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ORÍGENES DE LA FILOSOFÍA: LOS PRESOCRÁTICOS,

SOFISTAS Y SÓCRATES

DEL MITO AL LOGOS: LA FILOSOFÍA GRIEGA Y SUS ORÍGENES

La filosofía nació en Grecia en el siglo VI a. C. frente a la explicación mítica de la realidad. En el mito


se explica el universo a través de relatos fantásticos con dioses (que se suelen identificar con los
fenómenos naturales) y todo depende de su voluntad. La filosofía pretende al igual que el mito
explicar la realidad, pero utilizando para ello la reflexión racional.

La filosofía griega se preguntará por la Physis (naturaleza). Physis (naturaleza) tendrá un doble
significado. En primer lugar, el universo en su totalidad, todo lo natural (no lo artificial). En segundo
lugar, se refiere a lo intrínseco, permanente y común de un ser, su esencia o sustancia. La esencia
es la forma de ser constante y permanente de un ser y que le hace ser lo que es, lo que no cambia,
frente a la apariencia (lo que parece ser) que cambia. Es la esencia (naturaleza) de los propios seres
la que determina su lugar y función en el cosmos.

Otra de las peculiaridades del esquema mental que preside la interpretación racional es la convicción
de que todo el universo se reduce en último término a uno o muy pocos elementos esenciales que le
dotan de unidad. Sus combinaciones crean la pluralidad del mundo tal y como lo percibimos.

LOS FILÓSOFOS PRESOCRÁTICOS (Periodo Cosmológico).

Los primeros pensadores griegos (siglos VI-V a. C.), los presocráticos (o físicos), se preguntaron por
el arché, el principio esencial y originario de la naturaleza. Este se entiende en un sentido doble:
primero, como aquello que existía al principio y del cual surgió todo; segundo, como el sustrato último
de lo real, lo que todos los seres tienen en común y que garantiza la unidad de la naturaleza.

Podemos clasificar a los presocráticos, según el tipo de solución que dieron, como monistas,
dualistas o pluralistas.

a) Monistas: afirman un único arché.


- Tales de Mileto: el agua.
- Anaximandro: el apeirón (lo indeterminado).
- Anaxímenes: el aire, por condensación y rarefacción.
- Parménides: hay una única realidad (el Ser) que no cambia y, por tanto, el cambio es sólo
apariencia de los sentidos. Este Ser es inengendrado, inmutable, finito y esférico.

b) Dualistas:
- Los pitagóricos afirman a los números como lo común, siendo su fundamento lo par y lo impar.

a) Pluralistas: consideran varios elementos como originarios.


- Heráclito: el universo es un continuo devenir regido por un logos o ley interna, que es el principio
explicativo de la naturaleza: la lucha dialéctica de contrarios. La dialéctica mantiene un equilibrio
dinámico de las tensiones creándose así la unidad armónica de la naturaleza.
- Empédocles: afirmó los cuatro elementos, fuego, tierra, aire y agua, que se unen y se separan
por las fuerzas del amor (Philia) y del odio (Neikos).
- Anaxágoras: en el origen había una masa compacta compuesta de minúsculas partículas
materiales diversas a partir de la cual el Nous (Entendimiento) inmaterial formó el mundo dando
movimiento a dicha masa para separar partículas y crear uniones entre las mismas.
- Demócrito: la realidad es un conjunto de átomos que se mueven en el vacío de forma azarosa
uniéndose y formando los diversos seres.

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SOFISTAS Y SÓCRATES (Periodo Antropológico y Epistemológico. Siglo V a.C.).

A partir del siglo V a.C., el interés de la filosofía cambia hacia el ser humano y los problemas del
conocimiento y el moral. Surgen así don corrientes enfrentadas: los Sofistas y Sócrates.

LOS SOFISTAS: Protágoras y Gorgias.

Estudian el ser humano. Ante la diversidad de las teorías cosmológicas surgirá una actitud escép-
tica, si hay verdad sobre la realidad no es posible conocerla, o relativista, no hay verdad absoluta
sino que ésta depende siempre del sujeto. Para los Sofistas la realidad no es expresable, de manera
objetiva o universal, mediante el logos (lenguaje/pensamiento) y no hay objetividad. Toda verdad es
relativa al sujeto (subjetiva) y todas las ideas morales, las leyes e instituciones políticas son
convencionales.

SÓCRATES

Rechazará el escepticismo y el relativismo. Para Sócrates la comunicación sería imposible si el logos,


el lenguaje/pensamiento, no respondiera a alguna realidad objetiva, universal y verdadera para todos.
Por ello, afirma la existencia de la Verdad, el Bien, la Virtud... de forma absoluta, no relativa, que se
expresa en las definiciones o conceptos de los objetos estudiados.

Sócrates parte siempre del reconocimiento de su ignorancia ("solo sé que no sé nada"), irónico y
negador de los prejuicios, para luego aplicar con el diálogo el método de la mayéutica: preguntar al
interlocutor para, primero, anular sus opiniones infundadas y, después, obligándolo a reflexionar
racionalmente, hacer posible que llegue él mismo a la verdad. Fundamenta el conocimiento en el
razonamiento inductivo (inducción).

Sócrates, que será el maestro de Platón, se centró fundamentalmente en los temas morales.
Defendió el intelectualismo moral. Lo bueno moralmente es aquello que nos lleva a la felicidad y
nadie hace algo conscientemente que le vaya a hacer infeliz. Por tanto, el sabio siempre hará el bien
mientras que quien obra mal lo hará por ignorancia, negando así la culpa moral pues el vicio es
producto de una falta de conocimiento.

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PENSAMIENTO DE ARISTÓTELES

VIDA (384-322 a.C.)


Aristóteles nace en Estagira, por lo que se le denomina el "estagirita". A los 18 años ingresa en la Academia platónica, donde permaneció veinte
años. Al morir Platón, Aristóteles la abandona y con ella el platonismo. En el año 343-342 llega a Macedonia para convertirse en preceptor
durante ocho años del que más tarde será Alejandro Magno. Cuando Alejandro sube al trono, Aristóteles vuelve a Atenas, donde funda su propia
escuela, el Liceo, también conocido como "Peripato”. En el 323, al morir Alejandro Magno, Aristóteles huye de Atenas hacia la isla de Eubea
donde muere. Hizo estudios de física, astronomía, biología y filosofía.
OBRAS MÁS IMPORTANTES: La Física, La Metafísica, Ética a Nicómaco, Política, y La Poética.

EL PROBLEMA DE LA REALIDAD Y DEL CONOCIMIENTO


Aristóteles defiende una única realidad y esta es la Physis. Divide, sin embargo, la Physis en mundo
supralunar, el de los astros, hechos de éter y donde no hay corrupción, y mundo sublunar, el de la
tierra que se compone de los cuatro elementos y donde hay cambio. La Física estudiará la Physis, y la
Metafísica estudia el fundamento último de la Physis, lo que la hace real.

Aristóteles defiende la teoría hilemórfica: los seres se componen de Materia (hyle), de lo que están
hechos, y Forma (morphé), su esencia, lo que les hace ser lo que son. Distinguirá la sustancia
primera, el individuo concreto (“este perro”), de la sustancia segunda, que es la esencia, o Forma,
intrínseca de los seres concretos que determina lo que son, el universal (“ser perro”, la especie).
También diferenciará al ser como sustancia, el individuo concreto y particular que es en sí mismo, del
ser como accidente, la forma de ser que solo puede ser en otro, los accidentes se dan solo en una
sustancia, y son lo que se puede quitar a una sustancia primera sin que ésta deje de ser lo que es.

Aristóteles presenta una concepción teleológica de la realidad donde los seres cambian buscando un
fin, se desarrollan para alcanzar la perfección que establece su propia esencia. Este cambio se produce
por el paso del “ser en potencia”, lo que se puede llegar a ser, al “ser en acto”, lo que se es. Así, el
cambio sería el paso de la potencia al acto posibilitado por la propia esencia, ya que cada ser tiende a
desarrollar las capacidades de su esencia, su finalidad o Bien propio.

Por último, Aristóteles para explicar todo ser natural (Physis) ofrece la teoría de las cuatro causas: la
formal, lo que determina la forma de un ser, su esencia; la material, de lo que está hecho un ser; la
eficiente o agente, lo que hace que un ser sea real; y la final, la finalidad que tiene. Con estas cuatro
causas, según Aristóteles, se podría explicar todo fenómeno natural.

En su Metafísica Aristóteles estudia el ente, el ser en cuanto ser. No estudia, por tanto, los seres reales
en tanto que son algo concreto o particular (eso lo hacen las distintas ciencias) sino lo universal que
tienen en común, y por lo que los seres reales son reales. La Metafísica establecerá los axiomas o
primeros principios indemostrables y universales que rigen lo real (de no contradicción: no es posible
que una misma cosa sea y no sea en el mismo sentido y al mismo tiempo; de identidad: toda entidad es
idéntica a sí misma y sólo a sí misma; de causalidad: todo ser o suceso proviene de una causa anterior
de la que es efecto…), y las categorías, aquello que se puede predicar de los seres: sustancia, cantidad,
cualidad, relación, lugar, tiempo, posición, estado, acción y pasión.

Aristóteles también estudia el fundamento último de la existencia del movimiento. Aplicando el


principio de causalidad, afirmará que todo movimiento ha tenido que ser causado por un ser en acto
anterior que lo haga posible, pero que esta regresión no puede ser infinita, por lo que se tiene que
afirmar la existencia de un Primer Motor Inmóvil, acto puro e inmaterial (ser “divino”). El Primer Motor
Inmóvil inició el movimiento y a su vez hace, por atracción, que las cosas busquen su propia perfección
a través del cambio. La única actividad del Primer Motor es pensarse a sí mismo.

En su análisis del conocimiento, Aristóteles defiende que se parte de los sentidos (sensibilidad) y se
conoce a través de un proceso de inducción, de lo particular a lo universal. Tras la percepción
sensible, a través de la imaginación se genera la imagen mental y esta es retenida por el
entendimiento que realiza el proceso de abstracción. Distingue el entendimiento agente, que es
universal y nos permite abstraer la esencia de los seres; y, el entendimiento paciente, individual, que
retiene las abstracciones posibilitando su aplicación para hacer juicios.

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Aristóteles, además, fue el creador de la Lógica con la que ofrece un método para asegurar que toda
argumentación sea rigurosa y coherente, preocupándose no tanto del contenido de los argumentos como
de la validez formal de su estructura. Analizará la forma de las argumentaciones buscando cuáles son
las correctas, modos del silogismo válidos, y cuáles las incorrectas, falacias.

EL PROBLEMA DEL SER HUMANO


Aristóteles en su estudio del ser humano mantiene la teoría hilemórfica y afirma que el cuerpo (Materia) y
el alma (Forma) forman una única sustancia natural (primera o individual) indisoluble. El alma es
principio de vida y es mortal (el entendimiento agente es inmortal, pero no es personal). Establece en el
alma humana intelectiva tres funciones: la vegetativa o nutritiva es la capacidad para alimentarse y
desarrollarse y es propia de todos los seres vivos; la sensitiva que permite la sensibilidad, es propia de
todos los animales; y la intelectiva exclusiva de los seres racionales, posibilita el conocimiento. La
intelección es considerada como la superior de las funciones humanas, la más característica y esencial
pues es la que le distingue de los demás seres.

EL PROBLEMA DE LA MORAL O LA ÉTICA


Para Aristóteles, la moral se basa en su concepción teleológica de los seres naturales que tienden a un
fin y en los seres humanos es la felicidad (Eudemonia) y, por ello, su ética se denomina Eudemonismo.
Según Aristóteles, la felicidad consiste en desarrollar lo propio de cada ser de acuerdo a su esencia. La
facultad intelectiva es lo característico del ser humano, lo que lleva al conocimiento de los seres y
especialmente del ser supremo, el motor inmóvil (siendo ésta la única actividad de este ser “divino”). La
actividad intelectual o vida contemplativa es lo que debemos desarrollar, siendo las virtudes dianoéticas
o intelectuales las que perfeccionan el entendimiento: la sabiduría o la contemplación, la reflexión, el
estudio. Pero el hombre no es sólo entendimiento (como el ser “divino”), sino que tiene facultades
vegetativa y sensitiva relacionadas con las necesidades corporales y sociales, por lo que le resultará
imposible conseguir la plena felicidad ya que no puede ejercer plenamente la vida contemplativa (que
supondría estar permanentemente pensando), su felicidad es siempre limitada, siendo la felicidad absoluta
exclusiva del Primer Motor.

El correcto desarrollo de las facultades vegetativa y sensitiva, que hace posible cumplir con las
necesidades corporales y sociales del ser humano, se consigue con las virtudes éticas o prácticas, las
más humanas (frente a las dianoéticas que serían "divinas"). Estas virtudes éticas organizan nuestras vidas
de forma que podamos dedicarnos a lo que nos es más característico y nos acercan a la felicidad (el
desarrollo de la facultad intelectiva). La virtud ética se define en Aristóteles como un hábito, disposición
adquirida por la práctica frecuente, de determinar con prudencia, utilizando la facultad intelectiva o razón,
el término medio entre dos extremos viciosos, uno por defecto y otro por exceso. El término medio debe
establecerse de forma personal, no es universal.

EL PROBLEMA DE LA SOCIEDAD O POLÍTICA


El hombre es un ser social por naturaleza, un zoon politikon, y en su esencia se encuentra implícita su
sociabilidad, posee el logos que le permite comunicarse racionalmente con los demás seres racionales lo
que posibilita el desarrollo del conocimiento y la racionalidad misma. La sociedad, pues, no es producto de
la convención sino que forma parte de la concepción teleológica de ser humano, pues es la polis el fin
último de todo desarrollo humano y a su vez éste sólo es posible dentro de una sociedad.

La felicidad humana sólo se puede conseguir, así, dentro de una sociedad cuyas leyes posibiliten el
desarrollo de las virtudes éticas en todos los ciudadanos. Por esto el legislador o el político debe ser
alguien que no sólo tenga conocimientos teóricos, sino que debe haberse habituado a la aplicación práctica
de su intelecto, ser prudente. La Justicia social se da cuando el gobierno no busca intereses particulares y
posibilita la realización de la virtud en todos los ciudadanos.

Aristóteles distingue tres formas justas de gobierno, frente a sus respectivas corrupciones: la Monarquía,
el gobierno de uno solo, su corrupción es la Tiranía; la Aristocracia, el gobierno de los mejores, frente a
Oligarquía; y la Democracia, considerada la mejor por Aristóteles, es el gobierno del pueblo, su corrupción
es la Demagogia.

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PENSAMIENTO DE SAN AGUSTÍN DE HIPONA

VIDA (354-430)
Agustín de Hipona fue el pensador fundamental de la Patrística (primera filosofía cristiana). Nació en Tagaste (Argelia). Su madre fue
Santa Mónica. Agustín de Hipona al principio se adhirió al maniqueísmo. Hacia el 384 llegó a Milán como Catedrático de Retórica y a
través del neoplatonismo se hizo cristiano. Fue consagrado obispo de Hipona (ahora Annaba, Argelia) en el 395. Vivió un periodo de
gran agitación tanto a nivel político, los bárbaros amenazaban el Imperio llegando a saquear Roma en el 410, como en lo referente a la
formación del dogma católico con múltiples discusiones y teorías enfrentadas.
- OBRAS MÁS IMPORTANTES: Las confesiones, La Ciudad de Dios.

EL PROBLEMA DE DIOS, LA REALIDAD Y EL CONOCIMIENTO1


San Agustín defiende el Creacionismo: el mundo y el tiempo han sido creados por Dios desde la
nada (ex nihilo). Esta creación se explica a partir de la Teoría del Ejemplarismo: Dios ha
realizado en la materia los seres concretos a partir de las ideas eternas, los arquetipos, que están
en su mente divina. Además, Dios depositó en la materia los gérmenes, las razones seminales,
de todos los seres futuros para que fueran apareciendo progresivamente en el tiempo. Todo ser
creado se constituye pues de materia, que puede ser corpórea o espiritual, y forma, la esencia
que hace ser a un ser lo que es.

Esta creación no es abandonada por Dios sino que la cuida y gobierna una vez creada, y para ello
ha concebido un plan para el mundo que se expresa en la ley eterna. El problema del mal será
tratado por S. Agustín, pues si el mal existiera sería algo creado por Dios siendo así él mismo
malo. La solución, para San Agustín, es considerar que todo lo creado por Dios es bueno, siendo
el mal o la imperfección no algo real, sino carencia de ser o perfección. Además, el mal sólo lo
es desde un punto de vista individual y concreto, pero no lo es para la totalidad de la creación en
donde siempre resulta de él un bien mayor. Explicará así igualmente el mal moral humano que
se afirma como fruto de un bien mayor: la libertad.

Si bien para S. Agustín la existencia de Dios está asegurada por la fe, pero ofrecerá varios
argumentos para demostrarla desde la razón. Uno se basa en la perfección, orden y grandeza
de la creación que exige el haber ser sido creada por un ser con esas cualidades. Otro es el del
consenso, pues la mayoría de los hombres creen en Dios. Pero el argumento preferido por San
Agustín es el derivado del carácter eterno e inmutable de ciertas ideas que tenemos en nuestra
alma, lo cual contrasta con la naturaleza humana, mutable y finita, por lo que éstas ideas tienen
que tener como causa un ser eterno e inmutable: Dios. A éste, se le conoce imperfectamente a
través de las huellas que ha dejado en las criaturas.

Para San Agustín la Verdad existe pues la afirmación escéptica de que no existe la verdad se
contradice al afirmar la verdad de dicho juicio. Distinguirá varios tipos de conocimiento. El
conocimiento sensible, de los sentidos, que genera doxa u opinión, es conocimiento cambiante.
El conocimiento racional inferior, la ciencia, donde con el razonamiento se conoce lo universal y
necesario relativo a las cosas temporales. Por último, el conocimiento racional superior, la
filosofía o sabiduría, que posibilita el conocimiento de verdades eternas, inmutables, universales y
necesarias que fundamentan nuestros juicios. Según la teoría de la Iluminación estas verdades
eternas no pueden ser descubiertas a través de los sentidos, sino que se deben buscar en la
intimidad de la conciencia, en el alma, donde Dios las ha puesto. El hombre solo puede descubrir la
verdad que está en su interior gracias a la iluminación divina o espiritual.

S. Agustín tratará el problema, fundamental en la Patrística, de la relación e importancia en el


conocimiento de la Razón, representada por la Filosofía, y la Fe, representada por la Revelación y
la Teología. Se había ofrecido una respuesta en la que la Fe era lo único importante y la Filosofía
debe subordinarse completamente, es decir que la Filosofía es sierva de la Teología. Sin embargo,
para San Agustín en el conocimiento no hay rivalidad entre Razón y Fe, sino que ambas deben
ayudarse mutuamente. La fe no es algo irracional sino que fe y razón van juntas (aunque siempre
debe predominar la fe) y se complementan. Por ello, es necesaria la razón para la fe y, a su vez,
la fe para la comprensión de la realidad. Así, el lema de S. Agustín puede presentarse como
comprende para creer y cree para comprender (Intellige ut credas, crede ut intelligas).

1
Si se responde a la pregunta sobre el Problema de Dios, se hará con los tres primeros párrafos. En el problema de la
Realidad y/o el Conocimiento se pondrá todo.

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EL PROBLEMA DEL SER HUMANO Y EL PROBLEMA DE LA MORAL
El ser humano, según S. Agustín, está hecho a imagen y semejanza de Dios. Esto quiere decir
que posee, a diferencia de los animales, vida espiritual. Por ello, defenderá el dualismo afirmando
que el hombre se compone de dos sustancias, el cuerpo (materia) y el alma (forma) cuya unión
es accidental. Así, el hombre es fundamentalmente un alma inmortal frente a un cuerpo mortal y
corruptible. Esta alma humana tiene tres facultades que le hacen ser una única persona:
memoria, inteligencia y voluntad. La memoria permite unir el presente y el pasado creando la
identidad personal. La inteligencia permite conocer la verdad. La voluntad, por último, lleva a
buscar el amor y la felicidad que solo se pueden encontrar plenamente en Dios. Por todo ello, y
siendo ese amor lo fundamental, el alma debe regir el cuerpo para volver a Dios de quien
procede.

S. Agustín defiende el libre albedrío en el ser humano. La voluntad libre nos permite pecar
(libertinaje) o vivir bien y conforme a la ley de Dios (libertad). Sin embargo, la voluntad no es
suficiente para ser bueno por culpa del pecado original, que hemos heredado y por ello el ser
humano necesita la gracia, dada por Dios, para obrar correctamente. Una acción humana debe
juzgarse teniendo en cuenta la intención que la guía: si es conforme a la ley de Dios será buena;
si no, será pecado.

El mal moral humano se afirma como fruto de un bien mayor, el libre albedrío, resultando del
abuso que el hombre comete de este libre albedrío. Por ello, el ser humano es responsable del
pecado cometido pues sin libre albedrío no habría responsabilidad ni culpa. La voluntad humana
tiende a la felicidad, fin supremo que sólo se consigue en la otra vida, con la contemplación y
amor de Dios.

EL PROBLEMA DE LA SOCIEDAD O POLÍTICA


Agustín de Hipona es el primer pensador que analiza el sentido de la historia humana según una
finalidad, y la concibe como el escenario donde Dios se manifiesta al hombre y donde se
produce la salvación. Así, la historia es lineal teniendo un principio, la creación, y un fin, el Juicio
Final, y adquiriendo un significado global en ese final de los tiempos. La historia avanza así
hacia una meta final que, defiende Agustín de Hipona, será la vuelta de Jesucristo y la definitiva
instauración del Reino de Dios en la tierra para los justos.

En este desarrollo histórico, S. Agustín distinguirá dos grandes grupos humanos según sea el
objeto de su amor: los que se aman a sí mismos por encima de todo, que conforman la Ciudad
terrenal, y los que aman a Dios por encima de todo, que constituyen la Ciudad de Dios. Estas
dos ciudades están mezcladas en cualquier sociedad a lo largo de la historia, manteniendo una
lucha ética entre sus componentes. La historia humana avanza hacia el triunfo y salvación de
los integrantes de la Ciudad de Dios que se dará al final de los tiempos.

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PENSAMIENTO DE SANTO TOMÁS DE AQUINO

VIDA (1225-1274)
Es el principal filósofo de la Escolástica. Nace en el Castillo de Rocaseca (Nápoles), hijo del Conde de Aquino, el menor varón de doce
hermanos. Tuvo que rebelarse contra el deseo familiar de que se dedicase a las armas, y posteriormente, luchar para conseguir que su
familia consintiera su ingreso en la Orden de Santo Domingo (de Predicadores). Estudia en Nápoles, París y Colonia, donde su
maestro San Alberto Magno le introducirá en el aristotelismo. Conseguirá ser "Maestro de teología" en París y enseñará también en la
Corte Pontificia. Dirigiéndose al Concilio de Lyon muere en el Monasterio de Fosanova. Entregado en cuerpo y alma a su obra, será el
mayor impulso de la filosofía cristiana.
- OBRAS MÁS IMPORTANTES: Suma contra los Gentiles y la Suma Teológica.

EL PROBLEMA DE DIOS, LA REALIDAD Y EL CONOCIMIENTO1


Santo Tomás aceptará en su concepción de la realidad varias de las teorías de Aristóteles, como
el hilemorfismo y la explicación del movimiento como el paso de la potencia al acto. Pero Aquino
distinguirá dos formas de ser distintas: la de Dios y las criaturas. Afirmará que Dios es el
creador de todo el universo y por tanto es un ser necesario, no puede no existir, frente a las
criaturas que son contingentes, pueden existir o no. En los seres contingentes hay una diferencia
entre la esencia (su definición universal) y existencia (si realmente existen o no) ya que su
esencia no implica su existencia, pero en Dios, al ser necesario, su esencia implica su existencia.
La esencia es potencia de ser (posibilidad) y la existencia es acto de ser (el hecho). Aquino,
igualmente, establecerá una organización jerárquica de los seres basada en sus grados de
perfección según la potencialidad de sus esencias y su semejanza (participación) con Dios: los
seres serán más o menos perfectos de acuerdo a su mayor o menor parecido con Dios.

Sto. Tomás afirma a Dios como el ser necesario y acto puro, ser inmutable y perfecto, cuya
actividad es pensarse, como Aristóteles. Pero Aquino defiende el creacionismo y, por lo tanto,
Dios conoce el mundo al pensarse a sí mismo, además de cuidar y amar a sus criaturas.

Santo Tomás comprende que la existencia de Dios es problemática racionalmente y por tanto
considera una de las tareas fundamentales de la razón la demostración de la existencia de Dios.
En primer lugar, criticará el Argumento Ontológico de San Anselmo, pues para Aquino la
existencia de Dios no es evidente para la razón humana, por lo que debe ser demostrada. Una
proposición evidente puede serlo en sí misma y para nosotros, cuando es evidente y al
comprender todos sus términos lo afirmado en el predicado está incluido en el sujeto, o evidente
en sí misma pero no para nosotros, cuando siendo evidente (por fe) nuestra razón no lo
comprende por no conocer todos sus términos. “Dios existe” es una proposición evidente en sí
misma, pues Dios es un ser necesario, pero no es evidente para nosotros, pues nuestra razón
no puede comprender plenamente la esencia de Dios. Por ello, habrá que demostrar su existencia.
Aquino distinguirá dos tipos de demostración: la a priori, en la que conociendo la causa
podemos inferir el efecto, y la a posteriori, en la que al darse el efecto podemos demostrar la
causa. Afirmará que sólo es posible demostrar la existencia de Dios utilizando la demostración a
posteriori, pues conocemos el efecto (la creación) y buscamos su causa (Dios).

Sto. Tomás presentará cinco vías para demostrar la existencia de Dios. Todas ellas son
demostraciones a posteriori pues parten del efecto para demostrar la necesidad de una última
causa y todas siguen cuatro pasos: constatación de un hecho de experiencia, aplicación del
principio de causalidad, afirmación de la imposibilidad de una regresión infinita de causas,
debiendo haber una causa primera, y afirmación de la existencia de Dios. La primera vía, parte del
movimiento de los seres para afirmar la existencia de Dios como primer motor inmóvil. La
segunda, parte de la existencia de causas causadas para demostrar la de Dios como primera
causa incausada. La tercera, parte de la existencia de seres contingentes para afirmar la de
Dios como ser necesario. La cuarta (de influencia platónica), parte de la existencia en los seres
de distintos grados de perfección para afirmar la de Dios como ser perfectísimo. La quinta,
parte del orden y finalidad en el comportamiento de los seres naturales para afirmar la existencia
de Dios como inteligencia ordenadora. Así Dios es motor inmóvil, causa primera, creador, ser
necesario, ser perfecto y ordenador del universo.

1
Si respondemos a la pregunta sobre el Problema de Dios, se hará con todos los contenidos de esta cara y el primer
párrafo de la siguiente. Si es el problema de la Realidad y/o el Conocimiento no se pondrán los párrafos relacionados
con la demostración de la existencia de Dios y se incluirán los párrafos de la siguiente cara.
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El orden de la naturaleza se realiza mediante la ley eterna, que regula con la ley física a los seres
naturales, y a los seres humanos con la ley natural, o ley moral, que posibilita su libertad.

Sto. Tomás distingue dos fuentes distintas de conocimiento, la razón y la fe. La razón conoce de
forma imperfecta la esencia de Dios y tiene unos límites que sólo pueden ser ampliados por la fe.
Razón y fe tienen contenidos propios y específicos, pero también contenidos comunes. Para Sto.
Tomás razón y fe son autónomas e independientes, no puede existir contradicción entre los
contenidos de ambas y deben ayudarse mutuamente: la razón ayuda a la fe para construir la
teología y la fe a la razón como criterio extrínseco negativo de sus conclusiones.

Aquino, influenciado por Aristóteles, en relación con el conocimiento racional afirmará que se parte
de la percepción sensible para elaborar mediante abstracción los conceptos universales que
expresan la esencia. El entendimiento agente abstrae las características comunes creando el
concepto universal y el posible aplica los conceptos universales a lo concreto para hacer juicios.

EL PROBLEMA DEL SER HUMANO2


El entendimiento, la capacidad racional, es la facultad más propia del alma humana, la cual es su
esencia y el principio de vida. El hombre es para Aquino la unión sustancial del cuerpo (mortal)
y del alma racional (subsistente, inmortal e incorruptible) siguiendo al teoría hilemórfica aristotélica.
El alma humana tiene tres facultades: vegetativa, que posibilita la alimentación y el desarrollo,
propia de todos los seres vivos; sensitiva, posibilita las sensaciones dotadas por los sentidos,
deseos y movimientos, propia de todos los animales; y la racional, que posibilita el pensamiento y
es exclusiva de los seres humanos.

EL PROBLEMA DE LA MORAL O ÉTICA


Tomás de Aquino defiende una concepción teleológica del ser humano según la cual con el
desarrollo perfecto de nuestra alma conseguimos la felicidad que es la finalidad última a la
tendemos. Esta felicidad perfecta solo se conseguirá de forma plena con la contemplación de
Dios en la otra vida.

Aquino afirma la existencia de la ley natural, la forma moral en que Dios ha impuesto en el alma
humana la ley eterna respetando su libertad. La ley natural tiene varios preceptos que se
fundamentan en uno: el deber de desarrollar la esencia humana realizando el bien y evitando el
mal. De éste se derivan tres preceptos primeros en relación al desarrollo de las facultades del
alma: el deber de conservar la vida, que desarrolla la facultad vegetativa; el deber de procrear y
educar a los hijos, que desarrolla la facultad sensitiva; y el deber de respetar la justicia social y
de buscar la verdad (el conocimiento de Dios) desarrollando así la facultad racional.

Para Sto. Tomás, los preceptos de la ley natural son evidentes, todos podemos conocerlos por
estar en nuestra alma, universales, válidos igualmente para todos los seres humanos, e
inmutables, no cambian nunca por estar implícitos en la esencia humana. Los seres humanos
tienen una capacidad natural para descubrir y tender al cumplimiento de la ley natural de forma
espontánea, denominada sindéresis. Igualmente, a través de la conciencia podemos deducir de
estos preceptos generales unos preceptos secundarios, concretos para las distintas situaciones
cotidianas, que sí pueden admitir excepciones.

EL PROBLEMA DE LA SOCIEDAD O POLÍTICA3


El alma humana tiene tres facultades, pero estas facultades del hombre sólo pueden desarrollarse
correctamente en sociedad por lo que el hombre es para Sto. Tomás un ser social por naturaleza.
Este desarrollo de la esencia humana se realiza siguiendo la Ley Natural dada por Dios. Pero los
preceptos de la ley natural son demasiado generales y deben ser concretados mediante la ley
positiva, las leyes que rigen una sociedad concreta. Las leyes positivas son convencionales y
deben ser una prolongación de la ley natural y respetarla, ya que si no es así serán injustas y
existe el derecho a desobedecerlas. La búsqueda de la justicia es el punto de unión entre la
moral y el derecho. Las mejores formas de gobierno, para Sto. Tomás son la Monarquía, la
Aristocracia y la Democracia siempre que respeten la ley natural al hacer sus leyes positivas.

2
Si se responde a la pregunta sobre el problema del Ser Humano se añadirán los contenidos del problema de la moral.
3
Si se responde a la pregunta sobre el problema de la Sociedad o Política se añadirá una explicación sobre las tres
facultades humanas y también se explicará la ley natural y sus tres preceptos.
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PENSAMIENTO DE DESCARTES

VIDA (1596-1650)
René Descartes (en latín: Renato Cartesio) nació el 31 de marzo de 1596 en La Haye en Touraine (Francia, actualmente Descartes). Fue
educado en el colegio jesuita de La Flèche, donde pronto comenzó a cuestionarse el pensamiento clásico y a sentirse atraído por la seguridad
y certeza de las Matemáticas (de la cual fue un importante teórico) y por la nueva ciencia. Igualmente, comenzó a ser conocido en Europa
especialmente a raíz de la publicación, en la década de 1640, de sus obras filosóficas. Dedicado a una vida de estudio, la reina Cristina de
Suecia le hizo llamar a Estocolmo para que le diera clases de Filosofía. Allí murió en 1650.
OBRAS MAS IMPORTANTES: Discurso del método, Las meditaciones metafísicas, Las reglas para la dirección del espíritu.

EL PROBLEMA DE LA REALIDAD Y EL CONOCIMIENTO


Descartes, siglo XVII, es el fundador de la Filosofía Moderna y principal pensador de la corriente
filosófica del Racionalismo. El Racionalismo es una escuela filosófica que considera a la Razón, frente
a los sentidos, como única fuente de conocimiento verdadero.

Para Descartes lo fundamental es buscar un conocimiento cierto y seguro sin ningún tipo de duda.
Por ello, su prioridad será buscar un método que nos ayude a modo de guía a razonar. Además, este
método debe ser compatible con la forma de pensar de la Razón humana, pues si no sería inútil. Por
ello, lo primero que hace es analizar la forma de actuar de la propia Razón.

En la Razón, que es la misma para todos los hombres, se distinguen dos modos de conocimiento
seguros: la intuición o luz natural, conocimiento de las ideas simples que surgen de la propia razón de
forma clara y distinta, cuya verdad es evidente e indudable; y la deducción, que es el conocimiento de
una sucesión de intuiciones de las ideas simples y de las conexiones que la razón descubre entre ellas
para llegar a verdades complejas, juicios o leyes. Por ello, el método deberá cumplir cuatro reglas
que permitan desarrollar estos modos y que nos lleven a un conocimiento seguro. La primera regla es
la evidencia, que consiste en aceptar como verdadero solo aquello que se muestra de forma clara y
evidente. La segunda es el análisis, por el que se dividen las ideas complejas hasta llegar a las ideas
simples y evidentes para que puedan ser intuidas. La tercera es la síntesis que busca desde lo ya
intuido construir las verdades complejas. Y, por último, la cuarta es la enumeración, por la que al final
se deben revisar los pasos anteriores para estar seguros de su correcta aplicación.

Descartes aplicará este método para buscar una verdad indudable y llegar así a una metafísica cierta y
segura. Para encontrar esta verdad evidente aplicará la duda metódica: a través de un proceso de duda
se buscará llegar hasta aquello que resulte evidente e indudable. En la primera duda, dudará del
conocimiento que proviene de los sentidos pues pueden engañarnos. En la segunda duda, dudará de
la existencia de la realidad extramental ya que resulta imposible distinguir la vigilia del sueño. Y por
último, en la tercera duda, dudará del conocimiento que proviene de la razón, de las ideas de razón o
de los razonamientos, pues se puede suponer la existencia de un genio maligno que nos lleva hacia
el error cuando creemos estar en lo cierto. Sin embargo, afirma Descartes, no podemos dudar que
dudamos, mientras pensamos no podemos dudar que estamos pensando y por lo tanto que existimos.
La primera intuición de una verdad indudable es pienso, luego existo (cogito ergo sum). Y si
existo lo hago como un yo pensante, un cogito, afirmando, pues, la existencia de la sustancia
pensante (el cogito) como primera verdad indudable.

Descartes partirá del cogito, la verdad indudable, para construir su metafísica. El cogito piensa ideas
que pueden dividirse hipotéticamente en tres tipos: adventicias, que parecen provenir del exterior;
facticias, que construye la mente a partir de otras ideas; e innatas, aquellas que la razón tiene en sí
misma y no son ni adventicias ni facticias.

Tras la demostración de la existencia de la sustancia infinita o Dios (a partir de la idea de infinito)


Descartes afirmará la existencia de tres sustancias: la sustancia pensante o el cogito, la sustancia
infinita o Dios, y la sustancia extensa o realidad exterior. Descartes definirá “sustancia” como todo
aquello que existe independientemente de cualquier otro ser, y por ello, en sentido estricto, sólo Dios
sería sustancia pues es el único que no necesita una causa ajena a sí mismo para existir. Sin embargo,
como la sustancia extensa (la realidad exterior) y la sustancia pensante (el cogito) son independientes
entre sí estima que también pueden ser consideradas sustancias.

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EL PROBLEMA DE DIOS
Entre las ideas innatas se encuentra la idea de Infinito, que Descartes identifica con la idea de Dios,
idea que tiene la mayor realidad objetiva (características y cualidades) pues incluye las máximas
perfecciones. Según Descartes, la idea de Infinito (Dios) que existe en nuestra mente no es adventicia,
pues no puede proceder del exterior, ni facticia, pues no puede ser producida por la mente, así pues
tiene que ser innata. Descartes aplicará a continuación el principio de causalidad sobre la idea de
Dios para demostrar la existencia de Dios. Descartes afirma que toda idea tiene una realidad
objetiva dada, sus características y propiedades, y su causa debe tener una realidad formal, existencia
real actual con cualidades determinadas, igual o mayor y por lo tanto proporcional a la realidad objetiva
de la idea causada. La idea de infinito (Dios) no puede haber tenido como causa a un ser finito, pues no
habría proporción entre la realidad formal de la causa (las cualidades del ser real que ha originado la
idea de infinito en el sujeto) y la realidad objetiva del efecto (las características o propiedades de la idea
de infinito). Por tanto, esa idea de infinito ha tenido que ser causada por un ser real que es infinito y, por
ello Descartes afirmará que Dios existe como sustancia infinita pues es la causa necesaria de nuestra
idea de Dios-infinito.

Además de esta demostración, Descartes defenderá también una variante del Argumento Ontológico
según la cual el propio concepto de Dios al implicar todas las perfecciones necesariamente conlleva la
afirmación de su existencia pues si no supondría una imperfección. Igualmente, considerará que Dios
debe existir por la necesidad de una primera causa para la sustancia pensante que sea, a su vez,
incausada. El Dios afirmado por Descartes, la sustancia infinita, es infinito, omnisciente, perfecto y
bueno.

Así, Dios existe sin duda alguna y es la garantía, el fundamento, de que a mis ideas sobre el mundo
exterior les corresponde una realidad extramental, pues Dios es bueno y no me engaña. Por tanto, ya
no podremos dudar de la existencia de la realidad extramental. Esta sustancia extensa es concebida
como si fuera una máquina y será explicada a través del Mecanicismo.

EL PROBLEMA DEL SER HUMANO Y DE LA MORAL


Descartes afirmará un dualismo según el cual alma (el cogito) y cuerpo (sustancia extensa) mantienen
una lucha permanente siendo dos sustancias diferentes. La relación entre estas dos sustancias se da a
través de la glándula pineal, haciendo posible al alma gobernar el cuerpo a través de dicha conexión. El
ser humano es propiamente la sustancia pensante (el cogito), independiente de la sustancia extensa
(que en este caso es su cuerpo físico). El cuerpo, como toda la realidad física, actúa como una máquina
(tal y como defiende el Mecanicismo) y no puede comportarse de forma libre. Sin embargo, el alma (el
cogito), que es inmortal, actúa de forma libre y debe gobernar a esa misma máquina.

Con el desarrollo de la perfección del alma se consigue la felicidad. Descartes identifica el desarrollo de
la perfección del alma con el desarrollo de la libertad. La libertad se consigue con el dominio y guía
de los deseos y pasiones que surgen del cuerpo pues entonces es cuando el sujeto no se encuentra
dominado por la sustancia extensa sino que gobierna en él su cogito siendo, por tanto,
auténticamente libre. La libertad es así concebida como la realización por la voluntad de lo que propone
el entendimiento como bueno y verdadero.

Descartes no presenta un sistema ético terminado sino que defenderá una moral provisional. Como
resultado de la duda como método y mientras se construye una ética indudable y cierta, los seres
humanos deberán actuar moralmente de forma moderada, de acuerdo a las costumbres y leyes de los
distintos lugares. Así, con esta moderación el error no será nunca absoluto mientras se busca, de ahí
que sea una moral provisional, esa ética cierta que producirá la Razón.

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NICOLÁS MAQUIAVELO

La vida de Maquiavelo gira en torno al papa Alejandro VI y de su hijo, César Borgia, el


duque Valentino, y de ellos trata gran parte de su obra cumbre, El príncipe, y de hecho en esta
obra pareciera ser una especia de héroe, un hombre capaz de adaptarse a las circunstancias
cambiantes, lo cuál es el secreto del éxito. En política, todo depende de las circunstancias.

De todos es conocida la frase, El fin justifica los medios, que aunque no es de Maquiavelo,
siempre se le ha atribuido a él, pero es que con esta afirmación, se sintetiza toda su filosofía
política. Porque para cada situación, existe una forma de actuación, que varía según las
circunstancias, que cambian con el tiempo. Por tanto, no hay un único modo de hacer política, de
gobernar, sino que esto va a depender del momento. Cada acción será justificada por su finalidad.
Y a la consecución de un fin concreto ha de dirigirse todo decisión que se tome en política.

Y esto es lo que debe saber un Príncipe, un gobernante, porque cuando se trata de


defender el propio país, no deben tenerse en cuenta cosas como el bien o el mal. La política no
tiene relación con la moral.

Considera, como Hobbes, que el ser humano es malo por naturaleza y que, por lo tanto, el
gobernante ha de ser muy consciente de ello a la hora de hacer las leyes. Porque si una persona
puede hacer el mal y beneficiarse de ello, sin ninguna duda lo hará. Si no lo hacen, es simplemente
por temor.
PENSAMIENTO DE MARX

VIDA (1818-1883)
Nació en Alemania y murió en Londres. Comenzó estudiando Derecho, pero lo abandonó para estudiar Filosofía. Por sus ideas políticas tuvo
que exiliarse de Alemania y refugiarse en París donde conoció a Engels con quien escribiría varias obras. Expulsado de Francia, redactaron
juntos en Bruselas el Manifiesto Comunista en 1848. Tiene que huir del continente y se refugia en Londres, donde seguirá su tarea política y
filosófica. Será partícipe en la creación de la I Internacional junto con Bakunin con quien tendrá serias discrepancias. Además, continuará su
labor filosófica hasta su muerte en 1883.
OBRAS MAS IMPORTANTES: Manifiesto del partido comunista, La ideología alemana, El Capital.

EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO Y EL PROBLEMA DEL SER HUMANO


Para Marx, el auténtico conocimiento es la praxis, la actividad teórico-practica a través de la
cual el ser humano transforma la realidad. La praxis sigue un proceso dialéctico que implica
utilizar el entendimiento que transforma racionalmente la realidad en la mente o pensamiento
como actividad teórica, para después aplicar la sensibilidad activa que transforma empíricamente
la realidad en algo racional de forma concreta, la actividad práctica. Por ello, sólo se podrá
afirmar la verdad de lo pensado cuando se haya realizado en el mundo. Toda teoría únicamente
especulativa (abstracta) de la realidad es, por tanto, falsa ("Los filósofos no han hecho más que
interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”).

Según Marx, el ser humano se realiza como tal al transformar la realidad y humanizarla
haciéndola racional, cumpliendo su praxis. En Marx, la realidad externa existe como forma social
producida por el trabajo humano y no como algo natural. Además, Marx afirma que las relaciones
sociales (de esclavitud, de vasallaje, de explotación, de igualdad) son relaciones existenciales,
pues posibilitan y condicionan concretamente la existencia de cada individuo y de ellas depende
cómo será su vida. Una sociedad será justa si permite a todo ser humano cumplir libremente esta
praxis desarrollando con ello su racionalidad en condiciones de igualdad.

EL PROBLEMA DE LA REALIDAD Y LA SOCIEDAD1


La realidad para Marx se construye y fundamenta en la relación dialéctica de dos elementos
materiales, ser humano y naturaleza, que se realiza en un proceso de producción determinado
(histórico-social). La realidad es pues la realidad social, la sociedad, y será estudiada por el
Materialismo Histórico.

Para Marx toda sociedad se compone de una estructura básica compuesta de dos elementos: la
base económica, que es el modo en que se organiza la producción material, y la
Superestructura, que es el conjunto de leyes, ideas y costumbres, la cultura, que surge de dicha
forma de producción. La relación entre esta base económica y la superestructura es dialéctica
influyéndose mutuamente.

Por supuesto, la base económica puede cambiar y eso ocurre cuando surgen una serie de
contradicciones que, alcanzado un determinado nivel, harán que la sociedad entre en crisis. Estas
contradicciones son una negatividad surgida del sistema, elementos que al existir contradicen la
racionalidad del mundo creado desde el sistema y exigen su superación racional, y se traducen en
condiciones necesarias para su transformación (para hacer la revolución). Estas condiciones
son tanto condiciones objetivas, elementos propios del sistema de producción económico y que
son contrarios a la idea de que el sistema sea absolutamente racional, como condiciones
subjetivas, por las que un grupo humano debe tomar conciencia de las injusticias y contradicciones
del sistema vigente y realizar la revolución.

1
En el caso de realizar la pregunta sobre el problema de la Sociedad o la Política, o el problema de la Realidad y/o el
Conocimiento en el examen de EVAU, es necesario incluir también un resumen del bloque anterior.

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Precisamente, frente a esta toma de conciencia de la injusticia del sistema, la superestructura genera
un mecanismo de defensa que es la Ideología. La Ideología es una falsa conciencia, un conjunto
de ideas, que justifica y busca mantener la realidad tal y como es, impidiendo su transformación,
haciendo que los individuos formen teorías falsas sobre sí mismos y sobre el mundo. Una forma
importante de Ideología, aunque no única, es la religión. Se produce, según Marx, una alienación
religiosa pues el ser humano pone en Dios y “otro mundo”, todo ello inventado, aquello que él mismo
tendría que ser y realizar, y encuentra así consuelo para su vida sin intentar cambiar este mundo. La
religión es Ideología porque justifica y mantiene la irracionalidad de la realidad concreta,
impidiendo tomar conciencia de su necesaria y posible transformación, prometiendo la
racionalidad en “otro mundo” ultraterreno ya realizado (“la religión es el opio del pueblo”).

Para Marx, por tanto, la tarea de la filosofía será analizar la realidad social concreta y por ello
pasará a estudiar la forma social actual, el Capitalismo, afirmando que en él el ser humano no
puede desarrollar libremente su praxis y por tanto llevar una vida digna y feliz.

La sociedad capitalista se divide en clases sociales y Marx señala que surge una contradicción
fundamental entre las dos principales: burguesía y proletariado. La burguesía tiene la
propiedad privada de los medios de producción, y el proletariado sólo posee su fuerza de
trabajo, su praxis, que tiene que vender a la propia burguesía para sobrevivir. Se da de esta
manera la explotación de una clase sobre otra y con ella la lucha de clases.

Esta explotación en el Capitalismo se fundamenta en la Alienación en el trabajo. La alienación


en el trabajo consiste en que el valor del producto realizado por el trabajador, que debería
identificarse con el valor que le otorga el trabajador y los medios de producción utilizados, no
pertenece al obrero ni sirve para mejorar el mundo, sino que lo establece, pertenece y beneficia al
capitalista. El salario no paga el trabajo realizado sino sólo la fuerza de trabajo, la cantidad
necesaria para que el obrero pueda volver a trabajar y ser explotado otra vez. Así, la praxis del
trabajador, y con ella su propia humanidad, es utilizada como un “medio” para conseguir un
beneficio para el capitalista, la plusvalía, y no para crear un mundo más humano. La Alienación se
produce porque la capacidad de transformación del mundo del trabajador, su praxis, no sirve para
humanizar el mundo y hacer de él un lugar mejor, más racional, sino que sirve para mantener el
capitalismo y su propia explotación y opresión. Por todo ello, en el capitalismo el proletariado es la
negación de lo humano y de la racionalidad del sistema que le obliga a vender su praxis y no poder
realizarse como auténticos sujetos racionales.

Es,por tanto, necesaria la superación del capitalismo y el final de la sociedad de clases, es


necesaria la Revolución. Efectivamente, la única forma para poder emanciparse es hacer la
revolución y superar con ella el capitalismo, que impide el desarrollo de la humanidad. El interés del
proletariado es, por tanto, universal porque si se libera él también libera a todos pues implica el
final de la sociedad de clases y de la explotación del hombre por el hombre. Para que la realización
de la revolución sea posible, el proletariado deberá adquirir una conciencia de clase que le haga
comprender su propia alienación y que debe hacer la revolución para emanciparse, superando así la
Ideología dominante. Con la revolución serán socializados los medios de producción y comenzará
tras lo que Marx llamó la “prehistoria de la humanidad”, una nueva era, la verdadera historia de la
humanidad, donde los sujetos podrán desarrollar su praxis y ser realmente libres.

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PENSAMIENTO DE NIETZSCHE

VIDA (1844-1900)
Nació en Alemania. Su padre era pastor protestante. Recibirá una sólida formación humanista con gran sensibilidad para la música. Muy
pronto comenzará su enfermedad, con grandes dolores de cabeza. Estudia Filología clásica, donde descubre la obra de Schopenhauer.
Admirará a Wagner hasta que rompa con él. Nombrado catedrático de Filología clásica en Basilea (Suiza) la abandonará al agudizarse
su enfermedad (a los 35 años) viviendo entre el Mediterráneo y los Alpes suizos. A los cuarenta y cinco años sufrirá un colapso en Turín
y los diez años siguientes tendrá una vida casi vegetativa, siendo cuidado por madre y su hermana, que manipulará y falsificará pasajes
de su obra.
- OBRAS MÁS IMPORTANTES: La gaya ciencia, Así habló Zaratustra, Más allá del bien y del mal y La genealogía de la moral.

EL PROBLEMA DE LA REALIDAD Y CONOCIMIENTO


Nietzsche criticará la metafísica tradicional surgida con Platón. La metafísica tradicional ha
considerado como verdadera realidad de las cosas a las esencias y por tanto la realidad es
concebida como algo estático, fijo e inmutable. La metafísica ha distinguido entre una realidad
verdadera y superior, y una realidad falsa o aparente. Pero la “invención” de este otro mundo
superior es producto en realidad producto del resentimiento y temor hacia la vida de los
filósofos, que rechazan la vida tal y como esta es. Este impulso contra la vida es denominado por
Nietzsche “Voluntad de Verdad” y consiste en utilizar la razón para afirmar la supremacía de las
esencias, lo estático, vengándose así del devenir de la realidad, de la vida que no se puede
dominar. Toda la filosofía ha sido, en realidad, un platonismo encubierto y contrario a la vida.

Frente a la metafísica tradicional, Nietzsche afirma la realidad como devenir sin finalidad ni
meta. Esta realidad cambiante y múltiple se presenta al ser humano a través de perspectivas.
Estas perspectivas en las que se da la realidad son propias de cada momento de la vida
individual. Por ello, no existe una perspectiva verdadera y la Voluntad de Verdad, que pretendía
una verdad absoluta, única, universal e inmutable, es falsa.

Por ello, Nietzsche defenderá la “Voluntad de Poder” que supone asumir y enfrentarse a la
realidad cambiante afirmando una perspectiva individual de forma temporal para vivir más
plenamente. Con la Voluntad de Poder se reconoce la realidad como cambiante y la inexistencia
de la verdad, admitiendo la elección de una perspectiva entre las múltiples posibles para
potenciar la propia vida.

Desde la Voluntad de Poder se comprende que los conceptos no son en realidad más que
metáforas. Además, estas metáforas se generan a través de un proceso que nos aleja cada vez
más del original, la cosa real individual. La primera metáfora es la imagen mental conformada por
nuestra percepción. A su vez, esta imagen la convertimos en palabra que expresa nuestra forma
individual y original de captarla, siendo así una metáfora de la primera metáfora. Luego esa
palabra se establece como única para una multiplicidad de realidades cambiantes, posibilitando el
“olvido” de la multiplicidad y de los cambios. De esta manera, las ideas más abstractas solo son
las metáforas más alejadas de la realidad que hemos olvidado que solo son metáforas. Estas
metáforas se convirtieron en conceptos por la necesidad y el deseo del ser humano de vivir en
sociedad. Para ello se hizo un pacto llegando a una convención en el lenguaje. Se establecieron
así los nombres y significados de las cosas imponiendo ciertas convenciones como las correctas
por mera utilidad. Con el tiempo se olvidó el origen metafórico, afirmándose erróneamente el
concepto universal (expresión de la esencia) como la verdadera realidad.

De esta forma, la filosofía, al tratar de los conceptos más abstractos, llama “verdad” a lo más
alejado de la realidad: lo creado al final del proceso por el pensamiento, el producto más
imaginativo. También las ciencias positivas que matematizan lo real son criticadas por
Nietzsche, pues sólo expresan la realidad cuantitativamente sin atender a las diferencias reales y
cualitativas.

Así, para Nietzsche no hay verdad absoluta y sólo podrá considerarse “verdad” aquello que
favorezca a la vida. El criterio de verdad es la “Voluntad de Poder” que asume y justifica el
error necesario para vivir como válido. Por ello, exaltará el poder de la metáfora como una
perspectiva que se reconoce como tal, que selecciona e interpreta la realidad sin identificarse
nunca con ella. La metáfora se sabe que es una perspectiva que nos ayuda a vivir plenamente.

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EL PROBLEMA DE DIOS, EL PROBLEMA DEL SER HUMANO
Y EL PROBLEMA DE LA MORAL
Nietzsche afirma una visión pesimista del hombre, un animal cuya única arma para defenderse del
mundo es la inteligencia. El ser humano es débil e indigente y sin embargo se cree el centro de la
naturaleza. Por ello, Nietzsche considera que el ser humano sigue evolucionando y es solo un
puente hacia el superhombre. El hombre es algo cambiante, en tanto que es vida, y tras una serie
de transformaciones conseguirá superarse a sí mismo en el superhombre, aquel que tiene
Voluntad de Poder, no de verdad.

El hombre débil, anterior al superhombre, sigue los dictados de la moral tradicional. Se trata de
una moral de los esclavos donde lo fundamental es la resignación y el rechazo a la vida. Es
antinatural, niega los instintos vitales, y su fundamento ha sido Dios, o la Razón entendida
también como un dios por la Voluntad de Verdad. Además, Dios o la Razón entendida como dios,
ha sido el fundamento no solo de la moral sino también de la idea de que existe una verdad única
y de que la vida individual concreta debe ser sacrificada en aras a otra vida futura. Así, Dios, o la
Razón como dios, es el fundamento último de la Voluntad de Verdad y del platonismo y por lo
tanto es el gran enemigo frente al surgimiento del superhombre que tiene Voluntad de Poder.
Por ello, para que el superhombre pueda llegar a ser, para afirmar absolutamente la vida, hay que
acabar con Dios y acabar con la Voluntad de Verdad que éste representa. Dios ha sido la gran
objeción contra la vida y es necesario para dar valor a la vida negar a Dios.

Esta negación ha ocurrido en la época moderna donde Dios ha muerto. Con ello, todos los
valores tradicionales se derrumban, se quedan en nada, surgiendo una nueva época dominada
por el nihilismo. Este puede tener dos sentidos: uno negativo en cuanto a que con el derrumbe
de los valores tradicionales se cae en la pasividad, en el sinsentido de la existencia; otro,
positivo, en cuanto a que la muerte de Dios es la oportunidad para la transmutación de los
valores y el surgimiento del superhombre.

Así, deberán transmutarse los valores. Esta transmutación de los valores no implica solo crear
valores diferentes sino cambiar radicalmente la misma forma de valorar. Efectivamente, la
transmutación de los valores implica que ya no se valorará desde el resentimiento contra la vida
sino desde la “Voluntad de Poder”, desde los instintos que en cada caso potencien la vida. Esta
transmutación será hecha por el superhombre, producto de la evolución desde el hombre débil,
racional y dominado por la Voluntad de Verdad, hacia un ser humano fuerte, instintivo, con
Voluntad de Poder, destructor y creador constante que acepta lo trágico de la vida, su devenir,
multiplicidad y sus diversas perspectivas.

Esta evolución del espíritu hasta el superhombre pasa por tres estadios: el camello, que todavía
asume su deber racional; el león, el nihilista que se rebela frente a todo, pero aún es incapaz de
crear nuevos valores; y el niño, o el bailarín, que hace de la vida un juego y una creación artística.

Éste último es la representación del superhombre, que tiene la Voluntad de Poder y admite la
vida como un Eterno Retorno, es capaz de crear una vida tan intensa que la posibilidad de que
pueda ser repetida infinitas veces le parece maravillosa. El superhombre rechaza la moral del
esclavo y la conducta gregaria, siendo contrario al igualitarismo. Frente a estos valores de los
hombres débiles, el superhombre es un creador constante de nuevos valores, vive en un
mundo sin trascendencia y haciendo de su vida su propia creación, su obra de arte.

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PENSAMIENTO DE ORTEGA Y GASSET

VIDA (1883-1955)
Nace en Madrid, en el seno de una familia liberal e ilustrada: la familia materna es propietaria del periódico madrileño el Imparcial y su
padre es director del mismo. Estudia filosofía en la Universidad de Madrid, y visitará las universidades alemanas. Gana la cátedra de
Metafísica en la Universidad Central, funda el diario El Sol y la Revista de Occidente, que también dirige. Sus doctrinas contrarias a la
Dictadura de Primo de Rivera le llevan a dimitir de su cátedra, pero continuará sus clases en el teatro Rex y más tarde en el Infanta
Beatriz. En la Segunda República funda junto a Marañón y Pérez de Ayala la "Agrupación al servicio de la República" y llegará a ser
diputado por León y Jaén. Al comenzar la guerra civil se autoexilia; viaja y da cursos en París, Holanda y Argentina, donde vive hasta
que en 1942 se traslada a Portugal y en 1945, vuelve a España. Apartado de la cátedra fundará el "Instituto de Humanidades" donde
volverá a ejercer su función de magisterio.
OBRAS MÁS IMPORTANTES: ¿Qué es filosofía?, La rebelión de las masas, El tema de nuestro tiempo.

EL PROBLEMA DE LA REALIDAD Y EL CONOCIMIENTO.


EL PROBLEMA DEL SER HUMANO
Ortega hará una crítica tanto a la filosofía anterior a la modernidad, el Realismo, como a la
filosofía que se desarrolló a partir de Descartes, el Idealismo.

En el Realismo, defendido por toda filosofía anterior a Descartes, la realidad es comprendida


como el conjunto de las “cosas” que existen independientemente del sujeto. Esta realidad es
algo acabado, estático, y se explica con los conceptos de “esencia” o “sustancia”. Por ello, en el
Realismo el sujeto es una cosa más, el yo absorbido por el mundo.

También criticará al Idealismo, concepción filosófica que surge con Descartes. Con el Idealismo
el conocimiento de la realidad se fundamenta sobre el sujeto, sobre el pensamiento, llegándose a
afirmar que todas las realidades no son sino ideas construidas desde sujeto. Este sujeto es a su
vez una sustancia estática que no evoluciona con el tiempo. Por ello, y al contrario que en el
Realismo, en el Idealismo las cosas son absorbidas por el yo (subjetivismo).

Frente a estas concepciones filosóficas de la realidad, para Ortega la verdadera realidad está en
el yo con las cosas, no siendo el yo ni las cosas algo acabado e independiente, sino
dependientes ambos en su constitución y desarrollo. Esta relación mutua del sujeto y del objeto
se da en la Vida y por ello ésta es el fundamento de toda realidad. La vida es la Realidad Radical
pues es desde donde se constituye toda la realidad, dentro de y formando parte de una vida.

Ortega estudiará las categorías o características fundamentales que definen la Vida: primero, la
vida es autoconciencia de vivir, reconocerse, saberse como conciencia; segundo, la vida es
encontrarse en una circunstancia que es la mutua relación de mi vida y mi mundo; tercero, vivir es
algo imprevisto pues no hay una elección en vivir aquí y ahora ni sobre las cosas que puedan
ocurrir; y, este imprevisto, genera la vida como un problema ante el cual debe surgir la decisión
personal guiada por un proyecto con lo cual la vida se va fabricando por uno mismo; por fin, y
relacionado con este proyecto, la vida es temporalidad, es futuro permanente pues se vive para y
hacia él.

De esta forma, la vida es primordial pero también lo será la Razón, pues es la única que puede
clarificar la propia vida. Surge así el Raciovitalismo donde la razón no es algo que esté fuera o
antes de la vida, no es algo que existe de forma abstracta, "pura" o "a priori", sino que se
encuentra y desarrolla en la vida concreta de cada uno. Por eso, la Razón solo puede
entenderse como razón vital. Y, a su vez, como toda vida se da en unas circunstancias históricas
determinadas la razón vital es siempre razón histórica.

Razón vital y razón histórica no son pues dos razones distintas sino una misma racionalidad que
asume a la vida y a la realidad en su devenir. La razón histórica o vital no acepta la explicación de
nada como un hecho aislado, fijo, sino que todo lo real es producto de una evolución e
interconexión que se da en la historia. Además, la misma razón se entiende en desarrollo y
estudia el proceso de la realidad mediante esquemas intelectuales, categorías y conceptos, que
van cambiando y modificándose con la vida misma. Por ello, la razón vital e histórica es algo
móvil, igual que la realidad que trata de conocer, siendo un proceso que nunca acaba.

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Por todo esto, Ortega defenderá el Perspectivismo según el cual cada individuo tiene una
perspectiva, una verdad propia. Estas verdades individuales son perspectivas de la realidad y no
pueden ser, por tanto, tomadas como verdades absolutas. Así, la realidad se da siempre en
perspectivas diversas y cambiantes ante cada uno, y cada individuo se relaciona con estas
perspectivas de lo real también desde diversas perspectivas cambiantes, a partir de las cuales les
da un significado, un valor y un sentido, creando así un mundo, el mundo propio. A su vez, estas
perspectivas individuales podrán unirse con las de otros formando perspectivas y verdades más
amplias, pero nunca se llegaría a la verdad absoluta pues esto implicaría la suma de todas las
perspectivas pasadas, presentes y futuras.

Además, el propio sujeto tendrá en su mente Ideas y Creencias: las primeras, son aquellas con
un puro contenido intelectual; las segundas, las creencias, tendrán un contenido vivencial o
existencial que se vivirá en la propia existencia individual.

EL PROBLEMA DE LA SOCIEDAD O LA POLÍTICA


Para Ortega, la historia se puede analizar de acuerdo a las generaciones. En su Teoría de las
generaciones, Ortega asume que en toda sociedad humana conviven distintas generaciones.
Estas generaciones se cumplen en periodos de quince años y hay dos tipos fundamentales: las
establecidas, las mayores que ya poseen el control social, y las emergentes, las nuevas.
Cuando los presupuestos teóricos de ambas son compatibles, la sociedad se desarrolla sin
sobresaltos; cuando, sin embargo, hay una contraposición y ruptura entre las concepciones de la
generación establecida y la emergente surge la crisis social.

Según Ortega, en nuestra época y sociedad se da una crisis pues ha ocurrido un fenómeno
especial: la rebelión de las masas. Para Ortega los hombres pueden dividirse en hombre masa y
en minoría selecta. No se trata de una división de acuerdo al puesto social que se ocupa sino de
acuerdo a una forma de ser y actuar en la vida. El hombre masa es aquel que se encuentra
satisfecho de sí mismo creyéndose completo moral e intelectualmente y que actúa como el niño
mimado que pretende que todo esté para él sin exigirse nada, pidiendo todos los derechos sin
reconocer sus obligaciones. Sin embargo, y frente a esto, la minoría selecta es aquel tipo de
persona que se exige a sí mismo más que a los demás y vive su vida buscando alcanzar ese
desarrollo máximo ateniéndose a deberes y al trabajo vital. El problema actual, piensa Ortega, es
que el hombre masa gobierna la sociedad sin atender a la minoría selecta, imponiendo su
capricho uniformador y poco respetuoso con la auténtica libertad individual y creando, por ello,
una crisis social.

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Zygmunt Bauman y la modernidad líquida

Una de las más importantes metáforas para entender la volatilidad del mundo actual, es la
que ha surgido a través de la investigación del sociólogo y filósofo contemporáneo Zygmunt
Bauman. Ésta consiste en la comparación de dos fenómenos transitorios en el mundo, la
modernidad y la postmodernidad.

A estos fenómenos, él los ha categorizado como “modernidad sólida” y “modernidad


líquida”. La diferencia entre ambas, se remite a evidenciar la estabilidad y certidumbre con que
contaban las etapas de la vida, en donde sus particularidades estaban definidas por el poder
totalitario, la constante preocupación por el orden establecido, la división de trabajo y los valores
inamovibles.

Las anteriores correspondieron a la modernidad sólida, otras son las particularidades que
definen a la modernidad líquida (modernidad actual); algunas de ellas son los nuevos poderes
globales, la privatización, el núcleo de poder económico, los vínculos delebles, el trabajo inestable
y el individualismo.

Para comprender de mejor manera la metáfora y otorgar la credibilidad que se manifiesta


con base en ella, he conversado con personas representantes de la “generación Y” y con algunos
de los “baby boomers” (todos mexicanos), de a poco me han descifrado las etapas definidas de su
existencia.

Para la mayoría, no resultaba complicado pre-diseñar desde temprana edad el estilo de


vida que querían en su futuro, puesto que la solidez de la modernidad en que vivían les permitía
emplear el modelo laboral que seguían sus padres o familiares cercanos, por ejemplo. En aquellos
tiempos, la modalidad laboral en las empresas (fueran gubernamentales o del sector privado) eran
benévolas con los hijos de los empleados ya establecidos; por tanto, culminaban sus estudios
académicos e ingresaban por derecho a ocupar el puesto que dejaban sus padres siguiendo esa
línea laboral con escasas probabilidades de ascenso y con una durabilidad de 25 a 30 años
aproximadamente. En este sentido, ellos sabían el cargo u oficio que tendrían durante las
próximas décadas de su vida.

Por otro lado, la razón por la que una persona duraba laborando en una empresa, era
porque su desempeño de alguna manera sería “reconocido y recompensado” por los accionistas o
dueños de las compañías. Se catalogaban afortunados de contar con un trabajo “estable” que les
ofreciera los servicios básicos de subsistencia, y de tener la seguridad de que después de tantos
años entregados finalmente gozarían de los beneficios de la jubilación.

A pesar del surgimiento de innumerables manifestaciones que aludían a la inconformidad


del trabajador (el auge del sindicalismo mexicano), éstos se resignaban, pues al ver la realidad
incierta que sucumbía a aquellas personas que no contaban con un trabajo de esa índole,
preferían recibir un salario injusto pero seguro y puntual; mientras que los comerciantes
dependían de la venta de sus productos y las personas ajenas al comercio aprendían un oficio
(carpintería, herrería, fontanería, etcétera) que ejercerían por mucho tiempo debido a que sus
servicios cubrirían continuamente las demandas de aquella sociedad.

La vida del empleado en la modernidad sólida entonces, era bastante rígida, la monotonía
en sus quehaceres cotidianos lo transmitían a sus descendientes, dejándoles como patrimonio
además del mismo empleo, el mismo hogar, creencias, tradiciones, ideologías, objetivos y un sinfín
de aspectos que conjuntamente formaban un patrón y una estructura definida de vida a largo
plazo.

La solidez de aquella modernidad no sólo se remitía a afianzar el aspecto laboral, sino


también lo hacía con las formas del consumismo, cuando la sociedad tenía la necesidad de adquirir
algún producto para el hogar, por ejemplo: un refrigerador, una televisión, una computadora o un
teléfono; lo hacían netamente para cubrir una función “indispensable”, consientes que el producto
tendría una durabilidad considerable y que sólo lo reemplazarían en el caso de su descomposición,
por esa razón, los productos eran diseñados y fabricados enfáticamente para un funcionamiento
duradero.

Los vínculos amistosos y afectivos por su parte, eran en menor cantidad, pero más
estables, la interacción entre los niños del ayer se forjaba a base de vivencias y emociones
compartidas. Por lo regular, la amistad que se consolidaba en esta etapa de la infancia con
compañeros de la escuela y vecinos, se afianzaba tanto, que perduraba para toda la vida; de surgir
alguna discusión que generara un distanciamiento entre ellos, se podía resentir de gran manera
por la solidez de aquellos lazos afectivos.

Expuestos ya algunos ejemplos y particularidades de la vida en la modernidad sólida, toca


canalizar el impacto que causó la modernidad líquida en la sociedad a través de sus estructuras
efímeras.

En su libro, Tiempos líquidos: vivir una época de incertidumbre, Bauman afirma que la
transición de la modernidad sólida hasta nuestro días ha evolucionado y se ha debilitado, la
sociedad vive ahora sin moldes, es decir, vivimos adaptándonos constantemente a las necesidades
que nuestra modernidad nos impone, sin planes establecidos, como si fuésemos partículas de una
corriente de agua que avanza sin rumbo definido, donde la única certidumbre que tenemos, es la
incertidumbre. Somos parte de lo que él denomina como “modernidad líquida”.

Este cambio drástico en cuanto a la modernidad, ha provocado que las particularidades


antes ejemplificadas se hayan contrapuesto totalmente, ahondando nuevamente en el modelo
laboral, un cálculo reciente reveló que los egresados de las universidades cambian de empleo
hasta 11 veces antes de llegar a la etapa del retiro, las personas han perdido el sentido del
compromiso y la lealtad laboral; la dependencia recíproca que había entre los dueños de una
fábrica y los empleados se ha deteriorado, ahora los dueños ya no buscan empleados que les sean
leales, constantemente hay recortes de personal, omiten el resguardo de los intereses de sus
subordinados y se enfocan en cubrir los espacios emergentes de forma temporal.

Debido a esa desvinculación, los egresados han dejado atrás la búsqueda de un empleo a
largo plazo y se enfocan en hallar una fuente de ingresos que rebase el salario mínimo, aunque no
cuenten con los beneficios básicos que requieren para su subsistencia; los empleados por su parte,
ya no aceptan fácilmente mandatos opresivos y se revelan constantemente sabiendo que su
permanencia en el empleo de cualquier manera sería temporal, optan entonces, por la renuncia
inmediata y se incorporan en otra dependencia laboral según las competencias con las que
cuenten.

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