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LA MEDICINA LAS ENFERMEDADES Y LOS HABITOS DE HIGINIENE

EN LA EDAD MEDIA Y EL RENACIMIENTO

PRESENTADO POR:
LISETH VALENTINA ARDILA AYALA

PRESEN TADO A:
MARTHA LILIANA

COLEGIO EL RODEO I.E.D.

AREA
CIENCIAS SOCIALES

BOGOTA

2023
TABLA DE CONTENIDO

PAG

1.
INTRODUCCION.........................................................................................3
2.MARCO TEORICO...................................................................................4
3.LA MEDICINA, LAS ENFERMEDADES EN LA EDAD MEDIA Y
RENACIMIENTO.........................................................................................4
3.1 LA ENFERMEDAD.............................................................................4
3.2ENFERMEDADES QUE CAUSABAN MARGINACIÓN.......................4
4.HABITOS EN LA EDAD MEDIA Y EL RENACIMIENTO...........................9
4.1El baño.............................................................................................. 10
4.2Las mujeres.......................................................................................10
4.3Los abanicos..................................................................................... 10
5.CONCLUSIONES...................................................................................12
6. BIBLIOGRAFIA .....................................................................................13
5. ANEXOS................................................................................................14
INTRODUCCION

La medicina renacentista se caracteriza por el resurgimiento del


hipocratismo, entendiendo la enfermedad como una alteración de los
humores. Se heredan muchas enfermedades, apareciendo otras nuevas,
pudiendo destacarse la sífilis, que se relacionó con el Nuevo Mundo.
MARCO TEORICO

LA MEDICINA, LAS ENFERMEDADES EN LA EDAD MEDIA Y


RENACIMIENTO

LA ENFERMEDAD
En la Edad Media, por influencia del cristianismo primitivo, las
enfermedades se consideraban como una prueba que Dios enviaba al
individuo (como las que sufrió Job) y sus padecimientos acercaban al
enfermo, a los de Jesucristo. Pero esta actitud se fue modificando con el
transcurso de los siglos, hasta ver la enfermedad como un castigo divino,
una penitencia por los pecados cometidos, llegando a identificarse al
enfermo con el pecador
El culto a las reliquias creció junto a las peregrinaciones y las cruzadas y
generó un considerable comercio de la picaresca a lo largo de toda esta
época. En este tipo de culto confluyen la afición a lo mágico y lo simbólico,
típico de la época, unido a la práctica religiosa. A comienzos del siglo XIV
comienza a sistematizarse la disección de cadáveres, pese a la oposición
de la Iglesia y a las supersticiones de la época.
Tanto la enfermedad como el ejercicio de la medicina estuvieron muy
ligados a supersticiones, y siguieron practicándose ceremonias
precristianas y utilizándose amuletos lo amuletos mismo para prevenir que
para combatir determinadas enfermedades.

ENFERMEDADES QUE CAUSABAN MARGINACIÓN


Eran, sobre todo, las infectocontagiosas. La pobreza de la dieta y la falta
de higiene hacía al hombre medieval especialmente vulnerable al contagio
ya que la avitaminosis degenera en polineuritis, tracomas, glaucomas. Las
más constatadas entre las que causaban marginación son: - Lepra, llegó a
afectar a lepra un 4% de la población europea y generó segregación
radical, ya que el enfermo era separado de la comunidad.
Desgraciadamente muy a menudo se confundía la lepra con otras
afecciones de la piel como eczemas, psoriasis, etc., y los afectados eran
tratados como leprosos y extrañados de la sociedad. La pale osteología ha
constatado la existencia de lepra en Europa desde el siglo III dC, pero las
primeras descripciones de los médicos griegos y egipcios datan del 250
aC. Se cree que tuvo su origen en África y los esclavos la extendieron a
Egipto, Siria, Asia Menor, India, China y Europa. Las invasiones y las
cruzadas contribuyeron enormemente a su propagación. La actitud hacia
los enfermos de lepra vidrió notablemente a lo largo de la Edad Media.
Como síntomas físicos para diagnosticar la enfermedad se consideraban
«pérdida de las cejas, ojos saltones y de mirada fija, hinchazón de la nariz,
color amoratado en la cara, aparición de nódulos junto a las orejas, la piel
de la frente tensa y brillante, insensibilidad de la parte inferior de la tibia y
de los dedos pequeños de los pies y la voz ronca». Otro síntoma era que,
«expuestos al frío, a los leprosos no se les ponía la carne de gallina.
El estudio de los huesos exhumados de los cementerios de leproserías
medievales, ha permitido constatar que a menudo la sífilis se filis
confundía con lepra. Se creyó que la sífilis fue «importada» a Europa por
los marineros que regresaban del Nuevo Mundo (posiblemente debido a
una epidemia de esta enfermedad sufrida a caballo entre los siglos XV y
XVI), pero la paleosteología ha demostrado su existencia en momias
procedentes del Antiguo Egipto (el estudio, en París, de la momia de
Ramsés II por una comisión de científicos occidentales, demostró que este
faraón de la Dinastía XVIII padeció la enfermedad). Los italianos la
llamaron «mal del francés», los franceses «mal de los alemanes», los
flamencos «mal español», los rusos «mal de los polacos» y los turcos
«mal de los cristianos». Gerónimo de Huerta, en el siglo XVII, la describe
como «un mal que trajeron de Nápoles los soldados de los Reyes
Católicos». Es posible que el súbito descenso de la lepra a finales del siglo
XIV se deba a que es entonces cuando se aprende a diferenciar ambas
enfermedades. La sífilis se manifestaba por la aparición de bubones,
llagas hediondas en la nariz, boca y otras partes del cuerpo, con dolores
articulares y de cabeza y pérdida capilar. De Huerta cree que es el mismo
mal que Plinio describe como mentagra Fuego de San Antón, mal de los
ardientes, o enfermedad del cornezuelo, medad del cornezuelo producida
por un exceso de ergotina, sustancia segregada por el hongo Claviceps
purpurea que se cría en el centeno en mal estado, por lo que incide,
principalmente, en las clases más bajas. Suele aparecer en otoño,
después de veranos húmedos y calurosos, que favorecen la aparición del
hongo. El afectado sentía como si un fuego le abrasara interiormente
hasta hacerle enloquecer de dolor.
- Baile de San Vito o corea, que en Italia corea se suponía provocada por
la picadura de la tarántula y lo intentaban curar con música, lo que dio
lugar a una composición musical: la tarantela. Debe su nombre a que los
afectados invocaban a San Vito para que los librara del extraño mal. Ataca
a determinados núcleos del eje encéfalo-medular. El síntoma principal es
la aparición de movimientos involuntarios, rápidos, desordenados, de gran
amplitud y sin finalidad ninguna. Puede afectar a cualquier región
muscular (facial, del lenguaje, las extremidades, etc.). Sydenham, en el
siglo XVIII, lo identificó con el corea, enfermedad mental y nerviosa
- Garrotillo o difteria, difteria enfermedad infecto contagiosa, aguda y febril
causada por el bacilo Corynebacterum diphteriae, descubierto por Krebs y
Loeffler en 1873. Se manifiesta por palidez, vómitos, fiebre y la aparición
de falsas membranas en la garganta que producen sofocación (garrotillo) y
termina provocando la muerte por asfixia. Plinio la describe con ulceración
en la boca y llagas pestilentes.
- Peste blanca o tisis, constatada desde la prehistoria a través de la
paleosteología. La produce el Microbacterium tuberculosis, descubierto
por Koch en 1882. Se trata de una enfermedad epidémica que evoluciona
a brotes que se desarrollan a lo largo de decenios. Los síntomas son:
extremado enflaquecimiento, enrojecimiento cutáneo provocado por la
persistente fiebre y tos con expectoración sangrienta. La tuberculosis fue
erradicada de España hace unos cuarenta años, pero últimamente ha
resurgido tras la llegada de inmigrantes procedentes del Tercer Mundo.
- Piojos guerreros o tifus. Santiago Loren la define como «...una
enfermedad de guerras, de hambres, de prisioneros, de cárceles, de
barcos y ciudades medievales...». Está producida por un germen llamado
Rickettsia, que se transmite al ser humano a través del piojo.
- Mal aire o paludismo. paludismo. Surgido en las zonas pantanosas
italianas hoy desecadas, se extendió por toda Europa en varias ocasiones.
Se la llamó «malaria» (del italiano mala aria = mal aire), por pensar que el
aire putrefacto de las ciénagas era el causante de esta enfermedad
parasitaria. Los síntomas son fiebres intermitentes, anemia y
manifestaciones nerviosas. En su fase más avanzada se produce un
aumento del volumen del bazo y el hígado.
- Peste negra. Producida por el bacilo Yersinia pestis, aislado en 1894 por
el microbiólogo Yersin, durante una epidemia en Hong-Kong. Es
transmitida por la pulga de la rata negra (Xenopsylla cheopis). La pulga
pica a la rata y la subciona la sangre infectada con el bacilo, que se
multiplica en la pulga hasta saturarla e impedirla alimentarse, por lo que
regurgita e inocula los gérmenes en la nueva picadura. También se
contagia de hombre a hombre por vía pulmonar-respiratoria Anexo 1
Hubo enfermedades que generaron marginación en la Plena y Baja Edad
Media porque traían consigo falta de trabajo, como los ciegos y los ciegos
tullidos. tullidos La mala alimentación, unida a la falta de higiene, eran
responsables de la abundancia de cegueras producidas por glaucomas y
tracomas. El glaucoma es glaucoma típico de la Edad Media. Se
distinguen dos formas: la congestiva, en la que la raíz del iris obstruye el
ángulo de la cámara anterior del ojo (más frecuente en las mujeres), y la
simple, que consiste en un trastorno del mecanismo de filtración.
Degenera en ceguera total. El tracoma es tracoma una queratoconjuntivitis
granulosa crónica determinada por el Chlamydia trachomatis. En su
primera fase es muy contagiosa, el hacinamiento y la suciedad favorecen
la transmisión. Se manifiesta por fotofobia, lagrimeo, sensación de ardor
local y trastornos visuales, hasta producir la incapacidad permanente del
ojo.
En la Alta Edad Media la epilepsia fue epilepsia considerada como el mal
de los grandes hombres y no estaba mal vista. Parece que la propia Sta.
Hidelgarda de Bingen lo padeció. Con el transcurrir del tiempo se
consideró que las personas afectadas por este mal eran víctimas de una
posesión demoníaca lo que llevó a la marginación del afectado. Su
curación era intentada a base de exorcismos para expulsar al demonio del
cuerpo poseído.
En la Alta Edad Media la locura no implicaba marginación: los locos eran
tenidos por intermediarios entre el mundo sobrenatural y los hombres,
dotados del poder de predecir; ingenuos y sinceros por lo que estaban
más cerca de Dios, tanto es así, que hasta bien entrado el siglo XVI no
aparecen datados los primeros manicomios, lo que indica que con
anterioridad a esta fecha no se recluía a los locos. Solo en sus formas
más violentas fue considerada como mal del demonio e intentada curar
con exorcismos. La frenesís magna, llamada así porque el que padece la
enfermedad rechina los dientes (en latín frendere), hoy conocida como
esquizofrenia, se trataba de curar con música.
De todas formas, lo esencial para el médico desde la antigüedad hasta el
Renacimiento era averiguar esas alteraciones en los humores para poder
tratar la enfermedad. Si la dolencia actuaba por ejemplo por sus
cualidades cálidas, era necesario un remedio frío, si lo hacía por las
húmedas, medicamentos secos. La necesidad de eliminar humores
dañados nos explica muchas de las prácticas médicas de entonces, que
ahora nos parecen absurdas. Así las vomitivas, las sudoríficas, asimismo
las purgas y los enemas. Incluso la sangría. Los médicos mantuvieron
durante siglos una concepción clásica, entendiendo por enfermedad la
alteración de los humores. (La sangre, la pituita (o flema) y las dos bilis, la
amarilla y la negra). Las enfermedades eran muchas y graves, haciendo
que la vida media fuese muy baja.
“Algunos eran males antiguos, heredados de tiempos pretéritos, así la
gripe o la tuberculosis, las enfermedades intestinales y la peste. Desde
luego el paludismo”
Las infecciones y parasitosis eran las más frecuentes y las que producían
una altísima mortalidad.
Estás terribles epidemias también las de gripe, tifus o viruela- causaron
terrible morbilidad y mortalidad, así mismo produjeron terribles
despoblaciones, como cambios importantes en la vida cultural, social y
política.
Si la persona humana si su naturaleza- estaba formada por humores,
estos se componían de elementos, partículas irreductibles, dotadas de
cualidades. Los humores eran la sangre, la pituita (o flema) y las dos bilis,
la amarilla y la negra.
El equilibrio de estos suponía la salud, el desequilibrio la enfermedad.
(García Ballester, 1972) Eran ideas que venían de Empédocles, Aristóteles
e Hipócrates y que Galeno perpetuó. La misión del médico –y del cirujano
y el boticario- era atender a las desviaciones de la naturaleza, para con
sus remedios volver los humores, devolver la naturaleza humana, a sus
cauces normales. (Laín Entralgo, 1977; Laín Entralgo, 1970; Laín Entralgo,
1964)
La última gran peste de la Europa occidental fue la peste de Marsella de
1720, a partir de entonces prácticamente la epidemia desaparece de estas
tierras. Las causas a las que se atribuye son muy variadas. Para algunos
autores serían las mejoras en los hábitos higiénicos y alimentarios, al
progresar también las condiciones de vida en esta Europa. También se
añaden o proponen como alternativas otros factores. En la época de la
peste marsellesa escribe Defoe El diario del año de la peste, en que se
remonta a la peste de Londres de 1665. Se vendería bien como los libritos
sobre la peste. Tras esa epidemia viene el incendio de la ciudad, que
parece limpiarla de la peste. En efecto, las casas de madera se sustituyen
por las de piedra y una mayor higiene parece alejar la rata negra con sus
pulgas. Serían algunas explicaciones de esta atenuación de la peste
Pero además aparecen enfermedades nuevas, algunas extrañas como el
llamado “sudor inglés”, que cursaba con sudoraciones y fiebres,
produciendo con frecuencia la muerte. Tal como apareció desapareció, sin
identificaciones o causas claras. Otra enfermedad que se muestra con
enorme fuerza en esta época es el tabardillo, llamado también tifus
exantemático, morbo lenticular, pintas… por las manchas cutáneas que
produce. Este tifus distinto de la fiebre tifoidea, también muy frecuente
siempre- se produce en aglomeraciones de gente y en la falta de higiene.
Los piojos transportan las rickettsias. Así se relaciona con las guerras de
Granada y la dispersión de los moriscos. Ha sido frecuente en muchas
guerras, se dice que mató más que los rusos en las campañas de
Napoleón. También las guerras del siglo XX han sido acompañadas de
este tipo de enfermedad nueva que más ha llamado la atención es la
sífilis, que acompaña como un terrible castigo los cambios de vida en
ciudades y cortes. Desde mucho tiempo atrás se discute por qué se
produce esta irrupción de la enfermedad en Europa en esa época.
Motivaciones religiosas no faltaron, se afirmaba, como las muchas que
siempre han acompañado a la historia de la enfermedad. Se dijo que la
causa eran los excesos y profa” naciones de las tropas del rey francés que
había llegado a Nápoles. Desde luego en su camino de vuelta propagaron
la enfermedad, que vino a llamarse “mal francés” o “morbo gálico”. Pero se
dijo que el origen era América y que la trajeron los conquistadores, a la
vez que producían allá terribles contagios, como la gripe o la viruela, o
bien la fiebre amarilla.
El gran clínico francés las clasificará al terminar el siglo XVIII en idiotismo,
demencia, manía y melancolía. Esta última era enfermedad de moda en el
Renacimiento, como volverá a suceder en el Romanticismo y en la época
en que vivimos. Se consideró además que era enfermedad muchas veces
selecta, retomando el viejo escrito Problemas de la escuela aristotélica. Se
preguntaba allí por qué todos los personajes distinguidos eran
melancólicos, mencionando a Hércules, a Sócrates y a los poetas.

HABITOS EN LA EDAD MEDIA Y EL RENACIMIENTO


La Edad Media es considerada una de las épocas más oscuras de la
humanidad, por un milenio, tras la caída del Imperio Romano de Occidente
en el año 476 d. C. y hasta el fin del Imperio Romano de Oriente en 1453.
En esta época proliferó la barbarie, y la fe tuvo un papel más importante
sobre la ciencia y la cultura, por lo que, a su final, apareció una de las
épocas más luminosas de la humanidad, el Renacimiento.
Las costumbres de la época se caracterizaron sobre todo por una falta
casi total de higiene entre la población, lo que en el siglo XIV provocó la
epidemia de la peste bubónica, que cobró la vida de alrededor de 25
millones de personas en Europa.
Sin embargo, la gente se resistía al baño durante esta época, debido a
que se pensaba que al bañarse se abrían los poros del cuerpo y por ahí
entraba la enfermedad. Incluso, los médicos pidieron que se cerraran lo
baños.
La costumbre más conocida de la época era que la gente casi nunca se
bañaba, pues este hábito era casi exclusivo de la nobleza, pero aun así
estas clases no lo practicaban con frecuencia, por lo que la gente
normalmente hedía de manera insoportable. Este fue el origen de los
reconocidos perfumes franceses. También había algunos baños públicos,
pero en realidad eran una forma de ocultar casas de citas, por lo que
fueron condenados por la Iglesia.
Debido a estos olores, normalmente la gente usaba varias capas de ropa
gruesa, pero para ir al baño era algo muy complicado, por lo que muchas
veces preferían orinar sin quitarse la ropa. También se dice que se usaba
la orina como enjuague bucal.
También en esta época proliferaron los abanicos entre las clases altas,
para dispersar un poco el hedor.
La gente normalmente se bañaba una vez al año, cuando se derretía la
nieve y la temperatura se elevaba. Por ello, las bodas se celebraban
normalmente en los meses de mayo y junio para evitar que el ser amado
percibiera el hedor del resto del año.
Otra tradición que surgió en esta época fue el usar ramos de flores en las
bodas, con la misma intención de disfrazar un poco el hedor de la novia.
El baño para la población en general se anunciaba con una trompeta, la
gente comenzaba a llegar y se acomodaba en los bancos que había para
disfrutar del agua, existían masajistas que aplicaban ungüento y había un
barbero para cortar cabello y barba a los hombres.
Mientras que, entre las clases altas, bañarse era un signo de distinción,
que se acompañaba de fiestas y comilonas, era común meterse a duchar
con comida.
También en esa época surgió en España la frase de advertencia “¡Aguas!”.
Esto se debe a que la gente desde lo alto de sus casas arrojaba hacia la
calle sus desechos, pues no había desagües, y para advertir a la gente,
gritaban “¡Aguas!”.
La forma de comer también era un desastre, no se limpiaban los platos o
vasos de estaño que se oxidaban con el tiempo y podían causar
envenenamiento a la gente que los usaba.
El baño
En realidad, darse una ducha no era algo que se hacía con frecuencia, los
baños estaban reservados para la nobleza, existían baños públicos, pero
eran mal vistos, sobre todo por la Iglesia que consideraba que se usaban
para tapar casas de cita y bueno, tenían razón.
Las mujeres
Todos hemos visto la gran, gran, gran cantidad de ropa que llevaba una
mujer en la Edad Media. Anexo 2 Pues ir al baño era obviamente algo muy
complicado, por lo cual existe la leyenda de que hacían sus necesidades
sin quitarse la ropa y que a menudo el enjuague bucal era su propia orina.
Los abanicos
Seguro has pensado que estos artefactos eran usados para disminuir el
calor y sí, pero también eran útiles para mitigar el mal olor de las ropas
sucias de las chicas.
Bañarte en tu cumpleaños
Parece una broma, pero viene de que los baños eran una vez al año, los
primeros eran en mayo, lo que derivó en la costumbre de hacer los
casamientos en mayo y junio para evitar los malos olores del ser amado.
Con la llegada del S. XVIII llega el cambio de actitud hacia el baño, ya que
empiezan a aparecer habitaciones específicas para el aseo corporal y se
aumenta el aumento de fabricación y uso de bañeras. Asimismo, los libros
de salud empiezan a insistir con más frecuencia en las virtudes
estimulantes del frío. Los médicos, incluso, atribuyen al agua “cualidades
morales» especialmente cuando está en este estado. Son los grupos
burgueses los que difundirán esta idea, aludiendo a que el agua caliente
producía el afeminamiento y la haraganería, identificándola como artificio
aristocrático. “Agua fría para el burgués poderoso; agua caliente para el
noble decadente.» Anexo 3
Las ciudades europeas de la Edad Moderna eran lugares inmundos hasta
la revolución hidráulica, que llegó ya en el XIX. Carecían de alcantarillado
y canalizaciones. Las calles y plazas eran vertederos por donde casi
siempre había agua y orines estancados. A lo que se sumaba, la amonto
nación de los excrementos de los animales que transitaban por las calles.
Además, los carniceros sacrificaban a los animales en plena vía pública,
mientras en los barrios de los curtidores y tintoreros eran el foco de las
infecciones y malos olores. Por ello, los municipios y los Consejos de las
ciudades contaminadas, elaboraban reglamentos referidos a la higiene
individual. Se aconsejaba rehuir los trabajos violentos, pues se decía que
estos calentaban los miembros, al igual que lo hacía los baños.
Durante la etapa medieval y moderna, hasta la llegada del XVIII, tampoco
existía un medio de higiene o instrumental asociado con las evacuaciones
de heces y orina. Las personas no solían tener una buena limpieza en sus
partes íntimas cada vez que tenían que llevar a cabo esta actividad, por lo
que el olor resultaba fuerte y evidente. Esta mala limpieza ocasionaba
igualmente la frecuencia de las enfermedades infecciosas en la
población. En la etapa medieval, y en gran parte de la moderna – en las
capas más bajas e incluso de las altas, los baños solían ser recovecos de
las propias paredes de las viviendas, esquinas, patios o establos. Incluso
en las mejores casas, los suelos eran normalmente de tierra cubierta con
cañas, encubriendo «escupitajos, vómitos y orina de perros y hombres,
cerveza derramada y restos de pescado y otra porquería indecible», tal y
como sucintamente resumió el teólogo y viajero holandés Erasmo de
Rotterdam en 1524. Un par de veces al año se depositaban nuevas capas
de cañas, pero los viejos excrementos no se retiraban, por lo que, añadía
Erasmus con abatimiento, «el sustrato podía permanecer imperturbable
durante veinte años». Efectivamente, los suelos eran un nidal enorme,
favorecido por insectos y roedores furtivos, la incubadora perfecta de la
peste.
En época del rey Luis XIV el cuidado seguía en retroceso y las mujeres se
bañaban, como mucho, dos veces al año. Se prefirió, como medida de
higiene, colocarse una camisa de lino que, al parecer, absorbía la
suciedad y así no era necesario bañarse. Con la llegada de la Revolución
Industrial, llegaron aires renovados al ámbito de la higiene. Se prohibió
lanzar los desechos a la calle, comenzaron a instalar letrinas colectivas y
se descubrió el cloro. En el siglo XIX, la limpieza volvió a cobrar la
importancia que realmente tiene. Se instalaron retretes en las casas,
tuberías para canalizar los desechos y los médicos comenzaron a
recomendar los baños para acabar con infecciones y enfermedades
CONCLUSIONES

La medicina renacentista se caracteriza por el resurgimiento del


hipocratismo, entendiendo la enfermedad como una alteración de los
humores. Se heredan muchas enfermedades, apareciendo otras nuevas,
pudiendo destacarse la sífilis, que se relacionó con el Nuevo Mundo. El
hipocratismo permite una observación cuidada de la enfermedad, así del
garrotillo o del tifus exantemático. También una atención hipocrática al
tratamiento, que se pautaba desde el más suave, la dieta, al más agresivo,
la cirugía, pasando por los remedios naturales, sobre todo del mundo
vegetal. También se prestó atención a las enfermedades del alma, que
pasaron de ser consideradas acción del diablo o de la delincuencia, a ser
tratadas como trastornos naturales. La naturaleza fue estudiada con
cuidado en estilo hipocrático, tanto en el individuo, como en la sociedad y
el medio. De interés es la preocupación por la naturaleza americana, que
tantos recursos proporcionó, no solo económicos, también alimentarios,
científicos y médicos.
BIBLIOGRAFIA

 https://www.elsevier.es/index.php?p=revista&pRevista=pdf-
simple&pii=X2013524607838815&r=319
 Estos eran los hábitos de higiene que se practicaban en la Edad
MediaTeorema Ambiental
 10 hábitos de higiene insólitos en la Edad Media (elimparcial.com)
 Medicina y enfermedad en el Renacimiento - Dialnet (unirioja.es)
 Medicina y Enfermedad en el Renacimiento | uDocz
 Microsoft Word -
PesetMEDICINAYENFERMEDADRENACIMIENTO.docx (uned.es)
ANEXOS

Anexo 1 Ciudadanos de Tournai enterrando víctimas de la peste


negra. Miniatura de Pierart dou Tielt, c. 1353.

Anexo 2 baño de mujeres

Anexo 3 Representación pictórica de una mujer bañándose en una


bañera, del S. XVIII. (Source)

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