Catequesis: Adaptación de la encíclica “Laudato Si” (P. Francisco) -Prof. Clara M.

lara M. Vivino Catequesis: Adaptación de la encíclica “Laudato Si” (P. Francisco) -Prof. Clara M. Vivino

Adaptación de la Enciclica
EL CÁNTICO DE LAS CREATURAS,
San Francisco de Asís ( 1182- 1226)

"Laudato si"
Alabado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el hermano Sol, por quien nos das el día y nos iluminas,
y es bello y radiante, y lleva por los cielos
noticia de su Autor.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las

estrellas claras que tu poder creó, tan limpias, tan hermosas,
(“Alabado seas”) tan vivas como son, y brillan en los cielos

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento y por el aire,

y por la nube y por el cielo sereno, y por todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana agua,

Sobre preciosa en su candor, que es útil, casta, humilde:

Y por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol

el cuidado de que es fuerte, hermoso, alegre: ¡Alabado mi Señor!

Y por la hermana tierra, que es toda bendición;

Nuestra Casa Común la hermana Madre Tierra que da, en toda ocasión,
las hierbas y los frutos y flores de color, y nos
sustenta y rige ¡Alabado mi Señor!

¡Agradezcan sus dones, canten su creación!

¡Todas las criaturas, alaben al Señor!
Papa Francisco
Roma, 24/5/2015
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1. «Laudato si’, mi’ Signore» – «Alabado seas, mi Señor», cantaba san Francisco de Asís. En ese Mi llamado
cántico nos recordaba que nuestra casa común es como una hermana con la cual compartimos la
13. El desafío (urgente) de proteger nuestra casa común implica incluye unir a toda la familia
existencia, y como una madre que nos acoge en sus brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la
humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral. Necesitamos una conversación que
hermana Madre Tierra, la cual nos sustenta...
nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos nos interesa y nos impacta a todos
Hoy esta hermana llora por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del
El movimiento ecológico mundial ya ha generado numerosas agrupaciones que ayudaron a la
abuso de lo que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y
concientización. Deseo reconocer, alentar y dar las gracias a todos los que, están trabajando para
dominadores, autorizados a arrasarla.
garantizar la protección de la casa que compartimos. Merecen una gratitud especial quienes luchan con
Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (Gén 2,7), que nuestro propio cuerpo
energía para resolver las consecuencias de la crisis en la vida de los más pobres del mundo.
está constituido por los elementos del planeta. La enfermedad que vemos en el suelo, en el
Lamentablemente, muchos esfuerzos para buscar soluciones suelen ser frustrados no sólo por el
agua, en el aire y en los seres vivientes, en los pobres más abandonados y maltratados, es un
rechazo de los poderosos, sino también por la falta de interés de los demás; con actitudes que
síntoma más de la violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado.
van, aun entre los creyentes, desde la negación del problema hasta la indiferencia, la resignación
cómoda o la confianza ciega en las soluciones técnicas.
Unidos por una misma preocupación
Sabemos que las cosas pueden cambiar. El Creador no nos abandona, nunca hizo marcha
El Papa Pablo VI se refirió a la problemática ecológica presentándola como una crisis debido a atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado. La humanidad aún posee la
la actividad descontrolada del ser humano. Juan Pablo II llamó a una conversión ecológica global. capacidad de colaborar para construir nuestra casa común.
Benedicto XVI nos propuso reconocer que todo el ambiente, tanto el ambiente natural como el
ambiente social, está lleno de heridas producidas por nuestro comportamiento irresponsable. Y que Necesitamos una solidaridad universal nueva. Se necesitan los talentos y la implicación de todos
todas ellas se deben a la idea de que “no existen verdades indiscutibles que nos deban guiar a para reparar el daño causado por el abuso humano a la creación de Dios. Todos podemos colaborar
todos”, por eso nuestra libertad no está limitada por nada ni nadie y se des-controla. Estos Papas como instrumentos de Dios para el cuidado de la creación, cada uno desde su cultura, su experiencia,
juntan la reflexión de científicos, filósofos, teólogos y organizaciones. también fuera de la Iglesia sus iniciativas y sus capacidades.
Católica otras comunidades cristianas –así como otras religiones – han desarrollado una valiosa
reflexión sobre estos temas. El Patriarca Bartolomé de la Iglesia Ortodoxa habló sobre la necesidad Franciscus
de que cada uno se arrepienta de sus propias maneras de dañar el planeta, porque, «en la medida COMO ESTÁ ORGANIZADA ESTA ENCÍCLICA
en que todos generamos pequeños daños ecológicos, estamos llamados a reconocer nuestra
contribución a la destrucción de la creación. Que los seres humanos destruyan la diversidad Nada de este mundo nos resulta indiferente
biológica; que degraden la tierra y contribuyan al cambio climático, desnudando la tierra de sus bosques Unidos por una misma preocupación
INTRODUCCIÓN El por qué de esta encíclica San Francisco de Asís
naturales; contaminen las aguas, el suelo, el aire; Todos estos son pecados, porque «un crimen contra Mi llamado
la naturaleza es un crimen contra nosotros mismos, y también es un pecado contra Dios» Contaminación y cambio climático; La cuestión del agua; la
1° LO QUE LE un breve recorrido por los distintos
Pérdida de biodiversidad; el Deterioro de la calidad de la vida
ESTÁ PASANDO A aspectos de la actual crisis
San Francisco de Asís humana y degradación social; La desigualdad planetaria; La
NUESTRA CASA ecológica debilidad de las reacciones; la Diversidad de opiniones.
10. Tomé su nombre como guía y como inspiración en el momento de mi elección como Papa porque La luz que ofrece la fe;
creo que Francisco es el mejor ejemplo del cuidado de lo que es débil, vivido con alegría. Prestó La sabiduría de los relatos bíblicos;
Razones cristianas para explicar
especial atención hacia la creación de Dios y hacia los más pobres y abandonados. Amaba y era EL EVANGELIO DE El misterio del universo; El mensaje de cada criatura en la
nuestro compromiso con el
amado por su alegría, su entrega generosa, y su corazón universal. Es amado también por muchos LA CREACIÓN armonía de todo lo creado; Una comunión universal;
ambiente.
que no son cristianos, y los católicos lo consideramos el santo patrono de todos los que estudian y Destino común de los bienes;
trabajan en torno a la ecología. La mirada de Jesús.
Vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y La tecnología: creatividad y poder; Globalización del
consigo mismo. En él vemos hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, 3° RAÍZ HUMANA Llegar a las raíces de la actual paradigma tecnocrático; Crisis y consecuencias del
situación, las causas más
el compromiso con la sociedad, la justicia con los pobres, y la paz interior. DE LA CRISIS antropocentrismo moderno; El relativismo práctico; Necesidad
profundas, de manera que no
Así como sucede cuando nos enamoramos de una persona, cada vez que él miraba el sol, la ECOLÓGICA miremos sólo los síntomas de preservar el trabajo; innovación biológica a partir de la
luna o los más pequeños animales, su reacción era cantar, porque para él cualquier criatura era una investigación
hermana, unida a él con lazos de cariño. Por eso se sentía llamado a cuidar todo lo que existe. Ecología ambiental, económica y social; Ecología cultural;
4° UNA ECOLOGÍA Proponer una ecología que
Al considerar el origen común de todas las cosas, Dios Creador, daba a todas las criaturas el Ecología de la vida cotidiana; El principio del bien común;
INTEGRAL incorpore al ser humano.
nombre de “hermanas”. Y esta convicción no puede ser despreciada como si fuera un “romanticismo Justicia entre las generaciones
irracional”, porque creer esto marcará nuestra manera de comportarnos: si no nos acercamos a la Diálogo sobre el medio ambiente en la política internacional;
5° ALGUNAS Algunas líneas de acción que
naturaleza con esta apertura a la maravilla, si ya no hablamos el lenguaje de la armonía y de la belleza Diálogo hacia nuevas políticas nacionales y locales; Diálogo y
LÍNEAS DE involucren tanto a cada uno de transparencia en los procesos decisionales; Política y
en nuestra relación con el mundo, nuestras actitudes serán las del dominador, del consumidor o del ORIENTACIÓN Y nosotros como a la política economía en diálogo para la plenitud humana; Las religiones
explotador de recursos, incapaz de poner un límite a sus intereses inmediatos. En cambio, si nos ACCIÓN
internacional. en el diálogo con las ciencias
sentimos íntimamente unidos a todo lo que existe, el cuidado brotará de manera espontánea.
San Francisco, nos propone reconocer la naturaleza como un espléndido libro en el cual Dios convencido de que todo cambio Apostar por otro estilo de vida; Educación para la alianza entre
nos habla y nos refleja algo de su hermosura y de su bondad. Por eso, él pedía que en el convento 6° EDUCACIÓN Y necesita motivaciones y un camino la humanidad y el ambiente; Conversión ecológica; Gozo y
siempre se dejara una parte del huerto sin cultivar, para que crecieran las hierbas silvestres, de manera ESPIRITUALIDAD educativo, algunas líneas de paz; Amor civil y político; Signos sacramentales y descanso
que quienes las admiraran pudieran elevar su pensamiento a Dios, autor de tanta belleza. El mundo es ECOLÓGICA maduración humana; inspiradas la celebrativo; Trinidad y la relación entre las criaturas; Reina de
algo más que un problema a resolver, es un misterio alegre que miramos con radiante admiración. espiritualidad cristiana. todo lo creado; Más allá del sol.
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CAPÍTULO PRIMERO
LO QUE LE ESTÁ PASANDO A NUESTRA CASA
17. El cambio es algo deseable, pero se vuelve preocupante cuando lleva al deterioro del mundo y de la
calidad de vida de gran parte de la humanidad.
Después de un tiempo histórico caracterizado por una confianza irracional en el progreso y en la
capacidad humana, una parte de la sociedad está entrando en una etapa de mayor conciencia.
Hay una mayor sensibilidad con respecto al ambiente y al cuidado de la naturaleza, crece una sincera
preocupación por lo que está ocurriendo con nuestro planeta.
Con el objetivo de tomar conciencia, atreviéndonos a convertir en personal lo que le pasa al mundo
para ver que puede aportar cada uno a la solución, los invito a hacer un recorrido por aquellas
cuestiones que hoy nos provocan inquietud y que ya no podemos esconder debajo de la alfombra.
I. Contaminación y cambio climático
Contaminación, basura y cultura del descarte
20. Existen formas de contaminación que afectan cotidianamente a las personas: contaminación debida
al transporte, al humo de la industria, a los fertilizantes, insecticidas, fungicidas, controladores de
malezas y agrotóxicos en general. Tanto los residuos industriales como los productos químicos, aun
cuando están en niveles bajos, pueden producir un efecto de bio-acumulación en los organismos de
zonas cercanas, causando efectos irreversibles para la salud de las personas.
Y no debemos olvidar la alarmante contaminación producida por la basura. Se producen cientos de
millones de toneladas de residuos por año, muchos de ellos no biodegradables (residuos domiciliarios,
comerciales, de demolición, clínicos, electrónicos, industriales, residuos altamente tóxicos y
radioactivos). Así la Tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso
depósito de porquería.
Los ecosistemas naturales reciclan: las plantas alimentan a los herbívoros y éstos a los carnívoros, los
que al morir proporcionan residuos orgánicos que permiten el crecimiento de nuevos vegetales. En
cambio, la industria aún no ha desarrollado la capacidad de absorber y reutilizar sus desechos.
La tecnología pretende ser la única solución de los problemas pero como no siempre ve las
relaciones que existen entre las cosas, a veces resuelve un problema creando otros.
Estos problemas están muy unidos a la “cultura del descarte”, que vale tanto para cosas como
personas.
El calentamiento del clima
Nos encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático; acompañado del constante
crecimiento del nivel del mar, y con el aumento de eventos meteorológicos extremos. La humanidad
está llamada a realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo, para combatir
las causas humanas que producen o acentúan este calentamiento
Es verdad que hay factores no humanos involucrados (como el vulcanismo, las variaciones de la órbita
y del eje de la Tierra o el ciclo solar) pero la mayor parte del calentamiento global se debe al
efecto invernadero causado por la alta producción de gases en la industria (especialmente el
anhídrido carbónico, CO2). Estos gases se concentran en la atmosfera y no dejan que el calor de los
rayos solares se disperse en el espacio, por lo que el calor se acumula más y más en la tierra, como
en un invernadero. También influye la deforestación, hecha para aumentar la agricultura, ya que al
haber menos plantas disminuye la absorción del CO2, utilizado por ellas para hacer oxigeno.
Los efectos de este calentamiento son devastadores:
* El CO2 aumenta la acidez de los océanos, comprometiendo la cadena alimentaria marina.
* El crecimiento del nivel del mar, por ejemplo, puede crear situaciones de extrema gravedad si se tiene
en cuenta que la cuarta parte de la población mundial vive junto al mar o muy cerca de él, y la mayor
parte de las megaciudades están situadas en zonas costeras.
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* Los cambios del clima originan migraciones de animales y vegetales que no siempre pueden
adaptarse, y esto a su vez afecta los recursos de los más pobres, que viven en lugares particularmente
afectados por fenómenos relacionados con el calentamiento. Sus medios de subsistencia dependen
mucho de la agricultura, la pesca y los recursos forestales y no tienen otras actividades financieras y
otros recursos que les permitan adaptarse a los impactos climáticos o hacer frente a situaciones
catastróficas. Por eso se ven obligados a migrar por el futuro de sus vidas y de sus hijos, con todo
lo que ello conlleva. Estos migrantes no son reconocidos como refugiados en las convenciones
internacionales y llevan el peso de sus vidas abandonadas sin protección alguna.
Si la actual tendencia continúa, este siglo podría ser testigo de cambios climáticos
inauditos y de una destrucción sin precedentes de los ecosistemas. Por eso se ha vuelto urgente
el desarrollo de políticas que reduzcan (fuertemente y en los próximos años) la emisión de gases
contaminantes (por ejemplo, desarrollando fuentes de energía renovable en reemplazo de la utilización
de combustibles fósiles)
En algunos países se han dado avances significativos, por Ej. en formas de producción y de
transporte que consumen menos energía, así como en formas de construcción de edificios que mejoran
su eficiencia energética (edificios sustentables). Sin embargo, estas buenas prácticas están lejos ser
mundiales.
Otros indicadores de la situación actual tienen que ver con el agotamiento de los recursos
naturales
II. La cuestión del agua
El agua potable y limpia es indispensable para la vida humana y para los ecosistemas. Si bien la
provisión de agua permaneció relativamente constante durante mucho tiempo, ahora en muchos
lugares la demanda supera a la oferta.
29. Un problema particularmente serio es el de la calidad del agua disponible para los pobres,
que provoca muchas muertes todos los días. Son frecuentes enfermedades relacionadas con el
agua: la diarrea, el cólera, principales causas de mortalidad infantil.
Las aguas subterráneas en muchos lugares están amenazadas por la contaminación que
producen algunas actividades extractivas (minas, etc.), sobre todo en países donde no hay una
reglamentación y controles suficientes. No pensemos solamente en los vertidos de las fábricas. Los
detergentes y productos químicos que utilizan muchos de los hogares del mundo siguen derramándose
en ríos, lagos y mares.
Y mientras se estropea constantemente la calidad del agua disponible, en algunos lugares
avanza la tendencia a privatizar el agua. En realidad, el acceso al agua potable y segura es un
derecho humano básico, porque determina la sobrevivencia de las personas.
Se observa un derroche de agua no sólo en países desarrollados, sino también en aquellos
menos desarrollados que poseen grandes reservas. Esto muestra que el problema del agua es en
parte una cuestión educativa y cultural, porque no hay conciencia de la gravedad de estas
conductas
Algunos estudios han alertado sobre la posibilidad de sufrir una escasez aguda de agua dentro
de pocas décadas si no se actúa con urgencia. Es previsible que el control del agua por parte de
grandes empresas mundiales se convierta en una de las principales fuentes de conflictos de este
siglo.
III. Pérdida de biodiversidad
32. Los recursos de la tierra también están siendo depredados a causa de formas “inmediatistas”
de entender la economía.
La pérdida de selvas y bosques involucra al mismo tiempo la pérdida de especies. Especies que
podrían ser en el futuro importantes para la alimentación o para la curación de enfermedades. Las
diversas especies contienen genes que pueden ser recursos claves para resolver en el futuro alguna
necesidad humana o para regular algún problema ambiental.
Cada año desaparecen miles de especies vegetales y animales que ya no podremos conocer,
que nuestros hijos ya no podrán ver, perdidas para siempre. Y la inmensa mayoría se extinguen por
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razones que tienen que ver con alguna acción humana. Por nuestra causa, miles de especies ya no
darán gloria a Dios con su existencia ni podrán comunicarnos su propio mensaje. No tenemos derecho.
Es verdad que el ser humano debe intervenir cuando un geosistema entra en estado crítico, pero
la intervención humana en la naturaleza es muy compleja. Los constantes desastres que el ser
humano ocasiona provocan una nueva intervención suya, de tal modo que se crea un círculo
vicioso donde la intervención del ser humano para resolver una dificultad muchas veces agrava
más la situación. Por ejemplo, muchos pájaros e insectos desaparecen a causa de los agrotóxicos
usados para la agricultura. Pero esos pájaros son útiles a la misma agricultura, y su desaparición
deberá ser sustituida con otra intervención tecnológica, que posiblemente traerá nuevos efectos
nocivos.
Cuando se analiza el impacto ambiental de alguna obra, se suele atender a los efectos que
tendrá la obra en el suelo, en el agua y en el aire, pero no siempre se incluye un estudio cuidadoso
sobre el impacto en la biodiversidad, como si la pérdida de algunas especies o de grupos animales o
vegetales fuera algo de poca importancia. Las carreteras, los nuevos cultivos, los alambrados, los
embalses y otras construcciones van tomando posesión de los hábitats y las poblaciones de animales
ya no pueden migrar ni desplazarse libremente, de modo que algunas especies entran en riesgo de
extinción. No podemos evitar las carreteras, etc., pero existen alternativas que al menos disminuyen
el impacto de estas obras, como la creación de corredores biológicos, pero en pocos países se
advierte este cuidado y esta previsión.
Cuando sólo se busca el rendimiento económico rápido y fácil, a nadie le interesa realmente la
preservación de un ecosistema. Pero el costo de esto en realidad es altísimo, haciendo pagar al resto
de la humanidad, presente y futura, los costos de este egoísmo.
En el cuidado de la biodiversidad, los especialistas insisten en la necesidad de poner especial
atención a las zonas más ricas en variedad de especies, en especies endémicas, poco frecuentes o con
menor grado de protección efectiva. Hay lugares que exigen un cuidado particular por su enorme
importancia, por ejemplo, la Amazonia y la cuenca fluvial del Congo, o los grandes acuíferos y los
glaciares. No se ignora la importancia de esos lugares para el futuro de la humanidad. Los
ecosistemas de las selvas tropicales tienen una biodiversidad casi imposible de reconocer
integralmente, pero cuando esas selvas son quemadas o arrasadas para desarrollar cultivos, en pocos
años se pierden innumerables especies, cuando no se convierten en áridos desiertos.
Existen enormes intereses económicos internacionales que, bajo el pretexto de cuidar estos
lugares, pueden atentar contra las soberanías nacionales. De hecho, existen «propuestas de
internacionalización de la Amazonia, que en realidad sólo sirven a los intereses económicos de
corporaciones internacionales.
Es importante la tarea de organismos que sensibilizan a las poblaciones y cooperan
utilizando legítimos mecanismos de presión para que cada gobierno cumpla con su deber de
preservar el ambiente y los recursos naturales de su país, sin venderse a intereses locales o
internacionales.
El reemplazo de la flora silvestre por áreas forestadas con árboles, que generalmente son
todos de la misma especie, puede afectar gravemente la biodiversidad.
Los océanos contienen la mayor parte de la variedad de seres vivientes, pero se ve afectados
por el descontrol en la extracción de los recursos pesqueros, que provoca disminuciones drásticas
de algunas especies. Todavía siguen desarrollándose formas selectivas de pesca que desperdician
gran parte de las especies recogidas. Están especialmente amenazados organismos como el plancton,
que constituye la base en la cadena alimentaria de especies que, en definitiva, utilizamos para
alimentarnos.
Las barreras de coral, que equivalen a las grandes selvas de la tierra porque hospedan
aproximadamente un millón de especies (incluyendo peces, cangrejos, moluscos, esponjas, algas, etc.)
estén desapareciendo debido en gran parte a la contaminación que llega al mar como resultado de la
deforestación, de los cultivos agrícolas, de los vertidos industriales y de métodos destructivos de pesca,
especialmente los que utilizan cianuro y dinamita. Se agrava por el aumento de la temperatura de los
océanos.
Es necesario invertir mucho más en investigación para entender mejor el comportamiento de
los ecosistemas. Porque todas las criaturas están conectadas, y todos los seres nos necesitamos
unos a otros.
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Cada territorio tiene una responsabilidad en el cuidado de esta familia, por lo cual debería
hacer un cuidadoso inventario de las especies que alberga, para desarrollar programas y
estrategias de protección.
IV. Deterioro de la calidad de la vida humana y degradación social
Si tenemos en cuenta que el ser humano también es una criatura de este mundo, que tiene
derecho a vivir y a ser feliz, y que además tiene una dignidad especialísima, no podemos dejar de
considerar los efectos de todo esto en la vida de las personas.
• Hoy vemos, por ejemplo, el crecimiento desmedido y desordenado de muchas ciudades. Se
han hecho insalubres para vivir, y no solamente por la contaminación originada por las emisiones
tóxicas, sino también al caos urbano, la contaminación visual y acústica, y los problemas del
transporte. Muchas gastan energía y agua en exceso.
• No es propio de habitantes de este planeta vivir sin el contacto físico con la naturaleza. Hay
barrios que, aunque hayan sido construidos recientemente, están congestionados y
desordenados, sin espacios verdes suficientes. Además, la privatización de algunos lugares ha
hecho que el acceso de los ciudadanos a zonas de particular belleza se vuelva difícil. Si bien se
crean ciudades « ecológicas » bellas y llena de espacios verdes, éstas son sólo para unos
pocos: en ellas se intenta evitar que otros “entren a molestar” una tranquilidad artificial, y suelen
construirse en áreas « seguras », bien cuidadas, no en zonas menos visibles, donde viven los
descartables de la sociedad.
• los efectos de algunas innovaciones tecnológicas que, al causar desempleo, también afectan su
calidad de vida porque generan la exclusión social del desempleado, con desigualdad en el
acceso a la energía y otros servicios, el crecimiento de la violencia social, el narcotráfico, el
consumo creciente de drogas, la pérdida de identidad.
• A esto se agregan los medios del mundo digital cuando se convierten en “omnipresentes” y
están en todos lados y en todas las situaciones de la vida. la verdadera sabiduría viene de la
reflexión, del diálogo y del encuentro entre las personas, no se consigue con una simple
acumulación de datos. Allí, los medios digitales no favorecen el desarrollo de una capacidad de
vivir sabiamente, porque terminan saturando, causando una especie de contaminación “mental”.
Al mismo tiempo, tienden a reemplazarse las relaciones reales con los demás por un tipo de
comunicación mediada por Internet. Sí, los medios actuales permiten que nos comuniquemos y
que compartamos conocimientos y afectos. Y eso es bueno. Sin embargo, a veces también nos
impiden tomar contacto directo con la angustia, con el temblor, con la alegría del otro y con la
complejidad de la experiencia personal. Por eso no debería llamar la atención que, junto con la
gran oferta de estos productos, al mismo tiempo haya también una gran insatisfacción en las
relaciones entre las personas, o un aislamiento dañino.
V. Desigualdad planetaria
Como vimos, el ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, por eso no
podremos afrontar adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que
tienen que ver con la degradación humana y social.
Y el deterioro del ambiente y el de la sociedad afectan de un modo especial a los más débiles del
planeta: los más graves efectos de todas las agresiones ambientales los sufre la gente más pobre. Por
ejemplo, la contaminación del agua afecta particularmente a los más pobres que no tienen posibilidad
de comprar agua envasada, y la elevación del nivel del mar afecta principalmente a las poblaciones
costeras empobrecidas que no tienen a dónde trasladarse.
No suele haber conciencia clara de los problemas que afectan a los excluidos, aunque ellos son
la mayor parte del planeta. Miles de millones de personas. Sí, están presentes en los debates políticos
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y económicos internacionales, pero frecuentemente parece que sus problemas se plantean casi por
obligación y a la hora de la acción concreta quedan generalmente en el último lugar. En parte, esto se
debe a que muchos profesionales formadores de opinión, medios de comunicación y centros de
poder están ubicados lejos de los pobres, en áreas aisladas, sin contacto directo con sus problemas.
Viven y reflexionan desde la comodidad de una calidad de vida que no está al alcance de la mayoría de
la población mundial. Esta falta de contacto físico y de encuentro, ayuda a ignorar parte de la
realidad.
Esto a veces convive con un discurso «verde». Pero hoy no podemos dejar de reconocer que
un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la
justicia para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres. En lugar de
resolver los problemas de los pobres y de pensar en un mundo diferente, algunos sólo proponen una
reducción de la natalidad. Hay “ayudas” económicas internacionales” a los países pobres que se dan
solo bajo la condición de que impongan ciertas políticas de «salud reproductiva», de control de la
natalidad. Pero culpar al aumento de la población (y no al consumismo extremo y selectivo de algunos)
es un modo de no enfrentar los problemas, de justificar así el modelo actual, donde una minoría
se cree con el derecho de consumir en una proporción que sería imposible generalizar para todos
porque el planeta no podría ni siquiera contener los residuos de semejante consumo. Además,
sabemos que se desperdicia aproximadamente un tercio de los alimentos que se producen.
La desigualdad no afecta sólo a individuos, sino a países enteros. Nos obliga a pensar en
una ética en las relaciones internacionales. Porque hay una verdadera « deuda ecológica »,
particularmente entre el Norte y el Sur. Las exportaciones de algunas materias primas para satisfacer
los mercados en el Norte industrializado han producido daños locales, como la contaminación con
mercurio en la minería del oro, y daños planetarios, como calentamiento originado por el depósito de
residuos gaseosos de los países industrializados en espacio de todo el planeta. El calentamiento por
el enorme consumo de algunos países ricos tiene repercusiones en los lugares más pobres de la tierra,
especialmente en África, donde el aumento de la temperatura unido a la sequía hace estragos en el
rendimiento de los cultivos. Los pueblos mas pobres, donde se encuentran las más importantes
reservas de la biosfera, siguen alimentando el desarrollo de los países más ricos a costa de su
presente y de su futuro. Sí, la tierra del Sur es rica y poco contaminada, pero el acceso a los bienes y
recursos para satisfacer sus necesidades les está prohibido por un sistema comercial y de propiedad
estructuralmente perverso.
Es necesario que los países desarrollados contribuyan a resolver esto limitando de manera
importante el consumo de energía no renovable, y aportando recursos a los países más
necesitados para apoyar políticas y programas de desarrollo sostenible. Las regiones y los países
más pobres no pueden cubrir los costos de estos programas. Por eso hay que mantener la conciencia
de que en el cambio climático hay responsabilidades diferenciadas. Necesitamos fortalecer la
conciencia de que somos una sola familia humana. No hay fronteras ni barreras políticas o sociales que
nos permitan aislarnos, y por eso mismo tampoco hay espacio para la indiferencia.
VI. La debilidad de las reacciones
Llama la atención la debilidad de la reacción política internacional. La sumisión de la política ante
la tecnología y la economía se ve en el fracaso de las Cumbres mundiales sobre medio ambiente. Hay
demasiados intereses particulares y el interés económico predomina sobre el bien común. Lleva a
manipular la información para no ver afectados sus proyectos.
Poco a poco algunos países muestran avances importantes en el desarrollo de controles más
eficaces y una lucha más sincera contra la corrupción. Hay más sensibilidad ecológica en las
poblaciones, pero no alcanza para modificar los hábitos dañinos de consumo, que no parecen disminuir
sino que se amplían. Para dar sólo un sencillo ejemplo, vemos lo que sucede con el creciente aumento
del uso de los acondicionadores de aire. Los mercados, buscando más ganancias, estimulan todavía
más la demanda. Si alguien mirara desde afuera la sociedad planetaria, se asombraría ante semejante
comportamiento, que a veces parece suicida.
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Mientras tanto, los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial. El
agotamiento de algunos recursos va creando una situación que favorece la aparición de nuevas
guerras, disfrazadas de causas nobles. La guerra siempre produce daños graves al medio ambiente y a
las poblaciones, y los riesgos se agigantan cuando se piensa en las armas nucleares y en las armas
biológicas. Porque a pesar de que haya acuerdos internacionales que prohíban la guerra química,
bacteriológica y biológica, es un hecho que en los laboratorios se sigue investigando para el
desarrollo de nuevas armas ofensivas, capaces de alterar los equilibrios naturales. Se pide a la
política una mayor atención para prevenir y resolver las causas que puedan originar nuevos conflictos.
Muchos dirán que no tienen conciencia de realizar acciones inmorales, porque la
distracción constante nos quita la valentía para ver la realidad. Como suele pasar en épocas de
grandes crisis, que exigen decisiones valientes, muchas veces tenemos la tentación de pensar que lo
que está ocurriendo no es cierto. Miramos la superficie y, más allá de algunos signos visibles de
contaminación, “parece” que las cosas “no son tan graves”, y que el planeta podría durar por mucho
tiempo en las actuales condiciones. Este comportamiento evasivo nos sirve para seguir con
nuestros estilos de vida, de producción y de consumo, alimentando todos los vicios
autodestructivos, intentando no verlos, postergando las decisiones importantes, actuando como si nada
ocurriera. Crece así una ecología “superficial”, aparente, que fortalece una alegre irresponsabilidad, un
“adormecimiento” de la conciencia.
En algunos países hay ejemplos positivos de logros en la mejora del ambiente, como la
purificación de algunos ríos que han estado contaminados durante muchas décadas, o la
recuperación de bosques autóctonos, o el embellecimiento de paisajes con obras de saneamiento
ambiental, o la producción de energía no contaminante, entre otros. Estas acciones confirman que
el ser humano todavía es capaz de intervenir positivamente. Como ha sido creado para amar, aún
en medio de sus límites le brotan inevitablemente gestos de generosidad, solidaridad y cuidado.
VII. Diversidad de opiniones
Sobre muchas cuestiones concretas la Iglesia no tiene por qué proponer una palabra definitiva, y
entiende que debe escuchar y promover el debate honesto entre los científicos, respetando la
diversidad de opiniones. Se han desarrollado diversas visiones y líneas de pensamiento acerca de la
situación, y de sus posibles soluciones. En un extremo, algunos sostienen a toda costa el mito del
progreso, y afirman que los problemas ecológicos se resolverán simplemente con nuevas aplicaciones
técnicas, sin cambios de fondo. En el otro extremo, otros entienden que el ser humano sólo puede ser
una amenaza y perjudicar al ecosistema mundial, por lo cual conviene reducir su presencia en el
planeta e impedirle todo tipo de intervención.
La esperanza nos invita a reconocer que siempre hay una salida, que siempre podremos
reorientar el rumbo, que siempre podemos hacer algo para resolver los problemas. Mas la realidad es
que estamos en un punto de quiebre. Hay regiones que ya están en riesgo y, más allá de cualquier
predicción catastrófica, lo cierto es que el actual sistema mundial es insostenible desde diversos puntos
de vista. Por eso es urgente actuar, y en forma conjunta.
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CAPÍTULO SEGUNDO
EL EVANGELIO DE LA CREACIÓN
I. La luz que ofrece la fe
62. ¿Por qué incluir en este documento, dirigido a “todas las personas de buena voluntad”, un
capítulo referido a convicciones que son de creyentes?
No ignoro que algunos rechazan con fuerza la idea de un Creador; mientras que otros la
consideran irrelevante, hasta el punto de acusar de “irracional” lo que las religiones pueden ofrecer para
una ecología integral. Otras veces suponen que son una subcultura que debe ser “tolerada”. Sin
embargo, la ciencia y la religión aportan diferentes formas ver y de acercarse a la realidad, y
pueden entrar en un diálogo beneficioso para ambas.
Si tenemos en cuenta lo complejo de la crisis ecológica, como vimos hasta ahora, deberíamos
reconocer que las soluciones no pueden llegar desde un único lado, desde un único modo de
interpretar y transformar la realidad. Es necesario acudir a muchas fuentes y a todas las riquezas
culturales de los pueblos: al arte, la poesía, la vida interior y la espiritualidad.
Si de verdad queremos construir una ecología que nos permita sanar todo lo que hemos
destruido, entonces ninguna forma de sabiduría puede ser dejada de lado, tampoco la religiosa.
Las convicciones de la Fe ofrecen a los cristianos, y también a otros creyentes, grandes motivaciones
para el cuidado de la naturaleza y de los hermanos y hermanas más frágiles.
II. La sabiduría de los relatos bíblicos
65. Y ¿qué nos dicen los grandes relatos bíblicos acerca de la relación del ser humano con el
mundo?
* El relato de la Creación del Génesis cuenta que el plan de Dios incluye la creación de la
humanidad. Luego de la creación del ser humano dice que «Dios vio todo lo que había hecho y era
muy bueno». La Biblia enseña que cada ser humano es creado por amor, hecho a imagen y
semejanza de Dios. Esta afirmación nos muestra la inmensa dignidad de cada persona humana,
que no es solamente algo, sino alguien. El amor ¡especialísimo! que el Creador tiene por cada ser
humano le da una dignidad infinita. Quienes defienden la dignidad de las personas pueden encontrar
en la fe cristiana argumentos profundos para ese compromiso.
¡Qué maravilloso saber que la vida de cada persona no se pierde en un enorme caos, en la pura
casualidad! Fuimos concebidos en el corazón de Dios, y por eso cada uno de nosotros es el
fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada
uno es necesario.
Los relatos de la creación sugieren que la vida humana se basa en tres relaciones
fundamentales, interconectadas entre sí: la relación con Dios, la relación con el prójimo y la
relación con la tierra.
Y los relatos también cuentan que estas las tres relaciones vitales se han roto, no sólo
externamente, sino también dentro de nosotros. Esta ruptura es el pecado. La armonía entre el
Creador, la humanidad y todo lo creado fue destruida por haber pretendido ocupar el lugar de Dios,
negándonos a reconocernos como criaturas limitadas. Por eso es significativo que la armonía que
vivía san Francisco de Asís con todas las criaturas haya sido interpretada como una sanación de
aquella ruptura; de algún modo Francisco retornaba al estado de inocencia primitiva.
No somos Dios. La tierra es anterior a nosotros y nos ha sido dada. Pero no nos ha sido dada
para destruirla. Es cierto que el relato del Génesis invita al hombre a « dominar » la tierra. Pero no
hay que malinterpretar esto. Es importante leer los textos bíblicos en su contexto y recordar que
ese mismo texto, enseguidita después de esa frase, nos invita a «labrar y cuidar» el jardín del mundo
(Gn 2,15). Mientras «labrar» significa cultivar, arar o trabajar, «cuidar» significa proteger, custodiar,
Catequesis: Adaptación de la encíclica “Laudato Si” (P. Francisco) -Prof. Clara M. Vivino
preservar, guardar, vigilar. Esto implica una relación responsable entre el ser humano y la
naturaleza.
Cada comunidad puede tomar de la bondad de la tierra lo que necesita para su supervivencia,
pero también tiene el deber de protegerla y de garantizar la continuidad para las generaciones
futuras. Porque, en definitiva, «la tierra es del Señor » (Sal 24,1), a él pertenece « la tierra y cuanto
hay en ella » (Dt 10,14).
Esta responsabilidad implica que el ser humano, dotado de inteligencia, respete las leyes de la
naturaleza y los delicados equilibrios entre los seres de este mundo, porque « él lo ordenó y fueron
creados así» (Sal 148,5b-6). A la vez que podemos hacer un uso responsable de las cosas, estamos
llamados a reconocer que los demás seres vivos tienen un valor propio ante Dios: las distintas
criaturas, queridas así por Él, reflejan, cada una a su manera, un rayo de la sabiduría y de la bondad
infinitas de Dios. Por esto, el hombre debe respetar la bondad propia de cada criatura.
* La narración sobre Caín y Abel, muestra como los celos condujeron a Caín a cometer la
injusticia extrema con su hermano. Esto a su vez provocó una ruptura de la relación entre Caín y Dios
y entre Caín y la tierra (de la cual es exiliado) [ “¿Dónde está Abel, tu hermano?”, Dios pregunta a
Caín. Caín responde que no lo sabe y Dios le insiste: «¿Qué hiciste? ¡La voz de la sangre de tu
hermano clama a mí desde el suelo! Ahora serás maldito y te alejarás de esta tierra» (Gén 4,9-11). ]
El descuido en el mantener una buena relación con el otro, hacia el cual tengo el deber del
cuidado y de la custodia, destruye mi relación interior conmigo mismo, con los demás, con Dios
y con la tierra.
Y cuando todas estas relaciones son descuidadas, cuando la justicia ya no habita en la
tierra, la Biblia nos dice que toda la vida está en peligro. Esto es lo que nos enseña la narración
sobre Noé.
Sin embargo, y aunque «la maldad se extendía sobre la faz de la tierra» y a Dios «le pesó haber
creado al hombre en la tierra» (Gn 6,6), Él, a través de Noé, que todavía se conservaba íntegro y
justo, decidió abrir un camino de salvación. Dio a la humanidad la posibilidad de un nuevo comienzo.
¡Basta un hombre bueno para que haya esperanza!
* En el libro del Levítico se ve claramente que esta rehabilitación implica el
redescubrimiento y el respeto de los ritmos de la naturaleza, escritos por la mano del Creador.
Esto se muestra, por ejemplo, en la ley de un año sabático para Israel y su tierra, cada siete años,
durante el cual se daba un completo descanso a la tierra, no se sembraba y sólo se cosechaba lo
indispensable para subsistir y brindar hospitalidad (Lv 25,4-6). Esta legislación trató de asegurar el
equilibrio en las relaciones del ser humano con los demás y con la tierra donde vivía y trabajaba. Pero
al mismo tiempo era un reconocimiento de que el regalo de la tierra con sus frutos pertenece a todo el
pueblo. Aquellos que cultivaban y custodiaban el territorio tenían que compartir sus frutos,
especialmente con los pobres, las viudas, los huérfanos y los extranjeros: «Cuando coseches la tierra,
no llegues hasta la última orilla de tu campo, ni trates de aprovechar los restos de tu mies. No
rebusques en la viña ni recojas los frutos caídos del huerto. Los dejarás para el pobre y el forastero»
(Lv 19,9-10).
*Los Salmos con frecuencia invitan al ser humano y a todas las creaturas a alabar a Dios
creador.
«Al que asentó la tierra sobre las aguas, porque es eterno su amor» (Sal 136,6).
«¡Alabadlo, sol y luna, alabadlo, estrellas lucientes, alabadlo, cielos de los cielos, aguas que
estáis sobre los cielos! Alaben ellos el nombre del Señor, porque él lo ordenó y fueron
creados» (Sal 148,3-5).
Existimos no sólo por el poder de Dios, sino frente a él y junto a él. Por eso lo adoramos.
* Los profetas invitan a recobrar fuerzas en los momentos difíciles mirando al Dios poderoso
que creó el universo. En un momento de prueba y persecución, cuando el Imperio Romano buscaba
imponer un dominio absoluto, los fieles encontraron consuelo y esperanza al aumentar su confianza
en el Dios todopoderoso, y cantaban: «¡Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios
omnipotente, justos y verdaderos tus caminos!» (Ap 15,3). Y encontraron fuerza porque entendieron
Catequesis: Adaptación de la encíclica “Laudato Si” (P. Francisco) -Prof. Clara M. Vivino
que si Dios pudo crear el universo de la nada, puede también intervenir en este mundo y
vencer cualquier forma de mal. Entonces, la injusticia no es invencible.
La mejor manera de poner en su justo lugar al ser humano, es volver a proponer la figura de un
Padre creador y único dueño del mundo, porque de otro modo el ser humano tenderá siempre a querer
imponer a la realidad sus propias leyes e intereses.
III. El misterio del universo
76. Para la tradición judío-cristiana, DECIR« CREACIÓN » ES MÁS QUE DECIR
NATURALEZA.
La naturaleza suele entenderse como un sistema que se analiza, se comprende y se maneja,
pero la creación tiene que ver con un proyecto de Dios donde cada criatura tiene un valor y un
significado, y que sólo puede ser entendida como un regalo que surge del Padre de todos para
todos, y eso nos llama a una unión universal.
Para la tradición judío-cristiana, el mundo vino de una decisión, no del caos o la casualidad, o
como resultado de una demostración de fuerza o de un deseo de “autoafirmación”. Sino que la creación
es un proyecto de amor de Dios. Y cada criatura es querida por Dios, que le da un lugar en el mundo
y es destinataria de su ternura. Hasta la vida del ser más insignificante, por corta que sea, en esos
pocos segundos de existencia Él lo rodea con su cariño.
« Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que hiciste,
porque, si algo odiaras, no lo habrías creado » (Sb 11,24).
Pero Dios quiere contar con nuestra cooperación. Por eso le confía su cuidado esta naturaleza
frágil, y para eso los hace distinto a los demás seres.
Sus capacidades, como la de reflexión, argumentación, la creatividad, la interpretación, la
elaboración artística y otras capacidades son tan novedosas, que no pueden ser explicadas solamente
por la evolución, como la de otros seres y sistemas. El ser humano muestra una particularidad que va
mas allá de lo físico y biológico. Cada uno de nosotros tiene una identidad única, capaz de
entrar en diálogo con los demás y con el mismo Dios. Esto supone una llamada de Dios a la vida que
es también única y particular para cada uno. Por esto que el ser humano nunca puede ser reducido
a la categoría de objeto. Y este ser es capaz de hacer su aporte inteligente hacia un camino positivo,
pero también capaz de agregar nuevos males, nuevas causas de sufrimiento y verdaderos retrocesos.
«La naturaleza es la razón de cierto arte, concretamente el arte divino, inscrito en
las cosas, por el cual las cosas mismas se mueven hacia un fin determinado.
Como si el maestro constructor de barcos pudiera conceder a la madera que
pudiera moverse a sí misma para tomar la forma del barco» - Aristóteles
También sería equivocado pensar que los demás seres vivos deban ser considerados como
simples objetos sometidos a la dominación humana. Ya vimos antes de que se trata el llamado real a
“dominar” la tierra que Dios hace al hombre. El fin último de las demás criaturas no somos
nosotros. Pero todas avanzan, junto con nosotros y a través de nosotros, hacia un fin común,
que es Dios. El ser humano, dotado de inteligencia y de amor, está llamado a reconducir todas las
criaturas a su Creador.
IV. El mensaje de cada criatura en la armonía de todo lo creado
84. Cada criatura tiene una función y ninguna es inútil. Todo el universo es un lenguaje del amor de
Dios, de su cariño hacia nosotros. El suelo, el agua, las montañas, todo es caricia de Dios.
La observación de lo creado nos permite descubrir a través de cada cosa alguna
enseñanza que Dios nos quiere transmitir, porque «para el que cree, ver lo creado es también
escuchar un mensaje, oír una voz silenciosa». Podemos decir que “junto a la Revelación de Dios
Catequesis: Adaptación de la encíclica “Laudato Si” (P. Francisco) -Prof. Clara M. Vivino
propiamente dicha, que está en la Biblia, se da una también revelación de Dios cuando brilla el sol y
cuando cae la noche”.
Y cuando tomamos conciencia del reflejo de Dios que hay en todo lo que existe, el corazón
siente (¡ intensamente!) el deseo de alabar a Dios por todo lo hermoso de su creación, de dar una
gran “¡Gracias!” por la hermosura que nos regaló, como san Francisco de Asís expresaba en su cántico:
“¡Alabado seas, mi Señor, con todas tus criaturas!”
Los Obispos de Brasil remarcaron que, además de mostrar a Dios, la Naturaleza es lugar de su
presencia.En cada criatura habita su Espíritu, que nos llama a una relación con él. Y prestando
atención a esta revelación de Dios en la Naturaleza, el ser humano también aprende a reconocerse a
sí mismo, aprende a reconocerse a sí mismo en la relación con las demás criaturas. “Las
innumerables diversidades y desigualdades entre las criaturas significan que ninguna criatura se basta
a sí misma, que no existen si no es en dependencia unas de otras, para complementarse mutuamente”.
Por otro lado, la historia de la propia amistad con Dios se desarrolla en un espacio geográfico. Cada
uno de nosotros guarda en la memoria lugares cuyo recuerdo le hace mucho bien. Quien ha
crecido en la montaña, o quien de niño disfrutó del mar o se sentaba junto al arroyo a beber, o quien
jugaba en una plaza de su barrio, cuando vuelve a esos lugares, se siente llamado a recuperar su
propia identidad. Lo mismo sucede con la Naturaleza, es lugar de encuentro con uno mismo y
con Dios.
V. Una comunión universal
89. Siendo creados por el mismo Padre, todos los seres estamos unidos por lazos
invisibles y formamos una especie de familia universal, una extraordinaria “común-unión”
universal.
Dios nos ha unido tan fuertemente al mundo que nos rodea, que la desertificación del suelo es
como una enfermedad para cada uno. Esto no significa igualar a todos los seres vivos y quitarle al ser
humano ese valor peculiar, valor que implica al mismo tiempo una tremenda responsabilidad. Tampoco
supone una divinización de la tierra. Estas concepciones terminarían creando nuevos desequilibrios.
A veces se ve una obsesión por negar toda distinción a la persona humana, y se lleva adelante
una lucha por otras especies que no se ve a la hora de defender la igual dignidad entre los seres
humanos. Es verdad que debe preocuparnos que otros seres vivos no sean tratados
irresponsablemente. Pero especialmente deberían indignarnos las enormes desigualdades que existen
entre nosotros, porque seguimos tolerando que unos se consideren más dignos que otros. Nos
acostumbramos a que algunos se arrastren en una degradante miseria, mientras otros ni siquiera saben
qué hacer con lo que poseen y lo ostentan. En la práctica, seguimos admitiendo que unos se sientan
más humanos que otros, como si hubieran nacido con mayores derechos.
No puede ser real un sentimiento de unión con los demás seres de la naturaleza si al
mismo tiempo en el corazón no hay ternura, compasión y preocupación por los seres humanos.
Es evidente la incoherencia de quien lucha contra el tráfico de animales en riesgo de extinción,
pero permanece completamente indiferente ante la trata de personas, se desentiende de los
pobres o se empeña en destruir a otro ser humano que le desagrada. No es casual que, en el
himno donde san Francisco alaba a Dios por las criaturas, añada lo siguiente: «Alabado seas, mi Señor,
por aquellos que perdonan por tu amor».
Todo está conectado.
Cuando el corazón está auténticamente abierto a una comunión universal, nada ni nadie está
excluido de esa amistad. El corazón es uno solo, y la misma miseria que lleva a maltratar a un animal
no tarda en trasladarse de algún modo al trato que damos a otros seres humanos. Y al revés. Un
cuidado con el ser humano más desprotegido también me lleva a sensibilizarme con la fragilidad de la
naturaleza.
Todo está relacionado, y todos los seres humanos estamos juntos como hermanos y
hermanas en una peregrinación, entrelazados por el amor Dios a cada una de sus criaturas,
amor que nos une también al hermano sol, a la hermana luna, al hermano río y a la madre tierra.
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VI. Destino común de los bienes
93. Hoy creyentes y no creyentes estamos de acuerdo en que la tierra es una herencia
común, cuyos frutos deben beneficiar a todos. Para los creyentes en particular, esto se convierte en
una cuestión de fidelidad al Creador, porque Dios creó el mundo para todos.
Como es para todos, todo planteo ecológico debe incorporar una perspectiva social. Y una
que tenga en cuenta los derechos fundamentales de los más postergados. Y aquí entra el tema del
derecho a la propiedad privada. La tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el
derecho a la propiedad privada y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad
privada.
San Juan Pablo II recordó con mucho énfasis esta doctrina, diciendo que «Dios ha dado la
tierra a todo el género humano, para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie
ni privilegiar a ninguno» Remarcó que “no sería digno del hombre un tipo de desarrollo que no
respetara y promoviera los derechos humanos. Son palabras densas y fuertes. Con toda claridad
explicó que «la Iglesia defiende, sí, el legítimo derecho a la propiedad privada, pero enseña que no es
de acuerdo al plan de Dios el usar este don de un modo que sus beneficios favorezcan sólo a unos
pocos» Esto cuestiona seriamente los hábitos injustos de una parte de la humanidad.
Esto tiene consecuencias prácticas, concretas y reales, como las que enunciaron los Obispos de
Paraguay: «Todo campesino tiene derecho natural a poseer un lote racional de tierra donde pueda
establecer su hogar, trabajar para la subsistencia de su familia y tener seguridad existencial. Este
derecho debe estar garantizado para que su ejercicio no sea ilusorio sino real. Lo cual significa que,
además del título de propiedad, el campesino debe contar con medios de educación técnica, créditos,
seguros y comercialización»
El medio ambiente es un bien comunitario, patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de
todos. Quien se apropia algo es sólo para administrarlo en bien de todos. Si no lo hacemos, cargamos
sobre la conciencia el peso de negar la existencia de los otros. Por eso, los Obispos de Nueva Zelanda
se preguntaron qué significa el mandamiento «no matarás» cuando «un veinte por ciento de la
población mundial consume tantos recursos que roba a las naciones pobres y a las futuras
generaciones lo que necesitan para sobrevivir»
VII. La mirada de Jesús
96. Jesús destaca un dato fundamental: Dios es Padre. En los diálogos con sus discípulos, él los
invitaba a reconocer esta relación que Dios tiene con todas las criaturas. Les recordaba con una
conmovedora ternura cómo, igual que para un papá con sus hijos, cada una de ellas es importante a
sus ojos: «¿No se venden cinco pajarillos por dos monedas? Pues bien, ninguno de ellos está olvidado
ante Dios» (Lc 12,6). «Miren las aves del cielo, que no siembran ni cosechan, y no tienen graneros.
Pero el Padre celestial las alimenta» (Mt 6,26).
Jesús podía invitar a otros a estar atentos a la belleza que hay en el mundo porque él
mismo estaba en contacto permanente con la naturaleza y le prestaba una atención llena de
cariño y asombro. Cuando recorría cada rincón de su tierra se detenía a contemplar la hermosura
sembrada por su Padre, e invitaba a sus discípulos a hacer lo mismo: «Levanten los ojos y miren los
campos, que ya están listos para la cosecha» (Jn 4,35)
Vivía en armonía plena con la creación, y los demás se asombraban: «¿Quién es este, que
hasta el viento y el mar le obedecen?» (Mt 8,27). Jesús trabajaba con sus manos, tomando contacto
cotidiano con lo creado por Dios para darle forma con su habilidad de artesano. Llama la atención que
la mayor parte de su vida fue dedicada a esa tarea, en una vida sencilla que no despertaba ninguna
admiración. Así santificó el trabajo y le otorgó un especial valor para nuestra maduración.
El Nuevo Testamento no sólo nos habla del Jesús “terreno” y de su relación tan concreta y amable con
todo el mundo. También lo muestra como resucitado, presente en toda la creación: « Por él quiso
reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por su cruz»
(Col 1,19-20). Esto nos proyecta mas adelante, al final de los tiempos, cuando entregue al Padre todas
las cosas y «Dios sea todo en todos» (1 Co 15,28). Las mismas flores del campo y las aves que él
contempló admirado con sus ojos humanos, ahora están llenas de su presencia luminosa.
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CAPÍTULO TERCERO
ORIGEN HUMANO DE LA CRISIS ECOLÓGICA
No nos servirá describir los síntomas, si no reconocemos la raíz humana de la crisis ecológica. Hay un
modo de entender la vida y la acción humana que contradice la realidad hasta dañarla.
I. La tecnología: creatividad y poder
102. La humanidad está en una etapa de enorme poderío tecnológico, pero también nos hallamos en
una encrucijada.
Por un lado, somos los herederos de dos siglos de enormes olas de cambio: el motor a vapor, el
ferrocarril, el telégrafo, la electricidad, el automóvil, el avión, las industrias químicas, la medicina
moderna, la informática y, más recientemente, la revolución digital, la robótica, las biotecnologías y las
nanotecnologías. Es justo alegrarse ante estos avances y entusiasmarse frente a las amplias
posibilidades que nos abren. La tecnología ha remediado innumerables males que dañaban y
limitaban al ser humano. No podemos dejar de valorar y de agradecer el progreso técnico,
especialmente en la medicina, la ingeniería y las comunicaciones. ¿Y cómo no reconocer todos los
esfuerzos de muchos científicos y técnicos, que han aportado alternativas para un desarrollo
sostenible? Además, la tecnociencia también es capaz de producir lo bello. Hay preciosas obras de
arte, musicales y arquitectónicas logradas con la utilización de nuevos instrumentos técnicos.
Pero al mismo tiempo no podemos ignorar que la energía nuclear, la biotecnología, la
informática, el conocimiento de nuestro propio ADN y otras capacidades que hemos adquirido nos dan
un tremendo poder. Mejor dicho, dan a quienes tienen el poder económico para utilizar ese
conocimiento un poder impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero. Nunca la
humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien, sobre todo si se
considera el modo como lo viene haciendo. Basta recordar las bombas atómicas lanzadas en pleno
siglo XX, como el gran despliegue tecnológico ostentado por el nazismo, por el comunismo y por otros
regímenes totalitarios al servicio de la matanza de millones de personas, sin olvidar que hoy la guerra
posee un instrumental cada vez más mortífero. ¿En manos de quiénes está y puede llegar a estar tanto
poder? Es tremendamente riesgoso que resida en una pequeña parte de la humanidad.
Se tiende a creer que todo aumento del poder es sin duda un progreso, un aumento de
seguridad, de utilidad, de bienestar, de plenitud de los valores... como si la realidad, el bien y la verdad
brotaran espontáneamente del poder tecnológico y económico. El hecho es que el hombre moderno no
está preparado para utilizar el poder con prudencia, porque el inmenso crecimiento tecnológico no
estuvo acompañado de un igual desarrollo del ser humano en valores, responsabilidad, y
conciencia. Le falta una ética sólida, una cultura y una espiritualidad que realmente lo contengan y
dirijan al bien.
II. Globalización del paradigma tecnocrático
El origen de muchas dificultades del mundo actual está en la tendencia (que no siempre es
consciente) a tratar de entender todo desde el punto de vista de la técnica. Y la técnica tiene una
tendencia a buscar que nada quede fuera de su lógica. El hombre que posee la técnica sabe, en el
fondo, que ella no busca ni la utilidad ni el bienestar, sino el dominar; el dominio en el sentido más
extremo de la palabra. Por eso intenta controlar tanto los elementos de la naturaleza como los de la
vida humana.
La intervención humana en la naturaleza se dio siempre, pero durante mucho tiempo tuvo la
característica de acompañar, de adaptarse a las posibilidades que ofrecen las cosas mismas. Se
trataba de recibir lo que la naturaleza permitía, como tendiendo la mano. En cambio, ahora lo que
interesa es extraer “todo lo posible” de las cosas, imponiéndonos e ignorando la realidad de lo que
tenemos delante. Por eso el ser humano y las cosas han dejado de tenderse amigablemente la
mano para pasar a estar enfrentados.
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Y esto lleva a la idea de un crecimiento infinito o ilimitado que ha entusiasmado tanto a
economistas, financistas y tecnólogos, pero que supone la mentira de que hay una disponibilidad
“infinita” de los bienes del planeta, que lleva a «estrujarlo» hasta el límite... y más allá del límite.
La técnica afecta y condiciona no solo la naturaleza, sino también la vida de la persona, la cultura
y la manera de pensar su sociedad. Hoy no puede pensarse una cultura que pueda utilizar la técnica
como un simple instrumento, como una herramienta o un útil que puedo utilizar o no, porque hoy la
técnica se ha vuelto tan dominante que es muy difícil no utilizar los recursos que ofrece.
Y más difícil todavía es utilizarlos sin ser dominados por ella y su lógica. Se volvió
“contracultural” elegir un estilo de vida con objetivos independientes (al menos en parte) de la técnica,
de sus costos y de su poder masificador.
Los objetos que son producto de la técnica no son neutrales en si mismos, porque
terminan condicionando los estilos de vida y orientan las posibilidades sociales. Ciertas elecciones
que parecen puramente instrumentales (que uso, que no uso, que compro, que no), en realidad son
elecciones acerca de la vida social que queremos llevar. Y esas elecciones son orientadas según los
intereses de determinados grupos de poder. Por eso en la realidad, y aunque aparente lo contrario,
la capacidad de decisión real, la libertad y el espacio para la creatividad alternativa de las
personas, están disminuidas.
También tiende a dominar a la economía y la política. La economía toma todo desarrollo
tecnológico en función de la ganancia, sin prestar atención a consecuencias negativas para el ser
humano. Algunos sostienen que la economía actual y la tecnología resolverán todos los problemas
ambientales. Del mismo modo que se afirma, que los problemas del hambre y la miseria en el mundo
simplemente se resolverán con el crecimiento del mercado. Mientras tanto, tenemos un
superdesarrollo derrochador y consumista, que contrasta con la miseria más deshumanizadora
y no se elaboran con suficiente velocidad caminos económicos y sociales que permitan a los más
pobres acceder a los recursos básicos. No se termina de notar cuáles son las raíces más profundas de
los desajustes, que tienen que ver con el sentido del crecimiento tecnológico y económico.
La “especialización en áreas” propia de la tecnología causa una gran dificultad para mirar el
conjunto. Es cierto que a la hora de lograr aplicaciones concretas es mejor separar las áreas del saber,
pero tiene el peligro de hacernos perder el sentido del todo, y de las relaciones que existen entre las
cosas, si no estamos atentos. La cultura ecológica no puedes ser solo una serie de respuestas
urgentes y aisladas a los problemas que van apareciendo. Buscar sólo un remedio técnico a cada
problema ambiental que surja es aislar cosas que en la realidad están entrelazadas, es esconder los
verdaderos y más profundos problemas del sistema mundial. La “cultura ecológica” debería ser una
mirada distinta: un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una
espiritualidad que le puedan hacer frente a la mirada tecnológica actual y puedan contrarrestar
sus efectos.
No se trata de eliminar la tecnología, sino de utilizarla según la manera en que yo haya elegido
vivir, y no al revés. La libertad humana es capaz de limitar la técnica, de orientarla y colocarla al
servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral. De hecho
esta liberación se produce en algunas ocasiones. Por ejemplo, cuando comunidades de pequeños
productores optan por sistemas de producción menos contaminantes, sosteniendo un modelo de vida
no consumista. O cuando la técnica se orienta principalmente a resolver los problemas concretos de los
demás, con la pasión de ayudar a otros a vivir con más dignidad y menos sufrimiento.
En medio de la civilización tecnológica, casi imperceptiblemente, como la niebla que se
filtra bajo la puerta cerrada, parece habitar la auténtica humanidad que, a pesar de todo, va
surgiendo como una empecinada resistencia de lo que es auténtico. Lo cierto es que la gente ya no
parece creer en un futuro feliz, no confía ciegamente en un mañana mejor a partir de las condiciones
actuales del mundo y de las capacidades técnicas. Va tomando conciencia de que el avance de la
ciencia y de la técnica no equivalen al avance de la humanidad y de la historia.
Se comienza a sospechar que son otros los caminos para un futuro feliz. Si algo refleja esto,
es el aburrimiento extremo que se puede ver en la mayoría de la gente a pesar de los permanentes
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ofrecimientos de nuevos productos y propuestas tecnológicas. No obstante, la gente tampoco se
imagina renunciando a las posibilidades que ofrece la tecnología. Las constantes novedades nos
arrastran a gran velocidad por la superficie de la vida que hacen difícil el detenernos para recuperar
el sentido de nuestra vida.
Pero no nos resignemos a ello y no renunciemos a preguntarnos por el sentido de todo. Lo
que está ocurriendo nos pone ante la urgencia de avanzar en una valiente revolución cultural. Nadie
pretende volver a la época de las cavernas, pero sí es indispensable disminuir la marcha para poder
mirar la realidad. para poder recoger los avances positivos y sostenibles, y a la vez recuperar los
valores y los grandes fines arrasados por un desenfreno sin sentido.
III. Crisis y consecuencias del antropo-centrismo moderno
115. Dentro del propio cristianismo, se transmitió muchas veces una idea que provocó la impresión de
que “el cuidado de la naturaleza es cosa de débiles”. Sin embargo la forma correcta de interpretar el
concepto del ser humano como « señor del universo” consiste en entenderlo como administrador
responsable, de algo que no es suyo pero que fue puesto a su cuidado.
Si el ser humano se declara “independiente” de la realidad, algo “aparte” de ella,
queriendo solo dominarla y, en vez de aceptar su papel de colaborador de Dios en la obra de la
creación, busca suplantarlo, si continúa creyéndose el “centro” de todo, terminará entendiéndose mal
a sí mismo, olvidando su verdadero lugar y sentido, dañando a todo y a todos en el camino. Todo está
conectado:
NO hay ECOLOGIA SIN una adecuada ANTROPOLOGÍA,
No hay ecología sin una adecuada manera de entender al hombre.
Si la crisis ecológica es el resultado externo, “visible”, de una crisis interna del ser
humano (ética, cultural y espiritual), no podemos tratar de sanar nuestra relación con la naturaleza
y el ambiente sin sanar todas las relaciones básicas del ser humano. Si un hombre no reconoce
siquiera el valor de otro ser humano (de un pobre, de un embrión humano, de una persona con
discapacidad –por poner sólo algunos ejemplos) difícilmente escuchará los gritos de la misma
naturaleza.
El pensamiento cristiano defiende un valor especial para el ser humano por encima de las demás
criaturas. Con esto busca valorar cada persona humana, generando el reconocimiento del otro, porque
no se puede proponer una relación con el ambiente aislada de la relación con las demás
personas y con Dios. Sería un individualismo, un egocentrismo pero disfrazado de belleza ecológica.
Como todo está relacionado, tampoco es compatible la defensa de la naturaleza con la
justificación del aborto. No es posible el cuidar a los seres débiles de la naturaleza, que a veces son
molestos, pero no proteger a un embrión humano, aunque su llegada sea causa de molestias y
dificultades: Si se pierde la sensibilidad para proteger una nueva vida, también se marchitan otras
formas de protección.
El relativismo práctico
122. Una manera desviada de entender al hombre da lugar a un estilo de vida desviado.
Cuando el ser humano se coloca a sí mismo en el centro, termina dando prioridad total a sus propias
conveniencias momentáneas... y todo lo demás se vuelve “relativo”.
Todo se vuelve irrelevante si no sirve a los propios intereses inmediatos. La “cultura del
relativismo” es la misma que lleva a una persona tratar a otra la como simple objeto y a
aprovecharse de ella, obligándola a trabajos forzados, o convirtiéndola en esclava a causa de una
deuda. Es la misma lógica que lleva a la explotación sexual de los niños, o al abandono de los
ancianos que no sirven para los propios intereses. Es también la lógica interna de quien dice: “Dejemos
que las fuerzas invisibles del mercado regulen la economía, porque sus impactos sobre la sociedad y
sobre la naturaleza son daños inevitables".
Pero si no hay verdades objetivas, sólidas, válidas para todos, si todo es relativo, todo
“depende”, y no hay nada mas allá de la satisfacción de los propios proyectos y de las
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necesidades inmediatas, entonces ¿qué límites pueden tener la trata de seres humanos, la
criminalidad organizada, el narcotráfico, el comercio de diamantes ensangrentados y de pieles de
animales en vías de extinción? ¿No es esta misma lógica la que justifica la compra de órganos a los
pobres con el fin de venderlos o de utilizarlos para experimentación, o el descarte de niños porque no
responden al deseo de sus padres? Es la misma lógica del «usa y tira», que genera tantos residuos
sólo por el deseo desordenado de consumir más de lo que realmente se necesita.
Entonces no podemos pensar que los proyectos políticos o la fuerza de la ley serán suficientes
para controlar los comportamientos que destruyen al ambiente, porque cuando es la cultura la que se
corrompe y ya no se reconoce alguna verdad y valor superior, unos principios universalmente válidos,
las leyes sólo se entenderán como imposiciones, y como obstáculos a evitar.
Necesidad de preservar el trabajo
124. Cualquier planteo sobre una ecología integral debe incorporar el valor del trabajo. Recordemos
que, según el relato bíblico de la creación, Dios colocó al ser humano en el jardín recién creado no sólo
para cuidarlo sino para trabajarlo de manera que produzca frutos. Y no hablamos sólo del trabajo
manual o del trabajo con la tierra, sino de cualquier actividad que transforme lo que existe, desde la
elaboración de un informe social hasta el diseño de un desarrollo tecnológico. Cualquier forma de
trabajo tiene detrás una idea sobre la relación que el ser humano puede o debe establecer con el
mundo.
El ser humano es capaz de ser por sí mismo responsable de su desarrollo material, moral y
espiritual. El trabajo debería ser el lugar ideal para que se de este múltiple desarrollo; un espacio en
donde se ponen en juego muchas dimensiones de su vida: la creatividad, la proyección del futuro,
el desarrollo de capacidades, el ejercicio de los valores, la comunicación con los demás, una
actitud de adoración.
El trabajo es una necesidad, es parte del sentido de la vida, es camino de desarrollo humano,
de maduración y de realización personal. Por eso es necesario que se siga buscando como
prioridad el acceso al trabajo por parte de todos. En este sentido, ayudar a los pobres con dinero
debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El objetivo debería ser siempre
permitirles una vida digna a través del trabajo. Pero la economía actual favorece un tipo de avance
tecnológico que, para reducir costos de producción, disminuye los puestos de trabajo reemplazando
trabajadores por máquinas. Así, el hombre se daña a sí mismo, porque la disminución de los puestos
de trabajo tiene también un impacto negativo en lo económico por que se desgasta el “capital social”,
es decir, del conjunto de relaciones de confianza y respeto de las normas, que son
indispensables en toda convivencia social. En definitiva, « los costos humanos son siempre también
costos económicos”.
Para que siga siendo posible dar empleo, es fundamental apoyar una economía que favorezca la
diversidad en la producción y la creatividad empresarial, Hay sistemas alimentarios campesinos de
pequeña escala (huertas, pequeñas parcelas agrícolas, caza y recolección silvestre, pesca artesanal)
que siguen alimentando a la mayor parte de la población mundial y para ello utilizan solo una pequeña
porción del territorio y del agua (y producen menos residuos). Pero las grandes empresas terminan
forzando a los pequeños agricultores a vender sus tierras o a abandonar sus cultivos tradicionales. Para
peor, los que buscan otras formas de producción no pueden acceder a toda la maquinaria para el
transporte y la venta, que están al servicio de las grandes empresas, y no llegan a los mercados
globales. Las autoridades tienen el derecho y la responsabilidad de tomar medidas de apoyo
claro y firme a los pequeños productores, aunque para poder lograrlo a veces sea necesario poner
límites a quienes tienen mayores recursos y poder. Porque decir que se defiende “la libertad
económica” cuando las condiciones reales impiden que muchos puedan acceder realmente a
esa libertad, y donde se deteriora el acceso al trabajo, es un discurso contradictorio, que
deshonra enormemente a la política.
La actividad empresarial es una vocación noble, orientada a producir riqueza y a mejorar el
mundo para todos, y puede ser una manera muy enriquecedora de mejorar la región donde
instala sus emprendimientos, sobre todo con creación de puestos de trabajo.
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El cristianismo, además de proponer la contemplación “admirativa “de la naturaleza al modo de san
Francisco de Asís, desarrolló también una rica y sana comprensión sobre el trabajo. San Benito de
Nursia propuso que sus monjes vivieran en comunidad combinando la oración y la lectura con el trabajo
manual (“ora et labora”, ora y trabaja). Se aprendió vivir el trabajo como medio de maduración y
también de santificación, lo que nos vuelve más cuidadosos y respetuosos del ambiente.
Innovación biológica a partir de la investigación
130. No es posible frenar la creatividad humana. Si no se puede prohibir a un artista el desarrollo
de su capacidad creadora, tampoco se puede anular a quienes tienen dones especiales para el
desarrollo científico y tecnológico (cuyas capacidades, por otro lado, también han sido donadas por
Dios, para el servicio a los demás). Pero al mismo tiempo, no se debe dejar de lado el plantearse los
efectos y los límites éticos de esa actividad.
La intervención humana sobre los vegetales y animales hoy en día implica mutaciones
genéticas, generadas por la biotecnología. En realidad, las mutaciones genéticas muchas veces
fueron y son producidas por la misma naturaleza. Y ni siquiera aquellas provocadas por el hombre son
algo moderno: la domesticación de animales, el cruzamiento de especies son prácticas bastante
antiguas. Perola diferencia esta en que en la naturaleza estos procesos tienen un ritmo lento, que no se
compara con la velocidad de los avances tecnológicos actuales.
Es difícil afirmar algo “en general” sobre el desarrollo de organismos genéticamente modificados
(OMG), vegetales o animales, médicos o agropecuarios, ya que son muy distintos entre sí y necesitan
consideraciones distintas. Por un lado, la Iglesia valora sin dudar el aporte de la biología molecular y la
genética, y su aplicación tecnológica en la agricultura y en la industria, pero esto no debe dar lugar a
una indiscriminada manipulación genética que no tenga en cuenta los efectos negativos de estas
intervenciones. En todo caso, una intervención justificada es aquella que ayuda a la naturaleza a
desarrollarse en su línea, la de la creación, la querida por Dios.
En algunas regiones la utilización de cereales transgénicos provocó un crecimiento económico
que ayudó a resolver problemas. Sin embargo en muchos lugares, también se vio un pasaje de las
tierras que los producen a manos de unos pocos, y la desaparición de pequeños productores, que
terminan migrando a miserables asentamientos de las ciudades. Hace falta considerar todos los
aspectos éticos implicados. Para eso hay que asegurar una discusión científica y social
responsable y amplia, capaz de considerar toda la información disponible y de llamar a las cosas
por su nombre. A veces no se pone sobre la mesa toda la información, que se selecciona de
acuerdo con los propios intereses, sean políticos, económicos o ideológicos. Es una cuestión
ambiental de carácter complejo, por lo cual su tratamiento exige una mirada integral de todos sus
aspectos, donde todos aquellos directa o indirectamente afectados (agricultores, consumidores,
autoridades, científicos, semilleras, poblaciones vecinas a los campos fumigados y otros) puedan
exponer sus problemáticas o acceder a información verdadera para tomar decisiones que busquen al
bien común presente y futuro.
Las experimentaciones con animales sólo son legítimas si se mantienen en límites
razonables y contribuyen a cuidar o salvar vidas humanas. Es contrario a la dignidad humana
hacer sufrir inútilmente a los animales y sacrificar sin necesidad sus vidas: todo uso y
experimentación exige un respeto religioso de la creación
Por otra parte, es preocupante que cuando algunos movimientos ecologistas defienden la
integridad del ambiente, y (con razón) reclaman ciertos límites a la investigación científica, no apliquen
estos mismos principios a la vida humana. Se suele justificar que se traspasen todos los límites
cuando se experimenta con embriones humanos vivos. Se olvida que el valor inalienable de un ser
humano va más allá del “grado” de su desarrollo. De ese modo, cuando la técnica desconoce los
grandes principios éticos, termina considerando legítima cualquier práctica. Como vimos en este
capítulo, la técnica separada de la ética difícilmente será capaz de controlar su poder.
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CAPÍTULO CUARTO
UNA ECOLOGÍA INTEGRAL
137. Dado que todo está profundamente relacionado, propongo que nos detengamos ahora a pensar en
una ecología “integral”, una que tenga en cuenta las dimensiones humanas y sociales, además de
lo ambiental.
I. Ecología ambiental, económica y social
La ecología estudia las relaciones entre los organismos vivientes y el ambiente donde se
desarrollan Así como los distintos elementos del planeta –físicos, químicos y biológicos – están
conectados entre sí, también las especies vivas forman una red, red tan estrechamente relacionada que
buena parte de nuestra información genética es compartida con muchos seres vivos.
Cuando se habla de “medio ambiente” se indica particularmente la relación que existe
entre la naturaleza y la sociedad que la habita. Esto nos impide entender la naturaleza como algo
“separado” o “aparte” de nosotros y de como vivimos. Por eso, cuando se analizan las razones por las
cuales un lugar se contamina, no se puede no incluir en ese análisis un análisis de la sociedad, de su
economía, de su comportamiento, y de sus maneras de entender la realidad. Ya no es posible encontrar
una respuesta aislada para cada parte del problema. Es fundamental buscar soluciones integrales, es
decir, que consideren las interacciones de los sistemas “naturales” y con los sistemas
“sociales”. Porque no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y
compleja crisis socio-ambiental.
A la hora de determinar el impacto ambiental de un emprendimiento concreto, ese indispensable
reconocer cómo las distintas criaturas se relacionan entre si, formando los llamados «ecosistemas». No
los tenemos en cuenta sólo para determinar cuál es su “uso”, sino porque poseen un valor intrínseco
independiente de ese uso. Así como cada organismo es bueno por sí mismo, por ser una criatura de
Dios, lo mismo ocurre con el conjunto de ellos, con el ecosistema. Aunque no tengamos conciencia de
ello, dependemos de ellos para nuestra propia existencia. Recordemos que los ecosistemas intervienen
en el secuestro de anhídrido carbónico, en la purificación del agua, en el control de enfermedades y
plagas, en la formación del suelo, en la descomposición de residuos y en muchísimos otros servicios
que olvidamos o ignoramos. Cuando se dan cuenta de esto, muchas personas vuelven a tomar
conciencia de que vivimos en una realidad que nos ha sido regalada, que es anterior a nuestra
existencia. Por eso, cuando se habla de «uso sostenible», siempre hay que considerar la
capacidad de regeneración de cada ecosistema.
Por otra parte, el crecimiento económico hoy tiende a automatizar, a simplificar procedimientos y
a reducir costos. Pero es necesario considerar la realidad de manera más amplia, es necesaria una
“ecología económica”, en la que la protección del medio ambiente sea considerada una parte del mismo
proceso de desarrollo, y no algo aparte de él.
Si todo está relacionado, también las instituciones de una sociedad tienen consecuencias en el
ambiente, y en la calidad de la vida humana. Dentro de cada uno de los niveles sociales, desde la
familia, pasando por la comunidad local y la nación, hasta la vida internacional, se desarrollan las
instituciones que regulan las relaciones humanas. Todo lo que las dañe causa daños, como la
pérdida de la libertad, la injusticia y la violencia. En este sentido, una ecología social implica la salud
y el cuidado de sus instituciones.
Algunos países tienen instituciones que benefician a unos pocos y causan sufrimiento a muchos.
Otras veces, las leyes pueden ser dictadas en forma correcta pero suelen quedar como letra muerta y la
conducta va por otro lado muy distinto. Si con las leyes e instituciones para las personas pasa esto
¿podemos esperar que la legislación relacionada con el medio ambiente sea realmente eficaz?
Sabemos, por ejemplo, que países con una legislación clara para la protección de bosques
siguen siendo testigos mudos de la frecuente violación de estas leyes. Además, lo que sucede en una
región influye, directa o indirectamente, en otras, por lejana que éstas parezcan entre si. Por ejemplo:
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el consumo de narcóticos en las sociedades ricas provoca una demanda constante (y creciente) de
esos productos; productos que se originan en regiones empobrecidas, donde se corromperán
conductas, se destruirán vidas y se terminará degradando el ambiente. Nuevamente: todo está
conectado.
II. Ecología cultural
143. Junto con el patrimonio natural, hay un patrimonio histórico, artístico y cultural, que también está
amenazado. Este patrimonio es parte de la identidad de un lugar y de la gente que habita ese lugar.
Por eso no puede pretenderse “destruir todo” para crear “algo nuevo” en líneas “mas ecológicas”.
La ecología también supone el cuidado de las riquezas culturales de la humanidad. La
visión consumista del ser humano tiende a “igualar” a todas las culturas y a querer resolver todas las
dificultades a través de normas iguales para todos. Pero eso no siempre sirve. Los problemas de cada
comunidad a veces son tan complejos que no pueden ser analizados (y solucionados) con esquemas y
fórmulas establecidos “desde afuera”. Ni siquiera la noción de “calidad de vida” puede imponerse,
sino que debe entenderse dentro del mundo y hábitos propios de cada cultura. Por eso las
soluciones deben incluir la participación activa de los habitantes, deben partir de la misma cultura local.
Una ecología cultural implica incorporar la historia, la cultura y la arquitectura de un lugar,
manteniendo su identidad original.
La desaparición de una cultura puede ser tanto o más grave que la desaparición de una
especie animal o vegetal. La imposición de un estilo de vida (que siempre va asociado a un modelo de
producción económica que quiere imponerse) puede ser tan dañina como la alteración de los
ecosistemas.
Muchas formas de explotación y degradación del medio ambiente pueden acabar no solamente
con los recursos locales, sino también con un modo de vida que le da identidad a esa comunidad. En
este sentido, es indispensable prestar especial atención a las comunidades aborígenes. Para ellos, la
tierra no es un bien económico, sino don de Dios y de los antepasados que descansan en ella, un
espacio sagrado con el cual necesitan interactuar para sostener su identidad y sus valores. Cuando
permanecen en sus territorios, son precisamente ellos quienes mejor los cuidan. No son una minoría,
ellos deben convertirse en los principales participantes, sobre todo a la hora de avanzar en grandes
proyectos que afecten a sus espacios. Sin embargo, en diversas partes del mundo, son duramente
presionados para que abandonen sus tierras a fin de dejarlas libres para proyectos económicos que
no prestan atención a la degradación de la naturaleza y de la cultura.
III. Ecología de la vida cotidiana
Usamos el ambiente (nuestra habitación, nuestra casa, nuestro lugar de trabajo y nuestro
barrio) para expresar nuestra identidad, lo que somos y quienes somos. Al mismo tiempo, el
ambiente que nos rodea influye en nuestro modo de ver la vida, de sentir y de actuar. Nos
esforzamos para adaptarnos al medio. Por eso, cuando un ambiente es desordenado, caótico (o
cargado de contaminación visual y acústica) y con un bombardeo constante de estímulos se vuelve
difícil armar una identidad integrada y feliz. Esto hace que sea más admirable la creatividad y la
generosidad de grupos, que a pesar de los límites y las condiciones negativas que les impone su
ambiente, son capaces de cambiarlas y revertirlas. Por ejemplo, en algunos lugares donde las fachadas
de los edificios están muy deterioradas, hay personas que cuidan con mucha dignidad el interior de sus
casas. También hay lugares que se sienten cómodos por la cordialidad y la amistad de la gente. La
sensación de asfixia producida por la aglomeración de casas y de personas se compensa un
poco si se desarrollan relaciones humanas cercanas y cálidas, si se crean comunidades y los
límites del ambiente se compensan en el interior de cada persona, que se siente contenida. De
ese modo, cualquier lugar deja de ser un infierno y se convierte en el contexto de una vida digna.
Es cierto que la carencia extrema que se vive en algunos ambientes ayuda a que se den
comportamientos inhumanos y la manipulación por parte de organizaciones criminales. Para los
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habitantes de barrios muy pobres, el pasar diariamente (por Ej., al ir a trabajar) del hacinamiento que
vive en su barrio (donde están todos muy juntos y se conocen) al anonimato social que se vive en las
grandes ciudades (donde nadie te conoce) puede provocar una sensación de aislamiento, de no
pertenencia a ningún lado, que puede terminar en una conducta antisocial, a la defensiva, y en la
violencia. Sin embargo, quiero insistir en que el amor puede más. Muchas personas en estas
condiciones son capaces de tejer lazos de convivencia con los demás que convierten al hacinamiento
en una experiencia de comunidad en la que “se rompen las paredes del yo” y se superan las barreras
del egoísmo para ayudarse unos a otros, generando acciones creativas para mejorar un edificio o un
barrio.
La vivienda es una cuestión central de la ecología humana. Tener una vivienda tiene mucho
que ver con la dignidad de las personas y con el desarrollo de las familias. Sin embargo una gran parte
de la sociedad sufre serias dificultades para acceder a una vivienda propia. En el caso de los
barrios precarios, si en un lugar ya se han desarrollado no se trata de erradicarlos y expulsarlos,
sino de urbanizar esos barrios. La creatividad debería llevar a integrar. ¡Qué hermosas son las
ciudades que superan la desconfianza enfermiza e integran a los diferentes! Y si por estar el lugar
contaminado, se deben trasladar, es necesario dar una información adecuada y previa, ofrecer
alternativas de alojamientos dignos e involucrar a los interesados, para no sumar más sufrimiento
al que ya tienen.
Es importante que las diferentes partes de una ciudad estén bien integradas y que los
habitantes puedan tener una visión de conjunto. Hace falta cuidar los lugares comunes de una
ciudad. Ellos aumentan nuestro sentido de pertenencia, porque como son de todos, todos los
cuidamos, y esto nos da esa sensación de «estar en casa», en “mi lugar”, y los otros dejan de ser
extraños, porque los puedo sentir como parte de un « nosotros » que construimos juntos ese lugar.
El transporte tiene mucho que ver con la calidad de vida. En las ciudades circulan muchos
automóviles utilizados por una o dos personas, con lo cual el tránsito se hace complicado, el nivel de
contaminación es alto, se consumen cantidades enormes de energía no renovable y se vuelve
necesaria la construcción de más autopistas y lugares de estacionamiento que complican mas la
edificación de la ciudad. Muchos especialistas coinciden en la necesidad de priorizar el transporte
público, pero será difícil el cambio si no hay una mejora importante en él, que muchas veces significa un
trato indigno a las personas por la aglomeración, la incomodidad o la baja frecuencia de los servicios y
a la inseguridad. Y no podemos olvidarnos de mencionar aquí el estado de abandono y olvido que
sufren también algunos habitantes de zonas rurales, donde no llegan los servicios esenciales
Toda la sociedad –y en ella, de manera especial el Estado – tiene la obligación de defender y
promover el bien común.
En las condiciones actuales de la sociedad mundial, donde hay tantas desigualdades y cada vez
son más las personas descartables (sin los derechos humanos más básicos) el principio del bien común
es un llamado a la solidaridad y a una opción preferencial por los más pobres.
V. Justicia entre las generaciones
159. La noción de bien común involucra también a las generaciones futuras. No estamos hablando de
una actitud opcional, sino de una cuestión básica de justicia, ya que la tierra que recibimos
gratuitamente pertenece también a los que vendrán. Es un préstamo que cada generación recibe
y debe transmitir a la generación siguiente. Una ecología integral tiene una mirada mas amplia del
“aquí y ahora”.
Las predicciones catastróficas ya no pueden ser tomadas a risa. A las próximas generaciones
podríamos dejarles demasiados escombros, desiertos y suciedad. El ritmo de consumo, de desperdicio
y de alteración del medio ambiente ha superado las posibilidades del planeta. El estilo de vida actual,
por ser insostenible, sólo puede terminar en catástrofes, como ya está ocurriendo en distintas regiones.
La disminución de los efectos de esto depende de lo que hagamos ahora mismo.
Cuando nos preguntamos “¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sigan?” nos
estamos refiriendo principalmente a su sentido, a sus valores, y no solamente al ambiente que
queremos dejar. Y esta pregunta nos lleva sí o sí a otras:
¿Para qué pasamos por este mundo?
¿A qué vinimos a esta vida?
¿Para qué nos necesita esta tierra?
¿Para qué trabajamos y luchamos?
Es un drama para nosotros mismos porque esto pone en crisis el sentido del paso de cada uno
de nosotros por esta tierra, el sentido de nuestra propia vida. Si no está esa pregunta de fondo, no creo
que nuestras preocupaciones ecológicas puedan lograr resultados importantes.

155. La ecología humana implica también una «ecología del hombre», porque «también el
hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo». Nuestro
propio cuerpo nos relaciona con el ambiente y con los demás. La aceptación del propio cuerpo como
regalo de Dios es necesaria para aceptar el mundo entero como regalo del Padre y casa común.
Aprender a cuidar el propio cuerpo es esencial para una verdadera ecología humana. También la
valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí
mismo en el encuentro con el diferente. De este modo es posible aceptar con alegría el don específico
del otro o de la otra, obra del Dios creador, y enriquecerse mutuamente. Por lo tanto, no es sana una
actitud que quiera suprimir la diferencia sexual porque ya no sabe confrontarse con la misma.

IV. El principio del bien común

156. La ecología humana es inseparable de la noción de bien común, “el conjunto de condiciones de
la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros, el logro más fácil
de su perfección.
157. El bien común:
- presupone el respeto a la persona humana, con derechos básicos e intransferibles, necesarios para tu
desarrollo integral (no solo una parte de él)
- exige el bienestar social y el desarrollo de sus grupos, especialmente la familia,
- exige la paz social, es decir, la estabilidad dada por un cierto orden,
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CAPÍTULO QUINTO
ALGUNAS LÍNEAS DE ORIENTACIÓN Y ACCIÓN
163. después de haber intentado analizar la situación, intentemos ahora delinear grandes caminos de
diálogo que nos ayuden a salir de la espiral de autodestrucción en la que estamos.
I. Diálogo sobre el medio ambiente en la política internacional
164. Desde mediados del siglo pasado, se va entendiendo al planeta como patria y a la humanidad
como pueblo que habita una “casa de todos”. Y esto no solo significa que lo que cada uno hace afecta a
los demás, sino también que las soluciones hay que proponerlas desde un punto de vista “global”,
y no sólo en defensa de los intereses de algunos países. Nos obliga a pensar en un solo mundo, en
un proyecto común.
Pero la misma inteligencia que logró un enorme desarrollo tecnológico no logra encontrar formas
de gestión internacional que resuelvan las dificultades ambientales y sociales. Para afrontar los
problemas de fondo es indispensable que haya un acuerdo mundial que lleve, por ejemplo, a desarrollar
formas renovables y poco contaminantes de energía, a lograr una mayor eficiencia energética, a
promover un uso más adecuado de los recursos forestales y marinos, a asegurar a todos el acceso al
agua potable.
Sabemos que la tecnología basada en combustibles fósiles muy contaminantes –sobre todo el
carbón, pero aun el petróleo y, en menor medida, el gas – necesita ser reemplazada progresivamente, y
que mientras no haya un desarrollo generalizado de energías renovables está bien optar por lo menos
malo o valerse de soluciones transitorias,. Pero la comunidad internacional aún no logra acordar
sobre quienes deben hacerse cargo de los costos que trae este cambio de una energía a otra.
En las últimas décadas, las cuestiones ambientales generaron un gran debate público que hizo
que en la sociedad crecieran espacios de mucho compromiso y de entrega generosa. Pero la política y
la empresa reaccionan con lentitud, lejos de estar a la altura de los desafíos mundiales.
El movimiento ecológico mundial hizo ya un largo recorrido. No sería posible aquí mencionarlas a
todas ni recorrer la historia de sus aportes. Pero gracias a tanta entrega, las cuestiones ambientales
están cada vez más presentes. Sin embargo, las Cumbres mundiales sobre el ambiente de los últimos
años no respondieron a las expectativas, porque por falta de decisión política no alcanzaron acuerdos
ambientales globales de importancia. la Cumbre de la Tierra (1992, Río de Janeiro) proclamó que «los
seres humanos son el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible» y,
retomando la Declaración de Estocolmo (1972), sostuvo la cooperación internacional para cuidar el
ecosistema de toda la tierra, la obligación por parte de quien contamina de hacerse cargo
económicamente de ello, el deber de evaluar el impacto ambiental de toda obra o proyecto, propuso
también estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera para revertir el
calentamiento global. Si bien la cumbre fue verdaderamente superadora para su época, estos
acuerdos no fueron muy implementados porque no se establecieron mecanismos adecuados de
control y de sanción para el que incumplía.
Se pueden mencionar experiencias positivas: el Convenio de Basilea (sobre los desechos
peligrosos); la Convención que regula el comercio internacional de especies amenazadas de fauna y
flora silvestre, o la Convención de Viena para la protección de la capa de ozono y a su implementación
mediante el Protocolo de Montreal. Pero en lo que se refiere al cuidado de la diversidad biológica, la
desertificación, y el cambio climático, los avances han sido lamentablemente muy escasos.
La reducción de gases de efecto invernadero exige honestidad, valentía y responsabilidad, sobre
todo de los países más poderosos y más contaminantes. Las negociaciones internacionales no pueden
avanzar por las posiciones de los países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común
global.
Algunas de las estrategias para lograr bajar la emisión de gases contaminantes, buscan que los
costos de esto se paguen entre todos. Pero imponer a los países de menores recursos compromisos de
reducción de emisiones iguales a los de los países más industrializados, es perjudicar a los países más
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necesitados. Se les agrega una nueva injusticia usando como excusa el cuidado del ambiente. Como
siempre, el hilo se corta por lo más débil. Además, como los efectos del cambio climático se sentirán
durante mucho tiempo aún cuando se tomen medidas ahora, algunos países con escasos recursos
necesitarán ayuda para adaptarse a efectos que ya se están produciendo (y que afectan sus
economías). Sigue siendo cierto que hay responsabilidades comunes, pero deben ser
diferenciadas, sencillamente porque, como han dicho los Obispos de Bolivia, «los países que se han
beneficiado por un alto grado de industrialización (a costa de una enorme emisión de gases
invernaderos) tienen mayor responsabilidad en aportar a la solución de los problemas que han
causado.
La estrategia de compraventa de « bonos de carbono » parece ser una solución rápida y fácil,
con la apariencia de compromiso con el medio ambiente, pero de ninguna manera implica un cambio a
la altura de las circunstancias, y puede dar lugar a una nueva forma de especulación y no servir para
reducir la emisión global de gases contaminantes. Más bien puede llegar a permitir sostener el sobre-
consumo de algunos países.
El aprovechamiento de la energía solar exige que se creen subsidios para que los países en
desarrollo puedan acceder a estas tecnologías y asistencia técnica. Los costos serían bajos si se los
compara con los riesgos del cambio climático. De todos modos, es ante todo una decisión ética, basada
en la solidaridad de todos los pueblos.
Es urgente que haya acuerdos internacionales que se cumplan. Los Estados deben proteger
la soberanía de cada uno, pero también deben establecer caminos comunes para evitar catástrofes
locales, que terminarían afectando a todos. Hacen falta mecanismos regulatorios globales que
impongan obligaciones y que impidan acciones intolerables, como el que países expulsen a otros
países residuos e industrias altamente contaminantes.
Mencionemos también el sistema de gobernanza de los océanos. El creciente problema de los
residuos marinos y la protección de las áreas marinas más allá de las fronteras nacionales sigue siendo
un desafío. Si bien hubo convenciones internacionales, la falta de mecanismos fuertes de
reglamentación, control y sanción hicieron que los resultados no fueran los esperados.
Y lo mismo que dificulta tomar decisiones fuertes para revertir el calentamiento global es lo que
no permite cumplir con el objetivo de erradicar la pobreza. Necesitamos una reacción global más
responsable, una verdadera Autoridad política mundial. Es indispensable la creación y/o
mejoramiento de instituciones internacionales, para que sean más fuertes y den mejores resultados,
con autoridades designadas por acuerdo entre los gobiernos nacionales, y con poder para sancionar.
En esta situación, la diplomacia se vuelve importantísima para impulsar las estrategias
internacionales.
Los creyentes no podemos dejar de pedirle a Dios por el avance en las discusiones actuales, de
manera que las generaciones futuras no sufran las consecuencias de imprudentes retardos.
II. Diálogo hacia nuevas políticas nacionales y locales
No se puede pensar en recetas uniformes, porque hay problemas y límites específicos de cada
país o región. Pero en los ámbitos nacionales y locales siempre hay mucho por hacer, como promover
las formas de ahorro de energía (por ejemplo quitando del mercado los productos que son poco
eficaces desde el punto de vista energético o que son más contaminantes). O alentando un cambio en
el consumo, o buscando una buena gestión del transporte, o permitiendo solo formas de construcción
de edificios que reduzcan su consumo de energía, o desarrollando una economía de reciclaje, o
defendiendo la protección de especies... ¡Es tanto lo que sí se puede hacer!
En algunos lugares, se están desarrollando cooperativas para la explotación de energías
renovables que permiten el autoabastecimiento local e incluso la venta de lo que sobra. Este ejemplo
muestra que, mientras el orden mundial no logra asumir responsabilidad es, lo local puede hacer una
diferencia, porque allí se puede generar una mayor responsabilidad, un sentimiento de comunidad más
fuerte con un verdadero amor a la propia tierra, donde se piensa en lo que deja a los hijos y a los
nietos. Esto son valores muy asumidos en las poblaciones aborígenes.
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Es función impostergable de cada Estado planificar, coordinar, vigilar y sancionar dentro
de su propio territorio. Es el Derecho el que debe establecer las reglas para la previsión y precaución,
la regulación y vigilancia de la aplicación de las normas, el control de la corrupción, control sobre los
efectos no deseados que puedan surgir en los procesos productivos, e intervención ante riesgos
potenciales.
Debido a intereses electorales, el “inmediatismo político” apunta a producir crecimiento solo a
corto plazo. Para no irritar a los votantes, los gobiernos no se arriesgan a tomar medidas que puedan
afectar al nivel de consumo de la población, o poner en riesgo inversiones extranjeras. Se olvida
así que la grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra pensando en el bien
común a largo plazo. Al poder político le cuesta mucho asumir este deber en un proyecto de nación.
Debido a esto y a la corrupción, es necesario que exista una población que presione una decisión
política. La sociedad, a través de organismos no gubernamentales y asociaciones intermedias,
debe obligar a los gobiernos a desarrollar normas, y controles más inflexibles. Si los ciudadanos no
controlan al poder político –nacional, regional y municipal –, tampoco es posible un control de
los daños ambientales. Y las legislaciones de los municipios pueden dar mas resultado si hay
acuerdos entre poblaciones vecinas para sostener las mismas políticas ambientales.
Es indispensable que haya una continuidad en las políticas ambientales, porque no se pueden
cambiar las medidas que se toman relacionadas con el ambiente cada vez que cambia un
gobierno. Los resultados necesitan mucho tiempo y no podrán ser mostrados dentro del actual período
de gobierno. Por eso, sin la presión de la población siempre habrá resistencia a intervenir.
Hay que darle un lugar importante a una sana política, capaz de reformar las instituciones, coordinarlas
y hacerlas funcionar mejor, para que puedan superar presiones.
III. Diálogo y transparencia en la toma de decisiones
183. Un estudio del impacto ambiental no debería ser venir después de que se pensó un proyecto o
plan o programa a desarrollarse. Tiene que estar desde el principio y conectarse con todo: con el
análisis de las condiciones de trabajo, los posibles efectos en la salud física y mental de las personas,
la economía local, la seguridad. Y debe pensarse de manera independiente de toda presión económica
o política. Todos deben intervenir en la discusión, pero de manera especial los habitantes
locales, porque ellos preguntan por lo que quieren para ellos y para sus hijos, y tienen en cuenta
cosas que van mas allá del interés económico inmediato. La participación exige que todos sean
adecuadamente informados de los diferentes riesgos y posibilidades, y que haya acciones de
seguimiento o monitorización constante de lo que se va haciendo. Hace falta sinceridad y verdad en
las discusiones científicas y políticas, sin pensar solamente en qué está permitido o no por la
ley.
En toda discusión acerca de un emprendimiento, deberían plantearse una serie de preguntas
para ver si provocará un verdadero desarrollo integral: ¿Para qué? ¿Para quién? ¿Dónde? ¿Cuándo?
¿Cómo? ¿Cuáles son los riesgos? ¿A qué costo? ¿Quién paga los costos y cómo lo hará? Aun
así, dentro de esto hay cuestiones que deben tener prioridad. Por ejemplo, el agua es un recurso
indispensable para vivir, por eso es un derecho de todo ser humano. Esto es indudable y está por
encima de cualquier análisis de impacto ambiental de una región. La Declaración de Río dice que si
hay datos que nos lleven a pensar que puede llegar a haber un daño grave e irreversible, aunque no
haya sido probado científicamente de manera indiscutible, cualquier proyecto debería detenerse o
cambiarse. Esta precaución protege a los más débiles, que tienen pocos medios para defenderse y
para aportar pruebas científicas incuestionables. Se invierte la cosa: ahora el que propone el proyecto
debe aportar una prueba contundente de que lo que se va a hacer no va a generar daños graves
Hay discusiones sobre cuestiones relacionadas con el ambiente donde es difícil llegar a un
acuerdo. Una vez más expreso que la Iglesia no pretende sustituir a la política o definir las cuestiones
científicas, pero si quiere invitar a un debate honesto y transparente, para que las necesidades de cada
parte no afecten al bien común.
IV. Política y economía en diálogo para la plenitud humana
Catequesis: Adaptación de la encíclica “Laudato Si” (P. Francisco) -Prof. Clara M. Vivino
Hoy, pensando en el bien común, necesitamos que la política y la economía, en diálogo, se pongan
totalmente servicio de la vida, especialmente de la vida humana.
* Economía:
Lo que no se termina de afrontar es el problema de la economía real, la que hace posible
que se mejore la producción y el funcionamiento de las empresas, y que las pequeñas y medianas
empresas se desarrollen y creen empleo.
Hay que eliminar esa idea “mágica” del mercado que piensa que los problemas se resuelven sólo
con el crecimiento de las empresas. ¿Es realista esperar que quien se obsesiona por sacar el máximo
beneficio, se pare a pensar en los efectos ambientales que dejará a las próximas generaciones? En ese
razonamiento no hay lugar para pensar en los ritmos de la naturaleza, en sus tiempos de regeneración,
en la complejidad de los ecosistemas... Y cuando se habla de biodiversidad, a lo sumo pensará en ella
como un conjunto de recursos económicos a explotar, pero no considerará el valor real de las cosas, su
significado para las personas y las culturas, los intereses y necesidades de los pobres.
La salvación de los bancos a toda costa, haciendo pagar el precio a la población, sin revisar y
reformar el sistema entero, pone a las finanzas por encima de todo, cosa que no tiene futuro y que sólo
podrá generar nuevas crisis. La crisis financiera de 2007-2008 era la ocasión para pensar una nueva
economía, con una ética distinta, pero no hubo una reacción que repensase los criterios (ya anticuados
y poco efectivos) que siguen manejando al mundo.
La producción no siempre es racional, muchas veces está regulada por variables económicas
que dan a los productos un valor que no coincide con su valor real. Eso lleva a una
sobreproducción de algunas mercancías que causa un impacto ambiental innecesario y al mismo
tiempo perjudica a muchas economías regionales.
El principio de maximización de la ganancia es una deformación de la economía: cuando se
aumenta la producción no interesa que se produzca a costa de los recursos futuros, o de la salud del
ambiente. Si la tala de un bosque aumenta la producción, nadie mide en ese cálculo de costos la
pérdida que produce el desertificar ese territorio o el aumentar su contaminación. Es decir, las
empresas obtienen ganancias no pagando todos los costos, sino solo una parte minima. Sólo podría
considerarse ético si los costos (económicos y sociales) que surgen del uso de los recursos
ambientales (que son de todos), son pagados totalmente por los que se benefician, y no por otros o por
las futuras generaciones
Cuando se dicen estas cosas algunos reaccionan acusando al otro de “querer detener el
progreso humano”. Pero hay que entender que desacelerar puede dar lugar a otro modo de
progreso. Los esfuerzos para un uso sostenible de los recursos naturales no son un gasto inútil, sino
una inversión a medio plazo, con una producción más innovadora y con menor impacto ambiental, y
que puede ser muy rentable Se trata de abrir camino a oportunidades diferentes, no de detener la
creatividad humana y su sueño de progreso, sino de orientarla por caminos nuevos. Por ejemplo, un
camino de desarrollo productivo más creativo y mejor orientado podría:
- cambiar el que haya mas tecnología para el consumo que para resolver problemas de la
humanidad;
- generar formas inteligentes y rentables de reciclado;
- mejorar la eficiencia energética de las ciudades.
¡Esta sería una creatividad capaz de hacer florecer nuevamente la nobleza del ser humano! Porque
es más digno (y más creativo) usar la inteligencia para encontrar formas de desarrollo sostenible y
equitativo, que insistir en crear cosas que sólo sirven para dar más posibilidades de consumo.
Y para que surjan nuevos modelos necesitamos reflexionar sobre el sentido y tarea de la
economía. Hay que redefinir lo que se entiende por “progreso”. Un desarrollo tecnológico y económico
que no deja un mundo mejor y una calidad de vida superior no puede considerarse progreso. Y aún
con todo lo que ofrece el crecimiento de la economía, la realidad es que por el deterioro del ambiente,
la baja calidad de los productos alimenticios o el agotamiento de algunos recursos, la calidad de la vida
de las personas disminuye.
* Política:
Recordemos el principio de subsidiariedad: éste exige más responsabilidad por el bien común
a quien tiene más poder. Es verdad que hoy algunos sectores económicos ejercen más poder que los
mismos Estados. Pero no se puede justificar una economía sin política. Si el Estado no cumple su
Catequesis: Adaptación de la encíclica “Laudato Si” (P. Francisco) -Prof. Clara M. Vivino
rol en una región, algunos grupos económicos pueden sentirse autorizados a no cumplir ciertas
normas, hasta dar lugar a la trata de personas, criminalidad organizada, narcotráfico y violencia que se
vuelven muy difíciles de erradicar. Si la política no es capaz de romper una lógica perversa seguiremos
sin enfrentar los grandes problemas de la humanidad.
La política y la economía tienden a culparse mutuamente por lo que se refiere a la pobreza y a la
degradación del ambiente. Pero lo que se espera es que reconozcan sus propios errores y encuentren
formas de actuar juntas para lograr el bien común. Porque mientras unos se desesperan sólo por la
ganancia económica y otros se obsesionan sólo por conservar o aumentar el poder, lo que tenemos son
guerras o acuerdos falsos donde lo que menos interesa a las dos partes es cuidar el ambiente y a los
más débiles.
V. Las religiones en el diálogo con las ciencias
199. No se puede afirmar que las ciencias explican completamente la vida. Si se piensa así,
desaparecerían el arte, la poesía, y hasta la capacidad de la razón para entender el sentido de las
cosas. Muchas veces desprecian los textos religiosos pero ¿es razonable (y culto) no tenerlos en
cuenta sólo por que nacieron dentro de una creencia religiosa? En realidad, es ingenuo pensar que
los principios de la ética pueden darse sin ningún contexto, de manera puramente abstracta,
separados de todo. Los principios éticos que la razón puede descubrir aparecen siempre en distintos
contextos, y expresados con lenguajes distintos. El que aparezcan con un lenguaje religioso no les
quita valor en un debate público. Por otra parte, cualquier solución que aporten las ciencias será
inútil si la humanidad pierde su rumbo, si sus motivaciones no son buenas.
En todo caso, habrá que llamar a los creyentes a ser coherentes con su propia fe y a no
contradecirla con sus acciones. La mayor parte de los habitantes del planeta se declaran creyentes, y
esto debería llevar a las religiones a dialogar entre ellas para juntar esfuerzos en el cuidado de la
naturaleza, la defensa de los pobres, y la construcción de redes de respeto entre todos.
Es urgente también un diálogo entre las ciencias mismas, porque cada una suele encerrarse y
especializarse cada vez mas, aislándose del resto. Y, como dijimos, esto impide dar respuestas
integrales al problema del ambiente. También es necesario un diálogo amable entre los diferentes
movimientos ecologistas, donde no faltan las luchas entre si por cuestiones ideológicas.
La gravedad de la crisis ecológica nos exige a todos pensar en el bien común y
avanzar en un camino de diálogo paciente y generoso.
Catequesis: Adaptación de la encíclica “Laudato Si” (P. Francisco) -Prof. Clara M. Vivino
CAPÍTULO SEXTO
EDUCACIÓN Y ESPIRITUALIDAD ECOLÓGICA
202. Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo, pero ante todo la humanidad necesita cambiar.
I. Apostar por otro estilo de vida
203. Como el mercado, para poder vender sus productos, tiende a crear un “consumismo compulsivo”,
las personas terminan metidas en un remolino de compras y gastos innecesarios. Se les hace creer a
todos que son libres porque tiene una supuesta libertad para consumir, cuando en realidad lo únicos
libres son los que tiene el poder económico (que son una minoría). Hoy tenemos muchos medios, pero
muy pocos fines. Tenemos muchas “cosas” pero no sabemos bien “para qué” las queremos. Y en esta
confusión de no saber bien que es lo que se realmente se quiere, la humanidad se desorienta y pierde
su identidad, lo que la lleva a vivir con angustia.
Mientras más vacío esté el corazón de la persona, más necesitará consumir, comprar y
tener objetos. En este contexto, cada uno buscará satisfacer sus necesidades, y no existirá la
búsqueda de un “bien común”, y las normas solo se respetarán siempre en cuando no vayan en contra
mis propias necesidades. Y si en la sociedad predominan este tipo de personas, no solamente habrá
que pensar en desastres naturales y catástrofes por fenómenos climáticos, sino que también habrá
catástrofes causadas por crisis sociales, porque la obsesión por un estilo de vida consumista (que sólo
unos pocos van a poder mantener), provocará violencia... y destrucción mutua.
Sin embargo, no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse
hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse, más allá
de todos los “condicionamientos” mentales y sociales que les impongan. Son capaces de mirarse a sí
mismos con honestidad y de iniciar caminos nuevos hacia la verdadera libertad.
No hay sistema en el mundo capaz de destruir completamente esta capacidad de optar por el
bien, la verdad y la belleza; esta capacidad de “reaccionar” que Dios sigue alentando desde lo
profundo de los corazones humanos. Por eso a cada persona de este mundo le digo: no olvides
esta dignidad tuya que nadie tiene derecho a quitarte.
Un cambio en los estilos de vida podría llegar a ejercer una presión positiva sobre los que
tienen poder político, económico y social. Esto es lo que pasa con los movimientos de
consumidores cuando dejan de comprar ciertos productos para lograr que las empresas cambien y
tengan en cuenta el impacto ambiental. Es un hecho que cuando los hábitos de la sociedad bajan las
ganancias de una empresa, éstas se ven “forzadas” a producir de otra manera. Esto nos recuerda
nuestra responsabilidad social como consumidores. El deterioro ambiental tiene que ver con el
comportamiento de cada uno de nosotros.
Siempre es posible volver a desarrollar la capacidad de salir de uno mismo para ir hacia el otro.
Esta actitud, que me lleva a pensar en el impacto de mis acciones en el entorno, es lo que hace posible
cuidar a los demás y al medio ambiente. Y cuando somos capaces de superar el individualismo,
realmente se puede desarrollar un estilo de vida alternativo y lograr un cambio importante en la
sociedad.
II. Educación para la alianza entre la humanidad y el ambiente
209. La conciencia de la gravedad de esta crisis tiene que “traducirse” en hábitos nuevos. Son muchos los
que saben que el progreso y/o la suma de cosas o placeres no alcanzan para darle sentido al corazón humano.
Pero no se sienten capaces de renunciar a lo que les ofrece el mercado. En los países que deberían producir los
mayores cambios de hábitos de consumo, los jóvenes tienen una nueva sensibilidad ecológica y un espíritu
generoso, y algunos de ellos luchan por la defensa del ambiente, pero como crecieron en un contexto de altísimo
consumo y bienestar, les es muy difícil cambiar de hábitos. Por eso estamos ante un desafío educativo.
Catequesis: Adaptación de la encíclica “Laudato Si” (P. Francisco) -Prof. Clara M. Vivino Catequesis: Adaptación de la encíclica “Laudato Si” (P. Francisco) -Prof. Clara M. Vivino

Al principio la “educación ambiental” estaba muy centrada en la información científica y en la

concientización y prevención de riesgos ambientales. Hoy ya se incluye una crítica de los «mitos» de la «Si los desiertos exteriores se
modernidad (el individualismo, el progreso indefinido, la competencia, el consumismo, el mercado sin reglas) multiplican en el mundo, es
junto con una búsqueda de un “equilibrio ecológico”: el interno (con uno mismo), el solidario (con los porque se han extendido los
demás), el natural (con todos los seres vivos), y el espiritual (con Dios).
desiertos interiores». La crisis
ecológica es un llamado a una
Esta educación, llamada a crear una «ciudadanía ecológica», a veces se limita a informar y no logra
desarrollar hábitos. Por otra parte, hay educadores capaces de replantear sus programas pedagógicos en profunda conversión interior.
base a una ética ecológica que ayude efectivamente a crecer en la solidaridad, la responsabilidad y el Para realizar una reconciliación
cuidado basado en la compasión. con la creación debemos
Que existan leyes y normas no es suficiente, a largo plazo, para limitar los malos comportamientos, es necesario examinar primero nuestras vidas y
que cada persona la acepte y esté convencida de esa ley, para que reaccione desde una transformación reconocer de qué modo
personal. Si una persona, aunque su economía le permita consumir y gastar más, se abriga en lugar de encender ofendemos a la creación de Dios
la calefacción, quiere decir que incorporó las convicciones sobre el cuidado del ambiente. La educación en la con nuestras acciones o con
“responsabilidad ambiental” puede animar comportamientos que impacten, de una manera directa e nuestra incapacidad de actuar.
importante, en el cuidado del ambiente, como por Ej.: Debemos hacer una conversión,
o evitar el uso de material plástico y de papel,
un cambio del corazón. Esto
o reducir el consumo de agua, separar los residuos,
o cocinar sólo lo que se va a comer,
implica reconocer los propios
o tratar con cuidado a los demás seres vivos, errores, pecados, vicios o
o utilizar transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias personas, negligencias, y arrepentirse de
o plantar árboles, corazón, cambiar desde adentro.
o apagar las luces innecesarias.
Todo esto es parte de una creatividad que muestra lo mejor del ser humano. Sin embargo, no basta que cada
No hay que pensar que esos esfuerzos no van a cambiar el mundo. Porque esas acciones provocan un bien uno sea mejor para resolver una
que siempre tiende a difundirse, aunque a veces invisiblemente. Además, hacer esto nos devuelve el sentimiento situación tan compleja como la
de la propia dignidad, nos permite sentir que vale la pena nuestro paso por este mundo. actual. A problemas sociales se
responde con redes
Los ámbitos educativos son muy variados: la familia, la escuela, los medios de comunicación, la catequesis,
comunitarias, no solo con la
por nombrar algunos.
En la familia se cultivan los primeros hábitos de amor y cuidado de la vida, como por ejemplo el uso
suma de bienes individuales: para
correcto de las cosas, el orden y la limpieza, la protección de todos los seres creados. En la familia se aprende a crear un cambio duradero es
pedir permiso sin avasallar, a decir « gracias » como forma de valorar algo que el otro me da o hace por mí, a también necesaria una
dominar la agresividad, y a pedir perdón cuando hacemos algún daño. Estos pequeños gestos ayudan a construir conversión comunitaria.
una cultura de la vida compartida y del respeto a lo que nos rodea.
La escuela es importante, ya que una buena educación escolar coloca semillas que pueden producir Esta conversión implica distintas
efectos a lo largo de toda una vida. actitudes:
El esfuerzo de concientizar también le corresponde a la política y a las diversas asociaciones. También a
la Iglesia. Todas las comunidades cristianas tienen un rol importante que cumplir en esta educación. Debido a * un reconocimiento del mundo
que es mucho lo que está en juego, así como se necesitan instituciones con poder para controlar y como un regalo gratuito de Dios,
sancionar los ataques al medio ambiente, también necesitamos controlarnos y educarnos unos a otros.
(lo que provoca, como
215. En este contexto, no debe olvidarse la relación que hay entre una adecuada educación estética y el
consecuencia, actitudes también
cuidado del ambiente. Prestar atención a la belleza y amarla nos ayuda a dejar de ver las cosas solo como gratuitas y gestos generosos
objetos “útiles o inútiles”. Cuando alguien no aprende a valorar lo bello, no es raro que para él todo se convierta aunque nadie los vea o los
en objeto de uso y abuso inescrupuloso. reconozca) y con un orden (que
el ser humano no tiene derecho a
Toda la educación será ineficaz y sus esfuerzos, inútiles si no se busca también difundir un nuevo ignorar)
enfoque acerca del ser humano, la vida, la sociedad y la relación con la naturaleza que contrarreste el enfoque * la conciencia de estar
propuesto por el modelo consumista conectados con las demás
criaturas, y de que cada criatura
III. Conversión ecológica refleja algo de Dios y tiene un
mensaje que enseñarnos
216. La espiritualidad cristiana ofrece un aporte al intento de renovar la humanidad. Quiero proponer a * el hacer crecer las capacidades
los cristianos algunas líneas de espiritualidad ecológica que nacen de las convicciones de nuestra fe, propias que Dios nos ha dado (la
porque lo que el Evangelio nos enseña tiene consecuencias en nuestra forma de pensar, sentir y conversión ecológica lleva al
vivir. creyente a desarrollar su
Una “conversión ecológica” implica dejar brotar todas las consecuencias del encuentro con creatividad y su entusiasmo para
Jesús en las relaciones con el mundo que nos rodea. resolver los dramas del mundo).
Catequesis: Adaptación de la encíclica “Laudato Si” (P. Francisco) -Prof. Clara M. Vivino
IV. Gozo y paz
La espiritualidad cristiana propone un modo alternativo de entender la vida,
específicamente, de entender “la calidad de vida”, alentando un estilo de vida capaz de disfrutar sin
obsesionarse por el consumo. Una vieja enseñanza, presente también en la Biblia, dice: “menos es
más“. La acumulación constante de cosas para consumir distrae el corazón e impide disfrutar
cada cosa y cada momento, no nos permite parar y valorar lo pequeño, o agradecer las posibilidades
que ofrece la vida.
La espiritualidad cristiana propone como modo de vida la simplicidad. La sobriedad, cuanto se
vive con libertad y conciencia, es “liberadora” para la persona. No es menos vida, sino todo lo
contrario. En realidad, quienes disfrutan más y viven mejor cada momento son los que dejan de picotear
aquí y allá, buscando siempre lo que no tienen, y experimentan lo que es valorar cada persona y cada
cosa, aprenden a tomar contacto y saben disfrutar con lo más simple. Sobre todo cuando se es capaz
de desarrollar otros placeres, cuando se encuentra alegría en el encuentro con los otros, en el servicio,
en la música y el arte, en el contacto con la naturaleza, en la oración.
La felicidad implica saber ponerle límite a algunas necesidades para poder
estar más disponibles para todas las otras posibilidades que la vida nos ofrece.
224. La sobriedad y la humildad no tuvieron una publicidad muy positiva en el último siglo. Pero la
desaparición de la humildad, en un ser humano desaforadamente entusiasmado con la posibilidad de
dominarlo todo, sin límite alguno, sólo puede terminar dañando a la sociedad y al ambiente.
Por otro lado, ninguna persona vivir feliz con sobriedad si no está en paz consigo mismo. La paz interior
de las personas tiene mucho que ver con el cuidado de la ecología. Muchas personas viven en un
desequilibrio que las mueve a hacer las cosas a toda velocidad para sentirse ocupadas, en una
prisa constante, que a su vez las lleva a atropellar todo lo que tienen a su alrededor. Y esto
incluye en el modo en como trata al ambiente. La naturaleza está llena de palabras de amor, pero
¿cómo podremos escucharlas en medio del ruido constante, de la distracción permanente, o del culto a
la apariencia?
Una ecología integral implica dedicar algo de tiempo para recuperar la armonía con la creación.
Para reflexionar acerca de nuestro estilo de vida, de nuestros ideales, para contemplar a Dios...
Estamos hablando de una actitud del corazón, uno que sabe estar 100% presente en algo sin estar
pensando en lo que viene después, que se entrega a cada momento como un regalo de Dios que debe
ser plenamente vivido.
Jesús nos enseñaba esta actitud cuando nos invitaba a mirar los lirios del campo y las aves del
cielo, o cuando, ante la presencia de un hombre inquieto, « detuvo en él su mirada, y lo amó » (Mc
10,21). Él sí que estaba plenamente presente ante cada ser humano y ante cada criatura. Y así nos
mostró también un camino para superar esa ansiedad enfermiza de hoy que nos vuelve superficiales,
agresivos y consumistas desenfrenados.
¿Como lograr esto? Un ejemplo muy sencillo de esta actitud es el dar gracias a Dios en las
comidas. Ese momento de la bendición, aunque sea muy breve, nos recuerda nuestra que dependemos
de Dios para la vida, fortalece nuestro agradecimiento por los dones de la creación, reconoce a aquellos
que con su trabajo nos dan estos bienes y refuerza la solidaridad con los más necesitados. Todo esto
en un gesto.
V. Amor civil y político
El cuidado de la naturaleza es parte de un estilo de vida que implica capacidad vivir en comunión con
otros. Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una
responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos. Ya
hemos tenido bastante de de degradación moral, burlándonos de la ética, de la bondad, de la fe, de la
honestidad, y llegó la hora de advertir que esa superficialidad nos sirvió bien poco.
Catequesis: Adaptación de la encíclica “Laudato Si” (P. Francisco) -Prof. Clara M. Vivino
Santa Teresita de Lisieux nos invita, con su ejemplo, a la práctica del pequeño camino del amor: a no
perder la oportunidad de una palabra amable, de una sonrisa, de cualquier pequeño gesto que siembre
paz y amistad. Una ecología integral también está hecha de simples gestos cotidianos donde
rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo.
El amor, lleno de pequeños gestos de cuidado mutuo, es también civil y político, El amor social
es la clave de un auténtico desarrollo. Para una sociedad más humana, más digna de la persona, es
necesario revalorizar el amor en la vida social –a nivel político, económico, cultural –, haciéndolo norma
constante de cada acción. El amor social es el lo que nos mueve a pensar en grandes estrategias que
detengan la degradación ambiental y alienten una cultura del cuidado que empape a toda la sociedad.
No todos están llamados a trabajar de manera directa en la política, pero en una sociedad hay
muchísimas asociaciones a favor del bien común que buscan preservar el ambiente natural y urbano.
Por ejemplo, las que se preocupan por un lugar común (un edificio, una fuente, un monumento
abandonado, un paisaje, una plaza), para proteger, sanear, mejorar o embellecer algo que es de todos.
De esa manera se cuida el mundo y la calidad de vida, hay conciencia de habitar una casa común que
Dios nos ha prestado. Estas acciones comunitarias, cuando surgen de un amor que se entrega,
son también experiencias espirituales.
VI. Signos sacramentales y descanso celebrativo
El universo se desarrolla en Dios, que lo llena todo. Entonces hay mística en una hoja, en un
camino, en el rocío, en el rostro del pobre. El ideal no es sólo pasar de lo exterior a lo interior para
descubrir la acción de Dios en el alma, sino también para llegar a encontrarlo en todas las cosas.
El místico experimenta la íntima conexión que hay entre Dios y todos los seres. Si admira la grandeza
de una montaña, no puede separar eso de Dios, por eso traspasa esa admiración a Dios. No
escapamos del mundo ni negamos la naturaleza cuando queremos encontrarnos con Dios. Lo
hallamos en ella.
Los Sacramentos son un modo privilegiado de cómo la naturaleza es tomada por Dios y
convertida en algo que nos habla sobre la vida sobrenatural: el agua que se derrama sobre el que se
bautiza es signo de vida nueva, el Pan de la Eucaristía se convierte en medio por el que Dios, a través
de un pedazo de materia, llega a nuestra intimidad no desde arriba, sino desde adentro, para que en
nuestro propio mundo pudiéramos encontrarlo a él.
El domingo se ofrece como día de la sanación de las relaciones del ser humano con Dios,
consigo mismo, con los demás y con el mundo. El ser humano tiende a pensar que el descanso
contemplativo es algo innecesario e inútil, pero este descanso contemplativo es algo diferente de un
simple “no hacer”. El descanso es una ampliación de la mirada que permite volver a reconocer las
cosas. Es lo que evita caer en un activismo vacío, en un desenfreno por hacer y hacer olvidando lo
más importante de la obra que se realiza: su sentido.
VII. La Trinidad y la relación entre las criaturas
238. los cristianos creemos en un solo Dios que es comunión de tres personas:
- El Padre, fuente de todo, fundamento de cuanto existe.
- El Hijo, que lo refleja y que se unió a esta tierra cuando se formó en el seno de María.
- El Espíritu, presente íntimamente en el corazón del universo animándolo constantemente.
Cada una de ellas realiza la obra común que es la Creación y está en profunda relación con las demás.
Y el mundo, creado según el modelo divino, también es una red de relaciones: las criaturas tienden
hacia Dios, a su vez cada ser viviente tiende hacia otra cosa, de tal manera que en el universo
podemos encontrar un sinnúmero de relaciones que se entretejen. Esto nos lleva a descubrir una clave
de nuestra propia realización. Porque la persona humana más crece, más madura, a medida que
entra en relación, cuando sale de sí misma para vivir en comunión con Dios, con los demás y con
todas las criaturas.
VIII. Reina de todo lo creado
241. María, la madre que cuidó a Jesús, ahora cuida este mundo herido. Así como lloró con la muerte
de Jesús, ahora se compadece de las criaturas de este mundo arrasadas por el poder humano. Elevada
Catequesis: Adaptación de la encíclica “Laudato Si” (P. Francisco) -Prof. Clara M. Vivino
Catequesis: Adaptación de la encíclica “Laudato Si” (P. Francisco) -Prof. Clara M. Vivino
al cielo, es Madre y Reina de todo lo creado. Ella no sólo guarda en su corazón toda la vida de Jesús,
que «conservaba» cuidadosamente (Lc 2,19), sino que también comprende ahora el sentido de todas ORACIÓN CRISTIANA CON LA CREACIÓN,
las cosas. Por eso podemos pedirle que nos ayude a mirar este mundo con ojos más sabios.
Papa Francisco (2015)
Junto con ella, en la familia santa de Nazaret, se destaca la figura de san José. Él cuidó y
defendió a María y a Jesús con su trabajo, y los liberó de la violencia llevándolos a Egipto. En el
Evangelio aparece como un hombre justo, trabajador, fuerte. Pero en él también se lee una gran
Te alabamos, Padre, con todas tus criaturas, que salieron de tu mano
ternura, que no es propia de los débiles sino de los verdaderamente fuertes. Por eso fue declarado poderosa. Son tuyas, y están llenas de tu presencia y de tu ternura. ¡Alabado
custodio de la Iglesia universal. Él también puede enseñarnos a cuidar, puede motivarnos a trabajar seas!
con generosidad y ternura para proteger este mundo que Dios nos ha confiado.

IX. Más allá del sol Hijo de Dios, Jesús, por ti fueron creadas todas las cosas.
Te formaste en el seno de María, te hiciste parte de esta tierra, y miraste
243. Al final nos encontraremos cara a cara frente a la infinita belleza de Dios (1 Co 13,12) y podremos
leer el misterio del universo. La vida eterna será un asombro compartido, donde cada criatura ocupará
este mundo con ojos humanos. Hoy estás vivo en cada criatura con tu
su lugar y tendrá algo para aportar a los pobres definitivamente liberados. gloria de resucitado. ¡Alabado seas!
244. Mientras tanto, nos unimos para hacernos cargo de esta casa que se nos confió. Junto con
todas las criaturas, caminamos por esta tierra buscando a Dios, porque si el mundo tiene un principio y Espíritu Santo, que con tu luz orientas este mundo hacia el amor del
ha sido creado, busca al que lo ha creado, al que es su Creador. Caminemos cantando. Que nuestras
luchas por este planeta no nos quiten la alegría que da la esperanza. Padre y acompañas el gemido de la creación, tú vives también en
Dios, que nos convoca a darlo todo, nos ofrece las fuerzas y la luz que necesitamos para salir nuestros corazones para impulsarnos al bien. ¡Alabado seas!
adelante. En el corazón de este mundo sigue presente el Dios de la vida que nos ama tanto. Él
no nos abandona, no nos deja solos, porque se ha unido definitivamente a nuestra tierra, y su amor
siempre nos lleva a encontrar nuevos caminos. Laudato Si, Alabado Sea.
Señor Uno y Trino, comunidad preciosa de amor infinito, enséñanos a
contemplarte en la belleza del universo, donde todo nos habla de ti.
*** Despierta nuestra alabanza y nuestra gratitud por cada ser que has
Después de esta prolongada reflexión propongo dos oraciones:
- una que podamos compartir todos los que creemos en un Dios creador, y creado. Danos la gracia de sentirnos íntimamente unidos con todo lo
- otra para que los cristianos sepamos asumir los compromisos con la creación que nos plantea Jesús. que existe.
Oración por nuestra tierra
Dios de Amor,
Dios omnipotente, protectores del mundo y no depredadores, para
que estás presente en todo el universo que sembremos hermosura muéstranos nuestro lugar en este mundo como instrumentos de tu
y en la más pequeña de tus criaturas, y no contaminación y destrucción. cariño por todos los seres de esta tierra, porque ninguno de ellos está
Tú, que rodeas con tu ternura todo lo que existe,
derrama en nosotros la fuerza de tu amor Toca los corazones de los que buscan sólo olvidado ante ti.
para que cuidemos la vida y la belleza. beneficios a costa de los pobres y de la tierra.
Ilumina a los dueños del poder y del dinero para que se guarden del
Inúndanos de paz, para que vivamos como Enséñanos a descubrir el valor de cada cosa,
hermanos sin dañar a nadie. a contemplar admirados, a reconocer que
pecado de la indiferencia, amen el bien común, promuevan a los débiles,
estamos profundamente unidos con todas las y cuiden este mundo que habitamos.
Dios de los pobres, ayúdanos a rescatar a los criaturas en nuestro camino hacia tu luz infinita.
abandonados y olvidados de esta tierra, que tanto Los pobres y la Tierra están clamando: “Señor,
valen a tus ojos. Gracias porque estás con nosotros todos los
días. Aliéntanos, por favor, en nuestra lucha tómanos a nosotros con tu poder y tu luz, para
Sana nuestras vidas, para que seamos por la justicia, el amor y la paz proteger toda vida, para preparar un futuro mejor,
.
para que venga tu Reino de justicia, de paz, de amor y
de hermosura”. . ¡Alabado seas!
Dado en Roma, junto a San Pedro, el 24 de mayo, Solemnidad de Pentecostés, del año 2015, tercero
de mi Pontificado.

Franciscus