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Seminario: Neoliberalismo

ORIGENES Y FUNDAMENTOS DEL


NEOLIBERALISMO

Claudio Persico Paris / 3 mayo / 2006

1.Introducción.
Antes, que nada, agradezco a los organizadores por la oportunidad de
participar en esta reunión, que espero nos sirva para intercambiar ideas,
promover el pensamiento crítico y asumir así nuestro rol inalienable de
sujetos comprometidos con nuestra sociedad.

En segundo lugar, quiero exponer ante ustedes algunas ideas respecto al


tema que hoy día nos convoca. El Neoliberalismo, la globalización y la
perspectiva chilena. ME CORRESPONDE EXPONER SOBRE LOS
ORÍGENES Y FUNDAMENTOS DEL NEOLIBERALISMO.

Voy a resumir en unos pocos minutos lo que yo considero esencial del


pensamiento neoliberal, su origen y relación con el liberalismo, las razones
de su renovada vigencia y su vinculación con el capitalismo moderno y la
globalización.

Es evidente que el neoliberalismo corresponde a la actualización del


pensamiento liberal, sobre todo en el terreno de la economía (o de la
economía política como decíamos antes). Aunque no es prudente restringir
el análisis de la corriente neoliberal sólo al terreno de las relaciones
humanas de carácter económico. Ello sería un error.

2. El pensamiento liberal
El liberalismo es una ideología (o corriente que agrupa diferentes
aproximaciones ideológicas) basada en la primacía del individuo sobre el
colectivo y en el reconocimiento de las libertades individuales. Esta
exaltación de la libertad individual es el pilar esencial de la doctrina liberal.

Esta corriente incluye la libertad religiosa y las libertades económicas.


Entre ellas, la sagrada libertad de disponer de la propiedad de las cosas. En
ese contexto y a modo de ejemplo, qué difícil ha resultado para los
empresarios automotrices explicar que la llamada “compra inteligente”, en
realidad permite disponer de la propiedad del vehículo al final del contrato,
aunque todos sabemos que no es así, porque la principal objeción del
cliente es siempre si el auto al final del contrato va a ser suyo o no. Ese es
otro pilar del liberalismo.

Se considera a John Locke como primer pensador liberal y su “Tratado


sobre el Gobierno Civil”, como la obra originaria de esta ideología.

David Hume y los economistas Adam Smith y David Ricardo, llamados


clásicos, continuaron y desarrollaron esta línea de pensamiento. De
entonces surgen las ideologías o escuelas de pensamiento librecambistas ó
laissez faire (por lo de dejar hacer, no intervenir, ni gravar con impuestos).
Por supuesto se refiere al gobierno.

Debemos distinguir entre el liberalismo como doctrina social, que consagra


la libertad de los individuos para elegir sus relaciones sociales, preferencias
religiosas, sexuales, acerca del consumo y condena por tanto, la intromisión
del Estado.

Y el liberalismo económico que supone la no interferencia del Estado en


las relaciones comerciales y laborales (impuestos bajos, no progresivos y
bajo gasto social), disminuir las protecciones sociales a los más débiles con
el fundamento que tales actuaciones entorpecen el crecimiento, reducen las
oportunidades del individuo y desaniman a los emprendedores.

Así se concibe al estado en un rol subsidiario, que sólo establezca las reglas
del juego y que facilite la interacción entre las fuerzas e intereses
espontáneos de los individuos.
Esto del Estado prescindente es otro pilar del liberalismo.

3. Refugio de los conservadores.


En todo caso, es curioso que hoy día, la praxis política rara vez ofrezca
conjuntamente las posturas del liberalismo político y del liberalismo social.
Son raras las posturas políticas liberales que abracen a la vez las posturas
más progresistas o de vanguardia en lo que se refiere a la vida social.

De hecho, la corriente neoliberal que conocemos más de cerca hoy día en


nuestro país, representa desde el punto de vista social al más viejo y
ortodoxo conservadurismo político. Los defensores del libre comercio, la
libertad de precios, la libre contratación, el libre despido, son a la vez los
defensores de la censura, la prohibición de manifestaciones culturales, la
prohibición del divorcio (vigente en casi todo el mundo moderno y
neoliberal), la prohibición de medicamentos (léase píldora del día después)
y tratamientos médicos, y la prohibición decida sobre su cuerpo y su
derecho a decidir ser madre.
Curiosa contradicción esta última, sobre la que no me voy a extender
porque entiendo que es parte del tema de mi colega Eduardo Toro, y espero
que sea motivo del posterior debate.

En cualquier caso, es importante comprender que el neoliberalismo no es


simplemente la modernización de la corriente liberal, sino más bien una
respuesta ideológica a fenómenos sociales, políticos y económicos que
confluyeron durante el siglo XX.

Veamos a que nos referimos.

4. El contexto histórico
A pesar del estado actual de la escena internacional, es innegable la
poderosa influencia que ejerció el marxismo como ideología e inspiración a
finales del siglo XIX y durante todo el siglo pasado, sobre todo en Europa
(pero también en América Latina, en Africa y en Asia).

Más insoslayable aún es la relevancia que tuvo la Revolución de Octubre


en 1917, la formación de la Unión Soviética y toda la formación del
sistema socialista. Es más, creo que el mundo actual es incomprensible si
no aquilatamos con cuidado los fenómenos que acabo de mencionar.

El siglo XX no se puede entender sin comprender tales sucesos, tampoco si


obviamos el tremendo impacto que causaron las dos grandes
conflagraciones mundiales. La organización del trabajo, los códigos del
comercio y la legislación laboral son innegablemente productos de la
dialéctica entre el desarrollo del capitalismo pujante y la enorme influencia
del movimiento obrero y las fuerzas del socialismo.

No podemos obviar que las grandes guerras libradas a escala mundial (y las
que siguieron también, Corea y Vietnam, por ejemplo) fueron guerras
generadas como contradicción dentro del propio sistema capitalista, por
una parte. Expresiones de lucha entre fracciones del capitalismo mundial
por el reparto de los mercados, y expresiones de lucha colonial. Pero
también fueron reacciones a las crecientes luchas del movimiento popular
en el contexto del capitalismo.

El fascismo ocupó precisamente ese rol histórico, contener el avance del


movimiento popular fuertemente inspirado en las ideas del socialismo.
Pero, sabemos el resultado de tales guerras. El socialismo se desarrolló y al
final de la Segunda Guerra Mundial se habían generado enormes
desequilibrios e inestabilidad que amenazaban con reproducir las
conflagraciones. Ahora con la perspectiva nuclear.

5. La solución dialéctica.
Así fue como los líderes de los países capitalistas dominantes decidieron
generar instancias y mecanismos para impedir nuevos conflictos que
pusieran en riesgo al capitalismo mundial. En ese contexto surgen el Fondo
Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial de
Comercio, entre otros.

Conviene recordar que en la Inglaterra de comienzos de siglo, la cuna del


liberalismo, había visto triunfar la contracorriente inspirada en el
economista John Maynard Keynes. El keynesianismo, en respuesta a la
precaria situación que el período entre guerras había sumido a la mayor
parte de Europa, propugnaba una intervención activa del Estado. Las ideas
de Keynes repusieron al Estado como agente fundamental para la
reconstrucción y la promoción del bienestar, luego de la guerra en Europa.

Queremos ser claros. Si bien no negamos la consideración histórica que el


neoliberalismo, como liberalismo económico extremo, surge como
contrapunto contra el keynesianismo en el contexto más convulso de la
primera mitad del siglo XX, en su forma, nuestra tesis insiste que es el
contexto de la política mundial, la que le da contenido.

Lo que preocupa a los ideólogos del neoliberalismo no es la doctrina


keynesiana, ni el desarrollo del bienestar en Europa, sino el avance de los
movimientos populares, el prestigio del socialismo y la enorme influencia
que éste ejerce, por entonces, en sectores crecientes del planeta. Y
obviamente, si agregamos a este análisis, las mutaciones del sistema
capitalista y la supremacía que el capital financiero estaba imponiendo
sobre el capital productivo, comprendemos mejor cómo y para qué nace lo
que hoy llamamos neoliberalismo.

6. El orígen académico del neoliberalismo.


Es en la Universidad de Chicago, donde un grupo de intelectuales y
académicos pro-capitalismo, guiados por el filósofo y economista
Friederich Von Hayek fundan la doctrina y le dan forma al neoliberalismo.
Esto ocurre en la década de los cuarenta.

De este grupo nos resultan conocidos Milton Friedman, Arnold Harberger,


y la Universidad Católica a fines de la década del 50. El texto “Free to
Choose” (“Libertad de Elegir”) firmado por Milton y Rose Friedman, era el
credo de nosotros los estudiantes de finales de los setenta y los ochenta.
Así, podemos afirmar con propiedad que el neoliberalismo económico es la
respuesta en el terreno de la ideología al desarrollo de las fuerzas
progresistas y a su influencia creciente en la organización social, avanzado
el siglo veinte. Y su alineamiento es claramente a favor del sistema
capitalista, pero con un marcado sesgo en la contradicción fundamental del
sistema: la pugna entre el capital financiero y el capital industrial o
productivo.

7. Estandarte del capital financiero.


Obviamente, el neoliberalismo toma parte en esta disputa: se alinea con el
capital financiero, que necesita crear referentes políticos e ir dirigiendo
todo el sistema capitalista mundial hacia sus propios intereses. Es largo de
analizar, pero en ese contexto se refuerza el rol de la política monetaria, el
desarrollo del comercio mundial, los acuerdos de libre comercio, esta vez
dirigidos por organismos impregnados de la doctrina neoliberal.

Las manifestaciones de esta verdadera contrarrevolución son múltiples,


pero las más evidentes para nosotros fueron:

• La poderosa influencia de USA para imponer su modo de vida a


todos los pueblos, y en particular a los latinoamericanos (Alianza
para el Progreso, ALALC, ALCA, etc)
• La transformación enorme del rol de los organismos multilaterales,
que inicialmente favorecieron la reconstrucción y el desarrollo hacia
garantes e impulsores del modelo neoliberal, por medio de prácticas
coercitivas.
• El apoyo político, económico y militar prestado por los gobiernos
que patrocinan e impulsan la doctrina neoliberal, a todas las fuerzas
políticas ligadas al proyecto neoliberal que abortaron experiencias
transformadoras, como fue el caso de Chile.

Esa es, a nuestro juicio, la verdadera razón de fondo que inspiró el auge del
modelo neoliberal.

No quiero terminar sin apuntar otra hipótesis que nos parece pertinente. El
neoliberalismo no es el estado natural de las cosas, no corresponde a la
necesaria evolución de las fuerzas productivas. Es un producto de
circunstancias históricas, y por tanto, este carácter histórico que determinó
su aparición, también anuncia su fin.
Desmintiendo a Fukuyama, que proclamó el fin de la historia, surgen
procesos complejos pero interesantes en América Latina. Qué son sino los
nuevos Tabaré Vázquez, Hugo Chavez, Evo Morales, Ignacio Lula,
Kirchner y Ollanta Humala?

Son preguntas que la historia, y los hombres que la construyen, deberán ir


respondiendo en busca de un verdadero progreso social.

La tercera cosa que quería decirles, es muchas gracias por atender a mis
palabras.
LA IMPLANTACIÓN DEL MODELO NEOLIBERAL
EN CHILE
Eduardo Felipe Toro Leontic
Mayo 3 de 2006.
Introducción:
En las últimas tres décadas, la sociedad chilena ha experimentado
profundas transformaciones, tanto en el campo de la política, es decir, en
las relaciones políticas de dominación y subordinación entre las clases así
como entre las fracciones de las clases sociales chilenas, como en el plano
económico, o sea, en el patrón y en el movimiento interno de acumulación
capitalista.
La implantación de la actual fase de desarrollo del capitalismo chileno no
fue consecuencia de simples cambios económicos y/o tecnológicos, sino
que fue el resultado del curso de la lucha de clases y del desarrollo de las
luchas sociales que se produjeron durante el siglo XX y, en particular,
desde la década de los 50 en adelante..
Hoy en día es evidente que las transformaciones experimentadas durante
los últimos 30 años en la sociedad chilena forman parte inseparable del
conjunto de cambios estructurales que también se produjeron en el sistema
capitalista mundial en el mismo lapso, en un proceso que, a partir de la
década de los 80, algunos denominaron “proceso de “globalización”.
En otros términos, con sus propias especificidades históricas, la
implantación del “patrón neoliberal de acumulación capitalista chileno”
respondió, y sigue respondiendo en la actualidad, a un movimiento global
de reestructuración del sistema capitalista mundial, caracterizado por
inmensas transformaciones que comprendieron y generaron fenómenos
tales como la revolución tecnológica en el campo de la informática y las
comunicaciones, el desarrollo de nuevas ramas de la producción y de
nuevas mercancías, la globalización del capital financiero, la constitución
de oligopolios de nivel mundial, la internacionalización y deslocalización
de la producción industrial, cambios radicales en el comercio mundial y la
conformación de bloques regionales, el desarrollo de nuevas formas de
explotación del trabajo y de gestión de la producción, transformaciones
estructurales al interior de la clase trabajadora, modificaciones en el papel
económico del Estado, la privatización de empresas públicas productivas y
de servicios básicos, desregulaciones generalizadas de los mercados, la
restauración del capitalismo en los ex países socialistas, etc., etc.
En síntesis, “el desarrollo del modelo neoliberal” en Chile y “el actual
proceso de globalización” son manifestaciones específicas, en distintos
niveles, de la misma fase de desarrollo del sistema capitalista en el mundo.
A la luz de estas consideraciones es posible entender, a mi juicio, lo que
presenta de particular o específico así como aquellas características
generales que asume la implantación del “modelo de desarrollo capitalista
neoliberal”.
La singularidad del establecimiento de las bases del desarrollo
capitalista neoliberal chileno.
Comprender el significado y los alcances específicos de las
transformaciones experimentadas en Chile a partir de 1973 implica
necesariamente remitirse al nuevo proyecto de sociedad que se propuso
materializar la dictadura militar una vez derrocado el gobierno
constitucional del Presidente Salvador Allende.
En efecto, aunque inicialmente las medidas adoptadas por el régimen
militar parecieron responder a las supuestamente críticas condiciones
políticas, económicas y sociales existentes en esos momentos, sus alcances
concretos fueron más allá de lo exigido por la coyuntura. En lo concreto,
era sólo el comienzo de un largo proceso de intervenciones tendiente a
resolver por la vía autoritaria, y claramente a favor de la clase dominante,
la crisis global a la que había llegado el desarrollo del capitalismo chileno
después de veinte años de infructuosos intentos por remover, dentro de los
cauces democráticos, los obstáculos estructurales que impedían seguir
profundizando su desarrollo bajo el modelo de “industrialización sustitutiva
de importaciones”.
Consecuentemente, las medidas que la dictadura militar comenzó a
imponer drástica y progresivamente a partir de septiembre de 1973
apuntaron hacia tres objetivos estrechamente relacionados:
1. En primer lugar, reimponer plenamente el sistema de relaciones de
dominación capitalistas, pero ahora reestructurado y reorganizado
bajo la hegemonía del capital financiero, en reemplazo del anterior
sistema de relaciones de dominación oligárquico-terrateniente y
capitalista industrial que, fuertemente cuestionado durante la década
de 1960, había entrado en abierta crisis durante el Gobierno de la
Unidad Popular.
2. En segundo lugar, instalar y consolidar un nuevo patrón de
acumulación de capital, en sustitución del supuestamente agotado
modelo ISI, el cual además debía estar estrechamente alineado con
las nuevas tendencias de desarrollo que exhibía el sistema capitalista
mundial.
3. Finalmente, reinstaurar la hegemonía de la vieja concepción
ideológica liberal, en que se planteaba que sólo a través de la
competencia y el esfuerzo personal era posible alcanzar el “éxito
individual” y el reconocimiento social, eliminando con ello “las
equivocadas ideas socializantes basadas en obsoletos valores
democráticos y de solidaridad forjadas en el país desde principios del
siglo XX”.
Dadas las características que presentaba la sociedad chilena de esa época,
la clase dominante chilena, para imponer sus intereses requería de un
régimen político extremadamente autoritario, en que se contara y se
utilizaran amplios recursos de coerción física para, por una parte, imponer
sin contrapeso su proyecto de refundación capitalista al conjunto de los
trabajadores y capas medias –quienes serían los más afectadps por las
transformaciones a realizar- y, por otra parte, neutralizar las presiones de
aquellas fracciones de la propia clase dominante que se verían perjudicadas
por la imposición del nuevo modelo de desarrollo.
Desde sus inicios, aunque quizás con una postura más reactiva que
estratégica, la dictadura militar adoptó una serie de medidas represivas que
configuraron una concentración, históricamente inédita, de poder político
en el Estado, proceso que se desarrolló simultáneamente con uno de
personalización y centralización del poder en el Ejecutivo. Entre esas
medidas figuraron, entre otras:
a) Las destinadas a eliminar o controlar las diferentes instancias de
representación propias del régimen democrático anterior. Se prohibieron
los partidos y movimientos políticos de la Unidad Popular, mientras los
restantes entraron en receso hasta que, en 1977, también quedaron
proscritos. Se vedó toda actividad, manifestación pública u organización
política de base. Se reglamentó las actividades de las organizaciones
gremiales, vecinales, estudiantiles y comunitarias y las de los Colegios
Profesionales. Simultáneamente, se dictaron una serie de normas
tendientes a privar a las organizaciones sindicales de autonomía y
libertad: se suspendieron las elecciones sindicales, el gobierno se
reservó el derecho a designar dirigentes laborales y sus reuniones
quedaron sujetas a autorización previa de la policía.
b) La clausura del Congreso Nacional, la disolución del Tribunal
Constitucional y la quema de los registros electorales. La concentración
del ejercicio de los Poderes Constituyentes, Ejecutivo y Legislativo en
la Junta Militar, la que se reservó a la vez el control jurídico de sus
propias decisiones, al igual que las atribuciones de la Contraloría
General de la República. Con ello, la soberanía dejó de residir en el
pueblo, -quien manifestaba su voluntad mediante elecciones, con
mandatos renovables a plazo fijo-, y desapareció toda norma objetiva e
impersonal en la generación del poder político y de las leyes, así como
cualquier forma de control sobre el ejercicio y límites de las autoridades
de Gobierno.
c) La declaración del estado de sitio; la suspensión de las garantías
individuales; la imposición del toque de queda en todo el territorio
nacional; la creación de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), a
principios de 1974, y su sustitución por la Central Nacional de
Informaciones (CNI) en 1977; la detención y tortura en campos de
concentración de decenas de miles de hombres, mujeres, adolescentes e
incluso niños; el asesinato y desaparición forzada de miles de personas;
las purgas dentro de la administración pública; la represión dentro de las
propias fuerzas armadas, todo bajo el pretexto de estar en un escenario
de “guerra interna” contra el terrorismo y el comunismo internacional.
d) El cierre de periódicos, revistas y radios de izquierda, la censura de la
prensa escrita, radio y televisión; la autorización para la publicación
sólo de medios adscritos al régimen; la intervención de las
universidades, la exoneración de cientos de académicos, la eliminación
de institutos de investigaciones universitarios, la supresión de carreras
del campo de las ciencias sociales y la designación de rectores militares.
e) El inicio de un proceso de descentralización político-administrativo del
país cuyo objetivo fue transferir las decisiones que no revestían un
carácter político y que, en la práctica, significó aumentar el poder
central al reforzar la verticalidad del mando y ubicar al Presidente en la
cúspide del poder.
La drasticidad y lo prolongado con que se aplicaron estas y otras medidas
políticas similares, adoptadas inicialmente con un fuerte ánimo revanchista
y, posteriormente, con fines de disciplinamiento social, fue configurando el
cuadro de un régimen político de características totalitarias nunca antes
vistas, que se propuso como misión lograr, en un tiempo no precisado, la
refundación, reconstrucción y restauración de una sociedad de nuevo tipo.
Aunque el contenido de clase del proyecto de refundación y recomposición
de la sociedad chilena fue, desde el primer momento del golpe militar,
claramente capitalista, recién en 1975, con ocasión de la aplicación de un
conjunto de medidas económicas “de choque” destinadas a solucionar
enérgicamente el problema inflacionario e intensificar las reformas
estructurales, se comenzó a perfilar el nuevo patrón de acumulación que se
impondría y la fracción de la clase dominante que lo hegemonizaría.
Ciertamente, dados los desequilibrios macroeconómicos que presentaba la
economía chilena en septiembre de 1973 y la fuerte intervención que había
realizado el gobierno de la Unidad Popular en la estructura de propiedad
privada y de administración de los principales medios de producción del
país, el primer objetivo que se propuso el régimen militar fue reinstaurar las
condiciones mínimas que permitieran el funcionamiento de una economía
capitalista. Para ello, en sus inicios el régimen militar definió e implementó
un conjunto de políticas que apuntaron a:
1. Imponer el mercado y el sistema de precios como los principales
instrumentos de asignación de recursos de la economía, en
detrimento del tradicional y creciente papel que había jugado el
Estado como promotor y planificador del desarrollo económico y
social. En términos concretos, ello significó la liberación de la mayor
parte de los precios sujetos a control estatal, la devaluación del tipo
de cambio y la postergación de los reajustes salariales, lo que se
tradujo en una caída vertical de los sueldos y salarios reales1. Era el
comienzo de un proceso de profunda redistribución regresiva del
ingreso y de jibarización del Estado.
2. Ampliar el espacio económico del capital privado, restableciendo,
por una parte, los derechos de la propiedad privada y de
administración que el proyecto de la Unidad Popular, -dirigido a
constituir un área de propiedad social-, había restringido y, por otra,
reimponer coercitivamente la quebrada disciplina laboral a nivel de
las empresas y a nivel global. Lo anterior se tradujo, por un lado, en
la devolución de los predios agrícolas ilegalmente ocupados, la
disolución de las formas colectivas de la propiedad de la tierra en las
áreas reformadas y la devolución de las empresas requisadas e
intervenidas según normas legales de excepción y, por otro, en la
suspensión de las negociaciones colectivas, la limitación de la
actividad sindical y la interdicción de los partidos de izquierda,
rompiendo así sus históricos vínculos políticos con el movimiento
sindical.
3. Reintegrar la economía chilena al sistema capitalista mundial y
recuperar la confianza de los organismos financieros internacionales,

1
Las consecuencias fueron dramáticas: en octubre de 1973, el índice de remuneraciones reales
de base 1970=100 cayó a 33.6 como consecuencia directa e inmediata de la liberación de
precios. En 1974, el índice alcanzó la cifra de 67.5; en 1975 llegó a 65.7 y en 1976 a 72.8.
Banco Central de Chile, “Indicadores económicos y sociales 1960-1988”, Santiago, 1989.
como el FMI; para obtener su apoyo financiero y renegociar en
mejores términos la deuda externa. Entre los gestos que se hicieron
en el sentido descrito estuvo la restitución de diversas empresas
extranjeras requisadas o intervenidas y el pago de una indemnización
a las compañías norteamericanas nacionalizadas, en particular las
cupríferas.
A mediados de 1974, y ante la persistencia de los desequilibrios
macroeconómicos, los énfasis del programa de estabilización se pusieron
en la reducción del déficit fiscal, -y, de paso, de los créditos internos a las
empresas de propiedad estatal- lo que se reflejó en el presupuesto para
1975, en el que se contempló una reducción del gasto fiscal superior al
30% en términos reales. Como parte de esta política se dictaron las normas
que regirían la privatización de las empresas y la banca comercial
estatizada y se introdujeron importantes modificaciones tributarias, como
fueron la derogación del impuesto al patrimonio y a las ganancias del
capital y la introducción del impuesto al valor agregado2.
En los hechos, la disminución del déficit fiscal se realizó a través del
recorte de la inversión, el gasto y el empleo públicos y la privatización de
la mayor parte de las empresas en poder del Estado3, provocando, en
definitiva, una drástica reducción del tamaño y los ámbitos de acción
económica del Estado4. Pero ese no fue el único efecto: simultáneamente al
proceso de eliminación o minimización de las funciones de fomento,
regulación y conducción económica del Estado se fueron configurando las
condiciones para reducir el papel que históricamente había desempeñado en
la promoción del desarrollo social y en la reducción de las desigualdades
sociales.
En 1975, ante la subsistencia de los desequilibrios internos y en un
contexto externo desfavorable a consecuencias del aumento del precio
internacional del petróleo y la caída en los precios del cobre, el régimen
militar decidió llevar a cabo un programa de ajuste o de recuperación
económica que se distinguió por la drasticidad de su aplicación. En lo
2
Con relación a favorecer el desarrollo del capital financiero se dictaron las normas que
liberaban el funcionamiento del mercado de capitales y, respecto del sector externo, se inició un
proceso de rebaja unilateral de aranceles y se dictó un nuevo estatuto para atraer inversionistas
extranjeros. A este período corresponde el inicio de las transformaciones destinadas a crear una
nueva institucionalidad económica. Ver Vergara, P. Op. cit.
3
Al inicio del Gobierno Popular, el Estado poseía 46 empresas; hacia septiembre de 1973 se
había constituido un área de propiedad social con 460 empresas y 19 bancos. En 1980, sólo
quedaban en poder del Estado 24 empresas, incluyendo 1 banco.
4
En 1970, el Gasto Público ascendía al 40.6% del PGB, cifra que aumentó fuertemente durante
el Gobierno de la Unidad Popular. A partir de 1974, comenzó a disminuir rápidamente llegando
al 30.7% del PGB en 1976, porcentaje en torno al cual osciló hasta 1979. Por su parte, el
empleo en el sector público disminuyó entre 1974 y 1979 de un 11.3% de la PEA al 8.8%.
Vergara, P. Op. cit. p. Cuadro 1.
esencial, el “tratamiento de choque” como se denominó, mantuvo las
orientaciones de política que se venían implementando: contraer el gasto
público, acentuar la liberalización de la economía y fortalecer el área
privada5, disminuir la emisión de dinero, aumentar los ingresos tributarios,
potenciar el desarrollo del mercado de capitales, acelerar el proceso de
minidevualuaciones del tipo de cambio, etc6.
El costo para la sociedad que tuvo la aplicación de este programa de ajuste
fue altísimo7, pero con él se establecieron las bases definitivas de lo que
posteriormente sería conocido como el modelo de desarrollo neoliberal. Lo
esencial del proyecto global de la dictadura, como era la privatización de la
economía, la transferencia de recursos desde el sector asalariado y el
Estado a la clase capitalista, la consolidación del núcleo financiero como
fracción hegemónica de la clase dominante y la destrucción del Estado
Benefactor, hacia 1979 estaba realizado. La “mano invisible” del mercado
había sido repuesta con la ayuda de la “mano militar” y juntas mostraban el
verdadero contenido de clase del discurso ideológico y del modelo
neoliberal impuesto.

5
“Dos años después del golpe militar, se privatiza la mayor parte de la banca estatizada. La
rapidez con que CORFO vende sus acciones en un año fuertemente recesivo como 1975, da una
idea del alto interés de la autoridad de la época por liberalizar el mercado financiero”. Zahler, R,
“Políticas recientes de liberalización y estabilización en los países del Cono Sur: el caso
chileno: 1974-1982”, en Rodríguez G, Jorge (Editor), “Perspectivas económicas para la
Democracia: Balance y lecciones para la experiencia chilena”, Instituto Chileno de Estudios
Humanísticos, Santiago, 1984.
6
Ver: Bardón, A, “Una década de cambios económicos: la experiencia chilena: 1973-1983”,
Editorial Andrés Bello, Santiago, 1985.
7
A modo de muestra: en 1975, la producción global cayó en un 12.9 % respecto del año anterior
y la desocupación llegó prácticamente al 19% de la PEA

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