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Tener una visión de escasez es pensar que no hay suficiente para todos
y por lo tanto es necesario asegurarse su parte. Cuando se piensa y
actúa desde la escasez se cree que el pastel es fijo y que la cuestión es
asegurarse la mayor porción, de este modo siempre se está en
competición y en conflicto, pues se trata de sobrevivir.
No podemos esperar que las cosas cambien o mejoren por azar. Los
hábitos de consumo de los clientes han cambiado, las formas de
compra, etc. Por su parte, la competencia también ha hecho lo suyo; ha
cambiado la forma de trabajar, de ofrecer el producto, ha reducido
intermediarios, cambiado el formato de los almacenes, etc. Como se ve,
pretender que las cosas mejoren para nosotros sin hacer nada ya no es
posible.
Lo fundamental de esta forma de ver las cosas es: primero, no hay que
competir, sino colaborar para ganar todos; segundo, las personas no
son ambiciosas o egoístas sino necesitadas, con las que hay que llegar a
un entendimiento; tercero, los recursos se pueden aumentar, no son
fijos.
¿Qué significado tiene esto para los CCP? En primer lugar implica la
convicción de que los clientes, el número de clientes no es fijo, sino que
puede aumentar si nos unimos para planificar unas acciones y
estrategias que logren atraerlos al centro comercial. Los problemas, la
competencia, entre usuarios y propietarios del centro comercial no son
realmente el problema, sino que el problema de los CCP es el número de
clientes que nos visitan porque es insuficiente para que todos puedan
vender. Si el problema es el número de clientes, entonces debemos
unirnos, colaborar, llegar a un entendimiento, a unos acuerdos para
lograr aumentar ese número de clientes. Debemos pensar en
abundancia, que hay para todos, que si nos lo proponemos y hacemos lo
adecuado o lo correcto, entonces todos vamos a ganar.
Otro problema de los paradigmas son las vacas sagradas, las personas
que tienen algún tipo de autoridad, poder o influencia sobre la
organización. Son personas que se opondrán al cambio y lo peor es que
su palabra tiene mucho peso en las decisiones. Como dijo Max Planck
“Una nueva verdad científica no triunfa por convencer a sus opositores y
hacerlos ver la luz, triunfa porque sus opositores se mueren algún día, y
crece una nueva generación a la que la verdad le es familiar”.
Ahora bien, los pueblos extintos eran belicosos, sus habitantes tenían un
temperamento agresivo y no permitían la imposición de una nueva
cultura, un nuevo poder, ni aceptaron el sometimiento. Prefirieron la
muerte antes que la rendición; era su decisión. Por el contrario, los
pueblos sometidos eran pacíficos resignados, serviles. Aceptaron las
nuevas imposiciones, aguantaron el sometimiento, preferían eso a
perder la vida. Se adaptaron a la nueva situación y asumieron nuevos
roles. (Administraron la pobreza)
Vemos entonces que las diferencias entre clases sociales son también
diferencias en el pensamiento, en la forma de ver y percibir el mundo,
de afrontar la vida. Mientras al niño de clase alta se le enseña a pensar
lógicamente, a argumentar, al de clase baja se lo castiga, se le reprime
su expresión, su verbalización. Cuando al niño de clase alta que hace
pataleta se le pregunta por qué, se le cuestiona, se le obliga a justificar,
a argumentar, a expresar, a verbalizar; al niño de clase baja se le
golpea para que deje de hacer tal cosa o se le castiga o reprende,
quitándole la palabra y la oportunidad de ejercitar el pensamiento. Se
está enseñando a obedecer, a no reflexionar, a asumir que la autoridad
tiene la razón, a no cuestionar las ordenes, a no opinar, no criticar.
Una de las principales limitantes del CCSA es el limitado capital del que
disponen sus propietarios. En conjunto el CC tiene cerca de mil millones
de pesos, pero individualmente no alcanza los cinco millones. Esa
estructura no permite diseñar estrategias publicitarias, etc.