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Quimera

(Raquel Mezones)

Desearía empezar contando cómo empezó todo, todo, si es que lo nuestro tuviera una
definición o concepto, lo cierto es que estamos hartos (y digo estamos por los dos, es
decir por ambos) de cuestionarnos siempre racionalmente lo que somos, o que la gente
nos interrogue, ¿qué son?, realmente mi esencia se denigra cuando las preguntas tan
terrenales nos hostigan y hemos (por los dos) decidido no responder más a lo que en
realidad somos, porque ni nosotros mismos estamos seguros, somos más que todo el
mundo, nuestras almas se tornan grises en cada reencuentro, en cada deseo y cada beso,
cada fricción de nuestros cuerpos, cada palabra dorada y cada falacia, sí, lo estamos
creando, estamos mutando nuestras formas de ser y de responder, de caminar y de besar,
y puede resultar obsceno, pero hasta mudamos nuestra forma de hacernos el amor cada
madrugada, el dogma al cual nosotros nos enfrentamos no es fácil de sostener o hacer
frente, estamos creando una nueva especie de amor, de querer, de sentir, de hacer, y voy
a responder… por los dos. En el vivo recuerdo está aquella manera ideal de entendernos
en cada problema o discusión, y gracias a la influencia de nuestra imaginación, lo que
hacemos cuando estamos duados es amar la tierra que nos da a heredar la desgracia, las
personas fieras, pero se transforma en brisas fresca mientras alzas los ojos al verde
pasto, mientras los labios se te resecan al quedarte extenuado contemplando la
hermosura de los pájaros en el cielo denso e imperfecto, mientras deletreas el nombre de
lo nuestro, de lo mío, de lo ajeno, cuando volamos en busca del ápice cuneiforme de
nuestra avaricia y de anhelar el texto de los sinsabores de aquellas palabras que hieren y
azotan cuando nos peleamos, la geografía de tu cuerpo y la diversa fusión química que
entrelaza los protones y neutrones de esta nueva especie que está a punto de brotar, que
hereda nuestros cromosomas y germina el bebé, fruto de producción soñadora del
circuncentro de este universo… el nuestro, brota pues como un problema propuesto,
pero ahí estamos los dos mirando nuestros rostros llenos de interés expectante, de
alteración anímica intensa, pasajera, agradable y levemente acompañada de cierta
conmoción somática, es decir, (según los dos) rostros llenos de emoción… y somos…
Inercia; de un triunfo físico o logro, quedamos rebosando, nuestras copas, fuerzas
paralelas observan el sueño proporcionado, el teorema del resto, producto de lágrimas y
sarcásticos reencuentros, sin generalizar movemos nuestros rostro al medio de los muros
diagonales del egoísmo fatídico y ajeno del mundo… y somos. Raza compuesta de
sonetos, rimas, canciones, sueños, cuentos, deseos, fracasos, alquimias, pasto, esencias,
artes, letras y un infinito de conjuntos y complementos, hemos creado príncipe, hemos
creado amor, la intersección perfecta y excelsa del mundo, los demás planetas, los
satélites y tú y yo… Sin rozamiento alguno, ambos limpios y puros, nuestra biología e
interacción resulta siendo un éxito, sin olvidar este sentimiento, las fórmulas que
nuestros enemigos no encuentran y que decidimos (los dos) modificar-convertir-
trasladar en convenio, amor, unión… En el metacentro creamos partículas innovadas de
lo que un día de nosotros quedó o trataron de destruir física y emocionalmente, pero
hemos renacido (los dos) hemos existido por lo que sentimos y tenemos… los dos; por
lo que el mundo no quiso aceptar, intentaron rechazar, y somos… lo que hoy somos, loo
que hemos creado, un subyacente inflamado de recuerdos y besos desenfrenados,
apasionados, enamorados; y somos, lo que los dos somos… nueva raza, nueva especie,
nueva vida, para nosotros jamás existirá sólo la belleza física, las almas idóneas del
oasis denso, porque queremos ser amantes perfectos, y somos… somos lo que
somos…--------

quiméricos______

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