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Las industrias continúan utilizando minerales peligrosos, sustancias químicas sintéticas para
fabricar sus artículos a pesar de los graves impactos que producen sobre nuestra salud y el medio
ambiente. Estos contaminantes llegan al aire que respiramos, a los animales y al agua de nuestros
ríos y océanos.
Con la llegada de la Revolución Industrial (Inglaterra, entre 1760 y 1800), se diseñaron procesos de
producción utilizando energía y maquinaria para fabricar productos que no eran directamente
proporcionados por la Naturaleza. Aquí nació la gran industria actual.
. La palabra "fósil" deriva del término "fossilis" o excavación, con referencia al hecho de que la
mayoría de los combustibles fósiles (aún los osteolitos exhibidos en los museos de historia
natural), fueron convertidos en fósiles a través de un largo proceso de permineralización.
El problema de la contaminación industrial afecta al aire, al agua y la tierra. Las causas más
comunes de la contaminación ambiental, aparte de la quema de combustibles fósiles, es el
sobreuso de fertilizantes y pesticidas sin control (como el DDT en los hogares), el manejo y
almacenamiento inapropiado de desperdicios orgánicos e inorgánicos como el plástico, desechos
de fábricas, hospitales, restaurantes, mercados, y conjuntos habitacionales, la destrucción de
televisores analógicos y sus delicados componentes tóxicos, el almacenamiento inapropiado de
medicamentos tóxicos caducados y la baja calidad de los procesos de refinación del petróleo,
generando compuestos orgánicos volátiles y sustancias químicas que consisten en pequeñas y
finas partículas como el humo y los gases que se elevan a la atmósfera.
Importancia de conocer la contaminación Los ríos, lagos y mares recogen, desde tiempos
inmemoriales, las basuras producidas por la actividad humana. El ciclo natural del agua tiene una
gran capacidad de purificación. Pero esta misma facilidad de regeneración del agua, y su aparente
abundancia, hace que sea el vertedero habitual en el que arrojamos los residuos producidos por
nuestras actividades. Pesticidas, desechos químicos, metales pesados, residuos radiactivos, etc., se
encuentran, en cantidades mayores o menores, al analizar las aguas de los más remotos lugares
del mundo. Muchas aguas están contaminadas hasta el punto de hacerlas peligrosas para la salud
humana, y dañinas para la vida. La degradación de las aguas viene de antiguo y en algunos lugares,
como la desembocadura del Nilo, hay niveles altos de contaminación desde hace siglos; pero ha
sido en este siglo cuando se ha extendido este problema a ríos y mares de todo el mundo. Primero
fueron los ríos, las zonas portuarias de las grandes ciudades y las zonas industriales las que se
convirtieron en sucias cloacas, cargadas de productos químicos, espumas y toda clase de
contaminantes. Con la industrialización y el desarrollo económico este problema se ha ido
trasladando a los países en vías de desarrollo, a la vez que en los países desarrollados se producían
importantes mejoras.
Se hizo evidente que el ser humano tiene el poder de transformar, de innumerables maneras y a
gran escala, todo cuanto lo rodea y, como consecuencia, ha venido desarrollando técnicas de
producción intensivas que no consideran el impacto de estas actividades sobre el ambiente. En
este contexto, no es de extrañar que los problemas de contaminación sean más evidentes a partir
de la era industrial, momento a partir del cual se comenzaron a generar grandes cantidades de
desechos a velocidades superiores a las que los ecosistemas son capaces de degradar. En efecto,
está generalmente aceptado que la actividad industrial es la principal responsable de las emisiones
atmosféricas, la producción de los desechos peligrosos, la generación de efluentes líquidos, así
como de producir contaminación térmica y sónica.
Los graves problemas generados por la contaminación como consecuencia del acelerado
desarrollo industrial condujeron a que se cuestionara el modelo de crecimiento imperante y sus
implicaciones en la degradación del ambiente y la afectación de los recursos naturales,
generándose propuestas de diferente índole para su control. Entre las principales herramientas
que se han propuesto para el control de la contaminación industrial y sus consecuencias se
pueden citar herramientas legales, educativas, económicas, gerenciales y tecnológicas, entre
otras.
1. Contaminación del aire
Nos afecta a lo largo de toda la vida, desde que estamos en el vientre materno hasta la muerte.
Pero, ¿somos conscientes de lo que respiramos?
El 98% de las ciudades de países de ingresos bajos y medios no cumple con los niveles seguros de
calidad del aire de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En los países de ingresos altos, ese
porcentaje disminuye al 56%.
Hay una abundante evidencia científica que subraya la necesidad urgente de mejorar la calidad del
aire. Muchas veces no es visible, pero la contaminación del aire, en particular la procedente del
tráfico, es la causa de algunas de nuestras enfermedades más comunes. Cáncer de pulmón, ictus,
enfermedades respiratorias y un largo etcétera son causados por esta asesina invisible. Más allá de
la polución, el entorno urbano en el que vivimos impacta directamente en la salud y el bienestar.
2. Ruido
El tráfico que colapsa la ciudad, las obras en la calle, el camión de la basura, los ruidos domésticos
de los vecinos, las terrazas... Las ciudades son sinónimo de ruido. Pensamos que la contaminación
acústica es solo una molestia y no lo asociamos directamente con nuestra salud.
Sin embargo, el ruido afecta a la salud hasta tal punto que la Organización Mundial de la Salud
(OMS) clasifica el procedente del tráfico como el segundo factor medioambiental más perjudicial
en Europa, detrás sólo de la contaminación del aire.
El ruido se define como un "sonido no deseado" y es uno de los factores ambientales más
importantes a nivel de salud pública. El tráfico rodado es la fuente de contaminación acústica más
común tanto dentro como fuera de las ciudades, seguido de los trenes y los aviones.
De toda la carga de enfermedad que se atribuye a una mala planificación urbana, el ruido del
tráfico representa el 36%, un porcentaje incluso superior al que se atribuye a la contaminación del
aire.
3. Espacios naturales
La ciudad del futuro debe ser una ciudad verde. Los estudios científicos asocian los espacios verdes
-parques urbanos, jardines, calles arboladas o bosques, entre otros- a numerosos beneficios para
la salud en personas adultas, como la reducción del estrés, el hecho de vivir más años o un mejor
estado de salud general y mental.
Aún se desconoce qué características de los espacios naturales son más beneficiosas para la salud
de las personas, cuál es el mecanismo que explica esta relación y qué espacios naturales mejoran
de manera más notable la salud de las personas.
La naturaleza debe formar parte de la ciudad. Más allá de puntos dispersos, los espacios naturales
deben ser una trama que comunica todo el espacio urbano y beneficia a toda la ciudadanía.
4. Actividad física
Las ciudades deben ser diseñadas para fomentar la actividad física mediante el transporte activo,
es decir, que el diseño urbano facilite los desplazamientos a pie o en bicicleta.
La mitad de los viajes en coche dentro de la ciudad cubren trayectos de menos de 5 km. Es una
distancia que se puede recorrer en transporte activo con un gran impacto en la salud pública:
aumenta la actividad física y se reduce los niveles de contaminación del aire y acústica.
Aumentar el nivel de actividad física es una necesidad social, no solo individual, que debe ser
integrada en el diseño de nuestras ciudades.
5. Temperatura
¿Sabías que en las ciudades las temperaturas suelen ser más altas que en las zonas que las
rodean? De hecho, la temperatura nocturna puede llegar a ser hasta 10 grados más alta en los
entornos urbanos que en los alrededores.
La forma geométrica de las ciudades, con grandes edificios y zonas pavimentadas que absorben el
calor, o la falta de espacios verdes son algunas de las causas.
Desde Ballester proponemos 5 acciones que contribuyen a cumplir el objetivo de cuidar el medio
ambiente:
2. Mejore la gestión de los materiales y residuos peligrosos. Gestione sus residuos contaminantes
a través de un gestor autorizado.
3. Optimice los envases de sus productos. Realice un plan de prevención de envases específico.
Utilice nuevos materiales más biodegradables.
4. Tome en consideración el medio ambiente y haga que sea una parte importante de la gestión de
su empresa. Implante sistemas de gestión medioambiental y Responsabilidad Social Empresarial.
Haga de su empresa un agente promotor del cambio y del avance en pro del planeta, mientras
ahorra en sus costes regulares.
En las empresas los viernes se deberían desenchufar las tomas de corriente en las que van
conectados los ordenadores para así evitar que los equipos electrónicos sigan consumiendo
energía al no estar desenchufados. Medidas como ésta y otras como el no abusar del uso del aire
acondicionado y/o la calefacción, permitirán a las empresas ahorrar a la misma vez que educan a
sus empleados en el desarrollo de un nivel superior de sensibilidad para con nuestro entorno así
como para afianzar una mayor consciencia ambiental.