Está en la página 1de 2

Ni riqueza ni pobreza Proverbios 30:7-9 NVI

7 >>Sólo dos cosas te pido, Señor; no me las niegues antes de que muera: 8 Aleja de mi la
falsedad y la mentira; no me despobre ni riquezas sino sólo el pan de cada día. 9 Porque
teniendo mucho, podría desconocerte y decir: "¿Y quién es el Señor?" Y teniendo poco, podría
llegar a robar y deshonrar así el nombre de mi Dios.

Centro de verdad:

La dependencia de Dios nos libra de los peligros de la riqueza y

la pobreza

Introducción

El uso adecuado y bíblico del dinero constituye un reto serio al que debe enfrentarse a todo
cristiano. Los creyentes viven en condiciones financieras muy diversas, pero todos deben lidiar
con las mismas preguntas: ¿Qué hacer con los recursos? ¿Cómo se debe gastar el dinero?
¿Cuánto se debe ahorrar?

Estas preguntas ponen a prueba constantemente la autenticidad e integridad del andar


espiritual. El modo en que un creyente maneja la administracion de sus finanzas y posesiones
habla mucho de su condicion espiritual. Es difícil rastrear cómo una persona gasta su dinero, a
veces ni quien lo gasta sabe en qué.

Pero si se tuviera el cuidado de tomar nota de los gastos por un tiempo, la persona no solo
entendería en qué gastó su dinero sino también la dirección en que lleva la moral de su vida.
En qué se gasta el dinero determina dónde está el corazón y las prioridades de una persona.
cuerpo

1- Una dirección opuesta a nuestros deseos.

El proverbio que hoy consideramos es una súplica de una persona na que desea
ardientemente ser guardada del mal. Para eso, solicita a Dios que le conceda dos peticiones:
«Sólo dos cosas te pido, Señor; no me las niegues antes de que muera: aleja de mi la falsedad
y la mentira; no me despobre ni riquezas sino sólo el pan de cada día>> (v. 7-8).

La primera petición es que lo libre de la falsedad y la mentira. La vergüenza de la mentira


consiste en que siempre termina. Una vez la verdad de las cosas se da a conocer, la persona
que mintió queda retratada como falsa y mentirosa. De esa vergüenza pedía ser librado el
orador. La segunda petición era que lo bibliotecara tanto de la pobreza como de la riqueza. Es
importante notar que el orador percibió riesgos tanto a la pobreza como a la riqueza. Cada
una de ellas tiene sus peligros. Ni el pobre es bueno por ser pobre ni el rico es malo por ser
rico. Todo depende de las actitudes del corazón. La verdadera petición era la de ser librado de
sí mismo. El peligro no es la pobreza ni la riqueza, sino las reacciones de las personas frente a
cada una de ellas.

2- El peligro de las riquezas.

Vivimos en sociedades en donde el dinero es el mecanismo de intercambio para obtener


objetos y servicios. En la medida que más riqueza se posee se amplía la capacidad de pago y,
por tanto, de adquirir bienes y servicios. Pero, además, la acumulación de riqueza también
equivale a adquirir poder y reconocimiento social.

Cuando las puertas se abren para la persona adinerada, eso constituye una amenaza a su
dependencia de Dios: <<Porque teniendo mucho, podría desconocerte y decir: "¿Y quién es el
Señor?"» (v. 9). Cuando la persona se ve rodeada de favores y muchas amistades puede llegar
a pensar que puede valerse porsí misma sin necesidad de Dios. Entonces es cuando la persona
puede vivir como si nunca hubiera conocido a Dios. El peligro de la riqueza es que las personas
pueden volverse autosuficientes. De allí que es tan importante tener presente que todo se
encuentra en las manos de Dios y que lo que él dio también lo puede quitar. Las riquezas son
pasajeras, solo Dios es inamovible.

3- El peligro de la pobreza.

Es un error pensar que por ser la pobreza lo contrario de la riqueza no supone riesgos para la
espiritualidad: «Teniendo poco, podría llegar a robar y deshonrar así el nombre de mi Dios» (v.
9). Las necesidades que las personas afrontan por la pobreza son tan grandes que para
sobrevivir deben hacer cosas de todo tipo. Por la necesidad se puede llegar a robar, lo cual, es
contrario al deseo de Dios. La pobreza extrema puede conducir a que las personas se alejen de
Dios. Mientras unos roban, otros recurren a la venta de drogas, a la violencia o a la
prostitución. No hay ninguna garantía de que la pobreza vaya a acercar a las personas a Dios,
también puede producir el efecto

Aplicacion

El orante del proverbio deseaba ser librado de los peligros tanto de la riqueza como de la
pobreza. Por ello, resumía su petición de esta manera: «<No me des pobreza ni riquezas sino
sólo el pan de cada día» (v. 8). Teniendo el pan de cada día podía depender del Señor día tras
día, no se llenaría de orgullo y tampoco desesperaría para robar.

De igual manera, debemos colocar nuestra confianza en el Señor. Una entrega humilde y
sincera a él es lo mejor que puede pasarnos. No importará si se vive en riqueza o en pobreza,
la persona vivirá dependiendo de Dios cada día. Sus necesidades básicas serán satisfechas y su
espiritualidad asegurada.

También podría gustarte