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EL DISTRITO 1
¿Qué es la inseguridad?
Esta semana tuve el gusto de compartir un espacio de conversa con mujeres de la ciudad de El
Alto. Nos reunimos para comprender mejor los desafíos que enfrentan en su vida cotidiana,
cuando la vida parece retomar el ritmo de la normalidad. Pasado un primer momento de charla
sobre la experiencia dolorosa del confinamiento pandémico, me dispuse a escuchar lo que, según
mi preconcepto, sería su principal preocupación: recuperar sus ingresos y sus medios de vida.
Pero una preocupación mayor desplazó la que yo suponía podía ser la principal incertidumbre. Me
hablaron con mayor intensidad del incremento de la inseguridad ciudadana en la ciudad de El Alto.
Una de ellas me relató sobre el miedo que tiene al caminar por las calles; otra, cómo debe
interrumpir su actividad económica para volver a casa antes de que anochezca; todas hablaron del
aumento de armas durante los asaltos. Me contaron como ejemplo la triste historia de William
Wallas, un joven estudiante que murió asesinado frente a varios testigos paralizados por el miedo.
Me comentaron que, tan solo en marzo, se registraron más de 10 hechos delincuenciales en los
que se usó armas de fuego. Una madre, con lágrimas en los ojos, confesó que cada día teme que
sus hijos no retornen vivos a casa.
Y justo ahora tenemos en la región un doloroso ejemplo de lo que puede provocar el desborde de
las pandillas. El Salvador, una pequeña nación centroamericana, casi del tamaño de Tarija, está
viviendo uno de sus momentos más oscuros al tener que enfrentarse con las maras.
El 26 de marzo, en tan solo un día hubo 62 homicidios. En respuesta a esta ola de violencia, el
presidente Bukele solicitó a la Asamblea Legislativa que adoptara un régimen de excepción y
promovió un paquete de reformas penales. Con estas reformas, hoy El Salvador puede enviar a
prisión a un niño o a una niña a partir de sus 12 años.
A 12 días de haberse decretado estado de excepción, los cuerpos de seguridad han detenido a más
de 7.400 personas, presuntamente vinculadas a pandillas. El Gobierno ha señalado que existen
aproximadamente 86.000 personas miembros de pandillas y que, si se incluyen a las familias y
redes de apoyo de estas estructuras, el número puede alcanzar a medio millón de personas. Las
fotografías que se han difundido en redes sociales de las cárceles salvadoreñas son
estremecedoras y nos recuerdan a los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial.
¿Cómo todo esto se salió de control? ¿Cómo un pequeño país de tan solo 6,5 millones de
habitantes puede estar viviendo tanto dolor? ¿Por qué sus niños, a los nueve años, ya deben
decidir a qué pandilla pertenecer? Por supuesto, la historia de El Salvador, su guerra civil, su
relación con Estados Unidos y su actual contexto son particulares y no pueden ser comparados con
lo que actualmente se vive en la ciudad de El Alto. Sin embargo, la pérdida de un horizonte de
futuro que parece ser la fuerza que impulsa a esos niños centroamericanos a pertenecer a las
maras puede ser un elemento común con los jóvenes alteños, quienes en muchos casos no están
encontrando un proyecto de vida.
EL ALTEÑO:
Según el último estudio de violencia realizado por la Oficina de las Naciones Unidas contra el
Delito (UNODC por su sigla en inglés), la ciudad de El Alto tiene 27 por cada 100.000 casos, que la
convierte en la ciudad más insegura y vulnerable a la delincuencia.
OPINIÓN.
01 de julio de 2021
La noche del miércoles, ocho sujetos, entre ellos cinco adolescentes entre 14 y 17 años, fueron
sorprendidos atracando a un transeúnte en la calle 4, de la Ceja de El Alto.
El hecho delictivo fue grabado y muestra cómo los antisociales agreden y forcejean con su víctima
para robarle sus pertenencias.
Preliminarmente se conoce que de los ocho, tres se dieron a la fuga y cinco habrían sido
capturados por la Policía.