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Metafísica (2a)
Metafísica (2a)
METAFÍSICA
ISBN 978-84-362-2306-4
Depósito legal: M-24.274-2011
PREFACIO
A) INTRODUCCION
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TEMA 3: HEIDEGGER Y LA DECONSTRUCCIÓN DE LA METAFÍ-
SICA................................................................... .................................. 61
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B) ONTOLOGÍA
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TEMA 12: LA ESTRATIFICACIÓN DE LO REA L .. ...... .. .... .. .... ....... .... . 209
Plano de cons istencia y estratos ... ...... ...... .. .. .......... ... ......... ....... .... ...
Estratos físicos, químicos y biológicos: la em erg encia de la vida . 213
El estrato socio-cultural y la hominizaci ón. .... ... ... ..... .. .. .... ...... .... .. ... 214
El pluralismo hílico ... ... .. ... ..... ...... ... .... .. ......... ...... ........... .......... ....... ... 218
TEMA 14: LOGOS Y RATIO ..... ... ........ .. ...... .. ...... ............ ....... .... ..... ... . 241
El logos en Heráclito y Parménides ...... ..... ........... .... ............. ....... .. .. 241
La inflexión de la noción de logos en la fi losofía clásica griega . 245
Cambios introducidos por el cristian ismo en la noción de logos. 247
La razón moderna .. ......... ....... .. .... ....... .. .... ... .. ................. ..... ......... ..... 248
La distinción kantiana entre entendi m iento y razón..... .... .... .. ........ 255
Entendimiento y razón en el idealism o ale m án ..... ......... .......... ...... 259
Replanteamiento de la distinción en ta fi losofía de Marx ..... ... ...... 262
TEMA 16: RAZÓN INSTRUMENTAL Y RAZÓN OBJETIVA ... ...... .... 269
Modernidad y racionalización. ... .. ... .. . ...... .. ...... .. ...... ........ ... .. ... .. ...... . 269
Mito y razón instrumental : la dialéctica de la Ilustración ... ...... ...... 271
El debate sobre la racionalidad en la disputa del positivismo .. .... 276
Acción comunicativa y razón práctica ...... ... .... .. ... ... ...... .. ..... ........ .... 278
10
TEMA 17: LA CRISIS DE LA RAZÓN CLÁSICA Y LAS RAÍCES DE
LA POSTMODERNIDAD ............ ....................................... .................. 285
UNIDAD DIDÁCTICA IV: ACCIÓN HUMANA Y PRAXIS .. ..... ...... ..... 315
11
TEMA 22: ACONTECIMIENTOS Y ACCIONES................ ......... ......... 367
C) TEODICEA
UNIDAD DIDÁCTICA V: EL PROBLEMA DEL MAL ............... ... .... .... 383
TEMA 23: LA CONSIDERACIÓN ONTOLÓGICA DEL MAL ..... .... ... .. 387
La teoría espinosista del mal.............. .... ...... ....... ... .. ...... ......... ........ . 403
La ignorancia y la superstición como orige n del mal en los ma-
terialistas ilustrados....... ... .............. ..... ..... ..... .. ...... .. ... ..... ........ ... .. ...... 405
El origen social del mal en la obra de Rousseau ............................ 406
El origen del mal según Kant y Hege l .... .. .... .. ...... .. ...................... .... 409
Las raíces económicas del mal en el pensamiento de Marx... ...... 41 O
El pesimismo freudiano ................. .......... ... .. .. .. ...... ... ........................ 412
Lo activo y lo reactivo en Nietzsche .. ...... ... ............... .... .. ........... ..... 414
12
UNIDAD DIDÁCTICA VI: LA CUESTIÓN DEL SENTIDO ............ ... ... 435
13
PREFACIO
15
apartado y se propone como ampliación-explicitación de los conte-
nidos del mismo.
PROGRAMA
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La ordenación de los cincos tópicos metafísicos que constituyen
nuestro programa, tras la Unidad inicial dedicada a plantear la noción
de Metafísica que utilizamos y una reflexión sobre el método metafí-
sico, Realidad, Razón, Praxis, Mal y Sentido, presentan una unidad
en su desarrollo ya que partiendo de la categoría ontológica funda-
mental de Realidad, se pasa en un segundo momento a la categoría
de Razón y luego a la de Praxis, pertenecientes ambas al ámbito de lo
humano, entendido como el ámbito de aquel ente privilegiado en el
que surge y se plantea la propia cuestión del Ser. A continuación, y
dentro ya de la Teodicea, se sitúa el tema del Mal como el obstáculo
fundamental a que se tiene que enfrentar la pregunta por el Sentido,
que se presenta así como la conclusión de la Metafísica, como el úl-
timo interrogante de una investigación que comenzó preguntando
por la Realidad. De la Realidad, pues, al Sentido pasando por la Ra-
zón, la Praxis, y el Mal, sería el resumen de la noción de Metafísica
que aquí presentamos. De la Cosmodicea a la Antropodicea pasando
por la Teodicea, en un proceso de particularización del análisis, que
de preguntar por el todo de la realidad pasa a centrarse en lo hu-
mano, que aunque no es el fundamento sí es lo f!1ás importante en
nuestra opinión. Desde el punto de vista del fundamento, cosmocen-
trismo, pero desde el pun to de vista del valor, antropocentrismo.
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- Estructura lógica de las frases que lo constituyen;
Breve análisis del autor y del con texto filosófico y cultural del
texto.
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A) INTRODUCCIÓN
UNIDAD DIDÁCTICA PRIMERA
- El empirismo inglés.
- La filosofía de las Luces: deísmo y ateísmo.
- El replanteamiento de la m etafísica en Kant y el Idealismo ale-
mán.
Feuerbach y Marx.
- Nietzsche.
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TEMA 5. LA FENOMENOLOGÍA A NTE LA PROBLEMÁTICA METAFÍ-
SICA
24
TEMA 1
25
como ideologemas, que ex1g1an , en ambos casos, un tratamiento
profundo y desvelador. En nuestros días, tanto la filosofía analítica
como el estructuralismo han decretado, una vez más, la muerte de la
Metafísica. Frente a esta situación de crítica y de crisis de la Metafí-
sica, se pueden adoptar tres posturas:
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superac1on de la Metafísica que la tenga en cuenta y que, por lo
mismo, no es posible de pronto . Si caracterizamos nuestra época
como nihilista, en el sentido de pérdida de fe en todos los valores
trascendentes, la superación de esta situación sólo será posible me-
diante una apropiación deconstructora y subvertidora de la Metafí-
sica; es decir, en terminología heideggeriana, mediante una apropia-
ción del olvido del ser, mediante la reapropiación de la esencia, que
establezca entre nosotros su m orada . La restauración de la Metafí-
sica es siempre una interpretación de la misma que debe mante-
nerse en su interior o a lo más en su límite, para estar preparado a
salir del recinto metafísico cuan do sea posible (aún no lo es). Todos
los intentos de superar la Metafísica, de franquear la línea, han re-
caído otra vez en ella, al perma necer en los límites de una represen-
tación que depende de la hegemonía del metafísico olvido del ser.
Lo más que podemos hace r hoy es acercarnos al límite, mante-
nernos en él si es posible, y buscar fisuras e intentar derivas que nos
pongan en camino de, al gún día, encontrarnos en un ámbito trans-
metafísico.
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la imagen de un ser concebido como «residuo perpetuo», que consti-
tuye la vida y funda «el principio salvaje del Lagos». Este ser salvaje
o bruto es el que interviene en la superación de todos los problemas
de la ontología clásica); tiene m ás que ver con las relaciones diná-
micas que se establecen entre los materiales y las fuerzas que con
las relaciones estáticas forma-m ateria; es un pensamiento minorita-
rio que subvierte toda mayoría; es anexacto y sin embargo riguroso,
por oposición a la inexactitud de las co sas sensibles y la exactitud de
las esencias ideales; es el nomos com o espacio abierto en el que se
distribuyen las singularidades, frente al lagos que distribuye regular-
mente los espacios y marca las fronteras.
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mero sobre el fundamento separado del mundo. Pero ambas preten-
siones quedan frustadas en Ari stóteles, la teología se nos muestra
«inaccesible» y la ontología com o «incapaz de sustraerse a la disper-
sión». Por otra parte y, a nivel m etodológico, el pensamiento metafí-
sico está más cerca de la dialéctica que del saber, es más la prepara-
ción dia léctica al saber que el saber mismo que se muestra inaccesi-
ble; en definitiva «la palabra hu m ana sobre el ser es dialéctica y no
científica».
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versal capaz de determinar dicho particular dado. En nuestros días
Lyotard, en su obra Le Différend a retomado esta problemática kan-
tiana, aplicándola al caso de conflictos que no pueden ser resueltos
apelando a una ley común, porque dada la heterogeneidad de los
discursos enfrentados no existe ningún principio común a los liti-
gantes. La aplicación a la Metafísica p roviene de que también en la
Metafísica nos encontramos con el problema de compatibilizar ele-
mentos de muy diversa procedencia y además en la resolución de
estos problemas no podemos proceder de forma teoremática, deduc-
tiva, a partir de un principio común . En nuestro caso la discrepancia
(différend) surge de que hay que const ruir un metalenguaje que sea
capaz de organizar y jerarquizar frases y proposiciones de regímenes
de discurso muy heterogéneos, y si esto no es posible hay que atre-
verse a juzgar en ausencia de dichas reglas universales, hay que or-
ganizar todas esas frases heterogéneas sin acudir a un metalenguaje
único, válido para todos. En esta tarea sólo la frónesis, la sagesse, el
seny, la cordura nos puede ayudar (virtudes dialécticas todas, con-
viene recordar).
30
LA METAFÍSICA ENTRE LA CIENCIA Y LA POESÍA
31
podrá llegar la ciencia, y sólo el m ito puede acceder. Las últimas pre-
guntas, que son precisamente las metafísicas, no pueden recibir res-
puesta científica, y por lo tanto son el campo del mito, eso sí, un
mito sobrio y controlado, pero mito al fin y al cabo.
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Por otra parte es cometido de la Ontología construir a partir de los
datos disponibles proporciona dos por las ciencias, los mitos, la filo-
sofía, etc., una explicación última de la realidad, propuesta como una
ficción arriesgada e inverificab le directamente, que complete y siste-
matice los datos de las ciencias, necesariamente parciales e incom-
pletos. Esta es la función sinópt ica y sistemática de la Ontología, que
ordena el conjunto de lo rea l, al menos de forma tentativa y provisio-
nal y sin pretensiones de ve rdad. El sistema metafísico es un sistema
abierto, no referido a las esencias de las cosas, sino a sus circunstan-
cias, a los acontecimientos, como nos dice Deleuze. Es un sistema
preparado para acoger el azar, lo imprevisto. Esta Ontología ha re-
nunciado a la verdad y a propo rcionar un ser fuerte, abierto al hom-
bre y capaz de servir de f unda m ento seguro y fijo; el objeto de esta
Ontología es un Ser débil, decl inante, construido por el ser humano,
y que más que ser fundamento (Grund) es Abismo (Abgrund). El ser
más que un suelo fijo, es una d irección; el sentido del ser es una in-
dicación que no lleva al f unda m ento estático, sino a un devenir con-
tinuo y sin fin, en el qu e los entes se encuentran sometidos a una
dislocación permanente y desp rovistos de todo centro. El Ser es la
oscilación de los entes, el Ereignis, (acontecimiento) como ámbito de
la osci lación y el errar continu o ; es, más que lo permanente, lo que
deviene, en una repetición pro ductora de la diferencia (Cf. G. Vat-
timo, Deleuze y E. Trías). Nuestra Ontología es, pues, descentrada,
múltiple, fundada sobre un ser débil, azaroso, más abismo que suelo
firme, que somete a los entes a una dispersión y a una errancia con-
tinua, a una deriva permanente y sin fundamento o, a lo más, fun-
dada más que en unas raíces, en unas bases, en los márgenes, en
una frontera en continuo despl azamiento, ni interior ni exterior.
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creado por los hombres para aliviar su radical finitud, su anhelo de
apertura a lo otro, a la trascendencia, pero sólo puede ser aludido de
manera negativa. Hoy es il!lposible creer en un «absoluto positivo»,
pero también es imposible elimin ar la nostalgia y la esperanza en di-
cho absoluto. La Teodicea, reform ulada de esta manera, es la afirma-
ción radical de la finitud humana; junto a la esperanza de que esta fi-
nitud no sea la última palabra, la verdad absoluta.
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misma del ser, de la misma manera que para algunos teólogos con-
temporáneos pone en peli gro la propia supervivencia de Dios unido
indisolublemente a su Reino.
TÓPICOS METAFÍSICOS
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mundo de Popper y con el segun do género de materialidad, M2 de G.
Bueno. Por último, el Mal y el Sentido, pueden referirse a la Idea kan-
tiana de Dios, en tanto que Idea l de la Razón y al tercer mundo de
Popper y al tercer género de mate rialidad, M 3 de G. Bueno, en tanto
que constructos mentales y prod etas institucionales irreductibles al
mundo físico y al ámbito psicológico de los hombres individuales.
Con esto concluimos la presentación de la Metafísica, que no pre-
tende ser ni una transfísica, ni un a lógica, sino una poética que dé ori-
gen a una ética y a una política.
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para las distintas disciplinas. Este carácter intermedio o exterior res-
pecto a los ámbitos teóricos trat ados por las demás ciencias lo com-
parte la Metafísica con el arte, que tampoco tiene un método claro ni
fijo.
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sujeto o lugar donde arraiga la pregunta ; pero esto no nos puede ha-
cer olvidar que nuestras preguntas, contra la opinión optimista de
Aubenque por ejemplo entre otros muchos, carecen de respuestas;
que el fundamento al que llegam os es más un abismo que un suelo
firme, como nos recuerda Heideg ger, y que los entes en nuestra ex-
periencia muestran una errancia sin orden y sin fin. Por último, el
sujeto, pieza fundamental y pendant exigido por todo método, es
eso, una simple sombra evanescente, mero residuo originado por es-
tructuras que lo superan y domin an.
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Todas estas características se pueden resumir diciendo que es un
método estructural que define un orden y busca la explicación de este
sistema ordenado mediante la construcción de una estructura, que se
supone que corresponde a la estructura real «empírica e inteligible»
que organiza los hechos a nivel subyacente. Esta estructura no está al
nivel de los hechos empíricos co nstatables por un observador y es in-
consciente, por lo que escapa a la conciencia de los sujetos que inter-
vienen en el sistema y dan vida a dicha estructura. La estructura bus-
cada por el análisis estructural es un soporte explicativo de los he-
chos, configura lo real y adem ás es la ley de transformaciones que
permite su comparabilidad; la estructura no es unívoca sino que sólo
tiene sentido como un sistema de transformaciones que genera
todas las posibilidades de conf iguración que puede adoptar el sis-
tema, de las cuales sólo algunas se habrán dado realmente . El aná-
lisis estructural establece una relación de analogía entre la estruc-
tura, deducida o inducida a pa rti r de los datos reales, y la propia rea-
lidad. Como vemos este método estructural no es aleatorio, es rigu-
roso aunque sea anexacto, como ya vimos. A la estructura sólo se
llega mediante un método de aproximaciones sucesivas, por medio
de círculos concéntricos o en espiral que Ortega denominaba «mé-
todo de Jericó» y que nosotros podemos retomar para aludir al esta-
blecimiento de resonancias an alógicas entre la realidad y la estruc-
tura que tal método implica.
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CONCEPTOS FUNDAMENTALE S
• Superación.
• Problema.
• Juicio determinante y juicio reflexionante.
• Ontología.
• Teodicea.
• Tópico.
• Método.
• Método hermenéutico y método estructural.
• Teoría de las catástrofes.
EJERCICIOS
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BIBLIOGRAFÍA
43
PEÑALVER, M.: La lingüística estructural y las ciencias del hombre, Buenos Aires,
Nueva Visión, 1972.
POPPER, K.: Conjeturas y refutaciones, Buenos Aires, Paidós, 1967.
- Conocimiento objetivo, Madrid, Tecnos, 1974.
RooRíGUEZ HuESCAR, A.: La Innovación Metafísica de Ortega, Madrid, MEC, 1982.
TRÍAS, E.: Los límites del mundo, Barcelona Ariel, 1985.
UNAMUNO, M.: Del sentimiento trágico de la vida. Madrid, Espasa Calpe, 1967.
VArnMo, G.: «Verso un ontología del decli no» en Al di lá del soggetto, Milano,
Feltrinelli, 1981 .
- L 'aventure del/e differenze, Milano, Garzanti, 1980.
WAHL, J.: Tratado de Metafísica, México, FCE, 1978
WEBER, M. : «Sociología de la comunidad religiosa» en Economía y Sociedad,
México, FCE, 1979.
ZAMBRANO, M .: Obras Reunidas, Madrid, Ag uila r, 1971.
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TEMA2
CRÍTICAS A LA METAFÍSICA
EL EMPIRISMO INGLÉS
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ideas» (Ensayo, Libro IV, cap. 1, íZ2). M ás allá del conoc1m1ento te-
nemos el juicio que relaciona las ideas pero sin tener evidencia de-
mostrativa y que lo más que proporcion a es diversos grados de pro-
babilidad (Ensayo, Libro IV, caps. XIV y XV). La razón para Locke es
la facultad que busca los medios y los aplica correctamente para
descubrir la certeza del conocimiento y la probabilidad de la opinión
(Ensayo, Libro IV, cap. XVII, 0 2).
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creadas por el espíritu med iante reglas constantes, y relacionadas
entre sí mediante las leyes de la asociación como hemos visto. «La
idea de substancia (-) no es sin o una colección de ideas simples
unidas por la imaginación y que poseen un nombre particular asig-
nado a ellas, mediante el cual so mos capaces de recordar (-) esa co-
lección» (Tratado, 1, 1, VI). Al igual que Berkeley, Hume admite que las
ideas abstractas son de suyo individuales, aunque pueden hacerse ge-
nerales en la representació n al unirlas con un término general (Tratado,
1, 1, VII). La crítica más famosa de Hume es la de la noción de causali-
dad que queda reducida a una relación de contigüidad, sucesión y
conexión necesaria entre la cau sa y el efecto (Tratado, 1, 111, 11). Dado
que no hay objeto que impl iqu e por sí mismo la existencia de otro,
sólo por experiencia podemos inferir la existencia de un objeto de la
de otro ; por lo tanto, la idea de causa y efecto se deriva de la expe-
riencia. Es la costumbre la que da lugar a la creencia que me hace
pasar de la causa al efecto y establecer entre ellos una conexión
constante.
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ral y desprovisto de los elementos mágicos y supersticiosos, irracio-
nales en suma. El cristianismo se presenta como «no misterioso»,
según el título del libro de J. To land, y coincidiendo con una revela-
ción natural que por ser raciona l es «tan antigua como la creación»,
según el libro de M. Tindal. El de ísmo inglés fue popularizado, al
igual que las doctrinas de Newto n, por Voltaire, el cual aunque nece-
sita a Dios como artífice inicial y además como conservador cons-
tante del Universo, no se priva de cr iticar como prácticas supersti-
ciosas los cultos de las religiones positivas. Para Voltaire sólo hay
una religión moral y racional, o puesta a todo fanatismo y supersti-
ción. Los filósofos ilustrados co m batieron continuamente la supersti-
ción que es definida en la Enciclopedia como: «Un culto de la reli-
gión falso, mal dirigido, lleno de terrores vanos, contrario a la razón
y a las sanas ideas que deben te nerse del Ser supremo».
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Como consecuencia del deísmo y, especialmente, del ateísmo, la
noción de Naturaleza cambia su significado en esta época, pasando
de ser el conjunto de las cosas creadas a convertirse en un ser autó-
nomo, en continuo movimiento, capaz por sí mismo de explicar
todas las cosas. Precondición de este cambio fue el rechazo de la idea
de la pasividad de la materia. Tanto Maupertuis como Buffon, pusie-
ron los cimientos de un conocimiento físico de la naturaleza que va
más allá de la mecánica. Desarrollando la noción leibniziana de mó-
nada en un sentido materialista con su teoría de las moléculas orgá-
nicas, ambos pensadores dan lugar a una noción de la vida como
una cualidad activa que poseen ciertos cuerpos materiales.
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El empirismo sensista de Condillac fue continuado por Helvetius
en su obra Del Espíritu, en la que afirma: «es en la capacidad que te-
nemos de percibir las semejanzas o las diferencias, las concordan-
cias o discordancias que tienen entre sí objetos diversos, en lo que
consisten todas las operaciones del espíritu. Ahora bien, esta capaci-
dad no es más que la propia sensibilidad física: todo se reduce,
pues, a sentir» (Discurso 1, cap. 1.0 ). La posición de Helvetius puede
definirse como un «materialismo psicológico» de tipo sensualista,
que concibe el sujeto como una ficción basada en el narcisista deseo
de estima, como un efecto socia l de la educación, de la ley. Según J.
M. Bermudo que ha preparado la edición castellana del libro de Hel-
vetius, éste rompe la cadena nat uralista introducida por Maupertuis,
D'Holbach, Diderot, al poner en primer plano los aspectos sociopolí-
ticos, más que los físico-psicológicos, en la constitución del sujeto.
Frente a esto La Mettrie, con su obra El hombre-máquina, permanece
en el contexto del naturalismo mecanicista ampliado al hombre, me-
diante el rechazo de la necesidad de un alma para explicar las activi-
dades psíquicas. La Mettrie pa rte de la uniformidad reinante en la
Naturaleza que hace que todas las producciones naturales se hagan
casi de la misma manera. En ese sentido no es necesario separar al
hombre del resto de la Naturaleza, y si Descartes ha considerado los
animales como autómatas, para La Mettrie «la transición de los ani-
males al hombre no es violenta» y por lo tanto no hay inconveniente
en concluir afirmando que «el hombre es una máquina, que en todo
el universo no existe más que una sola substancia diversamente mo-
dificada».
Hemos visto cómo las tres Ideas metafísicas principales: Dios,
Naturaleza y Yo han sido criticadas en el Siglo de las Luces, pero
este siglo llevó su furia antimetafísica también al método con su re-
chazo de los sistemas y de las hipótesis. Ambos rechazos encuentran
su origen en las teorías de Newton, que distingue netamente entre la
investigación científica y la especu lación metafísica, elementos que
habían estado unidos en los g randes sistemas filosóficos del si-
glo xv11. especialmente en el cartesiano. Aparte de Newton con su re-
chazo de la búsqueda de las últimas causas y su negativa a inventar
hipótesis metafísicas para justificar su mecánica, la misma concep-
ción metodológica se encuentra en el médico holandés H. Boer-
haave, que aceptando que los principios de las cosas están ocultos, y
que el único modo de conocimiento asequible al hombre se basa en
los sentidos y la razón, incapaces de captar las causas y la naturaleza
última de las cosas, distingue radicalmente el estudio científico en
ciencia natural y en medicina de la especulación metafísica.
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método genético y crítico que analiza los mecanismos por los cuales
se han introducido los errores en el pensamiento humano. Basán-
dose en su teoría del lenguaje, el filósofo francés sitúa en la metá-
fora, en la comparación, el mecanismo por el cual el hombre ha pro-
ducido derivaciones indebidas en el paso de las palabras a las cosas
y de las cosas a las palabras. El hombre, utilizando la metáfora del
alma como un espejo, ha creído que las ideas de nuestro espíritu se
ajustaban a las cosas externas y ha pensado que lo que se podía
atribuir a dichas imágenes se podía también atribuir a las cosas.
Aquí reside el origen de las hi pótesis metafísicas que enturbian el
conocimiento humano. (Es curioso resaltar cómo la teoría del origen
lingüístico de las nociones metaf ísicas se encuentra también en Espi-
nosa y Nietzsche.)
51
vamente, plantea el problema de la posibilidad de la Metafísica como
ciencia en la Dialéctica trascendental, partiendo de la noción de la
ilusión trascendental generada por el intento de ampliación del en-
tendimiento puro que supone el ir más allá del uso empírico de las
categorías. La ilusión trascendental t iene su sede en la razón pura y
no puede evitarse por constituir una d ialéctica inherente a la propia
razón humana. Los conceptos puros de la razón, o ideas, son los in-
condicionados que están en la base de las síntesis categóricas, hipo-
téticas y disyuntivas, y se corresponden con ~I Yo, el Mundo y Dios.
El rechazo de la Metafísica como ciencia supone la imposibilidad de
una Psicología, una Cosmología y una Teología racionales, perdidas
respectivamente en paralogism os, antinomias y la búsqueda del
ideal trascendental de la razón. En el «Apéndice a la Dialéctica Tras-
cendental», Kant nos recuerda que «todos nuestros raciocinios que
pretenden llevarnos más allá del campo de la experiencia posible
son falaces y carecen de fundamento» pero que, al mismo tiempo,
«la razón humana tiene en este caso una propensión natural a reba-
sar estos límites». La imposibilidad de una Metafísica como ciencia
hace que las ideas de la razón queden limitadas a un uso regulativo.
Sin embargo dichas ideas regulat ivas t ienen su paralelo práctico-mo-
ral en los postulados de la razó práctica: la inmortalidad del alma,
la libertad y la existencia de Dios. La base de estos postulados no es
ya el ser sino el querer. De esta manera lo que no se puede obtener
como resultado de la ciencia, se postu la como principio de la moral.
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FEUERBACH Y MARX
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que se presenta como una lógica separada del espíritu subjetivo: «La
metafísica es la psicología esotérica». Frente a la filosofía hegeliana,
Feuerbach pretende comenzar po r lo fi nito, lo determinado, lo real y
descubrir lo infinito en lo finito como su esencia . Propone el materia-
lismo, el empirismo, el realismo y el humanismo como la esencia de
los tiempos modernos: lo real en tanto que real es lo sensible que se
capta en el espacio y el tiempo .
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NIETZCHE
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CONCEPTOS FUNDAMEN TALES
• Método genético.
• Cualidades primarias y secundarias.
• Relaciones de asociación.
• Deísmo.
• Espíritu de sistema/espíritu si stemático.
• Ilusión trascendental.
• Síntesis.
• Humanismo positivo.
• Inversión del platonismo.
• Sentido de la tierra.
EJERCICIOS
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BIBLIOGRAFÍA
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TEMA3
HEIDEGGER V LA DECONSTRUCCIÓN
DE LA METAFÍSICA
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Ser y Tiempo de 1927, concebida como la explicitación y estructura-
ción de la pregunta que interroga por el sentido del ser, se presentan
los dos problemas fundamentales que plantea el desarrollo de dicha
pregunta: la fijación del ente que funciona como primario en estas
preguntas (el Dasein) y la apropiación del modo de acceso a dicho
ente. El primer problema nos lleva a la formulación de una analítica
ontológica del ser-ahí como «Un poner en libertad el horizonte para
una exégesis del sentido del ser en general», horizonte que se nos
revela como temporalidad, como tiempo. El problema ontológico
fundamental, centrado en la exégesis del Ser en cuanto tal, supone
poner de manifiesto la «temporariedad del ser», en traducción de
Gaos. El segundo problema nos lleva a la cuestión de la destrucción-
superación de la historia de la ontología. Vemos pues que el pregun-
tar por el Ser es radicalmente un pensa r histórico, de tal manera que
el análisis de la historiografía filosófica, desde el punto de vista de la
historicidad esencial del Dasein, es la premisa fundamental para po-
der plantear dicha pregunta por el Ser de los entes.
62
Metafísica que es lo que nos im porta más en este trabajo. En efecto,
para Heidegger la pregunta por qué es la Metafísica, o por qué es la
filosofía , nos lleva al anál isis de la historia, ya que el Ser es un ser
epocal, cuyo destino es esencia lmente epoca!, es la historia univer-
sal.
63
ferencia, e ilumina de esta manera el destino del Ser desde su origen
hasta su cumplimiento. Es esta noción de Ser como diferencia, como
diferir, la que retomará Derrida en su noción de différance.
64
NIHILISMO Y MODERNIDAD
65
cuerda que al desvelamiento y apro piaci ón respecto al hombre, a la
cosa, a los dioses, a la tierra y al cielo, le está esencialmente apare-
jado la expropiación veladora y encu bridora . Sólo en el juego de
ambas nociones se supera la Metaf ísi ca. Heidegger nos recuerda los
versos de Holderlin : «Donde está el peli g ro, surge también la salva -
ción». La posibilidad del giro (Kehre) q ue nos permita romper con el
olvido del Ser y comenzar la apropiación de su esencia, no se puede
desligar del peligro, presente como Gestell y Enteignis.
66
No podemos por menos de consignar que una filosofía que al fi -
nal queda como estética ent regada al dominio de la palabra esoté-
rica de los poetas, no pu ede ser una solución aceptable al problema
de la superación de la Metafísica. Pensamos con G. Marramao que la
solución de este problema más que en la epifan ía o en el destino,
está en la posibilidad de co nstruir una nueva hermenéutica a partir
de la existencia, un nuevo arte de la interpretación capaz de captar
los problemas de la época del nihilismo consumado. Esta hermenéu-
tica es una especie de onto log ía débil en el sentido de Vattimo, ya
que piensa el ser como t rans m isión y momento, como recuerdo, y
sobre todo como caducida d y mortalidad. El pensamiento que va
más allá de la Metafísica se acepta como finito, como caduco y mor-
tal ; y es consciente de q ue la superación de la Metafísica no podrá
nunca ser más que una declinación, una distorsión del pensamiento
metafísico. Este tipo de pensamiento sitúa la diferencia como lo
inicial, como lo previo, anterior incluso a la diferencia ontológica que
separa al Ser del ente. Esta d iferencia inicial es un diferir continuo de
la traza, una archi-escritu ra prev ia a toda teología y toda ontología, a
todo decir de la presencia, es u na escritura muda que excede todo
logos representativo .
67
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
• Ser-ahí.
• Diferencia ontológica.
• Época.
• Presencia.
• Ontoteología.
• Abismo (Abgrund).
• Imposición (Gestell).
• Acontecimiento (Ereign is).
• Claro (Lichtung).
EJERCICIOS
69
BIBLIOGRAFÍA
71
TEMA4
HERMENEUTICA Y ONTOLOGÍA
73
LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA HERMENÉUTICA
74
vida ni experimentado por ni ngún individuo. Dilthey retoma la no-
ción del espíritu objetivo hegel iano, pero haciendo pasar el autoco-
nocimiento de dicho esp íritu del ámbito especulativo del concepto, al
ámbito de la conciencia histó rica. Esto conlleva la superación de la
Metafísica, que queda por un lado reducida a teoría del conocimiento
y por otro, convertida en una reflexión sobre la vida y la historia, al
ser insostenible por más tiem po el ideal de la conexión lógica del
cosmos, clave de la cons ideración metafísica.
75
LA ONTOLOGÍA HEMENÉUTICA DE GADAMER
76
guaje». La centralidad del len guaje, que aparece como la mediación
universal del pasado y el presente, es lo que asegura a la hermenéu-
tica su pretensión de universalidad. Precisamente frente a esta pre-
tensión de universalidad se han levantado J. Habermas y K. O. Apel,
que ponen el acento en la cientificidad de la hermenéutica a ex-
pensas de su universalidad . Habermas opone a las nociones gada-
merianas de prejuicio y precomprensión, su concepto de interés
cuyo origen se remonta a la tradición que va de Kant a Marx pa-
sando por Fichte. Habermas distingue tres tipos de intereses: interés
técnico, prevaleciente en las ap licaciones tecnológicas de las ciencias
naturales; interés práctico, centrado en la comunicación humana,
ámbito de las ciencias histórico-hermenéuticas; e interés emancipa-
torio, que impulsa las ciencias sociales críticas como el psicoanálisis
y la crítica de la ideología. El interés emancipatorio, además de intro-
ducir un aspecto crítico poco aceptable por la hermenéutica de la es-
cucha propia de Gadamer, su pone que junto a la comprensión her-
menéutica se deben admitir métodos como la semi-observación o la
semi-explicación que se oponen al giro antiepistemológico dado a la
hermenéutica por Gadamer y Heidegger y replantea la exigencia de
métodos explicativos opuestos a la comprensión hermenéutica que
se ve atacada en sus pretensi o nes de universalidad y se ve obligada
a compartir su papel metodol ogico central con los métodos explica-
tivos defendidos por el cientificismo y con los métodos críticos em-
pleados por la crítica de la id eología. La hermenéutica de Gadamer
cae en el idealismo lingüístico al ignorar la dependencia del lenguaje
de fuerzas sociales que distorsionan la comunicación mediante el
juego de sus intereses que da lugar a la ideología, la cual constituye,
como dice Ricoeur, una expe ri encia límite para la hermenéutica. La
idea de la comunicación sin límites y sin constricciones, residuo del
mito ilustrado de la completa t ransparencia de lo social, deja de ser
un elemento presente en el o r igen de la comprensión para conver-
tirse en una idea regulativa, en un ideal escatológico de la no-violentia
que se muestra como el horizonte último de la crítica de la ideología.
77
gías. La antropología del conoc1m1ento defendida aquí por Apel es
una ampliación del enfoque trascendental kantiano, que tiene en
cuenta los apriori corporal y social del conocimiento. Por otra parte,
y dentro de una crítica de la noción neopositivista de la ciencia unifi-
cada, Apel defiende la relación complementaria entre cientística y
hermenéutica, es decir, entre las ciencias descriptivas y explicativas
que presuponen la relación sujeto-obj eto y las «ciencias del
acuerdo», que presuponen la relación de intersubjetividad que serían
las hermenéuticas. La aplicación hermenéutica en esta época no
puede ser una mera concreción de la comprensión transmitida por la
tradición, sino que es un proceso muy complejo modificado por la
éiencia. Por último, Apel plantea la crítica de la ideología como la me-
diación dialéctica entre los métodos objetivo-cientificista y el herme-
néutico, entendida en el sentido d e un «psicoanálisis de la historia
humana social y una psicoterapia de las actuales crisis de la acción
humana».
78
el interior de una noción de historia como narrativa; por último la
teoría de la acción, relaciona ex plicación y comprensión en una feno-
menología de la vida que hace del cuerpo propio la raíz común de la
causalidad y la motivación. De estos tres ejemplos Ricoeur extrae,
como conclusión, la complementariedad más que la oposición entre
explicación y comprensió n, dado que mientras que la explicación es
el momento metódico que «desarrolla analíticamente la compren-
sión», esta última es «el momento no metódico que precede, acom-
paña y engloba a la exp licación». (Cf. «¿Lógica hermenéutica?» en
aut aut n. 0 217-218.)
79
HERMENÉUTICA Y POSTMODERN IDAD
80
una vuelta a pensar la tradición metafísica de forma paródica, recor-
dándola y retorciéndola, en un pensamiento de la diferencia como
diferencia, o sea de las t razas que nunca han correspondido a una
presencia, sino que son si mulacros, productos del pensamiento re-
memorante (An-denken) (Cf. /1 p ensiero debo/e y Le avventure del/e
differenza). Como vemos, el pensiero debole está en la línea de inter-
pretación del último Heidegger, qu e sobrepasa la Metafísica en direc-
ción a un pensamiento del abism o (Ab-grund) que se expresa en un
lenguaje cuasi-poético. Pensam os que cierto tipo de fundamentación,
aunque sea precaria como la qu e pueda dar el lenguaje, debe ser
manten ida y que quizás mantener cierta separación entre el estilo fi-
losófico y el poético no est á tampoco de más por débil que sea.
81
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
• Interpretación.
• Hermenéutica.
• Texto .
• Círculo hermenéutico.
• Trad ición.
• Horizonte y fusión de horizont es.
• Prejuicio.
• Comprensión/explicaci ón.
• Hermenéutica de la sospecha/hermenéutica de la escucha.
• Pensamiento débil.
EJERCICIOS
83
BIBLIOGRAFÍA
85
TEMAS
LA FENOMENOLOGÍA
ANTE LA PROBLEMÁTICA METAFÍSICA
87
dichos objetos viene recogido en las categorías correspondientes a la
región, que son los supuestos a p riori que permiten la captación de
los diversos entes de la experiencia como pertenecientes a una
misma clase, capaz de constituir el tema de una ciencia determinada.
Las disciplinas filosóficas que est udian las categorías correspon-
dientes a cada región del ser son las llamadas ontologías regionales,
que subyacen a las ciencias particulares y constituyen la explicación
de sus conceptos fundamentales o categorías.
88
soluta, las tres regiones no está incomunicadas entre sí, sino que se
interpenetran y se entretejen ent re sí, dando lugar a un mundo en el
que cada cosa depende de las otras, a pesar de que todas se basan
sobre la cosa material en cuanto objeto primitivo y primigenio (Urge-
genstand).
89
natural. La intencionalidad, pieza clav e de la fenomenología husser-
liana, es lo que permite dar sentido al objeto, produciéndolo en la
actualidad de la vivencia.
90
y la reducción trascendental que nos descubre la conclusión trascen-
dental del mundo y la conciencia del mundo, captada como un
apriori. De esta manera llegam os al concepto de constitución tras-
cendental en tanto que «formación original de sentido», y se puede
plantear la tarea de una o nto logía propia del mundo de la vida en
tanto que mundo de una experi encia real o posible captado por una
intuición unitaria y cohere nte. Esta ontología se distanciaría enorme-
mente de las ontolog ías tradicio nales, situadas a la base de las cien-
cias objetivas, que tienen un co ncepto constructivo, matemático, del
mundo.
ONTOLOGÍAS FENOMENOLÓGICAS
91
personalidad de dicha conciencia que se entiende como un campo
trascendental presubjetivo, en el q ue só lo a posteriori y mediante la
reflexión surgirá el Ego. La concie ncia es una conciencia activa, reali-
zante en tanto que perceptiva e irreal izante en tanto que imaginativa,
que sirve de base a un existencial ismo, superador de la fenomenolo-
gía en tanto que surge como una filosofía de la acción producto de
la radicalización de la noción de intencionalidad .
92
laciones con el pro11mo son problemáticas para este primer Sartre
que niega la posibilidad de un aut éntico Mitsein, y para el que las ac-
titudes hacia el prójimo van del masoquismo al sadismo, y se inter-
pretan desde la perspectiva del conflicto ya que «el conflicto es el
sentido originario del ser-para otro».
93
LA FENOMENOLOGÍA DE LA PERCEPCIÓN DE MERLEAU-PONTY
94
gunta ¿qué sé yo?, no como una reflexión sobre ¿qué es el saber? y
¿quién soy yo?, sino como una interrogación acerca de ¿qué hay? y
¿qué es el hay? La filosofía de Merleau-Ponty también aquí está cen-
trada en el cuerpo que aparece a la vez como sensible y como sen-
tiente, de forma que puede ser considerado como el abismo que se-
para el En-sí del Para-sí. El cue rpo está constituido por la carne que
no es materia ni espíritu sino un elemento primordial en el sentido
griego, que es sensible en los dos sentidos de ser lo que se siente y
lo que siente. Merleau-Ponty en esta obra póstuma insiste en la ne-
cesidad de volver a la ontolog ía planteando los problemas clásicos
de la relación sujeto-objeto, la cuestión de la intersubjetividad y el
análisis de la noción de natura leza. Dentro de esta ontología, tiene
una importancia fundamental el sentido de las capas de lo que Mer-
leau-Ponty denomina el ser salvaje, objeto de un pre-saber, saber si-
lencioso, que pre-siente más que conoce, a partir de una crítica de la
representación en base a un ser vertical, paralelo a la existencia sar-
triana, que ninguna representación agota y que se dirige esencial-
mente hacia el ser salvaje ya m encionado . La noción clave de esta
ontología es la de quiasmo, según la cual, Merleau-Ponty, aplicando
metafóricamente el quiasmo ó ptico, habla de una mediación por in-
versión entre el yo y los otros y entre yo y el mundo, por medio de
la cual el mundo se inserta entre las dos hojas de mi cuerpo (la sen-
sible y la sintiente), y m i cuerpo se inserta a su vez entre las dos
hojas del mundo. Esta nueva o ntología se basará en el espacio topo-
lógico, como la ontología clásica se insertaba en el espacio ecuclí-
deo, y sería solidaria más que de una filosofía de la historia enten-
dida como una filosofía de la persona, de una geografía, o más bien
una geología trascendental que analiza «la fundación originaria (Urs-
tiftung) del tiempo y el espacio, que hace que haya un paisaje histó-
rico y una inscripción cas i geog ráfica de la historia» . La continuación
de estas intuiciones en las obras estructuralistas de Lévi-Strauss y G.
Deleuze es evidente.
DESARROLLOS DE LA FENOMENOLOGÍA
95
que no quita su dependencia esencial respecto a la intención funda-
mental de la fenomenología.
96
liberado del materialismo, co n su análisis de la intersubjetividad
hace posible la trascendencia y además con la noción de intenciona-
lidad rompe la exterioridad q ue opone el sujeto y el objeto y nos
abre al infinito de Dios y al deseo del otro. Levinas destaca las no-
ciones de desnudez, de indigencia, de pasividad frente al requeri-
miento del otro. En su obra clave Totalidad e infinito, Levinas coloca
la ética, es decir, la metafísica como previa a la ontología, instau-
rando una filosofía que se opo ne, siguiendo a la obra pionera de Ro-
senszweig, La estrella de la Redención, a la tradición dominante de la
filosofía occidental de m atriz g ri ega , destacando la importancia de la
tradición judía olvidada en la fi losofía occidental. Frente al intelectua-
lismo de la tradición griega , se defiende una filosofía del amor y la
trascendencia basada en la ext erioridad radical del rostro del otro
que se me impone en demanda de una respuesta ética y no mera-
mente cognoscitiva. En sus últimas obras, y especialmente en Autre-
ment qu'etre ou au de la de l'essence de 1974, Levinas radicaliza la
raíz ética de su pensami ento en un intento de pensar el ethos más
allá del logos mediante una filosofía que se sitúe más allá del ser, en
lo neutro, entendido como un espacio fuera del ser donde desapa-
rece la ley del ser como persi stencia y donde lo humano se revela
como pasividad, como debilidad. Esta filosofía es un «humanismo
del otro hombre» que recon oce la excedencia frente al ser que
supone la responsabilida d ét ica frente al otro, frente a la llamada del
otro. La filosofía de Levinas despliega una gran espiritualidad y
rompe con el carácter egológ ico de la fenomenología en favor de
una apertura ética hacia el ot ro
97
presencia, tanto en el sentido del ser-presente en la forma del que-
rer-decir (Bedeuten) como en el sentido de ser-presente en la forma
pre-expresiva del sentido (Sinn). La fenomenología continúa siendo
un logocentrismo sometido a la fil osofía de la representación an -
clada en el privilegio de una presentació n de la presencia en el pre-
sente. Sin embargo la teoría de la constitución del tiempo y del otro
lleva a la fenomenología a una zo na en la que el principio de los
principios, su principio metafísico cl ave : la evidencia originaria y la
presencia de la cosa misma, es rad icalmente puesta en cuestión y de
esta manera a partir de la crítica de la m etafísica clásica, la fenome -
nología realiza el proyecto más prof undo de la metafísica: el conoci-
miento último del ser.
98
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
• Intuición de esencias.
• Mundo como horizonte.
• Concepción natural del mundo.
• lntencionalidad.
• Reducción .
• Epojé.
• Génesis pasiva y génesis activa del sentido.
• Mundo de la vida.
• En-sí / para-sí.
• Ser/Nada.
• Carne y cuerpo.
EJERCICIOS
99
BIBLIOGRAFÍA
101
TEMA6
ESTRUCTURALISMO Y ONTOLOGÍA
103
vaciamiento del lugar del centro de la Metafísica occidental. Los con-
ceptos que vertebran estos pensamientos, más que intentar abando-
nar de un salto las categorías metafísicas, han establecido respecto a
ellos una deriva, una desviación, una subversión irónica que la han
fisurado y subvertido. No tenemos aún ningún lenguaje más allá de
la Metafísica, pero la forma de usar las categorías metafísicas intro-
ducida por el estructuralismo perm ite desplazar los conceptos claves
de dicha Metafísica, abriendo un espacio al juego libre y creador de
las diferencias. El lenguaje que pone a punto el estructural ismo pre-
tende pensar críticamente su propia relación con la Metafísica y con
la tradición occidental. Como nos recuerda Derrida «Se trata de esta-
blecer expresa y sistemáticamente el problema del estatuto de un
discurso que toma de una herencia los recursos necesarios para la
de-construcción de esta misma herencia. Problema de economía y
estrategia». El pensamiento estructura lista es un pensamiento de bri-
coleur que arranca de la tradición los elementos que necesita para
subvertir dicha tradición, abandona ndo las referencias a una metodo-
logía definida en relación a los con ceptos de centro, sujeto, origen o
fin absolutos.
104
REAL, IMAGINARIO, SIMBÓLICO
105
es lo que resiste a la significación, el resto, el desecho que deja el
significante.
TEMPORALIDAD Y SUBJETIVIDAD
106
diana, son distintos del tiempo de la evolución de la ciencia (Cf. Ideo-
logía y Aparatos Ideológicos de Estado). Los distintos tiempos histó-
ricos responden al modo concreto en que se lleva a cabo la repro-
ducción de las relaciones de producción.
107
riormente por el poder que los interpela como sujetos de forma ideo-
lógica. «Los sujetos existen únicamente por y para su sometimiento
(sujeción)». Sujeto y súbdito es lo m ismo, ser sujeto equivale a estar
sujeto. El sujeto nunca es constituye nte (aquí se produce una ruptura
radical con los planteamientos trasce ndentales de la fenomenología),
sino constituido, producido como resto, al lado (Cf. El Anti Edipo).
Foucault analiza en Vigilar y castigar la constitución de los sujetos
desde el exterior a partir de las disci p linas que modelan sus cuerpos
y sus espíritus, mediante mecanismos que pretenden obtener una
utilización óptima -económica y m ilitar- de sus cuerpos a la vez
que los expropia de su poder político .
108
PENSAR LA DIFERENCIA Y LA REPETICION
109
dad más cercana . El estructuralismo en lug ar de rechazar y exorcizar
lo otro, lo encara valientemente y se ex pone en su confrontación .
11 o
través de la obra de los autores considerados (Derrida, Deleuze, Fou-
cault, Lacan, Levi-Strauss) un pensamiento original dotado de una on-
tología antiplatónica, de raíz nietzscheana, que ha recogido de forma
creadora la tradición marxista y psicoanalítica, y se ha medido con la
deconstrucción de la Metafísica llevada a cabo por Heidegger, dando
un paso más que éste en la elaboración de un pensamiento post-me-
tafísico que no tendrá por qué ser no ontológico, ya que no reniega
de la tarea de proponer hipótesis acerca de la realidad última, en diá-
logo continuo y crítico con las ciencias tanto naturales como so-
ciales, así como aprovechando las realizaciones de la literatura y el
arte contemporáneos.
111
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
• Estructura.
• Suplemento.
• Real/Imaginario/Simbólico.
• Práctica teórica.
• Diferencia.
• Repet ición.
• Arqueología/genealogía .
• Sociedad disciplinaria.
• Muerte del hombre.
• Serie.
EJERCICIOS
1. Ana lizar la cuestión del fun damento desde el punto de vista es-
tructuralista.
2. Comparar la noción de histo ria de Foucault con la de Hegel.
3. Ana lizar los cambios introd ucidos por el estructuralismo en la
noción de sujeto.
4. Comparar las teorías del poder de Foucault con las marxistas clá-
sicas.
113
BIBLIOGRAFÍA
115
TEMA 7
NEOPOSITIVISMO Y METAFÍSICA
117
verdadero método de la filosofía conlleva que «siempre que alguien
quiera decir algo de carácter metafísico, (hay que) demostrarle que
no ha dado significado a ciertos signos en sus proposiciones» (Trac-
tatus, 6.53).
118
las ciencias, y el análisis fi losófico sería en ese sentido un análisis re-
duccionista y parafrástico.
EL ATOMISMO LÓGICO
Por su parte G. Moore lleva a cabo una defensa del sentido co-
mún basada en que hay una serie de proposiciones que conocemos
con toda certeza como verdaderas, como las relacionadas con la
existencia del cuerpo propio en un instante determinado, la creencia
en que ha habido muchos seres humanos que han experimentado
sensaciones parecidas, etc. Moo re en esta defensa del sentido co-
119
mún se basa en el análisis del lenguaje ordinario como método filo-
sófico, dando origen a una tradición anglosajona que llega hasta
nuestros días y que frente al privilegio concedido por Russell, Carnap
y otros a los lenguajes formalizados como medios fundamentales del
análisis filosófico, centran éste en el empleo del lenguaje ordinario
tal como lo emplean los hablantes del m ismo.
120
A partir de los análisis del lla mado segundo Wittgenstein, (el de
las Investigaciones Filosóficas), el lenguaje que en el Tractatus sólo
tenía la función de refigurar la realidad empírica, adquiere una gran
variedad de usos posibles, ligados a los diferentes «juegos de len-
guaje» que tienen lugar en diferentes contextos y en conexión con
diferentes formas de vida. El lenguaje tiene tantos significados como
usos se pueden hacer de él, y esta concepción abre la posibilidad de
un uso ontológico del lenguaje, como análisis de las distintas ma-
neras de concebir el mundo. El lenguaje deja de ser concebido como
una me ra figura de la realidad para convertirse en un instrumento
capaz de muchos usos diferentes. La nueva postura de Wittgenstein
encuentra su eco en la concepc ión de la filosofía como análisis del
lenguaje ordinario, que ha abandonado la pretensión de traducir di-
cho lenguaje ambiguo e imp reciso a un lenguaje formalizado, y que
se limita al análisis informal del lenguaje.
RYLE Y QUINE
Uno de los filósofos analíticos del lenguaje que ha tenido más in-
fluencia ha sido G. Ryle, el cua l ha pretendido en su obra elaborar
una especie de «geografía lóg ica» o teoría de las categorías que
subyacen en el uso ordinario del lenguaje. Las palabras tienen un
uso normal en el lenguaje que constituye su metier y los problemas
filosóficos surgen cuando conceptos que tienen cometidos lingüís-
ticos distintos se interfieren provocando lo que Ryle denomina «Con-
flictos de categorías» que dan lugar a «dilemas». En dichos dilemas
se produce el enfrentamiento entre distintos puntos de vista que ri-
valizan entre sí, pero q ue se pueden atenuar e incluso disolver
cuando se logra comprender que tal enfrentamiento no existe si se
respetan las fronteras de cada punto de vista, y que dicho problema
sólo surge cuando se pretende reducir un enfoque al otro. Dilemas
típicos analizados por Ryl e son los que surgen· cuando se confronta
la visión de la realidad propia del sentido común con la propia de la
concepción científica de la m ism a. Una correcta categorización de la
realidad , en el sentido del esta blecimiento de una «cartografía con-
ceptual» adecuada basada en el uso habitual de los términos propios
del lenguaje ordinario, co nju ra la posibilidad de los errores catego-
riales que dan lugar a los problemas metafísicos.
121
Por su parte Carnap en sus an álisis de Semántica, distingue entre
cuestiones internas a un lenguaje determinado y cuestiones externas
a dicho lenguaje; mientras que las primeras son cuestiones semán-
ticas, propias de la teoría del leng uaje considerado, las segundas son
cuestiones pragmáticas referentes a la adm isión o no de un marco
lingüístico determinado, y Carnap las denomina ontológicas. Los pro-
blemas filosóficos surgen cuando se m ezclan ambos tipos de cues-
tiones de forma parecida a los confl ictos categoriales de Ryle. Aquí
vemos cómo las cuestiones onto lóg icas, es decir, las referidas a la
admisión o no admisión de ciertos elementos como realmente exis-
tentes, son cuestiones pragmáticas que exigen una decisión que
tiene en cuenta los intereses teór icos del que realiza dicha decisión.
Ouine hablará de compromiso ont ológico para referirse a la decisión
que adoptamos de admitir o no admiti r la existencia de ciertos ob-
jetos y no de otros. Quine relacio na la admisión de entidades con la
cuantificación de las variables de nuestro lenguaje, de manera que
para él, «ser es ser el valor de una vari able». Una teoría se compro-
mete con aquellas entidades que pueden satisfacer las variables de
la teoría, de forma que las afirma ciones hechas en dicha teoría sean
verdaderas. Las cuestiones ontol ó gicas son pragmáticas en el sen-
tido de que podemos cambiar la ontología, es decir, las entidades
aceptadas en nuestra teoría, pag ando el precio de cambios correla-
tivos en la complejidad o simplici dad de la teoría. Una ontología po-
bre suele implicar una complejida d grande de la teoría y una ontolo-
gía rica una mayor simplicidad de la teoría. Por otra parte la ontolo-
gía es siempre relativa a un marco teórico que actúa como teoría de
fondo aceptada inicialmente e inescrutable en última instancia, y
además dicha ontología es relativa en el sentido de que depende del
manual de traducción elegido para pasa r de la ontología considerada
a la teoría de fondo. La relativida d onto lógica se relaciona en Ouine
con su teoría de la indeterminación de la traducción según la cual
«es posible confeccionar manual es de traducción de una lengua a
otra de diferentes modos, todos compatibles con la totalidad de la
evidencia comportamental, pero incompatibles entre sí», y con su
teoría de la inescrutabilidad de la referencia , según la cual la indivi-
duación de los objetos no se pu ede basar sólo en la ostensión di-
recta, sino que exige un compromiso o ntológico contenido en el len-
guaje y que se fundamenta en el empleo de nombres comunes,
cuantificadores, partículas demostrativas, etc.
122
imprescindibles en Matemáticas, pero rechaza el uso de términos
abstractos singulares que al con t rario de los anteriores nos compro-
meten con la admisión de ent idades abstractas. Se puede admitir la
noción de círculo, pero no la de circularidad. En relación con esta
cuestión se plantea también la ex istencia o no de proposiciones dife-
rentes de las oraciones concretas. Para algunos autores como Rus-
sell, Carnap, Church y otros que siguen a Bolzano y Frege, hay pro-
posiciones que serían lo sign ificado por las diversas oraciones sinó-
nimas y que es lo susceptible de ser verdadero o falso, y además el
objeto de las aseveraciones y la s creencias. Frente a esta postura el
nominalismo finitista de Ouine, Goodman y Scheffler piensa que
puede pasarse sin proposiciones, admitiendo sólo los casos particu-
lares y concretos de oraciones. Lo cierto es que aunque esto último
sea posible, la teoría resultante sería enormemente complicada y di-
fícil de aplicar, por lo que ciertas dosis de platonismo como la admi-
sión de proposiciones puede ser más conveniente de cara a la sim-
plicidad de nuestra teoría ontológica. (Cf. A. Church, «Proposiciones
y oraciones» e l. Scheffler, «lnscripcionalismo y cita indirecta»,
ambos en Semántica Filosófica co mpilada por Th. M. Simpson.)
IDENTIDAD Y SINONIMIA
123
o falsa, cosa que no sucede con la primera. Para Russell las descrip-
ciones son símbolos incompletos que no significan nada por sí solos
sino que necesitan un contexto para ser significativos al contrario
que los nombre propios. Por otra parte, respecto al problema de la
existencia Russell afirma que sól o donde intervienen funciones pro-
posicionales es posible afirmar la existencia de algo. La existencia de
un individuo '10 está ligada a que podamos nombrarlo, sino a que
podamos describirlo. Una descri pción exige que el objeto descrito
exista, cosa que no sucede con un mero nombre. «El autor de Wa-
verley existe» envuelve la funció n proposicional «X escribe Waver-
ley» y para que la persona que escribe Waverley exista es preciso
que la función proposicional alud ida sea verdadera por lo menos y a
lo sumo de un X. Es decir, debe existi r uno y sólo un X que haya es-
crito Waverley.
124
tidad, uno de sus términos puede sust1tu1rse por el otro en todo
enunciado verdadero y el resultado será también verdadero». Pero
no es difícil encontrar contra-ejemplos de este principio, que nos lle-
van a exigir que la sustituibilidad aludida sea puramente designativa,
es decir, tal que en ella el nombre sustituido se refiera simplemente
al objeto designado y no dependa a su vez de la forma de dicho
nombre. La sustituibilidad puede fallar cuando la figuración del nom-
bre propio en una frase no es puramente designativa, sino que
forma parte del nombre de una expresión. Dados «Cicerón = Tulio»
y "«Cicerón» contiene seis letras ", si sustituimos Tulio por Cicerón
en la segunda frase, obtenemos una falsedad. Dentro de comillas así
como en los contextos «ignora que ... », «cree que ... », «sabe que ... »
etc., los nombres no figuran de manera puramente designativa y no
pueden ser sustituidos alegremente.
125
ciado es verdadero si y sólo si el enunciado original es analítico».
Kripke ha continuado este planteamiento en su obra «Nombre y Ne-
cesidad» a partir de la consideración de los nombres propios como
designadores rígidos que se refi eren siempre al mismo objeto, en
cualquier situación. Para Kripke, que sigue .en esto a Mili, los nom-
bres propios no tienen significado, y se imponen mediante un bau-
tismo inicial que fija la referencia del término sin proporcionar nin-
gún sentido y luego se conserva por tradición. Por otra parte Kripke
separa la noción metafísica de necesidad de la noción epistémica de
a priori, admitiendo la posibilidad de verdades necesarias cognosci-
bles a posteriori y de verdades contingentes conocidas a priori como
es el caso de definiciones convencionales que fijan la referencia me-
diante un bautismo inicial.
LA CUESTIÓN MENTE-CUERPO
- Otra teoría defiende que los hechos mentales y los hechos fí-
sicos correspondientes son dos aspectos de una única subs-
126
tancia. Esta teoría defi ende que los hechos mentales y los he-
chos físicos correspondie ntes son dos aspectos de una única
substancia. Esta teoría se convierte fácilmente en la teoría de
la identidad, que ident ifi ca los estados mentales con estados
físicos del cerebro, de m anera que ambos estados son el
mismo suceso.
127
día proporcionar recursos heurísticos a la ciencia y además situaba a
ésta en el marco de una concepción g lobal del mundo. Popper ha
ido elaborando por su parte una ontología realista e indeterminista a
la vez, según la cual la ciencia conoce realmente aspectos y parcelas
de la realidad, aunque esta conocimiento sea siempre inseguro y
parcial y además el mundo está abierto, en el sentido de sometido al
azar. En su Post-Scriptum a La Lógica de la investigación científica,
Popper ha desarrollado estas concepciones basadas en el indetermi-
nismo y el realismo. Por otra pa rte Popper ha establecido su teoría
de los tres mundos en el marco de una teoría del conocimiento sin
sujeto cognoscente, donde además del mundo de los objetos físicos
y del mundo de los sucesos mentales y psicológicos aparece un ter-
cer mundo, constituido por los co ntenidos objetivos del pensamiento
cuyo principal componente son las teorías científicas.
128
9. Hay diversas clases de leyes (pluralismo nomológico, hay leyes
causales y leyes estocásti cas).
129
y tecnológicas. La metafísica de G. Bacca es una metafísica enrai-
zada, formulada y basada en una noción del ser de las cosas como
ser en «equilibrio entitativo», sometido a una doble tensión, lo que
va hacia el Ser como proceso de entificación y lo que va a la Nada
como proceso de aniquilación, y que se distingue de la ontología en
que mientras que ésta se basa en un concepto de ser en su estado
propio atemático e inobjetivo, y a parti r de él da cuenta de los entes, la
metafisica en cambio tiene por objeto propio el ente en su diversidad
en tanto que pensable objetiva y temáticamente, lo que hace que la
unidad de la metafísica se realiza sólo analógicamente. Para concluir J.
Muguerza en su artículo introductorio a La concepción analítica de la
filosofía, «Esplendor y miseria del análisis filosófico», enfoca el desarro-
llo de dicho pensamiento centrándolo precisamente en su aceptación o
no como objeto de la filosofía de las cuestiones sustantivas, y en ese
sentido destaca el hecho de que no hay análisis filosófico sin presu-
puestos metafísicos sobreentendidos, y de que junto a un análisis re-
ductor se ha dado un análisis sintético o sinóptico cuyo objetivo de
obtener conclusiones generales acerca del universo no hay forma de
no llamar metafísico. El análisis parafrást ico o clarificador se ha visto
doblado por un análisis sustantivo de inequívoco alcance ontológico.
130
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
• Principio de verificación.
• Pseudoproposición .
• Modo material y modo forma l de hablar.
• Hechos.
• Conflicto de categorías y error categorial.
• Semántica/ pragmática .
• Compromiso ontológico.
• lnescrutabilidad de la referen cia.
• Sinonimia.
• Designador rígido.
EJERCICIOS
131
BIBLIOGRAFÍA
133
B) ONTOLOGÍA
UNIDAD DIDÁCTICA 11
LA REALIDAD
ESQUEMA
139
TEMA 11. SER Y DEVENIR
140
TEMAS
141
de identificación de la experiencia debe presentar para ser efectivo».
Por último, las clasificaciones dependen directamente de criterios
epistémicos de forma jerarquizada.
142
pero por otro, y dado el carácter ontológico fundamental del lagos
griego, es indisolublemente un enfoque ontológico, según el cual
«las categorías son los géneros más generales del ser, son nociones
irreductibles entre ellas e irred uctibles a un universal supremo y
único» como nos dice Tricoten una nota de la traducción francesa.
Como conclusión podemos decir que los tres sentidos que hemos
distinguido de posible significado de las categorías están presentes
143
en Aristóteles: las categorías son formas lingüísticas que expresan
formas del pensamiento y se refieren a las grandes divisiones del
ser. Esta relación indisoluble con el lenguaje introduce un cierto rela-
tivismo en las divisiones categoriales posibles del mundo, ya que,
como afirma Benveniste en el artículo citado, cada lengua recorta el
mundo de forma distinta dando lugar a una variedad de posibles ta-
blas categoriales distintas y todas válidas. La posibilidad de definir
una serie de invariantes categori ales a partir de esta variedad lingüís-
tica la analizaremos después a t ravés de la interpretación semántica
de la gramática generativa.
144
LA TEORÍA KANTIANA DE LAS CATEGORÍAS
145
proporcionada por los conceptos. Sensibilidad y entendimiento, in-
tuición y categorías, son esencia les para producir el conocimiento
empírico. Esto exige que los objetos para poder ser conocidos deben
ajustarse a las condiciones forma les de la sensibilidad y además que
estén de acuerdo también con las condi ciones que impone el pensa-
miento. Dos condiciones pues, para poder conocer un objeto: «Intui-
ción, mediante la cual se da el objeto como fenómeno; concepto,
mediante el cual se concibe un o bjeto correspondiente a dicha intui-
ción» . Y dado que los conceptos puros del entendimiento son las ca-
tegorías, éstas son condiciones f undamentales de la experiencia po-
sible. Ahora bien, dado que todo conocimiento supone una síntesis
de la diversidad en la unidad, y dado q ue las funciones unificadoras
de la experiencia son las categorías, éstas son pues las encargadas
de enlazar a priori y de reunir la diversidad de las representaciones
dadas en la unidad de la apercepción .
Para Kant el enlace no ex.i ste en los objetos, sino que es el pro-
ducto de la espontaneidad del entendi m iento que aparece así como
un filtro ordenador y unificador de la experiencia en un ·mundo único
a través de las categorías. Dicha capacidad de unificación y de sín-
tesis de lo diverso que tiene el entendimiento se basa en lo que Kant
denomina la unidad trascendental de la conciencia consistente en
que la representación Yo pienso debe poder acompañar a todas las
demás representaciones, y ser, por co nsiguiente, una condición obje-
tiva de todo conocimiento, esto hace que «todas las intuiciones sen-
sibles estén sujetas a las categorías com o condiciones sólo bajo las
cuales lo que hay en el las de diverso puede reunirse en una concien-
cia».
Como vemos, para Kant las catego rías son elementos esenciales
de una ontología entendida como teoría del conocimient o, que no
aborda directamente los objetos si no a través de sus condiciones
epistemológicas de posibilidad . Este giro epistemológico y subjetivo
de la ontología t iene lugar a parti r de la fun damental concepción car-
tesiana que convierte al sujeto en el individuo congnoscente y re-
duce el mundo a su imagen, co mo nos dice repetidas veces Heideg-
ger, haciendo prevalecer el enfoque oblicuo (intentio obiqua) sobre
el enfoque recto que va directam ente al ser. La ontología moderna
ha sido fundamentalmente una epistem o log ía en la que se enfrenta-
ban un sujeto y un objeto escindidos entre sí. Frente a esta reduc-
ción de la ontología a la epistem ol og ía se han levantado los enfo-
ques directamente ontológicos que parten de la preem inencia del ser
sobre el ser conocido como el de Heidegger o el de Hartmann y los
enfoques pragmatistas, como el de Ro rty, que rechazan de forma
146
frontal esta reducción de la ontología, e incluso de toda la filosofía, a
una teoría de la representación basada en la metáfora de la mente
como espejo, más o menos deformado, de la naturaleza. La reduc-
ción epistemológica de la ontología confunde la justificación de las
pretensiones del conocim iento con su explicación causal.
147
categoría a la entidad e igualmente sucede con el atributo individua-
lizador. Por otra parte las estructu ras ca tegoriales se conectan con la
experiencia a través de las teoría s científicas, pero son en cierta ma-
nera independientes de ellas ya q ue dichas teorías científicas pueden
ser abandonadas y mantener, sin embargo, la misma estructura cate-
gorial, si la teoría abandonada se sustituye por una nueva que se
adecúa a la misma estructura categorial, lo que nos permite decir
que una estructura categorial es algo más estable y permanente que
las teorías científicas, aunque no sea totalmente inmodificable. Esta
modificabilidad de las estructuras categoriales, nos lleva a que no se
puede defender que una estruct ura categorial determinada es la
única posible.
148
tido a una pregunta o una preg nta que se produce cuando no tiene
sentido seguir preguntando. Por ejemplo, una vez visitados todos los
edificios de la Universidad de Oxford, no tiene sentido preguntar
dónde está la Universidad, ya q ue dicho término no está al nivel de
los términos que designan los edificios, sino que pertenece a otra ca-
tegoría . Ryle considera que los errores categoriales se producen al
construir frases que, aunque so n correctas a nivel sintáctico, no lo
son a nivel semántico po r com binar de manera indebida lo que Ryle
denomina «factores de las oraciones» (sentence-factors). que son su
versión de las llamadas partes de la oración .
149
sión crítica con Ryle. Según este ultimo, dos factores proposicionales
de tipos o categorías diferentes conducirán a proposiciones de
formas lógicas también diferentes, lo cual implica que las expre-
siones «todos» y «algunos», y las expresiones «V» y «O» por ejemplo
pertenezcan a categorías diferentes. Strawson elabora su teoría de
las categorías a partir de la estruct ura sujeto-predicado, y unas veces
considera las categorías como las funciones que desempeñan expre-
siones lingüísticas en sus diferentes combinaciones para dar lugar a
oraciones susceptibles de verdad o falsedad , y otras veces considera
las categorías, más estrictamente, como tipos o clases de predi-
cados. En este sentido último, u na tabla de categorías consiste en
una tabla de predicados y una serie de reglas para comb inar dichos
predicados de manera que no se p rodu zcan expresiones absurdas, lo
que supone que estas reglas so n semánticas. Por otra parte po-
demos dar una serie de criterios para distinguir entre expresiones
con función de sujeto y expresiones con función de predicado:
Para concluir con esta somera rev1s 1on del enfoque analítico so-
bre el tema de las categorías, que realizamos siguiendo más o
menos el estudio que A. Alemán Pardo lleva a cabo en su obra Teo-
ría de las categorías en la filosofía analítica, planteamos el problema
central para la semántica inspirada por la gramática generativa de la
existencia o no de universales lingüísticos, entendidos como los ele-
150
mentas innatos que posi bilitan que un individuo aprenda cualquier
lenguaje humano . Estos un ive rsales lingüísticos pueden ser for-
males, es decir, relaciona dos co n las reglas gramaticales o sustan -
tivos, relacionados con el léx ico empleado por las lenguas humanas
y se agrupan en sintácticos, sem ánticos y fonológicos. Dichos univer-
sales lingüísticos pueden ser co nsiderados como categorías, pero pa -
rece preferible restringir este término a los universales semánticos,
analizados principalmente por Katz y Fodor. Según estos autores,
cada elemento léxico contiene u n rasgo sintáctico , que será la parte de
la oración a la que pertenece (substantivo, adjetivo, etc.) y tantos mar-
cadores semánticos como distintos sentidos posea en una lengua da-
da.Cada marcador semántico im pone una retricción selectiva que indica
a qué t ipo de objetos pu ede atribuirse cada sentido del término. El
no tener en cuenta estas rest ricciones puede producir anomalías se-
mánticas o errores categ o ria les El significado de cada término está
constituido por el conjunto de sus diferentes sentidos. Las restric-
ciones a las que están som eti d as las palabras están ordenadas de
manera que una palabra que esté sometida a la restricción selectiva
«Humano» estará tambi én so m etida a las restricciones selectivas
«Animal», «Viviente» y «Cue rpo físico», lo que permite cada vez que
aparezca «Humano» suprim ir por redundancia semántica todos los
demás términos.
151
OTRAS TEORÍAS CATEGORIALES
152
se refiere a que las categorías de los estratos superiores están fun-
dadas en las del estrato inferior, pero no a la inversa . La teoría cate-
gorial de Hartmann se concibe como un sistema abierto que recoge
las aportaciones de la ciencia moderna en un enfoque ontológico de
tipo tradicional.
153
máticas que semánticas, se refieren a circunstancias, fechas, mo-
mentos. Estas nociones deleuzianas se organizan en sistemas
abiertos y configuran mapas, da ndo lugar a una cartografía que se
puede utilizar teórica y prácticament e como una máquina de guerra.
154
CONCEPTOS FUNDAMEN TALES
• Categoría.
• Categorías modales.
• Error categorial.
• Marcador semántico.
• Leyes categoriales.
• Pensamiento acategorial.
EJERCICIOS
155
BIBLIOGRAFÍA
157
TEMA9
159
tratado dice: «Por consiguiente, A posiblemente no pertenece a nin-
gún B. Este silogismo no establece la posibilidad tal como la hemos
definido, sino más bien en el sentido de la no-necesidad de dicha
pertenencia, esto es, en el sentido de que A no pertenece necesaria-
mente a ningún 8». Kneale afirm a que fueron razones de tipo metafí-
sico las que llevaron a Aristóteles a da r más importancia a la noción
de contingencia que a la posibilidad, y a que la distinción entre lo ne-
cesario y lo imposible por un lado, y lo fáctico por otro es clave en
su ontología. Lo contingente sería, pues, aquello que es posible y no
necesario a la vez. Esta distinción será clave también en la lógica y la
metafísica de tipo creacionista medieval, para poder afirmar la reali-
dad no necesaria del mundo, sino meramente contingente. Se puede
resumir la teoría de la modalidad aristotélica en el siguiente cuadro
que tomamos de Kneale.
160
las proposiciones sin ana liza r que es la base requerida para una ló-
gica modal y que fue desarrolla da por los estoicos.
161
una lógica temporal que incluye la posibilidad de cambio de los va-
lores de verdad de las proposiciones según el tiempo en que se emi-
ten éstas. No todo lo que será verdadero mañana, y por lo tanto ha-
brá ocurrido, es verdadero hoy, ya q ue muchas de las cosas que
sucederán mañana, hoy son solamente posibles y no necesarias,
como querían los megáricos.
162
cuestión epistemológica de la realidad se refiere a las condiciones de
posibilidad de la existencia de los objetos reales; es decir, es una
cuestión trascendental, que pa ra plantear en su totalidad debería
contener no sólo la pregunta de cómo debe ser el sujeto para que
pueda captar algo como real, sino también cómo debe ser el objeto
para poder ser captado como real por el sujeto. Tenemos en la reali-
dad pues un polo subjetivo, li gado de manera fundamental con la
cuestión de la síntesis de lo diverso, y un polo objetivo ligado con la
cuestión de la cognoscibi lidad de los objetos en una experiencia po-
sible. La cuestión epistemológica se encuentra pues relacionada di-
rectamente con las cuestiones ontológicas de la constitución del
sujeto y del objeto que hacen posible el conocimiento. La considera-
ción ontológica es primaria en el sentido de lo que Hartmann deno-
mina consideración «supra obj etiva» del ser, es decir, la considera-
ción del ser independientemente de su ser conocido por un sujeto. El
ser es algo pleno e independ iente de su cognoscibilidad, aunque
este ser supraobjetivo, por defi nición, sólo puede ser postulado y no
conocido, porque es el ser antes de su conocimiento.
163
como Habermas, han dado de la noc1o n de sujeto trascendental to-
mada de Kant y de Husserl, que este sujeto no puede ser individual,
es decir, no coincide con el sujet o em p írico concreto, y además que
dicho sujeto está mediado por el leng uaje. La subjetividad trascen-
dental es pues intersubjetiva y li ng ü ística, y para ello es real aquello
que puede ser objeto de un consenso obtenido mediante un diálogo
libre de coerción y no persuasivo por parte de los miembros de una
comunidad ilimitada de comunicación, o dicho de otra manera, lo
que es real sólo puede establecerse mediante una comunicación in-
tersubjetiva que cumpla las exig encias de una situación ideal de diá-
logo. La noción de realidad por su po lo subjetivo, exige pues, una
noción dialógica y no monológica de la racionalidad, ya que ésta no
logra escapar al peligro del sol ipsism o y por su polo objetivo, una
noción de objeto como captable a la la rga por la comunidad humana
considerada como comunidad cognoscente y experimentadora.
164
del que estaba privada la mera posibilidad formal, es ya por sí
misma la necesidad: «lo que es realmente posible, ya no puede ser
de otra manera; en estas determinadas condiciones y circunstancias,
no puede acontecer algo diferente». «La posibilidad real y la necesi-
dad son diferentes sólo en apariencia ... » La necesidad real contiene
en sí misma la contingencia, al ser es ya necesariamente pero podría
haber sido de otra manera. Frente a la necesidad real surge la nece-
sidad absoluta como el deveni r propio de aquélla, como su propio
ponerse: «como necesidad real ella es el ser-superado de la realidad
en la posibilidad y viceversa». Como vemos para Hegel el movi-
miento dialéctico va de la posibilidad a la necesidad pivotando sobre
la realidad.
165
ria se concibe de forma dinámica, siguiendo la tradición de la iz-
quierda aristotélica, como conten iendo en germen las formas futuras
aún no desplegadas. Es la acción humana quien va extrayendo las
formas de la materia en la que estaban latentes como posibilidades
objetivas, pero que requieren dicha actividad para realizarse definiti-
vamente. La tensión entre realidad y posibilidad se resuelve en una
gradación del ser que presenta siempre una dimensión de apertura
hacia la utopía. En su última obra Experimentum mundi, Bloch pro-
pone una teoría de las categorías como enunciados (Aussagen) en-
tendidos en su sentido literal (Aus-sagen) como formas de «decir
fuera», como intentos aún escon didos de un mundo que se presenta
como una pregunta abierta, como un enigma. Volvemos a ver aquí la
relación entre posibilidad y materia detectada ya en Aristóteles y
además una interpretación abierta y utópica de la concepción dialéc-
tica hegeliana y marxista.
166
luta del En-Sí. «No hay d iferencia entre el ser del hombre y su ser-li-
bre». La realidad humana es libertad y por tanto, proyecto, decisión,
elección, acción, compromiso. M ientras que el En-sí se limita a ser
simplemente, el Para-sí tiene q ue ser, su ser es tarea, proyecto, por-
que se determina a sí m ismo como un «defecto de ser». «El propio
Para-sí se determina perpetua m ente a sí mismo a no ser el En-sí».
En el para-sí hay siempre una carencia, una falta, por lo que se abre,
por un lado a los va lores y por otro a la posibilidad. El Para-sí está
relacionado y referido a los va lores como aquello que no es y, sin
embargo, es de manera incond icional, y además está abierto a los
posibles, que «surgen sobre el fondo de nihilización del Para-sí».
LA POSIBILIDAD EN LEIBNIZ
167
cado de forma tal que resultara maximizada la pluralidad de seres
distintos en todas las gradaciones posibles.
NECESIDAD Y DETERMINISMO
168
El camino que va de Parménides con su ser estático y necesario a
la noción de potencia aristotélica como exigencia para explicar el
movimiento, debe ser recorrido a la inversa si se rechaza la idea de
un ser dinámico, y esto es lo que ha realizado E. Severino, cuyo re-
torno a Parménides viene requ erido por su rechazo de la dialectici-
dad y dinamicidad del ser, y po r el hincapié puesto en la categoría
de necesidad, frente a toda noción de posibilidad, basada en último
término en la noción de algo intermedio entre el ser y la nada.
169
llas que definen la esencia de la cosa y permiten que se le pueda
atribuir un nombre fijo y por tanto son necesarias (Cf. Nombre y ne-
cesidad).
170
ciones del sol. Al ignorar los lazos que los unen al sistema total del
universo, se los ha hecho depender de causas finales o del azar, se-
gún que ocurriesen o se suced ieran con regularidad o sin orden apa-
rente, pero estas causas imag inarias han ido siendo descartadas a
medida que se han ido ampli ando las fronteras de nuestro conoci-
miento, y desaparecen por completo ante la seria filosofía que no ve
en ellos más que la expresión de nuestra ignorancia de las verda-
deras causas». Esta concepci ón rigurosamente determinista se ha
puesto en cuestión debido a los descubrimientos de la mecánica
cuántica, por un lado, y por el papel que el azar desempeña en la ter-
modinámica de los sistemas complejos, especialmente los seres
vivos y las sociedades humanas. Todo esto nos lleva a la concepción
actual de un mundo abierto en el que no todo está previsto y en el
que azar y necesidad se combi nan de forma creadora.
171
mente complicado que aunque lo tengamos definido con prec1s1on
no nos sirve para predecir, y po r tanto el comportamiento del sis-
tema parece caótico. Prigogine, frente al determinismo de Thom,
opone un universo cuyas leyes básicas serían la inestabilidad, el azar
y la irreversibilidad, un universo evolut ivo cuya realidad no puede
ser devuelta a la identidad.
172
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
• Contingencia/posibilidad.
• Necesidad/realidad.
• Virtual.
• Potencia/acto.
• Lógica temporal.
• Juicios asertóricos/problemát icos/apodícticos.
• Objeto y objetivo (Meinong) .
• Efectividad (Wi rkl ich ke it)/facticidad (Tatsach 1ich keit).
• Libertad/determinismo .
• Componibilidad de los posibles.
• Gran Cadena del Ser.
• Probabilidad.
• Caos determinista y azar.
EJERCICIOS
173
BIBLIOGRAFÍA
175
TEMA 10
ESENCIA Y APARIENCIA
177
pues, una relación básica entre la esencia y la apariencia ya desde el
origen.
178
Como vemos los griegos m antuvieron una tensión entre esencia
y apariencia, concebidas am bas como dos fuerzas trabadas y
opuestas a la vez. Sin em bargo esta tensión se rompió a partir de la
sofística y de Platón, especia lm ente de este último que introdujo un
abismo, yn jorismós entre esencia y apariencia, quedando ésta en el
mundo de aquí abajo y marcha ndo aquélla a un mundo separado : el
mundo verdadero de las Ideas. Esta separación será mantenida y
aún amplificada por el pensamiento cristiano, que identificó la esen-
cia con Dios y la apariencia con las criaturas, quedando definitiva-
mente este mundo situado fr.e nte a un más allá trasmundano.
179
como aquello por lo cual la realidad es tal cual es, es decir como
constituyendo la «talidad» de la cosa y como aquello por lo cual la
realidad es real, es decir, como la «trascendentalidad» de la cosa.
180
riencia, es decir, a lo incondicio nado. El mundo como idea es tras-
cendente, sobrepasa los fenómenos, de los que constituye su totali-
dad completa y sistemática.
181
Marcuse en su articulo sobre El co ncepto de esencia de 1936
afirma que con Hegel surge una teo ría dinámica de la esencia, en la
que ésta tiene historia, es un proceso en el que «el ser mediado es
puesto a través de la superació n del ser no mediado». El concepto
de esencia es un concepto crítico, ya q ue med iante él podemos ase-
gurar que las cosas no son en real id ad lo que demuestran ser; es de-
cir, que su existencia inmediata no se corresponde con lo que ellas
son en sí mismas. «El movimient o de la esencia tiene la misión de
destruir esta mala inmediatez y d e afirm ar la esfera de los seres (das
Seiende) como lo que es en sí m isma». La esencia no es algo ya
dado, sino un resultado que ha llegad o a ser en relación conflictiva
con las categorías de lo no ese ncial, de la ilusión y la apariencia.
Aunque Marcuse afirma que la con cepción dinámica e histórica de la
esencia desarrollada por Hegel no llega a dar fruto porque el movi-
miento al que se refiere Hegel no es el movimiento real sino un
mero movimiento interno al pen samiento, su visión de Hegel es ex-
cesivamente favorable según nuestro punto de vista.
182
positivistas y cientificistas del marxismo (Althusser, Della Volpe) han
privilegiado el segundo; y las concepciones más éticas del marxismo
han privilegiado el tercer senti do al enfrentar el socialismo como
modelo utópico de la Patria (Bloch). y por lo tanto realidad esencial
última, a una sociedad clasista que al confrontarse con aquel ideal
aparece como una mera apariencia transitoria.
Para no caer en una kantian ización del marxismo por evitar caer
en su hegelianización, debemos destacar que el teleologismo de Marx
generalmente es bastante comed ido y, en oposición a todo utopismo
y moral ismo abstractos, no plantea metas ideales a conseguir, sino
«metas finitas» que se pu eden conseguir mediante «medios finitos».
La teoría es la que determina el campo de posibilidades en el que
nos movemos y marca por tanto los fines proponibles, en dirección,
claro está, al fin último del socia lismo, que no se ve como un ideal
moral o como una simple idea regulativa, sino como una posibilidad
objetiva derivada de la acción revolucionaria de las masas. El polo
hegeliano (la necesidad) y el po lo kantiano (el ideal moral). se equili-
bran en el marxismo, distinguiéndolo de todo optimismo histórico y
de todo deontologismo abstracto; históricamente, sin embargo, los
marxistas se han apoyado en uno u otro de los polos según la situa-
ción.
183
epistemológica estática entre esencia y hecho surge una relación cri-
tica y dinámica entre esencia y apariencia como parte de un proceso
histórico» (El concepto de esencia). En el marxismo la relación esen-
cia-apariencia está ligada con una actividad transformadora que pre-
tende desvelar las apariencias para que surja la esencia, o romper
las apariencias para construir la esencia como concluye Marcuse:
«todos los conceptos materialistas contienen una acusación y un im-
perativo».
184
Nietzsche hace un elogio de la superficialidad, de la apariencia
frente al mundo de las esencias platónicas, pero esto sólo lo hace
para destacar que este m undo es el único real, ya que las propie-
dades at ribuidas al «mundo verdadero» son los atributos de la nada;
por otra parte defender un reino «ultramundano» opuesto a este de
aquí abajo, es un producto del odio y el rencor contra la vida, es un
signo de decadencia (El crepúsculo de los ídolos, «La razón de la filo-
sofía, 6) .
185
constituye ya el anunciarse de algo que no se muestra a t ravés de lo
que muestra, como el anuncio de algo que permanece no revelable.
Como nos dice Perniola (La Socíetá deí símulacrí), «mientras que en
Heidegger lo que se muestra abso rbe en sí m ismo la me ra aparien-
cia, en Klossowski la mera aparienci a deja de ser tal porque absorbe
todo "en sí mismo", toda origina riedad ». El movimiento hacia lo que
es propio, presente en Heidegg er (y Vattimo) está completamente
ausente en Klossowski (y Deleuze) que privilegia el momento de lo
extraño y lo ajeno frente al de lo propi o y lo auténtico . La autentici-
dad se disuelve en el movimiento del eterno retorno de la diferencia
y la repetición. A la fenomenología hermenéutica se sustituye una
semiótica pulsional, que privilegi a el m omento de lo real identificado
con el simulacro. No hay engañ o en el simulacro que no oculta lo
que es y que se da como tal , co m o el producto del juego de fuerzas
moleculares del deseo.
186
poco conforta, redime, ni obliga, pues ¿a qué podría obligarnos algo
que nos es desconocido? .. (Alba . Primer bostezo de la razón. Canto
del gallo del positivismo)».
187
de forma pos1t1v1sta e idealista, quizás lo mejor sea jugar 1ronica-
mente con ella, aceptando que a las apariencias actualmente exis-
tentes se puede oponer una esencia construida, provisional, que nos
sirva para obtener otras apariencias, a las cuales someter otra vez al
mismo proceso, y así sucesivamente. No hay una esencia que desve-
lar de una vez por todas, pero sí que hay muchas apariencias que
transformar y esto no es posible si se renuncia a esta distinción, aun-
que sea provisional e históricamente establecida.
188
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
• Esencia.
• Apariencia.
• Desvelar.
• Jorismós.
• Fenómeno/noúmeno.
• Quidd itas.
• Simulacro y simulación.
• Mundo verdadero .
EJERCICIOS
189
BIBLIOGRAFÍA
191
TEMA 11
SER Y DEVENIR
193
que se mide, sin embargo, gracias a las regularidades natura les. Ele-
vando estas intuiciones al plano del pensam iento filosófico, tanto He-
ráclito y Parménides como Platón que pretende sintetiza rlos, elabo-
ran una noción del tiempo en el que su ca rácter lineal, ligado a las
vicisitudes de la vida humana, queda postergado a una noción de
presente eterno que rechaza el m ovim iento y el devenir y que a lo
más se deja expresar mediante la fi g ura del círculo del eterno re-
torno (Cf. C. Egger, Las nociones d e tiem po y eternidad de Homero y
Platón).
Una noción más positiva del deveni r, ligado a una noción distinta
del tiempo, surge en el pensami ento judío y de ahí pasará al crist ia-
nismo. El tiempo hebreo es disco ntinuo y no se deja expresar me-
diante la noción de círculo, ya q ue está marcado por los momentos
esenciales de la Creación, el Pecado y la Redención . Es un tiempo
heterogéneo, no es igual el tiem po del Pecado que el tiempo de la
Redención. Además, el hombre judío ti ene algo que hace r, al contra-
rio que el griego, tiene una misió n: contribuir a su salvación y a la
de todos los hombres. Esta idea de m isión revaloriza la acción hu-
mana frente al pensamiento griego, que privilegiaba la vida como
teoría, como contemplación. La creación se considera no acabada y
el hombre tiene la misión de completarla, además de cont ribuir a eli-
minar los resultados del Pecado, haciéndose digno de la redención.
194
lingenesia) admite el surgim iento de la novedad, y por otra parte en
el pensamiento cristiano, por ejemplo, en la segunda Epístola de Pe-
dro, se mantiene una versión cosmológica del ciclo de las destruc-
ciones y regeneraciones (Cf. G. M arramao, Potere e secolarizzazione).
Si bien se puede oponer esquemáticamente, concepción moderna
(judeo-cristiana) del tiem po y concepción antigua, como concepción
lineal y escatológica y concepción cíclica del tiempo respectiva-
mente, la cuestión es bast ante m ás compleja de este esquematismo.
195
previsible. La ciencia moderna su rge para reducir la imprevisibilidad
del acontecer y someterlo, al menos en parte, al pensamiento y a la
acción humana.
196
cial, es propuesta en primer lugar por Kant, que en su opúsculo
¿Qué es la Ilustración?, plantea precisamente la cuestión del pre-
sente, la cuestión de la actualidad como tema filosófico esencial,
como nos recuerda Foucault en su curso de 1983 sobre este texto
kantiano. Pero será Hegel desde su juventud el que desarrollará una
ontología del devenir de forma sistemática y completa, a partir de las
nociones de Vida primero y de Espíritu después. Con Hegel la histo-
ria recibe una fundamentación ontológica que concibe al Ser como
Devenir, como movimiento dialéctico que recoge lo positivo y lo ne-
gativo, lo finito y lo infinito en un único movimiento. La concepción
lineal y la cíclica de la historia se reconcilian en Hegel; pero, sin em-
bargo, el compromiso burgués de Hegel, le impide relativizar su pro-
pia posición que queda al final absolutizada como el fin de la histo-
ria. La ontología del deveni r queda pues bloqueada y clausurada.
Esta paralización de la historia que encuentra su culmen en el estado
prusiano como Reino ya alcanzado de la libertad, unida a su idea-
lismo que no hace más que conceder el estatuto de racionalidad a la
realidad de su época con lo que recae en un positivismo acrítico,
lleva a que su método tenga q ue ser reformado desde un punto de
vista crítico y materialista, y esa será la tarea del marxismo en el
campo de la historia.
DEVENIR Y EVOLUCIÓN
Una ontología del devenir tiene que explicar por un lado la evolu-
ción natural y por otro la evolución humana histórica. En los si-
glos XIX y xx, darwinismo y marxismo han cumplido este cometido,
elaborando el uno una teoría de la evolución biológica y elaborando
el otro una teoría de la evoluci ó n histórica o filosofía de la historia.
Primero analizaremos las contribuciones del evolucionismo biológico
y posteriormente las contribuciones marxistas sobre la evolución so-
cial, desde el punto de v ista respectivamente de una filosofía de la
biología y una filosofía de la historia, ambas de alcance ontológico.
197
para sobrevivir. Esta lucha «es inevitable debido a la rapidez con que
todos los seres vivos tienden a m ultiplicarse», y a la limitación de la
cantidad de alimentos. Aquí Darwin retoma las teorías de Malthus y
proyecta inconscientemente a la v ida nat ural las condiciones sociales
de vida imperantes en la Inglaterra de su tiempo. Dado que los indi-
viduos no son completamente igua les sino, al contrario, muy va-
riados aun dentro de la misma especie, algunas variaciones serán
más útiles que otras para la supervivencia, lo que facilitará su trans-
misión a los descendientes. Utilizando como modelo la selección ar-
tificial que el hombre lleva a cabo entre las plantas cultivadas y los
animales domésticos, Darwin establece una selección natural en la
que la naturaleza selecciona los m ás aptos para sobrevivir; la selec-
ción natural es : «la conservación de las diferencias y de las varia-
ciones individuales favorables y la el imi nación de las variaciones no-
civas» (El origen de las Especies). Este proceso lento y callado de la
naturaleza es el que explica el su rgimiento y la evolución de las dis-
tintas especies orgánicas.
198
concepc1on genealógica como interpretación valorativa producida
por una voluntad de pod er entendida esencialmente como fuerza vi-
tal. El nuevo modo de pensar del filósofo alemán consiste en «un
pensamiento afirmativo, un pensamiento que afirma la vida y la vo-
luntad de la vida» como nos d ice Deleuze en su obra Nietzsche y la
filosofía. El vitalismo de Nietzsche también está presente en su teoría
del eterno retorno, que por un lado es una teoría cosmológica y fí-
sica, y por otro es una teoría ética, selectiva, ya que sólo torna lo
más excelso, y por último es una teoría ontológica que afirma el ser en
el devenir, o mejor dicho, afirma el ser como devenir, como devenir se-
lectivo de las fuerzas activas, las únicas dignas de retornar. «El eterno
retorno como doctrina física afirma el ser del devenir, pero, en tanto
que ontología selectiva, afirma este ser del devenir como "afirmán-
dose" en el devenir activo». La vida es el concepto fundamental de
Nietzsche, y ese concepto es inseparable del devenir. La vida es la
clave también del pensamiento, que debe ponerse, si no quiere ser
reactivo, al servicio de la vida deviniendo así algo activo, un medio
para potenciar y desarrolla r la vi da; la verdad misma está al servicio de
la vida, del despliegue del deveni r, entendido como el desarrollo de las
fuerzas activas. Igualmente en la moral, lo malo y lo bueno son califi -
caciones referidas a la potenciación o depotenciación de la vida, son
elementos relativos y perspectiv istas, puestos al servicio de la vida y
unos valores últimos a los q ue se debería someter ésta, como en la
tradición occidental. El superh o mbre es el hombre afirmativo, que
afirma la vida en su tota lidad, que asume el devenir y el eterno re-
torno como su prop io desarrol lo. «Eterna afirmación del ser, eterna-
mente soy tu afirmación : pues te amo, oh eternidad» (Ditirambos a
Dionisia). El eterno retorno afirma el devenir y el ser al mismo
tiempo, afirma el ser como el laberinto del devenir, como la afirma-
ción de lo múltiple, del devenir y del azar, en la afirmación del eterno
retorno. Vemos tanto en Berg son como en Nietzsche un vitalismo
entendido como filosofía de l devenir en tanto que actualización y di-
ferenciación de las fuerzas acti vas, en tanto que afirmación creadora
de la novedad y la irreversibilidad .
199
devenires que a las grandes oposiciones molares a nivel de los indi-
viduos o las clases. La genealogía se ocupa de los devenires, mien-
tras que la historia se ocuparía de las evoluciones macroscópicas.
Ambos movimientos son necesarios, pero han sido Deleuze y Fou-
cault los que han descubierto la importancia de estos aspectos mi-
crofísicos del poder y la historia que complementan los análisis ma-
croscópicos típicos de la tradición marxista. Ambos enfoques no se
oponen sino que se complementan , y los dos han de ser tenidos en
cuenta en una ontología histórica q ue analiza el ser como devenir.
200
que la base económica determina en cierta manera la superestruc-
tura política, cultural e ideológica de la sociedad y la idea de que la
dinámica social se produce med iante la contradicción existente entre
las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción, que
da lugar al desarrollo sucesivo de distintos modos de producción. La
posibilidad de una evolución social multilineal y no unidireccional
fue prevista por Marx en su correspondencia con los populistas
rusos, y ha permitido el desarrollo de una teoría marxista de las so-
ciedades precapitalistas atenta a las peculiaridades concretas del de-
sarrollo en cada caso.
201
transformarlo en factor de organización. El ruido es la información
no querida que perturba el proceso de comunicación, y aquí se re-
fiere a los aspectos del entorno f ísico que en principio parece no
aprovechable directamente por el sistema de que se trata. La evolu-
ción de los sistemas organizados, biológicos o sociales puede inter-
pretarse como un proceso de autoorgan ización, cuando se produce
un aumento de complejidad a la vez estructural (número de compo-
nentes del sistema) y funcional (número de interrelaciones entre los
componentes del sistema), como resultado de una sucesión de de-
sorganizaciones y flexibilizaciones del sistema, que producen un au-
mento de variedad y una disminución de la redundancia dentro de
dicho sistema (H. Atlan, Entre le cristal et la fumée). La redundancia
consiste en la repetición de componentes o de actuaciones para au-
mentar la fiabilidad del sistema, es decir, para asegurar su manteni-
miento correcto de forma independiente respecto a las variaciones
aleatorias del ambiente. Parece ser que los sistemas complejos nece-
sitan, para ser capaces de adaptarse a las variaciones del entorno,
una cierta indeterminación, es decir, una flexibilidad mínima. Los sis-
temas rígidos no se adaptan bien a un ambiente cambiante.
202
men energía, y no se dan en sistemas cerrados y aislados del am-
biente. Lejos del equilibrio se pueden producir bifurcaciones, es de-
cir, puntos a partir de los cuales el sistema puede seguir evoluciones
diferentes, y la «elección» entre las distintas posibilidades depende
de las fluctuaciones que en esa situación pueden ser de gran magni-
tud, como si el sistema dudara entre las distintas posibilidades. En
estas situaciones lejanas al eq uilibrio la materia adquiere, según Pri-
gogine, cualidades nuevas: co m o la capacidad de enviar información
a distancias macroscópicas, lo que hace que el sistema se comporte
como un todo al «conocer» cada molécula la situación de las demás;
la posibilidad de «percibir» los efectos debidos a las fluctuaciones y
responder a ellos en las bifu rcaciones; y la capacidad de adquirir una
«memoria», lo que supone la definición de un tiempo interno a la
evolución del sistema, independientemente del tiempo externo que
miden los relojes.
Las estructuras disipat ivas generan orden a partir del caos, produ-
cen diferenciaciones espaciales o temporales que suponen la ruptura
de la simetría y de la homogeneidad producida por el aumento de
entropía. En cierta manera los sistemas complejos y, especialmente
los seres vivos, crean organización a partir de la desorganización, y
en ese sentido «invierten» loca lmente el segundo principio de la ter-
modinámica; esto sólo es posible consumiendo energía y además
aumentando el desorden en su ambiente, de tal modo que la suma
total de entropía (es deci r, de desorden) aumente. Las estructuras di-
sipativas tienen un papel fund amental en la explicación del origen y
el mantenimiento de la v ida, al combinar el azar y la necesidad de
forma creadora . El azar crea la fluctuación, que una vez surgida
queda sometida a las leyes necesarias que determinan su amplifica-
ción y estabilización o su amo rt iguamiento y desaparición. Una con-
clusión importante respecto a la nocion del tiempo, es que dado que
la flecha del tiempo viene indicada por la irreversibilidad que indica
el segundo principio de la term od inámica, la inversión local y mo-
mentánea de dicho princip io supone invertir la flecha del tiempo,
aunque estos estados so n t ra nsitorios y exigen el suministro de in-
formación adicional , lo q ue supone un salto de entropía.
203
posibilitar el surgimiento de dicha forma estabie. Es decir, la morfo-
génesis o surgimiento de formas estables supone la existencia de di-
namismos ocultos y discontinuos. Cada discontinuidad de dicho di-
namismo microscópico (catástrofe) da lugar a una forma estable a
nivel macroscópico. La teoría de las catástrofes busca las condi-
ciones de posibilidad del surgimiento de discontinuidades estructu-
ralmente estables y cataloga las catástrofes elementales posibles, y
en el caso en que se cumplen las condiciones, usuales en los casos
prácticos, de que el dinamismo implicado actúa en nuestro espacio-
tiempo de cuatro dimensiones, y este dinamismo responde a una
función de tipo potencial, entonces el número de singularidades po-
sibles, o catástrofes elementales, se reduce a siete. La importancia
crucial de este descubrimiento es que quedan definidas las formas
posibles de morfogénesis en una serie de casos bastante general. La
forma de evolución se ajusta a unos tipos perfectamente determi-
nados geométricamente.
204
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
• Devenir
• Tiempo cíclico/tiempo lineal
• Irreversibilidad
• Proceso
• Evolucionismo
• Evolución divergente
• Devenir molecular
• Teleología
• Escatología
• Paradigma de la comp lejida d
• Sistemas auto-organizados y estructuras disipativas
• Orden mediante fluctu aciones
• Estabilidad/inestabilidad
• Bifu rcación
• Entropía
• Morfogénesis y teoría de las catástrofes
205
EJERCICIOS
206
BIBLIOGRAFÍA
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Seuil, 1979.
BERGSON, H.: La evolución creadora, Madrid, Espasa Calpe, 1973.
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PRIGOGINE l. y STENGERS l.: La nueva alianza. Metamorfosis de la ciencia, Madrid,
Alianza, 1983.
THOM, R. : Estabilidad estructural y morfogénesis, Barcelona, Gedisa, 1987.
207
TEMA 12
LA ESTRATIFICACIÓN DE LO REAL
209
niendo. Según esta visión la realidad se articula en una serie de ni-
veles, cuya organización interna les dota de cierta unidad estructural
que permite distinguirlos entre sí aunque mantengan también ciertas
relaciones o nexos. En el pensamiento contemporáneo, a partir de la
división dicotómica entre naturaleza y espíritu se han propuesto nu-
merosas visiones estratificadas de la realidad que coinciden en sus
grandes rasgos. N. Hartmann, por ejemplo, escinde la primitiva divi-
sión de naturaleza y espíritu en cuatro estratos esenciales: inorgá-
nico, orgánico, psíquico y espiritual. De manera parecida Ferrater
propone una estratificación de lo que hay en cuatro niveles entre los
que se establecen ciertas continuidades: físico, orgánico, social y cul-
tural. Respecto a Hartmann, la variació n más importante reside en
destacar el carácter social de la individualidad humana frente a su in-
terioridad como hace Hartmann, equival iendo en cambio sus catego-
rías de espiritual y cultural, ya que Hartmann utiliza aquel término en
el sentido de espíritu objetivo hegeliano, es decir, como la serie de
productos culturales que trascienden la individualidad psíquica de
los individuos y se objetivan como resu ltados que permanecen más
allá del instante de su producción. M . Bunge, por su parte ofrece una
estratificación en cinco niveles, en la cu al el estrato inorgánico se di-
vide en físico y químico, el estrato orgán ico se denomina biológico, y
el estrato cultural o espiritual se denomina técnico, para destacar el
aspecto productivo y transforma dor de la naturaleza que la cultura
humana posee. En otras estratificaciones no se distingue entre lo
inorgánico y lo orgánico, es decir entre lo físico-químico y lo bioló-
gico, y se unen dichos estratos en uno que agruparía lo "materia l"
en cierto sentido de la realidad . Esto hacen por ejemplo, tanto G.
Bueno como K. Popper.
210
en cierta manera independiente de ambos, y está constituido por las
ideas, es decir por los objetos del pensamiento, por los inteligibilia,
independientemente de que sean o no pensados por mentes deter-
minadas pertenecientes al segu ndo mundo. Independientemente de
los matices que distinguen las concepciones de Hartmann, Ferrater,
Bunge, Bueno y Popper, y que se han materializado en críticas, por
ejemplo de Bueno y Bunge cont ra Popper, de Bueno y Bunge entre
sí, etc., algunos resultados comunes a estas posturas podrían ser:
una concepción pluralista de la realidad (que no renuncia a denomi-
narse materialista en los casos de Bunge, Bueno y Ferrater, aunque
sí en los de Hartmann y Popper); la aceptación, sin embargo, de
nexos entre los distintos estratos (que permiten a Ferrater hablar de
los continuos físico-orgánico, orgánico-social y social-cultural; a Hart-
mann de los nexos a pesar de los hiatos entre los estratos); la expli-
cación del surgimiento de la novedad mediante el emergentismo (en
Hartmann, Bunge y Ferrater, al m enos); el rechazo del reduccionismo
de un nivel o estrato a otro (en todos los autores citados). Las teorías
que ven la realidad como est ratificada son, pues, pluralistas, no re-
duccionistas, no aislacion istas ya que admiten relaciones entre los
diversos niveles y en algunos casos son materialistas, evolucionistas
y sistémicas.
211
nuo intensivo las formas y confo rman las materias transformándolas
en sustancias; en las emisiones de partículas los estratos distinguen
las unidades de expresión y las unidades de contenido; por último,
los estratos separan los flujos y les asignan diversos territorios. Los
estratos se inscriben, pues, en el plano de consistencia, en la sustan-
cia, organizando y estructurando sus modos en diversos niveles.
Cada estrato es una doble articu lación de contenido y de expresión
que se suponen recíprocamente. Lo qu e varía de un estrato a otro es
la naturaleza de la distinción exi stente entre el contenido y la expre-
sión, que puede ser de inducción en el estrato físico, de transducción
en el estrato biológico y de tradu cción en el estrato social.
212
ESTRATOS FÍSICOS Y BIO LÓGICOS
213
planificadora de constructores y programadores». La auto-organiza-
ción supone la interacción entre diferent es niveles de integración, de
manera que se utilizan perturbaci ones aleatorias para crear compleji-
dad funcional, dando lugar a un aumento de la diversidad. El paso
de un nivel elemental a un nivel m ás integrado supone que lo que
está separado y se distingue en el nive l elemental se unifica y reúne
en el nivel superior. El paso del nivel de las moléculas al nivel de los
organismos celulares exige la puesta en común de propiedades que
distinguían a las moléculas d iferentes y que ahora dan lugar a
nuevas propiedades, las de la organ ización celular, que se expresan
a
en términos de información (A tort et raison).
EL ESTRATO SOCIO-CULTURAL
214
siendo un enigma en parte. Para Deleuze, el surgimiento del estrato
de lo social está menos referid o a una pretendida esencia humana
que a una nueva distribución del contenido y la expresión. La forma
del contenido se convierte en al oplástica y lleva a cabo modifica-
ciones del mundo exterior. Por su parte la forma de la expresión se
hace lingüística, es decir, opera por símbolos transmisibles y com-
prensibles en lugar de ser genética como en el estrato orgánico. Los
contenidos se relacionan con la pareja mano-herramienta, y las ex-
presiones con la pareja rostro-l enguaje, como nos dice Leroi-Gour-
han, en Le geste et la paro/e, techique et /angage. El hombre surge
como homo faber y como homo loquens, como animal constructor
de herramientas y como animal lógico, parlante y pensante. La mano
y la laringe se desterritoria lizan, pierden especialización y rigidez, de-
vienen plásticas, adaptabl es, y esto favorece la hominización de los
pre-homínidos.
215
la expresión; dividen el estrato en paraestratos y epiestratos; relacio-
nan un estrato con otro y por último act ualizan la máquina abstracta
en un estrato determinado o abriendo dicho estrato hacia el plano de
consistencia.
216
Hombre y Naturaleza. Este desamparo del hombre es una de las
fuentes, aunque no la única, de su cultura y de su técnica. El hombre
es un ser no dado completame nte, sino que se debe completar, y
por ello es un ser eminentemente proyectivo, que aprovecha su indi-
ferenciación configuracional y sus caracteres neoténicos (persistencia
en la edad adulta de característ icas propias de los cachorros ani-
males, como la curiosidad, el ju gueteo, la indefinición instructiva,
etc.), para crearse un mundo propio (Welt) que no se puede reducir al
mero ambiente (Umwelt) al que están adaptados perfectamente los
animales, como cree Uexküll.
217
cluso invertidas, de manera que se pongan al serv1c10 de fines ex-
traños en principio a su satisfacción di recta. La importancia cultural
de la sublimación de las pasiones fue destacada ya por Freud. El
hombre dispone de un «Superavit pulsional» que puede dirigir, al
menos en parte, hacia la creación cultural y la transformación de la
realidad.
EL PLURALISMO HÍLICO
218
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
• Estrato
• Multiplicidad
• Emergencia
• Información
• Hominización
• Especialización
• Noosfera, cultura y técnica
• Mundo (Welt) y ambiente (Umwelt)
• Pluralismo hílico
EJERCICIOS
219
BIBLIOGRAFÍA
a
ATLAN, H.: A tort et raison, París, Seuil, 1986.
BUENO, G.: Ensayos materialistas, Madrid, Taurus, 1972.
BuNGE, M. : Materialismo y ciencia, Barcelona, Ariel, 1981.
DELEUZE, G., y GuATTARI, F., Mil/e Plateaux, París, Minuit, 1981 .
FERRATER, J.: De la materia a la razón, Mad rid, Alianza, 1979.
GEHLEN, A. : El hombre, Salamanca, Síguem e, 1980.
HARTMANN, N.: Ontología 111. La fábrica del mundo real, México, FCE, 1959.
IBAÑEZ, J .: Del algoritmo al sujeto, Madrid , Siglo XXI, 1985.
MoNOD, J. : El azar y la necesidad, Barcel on a, Tusquets, 1981.
MORIN, E.: Le paradigme perdu: la nature humaine, París, Minuit, 1973.
PARIS, C.: Hombre y Naturaleza, Madrid , Tecnos, 1970.
POPPER, K.: Conocimiento objetivo, Madrid , Tecnos, 1970.
221
TEMA 13
REALIDAD Y MATERIA.
LA CUESTIÓN DEL MATERIALISMO
223
trascendental que sólo puede obtenerse mediante un regreso des-
tructor de las materialidades concretas, y que es una condición de
posibilidad en el progreso que da lugar a dichas materialidades con-
cretas. En el sentido óntico la idea de materia tiene un sentido doctri-
nal, mientras que en el sentido ontológ ico, la idea de materia tiene
un sentido crítico de carácter m ás metodológico. Desde el punto
de vista doctrinal el materialismo afirma que todo es materia en su
pluralidad esencial, mientras que desde el punto de vista metodoló-
gico el materialismo es un imperativo : el imperativo de la inma-
nencia, consistente en la exigencia de no aceptar explicaciones de
tipo trascendente a los fenómenos, y por otra parte, de desarrollar
una idea de materia que sea capaz de acoger la pluralidad de la expe-
riencia.
Por todo ello la idea de materia no puede ser nada fijo, estático,
dado de una vez por todas, sino que evoluciona para ajustarse a los
campos nuevos de la realidad que la ciencia va descubriendo y
creando. El aspecto crítico del m aterialismo queda patente en la vi-
sión de G. Bueno, para el que dicho pensamiento es el resultado de
una metodología crítica: «la crítica a la tesis de la unicidad del ser»,
es decir, a la idea de una armon ía constitutiva del Universo. Desde
este punto de vista la idea de Materia en un sentido ontológico-gene-
ral se presenta como «la Idea de la pluralidad indeterminada, infinita,
en la que no todo está vinculado con todo» (Ensayos materialistas).
La idea de materia se opone pues a todo armonismo cósmico, así
como a todo holismo indiferenciado en el que todo reacciona con
todo. El materialismo debe ser también un estructuralismo, según el
cual los elementos se presentan ordenados en estructuras relativa-
mente independientes entre sí, y cuyos efectos suelen ser locales. No
hay acción a distancia de efectos globa les, sino que las acciones lo-
cales se propagan por contagio próximo . Frente al espiritualismo que
acepta los efectos globales en un mundo ordenado y armónico en el
que todo se puede relacionar con todo, el materialismo sólo acepta
efectos locales entre elementos ordenados en estructuras parcial-
mente aisladas entre sí.
224
a la materia, como la inversión de la ontología general, por la ontolo-
gía especial».
225
gico es pues inatacable desde ese punto de vista, ya que es un ta-
lante en la consideración del mundo y una manera de enfocar éste
que no puede ser refutado por ser un método más que una afirma-
ción acerca de la realidad, y los métodos son útiles o inútiles, pero
no verdaderos ni falsos.
226
e) dentro de los productos culturales figuran métodos que aspi-
ran a servir de criterios para determinar la racionalidad y, en
un último extremo (posiblemente inalcanzable) la universali-
dad de la conducta y del conocimiento ... » (De la materia a la
razón).
227
sido expuesta y formalizada en dos volúmenes (el 111 y el IV) de su
Tratado de Filosofía básica y presenta las siguientes características:
228
cepc1on racionalista de Bunge es una teoría ontológica de la razón.
Por último, en relación con el problema de la justificación de la crí-
tica rac ional, para Popper la adhesión a la razón es el producto de
una decisión previa irraciona l, es el resultado de una fe irracional en
la propia razón; mientras que para Bunge y Ouintanilla de lo que se
trata no es tanto de la justificación racional de la racionalidad como
de la explicación del hecho en que consiste el pensamiento racional,
y en última instancia, la adhesión a la crítica racional se basa en una
concepción de la materia como dinámica, cambiante y creativa, que
permite decir a Quintanilla: «¡Seamos críticos porque la materia es
crítica!». Podemos acepta r esto si entendemos el carácter crítico de
la materia como una capac idad de autocorrección permanente. El
propio Bunge desarrolla su teo ría de la racionalidad en relación con
su posición realista y mate ri al ista en su obra Racionalidad y rea-
lismo .
229
emergente en algunos animales dotados de sistemas nerviosos de
gran complejidad.
230
existencia autónoma separada de sus creadores y usuarios. Para no-
sotros en cambio, dichos productos culturales tienen una cierta exis-
tencia independiente de los usuarios y de los actos concretos en que
se actualizan en sus mentes. En este punto estamos más cerca de
Bueno y Popper que de Bunge.
231
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
• Materia
• Emergentismo
• Dinamicismo
• Inmanencia
• Epifenomenismo
• Teoría de la identidad
• Materialismo cultural
• Materialismo histórico/materia lismo dialéctico
EJERCICIOS
233
BIBLIOGRAFÍA
235
UNIDAD DIDÁCTICA 111
EL PROBLEMA DE LA RACIONALIDAD
ESQUEMA
Modernidad y racionalización.
Mito y razón instrumenta l : la dialéctica de la Ilustración.
El debate sobre la raciona lidad en la disputa del positivismo.
- Acción comunicativa y razón práctica.
239
TEMA 18. CRISIS DE LA RAZÓN E IRRACIONALISMO
240
TEMA 14
LOGOS Y RATIO
241
efecto la razón es la misma». Y al mismo tiempo es el ámbito de lo
inteligible, de lo que permite decir y hablar de algo.
242
mino la costumbre muchas veces intentada de dirigirte con la mirada
perdida y con el oído atu rdido y con la lengua, sino juzga con la ra-
zón el muy debatido argumento narrado por mí». Aquí se observa
una oposición entre la glosa, la lengua, el mero parlotear y el lagos,
la razón que juzga y considera.
243
interioridad es una razón expresada, una reflexión comunicada que
exige y supone la participación de los otros en la comunicación. En
el logos el pensamiento apunta esencialmente a su expresión, es un
pensamiento social. Como nos recuerda J. P. Vernant, el logos es el
instrumento no sólo de la filosofía sino de los debates políticos que
se celebran públicamente en el ágo ra . Es discurso en tanto que pro-
nunciado por los oradores y es razón en tanto que facultad de argu-
mentar. El surgimiento del logos es pa ralelo al surgimiento de la
polis como resultado de un proceso de deshieratización y racionaliza-
ción de la vida social. Las reglas del juego político basado en el de-
bate público son las mismas que las reglas del juego intelectual, y
ambas suponen la puesta en com ún, la participación en un diálogo
vivo y creativo de las leyes y de la razón. El logos surge a partir del
mito, en continuidad con él, pero introduciendo un pensar racional-
mente objetivado, un pensamiento positivo a través de la meditación
de los cosmólogos jonios y un pensamiento abstracto gracias al
Poema de Parménides en el que se introduce por primera vez el prin-
cipio de identidad.
244
EL LOGOS EN LA FILOSOFÍA CLASICA GRIEGA
245
permite a través de las palabras (verbos y nombres) hacer sensible el
pensamiento, de manera que se g ra ba en la palabra que sale de la
boca; por otra parte el logos dete rmi na el todo por sus elementos, y
por último el logos es el poder de diferenciar las cosas unas de otras
y atender sólo a aquello que se nos presenta en cada momento. En
el Fedón también se plantea que dad a la impos ibilidad de alcanzar la
verdad del ser de manera inmediata, nos refugiamos en los logoi, es
decir, en razonamientos sobre las cosa s que son tomándolas como
hipótesis y afirmando como verdadera s las cosas que concuerdan
con dichos logoi ... En la carta VII , Platón considera que hay tres
cosas que permiten alcanzar el co nocimi ento de las cosas: el nombre
(onoma), el logos, entendido como una defin ición formada de nom-
bres y verbos y la imagen (eidolon ). A estos tres elementos se une el
conocimiento mismo que parece ir más allá de ellos y la cosa en sí
cognoscible y real (ousía). Como vemos en Platón el logos basán-
dose en sí mismo, sobrepasa tod o logos y se convierte en visión, en
theoria, que nos pone en contacto con lo divino . Las limitaciones del
logos serán desarrolladas por los neoplatónicos que excluirán de su
ámbito tanto a la materia por abaj o com o al Uno por arriba.
Como hechos dicho ya la trad ucc ión de logos por ratio no hace
justicia al concepto griego. A pa rtir de Cicerón el pensar aparece
como lo racional. Ratio viene del ve rbo reor que Heidegger traduce
como tomar algo por algo, lo q ue se aproxima al significado de
noein, pero se aleja del legein en t anto que exposición de algo como
algo. E. Lledó nos recuerda que al t rad ucir la definición que Aristó-
teles da del hombre como zoon logon exon por animale rationale,
salimos de la órbita semántica del vocablo griego, en la que lagos
implicaba una «relación impresci ndible con la expresión, con el pen-
samiento expresado, con la palab ra» . A l traduc ir lagos por ratio per-
demos la dimensión expresiva, comun icativa esencial al concepto
griego, y que está muy oscurecid a en el término latino. En el ámbito
griego pensar es legein, lagos en el senti do del enunciado, del juicio,
pero en el ámbito conceptual lati no, ligado al concepto de ratio, se
pierde esta dimensión del pensar q ue queda reduc ido al ámbito de
lo que luego se llamará lógica.
246
de la vida y prepara oportunamente todo lo necesario para vivirla de
manera adecuada». El m ismo aspecto instrumental de la razón re-
suena en San Agustín: «Hay, pues, tres géneros de cosas en que se
muestra la obra de la razón: uno en las acciones relacionadas con un
fin; el segundo en la palabra ; el tercero en el deleite. El primero nos
amonesta a no hacer nada temerariamente; el segundo a enseñar
con verdad; el tercero nos invita a la dichosa contemplación» (Del
Orden, Libro 11, cap XII, 35).
LOGOS Y CRISTIANISMO
247
Por otra parte el cambio en la jerarquía de valores que introduce
el cristianismo en relación con la preocupación por el más allá y el
abandono de la preocupación por el mundo hace que la razón re-
duzca su importancia. Si lo que el hombre debe hacer es buscar la
salvación, el estudio del mundo no sólo no le ayuda en este come-
tido, sino que puede constituir un obstáculo a veces insalvable. No
sería justo olvidar que junto a esta co rriente pesimista en relación
con la razón que va desde Pablo de Tarso a Lutero, se despliega
también otra corriente cuyo exponente máximo es Tomás de Aquino,
que reconoce a la razón un papel muy importante dentro de la vida
natural del hombre. La tensión entre fe y razón, propia del cristia-
nismo, admite soluciones variadas que no siempre concluyen en el
abandono de la segunda. Sin embargo no se puede dejar de recono-
cer cierto oscurecimiento en el papel de la razón a lo largo de toda la
Edad Media y parte de la Edad M oderna.
LA RAZÓN MODERNA
248
tiene en cuenta lo existente en la medida en que necesite saber de él
para prever hasta dónde y có m o puede ponerse dicho existente a
disposición del representar. El m undo moderno es una imagen, una
representación abierta al conocimiento científico y a la manipulación
técnica, cosa que no era el m u ndo griego que se concebía como
fisis, potencia creado ra de la que el propio hombre formaba parte y
que po r tanto no se enfrentaba con él, ni tampoco el mundo medie-
val, ya que en esta época el m undo era a lo más el escenario en el
que se representaba el drama de la Redención . Frente a estas con-
cepciones griega y medieval del mundo, el mundo moderno aparece
como una imagen que perm ite 'ª previsión y la actuación técnica . La
razón moderna no es el logos g riego común a todas las cosas, sino
una representación en la que lo representado aparece como lo
opuesto al sujeto que lo conoce. Estos procesos son paralelos: «El
hecho de que el mundo pasa a ser imagen, es exactamente el mismo
proceso que aquel segú n el cual el hombre pasa a ser subjectum
dentro de lo existente» («La época de la imagen del mundo») . Las
cosas del mundo se con stituye n como objetos del conocimiento re-
presentativo, a través del m ism o proceso que constituye al hombre
como sujeto de dicho con ocimi ento representativo .
249
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
• Logos.
• Nomos.
• Ratio.
• Animal racional.
• Lógico.
• Verbo.
• Representación.
• Sujeto/objeto.
E·JERCICIOS
251
BIBLIOGRAFÍA
EGGERS, C., y JuuA, V.: (ed) Los filósofos presocráticos (3 vol) Madrid, Gredos,
1978.
FERNÁNDEZ, C.: Los filósofos medievales (2 vol). Madrid, BAC, 1979.
HEIDEGGER, M. : «Logos» en Essais et conferences, París, Gallimard, 1986.
- El ser y el tiempo, México, FCE, 1974.
- «La época de la imagen del mundo» en Sendas perdidas, Buenos Aires, Lo-
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- ¿Qué significa pensar?, Buenos Ai res, Nova, 1972.
JAEGER, W .: Paideia, México, FCE, 1971.
LLEDO, E.: Filosofía y lenguaje, Barcelona, Ariel, 1970.
- La memoria del lagos, Madrid, Taurus, 1984.
PLATON: Diálogos (varios volúmenes). Mad rid, Gredas.
VERNANT, J. P.: Mito y pensamiento en la Grecia antigua, Barcelona, Ariel, 1983.
253
TEMA 15
255
partir de Kant el entendimiento va a ser el pensamiento discursivo,
científico, determinado, y la razón, en cambio, va a ser el órgano fun-
damental de la metafísica. Esta distinció n se mantendrá a lo largo
del idealismo alemán, aunque con na inversión valorativa: lo funda-
mental no será el entendimiento si no la razón. Kant plantea su obra
fundamental como una «crítica de la razón pura», cuya pregunta
esencial es ¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori? Para
Heidegger el intento de Kant no es t anto establecer una teoría del cono-
cimiento como plantear de nuevo la cuestión de la fundamentación
-de la Metafísica como Ontología. Kant parte del intento de funda-
mentar las metafísicas especiales (psicología, cosmología y teología)
y se encuentra con que este intento le lleva a i;ilantear la cues-
tión de la esencia de la metafísica general. La Crítica de la razón pura
será el «tratado del método», la p ro pedéutica de esa metafísica ge-
neral que Kant entiende como «filosofía trascendental» (Cf. Kant y el
problema de la metafísica). En ese sentido la crítica de la razón pura
es el tercer capítulo de la historia de la pregunta por la cosa, cuyos
primeros capítulos han tenido lug ar, el primero en el pensamiento
griego que relaciona de manera recíproca la cosa y el lagos a través
de las determinaciones generales del ser o categorías, y el segundo
en el pensamiento racionalista de Desca rtes y Leibniz, para el cual el
pensamiento de la cosa se basa en los t res principios del yo, de no
contradicción y de razón suficiente.
256
Kant distingue el entendimiento (Verstand) de la razón (Vernunft),
ya que mientras que el entend im iento está inmediatamente referido
a las intuiciones sensibles, la razón es la facultad de los principios.
En el entendimiento reside la espontaneidad del conocimiento, la ca-
pacidad de producir representac iones que nos posibilitan conocer los
objetos de la intuición sensible. Es la lógica la disciplina que, por un
lado como Analítica juzga el uso empírico de los conceptos del en-
tendimiento, y por otro como Dialéctica denuncia los intentos de lle-
var el entendimiento y la razón a un uso hiperfísico que sólo puede
ser una apariencia y una ilusión. La Analítica estudia el entendi-
miento como una facultad de conocer no sensible, basada en con-
ceptos, que actúan como funci o nes de unificación de las diferentes
representaciones. Es posible reducir todas las operaciones del enten-
dimiento a juicios, por lo que el entendimiento puede ser conside-
rado como la facultad de juzgar, y por lo tanto, las funciones del en-
tendimiento pueden ser encont ra das si se exponen íntegramente las
funciones unificadoras del juicio . Los conceptos puros del entendi-
miento o categorías son pues obtenidos a partir de los diferentes
tipos de juicios, divididos según la cantidad, cualidad, relación y mo-
dalidad . Dichas categoría s son conceptos a priori, posibilitadores de
la experiencia y dirigidos esencialmente a los objetos de la experien-
cia que sólo pueden conocerse g racias a ellos.
Las categorías, en tant o que unidades sintéticas de la multiplici-
dad de las representacio nes, proceden de las operaciones unifica-
doras del entendimiento, cuyo principio supremo es el principio de la
unidad sintética de la apercepción. «El entendimiento (-) es la facul-
tad de conocimiento. Esto s conocimientos consisten en la determi-
nada relación de represe ntacio nes dadas con un objeto. Pero objeto
es aquello en cuyo conce pto se reúne la diversidad de una intuición
dada. Pero toda reunión de re p resentaciones exige unidad de con-
ciencia en la síntesis de la s mi smas. La unidad de la conciencia es,
pues, lo único que constituye la relación de las representaciones con
un objeto; y por tanto, su va lor objetivo; ésta es la que hace conoci-
mientos de esas represe ntacio es y en ella descansa, por tanto, la
posibilidad misma del ente ndim iento» (Crítica de la razón pura, «De-
ducción de los conceptos puros del Entendimiento» 0 17). Vemos en
esta cita que conoce r es rel aci onar las representaciones con un ob-
jeto, y esta relación se produce gracias a la unidad de la conciencia
que es la base del propio entendimiento. Todas las intuiciones sensi-
bles se encuentran sujetas a las categorías, como condiciones bajo
las cua les lo que hay en aquéll as de diverso puede reunirse en la
unidad de una conciencia .
Conocer un objeto exi ge la subsunción de la intuición sensible del
257
mismo bajo las categorías del entendimiento, es decir, la comple-
mentación entre la receptividad de la sensibilidad y la espontaneidad
del entendimiento, la conjunción de las cuales posibilita el conoci-
miento empírico: «encuentran el Entendimiento y el Juicio en la ló-
gica trascendental el canon de su empleo, el cual tiene un valor obje-
tivo y por consiguiente verdadero. Por eso pertenecen a la parte ana-
lítica de esta ciencia. Pero cuando intenta la Razón decidir a priori
algo referente a ciertos objetos y extender el conocimiento más allá
de los límites de la experiencia posible, entonces es por completo
dialéctica y sus ilusorias aserciones no convienen a un canon como
el que debe contener la analítica» (C R P, Analítica de los principios).
258
cepto trascendental de su jeto a la absoluta unidad del sujeto
mismo.
259
de los fenómenos y posibilita una ident ificación romántica con la
misma. Por su parte los tres grandes pensadores idealistas ale-
manes, Fichte, Schelling y Hegel, cada uno a su modo, replantearon
la distinción kantiana otorgando una mayor importancia a la razón
que al entendimiento.
260
sólo la Razón, y no el entend imiento, puede captar la libertad en
tanto que el Absoluto metafísico fundamental en el idealismo fich-
teano.
261
vel de la razón se logrará un con ocimiento especulativo unificador y
superador de las escisiones.
262
sólo a nivel teórico sino también práctico de la realidad analizada y
criticada. La dimensión sintética y totalizadora de la obra de Marx,
debida a la influencia de la dialéctica hegeliana, sitúa su pensa-
miento en un ámbito que no se puede reducir al propio de las cien-
cias positivas, el del entendimiento, sino que se acerca al de la filo-
sofía, es decir, al propio de la razón.
263
rente uso de una misma mente humana que utiliza distintos tipos de
estrategia según el problema considerado y el nivel de los conoci-
mientos de que se dispone en ca da momento para el abordaje del
mismo. La distinción es, pues, epistem o lógica y metodológica más
que ontológica. Una única razón ti ene diferent es usos y diferentes ni-
veles según los campos a los que se aplique. El análisis de la real i-
dad y su totalización sintética so los cometidos imprescindibles y
complementarios de la razón que actúa a la vez como entendimiento
analítico-científico y como razón si ntét ico-dialéctica filosófica.
264
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
• Dianoia.
• Nous.
• Intelecto.
• VerstandNernunft.
• Analítica/dialéctica.
• Paralogismo/antinomia/ideal de la razón.
EJERCICIOS
265
BIBLIOGRAFÍA
267
TEMA 16
MODERNIDAD Y RACIONALIZACIÓN
269
La acción social puede ser: racional con arreglo a fines: «determi -
nada por expectativas en el comportamiento tanto de objetos del
mundo exterior como de otros hombres, y utilizando esas expecta-
tivas como "condiciones" o "medios" pa ra el logro de fines propios
racionalmente sopesados y perseg u idos» ; racional con arreglo a va-
lores: «determinada por la creenci a consciente en el valor propio y
absoluto de una determinada cond ucta, sin relación alguna con el re-
sultado»; afectiva, «determinada po r afectos y estados sentimentales
actuales» y tradicional: «determinada por una costumbre arraigada»
(Economía y Sociedad, Primera pa rte, 0 2).
270
Lukács, en Historia y conciencia de clase, recupera la noc1on de
racionalización weberiana y la relaciona con la noción de reificación
de procedencia hegeliana y marxista. La racionalización de la econo-
mía basada en la calculabilidad supone la ruptura de la unidad del
proceso económico mismo en una serie de elementos aislados cada
uno obediente a leyes parciales. Este desgarramiento del proceso
productivo entraña la descomposición no sólo del objeto de la pro-
ducción sino también de su sujeto, que va adquiriendo cada vez más
una actitud contemplativa ante un proceso y un producto que paula-
tinamente deja de percibi r com o suyo. Por otra parte no sólo cada
individuo productor se desgaja de su producto, sino que también se
separa del resto de los individuos en un proceso de atomización cre-
ciente. Esta mecanización racional y esta calculabilidad crecientes no
abarca sólo el proceso productivo, sino que se extiende a todas las
formas de manifestación de la vi da. La alienación creciente del indi-
viduo productor frente a su producto, frente a sí mismo y frente a
toda la sociedad se extiende a todos los ámbitos de su vida y no
sólo a la producción. La atomización y aislamiento de los individuos
se da, sin embargo, en el ámbito de una integración creciente de
toda sociedad en virtud de su carácter de sociedad productora de
mercancías y mercado co nsumi dor de dichas mercancías regida por
leyes unitarias y uniformes. De igual manera, la creciente racionaliza-
ción pa rcial de los diferentes el ementos de la sociedad se ve acom-
pañado de una irracionalidad, t ambién creciente, del conjunto de la
sociedad. El perfeccionamiento creciente de los medios no ha ido
acompañada de una racional iza ci ón paralela de los fines propuestos
a la sociedad; y actualmente la racionalidad extrema de los medios
coexiste y refuerza a una irracionalidad global cada vez más preocu-
pante.
271
vertirse en mitología». El proceso de ilust ración y racionalización cre-
ciente que pretendía liberar a los individuos del mito, aboca a una
remitologización de sí mismo y al descubrimiento de que en el pro-
pio mito estaban ya presentes dos de los caracteres fundamentales
de la ilustración burguesa occidental: el sacrificio y la renuncia. Otra
consecuencia del análisis de Adorno y Horkheimer en esta obra es
que los mismos medios que han conducido al dominio de la natura-
leza, la razón instrumental, han producido la sumisión y explotación
de los propios individuos. La cie ncia moderna y la técnica que la
acompaña han sustituido un saber basado en conceptos y en imá-
genes por un saber formalizado que calcula las probabilidades de
ocurrencia de los sucesos con gran exactitud y que ha sustituido la
preocupación (ontológica) por la verdad, por la preocupación (meto-
dológica) por el procedimiento eficaz de la operación y el cálculo.
Este pensamiento formalizado rec aza todo lo que no se adecúa a
los criterios de calculabilidad y de util idad, y suprime lo heterogéneo
reduciéndolo a una equivalencia abstract a y recurrente. En este pro-
ceso la razón misma se ha convertido en «un simple accesorio del
aparato económico omnicomprensivo». Es el «utensilio universal»
que sirve para fabricar todos los demás, se ha convertido en el «puro
órgano de los fines», que se adapta perfectamente a un funciona-
miento exactamente calculado, cuyo resultado se sustrae a todo con-
trol por parte de los individuos.
272
zón subjetiva, entendida como «la capacidad de clasificación y deduc-
ción, sin reparar en qué consiste en cada caso el contenido específico»
que tenía que ver «con la adecuación de modos de procedimiento a
fines que son más o menos aceptados y que presuntamente se so-
breentienden», a una razón objetiva que no se refería sólo a la concien-
cia individual sino que abarcab a el mundo objetivo en su conjunto,
aspirando a «desarrollar u n sistema vasto o una jerarquía de todo lo
que es, incluido el hombre y su s fines». La racionalidad objetiva me-
día el grado de rac ionalid ad de un comportamiento por su grado de
conformidad y armon ía con dicha totalidad social y natural, y se ba-
saba en la idea de un bien supremo y de cómo el individuo podía
conseguirlo. Mientras que la razón objetiva es un «principio inhe-
rente a la realidad», lo que le co nfiere un innegable alcance ontoló-
gico, la razón subjetiva es una «Capacidad subjetiva del intelecto», la
«capacidad de calcular p ro babil idades y de adecuar así los medios
correctos a un fin dado», lo que le confiere a lo más un alcance epis-
temológ ico y metodológico.
273
Frente a esta situación Adorno y Horkheimer defienden una teoría
crítica que se opone a la teoría tradicional: por ser una hermenéutica
abierta al sentido de las cosas que no se satisface con la aceptación
simple de los hechos tal como se dan éstos; por aspirar a la totali-
dad, lo que supone que la teoría no debe quedarse en el ámbito me-
ramente teórico sino que debe analizar su propia inserción en el pro-
ceso histórico, económico y social ; por contener una aspiración a la
emancipación humana lo que implica que est á ligada, más o menos
directamente, con la praxis transformadora de la realidad. La inser-
ción de los primeros pensadores de la Escuela de Frankfurt en la tra-
dición hegeliana y marxista es indudable, aunque la derrota de las
revoluciones proletarias de los años veinte y t reinta, el desarrollo del
estalinismo en la URSS y la prog resiva integración del movimiento
obrero en las estructuras sociales y económ icas de la sociedad del
bienestar después de la Segunda Guerra Mu ndial, llevó a estos pen-
sadores a un pesimismo histórico y político que tiende a concebir la
crítica cada vez más como una mera post ura intelectual alejada de la
praxis revolucionaria.
274
la que critica el absolutismo lóg ico presente en la fenomenología de
Husserl , es «el proceso real vita l de la sociedad lo que constituye el
núcleo del contenido lógi co». El carácter necesario de las leyes ló-
gicas se deriva de su relación co n el carácter constrictivo de la auto-
conservación, y con el ca rácter o libre de la sociedad burguesa so-
metida a una división cosificado ra y alienante del trabajo que hace
de la abstracción y el formalism o su esencia (Sobre la metacrítica de
la teoría del conocimiento ). Au n reconociendo la relación existente
entre la lógica formal y la feno m enología con la sociedad capitalista
moderna, no podemos po r menos que apuntar que, a pesar de su
origen burgués, la lógica moderna alcanza efectos de verdad que
superan dicho origen y le oto rgan relevancia aún fuera del ámbito de
la sociedad burguesa cap ital ista, de la que no se puede considerar
una mera ideología.
275
LA DISPUTA DEL POSITIVISMO
276
como alternativas en prin cipio cerradas, y sus principales diferencias
residen en la idea de la especifi cidad metodológica de las ciencias
sociales, (que Popper niega), en la relación entre teoría y práxis (que
Popper mantiene separad as) y en la aceptación o no de la idea de to-
talidad.
277
nández y M. Jiménez Redondo entre otros sobre la Disputa del posi-
tivismo).
278
recíproca e inevitable» del mism o. La noc1on de una comunicación
no distorsionada nos posibil ita la formulación de una teoría consen-
sual de la verdad, expresión de una racionalidad dialógica. En este
sentido la verdad estará ligada a la posibilidad de obtener un con-
senso racional mediante un diálogo simétrico, libre de coacción y sin
distorsiones. La racionali dad im plicada en esta teoría de la verdad
como consenso no es la racion alidad instrumental, cuyo objetivo es
la eficacia en la transform aci ó n de la naturaleza ; tampoco es la racio-
nalidad estratégica di rigida a prever el comportamiento de los demás
individuos participantes en el diálogo con el objetivo de someterlos a
mis fines , sino la rac iona lidad comunicativa cuyo objetivo final es la
consecución del entendimiento y el consenso en torno a las normas
que rigen la acción en com ún. La distinción entre racionalidad estra-
tégica y racionalidad co m un icati va es lo que posibilita una ética ra-
cional, ya que mientras que a t ravés de la acción estratégica me li-
mito a influir sobre la con ducta del otro para que actúe según mis in-
tereses, en la acción com unicativa parto del reconocimiento del otro
e intent o llegar a acuerdos co él con el objetivo de llevar a cabo
una acción unitaria en la q ue ambos estamos motivados racional-
mente.
La razón práctica supone una instancia rac ional que nos permite
distinguir entre usos éticos y no éticos de la razón instrumental en
relació n con unos fi nes ante los que dicha razón práctica, al contrario
que la razón instrumental , no puede ser indiferente, como nos re-
cuerda J. Muguerza. Aho ra bie , esta razón práctica, y aquí estamos
más ce rca de Habermas que de Muguerza, no es monológica, indivi-
dual, sino dialógica y co lecti va . La última instancia crítica no es la
conciencia individual sin o el di álogo racional en el que cada partici-
pante defiende medi ante argu m entos las pretensiones de validez de
sus afirmaciones. La ética , pues, nos exige la puesta a punto de una
raciona lidad que vaya m ás allá de la pura racionalidad instrumental
y estratégica propia de la razón subjetiva y formal ya denunciada por
Horkheimer.
279
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
EJERCICIOS
281
BIBLIOGRAFÍA
283
TEMA 17
285
En un cierto sentido, Comte, M arx y Kierkegaard son los primeros
críticos de una razón clásica que había llegado con Hegel a su
máximo despliegue. Especialmente Marx y Kierkegaard no sólo han
criticado el aspecto teórico-filosófico de dicha razón clásica, sino
también su fijación institucional en un mundo económico dominado
por el fetichismo de la mercancía , en un mundo político dominado
por el Estado capitalista, y en un mundo religioso dominado por las
Iglesias cristianas. Las primeras aporías de la modernización capita-
lista (sujeción y explotación de los individuos, aspecto ideológico de
los lemas ilustrados de libertad, igualdad y fraternidad, sumisión de
los sentimientos y los sentidos al dominio despótico de la razón,
igualitarismo nivelador de las diferencias por los mecanismos econó-
micos y sociales) fueron, pues, puestas de relieve por estos primeros
críticos de la modernidad. Pero en cierta manera y por otra parte,
tanto el cristianismo como el ma rxismo están profundamente enrai-
zados en el pensamiento moderno. Precisamente la primera moder-
nidad que surgió en la historia fue la cri stiana, que se oponía a la an-
tigüedad greco-romana y tambié n se encuentran bajo el signo del
cristianismo, no sólo el Renacim iento y la Ilustración sino también
períodos que se llamaron a sí mismos modernos en la Edad Media,
como la época carolingia o el siglo XI V. Por su parte el marxismo
también se encuentra inserto profundamente en la modernidad,
cuyos ideales, no realizados por la burguesía y abandonados cuando
ésta pasa de ser progresista a ser decadente y reaccionaria, pretende
llevar a cabo realmente.
286
conflicto. El yo es un res ultado siempre precario de estos conflictos
libidina les. Es un compro m iso inestable entre las diversas fuerzas en-
frentadas. Esto hace que el sujeto no se pueda concebir por más
tiempo como algo originario , sin o que debe ser entendido como un
producto, como un res iduo de elementos pre y suprasubjetivos. El
sujeto es más un escenario co nflictivo que el autor de un drama. Es
un sujeto descentrado, excéntrico, socavado por un deseo incons-
ciente. El deseo como libido es la fuerza que da origen por sublima-
ción a la razón a la que acompaña siempre interfiriendo a través de
los síntomas su activi dad. El sujeto nunca puede asumir completa-
mente sus elementos inco nsci entes y, en ese sentido, nunca puede
llegar a ser una totalidad plena, unitaria y transparente, sino que
queda convertido en una m ulti plicidad irreductible a una unidad . La
cultura entendida como «protección del hombre contra la naturaleza»
y la «regulación de las relaciones interhumanas» , supone siempre
una represión y una subli m ació n de los instintos, y no es el producto
de una razón descarnada.
287
hombre loco», 0 125 de La Gaya Ciencia). La muerte de Dios ha
dado lugar al nihilismo, al domini prog resivo de la nada sobre la
tierra, que ha surgido necesariame te com o consecuencia de la Ilus-
tración. El nihilismo «Significa que se desvalorizan los valores más
altos. Falta la meta, falta la respuesta al ¿por qué?» (La voluntad de
poder, 0 23) . La muerte de Dios es, pues, otra forma de tomar con-
ciencia del nihilismo. El nihilismo es am biguo : puede ser activo, si
se entiende como «signo de aumento de pode r del espíritu », y puede
ser pasivo, si consiste en «la decadencia y me rma del poder del espí-
ritu» (Vol. de poder 0 25).
288
CRISIS Y CRÍTICA DE LA RAZÓN A COMIENZOS DE SIGLO
Por otra parte el análi sis del proceso de racionalización que había
dado lugar a la modernidad, por parte de Max Weber, Sombart y
Simmel entre otros, daba lugar a una conclusión pesimista que veía
el mundo moderno com o un m undo irremediablemente escindido,
en el que los aspectos teóricos, prácticos y expresivos del hombre
no pod ían ser reconciliados entre sí, y en el que un politeísmo de va-
lores era ineliminable. El desencantamiento del mundo, producto de
la secu larización de los valores cristianos, había dado lugar a un pro-
ceso de racionalización, no só lo en la economía y el derecho sino
también en la vida cotidi ana , q ue llevaba aparejada inexorablemente
una burocratización creciente de la sociedad, de la vida, cuya denun-
cia literaria es posible percibir en obras como la de Kafka . La vida
moderna, desprovista de sentid o por sí misma, sólo tiene el que
cada individuo le otorga y esto lleva a una pluralidad irreconciliable,
289
a una «eterna lucha entre dioses», entre los cuales hay que optar de
manera que al servir a uno ofendemos a otro. La especialización de
la ciencia produce que el sentido global de la vida y la realidad no se
puede obtener ya de ella y el deterioro y abandono de las concep-
ciones religiosas en el mundo moderno desprovee de valores a di-
cho mundo. El sentido, siempre limitado y precario, queda reducido
al ámbito de la vida privada y de las relaciones inmediatas de los in-
dividuos entre sí.
290
LA CRISIS DE LA RAZÓN HOY
291
vel mundial, a través de una serie de mecanismos disciplinantes
como la fábrica, la escuela, el cu artel, el hospital, el manicomio, la
prisión, etc., estaba ligado indisol ublem ente al proyecto de la razón
moderna, que sin embargo se enfrenta como hemos visto a la irre-
mediable escisión de los ámbitos t eó rico-cognoscitivos, prácticos
(éticos y políticos) y expresivo-a rt ísticos, analizados por Weber. El
poder-saber moderno no es un m eca nism o puramente negativo y re-
presor, sino al contrario un meca nismo que encierra y promueve la
vida dentro de los cauces preesta b lecidos. Es un poder disciplinante
que se prolonga en un poder pasto ra l atento al cuidado de los indivi-
duos particulares y al control de sus co nciencias mediante un saber
individualizado e individualizador. Esta razón moderna se ve doblada
de un discurso político en el que los ideales de igualdad, libertad y
fraternidad son proclamados en las leyes e imposibilitados por los
reglamentos que desarrollan dich as leyes. La mayor libertad está li-
gada a la mayor sujeción ; la igual dad legal esconde una pluralidad
creciente de desigualdad y discriminación; la fraternidad oculta la
sumisión y la explotación. La cri sis de esta razón clásica , moderna
(se podía distinguir entre estos do s sent idos de la razón pero no es
ahora el momento, digamos só lo q ue la época clásica abarcaría
desde el Renacimiento al siglo XI X y que éste sería el siglo moderno
por antonomasia), nos lleva al reconoci m iento de una pluralidad de
modos de la razón o de usos de la m ism a que rompen el intento glo-
balizador y armonizador latente en dicha razón moderna .
292
plicación más allá de ellos. El problema de esta razón postmoderna,
resultado y culmen de la crisis y crítica de la razón clásica, es que
hoy por hoy, es sólo un desideratum, un programa, una apuesta, o
mejor dicho, una pluralidad de apuestas, múltiples y variopintas, al-
gunas de las cuales analizaremos en el siguiente capítulo.
293
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
• Nihilismo.
• Crisis de fundamentos en la m atemática y la física .
• Desencantamiento del mundo
• Burocratización progresiva.
• Vitalismo.
• Barbarie de la especialización .
• Hombre masa .
• Deshumanización del art e.
• Cientificismo y positivism o.
EJERCICIOS
295
3. Analizar y evaluar la esc1s1on de la razón moderna en los ám-
bitos: teórico, práctico y expresivo.
296
BIBLIOGRAFÍA
297
TEMA 18
299
exterior o interior de la razón que como su pura negación o inver-
sión.
REELABORACIONES DE LA DIALÉCTICA
300
práctica que se establece a t ravés de la dialéctica de la libertad; una
teoría de la historia natural que surge a través de una crítica de la
noción del Espíritu Universal egeliano como aquello que, basán-
dose en la universalidad de la razón, ratifica la indigencia y caduci-
dad de todo lo particular; y una meditación sobre la metafísica con-
cebida como una autorref lexión de la dialéctica, que es consciente de
ser la autoconciencia crítica de l universal contexto objetivo de ofus-
cación .
301
surge el irracionalismo en nuestro siglo t iene lugar aprovechando la
crisis del historicismo marxista en los años setenta y ochenta y da
lugar a lo que se puede denominar el «m ito del otro», consistente en
colocar en el centro de la historia lo que hasta entonces había estado
marginado y reprimido (la mujer, el primitivo, el niño, el loco, etc.).
El recurso al otro es mitológico, porque supone una superación mís-
tica de la crisis de la razón clásica, ya que otorga a estos elementos
marginales y sometidos el cometido t rascendente de convertirse de
nuevo en un fundamento fuerte, capaz de garantizar de nuevo una
palabra plena y total; entre estos autores estarían los teóricos del
operaísmo como T. Negri, que exageran «la autonomía» del proleta-
riado como el lugar de una radical alteridad respecto al orden teórico
y político dominante.
302
La crítica de la razón llevada a cabo por estos filósofos es cons-
ciente de ser siempre minorita ria, resistencia!, y aunque no rechaza
en principio la posibilidad de crecer y de constituir un plano de con-
sistencia revolucionario capaz de enfrentarse al sistema, piensan que
en las actuales circunstancias esto es muy difícil. Su crítica, pues,
está informada por un pesimism o lúcido que, sin embargo, no cae
en la resignación ni en la derrota, sino que está pronto a movilizarse
tan pronto como se detect a una posibilidad de lucha, una causa que
defender, dando lugar a dispositivos de análisis y de lucha capaces
de ampliarse mediante m étodos moleculares de agregación para de-
sencadenar microrrevoluciones moleculares y para asociarse a lu-
chas molares, como la lucha por la paz, luchas ecológicas, sexuales,
culturales, etc.
303
propia razón clásica. La estrategia neo-racionalista de F. Rella, por
ejemplo, no intentaría ya la recuperac ión del «pensamiento negativo
de Nietzsche a Wittgenstein», com o un elemento esencial en el pro-
ceso de refundación de un pensamiento que intenta escapar de la
crisis de la razón clásica, sin caer por ello en el irracionalismo, y
manteniendo su efectividad en la conciencia del carácter irresoluble
de la crisis de dicha razón, lo que le otorga un cierto carácter trágico,
como sucede en la obra de M. Cacciari, sino que busca en la obra de
algunos autores fundamentales d e nuestro siglo como Weininger,
Wittgenstein, Rilke, Heidegger, Freud o Benjamin, la génesis de un
saber crítico que pueda ir más allá del silencio al que queda conde-
nado el pensamiento negativo. A partir de una nueva noción de
tiempo que tiene en cuenta la repetic ión del inconsciente freudiano,
la memoria involuntaria de Proust y las imágenes dialécticas de Ben-
jamin, que relampaguean en el instante del tiempo-ahora, elabora un
pensamiento crítico que deconstruye a partir de la caducidad y la
precariedad los conceptos fundam entales de la razón clásica: el pro-
greso y el sujeto. Este nuevo saber pretende pasar del «silencio a las
palabras», dando lugar a una nueva teoría de la representación capaz
de representar lo que para el pensamiento negativo permanecía «Os-
curo y sin nombre», permitiendo así tran sitar por territorios que para
dicho pensamiento permanecían «desérticos y terribles». Este saber
de la caducidad y la precariedad se separa por igual del «ingenuo
naturalismo de la teoría de las necesidades; de la autonomía de lo
político por su falta de fundamentación de las prácticas políticas; de
la glorificación del deseo y de la diferencia de los neonietzscheanos,
de la irrupción de modelos poético-estét icos en la reflexión episte-
mológica, y pretende no permanecer en el mero pluralismo de ra-
zones y de experiencias sino "const ru ir un espacio", un sentido en el
que se representen instancias plura les y contradictorias entre sí».
304
como la de Rella, una filosofía de la diferencia entendida como una
estrategia irracionalista disolutiva de la razón clásica, que se esfuerza
por «instaurar con lo otro de la razón una relación que no sea reduc-
tible a un esquema dialéctico, de inversión o integración», dando lu-
gar a un «pensamiento en el cu al la relación de fundamentación se
ha disuelto en una multiplicidad verdaderamente descentrada».
306
sino acontecimiento, Er-eignis, en el que cada ente es apropiado por
el ser. El Er-eignis es el ámbito oscilante en el que hombre y ser se
enfrentan de manera que el hombre es apropiado (ver-eignet) por el
ser, y el ser es consignado (zuge eignet) al hombre.
307
sica de forma periódica y a partir de sus márgenes, lo que supone
permanecer en el ámbito de lo metafísico. En cuanto a las diferen-
cias deleuzianas entendidas como simulacro, Vattimo rechaza la no-
ción energética, vitalista, que de éstas tiene Deleuze, y que acaba
con una glorificación de las mismas.
308
de la fi losofía; de que su noción de poder y de verdad dependen de
una filosofía del sujeto y por últi mo de que su posición es relativista,
criptonormativa y subjetiv ista. En cambio la teoría de la acción co-
municativa propuesta po r él escapa a las antinomias de la filosofía
del sujeto, ya que da lugar a un saber reconstructivo cuyas reglas
empleamos desde siempre imp lícitamente; y por otra parte las anti-
nomías entre lo empírico y lo t rascendental, lo consciente o traspa-
rente y lo inconsciente u o paco y el origen y la alienación, se pueden
resolver por medio de su paradigma comunicativo. A partir de
Fichte, Habermas replantea las aporías de la filosofía del sujeto y sus
consecuencias: el positivismo como conclusión del intento de escri-
bir una autoproducción de la especie; el escepticismo como conse-
cuencia de las utopías psicoana líticas o fenomenológicas que buscan
una transparencia total; por fin , el terror estatal como conclusión de
las filosofías escatológica s de la historia .
309
Concluimos aquí sin más que recorda r brevemente, cómo la filo-
sofía del lenguaje wittgensteniano puede usarse en la solución de la
problemática derivada de la crisis de la razón, como nos demuestra
la obra de R. Rorty, el cual mediante la conexión entre pragmatismo
y hermenéutica, que une a Wittgen ste in, Heidegger y Dewey, lleva a
cabo una autocrítica de la filosofía analítica que la sitúa de pleno en
el ámbito del pensamiento postmoderno con su rechazo de la filoso-
fía de la representación, es decir, de una filosofía entendida como
teoría del conocimiento, con su abandono de la idea de una funda-
mentación última y su defensa de un con ductismo epistemológico de
cuño pragmatista y con su abando no de la idea de verdad que la si-
túa en un relativismo extremo. Traemos aqu í a Rorty para recordar
que sin los resultados de la filosofía post-anal ítica anglosajona el de-
bate entre pensamiento francés, ita liano y alemán sobre la moderni-
dad y la postmodernidad estaría cojo, como nos recordaba hace
poco l. Sotelo.
310
CONCEPTOS FUNDAMENTA LES
• Postmodernidad .
• lrracionalismo.
• Razón dialéctica.
• Línea de fuga.
• Pensamiento negativo.
• Simulacro/copia .
• Onto logía del declinar.
• Razón falibilista .
EJERCICIOS
311
BIBLIOGRAFÍA
313
UNIDAD DIDÁCTICA IV
317
TEMA 19
319
muestre actualmente socializada y elabo rad a a través del trabajo de
forma que es una naturaleza artificial y socia l, no puede hacernos ol-
vidar que desde el punto de vista ontológico dicha natu raleza pre-
senta siempre un resto no humano, no socializado, inelim inable. Las
catástrofes naturales, les enfermedades y la muerte ... están ahí pa ra
recordarnos ese carácter autóno m o de la naturaleza, que sólo en
parte está controlada por el homb re.
320
utiliza la naturaleza como un m ero material del que cambia sólo las
formas y cuya materia última no crea, sino que también contribuye a
desatar «las potencias adormecidas» en ella, y al hacerlo, libera esa
materia natural que sin la actuación humana hubiera quedado en
una mera potencia sin act ua liza r. La creación de nuevos materiales,
la fabricación de nuevas partícu las elementales, etc., son ejemplos
del carácter «Co-creador», como decía Bruno, del hombre en relación
con la naturaleza. El hombre no sólo explota la naturaleza, también
la desarrolla y la perfecciona y al hacer esto se perfecciona a sí
mismo, ya que la naturaleza es el «cuerpo inorgánico del hombre»,
en palabras del joven Marx.
321
una Ontología tiene, casi inexora bl emente, aparejada una Etica que
desarrolla sus implicaciones en el campo de la acción humana. Lu-
kács, retomando a Hartmann y a Heidegger, reivindica la centralidad
e independencia de la Ontología frente a la Teoría del Conocimiento,
oponiéndose a todas las concepci ones de cuño neokantiano que ha-
cen prevalecer el problema del co nocim iento frente al problema del
ser. Lukács, como Hartmann, reivi ndica la intentio recta que va direc-
tamente a las cosas, frente a la intentio obliqua propia de la teoría
del conocimiento. Defiende la irred ucibil idad de la ontología a la ló-
gica, del plano de la existencia respecto al plano de la conciencia. En
este sentido, se opone a todas las con cepciones epistemológicas y
logicistas de la filosofía: el neoka ntismo, el positivismo y la fenome-
nología, a partir de un método qu e se puede definir, siguiendo a Ter-
tulian como un método ontológico-genético.
322
desarrollada posteriormente por Agnes Heller, considera a éste como
el ámbito primero y primordial en el que se despliega la vida hu-
mana, y cuyas características fun damentales son las siguientes:
323
clave de su concepción ajustada de la realidad, puede actuar también
en la vida cotidiana reformando la concepción cotidiana del mundo y
elevándola a un plano superior. La uti lización consciente y no mera-
mente utilitarista e inconsciente de la técnica y la ciencia en la vida
cotidiana, puede transformar no sólo la p ráctica sino también la con-
cepción del mundo vigente en este ámbito cotidiano. Sin embargo,
este cambio en la concepción del mundo supone una desantropo-
morfización, tanto en el sujeto como en el objeto del conocimiento,
que sólo se puede alcanzar plenamente en el nivel de la ciencia, en
tanto que objetivación autónoma de la vida cotidiana. Las dificul-
tades objetivas para que los resultados desantropomorfizadores de la
ciencia se aprovechen en la vid a cotidiana residen, entre otras
causas, en el hecho de que la filosofía de la ciencia moderna, mar-
cada por el neopositivismo de manera esencial, ha renunciado, hasta
fechas muy recientes, a tener en cuenta las implicaciones ontoló-
gicas de sus descubrimientos, se ha negado a dar lugar a una con-
cepción científica del mundo y ha coexist ido con una visión de éste
marcada por el idealismo subjetivo.
324
gorías ontológicas como irreduct ibles a las epistemológicas y a las
lógicas así como su concepción estratificada de la realidad y su onto-
logía de los complejos. En la estratificación de la realidad, Lukács cri-
tica a Hartmann el haber indepe ndizado el ser psíquico y el ser ideal
del ser social. Si bien es claro q ue lo psíquico sólo tiene sentido a
partir de lo social y en dependencia de ello, no está tan claro que no
se pueda reconocer una esfe ra de seres ideales, que no se pueden
reducir a su realización co ncreta en los actos psíquicos de los indivi-
duos, sino que tienen una virtu alidad propia, aunque no se actuali-
cen en ninguna mente, como ya dijimos al analizar la materialidad
tercera de G. Bueno y el Terce r mundo de Popper. Por otra parte,
aunque Lukács reconoce a Hartm ann el hecho de la centralidad que
para éste tiene la categoría de realidad frente a las de necesidad y
posibilidad, le reprocha en cam b io que no acepte la importancia de
la categoría de posibilida d objet iva, que puede no ser actualizada,
pero que se mantiene como una reserva de potencialidades presta a
ser utilizada.
326
momento ideal y la ideología y la alienación. La categoría fundamen-
tal de toda la ontología del ser social es la de trabajo, que es la clave
de la reproducción de la sociedad en conjunto, entendida como un
«complejo de complejos» ; es a su vez, la interacción del momento
ideal, teleológico, propositivo, co n la legalidad natural y social, y su
producto al ser expropiado por las clases dominantes da lugar a la
alienación. Esta obra postuma de Lukács, cuyas virtualidades aún no
han sido desarrolladas, fue criticada ya por sus propios discípulos,
que destacaron una serie de pu tos dudosos en la misma, como por
ejemplo, la coexistencia en ella de dos concepciones distintas de la
ontología: la primera considera el proceso de humanización del
hombre (el trabajo) como un proceso ontológicamente necesario que
se desarrolla en la esfera económica, considerada la esfera de la
esencia; la segunda concepción desarrolla las posibilidades alterna-
tivas del actuar humano dentro del espacio abierto por las objetiva-
ciones ya existentes. Mient ras q ue la primera noción de ontología se
centra en el desarrollo necesario, la segunda se basa en la categoría
de posibilidad. Nosotros vemos más ajustada a la realidad y al espí-
ritu de la obra de Lukács y de Marx esta segunda acepción aunque el
dogmatismo marxista a veces ha puesto el acento en la otra concep-
ción . A esta ambigüedad esenci al se añaden críticas concretas sobre
la posibilidad y conveniencia de sistematizar el marxismo, la cues-
tión de la dialéctica de la naturaleza, la teoría gnoseológica del re-
flejo, la noción de progreso histó rico, la cuestión del determinismo y
las leyes histórico-sociales, el papel del concepto de valor, etc., que
nos limitamos a enunciar sin entrar en ellas con detalle.
327
gorías básicas las de individuo, rel ación, trabajo, libertad y just1c1a.
Marx retoma la importancia aristoté lica del individuo frente a Hegel,
lo que hace que su ontología se refiera a una serie de individuos en-
lazados entre sí por relaciones soci ales. Las tesis fundamentales de
Gould son las siguientes:
3) Marx con su idea de autocre ación por medio del trabajo intro-
duce un concepto ontológico nuevo de libertad.
328
bajo como el origen del tiempo, tanto en su aspecto perteneciente a
la conciencia humana del mismo como a su medición objetiva. Esto
lleva a que cada modo de organización económica dé lugar a una
economía distinta del tiempo y que su sucesión dé lugar a una dia-
léctica del tiempo. El trabajo introduce el tiempo en el mundo: «El
trabajo es el fuego vivo fo rmador; la transitoriedad de las cosas, su
temporalidad, así como su modelación por el tiempo vivo» (Grun-
drisse /}. El trabajo al no ser un suceso puntual sino un proceso, da
lugar a una síntesis en la que se entremezclan las tres dimensiones
del tiempo. El proceso de producción actual continúa y se da en el
ámbito del proceso productivo anterior y además se basa en un
proyecto ideal, aún inexistente, q ue dirige la producción futura. Se-
gún estas ideas «el tiempo objetivo es la forma objetivada de la acti-
vidad del trabajo». Por otra parte el proceso del trabajo permite el
análisis de las categorías de causalidad y teleología así como de la
de libertad. El trabajo no sólo p roduce objetos nuevos mediante la
utilización teleológica de la causalidad natural y social, sino que al
ser un proceso de autocreación y de autodeterminación, proporciona
su base ontológica a la libertad humana, que se concibe como una
actividad más que como un esta do o condición.
329
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
EJERCICIOS
331
BIBLIOGRAFÍA
333
TEMA 20
335
tuciones humanas. Estas disciplinas se basan ambas en el método
introducido por Descartes como el fundamental en la filosofía mo-
derna: la introspección, entendid a como el «arte de leer en sí
mismo»; que nos lleva a descubrir la esencial similitud entre los di-
versos hombres, lo que permite est ablecer regularidades en su com-
portamiento.
336
LA FILOSOFÍA DE LA PRAXIS
337
externa». Como nos recuerda A. Schmidt , «la doctrina de la natura-
leza de la praxis cuenta con una estructura propia de la materia, la
cual no puede disolverse en subjetividad histórica; esa estructura ha
alcanzado una forma general, procedente de la praxis colectiva,
antes de toda interpretación "subjet iva" (en sentido relativista)».
338
un proceso dialéctico de tota lización que reaviva y rejuvenece lo pa-
sado y lo proyecta hacia el f uturo. La praxis humana, entendida
ahora como trabajo, es un proceso en el que se produce una media-
ción dialéctica, una metamorfosis en que se crea lo nuevo y además
en este proceso se crea la t rid imensionalidad del tiempo como di-
mensión del ser esencial del hombre.
339
PRAXIS Y MATERIALISMO
340
grupo teoría y praxis centradas en el análisis de la praxis como prueba
y corroboración del conocimiento teórico como criterio de verdad. «Es
en la práctica donde el hombre debe demostrar la verdad, es decir, la
realidad y el poder, la terrenalidad de su pensamiento. La disputa en
torno a la realidad o irreal idad del pensamiento -aislada de la prác-
tica- es un problema puramente escolástico» (Tesis 2). Con esta
Tesis, Marx se separa de todos los intentos de la filosofía moderna
de fundamentar el conocimient en sí mismo, al concebir dicho co-
nocimiento como un momento del proceso activo de la realidad,
como vimos antes. No hay un p ragmatismo en Marx, sino la sumi-
sión del conocimiento al proceso productivo y reproductivo de la
realidad natural y social, como ya vimos. El marxismo no es sólo .
una filosofía de la praxis sino una manera nueva de práctica de la fi-
losofía muy atenta a su inserción en la realidad. Los intentos de ana-
lizar la teoría aparte de la práct ica conducen al misticismo ya que
«toda vida social es esencia lm ente práctica». «Todos los misterios
que inducen a la teoría, al misticismo, encuentran su solución racio-
nal en la práctica humana y en la comprensión de esta práctica»
(Tesis 8). Aquí la praxis aparece como el elemento que hay que com-
prender, por un lado, y como la prueba que controla la teoría, por
otro.
La clave de las Tesis está en la última que las cierra como con-
signa: «Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de dis-
tintos modos; de lo que se trata es de transformarlo» (Tesis 11 ). Esta
tesis impone a la filosofía, según Sánchez Vázquez, la misión de vincu-
larse a la práctica y de cont ri bui r a la transformación del mundo y
además que sea una interpretación de la realidad ligada consciente y
racionalmente a la práctica . Dicha práctica, para el filósofo marxista
español consiste en:
341
Sobre este concepto de práctica, Sánchez Várquez elabora una fi-
losofía de la praxis como nueva práctica de la filosofía, que se distin-
gue de las concepciones del marxismo ontologizantes (centradas en
el análisis de las relaciones entre el espíritu y la materia); epistemo-
lógicas (que consideran el marxismo sólo como una nueva práctica
teórica); y antropológico-humanistas (que conciben el marxismo
como un proyecto emancipatorio enra izado en un concepto abstracto
de hombre).
342
mite considerar dicha doctrina como una ontopraxeología («concep-
ción materialista-dialéctica que aplica el principio de la unidad de lo
lógico y lo histórico y que considera el fundamento esencial y pri-
mero del pensamiento humano la transformación de la naturaleza
por los hombres y no la naturaleza sola como tal») en palabras de
Zeleny. Pero ha habido concepciones de la praxis llevadas a cabo
por pensadores pertenecientes a la tradición marxista que han ob-
viado la fundamentación materialista de la misma y han caído en lo
que el profesor Barata Maura denomina «idealismos de la praxis».
Con dichos autores el idealismo de la teoría, típico de la tradición oc-
cidental, se transforma en un idealismo de la acción que pretende
ser compatible con el marxismo.
343
pura «instrumentalidad cuyo estatuto objetivo depende no ya de la
conciencia que la representa o la da significado sino de la acción que
la transforma, del trabajo que la m odela, de la técnica que la mani-
pula» (Cf. Ontologías de la praxis e idealismo). Según esta concep-
ción que no defiende sólo Sartre sino que aparece en la obra de
Gramsci, Habermas e incluso en la de Nietzsche, la materia aparece
como un mero substrato indeterminado que recibe su determinación
de la praxis humana. Para Gramsci , la materia es sólo considerada
en cuanto se convierte en «elemento económico productivo». «La
materia no es considerada en cuanto tal, sino sólo en tanto que orga-
nizada social o históricamente por la producción» (Cuaderno 11, 0 30).
En el mismo Cuaderno se puede lee r que sin la actividad del hombre
creadora de todos los valores la objetividad y la realidad del uni-
verso serían «un caos, es decir, nada, el vacío». «Para la filosofía de
la praxis el ser no puede ser separado del pensar, el hombre de la
naturaleza, la actividad de la materi a, el sujeto del objeto; si se hace
esta separación se cae en una de t antas formas de religión o en la
abstracción sin sentido.» El exceso idealista del párrafo puede com-
prenderse en el contexto de la crítica de Bujarin cuyo Ensayo popular
de sociología analizaba en estas páginas, pero es difícil deslindarlo
de la posición de Nietzsche, para el cual la praxis es la conformación
del caos de sensaciones que constit uye el mundo pre-humano, que
da lugar a un mundo ordenado y reg ular.
344
tiva, el que constituye el mundo; frente a estos idealismos de la
praxis conviene recordar que el realismo y el materialismo marxista
y no marxista (recuérdese por e¡emplo a Bunge y a Popper) postulan
que la realidad está estru cturad a independientemente de nuestro co-
nocimiento, aunque el mundo objetivo tal como se nos presenta sea
el producto de una mediación entre dichas estructuras reales y su re-
figuración por parte de nuestras categorías cognoscitivas, de manera
tal que nunca podemos estar seguros de que hemos dado con la es-
tructura de la realidad, aunque postulemos que dicha estructura
existe independientemente de nuestras categorías.
345
CONCEPTOS FUNDAMENTA LES
• Praxis y poesis
• Ontopraxeología
• Labor/trabajo/acción
• Interpretación/transform aci ón del mundo
• Praxis como prueba de la teoría
• Idealismos de la praxis
EJERCICIOS
347
BIBLIOGRAFÍA
349
TEMA 21
351
nico-poética. La Modernidad surge eleva ndo a primer rango la capa -
cidad constructiva del ser humano, no só lo en el aspecto tecnológico
de dominación de la naturaleza, si no también en el aspecto político.
La política moderna surge en la obra de Maquiavelo y de Hobbes
como el estudio de la construcción de in stituciones en las que la re-
lación intersubjetiva y práctica queda suprimida en beneficio de una
relación de dominio en que los do m ina ntes son los únicos sujetos
que reducen a los dominados a la cat egoría de simples objetos. La
política deja de concebirse como acción para entenderse como fabri-
cación (H. Arendt) . Los mismos mecanismos util izados en el dominio
de la naturaleza se emplean para dominar a los seres humanos (Dia -
léctica del Iluminismo) . La política pasa de ser un arte de la palabra a
ser un arte de la dominación, un arte de conseguir el poder y mante-
nerse en él (Maquiavelo). Un arte de construir artefactos (Leviatán)
capaces de asegurar la paz social y la vida de los ciudadanos, a cam-
bio de perder su soberanía (Hobbes).
352
preestablecidos, y de superar el etnocentrismo; el comunismo, se-
gún el cual «los resultados sustantivos de la ciencia son producto de
la colaboración social y están destinados a la comunidad»; el desin-
terés y el escepticismo organizado que implica «la discusión latente
de ciertas bases de la rutina consagrada, de la autoridad, de los pro-
cedimientos establecidos y de la esfera de "lo sagrado" en general».
Dado que la razón práctica se ocupa del reino de los fines, la re-
habilitación contemporánea de la razón práctica supone la postula-
ción de una posición anticientificista y antipositivista que reconoce la
posibilidad de discutir racionalmente sobre fines y no aceptar mera-
mente éstos como algo dado previamente de manera pre-racional.
La discusión de esta problemáti ca se recoge en la «disputa del positi-
vismo en la sociología alemana » que enfrentó a Adorno y Popper en
un principio y a Habermas y Albert posteriormente. A la discusión se
agregaron después Apel y los miembros de la Escuela de Erlangen,
Lorenzen y Schwemmer. Los problemas centrales de la discusión se
refieren a la posibilidad de establecer racionalmente los valores y a
la cuestión de la posibil idad de una fundamentación última de la
ética. En la discusión se enfrentaban una concepción analítica, cienti-
ficista, de la razón frente a una razón dialéctico-crítica y, en otro sen-
tido, una razón monológica y una razón dialógica basada en el len-
guaje. La discusión es fundam ental, dado que en ella se enfrentan
353
dos concepciones ontológicas de la razón ; po r un lado la que con -
cibe la razón de manera instrumental como una mera técnica de los
medios para fines que están más allá de ella y la que concibe la ra -
zón desde un punto de v ista globa l como la capacidad que tiene el
ser humano de llegar a acuerdos no só lo sobre medios sino también
sobre fines mediante el lenguaje y el d iscurso que se configura así
como una de las dimensiones ontol ógicas fundamentales del ser hu-
mano (la otra la constituye el trabajo ). La posibil idad de una dimen-
sión práctica y no sólo estratégica o tecn o lóg ica de la razón sólo se
encuentra en esta concepción dialóg ica de la misma. La razón instru-
mental es una razón limitada que deja fu era de su ámbito la mayor
parte de las dimensiones esenciales del homb re y especialmente sus
aspectos éticos y políticos (prácticos).
354
tereses de todos los afectados en la decisión, así como la predisposi-
ción a aceptar las opiniones y deseos de los demás si son más con-
vincente que las propias.
355
2. «Un postulado de reciprocid ad.»
356
tensión de validez de las norm as y, en la medida en que las acepta
como razones, arriban a la convicción de que las normas propuestas,
en las ci rcunstancias dadas, son "correctas". Lo que fundamenta la pre-
tensión de validez de las norm as no son los actos irracionales de vo-
luntad de las partes contratantes, sino el reconocimiento, motivado ra-
cionalmente, de normas que pueden ser problematizadas en cualquier
momento» (Cf. Problemas de legitimación) .
357
cisiones arbitrarias, con lo que la responsabilidad ética no sobrepasa
la esfera privada, quedando la política en el ámbito de la racionali-
dad estratégica, propia de la lucha por el poder, que a lo más que
llega es a compromisos basados en la correlación de fuerzas, pero
nunca a acuerdos intersubjetivos aceptados racionalmente por todos
como propios.
358
nal, por muy ideal que sea, utilizando una racionalidad monológica,
nunca podría estar seguro com p letamente de que su elección moral
por muy libre, informada e imparcial que fuera, es la adecuada (Cf.
La razón sin esperanza).
359
de la ciencia» a pesar de su dificu ltad. Esta fundamentación no se
puede realizar si se aceptan los presupuestos de argumentación de
la filosofía analítica, que sólo acepta com o fundamentación válida la
deducción lógica de proposiciones a partir de otras proposiciones.
Esta fundamentación última filosófi ca sólo es posible a través de la
reflexión pragmático-trascendental enten dida como método propio
de la filosofía, cuyo resultado final es: «Todos los presupuestos de la
argumentación que cumplen la con d ición de que no pueden ser dis-
cutidos por ningún oponente sin una real autocontradicción y no
pueden ser demostrados lógicamente sin petitio principii, deben ser
tematizados en una última autofun damentación filosófica -es decir,
pragmático-trascendental- de la fil osofía . En tanto implicaciones del
a priori de la argumentación detrás del cual ya no es posible pregun-
tar más, constituyen el fundame nto pragmático-trascendental de
todo argumento» (Estudios éticos). El fu ndamento reside, pues, en
los presupuestos últimos de la argumentación más allá de los cuales
no se puede ir sin autocontradicción p ragmática. La fundamentación
reside en el hecho de que la razón es práctica, o sea, es «responsa-
ble del actuar humano» y se despl iega a través de «las condiciones
normativas de la posibilidad de la decisión sobre pretensiones de va-
lidez ética a través de la formación del co nsenso» . Llegamos, pues, a
una fundamentación última de la éti ca a t ravés de la reflex ión sobre
los presupuestos normativos de la argum entación .
360
4. Preferir los fines posteriores en caso de conflicto de fines .
5. La compatibilidad entre sus fines últimos (Cf. Racionalidad y
acción humana).
361
CONCEPTOS FUNDAMENTALE S
EJERCICIOS
363
2. Plantear la cuestión de si es posible una fundamentación racional
de la ética.
364
BIBLIOGRAFÍA
365
TEMA 22
ACONTECIMIENTOS V ACCIONES
367
causa de ello han seguido. Una acción consta, pues, de un aconteci-
miento que sucede gracias a la interferencia de un agente y de un
agente que tenía la intención de int erferi rse para conseguir que tal
acontecimiento sucediese», según la definición de Mosterín, en la
cual tenemos los elementos esenci ales de una acción. En primer lu-
gar, las acciones son acontecimientos producidos por seres hu-
manos, con lo que excluimos de las mismas los hechos debidos a
agentes no humanos, como anima les o fenómenos naturales. Por
otra parte no todo acontecimiento p roducido por un ser humano es
una acción, sino sólo los conscientes y v oluntarios. Esta condición
elimina de las acciones los hechos producidos de manera incons-
ciente y aquellos en los que el agente no ha sido libre y es la base
sobre la que se imputa la responsabilidad al agente por sus ac-
ciones. Podemos recordar aquí que los analistas de la acción desde
el punto de vista del derecho como Hart consideran que «la función
primordial de las frases sobre la acción es la de atribuir responsabili-
dad». La voluntariedad de la acción es esencial para distinguir entre
acciones y meros movimientos corporales. El rechazar la voluntarie-
dad de un acto es una de las ma neras fundamentales, que según
Austin, tenemos para pedir excusa s por una actuación desgraciada
(«En defensa de las excusas»).
368
a su vez en inmediato y remoto. El aspecto externo inmediato es una
actividad muscular; el remoto es «algún acontecimiento del que esta
actividad muscular resulta causa lmente responsable». La intención,
es pues, el aspecto interno de la acción. Aquellas acciones carentes
de intencionalidad se conocen como acciones reflejas o respuestas a
estímulos. La intención es lo que da la unidad a la acción ya que
consideramos formando parte de una única acción a todos los acon-
tecimientos subsumidos bajo la misma intención. Una conducta in-
tencional puede ser objeto de una explicación teleológica como ve-
remos posteriormente.
369
- Por consiguiente, A se dispone a hacer a no más tarde de
cuando juzgue llegado el m omento t 1, a no ser que se halle
imposibilitado».
370
mente. Parece ser que para que la inferencia práctica sea correcta es
preciso que la conducta descrita en la conclusión sea interpretada en
términos intencionales. «Para se r explicable teleológicamente la con-
ducta ha de ser primero comprendida intencionalmente» (van
Wright, Explicación y Comprensión). No parece pues posible explicar
a la vez una misma conducta en términos causales como un movi-
miento y en términos intencion ales como acción. Esto es lo que in-
tenta Waismann al distingu ir entre acción como «Serie de movi-
mientos» y acción como «provista de intención». Las acciones en
tanto que movimientos se encuentran determinadas por causas fisio-
lógicas, y las acciones en tanto que intencionales se encuentran de-
terminadas por motivos y razones. Esta dualidad reproduce la duali-
dad kantiana del mundo de la necesidad y el mundo de la libertad.
371
Por otra parte W. Sellars en su artículo «La filosofía y la imagen
científica del hombre», distingue entre la imagen manifiesta y la ima-
gen científica del hombre en el mundo y at ribuye a la filosofía la ta-
rea de integrar ambas imágenes en una v isión estereoscópica que
permita una experiencia coherente a parti r de las distintas perspec-
tivas sobre el hombre. La imagen m anifiesta del hombre se ha pro-
ducido a partir de un afinado empírico y categorial de la imagen ori-
ginaria del hombre y es la aceptada por la filosofía perenne de ori-
gen platónico. Mediante esta imagen manifiesta el hombre ha co-
brado conciencia de sí mismo com o hombre en el mundo. La ima-
gen manifiesta es el producto de u proceso de despersonalización
del mundo que ha ido restringiendo paulat inamente el carácter per-
sonal de los objetos hasta reducirlo a los individuos humanos, aban-
donando el animismo primitivo, pal pable aún en la imagen origina-
ria del hombre que consideraba todos los objetos como personas. La
imagen científica del hombre, en cambio, es producto de una em-
presa intelectual, la ciencia moderna, que va más allá de las meras
técnicas de correlación entre los acontecim ientos accesibles a la per-
cepción y la introspección utilizadas en la elaboración de la imagen
manifiesta y «postula objetos y sucesos no perceptibles con el fin de
explicar correlaciones entre los percept ibles». Hay tantas imágenes
científicas del hombre como ciencias se ocupan de él. Esta diversi-
dad de ciencias no supone la plurali dad de objetos, sino que es com-
patible con la identidad intrínseca de los o bjetos analizados desde di-
ferentes perspectivas. El m ismo objeto puede ser analizado a través
de estructuras teóricas distintas cada una v inculada de manera
particular al mundo perceptible.
372
marco conceptual comunitario no hay que reconciliarlo con la imagen
científica del hombre sino añadirlo a ella, de manera que dicha imagen
científica se vea enriquecida con «el lenguaje de las intenciones de la
comunidad y el individuo», de manera que el mundo analizado por la
ciencia se nos muestre como nuestro y no como algo ajeno al
mundo en que vivimos. Como v emos, para Sellars también, las in-
tenciones son cuestión más soci al que meramente psicológica.
CLASES DE ACCIONES
373
LA LÓGICA DE LA ACCIÓN
374
LA ACCION COMO ACONTECIMIENTO INTENCIONAL
Por otra parte las acciones pueden ser fines en sí mismas o me-
dios para la obtención de otros fi nes. Una acción es medio de otra
cuando efectuamos la primera, no por sí misma, sino para obtener la
segunda . Los fines, propiamente dichos, no pertenecen tanto a las
acciones como a los agentes. Los agentes tienen fines y las acciones
tienen sentido. «El sentido de una acción es el fin que el agente per-
sigue con ella», en la definición que nos da Mosterín. Una acción
puede tener sentido de fin, o sent ido de obtención de un resultado, o
sentido de medio, o sentido de componente, o sentido convencional
o sentido contributivo. Los senti dos de la acción son el resultado de
la interpretación de la acción. Así podemos interpretar una acción
375
como fin en sí misma; como medio para alcanzar un resultado inhe-
rente a la propia acción; como instrument o para conseguir un resul-
tado que depende causalmente de la propia acción; como parte com-
ponente de una acción más amplia ; como un gesto convencional en
un marco institucional dado; o, por fin, como contribución del
agente a una acción colectiva. La interpretación de una acción lleva
más a su comprensión gracias a motivos que a su explicación ba-
sada en causas. De forma paralela, la interpretación de una acción
contribuye más a su inteligibilidad que a su posible predicción. La in-
terpretación de una acción no es algo que se dé de una vez por
todas, sino que como nos indica la historia, es un proceso que varía
según las condiciones, saberes e intereses del intérprete, lo cual
supone que el pasado histórico nu nca está completamente cerrado,
sino que permanece abierto a nuevas inte rpretaciones.
376
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
• Estado/proceso/acontecimiento
• Acción
• Agente
• Intención
• Voluntad y libertad
• Comprensión/explicación de la conducta
• Explicación causal/teleo lógica
• Acción básica
• Accion convencional
• Medios y fines
EJERCICIOS
377
3. Analizar la noc1on de acción convenciona l y relacionarla con las
instituciones creadas por el hom bre.
378
BIBLIOGRAFÍA
379
C) TEODICEA
UNIDAD DIDÁCTICA V
385
TEMA 23
387
completitud y continuidad cualitati va se añade el de gradación unili-
neal, que da lugar a un orden jerárq uico que va desde los seres más
ínfimos hasta el ens perfectissimum pasando por todos los posibles
grados que son infinitos.
388
y un Dios bueno, cuya opo s1c1o n da lugar a una concepc1on dramá-
tica del Universo, que acaba con el triunfo del bien sobre el mal.
389
movimiento ordenado no retornan al principio del que se alejaron».
Vemos aquí que el principio de orden asegura un lugar a todas las
cosas, incluidas las defectuosas, en el plan del universo y además que
el optimismo cristiano no abandona a su suerte a dichas cosas defec-
tuosas sino que aspira a recuperarlas mediante «el movimiento orde-
nado» puesto en marcha por la Redención. Dios no crea los males sino
que los ordena de manera que puedan mejorar y llegar a su más alto
grado de perfección. En El libre albedrío, vuelve Agustín a plantear el
problema del origen del mal, rechazando que sea Dios su autor, y
afirmando que «cada hombre que no obre rectamente es el verda-
dero y propio autor de sus malos actos». Dios castiga las malas ac-
ciones justamente porque éstas proceden de la voluntad libre del
hombre, cuando se inclina hacia la concupiscencia. En el Enquiridión
se plantea que aunque las cosas no sean buenas de manera cons-
tante ni inmutable lo son, especialmente, al ser consideradas en su
conjunto. El mal en el mundo «hace resa ltar más eminentemente el
bien». El mal es la privación del bien, que se identifica con el ser. Por
ello no hay ninguna cosa que sea completamente mala porque en-
tonces dejaría de ser, pura y simplement e. No hay mal sin bien y
ambos pueden coexistir al mismo tiempo en una misma cosa. El mal
es relativo y así algunas cosas son consideradas malas porque no
convienen a otras, pero en orden a sí todas son buenas y además
cosas que no convienen a algunas cosas pueden convenir a otras y
ser así buenas para estas últimas (Cf . Confesiones VII, cap. 13).
390
cla de cosas desemejantes que luego veremos expuesta en Espinosa.
391
de un Dios bueno y providente. Dejando aparte la hipótesis teísta, la
teodicea entendida como «antropodicea» o «cosmodicea» puede
considerarse el intento de explicar rac ionalmente las cuestiones del
sentido y el problema del mal, acud iendo sólo a hipótesis naturales y
humanas (económicas, sociales y políticas). Volviendo a Leibniz, su
Teodicea se ofrece como un Discurso sob re la Bondad de Dios, la li-
bertad del hombre y el origen del mal y consiste en un diálogo crí-
tico con P. Bayle, entre otros filósofos y teólogos de su época, como
Hobbes, Espinosa, Descartes, Maleb ranche, etc. El principio funda-
mental de toda la Teodicea que sirv e de base a todos los demás es
el de que Dios es bueno, omnisciente y todopoderoso y después de
analizar todos los mundos posibles en sus infinitas combinaciones
ha elegido (con necesidad moral y no metafísica frente a Espinosa) el
mundo actual como el más perfect o de todos. Puede pensarse un
mundo sin mal alguno, pero este mundo en su conjunto sería peor
que el actual, ya que todas las cosa s están relacionadas entre sí, y el
Universo «es todo de una pieza, como un océano» y cada cosa con-
tribuye con su acción a la acción de todas las demás.
El mal no tiene un origen excl usivo, moral, sino que antes del
mal moral, es decir, del pecado, ex iste un mal metafísico ligado a la
imperfección y a la limitación esen ciales de las criaturas, aun antes
del pecado (Teodicea 0 20). La co ncepción del mal como carencia,
como privación, como deficiencia ontológica, es decir, como radical
limitación o imperfección, propia de la tradición cristiana, se repite
pues, en Leibniz. El origen metafísico del mal, sin embargo no está
en Dios ya que El desea siempre con voluntad antecedente el bien y
elige siempre lo mejor. Lo que su cede es que la actuación no se
debe sólo a la voluntad antecedente sino a la voluntad total y en ésta
intervienen otros motivos, que pueden aconsejar que Dios permita el
mal local para asegurar el bien en la totalidad del Universo. A veces
para el bien global, la indiferencia y el mal físico se precisan como
medios, al mismo tiempo que se puede tolerar el mal moral, a partir
392
de la necesidad hipotética que lo relaciona con lo mejor. Pero siem-
pre la voluntad de Dios que tiene al pecado por objeto es sólo permi-
siva (0 25). El pecado depende de las criaturas dotadas de libre albe-
drío, a las que Dios deja hacer si n interferir en sus acciones. «Dios es
la causa del material del mal que consiste en lo positivo, y no de lo
formal de éste, que consiste en la privación» (0 30).
393
estas criaturas puede producirse por concomitancia, como producto
de la realización de bienes más grandes (0 119), de manera que la
mezcla de bienes y males resultante sea tal que el bien domine so-
bre el mal. A veces el orden del todo exige el desorden de alguna
parte (0 128). Dios impide el pecado y la miseria en tanto que lo per-
mite la perfección del Universo, que es un producto de su propia
perfección (0 167). Como todos los posib les no son compatibles en-
tre sí (composibles) en un único Universo, cuando Dios ha decidido
crear el Universo, se ha producido una lucha entre los posibles que
pretenden todos la existencia y la han obtenido aquellos posibles
que todos juntos produjesen el má xi mo de realidad, de perfección y
de inteligibilidad (0 201 ). En esta creación Dios ha utilizado las vías
más simples, más uniformes y que se limitan menos entre sí. La
creación resuelve, pues, un problema de máximos y mínimos, cómo
producir la mayor perfección posibl e por las vías más simples y más
fecundas (0 208). Dios compara entre sí los infinitos mundos posi-
bles, formados a su vez por infinitas criaturas y elige el mejor de los
sistemas posibles de manera que la sabiduría satisfaga completa-
mente a la bondad (0 225).
394
LA CUESTIÓN DEL MAL EN RICOEUR
En nuestros días esta concepción cristiana del mal recibe una in-
flexión antropológica en la obra de P. Ricoeur, que en Finitud y Cul-
pabilidad, analiza la debilidad constituyente del hombre y la expre-
sión simbólica del mal a t ravés de los mitos de creación, del primer
hombre y del alma exiliada. A partir de lo que denomina la «patética
de la miseria» y a través de una síntesis trascendental basada en la
imaginación pura y una síntesis práctica que culmina en la categoría
de respeto, se conceptual iza la labilidad humana que hace posible la
falta, el pecado y por tanto la culpa. Ricoeur sitúa, siguiendo a Pla-
tón, Pascal y Kierkegaard, la m iseria humana, en el carácter forzosa-
mente intermedio de su condi ción, intermedia entre cielo y tierra;
entre lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande; entre Dios
y las bestias. La síntesis trascendental parte de la perspectiva finita
en que se sitúa el ser humano en el principio, perspectiva que se
abre a la infinitud libre de la estrechez perspectivista gracias a la
trascendencia de la sign ificaci ó n. Por último, la imaginación pura
media en la escisión abierta entre el verbo que dice el ser y la ver-
dad y la perspectiva finita in ici al. Desde el punto de vista práctico la
perspectiva finita aparece com o el carácter; la infinitud del sentido
como felicidad y la mediación entre ambos productos se produce
gracias a la constitución de la persona mediante el respeto. El tercer
aspecto de la fragilidad humana, que resume los ligados a la imagi-
nación y al respeto, se expresa mediante la noción platónica de
thimos, «corazón», entendido también como sentimiento. Una filoso-
fía del sentimiento se propone como la más adecuada para expresar
la fragilidad de ese ser intermedio que somos teniendo su objeto en
«la separación abierta entre la exégesis puramente trascendental de
la desproporción y la experiencia vivida de la miseria».
395
El paso de esta capacidad del mal a la realidad del mismo, lo
lleva a cabo Ricoeur mediante el an álisis de la confesión (aveu) que
la conciencia religiosa lleva a cabo del mal humano y a través del es-
tudio de la simbólica del mal, que supone en primer lugar el estudio
de los símbolos del mal: la mancha , el pecado y la culpabilidad. El
significado primeramente físico del mal, ligado al contacto con lo im-
puro (noción primera de sagrado como lo protegido por tabúes por
su peligrosidad), se convierte en la ación de pecado, en tanto que
infracción colectiva de la Alianza firmada entre el pueblo elegido y el
Señor, que desencadena la cólera de Dios; y posteriormente, se indi-
vidualiza y subjetiviza en la soledad de la conciencia culpable. Todos
estos símbolos primarios del mal se recapitulan en la noción de
«Siervo-arbitrio» y exigen la mediación de un lenguaje específico,
simbólico. Los mitos analizados por Ricoeur son los referidos al ori-
gen del mal. Entre éstos, los mitos d e crea ción consideran que el ori-
gen del mal es coextensivo al origen de las cosas; es el caos que se
enfrenta al acto creador de Dios; los m itos de caída, en cambio con-
sideran el mal relacionado con la ca ída de l hombre (el pecado origi-
nal), como algo que tiene lugar accidentalmente en una creación ya
acabada. Entre los mitos de creación y los de caída, Ricoeur sitúa los
mitos trágicos debidos al castigo de un dios que, previamente, hace
enloquecer al héroe y luego lo castiga por su desmesura. Por último,
se considera el mito del alma exiliada que supone la excisión, desco-
nocida en los otros mitos, entre cuerpo y alma en el ser humano.
396
mano, sino como el resu ltado no querido de las acciones humanas
en contextos sociales, políticos y económicos históricamente deter-
minados, como el producto de malos encuentros entre fuerzas que,
en principio, son todas positivas y por lo tanto buenas.
397
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
EJERCICIOS
1. Analizar la noción crist iana del mal como privación y como ca-
rencia.
399
BIBLIOGRAFÍA
401
TEMA 24
403
cal de los seres finitos y, especialmente, del hombre, Espinosa re-
duce la imperfección a la posible rel ación que se establece al compa-
rar una criatura determinada con otra más perfecta. Desde este
punto de vista, el pecado de Adán só lo lo es desde nuestro punto de
vista y consiste no en nada positivo sino en la privación de un es-
tado del que gozaría si no hubiera cometido dicho acto.
404
EL ORIGEN DEL MAL EN EL MATERIALISMO ILUSTRADO
405
los pueblos aprovechándose de su ceguera (Del Espíritu, Discurso
Segundo, cap. XXIII). Helvétius desarrolló un materialismo psicoló-
gico y sociológico, frente al materialismo naturalista de Holbach, en
el que Plejanov llegó a ver un precedente del materialismo histórico
marxista. La identificación de las causas de los males humanos con
la religión y el despotismo alcanza su grado máximo en la obra de
Jean Meslier que se presenta como unas Memorias y que fue cono-
cida póstumamente debido a Volta ire y los Enciclopedistas. «Desde
mi más tierna juventud divisé los errores y los abusos que causan
tan graves males en el mundo; cuanto más he avanzado en edad y
en conocimiento más he reconocido la ceguera y la maldad de los
hombres, más he reconocido la vanidad de sus supersticiones y la
injusticia de sus malos gobiernos» . Así expone el abate el punto de
partida de su obra, que considera las religiones como errores, ilu-
siones e imposturas utilizadas por los políticos para imponer su tira-
nía sobre los hombres. Después de rechazar las pruebas dadas para
demostrar la existencia de Dios, propone un materialismo en el que
identifica el ser y la materia y, según el cual «todas las cosas natu-
rales se forman y se constituyen a sí mismas mediante el movi-
miento y concurso de las diversas partes de la materia que se juntan,
se unen y se modifican diversamente en todos los cuerpos que com-
ponen» (Memorias).
406
clusiones de la naturaleza de las cosas y los únicos medios de que
se puede disponer para descubrir la verdad» y que no podemos des-
truir ciertas hipótesis aunq ue no se las pueda dar el grado de certi-
dumbre de los hechos en la expli cación de los orígenes. Aunque sólo
sea de forma marginal es interesante reconocer cómo para Rous-
seau, la cuestión de los orígenes es una cuestión a la que sólo lle-
gamos mediante conjeturas, cosa en la que coincide con la visión ac-
tual según la cual la cuestión de los orígenes sólo puede ser abordada
mediante el mito (mito de los oríg enes) y que el análisis científico sólo
se ejerce sobre estructu ras ya form adas y completas. Como dice Staro-
binski, la discusión filosófica de Rousseau «concierne menos a los
acontecimientos de la historia que al proceso por medio del cual el
hombre, extraño al principio a la historia, se ha convertido progresiva-
mente en un ser histórico» (La transparencia y el obstáculo).
407
perjudicarlos, quizá hasta sin reconocer nunca a ninguno individual-
mente; sujeto a pocas pasiones y bastándose a sí mismo, sólo tenía
los sentimientos y las luces propias de este estado, sólo sentía sus
verdaderas necesidades, sólo miraba aquello que le interesaba ver, y
su inteligencia no progresaba más que su vanidad (-) No había edu-
cación ni progreso, las generaciones se multiplicaban inútilmente y,
partiendo siempre cada una del mismo punto, los siglos transcurrían
en la tosquedad de las primeras edades; la especie era ya vieja, y el
hombre seguía siendo siempre niño» (Discurso sobre el origen de la
desigualdad entre los hombres).
408
La conclusión de Rousseau e el Discurso es que la desigualdad
moral, autorizada por el derecho positivo, es contraria al derecho na-
tural si no concuerda en igual proporción con la desigualdad física.
Precisamente en este reconocim iento de la desigualdad moral en
concordancia con la desigualdad natural y la debida al mérito, ve De-
lla Volpe la continuidad ent re Rousseau y Marx, los cuales reivindi-
can el derecho de cada individuo a que se reconozca y se potencie
su personalidad por parte de u na «sociedad igualitaria no nivela-
dora» (Rousseau y Marx).
Para Kant que el hombre es malo por naturaleza quiere decir que
«el hombre es consciente de la ley moral y, a pesar de ella, ha to-
mado como máxima suya el ap artarse (ocasionalmente) de ella», y
que el hombre es bueno, signif ica, que está hecho para el bien y que
la disposición primitiva del hombre es buena. A pesar de esta falibili-
dad del ser humano que le puede hacer alejarse de la ley moral,
Kant sitúa el origen de los males humanos, no en la Providencia, ni
en el pecado original, sino en el abuso de la razón, que reside en sí
mismo. Dada la mezcla del bien y mal que hay en las disposiciones
de cada individuo, el progreso m o ral se refiere, caso de existir, al gé-
409
nero humano en su conjunto y no a los individuos. Por último Kant
sitúa en la «insociable sociabilidad » d el ser humano, el origen de la
perfectibilidad humana, ya que al despertar las disposiciones natu-
rales del hombre da lugar, med iante el trabajo y el esfuerzo, a la
cultura humana. Este principio es la fuent e de los bienes y los males
humanos, o mejor dicho, es el medio de que se vale la Naturaleza
para obtener el bien de la cultura a parti r de los males de la discor-
dia y la lucha. Se ha podido ver en este principio un antecedente de
la astucia de la razón hegeliana que o btiene el bien a partir del mal ,
convirtiendo el momento negativo, el m o m ento dialéctico d e la sepa-
ración y de la escisión, en el motor del p rogreso que lleva a la recon-
ciliación en el momento especulativo f ina l del proceso.
LA CUESTIÓN EN MARX
410
dad tiene su culminación en Marx el cual unifica en su obra una teo-
rización de la dinámica de la sociedad capitalista, así como de los
principios generales de la historia (el materialismo histórico) junto a
una práctica revolucionaria , la mediación de las cuales se lleva a
cabo a través de una crítica de ese desarrollo que se ha analizado
teóricamente, que constituye la base ética de la revolución pro-
puesta. En Marx no hay una asépt ica descripción de la historia de la
Humanidad, sino una crítica despiadada de la misma, denunciando
en ella todos los fenómenos de ex plotación económica y de opresión
política. Esta interrelación entre hecho y valor es una de las caracte-
rísticas fundamentales de los aná lisis marxistas que los distingue ra-
dicalmente de las teorizaciones, pretendidamente neutrales, de las
ciencias sociales burguesas. Ya en sus artículos iniciales publicados
en los años cuarenta en La Gaceta Renana denuncia el origen social,
económico y político, de los males que afligen a los seres humanos,
humillados y ofendidos por un naciente orden capitalista que usurpa
sus derechos consuetudina rios. En estos artículos se ve cómo las li-
bertades políticas se ven socavadas y mediatizadas por las desigual-
dades económicas. En los Manuscritos del 44 se analiza con mayor
profundidad teórica el estado de alienación universal que supone el
capitalismo y la degradación que tanto el capitalista como, sobre
todo, el obrero padecen en dicho estado. El régimen económico ac-
tual, dice Marx, citando a Ch. London «perfecciona al obrero y de-
grada al hombre».
411
obligada, por tanto, a emplearse al precio que fuera, en las nacientes
manufacturas. La miseria, el embrutecimiento, la ignorancia, la enfer-
medad, en una palabra, todos los males morales y físicos, tenían su
origen en las injustas condiciones sociales. La creencia de que todos
estos males podrían ser superados cuando se eliminara la propiedad
privada de los medios de producci ón fue una ilusión falsada empíri-
camente con la Revolución de Octubre. Parecía que el mal humano
tenía raíces más profundas que la propiedad privada.
EL PESIMISMO FREUDIANO
412
gía psíquica que es detraída de la disponible para la satisfacción di-
recta de los instintos, especialmente del instinto sexual, que se ve
desviado de sus fines naturales y sublimado en el trabajo y la crea-
ción cultural en general. Por otra parte, los instintos agresivos del yo,
también se oponen a la vida en sociedad y deben ser controlados
para permitir ésta. La sociedad co ntrola al individuo originando en él
el sentimiento de culpabilidad, ligado al super-yo, que introyecta la
agresividad y la dirige hacia el propio sujeto, a través 'd e la concien-
cia moral. Al principio hay una re uncia a los instintos por miedo a
la agresión de la autoridad exterior; luego se instaura la autoridad
interior de la conciencia mora l, q ue mantiene controlados los ins-
t intos mediante el sentimiento de culpa. La relación entre cultura, re-
nuncia a los instintos e infelicidad es afirmada por Freud, que da así
una teoría social del origen del ma l y el sufrimiento humano.
413
LO ACTIVO Y LO REACTIVO EN NIETZSCHE
414
quema en que se basan dichas nociones es el constituido por la rela-
ción deudor-acreedor. Además de la culpa y la responsabilidad surge
la institución de la ley con sus nociones de justo e injusto que otra
vez vuelven a ser imposiciones de los hombres activos. La ley y el
Estado imponen diques a la actividad de los seres humanos, la cual
se vuelve hacia el interior y da o rigen a la conciencia turbada . En
Nietzsche, como en Freud, la con ciencia se origina por introyección
de los instintos agresivos que de dirigirse hacia afuera pasan a diri-
girse hacia dentro contra el propi o sujeto que los tiene. Es la misma
actividad la que produce hacia afuera las grandes obras y vuelta ha-
cia el interior da origen a la culpa bilidad.
415
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
• Superstición.
• Optimismo/pesimismo.
• Desigualdad.
• Bondad natural del hombre.
• Tiranía y despotismo.
• Insociable sociabilidad del ser hu m ano.
• Explotación y alienación.
• Sufrimiento y sentido de culpabil idad.
• Super-yo .
• Renuncia a los instintos.
• Desublimació'n represiva .
• Activo/reactivo.
EJERCICIOS
416
2. Comparar el optim ismo marxista y el pesimismo freudiano res-
pecto a la posibilidad de elimi nar las raíces del mal.
417
BIBLIOGRAFÍA
419
TEMA 25
421
ontológica entre el ser y el no ser, se mantiene a lo largo de toda la
tradición occidental hasta culminar en Schelling, el cual considera
que el mal es una nada y a la vez u n ser muy real, cuyo estatuto on-
tológico se expresa en formulacio nes paradójicas como ser de la
nada, positividad de lo negativo, ser de la negación. El mal es un pa-
rásito del bien, es un usurpador, q ue sin ser un ente aspira a deve-
nirlo suplantando a los entes verda deros. Es un «dios invertido» que
pretende imponer su reino en la tier ra.
422
EL MAL COMO AFIRMACIÓN HU M ANA FRENTE A DIOS
423
se desacomoda, se hace vacilar los fundamentos históricos, cultu-
rales, psicológicos del lector, la consistencia de sus gustos, de sus
valores y de sus recuerdos, se pone en crisis su relación con el len-
guaje»; frente a los textos de placer que «contentan, colman, dan
euforia, provienen de la cultura, no rompen con ella y están ligados
a una práctica confortable de la lectura» (El placer del texto). La pre-
tensión de Sade en escritos como J uliette o Las 120 jornadas de So-
doma consiste en establecer una «praxis del sacrilegio», producto de
un «amor intellectualis diaboli» capaz de destruir la civilización occi-
dental mediante una inversión de sus valores, llevada a cabo, como
muy bien analizan Adorno y Horkheimer en la Dialéctica del Ilumi-
nismo, con las mismas armas, la razón instrumental, que le ha pro-
porcionado la cultura burguesa cristiana occidental que combate.
424
El afán transgresor de Sade es tal, que su figura del libertino real
no es nada más que una imagen pálida de un libertino ideal (perso-
nificación del Diablo) que hiciera el mal cont inuamente y con intensi-
dad infinita, y así dice Clairwil en un momento dado : «Üuisiera en-
contrar un crimen cuyo efecto perpetuo actuase, incluso cuando yo
dejara de actuar, de manera que no hubiera ni un solo instante de mi
vida, incluso durmiendo, en el ·que yo no fuera la causa de un desor-
den cualquiera, y que este desorden pudiera extenderse hasta el
punto en que diera lugar a una co rrupción tan general, o a una per-
turbación tan categórica, que más allá incluso de mi vida, el efecto
se prolongara aún».
425
10. Las dos formas opuestas de desexualización y de resexuali-
zación;
EL SATANISMO
426
hombre, pero dicho pecado en lugar de ser motivo de vergüenza, es
al contrario, ocasión de orgullo ya que es el producto genuino de
una humanidad que desafía a los dioses. Con estos autores nace un
satanismo opuesto a la divinid ad y símbolo antropocéntrico que a
través de Baudelaire y el Simbolismo llegará hasta nuestros días,
como Símbolo del genio poético y la capacidad creativa del hombre.
427
Este tipo de pensamiento dio origen a lo que se puede denominar
con Lukács, un «ateísmo cristiano», que aunque afirma la inexisten-
cia de Dios y la primacía del hombre, permanece adherido a toda la
cosmovisión cristiana, frente a la cual no opone más que la mera
transgresión y violación de sus val o res, en lugar de dar origen a
unas nuevas tablas de valores, en el sentido de Nietzsche, que no
sólo cambien la jerarquía de los valo res, sino la forma misma de va-
lor, y sustituyan el sitio vacío de Dios no por otro valor supremo,
como la Razón, o la Humanidad, que cumplen su función, sino por
un vacío descentrado y descentrado r que realice afirmativamente la
transvaloración de todos los valores . Para ello no es el camino ade-
cuado la transgresión, ya que la viol ación de la ley sólo tiene sentido
si se sigue concediendo valor a dicha ley, sino su trivialización y
puesta al lado. No el ateísmo negado r de Dios, sino el agnosticismo
que no se ocupa de él ni para negarlo siquiera. Más que la transgre-
sión frontal de la ley, la subversión lateral que la pasa por alto (o por
bajo) . Por ello un replanteamiento radical del problema del mal y de
la cuestión de los valores ajena a él, sólo puede llevarse a cabo, con-
duciendo a su extremo el agnosticismo de Marx y Nietzsche, como
hace Deleuze por ejemplo, más que con el ateísmo, aún ligado a la
cosmovisión cristiana de la ley y el pecado, de lo sagrado y su trans-
gresión, típico de Sade, los poetas visionarios ingleses y los nihi-
listas rusos, que hoy continúan en autores como Bataille y Klos-
sowski que siguen en el ámbito de la rel igión y no han roto real-
mente con el teísmo.
428
gasto improductivo. Precisamente son las diferentes maneras de gas-
tar el excedente lo que distingue a las sociedades entre sí más que el
mecanismo de producción . Frente a la concepción ascética, regida
por la escasez, típica de la tradic ión occidental que ve el gasto como
algo pecaminoso, Bataille concede un valor positivo a este gasto im-
productivo considerado malo en la tradición clásica. La noción de ex-
cedente no se aplica sólo a la economía, sino también al ser humano
que consume de manera improductiva su exceso de energía en acti-
vidades como el erotismo, o el misticismo, y en general todas las ac-
tividades que conducen al éxtasi s.
429
cosas semejantes, ni siquiera de la ident idad de lo mismo. La verda-
dera repetición se dirige a alguna cosa singular, incambiable y dife-
rente, sin "identidad" . En lugar de cambiar lo semejante y de identi-
ficar lo mismo, la verdadera repet ición autentifica la diferente»
(«Klossowski o los cuerpos-lenguaje »).
430
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
EJERCICIOS
1. Anal izar la noc1on pos1 t 1va del mal como la afirmación del hom-
bre frente a Dios en Sade y Holbach.
431
BIBLIOGRAFÍA
433
UNIDAD DIDÁCTICA VI
437
TEMA 26
EL SENTIDO DE LA VIDA
439
lores se han multiplicado y banalizado hasta disolverse. En todas
estas situaciones críticas la cuestión del sentido de la vida se plantea
con renovada intensidad. En las sociedades tradicionales o en los
momentos de tranquila evolución histórica , la vida encuentra su sen-
tido en las actividades cotidianas reg idas por los valores seguros de
la comunidad, la clase o el estatus social al que el individuo perte-
nece.
440
Mito de Sisifo de Camus. La náusea es el estado en el que el ser (el
cuerpo) se hace presente e imposible de superar a la nada (la con-
ciencia) . Igualmente para Cam us, el sin sentido, el absurdo surge de
la conciencia del divorcio q ue exi ste entre el hombre y su vida, entre
el actor y su decorado, el absu rd o es «el espesor y la extrañeza del
mundo» así como la conci encia de la inhumanidad del propio hom-
bre. «El absurdo nace de la co nfrontación entre la llamada humana y
el silencio disparatado del m undo». La escisión rad ical entre hombre
y mundo es la clave de l absurdo y del sin sentido, según el existen-
cialismo, pero esa escisión só lo es intuida en la vida cotidiana que
nos mantiene adormecidos en ta nto que no pongamos en duda sus
valores . Tenemos por un lado q ue la vida cotidiana es inauténtica y
por tanto no puede ofrecer u n sentido real a la vida pero, a la vez, el
mantenimiento en el interio r de dicha vida cotidiana hace que no se
plantee el problema del senti do de la vida y parece otorgar así un
sentido a la vida, aunq ue no sea auténtico ni real. La inmersión en la
comunidad impide qu e se pl antee la cuestión del para qué de la
vida, ya que precisamente la v ida cotidiana respondiendo a todas las
pregunta s concretas impide que se plantee la fundamental. Tenemos
aquí, otra vez, la amb igüedad esencial de la vida cotidiana; parece
dar sentido e impide que uno se pregunte por el sentido en sí. Esta
pregunta se plantea só lo en los m omentos en que las metas propias
de la vida cotidiana no se con sig uen, y entonces se abre un espacio
en el que puede surgir la cuest ió n de la finalidad de la existencia en
sí.
441
tido de una apertura constante a lo nuevo obtenido mediante la
transformación del mundo y de nosotros mismos, en dirección a un
perfeccionamiento continuo de nuestra personalidad.
LO SACRO Y EL SENTIDO
442
De igual manera el Tiempo homegéneo y lineal profano queda or-
denado a través de las fiestas, qu e son lapsos de tiempo sagrado en
que se conmemora el tiempo mítico inicial de los orígenes en el que
los dioses crearon el mundo o enseñaron la cultura a los hombres.
Si los lugares sagrados ordenan el espacio, lo mismo hacen las
fiestas con el tiempo. El tiempo profano cotidiano, extrae su sentido
último de la repetición cíclica del ti empo originario, sagrado, a través
de las fiestas.
443
un Dios personal aparece como el garante del sentido de la vida hu-
mana, hecha por el Dios a imagen y semejanza suya. La santificación
de la vida humana llega a su culm inación en el cristianismo, en el
cual el propio Dios se hace hombre e ingresa en la historia humana
para redimirla del pecado y dotarla de un sentido absoluto. El sen-
tido no proviene ya de deidades impersonales o a lo más antropo-
morfas, sino de una persona divina que se hace hombre y vive y
muere entre nosotros. El sentido de la vida individual aparece ahora
como originado por la im itación del Dios, por la repetición en nues-
tra vida de su vida y muerte. La form a en la que la vida adquiere un
sentido es mediante la afirmación de la inmortalidad personal o al
menos de la resurrección final. La v ida tiene sentido porque es
eterna y además la redención divina permite postular el pago de la
deuda que el pecado nos ha hecho contraer.
444
positivismo. «Es fatuo querer mantener un sentido incondicionado
sin Dios. La actuación recta, sin relación con un ser divino, pierde
algo de sí (-)». «Junto con el concepto de Dios muere también la
idea de una verdad absoluta», cosa que ya había descubierto Nietzs-
che al denominar "muerte de Dios", la pérdida de vigencia de todos
los valores absolutos, epistemológ icos y morales; y al perder su rea-
lidad el mundo verdadero de dichos valores absolutos la ha perdido
también el mundo profano de aqu1 abajo, ya que su sentido, su reali-
dad, estaba en aquel mundo verdadero.
445
mal no sea la última palabra. La esperanza desesperanzada de Hork-
heimer apunta al sentido como nostalgia, como recuerdo de ese Dios
imposible. La finitud humana está abierta a un infinito visto como
añoranza de una justicia plena que no se puede realizar en la historia
finita, secular, ya que aunque algún día se instaure una sociedad
justa, no se podrá redimir todo el m al pasado. Como decía Benjamin
«sólo a la humanidad redimida le cabe por completo en suerte su
pasado» (Tesis 3) es decir, sólo la Redención podrá eliminar el mal
acumulado y recuperar a los humillados y ofendidos. Por otra parte
frente a la visión socialdemócrata y esta linista que ven a la clase
obrera como la liberadora de las generaciones futuras, Benjamin ve
el motor revolucionario del proletar,ado más en el recuerdo de los
antecesores esclavizados que en el ideal de los descendientes libe-
rados. La Revolución-Redención más que instaurar una sociedad li-
berada lo que hace es eliminar y lavar las consecuencias de los
males pasados, de ahí la necesidad de una dimensión escatológica y
teológica que contemple la superación definitiva del mal futuro al
mismo tiempo que la redención del mal pasado. Tanto Horkheimer
como Benjamin mantienen el anhelo de esta revolución-redención,
aunque son conscientes de su imposibilidad ontológica, de ahí la
nostalgia y la melancolía que acompaña en ellos a una esperanza
que sólo se da a los desesperanzados, porque hay esperanza pero no
para nosotros, como decía Kafka y recuerda el propio Benjamin.
446
LA RESPUESTA ÉTICO-POLÍTICA
447
despliega completamente en el sen o de una comunidad de persona-
lidades libres e iguales.
448
llectualis Dei» o amor a la totali dad del Universo; ha sido el sueño
de Goethe, del joven Marx y de L kács y es la única posibilidad rea-
lista de buscar un sentido a la v ida que no lo tiene por sí misma,
sino que debe ser dotada de sentido por la actución libre de los
seres humanos en su lucha conju nta por la liberación y la felicidad.
449
CONCEPTOS FUNDAMENTA LES
• Sentido de la vida.
• Absurdo.
• Inautenticidad de la vida cotidi ana.
• Sagrado/profano.
• Símbolo.
• Hierofanía.
• Providencia.
• Redención.
• Muerte de Dios.
• Nostalgia de lo radicalmente ot ro.
• Principio esperanza.
• Escatología.
• Técnicas del yo y cuidado de sí.
EJERCICIOS
451
2. Analizar la donación de sentido que lo sag rado otorga a lo pro-
fano .
452
BIBLIOGRAFÍA
453
TEMA 27
455
Desde este punto de vista el sent ido de la vida no se busca en
una relación sincrónica, estructural, con un manantial de sentido
coexistente con el individuo, bien sea la comunidad o un ser divino,
sino que se busca en un plazo diacró nico, histórico, lo cual supone
que se haya concedido importancia al tiempo, es decir, que se haya
adquirido cierto sentido histórico. La noción de sentido histórico
supone una concepción del tiempo que lo considera como un esce-
nario en el que se puede producir la novedad, como un ámbito hete-
rogéneo que no es siempre el mismo
Para decirlo con dos palabras, ex ige una noc1on lineal o abierta
del tiempo, frente a la noción circular cíclica, cerrada del tiempo pro-
pio de las culturas (agrícolas) prim itivas. Un tiempo cíclico es un
tiempo naturalizado que se ajusta sin fisuras a los ritmos de la natu-
raleza. Un tiempo lineal permite el surg imiento de la conciencia his-
tórica. No todos los momentos del t iempo se repiten de manera re-
versible, sino que con la linealida d surge la irreversibilidad. Hay
acontecimientos únicos que producen cambios irreversibles y rup-
turas. Historia supone irreversibilidad, discontinuidad, heterogenei-
dad de los momentos.
456
triunfo final de las primeras es una visión gnóstica que se ha conser-
vado ampliamente arraigad a en la mayoría de las tradiciones eman-
cipatorias, religiosas o po líticas, como nos recuerda Voegelin.
457
TEOLOGÍA POLÍTICA Y FILOSOFÍA DE LA HISTORIA
458
despertar dicha apertura escatol ógica. «Lo que acontece puede tener
sentido» dice Bultmann y ello depende del ser humano que con su
«decisión responsable» comp rende el sentido de la historia, produ-
cido por la acción salvífi ca de Dios, si considera cada momento
como un «presente escatológico ». La escatología no sólo otorga sen-
tido a la historia en su conjunto sino a la historia individual de cada
ser humano, que recibe su senti d o mediante su inserción en la histo-
ria salvífica gracias a una decisión libre y responsable .
459
caso, y precisamente en este precari o y li m itac ión de lo finito se ma-
nifiesta la presencia de lo infinito. Esta p resencia de lo infinito, de
Dios, en la historia se lleva a cabo de m anera indirecta , confiriendo
sentido a la realidad en su conjunto. La real idad tal como se nos
muestra en la historia es algo fragm entario y en camino: «la creación
no está terminada. Sólo en el futuro escatol ógico podremos abarcarla y
comprenderla por completo». La total idad del sentido que sólo se dará
plenamente al final, puede actualmente só lo ser anticipado en vivencias
finitas de sentido. Para Pannenberg, el fundamento del sentido de la
historia no es el hombre sino Dios y su fil osofía de la historia es una
teología de la historia que pone el f undam ento de ésta en la trascen-
dencia. El hombre es un ser esencia lmente abierto, que supera su
mundanidad mediante su referencia últ ima a Dios y que mantiene su
esperanza en el sentido final ligad o a la resu rrección de Cristo, la
cual se presenta como «la gran anti cipaci ó n del final de la historia».
460
será lícito aquello que no vaya a necesitar de reparaciones que no
sabemos si alguien va a estar en situación de ofrecer».
ESPERANZA Y UTOPÍA
461
dado el nivel tecnológico y científico de nuestra época, se nos mues-
tra aún como utópico. Marcuse funda lo que podemos denominar
una «antropología de la esperanza» de cuño materialista, en paran-
gón con la «teología de la esperanza » aludida anteriormente. En Eros
y Civilización, el filósofo frankfurtia no, pretende, como señala Ha-
bermas, una fundamentación naturalista de la razón mediante una
antropología de las pulsiones que d istingue entre represión necesa-
ria y represión sobrante, superando la v isión pesimista de Freud,
para el cual la civilización exige siempre una represión casi total de
los instintos para que la energía libidi nal de éstos, sublimada, pueda
dar origen a la cultura. Para Marcuse, «racional es aquella represión
(pues el concepto de razón es un concepto represivo, en esto no es
posible, a mi juicio, la menor duda ) que de forma demostrable fo-
mente las oportunidades de una vida mejo r en una sociedad mejor» .
Este concepto de racionalidad exige la el iminación de la represión
sobrante que en nuestras sociedades alcanza un monto extraordina-
rio y se fundamenta en una teoría de las pulsiones (desarrollada a
partir de Freud), que busca la reco ncil iación última de dicha razón
con la sensibilidad, escisión que ha definido desde su origen la civili-
zación occidental.
462
máximo hasta ahora alcanzado en el avance hacia el futuro), novum
(apertura a la novedad, a lo aún no realizado) y ultimum (campo de
la identidad final en la que se llegará a la reconciliación final, es de-
cir, al Reino, a la Patria). Estas categorías, junto con la de horizonte
que es la que sirve de punto de partida, al conceder a la realidad la
posibilidad de apertura hacia lo que aún no es, son la base del opti-
mismo militante de Bloch . Desde el punto de vista ontológico, la es-
peranza en la utopía, de Bloch, se fundamenta en la categoría de po-
sibilidad, que el filósofo alemán analiza a partir de la distinción aris-
totélica entre lo posible en un momento dado (de acuerdo con la po-
sibilidad, Katá to dinaton ) y lo en último término posible (el ente en
posibilidad, to dinamei on); d istinción entre «lo condicionante en
cada momento de acuerdo con la medida de lo posible dado» y «el
seno de la fecundidad del que surgen inagotablemente todas las
configuraciones del mundo».
463
exigencia de redención final, como llegada a la Patria, al Reino, en la
que el sujeto y el objeto, la Humanidad y la Naturaleza se reconcilien
definitivamente. En este sentido Bl och analiza la noción que de la
muerte han tenido las distintas civ ilizaciones y culturas, desde la
egipcia con su culto de los muertos hasta la propia del héroe rojo,
pasando por la rueda órfica, la visi ón bíblica, el cielo mahometano,
la ilustración y el romanticismo, la t ragedia y el nihilismo. Incluso en
la figura del héroe rojo, Bloch ve u na posición utópica, esperanzada
en la consecución última del comu nismo, que actúa en él como un
«novum contra la muerte». Dicho héroe rojo «camina con claridad,
frío, consciente, hacia la nada, en la cual, como espíritu libre, se le
ha enseñado a creer (-)». «Su Viernes Santo no se halla dulcificado,
ni menos suprimido, por ningún Domingo de Resurrección en el que
vaya a ser llamado de nuevo a la v ida» y sin embargo, mantiene su
esperanza «en la humanización de la naturaleza como el fin último
utópico de su praxis». Incluso en este caso, la esperanza se funda-
menta en la utopía comunista.
464
FILOSOFÍA DE LA HISTORIA Y SENTIDO DE LA VIDA
465
cipación en el proceso histórico, y al revés». El criterio histórico de
sentido puede ser contradictorio, en un caso dado, con el criterio
ético, y no hay por qué subordinar la moral a la historia, considerán-
dola un mero instrumento de ésta. El peligro de someter la ética a la
filosofía de la historia reside, para el filósofo polaco, no sólo en otor-
gar a la vida individual un sentido obtenido a partir de la historia en
lugar de basarlo en la vida misma, sino en «Sustituir totalmente los
criterios morales por los criterios de la utilidad que el Demiurgo de
la historia obtiene de nuestro obrar» . No es posible deducir criterios
de sentido para el comportamiento individual de saberes más o
menos fidedignos acerca de lo que es en la historia necesario o no,
ya que aquellos criterios de sentid o son éticos y la historia como
proceso global no es moral ni inmoral por sí misma, incluso po-
demos decir que la actuación histó rica suele exigir el pacto con el
diablo, que tarde o temprano, pide su parte.
466
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
• Tradición.
• Utopía.
• Filosofía de la historia .
• Memoria de los vencidos.
• Teología de la esperanza.
• Reconciliación.
• Anticipación de la totalidad del sentido.
• Frente/novum/ultimum .
• Progreso.
EJERCICIOS
467
BIBLIOGRAFÍA
469
TEMA 28
471
y la autenticidad o belleza. Esta esci sión se ha mantenido y profundi-
zado debido a la institucionalización y cult ivo por especialistas de di-
chas actividades. Como nos recuerda Habermas, «el tratam iento de
la tradición cultural como asunto pa rticula r de profesionales especia-
lizados ha llevado a que el saber cog noscitivo-instrumental, el moral
práctico y el estético-expresivo elabo ren sus propios cánones de
comportamiento» (La modernidad inconclusa) . La modernidad cultu-
ral consistente en la escisión, más o menos radical, entre la ciencia,
la ética y el arte, se ha desarrollado de forma paralela al principio de
modernización económica que ha nif icado los distintos espacios
culturales en una única economía-m und o que unifica el mercado
mundial bajo la hegemonía capitalista.
472
sociedades modernas se ha desarrollado la posibilidad para la totali-
dad de la población de llegar a u n nivel postconvencional de la con-
ciencia moral, caracterizado por una orientación jurídico-contractual
primero, y una orientación por principios éticos universales, poste-
riormente. Según la primera ori entación la acción justa se define en
función de los derechos individuales y de los acuerdos aceptados so-
cialmente y según la orientació n por principios universales, lo justo
se define como «decisión de la conciencia de acuerdo con principios
éticos que ella escoge y que pretenden amplitud, universalidad y
consistencia lógica» . Estos prin cipios universales son la justicia, la
igualdad, la reciprocidad y el respeto por la dignidad de los seres hu-
manos como personas individu ales. A estas orientaciones postcon-
vencionales de Kohlberg, el prop io Habermas añade su ética lingüís-
tica y comunicativa universal, que avanza sobre lo anterior al admitir
la posib ilidad de someter a discusión las necesidades humanas pro-
curando elevarlas al nivel de u niversales; a la libertad moral se
añade la libertad política y su ámbito de validez son todos los indivi-
duos en tanto que miembros de una misma sociedad mundial ficti-
cia.
473
FILOSOFIA, POLITICA E IDENTIDAD
Los partidos políticos que habían nacido, como nos recuerda Per-
niola, como expresión de una voluntad político-cultural, surgida de la
socialización del pensamiento que supone la aculturación de la socie-
dad por parte de una opinión pública presente en el periodismo, un
sistema de profesiones garantizado por la universidad y una polí-
tica entendida como ejercicio democ rático de la representación de la
474
ciudadanía, dejan de ser f uncionales en una sociedad que ha dejado
de ser una totalidad que exige legitimación para convertirse en una
masa incoherente, agrupada a lo más en mafias y grupos de presión.
Por otra parte, los partidos políticos originarios, los revolucionarios,
sólo tienen sentido en tanto que se ponen al servicio de valores uni-
versales, y dejan por tanto de ser necesarios cuando cumplen su mi-
sión.
475
dicales de las que habla A Heller, o el interés emancipatorio de
Bahro, que no se puede acallar med iante recompensas sustitutorias.
Frente a esta situación sólo la pasivización de las expectativas me-
diante la dispersión o la simple represión es posible. La crisis de le-
gitimación da lugar a la ingobernabil idad de las democracias, de la
que tanto se habla actualmente y que lleva a que se rechace la nece-
sidad de legitimación por parte de conservadores como Luhmann, o
se legitima mediante las conquistas económicas, como defienden los
liberales como H. Albert.
476
plejas contemporáneas han roto con el mito de la transparencia y se
presentan como sistemas siem p re parciales que han metabolizado la
crisis, y que enfrían el proceso innovativo mediante diversos meca-
nismos de filtrado que seleccio nan las novedades y sólo admiten las
compatibles con el sistema, el cual reduce la complejidad de su en-
. torno mediante la diferenciación y el aumento de complejidad inte-
rior.
477
estabilizar los límites ambientales del sistema de forma que asegure
su mantenimiento en condiciones ambientales siempre cambiantes.
478
La cultura moderna, el modernismo, ha privilegiado frente al as-
cetismo y a la racionalidad economizadora, modos anti-cognoscitivos
y anti-intelectuales propios de la expresión de los instintos. La cul-
tura moderna se ha fragmentado en una gran variedad de experien-
cias culturales, que han disminuido e incluso eliminado, la distancia
entre los diversos niveles de la cultura, dando lugar a la carencia de
un centro definido que sirva como referencia valorativa aceptada uni-
versalmente. El arte se disuelve, como querían los futuristas y los
surrealistas, en la vida coti diana a través de tendencias como el pop,
el diseño, la publicidad, etc. El genio se democratiza y los criterios
valorativos se diluyen, todo vale en un arte trivializado que no es el
depósito de lo sublime, como era en el Romanticismo e incluso en el
vanguardismo de principios de siglo, sino un artículo más de con-
sumo que se compra, se utiliza y se tira. El arte se hace hiper-realista
en su fantasmagoría : ya no representa los ideales culturales de la
humanidad, sino que refleja , si n tensión alguna, el sinsentido de la
vida cotidiana; produce más la identificación instintiva que el distan-
ciamiento crítico racional ; más que ser un instrumento cognoscitivo
de la realidad queda reducido a un simple elemento ideológico ador-
mecedor; la educación del buen gusto, objetivo clave en la concep-
ción burguesa del arte, queda abandonada en beneficio de una adap-
tación sin distancia a la vida cotidiana que queda reflejada en este
arte degradado sin tensión n ing u na.
479
subversivo, a poner en cuestión latera lmente la ley y a crear su pro-
pia ley (Jesús lbáñez), a pesar de que la condición postmoderna está
más cerca del anarquismo reversivo que pasa de la ley, que del mar-
xismo subversivo que subvierte la ley de manera irónica demos-
trando su contingencia o de manera umorística demostrando su ab-
surdo si se cumple al pie de la letra (Del euze) . La postmodernidad,
siguiendo en esto al estructuralismo, ha puesto en entredicho la ca-
tegoría de sujeto tanto a nivel individual como social, y con ello la
posibilidad de construirse una identidad donadora de sent ido. La
cuestión del sentido recibe una inflexión radica l en esta época, ya no
se puede basar en los mitos, ni en la relig ión, ni en una filosofía de
la historia, tampoco se puede obten er insertándose en un sujeto co-
lectivo ya constituido: una clase soci al, u n partido político, una na-
ción.
480
pero se es consciente de que éste sólo surge acompañado del sin-
sentido y que toda lógica es u na paralógica y toda doxa una para-
doxa. Hay sentido, pero quizás no para nosotros, y por ello debemos
construir un simu lacro de sentido, que es a lo más que podemos, a
lo mejor, aspirar.
48 1
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
EJERCICIOS
483
2. Analizar el carácter de la actua l crisis de legitimación y motiva-
ción del capitalismo.
484
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La resert 0br;i 11 erdP la \1"taf s1C1 cario la C'Jn]urc10 de i O •v oc;¡ a y a Teod·cea y a su vez
1
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co110 uia ef ex1on r a'lc'l'ista 50bre el rial y e se it1 0 d la da r imar ~. •a i•o en e nivel
ind1virl11a como Pr el colect1v , 'l st e y <>ocia E 1h o la d Lr e oq E ststeriat co ue se
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SP conf gL ra a part dt as t P<> grardP' co stPlario e de >e arr erto Je e ~ar des'liPgado e'l
lo ;los XIX y XX la constrlacior pcsi 1 1vista y p ag rat1 ta e'r t da er te n a la f losofía d" a
e ene l le log e y Id re 11Px1c r sob'P e Pr gL a .., a onst lac n r rxta a e rtra'.Ja E- Pi a al c;1s
de i it g1a am sor. al y la fu 1darrent1c l'v g1c 1de1 rax y .:i lOrstelac on
ex stPn al ~errreneut e CPrt ada E., el Pc."el de t'ld1v1r 10 y e i 1 apP tu e rac a a PS1E:'1 a Las
e 'r c1as, id poi tKa y el a •e y a est 0 t ca sor el oto c'e la f oso a, n estP ca<:o de la MPtal sien 'U
ex• q JP sin eribargo on c;enc a e<> cr 'uent 1rc "ar te de p oblema> y de no<; bles
oluc "1ES pa a las p equrtas ul11'l'as que o le qu PI 11.. a 1•taf1 1cd ¡:; equrtc.s er t rro a
la totalidad de la P1i dac sL 1gen y su pos b!P ert1 Jo 1 1 r 1 , ura eflPx1 1 pos•rie•a•1s1ca y
QU zac; postf irsof Ce Sl D E' se'lltdC C'Ue ')L ede tene 'l y ~e afJSICJ y E1 Ca l'b" de erfoc¡ue
f ubvers v y etorcedor, a que 1 1e'le r¡uE. SE: some11da a re• eri 1•1ca Pta! sica trad nor di para
ue pueda co1serva a guna v1genc a y virtua 1c'1d pa a st t np
Francisco ]osé Martmez es pr f sor dE ~ losof d de d U'\I O "us lE.c. p ic Pe :s c'e 1rvest gac on
son la ft osof a far e a e i•e npora iea espenalrlPrt Je tLZe f Fou au t, lac; relac l ie entre
ontolog1a y polí1 1Cd er la ob a de Esp 1osa y la 'Eflex :::1 e re a or top'axec JQ a y la or·tolog1a de
SE. sooa er la es'"'ª d Lukác yZE r y E:.n'r' sus libros er uer tra ntoloqio y D1feren 10 La
fdosofw de G DP/euze g871 Matena/1cmo 1detJ d tot /!dad y me todo d ductivo er¡ E~p1rosa,
(1q88J Lac; ontoloqws de M Fo11cault 1• 995), Autocon<;t1 uooP y iberf1d Ontoloq1a y pol1t1ca eP
Spmoza, (200?)
ISB N: 9 7 8 - 84 - 36 2 - 23 06 - 4
3432 8
Editorial
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