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Había una cucufata a un mentón pegada

Había un mentón y una boca inexacta


Había un mentón trapeciado y una boca reseca
Y no era por un virus infectada
Sino porque a esa cortesana ya nadie la besaba
O por lo menos así canturreaba.
Habían unos labios de plato cuarteado
Y no menos se asemejaban al pico de los patos
Así como las sartenes achatadas esta boca se estiraba
Guasón furibundo corriente entre los suyos.
Cucufata escéptica practicante de herejías a sus sueños… increencias.
Ridícula puritana en su afán ridículo de venerar no santos sino hadas y
creer en cuentos encantados
En tristes cuentos ya engañados.
Bailarina de mesa en el cabarette del arte te revuelcas
Confundes tu gran y estirada boca con el mentón de la verdadera esencia
Trastos los zapatitos dorados los has tornado
En desastre y malgastados… ¡OH pordiosera bailarina¡
Hasta tu mentón se confabula con aquel monte Everest o con el volcán
Misti para que puedas pronunciar frases que ya en tu interior no abundan
más.
Había una cucufata a un mentón pegada
Había un mentonsototote y una bocototota inexacta
Ni la superaba Jim Carrey en “Irene y yo y mi otro yo”
Había una cucufata a unos labios resecos pegada
Como los picos de los patos
Había una puritana cínica
A un mentón pegada
Pobre la bailarina barata
Que debía andar siguiendo
A su boca y a su mentón extemos
Por siempre sentenciada.

RACHEL.

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