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El Ciclo de Mercurio y La Química Mental
El Ciclo de Mercurio y La Química Mental
MERCURIO ESTACIONARIO
Una de las primeras nociones que el estudiante de astrología aprende sobre Mercurio es que se trata del
planeta interior cuya órbita se encuentra más próxima al Sol. Ambos permanecen estrechamente unidos
durante su recorrido ya que nunca se despegan más allá de un signo. Simbólicamente, Mercurio representa
la primera exteriorización del yo, la manifestación más inmediata de la fuente solar. La capacidad de
razonamiento y expresión a través del lenguaje es lo que identifica a la especie humana. La energía
mercurial nos permite clasificar, organizar y asignar significado a todo aquello que percibimos, así como
articularlo y expresarlo a través del lenguaje, que es la manifestación del aliento vital.
El símbolo de Mercurio está compuesto por la combinación de la media Luna, el semicírculo, que se sitúa
en la parte superior y representa al alma, el lado emocional, el inconsciente, la receptividad; en el centro
está el círculo que alude a la perfección del espíritu, la unidad. Debajo de todo ello se encuentra la cruz de
la materia, compuesta por el eje horizontal, que es el cuerpo, y el vertical que representa a la mente. El
glifo simboliza por tanto la materialización del alma y el espíritu en la Tierra.
Mercurio transita siempre alrededor del Sol, al que acompaña permanentemente en su recorrido por el
zodiaco, distanciándose de él entre 46 y 70 millones de kilómetros, según el momento. Su órbita es la más
excéntrica de todos los planetas −si exceptuamos a Plutón− y tarda 88 días en completarla.
Al estudiar el ciclo heliacal de Mercurio, podemos ir desentrañando cómo la posición del planeta con
respecto a la fuente solar va a condicionar el funcionamiento de los procesos mentales del nativo.
Mercurio es un planeta cuya naturaleza dual se va manifestando en su recorrido alrededor del Sol, según
se posicione delante o detrás de él. Desde nuestra perspectiva geocéntrica, podemos ver aparecer a
Mercurio por el horizonte oriental antes de que lo haga el Sol, como estrella matutina, o verlo ocultarse
después de él, como estrella vespertina.
Haciendo un símil del comportamiento de ambos, los llamamos Mercurio Prometeico y Mercurio
Epimeteico respectivamente recurriendo a la mitología griega, en referencia a los dos hermanos titanes:
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Prometeo y Epimeteo. El primero de ellos, el previsor, había entrado en el Olimpo para robar el fuego a los
dioses y dárselo a los hombres. El fuego simboliza la vida, la energía y el poder, en este caso asociado a la
inteligencia. Prometeo siempre estaba pensando en el futuro, anticipándose a la acción; representa el
pensamiento progresista.
En cambio, su hermano menor Epimeteo, ocupaba su tiempo en reflexionar sobre la experiencia. Es la
mentalidad que enjuicia aplicando esquemas del pasado. Su patrón básico de conducta es actuar sin
anticiparse mentalmente a ello para después justificar la acción o dar testimonio de lo ocurrido.
Cuando un planeta se encuentra en conjunción con el Sol, dentro de un arco de diecisiete minutos,
decimos que está Cazimi, esto es, que se halla en el mismo corazón del Sol. Los antiguos astrólogos
consideraban esta posición como una dignidad accidental, un momento de fuerte potenciación de la
energía del planeta. Mercurio se va alejando día a día de ese espacio de máxima intensidad continuando su
etapa prometeica. Hasta distanciarse ocho grados de orbe del Sol, decimos que el planeta está Combusto.
En esta posición la mente se halla mediatizada por el poder solar. El pensamiento es subjetivo, ya que la
proximidad del Sol, el ego, no le permite apreciar la realidad con perspectiva suficiente. Cualquier
información se muestra a través del filtro de la subjetividad del yo que impregna la actividad mental.
Continúa su recorrido alejándose cada vez un poco más de la fuente solar cuyo influjo va perdiendo
intensidad. Cuando alcanza los diecisiete grados de orbe, el planeta deja de estar bajo los rayos del Sol.
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Durante todo este recorrido, el planeta ha permanecido retrógrado. Sabemos que la retrogradación de los
planetas es solo una ilusión óptica causada por nuestra particular perspectiva geocéntrica. La mente
prometeica retrógrada parece avanzar en sentido contrario al yo, al propio instinto, ya que va en dirección
contraria al ser o a la conciencia. El movimiento retrógrado no está indicando una mente débil ni errática,
ni siquiera lenta, sino que simplemente se mueve en sentido contrario al instinto vital. El periodo de
retrogradación de Mercurio es indicativo de introversión, de autoanálisis, de que busca diferenciarse de
algún modo de la naturaleza instintiva del ser. Mercurio solo se encuentra retrógrado un 20% de su ciclo
completo.
El momento en que Mercurio detiene su movimiento retrógrado para volverse directo (fase 2 del gráfico),
justo antes de cambiar de moción, el planeta se estaciona durante un breve espacio de tiempo, lo que
coincide con la primera elevación heliacal, esto es, cuando por fin se hace visible al ojo humano. En esta
fase la mente se ha despegado del ego y adquiere objetividad en su juicio, sobreviniendo un momento
crucial en el ciclo del planeta. Se produce una focalización de la energía mercurial que se intensifica
poderosamente. Mercurio estacionario evidencia una gran capacidad de concentración y atención al
detalle.
Tras el cambio de estación, Mercurio va incrementando poco a poco su velocidad y apareciendo por el
horizonte oriental más temprano cada día, aunque el Sol avanza aún más rápido que él durante un tiempo
y, por eso, la distancia entre ambos continuará aumentando. En su fase prometeica directa, Mercurio se
caracteriza sobre todo por manifestar un ansia de saber. La mente se muestra curiosa, se dedica a explora
la realidad en busca del conocimiento, adelantándose a la experiencia; planifica sus actuaciones
revelándose con una clara orientación hacia el futuro. Es también una mente espontánea e intuitiva.
Mercurio alcanza su punto de máxima elongación como estrella matutina a 28º (fase 3 del gráfico),
logrando llegar a la máxima distancia posible de la conciencia. Es el momento en que iguala su velocidad
con la del Sol. Pero su proceso de aceleración progresiva continúa y, en su periplo, comienza a acortar
distancias mientras se dirige hacia la conjunción superior, el momento de mayor celeridad. La mente
prometeica alcanza su velocidad más alta; ahora las facultades intelectuales también serán más rápidas.
Pero a medida que se acerca al Sol, vuelve a entrar en su radio de acción y a posicionarse bajo sus rayos; la
influencia del yo comienza a operar en la mente de manera que retorna el pensamiento subjetivo.
En el momento de la conjunción superior (fase 4 del gráfico), el Sol se interpone entre Mercurio y la Tierra.
Se produce de nuevo una identificación total entre la mente y el yo o la consciencia, pero prevalece esta
última ya que el intelecto queda totalmente eclipsado por el ego, que se oculta detrás de la fuente solar.
Tras esta conjunción Mercurio desacelera el ritmo y comienza su fase epimeteica. Se convierte en estrella
vespertina, cruzando el horizonte occidental tras la puesta de Sol por lo que, cuando se aleje de sus rayos lo
suficiente, se hará visible al anochecer. Mercurio Epimeteico avanza de manera cautelosa, se dedica a
evaluar lo ocurrido; recapitula información, tratando de entender el presente a base de aplicar los
parámetros del pasado. Es una mente en la que predomina el método asociativo. En algún caso puede
faltarle iniciativa para actuar, esperando siempre el momento adecuado pero con tal cautela que puede
llegar a bloquear la acción. Necesita tanta seguridad que no actúa por miedo. Es una mente que revisa
constantemente y justifica. Construyen el futuro a partir de modelos ya experimentados en el pasado.
La desaceleración alcanza el punto de inflexión cuando la velocidad de Mercurio iguala a la del Sol (fase 5
del gráfico) y llega a su máxima elongación como estrella vespertina para continuar dirigiéndose a la
conjunción inferior, aunque antes tendrá lugar el cambio de estación (fase 6 del gráfico) en la que se
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volverá a estacionar para, a continuación, comenzar la retrogradación. En esta última etapa hay una
sensación de fin de ciclo, de madurez y senectud, hasta que se completa con una nueva conjunción inferior
que supone el inicio de un tiempo nuevo.
Los cambios de fase o estación de Mercurio en una carta progresada conllevarán un cambio en la
polarización de la energía mercurial en nuestras vidas. Son momentos de gran trascendencia, ya que
suponen una modificación en los hábitos de la energía planetaria.
QUÍMICA MENTAL
El astrólogo norteamericano Marc E. Jones rescató la técnica de la química mental de la tradición
astrológica medieval. Más adelante, Dane Rudhyar profundizaría en ella, desarrollándola y dándole una
mayor difusión. Se trata de una técnica bastante sencilla de aplicar, pero muy poco conocida. De hecho, su
uso se circunscribe principalmente al ámbito anglosajón, ya que casi todo lo publicado hasta la fecha está
escrito en inglés. Esta técnica no pretende medir el cociente intelectual del individuo, sino describir el
modo en que la mente capta y procesa el conocimiento, con independencia del grado de inteligencia que se
posea. La química mental es el resultado de la relación entre la mente y la vitalidad o, lo que lo mismo,
entre Mercurio, el Sol y la Luna. Para ponerla en práctica tomaremos en cuenta la velocidad a la que se
desplaza la Luna en el momento del nacimiento y la posición de Mercurio con respecto al Sol.
Dentro de nuestra carta natal, la luminaria nocturna está relacionada con las emociones, con el modo en
que percibimos la realidad y captamos los estímulos. Una Luna rápida mostrará a una persona alerta a todo
aquello que suceda en un amplio radio de acción. En cambio, si su velocidad es lenta, la percepción del
individuo se ralentiza, es más pausada y tiende a centrarse en algún foco de interés, obviando el resto. El
individuo tardará más tiempo en captar las señales, deteniéndose en detalles concretos, será más selectivo
en su percepción en lugar de ser receptivo a cualquier señal recibida. La velocidad media de la Luna es de
13º10’. Si se mueve por debajo de esta cifra, consideramos que su movimiento es lento, en cambio, si lo
hace por encima, sería rápida.
El equilibrio mental se produce cuando nos encontramos con una Luna lenta y un Mercurio prometeico o
una Luna rápida y un Mercurio epimeteico. Estos individuos experimentan una suerte de contrapeso como
resultado de la relación entre la velocidad de la Luna y la posición de Mercurio que les permite reaccionar
de manera ponderada, respondiendo a las situaciones de forma efectiva. En cambio, si la química mental es
ávida o excesivamente cauta, dificulta la respuesta ante determinadas circunstancias. En el primer caso, sin
un cierto control, estas personas pueden llegar a comportarse de manera precipitada. En cambio, los
individuos con una química mental muy pausada parece que nunca se sienten totalmente seguros para
actuar ni para tomar decisiones, con lo que pueden llegar a mostrarse inseguros y poco acertados.
Pasemos ahora a detallar cada uno de los cuatro tipos de química mental:
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Cuanto mayor sea la distancia que separa a Mercurio del Sol y más alejada la Luna de su velocidad media,
más claramente se percibirá la química mental del individuo. Los aspectos que se forman entre Mercurio y
la Luna entre sí son también fundamentales para aportar matices y enriquecer la interpretación. Cuando
ambos se conectan con aspectos fluidos, como son el trígono y el sextil, se produce una armonización de la
relación existente entre pensamiento y emoción, y facilitan enormemente su expresión. También
contribuyen a la retención de la información, es decir, se intensifica la función memorística. La oposición y
la cuadratura tensan la relación entre ambos añadiendo algún tipo de excitabilidad. Dificultan la expresión
de sentimientos y pueden manifestarse en forma de irritabilidad. Por otra parte, la conjunción hace más
sensible al nativo en lo que atañe a la información y al conocimiento e intensifica la función verbal; son
personas que tienden a hablar profusamente mostrando dificultades para sintetizar la información. Además
el individuo puede resultar fácilmente influenciable o sus emociones le pueden impedir discernir con
claridad.
Toda esta tipología que hemos descrito es solo la base para su interpretación. La química mental se
enriquece al integrarse en el análisis global de la carta. Los aspectos que reciban tanto Mercurio y la Luna
de otros planetas, junto con el signo y la casa que ocupen, perfilarán y ahondarán en la apreciación de las
cualidades mentales del nativo.
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Bibliografía
JONES, Marc Edmund: The Counseling Manual in Astrology. American Federation of Astrologers, 1979.
MAKRANSKY, Bob: «Mental Chemistry in the Birth Chart», en Mountain Astrologer. Aug/Sep 2001
MORRISON, Al H.: «The Hankar Crystal», en The Astrological Review, Vol. 44, No. 1 (Spring/Summer 1972),
pág. 24.
PERLOFF, David: «Mental Chemistry! What Thinking Type Are You? », en Dell Horoscope. Jul. 2017, págs. 1-
15.
RUDHYAR, Dane: An Astrological Study of Psychological Complexes and Emotionals Problems. Shambhala
Publications Inc., 1977.
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