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Desde niño, ella parecía destinada a encontrarse con él.

Primero, en
una de esas noches calurosas de verano, aproximadamente a los 7
años de edad, mientras jugaba en medio de la calle con amigos del
barrio, vio una luz en el cielo nocturno que llamo su atención.
“Vieron esa estrella moverse?” dijo, con marcado tono de sorpresa
a sus amigos. Era algo nuevo para él, las estrellas ya no eran esas
luces similares a las que adornan un árbol de navidad que parecen
parpadear y son un punto fijo en el espeso cielo de la noche, ahora,
tenían otro significado dentro de la imaginación de este niño. Tal
vez no era solo una estrella desplazándose velozmente y dejando
una estela de luz, podía ser un avión, o una nave espacial, o ese
superhéroe de comics que tanto le gustaba.

Sin embargo, más allá de la imaginación de aquel niño, esa luz que
se desplazaba, era nada más que una estrella fugaz.

Ya después de terminar de jugar y de haberse bañado, estaba listo


para irse a dormir. “es tarde joaco, y mañana tenes que ir al
colegio” le dijo su madre en un tono suave. “Sabes que vi mientras
jugaba con los chicos ma? Sabes que vi en el cielo? Una estrella
moverse” dijo el niño con un entusiasmo contagioso. A esas edades
es fácil que cualquier evento natural lo sorprenda a uno.

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