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La historia de Mand Ana Maria del Rio Israciones de Carmen Cardemil wf Elcumpleaios de Mani "y Manuela Mamani era una nitiva aymara que vivia en un poblado del alti- plano chileno con su pap4, su mamé y doce llamas. ‘Como era piequefita de porte, nadie le decia por su nombre porque era muy largo. Todos la Hlamaban simplemente, Mand. Tenia el cabello negro y brillante, muy lacio, Su piel era bronceada y los pémulos salientes. Sus ojos eran oblicuos, negros y muy brillances. Mant era muy bonita. Manti cumplia siete afios ese dfa. Desde temprano sintié a su papa y a su mam en puntillas por la pieza preparan- do el desayuuno. Hacia mucho frfo en las mafianas y el sol brillaba con eyplendor. La mama habia puesto pieles de vicuna cn las paredes para impedir la entrada del frio. Manti no dormia. Estaba nerviosa 8 porque ese dia cra importante para ella Pediria algo muy especial como regalo de cumpleafios. E] papa de Mani era el hombre mas importante del pueblo, Era el Jefe de la Comunidad y ademas era doctor. Todos le trafan sus hijos y sus animales cuando estaban enfermos. Manuel Mamani escuchaba la en- fermedad: a veces ofa la sangre corer con una infeccién, Otras veces ofa los huesos rotos de alguna pequefia Hama, daba un tirdn y ésta sanaba, El seiior Mamani no cobraba dinero por sus servicios. Lo hacia para ayudar a la gente de su pueblo, Todos lo quetian mucho, Muchas veces le paga ban con animales. Por eso tenfa un rebafo ie doce lamas que Mant cuidaba. Cada cierto tiempo, cl sefior Ma- mani bajaba al valle e iba al Municipio a hablar con el alcalde, Conseguia muchas cosas buenas para el pueblo: dinero para hacer canales de regadio, corrales para que ieran de frio en el invieno. Ahora dltimo habia conseguide Jos animales no se mi luz eléctrica y habian instalado la primera television. —Muy feliz cumpleafios, Mant -dijo la mama. —Muy feliz cumpleaios, Mant -dijo el papa. La abrazaron. Sus papés fa querian mucho y Mani lo sabia, Entonces, la ma- ‘md puso la tetera a hervir en la cocina que ‘estaba dentro de la sala, Sacé unas tort muy ricas, partié unas tajadas de queso fresco y en tn plato puso polulos, un cereal inflado muy gordo, Era algo especial. Manis se puso muy content : —Hoy bajo a a ciudad —anuncié el papa de Mand, tomando una taza de té mu negro—. Qué quieres de regalo de cumple fos, Manu? Ningiin padre del pucblo de Chi- pana preguntaba a sus hijos qué querian de regalo de cumpleanos. No habia mu- cho dinero para regalos en ese pequefio 0 pueblo, Pero Manti era muy querida de su padre y de su madre y, ademas, era hija tinica, Mani los miré. Habia Hegado el momento de hablar, _ No me rigs nad papi —ajo— Quiero un regalo de cumpleaios especial Su papa y su mamé la miraron. Qué seri lo que quieres? —pre- guncaron. —Quiero que me den permiso para ira la escuela en la ciudad —dijo Mani—. Quiero ir al colegio y aprender cosas. Aqui en Chipana no hay colegios. Yo podsia vivir en Iquique con tia Eduvigis —dijo, mirando asu mama, —;De ninguna manera! ;Y menos con Eduvigis! —dijo el papé de Manti muy enojado. Tia Eduvigis era hermana del papa de Manii y estaban pelcados hacia afos, porque ella no habia querido vivir en Chipan — Hija cémo se te ocurre pedir exe regalo de cumpleatios! —dijo la mam mirindola muy criste—. No quieres vi- vir con nosotros? —;Por supuesto que quiero vivir con ustedes, papi, mamé, los quicro mu: cho! —dijo Mani—. Pero es que en este pucblo no hay escuela y yo quiero apren- der cémo son las cosas. Ademis, anoche uve un suefio.. Entonces, el papi y la mama de Mand se miraron muy preocupados. Mani a veces habia tenido suetios que se habjan cumplido. El afio pasado habia so- jiado que habria sequia y no habia ovido en todo el invierno boliviano. Luego, ha- bya sofiado con todo el pucblo iluminado en medio de la noche. Al dia siguiente, habia llegado la luz eléctrica. La gente le tenia respeto a los suetios de Mant. Qué sofaste, Mant? —preguncs la mama. —Algo raro —dijo Manii—. Sovié que venia una ola grande que iba subiendo por una moncafia. Es decir, creo que era tuna ola, porque yo no sé cémo son, No conoxco ol mar. El papi de Mandi se quedé muy si- Jencioso. Todos los afos dl pedia al alcalde tuna escuela para el pueblo. Y, ano a afio, le contestaban que no habia suficientes alumnos para poner una escuela, Los ni- fnos que se iban a la escuela de la ciudad, no volvian, Preferian quedarse en la cits dad con sus parientes 0 vecinos. El pucblo cada ver tenia menos gente. AL final, no quedaria nadie y el pucblo moriria. A habia pasado con otros pueblos, penso 13 elsefior Mamani, Era muy triste, pero és cra la verdad. —Si te esperas unos aiios, yo te tracré una escuela, Mand —dijo su pa- pi—. Te lo prometo. Pero no puedes irte a estudiar a la ciudad. Eres muy pequeia todavi —No soy muy pequefia —dijo Mant: mirindolos con sus ojos bril Tengo que ir a la escuela ahora. No den- tro de dos aos. Es importante, Quiero aprender a leer y a hacer remedios para sanar a las personas. No puedo esperar. —jBasta, Manii! —dijo el papa enojado—. ;Se acabé la discusién! Prim to debes aprender a hilar y a tefiir Ia lan Como lo hacen todas las nifiitas de tu edad. Cuando sepas eso, yo te traeré una escuela aqui, a Chipana. A Mani se Ie iluminaron los ojos. jPero papa, yo ya sé hilar y tefiir la lana! —exelamé. Eso cra cierto, Habia aprendido a hilar y a tefir con la sefiora Olaya, la teje- dora mas famosa del pueblo. “ —;Basta, Mani, no insistas! —dijo el paps, con vor fuerte—, ;No puedes Eres muy pequefia todavia. Y en cuanto a hacer remedios, el que mas sabe de reme- dios aqui, soy yo, tu padre. Para eso no necesitas abandonarnos —y salié dando un porcazo, Estaba enojado, —No soy pequefia —murmurd Manii con Lagrimas en los ojos. La mamé la tomé en sus braros —Después podris ir a la escuela —dijo— otal ver, tu papa tracra la escue- la al pueblo, tal como ha hecho con la luz cléctrica, :Me ayudas a hacer la comida? Pero Mand no pudo ayudar a su mami cse dia. Andaba distraida y se le ol- vidaban las cosas. Al final, la mam le dijo que llevara a pastara las doce llamas a los bofedales de més arriba, pero que las tra- jera temprano de vuelta. —Esti haciendo fio, -di- jo—. No te distraigas por ahi, mira que cl Viento es muy fuerte ahi arriba, —Si, mamé —dijo Mansi. Fue al establo y llamo por su nombre 15 aks doce llamas: Warki, Pelu, Sapsa, Coxsa, Pachi, Pocha, Colla, Mani, Tinti, Sansi, Olu y Wilks. Vinicron saltando y le pasi- ban su suave cabeza parda por el pelo. Ma- nii las abrazé a todas y partié con ellas y ‘con su cayado hacia los boledales, Se acet- caba el invierno en el altiplano, Mani iba muy triste. Habia tomado una decisién y sabia que la cumpliria con o sin permiso de sus padres. Algo le deefa que era impor- tante, muy importante ira la escuela de ls ciudad. Llegé al bofedal y se senté en una piedra. Se tendié al sol del mediodia y se quedé dormida. De nuevo vio en su desperté, Manti ya tenia su decision to mada. Pero para cumplirla, necesitaba de ayuda, Enconces se acordé de su gran ami g0, Kuncuro, Todos los nitios del pucblo 1 ese amigo. 16 {Kunturo me ayudaré! —gritd Mand, al viento—. ;Es el tinico que puede hacerlo! Enconces Mant subié por el roque- rio de la montaita. Trep6 Agilmente, Mani cra experta en subir las rocas. Trepaba co- mo una vicufia, muy égil, ripida y segura. Sus pequerios pies se posaban firmes entre las juncuras de la piedra. Ya se le habia acabado la pena, Sabfa exactamente lo que tenia que hacer. Kuncuto la ayudaria, a Kunturo 1 Mientras subla, Mand se acordé de cémo habia conocido a Kunturo. Ha- bia side hacia varios afios. Un dia, habian subido a la cumbre a buscar una hierba muy scasa, cuando de pronto, el papi de Mand subié sigilosamente por la saliente de roca hacia arriba, Era muy empinado y 4 Mandi le dio mucho miedo ver a su pa péal borde del abismo. Pero él no parccia tener miedo, Cuando el papa de Manti Iegé a la cumbre de la roca, s¢ detuvo asombrado, Sobre un nido habia un gi- ‘gantesco céndor hembra que se quejaba y ‘movia la cabeza, Estaba herida, Alguien le habfa disparado en el pecho. Se hallaba con las alas extendidas, muy cansada y respitaba entrecortado sin moverse, El papa de Mand comprendié que el cn- dor estaba en peligro de muerte y se dis puso a sanarla, Le aplicé una cataplasma de hierbas que la adormecié y tratd de sa- atle el proyecil del pecho. Peto no le fue posible. A cada intento que hacfa de abrir la herida ésta se cerraba mas y mas. El condor estaba muy débil y escondia la ca- beza entre sus alas. El papa de Manti comprendié que iba a morir y se puso muy triste, Entonces fue cuando Manti y su padre oyeron el sonido. Era un graznido muy divertido, como el de un gallo aféni- co que gritaba desde debajo del condor hembra moribundo, —jHay que sacarle la erfa! —grité el papa de Mand, y corrié con su hija en brazos a buscar ayuda al pueblo, Sélo entre cuatro hombres pudie- ron moveral céndor, que ya habia muerte. Cuando el polluclo de céndor aparecié de debajo desu madre con restos de huevo en su ceabera, lam26 un grito tremendo que los zo tele a todos. ;Tet mucha hambre! 9 que todas esas personas que lo miraban no iban a darle nunca de comer? Mant trajo entonces las sobras de un asado que hubo el dia anterior en su casa. El polluclo las comié mirindola fijamente y devorando todo con su gran boca, Desde entonces, Mand y €l fueron amigos inseparables Mand le puso Kunturo. Céndor peque- jio, Siempre que iba a pastorear, ella subia al nido de Kunturo y se subia sobre él mientras Kunturo agitaba sus alas que iban creciendo cada ver mis. Y cuando ese verano Mand subié a la montafta, encon- rd yaa un condor adulto, gigantesco, que Ja miraba como preguntindole: Qué meu —No te traje nada hoy —dijo Ma- ni, subiéndose arriba de él y acaricidndole la cabeza. Pensé que si su papa la hul visto subida sobre cl cdndor, en el nido, le hubiera dado mucho susto, Pero era el lu gar donde Mani se sentia més segura. Y duefta del mundo. Desde el nido de Kun- curo se velan las nubes y mas alli. Mant entrecerté los ojos y se durmié. ¥ volvié a jiste? 20 sofiar con la ola gigante que subja la mon- aa. Desperté sobresaltada. Era muy tarde. Su mamé estaria preocupada. Se sents muy cerca de su amigo. __—Kuntaro —dijo—, te voy a pe- dir un favor muy grande, Necesito que me bajes todos los dias a la exe, escucla de la ciudad. Pero & que nad 10s Vea, zen- =e tiendes? Debo ir a la AF escuela. Quiero aprender q leer —le explicé—. Pero también debo ir porque ‘ tuve un suefio de que algo tertible pasaba en esa escucla y yo lo evita- ba, Vendré aqui todas las mafianas y ui me Hevaris a la ciudad, me esperaris en el ce- tto Dragén y luego me subiras hasta mi ‘casa. ¢Quicres hacerme este gran favor? __ Kunturo fa mité de perfil con su ojo inmenso, Mani le acaricié. Kunturo movid la cabeza como diciendo st. —iGraciast —dijo Manii sontien- do—. Sabfa que podria contar contigo Ahora tenemos que ensayar el vuelo. No 2 ime vayas a dejar caer, Kunturo, jVamos! —dijo, espoleando el castado del céndor con las rodillas—. ;Vuelat Kunturo comprendid, Agité las in- mensas alas que desplegadas eran més gran- des, Y entonces, con cuicado, desplegé un vuelo silencioso y rasante, remontindose y bajando suavemente al gran bofedal. Mami iba sentada sobre el, Sinti el are frio pasar por su costado. ¥ las plumas pequefias del cuello del céndor junto a su cara, Escaba volando por el cielo, Ea maravilloso. Ma- tnd junté las llamas y las arved en fila hasta su casa. Ya sabia cémo iria todos los dias a la escuela de la ciudad, sin que nadie se diera cuenta. Habia solucionado su pro- blema. Estaba contenta. «Kuncuro me ha hecho el mejor regalo de cumpleafos que he cenido nunca», penss, y corrié hasta su casa, Entré feliz y le dio un beso a su ma- ma. La mam se quedé mirindola. —Por suerte; los caprichos de Ma- nui duran poco —se dijo—. Ya se le debe haber olvidado esa locura de ir al colegio cen la ciudad. J En la ciudad Al dfa siguiente, muy temprano, Mand llevé las llamas al bofedal y las dejé alli pastando. Le habia dicho a su mam y su papa que ella Hevaria las Hamas a pas- tar todos los dias. Sus padres se lo habian agradecido y habjan pensado que Mandi era muy colaboradora, Apenas llegé al nido de Kunturo, vio que éste ya estaba listo, esperindola. Man se mont6 en su cuello. Kunturo des- plogé sus alas y comenzé a cotter por la planicie. De pronto, con un salto, se lan al vacio. A Manii se le subié el corazén a la boca. ¥ se dio cuenta de que iban volando. Volaba por el altiplano sobre su amigo ‘Kunturo que iba descendiendo en grandes citculos. Iba al colegio. Y legaria volando sobre un eéndor. Era algo ran incretble, que Manu decidié mantener a Kunturo en secreto. Desoués de un rato de vuelo. Vieron los techos de las easay de la ciudad de Iquique. Uno de esos techos seria e! del colegio. Kunturo aterrizé sobre una loma del certo Dragén. Mant se bajé y le reeo- mendd que no se moviera de alls. Se fue corriendo a la escuela, Cuando lleg6, Ma- 1as de su edad qu tras la ca iii vio a otros nifios y ni iban llegando al colegio mi pana sonaba, Manti estaba feliz, Se acercé al grupo de nifios y los saludo: —Hola, geémo estin? —les dij Entonces todos Iz quedaron mi- rando y se pusieron a refr, sefalandola con el dedo, Refan y reian. Llamaron a otros nifios gue estaban cerca y pronto un grupo muy grande de nifios se enconurd alrededor de Mani. —:Qué pasa? —pregunté Manii—. ué tengo en la cara? Entonces sucedié 24 algo increible. Los nifios le hablaron atro- pellindose y riendo a carcajadas, mirindola y sefialindola con el dedo. Manai se dio cuenta de que no en- tendia una sola palabra. Los nifios hablaban en sonidos extrafios que Mani no com- prendfa. Era orro idioma. Una serie de sonidos raros, como silbidos de serpiente. Y que Mandi no habia oldo nunca —Hola —dijo con mucha ver- + Me llamo Manucla Mamani. Los nifios se secreteaban entre el Hablaban frases y palabras extranas, De promo, una nifa se adelanté y hablo giienza 2s palabras que Manit reconocié, Era una nia como ella, también pequena, delga- day con el pelo oscuro muy brillante a ambos lados de la cara. —Ellos hablan castellano —expli- cé la nifia a Mant en aymara—. En las escuckis, todos deben hablar castellano. No nos permiten hablar aymara. Para ve- nira este colegio primero debes aprender a hablar castellano. —Y ti, gedmo lo hiciste? —pre- gunté Manii, a punto de Hlorar. a se encogis de hombros. Aprendi despues de un tiempo —Aijo—. Ellos no son amables, Se rien de ti. Entonces Mani se acordé de su papi y su mamd. Ahora comprendia por {qué no querfan que viniera al colegio en la ciudad. De pronto, una sefiora alta en- tré en el patio, Todos los nifios se pusie~ ron en fila empujindose unos a otros. A Mani le llegaron varios empellones. Los nifios se refan miréndola. Uno se apreté la natiz y otro se puso las manos en los la 26 ojos y se los achin6. Otro le imité la ma- nera de caminar. A Manti le dieron ganas de salir cortiendo. Era un colegio horri- ble. La seftora llevaba un delantal blanco, Los hizo encraren la sala. Hablaba la mis- ma lengua extrafia que los nifios. Mantt no entendia nada, Mostré un mapa de colores hermosisimos, donde habia un color azul que Mani no podia dejar de mirat. De pronto, la profesora le hizo una pregunta, en el idioma extrafio, mirindo- la fijo. Mani enrojecié y tavo un miedo terrible. No sabia qué decit. A su lado, la nifia aymara, le susurré: —Di ano lo sé senorita» —le dijo. —Nolosésse'norittu —le salié a Manti trabajosamente. Transpiraba. Los nifios volvieron a reir estruendosamente. La profesora la miré silenciosa Luego dijo «aymaray y otras cosas mas que Manti no entendié, Nunca se habia senti- do can desgraciada, Afioré a su papa ya su. mamd, (Qué razén tenian en no querer que fuera al colegio de la ciudad! La profe sora anoté algo en un libro gigante, sin a dejar de mirarla, Lucgo soné una eampa- nna y los nifios se desbandaron a sus casas. Las clases habjan terminado por ese dia. Mant llegé llorando al certo Dragén. Se sentia muy infeliz, Sollozando, se abrazé al cuello de Kunturo y hundié su cabeza entre las plumas finas que como una esto- la de piel, le rodeaban el cuctlo. Kunturo esperé un poco a que Manti secara sus li- grimas, Luego, desplegando suavemente fas grandes alas, remont6 vuelo a casa con Mandi agarrada a su cuello, oa El mar * Pero Kunturo no quiso volar di- recto hacia ef altiplano. Queria regalarle algo a Mand para que ella calmara su Hlanto, Entonces se dirigié al mar. Poco a poco, Manti vio aparecer la gran exten- sién azul y sonrié, Ese era el mar. El mar del que tanto hablaba su mamé. E} mar de Chile, Era del mismo color que habia en el mapa del colegio, Kunturo se pasea- ba planeando por sobre esa inmensa masa de agua oscura que parecia un ¢remendo animal adormecido. Mani miré hacia cl horizonte y luego hacia la tierra, En cl borde, una linea de espuma blanca, mar- caba el contorno de la costa, Hacia viento ya Kunturo le costaba avanzar. Mami te- nia mucho fri. Se lo dijo a Kunturo en una vuelta y este gird y se dirigié hacia el altiplano de vuelta. Llegaron cuando habia coscurecido, Las llamas balaban desaforadas 29 en el bofedal. Asustada y muy triste, Ma- ii las recogis y las fue Hlevando a su casa. Llegé cuando ya habia caido la noche. Su ‘mamé y su papé estaban muy preocupados esperdindola en la puerta de casa sDénde estabas, Mami? gunté, muy serio, su papa. —Pascoreando las llamas —comtest6 Mani ponigndose muy colorada. No le quedaba mas remedio que mentit. Nadie le creeria si contaba lo que habia vivido ese dia. ¥ todo era tan triste. Era todo tan dificil. De pronto, estuvo a punto de lanzarse lorando a los brazos de su papa y de su. mam y contarles todo lo que habia vivido en ese dia terrible, Pero se arrepintié, Tal ver no le creerian. Y le prohibirian ver a Kuncuro, el tinico aliado pre- que tenia en el mundo. — Qué te pasa, hijita, estis enfer- ma? —se oy6 la yor de la mamé, en la oscuridad. —No mam, no me pasa nada Creo que estoy un poco cansada no mas. Me voy a acostar —dijo Mani, sintiendo 30 que las ligrimas radaban por sis cara. Se puso la gruesa camisa de invierno y se acosté, arropandose mucho, Al rato sin- 1 que se sencaban en su cama. Sacé la cabera. Fra su paps con una taza humean- teen la mano. —Témate esta agua. Eis buena pa- rake tristeza —dijo el paps No estoy ttis,.1tez2... —sollozé Mandi, tomando tragos del agua, Mientras la comaba, sintié que le daba suet. —Mi hijira linda —dijo el papa haciéndole carifio—. Sé lo que sientes, pero ya va.a llegar el dia en que puedas ir aun colegio donde ensenen nuestra cul- tura. Fl problema es que abajo, en la ciu- dad, hablan sélo castellano y se rien del que habla aymara. Yo no te queria decie esto, para no desilusionarte. Tengo que conseguir que hagamos un colegio en es- te pueblo donde ensefien en aymara para que los nifios sepan cosas de nuestro mundo que les sirvan para seguir viviendo aquf y no se vayan todos a la ciudad a ser 31 sirvientes, Si la gente sigue yéndose para Jos valles, nuestro pueblo se va a quedar vacio, y un pueblo sin gente es un pueblo muerto, —Si papi —contesté Manti abra rindolo. ‘Su papa era muy bueno. No le habia querido decir lo det idioma para evitarle tuna pena. Y ahora ella lo habia sufrido en carne propia. Y no lo podia contar a nadie. El suefio de iral colegio se habia esfumado. Pero igual, mafiana, iria a ver a su amigo Kunturo, pens6. Aunque no fuera al cole gio, tal ver podria dar otro paseo aéreo. Habia sido tan maravilloso volar agarrada a su cuello, Era como sentirse duefia del mundo. Volar como los céndores la hacia sentinse feliz. Y sin darse cuenta, se quedé don z EI plan mt A la mafiana siguiente, Manti ama- necié Mena de énimo, Fl dia anterior par cia haberse borrado de su cabeza, Toms desayuno con apetito y partid al bofedal ‘en medio de sus doce llamas regalonas. Se habia trazado un plan. Sino podia ir a ese colegio, entonces daria vueltas por sobre Ja ciudad con Kunturo durante el dia, mirando desde lo alto las ciudades y los pucblos. Aprenderia mirando desde arriba Pero sobre todo iria a verel mar, Tenfa que volver al mar. Era demasiado hermoso. Cortié con sus llamas por los sen- deros del altiplano. Soplaba un vienco fuerte, huracanado, algo tibio. Nubes os- curas se juntaban y corrian por la pampa del cielo. Mandi dejé a sus llamas pastan- do en los jugosos bofedales y subié por la roca desnuda como una pequefia vicuha cexperta. Arriba estaba Kunturo. Sin un solo 33 movimiento, derecho en ef nido. Dormia. Mani lo desperté acariciindoke el plumaje de cucllo, El joven céndorse desperts y la miré como diciéndole: — Quieres ir de nuevo a ese cole- gio de la ciudad donde se rien de ti porque rio hablas su idioma? —No, Kunturo—dijo Manti—. No quicto ir mis. ese colegio. Lo que quiero es que me Hleves a dar una vuelta por et mar. No puedo olvidar el mar. Lo harfas por m® Kynturo mird la lejanfa y luego asintié gravemente. El azo entre Kuncuro y Manti no se cortaria jamais. Manti se acercé a Kunturo y se monté en su cuello y lo es- poles suavemente con las rodillas. Kunturo parecié comprender. Kunturo comprendfa todo, Lentamente, extendié sus als gigs tescas y remonté vuelo. Manti se sintid 66 moda y feliz,con el helado viento, cruzando ambos lades desu gorro de lana. Tener un amigo como Kunturo era lo mejor que habia en ef mundo. Ya no le importaba no poder ir a ese colegio ni saber castellano. Silo querfa volar. Y ver el mar una ver mis = ‘Tsunami . Entonces, Mand y Kunturo se quedaron boquiabiertos, El mar estaba muy cambiado. No venia nada que ver con el hermoso mar del dia anterior. Ha- bia perdido su color azul luminoso y su paz infinita. Gruesas olas metilicas y opacas estallaban contra la costa. Desde arriba se veia a los hombres que como hormigas corefan con sacos a la playa para armar una defensa contra la marejada, El mar estaba casi negro. —No te vayas todavia Kunturo —1og6 Mami, —Dejame mirarlo una vex mis. Igual me gusta asi. Es como si fuera un animal salvaje, Entonces, Mand miré hacia abajo y la vio. Lejos de la costa, una altura de ua se enroscaba sobre s{ misma levan- tindose muy alto, como el brazo de un gigante; un remolino de agua oscura que 35 se cleyaba cada vez més, Era tan potente, y tanta amenaza habfa en aquel agua os- ‘aura, que hasta Kunturo se quedé absor- to, mirando esta especie de montana que se acereaba como un bareo gigante y mortifero, hacia la costa, cada vez a m: yor velocidad. Entonces Mandi compren- dié su suefo. Esa montana de agua se precipitarfa sobre el pucblo. Desde la cos- ta los hombres no podian verla. Pero era real, Ellala estaba viendo ahora. Su sueno se habia cumplido. ¥ comprendié que de- bia salvar a la gente avisando, De pronto, una idea tomé forma en su mente, Expo- le6 répido a Kuncuro que miraba la mole de agua avanaar hacia la costa. —jRipido, Kunturo! —dijo— Le vame al colegio! El cdndor comprendié que se ta taba de un asunto de vida o muerte. Giré sobre su cuerpo y se lanué velor-al descenso sobre la rada del puerto, en la ciudad, mientras Mani se apretaba a su cuello pa- rar no caerse, Ahora volaba més rapido y daba bruscos giros con el ala. En el patio 36 del colegio, Jos alumnos asistian al acto civico antes de entrar a clases. wf Hlsalvamento De pronto s¢ sintié un revolotear y todos, direcrora y alumnos, miraron ha- ia arriba levantando sus cabezas. ¥ todos vieron a la nifia del dia anterior, montada como una amazona sobre un eéndor in- menso amaestrado que se detuvo en el centro del patio, haciendo volar todos los papeles con la fuerza de sus alas. Mant bajé de Kunturo mientras todos los nifios que la vispera se habjan refdo de ella, la miraban asombrados, sitt poder pronun- ciar una sola palabra, Ni en castellano ni en ningéin idioma, Estaban boquiabi tos, Era la misma nia de la que se habfan teido, Era ka misma nina distinta. La ni aymara que ahora venia como una reina volando sobre un céndor. Mand miré ala directora y le habl6, La directora no en- tendia rampoco su lengua. Manti comenz6 a hacer gestos tratando de explicar que una mole de agua se avecinaba sobre la ciudad. Pero nadie le entendia, Las profe- soras crefan que se trataba de una nia loca. La dircctora las apart6, Algo estaba tra- tando de decirle esa nifia, De pronto alz6 |a vor y grité: 39 wuién sabe hablar aymara y castellano de entre usced adelanté la nifia del dia anterior, la que le habia explicado « Mani lo del idioma Mant la miré y la remecié, con los ojos muy abiertos {Diles que viene una montana de agua acercdndose a la ciudad! ;Diles que tienen que correr hacia los cerros! ;Diles que pueden ir a mi casa en el alti- plano! ;Diles q) munidad! El los hospedard hasta que la montafia de agua se aplaque. ;Diles todo eso! ;Rapido! La nifia se volvié a la directora y en castellano le explicé lo que M; cla. La palabra tsunami hizo eriz cabellos de la directora, Corrié a llamar al alcalde por reléfono, Después organizé la cvacuacién de nifios y nifias, Los padres y apoderados comenzaron a llegar por las calles, como locos. Muy pronto llegaron los camiones de la Municipalidad y co: menzé la caravana de vehiculos hacia arriba. Iban todos al pueblo de Manu, en Entonces, se mi papa es jefe de la co de- los 40 el altiplano. Ella, montada en Kunturo, que daba vucltas en redondo, guiaba la caravan larguisima de autos y ticrobuses que subia por el cerro hacia arriba, cada vee mis arriba. Todos subian y suban y subian, Algunos iban asustados. Pero la presencia de Kunturo con Mani animando 2 todos, los tranquilizaba Entretanto, los papas de Manti habian recorrido todo el pueblo muy preocupados. Manii no aparecia por nin- gin lado, Habian ido casa por casa pre- gunrando por ella, pero no estaba. No habia Hegado con las llamas. El papa de Mani habia subido a los bofedales y ha- bia encontrado a sus doce llamas pastando solas. Mant no estaba por ninguna par- te, La mama de Manit se habla puesto a Hlorar. —{Tanto que le gusta trepar por las rocas! —solloz6, —Es experta trepando, no tengas miedo —dijo el papi de Mant, pero él también tenia miedo. Nunca Mani habla desaparecido asi. 4“ De pronto, a lo lejos, una humare- da se fue haciendo mas y mas grande. El primero en verla fue el papi de Mand. Venfa gente, mucha gente, con algo vo- lando sobre ellos. Y entonces, todos los habicantes del pequeno pueblo del alti- plano vieron lo que nunca podrian olvicar Una larga caravana de autos, camianes ¥ micros, llenos de gente de la ciudad, ‘Todo el pueblo venia subiendo, agitando los brazos y saludando a los habitantes del pequcno caserio. Algunos gritaban, o llo- aban. Estaban muy nerviosos. Asustados. ¥ arriba de todos ellos, momtada en Kun- turo, como si hubiera nacido sobre un pajaro, vena Mant, guiéndolos, El viento se habia hecho mas y més fuerte, y una a tormenta se avecinaba. El alcalde se bajé del eami6n donde venia y se aproximé al papa de Mani. —Viene un tsunami! —dijo—.Ta- vimos que subir. Una nifia marayillosa de Chipana nos salvé. E indies hacia arriba, hacia el condor, donde Mant sonreia a su padre Kunturo aterriz6 sobre lx plaza del pueblo y todos los habitantes se acercaron Se repartieron a los ninos de la ciudad para cuidarlos en las casas y el resto del pueblo se acomodé en la plaza y en los caminos de los alrededores. Las seforas de Chipana comenza- ron a preparar olkis grandes de comida y al caer la noche todos estaban alrededor del fuego, comiendo y comentando cémo Manié los habia salvado. js increible el valor de su bi —le decta el alcalde y a directora del colegio al papi de Mamii—. ;No vacilé un momen- ton yenir a salvarnos! Fila es una heroina.. El papa de Manti miré a su hija. Ella, muy colorada, di Papa, mamé, ye sé que los deso- bedeci y les pido perdén. Y conté como habia sido su primer dia de colegio y lo an- gustiada que se habia sentido. Los nifios se acercaron y la abrazaron pidiéndole que los perdonara. —Simplemente como no sabia- mos tu idioma, crefamos que eras loca —dijeron—. Pero eso no estuvo bien Por favor, perdénanos. 44 Entonces el papsé de Mandi miré al alealde, —Tal vez seria buena que en los colegios se enseftaran las cosas en castella- no y en aymara —dijo—. De nuestros pucblos podrfan ir profesores que supie ran aymara y ensefiar las cosas que hay que aprender a ninos aymaras y chilenos juntos. Al alealde le parecié tina buena idea, La directora del colegio se acereé a Mand yasu madre. —tstaria muy feliz si vinieras a mi colegio, Mant —le dijo—. Yo me comprometo a tener una profesora que 5 mara y te ensefie en tu idioma. Y n ui aprenderis castellano para poder hablar con tus amigos en los ccreos.

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