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13 Agradecimientos
15 Introducción
CAPÍTULO 1
19 Los espejos en el posclásico mesoamericano
CAPÍTULO 2
65 El orden simbólico del universo humano
CAPÍTULO 3
79 Metáforas y metonimias del tezcacuitlapilli
CAPÍTULO 4
97 Discusión final
105 Bibliografía
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[…] el uso de dos tipos de piedra: una blanca con la que fabri-
caban los espejos de los nobles (tecpiltezcatl), los espejos de los
gobernantes (tlatocatezcatl), en los cuales se reflejaba su rostro; y
una piedra negra, mala (amo qualli), que se utilizaba para hacer
espejos deformantes, espejos que combatían con el rostro de las
personas (teixavanj).
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La limonita es un término empleado para designar a una roca conformada
por minerales y elementos amorfos. A decir de Annibale Mottana et al.,
(1980: Ficha 93): “El principal constituyente es la goethia microcrista-
lina o criptocristalina, seguido de la lepidocrocia e hidróxidos de hierro
no cristalizados”. Por otro lado, el término limonita es utilizado como un
genérico conceptual para todos los hidróxidos de hierro que no son defini-
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La representación de Tláloc en la banqueta de la Sala 2 del Pa-
lacio Quemado de Tula ha permitido a Karl Taube (Cobean et al.,
2012: 85) postular que las ofrendas contenidas en el mismo espacio
se vinculan con esta deidad, la cual es una resemantización del Tláloc
guerrero de filiación teotihuacana. Cynthia Kristan-Graham (1993),
por su parte, propuso que la banqueta no representa a dignatarios
toltecas, sino más bien a comerciantes o pochtecas.
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La comparación semántica entre los espejos de pecho y los dorsales
constituyen un tema que desarrollaremos en otro ensayo.
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Figura 13. Esquema de las ofrendas del impluvio de la Sala 2 del Palacio
Quemado (Tomado de Cobean et al., 2012: 86).
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Figura 16. Espejo del Templo del Chac Mool, Chichén Itzá (Archivo de
digitalización de las colecciones del Museo Nacional de Antropología.
conaculta-inah-Canon, “Sala Maya”).
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Figura 20. Escudo de mosaicos de turquesa con el tema del culto de los
guerreros al Sol (tomado de Feest, 2012: 106).
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Parece ser que este escudo, junto con otros 15, formaba parte de los re-
galos que Motecuhzoma II dio a Cortés y que este a su vez envió a Carlos
V en 1519. El emperador pudo haberlo regalado a su hermano Fernando
I de Habsburgo, padre del Archiduque Fernando del Tirol, quien lo con-
servó dentro de sus colecciones del castillo de Ambras en Austria (Feest,
2012: 107-108).
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Guerreros toltecas
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Disco de Chalco
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Relieve Tonatiuh
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En virtud de que todas las interpretaciones antropológicas son simbólicas.
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Véase Jorge Acosta (1943), Guadalupe Mastache et al., (2009) o Ro-
bert Cobean et al., (2012).
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Con base en estas dos últimas características –el cuerpo segmentado y
las patas delanteras, Karl Taube (2000: 287) identifica a la xiuhcóatl como
una oruga sobrenatural antes de metamorfosearse en mariposa.
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manera a estas señales del cielo que Karl Taube identifica con
meteoritos. Recordemos que estos últimos son material que las
estrellas desechan y que ocasionalmente caen en nuestro planeta
como cuerpos luminosos incandescentes, en ocasiones con
gran estruendo y causando destrucción. Al respecto Ferdinand
Anders, Maarten Jansen y Gabina Pérez Jiménez (1992:15)
comentan “que la Serpiente de Fuego corresponde a un naual
peligroso que hoy en día en la Mixteca se describe como una
bola de lumbre, que es en lo que se convierte una ‘bruja’
cuando va a chupar la sangre de los recién nacidos”. Es muy
probable que el vínculo entre las bolas de fuego, la xiuhcóatl
y las míticas brujas haya tenido un referente precolombino.
Alfredo López Austin nos dice que este quinto cielo “es
el más bajo de los verdaderos cielos, más allá del ámbito del
dominio solar, el verdadero cielo, el cielo del fuego azul, desde
donde descienden los seres sobrenaturales, el cielo donde está el
giro, el primer cielo verdadero” (López Austin, 1984, t. I: 60-
61). Esta descripción pone de relieve la importancia del color
azul-turquesa, vinculado con el fuego sagrado y los dominios
cósmicos. No solamente los mexicas consideraban este nivel
celeste como el lugar del fuego; en el Ritual de los Bacabs de los
mayas yucatecos, el quinto nivel se describe como el lugar de
las Pléyades, donde nace el fuego por la fuerza de la fricción.
De acuerdo con Karl Taube (2000: 291) hay grupos que
tienen la creencia de que los espejos caen del cielo como co-
metas; son materia o excremento de estrellas que la xiuhcóatl
dispara como dardos. Por otra parte, Gordon Ekholm (1972:
134) propuso que la función primaria de los espejos pudo haber
sido la de encender fuego por medio del reflejo y concentración
de rayos solares en su superficie. A este respecto, Karl Taube
presenta la imagen de Xiuhtecuhtli sacando fuego de un espejo
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La pirita es un sulfuro de hierro que tiene la capacidad de producir
chispas cuando es frotada con un objeto tenaz. Si se golpea o frota un blo-
que de pirita con un material tenaz como el pedernal, el resultado sería
la aparición de una chispa. El golpe realizado sobre la pirita desprenderá
fragmentos de sulfuro de hierro que, acompañados por el calor del golpe
de la roca y el oxígeno, inicia la combustión del sulfuro de hierro. Las
chispas generadas por este fenómeno no saltan, sino que se mantienen
en la zona de percusión, las cuales pueden ser empleadas para iniciar un
fuego con ayuda de ramas secas o abono orgánico.
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La ceremonia del Fuego Nuevo se realizaba en diversas ocasiones y no
solamente para conmemorar la atadura de 52 años que iniciaba una nue-
va era. Se encendía también cuando se inauguraba un edificio importan-
te, al fundar una nueva ciudad, al inicio de una migración, al conquistar
un área o para celebrar la entronización de un gobernante.
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Figura 34. Tezcacuitlapilli del atlante de Tula. Nótese cómo cuatro xiuhcóatl
rodean la cabeza del personaje central (Tomado de Jiménez, 1998: 36).
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Es probable que este glifo formado por grupos de barras verticales o
diagonales se refiera a la cualidad de luminoso que tienen los astros, por
lo cual podemos verlo asociado a deidades solares como Xochipilli o a
otros tezcacuitlapilli en los que se representa el lugar donde habitan los
cuerpos celestes. Su posición sugiere que sustituyen al elemento alme-
nado de los espejos dorsales toltecas que quizá representen plumas de
colores brillantes.
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El cielo también era conocido como el “lugar de la turquesa” (López
Austin, 1984, t.1: 67).
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