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BIOPLAGUICIDAS
Julio A. Zygadlo
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AUTORES.
Peschiutta, M.L.
Bióloga, Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Universidad Nacional de Córdoba (2008), Doctora en
Cs. Biológicas, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad de Buenos Aires (2015). Trabajó en la
Universidad de la Patagonia San Juan Bosco (Sede Comodoro Rivadavia) en el área de la Ecofisiología Vegetal
especializándose en frutales (cerezos) y el impacto de la principal plaga de este frutal: la babosita del peral.
Realizó trabajos de campo en Comodoro Rivadavia, Bahía Solano y Río Mayo (Chubut) y Los Antiguos (Santa
Cruz) (2009-2015). Participó en varios proyectos de investigación relacionados con estudios ecofisiológicos
(medición de potencial hídrico, fotosíntesis, flujo, crecimiento) sobre especies arbóreas, cultivos frutales y
especies nativas patagónicas; de los cuales obtuvo varias publicaciones. Actualmente se desempeña como
Becaria Postdoctoral en el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (CONICET-CÓRDOBA) (2017),
estudiando los efectos de la cochinilla harinosa (Planococcus ficus) en los viñedos y su control utilizando aceites
esenciales de plantas comerciales. Su área actual de investigación es el desarrollo de bioplaguicidas para el
control de plagas de la vid.
Zunino, M.P.
En 1996 obtiene el título de Bióloga y se graduó de Dra. en Ciencias Biológicas en el 2005, ambos en la Facultad
de Ciencias Exactas Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba, realizando sus estudios en la
bioactividad antimicrobiana de los aceites esenciales y sus componentes. Actualmente se desempeña como
Investigadora Adjunta en la Carrera de Investigador Científico de CONICET, en el Instituto Multidisciplinario de
Biología Vegetal (IMBIV). Su tema de trabajo son los compuestos orgánicos volátiles su importancia en las
interacciones entre artrópodos, microorganismos y granos en un sistema de almacenaje. Ha publicado artículos
en libros y revistas científicas nacionales y extranjeras. Forma parte del grupo de investigación dirigido por el Dr.
Julio Zygadlo. Ha participado como integrante y ha dirigido proyectos de investigación.
Merlo, C.
En el año 2006 obtuvo el título de Bióloga en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la
Universidad Nacional de Córdoba y se graduó de Dra. en Ciencias Biológicas en el año 2013 en la Facultad de
Ciencias Exactas Físico-Químicas y Naturales de la Universidad Nacional de Río Cuarto. Es Investigadora
Asistente en la Carrera de Investigador Científico de CONICET, en el Instituto Multidisciplinario de Biología
Vegetal (IMBIV), e investiga los compuestos volátiles bacterianos como semioquímicos e insecticidas para el
control de Sitophilus zeamais. Ha publicado artículos en libros y revistas científicas nacionales y extranjeras.
Forma parte del grupo de investigación dirigido por el Dr. Julio Zygadlo. Ha participado como integrante y director
de proyectos de investigación. En el año 2009 inicio su actividad docente y actualmente se desempeña como
Profesora Adjunta de la Cátedra de Microbiología Agrícola de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la
Universidad Nacional de Córdoba.
Goñi, M.L.
Ingeniera en alimentos egresada de la Universidad Nacional de Mar del Plata (Argentina). Obtuvo su doctorado
en Ingeniería Química en PLAPIQUI (Universidad Nacional del Sur, Argentina) en 2014. Ha trabajado en la
UGhent(Bélgica) y en el INSA-Toulouse (Francia) en el marco del programa Erasmus Mundus. Desde 2015
trabaja en la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina) como becaria posdoctoral de CONICET. Su trabajo se
centra en la impregnación supercrítica de polímeros y biopolímeros con compuestos activos naturales para
obtener materiales activos aplicables en envasado de alimentos y como dispositivos deliberación controlada para
la agroindustria.
Muratore, F.
Ingeniera química egresada en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN, Facultad Regional Córdoba) en 2012.
Desde 2015 realiza sus estudios de doctorado en Ciencias de la Ingeniería en la Universidad Nacional de
Córdoba. Su proyecto de tesis involucra el desarrollo de papeles bioactivos por injerto de moléculas específicas
en celulosa, en particular compuestos con actividad antimicrobiana e insecticida de origen natural.
Martini, R.E.
Investigadora Adjunta de CONICET y Profesora Adjunta de Termodinámica Química en la Universidad Nacional
de Córdoba (Argentina). Obtuvo su doctorado en Ingeniería Química en PLAPIQUI (Universidad Nacional del
Sur, Argentina) en 2007, realizando su tesis sobre el uso de fluidos cuasi y supercríticos en la separación de
mezclas de polímeros y como medio de reacción para injerto de copolímeros. Realizó una estadía posdoctoral en
la Universidad de Perugia (Italia) trabajando en procesamiento de polímeros nanocompuestos. Actualmente
trabaja también en la modificación de polímeros comerciales con sustancias bioactivas por injerto químico e
impregnación supercrítica.
Gañan, N.A.
Obtuvo su doctorado en Ingeniería Química en PLAPIQUI (Universidad Nacional del Sur, CONICET, Argentina)
en 2014. Durante su tesis trabajó en la extracción y fraccionamiento de insecticidas naturales con fluidos
supercríticos. Entre 2014 y 2016 fue becario posdoctoral de CONICET. Ha trabajado en la Universidad de
Coimbra (Portugal) y en el Institut National des Sciences Appliquées (Toulouse, Francia) en el marco del
programa Erasmus Mundus. Actualmente es Investigador Asistente de CONICET en la Universidad Nacional de
Córdoba (Argentina). Su proyecto de investigación involucra el estudio de tecnologías de fluidos supercríticos
para el desarrollo de materiales activos.
Lopretti, M.
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Su formación académica inicial se realizó en la Universidad de la República, Uruguay, en el año 1978 obtiene el
título de Licenciada en Ciencias Biológicas (Bioquímica), en 1991 logra un Msc (Máster en Ciencias) y en 1999
concluye su formación doctoral, realizando sus estudios en la bioquímica de la degradación y depolimerizacion
de la lignina. Su formación académica fue ampliada con una formación post-doctoral en la Universidad de Caxias
do Sul (Brasil), Grenoble (Francia), LANOTEC (Costa Rica) y Braganza (Portugal). Participo como investigadora
y gerencio el Laboratorio Tecnológico del Uruguay, también fue directora de proyectos internacionales como
CYTED. Su area de trabajo es Biomasa como fuente de productos químicos y energía Valorización de
biopolímeros (de origen vegetal, animal, microbiano)por medio de procesos bioquímicos y /o tecnológicos.
Enzimología, Microencapsulación , radiotrazadores ,irradiación a altas dosis y mutagénesis inducida. Consorcios
de nuevos microorganismos extremófilo y sus enzimas libres o inmovilizadas por radiopolimerización y otros.
Producción de nanopartículas a partir de biopolímeros. Realizo un gran numero de publicaciones científicas en
revistas y es editora de libros en el tema. También ha participado en congresos y reuniones científicas
nacionales e internacionales.
Lluberas, G.
Es Química Farmacéutica y Bioquímica Clínica (2017) de la Facultad de Química, Universidad de la República,
Uruguay. Su tarea se a desarrollado en el area de producción de compuestos bioactivos. Su labor profesional la
ha desempeñado en diferentes empresas nacionales e internacionales del area de la salud y de la ingeniería
química. Es docente en el Centro de Investigación Nuclear, Uruguay. A participado en reuniones científicas y ha
escrito trabajos científicos.
Pizzolitto, R.P.
En el año 2005 obtiene el título de Microbióloga y se graduó de Dra. en Ciencias Biológicas en el año 2011,
ambos en la Facultad de Ciencias Exactas Físico-Químicas y Naturales de la Universidad Nacional de Río
Cuarto, realizando sus estudios en la prevención de micotoxicosis en la industria avícola por microorganismos
bioeliminadores de toxinas fúngicas. Desde el año 2014 se desempeña como Investigadora Asistente en la
Carrera de Investigador Científico de CONICET, en el Instituto Multidisciplinario de Biología
Vegetal (IMBIV), investigando los sesquiterpenos de Fusarium verticillioides y sus funciones en la interacción
hongo-grano-insecto. Ha publicado artículos en libros y revistas científicas nacionales y extranjeras. Forma parte
del grupo de investigación dirigido por el Dr. Julio Zygadlo. Ha participado como integrante de proyectos de
investigación y en la actualidad dirige el proyecto titulado: “Compuestos volátiles de granos y los sesquiterpenos
de Fusarium verticillioides: sus funciones en la interacción hongo-grano-insecto”.
Dambolena, J.S.
Licenciado en Química (2003), de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba.
Realizó su Tesis Doctoral en el estudio de monoterpenos para el control de Fusarium verticillioides y sus
micotoxinas, obteniendo el Título de Doctor en Ciencias Biológicas en el año 2010. Se desempeña desde el año
2011 como Investigador Asistente en la Carrera de Investigador Científico de Conicet, investigando la
participación de compuestos volátiles en la comunicación grano-insecto-hongo, y su potencial para el diseño un
plaguicida de origen natural. En la actualidad dirige, el proyecto de denominado “Micovirus: una alternativa para
el control biológico de Fusarium verticillioides y sus micotoxinas”. Inició su actividad docente en el año 2004,
ocupando el cargo de Profesor Asistente de la asignatura Microbiología de los Alimentos de la Facultad de
Ciencias Químicas, Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba. En la actualidad se desempeña como
profesor permanente en la Maestría de Ciencias y Tecnología de los Alimentos, y como Profesor Ayudante Cat
A en la Cátedra de Química Orgánica de la Facultad de Ciencias Exactas Físicas y Naturales, ambos en la
Universidad Nacional de Córdoba
Zygadlo, J.A.
Biólogo (1981) y Dr. en Cs. Biológicas (1989) de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Profesor Titular
de Química Orgánica y de Productos Naturales, Facultad de Ciencias Exactas Físicas y Naturales. Investigador
Principal del CONICET. Los aceites esenciales y/o sus componentes son su área de investigación con énfasis
sobre el desarrollo de bioplaguicidas. Los resultados de su trabajo se ven reflejados en ciento ochenta artículos
publicados en revistas nacionales e internacionales y en trece capítulos de libros. Su labor fue premiada en once
oportunidades por diferentes organizaciones. Trece alumnos han obtenido su titulo de postgrado, maestrías o
doctorados, bajo su dirección. Él es editor asociado y revisor externo de algunas revistas científicas
internacionales. Su labor ha sido subsidiada por organismos privados, estatales, nacionales e internacionales.
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Índice.
Prologo.
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capitulo hace un resumen de los bioplaguicidas y del nuevo mercado que ellos representan
para el control de plagas en una estructura socio-económica global que no acepta los
compuestos sintéticos.
Los autores también quieren expresar su agradecimiento a los siguientes
organismos, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Fondo
para la Investigación Científica y Tecnológica (FONCYT 2012-2146 - Agencia Nacional de
Promoción Científica y Tecnológica -Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación
Productiva), Secretaria de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Córdoba y el
Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el desarrollo (CYTED-
BIORRECER) por la ayuda financiera otorgada para lograr la publicación de este libro.
Julio A. Zygadlo.
Introducción.
La vid (Vitis vinifera) es el cultivo frutícola mundial de mayor relevancia económica.
La viticultura es una de las actividades más importantes a nivel mundial en términos de
superficie plantada con viñedos como también la cantidad de capital involucrado en este
negocio, especialmente en los países productores de vino (Mujica et al., 2013). Argentina es
el mayor productor de vino de Latinoamérica y el quinto mayor productor en todo el mundo,
con una producción de 15.473 millones de hl. La calidad del vino argentino ha venido
creciendo en los últimos años, ganando terreno en el mercado mundial, sólo en el 2010 las
ventas al exterior alcanzaron los USD$ 650 millones, lo que implicó un alza del 17% en
relación al 2009, marcando un nuevo récord histórico. Este crecimiento explosivo ha dado
como resultado que la Argentina en 2010 desplazara a Chile como el principal vendedor de
vinos en los Estados Unidos, que es el mercado más importante en el mundo del vino.
Actualmente Argentina cuenta con una superficie cultivada de 224.707 ha y 226.186 hl de
exportaciones de vino en este último año (Instituto Nacional de Vitivinicultura, 2016).
Existen aproximadamente 150 especies de artrópodos en el mundo considerados
plagas de viñedos (Bentley et al., 2005). Entre las principales pestes se encuentran los
ácaros fitófagos, la filoxera, las chicharritas, las polillas de las uvas y las cochinillas
(Bostanian et al., 2012). Las cochinillas (Homoptera: Pseudococcidae) son insectos fitófagos
que constituyen una familia de alrededor de 2000 especies, muchas de ellas son las
principales plagas de plantas agrícolas (Gullan and Kosztarab, 1997; Williams, 1985). La
“cochinilla harinosa de la vid” (Planococcus ficus Signoret) (Fig. 1) es de gran importancia
económica en distintas zonas vitícolas del mundo: regiones mediterráneas de Europa, Norte
y Sur de África, Oriente Este, California, México y Argentina (Varikou et al., 2010) (Fig. 2).
Este insecto ha estado presente en los viñedos de Argentina desde hace varios años. Desde
1941 se ha mencionado su presencia principalmente en parrales caseros, pero sin
registrarse daños económicos en los viñedos comerciales. Sin embargo, a partir de esta
última década, las pérdidas económicas resultantes de las infestaciones por cochinilla
harinosa en los viñedos se han incrementado dramáticamente. En respuesta, y por la
demanda de los productores vitícolas ha habido un esfuerzo generalizado en mejorar las
estrategias de control y una mejor comprensión de la biología y la ecología de esta plaga,
así como su papel como vectores de patógenos de plantas (Daane et al., 2012).
Planococcus ficus se reproduce a una velocidad más alta que otras especies, lo que permite
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Fig1: (a) Plantación de vides en una chacra de la localidad de Colonia Caroya, Córdoba, Argentina,
(b) racimo de vid en proceso de maduración, (c) y (d) infestación por la cochinilla harinosa
(Planococcus ficus) en los troncos de la vid. Foto: M. L. Peschiutta
Fig. 2: Distribución mundial de Planococcus ficus. En azul se representa los países donde P.
ficus es nativa y en naranja los países en donde se encuentra introducida (Mapa construido a base de
recursos bibliográficos, Sforza, et al 2005).
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Fig4. (a) Huevos, (b) ninfas móviles del primer estadío, (c) hembra, (d) macho de Planococcus ficus.
La barra de escala representa 0,5 mm. Foto: M. L. Peschiutta.
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De acuerdo con esta bibliografía actual, hemos encontrado que los efectos sobre P.
jackbeardsleyi (28%) han sido probados con la mayor cantidad de compuestos, seguido por
P. solenopsis (21%)y P. citri (20%) (Fig. 5a).A pesar de que P. jackbeardsleyi fue la especie
de cochinilla más utilizada, todos los datos provinieron de solo dos referencias bibliográficas,
por el contrario el estudio de los efectos sobreP. citri y P. solenopsis fue abordado en seis y
cinco trabajos diferentes respectivamente. Planococcus ficus es una especie que fue muy
poco estudiada, en relación a la aplicación de compuestos naturales (5%). Los estadíos
ninfales fueron los más estudiados hasta el momento. La mitad de los ensayos con
diferentes compuestos (50%) evaluaron la mortalidad de las ninfas (Fig. 6b). Los estadíos de
las cochinillas menos susceptibles a los aceites esenciales son el 3er y 4to estadío (último
estadío ninfal y hembras adultas), puesto que son los que presentan una mayor cobertura
cerosa (Hollingsworth and Hamnett, 2009). Por lo tanto, los estudios que se llevan adelante
utilizando dichos estadíos podrían ser los más adecuados, ya que permitirían asegurar la
mortalidad de la mayor parte de la población de estos insectos plaga. De acuerdo a la
bibliografía analizada, solo un 40% de los ensayos con diferentes compuestos fueron
realizados utilizando estos estadíos más resistentes. Por otra parte, sin considerar los
ensayos sobre el ciclo de vida, encontramos que 79% de las pruebas fueron efectuadas
para evaluar mortalidad, ya sea de adultos o ninfas y solo el 21% de los casos
correspondieron a evaluaciones sobre la repelencia de estos insectos. La mortalidad de los
insectos fue evaluada por medio de dos métodos: a través de la aspersión del producto
sobre una superficie a tratar (85%) o bien, en el menor número de los casos, sumergiendo la
superficie a tratar en el compuesto prueba (15%). La utilización de estos métodos se debe a
su facilidad de aplicación. Las inmersiones son generalmente más eficaces ya que podrían
ser utilizadas para los productos cosechados, tales como frutas, verduras o flores cortadas,
mientras que los aerosoles (aspersión) sería el método más práctico para plantas en
macetas (Hollingsworth, 2005).En cuanto a los compuestos que fueron utilizados en la
bibliografía recopilada, encontramos pruebas con productos orgánicos de origen comercial,
con aceites esenciales y con extractos de plantas en proporciones relativamente equitativas
(38, 35 y 27% respectivamente) (Fig. 6c).
gran medida no solo del órgano de la planta de que se trate, sino también de que solvente
se use para la extracción. Resulta por lo tanto sumamente difícil poder comparar los
diferentes extractos a fin de encontrar cual es el mejor producto orgánico para el control de
una plaga. Además existe una variación considerable en cuanto a la mortalidad de las
cochinillas con los productos derivados de aceites esenciales, incluyendo aquellos que
contienen los mismos ingredientes activos. Por ejemplo, utilizando dos productos de aceite
de canola Garden Safe House plant & Garden Insect Spray y Pyola se encontraron valores
de mortalidad de cochinillas de 74% y 50%, respectivamente (Cloyd et al., 2009). El
componente mayoritario del AE no aumenta por sí solo la efectividad de la mortalidad, sino
que es el resultado del efecto sinérgico de todos los compuestos presentes en dicho aceite
(Pumnuan and Insung, 2016). Un ejemplo de ello lo encontramos en la efectividad del AE
del clavo de olor (S. aromaticum), la canela (C. bejolghota) y la hierba limón (C. citratus),
donde estos aceites fueron altamente tóxicos contra las ninfas de P. jackbeardsleyi,
presentando mortalidades mayores al 80% a 3 µl/l de aire. El AE del clavo de olor presentó
la más alta toxicidad fumigante con una CL50de 1,12 µl/l, seguido por el AE de canela y la
hierba limón con una CL50 de 1,31 y 1,58 µl/l respectivamente (Pumnuan and Insung, 2016).
El mayor componente del AE del clavo y la canela es el eugenol (97,1% y 82,1%).
Mientras que el componente mayoritario de la hierba limon el trans-citral (37,9%) y el cis-
citral (31,8%). El eugenol y el citral mostraron una CL50 de 1,20 µl/l y 2,80 µl/l
respectivamente. Estos resultados evidenciaron que eugenol y el citral presentan menor
toxicidad fumigante contra los insectos que los AEs que contienen eugenol o citral como
componente principal (como el clavo de olor y la hierba limón). En otras palabras, el eugenol
y el citral no aumentan la efectividad de la mortalidad por sí solos, sino que la eficacia en la
mortalidad se da como resultado de una combinación de diferentes productos químicos en
los AEs (Pumnuan and Insung, 2016).
azadiractina afecta la síntesis vitelogénica y el desarrollo de los oocitos que resulta en una
drástica reducción de los folículos en las hembras tratadas en comparación con los controles
(Medina et al., 2004). Un estudio realizado por Mourier (1997) encontró que la mayoría de
los primeros estadios de P. manihoti después de 24h de liberación en las plantas de Manihot
esculenta prefieren hojas sin tratar con extracto acuoso de neem que hojas tratadas con
dicho producto, indicado que el extracto de neem, no solo puede ser insecticida, sino que
también tiene un efecto repelente. De los insectos (33%), que comenzaron a alimentarse
sobre las hojas tratadas con neem, el 94% murió durante su segundo estadio. Se conoce
que los derivados del neem generalmente modifican el desarrollo de los insectos por su
influencia en el sistema hormonal, especialmente en los ecdisteroides (Schmutterer, 1990),
conduciendo a efectos regulatorios en el crecimiento, exhibido por la inhibición del
crecimiento, malformaciones y la mortalidad. Las cochinillas que se alimentaron de las hojas
tratadas con neem además pudieron morir a causa de un efecto anti-alimentario, que induce
hambre e indirectamente causa cambios en el desarrollo simulando un efecto inhibidor del
crecimiento. Los extractos de A. indica y Buxus sempervirens tienen potencial para inhibir la
actividad de la endoglucanasa de P. citri, que llevaría a la mal nutrición y consecuente
muerte de la plaga, pudiendo ser utilizados como pesticidas botánicos potentes (Fayyaz-ur-
Rehman et al., 2009).
minerales que puede ser utilizada para humedecer y matar insectos que presentan una
cobertura cerosa tales como cochinillas, insectos escamas y moscas blancas. El limoneno
se incluye con frecuencia como ingrediente en las soluciones de limpieza, en particular los
que están diseñados para cortar la grasa o eliminar la cera o aceite (Florida Chemical
Company, 2016). Debido a esta excelente propiedad del compuesto, el control de la
cochinilla fue muy efectivo (cercano al 100%). Sin embargo este aceite resultó fitotóxico en
las hojas de Gardenia augusta (L.) donde se realizaron las aplicaciones.
A fin de encontrar una solución efectiva y a la vez no dañina para las plantas, se
probaron varios emulsificadores del limoneno. Estas emulsiones creadas no fueron tan
eficaces contra las cochinillas como se hubiera esperado (Hollingsworth, 2005). El avance
se produjo cuando se utilizó APSA-80 (emulsificador/tensioactivo), porque en su
concentración más baja necesaria para eliminar la cera superficial, no había una reducción
importante en la eficacia del aceite como había ocurrido con otros emulsificadores. Otra
ventaja de este producto es que está registrado en la Agencia de Protección Ambiental
como un adyuvante para los productos químicos agrícolas, lo que permite su utilización en
cualquier nivel de formulaciones de plaguicidas. Estas soluciones de limoneno generalmente
no causan ningún daño a las plantas ornamentales con hojas cerosas y gruesas, tales como
palmeras, cícadas, y orquídeas. La adición de Silwet L-77 a las soluciones de tratamiento
con APSA-80 en general mejora la eficacia contra cochinillas sin producir fitotoxicidad. La
adición de este tensioactivo no iónico a base de silicona reduce el tamaño de las burbujas
de aire en los alrededores de los individuos de prueba que se sumergen en las soluciones
tratamiento, aparentemente debido a una reducción de la tensión superficial (Hollingsworth,
2005).
Otro ejemplo de remoción más eficaz y más rápida de la cera de las cochinillas lo
constituye el agregado a los AEs de productos como el lauril sulfato de sodio (surfactante) y
ácido cítrico anhídro (deshidratador de insectos). Ambos productos tienen la capacidad de
interactuar sinérgicamente para remover la cera, por medio de un mecanismo que aún no es
conocido, pero podría deberse a la atracción iónica de los dos compuestos (Hollingsworth
and Hamnett, 2009). Los AEs de cítricos son altamente efectivos contra estos insectos,
posiblemente por su alta capacidad para disolver las ceras cuticulares. Unas pocas
investigaciones actuales fueron realizadas sobre los efectos de los AEs de seis especies
diferentes de Citrus en cochinillas. Alguno de los estudios que lo demuestran son los de
Karamaouna et al. (2013). Ellos encontraron que los AEs de la cáscara de los cítricos fueron
los más tóxicos de todos los AEs probados y la lavanda (L. angustifolia) y aceite de
albahaca (O. basilicum) presentaron la actividad insecticida más baja. En general, la alta
actividad insecticida de los AEs de los cítricos, la carencia de cualquier efecto fitotóxico
sobre la vid y la capacidad de estos aceites en disolver la cera de las cochinillas sugieren
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que las cáscaras del limón y de la naranja son un recurso botánico muy atractivo para la
elaboración de productos que brinden una protección fitosanitaria alternativa contra P. ficus
(Karamaouna et al., 2013). Por lo tanto, un objetivo clave en el control de estos insectos es
descubrir combinaciones sinérgicas de jabones, aceites y tensioactivos, entre otros
productos químicos de baja toxicidad para los mamíferos que puedan penetrarla cera de las
cochinillas y matarlas.
alcohol monoterpeno con una estructura relacionada con los componentes de las feromonas
de las cochinillas. A partir del descubrimiento que la feromona sexual de Planococcus
kraunhiae es el 2-isopropiliden-5-metil-4-hexen-1-il butirato (isolavandulil butirato) (Sugie et
al., 2008), Tabata et al. (2015) sintetizó dicha feromona a partir del lavandulol. Esta
feromona derivada del aceite de lavanda fue significativamente atractiva para los machos;
sin embargo, resultó menos de un tercio atractiva que la feromona pura. El atractivo más
bajo puede explicarse por una repelencia potencial de uno o más de los demás
constituyentes de la feromona derivada del aceite de lavanda (por ejemplo, p-cimeno,
limoneno, beta ocimeno, terpinoleno, borneol, o (E)-β-farneseno). De hecho, algunos de
estos compuestos son bien conocidos que actúan como repelentes o presentan propiedades
insecticidas. A pesar del atractivo inferior de esta feromona sintetizada mostró un efecto de
interferencia en la cópula equivalente a la de la feromona pura. Posiblemente la aplicación
de altas dosis de la feromona puede interrumpir la comunicación y el encuentro de la pareja.
O bien esta interferencia en la copula puede ser producida debido a que las cochinillas
expuestas a la feromona derivada del aceite de lavanda pueden haber sido afectadas
directamente por los demás compuestos del AE y este daño puede haber dado lugar a una
disminución de la frecuencia de cópula, aún si los machos exhibían un comportamiento de
encuentro normal. Estos estudios que incluyen la disrupción del apareamiento a partir de la
confusión de los machos con feromonas es una estrategia de control muy utilizada para
cochinillas. Sin embargo la síntesis de una feromona efectiva a partir de la utilización de
productos naturales aún se encuentra en sus inicios. Los estudios de mortalidad y
repelencia de los AEs y extractos botánicos a campo fueron menos abordados en las
investigaciones realizadas debido a la dificultad adicional que representan las variables
climáticas y bióticas; factores que en un laboratorio se pueden controlar con facilidad. Uno
de los escasos experimentos a campo fue realizado por Prishanthini and Vinobaba (2014),
utilizando la solución 0,6% de O. sanctum aplicándola sobre plantas infestadas con P.
solenopsis. La mortalidad de adultos en condiciones de campo fue menor que la encontrada
en condiciones de laboratorio. Esto se debe a que el contacto de los insectos con el extracto
fue menor a causa de la protección adicional que le brinda sus hábitats crípticos en las
plantas y la capa cerosa que los recubre. Muchas de las aplicaciones foliares en general no
establecen contacto directo con el insecto cuando los mismos se encuentran en lugares
protegidos, por lo que no producen una mortalidad eficaz. Además, en condiciones de
campo resultan necesarias las aplicaciones repetidas del producto ya que los compuestos
orgánicos como por ejemplo el neem muestran una limitada persistencia bajo estas
situaciones. Los efectos residuales de los productos a base de neem pueden durar
generalmente solo 5 a 7 días (Mourier, 1997). Algunos de los materiales más novedosos
utilizados actualmente en los controles de cochinillas tienen propiedades sistémicas. Para
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Fig 6. Datos obtenidos de revisiones bibliográficas más recientes. Los porcentajes están en relación
al número total de compuestos orgánicos probados en ensayos realizados (mortalidad, repelencia y
estudios sobre el ciclo de vida) con las cochinillas.
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Bibliografía
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28
Introducción.
Las principales plagas de los granos almacenados y sus subproductos son los
insectos y los ácaros. Entre ellos hay descriptas 600 especies de plagas de escarabajos, 70
especies de polillas y cerca de 355 especies de ácaros que causan pérdidas cuantitativas y
cualitativas de los alimentos. Los insectos herbívoros son responsables de la destrucción de
un quinto de la producción anual mundial del total de cultivos. Una de las mayores razones
por la cual ellos son considerados plagas, es la creación de hábitats artificiales manipulados
por el hombre que son agro-ecosistemas para satisfacer sus necesidades de
almacenamiento de alimento. En estos hábitats los cultivos se seleccionan por su gran
tamaño, su alto rendimiento, valor nutritivo, y se agrupan en un área confinada. Esto no
solamente satisface la demanda del hombre sino que provee al mismo tiempo, un entorno
muy propicio para los insectos herbívoros. En las zonas tropicales y subtropicales, donde el
clima proporciona un ambiente muy favorable para una amplia gama de insectos, se
requieren enormes esfuerzos para suprimir las densidades de población de las diferentes
plagas con el fin de lograr un suministro adecuado de alimentos. Después de cosechar el
cultivo, es sometido a varias operaciones que, si son incorrectamente realizadas pueden dar
lugar a graves pérdidas. Como punto de partida, siempre debe tenerse en cuenta que un
grano intacto (entero) es un elemento esencial para el éxito del almacenamiento. Los granos
agrietados o rotos proporcionan un punto de entrada para la infestación por insectos y
hongos durante el almacenamiento. El daño a los granos puede suceder debido a la
aplicación incorrecta de las prácticas posteriores a la cosecha como la trilla, el secado o el
transporte (Sallam, 1999; Rajendran y Sriranjini, 2008). La contaminación de los productos
alimenticios por los insectos es un gran problema para las industrias alimenticias. La
necesidad de controlar los insectos hasta su eliminación total (“insectos cero”) lleva en
muchos casos a realizar un uso incorrecto y excesivo de los insecticidas químicos, sin
complementarlos con otras herramientas de control. Esta práctica resulta peligrosa desde
varios puntos de vista: pone en riesgo la inocuidad del alimento y la salud del consumidor,
genera rechazos por la población por el exceso de residuo, posee un elevado impacto
29
Tipos de plagas
Las plagas de insectos varían de acuerdo con la región, la estación del año, el
sistema y el periodo del almacenamiento. Los insectos plagas se pueden diferenciar, de
acuerdo al tipo de infestación en plagas primarias y plagas secundarias. Plagas primarias:
son aquellos insectos que atacan el grano sano, sin daño previo y producen la primera
infestación. Son las más importantes durante el almacenamiento; sus fuentes de alimento
son limitadas y mueren cuando éstas se agotan o cuando las poblaciones alcanzan altos
niveles. Los insectos de esta clase pueden sobrevivir en los residuos de grano dentro de la
estructura de almacenamiento. En muchos casos los daños que provocan comienzan en el
30
campo, antes del almacenamiento. Al completar su ciclo dejan el grano picado o dañado.
Dentro del grupo de plagas primarias se encuentran el gorgojo del maíz (Sitophilus
zeamais), el barrenador grande del grano (Prostephanus truncatus), la palomilla de los
granos (Sitotroga cereallela) y el barrenillo de los granos (Rhyzoperta dominica). Plagas
secundarias: estas plagas por el contrario, no atacan los granos íntegros, ya que no
pueden penetrarlo por la estructura de protección del grano. Por lo tanto se alimentan de
aquellos granos que ya han sido dañados por plagas primarias o sometidos a manejo o
procesamiento, es decir granos rotos, productos, subproductos de la molienda y
procesados. Las plagas secundarias tienen una variedad de alimentos más amplia y es
posible que hagan su aparición en estadios muy tempranos de almacenamiento. Sin
embargo, los daños no se consideran de importancia hasta que son causados por plagas
primarias. Entre las plagas secundarias se encuentran las polillas (Plodia interpuctella,
Anagasta kühmiella), las carcomas (Oryzaephilus surinamensis, Cryptolestes pusillusch, C.
ferrugineus,Tenebroides mauritanicus), el gusano oscuro de la harina (Tenebrio obscurus), y
los escarabajos tribolios (Tribolium castaneum y T. confusum) (García–Lara et al., 2007;
Casini y Santajuliana, 2015). En este capítulo haremos referencia al insecto Tribolium
castaneum, su control con AE, sus componentes principales, y las técnicas insecticidas
utilizadas.
y de otros tipos de instalaciones. De todas formas los productos de granos molidos como
harinas son su alimento preferido.
Tribolium castaneum es más común en zonas tropicales y es dominante con
respecto a T.confusum. Este último se confunde frecuentemente con T. castaneum pero
pueden ser separados observando los últimos tres segmentos de la antena que son muchos
más grandes que los restantes en T. castaneum formando una clava, mientras que en T.
confusum los últimos 5 segmentos aumentan gradualmente de tamaño hasta el final.
Tribolium confusum al igual que T. castaneum se encuentra en productos de cereales
triturados y son habitantes frecuentes de los molinos de harinas sobre todo en regiones
templadas de todo el mundo. Otra diferencia que tienen estas especies es que T. confusum
no es capaz de volar como lo hace T. castaneum (Sallam, 1999).
Ciclo de vida
Las hembras depositan entre 350-400 huevos durante su vida adulta (5 a 8 meses) y
puede llegar a poner hasta un máximo de 1000 huevos con temperaturas de entre 22 y 40
ºC durante su desarrollo. Las larvas antes de pupar suelen permanecer dentro del grano
(Sallam, 1999). Bajo condiciones óptimas de 35ºC y de 60-80% de humedad relativa los
tiempos de desarrollo para cada estadio son aproximadamente 3 días para los huevos, 16
días para las larvas y 5 días para las pupas (CABI, 2007). Tanto larvas como adultos causan
daño. Los adultos son tolerantes a humedades relativas menores al 11% y pueden
alimentarse de una amplia gama de alimentos y son colonizadores perfectos de nuevos
hábitats (Sallam ,1999). Los adultos se dispersan en distancias cortas a través del vuelo.
Los adultos y larvas se alimentan principalmente del germen de los cereales. Tienen una
marcada tendencia caníbal y son depredadores de huevos y larvas de otras plagas de
almacén (García Lara, 2007).
32
Tipos de bioensayos.
Con los AE de las diferentes familias nombradas más arriba se han realizado
distintos tipos de ensayos: insecticida por fumigación, insecticida por contacto y ensayo de
repelencia. Dentro del ensayo de insecticida por contacto se encuentran dos métodos
diferentes: aquel en que la solución de aceite esencial es aplicada sobre un papel de filtro
por donde caminarán los insectos a ensayar, y en el otro método dicha solución es aplicada
en forma de gota sobre el dorso del insecto. En el primer caso hablamos de concentraciones
letales y en el segundo de dosis letales. Cabe destacar que estos métodos son utilizados
como insecticidas con casi todos los insectos que atacan a alimentos almacenados como los
géneros Sitophilus, Rhyzopertha, Oryzaephilus, Callosobruchus, Lasioderma y otras
especies de Tribolium. La frecuencia con que fueron estudiados estos métodos sobre T.
castaneum se puede ver a continuación (Fig. 2):
El método fumigante fue el más estudiado. Esto se debería a la condición de
volatilidad que tienen los AE teniendo en cuenta que estos insectos se encuentran en
alimentos almacenados de ambientes cerrados y su aplicación en estos ambientes
aseguraría que los compuestos no se pierdan fácilmente. De todas formas es un método de
muy fácil aplicación. La toxicidad de los diferentes métodos se explica por las diferentes vías
de ingreso del aceite esencial al insecto: absorbidos por la cutícula (efecto contacto),
inhalados (efecto fumigante) o por sistema digestivo (efecto ingestivo). Mientras que el
ensayo de repelencia no tiene que ver con la muerte del insecto sino con su alejamiento de
33
la fuente de alimento. Está relacionado más bien a su conducta. La cutícula de los insectos
es secretada por una sola capa de células epidérmicas que cubre toda la superficie del
insecto extendiéndose en el sistema traqueal, intestino anterior y posterior, y parte del
sistema genital. Está compuesta por varias capas, desde el exterior: el cemento y la cera,
luego la epicutícula, a continuación la exo- y la endocuticula (VincentyWegst, 2004). Las
capas exo- y endocuticulares consisten en disposiciones de nanofibras de quitina altamente
cristalinas embebidas en una matriz de proteínas, polifenoles y agua con pequeñas
cantidades de lípidos. Se ha propuesto que los constituyentes de los AE (mezcla compleja
de sustancias no polares y mínimamente polares) difunden en la cutícula horizontalmente
y/o verticalmente. Por su difusión horizontal ellos alcanzan el sistema traqueal donde
continúan moviéndose hasta llegar a todos los tejidos en el organismo, y por lo tanto
alcanzan su sitio o sitios de acción. Difundiendo verticalmente, las sustancias atraviesan
desde el tegumento a la epidermis y entran en el organismo (Werdin González et al., 2014).
Teniendo en cuenta las familias de plantas cuyos AE fueron utilizados como insecticidas,
tres de ellas, las más frecuentes, fueron estudiadas aplicando los cuatro métodos
nombrados (Fig. 3).
desarrollo larval. De esos pocos estudios (analizados para este manuscrito) un 50%
concluye que tanto las larvas como los insectos adultos presentan la misma susceptibilidad
a la aplicación de los AE. Mientras que otro 50% concluye que los adultos son menos
resistentes que las larvas. Con respecto a estudios de los diferentes estadios larvales
también hay una misma proporción de estudios que muestran tres diferentes posturas: no
hay diferencia de susceptibilidad a la aplicación del aceite entre estadios larvales; los
estadios más grandes en edad son más resistentes que los más chicos y viceversa. Se
deberían hacer más estudios sobre larvas para dilucidar una tendencia. De todas formas no
se encontraron estudios en donde no se tenga en cuenta la edad del insecto, es decir en
donde usen insectos de todas las edades que es lo que naturalmente ocurriría en un
alimento contaminado por este insecto.
utilizó alimento en sus ensayos insecticidas. En los test de repelencia en ningún momento
se utilizó alimento ya que el método utilizado (mitades de papel de filtro con y sin
compuesto) no es el adecuado para hacerlo (se discutirá más adelante). Del restante 24%
de los ensayos que sí utilizaron alimento (ya sea grano o harina) la mitad aproximadamente
fue tenida en cuenta para este estudio ya que la otra mitad presentaron sus resultados en
valores de mortalidad que no son comparables con los trabajos en donde se presentan DL50
o CL50 (utilizados en este estudio). Hay que destacar que en los ensayos de insecticida por
contacto solo el de topicación dorsal fue hecho con alimento y sólo el 13% dentro de este
test. En un estudio hecho por Lee et al (2004) se vio que cinco AE estudiados fueron de 3 a
4 veces menos tóxicos (en términos de mortalidad) cuando fueron aplicados con alimento
(trigo) al 50% de relación de llenado del recipiente donde se hizo el ensayo comparado con
los ensayos sin alimento. Incluso con el aceite esencial de Eucalyptus codonocarpa este
efecto se vio disminuido hasta 9 veces. Este estudio permitió suponer que estos AE son
absorbidos en la superficie del trigo. De todas formas aclaran que estos AEs serían más
seguros en términos de toxicidad humana que los fumigantes convencionales. Otra
observación interesante de estos autores es que los cinco AE que contienen 1,8-cineol en
altas concentraciones (>40%) mostraron el menor decrecimiento en la mortalidad en
presencia de trigo, mientras que el aceite de E. codonocarpa que tiene solamente un 6% de
este compuesto muestra una disminución muy grande. De esta forma se sugiere que el 1,8-
cineol o es altamente tóxico o es menos absorbido que los otros dos componentes que
forman parte como principales componentes del aceite de E. codonocarpa (p-cimeno y
piperitona). Otros autores (Tripathi y Upadhyay, 2009) observaron que la CL50 en T.
castaneum aumentó 4 veces con alimento comparado con los que no lo tenían, y hasta 15
veces más se observó para otros insectos. Teniendo en cuenta estas observaciones es
muy importante considerar si los ensayos se hacen o no con alimento. Debido a las escasas
publicaciones de dosis o concentraciones letales determinadas con alimento en los ensayos
se aconseja profundizar en estos trabajos ya que darían una aproximación más real a su
aplicación para el control de T. castaneum.
Tabla 1. Frecuencia (%) de las condiciones de temperatura y humedad de los test insecticidas
realizados para T. castaneum.
Métodos insecticidas.
Método por contacto sobre papel de filtro.
Este método consiste en distribuir uniformemente una solución del AE sobre un
círculo de papel de filtro ubicado en el piso de una cápsula de Petri. Allí se colocan
generalmente entre 10 y 20 insectos. Se utilizaron para los siguientes análisis los dos tipos
de unidades experimentales ya que no hubo grandes diferencias entre las concentraciones
de aceites con composición semejante. Solo se utilizaron datos que miden mortalidad a las
24h y se utilizaron las CL50 expresadas en mg/cm2 (aquellos valores que no fueron
expresados así se transformaron dentro de su posibilidad). Los valores que fueron
expresados en % de mortalidad no se tuvieron en cuenta para este estudio al igual que
aquellos que no expresan actividad insecticida pero presentan una concentración máxima
utilizada menor a la mayoría de las estudiadas. Teniendo en cuenta las diferentes dosis
estudiadas para este método se observaron que las CL50 presentaron un valor mínimo de
0.07 mg/cm2 para la especie Artemisia monospermay un máximo de 7.4 g/cm2 para la
especie Artemisia herba alba, ambas Asteraceae. A partir de este rango se determinaron
arbitrariamente (dividiendo las especies aproximadamente a la mitad de acuerdo a las dosis
ordenadas en forma creciente) dos grupos de especies que presentaron valores ≥ 0.3
40
mg/cm2 considerando a las especies menos tóxicas y valores < 0.3 mg/cm2 para las especies
más tóxicas, en base a su CL50. La Fig. 6 muestra la frecuencia de las familias de las
diferentes especies que fueron estudiadas como insecticida por contacto y el porcentaje de
las mismas con respecto a los dos grupos de CL50 determinado anteriormente. Como se
puede observar las Lamiaceae presentó el mayor porcentaje (26%) de especies con
actividad por contacto, seguido por las Rutaceas (14%), Asteraceae y Myrtaceae (12% c/u).
El menor porcentaje lo presentó Geranaceae con solo el 3% de las especies estudiadas.
Dentro de las especies con AE más tóxicos (CL50 <0,3 mg/cm2) el 40% pertenece a especies
de las Lamiaceae pertenecientes a los géneros Origanum, Satureja, Mentha y Rosmarinus.
Las Apiaceae es la familia que le sigue en toxicidad (20%) con todas sus especies
dentro del rango de los aceites más tóxicos. Mientras que las especies de las Myrtaceae,
Poaceae y Geraniaceae presentaron concentraciones dentro del rango de los menos tóxicos
(CL50 ≥ 0.3 mg/cm2) (ver tabla anexa 1). De acuerdos a estos datos se analizó la
composición principal de los AEs teniendo en cuenta solo aquellos compuestos que
presentaron un porcentaje igual o mayor al 8% del total del aceite. Los compuestos fueron
agrupados en los siguientes grupos funcionales: hidrocarburos, cetonas, epoxi (1,8-cienol
fue el único compuesto dentro de este grupo), fenilpropanoides y otros (en esta categoría se
encuentran los alcoholes, aldehídos, esteres (acetatos) y algunos del grupo anterior cuando
solo se presentaba en solo una especie). La siguiente figura (Fig. 7 A y B) muestra la
proporción de los diferentes grupos químicos que componen los AE tanto en aquellos con
CL50 < 0.3 mg/cm2 como los de CL50 ≥ 0.3 mg/cm2. También se tuvo en cuenta si esos
grupos químicos se presentaban en una proporción mayor o menor al 50% del total del
aceite. Como puede observarse en la Fig. 7 A, que corresponde a aquellos aceites más
bioactivos, el grupo químico cetona fue el más abundante con un 46.7% de especies que
presentaron ese grupo químico con un porcentaje >50 en su aceite. Entre estas especies se
encuentran 3 especies: Origanum vulgare, Satureja calamintha y Ruta chalepensis con
CL50<0.1 (ver tabla anexa 1) cuyos aceites poseen pulegona en una proporción >50% para
las dos primeras y 2-undecanona para R. chalepensis. Luego sigue la especie Mentha
suaveolens cuyas tres poblaciones estudiadas presentaron mentona como mayor
componente junto a pulegona y Artemisia judaica con más del 50% de tujona en su aceite.
Ambos géneros presentaron valores de CL50 ≤ 0.2 mg/cm2. Luego le sigue el grupo de los
hidrocarburos (40% de las especies) que estuvieron presentes en su mayoría en porcentajes
menores al 50 (es decir, están presente junto a otro grupo químico como cetonas y
alcoholes). En estos casos encontramos a la especie Artemisia monosperma con la CL50
más baja (0.007 mg/cm2) de todas las especies estudiadas, que presentó un hidrocarburo
aromático poco común en los AE, el capilleno. Este compuesto se encuentra junto al γ-
terpineno y a una cetona aromática, la capillina (una cetona α, β-insaturada). Estas
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moléculas serían las responsables de la toxicidad de este aceite. Otras especies dentro de
este grupo cuyo AE poseen hidrocarburos en una proporción < al 50%, son Astoma
seselifolium, Astoma easeselifolia y Pituranthostortuosus de la familia Apiaceae. Sus AE
poseen sabineno como hidrocarburo acompañado de 4-terpineol como grupo alcohol. Como
grupo químico “otros” se encuentran un aceite esencial (Cupressus macropcarpa) que tiene
como mayor componente al alcohol 4-terpineol junto al hidrocarburo sabineno (pero en
proporciones inversas con respecto al otro grupo) y al aceite de Rosmarinus officinalis con
grupo epoxi (1,8-cineol) como mayor componente junto a la cetona alcanfor y al
hidrocarburo α-pineno.
En la Fig. 7 B se muestran los porcentajes de los grupos químicos presentes en los
AE con CL50 ≥ 0.3 mg/cm2. Se puede observar que en este caso la mayoría (47.4%)
presentó hidrocarburos en su composición principal y estos estuvieron presentes en una
proporción >50% principalmente. Dentro de estos aceites se encuentran aquellos con
limoneno como principal componente como las especies limón, pomelo y naranja (Rutaceae)
(Citrus x limón, C. paradisi y C. sinensis); otros poseen α-pineno y 3-careno que son dos
especies de la familia Cupressaseae y una Anacardaceae con α- y β-fellandreno. Los
aceites ricos en cetonas poseen alcanfor y piperitona como mayores componentes.
Finalmente se encuentra un 36.8% con aceites con “otros” grupos funcionales como epoxi,
alcoholes como β-citronelol y geraniol, fenilpropanoide como el carvacrol y los menos
tóxicos con aldehídos y éster como principal componente (ver tabla anexa 1).
Lamiaceae (14%) y las restantes con un 5% c/u. Las especies de las Rutaceae, Asteraceae
y Lamiaceae presentaron una proporción mayor de AE con dosis por encima de
40µg/insecto, mientras que las especies de las Zingiberaceae, Acoraceae, Ericaceae y
Liliaceae presentaron aceites con DL50<40 µg/insecto.
Las familias restantes Atheroespermataceae, Winteraceae y Cupressaceae
presentaron aceites menos tóxicos (>40 µg/insecto). Teniendo en cuenta el criterio anterior
(del método contacto sobre papel) con respecto a la composición de los AE más y menos
tóxicos, en la Fig. 9 se muestran las proporciones de los principales grupos químicos
presentes en los aceites y en qué cantidad se encuentran. Para el grupo de AE con DL50<
40 µg/insecto (los más tóxicos), al igual que el método de contacto sobre papel, vuelve a ser
mayoritario el grupo químico cetona con un 36,4% de las especies estudiadas, aunque
presenta mayor diversidad de grupos funcionales (Fig. 9 A). Le siguen los fenilpropanoides
(27,3%) y finalmente los hidrocarburos y el grupo epoxi que se encuentran en un 18,2% de
los AE estudiados. En el grupo de las cetonas, a diferencia del método anterior (contacto por
papel), éstas se encuentran tanto con valores mayores y menores al 50% del AE (en la
misma proporción). En el primer caso los compuestos son:2-furil metil cetona (72% del AE)
presente en la especie Perilla frutescens (Lamiaceae) con una de las dosis más bajas (1,2
µg/insecto) y por otro lado se encuentra la especie Rhododendron thymifolium (Ericaceae)
con una mezcla de cetonas como β –elemenona y germacrona. Los AE con proporción de
cetonas <50% del aceite se encuentran junto a compuestos aromáticos oxigenados como la
elemicina (Atalantia guillauminii, Rutaceae) o son mezcla de tres cetonas (Acorus calamus,
Acoraceae) (ver tabla anexa 1). Los grupos químicos hidrocarburos y epoxi se encuentran
en su totalidad en porcentajes < 50% del aceite, por lo tanto están presentes junto a otros
grupos químicos. Los hidrocarburos están presentes como mezcla de al menos dos o tres
compuestos mayoritarios como por ejemplo β-pineno y cariofileno en la especie Amomum
máximum o junto a un alcohol, ejemplo sabineno y 4-terpineol como en la especie Zingiber
purpureum, ambas Zingiberaceae. El grupo epoxi (1,8-cineol) se encuentra junto a un
hidrocarburo como β-pineno en Artemisia stolonifera (Asteraceae) y limoneno en Amomum
tsaoko (Zingiberaceae). Ambas especies con DL50< 20 µg/insecto. Los AE con grupo
químico fenilpropanoide que están presentes en proporción >50% contienen o un solo
compuesto de este tipo como el estragol en Etlingera yunnanensis (Zingibiraceae) o mezcla
de dos moléculas como metileugenol y safrol en Lirio pemuscari (Liliaceae). Ambas especies
poseen DL50 entre 10 y 25 µg/insecto (ver tabla anexa 1). La especie Zanthoxylum armatum
(Rutaceae) tiene en su composición anetol (<50%) junto a 1,8-cineol (epoxi) y una cetona
(tridecanona). Esta especie posee una DL50 = 32,2 µg/insecto. Con respecto a los AE que
presentaron dosis más altas (>40 µg/insecto). Los hidrocarburos fueron los representativos
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con un 45,5% de las especies (Fig. 9 B). Este patrón también se observó para el método de
contacto por papel. Aquellas especies que presentaron α-pineno junto a hidrocarburos
sesquiterpénicos (Platycladus orientalis – Cupressaseae y Drimys winteri - Winteraceae)
como el cubebeno y cariofileno fueron más tóxicos (DL50< 200 µg/insecto) que los que
poseen solo limoneno (como el aceite de naranja) o β-pineno junto a sabineno, o
hidrocarburo aromático como el camazuleno (Hyptis suaveolens y Dendranthema indicum,
Lamiaceae y Asteraceae, respectivamente). Los demás AE estudiados que presentaron
diversos grupos químicos varían entre los que presentaron epóxidos sesquiterpénicos, lo
más tóxicos (Zanthoxylum dissitum, Rutaceae), junto a otra Rutaceae, Citrus wilsonii, cuyo
aceite posee una mezcla de alcohol, éster, hidrocarburo y aldehído como principales
componentes. Dentro del grupo de fenilpropanoides la especie con safrol (Laurelia
sempervirens, Atherospermataceae) fue más tóxica que la que presentó estragol (la
albahaca O. basilicum, Lamiaceae). Entre los que presentaron cetonas, aquellos AE que
tiene alcanfor fueron los menos tóxicos (Artemisia absinthium y A. herba alba, Asteraceae)
con DL50> 2600µg/insecto (ver tabla anexa 1). En ambos métodos por contacto se observa
que los AEs con cetonas son más tóxicos que los que tienen hidrocarburos como
componentes principales.
Método de repelencia.
Este método es uno de los más difíciles de comparar entre los diferentes trabajos,
debido a que no se reporta en ningún caso una concentración repelente 50, como existe en
los demás métodos estudiados. Por lo tanto, la gran diversidad de concentraciones usadas
(16 a 800 nl/cm2), la diversidad de tiempo que pasa entre la puesta del compuesto a ensayar
y la lectura de la repelencia (1,5 a 24h) y los diferentes ensayos utilizados hace dificultoso la
comparación. A pesar de esto el 91,7% de los métodos usan el semicírculo de papel de filtro
en cápsula de Petri para evaluar repelencia. Este método consiste en cortar un círculo de
papel de filtro del tamaño de una cápsula de Petri por la mitad. Luego, en una mitad se
agrega la solución del compuesto a ensayar y en la otra el solvente solo. Se pegan ambas
mitades y luego de evaporar el solvente, y sin colocar comida, se agregan 20 insectos, la
mayoría de las veces, en el centro de la cápsula. Teniendo en cuenta que los AE son
volátiles y que en corto tiempo saturan la cápsula, no parecería el mejor método para
evaluar repelencia, sin embargo es el método usado por excelencia con estos insectos. Solo
un método de todos los estudiados, consistió en dividir un papel de aluminio en 4 y agregar
comida rociada con la solución del AE (Ogendo et al., 2008). Otro método diferente fue el
bioensayo de elección (two choice) que consistió en la unión de dos frascos (García et al.,
2007). Debido a esta variabilidad en las características de los ensayos, para analizar los
datos se tuvieron en cuenta: el test del medio círculo, los AE de plantas que presentaron una
repelencia mayor al 80%, concentraciones que van desde 16 a 200 nl/cm2 y repelencia
medida a las 2h de iniciado el ensayo. De acuerdo a las características anteriores en la Fig.
12 se muestran las frecuencias de los AE de las diferentes familias con dosis que van de 16
a 200nl/cm2.Los AE con mayor efecto repelente (dosis < 40 nl/cm2) pertenecen a
Lamiaceae, Asteraceae, Poaceae y una proporción pequeña de Rutaceae, mientras que las
familias que presentaron dosis mayores pertenecen a las Liliaceae, Piperaceae y la mayor
parte de las Rutaceae. Dentro de los componentes de los AE responsables del efecto
repelente podemos mencionar en primer lugar a los hidrocarburos, ya que fueron los
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mayoritarios con una proporción del 47.4% en los AE. Los demás componentes se
presentaron en porcentajes que van del 15.8 al 21.1 (Fig. 13). Los hidrocarburos que se
presentaron en proporciones <50% del AE (el 26.3% de ellos) se caracterizan por ser
hidrocarburos sesquiterpénicos como el β cariofileno, camazuleno, canfeno, cedreno,
elemeno, germacreno D y selineno. Dichos compuestos se encuentran en la especie
Dendranthema indicum (Asteraceae) y Murraya kwangsiensis junto con M. exóticade
(Rutaceae). También dentro de las Piperaceae, las especies Piper marginatum (población
de Turbaco o Bolívar) y P. multiplinervium presentaron efecto repelente con hidrocarburos
sesquiterpénicos en su AE. Es de destacar que los hidrocarburos monoterpénicos se
presentaron en proporciones >50% dentro del AE (21.1% de los casos), como por ejemplo el
limoneno y pineno en las especies Evodia calcicola y E. trichotoma de las Rutaceae, con
fuerte efecto repelente (ver tabla anexa 1).
Otros compuestos a destacar son los alcoholes, que ocuparon el segundo lugar
dentro de los compuestos repelentes en cuanto a frecuencia en la composición de los AE.
Entre ellos se destacan el geraniol y citronelol presentes en Cymbopogon distan (Poaceae)
y Citrus wilsonii (Rutaceae). Luego le siguen alcoholes sesquiterpénicos como eudesmol,
espatulenol presentes en especies de las Rutaceae (Murraya sp). Dentro de los AE
repelentes con fenilpropanoides como compuestos mayoritarios se mencionan al
metileugenol, safrol, anetol y estragol que se encuentran presentes en especies de las
Liliaceae y Piperacea. En menor proporción se encuentran como componentes principales la
cetona 2-furil metil cetona y el epoxi 1,8-cineol, presentes en las especies Perilla frutescens
(Lamiaceae) y Artemisia stolonifera (Asteraceae), respectivamente (ver tabla anexa 1).
(Rutaceae) presentó una tendencia a disminuir la toxicidad por contacto a medida que este
compuesto aumentaba su concentración en el AE (Tabla anexa 1). Por otro lado está el
grupo de los componentes que fueron más tóxicos que el AE (28%), entre los que se
destacan los fenilpropanoides como el estragol y anetol (Kim y Lee, 2014; Wang et al.,
2015b) y las cetonas como la piperitenona y la 2-furil metil cetona (Bossou et al., 2015; You
et al., 2014). Este último compuesto, presente como componente principal (72%) del AE de
Perilla frutescens, presentó la particularidad de tener diferente comportamiento en cuanto a
toxicidad de acuerdo al test insecticida. Fue más tóxico que el AE en el test fumigante,
menos tóxico en el test por topicación dorsal e igual de eficiente que el AE completo en
repelencia (You et al., 2014). El grupo de los componentes que presentaron igual efecto que
el AE (aprox. 22%) fue muy variado en cuanto a tipos de compuestos químicos y
principalmente presentaron igual efecto en el test de repelencia (You et al., 2014, 2015,
Zhang et al., 2011).
por varios autores y presentan diferentes DL50. El hidrocarburo β pineno, por ejemplo,
presentó una DL50 de 22,1 µg/insecto en los trabajos de Zhang et al. (2015ª) y Chen et al.
(2014), mientras que en el trabajo de Wang et al. (2009) la DL50 fue de 92,4 µg/insecto. En
los primeros dos trabajos este compuesto fue aislado desde el aceite esencial de Artemisia
stolonifera y Citrus wilsonii, respectivamente, utilizando cromatografía en columna de sílica
gel. En el trabajo de Wang et al. (2009) el β pineno fue un producto comercial. Esta
diferencia también se nota en el γ terpineno con DL50 de 35,6 y 103 µg/insecto (Wang et al.,
2015c y Wang et al., 2009, respectivamente), aunque en este caso la dosis más alta
correspondió al compuesto comprado comercialmente. El epoxi 1,8-cineol fue evaluado 5
veces con dosis de 18-19 y de 139,6 c (Zhang et al., 2015; Guo et al., 2015b; Wang et al.,
2009; 2014; 2015b). Este compuesto en tres casos fue aislado desde el AE correspondiente
y en dos trabajos comprado comercialmente. De todas formas la dosis más alta corresponde
a uno de los productos comerciales mientras que la dosis del otro producto comercial se
asemejó a la de los aislados. Exactamente lo mismo ocurrió con el limoneno también
evaluado 5 veces con dosis de 13,4-15 por un lado y de 283 µg/insecto por el otro (ver tabla
anexa 2). El estragol fue evaluado dos veces y ambos compuestos fueron de origen
comercial con DL50 de 20,4 y 73 µg/insecto (Guo et al., 2015b y Kim y Lee, 2014).
-Repelencia.
Este test como se dijo antes es uno de los más variados en cuanto a
concentraciones utilizadas y tiempo en que se mide la repelencia. Para este trabajo se tomó
la repelencia a las 24h y haciendo un listado en orden descendente de concentraciones
usadas y de porcentaje de repelencia podemos mencionar que el fenilpropanoide estragol
fue uno de los más repelentes, seguido de los hidrocarburos limoneno, β- pineno y β-
cariofileno. También fueron muy repelentes los alcoholes citronellol, espatulenol y geraniol
con porcentajes de repelencia ≥80. Mientras que los hidrocarburos canfeno y γ-terpineno y
el 1,8-cineol fueron los menos repelentes con valores <60% de repelencia. El limoneno
presentó variaciones en su índice de repelencia, presentando valores altos de repelencia en
dos casos y uno del 20%. Los métodos fueron realizados de forma semejante aunque la
diferencia está en la obtención del compuesto, la dosis menos repelente (20%) corresponde
al compuesto aislado desde el AE por cromatografía en columna (concentración 16 nl/cm2)
(Zhang et al., 2011) mientras que el de repelencia del 88% es de origen comercial. De todas
formas en el trabajo de You et al. (2014) el limoneno también fue aislado desde el AE y
presentó la máxima repelencia (100%) (ver tabla anexa 2).
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MERLO, Carolina.
Introducción.
En la mayoría de los sistemas de producción, los granos y forrajes son almacenados,
para evitar el deterioro y mantener el contenido nutritivo. El almacenamiento se realiza
utilizando silos y pueden comprender períodos que alcancen varios meses antes de su
comercialización y/o utilización (Pieper et al., 2011; Idler et al., 2012). El ensilaje es un
método de preservación de los cultivos (alfalfa, cebado, trigo, sorgo, maíz, etc) basado en la
fermentación de las bacterias ácido lácticas (BAL) epificas bajo condiciones anaeróbicas
(Dunière et al. 2013; Amanullah et al 2014; Wang et al. 2014; Yuan et al. 2015). El proceso
de ensilado implica muchos pasos que deben ser programados y controlados
cuidadosamente para asegurar el éxito de ensilaje con mínimas pérdidas económicas y
riesgos para la salud. El ensilaje presenta las siguientes etapas: cosechar en el momento
óptimo de madurez, cortar, colocar en el silo, compactar y sellar para excluir el aire y
almacenar. Una vez que el material ha sido compactado en los silos comienzan a suceder
importantes cambios físicos, químicos y microbiológicos durante el almacenamiento
(Dunière et al. 2013). En la primera etapa del proceso de ensilaje se consume el oxígeno por
respiración residual de las células vegetales y la actividad de microorganismos aeróbicos
(enterobacterias, hongos y levaduras) consumiendo carbohidratos como glucosa y fructosa.
La actividad de los microorganismos aeróbicos persiste hasta que se consume todo el
oxigeno o la acidificación es suficiente para frenar su metabolismo. Cuando se establecen
condiciones anaeróbicas actúan las BAL produciendo ácidos orgánicos y disminuyendo el
pH lo cual ayuda a conservar el silo. En los silos donde ocurre una extensa fase aeróbica,
baja acidificación o incorporación de suelo, predominan microorganismos que deterioran el
silo como Clostridios, levaduras, hongos y microorganismos patógenos accidentalmente
incorporados (Channaiah et al. 2010; Crowley et al. 2013; Dunière et al. 2013, Muck 2013;
Santos et al. 2013; Amanullah et al. 2014; Wang et al. 2014; Oliveira et al. 2015).
Debido a la creciente utilización de ensilaje en el mundo, es necesario asegurar que el silo
producido sea de buena calidad. El uso de material vegetal inmaduro o de baja calidad, una
pobre acidificación debido al insuficientemente rápido establecimiento de la anaerobiosis, y
un deficiente control de la contaminación por microorganismos patógenos llevan a un silo
60
forrajero de baja calidad. La degradación de silo presenta un riesgo para la salud ya que
puede ser un vector de transmisión de agentes patógenos a los animales y humanos. La
salud humana y animal puede entonces estar amenazada a través de la enfermedad directa
o por ser portadores asintomáticos de patógenos (Channaiah et al. 2010; Dunière et al.
2013).
crecimiento antifúngico. Peyer et al. (2016) detectaron actividad antifúngica sinérgica cuando
mezclaban 3-PLA (ácido 3-fenillactico) y acido hidroferulico. El 3-PLA puede ser formado por
las BAL a través del catabolismo de los aminoácidos (fenilalanina) y es un compuesto
antifúngico prometedor debido a que no es tóxico para los humanos y a su falta de olor
natural comparado con otros metabólitos como por ejemplo el ácido acético. Broberg et al.
(2007) encontraron concentraciones de 3-PLA más altas en silos inoculados con L.
plantarum que en silos no inoculados sugiriendo que este compuesto contribuye con la
actividad antimicrobiana. Estos autores detectaron una gran variedad de compuestos
antifúngicos presentes en silos inoculados demostrando que la presencia de las BAL
promueve la producción de compuestos con actividad antimicrobiana. Dentro de los
metabólitos producidos por las BAL encontramos los ácidos grasos 3 hidroxi que son
compuestos reportados como potentes antifúngicos (Broberg et al. 2007; Dalié et al. 2010).
La estructura del ácido graso es un importante factor antimicrobiano que requiere al menos
un grupo hidroxilo y un doble enlace a lo largo de la cadena carbonada (Crowley et al.
2013). Las bacteriocinas son proteínas biológicamente activas producidas por BAL que
muestran un efecto antibacteriano contra muchas bacterias Gram positivas (Rodríguez
Amado et al. 2012; Da Silva Sabo et al. 2014). Cepas de Pediococcus acidilactici y
Lactococcus lactis productoras de bacteriocinas (pediocina y nisina respectivamente)
mostraron ser útiles para el control de L. monocytogenes en silos de pasturas y maíz. El uso
de estas dos especies productoras de bacteriocinas co-inoculadas con Lactobacillus
plantarum fue capaz de eliminar a Listeria después de dos días de ensilaje, lo cual está
relacionado con el bajo nivel de pH alcanzado en el silo (3,5-3,7) como consecuencia de la
alta tasa de producción de ácido láctico y acético. El pH bajo promueve la liberación de las
bacteriocinas (nisina y pediocina) de la superficie de las células y la actividad bacteriana de
estas bacteriocinas es máxima a valores de pH de 3,5. Además, estas condiciones de
acides pueden llevar a la acumulación de diversas sustancias antibacterianas que pueden
actuar de manera sinérgica contra L. monocytogenes (Rodríguez Amado et al. 2012).
Los estudios científicos demuestran que la utilización de BAL es un método biológico
exitoso para lograr la preservación del silo. El silo es un sistema complejo, y la mayoría de
las investigaciones analizan los productos de fermentación mayoritarios, sin embargo se
necesitan mayores esfuerzos en identificar los compuestos que se encuentran en menor
proporción que pueden influir en la actividad antimicrobiana en los silos. Algunos de ellos
son compuestos volátiles los cuales son de uso potencial para realizar un manejo integral
del sistema complejo del silo.
67
Leuconostoc mesenteroides
Pediococcus pentosaceus
Streptococcus bovis
Enterococcus faecium
Lactobacillus hilgardii
Lactobacillus brevis
Enterococcus faectum
Lactobacillus Casei
Lactobacillus buchneri
Lactobacillus plantarum
Pediococcus acidilactici
Lactococcus lactis
0 20 40 60 80 100
%
Fig 1: Porcentaje de las especies más investigadas como inoculantes de silo.
Tabla 1: Aditivos de bacterias ácido lácticas inoculados en silos de diferentes cultivos con actividad
antimicrobiana.
68
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A su vez, el mecanismo de control de la liberación también puede ser físico o químico, por
ejemplo:
• difusión a través del material o de una membrana polimérica de recubrimiento
• desorción desde la superficie de un material poroso
• erosión del material de soporte
• ruptura de enlaces químicos entre el plaguicida y el soporte (hidrólisis, fotólisis, etc.)
• mecanismos combinados: difusión + erosión, desorción + erosión, etc.
Este tipo de formulaciones tienen muchos aspectos en común con los dispositivos de
liberación controlada de drogas, pero también algunas diferencias importantes que
condicionan su implementación (Tsuji, 2001):
• Se aplican en sistemas abiertos, no cerrados.
• Las condiciones ambientales son mucho más variables e incontroladas que las
condiciones fisiológicas del cuerpo humano.
• No existe un carrier o vehículo natural que transporte el plaguicida hacia el punto de
acción, como la sangre en el caso de la liberación de drogas.
• Los plaguicidas son mucho más sensibles a los costos que las drogas farmacéuticas, por
lo que deben usarse materiales y tecnologías más baratas.
Se ha propuesto una gran variedad de materiales de soporte para la incorporación de
plaguicidas, entre ellos: polímeros termoplásticos; hidrogeles (de almidón, de alginato, de
quitosano, etc.); materiales porosos y/o adsorbentes (arcillas, carbón activado, sílica);
72
aquellos biocidas que inactivan las bacterias al contacto mientras están fijados a la
superficie del soporte (Tiller et al., 2001; Hasan et al., 2013; Kaur & Liu, 2016).
La funcionalización del material puede lograrse injertando la molécula de interés
directamente sobre el soporte, como es el caso del injerto de fenoles naturales sobre fibras
de lino (Fillat et al., 2012), o mediante un agente ligante, como el uso de
hidroxietilmetacrilato para la fijación de ácido cafeico, un reconocido insecticida (Joshi et al.,
2014) y antimicrobiano (Stojkovic et al., 2013) sobre films de polipropileno (Arrua et al.,
2010). En el segundo caso, el ligando además de permitir la fijación del compuesto
específico puede cumplir otras funciones. Por ejemplo, puede servir como “espaciador” para
otorgarle la suficiente libertad de movimiento para que la porción activa del agente injertado
entre en contacto con el microorganismo o insecto a controlar. Otra de las funciones
secundarias del ligando puede ser la de reticulación de la matriz de soporte, para otorgarle
mayor estabilidad estructural o propiedades específicas. Por ejemplo, los ácidos
policarboxílicos como el ácido 1,2,3,4-butanotetracarboxílico (BTCA) se han utilizado como
agente de entrecruzamiento en soportes de celulosa. Esta misma reacción puede aplicarse
además para injertar moléculas funcionales que contienen grupos OH en la cadena de
celulosa. De este modo, compuestos bioactivos de origen natural se pueden utilizar para
proporcionar propiedades biocidas en telas, papeles y maderas (Martini et al., 2014; Cerkez
et al., 2012).
Por último, en otros casos el injerto forma un complejo de inclusión con el agente
funcional y luego se promueve la liberación del mismo de manera controlada. Un ejemplo de
esto es el caso de injerto de ciclodextrinas. Como se mencionó anteriormente, las
ciclodextrinas se han utilizado para la encapsulación de sustancias activas en una amplia
variedad de aplicaciones, tales como aromas, plaguicidas o medicamentos, debido su gran
la variabilidad de la forma molecular y propiedades moleculares (Martel et al., 2002; Garrido
et al., 2014). Estas ciclodextrinas pueden ser inmovilizadas mediante enlaces covalentes
sobre diferentes soportes, creando así un mecanismo físico-químico para la incorporación
de bioplaguicidas. Se han desarrollado una gran cantidad de trabajos en fibras textiles con
ciclodextrinas para otorgarle propiedad repelente de mosquitos, con prolongada actividad
luego de ciclos de lavado (Vogtle, 1993; Abdel-Mohdy et al., 2008; Shahba, 2011; Miro
Specos et al., 2013; Hebeish et al., 2008; 2014). La fijación permanente de las ciclodextrinas
podría permitir la recarga de su agente funcional incluso después de ciclos de lavado
consecutivos.
Los fluidos supercríticos (FSC) han sido propuestos y estudiados como solventes en
numerosos procesos de extracción, separación, reacción y formación de partículas, debido
básicamente a la posibilidad de ajustar su densidad y su poder solvente con modificaciones
relativamente pequeñas de presión y temperatura (Gañan et al., 2014). El más utilizado es el
dióxido de carbono (CO2), que presenta importantes ventajas: tiene una temperatura crítica
baja (31ºC), lo cual permite preservar compuestos termolábiles durante el procesamiento; es
un gas en condiciones ambientales, por lo que se evapora totalmente en la
despresurización, sin dejar restos de solvente en los materiales procesados; es un material
barato; no es tóxico ni inflamable, permitiendo una operación más segura y compatible con
el procesamiento de alimentos y medicamentos. Estas características lo convierten en un
solvente “verde” con gran potencial para reemplazar el uso de solventes orgánicos
convencionales.
La impregnación con solventes supercríticos aprovecha estas propiedades para la
incorporación de sustancias activas en matrices poliméricas, y comprende básicamente tres
etapas: 1) la solubilización de la sustancia activa en el FSC a alta presión (en el caso del
CO2, presiones mayores a ~8 MPa), 2) la difusión del FSC y la sustancia activa al interior del
polímero, y 3) la despresurización del sistema, que produce la evaporación del FSC y la
precipitación de la sustancia activa (Cocero et al., 2009). La eficiencia de la impregnación
depende de varios factores: las propiedades de la matriz a impregnar, las interacciones
soluto-solvente y soluto-polímero que puedan generarse y la capacidad del solvente de
penetrar en el polímero. De este modo, la precipitación (y/o adsorción) de la sustancia no se
produce sólo en la superficie, sino también en el interior de la matriz. En el caso de la
impregnación de polímeros, la penetración del solvente supercrítico es considerable,
produciéndose a la vez un hinchamiento de la estructura y un efecto “plastificante” que
favorece la difusión de los solutos en su interior (Kikic et al., 2003; Uzer et al., 2006). La
velocidad de despresurización es un parámetro clave: una despresurización muy rápida
favorece la precipitación de mayor cantidad de solutos en el interior de la matriz, pero puede
ocasionar daños mecánicos al polímero; por otra parte, una despresurización muy lenta
preserva la estructura del polímero, pero puede ocasionar pérdida excesiva de solutos en la
corriente de salida. Por lo tanto, es un parámetro que debe ser optimizado para cada
sistema polímero-soluto-solvente en particular.
En los últimos años, la impregnación con CO2 supercrítico como solvente ha sido
estudiada en varios casos de interés, incluyendo la obtención de envases activos para
alimentos y dispositivos de liberación controlada de medicamentos. Pueden mencionarse
como ejemplos recientes la impregnación de lentes de contacto con fármacos de acción
local (como antiinflamatorios) (Costa et al., 2010), la impregnación de madera con agentes
biocidas para su conservación (Kjellow & Henriksen, 2009), la impregnación de biofilms de
76
que los polímeros comerciales más comunes (como polietileno y polipropileno) tienen una
capacidad limitada de incorporar compuestos activos, lo cual se ha explicado a partir de su
estructura semicristalina, que produce restricciones mecánicas al hinchamiento y a la
penetración del CO2 y los compuestos activos. La ausencia de grupos funcionales polares
que puedan generar interacciones con las moléculas de compuesto activo también limita su
retención en dichos polímeros. Por lo tanto, una alternativa promisoria es la impregnación de
materiales compuestos, como los sistemas polímero-arcilla, en los que tanto la incorporación
de los compuestos activos como la retención dentro de la matriz polimérica puede mejorarse
significativamente, debido a la alta capacidad de adsorción de las arcillas dispersas en el
polímero. Estos materiales nanocompuestos presentan numerosas ventajas entre las que
puede destacarse una mejora en la resistencia térmica y a la humedad, y cambios en la
permeabilidad, disipación de cargas y en la resistencia química. Esta mejora de las
propiedades se debe principalmente a la interacción a nanoescala entre el polímero y las
arcillas sumado a un incremento del área interfacial (Martini et al., 2014).
En este sentido, se ha realizado un estudio preliminar de impregnación de
timoquinona y pulegona en films nanocompuestos de LDPE + sepiolita. La sepiolita es un
silicato de magnesio hidratado con morfología fibrosa cuya formula química es
Si12O30Mg8(OH,F)4(OH2)4.8H2O. Es una arcilla muy utilizada como material adsorbente
debido a la gran cantidad de grupos silanol que presenta su superficie. La estrategia de
utilizar este material compuesto como matriz permitiría aumentar la cantidad de cetonas que
puede incorporarse, así como también su retención dentro de los films, por formación de
enlaces tipo puente hidrógeno en la superficie de las nanopartículas. Resultados
preliminares de impregnación indican un incremento considerable en la incorporación de
cetonas en los film, observándose hasta un 67% de incremento en el contenido final de
cetonas, en relación a los porcentajes obtenidos al utilizar el LDPE convencional (sin
cargas).
En conclusión, la impregnación utilizando CO2 supercrítico como solvente aparece
como una tecnología adecuada y atractiva para la incorporación de compuestos naturales
con actividad biocida en polímeros, debido a una serie de factores: la solubilidad de este tipo
de compuestos en solventes supercríticos es generalmente alta; se obtienen materiales
libres de solvente (lo cual evita etapas posteriores para su eliminación); permite procesar el
polímero a temperaturas bajas (evitando descomposición de los compuestos activos); y
permite lograr propiedades de transporte favorables, incrementando la penetración y
reduciendo el tiempo de la impregnación. Es además una tecnología adaptable a distintos
tipos de polímeros y formulaciones, y su carácter de “tecnología limpia” es altamente
atractiva en el desarrollo de formulaciones de bajo impacto ambiental.
79
Fig 3. Impregnación supercrítica de films de LDPE con eugenol (T=45°C, t=4 hs).
Izquierda: Comparación de rendimientos obtenidos. Derecha: Curvas esfuerzo-elongación, (A) film
de LDPE sin tratar, (B) film de LDPE impregnado con eugenol.
Fig 4. Toxicidad de films de LDPE impregnados con pulegona y timoquinona contra gorgojos adultos
(Sitophilus zeamais). Condiciones de impregnación: 10 MPa, 45°C y velocidad de despresurización:
() 0.5 MPa/min y () 2 MPa/min.
81
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84
BIOMASA Y BIOPLAGUICIDAS.
Introducción
Los bioplaguicidas representan en el presente uno de los temas importantes a
investigar con el fin de sustituir los tradicionales derivados del petróleo. Este concepto se
encuentra dentro de las metodologías de Biorrefinería ya que se pretende obtener por un
lado sustancias por métodos extractivos a partir de Biomasa con acciones similares a las de
la petroquímica y por otro lado utilizar métodos biotecnológicos que modifiquen la biomasa y
obtener compuestos que formulados tengan el mismo fin. En este tipo de aplicación
encontramos el uso de biopolímeros como lignina, celulosas, etc. El uso de la biomasa
además ha avanzado notoriamente en aplicaciones de encapsulación tanto de compuestos
como de microorganismos lo cual permite obtener formulados de liberación lenta y obtener
mayor permanencia y estabilidad. En esta aplicación son varios los polímeros que se uilizan
como quitina, lignina, proteínas etcara la obtención de microesferas y microcápsulas como
también nanoestructurados.
• Plaguicidas botánicos.
Los plaguicidas botánicos son derivados de algunas partes o ingredientes activos de
las plantas. En los últimos años, la aplicación de varios productos de plantas medicinales ha
llamado mucho la atención como alternativas efectivas a los pesticidas sintéticos. Estos
productos vegetales son muy eficaces, menos costosos, biodegradables y más seguros que
sus equivalentes sintéticos, los cuales son altamente persistentes en el medio ambiente y
tóxico para los organismos no blanco, incluidos los humanos a los cuales le causan muchas
de las enfermedades no identificadas después de la bioacumulación (Tabla 1). Se ha
demostrado que estos compuestos afectan a las poblaciones de insectos, disminuyen la
supervivencia de desarrollo y la tasa de reproducción. Varias plantas que pertenecen a
diferentes familias contienen una serie de fitoquímicos tales como saponinas, taninos,
alcaloides, di y triterpenoides, entre otros, los cuales presentan alta actividad insecticida. El
efecto nocivo de los extractos de plantas o sus compuestos puros contra los insectos se
puede manifestar de diversas maneras, incluyendo la toxicidad, la mortalidad, inhiben el
crecimiento, la supresión de comportamiento reproductivo y reducen la fertilidad y la
fecundidad (Singh et al., 1996; Leng et al., 2011). Al seleccionar una o varias plantas por
cualquiera de estas vías, hay que tener en cuenta ciertos criterios que contribuyen al éxito
de la investigación, y son los siguientes: (Alfonso, M. 2002. Los plaguicidas botánicos y su
importancia en la agricultura orgánica. Agricultura Orgánica 2. 26-30 pp.).
1.- La especie botánica debe ser: i) Perenne (no en todos los casos), ii) De fácil desarrollo o
cultivo, iii) No afectarse fisiológicamente después de la recolección del material, iv) No
convertirse en una planta indeseable u hospedera de fitófagos o fitopatógenos, v) Poseer
usos económicos complementarios.
2.- El material para el control de plagas debe: i) Tener amplio espectro de acción, ii) Ser de
fácil cosecha y procesamiento, iii) Ser relativamente inocuo para otros organismos,
incluyendo al hombre.
86
4.- Referente a la producción y uso de los plaguicidas naturales de origen botánico, éstos
deben ser: i) Artesanalmente factibles para pequeños agricultores, ii) Técnicamente
ejecutables y económicamente rentables a nivel industrial.
• Plaguicidas microbianos
Los organismos que se utilizan en la formulación de un plaguicida microbiano deben
ser efectivos y tener una alta especificidad y patogenicidad contra una o más plagas de un
cultivo de importancia económica o social, lo cual permite asegurar un buen mercado. La
mayoría de los insecticidas microbianos son degradados rápidamente después de su
aplicación, aunque algunos tienen la capacidad de reproducirse en condiciones de campo.
El grupo de microorganismos entomopatógenos es variado y diverso. Entre ellos se
encuentran un amplio grupo de virus, bacterias, nematodos y hongos entre otros (Allfonso,
2002; Nava et al., 2010; Mansour et al., 2012)(Tabla 2). Cada uno de estos subgrupos se
compone de un número de organismos que varían en su manera de infectar, el sitio en que
se replican, y el mecanismo patogénico. Mientras que algunos patógenos presentan rangos
de hospederos muy amplios, la mayoría prefieren ciertas especies de insectos. También
difieren en cuanto a su patogenicidad selectiva de acuerdo a las diferentes etapas de
desarrollo del insecto huésped.
• Micoinsecticidas
Los micoinsecticidas (productos formulados con hongos entomopatógenos)
constituyen una pequeña fracción de los biopesticidas. El hongo invade la hemolinfa, por lo
que la muerte del insecto se debe a una combinación de daños mecánicos producidos por el
crecimiento del hongo, desnutrición y por la acción de los metabólitos secundarios o toxinas
que el hongo produce. Durante el proceso de invasión, se producen cuerpos hifales y
protoplastos que carecen de una pared celular, por lo que no son detectados por los
hemocitos del insecto, lo que provoca que el hongo se disperse en el insecto para adquirir
nutrientes, ocasionándole la muerte (Aronson et al., 1998; Fernández y Juncosa, 2002;
Alatorre, 2007; Andaló et al., 2010; Leng et al., 2011) (Tabla 3).
como resinas termo rígidas; uso como matriz para absorción o intercambio iónico;
conversión mediante carbonización y pirolisis en carbón activado.
de arroz. Cada una de las placas (por triplicado) se inocularon con el hongo y las bacterias
cada una, y se mantuvieron durante 1 y 2 meses controlando el crecimiento y la colonización
por agentes microbianos. En todos los casos se observó crecimiento, pero no se atacó el
poliuretano. Se realizarán trabajos futuros controles por un año determinando productos de
degradación si aparecen determinando la vida útil del material. Se considera importante
tener un material con actividad germicida y en un momento puede degradarse para su
manejo final. Este tipo de material puede obtenerse de diferentes biomasas y pueden
contener diferentes bioactivos de actividad germicida y plaguicida.Como proyecciones
futuras se puede pensar en polietilenos de recubrimiento , en placas de acción insecticida,
fungicida y bactericida
Fig. 3- Actividad ligninasa en KH2PO4 pH 4.2 sobre alcohol bencílico (T= 35ºC, constante
concentración of H202 = 0,267M).
Fig. 4. Diferentes absorbancias respecto a la concentración de lignina para diferentes λ: 210, 245,
275, 310 nm.
Fig. 6. Del análisis de actividad en los extractos filtrados de la producción de fenoles modificados se
obtuvieron los siguientes resultados. Actividad enzimática (UE/mL) obtenida en Sistemas semisólido
de G. trabeum y P. ostreatus en cultivo con lignina Kraft (a).Sistema semiolido de G. trabeum y P.
ostreatus en cultivo de lignina con Lignina Organosolv (b).
E. coli
2 meses
Ranella sp
2 meses E. coli
1 meses
Trichoderma
2 meses
Bradyrhizobium Trichoderma
2 meses 1 meses
Fig 10 – (Der) Diagrama de reacción de reticulación (a) quitosano y (b) quitosano reticulado (Izq)
Relación de fases calculada en base a la reacción de reticulación entre dos moléculas de quitosano
por cada molécula de glutaraldehido (FA) = Fase acuosa, (FO)= Fase oleosa, (FQ)= Fase quitosano.
( B ) Microesferas de quitosano.
103
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107
BIOPLAGUICIDAS.
USO, EFICACIA, REGULACION Y MERCADO.
Introducción.
En los próximos años la producción agropecuaria y las áreas de cultivo deberán ser
incrementadas significativamente, para poder cumplir con las necesidades de una población
humana que presenta una elevada tasa de crecimiento (Pavela, 2016). El aumento de las
áreas de producción agropecuaria no representa una solución, ya que la desaparición de las
áreas naturales trae consigo problemas en la provisión de agua dulce, perdida de diversidad
biológica y desertificación. Entre las variables a utilizar para cumplir con estos propósitos se
destacan la conservación de la calidad de los suelos, la mejora en el acceso tecnológico a
los productores agropecuarios, pero la ventaja que más predomina es mejorar la gestión de
manejo de las plagas que afectan a los alimentos a lo largo de toda la cadena de
producción. Una de las etapas en la producción de alimentos es su almacenamiento, en esta
fase más de 37 especies de insectos, descriptos como plagas de granos almacenados,
pueden deteriorar el material biológico con el agravante de actuar como agentes de
dispersión de microorganismos (Herrera et al., 2015; Soujanya et al., 2016). Más del 40% de
los alimentos producidos se pierden por la acción de diferentes plagas (Chandler et al.,
2011). Para lograr que los alimentos producidos y almacenados lleguen a los consumidores
en optimas condiciones, la industria química comenzó a incursionar en el tema de los
plaguicidas como una herramienta de control. En 1932 se produjo el 2-metil-3,5-dinitrofenol
considerado el primer herbicida orgánico, dando de esta forma comienzo al uso de los
herbicidas sintéticos en la producción agrícola. A partir de 1945 con los herbicidas: ácido 2-
(2,4-diclorofenoxi) acético (2,4-D) y 2-metil-4-cloro-fenoxiacético (MCPA) se amplió la
diversidad de sustancias a utilizar en las granjas para el control de las malezas. En 1934 se
descubrió la actividad fungicida de los ditiocarbamatos y bis-ditiocarbamatos, y
posteriormente se desarrollaron los fungicidas de contacto, dando lugar en 1976 al
surgimiento de cimoxanil, el primer fungicida sistémico. En 1939 P.H. Muller descubrió el
DDT (dicloro difenil tricloroetano), el primer insecticida sintético. Con la aparición de estos
nuevos productos el éxito en la producción se incrementó, lo que estimulo la investigación
para el desarrollo de nuevas moléculas sintéticas bioactivas. Actualmente en el mercado
existe aproximadamente unos 900 productos químicos para el control de las plagas que
108
afectan la producción agrícola (Gross, 2014, Harding & Raizada, 2015; Chandler et al.,
2011). Aunque hay que reconocer que gran parte de la producción agropecuaria se vio
incrementada por el uso de estos productos químicos (organoclorados, organofosforados,
carbamatos y piretroides), también se debe mencionar que su empleo está asociado a las
siguientes problemáticas:
i) El mal manejo en las dosis de aplicación dejan residuos que contaminan el agua y el
suelo.
ii) La falta de controles trajo problemas de salud en los trabajadores rurales durante la
manufactura, la manipulación y su aplicación.
iii) Aplicaciones cuyas dosis no fueron racionalmente elaboradas fueron creando
poblaciones de plagas resistentes o bien resultaron en la formación de plagas secundarias.
iv) Efecto sobre organismos beneficiosos que resultaron en la pérdida de productividad,
ejemplo polinizadores.
Esto llevo a los consumidores y organizaciones de agricultores a ejercer una mayor
presión sobre los gobiernos en el control por el uso de los plaguicidas sintéticos, tanto por la
salud de las personas que forma parte de la cadena de cosecha, acumulación y transporte
de la producción agropecuaria, como por los consumidores que no quieren los residuos de
estas sustancias en los alimentos. En el marco de tal situación, los gobiernos respondieron a
estos problemas con medidas reglamentarias, ejemplo de ello fue la prohibición a partir de
1972 de la utilización del DDT. Desde 1996 la EPA de Estados Unidos, establece el término
de plaguicidas de “riesgo reducido”, reevaluando los niveles de seguridad para la presencia
de residuos de plaguicidas en los alimentos. En este marco global, la OMS declaró al 2,4-D
como agente carcinogénico y estos productos comenzaron a ser revisados desde un punto
de vista toxicológico en los diferentes países. En la actualidad los plaguicidas químicos
sintéticos son los productos químicos más regulados y controlados (Isman, 2006; Chandler
et al., 2011; Cai & Gu, 2016). A partir del año 2001, la regulación de la comunidad europea
1107/09, prohíbe productos con potencial capacidad de cancerígenos o teratógenos (Pelaez
& Mizukawa, 2017). Estas disposiciones generan una mayor presión para el control de las
plagas en los almacenes o silos de acopio de granos u otros alimentos, donde no se puede
aplicar plaguicidas que dejen residuos y que puedan dañar la salud de la población. Es en
esta fase de la producción agropecuaria donde los bioplaguicidas toman mayor importancia.
Sin embargo, debido a las regulaciones actuales, los elevados costos de registros para los
nuevos productos y la escases de evaluaciones realizadas a campo, pocos son los nuevos
productos naturales bioactivos, diponibles para el control de las plagas.
109
Bioplaguicidas.
La OECD (Organisation for Economic Cooperation and Development) define un
bioplaguicida como una formulación o producto de un compuesto puro, obtenido desde una
fuente natural para el control de plagas de una forma amigable con el ambiente y con
escaso efecto sobre la salud humana. La agencia de protección ambiental de los Estados
Unidos también incluye en esta definición algunos transgenes (Chandler et al., 2011; Kumar,
2012). A partir de su definición se espera que estos compuestos naturales sean menos
tóxicos que los plaguicidas tradicionales, que muestren una acción más específica sobre el
organismo blanco y que sean biodegradables, para no generar residuos tóxicos en el suelo
o en el agua.
Fungicidas.
Blasticidina S es un beta-amino acido aislado del actinomycete Streptomyces
griseochromogenes, se utiliza como fungicida contra Magnaporthe grisea. Su mecanismo de
acción consiste en interferir con la peptidil transferasa y la elongación de la cadena proteica,
bloqueando de esta manera la biosíntesis de proteínas, tanto en células procariotas como
eucariotas. En el caso particular de los hongos, inhibe el crecimiento del micelio y la
germinación de esporas a una dosis de 1mg/mL (Copping & Menn, 2000). Este fungicida se
110
Insecticidas/acaricidas.
Los polioxinas, aisladas desde Streptomyces cacaoi var. Asoensi, y las nikomicinas
aisladas desde Streptomyces tendae, son peptidil nucleosidos que bloquean la quitina
sintetasa, enzima que facilita la polimerización de la N-acetilglucosamina a quitina, vía la
activación del precursor UDP-N-acetilgucosamina. La molécula de quitina es un componente
esencial de la pared celular de las células fúngicas, siendo responsable de la forma y rigidez
de ella. El tratamiento con polioxinas produce un desarrollo anormal del tubo de germinación
y de las esporas (Copping & Menn, 2000). También es necesario mencionar que la quitina
forma parte del exoesqueleto de los invertebrados. Tanto plantas, bacterias como
vertebrados carecen de quitina, por lo cual esta vía metabólica es un excelente blanco para
el desarrollo de bioplaguicidas con actividad antifúngica, acaricida o insecticida (Lamberth,
2016), dado que tendría un efecto específico sobre los organismos blanco. Estos
compuestos mostraron baja toxicidad, dosis letal 50 (DL50) aplicación oral en ratas o ratones
fue >20g/kg y tampoco fueron observados efectos adversos sobre organismos no blancos o
en el ambiente (Copping & Menn, 2000). Las avermectinas, fueron aisladas desde
Streptomyces avermitilis MS & D, y demostraron actividad insecticidas/acaricidas por
contacto o ingestión. La avermectinas estimulan la liberación de GABA (ácido gama
aminobutírico) desde las terminales nerviosas y mejoran la unión del GABA al sitio del
receptor sobre la membrana post-sináptica de la neurona inhibitoria motor. Esta mejora de la
unión del GABA resulta en un incremento de los iones de cloro dentro de la célula, como
consecuencia existe una hiperpolarización y eliminación de la señal de transducción,
resultando en la inhibición de la neurotransmisión. La DL50 de las avermectinas en ratas es
de 10 mg/kg y en ratón de 13.6 mg/kg (Cooping & Menn, 2000). La Bt d-endotoxina,
producida por Bacillus thuringiensis, es una proteína que se sintetiza durante la formación
de la espora bacteriana y tiene la propiedad de causar lisis de las células intestinal de los
111
insectos susceptibles, dentro de un periodo de 48hs. Esta toxina nos es peligrosa para
vertebrados y se biodegrada en un período breve, no afectando otros organismos y al
ambiente (Chandler et al., 2011). Al principio, Bt d-endotoxina era producida
biotecnológicamente por fermentación y se aplicaba en forma de asperjado sobre los
frutales y cultivos de cereales. Actualmente, el gen productor de la Bt d-endotoxina se
incluye dentro del material vegetal transgénico (Chandler et al., 2011). Emamectina ((4’R)-
4″-deoxi-4″-(metilamino)avermectin B1), es un micoinsecticida muy efectivo contra las orugas
de Lepidópteras y su actividad es a través de la digestión de la misma. Se utiliza para el
control de mariposas y polillas en huertas y cultivos de maní, té y algodón. El producto se
comercializa como una emulsión de benzoato. Milbemectina, es un insecticida aislado del
actinomycete, Streptomyces hygroscopicus (Jensen) Waksman & Henrici, y presenta un
modo de acción similar al que se decribió para las avermectinas. Estos compuestos se
utilizan para controlar los ácaros (Coopin & Menn, 2000). Se comercializa bajo el nombre de
Koromite 1% (Gowan Mexicana SA). El “espinosan”, es un insecticida comercial compuesto
por una mezcla de espinosina A y espinosina D, aislados a partir de Saccharopolyspora
spinosa Mertz & Yao. El modo de acción de estos metabolitos fúngicos consiste en la
activación del receptor nicotínico de la acetilcolina, y un efecto sobre el receptor GABA. Se
utiliza para controlar orugas, insectos minadores, trips y escarabajos defoliadores. Un
aspecto positivo de este micoinsecticida es que no tiene efecto fitotóxicos y se comercializa
como una suspensión acuosa con nombres como Spin Tor (Dow AgroSciences) (Cooping &
Menn, 2000). Las polinactinas son productos del metabolismo secundario de Streptomyces
aureus Waksman & Henrici, y ham mostrado una marcada actividad para el control de
ácaros en ambientes de elevada humedad. Su modo de acción es la liberación de cationes
básicos, tales como el potasio, a través de la membrana de la mitocondria. El agua es
esencial para el efecto toxico, pues asiste en la penetración del principio activo y acelera la
liberación de los iones. Por su mecanismo de acción se utiliza para eliminar los ácaros en
los frutales. Para reducir el riesgo del desarrollo de resistencia se comercializan como una
mezcla de cuatro componentes bioactivos, algunos son las polinactinas y otros fungicidas
(Cooping & Menn, 2000).
Otros insecticidas microbianos están basados en virus y hongos entomopatógenos.
El primer control de una plaga, Cleonus punctiventris (Germanr), realizada con un hongo
Metarhizium anisopliae (Metschn.) Sorokin fue realizada en Rusia en 1888 (Srivastava et al.,
2009). En Estados Unidos y en Europa Cydia pomonella, granulovirus, es utilizado para el
control de polillas en las áreas de cultivo de manzanas. En Brasil se utilizó un
nucleopoyhedrovirus para el control de la oruga Anticarsia gemmatalis que afectaba los
cultivos de soja, y los hongos Beauveria bassiana (Bals) Vuill y Metarhizium anisopliae para
el control de escarabajos que afectaban los cultivos de caña de azúcar y de pasturas. En
112
África y Australia se utilizaron estos hongos para el control de las langostas. Actualmente la
FAO (Food and Agriculture Organization of the United Nations) ha recomendado el uso de
ambos ascomycetes para el control de la langosta. En Argentina se utilizan los conidios de
Beauveria bassiana para el control de vinchuca y moscas y es comercializado por
laboratorios Biagro SA (Faria & Wreigt, 2007). En los últimos años, un gran número de
empresas han desarrollados más de 140 micoinsecticidas desde diferentes cepas y
especies de hongos (Srivastava et al., 2009).
Control de malezas.
La eliminación de las malezas en horticultura tiene un costo económico importante,
tanto en el empleo de personal para su extracción, como en el uso de herbicidas sintéticos.
Las malezas generalmente emergen rápidamente, resultando en la reducción del
crecimiento de las plantas cultivadas, las cuales disminuyen su calidad por la competencia
que se establece entre ellas y las malezas por los nutrientes y el agua. Además, muchas
malezas producen sustancias químicas, aleloquímicos, que producen una reducción total o
parcial del cultivo de interés. Las malezas anuales tienen como característica una
producción de semillas muy elevada, conservándose gran parte de ellas en los bancos de
semillas que se forman en el mantillo o en el suelo conservándose viables durante un año.
Por otra parte, las malezas perennes regeneran nuevas plantas desde fragmentos de raíces,
rizomas, estolones y otras estructuras vegetales. El control de las malezas en la horticultura
orgánica no tiene una solución simple o estandarizada. Los productores que adhieren a una
agricultura orgánica necesitan asumir que el control de las malezas, sin tener pérdidas en la
producción, es una tarea a largo plazo. El éxito del control orgánico de las malezas debe
partir de un entendimiento ecológico de las malezas y su función en los ecosistemas de
jardín y/o huertas (Cai & Gu, 2017). El más importante beneficio ofrecido por un herbicida
selectivo es su habilidad para controlar las malezas sin afectar los cultivos, este principio se
basa en las diferencias fisiológicas entre las especies. A la fecha se conocen los siguientes
sitios de acción de los herbicidas, 1) inhibidores de la biosíntesis de carotenoides, 2)
inhibición de la biosíntesis de los aminos ácidos aromáticos, 3) inhibición de la glutamina
sintetasa, 4) inhibición de la acetolactato sintetasa relacionada con la biosíntesis de los
aminoácidos ramificados, 5) inhibición de la biosíntesis de los ácidos grasos muy largos, 6)
inhibición de la biosíntesis de celulosa y la 7) inhibición de la protoporfirinogena oxidasa
(protox) que es esencial para la síntesis de clorofila (Fukuda et al., 2004), aunque algunos
de ellos ya han sido documentados con resistencia a los herbicidas en algunas malezas
(Harding & Raizada, 2015). Desde 1996, los cultivos resistentes a los herbicidas por
modificación genética, en forma especial resistente al glifosato, produjeron cambios
profundos en el manejo de las malezas en los cultivos de maíz, soja o algodón. De esta
113
manera, durante mucho tiempo se tuvo la creencia que se había logrado un control de
malezas en forma definitiva. De esta manera, el empleo de cultivos resistentes al glifosato
continuó creciendo en el transcurso del tiempo, pero las malezas comenzaron a adaptarse a
la práctica del glifosato como una herramienta de control, empezando a surgir especies con
elevada resistencia al glifosato (Green & Owen, 2011; http://www.weedscience.org/). Esto
llevo a buscar nuevas estrategias para controlar las malezas. Una maniobra nueva para el
control de las malezas fueron los bioherbicidas, estos resultan en la aplicación y
propagación de esporas de hongos o bacterias en concentraciones que normalmente no se
presentan en la naturaleza, el objetivo es destruir las malezas en un periodo breve de
tiempo (Harding & Raizada, 2015). Uno de los primeros micoherbicidas registrados fue
DeVine (Encore Technologies, Plymouth, Estados Unidos), cuyo principio activo era
Phytophthora palmivora. Este bioherbicida fue desarrollado para el control de Morrenia
odorata en los cultivos de cítricos. Los micoherbicidas comerciales "Collego" y "Biomal",
cuyos principios activos fue Colletotrichum gloeosporioides (Cai & Gu, 2016), fueron
empleados para el control de Aeschynomene virginica (Harding & Raizada, 2015). Una
formulación de Sclerotinia minor fue registrada en la PMA de Canadá con el nombre
comercial "Sarritor", para controlar la presencia de Taraxacum officinale, Trifolium repenes y
Platago major en los cesped (Harding & Raizada, 2015). Otros microorganismos utilizados
para el desarrollo de micoherbicidas, son Phoma macrostoma, que controla Taraxacum
officinale, Cirsium arvense, Stellaria media y Matricaria perforata con un nivel de eficacia
equivalente al herbicida sintético, pendimetalina y Mirothecium verrucaria que controla las
malezas de cultivos en invernaderos o en campo que afectan la producción de tomates a
valores equivalente al herbicida metribuzin (Boyette et al., 2007). Bilanafos o bialafos es un
tripéptido fúngico aislado de Streptomyces hygroscopicus (Jensen) Waksman & Henrici y
también producido por S. viridochromeogenes (Krainsky) Waksman & Hernrici, con
demostradas propiedades n pro-herbicidas. Este herbicida se encuentra inactivo, y luego de
su hidrolisis metabólica en la planta, es convertido en el principio activo, el cual es el
aminoácido l-fosfinotricina N-terminal. El enantiómero (S) es bioactivo, pero el producto
comercial es una mezcla racémica. En forma de sales de sodio es utilizado en cultivos de
manzanas, zapallos, rabanitos y especies relacionadas y azaleas. Bilanafos inhibe la
glutamina sintetasa resultando en la acumulación de amonio en las células vegetales hasta
alcanzar niveles tóxicos y con ello la inhibición de la foto respiración, lo que provoca un nivel
reducido de aminoácidos donadores. Los efectos tóxicos del bilanafos pueden ser revertidos
con el agregado de los aminoácidos necesarios (Cooping & Menn, 2000; Lamberth, 2016).
El tetrapéptido ciclico “tentoxina” es un inductor de la clorosis en los tejidos vegetales. La
tentoxina es producido por el hongo Alternaria alternata quien inhibe el desarrollo de los
cloroplastos. Este tetrapéptido actúa sobre malezas como Ipomea hederacea, Cassia
114
obtusifolia y Sorghum halepense pero no afecta los cultivos (Lamberth, 2016). Coronatina y
cinnacidina son dos herbicidas que mimetizan al ácido jasmonico, una hormona de las
plantas. Estos herbicidas suprimen los mecanismos de defensas de la planta generando
clorosis (Lamberth, 2016).
Insecticidas.
Piretroides.
En este grupo podemos incluir las piretrinas aisladas de Chrysanthemum
cinerariaefolium, que presentan una fuerte actividad insecticida y con una baja toxicidad en
mamíferos. Estos compuestos se degradan rápidamente una vez expuestos al ambiente.
semillas del árbol y se vende como un extracto crudo cuya concentración en azadiractina
varia de acuerdo al producto comercial (Isman, 2006; Pavela, 2016). Mayor efectividad se
logra con aplicaciones sucesivas. Este compuesto presenta baja toxicidad para mamíferos
LD50 para ratas es >5g/Kg (Cooping & Menn, 2000).
Alcaloides.
Nicotina es el principal componente del género Nicotiana (Solanaceas). Es un
insecticida no-sistémico que se une al receptor nicotínico colinérgico de la acetilcolina. Su
empleo es generalmente en forma fumigante para el control de insectos picadores
chupadores. Su efectividad es elevada pero requiere sucesivas aplicaciones. La nicotina es
elevadamente tóxica para los mamíferos y organismos no-blanco. La dosis oral LD50 para
ratas es de 50mg/Kg (Cooping & Menn, 2000). Otros alcaloides obtenidas de Solanaceas
con un gran potencial para el desarrollo de bioplaguicidas son solasodina, tomatina,
chaconina entre otros (Chowanski et al., 2016). Ryanodina y otros alcaloides obtenidos
desde las especies de Ryana sp., afectan la musculatura en los insectos por unirse a los
canales de calcio en el retículo sarcosplásmico, produciendo la muerte por el flujo de iones
de calcio en la célula. El producto comercial es un extracto de la planta en donde se
encuentran presentes los alcaloides (Cooping & Menn, 2000). Los alcaloides obtenidos de
Sabadilla sp y Veratrum sp son efectivos por bloquear los canales de sodio en los insectos,
pero tienen elevada toxicidad para los mamíferos. Se emplearon a mediado del siglo XIX
para el control de los trips en los frutales de cítricos (Cooping & Menn, 2000). La eficacia de
extractos desde diferentes especies de Piper está directamente correlacionado con la
concentración de piperamidas. Estas amidas forman parte de las semillas, siendo Piper
nigrum quien mayor concentración presenta destacándose la amida piperina (Scott et al.,
2008). Los extractos de semillas de P. nigrum presentan propiedades insecticidas contra
Callosobruchus chinensis (L), Sitophilus oryzae (L.) y Rhyzopertha dominica (F.), a
concentraciones próximas a 100 mg/L a los 30 días de exposición. Debido a su rápida
degradación por el efecto de la luz, en particular la luz ultravioleta, por una vida media de 49
min., estos extractos son útiles para proteger alimentos conservados o almacenados en
ambientes oscuros o para lograr certificados de producción orgánica en huertas (Scott et al.,
2008). Bioplaguicidas comerciales con base en alcaloides encontramos "Hot Pepper Wax"
(Rincon-Vitova Insectaries, Estados Unidos), "Nico Neem" (Nico Orgo Manures, India),
"Nicotine AS" (Beijing Kingbo Biotech Co., Ltd, China) y "Veratran D" (MGK, Estados Unidos)
(Pavela, 2016).
116
Rotenona y análogos.
Rotenona es obtenido de Derris lonchocarpus y Tephrosias sp. Rotenona es un
inhibidor de la cadena respiratoria y es utilizado como un insecticida no-sistémico con acción
por contacto. Presenta también una actividad acaricida. Su aplicación se realiza como un
asperjado. Rotenona tiene un grado elevado de toxicidad, LD50 en ratas es de 132 mg/kg
(Cooping & Menn, 2000). Bioplaguicidas comerciales cuyo principio activo son rotenonas o
análogos son "Rotenone ME" (Beijing Kingbo Biotech Co., Ltd, China) y "Rotenone Dust"
(Bonide Products Inc., Estados Unidos) (Pavela, 2016).
Aceites esenciales.
Los aceites esenciales (AEs) son compuestos en su mayoría líquidos y lipofílicos,
que son aislados desde las plantas aromáticas, y son obtenidos por hidrodestilación desde
diferentes partes de las hojas, aunque existen otras técnicas extractivas. Los AEs son una
mezcla compleja de moléculas con diferentes grupos funcionales (Zygadlo, 2011). Estudios
previos han indicado que los AEs tienen un mecanismo de acción neurotóxico en insectos
(Dambolena et al., 2016). Estos estudios incluyen la habilidad de los AEs en inhibir la
enzima acetilcolinesterasa (AChE), esto incrementa la concentración de acetilcolina en la
unión sináptica (Picollo et al., 2008). También puede afectar el receptor nicotínico de la
acetilcolina (Tong et al., 2013). Otros estudios evalúan la habilidad de los AEs que afectan el
receptor GABAA, la octopamina y la tiramina (Gross et al., 2014). Así la aplicación de los
AEs resulta en una hiperactividad, hiperextensión de las extremidades y abdomen,
knockdown, y luego puede llegar a la muerte. Bioplaguicidas comerciales cuya base activa
son AEs o sus componentes son "Demize EC" (Paragon Professional Pest Control Products,
Estados Unidos), "Prev-Am" (Oro Agri SA Ltd., Sudafrica), "Insect Repellent", "Bed Bug Killer
117
for Travel", "Home Pest Control" (EcoSMART, Estados Unidos), "Requiem EC" (Bayer AG,
Alemania) y "EcoVia WD" (Rockwell Labs Ltd., Estados Unidos) (Pavela, 2016).
Annoninas y análogos.
Las annoninas son un grupo de compuestos naturales clasificados como
acetogeninas. Se encuentran principalmente en las semillas de las especies de Annona sp.,
por ejemplo Annona cherimola Miller. Tienen capacidad insecticida principalmente contra
lepidopteras por inhibición del complejo mitocondrial III (Pavela, 2016). Se comercializan con
el nombre de "Anosom" (Agri Life, India) (Pavela, 2016).
Fenoles y análogos.
Dentro de los fenoles tenemos flavonoides, uno de ellos que se comercializa con el
nombre de "Derisom" (Agri Life, India) o "Rock effect" (Agro CS a.s., República Checa), que
se basa su principio activo en furanoflavonoides conocidos como karanjin y son obtenidos
desde las semillas de Pongamia pinnata (L.) Pierre (Fabaceae). El aceite de las semillas
contiene entre un 5 a un 6% de flavonoides destacándose por su concentración la karanjina
(aproximadamente un 2%) (Pavela, 2016).
Semioquímicos.
Un semioquímico es una señal química producida por un organismo que causa un
cambio de conducta en un individuo de la misma o diferente especie. Incluyen señales
desde diferentes tipos de organismos. Los más ampliamente utilizados son las feromonas
sexuales empleadas con sistemas de trampas, evitan el apareamiento o bien sistemas de
señuelos/envenenamiento (Witzgall et al., 2010). Algunos de los semioquímicos que se
comercializan son ciromazina, clorbenzuron y diflubenzuron (Sundari et al., 2016).
Ciromazina es un ciclopropil derivado de la melamina (Ghoneim et al., 2015), que actúa
como regulador del crecimiento en insectos o ácaros.
118
Mercado.
Entre los primeros bioplaguicidas empleados tenemos los de origen microbiológico.
Rusia, Australia, Canadá, Japón y Estados Unidos son los países que más patentes han
realizado sobre bioplaguicidas de origen microbiano. La comunidad europea por su parte si
bien tiene registrado productos similares su número es muy inferior a la sumatoria de los
productos elaborados por los países previamente mencionados. China, India y Brasil también
llevan un elevado número de registros de nuevos bioplaguicidas de origen microbiológicos,
muchos de ellos registrados por compañías privadas (Kabaluk et al., 2010). Los
bioplaguicidas de origen microbiológico representan menos del 1% del mercado total de los
agroquímicos para el control de la producción agropecuaria. Si observamos en forma global
podemos ver que los bioplaguicidas cuya fuente de obtención son microorganismos, los de
origen bacteriano representan el 82% del mercado, de origen fúngico el 10% y de origen viral
el 8% (Leng et al., 2011).
El acuerdo que implico una inversión muy destacada para el desarrollo de
bioplaguicidas fue entre Monsanto y Novozymes, dando origen a la empresa BioAg Alliance
para el desarrollo de bioplaguicidas microbianos, lo cual dio inicio a una serie de fusiones y
compras entre 2012 y 2015 por parte de las empresas líderes de empresas menores que
desarrollaban bioplaguicidas (Pelaez & Mizukawa, 2017). El uso de bioplaguicidas de origen
vegetal fue primero realizado por China, en la actualidad existen más de 300 reguladores del
crecimiento de plantas o insectos, unas 320 feromonas y unos 120 productos botánicos
cuyas propiedades son repelentes (Leng et al., 2011). Dentro de los plaguicidas obtenidos de
animales los que más se destacan son las feromonas. De cualquier manera el comercio de
enemigos naturales solo representa menos del 10% del mercado global de control biológico
con un rendimiento entre 25 a 30 U$ millones anuales (Leng et al., 2011). En Argentina el
uso de bioplaguicidas microbiológicos es ampliamente utilizado como agente de biocontrol
existiendo a la fecha ocho productos (Kabaluk et al., 2010). Entre los microplaguicidas
tenemos a Bacillus thuringiensis (Bt) que fue utilizado por primera vez en 1950, este producto
es empleado para el control de Colias lesbia, Rachiplusia nu y Anticarsia gemmatalis
(Kabaluk et al., 2010). El virus Cydia pomonella fue utilizado para el cuidado de los cultivos
de manzana y nogales, el producto de nombre comercial "Carpovirus" plus fue registrado por
la empresa Agro Roca (Kabaluk et al., 2010).
El mercado de los bioplaguicidas ha mostrado un rápido crecimiento, globalmente
existen unos 175 registros de ingredientes activos y esto se expande a mas de 700 productos
comerciales disponibles en el mercado. El mercado global para los bioplaguicidas fue
evaluado en 1.3 U$A mil de millones en 2011 en Estados Unidos y se espera que para el año
2020 el crecimiento sea de aproximadamente 144% (Leng et al., 2011; Kumar, 2012; Pelaez
& Mizukawa, 2017), mientras los agroquímicos tradicionales se espera que crezca un 45%
119
(Miresmailli & Isman, 2010). Estos dos mercados son manejados globalmente en un 68% por
las siguientes empresas: Syngenta, Bayer, DuPont, Dow, BASF y Monsanto las cuales desde
1996 a 2015 adquirieron o por medio de convenios de cooperación sumaron 32 empresas al
grupo empresarial que trabajan en el desarrollo de bioplaguicidas (Pelaez & Mizukawa,
2017).
El comienzo de la diversificación de los plaguicidas desde los agroquímicos sintéticos a los
naturales es a mediados del año 2000 con el acuerdo de investigación y desarrollo
establecido entre Bayer y Syngenta (Pelaez & Mizukawa, 2017). La principal causa de este
crecimiento es la demanda de una producción agricola y de sus productos libres de
plaguicidas. Otros factores importantes para el crecimiento del mercado de los bioplaguicidas
es el crecimiento del mercado de alimentos. De cualquier manera, existen razones ofrecidas
por los productores por los cuales los bioplaguicidas no han terminado de desplazar a los
productos químicos sintéticos: i) son productos muy costosos (41%), ii) no creen que
funcionen (30%), iii) se requiere mayor cantidad de información sobre empleo y aplicación
(25%), iv) nunca habían considerado utilizarlos (24%) y v) no se encuentran en el mercado
las especificaciones claras para poder hallar el producto correcto para comprar (24%) (Leng
et al., 2011).
Otra dificultad para el uso de los bioplaguicidas es administrativa, son muchos los
inconvenientes para lograr los controles de las formulaciones que se comercializan o se
quieren comercializar. Esto es en parte porque los registros han sido desarrollados sobre la
base de formulaciones con compuestos únicos, cuya dosis se puede evaluar
(Hummelbrunner & Isman, 2001; Isman, 2016). Esta situación dificulta el registro y
comercialización de los biopesticidas y podría explicar la razón de un gran número de
artículos académicos donde se muestran diversos valores de bioactividad de compuestos
naturales, pero existe una muy escasa cantidad de estos productos en el mercado. Utilizar
mezclas o extractos de origen natural trae un gran número de problemas para los organismos
estatales reguladores del uso de plaguicidas. En el caso de productos obtenidos de extractos
de plantas, la toxicidad del producto no puede ser dirigida únicamente a un solo compuesto,
generalmente se pensaría en hacer referencia al mayoritario, y así controlar la concentración.
También existe la posibilidad que el extracto contenga más de una especie diferente de
plantas o diferentes cultivares. Desde un punto de vista botánico, hay especies que son
controversiales desde los estudios taxonómicos. En el caso particular de los AEs se podría
considerar todo el material en su conjunto, pero la composición química puede variar de
acuerdo a factores biológicos, que incluyen genotipo, factores ambientales, tales como el
clima, la altitud y los niveles de nutrición (Miresmailli & Isman, 2010; Zygadlo, 2011;
Rahimmaleka et al., 2017). Es posible también que algunos extractos vegetales puedan ser
"fortificados" con el agregado de ciertos compuestos que naturalmente existen en esas
120
mezclas para lograr una composición mas efectiva. Así surge la pregunta, ¿pueden esas
formulaciones fortificadas ser consideradas naturales? o bien determinados métodos
industriales podrían "fortificar" determinadas mezclas, si consideramos que los consumidores
perciben un "producto natural" como una sustancia o mezcla natural no adulterada o no
fortificada. En este punto, actualmente no existe una definición o criterio por parte de las
agencias gubernamentales de regulación. Lo cual para lograr una gran uniformidad sería
necesario normalizar los criterios de producto botánico, composición, métodos de extracción,
o fortificación (Miresmailli & Isman, 2010). Estas dificultades evitan la aprobación para la
comercialización de biopesticidas, y sin comercialización no existe interés en su uso.
También es necesario regular el uso de los bioplaguicidas para evitar posibles efectos
dañinos para las personas o el ambiente. Así en la India el control biológico está restringido
únicamente al empleo de huevos de parasitoides para evitar problemas ambientales (Leng et
al., 2011). El desafío es realizar nuevas normas para estos productos bioactivos, si es que
se desea pasar de la retorica a la práctica. A los problemas mencionados precedentemente,
el mercado demanda una mayor promoción de los bioplaguicidas para su aceptación ya que
representan una nueva tecnología y una nueva forma de manejar la producción que en
general el productor desconoce. Un problema técnico que enfrentan los bioplaguicidas son
los tiempos de almacenamiento, los cuales deben superar los dos años y la tasa de
descomposición del principio activo no debe superar el 5% anual (Leng et al., 2011). La
limitación de alcanzar una escala industrial también es un problema para el fabricante de
bioplaguicidas, ya que va a depender de la disponibilidad del recurso natural, muchas veces
afectado por condiciones ambientales. También existe la posibilidad que los costos de algún
ingrediente sea muy elevado, en tal caso la formulación debe ser cambiada para compensar
los ingredientes escasos y/o costosos para poder mantener la competitividad del producto
(Miresmailli & Isman, 2010). El mercado global para los biopesticidas de acuerdo a la
formulación comercial se distribuyo de la siguiente forma: 60% formulación con base liquida,
15% polvo humedecido, 15% granos dispersables en agua y 10% pellets (Thakore, 2010;
Sundari et. al, 2016). En este momento, es claro que la bioactividad de algunos de estos
productos en las dosis requeridas, en los tiempos de acción y en la especificidad para el ciclo
de vida de la plaga son inferiores a los plaguicidas químicos, pero la salud de las personas,
del ambiente y de organismos no blanco siguen siendo una prioridad altamente importante
que claramente cubre algunos costos de industrialización y comercialización de los
bioplaguicidas (Clemson, 2007). Otro punto que no solo es interesante sino importante es
que existe una mayor biodiversidad y frecuencia de polinizadores y enemigos naturales de
plagas agrícolas en cultivos tratados con bioplaguicidas que en aquellos cultivos en donde se
utilizaron insecticidas sintéticos (Mkenda et al., 2015). Así la tendencia al uso de
bioplaguicidas es clara y continua en ascenso, de acuerdo a la BPIA (Biopesticides Industry
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