo es con frecuencia una serpient e enrollada en la base de la colum na vert ebral.
El concept o crist iano del Espírit u Sant o, sim bolizado por una palom a, es el equivalent e
occident al del Kundalini. En el libro t it ulado Kundalini for t he New Age ( Kundalini para
la Nueva Era) , Gopi Krishna explica que originalm ent e Kundalini era la divinidad del
habla. Concedía el don del habla inspirada y es por t ant o com parable a la facult ad de
hablar diferent es lenguas que el Espírit u Sant o concede a los apóst oles en Pent ecost és.
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La diferencia ent re est os dos sím bolos t iene que ver con la t radición según la cual el
pract icant e est im ula el despert ar de est a energía en el cuerpo.
Según las t radiciones orient ales, la energía Kundalini se m uest ra act iva en siet e
cent ros psíquicos, o chakras ( que significa ruedas) . Las t radiciones orient ales siem pre
han considerado que las glándulas endocrinas son en ciert o m odo la cont rapart ida
física de est os cent ros psíquicos. La glándula pineal, que se corresponde con el t ercer
oj o, nos proporciona clarividencia. Las glándulas suprarrenales act ivan las facult ades
de m édium , o la capacidad para canalizar los espírit us de los m uert os.
Las t radiciones orient ales nos aconsej an que no abram os ninguno de est os cent ros
de form a aislada. La form a m ás corrient e de operar consist e en perm it ir, sin forzarlo,
que despiert e el cent ro de la base de la colum na vert ebral, ent orno al cual est á
enrollada la serpient e. Ent onces la serpient e ascenderá, se abrirá paso por los cent ros,
y finalm ent e alcanzará el cent ro de la corona, vinculado a la pit uit aria, la glándula
principal.
Cayce pone de m anifiest o en su int erpret ación de la Revelación que la Crist iandad
ha poseído una t radición secret a propia en relación con los cent ros psíquicos. Según el
sim bolism o de la Revelación ( Figura 9) , los cent ros psíquicos son las siet e iglesias, el
dragón de las siet e cabezas, et c., dependiendo del est ado de los m ism os. Los sucesos
de la Revelación, sin em bargo, hablan de la exist encia de un m odelo o sist em a
part icular para despert ar t ales energías. Se t rat a de un m odelo que encaj a con el ideal
de la Conciencia de Crist o.
Figur a 9
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Recuerda que ya dij im os en el Capít ulo Cuat ro que est e ideal im plica la percepción
conscient e de la presencia de Dios en el cuerpo. Est a conciencia se originará sólo si
m uere el ego y renace un nuevo espírit u del ser. Para que una t ransición t an profunda
se produzca con elegancia, es im port ant e la act ivación de los cent ros psíquicos según
un m odelo part icular. Cayce revela que la Oración del Señor, que enseñó Jesús, es en
realidad una fórm ula para la apert ura de los cent ros psíquicos. La Figura 10 m uest ra
cóm o la Oración del Señor dirige la at ención hacia los cent ros psíquicos según un
m odelo part icular.
Or a ción de l Se ñ or
Ce n t r o Psíqu icos ( Fr a se s cor r e spon die n t e s)
I gle sia s Glá n du la s
1) Padre Nuest ro. Qué est as
Laodicea Pit uit ar ia en los cielos.
11) Y la Glor ia, por siem pre
Am én
Filadelfia Pineal 2) Sant ificado sea t u nom bre
10) Y el Poder
Ut ilizando la Oración del Señor para solicit ar el Despert ar de los Siet e cent ros Psíquicos
( I glesias) del Sist em a Endocrino
Figur a 1 0
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hast a el cent ro m ás baj o. Luego cont inúa de un m odo igualm ent e confuso, ant es de
volver a subir. La aparent e confusión se corresponde con los im port ant es efect os que
se producen en las glándulas suprarrenales, las de Leiden, y las glándulas pineales.
Las glándulas suprarrenales funcionan com o el em isor que am plifica el int ercam bio
de señales ent re las ot ras glándulas. Es im port ant e que las suprarrenales no se hallen
en un est ado de agit ación ant es de com enzar a em it ir. La ciencia reconoce que las
suprarrenales son el cent ro del reflej o de “ lucha o huida” , una reacción t ensa que
corresponde al enfado o al m iedo.
Cayce percibió la exist encia de un vínculo espacial ent re la Leyden y la Pineal. Así,
por ej em plo, hoy en día sabem os que la est im ulación de la pineal con la luz afect a a la
producción por part e de la Leyden de horm onas sexuales. En t érm inos de act ividad
psíquica, est a vinculación conect a la visión int erna de im ágenes, o visualización, con el
principio creat ivo.
Cayce dice que la apert ura de los cent ros, cuando est os est án t rast ornados, o
cuando est á m ot ivada por vivos deseos de poder, afect a a la form a com o las
suprarrenales am plifican las señales que pasan ent re los ot ros cent ros. Por t ant o, el
t em or y el enfado t ienen m ás consecuencias negat ivas pot enciales que la act ividad
sexual, t al com o explicam os en el Capít ulo Cuat ro. He aquí la causa de que exist a una
diferencia.
Cuando los cent ros de San Juan se abrieron t al com o hem os descrit o, las
glándulas endocrinas funcionaron en arm onía para perm it ir que la conciencia de Dios
habit ara plenam ent e en el cuerpo de San Juan y est uviera present e en su percepción.
Así pues, el Libro de la Revelación nos describe una “ segunda venida” de Crist o. La
Conciencia de Crist o nace en San Juan. La encarnación de Dios en el cuerpo de San
Juan, com o sucedió con Jesús, llega a ser una experiencia absolut am ent e conscient e.
Es un suceso físico, anclado en el cuerpo. Sólo gracias a la m edit ación sobre el
ideal de la Conciencia de Crist o, el cuerpo est ará preparado para llegar a ser un canal
de sem ej ant e experiencia
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purificación del cuerpo y de la m ent e, com o preparación para las experiencias de
canalización.
Por supuest o, para t odos nuest ros em peños es im port ant e que nuest ro cuerpo
est é sano. Libros com o The Edgar Cayce Handbook for Healt h ( El Manual de la Salud
de Edgar Cayce) del Dr. Harold Reilly nos inform an con t odo det alle de los consej os
que Cayce da en relación con el cuidado del cuerpo en base a una alim ent ación
adecuada, ej ercicio físico, y descanso.
Cayce no quería que nos t ransform áram os en unos locos de la salud. Nos adviert e
que recordem os que lo que nos ensucia no es lo que int roducim os en nuest ro cuerpo,
sino lo que sale del m ism o, en form a de pensam ient os, palabras, y acciones. Tam bién,
observa que lo que hace daño no es la sust ancia en sí, sino lo que digerim os de ést a.
Dicho de ot ro m odo, no som os lo que com em os, sino lo que digerim os de aquello que
com em os. Est e principio form a part e de algo que ya hem os aprendido en relación con
los sueños: Lo que nos cam bia no es lo que aprendem os, sino lo que aplicam os de
aquello que aprendem os.
Lo que m ej or resum e lo que Cayce piensa sobre la purificación son sus ideas sobre
el ayuno. Cayce nos dice que lo esencial del ayuno no es abst enerse de ingerir
det erm inada subst ancia o de llevar a cabo ciert a act ividad, sino dej ar a un lado lo que
pensam os que deberíam os est ar haciendo en un m om ent o det erm inado y perm it ir que
el espírit u m ande. Dicho de ot ro m odo, considera que el ayuno es ot ra form a de
convert irse en canales del espírit u.
Sus consej os m e han result ado út iles cuando he realizado una de las práct icas de
purificación que Cayce recom ienda y que consist e en t om ar baños de vapor. El vapor
calient e at aca la superficie de m i cuerpo com o lo harían m il alfileres. Result a fácil
com bat ir el calor t ensando el cuerpo. El inst int o nat ural de conservación nos m ueve a
t rat ar de soport ar el calor hast a que se acabe el t iem po. Ahora bien, si yo consigo
dej ar de t ener esa act it ud y relaj arm e, podré abrazar el calor abiert am ent e. Mis poros
se abren en señal de rendición m ient ras m i m ent e abandona sus preocupaciones. Todo
ello llega a ser una experiencia aut ént ica m ente purificadora para el cuerpo y la m ent e.
Cayce adopt a una act it ud sim ilar ant e ot ras preparaciones físicas para la
m edit ación. Así, por ej em plo, recom ienda la ut ilización de perfum es, cánt icos, m úsica,
y ej ercicios respirat orios, ant es de la realización de un ej ercicio de m edit ación. No
obst ant e, no hem os de dar un t rat am ient o m ecánico a ninguna de dichas práct icas,
hem os de dej ar que cum plan su función. Son sim plem ent e ayudas para recordar a
nuest ro cuerpo su capacidad de arm onización o sint onización. Sólo pueden evocar
aquello que est á dent ro de nosot ros. Sólo podem os preparar nuest ros cuerpos para
aquello que est am os dispuest os a expresar conscient em ent e.
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La Medit ación com o Canalización
Al m edit ar, dej am os de lado nuest ros pensam ient os ordinarios y nos cent ram os en
un ideal. Al hacerlo, nos convert im os en canales para que el espírit u de ese ideal
m odele nuest ra experiencia, para que m odele la energía que fluye por nuest ro cuerpo.
Al m edit ar canalizam os la energía vit al, las propias fuerzas creat ivas, m ient ras ést as
est im ulan nuest ra percepción del Yo Superior. Tant o si pensam os en ello en t érm inos
de la energía Kundalini, o del Espírit u Sant o, com o silo consideram os el espírit u del
Am or, t odo espírit u, t oda energía, es de Dios. La m edit ación es un proceso que
consist e en canalizar la energía de Dios a t ravés de nosot ros de acuerdo con un
m odelo que sint oniza fundam ent alm ent e con nuest ra conciencia del Yo Superior. Cada
vez que m iram os dent ro de nosot ros m ism os y nos abrim os para convert irnos en
canales de esa conciencia, dam os ot ro paso hacia delant e que nos hace m ás capaces
de expresar esa percepción en nuest ra vida.
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CAPI TULO SEI S
“ Por lo que se refiere a las act ividades relaciona das con lo que podrían
llam arse los canales a t ravés de los cuales los individuos pueden recibir
escrit os inspirados o aut om át icos, la act ividad inspirada es la m ás grande
de las act ividades, pero, sin em bargo, puede part icipar de las cosas de la
t ierra o t errenales y de las cosas del cielo o celest iales, en t ant o que la
act ividad aut om át ica part icipe exclusivam ent e de esa fuent e o fuerza que
est á em puj ando, guiando o dirigiendo.
La act ividad inspirada puede desarrollar el alm a del individuo en t ant o que
la aut om át ica rara vez es algo m ás que la fuerza que guía o dirige” .
—Edga r Ca yce , 5 7 5 2 - 4
Una voz int erior dij o a Helen Schucm an: “ Est e es un curso sobre m ilagros, por
favor t om a not as” . Ella decidió que est e pensam ient o era pert urbador e hizo t odo lo
posible por no t enerlo en cuent a, t ant o t iem po com o pudo. Por ent onces, la doct ora
Schucm an era psicóloga y t rabaj aba en el Hospit al Presbit eriano de Nueva York. El
libro de Robert Skut ch t it ulado Journey Wit hout DL ( Viaj e Sin Dist ancia) nos ofrece el
relat o hist órico de las experiencias de Schucm an. Un viaj e a la sede de la Asociación
para la I nvest igación y la ilust ración, en Virginia Beach, con el fin de invest igar las
ideas que Cayce t enía sobre los fenóm enos psíquicos represent ó para ella el est ím ulo
necesario. Descubrió que en algunas de sus lect uras Cayce describía un m ét odo que
denom inaba escrit ura inspirada, indicando que la inspiración, conocim ient os, o
sabiduría alcanzables por dicho canal no conocían lím it es. Tras dudarlo m ucho,
finalm ent e decidió seguir los consej os de su voz int erior y em pezó a t om ar not as.
Cogió papel y lápiz y em pezó a escribir.
Nunca dej ó de est ar conscient e; siem pre supo quién era y qué hacía. Escribía los
pensam ient os que le venían a la m ent e. Ello fue el origen de una obra m aest ra de la
lit erat ura inspirada, que ha t enido una gran influencia, A Course in Miracles ( Un Curso
sobre Milagros) . Se t rat a de un t rabaj o en t res t om os canalizado t ot alm ent e a t ravés
de la escrit ura inspirada.
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Ciert am ent e, A Course in Miracles no es la única obra int egrada por t ext os
inspirados que ha alcanzado la fam a. Ot ro Best - seller es Juan Salvador Gaviot a. Su
aut or, Richard Bach, est aba paseando un día cuando oyó una voz en su int erior que le
dij o: “ Juan Salvador Gaviot a” . Hay m ás cosas. Se fue a su casa y em pezó a escribir
inm ediat am ent e, con furia, t rat ando de hacerlo t an rápidam ent e com o le llegaban las
palabras a la m ent e. De una sent ada, proporcionó al m undo una de las hist orias m ás
edificant es. Se t rat a de una alegoría sobre una gaviot a que aprende a volar m ás allá
de las supuest as lim it aciones de la bandada y que com part e est e secret o con ot ros. Es
asim ism o una hist oria que indica su propia fuent e, el pot encial para ser un canal de
inspiración. Cuando escuchas a un espírit u para dar a conocer la verdad de ese espírit u
a ot ras personas, se puede decir que has iniciado t oda una avent ura.
No es inhabit ual oír a algunos aut ores describir aquellos m om ent os en que se han
dej ado llevar por un im pulso creat ivo en su t rabaj o. En t ales casos, las palabras fluyen
sin esfuerzo desde una fuent e invisible hast a quedar plasm adas en una página. Cuando
est o sucede, rara vez se at ribuyen el m érit o de lo que escriben. Consideran que es un
don, y que ellos act úan sim plem ent e com o canales.
Aunque posiblem ent e pocos de nosot ros llegaríam os a afirm ar que som os unos
escrit ores inspirados, a la m ayoría nos result a fam iliar lo que dicen al respect o. Todos
saberm os qué se sient e al luchar por encont rar las palabras adecuadas cuando
t rat am os de escribir algo. Por ot ra part e, algunos de nosot ros hem os t enido t am bién la
experiencia opuest a, por ej em plo, al escribir una cart a a un am igo, nos hem os sent ido
inspirados y hem os vist o cóm o las palabras fluían hast a quedar plasm adas en una
página. Si has experim ent ado algo así, has t enido una pequeña m uest ra de lo que es
escribir guiado por la inspiración.
Si analizam os cóm o describe la gent e sus experiencias de escrit ura canalizada,
podríam os pensar que se parece a escribir inspirado por un fant asm a. La persona oye
una voz, una fuent e invisible, que le diet a la inform ación. ¿Acaso se t rat a del canal
int uit ivo del yo superior, que habla desde la fuent e de la int eligencia universal? ¿Podría
venir a t ravés del subconscient e, siendo no sólo el canal de los propios pensam ient os
sum ergidos del aut or, sino, t al vez, de los pensam ient os de ot ras personas, vivas,
m uert as, y de ot ra condición?
Ser espont áneo, dej arse llevar, t ales son las cualidades unidas al hecho de ser un
canal. Ahora bien, para ser canales const ruct ivos, para aum ent ar nuest ra percepción
espirit ual a t ravés de la canalización, necesit am os ot ras cualidades adem ás de la
sim ple espont aneidad. Así, por ej em plo, cuando expresam os nuest ros pensam ient os
por escrit o, no ha de haber una sint onización o arm onización especial, se t rat a de
reflej ar en un papel t odo aquello que nos venga a la m ent e. Sin em bargo, si prim ero
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sint onizam os con un ideal, com o sucede en la m edit ación, dej am os que t odo nuest ro
ser, nuest ra m ent e y nuest ro cuerpo, resuenen con la energía espirit ual de ese ideal, y
luego, cuando dej am os que nuest ros pensam ient os queden plasm ados sobre el papel,
reflej arán y expresaran dicho espírit u. Eso es lo que denom inam os un escrit o
inspirado, canal del yo superior.
Aprende De Tu Respiración
En el capít ulo ant erior, aprendim os a ser canales de inspiración cent rándonos en
nuest ra respiración. Medit ar sobre nuest ra respiración puede llegar a ser la base para
aprender a escribir inspiradam ent e.
Piensa en los t res t ipos de respiración: cont rolada, aut om át ica, e inspirada. Cada
una de est as form as de respirar se corresponde con un m ét odo de escrit ura.
Hem os observado cóm o t endem os a cont rolar nuest ra respiración en cuant o nos
cent ram os en ella. Asim ism o, podem os cont rolarla t ot alm ent e, decidiendo cuándo
hem os de inhalar, a qué rit m o hem os de hacerlo, cuán profundam ent e. Muchos de
nuest ros escrit os se desarrollan de est e m odo. Decidim os qué es lo que querem os
escribir y cuándo deseam os hacerlo. Cont rolam os la t ot alidad del proceso.
Reflexionam os sobre lo que est am os pensando, y cuando llegam os a t ener un
pensam ient o que nos convence, lo escribim os. Tant o la respiración cont rolada com o la
deliberada requieren que les dediquem os ciert a at ención y esfuerzo.
Gran part e del t iem po, nuest ra respiración se desarrolla aut om át icam ent e, sin que
prest em os at ención. Nuest ra m ent e subconscient e cont rola nuest ra respiración, que
escapa a nuest ra percepción. Cuando nuest ra respiración es aut om át ica, expresa
nuest ras em ociones. Posiblem ent e respirarem os poco profundam ent e o incluso
cont endrem os la respiración, cuando est em os disgust ados, y, cuando est em os
cansados o t rist es, darem os un profundo suspiro. Todas est as cosas se producen sin
ser nosot ros conscient es de ello.
Análogam ent e, escribir aut om át icam ent e es escribir sin ser conscient es de lo que
hacem os. No sólo sucede que el escrit or no es conscient e de lo escrit o, t am poco lo es
de los m ovim ient os m anuales que producen la escrit ura, ni los cont rola. La caligrafía se
desarrolla por sí sola, cont rolada por la m ent e subconscient e. A veces la caligrafía que
aparece en est os casos es m uy diferent e de la caligrafía que el suj et o t iene
norm alm ent e. Más adelant e, cuando exam inem os el fenóm eno de la disociación,
com prenderem os m ás fácilm ent e cóm o est o es posible.
A diferencia de lo que sucede con la respiración aut om át ica, en los ej ercicios de
m edit ación cit ados ant eriorm ent e, som os conscient es del proceso respirat orio. Al igual
que en la respiración aut om át ica, la corrient e de aire se produce por sí sola, pero no
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sent im os que est é fuera de cont rol. Aunque hem os dej ado volunt ariam ent e de
int erferir en la respiración, podríam os asum ir el cont rol en cualquier m om ent o.
Perm it im os conscient em ent e que nuest ra respiración halle su expresión nat ural
m ient ras observam os. Al llegar a est ar m uy t ranquilos y relaj ados, al confiar en
nuest ra respiración, nos perm it im os a nosot ros m ism os el ser inspirados.
Para escribir inspiradam ent e hem os de ser conscient es de lo que escribim os.
Dej am os que el proceso se desarrolle por sí solo. Ponem os el lápiz o la plum a sobre el
papel, o los dedos sobre el t eclado, y dej am os que el proceso t enga lugar. Som os
conscient es de lo que escribim os, pero no escribim os nada int encionadam ent e. No
elegim os ciert os pensam ient os con el fin de regist rarlos. Por el cont rario, sencillam ent e
nos perm it im os em pezar a escribir, y observam os cóm o se revelan nuest ros
pensam ient os conform e vam os escribiendo.
El aprender a m edit ar sobre la respiración nos ayuda a canalizar el proceso de la
escrit ura inspirada. Para dej ar que est e proceso se realice por sí solo, hem os de
relaj am os y confiar en su nat uraleza espont ánea. Si nos ponem os nerviosos por lo que
podam os escribir, sucede que nos reprim im os o at ascam os. Para est ar dispuest os a
confiar en la escrit ura inspirada sin saber de ant em ano qué es lo que vam os a escribir,
hay que t ener un est ado de ánim o adecuado para la m edit ación.
De hecho, Cayce recom ienda la m edit ación com o prim er paso para dar com ienzo a
una sesión de escrit ura inspirada. Medit am os para sint onizar con la conciencia de
nuest ro ideal, con lo m ás elevado que hay dent ro de nosot ros. Al concluir el ej ercicio
de m edit ación, nos lim it am os a cont inuar el proceso de sint onización expresándolo por
escrit o.
La fórm ula que Cayce nos da para el desarrollo del canal de la escrit ura inspirada
se parece a nuest ra fórm ula general de la canalización. Prim ero sint onizam os con
nuest ro ideal, y luego nos hacem os a un lado para perm it ir la expresión espont ánea.
El proceso de la escrit ura inspirada nos sirve para ent ender cóm o enfoca Cayce la
canalización del yo superior. Su enfoque se diferencia del popular est ereot ipo de la
canalización de ot ro ser. De hecho, Cayce nos disuade de pract icar la escrit ura
aut om át ica, pues es una m odalidad de canalización est ereot ipada. Al escribir baj o los
efect os de la inspiración el suj et o canaliza de algún m odo la conciencia superior, pero
escribir aut om át icam ent e es “ un t ruco” .
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procedent es de la psicología de la m ent e subconscient e y de las alt eraciones de la
conciencia. Se relacionan con fenóm eno que pueden considerarse anorm ales o
pert urbadores de la m ent e, o bien parapsicológicos o psíquicos. Al igual que la voz de
la int uición, ést e es ot ro ej em plo del aspect o “ bueno, m alo” de la m ent e
subconscient e.
Solem os pensar que la m ent e subconscient e es sencillam ent e un alm acén de
recuerdos y sent im ient os. Ahora bien, la verdad es que es m ucho m ás que una caj a, o
un cont enedor. Es un subsist em a de la m ent e. Es int eligent e, percibe y piensa. Cayce
observó que la m ent e subconscient e gest iona las act ividades del cuerpo y los aspect os
ordinarios de nuest ra vida. Es ést a una gran t area y una im port ant e labor.
Si la m ent e conscient e t uviera que dirigir t odo, t endríam os que m overnos m uy
despacio. Tendríam os que pensar cada paso que dam os, cada acción que
em prendem os, cada palabra que em it im os, cada vez que respiram os, cada lat ido. Ello
nos haría enloquecer. Afort unadam ent e, delegam os t ales responsabilidades en la
m ent e subconscient e. Est a funciona com o si fuera nuest ra servidora.
Nuest ra m ent e conscient e despiert a por la m añana, por ej em plo, y dice: “ Debo
levant arm e ahora y vest irm e para ir a t rabaj ar” . Mient ras pensam os en el día que
acaba de em pezar, la m ent e subconscient e se hace cargo y sigue nuest ras
inst rucciones. Le nuest ras piernas y las saca de la cam a, nos conduce hast a el cuart o
de baño y cepilla nuest ros dient es, nos vist e. No prest am os dem asiada at ención a t ales
acciones. Exist e una ligera disociación ent re el proceso de levant arse y vest irse, y la
m ent e conscient e. Todos los pequeños det alles de nuest ras acciones sobrevienen com o
aut om at ism os, acciones reflej as dirigidas por el subconscient e
Conducir un coche es ot ra act ividad aut om át ica en una gran m edida. Nuest ra
m ent e conscient e queda libre para soñar despiert a m ient ras la m ent e subconscient e
m anej a el coche. Se hace cargo del acelerador, los frenos, el volant e, m ira la
carret era, y nos lleva al t rabaj o. Apenas prest am os at ención m ient ras nos dirigim os al
t rabaj o, a m enos que nuest ro subconscient e nos avise de algo fuera de lo corrient e,
com o puede ser un accident e. Por lo general, podem os fiarnos de la m ent e
subconscient e, confiar en que va a seguir nuest ras órdenes y a act uar de acuerdo con
nuest ras int enciones. A veces, sin em bargo, nos sorprende por su fidelidad.
Supongam os que nuest ro cónyuge nos pide que nos acordem os de coger algo
cuando regresem os a casa después del t rabaj o. Aparent em ent e, est am os de acuerdo
en acordarnos. Sin em bargo, baj o est a apariencia podernos sent irnos, por m uchos
m ot ivos, disgust ados con la pet ición. Más t arde, m ient ras nos dirigirnos en coche a
casa, la m ent e conscient e soñará despiert a, dej ando que la m ent e subconscient e se
encargue del viaj e. Cuando el coche pase la bocacalle del recado, la m ent e
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subconscient e dirá: “ Bueno, dej em os que el capit án siga soñando despiert o... sabem os
que en realidad no desea hacer ese recado” , Ya de regreso en el hogar, el cónyuge
pregunt ará por lo que había encargado. Y nosot ros de repent e caerem os en la cuent a y
confesarem os con t oda inocencia: “ ¡Ay! se m e olvidó” .
Est e ej em plo m uest ra cóm o puede expresarse el subconscient e cuando la m ent e
conscient e est á desligada de la acción. El olvido fue un aut om at ism o, cont rolado por la
m ent e subconscient e. El olvido no fue int encionado, pero sí expresa un sent im ient o
genuino present e en el subconscient e.
La m ent e subconscient e se ocupa asim ism o de la m ecánica del habla, los procesos
necesarios para la const rucción de palabras en nuest ra boca con el fin de dar expresión
a nuest ros pensam ient os. Al igual que la conducción de un coche, el habla con
frecuencia est á disociada de la conciencia. Est a sit uación posibilit a los aut om at ism os,
la filt ración de sent im ient os subconscient es. Así, por ej em plo, quizás hayas oído hablar
del “ desliz freudiano” .
John ha salido con su m uj er y de repent e t ropieza con el ant iguo novio de ést a. Al
hacer ella la present ación, John dej a escapar un saludo: “ Enfadado de conocer, quiero
decir encant ado de conocerle” . Est e desliz freudiano t iene lugar por la rapidez con que
se produce el saludo espont áneo de John, pues la producción de palabras est aba
disociada de la conciencia. Esa ausencia de la conciencia perm it ió la expresión de los
celos inconscient es de John. La m ent e subconscient e se dej a not ar en una palabra de
sonido m uy parecido enfadado” y consigue expresar los aut ént icos sent im ient os. La
em isión de la palabra, enfadado, es un aut om at ism o. No sucedió volunt ariam ent e, sino
involunt ariam ent e, fue com o un reflej o aut om át ico de in m ent e subconscient e. El
saludar es algo t an habit ual que no se prest a ninguna at ención ( disociación) , lo que
posibilit a el desliz ( aut om at ism o) . Cuando el gat o no est á, bailan los rat ones.
El gat o es la m ent e conscient e y los rat ones son los habit ant es de la m ent e
subconscient e. No sé si recuerdas que en el Capít ulo Dos dij im os de pasada que Cayce
nos había enseñado que t odas las m ent es subconscient es est án en cont act o unas con
ot ras. Tal com o m uest ra la Figura 11, la m ent e subconscient e no sólo const it uye un
canal de inform ación sobre los sent im ient os inconscient es, t am bién es un canal de
t elepat ía.
Los aut om at ism os hacen algo m ás que expresar los sent im ient os inconscient es,
t am bién expresan inform ación t elepát ica capt ada sublim inalm ent e, procedent e t ant o
de los vivos com o de los m uert os.
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Los Canales de la Ment e
Figur a 1 1
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Los vident es han desarrollado la capacidad de escribir aut om át icam ent e com o
m edio para canalizar la inform ación. Así, por ej em plo, Rut h Mont gom ery se sirve de la
escrit ura aut om át ica para canalizar sus guías y de est e m odo ha escrit o varios libros.
En su aut obiografía, Rut h Mont gom ery: Herald of t he New Age ( Rut h Mont gom ery:
Precursora de la Nueva Era) , describe cóm o desarrolló su capacidad de escribir
aut om át icam ent e. A t ravés de la escrit ura aut om át ica ha dem ost rado poseer t odas las
t écnicas que norm alm ent e se asocian a los canales del t rance. Es capaz de realizar
diagnóst icos psíquicos, ver el fut uro, y cont act ar con espírit us guía y seres
ext rat errest res. Est á claro que la escrit ura aut om át ica puede ser una m odalidad de
canalización m uy product iva.
Ahora bien, la escrit ura aut om át ica t iene sus inconvenient es. Cayce desaconsej a
ut ilizar aut om at ism os disociados, incluidas las t ablas Ouij a, com o m odalidad de
canalización. El principal problem a que plant ean es que const it uyen un canal de la
m ent e subconscient e. Ello significa que t ienen su part e buena y su part e m ala. Rut h
Mont gom ery ha sido t est igo de la part e buena. Brad St oker, en su obra, Ouij a: The
Most Dangerous Gam e ( Ouij a: El Juego Más Peligroso) , lo es de la m ala. Su libro es la
m ej or colección de casos docum ent ados de t rast ornos m ent ales result ant es del
desarrollo de aut om at ism os com o form a de canalización.
Los deslices freudianos a veces nos sorprenden. I ncluso es posible que alguien
exclam e: “ No se que pudo adueñarse de m í para que yo dij era eso” . Esa persona no
reconoce el sent im ient o que subyace a t al desliz, y por ello dice que algo se adueñó de
ella. Tal declaración m uest ra que el suj et o com prende de un m odo nat ural e inst int ivo
el fundam ent o de t al proceso. Uno percibe que es presa de una int ención que no es la
suya propia. Puede adueñarse de nosot ros lo que hay en nuest ra m ent e subconscient e.
I m agina cuánt o m ás se adueñaría de nosot ros nuest ro subconscient e si le dej áram os
vía libre para que se expresara.
Aunque Cayce nos adviert e de los peligros de la posesión y de los inconvenient es
que present a el t rat ar con espírit us separados del cuerpo ( cosa que com ent arem os
m ás ext ensam ent e en el Capít ulo Nueve) , su principal m ot ivo de preocupación es ot ro.
Cayce observa que escribir aut om át icam ent e, al ser la m ent e subconscient e la fuent e
de donde procede la inform ación, produce com o result ado una inform ación canalizada.
Lo que salga podrá afect ar a la persona ( se espera que no la perj udicará) , pero el
proceso en sí no im plica un crecim ient o, una evolución. Es m ás parecido a aprender un
t ruco que a aprender a desarrollar la conciencia.
Si enseñas a t u m ent e conscient e a disociarse, si la dist raes, al no necesit ar nada
de ella, lo que la m ent e subconscient e desea expresar, sea lo que fuere, se
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m anifest ará com o un aut om at ism o. Lo que has aprendido es una especie de j uego de
m anos.
Ot ra posibilidad es aprender a t ranquilizar la m ent e conscient e, enseñarla a est ar
quiet a. Puedes aprender a sint onizar con el espírit u de un ideal. De ese m odo
aprenderás a hacer de t u m ent e conscient e un canal de la m ent e superconscient e. La
escrit ura inspirada fom ent a el desarrollo de la conciencia.
La escrit ura inspirada es, por t ant o, m ás valiosa que la aut om át ica porque ayuda a
desarrollar la conciencia. Recuerda com o al m edit ar sobre la respiración, la m ent e
conscient e hace crecer la confianza de la persona, es t est igo del m ilagro de la
inspiración, llega a form ar part e de ese proceso, aprende a no t ener m iedo a dej arse
llevar. En cam bio, en la respiración aut om át ica la m ent e conscient e no aprende m ás
que a ser t est igo de lo que expresa el subconscient e. Si no est udiam os
m inuciosam ent e lo que sale a la superficie, com o hace la doct ora Muhl, la m ent e
conscient e seguirá siendo com o un corcho que se balancea en el m ar de las
em ociones, haciendo caso om iso incluso de la difícil sit uación en que se encuent ra.
Cayce hace not ar que a t ravés de la escrit ura aut om át ica uno puede canalizar la
inform ación m ás profunda, y sin em bargo seguir hecho un lío. Son m uchos los casos
que prueban est a realidad.
Tal com o indica el diagram a, en la escrit ura inspirada la m ent e conscient e y la
m ent e subconscient e t rabaj an j unt as const it uyendo el canal de la m ent e
superconscient e. La m ent e superconscient e es invocada m ediant e la ut ilización de un
ideal. Al m edit ar la persona sint oniza con un ideal, con un m odelo part icular de
act ividad de la m ent e superconscient e. La m ent e superconscient e puede ut ilizar
inform ación procedent e del subconscient e, si es preciso y adecuado para lo que
pret ende.
El ideal sirve com o im án y com o filt ro para lo que pasa por el canal ( Figura 12) . Si
el proceso no se desarrolla de est e m odo, se t rat a de la escrit ura aut om át ica, es decir,
t odo aquello que est á en el inconscient e y desea hallar expresión puede salir. La m ent e
subconscient e sólo desea expresar, m ient ras que la m ent e superconscient e se expresa
cent rándose en un fin que est á en arm onía con su ideal.
¿Buscáis un at aj o, nos pregunt a Cayce, o buscáis aquello que t raerá la verdad a
vuest ra vida? Buscad aquello que t rae el espírit u de la verdad, que t rae la propia vida,
algo que os ayudará a crecer. Producir “ asom bro o adm iración” t iene un valor lim it ado,
lo único que se consigue es, quizás, sat isfacer el deseo de aprender un t ruco o de
lucirse ant e los dem ás. En cam bio, producir vida es algo m uy im port ant e y valioso.
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Solo
a que llos
m ode los
qu e
e n ca j a n
con e l
ide a l
pa sa r á n
por e l
filt r o
El I de a l
Figur a 1 2
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sorprendo. Hay m ás en m í de lo que yo veo” . De m om ent o, sigo j ugando, pero
em pieza a ser un j uego m enos banal.
El t om arlo com o un j uego ayuda, sobre t odo al principio. El t alant e lúdico puede
result ar liberador. No t e lo t om es dem asiado en serio. El ser t ím ido, t ener m iedo a
equivocarse, o sent ir necesidad de escribir algo im port ant e, pueden obst aculizar el
proceso. Para ser un canal de escrit ura inspirada, al igual que sucede en la m ayoría de
los m ét odos de canalización, es necesario abandonar t oda exigencia en relación con la
act uación personal. Ciert am ent e, hay que olvidarse de la gram át ica y la punt uación. Es
necesario no pensar en si uno lo est á haciendo bien” .
Al enseñar a ot ras personas la escrit ura inspirada, he descubiert o que la m ayoría
suele dudar ant es de escribir algo. Tal vez, esperan a que surj a una “ voz” o un
pensam ient o verdaderam ent e inspirador, ant es de escribir. El pregunt art e a t i m ism o
si t us pensam ient os son lo bast ant e im port ant es com o para t om ar not a de ellos podría
paralizar el proceso. El evaluar, censurar, o filt rar los pensam ient os ant es de escribirlos
t e im pedirá escribirlos baj o los efect os de la inspiración.
Es m uy m alo que t e em peñes en no anot ar nada a m enos que en t u opinión sea
profundo. Ello hará que t e sient as com o si, en lugar de un lápiz, t uvieras un cincel en
la m ano y hubieras de t allar t us palabras en piedra m ient ras cám aras de t elevisión
enfocan lo que est ás a punt o de escribir y est aciones t ransm isoras por sat élit e est án
preparadas para em it irlo en direct o a t odo el m undo con las not icias de la noche.
Sent irás t al pánico escénico que no serás capaz de escribir nada.
He descubiert o que es m ás sencillo em pezar sim plem ent e por escribir cualquier
cosa. Escribir cualquier cosa, nada en part icular, lim it arse a j ugar con las palabras, es
un buen sist em a para em pezar.
Lo que enseña est e procedim ient o en relación con la canalización es que es m ucho
m ás fácil recibir ideas m ient ras uno escribe que si est á sent ado, esperando a que le
lleguen. Las personas que han pract icado cualquiera de los m ét odos de canalización
confirm arán que lo m ás difícil es em pezar a escribir. Puedes verificarlo t ú m ism o. Cada
vez que t e sient es para iniciar una sesión de escrit ura inspirada, verás cóm o las
prim eras palabras son las que m ás t ardan en llegar. Tam bién descubrirás que los
t ext os m ás inspirados no son est as prim eras palabras, aun cuando hayas t ardado cinco
m inut os en seleccionarlas. Lo m ej or aparecerá m ient ras escribes, surgirá sin haber
pensado en ello ni un segundo. Aprenderás a no dej ar que el hecho de em pezar
represent e para t i un obst áculo. Em pezar a escribir es em pezar a alcanzar la sabiduría.
Pront o t e acost um brarás a escribir sin saber previam ent e qué es lo que vas a
escribir. Conform e t e vayas encont rando m ás cóm odo, t e cent rarás m enos en la
m ecánica y m ás en no perder de vist a el espírit u de t u ideal. Según vayas prest ando
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m ás at ención a t u t alant e m edit at ivo y m enos a lo que escribas, m enos art ificiales y
m ás inspirados serán t us escrit os.
En lugar de cent rart e en cóm o lo haces, cént rat e en t u sensación de sint onía y
dej a que se m anifiest e en t us escrit os. Puede que al principio vayas m uy despacio. No
im port a cuánt o escribas, ni a qué velocidad, ni lo que escribas, siem pre que est és
escribiendo. El consej o que Cayce da sobre est a cuest ión es sim ilar al de la m ayoría de
los escrit ores profesionales. No evalúes lo que escribes, m ient ras lo est és escribiendo.
Reserva t us opiniones para m ás adelant e. De hecho, Cayce recom ienda no leer los
escrit os inspirados hast a t ranscurridos t reint a días. Lim ít at e a celebrar sesiones de
escrit ura. Las buenas sesiones son aquellas en las que se escribe con t oda libert ad, no
aquellas en las que se escribe bien.
Mient ras est és aprendiendo a escribir baj o los efect os de la inspiración, no debes
preocupart e dem asiado por encont rar un m ét odo de preparación ideal. Sólo
conseguirás que el em pezar t e result e m ás pesado. Ahora bien, una vez que t e
encuent res cóm odo, puedes experim ent ar diferent es m ét odos encam inados a
perfeccionar la preparación. En realidad, la escrit ura inspirada no es sino una ext ensión
de la m edit ación, así que los consej os de Cayce en relación con la preparación para la
m edit ación son aplicables t am bién en est e caso. Asim ism o, las art es creat ivas pueden
result ar út iles para el desarrollo de la sint onización o arm onización. He descubiert o que
escuchar m úsica, e incluso bailar al rit m o de la m úsica, son un buen procedim ient o
para lograr la arm onía necesaria para escribir baj o los efect os de la inspiración.
Escoge librem ent e t u inst rum ent o preferido para escribir. A algunas personas les
gust a la sensación que se experim ent a al m over un lápiz de grafit o blando sobre un
papel. Ot ros valoran el rit ualism o de la ut ilización de una plum a est ilográfica con t int a.
Las personas que em plean con frecuencia una m áquina de escribir o un procesador de
t ext os prefieren ut ilizar un t eclado.
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en la m edit ación. Una de las vent aj as de la escrit ura inspirada es que podem os
int erpret ar diversos papeles para de ese m odo obt ener respuest as del nuest ro yo
superior.
John Carey, que com part e las ideas de Cayce en relación con la canalización, dice
que prim ero has de im aginar qué experim ent arías si fueras Dios. Luego has de hacert e
una pregunt a, im aginar que Dios oye la pregunt a, y dart e perm iso para cont est ar esa
pregunt a com o Dios lo haría.
En el rit ual de la incubación de sueños descrit o en el Capít ulo Tres, el buscador
int erpret aba el papel de yo superior. Dicha int erpret ación result ó ser un inst rum ent o
m uy valioso para ver m ej or las cosas. Puedes ut ilizar est e m ism o guión com o base
para la escrit ura inspirada.
He aquí lo que has de hacer. I m agina prim ero que una persona es la
personificación de t u ideal m ás elevado. Puede ser una persona real que respet as
m ucho, una figura religiosa, una persona im aginaria, o alguien con quien t e has
encont rado en sueños.
En segundo lugar has de realizar un ej ercicio de m edit ación. Para sint onizar
im agina qué experim ent arías si fueras esa persona. A cont inuación em pieza a reflej ar
por escrit o esos sent im ient os. Ut iliza la escrit ura inspirada para expresar qué se sient e
al ser t u yo superior.
Ahora puedes pregunt ar cosas a esa persona. Ut iliza la escrit ura inspirada para
obt ener respuest as procedent es de t u yo superior.
Yo, por ej em plo, im agino que soy ese anciano sabio a quien ví en sueños. Percibo
su sencillez y su com pasión. I m agino lo que se debe de experim ent ar al ver las cosas
con t al profundidad. Em piezo a escribir y expreso m ás cosas de la conciencia de esa
persona. “ Veo con m í corazón y sient o con m is oj os. Toco con m is oídos y escucho con
m is m anos” .
Luego, siendo yo m ism o, form ulo una pregunt a: “ ¿Sería la m ej or form a de
explicar el concept o de la escrit ura inspirada?” .
Cam bio de m archa, y vuelvo a ser el anciano. “ ¿Qué t e ha parecido est a sesión de
escrit ura? ¿Qué experiencias has t enido al realizar est a act ividad? ¿Cóm o t e las has
arreglado? Habla con sencillez y desde el corazón. Relát ales t u propia experiencia” .
He aquí m i respuest a.
No t ienes que acept ar necesariam ent e la respuest a obt enida. De hecho, conviene
realizar pregunt as com plem ent arias. Tal vez, la respuest a obt enida sea dem asiado
sencilla, algo com o “ sé t ú m ism o” . Puedes indicar a t u yo superior que no es t an fácil.
Pídele un consej o m ás específico, dile que dé una respuest a m ás concret a. Lucha con
el ángel y t e bendecirá.
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La Palabra I nspirada y la Creat ividad
Una de las cosas que m ás valoro de la enseñanza de la escrit ura inspirada, en vivo
y en direct o, es ver las caras de las personas cuando el proceso em pieza a
desarrollarse. Disfrut o escuchando sus exclam aciones de sorpresa y sus expresiones
de grat it ud y de sat isfacción. Cuest a dej arse llevar y em pezar a escribir, cuando uno
no sabe lo que va a salir de ahí. Post eriorm ent e, al revisar el m at erial escrit o la gent e
descubre que la m it ad son cosas sin sent ido, pensam ient os viej os, o cosas que ya
sabían. Ahora bien, aquí y allá encuent ran aut ént icas gem as. Encuent ran expresiones y
frases que realm ent e son pensam ient os nuevos, o concept os at revidos o est im ulant es.
A veces canalizan palabras inspiradas de una gran belleza y sabiduría.
No sé cuánt as veces he oído a alguien decir: “ ¡Dios m ío! no sabía que est o est aba
dent ro de m í. No m e puedo creer que yo haya escrit o algo así” . Al no est ar disociados
de la experiencia, al est ar present es en el punt o donde nace la inspiración, perciben
efect ivam ent e cóm o viene de su int erior, de su arm onización, de su est ado de ánim o.
Pueden analizar lo que han experim ent ado al sint onizar con el ideal; y les es posible
reflexionar sobre cóm o han ido surgiendo las palabras a part ir de ese est ado de ánim o.
Pueden sent ir el am or, la paz, la t ranquilidad, o la alegría, de su ideal. Pueden sent irlo
en su cuerpo y en su m ent e, y sus escrit os reflej an el est ado de su conciencia. Es una
experiencia m aravillosa. La escrit ura inspirada puede ser una m aravillosa experiencia
de canalización.
La escrit ura inspirada est á al alcance de t odos nosot ros —incluso de aquellas
personas que piensan que no t ienen el don de la palabra—, si ponem os el énfasis en el
proceso de la sint onización con los sent im ient os, y no en est ar baj o los efect os de una
inspiración sagrada y sabia. Los que enseñan a escribir creat iva m ent e a personas que
no son cult as o son analfabet as, con frecuencia ut ilizan un m ét odo sim ilar al de la
escrit ura inspirada. Enseñan a est as personas a cent rarse en sus sent im ient os y las
anim an a j ugar con los sonidos de las palabras. Les dicen que sim plem ent e han de
dej ar que las palabras les vengan a la m ent e, en el orden que sea, y luego crear
cadenas de palabras. Est as producen una gran sorpresa en sus aut ores, los cuales se
m aravillan de lo bien que han expresado sus sent im ient os.
Tales experiencias ponen de m anifiest o lo que según Cayce t iene m ás valor y
fuerza dent ro de la palabra, su capacidad para concienciam os. Las palabras hacen que
nuest ra percepción t om e conciencia de su exist encia. A est e respect o, Cayce con
frecuencia nos recuerda las afirm aciones bíblicas relacionadas con el poder creat ivo de
las palabras de Dios: Al principio, est aba el Verbo. Est a idea est á t am bién present e en
las ant iguas cult uras m exicanas, pensaban que el ser hum ano finit o sólo t enía
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posibilidad de t ocar lo infinit o a t ravés de lo que llam aban “ corazones y flores” . Con
ello se referían a las palabras que expresan sent im ient os, a las palabras inspiradas.
Las palabras especiales perm it en la t ransm isión desde la fuent e hast a el público. Al
sint onizar con la fuent e, al perm it ir que esa fuent e guíe las palabras, das al público la
posibilidad de reflej ar esa fuent e.
Yo sient o un profundo respet o por la escrit ura inspirada y t am bién por la palabra.
Cuando voy a dar una conferencia, lo prim ero que hago es preparar unas not as para
sint onizar con el cont enido de la m ism a. Luego m edit o ant es de hablar, para sint onizar
con el espírit u que deseo que prevalezca en m i charla. Cuando em piezo la conferencia,
m e veo a m i m ism o im provisando, diciendo cosas que no había planeado decir. Con
frecuencia m e veo de pie j unt o a m í, escuchando lo que digo, recogiendo nuevas ideas.
Posiblem ent e alguien vendrá después a darm e las gracias porque m i conferencia ha
sat isfecho ciert a necesidad personal. Ahora bien, eso habrá sucedido cuando yo
hablaba baj o los efect os de la inspiración, no cuando solt aba lo que había t raído
preparado. Cayce explicaría ese fenóm eno recordándom e que m i m ent e subconscient e
est á en cont act o con las m ent es subconscient es del público. Al ser m i ideal la
sat isfacción de las necesidades de la gent e que m e escucha, m is observaciones
espont áneas no son t elepát icas porque sí, sino que est án siendo guiadas por el ideal
fij ado en la m ent e superconscient e, que dom ina en esos m om ent os
Para escribir o hablar baj o los efect os de la inspiración, debo dej ar a un lado m is
deseos de realizar algo grandioso, y sim plem ent e disfrut ar con el proceso en cuest ión.
El disfrut e y la alegría con frecuencia perm it en que llegue la inspiración. No dej es que
la seriedad del fin que pret endes im ponga un est ilo serio. La alegría const it uye ot ro
nexo ent re la escrit ura inspirada y la creat ividad. Juega, déj at e llevar por lo divert ido
del proceso, es un fact or im port ant e t ant o para la inspiración com o para la creat ividad.
Com o form a de canalización, la escrit ura inspirada nos enseña lo que Cayce quiso
que aprendiéram os. No es necesario ent rar en un t rance profundo ni ser un m édium
para experim ent ar la canalización de algo que se m ueve profundam ent e para uno
m ism o y para los dem ás. Cayce quería que desarrolláram os lo m ás posible nuest ra
capacidad de canalización m ient ras est ábam os conscient es. Cuant o m ej or acept em os
nuest ra condición de canales est ando despiert os, m ás cuent a nos darem os de una
verdad sim ple y, sin em bargo, profunda. Ser nosot ros m ism os, ser quiénes realm ent e
som os es un m edio ideal y perfect am ent e válido de canalizar nuest ro yo superior.
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CAPI TULO SI ETE
“ La elevación de las em ociones para influir creat ivam ent e en los asunt os de
los individuos, ya sea en el cant o, en la danza, en el art e, o en la m úsica,
han sido los canales por los cuales la ent idad ha dado expresión a las
em ociones del cuerpo, y las em ociones del alm a. Cuando ést as son de
nat uraleza const ruct iva, no exist e canal m ás grande abiert o a las
m anifest aciones m at eriales de las verdades espirit uales; sin em bargo
ningún canal puede rebaj arse m ás que ést e con la sat isfacción inm oderada
de los deseos” .
—Edga r Ca yce , 8 7 1 - 1
Me gust a j ugar con el barro. Hoy en día t rabaj o en el j ardín, pero cuando era niño
creaba paisaj es urbanos en m iniat ura. Const ruía con rocas y palos pequeñas viviendas
rodeadas de colinas y de valles m odelados con barro. Miraba al suelo colocándom e
m uy cerca del m ism o, e im aginaba que era m uy pequeño y que cam inaba por t odos
los lugares que había creado. Eran unos m om ent os m ágicos.
Sin em bargo, la m agia de la creat ividad desaparece fácilm ent e. En m i caso,
desapareció cuando vi las carret eras y las ciudades de barro que hacía el hij o de m i
vecino, y com paré sus habilidosas creaciones con m is t oscas const rucciones. Esa
m irada, ese único act o de com paración, bast ó para que la creat ividad dej ara de ser un
proceso de expresión de la propia personalidad pasando a ser un concurso que
buscaba el reconocim ient o y la aprobación. Las experiencias que t uve en la escuela no
hicieron sino confirm ar est a noción errónea.
Al cabo de m uchos años, t uve un breve sueño m ient ras dorm ía la siest a: Un
ant iguo am igo de la facult ad m e dij o: “ Has echado a perder t u creat ividad al
com parart e con los dem ás” . Est a persona había llegado a ser un art ist a ganador de
m uchos cuyas obras figuraban en colecciones en num erosos lugares del m undo.
Cuando est aba en la facult ad m e daba envidia su creat ividad, que se m anifest aba en
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t odo aquello que em prendía. El fue t am bién quien m e inició en el t em a de los sueños,
en la base espirit ual de las art es, y en la obra de Edgar Cayce. Est e sueño m e hizo
reflexionar m ucho sobre m i act it ud ant e la creat ividad. Y em prendí un largo viaj e para
reclam ar aquello que m e correspondía por nacim ient o.
Desde ent onces he aprendido que no era yo el único que ent endía así la
creat ividad. La m ayoría de las personas evalúan su creat ividad com parándose con
personas que han t rabaj ado m ucho para desarrollar sus apt it udes. Luego concluyen
que, com parados con ellos, no son m uy creat ivos. Muchos de nosot ros t endem os a
pensar que la creat ividad es la capacidad para fabricar un product o elogiable o
com ercializable, no un proceso de expresión de la propia personalidad.
Las ideas que Cayce t iene sobre la creat ividad y las art es nos enseñan cosas m uy
im port ant es en relación con la canalización. Aunque en la act ualidad posiblem ent e se
piense que el ent rar en t rance sea lo m im port ant e de la canalización, según Cayce,
son las art es las que hacen posible la canalización de la m áxim a expresión de las
verdades espirit uales. Así pues, la creat ividad inherent e a la persona es una form a
m uy poderosa y divert ida al m ism o t iem po de explorar y desarrollar nuest ra capacidad
de canalización del yo superior.
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¿Cóm o aprende una plant a a ser un canal de creat ividad t an m aravilloso? La
plant a est á sencillam ent e siendo ella m ism a, est á expresando su nat uraleza. No t iene
que aprender a crecer, ni a t rabaj ar con la luz del sol. Lo hace de form a nat ural, y, sin
em bargo, no dej a por ello de ser un canal de creat ividad.
¿Est am os nosot ros, en t ant o en cuant o seres hum anos, m enos dot ados que las
plant as? ¿Acaso hem os recibido m enos dones que las plant as y los anim ales? ¿Es
posible que seam os m enos creat ivos que est as criat uras, m enos capaces de crear
nuest ro m edio de vida, de expresar la belleza de nuest ra nat uraleza?
Recuerda las ideas de Cayce sobre la creación, lo que analizam os en el Capít ulo
Cuart o. Dios es el Creador Suprem o. Nosot ros, com o alm as, som os reproducciones en
m iniat ura de Dios. Al igual que sucede con la propia creat ividad de Dios, nosot ros
canalizam os la energía m odelándola con la m ent e para crear nuest ra form a m at erial.
El m odelo de nuest ros pensam ient os gobierna nuest ras acciones y nuest ras
experiencias vit ales. Som os canales de energía creat iva. El ret o est á en que acept em os
ese don y desarrollem os su expresión.
¿Qué equivocación podem os com et er? Bueno, nos result a fácil cent rarnos en el
product o final. ¿Nos report a dinero o alabanzas? Con frecuencia nos int eresan sobre
t odo las recom pensas m at eriales. Es m enos frecuent e que nos cent rem os en el espírit u
con el que hacem os algo. Piensa nuevam ent e en las plant as. ¿Cuál es el est ado de
ánim o de la plant a que florece? ¿Acaso hay plant as que m iran por encim a del hom bro
a ot ras plant as, y se pregunt an por qué no son t an buenas? No, por supuest o que no.
Y, sin em bargo, los seres hum anos t endem os a m irar los product os de los dem ás, y a
hacer com paraciones. Cuando nos com param os con los dem ás, nos engañam os a
nosot ros m ism os, y perdem os de vist a nuest ra propia creat ividad.
La creat ividad florece con la aut oest im a y la confianza en uno m ism o. Exige que
t engam os deseos de expresarnos. George Winst on, com posit or y pianist a de la Nueva
Era, observa: “ El art e es la form a que t enem os de m anifest ar nuest ro espírit u en el
m undo m at erial” . Cuando el ideal de la expresión de nuest ro yo sea expresar el
espírit u, t al com o se nos aparece a cada uno de nosot ros, ya a t ravés del art e o en
nuest ra vida cot idiana, habrem os alcanzado el verdadero obj et ivo y la aut ént ica
esencia de la creat ividad y de la canalización. Diego Rivera, el fam oso aut or de
m urales, de nacionalidad m exicana, dij o una vez: “ Un art ist a es por encim a de t odo un
ser hum ano, profundam ent e hum ano... Si el art ist a no puede sent ir t odo aquello que
sient e la hum anidad, si el art ist a no es capaz de am ar hast a olvidarse de sí m ism o, no
es un gran art ist a. Los grandes art ist as am an al prój im o, t rabaj an para ayudar en la
m edida de lo posible a que exist a una arm onía ent re los hom bres y la t ierra, y ent re
t odos los hom bres” .
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El Tem plo Herm oso
Cayce nos present a en sus lect uras psíquicas algunos relat os fascinant es, sit uados
en el Egipt o del 10.500 A,J., m uy im port ant es para com prender su idea sobre las
art es, en t ant o en cuant o reflej an la m isión general de canalizar la creat ividad. Est as
lect uras versan sobre el Tem plo Herm oso y el Tem plo del Sacrificio. Est os t em plos
vendrían a ser hoy en día com o una com binación de hospit al, iglesia, escuela y t eat ro.
La finalidad de t ales t em plos era purificar a las personas de sus enferm edades o
iniciarlas en los m ist erios elevando sus conciencias por m edio de las art es. La
cont inuidad de las t radiciones cult urales dependía de la labor realizada en t ales
t em plos, porque allí aprendían los individuos a em plear sus dones al servicio de los
dem ás, ej erciendo un cont rol sobre las propias fuerzas creat ivas. En esa época las
art es eran ut ilizadas act ivam ent e com o procedim ient o holíst ico de educación y de
t ransform ación.
En el Tem plo Herm oso se realizaban una serie de ej ercicios especiales para la
preparación del cuerpo físico que em pezaban por unas práct icas de m edit ación y un
baño. Después, un art ist a en la ut ilización de arom as elaboraba una m ezcla única de
aceit es perfum ados que producía una elevación de la conciencia. Cayce dice que el olor
es de t odos los efect os sensoriales el que m ás influye en el cuerpo. A cont inuación un
art ist a expert o en la ut ilización del color y el diseño vest ía al individuo con una ropa y
unos adornos que hacían percibir la sant idad de su cuerpo.
El diseño arquit ect ónico del t em plo evocaba la conciencia del espírit u. Adem ás,
unos int eriorist as habían diseñado el m obiliario, con un colorido y unas
represent aciones sim bólicas que le hacían a uno sent irse en el m ism ísim o cielo. Más
que para elevar el est ado de ánim o, el int erior había sido diseñado para enseñar a las
em ociones y a los sent idos cóm o los m odelos del espírit u t ienen su m anifest ación en
las form as de la Tierra.
Cuando un iniciado ent raba en el t em plo, los m úsicos em pezaban a crear
vibraciones sonoras para influir en su cuerpo y en su conciencia. Est os m úsicos eran
t erapeut as capaces de sint onizar con una personalidad e im provisar m úsica para poner
de m anifiest o los m odelos em ocionales pert urbadores exist ent es en dicha
personalidad, purgarlos, y post eriorm ent e em pezar a elevar la conciencia de la
persona. Ot ros art ist as proyect aban sobre el iniciado luces de colores que t am bién
operan sobre las vibraciones em ocionales. Había, adem ás, ot ros t erapeut as que
guiaban a la persona m ient ras realizaba m ovim ient os corporales, bailes, e int erpret aba
cánt icos y canciones para fundirse y llegar a form ar una unidad con la m úsica.
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Cayce dice en est as lect uras que los cánt icos y bailes con la m úsica adecuada
pueden hacer que el suj et o cam bie el concept o que t iene sobre su propio cuerpo en el
m undo m at erial, llegando a ser conscient e de que t odo se com pone de vibraciones. El
cuerpo aparece lleno de luz y de color. En la experiencia que acabam os de m encionar,
el individuo era iniciado en el m ist erio de la creación. De ese m odo la persona aprendía
que la energía es la realidad básica, y t am bién aprendía a darle form a de acuerdo con
las m anifest aciones deseadas.
La descripción de Cayce casi suena a ciencia ficción. Sin em bargo, Cayce afirm a
que para revelar las verdades espirit uales no hay m ét odo m ás eficaz que las art es.
Puede que de form a int uit iva percibas cuán aut ént ica es esa idea. Si es así, sabrás
apreciar hast a qué punt o es efect ivo el t rabaj o en com ún de una serie de art ist as de
diferent es m edios de expresión que operan en los diferent es niveles del ser de la
persona.
Cuando hoy en día se ut ilizan las art es con fines t erapéut icos, el grado de
int egración no es el m ism o que el exist ent e en la descripción que Cayce nos hace del
Tem plo Herm oso. No obst ant e, se valoran en ciert a m edida los efect os curat ivos de
diversas m odalidades art íst icas individuales y se han realizado ciert as invest igaciones
que lo j ust ifican. Así, por ej em plo, Janet Lapp, psicóloga de la Universidad Est at al de
California, ha dem ost rado que escuchar m úsica alivia las j aquecas. Y Gary Schwart z,
psicólogo de la Universidad de Yale, ha dem ost rado que el arom a de las m anzanas
condim ent adas puede baj ar la t ensión sanguínea, y el de los m elocot ones m it igar el
dolor.
Est á claro que el art e puede afect ar a nuest ra conciencia. Puede inspirarnos,
evocar em ociones, o crear em ociones elevadas. Cayce sugiere que cult ivem os nuest ra
sensibilidad art íst ica y que t am bién dediquem os un t iem po a aprender a t om ar part e
act iva en el proceso de la creación art íst ica. Una vez hayam os est ablecido una relación
ent re la creat ividad y nuest ros ideales, podrem os ut ilizar am bos m ét odos, apreciación
y part icipación, para m ej orar nuest ra capacidad de canalización del yo superior.
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Sin em bargo, no es ciert o que para ser creat ivo haya que est ar un poco loco. Los
t rast ornos m ent ales dificult an el proceso de creación; no lo com plem ent an. El individuo
que haya aprendido a t rabaj ar de form a const ruct iva con las fuerzas creat ivas será un
art ist a superior a aquel que est é a m erced de t ales fuerzas.
La t ensión exist ent e ent re la creat ividad profunda y la locura nos enseña algo m ás
en relación con la canalización. Cayce nos dice que aunque las art es son el canal m ás
im port ant e para la capt ación de las verdades espirit uales, son t am bién el canal que
desat a las influencias m ás dest ruct ivas. Todo aquello que t iene poder para elevar
nuest ra conciencia, t iene t am bién poder para dest ruirla. Aquí t enem os ot ro ej em plo de
la buena not icia/ m ala not icia que nos t rae la m ent e subconscient e.
Según Cayce, ello dependerá de lo que las art es lleguen a provocar en los que
part icipan en el proceso de creación y de lo que evoquen en los que se ven expuest os
a las m ism as. Ciert os t ipos de m úsica pueden elevar nuest ras em ociones a niveles
sublim es, haciendo que accedam os al t erreno de la m ent e superconscient e. Cuando al
oír el Aleluya del “ Mesías” de Haendel se nos pone la carne de gallina, vem os hast a
qué punt o nos llega a conm over la m úsica. No obst ant e, ot ros t ipos de m úsica
despiert an nuest ra ira y ot ras pasiones. Sin pensar, nos ponem os a m over el pie al
rit m o de la m úsica, y sin pensar t am bién nos vam os a la guerra al rit m o de una
m archa pat riót ica. Hoy en día est am os m uy sensibilizados ant e la m úsica y hem os sido
t est igos de m uchos debat es a nivel nacional sobre si es prudent e o no escuchar ciert os
t ipos de m úsica.
Si Cayce est uviera vivo hoy en día, est oy seguro de que algunas de sus lect uras
psíquicas harían referencia al cine y a la t elevisión. No hay duda de que com ent aría la
cont roversia que suscit a el sexo y la violencia. En cuant o a los efect os que producen
est as dos influencias en el sist em a horm onal ( que analizam os cuando explicam os las
ideas de Cayce sobre la m edit ación y el Libro de la Revelación) , Cayce dice que la
apert ura del canal cuando las suprarrenales han sido excesivam ent e est im uladas,
com o sucede cuando el suj et o t iene m iedo o est á enfadado, ent raña un m ayor riesgo
para el individuo que en aquellos casos en que un cent ro sexual ha sido est im ulado en
exceso. Aunque corram os el riesgo, al part icipar en algún proceso creat ivo y art íst ico,
de est ar dom inados por nuest ros apet it os sexuales, sería m ucho m ás peligroso que
est im uláram os nuest ros m iedos y nuest ras iras. Sem ej ant e est im ulación causa
m ayores t rast ornos m ent ales y obsesiones angust iosas que la est im ulación sexual.
En un experim ent o m uy int eresant e relacionado con la influencia de la cinem át ica
sobre las personas, el psicólogo de Harvard David McClelland est udió los efect os que
dos películas produj eron en el sist em a inm une de los espect adores. El hecho de ver
una película sobre las at rocidades com et idas en un cam po de concent ración nazi
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debilit aba el sist em a inm une de los espect adores, haciendo que fueran m ás
vulnerables ant e las enferm edades. En cam bio, el ver una película sobre las obras de
beneficencia de Teresa de Calcut a reforzaba su inm unidad ant e las enferm edades. Los
ideales que aparecen expresados en las películas afect an a nuest ro cuerpo de un m odo
sut il pero profundo al m ism o t iem po.
En el art e, al igual que en t odos los t ipos de expresión, Cayce quería que
t uviéram os en cuent a nuest ros ideales. Por lo que se refiere a la influencia de las art es
creat ivas, su preocupación no se lim it a al hecho de escoger un valor por encim a de
ot ro. Cuando nos abrim os al canal de la influencia creat iva, los ideales act úan com o
anda de salvación.
El ant iguo poet a griego Hom ero valoraba los efect os est abilizadores de los ideales,
que nos ayudan a perm anecer abiert os a la inspiración de los dioses, sin exponernos a
sus peligros. En la Odisea, el héroe em prende el fam oso viaj e y pasa j unt o a la isla de
las Sirenas, unas fascinant es m uj eres cuyo cant o at raía a innum erables m arineros y
los conducía a la m uert e en los bancos de arena. Odiseo t enía m uchas ganas de oír su
m úsica, pero no podía poner en peligro su barco ni a sus hom bres. Por indicación de
una am able diosa, t apó los oídos de sus hom bres con cera para que no pudieran oír la
m úsica. Ordenó a sus hom bres que lo at aran al m ást il y que, si les pedía que lo
liberaran, por el cont rario lo at aran m ás fuert e. Cuando el barco pasó la isla, Odiseo
pudo apreciar el poder de las Sirenas. Sus dulces voces ent onaban canciones que le
ofrecían t odos los conocim ient os y el saber profét ico. Era t an t ent ador que sint ió un
vivo deseo de t irarse al agua y nadar hast a la orilla. El hecho de est ar at ado al m ást il
le salvó de la dest rucción. Afort unadam ent e, consiguió beneficiarse de lo posit ivo del
cant o de las Sirenas sin t ener que pagar con su vida por ello.
Vem os que exist e un paralelism o ent re la at revida est rat egia de Odiseo y las ideas
de Cayce sobre los ideales. Podem os int erpret ar que los m arineros son los aspect os
inferiores de la personalidad o los caballos de t iro de la m ent e subconscient e. Cuando
nos abrim os a un canal poderoso —com o son las energías creat ivas— es im port ant e
que no dej em os que los aspect os inferiores de la personalidad sean t ocados por t ales
energías, o int eract úen con ellas. Para que el propio Odiseo —que puede evocar en
nosot ros los aspect os m ás elevados de la personalidad, la m ent e superconscient e, o el
yo superior— no result e dañado, ha de at arse a un ideal. El m ást il del barco const it uye
la firm e base del ideal, funcionando com o punt o cent ral del apalancam ient o a t ravés
del cual el poder de los vient os y la llam ada de los espírit us hacen fuerza. Su fuerza
queda canalizada por el m ást il para conducir el barco.
Del m ism o m odo que Odiseo sólo puede ent regar su conciencia a los espírit us
cuando se ha at ado firm em ent e al m ást il, nosot ros, para poder seguir la fórm ula:
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“ Am a y haz lo que quieras, sin correr peligro, prim ero hem os de est ar seguros de que
est am os firm em ent e anclados en el am or.
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La m úsica de la Nueva Era, que rápidam ent e est á alcanzando una gran
popularidad, ha sido com puest a para t al fin, si bien no es la prim era vez que la m úsica
pret ende alcanzar est e obj et ivo. Muchos com posit ores clásicos han est ado t am bién
int eresados en influir en la conciencia de los oyent es. Tal com o Helen Bonny y Louis
Savary dem uest ran en su obra Music and Your Mihd ( La Música y la Ment e) , escuchar
m úsica es una vía nat ural para producir una alt eración de la conciencia. Pienso que
escuchar m úsica, unido a la relaj ación, es un sist em a m aravilloso para abrir el canal
por el cual han de discurrir la inspiración y las visiones.
Est a función de la m úsica const it uye ot ra vía por la cual el art e puede sernos de
una gran ut ilidad para desarrollar nuest ra capacidad de canalización. La form ulación de
nuest ros ideales exclusivam ent e en palabras podría ser una est rella dem asiado
abst ract a para guiarnos por ella. El encont rar art es que expresen los sent im ient os
unidos a nuest ro ideal podrá ayudarnos a sint onizar. El art e puede ser ut ilizado com o
el m ást il de Odiseo. Mient ras int erpret am os una m úsica herm osa en la que confiam os,
podem os dar rienda suelt a a nuest ra im aginación, pues sabem os que est á siendo
guiada por algo que t iene un valor. Podem os m edit ar sobre una obra de art e, y luego
dej ar vagar nuest ra m ent e, sabiendo que est am os siendo guiados por nuest ro ideal.
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t eniendo en cuent a su poder curat ivo —, nos servirá para est ar m ás en cont act o con la
nat uraleza.
Es im port ant e que t engam os present e que la nat uraleza est á en t odas part es.
Aunque es m aravilloso poder alej arse de la ciudad y penet rar en t errit orios salvaj es, no
creas que sólo eso es nat uraleza. Todos los aspect os de la nat uraleza, en t ant o en
cuant o es nuest ra m aest ra, reflej an alguna facet a del alm a hum ana. Se puede
aprender cosas sobre la canalización al exam inar cualquier aspect o de la nat uraleza y
reflexionar sobre él.
Así, por ej em plo, una hierba que crece en una griet a del pavim ent o de cem ent o
m e indica el poder y la persist encia de la nat uraleza. La hierba m e recuerda que aun
cuando ( norm alm ent e) no podré rehuir la necesidad de est ruct urar m i vida, no
obst ant e cont inúa exist iendo en m í un inst int o nat ural que m e lleva a desear una vida
m ás espont ánea. Al igual que sucede con la hierba, a veces m i creat ividad se abrirá
paso, surgirá en m edio de m is act ividades est ruct uradas. Son t ant as las presiones que
soport am os en est os t iem pos, y hem os llegado a est ar t an rodeados de est ruct uras,
que nos parece que no hay t iem po ni espacio para ser creat ivos. La hierba nos indica
algo m uy dist int o. Todos los días de nuest ra vida se nos present an oport unidades para
desarrollar nuest ra creat ividad.
Veo un ave que vuela en el aire. Me uno a ella con la im aginación y vuelo yo
t am bién. ¿Qué m e enseña est a ave sobre la canalización de la creat ividad? Mient ras
planeo con el ave sobre las corrient es de aire, m e doy cuent a de que dej arse llevar por
un sent im ient o, ent regarse a una act ividad y deslizarse con su energía form an t am bién
part e del proceso de canalización.
Por últ im o, veo una horm iguit a que lleva una m iga de pan cuat ro veces m ás
grande que el cit ado insect o. Me doy cuent a de que la canalización de la creat ividad no
es sim plem ent e una cuest ión de inspiración, sino t am bién de respiración. Com prendo
que la persist encia —las ganas de realizar un prolongado esfuerzo— es con frecuencia
necesaria para m anifest ar unos obj et ivos que parecen sobrepasar en m ucho m i propia
capacidad.
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t rozo de papel. ¿Recuerdas haber j ugado con ese art ilugio de fabricación casera
durant e t u niñez?
Hem os de recordarnos a nosot ros m ism os, en base a nuest ra experiencia, cuán
inspirador result a hacer m úsica. Sent im os una gran t im idez ant e est a form a de
expresión, pero lo ciert o es que hacer m úsica es un sist em a m uy sencillo para
recuperar algunos canales de expresión creat iva que hem os dej ado de ut ilizar.
Un m aravilloso ej ercicio de canalización es sim plem ent e cant ar en la ducha o
m ient ras nos dirigim os en coche al t rabaj o. Puedes cant ar las m elodías que suenan en
la radio. Mej or aún, puedes com poner t us propias m elodías y de ese m odo expresar
t us sent im ient os. Cayce sugiere que ut ilicem os sencillam ent e palabras sin sent ido
com o “ la de la” para cant ar. ¡Déj at e llevar! Jugar con los sonidos, si lo enfocas en plan
lúdico, es una form a m aravillosa de volver a vivir la inocencia de la infancia.
La exploración de los sonidos que puedes producir con t u voz t iene ot ra dim ensión
im port ant e. Cayce dice que nuest ra voz es la vibración m ás elevada que podem os
producir con el cuerpo físico. No sorprende que de t oda la m úsica religiosa sean las
com posiciones corales las m ás inspiradoras. ¿Qué sonido se parece m ás a t u ideal?
¡Vam os a escucharlo! Más fuert e, y con m ás sent im ient o, no t e cont engas.
Cayce t am bién sugiere que em it am os sonidos com o Ohn ( Ahh. Ohh... Mm m ) para
experim ent ar, por una part e, cóm o afect an las vibraciones a nuest ro cuerpo y, por
ot ra, el efect o producido en nuest ra sit uación m ent al. Has de producir sonidos de
diversas form as, con diferent es t onos, hast a conseguir que t odo t u cuerpo resuene con
t us sent im ient os. Cuando est és dispuest o a dej ar a un lado la t im idez, podrás canalizar
con t u voz un núm ero sorprendent e de expresiones procedent es del yo superior. Te
aguarda una experiencia asom brosa.
Cayce t am bién sugiere, en un plano m ás m undano, que t arareem os para nosot ros
m ism os, incluso que lo hagam os en silencio. Ninguno de est os ej ercicios sonoros van
dirigidos a un público, son para el propio suj et o. Del m ism o m odo que los enanit os de
Blancanieves sugerían: “ Silba m ient ras t rabaj as,” Cayce sugiere que com plem ent em os
nuest ras labores y act ividades cot idianas con un cant ar silencioso que nos haga t om ar
conciencia de las fuerzas invisibles que est án a nuest ra disposición para ayudarnos y
guiam os durant e el día. Adem ás, cant ar prepara t u est ado de ánim o y t e ayuda en el
t rabaj o.
Ese cant ar silencioso puede ser t am bién una form a de oración, una fuent e de
consuelo, o una expresión de am or. Si lo pract icas bast ant e, pront o descubrirás que
est ás canalizando m elodías que no habías escuchado ant eriorm ent e. Est os ej ercicios
práct icos sirven m uy bien para cult ivar los deseos de expresar im provisada y
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espont áneam ent e t u propia personalidad. Puede que descubras que incluso t e est ás
convirt iendo en un canal de creat ividad para el t rabaj o que t ienes ent re m anos.
Cuando est ás solo, el baile const it uye un canal de expresión adicional. Uno de los
m ét odos ut ilizados en el Tem plo Herm oso para t ransform ar las em ociones era bailar al
son de la m úsica. Al sacar fuera nuest ros m alos hum ores m ediant e del baile, podem os
ent erarnos de cuáles son nuest ros valores, de lo que podríam os est ar anhelando, o
echando de m enos en nuest ra vida act ual. Por ot ra part e, vist o desde el lado posit ivo,
el invent ar un baile para expresar los sent im ient os del yo superior puede ser una
experiencia sum am ent e enriquecedora, pues de ese m odo cont ribuim os a que ese
est ado de conciencia se encarne en nuest ro cuerpo físico.
En los sem inarios de t rabaj o, con frecuencia invit o a los asist ent es a que evoquen
im ágenes que vieron en sueños, en relación con áreas problem át icas o con est ados
m ent ales de una gran elevación, y pidan a est os sím bolos que revelen su canción y su
baile” . Al dej ar que una im agen de un sueño se exprese con sonidos y m ovim ient os,
em pezarem os a canalizar la energía de dicho sím bolo, así com o cualquier m ensaj e que
t ransm it a. Est e enfoque recuerda en ciert a m edida el de los am ericanos nat ivos, y el
de ot ros pueblos indígenas. Es asim ism o ot ra m odalidad ant igua de canalización.
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apt it udes?” Piensa en las im ágenes y sím bolos que m ej or represent an las respuest as a
esas pregunt as.
Tus sueños const it uyen una m aravillosa fuent e de sím bolos para t u sello de la
vida. Analiza t us sueños y busca en ellos im ágenes concret as que sean especialm ent e
significat ivas para t i.
Busca t am bién im ágenes relacionadas con las pregunt as m encionadas
ant eriorm ent e, com o podrían ser los sím bolos del yo superior, im ágenes relacionadas
con t u ideal, o sím bolos que represent an dones o cualidades especiales que adm iras.
El paso siguient e es disponer esos sím bolos de alguna form a. El colocarlos dent ro
de una circunferencia sugiere que t odas esas im ágenes son aspect os de un t odo. Se
pueden ut ilizar ot ros form at os: un óvalo, un cuadrado o un rect ángulo, e incluso una
cruz, u ot ras form as. Cuando se colocan los sím bolos dent ro de la figura elegida, las
posiciones superior/ inferior, izquierda/ derecha, y cent ro pueden t ener un significado
per se. Así, por ej em plo, se puede pensar que el alm a es com o un viaj e, una
evolución. La izquierda podría indicar el lugar de donde venim os y lo que llevam os con
nosot ros, la derecha el lugar adonde nos dirigim os, y el cent ro el obj et ivo cent ral de
est a vida. En la zona superior pueden est ar cont enidos los ideales, los valores y la
sabiduría que nos guía, y en la zona inferior la energía pura y ot ros recursos nat urales
que es necesario desarrollar, o nuest ros principios fundam ent ales. Has de em plear la
disposición que t enga m ás sent ido para t i, que t e parezca m ej or. Mueve los sím bolos
hast a que encuent res la disposición que m ás t e sat isfaga.
Lo m ás im port ant e del sello de la vida ( Figura 13) , es el efect o que t iene en t í, no
en los dem ás. Su finalidad no es im presionar a los dem ás, sino est im ulart e a t i. Su
obj et ivo es evocar en la persona que lo fabricó el sent ido de un fin superior, de una
conciencia superior. Hacer que t e acuerdes de t u yo superior durant e el día. Es com o
un anuncio para t u vida espirit ual. Usado conj unt am ent e con la m úsica que evoca t u
ideal, puede ser una m aravillosa ayuda para sint onizar, sirve com o preparación para
canalizar a t ravés de la escrit ura inspirada o de ot ros m ét odos. El sello de la vida
puede evolucionar. Sigue t rabaj ando en ello con t oda libert ad, puedes cam biarlo, o
incluso confeccionar uno t ot alm ent e diferent e. Conform e se vaya desarrollando t u
percepción del yo superior, habrás de perm it ir que el sello de la vida reflej e ese
aum ent o de la conciencia.
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Sello de la Vida hecho con Sím bolos Oníricos
Janet h Sm it h
Figur a 1 3
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y en la opinión que podrían t ener los dem ás sobre el m ism o, bloquea la creat ividad. La
creat ividad florece cuando uno pierde la t im idez al est ar absort o en el t rabaj o en sí.
Cayce aconsej a lo m ism o para aprender a desarrollar la capacidad de canalización. Que
ést a no sea el result ado de t us deseos de ganart e la adm iración de los dem ás, que
surj a del am or por el proceso de la expresión de t us ideales.
Aprendí la m ism a lección al t rat ar de pint ar con acuarelas. Pint ar acuarelas bonit as
m e result aba difícil. Cuando int ent aba reflej ar lo que t enía en la m ent e, solía t erm inar
por t ener ant e m í una especie de charco de barro. Un día dej é a un lado m is exigencias
y expect at ivas, y m e dispuse a aprender a int eract uar con m is propios m at eriales,
descubriendo cóm o ext ender la pint ura sobre la superficie at erciopelada del papel y
cóm o j ugar con los diferent es colores, las acuarelas se convirt ieron en m i socio para la
creación de efect os sorprendent es. Adem ás, t al com o explico en Get t ing Help From
Your Dream s, m is sueños part iciparon t am bién en el j uego, revelando sist em as no
esperados m ediant e los cuales podía int eract uar con las acuarelas, y que conducirían a
una cooperación m ás creat iva y a unas experiencias t odavía m ás sat isfact orias. En
m enos de un año logré pint ar unas herm osas acuarelas, con un est ilo personal y único.
No t enía necesidad ni deseos de com pararm e con los dem ás.
Para pract icar un art e creat ivo hay que sint onizar con los m at eriales que se
m anej an, llegar a form ar una unidad con la pint ura, con los sonidos, y con la
nat uraleza. Cuando nos perm it im os im provisar, t ant o si hacem os garabat os sin ningún
obj et ivo com o si t araream os las m elodías que se nos ocurren, abrim os un canal de
creat ividad. Para ser creat ivo, hay que dej ar a un lado las expect at ivas que uno t iene,
salirse de la senda habit ual, y perm it ir que la act ividad se desarrolle. La creat ividad va
unida a la acción, no llega cuando uno se queda sent ado esperando a que venga la
inspiración.
La palabra inspiración t iene que ver con la int eligencia, adem ás de con la
creat ividad. Cayce afirm a que la habilidad psíquica y la creat iva son esencialm ent e lo
m ism o. Am bas deben su exist encia a la nat uraleza de la percepción superconscient e
del alm a y a su act ividad inherent e. Cuando sint onizam os con los ideales de nuest ro yo
superior, abrim os un canal no sólo para los conocim ient os y la sabiduría, sino t am bién
para la inspiración y la creat ividad.
Para t om ar conciencia de nuest ra capacidad de canalización, es m uy im port ant e
que adopt em os un t alant e creat ivo, reconociendo nuest ro derecho a la expresión única
de nuest ra personalidad. Act uar baj o los efect os de la inspiración no requiere un m ayor
esfuerzo por nuest ra part e que act uar de form a inusual. Am bos t ipos de act uación
pueden ser espont áneos. No obst ant e, cuando uno act úa de form a inusual, no necesit a
ser conscient e de ello, y, en cam bio, cuando uno act úa baj o los efect os de la
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inspiración sí ha de serlo. Te perm it es ser com o eres, haces lo que t e dice t u alm a. El
hecho de ser conscient e posibilit a la elección, en cam bio los hábit os la excluyen y nos
hacen esclavos de nuest ra rut ina. Un ingredient e esencial de la creat ividad es
apart arse de la rut ina.
Para ser creat ivos, no im port a que no t engam os m ucho t iem po, lo im port ant e es
que est em os conscient em ent e abiert os a la posibilidad de serlo. Todo aquello que
hacem os durant e el día, puede hacerse con diversas act it udes. Por m uy insignificant e
que sea la t area has de dedicarle cariño y at ención. ¿Quién sabe qué pasaría si
t ararearas alguna m elodía m ient ras t e ocupas de esa t area? El t rabaj o puede
convert irse en un j uego. La palabra, recreo, significa descanso y renovación, j uego y
creación. Aunque el j uego creat ivo represent a un desafío pera nosot ros cuando nos
t om am os dem asiado en serio la calidad de nuest ra act uación, es algo m uy valioso
porque nos enseña la alegría que produce ser un canal de expresión, un canal que
puede expresar com o ningún ot ro la presencia viva, percibida, del yo superior.
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CAPI TULO OCHO
El Canal de la I m aginación
y las Visiones
“ Pues t odo aquel que t iene una gran im aginación, por supuest o, es
int uit ivo; aunque con frecuencia los dem ás hablen sólo de im aginación,
cuando se t rat a de las influencias que act úan sobre las fuerzas m uy act ivas
de la ent idad individual” .
—Edga r Ca yce , 1 7 4 4 - 1
“ Con frecuencia la ent idad es capaz de ver, oír, aquello que para los dem ás
no parece exist ir. No t rat es de m inim izar las im presiones que proceden de
la denom inada fuerza im aginat iva o subconscient e del yo, ni de disuadir a
la ent idad de ello. Más bien, has de razonar, y pedir consej o, en relación
con la aplicación adecuada de la fi4ent e de lo que ha sido sent ido, oído,
vist o, o experim ent ado, y con su ut ilidad en relación con las condiciones
que sobrevienen en la experiencia del cuerpo” .
—Edga r Ca yce , 1 9 1 1 - 1
( sobr e un a n iñ a de sie t e a ñ os)
Jinet es im ponent es, ángeles, un sol negro y una luna ensangrent ada, criat uras de
seis alas, dragones de siet e cabezas, t odas est as im ágenes y algunas im ágenes m ás
dram át icas que ést as se le present aron al Am ado Juan m ient ras perm anecía sent ado
m edit ando. Posiblem ent e, no haya en la Biblia un ej em plo de canalización m ás
asom broso que la Revelación de Juan. Com o si los cielos se hubieran abiert o ant e él, le
fue concedido ver lo que habría de venir.
Cayce considera que la Revelación es un ret rat o preciso de lo que sucede en el
sist em a endocrino cuando cada célula del cuerpo desarrolla la percepción de la
Conciencia de Crist o. Aunque la visión de Juan est á llena de im ágenes sim bólicas e
im aginat ivas, no obst ant e es exact a y result a educat iva. Las im ágenes revelan una
verdad im port ant e. Le im aginación result a ser un canal m uy im port ant e de la
revelación.
Fácilm ent e se equiparan im aginación e im aginario. I m aginario suele querer decir
no real. Con frecuencia decim os: “ Me lo est oy im aginando” cuando querem os decir:
“ ¡No es verdad! ¡Me lo est oy invent ando! ” Sin em bargo, para poder capt ar t odo el
pot encial de nuest ra capacidad de canalización, hem os de descubrir que la im aginación
es un enlace m uy im port ant e con una dim ensión de la vida que es m uy real. A t ravés
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de la im aginación podem os percibir aquello que de ot ro m odo no veríam os, lo que
Cayce llam a las fuerzas invisibles de la creación. La im aginación no sólo es un canal de
sensibilidad psíquica, t am bién lo es de inspiración y de videncia.
Com prender la realidad de la im aginación posiblem ent e exij a un esfuerzo de
im aginación por t u part e. Lo que Cayce nos revela acerca de la im aginación cont radice
la idea que norm alm ent e t enem os en relación con lo que diferencia lo que es real de lo
que es “ sólo im aginario” . Est e capít ulo precisará un est udio adicional.
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relacionadas con Jesús se m ezclan con discusiones infant iles sobre t em as com o los
lunares y el charlar en la iglesia.
Sin saberlo, era un vident e. Veía gnom os j ugando en los árboles, que le hacían
reír. Lloró por la m uert e de un ser querido, y sin em bargo él veía a los m uert os com o
si est uvieran vivos. Se ext rañaba ant e est a paradoj a y pensaba que se debía a que el
llant o va unido al adiós. Le parecía m uy m al que los m ayores le dij eran que no cont ara
m ent iras, que se enfadaran y negaran cosas que el veía que eran verdad.
Est e niño t enía la habilidad de poder ver lo que pensaban los dem ás. Est os
pensam ient os se le present aban en form a de im ágenes que rodeaban a la persona.
Durant e algún t iem po pensó que eso era lo norm al, que t odo el m undo t enía esa
habilidad. Un día una m uj er visit ó su casa y él vio a un hom bre de aspect o raro sobre
los hom bros de esa señora. Así que le pregunt ó: “ ¿Por qué hay un anciano pegado a
ust ed?” La m uj er dio un respingo ant e la observación. El m uchacho lo describió, y
cuando se refirió a la exist encia de una m ancha roj a ( una cicat riz) en una de sus
m ej illas, la m uj er, sin querer, replicó: “ si es el Sr.” y le m iró incóm oda. Pocos días
después la m uj er le hizo una serie de pregunt as sobre ese asunt o, y fue ent onces
cuando descubrió que no t odo el m undo t enía esas visiones. Tam bién pudo decirle
cosas de su pasado basadas en las im ágenes que veía a su alrededor.
La I m aginación Visionaria
Figur a 1 4
Cayce quería que com prendiéram os que los pensam ient os son cosas. Est án vivos,
afect an a los que nos rodean. Los pensam ient os son un elem ent o de las fuerzas
invisibles y se pueden ver con los oj os de la im aginación. Est am os conect ados unos
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con ot ros a t ravés de la m ent e subconscient e. Est e niño, en concret o, ( y ciert am ent e
no es el único que ha poseído esa facult ad) experim ent ó est á conexión a t ravés de su
im aginación. Su im aginación vio la verdad. Era un niño que est aba siem pre enferm o,
t uvo que dej ar de ir al colegio y t ener un t ut or en casa. Su t ut or se int eresó por las
visiones del m uchacho, cuando ést e le cont ó lo que veía de su pasado. A part ir de
ent onces, siem pre que venía el t ut or, el m uchacho le cont aba lo que decían los
espírit us. El t ut or t om aba not a de ello, y luego lo repasaba con el niño en clase.
En varias ocasiones, el niño vio a Jesús de pie a los pies de su cam a. Una noche
escribió: “ Sus luces eran t an m aravillosas, oro y rosa y azul y verde y am arillo, com o
el arco iris que un día vim os por la vent ana. Parecía com o si quisiera consolarm e por el
día t an horrible que había t enido... Es la t ercera vez que lo veo, pero m e gust aría que
viniera con m ás frecuencia.
En una de sus visit as, Jesús prom et ió visit ar al niño un día en que su t ut or
est uviera present e porque quería decirle al niño unas cosas que era necesario que el
t ut or le explicara. La prim era vez que se encont raron los t res, Jesús explicó al niño que
él no era realm ent e Jesús, que era alguien que había sido profesor del niño durant e
m uchas vidas, que le llam aban el Herm ano Mayor. El t ut or t enía unos conocim ient os
básicos de filosofía orient al y pudo explicarle al niño lo que el profesor había querido
decir. El m uchacho com ent ó que la voz de est e espírit u profesor era m ás suave que la
del predicador de la iglesia.
Una vez, m ient ras escuchaba m úsica, el m uchacho soñó despiert o, t uvo un sueño
m uy realist a, est aba sent ado en una cueva, le at endía un sirvient e, o un est udiant e.
Escribe que su Herm ano Mayor le dij o que se t rat aba de recuerdos. Ot ras veces, quien
se le apareció fue un alum no del Herm ano Mayor. Le explicó que en ot ro lugar del
m undo él est aba dorm ido, a m iles de m illas de dist ancia, y que venía de visit a en su
cuerpo ast ral. Est e alum no explicó t am bién que el m uchacho viaj aba asim ism o en
sueños y que a veces se encont raban.
Las lect uras de Cayce nos dicen que ese m ism o t ipo de com unicación t iene lugar
m ient ras las personas duerm en. Muchos de nuest ros sueños son aut ént icas visit as a
los dem ás.
De vez en cuando, el m uchacho veía a su abuelo m uert o. A veces ést e le daba
consej os út iles. El m uchacho, sin em bargo, pregunt ó al Herm ano Mayor por qué su
abuelo no est aba ent erado de que se viven m uchas vidas. Y el Herm ano Mayor
respondió:
“ No pienses que los que se separan del cuerpo m ort al lo saben t odo. Cuando vas a
vivir a una ciudad de un país ext raño, ¿acaso por ello adquieres t odos los
conocim ient os y crees en t odas las religiones y filosofías de ese país?”
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Cayce con frecuencia com ent aba que las personas no llegan a ser m ás list as
después de m uert as, la diferencia es que descubren que hay vida después de la
m uert e.
El Herm ano Mayor le enseñó m uchas ot ras cosas. Es not able la sim plicidad de sus
enseñanzas, habida cuent a de la com plej idad de los t em as t rat ados. La explicación que
da del karm a se parece al enfoque present e en las lect uras de Cayce, quien se
abst iene de em it ir j uicios al respect o. El Herm ano Mayor dij o: “ El hom bre corrient e de
est e m undo norm alm ent e se encuent ra m uy at ado por cuest iones com erciales,
sociales, fam iliares, y cient os de obligaciones y responsabilidades de las que no se
puede librar, y que le at an a un lugar det erm inado. Puede que se t om e unas
vacaciones al año, pero ant es o después ha de reanudar sus act ividades com erciales,
pagar y cobrar deudas, y cum plir las dem ás obligaciones. Com o se ha creado t odas
esas responsabilidades, t iene que cargar con ellas le gust e o no le gust e” . Explicó que
el alm a ha de volver a enseñarse a sí m ism a sabiduría a t ravés de sus experiencias.
El m uchacho pregunt ó qué t enía que hacer el alm a para no t ener que volver a
vivir ot ra vida, y el Herm ano Mayor le explicó que adem ás de t ener que saldar las
deudas y no hacer m ás daño, era necesario aprender a hacer el bien per se, del m ism o
m odo que el art ist a t rabaj a por am or a su t rabaj o, sin esperar recom pensa.
El Herm ano Mayor no hizo sino repet ir las palabras de Cayce cuando dij o al niño:
“ Los deseos int ensos funcionan corno un bum erang; uno los lanza en el t iem po en
form a de deseos, y vuelven en form a de realizaciones” . Explico que los deseos int ensos
cum plidos a m edias nos t raen a m edias nos t raen de nuevo al planet a para que
t erm inem os de cum plirlos. Así, por ej em plo, la fam a no es m ala de por sí, pero el darle
dem asiada im port ancia, o depender en exceso de ella, nos hace esclavos. Dij o que la
verdadera felicidad est á dent ro de nosot ros.
El Herm ano Mayor le present ó a ot ro profesor, un Lam a. Las enseñanzas del Lam a
t am bién se parecían bast ant e a lo que hem os aprendido de Cayce: “ No im port a cuál
sea el color de la luz que vem os a t ravés de un crist al de color, el sol es el m ism o... y
lo m ism o sucede con el YO único que brilla a t ravés de los m iles de individuos, que no
son sino los crist ales de colores a t ravés de los cuales brilla el sol del YO” .
El niño llegó a ser un im port ant e hom bre de negocios y perm aneció
const ant em ent e en cont act o con el Herm ano Mayor durant e el rest o de su vida. En el
epílogo de est e libro, el edit or com ent a que aquellas personas que han est udiado el
relat o del m uchacho concluyen que el profesor “ im aginario” del niño habla com o un
m aest ro evolucionado.
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No obst ant e, lo im port ant e es que el niño no canalizó la sabiduría ent rando en
t rance sino que, en est ado conscient e, m ediant e el poder de su videncia, aprendió las
lecciones conversando norm alm ent e con su profesor.
¿Cóm o es posible que la im aginación sea un canal de sensibilidad psíquica? Al
t rat ar de ent ender la aparent e paradoj a, vem os que la im aginación es el único órgano
de percepción que realm ent e sint oniza con el infinit o. Es el aspect o de nuest ra m ent e
que est á m ás cerca de las fuerzas invisibles de la creación.
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hace. Tal vez, descubra algo que t e parezca int eresant e, t al vez, t e ponga en guardia
ant e un peligro del que no t e habías dado cuent a. Si dej as al perro libert ad para que
explore lo que quiera, lo probable es que haga algo que t e sorprenda, que aum ent e el
alcance de t u conciencia. Lo creas o no, Cayce dice que nosot ros podem os desem peñar
un papel sim ilar para Dios. Nuest ra m ent e conscient e en cont act o con el m undo
sensorial de lo m at erial, funciona com o órgano de la capacidad de percepción y
aut odescubrim ient o de Dios.
En sus últ im os años, Carl Jung t uvo un sueño que le sirvió para com prender en
qué consist e ser creado en la im aginación de Dios. Jung relat a est e sueño en su
aut obiografía Mem ories, Dream s, Reflect ions ( Recuerdos, Sueños, Reflexiones) . En su
sueño, ent ra en un t em plo y descubre en él a un anciano que est á m edit ando. Y se da
cuent a de que m ient ras est e anciano m edit a, surgen im ágenes en su im aginación. El
propio Jung es un sueño de est e anciano.
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espirit ual hast a su m anifest ación física. Cayce a veces ut iliza el t érm ino “ fuerzas
im aginat ivas” para describir el poder del proceso m odelador de la m ent e. Si analizas
las circunst ancias de t u vida act ual, observarás que en una gran m edida es product o
de algo que ant eriorm ent e t uvist e en t u im aginación.
El act o de la visualización —t ener el product o de la im aginación firm em ent e
anclado en la m ent e y act uar com o si fuera a m at erializarse— aprovecha y conform a
las fuerzas im aginat ivas con el fin de crear una realidad física. A t ravés de la
ensoñación visionaria, la im aginación busca nuevos m odelos creat ivos. Mediant e la
visualización, la im aginación act úa com o canal para su t ransform ación en realidad.
En los años post eriores a est a revelación por part e de Cayce, los sociólogos han
confirm ado hast a qué punt o la im agen que el individuo t iene de sí m ism o afect a a su
com port am ient o y cuánt o influyen sus expect at ivas en el result ado de sus esfuerzos.
Hoy en día, la m edicina nos confirm a que podem os, efect ivam ent e, ut ilizar las
im ágenes m ent ales para cont rolar el funcionam ient o de nuest ro cuerpo. Los
experim ent os han dem ost rado que el poder de la visualización llega hast a el nivel de
las células aisladas e individuales.
¿En qué consist e ese poder act ivo de la im agen visualizada? Cayce nos dice que el
lenguaj e figurat ivo es el idiom a de la m ent e subconscient e, de esa porción de la m ent e
que m anda sobre el cuerpo y dirige la m ayoría de nuest ras acciones. Es un proceso
que consist e en experim ent ar en form a de dibuj os o m odelos, en lugar de hacerlo a
t ravés de pensam ient os lineales y lógicos. Las im ágenes m ent ales, ya sean sent idas,
vist as, o pensadas, act úan a t ravés del m odelo holíst ico del significado. El pensam ient o
lógico t iene poder para perfeccionar nuest ra conciencia cent rándola int ensam ent e. Las
im ágenes t ienen poder para m overnos, sus dibuj os o m odelos act úan sobre nosot ros
de m uchas form as al m ism o t iem po.
Trat a, por ej em plo, de decirle a t u boca que se llene de saliva. Repit e una y ot ra
vez: “ de saliva! ” Observa la respuest a que obt ienes. A cont inuación prueba a ut ilizar
una im agen. I m agina que coges m edio lim ón con una m ano y que lo est ruj as hast a
que aparecen en su superficie got it as de zum o. Si eres capaz de im aginar algo así,
verás lo que pasa. Tu boca se llenará de saliva. Un pensam ient o t e hace pensar, pero
una im agen conm ueve y afect a a la t ot alidad de t u ser.
Hoy en día, t odos los que enseñan algún sist em a para “ alcanzar el éxit o” hablan
del poder de las im ágenes posit ivas. Consult ores especializados en t em as
em presariales que gozan de un gran respet o y consideración, com o el Dr. Charles
Garfield, aut or de Peak Perform ers: The New Heroes of Am erican Business ( Máxim os
I nt érpret es: Los Nuevos Héroes del Mundo Em presarial Am ericano) repit en lo que
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Cayce aconsej a: est ablecer un ideal, visualizar el obj et ivo, y act uar com o si fuera a
suceder. La im aginación crea realidad.
El niño que veía la verdad era capaz de predecir el fut uro de las personas sólo con
analizar las form as y figuras que flot aban sobre su cabeza ( la cabeza de las dem ás
personas) . Veía las form as de sus pensam ient os, m odelos et éricos de act ividad
present es en las fuerzas im aginat ivas que crean el fut uro de las personas. Es en ese
área de las fuerzas et éricas donde la im aginación es un canal de creación.
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bueno im aginando, em pieza por sent ir. Asim ism o recuerda que, según dij im os en el
Capít ulo Cinco, Cayce reveló la exist encia de una conexión ent re la act ividad de la
glándula pineal ligera- sensible y la glándula Leyden. Est a conexión horm onal reflej a la
vinculación exist ent e ent re el t ercer oj o visionario y la creat ividad reproduct ora. Los
períodos en los que al suj et o se le dispara la im aginación visionaria son al m ism o
t iem po períodos de int ensos sent im ient os creat ivos.
Ahora podem os explicarnos cóm o ut ilizaba el m uchacho que veía la verdad la
sensibilidad psíquica para ver lo que veía en el área et érica. Las figuras 15 y 16 son
diagram as de las áreas esprit ual, m ent al y física, y de los niveles correspondient es de
la m ent e superconscient e, subconscient e y conscient e.
En la figura 15 vem os cóm o el niño veía gnom os o hadas. Esos supuest os seres
son la act ividad, a nivel et érico, de las fuerzas im aginat ivas que m odelan las form as de
la nat uraleza. El área en que operan t ales fuerzas es la m ent e subconscient e. La m ent e
subconscient e de la vida veget al conect a con la m ent e subconscient e del niño. El niño
ve, con los oj os de su im aginación y a t ravés del canal de la m ent e subconscient e, las
fuerzas im aginat ivas que conform an las plant as. Su im aginación las experim ent a en
form a de gnom os, una personalización debida a la acción conform adora de las fuerzas
im aginat ivas.
El Niño que Vio la Verdad I m agina las Flores com o si fueran Hadas
Figur a 1 5
En la Figura 16 el niño ve una form a de pensam ient o “ pegada a su visit ant e. Est as
form as de pensam ient o son m odelos et éricos de las fuerzas im aginat ivas present es en
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la m ent e subconscient e de la visit ant e. Est os m odelos van a m anifest arse en la vida
física de la visit ant e, en acont ecim ient os que pront o t endrán lugar. El niño ve est as
form as de pensam ient o con los oj os de su im aginación y por el canal de la m ent e
subconscient e, y es capaz de predecir el fut uro de su visit ant e.
En Niño que Vio la Verdad I m agina que hay un Hom bre en el Fut uro de la Muj er
Figur a 1 6
Si los oj os de la im aginación ven fuerzas et éricas ¿qué ven los oj os físicos? La
im aginación no es una alt ernat iva diferent e al hecho de ver la realidad física con los
oj os físicos, sino que es el fundam ent o int uit ivo y psíquico, el ant ecedent e recept ivo y
form at ivo de la capacidad que t ienen los oj os físicos de ver. Nosot ros vem os con los
oj os de la m ent e, no con los globos oculares. No podem os ver aquello que no podem os
im aginar previam ent e. I m aginar es m ás fundam ent al que ver. Lo que ven nuest ros
oj os no son sino det alles físicos que com plem ent an lo que ya ha capt ado nuest ra
im aginación a t ravés de la int uición.
Las ilusiones ópt icas sirven m uy bien para dem ost rar cóm o nuest ra m ent e influye
m ás que nuest ros oj os físicos en aquello que vem os. Así, por ej em plo, en la Figura 17,
lo que uno im agina det erm ina el m odelo que los oj os físicos siguen, a la hora de
recopilar inform ación, cuando perciben las líneas t razadas por la plum a. El punt o en
que se cent re la m irada dependerá de que el suj et o m odele la búsqueda de
inform ación im aginando que est á m irando a una j oven o a una bruj a. ¿A quién
im aginas ver?
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¿Qué Muj er I m aginas Que est as Viendo?
Figur a 1 7
Est a ilusión, desarrollada por el profesor E.G. Boring, de la Universidad de
Harvard, no es sino uno de los m uchos ej em plos que los psicólogos ut ilizan pera
dem ost rar que la percepción es una act ividad creat iva. Cuando Cayce afirm a que la
m ism a fuent e crea m anifest aciones y las experim ent a, est á equiparando el ver y el
crear. Por ello la palabra visionario significa al m ism o t iem po percept ivo y creat ivo.
Percibir y crear realidad son procesos m uy próxim os.
Sé que es difícil de ent ender. Sin em bargo, posiblem ent e cuando hayas t erm inado
de leer est e capít ulo y el siguient e, com prenderás m ej or por qué vale la pena
esforzarse por ent ender la desconcert ant e relación que exist e ent re la percepción y la
creación. Est a equiparación de la im aginación con la realidad es lo que explica por qué
hay t ant o en com ún ent re un individuo que canaliza un espírit u y ot ro que sim ula
hacerlo. El hecho de act uar com o si una cosa fuera verdad produce el efect o de hacerlo
verdad.
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Cuando t e t um bas j unt o a un árbol y sueñas despiert o, das por hecho que t us
pensam ient os son t uyos propios. Tu im aginación t ej e im ágenes e hist orias basadas en
t us experiencias pasadas y en t us esperanzas y m iedos en relación con el fut uro. Crees
que se t rat a de t u m undo privado ¿verdad? Pues lo ciert o es que no lo es. Mient ras
sueñas despiert o, lo que im aginas con frecuencia reflej a una influencia psíquica. Los
m odelos de pensam ient o y los sent im ient os de ot ra persona podrían m uy bien m odelar
t us propios sueños. Los que invest igan la Percepción Ext rasensorial han descubiert o
que los pensam ient os de una persona pueden ej ercer una influencia sublim inal en los
sueños de ot ra. Aquel que sueña despiert o ni siquiera lo sospecha. Pero las m ent es
subconscient es est án conect adas.
A veces, la m ent e superconscient e ej erce una influencia inspiradora, psíquica, en
la im aginación. A m í m e sucedió cuando preparaba la t ienda de los sueños para la
cerem onia de incubación descrit a en el Capít ulo Tres. Cuando salí a m ont ar la t ienda,
de repent e com prendí que m e había asignado a m í m ism o la t area de crear un
sant uario. Con una sencilla t ienda de lona yo t enía que generar las vibraciones propias
de un sant uario sagrado para que la gent e lo decorara com o si fuera para ellos un
lugar m uy especial. ¿Cóm o podía yo esperar que los dem ás im aginaran que la t ienda
era un lugar especial si no la inst alaba por unos procedim ient os sagrados? No podía ni
im aginar cóm o se hacía eso, pero sea com o fuere t enía que hacerlo.
Decidí que m i única opción era iniciar un ej ercicio de m edit ación y sint onizar con el
ideal del sant uario sagrado. Cuando hube finalizado las práct icas de m edit ación,
em prendí una act ividad equivalent e a la escrit ura inspirada. Al act uar com o si m is
reacciones int uit ivas fueran las acciones realizadas por una persona expert a en t em as
sagrados, m e perm it í canalizar conduct as sagradas relacionadas con la inst alación de
la t ienda. No sabía lo que hacía, pero debía hacer caso om iso de esa cuest ión. Me
perm it í im provisar lo que iba dict ando m i im aginación. Y, aparent em ent e, el ideal
arquet ípico del sant uario, que yo había esperado canalizar, inspiró efect ivam ent e el
m ont aj e de la t ienda, t al com o prueba el hecho de que t odos los que durm ieron en la
m ism a t uvieron unos sueños m uy especiales.
Dos años después, descubrí ot ra prueba que corroboraba la dim ensión inspiradora
de lo que yo había hecho. Al analizar unas descripciones de los rit uales de los
am ericanos nat ivos relacionados con los lugares sagrados, descubrí que m uchas de las
experiencias que había t enido al inst alar la t ienda se parecían ext raordinariam ent e a
los rit os t radicionales. Yo había represent ado algo que se asem ej aba m ucho al m odelo
arquet ípico de conduct a relacionado con la sant ificación y purificación de los lugares
donde se celebraban rit os. Mi im aginación había dem ost rado ser un canal de ciert os
m odelos de la m ent e universal. Mediant e un proceso de sim ulación y represent ación de
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papeles, en act it ud de m edit ación, m i im aginación había canalizado algo que excedía a
m is conocim ient os conscient es.
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realidad. Y ahora dices que en caso de no poder im aginar la realidad que deseas,
sim plem ent e sim ula que sí puedes hacerlo” .
No se puede esperar que, desde una perspect iva m at erialist a, se acept e la
prim acía de la m ent e sobre la realidad física. No obst ant e, en sem ej ant e crít ica hay
algo que precisa ser som et ido a exam en. ¿Cóm o podem os dist inguir cuándo la
im aginación sirve para el cum plim ient o de nuest ros deseos y cuándo act úa com o canal
psíquico de inspiración? La función de nuest ros ideales es ayudar a poner la
im aginación al servicio de la verdad, no al servicio de nuest ros deseos.
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El Papel o Role del Yo Superior
Los papeles son inst rum ent os que nos pueden servir para ent rar en ciert os
est ados de conciencia. Y ¿qué pasaría si int erpret aras el papel del yo superior? La
fórm ula que Cayce nos da para ser canales de nuest ro yo superior consist e en
sint onizar con nuest ro ideal, dej ar a un lado nuest ro yo, y perm it ir que el ideal se
exprese. I m agina ent onces qué pasaría si t uviéram os la oport unidad de int erpret ar el
papel de alguien que personifica los ideales de nuest ro yo superior.
La ut ilización de m áscaras y de disfraces por part e de los aborígenes de dist int os
lugares del m undo pone de m anifiest o hast a qué punt o los papales sirven para
canalizar el espírit u de los valores m ás elevados. Cuando nos ponem os una m áscara,
ocult am os nuest ro rost ro. La m áscara nos perm it e quit arnos de en m edio y olvidarnos
de nuest ra personalidad. El ponernos el disfraz nos perm it e sint onizar con el espírit u
de nuest ro papel. Es com o int roducirse en el ideal y convert irse en ello.
Los aborígenes realizan danzas rit uales vest idos con pieles de anim ales. Creen que
el espírit u de ese anim al desciende sobre ellos y se hace cargo de su cuerpo. Dicen que
el espírit u m ont a sobre el bailarín. La palabra m ont ar t iene en est e caso dos
significados. Posee una connot ación sexual, indicando la unión de las energías. Y
t am bién hay una connot ación de canalización, el cuerpo de la persona se ha convert ido
en un vehículo para que el espírit u m ont e sobre él. Am bas connot aciones revelan que
la esencia de la canalización del espírit u de un papel o role es llegar a form ar una
unidad con él. Se t rat a del principio que aprendim os al est udiar la int uición. Y se aplica
asim ism o a la ut ilización de la im aginación com o canal.
En la cerem onia de incubación de sueños descrit a en el Capit ulo Cinco, pedí a los
soñadores que confeccionaran unas m áscaras que represent aran la figura de su yo
superior. Cuando llevaban sus m áscaras puest as, sint onizaban con el espírit u del ideal
que represent aba el papel de su yo superior, y lo int erpret aban. Result ó ser una form a
de canalización sum am ent e inspiradora.
El hecho de represent ar el papel del yo superior inspira una rnent alidad m ás
superconscient e que la inspirada por los procesos de pensam ient o norm ales de la
persona. La im aginación, al est ar al servicio de un ideal, funciona com o canal de
inspiración.
Cuando los canalizadores pregunt an a los espírit us que los guían si son realm ent e
espírit us o bien product os de su im aginación, con frecuencia est os les responden que
eso no im port a. Am bas alt ernat ivas, explican los espírit us, son lo m ism o.
Cayce quería que com prendiéram os que cuando se sint oniza con un est ado de
ánim o det erm inado, se ext rae del subconscient e y del superconscient e una inform ación
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que corresponde a ese est ado de ánim o. El que el suj et o canalice cum plim ient os de
deseos o inspiración dependerá de si su est ado de ánim o corresponde a un ideal o
sim plem ent e a un deseo. El represent ar el papel del yo superior, siendo ést e un est ado
de ánim o ideal, puede ser una m odalidad de canalización válida.
Est aba claro que se t rat aba de un lugar m uy especial. Cayce nos proporciona una
herm osa descripción de la Galería de los Regist ros y, en cam bio, no nos dice nada de
la persona que le t raj o los regist ros apart e de llam arlo “ anciano” . Podem os pensar que
el anciano era una de los sím bolos ut ilizados por Cayce para represent ar a su yo
superior. Aún est ando en t rance, Cayce describe su viaj e com o una elevación de la
conciencia. La personalidad conscient e de Cayce considera que se t rat a de un viaj e
sim bólico a un lugar especial donde se encuent ra con un est im ado benefact or, el
Guardián de los Regist ros.
No ha sido Cayce el único que ha experim ent ado la realización de un viaj e
im aginario y valioso. El niño que vio la verdad experim ent aba unas avent uras sim ilares
cuando soñaba despiert o. Y t ú t am bién puedes aprender a recibir una orient ación
soñando de ese m odo.
Ya has experim ent ado conversaciones im aginarias con t us am igos, t u cónyuge, o
t u j efe. ¿Por qué no puedes t ener una conversación con un profesor para que t e
inspire? Al analizar la escrit ura inspirada, hablam os de cóm o es posible t ener sesiones
de pregunt as y respuest as con el yo superior. Pues se puede em prender est e m ism o
proceso soñando despiert o.
Piensa en un lugar especial donde t e gust aría encont rart e con t u yo superior. Al
im aginar que est ás en ese lugar, alcanzarás el est ado de ánim o que corresponde a t u
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ideal. Mient ras est és allí, disfrut ando de las m aravillosas vibraciones de t u cent ro de
poder, im agina que ves cóm o la figura de t u yo superior se t e acerca. Experim ent a las
cualidades especiales de esa persona, experim ent a qué sient es al est ar en presencia
de esa persona. Abre t u corazón a t u yo superior, expresando lo que t ienes en la
m ent e. Luego lim ít at e a escuchar lo que responde t u yo superior.
Si pract icas est e m ét odo, descubrirás que t u im aginación t e facilit a un canal de
orient ación m uy apropiado. Puedes experim ent ar innum erables variaciones sobre est e
plant eam ient o básico. Una excelent e fuent e de t écnicas relacionadas con la
im aginación es la obra del Dr. Mike Sam uels Seeing wit h t he Mind” s Eye ( Viendo con el
Oj o de la Ment e) .
Puedes int ensificar est e proceso poniendo una m úsica que acom pañe t us
ensoñaciones. Ya hem os aprendido ant eriorm ent e que la m úsica puede ser com o el
puent e que t e conect a con la ext ensión infinit a de la im aginación y la m ent e
superconscient e. Si deseas saber m ás cosas sobre cóm o ut ilizar la m úsica con la
im aginación, habrás de leer Traveler in I nner Space ( Viaj ero en el Espacio I nt erior) .
Est e libro ha sido escrit o por la t erapeut a Carol Bush, quien basa sus t erapias en la
m úsica. Describe lo que sucede al añadir m úsica a las ensoñaciones, y cont iene
m uchas sugerencias en relación con las com posiciones m usicales apropiadas para
producir unos est ados de ánim o det erm inados. ¿Acaso no es lo m ás nat ural que t e
acurruques en el sofá m ient ras escuchas t u sinfonía favorit a, inm erso en un sueño
inspirador?
Aprende a fiart e de t u im aginación. Si eres capaz de poner al perro de t u
im aginación una buena correa, descubrirás, com o sucedió con el niño que vio la
verdad, que la im aginación es un canal de m aravillosos consej os y enseñanzas.
La m edit ación t e enseña a ser un canal del espírit u, de la inspiración. Por m edio de
la escrit ura inspirada, aprendes a expresart e m ient ras m edit as. Trabaj ando en las
art es creat ivas, sobre t odo en la m úsica, puedes sint onizar con la esfera de lo
superconscient e. Gracias a la im aginación, posees un vehículo que no conoce lím it es.
Para int ensificar t odavía m ás las experiencias de canalización, puedes aprender a
ut ilizar la aut o- hipnosis con el fin de vert e t ot alm ent e inm erso en un est ado de
conciencia ideal. Ahora ent ram os en el área del t rance, est ás m uy bien preparado para
iniciar est a fase del aprendizaj e de la canalización del yo superior, que es para t i t oda
una avent ura.
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PARTE I I I
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CAPI TULO NUEVE
“ Los cam bios en las condiciones dim ensionales ( que experim ent a una
persona al m orir) no alt eran aquello que en el plano t errenal se conoce
com o deseo. Si el deseo va encam inado a la exist encia de una asociación,
de una ayuda, de una búsqueda de t ales asociaciones, ent onces sólo se
necesit a un m edio, un canal, un cam ino, una dirección, para com plet ar la
com unicación” .
—Edga r Ca yce , 5 7 5 6 - 8
“ Puede hablar t odo aquel que lo busque, si la act ividad del alm a o de la
ent idad lo perm it e; o si el deseo de los individuos que lo buscan ordena la
creación de un canal
—Edga r Ca yce , 5 0 7 - 1
En su libro Trances, el periodist a St ewart Wavell nos narra sus viaj es a Malasia
para observar los bailes que realizan los sem ai cuando est án en t rance. El hechicero de
la t ribu inicia el baile con un lent o balanceo y algunos cánt icos. Es acom pañado por
unas m uj eres que golpean el suelo con cañas de bam bú o hacen sonar un gong,
m arcando de ese m odo el rit m o. Pront o los hom bres se sum an a los cánt icos del
hechicero, se levant an uno a uno y se ponen a bailar.
Las m uj eres aceleran el rit m o y los hom bres se dej an llevar por la m úsica. Las
m uj eres aceleran t odavía m ás el rit m o de su percusión y los hom bres ent ran en t rance
al t iem po que bailan. Hacen girar los brazos y dan vuelt as. Algunos se caen ant e las
carcaj adas de las m uj eres.
Algunos hom bres em piezan a hablar a voces. Est os discursos provocan m ás risas
ent re las m uj eres. Wavell se ent eró de que los hom bres que est án en t rance dej an sus
cuerpos y se elevan en el cielo para unirse con las aves que vuelan. Los espírit us de los
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m uert os aprovechan esa oport unidad para ent rar en esos cuerpos y hacer a las gent es
part ícipes de sus pensam ient os.
Est os espírit us est án deseosos de hablar, t ienen m ucho que decir al público que
espera. Fundam ent alm ent e, regañan a los hom bres y m uj eres de la t ribu por sus
m alas acciones. Los seres vivos no pueden ocult arles nada. Revelan flirt eos ilícit os y
ot ros cot illeos para que t odos se ent eren. Las m uj eres se ríen de buena gana.
Encuent ran divert ido lo que dicen los espírit us, son una gran fuent e de diversión.
Est á claro que los sem ai no ponen a los espírit us en un pedest al. No los veneran.
Por el cont rario, piensan que los espírit us son t raviesos y que no m erecen su
confianza. Los sem ai saben que los espírit us con frecuencia llevan a las personas por
m al, cam ino o las ponen en peligro. Cuando Wavell quiso saber por qué act uaban de
ese m odo, recibió una respuest a un t ant o sorprendent e. La razón es que los espírit us
sient en envidia, ellos est án m uert os m ient ras que las personas est án vivas.
Las act ividades de los grupos de aborígenes de diversos lugares del m undo dan a
ent ender que desde los prim eros t iem pos hem os podido com unicarnos con los
espírit us, com oquiera que int erpret em os est e últ im o t érm ino. La perspect iva irónica de
los sem ai indica la presencia de una sabia despreocupación surgida t ras m uchos siglos
de experiencia.
Sin em bargo, en nuest ra cult ura no nos t om am os t an a la ligera los cont act os con
los espírit us. Nos parece que es una ext raña m odalidad de ocult ism o o, t al vez, una
est afa. Ahora bien, los sondeos realizados a nivel nacional ponen de m anifiest o que la
m ayoría de los am ericanos cree que exist e una clase de vida después de la m uert e. Y
m uchos m ás de los que t e im aginas sospechan haber t enido un encuent ro con los
m uert os. Pero al no com prender el m undo inm at erial, nos cuest a hacem os una idea
sobre cóm o es la com unicación con los espírit us.
Personaj es m uy populares que pract ican la canalización han dado voz a ciert as
ident idades desconcert ant es. El Tom McPherson de Kevin Ryerson afirm a que es el
espírit u de un cart erist a de la época de Shakespeare. El Ram t ha de J. Z. Knight dice
ser un viej o guerrero que t iene 25.000 años de edad. El Lazaris de Jack Pursel explica
que es un espírit u, que nunca ha vivido dent ro de un cuerpo. El Em m anuel de Pat
Rodergast afirm a ser part e de t odos nosot ros. Cuest a com prender que haya t ant as
posibilidades.
¿Quién habla con el que ent ra en t rance? ¿A qué clase de visit ant e podrías est ar
invit ando si decidieras canalizar ent rando en t rance? Verem os que no t odos los
espírit us son lo que parecen.
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La Hist oria del Espirit ism o
Sir Art hur Conan Doyle, creador de Sherlock Holm es, relat ó cóm o venían los
espírit us al m undo m oderno. Cuando uno lee su obra en dos t om os t it ulada The Hist ory
of Spirit ualism ( La Hist oria del Espirit ism o) , saca la im presión de que la m oda de la
canalización present e en los años ochent a no es sino la repet ición de unos sucesos
acont ecidos en la Am érica de m ediados del siglo XI X
El espirit ism o com ienza el 31 de m arzo de 1848. Durant e varias sem anas se
habían escuchado unos m ist eriosos golpecit os en la casa que la fam ilia Fox t enía en
Hydesville, Nueva York. Esa noche en concret o, Kat e Fox, la pequeña de la fam ilia,
quiso en su desesperación responder a esos sonidos y cast añet eó los dedos. Y sonó un
golpecit o en señal de respuest a. Kat e cast añet eó los dedos dos veces, y escuchó dos
golpecit os. Siem pre que cast añet eaba, se oían unos golpecit os que reproducían
fielm ent e el cast añet eo.
Conan Doyle señaló que cuando se invent ó el t eléfono, o el t elégrafo, al principio
los m ensaj es t ransm it idos por est os m edios eran m uy m undanos, si bien pront o los
com unicados em pezaron a ser m ás sofist icados. Y lo m ism o sucedió con la invención
del espirit ism o.
La Sra. Fox, que había sido t est igo del descubrim ient o de su hij a, creó un código:
un golpecit o significaba sí, dos golpecit os no, y em pezó el diálogo. Prim eram ent e los
vecinos, luego la gent e del pueblo, y finalm ent e los invest igadores acudieron a casa de
los Fox para int errogar al aut or de los golpes. Alguien le enseñó a ut ilizar el alfabet o, y
el canal de com unicación m ej oró aun m ás. El aut or de los golpes dij o que había sido
asesinado, dio a conocer el nom bre del asesino, e indicó que había sido ent errado en la
bodega. Al día siguient e, hicieron un aguj ero en la bodega y encont raron unos rest os
hum anos.
En m enos de dos años, una nueva religión —“ el espirit ism o” — cont aba con un
núm ero im port ant e de adept os. Gracias al desarrollo de la t ecnología, pudo disponerse
de una serie de m edios nuevos y diferent es para ent rar en cont act o con los espírit us.
Los golpecit os codificados fueron sust it uidos por t rom pet as que servían a los espírit us
para hacer sonar su voz, luego la gent e aprendió a ofrecer su propia voz para que los
espírit us pudieran expresarse por ese canal. La palabra m édium , significando: alguien
a t ravés del cual los espírit us de los m uert os se com unican, pasó a form ar part e del
léxico casero.
Est a nueva religión se difundió rápidam ent e gracias a la publicidad. Cuando corrió
por el m undo la not icia de que se habían escuchado unos golpecit os en la casa de los
Fox, enseguida se oyeron golpecit os en ot ros lugares. Cient os de personas m ost raron
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pruebas de que eran m édium s. Personaj es im port ant es, dirigent es y celebridades
com unicaron sus conversaciones con los m uert os y cont ribuyeron a hacerlo creíble. Los
conversos afirm aban que el Espirit ism o les proporcionaba pruebas t angibles de la
exist encia de una vida en el m ás allá, les m ost raba cóm o era esa ot ra vida, y les
ayudaba a vivir una vida m ej or. Ciert os grupos pert enecient es a la I glesia y algunas
organizaciones cient íficas unieron fuerzas para ridiculizar y denunciar dicho fenóm eno.
La am plia cobert ura por part e de la prensa cont ribuyó a su difusión, pero no facilit ó su
com prensión por part e del público.
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experim ent o vino a probar que la Sra. Garret t y la voz de su Ouvani, cuando m enos,
eran capaces de Percibir Ext rasensorialm ent e, pero no dem ost ró que Ouvani fuera el
espírit u de un m uert o, t al com o decía.
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“ Zorain, un alum no de Zoroast ro” . En ot ra lect ura, la respuest a fue:
“ José, yo, José, t e aconsej aría,” se t rat aba del esposo de María, m adre de Jesús.
En t odos est os casos, que no se diferencian de las sesiones de espirit ism o
ordinarias, concurren una serie de fact ores que sí los dist inguen de las lect uras
ordinarias de Cayce. Me refiero al est ilo del lenguaj e ut ilizado por Cayce. Así en el
últ im o ej em plo aparece la palabra “ yo” . Cayce nunca ut ilizaba el pronom bre de
prim era persona del singular en sus lect uras, except o cuando hablaba ot ra ent idad.
Cayce siem pre decía: “ Transm it im os” “ com o nos parece,” o “ a t ravés de est os
canales” . En algunas ocasiones, la ent idad que habló se dirigió al asist ent e de un m odo
personal o fam iliar, diferent e del ut ilizado por Cayce para referirse a los dest inat arios
de una lect ura. En ot ros casos, el t ono de la voz o los sent im ient os de la persona que
habló eran m uy dist int os de los del propio Cayce, Así, por ej em plo, en una lect ura
Gladys Davis Turner, la t aquígrafa que t rabaj ó para Cayce durant e t oda la vida, oyó a
su herm ano m uert o hablarle direct am ent e a ella. Le confesó a una am iga que sabía
que era él.
La reacción de los present es, m uy sent ida y cargada de int uición, indicaba a
veces, de un m odo m uy t eat ral, la profundidad de lo que est aba acont eciendo,
independient em ent e de la int erpret ación que se le diera. Tal vez, el caso m ás t eat ral
fue la aparición de un individuo que dij o ser Miguel, el arcángel.
Se t iene const ancia de que Miguel int errum pió una lect ura, diciendo con una voz
est ruendosa que hizo cruj ir las vent anas:
“ I NCLI NAD LA CABEZA, YO SOY MI GUEL, SEÑOR DEL CAMI NO” A veces Miguel
anim aba a los asist ent es, ot ras los reprendía por su t rabaj o. Ant e est o, el público
est upefact o guardaba silencio, lloraba, y experim ent aba una int ensa arm onía
espirit ual. Est os acont ecim ient os eran t an reveladores com o un oráculo. Se ent raba en
cont act o con una presencia divina. Si deseas t ener acceso a una narración m ás
det allada y de prim era m ano, realizada por un psicólogo profesional que fue t est igo
ocular de las m ism as, has de leer A Seer Out of Season: Tit e Life of Edgar Cayce ( Un
Vident e Fuera de su Tiem po: La Vida de Edgar Cayce) , escrit o por L Harm on Bro.
Todos est os ej em plos m uest ran claram ent e que en ocasiones Cayce act uó com o
m édium y canalizó a un núm ero asom broso de ent idades. Ahora bien, est as sesiones
no sum an ni el 1 por cient o de las veces que Cayce ent ró en t rance. Casi t odo el
t iem po, Cayce funcionó com o canal de su conciencia m ás elevada, no com o m édium ,
t al com o verem os m ás adelant e.
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Opinión de Cayce sobre los Médium s y
la Ment e Subconscient e
En una lect ura realizada inm ediat am ent e después de com unicarse espirit ualm ent e
con su m adre, Cayce indica que t al com unicación apenas sirve para probar la
exist encia de una vida después de la m uert e. Si bien dij o que podría servirnos para
aprender m uchas cosas que nos ayudarían a com prender m ej or la m ent e
subconscient e. Ello puede est im ular nuest ra conciencia personal y conducirnos a la
experiencia direct a de nosot ros m ism os en cuant o espírit us.
La m ent e subconscient e, a diferencia de la m ent e conscient e de nuest ro ego
basado en lo sensorial, es un est rat o de la m ent e que va m ás allá de los lím it es de
cualquier cuerpo individual. Cuando una persona m uere, su m ent e conscient e m uere
con el cuerpo, pero su m ent e subconscient e no se ve afect ada. Hay vida después de la
m uert e, pero se t rat a de la vida de la m ent e subconscient e. Cayce afirm a, al igual que
dice la t radición t ibet ana, que las im ágenes que t enem os en sueños, o nuest ros deseos
y t em ores subconscient es, cont inúan exist iendo después de m orir el cuerpo.
Cayce hace una im port ant e dist inción en relación con est a cont inuación de la vida.
Por un lado, est án los efect os cont inuados que surgen a part ir de los Regist ros
Akáshicos, donde quedan regist rados t odos los pensam ient os o experiencias. Los
pensam ient os son cosas, Cayce decía a m enudo, y esos pensam ient os vivirán
et ernam ent e. Y por ot ro lado, est á la act ividad cont inuada, que es el viaj e del espírit u
del alm a en ot ras dim ensiones del ser. No obst ant e, m ucho de lo que pasa por ser un
cont act o con la act ividad de ese espírit u, es en realidad un cont act o con los efect os
producidos por los regist ros de la experiencia de esa ent idad en áreas subconscient es.
Al exist ir esa confusión, la com unicación de los espírit us no sirve para probar que hay
vida después de la m uert e.
He aquí un ej em plo que ilust ra cóm o una persona puede int eract uar con una
form a de pensam ient o independient e y experim ent arlo com o una act ividad de un
espírit u independient e, cuando en realidad no est á present e ningún espírit u. Los seres
hum anos crean program as de ordenador, y los ordenadores, una vez program ados,
funcionan por sí solos. Ya no es necesario que est én present es los seres hum anos, sólo
se precisa la presencia de los m odelos de pensam ient o que han sido regist rados.
Hay un fam oso program a de ordenador que se llam a Eliza. Los invest igadores lo
crearon para que act uara com o una consej era com prensiva. Si realizas una afirm ación
sobre cóm o t e encuent ras, t e cont est ará con una pregunt a que t e ayudará a poner en
orden t us sent im ient os. Est á program ado para ident ificar las palabras clave de t us
afirm aciones, escoger en un banco de dat os sus propias palabras afect uosas, y luego
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responder con la pregunt a explorat oria adecuada, com o haría un consej ero. Así, por
ej em plo, t ú dices:
“ Hoy m e sient o baj o de m oral Y “ Eliza” responde: “ Dim e m ás cosas sobre cóm o t e
encuent ras hoy” . Al int eract uar con “ Eliza” , t e parece que t e est á escuchando con
m ucha at ención y que se preocupa por t i. Da la im presión de que “ Eliza” fuera un
personaj e real. Y, sin em bargo, no est ás int eract uando con nadie, son las
consecuencias de un m odelo de pensam ient o que hace años dej ó un program ador de
ordenadores.
Si cont inúas int eract uando con Eliza, not arás que sus respuest as son un poco
repet it ivas. Tam bién produce una ciert a frust ración el hecho de no poder aclarar m ás
las cosas, de t ener que lim it art e a lo que el ordenador ha respondido. Tales
lim it aciones producen la m ism a frust ración que en algunos casos causa la
com unicación con los espírit us. En t ales casos, no est am os en com unicación con un
espírit u act ivo, sino con las huellas de los m odelos de pensam ient o del difunt o.
Tam bién es posible que varias personas ent ren sim ult áneam ent e en cont act o con
esos m odelos de pensam ient o, Por t ant o, puede darse el caso de que personas de
lugares del m undo m uy dist ant es, afirm en, al m ism o t iem po, que est án canalizando a
un personaj e hist órico del pasado. Y lo m ism o sucede con los recuerdos del pasado.
Así, por ej em plo, personas dist int as pueden recoger lo que ha quedado regist rado de la
vida de At ila el rey de los hunos.
En t ales casos, puede suceder que no recuerden los m ism os det alles ni canalicen
la m ism a inform ación. Y ¿eso por qué? ¿Acaso no est á program ado un ordenador para
funcionar siem pre igual? Sí lo est á, pero su funcionam ient o depende de cóm o se le
int errogue. La com unicación por el canal de la m ent e subconscient e, según Cayce, se
basa en el principio de la afinidad. En lenguaj e popular eso quiere decir que “ igual
at rae a igual” . Cuando canalizam os los m odelos de pensam ient o de los m uert os, o
recordam os sucesos de su vida pasada, lo hacem os de un m odo select ivo que depende
fundam ent alm ent e de los sent im ient os, m ot ivaciones y necesidades de nuest ro
subconscient e.
Est e principio de la afinidad t am bién se aplica a la com unicación con el espírit u
act ivo de los m uert os. Los int ereses y deseos de las personas no acaban con la
m uert e; cont inúan su act ividad en las regiones subconscient es. Siem pre que exist e un
vínculo de am or, o un int erés m ut uo, com o puede ser un int erés com part ido por una
act ividad com ercial, est á present e esa afinidad necesaria ent re los vivos y los m uert os.
En t al caso, es posible crear canales no sólo de com unicación, sino t am bién de
obsesión, o de posesión.
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Cuando m uere una persona sin que sus deseos se hayan cum plido, o con unos
int ereses m uy aprem iant es, t ales necesidades sirven com o lazo o vínculo, y hacen que
el espírit u act ivo busque un m edio de expresión. Las adicciones a product os quím icos,
el apet it o sexual desm edido, la gula, la pasión por el j uego, y ot ras adicciones con un
com ponent e em ocional m uy int enso, crean unos fuert es im anes que los unen a
personas con las m ism as inclinaciones del m undo de los vivos, que pueden
proporcionar canales de sat isfacción indirect a.
Cayce dice que cuando una persona viva llam a a los espírit us act ivos de los
m uert os, su venida depende de su disponibilidad y de la afinidad exist ent e ent re sus
m ent es ( la del vivo y la del m uert o) . Ahora bien, t ales encuent ros no benefician a
ninguna de las dos part es, únicam ent e se obt iene una breve confirm ación de la
cont inuidad de su am or. Los difunt os necesit an llegar a t om ar consciencia de áreas
m ás elevadas, precisan ir a la luz, por decirlo de algún m odo. Los vivos no pueden
hacer m ucho por ayudar a los m uert os en est e proceso except o rezar para que
despiert en y alcancen la luz. No los ayudam os cuando nos com unicam os con ellos,
except o si decim os: “ ¿Qué haces escuchándom e, en lugar de cent rart e en la luz y
cont inuar avanzando?”
Por ot ra part e, los m uert os t ienen poco que enseñar a los vivos. Cayce señala que
los m uert os no ganan en sabiduría al m orir, sólo aprenden que la vida sigue. A veces
ni siquiera son conscient es de que han fallecido porque su conciencia sigue circulando
por el canal de la m ent e subconscient e. Sin em bargo, ello les proporciona una int ensa
sensibilidad t elepát ica; una sensación de cont act o cont inuado con los vivos. Así pues,
el espírit u de un m uert o puede evidenciar una ext raordinaria Percepción
Ext rasensorial. Los vivos, que sólo pueden ent rar en cont act o con el subconscient e
indirect am ent e, fácilm ent e confunden esa Percepción Ext rasensorial con una m ayor
sabiduría, y llegan a sent irse fascinados por las revelaciones de los espírit us. Tales
fenóm enos im piden que los im plicados cent ren t oda su at ención en su propio
desarrollo int erno. Por ello Cayce t enía sus reservas en relación con el hacer de
m édium .
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perspect iva religiosa encam inada a la unión con Dios y la Sra. Garret t le da al t em a
una orient ación filosófica encam inada a la com prensión.
Cuando Eileen Garret t ent ró en t rance, Ouvani, su espírit u guía, confirm ó que para
obt ener inform ación Cayce hacía uso de “ su propia luz,” de la com prensión clarivident e
de su yo superior. Ouvani señaló que aunque Cayce se est aba dando generosam ent e a
la persona que solicit aba la lect ura, est a m odalidad de canalización era m ás difícil de
poner en práct ica que aquella que se servía de un espírit u guía com o int erm ediario.
Asim ism o, Ouvani dij o que est e procedim ient o est aba dañando la salud de Cayce, y
añadió que cuando m enos había un espírit u guía deseoso de ayudar a Cayce a obt ener
la inform ación precisa. Ya lo había hecho en el pasado de form a encubiert a, cuando el
nivel de energías de Cayce era dem asiado baj o. Ouvani no quiso dar el nom bre de est e
espírit u cuando se lo pregunt aron, pero indicó que correspondía a Cayce decidir si
convenía cult ivar est e cont act o. Al final de est e capít ulo, verem os cóm o reaccionó
Cayce ant e el consej o de Ouvani.
Cuando Cayce realizó una lect ura para la Sra. Garret t , dij o que la Sra. Garret t
había desarrollado su habilidad psíquica en vidas ant eriores a t ravés de sus deseos de
enseñar a los dem ás cuest iones relacionadas con los principios m et afísicos. Señaló que
hoy en día act uaba com o m édium m ot ivada por esas m ism as ganas de prom over la
com prensión. Dij o que su capacidad de canalización era product o de la com binación de
la conciencia de su alm a con la ayuda proporcionada por unas “ influencias” que, al
igual que ella, t enían deseos de enseñar a los dem ás. Cuando Garret t le pidió que
dij era m ás cosas sobre sus espírit us guía, Cayce le dij o que no le correspondía a él
decirlo, que ella había de ent erarse de eso buscando desde dent ro.
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Ent revist ó a cuat ro ent idades diferent es. La prim era, Ouvani, dij o ser un j oven
soldado árabe del año 1200, m uert o en com bat e. Ouvani fue la ent idad que int eract uó
con Cayce en las lect uras Cayce- Garret t . La segunda, Abduhl Lat if, dij o que era un
m édico persa que vivió en el 1600. La t ercera, Tahot eh, llam ado “ El Que Da la
Palabra” , afirm ó ser un dios que est aba con Moisés cuando recibió las Tablas de la Ley.
La cuart a, Ram ah, que t am bién era un dios, dij o de sí m ism o que era “ El Que Da la
Vida” .
Progroff aprendió que no conviene hacerles pregunt as sobre su ident idad. No
pueden responder a una pregunt a inadecuada con una respuest a que t enga sent ido sin
falsear t odo el t em a. Así, por ej em plo, cuando pregunt ó a Abduhl Lat if si había vivido
ant es, ést e respondió con un sí, pero t rat ó de hacer com prender a Progroff que
hablaba m ás de la cont inuidad de la experiencia hum ana que de la cont inuidad de los
seres hum anos com o individuos. Aprendió, adem ás, que est os espírit us est án
ínt im am ent e conect ados con la propia Sra. Garret t y que el deshacerse de ellos
equivaldría a deshacerse de la Sra. Garret t , y a la inversa. Y t am bién que en lugar de
pregunt ar quién habla, Ouvani o la Sra. Garret t , sería m ej or pregunt ar qué cualidad de
la conciencia o nivel de la realidad quedaba expresado en ese m om ent o. Est a idea se
asem ej a a la sugerida por la fuent e de las lect uras de Cayce, que lo describe com o el
acceso a un est ado part icular de conciencia.
Por ot ra part e, cuando el propio Cayce describe cóm o ent raba en ese est ado de
conciencia, dice que a m enudo sent ía que recibía esa inform ación de una persona,
concret am ent e, un anciano. No obst ant e, Progoff concluye que es un error pensar que
t ales figuras son subpersonalidades del canal. Est am os ent rando en cont act o con un
nivel de la m ent e que es t ranspersonal, que va m ás allá de la propia personalidad del
canal. Edward Edinger, ot ro psiquiat ra j ungiano, com ent ó una vez que nuest ros deseos
de expandir nuest ra conciencia provienen del “ im pulso innat o de la vida a realizarse
conscient em ent e. La energía vit al t ranspersonal, en proceso de aut odesdoblam ient o,
ut iliza la conciencia hum ana, product o de ella m ism a, com o inst rum ent o para su propia
aut orrealización” .
Por t ant o, en lugar de pensar que est os espírit us son personas o
subpersonalidades, Progoff deduce que es m ás exact o considerar los personificaciones.
Así, por ej em plo, podem os referirnos a la Madre Teresa diciendo que es la
personificación del am or y la caridad, o a Ram bo diciendo que es la personificación de
la valent ía. Progoff nos recuerda las observaciones realizadas por Jung sobre el
sím bolo universal del Anciano Sabio. Est e sím bolo del yo superior personifica la
capacidad de la m ent e para ext raer conocim ient os e ideas de sus profundidades. El
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Anciano Sabio es un papel que int erpret a la m ent e cuando crea perlas de sabiduría y
las saca a la superficie.
Ouvani era el port ero, que prot egía el canal abiert o de las num erosas voces que
querían pasar por él. Tal com o señala Ouvani, cualquiera —los ent usiast as, los necios,
los angust iados— pueden pasar cuando el canal est á abiert o, así que necesit a vigilar la
ent rada para prot eger el inst rum ent o. Por t ant o Ouvani personifica la función
prot ect ora de la m ent e.
Est a form a de enfocar la nat uraleza de Ouvani nos t rae a la m ent e los com ent arios
de Cayce sobre los espírit us guía de Garret t :
“ Sus nom bres est án m ás bien en su ( de ella) experiencia, en su búsqueda” .
Progoff señala que t odos sabem os m ucho m ás de lo que som os capaces de expresar
con palabras. La Sra. Garret t es especialm ent e int uit iva y percibe que una gran part e
de su inform ación, conocim ient os y sabiduría procede de dent ro. Pero que es t ant a la
sabiduría que hay dent ro de ella, que la t rast orna y confunde. Es m ás de lo que ella
puede expresar. Ouvani es una personificación del nivel de conciencia que exist e en su
int erior que conect a con el nivel m ás profundo de la psique para perm it ir que la
t ransm isión de inform ación se realice a t ravés de las facult ades verbales del canal.
En cuant o al hecho de ent rar en t rance, por ej em plo, Cayce m ient ras est aba en
t rance, definía est e don com o la capacidad que t enía su m ent e subconscient e para
int erpret ar las im presiones procedent es de la m ent e superconscient e a fin de que la
m ent e obj et iva pudiera expresarlas con palabras. La m ent e subconscient e de la Sra.
Garret t t raduce est e aspect o aut orregulador de la m ent e en la personificación de un
papel o role, con la form a de Ouvani.
Progoff descubre que si bien Ouvani y Abduhl fueron capaces de cont est ar
pregunt as sobre su vida privada, y de com ent ar cosas de sus pacient es, en cam bio
Tahot eh y Ram ah no dieron m uest ras de t ener t al t alent o psíquico. Progoff concluye
que la función psíquica ( Hacer accesible una inform ación) y la función oracular ( Dar
Sabiduría) exist en en diferent es niveles de conciencia. Cuando Ouvani y Abduhl
realizan la función psíquica, es decir, act úan com o vident es, responden pregunt as de
int erés personal a los que se las hacen. En cam bio, Tahot eh y Ram ah funcionan com o
oráculos cuando responden pregunt as de int erés general. Para explicar est a diferencia
Cayce se refiere a los niveles subconscient e y superconscient e de la m ent e.
Para la realización de la función oracular, es preciso que el canal y los que buscan
no est én int eresados exclusivam ent e en sus propias necesidades, sus int ereses han de
ir m ás allá. Progoff ha aprendido que cuando los seres hum anos se enfrent an a los
int errogant es últ im os, por lo que a la nat uraleza y la vida se refiere, el principio del
Verbo, o lo que él llam a el principio int erno del significado, est ará present e en esa
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lucha. Si el ser hum ano persevera en esa lucha, el principio del Verbo cont ribuirá a
inspirar y a dar ideas a esa persona. Tahot eh personifica para la Sra. Garret t el
aspect o de la m ent e hum ana que opera para aport ar una nueva significación.
Progoff repit e la int erpret ación del Verbo de Cayce y aprende de Tahot eh que se
t rat a de un principio creat ivo. Sin em bargo, puede const ruir y dest ruir
sim ult áneam ent e. Llega a la vida de una persona en un m om ent o de crisis. Se repit e la
ley de Cayce: “ en la aplicación est á la conciencia o percepción,” pues la sabiduría que
aport a Tahot eh llega cuando el suj et o at raviesa una crisis. Tahot eh, o el nivel de la
psique hum ana que Tahot eh personifica, no es un at aj o para reducir problem as. No es
una idea lum inosa que viene de repent e. Por el cont rario, se t rat a de algo que va
evolucionando m ient ras nosot ros lucham os conscient em ent e para int ent ar resolver y
com prender los asunt os.
Cuando Progoff pregunt a: “ ¿Por qué has venido? ¿Para qué has venido y est ás
hablando por boca de Eileen?” Progroff se ent era de los cam bios acont ecidos en la
Tierra y de la función que ha desem peñado la profecía a lo largo de la hist oria para
ayudar nos a hacer frent e a esos cam bios. Unos veint e años m ás t arde, en el
espect áculo de Merv Griffin, Lazaris explicaba que venía para enseñarnos cuál era la
verdadera nat uraleza de nuest ra realidad y recordarnos cuáles eran nuest ras
apt it udes, para que pudiéram os desem peñar un papel m ás const ruct ivo en la
conform ación del fut uro de nuest ro planet a. Cayce habla de t em as sim ilares en sus
lect uras. El m ensaj e que proviene del nivel oracular de nuest ra m ent e nunca cam bia.
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ent ran en crisis y se com port an de un m odo m uy ext raño, dej an a su fam ilia,
abandonan su profesión, y se largan con una m uj er j oven. Muchos clept óm anos y ot ras
personas que t ienen conduct as com pulsivas se pregunt an con frecuencia qué es lo que
se apodera de ellos y los obliga a hacer cosas en cont ra de su volunt ad o de su razón.
¿Qué se adueña de las personas y hace que fum en aun conociendo las
consecuencias que ello t iene en det rim ent o de su salud? Ciert am ent e la nicot ina crea
adicción, pero eso no es t odo.
En las pasadas décadas hubo anuncios que daban a ent ender que fum ar cigarrillos
era bueno para la salud, m ej oraba la im agen. Tales anuncios no son sino un ej em plo
de las m últ iples sugerencias que recibim os y que influyen en nuest ro com port am ient o,
que van debilit ando poco a poco la acción de nuest ro libre albedrío. Los supuest os
cult urales no analizados son com o ideas con vida propia. Pueden llegar a poseernos.
Ya sea porque nos vem os influenciados por nuest ros propios im pulsos reprim idos
e inconscient es, o por la propaganda cult ural que nos hipnot iza con supuest os o
valores que no son necesariam ent e ciert os, o por im pulsos int uit ivos basados en una
inform ación t elepát ica sublim inal, o por la influencia de los deseos de nuest ros am igos
y fam iliares, o por unos espírit us susurrant es, el caso es que podem os llegar a est ar
poseídos de m uchas form as. Hay m uchos procedim ient os, a t ravés de los cuales los
aut om at ism os de nuest ro subconscient e expresan ot ras dim ensiones de nuest ra
personalidad. Las ideas, sent im ient os, y necesidades de nuest ra m ent e subconscient e
pueden llegar a ej ercer una influencia irresist ible en nuest ro com port am ient o,
independient em ent e de cóm o hayan venido hast a nosot ros.
En cuant o al hecho de est ar poseídos, he de decir que no som os inocent es. Aun
cuando puede que act uem os en consonancia con los valores de la sociedad, t am bién
t enem os nuest ro lado rebelde. Aunque valoram os el hecho de ser pensadores
independient es, t am bién nos gust a ser respet ados por nuest ros sem ej ant es. Nuest ras
personalidades t ienen m últ iples facet as. Cualquiera que sea la fuent e de la influencia
que nos dom ina t ant o si es un anunciant e publicit ario com o si es un espírit u guía—,
siem pre hay una afinidad ent re poseedor y poseído. Todos t enem os facet as oscuras,
una subpersonalidad que ocult am os lo m ej or que podem os. El espírit u nos susurra al
oído algo que una part e de nosot ros quiere oír. Sólo necesit am os un em puj ón
adicional.
En el libro, The Unquiet Dead. A Psychologist Treat s Spirit Possession ( Los Muert os
Que No Est án Tranquilos: Un Psicólogo Trat a la Posesión Por los Espírit us) , la Doct ora
Edit h Fiore concluye, basándose en cient os de casos de posesión, que ( al igual que
dice el principio de la afinidad de Cayce) siem pre ha habido una conform idad
subconscient e del poseído con el espírit u que lo posee. A veces se t rat a sim plem ent e
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de no desear asum ir la responsabilidad de algo, o de querer poseer poder o t alent o sin
t ener que t rabaj ar para desarrollarlo. Del m ism o m odo que los guías de Eileen Garret t
eran afines a su m ent e indagadora, que t rat aba de com prender y de ayudar a los
dem ás, t odos t enem os afinidades con los pensam ient os que se adueñan de nosot ros.
El psiquiat ra M. Scot t Peck, describe en su libro People of t he Lie ( La Gent e de la
Ment ira) , casos aut ént icos de posesión, por el espírit u del m al. Habla de su
part icipación en exorcism os con el fin de alej ar esas influencias de sus víct im as. Pero
t am bién explica cóm o som os afines al espírit u del m al que est á dent ro de nosot ros, en
nuest ra t endencia a m ent ir, a hacer daño a los dem ás, a engañarnos a nosot ros
m ism os. Del m ism o m odo que dent ro de nosot ros est á el espírit u de la sabiduría,
personificado com o el yo superior, est á t am bién el espírit u del m al, a veces
personificado com o el diablo.
Cayce señala que el m al no es una fuerza separada —t oda fuerza es esa energía
única, la energía de Dios—, sino un m odelo de ut ilización de esa fuerza única para
sat isfacción personal a expensas del t odo, una rebelión deliberada y a sabiendas cont ra
la volunt ad de Dios. Se t rat a de un poderoso m odelo t ranspersonal, que exist e t ant o
dent ro de la personalidad individual com o fuera de la m ism a.
Nada es m ás poderoso, Cayce nos indica, que nuest ra propia fuerza de volunt ad.
Nada puede adueñarse de nosot ros en cont ra de nuest ra volunt ad. Sin em bargo, si
est am os deseosos de ent regarnos a la sat isfacción inm oderada de nuest ros deseos, la
m ent e subconscient e puede servir com o canal de influencias conspiradoras. El llegar o
no a est ar poseídos por el diablo dependerá de la int egridad de los cent ros psíquicos
del cuerpo. Cayce señala que son varias las causas que pueden producir la apert ura y
desprot ección de t ales cent ros. Los ej ercicios de m edit ación inadecuados, disociaciones
de la m ent e, enferm edades, accident es, y est ados em ocionales ext rem os, com o la
furia o las int oxicaciones quím icas, pueden hacer que una persona llegue a ser
vulnerable.
Puedes leer el fascinant e relat o de un t est igo ocular de est as penet raciones de
espírit us en seres vivos. George Rit chie, el psiquiat ra que cont ribuyó a la divulgación
del est udio de experiencias sim ilares a la m uert e, describe esa inquiet ant e invasión en
su libro, Ret urn from Tom orrow ( Regreso del Mañana) . Mient ras perm aneció fuera de
su cuerpo al sufrir un at aque t errible, vio cóm o unas oscuras ent idades ent raban en el
cuerpo de unos m ilit ares que se caían al suelo borrachos. El Dr. Rit chie observó que, a
diferencia de la m ayoría de las personas, cuyo cuerpo est á rodeado de una aureola de
luz, los m ilit ares borrachos t enían en dicha aureola unos aguj eros que se abrían para
dar paso a ciert as ent idades. Tras est o, hem os de pregunt arnos si volverem os a
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at revem os a beber dem asiado. Pues puede que en t al caso no regresem os solos a
casa.
La posesión t am bién puede t ener lugar en individuos con personalidad m últ iple. En
cuant o t rast orno m ent al, la personalidad m últ iple es un caso ext rem o del proceso de
disociación que est udiam os ant eriorm ent e. A diferencia del lapsus cálam i, proceso en
el cual un único sent im ient o que ha sido int roducido en el inconscient e se las arregla
para salir fuera, los casos de personalidad m últ iple se deben a que segm ent os ent eros
del ser de una persona han sido int roducidos dent ro del inconscient e. Las prim eras
infancias de las personas que desarrollan m últ iples personalidades t ienen un fact or
im port ant e en com ún con las infancias de m uchas personas que espont áneam ent e
desarrollan la capacidad de canalización: m alos t rat os, abandono, o la presencia de
unas circunst ancias int olerables que anim an al niño a desarrollar un escondit e secret o
y seguro en su im aginación. Enseguida aprenden a disociar para m ant ener ciert as
facet as de su personalidad a salvo de los daños procedent es del m undo ext erior.
Tal com o D. Scot t Rogo dem uest ra en su libro, Tire I nfinit e Boundary: A Psychic
Look at Spirit Possession, Madness, and Mult iple Personalit y ( La Front era I nfinit a: La
Posesión por los Espírit us, la Locura, y la Personalidad Múlt iple Analizados desde el
Punt o de Vist a Psíquico) , aport ando num erosos docum ent os, la personalidad m últ iple
reflej a la posesión por los espírit us y la facult ad de com unicarse con ellos, y present a
at ribut os de am bos procesos. La personalidad secundaria, aún est ando ocult a, puede
influir sublim inalm ent e en los sent im ient os y acciones de la personalidad prim aria, al
igual que lo hace un espírit u que guía o se adueña de un ser hum ano. La personalidad
principal llegará a perder la conciencia y desaparecerá, com o en el espirit ism o, y la
segunda personalidad saldrá a la superficie. La aparición de la personalidad secundaria
se parece m ás a la canalización cont em poránea que el espirit ism o t radicional, dado
que, cuando est o sucede, la segunda personalidad puede ut ilizar el cuerpo, andar de
un lado para ot ro, int eract uar con la vida, y pasar a form ar part e de la sociedad. Por
ot ra part e, puede sent irse poseída, al int uir la presencia de la personalidad principal, y
experim ent ar ciert o resent im ient o por t ener que volver a est ar dom inada por la
personalidad principal.
La personalidad secundaria puede asim ism o evidenciar una apt it ud psíquica, m uy
sim ilar a la del espírit u que guía a un m edium . Adem ás, puede haber diferent es niveles
de personalidad secundaria. A veces exist e una figura superior, llam ada “ aut oayudant e
int erno,” que ayuda al t erapeut a a orient ar la t erapia. En ot ros casos, las
personalidades secundarias dicen ser espírit us o ángeles, cuya única relación con la
persona consist e en que han venido a ayudar. Por ot ra part e, a veces surgen
personalidades que declaran ser espírit us de ot ras personas.
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Cuando la int egridad de una persona es violada, ya sea por la represión de fuert es
deseos inconscient es o por el daño al sist em a endocrino, y ést a queda expuest a a
influencias, exist e la posibilidad de que se produzcan num erosas int rusiones. Habida
cuent a de la exist encia de est as posibles fuent es de posesión, que van desde lo
ordinario hast a lo dem oníaco, parece im port ant e que reflexionem os despacio sobre el
procedim ient o que vam os a em plear para abrim os a una energía que es psíquica,
t ranspersonal y que est á pot encialm ent e t urbocargada, la energía de la psique.
Canalizando a Tu Yo Superior
Una vez que Cayce hubo escuchado la lect ura que le dedicó Eileen Garret t , se
dedicó a sí m ism o una lect ura sobre la posibilidad de disponer de un espírit u guía que
le ayudara en su t rabaj o, t al com o había sugerido Ouvani. En esa lect ura, una ent idad
que se dio a conocer diciendo que era Haleliel habló a t ravés de Cayce, indicando que
era el guía que deseaba ayudarle. Tras la lect ura, Cayce habló con su m uj er y sus
colegas sobre la posibilidad de canalizar a Haleliel. Pero decidió no ut ilizar esa fuent e
de ayuda, y cont inuar canalizando desde su est ado de conciencia m ás elevado. Con
est o no querem os decir que los espírit us no volvieran a hablar a t ravés de él nunca
m ás, pues el caso es que lo hicieron. La act it ud de Cayce era la de quien cree que si, al
ent regarse para ser ut ilizado com o canal por la Conciencia de Crist o, esa conciencia
superior que part e de su int erior 0pt a por enviar a un int erm ediario, bien est á. Aunque
en t al caso, no es deseo de Cayce exclusivam ent e, sino de Dios.
Así pues, no fue el t em or a llegar est ar poseído lo que hizo que Cayce no quisiera
depender de la ayuda de un espírit u guía. De hecho, en t odas las lect uras en las que
recom ienda no com unicarse con los espírit us, ni pract icar la escrit ura aut om át ica y
dem ás procedim ient os que pueden const it uir un engaño, su m ayor causa de
preocupación no era la posibilidad de llegar a est ar poseído, sino el hecho de que ello
pudiera apart arnos de lo que debía ser nuest ro obj et ivo: desarrollar nuest ra propia
capacidad de percepción, nuest ra propia conciencia superior.
Todos sabem os que no debem os desarrollar una dependencia innecesaria con
respect o a una cosa ext erna. Ello nos im pide crecer y evolucionar. No nos perm it e
realizarnos y ut ilizar t odo nuest ro pot encial. Cayce, t ant o en la vida diaria com o al
ent rar en t rance, nos enseñó con el ej em plo que cuando buscam os lo m ás elevado que
hay dent ro de nosot ros, proporcionam os el m ej or canal de que disponem os. Al volver
ahora al t em a de la evaluación de los canales de orient ación, verem os una vez m ás
cóm o t odo conocim ient o est á dent ro de nosot ros.
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CAPI TULO DI EZ
Puede que est em os fast idiados porque se nos ha plant eado un problem a o porque
nos vem os obligados a elegir. El buscar una orient ación canalizada, procedent e de
nosot ros m ism os o de ot ras personas, expresa nuest ro deseo de aum ent ar nuest ra
conciencia o percepción. Todo conocim ient o est á dent ro de nosot ros, según nos
recuerda Cayce, pero con frecuencia no lo parece, no percibim os qué hem os de hacer,
elegir o decidir.
Cayce señala que nosot ros m ism os som os capaces de canalizar la inform ación si
est am os dispuest os a realizar el esfuerzo necesario. Tener aut ént ica necesidad de
saber, sint onizar com o es preciso, y t ener capacidad para hacer uso de la orient ación e
int enciones de hacerlo, son los fact ores necesarios para obt ener ayuda a t ravés de las
fuent es canalizadas de la inspiración.
Cuando el alum no est é preparado, el profesor —ya sea un profesor que est é
dent ro de él o un profesor ext erno— aparecerá, pero no ant es. Est a preparación
im plica que la persona es capaz de reconocer la orient ación y de aplicarla. Cuando
Cayce subraya que t oda orient ación proviene de nuest ro int erior, no est á diciendo
sim plem ent e que lo “ m ej or” es buscar dent ro de nosot ros m ism os, sino que, en el
fondo, es algo que no podem os evit ar.
Hem os de ser nuest ros propios canales de orient ación, aun cuando busquem os la
ayuda de los dem ás. Mient ras aprendem os a ut ilizar nuest ros propios canales —
int uición, sueños, escrit ura inspirada, y ot ros procedim ient os— posiblem ent e nos
result ará út il consult ar a un profesional de la int uición, a un vident e que canaliza ayuda
para los dem ás. De t odas form as, para sacar algún provecho de esas lect uras es
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necesario que reaccionem os ant e aquello que resuena profundam ent e en nuest ro
int erior m ient ras escucham os, con el fin de reconocer lo que puede ser verdad. De ese
m odo ent ram os en cont act o con conocim ient os m ás profundos exist ent es en nuest ro
int erior.
El ser orient ados gracias a la capacidad de canalización de ot ra persona puede
ayudarnos a percibir nuest ra propia capacidad psíquica. Asim ism o, el int eract uar con
un canal de t rance puede ser una buena preparación para canalizar ent rando en
t rance.
Tant o si la orient ación psíquica es canalizada por ot ra persona com o si se t rat a de
un m at erial que canalizam os nosot ros personalm ent e, no obst ant e t enem os que
aprender a evaluar esa orient ación. El consej o que Cayce nos da sobre est e t em a se
aplica en am bos casos. Verem os cóm o el hecho de aprender a evaluar la orient ación
canalizada form a, en realidad, part e del proceso de canalización.
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La obt ención de una orient ación se parece a la solución creat iva de los problem as.
Al principio, sólo es posible obt ener una respuest a parcial o provisional, o bien hay que
suprim ir los det alles de la solución. El principio m ás im port ant e de Cayce es que si esa
pequeña orient ación se pone a prueba y se evalúa al ponerla en práct ica, enseguida se
recibirá ot ra orient ación. Cayce a m enudo sugería que hiciéram os lo que sabíam os
hacer, que hiciéram os t odo lo posible por aplicar lo que t eníam os, y que
post eriorm ent e recibiríam os m ás. Es una variant e de la Ley de Cayce que dice que “ En
la aplicación est á la percepción” . Est e enfoque, basado en sucesivas aproxim aciones a
la solución final, es la orient ación heuríst ica que preconizaba Cayce,
independient em ent e de cuál fuera la fuent e de orient ación, ya viniera ést a de los
propios sueños del suj et o o de un consej ero psíquico.
¿Cuál es la pregunt a?
Es m uy im port ant e averiguar cuál es la pregunt a adecuada, pues la pregunt a
influirá en la respuest a. Para conseguir que los sueños respondan una pregunt a, es
im port ant e que el suj et o est udie cuidadosam ent e la pregunt a. He est udiado las
reacciones de las personas ant e las respuest as que han recibido de vident es o
m édium s, y he descubiert o que norm alm ent e reaccionan diciendo: “ ¡hubiera analizado
m ás despacio m i pregunt a! ” Si la pregunt a es vaga, la respuest a posiblem ent e sea
general. Una buena pregunt a ha de est ar cent rada en lo que se desea saber. Com o
Cayce señala m uchas veces, el deseo del que indaga, el t ipo concret o de vibraciones
propias de esa necesidad de saber, est im ula y cent ra la energía a part ir de la cual se
crea la orient ación.
A veces uno no sabe qué es lo que necesit a saber. Al principio no hay ninguna
pregunt a, es sim plem ent e un problem a, una sensación de int ranquilidad, de que exist e
una dificult ad, un dolor. Cuando sient as esa frust ración, puedes em pezar t ú solo, o con
la ayuda de alguien que sepa escuchar, por det erm inar que t ipo de orient ación
necesit as. Tal vez, el proceso em piece sencillam ent e con una exposición de los hechos:
“ Est oy m uy descont ent o con... y quiero saber qué es lo que debo hacer al respect o” .
Ello ayuda a ser m ás concret o post eriorm ent e: ¿Qué es exact am ent e lo que t e
preocupa y por qué? ¿Qué clase de solución buscas? ¿Cuáles son t us obj et ivos?
¿Cuáles t us obligaciones?
Al t iem po que const ruyes t u pregunt a, t rat a de dar t ú m ism o la respuest a para ver
si realm ent e deseas que t e sea respondida. ¿Has est udiado previam ent e t oda la
inform ación relacionada con esa sit uación? Ant es de acudir a un consej ero psíquico,
t rat a de ut ilizar el m ét odo de la escrit ura inspirada y escribe un diálogo ent re la part e
de t u persona que form ula las pregunt as y la part e de t u persona que las cont est a. Es
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un buen sist em a para descubrir cuáles son los aspect os de la pregunt a para los que ya
t ienes respuest a y cuáles form an el m eollo de la pregunt a.
Es evident e que ese proceso aclarat orio im plica que para conseguir una buena
orient ación, uno ha de hacer previam ent e sus deberes. Una part e de esos deberes
consist e en hacer t odo lo posible por solucionar el problem a que uno t iene sin ayuda
de nadie, esforzándose al m áxim o para ello.
I deales y Fines
Cuando se t rat a de evaluar la orient ación, sobre t odo, los result ados de la
aplicación de dicha orient ación, las consecuencias se com pararán en últ im o t érm ino
con la finalidad o int ención originales. Puede que llegues a apreciar en su valor el
siguient e adagio: “ Ten cuidado con lo que pides en t us oraciones, probablem ent e lo
conseguirás” .
Una finalidad es una int ención, es algo que puede cum plirse a t ravés de uno o
m uchos obj et ivos, o consecuencias. El pensar en unas consecuencias posiblem ent e
sat isfact orias ayuda a aclarar cuál es la finalidad. No siem pre es posible o necesario
especificar, por adelant ado, una consecuencia que podría servir para el cum plim ient o
de una finalidad, pero t rat ar de hacerlo puede cont ribuir a aclarar qué es lo que uno
desea llevar a cabo.
Al escribir est e libro, he t rat ado varias veces de canalizar la orient ación o la
inspiración, Muchas veces ello se debía a que no sabía cóm o present ar el m at erial, y
m e bloqueaba. Cuando est o m e ha sucedido, aparent em ent e, he sent ido una ciert a
frust ración, al no poder avanzar en m i t rabaj o. Aparent em ent e, lo que yo quería es
que m e indicaran cóm o debía cont inuar, quería saber qué debía decir, cóm o debía
expresarlo, aparent em ent e, ésa era m i finalidad.
No m e cost ó conseguir que los dem ás m e dij eran cóm o debía present ar m is ideas.
El escuchar esas sugerencias y observar m is reacciones m e ayudó a aclarar m is ideas
sobre cuál era realm ent e la finalidad que yo perseguía. No se t rat aba sencillam ent e de
seguir escribiendo, sino de expresar con claridad m is punt os de vist a. Com o m e ha
sucedido ot ras veces, t uve que sust it uir m i pregunt a inicial: “ ¿Cóm o lo digo?” por ot ra
pregunt a: “ ¿Qué es lo que ent iendo realm ent e? ¿Cuál es m i form a de ver las cosas?
¿Qué t rat o de decir realm ent e?” En est e caso el aclarar cuál era la finalidad influyó en
la form ulación de la pregunt a.
Los valores son im port ant es, y han de ser analizados cuidadosam ent e cuando uno
se prepara para recibir una orient ación. Aquí ent ra en j uego el énfasis que Cayce pone
en los ideales. Los ideales ej ercen una influencia en la conform ación de la orient ación
canalizada, es com o si fueran “ la est rella que guía” . Es ext rem adam ent e im port ant e
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t ener present es los ideales a la hora de buscar orient ación, no sólo por la im port ancia
que t iene el hecho de que exist a una arm onía ent re nuest ra finalidad y nuest ros
valores, sino t am bién por la calidad de la energía que es act ivada. El ideal det erm ina la
conform ación de la energía creat iva que m odela la orient ación obt enida. No podem os
infravalorar su im port ancia.
En m i caso, siguiendo los consej os de Cayce em pecé por exponer verbalm ent e
cuál era m i ideal: “ La verdad es herm osa” . Cent rándom e en el sent im ient o que
subyacía a est a aseveración, dej é que una im agen m e viniera a la m ent e. Se t rat aba
de una cam pana de crist al que sonaba con m ucha claridad cuando la t ocaban de t al
form a que el que la escuchaba experim ent aba una profunda y herm osa sensación de
verdad. Encont ré unas com posiciones m usicales que expresaban ese ideal, unas suit es
de violoncelo de Bach cuya exquisit a form a m e afect ó int ensam ent e a nivel em ocional.
Post eriorm ent e, m ient ras im aginaba que el m aravilloso t ono de la cam pana no se
debía t ant o a su perfección exquisit a com o a su am or, a sus deseos de ser t ocada y
ent regar librem ent e sus sonidos, cam bié de t em a y m e puse a pensar en un réquiem
de Mozart , una m úsica coral m uy conm ovedora que est aba m ás cerca de la corrient e
de sent im ient os unida a m i nueva im agen de un canal ideal.
Tal com o sugiere Cayce, exam iné est os recordat orios de m i ideal, resonando con
su espírit u. De ese m odo, dej é que dicho ideal conform ara la energía que im pulsaba m i
búsqueda de orient ación para escribir sobre alguno de los t em as de est e libro. No
esperaba poder escribir con t ot al claridad, con t ot al libert ad, pues en ese caso nunca
habría t erm inado, pero ello m e sirvió de im agen guía.
Puedes dedicar el m ism o t iem po a exam inar el ideal que ha de regir la orient ación,
que a form ular la pregunt a. Con frecuencia m e sucede que el m ero hecho de m edit ar
sobre el ideal resuelve m i problem a. Ese sencillo act o de sint onización, el crear una
resonancia con las energías creat ivas m odeladas por el ideal, frecuent em ent e facilit a
un canal de inspiración inm ediat o. Si no es así, cuando el suj et o present a la pregunt a a
ot ro vident e, el t iem po dedicado a la consideración del ideal influye en la calidad de la
canalización recibida de dicho vident e.
Considera la Fuent e
En sus discursos relacionados con nuest ras reacciones ant e la orient ación
canalizada, Cayce a m enudo pone el énfasis en el análisis de las posibles fuent es de
inform ación. Señala la exist encia de varias fuent es diferenciadas: deseo, expect at ivas,
el subconscient e, y la conciencia universal.
El deseo, en su calidad de fuent e de orient ación, act úa en las ilusiones del suj et o,
por ej em plo, cuando nos da aquello que deseam os que llegue a ser verdad. Tant o
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nuest ras esperanzas com o nuest ros t em ores pueden verse confirm ados m ediant e la
int ervención del deseo en el proceso de orient ación. El deseo a m enudo influye en la
form a de int erpret ar nuest ros sueños. Es fácil ver nuest ros t em ores y esperanzas
reflej ados en los sueños, pues const it uyen una base m uy im port ant e del vocabulario
present e en nuest ros sueños. Com o el deseo es una influencia om nipresent e en
nuest ras int erpret aciones de cualquier t ipo de orient ación, es m uy im port ant e el últ im o
paso que según Cayce hay que dar en est e proceso, y que consist e en aplicarlo en la
práct ica y ponerlo a prueba de ese m odo.
Las expect at ivas operan a t ravés de la im aginación, allí se crea una respuest a a
part ir de un m odelo de pregunt a. Es com o si un niño, forzado a responder a una
pregunt a cuya respuest a no se conoce, invent a una respuest a que parece encaj ar con
lo que se espera t eniendo en cuent a la pregunt a. En t al caso, la im aginación, que en
ot ras circunst ancias puede ser el canal de resonancia de los m odelos de conciencia
psíquica, se conviert e gust osam ent e en servidora de las expect at ivas. A propósit o, la
hipnosis ayuda a engrasar las ruedas de est e engañoso proceso, t al com o verás en el
próxim o capít ulo cuando leas “ la canalización de Sócrat es” .
Por t ant o, los canales del t rance t enderán posiblem ent e a sat isfacer t us
expect at ivas. Una vez realizada una pregunt a, puede que la respuest a no llegue
enseguida. Si exist e una int ensa presión, bien porque se cuest iona la capacidad del
buscador o porque ést e est á desesperado, la respuest a puede ser sencillam ent e una
invención, basada en las expect at ivas. Por ot ra part e, si un vident e realiza una
observación com o est a: “ No puedo sacar nada de est a pregunt a,” es señal de que
prest a la debida at ención al proceso psíquico.
El propio subconscient e es en m uchos casos una fuent e de orient ación. Tu
subconscient e cont iene m ult it ud de m ot ivaciones, esfuerzos, recuerdos, asunt os sin
t erm inar y la sem illa de posibles fut uros. Recuerda que Cayce ha señalado que t odas
las m ent es subconscient es est án conect adas unas con ot ras. Así pues, t u propia m ent e
subconscient e, el subconscient e de ot ra persona que podría est ar canalizando
inform ación psíquica para t i, y el subconscient e de ot ros, t ant o vivos com o m uert os,
pueden cont ribuir a la form ación de las respuest as obt enidas. Com o con frecuencia no
conocem os el cont enido de nuest ra propia porción de subconscient e, el hecho de sacar
algo de nuest ro propio subconscient e a la luz de la conciencia puede parecernos t an
revelador que posiblem ent e pensem os que es verdad. Ello podría llevarnos a engaño.
Así, por ej em plo, durant e m i prim era lect ura psíquica hace unos quince años, la
vident e y yo perm anecim os sent ados un rat o m edit ando y luego ella em pezó a hablar.
Parecía com o si est uviera hablando desde dent ro de m í, era com o si sus palabras
provinieran de m i int erior. Hoy en día, sé que en esa experiencia se est ableció una
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conexión t elepát ica ent re dos personas que est aban sum idas en un est ado de
conciencia, el subconscient e de cada una de esas dos personas est aba en cont act o
direct o, en com unicación direct a con el de la ot ra. Cuando t erm inó, t uve la im presión
de que durant e esa lect ura la vident e, sea com o fuere, había llegado hast a dent ro de
m í y había sacado de allí la inform ación. Fue una sensación a la vez física y em ocional,
era com o si t odo m i cuerpo hubiera quedado em papado de percepción, y ent onces algo
hubiera sido liberado penet rando en m i conciencia. Mucho de lo que ella dij o m e
result ó fam iliar, com o si yo m e diera cuent a de la verdad que había en ello. El t ono
em ot ivo con que ella pronunciaba sus palabras sonaba a ciert o, encaj aba con algo que
había dent ro de m í. Est aba claro que no se lim it aba a m anifest ar una serie de hechos;
se dirigía a m í, a m i yo m ás ínt im o, en un t ono que daba a ent ender la exist encia de
una gran fam iliaridad.
Post eriorm ent e, al escuchar la grabación de nuest ra sesión, m e di cuent a de que
algunos de los hechos que m e cont ó se corresondían en ciert o m odo con las im ágenes
de m is sueños y fant asías. La vident e dij o que m e veía de pie en la playa, llevando una
cam isa de flores y rodeado de palm eras. Dij o que m e t raslada ría a Hawai.
Recient em ent e había soñado con una escena m uy sim ilar a su visión. Su profecía m e
llenó de asom bro. Al cabo de unos años, result ó ser ciert a. Dej é la vida académ ica de
una Universidad de I vy League y m e t rasladé a Virginia Beach. Lo que en un principio
m e at raj o fue la Asociación pera la I nvest igación y la I lust ración, pero lo que realm ent e
conquist ó m i corazón fue la playa en sí: Las furgonet as de colores con t ablas de surf y
la gent e con cam iset as de algodón est am padas, el am bient e de recreo, la vida al aire
libre que t ant o cont rast aba con el am bient e int elect ual de I vy League. Aunque en
Virginia Beach no había palm eras, no obst ant e m e recordaba a la casa que yo había
t enido en m i infancia en San Diego. Un día cuando est aba en la playa con una cam isa
de flores m e acordé de la predicción de la vident e.
Cuando después de varios años volví a acordarm e de est a sucesión de
acont ecim ient os, pensé que la vident e había “ leído” las im ágenes que había en m i
subconscient e, unas im ágenes que est aban influyendo en m i fut uro. Al t rat arlas com o
realidades obj et ivas, no me anim ó a int ent ar com prenderlas m ej or, pero
indirect am ent e posibilit ó el que yo llegara a est ar m ás obligado por ellas. Si yo hubiera
pensado que m i sueño reflej aba un clim a psicológico, un t ono m ás desenfadado,
lúdico, exuberant e y creat ivo del que m e había caract erizado m ient ras perm anecí en la
I vy League, posiblem ent e habría reaccionado de ot ro m odo ant e la “ predicción" de la
vident e. Años después supe com prender m ej or qué fue lo que m e llevó a realizar esos
cam bios en m i vida. No m e m oví porque ello necesariam ent e fuera en beneficio m ío.
Lo que hice fue dej arm e llevar por un im pulso que no podía resist ir, fue eso m ás bien
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que la llam ada del dest ino. Había llegado al est e desde el sur de California, y echaba
de m enos el m ar. Me acordaba de m i vida social cent rada en t om ar el sol y hacer surf.
Me est aba cost ando aprender a ser yo m ism o y al m ism o t iem po sat isfacer los
requisit os precisos para ser profesor de universidad. Com o m e sent ía desgraciado y
est aba im pacient e por cam biar de vida, no analicé m i im pulso, ni lo puse en duda. Si lo
hubiera hecho, posiblem ent e habría llegado a ser m ás conscient e, en lugar de
lim it arm e a cam biar m is circunst ancias ext ernas.
Hoy en día, m e doy cuent a de que hubiera preferido que la vident e m e hubiera
respondido lo siguient e: “ Hay en t u int erior una im agen de t i de pie en la playa, con
una cam isa de flores. Est a im agen represent a t us deseos de un est ilo de vida m ás libre
y creat ivo. Si buscas dent ro de t i aquello que t e oprim e y quit a la libert ad,
descubrirás...” . No lo digo por crit icar a la vident e. Efect ivam ent e, era una vident e. No
obst ant e, est e relat o reflej a cuán variables son los lím it es que separan la verdad
subj et iva del hecho obj et ivo en la m ent e subconscient e. Cayce dice que su fuent e de
inform ación era a veces el subconscient e del buscador, y no la conciencia universal, y
afirm aba que le result aba difícil dist inguir ent re pensam ient os y acciones, si no
realizaba un esfuerzo concret o por diferenciarlo.
La m ent e subconscient e no t iene unos ideales, por sí m ism a, sólo t iene una
inclinación a expresarse. Nuest ro deseo de orient ación psíquica suele est ar basado, en
una m edida u ot ra, en algún deseo periférico nuest ro: Siem pre hay en ello un
elem ent o personal, que no es t an elevado com o el deseo de arm onizar con el t odo. No
seríam os hum anos si no fuera sí. Aunque puede que esperem os que nuest ra conciencia
llegue a expandirse, siem pre habrá una part e de nosot ros que busque una solución
m ás sencilla, una part e que no necesit e que crezcam os y evolucionem os, una part e
que se lim it ará a conseguir lo que querem os. El peligro que exist e en la obt ención de
una inform ación engañosa es especialm ent e grande cuando uno acude en busca de
orient ación a ent idades separadas del cuerpo, a “ seres” incorpóreos, o incluso a
subpersonalidades psíquicas de un canal. Tal com o explica Cayce, las vibraciones de
nuest ros deseos at raerán a una ent idad que funcione con una orient ación parecida. Se
t rat a de la act uación del principio de la afinidad en nuest ro subconscient e.
Puede darse el caso de que una fuent e que t e parezca m uy apropiada sea en
cam bio inferior y reflej e t u propio subconscient e. Com o dicha fuent e com prende t us
preocupaciones, t e parecerá que est á bien dirigida, que sint oniza cont igo, pero podría
al m ism o t iem po est ar at endiendo a m ot ivaciones inferiores. Yo he t enido varias
lect uras de ese est ilo. Suelen ser bast ant e agradables. I nvariablem ent e, m e recuerdan
aquello que m e im port a y m e aseguran que t odo saldrá m uy bien.
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I ra Progoff señaló a propósit o de Eileen Garret t que lo t elepát ico eran sus fuent es
inferiores, ést as, leían la m ent e del indagador y se com unicaban con los difunt os.
Tam bién t enían m ás “ personalidad” que las superiores. Las superiores hablaban com o
si fueran personificaciones de principios et ernos, y se m anifest aban com o ent idades
sólo por el oyent e.
Una fuent e elevada e im personal posiblem ent e se fij e m enos en el dolor y los
sent im ient os que van unidos a t u sit uación, lo probable es que hable el idiom a de las
verdades universales elevadas. Las fuent es superiores plant ean un problem a,
const it uyen una paradoj a, y pueden ser discut ibles. La verdad universal, por su
nat uraleza, no t iene en cuent a la unicidad del individuo.
Es una verdad universal lo que nos bloquea e im pide que t om em os conciencia de
la sabiduría que hay dent ro de nuest ro sent ido del “ yo” . Esa sensación de que exist e
un yo separado fom ent a nuest ro m iedo porque sent im os la necesidad de prot eger a
ese yo separado. El m iedo hace que nos esforcem os por alcanzar el poder. El caráct er
universal de est a difícil sit uación ha sido m uy bien descrit o en la obra de Ken Wilber
t it ulada The At m an Proj ect ( El Proyect o At m an) . Tam bién es ciert o que el am or es el
cam ino por el que podem os salir de est e apuro. Según dice el siogan de la Nueva Era
basado en el Course in Mirades, “ Am ar es desprenderse del m iedo” . Oj alá m e guíe una
verdad com o ésa.
Por ot ra part e, si quisiéram os hacer aquello que sabem os hacer, si
experim ent áram os que obrar así ha sido elección nuest ra, ent onces no t endríam os
necesidad de ninguna orient ación. Pedim os una orient ación, no porque no sepam os
que som os nosot ros los que “ cream os nuest ra propia realidad,” sino porque sent im os
que est am os obligados a crearla t al com o lo hacem os, y querem os averiguar cóm o
podem os act uar de ot ro m odo.
Con dem asiada frecuencia, las fuent es de orient ación que se ocupan
exclusivam ent e de la verdad universal prest an un m al servicio al indagador. Cuando
nos servim os de verdades espirit uales válidas com o m edio para adquirir poder
personal, podem os agravar nuest ra sensación de aislam ient o personal. A veces
podem os ut ilizar est a inform ación en negaciones com o la siguient e:
“ Mi enfado es una ilusión, m i m iedo es una ilusión, m is sent im ient os son una
ilusión, sólo m i am or es real” . O podem os ut ilizarla com o inst rum ent o de aut ocondena.
“ Trat o de librarm e del m iedo considerándolo una ilusión, pero sencillam ent e no puedo,
debo de ser idiot a” . Si sient es que eres un ser indigno, t ras escuchar los consej os de t u
guía psíquico y reflexionar sobre ellos, o t e sient es m ás confuso que cuando
em pezast e, est arás experim ent ando la esencia de lo que t ales fuent es de orient ación
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t ienen de discut ible. Puede que sea ciert o que t ú eres en part e responsable de est e
dilem a, pero algunas verdades universales t e han lanzado a ello.
He descubiert o que es m ej or escuchar la verdad universal cuando uno
experim ent a una exalt ación de la conciencia, cuando uno es capaz de responder con el
alm a, en lugar de con el ego. Por lo dem ás, no est oy seguro de que una fuent e de
verdad universal sea lo que yo llam aría la fuent e de orient ación “ m ás elevada” .
Una im agen que a m i m odo de ver quiere decir lo m ism o que la expresión “ m ás
elevado” es la const it uida por un grupo de personas sent adas form ando un círculo y
exam inando el cent ro. Cada persona ve el cent ro desde un punt o dist int o. Una persona
lo ve desde el deseo. Ot ra desde la verdad. Sólo el cent ro, que ve sim ult áneam ent e
t odos los punt os de vist a, es la perspect iva “ m ás elevada” . Puede apreciar cada una de
las perspect ivas ubicadas en la circunferencia y est á en una posición que perm it e su
int egración. Puede int egrar verdades universales con lim it aciones hum anas. Cayce
quería que nosot ros buscáram os una orient ación part iendo del cent ro, no de la
periferia.
La com pasión est á present e en las fuent es de orient ación m ás elevadas. Adem ás,
est á la presencia de las verdades universales y la insist encia en la realidad de nuest ro
ser individual y en cóm o cream os nuest ras propias circunst ancias. Al m ism o t iem po,
hay en la com pasión una apreciación de nuest ro sufrim ient o y de lo que significa, así
com o una sensibilidad ant e el hecho de no querer aum ent arlo. La com pasión es
asim ism o pacient e y m isericordiosa. Aunque reconoce que Dios est á en cada persona,
no habla con t odos del m ism o m odo. Aunque orient a a cada persona para que pueda
alcanzar su dest ino espirit ual, est á cent rada en el aquí y el ahora, con sugerencias
concret as para el siguient e paso que el suj et o ha de dar en ese viaj e de m il m illas.
Habla con un t ono hum ilde y, si t ienes suert e, verás que t iene un gran sent ido del
hum or. Nada es m ás saludable que poder ver la verdad de la sit uación en que uno se
encuent ra a t ravés de una brom a. Ayuda a aut oacept arse y a despreocuparse al m ism o
t iem po.
Cayce t enía un gran sent ido del hum or, cuando est aba en t rance y cuando est aba
despiert o. Creía que el sent ido del hum or era beneficioso para el cuerpo y la m ent e.
Muchas veces m e he referido a dos lect uras que recibí de dos vident es diferent es,
cuyas fuent es se dedicaron a cont ar chist es; no m e hicieron de rabiar, pero m e
ayudaron a verm e con un sent ido del hum or m uy fino. Uno de ellos llegó a sint onizar
con chist es que yo m ism o había cont ado y m e recordó explícit am ent e que el sent ido
del hum or sirve para acept ar la verdad. Aún ahora m e pregunt o si cogí el chist e.
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Evaluando la Orient ación
No t e pierdas t rat ando de det erm inar con exact it ud cuál es la fuent e de la
orient ación canalizada. En cam bio, has de cent rart e en det erm inar qué aspect o de la
orient ación es válido, si es que lo hay. La evaluación de la fuent e es m enos im port ant e
que la evaluación de la orient ación en sí. Lo ciert o es que Cayce señala que no es
posible det erm inar con precisión la fuent e de la orient ación canalizada. La orient ación
debe ser evaluada poniendo a prueba sus frut os.
Cayce abordó con m ucha sensat ez el t em a de la evaluación de la orient ación.
¿Tiene sent ido la orient ación recibida? ¿Se refiere a la sit uación? ¿Es viable? ¿Parece
const ruct iva? ¿Tu reacción ant e ella es posit iva? Cuest a creer que pregunt as t an obvias
com o ést as sean t ant as veces pasadas por alt o.
Exam ina est a orient ación t eniendo en cuent a el ideal que t e has m arcado. Si no
est á a la alt ura de t u ideal, bien debes olvidar lo, o si no t endrás que indagar un poco
en t u alm a, así, por ej em plo, yo una vez pregunt é sobre las probabilidades que t enía
de obt ener una ayuda financiera para un proyect o de invest igación sobre anim alit os de
com pañía. La respuest a que obt uve no parecía encaj ar con m i ideal, pues parecía
poner de relieve que debía “ vender” m i idea en lugar de “ invest igar” sobre ello. Al
volver a escuchar la lect ura, m e di cuent a de que el vident e quería con ello decir que lo
problem át ico era m i ideal, que debía reflexionar sobre la ut ilidad que t enía esa
invest igación para los dem ás, y no sólo pensar en su im port ancia t eórica.
Suponiendo que la orient ación pasa est as pruebas prelim inares, has de conseguir
a cont inuación una segunda opinión. Cayce recom endaba no poner nunca t odos los
huevos en la m ism a cest a. Con sum a vehem encia, nos aconsej aba que no
dependiéram os de un único canal de inform ación ext erno. Sus propias lect uras no
const it uían una excepción a est a advert encia. Su fuent e anim aba a los que recibían
lect uras de Cayce a com parar est e m at erial con el procedent e de ot ras fuent es. Cayce
se dedicaba lect uras a sí m ism o, y t rabaj aba con ese m at erial con ayuda de su
program a espirit ual personal, que incluía m edit ación, sueños ( su fuent e con frecuencia
le reprendía por no prest ar suficient e at ención a sus sueños) , oración, y dem ás
orient ación heuríst ica que hem os present ado en est e capít ulo.
Busca ayuda en m ás de una fuent e y t rat a de descubrir las coincidencias y
correlaciones de la inform ación así obt enida. Com para, por ej em plo, los result ados de
un ej ercicio de escrit ura inspirada realizado por t i con los consej os de un vident e y
luego analiza t us sueños. Fórm at e una opinión, m edit a sobre ello y com prueba cuál es
t u reacción int uit iva. Resolver un problem a a base de est ablecer correlaciones ent re las
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respuest as obt enidas por diversos m edios es un procedim ient o cient ífico de lo m ás
m inucioso.
La t radición que pervive ent re los seguidores de las lect uras de Cayce dice que si
el suj et o quiere recibir una lect ura psíquica, ha de acudir por lo m enos a dos vident es
diferent es.
Una vez t uve la oport unidad de recibir lect uras de veint e vident es dist int os, con el
fin de poder com pararlas. A t odos ellos les hice las m ism as cuat ro pregunt as
personales. Ello form aba part e de un t rabaj o previo al diseño de un proyect o de
invest igación para la Asociación para la I nvest igación y la I lust ración, relacionado con
el proceso de obt ención de orient ación a part ir de fuent es diferent es. Aunque en ot ras
circunst ancias ello no habría sido nada práct ico, en est e caso aprendí m ucho sobre las
lect uras psíquicas, viendo cóm o pueden variar, y cuán im port ant e es poder est ablecer
com paraciones y correlaciones.
Con dos de las pregunt as, descubrí que, aunque llevaba m ucho t iem po com parar y
est ablecer correlaciones ent re las veint e respuest as, el esfuerzo valía la pena. Fue una
suert e para m í haber podido hacer la m ism a pregunt a a t ant os vident es. Cada vident e
enfocó, de form a diferent e, la form ulación de la respuest a, est o es algo en lo que
nunca insist iré bast ant e. La personalidad, los int ereses, la sabiduría, las cuest iones
personales, los t ipos de afect o, et c. de cada vident e influyeron m ucho en la lect ura,
pero la influencia del canal fue sólo aparent e, pues pude est ablecer com paraciones.
Analizadas por separado, cada una de ellas capt aba t an poderosam ent e m i at ención
que lo probable es que hubiera influido en m í excesivam ent e. Sin em bargo, en grupo,
lo que cada canal t enía de part icular desaparecía de m i vist a. Yo m e quedaba con
ciert os t em as com unes que iban surgiendo, no por la habilidad psíquica de los canales,
sino por la búsqueda que yo efect uaba en m i int erior conform e iba considerando sus
variados m ensaj es. Ese proceso de com paración m e proporcionó una orient ación
válida.
La t ercera pregunt a t enía que ver con m i “ vida pasada” , concret am ent e con m i
relación con dos personas que han sido m uy im port ant es para m í en est a vida. No
hubo ni dos vident es que dij eran lo m ism o sobre est as relaciones. Desde ent onces he
indagado al respect o, descubriendo al hablar con ot ras personas que han escuchado
m uchas lect uras psíquicas de est as caract eríst icas, que no soy yo el único que ha
t enido est a experiencia. Por ot ra part e, he de decir que varios vident es describieron
unos m odelos de relación sim ilares, aun cuando los guiones sobre m i vida pasada
fueran dist int os. Había un paralelism o en cuant o a la significación de los
acont ecim ient os a nivel em ocional, aunque no lo hubiera en cuant o a los
acont ecim ient os en sí. Descubrí que lo im port ant e para m í habían sido esas em ociones,
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ésas eran las cuest iones im port ant es que se m e habían present ado en m i vida. La
orient ación válida era la que se aj ust aba a ese m odelo, cuya percepción exigía que yo
escuchara varias lect uras diferent es.
Por ot ra part e, descubrí que t odos los vident es m e cont est aron casi lo m ism o a
una de las pregunt as. Result ó ser una pregunt a que yo m ism o habría cont est ado
t am bién de est e m odo, si m e la hubieran m andado por correo. Cuando dij e
ant eriorm ent e que es rent able hacer los deberes en relación con la pregunt a que uno
t iene preparada, que conviene t rat ar de cont est arla sin ayuda de nadie, hablaba por
propia experiencia.
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m overían un poco y, consiguient em ent e, se les ocurrirían m uchas m ás ideas con las
que j ugar.
El hecho de poner las ideas en práct ica nos afianza t am bién. Jung observó que las
ideas procedent es del subconscient e est aban llenas de energía. Si t ales ideas y
sím bolos eran exam inados sim plem ent e, la persona podía llenarse de energía hast a un
punt o peligroso. El lo llam aba “ inflación” . Est a palabra m e hace pensar en alguien que
se hincha com o un globo, lleno de los gases em briagadores de la conciencia psíquica, y
que acaba por ascender lej os de est e planet a.
Cayce una vez dedicó una lect ura psíquica a una persona que según él est aba
poseída. ¿Qué se había adueñado de ella? No eran los espírit us, ni una
subpersonalidad ocult a, sino sus propias form as de pensam ient o. Dij o que la
inspiración se había apoderado de ella, la inspiración que había sido buscada, capt ada,
pero nunca aplicada. Explicó que el hecho de cult ivar t ales ideas, sin aplicar las, est aba
agot ando sus energías.
Jung pone el énfasis en la im port ancia que t iene “ luchar con el ángel, y sugiere
que t rat em os de basar algunas de est as ideas en experim ent os práct icos y t errenales
llevados a cabo en nuest ra vida. Ahora yo im agino a la persona hundiendo los pies en
la t ierra, en lugar de ascendiendo com o un globo hinchado de ideas. El circuit o se ha
com plet ado y, consiguient em ent e, la energía psíquica, en lugar de hinchar a la
persona, es canalizada a t ravés de la m ism a y la im pele a lo largo del cam ino por ella
em prendido. Esa parece que es la form a de asum ir la responsabilidad de los
conocim ient os obt enidos, ponerlos en práct ica, y ser un canal de inspiración en lugar
de un capt ador de inspiración.
En m uchos casos, la int ención de aplicar la orient ación recibida es un requisit o
previo, necesario para poder conseguir la inform ación. Así, por ej em plo, a propósit o
del desarrollo de la int uición, Cayce sugiere que prim ero hay que t om ar una decisión y
luego es preciso com probar la reacción int uit iva. El m odelo energét ico de una persona
que form ula una pregunt a discut ible o hipot ét ica difiere del de aquella persona que
hace una pregunt a esperando obt ener una respuest a de la que depende t oda su vida.
I m agina, por ej em plo, la t ípica sit uación difícil: Det rás de una puert a hay una
herm osa doncella o un príncipe azul, y det rás de la ot ra puert a una best ia furiosa. Si la
sit uación difícil es hipot ét ica, cuando abras la puert a elegida, el elem ent o que est á
det rás perm anecerá t ras un crist al, para que t e deleit es cont em plándolo. Pero si la
sit uación difícil es real, cuando abras la puert a, el elem ent o que est á det rás saldrá
corriendo a saludart e, o a devorart e. Pues bien, ¿en cuál de est ás dos sit uaciones t e
parece a t i que t us poderes de orient ación psíquica rendirán al m áxim o?
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Muchas veces ya sabem os en el m om ent o de pedir consej o si vam os o no a aplicar
realm ent e la orient ación que buscam os. Est e hecho curioso nos devuelve al principio
de la orient ación heuríst ica de Cayce, quien nos recuerda: no hagáis la pregunt a si no
est áis preparados para asum ir la responsabilidad que ent raña la respuest a. Los
conocim ient os no aplicados, decía, son m ás cost osos que la feliz ignorancia.
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CAPI TULO ONCE
“ … el est udio del yo... puede m uy bien realizarse a t ravés de las fuerzas de
sugest ión que act úan sobre el cuerpo por m edio de la hipnosis” .
—Edga r Ca yce , 3 4 8 3 - 1
“ Tal com o ha sido indicado desde el principio por est e canal, siem pre ha de
haber un ideal, “ efect o t iene la inform ación que viene por est e canal en la
experiencia de los individuos, en cuant o a sus pensam ient os y relaciones,
que no sea el hacer de ellos unos padres m ej ores, unos hij os m ej ores, unos
m aridos m ej ores, unas esposas m ej ores, unos vecinos m ej ores, unos
am igos m ej ores, unos ciudadanos m ej ores? Y si no es así, y cuando no lo
sea, ¡OLVI DALO! ”
—Edga r Ca yce , 1 1 3 5 - 6
“ Mira fij am ent e un punt o que est é arriba, en la pared de enfrent e. Voy a cont ar
hacia at rás despacio, de 10 a 1. Cada vez que cuent e, inspira profundam ent e y
parpadea m uy despacio. Diez... parpadea m uy despacio.., nueve.., ocho...” .
Est am os escuchando, sin ser vist os, lo que se dice en una sesión de hipnosis. El
hipnot izador est á dando a la ot ra persona una serie de inst rucciones que le harán
ent rar en un est ado hipnót ico. Vam os a seguir escuchando.
“ … dos... uno. Y ahora cierra los oj os y m ant enlos cerrados. Te pesan los párpados
por el cansancio. Sient es en los párpados una agradable sensación de cansancio, de
relaj ación, o una sensación de m ovim ient o. Sea com o fuere la sensación que
experim ent as, dej a que aum ent e y se m ult iplique, dej a que crezca hast a que t us
párpados lleguen a est ar t ot alm ent e relaj ados, agradablem ent e relaj ados.
“ Est o es algo que t ú t ienes que hacer, nadie lo puede hacer por t i. Tóm at e el
t iem po que precises, y relaj a los párpados. Mient ras los relaj as, dej a que esa
sensación de relaj ación fluya hacia fuera, en t odas las direcciones.
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“ Ondas im aginarias de agradable relaj ación pasan ahora por t oda t u cara. Dej a
que t u cara se relaj e. Mient ras lo haces, las ondas de relaj ación van difundiéndose por
t u cabeza...
Alégrat e al experim ent ar esa sensación t an m aravillosa que va invadiendo t odo t u
cuerpo. Tu cuerpo va relaj ándose t ot al y agradablem ent e, y t ú vas un poquit o m ás
despacio... puedes ir un poco m ás despacio, un poco m ás...
Ahora la arm onía es m ás perfect a, est ás a t u nivel nat ural de relaj ación. Es algo
que t ú deseas, est á sucediendo aquí, est á sucediendo ahora” .
Est as inst rucciones han sido adapt adas a part ir del libro de Henry Bolduc t it ulado
Self- Hyj rnosis: Creat iug Your Own Dest iny ( La Aut ohipnosis: Creando Tu Propio
Dest ino) . Son las t ípicas inst rucciones que em plea un hipnot izador para hacer que una
persona ent re en un est ado hipnót ico. Yo he experim ent ado la hipnosis guiado por
varios hipnot izadores y he descubiert o que sus procedim ient os son bast ant e parecidos.
Todos ellos llevan al suj et o a un est ado de relaj ación.
Puede que t e pregunt es, com o yo m e pregunt é al em pezar, cuándo ent ra en j uego
realm ent e la hipnosis. ¿Acaso el hipnot izador pronuncia unas palabras m ágicas que t e
hacen ent rar en t rance y consiguen dom inar t u m ent e? No. Ese es un est ereot ipo falso
de la hipnosis. Ent rar en un est ado hipnót ico es básicam ent e experim ent ar un proceso
de relaj ación profunda m ant eniendo al m ism o t iem po t ranquila la conciencia. Se
parece m ucho a lo que experim ent am os cuando m edit am os sobre la inspiración,
t eniendo adem ás la posibilidad de sum ar ot ras ideas con el fin de abrir nuest ra
im aginación a canales de la m ent e m ás profundos.
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que sufría esa m olest ia. Lo siguient e que supo es que est aba en la cam a, en su casa
de Hopkinsville. Un am igo de la fam ilia lo había reconocido en Elkt on, cuando andaba
de un lado para ot ro despeinado y desorient ado, y lo había t raído a su casa. El m édico
de cabecera sospechó que ello había sucedido porque le había dado un sedant e
dem asiado fuert e. Cuando Cayce se recuperó, result ó que había perdido la voz y
est aba m uy ronco.
La ronquera no se le fue, siguió así t odo el verano. Varios m édicos em it ieron
diagnóst icos e int ent aron t rat ar su enferm edad, pero no t uvieron éxit o. Cayce decidió
que lo de su gargant a era incurable, dej ó el t rabaj o de vendedor, y em pezó a t rabaj ar
en el cam po de la fot ografía, ello habría de convert irse en su profesión.
El hipnot ism o est aba de m oda por ent onces en Am érica, algo m uy parecido a lo
que sucedió con la canalización en los ochent a. Uno de los aspect os m ás t eat rales del
hipnot ism o era que con frecuencia revelaba los poderes psíquicos del hipnot izado.
Por ent onces, llegó a Hopkinsville un hipnot izador que iba de un lado para ot ro con
su espect áculo. Su t ruco era el siguient e:
Pedía a alguien que escondiera un obj et o en algún lugar de la cuidad, ent onces
at ravesaba la ciudad con los oj os vendados y dirigía su carruaj e hast a el lugar donde
est aba escondido el cit ado obj et o. Asim ism o algunos afirm aban —no sin razón, aunque
un poco prem at uram ent e— que la hipnosis era la m edicina del fut uro.
Hart se ent eró del problem a de Cayce y aseguró que él era capaz de resolverlo por
doscient os dólares. No recibiría nada si fallaba. Cuando est aba hipnot izado, Cayce
hablaba norm alm ent e, pero cuando salía de est e est ado, t enía la voz t an ronca com o
de cost um bre.
Un m édico de Nueva York se ent eró del problem a de Cayce y viaj ó al sur para
llevar a cabo una cura hipnót ica. El t am bién fracasó. En una cart a dirigida a los
fam iliares de Cayce, no obst ant e, com ent aba que Cayce parecía resist irse a acept ar la
sugest ión post hipnót ica relacionada con su gargant a, era com o si él quisiera hacerse
cargo de ello. El doct or sugería que alguien hipnot izara a Cayce y luego le hiciera
hablar sobre su enferm edad. Un hipnot izador local, Al C. Layne, quería probar y Edgar
est aba deseoso de som et erse a est e últ im o experim ent o.
Un año después de que com enzara el problem a, t uvo lugar el experim ent o
decisivo. Layne sugest ionó a Cayce y le ordenó dorm irse. Cuando Cayce respiraba
profundam ent e, el hipnot izador indicó a Cayce que “ observara su cuerpo y describiera
qué era lo que le pasaba en la gargant a” .
Ent onces, Cayce habló con voz m uy clara, y expuso lo que llegaría a ser su m arca
de fábrica: “ Sí, t enem os el cuerpo” . Cayce pasó a describir su afección de gargant a. Se
debía a la m ala circulación. I ndicó que su circulación podía m ej orar m ediant e la
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sugest ión hipnót ica, m ient ras perm anecía en un est ado de inconsciencia. Layne lo
sugest ionó y la gargant a de Cayce se t om ó de un color roj o brillant e. Tras unos veint e
m inut os, Cayce dij o que esa circunst ancia había desaparecido, y pidió que el
hipnot izador lo devolviera a la norm alidad, y lo despert ara. Hizo así, y la voz le fue
rest it uida.
Pero al cabo de unos días su voz volvió a debilit arse. Em pleando el m ism o
procedim ient o que ant es, Layne consiguió ayudar a Cayce a recobrar su voz. Durant e
casi un año, Cayce hubo de som et erse a sesiones de hipnot ism o periódicas para
m ant ener su voz en funcionam ient o.
Layne inm ediat am ent e supo apreciar el valor pot encial del t rance de Cayce.
Algunos hipnot izadores de Europa habían dem ost rado que m ient ras el hipnot izado
est aba en t rance con frecuencia m anifest aba una capacidad psíquica para diagnost icar
la enferm edad de ot ra persona. Cayce había sido capaz de diagnost icar su propio
problem a y de indicar un t rat am ient o. Así que podía m uy bien em it ir un diagnóst ico
para ot ra persona. Layne decidió servirse del t rance de Cayce para la práct ica de la
m edicina. Y pront o Layne ( un ost eópat a aut odidact a y sin licencia) había abiert o una
consult a, y ut ilizaba a Cayce para em it ir diagnóst icos en secret o y recet ar
t rat am ient os. De est e m odo, Cayce em pezó a dar lo que Layne denom inó “ lect uras” ,
sin ést e saberlo.
Cuando Cayce se dio cuent a de lo que est aba pasando, se disgust ó bast ant e e hizo
prom et er a Layne que iba a dej ar de hacerlo. Pero Cayce dependía de Layne, porque
ést e le som et ía a los t rat am ient os hipnót icos, así que cont inuaron t rabaj ando. Cayce se
ent eró m ás adelant e de que Layne había seguido con las lect uras. Layne insist ía en
que las lect uras definit ivam ent e iban m uy bien orient adas, los diagnóst icos realizados
para los pacient es eran exact os, y los rem edios sugeridos est aban surt iendo efect o. De
t odas form as, est as práct icas m olest aron a Cayce y am bos rom pieron su relación. Pero
Cayce volvió a t ener problem as con su voz y hubo de acudir nuevam ent e a Layne. Así
que, aunque de m ala gana, Cayce accedió a realizar lect uras para los pacient es de
Layne. Finalm ent e llegaron a la prensa rum ores sobre el t rabaj o realizado por Cayce y
Layne, que pract icaba la m edicina sin licencia, y Layne t uvo que abandonar la ciudad.
Cayce encont ró a ot ro hipnot izador para su t rat am ient o, y sólo de vez en cuando
—en caso de aut ént ica necesidad— realizaba lect uras para ot ras personas. Hubieron de
pasar m uchos años ant es de que Cayce adm it iera que sus lect uras psíquicas eran
beneficiosas para los que necesit aban ayuda. Y sólo ent onces accedió a desem peñar la
función de vident e.
Cuando le daban el nom bre de una persona, a m enudo describía su ent orno. En
una ocasión, describió perfect am ent e la habit ación de una persona, pero dij o que esa
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persona no est aba allí, com o cabía esperar. Minut os después, indicó que esa persona
acababa de llegar. Era com o si t uviera visiones m óviles, adem ás de un sext o sent ido
que le perm it ía saber dónde t enía que m irar. Era un vident e que t enía com o rayos- X
en los oj os, gracias a lo cual podía m irar dent ro del cuerpo y describir est ados del
pacient e que post eriorm ent e los m édicos verificaban m ediant e reconocim ient os
m édicos.
Lo que convenció a Cayce fue, por un lado, la exact it ud de su percepción psíquica
y, por ot ro, el hecho de que aquellos m édicos que siguieron sus prescripciones t uvieron
éxit o con los pacient es. Su clarividencia era fant ást ica. Una vez recet ó una m edicina
que no era posible encont rar en ninguna part e. Ya no se hacía. Y fue él m ism o quien
dio la fórm ula que posibilit ó su elaboración. Al poco t iem po, llegó una cart a de un
m édico que había localizado la fórm ula del t rat am ient o, y efect ivam ent e coincidía con
la fórm ula de Cayce. En ot ra ocasión, Cayce recet ó un rem edio im posible de encont rar.
Ent onces, Cayce localizó una farm acia en concret o, describió una est ant ería del
alm acén, e indicó que buscaran en la part e de at rás, det rás de unos fárm acos de uso
m ás habit ual. Localizaron al farm acéut ico, le pidieron que siguiera las inst rucciones de
Cayce y encont raron la viej a bot ella del cit ado rem edio.
Com o padre de la m edicina holíst ica, describió la int eracción exist ent e ent re la
m ent e y el cuerpo, sobre t odo el funcionam ient o del sist em a endocrino y las funciones
curat ivas del cuerpo, cuest iones que los m édicos t ardarían cuarent a años en descubrir.
Lo ciert o es que Cayce lim it ó la ut ilización de su t alent o psíquico a la realización de
prescripciones y diagnóst icos clínicos, hast a que t uvo lugar una reunión de
consecuencias decisivas.
Unos veint e años después de su prim era sesión experim ent al de hipnot ism o, un
próspero im presor llam ado Art hur Lam m er le pregunt ó si alguna vez había invest igado
los m ist erios del universo ent rando para ello en t rance. A Cayce, ni siquiera se le había
ocurrido hacerlo. La sugerencia de Lam m er const it uyó ot ro ret o. Accedió a realizar ese
experim ent o. Lam m er le hizo m uchas pregunt as sobre cuest iones m et afísicas, la
reencarnación y la nat uraleza espirit ual del ser hum ano. Las respuest as que dio Cayce
est ando en t rance abrieron un horizont e t ot alm ent e nuevo a sus condiciones de
vident e. Act o seguido, vinieron sus enseñanzas sobre cóm o los seres hum anos son
canales de energía divina y la significación de ese pot encial espirit ual.
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La m ent e subconscient e opera en base al principio de la sugest ión. Adm it e com o
verdadera cualquier aseveración. La m ent e conscient e opera razonando en base a
im presiones sensoriales. Considera t oda aseveración, según observó Cayce, com o una
proposición que ha de ser analizada y evaluada.
Si yo t e indico que hay una m anzana delant e de t i, t u reacción inm ediat a será
com parar esa aseveración con la im presión provenient e de sus sent idos. Tu m ent e
conscient e est ará en desacuerdo conm igo. La m ent e conscient e no puede acept ar la
sugest ión, pero ant es evalúa la aseveración.
En cam bio, si yo t e sugiero que im agines una m anzana, o que sim ules que hay
una m anzana delant e de t i, t u m ent e conscient e quedará al m argen para dej ar que t u
subconscient e produzca la im agen de una m anzana. La m ent e subconscient e
fácilm ent e acept a la sugest ión de la m anzana e inm ediat am ent e cum ple con la
obligación de producir una im agen adecuada.
Mient ras la m ent e subconscient e se ocupa de la m anzana im aginaria, la m ent e
conscient e puede act uar desde la barrera. Puede darse cuent a de que la im agen de la
im aginación no es igual a la experiencia de una verdadera m anzana. Puede darse
cuent a de que la sim ulación no es igual a la realidad. Ahora bien, si la m ent e
conscient e es dist raída, es alej ada de la act ividad del subconscient e, ent onces no
habrá nada que int erfiera en la realidad efect iva de la m anzana im aginaria.
El proceso de la hipnosis consist e en capt ar la at ención de la m ent e conscient e y
reconducirla en ot ra dirección. La relaj ación ayuda a la realización de est e proceso.
Cuando el cuerpo se relaj a, se relaj a t am bién el sist em asensorial y la m ent e conscient e
se nubla. Se parece m ucho a lo que sucede cuando nos dorm im os. La única diferencia
es que en la hipnosis, la m ent e conscient e no se “ disipa” , porque la voz del
hipnot izador ha capt ado su at ención y le proporciona un foco t ranquilo. Si el
hipnot izador parase de hablar durant e m ucho t iem po, la m ent e conscient e dej aría de
t ener ese foco y la persona fácilm ent e se quedaría dorm ida.
Al t iem po que el individuo se relaj a t ot alm ent e, y la m ent e conscient e va
desvaneciéndose recost ada sobre la alm ohada de la voz del hipnot izador, el
subconscient e com ienza a desinhibirse y a reaccionar ant e la sugest ión hipnót ica. Lo
que sugiera el hipnot izador, sea lo que fuere, podrá ser im aginado con una gran viveza
por la m ent e subconscient e. Y lo que ést a im agine, parecerá realidad. De est e m odo, la
hipnosis llega a ser, por un lado, un est ado de elevada sugest ibilidad y, por ot ro, un
est ado en el cual el hipnot izador puede com unicarse direct am ent e con la m ent e
subconscient e.
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Aprendiendo Aut ohipnosis Mediant e Visualizaciones Relaj ant es
Puedes aprender a ent rar en un est ado hipnót ico sin la ayuda del hipnot izador,
para ello has de aprender a sugest ionart e a t i m ism o. El procedim ient o básico consist e
en cent rarse en im ágenes que sugieran relaj ación. Veam os cóm o funciona.
Pont e en una posición cóm oda, puedes recost art e en una t um bona o t um bart e en
una cam a. Relaj a los brazos y ponlos pegados a los cost ados. I nspira profundam ent e,
ret én el aire durant e unos inst ant es, y luego suélt alo susurrando un poco. Ahora est ás
en condiciones de t rabaj ar con im ágenes sugest ivas.
Ahora sabem os que podem os cont rolar nuest ro cuerpo indirect am ent e,
im aginando ciert as im ágenes. Asi es com o vam os a ent rar en un est ado de relaj ación.
Cent ra la at ención en t u brazo derecho. Has de experim ent ar ciert a sensación de
pesadez en t u brazo derecho y decir para t i: “ Mi brazo derecho pesa” . No hagas nada
con t u brazo, déj alo suelt o. Repit e varias veces la siguient e frase: “ Mi brazo derecho
pesa” . Experim ent a la pesadez de t u brazo. Mient ras t e im aginas que t u brazo pesa,
observa cóm o suelt as y relaj as t u brazo derecho. Te est ás sugest ionando.
Después de alrededor de un m inut o, haz lo m ism o, est a vez con el brazo
izquierdo. Luego cent ra t u at ención en am bos brazos al m ism o t iem po y repit e la
frase: “ Mis brazos pesan” . A cont inuación has de cent rart e durant e un m inut o en t u
pierna derecha, repit iendo la frase: “ Mi pierna derecha pesa” . Luego haz lo m ism o con
la pierna izquierda. Y luego con las dos piernas al m ism o t iem po. Finalm ent e el foco de
t u at ención han de ser sim ult áneam ent e brazos y piernas. Repit e para t i: “ Mis brazos y
m is piernas pesan” . Cuant o m ayor sea la sensación de pesadez en t us brazos y
piernas, m ás t e relaj arás, m ás t e sugest ionarás. Est arás m ás sum ido en un t rance
aut ohipnót ico.
Si quieres avanzar m ás, repit e t odos los pasos arriba cit ados, pero est a vez has de
ut ilizar la palabra calient e en lugar de pesado. Cuando hayas t erm inado, repit e la
siguient e frase: “ Mis brazos y piernas pesan y est án calient es,” a m odo de sugest ión
int egradora. Para profundizar m ás, puedes pract icar los ej ercicios de m edit ación sobre
la respiración que aprendim os ant eriorm ent e. Observa t u respiración, sin int erferir en
el desarrollo del proceso respirat orio. Repit e la frase: “ Ello m e respira” . Es una
experiencia m uy pasiva. Adem ás de la pesadez relaj ant e, es posible que experim ent es
oleadas de cosquilleos conform e vayas est ando m ás profundam ent e sum ido en el
est ado aut ohipnót ico.
Ahora ya est ás m uy relaj ado. Not arás que t us pensam ient os son m ás confusos y
puede que espont áneam ent e em pieces a soñar despiert o, o t iendas a quedart e
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dorm ido. Est ás en el lím it e del sueño. Em piezas a experim ent ar direct am ent e la zona
de la m ent e subconscient e.
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Modernas invest igaciones sobre parapsicología, que som et en la Percepción
Ext rasensorial a t est s de laborat orio, han confirm ado que la hipnosis con frecuencia
aum ent a la capacidad t elepát ica. Asim ism o, m odernos est udios han puest o de
m anifiest o la asom brosa com penet ración que pueden llegar a alcanzar las personas
hipnot izadas.
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Un hom bre pregunt ó por qué le dolían las piernas por la noche. Su ent e sabio le
present ó una im agen en la que aparecían dos t anques de oxígeno at ados con correas a
sus piernas. Fue a su m édico y t ras som et erse a un reconocim ient o quedó claro que
t enía problem as circulat orios que im pedían que llegara suficient e oxígeno a sus
piernas.
Un hom bre había t enido una infección de riñón y de próst at a. La infección había
desaparecido gracias a los ant ibiót icos, pero el hom bre se quej aba de que sufría fat iga
y agot am ient o físico, y no se sent ía con fuerzas para volver al t rabaj o. Su ent e sabio
se le present ó com o una luz blanca y una sensación de m ovim ient o en la part e inferior
de su abdom en. Le est aba inform ando de que la infección había desaparecido y que
sus m olest ias no eran m ás que una excusa para no t rabaj ar. Su sabiduría aparecía en
form a de sensación de m ovim ient o, porque se t rat aba de “ una llam ada a la acción” . El
reconocim ient o m édico que se le pract icó inm ediat am ent e después reveló cuán ciert o
era est e m ensaj e.
A una m uj er que padecía desm ayos le habían pract icado una t om ografía axial
com put arizada, pero no habían conseguido localizar el origen de su problem a. Su ent e
sabio se le apareció en form a de est rella y de crist al. Cuando la m uj er pregunt ó qué le
pasaba, se t ocó el lado derecho de la cabeza, j ust o sobre la orej a. Tras realizarle
nuevam ent e una t om ografía axial com put arizada, quedó claro que t enía un gliom a
j ust o en ese sit io. A cont inuación, volvieron a exam inar la prim era t om ografía y
descubrieron que allí t am bién aparecía reflej ado est e problem a.
Según opina Wilensky, la figura de la sabiduría int erna es una im agen que
represent a el est ado de la conciencia, una percepción int erna m uy valiosa desde el
punt o de vist a t erapéut ico, t al com o ha quedado probado. Una vez m ás quedan
pat ent es el valor y el poder de la personificación. El hecho de ut ilizar la im agen de una
persona, o ser, puede desbloquear poderes ocult os que exist en en nuest ra m ent e.
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represent ar papeles sum ido en un t rance hipnót ico, que él presenció j unt o con ot ras
personas m uy cult as. El hipnot izador, el Dr. Carpent er, hipnot izó a un hom bre y le dij o
que Sócrat es est aba vivo, que est aba en pie delant e de él. Enseguida el j oven dij o:
“ ¡Oh sí! lo est oy viendo allí” . El Dr. Carpent er le dij o que Sócrat es est aba im pacient e
por hablar con él y dispuest o a cont est ar cualquier pregunt a que el j oven quisiera
hacerle. El j oven le hizo unas cuant as pregunt as y descubrió que Sócrat es se las
cont est aba. Com unicó las respuest as al Dr. Carpent er. Tam bién hubo gent e del público
que sugirió algunas pregunt as dirigidas a Sócrat es. Mient ras el j oven iba t ransm it iendo
las respuest as, poco a poco em pezó a represent ar él m ism o el papel de Sócrat es. Su
elocuencia y la profundidad de sus respuest as dej aron asom brado al público. Hudson
señala que los discursos, pues las respuest as se parecían cada vez m ás a un discurso,
eran pronunciados de form a espont ánea y sin vacilaciones. Pasó a realizar una
exposición com plet a sobre el universo, present ó una filosofía espirit ual m uy at ract iva,
m uy en línea con su papel de orador. Aun cuando el público había sido t est igo de la
creación art ificial de Sócrat es, la act uación del j oven fue t an convincent e, sus discursos
t an inspiradores, que m uchas personas incluso t om aron not as.
La dem ost ración dej ó al público sin habla. Est e j oven, cuando no est aba
hipnot izado, aunque había recibido una form ación universit aria, no era un int elect ual ni
un orador sobresalient e. Y, sin em bargo, su Sócrat es realm ent e t enía t alent o. El
público creyó realm ent e que el Dr. Carpent er había perm it ido a est e hom bre ent rar en
cont act o con el espírit u de Sócrat es. En ot ros experim ent os realizados post eriorm ent e,
el Dr. Carpent er le sugest ionó diciéndole que est aba en com unicación con un espírit u
sum am ent e int eligent e que se había separado del cuerpo. Nuevam ent e, el j oven pasó
a exponer una filosofía espirit ual de lo m ás fascinant e, superando incluso a la
represent ación de Sócrat es. Hudson com ent ó que la t ranscripción de est e discurso, si
la hubiera habido, habría const it uido un libro encom iable.
Hudson cont ó est a hist oria para m ost rar una de las facult ades de la m ent e
subconscient e que infravaloram os. Lo denom ina “ poder de razonam ient o deduct ivo” . Si
uno present a a la m ent e subconscient e det erm inado supuest o, por ej em plo, que
Sócrat es est á present e, la m ent e subconscient e puede t om ar esa prem isa e
inm ediat am ent e ext raer de la m ism a unas im plicaciones. El subconscient e, basándose
en el poder de la im aginación, em pieza a forj ar su act uación con los propios recuerdos
inconscient es de la persona. Cabe im aginar que t am bién acuda a espírit us reales.
Podría explot ar ciert o nivel universal de conciencia o percepción, accediendo a los
Regist ros Akáshicos del conocim ient o. No es posible det erm inar basándonos en un
caso concret o, si t iene acceso a form as de pensam ient o separadas del cuerpo, o
sencillam ent e a los conocim ient os inconscient es de la persona. No obst ant e, lo que
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est á claro es que la prem isa inicial t iene un t rem endo poder para generar una
act uación sorprendent e. El subconscient e puede pronunciarse de un m odo m uy
convincent e, siguiendo unas indicaciones.
La hist oria de la canalización de Sócrat es t iene dos caras, de ella se deriva una
lección posit iva y ot ra negat iva. Por una part e, al poner de m anifiest o hast a qué punt o
la m ent e subconscient e es capaz de realizar im provisaciones asom brosam ent e
creat ivas, nos recuerda que la aparent e canalización de un espírit u no im plica
necesariam ent e su part icipación. Por ot ra part e, la dem ost ración t am bién evidencia
cuánt o poder t iene la personificación, y m anifiest a cóm o el hecho de proponer la
im agen de un ser puede abrir un canal de inspiración m uy profundo. Por t ant o, es
posible que nos pregunt em os si es posible, una vez present ada la im agen idónea, abrir
un canal de int eligencia universal que sea válido. ¿Cuál podría ser la im agen adecuada?
Cayce sugiere que la escoj am os según nuest ros ideales, conviene que sea una im agen
de nuest ro yo superior. La propia experiencia de Cayce es un ej em plo m uy inst ruct ivo.
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vagos perfile de casas, m uros, árboles, et c., pero t odo est á inm óvil. Según voy
pasando, em pieza a haber m ás luz y m ovim ient o en lo que, aparent em ent e, son unas
ciudades norm ales. Al aum ent ar el m ovim ient o, em piezo a t om ar conciencia de los
sonidos. Al principio, se t rat a de unos sonidos sordos indiferenciados, luego oigo
m úsica, risas y cant os de páj aros. Cada vez hay m ás luz, los colores se t ornan m ás
herm osos, y suena una m úsica m aravillosa. Las casas quedan at rás, delant e sólo hay
una m ezcla de sonido y color. De repent e llego a la galería de los regist ros. Es una sala
sin paredes, sin t echo, pero soy conscient e de que est oy viendo a un anciano que m e
ent rega un libro grande, un hist orial del individuo sobre el que est oy buscando
inform ación” .
En ot ras ocasiones, Cayce “ sint ió que era una burbuj a que se desplazaba por el
agua para llegar hast a el lugar donde siem pre obt enía la inform ación,” según indican
los docum ent os de la bibliot eca de la Asociación para la I nvest igación y la I lust ración.
Ot ra vez, “ subió y subió por una gran colum na” ; pasando j unt o a t oda clase de cosas
horribles sin llegar a est ar en cont act o con ellas, y salió de allí j ust o donde est aba la
casa de los regist ros. La colum na se enrollaba form ando una rueda com o la que t ienen
los Rot arios. Se sent ía m uy seguro viaj ando de ese m odo.
Así experim ent ó Cayce las im ágenes que est uvieron unidas a su t rance psíquico.
Puede que nos pregunt em os, ¿qué sucedería si t ales im ágenes fueran ut ilizadas para
sugest ionar a alguien que est á en est ado de t rance hipnót ico? ¿Conducirían a la m ism a
conciencia psíquica, universal, que logró Cayce?
Henry Bolduc, el hipnot izador a quien hice referencia a com ienzos de est e capít ulo,
ha realizado ese experim ent o. En su libro, The Journey Wit hin: Past Life Regression
and Channeling ( El Viaj e I nt erior: Regresión a la Vida Pasada y Canalización) , relat a lo
que sucedió cuando t ransform ó la descripción que Cayce realiza de su t rance en un
guión para alcanzar la sugest ión hipnót ica.
Henry Bolduc llevó a cabo su prim er experim ent o con Daniel Clay, un past or a
quien Henry había enseñado a pract icar la aut ohipnosis, y que sería el prim ero en
seguir las ideas de Cayce.
Una vez que Clay est uvo hipnot izado, Henry em pezó por t ransform ar la prim era
declaración de Cayce en una sugest ión: “ Te verás a t i m ism o com o un punt it o dim inut o
de cuerpo físico, que reposa inert e ant e t i” . No le cost ó a Clay ser sugest ionado de est e
m odo. A cont inuación le dij o: “ Te encuent ras oprim ido por la oscuridad y sient es una
t rem enda soledad” . El rost ro de Clay m ost ró una gran t rist eza. Las expresiones faciales
de Clay fueron reflej ando adecuadam ent e cada una de las rest ant es sugest iones. Al
final, Henry le dio a Clay el nom bre de una persona a fin de que el anciano sacara su
hist orial. Act o seguido, Clay realizó unas cuant as declaraciones sobre la persona en
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cuest ión. Después, Henry pudo com probar que algunas de las cosas que Clay había
indicado eran correct as. Y decidieron proseguir en est a línea.
Cada vez que repet ían el experim ent o, el cuerpo de Clay parecía adapt arse m ej or
a esa secuencia de operaciones. Era m enor el m alest ar físico experim ent ado durant e
su paso j unt o a las figuras grot escas, y la inform ación result aba m ás clara y precisa. A
consecuencia de t odo ello, Clay em pezó a canalizar lo que parecía ser una conciencia
universal denom inada “ Los Et ernos” . Est a fuent e decía de sí m ism a que era un est ado
de conciencia exist ent e dent ro de t odos nosot ros. Se diferenciaba del hecho de act uar
com o m edium de los espírit us, un canal que Los Et ernos ciert am ent e no
recom endaban. Desde ent onces, Clay ha llegado a ser fam oso por la precisión e
inspiración de sus lect uras canalizadas.
Me he encont rado m uchas veces con Clay y he int eract uado con Los Et ernos. Lo
que m ás m e ha im presionado es lo diferent es y fascinant es que pueden parecer Los
Et ernos, y, sin em bargo, la gran sem ej anza que int uyo exist e ent re las sinceras
int enciones y la bondad de Cayce com o ser hum ano, y el efect o que produce
presenciar su canalización en t rance. Est e parecido confirm a, a m i m odo de ver, la idea
de Cayce en el sent ido de que canalizar, cuando no es una farsa, es la expresión de un
aum ent o de la conciencia por part e del canal.
Henry describe un segundo experim ent o realizado con una m uj er llam ada Eileen
Rot a. Ut ilizando ese m ism o procedim ient o, Eileen finalm ent e canalizó una fuent e
llam ada “ Flor Herm osa,” que se describía a sí m ism a e im part ía sus enseñanzas de un
m odo m uy dist int o al em pleado por Los Et ernos. La obra de Flor Herm osa ha sido
publicada en un libro t it ulado Welcom e Hom e: A Tim e for Unit ing ( Bienvenido A Casa:
Tiem po de Unión) .
Lo que result a especialm ent e int eresant e de la experiencia de Eileen es que Flor
Herm osa, al poco t iem po de aparecer, le dij o a Henry que le convenía m ás a Eileen
ut ilizar sus propias im ágenes, en lugar de las de Cayce, y le sugirió una serie de
im ágenes que encaj aban m ej or con el est ilo de conciencia elevada de Eileen. Cuando
Henry pasó a ut ilizar est as im ágenes, su t rabaj o em pezó a ir m ás deprisa.
El perfeccionam ient o de la canalización en t rance m ediant e la ut ilización de
im ágenes propias por part e del suj et o t iene m ucho en com ún con la hist oria del
desarrollo de Cayce com o vident e en t rance. Cuando Cayce se hallaba sum ido en un
est ado hipnót ico y le perm it ían idear la sugest ión, en lugar de hacerlo el hipnot izador,
realizaba algún progreso.
Henry relat a un t ercer experim ent o que parece una llam ada de at ención. Una
m uj er quiso aprender a canalizar en t rance y Henry le pidió que aprendiera ant es los
elem ent os prelim inares de la aut ohipnosis, así com o la ut ilización de la aut ohipnosis
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para su propio perfeccionam ient o. Sin em bargo, ella sent ía una gran im paciencia, y
pidió a su m arido que la sugest ionara siguiendo las im ágenes de Cayce. A pesar de que
m ost raba algunos indicios de haberlo conseguido en part e, em pezó a t ener la piel
irrit ada por lo que hubo de dej ar los experim ent os. No es difícil im aginar lo sucedido,
probablem ent e el hecho de que se expusiera a la canalización no hizo sino est im ular
ciert os problem as em ocionales que est aban sin resolver. Su relat o sirve de aviso en el
sent ido de que no debam os ir dem asiado deprisa cuando realizam os est os
experim ent os.
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alm as que t rabaj aban con las fuerzas creat ivas de Dios para const ruir un m undo
m at erial y poblarlo de cuerpos. Part e del proceso de descubrim ient o del alm a consist ía
en aprender qué eran las sensaciones físicas y qué venían a añadir en cuant o canales
de percepción.
Yo volvía a sent ir ciert o escept icism o en relación con est a experiencia, sólo est aba
seguro de que se t rat aba de una hist oria m uy inspiradora que había perm anecido
conm igo. Hace poco, cuando Ken Carey publicó su libro canalizado, Ret urn of t he Bird
Tribes ( El Ret orno de las Tribus de Aves) , descubrí que algunas de sus descripciones
de las alm as de los ant iguos am ericanos indígenas se parecían a m i hist oria. Debo de
haber recurrido, sin darm e cuent a, a un nivel de im aginación universal. Es t an fácil
infravalorar la propia experiencia.
En m i t ercera sesión de hipnot ism o, le dij e a Henry que pensaba que podía ent rar
en cont act o con un plano de conciencia m ás elevado. Mi int uición lo visualizaba com o
un ascenso sobre una llam a azul. Henry accedió a ut ilizar esa im agen y cont inuam os
con el experim ent o. Durant e la sesión, conseguí relaj arm e t an profundam ent e que
experim ent é una sensación de pesadez en el cuerpo, parecía flot ar dent ro de él.
Descubrí que el hecho de disolverm e en una llam a azul m e hacía sent ir una gran
t ranquilidad y confianza, t enía la sensación de que t odo lo sabía.
Cuando Henry m e pidió que hablara, yo dudé. Por m uy relaj ado que est uviera, por
m ucha confianza que sint iera, est aba est orbándom e a m í m ism o. Era com o si sint iera
un t rem endo pánico escénico, est aba bloqueando la capacidad que t iene la conciencia
para hablar claro. Henry sugirió que m e relaj ara y luego m e anim ó a em pezar a hablar
sin m ás. Una vez que renuncié a asegurarm e de que iba a decir algo int eligent e, las
palabras em pezaron a fluir con facilidad. En ese aspect o, se parecía m ucho al proceso
de la escrit ura inspirada.
Tal com o habíam os acordado, Henry m e sugest ionó para que hablara de m i libro.
Y lo hice, sobre t odo hablé de m i act it ud al escribirlo. Con un ej em plo hum oríst ico, y
sin ánim os de crit icar, m e burlé de la obligat oriedad con que abordaba m i libro.
Asim ism o, present é una serie de im ágenes alt ernat ivas y ciert os recuerdos de m i
prim era infancia para recordarm e a m í m ism o qué se sient e al enfrent arse a un t rabaj o
con un t alant e m ás despreocupado. Describí varios ej ercicios que podía hacer para
m ant ener una act it ud posit iva y cont ribuir a que el t rabaj o discurriera m ás
agradablem ent e. Me reí de m í m ism o pensando en las ganas que t enía de recibir el
t ext o del libro sin esfuerzo, sim plem ent e ent rando en t rance. Y m e dij e que yo no era
realm ent e el t ipo de persona que disfrut aba t om ando las cosas al dict ado.
Henry est aba realm ent e ent usiasm ado con est a sesión. Mi esposa est uvo present e
y t am bién pensó que había dicho cosas m uy im port ant es sobre m is escrit os. Yo no m e
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lo creía dem asiado, com o de cost um bre. Me parecía que recordaba la m ayor part e de
lo dicho, y no pensaba que fuera nada del ot ro m undo. Henry m e recom endó que
escuchara la grabación, que probara a sugest ionarm e de ese m odo, y que cont inuara
pract icando los ej ercicios de la cint a de aut ohipnosis.
Pasaron varias sem anas ant es de que escuchara la grabación de m i sesión de
canalización. Un día, m i m uj er m e dij o que no hacía m ás que quej arm e de lo poco que
avanzaba en m i libro, que quizás debería escuchar m i grabación. Lo hice, y m e quedé
m uy sorprendido. I ncluía m uchas frases clave que yo ya había olvidado. Se referían
direct am ent e al hecho de que m e hubiera quedado bloqueado, y eran precisam ent e la
clase de consej os que yo necesit aba oír. Lo que m ás m e im presionó fue el t ono de la
lect ura. Era com o si m e est uviera escuchando a m í m ism o en el papel de herm ano
m ayor sabio y cariñoso, y en el de m i m ej or am igo. Nadie m e conocía t an bien, nadie
sabía t an bien qué t enía que decirm e para sacarm e a flot e. Est a grabación hizo que
volviera a ser yo m ism o. Em pecé a seguir sus consej os, con buenos result ados.
Pocos m eses después, Henry m e som et ió a la cuart a sesión. Cuando est aba
hablando en t rance, de repent e anuncié: Hay unas ent idades que desean hablar.
Sent ía sobre m i cabeza algo parecido a una bola de sabiduría energét ica, m e daba la
sensación de que quería abrirse. Me oí decir: “ Hay una ent idad plant a. Hay una ent idad
ave. Hay una ent idad ángel. Hay una ent idad ext rat errest re. Sent ía que est aba
nervioso, aprensivo.
Henry parecía est ar t ranquilo y se t om ó m i declaración con m ucha calm a. Sugirió
que los dej ara hablar. Me oí a m í m ism o decirle: El fluj o sanguíneo del canal est á
bloqueado.., si m e calient o las m anos, el canal se abrirá. Posiblem ent e m e refería a las
consecuencias físicas del est ar nervioso. Henry indicó que m is piernas y brazos se
calent arían, y efect ivam ent e se calent aron. Fui dej ando que las ent idades hablaran una
a una.
Cada personaj e t enía algo int eresant e que decir, cada uno com unicaba algo en
que pensar. Post eriorm ent e, descubrí unas lect uras de Cayce cuyo cont enido era
sem ej ant e a lo que la plant a m e había dicho sobre las fuerzas creat ivas, a lo que el
ave m e había dicho sobre la int uición, y a lo que el ángel m e había dicho sobre la
m úsica celest ial. Asim ism o, el ángel m e aconsej ó que com binara el andar con el cant ar
baj it o para m í m ism o, un consej o m uy int eresant e que he seguido pract icando con
m uy buenos result ados. El m ensaj e fundam ent al que m e t ransm it ió el ext rat errest re
fue que debía hacerm e fuert e en la Tierra ant es de dej ar que m i im aginación volara
t an alt o.
Después, Henry se sint ió t an ent usiasm ado com o de cost um bre. Yo m e sent ía m uy
int rigado, probablem ent e se debía al “ asom bro que m e producía t odo ello. Durant e el
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proceso de canalización, no m e sent í poseído, t am poco pensé que no cont rolara la
sit uación. Más bien, m e pareció est ar de repent e baj o los efect os de la inspiración, que
m e hacía hablar com o si fuera una plant a, un ave, et c... Me parecía est ar
represent ando un papel sum ido en t rance, expresando de ese m odo diversas
int uiciones. Aun cuando m e fue difícil, t rat é de no ser dem asiado escépt ico o analít ico.
Las siguient es sesiones fueron m ás parecidas a la t ercera. Pract iqué la
im provisación sum ido en un est ado hipnót ico de elevación de la conciencia. No hubo
m ás personaj es. En cam bio, m e di m ás consej os sobre cóm o escribir y cóm o
desarrollar m i capacidad de canalización.
Al ent rar en t rance y aplicar los consej os recibidos, aprendí una im port ant e
lección. Mi t endencia a la fascinación ant e el fenóm eno de la canalización en t rance
obst aculizaba el proceso de m i conversión en un buen canal. Est aba claro que debía
int egrar en m i vida diaria lo que aprendía est ando en t rance. Si yo enfocaba la
canalización en t rance com o una form a de superar la sensación de que t enía fallos
com o persona, fácilm ent e acabaría por hacerm e adict o al aparent e poder del est ado de
t rance. En cam bio, al ir incorporando las ideas que iban surgiendo cuando est aba en
t rance, incluido el confiar en m í m ism o y afront ar la vida con espont aneidad, el t rance
no result aba t an necesario. Y, de ese m odo, la canalización en t rance consist ía m ás
bien en dedicar un t iem po, al igual que en la m edit ación, a venerar un est ado de
conciencia que siem pre est á allí, y cent rar la at ención exclusivam ent e en dicho est ado.
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PARTE I V
Llegando a Ser
Un Canal
De Bendiciones
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CAPI TULO DOCE
El Canal de la Cooperación
“ Sí, t enem os un grupo —com o grupo— nos hem os reunido aquí, t rat ando
de ser un canal para que ellos, com o grupo, com o individuos, puedan ser —
y dar— luz al m undo que espera... Prim ero dej a que cada cual se prepare y
reciba lo que le sea dado en sus respect ivas esferas de desarrollo, de
deseos de alcanzar habilidades. La prim era lección —t al com o nos ha sido
dada— es que aprendam os lo que significa cooperar const it uyendo una
m ent e, a la m anera de Dios; pues, así se preparará cada cual, m edit ando.
noche y día: ¿Qué quieres que haga, Señor? y la respuest a será precisa,
clara para cada uno de los que est án aquí reunidos, buscarán en nom bre
del Señor; pues El est á ent re vosot ros en el m om ent o present e, pues t odos
los que buscan est án en t al act it ud de oración” .
—Edga r Ca yce , 2 6 2 - 1
“ Padre, que, m ient ras t rat am os de ver y de conocer Tu rost ro, lleguem os a
conocernos a nosot ros m ism os —com o individuos y com o grupo—, incluso
com o se nos conoce, para que —com o luces Tuyas— dem os el m ej or
concept o de Tu espírit u en est e m undo.
—Edga r Ca yce , 2 6 2 - 5
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Un Grupo Canaliza a un Fant asm a Art ificial
Si deseas leer un int eresant e relat o sobre el poder de los grupos, y ent erart e de lo
engañosa que puede ser la nat uraleza de los espírit us guía, has de leer el libro t it ulado
Conj uring Up Philip ( Conj urando a Philip) . A su lado las Tablas Ouij a parecen un cuent o
de niños.
Los m iem bros de la Sociedad de I nvest igaciones Psiquícas de Toront o realizaron
un experim ent o consist ent e en t rat ar de crear un fant asm a art ificial. Em pezaron por
invent arse un personaj e de ficción. Uno de los m iem bros del grupo cont ó brevem ent e
la hist oria de Philip.
Philip vivió en la I nglat erra del siglo XVI I . Tuvo un m at rim onio m uy desgraciado, y
quedó prendado de una git ana. Su esposa descubrió la avent ura am orosa y acusó a la
git ana de ser una bruj a. Philip t uvo m iedo de perder la posición social que t enía, y no
acudió en defensa de su am or. Las aut oridades quem aron a la git ana en una hoguera,
y Philip lleno de rem ordim ient os se suicidó.
Tras est e breve resum en de la vida de Philip, el grupo añadió los det alles,
considerándolo com o una especie de j uego. Fueron dando ideas hast a invent ar su
aspect o físico, vest uario, y am bient e fam iliar. Tam bién com ent aron el ent orno polít ico
de su época, hablaron de cóm o se llevaba con sus vecinos, de su relación con el rey, y
de su religión e ideas polít icas. Leyeron libros sobre ese período de la hist oria de
I nglat erra. Est udiaron la m úsica y las m anifest aciones art íst icas del m om ent o, y se
em paparon de las t radiciones locales propias de esa época. Gracias al est udio, a la
im aginación, y a las conversaciones, convirt ieron a Philip en un personaj e m uy real
para ellos. De eso se t rat aba, de m at erializarlo. Esperaban que se les apareciera com o
un fant asm a que pudieran ver.
Durant e m ás de un año, se reunieron una vez a la sem ana, y m edit aron sent ados,
t rat ando de sint onizar con Philip. Diversos m iem bros del grupo t uvieron la im presión
de que Philip est aba present e o les pareció que les decía algo. Sin em bargo, el grupo
com o t al no fom ent ó esas experiencias individuales. Lo que t rat aban de conseguir era
una experiencia colect iva en la que t odos pudieran part icipar.
Dicho experim ent o no pret endía desarrollar la videncia en ninguno de los
m iem bros del grupo en part icular, se t rat aba de realizar un esfuerzo colect ivo. Nadie
del grupo afirm aba t ener unas facult ades psíquicas especiales. Lo querían así.
Se reunieron durant e t odo un año sin ot ro result ado que su convencim ient o de la
realidad de Philip, aun cuando consideraban t odo ello com o una especie de j uego. El
sólo se m anifest ó al grupo a t ravés de los esfuerzos de im aginación com part idos.
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El segundo año t rat aron de enfocarlo de ot ro m odo. Las invest igaciones realizadas
por Kennet h Bat cheldor, un parapsicólogo brit ánico, pusieron de m anifiest o que los
grupos pueden producir efect os psicocinét icos ( de la m ent e sobre la m at eria) ut ilizando
para ello un procedim ient o indirect o. Según dicho parapsicólogo, en lugar de m edit ar,
debían act uar m ás en consonancia con el espírit u im perant e en las sesiones de
espirit ism o de la Era Vict oriana. Sencillam ent e, debían hacerse visit as en las que
reinara un am bient e relaj ado, cant ar canciones, cont ar chist es, conversar, cont ar
hist orias, com o si est uvieran socializando. El Grupo de Toront o decidió seguir los
consej os de Bat chelor.
Cuando se reunían, siem pre m edit aban y se concent raban. Les era difícil
deshacerse de esa est ruct ura. Aunque eran am ables unos con ot ros, les result aba raro
hacerse visit as. Poco a poco fueron com prendiendo el nuevo plant eam ient o. Se
sent aban en t om o a una m esa, con las luces encendidas, y cot illeaban. Cant aban,
reían, y lo pasaban bien m ient ras esperaban a que Philip apareciera de una form a u
ot ra. Un día, est aban celebrando la cuart a reunión social de est as caract eríst icas
cuando oyeron unos golpecit os en la m esa.
No est aban m uy seguros de que fuera real. Volvieron a reunirse y pront o oyeron
nuevam ent e unos golpecit os. Todos los oyeron. Por supuest o, sospechaban que alguno
del grupo había golpeado la m esa deliberada o accident alm ent e.
Ent onces, la m esa em pezó a m overse ligeram ent e. Aparent em ent e, se deslizaba
sola. Todos veían que la única part e de su persona que t ocaba la m esa eran las punt as
de sus dedos, que est aban ligeram ent e en cont act o con la part e superior de la m ism a.
Los fuert es golpes y los repent inos m ovim ient os de la m esa acabaron por convencerlos
de que se t rat aba de un suceso espont áneo, que no era producido por ninguno de
ellos.
Alguien dij o en voz alt a: “ Me pregunt o si es Philip el que est á haciendo est o” .
I nm ediat am ent e después, la part e superior de la m esa fue golpeada con fuerza.
Ent onces el grupo decidió ut ilizar un código: un golpe quería decir sí, y dos no. De ese
m odo lograron com unicarse con Philip.
Cuando en post eriores reuniones se sent aron en grupo, con est e nuevo t alant e,
enseguida volvieron a escuchar los golpes. Em pezaron a form ular pregunt as dirigidas a
Philip cuya respuest a había de ser sí o no, y confirm aron t odos los “ dat os” que
conocían de él.
Varias sem anas después, se cansaron de hacer est as pregunt as y decidieron
fij arse m ás en las m anifest aciones físicas de Philip. Est e no sólo era capaz de dar
golpes en la m esa, t am bién podía m overla, hacerla vibrar, levant arla por su lado, y
desplazarla por la habit ación. Ellos t enían que seguir los m ovim ient os de la m esa para
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que sus dedos cont inuaran en cont act o con la part e superior de la m ism a. A veces,
est o result aba difícil, pues la m esa se m ovía deprisa e im previsiblem ent e en dist int as
direcciones.
Muchos m iem bros del grupo fum aban, pero uno del grupo se oponía a ello.
Cuando pregunt aron a Philip si le im port aba que fum aran, dij o que sí le im port aba que
lo hicieran en presencia del m iem bro que no era fum ador. Adem ás, inclinó la m esa
hast a volcar el cenicero en las rodillas de uno de los fum adores. Ahora bien, dij o que
no le im port aba que fum aran cuando el que no fum aba est aba ausent e.
En un par de ocasiones, levant ó la m esa por levit ación, separándola
aproxim adam ent e m edia pulgada del suelo, y la m ant uvo en el aire durant e unos
inst ant es. Ot ra vez hizo que ascendieran unos caram elos. Colocaron alrededor de la
m esa unos caram elos envuelt os en papel de celofán para cada una de las personas que
se hallaban sent adas en t orno a la m ism a, y uno en el cent ro para Philip. Ent onces
Philip hizo girar la m esa y t odos los caram elos se cayeron al suelo except o el suyo, que
perm aneció en el cent ro, suspendido en el aire.
El grupo film ó las payasadas de Philip, e hizo un vídeo. I ncluso llevaron a Philip y a
su m esa a un par de program as de t elevisión. Una de las veces, Philip hizo que la
m esa subiera las escaleras que conducían a un pódium donde se hallaba el
present ador.
Al volver a analizar el experim ent o realizado con Philip, el grupo se dio cuent a de que
Philip no sabía m ás que ellos. En aquellos aspect os en que el guión im aginario sobre
Philip, realizado por el grupo, difería de la realidad hist órica, Philip seguía la versión del
grupo. Philip perm anecía fiel a la im aginación de los int egrant es del grupo, no a la
realidad.
Est aba claro que Philip no era un espírit u. Pensaron que se t rat aba de una form a
de pensam ient o creada art ificialm ent e. No obst ant e, est a creación de la m ent e
colect iva era evident em ent e capaz de producir fenóm enos físicos m uy t eat rales y
aparent em ent e int eligent es. Al parecer, t enía facult ades psicocinét icas.
El grupo cont rat ó a un ingeniero para que grabara los golpecit os, y realizara un
análisis acúst ico de sus caract eríst icas. El ingeniero dij o que las ondas sonoras de los
golpecit os de Philip t enían unas caract eríst icas únicas. No se parecían a las producidas
por las personas al golpear una m esa con dedos, puños, lápices o cualquier ot ra cosa.
La energía psicocinét ica de Philip producía unos efect os especiales.
El Grupo de Toront o dio las inst rucciones pert inent es a un segundo grupo con el
fin de que realizaran el m ism o experim ent o. Est e grupo se invent ó un personaj e
t ot alm ent e nuevo llam ado Lilit h y creó los det alles de la vida de Ulit h. Luego
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em pezaron las reuniones sociales, y pront o apareció Lilit h. Se com port ó de un m odo
m uy sim ilar a Philip.
¿Qué significado t iene el experim ent o de Philip? Efect ivam ent e, sirve para
evidenciar la realidad de las form as de pensam ient o y de su capacidad para rem edar la
presencia de un espírit u verdadero. Muest ra que esas form as pueden cobrar vida
propia e influir en el m undo físico. Tam bién m uest ra que la fuent e de una form a de
pensam ient o puede ser una acum ulación de pensam ient os provenient es de diversas
personas.
El experim ent o de Toront o es una dem ost ración m uy t eat ral de la fuerza que
em ana de la cooperación de los m iem bros de un grupo. Cuando los m iem bros de un
grupo se alej an de la t endencia a realizar esfuerzos deliberados, pueden abrir un canal
psíquico m uy pot ent e.
El Canal de la Cooperación
Cayce realizó una serie de lect uras psíquicas m uy im port ant es sobre el desarrollo
de las facult ades psíquicas. Dij o que el prim er paso que había que dar era aprender a
cooperar dent ro de un grupo. A cont inuación, t razó las líneas generales de un plan de
est udios para aprender a t rabaj ar en grupo de ese m odo. Act ualm ent e, hay por t odo el
país varios “ Grupos de Est udio” de la Asociación pera la I nvest igación y la I lust ración
que part icipan en una Búsqueda de Dios, t al com o se denom ina est e m at erial de
t rabaj o. Est os m anuales incluyen varias unidades didáct icas sobre cóm o desarrollar la
conciencia psíquica y la capacidad psíquica, y cóm o llegar a ser un canal conscient e.
Si no est ás m uy seguro de que la cooperación sea un elem ent o fundam ent al de la
canalización, piensa que no eres el único que abriga esa duda. Aun cuando t odos
valoram os la cooperación, subest im am os su im port ancia, fundam ent alm ent e porque la
com pet encia nos parece necesaria para sobrevivir. Muy fácilm ent e podem os pensar
que la canalización es una vía para progresar en est a vida, m ás bien que para est ar en
arm onía con ella. Seam os francos, t odos t endem os a ut ilizar la canalización con un
t alant e com pet it ivo. Ahora bien, la deport ividad queda reflej ada en una frase m uy
sabia: “ Lo im port ant e no es ganar, lo im port ant e es part icipar” . Al est udiar la escrit ura
inspirada y la creat ividad, aprendim os a aplicar est o m ism o. Cuando se t rat a de
canalizar, hem os de hacer hincapié en el proceso, en lugar de cent rarnos en el
product o final. No obst ant e, ¿Qué ha pasado con la deport ividad? Los deport es, que en
ot ros t iem pos cont ribuían al desarrollo de la personalidad, se han convert ido en un
negocio. Aun cuando desaprobem os el hecho de que un j ugador de t enis profesional se
agarre unos berrinches t rem endos, nos fascina la cant idad de dinero que gana. Hoy en
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día, el lem a parece ser: “ Lo im port ant e es ganar” . ¿Acaso la form a de evaluar la
cooperación ha experim ent ado un det erioro parecido?
Asum im os que la rivalidad m ej ora el rendim ient o; nos m ot iva a hacerlo lo m ej or
que podem os. Pero puede que est e supuest o no sea ciert o. En No Cont est : The Case
Against Com pet it ion ( No a los Concursos: Cont ra la Com pet ición) , Alfie Kohn ha
reunido m ás de doscient os est udios que dem uest ran que la cooperación da m ej or
result ado que la rivalidad. Acuérdat e de lo que dij im os en el Capít ulo Siet e a propósit o
del est udio que m ost raba que los est udiant es que cent raban su at ención en el placer
que produce escribir, escribían unos poem as m ás creat ivos que los que cent raban t oda
su at ención en ganar un prem io. Kohn present a varios est udios de esas caract eríst icas.
Tam bién present a est udios relacionados con el m undo de los negocios. Así, por
ej em plo, un est udio com para las cifras de vent as de dos grupos pert enecient es a la
m ism a organización. En uno de los grupos exist ía una gran com pet encia, los
t rabaj adores no se inform aban unos a ot ros sobre aquello que les hacía vender m ás.
En cam bio en el ot ro grupo exist ía una gran cooperación, y com part ían la inform ación
abiert am ent e. El grupo cuyos m iem bros cooperaban unos con ot ros, obt uvo unas
vent as m uy superiores a las del grupo de com pet idores. La cooperación puede ayudar
a los que est án en últ im a fila.
El dicho popular derivado de la t eoría evolut iva, la supervivencia del m ás fuert e,
viene a reforzar la suposición de que la com pet encia es m ás nat ural que la
cooperación. Cayce hace hincapié en que nada hay m ás lej os de la verdad. La
nat uraleza int eract úa en el m arco de un esquem a global de cooperación. Todo lo que
ha sido creado desem peña un papel y t iene una finalidad en aras de la supervivencia
del t odo. Y eso m ism o es verdad para cada uno de nosot ros. El redescubrir el espírit u
de cooperación realm ent e nos sit úa en una posición que arm oniza m ás con una
conciencia que cont ribuye a m ej orar nuest ra canalización
Para canalizar es necesario que nos hagam os a un lado a fin de que pueda
m anifest arse una fuent e de conciencia m ás elevada. Para cooperar es preciso
renunciar a los deseos part iculares a fin de ayudar a la consecución del obj et ivo
com ún. Cuando t rabaj am os por el bien de t odos, capt am os algo que t rasciende los
lím it es art ificiales de nuest ro yo individual, y reaccionam os ant e ello. La cooperación
nos enseña que es ilim it ado lo que podem os conseguir cuando a nadie le im port a a
quién van a at ribuirle el m érit o. La cooperación hace que sint onicem os con el nivel
t ranspersonal de nuest ra exist encia, unidos al rest o de la creación en una expresión
unit aria.
Por t odo ello Cayce em pieza sus enseñanzas sobre la capacidad psíquica y la
canalización espirit ual por el t em a de la cooperación. Canalización y cooperación son
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alm as gem elas, son dos act ividades que se parecen m ucho y se pert enecen
m ut uam ent e. Adem ás, al aprender a cooperar, podem os t am bién explorar el
significado y la im port ancia de nuest ra individualidad al t iem po que cont ribuim os al
t odo com ún.
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Est am os cooperando en una danza en la que nos honram os y celebram os m ut uam ent e
( Figura 18) . Y la danza en la que cooperam os crea una fuent e de luz, la luz que
necesit am os para encont rar nuest ro cam ino. A t ravés de la cooperación hem os
generado algo que t ransciende al individuo com o t al.
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problem a. Mant énlo en secret o hast a después de m añana por la m añana. Cuando t e
hayam os revelado nuest ros sueños, podrás cont arnos de qué se t rat a” .
Alguien se ofrece a ser el cent ro de los sueños de los int egrant es del grupo. La
persona que act úa com o cent ro hace ent rar a los m iem bros del grupo en un est ado de
m edit ación silenciosa, y luego nos preparam os para ir a la cam a.
No dam os m uchas explicaciones sobre cóm o obt ener un sueño út il para un
desconocido que est á en dificult ades. Hacem os la siguient e advert encia: “ Est a noche
vuest ros sueños pert enecen a ot ra persona. No los olvidéis, ni censuréis nada que
podáis recordar” .
Si t e im aginas a t i m ism o en una sit uación así, podrás dart e cuent a de lo que
sent irías llegado el caso. No conoces el problem a de la ot ra persona, pero ciert am ent e
sient es curiosidad y t rat as de im aginárt elo. Deseas ser út il, pero cuest a creer que en
un caso así puedas generar un sueño psíquico.
De hecho, al día siguient e, son m uy pocas las personas que creen haber t enido
sueños relacionados con la persona que hace las veces de cent ro de at ención.
Unicam ent e después de haber cont ado los sueños, em piezan a sospechar que est os
cont ienen algo significat ivo para esa persona.
I m agínat e que un grupo de ayudant es oníricos sueña para una j oven de veint iún
años de edad, a quien voy a llam ar Mary. Un ayudant e sueña que va al superm ercado.
Ot ro ayudant e sueña que va a una perfum ería a com prar una pequeña bolsa de aseo,
pero t iene problem as para poderla pagar. Est e ayudant e t am bién sueña que va a una
bibliot eca. Ot ro sueña con una “ m adre j udía” que nunca creía que su hij a est uviera
bien. Ot ro ayudant e sueña que le coge a Mary la m ano, que va a un recit al de piano, y
que un m uchacho bucea a una gran profundidad, en un est anque de agua
t ransparent e. Ot ro sueña que est á sum ergido en el agua, y que em erge para volar
sobre el grupo, allí ve a Mary y oye la voz del m édico que dice: “ Su diet a es dem asiado
est rict a, el agua es m uy im port ant e” . Est e ayudant e t am bién sueña que est á en una
fiest a m uy elegant e al borde de una piscina.
Yo sueño que est oy t um bado en la cubiert a de un barco que se est á hundiendo, el
agua est á em pezando a ent rar en m i boca para ahogarm e. Me est oy ahogando, y de
repent e m e despiert o bruscam ent e, t engo la im presión de que Mary ha est ado m uy
enferm a, que ha est ado a punt o de m orir, es algo inexplicable. Tam bién sueño que
est oy en la casa donde pasé m i infancia, que “ m am á” t oca el piano. Tam bién la veo en
el cuart o de baño, duchándose. Luego la veo de pie en la cocina, est á m uy m oj ada
porque se ha duchado, la veo hablar por t eléfono, dice que siem pre la int errum pen
cuando est á t ocando el piano. ( He puest o la palabra “ m am á” ent recom illada porque la
m uj er que yo veía en sueños no se parecía nada a m i m adre.) Luego salgo a devolver
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un libro que saqué de la bibliot eca. Sobre el césped est á m i bibliot eca part icular, hay
un surt idor al lado y la est á m oj ando. Eso fue lo que soñé en relación con Mary.
Una vez que los m iem bros del grupo han cont ado sus sueños, es posible apreciar
la presencia de elem ent os com unes. Est os elem ent os com unes, así com o la exist encia
de esquem as subyacent es, hacen pensar a los ayudant es que podría exist ir, después
de t odo, ciert a relación ent re sus sueños individuales y la persona que act úa com o
cent ro de at ención.
Así, por ej em plo, al soñar para Mary, los sueños cont enían ciert as im ágenes
repet idas: ir de com pras, la bibliot eca, la m adre, y el piano. Sobre t odo, aparecía la
im agen del agua unida con frecuencia al t erna de la salud. Por ello, el grupo supuso
que el problem a de Mary t enía que ver con la salud, y que el agua podía ser un fact or
decisivo.
Luego le t ocó hablar a Mary. Evident em ent e, los sueños la habían conm ovido, y
respondió con ent usiasm o, diciendo m ás o m enos que nos habíam os equivocado en
relación con su problem a, pero que, por ot ra part e, t eníam os m ás razón de lo que
pensábam os. Explicó que est aba preocupada por su boda, recient em ent e cancelada. El
m at rim onio era un t em a que no se hallaba present e en ninguno de nuest ros sueños,
pero dos de los sueños t ocaban cuest iones relacionadas con la rupt ura. La fiest a j unt o
a la piscina represent aba los act os sociales a los que frecuent em ent e t enía que asist ir
con su ant iguo prom et ido y ¡a fam ilia de ést e. Procedían de am bient es sociales
dist int os, y est a diferencia les había creado m uchos problem as. Dij o que el sueño de la
m adre j udía t am bién le había recordado a su ant iguo prom et ido, porque él había
est ado m uy enferm o una vez, y su m adre seguía t rat ándolo com o si fuera un niño
pequeño enferm izo, Apart e de est as dos correspondencias, no veía que los sueños
est uvieran m uy relacionados con el t em a de la cancelación de su boda. Ahora bien, le
im presionaba el hecho de que los sueños est uvieran direct am ent e relacionados con
m uchos ot ros problem as que se le habían plant eado.
Por lo que se refiere al agua y a la salud, Mary reveló su hist orial m édico, algo que
había guardado en secret o durant e m uchos años. Tenía epilepsia crónica, sufría
at aques producidos por la t ensión. Dij o que el est ar baj o el agua le recordaba a la
sensación de “ ahogam ient o que experim ent aba ant es de sufrir un at aque. Dij o que m i
sueño reflej aba m uy bien lo que le había pasado recient em ent e durant e su
perm anencia en un hospit al. Ciert o m edicam ent o que había ingerido para su
enferm edad le había producido com o efect o secundario m ient ras est aba dorm ida una
parálisis parcial que le duró ciert o t iem po. A consecuencia de ello, al no poder t ragar
saliva m ient ras dorm ía boca arriba, se le fue llenando la gargant a de saliva, y casi
m uere ahogada. Lo que yo soñé sobre el barco que se hundía era el t ipo de pesadilla,
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la sensación de im pot encia que puede provocar un percance com o el que experim ent ó
Mary m ient ras dorm ía. Por lo que se refiere al ot ro sueño relacionado con el hecho de
est ar baj o el agua, el sueño en el que el soñador oye hablar a un m édico sobre el
est ado de Mary, explicó que los m édicos t odavía no le habían dado un diagnóst ico
sat isfact orio, y que ya se había som et ido a varios t rat am ient os. La frase: “ Diet a
dem asiado est rict a — agua im port ant e” le recordó que ret enía líquidos y se pregunt ó si
t al vez la diet a podría ser una buena t erapia. Porque Mary ansiaba t om ar m enos
m edicam ent os. Tal vez, el sueño cont enía esa pist a que t ant o necesit aba para su
t rat am ient o.
Mary dij o que la im agen de una bibliot eca había est ado en su m ent e hacía poco
t iem po. No t enía m uy claro si debía volver a est udiar, porque sus padres en t al caso
t endrían que cost earle los est udios. Con frecuencia se había pregunt ado por qué no
podía aprender lo que necesit aba saber sim plem ent e acudiendo a una bibliot eca y
leyendo libros. Era int eresant e el hecho de que m i bibliot eca part icular, la que era
regada en m i sueño, aparecía t am bién en las fant asías que Mary t enía en m ent e. En
cuant o al t em a del piano, Mary dij o que t odos los m iem bros de su fam ilia eran
ent endidos en m úsica, except o ella. Asist ía con frecuencia a recit ales de piano con su
fam ilia. Su m adre t ocaba el piano, pero las responsabilidades del hogar le im pedían
pract icar com o debiera.
La reacción que Mary t uvo cuando le fueron com unicados los sueños, es la
reacción inicial que norm alm ent e experim ent a la persona que funciona com o cent ro de
at ención. No percibe una respuest a “ pat ent e,” pero sí se da cuent a de la presencia en
los sueños de m uchos elem ent os que se corresponden con aspect os m uy im port ant es
de su vida. No obst ant e, la finalidad de est a cerem onia es ayudar, no det ect ar
sim plem ent e ciert os hechos aislados de la vida de una persona. Edgar Cayce sost iene
que det rás de los aspect os psíquicos que aparecen en los sueños, hay siem pre en ellos
una ut ilidad, inm ediat a e im port ant e, para el soñador. La int erpret ación de un sueño
aparent em ent e t elepát ico, desde el punt o de vist a del soñador, con frecuencia pone de
m anifiest o que el significado subyacent e del sueño revela la finalidad o ut ilidad del
m ism o. ¿Qué ut ilidad t uvieron nuest ros sueños para Mary?
Em pecé el proceso de descubrim ient o haciendo part ícipes a los dem ás de lo que
yo sent ía en relación con m is propios sueños. Al repasar con Mary el sueño en el que
yo ret ornaba al hogar de m i infancia, descubrim os que, aunque nuest ros hogares
t enían algunos elem ent os en com ún, el hogar represent ado en m i sueño se parecía
m ás al de Mary que al m ío. Tant o su m adre com o la m ía t ocaban el piano, y las dos se
quej aban de la cant idad de veces que t enían que int errum pirlo. La descripción física de
la m adre que aparecía en m i sueño no coincidía con la de m i m adre verdadera, pero,
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en cam bio, encaj aba m uy bien con la de la m adre de Mary. En m i casa sólo había un
t eléfono, en el vest íbulo; en cam bio, en la casa de Mary había varios, pero su m adre
sólo usaba el t eléfono de la cocina. Mi m adre usaba m uy poco el t eléfono, pero Mary
dice que su m adre est aba m uchas veces en la cocina hablando por t eléfono. Así pues,
est e sueño curiosam ent e se caract eriza por represent ar una facet a del hogar fam iliar
de Mary, y t am bién ret rat a una sit uación aním ica que nos result a fam iliar a am bos. Si
t enem os en cuent a que los det alles del sueño t ienen que ver con Mary, cabe
pregunt arse si el aspect o em ocional revelado en el m ism o est aría relacionado con ella
t am bién. Así que em pecé a analizar el sueño relacionándolo con m i propia experiencia,
para ver si Mary reaccionaba ant e alguno de los elem ent os de m i aut oanálisis.
El aspect o del sueño que a m í m ás m e llam aba la at ención era el ver a m i m adre
en la ducha. Est a im agen m e t raía a la m ent e un ant iguo recuerdo de m i infancia, m e
veía acercándom e a ella m ient ras se bañaba. Recuerdo que se disgust ó m ucho, que
prot est ó de la falt a de privacidad exist ent e en su casa, y que m e hizo sent irm e
culpable por haberm e m et ido en su vida ínt im a. Est e recuerdo parece est ar m uy ligado
desde el punt o de vist a em ocional a los recuerdos en los que m i m adre est á t ocando el
piano. Oírla t ocar el piano m e llenaba de felicidad. Si era int errum pida, y se
disgust aba, m e sent ía culpable, com o si yo fuera el origen de sus frust raciones. Las
enseñanzas de psicot erapia que había recibido m e perm it ían calibrar en qué m edida
t ales recuerdos form aban part e del com plej o que yo t enía en relación con m i m adre.
Uno de los aspect os de dicho com plej o era una dependencia no resuelt a que est aba a
la vez disfrazada y alim ent ada por sent im ient os de culpabilidad m ot ivados por creer
que yo era la causa de la infelicidad de m i m adre. Al “ regar m is libros” , una m et áfora
que significa dej ar fluir m is sent im ient os por m i alm acén de m odelos de pensam ient o,
conseguí resolver est a sit uación de dependencia.
Mary reaccionó prest ando una enorm e at ención a m i aut oanálisis. Explicó que las
frust raciones de su m adre eran m ot ivo de grandes fricciones en su casa. Mary se dio
cuent a de que ella t am bién, al igual que yo, se sent ía en ciert a m edida responsable de
la infelicidad de su m adre, y de las desavenencias de sus padres. Tam bién se daba
cuent a de que sus sent im ient os de culpabilidad paradój icam ent e inhibían cualquier
inclinación que pudiera t ener a dej ar el hogar y em pezar a vivir su vida, por lo que
prolongaba esa dependencia. Mary señaló que ahora caía en la cuent a de que exist ía
una relación ent re sus sent im ient os de culpabilidad y su dependencia em ocional.
Est e análisis se vio apoyado por las m anifest aciones de ot ros t res ayudant es
oníricos, que hallaron las m ism as relaciones de culpabilidad y dependencia en sus
sueños. Así, por ej em plo, el ayudant e que soñó que t enía dificult ades para pagar su
bolsit a de aseo en la perfum ería, descubrió que “ pagar lo que uno com pra” era
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exact am ent e lo que t enía que hacer para superar los problem as que le plant eaba el
dej ar de depender de su m adre. Mary añadió que el t em a de la bibliot eca, un t em a con
el que est e ayudant e t am bién había soñado, represent aba el m ism o t ipo de problem a,
Mary no había sido capaz de hacer frent e a la responsabilidad que im plica cost earse los
est udios.
Est e conj unt o de sueños revela una hipót esis que Mary encont ró m uy significat iva.
Si bien la diet a podría cont ribuir a m ej orar su salud física, los sueños t am bién señalan
la posible presencia de fact ores psicosom át icos. La im agen de la inundación, previa al
at aque, reflej a su form a de hacer frent e a las t ensiones em ocionales, sobre t odo a los
conflict os ligados a su sent im ient o de culpabilidad. Ese sent irse culpable de los
problem as de su m adre t al vez llevó a Mary a no asum ir la responsabilidad que im plica
solucionar su dependencia con respect o a su progenit ora. Conversaciones post eriores
revelaron que el ant iguo prom et ido de Mary t enía un problem a m uy parecido de
dependencia de su m adre, un elem ent o com ún a los dos que aparent em ent e
desem peñó un papel m uy im port ant e en la rupt ura de su com prom iso.
La experiencia de haber soñado para Mary const it uye un buen ej em plo de lo que
sucede en nuest ras cerem onias experim ent ales de Ayudant es Oníricos. Las discusiones
que t ienen lugar dent ro del grupo se conviert en en algo parecido a lo que sucede en
los grupos de aut oayuda.
El com part ir em ociones pone de m anifiest o cóm o los sueños est án, por un lado,
relacionados con la sit uación crít ica en que se encuent ra la persona que act úa com o
cent ro de at ención, y, por ot ro, con ciert os aspect os no resuelt os de la vida de los
soñadores. Es com o si ant es de dorm irse, cada persona ut ilizara su propia em pat ía,
inst int iva y con capacidad de proyección, para int uir ese aspect o del problem a no
revelado de la persona que funciona com o cent ro de at ención, que se corresponde,
nat uralm ent e, con una cuest ión no resuelt a de la propia vida del soñador. Una vez
recordada est a cuest ión, los sueños cum plen su función habit ual reconciliadora,
ut ilizando por un lado las experiencias del soñador y por ot ro las im ágenes de la vida
de la persona que act úa com o cent ro, recibidas por vía t elepát ica. De ese m odo, los
sueños del grupo cont ribuyen a la solución de un problem a com ún, percibido desde
perspect ivas individuales,
El foco concret o de los sueños del grupo est á t odavía m ás claro cuando asist e a la
cerem onia un núm ero de personas lo bast ant e elevado com o para posibilit ar su
división en dos grupos, cada uno de los cuales sueña para una persona dist int a, que
hace las veces de cent ro de at ención. Ent onces nos es posible com parar los sueños de
los dos grupos. La presencia en los dos grupos de elem ent os com unes dist int os indica
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que los sueños efect ivam ent e est án cent rados en un elem ent o caract eríst ico de la
persona que act úa com o cent ro.
Así, por ej em plo, varios de los sueños del grupo de Mary cont ienen la im agen del
agua. Es m uy frecuent e que el agua aparezca en los sueños, así que era de esperar
que est uviera present e en varios. Ahora bien, al t iem po que yo t rabaj aba con el grupo
de Mary, Bob lo hacía con ot ro grupo, que soñaba para una m uj er diferent e. En los
sueños de est e segundo grupo no apareció la im agen del agua ni siquiera una vez. En
cam bio, est e grupo soñó varios sueños sobre el t em a “ blancos frent e a negros” y sobre
polaridades relacionadas con dicha cuest ión. Efect ivam ent e, result ó que esa m uj er era
prot agonist a de un rom ance birracial. En los sueños de Mary no est aba present e el
t em a blancos/ negros ni la polaridad. Aun cuando am bas m uj eres t enían problem as
relacionados con la parej a, los elem ent os com unes de los sueños dest inados a cada
m uj er se diferenciaban claram ent e.
Ot ra form a de averiguar si los sueños sirven para algo, o si sencillam ent e son
com o espej ism os, es est udiar el im pact o que la cerem onia t iene a largo plazo en la
persona que act úa com o cent ro de at ención. Mary, por ej em plo, escribió un año m ás
t arde cont ando que había encont rado un apart am ent o donde vivir sola. Est aba
siguiendo una diet a especial y había dej ado de t om ar m edicam ent os. Había adelgazado
varias libras. Y lo m ás im port ant e de t odo, ella y su m adre se habían int egrado en un
grupo de t erapia para t rat ar de m ej orar su relación. Los efect os que se apreciaban en
su caso dem ost raban que, t al com o Cayce ha indicado m uchas veces, la int erpret ación
es la m ej or prueba.
La cerem onia del Ayudant e Onírico es un act o colect ivo m uy eficaz cuya finalidad
es canalizar la orient ación que nos llega a t ravés de los sueños. Da a los grupos la
oport unidad de funcionar com o “ consult ores psíquicos” . Jean Cam pbell en su obra
t it ulada Dream s Beyond Dream ing ( Sueños Más Allá del Soñar) describe un
experim ent o especial que yo realicé una vez, en el cual los sueños de los ayudant es
oníricos result aron ser m ás út iles y est ar m ej or orient ados que una lect ura provenient e
de un vident e profesional pagado por part icipar en la invest igación.
Desde ent onces, ot ros vident es han confirm ado en sus lect uras sobre los
Ayudant es Oníricos la im port ancia del “ oráculo colect ivo de la curación” , result ant e de
est a cerem onia. Es un procedim ient o m uy eficaz que perm it e al grupo ser un canal de
beneficios para quien lo necesit e, y al m ism o t iem po aprender cosas sobre sí m ism os
( por no hablar del descubrim ient o del poder t elepát ico que perm anece ocult o en los
sueños ordinarios) . Tal com o queda reflej ado en m i sueño de la “ danza de la
invest igación,” el que las personas com part an algo de sí m ism os puede canalizar un
m anant ial de luz.
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La Bola de Algodón: Conociéndot e
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cerem onia del Ayudant e Onírico. El segundo experim ent o, “ la Cerem onia de la Bola de
Algodón,” sirve para t al fin.
En est e experim ent o, una persona del grupo se ofrece para act uar com o cent ro de
at ención. Tal com o sucedía en el Ayudant e Onírico, se t rat a de una persona que t iene
un problem a personal que no ha sido revelado, y pide ayuda al grupo. Est a persona
saca de un sobre una bolit a de algodón est éril, y la frot a con sus m anos m ient ras
piensa en su problem a. Ent ret ant o, el rest o del grupo m edit a. Después, la persona en
cuest ión rom pe la bolit a en t rocit os y los dist ribuye ent re t odas las personas del grupo.
Los int egrant es del grupo, con el pedacit o de algodón en la m ano, sint onizan con sus
im presiones. Verbalizan t odo aquello que les viene a la m ent e. Una vez que t odos han
t erm inado, la persona que act úa com o cent ro responde a t odas est as efusiones.
Muchas veces, la persona que hace las veces de cent ro de at ención rom pe a llorar.
Las m anifest aciones de los m iem bros del grupo t ocan sus sent im ient os m ás ínt im os y
se ve obligada a dar salida a sus em ociones. El result ado de est a puest a en com ún se
parece m ucho al de la cerem onia del ayudant e onírico, la única diferencia es que no se
int erpret an sueños. La sensación de cercanía es m ucho m ás inm ediat a. Tant o si la
canalización realizada por los m iem bros del grupo cont iene algún consej o út il com o si
no, la profunda arm onización que se evidencia es de por sí una experiencia curat iva
para la persona que act úa com o cent ro de at ención. Los m iem bros est án t an cent rados
en las preocupaciones de la persona que no se dan cuent a de lo bien que canalizan la
inform ación. Salen fuera de sí m ism os. La preocupación que t odos experim ent an por la
ot ra persona pone en m archa el proceso de canalización. Est a cerem onia de la bolit a
de algodón es un t est im onio vivo del poder de la cooperación.
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se com uniquen, que arm onicen unos con ot ros, com o lo harían en su m edio am bient e
nat ural. La “ Sinfonía de la Selva” es un j uego m uy divert ido y recuerda a las personas
que dent ro de ellas hay un niño pequeño que disfrut a j ugando con los sonidos.
Ent onces, procedem os a escuchar buena m úsica. Pido a t odos que produzcan, al
m ism o t iem po, el sonido que indica que se sient en bien. Así obt enem os una agradable
m ezcolanza de Aahhs, Oohhs y Mm m s. Haciendo caso de las observaciones realizadas
por Cayce a propósit o de la im port ancia de los sonidos vocálicos, pido al grupo que
exprese que est á bien, que se sient e bien, m ediant e los sonidos Aaee, et c., es decir,
ut ilizando para ello las vocales. Les pido que experim ent en con el t ono y la calidad de
cada sonido hast a encont rar un t ono que haga vibrar su cuerpo o les haga sent ir un
cosquilleo. Cuando t odos poseen un repert orio de sonidos con los que expresar
sent im ient os posit ivos, les pido que em piecen a j ugar con ellos, int eract uando, creando
una sinfonía de buenos sent im ient os. Ello da lugar a una especie de im provisación de
j azz, es com o si un coro est uviera im provisando, em it iendo unos sonidos que no t ienen
sent ido, pero son grat os. Todo ello con un t alant e lúdico, pero sonando bien, t am bién.
Sin dest ruir ese m aravilloso am bient e lúdico, llevo al grupo a realizar un esfuerzo
de m ayor ut ilidad. Pract icam os los sonidos del yo superior. Para em pezar les hago
salm odiar Om . Lo pract ican a su rit m o part icular. En un m om ent o dado, algunas
personas est án em pezando a producir el sonido Om , ot ras est án produciéndolo, y ot ras
est án t erm inando de producir est e sonido, así que al final se parece a un canon, si bien
est á m enos est ruct urado. Ent onces probam os a invent am os nuest ros propios sonidos
individuales para expresar el sent im ient o del yo superior.
La experiencia final es una com posición coral im provisada en la que t odos
producen una variedad de sonidos est im ulant es. Oponem os nuest ros sonidos para
crear una corrient e, cont inua y cam biant e, de vibraciones sonoras. De vez en cuando,
es posible oír un breve solo filt rándose a t ravés del coro, ent onces el grupo se hace eco
de est e sonido y cam bia la dirección de la im provisación. Evident em ent e, las personas
est án sint iendo est as vibraciones en su propia carne, pues balancean su cuerpo al son
de la m úsica m oviendo t am bién los brazos.
Al cooperar de est e m odo, experim ent an algo que no podrían conseguir
individualm ent e. Todos logran sent ir que est án realizan do una valiosa aport ación, aun
dándose cuent a de que “ no saben cant ar” . Todos nos deleit am os al experim ent ar el
placer de fluir j unt os en una m aravillosa expresión de arm onía y de conciencia
superior.
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En est a práct ica coral opera una energía curat iva. Algunas personas dicen haber
t enido com o inst ant áneas de una vida pasada. Ot ras lloran liberando sus em ociones a
t ravés de los sonidos que em it en. La m ayoría de las personas dicen sent ir una especie
de cosquilleo en el cuerpo. Est á claro que est am os abriendo un canal profundo. Al
cooperar en la em isión de sonidos, el grupo se ha convert ido en canal de las fuerzas
creat ivas.
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CAPI TULO TRECE
“ Cuando el cuerpo arm oniza con el yo, t al com o ha sido dado, puede ser un
canal donde haya incluso curaciones inst ant áneas por im posición de
m anos” .
—Edga r Ca yce , 2 8 1 - 5
“ Hay, t al com o se ha vist o, diversos canales por los cuales puede llegar la
curación. El del cont act o individual; el de la fe; el de la im posición de
m anos; el que creará en la m ent e ( pues la m ent e es el const ruct or en el ser
hum ano) esa conciencia que cont ribuye a que haya un cont act o m ás
est recho con lo universal, o las Fuerzas Creat ivas, en su experiencia” .
—Edga r Ca yce , 2 8 1 - 6
“ El que desea el bien para su herm ano, y sin em bargo no hace nada para
ayudar o dar, o para consolar, o anim ar, sim plem ent e se est á engañando a
sí m ism o. Aquel que quiere conocer el cam ino ha de est ar con frecuencia en
oración, en oración gozosa, sabiendo que El da la vida a cuant os t rat an con
sinceridad de ser un canal de felicidad para alguien” .
—Edga r Ca yce , 2 8 1 - 1 2
¡La Fuerza est é con vosot ros! La película “ La Guerra de las Galaxias” cont ribuyó a
popularizar est a expresión. ¿Qué fuerza es? Se t rat a de la fuerza que perm it ió a Luke
Skywalker guiar su nave especial a t ravés de num erosos obst áculos. Es t am bién la
fuerza que perm it ió al arquero Zen dar en el blanco con los oj os venda dos. Es lo que
Cayce llam a la Fuerza Creat iva, el Espírit u, la energía única de la creación.
Para canalizar los ideales del yo superior hay que aprender a canalizar la Fuerza
Creat iva par se. Cayce dice que si puedes desarrollar una relación conscient e con est a
fuerza, la creación en sí puede est ar a t u alcance. Puedes convert irt e en canal de
curaciones.
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El Secret o de la Habilidad para la Jardinería
Lut her Burbank, el fam oso hort icult or am ericano, conocía el secret o de la fuerza
creat iva que act úa en la vida de las plant as. En su obra t it ulada, Aut obiography of a
Yogi ( Aut obiografía de un Yogi) , Param ahansa Yogananda, el m aest ro indio que t ant o
ha influido, dice a propósit o de Burbank, que era un sant o am ericano. Yogananda
visit ó a Burbank en sus viaj es a Am érica. Est aba encant ado con la orient ación
espirit ual que Burbank había dado al t rat am ient o de sus plant as. Los result ados
obt enidos gracias a est a orient ación quedaron pat ent es en sus experim ent os con
plant as. Burbank adm it ió ant e Yogananda que hablaba con sus plant as. Así, por
ej em plo, desarrolló unos cact us exent os de espinas a base de decirles que no t enían
nada que t em er y que, por t ant o, no necesit aban prot egerse de ese m odo. Aunque
sabía que la volunt ad de las plant as es m ás fuert e que la de cualquier ser hum ano que
quiera doblegar los hábit os de una plant a, Burbank aprendió el secret o de la
int egración de nuevos m odelos vit ales en la est ruct ura de las plant as. “ El secret o para
m ej orar los cult ivos,” dij o a Yogananda, “ apart e de los conocim ient os cient íficos, es el
am or” .
Burbank pract icaba la m edit ación. Y al m edit ar con sus plant as aprendió sus
secret os. Observó que a veces, durant e est a com unión, se sent ía cerca de lo que él
llam aba “ el Poder I nfinit o” . Confesó a Yogananda que, en t ales ocasiones, era capaz de
curar a los enferm os, adem ás de a las plant as.
Edgar Cayce era un gran aficionado a la j ardinería. Muchos de nosot ros
com part im os con él su am or a las plant as. Es un hobby m uy popular hoy en día.
Parece que t enem os el inst int o de hundir nuest ras m anos en la t ierra y m ezclarnos con
las plant as y las flores. Al cuidar nuest ro j ardín nos sent im os m ás j óvenes. El aprender
a cuidar las plant as es bueno para nuest ra salud, adem ás de serlo para nuest ras
plant as.
Cayce creía que nuest ros pensam ient os y sent im ient os t enían poder sobre las
plant as. Adem ás de agua, fert ilizant es, y ot ros cuidados, las plant as necesit an nuest ro
am or. En una de sus lect uras psíquicas, indicó que los product os hort ícolas cult ivados
por un hort icult or refunfuñón son difíciles de digerir. Es m ucho m ej or, dij o, que el
hort icult or cuent e chist es m ient ras t rabaj a en la huert a, aunque sean verdes, en lugar
de gruñir y refunfuñar.
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est ás fuera en la nat uraleza, casi lo puedes sent ir. Casi puedes cant urrear con las
voces silenciosas que cant an las canciones de la Madre Nat uraleza. Un secret o deleit e,
una gran alegría, t e em puj a a bailar t ranquilam ent e. Tal vez, hayas est ado a punt o de
t om ar conciencia de est as fuerzas invisibles, de la int eligencia de la creat ividad que
opera en la vida de las plant as, en la vida en su t ot alidad, es lo que Cayce llam a las
Fuerzas Creat ivas.
En su libro, Behaving as if t he God in All Life Mat t ered: A New Age Ecology
( Com port ándonos com o si nos I m port ara el Dios de Todo lo que t iene Vida: Ecología de
la Nueva Era) , Machaelle Sm all Wright cuent a su experiencia part icular en relación con
lo que aprendió sobre la m edit ación al est ar en cont act o con la nat uraleza. Cuent a
cóm o la nat uraleza la enseñó a m edit ar, y luego la puso en cont act o con las fuerzas
invisibles que operan en las plant as, los anim ales y los insect os. Est as fuerzas eran
para ella las “ int eligencias que arroj an m ucha luz” . Ot ros las han llam ado devas,
espírit us de la nat uraleza fuerzas elem ent ales, o hadas.
Exist e un paralelism o ent re la form a com o Wright enfoca la experim ent ación de las
fuerzas creat ivas y las enseñanzas de Cayce. Concret am ent e, ella t rat ó de cont act ar
con est as fuerzas desde dent ro de sí m ism a. No es que est as fuerzas no exist an
independient em ent e de nosot ros, de hecho son independient es. Pero al m ism o t iem po
los seres hum anos, al form ar una unidad con la nat uraleza, cont ienen est as fuerzas en
su int erior. Prim ero hem os de encont rarnos con ellas dent ro de nosot ros m ism os, y
luego podem os cooperar con ellas fuera de nosot ros m ism os, en el m undo ext erior.
En lugar de buscar est as fuerzas creat ivas ut ilizando para ello inst rum ent os
dirigidos al ext erior de nosot ros m ism os, el secret o est á en m irar dent ro de nosot ros.
Cayce dice que las descubrim os, y t rabaj am os con ellas, cuando operam os en nuest ra
conciencia.
Yo he confirm ado a t ravés de m i experiencia el enfoque de Cayce. Muchas veces
he t rat ado de ver o escuchar fuerzas elem ent ales m ient ras paseaba por el cam po o
t rabaj aba en m i j ardín. Pero nunca lo he logrado. Ahora bien, una vez ent ré en
cont act o con la conciencia de t ales fuerzas elem ent ales. Fue algo inesperado, no una
acción deliberada. Me saludaron desde dent ro de m í. Yo había est ado t rabaj ando en el
j ardín, quit ando las m alas hierbas, pero, por algún m ot ivo, m e había parado a
descansar. Más bien m e est aba haciendo el rem olón. No sólo había dej ado de t rabaj ar
en el j ardín, sino que había puest o fin a t odos m i esfuerzos. Sim plem ent e est aba allí,
t um bado en el suelo, encant ado, sin hacer nada.
Dist raídam ent e m iraba las plant as calabaceras, cont em plaba sus grandes flores
am arillas, soñaba despiert o... ent onces m e di cuent a de que sut ilm ent e ciert o est ado
de ánim o, suave y m elódico, se est aba adueñando de m í. De repent e caí en la cuent a
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de que no est aba solo. No era que percibiera el alient o, o el sonido de la respiración,
de ot ra persona, pero se t rat aba de un cont act o ínt im o. Yo sent ía una presencia
em ocional.
Tan pront o com o fui conscient e de ello, lam ent o decir que m e asust é t ant o que
dej é de est ar en cont act o con la cit ada presencia em ocional. Sólo una luz m uy t enue
en m i visión int erior m e proporcionaba una breve im presión de sus caras sonrient es.
Dicho de ot ro m odo, lo veía con los oj os de m i im aginación. La im aginación, acuérdat e
de lo discut ido en el Capít ulo Ocho, es el canal, por excelencia, que perm it e recibir
im presiones de fuerzas invisibles.
Post eriorm ent e m e encont ré un libro que vino a confirm ar la realidad de m is
im presiones visuales, se t it ulaba Beauly Unknown ( Belleza Desconocida) , y había sido
publicado por un vident e anónim o. Cont enía dibuj os realizados por diversos espírit us
guía que el vident e había vist o. Ent re est as ilust raciones encont ré el ret rat o de una
cara que inm ediat am ent e reconocí. Tenía la m ism a m irada, la m ism a expresión, que
aquello que yo m e había encont rado en el j ardín. Me quedé sin habla, al ver en la
página adyacent e que el aut or lo denom inaba deva de calabaza. El m ensaj e del deva
que el vident e había canalizado era “ ¿Has est ado dem asiado at areado y no has podido
disfrut ar de la alegría que exist e en el j ardín del pueblo feliz de Dios?” La im presión
psíquica del aut or com unicada a t ravés del dibuj o, la conexión con la calabaza, y el
m ensaj e que decía que había que int errum pir el t rabaj o y t om arse un descanso para
disfrut ar del j ardín, no hacían sino corroborar m i propia experiencia.
I nvest ido de la confianza que m e daba esa fuent e de apoyo ext erna, reflexioné
largo y t endido sobre m i experiencia. Me di cuent a de que había est ablecido ese
cont act o desde m i est ado de conciencia. Tam bién com prendí que lo había est ablecido
desde dent ro de m í. No se t rat aba de cerrar casi los oj os y m irar de un m odo ext raño,
ni de escudriñar de cerca las flores de la calabaza, ni de em plear ninguna m aniobra
dirigida desde fuera.
Cayce t am bién nos dice que al fundirnos int uit ivam ent e con las plant as, al llegar a
form ar una unidad con ellas, podem os llegar a percibir las fuerzas invisibles que est án
act uando. Su m ét odo procede de su concept o de la enseñanza de las art es creat ivas,
según el cual, t al com o vim os en el Capít ulo Siet e, la nat uraleza es la principal m aest ra
de creat ividad. He aquí un ej ercicio que yo he ideado basándom e en las sugerencias de
Cayce en relación con la arm onización con las plant as para cont act ar con la fuerzas
creat ivas invisibles.
Escoge una plant a que t e result e at ract iva e im agina que eres esa plant a. Yo voy a
ut ilizar un rosal. Me acerco a la cit ada plant a con t odo respet o, y reconozco al m ism o
t iem po que est á expresan do sin reservas su nat uraleza creat iva. Le doy las gracias
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por est ar dispuest a a com part ir abiert am ent e conm igo sus secret os. El acercarm e a
ella com o ser vivo cont ribuye a que m i est ado de ánim o sea el idóneo para recibir la
lección que va a darm e la plant a. Perm anezco en pie ant e el rosal y em piezo a
im aginar qué es eso de ser un rosal. I m agino que soy un t allo, que m e elevo desde la
t ierra y m e ram ifico hacia fuera. I m agino que m e salen espinas y hoj as. I m agino que
soy una hoj it a nueva de color m orado roj izo, que se t orna verde según voy
m adurando. Mient ras m iro las rosas, unas m ás crecidas que ot ras, im agino que soy un
dim inut o capullo, que va creciendo, y abriéndose poco a poco, hast a que m e ent rego
t ot alm ent e y m is fláccidos pét alos caen al suelo. I nt roduzco el rosal dent ro de m í, e
im agino que voy t om ando los elem ent os nut rit ivos que obt engo del suelo, del aire, y
del sol.
Mient ras im aginas que eres una plant a, dej a que t us im ágenes se realicen en t u
cuerpo. I m it a los sent im ient os de la plant a m ediant e la post ura y m ovim ient os de t u
cuerpo. Mient ras est ablezco una relación de em pat ía con el m ilagro creat ivo del rosal,
separo m is pies, sint iendo cóm o la t ierra m e alim ent a. Ext iendo m is brazos cual si
fueran ram as y sient o cóm o la energía sube por m is pies y m is m anos ext endidos. Mis
m anos giran en la brisa y m is dedos j uguetean con los rayos del sol. Mi cabeza se
conviert e en un capullo de rosa. Al principio est á inclinada, y m is oj os est án cerrados,
pero poco a poco va alzándose hacia el cielo, m is oj os se abren, y m i boca esboza una
sonrisa al t iem po que el rosal florece. Mi cabeza vuelve a inclinarse y em pieza un
nuevo ciclo, en el que de capullo se conviert e en rosa.
Mient ras t e sum as a la danza de t u plant a, dej a que t u est ado de ánim o se
m anifiest e por m edio de sonidos. Cant a la canción de la plant a. Es cuest ión de
im provisar sonidos que arm onicen con la plant a. Yo em piezo con un zum bido
silencioso, m ient ras sient o cóm o los elem ent os nut rit ivos suben por m is t allos.
Em piezo diciendo ahh al t iem po que las hoj as bailan a la luz del sol. Cuando m i cabeza
se alza hacia el cielo pera florecer, m i sonrisa se desdibuj a para em it ir los sonidos ¡así!
Luego vuelvo a em pezar el ciclo. Me sient o feliz, bailo y cant o lleno de felicidad. Est oy
m uy bien, est oy disfrut ando. Al ent regarm e al espírit u de la vida, expreso la vida a m i
m anera, abiert am ent e, plenam ent e. Hay una t ranquila exuberancia, que no obst ant e
est á cargada de energía.
La unión con la plant a a t ravés de la canción y del baile no es una represent ación
art íst ica. Se t rat a de lograr una unión espirit ual con la plant a. Para ello es preciso que
dej es de preocupart e por la apariencia ext erna. Al anulart e para unirt e a la plant a en el
espírit u del am or, t e conviert es en un canal de energía creat iva que arm oniza con la
plant a.
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Después, has de sent art e t ranquilam ent e con t u plant a. Sim plem ent e has de est ar
allí con ella, inm erso en el resplandor crepuscular de t u com unión. Posiblem ent e,
not arás que ahora experim ent as la plant a de un m odo dist int o. Tal vez, percibas
variaciones en la vit alidad de la plant a, t al vez not es, por ej em plo, que el t allo es
denso y firm e, m ient ras que las hoj as nuevas son delicadas. A diferencia de la base del
t allo, los ext rem os de la plant a, así com o las hoj as nuevas y los capullos em it en
vibraciones.
Has experim ent ado dent ro de t i el m odelo energét ico de la plant a. Has est ablecido
una relación de em pat ía con la energía de la plant a, y posiblem ent e llegues a im aginar
las radiaciones de energía que rodean a la plant a, si es que no las ves. No fuerces la
vist a, pues los oj os no son el canal m ás im port ant e para la percepción del aura de la
plant a, o la energía de la m ism a. No t e esfuerces m ucho, com o si hubiera un enorm e
vacío ent re t u persona y lo que deseas ver. Tu arm onía y am or hacia la plant a,
“ —Y así com o t u unión im aginaria y act iva con la m ism a, son el canal principal
para la percepción de est e nivel sut il y et érico de la exist encia de la plant a. Lo que
quieres ver est á dent ro de t i. Mient ras perm aneces relaj ado y unido al espírit u de la
plant a, el t alant e del m om ent o posiblem ent e t e haga sent ir las fuerzas invisibles, o la
int eligencia et érica, que conform an la vida de la plant a.
Las Fuerzas Creat ivas que operan en la nat uraleza fluyen t am bién por nuest ros
cuerpos. Est a energía est á disponible para nuest ra curación y regeneración. Podem os
aprender a despert ar est a fuerza y a llegar a ser canales de curación.
Cayce indica que exist e una conciencia por t odo nuest ro cuerpo. Los psicólogos
han dem ost rado, de hecho, que con un poco de ent renam ient o los suj et os pueden
ent rar en cont act o con las células individuales del cuerpo e influir en su
funcionam ient o. No obst ant e, Cayce quiere que nos dem os cuent a de que la conciencia
de nuest ro cuerpo exist e a un nivel m ás elevado que el de las células individuales.
Cada át om o del cuerpo t iene conciencia.
Cuando m edit am os, el ideal en que nos cent ram os conform a nuest ra percepción.
Est a alt eración de la conciencia se filt ra hast a llegar a cada célula del cuerpo y a cada
át om o. Cayce nos explica que para llegar a ser un canal de curaciones, es im port ant e
que nuest ro ideal sea la Conciencia de Crist o, o com o dij o Jesús: “ El Padre y Yo som os
Uno” .
Cuant o m ej or arm onicem os con el ideal de la unidad conscient e de Dios, m ayores
efect os producirá dicho ideal en nuest ro cuerpo. Tal com o explicam os en el Capít ulo
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Cinco, m edit ar sobre el ideal de la Conciencia de Crist o hace que despiert en las fuerzas
Kundalini del sist em a endocrino. La conciencia de t odos los át om os de nuest ro cuerpo
se llena de la percepción de Dios. Esa conciencia, conscient e de que form a una unidad
con la creación, es así capaz de canalizar la fuerza de la creación.
Cayce revela que el efect o de est a conciencia es alt erar las propias fuerzas
rot at ivas que est án en el núcleo del át om o. Su referencia a t ales fuerzas ha result ado
ser profét ica. La física m oderna ha descubiert o, t al com o se discut ió en el Capít ulo Dos,
que los át om os se com unican inst ant áneam ent e unos con ot ros. Concret am ent e,
parece que se com unican la inform ación cont enida en la act ividad rot at iva que hay
dent ro del át om o. Lo que sirve com o enlace t elepát ico e inst ant áneo ent re los át om os
es algo que t iene que ver con el m ovim ient o rot at orio de la energía dent ro del núcleo
del át om o. Así pues, ha cobrado una significación m ás profunda el est ablecim ient o por
part e de Cayce de una conexión ent re el efect o producido por la m edit ación profunda
en las fuerzas rot at ivas de los át om os del cuerpo y la apert ura del canal por el que
discurren las fuerzas curat ivas de la creación.
Trat a de im aginárt elo por un m om ent o. Al perm it ir que t u m ent e conscient e est é
absort a en la percepción de la unicidad con t odo aquello que t iene vida, y con Dios, los
át om os de t u cuerpo t am bién pesan a t om ar conciencia de ello. Tú, desde t u
percepción conscient e hast a los m ism ísim os át om os de t u cuerpo, resuenas en
arm onía con la energía creat iva básica de la vida en sí. Pasas a ser un canal de la
Fuerza de la Vida.
Tras haber puest o en m archa est a conexión con la Fuerza de la Vida, nos es
posible dirigirla. Cayce dice que podem os dirigirla m ediant e nuest ras m anos, m ediant e
el t act o. Tam bién podem os dirigirla con nuest ra m ent e, rezando oraciones curat ivas
dirigidas a ot ras personas. Cayce explica que la m ent e subconscient e del individuo
recept or puede capt ar, a t ravés de la influencia sublim inal y t elepát ica, el m odelo
present e en nuest ra oración, y los át om os de esa persona reaccionarán en
consonancia. La est ruct ura at óm ica del cuerpo del recept or volverá a alinearse en una
dirección de m ayor equilibrio y arm onía.
De ese m odo t ransferim os el poder curat ivo expresado en la arm onía que
conseguim os cuando m edit am os. Es im presionant e pensar que som os capaces, si
decidim os cent rarnos profundam ent e en nuest ra unidad con Dios, de despert ar el
poder at óm ico de las fuerzas vit ales que est án vivas dent ro de nosot ros. Es t odavía
m ás im presionant e cont em plar la capacidad que t enem os de convert ir nos en canales
de ese poder, enfocándolo fuera de nosot ros m ism os para que influya en las fuerzas
at óm icas que est án dent ro de ot ro ser vivo. Por m uy im presionant e que result e, las
invest igaciones hacen pensar que es verdad.
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I nvest igaciones sobre la Curación Canalizada
La curación a t ravés de la oración y la im posición de m anos cuent a con una larga
hist oria. Sin em bargo, la ciencia ha em pezado a invest igar t ales curaciones cuando esa
hist oria est aba bast ant e avanzada. Son cada vez m ás las invest igaciones que
confirm an el poder curat ivo del t act o y de la oración.
Así, por ej em plo, Elizabet h Rauscher, especialist a en física nuclear, puso a prueba
la habilidad que m anifest aba la curadora Olga Worrell para influir en el crecim ient o de
las bact erias que había en unos cont enedores especiales de laborat orio. Olga suj et aba
con sus m anos uno de los cont enedores con bact erias y, bien t rat aba de int ensificar el
crecim ient o de las bact erias o int ent aba ret rasarlo. Post eriorm ent e la doct ora Rauscher
cont ó las bact erias para det erm inar el efect o producido por el t act o de la curadora, y
descubrió que la Sra. Worrell podía influir significat ivam ent e en el crecim ient o de las
bact erias, en la dirección que quisiera. Para hacerlo m ás difícil, la doct ora Rauscher
sit uó las bact erias en un m edio am bient e bioquím ico que podía acelerar o ret rasar su
crecim ient o, y descubrió que el t act o de la Sra. Worrell podía m uy bien cont rarrest ar
los efect os de los fact ores quím icos. Así, por ej em plo, en cont act o con los ant ibiót icos
la m ult iplicación de las bact erias dism inuía en una gran m edida. Pero si la Sra. Worrell
ponía las m anos sobre los recipient es que cont enían est as bact erias, aum ent aban sus
posibilidades de supervivencia en est e m edio host il. Y, al cont rario, la Sra. Worrell
podía ret rasar el crecim ient o de las bact erias en un m edio que favoreciera su
m ult iplicación.
El Dr. Carroll Nash, de la Universidad de San José, realizó un est udio sim ilar, en el
cual unos est udiant es de la facult ad act uaron com o curadores. Descubrió que est os
j óvenes inexpert os podían increm ent ar el índice de crecim ient o de las bact erias
m ediant e la im posición de m anos. Post eriorm ent e, realizó un est udio m ás osado,
gracias al cual descubrió que los est udiant es realm ent e podían producir m ut aciones
genét icas en las bact erias.
Un experim ent o de lo m ás inusual puso de m anifiest o que el procedim ient o de la
im posición de m anos es efect ivo a nivel at óm ica. St ephen Schwart z, j efe de un grupo
invest igador m uy innovador, la Sociedad Mobius, verificó el efect o producido por el
t act o del curador en la est ruct ura at óm ica del agua. En est e experim ent o, los
curadores im pusieron las m anos a una serie de pacient es afect ados por enferm edades
reales. Durant e est os t rat am ient os, los curadores ut ilizaron unos guant es especiales,
que llevaban unos frascos con agua dest ilada cosidos en la part e inferior. Después, un
ingeniero realizó un análisis espect ro- fot om ét rico del agua. Se t rat a de una t écnica que
sirve para det erm inar el t ipo de est ruct ura at óm ica de un m at erial, analizando las
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frecuencias de luz infrarroj a que reflej a dicho m at erial, Los result ados de dicho análisis
vinieron a probar que el agua de las palm as de est os curadores había experim ent ado
alt eraciones en cuant o a sus át om os. La energía curat iva había alt erado la nat uraleza
de la conexión ent re los át om os de oxígeno y de hidrógeno present es en las m oléculas
de agua. En el est udio de Schwart z, habían t rabaj ado curadores expert os y m uy
dot ados, por una part e, y novat os sin experiencia, por ot ra. Los result ados dej aron
claro que t odos los part icipant es eran capaces de influir en las m oléculas del agua, si
bien los efect os fueron m ás int ensos en el caso de los pract icant es m ás expert os.
En est os est udios los curadores im ponían las m anos, proporcionando de ese m odo
un canal de cont act o direct o por el cual discurrían las energías curat ivas. Ahora vam os
a exam inar una serie de est udios sobre la curación a dist ancia, a t ravés del canal de la
t ransm isión de pensam ient os, o de la oración.
Un est udio realizado sobre casi cuat rocient os pacient es con enferm edades
coronarias del Hospit al General de San Francisca puso de m anifiest o que las oraciones
cont ribuían a su curación. Randy Byrd, m édica invest igador, reunió a personas que
profesaban t oda clase de credos y procedían de diferent es lugares de los Est ados
Unidos para que ayudaran a la curación de una serie de pacient es rezando por ellos a
dist ancia. Les dio el nom bre del pacient e, el diagnóst ica, les explicó su est ado, pero no
les dio inst rucciones sobre cóm o debían rezar. La m it ad de los pacient es recibió
oraciones ( seis personas, por t érm ino m edio, rezaron por ellos) , y la ot ra m it ad no
recibió ninguna oración. Los pacient es por los que rezaron se recuperaron con
bast ant es m enos dificult ades que los pacient es por los que nadie rezó. Al revisar el
inform e de est a invest igación, varios m édicos dij eron que los result ados no hacían sino
confirm ar lo que ellos m ism os opinaban, pues t am bién rezaban por sus pacient es, y
pensaban que la oración era eficaz.
En ot ro est udio que versaba exclusivam ent e sobre el poder psicocinét ico de la
m ent e sobre la m at eria, el Dr. William Braud, im port ant e socio invest igador de la
Fundación de las Ciencias de la Ment e, pidió a una serie de legos en la m at eria que
t rat aran de “ operar” m ent alm ent e en la sangre de ot ra persona. El Dr. Braud sacó
sangre al pacient e ant es de llevar a cabo est a “ operación” para que el est ado de ánim o
del pacient e no influyera en los result ados. El invest igador descubrió que las personas
podían ret rasar la desint egración de los corpúsculos sanguíneos ( hem ólisis) ut ilizando
para ello el poder de la m ent e. Dent ro del sist em a circulat orio, est e efect o aum ent aría
la capacidad celular pera com bat ir las enferm edades.
Am bos est udios revelan que los efect os curat ivos, producidos a t ravés del t act o y
del pensam ient o, pueden producirse con independencia del sist em a de creencias del
dest inat ario. No se t rat a de efect os psicológicos, com o el pensam ient o posit ivo o el
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fact or placebo. En est os est udios vem os que las personas pueden canalizar energías
curat ivas que operan en las propias est ruct uras m oleculares. Cayce afirm a que el
despert ar de las fuerzas curat ivas es de la m ism a nat uraleza que la energía at óm ica.
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Algunos filósofos de la Nueva Era posiblem ent e dirán que est a t im idez no es m ás
que un no querer asum ir la responsabilidad por las enorm es energías de que
disponem os. Muchos curadores expert os saben que pueden dirigir la energía curat iva.
Olga Worrell podía bien inhibir o apoyar la act ividad de las bact erias. Ot ros curadores
son capaces de dirigir las energías curat ivas a diversas part es del cuerpo del
dest inat ario. Est as experiencias m uest ran que la curación puede ser una experiencia
de canalización act iva. No obst ant e, sospecho que la ret icencia de m uchos curadores a
hablar de ello en t érm inos de act ividad no t iene m ucho que ver con la t im idez, y est á
enraizada en ot ras experiencias acont ecidas en el m om ent o de la canalización curat iva.
Así, por ej em plo, al ent revist ar a algunos Ayudant es Alegres, descubrí que
describían las curaciones de un m odo bast ant e uniform e. Concret am ent e, yo deseaba
averiguar en qué m edida se diferenciaban de las experiencias de m edit ación, en las
que t am bién t iene lugar una canalización de energía espirit ual. ¿Qué sient e uno al
t erm inar un ej ercicio de m edit ación y dirigir la energía curat iva hacia ot ra persona?
Al m edit ar, parece com o si algo est uviera sucediendo dent ro de uno. En el caso de
los suj et os que son m uy expert os y consiguen m edit ar m uy profundam ent e, la
sensación de relaj ación pasa a ser una sensación de dicha. Cuando la sensación de paz
es m uy int ensa, el suj et o parece sent ir oleadas de energía en el cuerpo, o explosiones
de luz j ubilosa. Aunque est ás solo, no t e sient es solo porque prevalece una clara
sensación de com unión con una presencia. Es una experiencia m aravillosa en la que el
suj et o se sient e vivo, lleno de vida.
Cuando la m edit ación da paso a la oración y a la im posición de m anos, la
sensación de est ar vivo varía claram ent e. Muchos pract icant es hablan de la creación de
un t riángulo. Lo que era una experiencia privada ent re el m ediador y Dios, o las
Fuerzas Creat ivas, de repent e fluye hacia fuera e incluye a ot ra persona. La inclusión
de ot ra persona crea un circuit o nuevo y poderoso, y la energía, la alegría, y la paz,
salen a raudales, com o si hubieran encont rado de repent e la salida que necesit aban
para expresar su aut ént ica nat uraleza. Un pract icant e lo describe diciendo que se est á
at ado al ot ro, ínt im am ent e conect ado de t al form a que j unt os const it uyen el canal de
energía curat iva. Est a fórm ula nos t rae a la m ent e un principio de canalización que ya
hem os encont rado en páginas ant eriores, a saber, que la canalización discurre m ej or
cuando exist e un punt o de aplicación dispuest o a recibirla.
Ot ros pract icant es se cent ran m enos en las im ágenes relacionadas con el cierre
del circuit o eléct rico, refiriéndose, en cam bio, a un sent im ient o m uy hum ano y m uy
herm oso. Dicen que la alegría que sient en al m edit ar aum ent a sencillam ent e al poder
com part ir su dicha con ot ra persona. Est a últ im a fórm ula posiblem ent e llegue hast a el
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fondo de la cuest ión, es decir, se t rat a de superar la ilusión de la separación y ret ornar
a la experiencia com part ida de la unidad espirit ual.
Muchos de nosot ros hem os pasado por la experiencia de est ar m uy felices por algo
y, sin em bargo, encont rarnos solos, sin nadie a quien poder hacer part ícipe de nuest ra
dicha. Es norm al sent ir que la felicidad aum ent a cuando t enem os a alguien con quien
com part irla. Y, sin em bargo, no sent im os que est am os t rat ando de derram ar nuest ra
felicidad sobre la ot ra persona, com o queriendo anim arla, sino que nos vem os
m ot ivados sencillam ent e por el deseo de am pliar nuest ras front eras e incluir a ot ro ser
conscient e en aquello que est am os experim ent ando. La felicidad que sent im os se
ext iende de un m odo nat ural hast a el ot ro.
Curar no es golpear al ot ro con un rayo de energía com o si fuéram os
ext erm inadores de anim ales nocivos. Lo im port ant e es que reconozcam os que
form am os una unidad con los dem ás y dej em os que esa realidad discurra de un m odo
nat ural a t ravés de nuest ras acciones. Ser un canal de curaciones es com o incluir al
ot ro en nuest ra experiencia de la dicha de Dios. Trat am os act ivam ent e de arm onizar, e
incluir al ot ro en esa arm onía. pero la curación es algo que se produce por sí solo.
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problem as. Cayce insist e en lo im port ant e que es, no sólo no j uzgarnos unos a ot ros
sino t am bién t ener ideas y pensam ient os posit ivos. Nuest ros pensam ient os no son
privados, sino que afect an a t odos los que nos rodean. El pensar bien de los dem ás es
t an im port ant e com o el obrar bien.
Hem os de m ant ener una act it ud posit iva pues es im port ant e no sólo para nuest ra
salud sino t am bién para ser canales de curación. Cayce explica est a relación
refiriéndose a los efect os que las act it udes y em ociones producen en el sist em a
endocrino. Hoy en día apreciam os el valor de est e punt o de vist a. La m edicina holíst ica
m oderna act ualm ent e reconoce, basándose en innum erables invest igaciones, que el
t ener una act it ud posit iva influye posit ivam ent e en el sist em a inm une del cuerpo.
Para aprender a ser un canal de curación hay que aplicar t odos los principios que
hem os aprendido al analizar ot ros aspect os de la canalización. Concret am ent e, para
ser un canal de curación se aplica el m odelo est ablecido por Cayce para la canalización
( sint onizar con un ideal y hacerse a un lado para que el ideal pueda expresarse) .
Cuando los m iem bros del prim er grupo de Ayudant es Alegres pregunt aron a Cayce si
sus oraciones est aban surt iendo efect o, él les t ranquilizó y les dij o que perm anecieran
at ent os al proceso, que t uvieran fe en el proceso, y que dej aran los result ados en
m anos de Dios.
Nada se logra con vacilaciones, explicó. Cayce nos anim a a dej ar a un lado
nuest ras preocupaciones sobre lo bien que lo est am os haciendo, m ient ras aprendem os
a ser canales de beneficios y de dicha.
Sobre t odo, no seas un obst áculo para t i m ism o. El secret o para aprender a ser un
canal es algo m uy difícil y al m ism o t iem po m uy sencillo. La m ej or form a de ser un
canal de dicha para los dem ás es ser t ú m ism o. Ser aut ént ico, real, espont áneo,
esencial y verdaderam ent e individual.
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CAPI TULO CATORCE
Ser Tú Mism o
El Procedim ient o Fundam ent al para Canalizar
“ Pues cum plir el fin para el cual una ent idad, un ser, se ha m anifest ado en
form a m at erial es el m ayor servicio que puede prest arse” .
“ ¿Acaso es el roble señor de la vid? ¿Est á el est ram onio ant es que el
t om at e?. ¿Se avergüenzan las hierbas de la presencia de su flor j unt o a la
rosa?” .
“ Todas las fuerzas de la nat uraleza est án cum pliendo los fines para los que
su Hacedor, su Creador, les ha dado el ser” .
“ El hom bre est á en una posición que le perm it e recibir la lección m ás
grande de la nat uraleza y de las criat uras del m undo nat ural; cada cual
cum ple su fin, cant a su canción, o llena el aire de su perfum e, para honrar,
t am bién, y alabar a su Creador; aunque de un m odo m uy hum ilde
com parado con ot ros, cada cual de un m odo m uy hum ilde est á cum pliendo
aquello para lo que fue creado, reflej ando —com o cada alm a, com o cada
hom bre y m uj er deberían hacer en su esfera part icular— su concept o del
Creador” .
—Edga r Ca yce , 1 3 9 1 - 1
Siem pre m e acordaré del dilem a de Diane. Era una m uj er int eligent e y ent usiast a,
había leído m ucho sobre m et afísica. Sus conocim ient os, sin em bargo, eran
fundam ent alm ent e de t ipo int elect ual. Un verano, hace años, pasó una noche en la
t ienda de la incubación de sueños del cam pam ent o de la Asociación para la
I nvest igación y la I lust ración. Est a experiencia le sirvió para darse cuent a de que sus
sent im ient os viscerales y su facet a int uit iva eran t an int eligent es, y quizás t an fiables,
com o su int elect o. Los años siguient es a est e descubrim ient o, se dedicó a desarrollar
est a part e de sí m ism a recién descubiert a. Su t alent o nat ural para la int uición y la
creación floreció. Y poco a poco desarrolló sus facult ades para canalizar en t rance.
Durant e est e t iem po, est uvo t rabaj ando para una agencia de asist encia social.
Tuvo que hacer frent e a ciert os problem as sociales que represent aron para ella
grandes ret os. En una de sus sesiones de canalización en t rance, realizó una lect ura en
la cual explicó cóm o había que hacer frent e a un problem a part icularm ent e espinoso,
relacionado con las fam ilias y sus hij os. Su fuent e canalizada dio una serie de ideas
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m uy buenas sobre cóm o había que abordar est e problem a, t ant o a nivel filosófico
com o a nivel práct ico. Enfocó el problem a de un m odo m uy dist int o a com o la agencia
solía t rat ar est a clase de problem as, pero los que est ábam os fam iliarizados con est a
cuest ión pensam os que su asesora m ient o canalizado había sido m uy bueno.
Yo le sugerí que escribiera un m em orándum basado en la t ranscripción de su
lect ura y lo present ara a sus superiores. La agencia necesit aba est udiar esa idea. Y ella
m e respondió que cóm o iba a hacer eso, que t endría que explicarles que era una
vident e, y se vería obligada a canalizar ent rando en t rance ant e ellos. Nunca lo
aprobarían.
Su reacción era explicable, pero yo le dij e: “ ¿Por qué t ienes que hablarles de la
canalización en t rance?. ¿Por qué no t e lim it as a decirles que se t rat a de unas ideas
que en t u opinión son valiosas?”
Se quedó un m inut o pensat iva, y luego dij o: “ Tam poco, podría hacer eso, porque
no querrían escuchar m is ideas. Adem ás, la canalización en t rance es lo que hace que
esas ideas valgan la pena” .
Me ent rist ecía ver cuánt o se rebaj aba. En ot ra conversación, le oí decir que
confiaba m ás en lo que result aba de la canalización que en los pensam ient os que t enía
cuando est aba despiert a. Según ella, lo que salía de su m ent e conscient e no podía ser
t an bueno com o sus ideas canalizadas. Sólo valía la pena t ener en cuent a las ideas que
procedían de su condición de vident e. Ent onces m e di cuent a de que no era sólo que
no creyera que la agencia fuera a hacer caso de sus ideas, el problem a era que ella
t am poco creía en sí m ism a. Necesit aba insist ir en que sus ideas procedían de una
fuent e canalizada para que le m erecieran credibilidad. Ahora bien, al insist ir en el
aspect o psíquico de sus ideas, negaba a los de la agencia la oport unidad de t enerlas en
cuent a. Si el envase en que est aban cont enidas sus ideas había de ser necesariam ent e
la canalización psíquica, nadie de la agencia lo abriría. Diane se había puest o a sí
m ism a en un dilem a m uy frust rant e.
Había aprendido bien el art e de la canalización en t rance. Sus lect uras canalizadas
eran m uy inspiradoras y sugerent es. Era capaz de reunir a una serie de oyent es de
ideas perecidas para que escucharan su canal. Y, sin em bargo, cuando est aba
despiert a su capacidad para canalizar est a sabiduría canalizada e int roducirla en la
corrient e social fundam ent al ( donde hacía falt a) se veía obst aculizada. La raíz de est e
problem a era que su habilidad para canalizar t odavía no había t ocado la esencia de la
im agen que ella t enía de sí m ism a.
Lo de Diane no era un t ruco. Diane no era un canal de ent idades disociado.
Canalizaba su propia conciencia superior. Sin em bargo, t odavía no había int egrado
plenam ent e el significado de su capacidad de canalización en el concept o que t enía de
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sí m ism a. Devaluaba su yo conscient e y, en cam bio, favorecía su yo en t rance. Su ego
t odavía necesit aba poner la canalización en t rance sobre un pedest al, para de ese
m odo poder decir: “ ¿No es ext raordinario?” . Y ello rest aba eficacia a su poder de
canalización para sat isfacer las aut ént icas necesidades de los dem ás. Todavía t enía
que hacerse realidad el pot encial de su capacidad de canalización para t ransform ar el
concept o que ella t enía de sí m ism a, y para producir la acept ación y valoración por su
part e de la t ot alidad de su yo.
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La Canalización Puede Enseñarnos Aut oest im a
La canalización es básicam ent e un proceso creat ivo. La form ula de la creación que
nos ha dado Cayce: “ El Espírit u es la Vida, la Ment e es el Const ruct or, lo Físico es el
Result ado,” es la base de la canalización. La m ent e est ablece el ideal que det erm ina el
m odelo por el que fluye el espírit u. La fórm ula de la canalización es: “ Est ablece el
ideal, luego hazt e a un lado para dej ar que el espírit u idealizado se exprese a sí m ism o
El result ado es conseguir la inspiración y post eriorm ent e la acción que sirva para ese
ideal.
Canalizar im plica hacerse a un lado para que el ideal pueda expresarse a t ravés
del suj et o. Así, por ej em plo, para canalizar la int uición es preciso dej ar a un lado la
m ent e racional para perm it ir la m at erialización de los conocim ient os int ernos. El
aprender a hacerse a un lado, a dej ar de ser un obst áculo, form a part e del proceso,
independient em ent e de la m odalidad de canalización elegida.
Al quit arse de en m edio y abrir el canal, el suj et o da paso a una corrient e de
espont aneidad. En lugar de est ar en guardia ant e cada palabra o acción, el suj et o se
libera, y habla y act úa librem ent e, sin pensar las cosas de ant em ano. En m uchas de
las form as m ás avanzadas de canalización, com o la escrit ura inspirada, la im aginación
visionaria y la canalización en t rance, hem os de fiarnos de nuest ra experiencia m ás
inm ediat a, acept ar las prim eras im ágenes que nos vienen a la m ent e, las prim eras
palabras que nos vienen a los labios. Hem os de llegar a abrirnos t ot alm ent e, a ser
t ransparent es, dej ando que el ideal con el que hem os sint onizado brille sin vacilaciones
ni censuras.
Lo de ser espont áneo no es t an fácil. No es t an sencillo el “ verse pasar,” t al com o
Cayce sugiere que hagam os. Se necesit a confiar y est ar relaj ado para m edit ar sobre la
inspiración, perm it irse respirar con nat uralidad observando al m ism o t iem po el propio
proceso respirat orio. Es necesario ser conscient es sin est orbar el desarrollo del
proceso.
No es m uy fácil ser conscient es del yo sin est ar cohibidos. Const ant em ent e
hacem os apuest as com pensat orias. Cubrim os nuest ra luz con t oda clase de pant allas.
El dudar de nosot ros m ism os const it uye un obst áculo. Tenem os una gran inseguridad.
Nos preocupa lo que piensen los dem ás. Nuest ro orgullo no nos perm it e correr el
riesgo de ponernos en ridículo. Deseam os seguir siendo invulnerables a las crít icas. No
podem os perm it irnos el luj o de perder el cont rol, o de renunciar a ut ilizar m ecanism os
de prot ección. Es difícil poner nuest ro yo a un lado, sin suprim irlo.
Nos result a difícil observarnos a nosot ros m ism os m ient ras som os espont áneos, y
por eso nos at raen t ant o algunos t rucos com o la escrit ura aut om át ica y ot ras
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m odalidades de canalización que son disociat ivas. El apagar las luces de la m ent e
conscient e es un buen sist em a para sacar nuest ro yo de la escena. El obj et ivo de est e
enfoque de la canalización es “ deshacernos de nuest ro ego” . Pero no funciona. No
podem os ut ilizar un t ruco para evit ar el problem a que nos plant ea el dudar de nosot ros
m ism os. Hem os de curar esa duda.
Para aprender a canalizar el yo superior hay que aprender a acept arse. Así, por
ej em plo, cuando m edit am os nos pasan por nuest ra m ent e los pensam ient os y
preocupaciones m ás norm ales en nosot ros. Y, sin em bargo, seguim os m edit ando,
volvem os a cent rarnos. Poco a poco vam os relaj ándonos. Cont inúan pasando nuest ros
pensam ient os y preocupaciones, pero est am os t an relaj ados, que no nos cuest a hacer
caso om iso de ellos. Ya no nos preocupan. No nos quit an la paz.
En un sem inario didáct ico sobre desarrollo psíquico y canalización que dirigí una
vez, enseñé m uchas de las t écnicas que com ent am os en est e libro. Al finalizar el
sem inario, hablam os sobre las im plicaciones de lo que habíam os aprendido. Los
part icipant es señalaron que t odas las t écnicas aprendidas podían resum irse diciendo
que habían aprendido a valorarse a si m ism os. Aprendieron a confiar en sus
reacciones, pensam ient os o im ágenes iniciales. Esa lección se t raduj o en ellos en una
m ayor aut oest im a, una escurridiza com binación de la acept ación, la veneración y la
valoración del yo. Si nos fij am os en la nat uraleza vem os cóm o las plant as nos dan
librem ent e sus flores, pero se guardan las hoj as. La aut oest im a sana conoce la
diferencia exist ent e ent re la flor y las hoj as del yo.
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necesidad, para arrancarnos de nosot ros m ism os. Pienso que es algo que ya habrás
experim ent ado.
¿Acaso no t e has dado cuent a de que t us t alent os hallan su m ej or expresión
cuando los ut ilizas para regalar algo a ot ro? Tal vez, se t rat e de preparar una com ida,
de coser algo, de fabricar un m ueble, o sencillam ent e de hacer algún favor. Los
cuadros que pint o para regalar son siem pre m ej ores que los que pint o exclusivam ent e
para exhibirlos. El hecho de pint ar para ot ro est im ula m i creat ividad. Sé que no soy el
único que lo ha experim ent ado. Muchas veces he oído decir que el guisar para ot ro
est im ula el t alent o de cordon- bleu que perm anece escondido dent ro de la persona.
Con frecuencia hacem os m ej or las cosas para los dem ás que para nosot ros
m ism os. El hecho de cent ram os en las necesidades del ot ro aum ent a nuest ro ingenio.
El expresar el am or que sent im os hacia el ot ro a t ravés de nuest ro t rabaj o m uchas
veces nos ayuda a disfrut ar m ás con ello. Es m ás probable que “ silbem os m ient ras
t rabaj am os,” y pongam os nuest ro corazón cuando lo que hacem os es obra del am or.
Disfrut ar de est e m odo nos ayuda a adopt ar un est ado de ánim o adecuado para
canalizar la creat ividad.
Lo que result a sorprendent e es que al ofrecer nuest ra creat ividad a ot ra persona,
al esforzarnos por servir a ot ro, realm ent e llegam os a ser creat ivos. Lo que est ábam os
dispuest os a regalar vuelve a nosot ros com o regalo. Cayce nos enseña que est a
paradoj a es en realidad un principio m uy im port ant e para est a vida. Hem os de dar a
los dem ás aquellas cualidades que queram os para nosot ros m ism os. Al convert irnos en
canal de dicha, t am bién nosot ros som os dichosos.
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Servir a quien lo necesit a t am bién nos ayuda a desviar nuest ra at ención de
nosot ros m ism os para de ese m odo poder abrirnos m ás fácilm ent e con el fin de
canalizar.
Servir no es sólo la finalidad de la canalización, t am bién es su est ím ulo y su
m edio. Desgraciadam ent e, fácilm ent e se int erpret a el servicio corno un deber en lugar
de com o un aspect o de la canalización nat ural y significat ivo.
Ese m alent endido puede ser peligroso. Si la canalización es un sust it ut o de la
aut oest im a, en lugar de una expresión de la aut oest im a, y ent endem os el servicio
com o lo que deberíam os hacer, es m uy probable que lleguem os a ser unos m árt ires.
Tal com o Carm en Renee Berry describe m uy bien en su libro When Helping You I s
Hurt ing Me ( Cuando Ayudart e Es Hacerm e Daño) , una t ram pa m esiánica aguarda a
t odo aquel que considere que servir a los dem ás es sacrificarse t ot alm ent e. Ese es el
cam ino que conduce al agot am ient o, en lugar de ser el cam ino que conduce a la
renovación. Cont ribuye a la infravaloración, creando una espiral viciosa que va
avanzando hacia abaj o. Crea una adicción a agradar a los dem ás o a rescat arlos, en
lugar de com part ir con ellos lo. que significa la propia valía.
En cam bio, la canalización com o expresión de la aut oest im a al servicio de los
ideales de nuest ro yo superior, nos hace m ás conscient es de nuest ra unidad con t odo
aquello que t iene vida. El servir a los dem ás no ha de ser m ot ivo de alabanzas ni de
aplausos porque servir es de por sí un m ot ivo de dicha. Nos cent ram os en el proceso
porque disfrut am os con él. Cuando el servicio es expresión de nuest ra aut oest im a, el
hacer el bien es un bien en sí.
Los sociólogos est án descubriendo que el alt ruism o aut ént ico genera buenos
sent im ient os en las personas que m anifiest an afect o y se ofrecen para ayudar. Alan
Luks, direct or del I nst it ut o para el Avance de la Salud, ha descubiert o que realm ent e
hay algo que él describe com o la “ alt ura del que ayuda” . Es una sensación que
experim ent a el cuerpo, una sensación grat a acom pañada de un t alant e que algunos
califican de t ranquilo, cálido o ardient e. Puede t rat arse de la experiencia del am or
radiant e. Sea cual fuere la base subyacent e, sólo llega cuando el suj et o opt a
librem ent e por ayudar, no cuando se ve forzado a hacerlo, ni cuando ayudar parece
una obligación. Al igual que la m edit ación, ayuda a la relaj ación y a la dism inución del
st ress. La alt ura del que ayuda proviene del hecho de sent irse capaz de ayudar a ot ra
persona y desear hacerlo. Es una de las vent aj as de la canalización. Es el valor secret o
del servicio.
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Llegar a Ser un Canal Conscient e
Ciert am ent e, la canalización en t rance es un fenóm eno not able. Probablem ent e,
ya t e habrás dado cuent a, sin em bargo, de que no es m ás que un ej em plo, aunque
ext rem o, de la am plia gam a de oport unidades que t enem os de expresar la realidad de
nuest ro espírit u. Te acordarás de que Cayce cree que las art es son un m edio a t ravés
del cual podem os expresar las verdades espirit uales de un m odo m ás efect ivo que si
ut ilizam os ot ro t ipo de canalización. Tam bién afirm a que la m odalidad psíquica m ás
elevada es la int uición porque com bina holíst icam ent e la Percepción Ext rasensorial con
ot ros valores en una form a hecha para la orient ación. La int uición depende m enos del
t rance que de nuest ro deseo de ser un canal al servicio de un ideal. Ciert am ent e, la
canalización en t rance no es el no va m ás de la canalización. Lo fundam ent al es llegar
a ser un canal conscient e, capaz de recibir inspiración y de com part irla en un est ado de
percepción conscient e.
Cuando preparaba est e libro, t uve ocasión de ent revist ar a Ray St anford, el canal
de Fát im a Prophecy: Days of Darkness, Prom ise of Light ( La Profecía de Fát im a: Días
de Oscuridad, Prom esa de Luz) . Est as lect uras psíquicas realizadas en 1971 revelan la
nat uraleza del m ensaj e secret o que la Virgen María t ransm it ió al Vat icano a t ravés de
unos niños que la vieron en Fát im a, Port ugal, en 1917. La obra de Ray cobró una
m ayor im port ancia cuando una de las predicciones cont enidas, en relación con un
int ent o de asesinar al Papa, desgraciadam ent e result ó ser verdad diez años m ás t arde.
No obst ant e, para ent onces Ray había dej ado de canalizar en t rance. Lo dej ó por
culpa de un sueño. Ray soñó que est ando con sus am igos en Virginia Beach, divisó un
delfín blanco. El delfín daba salt os en el aire y cant aba una canción que los llenaba de
alegría. Ent onces se dieron cuent a de que el delfín era una criat ura espirit ual y se
echaron a nadar para saludarlo. El cant ar del delfín com unicaba a los oyent es grandes
ideas y revelaciones espirit uales. Tenían un ham bre insaciable de revelaciones y, sin
em bargo, no eran capaces de digerir lo que decía el delfín. No hacían m ás que pedir
m ás. Decidieron hacer un canal en la playa para que el delfín pudiera ir nadando hast a
la orilla. Cuando el delfín se acercó nadando a la orilla, le im pidieron regresar. Ray
observaba la escena con m ucha t rist eza. Se daba cuent a de que, si bien t ant o él com o
sus am igos act uaban con la m ej or de las int enciones, lo ciert o es que est aban m at ando
al delfín. La canción “ Nacida Libre” le vino a la m ent e. Finalm ent e, convenció a sus
am igos para que le dej aran devolver el delfín al océano.
Ray m e explicó que ese sueño había sido para él una experiencia m uy
conm ovedora. Se dio cuent a de que la verdad no se encuent ra en las palabras, sino en
el corazón. El espírit u de la verdad ha de ser libre. Cuando t rat am os de adueñam os de
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él m ediant e concept os, m e explicó, en lugar de vivirlo nuevam ent e cada m om ent o, ese
espírit u m uere.
Est a idea se vio confirm ada por la fuent e que cont act aba con él al ent rar en
t rance. Dicha fuent e le indicó que la canalización en t rance est aba bien siem pre que no
pudiera hacer nada m ej or, paro que ya había llegado el m om ent o de evolucionar hast a
un nuevo nivel de canalización. Por ello, Ray puso fin a la canalización en t rance,
em pezó lo que sería un período de t ransición de diez años de duración, en el que
aprendió a canalizar en la m edida de lo posible part iendo de un est ado conscient e.
Cuando Ray, hace poco, realizó su prim era aparición en público t ras esos once
años, quedó claro que, aunque no le result aba fácil hablar en público, quería ser él
m ism o, quería com part ir sus experiencias personales, com part ir sus sent im ient os,
dej arse llevar por su ent usiasm o. El público era capaz de sent ir cóm o llegaba hast a los
m ás hondo de su ser para com unicarse con el espírit u de la verdad que ant eriorm ent e
sólo llegaba hast a él cuando ent raba en t rance. Fue una noche m uy inspiradora.
Hablo de Ray porque su hist oria es un caso m uy int eresant e para el est udio del
desarrollo de la capacidad de canalización. En una época en que la canalización en
t rance disfrut a de una gran popularidad, el hecho de que alguien que ha canalizado un
libro com o Fát im a Prophecy, que t ant o ha influido, haya renunciado a t rabaj ar en
t rance y haya preferido servir al espírit u siendo él m ism o, t est ifica el valor que t iene el
sim ple hecho de est ar conscient e.
Yo m ism o em piezo a pensar lo m ism o. Llevo m ás de veint e años pract icando la
canalización a t ravés de los sueños y la creat ividad. Siem pre que he reflexionado sobre
lo aprendido a part ir de est os dos canales, he llegado a la m ism a conclusión. Prim ero
m e enseñaron que yo era algo m ás de lo que sospechaba, que dent ro de m í había un
espírit u que m e conect aba con el rest o de la creación. En segundo lugar, m e
enseñaron que, pot encialm ent e, una form a perfect a de canalizar dicho espírit u era ser
yo m ism o. Digo pot encialm ent e porque descubrí que m e result aba difícil ser yo m ism o,
por lo m enos de la form a que yo pensaba que debía ser.
Ent onces em pecé a pract icar la m edit ación. La m edit ación m e enseñó a acept ar
las cosas t al com o son. Aprendí a apreciar el hum or, sut il y cult o al m ism o t iem po,
present e en el doble m ensaj e que Allan Wat t s, un escrit or de gran t alent o que nos
habla de la m edit ación y el Zen, nos da al t it ular su aut obiografía I n My Own Way ( En
Mi Propio Cam ino) . Expresa la sublim e sensación de libert ad y de liberación que el
suj et o experim ent a al darse cuent a de que el ego siem pre va a est ar allí, pero que no
es necesario que le prest em os at ención.
Me he dedicado est os dos últ im os años a la exploración de la canalización en
t rance. Me encant a sent ir que est oy en t rance, que soy capaz de expresar verbalm ent e
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conocim ient os de nat uraleza int uit iva. Aun cuando es probable que llegue a desarrollar
est e art e, sobre t odo si est a facult ad cont inúa ayudándom e a expresarm e por escrit o,
lo m ás im port ant e es que he logrado un yo m ás relaj ado, un yo m ás cent rado, un yo
m ás “ sint onizado” . Ahora bien, ese yo no t iene m ás t alent o cuando est á en t rance que
cuando est á relaj ado en el j ardín, o m ont a en biciclet a. Est e yo no t iene m ás t alent o
que el yo cent rado en un ej ercicio de m edit ación, o t ot alm ent e concent rado en el
espírit u a t ravés del cual deseo expresarm e. No t iene m ás t alent o que el yo que
“ sint oniza” a t ravés de la m úsica o de la int eracción con ot ros individuos que buscan
con sinceridad. Ahora bien, la canalización en t rance m e ha enseñado que la t area que
t engo por delant e sigue siendo aprender a am ar, confiar en el am or, ser am or, y
am arm e com o soy, a m i m anera. El hecho de canalizar en t rance m ás veces no va a
ayudarm e a vivir m ej or según esas enseñanzas.
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se t raduce en acciones y com o t ú eres único a t ravés de los t iem pos, est a expresión es
única. Y si la bloqueas, j am ás exist irá de ninguna m anera y se perderá. El m undo no la
t endrá” .
Dios quiere que el m undo t enga t u expresión. Ut iliza t u int uición para conocer la
ident idad de t u alm a, los aut ént icos deseos de t u corazón, y m anifiést alos. Has de
saber que lo que realm ent e deseas es hallar la form a de expresart e al servicio del
m undo. Ese es el fin últ im o y la dicha de la canalización de t u yo superior.
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Algunos de los grandes hom bres y m uj eres de la hist oria, desde Gandhi hast a
Miguel Ángel, han experim ent ado una canalización que les ha proporcionado una
gran clarividencia. En sus enseñanzas, Edgar Cayce nos inst a a canalizar nuest ro
yo superior, ideal, en nuest ra vida diaria, y a est ar dispuest os a experim ent ar la
inform ación que pasa de una esfera a ot ra. En est a obra t an ext raordinaria,
Henry Reed acude a las inspirado ras palabras y principios de Cayce para
m ost rarnos cóm o, por una part e, podem os alcanzar nuest ro yo superior,
com prender la nat uraleza de nuest ra m ent e subconscient e y superconscient e, y
curar a t ravés de la canalización.., y, por ot ra part e, el gran poder de nuest ras
alm as, que est á sin explot ar, puede cam biar nuest ra vida cot idiana.
—Ru t h M on t gom e r y
Las percepciones psíquicas del difunt o Edgar Cayce, que abrirían nuevos
cam inos en áreas com o la nut rición, las curaciones, la religión, la reencarnación,
los sueños, y la Percepción Ext rasensorial, lo han convert ido en el vident e m ás
respet ado de nuest ros t iem pos. El libro de Edgar Cayce “ SOBRE CANALI ZANDO
SU YO SUPERI OR” const it uye un análisis único y aut ént ico del concept o que
Cayce t enía de la m ent e superconscient e y de cóm o podía afect ar a nuest ra
vida. Est a obra fue edit ada por Charles Thom as Cayce, act ual president e de la
Asociación para la I nvest igación y la I lust ración, una asociación no lucrat iva
dedicada a la aplicación práct ica de las enseñanzas de su abuelo. El aut or de
est e libro, Henry Reed, es psicólogo e invest igador, ha sido profesor adj unt o en
Princet on, y en la act ualidad es un líder m uy act ivo de la Asociación para la
I nvest igación y la ilust ración. ( A.R.E) , y escribe para ést a.
I SBN 8 4 - 8 7 4 7 6 - 4 5 - 7
988487476457
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