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Bonavía ejercicio “sobre refranes”

La mala yunta
¿Siempre dicen la verdad los refranes?
Los refranes pretenden condensar en una frase una verdad universal, extraída,
supuestamente, de la experiencia colectiva. Aunque simulan tener un origen popular,
suelen ser muy conservadores, a reforzar el statu quo y el disciplinamiento social. bien
Analizamos en este ensayo el famoso refrán “Dime con quién andas y te diré quién
eres”. bien
Este refrán establece un juicio taxativo acerca de la calidad de una persona, a partir de la
reputación de sus amigos y compañeros. bien
Pero, se aplica habitualmente en un sentido despectivo. Es difícil que se diga, tal es
bueno, ya que tiene buenos amigos. bien
Dejaremos de lado otro flanco débil del refrán; ¿quién tiene autoridad moral para juzgar
la conducta de los demás?
Concedamos que, en distintas épocas y lugares, hay un modelo hegemónico de lo que es
la buena conducta para determinados estamentos sociales. bien
Este refrán afirma que, si los compañeros y amigos de una persona son reprobados por
el canon dominante, en consecuencia, esa persona es mala, aunque no la conozcamos.
Si reformulamos el refrán, podríamos decir, todo el que anda en malas compañías, es,
por lo tanto, uno de su calaña. bien.
Pero, si encontramos un solo ejemplo que refute esta proposición, una persona buena
acompañada por gente de conducta inadecuada, sabremos que el refrán no dice siempre
la verdad.
Eso, procuraré hacer. bien Había una vez un hombre que vagabundeaba por ciudades,
pueblos y aldeas. Enseñaba sus ideas extrañas a todos los que querían escucharlo y
hacía cosas raras. Por ejemplo, hablaba con mujeres desconocidas en la calle, y en esa
época, eso era tabú. Seguramente, eran prostitutas porque las mujeres decentes no
hacían esas cosas. También, lo acompañaban mujeres en sus viajes, mujeres que
abandonaban sus obligaciones domésticas.
Se le sumaban los pobres, los endemoniados, los leprosos (cuando se pensaba que la
lepra era un castigo de Dios, y que los leprosos eran parias, intocables), los mendigos,
los inmundos, los ciegos, los dementes. Esta turba no respetaba las convenciones
sociales, ni siquiera los preceptos religiosos, tan arraigados. bien
Este hombre frecuentaba familias que vivían en naciones tradicionalmente enemigas de
la suya. Aborrecibles.
Las gentes de buenas costumbres, escrupulosas, los que eran admirados por sus
virtudes, se escandalizaban. Querían terminar con ese mal ejemplo.
Como cada vez más gente lo seguía, temían perder su poder, su prestigio y sus
privilegios.
No encontraban acusaciones concretas contra esta persona; tomaron, pues, para atacarlo,
un argumento emparentado con este refrán. “Dime con quién andas y te diré quién
eres”. Se reunió un buen grupo de los optimates para increparlo y descalificarlo en
público, a partir de esas relaciones. Mientras que ellos cumplían con todas las leyes y
las normas y tenían una conducta intachable, este andaba siempre en malas compañías.
¿Qué clase de persona era este tipo que compartía todo con energúmenos de dudosa
reputación, con zaparrastrosos, con réprobos, con inmorales, que ni siquiera se lavaban
las manos para comer? bien
El hombre les contestó que él estaba en esos grupos para ayudar a la gente que tenía
problemas, y que los que andaban derechitos no lo precisaban. Les dio el ejemplo del
médico que quiere sanar a los enfermos. Para hacerlo, tiene que estar con ellos, no con
los que gozan de buena salud.
Y, ese hombre, ese hombre era Jesús de Nazaret.

Muy bien resuelto.


Hay recursos variados y se genera suspenso al ocultar el nombre.
Buen uso de un vocabulario amplio.

Consigna resuelta. No hay que reformular.

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