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índice.
Tomo 5.
Capítulo XIV.
Ejecución de los contratos de la Administración.
por Alejandro Pérez Hualde.
Capítulo XV.
Contratos administrativos en particular.
por Ismael Farrando (h), Alejandro Pérez Hualde y M. Gabriela
Ábalos.
1. Función pública ..... 63.
A) Régimen jurídico de la función pública ..... 63.
1. Naturaleza jurídica. Teorías ..... 66.
2. Carga pública y función pública: servicios personales
obligatorios. La burocracia ..... 69.
3. Funcionarios y empleados públicos ..... 74.
1
B) Régimen jurídico básico del personal de la Administración:
Requisitos constitucionales y legales. Las formas de ingreso. El
concurso. La designación. La ley 22.140 y el S.I.N.A.P.A. ..... 75.
1. Ámbito de aplicación. El ingreso en la función pública ..... 79.
2. Los deberes: Introducción. Comienzo y fin de los deberes.
Lealtad. Obediencia. Excepciones al principio de obediencia.
Discreción. Secreto. Reserva. Dignidad. Residencia. Fianza. Otros
deberes ..... 92.
3. Los derechos: Estabilidad. Retribución justa. Compensaciones
e indemnizaciones. Igualdad de oportunidades. Capacitación.
Asociación. Derecho de huélga. La huelga y los servicios
públicos. Otros derechos ..... 101.
C) Régimen disciplinario: Faltas, sanciones, proced mientos y
recursos ..... 108.
D) Responsabilidad: política, administrativa, penal, civil y
contable ..... 111.
E) Los funcionarios de hecho: Concepto. Validez de los
actos. Derechos y responsabilidades ..... 116.
F) Extinción de la relación de empleo público ..... 118.
G) Contiendas en materia de empleo público ..... 119.
II. Contrato de obra pública ..... 119.
A) Concepto legal ..... 120.
B) Elementos del contrato de obra pública ..... 123.
1. Los sujetos ..... 123.
2. El objeto ..... 125.
3. Finalidad ..... 126.
4. Otros elementos ..... 127.
a) Cómputo del plazo ..... 127.
b) El precio ..... 128.
C) Sistemas de contratación ..... 130.
1. Por unidad de medida ..... 130.
2. Por ajuste alzado ..... 131.
3. Coste y costas ..... 132.
4. Otros sistemas ..... 133.
D) Registro de contratistas de obras públicas ..... 133.
E) Certificados de obra pública ..... 135.
F) Fondo de reparos ..... 138.
G) El plan de trabajos y el programa de inversión ..... 139.
1. Suspensión y paralización de los trabajos ..... 140.
2. Gastos improductivos ..... 141.
H) Las prerrogativas de la Administración en el contrato
de obra pública ..... 143.
1. "Ius variandi" ..... 143.
2. Facultades de sanción ..... 145.
a) Sanciones pecuniarias ..... 145.
b) Sanción coactiva ..... 146.
c) Sanción definitiva: rescisión ..... 147.
3. Facultades de control y dirección ..... 148.
a) Inspector de obra y representante técnico ..... 148.
b) Órdenes de servicio y notas de pedido ..... 149.
I) Recepción de la obra ..... 151.
J) Extinción del contrato de obra pública ..... 153.
III. Concesión de obra pública ..... 157.
A) Consideraciones generales ..... 157.
B) Concepto de concesión de obra pública. Diferencias
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con el contrato de obra pública y otras figuras ..... 158.
C) Naturaleza jurídica. Caracteres ..... 163.
D) Derechos y deberes del concesionario ..... 164.
E) Ejecución ..... 167.
1. Duración de la concesión ..... 169.
2. Remuneración ..... 170.
a) Peaje: diversas teorías ..... 172.
b) Contribución de mejoras ..... 175.
F) Extinción ..... 177.
IV. Concesión de servicios públicos ..... 178.
V. Contrato de suministro ..... 178.
A) Noción conceptual ..... 178.
B) Régimen legal ..... 183.
C) Caracteres ..... 184.
D) Duración o ejecución continuada ..... 184.
VI. Empréstito público ..... 186.
A) Concepto y finalidad ..... 186.
B) Potestad para su contratación ..... 188.
C) Naturaleza jurídica ..... 189.
D) Clases de empréstito ..... 191.
E) Caracteres ..... 192.
F) Prerrogativas del Estado ..... 192.
G) Jurisdicción ..... 193.
VII. Otros contratos administrativos ..... 195.
A) Concesión de uso del dominio público ..... 195.
B) Contrato de consultoría ..... 195.
C) Contrato de trasporte ..... 198.
D) Contrato de locación ..... 198.
E) Compraventa ..... 200.
F) Propaganda y publicidad ..... 202.
Bibliografía ..... 204.
Capítulo XVI.
Los servicios públicos.
Por M. Gabriela Ábalos.
1. Consideraciones generales ..... 215.
A) Noción y elementos ..... 218.
B) Clasificación de los servicios públicos ..... 229.
C) Crisis de la noción tradicional del servicio público ..... 236.
II. Determinación o creación, organización, modificación y
supresión de los servicios públicos ..... 240.
gg b) "Ius variandi".
De modo parecido y sobre los mismos fundamentos se hace
presente en los contratos administrativos el principio de
mutabilidad. La Administración tiene la facultad de introducir
cambios en forma unilateral en las prestaciones de su
cocontratante particular.
En las contrataciones públicas el contrato es "ley para las
partes" (art. 1197, C. Civ.), pero con la diferencia de que esa ley
no es inmutable; es más, es mutable en beneficio de una sola de
las partes: la Administración. Ella está facultada a introducir los
cambios que resulten necesarios en función del fin público que
inspira el contrato.
Esta facultad tiene límites, ya que la variación no podrá afectar
lo esencial del contrato, y si ello ocurriera podría el contratista
rescindir el contrato exigiendo una indemnización. Tampoco podrá
afectar el equilibrio financiero del contrato.
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En este terreno la Administración encontrará en algunos casos
límites estipulados por la legislación (ej.: L.O.P., art. 53, inc. a) y,
en otros, establecidos por los principios y cotos que imperan en la
actividad discrecional, como la razonabilidad y la desviación de
poder.
gg d) Sanción.
Como señala la doctrina, es consecuencia directa y necesaria
del poder de dirección y control de la Administración en la
ejecución de los contratos administrativos, la existencia de
potestad sancionatoria de los incumplimientos a las directivas y
órdenes impartidas en ejercicio de aquellas prerrogativas.
Se trata también de una cláusula exorbitante que opera como
principio, es decir, existe la facultad de la Administración de
sancionar al cocontratante, aun cuando no se halle estipulada en
forma expresa en el contrato. Es más, según Escola no es
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legítimo a ese respecto el contrato administrativo que coarte esa
facultad a la Administración.
Las sanciones que el ente público contratante puede aplicar son
de naturaleza contractual; por ello, no deben ser confundidas con
las sanciones administrativas que la Administración aplica en
ejercicio de las facultades de policía. Las sanciones que en este
punto tratamos tienen fuente contractual, ya sea que estén
previstas en forma expresa o no; en cambio, las sanciones de
naturaleza policial que la misma Administración aplica tienen
fuente legal, norma dictada por el órgano legislativo en ejercicio
del poder de policía (de comercio, de tránsito, de higiene, de
seguridad, de vinos, etc.).
La prerrogativa sancionadora de la Administración reconoce
limitaciones esenciales que son: constitución en mora del
cocontratante, respeto a las reglas del debido proceso y
razonabilidad o proporcionalidad. En todos los casos, agrega
Escola, el ejercicio de la potestad de sancionar está sujeto al
control judicial en sus aspectos de legalidad de la medida, así
como tambien en su proporcionalidad y motivación.
Las principales sanciones que la doctrina ha analizado son: 1)
pecuniarias, 2) coercitivas, y 3) rescisorias.
gg 2) Sanciones coercitivas.
Habrá sanción coercitiva cuando, en forma provisional, la
Administración asume directamente por sí, o por medio de un
tercero, la prestación del contrato a costa del cocontratante
incumplidor. Es una sanción de tipo coercitivo porque tiene por
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finalidad la de imponerse a la voluntad del cocontratante para que
éste cumpla con la prestación del modo que resulta apropiado a
los fines del servicio. Tiene, además, carácter meramente
provisional. El contratista deberá afrontar la totaiidad de los
mayores gastos y daños que ocasione la prestación por la
Administración en forma directa o por el tercero.
También resulta imprescindible que la sanción coercitiva esté
expresamente prevista en el contrato para que cumpla con el
requisito de la tipicidad.
gg 3) Sanción rescisoria.
Es la máxima sanción que puede imponer la Administración a su
cocontratante y consiste en la extinción del vínculo contractual por
culpa del contratista. Esta rescisión acarrea al contratante
particular consecuencias graves, ya que pierde el contrato sin
poder percibir ninguna indemnización; la sanción significa un
antecedente disvalioso para sus futuras contrataciones con entes
públicos, el deber de indemnizar a la Administración, etc.
Las causales -que deben ser casos graves- y las consecuencias
de la rescisión deben estar contractualmente previstas. Esas
causales suelen consistir en abandono de las obras o de la
concesión, engaños en el cumplimiento de la prestación,
incumplimiento de las directivas en forma reiterada, etc.
No se debe confundir la sanción rescisoria con la facultad
rescisoria que inviste la Administración. En ambos supuestos se
extingue la relación contractual, pero en un caso se trata de
sanción y en otro del uso de una prerrogativa que, a diferencia del
primero, en caso de ser ejercida, el ente público deberá
indemnizar a su cocontratante.
gg e) Rescisión.
La facultad rescisoria es aquella prerrogativa que tiene la
Administración en virtud de las cláusulas exorbitantes que son
inherentes a los contratos administrativos. Marienhoff denomina a
esta facultad "revocación por razones de oportunidad, mérito o
conveniencia".
Cuando la rescisión se produce como sanción a una falta o
incumplimiento del contratista, no se trata del ejercicio de esta
prerrogativa, sino de la facultad sancionadora de la
Administración. La rescisión que aquí analizamos es la que decide
el ente público debido a razones de oportunidad, mérito o
conveniencia, en razón de su deber de atender el interés público,
que es quien le brinda fundamento a esta cláusula exorbitante al
derecho común. Cuando esta rescisión se produce en el contrato
de concesión de servicios públicos adquiere la denominación de
"rescate".
En todos los casos de ejercicio de esta potestad, la
Administración debe reparar plenamente al contratista los
perjuicios que le ocasione: así lo ha dispuesto la Corte Suprema
en el caso "Ruiz Orrico" ("L.L.", 28/4/94).
El empleo de la facultad rescisoria reconoce los límites propios
de la actividad administrativa, que en este caso deben ser
cuidadosamente cumplidos, atento a la afectación de intereses del
contratista particular sin que éste haya dado motivo alguno. En
todos los casos la motivación del acto será de fundamental
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importancia para que sea trasparente el interés general que se
pretende defender y para evitar toda duda acerca de la posibilidad
de una desviación de poder.
gg 4. La fuerza mayor.
El cumplimiento del contratista se puede ver afectado por la
ocurrencia de un caso que no depende de su voluntad y consiste
en un hecho que "no ha podido preverse, o que previsto no ha
podido evitarse" (art. 514, C. Civ.). El cocontratante de un ente
público se puede ver en la imposibilidad de cumplir con su
prestación; a veces, de ajustarse al plazo comprometido, por
causa de caso fortuito o fuerza mayor.
La imposibilidad de continuar el contrato no debe,
necesariamente, ser absoluta sino que basta con que el equilibrio
económico del contrato haya quedado definitivamente
quebrantado en perjuicio del contratista, para que éste quede
habilitado para esgrimir esta causal como justificación de su
incumplimiento.
Es usual que en cada contrato en particular exista una
reglamentación del ejercicio de esta causal de incumplimiento en
cuanto a limitaciones, plazos, requisitos, material probatorio. etc.
(ver incs. 121 y 122 del art. 61 del R.C.E.).
gg 1. Derecho al precio.
El cocontratante particular tiene derecho al pago del precio de su
prestación. Como hemos visto, este precio puede tener distintas
formas; así, puede ser cobrado directamente de la Administración
si se trata de un suministro, de los usuarios en forma indirecta, por
contribución de mejoras, si es una obra de tipo urbano, en forma
directa a los usuarios si es una concesión de explotación de un
servicio público, etc.
También el precio puede ser percibido mediante liquidaciones
mensuales, a través de certificaciones, como en el caso del
contrato de obra pública; contra entregas en el de los suministros;
pueden existir anticipos financieros o entregas para acopio de
materiales, como ocurre con grandes emprendimientos.
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hace que también sea considerada irrenunciable y de orden
público.
Dromi distingue entre hecho del príncipe y el hecho de la
Administración. El primero es definido como un comportamiento
estatal indirecto de cualquier autoridad pública; imputable al
Estado, pero no al comitente. Es un álea administrativa de
carácter interna impuesta por una resolución de tipo general que
suscita la responsabilidad extracontractual; que produce una
alteración posterior a la celebración del contrato (sobreviniente),
de carácter provisorio (retardo) o definitivo (resolución) y que exige
una reparación integral irrenunciable por ser de orden público.
Ejemplo de estas circunstancias son cambios impositivos,
previsionales, aduaneros, etc. En cambio, el hecho de la
Administración es un comportamiento estatal directo de la entidad
contratante (comitente), imputable al comitente. No es una álea
externa sino interna, producida por hechos o actos particulares
que suscita responsabilidad contractual, que produce una lesión
sobreviniente posterior a la celebración del contrato, de carácter
temporario o definitivo; la reparación es integral. No obstante la
opinión de Dromi, por ser una causa atribuíble directamente a la
Administración contratante, es dudosa su renunciabilidad.
Ejemplos de hechos de la Administración son: el retardo en el
pago de los certificados, suspensión de la ejecución de la obra,
falta de entrega de los terrenos para la ejecución de los trabajos,
etc. Por esta razón es que nosotros sostenemos que el hecho de
la Administración es, en realidad, el mero incumplimiento por parte
de la comitente de sus obligaciones contractuales.
gg c) La teoría de la imprevisión.
Conceptualizamos este instituto con Marienhoff, quien dice que
es el "medio por el cual, ante circunstancias extraordinarias o
anormales e imprevisibles, posteriores a la celebración de un
contrato administrativo, pero temporarias o transitorias, que
alteran su ecuación económico-financiera en perjuicio del
cocontratante, éste puede requerir la ayuda pecuniaria del Estado
para obviar esa crítica situación y poder cumplir o seguir
cumpliendo sus obligaciones". Este concepto, en sus grandes
rasgos, fue elaborado por el Consejo de Estado francés en el
histórico fallo "Compagnie du Gaz de Bordeaux" en el año 1916,
en plena crisis en los contratos provocada por el advenimiento de
la Primera Guerra Mundial; en el caso se trataba de la provisión de
carbón.
La doctrina y la jurisprudencia imponen una serie de requisitos
que en general surgen del concepto trascrito. Así, será necesario
que:.
1) el acontecimiento responda a un álea de naturaleza
económica, y no administrativa (a menos que se trate de una
causa atribuíble a otra Administración que no es de la misma
jurisdicción que la contratante; en este caso también se considera
que se trata de un álea económica); el acontecimiento en cuestión
debe tornar excesivamente onerosa la prestación; pero, a pesar
de ello, el contrato debe poder ejecutarse porque, de lo contrarsio,
si la prestación se tornara de imposible cumplimiento, se sale del
campo de la teoría de la imprevisión y se ingresa en el terreno de
la fuerza mayor.
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2) el hecho debe producir un perjuicio extraordinario al
contratista, debe provocar un desequilibrio económico
considerable, que exceda cualquier previsión razonable que se
pueda considerar incluída en el riesgo propio empresario; el
acontecimiento perturbador debe ser extraordinario e imprevisible,
ambas condiciones deben darse en forma conjunta.
3) el evento debe ser ajeno a ambas partes; si la alteración de la
situación es imputable al cocontratante, la responsabilidad es
exclusivamente suya y se torna inaplicable la teoría de la
imprevisión; si es provocada por actos o hechos de la autoridad,
tampoco será aplicable la teoría que analizamos y es posible que
surjan responsabilidades a la luz de la teoría del hecho del
príncipe.
4) debe consistir en un impacto provisorio, no debe tornar de
imposible cumplimiento el contrato.
5) el cocontratante no debe haber suspendido la ejecución del
contrato.
6) el hecho debe ser sobreviniente a la celebración del contrato
y aun no debe haber terminado su cumplimiento, debe hallarse en
curso de ejecución; es importante destacar que si el evento
ocurriera con posterioridad a la oferta, y antes de la celebración o
perfeccionamiento del contrato, no será de aplicación la teoría de
la imprevisión, ya que el oferente adjudicatario no debe contratar
en esas condiciones, pues perdería toda posibilidad de reclamo
posterior.
7) debe tratarse de un hecho que no era posible,
razonablemente, prever; es de tener en cuenta que durante
muchos años en nuestro país la inflación, en determinados
niveles, era algo absolutamente previsible.
Entre los ejemplos de álea económica que puede afectar un
contrato se encuentran los fenómenos hiperinflacionarios, el
encarecimiento abrupto de un insumo fundamental para el
cumplimiento del contrato, la aparición de reglamentos o
normativas de otra jurisdicción que encarecen súbitamente las
prestaciones contractuales (es el caso de modificaciones de tasas
aduaneras nacionales frente a un contrato celebrado con un ente
provincial), etc.
En cuanto al alcance de la reparación, la doctrina coincide en
que el quebranto producido por el hecho imprevisto debe ser de
algún modo compartido por ambas partes. Tal es la doctrina
francesa de origen, y en nuestro país se ha traducido en una
reparación, según destaca Granillo Ocampo, no integral del
perjuicio. Marienhoff señala que se trata de compartir las pérdidas
del contratista, y no la ganancia, ya que ésta no se halla protegida
por el empleo de la teoría que analizamos.
Podríamos resumir las importantes diferencias con el "hecho del
príncipe" señalando que en el caso de la teoría de la imprevisión el
hecho sobreviniente es totalmente ajeno a las partes del contrato;
en este último la reparación será integral y cualquiera que sea su
magnitud, mientras que en la teoría de la imprevisión no será
integral y se otorgará sólo en el caso en que el perjuicio sea
extraordinario.
Por último, según el art. 1198, C. Civ., la parte perjudicada podrá
demandar la resolución del contrato, pero la otra parte podrá
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impedir dicha resolución ofreciendo mejorar equitativamente los
efectos de él.
gg d) La revisión de precios.
Algunos autores, como Granillo Ocampo, plantean la revisión de
precios como uno de los supuestos de aplicación de la teoría de la
imprevisión, aun cuando admite que se trata de una aplicación "no
ortodoxa". En este estudio, como Gordillo, Ia vamos a tratar en
forma diferenciada.
En los contratos de larga duración, de ejecución continua, o de
entregas parciales a lo largo de un lapso de importancia, se
presenta la dificultad consistente en la necesidad de fijar un precio
que cumpla con el requisito de ser cierto y determinado, pero, a la
vez, incorporar en él todas las expectativas y riesgos del mercado
que podrían presentarse durante el curso de ejecución del
contrato.
Se trata de aquellas variaciones que, sin llegar a ser
extraordinarias (que harían posible la aplicación de la teoría de la
imprevisión), pueden ir horadando el precio contratado hasta hacer
desaparecer, por ejemplo, la utilidad esperada.
El remedio apropiado en nuestro derecho y en el derecho
comparado fue la introducción en los contratos de fórmulas
polinómicas de ajuste de precios. Estas fórmulas, elaboradas
sobre la incidencia de cada uno de los componentes más
destacados o influyentes del precio de la prestación contratada,
aspiran a reflejar durante la vida del contrato aquellas variaciones
que podían acarrear pérdidas importantes al contratista o que lo
obligaban a tomar precauciones que, en todo caso, influían
fuertemente sobre el nivel del precio de la oferta.
En nuestro derecho se aplicaron las fórmulas de ajuste en modo
muy profuso, porque se convirtieron en un modo imprescindible
para evitar el deterioro de los contratos en épocas de inflación
sostenida; así surgió la ley 12.910 (mayores costos), tendiente a
enfrentar la catástrofe ocurrida con motivo de la Segunda Guerra
Mundial, luego incorporada a todos los contratos de obras.
Por otra parte, también previó nuestra legislación la indexación
(mediante índices oficiales elaborados por el Instituto Nacional de
Estadística y Censos) por medio de las leyes 21.391 y 21.392 para
el caso de contratos de suministros y obras públicas
respectivamente; estas normas tendían a proteger el período de
pago en el caso de las obras y todo el lapso contractual en el caso
del suministro.
La ley 23.928, de "Convertibilidad del Plan Austral", dejó sin
efecto todo mecanismo indexatorio o de ajuste de precios desde el
día 1/4/91. Modificó, con ese fin, todos los contratos en curso de
ejecución y prohibió, lisa y llanamente, la aplicación de fórmulas
polinómicas, derogando toda la normativa al respecto. Asimismo,
se dejó sin efecto las actualizaciones de precios de deudas del
Estado a los contratistas, estableciendo en su lugar las tasas de
interés pasivas promedio conforme al decr 941/91 y al fallo de la
Corte Suprema "Y.P.F. c. Prov. de Corrientes y Banco de
Corrientes, s. cobro de australes" ("E.D.", 146-321).
Con el correr del tiempo, desde esas importantes reformas, se
han producido novedades en el campo de las fórmulas de precios
y nos encontramos con que el Poder Ejecutivo nacional dictó el
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decreto 1312 del 24/6/93, donde ha debido admitir, para los
contratos de obras públicas de más de un año de duración, una
fórmula polinómica basada en índices oficiales de precios y con
una metodología bastante limitada de aplicación (también fueron
dictados los decretos 1336/91, para el caso de obras ofertadas
antes del 20/3/91, y 1936/91, para el resto de los contratos en
vigencia).
Ha quedado, aparentemente, como única función de la ley
12.910, el caso en que la fórmula de reajuste de precios
establecida por el decr. 1312/91 pierda su representatividad de la
realidad económica del contrato y comience a alterar la ecuación
económico-financiera en perjuicio del contratista.
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atento a como lo ha resuelto la Corte Suprema recientemente en
el caso "Ruis Orrico" ( "L.L.", 28/4/94).
gg b) Incumplimiento de la Administración.
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Tanto los autores que aceptan el ejercicio por parte del
contratista de la "exceptio non adimpleti contractus", como
aquellos que la rechazan, aceptan que frente a incumplimientos
graves del ente público el cocontratante particular tenga la
posibilidad de plantear la rescisión del contrato.
En la doctrina española, García de Enterría y Fernández
sostienen que no cualquier incumplimiento habilita al contratista a
esgrimir la rescisión del contrato, que ellos denominan
"resolución". Debe tratarse del incumplimiento de obligaciones que
le vengan impuestas a la Administración directamente por la ley de
contrataciones. Sólo en esos supuestos puede plantear el
contratista la rescisión contractual.
En nuestro ordenamiento algunas de las leyes que regulan
contratos públicos en especial contemplan las causales de
rescisión en forma detallada (ej., L.O.P., art. 53, incs. b, c y e),
pero no existe la limitación o la tipificación que sostienen los
tratadistas españoles mencionados.
Normalmente se trata de incumplimientos de la Administración
respecto de esas obligaciones que son de colaboración en el
sentido de posibilitar el cumplimiento del contratista, como el caso
de la entrega del predio para la construcción de las obras, el lugar
de explotación del servicio público, etc También se da el caso en
que el ente estatal ejerce abusivamente el "ius variandi" y excede
límites razonables o legales que llevan al contratista a la
necesidad de requerir la rescisión contractual.
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Esta causal de rescisión del contrato por parte del Estado
deviene del carácter personal, "intuitu personae", que tienen las
contrataciones públicas.
gg 5. Por ley.
Esta modalidad totalmente atípica fue ejercida por el Estado
nacional mediante la ley 23.696, de"Reforma del Estado", en el
mes de junio de 1989. Se trató de una declaración en estado de
emergencia, por el Congreso de la Nación, de "la prestación de
servicios públicos, la ejecución de los contratos a cargo del sector
público" (art. 1), etc. De tal modo se habilitó, con ese fin, al Poder
Ejecutivo para "negociar retrocesiones y acordar la extinción o
modificación de contratos y concesiones, formulando los arreglos
necesarios para ello" (art. 15, inc. 5). También se habilitó al
ministro del área para "declarar la rescisión de todos los contratos
de obra y de consultoría celebrados con anterioridad a la vigencia
de esta ley [...], por razones de emergencia, que a los efectos de
esta ley se considera que constituyen causales de fuerza mayor
según el régimen previsto en los arts. 54 de la ley 13.064 y 5 de la
ley 12.910", llevando su alcance a "todos los contratos vigentes
celebrados por el sector público descrito en el art. 1 de esta ley,
con las modalidades que surjan de los regímenes jurídicos de
esas contrataciones" (art. 48).
No obstante, se dejó librado a cada ministerio para que, sobre la
base del cumplimiento de determinadas pautas de renegociación
(art. 49), se recompusieran los contratos que fuera posible
continuar en el marco de la emergencia decretada por el Congreso
de la Nación.
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18
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Administración pública, Ábaco, Bs. As., 1992
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20
por parte de la administración y la aceptación por parte del
individuo.
f ) Teoría del contrato administrativo: Compartida por Brewer
Carías, Gordillo, Fiorini, Marienhoff, Sarmiento García y Petra
Recabarren, señala que es esencial el elemento de la
voluntariedad en la incorporación del agente público, que -como
veremos en el punto siguiente- es lo que lo diferencia de las
cargas públicas o servicios personales obligatorios.
Ahora bien, y para finalizar el presente punto, decimos que,
según el ordenamiento nacional (ley 22.140), la relación de empleo
constituye un contrato administrativo.
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gg 2. Sorteo. Muy poco usado. Hasta hace poco tiempo se
empleaba para los servicios personales obligatorios, como el caso
del servicio militar. Alguna vez se utilizó para la toma del personal
obrero con el objeto de evitar el favoritismo político, y para decidir
situaciones de empate eleetoral; v.gr., cuando en una cámara
legislativa se obtiene un empate entre los distintos bloques para
elegir a su presidente.
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gg a) Concurso interno: circunscrito al ámbito de la
Administración Pública provincial y municipal. En él sólo pueden
participar los agentes permanentes que revistan en clases
inferiores o iguales a las del cargo concursado y que reúnan los
requisitos exigidos.
gg 2. Nacionalidad.
La C.N., en el ya citado art. 16, no exige el requisito de la
nacionalidad para el desempeño de cargos públicos, pero sí lo
exige excepcionalmente para desempeñar determinadas
funciones, como ocurre con los siguientes casos: presidente o
vicepresidente (art. 76), miembro de la Corte Suprema de Justicia
(art. 97, en relación con el art. 47), senador y diputado (arts. 47 y
40).
gg 3. Edad.
Se suele establecer exigencias en cuanto a la edad para el
ingreso en los cargos públicos fijando edades mínimas o máximas.
El R.J.B. ha establecido para el ingreso en la Administración
Pública nacional la edad máxima; en efecto, en su art. 8, inc.j,
dice: "El que tenga más de 60 años de edad, salvo aquellas
personas de reconocida aptitud, quienes sólo podrán incorporarse
como personal no permanente".
gg 4. La aptitud técnica.
La aptitud técnica está condicionada a la naturaleza del empleo
o función. El empleado debe tener los conocimientos intelectuales
y culturales indispensables para el cargo. De manera que los
grados de esa aptitud serán variables según la naturaleza de las
funciones a desempeñar.
25
gg 6. Moralidad.
El R.J.B. también establece "condiciones morales y de
conducta" (art. 7, inc. b) para el ingreso. En la provincia de
Mendoza es un requisito que tiene jerarquía constitucional, ya que
el art. 30 de la Constitución exige la buena conducta para la
admisibilidad a los empleos públicos.
gg 2. Garantías.
En determinadas ocasiones, los agentes públicos, para poder
desempeñar ciertos cargos, sobre todo en aquellos relacionados
con el manejo de dinero, deben otorgar garantías suficientes, las
cuales, normalmente, consisten en fianzas personales.
gg 4. Declaración de bienes.
Algunas normas imponen como requisito para el ejercicio del
cargo para el cual el agente ha sido designado, presentar una
manifestación de bienes; ello es para que los organismos de
control o la ciudadanía en general puedan verificar la evolución del
estado patrimonial de sus funcionarios.
gg c) Período de prueba.
Tiene por objeto permitir a la Administración que compruebe en
el ingresante la efectiva posesión de las aptitudes requeridas. Al
respecto, el art. 10 del R.J.B. dice: «[...] adquiriendo la estabilidad
prescrita en el art. 15, inc. a, luego de haber cumplido 12 meses
de servicio efectivo y siempre que haya satisfecho las condiciones
que establezca la reglamentación. Caso contrario se cancelará la
designación".
gg 2. Obediencia.
El deber de obediencia está indicado en forma expresa en el inc.
c del art. 27 del R.J.B. (ley 22.140).
gg c) Límites a la obediencia.
Nos remitimos a lo expuesto en el cap. IV, punto B, 2.
gg 3. Discreción.
Importa, generalmente, este deber dos obligaciones: a) guardar
secretos; b) deber de reserva.
gg b) Deber de reserva.
Es más dificultoso de definir. La conducta esperada o debida del
agente no es tan concreta o concisa como la analizada
anteriormente. Este deber de reserva está referido, más bien, al
28
"comportamiento general" del agente público. Alude a una línea o
ética de conducta.
Está relacionado con la serenidad e imparcialidad con que debe
conducirse el funcionario en servicio o con ocasión de sus
funciones. Esta obligación está prevista en el art. 27, inc. d, del
R.J.B.
gg 4. Dignidad.
Villegas Basavilbaso se refiere a este deber como "deber de
dignidad de la conducta", señalando que la circunspección en el
ejercicio de la función es fundamental.
Díez indica que también puede denominársele "deber de
integridad", importando una obligación para el agente ser
honorable y de buenas costumbres. Esta actitud se exige tanto en
el ejercicio de su cargo, como fuera de él, en sus relaciones
sociales .
gg 5. Residencia.
La gestión de intereses públicos confiados al agente público le
obligan, en principio (y en algunas circunstancias) a fijar su
residencia en el lugar donde debe ejercer sus funciones.
gg 6. Prestar fianza.
La fianza no es un requisito de idoneidad para el ejercicio del
empleo público; pero, generalmente, se exige fianza a los agentes
que administran bienes públicos. Es una especie de "garantía
económica" (Díez).
La Ley de Contabilidad Nacional, en su art. 97, señala que la
autoridad superior de cada poder determinará la fianza que
deberán prestar sus agentes, fijando las condiciones para su
constitución.
gg a) Operatividad de la estabilidad.
Se ha disentido en doctrina y jurisprudencia acerca de la
operatividad o no de la cláusula de estabilidad que analizamos.
Mercado Luna se pronuncia por la operatividad del precepto, y,
acudiendo a lo que denomina la "mejor tradición jurisprudencial",
sostiene que mientras existan leyes reglamentarias resultará
imperioso atenerse a sus pautas, pero si no las hubiere, no por
ello se ha de entender que el derecho a la estabilidad pierde
vigencia.
29
También consigna el autor citado que "la Corte Suprema ha
sostenido la operatividad diciendo: En su recto sentido la norma
que asegura la estabilidad proscribe la ruptura discrecional del
vínculo de empleo público y es así susceptible de autónomo
acatamiento por las autoridades administrativas".
gg 2. Retribución justa.
Hemos ya indicado que la función pública es un contrato
administrativo. Por ello, se puede expresar que la retribución justa
es la "contraprestación" por las funciones que ejerce el agente en
base de su contrato administrativo. Esta contraprestación debe ser
justa y proporcional.
El derecho a la retribución es proporcional a la ubicación
escalafonaria del agente.
30
El derecho a la carrera supone, por vía de principio, la existencia
de una estabilidad en el nivel escalafonario alcanzado por el
agente.
gg 5. Capacitación.
Importa el derecho a participar en cursos de perfeccionamiento,
obtener becas y licencias y franquicias por razones de estudio.
gg 6. Asociación.
Es el derecho que consagra el art. 14 de la C.N. Ahora bien,
entendemos que también importa el derecho de "asociación
sindical", que emana del art. 14 bis de la carta fundamental, que
se refiere a la "organización sindical libre y democrática".
gg 7. Derecho de huelga.
La referencia a la asociación sindical nos lleva a referirnos al
presente derecho, que si bien no está enumerado
estatutariamente es reconocido a nivel constitucional.
El art. 14 bis concede este derecho a "los gremios", por lo que
no existe la facultad de la "huelga individual", o de un grupo de
trabajadores que no lo efectúe por medio de su agremiación.
gg 8. Otros derechos.
Por último decimos que existen otros derechos del agente
público como, v.gr.: a las licencias, justificaciones y franquicias; a
la asistencia social; a traslados y permutas; a la reincorporación y
reingreso a sus funciones; a renunciar; y a la jubilación y seguro,
entre otros.
gg A) Concepto legal.
El art. 1 de la ley 13.064 dice: "considérase obra pública
nacional toda construcción o trabajo o servicio de industria que se
ejecute con fondos del tesoro de la Nación, a excepción de los
efectuados con subsidios, que se regirán por ley especial, y las
construcciones militares, que se regirán por la ley 12.737 y su
reglamentación y supletoriamente por las disposiciones de la
presente".
El concepto legal ha merecido numerosas críticas de la doctrina
atento a que existen obras públicas construídas con fondos que no
son de propiedad de la Nación sino de los particulares; así lo hace
notar Marienhoff.
La doctrina francesa ha puesto el acento en la consideración de
elementos como si se trata de un inmueble o un mueble, si la obra
es ejecutada por un ente estatal en forma directa o no, y si su fin
es de utilidad general. Marienhoff descalifica esos elementos
atento a que puede tratarse de inmuebles o no, basta con que
sean "bienes"; tampoco importa el fin, ya que esa consideración
teleológica sólo interesa a efectos de establecer la condición de
bien del dominio público o privado, y éste no es el caso.
Barra aporta una definición amplia y comprensiva de la obra
pública diciendo que es "el resultado corporal de un proceso de
fabricación, instalación, montaje, construcción o elaboración física
o intelectual, solventado directa o indirectamente con fondos
públicos o afectados a la disposición de un ente público, destinada
a servir directa o indirectamente a un cometido público y cuya
ejecución es de competencia de un ente público"; y define al
trabajo público como "el procedimiento técnico y jurídico destinado
a la obtención de una obra pública".
Algunas legislaciones provinciales se han adherido al concepto
de Marienhoff, como es el caso de Mendoza (ley 4416), que define
la obra pública como aquellas "construcciones, conservaciones,
instalaciones, modificaciones, restauraciones, servicios de
industrias y trabajos en general, que realicen la Provincia y sus
municipalidades, por sí o por medio de sus entes centralizados,
34
descentralizados o autárquicos, cualquiera sea el origen de los
fondos que se inviertan y el destino de la obra".
gg 1. Los sujetos.
En este contrato, una de las partes es, indefectiblemente, el
Estado; no celebran este contrato los entes públicos no estatales.
Debe estar presente como sujeto de este contrato un ente estatal,
sea que fuere centralizado, descentralizado, autárquico, empresas
del Estado, etc. Y éste será el "comitente", el "locatario", etc.
Sostiene Barra que también en el caso de las empresas
comerciales de propiedad del Estado, es aplicable la ley de obras
públicas. El mismo autor ha analizado el caso de los entes
binacionales, como son la Comisión Mixta Salto Grande, la
Entidad Binacional Yacyretá, etc., y llega a la conclusión de que
en cada caso habrá que estar al contenido del tratado en concreto.
Por otra parte, el cocontratante, contratista, locador, será una
persona física o jurídica privada. Algunas modernas leyes
de concesión de servicios prevén de antemano la creación de un
ente jurídico, ya que, por ejemplo, establecen que "los operadores
resultantes adoptarán la forma societaria más adecuada para el
cumplimiento de los objetivos del servicio" (ley 6044, art. 38, de
"Reordenamiento institucional de la prestación de los servicios de
provisión de agua potable y de saneamiento y la protección de la
calidad del agua" de Mendoza).
También podrá ser contratista un grupo de personas jurídicas y
físicas que hayan adoptado alguno de los encuadramientos
jurídicos que brinda la Ley de Sociedades Comerciales (arts. 367 y
ss.), como las agrupaciones de colaboración o, más comúnmente
hoy, las uniones transitorias de empresas. No tienen personería
propia, pero resultan un eficaz instrumento para dar forma a lo que
el derecho comparado denomina "joint ventures".
gg 2. El objeto.
Marienhoff, con la mayoría de la doctrina, considera que el
objeto del contrato de obra pública consiste en la realización de un
"trabajo público" sobre algún bien. Decimos "bien" porque podria
ser inmueble, mueble, tangible o intangible, etc.
gg 3. Finalidad.
Ya hemos señalado que la finalidad no es la que define el
carácter de obra pública del contrato; así lo sostiene Marienhoff y
también la ley de obras públicas de la Provincia de Mendoza (ley
4416). No obstante ello, como todo contrato administrativo, el
contrato de obra pública tiene una finalidad clara y expresamente
definida por la ley que habilita la partida presupuestaria, con un fin
específico para su realización y de él la Administración no puede
apartarse.
De la finalidad, en algunos casos, surgirá el carácter de obra
pública de muchos contratos. Se trata de los contratos por
35
accesoriedad. Son aquellos en que se convierten en accesorios
debido a que su objeto consiste en una prestación que se halla
vinculada estrechamente, en forma directa e indubitable, a una
obra pública. Así es el caso de algunos contratos de demoliciones,
de trasporte, de locación de servicios, etc.
gg 4. Otros elementos.
Al igual que los otros contratos, el de obra pública tiene otros
elementos, como el plazo y el precio, donde presenta
particularidades que observaremos en este punto.
gg b) El precio.
En el contrato de obra pública el precio tiene muy importantes
consecuencias, que se agregan a las típicas de los contratos
administrativos en general.
En primer lugar, la forma de pago del precio es uno de los
elementos más importantes para determinar la diferencia del
contrato de obra pública respecto del de concesión de obra
pública. El primero es pagado por la Administración y el segundo
por los usuarios mediante el pago del peaje o de la contribución de
mejoras.
En segundo lugar, resulta fundamental para definir los sistemas
contratación que la L.O.P. (art. 5) ha establecido como base para
la realización de los contratos de obra pública. Los veremos en el
punto siguiente.
En tercer lugar, la instrumentación de los pagos mediante
certificaciones ha dado lugar a la creación de un instrumento de
ágil manejo en la actividad tendiente a financiar las obras públicas
mediante la negociación de los certificados de obra pública.
gg C) Sistemas de contratación.
Existen diversos sistemas de contratación según las leyes cle
Obras Públicas de la Nación (art. 5) y de algunas provincias
(Mendoza, art. 15). Ellos son:.
gg 1. Por unidad de medida.
También denominada "por precio unitario", porque en este
sistema está claramente definido cuál es el precio de cada parte
separable de la prestación a realizar (ej.: kilómetros de ruta o
camino, metros de tubería instalada, etc.) y se ejecuta sin saber
cuál es la cantidad total que la Administración necesitará (es el
caso de "unidad simple"), o cuando, aun sabiendo y estando
36
obligado a entregar el total requerido por la entidad estatal, el
contratista cobra por unidad que va ejecutando (es la "unidad en el
conjunto").
El C. Civ., en su art. 1639, define el caso de la "unidad simple"
previendo otra consecuencia más, que es la posibilidad de
rescisión en forma permanente para ambas partes, en el caso del
Estado pagando lo ejecutado; esto se debe a que, como lo
destaca Mó, cada unidad es una obra independiente.
gg 3. Coste y costas.
Es un sistema que las leyes han contemplado para casos de
urgencia o de conveniencia comprobada; consiste en el pago por
la Administración en forma diferenciada del coste que son los
materiales y mano de obra utilizados en la ejecución de los
trabajos, y de las costas o beneficio del contratista. Este beneficio
suele pactarse en un porcentaje del monto total del coste.
gg 4. Otros sistemas.
Tanto la ley como la doctrina y la jurisprudencia han admitido la
posibilidad de emplear otros sistemas que, generalmente,
consisten en combinaciones de los ya detallados. Esto se debe a
que no existen razones de orden público que lo impidan. A esto
agrega la L.O.P. que a las contrataciones se las podrá hacer con o
sin provisión de materiales por parte del Estado.
37
Por esta razón se eliminó la obligatoriedad de la previa
inscripción de los contratistas en registros que evaluaban sus
antecedentes, calculaban y determinaban su capacidad de obra,
etc. Se trataba de un medio de acreditación de la capacidad
técnica y financiera de los aspirantes a contratar con el Estado.
Además incluía todo un procedimiento de inscripción y de
reclamos sobre la corrección de la información y el cálculo de la
capacidad de obra, de capacidad financiera, etc.
gg F) Fondo de reparos.
Este fondo, destinado a efectuar reparaciones en los trabajos
ejecutados por el contratista, se constituye con un porcentaje
(generalmente el 5 %) extraído de cada certificado de obra. Será
38
devuelto al contratista cuando se produzca la recepción definitiva
de las obras, es decir, después que haya vencido el plazo de
garantía.
El contratista tiene la posibilidad de sustituír este fondo de
reparos por otro tipo de garantías que le resulten menos onerosas
desde el punto de vista financiero.
gg 2. Gustos improductivos.
Cuando los atrasos y alteraciones en el ritmo de los trabajos
no son ocasionados por culpa o negligencia del contratista, la
Administración debe responder por las consecuencias económicas
que esa situación arrastre para el cocontratante particular. Se trata
de una alteración del equilibrio económico-financiero del contrato
producido por causas ajenas al contratista. Se generan perjuicios
ocasionados al contratista por el mayor lapso de ejecución de las
obras; no es lo mismo ejecutar los trabajos en doce meses que en
dieciocho o veinticuatro.
En este mayor tiempo de ejecución de los trabajos se produce la
generación de gastos improductivos. Estos gastos son aquellos
que debe afrontar el contratista y que se hallan ligados en forma
estricta al tiempo de duración de las obras. Son los gastos de
manteniniento de equipos, de oficinas, de administración, de
teléfonos, honorarios profesionales, personal de seguridad,
39
mantenimiento del obrador, etc. Son gastos que el contratista ha
calculado en función del plazo de obra y que, si el contrato dura
más tiempo por cualquier causa que no le sea imputable, deben
ser resarcidos. Si la Administración admite que ha sido ajena al
contratista una prolongación del plazo contractual, deberá resarcir
a aquél los gastos improductivos que la prórroga le hava
ocasionado ("L.L.", 1989-D-392).
gg 1. "Ius variandi".
Es habitual que en los contratos de obra se emplee esta
prerrogativa, ya que no siempre es posible prever todos los
detalles que insumirán los trabajos, sobre todo si se trata de una
obra grande y compleja como puede serlo una central
hidroeléctrica, una planta potabilizadora, o de tratamiento de
efluentes químicos, etc. De ahí entonces que la legislación ha
previsto que las modificaciones no deben alterar las bases dei
contrato (L.O.P., art. 29) y está obligado a aceptar dichas
modificaciones -que pueden implicar un aumento o disminución de
la prestación- hasta un tope máximo del 20 %. Excedida la
incidencia de la variación de ese porcentaje, nace para el
contratista el derecho a rescindir el contrato (L.O.P., art. 53).
La alteración ordenada deberá ser efectuada por escrito en
todos los casos y podrá implicar sustitución de materiales,
agregados, supresiones, aumentos o disminuciones de obra; en
todos los casos el comitente responderá, según la ley, por el daño
emergente, y no por el lucro cesante ocasionado por las
disminuciones. Algunas leyes, como la de Mendoza, prevén el
relevo de esta obligación al contratista cuando para ejecutar el
incremento deba emplear maquinarias que no eran necesarias
para la obra antes de la modificación.
gg 2. Facultades de sanción.
Es muy común el empleo de esta facultad en la ejecución del
contrato de obra pública y resultan de interés algunas notas en
especial:.
gg a) Sanciones pecuniarias.
Las multas por mora en la ejecución de las obras tienen un tope
maximo (la Ley de Obras Públicas de Buenos Aires contempla un
10 % de la contratación) y se aplica mediante liquidación por día
hábil administrativo de atraso injustificado.
Dentro de las sanciones pecuniarias la Administración suele
aplicar lo que se denomina ''congelamientos" en la fórmula de
mayores costos; es decir, a los trabajos atrasados se les calcula la
variación de costos únicamente hasta la fecha en que debieron ser
ejecutados; perdiendo el contratista todas las diferencias ocurridas
entre esa fecha teórica y la real de ejecución. Se trata de una
sanción pecuniaria que no es legítima cuando no se ha previsto en
forma expresa. El decr. 1312/93, art. 2, prevé este sistema de
40
aplicación de ajustes sólo hasta la fecha de ejecución según plan
de trabajos, y no hasta la real.
gg b) Sanción coactiva.
También es común en este contrato la sanción coactiva de
ejecución de las obras en forma directa por el comitente cuando el
contratista ha incurrido en incumpimientos graves. En este caso,
normalmente, la Administración continúa la ejecución "por
administración", contratando los trabajos y efectuando las compras
en forma directa.
41
formular; generalmente se tratará de verdaderos actos
administrativos que el contratista podrá consentir o recurrir.
EI representante técnico se comunicará formulando sus .
observaciones, reservas y reclamos al comitente mediante sus
notas de pedido también numeradas, rubricadas y suscritas y
recibidas por el inspector de la obra. Por medio de las notas de
pedido el contratista contesta las observaciones y los reclamos de
la inspección de obra; su desacuerdo con las órdenes impartidas
puede ser manifestado por este medio, pero no tendrá, en
principio, efecto suspensivo de la directiva; esto es así en virtud de
la prerrogativa de interpretación que tiene la Administración.
gg I) Recepción de la obra.
La extinción del contrato de obras públicas no difiere de la de los
contratos en general, pero tiene la particularidad de que,
cualquiera que haya sido la causa de dicha extinción si hay obras
ejecutadas total o parcialmente, ellas deben ser recibidas por Ia
Administración. En los contratos que han terminado por el
cumplimiento del objeto también pueden haberse previsto
recepciones totales y parciales de obra.
La recepción se efectúa normalmente en dos etapas: primero
una recepción provisoria y Iuego de un plazo establecido en el
pliego de condiciones -normalmente un año-, la recepción
definitiva. En ambos casos se labra un acta formal con las
observaciones, reservas y manifestaciones de cada una de las
partes.
La recepción provisoria produce, en principio, y salvo
observaciones expresas en el acta, Ia finalización de la
responsabilidad del contratista por vicios aparentes. Señala
Marienhoff que es común que existan motivos de observación y
que se deje constancia de ellos en el acta con el otorgamiento de
un plazo para solucionarlos, pero que igual se produzca la
recepción provisoria de los trabajos.
La recepción definitiva se produce una vez trascurrido el plazo
de garantía de la obra durante el cual el contratista ha debido
reparar todo defecto que haya surgido o se haya presentado en
dicho lapso. Con esta recepción terminan las garantías
constituídas por el contratista para cubrir la ejecución del contrato;
debe ser devuelto el fondo de reparos y también termina, en
principio, la garantía por vicios ocultos. Si la obra fuere un
inmueble, entendemos que subsiste la garantía del art. 1646, C.
Civ., que es de orden público, suele estar prevista en el pliego, y
no existen razones para no aplicarla en este caso.
Finalmente, es emitido el certificado final, Iuego del cual, salvo el
caso de reclamos sobre los que se haya formulado reserva
expresa en él, las cuentas quedarán cerradas entre las partes.
Recordemos que los certificados anteriores son provisorios y no
cierran definitivamente cuenta alguna, aun cuando no se hubiera
formulado reserva en el momento de su cobro.
43
gg B) Concepto de concesión de obra pública. Diferencias con el
contrato de obra pública y otras figuras.
Se puede definir la concesión de obra pública diciendo que es un
contrato administrativo entre el Estado y un tercero, donde éste se
obliga a realizar una obra (trabajo público), cuyo pago no le será
efectuado directamente por el Estado, sino por ciertos
administrados (Marienhoff).
La obra, en este supuesto, la construye el concesionario a su
costo y a su riesgo, y la Administración le otorga el privilegio de
explotarla durante el lapso necesario para amortizar el capital y
obtener intereses de él, es decir, para cubrir las cargas del capital
y poder cubrir también los gastos de explotación (v.gr., los
derivados de la conservación de la obra puesta a cargo del
concesionario, de los gastos de personal indispensable para
atender la explotación y la conservación de algunos locales en los
cuales se hace efectivo el importe que percibe el concesionario
por el uso de la obra, etc.).
Según la definición dada de concesión de obra pública, cabe
señalar dos elementos fundamentales que la integran:.
1). la construcción de una obra por un tercero a su cuenta y
riesgo.
2). la financiación de ella a cargo de ciertos administrados
mediante el pago de una suma de dinero, ya sea en concepto de
peaje o contribución de mejoras.
Por su parte, la ley 23.696, en su art. 58, amplía el concepto de
concesión de obra, incluyendo la explotación, administración,
reparación, ampliación, conservación o manteniento de obras ya
existentes en orden a obtener recursos para nuevas obras, que se
compensarán con una tarifa o peaje. Conforme a lo dispuesto en
los arts. 57 y 58 de la citada ley encontramos distintas clases de
concesión de obra pública: concesión sobre obra nueva,
concesión sobre obra existente, concesión onerosa, concesión
gratuita, concesión por contratación y concesión por iniciativa.
Teniendo en cuenta las características apuntadas, podemos
distinguir claramente la concesión de la obra pública del contrato
de obra pública. Ello es así porque en este último la retribución del
contratista consiste en un precio que paga la Administración,
mientras que en la concesión de obra publica la retribución del
concesionario se realiza por medio del peaie que pagan los
usuarios, o bien mediante la contribución de mejoras.
Por otra parte, en el contrato de obra pública sólo se crean
relaciones jurídicas entre el Estado y el constructor ("res inter alios
acta"); mientras que en la concesión de obras públicas se las
establece también con el administrado en virtud de la delegación
que hace la Administración en el concesionarlo de parte de su
poder jurídico para gestionar o realizar el servicio y cobrar su
importe (C.N.Fed., Sala Cont.Adm., "L.L.",114-673).
En cuanto a la diferencia entre la concesión de obra pública y la
concesión de servicios públicos, se basa fundamentalmente en
que en esta última el concesionario se encarga de hacer funcionar
el servicio a su riesgo. La gestión del servicio le permitirá al
concesionario obtener recursos a los efectos de cubrir las cargas
del capital y los gastos de explotación. Mientras que en la
concesión de obra pública el concesionario tiene solamente a su
cargo construir la obra y permitir que la utilicen los usuarios,
44
quienes con su contribución habrán de cubrir las cargas de capital
y los gastos de explotación correspondientes.
A nivel nacional, si bien no existe un régimen orgánico que
regule la concesión de obra pública, la ley 17.520, con las
modificaciones introducidas por la ley 23.696, contiene las normas
básicas respecto a este contrato.
gg E) Ejecución.
Conforme a la ley 17.520 sólo eran otorgadas en concesión las
obras públicas ejecutadas por contratistas y a su costa total o
parcialmente. Con la sanción de la ley 23.696 (art. 57, modif. art.
1, ley 17.520) se determina que también se puede otorgar en
concesión la obra pública ya construída por la Administración
estatal o por otro contratista, siempre que sea necesario ejecutar
prestaciones sobre la obra ya existente: reparación, ampliación,
conservación o mantenimiento, que impliquen una inversión previa
o inicial por parte del concesionario. Los fondos que se obtengan
del sistema deben destinarse a cubrir los gastos de la inversión
inicial en la obra ya existente y a la construcción de una nueva
obra.
Respecto a la ejecución de la obra pública, responde a los
mismos procedimientos que los señalados para cualquier obra
pública, pues en esta etapa el concesionario contratista es
constructor de la obra (ver cap. XV, punto II).
Por otro lado, la ley 17.520, en su art. 2, contempla distintas
modalidades en la concesión, a saber:.
a) a título oneroso, donde el Estado recibe un beneficio por la
explotación de la obra pública concedida, ya sea percibiendo del
concesionario una contribución determinada en dinero o bien una
participación sobre los beneficios de la explotación.
b) gratuita, donde el Estado no participa en los beneficios de la
explotación de la obra pero tampoco la subvenciona.
y c) subvencionada, donde el Estado contempla la imposibilidad
del cocontratante de recaudar fondos, ya sea durante la
construcción de la obra o en el período de explotación, y realiza un
adelanto por medio de una entrega inicial en la construcción o
mediante entregas periódicas durante la explotación, las que
pueden ser reintegradas o no, dependiendo de lo dispuesto
contractualmente.
Sobre este último punto, la ley 23.696 incorporó al art. 2 citado,
la aclaración de que no se considerará subvencionada la
concesión por el solo hecho de otorgarse sobre una obra ya
existente (art. 58).
gg 1. Duración de la concesión.
Una vez que la obra es recibida definitivamente y se determina
el costo final de ella, se establecerá el plazo de dicha concesión
durante el cual el concesionario obtendrá el beneficio por su
inversión, más las ganancias razonables previstas sobre la base
del sistema que previamente se ha determinado en los pliegos de
bases y condiciones.
La ley 17.520 establece en el art. 7 que el contrato deberá definir
el plazo de ella y las obligaciones recíprocas al término de la
concesión. Asimismo establece que deberán determinarse las
causales y las bases de valuación para el caso de rescisión.
gg 2. Remuneración.
46
En el contrato administrativo de concesión de obra pública la
remuneración del concesionario consiste, por lo general, en el
derecho conferido por la Administración a éste para percibir, en su
favor, de los usuarios, un peaje. Pueden también existir
suplementos eventuales; así, el contrato puede estipular una
subvención de la Administración, una garantía de interés para los
capitales invertidos, etc.
Al efectuarse la concesión, el concedente promete formalmente
una remuneración calculada a fin de procurar al empresario un
beneficio normal. Desde este punto de vista, el concesionario se
halla en una situación muy particular: goza de un monopolio de
hecho o de derecho, de un privilegio de cobrar un peaje al usuario.
Esto le prohíbe obtener beneficios excesivos que serán pagados,
normalmente, por los usuarios, es decir, el público.
Por ello la Administración tiene poderes inalienables:.
a) el poder de controlar muy estrictamente la gestión financiera
del concesionario, con el fin de establecer si el peaje sigue siendo
justo y equitativo, si corresponden el beneficio normal esperado
por las partes.
y b) el poder de imponer a la tarifa del peaje reducciones que se
reconozca necesarias. Si el concesionario no obtiene un beneficio
normal puede reclamar indemnización, ello cuando la modificación
introducida en las condiciones de explotación es lo
suficientemente considerable como para ser una álea anormal.
También se admite como forma de pago la contribución de
mejoras, sistema de financiación por el cual el concesionario
requiere el pago de la obra a los administrados cuyas propiedades
próximas a la obra adquieren mayor valor por la construcción de
ella.
47
La Corte Suprema de Justicia, por su parte, se ha pronunciado
en favor de su constitucionalidad, argumentando que el peaje es
para el usuario una contribución, caracterizada por la circunstancia
de que el legislador la asocia a un proyecto suyo -de construcción,
conservación o mejora-, que se adecua a los principios
constitucionales sin afectar los derechos consagrados por los arts.
10 a 12, 14 y 16, C.N. Además, sostiene que no es
inconstitucional, ya que no constituye un pago exigido por el solo
paso, sino que se vincula a los servicios y prestaciones que se
practiquen en favor del usuario (como la construcción o
mantenimiento de la vía de tránsito en cuestión, etc.) ("E.D.", 114-
164).
gg b) Contribución de mejoras.
Por su parte, la contribución de mejoras es también un sistema
de financiación de obras públicas mediante concesión. Tratándose
de obras en las cuales el beneficio o mayor valor que proporcionan
se particulariza con los inmuebles próximos o aledaños a la obra:
los titulares de éstos deben pagar una suma proporcional
tendiente a solventar la obra, hallándose el concesionario
habilitado para requerir ese pago de los respectivos administrados.
Concretamente, la contribución de mejoras es el tributo que se
paga en retribución de la plusvalía o aumento de valor que, a raíz
de la construcción de una obra pública, experimenten las
propiedades privadas aledañas, fronteras o inmediatas, a dicha
obra.
Justificándose la contribución de mejoras por el beneficio
especial recibido por el contribuyente, su validez requiere la
concurrencia de dos requisitos esenciales: 1) que la obra sea de
beneficio "local"; 2) que ese beneficio no sea sustancialmente
excedido por la contribución. Faltando estos requisitos, dicho
tributo no puede sostenerse ni como contribución de mejoras, ni
como un impuesto común, pues éste supone condiciones de
igualdad y de uniformidad de que aquél carecería.
gg F) Extinción.
Agotado el término fijado por el contrato, la concesión se
termina. Puede ocurrir también que la concesión se extinga por
rescate (ver cap. XVII, punto N.6), que es un acto administrativo
por medio del cual el concedente pone fin a la concesión antes de
la fecha estipulada para su expiración, sin que el concesionario
haya incurrido en una falta que diera motivo para declarar la
caducidad. El rescate puede estar previsto en el contrato, en cuyo
caso es contractual, o puede ser extracontractual .
Otra forma de extinción es la rescisión, conviniendo el poder
concedente y el concesionario la extinción de la concesión antes
del cumplimiento del plazo fijado contractualmente (ver cap. XVII,
punto N.4).
48
contrato lo analizamos por separado en el capítulo XVII de esta
obra, al cual remitimos.
gg V. Contrato de suministro.
Este contrato es uno de los más típicos de los que celebra la
Administración Pública,juntamente con el de obra pública.
gg A) Noción conceptual.
Marienhoff define al contrato de suministro como aquel en que la
Administración "conviene con una persona o entidad en que ésta
le provea de cierto o ciertos elementos, mediante un precio que
les abonará". Entendemos que esta definición no nos permite
diferenciarlo del mero contrato de compraventa de bienes
muebles.
La jurisprudencia comercial nacional ha definido al contrato de
suministro como aquel por el cual "una de las partes asume frente
a la otra la obligación de cumplir prestaciones periódicas y
continuadas durante un término determinado o indeterminado en
la medida que lo solicite y por un precio fijado o a fijarse'' ("J.A.",
1990-II-150).
La doctrina española admite la dificultad de definir este contrato,
pero sostiene que se trata de celebrar un acuerdo que responde a
una necesidad de determinados bienes muebles que no es posible
satisfacer de una sola vez o una sola entrega y que tampoco se
puede saciar con una serie de entregas perfectamente
programadas. Más bien, dice Fernández del Moral, se trata de una
necesidad que "se repite o que dura continuamente" [...], la
necesidad se prolonga en el tiempo, el interés de su cobertura
también". En el mismo sentido, entre nosotros, la doctrina ha
conceptualizado este contrato de suministro con especial atención
a sus diferencias con la compraventa porque presenta dificultades
y caracteres propios.
Farina ha distinguido el contrato de suministro del de
compraventa en el campo de los contratos privados, debido a su
carácter de tracto sucesivo, de duración, sujeto a las necesidades
más o menos periódicas del ente contratante. A tal punto se
produce la diferencia que, como señala el comercialista "en el
suministro, la perfección del contrato no crea a cargo del
suministrante la obligación de entregar bienes, sino la obligación
de atender los pedidos del suministrado; es decir, asume
típicamente una obligación de suministrar o proveer".
Marienhoff se ha opuesto a esta distinción porque se ha
pretendido emplearla para atribuírle o no al suministro el carácter
de contrato público; pero no se trata de ello en nuestro caso. La
caracterización de la doctrina moderna permite distinguir el
contrato de suministro de la compraventa, y se asemeja mucho a
la realidad contractual mediante la cual la Administración Pública
satisface sus necesidades de implementos de oficinas, de
equipamientos escolares, de insumos para las fuerzas armadas,
etc.
Roberto Muguillo pone especial énfasis en la continuidad de las
prestaciones en el contrato de suministro en tanto y en cuanto
"importa la no interrupción" de la prestación, distinguiéndola aun
de la periodicidad, ya que en la primera las entregas no
discontinuas ni periódicas carecen de individuaIidad propia.
49
También cabe distinguirlo del contrato de obras públicas. No
habrá contrato de suministro cuando el cocontratante particular
deba elaborar el producto especialmente para su entrega a la
Administración. Así, ha determinado la Procuración del Tesoro de
la Nación ("Dictámenes", 68-110) que en ese caso habrá contrato
de obra pública más allá del tamaño del bien mueble a elaborar.
Se convierte en contrato de obra pública en aquellos casos en que
se trata de aportar materiales o insumos que se incorporan a una
obra pública.
Cabe agregar que si se trata de la provisión de un inmueble,
estaremos fiente a un contrato de compraventa, y no de
suministro; si tiene por objeto la prestación de un servicio,
tampoco será contrato de suministro sino, precisamente, de
locación de servicios.
gg B) Régimen legal.
Este contrato se halla regido en el orden nacional por el R.C.E.
(decr.-ley 23.354/56 y decr. 5720/72 reglamentario). De ahí que
será de aplicación la normativa sobre recepción y ensayos de los
elementos adquiridos (inc. 93 del art. 61, R.C.E.), plazos (inc. 89,
art. 61, R.C.E.), prórroga de ellos (inc. 91) y las consecuencias de
rescisión en caso de incumplimiento (inc. 92). Según Marienhoff,
las normas del derecho privado que rigen la compraventa son
aplicables en forma supletoria; pero nosotros entendemos que
antes de aplicarlas deberemos recurrir a los usos y costumbres
comerciales en materia de suministro porque, ya lo dijimos, tiene
elementos atípicos.
En cuanto al objeto del contrato cabe destacar que se tratará de
bienes muebles fungibles o no fungibles, consumibles o no
consumibles.
gg C) Caracteres.
El contrato de suministro es por naturaleza conmutativo,
oneroso, consensual o formal y se trata de un contrato
administrativo de colaboración. Es consensual porque tal es la
característica de las adquisiciones de bienes muebles; y es formal
porque su condición de contrato público le exige la realización de
procedimientos de selección del contratista, formalización de
ofertas. elaboración de especificaciones técnicas, etc.
gg C) Naturaleza jurídica.
Se ha discutido si el empréstito tiene naturaleza contractual o si
se trata de actos unilaterales del Estado. Los sostenedores de la
segunda de las posturas señalan que se trata de un acto de
soberanía del Estado y asume la naturaleza de "requisición
forzosa de capital" o de "contribución parafiscal", etc.
Nosotros entendemos que puede ocurrir que se emitan
empréstitos forzosos, como ha ocurrido en numerosas provincias
51
de nuestro país en los últimos tiempos (Catamarca, Salta,
Córdoba, etc.), donde su circulación se trasforma en obligatoria,
en especial en materia de sueldos de empleados estatales. Pero
estos casos, que pueden ser denominados de distintas maneras,
no constituyen lo que el orden jurídico identifica como contrato. El
empréstito, concluímos con Marienhoff, es un contrato público.
Se tratará de un contrato de adhesión donde seguramente, en la
mayoría de los casos, el prestamista no podrá negociar sus
cláusulas o contenidos, pero será esencial su aceptación
voluntaria al momento de adquirirlo. No obstante, no perdamos de
vista otros contratos de empréstito -sobre todo los de
financiamiento internacional en grandes volúmenes- en los que la
"adhesión" es del prestatario, y no del prestamista.
Es un contrato que se inicia con la autorización legislativa, luego
la instrumentación -que puede o no estar representada por bonos
o títulos al portador-, y finalmente la cancelación del capital y los
intereses en término -o rescate si se instrumentó en títulos al
portador-. Durante el plazo del préstamo pueden ocurrir distintas
circunstancias contractuales, como un rescate anticipado de
títulos, etc.
gg D) Clases de empréstito.
Se han distinguido distintas clases de empréstito según cuál
haya sido su instrumentación, en títulos al portador o no, mediante
obligaciones negociables o sin ellas (art. 1, ley 23.576, ref. por ley
23.962). También se ha efectuado una clasificación según sea o
no voluntario, pero la descartamos atento a que si no hubo
voluntad no hay contrato.
Otra clasificación se ha basado en el origen de los fondos y los
clasifica en internos y externos según provengan del mercado
financiero nacional o internacional.
gg E) Caracteres.
Ha señalado la doctrina nacional que el contrato de empréstito
es un contrato bilateral, conmutativo y oneroso. Marienhoff
destaca su formalismo y el carácter de "colaboración" con la
Administración.
gg G) Jurisdicción.
Se ha discutido en doctrina y jurisprudencia acerca de si el
empréstito mantiene su naturaleza de contrato público aun en
52
caso de que fuera necesario "ejecutar" el cobro del título en que
está representado.
En tanto contrato administrativo, el empréstito no pierde dicha
naturaleza y será jurisdicción de los tribunales en lo contencioso-
administrativo nacionales o locales según que el empréstito sea
nacional o provincial. Por tanto, no procederá la jurisdicción
originaria de la Corte Suprema si se trata de cobrar el empréstito
emitido por una provincia; así lo ha resuelto ese alto tribunal en
"Contipel Catamarca S.A. c. Provincia de Salta", y ha dicho que "el
respeto de las autonomías provinciales exige que se reserve a los
jueces locales el conocimiento y decisión de las causas que, en lo
esencial, versan sobre aspectos propios del derecho público local",
porque "el título de crédito emitido por una provincia es un
empréstito público, que constituye un contrato administrativo
típico, pese a hallarse expresado en papeles que circulan en
plaza" ("E.D.", 132-401).
A igual solución arriba el derecho italiano, como lo destaca
Scotto, ya que según el art. 7 de la ley 1034 (6/12/71) la
interpretación tanto del contrato, como de la ley misma que rige al
empréstito, son competencia exclusiva de los tribunales
administrativos regionales.
gg B) Contrato de consultoria.
En un interesante análisis, Barra demuestra que el contrato de
consultoria no puede ser considerado ya como un contrato de obra
pública "por accesión". Su regulación específica por la ley 22.460
ha producido una individualización de este acuerdo de voluntades
que se rige por normas y definiciones propias.
Dicha ley, que regula en forma precisa el caso en que la
Administración -ya sea centralizada como descentralizada-
contrata a servicios de consultoría, establece que ellos consisten
en "toda prestación de servicios profesionales, científicos y
técnicos de nivel universitario cumplidos bajo la forma de locación
de obra intelectual o de servicios y realizada por firmas
consultoras o consultores" (art. 2).
La Administración generalmente concurre a estos contratos con
el fin de encomendar la elaboración de los proyectos, ingeniería y
dirección de grandes y complejas obras públicas (ej.: Yacyretá,
Salto Grande, Chocón, etc.). La consultora se encarga de la
elaboración de planos, estudios de suelos, confección de los
pliegos general y especial, dirección y control de la obra por
cuenta y cargo de la Administración, etc.
Son rasgos típicos de este contrato la introducción de cláusulas
que establecen el secreto total, la colaboración del consultante, un
régimen de incompatibilidades, etc.
Señala Farina que las responsabilidades que conlleva por su
vinculación con la trasferencia de tecnología, el especial
tratamiento en cuanto a la intrasferibilidad de la información por
ambas partes y la obligación de guardar secreto aun después de
53
terminado el contrato, brindan al contrato de consultoría una
especificidad que lo distingue de la locación de obras en general.
gg C) Contrato de trasporte.
Tenemos contrato de trasporte celebrado por la Administración
toda vez que ésta se ve en la necesidad de trasladar personas o
cosas en cumplimiento de sus funciones específicas en forma
directa o indirecta. El trasporte podrá ser efectuado por vía
marítima, aérea o terrestre.
gg D) Contrato de locación.
El contrato de locación de inmuebles está expresamente
previsto entre los contratos del Estado en el R.C.E. (incs. 129 y
ss. del art. 61), donde se establecen una serie de requisitos y
condiciones, como la introducción obligatoria de un informe del
Tribunal de Tasaciones en que se determine el valor locativo del
inmueble arrendado. Recordemos que el art. 1502, C. Civ., remite
a las normas administrativas lo referente a la locación de bienes
públicos.
En cuanto al empleo por la Administración de la locación de
servicios cabe destacar que últimamente se ha incrementado; ello
se debe a que los grandes planes de racionalización del gasto
público han producido una disminución notoria del número de
empleados públicos llevando a las entidades estatales a la
necesidad de contratar, por tiempo determinado y para tareas
específicas, los servicios de personal ajeno a la Administración.
Recordemos que, a diferencia de la locación de obra, en la
locación de servicios existe una obligación de hacer que tiene por
"objeto genérico cuidar intereses o satisfacer necesidades" -en
nuestro caso- de la Administración Pública, donde no interesa el
resultado concreto de la acción realizada, sino que consiste en
una suerte de disponibilidad hacia la entidad estatal para ejecutar
actos cuyo resultado, afirma Horacio Mares, carece de entidad.
gg E) Compraventa.
Señala Marienhoff que el contrato de compraventa celebrado por
el Estado como vendedor no es necesariamente, en principio, un
contrato administrativo. Sólo lo será cuando en ese contrato haya
cláusulas exorbitantes.
A ello le ha agregado la jurisprudencia una consideración a los
fines del contrato al decir que "si no es controvertido el carácter
administrativo de los contratos de venta de tierras fiscales
colonizables, con menor razón aun lo es la venta de viviendas
dirigida a otorgar el beneficio impuesto por el art. 14 bis de la
Constitución nacional" (C.N.C.A.F., en "E.D.", 132-415).
Cuando la Administración realiza la compra o la venta de bienes
del dominio privado del Estado, no siempre realiza un contrato
administrativo. Lo será si en él se han incluído cláusulas
exorbitantes o cuando surja del contrato que se encuentra ligado
en forma indubitable al cumplimiento de los objetivos esenciales
del Estado.
El contrato de compraventa puede tener por objeto bienes
muebles o inmuebles; recordemos que hemos distinguido, con la
doctrina y jurisprudencia modernas, compraventa de suministro.
Ello quiere decir que cuando la Administración adquiera bienes
54
muebles para su entrega en una sola prestación o ella fuera
determinadamente periódica y no continua, estaremos frente a un
contrato de compraventa.
Este contrato se halla regido en el orden nacional por el R.C.E.;
y tratándose de la venta de muebles en especial el R.C.E. (incs.
137 y ss. del art. 61) ha incluído algunos requisitos relacionados
con la oportunidad del pago del precio, el ingreso en galpones a
retirar los bienes, etc.
gg F) Propaganda y publicidad.
El R.C.E. contempla y regula el caso en que la Administración
contrata publicidad para la difusión de actividad de gobierno o de
información de interés público. De tal modo, esa actividad deberá
sujetarse a los principios allí expuestos y teniendo presente la
normativa que ha desregulado esas contrataciones como medio
para mejorar sus costos. Así es como se ha derogado el decr.
2219/71, que obligaba al Estado nacional a contratar toda su
publicidad con Telam S.A.
También ha merecido consideración de la jurisprudencia de
nuestro máximo tribunal de la Nación "in re" "CIan c. Ferrocarriles
Argentinos", donde el motivo no es la publicidad en sí sino el
otorgamiento de espacios físicos a terceros para utilizarlos para
publicidad; dijo la Corte Suprema que "no corresponde hacer
aplicación lisa y llana de las normas del derecho privado al
contrato de explotación para fines de publicidad comercial de los
espacios ubicados en jurisdicción de Ferrocarriles Argentinos, ya
que no resulta asimilable a la locación de cosas del Código Civil si
del conjunto de la documentación y antecedentes que integran el
plexo convencional se advierte inmediatamente la existencia de
cláusulas exorbitantes del derecho común" ("R.E.D.", 24-245, n°
46).
------------------ .
55
de Estudios de Derecho Administrativo (I.E.D.A.), Fac. de Ciencias
Económicas de la U.N.C., Mendoza, 1993.
- Ismael Farrando (h.), La jefatura militar, en Atribuciones del
presidente argentino, de Dardo Pérez Guilhou y otros autores del
Instituto Argentino de Estudios Constitucionales y Políticos, Ed.
Depalma, Bs. As., 1986.
- Alfredo García Wenk, Responsabilidad de empleados y
funcionarios públicos, en "Nociones de derecho administrativo"-,
Instituto de Estudios de Derecho Administrativo (I.E.D.A.), Fac. de
Ciencias Económicas de la U.N.C., Mendoza, 1993.
- Liliana Giannacari de Mathus, Procedimiento sumarial
disciplinario, en "Nociones de derecho administrativo"-, Instituto de
Estudios de Derecho Administrativo (I.E.D.A.), Fac. de Ciencias
Económicas de la U.N.C., Mendoza, 1993.
- Benigno Ildarraz y Alberto Zarza Mensaque, Curso de derecho
constitucional y administrativo, Ed. Macchi, Organización
Charafedín, Bs. As., 1986.
- Ricardo Mercado Luna, Estabilidad del empleado público,
Astrea, Bs. As., 1974.
- Guillermo Pose, Función pública, en "Nociones de derecho
administrativo", Instituto de Estudios de Derecho Administrativo
(I.E.D.A.). Fac. de Ciencias Económicas de la U.N.C., Mendoza,
1993.
- Guillermo Pose, Régimen jurídico de la función pública,
Depalma, Bs. As., 1985.
- Jorge H. Sarmiento García y Guillermo M. Petra Recabarrell,
Introducción al estudio de la relación de empleo público, en "J.A.",
Doctrina 1973, Serie Contemporánea, ps. 145, 494 y 563.
56
C.S.N., "Fco. Cacik e hijos S.A. c. D.N.V, s. nul. res. y cob.
pesos").
- Fernando F. Mó, Régimen legal de las obras públicas,
Depalma, Bs. As., 1966.
- Santiago Rosado Pacheco, La Ley General de Obras Públicas
de 13 de abril de 187Z (una reflexión sobre el concepto de obra
pública), en Aguilar Fernández-Hontoria, Jaime, y otros, Libro
homenaje al profesor Jose Luis Villar Palasí ob. cit., ps. 1139 y ss.
- Miguel Alberto Sama y Fernando Juan Lima, La rescisión de un
contrato de obra púbilca por razones de fuerza mayor y el alcance
de la indemnización al contratista, en "E.D.", 149-557 (nota a fallo
C.S.N., "Fco. Cacik e hijos S.A. c. D.N.V, s. nul. res. y cob.
pesos").
58
A nuestro juicio, entonces, sólo se puede hablar de S.P. dentro
de la actividad administrativa; pero, además, pensamos que no
toda actividad de este tipo es S.P., sino sólo una parte de ella.
gg A) Noción y elementos.
Hemos dicho que la noción del S.P. es una de las más variables
y de difícil concreción en el derecho administrativo.
a) La doctrina ha intentado determinar cuáles son los caracteres
que por sobre esa diversidad y multiplicidad, mantienen su
permanencia conceptual, integrando, por ende, la noción que se
pretende alcanzar.
Para Escola, los servicios públicos, para ser tales, deben estar
no sólo dirigidos a la satisfacción de necesidades de interés
público, sino también sometidos a un régimen especial,
predominante de derecho administrativo, y en el cual aparecen las
potestades propias de la Administración, principalmente las
relativas al control de esa actividad.
Sostiene que la idea del S.P. no puede estar comprendida en
una fórmula apriorísticamente trazada, pues depende de: su
régimen jurídico; la reglamentación que efectúe el Estado; su
control; los beneficios y privilegios a que dé lugar; el interés
público; etc.
A su vez, el S.P. puede ser considerado adoptando otros
criterios, a saber:.
gg b) Para el criterio orgánico o formal, lo que singulariza al S.P.
es la calidad del ente o persona que lo realiza o presta, pero
partiendo de que esa actividad de prestación es siempre cumplida
por la Administración, directamente por sí misma, o indirectamente
por medio de concesionarios.
gg c) Para el criterio funcional, -sustancial o material, no se debe
atender, en cambio, para caracterizarlo, a la calidad de la persona
o ente que lo presta, sino más bien a la índole de la necesidad que
por ese medio se procura satisfacer, la cual debe ser una
necesidad de interés general o público, y da lugar a que se
constituya el S.P. (Marienhoff).
gg d) A su vez, la noción de S.P. puede ser formulada,
igualmente, desde un punto de vista amplio, desde donde S.P. es
toda actividad de prestación llevada a cabo por el Estado de
manera directa o indirecta, y por otras personas que asuman esa
poslibilidad, para atender necesidades de interés público dirigidas
ya sea a la colectividad, como tal ("uti universi"), ya sea más
directamente a cada uno de sus componentes que lo requieran
("uti singuli"); bajo un régimen que puede ser de derecho público o
de derecho privado.
gg e) En sentido estricto, el S.P. es toda actividad de prestación,
llevada a cabo exclusivamente por el Estado, de manera directa o
indirecta, para atender necesidades de interés público, dirigida a
todos o a cada uno de los componentes de la comunidad que lo
requieran, bajo un régimen de derecho público, en el cual
aparecen, como es natural, las potestades del Estado, que lo
hacen exorbitante del derecho privado.
De cualquier manera, no se debe olvidar, en este sentido, que
las necesidades de interés público -de hecho- no sólo son
atendidas por la Administración, de manera directa o indirecta,
sino también por los particulares, y que a pesar de no haber sido
59
erigidas en un S.P., concebido como tal, quedan en una zona
intermedia entre la actividad pública y la actividad privada pura y
simple, dando lugar a que la Administración cumpla sobre ellas
una acción de regulación y control: son los servicios públicos
virtuales, que algunos autores asimilan o aproximan a la idea de
los servicios públicos impropios, y que otros niegan.
gg f) Autores como Villegas Basavilbaso, Díez y Marienhoff,
coinciden en afirmar que los S.P. son actividades que efectúa la
Administración -directa o indirectamente-, cuyo objeto es la
satisfacción de las necesidades colectivas o de interés general.
gg g) Por último, podemos citar a Sarmiento García que propone
una definición descriptiva de S.P., entendiendo como tal la
"actividad administrativa desarrollada por entidades estatales o por
su delegación, que tiene por finalidad satisfacer necesidades
individuales de importancia colectiva, mediante prestaciones
materiales en especie, periódicas y sistemáticas, que constituyen
el objeto esencial de una concreta relación jurídica con el
administrado, y asegurada por normas y principios que tienden a
dar prerrogativas de derecho público a quien la cumple para
permitirle la mejor satlsfacción de las necesidades colectivas".
Teniendo en cuenta esta última definición, es posible precisar
los elementos característicos que integran la noción de S.P., a
tenor de la sistematización que efectúa el autor citado en los
siguientes términos:.
gg 1. Ni la actividad legislativa ni la jurisdiccional pueden
considerarse S.P., y no toda actividad administrativa lo constituye.
El S.P. es una parte de la actividad administrativa, básicamente
industrial o comercial, mediante la cual se tiende a alcanzar los
cometidos o funciones del Estado.
Esta actividad es desarrollada por entidades estatales o por su
delegación, en este último caso bajo el control de aquéllas.
En razón de ello, la prestación o gestión de los servicios públicos
puede ser directa o indirecta. Es directa cuando el servicio es
realizado por entidades estatales (Estado nacional o provincial,
municipios, entidades autárquicas, empresas del Estado,
sociedades del Estado, etc.). La gestión indirecta puede ser
realizada por concesionarios, por locador, por sociedades de
economía mixta, por cooperativas, etc.
gg 3. La actividad administrativa que constituye S.P. tiene por
finalidad satisfacer necesidades individuales de importancia
colectiva. Bielsa ha precisado la distinción entre necesidad general
y necesidad colectiva. La alimentación, por ejemplo es una
necesidad general, desde el momento que la sienten todos los
hombres; el trasporte colectivo, en cambio, es necesidad colectiva,
pero no general, dado que en tanto algunos lo necesitan, otros no,
pues utilizan sus propios medios de desplazamiento.
La necesidad colectiva, entonces, es una necesidad sentida por
una porción apreciable del respectivo conglomerado de personas.
gg 4. Esas necesidades colectivas se satisfacen mediante
prestaciones materiales en especie, periódicas y sistemáticas.
Son prestaciones materiales porque deben estar constituídas
por la realización de un servicio o el uso de un medio técnico:
suministro de energía eléctrica o de agua corriente, utilización del
teléfono, etc.
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Se trata de prestaciones en especie (de actividades o bienes), y
no en dinero, ya que las prestaciones en dinero pueden constituír
servicios sociales, actuación estatal en el campo de la actividad
particular, etc., pero no S.P.
Las prestaciones deben ser periódicas y sistemáticas, esto es,
su oferta debe tener un cierto caráctcer de continuidad en el
tiempo y de sistematización; por ello, no podría considerarse como
S.P Ia participación de las Fuerzas Armadas en los trabajos de
siega, excepcionalmente ordenada por falta de mano de obra.
64